Estamos en el mes de la Hispanidad. Lo que debería ser motivo de orgullo, celebración y hermanamiento, lo es de polémica separación y discusión política. Todo ello por desconocimiento, tergiversación y manipulación de la Historia de España. ¿Porqué?: porque la Leyenda Negra antiespañola ha contaminado nuestra sociedad, su cultura y sobre todo la Educación, manejada por teóricos políticos y profesores, que no son sino agentes activos de una ideología autodefinida progresista, pero que no tiene otra condición que la mera manipulación ideológica, destinada a hacer desaparecer a quien les mantiene. Dice el historiador Manuel Álvarez que la Leyenda Negra es "la cuidadosa distorsión de la historia de un pueblo, realizada por sus enemigos para mejor combatirle. Y una distorsión lo mas mostruosa posible, a fin de de lograr el objetivo marcado: la descalificación moral de ese pueblo, cuya supremacía hay que combatir por todos los medios".
Es decir, fue un invento principalmente propalado por ingleses, holandeses y franceses para conseguir humillar a España, lo que no conseguían en los campos de batalla. Napoleón dijo de los españoles que era una "chusma de aldeanos", pero su hermano que estuvo impuesto como rey en España, y nos conocía mejor le advirtió: "vuestra gloria se hundirá en España". Y así fue, no sin antes dejarla arruinada, destruida, esquilmada y deshecha. Aquel desgraciado momento fue aprovechado por Inglaterra y otros, para destruir un Imperio generador de civilidad por otro generador de robo, destrucción, muerte y colonialismo depravador, con el único motivo de apoderarese de su comercio y riquezas. Fue el comienzo de nuestra destrucción y la de nuestra America, que dividida en veinti tantos nuevos paises, cayó en manos de la deuda de la Citty londinense donde aún sigue.
Pero lo peor es que los españoles nos convertimos de la noche a la mañana en dos realidades separadas, una de ellas a su vez en la peor enemiga de nuestro pasado. Ambas partes prácticamente irreconciliables dieron como fruto un siglo XIX lleno de golpes de estado, guerras y revoluciones, que concluyeron en el siglo XX en una sanguinaria guerra civil entre hermanos.
Testamento de Isabel de Castilla e encargo e mando a la dicha prinçesa, mi hija, e al dicho prínçipe, su marido, que así lo hagan e cunplan, e que este sea su prinçipal fin, e que en ello pongan mucho diligençia, e no consientan nin den lugar que los yndios, vezinos e moradores de las dichas Yndias e Tierra Firme, ganadas e por ganar, reçiban agravio alguno en sus personas ni bienes, más manden que sean bien e justamente tratados, e si algund agravio han reçebido lo remedien e provean por manera que no se exçeda en cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha conçessión nos es iniungido e mandado.[…]
. Y así seguimos, tirándonos los trastos a la cabeza los unos a los otros, pues hemos perdido el norte desde aquel siglo donde el liberalismo fue confundido con el anticlericalismo y el conservadurismo acusado siempre de fruto del confesionario. El resultado es el odio de una parte a nuestra historia gloriosa y el desencuentro con nosotros mismos. Hemos olvidado o despreciado la verdadera génesis que forjó España en sus más íntimas palpitaciones, su vocación civilizadora, universalista y humanizadora, la exaltación del la libertad moral del hombre para elegir libremente entre el bien y el mal, y la igualdad moral del género humano para llevarla al camino del verdadero hombre, nunca alejado de su verdad ontológica. En resumen la plasmación del Humanismo Cristiano tan denostado hoy por el falso utilitarismo moderno alejado de cualquier valor que no tenga que ver con el yo, mi, me, conmigo. La obra de España ha sido inconmensurable en su ideal Hispano y nuestra fiesta nos identifica como niguna en su universalidad.