Correo Del Sur No 405

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Número 405 Septiembre 21, 2014

Efraín Huerta: talento y liberación Adolfo Bioy Casares: Un argentino exquisito ¿Miguel Hidalgo o Agustín de Iturbide? Marina y Dilma debaten religión y Petrobras ¿Dónde estará la bandera de la pobreza? “¿Debería Escocia ser un país independiente? Sí o No”


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David Ibarra

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o sé, ni me explico la razón de haberme señalado para ha‑ blar sobre Efraín Huerta en la conmemoración de los cien años de su nacimiento. Y no lo entiendo por haberme de‑ dicado a la economía, a la ciencia lúgubre. Esa mi disciplina sin dejar de ser lúgubre, hoy por hoy, con autoridad global despla‑ za a la buena política y reemplaza sin tapujos a la democracia participativa. Ahí poca cabida tiene el amor y la gracia jugueto‑ na de la crítica social, tan escasa entre nosotros, los mexicanos. Efraín Huerta, en cambio, se creó un mundo en las antípodas. El suyo fue un espíritu libérrimo que rompió una a una sus ata‑ duras, que aprendió a ser humorista, ‑‑aunque escribiese en se‑ rio‑‑, pleno de ingenio, de amor a la vida, de indignación social, sin reparar en los cánones del buen decir y hacer. En sus comienzos, Huerta debe quebrar el encierro de la sociedad del Bajío, enclaustrada en una religiosidad decimo‑ nónica con toda suerte de inhibiciones culturales. Con ironía, al aludir arzobispos, curas y sacerdotes, los llama “malditos por na‑ turaleza que habéis traicionado a la Patria un millón de veces y todavía sonreís y clamáis al cielo y a los banqueros”[1]. Cualquier semejanza con la realidad inmediata es coincidencia fortuita. En reacción libertaria emigra a la ciudad de México --de la que se enamora-- y abraza los ideales socialistas, comunistas, tal y como se expresaban en la época de las primeras revoluciones del siglo pasado, como aspiraciones insatisfechas de acceder a la libertad y a la solidaridad humanas. Afirmaba, “la filosofía no es mi fuerte”. Me considero aprendiz de todo, lo cual es mejor, hasta cierto punto que pasar la vida como especialista aburrido y honesto”. Pero eso no impide que fuese enemigo irreconcilia‑ ble de todo dogmatismo, de todo encierro cultural. Al igual que Eric Hobsbawm, el gran historiador inglés, guarda una fidelidad desusada al socialismo, no tanto como sistema filosófico, sino como referente obligado de los dere‑ chos humanos. Por eso decía “soy un romántico y un realista, lo que sucede a mi país --a obreros, campesinos, clase media, al pueblo-- me sucede y me duele a mí”. De aquí su invariable postura política progresista. A partir del rechazo a dogmatismos religiosos o políticos, Efraín Huerta se empeña en lograr otras dos liberaciones. Una, la de construir un estilo literario propio. Con desenfado, rechaza toda solemnidad y retrata sin ambages, con claridad extrema la vida social con sus injusticias, desolaciones o felicidades. Lo mismo expresa amor, odio, rechazo o aceptación, con giros her‑ mosos, sin abandonar el habla popular. Es un poeta que vive los amores, las desigualdades y sinsabores como se expresan en la ciudad, en espera, nos dice” de la joven luz del alba.” Por ejem‑ plo, vocea sensualidad amorosa cuando dice:

Amor mío. Ahora sí, bendíceme, con tus dedos ligeros, Con tus labios de ala, Con tus ojos de aire, Con tu cuerpo invisible, Oh, tú, dulce recinto De cristal y de espuma, Verso mío tembloroso, Amor definitivo.[2]

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Al cumplirse el centenario del nacimiento del poeta Efraín Huerta, el 10 de septiembre de 2014, la Facultad de Economía de la UNAM le rindió un cálido homenaje en el que participaron destacadas personalidades del ámbito universitario y cultural, entre ellos David Huerta, Javier Guerrero, Vicente Quirarte, Selma Beraud y el maestro David Ibarra, quien leyó las palabras que a continuación publicamos con orgullo. ASR

Efraín Huerta: talento y las horcas y las cárceles y las cruces gamadas, ángeles de venganza derramando metralla, son ingleses, franceses y norteamericanos.[4]

La otra liberación de Huerta, es la de añadir una notable dosis de hu‑ morismo a sus obras literarias, restando valor a la crítica de Rafael Sola‑ na a sus primeros poemas, tachándoles de carecer de alegría, de vena popular. Es en los poemas mínimos donde se perciben más nítidamen‑ te la ironía fina de Efraín Huerta, cuando se mofa de tirios y troyanos. Los versos son mínimos pero no dejan de reflejar enormes realidades humanas, nacionales, universales. En nada se semejan al cálculo de los O bien, al declarar: marginalistas económicos ‑‑Jevons, Walras, Menger,‑‑ individualistas “en medio de mis años, irredentos, apartados de toda concepción de lo colectivo, incapaces intimar tus corolas de percibir caminos sociales. y en el claro de tu alma Así nacen versos mínimos, punzantes, sabios o juguetones, como los deslizar mis delirios.[3] que siguen:[5] Michelet Pero también se alza indignado frente al orden establecido al hacer El que hablar a “Los hombres del alba”: Sabe “Ellos hablan del día. Del día, Ser pobre que no les pertenece, en que no se pertenecen, Sabe en que son más esclavos; del día, El en que no hay más camino, Resto que un prolongado silencio o una definitiva rebelión. Nuevo rico Mañana O bien, cuando celebra la liberación de Europa del nazismo, cantando: No puedo “Allá están derribando con eléctricas manos,


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liberación Chula Tengo Que ver A mi Sicópata

Nadie Nadie Hace nada Por nadie Ni por nada Luz más luz Es terrible Pero Cada día Son más claros Los intereses más oscuros Mi poemínimo ¡Cámaras! Más Grave Aún Para nuestro país Es la concaminación Del ambiente

Proustiano Cualquier Tiempo Perdido Fue mejor El destape Al entrar El verano Las madrileñas Se quitan los abrigos Y se ponen las tetas Como señalan sus hijos Eugenia y David y ates‑ tiguan los numerosos homenajes a su padre: no se trata de un poeta marginal, cuando más y por brevísimo tiempo de un poeta margina‑ do. Sin discusión, sabemos las dimensiones enormes de su obra, de la combinación de un talento irrepetible con una terca voluntad de liberarse a sí mismo de inhibiciones lastrantes. Hoy, hasta en la inhóspita Facultad de Econo‑ mía se rinde tributo al poeta y a una poesía que sabe a remover profundas raíces naciona‑ les con retratos como “Los Hombres del Alba” y “Amor, Patria mía”

[1] “Dolorido canto a la Iglesia Católica”, Poemas prohibidos y de amor, Siglo veintiuno editores, 10 edición, México. [2] Ordenes de amor (1972), Fondo de Cultura Eco‑ nómica (1988). [3] Absoluto Amor (1935) Fondo de Cultura Eco‑ nómica. [4] España 1938 (1944) Fondo de Cultura Econó‑ mica. [5] Los poemas fueron tomados de Poesía com‑ pleta (1988), Fondo de Cultura Económica, México.


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Adolfo Bioy Casa

Fernando Bogado

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n términos de literatura argentina, la modestia parece ser la moneda co‑ rriente de los mejores escritores que han tenido estas pampas –terriblemente urbanizadas, si viene al caso–. Hay ejem‑ plos que son evidentes: a José Hernández se lo comió Martín Fierro, hasta el punto de que el poema circula como una obra dicta‑ da por el ser mismo de lo argentino antes que por un político que tenía la clara inten‑ ción de denunciar la administración tanto de Mitre como de Sarmiento a través de un panfleto rimado rápidamente entendible por la masa. La observación no es origi‑ nal: Jorge Luis Borges, cultor también de la modestia, cuando no del pudor criollo, insistió con esta idea de la invisibilidad ne‑ cesaria de Hernández en más de un prólo‑ go, mofándose inclusive de lo escueto que sería armar una biografía de don José. No podemos decir que de Adolfo Bioy Casares no se pueda decir nada, o que su biografía

ocupe más o menos la misma cantidad de escuetas líneas que la de Hernández, pero sí podemos sostener que durante mucho tiempo su figura se ha visto opacada por la recepción y trascendencia que ha teni‑ do la obra de su amigo y colega íntimo por sobre la suya. Podríamos decir que su mo‑ destia es tanto una elección personal, un acto de prudencia propio de la vocación literaria, como la más clara consecuencia de esa posición subalterna impuesta por el actual canon nacional. Una sociedad de escritores La propia historia de escritor de Bioy pare‑ ce alterarse tras el encuentro con Borges, un poeta que, al momento de verse por primera vez en la casa de Victoria Ocampo, en 1931, ya carga con el título de “ilustre”. En su haber, el joven Borges tenía algunos textos fundamentales de su producción –los poemarios Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente, Cuaderno San Martín– y otros libros que luego negaría: Inquisicio‑

nes, El tamaño de mi esperanza. También Evaristo Carriego. Bioy se vería desborda‑ do por alguien que sabía que lo que hacía estaba bien, alguien que manejaba de ma‑ nera medida todo un arsenal retórico no sólo para escribir, sino para expresar sus opiniones en el diálogo corriente, un ver‑ dadero estratega de la palabra: un escritor paciente. No por nada la figura retórica preponderante tanto en los diálogos como en la narrativa de Borges es el epigrama, figura que consiste en expresar con justeza y elegancia un pensamiento. Digamos, una forma definitiva de cerrar cualquier tipo de discusión. De ese primer encuentro, de esa primera conversación recuperada tiempo después en un artículo y luego en diver‑ sos libros memorísticos, Bioy recuerda la manera implacable en que, con una sola pregunta, todas las aspiraciones literarias de Adolfito cambiarían para siempre: “¿A quién admirás, en este siglo o en cualquier otro?”, pregunta Borges, y espera. El joven Bioy da una serie de nombres usuales para

lo que en el momento se consi‑ deraba literatura de avanzada, como Gabriel Miró o Joyce: elípti‑ cos, fragmentarios, vanguardistas. Borges remata, epigramático, con respecto a Joyce y a tantos otros nombres con los que los jóvenes se llenaban la boca: “Claro. Es una in‑ tención, un acto de fe, una prome‑ sa. La promesa de que les gustará cuando lo lean”. De las obras previas al cono‑ cimiento de Borges, nos quedan algunas referencias que Bioy ha‑ cía cada tanto para explicar los motivos de su lograda paciencia frente a la escritura de una obra literaria: Prólogo (1929), corregi‑ do por su padre, Adolfo Bioy; 17 disparos contra lo porvenir (1933), Caos (1934), La nueva tormenta o La vida múltiple de Juan Ruteno (1935), La estatua casera (1936) y Luis Greve, muerto (1937). Sobre el final de esta lista, en 1935, am‑ bos comienzan una colaboración literaria antológica disparada por la redacción en conjunto de un ya legendario folleto de La Martona dedicado a ensalzar las bondades de la leche cuajada. En ese pro‑ ceso de escritura aparecen los ar‑ gumentos de varias historias por venir, como las firmadas por H. Bustos Domecq. La invención de Morel aparece cinco años después de la creación oficial de esta socie‑ dad de escritores: si el primer Bioy se reconocía como admirador de la prosa explosiva de los escrito‑ res de entreguerras, en esta breve novela lo que tenemos es un estilo mucho más cercano al de Borges, medido, puntilloso, tratando de evitar todo patetismo y concentrado en presentar una “trama perfecta”, tal como declara el prólogo de su amigo, para mu‑ chos críticos, mejor que toda la novela. Y es que en esa obra ya se mostraba el com‑ plejo ordenamiento de la obra de ambos: lo que a Bioy le costaba varias páginas resolver, Borges (epigramático) lo liquida‑ ba en tres, repaso de la literatura occidental mediante. Pero la vic‑ toria de Bioy fue precisamente ser un poco más farragoso que Bor‑ ges: por la extensión, tenía que concentrarse más en los aspec‑ tos psicológicos, pasionales de los personajes, los cuales se ven comprometidos en una historia romántica, por caso, ya presente en La invención de Morel con el drama de Faustine y el narrador tratando de concretar un amor imposible. Ese componente senti‑ mental, patético, al propio Borges le hubiese resultado inabordable. Bioy está feliz Tras el fallecimiento de Borges, en 1986, la obra de Bioy Casares co‑ menzó a despegarse lentamente de la sombra de su amigo para comenzar a tomar vuelo propio. Bajo el eufemismo de “el mejor de los escritores argentinos vi‑ vientes” (sic), se volvió a leer su narrativa y a sopesar su aporte a las letras nacionales. Y es que,


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ares: Un argentino exquisito

aunque invisible, la prosa de Bioy se sol‑ tó de las ataduras borgeanas que todavía lo restringían en La invención de Morel y comenzó a desarrollar un estilo singular, patente en sus mejores obras, como El sueño de los héroes (1954), Dormir al sol (1973) o Aventuras de un fotógrafo en La Plata (1985). Es, sobre todo, en la prime‑

ra de estas novelas en donde se empieza a notar el oído que tiene para el diálogo cotidiano, para incluir el tono de lo rutina‑ rio y sacar de él los elementos necesarios para la trama maravillosa. El cenit de esa captura, de esa atención por el uso de las palabras, llegaría con el increíble Diccio‑ nario del argentino exquisito, editado por

primera vez en 1971 y cuya versión final vio la luz en 1998, un reservorio de voces entre cotidianas y alucinantes. Toda esa nueva atención que su nom‑ bre empezaba a recibir culminaría en el Premio Cervantes de 1990, galardón que también sirvió para que ocupara nueva‑ mente un lugar en la prensa escrita y te‑ levisada y para que más de un flamante escritor se pronunciara a favor de su estilo y, sobre todo, de su modo de encarar la es‑ critura. Rodrigo Fresán, por caso, en varias entrevistas de los primeros años de los ’90, aseguraba que la prosa de Bioy era alegre, liviana, y que eso era un modelo alternati‑ vo a la figura del escritor triste y melancó‑ lico que ve en la escritura un acto de sufri‑ miento (Sabato, bah). Fallecido Bioy en 1999, su obra estaría signada nuevamente por el fantasma Bor‑ ges ahora que ambos ocupaban la misma condición de dos-grandes-escritores-ar‑ gentinos-muertos. Relegado a ser apenas un nombre dentro del inmóvil canon de secundario, La invención de Morel pasaría a ser su obra más renombrada tanto por ser leída en las escuelas de nivel medio como por aparecer como referencia geek en más de una serie de culto masivo (per‑ mitámonos el oxímoron): el personaje de Sawyer de Lost leyendo esta novela de Bioy en algún que otro capítulo tuvo su anecdótica pequeña cuota en el embalsa‑ mamiento de la obra del escritor. El punto más alto de esta paulatina desaparición / reaparición es tal vez la

edición de fragmentos de su diario per‑ sonal aparecidos con el elocuente título de Borges, como si todo lo que importa‑ ra de la propia intimidad de su diario fue‑ ra la mención de las ocurrencias de un Jorge Luis desatado, que mezcla insultos y oscuras intenciones con sentencias la‑ pidarias (y formidables, y exquisitas: un notable placer culposo de cualquier lec‑ tor). Seis años después por fin vería la luz la edición que Bioy Casares se merecía, con la aparición del primer tomo de sus Obras completas en Emecé, todo al cui‑ dado de Daniel Martino. Feliz, simpática, satírica, irónica, lige‑ ra, la prosa de Adolfo Bioy Casares parece dueña de esa risa que celebra el ingenio verbal y que se entrega a las más diver‑ sas ficciones con el objetivo de participar de un juego intelectual. Bioy Casares es un auténtico dandy literario, cultor de una lengua (letalmente) fina, inventor de tramas pero, a diferencia de Borges, abierto a lo expresivo, a lo intempestivo (¿herencia de ese gusto inicial por la van‑ guardia?). Frente al modelo parco, pero también frente a la idea de que el escri‑ tor no puede tener una vida aventurera – en todos los sentidos del término, senti‑ dos que Bioy supo explorar–, la obra y la figura de Adolfo Bioy Casares tal vez está a punto de conocer su momento de ma‑ yor gloria, leído completo, sin sombras que se proyecten y con el grado justo de autonomía e independencia que su obra se merece. Modestia aparte, claro.


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¿Dónde estará la bandera de la pobreza? Albert Corominas* Las divinas gracias, concededme abundancia de lágrimas para llorar amargamente mis pecados Jaculatoria para el Mes de María

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pesar del mucho tiempo desde en‑ tonces transcurrido aún no he salido de mi asombro ante la aseveración de Jorge Mario Bergoglio, más conocido ahora como Francisco, a saber, que “los comunistas nos han robado la bandera, la bandera de la pobreza es cristiana” [1]. Bergoglio es pródigo en declaracio‑ nes sobre una gran diversidad de mate‑ rias y generalmente sus opiniones so‑ bre cuestiones económicas y sociales [2] no pueden sino suscitar la simpatía de una persona de izquierdas, tanto por su contenido como por su influen‑ cia en una parte significativa de la po‑ blación mundial. Sorprende, en cambio, por su falta de rigor, la sentencia papal sobre la bandera de la pobreza, que, según ella, sería propiedad privada e incomparti‑ ble del cristianismo.

En primer lugar porque tal bandera se ajustaría más bien al conocido concepto de bien público, aquel “que está disponi‑ ble a todos y del cual el uso por una perso‑ na no substrae del uso por otros”. Pero también porque el comunismo contemporáneo, que arranca con Ba‑ beuf en el siglo XVIII, mal puede haber robado a la Iglesia Católica una bande‑ ra, supuestamente enarbolada por el cristianismo primitivo, que habría deja‑ do caer mucho antes. ¿En 313, a raíz del Edicto de Milán? ¿En el Renacimiento, con Papas como los Borgia? ¿En el siglo XX, en el que apoyó por acción o por omisión a sangrientas dictaduras milita‑ res, como la de Franco? Por otra parte, en cuanto se refiere a la pobreza, hay, al menos, dos diferencias esenciales entre el cristianismo y el comu‑ nismo: su actitud frente a la razón y su po‑ sición en el eje resignación-rebelión. En cuanto a la razón, baste recordar que ya Tertuliano, padre de la Iglesia, sentenció que “certum est, quia impossibile” [3], una de sus maneras de decir aquello de que “creo, porque es absurdo”, que se le suele atribuir, parece que indebidamente.

La acción para la toma de conciencia y la organización del sujeto revolucionario son consubstanciales al comunismo. Sin duda ha habido y hay cristianos como Óscar Arnulfo Romero y como Ignacio Ellacuría y sus compañeras y compañe‑ ros de la Universidad Centroamericana, asesinados por los escuadrones de la derecha, cuyo compromiso activo con los pobres han llegado a pagar con su vida. Y tal vez ha habido y hay no pocos trasuntos del protagonista de la unamu‑ niana novela San Manuel Bueno, mártir [4], que hacía el bien en nombre de la fe, sin tenerla. Pero la religión, en gene‑ ral” es “la queja de la criatura en pena” y “la miseria religiosa es a un tiempo expresión de la miseria real y protesta contra la miseria real” [5]. El consuelo de los pobres es que son bienaventurados, porque suyo es “el Reino de Dios” y su “recompensa será grande en el cielo” [6]. Así pues, no hace falta cambiar nada en la Tierra, porque los que en ella ríen “ten‑ drán aflicción y llanto”. Todo ello no obstante, si nada impide a la Iglesia Católica, sin necesidad de arreba‑ társela a nadie, blandir la bandera de la po‑

breza ¿por qué el papa se limita a quejarse de que se la han robado los comunistas? Notas: [1] AFP, El Vaticano, 29/06/2014. [2] Tales como su comparación sobre los “pobres perseguidos por pedir traba‑ jo y los ricos que son aplaudidos por huir de la justicia (http://es.wikipedia.org/wiki/ Francisco_%28papa%29, consultada el 24/08/2014) o twits(https://twitter.com/ Pontifex_es, consultada el 24/08/2014) tales como “El gran peligro en el mundo actual es el individualismo”, “[no renunciar] a so‑ ñar por un mundo más justo”), “¡Cuánto me gustaría ver a todos con un trabajo decen‑ te! Es algo esencial a la dignidad humana” o “los derechos humanos se violan [también] por las estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades”. [3] De Carne Christi (208-212), V, 4. [4] Miguel de Unamuno (1930). [5] Karl Marx (1843), Crítica de la Filoso‑ fía del Derecho de Hegel. [6] Evangelio de Lucas, 6. *Catedrático de Organización de la Uni‑ versitat Politècnica de Catalunya

“¿Debería Escocia ser un país independiente? Sí o No” BBC Mundo

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ea cual sea el resultado del referendo acerca de la pro‑ puesta de independencia para Escocia este jueves, algo está claro. El Reino Unido habrá cambiado para siempre tras un verdadero terremoto político. La victoria de los indepen‑ dentistas llevaría al nacimiento de un nuevo país en 2016, pero aún si gana el “No” las cambios serán profundos. Los principales partidos pro‑ metieron a Escocia mayores poderes, recursos y un proceso de transición “ultrarápido” que reverberará no sólo en otras partes del territorio británico, como Inglaterra o Gales, sino en toda Europa. BBC Mundo explica qué suce‑ derá si gana el “No” en el referen‑ do del 18 de septiembre.

Más poderes Apenas dos días antes de la vota‑ ción, los líderes de los principales partidos británicos, David Came‑ ron, Ed Miliband y Nick Clegg, publicaron en un diario escocés una promesa conjunta. En el texto, los políticos se comprometen a conceder nue‑ vos y extensos poderes al Parla‑ mento escocés, incluyendo ma‑ yor autonomía en la recaudación de impuestos. También aseguran que se mantendrá la llamada fór‑ mula de distribución Barnett, un polémico sistema de distribución de gasto público diseñado por el exministro de Economía Joel Bar‑ nett, en los años 70. Básicamente, la fórmula ase‑ gura que Escocia con su menor población reciba suficientes re‑

cursos para el funcionamiento de sus servicios públicos y concede fondos per capita 19% superiores a Inglaterra. La gran pregunta que se ha‑ cen otras regiones británicas es: si Escocia tendrá ahora más auto‑ nomía para recaudar sus propios impuestos, ¿por qué debe seguir aplicándose esta fórmula? ¿por qué debe Escocia recibir recursos que pagan todos los británicos? El acuerdo de los tres líderes también habla de iniciar el pro‑ ceso de cambio hacia mayores poderes el mismo 19 de sep‑ tiembre. Salud, la manzana de la discordia La devolución de nuevos pode‑ res a Escocia, referida en la pren‑ sa como “devo max”, afecta a una institución en el corazón del de‑ bate, el Servicio Nacional de Sa‑ lud británico o NHS. La carta firmada por Came‑ ron, Miliband y Clegg incluye una promesa categórica de que la última palabra sobre el dine‑ ro que se gaste en el Servicio de Salud en Escocia será del Parla‑ mento escocés. El compromiso es una res‑ puesta directa a las críticas de Alex Salmond, ministro principal de Escocia, quien asegura que la independencia es la única forma de proteger los servicios de salud de los recortes impuestos desde Londres. La victoria de Alex Salmond Cara o cruz, “Sí” o “No”, el líder del Partido Nacional de Escocia y principal impulsor de la indepen‑ dencia saldrá victorioso, según observadores.

Escocia obtendrá de una u otra forma más poderes, su principal objetivo desde hace años, y el movimiento naciona‑ lista estará más fortalecido que nunca. El estatus quo en las re‑ laciones entre Escocia y Londres será impensable. Salmond criticó la promesa firmada por los líderes de los tres principales partidos señalando que “no se trata de ‘devo max’ y ni siquiera es ‘devo plus’, es un in‑ sulto a la inteligencia de la gente en Escocia”. Los jóvenes y el futuro Muchos analistas aseguran que la política británica ha cambia‑ do en forma irrevocable tras una campaña en la que se vieron es‑ cenas que pocos imaginaban: adolescentes de ambos bandos comprometidos con sus campa‑ ñas que “crecieron” políticamen‑ te en pocas semanas y votantes que durante años ignoraron la política y ahora se han registrado en masa. Unos 118.000 electores se apuntaron sólo en un mes y el porcentaje de votantes registra‑ dos para el referendo es superior al 90%. Más de cuatro millones de personas están registradas para concurrir a las urnas. Por primera vez podrán votar adolescentes a partir de los 16 años y algunos se preguntan si no debería suceder lo mismo en las elecciones generales previs‑ tas para 2015. ¿Y nosotros? Las promesas a Escocia ya levan‑ taron reacciones críticas en otras regiones británicas. Christopher Chope, parla‑

mentario conservador que re‑ presenta al distrito de Christ‑ church, en el sur de Inglaterra, dijo que “si Escocia obtiene más poderes y recursos en‑ tonces es justo exigir que los parlamentarios escoceses no puedan votar en asuntos que afecten sólo a Inglaterra”. Actualmente los más de 50 parlamentarios escoceses en el Parlamento en Londres votan sobre asuntos de la Unión y mu‑ chos apoyaron, por ejemplo, el polémico aumento del costo de las matrículas en las universida‑ des, una medida que sólo se apli‑ ca en Inglaterra y no en Escocia. “Los votantes que repre‑ sento me dicen, si los escoce‑ ses tendrán ‘devo max’, con recursos que pagamos todos, entonces es justo que sólo los ingleses voten sobre asuntos ingleses”, dijo Chope. John Redwood, parlamenta‑ rio de Wokingham, Inglaterra, dijo por su parte: “Si algo es justo para Escocia, entonces también debe ofrecerse a las regiones en Inglaterra. No podemos aceptar que un parlamentario escocés vote sobre los impuestos en In‑ glaterra”. Voces similares se han escu‑ chado en otras naciones del Rei‑ no Unido, como Gales e Irlanda del Norte. El ministro principal galés, Carwyn Jones, dijo que él también tenía una promesa de Ed Miliband de que habría más fondos para Gales si los labo‑ ristas ganan en los comicios de 2015. En el resto de Europa Un “Sí” de los escoceses a la se‑ paración tras 307 años de unión

abrirá el apetito por el autogo‑ bierno en Cataluña y Flandes. Pero aún con una victoria del “No”, el precedente de “devo max” para Escocia llevará a otras regiones a pedir más autonomía, según observadores. Los planes de austeridad por la crisis en Europa intensificaron los conflictos entre regiones po‑ bres y regiones más ricas, que ven la independencia y la inte‑ gración a la Unión Europea como una forma de escapar al someti‑ miento de gobiernos centrales. Pero ya es difícil conseguir que los 28 países miembros ratifiquen tratados por una‑ nimidad y hay seis países más en los Balcanes que buscan su‑ marse al bloque. “La multiplicación de nue‑ vos países forzará a la Unión Europea a cambiar la forma en que los estados están repre‑ sentados”, dijo a la agencia EFE Nicolas Levrat, del Instituto de Estudios Globales de la Univer‑ sidad de Ginebra. “Lo que comenzó con seis paíes más o menos funciona para 28, pero definitivamente no fun‑ cionará para cien”. Lo que ocurra en Escocia también es seguido con inte‑ rés fuera de Europa. Líderes de una asociación independen‑ tista de Okinawa, en el sur de Japón, viajaron a Escocia para “aprender” del proceso inde‑ pendentista con vistas a poner marcha una iniciativa similar en el archipiélago. BBC Mundo.com - Todos los derechos reservados. Se prohíbe todo tipo de reproducción sin la debida autorización por escrito de parte de la BBC.


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¿Miguel Hidalgo o Agustín de Iturbide? Víctor Orozco

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ocos entre los héroes mexicanos y menos aún entre los tenidos por padres fundadores de patrias en el mundo, han enfrentado opositores más poderosos a su ingreso en el panteón nacional que Miguel Hidalgo y Costilla. Durante el primer medio siglo de vida indepen‑ diente de México, Hidalgo fue a la vez el padre indiscutido de la nueva Patria para unos y el infame traidor represen‑ tante de la canalla para otros. Dos representativos ejemplos de estas posturas ex‑ tremas pueden leerse en el famoso discurso de Ignacio Ramírez en la Alameda Central de la ciudad de México el 16 de septiembre de 1861 y en una carta de los principa‑ les obispos del país al Papa tres años después. El primero, después de cavilar sobre la identidad de los mexicanos y proclamar su origen en el mestizaje, concluía enfático: “… nosotros venimos del pueblo de Dolores, descendemos de Hidalgo y nacimos luchando, como nuestro padre, por los símbolos de la emancipación…” Los altos prelados de la Iglesia, en cambio, afirmaban: “…Dolores, en donde se levantó el cura Hidalgo… dando su nombre a una revolución la más inmoral, sangrienta, asoladora, desastrosa e infernal que jamás hubo…” Unos años antes, en 1851, en términos parecidos se pronunciaba Luigi Cle‑ menti, el delegado apostó‑ lico: “…el pueblo de Do‑ lores… donde el famoso párroco Hidalgo de fu‑ nesta memoria procla‑ mó la independencia… donde se abre para esta desventurada nación una fuente inmensa de dolores y de lágrimas...” Igual escribía Lucas Ala‑ mán en 1849 refiriéndo‑ se a la celebración del 16 de septiembre: “…el con‑ greso… ha presentado a la nación como modelo plausible, lo que no debe ser sino objeto de horror y de reprobación…” ¿Por qué el encono de esta pugna en torno de los símbolos nacionales? No sucedió lo mismo en Estados Unidos, con Washington y los otros protagonistas de la revolución, quie‑ nes fueron de inmediato reconocidos universal‑ mente, ni en Argentina con José de San Martín, o en Chile con Bernardo O’Higgins, o en Venezuela y Colombia con Simón Bolívar. Aquí en cambio, los caudillos insurgentes fueron durante largos años héroes o bandidos. La explicación viene, según me parece, de las impli‑ caciones que tiene el fincar los orígenes de la nación en una revolución social, como la comenzada en Dolores y que tanto inspiraba a los liberales o en un operativo cle‑ rical-militar como el fraguado en la iglesia de La Profesa en 1821, faro de los conservadores y que desembocó en el efímero imperio de Agustín de Iturbide. La primera, llevaba en su despliegue histórico todas las semillas de las emancipaciones: económicas, políticas y culturales. Igualmente, los signos de la igualdad y la libertad. Con el tiempo se asoció a un programa cuyos horizontes fue‑ ron el nacionalismo, la independencia, el antimilitarismo, la república, la federación, la supresión de los fueros, la libertad de cultos, la fragmentación y distribución de la propiedad territorial, la educación libre y laica. Por eso, Ignacio L. Vallarta, quien se consagró como la eminencia jurídica del siglo XIX, explicaba en 1858 –

en plena Guerra de Reforma–, la continuidad entre los cambios propugnados por los liberales y el movimiento comenzado en 1810: “… la revolución que hoy trabaja a nuestra Patria no es mas que el complemento de la que Hidalgo inició en Dolores…” El partido conservador en cambio, ponía los títulos pri‑ mordiales de la nación en una maniobra de alta política, merced a la cual se buscaba una nueva versión colonial para esquivar los efectos democratizadores e igualitarios de la revolución liberal española de 1820. Esta matriz, se vinculó a los proyectos monárquicos, la restauración de la colonia, la religión única, la conservación de la gran propiedad civil y de las corporaciones confesionales, los fueros de eclesiásticos y militares, la educación religiosa. Los dos personajes –naturales digamos– que encarna‑ ron esta confrontación fueron Miguel Hidalgo y Agustín de Iturbide y las dos fechas, el 16 de septiembre de 1810 y el 27 del mismo mes, día de 1821 en que entró el ejército trigarante a la ciudad de México. Cada aniversario, se eje‑ cutaban sendas ceremonias, con los participantes de un lado mostrando los dientes a los del otro, cuando no se resolvía el asunto a cañonazos. El nombre de Hi‑ dalgo cobró muy rápidamente una enor‑ me po‑ pulari‑ dad en

todo el te‑ rritorio de la nue‑ va República por dos razones: primero por la notoria raigambre popular del mo‑ vimiento que encabezó, radical‑ mente distinto a las maquinaciones palacie‑ gas y militares de Iturbide y sus amigos y segundo, porque de la lucha emprendida por los insurgentes se deri‑ vaban unas seguras señas de identidad para los habitantes de la flamante nación. Por eso, el reconocimiento que hizo el congreso general, contra viento y marea, como héroes nacionales a Hidalgo, Morelos, Allende y los demás dirigen‑ tes de 1810, se propagó como reguero en todo el país. La legislatura de Chihuahua, por ejemplo, decidió sustituir los nombres de los antiguos pueblos coloniales con los de los nuevos próceres y así, antiguos san fulano o san mengano, pasaron a llamarse Hidalgo, Allende, Aldama, Balleza, Ga‑ leana. Por cierto, ejemplo del cual renegó otra legislatura reciente, de los tiempos del gobernador Fernando Baeza, quien devolvió la nomenclatura colonial a General Trías y a Riva Palacio, apellidos identificados con la cultura y las lu‑ chas históricas de los mexicanos. Este mismo gentilicio llegó a la mayoría por decreto, pero ¿qué más daba?, ya los ansiosos de tener una iden‑ tidad propia de la que carecieron por trescientos años, vivían en un nuevo país que se denominaba México y además tenían otros linajes menores: veracruzanos, chi‑ huahuenses, michoacanos… Y, ¿quién podía representar

mejor a los fundadores de la nueva Patria, que aquellos que combatieron y murieron durante la prolongada gue‑ rra de independencia? A los dirigentes y pensadores liberales les quedaba muy claro que el triunfo de los persistentes empeños de los ideólogos conservadores como Lucas Alamán y los al‑ tos jerarcas de la Iglesia en desbancar a los insurgentes del panteón cívico, sería una especie de detonante que provocaría una ruptura o discontinuidad en el proceso para construir a la nación. Uno de estos líderes intelectua‑ les como lo fue Francisco Zarco, insistía en una idea nítida: “…el partido que levanta osado la bandera de Hidalgo (...) porque este partido es la nación”. No sólo eso, la restaura‑ ción colonial deparaba la peor de las suertes para la ma‑ yoría: a los indígenas la perpetuación de la servidumbre, a las antiguas castas, el retorno a la esclavitud. A los mesti‑ zos conformados ahora por rancheros, artesanos, comer‑ ciantes, gambusinos, profesores, abogados, arrieros, bu‑ rócratas, funcionarios públicos, ¿que podía ofrecerles un proyecto restaurador del viejo régimen?: la opresión económica, la cancelación de libertades y de nuevo la gue‑ rrilla y el monte. Por eso no podían consentir en cance‑ lar el proyecto nacional, que se realizaría en el marco de las institu‑ ciones republicanas o perecería. El estadista Be‑ nito Juárez por su parte, enten‑ dió muy bien la importancia de preservar la fi‑ gura de Miguel Hidalgo en la memoria colecti‑ va, como uno de los medios para dotar de un suelo histórico firme a la lucha contra los pri‑ vilegios y por la inde‑ pendencia que enca‑ bezaba. Es la razón por la que en las peores con‑ diciones se aferró a conme‑ morar el aniversario, como ocurrió el 16 de septiembre de 1864 en la Hacienda de El Sobaco, Durango, donde Guillermo Prieto pro‑ nunció una brillante pieza oratoria ante un magro cuadro de concurrentes que “… se componía del Gobierno, de la escasa cuanto leal comitiva que le ha acompañado, de los soldados del Batallón de Guanajuato y del Cuerpo de Cara‑ bineros a Caballo, fiel escolta del Supremo Magistrado de la Nación y de los sencillos habitantes de la hacienda”, según reseña de José María Iglesias. Una escena similar se produjo un año después en la Villa del Paso del Norte, a la vera del río Bravo, en la orilla del territorio nacional, donde de nuevo el presidente encabezó el solemne acto de celebración en condiciones más que precarias. No fue sino hasta el triunfo definitivo del partido libe‑ ral con la restauración de la República en 1867, que los res‑ tos de Miguel Hidalgo pudieron descansar en paz. Hasta dónde se puede imaginar el sosiego en una personalidad como la del cura insurreccionado contra las viejas institu‑ ciones y tan enamorado de la música, del teatro, de la lec‑ tura de autores permitidos y prohibidos, de las mujeres, en suma, de la vida. Gradualmente sus opositores arriaron banderas y terminaron por aceptar que le correspondía la gloria legítima de ser investido simbólicamente como padre de la Patria.


En tv, Marina y Dilma debaten religión y Petrobras Darío Pignotti

C

oincidencias (¿electorales?) entre Dilma y Bergoglio. “Mi gobierno tie‑ ne una concepción de la familia ba‑ sada en la realidad, nosotros no hacemos una definición de lo que debe ser la fami‑ lia, no queremos interferir en un asunto de la sociedad, en Brasil hay varios tipos de familia”, opinó la presidenta y candida‑ ta a la reelección el martes, dos días des‑ pués de que el papa Francisco casara a una pareja formada por una madre solte‑ ra y un hombre cuyo primer matrimonio fue disuelto por la iglesia. La jefa de Estado brasileña, divorciada, citó palabras de Francisco al desarrollar su idea sobre la familia en el siglo XXI, hablando ante periodistas poco antes de participar en un programa televisivo frente a su adversaria Marina Silva, orga‑ nizado por la Conferencia Nacional de Obispos del país católico más poblado del mundo, con 202 millones de habitantes. Raymundo Damasceno Assis, titular de la Conferencia de Obispos y anfitrión del debate que se realiza cada cuatro años, entregó a los candidatos un proyecto de reforma política en la que se incluye el fin del financiamiento privado de campañas, propuesta defendida por el Partido de los Trabajadores (PT) y resistida por los em‑ presarios en coludio con los grandes los medios de comunicación. De ese modo, el cardenal Damasceno Assis escogió orientar el debate en una perspectiva algo más política que moral o religioso (asuntos que también se discutie‑ ron), a diferencia de lo sucedido en 2010, bajo el reinado del papa Benedicto XVI,

cuando el programa debatió con insisten‑ cia el aborto y el matrimonio homosexual. En la campaña anterior, el papa báva‑ ro orientó a los obispos contra Dilma, por haber cometido el sacrilegio de apoyar la interrupción legal del embarazo, en lo que fue una interferencia política que congeló las relaciones entre Brasilia y el Vaticano hasta su recomposición en mar‑ zo de 2013, cuando Jorge Mario Bergoglio pasó a ser el papa Francisco. En julio del año pasado, Bergoglio, con el aval político de Dilma y el gobierno del PT, fue recibido en Río de Janeiro por mi‑ llones de jóvenes, a quienes instó a tomar las calles y las favelas –porque tiene con‑ ciencia del terreno perdido ante las iglesias neopentecostales que conquistaron casi el 25 por ciento de los brasileños– y se preo‑ cupó poco en hablar del aborto. Mas, al dejar Brasil, declaró durante el vuelo hacia Roma que él no podía juzgar a los homosexuales, declaración que me‑ reció elogios por sectores del movimiento GLBT brasileño. Según trascendidos pu‑ blicados en diarios locales, el Vaticano no repetirá el error del papa emérito Ratzin‑ ger y adoptará una posición discreta, con algunos gestos que podrían indicar guiños hacia Dilma, una católica poco practicante, que construyó una relación fluida con el ex arzobispo de Buenos Aires. Dilma y la evangélica Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño, fueron las protagonistas del encuentro televi‑ sivo completado por otros seis candi‑ datos que tomarán parte en la disputa presidencial del 5 de octubre. Mientras Dilma y Marina se maquillaban en los camarines antes de ingresar al estudio

CORREO del SUR Director General: León García Soler

de la tevé católica, el martes por la no‑ che, la cadena opositora Globo divulga‑ ba una encuesta de Ibope donde la pe‑ tista sigue adelante con el 36 por ciento de las intenciones de voto, seguida por la ambientalista, con el 31 por ciento. No fue una buena noticia para la man‑ dataria, quien perdió tres puntos ante el sondeo anterior, mientras Marina retroce‑ dió sólo uno. Si se toma solamente el elec‑ torado católico, Dilma está adelante, con el 41 por ciento, frente al 36 por ciento de Marina, y si se miden sólo los evangélicos, Marina gana con holgura, 41 a 27. En la proyección sobre el probable ba‑ llottage del 26 de octubre, Marina sigue adelante, con el 43 por ciento de todo el electorado, igual número que hace una se‑ mana, mientras Dilma suma el 40, habien‑ do retrocedido 2 puntos. La hipotética victoria de Marina en el cómputo general del segundo turno fue motivo de optimismo en la Bolsa de Va‑ lores de San Pablo –donde echan pestes contra el PT–, cuya ronda de negocios subió más del 2 por ciento, mientras las acciones de Petrobras avanzaron cerca del 5 por ciento. Elude, Marina, mencionar que entre los sospechados de corrupción está Eduardo Campos, el fallecido candidato presidencial por el Partido Socialista. Nada nuevo: cuando un sondeo indica que Marina le ganará al PT el 26 de octu‑ bre, esto motiva números positivos en el mercado, donde saben que la ecologista restaurará la posología liberal aplicada en la década del ’90 por su aliado, el ex man‑ datario Fernando Henrique Cardoso. Marina posiblemente repetirá a Car‑

doso con la política de privatización gradual de Petrobras, tal vez revisan‑ do las leyes sancionadas durante los gobiernos petistas, una posibilidad que anima de igual modo a los tenedo‑ res privados de títulos de la petrolera como a las petroleras extranjeras, par‑ ticularmente las norteamericanas, las más perjudicadas por las reformas ocu‑ rridas durante los gobiernos de Dilma y Luiz Inácio Lula da Silva. Petrobras fue motivo de un acalorado cruce de opiniones en el programa televi‑ sado por la red católica de medios, donde estuvo el pastor Everaldo, un evangélico rubicundo, con el uno por ciento de apoyo, impulsor de un programa de gobierno de tres puntos: privatización total de Petro‑ bras, prohibición del aborto y reducción de la minoría de edad penal. Marina Silva es tan enemiga del aborto y poco simpática a la familia de personas del mismo sexo como su compañero de fe, el candidato Everaldo. Ella es más ponderada que el predica‑ dor pentecostal cuando propone revisar la gestión de Petrobras (la candidata fue repudiada esta semana por el sindicato de los petroleros) y opta por un discurso tecnocrático, prometiendo convocar a “los mejores técnicos” en lugar de políticos “petistas” que hicieron de la empresa un supuesto “antro” de negocios turbios. En ese sentido, la dirigente opositora Marina menciona insistentemente los ca‑ sos de corrupción denunciados en Petro‑ bras, el más sonado involucrando a un ex director, actualmente preso, que ayer fue indagado por los miembros de una comi‑ sión investigadora del Congreso.

Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo

Diseño gráfico: Hernán Osorio


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