Número 476 Enero 31, 2016
Debates constituyentes El chavismo toma el agua Un socialista nunca podría salir elegido en Norteamérica El poeta
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CORREO del SUR
Debates const Una mayoría de Cataluña quiere saber si todavía puede vivir en un Estado plurinacional o si solo le queda ensayar su propio camino fuera de él Gerardo Pisarello*
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as imágenes de la plural marea democrática que inundó el Congreso de los Diputados hace una semana condensan bien el cambio político y social que se ha producido en el último lustro. Un cambio quizás no tan profundo como parecía anunciarse en su momento. Pero impresionante, en todo caso, y en cierto modo irreversible. Primero fue la emergencia del movimiento civil soberanista en Catalunya. Luego el 15-M y las diversas protestas contra los recortes sociales y las políticas de austeridad impulsadas por la Troika, el Gobierno estatal y diferentes Gobiernos autonómicos. Más tarde vino la irrupción de nuevas fuerzas del cambio en las elecciones europeas de 2014, en las munici-
pales y autonómicas de mayo de 2015, en las catalanas del 27 de septiembre y en las generales del 20 de diciembre. Y en el camino, numerosos casos de corrupción que dejaron severamente heridos, aunque no acabados, a buena parte de los partidos que protagonizaron el régimen salido de la Transición. Todos estos factores se han combinado en estos años de diferentes maneras y con dispar intensidad. Y han acabado por conformar un escenario político inédito, todavía abierto, con inequívocos componentes constituyentes. Lo viejo no acaba de morir, sí, pero lo nuevo se abre paso con ímpetu. El inmovilismo, la repetición con escasas variaciones del guion del turnismo, con sus protagonistas y sus temas de siempre, han sufrido un golpe decisivo. Es verdad que el horizonte de una coalición PP-PSOE, o de
un Gobierno solitario del PP apoyado en la abstención del PSOE y Ciudadanos, existe. No obstante, se trata de opciones frágiles, que pocos imaginan estables y con capacidad para incorporar las demandas gestadas en los últimos años. La idea de proceso constituyente, que ha estado en el centro de muchas exigencias de cambio social y político, no ha adquirido todavía la fuerza suficiente para convertirse en realidad. Sin embargo, ha pasado a condicionar de manera decisiva las grandes alternativas que hoy están en la agenda. Ni el inmovilismo ni el reformismo de mínimos aparecen ya como alternativas viables. Cualquier debate político realista que se plantea en el actual contexto acaba teniendo connotaciones constituyentes. Lo viejo no acaba de morir, pero lo nuevo se abre paso con ímpetu En el ámbito estatal, el propio PP, instalado en la última década en un quietismo exasperante, ha terminado por reconocer que la Constitución debe reformarse. En el PSOE, por su parte, crecen las voces que admiten que estos cambios no pueden reducirse ya a simples retoques. Que de-
ben incluir, al menos, un sistema electoral más proporcional, el blindaje de los derechos sociales y ambientales, el refuerzo de ciertas libertades básicas, la mejora de los mecanismos de participación ciudadana y de lucha contra la corrupción, y sobre todo la flexibilización del propio procedimiento de reforma de la Constitución. Es cierto que muchos de estos temas no aparecen planteados con la valentía que exige el momento, como ocurre con la sumisión incondicional a los grandes acreedores consagrada por el artículo 135. Y que en otros campos, como el del reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado, ni siquiera se incluyen propuestas ya contempladas en la boicoteada reforma estatutaria catalana de 2005-2006. Sin embargo, se trata de cuestiones que, tras las movilizaciones y el ciclo electoral de los últimos años, se plantean hoy en unos términos muy diferentes. Podemos, En Comú Podem, Compromís, En Marea o Izquierda Unida les han otorgado, cada uno con su propio énfasis, una centralidad y un alcance mayores. No solo exigen blindar los derechos sociales y mejorar la participación. Piden firmeza frente a la
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tituyentes austeridad, erradicar las puertas giratorias, proteger los bienes comunes y dar pasos creíbles para garantizar la independencia de los órganos de control. Y piden, claramente, una resolución democrática a la cuestión territorial, que pase por un reconocimiento explícito del derecho a decidir bajo la forma de un referéndum. En muchos de estos temas, el acercamiento entre las candidaturas emergentes y otras fuerzas periféricas con el PSOE es difícil. Pero no imposible. Sobre todo si este tuviera el coraje de reinventarse recuperando su mejor historia. Si dejara de mirar al búnker y reconociera la pluralidad de voces del cambio que hoy están presentes en el Congreso. Si se liberara de la tutela conservadora de Susana Díaz y si mirara más a gente como José Antonio Pérez Tapias, Odón Elorza e incluso a algunos nombres del PSC. El acercamiento entre las fuerzas emergentes y el PSOE es difícil, pero no imposible Todo ello obligaría al PSOE a explorar una salida a la portuguesa, sí, pero en un marco plurinacional donde el re-
clamo de soberanías diversas no puede ser desatendido. Y eso exigiría, de su parte, una propuesta de reforma constitucional que vaya más allá de un modelo autonómico caduco y que incluya de forma explícita vías para el ejercicio del derecho a decidir. Incluso ERC, a través de su senador Santiago Vidal, acaba de sugerir esta alternativa al anunciar una moción para que la Constitución española reconozca en su articulado el derecho a la autodeterminación (algo que ya se propuso en el debate constituyente de 1977-1978). Es difícil saber si el partido liderado por Pedro Sánchez será capaz de estar a la altura de estos retos. Pero si ocurriera, si el debate de investidura viniera acompañado de este reconocimiento de voces plurales, de una propuesta constituyente valiente y de un compromiso con un plan creíble de rescate social y de lucha contra la austeridad, no solo ganaría fuerza una posible alternativa al PP o a una nueva coalición conservadora. También sería más sencillo el desbloqueo de la actual situación catalana. En Cataluña, como es sabido, existe
una mayoría parlamentaria independentista. Esta mayoría no puede subestimarse. Pero carece de la fuerza y del apoyo social suficientes para hacer efectiva una declaración unilateral de independencia. O para alcanzarla en unos meses, si se prefiere, a través de un proceso constituyente que solo podría impulsar una asamblea específica escogida con ese propósito (y que exigiría niveles de desobediencia ciudadana elevados y de momento improbables) Lo que sí hay en Cataluña, en cambio, es un consenso amplio, dentro y fuera del Parlamento, en torno al agotamiento del Estado autonómico y a la necesidad de un debate constituyente propio. Este consenso incluye a gente identificada con ERC, con la CUP y con CDC. Pero también con lo que representan fuerzas emergentes como En Comú Podem y quizás con parte del PSC. Esta mayoría amplia, en el fondo, es soberanista. Quiere decidir su futuro libremente, sin tener que pedir permiso, y quiere hacerlo desde Cataluña. Y por eso exige no solo un referéndum, sino un debate constituyente sobre un
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nuevo modelo de país. Se trata de una mayoría que quiere blindar, al mismo tiempo, derechos sociales y libertades nacionales. Que quiere ampliar los mecanismos de participación y de lucha contra la corrupción y decidir cómo deberían ser la educación o un poder judicial con características propias. Y se trata, sobre todo, de una mayoría que quiere saber si todavía puede hacerlo en el marco de un Estado genuina y lealmente plurinacional o si solo le queda ensayar su propio camino fuera de él. Si estos movimientos constituyentes, que también comienzan a despuntar en Galicia, el País Vasco, el País Valenciano e incluso Andalucía, fueran capaces de vincularse de una manera fraterna y plural, y sobre todo, si vinieran acompañados de medidas comunes de rescate social, de impugnación de la austeridad y de tutela de los bienes comunes, el salto podría ser mayúsculo. La correlación de debilidades de la que hablaba Vázquez Montalbán podría convertirse en auténtica potencia de cambio. Y el desafío democrático iniciado con el 15-M, las mareas ciudadanas y los diferentes movimientos soberanistas y municipalistas del último lustro podrían alumbrar, por fin, auténticos procesos constituyentes. Esto es, una salida limpia a la cuestión social y territorial, con instituciones republicanas libremente federadas, confederadas o independientes, capaces de proyectarse a Europa y de ganar para sus gentes y sus pueblos un futuro esperanzador. Vale la pena intentarlo. *Profesor de Derecho Constitucional y primer teniente de la alcaldía de Barcelona.
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El chavismo toma el agua FABRICE ANDREANI* MARC SAINT-UPÉRY**
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espués de las elecciones de diciembre qué continúa siendo el chavismo? ¿El “Socialismo del Siglo XXI” es un modelo caudillista que reposa, finalmente, en un sistema de renta petrolera, más o menos redistributivo? Entonces, cuando el país conoce una inflación y una penuria sin precedente, el investigador en ciencia política Fabrice Andreani y el periodista Marc SaintUpéry, hacen para el mensuario francés CQFD (http://cqfd-journal.org/ un análisis sin complacencia sobre la “historia de una farsa de 500 mil millones dólares”. La derrota del chavismo en las elecciones legislativas del 6 de diciembre se inscribe en un contexto de crisis económica
y social sin precedentes y de autoritarismo gubernamental creciente. A pesar de una tasa de participación del 75%, la abstención de los sectores populares le costaron al régimen la salida de cerca de 2 millones de votos Multiplicar por dos el score en las grandes ciudades, le permitió a la oposición obtener 112 de 167 escaños (55% de los votos) en la Asamblea Nacional. Este es el efecto-boomerang de un sistema ultra-mayoritario creado el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) pensado para ser eterno. Ahora la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), una coalición de la nueva mayoría, tendrá la oportunidad de reformar la Constitución o de convocar a un referendo para revocar el mandato del presidente Nicolás Maduro. De acuerdo con los aduladores del régimen, este es víctima de una “guerra
económica” operada por “la burguesía” y el “Imperio”, con la complicidad de los medios de prensa: sería una nueva versión 2.0. del golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile en 1973. La analogía podría haber tenido sentido durante la crisis política de 2002-2004, cuando las movilizaciones masivas expresaron -sin por tanto agotarse- una confrontación de clase clara. El chavismo, a la vez movimiento popular y coalición inestable alrededor de un caudillo carismático -surgido de un fallido golpe de Estado en 1992 contra el presidente (Carlos Andrés Pérez) responsable de la masacre de miles de manifestantes por el ejército durante la sublevación del “Caracazo” 1992-, enfrentó el intento de golpe de Estado y el lock-out petrolero abiertamente orquestados por Washington. Pero el hundimiento fatal de
una burocracia que ha multiplicado, desde 2007, las vejaciones contra los obreros, empleados, campesinos y la mayoría de los indígenas más indomables, no revela ninguna “conspiración”. El círculo vicioso de inflación y escasez que afecta a Venezuela desde hace varios años (1) resulta sobre todo de las prácticas económicas mercantiles -lo que comprende a la nomenklatura bolivariana- en un sistema productor de petróleo que importa todo fuera la energía exterior. Numerosas empresas del sector privado, para adaptarse a los controles de precios y de divisas, sobrefacturan la reventa de bienes importados gracias a los petrodólares otorgados por el Estado, o especulan directamente en los tipos de cambio (2). Algunas retienen sus stocks en previsión de futuros aumentos de precios, y alimen-
a
CORREO del SUR tan el contrabando de combustible en el interior de país y en las fronteras dejando bajo el mostrador sus bienes. Cada una de estas operaciones moviliza a una parte de (altos) funcionarios bolivarianos corruptos. Este juego es un “mal menor” frente a los empresarios anti-chavistas, que se reparten los márgenes con las decenas de magnates neo-ricos a la sombra del poder. En la Venezuela “socialista”, el sistema fiscal se ha mantenido severamente regresivo y la tributación de las rentas altas es ridícula si se la compara con la vigente en países “neoliberales” como Colombia o Chile. Los programas sociales en materia de salud, educación, alimentación y vivienda, ahora muy disminuidos, se financiaron a cuenta de los consecutivos (y excepcionales) excedentes presupuestarios debido a los boom petroleros de 20032007 y 2009-2011, gestionados de manera completamente opaca. Bajo el golpe de una deuda exponencial desde 2012 -en especial en poder de China- y luego la caída de los precios del crudo desde el año 2014, el nivel de vida de las clases trabajadoras cayó notablemente, luego de una mejora
efímera entre 2003 y efímero 2007. Hoy, casi la mitad de la población activa, incluidos los millones de “chavistas de corazón”, se dedica al comercio informal y el contrabando de mercancías y divisas, lo que se supone vendría a alimentar la pretendida “guerra económica”. Pero esta estrategia de supervivencia es sólo una versión miserable de lo que ha sido, junto a la extorsión pura y simple, la forma real de la acumulación de capital para la gran mayoría de los dirigentes, sobre todo militares, de las administraciones públicas, y de las empresas nacionalizadas o “mixtas, donde se han violado impunemente los derechos de los trabajadores más o menos igual que en el sector privado. Según los “chavistas crítico” de Marea Socialista (que está afiliado al PSUV), un cuarto de la bagatela de un billón de petrodólares que ingresaron al país durante el período 2003-2013, se han “evaporado”, incluso antes de ser contabilizado por el Estado, y otro cuarto “se perdió” en la asignación de divisas Hasta el mismo Aram Aharonian, fundador de Telesur y partidario del régimen
bolivariano, no tiene empacho en describir “una orgía de saqueo los recursos públicos”, en donde los gobernantes se han vuelto contra “su” pueblo apelando al aparato coercitivo que, supuestamente, lo iba a proteger de una fantasmal invasión estadounidense. Ya lo habían utilizado en 2014 (sobre todo a la policía) en contra de decenas de miles de estudiantes -tildados de “golpistas”- que se rebelaron contra el autoritarismo político. Desde el verano pasado, bajo el pretexto de la lucha contra el contrabando, y después de la expulsión de miles de migrantes colombianos, las “operaciones de liberación y protección de las personas” (sic) consagraron la “institucionalización” de las redadas policiales-mafiosas a una escala masiva contra los barrios populares, como en las horas más sombrías de los regímenes “neoliberales”. Con un ranking en la tasa de equivalente a la de Irak y una tasa de irresolución de más del 95% de los crímenes... ¿La debacle del chavismo abre la vía a una política de venganza ultraliberal de la derecha? Una buena parte del electorado venezolano votó más contra el chavismo que por el vago programa de la MUD, que
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tenía apenas siete páginas. Los dirigentes y cuadros de esta coalición de partidos pequeños -ninguno de los cuales sólo reúne más del 10% de los votos- tienden a presentare hoy como “socialdemócratas” y dicen que quieren preservar algunas de las “misiones” sociales de Chávez incluso aquellas que durante mucho tiempo han tratado de destruir. El cóctel híbrido de liberalismo e impulsos socio-compasivos que aboga la MUD, coexiste con los vínculos probados con Álvaro Uribe en Colombia o el Partido Popular de José María Aznar. Sin embargo, no es creíble gritar que el lobo quiere desmantelar las “adquisiciones” sociales, en gran parte devoradas por la inflación y las incoherencias de la gestión bolivariana, y cuando ahora mismo los “derechos” de los trabajadores han sido vaciados de su contenido. Por ahora, la prioridad de la nueva mayoría es la obtención de una amnistía para los presos políticos y la negociación de los términos de la convivencia. El ejército, por su parte, espera y mira hacia dónde sopla el viento. Su lealtad al PSUV reposa sobre todo en sus privilegios materiales y en los beneficios de las diversas formas de tráfico, estrechamente vigiladas, entre otras, por los servicios de inteligencia bajo control cubano. Después de la revolución cubana, la izquierda venezolana se debatía entre el aventurerismo insurreccional de su intelectualidad y la cooptación de los sectores culturales y humanitarios del Estado-providencia petro-clientelista. Una parte de esta izquierda ha creído encontrar la solución en la dinámica “nacional-popular” y “participativa” de un proceso constitucional “pacífico, pero armado”, surgido en los años 2002-2004. Otra parte, vinculada principalmente a la izquierda sindical clasista, se ha demarcado en forma rápida, a costa de sufrir hostigamiento y represión. En nombre de la unidad “antiimperialista”, el culto al jefe, la gestión de las políticas públicas a cargo del ejército, el desaliento del movimiento social en medio de una vertiginosa incompetencia y abismal corrupción, el chavismo ha desacreditado para Venezuela cualquier proyecto coherente llamado socialista, o incluso reformismo social. Las auténticas fuerzas populares surgidas de la matriz bolivariana, probablemente, mañana, harán viables recomposiciones progresistas, pero tendrán que ejercer el “derecho de inventario” sobre esa herencia chavista que ya ocasiona feroces y heridas narcisistas… Notas de la Redacción de A l´encontre 1) Por primera vez en tres años, el BCV (Banco Central de Venezuela) publicó las cifras de la economía, que corroboraron que el país tiene la inflación más alta del mundo (más del 140% anual) y la peor caída del PIB en América (7,1%). Mientras tanto, la penuria concierne al 70% de los productos básicos en el sector privado (precios regulados) y 95% en el sector público (precios subvencionados. 2) Existen tres tasas de cambio oficiales según el grado de necesidad estimado de los productos importados. Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa *Profesor e investigador de CERAPS/ Universidad de Lille, estudioso de la realidad venezolana en el terreno y bolivariano internacionalista. **Periodista y traductor, residió en Quito, Ecuador, autor entre otros ensayos de “El sueño de Bolivar. El desafío de las izquierdas sudamericanas” (Paidós, Barcelona, 2008)
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Un socialista nunca podría sa seis respuestas a los escépt
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alir elegido en Norteamérica: ticos sobre Bernie Sanders Robert B. Reich* 1. “Nunca derrotaría a Trump o a Cruz en unas elecciones generales” Falso. De acuerdo con los últimos sondeos, Bernie es el candidato demócrata más sólido para las elecciones, y derrotaría tanto a Donald Trump como a Ted Cruz en un hipotético enfrentamiento (las últimas medias de todos los sondeos de Real Clear Politics muestran que Bernie bate a Trump por un margen mayor que el de Hillary y que Bernie derrota a Cruz, mientras que Hillary perdería frente a Cruz). 2. “No podría llevar a la práctica ninguna de sus ideas porque el Congreso las rechazaría” Si ambas cámaras del Congreso siguen en manos republicanas, ningún demócrata será capaz de hacer aprobar mucha legislación en el Congreso, y tendrá que atenerse en vez de eso a decretos y reglamentaciones presidenciales. Pero hay mayores probabilidades de echar a los republicanos si se dispara la “revolución política” de Bernie, que traería consigo a millones de jóvenes y demás votantes, y de mantenerlos políticamente comprometidos. 3. “Norteamérica nunca elegiría a un socialista”. Por-fa-vor. Los programas estatales de más éxito y aprecio son los de protección social: la Seguridad Social y Medicare. Una autovía es un gasto social compartido, como las fuerzas armadas, los parques públicos y las escuelas. El problema que hoy tenemos un exceso de socialismo para los ricos (rescates de Wall Street, subvenciones a Big Ag [los grandes intereses agrícolas] y Big Pharma [los de las grandes farmacéuticas], la monopolización por parte de las empresas de cable y las gigantescas aseguradoras y los paquetes salariales de los ejecutivos con descomunales deducciones fiscales), todo lo cual quiere concluir o impedir Bernie. 4. “Su propuesta sanitaria de un único pagador sería tan cara que exigiría subirle los impuestos a la clase media” Este es un argumento engañoso. Los estudios demuestran que un sistema de pagador único saldría bastante más barato que nuestro actual sistema, que depende de aseguradores sanitarias con fines lucrativos, pues un sistema de un solo pagador no gastaría sumas tan ingentes en publicidad, marketing, salarios de ejecutivos y facturación. De modo que aunque el plan de un solo pagador de Sanders exigiera impuestos más elevados, los norteamericanos adelantarían mucho, pues se ahorrarían bastante más que eso en seguros sanitarios. 5. “Sus planes para financiar la educación universitaria con impuestos a las transacciones de Wall Street significaría que las universidades se regirían por leyes gubernamentales” Tonterías. Tres cuartas partes de los estudiantes universitarios de hoy asisten ya a universidades públicas, financiadas por los gobiernos de los distintos estados, y no se rigen por una reglamentación gubernamental [federal]. El verdadero problema es que hay demasiada gente joven que no puede permitirse una educación universitaria. La política tendente a una educación superior pública y gratuita que comenzó en los años 50 con la G.I. Bill [ley que favorecía que los veteranos de las fuerzas armadas pudieran cursar estudios al reintegrarse a la vida civil] llegó a un brusco final en los años 80. Tenemos que reiniciarlas. 6. “Es demasiado mayor” No es cierto. Está en plena forma. ¿Se han fijado en lo ágil y enérgico que aparece haciendo campaña por todo el país? Hoy en día, tener 70 es como tener 60 (es más joven que cuatro de los nueve jueces del Tribunal Supremo). En cualquier caso, la cuestión no es la edad, es tener los valores adecuados. FDR sufría de parálisis y JFK tenía tanto la enfermedad de Addison como la de Crohn, pero fueron grandes presidentes porque lucharon rotundamente por la justicia social y económica. *Fue secretario de Trabajo de EEUU bajo la Administración Clinton. Es catedrático de Políticas Públicas en la Universidad de Berkeley. Autor de Aftershock’.
JOSÉ WOLDENBERG
“E
l poeta” es un testimonio de dolor y esperanza. Una película que hace visible el sufrimiento y la desolación de los familiares y amigos de los miles y miles de asesinados y desaparecidos en el país en los últimos años. Y un recordatorio de los esfuerzos del movimiento encabezado por Javier Sicilia, que intentó y logró darle visibilidad al problema, consuelo a las víctimas y trató de revertir, infructuosamente, una política que a su paso dejaba y deja una cauda de muerte y desamparo inconmensurable. Sin maquillaje, de manera directa, el documental recuerda el asesinato de Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del poeta, y el “ya basta” pronunciado por éste desde el
sufrimiento abismal que causa la pérdida definitiva de un hijo. Lo sabemos: se trata de un quebranto que no tiene nombre. “Si quien pierde a un padre o una madre es un huérfano, si quien resiente la muerte de su cónyuge es un viudo o una viuda… ¿qué nombre recibe el que ha perdido un hijo?”, pregunta la congoja popular. Ese episodio ayuda a develar un panorama general plagado de muertos y personas desaparecidas. El caso de Juan Francisco es uno entre miles. Sicilia afirma “Mi hijo era inocente” y como un eco, otras voces multiplicaron por miles ese mismo clamor. Se trata de la estela de sangre y destrucción de una política encaminada a combatir al crimen organizado, en el marco de una relación asimétrica entre los Estados Unidos y México en la cual los primeros
CORREO del SUR Director General: León García Soler
reciben droga y regresan armas y dinero, como lo dice un congresista norteamericano en la propia película. No obstante, “El poeta” no es un ensayo ni un acercamiento académico, sino la exhibición –cálida, comprensiva, solidaria- de los esfuerzos por darle rostro y entrañable significado a las frías cifras y estadísticas de las víctimas. Recrea de manera sucinta las profundas convicciones religiosas de Javier Sicilia, sus afanes por ofrecer solidaridad y una plataforma de denuncia para las madres, padres e hijos que han perdido a sus familiares; sus recorridos por el país, la Caravana por la Paz que visitó varias ciudades de los Estados Unidos, en una palabra, sus esfuerzos por recordar a las víctimas para, eventualmente, reorientar el rumbo. El testimonio está plagado de mo-
mentos conmovedores: la narración que hace el poeta de su reunión privada con el Presidente Calderón; el encuentro en la carretera con un niño huérfano al que Sicilia abraza; la reunión en Washington con John Lewis, congresista, heredero de Martin Luther King y aquella marcha por los derechos civiles de Salma a Montgomery. Y también instantes de gran tensión: como el encuentro en el Castillo de Chapultepec entre el Presidente Calderón y su gabinete de seguridad y Javier Sicilia y los familiares de decenas de sacrificados. Dos situaciones, dos lenguajes, dos perspectivas, incapaces de forjar un terreno común. Un documental sobre la esperanza que no encuentra terreno fértil para fecundar. Un sueño que intenta retomar el camino de la paz y la justicia.
Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo
Diseño gráfico: Hernán Osorio