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Las otras derivas del archivo Janina Suárez-Pinzón

Las otras derivas del archivo

Presentación

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Janina Suárez-Pinzón

Al principio nuestra mirada se detenía en los diferentes anuncios publicitarios dentro del entramado del periódico; nuestros ojos habituados a captar formas no textuales fijaban su atención en ilustraciones o imágenes de avisos de bebidas alcohólicas, tabaco o medicina. Captábamos lo que era repetitivo en los tomos; tomos que en cada visita (cada martes, por lapsos de tres horas) eran despojados de un empaque plástico que los cubría para su posterior traslado a la Biblioteca de las Artes, su sede actual.

Hasta ir encontrando otro tipo de aproximación a los códigos impuestos en el ordenamiento de todo el material, quizás un acercamiento más desenfadado, no tan cándido, una deriva subjetiva que dejara atrás la sorpresa de lo explícito en las noticias, para auscultar lo velado o lo que se va deteriorando, aquellas texturas que ceden al tiempo, cuya fragilidad les hace vulnerables ante organismos microscópicos.

Al asumir el archivo de El Telégrafo como punto unificador de producción de imágenes y reflexiones, lo perfilamos como una sustancia maleable para ensayar un trabajo que involucraría la

estética fanzinera como primera experimentación, en concordancia con un camino que va desde lo analógico hacia lo digital. En agosto 2018, invitamos a veinte personas de la comunidad UArtes1 para un taller-laboratorio con el artista ambateño José Luis Jácome Guerrero, del Colectivo Central Dogma. En esa oportunidad acordamos disponer fotocopias provenientes de los tomos de 1930 del periódico, dichos textos e ilustraciones fueron entremezcladas entre los recortes de revistas y demás elementos usados por les talleristas.

Sin reglas ni padrones preestablecidos, se facilitó la expresión y el diálogo colaborativo en la construcción de realidades propias, que al cierre de la jornada dieron corporeidad a nuestra versión de fanzinoteka. En el proceso creativo nada fue censurado, las composiciones poéticas y otros collages de ideas tomaron realce en la autoproducción; en algunos fanzines lo provocativo marcaba el estilo, mientras que otra parte de estos destacaba panoramas surrealistas, siempre la imagen como protagonista. Es decir, los fanzines nos abrieron las posibilidades en cuanto a lenguaje visual y comunicacional se refiere, al cristalizar otras formas de relacionarnos con las imágenes, su descontextualización o el juego entre texto y fotografías.

1 Universidad de las Artes. Guayaquil, Ecuador (nota del editor).

José Luis Jácome Guerrero percibió el potencial del archivo de El Telégrafo y le apostó a la Convocatoria Pública para Proyectos Artísticos y culturales 2018-2019 del Instituto de Fomento de las Artes Innovación y Creatividades (IFAIC) con la intención de recuperar la memoria social para poner en valor los tesoros del archivo. «Me intrigaba el sinnúmero de historias inéditas que se guardaban allí y es que parte de la historia del Ecuador descansa en sobres y cartones que no están clasificados, pero sí etiquetados por nombres ilustres, eventos, actos culturales, deportes, etc.», detalla Jácome.

El proyecto de Jácome se denomina Archivomancia, y comprende una investigación donde identifica, recopila y digitaliza archivos gráficos, libros y otros recursos audiovisuales para seleccionar los elementos que utilizaría en su curaduría editorial. Además, involucra en su exploración a los artistas especialistas en archivos Juan Pablo Ordóñez (Ñukanchik People, Archivo A.M.A.M.E) y Pedro Soler para la escritura de textos críticos o ficcionados tomando al archivo como un oráculo.

La Archivomancia propone una sistematización de para interpretar los archivos basada en el trabajo de Abraham Abulafia, cabalista extático nacido en Zaragoza en 1240, quien determina siete niveles de interpretación. Pedro Soler nos lo explica:

Estos procesos —sentido literal, comentario, intertextualidad— son métodos exotéricos (también con sus versiones espectrales) en cuanto a que no intervienen de ninguna manera en el texto/archivo original. Su cuarto nivel es la alegoría seguida por los tres niveles que utiliza el texto como punto de partida para un viaje al exilio del significado: el quinto “Sefer Yetsira” —la interpretación de los errores, los detalles gráficos y las ausencias— el sexto “Gematría, Notarikon o Temuráh” —tales como la transformación de letras en números, cut-ups y otras mecánicas de la revelación— y el séptimo los “Nombres Divinos” —aptos solo para profetas, cuando todo se entiende como una danza de energías y todo tiene sentido—. Es a partir de aquí que se empiezan a emplear técnicas que van más allá de una lectura únicamente intelectual, donde comienza el arte, la reinterpretación y la recombinación o, dicho de otro modo, el discernimiento del sentido oculto del archivo.

En el taller-laboratorio de fanzines que encabezó Jácome aparecen las técnicas de Abulafia como el cut-up, puesto que en la yuxtaposición de imágenes se permite una nueva lectura y comprensión, se da lugar a una reestructura de los significados sorteando el control entre talleristas, quienes a su vez no buscaban una interpretación literal de las noticias ni tenían preocupación alguna del contexto del documento, quizás algunas personas comentaban entre sí, con sorpresa, sobre el por qué ciertas noticias tenían vigencia en los tiempos actuales. Es por lo dicho que el taller-laboratorio despertó una intertextualidad acerca de lo que se preserva, las versiones que se tiene de lo que fue en una pretendida recreación y narración original para cada fanzine.

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