NĂşmero 357 Octubre 20, 2013
Canoa a cuarenta y cinco aĂąos
Pablo Neruda Hambre cero EE UU: un parche hasta enero Diez mandamientos del activista Dilemas y trilemas de nuestro tiempo
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CORREO del SUR
Hambre cero Entrevista con Bernardo Kliksberg, nuevo integrante del Comité Directivo Mundial sobre Seguridad Alimentaria de la FAO Cristian Carrillo
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l hambre es el tema más urgente, apremiante y central de la historia del género humano. Estamos hablando de que una de cada siete personas tiene hambre en estos momentos, y en ese hambre se les va la vida. Mueren 10 mil chicos por día por desnutrición y falta de agua potable, es decir que fallece un niño cada 15 segundos. La paradoja trágica es que el mundo tiene todas las potencialidades naturales y tecnológicas por los saltos en innovación agropecuaria y generación de alimentos para alimentar una población de casi 12 mil millones de personas y tiene mil millones con hambre. Mi principal lucha será poner al hambre en el centro de la agenda. –Lo que se requiere es visibilidad de las causas. El enfoque siempre fue desde el lado de la producción, o sea de las sequías o inundaciones. Eso es útil e importante, porque hay que hacer todo lo posible para maximizar la producción. Pero no hay discusión desde el lado de la demanda. Una enorme parte de la población no puede tener alimentos, centralmente por el problema del acceso y distribución. Hay más de 1200 millones de personas por debajo de la línea de pobreza extrema que no pueden acceder a los alimentos. Esa trampa se acrecienta porque hay una espiral de ascenso de los alimentos en el mediano y largo plazo que se acentúa con la especulación en ese mercado. La FAO existe desde 1943 y poco se pudo revertir esa tendencia.
–La FAO está haciendo muchísimo, además de tratar de transmitir el problema. Tiene programas en los peores lugares del mundo, sobre todo para agricultores pobres, que son parte de la paradoja, porque son vulnerables a la especulación de los mercados. No obstante, es cierto que todo el sistema de Naciones Unidas no tiene poder económico y de lobby frente a los grandes intereses económicos. Pero sin eso habría mucho más de mil millones personas con hambre. Es un tema de distribución y puja con intereses económicos. –Absolutamente. Es necesario cambiar el ángulo del debate sobre pobreza. Esta es una época histórica donde hay intereses muy importantes en el mundo que mienten con que en pocos años se acaba la pobreza extrema en el planeta. Está lleno de hipótesis en ese sentido. Lo que buscan es mantener el statu quo porque le sirve al 1 por ciento más rico de la población. Hace un lustro se desató la crisis en los países centrales y todavía no se encuentra una salida... –Las enseñanzas son bien sólidas. No fue una crisis más. El desequilibrio total financiero, como producto de la especulación salvaje y la desregulación, tiró para abajo toda la economía mundial. Está muy claro que hay que regular. Pero no es un tema de enseñanzas sino de intereses. La realidad está muy clara, pero los intereses salvajes son los de quienes les va maravillosamente con el negocio de la pobreza y el hambre. ¿Cómo se sostienen esas ganancias en una economía global que se deprime?
–La clave es que existe un abismo total entre el producto bruto real del género humano y el financiero, brecha que se ha ido ampliando. La financialización de la economía creció sin parangón en la historia, con un sector financiero productor de servicios sin sustento real. Estos han generado una fuente de utilidades que no sería soñable hace tiempo. El año pasado, los 400 más ricos de la lista de Forbes en Estados Unidos ganaron 300 mil millones de dólares: entre ellos, el sector que más ganó fue el que responde a intereses financieros. La financialización de la economía es uno de los culpables de esta desigualdad. ¿Qué pueden hacer los Estados? –Mucho. Está el 1 por ciento de la población y el 99 por ciento. Si los Estados se proponen representar a ese 99, tendrán una fuerza poderosa para hacer una reforma profunda. Los Estados tienen posibilidad de reaccionar siempre que la opinión pública esté enterada de lo que sucede y se logre movilizar. ¿Cómo encuentra a América latina tras la crisis? –América latina sufrió menos porque hubo políticas públicas que protegieron a los sectores más vulnerables y mantuvo la capacidad de demanda y consumo. Los empleos no los producen las empresas, ése es uno de los tantos mitos que quieren hacernos creer. Los empleos los producen los consumidores y América latina los protegió, por lo que sus mercados internos mejoraron sensiblemente. Un argumento es que la pobreza se soluciona con creación de empleos privados, pero el avance del capitalismo conlleva la expulsión de mano de obra. –Las políticas públicas y la organización social pueden proporcionar modelos de uso de la mano de obra que atenúen los efectos desempleadores y genere posibilidades de trabajo. Un ejemplo está en uno de los Estados más conservadores de nuestro tiempo: Alemania. Allí, el desempleo es el más bajo de toda Europa, porque el Estado subsidia a las empresas para que mantengan su planta de personal. Cuanto menos salvaje sea la forma capitalista, menos desempleo habrá. © 2000-2013 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados Versión adaptada.
CORREO del SUR Emilio Marín
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l que presume de ser el principal país del mundo se quedó sin presupuesto federal aprobado por el Capitolio para su año fiscal 2014, comenzado el 1 de octubre. El desacuerdo básico entre los dos grandes partidos, prácticamente los únicos con representación parlamentaria y política, giró en torno a un “toma y daca” que en esta oportunidad no había cuajado. Las bancadas republicanas en la Cámara de Representantes, que dominan, y en el Senado, donde son minoría, chantajearon al partido demócrata de Barack Obama. Le dijeron que sólo le votarían la ley de presupuesto si suspendía por dos años la entrada en vigencia de la reforma de salud conocida como “Obamacare”. La ley respectiva, una promesa de campaña del afroamericano, fue votada en 2010 pero sucesivas trabas legales recién fueron levantadas el año pasado por la Corte Suprema de Justicia. Como en las legislativas de 2010 los republicanos tuvieron buenos resultados, sobre todo en la Cámara de Representantes, sus engrosados bloques elevaron el tono de sus demandas frente a un presidente que, ya reelecto en 2011, empezaba a recorrer el camino de despedida de la Casa Blanca. Para colmo, en esa renovación parlamentaria ganaron más espacio las voces más intolerantes del partido republicano, sobre todo su segmento derechista conocido como “Tea Party”. Su plataforma se basa en pagar los menos impuestos posibles al Estado y dejar las manos más libres a las fuerzas del mercado. Cualquier coincidencia con los planteos de las dictaduras pinochetista y videlista del pasado, de los Chicago boy´s y de los gobiernos neoliberales posteriores no es pura coincidencia. El “Tea Party” cuenta con 60 o 70 representantes y un importante poder de lobby en la agrupación y el Capitolio. Le marca la agenda al titular de la Cámara de Representantes, John Boehner, que tuvo que retirar varios proyectos de negociación con los demócratas en estas últimas semanas, donde había hecho algunas concesiones menores positivas, porque lo desautorizaban. Esa facción extremista de la oposición quiso extorsionar al presidente: le votarían el presupuesto si él postergaba dos años la entrada en vigencia de su ley de salud. Obama se negó. Siguió auspiciando la negociación en el Senado, entre el líder de la mayoría demócrata Harry Reid y su colega de la minoría republicana, el senador Mitch McConnell. En esos diálogos hubo momentos de mayor acercamiento, aunque hasta ayer no se había podido anunciar un acuerdo. La razón la explicó el ocupante de la Casa Blanca, cuando dijo que se podía negociar de todo, menos con “un arma en la cabeza”. Los pistoleros, republicanos, no se ofendieron por esa crítica pues son los mayores socios de la Asociación Nacional del Rifle y los que braman cada vez que el actual mandatario quiere introducir alguna limitación a la venta libre de armas de guerra, luego de las recurrentes matanzas. La extorsión pinta a los republicanos de cuerpo entero. Se negaban a que los 48 millones de estadounidenses que no tenían cobertura de salud, actualmente 50.2 millones por el agravamiento de la crisis económica y social, pudieran acceder a esa cobertura con la ley de Obama. Secundariamente, para completar su jaque mate, esa oposición impide la aprobación de leyes con los impuestos a determinados equipos médicos, con lo que se financiará “Obamacare”. Lo suyo es de una maldad absoluta, también reveladora de que ese partido no tiene demasiado interés en el voto de los sectores más empobrecidos y capas medias bajas que. Según The New York Times, los republicanos son responsables de dejar sin cobertura a dos tercios de la población pobre, principalmente a personas negras y madres solteras, y a más de la mitad de los trabajadores de bajos ingresos de la nación que no tienen seguro médico. “Esto sucede porque son personas que viven en 26 estados —gobernados por republicanos— que han decidido rechazar la expansión del programa Medicaid. A principios de este año, la Corte Suprema de EE.UU. permitió a los estados la decisión de no implementar la ampliación de la prestación Medicaid. Actualmente existen casi siete millones de estadounidenses que no son considerados aptos para acceder a esa cobertura gratuita: ganan más de lo establecido para recibir esa asistencia, pero no lo suficiente como para poder adquirir un plan en el nuevo mercado de seguros de salud”, aseguró ese diario alineado con los demócratas.
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EE UU: un parche hasta enero
Economía “en rojo” La falta de presupuesto 2014 hizo que la cuerda se cortara por lo más delgado: 800.000 empleados del gobierno federal fueron licenciados. Se buscó que los dependientes de la secretaría de Defensa (Pentágono) fueran los menos perjudicados. Y directamente los soldados que las fuerzas armadas estadounidenses tienen desparramados por todo el mundo no debían preocuparse. Sus salarios se pagarían en tiempo y forma. Pero lo cierto es que el gobierno federal se quedó sin presupuesto, aunque con 30.000 millones de dólares de efectivo como para “tirar unos días” o semanas. Christine Lagarde, directora-gerente del FMI, lo advirtió en una conferencia de la Universidad George Washington: “el cierre parcial de la administración es suficientemente malo, pero el fracaso en elevar el techo de deuda sería mucho peor y podría dañar seriamente no solo la economía estadounidense si no toda la economía global”. Se refería a que el 17 de octubre vencía el plazo legal para aumentar el tope de endeudamiento de EE UU, fijado en 16, 7 billones de dólares. Se trata de una cifra monstruosa. La deuda equivale al 107 por ciento del PBI, cuando las reglas de otros países, como los europeos, también desbordados, prevén una relación muy inferior. Si la falta de ley de presupuesto fue algo excepcional, que registra un antecedente en la administración Clinton en 1995, en cambio la urgencia por elevar el tope de endeudamiento del gobierno federal viene siendo una constante en los últimos años. Hubo que correr ese límite más de una docena de veces. ¡Y pensar que el Tesoro, Wall Street, el FMI y el Banco Mundial, bajo predominio estadounidense, pontifican sobre las bondades de las cuentas en orden, una economía sana y el cumplimiento de las leyes! El Tesoro dirigido por Jacob Lew debía abonar a los pensionados y demás beneficiarios de la seguridad social, los soldados y veteranos, y a los titulares de bonos de la deuda estadounidense. Y no tenía con qué. El parche y los chinos Sobre el filo del default, los senadores Reid y Mc-
Connell informaron que habían llegado a un acuerdo sobre los dos tópicos conflictivos. El Senado va a votar una resolución autorizando la reapertura de todas las dependencias del gobierno federal hasta el 15 de enero de 2014 y extendiendo el mayor endeudamiento hasta el 7 de febrero. Obama recibió con alivio la noticia, cuando faltaban sólo once horas para el vencimiento del plazo fatal del default e incluso en su administración habían especulado con emplear un recurso extremo llamado “opción nuclear”, por la que –en circunstancias tan excepcionales como la aludida- se puede llegar a votaciones con mayoría simple en vez de las calificadas en estos temas tan delicados. Pero ni republicanos ni demócratas podrán presumir de haber alcanzado una solución duradera. Antes de fin de año estarán nuevamente sobre las armas, disparándose a matar. Cuando todavía no había llegado la novedad del parche, desde Beijing vino un comentario muy crítico publicado por la agencia oficial de noticias Xinhua (Nueva China). “Es quizás un buen momento para que el mundo aturdido comience a considerar construir un mundo desamericanizado”, sostuvo Xinhua. Además de cuestionar ese lamentable estado de cosas, económico-financiero, los chinos cuestionaron políticamente a Washington. La acusaron de “ponerse en terreno moralista sobre asuntos del mundo, mientras secretamente tortura a prisioneros de guerra, asesina a civiles en ataques con aviones no tripulados y espía a los líderes del mundo”. Se puede suponer que China se pondrá en guardia y puede reactivar el BRICS, con Brasil, Rusia, India y Sudáfrica. También parece obvio que los países latinoamericanos y caribeños, del Mercosur, Unasur, Celac y ALBA, van a tomar sus recaudos y agruparse en mayor grado aún. Lo dicho. La bancarrota formal pudo conjurarse sobre el filo de la navaja por apenas tres meses, pero la bancarrota política del imperio es un hecho consumado. http://www.laarena.com.ar/opinion-en_eeuu_pusieron _un _ parche_que_ solo_durara _ hasta _ene ro-103298-111.html http://alainet.org/active/68245
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Dilemas y trilemas de la m y la globalización de nue Rolando Cordera Campos[1] De donde partimos as relaciones entre el desarrollo y la democracia forman parte de una familia mayor que puede resumirse en las parejas economía-política y Estado-mercado, que han reclamado debates y hallazgos conceptuales y empíricos desde, por lo menos, finales del siglo XVIII. Entonces, como ahora, los teóricos de la Ilustración y destacadamente de la Ilustración Escocesa, se plantearon los dilemas que traía consigo la nueva sociedad que emergía antes sus ojos, con su cauda de reclamos libertarios pero también de protección para las nuevas clases que acompañaban el despertar del capitalismo y cuya situación material y cultural las llevaba a convertirse en “clases peligrosas” para la estabilidad y el orden que era indispensable erigir y conservar para que las nuevas formas productivas pudieran reproducirse. Así se dio la evolución del sistema de decisiones y organización del trabajo que derivó en el capitalismo moderno y marcó la historia política y económica, desde luego la social, del siglo XIX en Europa y, a su manera, en Estados Unidos. La democracia no es ajena, en su morfología y dinámica, a las transformaciones económicas y sus derivadas en la estructura social. Como sabemos, por lo demás, la democracia no acompañó al orden liberal de modo automático, ni sus sucesivas mutaciones se dieron por separado, circunscritas al ámbito de las relaciones políticas y sin tener nada qué ver con los conflictos sociales y las oscilaciones y mudanzas económicas que desde sus orígenes han acompañado al desarrollo capitalista. La búsqueda de equilibrios y acomodos político-sociales ha sido y es tarea de hombres de Estado, dirigentes políticos y pensadores de las ciencias sociales e históricas, quienes junto con economistas políticos como Adam Smith se han negado, cada uno a su manera, a aceptar, no se diga postular, que la economía pueda entenderse, regularse o transformarse por fuera de las relaciones políticas y de poder o del conflicto social. Es aquí, en el Estado, donde se condensan las relaciones sociales mayores que sustentan la cohesión social, la definición de las jerarquías y formas de mando en el Estado, la división del trabajo y los mecanismos, convenciones e instituciones que rigen la distribución de los frutos del crecimiento económico, así como los usos del excedente social que subyace a los procesos de acumulación capitalista y transformación estructural que son propios del modo de producción. Hoy, luego de la euforia globalista que marcó el final del siglo XX y el del régimen bipolar de la Guerra Fría, el mundo encara la adversidad de una crisis que no parece tener fecha de término ni una dinámica de la cual pudiera hoy detectarse alguna tendencia capaz de contrarrestar las inclinaciones dominantes al estancamiento de
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los polos avanzados del capitalismo. En esta circunstancia, las relaciones siempre conflictivas y veleidosas entre economía y política, Estado y mercado, y democracia y desarrollo, topan con una cuestión social agravada en extremo en sus dimensiones básicas de distribución y protección sociales. Luego de que por más de tres décadas el mundo presumiese de haber alcanzado niveles de bienestar y estabilidad no sólo satisfactorios sino portadores de promesas creíbles y realizables de cambios en verdad civilizatorios por los panoramas de calidad de vida y protección ambiental que esas promesas comprendían. Hoy el conflicto social, agudizado por la crisis, se despliega sobre las posibilidades de recuperación económica y, al acentuarse la desigualdad, amenaza con desembocar no sólo en un nuevo malestar en la cultura, en este caso en la democracia, sino en lo que el PNUD advertía hace unos pocos años para América Latina: en un desencuentro entre la economía y la política acentuado por la agudización de la cuestión social que se despliegue como un malestar no sólo en sino con la democracia apenas restaurada o implantada en la región. Con la crisis actual se pone en entredicho el mensaje transformador que endulzó las durezas de la impetuosa globalización del mundo que tuvo lugar a fin de siglo. Si se está o no en los albores de más profundos cambios en un orden mundial que no pudo constituirse como tal al final de la Guerra Fría; si se pueden o no restaurar sus tejidos y resortes fundamentales en torno al libre comercio o la movilidad de los capitales, complementada ahora con nuevas miradas al gran tema finisecular de la migración, son sólo algunos de los dilemas que rodean la añeja tensión entre la economía y la política y la democracia, el mercado y el desarrollo. Dani Rodrik ha planteado lo que él llama el trilema[2] que actualiza estas dimensiones problemáticas del mundo y la modernidad. Se trataría de las tensiones y disonancias que la globalización ha hecho emerger y la crisis ha dramatizado entre la apertura, la soberanía de los Estados y las naciones y la democracia como forma de gobierno que muchos han visto y ven también como forma de vida social. No se trata de un acertijo sino de un conjunto de restricciones estructurales, valorativas e ideológicas, que el planeta debe encarar para dar lugar a formas evolutivas en el orden económico y político que permitan encontrar nuevas combinaciones entre el desarrollo, entendido como cambio social, innovación y acumulación, y la democracia, concebida como un orden político cuyos contenidos fundamentales y las expectativas a que dan lugar, inclinan a las comunidades locales y nacionales, y a una eventual colectividad global, a renovadas formas de ciudadanía: a reclamar desarrollos económicos más incluyentes y la erección de sociedades igualitarias y comunidades prósperas a la vez que universalmente protegidas,
mensaje planteado desde hace años por la Organización de las Naciones Unida en torno a los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales y recogido, hasta ahora en tres entregas, por la Comisión Económica para América Latina: Equidad, desarrollo y ciudadanía; La hora de la igualdad; y Cambio estructural para la igualdad.[3] Será en torno a coordenadas como estas que el mundo de hoy y de mañana afronte los grandes dilemas o trilemas que la modernidad y su hiper globalización, ahora en crisis, le plantean. De lo que se trata es de ser capaces de llevar a cabo una (re) integración mundial basada en un desarrollo renovado, entendido con precisión y compromiso como un derecho humano y planetario, fundamental. Algo sobre el desarrollo del Desarrollo La idea del desarrollo como progreso, como “estar al día”, a la par de lo que se considera lo más avanzado, es tan vieja como la modernidad; forma parte no sólo del pensamiento clásico de las ciencias sociales, sino de la experiencia política internacional de los dos últimos siglos. Sin embargo, la preocupación por este proceso central de la modernidad sólo se volvió universal y estratégica hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando en la Segunda guerra cuando el mundo vivió un gran punto de inflexión histórica. El conflicto bélico fue tremendamente destructivo, pero también resultó ser una enorme “licuadora” para culturas y experiencias humanas. En más de un sentido se trató de la primera gran vivencia masiva de la globalización, poniendo en contacto a hombres de todas las latitudes e introduciendo a poblaciones enteras de regiones atrasadas en lo que hoy llamaríamos la modernidad. Entonces el derecho al desarrollo empezó a verse como un reclamo universal, y la autonomía de los Estados y la soberanía de las naciones como componentes indisolubles del orden emergente. Desde los centros del nuevo sistema internacional se (re) descubría, racional y políticamente, la centralidad del desarrollo que, para serlo, tendría que estar acompañado de equidad y bienestar social. En América Latina también se empezó a vivir el sueño del desarrollo; industrialización dirigida por el Estado, urbanización, nuevas maneras de vincularse con la economía mundial que se reconformaba, fueron
parte del arsenal de políticas y visiones a que convocaran Raúl Prebisch y sus compañeros de la CEPAL. El mundo entero se dio a la búsqueda explícita del crecimiento económico, considerado un factor indispensable para el bienestar social y la consolidación de las democracias. Con el triunfo de la revolución china y la independencia de la India, una porción significativa de la población planetaria pareció capaz de concretar estas expectativas no sólo en un progreso material para todos, sino en capacidades nacionales para trazar trayectorias históricas novedosas, incluso radicalmente distintas a las conocidas hasta entonces como exitosas. La capacidad de la Unión Soviética para “saltar hacia delante” en medio de la gran depresión de los años treinta y resistir la invasión nazi, contribuyó a convertir el desarrollo en la idea-fuerza del mundo que emergía. Actor central en este proceso fue la planeación, que al ser adoptada por el ímpetu desarrollista y de la
reconstrucción posbélica, dejó su rigidez centralista y empezó a verse como una vía para nuevas combinaciones entre Estado y mercado, para una economía mixta creativa y sustentable. Como paradigma reinaban el pleno empleo y la protección social y, en el mundo se veía al crecimiento económico sostenido como la ruta necesaria para arribar a las plataformas de progreso que se concretaban en los Estados de bienestar. Intervenciones del Estado en las decisiones y los procesos económicos; aprovechamiento intenso de los fondos externos de ayuda, préstamo o inversión; protección y hasta invención del precario empresariado doméstico, todo esto y más se puso en juego en esos años bajo las divisas del desarrollo. Así, la acumulación de capital y la inversión productiva, junto con la industrialización ampliada de las economías y la urbanización acelerada de las sociedades, fueron los vectores de la gran transformación de la segunda mitad del siglo XX.
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modernidad estro tiempo Años más tarde, vendrían el ajuste draconiano de las cuentas (externas y fiscales) y los afanes por “corregir” lo que se tenía como excesos y adiposidades del desarrollo, del Estado y de sus tareas. Así, en lugar de pleno empleo y protección social, se impusieron la apertura comercial, la lucha contra la inflación, la estabilidad financiera y la permanente reducción del tamaño y de los compromisos de las sociedades con el bienestar. Se fue tan lejos en ese camino de revisión de proyectos que, incluso, se pretendió desaparecer del mapa de las prioridades internacionales la idea misma del desarrollo. Si bien la ronda globalista no terminó con esas primeras disrupciones de la globalización realmente existente, que devastaron economías y tejidos sociales al terminar el siglo XX, ahora la Gran Recesión abre una perspectiva que permite volver a poner a la justicia social en el centro de las agendas. En realidad, se tra-
ta de un cambio de orden en objetivos y prioridades que, de llevarse a cabo, sitúa al desarrollo en el ojo del huracán de las deliberaciones políticas actuales, sobre el porvenir no sólo de las democracias sino de las sociedades mismas. Esta operación, que podríamos pretender que fuese paradigmática, exige una reflexión sobre los adjetivos, las opciones y las restricciones que implica la reconquista de la senda del desarrollo. Una recuperación que, como ocurrió en los inicios del cambio de las estructuras sociales y el de una ciudadanía que apenas se asomaba a la configuración del poder estatal moderno, tendrá que llevar a concebir el desarrollo como un proceso complejo que involucra grandes y pequeños cambios sociales así como formas diversas de aprendizaje democrático. La visión de un desarrollo sustentable, junto con su traducción en estrategias y nuevos paradigmas, podría dar
lugar a una nueva síntesis cultural y política capaz de imponerle a la economía política del desarrollo otra impronta y una calidad distinta a la actual. Entonces, podría hablarse nuevamente, del desarrollo como un proceso integral y de la democracia como un orden estatal para ofrecer seguridad pública, personal y social a sus ciudadanos. El proyecto civilizatorio del desarrollo Al hablar de desarrollo y bienestar social como políticas de Estado, se abre la posibilidad de reconstituir el presente hacia el futuro; tarea que reclama esfuerzos intelectuales y voluntades políticas destinados a reconfigurar el entramado de las relaciones humanas. Con el surgimiento del Estado de bienestar, posible gracias a un gran compromiso histórico en torno a los derechos sociales y laborales, se (re) descubría la centralidad del Estado no sólo como agencia contra cíclica, sino como promotor de un desarrollo que tendría que estar acompañado de equidad y bienestar social. La vía más o menos segura para recuperar estas capacidades básicas debe empezar por una revisión a fondo de las relaciones entre la economía y la política, y entre el Estado, el mercado y la sociedad. De esta matriz revisitada, porque se trata de la matriz originaria de la economía política tal y como la formuló Adam Smith, es que podrán surgir nuevos diseños y acuerdos sociales y políticos que doten al Estado de una legitimidad renovada y de poder para regular la globalización. La agenda puede ir de lo utópico pero realizable, al cuestionamiento puntual de la retórica dominante. Lo que está en cuestión es recuperar visiones de largo plazo cuyas divisas sean el crecimiento económico sostenido, a la vez que la centralidad de la igualdad y la equidad sociales en un contexto de creación sostenida de una ciudadanía democrática. Ciertamente, la conjunción de la democracia y el desarrollo con la globalización no ha sido ni será un viaje sencillo; pero, a fin de cuentas, de lo que se trata es de reasumir la aventura del desarrollo, como ayer cuando se pensaba que apropiarse del futuro para reinventarlo a través del desarrollo y la planeación era no sólo una “fantasía organizada”, como la llamara Celso Furtado, sino una utopía realista. ILUSTRACIONES PÁGINAS 1, 4 Y 5: OBRA DE PAUL KLEE [1] Profesor emérito. Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México. Agradezco la colaboración de Ana Galván. [2] Cfr., Dani Rodrik, La paradoja de la globalización. Democracia y el futuro de la economía global, España, Antoni Bosch editor, S.A., 2012. [3] http://www.eclac.org/
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a cuarenta y cinco años Víctor Orozco
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ay una escena impresionante al final de la película: un borracho medio en harapos ejecuta una especie de danza macabra ante los cadáveres machacados de los excursionistas al sonsonete difundido en la época: “Cristianismo sí, comunismo no. Cristianismo sí, comunismo no…”. 1968. Septiembre. La capital del país se cimbra con las manifestaciones estudiantiles, que se extienden a otras ciudades. El gobierno de Gustavo Díaz Ordaz hace eco a una patraña difundida por servicios de inteligencia norteamericanos y organismos derechistas: existe una “máquina infernal” para desestabilizar sociedades y acabar con la libertad. Ha sido puesta en marcha en México. El párroco de San Miguel Canoa lo entiende de una manera más contundente: los comunistas están en México, en Puebla y llegaron ya a la misérrima comunidad para matar, primero a él, izar la bandera roja de la sangre y negra del pecado en la torre de la iglesia, para luego robarse a los niños y convertirlos en servidores del demonio. Su sermón es incontrastable. La mayoría lo cree a pie juntillas, aún cuando algún vecino socarrón (Salvador Sánchez) se pregunte y se conteste ¿Y cuáles? Si no tenemos nada, cuando se afirma que los comunistas vienen a robarse las propiedades. En medio de tal histeria, cultivada con celo, llegan al pueblo los cinco infortunados empleados de la Universidad de Puebla con el plan de escalar La Malinche, en cuyas faldas se extiende el caserío. Aún cuando han transcurrido treinta y ocho años desde que se filmó la película CANOA de Felipe Cazals, los temas e interrogantes allí planteados, a semejanza de las obras clásicas, conservan su vigencia. A PÁGINA 6
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Así lo consideré en el comentario que hice al film en el ciclo de películas censuradas o prohibidas organizado por el cine club de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, con funciones cada domingo a las 12 horas en el Centro Cultural Universitario. Múltiples perspectivas pueden asumirse para examinar la cinta, que es la recreación de un hecho y al mismo tiempo un documento sobre una atroz realidad en el México campesino, profundo. En esta segunda vez que soy espectador, separada por más de tres décadas de la primera, intento escudriñar sobre dos aspectos claves del film, la crítica política y la religiosa. Ambas se encuentran entrelazadas, en tanto constituyen dos tipos de enajenaciones que se hermanan en el dominio de las
personas y el control de sus actos y sus conciencias. El párroco, este siniestro personaje representado de manera inmejorable por Enrique Lucero –el ya fallecido actor originario de Chihuahua- es un engrane clave del sistema: desempeña el remoto papel de los brujos en las sociedades primitivas, cultiva temores, ofrece bienes, apabulla a las almas sencillas con la magnificencia de los ritos, al tiempo que articula una confabulación perfecta con el poder político. “Llevan acuerdo, le digo” insiste Lucas, el campesino (Ernesto Gómez Cruz) miembro de la organización opositora de entonces, la Central Campesina Independiente. El concierto se traduce en la entrega del pueblo, con sus almas, sus tierras, sus animales, al decidido tiranuelo a cambio de que conserve la paz y la fidelidad de los campesinos. Los recursos empleados son los mismos de ayer y siempre: el alcohol, las dádivas, los favores, el terror, la represión a los disidentes. Los lugareños, hablantes del náhuatl muchos de ellos, analfabetas la mayoría, con mentalidades formadas por siglos en la sumisión a los fetiches, no dudan en hacer de San Miguel Arcángel (el objeto-sujeto, la creatura-creadora), el supremo hacedor de sus destinos. Pero, el poder de la deidad no existe por sí solo, requiere de un vehículo, éste es el cura párroco. En el mismo, se encarna el inmemorial dominio de los sacerdotes, poseedores de la verdad plena, en tanto trasmisores de la palabra divina. La representación del arcángel, con su espada traspasando el cuerpo del demonio y su pié sobre la cabeza del enemigo, es una figura a la que no se le puede exigir mayor perfección para llamar al combate contra los adversarios de la fe. Cada devoto que acude al toque de las campanas, se siente un nuevo San Miguel listo para aplastar la cabeza de los comunistas, encarnados por los cinco jóvenes incautos y aterrorizados. Puede que a individuos acostumbrados al uso del razonamiento, les resalten la charlatanería y las imposturas de inmediato. No sucede lo mismo con esta masa de creyentes, abrazados por los mitos repetidos de generación en generación, sin siquiera tener la posibilidad de cuestionar, brindada regularmente por el acceso a la educación y a superiores expresiones de la ciencia o de la cultura. De allí la efectividad y contundencia del imperio de las creencias religiosas sobre estos mexicanos –siempre fieles y siempre subyugados–. A río revuelto ganancia de pescadores dice el viejo adagio. La organización de cientos de linchadores histéricos es propiciada por los pocos riquillos del pueblo que
CORREO del SUR desean quitarse de encima a opositores, como Lucas, el campesino rebelde que brinda hospitalidad en su casa a los cinco excursionistas. Es el primero que cae bajo el golpe del hacha y los machetes. No se necesitan muchas palabras de entendimiento entre los incitadores directos y el cura. Lo tienen hablado y pactado de tiempo antes. La película presenta magistralmente esta colusión de intereses en el microcosmos de San Miguel Canoa. Pero, sus alegorías van más allá. Cuando se mira la escena en la cual uno de los trabajadores lee el Sol de Puebla u otro escucha la radio con las noticias sobre el movimiento estudiantil, este microuniverso da paso al espacio nacional. Los treinta y cinco diarios de la cadena García Valseca y el conjunto de las estaciones radiofónicas operan como los altavoces de Canoa, sirven para cobrar venganzas personales y para desahogos, pero sobre todo para manipular la información o convocar a cruzadas contra los disidentes: maestros, ferrocarrileros, médicos, campesinos, estudiantes. “Sea usted amable Mister Corkey. Telegrefíe todo esto a las matrices interesadas en los Estados Unidos. Que muevan a la prensa de allá contra los ferrocarrileros comunistas de México”. Le dice Artemio Cruz, -quizá el coronel García Valseca-, en la famosa novela de Carlos Fuentes a su socio norteamericano. Así se las gastaban y así se las gastan. A propósito del entorno social de aquellos años, una de las asistentes al cine club, narró una anécdota invaluable. Educada en una familia profundamente católica, donde la abuela ejercía un cierto matriarcado, supo cómo se recibió a través de ella una orden: debía destruirse un libro de herejes y demonios recién publicado. Se trataba de Juárez ante Dios y Ante los Hombres de Roberto Blanco Moheno. Cada miembro de la estirpe debía comprar un libro y llevarlo a un cierto lugar. En un día, se reunieron cientos de ejemplares con los cuales se hizo una pira gigantesca. El episodio es un retrato fidelísimo del ambiente generado en el México de los años sesentas. El clero, los Caballeros de Colón, el Opus Dei, la ACJM, etc., sostenían una activa pugna en contra de las herencias ideológicas del liberalismo mexicano, expropiador de las riquezas eclesiásticas, liquidador del monopolio de la iglesia sobre la educación e introductor de la libertad religiosa. Ninguno de estos agravios decimonónicos había sido olvidado y eran todavía rescoldos ardientes. Así, un inocente libro como el de Blanco Moheno causaba un intolerable escozor. En aquellos temas, la derecha era opositora del gobierno en turno. Sin embargo, el fantasma del comunismo, unificó a los viejos rivales: los hispanistas católicos se convirtieron en apologistas y aliados de los antaño odiados anglosajones y el gobierno sacrílego, pasó a ser un defensor de nuestras mexicanísimas tradiciones puestas en riesgo por los rojos. En consonancia con este nuevo tablero político, se
Hoy, cuando los movimientos Occupy debaten sobre si necesitan o no mayor definición política, tenemos que entender qué reivindicaciones resultan más ampliamente atractivas manteniendo al propio tiempo un sentido radical antisistema. Algunos activistas jóvenes podrían dejar de lado un buen rato su Bakunin, su Lenin o su Slavoj Zizek, y desempolvar una copia de la plataforma de campaña de Roosevelt en 1944: una Carta de Derechos Económicos.” Mike Mike Davis
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na amiga en Canadá me preguntó hace poco si las protestas de los 60 tenían lecciones importantes que ofrecer al Movimiento Ocuppy. Le dije que uno de los pocos recuerdos claros que guardo de hace 45 años era el ferviente voto que entonces hice de no ir cumpliendo años para convertirme en un viejo orondo dispuesto a transmitir lecciones. Pero ella insistió, y a punto tal, que la cuestión terminó por despertar mi propia curiosidad. ¿Qué habré realmente aprendido yo de mi azacaneada vida de activista? Bueno, está fuera de duda que soy un profesional haciendo 1.000 copias de un panfleto con una máquina mimeografiadora sin llegar a desintegrarla. (Les he prometido a mis chicos llevarles al Smithsonian algún día para ver uno de esos infernales aparatos que tanto dinamizaron a los movimientos antibelicistas y a favor de los derechos civiles.) Aparte de eso, me acuerdo sobre todo de las amonestaciones y consejos de camaradas mayores o con más experiencia: las guardo en la memoria como 10 Mandamientos personales por el estilo de los que podéis encontrar en un libro dietético o en un manual de consejos inspiradores. Para lo que pueda servir: *** Primero: el imperativo categórico es organizar, o más bien facilitar la autoorganización de los demás. La catálisis es buena cosa, pero la organización es mejor. ***
Segundo: el liderazgo debe ser temporal y siempre sometido a revocación. La tarea de un buen organizador, como solía decirse en el movimiento de derechos civiles, es organizarse a uno mismo a partir de un puesto de trabajo, no convertirse en indispensable. ***
desplegaron las campañas masivas en los periódicos, en la naciente TV, en la radio, en los púlpitos de miles de parroquias, en las asambleas del PRI y del marginal PAN. Todos contra el comunismo, ubicable hasta en la sopa. Los masacrados jóvenes trabajadores de la UAP, fueron víctimas de esta satanización, en cuya fábrica estaban coludidos el gobierno, la CIA, la iglesia, los medios de comunicación. Han pasado cuarenta y cinco años desde 1968 y de la masacre perpetrada por una multitud de fanáticos religiosos en Canoa. ¿Habremos asimilado las enseñanzas?.
Tercero: quienes protestan deben subvertir la constante tendencia a la metonimia –tomar la parte por el todo, al individuo por el grupo— que caracteriza a los grandes medios de comunicación. (Piénsese por un momento lo absurdo que es, por ejemplo, llamar “Día de Martin Luther King” a lo que debería propiamente llamarse “Día del Movimiento de los Derechos Civiles”.) Los portavoces deberían rotar regularmente, y cuando fuera necesario, ser despachados. *** Cuarto: lo mismo vale para las relaciones entre un movimiento y los individuos que participan como un bloque organizado. Yo creo mucho en la necesidad de una izquierda orgánica revolucionaria, pero los grupos sólo pueden pretender autenticidad si dan prioridad a la construcción de la lucha y no mantienen agendas se-
CORREO del SUR
Domingo 20 de octubre de 2013
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LO QUÉ HE APRENDIDO EN MI VIDA
Diez mandamientos del activista cretas, ocultas a otros participantes. *** Quinto: como tuvimos que terminar aprendiendo de mala manera en los 60, la democracia de consenso no es lo mismo que la democracia participativa. Para comunas y grupos de afinidad, la toma de decisiones por consenso puede funcionar admirablemente, pero para cualquier protesta amplia o a largo plazo, resulta esencial algún tipo de democracia representativa que permita la más amplia participación igualitaria. El diablo, como siempre, está en los detalles: en asegurar que todos y cada uno de los delegados pueden ser revocados, en formalizar los derechos de las minorías políticas, en garantizar la representación equitativa, etc., etc. Bien sé que resulta una herejía decir eso, pero los buenos anarquistas persuadidos de las bondades del autogobierno de las bases y de la acción concertada encontrarán muchas cosas valiosas en las Reglas de Orden del Roberts (una simple tecnología útil para organizar discusiones y tomas de decisión). *** Sexto: una “estrategia organizada” no sólo es un plan para aumentar la participación en la protesta, sino también un concepto para alinear la protesta con las bases que cargan con el grueso de la explotación y de la opresión. Por ejemplo, uno de los movimientos estratégicamente más brillantes del Movimiento de Liberación Negro a finales de los 60 consistió en llevar la lucha al interior de las fábricas de automóviles en Detroit para formar la Liga de los Trabajadores Negros Revolucionarios. Ahora el movimiento “Occupying the Hood” es un desafío y ofrece una oportunidad parecida. Y las tropas que ocupan el espacio frente a la sede de los plutócratas tendrán que responder inequívocamente a la crisis de los derechos humanos en las comunidades obreras de inmigrantes. Las protestas en favor de los derechos de los inmigrantes de hace cinco años se contaron entre las manifestaciones más masivas en la historia de los EEUU. Tal vez veamos el próximo 1 de Mayo una convergencia de todos los movimientos contra la desigualdad en un único día de acción. *** Séptimo: construir movimientos que sean verdaderamente incluyentes con los parados y los pobres precisa de infraestructuras capaces de subvenir a las necesidades básicas de supervivencia: alimentos, habitación, asistencia sanitaria. Para permitir vidas de lucha, tenemos que crear colectivos que compartan y redistribuir nuestros recursos para ayudar a los combatientes jóvenes que están en primera línea. Análogamente, tenemos que renovar el aparato de los abogados comprometidos con el movimiento (como el National Lawyers Guild) que tan destacado y vital papel jugó sosteniendo la protesta frente a la represión masiva de los 60. *** Octavo: el futuro del movimiento Occupy lo determinarán menos las cifras de gente en Liberty Park (aun siendo su mantenimiento un sine qua non del futuro) que los soldados sobre el terreno en Dayton, Cheyenne, Omaha y El Paso. La difusión geográfica de las protestas
equivale en muchos casos a la diversificación y a la incorporación de gentes de color y de sindicalistas. La aparición de los medios de comunicación sociales, huelga decirlo, ha creado oportunidades sin precedentes para el diálogo horizontal entre los activistas ajenos a la elite por todo el país y aun a lo ancho del mundo. Pero la ocupación de las calles comunes y corrientes –no sólo de Wall Street— necesita todavía más apoyo por parte de quienes tienen más recursos y tienen acceso mediático en los grandes centros urbanos y académicos. Una oficina autofinanciada de portavoces y activistas sería una ayuda inestimable. Y al revés, resulta esencial llevar las historias recónditas y periféricas de las gentes a audiencias nacionales. La narrativa de la protesta necesita convertirse en un mural de las reivindicaciones por las que lucha la gente del común en todo el país: parar la minería a cielo abierto en Virginia occidental; reabrir los hospitales en Laredo; apoyar a los trabajadores portuarios en Longview, Washington; acabar con un departamento policial fascista en Tucson; protestar contra los escuadrones de la muerte en Tijuana; o acompañar a las protestas contra el calentamiento global en Saskatoon…
Algunos activistas jóvenes podrían dejar de lado un buen rato su Bakunin, su Lenin o su Slavoj Zizek, y desempolvar una copia de la plataforma de campaña de FDR[oosevelt] en 1944: una “Carta de Derechos Económicos”. Era un toque de rebato a favor de la ciudadanía social y una declaración de los derechos inalienables al empleo, a la vivienda, a la asistencia sanitaria y a una vida feliz (tan alejada como imaginarse quepa de la timorata política rebosante de concesiones practicada por la Administración Obama, esa especie de “porfa, porfa, máteme sólo a la mitad de los judíos, pero no más, ¿vale?”.) La Plataforma programática para su cuarto mandato –cualesquiera que fueran las motivaciones oportunistas que existieran en la Casa Blanca en 1944— se servía del lenguaje de Jefferson para avanzar las reivindicaciones centrales del sindicato obrero [de izquierda] CIO y del ala socialdemócrata del New Deal. No era el programa máximo de la Izquierda (es decir, la propiedad social democrática de los bancos y de
*** Noveno: la creciente participación de los sindicatos obreros en las protestas Occupy –incluida la espectacular movilización que obligó al Departamento de Policía de Nueva York a echarse atrás en su propósito de desalojarles— transformará a unos y a otros, y permite esperar que el levantamiento termine siendo una lucha genuinamente de clase. Sin embargo, al mismo tiempo, deberíamos recordar que el grueso de los dirigentes sindicales siguen atrapados sin esperanza en un desastroso matrimonio con el Partido Demócrata, así como en batallitas intersindicales que han arruinado buena parte de las promesas de un nuevo comienzo en el mundo del trabajo organizado. La protesta anticapitalista necesita, así pues, engancharse con mayor eficacia a los grupos de oposición de base y a los cónclaves progresistas realizados en el seno de los sindicatos. *** Décimo: una de las lecciones más simples pero también más permanentes de las generaciones disidentes pasadas es la necesidad del habla vernácula. La urgencia moral del cambio adquiere su mayor grandeza cuando se expresa en un lenguaje compartido. En efecto, las grandes voces radicales –Tom Paine, Sojourner Truth, Frederick Douglas, Gene Debs, Upton Sinclair, Martin Luther King, Malcolm X y Mario Savio— siempre supieron cómo apelar a los norteamericanos sirviéndose de las palabras potentes y familiares procedentes de sus grandes tradiciones de conciencia. Un ejemplo extraordinario fue la campaña casi exitosa de Sinclair para el cargo de Gobernador de California en 1934. Su manifiesto “Terminemos ya con la pobreza” era, en substancia, el programa del Partido Socialista traducido a parábolas novotestamentarias. Ganó millones de adhesiones. Hoy, cuando los movimientos Occupy debaten sobre si necesitan o no mayor definición política, tenemos que entender qué reivindicaciones resultan más ampliamente atractivas manteniendo al propio tiempo un sentido radical antisistema.
las grandes corporaciones empresariales), sino la posición progresista más avanzada jamás abrazada por un gran partido político norteamericano o por un presidente estadounidense. Hoy, ni que decir tiene, una Carta de Derechos Económicos es, a la vez, una idea manifiestamente utópica y una simple definición de lo que el grueso de los norteamericanos necesita existencialmente. Pero los nuevos movimientos, como los viejos, deben ocupar, cueste lo que cueste, el terreno de las necesidades fundamentales, no el del “realismo” político de corto plazo. Y en haciéndolo, ¿por qué no aceptar el regalo del respaldo de Roosevelt? Mike Davis, actualmente profesor del Departamento de Pensamiento Creativo en la Universidad de California, Riverside, es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO. Traducidos recientemente al castellano: su libro sobre la amenaza de la gripe aviar (El monstruo llama a nuestra puerta, trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las Ciudades muertas (trad. Dina Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y Mónica Cifuentes Zaro, Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro Los holocaustos de la era victoriana tardía (trad. Aitana Guia i Conca e Ivano Stocco, Ed. Universitat de València, Valencia, 2007). Sus libros más recientes son: In Praise of Barbarians: Essays against Empire (Haymarket Books, 2008) y Buda’s Wagon: A Brief History of the Car Bomb (Verso, 2007; traducción castellana de Jordi Mundó en la editorial El Viejo Topo, Barcelona, 2009). Traducción para www.sinpermiso.info: Mínima Estrella
VI Por qué el sombrero de la noche Vuela con tantos agujeros? Qué dice la vieja ceniza Cuando camina junto al fuego? Por qué lloran tanto las nubes Y cada vez son más alegres? Para quién arden los pistilos Del sol en sombra del eclipse? Cuántas abejas tiene el día?
VIII Qué cosa irrita a los volcanes Qué escupen fuego, frío y furia? Por qué Cristóbal Colón No pudo descubrir a España? Cuántas preguntas tiene un gato? L as lágrimas que no se lloran
Pablo Neruda LIBRO DE LAS PREGUNTAS Entre los papeles hallados después de la muerte del poeta –tras el golpe militar contra la Unidad Popular-- estaba un libro póstumo conocido como el Libro de las preguntas, formado por anotaciones del autor en forma de interrogaciones acerca del por qué de la vida, la naturaleza, la muerte, el mar, es decir, todo aquello que vibra o existe a su alrededor, pero también en sí mismo, en la sensibilidad poética de Neruda, tan maravillosamente puesta al alcance de cualquier lector. Esa es la razón que nos mueve a publicar algunos fragmentos. Por qué no puedo estar inmóvil?
XLII
Por qué no morimos los dos
Por qué me preguntan las olas
Por qué voy rodando sin ruedas,
Sufre más el que espera siempre
Cuando mi infancia se murió?
Lo mismo que yo les pregunto?
Volando sin alas ni plumas,
Que aquel que nunca esperó a nadie?
Y si el alma se me cayó
Y por qué golpean la roca
Por qué me sigue el esqueleto?
Con tanto entusiasmo perdido?
Y qué me dio por transmigrar Si viven en Chile mis huesos?
Esperan en pequeños lagos? O serán ríos invisibles Que corren hacia la tristeza?
XXXII Hay algo más tonto en la vida Que llamarse Pablo Neruda?
Dónde termina el arco iris,
XLVI
Será el cielo de los suicidas?
Y cómo se llama ese mes
Dónde están las viñas de hierro
Que está entre Diciembre Y Enero?
L
De donde cae el meteoro?
con qué derecho numeraron
Quién puede convencer al mar
Las doce uvas del racimo?
Para que sea razonable?
Por qué no nos dieron extensos
De qué le sirve demoler
Meses que duren todo el año?
Ámbar azul, granito verde?
No te engañó la primavera
Y para qué tantas arrugas
con besos que no florecieron?
Y tanto agujero en la roca?
Un coleccionista de nubes?
XLIII
Por qué siempre se hacen en Londres
Quién era aquella que te amó
Sangre color de amaranto
X
Tenía la reina de Saba?
Qué pensarán de mi sombrero
Cuando lloraba Baudelaire
En cien años más, los polacos?
Lloraba con lágrimas negras?
Su declaración a la arena?
Tal vez una estrella invisible
Hay en el cielo de Colombia
Los congresos de los paraguas?
No se cansan de repetir
En tu alma o en el horizonte?
En el sueño, cuando dormías? Dónde van las cosas del sueño?
Yo llegué de detrás del mar
Se van al sueño de los otros? Y el padre que vive en los sueños
XLVIII
Vuelve a morir cuando despiertas?
Son los senos de las sirenas
Qué dirán de mi poesía
Florecen las plantas del sueño
Los que no tocaran mi sangre?
Y maduran sus graves frutos?
Las redondescas caracolas? O son olas petrificadas O juego: inmóvil de la espuma?
Cómo se mide la espuma
XXXV
Que resbala de la cerveza?
No será nuestra vida un túnel
Qué hace una mosca encarcelada
Entre dos vagas claridades?
XLIV
En un soneto de Petrarca?
O no será una claridad
Dónde está el niño que yo fui,
Entre dos triángulos oscuros?
Sigue adentro de mí o se fue?
XXXI
O no será la vida un pez
Sabe que no lo quise nunca
A quién le puedo preguntar
Preparado para ser pájaro?
Y tampoco me quería?
XLIX
Qué vine a hacer en este mundo?
La muerte será de no ser
Por qué anduvimos tanto tiempo
Cuando veo de nuevo el mar
Por qué me muevo sin querer,
O de sustancias peligrosas?
Creciendo para separarnos?
El mar me ha visto o no me ha visto?
No se ha incendiado la pradera
CORREO del SUR Director General: León García Soler
Con las luciérnagas salvajes? Los peluqueros del otoño Despeinaron los crisantemos?
Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo
Diseño gráfico: Hernán Osorio
Y dónde voy cuando me ataja? Por qué me he cerrado el camino Cayendo en la trampa del mar?