Número 481 Marzo 6, 2016
Chávez, tres años después Privar del derecho al voto es un crimen La desigualdad contra la libertad Bienvenido presidente Obama Dos años de Podemos. ¿Están los pesticidas detrás de la muerte masiva de las abejas?
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CORREO del SUR
Chávez, tres años después Atilio A. Boron*
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oy se cumplen tres años de la desaparición física de Hugo Chávez Frías, venezolano y latinoamericano como su numen político Simón Bolívar. Con su muerte, cada vez más sospechada de haber sido un homicidio biotecnológicamente planificado y ejecutado, se apagó el principal motor de los procesos de unidad e integración de los pueblos y estados que constituyen Nuestra América. Y como es sabido, si hay una constante en la política del imperio hacia estas zonas al Sur del Río Bravo es que todo intento de unión o integración debe ser combatido con total intransigencia. Washington ha sido invariablemente fiel a esta máxima desde los tiempos del Congreso Anfictiónico convocado por Bolívar en 1826 en la ciudad de Panamá, por entonces parte de la Gran Colombia creada por inspiración de aquél en el Congreso de Angostura en 1819. La Casa Blanca ha aplicado ese principio geopolítico desde entonces, independientemente del color político (o el de la epidermis) del ocupante de turno en la mansión presidencial. Lo estamos viendo ante nuestros propios ojos en estos días. En una América Latina atontada por las agresiones del neoliberalismo de los noventas y deslumbrada por los espejitos de colores que prometía el neocolonialismo con su fetichismo consumista irrumpió Hugo Chávez desde Caracas. Lo hizo como una fuerza desatada de la naturaleza, para sacar a los latinoamericanos de su sopor e invitarlos a librar una nueva y decisiva batalla contra el imperialismo y por nuestra segunda y definitiva independencia. Y lo pudo hacer porque, para utilizar el elogio que Lenin le dedicara a Rosa Luxemburgo, Chávez era un águila que volaba más alto y veía más lejos que todos los demás. Su llamado bolivariano y martiano al principio fue desoído; luego fue escuchado con incredulidad por políticos que presumían de ser “realistas” y no lo eran; después con suspicacia y finalmente, gracias a su enorme capacidad de persuasión, aceptado como la única vía de entrada digna al siglo veintiuno. Chávez movilizó y excitó las ansias emancipatorias de
pueblos y naciones sumidos por siglos en la opresión. Voltea en Venezuela la primera ficha de un dominó que luego recorrería todo el continente: la segunda caería en Brasil con Lula en el 2002 para seguir con Kirchner en Argentina, en el 2003; con Evo y Tabaré Vázquez en Bolivia y Uruguay, en el 2005; con Correa en Ecuador, en el 2006 y en ese mismo año con Ortega en Nicaragua y Zelaya en Honduras; con Cristina en el 2007; con Lugo en Paraguay en el 2008 y Funes en El Salvador, en el 2009, despejando el camino para que el ex Comandante del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, asumiera la presidencia de ese país en el 2014. En el 2010 José Mujica ratificaría la hegemonía del Frente Amplio y conquistaría la presidencia del Uruguay, misma que en el 2015 volvería a recaer en las manos de Tabaré Vázquez. Basta con recordar esta radical modificación del mapa sociopolítico latinoamericano para calibrar el imperecedero espesor político de la herencia chavista. Este nuevo ciclo, que algunos llaman “progresista” y que se apresuran a dar por muerto, combina procesos de ascenso de masas de diversa naturaleza -algunos más radicales, otros menos- pero con un signo común: su enfrentamiento, más o menos abierto según los casos, con los designios del imperialismo norteamericano. Pruebas al canto: el rechazo del ALCA, en Mar del Plata, en donde Chávez logró el decisivo apoyo del anfitrión de la Cumbre de las Américas, Néstor Kirchner, y el no menos fundamental de Lula, arrastrando a casi todos los demás. Estados Unidos todavía no se recupera, más de diez años después, de esa, su mayor derrota estratégica y geopolítica en el hemisferio. Tuvo que admitir el rotundo fracaso de su política cubana que, en palabras de John Kerry, concebida para aislar a Cuba terminó aislando a los Estados Unidos. Tuvo que lanzar un plan criminal para tratar de eliminar al chavismo de la faz de la tierra; logró hacerlo físicamente con Chávez pero el chavismo sigue, acosado, atacado, pero aún de pie y luchando. Y, pese a las campañas desestabilizadoras para acabar con los gobiernos de inspiración bolivariana, en Bolivia Evo tiene aún tres años de mandato y en Ecuador no se percibe ninguna figura o coalición política que pueda derrotar a Alianza País en las
elecciones de Febrero del 2017. La Argentina fue la gran decepción, por una derrota absurda producto de una serie interminable de errores y desaciertos que terminaron instalando a una fuerza conservadora en la Casa Rosada. Pero aún así, en medio de esta verdadera “guerra de reconquista” que ha lanzado el imperio para volver a subordinar a los países del área a la hegemonía norteamericana el legado de Chávez sigue vigente en la UNASUR, en la CELAC, en el ALBA, en Petrocaribe, en el Banco del Sur (boicoteado a muerte pero aún con chances de sobrevivir a tanta mezquindad y estupidez políticas) en TeleSUR, en la Radio del Sur. Vivo también en una de sus iniciativas más nobles: la convocatoria, que sólo él pudo hacer, para iniciar los Diálogos de Paz entre las FARC-EP y el gobierno de Colombia en La Habana y poner fin a medio siglo de guerra civil. Por eso, en un alarde de cobardía sus enemigos hoy se ensañan con su obra. Lo vituperan porque saben que ahora, ya muerto, ese hombre, militar y humanista a la vez, dueño de una insaciable sed de saber y de una erudición sólo comparable a la de Fidel, no puede responderles. De no mediar por tan infeliz circunstancia, las ilustres mediocridades que constituyen el grueso de sus enemigos no podrían haber resistido más de quince minutos en un debate sobre temas de política, economía o cultura. Se desgañitan pregonando los errores de su gestión, y la de su sucesor, Nicolás Maduro. Pero, a la hora de realizar un balance (porque no conozco ningún gobierno que haga todo bien o todo mal, ni siquiera el Vaticano, como lo recordaba con indisimulada ironía Nicolás Maquiavelo) los aciertos históricos de Chávez exceden con creces sus errores, allí donde y cuando los hubiera cometido. Y esto es lo que importa y por eso, a tres años de su muerte, su legado sigue vivo en nuestros pueblos. Su ferviente llamado a la unidad, a la resistencia ante el imperialismo, es tan actual hoy como ayer. Por eso Chávez vive, como Camilo Torres, asesinado hace cincuenta años, como el Che, asesinado hace cuarenta y nueve años. Por eso recordarlo es un deber al que ningún revolucionario debe renunciar. *Director del PLED, Centro Cultural de la Cooperación Fuente: Rebelión
CORREO del SUR Amy Goodman y Denis Moynihan
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hora que ha quedado atrás el “supermartes” y que se ha reducido la cantidad de candidatos a la presidencia con la suspensión de la campaña del Dr. Ben Carson, se avecina una elección general que probablemente rompa con todos los paradigmas. “En estas elecciones hay más en juego que nunca antes”, dijo la candidata demócrata Hillary Clinton en el discurso que pronunció después de haberse declarado su victoria sobre el senador Bernie Sanders en siete de los once estados que tuvieron elecciones en el supermartes. Mientras Donald Trump se aproxima a paso firme a alcanzar la nominación republicana para la presidencia, coleccionando una victoria tras otra además de un insulto tras otro, el Partido Republicano se encuentra en caos y hay quienes pronostican que el tradicional partido va camino a una histórica escisión. La campaña electoral hasta la fecha ha sido muy bien descrita por una línea del subtitulado del reciente debate republicano: “Gritos ininteligibles”. La atmósfera circense enmascara las declaraciones profundamente inquietantes que han realizado varios candidatos que avivan la llama del racismo, la supremacía blanca y la xenofobia. Ello desvía además la atención de un déficit crucial presente en nuestra democracia, que se continúa agravando: el ataque al derecho al voto y, en especial, la masiva privación del derecho al voto a casi cinco millones de estadounidenses, la mayoría de ellos, personas de color. La raza ha sido un tema decisivo en la campaña de cara a las elecciones 2016. Del lado republicano, hay declaraciones abiertamente racistas del candidato favorito Donald Trump, que ha despotricado contra los mexicanos, a quienes calificó de “violadores”, y que se ha negado a condenar al ex “gran mago” del Ku Klux Klan David Duke luego de que Duke expresara que lo apoya. En relación a un manifestante afroestadounidense atacado por sus simpatizantes durante uno de sus actos, Trump solo tuvo para decir: “Tal vez deberían haberle dado una paliza”. Trump defiende además con orgullo su reiterada publicación en twitter de una cita del dictador italiano Benito Mussolini. Cuando Chuck Todd de NBC le preguntó si quería que se lo asociara con un fascista, Trump le respondió: “Quiero que me asocien con las citas interesantes”. Los republicanos temen que la posible candidatura de Donald Trump le cueste a su partido no solo la pérdida de la Casa Blanca sino también el control del Senado y de la Cámara de Representantes. Es allí donde entra en juego la avalancha de leyes que limitan el derecho al voto. La Unión Estadounidense por las Libertados Civiles ha señalado que
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Privar del derecho al voto es un crimen
diez estados implementarán nuevas leyes que restringen el derecho al voto, las cuales afectarán a unos 80 millones de votantes y podrían resultar determinantes en la asignación de 129 votos electorales de los 270 que se necesitan para ganar las elecciones. Dale Ho, de la ACLU, escribió: “Estas leyes van desde la imposición de nuevos obstáculos para el registro en los padrones electorales a limitaciones a la votación temprana o a estrictos requisitos de identificación del votante”. Negarle el derecho a votar a aquellas personas que han sido condenadas por cometer delitos es otra forma de impedir la participación de votantes a gran escala. Si bien cuenta con solo el 5% de la población mundial, Estados Unidos alberga al 25% de los prisioneros del mundo. Las leyes varían de un estado a otro. Maine y Vermont permiten que los prisioneros voten, pero desde 2014, según The Sentencing Project, todos los demás estados y el Distrito de Columbia cuentan con alguna forma de privación del derecho al voto a consecuencia de un delito grave. En doce estados, el derecho a votar se revoca de forma definitiva. Lo que significa que la persona no podrá volver
a votar, ni siquiera una vez que haya cumplido su sentencia y pagado su deuda a la sociedad. Esos estados son Alabama, Arizona, Delaware, Florida, Iowa, Kentucky, Mississippi, Nebraska, Nevada, Tennessee, Virginia y Wyoming. Según un estudio desarrollado en 2002 por los sociólogos Christopher Uggen y Jeff Manza, “si se hubiera permitido votar a los convictos a quienes se revocó el derecho al voto en Florida, el candidato presidencial demócrata Al Gore habría sin duda ganado en ese estado y, por lo tanto, en las elecciones nacionales”. En un informe de 2014, la organización The Sentencing Project resumió: “A nivel nacional, uno de cada trece adultos afroestadounidenses no puede votar a consecuencia de una condena por delito grave y en tres estados, Florida, Kentucky y Virginia, a más de uno de cada cinco adultos afroestadounidenses se les ha revocado el derecho al voto”. Ari Berman, autor de “Give Us the Ballot: The Modern Struggle for Voting Rights in America” (en español: “Dennos el voto: La lucha moderna por el derecho al voto en Estados Unidos”), dijo en el noticiero de “Democracy Now!”: “Más de cinco millones
de estadounidenses no pueden votar debido a las leyes que imponen la suspensión del derecho al voto a los convictos. La privación del derecho a votar es otro legado de Jim Crow contra el que todavía estamos luchando hoy en día”. Este es solamente uno de los muchos impactos devastadores de la encarcelación masiva en Estados Unidos. Y los republicanos no son los únicos responsables. Es por eso que los activistas del movimiento Black Lives Matter han interrumpido actos de campaña de candidatos presidenciales demócratas. Durante un reciente evento privado de recaudación de fondos para Hillary Clinton llevado a cabo en Charleston, Carolina del Sur, Ashley Williams desplegó una pancarta en la que podía leerse: “Debemos llamarlos al orden”, en alusión a los polémicos comentarios efectuados por Hillary Clinton en 1996 acerca de un sector de la juventud a la que calificó como “jóvenes superdepredadores”. Clinton expresó en ese momento: “Generalmente son el tipo de jóvenes a quienes llaman superdepredadores. No tienen conciencia ni empatía. Podemos hablar de los motivos por los que terminaron así pero
primero debemos llamarlos al orden”. Ashley Williams enfrentó a Clinton y le dijo: “No soy una superdepredadora”. Tras su intervención, Williams fue rápidamente expulsada del lugar. Durante el llamado supermartes, una joven somalí-estadounidense también confrontó a Clinton en Minneapolis a propósito de los mismos comentarios. Las luchas por la justicia racial y por el derecho al voto están estrechamente vinculadas. En este año de elecciones con la mira puesta en la Casa Blanca, la cuestión racial es, sin lugar a dudas, un tema central. Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@ democracynow.org Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur. Fuente: Democracy Now!
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CORREO del SUR
La desigualdad contra la libertad Chris Dillow
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omo argumento libertario a favor de Bernie Sanders, Will Wilkinson subraya la extraña premisa de la derecha libertaria que concibe la desigualdad como contraria a la libertad. Señala también que Dinamarca, el tipo del país que Sanders reclama como modelo para los Estados Unidos, goza de una libertad económica mayor que la República federal norteamericana. Por ello, argumenta que “los liberales libertarios no deberían preocuparse por la posibilidad de tener un presidente socialdemócrata que admire Dinamarca y abogue por la gestión pública”. El de Will no es un argumento extraño. El cuadro muestra unos datos de la desigualdad de renta (tomados del Banco Mundial) contrapuestos al índice de libertad de empresa desarrollado por la Fundación Heritage (que mide las normas que los gobiernos imponen a las empresas) con respecto a más de 26 Estados. Se puede observar una ligera correlación negativa entre estos dos aspectos, de 0,16. Si con esto consigo algo, sería predisponer el cuadro en contra del argumento que pretendo defender: si excluyese a Malasia (que presenta altos niveles de libertad y de desigualdad) o si incluyese a Chile (desigual y con menor de libertad) la correlación negativa sería todavía más notable. La desigualdad no solo reduce la libertad de los trabajadores, sino que también reduce la libertad de los empresarios. Will defiende esto porque los países con modelos de imposición y redistribución fiscal deben contar con una economía saludable, lo cual requiere libertad de empresa. Yo sospecho que hay otros dos factores que se deben tener en cuenta. Uno de ellos es que a muchos de los ricos no les interesa la libertad económica. Su deseo es proteger de la competencia a las instituciones extractivas y al poder monopolístico de aquellos que lo poseen. En consecuencia, están a favor de las regulaciones burocráticas, ya que la carga que suponen es mayor para las empresas pequeñas que para las grandes. Este punto explica por qué en América latina, por ejemplo, la desigualdad y la falta de libertad van de la mano. En segundo lugar, el pueblo reclama justicia. Si no pueden alcanzarla a través del mercado, lo pedirán en las urnas electorales, mediante normas estatales. Tal como señalan Philippe Aghion y otros colegas, existe una correlación negativa entre el tamaño de los sindicatos y los salarios mínimos: las leyes que establecen salarios mínimos suelen darse en países donde los sindicatos son más débiles. Las regulaciones, en este sentido, son el sustituto de unos sindicatos fuertes (un mal sustituto, me temo, dado que son menos flexibles). A través de estos mecanismos es cómo la desigualdad se hace contraria a la libertad, incluso en el sentido más estricto y libertario-conservador del término. Dicho esto, no se puede extraer la conclusión de que las personas que desean mayor igualdad de renta vayan, necesariamente, a promover la libertad económica. Quizás tenga razón Megan McArdle al decir que Sanders no puede o no pretenderá hacerlo. No obstante, cabe preguntar qué tipo de instituciones y políticas igualitarias pueden servir para ampliar la libertad. Desde mi punto de vista, la respuesta es clara: aquellas que incrementen el poder adquisitivo de los trabajadores. Esto implica la concurrencia de pleno empleo y trabajo garantizado; sindicatos más fuertes y una renta básica ciudadana. Este argumento se explica porque si los trabajadores tienen la capacidad de negociar salarios y condiciones mejores, así como la libertad real de rechazar las condiciones explotadoras de sus jefes, no sería necesaria una amplia legislación aplicable a la empresa. Así, una igualdad mayor y la reducción de las trabas burocráticas van de la mano. Las que no van de la mano, en el mundo real, son la desigualdad y la libertad. Los llamados libertarios de derecha están, por lo tanto, obligados a elegir: se puede ser un defensor de los ricos o un defensor genuino de la libertad, pero no ambas cosas.
CORREO del SUR Miguel Crispín Sotomayor En Cuba, como en la mayor parte del mundo, cualquier noticia relacionada con el papa Francisco es de interés tanto para religiosos como para quienes no lo somos. El hecho de ser latinoamericano y por demás mantener una posición que pudiéramos llamar revolucionaria, en lo que concierne a la defensa de los más desposeídos y dentro de su propia iglesia, fue la causa de que el anuncio de su visita al país y la realización de esta fueran motivo de alegría para la inmensa mayoría de la población. Teníamos la confianza de que solo nos traería mensajes de paz y deseos de prosperidad para el pueblo cubano. Él nos dijo durante su homilía en la Plaza de la Revolución: “Hoy los invito a que cuiden esa vocación, a que cuiden estos
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Bienvenido presidente Obama, esperamos que se comporte como un invitado a nuestra casa dones que Dios les ha regalado, pero especialmente quiero invitarlos a que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos. No los descuiden por proyectos que puedan resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su lado”. “La importancia de un pueblo, de una nación; la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. En eso encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad”… Hace unos días se anunció, para el 21 y 22 del presente de mes, la visita a Cuba del Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Hussein Obama, la que con independencia de los resultados es y será histórica. Seguramente se recibirá con los honores oficiales correspondientes y con la acostumbrada hospitalidad de los cubanos, pero, no con las mismas expectativas, para bien nuestro, con que fue recibido el Santo Padre, pues en declaraciones públicas ha dado a conocer sus propósitos con respecto a Cuba, los que por conocidos resultan innecesarios mencionar y continúan las criminales medidas del bloqueo, muchas de las cuales hubiera podido ir eliminando o atenuando. Tampoco han cesado los ataques a nuestro país, como el ocurrido recientemente en el Consejo de Derechos Humanos donde el Sr. Antony Blinken, Subsecretario de Estado de los Estados Unidos, criticó a un grupo de países, entre ellos a Venezuela, China, Rusia y Cuba, sobre esta dijo que Obama enfatizará sobre la importancia de que el pueblo cubano sea libre de elegir a sus dirigentes, de expresar sus ideas y de que la sociedad civil pueda florecer. Este señor desconoce que el pueblo cubano ha sido verdaderamente libre a partir de que se liberó el primero de enero de 1959 de las garras de su país. Si es ese, como parece ser, el mensaje que nos trae Obama a nuestra casa, es oportuno recordarle la posición declarada por la Revolución Cubana y con ella del pueblo de Cuba, expresada en diversas ocasiones por nuestro Presidente, el General
de Ejército Raúl Castro Ruz: “... reiterada disposición a sostener con el Gobierno de los Estados Unidos un diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo…” Conocemos bien las intenciones de este y otros gobiernos estadounidenses que a lo largo de más de 55 años, y mucho antes, nos han agredido, lo hemos sabido por experiencia propia, por quienes nos han guiado durante la resistencia a sus agresiones y por los próceres de nuestra independencia. A finales de julio de 1870, en una carta a José Manuel Mestre, representante diplomático del Gobierno de la República en Armas, Carlos Manuel de Céspedes, iniciador de la primera guerra contra España por la independencia de Cuba, Padre de la Patria, le expresa: “Por lo que respecta a los Estados Unidos tal vez esté equivocado, pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación y entretanto que no salga del dominio de España, siquiera sea para constituirse en poder independiente; éste es el secreto de su política y mucho me temo que cuanto haga o proponga, sea para entretenernos y que no acudamos en busca de otros amigos más eficaces o desinteresados.” Años después, José Martí, el Apóstol de la Independencia de Cuba y Héroe Nacional, el 18 de mayo de 1895, día anterior a su muerte en combate, dejó inconclusa una carta a su amigo mexicano Manuel Mercado y entre otras cosas referidas a los Estados Unidos le dice: “…ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”. Y más adelante: “En silencio
ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para logradas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias pª alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos, —como ese de Vd. , y mío,— más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal q. los desprecia, —les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas; — y mi honda es la de David”. El 13 de diciembre de 1964 el comandante Ernesto Che Guevara compareció ante las cámaras de televisión de la Columbia Broadcasting System (CBS) para ser entrevistado en el programa “Face the Nation” (Ante la Nación). En el que le formularon preguntas Paul Niven, corresponsal de la C.B.S.; Richard C. Hottelet, corresponsal de la CBS en Naciones Unidas, y Tad Szulc, de la Oficina de Nueva York del “New York Times”. El Sr. Hottelet le hizo algunas preguntas acerca de las relaciones Cuba- Estados Unidos, que recibieron la correspondiente respuesta del Che: Sr. Hottelet: Doctor Guevara: Washington ha dicho que hay dos condiciones políticas para el establecimiento de relaciones normales entre Estados Unidos y Cuba. Una, abandono de sus compromisos militares con la Unión Soviética. La otra; el abandono de la política de exportar revolución a América Latina. ¿Ve usted alguna posibilidad de cambio en cualquiera de estos dos puntos? Comandante Guevara: En absoluto. No ponemos condición de ninguna clase a Estados Unidos. No queremos que ellos cambien su sistema. No pretendemos que cese la discriminación racial en Estados Unidos. No ponemos condición alguna para el estable-
cimiento de relaciones, pero tampoco aceptamos condiciones... Sr. Hottelet: Pero mi pregunta es si usted aceptaría estas condiciones establecidas por Estados Unidos para la reanudación de relaciones normales. Comandante Guevara: No aceptaremos condición alguna de Estados Unidos. No aceptaremos condición alguna impuesta a nosotros por Estados Unidos. En fecha reciente, en el mensaje del Líder de la Revolución Cubana: “Para mis compañeros de la Federación Estudiantil Universitaria, publicado por www. cubadebate.cu y otros medios, el 26 de enero de 2015, expresó: “No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Defender la paz es un deber de todos. Cualquier solución pacífica y negociada a los problemas entre Estados Unidos y los pueblos o cualquier pueblo de América Latina, que no implique la fuerza o el empleo de la fuerza, deberá ser tratada de acuerdo a los principios y normas internacionales. Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos” (…) . Los cubanos no olvidamos aquella frase del Che en que uniendo dos dedos nos dijo: “al imperialismo no se le puede creer ni un tantico así, ¡nada!”. Indudablemente que recibiremos a Obama como merece, él tendrá la oportunidad de conocer de cerca un pueblo dispuesto a seguir defendiendo la revolución y los principios de su sistema político, económico y social. Revolución y sistema político que nos pertenecen a todos los cubanos que por tantos años hemos trabajado, resistido agresiones y un bloqueo criminal; y que ha compartido con otros pueblos no lo que le ha sobrado sino lo que con gran esfuerzo ha logrado alcanzar. Defenderemos nuestra soberanía, independencia y socialismo al precio que sea necesario. Fuente: Rebelión.
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CORREO del SUR
Dos años de Podemos. Rodrigo Amírola y Julio Martínez-Cava “Un poco de internacionalismo aleja a los hombres de su patria, mucho internacionalismo los devuelve a ella” Jean Jaurés
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ste texto fue escrito con el objetivo de reabrir un debate o mejor para redefinir los términos del mismo. No buscaba fijar definitivamente una serie de posiciones ni zanjar los problemas mencionados, sino agitar las mentes inquietas y ávidas de pensamiento estratégico en un momento político tan definido por la táctica. En un contexto de impasse en el que el ciclo electoral no acaba de cerrarse y todas las cámaras apuntan al Parlamento, creímos necesario pararnos a reflexionar sobre qué hacer desde una perspectiva más amplia. Especialmente en un momento en el que determinadas tendencias izquierdistas comenzaban a reactivar la consabida propaganda movimientista (“hay que volver a las calles”) como una suerte de redención ante la incomodidad del asalto institucional o como un tipo de corrección de los errores cometidos en años anteriores. Nos consta que el texto ha sido leído con cierto interés dentro de Podemos y ha sido utilizado para discutir del momento político en el que nos encontramos. Esperamos que el debate pueda continuar y esta contribución como otras se han tenido en cuenta a la hora de abrir nuevas discusiones. Y, frente a aquellos que buscaran ahora colgarse las medallas de la vuelta a la pureza del origen, sólo recordar cómo decidió Marx comenzar su opus magnum: “Contra los prejuicios de la llamada opinión pública, a la que nunca he hecho concesiones, tengo por divisa el lema del gran florentino: Segui il tuo corso, e lascia dir le genti!” [¡Sigue tu camino y deja que la gente murmure! (Dante. La divina comedia, El purgatorio, canto V, parafraseado.)]
Viejas preguntas que necesitan de nuevas respuestas Calmadas – quizás por poco tiempo – las aguas del ciclo electoral, no sorprenderá a nadie que busquemos afanosos herramientas que sirvan para orientarnos, esto es, que hagamos explícita la vieja pregunta que hoy nos asalta sin velos y en su fría desnudez: ¿qué hacer? Más en concreto: ¿qué hacemos ahora las diferentes personas comprometidas con el cambio político y con Podemos como herramienta para ese cambio? El pasado mes de enero hicieron dos años desde que un grupo de activistas e intelectuales decidiera impulsar un proyecto político que rápidamente desbordó los límites de lo imaginable, convirtiéndose en protagonista – y, afortunadamente, ya no en solitario – de un ciclo político que pateó el tablero político de nuestro país. Aún no se ha cerrado el momentum electoral pero es hora de congelar por un instante la aceleración de la realidad política y tratar de mirar lo recorrido. Como nos recordaba un viejo conocido analizar los procesos en mitad de su desarrollo permite siempre hallar vestigios del pasado, bases del presente y gérmenes del futuro. Las reflexiones, que aquí se recogen, pretenden contribuir a un debate ya abierto sobre qué ha de ser Podemos y en qué dirección ha de empujar el cambio político sin hacerse trampas al solitario, ni ofrecer respuestas concebidas en abstracto. En definitiva, trataremos de ofrecer algo de luz desde la honestidad intelectual, partiendo del reconocimiento de que no sabemos qué hacer desde siempre. Vistalegre o el pecado original del electoralismo Como es de sobra conocido, uno de los hitos más remarcados en el breve calendario de nuestra formación política es la Asamblea Ciudadana de Vistalegre. En ésta se cifra en buena medida elorigen de Podemos. Como todo origen fue conflictivo, sobre él han corrido ríos de tinta y ha servido como punto de referencia del devenir de Podemos. Para algunos fue un punto de inflexión, una suerte de pecado original, que marcaba un antes, dibujado como idílico y caracterizado por la espontaneidad de los círculos, y un después, en el que supuestamente todo quedaba reducido a lo electoral. Para muchos de nosotros se trató de una apuesta estratégica para un ciclo corto, la estrategia Vistalegre¸ que requería la constitución de una maquinaria de guerra electoral, orientada a los recientes comicios generales, y entendida como la mejor herramienta
organizativa paraconstruir pueblo y cambiar nuestro país. Uno puede estar de acuerdo o no con esas líneas estratégicas pero nos gustaría ante todo destacar dos elementos: en primer lugar, no se trataba de una apuesta genérica por cómo tenía que ser Podemos en cualquier contexto, sino de una estrategia entre otras posibles, que partía de un diagnóstico y trataba de abordar un momento político concreto. Desde esta perspectiva, se entendía que la mayoría de esfuerzos y recursos que movilizase la nueva organización, aún en ciernes, tenían que volcarse a la conquista de posiciones institucionales a través de la participación en elecciones. Ese enfoque era fruto de un célebre diagnóstico: vivimos en años de excepcionalidad política, somos hijos de un ciclo de movilizaciones que estaba decayendo antes de que surgiéramos como organización y es necesario construir un proyecto amplio que se nutra de lo sembrado por y desde el 15M. Dicho de otra manera, que Podemos apostase por volcarse en cuerpo y alma en el ciclo electoral no partía de la convicción de que toda la batalla política se reduce a lo electoral, ni consistía en un mero cálculo de cómo obtener más poder. Era precisamente la mejor estrategia para el objetivo principal por el que nacimos: cambiar nuestro país, regenerando las instituciones, revirtiendo las políticas de austeridad y devolviendo la esperanza a un pueblo humillado y castigado por sus élites. Y todo ello mediante la construcción de un pueblo, esto es, la construcción y articulación de una mayoría amplia y popular con una nueva voluntad colectiva. A la luz de la situación actual, después del fin de ese ciclo político-electoral corto que nos fijábamos, es justa y pertinente la pregunta acerca de si fue una buena estrategia o no. No cumplimos con el objetivo de ganar las elecciones y no conseguimos superar al PSOE, al que nos quedamos pisándole los talones. ¿Significa entonces que elegimos mal el camino y que deberíamos haber seguido otro? ¿Significa que había otra herramienta más eficaz para el objetivo propuesto? Por suerte o por desgracia no lo sabemos porque en política no existen las certezas sino el apostar y arriesgarse: y nosotros nos arriesgamos a ganar. De todos modos, nos gustaría cambiar el enfoque, como planteaba Íñigo Errejón, “la clave es […] que haya un resultado que haga imposible la vuelta a lo de antes con plena normalidad. Es decir que haya un resultado que haga saltar por los aires el sistema de partidos viejos”. Los adversarios políticos también juegan, realizan movimientos tácticos y tienen muchos instrumentos en su poder. Nosotros no surgimos simplemente para ganar unas elecciones generales o librar sucesivas batallas electorales, sino para cambiar nuestro país y, en ese sentido, las posibilidades siguen abiertas y hemos de estar orgullosos de haber contribuido a ello. El impasse en el que nos encontramos apunta a las dificultades que tiene el “partido único articulado”, como lo ha llamado Monereo, para restaurar el viejo orden. Hasta Vistalegre y más allá Pero entonces si Vistalegre marcó la elección de una estrategia coyuntural entre otras posibles y no algo así como la esencia de Podemos, ¿podemos encontrar los elementos que definen al proyecto durante todo este trayecto? O, dicho de otra manera: ¿qué elementos deberían permanecer en un escenario postelectoral? Creemos que merece la pena destacar al menos tres: Saber de dónde venimos: las posibilidades de un proyecto como Podemos se localizaban en dos tipos de condiciones: de un lado, el estallido de la crisis económica mundial y su impacto en una economía periférica de la UE como la española, un inestable contexto internacional y las políticas de ajuste estructural; de otro, el ciclo de movilizaciones iniciado por el 15M, que hizo que la indignación cristalizase en una crisis orgánica, esto es, una crisis que afectaba a las instituciones fundamentales del orden político del 78.De este modo, no cabe pensar Podemos como una fuerza política de tiempos de normalidad. Es impensable así que Podemos hubiera surgido, por ejemplo, en el año 2005. En buena medida, existimos porque las élites rompieron el pacto de convivencia de nuestro país “por arriba” y porque los partidos viejos fueron incapaces de escuchar lo que la mayoría de la población entendía como sentido común. Un proyecto de país, alumbrado sobre la marcha del proceso: la pretensión de avanzar en la democratización de las diferentes esferas del mundo social, recuperando la so-
beranía popular; el objetivo de definir un nuevo modelo de ciudadanía, que blinde derechos fundamentales en clave de garantías constitucionales; la necesidad de acabar con la nefasta austeridad y apostar por una nueva política económica que englobe el fortalecimiento de los servicios públicos, la reducción de la deuda vía crecimiento y estimulación de la demanda interna y un nuevo modelo productivo basado en el talento y el I+D+I, plantando cara a una injusta división europea del trabajo, que nos relega a una posición de economía deficitaria, supeditada a la producción y los beneficios de los países del Norte europeo. Además ese proyecto incluye un elemento de la definición de la tan cacareada y vaciada de contenido “nueva política”: la comprensión de la representación y, por lo tanto, de los cargos públicos electos como servidores de la voluntad popular. Los representantes no serían así simplemente los emisarios del pueblo (el representante es el espejo de mi identidad), ni tampoco delegados absolutos (el representante tiene carta blanca y si no te gusta escoges otro dentro de 4 años). Sino que, en línea con la concepción republicana de las instituciones, entiende que los políticos deben poder ser fiscalizados y deben rendir cuentas periódicamente de sus acciones; deben mostrar ejemplaridad pública para devolver la confianza de la gente a las instituciones, combatiendo la apatía y la resignación frente a la política; y, finalmente, tienen que poder deberse exclusivamente a la ciudadanía para tener posibilidad de ejercer una representación libre (para lo cual su financiación no puede provenir de grandes fortunas o bancos con las que establezcan por ello mismo deudas perpetuas). Las élites viejas hicieron de la política de este país un coto privado para su enriquecimiento personal de tal manera que el enorme abismo que se abrió entre la gente y sus instituciones parecía haberse vuelto insalvable. La mera presencia de gente normal en el Congreso, de gente más parecida a la España real que a la banda de privilegiados que nos ha gobernado, ha llegado incluso a alcanzar el status de tema mediático. En buena medida, Podemos nació de ese desencanto pero con el objetivo de generar una nueva cultura política, aún hoy por crear. La construcción del sujeto del cambio: a la mayoría de nuestro país no le preguntaron si era de izquierdas o de derechas antes de congelarle el salario, despedirle de su trabajo, bajarle la pensión, echarle de su casa, subirle las tasas de las matrículas u obligarle a re-pagar por sus medicamentos. Las viejas élites sembraron un campo de malestar general que intentamos politizar sin pedir los carnets a nadie. Y si algo hemos hecho en estos dos años ha sido dirigirnos a esa mayoría social, plural y heterogénea. Hoy estamos en condiciones de afirmar que la transversalidad ha sido un éxito. La transversalidad no es un truco electoral, sino que forma parte del ADN de Podemos. Aquellas personas a las que nos dirigimos invitándolas a sumarse al cambio no les pedíamos únicamente el voto, sino que les tendíamos la mano para que se implicasen activamente en la transformación de nuestro país. En una sociedad, en la cual las identidades comunes (de clase principalmente, pero no sólo) saltaron por los aires, y donde el rasgo definitorio de nuestra estructura social es la fragmentación y, relacionado con ella, la especial importancia de la comunicación, la reflexión en torno a la relación de las esferas de “lo social” y “lo político” no puede girar en las viejas claves de interpretación. No existe un sujeto social privilegiado esperando a ser llamado a filas para cumplir ninguna misión histórica. Por eso creemos que evitar el riesgo de convertirnos en una organización clásica relegada al mar-
CORREO del SUR
Domingo 6 de marzo de 2016
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Y ahora, ¿qué hacer? gen izquierdo del tablero pasa por comprender que no se puede construir pueblo sólo con los más castigados por la crisis. Indudablemente una de las principales tareas de un gobierno de cambio debería ser abordar la emergencia social existente en España y, por ello, presentamos iniciativas parlamentarias como la Ley 25 para paliar la situación de emergencia social. La desigualdad social atenta contra los derechos humanos, supone una constante ruptura de la cohesión social y fomenta y construye la exclusión política. Por lo tanto, garantizar unas condiciones mínimas de vida no solamente es una obligación de la sociedad en la medida en que es el único garante real de libertad, sino un medio básico para que la gente pueda participar de la política de su comunidad. No se trata de que nos debamos más a la gente con menos recursos o en situaciones de pobreza, sino que es una flagrante injusticia que haya pobreza y altos niveles de desigualdad en sociedades ricas como la nuestra. Como decía Owen Jones cuando cerró el programa de Salvados: algo es bueno no por quién lo diga, sino por lo que dice (“era bueno no porque venía de la clase obrera, sino porque la clase obrera era la única que luchaba por la consecución de una sociedad sin clases”). Al mismo tiempo somos perfectamente conscientes de que no es posible el viejo proyecto social-liberal de conformar un país en torno a las “clases medias”. Las “clases medias” son hoy una realidad desestructurada y empobrecida. El tramposo sueño de aquella “nueva” socialdemocracia europea, la tercera vía de Blair o Felipe González, se reveló hace ya tiempo como nefasta pesadilla. Hoy esos sectores intermedios desestructurados son caldo de cultivo para el cambio: una parte del éxito de Podemos reside justamente en haber sabido dirigirnos a esos sectores intermedios en la medida en que sus aspiraciones de ascenso social no tienen cabida en la actual coyuntura y se ven obligadas a elegir entre la resignación o sumarse a las fuerzas del cambio. No por casualidad estas ideas se debatieron en los movimientos sociales de los que muchos venimos, porque, como recordaba Pablo Iglesias hace no tanto: “las plazas no fueron organizadas ni hegemonizadas por las organizaciones de la clase obrera, sino por los sectores que se hallaban más desprovistos de representación sindical o política”. Basta un vistazo a un dato de los
resultados electorales en Madrid para ilustrarlo: además del territorio o la edad, uno de los clivagge fundamentales de Podemos es la renta. Por esa razón, somos más fuertes en Villaverde, Usera, Carabanchel o Vallecas. Pero quizás no haya que perder de vista que el crecimiento electoral de Podemos es uniforme en toda la ciudad (en torno al 3% en estas elecciones): crecemos igual en Salamanca, Retiro, Centro o Arganzuela. Tengamos en cuenta este dato como brújula en la búsqueda de nuevos retos y horizontes.
El misterio del partido-movimiento Se ha repetido con asiduidad aquello de que “cuando Podemos termine las elecciones debe volver a las calles”. Como si estuviéramos inmersos en una empresa institucional que no nos es propia y ahora nos tocara volver a nuestros orígenes. ¿A quién corresponderían las posiciones institucionales desde esa perspectiva? ¿Cuáles sería nuestro origen perdido? Lo cierto es que Podemos surge precisamente porque el ciclo de movilizaciones de 2011, abierto por el 15M, daba señales de agotamiento. Pero podemos ir más allá: la condición de posibilidad de pensar la construcción real de movimiento popular ha sido la brecha abierta por Podemos. Cabía pensar allá por 2014 que los movimientos sociales repuntasen, empezaran a coordinarse entre sí desde abajo y plantearan una alternativa de país? La hipótesis del movimiento popular, que tenemos que construir junto a otros actores sociales y políticos, no sólo no contradice la estrategia Vistalegre, sino que, de hecho, sólo nos la hemos podido plantear de forma verosímil después de esta. Las transformaciones de largo recorrido son más fáciles de abordar cuando las diferentes iniciativas y proyectos que alumbre la sociedad no están bloqueadas por una miríada de trabas burocráticas y obstáculos políticos, sino que, más bien, hay una parte importante de las instituciones que pueden ponerse del lado del cambio e invierten recursos y atención para ensancharlo. Cada cargo público de Podemos es una trinchera conquistada que puede ser bien utilizada por los agentes de cambio. “Las instituciones” y “las calles” no son dos ámbitos que se relacionen siempre en clave de antagonismo: la institución crea y destruye sociedad civil, y los cambios en la sociedad no suelen dejar inmune a la institución aunque no se trasladen de forma mecánica. El gesto del que nació Podemos rompió con una vieja concepción mecanicista, extendida aún hoy entre diferentes sectores políticos y militantes, según la cual la acumulación de fuerzas en lo social se canjea luego en el mercado de lo político. No está de más hoy recordarlo. Aprender de los errores cometidos, pero también hacer autocrítica de las concepciones propias para poder seguir avanzando. Si ahora alguien nos preguntase legítimamente: ¿en qué consiste ese extraño partido-movimiento? Tendríamos que responder con sinceridad que es difícil saberlo pero es urgente e importante pensarlo. Dejaremos apuntadas aquí algunos posibles trazos del debate que debería abrirse en nuestra organización: -La tarea de los círculos: tejido y territorio. Uno de los mayores tesoros de Podemos, que además nos diferencia de otras fuerzas políticas, es la enorme cantidad de gente ilusionada y movilizada que hemos conseguido sumar al proyecto. Se torna fundamental pues el reto de otorgar tareas, fijar metas, así como la generación y organización de espacios de encuentros para conectar con diferentes realidades sociales. Aquí los círculos territoriales y las moradas se tornan instituciones fundamentales para el nuevo ciclo como focos que, de un lado, sirvan de puente con las situaciones sociales concretas y, de otro, expliquen los pasos a seguir y el nuevo proyecto de país en marcha. En la medida en que somos una organización nueva que ha sido capaz de politizar a muchas personas que no provenían de espacios de militancia previos, se han vuelto urgentes las necesidades de formación política para la construcción de cuadros medios que aseguren la continuidad del proyecto y garanticen las capacidades técnicas para ocupar puestos institucionales. -La construcción “hacia afuera”. Si la transversalidad, como hemos dicho, es parte esencial de Podemos, ha de pensarse en esa clave la utilidad de todas las iniciativas, proyectos y recursos a nuestra disposición. En definitiva, se trata de tener en mente la enorme pluralidad del sujeto
del cambio con el que se trabaja. De nuevo, un buen ejemplo son las Moradas, espacios híbridos – entre lo político, lo cultural y lo simplemente recreativo – que permiten encuentros y experiencias políticas – en un sentido muy amplio de la palabra – a personas no procedentes de ambientes militantes. -Aumento de la potencia comunicativa. La mayor parte de la tarea de nuestros cargos públicos, y de nuestra organización, sigue siendo algo conocido (y sólo en parte) exclusivamente por los activistas de Podemos. Es necesario planificar cómo trascendemos los espacios de militancia para impactar más en la ciudadanía y poder fortalecer nuestros proyectos con un “afuera” afín. En este sentido son bienvenidas todas las iniciativas como proyectos de radio, periódicos, y otras herramientas comunicativas que puedan desplegarse a lo largo y ancho de nuestro país. -La relación con la sociedad civil. El mantra de “volver a las calles” o “tejer las relaciones con la sociedad civil organizada”, como buen mantra, ha sido poco concretado y creemos que sus posibles desarrollos merecerían mucha atención. Si aceptamos que los movimientos sociales y la sociedad civil organizada son los más capaces de formular intereses colectivamente y en cierto sentido ofrecen programas alternativos de sociedad, bombeando como un corazón por los vasos comunicantes de la sociedad, entonces siguen siendo un conjunto de agentes imprescindibles con los que trabajar políticamente. No se trata de mitificarlos como si hubiera un conjunto armonioso de demandas ya construidas a la espera de ser recogido (existen contradicciones, errores mutuos, roces y afinidades entre los diferentes agentes por las trayectorias respectivas, etc.). Tampoco se puede pecar de la arrogancia y la ironía del adanista que cree que parió todo lo bueno sin reconocer el enorme trabajo de los miles de activistas que empujaron por el cambio en nuestro país con anterioridad. Pero sigue habiendo verdad en la reflexión de que sólo la forma-partido – independientemente, por tanto, de su antigüedad o novedad – consigue hacer de factor aglutinador de las distintas luchas separadas espacial, temática y socialmente, poniendo de manifiesto su racionalidad común como respuesta ante las ofensivas oligárquicas. Es necesario construir una red de afinidades con los colectivos que trabajan por desplazar el horizonte de lo imaginable políticamente: el riesgo de no contar con este espacio-intermedio articulado es que seamos presas fáciles de campañas de desgaste de nuestros rivales políticos que no deberían afectarnos tanto y al mismo tiempo veamos como sujetos aliados pueden confrontar con nuestra tarea porque no hemos sido capaces de establecer buenas relaciones con ellos. Además, no se trata de convertir a nuestra organización en un movimiento social más: que nos sirva de orientación en este tema aquella célebre frase del filósofo italiano “no tenemos que ser los labradores de la historia, sino el abono”. -La nueva institucionalidad. Poner nuestros recursos al servicio de la sociedad. Una de las condiciones para la construcción del movimiento plurinacional y popular es saber potenciar los diferentes movimientos y asociaciones de esta ciudad, ofreciendo humilde y generosamente la herramienta política de esta organización. Tenemos que ser capaces de canalizar las demandas de la sociedad civil a las instituciones más allá de los procesos de elaboración programática. Asimismo, es nuestra tarea asegurar que los cargos públicos de Podemos sean herramientas de la gente y de la sociedad civil organizada, puestas al servicio del interés general. Aunque es importante ser conscientes al mismo tiempo de las diferentes esferas de acción. Con ello, construimos un movimiento del que Podemos es el motor y que permite ensanchar y consolidar la brecha del cambio que abrimos en los distintos comicios electorales Antes de dar por sentadas las tareas y los métodos, va siendo hora de pararse a pensar. Porque el cambio “no se hace, se organiza”. Pensemos cómo se organiza en 2016. Tengamos claro lo fundamental. Excepcionalidad política y crisis de régimen como punto de partida, transversalidad como método para construir pueblo y buenas instituciones como punto de llegada. Rodrigo Amírola es coordinador de la Secretaría política de Podemos. Julio Martínez-Cava es secretario político del Consejo ciudadano municipal de Madrid de Podemos.
¿Están los pesticidas detrás de la muerte masiva de las abejas? Lucía Villa
L
a principal evaluación científica sobre el fenómeno global del exterminio apícola concluye que no hay pruebas suficientes sobre los efectos nocivos de los plaguicidas en abejas al aire libre. Dos de sus investigadores trabajan para Bayer y Syngenta. La desaparición masiva de abejas y otras especies polinizadoras en todo el mundo trae de cabeza a la comunidad científica. Desde hace prácticamente dos décadas, cuando aparecieron los primeros casos, agricultores y apicultores han visto cómo año a año millones de estos insectos –imprescindibles para la supervivencia del 75% de los cultivos alimentarios del mundo– se desorientan y mueren sin aparente explicación. El misterio ha inspirado un buen número de investigaciones científicas tratando de desvelar las causas detrás de este fenómeno, que afecta sobre todo al sur de Europa y Norteamérica, pero los resultados han sido diversos, cuando no polémicos. Ahora el IPBES, una plataforma formada por más de mil expertos en diversidad biológica y ecosistemas de 124 países impulsada por la ONU, ha elaborado por primera vez un informe que reúne las principales conclusiones de los trabajos científicos realizados hasta la fecha sobre este exterminio y propone soluciones para evitarlo. El documento, Evaluación temática sobre polinizadores, polinización y producción de alimentos, que será publicado en los próximos días, considera que el descenso de las poblaciones obedece a una “diversidad de factores”, en su mayoría derivados de la actividad humana, como los cambios de uso de la tierra, las prácticas agrícolas intensivas, el uso de plaguicidas, las especies exóticas invasoras, los patógenos y el cambio climático. “La vinculación explícita del declive de los polinizadores con un factor o una combinación de factores directos es limitada por la disponibilidad o complejidad de los datos, aunque una gran cantidad de casos individuales de estudios en todo el mundo sugiere que estos factores directos a menudo afectan negativamente a los polinizadores”, dice el informe, al que ha tenido acceso este diario. Gran parte de la controversia en torno a la muerte de las abejas apunta directamente a los pesticidas. En concreto los neonicotinoides, uno de los tipos de insecticidas más usados del mundo, que los grupos ecologistas, asociaciones de agricultores, investigaciones científicas e instituciones como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria consideran una amenaza para estos insectos. En 2013, la Unión Europea restringió el uso de tres de ellos (clotianidina, tiametoxam e imidacloprid) por el daño a las colmenas. El informe del IPBES no es igual de concluyente en este sentido. Aunque reconoce que los insecticidas tienen “una gama de efectos letales y subletales” en las abejas, los investigadores argumentan que sólo se ha demostrado en los experimentos controlados y no en situaciones reales al aire libre y asegura que estos últimos, en cualquier caso, tienen “evidencias conflictivas”. Creen además que la principal causa de muerte de la abeja melífera son las plagas y enfermedades.
Las conclusiones son muy parecidas a los argumentos de la industria. El informe, de hecho, ha despertado las críticas de un grupo de científicos que expresaron su preocupación al secretario del IPBES por un posible “conflicto de intereses”, según desveló el diario francés Le Monde. Dos de los capítulos claves del texto, el que habla la diversidad de los polinizadores y el de las causas de su declive, han estado a cargo de dos científicos que son a su vez empleados de Bayer y Syngenta, los dos principales productores de insecticidas neonicotinoides. Público preguntó a IPBES dos veces sobre el asunto, pero no obtuvo respuesta. “Los plaguicidas no son la única causa, pero dada la urgencia que tiene actuar para salvar a las abejas hubiéramos esperado más contundencia en el informe contra estos químicos”, dice Luís Ferreirim, responsable de Agricultura de Greenpeace. La ONG ecologista lleva tiempo denunciando la muerte de las abejas a consecuencia de los pesticidas en España, uno de los países más afectados por el fenómeno. Sólo hace 15 días, la organización alertaba de la muerte de centenares de miles de ejemplares en Valencia, Murcia y Andalucía coincidiendo con la fumigación de árboles de floración temprana como melocotoneros y nectarinos.
Las abejas son de largo las más afectadas, pero el informe advierte también de la alarmante desaparición de otras especies responsables asimismo de la reproducción vegetal, como el 16,5% de los polinizadores vertebrados (aves y murciélagos) que se encuentran en peligro de extinción; o el 40% de los invertebrados amenazados, sobre todo abejas y mariposas, pero también moscas, polillas, avispas y abejorros. “Las evaluaciones regionales y nacionales realizadas indican la existencia de una grave amenaza. Muchas abejas y mariposas silvestres han disminuido en abundancia, frecuencia y diversidad a escala local y regional en el noroeste de Europa y Norteamérica. Los datos para otras regiones y otros grupos polinizadores son por ahora insuficientes para sacar conclusiones generales, aunque se han reportado casos de disminuciones locales”, dice el grupo de investigadores, copresidido por la Dra. Vera Lucia Fonseca, de la Universidad de São Paulo, Brasil, y el Dr. Simon Potts, de la Universidad de Reading, en Reino Unido. La función que desempeña este grupo de animales es esencial. El 90% de las plantas con flores depende de ellos para sobrevivir y son responsables, al menos en parte, del desarrollo de más de las tres cuartas par-
Las conclusiones del IPBES son importantes porque el informe pretende servir de guía para orientar las políticas públicas que pongan fin al problema. Aunque los investigadores no recomiendan la prohibición de los pesticidas de ningún tipo, sí aconsejan moderar su uso y optar por soluciones alternativas como la agricultura ecológica. Otras recomendaciones son mejorar la cría de las abejas melíferas para evitar las enfermedades y plantar franjas de flores silvestres. Una grave amenaza para la alimentación mundial
tes de los cultivos mundiales. Su incidencia es vital para la existencia de alimentos tan básicos como frutas, verduras, semillas, frutos secos y aceites; e influyen directamente en una agricultura que mueve al año entre 235.000 y 577.000 millones de dólares. Y su importancia va en aumento. En el último medio siglo los cultivos que dependen de los zoopolinizadores se han incrementado un 300%, aunque el informe advierte de que su crecimiento y rendimiento es menor que el de los cultivos no dependientes.
CORREO del SUR Director General: León García Soler
Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo
Diseño gráfico: Hernán Osorio