Correo Del Sur No 442

Page 1

Número 442 Junio 7, 2015

Carta abierta al Presidente del Perú de escritores, intelectuales y artistas sobre estado de emergencia en el valle de Tambo

-La democracia en la época de las pasiones tristes -Pietro Ingrao: 100 años -¿Por qué conviene estudiar la revolución rusa? -Jugando con fuego

DOS ESCENARIOS DE LA CORRUPCIÓN EN LATINOAMERICA


CORREO del SUR

DOS ESCENARIOS DE LA CORRUPCIÓN EN LATINOAMERICA

2 Domingo 7 de junio de 2015

Argentina: El honestismo Diego Rubinzal

L

a corrupción está instalada como una de las principales preocupaciones ciudadanas. Esa legítima inquietud social es utilizada por los medios de información hegemónicos para empobrecer el debate político. El profesor Aldo Ferrer distingue entre corrupción circunstancial y sistémica. El tratamiento mediático se concentra en la primera (sobornos y/o negociados puntuales) e ignora la segunda. La corrupción sistémica “consiste, principalmente, en adoptar decisiones y políticas que generan rentas privadas espurias, no necesariamente ilegales ni directamente redituables para quien las adopta, que perjudican el interés público. En el caso argentino son ejemplos notorios de corrupción sistémica, la imposición de un tipo de cambio sobrevaluado y la desregulación de los movimientos de capitales que culminaron en el endeudamiento hasta el límite de la insolven-

cia, generaron una masa gigantesca de rentas especulativas y fuga de capitales y deterioraron el aparato productivo y la situación social”, explica Ferrer. El tratamiento mediático actual de supuestos hechos de corrupción logra un doble efecto: 1) debilitamiento de la fuerza gobernante y 2) modificación del eje central de la discusión política. La divisoria de aguas entre “honestos” y “ladrones” invisibiliza los diferentes proyectos de país propuestos por cada fuerza política. La máxima exponente de ese pensamiento es Elisa Carrió. La dirigente de la Coalición Cívica sostuvo hace tiempo que “no creo en las ideologías; es más, creo que han sido devastadoras para la humanidad. Como no tengo pensamiento ideológico creo que hay buena gente en todos lados, en la izquierda, en la derecha, en el centro”. Así, el debate político queda subsumido en uno de índole moral. Aunque resulta ocioso aclararlo, la honestidad dirigencial es un valor fuera de discusión. La

represión de los delitos vinculados con la corrupción debe ser implacable. Sin embargo, esa cuestión es propia del derecho penal no del debate político. El “honestismo”, utilizando la expresión del periodista Martín Caparrós, es una postura falaz por dos cuestiones básicas: 1) en cualquier fuerza política conviven dirigentes honestos y deshonestos y 2) la gestión de un partido de izquierda será diferente de uno de derecha, o por lo menos eso se supone, por más que ambos estén conducidos por “personas de bien”. Bruno Bimbi sostuvo en El honestismo y los ladrones que “imaginemos a un funcionario honesto... ¿Alcanzaría su honestidad para hacer del país, la provincia o la ciudad donde ejerce su función un lugar mejor para vivir? Decir que sí sería como pensar que basta una buena ortografía para hacer literatura... el funcionario podría ser un empleado fiel del estatus quo, un cobarde incapaz de enfrentarse con inteligencia a los

poderes fácticos en beneficio de las mayorías, un conservador oscurantista que ponga en peligro los derechos y libertades de las minorías, un administrador probo pero ineficiente, sin condiciones para manejar la economía, un autoritario mesiánico, un fanático del pensamiento neoliberal que nos abandone a nuestra suerte en la jungla capitalista y aniquile las defensas del Estado y sus funciones más elementales, un xenófobo, un racista...O nada de eso pero, simplemente, un tipo que defiende un proyecto de país con el que no estamos para nada de acuerdo, sin por ello dejar de ser, en el sentido más estricto del término, honesto”. En esa línea, el ex titular del INTI Enrique Martínez recordó como “el honestismo nos llevó a Domingo Cavallo como ministro de Economía propuesto por el Frepaso”. Lo cierto es que las denuncias de corrupción fueron utilizadas demasiadas veces en la historia argentina como simples excusas para deslegitimar a

Corrupción en Chile Néstor Restivo

E

l reciente y profundo cambio de gabinete de ministros de la presidenta chilena Michelle Bachelet obedeció a la crisis de confianza y credibilidad que afectó a su gobierno a partir del descubrimiento de esquemas de financiación irregulares desde las grandes empresas a los partidos políticos. Pero si bien golpeó a los que integran la Nueva Mayoría gobernante, en rigor ese dineral puesto por los grupos económicos se dirigió en forma preferencial al partido más pinochetista, la UDI (Unión Democrática Independiente), según dijo a Cash una de las mayores investigadoras del poder económico en Chile, María Olivia Mönckeberg. Dos de los mayores grupos involucrados son Penta y Sociedad Química y Minera, Soquimich, ambos surgidos tras el golpe de 1973 contra Salvador Allende y con intereses en las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP) y las Instituciones de Salud Previsional (Isapre), que desde la dictadura de Augusto Pinochet y sus “Chicago boys” convirtieron en dos negocios fabulosos áreas que deberían ser de derechos colectivos, como los sistemas de jubilaciones y de salud. “Penta tiene una relación directa con

la UDI y el negocio de las boletas ahora ‘descubierto’ benefició muy especialmente a ese partido de la derecha, el más ideologizado y pinochetista. Y Soquimich, si bien nació bajo el ala del yerno de Pinochet, Ponce Lerou, financió en forma irregular ya no sólo a la UDI sino también al otro partido de la derecha, Renovación Nacional, y a partidos de la alianza del gobierno”, dijo la autora de, entre otros libros, El saqueo de los grupos económicos al Estado chileno, que acaba de ser reeditado y ampliado, e investigadora de la Universidad de Chile. En Chile rige desde 2003 una ley de financiamiento de partidos. Pero evidentemente fracasó. Y ahora se anunciaron proyectos para cambiarla. El esquema trucho de fondear a políticos, multimillonario en dólares, consistió básicamente en que las empresas aceptaban facturas de dirigentes políticos, o más bien de personas vinculadas a ellos o con nombres de fantasía, por servicios que en rigor no hacían. Eso costeó campañas y acciones que luego obviamente se cobraban en iniciativas legislativas o de gobiernos, nacional, regional o locales. Afectó a todo el arco político chileno y forzó a Bachelet al cambio en su equipo de gobierno. Pese a que en apenas 14 meses de su

segundo mandato Bachelet logró más cambios que en todo su gobierno anterior (en educación, impuestos, sistema electoral), su imagen quedó debilitada por los casos de corrupción y motivó los cambios de ministros. Penta fue fundado por dos nuevos ricos de la dictadura pinochetista (197390), Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín García-Huidobro, exponentes de ese nuevo empresariado que necesitó el régimen para montar su poder (y viceversa). Iniciaron su fortuna alzándose con aseguradoras. Ambos empresarios fueron detenidos y el Servicio de Impuestos Internos (SII) los acusa de “perjuicio fiscal producto de las irregularidades” a través del uso de manera indebida de “boletas de honorarios falsas de sus cónyuges para disminuir la base imponible del impuesto a la renta”, además de las causas para financiar a partidos a cambio de favores. El grupo factura alrededor de 30.000 millones de dólares. Uno de los favorecidos es el dirigente de la UDI Joaquín Noboa. Penta ya no maneja las AFP que luego de los seguros de origen engrosaron su fortuna a partir de 1973, pero sí otros negocios en los sectores asegurador, financieros e inmobiliarios, y gerencia la Universidad del Desarrollo, reducto de muchos ex funcionarios pinochetistas

como Hernán Büchi. Soquimich, por su parte, perteneció a la estatal Corfo hasta que privatizó Pinochet para entregársela a su yerno Julio Ponce Lerou. Tiene negocios en minerales como litio y otros, de los cuales exportó por casi 4000 millones de dólares en las últimas dos décadas, y según la revista El Periodista “invirtió” en los últimos tiempos 11 millones de dólares en financiar a partidos de todo el arco político, incluido el oficialista. Muchos de los negocios de concesión y exportación mineras deben pasar por el Parlamento. Uno de los presos por estos escándalos recientes es quien fuera subsecretario de Minería del anterior presidente Sebastián Piñera, Pablo Wagner. Hasta dirigentes de partidos aliados del gobierno y luego alejados como los ex candidatos presidenciales Andrés Velasco (él mismo en ese caso) o el de Maro Enriquez Ominami, a través de operadores, se vieron involucrados en las denuncias y debieron hacer descargos. Según dijo Mönckeberg a Cash, “las Isapre y las AFP fueron pasando de mano varias veces desde que Pinochet las creó. Al principio las AFP pertenecieron a los llamados ‘grupos pirañas’, más bien locales, beneficiados con el golpe, y luego de


CORREO del SUR gobiernos populares. La supuesta corrupción gubernamental fue uno de los principales argumentos utilizados para el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen. La campaña contra Yrigoyen recibió el entusiasta apoyo de los diarios La Nación y Crítica. Ese tipo de denuncias se multiplicarían durante los dos primeros gobiernos de Perón. La participación de Juan Duarte en el caso del mercado negro de la carne fue uno de los casos más resonantes. El golpe de Estado de la autodenominada “Revolución Libertadora” fue justificado debido a “la corrupción imperante en las esferas oficiales”. Más acá en el tiempo, el gobierno de Raúl Alfonsín sufrió distintas acusaciones (los pollos de Mazzorín, manejos de la Aduana, otorgamiento de préstamos a funcionarios en el Banco Hipotecario Nacional, manejos clientelares de las cajas del Plan Alimentario Nacional). En conclusión, el debate acerca de la corrupción es muy necesario pero debe transitar por carriles adecuados. “Es preciso ubicar la lucha contra la corrupción en el marco de estrategias de desarrollo que movilicen el potencial del país, defiendan los intereses nacionales y promuevan la equidad y el bienestar”, concluye Aldo Ferrer. drubinzal@yahoo.com.ar

las gran crisis de 1982 y de una transición a la llamada ‘área rara’ de la economía, en general pasaron a manos internacionales, aunque con socios locales. Las Isapre sí siguen en manos mayormente de grupos chilenos. Por ejemplo Penta tuvo una muy importante como Vida Tres, que luego vendió a capitales del Opus Dei manejados por el empresario Eduardo Fernández León; también Banmédica y las mejores clínicas de Santiago. Una ironía es que manejan salud privada y también cementerios privados”. Penta y Soquimich son ejemplos de la cría pinochetista, nuevos millonarios nacidos tras el bombardeo a La Moneda que acabó con un largo ciclo democrático en Chile. Pero grupos más antiguos, ideológicamente conservadores pero más centristas, como el Angelini, de origen italiano y dedicado a pesca (la gigante Corpesca), celulosa, energía y agro, también empiezan a verse envueltos en el actual escándalo. En especial desde la actual gestión de Roberto Angelini, sobrino del fundador Anacleto. Se investigan también aquí financiamientos irregulares de legisladores. La investigadora chilena hizo una última reflexión sobre el rol de los medios en Chile. “Es un problema. Están ligados a los grandes grupos lo cual hasta ahora limitó la posibilidad de avanzar en la Justicia. Pero las nuevas redes sociales, los medios online y la cantidad de nuevos egresados de escuelas de periodismo ahora encontraron algo en lo que vale la pena meterse. Es un escándalo nacional. No se podrá tapar”, señaló.

Domingo 7 de junio de 2015

3

Carta abierta al Presidente del Perú de escritores, intelectuales y artistas sobre estado de emergencia en el valle de Tambo Señor Presidente del Peru Ollanta Humala Tasso Presente 2 de Junio del 2015

L

os suscritos, escritores, artistas y estudiosos de la historia, cultura y problemática social, política y ambiental del Perú y América Latina, respetuosamente le manifestamos nuestro más firme rechazo a la declaración de Estado de Emergencia en la provincia de Islay así como al ingreso de efectivos del Ejército Peruano al amparo del Decreto Legislativo 1095 en los departamentos de Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna en los cuales se han acordado paros en solidaridad con la población del Valle de Tambo que se oponen al proyecto minero Tía María del Grupo México. La muerte de cuatro ciudadanos: tres civiles por impacto de bala y un suboficial de policía, es un saldo inadmisible para un gobierno elegido democráticamente. Nos preocupa enormemente el uso indiscriminado de armas de fuego por parte de la policía nacional y su aparente defensa irrestricta de los intereses de una compañía privada extranjera en desmedro de la seguridad e intereses de la ciudadanía. Demandamos, por tanto, que todas las muertes sean investigadas y haya sanción para los responsables. La protesta de los habitantes del Valle del Tambo, señor Presidente, no es un hecho inédito ni aislado ni producto de agentes foráneos o incitadores ajenos a la problemática socio-ambiental del país. Esta movilización es mas bien producto de la memoria histórica y la indignación acumulada desde que en 1960 iniciara operaciones la Southern Perú Cooper Corporation. Desde ese entonces la empresa minera, controlada desde el 2004 por el Grupo México, ha constituido el principal foco de tensión y conflicto social regional. Los humos y emanaciones de la fundición de Ilo, desechos líquidos y sobre-explotación de recursos hídricos dieron lugar a prolongadas sequías y desertificación que afectaron radicalmente el ambiente, paisaje y la salud local. Si los ciudadanos del Valle del Tambo señor Presidente, se oponen a Tía María es porque no quieren correr la suerte de otras poblaciones en los vecinos departamentos de Tacna y Moquegua cuya producción agrícola fue severamente afectada por las emanaciones y la falta de agua ocasionada por las operaciones de los tajos a cielo abierto de Toquepala y Cuajone. Además de secar ríos, como fue el caso del Valle del Cinto; de disminuir o contaminar el caudal de otros como el de los ríos Moquegua, Callazas, Torata; o reducir las aguas subterráneas, como en la irrigación de las pampas de Huatire-Gentilar; la explotación desmedida de los recursos hídricos también dejó sin agua a la población de Toquepala. En Ilo los humos de la fundición ocasionaron una alta incidencia de problemas respiratorios y cancerígenos de su población. Es esta verdad histórica: la insostenibilidad social, económica y ambiental de la minería en una región eminentemente agrícola, la causa del descontento y movilización en el Valle del Tambo y no la presencia de agitadores “anti-mineros” o de “terroristas,” como lo vienen afirmando insistentemente la prensa corporativa y su propio gobierno Siendo el Perú uno de los países mas afectados por el calentamiento global, la progresiva desaparición de los glaciares hacen del agua un bien de importancia estratégica para la sostenibilidad de la nación peruana constituida desde sus orígenes precoloniales como una sociedad eminentemente agrícola. En este sentido y como usted, señor Presidente, lo señalara durante su campaña electoral: “el agua vale más que el oro” Por lo tanto, considerando justas y necesarias las demandas de la población del Valle de Tambo, que se expresaron democráticamente en la consulta vecinal del 2009 y en las elecciones del 2014 en las que se eligieron autorida-

des que rechazan el proyecto, demandamos se levante el Estado de Emergencia en la zona y que se ordene el retiro del Ejército Peruano en los departamentos de Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna. Considerando además su insostenibilidad social, política, económica y ambiental demandamos suspenda definitivamente el proyecto Tía María. Finalmente, señor Presidente, los abajo firmantes le pedimos firme y respetuosamente que tome este conflicto como una oportunidad para dar inicio a un amplio diálogo y consulta

democrática y participativa sobre las estrategias de desarrollo alternativas a la minería de tajo abierto y al extractivismo exportador, en general, que a veces se imponen como las únicas vías posibles de desarrollo económico para el país, olvidando el carácter volátil y fluctuante de su demanda y el derecho a la tierra y al agua de los miles de peruanos y peruanas afincadas en las regiones donde se ubican dichos yacimientos. El cobre y el oro pueden hacer ricos a algunos y dar una sensación de bienestar momentánea mientras dure la demanda externa. Pero sin agua y agricultura todos perecemos.

Noam Chomsky, Professor of Linguistics, Massachusetts Institute of Technology, Edgardo Lander, Universidad Central de Venezuela (Caracas) /Instituto Trasnacional (Amsterdam), Ben Orlove, Center for Research on Environmental Decisions, International Research Institute for Climate and Society, Columbia University, New York, Maristella Svampa,Consejo Nacional de Investigaciones Cientificas, Universidad Nacional de La Plata, Argentina, Aníbal Quijano, Profesor Emérito, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Victor Delfin, artista… siguen las firmas de cientos de académicos de Estados Unidos, Latinoamérica y España. Fuente: ttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=199614


4 DOMINGO 7 DE JUNIO DE 2015

CORREO del SUR

La democracia en la época de las pasiones tristes ANTONI AGUILÓ

A

caban de cumplirse 338 años de la muerte de Spinoza. La plena vigencia de su legado nos brinda la oportunidad de relacionarlo con los debates actuales sobre legitimidad democrática y democracia radical. A la luz de las vicisitudes por las que atraviesa la democracia (desafección creciente respecto a la política convencional, ascenso de formas de participación más allá de los partidos, elevada abstención electoral, etc.), ¿cuáles son las principales contribuciones de la filosofía política de Spinoza para construir poder popular desde abajo e impulsar las ener-

gías democráticas de la sociedad? El pensamiento de Spinoza abre horizontes para una acción política radical basada en el esfuerzo vital (conatus) de cada persona por dar lo mejor de sí. Para el filósofo, el ser humano se realiza a través de la acción. Tiende por naturaleza hacia lo que incrementa su capacidad de actuar y rechaza lo que la limita o reprime: “El alma se esfuerza, cuanto puede, en imaginar las cosas que aumentan o favorecen la potencia de obrar del cuerpo”, escribe en su Ética. Lo interesante radica en que el poder de actuar mantiene un estrecho vínculo con el conatus presente en cada individuo: “Obrar, vivir o conservar su ser (estas tres cosas significan lo mismo)”. En otras palabras: nuestra vitalidad se relaciona de manera dinámica con las experiencias que propician o entorpecen el desarrollo de nuestras potencialidades. Cuando la vida nos sonríe, nuestra fuerza vital se despliega, mientras que cuando nos golpea, se repliega y estanca. En virtud de ello, la ética de Spinoza enseña a cultivar las pasiones alegres, aquellas que fortalecen nuestro poder de acción y estimulan nuestras ganas de vivir, en oposición a las pasiones tristes, que las coartan y debilitan, puesto que “la alegría es la transición del ser humano de una menor a una mayor perfección”, mientras que “la tristeza es el paso de una mayor perfección a otra menor”. Al incidir en la acción individual y colectiva, las pasiones revelan su extraordinaria fecundidad política. Y aquí la aportación

de Spinoza al enriquecimiento de la democracia es clave. La democracia surge de la lucha contra lo que disminuye o perjudica la fuerza del conatus, impidiéndole devenir un sujeto de cambio. Los dictados y abusos del poder provocan una indignación (el “odio hacia aquel que ha hecho mal a otro”) que actúa como materia prima para generar un poder popular multitudinario y transformador. Por eso Spinoza nos invita a pensar la democracia no desde las coordenadas de la política representativa liberal dominante, sino como una práctica radicalmente participativa mediante la cual las personas involucradas aumentan su capacidad de autogobierno. En este sentido, la democracia es un ejercicio de autonomía, resistencia e incluso desobediencia a los poderes que oprimen, explotan y nos roban la alegría (o la dignidad, por usar un término más en boga); es el desarrollo de nuestra potencia de actuar a través de las pasiones alegres o, dicho de otro modo, es la lucha contra la tristeza, la docilidad y el miedo infundidos en la sociedad. Por ello no resulta extraño que en el Tratado teológico-político Spinoza caracterice la democracia como el “más natural de los regímenes políticos”. Frente a la frialdad de la racionalidad política instrumental privilegiada por la modernidad occidental, Spinoza incorpora también una sabiduría de los afectos que permite avanzar en los caminos de la nueva política para una democracia real surgida en calles y plazas. Se trata de una sabiduría para la transformación y la liberación que abre espacios para la afectividad y persigue otras formas de construcción de la política que no se diluyen en categorías abstractas (clase obrera, pueblo, etc.), sino que invitan a comprometerse con la vida y a acompañar las luchas emancipadoras. Es una sabiduría terrena que no separa el sentir del pensar y cuyas prácticas políticas implican un alto grado de reciprocidad y empatía. Por eso la filosofía de Spinoza constituye un faro de referencia para los activismos que buscan reconectar la política con las preocupaciones emocionales y prácticas de la vida diaria: los que rodean congresos y bancos, los que paran desahucios, los que agitan las manos para buscar consensos, los que tienen el coraje de decir no y de gritar “¡ya basta!”, los que forman mareas humanas de camisetas verdes y blancas, los que cantan en medio (y a pesar) de las cargas policiales, los que se desnudan y exhiben la fragilidad del cuerpo golpeado por los recortes, los que ante las porras amenazantes se sientan pacíficamente en el suelo para pedir la paz y la palabra, los que disparan versos en obsequio al público, etc. Quien ha presenciado un desahucio comprende mejor que nadie el poder movilizador y emocional de un abrazo, lo que pone de relieve el potencial político de los afectos, prácticamente suprimidos del espacio público por un orden que les niega su politicidad. Una democracia radical que no valore la capacidad de tocar y sentir no merece que se luche por ella. Pero vivimos en una época marcada por el predominio de las pasiones tristes, que las élites dominantes utilizan para fomentar la pasividad y generar impotencia frente a lo que se presenta como inevitable. Por ello, mientras el poder popular sea un brote efímero, y no ese conatus que nos impulsa a seguir luchando de manera constante y apasionada allí donde sea necesario, la democracia radical estará más cerca de la tristeza que de la alegría. *Antoni Aguiló es filósofo político y profesor del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra. Fuente: eldiario.es.

Pietro JUAN-RAMÓN CAPELLA

P

ietro Ingrao ha cumplido 100 años el pasado 30 de marzo. Es seguramente el dirigente comunista democrático más longevo del mundo. ¿Qué no habrá visto Ingrao, que pasó su infancia y su adolescencia bajo el fascismo, que vivió a continuación la guerra, la afiliación al ilegal PCI, que se dedicó a confeccionar L’Unità clandestina,


CORREO del SUR

o Ingrao: 100 años que fue luego ayudante de dirección de Visconti, miembro jovencísimo del grupo dirigente del Partido comunista italiano; que asistió en Moscú, acompañando a Togliatti en los años cincuenta, al enfrentamiento de Mao con los dirigentes soviéticos; que en los años sesen-

ta era la cabeza visible del ala izquierda del Partido, viviendo los años de plomo que siguieron al 68, y que padeció como pocos la nefasta invasión que truncaba la Primavera de Praga? Ingrao, el referente de R. Rossanda y de los fundadores de Il Manifesto, a quienes no siguió

fuera de PCI; el intelectual más destacado del partido, presenció también la muerte de Enrico Berlinguer y la caída de la Unión Soviética. Diputado entre 1948 y 1994 y presidente de la cámara entre 1976 y 1979, fundó y dirigió durante años el prestigioso Centro de Studi e Ricerche per la Riforma dello Stato, probablemente el laboratorio de reflexión política y social más importante de Europa. Ingrao se revolvió contra la decisión de abandonar las siglas históricas del PCI promovida por un secretario general al que había dado su apoyo y que resultó ser un inepto; y se opuso a la escisión del PCI en 1991. Esos acontecimientos fueron el principio del final del PCI, que no sobrevivió más de dos años a la caída de la Urss. La política es para Ingrao ante todo tensión moral, proyecto y comunicación con los demás; y en cierto sentido una visión y una acción proféticas proyectadas sobre el futuro. No es —hay que decirlo en España, dadas las circunstancias— técnica de administración o caza de votos. Ingrao ha sido lo contrario del cazavotos. Ha perseguido, con el análisis y el estudio innovadores, y con la acción, una idea alternativa de democracia antitética a su degradación. Ha sido un pacifista consistente, contraponiéndose a las guerras de

Kosovo, de Afganistán, de Iraq. La paz y la oposición a la guerra fue la materia de su discurso de investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona en 1992. Pietro Ingrao sigue intelectualmente muy vivo. A mediados de marzo presentó su último libro, Restare a sinistra. Scritti sulla fine del PCI e oltre (2015); y son muy recientes Crisi e riforma del Parlamento, con un dialogo epistolare con N. Bobbio (mayo 2014) y el muy destacable Indignarsi non basta (2011). Sus memorias, Quería la Luna (2007), han sido publicadas en castellano por Península. Siempre hay que recordar, además, entre otros muchos escritos suyos, algunos libros importantes: Le cose impossibili (1990), Interventi sul campo (1990 Tradizione e progetto (1982), Masse e potere (1977). Y dos libros de poemas, porque esta persona singular era también un buen poeta: L’alta febbre del fare (1994) e Il dubbio dei vincitori (1986). Nuestra revista impresa publicó en su número 57 un trabajo de Pietro Ingrao, “Hacia nuevas estructuras comunitarias”. La Redacción de mientras tanto sabe que nuestro afecto hacia él es recíproco. Por eso le recordamos ahora y nos felicitemos por sus excepcionales cien años.

DOMINGO 7 DE JUNIO DE 2015

¿Por qué conviene estudiar la revolución rusa?

JOSEP FONTANA PRIMERA PARTE

Hay varias razones que hacen necesario que estudiemos de nuevo la historia de la revolución rusa. La primera de ellas, que necesitamos hacerlo para dar sentido a la historia global del siglo XX. Una historia que, tal como la podemos examinar ahora, desde la perspectiva de los primeros años del siglo XXI, nos muestra un enigma difícil de explicar. Si utilizamos un indicador de la evolución social como es el de la medición de... A PÁGINAS 6 Y 7

5


6 Domingo 7 de junio de 2015

DE PÁGINA 5

las desigualdades en la riqueza, podemos ver que el siglo XX comienza en las primeras décadas con unas sociedades muy desiguales, donde la riqueza y los ingresos se acumulan en un tramo reducido de la población. Esta situación comienza a cambiar en los años treinta y lo hace espectacularmente en los cuarenta, que inician una época en que hay un reparto mucho más equitativo de la riqueza y de los ingresos. Una situación que se mantiene estable hasta 1980: es la edad feliz en que se desarrolla en buena parte del mundo el estado del bienestar, una época de salarios elevados y mejora de los niveles de vida de los trabajadores, en el que un presidente norteamericano se propone incluso iniciar un programa de guerra contra la pobreza. Todo esto se acabó en los años ochenta, a partir de los cuales vuelven a crecer los índices de desigualdad, que superan los del inicio del siglo, hasta llegar a un punto que ha llevado a Credit Suisse a denunciar hace pocos meses que el setenta por ciento más pobre de la población del planeta no llega hoy a tener en conjunto ni el tres por ciento de la riqueza total, mientras el 8’6 por ciento de los más ricos acu-

CORREO del SUR mulan el 85 por ciento. ¿Qué ha pasado que pueda explicar esta evolución? Thomas Piketty sostiene que la desigualdad ha sido una característica permanente de la historia humana. Os leo sus palabras: “En todas las sociedades y en todas las épocas la mitad de la población más pobre en patrimonio no posee casi nada (generalmente apenas un 5% del patrimonio total), la décima parte superior de la jerarquía de los patrimonios posee una neta mayoría del total (generalmente más de un 60% del patrimonio total, y en ocasiones hasta un 90%)”. La desigualdad de los patrimonios, que se traduce en una desigualdad de los ingresos, marca, según Piketty, el curso entero de la historia, en la que las tasas de crecimiento de la población y de la producción no han pasado generalmente del 1% anual, mientras el “rendimiento puro” del capital se ha mantenido entre el 4% y el 5%. Estas consideraciones le llevan a una interpretación formulada rotundamente: “Durante una parte esencial de la historia de la humanidad el hecho más importante es que la tasa de rendimiento del capital ha sido siempre menos de diez a veinte veces superior a la tasa de crecimiento de la producción y del ingreso. En eso se basaba, en gran medida, el fundamento mismo de

la sociedad: era lo que permitía a una clase de poseedores consagrarse a algo más que a su propia subsistencia”. Que es tanto como decir que la civilización, la ciencia y el arte son hijas de la desigualdad. Después habría venido, en el siglo XX, una etapa en la que las reglas del juego parecían estar cambiando, como consecuencia sobre todo, sostiene, de las destrucciones causadas por las dos guerras mundiales y por las conmociones sociales, que llevaron a ese mínimo de la desigualdad que se ha producido entre 1945 y 1980. Pero la normalidad se restableció a partir de los años ochenta, hasta llegar a la extrema desigualdad actual. De este hecho arranca su previsión de que en el transcurso del siglo XXI, es decir hasta 2100, el crecimiento de la producción será apenas de un 1,5 por ciento y nos encontraremos en una situación en que la superioridad de los rendimientos del capital volverá a ser como antes y se habrá restablecido la normalidad. Todo lo cual termina con una conclusión pesimista: “No hay ninguna fuerza natural que reduzca necesariamente la importancia del capital y de los ingresos procedentes de la propiedad del capital a lo largo de la historia”. Ahora bien, yo he vivido en esta edad anterior a 1980 en que éramos muchos,

yo diría que muchos millones en todo el mundo, los que pensábamos que las reglas del juego estaban cambiando permanentemente en favor de un reparto más justo de la riqueza, y que valía la pena esforzarse para seguir avanzando en esta dirección. Es por eso que me niego personalmente a aceptar que lo que pasó en este medio siglo de mejora colectiva fuera simplemente un accidente, y pienso que hay que examinar de cerca los acontecimientos del período que va de 1914 a 1980, introduciendo en el análisis los factores políticos de que carece por completo el libro de Piketty, donde, por poner un ejemplo, la palabra “sindicatos” aparece una sola vez (en la página 471 de la edición original francesa). Este otro tipo de exploración de la evolución de la desigualdad en el siglo XX, en clave política, debe comenzar forzosamente por el gran cambio que representó la revolución rusa de 1917. ¿Por qué digo un “gran cambio”? En 1917 había una larga tradición de luchas obreras encaminadas a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, y existía una amplia tradición en apoyo del “socialismo”, aunque sólo un intento de aplicarlo a la realidad había llegado a cuajar, el de la Commune de París de 1871, que duró poco más de dos meses y nos dejó como legado un himno, la Inter-


CORREO del SUR nacional, que anunciaba que “el mundo cambiará de base”. Pero la verdad era que, desde finales del siglo XIX, tanto la lucha de los sindicatos como la actuación política de los partidos llamados socialistas o socialdemócratas había renunciado a los programas revolucionarios para dedicarse a la pugna por la mejora de los derechos sociales dentro de los marcos políticos existentes, con voluntad de reformarlos, pero no de derribarlos. El caso del SPD alemán, del partido socialdemócrata que podía considerarse como legítimo heredero de Marx y de Engels, es revelador. En los años anteriores al inicio de la Primera Guerra Mundial era el partido que tenía más diputados en el parlamento alemán, contaba con más de un millón de afiliados y con un centenar de periódicos, pero no se proponía hacer la revolución, sino que aspiraba a obtener un triunfo parlamentario que le permitiera reformar y democratizar el estado. De modo que, cuando se produjo la declaración de

guerra, los socialistas votaron los créditos y procuraron mantener la paz social, aconsejando a los trabajadores que, mientras durase la guerra, dejaran de lado las huelgas y los conflictos. Situados en esta perspectiva no cuesta entender que lo que pasó en Rusia en el transcurso de 1917 significaba una ruptura, un paso adelante inesperado, que mostraba que un movimiento surgido de abajo, de la revuelta de los trabajadores y de los soldados, podía llegar a hacerse con el control de un país y hacerlo funcionar de acuerdo con unas reglas nuevas. Porque lo más innovador de este movimiento fue que, desde los primeros momentos, desde febrero —o marzo, según nuestro calendario— de 1917 no actuaba solamente a partir de un parlamento, sino que se basaba en un doble poder, una parte esencial del cual la formaban los consejos de trabajadores, soldados y campesinos, que comenzaron entonces a construir una especie de contraestado. Añadamos a esto que el proce-

so se aceleró rápidamente, sobre todo por iniciativa de Lenin, que proponía renunciar al programa de una asamblea constituyente, es decir, al sistema parlamentario burgués donde todo contribuía, decía él, a establecer “una democracia sólo para los ricos”, y pasar directamente a otra forma de organización en que el poder debía estar en manos de consejos elegidos desde abajo, con una etapa transitoria de dictadura del proletariado —porque no era previsible que los privilegiados del viejo sistema aceptaran su desposesión sin resistencias— que llevaría finalmente a establecer una sociedad sin estado y sin clases. Para los millones de europeos que en 1917 estaban combatiendo en los campos de batalla, y que habían descubierto ya que esa guerra no se hacía en defensa de sus intereses, la imagen de lo que estaba pasando en Rusia era la de un régimen que había liquidado la guerra de inmediato, que había repartido la tierra a los campesinos, que otorgaba a los obreros derechos de control

Domingo 7 de junio de 2015

sobre las empresas y que daba el poder a consejos elegidos que debían ejercer de abajo a arriba. El nuevo emperador de Austria-Hungría, Carlos I, le escribía el 14 de abril de 1917 al Kaiser: “Estamos luchando ahora contra un nuevo enemigo, más peligroso que las potencias de la Entente: contra la revolución internacional”. Carlos —que, por cierto, fue beatificado en 2004 por el papa Woytila— había sabido entender la diferencia que representaba lo que estaba pasando en Rusia: se había dado cuenta de que aquel era un enemigo “nuevo”, que no había que confundir con lo que significaban las revueltas, manifestaciones y huelgas que se habían producido, y seguían produciéndose en aquellos momentos, en Austria y Alemania. Porque es verdad que en los dos países se estaban produciendo tantos movimientos de protesta que hicieron nacer entre los bolcheviques rusos la ilusión, totalmente equivocada, de que la revolución se podía extender fácilmente en la Europa central. No llegó a haber una revolución ni siquiera en Alemania, que era donde parecía más inminente. Pero el miedo de que pudiera producirse fue lo que explica que a principios de noviembre de 1918 los jefes militares alemanes decidieran que habían de acabar la guerra para poder destinar las fuerzas a aplastar la revolución. Fueron los militares los que, ante la necesidad de satisfacer las exigencias que el presidente norteamericano Wilson ponía para negociar la paz, destituyeron al emperador y optaron por pasar el poder a un gobierno integrado por socialistas, con la condición, pactada previamente entre los jefes del ejército y el del Partido socialista, Friedrich Ebert, de que “el gobierno cooperará con el cuerpo de oficiales en la supresión del bolchevismo”. Los temores de los militares tenían suficiente fundamento, ya que parecía que si en algún lugar podía repetirse la experiencia soviética era en la Alemania de noviembre y diciembre de 1918, cuando en Baviera y Sajonia se proclamaban “repúblicas socialistas” y en Berlín se reunía un congreso de los representantes de los Consejos de trabajadores y de soldados de Alemania, donde, entre otras cosas, se reivindicaba que la autoridad suprema del ejército pasara a manos de los consejos de soldados y que se suprimieran los rangos y las insignias. La gran victoria de Friedrich Ebert fue conseguir que el congreso de los consejos aceptara la inmediata elección de unas cortes constituyentes, que permitieron asentar un gobierno de orden y desvanecieron la amenaza de una vía revolucionaria. Mientras tanto los Freikorps, unos cuerpos paramilitares de voluntarios reclutados por los jefes del ejército, que estaban integrados por soldados desmovilizados, estudiantes y campesinos, dirigidos por tenientes y

7

capitanes, y que actuaban con el apoyo del ministro de Defensa, el socialista Gustav Noske, hacían el trabajo sucio de liquidar la revolución. Comenzaron reprimiendo a sangre y fuego un intento prematuro de revuelta que tuvo lugar en Berlín el 5 de enero de 1919, y que terminó con el asesinato de Karl Liebknecht y de Rosa Luxemburgo, y siguieron luego disolviendo violentamente los consejos de trabajadores y de soldados y liquidando la república soviética de Baviera. No se suele destacar lo suficiente la importancia que tuvo este movimiento contrarrevolucionario que se extendió por Alemania, Austria, Hungría y los países bálticos, con la estrecha colaboración de unos dirigentes políticos que estaban movidos por un terror obsesivo de la revolución rusa. Quizás os sirva para valorarlo saber que estos cuerpos llegaron a contar entre 250.000 y 400.000 miembros. La revolución quedó así aislada en Rusia, lo que no preocupaba demasiado. Ingleses y franceses se cansaron pronto de apoyar a los ejércitos blancos que luchaban contra los soviéticos y lo dejaron correr, preocupados por reacciones como la revuelta de los marineros de la flota que los franceses habían enviado al mar Negro. Lo que realmente les preocupaba era la posibilidad de que el ejemplo soviético se extendiera a sus países: temían sobre todo el contagio. El malestar de los años que siguieron al fin de la Gran Guerra en Francia, en Inglaterra (donde en 1926 se produjo la primera huelga general de su historia), en España (donde de 1918 a 1921 se desarrolla lo que se llama habitualmente el “trienio bolchevique”) o en Italia (con las ocupaciones de fábricas de 1920) no llevó a ninguna parte a movimientos revolucionarios que aspiraran a tomar el poder. En Italia, por ejemplo, tanto el partido socialista como el sindicato mayoritario se negaron a apoyar actuaciones encaminadas a la toma del poder. De esta manera la ocupación de las fábricas no podía llevar más allá que a la obtención de algunas concesiones de los patrones. Pero el miedo a la revolución “a la rusa” estaba muy presente en el imaginario de los dirigentes de la Europa burguesa, y los sindicatos aprendieron pronto a usarla para negociar con mayor eficacia las condiciones de trabajo y los salarios. Las mejoras en el terreno de la desigualdad que se fueron consiguiendo posteriormente, desde la década de los treinta, no se explicarían suficientemente sin el pánico al fantasma soviético. Cuando la crisis mundial creó una situación de desempleo y de pobreza extremas, se recurrió a dos tipos diferentes de soluciones. En países donde la amenaza parecía más grande, como eran Italia y Alemania, los movimientos de signo fascista comenzaron disolviendo los partidos y sindicatos izquierdistas violentamente.


JUGANDO CON FUEGO RAFAEL POCH

D

esde hace años, el declive relativo del poderío global de Estados Unidos en el mundo viene acompañado por un claro incremento del belicismo y de las aventuras militares, desde Oriente Medio a los Balcanes, pasando por el norte de África y Afganistán. A todo ello se suma el conflicto que ha resultado del cambio de régimen inducido por la OTAN en Ucrania y la creciente tensión en el Mar de China provocada por el despliegue militar de Estados Unidos en la región, sus alianzas y tomas de nuevas bases de apoyo en; Singapur, Filipinas, Australia y Vietnam, que se suman a las tradicionales de Corea y las del revigorizado militarismo japonés. El resultado de todo esto es un claro incremento del peligro de una “guerra total”, como ha alertado un político tan timorato como el presidente francés, François Hollande. Una guerra total contra las nuevas y viejas potencias emergentes -sobre todo Rusia y China- cuyo riesgo, según el retrógrado ex primer ministro sueco Carl Bildt, toma fuerza en la, “incertidumbre sobre las relaciones de poder global”. En otras palabras: el mundo bipolar se acabó con el fin de la guerra fría, el intento de mundo unipolar que le sucedió acabó en fiasco y lo que se viene afirmando desde entonces, una invitación a cierto pluralismo y consenso en las relaciones internacionales, es visto como algo “incierto” y “peligroso” con lo que hay que acabar por la fuerza.

Reaccionando al cambio de régimen en Ucrania, anexionándose Crimea y apoyando a los rebeldes de Novorrossia, Rusia ha respondido por primera vez con medidas de fuerza al avance de la OTAN en su entorno más inmediato, lanzando un mensaje a otras potencias regionales. Ese desafío es lo que se está castigando con sanciones y la nueva campaña informativa contra Rusia. Militarmente se asiste a un verdadero festival de maniobras, despliegues y tanteos provocadores alrededor del territorio ruso, en toda Europa Oriental, el báltico, el Mar Negro y el Ártico. En el último incidente, cazas rusos salieron el sábado al encuentro de un destructor americano, el USS Ross, en el límite de las aguas territoriales rusas del Mar Negro. En el Mar de China pasa algo parecido, algo que va en claro incremento desde que en 2009 Washington iniciara su “pivot to Asia”, es decir un incremento y reorganización de su presencia militar allá con el escenario de una guerra contra China. La semana pasada en el foro internacional de seguridad regional Shangri-La organizado en Singapur, el secretario de defensa americano, Ashton Carter, confirmó el envío a la región -atravesada por las tensiones territoriales entre vecinos- de sus recursos militares más modernos con el objetivo de afirmar la “libertad de navegación”, seudónimo del cerco de hierro alrededor de China, cosa que ésta no tiene la menor intención de aceptar. Como se hace con Rusia, la provocativa práctica de enviar aviones y barcos de guerra a patrullar justo en los límites de las zonas

CORREO del SUR Director General: León García Soler

del adversario se ha convertido en recurso corriente y da lugar a tensiones constantes que pueden degenerar con gran facilidad en conflictos, deseados o no. Para comprender la situación hay que observar quién lleva la iniciativa y donde ocurre: todo esto no está ocurriendo en el Golfo de México o frente a las costas de Estados Unidos, sino en su equivalente ruso y chino. Estados Unidos está determinado a bloquear militarmente el ascenso de China o toda respuesta de Rusia a las provocaciones en su más íntimo patio trasero. Naturalmente, medios de comunicación y “expertos” de centros que orbitan alrededor de la lógica imperial y sus dineros, han iniciado una intensa campaña sobre la que no hace falta ni entrar. La realidad de que ni el Mar de China ni Ucrania pueden ser considerados como patios traseros de Estados Unidos es demasiado obvia para ser ignorada. Washington quiere que Rusia y China acepten el mismo estatuto de vasallaje aceptado en Europa, Asia y Oceanía por países como el Reino Unidos, Francia, Alemania, Japón o Australia, pero eso no va a suceder, explicaba el mes pasado en su blog Paul Craig Roberts, que fue vicesecretario de Estado para política económica con Ronald Reagan. “A menos que el dólar, y todo el poder americano con él, se desmorone o que Europa sea valiente y rompa con Washington para desarrollar una política exterior independiente diciéndole adiós a la OTAN, la guerra nuclear es nuestro probable futuro”, escribe ese observador. Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/?p=113.

Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo

Diseño gráfico: Hernán Osorio


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.