Número 484¿5 Abril 3, 2016
Brasil: Ilegalidad e ilegitimidad del golpe ¿Qué pasa en Yemen? El sangriento petróleo lo explica todo Atentados de Bruselas: ¿Cómo hacer frente a la barbarie? El proceso constituyente para la Ciudad de México. Una crítica ¿Gato por liebre? Notas estratégicas sobre la visita de Obama a Cuba
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CORREO del SUR
Brasil: Ilegalidad e ilegitimidad del golpe Raul Pont*
L
a instalación de la Comisión Procesal en la Cámara Federal dio inicio a la farsa capitaneada por el diputado Eduardo Cunha (PMDB), él mismo acusado en el Supremo Tribunal Federal (STF) con pruebas evidentes de las cuentas bancarias en Suiza. El procesado del Lava-Jato usa su poder en la Cámara Federal para barrer su proceso en la Comisión de Ética y con la lentitud del STF que no aprecia el pedido de la PGR de su apartamiento del cargo para garantiza un mínimo de rectitud al proceso. Si eso no fuese bastante, la acción del juez Moro, sintonizada con los medios de comunicación, tendientes a desestabilizar la asunción de Lula en el Ministerio es estremecedora. Grabaciones de conversaciones personales, que nada tienen que ver con las pretendidas acusaciones contra Lula, incluso después que el ilegal traslado coercitivo para hablar sobre el “ocultamiento” del patrimonio cayera en el vació, alimentan versiones que son llevadas al público – seleccionadas, recortadas, fragmentadas – para crear una opinión negativa contra el ex presidente y sus interlocutores. La ilegalidad alcanza a la propia Presidenta de la República, que ve su privacidad violada y la Constitución rasgada por quien tendría que defenderla. Las explicaciones del juez Moro sobre los trascendidos selectivos son ridículas. El ministro del STF, Marco Aurélio Melo, en una entrevista a Sul 21 resumió de manera cristalina: “Moro simplemente dejó de lado la ley. Esto es evidente” (Sul21- 2103-2016). La autoridad del ministro Mello ya es suficiente del punto de vista jurídico, pero cualquier ciudadano tiene derecho a indignarse, de reaccionar, cuando es víctima de una arbitrariedad, de ilegitimidad, incluso cuando es practicada en nombre de la justicia. La divulgación de conversaciones privadas, ajenas al proceso y de las sospechas, repetitivas en la Globo, fueron hechas para intrigar y confrontar con terceros y no para ayudar a las investigaciones. Son ilegales, así como las escuchas de conversaciones del ministro Jacques Wagner y de Ruí Falcão que no están en ninguna causa. En la Dictadura, en 1971, fui secuestrado por la Operación Bandeirante (OBAN), comandada por el mayor Carlos Alberto Ustra, sin flagrante delito, sin una orden judicial y, junto a muchos otros, quedamos meses, años, en “prisión preventiva” a merced de la voluntad del régimen militar. En aquella época se arrancaban “pruebas” y “culpas” en base a la descarga eléctrica, del pau-de-arara y de la porra. Ahora, la prisión preventiva sirve para negociar disminución de penas con bandidos, corruptos contumaces, corruptores, para delatar y comprometer a otros, en especial, de acuerdo con los intereses de la “autoridad” y sus posiciones político-partidarias y de los monopolios de
los medios de comunicación. Cualquier ciudadano tiene el derecho a la indignación y a la revuelta en este juego de cartas marcadas, de las arbitrariedades cometidas en nombre de la justicia. Tomemos un ejemplo. El tratamiento dado al ex presidente Lula y al presidente de la Cámara Federal Eduardo Cunha (PMDB). No voy a hablar de los titulares, estilo catástrofe de miles de artículos periodísticos, de horas y horas en que programas de noticias en TV y radio utilizaron y utilizan para multiplicar la farsa del apartamento tríplex en la playa y la finca de Atibaia para “probar” la propiedad de Lula y la correspondiente cobertura destinada a las cuentas suizas del señor Cunha. Me refiero al tratamiento legal dado a un sospechoso del PM paulista y a un procesado en la operación Lava Jato con “pruebas contundentes”, como dice el Procurador General de la República para llevar a juicio al señor Cunha ante el Tribunal Supremo. Hace meses que el señor Cunha (PMDB), amenaza, chantajea, impide funcionamiento de la Comisión de Ética encargado de juzgarlo y por el contrario manipula para acelerar la Comisión Procesal de un pedido de impeachment que él, monárquicamente aceptó y le dio curso, a pesar de la condición de procesado en la misma operación Lava-Jato. Por cierto, la Comisión Procesal está integrada por una amplia mayoría de parlamentarios que sus campañas han sido pagadas por los corruptores, las empresas condenadas en la misma Operación. La mitad de los miembros están involucrados como investigados, procesados y acusados en casos similares. En cuanto al ex Presidente Lula, su mandato como Ministro, fue suspendido por una orden judicial de un juez, en el tiempo
récord de 28 segundos, según el sistema electrónico del tribunal. La decisión ya estaba tomada antes del “crimen”. El juez Catta Preta, además de ser juez manifestaba contra Dilma y el PT, predicaba en su facebook, reproducido por la Carta Capital (23/03/2016), “ayude a derrocar a Dilma y vuelva a viajar a Miami y Orlando. Si ella cae, el dólar también cae”. Con jueces como Moro, Catta Preta y otros, el arrebato de Lula es comprensible. Cuando la justicia falla, privilegia u omite ¿a quién puede apelar el ciudadano? Lo más importante y significativo para el país es que esta puesta en escena montada por el poder de los medios de comunicación, con el respaldo de algunos jueces, sirve para encubrir las verdaderas razones del golpe en curso. Y, seguramente, no es la moralidad pública, el combate a la corrupción lo que los mueve. Este ha sido el biombo atrás del cual están las verdaderas razones del golpe de estado Se hace cada vez más evidente el comportamiento del Vicepresidente Temer y del PMDB frente a la coyuntura. El aglomerado fisiológico y oportunista peemedebista, que es gobierno y que es oposición, simultáneamente, abandonó su programa histórico de la defensa de la democracia y de un genérico programa nacional desarrollista y lo cambió por un Puente hacia el Futuro, una total rendición al programa tucano neoliberal. Lanzado el año pasado en el encuentro nacional y en algunas capitales, el documento es una defensa de los postulados del neoliberalismo y el abandono del papel de resistencia democrática y de soberanía nacional del viejo MDB. Este es el pasaporte de Temer para negociar con el PSDB y las grandes corporaciones empresariales interesadas en el derrocamiento de Dilma, Lula y el PT.
¿No son las principales federaciones las que defienden abiertamente la destitución? La gran burguesía no acepta un gobierno del PT, incluso beneficiada por las políticas de crecimiento económico del período Lula y habiendo recibido privilegios y beneficios fiscales en los momentos de crisis. No tienen un proyecto para construir un país independiente, soberano y con distribución del ingreso. Prefieren y han optado históricamente por ser socios menores, perros rastreros del capital internacional y sus proyectos. En el plano económico, sólo saben repetir la ideología neoliberal: ajuste, austeridad, desregulación de la economía, recortar el gasto social, precarización de la seguridad social, rebaja de salarios e intereses especulativos. Su horizonte intelectual es consumir en Dinsneylandia y aquí ver el Gran Hermano de la Globo. Este es el acuerdo tramado entre Temer y Serra, entre el PMDB y el PSDB entreguista del petróleo del Pré-Sal. Su operador es Cunha, en la presidencia de la Cámara de Diputados, embarrando e impidiendo durante meses su juzgamiento por la Comisión de Ética y, en caso del impeachment de la Presidenta acortando los plazos para acelerar el golpe. Los ministros del STF y del CNJ (Consejo Nacional de Justicia) antes de ofenderse con el arrebato por la indignación de Lula, deberían pensar en sus responsabilidades frente a estos procesos tan dispares, tan desiguales, tan “injustos” en su desarrollo. Nosotros Una vez más, estaremos luchando por la democracia por las conquistas sociales y populares y por la construcción de una nación soberana. ¡No al golpe de estado! *Ex prefeito de Porto Alegre, uno de los fundadores del PT.
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¿Qué pasa en Yemen? El sangriento petróleo lo explica todo Luz Gómez / eldiario.es
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n la modalidad en auge de guerras por delegación en Oriente Medio, la de Yemen, que ya ha cumplido un año, resulta especialmente sucia. Es la guerra sobre la que a todo el mundo le conviene callar. El número de muertos, heridos y desplazados no alcanza cifras tan escandalosas como las de Siria o Irak para que se hagan eco los grandes medios de comunicación globales, y a remolque actúen los organismos internacionales. Los recursos energéticos o geoestratégicos de Yemen tampoco despiertan codicias tan abiertas como las norteamericanas o las rusas en Afganistán, o las de todos en Libia. Y su emplazamiento condena al país a ser el patio trasero del amigo saudí, para alivio de una Europa incapaz de gestionar las múltiples crisis que se le agolpan. Yemen, la Arabia felix latina, es hoy uno de los lugares más lúgubres del planeta, cuatro años después de que un consenso sin precedentes de grupos políticos y sociedad civil forzara a Ali Abdalá Saleh, el dictador más longevo del mundo árabe tras Gaddafi, a abandonar el poder. Pero Saleh se marchó delegando poderes en Abd Rabbuh Mansur Hadi, su vicepresidente, un militar sureño hábil en interpretar el aire de los tiempos. El traspaso fue negociado con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), en un calculado intento de sus vecinos de poner coto a una revolución que podía “infiltrarse” por sus fronteras.
Que ello implicara azuzar los enfrentamientos tribales, regionales y sectarios que históricamente han asolado el país y que la revolución yemení había conseguido aparcar, poco importaba. Más bien al contrario: la sectarización es el arma más efectiva que, de momento, han encontrado los Estados del Golfo en su particular batalla por el control de Oriente Medio y contra Irán. El fracaso de la transición yemení emprendida en 2012 es el fracaso de un proyecto nacional que hubiera dotado al país de una independencia incompatible con los planes de sus poderosos vecinos. La ofensiva de los huzíes, un grupo tribal de observancia zaidí, históricamente relegado del poder, contra el Gobierno del presidente Hadi, el protegido del CCG, aceleró la descomposición del Estado en formación y propició la simplificación sectaria del enfrentamiento. Era algo que en un principio estaba lejos de la realidad, pero, al ser el zaidismo una hipotética rama del islam chií, la conexión iraní era un argumento fácil de esgrimir para aquellos interesados en reproducir la manida narrativa del enfrentamiento sunníes/chiíes. Una vez que esta lógica echó a rodar, la intervención saudí era cuestión de tiempo. El amigo saudí se lanza a la guerra abierta Con la subida al trono del rey Salmán en enero de 2015 y la concentración de poder en su hijo y ministro de Defensa, el príncipe Mohammed, la nueva política saudí de
intervención militar abierta en los conflictos de la zona se inauguró en Yemen. Hace ahora un año se formalizó una coalición internacional liderada por Arabia Saudí, que comenzó una campaña de ataques aéreos, bloqueo naval y apoyo a las tropas leales al presidente Hadi que continúa a día de hoy y que ha ido recuperando territorio conquistado por los rebeldes huzíes, aunque en modo alguno la coalición pueda cantar victoria. Más bien al contrario: la prolongación de la guerra evidencia el fracaso de la estrategia saudí, que creía poder manejar los intereses de las partes en conflicto. En este contexto, ya nadie recuerda, como ha lamentado Jamal Benomar, el enviado especial de Naciones Unidas para Yemen, que el primer ataque saudí se produjo en vísperas de la firma de un acuerdo multilateral para que varios grupos políticos y tribales compartieran el poder durante un periodo transitorio. El bombardeo sistemático de infraestructuras civiles y poblaciones por parte de las fuerzas armadas saudíes es tan cotidiano que el secretario general de la ONU, Ban Kimoon, ha llegado a decir que determinadas operaciones “podrían constituir un crimen de guerra”. Cuando ya se ha cumplido un año del inicio de la campaña, 14 millones de yemeníes viven por debajo del umbral de la pobreza; 3 millones de menores sufren malnutrición; y 20 millones de personas, el 80% de la población, no tienen acceso a agua potable. Los trabajadores de Naciones Unidas y las agencias humanitarias vienen denunciándolo. No es el islam, es el maldito petróleo La actual obsesión saudí con Yemen poco tiene que ver con el islam, sea sunní o chií. La obsesión saudí tiene que ver, evidentemente, con el petróleo. Yemen apenas lo tiene, pero su ubicación geográfica le confiere un valor estratégico primordial en la reordenación del tráfico mundial de crudo tras el levantamiento de las sanciones a Irán. Hace años que Arabia Saudí proyecta un nuevo oleoducto que, desde sus grandes yacimientos en el este del país y atravesando la región yemení de Hadramaut, desemboque directamente en Adén, esquivando así el actual paso de los cargueros por el estrecho de Ormuz, tutelado por Irán. El expresidente Saleh fue remiso a otorgar a los saudíes licencia abierta para ello, y lo utilizó como baza política siempre dúctil en sus negociaciones con los países del Golfo. El futuro del proyecto parece ahora expedito. El presidente Hadi le debe a Riad su supervivencia. En cuanto a las tribus del este yemení, cuya colaboración es imprescindible, los saudíes se han garantizado su beneplácito: controlada por al-Qaeda, la región se ha visto libre de los bombardeos de la aviación saudí. Pero a corto plazo hay otro “logro” de la guerra en Yemen que va a determinar el futuro inmediato del comercio del petróleo. No es un secreto, pues la diplomacia saudí no es tan sutil. Los líderes europeos lo conocen bien, y por ello intentan acallar a los diplomáticos más críticos, como los alemanes, holandeses o suecos; o colaboran de forma subrepticia, como Cameron, que ha hecho que Reino Unido facilite la logística de las operaciones aéreas saudíes. Como explicó en su día Yves Lacoste, la geografía es un arma para la guerra. Y la del mar Rojo, del estrecho de Bab al-Mandeb al Canal de Suez, es un ejemplo de manual. Si culmina su campaña en Yemen, Arabia Saudí controlará el tráfico de la principal ruta de acceso del petróleo a Europa: en el sur, habrá sido precisa una intervención militar; en el norte, habrá bastado la intervención financiera, que sostiene al régimen del general Sisi. De momento no se sabe cuánto le costará a Europa este golpe de fuerza saudí. Los yemeníes ya están pagando el precio. Sin embargo al mundo le conviene callar sobre Yemen: a Europa por cortedad de miras (“bastante tenemos con lo que tenemos”); a EEUU para compensar a Arabia Saudí por sus acuerdos con Irán; a Rusia para tener carta blanca en Siria; y a la Liga Árabe para que nadie se aperciba de su intrascendencia. El silencio se está tragando a Yemen. Fuente original: http://www.eldiario.es/contrapoder/ Yemen-petroleo_6_499110091.html
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Atentados d ¿Cómo hacer fren Después de los atentados de Bruselas: Frente a la impotencia segura ¿Qué respuesta al terrorismo?
Daniel Tanuro* Cuando detuvieron a Salah Abdeslam, las autoridades belgas cantaron victoria: “Lo tenemos! “... Unos días más tarde, los criminales de Daesh han golpeado en el corazón de Bruselas. Treinta y dos muertos, cientos de heridos, niños mutilados. Una horrible carnicería. ¿Hubiera sido posible evitarla? Tal vez. El mal funcionamiento de los servicios de seguridad en el caso de Ibrahim Barkhaoui es obvia, y es una reminiscencia del caso Dutroux. Pero Dutroux estaba (casi) solo, mientras que Daech es una organización criminal que no tiene escasez de aspirantes a suicida. Incluyendo aspirantes de círculos no musulmanes, menos “identificables” que Barkhaoui. El ataque de Verviers pudo frustrarse, pero no los demás. Si Barkhaoui Ibrahim hubiera sido detenido a su regreso de Turquía, ¿qué habría sucedido? Hubiera reclutado en la cárcel a otros yihadistas - antes de salir un día. El árbol, por tanto, no debe ocultar el bosque. Es una ilusión creer que podemos superar el flagelo del terrorismo con “mejor política”, “mejor información” vigilancia “selectiva”, etc. [1] Atentados suicidas El problema es el siguiente: nada puede detener que un atacante suicida fanático se inmole en medio de una multitud inocente. Desde el momento en que todo el mundo es un objetivo potencial, el número de posibles objetivos es tan alto que ni siquiera se puede tratar de protegerlos a todos. La verdad es que incluso un estado policial tipo Gran Hermano no podría acabar con el
terrorismo yihadista. Ni siquiera un estado de ese tipo podría protegerse de un ataque suicida contra una de nuestras centrales nucleares “microfisuradas”. Además, ¿queremos vivir en un estado así? La respuesta seguritaria al terrorismo, está claramente en un callejón sin salida. Es evidente que los responsables de los servicios no tienen ni idea. La OCAM elevó el nivel de amenaza a 4 ... después de los ataques. Y ¿ahora qué? ¿Imponer un bloqueo generalizada, como el que paralizó Bruselas después de los ataques en París en noviembre? Los empresarios no quieren, cuesta demasiado a la economía. El Gobierno excluye esta “solución”. De todos modos, el bloqueo solo puede durar unos pocos días: los terroristas pueden esperar a que se levante… ¿Qué más? ¿Sacar más soldados a las calles? Es inútil, evidentemente. Los soldados estaban en el aeropuerto de Zaventem. Ni los tanques en las calles ni un submarino en el canal serían de la menor utilidad contra los ataques suicidas. Los responsables del gobierno lo saben. El despliegue del ejército no tiene para ellos otro objetivo que tranquilizar a la población, demostrar - a un gran coste que el Estado la protege. La decisión de filtrar a los pasajeros en las entradas y salidas de las estaciones de Bruselas es un ejemplo de la impotencia de la respuesta securitaria. Es probable que este filtrado se haya decidido como alternativa al bloqueo de emergencia para tranquilizar a la gente. Pero no tranquiliza; al contrario, preocupa más. De hecho, un terrorista con explosivos puede tomar el tren en una estación provincial e inmolarse en Bruselas en medio de la multitud de viajeros que recorren los pasillos y andenes hacia la salida del edificio. ¿Quién habrá podido imaginar un dispositivo tan absurdo? ...
¿Guerra total? Podríamos continuar el juego de las hipótesis sobre lo que hará el gobierno. Ninguna es una solución estructural. Poner en marcha una guerra total para eliminar al Estado Islámico del mapa en Irak y Siria se convierte por lo tanto es la “solución”, que sueñan más o menos las derechas extremas. Excepto que: ¡es fue lo que Bush hijo hizo precisamente en Afganistán, y sabemos el resultado!. No sólo Al Qaeda no está muerta (¡a diferencia de miles de civiles!), sino que la organización de Bin Laden dio a luz a otra, aún peor, Daech. ¿Queremos repetir el mismo error? ¿No vemos que las cruzadas de Occidente contra el mundo árabe y musulmán son una parte de la máquina que genera el odio vengativo que lleva a algunos a la locura? Decimos: parte de la máquina. Hay otros: la complicidad con los crímenes del estado sionista contra el pueblo palestino; la venta de armas a las dictaduras fundamentalistas; el rechazo brutal de los solicitantes de asilo; el abandono y la güetización de los barrios pobres de nuestras ciudades, donde viven las poblaciones de origen inmigrante; el racismo y la islamofóbia, el perfil racial de la policía, la discriminación en el empleo, las campañas de odio contra las mujeres que llevan velo; la estigmatización en los medios de comunicación; por no hablar de la cobardía odiosa en nombre de la realpolitik de los crímenes atroces del llamado régimen “laico” (de hecho, no lo es en absoluto) de Bashar al Assad, el verdugo del pueblo sirio. Lo sorprendente, no es que semejante “máquina” despierte tanto odio, es que algunos se sorprendan. Mecanismo sectario No hablamos de las posibles razones por las que el odio toma la forma de una violencia ultra-destructiva, y se adorna con una ideología de otra época: pseudo-religiosa,
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de Bruselas: nte a la barbarie? sexista, autoritaria y profundamente reaccionaria . Todo indica que los jóvenes desorientados que dejan nuestros barrios para unirse a la yihad no lo hacen empujados por una radicalización del Islam, sino por una pseudo-islamización de su radicalización -o de su criminalidad. Es en realidad la “radicalización” de su odio sin perspectivas lo que lleva a algunos, en algún momento, a envolverse en esta fantasía: el islamismo radical dará significado a su vida, el estado islámico les ofrece un Reino de hermandad y su martirio (en realidad: su conversión en asesino) les abrirá las puertas del paraíso. En pocas palabras, el mecanismo es sectario, no religioso. Ahora bien, en esta secta la exaltación del suicidio es tal que cada vez que un “mártir” se inmola, docenas de candidatos quieren tomar su lugar. No hay solución policial a esta situación, tampoco militar. Una solución estructural sólo puede ser política: debe asegurarse de que la fuente del odio se seca. Esto requiere un cambio radical de orientación consistente en todas las áreas relacionadas con las “partes” de la máquina. Un cambio de orientación conjunto, tanto en política exterior como en política interna. Retirar las tropas belgas de las operaciones donde participan. Enviar al ejército a los cuarteles (pendiente de eliminarlo por completo). Apoyar la lucha legítima del pueblo palestino por sus derechos. Unilateralmente poner fin a la venta de armas a Arabia Saudí y a otras dictaduras (hasta eliminar la producción de armas, con el reciclaje de los trabajadores). Apoyar las luchas populares por la democracia en Siria y en otros lugares. Acoger a los refugiados y solicitantes de asilo. Aprovechar cualquier oportunidad para una política de renovación urbana digna de ese nombre en los barrios desfavorecidos. Poner fin a las provocaciones y la violencia policial. Crear
puestos de trabajo de calidad, invertir en infraestructura pública. Abrir los medios de comunicación a la libre expresión. La práctica de una verdadera democracia participativa con capacidad efectiva de toma de decisiones de asociaciones, comités de vecinos, etc. Estas son algunas ideas que hay que desarrollar.
mal funcionamiento. http://www.lcr-lagauche.org/face-a-limpuissance-securitaire-quelle-reponse-au-terrorisme/
La razón de la emoción No existen soluciones simples a problemas complicados y ciertamente no tenemos la solución definitiva para luchar contra el terrorismo. El desarrollo de un programa de este tipo tiene que ver con los actores sociales. Esto llevará tiempo y no eliminará los peligros, pero la movilización social proporciona una mejor protección que las fuerzas especiales. En cualquier caso, una cosa es cierta: la solución sólo se encontrará rompiendo con la lógica actual de una sociedad basada en la injusticia, la violencia y la exclusión. Hay que seguir la vía de una política social generosa, basada en la solidaridad, las libertades democráticas, la distribución de la riqueza y la lucha contra la desigualdad en el país y en el mundo. Para citar la declaración de la LCR (leída por más de 10.000 personas en nuestro sitio web): “Es con la vida como se lucha con la política de la muerte”. De hecho, es una cuestión de vida o muerte. La emoción lo embarga todo. La que nos moviliza hoy debe apoyarse en la razón para salir del ciclo de la barbarie.
Adolfo Gilly
Notas: [ 1 ] No nos sorprendería ver como Jan Jambon aprovecha el mal funcionamiento, poniendo sobre la mesa las sentencias incomprensibles que la extrema derecha exige después del caso Dutroux, y que la movilización ciudadana impulsada por Russo había permitido contrarrestar. La izquierda debe ser muy cautelosa hoy en su denuncia del
Trump y Bruselas: la barbarie en nuestras puertas
Nuestro inolvidable Bolívar Echeverría escribió allá por 1984: “No sabemos bien lo que Rosa Luxemburg quería decir con ‘barbarie’ cuando, en el verdadero comienzo del siglo XX, en la Gran Guerra, reconocía para la marcha de la historia una encrucijada inevitable: o adopta el difícil camino del socialismo o se hunde en la barbarie… Barbarie: una vida social cuyo trascurrir fuera el discurso de un idiota, lleno de ruido y de furor y carente de todo sentido. Ausencia de sentido, he ahí la clave de la barbarie”. Los atentados terroristas en Bruselas con su espantosa secuela de muertos y heridos, así como los bombardeos indiscriminados sobre Siria, las oleadas de refugiados que juegan –y pierden– sus vidas en el Mediterráneo sin encontrar asilo en Europa; los ya incontables desaparecidos y asesinados en México y en Centroamérica y los feminicidios cotidianos nos dicen que la barbarie –esta barbarie contemporánea– está entre nosotros. Y cuando escribo “barbarie”, estoy midiendo mis palabras. Donald Trump, el precandidato en ascenso que aparece irresistible, acaba de insistir (Reuters) en que “Estados Unidos debería usar la asfixia y otras técnicas duras de interrogación cuando se trate de sospechosos de terrorismo” (que por supuesto puede ser cualquiera en manos A PÁGINA 6
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de la policía). “La asfixia por inmersión está bien”, declaró ayer. “Si se pudiesen ampliar las leyes permitiría algo más que la asfixia por inmersión. Hay que sacarle información a esta gente”. Este individuo amenaza tomar el control de la mayor potencia tecnológica, militar y destructiva del planeta, aquí nomás tras frontera. La barbarie: las dos Grandes Guerras mundiales del siglo XX, las guerras coloniales, los campos de concentración gemelos de Hitler y de Stalin, el Holocausto judío que algunos bárbaros plumíferos todavía hoy se atreven a negar o minimizar. Sí, esa barbarie fue creciendo sin cesar y desbordó sobre este siglo XXI y también sobre este nuestro México, hoy, con decenas y decenas de miles de desapariciones forzadas, presos torturados, inocentes encarcelados, feminicidios y violencia cotidiana, asesinatos impunes, fosas clandestinas por doquier y Ayotzinapa como herida abierta. Desarmados, no tenemos otra respuesta inmediata a este desborde más que la razón, la honestidad humana elemental y la organización. En nombre de estas tres necesidades primordiales de este nuestro tiempo, quiero reproducir aquí la respuesta que una pequeña organización socialista de Bélgica, la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), a la cual pertenecía Ernest Mandel, acaba de dar este mismo día 22 de marzo. Proviene de la Bruselas donde estalló esta barbarie: “La LCR-SAP denuncia enérgicamente los cobardes atentados terroristas perpetrados este 22 de marzo en Bruselas. Ningún motivo político o religioso puede servir de pretexto para estos crímenes innobles. La LCRSAP expresa su apoyo y sus sentimientos profundos de solidaridad con todas las víctimas inocentes de esta violencia ciega. “La LCR-SAP llama también a la más grande vigilancia democrática ante la nueva acometida de seguridad, bélica, racista e islamófoba que estos terribles eventos amenazan con suscitar en Bélgica y en otros países entre la clase política y los grandes medios de comunicación. “Han trascurrido apenas unos días desde el grito de victoria de las autoridades con motivo del arresto de Salah Abdeslam; el vergonzoso acuerdo europeo para reprimir a los refugiados; un nuevo atentado asesino en Estambul; y un bombardeo ruso sobre Raqqa, en Siria, que dejó decenas de muertos entre la población civil. Hoy volvemos a comprobar, una vez más, que no se combate el terror bombardeando al pueblo sirio; sosteniendo regímenes dictatoriales; sacando al ejército a las calles; estigmatizando a una comunidad en Europa con medidas racistas como la pérdida de la nacionalidad; lanzando a los refugiados al mar y limitando las libertades democráticas. “Por el contrario, estas políticas de terror no hacen más que dar alimento a las organizaciones terroristas y cumplir el objetivo de reforzar el odio sectario y asfixiar a la sociedad. Reiteramos nuestra convicción de que nada podrá protegernos mientras nuestra sociedad siga fundada sobre la injusticia, la violencia y la exclusión, tanto al interior como al exterior de nuestros países. “En estas horas trágicas, la LCR honra a las víctimas luchando por un cambio radical de rumbo: por una política social generosa, basada en la solidaridad, las libertades democráticas y la lucha contra las desigualdades en nuestro país y en el mundo. “Defendiendo la vida es como se combate una política de muerte.” La pequeña voz de estos compañeros no está sola en Europa ni en el mundo. Hoy toda la izquierda y la democracia social europea está pronunciándose y uniendo y movilizando sus fuerzas contra este desborde aluvional de las barbaries. Sirvan estas líneas escritas con premura para traer algunas de aquellas voces entre nosotros. Son las mismas voces que en estas tierras se alzan, se movilizan y se organizan por Nestora Salgado, por Miguel Mirelles, por Berta Cáceres asesinada en Honduras, por Gustavo Castro allá en peligro de muerte; y también por Abel Barrera y Vidulfo Rosales y los compañeros de Tlachinollan, que se juegan cada día la libertad y la vida en defensa de los padres y madres de Ayotzinapa y de las desaparecidas y desaparecidos de Guerrero, y todos los defensores de derechos humanos que se las juegan en México y Centroamérica. Vuelvo a traer aquí la voz de Bolívar Echeverría en aquel escrito memorable: “Sólo un hecho impide hablar del siglo XX como de una época de barbarie. No se trata de la existencia de un nexo que, al unir una barbaridad con otra, les otorgue un
CORREO del SUR sentido trascendente. Se trata de la existencia de la Izquierda: una cierta comunidad de individuos, una cierta fraternidad, a veces compacta, a veces difusa, que ha vivido esta historia bárbara como la negación de otra historia deseada y posible a la que se debe tener acceso mediante la revolución. En virtud de la existencia de la Izquierda, la miseria de la vida moderna, la destrucción de los seres humanos y de la naturaleza en la ciudades y en los campos de la época industrial deja de ser un absurdo y se vuelve un acontecimiento histórico dotado de un sentido –negativo– y por tanto explicable”. Explicable, es decir, comprensible y accesible a la razón humana y, por lo tanto, al sentido y al sentir de los seres humanos, de nosotros en México y en el Norte y el Sur de este lado del mundo. Es cuanto nos dijo con otras palabras y por aquella misma época –1981– nuestro Luis Villoro en “El sentido de la historia”, breve ensayo deslumbrante incluido en el libro Carlos Pereyra (y otros), Historia, ¿para qué?, Siglo XXI, México. Es bueno regresar a él en estos días de barbarie y sinsentido. ht tp://w w w.jornada.unam.mx /2016/03/23/opinion/009a1pol
Terrorismo, valores europeos y medias verdades
Javier de Lucas “No es un atentado contra Bélgica. Es un atentado contra Europa”. Así se han expresado, entre otros Hollande y Merkel. También la Alta Representante Mogherini. “Los terroristas odian nuestros valores, nuestras libertades, nuestro modo de vida. Debemos reafirmar esos valores” es el mensaje que se repite por los portavoces de los Gobiernos europeos y por buena parte de los bienpensantes medios de comunicación. Lo malo es que esas reivindicaciones de los principios y valores europeos se producen cuando, a propósito de la respuesta a los refugiados, ha quedado más más claro que nunca que los gobernantes europeos no creen en esos principios y valores supuestamente europeos (en realidad, universales). No, cuando se trata de otros. Y no hablo sólo de esos otros que son sirios o afganos. No. Hablo de cómo se mira desde el corazón de Europa (sí, esa Bruselas atacada), a los europeos del sur que son Grecia o Italia, cuando éstos han de afrontar la gestión de las dificultades relacionadas con los flujos mixtos de inmigrantes y refugiados. ‘Cualquiera, menos yo’, parecen decir los Gobiernos europeos. Lo dicen los del grupo de Visegrad, sí; pero también Austria, Dinamarca, el Reino Unido… Hasta ahora, los Estados europeos no han hecho otra cosa que poner obstáculos a cualquier solución basada en la solidaridad europea: prefieren que se ocupen “ellos”. Y en última instancia, esos Estados han preferido que cargue con el muerto el otro-otro, un no europeo (Turquía).
El egoísmo nacional, lo que los expertos han llamado ‘proceso de renacionalización’, ha sido el gran obstáculo para actuar consecuentemente con los principios y valores que los europeos proclamamos como nuestros. Para gestionar solidariamente la crisis económica, para adoptar una verdadera política común europea. Sea donde sea donde miremos, los hechos nos demuestran que no hay un proyecto europeo común. Ni para un sistema fiscal común, ni para una respuesta europea solidaria ante la crisis.
Ni para una política europea común de Seguridad y defensa, ni para adoptar políticas europeas de inmigración y asilo. Nada de Europa, si se trata de pensar por encima del interés propio, si se trata de tomar en serio el principio (europeo) de solidaridad. Y, desde luego, según hemos podido comprobar a lo largo de 2015 y 2016, nada de libertad y justicia, de imperio de la ley, del Estado de Derecho y de los derechos, si hablamos de los derechos de los somalíes, eritreos, afganos e incluso sirios. Gentes que huyen del terrorismo que nos golpea ahora a nosotros. Gentes que han perdido a sus familias, a sus hermanos, padres, hijos, maridos, mujeres, a manos de los mismos terroristas. Terroristas que, en no poca medida, son dirigidos pos ex altos cuadros de las fuerzas armadas iraquíes desmanteladas (como el resto del Estado iraquí) por la política de la administración Bush tras la ocupación de Iraq. Medias verdades, sí. Es media verdad callar la relación entre esos atentados terroristas y la destrucción que sembramos en la guerra del Golfo y en la guerra de Iraq y en los supuestos procesos de reconstrucción de Iraq o Libia. Es media verdad callar nuestra complicidad durante cinco años de guerra en Siria. Complicidad por omisión: no hemos hecho nada para parar esa guerra. Complicidad activa: no hemos acordado ni siquiera un embargo de armas para los contendientes, porque ese es también nuestro negocio. Es media verdad callar sobre la constante instrumentalización partidista a propósito del terrorismo y sus víctimas, como sabemos bien en España, con el PP en la oposición y en el gobierno. Como acaba de escenificar C’s respecto a Podemos. Ya sé que lo que se estila ahora, la letanía que nos pedirán recitar, es esa de la apelación a “la unidad de los demócratas” entendida como cerrar filas, es decir, callar bocas, evitar críticas. Dicho con claridad: lo que pretenden precisamente es imponernos la renuncia a los mismos valores que dicen que debemos reivindicar frente a los terroristas que odian esos valores. Y hay que decir no. Que no nos callarán Que no dejaremos de disentir y criticar y denunciar lo que nos parezca inaceptable. Porque son nuestros gobernantes quienes de inmediato se dejan llevar por la demagogia que predica la necesidad de sacrificar libertades en aras de la seguridad, cuando sabemos perfectamente que sin libertades no hay seguridad que merezca la pena. No. Una vieja tradición nos señala que la paz es el resultado de la justicia. Por eso, frente al desafío del terrorismo, la respuesta no debe ser la guerra sin cuartel y a cualquier precio, como reitera el primer ministro Valls. No. Por supuesto que hay que tomar en serio la amenaza terrorista y combatirla con determinación. Pero esa determinación no es la del discurso belicista, la del regreso a la dialéctica amigo/enemigo, en la que todo se perdona a los hijos de puta si son nuestros hijos de puta, y nada se reconoce a quien no se pliega a nuestros intereses (que no a nuestros supuestos valores). Debemos invertir en inteligencia, en una política europea de inteligencia, que está muy lejos de ser real y eficaz a la vista de lo que sucede. Debemos invertir también en una verdadera política común europea de seguridad y defensa. Y hacerlo desde el primado de la ley y del Estado de Derecho. Con todo, eso no es suficiente. No lo será mientras nuestras palabras y nuestros hechos se contradigan de continuo. Mientras sembremos destrucción, desigualdad, corrupción allende nuestras fronteras. Mientras practiquemos dobles lenguajes y dobles raseros como lo hacemos ante inmigrantes y refugiados. Mientras continuemos nuestras falaces alianzas con fundamentalistas saudíes al tiempo que decimos condenar todo tipo de fundamentalismo. Mientras no pensemos en las consecuencias de nuestros actos antes de lanzarnos a aventuras supuestamente justicieras que a duras penas esconden afanes neocoloniales, expolio descarado de recursos ajenos. Mientras seamos nosotros mismos los que olvidamos o, peor aún, mancillamos nuestros valores y principios una y otra vez, no obtendremos paz. La paz es el resultado del control del poder por el Derecho, de la prioridad de los derechos humanos por sobre el beneficio de nuestras marcas, emprendedores o socios, de la inversión en cooperación equitativa. De dejar de despreciar a los que no tienen la suerte de no ser europeos o aliados de los europeos. http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/03/24/ t e r r o r i s m o _v a l o r e s _ e u r o p e o s _ m e d i a s _v e r d a des_46772_1023.html *Ingeniero agrícola, ecólogo y sociólogo, es dirigente de la LCR-SAP de Bélgica. **Historiador. Catedrático emérito de la UNAM. ***Catedrático de filosofia del derecho y filosofia política de la Universidad de Valencia.
CORREO del SUR
Domingo 3 de abril de 2016
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El proceso constituyente para la Ciudad de México. Una crítica Iván Jair Estrada Acero*
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ecientemente se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto donde se declaran reformadas y derogadas ciertas disposiciones de nuestra Constitución, mismas que vienen a transformar la estructura jurídica y política de la capital de nuestro país. Resulta importante adelantar que con la reforma no se ha erigido el estado número 32 de la República mexicana. Es decir, la Ciudad de México no cuenta todavía con la autonomía constitucional que caracteriza a las entidades federativas en un sistema federal. De ahí que, sin dejar de reconocer que cuenta con aspectos positivos, en el presente texto se pretende analizar y formular una crítica a la reforma política capitalina, específicamente en lo concerniente a los despropósitos del procedimiento que se seguirá para la instauración de una Constitución local, así como lo relacionado con el carácter sui generis de la Ciudad de México y la ausencia de autonomía constitucional. El proceso constituyente Los artículos transitorios de esta reforma política prevén la creación de una Constitución local para la Ciudad de México, la cual se encargará de redactar un órgano colegiado especial. Dicha asamblea ha sido severamente criticada debido a que la integrarán no solo un número reducido de representantes de la población capitalina, sino también individuos elegidos por el Jefe de Gobierno, la Cámara de Diputados, el Senado y el presidente de la República –quienes seguramente propondrán, deliberarán y votarán bajo la lógica de sus intereses partidistas[1]. Vale mencionar aquí que un concepto formal del poder constituyente o constituyente originario depurado de incrustaciones ideológicas se define —de acuerdo con el jurista italiano Riccardo Guastini— por su oposición a la de “poder constituido”. Es decir, todo poder “legal”, conferido y regulado por normas positivas vigentes; de tal manera, que por “constituyente” se entiende un poder excepcional encargado de instaurar una Constitución[2]. El jurista español Luis Sánchez Agesta establece que el titular del constituyente originario no es quien desea serlo ni quien se considera legitimado para serlo, sino quien puede. Esto es, el que está en la condición de tomar una decisión eficaz y emitir una norma fundamental vinculante[3]. Bajo esta idea, el poder constituyente podría presidirse por un monarca, un dictador, una oligarquía o por el pueblo. Si nos sujetamos a la primera noción tendremos que la asamblea prevista en la reforma política es un poder constituyente por tratarse de un órgano de carácter excepcional que de él emanará una Ley Fundamental; si acudimos a la segunda, es un poder constituyente porque no importa quién es su titular sino sus condiciones de emitir un documento vinculante y eficaz. En contraposición con las concepciones hasta ahora expuestas, la teoría democrática nos ofrece una noción ideoló-
gica del constituyente originario donde el sujeto titular del mismo sí juega un papel fundamental. Bajo esta perspectiva, el constitucionalista mexicano Jaime Cárdenas Gracia define al poder constituyente como “una fuerza, poder o autoridad política que tiene la posibilidad en situaciones concretas, para crear, garantizar o eliminar una Constitución … En condiciones democráticas el titular o sujeto del poder constituyente es el pueblo.”[4] Ahora bien, el concepto pueblo no debe agotarse en la representación política, mediante la cual solo algunos toman decisiones por otros. En la actualidad, desde la perspectiva democrática, “el pueblo debe comprender a la mayoría de los individuos que representan los diversos sectores sociales e ideológicos desde una sociedad y que están comprometidos con una idea de transformación y de inauguración de un nuevo régimen político, económico y social”[5]. Este último concepto es el que es defendido en la actualidad por el constitucionalismo democrático. Sin embargo, esta noción lamentablemente contrasta con la situación de la Ciudad de México, pues no es el pueblo quien decidirá su futuro sino un grupo privilegiado de políticos. Ausencia de autonomía constitucional Bajo la óptica del modelo federal, el que la Ciudad de México obtenga una Ley fundamental local implica el nacimiento de un estado miembro de la Unión. Sin embargo, la teoría constitucional nos lleva a concluir que no ha nacido una nueva entidad federativa. A continuación se explicará por qué. La autonomía constitucional es una nota característica del Estado federal. Dicha autonomía consiste en la facultad que tienen las entidades federativas (estados) para darse su propia Constitución y reformarla[6]. Si una unidad organizada de individuos no cuenta con autonomía constitucional, entonces, no se trata de un estado o entidad federativa. Al respecto la Constitución mexicana establece que: Artículo 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”. Artículo 41. El pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión, en los casos de la competencia de éstos, y por los de los Estados, en lo que toca a sus regímenes interiores, en los términos respectivamente establecidos por la presente Constitución Federal y las particulares de los Estados, las que en ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del Pacto Federal. El texto constitucional menciona el concepto “soberanía” debido a un error de los constituyentes de 1917. Es evidente que los estados no pueden ser soberanos dentro de un régimen federal. Más bien, lo que se quiso decir es que de acuerdo con el artículo 41 de la Constitución los estados son autónomos y se sujetan al contenido del pacto federal. Es
este último artículo el fundamento de la autonomía constitucional que permite a las entidades federativas emitir su propia Ley Fundamental. La Constitución de la Ciudad de México será redactada por actores ajenos a la misma: lo que significa —si somos fieles a lo anteriormente mencionado— que sus habitantes no ejercerán la autonomía constitucional mencionada. En consecuencia, la Ciudad de México no será, en sentido estricto, un estado de la unión. Contará con un documento, pero no emanado autónomamente ni mediante un poder constituyente democrático. Es importante aclarar que la doctrina del sistema federal no distingue entre estado y entidad federativa pues, de conformidad con ella, son absolutamente lo mismo. Si no se es un estado de la unión, tampoco se es una entidad federativa. No obstante, en este sentido, la reforma política viene a complicar más el escenario al establecer en la Constitución federal que la Ciudad de México es una entidad federativa (artículo 122) y, a su vez, que no es un estado miembro de la unión (artículo 44). A esta contradicción solo podemos dar la siguiente explicación: el desconocimiento de nuestros legisladores sobre la dogmática constitucional relativa al sistema federal.[7]. ¿Es entonces la Ciudad de México un estado o entidad federativa? La respuesta a dicha interrogante no puede ser encontrada en la Constitución federal, sino en la teoría del sistema federal. Así, debido a la interferencia de poderes constituidos en el proceso constituyente, la Ciudad de México no tendrá una Constitución emanada mediante el ejercicio de su autonomía. Por lo tanto, por carecer de autonomía constitucional, la Ciudad de México no es estado ni es entidad federativa. Para respaldar esta idea recordemos algunos puntos del decreto de la reforma política que merman la autonomía constitucional. La convocatoria para conformar la Asamblea Constituyente de la capital mexicana fue regulada por el poder revisor de la Constitución[8]; parte del contenido que habrá de tener la Constitución local ya está redactado por el decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación. Los poderes constituidos elegirán al 40% de los constituyentes en detrimento de la autodeterminación capitalina. De conformidad con el transitorio séptimo de la reforma política: “Es facultad exclusiva del Jefe de Gobierno del Distrito Federal elaborar y remitir el proyecto de Constitución Política de la Ciudad de México, que será discutido, en su caso modificado, adicionado, y votado por la Asamblea Constituyente, sin limitación alguna de materia”. Sin justificación alguna se faculta al Jefe de Gobierno de presentar un borrador de la Constitución que luego será revisado por la “Asamblea Constituyente”. El transitorio octavo de la misma dice: “Aprobada y expedida la Constitución Política de la Ciudad de México, no podrá ser vetada por ninguna autoridad y será remitida de inmediato para que, sin más trámite, se publique en el Diario Ofi-
cial de la Federación y en la Gaceta Oficial del Distrito Federal”. Circunstancia que impide a la ciudadanía de la capital ratificar por medio de un referéndum el contenido de su Ley Fundamental, como ha sucedió en procesos constituyentes recientes de otros países. Lo correcto habría sido que el poder revisor se hubiese limitado a declarar en la Constitución la existencia de un nuevo estado de la República mexicana, dejando a las autoridades de la Ciudad de México coordinar todo lo relativo a la Asamblea Constituyente, misma que se habría de conformar por los miembros elegidos a través del voto de los capitalinos, excluyendo de dicha selección a los poderes constituidos (tanto federales como locales). Por ello, no se puede concluir más que la ciudadanía capitalina no ejercerá autonomía constitucional alguna; por lo tanto, no emitirá su propia Constitución local, lo que significa que no se conformará un nuevo estado o entidad federativa. Aunado a ello, de acuerdo a la teoría política y democrática, no existirá un poder constituyente sino una asamblea extra ordine encargada de mantener el carácter sui generis de la Ciudad de México. *Estudiante de la licenciatura en derecho por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. [1] Para mayor precisión el Constituyente Originario será conformado por 100 miembros: 60 electos a través del voto directo de los capitalinos (asignados bajo el principio de representación proporcional); 14 miembros elegidos por la Cámara de Diputados; 14 por el Senado; 6 directamente por el Jefe de Gobierno; y los 6 restantes por el Presidente de la República. [2] Guastini, R. ed., (2001). Estudios de teoría constitucional. 1st ed. Ciudad de México: Miguel Carbonell, pp.40-41. [3] Sanchez, Luis. “Principios de teoría política”. Madrid, Editorial Nacional, 1979, pp. 364-366. [4] Austidillo, C., & Córdova, L. Coord. (2016). Reforma y control de la Constitución (1st ed., pp. 39-40). Ciudad de México: Miguel López Ruiz y Erick Raúl Chávez Sánchez. Recuperado de: http://biblio. juridicas.unam.mx/libros/6/2955/4.pdf. [5] Serna de la Raza, J. (2009). Procesos constituyentes contemporáneos en América Latina. Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, pp.170-171. [6] Carpizo, J. and Madrazo, J. (1991). Derecho constitucional. Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, p.99. [7] El legislador democrático es aquel que conforma el órgano constituido denominado poder revisor de la Constitución. En la teoría constitucional se le distingue del legislador ordinario, quien es miembro del Poder Legislativo. [8] Nos referimos al poder regulado en el artículo 135 de la Constitución Política, mismo que no debe ser confundido con el Poder Constituyente. Mientras que el poder revisor es a su vez un poder constituido; el Constituyente es un acontecimiento extra-jurídico, fáctico y provisional.
¿Gato por liebre? Notas estratégicas sobre la visita de Obama a Cuba Santiago Pérez Benítez La pupila insomne
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a vista del Presidente Barack Obama a Cuba ha revelado aspectos estratégicos en su política hacia la isla, América Latina y otras partes del mundo. Entre ellos se encuentran: Prioridad al tema Cuba. Está claro que para el Presidente Obama, Cuba ha resultado un asunto de primera atención desde el 17 de diciembre del 2014. Esta propia visita, de prácticamente tres días, la composición de su delegación, así como la cobertura mediática que le han brindado los grandes medios ejemplifican esta prioridad. Cuba ha sido uno de los pocos temas positivos del “legado de Obama” y donde ha conseguido el apoyo de la opinión pública norteamericana, cubana y de prácticamente todos los gobiernos de América Latina y del mundo. Excepcionalidad de EEUU. También Obama ha sido el único presidente que ha visitado Cuba y que se ha sentido con el derecho de criticar públicamente, exhortar y presionar al liderazgo cubano y a los sectores sociales a que realicen “cambios” en la sociedad. En cualquier manual de ciencia política a esto le llamarían “arrogancia del poder” e injerencia en los asuntos internos de Cuba. Ello parte de la noción de que a EEUU, por ser excepcionales, les asiste este derecho, aplicado además a la isla, que consideran parte de su esfera de influencia. Está claro que también hay un componente de colocación de Obama ante las presiones del establishment norteamericano [1] (recordar que EEUU no es sólo Obama, y que éste abandona la presidencia en 9 meses). Dicho establishment le demanda presionar a Cuba y lograr “avances concretos” en la agenda de EE.UU, ante la percepción de que Cuba no ha hecho las concesiones esperadas. Desmontaje del antimperialismo. Todo el despliegue oratorio, simbólico de Obama, de Michelle, y su actuación en Cuba han estado destinados, entre otros objetivos, a desmontar la imagen histórica negativa que ha tenido EEUU en el pueblo cubano, y que tiene profundas raíces y motivos. [2] Extensión a América Latina. Si logran llevar a las mentes latinoamericanas que EEUU ya no persigue una visión imperialista con Cuba, lo que complementarían con el viaje simbólico a Argentina, y el pedido de perdón por el apoyo a la junta militar argentina en los setenta, Washington se ubicaría en una mejor posición política y de imagen ante el continente [3]. Esto les ayudaría a demostrar que la actual ofensiva de la derecha no tiene que ver con EEUU y que es resultado de los problemas propios de la izquierda venezolana, brasileña y de los demás países progresistas. EEUU busca reacomodar su lacerada hegemonía ideológica, social y política en el continente, que ven como propio, ante el avance de otros actores internacionales y la crisis regional. Política de cambio de régimen, ampliada. Si bien se mantiene la política de legitimar a la contrarrevolución interna y de darle proyección internacional como elementos de subversión; la nueva proyección de Obama busca extender la influencia norteamericana a toda la sociedad cubana, sobre todo a los sectores identificados en esta visita; religiosos, cuentapropistas, jóvenes, la llamada sociedad civil y funcionarios estatales y partidistas. De manera directa Obama incluyó en la ecuación del “cambio de sistema” la participación de la comunidad cubana en EEUU como gestora de las modificaciones al interior de Cuba y de la “reconciliación”. El nuevo matiz, además, estriba en el llamado “leading from behind” que ha aplicado la Doctrina Obama, y que en este caso se traduce en que se haga el “cambio” con las manos de “otros”, reduciendo la visibilidad de las agencias, Embajadas, actores gubernamentales, sociales, de negocio y no gubernamentales de EEUU. El argumento vendido por el mediático Presidente al gran público fue que la clave de su curso era la “preo-
cupación” por el bienestar del pueblo cubano y que los cambios “sugeridos” y las acciones de EEUU sólo buscarían dicho bienestar. En esta lógica de “encantamiento” se incluyen las acciones populistas y mediáticas que realizó el inquilino de la Casa Blanca en Cuba, típicas de sus campañas electorales al Senado y a la Presidencia de la Unión, sólo que muy bien aplicadas al entorno e idiosincrasia nacionales. Forma parte de la estrategia la llamada “paciencia estratégica” reflejada en la Estrategia de Seguridad Nacional de enero del 2015, y que para Cuba implicaría esperar que los “cambios” se sucedan de manera “natural”, sobre todo después que desaparezca la dirección histórica del país [4]. Es sabido que EEUU monitoreará y liderará todos estos procesos con su línea multidimensional de influencia política, económica, cultural, de valores, acciones encubiertas y a través de los intercambios con los cubanos. Flexibilización paulatina del bloqueo. Con esta visita la poca legitimidad política que le quedaba al andamiaje del bloqueo fue erosionada aún más por el propio Obama, lo que resultó sin dudas positivo. Se ha reflejado claramente durante las acciones pre y durante la visita la táctica de no hacer los cambios posibles en el área del bloqueo de manera integral, rápida, sino paulatina, medida a medida, con la tónica de ir calibrando sus consecuencias y “medirles el aceite”. También se busca utilizar las futuras flexibilizaciones como zanahorias para propiciar los cambios en Cuba por parte de sus autoridades, previendo ulteriores problemas económicos de la Isla por el debilitamiento de sus principales aliados internacionales. Interés en hacer el curso actual irreversible. Con la adopción de las medidas positivas de estos últimos días en el ámbito económico, incluyendo el uso del dólar, la mayor facilidad para los viajes, la autorización a negocios conjuntos en el área hotelera, el acuerdo para la realización de vuelos y viajes marítimos, entre otros, la Administración busca desatar dinámicas en los vínculos bilaterales y de cooperación que resulten difíciles de revertir en el futuro por próximas administraciones, menos comprometidas en la relación con Cuba, independientemente de su signo. El apoyo que ha tenido de sectores empresariales y en general de la sociedad norteamericana ha sido importante, y la aparición de intereses concretos, junto a la solución de problemas comunes con Cuba, ha sido también otro de los objetivos estratégicos de la política de EEUU que deben ser tenidos en cuenta a la hora de hacer un balance más profundo de las relaciones bilaterales. Coincido con el politólogo Rafael Hernández que señala que antes Cuba y EEUU se encontraban enfrentados en un ring de boxeo, mientras que ahora el enfrentamiento pasa a darse ante un complejo tablero de ajedrez. Los norteamericanos tuvieron la brillantez de un Fisher, pero los cubanos las de un Capablanca. Creo que el ajedrez es, sin dudas, deseable, aunque hace pensar más a Cuba, con mayor previsión, y de manera más novedosa y flexible. Al mismo tiempo, sugeriría no olvidar los entrenamientos que demanda el boxeo y otros deportes de combate. EEUU es, simplemente, impredecible…. Notas: [1] En excelente artículo de la Revista Atlantic sobre la llamada Doctrina Obama, basado en entrevistas al Presidente, éste menciona el peso que tiene en Washington el llamado establishment de política exterior y las presiones que se ejercen sobre la Casa Blanca. Cfr. “The Obama Doctrine”. Jeffrey Goldberg. “The Atlantic”. Número de abril 2016. [2] En una entrevista a la cadena ABC durante la visita, Obama expresó “Durante 50 años ellos han usado la agresión de EEUU o los intereses nuestros en el cambio de régimen como una excusa para explicar porqué tienen que protegerse de la disidencia dentro de Cuba (…) lo que he indicado es que no podemos forzar los cambios en Cuba- pero si podemos hacer y, haremos, es de-
CORREO del SUR Director General: León García Soler
fender los derechos que nosotros consideramos universales”. Programa “World News tonight with David Muir”. ABC News.com. 21 de marzo, 2016. [3] Previo a la visita, el Asesor de la Casa Blanca Ben Rhodes ha expresado que “Nuestra apertura hacia Cuba también nos ha creado nuevas posibilidades en América Latina, región que de manera uniforme se oponía a nuestra política y que ahora da la bienvenida a nuestro nuevo comenzar” Ben Rhodes. President Obama is going to Cuba. Here’s why. The White House. 18 de febrero 2015. [4] En una entrevista el pasado año, Obama daba las claves de su estrategia “Nuestra teoría original sobre el tema no es que veamos de manera inmediata los cambios ni un debilitamiento del control del régimen de Castro, sino de que con el paso del tiempo vas creando las bases para una transformación sustancial”. Entrevista a Olivier Knox, Yahoo News, 14 de diciembre 2015. Santiago Pérez Benítez es Investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional.
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