Correo Del Sur No 439

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Número 439 Mayo 17, 2015

El nuevo sueño americano: sobrevivir a la violencia policial Vientos de guerra China, megapotencia financiera Gran Bretaña en estas elecciones Reflexiones desde Escocia Centenario de Orson Wells Decálogo


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El nuevo sueño americano: sobrevivir a la violencia policial Amy Goodman,

con la colaboración de Denis Moynihan

“¿

Qué deseas lograr con esta protesta?”, le pregunté en agosto del año pasado a una adolescente de 13 años que estaba participando de una manifestación en Staten Island contra el asesinato por parte de la policía del afroestadounidense Eric Garner. La adolescente, llamada Aniya, me respondió: “Vivir hasta los 18 años sin morir antes de un balazo. Queremos crecer, vivir la vida. No queremos morir en cuestión de segundos por culpa de la policía”. Este es el sentimiento que inspira al movimiento Black Lives Matter (Las vidas de las personas negras importan) en todo el país. ¿Acaso será ese el nuevo sueño americano? Más recientemente, en Baltimore, el anuncio por parte de la fiscal de la ciudad de que se presentarían cargos contra seis policías por la muerte de Freddie Gray calmó los ánimos luego de una semana de intensas protestas. Marilyn Mosby, la fiscal de Baltimore, de 35 años de edad, es la fiscal principal más joven de una ciudad importante de Estados Unidos. Lleva apenas 100 días en el cargo y apareció en primera plana el viernes primero de mayo cuando realizó el sorprendente anuncio de que los policías afrontarían varias acusaciones, desde agresión hasta homicidio en segundo grado. Según los informes policiales, el teniente de la policía de Baltimore Brian Rice estaba patrullando en bicicleta en la mañana del 12 de abril cuando Freddie Gray se echó a correr tras haber establecido contacto visual con él. Rice persiguió a Gray junto con los oficiales Garrett Miller y Ed-

ward Nero. Un transeúnte filmó el momento en que Gray era arrastrado hasta la camioneta de la policía mientras gritaba de dolor. A pesar de que Gray pidió asistencia médica reiteradas veces, no se la proporcionaron y al poco tiempo quedó inconsciente. Otros policías que participaron en su arresto y traslado tampoco hicieron nada. Su familia informó que Gray tenía un 80% de la médula espinal quebrada y que su laringe estaba destrozada. Gray murió después de haber estado una semana en coma. Gene Ryan, presidente del sindicato de policía de Baltimore, escribió horrorizado: “Las imágenes que aparecieron en la televisión se parecen a un linchamiento”. Sí, “linchamiento” fue el modo que un hombre blanco usó para describir las protestas de personas afroestadounidenses contra la muerte de otro afroestadounidense a quien le quebraron el cuello mientras se encontraba en custodia policial. Más tarde, en una conferencia de prensa, Michael Davey, abogado del sindicato de policías, defendió la persecución policial de Gray: “Si uno se encuentra en una zona donde hay altos índices de delincuencia y huye de la policía sin que haya provocación, la policía está legalmente habilitada a perseguirlo”. Entonces, ¿esto significa que Freddie Gray fue arrestado por ser negro y haber salido corriendo? Después de cada asesinato de una persona aforestadounidense por parte de la policía en los últimos tiempos, la indignación se ha hecho sentir cada vez más. La muerte de Eric Garner, ahorcado por un policía el 17 de julio de 2014, quedó impune. El fiscal de distrito de Staten Island, Daniel Donovan Jr., se negó a presentar acusaciones contra los oficiales. Donovan, que es republicano, fue recompensado esta semana: obtuvo la banca en el Congreso que dejó vacante Michael Grimm, quien renunció tras

haber sido hallado culpable de evadir millones de dólares en impuestos. Grimm también es conocido por haber amenazado con golpear a un periodista en un programa de televisión en vivo después de que éste le preguntara sobre las acusaciones. Grimm le dijo al periodista en aquella oportunidad: “Te partiré en pedazos, como a un niño”. Volviendo a Baltimore, muchas personas se sintieron aliviadas cuando la fiscal de la ciudad Marilyn Mosby anunció que había presentado acusaciones contra los seis policías: “Provengo de una familia de cinco generaciones de agentes del orden. Mi padre era policía, mi padre era policía, al igual que varios de mis tíos y tías. Mi querido abuelo, recientemente fallecido, fue uno de los miembros fundadores de la primera organización de policías negros de Massachusetts. A quienes están furiosos, heridos o han sufrido sus propias injusticias en manos de la policía, los insto a que canalicen esa energía pacíficamente mientras llevamos adelante este caso. He escuchado su clamor de que ‘sin justicia no hay paz’. Sin embargo, su paz es absolutamente necesaria mientras me esfuerzo por impartir justicia en el caso de Freddie Gray”. Mosby finalizó su oratoria mediante una declaración sin precedentes en la historia de los discursos de la fiscalía: “Por último, pero no menos importante, a los jóvenes de esta ciudad les digo que intentaré hacer justicia en su nombre. Este es su tiempo. Garanticemos que las manifestaciones sean pacíficas y productivas, para que logren cambios estructurales y sistémicos para las próximas generaciones. Ustedes están al frente de esta causa y, como jóvenes, nuestro tiempo es ahora”. Si la exigencia de que los responsables rindan cuentas se lleva a cabo con esta determinación, quizá Aniya logre su deseo de cumplir 18 años y muchos, muchos más.


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Vientos de guerra Josep Fontana

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ivimos en unos momentos en que las tensiones internacionales multiplican los riesgos de que un incidente fortuito —un atentado de Sarajevo— pueda originar un conflicto generalizado. Unas tensiones que se reflejan en la nueva carrera de armamentos que se está produciendo en un mundo en que, como nos recuerda el Bulletin of the Atomic Scientists, hay 16.300 armas nucleares en poder de 14 países, 4.000 de las cuales están disponibles para su empleo y 1.800, preparadas para un uso inmediato. Los escenarios en que podría producirse un incidente que desencadenase una crisis global no faltan. Uno de ellos es el que enfrenta a la OTAN con Rusia. Como dice Robert Legvold en Foreign Affairs, “el colapso en las relaciones entre Rusia y Occidente merece ser llamado una nueva guerra fría”. Por el momento sabemos que Rusia parece interesada en construir nuevos tipos de misiles MIRV (con cabezas múltiples que pueden dirigirse a objetivos distintos), un arma que sólo tiene sentido en el contexto de una guerra general. Pero más alarmante es aún la noticia de que Estados Unidos va a mandar 300 soldados de la 173 Brigada aerotransportada como “entrenadores” de las tropas ucranianas. Porque hay que recordar que fue así como se comenzó en Vietnam. Sigue viva también la posibilidad de que el incidente surja entre dos potencias nucleares como Pakistán y la India, cuya frontera en el Kashmir es la más armada del mundo, con 400.000 soldados en cada lado. Pakistán, que según el New York Times tiene “el arsenal nuclear que crece

más rápidamente del mundo”, posee misiles que pueden llevar una cabeza nuclear y va a comprar a China ocho submarinos desde los cuales podría alcanzar todo el territorio indio. O en el mar de China, donde cada día los pilotos de los F-15 japoneses se cruzan con aviones que vuelan por espacios aéreos disputados, y en ocasiones se encuentran con cazas chinos en lo que se convierte “en un desafío de pilotaje y de autocontrol”. Lo cual sucede cuando el primer ministro Shinzo Abe aumenta el gasto en defensa y propone que se revise la constitución japonesa para eliminar sus condicionamientos pacifistas. Sin embargo, el lugar donde es más fácil que pueda producirse un incidente peligroso sigue siendo el Oriente próximo, pese al anuncio de un posible acuerdo nuclear con Irán, una noticia esperanzadora, pero que está sujeta a pruebas tan difíciles de superar como la de la aprobación por el Congreso de los Estados Unidos y, sobre todo, la de sobrevivir a un posible triunfo republicano en las elecciones presidenciales de 2016. El 26 de marzo pasado el New York Times publicaba un artículo de opinión de un republicano tan calificado como John Bolton, que fue embajador de los Estados Unidos en la ONU, que llevaba el expresivo título de “Para detener la bomba de Irán, bombardead Irán”. Lo que está claro, además, es que este acuerdo no significa que vaya a cesar la guerra entre 191 millones de suníes y 121 millones de chiíes que se mantiene en Líbano, Siria, Irak y Yemen, y que es, más que un conflicto religioso, una confrontación entre Arabia Saudita (que se dice que está tratando de construir su propia

bomba atómica con la ayuda de Pakistán) e Irán por convertirse en la potencia dominante en la zona. Los ataques aéreos al Yemen que Arabia Saudita ha emprendido en “Tormenta decisiva”, una operación conjunta con los estados del Golfo, Egipto, Jordania, Sudán y Marruecos, tendrían el propósito de evitar que Irán convierta Yemen en una base. O sea que vendrían a ser algo así como la crisis de los misiles cubanos de 1962 en un escenario distinto. Egipto, que tiene un amargo recuerdo de su intervención en Yemen en tiempos de Nasser (en una guerra que en cinco años les costó a los egipcios de 10.000 a 15.000 muertos), ya ha anunciado su propósito de enviar tropas de tierra a este escenario, a cambio de las subvenciones de los estados petroleros árabes, donde el dinero, dice el presidente al-Sisi, “crece como el arroz”. Pakistán, en cambio, se ha negado en esta ocasión a sumarse con fuerzas propias a la operación del Yemen, y el ministro de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos se lo ha reprochado diciéndole que las inversiones árabes habían sido bienvenidas en Pakistán, de modo que no era justo que ahora les abandonasen en la guerra contra el Yemen. La primera respuesta a esta actitud ha sido que un avión pakistaní que llevaba peregrinos a bordo ha visto como las autoridades de Arabia Saudí le negaban la entrada en su espacio aéreo con el argumento de que carecía de los documentos necesarios. Pero la noticia más turbia de esta historia es seguramente la que nos ofrece Robert Parry, un periodista de investigación que suele tener acceso a las informaciones del entorno de la CIA, según el

cual Arabia Saudí se ha aliado a Israel en su lucha conjunta contra Irán y contra el “creciente chií”, de Teherán a Beirut pasando por Damasco, y que en los últimos dos años y medio le ha hecho llegar, a través de un tercer estado árabe, 16.000 millones de dólares, destinados en teoría a obras de infraestructura. Esta alianza ha servido hasta ahora para luchar conjuntamente contra el levantamiento de sanciones a Irán; pero podría ir más lejos, de acuerdo con las noticias que aseguran que Riad autorizaría que los aviones israelíes cruzaran su espacio aéreo para acortar el vuelo en un bombardeo a las instalaciones nucleares de Irán. John Pilger observaba recientemente cómo se parecen las noticias que se difunden en la actualidad acerca de estos conflictos a las que circulaban por Europa en los años que antecedieron a la Segunda guerra mundial. “Grandes mentiras difundidas con la precisión de un metrónomo”. Ninguna de estas causas que podrían promover un enfrentamiento global tiene que ver en realidad con la libertad ni con el bienestar de los seres humanos. Ni en Ucrania se lucha por la democracia, ni Irán es una amenaza para la civilización, ni en el mar de China se ventilan otros intereses que los de los imperialismos chino y japonés. Hoy que sabemos que la guerra fría fue una gran mentira que consumió millones de vidas y unos recursos con los que pudo haberse aliviado la pobreza del mundo, no tiene sentido dejarse arrastrar otra vez al mismo engaño. Como dice Pilger, nuestra obligación es “identificar y denunciar las mentiras de los promovedores de guerras”. Si callamos, ellos ganan y todos los demás perdemos.


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China, megapot

Ignacio Ramonet

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ontrariamente a lo que muchos piensan, China se halla aún lejos de representar un auténtico rival para Washington. En 2015, Estados Unidos sigue ejerciendo una indiscutible dominación hegemónica sobre el planeta. Tanto en el dominio militar (fundamental) como en varios otros sectores determinantes, en particular el tecnológico (Internet) y el soft power (cultura de masas). Lo cual no significa que China no haya realizado prodigiosos avances en los últimos treinta años. Nunca en la historia, ningún ­país creció tanto en tan poco tiempo. Sin embargo, el “Imperio del medio” sigue siendo un Estado ‘emergente’, con gigantescas bolsas de pobreza en diversas zonas del interior y con un Producto Interior Bruto por habitante (PIB/per capita, en 2013) de apenas 6.800 dólares, semejante al de, por ejemplo, Namibia, República Dominicana o Perú; muy inferior al de, por ejemplo, España (30.000 dólares), Francia (42.000) o Estados Unidos (53.000). Pero su masa demográfica es tan enorme (casi mil quinientos millones de habitantes) que su peso económico global está alcanzando niveles inauditos. De hecho, desde diciembre de 2014, en términos de poder adquisitivo global de su población, China es ya la primera potencia económica del planeta. Su economía representa el 16,5% de la economía mundial, frente al 16,3% de Estados Unidos que ocupaba ese puesto de “primera potencia económica” desde 1872... Poco a poco, y a pesar de sus considerables flaquezas, Pekín va configurándose efectivamente como la única potencia capaz de establecer, a medio plazo, una verdadera ‘rivalidad estratégica’ con Washington. El presidente Barack Obama no se equivoca cuando identifica a China como el país que podría disputarle a Estados Unidos –en la segunda mitad del siglo XXI–, su hegemonía planetaria. En esa perspectiva, decidida a rivalizar con Estados Unidos en un sector en el que éstos aparecían como intocables,  China acaba de abrir un nuevo frente, esta vez contra el poderío financiero norteamericano. Con la reciente creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) –al que España se adhirió el pasado 14 de abril–, Pekín aporta una nueva prueba de sus ambiciones. Este Banco quiere rivalizar nada menos que con el

Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, o sea las dos principales instituciones financieras planetarias creadas bajo los auspicios de Washington al final de la Segunda Guerra Mundial en el marco de los Acuerdos de Bretton Woods (1) y controladas desde entonces por Estados Unidos y el campo occidental. El AIIB competirá además con el Banco Asiático de Desarrollo (BASD, por sus siglas en inglés), creado en 1966, y muy controlado por Japón. Por eso, ni Tokio, ni Washington se han adherido –por ahora– al AIIB aunque han fracasado rotundamente en su intento por disuadir a sus principales aliados de hacerlo. El plazo impuesto por Pekín para ser “miembro fundador” del AIIB se terminaba el pasado 31 de marzo. Y a esa fecha ya se habían adherido unos 57 países, entre ellos los BRICS (Brasil, Rusia, la India y Sudáfrica), así  como algunos de los principales socios de Estados Unidos como Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, Australia, Corea del Sur, Israel, etc. Lo cual constituye una enorme victoria diplomática de Pekín y un paso más en la vía para imponerse como potencia financiera internacional. La creación del AIIB es asimismo la consecuencia de las críticas constantes contra el FMI, y que este organismo no ha sabido corregir. En particular en lo que concierne al voto. Como se sabe, para adoptar una decisión importante en el seno del FMI es necesario el 85% de los derechos de voto. Lo cual significa que Estados Unidos (que dispone del 16,74% de los votos) posee en realidad un derecho de veto. La Unión Europea también, si todos sus miembros (que disponen, juntos, de más del 30% de los votos) se unen. Mientras que, por ejemplo, China sólo tiene el 3,81% de los votos, la India el 2,81% y Brasil el 2,50%... Este sistema tan inequitativo de votación permite que el FMI sea, desde 1945, un ‘agente objetivo’ del capitalismo en su versión ultraliberal, partidario a ultranza de las privatizaciones, de los ‘ajustes estructurales’ (como el que se le impuso a América Latina y África en los años 1980 y 1990, y que se le impone hoy a Grecia), de la desregulación financiera y de la desregulación del trabajo. Además, bajo el pretexto de “lucha contra la corrupción” y “de promoción de la moralidad financiera”, el Banco Mundial y el FMI (cuyos dos precedentes Directores gerentes fueron Rodrigo Rato y Dominique Strauss-Kahn...) se niegan a favorecer las inversiones para el desarrollo de las infraestructuras de muchos países emergentes.


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tencia financiera En el nuevo Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) ningún Estado, ni siquiera China, tendrá derecho de veto. Por vez primera, en un proyecto financiero de esta envergadura, las grandes potencias occidentales sólo dispondrán de un papel secundario. Mientras que el papel de los actores regionales será ­determinante. El AIIB surge también, en el marco de una arquitectura financiera mundial alternativa, como una pieza que se añade al Banco de Desarrollo de China (creado por Pekín en 1994) y que le acaba de prestar 3.500 millones de dólares a la empresa estatal brasileña Petrobras, muy afectada por la caída de los precios del petróleo y por un enorme escándalo de corrupción (2). Y al Nuevo Banco de Desarrollo BRICS (New Development Bank BRICS, NDB BRICS) (3), creado el 15 de julio de 2014 con ocasión de la VI cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, la India, China, Sudáfrica) que tuvo lugar en Fortaleza (Brasil). La sede del NDB BRICS está –no podía ser de otra manera– en Shanghái (China) y su capital inicial es de 100.000 millones de dólares. Sus principales objetivos son: favorecer una mayor cooperación financiera y fomentar un mejor desarrollo de los Estados emergentes. O sea, los objetivos del Banco Mundial... Otro de sus propósitos, reivindicado por Pekín, es reducir la dependencia de estos Estados con respecto a los bancos crediticios occidentales y al dólar. La batalla de la moneda es otro aspecto de la ofensiva china por la hegemonía mundial. De tal modo que, por ejemplo, todos los financiamientos realizados por el Banco AIIB este año, unos 50.000 millones de dólares, lo son en yuans chinos. Las reservas de Pekín en divisas extranjeras ascienden a 3,7 billones de dólares... Pero las fluctuaciones del ‘billete verde’ estadounidense y las flaquezas del euro hacen que China desee disponer de su propia divisa, y quiera imponerla como divisa internacional. Más de un millar de bancos en unos 85 países utilizan ya el yuan en sus transferencias. En África, el yuan es, desde hace tiempo, un instrumento fundamental de la política china de inversiones. Nigeria, Ghana, Zimbabue y Sudáfrica, por ejemplo, son algunos de los países que han adoptado el “billete rojo” como moneda de pago internacional y de reserva. El volumen de los intercambios comerciales de Pekín con los países africanos alcanzó, en 2014, unos 200.000 millones de dólares, o sea más del doble de los intercambios de África con Estados Unidos (4).

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Con América Latina también se han incrementado de manera espectacular los intercambios comerciales (entre 2000 y 2013, se multiplicaron por 22). En 2013, el volumen comercial total China-América Latina alcanzó los 275.000 millones de dólares. Y se estima que esta cifra se duplicará al finalizar esta década. En los próximos diez años, China invertirá 250.000 millones de dólares en América Latina, anunció el presidente  Xi Jinping, en enero pasado en Pekín, durante el primer Foro Ministerial entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Las cifras de los créditos chinos a América Latina son menos destacadas, pero también reflejan la inaudita expansión de la potencia financiera asiática y sus intereses prioritarios en petróleo, minerales y productos agrícolas. De 2005 a 2014, esos créditos sumaron 119.000 millones de dólares. Y de ese total, casi la mitad (56 300 millones de dólares) se concedió a Venezuela, que posee las mayores reservas de hidrocarburos del mundo. Le siguen Brasil y Argentina, grandes exportadores de soja, con 22 000 y 19 000 millones de dólares, respectivamente (5). Desde el inicio del siglo XXI, China viene aumentando sus inversiones directas en el exterior, alcanzando una media de 200.000 millones de dólares al año. Su potencia de fuego inversionista sigue siendo menor que la de Estados Unidos (367.000 millones de dólares en 2012), pero ya le está empezando a morder los talones. Con cierto “pánico estratégico”, Washington ve acercarse la hora en que China se impondrá también como megapotencia financiera. (1) Los Acuerdos de Bretton Woods se firmaron al final de una Conferencia internacional que reunía a los cuarenta y cuatro países aliados y que tuvo lugar en esa ciudad estadounidense de New Hampshire del 1 al 22 de julio de 1944. Ampliamente inspirados por el economista británico John Maynard Keynes, los Acuerdos dibujaron las grandes líneas de lo que sería el Sistema financiero internacional después de la guerra, organizado en torno al dólar; y crearon dos influyentes organismos: el FMI y el Banco Mundial. (2) Cf. L’Agefi, París, 22 de abril de 2015. (3) Les Echos, París, 14 de julio de 2014. (4) Le Monde, París, 15 de abril de 2015. (5) Léase, Mario Osava: “China penetra en América Latina con créditos a países en penurias”, IPS, Roma, abril de 2015.


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Cuestiones ignoradas por los medios que verdaderamente importan en estas elecciones George Monbiot*

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a cobertura de la política nunca resulta más trivial o evanescente que durante unas elecciones. Donde cabría esperar esclarecimiento respecto a aquellas cuestiones sobre las que vamos a votar, nos encontramos con cotilleos sobre las costumbres y el estilo de los dirigentes políticos, una obsesión con desplazamientos estadísticamente insignificantes en las encuestas de opinión y hueras especulaciones sobre los resultados (todo lo cual se ve ahora agravado por el nacimiento de un bebé de la familia real, lo que significa que nuestras cabezas tienen que remojarse simultáneamente en una tina de babeo servil) Cualquiera podría pensar que los medios no quieren que comprendamos las opciones reales a las que nos enfrentamos. Si bien el análisis de las cuestiones que dividen a los partidos políticos es a menudo débil, la cobertura de aquellas que se pasan por alto colectivamente resulta casi inexistente. Los conservadores, los laboristas, los liberal-demócratas y hasta el SNP podrían afirmar que andan tirándose a degüello, pero a menudo han alcanzado un consenso sobre qué cuestiones son dignas de debate. Este artículo hará un listado que enumere unas cuantas de estas omisiones. La primera es tan evidente que debería figurar en toda discusión política: el corrupto y quebrantado sistema con el que hemos de votar. El argumento que he oído utilizar a los activistas del laborismo – “vótanos, porque es lo mejor que podemos esperar con el sistema uninominal mayoritario simple” – tendría más peso si los laboristas tuvieran planes para cambiar el sistema. ¿Dónde están los feroces argumentos acerca de la financiación política por reformar en el Reino Unido que permite a los multimillonarios y a las grandes empresas comprarse los políticos que quieran? ¿Dónde está el debate sobre el uso y abu-

so de la prerrogativa real por parte de los primeros ministros? ¿Dónde está siquiera la mención del agujero negro democrático en el corazón de Gran Bretaña, por el que desaparecen las esperanzas de reforma financiera y fiscal: la Corporación de la City de Londres, cuyos ilegítimos poderes son anteriores a la Carta Magna? He aquí un dato con el que habría que embestir todos los días contra los políticos: los pobres de este país pagan más impuestos que los ricos. Si no sabíais esto – y la mayor parte de la gente no lo sabe – se debe a que nos han adiestrado para que no lo sepamos, gracias a los implacables esfuerzos de los medios empresariales. Nos distraen haciendo que nos obsesionemos con el impuesto sobre la renta, una de las pocas fuentes de ingresos que es inequívocamente progresista. Pero con él se cubre sólo el 27% del total de la imposición fiscal. En con-

junto, los ricos pagan el 35% de sus ingresos en impuestos, mientras que la décima parte más pobre paga un 43%, en buena medida a causa del IVA y las tasas municipales. El Equality Trust llegó a la conclusión de que el 96% de quienes respondieron a su estudio querrían un sistema fiscal más progresivo. Pero, ¿dónde está ese partido grande que movilice este deseo, o explique incluso la actual injusticia?. El fracaso general a la hora de cobrar impuestos por la tierra y la propiedad constituye una política compartida por los tres principales partidos ingleses, no obstante el impuesto sobre mansiones. A ninguno de ellos parece importarles que este fracaso contribuya a substituir la sociedad de emprendedores que afirman apoyar por una economía basada en la renta y el capital patrimonial. A ninguno de ellos parece importarle que su compleja cerca de

protección fiscal de la tierra y las construcciones choque con la creencia que profesan según la cual el capital debería utilizarse productivamente. Y tampoco pondrá ninguno de ellos en tela de juicio de modo efectivo la cleptoremuneración: los ejecutivos que desvían la riqueza en cuya creación no tuvieron ningún papel. Ninguno trata de modificar un régimen limitado de responsabilidades tan generoso que permitió a los multimillonarios autores de la crisis financiera– tales como Fred Goodwin y Matt Ridley – salir de rositas del sufrimiento que infligieron sin tener que pagar un penique. Hasta estas cuestiones resultan triviales comparadas con esa nube que no advertimos que cuelga sobre nuestra política: la imposibilidad de un crecimiento infinito en un planeta finito. Todos los partidos principales y los canales de los medios están com-

¿Una victoria envenenada? Michael Roberts

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ientras escribo el viernes por la mañana, después de las elecciones generales de 2015, el Partido Conservador parece renovar su mandato con una mayoría absoluta en el nuevo parlamento. Como he repetido hasta el cansancio, esto es lo que predije en 2009 antes de que los tories (conservadores) ganasen las elecciones de 2010 y formasen una coalición con el Partido Liberal Demócrata. La razón principal de esta la victoria es, creo, como señalé en una nota reciente, q u e la recuperación económica tras la Gran Recesión ha alcanzado su pico en el último año, con un crecimiento real del PIB del Reino Unido que ha pasado de cero en 2012 a cerca de del 2,5% en 2014 y el ingreso real per cápita finalmente empieza a crecer también. La encuesta a pie de urna inmediatamente después del cierre de las votaciones anoche volvió a ser muy precisa. Predijo que los conservadores sería el partido más votado con diferencia y que habría un colapso de los votos del Partido Liberal Demócrata, mientras que los nacionalistas escoceses (SNP) arrasarían a los laboristas en Escocia. Y así resultó. Ahora parece que el voto conservador en las elecciones del Reino Unido será de alrededor del 36% (lo mismo que en 2010) y el Laborista sólo el 31% (frente al 29% en 2010). Así que el resultado conservador es un poco más alto que lo previsto por las encuestas pero el de los Laboristas mucho peor. Los Laboristas fueron

barridos en Escocia y parece que el resultado de UKIP fue menor de lo previsto (su líder, Nigel Farage no ganó un escaño) y sus votos fueron a los conservadores. Y la crisis de los Liberal Demócratas también ayudó a los conservadores. La participación de los votantes parece ser de un 65.7%, casi exactamente la misma que en 2010. Sin embargo, como la participación fue mucho mayor en Escocia, ello implica que la participación electoral en Inglaterra y Gales cayó respecto a 2010. Además, la suma de los dos partidos mayoritarios ha caído de nuevo, un poco. Así que la fragmentación política que hemos visto en toda Europa continúa. Pero, en muchos sentidos, esta victoria de los conservadores puede ser un regalo envenenado. En el mejor de los casos solo tienen una pequeña mayoría (y es poco probable que vuelvan a formar una coalición con los liberales). La derecha de los conservadores (presionados por UKIP) exigirán el referéndum prometido para salir de la UE. Puede convocarse dentro de un año, más o menos, y no esperar hasta 2017. La City de Londres y las grandes empresas se oponen firmemente a salir de la UE y todos los principales partidos llamarán a quedarse. En todas las encuestas el público británico se manifiesta en contra de una salida de la UE. Así que mi tercera predicción (después de que ganaría el NO en el referéndum sobre la independencia de Escocia y que los tories ganarían en 2015) es que los británicos votarán a favor de permanecer en la UE. Por

cierto, no hay una mayoría en Escocia a favor de la independencia (sólo el 36% está a favor, según la última encuesta). No es de extrañar que la dirigente del SNP, Nicola Sturgeon, calificase la gran victoria del SNP en Escocia como un voto “antiausteridad” y no pro-independencia. Así como los conservadores han ganado gracias a una mejora de la economía, el regalo envenenado es la evolución de la economía en los próximos años. El gobierno todavía tiene un déficit presupuestario considerable que no desaparecerá, aún con las previsiones más optimistas de crecimiento económico, hasta 2019. La deuda del sector público en relación al PIB sigue aumentando. Aún más preocupante, la deuda del sector privado se encuentra todavía en niveles récord, cuando la burbuja inmobiliaria. Por encima de todo, la inversión empresarial es muy débil y los beneficios de las empresas siguen siendo inferiores a los niveles de hace 15 años. El capitalismo británico tiene un gran déficit exterior comercial y depende de la afluencia de capital financiero (‘dinero caliente’) para pagarlo. Y es probable una nueva recesión global justo en el ecuador de la legislatura. Entonces descubrirán que el regalo estaba envenenado. Los tories no van a ganar las próximas elecciones. Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession. Traducción para www.sinpermiso.info. Gustavo Buster.


CORREO del SUR prometidos con un crecimiento económico incesante, y utilizan el PIB como medida primaria del progreso humano. Hasta cuestionar esto supone colocarse fuera del marco del debate político racional. Por servir a este sueño imposible hemos de trabajar implacablemente, a menudo en empleos que no entrañan ninguna utilidad social y causan gran perjuicio. ¿Quién es lo bastante valiente en política como para proponer que trabajemos menos y disfrutemos más de la vida. ¿Quién va a poner en tela de juicio condiciones de trabajo caracterizadas por cuotas ridículas y exigencias imposibles, o reformar un régimen de seguridad social más draconiano e intrusivo que el dejarte salir de la cárcel para hacer cursillos? ¿Quién está listo para preguntarse en voz alta para qué este esfuerzo y castigo? ¿Y qué tal si reconocemos un poco la epidemia de soledad, o el estremecedor aumento de situaciones como las autolesiones, los trastornos desórdenes alimentarios, la depresión, la ansiedad de rendimiento y la fobia social? Evidentemente, no se trata de temas propios y adecuados para el discurso político, que crea la impresión de que quienes los sufren no son electores propios y adecuados. ¿Qué tal algunos argumentos acerca de la pérdida de espacio público¿ ¿O un debate sobre lo que les está pasando a los niños, recluidos como nunca antes entre cuatro paredes, lo mismo en el colegio que en casa? ¿Qué tal reconocer algunos de los cambios radicales en la demanda de transporte en la época de saturación del coche y del avión, para hacer superfluas las nuevas carreteras y aeropuertos a los que se han comprometido todos los partidos grandes. Olvidaos. El derrumbe nacional y global de la biodiversidad, el horripilante ritmo de pérdida de suelo, el conflicto entre las aspiraciones de minimizar el cambio climático y maximizar la producción de combustibles fósiles: ninguno de estos asuntos se presenta a los votantes como algo que suponga una diferencia relevante. Todos los partidos principales convienen de modo tácito en seguir adelante igual que anteriormente. Los políticos no romperán estos silencios voluntariamente. Se ven atenazados por un discurso público estrecho y controlador, dominado por los medios empresariales y la BBC, que ignora o ahoga nuevas ideas, se arrastra ante las élites y condena al ostracismo a los excluidos, manteniendo a este país en estado de desarrollo atrofiado. Tras estas elecciones, tenemos que volver a pensar de nuevo, que encontrar nuevos medios de presionar para poner cuestiones desatendidas en el orden del día. Podríamos tratar de descubrir por qué las redes sociales han fracasado en su mayor parte hasta ahora en cumplir su promesa de democratización. Podríamos tratar de buscar nuevas formas de construir comunidades políticas, hacienda uso de modelos tan diversos como Podemos en España y los cristianos evangélicos. Podríamos experimentar con algunas de las técnicas latinoamericanas que han contribuido a transformar la política de abajo arriba. Como quiera que sea que lo hagamos, no deberíamos permitir nunca jamás que la democracia quede reducida a escoger de un modo tan restringido. *George Monbiot es uno de los periodistas medioambientales británicos más consistentes, rigurosos y respetados, autor de libros muy difundidos como The Age of Consent: A Manifesto for a New World Order y Captive State: The Corporate Takeover of Britain, así como de volúmenes de investigación y viajes como Poisoned Arrows, Amazon Watershed y No Man’s Land. Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón.

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Reflexiones desde Escocia Jonathon Shafi*

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o hay palabras que pueden resumir adecuadamente la magnitud del resultado en Escocia. Y hay pocas palabras que pueden describir la miseria de otros cinco años de gobierno conservador. Estos próximos años van a ser mucho peor. Los recortes serán más profundos y con un ritmo más rápido, la agenda privatizadora se acelerará y el neoliberalismo arraigará aún más en el Reino Unido en la medida en que el Partido Laborista, inevitablemente, girará a la derecha con la idea equivocada de que es la única forma de vencer a los conservadores en el futuro. En Escocia la población - no sólo los votantes SNP – se ha movilizado electoralmente en masa contra la austeridad y los tories. El SNP ha roto en pedazos a los Laboristas; sus principales dirigentes se encuentran ahora en el olvido político. “Más fuertes por Escocia” es un lema inherentemente nacionalista voceado por el SNP que situa la identidad nacional por encima de la de clase. Se podría preguntar “¿La Escocia de quién?” Sin embargo, el pueblo de Escocia no se ha movilizado por motivos nacionalistas en estas elecciones, como ocurrió en el referéndum. Esta es en gran parte la razón de que el SNP se haya centrado en cuestiones sociales como la austeridad y los Trident. La votación fue alentada por las preocupaciones de la izquierda tradicional, exacerbadas por una profunda alienación del Parlamento de Westminster. Como admitió Andrew Marr, “Escocia ha girado a la izquierda”. En estas circunstancias, ¿cómo puede mantenerse la Unión? Y quizás lo más importante, ¿cómo debe el movimiento reaccionar ante estos acontecimientos? Todos los interesados tendrán que optar. El SNP ira al Parlamento de Westminster como fuerza de combate que se enfrentará a los conservadores de todas las maneras posibles. ¿O van a tratar de pasar por un grupo de políticos profesionales que se comportan adecuadamente y que agitan las aguas de vez en cuando, pero sólo hasta cierto punto? Nicola Sturgeon, puede decir que en estas elecciones generales la cuestión central no era la independencia, pero sus consecuencias son empujar a Escocia hacia la independencia y un nuevo referéndum. Aquí el SNP se enfrenta a un desafío sobre cuándo promover una segunda campaña por el Sí. Hay varios puntos de vista, pero lo fundamental es que la pregunta es cuándo más que si se debe. La clase dirigente tory también tiene distintas opciones. Se han librado de una doble crisis inmediata gracias a la reelección de los Tory al poder, dejando a Escocia como la línea de falla principal. Es posible que opten por la disciplina y el ataque en lugar del apaciguamiento de Escocia, ya que la estrategia de apaciguamiento no parece estar funcionando. Ello podría colocar contra las cuerdas al SNP y abrir la posibilidad de rentabilizarlo. Tendrá que convocarse el referéndum sobre la Unión Europea, y la sociedad se hará más inestable ya que la situación económica será más difícil como consecuencia de la austeridad. Se provocarán explosiones sociales orgánicas, que si se combinan con una estrategia política anti-tory sofisticada podría crear dificultades a Cameron. Para los Laboristas, Escocia se ha terminado - posiblemente para siempre. Es inevitable que los Blairistas se lancen a una lucha de facciones en la próxima contienda interna y es probable que la ganen, dado el fracaso del ‘Milibandismo’. Eso significa que van a pasar los próximos 5 años en Westminster tratando de ser más Tory que los tories. En las próximas

elecciones ya será demasiado tarde para recuperar las pérdidas salvajes impuestas a nuestros servicios públicos. Si el equilibrio de fuerzas sigue siendo el mismo, habrá un hermanamiento ideológica aún más fuerte entre Laboristas y Conservadores. La crisis de representación de la clase trabajadora se ha intensificado hasta un punto no conocido previamente. En otras palabras, la política de izquierdas en Inglaterra se ha convertido en un gran, gran problema y exige una reconfiguración rápida para combatir su declive, apoyándose en las movilizaciones de los diversos movimientos sociales. En Escocia, podemos esperar un ‘segundo aliento’ del SNP, que será el partido dominante con los conservadores en el poder. La cuestión nacional será más aguda y el arma que escogerán muchos será el SNP. Pero cuando se asiente el polvo, los trabajadores del Norte y del Sur no tienen más opción que resistir y luchar con todas sus fuerzas. El terreno de batalla en Escocia y el resto del Reino Unido no puede ser más diferente. Pero la unidad entre la izquierdo a un lado y a otro de la frontera es vital, y Escocia tendrá que abrir el camino. Le corresponde a nuestro movimiento resistir a los conservadores desde nuestra posición de fuerza, implementando una serie de medidas. Al mismo tiempo, sería un error estratégico en Escocia no reconocer que hay que utilizar a fondo las armas específicas que tenemos para resistir a las clases dominantes británicas, a los par-

tidos de las élites del Reino Unido - Laboristas, Tories y Lib-Dem –, que no tienen legitimidad política al norte de la frontera. Escocia rechazó la austeridad - y tenemos que decirlo fuerte y alto. Dicho esto nuestra situación en Escocia tiene limitaciones: una resistencia dominada únicamente por un SNP hiper-centralizado que necesita que Sturgeon gane a los sectores moderados de Escocia para asegurarse otra mayoría en el Parlamento de Escocia en 2016, algo que sigue siendo difícil de alcanzar para los nacionalistas con el actual sistema electoral. Tampoco es evidente que el SNP quiera volver a plantear un referéndum en el orden del día, e incluso si lo hace, si ese referéndum iría más allá de la agenda de la ‘independencia-lite’ que mantendría a Escocia dependiente del Banco de Inglaterra, la monarquía y la OTAN. Para ir más allá de la coyuntura en la que se encuentra Escocia – hegemonizar la oposición a la clase política británica – y desarrollar un programa de transformación de Escocia, es necesaria la diversidad en la política independentista. Con la aplastante derrota del Laborismo en Escocia se abre un espacio para construir una nueva segunda fuerza en la política escocesa basada en los valores del socialismo y el sindicalismo, pero enraizada en la radicalización del movimiento por la independencia. Hay mucho en juego. *Jonathon Shafi es cofundador de la Campaña por una Independencia Radical de Escocia e impulsor del Scottish Left Proyect. Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García.


Centenario de Orson Wells DECÁLOGO

“El enemigo del arte es la ausencia de limitaciones” “El escritor necesita una pluma, el pintor un pincel, el cineasta todo un ejército” “Mis favoritos son los viejos maestros. Es decir John Ford, John Ford y John Ford” “He sido víctima de la más asombrosa serie de desgracias y de la más increíble de las buenas suertes” “Muchas personas son demasiado educadas para no hablar con la boca llena, pero no se preocupan de hacerlo con la cabeza vacía” “El trabajo es una expresión de la vida” “Odio la televisión del mismo modo que detesto los cacahuetes. Pero no puedo dejar de comer cacahuetes” “Tener un final feliz depende por supuesto, de donde quieras que acabe tu historia” “No rezo porque no quiero aburrir a dios” “Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude”

CORREO del SUR Director General: León García Soler

Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo

Diseño gráfico: Hernán Osorio


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