Número 445 Junio 28, 2015
Desafíos para la juventud en la era digital / La Carta Magna de la ecología integral / ‘Laudato Si’, en 25 frases / La nueva batalla de Seattle / Horacio Tarcus y la actualidad del pensamiento de Karl Marx / Desarme para el desarrollo humano y sostenible
2 Domingo 28 de junio de 2015
CORREO del SUR
Desafíos para la juventud en la era digital “Estoy aquí de pie, para decir a ustedes que la sociedad no cree en nosotros y los desafío a probarles que están equivocados.”
Víctor Orozco
E
l 8 de junio pasado mi hija Amirah Orozco fue seleccionada para pronunciar el discurso de graduación en la Needham High School. Ella llegó al suburbio de Boston, donde se encuentran varias de las mejores escuelas públicas de Estados Unidos apenas hace dos años, después del fallecimiento de su madre, la doctora Moira Murphy. Cursó la mitad del bachillerato en esa escuela, pero pronto dirigió el club de debate y obtuvo varios de los premios finales. Antes, estuvo en escuelas como Coronado High School de El Paso, Tx., a la que asisten mayoritariamente estudiantes de ascendencia mexicana. No deseo ocultar que comento y publico parcialmente sus palabras motivado por el orgullo de padre. Pero, no es esa la causa fundamental. Lo hago porque expresan ideas universales, profundas y esperanzadoras, alimentadas por una joven de 18 años, que se hizo del coraje necesario para elevarse por encima de circunstancias adversas. Ella es mexicana-norteamericana o norteamericana-mexicana, pero me parece, piensa como una mujer cosmopolita, que podría vivir en cualquier país que salvaguarde las libertades. Transcribo ahora algunas porciones de su discurso. Traducir siempre supone un riesgo para el original. No en balde Don Quijote decía que la traducción era como ver un cuadro al través de un lienzo transparente. Y en italiano, hay un refrán extremo: “¿traduttore?, traditore”. En fin, espero que el lienzo no les haya opacado demasiado el brillo a las palabras. “Mañana, al recibir nuestros diplomas, nos unire-
mos a una generación de unos tres millones de graduados de bachillerato en las escuelas públicas de Estados Unidos. Eso está bien, puesto que trabajamos sin descanso durante cuatro años para ser uno de esos tres millones. Pero, si nuestra experiencia en Needham High School nos ha enseñado algo, es que no estábamos destinados a ser uno de esos tres millones por el sólo derecho, sin trabajar para ello. Y lo mismo sucede con los premios y becas que recibiremos. Los medios frecuentemente pintan el retrato de nuestra generación manchado por la mediocridad y la falta de ambiciones. Dicen que somos adictos a la tecnología y por ello, intrínsecamente incompetentes. No podemos negar que juegos como 2048 y Angry Birds son difíciles de abandonar. Pero, hay un problema con etiquetar a una generación que maneja la tecnología más avanzada como ¨floja, perezosa¨. Porque, la tecnología únicamente nos ha dado más trabajo. Nosotros no podemos seguir ignorando las injusticias alegando que no sabíamos. Nacidos en una era de movimientos sociales catalizados por la era digital, no tenemos otra opción que tratar de cambiar el mundo y hacerlo mejor. El primer paso es reconocer que podemos poner en la mesa talentos únicos. La mayoría de nosotros tiene planes similares para el futuro -asistir al colegio y vivir vidas suburbanas en casas con cercas blancas y perros con extraños nombres de personas-. De hecho, una de las primeras cosas que noté cuando me cambié a Needham en junio de 2013 fue que mucha gente lucía y se vestía igual. Pero cuando me convertí en parte de la
comunidad, descubrí que realmente cada quien era absolutamente distinto. Cada uno tenía su propia historia. Ninguno podía ser fielmente representado en la generalidad ¨los adolescentes de hoy¨. Nadie es realmente tan básico. Como crecimos juntos y nos transformamos de adolescentes en adultos, aprendimos y exploramos diferentes talentos, intereses e identidades que moldean las características de nuestra generación. Y juntos, somos capaces de realizar grandes cosas. La más importante es que necesitamos darnos cuenta, para llevar a cabo progresos decisivos en el mundo circundante, es que requerimos trabajar para ello. No podemos producir ningún cambio con existencias pasivas en el mundo. Debemos tomar un rol activo en nuestras comunidades. No está lejos de la verdad decir que tomar la decisión de qué hacer después de la escuela preparatoria es una de las más intimidantes experiencias de nuestras vidas hasta ahora. Aquí en Needham, hay una enorme presión para asistir a una institución de primer rango. Cuando estaba comenzando a buscar colegios para hacer solicitudes de admisión, me encontré a mi misma dando preferencia a escuelas renombradas y con una fuerte reputación, por encima de aquellas que yo sentía se ajustaban mejor para mi. No me estaba dando cuenta que ni las aptitudes de la escuela para ser reconocida como prestigiosa, ni sus notables alumnos significaban mucho, fuera de impresionar a gente que no necesita ser impresionada. Narro esta historia porque es un ejemplo de lo fácil que es caer en la trampa de los títulos. Sentía que si iba a un colegio o universidad famosos, entonces por necesidad tenía una mejor experiencia educativa. No estaba tomando en cuenta la cantidad de trabajo que estaba dispuesta a poner de mi parte, sino solamente aquello que la escuela ofrecía entregarme. Estoy aquí de pie, para decir a ustedes que la sociedad no cree en nosotros y los desafío a probarles que están equivocados. Tenemos por delante mucho que hacer, pero confío plenamente que nosotros somos la mejor gente para el trabajo. Equipados con los privilegios de la educación y la tecnología. Cualquiera que sea el camino que cada uno tome después de hoy, espero que recuerden nunca dar marcha atrás en aquello que los apasiona y siempre trabajen para alcanzar objetivos establecidos por ustedes mismos. ¡Felicitaciones, generación 2015!¨ Me gusta la irónica crítica a la existencia apacible de ¨las casas con cercas blancas y perros con extraños nombres de personas” en los suburbios de las ciudades, que me parece, muestra a una porción de la juventud norteamericana -seguramente minoritaria, pero activa y luchadora- que no se rinde ante el apabullante mensaje estandarizador y confomista de los medios de comunicación, cultivado con tanto ahínco por las derechas de todas partes. Es alentador que Amirah ponga enfrente del ritualismo académico la búsqueda del conocimiento y de sus propios objetivos. El no inclinarse ante la fama o el relumbrón de alguna casa de estudios y tener claro que la solidez de su formación depende del propio trabajo, distinguen a un carácter alejado de la frivolidad y del superficialismo. Cuando tenía la edad de mi hija, leí el Conde de Montecristo y me impresionó el abate Faría, personaje que explicaba cómo la inteligencia se parece a la pólvora: si se le comprime lo suficiente, estalla y produce el conocimiento. Así explicaba cómo pudo escribir una Historia de Italia confinado por años en una celda. Sí como dice Amirah, esta generación puede traer a la mesa su conocimiento de las tecnologías mas avanzadas y la familiaridad con ellas, imagínémonos hasta dónde puede llegar si como hizo Faría con el suyo, presiona el talento colectivo hasta sus límites. Sin embargo, despojada de humanismo, la resultante podría ser un mundo habitado por máquinas pensantes. Por ello, me entusiasma que el texto asiente otra tesis con mayor vigor: con los avances tecnológicos no se pueden cerrar los ojos ante la injusticia alegando ignorancia. Los de esta generación están obligados a cambiar el mundo, proclama, de acuerdo con los objetivos trazados por ellos mismos, sin dejarse manipular. El discurso tiene mucha miga. Lo dejo aquí, confiando en que las optimistas palabras de mi hija contengan las divisas que esta nueva horneada de jóvenes se formule para hacer de la tierra una habitación más humana para todos.
2015-06-19
CORREO del SUR
Domingo 28 de junio de 2015
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La Carta Magna de la ecología integral: grito de la Tierra / grito de los pobres
Leonardo boff
A
ntes de hacer cualquier comentario vale la pena resaltar algunas singularidades de la encíclica Laudato sí’ del Papa Francisco. Es la primera vez que un Papa aborda el tema de la ecología en el sentido de una ecología integral (por lo tanto que va más allá de la ambiental) de forma tan completa. Gran sorpresa: elabora el tema dentro del nuevo paradigma ecológico, cosa que ningún documento oficial de la ONU ha hecho hasta hoy. Fundamenta su discurso con los datos más seguros de las ciencias de la vida y de la Tierra. Lee los datos afectivamente (con inteligencia sensible o cordial), pues discierne que detrás de ellos se esconden dramas humanos y mucho sufrimiento también por parte de la madre Tierra. La situación actual es grave, pero el Papa Francisco siempre encuentra razones para la esperanza y para confiar en que el ser humano puede encontrar soluciones viables. Enlaza con los Papas que le precedieron, Juan Pablo II y Benedicto XVI, citándolos con frecuencia. Y algo absolutamente nuevo: su texto se inscribe dentro de la colegialidad, pues valora las contribuciones de decenas de conferencias episcopales del mundo entero, desde la de Estados Unidos a la de Alemania, la de Brasil, la de la Patagonia-Comahue, la del Paraguay. Acoge las contribuciones de otros pensadores, como los católicos Pierre Teilhard de Chardin, Romano Guardini, Dante Alighieri, su maestro argentino Juan Carlos Scannone, el protestante Paul Ricoeur y el musulmán sufí Ali Al-Khawwas. Los destinatarios somos todos los seres humanos, pues todos somos habitantes de la misma casa común (palabra muy usada por el Papa) y sufrimos las mismas amenazas. El Papa Francisco no escribe en calidad de Maestro y Doctor de la fe sino como un Pastor celoso que cuida de la casa común y de todos los seres, no sólo de los humanos, que habitan en ella. Un elemento merece ser destacado, pues revela la forma mentis (la manera de organizar su pensamiento) del Papa Francisco. Este es tributario de la experiencia pastoral y teológica de las iglesias latinoamericanas que a la luz de los documentos del episcopado latinoamericano (CELAM) de Medellín (1968), de Puebla (1979) y de Aparecida (2007) hicieron una opción por los pobres contra la pobreza y a favor de la liberación. El texto y el tono de la encíclica son típicos del Papa Francisco y de la cultura ecológica que ha acumulado, pero me doy cuenta de que también muchas expresiones y modos de hablar remiten a lo que viene siendo pensado y escrito principalmente en América Latina. Los temas de la «casa común», de la «madre Tierra», del «grito de la Tierra y del grito de los pobres», del «cuidado», de la «interdependencia entre todos los seres», de los «pobres y vulnerables», del «cambio de paradigma», del «ser humano como Tierra» que siente, piensa, ama y venera, de la «ecología integral» entre otros, son recurrentes entre nosotros. La estructura de la encíclica obedece al ritual metodológico usado por nuestras iglesias y por la reflexión teológica ligada a la práctica de liberación, ahora asumida y consagrada por el Papa: ver, juzgar, actuar
y celebrar. Comienza revelando su principal fuente de inspiración: San Francisco de Asís, al que llama «ejemplo por excelencia de cuidado y de una ecología integral, y que mostró una atención especial por los más pobres y abandonados» (nº 10 y 66). Y entonces empieza con el ver: «Lo que le está pasando a nuestra casa» (17-61). Afirma el Papa: «basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común» (61). En esta parte incorpora los datos más consistentes referentes a los cambios climáticos (20-22), la cuestión del agua (27-31), la erosión de la biodiversidad (32-42), el deterioro de la calidad de la vida humana y la degradación de la vida social (43-47), denuncia la alta tasa de iniquidad planetaria, que afecta a todos los ámbitos de la vida (48-52), siendo los pobres las principales víctimas (48). En esta parte hay una frase que nos remite a la reflexión hecha en América Latina: «Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres» (49). Después añade: «el gemido de la hermana Tierra se une al gemido de los abandonados del mundo» (53). Esto es absolutamente coherente, pues al principio ha dicho que «nosotros somos Tierra» (2; cf. Gn 2,7), muy en la línea del gran cantor y poeta indígena argentino Atahualpa Yupanqui: «el ser humano es Tierra que camina, que siente, que piensa y que ama». Condena la propuesta de internacionalización de la Amazonia que «solamente serviría a los intereses económicos de las multinacionales» (38). Hace una afirmación de gran vigor ético: «es gravísima iniquidad obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental» (36). Con tristeza reconoce: «nunca habíamos maltratado y lastimado a nuestra casa común como en los dos últimos siglos» (53). Frente a esta ofensiva humana contra la madre Tierra que muchos científicos han denunciado como la inauguración de una
nueva era geológica –el antropoceno– lamenta la debilidad de los poderes de este mundo que, engañados, «piensan que todo puede continuar como está» como coartada para «mantener sus hábitos autodestructivos» (59) con «un comportamiento que parece suicida» (55). Prudente, reconoce la diversidad de opiniones (nn.60-61) y que «no hay una única vía de solución» (60). Así y todo «es cierto que el sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista porque hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana» (61) y nos perdemos en la construcción de medios destinados a la acumulación ilimitada a costa de la injusticia ecológica (degradación de los ecosistemas) y de la injusticia social (empobrecimiento de las poblaciones). La humanidad simplemente «ha defraudado las expectativas divinas» (61). El desafío urgente, entonces, consiste en «proteger nuestra casa común» (13); y para eso necesitamos, citando al Papa Juan Pablo II: «una conversión ecológica global» (5); «una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad» (231). Realizada la dimensión del ver, se impone ahora la dimensión del juzgar. Juzgar que es planteado en dos vertientes, una científica y otra teológica. Veamos la científica. La encíclica dedica todo el tercer capítulo al análisis «de la raíz humana de la crisis ecológica» (101-136). Aquí el Papa se propone analizar la tecnociencia sin prejuicios, acogiendo lo que ha traído de «cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de vida del ser humano» (103). Pero este no es el problema, sino que se independizó, sometió a la economía, a la política y a la naturaleza en vista de la acumulación de bienes materiales (cf. 109). La tecnociencia parte de una suposición equivocada que es la «disponibilidad infinita de los bienes del planeta» (106), cuando sabemos que ya hemos tocado los límites físicos de la Tierra y que gran parte de los bienes y servicios no son renovables. La tecnociencia se ha vuelto tecnocracia, una verdadera dictadura con su lógica férrea de dominio sobre todo y sobre todos (108). La gran ilusión, hoy dominante, reside en creer que con la tecnociencia se pue-
den resolver todos los problemas ecológicos. Esta es una idea engañosa porque «implica aislar las cosas que están siempre conectadas» (111). En realidad, «todo está relacionado» (117) «todo está en relación» (120), una afirmación que recorre todo el texto de la encíclica como un ritornelo, pues es un concepto-clave del nuevo paradigma contemporáneo. El gran límite de la tecnocracia está en el hecho de «fragmentar los saberes y perder el sentido de totalidad» (110). Lo peor es «no reconocer el valor propio de cada ser e incluso negar un valor peculiar al ser humano» (n.118). El valor intrínseco de cada ser, por minúsculo que sea, está destacado de manera permanente en la encíclica (69), como lo hace la Carta de la Tierra. Negando ese valor intrínseco estamos impidiendo que «cada ser comunique su mensaje y dé gloria a Dios» (33). La mayor desviación producida por la tecnocracia es el antropocentrismo. Este supone ilusoriamente que las cosas solo tienen valor en la medida en que se ordenan al uso humano, olvidando que su existencia vale por sí misma (33). Si es verdad que todo está en relación, entonces «nosotros los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas y nos unimos con tierno cariño al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre Tierra» (92). ¿Cómo podemos pretender dominarlos y verlos bajo la óptica estrecha de la dominación? Todas las «virtudes ecológicas» (88) se pierden por la voluntad de poder como dominación de los otros y de la naturaleza. Vivimos una angustiante «pérdida del sentido de la vida y del deseo de vivir juntos» (110). Cita algunas veces al teólogo ítalo-alemán Romano Guardini (1885-1968), uno de los más leídos a mediados del siglo pasado, que escribió un libro crítico contra las pretensiones de la modernidad (105 nota 83: Das Ende der Neuzeit, El ocaso de la Edad Moderna, 1958). La otra vertiente del juzgar es de corte teológico. La encíclica reserva un buen espacio al «Evangelio de la Creación» (62100). Parte justificando el aporte de las religiones y del cristianismo, pues siendo la crisis global, cada instancia debe, con su capital religioso, contribuir al cuidado de la Tierra (62). No insiste en las doctrinas sino en la sabiduría presente en los distintos caminos espirituales. El cristianismo prefiere hablar de creación en vez de naturaleza, pues la «creación tiene que ver con un proyecto de amor de Dios» (76). Cita, más de una vez, un bello texto del libro de la Sabiduría (11,24) donde aparece claro que «la creación pertenece al orden del amor» (77) y que Dios es “el Señor amante de la vida” (Sab 11,26). El texto se abre a una visión evolucionista del universo sin usar esa palabra, hace un circunloquio al referirse al universo «compuesto por sistemas abiertos que entran en comunión unos con otros» (79). Utiliza los principales textos que ligan a Cristo encarnado y resucitado con el mundo y con todo el universo, haciendo sagrada la materia y toda la Tierra (83). Y en este contexto cita a Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955; nº 83 nota 53) como precursor de esta visión cósmica. A PÁGINA 4
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El hecho de que Dios-Trinidad sea relación de divinas Personas tiene como consecuencia que todas las cosas en relación sean resonancias de la Trinidad divina (240). Citando al Patriarca Ecuménico de la Iglesia ortodoxa, Bartolomeo «reconoce que los pecados contra la creación son pecados contra Dios» (7). De aquí la urgencia de una conversión ecológica colectiva que rehaga la armonía perdida. La encíclica concluye esta parte acertadamente: «el análisis mostró la necesidad de un cambio de rumbo… debemos salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos hundiendo» (163). No se trata de una reforma, sino, citando la Carta de la Tierra, de buscar «un nuevo comienzo» (207). La interdependencia de todos con todos nos lleva a pensar «en un solo mundo con un proyecto común» (164). Ya que la realidad presenta múltiples aspectos, todos íntimamente relacionados, el Papa Francisco propone una ecología integral que va más allá de la ecología ambiental a la que estamos acostumbrados (137). Ella cubre todos los campos, el ambiental, el económico, el social, el cultural y también la vida cotidiana (147-148). Nunca olvida a los pobres que testimonian también su forma de ecología humana y social viviendo lazos de pertenencia y de solidaridad de los unos con los otros (149). El tercer paso metodológico es el actuar. En esta parte, la encíclica se atiene a los grandes temas de la política internacional, nacional y local (164-181). Subraya la interdependencia de lo social y de lo educacional con lo ecológico y constata lamentablemente las dificultades que trae el predominio de la tecnocracia, dificultando los cambios que refrenen la voracidad de acumulación y de consumo, y que puedan inaugurar lo nuevo (141). Retoma el tema de la economía y de la política que deben servir al bien común y a crear condiciones para una plenitud humana posible (189-198). Vuelve a insistir en el diálogo entre la ciencia y la religión, como viene siendo sugerido por el gran biólogo Edward O. Wilson (cf. el libro La creación: cómo salvar la vida en la Tierra, 2008). Todas las religiones «deben buscar el cuidado de la naturaleza y la defensa de los pobres» (201). Todavía en el aspecto del actuar desafía a la educación en el sentido de crear una «ciudadanía ecológica» (211) y un nuevo estilo de vida, asentado sobre el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida, la alianza entre la humanidad y el ambiente, pues ambos están umbilicalmente ligados, la corresponsabilidad por todo lo que existe y vive y por nuestro destino común (203-208). Finalmente, el momento de celebrar. La celebración se realiza en un contexto de «conversión ecológica» (216) que implica una «espiritualidad ecológica» (216). Esta se deriva no tanto de las doctrinas teológicas sino de las motivaciones que la fe suscita para cuidar de la casa común y «alimentar una pasión por el cuidado del mundo» (216). Tal vivencia es antes una mística que moviliza a las personas a vivir el equilibrio ecológico, «el interior consigo mismo, el solidario con los otros, el natural con todos los seres vivos y el espiritual con Dios» (210). Ahí aparece como verdadero que «lo menos es más» y que podemos ser felices con poco. En el sentido de la celebración «el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza» (12). El espíritu tierno y fraterno de San Francisco de Asís atraviesa todo el texto de la encíclica Laudato sí’. La situación actual no significa una tragedia anunciada, sino un desafío para que cuidemos de la casa común y unos de otros. Hay en el texto levedad, poesía y alegría en el Espíritu e indestructible esperanza en que si grande es la amenaza, mayor aún es la oportunidad de solución de nuestros problemas ecológicos. Termina poéticamente “Más allá del sol”, con estas palabras: «Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza» (244). Me gustaría acabar con las palabras finales de la Carta de la Tierra que el mismo Papa cita (207): «Que nuestro tiempo se recuerde por despertar a una nueva reverencia ante la vida, por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad, por acelerar la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida».
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La encíclica de Franc 1.- “(La Tierra) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla (…). Olvidamos que nosotros mismos somos Tierra”. 2.- “El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza”. 3.- “Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos”. 4.- “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta (…) Necesitamos una solidaridad universal nueva”. 5.- “La Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”. 6.- “Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático (…). Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos”. 7.- “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad (...). Lamentablemente, hay una general indiferencia ante estas tragedias, que
suceden ahora mismo en distintas partes del mundo. La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil. 8.- “Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable”. 9.- “Sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y «el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre». 10.- “Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalización de la indiferencia”. 11.- “El gemido de la hermana tierra se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos”. 12.- “Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente”. 13.- “Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial
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cisco. ‘Laudato Si’, en 25 frases y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental”. “La humanidad del período post-industrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia” 14.- “Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural” (núm. 114) (…). Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado. 15.- “Dado que todo está relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege a un embrión humano aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades”. 16.- “En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres”.
17.- “Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes”. 18.- “Nuestra incapacidad para pensar seriamente en las futuras generaciones está ligada a nuestra incapacidad para ampliar los intereses actuales y pensar en quienes quedan excluidos del desarrollo. No imaginemos solamente a los pobres del futuro, basta que recordemos a los pobres de hoy, que tienen pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando”. 19.- “La humanidad del período post-industrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia”.
20.- “Hacen falta marcos regulatorios globales”. 21.- “El derecho a veces se muestra insuficiente debido a la corrupción, se requiere una decisión política presionada por la población. La sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias, debe obligar a los gobiernos a desarrollar normativas, procedimientos y controles más rigurosos. Si los ciudadanos no controlan al poder político –nacional, regional y municipal–, tampoco es posible un control de los daños ambientales”. 22.- “La salvación de los a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación”. 23.- “Muchas veces la misma política es responsable de su propio descrédito, por la corrupción y por la falta de buenas políticas públicas”. 24.- “Apostar por otro estilo de vida (…). A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle”. 25.- “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco”. El diario.es.
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La nueva batalla de Seattle En las últimas semanas, una amplia coalición de organizaciones populares ha estado librando una nueva Batalla de Seattle en contra de la gigante empresa petrolera Shell AMY GOODMAN Y DENIS MOYNIHAN
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an pasado más de 15 años desde que las calles de Seattle fueron invadidas por gases lacrimógenos para reprimir a las decenas de miles de personas que se manifestaban allí contra la cumbre ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Aquella semana de protestas a finales de 1999 pasó a la historia como “La batalla de Seattle”, dado que activistas de base y movimientos sociales lograron impedir que los líderes mundiales (ministros de Comercio de varios gobiernos y altos ejecutivos de empresas) se reunieran para firmar un acuerdo mundial de comercio que muchos sostenían era profundamente antidemocrático y perjudicial para los derechos de los trabajadores, el medio ambiente y los pueblos indígenas en todo el mundo. En las últimas semanas, una amplia coalición de organizaciones populares ha estado librando una nueva Batalla de Seattle en contra de la gigante empresa petrolera Shell. Tanto ciudadanos como funcionarios electos que se oponen a los planes de Shell de iniciar actividades de perforación en busca de petróleo en el Océano Ártico se lanzaron al agua en Seattle para intentar impedir la partida de la gran plataforma petrolera Polar Pioneer hacia su destino en el Ártico. Mientras las empresas de combustibles fósiles intensifican la explotación del petróleo del mundo, miles de activistas, así como también el Papa, están haciendo oír sus voces como nunca antes acerca de los efectos catastróficos del cambio climático. La plataforma Polar Pioneer llegó al Estrecho de Puget a mediados de mayo en una parada técnica antes de zarpar hacia el mar de Chukotka en el Océano Ártico. Royal Dutch Shell alquila la plataforma a Transocean, la empresa cuya plataforma petrolera Deepwater Horizon provocó la desastrosa explosión y derramamiento de petróleo en el Golfo de México hace cinco años. Cuando la plataforma fue remolcada hacia la terminal del Puerto de Seattle, la primera ola de la llamada “Flota Mosquito” se lanzó a remo a bloquearla. La flotilla de protesta está integrada por “kayaktivistas”: personas que navegan en pequeños kayaks para establecer un bloqueo, similar a lo que hicieron los manifestantes en 1999 al tomarse de los brazos y formar una cadena humana en las lluviosas calles de Seattle a fin de impedir el paso de los delegados que intentaban asistir a la Conferencia Ministerial de la OMC. Para el horror de muchos, el Presidente Barack Obama aprobó la exploración de petróleo en el Ártico. Subhankar Banerjee, un conocido fotógrafo, escritor y activista que ha dedicado los últimos 15 años a trabajar en defensa de la conservación del Ártico, calificó al Gobierno de Obama de “irresponsable e imprudente”. Banerjee declaró: “El gobierno acaba de aprobar planes de exploración para que Shell perfore [el Ártico] este verano, de julio a octubre. Se trata del permiso más importante que necesita Shell, pero no del único. Shell aún necesita obtener permisos de la [Administración Nacional Oceánica y Atmosférica], del Servicio de Pesca y Vida Silvestre y otros organismos federales. Es por eso que los activistas están haciendo todo lo posible para impedir que se otorguen algunos de estos
permisos, porque es una decisión imprudente”. Hasta el legendario músico Paul McCartney ha hablado del tema. En el prólogo al nuevo libro contra la perforación en el Ártico del activista de Greenpeace Ben Stewart, McCartney escribió: “Mientras se retrae el hielo, las gigantes petroleras avanzan. En lugar de ver el derretimiento de los hielos continentales como una grave advertencia a la humanidad, tienen los ojos puestos en el petróleo que se encuentra debajo del lecho marino en el Polo Norte, que hasta ahora era inaccesible. Se están aprovechando de la desaparición del hielo para extraer el mismo petróleo que causó el deshielo”. Finalmente, la plataforma Polar Pioneer logró escapar del Estrecho de Puget. Cuando la plataforma ingresó a alta mar desde la costa de la isla de Vancouver en Canadá, Greenpeace Canadá envió botes inflables. La activista indígena Audrey Siegl, de la Primera Nación Musqueam, se puso de pie en la proa del pequeño bote y alzó sus manos en un gesto que indicaba la orden de detenerse. Mientras tanto, otras dos personas estaban nadando en el mar abierto, frente al gigantesco buque de Shell, mientras sostenían un cartel con la leyenda: “El pueblo o el petróleo”. Más hacia el norte, en Alaska, activistas por el medio ambiente, pueblos indígenas y pescadores están uniendo esfuerzos para impedir un ejercicio de entrenamiento de la Armada de Estados Unidos denominado “Borde Norte”. Según información, la Armada está enviando al Golfo de Alaska a miles de marineros y otros oficiales de la marina, además de varios buques destructores de la Armada, cientos de aeronaves, artillería pesada y un submarino para la realización de ejercicios militares. La Armada también tiene autorización para utilizar cientos de miles de kilos de bombas y otras municiones que contaminan el agua y perturban la vida marina. El periodista de Truthout Dahr Jamail escribió: “Las aguas del Golfo de Alaska son de las más prístinas del mundo”. Jamail me dijo en el programa Democracy Now!: “La ciudad de Cordova aprobó una resolución en la que se opone directamente a los ejercicios navales, al igual que el Ayuntamiento de la ciudad de Kodiak, Alaska. Los pescadores de toda la región costera de Alaska que será afectada por el ejercicio están furiosos por la situación. Hace unas semanas fuimos testigos de una flotilla de más de 150 botes en Cordova. Alrededor de una o dos semanas después de eso, apareció otra gran flotilla de pescadores cerca de Kodiak”. Del mismo modo que los complejos e interrelacionados problemas del comercio mundial dieron lugar a la creación de una coalición histórica en las calles de Seattle hace 15 años, ahora lo hace el cambio climático provocado por el hombre. La amenaza está siendo enfrentada por una multitud que resiste, entre ellos el Papa Francisco, cuya nueva encíclica sobre el medio ambiente insta a que se adopten medidas concertadas para combatir el calentamiento global. Si el Papa y los remeros activistas se unen, significa que el cambio no debe estar lejos. © 2015 Amy Goodman Traducción al español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org.
Horacio Tarcus SILVINA FRIERA
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l espectro de Karl Marx (1818-1883) nunca dejó de asediar al capitalismo. En el clima de antimarxismo dominante en la década de 1980, muchos pronosticaron la muerte de su pensamiento a la par del derrumbe de los “socialismos reales”. Pero el autor de El capital volvió a emerger entre los escombros del Muro de Berlín, liberado de la pesada hipoteca del siglo pasado, cuando se lo consideraba el responsable intelectual de los comunismos. El Marx del siglo XXI, el que vuelve a ser leído e interpelado, es un Marx “más secularizado” y sin “-ismos” tributarios de la ortodoxia soviética. Era hora de publicar una Antología Karl Marx (Siglo XXI), destinada a los estudiantes y lectores en general que necesitan aproximarse por primera vez a la lectura de un pensador complejo. El libro de 487 páginas incluye trece textos escritos entre 1843 y 1881, seleccionados por Horacio Tarcus, autor de un extraordinario estudio preliminar que permite trazar el itinerario intelectual que va de trabajos como Sobre la cuestión judía, pasando por las Tesis sobre Feuerbach, el Manifiesto del Partido Comunista y el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, hasta El porvenir de la comuna rural rusa. Tarcus cuenta que hace muchos años que no se editaba una antología de Marx. “En estos últimos años aparecieron obras sueltas como el Manifiesto comunista y El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, que toman la edición soviética que está en Internet, con el viejo sistema de notas de una fuertísima intervención ideológica, y que en general no tienen estudios introductorios ni mayor cuidado. Que salgan estas ediciones es un índice de que los textos de Marx ingresaron hace muchos años en el universo de los clásicos”, plantea el historiador y creador del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina (Cedinci) a Página/12. “Después de treinta y pico de años se vuelve a editar un libro en la Biblioteca Cultura Socialista, que dirigía Pancho Aricó. Esta antología de Marx es el primero de una serie que recuperará la colección, lo que implica reeditar algunos clásicos del socialismo que consideramos vigentes y nuevos títulos. La Biblioteca va a estar a mi cargo, así que estoy contento porque tenemos un Marx en la calle y una Biblioteca en curso.” –¿Qué Marx se está leyendo hoy en la Argentina? –No logro descifrar que la Argentina esté leyendo un Marx demasiado distinto del que se lee en el resto de América latina y en el mundo. La vuelta de Marx se dio a escala mundial. Si tuviera que poner un acontecimiento de referencia, diría que después del intenso reflujo de la década del ’90, en el contexto del neoliberalismo –con el auge de los nuevos filósofos franceses, con Marx denigrado junto con los maestros pensadores y el marxismo con la mayor devaluación como paradigma teórico-crítico incapaz de pensar la democracia en los ’80–, el punto de inflexión lo marcó el año ’98, cuando se cumplieron 150 años de la publicación del Manifiesto comunista. Hubo reediciones en todo el mundo; la más exitosa quizás es la edición anglosajona que hizo Verso Books, la editorial de Perry Anderson. El ’98 es el año que Marx retorna por la puerta del Manifiesto... El aniversario de la publicación fue cubierto por los suplementos culturales y la prensa en todo el mundo. Las principales universidades del mundo hicieron eventos sobre los 150 años del Manifiesto..., en los que participó la intelectualidad crítica no necesariamente marxista. Paradójicamente, el más importante se hizo en París, la capital de la reacción antimarxista. Los gobiernos nacional-populistas latinoamericanos ofre-
CORREO del SUR
DOMINGO 28 DE JUNIO DE 2015
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y la actualidad del pensamiento de Karl Marx cieron un escenario mucho más favorable a la circulación del pensamiento socialista en general y del marxismo en particular, aunque ninguno de ellos tenga un compromiso con el marxismo. El marxismo ya no está, como hasta los años ’70, en el programa de los partidos socialistas ni de los gobiernos populares. Sin embargo, es indudable que el esfuerzo de estos gobiernos por plantear políticas que llevaron a salir del neoliberalismo encontraron en el socialismo y en Marx un compañero de ruta a veces en tensión, a veces incómodo con las ideologías nacionalistas o desarrollistas, pero con un diálogo mucho mayor que lo que significó la década del ’90. –La expresión “emancipación política”, que viene del lenguaje de Marx, se recuperó en varios países de América latina en los últimos tiempos, ¿no? –Sí. Mi intención es reponer un Marx integral, partiendo del llamado “joven Marx” y su humanismo filosófico. Más allá de la emancipación política, hay una emancipación humana que tiene que ver con una dimensión social. Marx piensa su teoría de la explotación dentro de una teoría más amplia de la opresión y de la emancipación. El Marx devaluado de los ’90 es un Marx reducido a una suerte de determinismo económico, de jacobinismo político, de simplificación del análisis social, cuando el pensamiento de Marx es mucho más complejo, mucho más sofisticado, y abre más perspectivas para pensar el mundo presente que esa caricatura que construyen los nuevos fi-
lósofos y la nueva derecha de la década del ’80 y ’90, que lo que quieren es cuestionar a los socialismos reales y se cargan a Marx como padre de la criatura. –¿El gran problema fue postular que el comunismo es sinónimo de marxismo? –Claro, pero hay una relación compleja ahí. Los socialismos reales se erigieron en nombre de Marx, pero el marxismo funcionó –para decirlo en los términos marxianos– como una verdadera ideología de autolegitimación de estos regímenes. La responsabilidad que tiene una teoría respecto de los regímenes que se erigen en su nombre siempre es relativa. En la década del ’90 era muy difícil pensar a contrapelo de esta asociación, pero a partir del ’98 y con el cambio de siglo se buscó en el marxismo categorías que permitieran pensar qué fue el ciclo de los comunismos, de modo que había un marxismo que se podía volver en contra de los socialismos existentes. Si se repasa la historia del marxismo del siglo XX, buena parte de la producción más crítica, más intensa, aquellas obras más productivas, fueron escritas a contrapelo de los regímenes comunistas. Se destaca la obra de León Trotsky, pero no es la única. Las críticas de Rosa Luxemburgo al propio Trotsky, la obra más crítica del joven Georg Lukács contra la filosofía que se está estableciendo en la Unión Soviética, la obra del alemán Karl Korsch o los consejistas holandeses y alemanes hasta llegar a Socialismo o Barbarie en Francia, con Cornelius Castoriadis y Claude Lefort. Son marxismos disidentes, marxismos críticos; el propio Antonio Gramsci, si bien fue un hombre de la Internacional Comunista, estaba pensando a contrapelo del pensamiento político comunista. –¿Estos pensadores de la disidencia fueron los que mejor interpretaron a Marx? –Podríamos decir que fueron los lectores o los intérpretes más productivos, más incisivos, más profundos. El estalinismo es una lectura dogmatizante que se apropia del marxismo y lo convierte en ideología de un régimen de poder. En cambio estas lecturas son de corrientes críticas o de intelectuales críticos que se confrontaron con esos poderes. Cuando nos preguntamos si hay crisis o no del marxismo, ¿estamos pensando en el marxismo como ideología de los regímenes comunistas o en el marxismo de Walter Benjamin, de Gramsci, de Jean-Paul Sartre o de Karl Korsch? El marxismo como ideología de los regímenes comunistas no fue objeto de rehabilitaciones, pero estos últimos años se han visto revalorizaciones del marxismo crítico. La obra de Gramsci se ha seguido leyendo y editando, la obra de Benjamin ha sido objeto casi de un redescubrimiento, la obra de Theodor Adorno, presente en autores como Fredric Jameson en Estados Unidos o John Holloway en México, muestra que es un autor que sigue siendo productivo. Sartre vivió décadas de reflujo y pasó a ser un mal recuerdo en su propio país, pero en estos últimos años viene siendo objeto de revalorizaciones y reediciones. Marx vuelve a emerger, se vuelve a encontrar una densidad teórica que excede una experiencia hecha en su nombre. En cuanto a esa asociación entre marxismo y comunismo, uno no puede declararlo culpable a Marx ni tampoco, como pretendería cierto trotskismo simplista, absolutamente inocente. Uno no podría hacer responsable a Adam Smith por los peores horrores del capitalismo. El vínculo de una doctrina, de una teoría, de una filosofía, con los movimientos que la inspiran siempre es complejo. El autor de esa teoría o doctrina nunca sería totalmente inocente ni totalmente culpable. Evidentemente hay en Marx una serie de anticuerpos frente a una concepción totalitaria. Si bien el estalinismo se puede amparar en el marxismo hasta cierto punto para edificar un régimen de partido único, de anulación de la sociedad civil, de control y de represión, es imposible encontrar en Marx textos que avalen semejantes prácticas. Marx no es en absoluto un estatista, por eso incluí el texto de la Crítica al programa de Gotha, porque él no imagina como Ferdinand Lassalle una sociedad regida y domi-
nada por el Estado, un Estado que se llamaría “el estado del pueblo” que gobernaría en nombre del pueblo. Marx reacciona con muchísimo vigor frente a esa idea. Para ver esta apropiación estaliniana del marxismo hay que reponer la historia del marxismo en Rusia. –¿Por eso incluye para cerrar la antología “El porvenir de la comuna rural rusa”? –Exactamente. La emergencia de la cuestión rusa en la década de 1860 abre un horizonte revolucionario impensado pocos años antes. Marx empieza a pensar que la revolución no comenzaría por Occidente, como había creído hasta entonces, sino por Oriente. La lucha contra el zarismo podría ser el llamado inicial al estallido de una revolución, que Marx sigue pensando como en el ’48, una revolución paneuropea donde la ruptura de la cadena podría venir por la lucha antizarista, por la emergencia de una nueva generación de revolucionarios. Esta revolución, que comenzaría por Oriente y no por Occidente, lo lleva a repensar elementos sustanciales de su concepción de la historia. Y le sirve para avanzar un paso más en su ruptura con la filosofía hegeliana con la que viene rompiendo, pero este es un elemento de descentramiento, de herida narcisista que Marx tiene que elaborar a través de las cartas que escribe y reescribe a Vera Zasúlich para encontrar una fórmula adecuada de cómo entender su concepción de la historia. La gran paradoja es que los interlocutores y herederos de Marx no son los llamados “padres del marxismo ruso”. Y al revés: (Gueorgui) Plejánov, el padre del marxismo ruso, tiene que ocultar estas cartas de Marx para fundar el marxismo en Rusia. De modo que el marxismo en que se forma (Vladimir) Lenin, este marxismo de Plejánov, es un marxismo construido a expensas de los textos de Marx. Justamente la crisis del leninismo permite revalorizar ese socialismo tachado de romántico, de premarxista, de populista. Esta es la operación de Pancho Aricó: recuperar el marxismo de (José Carlos) Mariátegui y el marxismo de los populistas rusos. Y de algún modo, sin ser antileninista, te diría que la operación de Aricó consiste en resituar el leninismo dentro de las múltiples y diversas tradiciones del marxismo. A mis alumnos siempre les digo desde la primera clase: no es que Lenin no era marxista es que Marx no era leninista. La operación consiste en construir ese marxismo-leninismo, que es una ideología. El marxismo-leninismo-estalinismo es una vuelta de tuerca sobre esa ideología; con esto tampoco quiero decir que Lenin era estalinista. Stalin era leninista, pero Lenin no era estalinista. –Y para prolongar esta provocación, Marx dijo que no era marxista. –Exactamente. Tiene que ver con el efecto de desconocimiento que un autor puede llegar a tener sobre la construcción de doctrina que se hace en su nombre. En parte podría decir que Freud no era freudiano en la medida que no se reconocía en el freudismo de (Alfred) Adler o de (Carl) Jung. Esto nos lleva a la cuestión del legado teórico de un texto y sus problemas de interpretación y al carácter relativamente abierto de toda obra. Marx es un pensador descontento con su propio sistema y lo reformula constantemente hasta poco antes de su muerte. El pensamiento crítico repone el carácter abierto de una obra y muestra cómo todo texto, inclusive el que tiene mayor pretensión de cientificidad, presenta lagunas que el doctrinario llena. Y tiene tensiones o contradicciones que la doctrina resuelve en un sentido u en otro. El pensador, el filósofo crítico, siempre abre preguntas. El doctrinario necesita ofrecer respuestas, ¿no? Yo no digo que el pensador es bueno y el doctrinario es malo. No hago un maniqueísmo; son funciones distintas. El autor: Horacio Tarcus (Buenos Aires, 1955) es doctor en Historia por la Universidad Nacional de La Plata, docente de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet. Ha publicado El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña (1996), Mariátegui en la Argentina (2002), Diccionario biográfico de la izquierda argentina (2007), Cartas de una hermandad (2009) y Marx en la Argentina (2013), entre otros títulos. Durante el segundo semestre de 2015 publicará El socialismo romántico en el Río de la Plata (Fondo de Cultura Económica). En 1998 fue uno de los fundadores del CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina), institución hoy integrada a la Universidad Nacional de San Martín y de la cual es director.
Desarme para el desarrollo humano y sostenible
FEDERICO MAYOR ZARAGOZA*
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s necesario el desarme para el desarrollo humano y sostenible, para una nueva economía y un nuevo liderazgo multilateral democrático. Compartir, es la única solución para evitar las gravísimas desigualdades sociales y asimetrías de todo orden a que ha conducido el neoliberalismo globalizador. Insisto —porque es una referencia esencial en mi comportamiento cotidiano— que es moralmente inaceptable que cada día mueran de hambre más de 20.000 personas al tiempo que se invierten en gastos militares y armamento 2.680 millones de euros. Bastaría con una reducción razonable de estas ingentes y desproporcionadas cifras para que pudieran incrementarse rápida y sustancialmente las ayudas al desarrollo endógeno, sostenible y humano, en todo el mundo; se atendiera el crucial legado intergeneracional del medio ambiente, asegurando que no tenga lugar el deterioro irreversible de la habitabilidad de la Tierra; la cooperación internacional permitiría la puesta en práctica de las grandes prioridades de las Naciones Unidas (alimentación, agua, salud, ecología, educación, paz…); y, sobre todo, se haría posible el “nuevo comienzo” que preconiza la Carta de la Tierra. Todos los seres humanos iguales en dignidad. Cada ser humano único capaz de crear, de diseñar su propio futuro en un proceso de educación permanente, de tal modo que todos sean “libres y responsables”, como define magistralmente la UNESCO a los “educados”, actuando siempre en virtud de las propias reflexiones y nunca más al dictado de nadie. Con el fanatismo y dogmatismo, tolerancia cero. Las alas para el vuelo alto en los tiempos que se avecinan no pueden estar lastradas ni presentar adherencia alguna. Frente a la “profunda crisis del ultraliberalismo”, el
Forum de Crans Montana al que acabo de asistir en Bruselas, propone “situar de nuevo al ser humano en el centro de toda política y estrategia”. Es tiempo de acción, porque pueden alcanzarse puntos de no retorno. Ya disponemos de múltiples diagnósticos. Ahora corresponde aplicar sin demora tratamientos adecuados. Es apremiante la refundación del Sistema de Naciones Unidas después de los ineficientes e infaustos grupos plutocráticos (G-7, G-8, G-20), que el neoliberalismo estableció en la década de los ochenta. ¿Cómo pudo pretenderse –y aceptarse- que 6, 7, 8… 20 países guíen los destinos de 193? Y, sobre todo, deben re-ponerse los “principios democráticos”, que con tanta precisión y clarividencia establece la Constitución de la UNESCO, en donde el Partido Republicano de los Estados Unidos, en sus ambiciones hegemónicas y con la Primer Ministro Margaret Thatcher como obediente acólito, situó las leyes mercantiles. Ahora ya es posible, en la era digital, que “Nosotros, los pueblos…”, silentes y obedientes desde tiempo inmemorial puedan levantar la voz y participar activamente. Ahora, con la mujer progresivamente incorporada al proceso de toma de decisiones, ya es posible el imposible sueño de emancipación de la humanidad hasta hace bien poco años. Ahora ya podemos imaginar en el ciberespacio grandes clamores populares para los cambios radicales que se requieren con apremio. No tendrá lugar, por fortuna, la guerra de las galaxias en el espacio sideral sino en el espacio “digital” se originará la nueva paz, la formidable transición desde la fuerza a la palabra, desde una cultura de imposición, dominio y violencia a una cultura de encuentro, diálogo, conciliación y paz. ¿Cómo puede Europa, la gran emigrante, rechazar ahora a los inmigrantes? ¿Cómo puede poner obstáculos
CORREO del SUR Director General: León García Soler
a su acceso en lugar de intensificar la ayuda al desarrollo para una vida digna en sus lugares de origen? ¿Por qué no completa rápidamente su edificio constitucional con una unión política y económica? ¿Cómo puede aceptarse que la pretendida Europa-faro se haya detenido y circunscrito a una unión monetaria? ¿Por qué Europa sigue las pautas dictadas por el Partido Republicano norteamericano, cuando el propio Presidente Obama, para el bien de su país, las apartó cómo correspondía? Convincentes voces (femeninas, por cierto) se alzaron en Bruselas para reclamar con urgencia la debida solidaridad, la reposición de los valores éticos en el lugar en que han situado los bursátiles. En Bruselas advertí —otra vez— que si no hay evolución habrá revolución y que la diferencia entre estas dos palabras es la “r” de responsabilidad. Dejemos de seguir a los irresponsables y, con urgencia, facilitemos la transición de una economía basada en la especulación, la deslocalización productiva y la guerra a una economía de desarrollo sostenible y humano. De una cultura de guerra a una cultura de paz, liderada por un a multilateralismo democrático y eficiente. La mejor solución –aunque tengamos que sobreponernos a la inmensa inercia de quienes se aferran al perverso adagio de “si quieres la paz, prepara la guerra”— es el desarme (incluido, desde luego, el nuclear), aplicando una parte razonable de los colosales medios dedicados a la seguridad para el desarrollo de todos los pueblos, de tal modo que se haga realidad la igual dignidad y calidad de vida en todos ellos. Desarme para el desarrollo: así de sencillo. Para ello son necesarias unas Naciones Unidas refundadas con urgencia. La solución existe. Falta el coraje y liderazgo para aplicarla.Público.es. *Ex director general de la Unesco.
Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo
Diseño gráfico: Hernán Osorio