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CRÍTICA / ATISBOS PARA EL AÑO QUE COMIENZA La Jornada Aguascalientes / Aguascalientes, México. ENERO 2018 / Año 9 No. 139

Horizonte presidencial de México.

Una reflexión moral a partir del diagnóstico mental de Trump Lucía Muñiz Leal Leer les agrandará, chicos, el deseo, y el horizonte de la vida. Leer les dará una mirada más abierta sobre los hombres y sobre el mundo, y los ayudará a rechazar la realidad como un hecho irrevocable. Esa negación, esa sagrada rebeldía, es la grieta que abrimos sobre la opacidad del mundo.

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Ernesto Sábato2

H

orizonte se define como el “límite visual de la superficie terrestre, donde parecen juntarse el cielo y la tierra.”3 Este fenómeno físico nos muestra una línea imaginaria, un límite nómada, dotado con la posibilidad de extenderse. En filosofía, decimos que dicha capacidad de ensancharse corresponde a nuestra capacidad de interpretación.

Es decir, nuestro horizonte de interpretación se amplía en la medida en que adquirimos experiencia a lo largo de la vida. De forma similar a la manera en la que cultivamos nuestro paladar o seleccionamos nuestra dieta alimenticia, podemos elegir como nutrir de conocimientos nuestro horizonte.

Otro significado de horizonte es “espacio visible de la superficie del globo, [pero, también se entiende como] término temporal previsto para un estudio, una actuación, etc.”4 Ahora bien, con la primera acepción nos referiremos al contexto físico de México y con la segunda al panorama futuro de nuestro país, un horizonte de seis años, por ejemplo.

Respecto al contexto físico de México quiero mencionar al país vecino del norte y de forma obligada a su presidente Donald Trump. No obstante, los temas relacionados con la frontera de Estados Unidos como el de migración, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte o el muro fronterizo son por demás importantes; las recientes afirmaciones sobre la incompetencia mental del presidente Donald Trump y el supuesto de que no esperaba ganar las elecciones presidenciales de 2017 me parecen sorprendentes. Concretamente por su relevancia moral y el impacto mediático de dichas creencias.

A raíz de la reciente publicación del libro Fire 1 lucia.muniz.leal@mail.com 2 Discurso pronunciado por el autor durante la presentación del Plan Nacional de Lectura (Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 18 de mayo de 2004).

3 Diccionario de la Lengua Española, 23ª edición, consultado en: http://dle.rae.es/?id=KeeuMYG 4 Idem.

and Fury: Inside the Trump White House (Fuego y furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump), se han desencadenado un sinfín de opiniones, debido a que el autor, el periodista Michael Wolff, narra su experiencia en la Casa Blanca durante el primer año de mandato del presidente Trump. En dicha publicación se relatan alrededor de 200 entrevistas de donde se extrae la afirmación de que ni el primer mandatario ni su equipo esperaban ganar la presidencia de los Estados Unidos. Asimismo, se sostiene la supuesta inestabilidad mental del presidente Trump.

Cabe señalar que no es la primera vez que se cuestiona la salud mental del presidente de los Estados Unidos, por ejemplo, a mediados del año pasado los conductores del programa Morning Joe, la periodista Mika Brzezinski y el ex congresista Joe Scarborough, calificaron de incompetente mental a Donald Trump y señalaron que “la insana obsesión del presidente con Morning Joe no sirve a los mejores intereses, ya sea de su estado mental o del país que conduce”5.

Ahora, gracias a la publicación de Wolff, hay cientos de psicólogos y psiquiatras evaluando el comportamiento de Trump. Pero, decíamos que a nosotros nos interesa valorar el impacto mediático de esta creencia y sus implicaciones morales.

Puesto que, si creemos que el presidente es una persona insana mentalmente podemos explicarnos su comportamiento absurdo, pero también, justificar su incompetencia y su juicio moral. Lo cual, implicaría justificar decisiones xenófobas y acciones segregacionistas. A título personal, considero que el presidente Donald Trump es una persona coherente y racional, pues ha dejado en claro sus intereses políticos, valores y principios morales y ha buscado cumplir sus promesas de campaña. Y por esto, es responsable de las consecuencias de sus palabras y decisiones, ante los tribunales internacionales y ante nuestros ojos.

Por otro lado, no hay que olvidar a todas aquellas personas que comulgan con el pensamiento del presidente Trump. Lo cual nos lleva al otro supuesto de Fire and Fury: Donald Trump y su equipo no esperaban ganar las elecciones –en el libro incluso se afirma que ni Melania Trump estaba preparada para llegar a la Casa Blanca. Me parece que éste es sólo otro argumento para explicar la 5 Excélsior, Global, “Trump incompetente mental para ver nuestro programa: Mika y Joe”, 30/06/2017 11:43 NOTIMEX, consultado en: http://www.excelsior.com.mx/global/2017/06/30/1172896

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CONTENIDO:

Horizonte presidencial de México.

Una reflexión moral a partir del diagnóstico mental de Trump LUCÍA MUÑIZ LEAL

Black Mirror y el problema mente-cuerpo ALDO BARUCQ M. S.

Y aún queda algo de esperanza…

ENRIQUE LUJÁN SALAZAR

Cambia, todo cambia JOSÉ DE LIRA BAUTISTA

ineptitud del primer mandatario, lo cual es inaceptable, pues esta explicación no justifica de ninguna manera al presidente de los Estados Unidos.

La ineptitud, al igual que la ignorancia, no nos eximen de la responsabilidad de nuestras acciones.

Y precisamente, el riesgo del impacto mediático de la creencia de que Trump es incompetente mentalmente es que se minimice su responsabilidad moral al justificar sus decisiones.

Ahora, de regreso a este lado de la frontera, es innegable que las decisiones que ha tomado el presidente continuarán repercutiendo negativamente en nuestro país y que no nos queda más que afrontarlo, puesto que, no cambiará de opinión como un desquiciado. Hemos de recordar que los horizontes de cualquier imperio o país tienen un límite: sus fronteras, donde termina su jurisdicción.

Esto nos hace pensar en el paisaje de México para este 2018, lo primero que se me viene a la

mente son las elecciones presidenciales, ese dolor de estómago y migraña que resultarán de las campañas electorales, del derroche de dinero en propaganda, del populismo, de las descalificaciones entre los candidatos y, sobre todo, a causa de la ignorancia e ineptitud de muchos ciudadanos para participar en las elecciones. Dos características que, como hemos expuesto, no tienen justificación.

Entonces, ¿cuál es el horizonte de México para el año 2018? Entendido éste como el “conjunto de posibilidades o perspectivas que se ofrecen en un asunto, situación o materia.”6 ¿De quiénes depende nuestro futuro?, ¿dónde estarán puestas nuestras esperanzas además de en la copa mundial de futbol Rusia 2018? Las predicciones para este año diremos que están en medio de un horizonte de oportunidades, por no decir que se darán 6 23.a edición del Diccionario de la Lengua Española, ibid.

Black Mirror

y el problema mente-cuerpo Aldo Barucq M. S.

A

finales del año pasado llegó a Netflix la cuarta temporada de la serie Black Mirror, una de las producciones más socorridas de los últimos años. La serie creada por Charlie Brooker que vio la luz inicialmente en 2011 en la británica Channel 4, anunció su inclusión a la plataforma digital Netflix en 2016 y a partir de su tercer temporada, ofreciendo capítulos memorables como Shut up and dance, San Junipero (que incomprensiblemente muchos identifican como el episodio más memorable de la serie) y Playtest. Sin embargo, la tercera temporada no sólo significó el lanzamiento de la serie de manera global, sino también y para temor de muchos fanáticos, su comercialización desmedida, guiones argumentativamente débiles y lo peor: finales felices. La cuarta temporada confirma tales especulaciones.

No es novedad que la cuarta temporada sea catalogada como mala, en tanto que muchos capítulos contienen escenarios futuristas endebles, que intentan impactar al espectador visualmente antes que presentar una historia de ciencia ficción con un verdadero dilema ético sobre la relación entre las nuevas tecnologías y la vida humana. El propio Charlie Brooker declaró para The Guardian que un “espejo negro” es lo que encuentra cada persona al apagar su televisor, monitor, teléfono inteligente, etc, por lo que la serie es un reflejo oscuro y pesimista de cómo la tecnología es capaz de develarnos facetas desconocidas y perturbadoras de nosotros mismos. Black Mirror nos muestra que la tecnología, intrínsecamente amoral, puede ser utilizada para crear un sillón que da masajes o para esclavizar virtualmente una conciencia humana.

Teniendo en cuenta que las primeras temporadas de la serie logran con lucidez hacernos reflexionar sobre nuestro futuro inmediato, la cuarta temporada se presenta como una mala copia de las anteriores, desafortunada y argumentativamente débil. USS Callister, Hang the DJ y Black Museum son algunas honrosas excepciones sin ser brillantes, lejos de episodios tales como The entire history of you, The Waldo moment y mi favorito White bear.

Una constante en esta temporada es la idea de crear una conciencia humana en un espacio virtual,

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en un contexto muy difícil. Me parece que el reto mayor para México es responsabilizarnos como ciudadanía por las condiciones del país, por nuestros gobernantes, por nuestra falta de civismo y por nuestra cultura política.

Estamos a tiempo de responsabilizarnos de todo los asuntos públicos y tomar acciones que incidan en el cauce de los acontecimientos. Tendremos que ser críticos en nuestro horizonte cotidiano, con las acciones de los políticos y con las decisiones que tomamos nosotros mismos. Para ello, es necesario nutrir nuestro horizonte de interpretación, educándonos e informándonos, de manera autodidacta, crítica y en diálogo con posturas diferentes a la nuestra. Sólo así evitaremos tener que justificarnos calificando de incompetente mental a nuestro próximo presidente.

perfectamente consciente de su situación e incluso de una existencia corporal, tal y como lo muestran estos tres capítulos. El problema de cómo es que se relacionan mente y cuerpo o si es posible reproducir una consciencia humana desligada de su contenedor material es lo más rescatable de la cuarta temporada.

Black Museum es sin duda el mejor capítulo de la cuarta temporada. El episodio presenta tres historias que convergen entre sí en un museo que guarda objetos utilizados en crímenes. Las historias plantean la posibilidad futura de experimentar la sensibilidad de otra persona por medio de un artefacto; el extraer una mente humana del cuerpo para insertarla en otra persona u objeto inanimado; y replicar una persona de forma digital capaz de sentir y tener conciencia de su condición. El problema de la mente y el cuerpo es el punto central en las tres historias.

Si eres de los que aburren a su familia buscando implicaciones filosóficas en las series, seguro recuerdas que el problema de cómo es que la mente actúa sobre la materia, dado que pienso en mover un brazo y lo hago, puede rastrearse en René Descartes. Descartes decía que el hombre se constituía por pensamiento y materia, y en primera instancia creía que ambas sustancias eran independientes. De ahí que se le tomara por dualista. Sin embargo, Spinoza expuso que Descartes confundía la naturaleza del pensamiento y la materia e ignoraba que ambos eran atributos de una

sola sustancia: Dios. Mismo producto, en diferentes presentaciones pues. Pero el monismo de Spinoza no es del todo original, dado que Demócrito, muchos siglos antes ya creía que el pensamiento estaba constituido por materia, lo mismo que todo el universo, el cual estaba constituido por átomos, o partículas tan diminutas como indivisibles. Para Demócrito, la mente o el alma estaba formada por partículas tan pequeñas que se escapaban a la percepción del ojo humano, tal y como ocurre con la constitución del fuego.

En USS Callister, Hang the DJ y Black Museum se da un giro a estas propuestas mostrando que es posible extraer la conciencia de una persona y almacenarla digitalmente o transferirla a otro contenedor, como puede ser un videojuego o un app de citas. Sí, como si tu Tinder tuviera vida. Es realmente abrumador cuando Black Museum plantea que es posible tomar la conciencia de un paciente terminal para introducirla en el cerebro de un familiar o peor aún, en un changuito de peluche, con plena conciencia de lo que pasa a su alrededor y cuya capacidad de acción se limita a emitir sonidos como: “monkey needs a hug” o “monkey loves you”. Tal y como si estuvieras atrapado dentro de tu muñeco Elmo, consciente de tu situación, pero con un cuerpo de felpa, inmóvil, empolvado debajo de la cama como un juguete más de Andy.

Es en este tipo de episodios donde la serie arroja la pregunta al espectador de si somos o te-

nemos un cuerpo. ¿Qué te hace ser lo que eres? ¿Cómo tu mente influye en el comportamiento de tu cuerpo y viceversa? ¿Puede existir tu conciencia con independencia de tu cuerpo? Para Wittgenstein el principio y la base de todo conocimiento es la certeza de ¿ser?, ¿tener?, un cuerpo diciendo: «Si sabes que hay aquí una mano, te otorgaremos todo lo demás. Lo que podemos preguntar es si puede tener sentido dudarlo». Freud menciona que la identidad se logra por la conciencia de un egocuerpo: «el ego es primero y ante todo un ego cuerpo». En tanto que para Hume tan sólo somos un conglomerado de sensaciones. Estos autores, entre otros, coinciden en que la percepción de un cuerpo determina nuestro yo. ¿Pasa lo mismo con el barco de Teseo?

El debate continúa inconcluso, a pesar de que actualmente las neurociencias y las ciencias cognitivas iluminan de buena forma este respecto.

Black Mirror muestra en su cuarta entrega que la digitalización de las emociones, la sensibilidad y la conciencia es un fenómeno ya evidente cuando internet sabe qué contenidos te son más preferibles que otros; cuando las redes sociales regulan nuestra capacidad para relacionarnos con otras personas; lo mismo que amar, agradecer, enfurecerse, reír o entristecerse con emojis o elegir en un catálogo de seis emociones la reacción adecuada a la foto de tu amigo con su nuevo perrito.

Y aún queda algo de esperanza…

Enrique Luján Salazar

Con afecto para mi familia, mis amigos, mis compañeros y mis estudiantes

E

n esta época de fin de año se acostumbra en nuestra sociedad desear lo mejor para quienes queremos y, también, hacer un balance de los acontecimientos que nos ha tocado vivir. Es también época de nostalgias y remembranzas y, por contraposición, una época para avizorar lo que nos depara el futuro.

Sin embargo, en este año en particular se respira en el aire, en los sentimientos y en las palabras negatividad y escepticismo respecto a las posibilidades que el ser humano puede alcanzar y la sociedad mexicana, en particular. La realidad social se ha endurecido y se ha vuelto más desequilibrada, violenta e injusta. Las capacidades humanas se orientan más a la destrucción, a la búsqueda de placeres insulsos que a la solución de los diferentes y complejos problemas que enfrentamos. O simplemente se opta por la filosofía del avestruz, el dejarse llevar, el no ocuparse, el rendirse antes de haber comenzado.

En este ambiente, que en la mayoría de las ocasiones se aborda de una manera cruel, parcial y mórbida, es necesario que retomemos la orientación reflexiva y tratemos de comprender qué es lo que verdaderamente acontece y qué podemos esperar para el futuro, es decir, hacer conciencia sobre las bases que habremos de fincar el futuro para lograr algo de felicidad.

Para iniciar nuestro camino reflexivo, tomaremos a dos autores de la máxima relevancia en el pensamiento contemporáneo: el marxista heterodoxo, Ernst Bloch y el hermeneuta, Paul Ricoeur.

Para el primero, la condición humana es finita, frágil, efímera, fluctuante, imperfecta…Pero aún así, aún desde los campos de concentración en los que le tocó ver la miseria humana, recordó, al igual que el mito clásico de la Caja de Pandora, que todo se puede ir pero algo queda: la esperanza. Muestra de su interés en el tema, nos dejó tres tomos plenos de reflexión teórica y práctica sobre lo que denominó Principio de esperanza. El abordaje lo hizo desde diferentes perspectivas entre las que destacan la antropológica, la ética y la social. Bloch vincula la esperanza con la utopía. Si algo caracteriza al ser humano es su deseo de tener una vida más plena. Sin embargo, se muestra crítico frente a las posibilidades del socialismo y el comunismo que imperaban en su sociedad dado que se trataba de posiciones polarizadas y dogmáticas. Acepta que no somos ni estamos solos… vivimos en sociedad y somos seres históricos, que si bien estamos determinados por un pasado se tienen posibilidades reales de transformar el presente…No todo está determinado. La condición humana se caracteriza por sus posibilidades creativas no sólo de cambiar la circunstancia presente sino que tenemos la posibilidad de trascender. Para el marxista alemán, la vida continúa después de la muerte, por lo que debemos esforzarnos no sólo por realizar nuestra mejor labor en el presente, sino porque nuestros actos serán los que posibiliten trascender y poder transitar a otra vida.

Para Paul Ricoeur, la cuestión de la esperanza radica en preguntarse: ¿cómo pensar y construir el futuro de nuestra propia historia humana?

Su respuesta toma la vertiente fenomenológico-existencial. El futuro es posible como proyecto:

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lo que hay que hacer. Es cierto que las posibilidades son finitas y, en ocasiones, se muestran escasas, por esto es necesario pensar el proyecto humano de manera pragmática: como algo que continuamente está cambiando; como un proyecto relativo y provisional y como algo que se hace actuando. No se trata sólo de planear y calcular nuestras posibilidades, se requiere de compromiso y responsabilidad, es decir, de una renovación ética en la que actuemos decididamente en la co-responsabilidades de hacernos humanos. Este proyecto y este compromiso de hacer el futuro los comprendemos como vida en el tiempo y como relato, los comprendemos como una dialéctica entre pasado presente y futuro.

No podemos dejar abrumarnos con el mundo como una carga, sino que es posible recuperarlo como espacio de experiencia, como un estar con otros: obrando y padeciendo. En este espacio converge el pasado, como algo abierto que se puede revisitar y reinterpretar, con el presente, como el poder hacer – sentido del hacer – que requiere distinguir las metas que perseguimos, teniendo siempre presente a los otros, en particular, a los seres humanos que sufren de alguna carencia o son sujetos de injusticia.

Esta vida en el tiempo, tiene sentido y se conjunta con el horizonte de espera: que no debe diluirse con falsas esperanzas y sí comprometerse con metas: determinadas, finitas y realizables. La promesa mantenida es la que da la fuerza a la duración de nuestro actuar. Aún queda algo de esperanza si los humanos nos decidimos a conjuntar ética, historia y política: es decir, luchar por una vida humana que anude verdad, paz y justicia en el momento preciso y en el espacio en el que transcurre nuestra existencia.

Cambia, todo cambia José de Lira Bautista

Cambia lo superficial cambia también lo profundo cambia el modo de pensar cambia todo en este mundo…

De una canción de Mercedes Sosa

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ndudablemente los tiempos que corren actualmente son tiempos de crisis. Somos testigos, como en ninguna otra época de la historia de la humanidad, de transformaciones tan vertiginosas en todos los ámbitos de la vida humana, que no podemos percibir con claridad el origen de la situación actual lo mismo que su destino. El mismo tiempo presente se diluye en el torbellino de acontecimientos cuya novedad ya no es sorprendente. Entonces sobreviene la crisis, el rompimiento violento con lo viejo para dar paso a lo nuevo y la consecuente necesidad de adaptación o resistencia a las situaciones generadas en las transformaciones sucesivas. Podemos saber las cosas pasadas y las que estamos viviendo en el presente, pero el futuro no.

En parte, las crisis surgen de la incertidumbre de lo que vendrá, pues no podemos saber qué sucederá en el futuro. ¿Cuáles serán las consecuencias de lo que hacemos ahora? ¿Cuál será el resultado de las transformaciones que estamos viviendo ahora? ¿Cómo serán el mundo, la sociedad, nosotros mismos, en el futuro? Podemos hacer conjeturas, podemos tomar como base el pasado, podemos leer las cartas o los planetas o consultar el oráculo o preguntarle al sociólogo, al politólogo, al economista, al físico, al vidente, etc. pero estoy casi seguro que nadie tendrá una respuesta definitiva.

Una cosa es saber cómo será el futuro y otra querer que sea de tal o cual manera. En el plano del conocimiento la mayor parte de los caminos están cerrados. Podemos predecir racionalmente algunos fenómenos, pero no la totalidad de los mismos. En el plano de la opinión y de la acción, surge la esperanza.

La esperanza se manifiesta de muchas formas. Todo cambio es bueno, suele decir la gente cuando enfrenta nuevas situaciones en su vida,

La Jornada Aguascalientes PÉNDULO 21 Publicación mensual Enero 2018 Año 9, No. 139

cuando las costumbres e inercias se ven sacudidas desde sus cimientos. La esperanza es eso, creer que lo que vendrá posteriormente será más bien positivo que negativo. Es una actitud optimista para enfrentar las situaciones que se avecinan. Muchas veces la esperanza va en contra de la racionalidad misma ante los acontecimientos: esperamos poder sanar de una enfermedad grave, esperamos que nuestro equipo remonte el marcador aún cuando tenga todo en contra, esperamos ganar el melate aún sopesando las probabilidades, esperamos que el país mejore a pesar de las decisiones políticas equivocadas, esperamos que se detenga y revierta el proceso del calentamiento global, esperamos aprobar los exámenes finales, esperamos que el próximo año sea mejor que éste, etc.

La esperanza no es predicción ni profecía.

Predecir o profetizar consiste en decir qué es lo que va a ocurrir. La esperanza, en cambio, es la firme convicción de que algo bueno ocurrirá; es caminar en la delgada frontera entre lo posible y lo imposible. Pero no es tan irracional como para esperar que algo ocurra sin más, pues la esperanza es esperar aportando los elementos necesarios para que lo que se quiere que acontezca se haga factible. No consiste en sentarse con los brazos cruzados a esperar, sino actuar de tal manera que haya al menos una oportunidad de obtener los resultados esperados. No puedo esperar tener una carrera universitaria si no me inscribo en la universidad, o ganar en la lotería si no juego. Por eso, la esperanza requiere acción, compromiso, trabajo, con el único propósito de hacer que lo que uno quiere suceda.

Ahora estamos iniciando un nuevo año. Estamos cambiando. Estamos en crisis. Es tiempo de pensar en lo que queremos que ocurra este año, de renovar nuestra esperanza. Es tiempo de analizar lo que hemos hecho durante el año que termina y, en general, sobre los años que hemos vivido, para ponernos a trabajar y proyectarnos al futuro, siempre optimistas, siempre con esperanza de que nuestra vida sea mejor. ¡Felicidades y que se nos cumplan nuestros deseos!

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EDITOR Enrique Luján Salazar DISEÑO Genaro Ruiz Flores González

COMITÉ EDITORIAL Ignacio Ruelas Olvera Lucía Carolina Muñiz Leal Cynthia Ramírez Félix Walkiria Torres Soto

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