Jesús Terán 63

JESÚS TERÁN

E D I T O R I A L

Suplemento sobre Estudios Internacionales para La Jornada Aguascalientes Agosto 2018

No. 65

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Coordinadores: Aurora Terán Fuentes Soren Héctor de Velasco Galván

Un civil checoslovaco encima de un tanque soviético Disponible en: https://incredibleimages4u.blogspot.com/2010/04/soviet-invasion-of-czechoslovakia-1968.html

SOREN HÉCTOR DE VELASCO GALVÁN

La intervención en Checoslovaquia destruye la fe en la propia narrativa marxista

Esta sentencia lapidaria fue pronunciada por el preclaro historiador británico Tony Judt, un académico forjado en Cambridge y en la Escuela Normal Superior de París. Judt, profundo conocedor de la historia intelectual de Francia y Europa de Este, afirmaba en su libro, Pensar el Siglo XX, que 1968 fue “el año de la última oportunidad que tuvo el marxismo en la política europea”, pues la invasión soviética de Checoslovaquia había hecho perder cualquier pizca de autoridad moral que la Unión Soviética y sus corifeos en Occidente pudieran tener frente al asalto que, en ese momento, realizaban los Estados Unidos en Vietnam.

Estos acontecimientos ocurrieron hace 50 años, en aquel mítico y trágico año 1968: el lapso que marcó a todo una generación, pues desde los campos de batalla de Vietnam, pasando por

las calles adoquinadas de Praga y los magnicidios de Martin Luther King y Robert Kennedy, hasta los escalones ensangrentados de la Plaza de la Tres Culturas en la Ciudad de México se cinceló, en parte, el mundo en que vivimos.

Con ello en mente, Héctor Alfredo de Velasco Dávila analiza la personalidad del líder de la malograda “la Primavera de Praga”: Alexander Dubcek, el hombre que buscaba un “socialismo con rostro humano”.

A su vez, Aurora Terán Fuentes, aborda la Primavera de Praga en el marco de los movimientos estudiantiles de finales de la década de los 60, lo que significó un movimiento de represión hacia los jóvenes que cuestionaban la falta de democracia.

Mientras tanto, el internacionalista y versado en temas militares, Carlos Enrique Cuevas Lara, aporta su visión de la Operación Danubio: la invasión soviética de Checoslovaquia.

Por último, Aurora Terán y el escribano agradecen a nuestra casa editorial, La Jornada Aguascalientes, creer en el Suplemento Jesús Terán y permitirnos su publicación.

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DUBCEK:

Las grandes esperanzas y las ilusiones perdidas HÉCTOR ALFREDO DE VELASCO DÁVILA

Becario Chevening, maestro rural y profesor investigador jubilado Universidad Alameda

La palabra efeméride, según el diccionario Larousse, significa “calendario del cual uno retira una hoja cada día” y proviene del griego éphiméros, equivalente a una vida corta. El diccionario enciclopédico Reymo especifica que efeméride es “un acontecimiento notable que se recuerda en cualquier aniversario del mismo”.

Agosto, el mes dedicado a honrar la memoria del emperador Augusto, es rico en efemérides y como el adivino Tiresias, consultado por Ulises en su retorno a Ítaca, siempre tiene una noticia buena y una mala: el 20 de agosto de 1968, cinco países del Pacto de Varsovia invaden las calles de una de las ciudades más hermosas del mundo en respuesta a los intentos del reformista Alexander Dubcek por imprimirle al socialismo checoslovaco “un rostro humano”, pues propugnaba el derecho a la expresión de las ideas y de libre tránsito, la democratización de la vida política y una descentralización de la economía y de su planeación.

Para salir del marasmo económico, Dubcek y sus asesores proponían limitar la planificación central al establecimiento de los objetivos y a la orientación estratégica, el cese de las subvenciones a las empresas: poner al aparato productivo en competición con estándares internacionales para aumentar la producción y bajar los precios y, finalmente, la revisión salarial para introducir la participación de los obreros en los beneficios de la empresa basado en el rendimiento individual y colectivo para terminar con el igualitarismo.

“Los hombres de paja y los hombres de Iglesia del Marxismo”, como los llamó Raymond Aron en L´Opium des intellectuels, vieron en las acciones de Dubcek la crítica implícita de Friedrich August von Hayek al constructivismo, según el cual el colectivismo y el estatismo han fracasado en el intento de crear un sistema capaz de conciliar la prosperidad y la justicia social con la libertad y la igualdad.

Estas y otras críticas al constructivismo y sus nefastas consecuencias ya habían sido abordadas en La Sociedad Abierta y sus enemigos y La Miseria del Historicismo por Karl Popper, quien se opuso a la idea de que la historia no puede dirigirse, proyectarse o predecirse como si fuera una obra de ingeniería y que, además, la planificación al extremo conduce a la centralización del poder, pues la quimera de controlar científicamente la evolución social desemboca siempre en la destrucción de la libertad por los regímenes totalitarios.

Psicológicamente se enfrentaron dos tipos de liderazgo: Brezhnev, quien se caracterizaba por la necesidad del control, desconfianza en grado extremo y un énfasis sobre la tarea interpersonal y, sobre todo, el autoritarismo que en el sistema soviético constituye una característica distintiva, la cual se complementa con el “control del nicho” en el cual el individuo se percibe como un ser que pierde gradualmente el control de la situación.

Alexander Dubcek Disponible en: https://www.thefamouspeople.com/profiles/alexander-dubcek-3537.php

Por su parte, Dubcek se caracterizaba por su complejidad integral porque reconocía la legitimidad de puntos de vista contradictorios, por su etnocentrismo que lo llevaba a destacar el orgullo nacional y la identidad checa y, finalmente, se inclinaba por lo sistemático en contraposición a lo heurístico al igual que a la aceptación tácita de la evaluación sobre las consecuencias de un política centralizadora ineficiente.

La respuesta llegó en la madrugada del 21 de agosto de 1968 cuando el chirriar de las orugas de los tanques rusos, búlgaros, húngaros y polacos despertó a los sobresaltados habitantes de Praga. Este sonido era la proclama de los ángeles que, según Marx, “venían a traer el paraíso a la tierra”.

Vendrían entonces escenas de embotellamientos, aplastamiento de vehículos, disparos contra cesky rozitlas; la inmolación del estudiante Jan Palach como protesta a la indiferencia ante la invasión. El resultado es conocido: la defenestración de Dubcek y sus partidarios, la permanencia de las tropas invasoras hasta 1993, el establecimiento de instalaciones secretas con armas atómicas hasta que tuvo lugar la Revolución de Terciopelo.

Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia, en México, un comunista portugués exiliado, Antonio Rodríguez escribió en la revista Siempre!: “La URSS invade Checoslovaquia ¿Qué diré a mis alumnos?”. Por último, en el documental que consulté, Die Panzer in Die goldene Stadt, vi un checo pintando una cruz gamada sobre un tanque invasor. Me recordó una frase de José Alvarado: “Sólo queda, impotente, la protesta”.

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UN mundo en protesta

La Primavera de Praga

AURORA TERÁN FUENTES

Doctora en Historia Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 011

Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo comenzó a experimentar una serie de movimientos sociales caracterizados por la lucha por los derechos humanos, inmediatamente después de la guerra iniciaron o continuaron los movimientos de independencia en Asia y África, en la década de los 50 en Estados Unidos se dieron los movimientos por el reconocimiento de los derechos civiles y políticos de los pueblos nativos y de la comunidad afroamericana, para la década de los 60 se vivieron una gran cantidad de protestas por todo el mundo, levantaron la voz y salieron a las calles por ejemplo los estudiantes y las feministas entre otros grupos sociales, el común denominador fueron los derechos humanos, sobre todo los civiles y políticos. Básicamente las banderas de protesta eran por la paz, por la libertad de expresión, por una mayor participación política y por la democracia.

1968 es un año emblemático porque precisamente connota protesta y marchas, en especial por parte de los estudiantes, cuando hablamos de esta año inmediatamente se puede enunciar una lista de países en los cuales la gente salió a las calles: en Estados Unidos al grito de amor y paz, desde 1967 se protestó en contra de la Guerra de Vietnam y se juntó con el Movimiento por los Derechos Civiles; icónico fue el Mayo Francés en el 68, en contra de la sociedad de consumo y por la libertad sexual; el movimiento estudiantil de México, recordado por la matanza de Tlatelolco; en España fue contra el franquismo; continuaron en el 69 en Italia y siguió la tendencia. No obstante, en el imaginario el 68 es el año de la revolución y se vivió en muchos países: Suiza, Argentina, China, Alemania y Finlandia, entre otros.

Checoslovaquia no fue ajena a la gran ola de protestas, en 1968 se experimentó lo que se conoció como la Primavera de Praga, entendida como un movimiento de reforma que abría la ventana a prácticas democráticas y la defensa de la libertad de expresión, cuestionando el totalitarismo, sin abandonar el socialismo. Esa ventana abierta representó un breve tiempo de libertad, de enero a agosto de dicho año.

Con Dubcek (líder político del país), se impulsó un programa de reforma conocido como el “Socialismo con rostro humano”, los aires de reforma y el tiempo de primavera duraron muy poco, y terminaron cuando el 20 de agosto, de forma abrupta Checoslovaquia sufrió la invasión de las tropas soviéticas con el objetivo de frenar y reprimir los aires reformistas, concluyendo con el periodo de liberación o la etapa de primavera.

Una característica de aquel movimiento fue la lucha por la libertad de expresión, en la cual fue parte medular la participación de la Unión de Escritores de Checoslovaquia, con personalidades como Milan Kundera y Pavel Kohout, entre otros.

En las protestas en contra de la invasión participaron diversos grupos sociales, no obstante, un estudiante se transformó en un símbolo de la represión cuando se suicidó públicamente en enero de 1969, en la plaza de Wenceslao en Praga, como signo de protesta, respondía al nombre de Jan Palach, a su vez su entierro también se convirtió en un espacio de protesta contra los soviéticos. Veinte años después, en 1989, Palach fue recordado y conmemorado en una Checoslovaquia que vivía su Revolución de Terciopelo, que concluiría con la división del país y el fin del socialismo. Por lo tanto, cuando se habla de movimientos estudiantiles y sociales del 68, no se puede dejar de lado, la Primavera de Praga y su represión, que provocó manifestaciones no solamente en Checoslovaquia, sino en la misma URSS y en Finlandia.

Lleva el nombre de “Primavera” porque significó un despertar, (al igual que los movimientos nacionalistas del siglo XIX nombrados Primavera de los Pueblos), representó el florecimiento de un proyecto de libertad con un enfoque socialista, que finalmente fue duramente reprimido, teniendo a un estudiante sacrificado como símbolo de protesta.

Crédito de imagen: Residentes de Praga rodeaban tanques soviéticos, el 25 de agosto de 1968, durante la invasión del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia.

Disponible en: https://www.nacion.com/el-mundo/conflictos/la-corta-primavera-de-praga-comenzo-hace-50-anos/EES5STSYYVG57L2VDTSQOWVJMQ/story/

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OPERACIÓN DANUBIO:

La invasión soviética de

Checoslovaquia

CARLOS ENRIQUE CUEVAS LARA Licenciado en Relaciones Internacionales

Era el año de 1968, Checoslovaquia, un país que pertenecía al bloque soviético, vivía un proceso distinto al resto de los países de influencia socialista de entonces: el pueblo, junto a sus gobernantes, estaban pasando por un proceso de cambiar la historia de su país y una corriente ideológica que marcó por completo una era en la historia. Esta etapa fue conocida como la “Primavera de Praga”, donde Alexander Dubcek líder del movimiento, pretendía llevar a cabo reformas de liberalización del socialismo. Estas transformaciones no gustaron a la Unión Soviética, pues buscaban modificar, progresivamente y manera paulatina, aspectos totalitarios y burocráticos del régimen soviético. Avanzar hacia una forma no totalitaria de socialismo, algo fuera de lo común e inclusive fuera de la idea del bloque tan “solido” creado por los soviéticos, pues buscar la existencia de múltiples partidos políticos y sindicatos que durante la existencia de la URSS era algo inimaginable, promoviendo la libertad de prensa, de expresión y el derecho a huelga, en donde esa lucha y el deseo de libertad hubiesen dado un giro y creado la incertidumbre ante la comunidad internacional sobre la estabilidad del bloque soviético durante la Guerra Fría.

Ambas naciones entablaron conversaciones, arduas y extenuantes, pues tanto como Moscú y Praga no llegaban a un acuerdo y la tensión entre ambas naciones crecía e iba en aumento, a Moscú no le quedaba otra opción y el tiempo estaba en su contra ante la situación del estado que estaba mostrando rebeldía. El Politburó, tras ver que las negociones no llegaron a ningún acuerdo, convocó, bajo el régimen de Leonid Brezhnev, al Pacto de Varsovia, una fuerza militar imparable formada bajo un ideal común en donde si existen fuerzas que son hostiles al socialismo y que tratan de cambiar el desarrollo de algún país socialista hacía el capitalismo, se convierten no solo en un problema del país concerniente, sino un problema común que concierne a todos los países socialistas.

Durante la noche del 20 al 21 de agosto de 1968, y aprovechando el cobijo de la oscuridad, agentes de la KGB, elementos de las fuerzas especiales, los

Spetsnaz, y tropas aerotransportadas tomaron el aeropuerto internacional de Praga. En pocas horas, los puntos importantes de la ciudad: el Palacio Presidencial, los principales puentes, la estación de radio, y la colina Letná estaban en manos de los soldados soviéticos. Por último, el ejército checoslovaco fue confinado a sus cuarteles y desarmado.

De esta manera, las tropas que conformaban el Pacto de Varsovia, irrumpen en el silencio de la noche de una ciudad que yace dormida, Praga. La gente desconcertada al escuchar y sentir el suelo vibrar ante la fuerza militar imparable conformada por soldados y tanques que avanzaban por las calles durante la noche era latente, nadie sospechaba nada … al fin y al cabo eran aliados, pero todo cambio cuando los disparos se hicieron presentes.

Dubcek, viendo la gravedad de la situación, solicitó al pueblo no oponer resistencia ante las tropas invasoras, quienes tenían el deseo de apaciguar el deseo de lucha e independencia de los checos. Sin embargo, ya era muy tarde: las bajas civiles empezaban a salir a la luz y un régimen nuevo venía en camino que duraría 20 años apagando cualquier deseo.

Así fue el comienzo de una invasión a un país que quiso separarse del muro de acero y que anhelaba optar por la libertad y la democracia, tras esta invasión las reacciones de Occidente fueron nulas o parecían no tener importancia ante la situación que se estaba viviendo en un país que clamaba por la libertad y la democracia, pero que había sido silenciada ante un gigante que durante la Guerra Fría impuso su ideología a puño de hierro.

Fuentes: Galeotti, Mark. Spetsnaz: Russia´s Special Forces. Oxford, Osprey, 2015.

Soviet Invasion of Czechoslovakia. Globalsecurity.org. Consultado el 26 de Julio de 2018 Arriba en la imagen: Una mujer checoslovaca increpa a los soldados soviéticos Disponible en: https://www.rferl.org/a/czechoslovakia-politics-prague-spring/25080764.html