Número 402 Agosto 31, 2014
A LOS 100 AÑOS DE JULIO CORTÁZAR
EL JUICIO DEL SIGLO EN NUEVA YORK / HABANA: EL LARGO CAMINO DE LA PAZ / MAFALDA, LA GRANDE / EL FANTASMA DE DRED SCOTT RECORRE LAS CALLES DE FERGUSON
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CORREO del SUR
El juicio del siglo en Nueva York Con un final abierto
Guillermo Hang*
E
l “juicio del siglo”, la disputa entre Argentina y los fondos buitre, parecía haber llegado a su fin con la sentencia del juez Griesa y la negativa de las Cortes superiores de atender las apelaciones de la Argentina. Lejos de ello, apenas hemos terminado la introducción para pasar al nudo de esta historia. El incomprensible fallo que obliga a la Argentina a pagar a los buitres un monto que representa un 1600 por ciento de la inversión inicial (a sólo 6 años de realizada) ha causado un impresionante revuelo en los ámbitos económico-financieros del mundo. ¿Cómo resulta admisible que para cumplir con la cláusula de pari passu, que se traduciría en “igualdad de condiciones”, un juez sostenga que mientras el 92 por ciento de los bonistas cobra con quitas del orden del 70 por ciento y en sucesivas cuotas, un 1 por ciento de los mismos cobre sin quita y todo en efectivo? Es claro por qué esta noción de justicia llama la atención. Considerado de manera realista, la Justicia ha sido puesta a un lado para dar lugar a las represalias. Represalias a un país periférico que se ha animado a desafiar las reglas tácitas de un orden jurídico y financiero que privilegia a una minúscula parte de la humanidad en detrimento de la grandísima mayoría. Para colmo, el país del sur ha tenido éxito: Argentina ha vivido el período de crecimiento e inclusión más importante de
su riqueza e influencia año a año. Pasa con los buitres, pasó con las hipotecas en Estados Unidos, perjudicando a la clase media y media-baja americana, y con el creciente desempleo europeo derivado de la crisis financiera. Mientras crece el número de millonarios, más de mil millones de personas viven en la pobreza extrema. Dependiendo del desenlace de esta historia, nuestro país oscilará entre ser un ejemplo internacional de cómo generar una estrategia autónoma de crecimiento económico (incluso aquellos organismos que critican la política económica han debido admitir que el crecimiento de la clase media en el país ha sido el más importante de la región, que la cobertura social a jubilados, niños y desocupados es la más extensa del continente y que la Argentina pertenece al club de los países con alto índice de desarrollo humano) o una paria del sistema financiero internacional, un deudor recalcitrante que no comprende las cuestiones más básicas de funcionamiento capitalista en un mundo globalizado. En el interior de los Estados Unidos, lejos de haber unanimidad contra Argentina, el Partido Demócrata que ostenta el Poder Ejecutivo se ha pronunciado a favor de
kennethdartcitizenshipandtax.html), el ex presidente Clinton se refirió al buitre Kenneth Dart. Recuerda que para festejar la elección de un dirigente demócrata fue invitado a la casa de los Dart, importantes donantes de su partido. Clinton se ausentó y dio sus razones: el buitre renunció a su ciudadanía americana por la de Belice para eludir impuestos. Luego buscó crear un consulado beliceño en Florida, para ser él el cónsul. Esto no genera pruritos en el partido de los Bush. Los buitres resultan funcionales a su estrategia hegemónica. Los demócratas también la tienen, pero resulta ser menos evidente. Hasta en Estados Unidos la opinión está dividida a favor y en contra de Argentina, y la discusión de fondo excede al juicio en sí. No se sabe cómo termina esta historia. Por eso, genera bronca que se hable de “malvinización” del conflicto, de que el Gobierno quiere exacerbar el nacionalismo para obtener más apoyo, aun a costa de comprometer el futuro. El Gobierno está encarnando (y no sólo vociferando) una posición que es coherente con lo que ha sido su política económica y externa en la última década, donde el tema Malvinas fue una constante. Lo ha
su historia, contrariando las posturas más difundidas por el pensamiento económico hegemónico, mientras lobbistas foráneos y nacionales se han cansado de pronosticar la caída del modelo. Parece que como el modelo no se cayó, ahora le quieren meter la traba. No faltarán quienes digan que ésta es una mirada conspirativa de la realidad, que los argentinos nos queremos hacer las víctimas para no reconocer errores. Pero lo que está en juego excede absolutamente a la Argentina. Se discuten las facultades y límites que tienen los mercados financieros de inmiscuirse en las decisiones públicas (políticas) en todo el mundo. Se discute el poder: si quienes determinan las reglas del juego son gobiernos e instituciones multilaterales más o menos democráticas o un pequeño porcentaje de los más ricos del mundo que especula sobre la estabilidad de los países para ver crecer
un tratamiento distinto del caso, aunque con diferencias internas, mientras que los republicanos resultan ser de lo más virulentos en sus declaraciones. El partido de Obama ha intentado instaurar políticas de corte keynesiano para fomentar la producción y disminuir el desempleo de los Estados Unidos, intentando apuntalar a la clase media que fue estafada durante la crisis de las hipotecas por el mismo sector financiero que hoy intenta expoliar al país. Las trabas que encontró por parte de los republicanos para modificar el sistema de salud y para limitar el gasto público muestran las visiones enfrentadas. Los fondos buitre tienen una activa participación en la vida política estadounidense. Han aportado fondos para ambos partidos, resultando ser actualmente los mayores aportantes de los republicanos. En su web personal (http://billclinton dailydiary.blogspot.com.ar/2005/02/
hecho siempre mediante el diálogo y la diplomacia y no agitando posiciones belicistas. El país está actuando según lo que declama la mayoría del mundo pero pocos hacen: que hay que poner un freno al sistema que siempre beneficia a los financistas, que el colonialismo en el siglo XXI resulta inaceptable, que se debe ir hacia una economía global con mayor cooperación y pluralismo en la toma de decisiones, con foco en la producción y el empleo. Culpar de “malvinización” al Gobierno es mala fe. En todo caso, la violencia proviene de afuera. No puede pasar desapercibida la frase del Nobel de Economía Joseph Stiglitz sobre el fallo Griesa: “Hemos tenido muchas bombas alrededor del mundo, y ésta es una que Estados Unidos le está tirando a todo el sistema económico global” *Economista UNLP.
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on la instalación de la Comisión histórica del conflicto y sus víctimas avanzan las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC en La Habana, Cuba, en el cuarto de cinco puntos. Esta semana, además, se ponen en marcha la comisión de cese del fuego o del fin del conflicto, así como la comisión de género. Ayer se dio inicio a la que, según sus integrantes, “no es una comisión de la verdad”, pero que es uno de los primeros pasos hacia una de este tipo en Colombia. Al mismo tiempo arribaron a la isla un grupo de militares “del más alto nivel”, según declaró el presidente Juan Manuel Santos, encabezado por el jefe de estado mayor conjunto de las fuerzas militares de Colombia, general Javier Flórez. Flórez es justamente quien dirige los operativos en contra de la guerrilla, por lo que es histórico que él mismo que combate con las armas se siente ahora a dialogar frente a frente con sus perseguidos: la guerrilla más antigua del continente que consiguió, por ahora, un logro en este punto del proceso con la aceptación por parte del gobierno de instalar la Comisión histórica del conflicto y las víctimas. El propósito de la comisión es investigar los causas y contexto que “han facilitado o contribuido a la persistencia del conflicto” que ya dura más de cincuenta años, así como analizar “los efectos e impactos más notorios del conflicto sobre la población”, es decir, tratar sobre las víctimas, tema central del cuarto punto que se negocia hasta hoy en La Habana. La comisión está acompañada por dos relatores: Eduardo Pizarro León Gómez, director de la desaparecida Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación creada a partir de la negociación de paz con los paramilitares en 2005, y Víctor Manuel Moncayo, ex asesor del Centro Nacional de Memoria Histórica, agencia del gobierno colombiano. Los doce comisionados son profesores universitarios, investigadores independientes y columnistas que por décadas se han dedicado a escudriñar el porqué y las consecuencias de la prolongada guerra en Colombia. Provienen de diversas áreas del conocimiento como la ciencia política, la historia, la sociología, la antropología, entre otras, y son: Renán Vega, Francisco Gutiérrez, Darío Fajardo, Sergio De
Habana:
El largo camino de la paz Un grupo de militares del más alto nivel desembarcó en la isla para participar de la comisión del cese del fuego. Es histórico que el general Javier Flórez, quien dirige los operativos en contra de la guerrilla, se siente a dialogar.
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Zubira, María Emma Wills, Vicente Torrijos, Jairo Estrada, Alfredo Molano, Jorge Giraldo, Gustavo Duncan y el sociólogo francés Daniel Pecaut, ampliamente criticado por la guerrilla en el último mes. María Emma Wills, la única mujer que integra la comisión, aclaró a los medios que “esto no es una comisión de la verdad, somos una comisión histórica, esto es más proponer unos hilos interpretativos sobre el conflicto armado desde miradas muy plurales”. Los comisionados defendieron el carácter intelectual y académico de las investigaciones que producirán en cuatro meses, primero de manera individual, y luego como colectivo. La comisión que se instaló ayer al mediodía en La Habana, “no obedece ni a las expectativas del gobierno ni a los enfoques de las FARC. Es absolutamente independiente”, según el profesor Jairo Hernando Estrada, quien agregó que “hay que entender el trabajo de la comisión en el contexto de una negociación del gobierno nacional y la guerrilla de las FARC, con el propósito de avanzar hacia la solución política del conflicto y caminar la senda de la reconciliación”. Profundidad y concisión son dos elementos esperados en todos los informes que se deberán dar a conocer antes del fin de 2014. Por lo tanto, se ha inferido que las negociaciones de paz, de las que sólo queda un punto por negociar, no culminarán en este año, como lo dijo alias Timochenko, comandante de las FARC hace una semana. Entre tanto, desde Colombia se criticó duramente la primera visita de militares a La Habana encabezada por el general Flórez. Este militar con más de 37 años de carrera participó de los operativos que acabaron con alias Alfonso Cano, Raúl Reyes y el Mono Jojoy. Para la derecha es una humillación que los militares encaren la palabra con sus enemigos. El presidente Santos respondió recordando que la responsabilidad de conseguir la paz es suya y no de las diversas delegaciones que viajan a Cuba. “El proceso requiere tolerancia, requiere ecuanimidad, requiere capacidad de perdonar, capacidad de reconciliación; todos debemos hacer un esfuerzo en esa dirección”, aseguró Santos pidiendo respeto por las fuerzas militares, que hoy se instalará en la Comisión de cese del fuego o Fin del conflicto.
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A los 100 años de Julio Cortáza En ocasión del centenario de Julio Cortázar, el Suplemento Radar del diario bonaerense Página 12 rescató varias cartas inéditas del cronopio al escritor, Ariel Dorfman, viejo amigo suyo. Además, dio a la luz un relato del chileno donde destellan, a modo de relación memoriosa, los signos cortazarianos deambulando entre la realidad y la imaginación. El Correo del Sur retoma estos testimonios y con ellos se suma al homenaje universal que hoy se le rinde al autor de Rayuela y al hombre coherente y lúcido que supo entrever en su época, más allá de la trágica existencia de una sociedad acosada por el miedo y el consumo, las señales de la esperanza. ASR
Instrucciones para leer estas cartas Ariel Dorfman
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esde que conocí a Julio Cortázar, en noviembre de 1970, cuando vino a Santiago para la asunción de Salvador Allende como presidente de Chile, mantuvimos una nutrida correspondencia. La mayoría ya fue publicada en la antología de las Cartas que sacó Alfaguara en el 2012. Recientemente, al mudar de casa mi mujer Angélica y yo, descubrí cinco cartas adicionales e inéditas que se habían quedado traspapeladas por ahí en alguna caja escondida. Se publican acá por primera vez. 26 DE JUNIO DE 1980
Me llegó esta carta a Amsterdam cuando estábamos, con mi familia, a punto de partir a EE.UU., yéndonos de Europa, donde habíamos pasado casi siete años de exilio (tres de ellos en París, cerca de Julio). Junto a la carta, Julio acompañaba el manuscrito original de Omenaje a Rayuela, un libro delirante que yo había escrito a fines de 1969 y que me atreví a ofrecerle a Cortázar el último día de su visita a Chile para celebrar la victoria de Allende. Mi propia copia se había perdido durante el golpe de 1973. Otras referencias de la carta: Zihuatanejo es una playa mexicana en el Pacífico, donde Julio, con su mujer Carol y el hijo de ella, Stéphane, iban a veranear después de pasar una semana en Cocoyoc como jurado, como lo éramos yo y García Márquez y Julio Scherer, de un concurso literario. Schavelzon es Willy Schavelzon, editor de la obra de Julio y de la mía en México. El “pibe” es nuestro hijo Rodrigo que, en efecto, hizo buenas migas con Stéphane. El Mercurio es el principal diario chileno, al que despreciaba Julio debido a que fomentó el golpe contra Allende y apoyó después fervorosamente la dic-
tadura de Pinochet. Hacía tiempo que habíamos comentado con Cortázar que EFE distribuía sus textos a ese periódico en contra de sus expresas instrucciones. 29 DE NOVIEMBRE DE 1982 Estábamos exiliados ya en Washington cuando nos llegó la noticia de la muerte de Carol, terrible para nosotros y devastadora para Julio, como lo sabrá cualquier lector que haya gozado de su delicioso libro de viaje, Los autonautas de la cosmopista. 25 DE ENERO DE 1983 No era habitual que Julio mandara tarjetas postales. Le gustaban las cartas largas y explayadas, que componía mientras fumaba con tranquilidad, escuchando a menudo jazz. Esta, desde Managua, es una excepción. Su apoyo a la causa de los sandinistas, acorralados por el gobierno de Reagan, es de sobra conocido, especialmente su amistad con Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal, opositores hoy de Daniel Ortega. 15 DE MARZO DE 1983 Hacía varios años que yo colaboraba con el New York Times con comentarios sobre la resistencia chilena y la política norteamericana y pensábamos, con Julio, que notas suyas sobre Nicaragua y otros temas podían interesar a Howard Goldberg, mi editor en ese periódico. Saúl Sosnowsky es un académico argentino muy prestigioso, tan amigo de Julio como mío. Fue Saúl el que me llamaría el 12 de febrero de 1984, para anunciarnos la muerte de Julio. 27 DE JULIO DE 1983 Siete meses antes de su fallecimiento, ya se le notaban a Julio síntomas de la agotadora enfermedad que lo mataría. Era muy
modesto, al no contar que, además de crónicas sobre la causa de los nicas, escribió bellísimos cuentos en ese período. Alarmado por las palabras con que finaliza esta carta, pensé ir a verlo luego a París, pero en septiembre de 1983 Pinochet me permitió volver a Chile y ese retorno,
junto al intento en los meses siguientes de regresar en forma permanente al país, coparon el tiempo mío y de Angélica. Le había hablado por teléfono a Julio a fines de ese año para anunciarle que planeaba un viaje a Europa en enero de 1984, pero nuestro hijo Rodrigo se acciden-
tó y tuve que cancelar el vuelo. Nunca pude, entonces, decirle adiós personalmente, darle ese abrazo que aún me falta. Pero cada vez que leo sus obras él me da la bienvenida y me despide, sonriente y gigantesco y genial, y ese aliento tiene que ser inevitablemente suficiente.
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ar. Cartas inéditas
LAS CARTAS París, 26 de junio de 1980 Mi querido Ariel: Eureka! Después de largas búsquedas en ya polvorientos archivos, apareció tu OMENAJE, que te envío con una gran alegría. Mi temor era que entre tantos manuscritos acumulados a lo largo de estos diez años, el azar de alguna mudanza lo hubiera enviado a rumbos ignotos; pero lo que uno ama queda siempre cerca de alguna manera, y no era necesario tenerlo a la vista para que me fuese fiel. Junto con el manuscrito encontré copia de la carta que te había enviado en aquel entonces. Su lectura me resultó deliciosa, primero porque no la leí como algo que se recuerda exactamente, o sea que fue como volver a
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quieres, y por cierto que Carol y yo estamos felices a la idea de que el 7 de agosto se van a aparecer por allá. Pienso que Stéphane, el hijo de Carol, trabará una rápida amistad con tu pibe, y que eso será muy bueno para ustedes y nosotros; pienso en charlas largas al anochecer, pienso que somos gente que sabe vivir y dejar vivir, y que nos sentiremos tan bien en nuestros bungalows que imagino un poco como los de las novelas de Conrad, aunque desde luego serán totalmente distintos pero no importa. Bueno, nos vemos allá. Dile a María Angélica que lo primero que dijo Carol fue: “Ahora voy a poder hablar con ella, a quien sólo vi una vez y que me encantó”. Le llevo tus mensajes a Shavelzon, y desde ya los estamos esperando. Abrazos a todos, hermano, Julio El “Mercurio” reincidió sacando un texto mío como “colaboración especial”. Esta vez le avisé a la agencia EFE que si no desmienten o cesan de enviar textos a esos canallas, yo dejo de colaborar con ella. Pienso que los chilenos de verdad me conocen, pero siempre cabe la duda en algunos corazones, y me duele. 29/11/1982 Gracias, Ariel, por tu mensaje que me hace bien en este vacío en que me muevo. Sé bien cuánto María Angélica y vos querían a Carol, y cómo ella estuvo siempre ansiosa por saber cómo estaban ustedes y cuáles eran sus planes y los viajes en los que acaso nos hubiéramos encontrado otra vez. Te agradezco tu visión de Carol, tan justa y tan bella. Ella te hubiera dicho que exagerabas, pero yo sé que era así, y que la mediste en toda su claridad de mediodía. No puedo escribir, Ariel. Besa a María Angélica, recibe mi abrazo más fuerte. Julio. 25/1/83 Estoy en Nicaragua dándole duro a lo mucho que se puede y se debe hacer aquí. Eso va a ayudar a sentirme menos hueco que en mi casa sola de París. Ariel, leeré tu libro a mi regreso en marzo. Abrazos a todos ustedes y el amor de Julio.
ver esas películas de hace treinta años, que uno cree recordar y que de pronto te muestran cosas completamente distintas. Pero lo que allí te decía me parece harto vigente y vivo en este momento, y como tal vez tú no tienes la carta original, te la envío también. Ariel, si no fueras tú a quien escribo, jamás te diría esto, pero a ti puedo e incluso debo decírtelo: ¿Por qué no relees entero tu OMENAJE y lo publicas? Hay allí tantas cosas vivas, tantos hallazgos bellísimos en todos los planos, que me apena que siga inédito. Que el eje central sea Rayuela no me provoca ninguna falsa modestia, y a ti puedo decírtelo con toda tranquilidad; porque lo que cuenta en ese texto no es Rayuela sino las constelaciones mentales que lanzas al espacio en cada página. En fin, Zihuatanejo será un buen lugar para hablar de esto, si
15/3/83 Dos líneas para decirles que acabo de regresar de Nicaragua/ Cuba/ México, y que encuentro aquí la carta del 10/2. Gracias por la voluntad de enviar notas al NYT, no lo olvidaré, por ahora tengo que dedicarme a tareas inmediatas y vigentes, pero creo que hacia mayo veré de hacerte llegar una nota en inglés (que vos corregirás o reescribirás porque entre Shakespeare y yo hay abismos). Vi a Saúl Sosnowsky en México, hablamos de vos con el cariño de siempre. Ahora leeré tu novela y ya te escribiré. Vivo mal, hueco y perdido pero precisamente por eso trabajé a fondo con los nicas y creo que di una mano en ciertas cosas vitales. Mi cariño para todos ustedes, siempre y cada vez más hondo. Julio.
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Cara a cara Ariel Dorfman
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olamente una vez en su vida, que yo sepa, se topó Julio Cortázar de veras con un vampiro –uno de carne y hueso, y no un espectro de tantos que poblaban su ficción–. Si invoco hoy ese encuentro de ultratumba, a cien años de su nacimiento y treinta de su muerte, se debe a que permite, entre demasiados recuerdos posibles, explorar de una manera singular su continua permanencia entre nosotros, con una singularidad que –se me ocurre– podría haberle gustado. Tal cruce verídico pero inverosímil con una hija o hermana (¿o sería la esposa?) de Drácula ocurrió en mayo de 1979 durante un foro de solidaridad con Chile llevado a cabo en Torún, una ciudad polaca que, como no cesaban de repetirlo los anfitriones, era el lugar donde había visto la luz del día el sabio Nicolás Copérnico. La segunda mañana de nuestra estadía estaba programada una visita a la catedral en el centro de la ciudad. Julio y yo nos sentamos en la parte de atrás mientras los demás participantes en el foro se adelantaron hacia el altar. El sitio religioso nos hizo rememorar una jornada parisina cuando, hacía un par de años, el Gran Cronopio me había invitado, junto a mi mujer Angélica, a ver la Saint Chapelle. “Acá los espero, Ariel”, me urgió por teléfono, con esa “r” tan francesa que nunca pudo soslayar. “El sol está perfecto para gozar de los más bellos vitraux del mundo.” Natural, entonces, que en Torún levantáramos la vista al unísono hacia el techo y allá, entre los querubines y los santos, se asomaba la indesmentible cabeza pintada de... ¡una vampiresa! Una mujer vetusta y dientuda, con ojos hundidos y hambrientos, mirándonos en forma devoradora desde las alturas. Después de unos minutos pasmados, salimos a la peatonal de Torún y nos pusimos a caminar en silencio, rumiando sobre esa visión siniestra, espejo quizá de nuestros propios demonios. Era como si la malignidad que veníamos a Torún a denunciar, la dictadura de Pinochet, hiciera su aparición hasta en la lejanía de Polonia. Por mi parte, mi ansiedad se multiplicaba por un sentimiento de culpa: mientras yo acudía durante unos días a este foro cultural que después de todo no era tan importante, mi mujer quedaba atrás en el solitario exilio de Amsterdam con nuestro hijo recién nacido. En medio de esos pensamientos sombríos, miré de pronto hacia el tercer piso de una antigua casa que daba sobre la calle y, sin decir nada, le tiré de la manga a Julio y él siguió mi mirada y... ahí, inspeccionando (diríase seleccionando) a los transeúntes, había una vieja polaca QUE ERA ABSOLUTAMENTE IDENTICA a la vampiresa que acabábamos de divisar en la catedral. Ella no nos vio, por suerte, estaba demasiado absorta en otras víctimas, y sus ojos eran como carbones y estaba como muerta y cenicienta. Nos escondimos en el umbral de una farmacia para poder observarla con detenimiento, aunque no por mucho tiempo, porque los escalofríos nos señalaban que era mejor partir antes de que ella se fijara en nuestros cuerpos, nuestros cuellos vulnerables. Una vez fuera del alcance de la matrona de los largos dientes y ojos enfurecidos, Julio y yo, como si fuéramos personajes atrapados en la surrealidad de algún cuento cortazariano, desmenuzamos la “coincidencia” con nerviosa facilidad: la tartartarísima abuela de la siniestra mujer del presente polaco había servido de modelo para el pintor del Medioevo de Torún, así de simple. Pero ninguno de los dos presumíamos que tal encarnación se debía de veras a un mero traspaso de genes. Aquella vieja ERA LA MISMA que habíamos percibido en el cielo de la catedral, ella seguía pasándose los labios por la boca (¡no exagero!) y robándose las almas oriundas y extranjeras que deambulaban por Torún. Ahora entendíamos por qué Copérnico había huido de su ciudad natal. Para que la veterana aquella no lo dejara como globo desinflado, no le absorbiera toda la sangre celestial y terrestre y astral. Quizás el buen Nicolás había inventado su ciencia precisamente como antídoto a los misterios herméticos con que creció, las leyendas que escuchó de niño, una manera de conjurar el oscurantismo, ayudando a inaugurar una modernidad
donde aquella vampiresa no tenía cabida. Pero Julio sabía –y vaya si lo escribió una y otra vez– que los fantasmas y los sueños, todo lo que es marginal y subconsciente y bárbaro, tienen un modo de rondarnos, de tomar su venganza cuando menos lo esperamos, desafiando la racionalidad occidental y las sociedades y acuerdos que ha construido. Y he aquí que tal situación se incorporaba frente a los ojos del mismo Cortázar, no en su ficción, sino que en las calles de Torún, calles que justamente había pisado Copérnico, calles donde una mujer fantasmagórica y duplicada nos llevaba a preguntarnos por otro registro de lo real. Qué privilegio: asistir a un momento en que un gran escritor tropezaba cara a cara con las fuentes de su creatividad, lo que siempre le fascinó a él y aterrorizó a sus personajes. A medida en que nos alejábamos de aquella mirada voraz, nos permitimos bromear un poco, preguntándonos cuál de los dos sería su víctima predilecta, dada la tradicional preferencia de los vampiros por la sangre más fresca y nueva. –Vos sos más joven, pero por ahí ella se confunde y cree que el hermano menor soy yo –dijo Cortázar con su habitual sentido del humor, refiriéndose a que, pese a llevarme casi treinta años, lucía un aspecto de eterno adolescente, debido a su condición de acromegalia. –Pero lo que no adivina aquella augusta dama – agregó Julio– es que de hecho soy tu hermano mayor y me toca protegerte. No era la primera vez que Julio me anunciaba tal hermandad, si bien a veces invocaba a Poe y su personaje William Wilson para tildarnos de dobles, doppelgangers, y otras veces me llamaba gran monstruo, lo que para él era una fórmula cariñosa. Lo cierto es que habíamos fraternizado, Julio y yo, desde la primera vez que se habían cruzado nuestros caminos, cuando él voló a Chile en noviembre de 1970 para asistir a la inauguración de Salvador Allende como el primer presidente de Chile, y de la historia, que pretendía construir el socialismo con medios democráticos. ¡Qué regalo para tantos jóvenes en nuestro país! No sólo se abría una nueva era de justicia, sino que nuestro máximo héroe literario venía en apoyo de nuestra revolución pacífica. El autor de Rayuela, nada menos, el texto fundacional de mi generación, cuyo asalto desfachatado y travieso a las categorías literarias constituía un acicate estético para la liberación social que soñábamos para el continente entero. Por cierto que, con su acostumbrada generosidad, Julio se pagó su propio pasaje en esa primera venida, como lo haría de nuevo en marzo de 1973. Para esta segunda visita ya habíamos establecido una relación tan cercana que aceptó cenar en casa un par de veces con su amiga Ugné Karvelis. Después, ya en el exilio, nos alegraríamos mucho de que Angélica pudiera agasajar a estos amigos con tantos platos sabrosos, ellos que nos recibirían en París cuando habíamos perdido nuestro casa y nuestro país y nuestra libertad, Julio que se convirtió, como me lo reiteraría en Polonia, en mi protector, y también en un hermano mayor para Angélica y los chicos, dándonos siempre ternura y amparo. Incluso después de muerto. Hace tres décadas que se nos fue, pero yo, que no creo en Dios, lo siento presente, lo siento hablándome, sonriéndonos, susurrando consejos desde el otro lado de la existencia. Trato de no adornar el asunto. Cortázar desconfiaba de los homenajes, de la solemnidad, de la sentimentalidad fácil, de manera que quisiera ser circunspecto en esta celebración de su centenario. Quisiera, pero no lo logro. De todos los seres que he conocido en mi vida, Julio fue uno de los pocos que puedo llamar, sin sonrojarme, un ángel. Y si me hechiza tanto esta historia del encuentro con la vampiresa es porque si ella pudo persistir más allá de la muerte, si ella anda por ahí todavía buscando víctimas y cuerpos inocentes que violar, ¿por qué no Julio, ese ser angelical, quién nos dice que él no está acá cerca, no sólo en su literatura, no sólo en los recuerdos de los que quedamos y que nos vamos apagando, quién nos puede jurar que Cortázar no sigue mirándonos desde alguna cercana bóveda y que lo seguirá haciendo por los siglos de los siglos, amén?.
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Mafalda, la grande Silvina Dell’Isola ecía el gran pensador de la historia del siglo XX Eric Hobsbawm: “Cuando era muy joven creía en la posibilidad de construir un mundo perfecto. Ya estoy demasiado viejo para eso, pero sí creo en un mundo mejor”. Entusiasta de aquellos a los que él llamaba rebeldes primitivos, a su último libro —publicado a sus 94 años— lo tituló precisamente Cómo cambiar el mundo. Resulta complejo entonces definir quién honró a quién aquel día de 1999 en el que se cruzó en un hotel de Buenos Aires a Daniel Divinsky, editor de Quino desde 1970, y delante de una multitud se deshizo en elogios hacia la más famosa criatura del dibujante: Mafalda. Cuando Quino y el historiador inglés se conocieron, nuestro artista le regaló la colección completa de los cuadernos de la niña y un pequeño dibujo de ella, hecho y dedicado especialmente para él. Así lo cuenta desde Londres la viuda de Hobsbawm, Marlene, halagada de que se la llame para confirmar la anécdota y la admiración de su brillante marido por la pequeña mocosa contestataria, ciudadana
vigencia inalterable: sigue siendo la tira latinoamericana más vendida en el planeta y en cinco décadas no se erradicó casi ninguno de los temas contra los que, con una asombrosa cintura para evadir clichés y lugares comunes, se indignaba. Humilde, reservado, ligeramente boca sucia, Joaquín Lavado nunca condujo un automóvil. Siempre prefirió caminar, para poder observar. Con su mujer, Alicia Colombo, decidieron no tener hijos, en parte afectado por la muerte de sus padres cuando él todavía no había alcanzado la mayoría de edad. Sus personajes son su lograda descendencia, aunque a muchos, incluidas las primeras Mafaldas, tuviera que calcarlos porque no le salían siempre iguales y porque, según llegó a confesar, eran de hecho bastante malos. “Las ideas son lindas, pero el dibujo es una porquería, no sé cómo te publican”, le decía allá por los años 50 Carlos Garaycochea, con quien alternaba tiras en una página de la revista Esto Es. No hacía mucho tiempo que había abandonado la Escuela de Bellas Artes en su Mendoza natal y había llegado a la gran capital a dormir con extraños de pensión siguiendo el sueño de ser dibujante como
Steinber, en soberano concluyente. La historia ya está gastada: Mafalda se le reveló de casualidad cuando en 1963 le encargaron una tira para anunciar en un diario de forma velada los electrodomésticos Mansfield de la firma Siam Di Tella. Recomendado por el periodista Miguel Brascó, Quino aceptó un trabajo en principio intrascendente cuya única condición argumental era que los nombres de los personajes de esa familia de clase media comenzaran con M de Mansfield. Para la nena eligió Mafalda porque lo encontró citado en una novela de David Viñas llevada al cine el año anterior, Dar la cara, y le pareció simpático. La campaña fracasó porque se descubrió el ardid publicitario. Pero cuando para septiembre del año siguiente su amigo Julián Delgado, con el que tenía la confianza de haber compartido habitación en un albergue familiar de la avenida Forest, le pidió una historieta para la revista Primera Plana, él rescató las tiras de un cajón. “Y bueno —sintetizó cientos de veces—, ahí empezó todo.” Le sugirieron que tuviera un aire a Peanuts que, liderada por Charlie Brown y el fantasioso perro Snoopy, era ya la publicación de su
del mundo pretendida como suya por chinos, indonesios, franceses o colombianos que sienten privativo de sus opuestas idiosincrasias las dudas existenciales, rabietas y preguntas fastidiosas que ella plantea desde su corta edad. Aunque Quino dejó de dibujarla hace 41 años, en 2014 cumple medio siglo de
su tío Joaquín Tejedor. Cuando Quino tenía 3 años el tío le dibujó un caballito azul para distraerlo de los ruidos que venían de la chillona comisaría de al lado de su casa. Le abrió con ese espontáneo detalle la puerta de un reino de trazos sobre papel del que luego se convertiría, junto a distinguidos como Hergé, Jean Jacques Sempé o Saul
tipo más influyente de Estados Unidos en esa segunda mitad del Siglo XX. Pero Mafalda se distanció de la creación de Charles Schulz no sólo porque la pequeña vivía en la calle Chile esquina Defensa del barrio de San Telmo... Umberto Eco estableció rigurosamente las diferencias entre el trabajo de ambos artistas en el prólogo del primer
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libro de Mafalda editado en Italia, en 1969: “Charlie Brown pertenece a un país próspero, a una sociedad opulenta a la que trata desesperadamente de integrarse, mendigando solidaridad y felicidad. Mafalda pertenece a un país denso de contrastes sociales que a pesar de todo sí querría integrarla y hacerla feliz, sólo que ella se niega y rechaza todas las ofertas. Charlie Brown vive en un universo infantil del que los adultos están excluidos. Mafalda vive en una relación dialéctica continua con un mundo adulto que ella no estima ni respeta, y al cual ridiculiza, repudia y se opone reivindicando su derecho a seguir siendo una niña. Charlie Brown seguramente leyó a los revisionistas de Freud y busca la armonía perdida; Mafalda probablemente leyó al Che”. Desde su rincón porteño hacia el mundo, los dilemas de la nena de los eternos soquetitos blancos fueron publicados en más de 30 países —aunque el dato es impreciso incluso para sus editores por la gran cantidad de copias piratas que circularon— y 15 idiomas. Su triunfante peregrinar comenzó cuando algunos ejemplares cruzaron el Río de la Plata y se diseminaron por Uruguay, en 1966, y llegó hasta el límite con Oceanía: en 2009 se editó en Indonesia, en indonesio. En los últimos meses casi prospera un nuevo intento de distribuirla en países anglohablantes, cosa hasta ahora imposible por motivos algo ridículos que Daniel Divinsky repasa: “En algún momento intentamos vender los derechos. Un directivo de la editorial de contenidos escolares Scholastic de Estados Unidos nos dijo que no se los diéramos a nadie, que él había pasado su infancia en la Argentina, se había criado con Mafalda e iba a hacer que la compañía la compre. Después de un año me mandó aquella famosa respuesta del Departamento de Marketing: la tira era demasiado sofisticada para los niños norteamericanos. Decidimos publicarla en inglés, pero para distribuirla básicamente en países hispanoamericanos. La usan mucho los colegios bilingües, a los chicos les encanta leer en inglés las tiras cuyo sentido ya conocen en castellano”. Continuará…
El fantasma de Dred Scott recorre las calles de Ferguson
Amy Goodman y Denis Moynihan
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iles de personas han participado esta semana en las manifestaciones contra el asesinato por parte de la policía de Michael Brown, un joven afroestadounidense que estaba desarmado, en el barrio de Ferguson, en St. Louis, Missouri. Pocos días antes de comenzar sus estudios universitarios, Brown murió desangrado a causa de los disparos policiales. Fue a plena luz del día. La policía dejó el cadáver del joven tirado en medio de la calle durante cuatro horas, detrás de la cinta policial, mientras los vecinos se acercaban a observar la escena horrorizados. Los ciudadanos protestaron, indignados, y la policía los reprimió con brutalidad. Vestidos con equipos paramilitares y desde vehículos blindados , los policías lanzaron gases lacrimógenos, balas de acero revestidas en goma y granadas de mano, y apuntaron armas automáticas contra los manifestantes. Una gran cantidad de periodistas y de manifestantes que protestaban pacíficamente fueron arrestados. Las manifestaciones ocurrieron en la Avenida West Florissant, en Ferguson. A 6,5 kilómetros al sur del epicentro de las protestas, en la misma calle, en la tranquilidad del Cementerio de Calvary, yacen los restos de Dred Scott, un hombre que nació esclavo y que se volvió famoso por haber luchado ante la justicia para obtener su libertad. El fallo del caso de Dred Scott, emitido en 1857, fue ampliamente considerado el peor de la historia de la Corte Suprema de Estados Unidos. La Corte falló que los afroestadounidenses, esclavos o libres, jamás podrían ser ciudadanos. Dred Scott nació en la esclavitud en Virginia alrededor del año 1799 (el mismo año en que murió el Presidente George Washington, un conocido propietario de esclavos de Viriginia). El dueño de Scott se mudó a Virginia y lo llevó a Missouri, un estado esclavista. Fue vendido a John Emerson, un cirujano del Ejército de Estados Unidos. En 1847, Scott entabló una demanda contra Emerson ante un tribunal de St. Louis para exi-
gir su libertad. Scott y su familia ganaron el juicio y su libertad en primera instancia, pero esta decisión más tarde fue revocada por la Corte Suprema de Missouri. El caso luego pasó a consideración de la Corte Suprema de Estados Unidos. En el fallo de la Corte, el Presidente, Roger Taney, defensor de la esclavitud, escribió: “Un negro libre de raza africana, cuyos ancestros fueron traídos a este país y vendidos como esclavos, no es un ‘ciudadano’ en el sentido en que lo establece la Constitución de los Estados Unidos”. Fue así que la Corte falló que todas las personas afroestadounidenses, libres o esclavas, no eran ciudadanos y jamás lo serían. El fallo también declaraba inconstitucional el Compromiso de Missouri, un acuerdo que convertía a Missouri en estado esclavista, pero establecía que los territorios del norte de Estados Unidos, un país que experimentaba una rápida expansión, serían territorios libres donde la esclavitud estaría prohibida. El fallo del caso Dred Scott abrió estos nuevos territorios a la esclavitud y fue considerado una victoria para los estados esclavistas del sur. La decisión sorprendió a todo el país. Abraham Lincoln invocó la decisión en su famoso discurso conocido como “Casa dividida”: “Una casa dividida contra sí misma no puede mantenerse en pie. Creo que este gobierno no puede continuar de forma permanente siendo mitad esclavo y mitad libre”, afirmó Lincoln. El fallo Dred Scott ayudaría a que Lincoln fuera elegido presidente y contribuiría a empujar al país a la guerra civil. El catedrático john a. powell (que escribe su nombre en minúscula) dicta cursos sobre Dred Scott. powell es profesor de derecho y estudios afroestadounidenses de la Universidad de California, Berkeley y considera que existe un vínculo entre ese terrible fallo y los problemas que atraviesa actualmente Estados Unidos. Powell me dijo: “Aún no hemos reconocido plenamente a los negros y a otras personas como ciudadanos plenos, como personas plenas”. Las manifestaciones en Ferguson surgen en parte, según
CORREO del SUR Director General: León García Soler
afirma, debido a que “la comunidad negra tiende a sufrir en forma excesiva el control policial y está desprotegida”. Ferguson simboliza las profundas divisiones raciales que persisten hoy en día en Estados Unidos. Desde la década de 1980, la ciudad ha pasado de tener una población mayoritariamente blanca a una mayoritariamente negra. Sin embargo, el alcalde es blanco. El concejo municipal de la ciudad está integrado mayoritariamente por personas de raza blanca, al igual que la junta escolar. Quizá el hecho más significativo para las protestas sea que 50 de los 53 oficiales de policía son blancos. El Pastor Michael McBride, de Berkeley, California, ha estado en Ferguson organizando a la comunidad tras el asesinato de Michael Brown. Parado de pie a tan solo unos metros de un vehículo militar Humvee, afirmó que la violencia policial sistémica es consecuencia del “miedo irracional a los hombres de raza negra…Y si le temen tanto a los hombres negros, no deberían ser policías en las comunidades negras”. Los habitantes de Ferguson exigen justicia para Michael Brown y el arresto de Darren Wilson, el oficial de policía que lo mató. Varios grupos están exigiendo que un fiscal especial se haga cargo del caso, que se retire de Ferguson a la Guardia Nacional y que el Departamento de Justicia inicie una investigación de todos los casos en que la policía ha disparado a personas no blancas que no portaban armas. Dred Scott perdió el juicio ante la Corte Suprema de Estados Unidos en 1857, pero con el tiempo ganó su libertad de otro dueño. Lamentablemente, Scott murió de tuberculosis un año más tarde, en 1858. A pocos kilómetros del lugar donde yacen sus restos, en medio de la nube de gases lacrimógenos, aún resuena el eco de su vida y de su lucha. © 2014 Amy Goodman Traducción al español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
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