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CRÍTICA La Jornada Aguascalientes / Aguascalientes, México. SEPTIEMBRE 2019 / Año 10 No. 157

El mundo de la ficción como el laboratorio de nuevas representaciones del mundo Cynthia Alejandra Ramírez Félix 1

1 Correo de contacto con la autora: alejandraramirez.filos@ gmail.com 2 Goodman, N. Maneras de hacer mundos, Madrid, Visor, 1990. 3 Aristóteles, Poética, 1460.

lidad, su propia verdad. Paul Ricoeur, filósofo y hermeneuta francés, nos indica que esa anulación de la referencia básica, que es propia en la literatura de ficción, es ella misma la condición de posibilidad para que se presente una referencia segunda, y que se conecta con el mundo en el sentido de abrir nuevas posibilidades de ser y estar en el mundo. La literatura para Ricoeur va más allá de una referencia dentro del mismo mundo de la obra, sino que el texto para especificar su significado va a ser la mediación que nos permita una comprensión del mundo y de nosotros mismos, y es que la literatura no se dirige sólo al mundo como algo dado, sino bajo una modalidad de poder ser4. Esta última noción nos indica que el lenguaje en el texto literario no es un mundo en sí mismo, independiente del exterior, hay entonces una presuposición ontológica de la referencia que se explica de la siguiente manera: “Por estar en el mundo y por soportar situaciones, intentamos orientarnos sobre el modo de la comprensión y tenemos algo que decir, una experiencia que llevar al lenguaje, una experiencia que compartir”5. Esto quiere decir que cuando interactuamos con el texto literario no se da una circularidad de referencia, no hay una inmanencia del lenguaje literario, que quede cerrada en la misma obra, no sólo se recibe el sentido de la obra, o sólo es comprendida en la función estética del placer del texto como nos indica Barthes, sino que se da también una referencia, dicha referencia es una nueva experiencia a nuestro lenguaje, y al mundo .mismo. Ejemplos excepcionales de la literatura de ficción tales como: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Kafka, B. Stoker, J. R. R Tolkien, E. A. Poe, Carlos Fuentes, por mencionar sólo algunos, nos presentan un mundo de ficción que como diría Ricoeur son laboratorios de formas en los cuales podemos ensayar nuevas configuraciones posibles de acción y de entender el mundo, la misma ficción es un hacer nuevos mundos posibles a partir de poder poner en suspenso nuestra realidad. Borges en su libro Otras inquisiciones, en El idioma analítico de John Wilkins hace una clasificación taxonómica de los animales: Los animales se dividen en a] pertenecientes al Emperador, b] embalsamados, c] amaestra4 Ricoeur, P. Del texto a la acción, Ensayos de Hermenéutica II, F.C.E., México, 2002. 5 Cfr, Tiempo y narración I, F.C.E, México, p. 149.

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dos d] lechones, e] sirenas, f] fabulosos, g] perros sueltos, h] incluidos en esta clasificación, i] que se agitan como locos, j] innumerables, k] dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l] etcétera, m] que acaban de romper el jarrón, n] que de lejos parecen moscas.6

Esta última cita es un claro ejemplo del uso y de los alcances productivos de la imaginación, además del uso metafórico que es propio de los textos de ficción, y es que, es la metáfora un elemento imprescindible para expresar cómo el texto puede ir más allá del discurso de la obra misma, ya que se da una innovación semántica. Tal como lo indica Foucault en su obra Las palabras y las cosas7 se da un franqueamiento a los límites del saber, ya que, es en el lenguaje y en la literatura que se tiene como contenido una representación del mundo, desde distintas aristas, desde la inconsciencia, desde la memoria, la sensibilidad, el sentimiento, el dolor. Formas de entender el mundo que no son posibles de expresar por las vías de la argumentación, como por ejemplo en la ciencia, o la filosofía. Es la literatura un detonante no sólo de sensaciones, o de placer estético, sino que conforma un explosivo para poder problematizar el lenguaje mismo, las formas discursivas dominantes al poner en evidencia su orden regulador tanto de la concepción del mundo como de nuestra noción de ser y de sujeto. Las obras de ficción nos amplían y crean innovaciones semánticas, lo que hace la obra de ficción es que desdobla no sólo el proceso metafórico, sino que su referencia suprime la referencia de uso ordinario, y nos brinda una referencia sustentada en la ficción, en la que se dirige a una multiplicidad de realidades, en un redescubrir la realidad. 6 Borges, J.L, Otras Inquisiciones, Buenos Aires, Emecé Editores, 1952. 7 Foucault, M. Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI, 2010.

CONTENIDO:

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elson Goodman, en su libro Maneras de hacer mundos,2 nos dice que no vivimos en una realidad sino en muchas, en el que no hay un mundo único, sino que creamos siempre nuevos mundos a partir de otros viejos, y que todos coexisten en un proceso que son extraídos de la ficción. Por esto, si hablamos de la literatura, de la literatura de ficción específicamente, podríamos decir que esas historias no son el lado irreal de la realidad, sino que son una posibilidad que hace de la producción de nuevos mundos. Todos los que hemos estado ligados al mundo literario, ya sea al leer una o varias obras, hemos tenido la experiencia de cómo éstas son metáforas de la realidad, de cómo esos mundo posibles de la ficción y la realidad se tocan. Un ejemplo claro es Pedro Paramo de Juan Rulfo, una novela de ficción que cuando estamos en México en la festividad del día de muertos la tradición y la ficción literarias se cruzan, el imaginario cultural y la literatura se retroalimentan una a otra. Durante los últimos decenios hemos visto en las distintas teorías literarias y filosóficas un vigoroso resurgimiento de una de las cuestiones que más inquieta tanto a la literatura, a la filosofía y a la ciencia que es la noción de ficción. Resulta de especial interés debido a esa tendencia natural del ser humano de poder dar forma a productos a partir de la imaginación. Si bien el estudio de la ficción desde sus inicios con el estagirita Aristóteles en su Poética ha podido destacar el poder trascendental tanto reflexivo como artístico de una representación verosímil de la realidad, y ha establecido una concepción artística de la ficción, Aristóteles lo expresa como una representación ideal o imposible de la realidad que sea creíble [verosímil] a una posible pero no convincente3 El estudio de la ficción desde las distintas teorías literarias conforma en un sentido muy general todo texto literario que pueda configurar mundos posibles de acción, desde el texto narrativo, la poesía, el cuento, los textos dramáticos, etc. Sin embargo, dentro de los géneros literarios como una particularidad de estilo y forma puramente ficcional, se pueden agrupar en obras de ciencia ficción, o en literatura fantástica, esta última se caracteriza por tener una clausura inmediata de la lógica, del mundo real, es decir que el texto crea su propia rea-

El mundo de la ficción como el laboratorio de nuevas representaciones del mundo CYNTHIA ALEJANDRA RAMÍREZ FÉLIX Mujeres indígenas en defensa de la Tierra GEORGINA AIMÉ TAPIA GONZÁLEZ Mujeres Indígenas en Defensa de la Tierra CRISTINA L. ROMERO Paz para mis días MARÍA ISABEL CABRERA MANUEL


Mujeres indígenas en defensa de la Tierra Georgina Aimé Tapia González 1

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l pensamiento indígena latinoamericano y la teoría feminista como perspectivas a través de las cuales “mirar” me han permitido ser consciente del carácter situado del conocimiento. En efecto, quien escribe estas líneas es una mujer mestiza, que vive en una pequeña ciudad tropical de México, en el llamado Tercer Mundo, formada en el pensamiento filosófico occidental y la teoría feminista de orígenes ilustrados; pero que, paralelamente, ha recibido la influencia de la filosofía latinoamericana y de las éticas y epistemologías que están en la base de los procesos de reconstitución de los pueblos indígenas. Desde mis coordenadas –geográficas, intelectuales, culturales– considero imprescindible el diálogo entre los feminismos occidentales y los movimientos de mujeres indígenas que defienden la Tierra y el territorio en Abya Yala. El término de Abya Yala ha sido acuñado por el pueblo Kuna para designar al continente americano antes de la llegada de Cristóbal Colón y de otros colonizadores europeos y, aunque otros pueblos también nombraron los lugares con los que se relacionaban, éste fue el único que dio un nombre común a todo el continente. Mi propósito es recoger los pensamientos y las experiencias de mujeres indígenas y campesinas que han desarrollado una visión crítica articulada y argumentada de nuestro presente y que, en algunos casos, participan como agentes en los movimientos en defensa de la Tierra y el territorio. Propongo que recorramos junto con ellas diversos caminos hacia sociedades incluyentes, solidarias y ecológicamente responsables. Como habitante de una región que está siendo fuertemente golpeada por las consecuencias del cambio climático, considero que los fundamentos filosóficos de las prácticas llevadas a cabo por algunas comunidades indígenas, representan alternativas para enfrentar la situación actual. Por las razones expuestas, este libro está guiado por un interés teórico, pero también práctico y vital, que parte de la concepción de la filosofía como un pensamiento crítico “autocrítico”, capaz de incluir nuevas voces y de comprometerse en la construcción de un mundo vivible. En el ámbito del pensamiento latinoamericano, han surgido perspectivas críticas que, por un lado, impugnan la pretendida universalidad de la filosofía europea al mostrar que en la América mestiza e indígena existen historias, culturas y filosofías propias; y por el otro, contribuyen al reconocimiento de discursos tradicionalmente desvalorizados. El feminismo latinoamericano ha llevado más lejos estos cuestionamientos al señalar que, si la filosofía surgida en estas tierras, sus autores y sus temáticas han sido desestimados, cuando su autoría es femenina y, además, trata de asuntos relacionados con las mujeres, entonces es silenciada no sólo por la cultura dominante, sino incluso por aquella 1 Agradecemos a la autora Georgina Aimé Tapia González que nos haya dado el permiso para publicar un extracto de la Introducción de su extraordinario libro: Mujeres indígenas en defensa de la Tierra, Editorial Cátedra, Colección Feminismos, Madrid, 2018. Ella misma seleccionó estas líneas que ahora publicamos. (N. del E.). Correo para contactar a la autora: georgina_tapia@ucol.mx

que ha sido devaluada. En este sentido, una filosofía, que además sea feminista, potencia el reconocimiento de sujetos que históricamente han sido invisibilizados –las mujeres mestizas, indígenas y afrodescendientes–, al tiempo que abre la posibilidad de considerar temas marginados como el conocimiento oral, la filosofía indígena y los valores desarrollados por los colectivos discriminados. Algunas vertientes de la teoría feminista latinoamericana se plantean cuestiones relacionadas con el impacto del “desarrollo” occidental sobre los pueblos indígenas, las comunidades campesinas, las poblaciones urbanas y el medio ambiente. Entre los sectores más vulnerables de la población –donde, debido a factores como la intersección entre la desigualdad de género, la discriminación étnica y la explotación social, existe una abrumadora mayoría femenina– han surgido algunos de los movimientos socio-ambientales más relevantes de finales del siglo xx e inicios del XXI. No se trata de víctimas pasivas, sino de sujetos que, desde posiciones de “no poder”, han desarrollado concepciones alternativas sobre el ser humano, la cultura, la naturaleza y sus relaciones recíprocas. Dentro del feminismo se ha desarrollado una corriente que estudia los vínculos entre la discriminación hacia las mujeres y la destrucción de la naturaleza. Se trata del ecofeminismo. Entre sus características más relevantes es importante destacar que se ha desarrollado desde distintas geografías, algunas veces, transitando del Sur hacia Norte, a diferencia de la teoría feminista que, tradicionalmente, se había movido de Norte a Sur. En su elaboración filosófica, ocupa un lugar central la crítica al dualismo jerarquizado cultura/naturaleza y a otros dualismos conectados con éste: hombre/ mujer, mente/cuerpo, razón/emotividad, civilizado/ primitivo, humano/animal. A través del análisis de las intersecciones entre género y crisis socio-ambiental, se ha visibilizado la forma en que mujeres y varones se relacionan con el cambio climático, la producción de alimentos, el abastecimiento de agua, la recolección de plantas medicinales, entre otros. En este contexto, las comunidades indígenas y, de manera especial, las mujeres, han encabezado las luchas en defensa de los territorios ante los proyectos extractivistas. Sin embargo, es necesario reconocer que las indígenas que participan en estos movimientos no constituyen un colectivo homogéneo, sino que entre ellas existen múltiples diferencias que deben ser tomadas en cuenta. Si en algunas ocasiones han cuestionado el alcance de los feminismos occidentales es porque no se reconocen en ellos, sin que esto implique que, en todos los casos, rechacen sus aportaciones. Estas agentes muestran la necesidad de llevar a cabo un diálogo entre los diversos rostros del feminismo occidental y los <<otros feminismos>>. Aunque es innegable que el feminismo de orígenes ilustrados ha sido esencial para las luchas de las mujeres, también tiene mucho que pensar a partir de las experiencias de las indígenas. De ahí que el reto más urgente que enfrentan los diferentes feminismos sea articular distintas voces sin que se impongan unas sobre otras. El lega-

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do de la Modernidad no debe ser descalificado en bloque. En él se encuentra el origen de grandes movimientos emancipatorios. No obstante, ante la crisis socio-ambiental de nuestros días, resulta cada vez más evidente que aquellos pueblos que han convivido armónicamente con su entorno durante cientos de años, cuentan con una visión del vínculo Naturaleza-Cultura más adecuado para el futuro de la humanidad que el de la Modernidad occidental hegemónica (no hay que olvidar que hubo “modernidades alternativas” que fueron silenciadas en Occidente). Entre algunos de los pueblos indígenas que han sobrevivido hasta nuestros días es posible identificar una concepción <<biocéntrica>> del mundo de acuerdo con la cual todos los seres que habitan el planeta conforman una comunidad interdependiente, en la que ninguno vale más que otro, porque cada uno es poseedor de valor y dignidad. Afirmar, por ejemplo, que el maíz tiene <<corazón>>, significa reconocer en él una racionalidad propia que le permite orientarse hacia el sol, crecer de acuerdo con las diferentes estaciones, adaptarse a condiciones geográficas cambiantes y producir nuevos granos para volver a iniciar su ciclo. La Tierra es concebida como el fundamento del que todo procede y al que todo vuelve: abastece a los seres humanos de cuanto necesitan y, cuando llega el momento de su muerte, los acoge para reintegrarlos al nosotros cósmico o comunidad cósmica. La Pachamama muestra la continuidad entre naturaleza y cultura a través de la “agricultura”, entendida como el cultivo que produce alimentos pero que también teje saberes, memorias y tradiciones. Una idea central que defiendo es que la <<ética nosotrocéntrica>>/comunitaria se encuentra en las bases de las luchas de las indígenas y campesinas en defensa de sus territorios. El objetivo que persigo a través de este libro es doble: por una parte, me propongo señalar las principales problemáticas que plantea la relación entre mujeres indígenas y medio ambiente desde el horizonte abierto por el pensamiento indígena de Abya Yala y, por otra, pretendo llevar a cabo un análisis sobre los caminos que proponen estas mujeres ante la crisis ecológica, económica y social de nuestro siglo. Al hilo de todo ello, abordo algunas vertientes del ecofeminismo, señalando sus puntos de confluencia con las posiciones de mujeres que participan en los movimientos de resistencia de los pueblos originarios.


Mujeres indígenas en defensa de la Tierra Cristina L. Romero

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n últimos días hemos estado escuchando, viendo o leyendo acerca de los incendios en el Amazonas, acontecimiento alarmante por lo que la Amazonia representa para el planeta. Nada menos que la mayor selva tropical del mundo con 6.7 millones de kilómetros cuadrados en los cuales habitan más de 40,000 especies de plantas y más de 6,000 especies de animales, representando aproximadamente el 25% de la biodiversidad terrestre2 y siendo, por lo tanto, un gran regulador del clima. Además, según Survival Internacional3 y la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA)4, en la Amazonia vive cerca de un millón de indígenas divididos en aproximadamente 400 pueblos, de los cuales, algunos son nómadas y más de 60 pueblos viven en aislamiento voluntario. Estos incendios han llamado la atención de la comunidad internacional, puesto que claramente representan un problema medio ambiental de grandes proporciones para el planeta y los que habitamos en él; sin embargo, de forma inmediata, para los pueblos indígenas que habitan en la selva Amazónica, representa prácticamente la extinción de sus formas de vida, el desplazamiento forzado y, en muchos casos, la muerte. Los pueblos indígenas han sido por siglos los guardianes y conservadores de sus territorios y de la Tierra en conjunto, esto se explica en gran medida por el sentido de pertenencia que han desarrollado con respecto a la Tierra y porque sus vidas dependen exclusivamente de lo que ella les proporciona, razón por la cual, son ellos quienes se ven afectados de manera inmediata cuando el sistema, capitalista y extractivista, invade sus territorios, contaminando el agua y el suelo, incendiando los bosques y las selvas, talando o extrayendo los -incorrectamente nombrados- ‘recursos’ naturales, es decir, los bienes naturales comunes.5 Destaco la importancia de mencionar los datos anteriores porque me parece fundamental considerar esos aspectos para abordar el texto: Mujeres indígenas en defensa de la Tierra, de Aimé Tapia González, filósofa mexicana que, desde sus coordenadas -geográficas, intelectuales y culturales- nos propone un “diálogo entre los feminismos occidentales y los movimientos de mujeres indígenas que defienden la Tierra y el territorio de Abya

1 Correo para contactar a la autora: leonorrb@gmail.com 2 Portal del Fondo Mundial para la Naturaleza, en: https://wwf. panda.org/es/que_hacemos/sitios_prioritarios/amazonia/la_ amazonia_naturaleza/ y Portal de la BBC: https://www.bbc. com/mundo/noticias-america-latina-49472752 [Consultados el 28 de agosto de 2019]. 3 Portal de Survival https://www.survival.es/sobre/indigenasamazonicos [Consultado el 28 de agosto de 2019]. 4 Portal de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) https://coica.org.ec/agenda-indigena-amazonica/. [Consultado el 28 de agosto de 2019]. 5 Jorge Daniel Ivars, “¿Recursos naturales o bienes comunes naturales?: Algunas reflexiones”, Centro de Estudios Interdisciplinarios en Etnolingüística y Antropología Socio-Cultural, Papeles de Trabajo, 26, 12-2013, 88-97. Consultado en: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-45082013000200005 [Consultado el 28 de agosto de 2019].

Yala”.6 En este libro se entrecruzan dos realidades que actualmente resultan muy vulneradas y violentadas: la de las mujeres en todo el mundo y la del medio ambiente. Abya Yala, nos explica la autora, es el único término que se acuñó por algún pueblo originario -el pueblo kuna- para designar a la totalidad del continente americano antes de la llegada de Cristóbal Colón. El libro aborda y desentraña la ética y la epistemología nosotrocéntrica-comunitaria de los pueblos indígenas de Abya Yala, pero también recupera experiencias actuales de mujeres indígenas que lideran movimientos sociales en defensa del territorio, del agua, de la soberanía alimentaria y de la subsistencia de sus formas de vida y de sus conocimientos ancestrales. Sostiene también un diálogo abierto, crítico y plural con diversos modos de pensar y vivir el feminismo: los feminismos latinoamericanos, los feminismos indígenas, los feminismos del sur, los feminismos comunitarios, el ecofeminismo constructivista y las mujeres indígenas que no se consideran ‘feministas’ pero reivindican en sus luchas cuestiones de género; así como también recupera los elementos del feminismo ilustrado que permiten tender puentes y establecer un diálogo intercultural y equifónico7 entre mujeres de distintas coordenadas culturales. Y es que, tal como lo señala Aimé Tapia, las mujeres indígenas y campesinas se encuentran en una posición de alteridad radical: por ser habitantes de la periferia del mundo, por ser mujeres, por ser indígenas y por ser pobres. Sus vidas se encuentran generalmente vulneradas y violentadas por intersecciones de sexo-género, de pertenencia étnica, y de clase. Pero además, “el entrecruzamiento entre patriarcado y neoliberalismo ha convertido a las mujeres empobrecidas del mundo rural en la parte más vulnerable sobre la que recaen las consecuencias inmediatas de la depredación ecológica”.8 Esto se debe principalmente -siguiendo el análisis de la autora- a que son las mujeres las que realizan las tareas de maternidad, cuidado y el trabajo doméstico pero, al mismo tiempo, son las que sufren los mayores índices de discriminación, violencia y desnutrición. Pongamos un ejemplo práctico: cuando una persona que habita en la urbe y que tiene acceso libre al agua, abre la llave para bañarse o hacer alguna tarea doméstica, el agua corre de manera fluida y no hay que hacer un gran esfuerzo para conseguir el vital líquido. En cambio, para una mujer indígena mazahua que habita actualmente en el estado de México, acceder a un poco de agua -la que pueda cargar y trasladar ella misma- puede significar hasta cuatro kilómetros de recorrido a pie. Al respecto sostiene Aimé Tapia: “El problema del agua está estrechamente vinculado con la exclusión social y la discriminación sexual”.9 Tomando en consideración que el acceso al agua es un derecho humano fun6 Aimé Tapia González. Mujeres indígenas en defensa de la Tierra, 3ª ed., Ediciones Cátedra, Madrid, 2018. 7 Equifonía: “Capacidad de oír y de ser oído como voz portadora de significado, de verdad, de conocimiento y de credibilidad” (Vid. Aimé Tapia, op. cit., p. 165). 8 Ibid., p. 284. 9 Ibid., p. 241.

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damental y, la carencia de agua, supone también la falta de otros derechos fundamentales, tales como: la vida, la salud y la alimentación sana; es entonces que puede evidenciarse el despojo y la discriminación a la que los pueblos indígenas y campesinos están sometidos (principalmente las mujeres), porque son esas poblaciones, las primeras víctimas que son excluidas de los bienes naturales comunes, cuando un ecosistema se pone en riesgo. El libro Mujeres indígenas en defensa de la Tierra vindica las éticas y epistemologías indígenas de Abya Yala, basadas principalmente en la comunidad y el ‘Nosotros’, abarcando a todos los seres que conforman el cosmos (tierra, agua, aire, animales, plantas, mujeres, hombres, etc.) porque, para los pueblos originarios, todos los seres que conforman el cosmos tienen Dignidad y todos nos encontramos conectados por relaciones de interdependencia y reciprocidad. Sin embargo, la autora refiere a esta filosofía ‘nosotrocéntrica’ sin romanticismos, es decir, haciendo una revisión crítica de las costumbres de los pueblos indígenas, que muchas veces han discriminado a las mujeres recluyéndolas a las labores domésticas, silenciándolas y concibiéndolas únicamente como un ‘complemento’ para sus compañeros indígenas, negándoles el reconocimiento como sujetos pensantes y actuantes y, ejerciendo lo que Julieta Paredes define como: ‘entronque patriarcal’10; es decir, el doble efecto de opresión (patriarcal) que se ha ejercido sobre las mujeres indígenas desde antes de la colonización, por las culturas precoloniales, y después, por los colonizadores. Ante esta situación, la autora solicita una visión crítica y autocrítica, tanto de la Filosofía, que no ha considerado los saberes originarios como auténtica filosofía; así como de las éticas y epistemologías de los pueblos originarios, que han excluido a las mujeres de las posiciones que tienen que ver con la toma de decisiones y la tenencia de la tierra, recluyéndolas –sin voz– a las labores del hogar; pero también de los feminismos contemporáneos e ilustrados, que pueden cometer sesgos de clase o de etnia al no considerar las luchas y las demandas de todas las mujeres que viven en diversos contextos culturales. Es necesario recordar que ahí, en la Alteridad más radicalmente otra (porque son mujeres, porque son indígenas, afrodescendientes o mestizas, porque son pobres, y porque están situadas frente 10 Vid. Julieta Paredes citada en Aimé Tapia González, op. cit., p. 208


a la hegemonía del pensamiento occidental), están surgiendo voces y luchas de quienes pugnan por la defensa de sus derechos, por el reconocimiento de los valores positivos de sus culturas, por el respeto de sus cuerpos-territorios, por el cuidado y respeto del medio ambiente y por la transformación de las estructuras comunitarias opresivas. Son las mujeres indígenas y campesinas del territorio de Abya Yala quienes se atreven a hacer una crítica a las prácticas de sus comunidades cuando las violentan o excluyen, con el fin de regresar a su episteme ‘Nosótrica’, haciendo una revisión crítica de los aspectos opresivos de sus usos y costumbres y destacando también que su feminismo incluye a sus compañeros varones; son ellas quienes se han atrevido a estar al frente de los movimientos en defensa de sus te-

Paz para mis días

María Isabel Cabrera Manuel

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ctavio Paz tiene un apellido que no le corresponde. La vida de este creador de primer nivel no fue precisamente tranquila. Fue y vino por el mundo, luchó, disertó, hubo conciliaciones, trabajó constantemente, amó, dejó de amar, amó de nuevo, creó mundos, se reinventó, trascendió… Este premio Nobel puede hacer gala de cualquier cantidad de afectaciones o acciones, mas no de haber llevado una vida pacífica. Su figura, aclamada y polémica, se asocia con momentos claves que ayudaron a forjar al mito. Mito y todo, Octavio Paz es decisivo. Varios son los que hacen hincapié en que su obra es una puerta a la modernidad en México y América Latina, aunque esa puerta se cierre sobre sus propios goznes, ya que él mismo le da la espalda a esa realidad que había inaugurado. Su obra es una multiplicidad que cadentemente se devanea entre polos: de la certeza a la duda más profunda, del yo al nosotros, de la vida a la muerte. Justamente en esta tendencia se encuentra una temática que quisiera resaltar y que corresponde a una de las pulsiones principales que nutren su trabajo: el erotismo. El amor, la sensualidad, la sexualidad, dan forma a algunos de sus versos más hermosos y en general se encuentran presentes en toda su obra: el tema del erotismo fue un punto vital en su trabajo; su poesía, sus ensayos, son la encarnación lingüística de una pasión que no puede ser simulada ni disimulada. Así podemos apreciarlo en Piedra de sol, poema célebre en el que no sólo conviven juntos en un mismo tiempo y espacio Sócrates y Moctezuma, sino en el que vemos cómo toma forma lo más etéreo, cómo encarna lo sublime sin perder nada en ese tránsito: vestida del color de mis deseos como mi pensamiento vas desnuda,

La Jornada Aguascalientes PÉNDULO 21 Publicación mensual Septiembre 2019 Año 10, No. 157

rritorios y de la Tierra, a pesar de los riesgos que conlleva esa lucha y de la doble carga que les impone (seguir siendo madres, amas de casa, cuidadoras y además activistas). Por ello, la autora propone un diálogo equifónico y lanza un reto al feminismo: “Reconocer que las miradas son múltiples y los saberes se encuentran contextualizados”.11 Mujeres indígenas en defensa de la Tierra hace énfasis en una visión ecofeminista crítica del mundo que redefina al ser humano y redefina su relación con los otros seres que habitan el planeta, pero que también reivindique las demandas de las mujeres que se encuentran en diversas latitudes y pertenecen a diferentes culturas; que transite hacia

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Tapia González, Aimé, op. cit.

voy por tus ojos como por el agua, los tigres beben sueño en esos ojos, el colibrí se quema en esas llamas, voy por tu frente como por la luna, como la nube por tu pensamiento, voy por tu vientre como por tus sueños. Aquí las palabras del poeta son un bastión al que pueden ceñirse y del que pueden sostenerse los sentimientos amorosos más universales; habla el que desea, pero se proyecta directamente hacia el objeto de su amor, del que depende el sentimiento que aun siendo propio ya no le pertenece, de forma que se vuelve patrimonio de nadie, tierra de todos. Vemos también cómo de una laguna ocular —espejo engañoso que parece en calma— pasa a la tempestad donde un ave delicada arde en llamas. El tumulto del amor queda magistralmente retratado. Sin embargo, esta preocupación por el erotismo no puede sustraerse a la ambivalencia que da ritmo a los escritos del poeta. Como es obvio, el erotismo implica a los contrarios. Del amor, del deseo y del placer podemos peregrinar igualmente al desamor, al desencanto o el dolor. En un mismo poema se suscita la complejidad de la vida: el enfrentamiento constante entre Eros y Thánatos, la sinfonía que permite que confluyan en un mismo instante las vivencias más disímiles y más profundas, lo uno es condición de lo otro, e irrumpe con una pregunta esencial: ¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?, ¿cuándo somos de veras lo que somos?, bien mirado no somos, nunca somos a solas sino vértigo y vacío, muecas en el espejo, horror y vómito. Así, paseando entre calles de endecasílabos asistimos a la presencia de lo eterno a través de lo finito, de una forma de afirmación que depende de la conciencia de la negación. La sinceridad de los escritos de Paz se vincula directamente con el hecho de que hablan de sentimientos reales, cuya belleza radica justamente en la imperfección a la que alude. No en balde reconcilia a los opuestos justamente en su confrontación:

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EDITOR Enrique Luján Salazar DISEÑO Genaro Ruiz Flores González

COMITÉ EDITORIAL Ignacio Ruelas Olvera Cynthia Ramírez Félix Walkiria Torres Soto

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una universalidad real de los derechos humanos, porque es necesario reconocer que todavía hay seres humanos que carecen de los derechos fundamentales. Hace énfasis también en la necesidad de escuchar y aprender de la sabiduría de los pueblos indígenas y afrodescendientes que por siglos han sido silenciados y en cuestionar de manera crítica el supuesto ‘desarrollo’ que nos ha impuesto el sistema capitalista y neoliberal, así como sus consecuencias. Sin embargo, para lograr lo anterior, es imprescindible, además, hacernos conscientes de que la responsabilidad por el cuidado de la Tierra -y todo lo que en ella habita-, nos corresponde a todos, rechazando poner mayor carga en las mujeres o en las comunidades indígenas y reconociendo que la responsabilidad por ese cuidado es colectiva y social.

amar es combatir, si dos se besan el mundo cambia, encarnan los deseos el pensamiento encarna, brotan alas en las espaldas del esclavo, el mundo es real y tangible, el vino es vino, el pan vuelve a saber, el agua es agua amar es combatir, es abrir puertas, dejar de ser fantasma con un número a perpetua cadena condenado por un amo sin rostro; el mundo cambia si dos se miran y se reconocen, amar es desnudarse de los nombres: “déjame ser tu puta”, son palabras de Eloísa […]. Cuando leo a Paz, tengo siempre la sensación de convicción. Sus palabras, las reflexiones que propone, las metáforas que engendra crean mundos donde surgen formas nuevas de amor entre versos y prosa, donde se da cita la vida y donde la vida se incorpora. Por eso pido Paz para mis días, porque a través de su lectura, la experiencia limitada de una vida alcanza la intuición de aquello que la trasciende. A más de cien años de su nacimiento, el poeta sigue siendo más que el mito.


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