Péndulo21 #154

Page 1

CRÍTICA / DÍA DEL MAESTRO Y ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA. La Jornada Aguascalientes / Aguascalientes, México. MAYO 2019 / Año 10 No. 154

La inteligencia como servicio1

Jesús Antonio de la Torre Rangel

Dedico estas palabras a la maestra María Jiménez Gómez Loza, “Mary”, quien usó su inteligencia y su corazón en bien de sus alumnos

E

n este acto consuetudinario –ritual, diría-, que la Universidad Autónoma de Aguascalientes lleva a cabo cada año en Homenaje a sus Maestros, me han pedido que diga unas palabras a nombre de ustedes, compañeros profesores, homenajeados el día de hoy. Lo primero que se me ocurre decir, es que habitualmente nos ostentamos como maestros –no simples profesores–. Hagamos conciencia, entonces, que ser maestro no es un simple oficio, ni siquiera una profesión; es una vocación, esto es, un llamado. Ese llamado a ser maestros, esa vocación, aunque ciertamente es personal, puede haber cierta predisposición hereditaria al llamado, al cultivo de la vocación. En mi caso estoy convencido de que mi vocación de maestro –seguramente deficientemente cumplida–, es sin duda heredada, pues tanto mi abuelo paterno Juventino, como mi padre Jesús Antonio, fueron profesores del viejo Instituto de Ciencias, la institución que se transformó en la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Al primero muy pocos hoy lo recordarán como profesor, pues murió en 1938; el segundo fue recordado por el maestro Efrén González Cuéllar como su profesor, hace precisamente dos años, celebrando este ritual. Considero que lo que distingue el ejercicio de la vocación de maestro, es la inteligencia puesta al servicio de los alumnos y de la sociedad, cualquiera que sea la materia que se enseñe. Cada maestro sabe lo que el conocimiento que imparte aporta, tanto a sus discípulos como al bien común. Por mi parte, quiero enfatizar algunas cosas de los saberes que conozco e intento transmitir. Me ha tocado impartir muchas materias en mi larga vida como profesor –que inicié dando clases en la Prepa2 en enero de 1975–, pero en los últimos años mis lecciones han sido sobre la Historia del Derecho y la Filosofía del Derecho; han sido mis materias y temas de investigación. Historia y Filosofía, pues.

1 Discurso pronunciado en el Homenaje a Maestros de la UAA, Ciudad Universitaria, 9 de mayo de 2019. 2 Se refiere al Bachillerato de la UAA (n. del editor).

María Jiménez Gómez Loza, in memoriam.

Historia y Filosofía, dos saberes despreciados por escuelas y universidades enfocadas sólo hacia el beneficio del dinero. Y que en aras de la eficacia, sobrevaloran la técnica en perjuicio de los valores humanos. Afortunadamente la Universidad Autónoma de Aguascalientes conserva las materias históricas y filosóficas en varias carreras, y además las carreras de Historia y Filosofía. Nadie puede poner en duda la crisis civilizatoria que vivimos. Hemos producido un mundo profundamente violento e injusto. Violencia que no sólo ejercemos en contra del hermano, sino en contra de la naturaleza y el medio ambiente. Violencia e injusticia que rebasan nuestras intenciones y los cortos alcances de nuestros actos individuales, pero que se plasman sistemáticamente; y somos corresponsables de esos sistemas de muerte. Nuestro México, nunca tan violento como en los últimos años; nunca tan injusto como en las últimas décadas. Con una terrible división política. Atravesado, literalmente, por la migración forzada de aquellos descartados del sistema que buscan la sobrevivencia. Pero a pesar de todo con esperanza. Y con urgencia de una especie de refundación. Ésta es con la realidad que contamos. La Historia y la Filosofía mucho tienen que aportar si queremos producir un mundo más humano y, por ende, un México más justo, menos violento. En la búsqueda de otros caminos para la construcción de otro México, necesitamos rescatar y reafirmar nuestra identidad. Un quehacer histórico

• PÉNDULO21 / 1 / MAYO2019 •

CONTENIDO:

La inteligencia como servicio JESÚS ANTONIO DE LA TORRE RANGEL

Alojar la filosofía en la palabra efímera ENRIQUE LUJÁN SALAZAR

Defender la filosofía con autocrítica RAMÓN LÓPEZ RODRÍGUEZ


desprejuiciado nos ayudará a ello. Sin historia forjamos ignorantes sin identidad. Por otro lado, necesitamos elementos para reflexionar sobre el sentido profundo de la vida toda y de sus parcialidades. La Filosofía nos ayudará a encontrar ese sentido profundo de la vida. Pienso que la Filosofía no es privativa de los “filósofos de profesión” por así llamarles, sino que todo maestro, en cualquier materia que imparta puede ejercerla, pues “desde la filosofía se puede tratar filosóficamente la realidad que nos rodea”3, dice Ignacio Ellacuría; “lo importante es enseñar a pensar”4, agrega; porque así se suscitará el “espíritu crítico frente a la propia realidad y frente a cualquier sistema que pretenda explicarla”.5 Los maestros pretendemos, en nuestro quehacer cotidiano, transmitir conocimiento verdadero. Intentamos buscar y anunciar la verdad frente a lo que la impide. Esto, sin duda, ayuda a producir una sociedad menos violenta y más justa, pues forma personas más libres, en el pensar y en el actuar. Cito otra vez a Ellacuría: “La filosofía como búsqueda de la plenitud de la verdad –esto es, no de la mera ausencia de error, sino de la presencia plena de realidad–, es un elemento indispensable en la liberación integral de nuestros pueblos.”6 Para el ejercicio de nuestra vocación de maestros, creo que es importante tomar conciencia de aquello que destaca en nuestra Universidad: se trata de una institución de educación superior de carácter público, que defiende su autonomía y acentúa su compromiso social. Para entender qué es y cuál es la importancia de la autonomía, tenemos que hablar del fin propio de la Universidad, que lo constituye la investigación, el estudio, la preparación profesional y técnica y la difusión del conocimiento; y para cumplir con ese fin que le es específico, escribió en 1934 Manuel Gómez Morín: “la Universidad está en el deber de conservarse como un campo libre, abierto a la discusión, condicionado solamente por la objetividad y por la honestidad en los que en ella trabajen.”7 Precisamente para conservarse como espacio libre y abierto, la Universidad debe ser autónoma. Porque la autonomía es la forma más alta de libertad de investigación y de crítica; la autonomía corresponde a la naturaleza misma de la Universidad. De allí que la autonomía esté constituida por libertad y responsabilidad. Libertad de gobernarse a sí misma, por lo que no tiene que estar subordinada a las autoridades del Estado, ni administrativas, ni legislativas, ni de ningún otro tipo; libertad de cátedra e investigación, que es la esencia misma de su quehacer; y libertad de expresión plural de ideas. Pero la autonomía no es una libertad carente de obligaciones. De tal modo que, por otro lado, la Universidad tiene la responsabilidad de producir y difundir conocimiento –lo que no podrá hacer, cabalmente, si no es libre–; responsabilidad de servir a la sociedad, no como un ente abstracto, sino a la sociedad real tal como se nos presenta. Felipe Martínez Rizo, exrector e investigador de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, ha reflexionado sobre los “valores y fines sociales de la educación”.8 De estos valores referentes al ámbito 3 Ignacio Ellacuría, Filosofía ¿para qué?, UCA Editores, Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, San Salvador, 2003, p. 14. 4 Idem. 5 Idem. 6 Idem. 7 Manuel Gómez Morín, 1915 y Otros Ensayos, Ed. Jus, México, 1973, p. 98. 8 Felipe Martínez Rizo, “Naturaleza, Fines y Nuevos Valores de la Educación Superior”, Hoja de Difusión núm. 12, junio de 1995, Difusión Pedagógica, Formación de Profesores,

de la educación superior destaco lo que Martínez Rizo llama “la vinculación con el entorno”, pues es el referente a la responsabilidad social de la Universidad; el profesor de la UAA lo explica así: Ni torre de marfil, ni ariete de la revolución, la universidad tiene clara responsabilidad social. Ésta incluye una importante dimensión en relación con las necesidades de empresas y sector productivo, pero no debe limitarse a ello, sino que debe contemplar las realidades de las mayorías, de los distintos grupos sociales y étnicos, etc.9

Dicho en otras palabras, la Universidad no puede encerrarse en sí misma, viviendo una libertad, una autonomía sólo para autocomplacerse; tampoco, es cierto, que le corresponda ser punta de lanza de la revolución social. Pero sí, tiene que comprometerse con el sector de producción económica o material, pero no sólo, sino que también su compromiso y responsabilidad debe serlo con aquellos que más lo necesitan, que son las mayorías pobres de la sociedad. Con un acto de una enorme carga simbólica, nuestra Universidad Autónoma de Aguascalientes, celebró sus primeros cuarenta y cinco años de vida como tal. Con la conmemoración confirmó su compromiso social, al otorgar el Doctorado Honoris Causa a la agrupación de Las Patronas, compuesto por un conjunto de mujeres dedicadas, desde hace varios años, a cumplir con una de las obras de misericordia –tan olvidadas en tiempos modernos- como es “dar de comer al hambriento”, y en este caso, un carente, un hambriento, en una situación extrema en cuanto que migrante en tránsito, por eso siempre necesitado y en peligro; y no un hambriento, sino miles.La Universidad Autónoma de Aguascalientes está reconociendo así las enseñanzas, las lecciones que nos dan aquellas personas que por sus acciones son maestras, es decir que transmiten los grandes valores de la educación en general: el humanismo y la solidaridad. Dije que mi abuelo Juventino murió en 1938. Ese mismo año, meses antes de su muerte, se hizo un homenaje a la maestra Vicenta Trujillo por sus cincuenta años de magisterio. Mi abuelo, ya enfermo y cansado, participó con unas palabras en elogio de aquella ilustre profesora que había sido su alumna en el Liceo de Niñas, hoy Escuela Normal de Aguascalientes. Le dice, entre otras cosas: “Habéis cumplido, como buena, con vuestra noble tarea, de aprender para enseñar, y habéis realizado la dignidad de vuestro ser inteligente. Para el bien de los demás habéis cultivado vuestra inteligencia…”10. Por mi parte, termino diciéndoles: gracias compañeros maestros, por hacer uso de su inteligencia como servicio, en beneficio de sus alumnos y la sociedad toda y en ejercicio de su vocación.

Juventino de la Torre García, 1879. Jesús Antonio de la Torre, 1948.

(se trata de una “Ponencia Magistral”, en el Foro Nacional de Consulta Popular, 1995). 9 Idem. 10 Archivo Personal.

• PÉNDULO21 / 2 / MAYO2019 •


Alojar la filosofía en la palabra efímera Enrique Luján Salazar A todos los verdaderos maestros de la humanidad. ¿No es el pensar un abrir signos de interrogación y nunca cerrarlos sin poner antes puntos suspensivos que permitan el retorno de la admiración…? Crescenciano Grave, La luz de la tristeza.

E

n el mundo contemporáneo se han dado vertiginosos cambios y estrepitosas revoluciones, sorprendentes hallazgos, extraordinarios descubrimientos. Sin embargo, un evento que ha pasado generalmente inadvertido es el tránsito libre, inteligente, crítico y ligero de la filosofía comunicada en las más diversas páginas periodísticas. Pensadores como Albert Camus, Ortega y Gasset, Hannah Arendt, Arthur Danto o Fernando Savater han desplegado sus pensamientos en ensayos, críticas o recensiones de manera aún más clara que en sus textos propiamente filosóficos o en sus artículos de corte académico. Pues bien, en esta tierra hidrocálida, Péndulo 21 nació entre mañanas soleadas y café hirviente, de la inquietud por abrir los textos filosóficos a espacios más amplios, a un medio de comunicación, a La Jornada Aguascalientes, de una manera creativa e inédita. Era un modo de mantener, entre amigos y profesores, aventuras compartidas en otros espacios académicos… Ignacio Ruelas Olvera, Omar Vázquez Gloria, Mario Hernández, José de Lira Bautista y yo mismo, comenzamos este proyecto que ahora saboreamos como una realidad cumplida. Crear un espacio en el que libremente se vinculen pensamiento y arte, conceptos filosóficos y producción visual. Crear textos en los que las palabras eructadas por nuestra piel puedan volar y dar sentido a temáticas complejas, preparar los escarceos filosóficos para espacios cortos… Compartir el gusto por nuestra cultura, celebrar la fiesta del pensamiento mediante la palabra cuidada, interpelar al lector para que atisbe horizontes más amplios, denunciar la mezquindad y las corruptelas cometidas en nuestros días, compartir las inquietudes de nuestra vida cotidiana… han sido los propósitos de quienes colaboramos en el suplemento. Conocemos la necesidad de contar con espacios reflexivos que compartan una perspectiva inteligente y crítica en un presente que se extiende hasta los pasados que aún se asoman en nuestros horizontes y los determinan… sabemos de la necesidad de enfrentar las preguntas, problemas y dilemas sociales que son olvidados si no reditúan al marketing político… Sabemos de la necesidad de

• PÉNDULO21 / 3 / MAYO2019 •

reavivar nuestra curiosidad y de cultivar el asombro en una sociedad donde todo acontecimiento se ha vuelto banal y un espectáculo trivial. Por esto, recurrimos a la palabra sutil que ávidamente busca sus lectores para compartir estas inquietudes. Nuestra actitud es la de apertura y respeto a la pluralidad de opinión, sabemos que no todo lo sabemos, pero que entre todos podemos ver mejor… Sí al diálogo, no a la razón del “amo”, sí a la crítica, no al dogmatismo. Sí a una sociedad más justa e incluyente, no a los cotos de poder, las mafias culturales y las plutocracias que todo engullen y mancillan. Así que Péndulo 21, nuestro suplemento filosófico, oscila libremente entre tirios y troyanos, entre los temas universales y los asuntos particulares, entre el balbuceo de las ideas propias y la reflexión sobre autores y temas clásicos… Líneas, hilos conductores, ideas provocadoras, recuentos inéditos u olvidados… danzamos en el desierto en búsqueda de una alfaguara que nos recompense con ideas frescas y con dátiles suculentos, pensamos para escribir y escribimos para que el pensamiento fluya y desplace los páramos de la parloteo del día. No quisiera despedir estas líneas sin agradecer a los colaboradores que han enriquecido las ideas y le han dado brillo literario a este suplemento: a Crescenciano Grave, a Mauricio Beuchot, a David Huerta, a Salvador Gallardo Cabrera, a Aureliano Ortega, Pável Zavala, entre otros, quienes han colaborado de manera generosa en este empeño que nos ocupa. Quiero agradecer también a los artistas visuales: a Andrés Vázquez Gloria, a Moisés Díaz, a Carlos Oceguera, a Rolando López, a Pilar Palacio, a Jesús Reyna, a Sonia Melgarejo y a Itandehui Tapia por haber regalado parte de su trabajo creativo para enriquecer la expresión estética del suplemento. Nuestro reto será continuar con esta experiencia y con el compromiso que proviene del pensamiento abierto y valiente. No hemos de conformarnos con lo hasta ahora hecho, debemos seguir con la confrontación de la realidad, salir de nuestros nichos de confort para empoderar la palabra filosófica frente a las nuevas tiranías, violencias e injusticias. No hemos de tirarnos en los camastros del Gran Hotel de la Pereza, sino tratar de establecer nuevas redes, responder a la pasión por vivir plenamente, ampliar el espectro de las ideas para comprender entre todos lo que somos y lo que queremos para así colaborar en la reflexión sobre los problemas sociales y en la transformación necesaria de la realidad.


Defender la filosofía con autocrítica

Ramón López Rodríguez

L

a filosofía ha sido una acompañante fiel de la vida universitaria. En el largo trayecto hacia su consolidación, desde su nacimiento en el siglo XI hasta nuestros días, la universidad fue atravesando por cambios estructurales que alteraron su fisonomía al punto de convertirla, no sólo en aquel centro primordialmente europeo de cultivo del conocimiento, del arte y de la técnica que ahora conocemos, sino en uno de los más sólidos pilares del mundo occidental. Desde la universidad se proyectaron buena parte de las transformaciones políticas, económicas, científicas y tecnológicas que hicieron dominante a la modernidad europea en los últimos quinientos años. Por si fuera poco, tras sus paredes se gestionó el marco histórico, jurídico y político que dio origen a los estados nacionales, poderosas “comunidades imaginadas” que modificaron –según aciertan a decirlo Benedict Anderson, Ernest Gellner o Eric Hobsbawm– el escenario geopolítico mundial entre los siglos XIX y XX. En el proceso de asimilación de éstos y otros muchos cambios que experimentó la institución universitaria, la filosofía siempre estuvo muy cerca de ella. Antes del siglo XIX, la ausencia de una facultad de filosofía en una universidad, y vale decir lo mismo de las facultades de medicina, de teología o de derecho, hubiera sido cosa impensable. La filosofía no representaba una carga inútil o un obstáculo insalvable para estas instituciones, sino uno de sus cimientos más firmes. ¿Podrían hoy esgrimirse razones justificadas para concluir que ya no lo es? ¿Habría motivos para decretar su exilio y fracturar, de golpe, esa estrecha relación histórica? Hoy, más que en otros tiempos, el filósofo parece estar enfrentando el problema de actuar en un mundo donde el cultivo de la filosofía pudiera verse amenazado. Sabemos que la filosofía se ha cultivado en las universidades de maneras muy diversas. Cursos, seminarios, facultades, departamentos han fortalecido los espacios de reflexión y de pensamiento crítico al interior de las universidades. También sabemos que ninguno de estos pulmones de pensamiento tiene hoy ganado, como antaño, su derecho de piso. El “biocapitalismo”, el “capitalismo cognitivo”, la “economía del conocimiento” o las “teorías de la triple hélice”, sólo son formas de expresar que, en nuestros días, muchas cosas se mueven al ritmo que marcan los principales agentes económicos internacionales. Hoy la filosofía, como cualquier otra profesión, debe demostrar su pertinencia dentro de los sistemas universitarios, más cuando éstos aspiran a insertarse en los circuitos globales de conocimiento. Hoy, más que nunca, la

La Jornada Aguascalientes PÉNDULO 21 Publicación mensual Mayo 2019 Año 10, No. 154

filosofía tiene que hacer explícita la naturaleza de su finalidad y comunicar su función a una sociedad actual que la desdeña o la ignora. Es paradójico pensar que la incomprensión hacia el quehacer filosófico sea, incluso, más acentuada al interior de las propias universidades que fuera de ellas, recibiendo ahí sus más fuertes cuestionamientos tales como: ¿no es la filosofía, acaso, una actividad incosteable que además de cara aparenta ser poco productiva? ¿Le reprocharía alguien a las universidades que decidieran ya no formar filósofos, para volcar sus recursos escasos en otras vocaciones de mayor demanda o con mayor requerimiento laboral, como las de corte empresarial, industrial, tecnocientífico o de servicios? La respuesta de los filósofos –y, en general, de todos los “cultivadores” y “amantes” de la filosofía– parecería evidente. Pero ¿tendría que serlo necesariamente para todos? Enfrascarse en campañas de salvamento o de defensa de su disciplina, involucrará que el filósofo escuche y valore los argumentos de aquéllos que consideren, por poner un ejemplo, que la suspensión del cultivo de la filosofía en las aulas universitarias es algo provechoso. El filósofo, por su parte, tendrá que estar muy seguro de aquello que defiende, es decir, debe garantizar la probidad de sus motivaciones o, cuando menos, aclararlas para sí mismo. Al pugnar por la permanencia de una carrera de filosofía en la universidad donde ésta se ha cultivado, ¿el filósofo está defendiendo un derecho humano, una aspiración intelectual, un proyecto milenario, un beneficio social, un territorio de influencia personal o una fuente de empleo? Entiendo que sobre esto hay mucho que decir, pero por cuestión de espacio no será aquí donde lo haga. Para terminar, sólo diré que esos espacios de la filosofía que se han ido ganado con el trabajo y esfuerzo de años deben ser defendidos. Pero defenderlos, sin hacer un llamado a la autocrítica, es decir, sin pedirle al filósofo que explique cómo es que, siendo él el cuidador de la filosofía dentro de la universidad, a ésta se le haya percibido tan desamparada como para arrebatarle uno de sus pulmones, esto es, la formación de nuevos filósofos, vuelve a esta defensa un objeto más para recriminar que para agradecer. Con el diálogo y los argumentos correctos, tal vez pueda salvarse una carrera de filosofía si se desea, pero la debilidad endémica, estructural, que finalmente la volvió prescindible a ojos de algunos, es el síntoma que los filósofos verdaderamente comprometidos debieran estar tratando de dilucidar en estos momentos.

154

EDITOR Enrique Luján Salazar DISEÑO Genaro Ruiz Flores González

COMITÉ EDITORIAL Ignacio Ruelas Olvera Cynthia Ramírez Félix Walkiria Torres Soto

• PÉNDULO21 / 4 / MAYO2019 •


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.