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El móvil, por Germán Rico Navarro
3.º ESO
Esta historia comienza en un lugar de Murcia de cuyo nombre no quiero acordarme, a mí me encantaba estar todo el día con el móvil, tenía un collar muy especial con forma de diente de tiburón que me regaló mi abuelo, hablaba con un montón de gente por algunas aplicaciones como Discord o Instagram cuando tenía mucha confianza con esa persona.
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Un día llegó una solicitud de amistad de un extraño, yo sentía curiosidad por saber quién me escribía. Al ver a qué juegos jugaba vi que jugábamos a lo mismo entonces le escribí y le dije: ¿Oye, de qué me conoces? Él respondió diciendo: De un servidor en común que tenemos de un juego, me preguntaba si querías jugar. Le respondí: Vale, ¿hace cuánto que juegas? Me respondió: Catorceaños. En ese momento me paralicéporque ahora me estaba preguntando cuántos años tenía esa persona. Le dije: ¿Cuántos años tienes? Me dijo: Perdona, me he equivocado, tengo 14 años, es que creía que me decías la edad antes, llevo jugando tres años a este juego. Me tranquilicé cuando dijo eso. Pasaron tres meses y él y yo nunca hablamos por chat de voz, entonces un día le pregunté: Oye, ¿dónde vives? Él me dijo: En Murcia, ¿por qué?
Le dije: Si quieres, pues, podemos quedar algún día. Él me dijo: Claro, por cierto, tienes un pelo bonito. En ese momento me quedé en shock. ¿Cómo sabía él eso? Le pregunté y me respondió: En Instagram salía una foto tuya, ya que tienes el mismo usuario en todas las redes sociales. Para cambiar de tema le dije
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que si quería quedar al final, y me dijo que sí, concretamos un sitio y la fecha.
Cuando llegó el día, llegué primero, esperé un cuarto de hora más hasta que llegó, vi a una persona de treinta años viniendo hacía mí, creí que iba a pedirme la hora, pero en vez de eso me dijo: ¿Te llamas Germán? Yo me quedé congelado sin poder pronunciar ninguna palabra y, de repente, puso un pañuelo blanco en mi boca, intenté quitarlo de todas maneras, pero fue inútil, él tenía mucha más fuerza y empecé a dormirme.
Me desperté en una furgoneta atado de pies y manos, en la boca tenía cinta para no poder gritar, no me acordaba de nada, hasta que abrieron la puerta. Era él. Me dijo: Eres muy inocente para tener la cuenta de Instagram abierta y hablar con extraños, es verdad, que tienes la boca tapada. Teníamos que llegar a un lugar seguro para no llamar la atención, entonces procedió a quitarme la cinta, nada más quitarla le dije: ¿Por qué haces esto? Él me dijo: ¿Tú no sabes a cuánto se venden los órganos, verdad? Me quedé en shock sin saber qué hacer ni qué decir. Él continuó: Un niño tan ingenuo como tú era la oportunidad que esperaba para conseguir dinero fácil y fresco.
En ese momento se me ocurrió una idea para intentar escapar, le pregunté: ¿Y cuándo lo vas a hacer? Sabiendo mi destino no quiero seguir respirando. Me habló: Pues en pocos minutos, voy a ir a prepararlo todo, no te muevas. Soltó una risa malvada. Cerró la puerta de la furgoneta y me quedé a oscuras, al intentar levantarme, no pude, una cuerda me lo impedía, pero no estaba bien sujeta, al final pude levantarme y vi que había un maniquí, una manta y una linterna, ahí tenía una oportunidad para escapar. Con la linterna empecé a ver qué había en cada sitio, y con esa luz ya pude desatarme, mis padres me habían enseñado algo más que discutir. Al intentar salir no pude, ya que la había cerrado por fuera el desgraciado, entonces tuve que esperar, él volvió y
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dijo: Conque estás durmiendo, pues te voy a despertar. Quitó la manta pero yo ahí no estaba, estaba detrás de una plancha, salí y le clavé el collar en la espalda una vez y otra y otra y otra, hasta que estuvo en el suelo ese mal nacido, salí y me cegó la luz del sol, no sabía dónde estaba, era una casa abandonada. Vi que estaba mi móvil y llamé a la policía.
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