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La traición, por Karen Rodríguez Legaz
3.º ESO
Era viernes y había quedado con mis amigas a las 20:00 para irnos de cumpleaños, y he de decir que estaba sola en mi casa ya que mis padres se habían ido esa misma mañana a Mojácar para celebrar durante todo el fin de semana su décimo aniversario. Eran alrededor de las 18:00 y empecé a arreglarme para que me diese tiempo a estar lista a la hora. Lo primero que hice fue ducharme, pero yo tengo una manía, que es que siempre que me ducho tengo que poner música, y cuando estoy sola me da un poco de miedo, pero me confío y lo dejo pasar, ya que nunca ha pasado nada extraño, con lo cual esta vez la puse y me duché, al cabo de unos veinte minutos empecé a escuchar unos ruidos raros desde el baño, pero no le di importancia, ya que podrían ser mis perras, y me seguí duchando y disfrutando del baño tranquilamente.
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Al acabar de ducharme empecé a vestirme, cuando en un instante vi a alguien pasar detrás de mí, lo que me hizo dudar, y decidí salir del baño para ver si había alguien. Al poco de estar buscando me asusté porque vi una sombra, pero me di cuenta de que era una de mis perras y me despreocupé, seguí a lo mío sin darle ninguna importancia al asunto. Cuando ya estaba lista me senté en el sofá a esperar a mis amigas Nancy y Amanda. Al poco de sentarme escuché el timbre y fui ver quién era, ya que me parecía raro que fuese alguna de ellas porque todavía faltaba unos treinta minutos para la hora a la que habíamos quedado, pero igualmente fui a ver. Abrí la puerta y vi que no había nadie, pero al darme la vuelta vi otra vez la misma sombra correr detrás
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de mí, en ese instante me entró un escalofrío por dentro que me decía que algo bueno no iba a pasar esa noche. Volví de nuevo al sofá y empecé a llamar a mis perras, pero no venían, no lo veía raro porque ellas no son nada obedientes, pero ya me estaba asustando demasiado, y decidí ponerme a pensar en todo lo extraño que me estaba pasando en el día. De repente sonó el timbre otra vez, fui a abrir muy cuidadosamente porque estaba muerta de miedo, pero esta vez era Nancy, una de mis amigas, le dije entrara en casa mientras que esperábamos a Amanda.
Le conté todo lo que me había pasado, pero ella lo único que me dijo fue que eso eran paranoias mías y que dejase de imaginarme cosas, quizá podía ser verdad, pero yo tenía un presentimiento de que algo no iba bien. Decidimos ponernos a ver la televisión cuando de repente se fue la luz y un miedo terrible me entró por todo el cuerpo, pero me infundí de valor y fui a comprobar los fusibles y a darle al interruptor, sinceramente no sabía cómo ni porqué se había ido la luz si tan solo estábamos viendo la televisión. Mi amiga me dijo de acompañarme a comprobar los fusibles, pero yo le dije que no, que no hacía falta, que ella estuviese quieta en el sofá, que enseguida volvería la luz, y ella asintió.
Enseguida encontré el botón y cuando volví al sofá Nancy ya no estaba, supuse que había ido a por algo de bebida o comida. Me senté en el sofá a esperarla mientras veía la televisión tranquilamente, cuando de repente una voz detrás de mí me dijo: “Siempre verás lo que tienes delante pero nunca detrás”. En ese momento se me paró el corazón y salí de mi casa corriendo, rápidamente llamé a Nancy y le conté lo que me había pasado y me dijo que a ella le había pasado exactamente lo mismo mientras me esperaba en el sofá cuando me fui a encender la luz.
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Me dijo que había salido corriendo de mi casa y que me esperaba en su casa, donde también estaba Amanda. Empecé a correr con todas mis fuerzas hasta llegar a casa de mi amiga, en el momento que llegué estaban Nancy y Amanda, me puse a llorar como una magdalena y a contárselo todo.
Nancy me preguntó si quería subir a lavarme la cara después de haber estado llorando y acepté. Una vez más relajada, caí en la cuenta de que ni había mirado la cara de quien tenía detrás en el sofá, pero tenía una voz que me resultaba familiar. Cuando terminé de lavarme la cara salí del baño sin darle más vueltas al asunto, pero iba a contárselo a mis amigas.
En el momento que salí del baño y me puse a bajar las escaleras para llegar al salón, alguien me empujó con todas sus fuerzas y me dijo: “Quien menos te lo esperas es quien más te puede traicionar”. Me giré rápidamente pero ya se había ido y lo único que pude ver es que esa persona iba vestida exactamente igual que yo.
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