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El tiovivo, por Nazaret Blaya Martínez
1.º Bachillerato
Una tarde de octubre, como cualquier otra, me dispuse a ir al centro comercial la Nueva Condomina con mis tres amigas: Lorena, Paula y Marta. Era viernes, por lo cual teníamos hasta las once de la noche, que era el máximo de tiempo que nos habían dejado nuestros padres.
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Al llegar, nos percatamos de que había un ambiente raro, no sabíamos el porqué, nos parecía extraño que un viernes en vísperas del día de los Santos, el centro comercial estuviera tan vacío; de todas formas, dejamos a un lado esa mala intuición y nos decidimos a entrar. La tarde transcurrió tranquila fuimos a ver ropa, maquillaje, libros, etc.
Alrededor de las ocho de la tarde nos encontrábamos Lorena y yo en el centro de la zona comercial, donde había un tiovivo y unas tiendas de comida, estábamos esperando a que llegaran Paula y Marta, que se habían quedado pagando en Zara.
Cuando ellas llegaron fuimos a merendar a Dunkin Donuts, empezamos a hablar y sin darnos cuenta se hicieron las diez de la noche y las tiendas empezaron a cerrar.
Mi amiga llamó a su padre para que viniera a por nosotras, y mientras tanto fuimos a los aseos para hacer tiempo hasta que llegara.
De repente, cuando estábamos en el servicio, se apagaron todas las luces del centro comercial. Mis amigas y yo comenzamos a asustarnos, encendimos las linternas de los móviles y salimos rápido de los aseos, pensando que solo se había ido ahí la luz.
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Al salir, descubrimos que no, entonces perdimos la poca calma que teníamos, nos parecía muy extraño que de repente se apagaran todas las luces y no encontráramos rastro de ninguna persona.
Marta comenzó a decir que estaba escuchando una música que procedía de las escaleras para subir a la planta de arriba. Mientras nos íbamos acercando a la zona en la que estábamos antes, vimos una luz y caímos en que la música venía de ahí.
Apagamos rápido las linternas, y cuando estábamos llegando, comprendimos que todo eso venía del tiovivo, donde había un hombre muy siniestro sentado. Nos quedamos todas paralizadas del miedo y empezamos a ir poco a poco hacia atrás, pero a Lorena le empezó a sonar el móvil.
Aquel hombre extraño se quedó mirándonos fijamente, entonces empezamos a correr hacia la salida del centro comercial, pero estaba cerrada. El único espacio que estaba sin cerrar era el cine, y sin pensarlo fuimos directas hacia allí. Entramos a escondernos en la sala número tres, antes de que aquel hombre extraño con un sombrero de copa, gabardina y un pantalón negro, nos encontrara.
Estábamos las cuatro colapsadas, no sabíamos qué hacer ni cómo escapar de allí, hasta que a Paula le vino a la cabeza que en el cine siempre había una salida de emergencia en cada sala, entonces a oscuras y sin encender la luz comenzamos a buscarla.
Diez minutos después la encontré y salimos todas corriendo por ella, pero cuando ya estábamos recuperando la calma al ver que ya nos habíamos librado de aquel hombre, nos lo encontramos al final del pasillo de la salida de emergencias, y de repente se volvió todo negro.
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No sé cuánto tiempo pasó, pero de repente caí en que estaba durmiendo en mi cama y que me había desvelado mi alarma del instituto.
Desconcertada y sin saber por qué sonaba, cogí rápidamente el móvil de la mesilla, lo desbloqueé y al fijarme en la hora, me di cuenta de que era viernes, y eran las siete y cuarto de la mañana.
Cuando bajé a desayunar vi a mis padres viendo las noticias de la mañana y, al fijarme, vi que estaban buscando a un hombre que entró a robar en un centro comercial, y era igual que el sujeto del tiovivo, y continúa en busca y captura.
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