Número 323 Febrero 24, 2013
México: del antiguo régimen a la modernidad / Patria chica y también patria grande / ¿A dónde va el capitalismo global? / La Europa inservible / Cosas inglesas
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CORREO del SUR
México: del antiguo régimen a la modernidad VÍCTOR OROZCO
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ace unas semanas apareció el libro del historiador Enrique Semo bajo este título y con el sello editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, instituciones ambas en las que el autor es profesor emérito. El volumen de casi setecientas páginas, hace honor a la prolongada trayectoria intelectual de este mexicano cosmopolita y también a la tradición reflexiva que ha distinguido a connotados representantes de la izquierda latinoamericana. Semo persiste en una línea de trabajo que puedo llamar historia social, por cuanto pone el acento en los procesos históricos, buscando mostrar y explicar la multiplicidad de sus componentes y fuerzas motrices. Esta perspectiva lo lleva a desviar la lámpara de las grandes figuras y alumbrar zonas que generalmente se encuentran en la penumbra o en la franca oscuridad. Por eso, advierte al lector en la densa y aleccionadora introducción, que “Hablamos poco de los líderes y sus hechos , lo que especialmente nos interesa son las fuerzas que actúan debajo y alrededor de ellos”. Adentrarse en estas aguas exige una embarcación de gran calado y un experimentado piloto. La primera se edifica reuniendo aquí y allá, durante largo tiempo un gigantesco conjunto de piezas de información que versan sobre ideas generadas y acontecimientos ocurridos en diversas regiones del mundo. Luego, arribar a una fase del pensamiento en donde es posible abstraer las características comunes a todos estos hechos, para estar en condiciones de construir u operar categorías de análisis pertinentes. Semo, poseedor de esta nave, es afanoso en utilizar un método científico para la comprensión de las etapas de la historia mexicana objeto de su estudio. Sin los engorrosos y las más de las veces inútiles “marcos teóricos” propios de un cierto academicismo pedante, el texto de Semo se vale de conceptos como modos de producción, Latinoamérica, modernidad, capitalismo, sistema económico mundial, dependencia y subdesarrollo; Estado moderno, lucha de clases y agrarismo, caudillo, relación racial y revolución, que usa a lo largo del estudio. Este andamiaje teórico le aporta a la investigación una sólida consistencia y la aleja de una pura exposición en la cual la narrativa se sobrepone al razonamiento sistemático. No en balde anuncia “Lo que el lector no encontrará es confluencia entre Literatura e Historia, género muy válido y muy popular en estos días, pero ajeno a los modos de conocer científicos”. En una de las interrogantes iniciales, que de cierta manera constituyen una especie de guía conductora a lo largo del volumen, Semo se pregunta por que entre todas las formas posibles de cambio que han experimentado las sociedades, en México ha predominado la revolución. Dejemos la
respuesta posible para renglones abajo y consideremos que este es un hecho constatable apenas se asoma uno al pasado de este país. La ruptura con el viejo orden colonial, (ese que condensa tan bien Guillermo Prieto, citado por el autor, en unas cuantas palabras: “Esos esclavos que no tenían más expectativa de bien que la salvación eterna; esos tiranos que hacían de la teología y la escolástica instrumentos de mando; esa aristocracia del dinero, ignorante y viciosa”), no podía alcanzarse sino al través de la revolución violenta, si se tiene en cuenta la caparazón impenetrable aún a los pequeños cambios con que se había cubierto la clase dominante, compuesta por grandes propietarios, altos mandos del ejército y del clero. La siguiente fase, comprende a la que es quizá la mutación de mayor profundidad experimentada por la sociedad de este país. Semo titula al capítulo respectivo “Una revolución llamada Reforma” términos formalmente diferentes y aún contrapuestos, pues el primero implica una alteración radical del orden existente, mientras que el segundo alude a modificaciones graduales. En la realidad, sin embargo, a veces las tenidos por variaciones leves, acaban por revolucionar el entorno
social. Ocurrió esto con la reforma protestante, que en el siglo XVI abrió paso a ulteriores modificaciones de una significación tal que el mundo no volvió a ser jamás como el anterior. Y en efecto, la generación de mexicanos que protagonizaron el ciclo abierto en 1855 y cerrado en 1867, la llamada “década nacional”, vivieron una genuina revolución. Si atendemos al programa, propuestas y argumentos de los contendientes, representativos del complejo de intereses en pugna, podemos imaginar la razón por la cual el conflicto hubo de resolverse mediante las armas. La tendencia dominante en el partido conservador, buscaba no únicamente mantener el statu quo, sino regresar francamente al viejo orden colonial. Consta en diversos documentos esta propuesta, entre otros en el proyecto de concordato elaborado por la Santa Sede. Como bien dice Semo, los conservadores proponían restaurar el orden hispánico y católico nacional para construir la nueva nación. Para esto, querían mantener intocados los bienes estancados de la iglesia, la religión única, el restablecimiento de los fueros y del diezmo, la liquidación del federalismo y la instalación de una dictadura supervi-
sada por el clero, la censura de libros y toda clase de publicaciones. La posición en estos puntos fue inflexible. ¿Era posible un retorno de estas dimensiones, sin provocar una revolución? En el otro extremo, el programa del partido liberal se fue radicalizando y al parejo de las reivindicaciones como la instalación de un régimen de libertades, entre otras la de cultos y la de prensa, demandaba una verdadera transformación al sistema de propiedad, que comprendía, según Semo, el fraccionamiento de áreas no cultivadas, mejora en las condiciones de vida de los peones, desamortización de bienes del clero, reducción y supresión de cargas fiscales, entre otras del diezmo. El propósito último era la creación de una clase de pequeños propietarios que fuera el sustento del nuevo sistema económico y político. Hubo posiciones como la de Ponciano Arriaga, -por cierto uno de los tenidos por demonios en el Vaticano- que demandaba el reparto de las grandes haciendas cuando hubiere necesidad de tierras para los pueblos y comunidades cercanas. Representaban estos hombres según Semo, a la segunda generación de liberales radicales, cuyas ideas se hicieron más profundas y precisas. Ante estas visiones, la conciliación, tal vez viable sin la intervención de agentes exteriores, sobre todo de la corte de Roma, se tornó imposible. La reforma liberal, con todo y su radicalismo, dejó en pié a la vieja hacienda, forma que asumió el latifundismo desde la época colonial. La explicación general de la contradicción, es que los revolucionarios no tenían la fuerza suficiente para abatir a la vez a tres poderes: el de la iglesia, del ejército y de los grandes terratenientes. Semo proporciona otro elemento. Explica cómo aquellos poseedores de haciendas eran a la vez empresarios cuyas inversiones abarcaban la minería, el comercio, la industria, transportes e incluso despachos profesionales. Sintetiza con una idea meridianamente clara: “La doble personalidad del empresario mexicano, capitalista comercial o industrial en la ciudad y latifundista señorial en el campo, salvó la vida a la hacienda”. Carezco de espacio para examinar algún otro tema de esta magna obra. En particular el de la revolución mexicana de 1910. Diré que mal podría recoger en estas líneas las múltiples aportaciones y perspectivas que ofrece el texto, así que haciéndole poca justicia, me limito a unas cuantas de las que en una primera e insuficiente lectura me parecieron de mayor relevancia. Ya el lector mejor avisado encontrará los muchos provechos que obtendrá sumergiéndose en esta portentosa obra.
CORREO del SUR
Patria chica y también patria grande “Tenemos que consolidar los procesos revolucionarios” del continente, dijo el reelecto presidente de Ecuador, un comentario resonante en un país que usa el dólar norteamericano. MERCEDES LÓPEZ SAN MIGUEL
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esde Quito. Al analizar el discurso de un mandatario es posible aproximarse a la construcción simbólica que hace de la realidad, sostienen algunos académicos. Desde esa perspectiva, Rafael Correa desde el balcón de Carondelet dejó en claro su interés por la región y su visión de la situación internacional. Dijo el domingo, ante la mirada atenta de sus seguidores: “Estamos construyendo la patria chica, Ecuador, y la patria grande, nuestra
América”. Y minutos después agregó: “Tenemos que consolidar los procesos revolucionarios que se están dando en América latina”. Antes de la llegada al poder de este economista con estudios en el exterior, Ecuador había mantenido una estrecha relación con Estados Unidos. Desde 2007, este país de 14 millones de habitantes se acercó con paso firme a sus vecinos, rechazando los tratados de libre comercio que proponía el Norte. Correa afirmó que su país recuperó soberanía durante su gobierno, con un en-
NO GUSTAVO GARCÍA ESPEJO
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ocas veces en la historia se tiene la oportunidad de identificar de forma tan evidente al bien y al mal como en el referéndum chileno de 1988. De un lado, la dictadura chilena pretendía aprovechar la presión de la comunidad internacional para convocar una consulta que legitimara su poder, del otro, todas las fuerzas democráticas, desde la democracia cristiana hasta los comunistas, conformaban un bloque con un solo objetivo, echar al tirano, el resultado fue que los chilenos pudieron dar carpetazo al periodo más negro y sangriento de su historia. Para narrarnos esa bella historia en la que el bien se impone al mal, llega Pablo Larraín con su película NO protagonizada por el mexicano Gael García Bernal, que da vida al publicista que idea la campaña televisiva por el NO, René Saavedra. Es emocionante para alguien que se dedica a la consultoría política poder ver reflejado en la pantalla su trabajo, o al menos parte de él, de forma tan sobria, realista y madura, salí del cine con lágrimas en los ojos. Lo que no es tan emocionante son las críticas que llegan a la película, o más bien a lo que la película retrata, especialmente desde sensibilidades de izquierdas, que entienden que esa forma de hacer propaganda política, ese medio, es una traición a los ideales, aceptando
lacónicamente el sino de un ser humano superado por la manipulación y quizás por la demagogia. No puedo estar más en desacuerdo. “Chile, la alegría ya viene” era el estribillo del jingle que ponía sonido a una sucesión de imágenes que evocaban alegría, dinamismo, paisajes y escenas bucólicas, gente de toda edad y condición alegre para respaldar una idea, la elección no traía incertidumbre, había que despejar toda duda para que el miedo no paralizara a los electores que podrían estar a favor del cambio, de modo que se animaba a votar con alegría para vencer al miedo de la campaña del SÍ. Y es que así es como funciona la propaganda, los electores son personas con motivaciones profundas y percepciones subjetivas de la realidad (lo que denominamos insight en la jerga de la profesión) que no funcionan a un nivel exclusivamente racional, si no que más bien hacen que la toma de decisiones políticas esté profundamente condicionada por impulsos primarios que residen en lo más recóndito de nuestro cerebro. De este modo NO es una película muy recomendable para todos aquellos que quieren cambiar el mundo, las personas tenemos una fina piel social que es tan nuestra como el cálculo racional y matemático y contra la naturaleza NO se puede luchar.
foque centrado en la integración regional. El analista de Flacso Franklin Ramírez Gallegos destaca que la reelección de Correa abre perspectivas para que Ecuador tome mayor protagonismo en el proceso de integración. “Correa enfatizó la necesidad de una unión financiera, consciente de que hay una maduración geopolítica regional.” Los rivales de Correa lo acusan de anteponer la ideología a los intereses del país y de no priorizar la inversión extranjera. A ellos se dirigió el presidente reelecto cuando dijo: “Bienvenida la inversión extranjera que está llegando, pero en el supuesto caso de que no estuviera llegando estamos alcanzando los objetivos, no hay que confundir medios con fines”. Dos de sus contendientes en esta campaña, el ex banquero Guillermo Lasso y el ex coronel Lucio Gutiérrez, propusieron comerciar acuerdos con Washington e integrarse a la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, Perú, México y Colombia. Algo que no está en los planes de Correa, que se siente cómodo con pertenecer al ALBA, un bloque que surgió para contrarrestar al ALCA impulsado por Bush. Las relaciones entre Ecuador y Estados Unidos han sido entre distantes y tensas. No sólo Correa acusó a Washington de infiltrarse en la policía ecuatoriana y de dominar la Organización de Estados Americanos (OEA), también en 2010 expulsó a la embajadora norteamericana por un cable filtrado de Wikileaks que sugería que él había nombrado a un jefe de la policía corrupto a sabiendas para controlarlo. En respuesta, el gobierno de Obama echó al embajador ecuatoriano. Más acá en el tiempo, reestablecieron el contacto diplomático. A Correa le agrada la idea de que Ecuador integre el Mercosur. Sin embargo, algunos expertos advierten que si diera ese paso, no podría firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea, su segundo mayor mercado, porque tendría que adoptar los aranceles exteriores comunes del bloque sudamericano, no pudiendo negociar tasas diferenciadas con Bruselas. El analista Ramírez Gallegos señala que Ecuador, como país dolarizado, tiene problemas de acceso a los recursos internacionales. “Para Ecuador apuntalar los acuerdos comerciales es sensible porque no tenemos soberanía monetaria y no está en la agenda de Correa salirse del dólar.” En su opinión, está por verse si los países son capaces de fortalecer los procesos con más instituciones. “Se necesita que den el salto de una diplomacia presidencial a una diplomacia más institucional, de consolidación de los mecanismos de integración.” Frente a los críticas, Galo Mora, secretario ejecutivo de Alianza País, dijo en declaraciones a la agencia EFE que en política exterior Correa se guió por el cumplimiento del derecho internacional. Mora puso como ejemplo la terminación del contrato con Estados Unidos que le permitía el uso de una base militar –Manta– para la lucha antinarcóticos y la concesión de asilo a Julian Assange, fundador de Wikileaks. El hecho de que Ecuador haya alojado en su embajada en Londres al archienemigo de Washington y defensor de la libertad de expresión acaparó la atención de la prensa mundial como nunca. Hay quienes ven a Correa como un sucesor de Hugo Chávez. Al respecto, Correa se mostró respetuoso y dijo que no se trata de un puesto que se encuentra vacante. Y que él estará donde la patria chica, Ecuador, y la patria grande, América, lo requieran.
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De ida y vuelta
Violencia
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Tras la entrega de las instalaciones de la dirección del Colegio de Ciencias tomada por un grupo de estudiantes, el rector de la UNAM se refirió a los hechos y fijó la postura institucional ante fenómenos semejantes: “Todo se puede analizar, todo se puede debatir, todo se puede resolver, menos la violencia irracional en contra de los universitarios. En esto no vamos a transigir. ¡La violencia no tiene cabida en nuestra institución!. Con esas palabras, la máxima autoridad del principal centro de enseñanza nacional manda un mensaje inequívoco: por un lado, “queremos que la sociedad reconozca que frente a problemas como el que nos afecta, existen respuestas que van más allá del solo uso de la fuerza”, pero eso exige también que el “grupo que indebidamente retuvo las instalaciones” de “muestras de compromiso universitario y comprender lo que ha sucedido”. Hay en lo dicho por el Rector una preocupación real por la gravedad del asunto, la cual trasciende al acto registrado en las últimas semanas: el rector subrayó que bajo ninguna consideración y en ningún caso, la violencia puede tomar parte en estos procesos, pero enfatizó que “resulta indispensable distinguir entre la protesta en el terreno académico y político, que es totalmente válida, y la agresión a integrantes de la comunidad, la destrucción de instalaciones, la sustracción de bienes personales y la puesta en riesgo de la integridad física de otros universitarios, que debe rechazarse sin consideración alguna”. No se pretende con esta advertencia darle crédito a quienes irresponsablemente creen que toda alteración del orden se reduce aplicando mano dura, como si el país no estuviera agobiado por tantas expresiones de irracionalidad y violencia, pero si es una llamada a tiempo para no condescender con las acciones que, so pretexto de causas legítimas, ensayan métodos que no se avienen a los procedimientos más elementales de respeto mutuo y, fuera de las reglas de la convivencia pacífica, actúan embozados para garantizar más que el anonimato la impunidad de sus actos.
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as economías reales en los países del llamado “capitalismo avanzado” están graves, situación que ha comenzado a ser reconocida por parte de economistas y políticos. El neoliberalismo y las recetas de austeridad han puesto al capitalismo a la defensiva y los ingredientes para estallidos sociales ya existen en muchos países. En ese contexto se escuchan ahora voces de la clase dominante que afirman que ya se superó la crisis, y otras que plantean hacer cambios para mantener un sistema que comienza a tambalearse. Hace siete décadas, al analizar las causas y los efectos del desplome de las economías durante la Gran Depresión de los años ’30 del siglo XX, Karl Polanyi escribió que la sociedad comenzó a buscar cómo protegerse de los peligros inherentes a un sistema de mercado autorregulado. La respuesta común a la dictadura de los mercados que había puesto la sociedad al servicio de los intereses económicos, provocando con ello un desastre social y político de dimensiones mundiales, fue el abandono de los “mercados autorregulados” y la adopción del dirigismo estatal, que en el mundo capitalista asumió formas corporativistas que entretejían los intereses de determinados sectores y grupos sociales con los intereses de sectores económicos del capital, como los industriales, con el Estado arbitrando estas relaciones y planificando la economía para alcanzar objetivos tales como crear empleos, desarrollar industrias (con fines armamentistas en los países del “eje fascista” en primer lugar, y luego en Estados Unidos y Gran Bretaña) y superar la pauperización de la Gran Depresión. El corporativismo estuvo al servicio de regímenes totalitarios –la Alemania nazi, la Italia fascista, entre otros más–, y en Estados Unidos (EE.UU.), con el New Deal, la planificación económica permitió llevar a cabo transformaciones económicas, fiscales y sociales de carácter progresista destinadas a impedir que las masas populares abrazaran el socialismo o el fascismo. El New Deal se expandió a otros países antes y después de la Segunda Guerra Mundial. La experiencia socialista, en la Unión Soviética, fue la planificación quinquenal de la economía, adoptada en 1928 y aplicada a partir de 1929. Es evidente que la creación de millones de empleos mediante el desarrollo industrial y la mecanización del campo, que en EE.UU. logró el New Deal, no es reproducible en la actualidad en los países del capitalismo avanzado. Los “ejércitos” de robots que reemplazan a los asalariados existentes y a los jóvenes que debían sustituirlos, es una
¿A dónde va el ca
realidad prácticamente irreversible. Y tampoco son realistas las propuestas que circulan en ciertos países de “repatriar” las industrias que desde hace décadas las transnacionales vienen mudando a los países en desarrollo para explotar la mano de obra barata, apropiarse de mercados y repatriar las ganancias para Wall Street y sus ejecutivos. Lo que frecuentemente se olvida es que con esas mudanzas no sólo se trasladaron los empleos, sino que se perdió la acumulación y capacidad de transferir la experiencia y el conocimiento de los trabajadores y técnicos, entre otras. El reconocimiento de que el neoliberalismo fracasó y constituye una amenaza para el sistema capitalista lleva nuevamente a políticos y economistas a proponer alguna forma de dirigismo estatal, de capitalismo de Estado –nunca la planificación económica que tenga en cuenta los intereses de la sociedad, por el momento–, o sea un retorno al corporativismo envuelto en engañosos conceptos, como el de un “capitalismo global administrado”. Para economistas como Joseph Stiglitz, esta crisis estructural y las crisis que estamos pasando por alto –en particular el cambio climático– se exacerbaron después de la Gran Recesión del 2008 y no serán resueltas por el mercado. Son crisis de
de esta crisis estructural: “¿Qué es lo que está sucediendo? De la mejor forma que lo puedo decir, hay dos explicaciones plausibles, y hasta cierto punto ambas pueden ser verdad. Una es que
la otra a los ‘magnates ladrones’ (robber barons)”. El analista económico William Greider reporta que en una de las principales cunas del pensamiento neoliberal, el Institute
tipo mundial y para resolverlas se necesitan transiciones estructurales, o sea que “es necesario que los gobiernos desempeñen un papel más activo”. Su colega Paul Krugman piensa algo similar, aunque comienza a acercarse al problema de fondo
la tecnología hizo un viraje que ha puesto el trabajo (asalariado) en desventaja; la otra es que estamos viendo los efectos de un neto aumento en el poder de los monopolios. Pensemos en esas dos narrativas como una que enfatiza a los robots, y en
Peterson (IP) en Washington, hubo el 7 de enero pasado una reunión sobre “ética y globalización” en la cual economistas y cientistas sociales presentaron sus opiniones y trabajos. Algunos de ellos describieron el sistema global como en medio de
graves problemas y advirtieron que “si las cosas no cambian” habrá rebeliones populares, incluso en EE.UU. En esta reunión del IP el economista David Branchflower, de la Universidad Dartmouth, denunció el terror que viven los trabajadores, jóvenes y viejos, porque “jamás se recuperarán de esta falta de empleos”, y advirtió que la clase trabajadora en Europa está “ardiendo” y que se está frente a una “potencial rebelión”, lo que también puede ocurrir en EE.UU. Y el nuevo presidente del IP, el ex economista de la Reserva Federal Adam Posen, admitió que hay problemas en el basamento político de la globalización porque “uno de los alarmantes efectos de la crisis financiera global es que hubo una amplia erosión de la confianza del capitalismo en sí mismo”. El economista Dani Rodrick, de Harvard, contrapone el “liberalismo económico” reinante en los países del capitalismo avanzado al mercantilismo aplicado por los países emergentes de Asia, concluyendo que se ha llegado “al final de esta feliz coexistencia. El modelo liberal ha perdido su brillo, debido al aumento de la desigualdad y la difícil situación de la clase media en Occidente, junto con la crisis financiera producida por la desregulación. Como resultado, el nuevo entorno económico producirá más tensión que acomodamientos entre países que busquen vías liberales y mercantilistas. Pueden también despertarse debates latentes desde hace mucho tiempo sobre el tipo de capitalismo que genera una mayor prosperidad”. Para el economista Anatole Kaletsky, de la actual crisis saldrá “un nuevo modelo de capitalis-
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apitalismo global?
mo global, no basado en la ciega fe en las fuerzas del mercado que siguió a la Gran Inflación de los años ’70, ni tampoco en la excesiva intervención gubernamental inspirada por la Gran Depresión”, y afirma que “la tragedia del 2008 estuvo en que la fe ciega en los mercados disua-
dió a los gobiernos de manejar adecuadamente esos ciclos de expansión-implosión”, y que habiendo desaparecido el comunismo y siendo la crisis cosa del pasado, los decidores políticos y los votantes han reconocido ya que no se puede dejar que los mercados se guíen por sus
propios instrumentos: “Las economías deben ser administradas. Como resultado, un nuevo modelo de capitalismo global administrado está en evolución y gradualmente reemplazará el fundamentalismo de mercado que dominó el mundo desde la era Reagan-Thatcher hasta el
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2008”. Con el título “¿Está ganando el capitalismo de Estado?”, el economista Daron Acemoglu y el analista James A. Robinson (Proyect Syndicate, 31 diciembre 2012) recuerdan que algunos países asiáticos, “apoyándose en varias versiones del dirigismo”, han crecido rápidamente y de manera constante en décadas, mientras los países centrales del capitalismo liberal “continuaron su anémico desempeño” en el 2012, y seguidamente se preguntan si no ha llegado la hora de actualizar los libros de economía y estudiar las formas de “capitalismo de Estado”. A mediados de enero Jean-Claude Juncker –saliente presidente del Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la Zona Euro (Eurogrupo)– criticó las políticas neoliberales aplicadas en la Zona Euro y advirtió que si no hay cambios “perderemos el apoyo de las clases trabajadoras”. Después le llegó el turno al profesor de economía neoliberal y también saliente primer ministro italiano Mario Monti, quien dijo a los embajadores latinoamericanos en Italia que América latina se ha ganado hoy un rol central y activo que genera admiración, por no decir envidia, porque “ha sabido construir un modelo de desarrollo basado en el crecimiento, la justicia social, la modernización y el respeto ambiental”. Difícil creer que el enviado por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) para aplicar la austeridad neo-
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liberal en Italia pueda elogiar las políticas de países latinoamericanos que tienen decentes tasas de crecimiento económico y de creación de empleos precisamente porque han rechazado los postulados básicos del neoliberalismo, porque los Estados intervienen activamente en sectores de la economía real, nacionalizan empresas cuando hay que nacionalizar, responden a las presiones sociales y, más grave aún, controlan la política monetaria y regulan la actividad bancaria y financiera para ejecutar una política de desarrollo socioeconómico. Corporativismo Devaluación competitiva, medidas para proteger las exportaciones que se sumarán a las existentes, amenazas de cerrar las fronteras a ciertos productos industriales y a la mano de obra extranjera, y una vez que esto se ponga en marcha a escala regional o mundial, las consecuencias se harán sentir en el comercio, las finanzas y toda la cadena de producción mundial, y es en ese momento de pánico que serán aceptables las medidas para imponer ese “capitalismo global administrado” que proponen Howard Rosen y Anatole Kaletsky. El corporativismo de ese “capitalismo global administrado” sólo podrá ser uno que respete el marco legal estadounidense para proteger la propiedad privada en todas sus formas. ¿Cómo será el proceso para presentar y hacer pasar el siniestro capitalismo global administrado de Kaletsky, o algo diferente que será lo mismo? Pues bien, en una entrevista periodística que tuve en mayo del 2004 con el Nobel de Economía (1992) Gary Becker, en el marco de la Conferencia de Montreal, él me confió –con ese aplomo señorial y seguridad de los Nobel de la Universidad de Chicago, que en aquel entonces todavía se comportaban como enviados divinos– el método para que en la sociedad capitalista controlada por los monopolios de prensa se aceptaran ideas y propuestas radicales y contrarias a los intereses de las mayorías: se lanza el tema en un artículo o un panel, y probablemente será juzgado utópico, irrealizable, pero volverá a ser puesto sobre la mesa si la idea es apoyada por gente influyente. El tema será nuevamente atacado por intelectuales de izquierda pero entonces saldrán voces de académicos, expertos y empresarios para defenderlo, en los think-tanks, las páginas de diarios respetables y en la televisión. Este ciclo se repetirá e irá ampliándose hasta que lo que usted dice es un tema controvertido terminará siendo convencional, por lo tanto aceptable, finalmente será reconocido y llevado a la práctica. Eso funcionó demasiadas veces en las últimas décadas, así que estamos avisados. *www.alainet.org
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amos a hablar del proyecto europeo, de porqué esta Unión Europea, tal como está diseñada, es inviable e inútil para afrontar los retos del siglo. Por “retos del siglo” entiendo el calentamiento global, el auge demográfico, el “pico” petrolero y los problemas globales de dominio de unos países sobre otros, de pobreza y de desigualdad, combinados con una mentalidad caduca que tiende a seguir “resolviendo” todas esas cuestiones con métodos militares en un mundo atiborrado de armas de destrucción masiva capaces de anular toda vida en el planeta. Esos retos claman una “nueva civilización” y una Europa como la que tenemos es un claro impedimento a ella. Así que vamos a hablar primero de las razones que hacen inviable desde ese punto de vista a la actual Unión Europea, luego, de la respuesta ciudadana que habría que dar a esa realidad y acabaremos con una reflexión sobre la violencia y los riesgos que tal respuesta comporta para quienes la asumen. Pero antes de entrar en esa crítica, quisiera subrayar la importancia de que haya en Europa algún tipo de pacto y estrecho vínculo internacional. El motivo es que, desde el punto de vista de la historia universal de la guerra y la paz, Europa es la parte más guerrera y violenta del mundo. En los últimos quinientos años la historia europea salta de una guerra a otra, especialmente en los dos siglos que van de 1615 al fin de las guerras napoleónicas en 1815. En ese periodo las naciones europeas estuvieron en guerra una media de sesenta o setenta años por siglo. Luego hubo un poco más de paz hasta 1914, si olvidamos la guerra de Crimea o la franco-prusiana, pero en ese periodo Europa continuó culminando la exportación de guerra y genocidio hacia fuera de sus fronteras con el holocausto colonial- imperial que fue la conquista del mundo no europeo. Además, en ese periodo de relativa paz interna Europa inventó la industrialización y con ella industrializó la guerra lo que la convirtió en algo mucho mas destructivo. Dos guerras mundiales de inusitada mortandad e incubadas en y por Europa, fueron el resultado. La Unión Europea se creó, precisamente, para remediar la crónica pelea continental, que después de la Segunda Guerra Mundial ha dado lugar a 67 años de paz, una paz, sin embargo, tutelada por dos superpotencias en tensión nuclear, es decir una paz bajo vigilancia y presidida por un factor, el de la destrucción masiva, que representa el escalón superior de la estupidez humana. Así que tengamos bien presente este dato sobre la Europa guerrera violenta y dominante a la hora de criticar el actual proyecto europeo. I) Todavía en 2003 Jürgen Habermas, el principal filósofo alemán vivo, pudo escribir un libro titulado “El occidente dividido” y ser tomado en serio. Su contexto era la desavenencia entre una parte de la Unión Europea, su matriz franco-alemana, y la administración Bush durante la segunda guerra de Irak. Y su fundamento era la exaltación de los “valores diferentes” –y por supuesto mejores- que Europa decía representar comparada con Estados Unidos. En esa comparación, Europa era un continente de paz y de cultura, con apego a la nivelación social y al estado asistencial, regido por el derecho internacional y no por la ley del mas fuerte, es decir centrado en
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La Europa la diplomacia y no en la guerra, y tolerante y no fundamentalista en materia religiosa. En países como China, esa desavenencia de 2003 estuvo en el centro de la discusión internacional de los dirigentes de Zhongnanhai, el Kremlin de Pekín. La posibilidad de que Occidente, aquel bloque que crucificó a China en el XIX, pudiera partirse en dos y se convirtiera en dos polos con intereses globales y recetas diferentes, es decir en algo más débil que lo anterior, era sumamente interesante por las mayores posibilidades y márgenes de acción que podía reportar en la multipolaridad a los países emergentes. Ahora sabemos que aquella desave-
paron, en los Balcanes, en un conflicto, y nada menos que en nombre de la prevención de nuevos Auschwitz y “genocidios”. -En Irak la divergencia franco-alemana con Bush no impidió una colaboración en toda regla a nivel de logística, servicios secretos, torturas y centros secretos de detención de la “guerra contra el terror” que impide considerar como exclusivamente americanos asuntos como el de Guantánamo: los vuelos de la CIA atravesaron Europa desde Polonia hasta Rota, las cárceles secretas, las torturas y los secuestros implicaron complicidades de todo el mundo. Francia cedió su espacio aéreo para la campaña iraquí, los servicios secretos
nencia, con su discurso narcisista y embellecedor de la Unión Europea sobre sí misma, es un fraude y que las esperanzas de una divergencia trasatlántica que tanto interesaron en China fueron un espejismo. La actual crisis nos ofrece una perspectiva mucho más real y un espejo mucho más fiel de la realidad europea. Constatamos que esa Europa “autónoma y mejor” y preconizadora de “otros valores”, ha apoyado, colaborado y participado en casi todo lo que reprochaba a su pariente histórico de ultramar. Es decir Europa sigue siendo imperialista y sus debilitadas naciones se unen, precisamente, para poder seguir siéndolo. Veamos la lista: -Durante veinte años se ha excluido a Rusia de cualquier esquema de seguridad continental. Es decir se ha impedido cerrar la relación de guerra fría con el extremo oriente de Europa, tal como quería el malogrado proyecto de Gorbachov. La ampliación al Este de la UE se hizo sobre un guión supervisado en Washington, según el cual el ingreso en la OTAN era la antesala de la Unión Europea. - En cuanto la URSS dejó de ser percibida como amenaza, Europa se lanzó a la guerra. Doce días después del ingreso de Polonia, Hungría y Chequia en la OTAN, comenzó la campaña de Kosovo para acabar con Serbia como estado regional anómalo para la nueva disciplina continental. El belicismo y la manipulación mediática adquirieron en Europa niveles que se creían exclusivos de Estados Unidos. Por primera vez desde Hitler, tropas alemanas partici-
alemanes identificaron sobre el terreno en Bagdad los objetivos de los misiles del Pentágono y las bases alemanas fueron el principal nudo logístico de la guerra. -En Palestina, la UE ha sido incapaz de trabajar para la creación de un Estado Palestino, sin duda la medida más eficaz contra el radicalismo islámico en todo el mundo y un imperativo moral incontestable. Por el contrario, ha ido incrementando unas relaciones privilegiadas con Israel y ha incrementado su complicidad con esa comedia que llaman “proceso de paz” en Oriente Medio, basada en el apoyo al país ocupante y agresor. - En Afganistán, la misma Europa que durante la guerra fría protestó y se negó a participar en Vietnam, se ha volcado con decenas de miles de soldados europeos metidos allá once años en esta guerra infame de treinta que no registra protestas. Aún más: los despliegues en el cuerno de África, la intervención militar en Libia y ahora en Mali, demuestran que el intervencionismo militar europeo no es una excepción puntual sino una tendencia consolidada. -En Oriente Medio vivimos ahora las sanciones y amenazas contra Irán. Un intervencionismo creciente en la guerra civil de Siria que contribuye claramente a hacerla más sangrienta, que usa a fondo la habitual manipulación mediática y que da por completo la espalda a toda acción diplomática. El horizonte estratégico de este intervencionismo va más allá de Siria: complicar la vida a su aliado, Irán –objeto
de sanciones por la sospecha de una ambición nuclear que, convertida en hecho conocido en el caso israelí se tolera sin problemas- y de paso complicar también el aprovisionamiento energético de China. -Y todo esto está perfectamente interiorizado en el discurso europeo de la política exterior y de seguridad. En Alemania imponer el “acceso” (Zugriff) a los recursos energéticos globales es lo que da sentido a las misiones internacionales del Bundeswehr, afirma el discurso oficial. Hoy día no hay experto y analista de cualquier “centro de estudios estratégicos” del estáblishment, de Bruselas, Berlín o Londres, que no mencione el tema como algo rutinario, dando por supuesto que el militarismo es la respuesta a los retos del siglo. Lo llaman “nuevos desafíos” y la doctrina de la OTAN los quiere contrarrestar con acciones militares “preventivas” y “proactivas”, es decir agresiones, en todo el mundo. Es decir, y concluyendo esta lista: en su relación con EE.UU, la Unión Europea desempeña en el mundo el papel que un primer ministro australiano definió para su país en Asia: el del “ayudante del Sheriff”. Siendo imperialista y practicando un manifiesto vasallaje hacia Estados Unidos, la actual Europa no puede ser un polo de poder independiente y autónomo en el mundo multipolar y muchos menos un polo benévolo por otras razones. En primer lugar, como ha apuntado Samir Amin, porque Europa no puede ser unos Estados Unidos de Europa. Por un lado carece de recursos naturales comparables a los de grandes países como Estados Unidos o Rusia. Por el otro, a causa de su manifiesta falta de unidad interna, porque en Europa están presentes las tensiones y conflictos de intereses centro-periferia propios del desarrollo desigual. Europa contiene zonas y países que son Norte -Alemania y compañíaotros que son Sur -España, Italia, Portugal- y otros que son patio trasero y tercera categoría: la Europa oriental y balcánica con Grecia incluida. (1) En segundo lugar Europa no puede ser ni siquiera una federación unitaria porque no existe un “pueblo europeo”. La identidad europea no existe ni se la espera. Haciendo un gran esfuerzo, españoles, italianos, griegos y franceses, pueden alcanzar cierta afinidad identitaria apelando a aspectos de su común tradición (ibérica, católica, la herencia latina-románica, o al mediterráneo). A partir de ahí, y como dicen los chinos, “con la perspectiva de varias generaciones”, quizá pudieran embarcarse en algo juntos hasta el punto de borrar sus diferencias. Es una cuestión de imaginación. Pero imaginar eso mismo conjuntamente con los finlandeses, los alemanes, los húngaros o los británicos, es decir metiendo juntos a mediterráneos, vikingos y hunos, es superar los límites de la fantasía más atrevida. Y en tercer lugar, la Unión Europea no puede funcionar como proyecto que valga la pena por el motivo que todos percibimos: porque su burocracia ha tenido la osadía de pretender que un bi-
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inservible
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llete de banco, asistido por un sistema sanguíneo-circulatorio compuesto por intereses empresariales multinacionales generalmente dominados por países del Norte europeo, podía ser el corazón de esa identidad de fantasía. El resultado de esa osadía ha sido una especie de monstruo del Profesor Frankestein que ha acelerado la gran desposesión de soberanía que toda Europa siente hoy. Si la democracia en las naciones europeas, en el sentido genuino de “poder del pueblo”, ya era caricatura -en unas naciones más que en otras-, ahora resulta que nuestros imperfectos parlamentos ni siquiera tienen soberanía para decidir sobre presupuestos, o que las sacrosantas constituciones deben reformarse en veinticuatro horas por dictámenes que vienen precocinados desde Bruselas o Berlín y que son decididos por instituciones, como el BCE o la Comisión, que ni siquiera son electas. Casi todas las propuestas que no parten de la propia burocracia de Bruselas para dar un aspecto humano a este monstruo son alemanas: la canciller Merkel desde la Alemania institucional y otros con pretensiones democratizantes e incluso rebeldes proponen lo mismo: más Europa, más integración europea para superar estos defectos. Habermas y otros quieren una Europa federal que resuelva internacionalmente esa devaluación de soberanía y democracia. Quieren convocar una “Asamblea constituyente europea” de hunos, vikingos y mediterráneos. El diputado verde Daniel Cohn-Bendit propone una Europa totalmente integrada compuesta por estados nacionales reducidos a la insignificancia. Es la única manera, dice, de afrontar el pulso mundial con las potencias emergentes. De lo contrario, advierte, “la influencia de nuestra civilización de dos milenios corre el riesgo de esfumarse”. El ex ministro de exteriores, Joshka Fischer, propone dar poderes dictatoriales a la Unión Europea… Los únicos que insisten en “más Europa” como fórmula para salir del hoyo son los alemanes. Hay que recordar que históricamente el discurso europeo de Alemania ha sido siempre entendido como el de una Europa germánica con los alemanes en el papel de dominante “Herrenvolk”. Una quimera hoy manifiestamente imposible. Así que por todas estas razones (imperialismo, falta de autonomía y recursos, desigualdad interna, ausencia de un pueblo europeo y de identidad común, y por ser un androide empresarial) esta Europa es, a la vez, imposible e inservible para los retos del siglo. Una vez constatado esto, y recordando aquello que hace importante y necesario un proyecto europeo común (impedir la pelea secular de sus miembros), no hay más remedio que plantearse la pregunta del qué hacer. II) De lo que se trata es de realizar una refundación ciudadana del proyecto europeo. De puertas afuera, esa refundación debe impedir la pelea europea. El proyecto europeo no debe tener más ambición mundial que una negación: la de no contribuir al imperio. Si el proyecto europeo ha
de ser imperialista, no lo queremos. De puertas adentro el marco de esta refundación no debe ser “más Europa”, sino más soberanía popular-nacional. Hay que dejar bien claro que el de la refundación ciudadana no es el único escenario de la actual crisis. De lo que aquí se habla es de lo que “habría que…”, no de algo que vaya a ocurrir inexorablemente. Presentimos que en Europa se está incubando una revuelta social mucho más importante de lo que hemos visto hasta ahora, pero nos encontramos en plena divisoria y tenemos datos que pesan tanto en la balanza de lo positivo y emancipatorio como de lo negativo y regresivo. Por un lado tenemos el avance, en toda Europa, del chovinismo, la xenofobia y el desprecio por el débil y el emigrante, la ridiculización de la solidaridad y el afán de justicia (resumido en ese miserable concepto neocon que es el buenismo). Una perspectiva de la Europa parda de 1930, podríamos decir. Por el otro lado tenemos el progreso de la protesta social y solidaria: Cuarenta sindicatos en 23 países participaron el 14 de noviembre en una “Jornada de acción y solidaridad” sin precedentes en Europa. Cotejado con el tamaño y la virulencia de la enorme involución socio-laboral que sufre el continente aquello fue poco y desigual, muy poco. Pero eso ya no es Europa 1930, sino una perspectiva 1848. La “primavera de los pueblos” de 1848 tambaleó el orden de la restauración absolutista del Congreso de Viena. Un orden absolutista en quiebra es aquel en el que
neoliberal. Pues bien, ahora se trata de combatirla con una desmundialización ciudadana que devuelva todo eso arrebatado a la política en los últimos treinta años, como dice Bernard Cassen. Evidentemente todo esto plantea la pregunta del cómo. Para eso es necesario crear un Frente Popular. Una gran unión, una gran alianza y un gran encuentro entre el mundo sindical, los subproletarios emigrantes y parados, la generación sin futuro y deshauciada, la gente mayor estafada tras una vida de trabajo, los sectores religiosos e intelectuales para los que la actual involución es intolerable desde el punto de vista de los principios éticos y morales. Es fundamental la creación de nuevas fuerzas políticas y de programas. Hacen falta líderes, personas de todos estos ámbitos que representen y sean portavoces de esta refundación – de momento por ejemplo en Catalunya no tenemos líderes obreros ni sindicales dignos de tal nombre, pero curiosamente ha aparecido una de esas personas en el ámbito más inesperado: una hermana benedictina…. Esta refundación solo puede ser (en Europa y en el mundo) internacional e internacionalista, pero, a menos que queramos disolvernos en un sueño idealista de hermandad universal, su marco solo puede ser nacional. Esa reconquista no puede hacerse en Bruselas, con su burocracia mucho más dominada por el lobbysmo empresarial que la de los estados nacionales, ni en el irrelevante Parlamento Europeo. El ágora,
una pequeña casta que acapara el grueso del poder la riqueza y los privilegios adopta decisiones que son vistas como injustas y erradas por la gran mayoría. No se trata del popular 1% contra el 99%, pero sí de algo muy polarizado como sugiere la creciente concentración desigual de la riqueza en Europa. Eso es lo que tenemos ahora. ¿Qué quiere decir una refundación ciudadana? Quiere decir una reconquista de la esfera económica y financiera que la política ha ido cediendo al capital en las últimas décadas. La UE ha sido diseñada como una autopista de la mundialización
el punto de encuentro y la articulación de ese Frente Popular debe lograrse desde los respectivos marcos nacionales: entre comunidades de gente cercana unida por su marco geográfico y socio-laboral, su lengua su cultura y su común identidad integradora. La experiencia de los foros mundiales, tan interesante pero al mismo tiempo tan etérea e indeterminada, da mucho que pensar. Como ha dicho hace poco Oskar Lafontaine, “La Europa democrática empieza en casa”. Este marco nacional no es sustituto ni alternativa a lo internacional, sino mas bien su condición primera. (2)
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Para acabar, una reflexión sobre la violencia. III) La Europa de hoy no es la del XIX, cuando cualquier avance social pagaba el precio de enormes cantidades de sangre y de violencia. En este continente mucho más rico, mucho más culto y demográficamente mucho más envejecido que el del siglo XIX, quien más quien menos tiene algo que perder. Eso sugiere que la no violencia popular tiene un nuevo sentido y grandes espacios a su favor. Al mismo tiempo, la rebelión civíl y pacifica, el movimiento social transformador, no es ninguna broma postmoderna y on-line. Exige lo de siempre: compromiso, voluntad, organización y sacrificio. Y recoge represión y reacción. Es decir: hay que ser consciente de lo que significa decir no a una oligarquía absolutista. La experiencia histórica más reciente nos avisa del enorme potencial de violencia y provocación que tiene el estáblishment. Los dos principales líderes antibelicistas del 1968 en Estados Unidos, Martin Luther King y Robert Kennedy, fueron asesinados. También lo fue el líder estudiantil más notable del 68 alemán, Rudi Dutschke, muerto de las secuelas de un atentado. Hay que recordar también que la dictadura no es imposible ni una lejana reliquia histórica. Hace menos de cuarenta años la Europa del Sur, desde Portugal a Grecia pasando por España, estaba gobernada por dictaduras. Hace poco más de veinte toda la Europa del Este estaba gobernada por dictaduras comunistoides. Es decir: la mayor parte de Europa eran dictaduras hasta hace muy poco. Y hay que volver a leer todo lo que expone el Profesor suizo Daniele Ganser en su libro de 2005 sobre Gladio, la cada vez más documentada evidencia de la manipulación directa del terrorismo de los años setenta y ochenta por grupos vinculados a la OTAN -los peores atentados en Italia, Bélgica y Alemania lo fueron. Volver a escuchar la opinión de algunos antiguos miembros de grupos alemanes violentos que hoy confiesan que seguramente su labor estuvo policialmente manipulada desde el principio. Analizar lo que sabemos de las protestas antiglobalización de julio de 2001 en Génova. Lo que está ocurriendo ante nuestros ojos con los apoyos policiales y empresariales a la extrema derecha griega, o lo que se ha visto en España con los indignados… (3) Hay que tener claro que cualquier presión hacia esa necesaria desmundialización ciudadana chocará, está chocando ya, con las habituales reacciones, tramas negras, represiones, manipulaciones mediáticas y juegos sucios. Repito: hay que ser consciente de lo que significa decir no a una oligarquía. Diario de Berlín/|07/12 /2012 (*)Conferencia pronunciada el 30 de noviembre en el Centre d´estudis Cristianisme i Justicia de Barcelona. Notas (1) Para la exposición de Samir Amin en castellano consultar Europa vista desde el exterior (en www.mientrastanto.org) (2) El concepto desmundialización lo emplea Bernard Cassen. En L´heure de la démondialisation est venue, Mémoire des Luttes agosto 2011. (3) El libro de Daniele Ganser, La Operación Gladio y el terrorismo en Europa Occidental, 2005. Sobre el brutal aplastamiento de la protesta contra la cumbre de julio de 2001 en Génova ver El atropello de Génova en este Diario de Berlín.
Cosas inglesas Historias extraordinarias de cosas ordinarias es el notable título de la flamante colección permanente del Design Museum, que revela el detrás de la escena del mundo diseñado LUJÁN CAMBARIERE
D
esde Londres. Un impacto que causa esta ciudad es la notable, impecable y limpia señalética que la organiza y que se agradece cotidianamente. Es por eso que la muestra permanente que acaban de inaugurar en el Museo de Diseño, el London Design Museum, arranca por la relación entre diseño e identidad nacional. La muestra permanecerá abierta hasta 2015, cuando el museo ya estará en otra sede y abandonará la bellísima zona de los Docklands, frente al Puente de Londres. En la muestra se destaca la icónica cabina telefónica inglesa, la roja K2 creada por el arquitecto Giles Gilbert Scott bajo inspiración georgiana y todavía número uno en el ranking de las fotos más típicas de los turistas que visitan esta ciudad. También están el buzón de correos, la señalización vial, el reciente logo de los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos y hasta el euro. Son los grandes protagonistas de este primer sector, al que se suman otros cinco dedicados a la moda, el gusto o sabor (Taste), ¿Por qué coleccionamos? (obviamente diseño), Iconos (que son muchos y los más amados) y un área especialísima dedicada a Materiales y procesos. Sobre todo, porque lo que cuentan muy detalladamente los curadores es que el fin de la exposición es revelar el detrás de escena, lo que pocos conocen, de los objetos con los que convivimos a diario. O en muchos casos, con los que nos gustaría convivir, ya que
la muestra reúne verdaderas perlas del diseño del siglo XX. Los proyectistas y algunos de cientos de objetos de uso común agrupados a través de seis historias clave, seis llaves de entrada. Sobre todo para demostrar (bien por el museo) el impacto real y concreto del diseño en nuestra vida cotidiana. La exhibición busca mostrar los sorprendentes orígenes del diseño y los menos conocidos, además de imágenes y documentos, complemento de la investigación. El predominio del plástico en la vida actual es examinado a través de ejemplos de lujo y de uso cotidiano durante los últimos 75 años. Repasan desde pequeños elementos diarios como vajilla hasta ejemplos de los primeros muebles hechos en plástico en los años ’60. Las piezas más recientes de Issey Miyake en pet reciclado. Y hasta la iMac de Apple diseñada por Jonathan Ive (1998-9) y varias sillas como la Stacking Chair de Anna Castelli-Ferrieri de Kartell. Una sección de Modernismo brinda una mirada a un período clave en el diseño británico, a través de piezas icónicas de muebles, textiles y arquitectura. La sección cuenta con trabajos de Marcel Breuer, Laszlo Moholy-Nagy y Erno Goldfinger. Realmente un alto en el camino hasta emotivo para los que aman la disciplina porque alberga a casi todos los favoritos. En el sector ¿Por qué coleccionamos?, que no deja de ser siempre una muy buena pregunta a la espera de aún mejores respuestas, la mesa manillar de Jasper
CORREO del SUR Director General: León García Soler
Morrison, adquirida recientemente para el acervo del museo. Además de la LAR Armchair diseñada por Charles Eames (1948), la Stella Stool de Achille y Pier Giacomo Castiglioni (1957) y el Boby Trolley del absolutamente genial Joe Colombo (1964). Capítulo aparte merece comentar que un sillón de los Hermanos Campana se cuela entre estas piezas, no porque no lo merezca, sino por ser los únicos latinoamericanos entre tanto pope, lo que demuestra el fanatismo y buen posicionamiento que está teniendo Brasil en el mundo. Dentro de los icónicos, si bien todos los anteriores caben, la Anglepoise Lamp, diseñada por el ingeniero especializado en autos George Carwardine, copiada e imitada hasta el infinito y más allá. El segmento dedicado sobre todo a lo relacionado con la gastronomía suma piezas que no necesariamente son de diseñadores ingleses, como algunas de la Bauhaus o de Philippe Starck. Finalmente, la sección de Moda cuenta una variedad de historias de la industria de la moda desde 1960 hasta finales del siglo pasado. “El diseño cuenta en todos los niveles. Es lo que hace nuestra vida de todos los días un poco mejor y tiene que ver con los grandes cambios económicos que vive nuestro mundo actual. Tiene que ver con los diseñadores y los fabricantes, pero también con los usuarios. Una forma única de darle sentido al mundo que nos rodea”, remata Deyan Sudjic, director del museo sobre la muestra.
Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo
Diseño gráfico: Hernán Osorio