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Navegantes fantasmas, por Mariela Galián López

1.º Bachillerato

Era un día muy lluvioso, hacía frío y mientras los patios se inundaban, apareció un barco en el mío, me asusté. Del barco venía un ruido muy fuerte, como gritos. Salí al patio, el agua cubría mis rodillas, y me acerqué al barco, barco en un tono morado translúcido ―era fantasma―, entonces, me paralicé.

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No me habría imaginado nunca nada parecido en mi patio, menos en un día lluvioso, menos estando despierto y completamente estable. Del barco bajaron dos personas, no tenían piernas, pues eran fantasmas, después aclaré mi vista y mi voz, asimilando un poco más lo que estaba pasando, pues, obviamente, no podía creer nada de lo que estaba viendo.

Uno de ellos, del mismo tono morado translúcido, llevaba un típico parche pirata, y su sonrisa ―si puedo describirlo de alguna manera― era completamente desdentada. Tenía algo parecido a una espada clavada en el pecho, supuse que esa había sido la razón de su muerte.

El otro destacaba, no era de ese morado, era más un verde azulado, también translúcido, sentía que en cualquier momento podría acercar la mano para tocarles, y que esta los atravesara, pero, claramente, estaba tan nervioso y asustado que ni siquiera traté de acercarme más. Tenía un sombrero más grande que el del resto que podía distinguir en la lejanía, también era de un color distinto al resto, así que supuse que era el capitán. Este carecía de ojos, su “mirada” se basaba en dos cuencas vacías y profundas, que no mostraban emoción alguna. Y su cuello lle-

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vaba una raja, si este se movía, es como si su cabeza se desprendiera del cuello y rebotase, así que asumí que a este otro le cortaron la cabeza.

Ambos se quedaron mirándome, como si nunca hubiesen visto algo parecido, lo mismo para mí, pero a diferencia de mí, ellos sonrieron. Aquellas fueron las sonrisas más aterradoras que había visto en mi vida. Entonces, el fantasma morado sacó aquella espada que tenía atravesada, pude observar que era una espada oxidada, y de aspecto realmente antiguo. Retrocedí, mientras este avanzaba en mi dirección, como si quisiese algo de mí; entonces, choqué con la pared de mi patio, y el fantasma me acorralaba, mientras el supuesto capitán miraba sonriente, desde la distancia. ―¿Quién eres? ¿Y por qué has tenido la valentía de acercarte a nuestro barco? ¿Acaso quieres morir? ―me dijo. Yo no pude contener el carraspear y, con aires de superioridad pero con la voz temblorosa debido al miedo que sentía en esos momentos, responder la cosa más absurda, en el momento menos adecuado: ―Largo ―dije, e hice una pausa― . Estáis en mi casa, ¿quién os ha dado permiso para estar aquí?―

Sus miradas cambiaron a unas de asco, al menos la boca del capitán, y la cara de desaprobación y la mala mirada del otro, me hicieron creer eso. ―¿Acaso quieres morir? ―me dijo el capitán desde la distancia, casi gritando.

Tragué saliva, claramente no quería morir, así que tuve una idea bastante impulsiva y absurda: correr.

Abrí la puerta del patio y comencé a correr, salí de casa lo más rápido que pude, y ellos me seguían en el barco, pegados por escasos metros a mí, parecía que no podían “acelerar” más. Seguí corriendo, pasó como media hora, y mis piernas no podían parar de moverse, hasta que vi una luz, el resto fue todo negro…

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Me desperté en mi cama, temblando y sudando, seguía siendo un día nubloso, estaba solo en casa. Podrían ser perfectamente las cuatro o cinco de la tarde, así que había sido una pequeña siesta después de comer. Supuse que todo había sido una pesadilla, pero, por alguna extraña razón, cada vez que mi mente se quedaba en blanco, escuchaba una risa pirata, y cada vez que cerraba los ojos, esas dos figuras aparecían en mi memoria, con las espadas llenas de sangre, y unas miradas profundas y aterradoras, mientras en mi cuerpo se formaba una sensación de calidez, y podía sentir por momentos cómo algo arañaba mi espalda. Pero, al abrir los ojos, no había ni una mosca a mi lado. Desde entonces, siento que esos fantasmas me persiguen, he llegado a verlos en espejos, y me siento en peligro, siento que vienen a por mí, y no tendré manera de defenderme, no habrá escapatoria, he tenido suerte de momento…

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