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El día que cambió mi vida, por Natalia Palazón Mateo

El día que cambió mi vida por completo, por Natalia Palazón Mateo

1.º Bachillerato

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Todo lo que pasó aquella noche parecía irreal, pero yo lo vi con mis propios ojos.

La tarde del 13 de diciembre del 2021, yo salí a pasear con mi perra Luna y tres amigos, Lucía, Sofía y Miguel, ellos iban conmigo a la escuela y los conocía desde que era pequeña, Miguel y Lucía fueron conmigo a guardería y a Sofía la conocimos el curso pasado, que entró nueva a nuestra clase.

Esa tarde nosotros fuimos a nuestro parque habitual, hicimos lo de siempre, nos sentamos en el sucio banco que estaba al lado de la fuente, compramos pipas y nos quedamos un par de horas charlando y hablando de los deberes. Miguel fue el primero que se fue, ya que tenía que ayudar a su madre a hacer la compra, se despidió y se marchó.

Cuando eran las nueve y media, decidimos irnos nosotras también, el cielo ya estaba oscuro y estaba empezando a chispear. Sofía y Lucía vivían por el mismo barrio, así que ellas se fueron juntas por el mismo camino. Yo vivía a un par de manzanas y tuve que irme sola, normalmente me acompañaba a casa Miguel, ya que vivíamos muy cerca, pero, como esa noche él no estaba, tuve que hacer el camino sola (lo que para mí eso no suponía ningún problema, ya que más de una vez me había vuelto a casa sola).

Cuando me quedaban tres calles para llegar, escuché una leve risa por mi izquierda, miré y solo había un cubo de basura, más tardé sentí que alguien me tocaba el hombro, cuando miré no

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había nadie, pensé que sería el viento, ya que estábamos en diciembre y hacía bastante frío y viento. Cuando estaba a punto de llegar a casa escuché en mi oído cómo alguien me decía: “Natalia, Natalia, soy yo”. Me asusté y ni siquiera miré, cerré los ojos y empecé a correr, la voz no paraba de repetirme la misma frase todo el rato y cada vez más fuerte, hasta que tuve el valor suficiente y me giré. Cuando me di la vuelta vi la sombra de una mujer, una sombra oscura, alta y tenebrosa, no tenía rostro y casi no podía diferenciar las partes de su cuerpo. Cuando la vi, lo primero que hice fue correr y correr hacia casa, cuando llegué cerré rápido la puerta y dejé el abrigo en el perchero.

Después fui a buscar a mi madre, que estaba en la cocina preparando la cena. Cuando me vio me preguntó: “Natalia, ¿te pasa algo? Te veo asustada”. Yo se lo conté todo, pero, para mi sorpresa, ella no me creyó, pensaba que estaba bromeando y no le dio importancia.

Esa noche cuando me acosté no pude dormir, tenía muchas pesadillas y la voz de aquella mujer la escuchaba en todos lados.

Al día siguiente, cuando me desperté, me levanté de la cama casi sin fuerzas, muy cansada y con muchas ojeras, no había descansado nada, seguía con miedo por lo que me había pasado y sentía una gran preocupación a todas horas. También me sentía enfadada porque mi madre no me creyó, y no era lo suficiente valiente como para contárselo a mi padre o a mis amigos.

Ese día no salí de mi casa por miedo a lo que me pudiera encontrar fuera. Mi madre me preguntó por qué no salía, y yo solo le decía que era porque el día estaba nublado y me apetecía quedarme en casa viendo una película, aunque eso era mentira, tenía muchas ganas de quedar con mis amigos y tenía aún más ganas de despejarme y darme una vuelta por el pueblo.

Lucía me llamó y me preguntó si me apetecía quedar. En ese momento me llegué a plantear salir un rato, pero cuando me dijo

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que no iba Miguel, mi idea cambió, cambió por completo, ya que eso significaba volverme a casa sola.

Así que finalmente decidí quedarme en casa viendo una película y bebiendo chocolate caliente, recuerdo que eso me tranquilizó bastante y esa noche pude dormir algo mejor, pero aún seguía teniendo alguna pesadilla y la voz seguía sin salir de mi cabeza.

A día de hoy, esa fue la última que volví a casa sola, actualmente tengo diecinueve años y aún cualquier amigo o familiar me tiene que acompañar a casa, ese día me cambió la vida por completo.

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