Correo Del Sur No 438

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Número 438 Mayo 10, 2015

Reino Unido, ¿adiós al bipartidismo? Guerra de trincheras y estrategia electoral Pedro Armendáriz. Un recuerdo Oscar Lafontaine: ser alternativa en Europa Un plan de acción para la recuperación de Grecia Mujeres por la paz: un siglo de lucha


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Reino Unido, ¿adiós al bipartidi Maruxa Ruiz del Árbol

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unto con Sherlock Holmes y las reglas del futbol, uno de los grandes legados de la Inglaterra victoriana es el estable sistema parlamentario de Westminster, creado para asegurar grandes mayorías. Pero esta máxima parece haberse roto y es altamente probable que las urnas resulten en un hung parliament, un parlamento “ahorcado” donde el partido ganador no puede aprobar legislación por sí sólo. Según el último sondeo publicado por You Gob el domingo 6 de abril, los conservadores obtendrán 34 escaños, los laboristas, 33; los liberal demócratas, 10; Ukip (Partido por la Independencia del Reino Unido), 13; y el Partido Verde, 4. “El escenario de un parlamento dividido parece hoy inevitable”, apunta Harry Lamberth, el editor de la web Mayo2015, referencia en los medios británicos por ser una encuesta de encuestas sobre los comicios. Sería el segundo hung parliament consecutivo, algo insólito en la historia británica. Las anteriores elecciones de 2010 dieron como resultado el primer parlamento partido tras 36 años de grandes mayorías y hay que remontarse a 1910 para ver en la historia británica una sucesión de dos parlamentos partidos. El 30 de marzo comenzó oficialmente la campaña electoral y el pasado fin de semana ITV televisó el primer y único debate de la campaña con siete contrincantes y ningún

ganador claro. David Cameron (Partido Conservador), Ed Milliband (Partido Laborista), Nick Clegg (Partido Liberal Demócrata), Nigel Farage (UKIP), Nicola Sturgeon (Partido Nacionalista Escocés), Leanne Wood (Plaid Cymru, el partido nacionalista galés) y Natalie Bennett (Partido Verde). Una combinación de todos ellos tendrá que gobernar Reino Unido los próximos cinco años. ¿Qué ha pasado en Reino Unido para llegar a esta rareza electoral? 1. Ukip, la victoria del racismo y el euroescepticismo En el país de la Reina Isabel los votantes han encontrado su vía de escape a hacia la extrema derecha. Ukip, un partido eurófobo, thatcherista y xenófobo, podría pasar de no tener ningún escaño a ocupar entre cinco y 30. Los mítines de su líder, Nigel Farage, no llenaban ni un aula hace un año y desde las elecciones europeas de 2014 su cara aparece diariamente en todos los periódicos. Tanto en Reino Unido como en España fue el bipartidismo quien realmente perdió en las elecciones europeas de 2014. En los comicios en que el partido de Pablo Iglesias se hizo con cinco escaños, el euroescéptico Ukip de Nigel Farage obtuvo 24 diputados de los 73 que le corresponden a Reino Unido en el Parlamento Europeo, más que ambos partidos mayoritarios. Aquel 25 de mayo, los británicos encontraron en Farage una forma de expresar su desafección a la Unión Euro-

pea. Comenzó así la carrera de Farage por hacerse grande en un parlamento donde ahora no ocupa ningún escaño. “Hemos abierto las puertas a diez países excomunistas y como resultado de nuestra pertenencia a la Unión Europea no tenemos ningún control sobre el número que llegan”, declaró recientemente Farage. La propuesta de Farage es reducir los inmigrantes que llegan cada año de 300.000 a 50.000. El programa electoral de Ukip promete replicar el modelo australiano que facilita el acceso a los emigrantes cualificados y lo deniega a aquellos con baja cualificación. Albert Aixalá es profesor de Ciencia Política en la Pompeu Fabra y ha investigado la relación entre la crisis económica y el auge de partidos euroescépticos como UKIP. En su opinión, tanto el ascenso de Podemos como el de UKIP “son una respuesta a la pérdida de soberanía nacional en los Estados. La diferencia es que, mientras Podemos quiere recuperar su soberanía para tratar de tú a tú a la Unión Europea, UKIP le da la espalda. Otros partidos que han surgido de manera similar en Europa son Syriza en Grecia, el Frente Nacional en Francia o Alternativa para Alemania”, comenta Aixalá a La Marea en conversación telefónica. “La consideración de que Reino Unido podría estar mejor fuera de la Unión Europea es una constante que se ha sostenido por más de 10 años y que los distintos gobiernos británicos han ido sorteando sin llegar a darle solución”, continúa Aixalá.

Victoria de los conservadores

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mplia victoria de los conservadores, mucho más amplia de lo que cualquier encuesta había apuntado para las elecciones británicas. Según encuestas a pie de urna, los ‘tories’ conseguirían 316 escaños frente a los 239 de los laboristas. De confirmarse estos resultados, el primer ministro británico podría repetir Gobierno de coalición con los liberales

de Nick Clegg, que obtendrían 10 escaños, una fuerte caída frente a los 56 que habían sacado en 2010. La mayoría absoluta está situada en 326. Por otro lado, el Partido Nacionalista Escocés (SNP) obtendría 58 de los 59 escaños reservados en la Cámara de los Comunes para Escocia, según siempre el sondeo a pie de urna. La formación independentista que lidera

Nicola Sturgeon prácticamente borraría del mapa político en Escocia a los laboristas, que la pasada legislatura obtuvieron 41 escaños en esa región. Los galeses de Plaid Cymru, según el sondeo a pie de urna, obtendrían 4 escaños, mientras que el eurófobo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), se queda con apenas dos.


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ismo? La promesa de David Cameron de un referéndum sobre la permanencia en la UE es el mejor as en la manga que tienen los conservadores para evitar que sus votantes más conservadores cambien su papeleta por la de UKIP. 2. La larga sombra del referéndum sobre el laborismo Ed Milliband y su falta de conexión con el electorado es sólo la punta del iceberg de la crisis en el partido laborista británico. “Incluso en el escenario de una renuncia de Milliband el laborismo no recuperará su viejo lustre”, comenta el analista John Harris en The Guardian. Según Harris, el partido laborista tiene problemas mucho más profundos que su débil liderazgo. Uno de ellos tiene que ver con la larga sombra del referéndum escocés. Allí los laboristas están castigando a su partido por haber hecho campaña a favor de la unión y el Partido Nacional Escocés podría acabar llevándose la mayoría de los sitios que ahora ostentan los laboristas en Escocia. En el sistema electoral británico cada escaño representa una circunscripción en el territorio. Según una encuesta publicada el 4 de marzo por la empresa Lord Ashcroft, de los 59 sitios que corresponden a Escocia el SNP podría obtener hasta 56, cuando ahora tiene sólo 5. Los laboristas perderían así la mayoría de sus 41 escaños en el territorio. 3. Una pregunta formulada en los 70 podría cambiar el país La resaca del referéndum escocés también está detrás de la última de las circunstancias que hacen a esta elección única. La llaman “la cuestión inglesa” y se basa en la existencia de parlamentos independientes en todos los países constituyentes de Reino Unido a excepción de Inglaterra. En 1977, el parlamentario Tam Dalyell se preguntó: “¿Por qué si yo puedo ir a Inglaterra a votar leyes que afectan sólo a los ingleses, un parlamentario inglés no puede venir al parlamento escocés a votar leyes escocesas?” Tras la consulta, retomó su vigencia una paradoja de la política británica que estaba criando polvo en algún cajón desde los años 70. ¿Por qué? Sencillamente porque no importaba. Los laboristas y los conservadores solían tener mayoría suficiente para no necesitar ayuda de terceros en las cámaras. Pero con el declive del bipartidismo la “Cuestión de West Lothian”, como se la conoce por el territorio escocés donde fue pronunciada, vuelve a tener relevancia. La nueva devolución de poderes que se le hará a Escocia tras el referéndum hace aún más flagrante esa desigualdad y el ala más conservadora de los tories está presionando al Gobierno para que se haga algo al respecto. La solución que ha propuesto David Cameron es “votos ingleses para leyes inglesas”, de tal manera que todas las regiones tengan su porción de autodeterminación. Pero la respuesta no es tan fácil porque la reforma tendría complicados efectos en el sistema electoral y perjudicaría al partido laborista, el que ha tenido siempre más parlamentarios en Escocia. Desde hoy hasta las elecciones, innumerables apuestas y predicciones más o menos inciertas se harán su espacio en las tertulias y periódicos. Pero pocas urnas ha habido tan imprevisibles como estas en la historia de Reino Unido. La marea, 07-05-2015.

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Guerra de trincheras y estrategia electoral Pablo Iglesias

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n los párrafos más legendarios de sus Quaderni del carcere, Antonio Gramsci reflexionaba sobre las estrategias de guerra de la I Guerra Mundial, posición y maniobra, para entender la política en Occidente. En la política occidental la guerra de maniobra (el asalto) perdería relevancia frente a una compleja guerra de posición en la que el Estado no sería más que la trinchera avanzada del conjunto de fortificaciones de la sociedad civil. La política de la guerra de trincheras es la lucha por la hegemonía. A diferencia de lo que muchos piensan, Gramsci no ideó el concepto de hegemonía, que ya estaba presente en las reflexiones de socialistas rusos que Gramsci conoció, e incluso en algunos textos de la Komintern. Sin embargo, Gramsci fue el primero en entender la hegemonía no como la necesidad de las organizaciones socialistas de liderar a sectores subalternos distintos a la clase obrera o de aliarse con sectores de la burguesía, sino como el conjunto de mecanismos supraestructurales, sobretodo en un sentido cultural, sobre los que descansa el orden político en las sociedades avanzadas. Gramsci volvió a Maquiavelo, el padre de la política como ciencia del poder, para entender la importancia del consentimiento. Y es que el poder en las sociedades avanzadas no sólo se expresa a través de mecanismos coercitivos, sino predominantemente a través del consentimiento y el consenso. Si por algo las reflexiones de Gramsci han envejecido tan bien, convirtiéndose en referencia de todas las izquierdas e incluso de ciertas derechas cultivadas, es porque la política occidental, una vez se consolidaron y desarrollaron los sistemas democráticos y sus Estados, es básicamente la política hegemónica. La hegemonía es la capacidad orgánica de los sectores dominantes para convencer a las mayorías sociales de los relatos que justifican y explican el orden político. Los dispositivos de convencimiento son básicamente culturales (la escuela y la Iglesia son los ejemplos clásicos y los medios de comunicación el ejemplo de nuestro tiempo) y sirven para asentar las claves de los relatos hegemónicos. Ganar en la política hegemónica es básicamente convencer del propio relato. En los periodos de estabilidad política (generalmente asociados a la estabilidad económica) los relatos hegemónicos son casi inexpugnables, pero cuando se producen crisis orgánicas, se abre la oportunidad de cuestionar, mediante la guerra de trincheras o de maniobra, los relatos dominantes y de que se produzcan cambios políticos. El 15M señaló la existencia de una crisis orgánica en España, cuestionando los relatos políticos oficiales y representando la mejor expresión social de la crisis. Podemos ha sido hasta ahora la mejor expresión política de esa crisis, logrando imponer nuevas interpretaciones de la situación y nuevas posibilidades de transformación mediante el protagonismo de los sectores subalternos (el pueblo). La imposición en el lenguaje político español de la palabra casta para señalar a las élites políticas y económicas es un buen ejemplo de la política hegemónica de Podemos; la política por un nuevo relato de la crisis y por la forma de superarla. La lucha por ocupar la centralidad del tablero es, precisamente, la lucha por determinar donde se halla la centralidad del tablero. Como decíamos en un artículo anterior, si logramos situar la centralidad en la necesidad de democratizar la economía Podemos podrá ganar. Por el contrario, si la centralidad se sitúa en otros parámetros (la mera regeneración o el recambio de élites) los sectores dominantes habrán demostrado su capacidad de resistencia. En los momentos de crisis orgánica, las campañas electorales son una guerra de trincheras simplificada. Las campañas representan el momento de la gloria o del fracaso de los estrategas políticos que pelean por imponer su relato sobre la base de consensos cambiantes, en el dificilísimo entorno de los medios de comunicación que son en sí mismos operadores políticos no neutrales. Esta campaña que comienza ahora es una guerra de trincheras por la imposición de un relato político; de cómo se imponga uno u otro dependerán en buena medida los

resultados finales, toda vez que casi la mitad de los electores aún no han decidido su voto. ¿Qué debemos hacer nosotros? La primera tarea, antes de correr tras el adversario, es observar sus movimientos. ¿Qué relato tratarán de imponer ellos? Dirán que Podemos se desinfla en las encuestas, que ya hay básicamente cuatro aspirantes a la Moncloa, que el problema fundamental de estos comicios son los pactos postelectorales en un escenario multipartidista inestable, que España es un país de clases medias y que las mayorías sociales son moderadas. Basta echar la vista atrás para comprobar que el éxito político y social del régimen del 78 descansó en un relato muy parecido que se tradujo en el estrepitoso fracaso del posibilismo eurocomunista y en la moderación de un Partido Socialista que, una vez a los mandos del Estado, pudo haber llegado mucho más lejos. Hoy el relato de nuestros adversarios dirá que Podemos fue el protagonista de la ruptura pero que no será el protagonista del cambio. Algunos humoristas gráficos lo han expresado con la lucidez propia de los cazadores y creadores de relatos. ¿Qué debemos decir en esta campaña entonces? En primer lugar que Podemos nació para ganar las elecciones generales y que ninguna batalla previa, por importante que sea, nos va a distraer de la principal. Debemos decir que no habrá cambio sin ruptura y que, por tanto, quien quiera pactar con nosotros, deberá romper con las políticas que nos llevaron al desastre. En estas elecciones no hay cuatro opciones, hay dos: cambiar o seguir con lo de siempre. Podemos no está sólo en el cambio; en la ciudad de Madrid el cambio se llama Manuela Carmena, en Barcelona Ada Colau y nuestra mano está tendida a todos los que estén por el cambio, que significa defender lo público y los derechos sociales. Por eso Podemos defiende la unidad popular y es un instrumento para la unidad popular. Hay que decir que hoy 13 millones de españoles están en riesgo de pobreza, que un tercio de los asalariados apenas cobra 645 euros al mes, que casi la mitad de los parados no recibe ninguna prestación. Las mayorías sociales no aspiran a una segunda vivienda o a tener tres coches en el garaje, aspiran a disfrutar de escuelas públicas y hospitales públicos, aspiran a una vivienda digna, a no hipotecarse de por vida y a un salario decente. En España no hay una mayoría social moderada, hay un pueblo al que se ha querido humillar y que tiene muy claro quienes son sus enemigos; las élites políticas y económicas que les han robado y se han enriquecido a su costa. Debemos explicar que nuestro programa es el programa del cambio, precisamente porque se centra en rescatar a los ciudadanos, en transformar el modelo productivo, en favorecer el empleo de calidad y con derechos, en promover la innovación tecnológica y en crear instituciones que protejan la democracia de la corrupción y del saqueo de lo público. Empieza la guerra de trincheras y el adversario nos quiere siguiendo sus movimientos. Debemos obligarles a que sigan los nuestros haciendo lo que mejor sabemos hacer; decir sin ambages las verdades que otros no se atreven a decir, por incómodas que resulten para las élites. No ganaremos pareciéndonos al adversario, sino siendo nosotros mismos.


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Pedro Armend Un recu

JOSÉ WOLDENBERG

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rimero lo elemental que en este caso es lo fundamental: Pedro Armendáriz fue un actor profesional. Es el primer elogio que quiero hacerle. Un actor dedicado, comprometido, versátil, que conforme fue pasando el tiempo (creo) refinó sus fórmulas, sus expresiones, sus capacidades y expandió el gusto por un quehacer en el que se sentía como pez en el agua. Veo al Pedro Armendáriz maduro no sólo más seguro, sino con una presencia mucho más imponente, propia, inimitable, que al joven Pedro. Fui a consultar los obligados libros de Emilio García Riera, Historia documental del cine mexicano, para constatar si mi impresión era correcta: que durante toda su carrera Pedro Armendáriz no despreció géneros, tratamientos, directores. Era un actor consciente de las características de su actividad, volcado, sobre todo, al cine.

Debutó en 1965 a los 25 años. Este año se cumplieron 50. Y en sus primeros dos años apareció en 8 películas: Los gavilanes negros de Chano Urueta, Fuera de la ley de Raúl de Anda jr., El Cachorro y El temerario de Arturo Martínez (todas ellas en 1965) y Los tres mosqueteros de Dios de Miguel Morayta, La soldadera de José Bolaños, Matar no es fácil de Sergio Vejar y Los bandidos de Alfredo Zacarías (1966). Los primeros fueron westerns, luego hizo una comedia con todo y canciones a cargo de Javier Solís, la soldadera transcurría en la Revolución Mexicana, después apareció en un melodrama cabaretero y en los bandidos es un patriota mexicano que combate a los invasores franceses. Ya en El Cachorro y El temerario fue el actor principal, pero en las otras películas hizo papeles secundarios. Y al repasar la lista de directores aparece de todo: de chile, de dulce y manteca. Lo dicho: un actor que gozaba el cine, que no

menospreciaba temas, fórmulas, intenciones. Más de 150 películas se dice fácil. Pero se requiere compromiso, capacidad y deleite por el oficio para convertirse en in ícono reconocido y reconocible del cine mexicano (y no solo de él). Dos. El cine es una industria singular: produce bienes culturales y en ocasiones excepcionales incluso obras de arte. Y Pedro vio y vivió las oscilaciones de esa industria entre nosotros. Inició su carrera en los años en que la producción anual de películas fluctuaba alrededor de 90 al año, pero le tocó resentir la caída espectacular que se experimentó entre 1990 y 1997, en la que como en plomada la producción cayó de 75 a 62 a 58 a 49 a 28 a 17 a 16 a 9. Parecía que el cine mexicano se extinguía, dado que hasta 2004 empezó una leve recuperación que luego de 10 años ha logrado de nuevo una producción de 130 películas. Por esas cambiantes circunstancias,

Pedro supo que era necesario construir una industria sólida encuadrada en un mercado señaladamente asimétrico, y que por ello, se requerían políticas de fomento y apoyo a esa actividad cultural. En su momento, planteó fórmulas para incrementar la producción, para resucitar a una actividad casi agonizante, y como presidente de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de México, entre 2006 y 2010, insistió en la necesidad de un trato justo, por parte de los distribuidores y exhibidores, al cine nacional. (Todavía el año pasado -2014, el cine mexicano solo recabó el 10 por ciento de la taquilla). Pedro era un actor, pero además un hombre comprometido con su quehacer. Sabía que el destino del cine mexicano requería de los esfuerzos concurrentes de las instituciones públicas, los productores privados, los directores, actores, fotógrafos, editores y técnicos que hacen posible


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dáriz. * uerdo

esa actividad. Y además, de condiciones propicias para su exhibición, reproducción y expansión, dado que no se encontraban solos en el escenario. Trabajó y valoró al cine de Hollywood, no tenía una visión provinciana, ni clamaba por instalar una barrera de nopal, pero reconocía que las condiciones de la competencia de ninguna manera eran equitativas y por ello reclamaba un trato y unas circunstancias que hicieran posible el florecimiento de una industria con alto contenido cultural. Lo recuerdo argumentando a favor de crear una cadena de cines de “segunda pasada” que lograra que los más pobres, que habían sido expulsados de las salas modernizadas por su alto costo, volvieran a tener contacto con su cine en pantallas grandes y no solo a través del DVD. Su paso por la Academia no fue casual. Fue el reconocimiento de sus compañeros, el cariño de muchos de ellos, pero sobre todo la confianza en un hom-

bre honesto, capaz y decidido, lo que lo situó en esa posición. Y desde ahí trabajó por y para el cine nacional. Tres. Y Pedro fue además un amigo ejemplar, querido y cariñoso. Sé que este es un acto público y ya me he referido a algunas de sus cualidades en la esfera pública, permítanme ahora decir algunas palabras sobre su vida privada. Pedro portaba una simpatía natural, arrolladora. No había tema vedado para él. La cocina, el futbol, los viajes, por supuesto el cine, el teatro o la televisión, la política, o lo que fuera, era combustible suficiente para una charla plagada de ironía, anécdotas, gusto por la vida. Todos tenemos amigos amargos, sombríos, incluso fúnebres; pues bien, Pedro se colocaba invariablemente en las antípodas: para él, el trabajo, su familia, sus diferentes círculos de amigos, le proporcionaban y él les proporcionaba una energía y un brío tales como si la existencia fuera una fiesta (que por cierto,

no lo es) (habla el amigo lúgubre). Escribió Cicerón**, al parecer en el año 44 antes de Cristo, sobre la amistad y la comparó con distintos anhelos. Decía que las “cosas” tienen diferentes objetivos: “las riquezas, (son) para servirnos de ellas; el poder, para ser reverenciados; los honores, para ser alabados; los placeres, para gozar; la salud, para carecer de dolor y cumplir las funciones del cuerpo. Pero la amistad contiene muchísimos bienes: adonde quiera que uno se vuelva, está la mano, de ningún lugar es excluida, nunca es intempestiva, nunca es molesta… porque la amistad hace más espléndidas las situaciones favorables y más leves las adversas”. Y Pedro lo supo y la ejerció. En ese mismo ensayo, Lelio decía que “la mayoría se angustia ante el deceso de los amigos”, un halo de tristeza suele instalarse de forma rotunda y paralizarnos, pero ante la muerte cercana de un amigo entrañable se preguntaba: “¿qué cosa, que per-

mitan los dioses a los hombres anhelar, no alcanzó él?”. Y concluía: “su vida fue tal… que nada podía añadírsele”. Es el caso de nuestro querido Pedro. ¿Qué más podría haberse agregado? Una vida plena, bien vivida… Acaso un poco de tiempo más. Esa amistad se mantiene en la memoria de sus amigos. Se trató de un afecto franco, cálido, juguetón, “óptima guía para el buen vivir”, y fue el mejor regalo que puede recibir alguien para hacer más llevadera la dura vida o l Guerra de trincheras y estrategia electoral a vida a secas. *Leído en el Homenaje a Pedro Armendáriz organizado por el Conaculta, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas y la Cineteca Nacional en el 75 aniversario de su nacimiento. 22 de abril de 2015 en la Cineteca Nacional. **Cicerón. Catón el mayor: de la vejez. Lelio: de la amistad. Introducción, edición, traducción y notas de Julio Pimentel Álvarez. UNAM. 1997.


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ie Linke (La izquierda) sólo tiene razón de existir si se convierte — o sigue siendo — un partido antisistema y es visto como tal”. Oskar Lafontaine es uno de los políticos más notables de la Alemania de postguerra. Sólo el antiguo canciller socialdemócrata Willy Brandt suscitaba una respuesta emocional semejante. Pero desde que basculó hacia el socialismo hace cosa de un par de décadas, Lafontaine se ha convertido en una figura todavía más polarizadora y controvertida que Brandt. El que antaño fue adalid de la integración de la Unión Europea y simpatizante de los “movimientos post-materialistas” de los años 80 es hoy uno de los críticos más feroces de Europa y uno de los más acérrimos defensores del Estado del Bienestar. En su larga carrera, Lafontaine desempeñó el cargo de ministro-presidente del minúsculo estado del Sarre en la frontera franco-alemana, el de alcalde de su capital, Sarrebruck, secretario de Finanzas alemán, presidente del Partido Social-Demócrata (SDP) y, posteriormente, copresidente del nuevo partido de izquierdas Die Linke (La Izquierda). A finales de los años 90, el tabloide inglés The Sun le denominó “el hombre más peligroso de Europa” por abogar en pro de la regulación de las transacciones financieras. Como resultado de una campaña mediática bien orquestada y de que fue perdiendo terreno ante las fuerzas neoliberales del SPD agrupadas en torno al canciller Gerhard Schröder, Lafontaine dimitió de todos sus cargos, lo que provocó una subida de un 5% en los mercados bursátiles alemanes. En 2005, Lafontaine abandonó el SPD después de cuatro décadas y se sumó a la nueva formación de Die Linke. Bajo su liderazgo, el partido creció electoralmente. Pero Lafontaine fue de nuevo víctima de ataques, esta vez a manos del ala de Die Linke más orientada hacia el gobierno, que veía en Lafontaine una barrera para formar futuras coaliciones con el SPD y los Verdes. Tras batallar contra el cáncer, Lafontaine dimitió de la dirección del partido en 2010, pero dirige todavía la organización en el Sarre.

Die Linke: 10 años Die Linke tiene ya diez años. Cuando comenzó, sobresalía como voz principal de la protesta ante la evolución de la socialdemocracia de mercado, incorporando muchos temas de los movimientos de alterglobalización. En el momento de su nacimiento, contaba con importantes aliados en Francia (el movimiento contra la Constitución de la UE), Italia (Rifondazione Comunista), el Reino Unido (Respect) y otros lugares. Diez años después, la izquierda de estos países ha sido barrida por una ola de populismo derechista, precedida en algunos casos por una participación de izquierdas en un gobierno de centro-izquierda, como en Italia. Die Linke parece no ceder terreno electoramente, aunque no parece ser la principal beneficiaria del descontento con el sistema político establecido. Si acaso, la elección de un canciller de izquierdas en un estado como Turingia parece ir abriendo camino a una actitud más “pragmática” sobre dos posiciones definitorias de Die Linke, el anti-neoliberalismo y las intervenciones militares en el exterior. La desconfianza popular ante los partidos políticos establecidos también está afectando a Die Linke. ¿Qué explica que formaciones como Die Linke y el Front de Gauche parecen haber topado con un

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Oscar Lafontaine: ser alternativa en Europa techo de cristal en términos electorales, mientras que Syriza y Podemos han tenido un éxito más espectacular? --Son muchas preguntas [risas]. Vamos a empezar con la de la participación en el gobierno. Esto sólo resulta aceptable si para los votantes conlleva un cambio, experimentado por ellos como tal. Este fue el error de Rifondazione en Italia, que no consiguió precisamente eso, y fue así castigada por el electorado. Se trata de algo que van a experimentar todos los partidos de izquierda si repiten los errores del pasado. Es algo que cualquiera puede reconocer si estudia la historia de las familias de partidos de izquierda en Europa. Ha de hacerse una distinción entre el plano de los estados y el plano federal. Las cuestiones relativas al antimilitarismo, política exterior, política fiscal, etc., no entran aquí en discusión. Está la cuestión de la ley federal relativa al tope de endeudamiento para los municipios. . . Sí, está ya escrito en la Constitución y si participas en una corporación local, tienes que regirte por ello. Pero mi postura respecto a la participación en un gobierno nacional es que esto sólo se puede permitir si hay mejoras concretas y visibles en la vida de la gente. En el caso de Alemania, esto quiere decir mejoras en el terreno del desempleo y seguridad de las pensiones, política salarial y, por supuesto, nada de intervenciones en el exterior. Pero la cuestión del gobierno será irrelevante en Alemania, debido a la evolución del SPD. El SPD se encuentra en una fase de debilidad sin precedentes. Qué papel puede desempeñar la izquierda es algo de lo que podemos ser testigos en España y Grecia, aunque estemos hablando de procesos abiertos. Cuando la presión en el seno de la sociedad se vuelve muy fuerte, Die Linke tiene sólo una oportunidad si actúa de modo creíble. Esa es la razón de que se fundara. Decíamos que tenemos cuatro partidos neoliberales en Alemania y partidos casi exclusivamente neoliberales en el gobierno a lo largo y ancho de Europa, y por esa razón es por lo que necesitamos ofrecer una alternativa. Y en Alemania, es evidente que la derecha representada por AFD no supone ninguna alternativa. Apoya todas las posiciones neoliberales. Su presidente, Bernd Lucke, fue siempre uno de los partidarios intelectuales del dumping salarial. Hay una diferencia de verdad entre la izquierda y la derecha políticas. No sólo parece haber cansancio del actual sistema económico sino cansancio también de los partidos políticos como tales. Die Linke ha atravesado un proceso de institucionalización en los últimos diez años, y no es arriesgado decir que con frecuencia no ha sido la primera entidad a la que se ha dirigido la gente que expresa su descontento por el actual estado de cosas. Antes mencionaba a Syriza y Podemos porque esas fuerzas han logrado florecer al presentarse como alternativa a la política establecida. Si una coalición rojiverde está fuera de

discusión, ¿qué vía le queda a Die Linke por delante? ¿Cómo puede desencadenar un efecto de politización? Se trata de algo muy difícil, debido a que el sistema social en el que vivimos, el sistema capitalista, está muy afianzado. Está diseñado de tal modo que los económicamente poderosos presiden todas las decisiones económicas. Las democracias representativas no son democracias en el sentido real del término. Sabemos desde Pericles que las democracias son sistemas que sirven a los intereses de la mayoría y no se puede hablar de democracia en ninguna parte de Europa En este sentido, Die Linke sólo tiene razón de existir si se convierte — o sigue siendo — un partido antisistema y es visto como tal. Ser antisistema significa abogar de modo consistente por una sociedad en la que se reorganice la vida social, en la que los frutos del trabajo vayan a quienes se los han ganado. Significa también reconocer que los pasados esfuerzos socialistas fracasaron porque no eran democráticos y sí centralizados. En este sentido, ha de escogerse otra vía. En mi opinión, se trata de la vía de las empresas gestionadas por los empleados en las que la democracia fluya hasta la vida cotidiana y no una sociedad en la que el feudalismo domine sobre la vida económica. Porque donde hay multimillonarios, no hay democracia. Nadie puede ganar mil millones. Un multimillonario contradice la idea básica de que la riqueza es resultado del trabajo. ¿Es usted optimista respecto a la evolución de Die Linke? No sé si el “optimismo” puede responder a esta cuestión. Respecto a la estructura de poder, tenemos un sistema social muy afianzado. Lo que es interesante es que ni siquiera la crisis financiera ha cambiado esto, aunque todo el mundo pueda

ver después del desplome financiero que es Wall Street quien dirige los EE.UU., no el Congreso ni el presidente. El sistema oligárquico de Ucrania o Rusia, por ejemplo, nos muestran que estamos siendo testigos de una regresión a escala global y un retroceso del modesto progreso social alcanzado tras décadas. Y sin embargo, estoy persuadido de que Die Linke no tiene otra elección que marchar en contra de la corriente y presentar alternativas. Tiene que seguir siendo programáticamente consistente, y esto no significa deslizarse por la vía del acomodo. Si lo hace, lo engullirá el sistema sin más. Tiene que seguir una vía en la que abogar de manera consistente por un modelo social diferente. Está aumentando en Europa el racismo en todas sus manifestaciones, sobre todo en forma de islamofobia (una suerte de racismo “respetable”). ¿Qué explica esa difusión incluso entre estratos de la sociedad no afectados anteriormente por ello? Creo que tiene que ver con el temor a verse relegado en la escala social. Cuando estos temores, combinados con el miedo a la marginación, están presentes, esto lleva a que ciertas capas sociales respondan con la marginación de otras. Todas las experiencias históricas nos muestran que estos temores tienen como resultado la marginación de otros. Una última pregunta. Sería un sobreentendido decir que a los partidarios de Die Linke les gustaría verle desempeñar de nuevo un papel más activo en la dirección del partido. Su carrera estuvo marcada por una serie de sorpresas. ¿Prevé usted volver? [Risas] Yo cumplo con mi parte interviniendo con mayor frecuencia en debates públicos, con más apariciones públicas. . . Fragmentos tomados de Sinpermiso. http://www.sinpermiso.info/textos/index. php?id=7930.


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Domingo 10 de mayo de 2015

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Yanis Varoufakis Los meses de negociaciones entre nuestro gobierno y el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el Banco Central Europeo han producido pocos avances. Una de las razones es que todas las partes se están centrando demasiado en los compromisos que debe conllevar la próxima inyección de liquidez y no lo suficiente en una visión de cómo Grecia puede recuperarse y desarrollarse de forma sostenible. Si hemos de salir del estancamiento actual, tenemos que apuntar a lograr una economía griega saludable. Para alcanzar una recuperación sostenible es necesario emprender reformas sinérgicas que destraben el considerable potencial del país y permitan su desarrollo mediante la eliminación de los cuellos de botella en varios ámbitos: inversión productiva, otorgamiento de créditos, innovación, competencia, seguridad social, administración pública, poder judicial, mercado laboral, producción cultural y, por último pero no menos importante, la gobernabilidad democrática. Estos siete años de deflación por sobreendeudamiento, agravada por la perspectiva de una austeridad sin fin, han diezmado la inversión privada y pública y obligado a los bancos, sumidos en un estado de gran fragilidad y ansiedad, a dejar de otorgar préstamos. Ante una situación en que el gobierno no tiene margen de maniobra fiscal y los bancos griegos se encuentran agobiados por la morosidad, es importante movilizar los activos restantes del estado y destrabar el flujo del crédito bancario a las partes sanas del sector privado. Para lograr que la inversión y el crédito vuelvan a niveles que permitan que la economía entre en velocidad de arranque, será necesario crear dos nuevas instituciones públicas que trabajen codo a codo con el sector privado y las instituciones europeas: un banco de desarrollo que aproveche los activos públicos y un “banco malo” que permita al sistema bancario salir de la gran carga que significan sus activos improductivos y volver a dar crédito a las empresas rentables y orientadas a la exportación. Imaginemos un banco de desarrollo que apalanque garantías comprendidas por el patrimonio que el estado haya conservado tras las privatizaciones, además de otros activos (por ejemplo, bienes raíces) que fácilmente se puedan valorizar (y convertir en garantías) mediante la reforma de sus derechos de propiedad. Imaginemos también que este banco vincula el Banco Europeo de Inversiones y los 315 mil millones de euros (350 mil millones de dólares) del plan de inversiones propuesto por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, con el sector privado de Grecia. En lugar de verse como una venta de liquidación para llenar agujeros fiscales, la privatización sería parte de una alianza por el desarrollo del país entre los sectores público y privado. Imaginemos además que el “banco malo” ayuda al sector financiero (que en medio de la crisis ha sido recapitalizado generosamente por los atribulados contribuyentes griegos) a cambiar su carga heredada de morosidad y desatascar su entramado financiero. Como consecuencia del efecto beneficioso del banco de desarrollo, regresarían los flujos del crédito y las inversiones a los hasta ahora áridos terrenos de la economía griega, ayudando con el tiempo a que el banco malo vaya dando utilidades y se convierta en “bueno”. Por último, imaginemos el efecto de

Un plan de acción para la recuperación de Grecia todo esto sobre el ecosistema financiero, fiscal y de seguridad social de Grecia: si las acciones de los bancos suben con rapidez, se irían reduciendo y extinguiendo las pérdidas sufridas por nuestro Estado debido al rescate financiero, a medida que se vaya valorizando el patrimonio que tiene en ellos. Mientras tanto, los dividendos del banco de desarrollo se canalizarían a los tan sufridos fondos de pensiones, que fueron abruptamente descapitalizados en 2012 (debido al “recorte” a su cartera de títulos del estado griego). En este escenario, la tarea de reforzar la seguridad social se completaría con la unificación de los fondos de pensiones, el aumento de las contribuciones por el alza del nivel de empleo, y el regreso al sector formal de los trabajadores condenados a la informalidad por la brutal desregulación del mercado laboral durante los años oscuros del pasado reciente. Es fácil imaginar una Grecia en fuerte recuperación como resultado de esta estrategia. En un mundo de rendimientos extremadamente bajos, se la vería como una excelente oportunidad y recibiría un flujo constante de inversión extranjera directa. Pero, ¿por qué esto habría de ser diferente de las entradas de capital previas a 2008

que impulsaron el crecimiento financiado por el endeudamiento? ¿Podría realmente evitarse otro esquema Ponzi en lo macroeconómico? Durante la era de crecimiento a lo Ponzi, los bancos comerciales canalizaron los flujos de capital en un frenesí de consumo, mientras que el estado lo hacía en una orgía de adquisiciones sospechosas y un descarado despilfarro. Para asegurarnos de que esta vez sea diferente, Grecia tendrá que reformar su economía social y su sistema político. La creación de nuevas burbujas no es la idea que nuestro gobierno tiene del desarrollo. Esta vez, en cambio, el nuevo banco de desarrollo tomaría la iniciativa en la canalización de los escasos recursos generados por el país hacia inversiones productivas bien seleccionadas, como empresas emergentes, compañías de tecnologías de la información que utilicen talento local, empresas agro-orgánicas pequeñas y medianas, compañías farmacéuticas orientadas a la exportación, iniciativas para atraer a la industria cinematográfica internacional hacia lugares de filmación locales, y programas educativos que aprovechen la producción intelectual y los incomparables sitios históricos de Grecia.

Mientras tanto, las autoridades reguladoras griegas estarían muy atentas a cómo se otorgan los préstamos comerciales, al tiempo que el freno a la capacidad de endeudamiento impediría a nuestro gobierno volver a caer en los viejos y perniciosos hábitos que acabaron causando déficits primarios en las cuentas fiscales. Los carteles, las prácticas de facturación anticompetitivas, las profesiones colegiadas insensatamente y una burocracia que tradicionalmente ha convertido al estado en una amenaza pública pronto descubrirían que nuestro gobierno es su peor enemigo. En el pasado, las barreras para el crecimiento se debieron a una alianza impía entre los intereses oligárquicos y los partidos políticos, prácticas de contratación escandalosas, clientelismo, medios de comunicación que han sufrido intervenciones de forma permanente, bancos demasiado complacientes, autoridades fiscales débiles y un poder judicial sobrecargado y temeroso. Sólo la brillante luz de la transparencia democrática puede eliminar esos obstáculos, y nuestro gobierno está decidido a ayudarla a relucir. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.


Mujeres por la paz: un siglo de lucha AMY GOODMAN,

CON LA COLABORACIÓN DE DENIS MOYNIHAN

H

ace cien años, más de mil mujeres se reunieron en La Haya, Holanda, durante la Primera Guerra Mundial, para exigir la paz. Gran Bretaña se negó a emitirles pasaportes a más de 120 mujeres, impidiendo que viajaran y pudieran manifestar su disidencia pacífica. Hoy, un siglo más tarde, en esta época de tanta violencia, alrededor de mil mujeres provenientes de África, Asia, América Latina, Europa y América del Norte, se reunieron en la misma ciudad para manifestarse contra las guerras actuales: desde Irak hasta Afganistán, pasando por los conflictos en Yemen y Siria y la guerra social que se está librando en las calles de Estados Unidos. Estas mujeres viajaron a La Haya para conmemorar el centenario de la fundación de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad. La Dra. Aletta Jacobs, una sufragista holandesa cofundadora del grupo, había dicho que el objetivo de la primera reunión celebrada en 1915 era empoderar a las mujeres “para que protesten contra la guerra y sugieran medidas para impedir que haya más guerras”. Entre las mujeres que estuvieron ahora en La Haya había cuatro ganadoras del Premio Nobel. Shirin Ebadi recibió el premio en 2003 por su defensa de los derechos humanos de las mujeres, los niños y los presos políticos de Irán. Fue la primera mujer musulmana, y la primera iraní, que recibió el Nobel. A pesar de ello, vive en el exilio desde 2009 y ha visto a su esposo apenas una vez desde entonces. En su discurso de apertura de la conferencia de la Liga, celebrada esta semana, Ebadi dijo: “Si en lugar de bombas se hubieran lanzado libros a la gente, a los Talibán, y si se hubiesen construido escuelas en Afganistán –se podrían haber construido 3.000 escuelas en homenaje a las 3.000 personas que murieron en los atentados del 11 de septiembre– ahora mismo no existiría el ISIS. No olvidemos que el ISIS surge del Talibán”. Ebadi estaba junto a otras premio Nobel: Leymah Gbowee, que ayudó a lograr una paz negociada durante las guerras civiles de Liberia; Mairead Maguire, que ganó el Premio Nobel de la paz en 1976 a los 32 años por promover el fin del conflicto en Irlanda del Norte, de donde es originaria; y Jody Williams,

de Vermont, que lideró la campaña mundial para prohibir las minas terrestres y ahora está organizando una campaña para que se prohíban los llamados “robots asesinos”, que son armas que matan automáticamente sin la participación de un ser humano que las controle. Estas cuatro célebres ganadoras del Premio Nobel estuvieron acompañadas por activistas por la paz de todo el mundo. Madeleine Rees, secretaria general de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, habló de la primera reunión celebrada en 1915 y cómo se organizó: “No hubiera sido posible sin el movimiento por el derecho al sufragio femenino porque no se puede comenzar un movimiento de masas de la nada. De hecho, es necesario tener una estructura organizativa para lograrlo. Eso había comenzado con el movimiento de las sufragistas. Todas esas mujeres que fueron a La Haya estaban exigiendo el derecho a votar. Vieron, con razón, que la ausencia de las mujeres en la toma de decisiones en el gobierno implicaba mayores probabilidades de que se desatara una guerra”. Kozue Akibayashi es la nueva presidenta de la Liga. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos exigió que la Constitución de Japón prohibiera explícitamente que el país librara una guerra para resolver sus diferencias con otros países. “En Japón, la mayoría de las personas apoya los preceptos pacifistas de la Constitución”, explicó Akibayashi. Sin embargo, el Presidente

CORREO del SUR

Barack Obama, como hizo el Presidente George W. Bush antes que él, está presionando al gobierno japonés para que elimine el artículo pacifista de la Constitución. Esta semana, Obama recibió al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, en la Casa Blanca y felicitó a Abe por su trabajo para restaurar la capacidad ofensiva de las fuerzas armadas del país. Además de ser presidenta de la Liga, Kozue Akibayashi es una de las miles de activistas que están protestando contra los planes de ampliar la presencia militar de Estados Unidos en la isla de Okinawa. La activista africana Hakima Abbas también estuvo en La Haya. La entrevisté unas horas después de que saliera a la luz la información acerca de las fosas comunes en Nigeria, en las que se hallaron víctimas del grupo militante Boko Haram. La historia de Boko Haram, me dijo, “es una combinación de fundamentalismos islamistas violentos, el fundamentalismo capitalista y la militarización mundial. El fundamentalismo no empieza ni termina con los fundamentalismos islámicos en África. Hemos sido testigos del fundamentalismo cristiano en Uganda, donde se persigue a las personas gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, queers e intersexuales”. A continuación, vinculó todo esto con las protestas ocurridas esta semana en las calles de Baltimore: “En su propio país, el fundamentalismo que defiende la supremacía blanca y el fundamentalismo cristiano de derecha se ven exacerbados por la cultura de las armas y la promoción de una fuerza policial armada que está matando a mujeres y hombres negros, a personas transexuales y a niños. De modo que los fundamentalismos son un problema que realmente debemos abordar a nivel mundial”. Le pregunté a Shirin Ebadi si tenía algún mensaje para darnos. Me respondió con una propuesta sencilla, pero muy poderosa, para lograr la paz, que constituye la base de la labor de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad en el comienzo de su segundo siglo de vida: “Trata a las personas de Afganistán del mismo modo que tratas a tu propio pueblo. Mira a los niños iraquíes del mismo modo que miras a tus propios hijos. Solo entonces verás que la solución está allí, al alcance de la mano”. © 2015 Amy Goodman. Traducción al español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org.

Suplemento dominical de

Director General: León García Soler

Director: Adolfo Sánchez Rebolledo

Diseño gráfico: Hernán Osorio


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