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CRÍTICA / PARTICIPACIÓN CIUDADANA La Jornada Aguascalientes / Aguascalientes, México. MAYO 2018 / Año 9 No. 143

La participación ciudadana y su potencial

para abonar a la consolidación de la democracia mexicana Sofía González Ponce

L

os estudios latinoamericanos han aportado significativamente a la discusión de la lucha por la participación ciudadana debido a que ésta no se restringe a que las personas sean reconocidas como miembros plenos de la sociedad sino que, en democracias como Brasil, ha implicado la participación en la definición de esa misma sociedad y su sistema político, el establecimiento del tipo de sociedad de la que se quiere formar parte (Dagnino, 2005, p. 8). Aunque desde luego, éste no es un tema acabado ni en Brasil ni en ninguna parte del mundo como lo explicaré a continuación. Existe, además, un énfasis relativamente reciente sobre el concepto de ciudadanía que se ha abocado en desarrollar qué implica o cómo se define; para Evelina Dagnino hablar de que una persona alcanzó el estatus de ciudadanía es tan solo el primer paso ya que lo consecuente es “participar, luchar y ejercer el derecho de participar para conseguir, materializar y garantizar otros derechos” (Dagnino, 2005, p. 9). La autora se refiere a un aspecto de la ciudadanía activo, a una práctica de personas vigilantes de sus derechos y que pueden y están dispuestas a luchar por ellos. Según Isin y Wood (1999), el énfasis está en el derecho a reclamar derechos y no tanto en la materia misma de esos derechos, pero además la ciudadanía continúa siendo un campo en disputa y la democracia asegura su permanencia, pues “la ciudadanía es un estatus legal y práctico que progresivamente amplía su esfera para incluir varios derechos” (Isin y Wood, 1999, p. IX). Traigo a tema a los últimos autores porque desde su estudio del concepto de ciudadanía buscan apuntalar las bases para la apertura de los derechos de grupo, ya que, desde la modernidad, se contempla a la ciudadanía como un término y práctica de occidente, pero Isin y Wood argumentan que la membresía para pertenecer a una comunidad política ha sido desde luego aplicada por todas las culturas desde sus formas particulares de concebirla. Sin negar las tensiones actuales que se aplican sobre la ciudadanía, podemos resumir que el cúmulo de derechos y obligaciones dadas al obtener el estatus de ciudadanía en los sistemas democráticos se suman a los contextos sociales y políticos que fuerzan a las y los miembros de una comunidad a revisar sus marcos legales para garantizar el respeto a los derechos humanos y así podríamos hablar de que la participación ciudadana tiene el margen de acción requerido para definir su

rumbo y posibilidad de ejercicio en cada región con las características mencionadas.

Breve esbozo del caso mexicano La participación ciudadana tiene el potencial de ser un elemento clave para el avance de la democracia en México, ya que existe una gama muy diversa y amplia de mecanismos institucionalizados y no institucionalizados que las y los ciudadanos pueden utilizar dependiendo del contexto social y político en el que la comunidad esté viviendo, de tal manera que le resulten efectivos para hacer escuchar su voz e influir en la toma de decisiones gubernamentales, e inclusive poder llegar a definir el proyecto o proyectos políticos y sociales nacionales. Al respecto, Isunza y Olvera (2006) ponen sobre el debate los elementos de participación ciudadana que clasifican en rendición de cuentas, transparencia y control social o accountability, como mecanismos que han surgido desde la sociedad misma y a los cuales se recurre para tener presente la actuación de los gobiernos como representantes populares y el gasto de los recursos públicos, todo ello con el fin ulterior de aportar a la consolidación del sistema democrático. Dicho sistema es encuadrado en un contexto de profunda desigualdad social que recorre toda América Latina, cuyos gobiernos no han sido capaces de generar condiciones de bienestar social ni de propiciar la efectiva participación ciudadana. Isunza apela por un proyecto político democratizador en el cual la participación ciudadana sea vista como la forma de compartir el poder (Isunza, 2006, p. 22). Mediante dichos mecanismos se puede presionar a que se tomen mejores decisiones desde las esferas gubernamentales, debido a que no sólo implica visibilizar y evidenciar el mal uso de los recursos públicos, sino exigir el deslinde de responsabilidades adecuado como medidas de reparación del daño y una forma de acceso a la justicia. (Isunza y Olvera, 2006); al mismo tiempo esto requeriría acciones por parte de la sociedad civil organizada, a través del diálogo y la articulación. Todo esto de la mano con el fortalecimiento y la modernización de las instituciones sobre todo las políticas, los parlamentos y la seguridad jurídica, son algunas de las propuestas para mejorar la calidad de las democracias en el mundo (Tommasoli y Zovatto, 2014, p. 24).

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Otro tipo de participación ciudadana tiene que ver con los mecanismos de democracia directa (MDD) que, como las elecciones periódicas para renovar puestos de representación popular, implican la incidencia directa de la ciudadanía a través del voto, pero que son utilizados para la toma de decisiones de temas o problemáticas específicas. De acuerdo con Altman, los MDD “son medios de decisión política por medio del sufragio directo y universal” (2005, p. 204). Entre dichos mecanismos se encuentran el plebiscito, el referéndum, la revocación de mandato, las iniciativas populares y otros más, los cuales no siempre son reconocidos en la ley de cada región o no en su totalidad, es necesario subrayar además que su legalidad no necesariamente implica su utilización, ni su utilización involucra necesariamente un avance de la democracia. Altman (2005, p. 204) señala que, con todo y sus deficiencias o peligros, los MDD tienen potencial para efectuar cambios políticos. A pesar de ello, es necesario destacar que casi la mitad de los miembros de la OEA (15 o 42.8%) no han utilizado nunca ningún MDD en al ámbito nacional: Antigua y Barbuda, Barbados, Belice, Costa Rica, Dominica, República Dominicana, El Salvador, Granada, Honduras, México, Nicaragua, Santa Lucía, San Vicente y Las Granadinas, Trinidad y Tobago, y los Estados Unidos de América. (Altman, 2005, p. 218).

CONTENIDO: La participación ciudadana y su potencial para abonar a la consolidación de la democracia mexicana. SOFÍA GONZÁLEZ PONCE Fomento y promoción de la participación ciudadana en la elección de 2018. Cuando el voto razonado convive con el voto emocional. ALEJANDRO SOLÍS HERNÁNDEZ Participación ciudadana o el ocaso de la democracia. ALARICO S. Retos de la participación ciudadana en México: la necesidad de generar agencia política. ALFREDO HERNÁNDEZ PÉREZ


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