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Archivomancia, el juego y la baraja
A los hermanos cofrades de la Orden Morse, quienes desde lo profundo de la bóveda del archivo respiran el aire a albaquía.
En la Biblioteca de las Artes de Guayaquil se encuentra Archivomancia, un dispositivo que te permitirá navegar en el archivo gráfico de El Telégrafo y obtener imágenes que cambiarán tu porvenir.
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Para llegar a Archivomancia debes hablar con el guardián del archivo: Reynaldo.
El suelo del edificio es duro y frío.
Quien protege la memoria de El Telégrafo te dará una baraja con la que ingresarás al archivo.
No volverás igual. ¿Quieres jugar? Declara tu intención.
Cuando tengas las cartas en tus manos será momento de entrar al archivo.
Baraja las cartas (mantenlas ocultas).
Elige tres cartas cualesquiera.
Ubícalas ocultas sobre el tablero en los espacios marcados en las páginas interiores (solicita un tablero de papel, úsalo para conservar el resultado de tu búsqueda).
Elige una de las tres cartas y descúbrela.
Fíjate en el símbolo impreso sobre la imagen.
Estas asociaciones se refieren a la organización del archivo de El Telégrafo y se representan en un cuadro unas páginas más adelante.
Observa la imagen de la carta.
Ahora olvídala.
Es tiempo de usar los dados para llegar a tu primera búsqueda (una imagen).
Anota en el borde del papel del tablero los números de cada lanzamiento.
Lanza un dado y anota su cifra (este número te llevará a un primer contenedor).
Ahora, lanza dos dados y anota las cifras, puedes sumarlos según cada cara o usarlos para componer una cifra, por ejemplo:
6 + 5 = 11 o 6 + 5 = 65
Esta lanzada te llevará a un segundo contenedor o sobre.
Repite la acción de lanzar dos dados y anota.
Finalmente tendrás tres cifras anotadas.
Con estas coordenadas acude donde el guardián del archivo y obtendrás una imagen: esta será tu primera Archivomancia.
Elige las otras cartas y explora con los dados para obtener una lectura completa:
1. Social
2. Desconocido
3. Economía
4. Deporte
5. Política
6. Cultura
La directriz será convertir lo prescindible, lo no publicado, algo superficial y decididamente desechable, en algo sagrado-místico.
A la vez, manipular el archivo para desconfiarlo y darle una sensación de lo inverosímil, ficciones grafosonoras o falsificaciones intencionales, creando recuerdos a medias de cosas que nunca fueron, aproximándose a la naturaleza imprecisa de la memoria misma.
El archivo opera como alegoría de la ausencia, o la ausencia como alegoría del archivo.
Máquina de ficciones sociales, fundamento de sistemas de control terrestres y cósmicos.