Bilbao
La villa de las
sorpresas
Un gigantesco pájaro de enormes alas custodia desde lo alto de un edificio la ría junto al Paseo del Arenal. Es el Ave Fénix, el ser mitológico inmortal que resurge una y otra vez, como un Bilbao que no cesa de reinventarse. texto de José María de Pablo. fotos de gonzalo azumendi
esquinas de la Vieja Alhóndiga A dos pasos de la nueva sede de Osakidetza, la fuente frente al edificio EVE es concocida cariñosamente como los ´mejillones´.
S
uponiendo que el Casco Viejo alojara el corazón del Bilbao metropolitano, la gran arteria por la que este organismo distribuye la sangre sería el Nervión o Ibaizabal, el río navegable que, a quince kilómetros de la costa, se deja conquistar por el mar y sus aguas saladas. Junto a esta ría, don Diego López de Haro, señor de Vizcaya, fundó la ciudad en 1300 sobre dos aldeas preexistentes a ambas orillas: los de la derecha, lo que hoy conocemos como las Siete Calles, eran comerciantes, y los de la aldea de la izquierda, Bilbao la Vieja, mineros. Los primeros bilbaínos aprovecharon la navegabilidad de la ría y su protección natural, tierra adentro y encajado entre montañas,
para arrebatar a Bermeo la condición de puerto de salida al extranjero de la lana castellana. Y así empezó el ‘efecto Bilbao’. A las Siete Calles de la primera puebla se fueron uniendo otras hasta ocupar el escaso espacio llano que queda entre el agua y la montaña. Completamente peatonalizado, el Casco Viejo de Bilbao está lleno de comercio, del de toda la vida, y bares de pintxos. Pasear por él buscando rincones pintorescos y monumentales es una auténtica gozada. Los primeros se pueden encontrar en las soleadas plazas y en los estrechos cantones, callejuelas que atraviesan manzanas enteras para unir las principales calles y donde se ‘exponen’ las coladas del vecindario. Muy pintoresca es
completamente peatonal, el casco viejo está lleno de comercios y bares de pintxos piedra y cristal
también la neoclásica Fuente del Perro, que da nombre a la calle y que no presenta el aspecto de tal animal, sino el de un león ataviado a la egipcia. Según cuentan, una cuadrilla de jóvenes aturdidos por el txakolí tuvo la ocurrencia de rebautizar la fuente y, ya de paso, la calle. Esta anécdota sólo puede calificarse como de ‘bilbainada’, fanfarronada consciente y deliberada que a la gente de aquí le encanta reconocer como parte de su carácter abierto y jovial. Por el lado monumental, la catedral de Santiago, en luminoso gótico del siglo XIV, es una de las paradas obligatorias; también la iglesia de los Santos Juanes, del siglo XVII, primera sede de los jesuitas en Bilbao, cuyo importante claustro se ha incorporado al Museo Vasco; y los palacios nobiliarios, como el de la Bolsa o el de los Arana. Justo al lado de esta antigua mansión se encuentra el Mercado de la Ribera, un histórico edificio, actualmente en reconstrucción, herido por el paso del tiempo y las inundaciones de 1983. Pegado a él, la iglesia de San Antón, del siglo XVI, es la más popular de la ciudad y protagonista junto al vecino puente y dos lobos del escudo de Bilbao. Esta iglesia fue
PÁG. IZDA.: heráldica esquinera del Casco Viejo. ARRIBA: edificio del tigre de Deusto y la Plaza Nueva, corazón del Casco Viejo. ABAJO: reciente ampliación de la Biblioteca Foral.
interior y exterior
Patio central del Museo Guggenheim, el espacio que recibe a los miles de visitantes. El museo con las últimas luces del día, desde la ribera de Deusto.
testigo del trasiego de mercancías en el que fue el primer solar del puerto y también de las fatídicas inundaciones que sufrió la ciudad en agosto del 83. Sus enormes muros no pudieron evitar que la crecida arrasara las calles cercanas. Comerciantes natos, los bilbaínos no han parado nunca de vender y comprar. Como es lógi-
co, la villa creció hacia el Arenal ‘engullendo’ las parroquias (pueblos) de Abando y Deusto. A juzgar por los magníficos edificios que nos han llegado hasta hoy, la vida en el Bilbao del siglo XIX –tras Barcelona, era la ciudad española más industrializada– debió ser tan apasionante como lo es actualmente.
A vista de pájaro ilbao es un botxo (‘hoyo’ o B ‘boche’), una gran ciudad incrustada entre montañas. Ha
crecido en vertical escalando rampas y salvando obstáculos. Para salvaguardar el aliento de sus gentes, varios ascensores y un funicular ayudan a salvar distancias por poco dinero. El Funicular de Artxanda (0,90 e), estrenado en 1915, se toma en la Plaza del Funicular y se
Post scriptum
eleva hasta la cima del monte, desde donde se domina todo Bilbao y, hacia el otro lado, el Aeropuerto de Loiu. Para subir hasta Begoña se puede tomar el ascensor de la calle Esperanza (0,40 e), en el Arenal. Éste, junto a otro sólo para usuarios del Metro (estación Casco Viejo), ahorra los 365 peldaños que hay desde la ambientada Plaza de
Unamuno hasta las puertas del Parque Etxebarria. La bajada se puede hacer a pie para visitar uno de los rincones con encanto más desconocidos, las Calzadas de Mallona. Para terminar este minitour de ascensores, podemos subir al Puente de la Salve (gratis) desde el Campo Volantín para contemplar una perspectiva diferente del ‘Guggen’.
El popular Café Boulevard, una joya art déco en el Arenal, ha vuelto a abrir sus puertas tras años cerrado
a la playa en metro
Vista aérea de la playa de Arrigunaga en Getxo, a la que se puede llegar desde la estación del metro Bidezabal. También se accede a las playas de Sopelana (metro Larrabasterra) y Plentzia (metro Plentzia).
joya centenaria
El Café Iruña, que ha cumplido más de cien años, tiene un artesonado mudéjar y otras piezas de arte que vienen en bandeja.
experiencia Len laagastronómica ciudad debe
empezar con unos pintxos en los bares de las Siete Calles. Se trata de ir de bar en bar, dejándose llevar por la intuición y entrando allí donde se vea ambiente. Para los sedentarios, la Plaza Nueva es un paraíso lleno de terrazas. Allí se puede elegir entre las delicias modernas de Gure Toki, Zuga o Sorginzulo, o tirar hacia lo clásico, el bacalao de Víctor Montes. Cruzando la ría, en Abando, la calle Ledesma, los Jardines de Albia –el Café Iruña abierto en 1903 es monumental, igual que su popular brocheta–, y la calle Diputación alojan muy buenos bares de pintxos. Para degustar un menú en una mesa,
tres referencias de calidad. El Arandia de Julen (Plaza de la Encarnación, 10; tel. 944 331 086) sirve menús de cocina vasca tradicional a base de alubias, merluza o chuleta en raciones generosas. Desde 35 e con postre y vino. Atea (Paseo de Uribitarte, 4; tel. 944 005 869) es el nuevo restaurante de Daniel García, chef del exclusivo Zortziko. El menú ofrece cocina creativa vasca a precios asequibles (35 e aprox.), en forma de pintxos, raciones y guisos bordados, como el de rabo de toro. Para terminar, Arbolagaña (tel. 944 424 657) en lo alto del Museo de Bellas Artes, donde Aitor Basabe reinterpreta en clave moderna los básicos de la cocina vasca (menú 45 e).
templos del buen comer
ARRIBA: la Plaza Nueva es ineludible en cualquier ruta de pintxos: Víctor Montes (IZDA.) y Zuga Bar (DCHA). ABAJO: Gure Toki es otro de los nuevos clásicos. El histórico Café Boulevard ha reabierto tras una restauración intensiva.
Od tem vel utat
nombre fotógrafo
El rito gastronómico
Lo mejor de este periodo de esplendor lo podemos encontrar hoy en la Plaza Nueva (1829), neoclásica, elegante y burguesa, con el toque exótico de las palmeras. No se queda corta la ecléctica Biblioteca de la calle Bidebarrieta (1890), que, bautizada originalmente como “El Sitio”, fue un centro de reunión de los liberales, al que tenía entrada vetada todo partidario de la causa carlista. Ni el Teatro Arriaga (1890), exento y solitario, a medio camino entre lo viejo y lo nuevo, levantado en estilo neobarroco y que parece intercambiar guiños de complicidad con la estación modernista de FEVE (1902) o con el Ayuntamiento (1892), al final del Paseo del Arenal. Esta extensión poblada de tilos y plátanos es punto de partida (o final) del paseo dominical en dirección al exclusivo Paseo del Campo Volantín al que, siempre que el tiempo lo permita, son tan aficionados los bilbaínos, gente sana y deportista, como buenos vascos. Es el momento de cruzar la ría y adentrarse, paseando a ser posible, en el damero de grandes avenidas ordenadas en torno a la Gran Vía, dedicada al fundador López de Haro. Los poderes político (la Diputación Foral de Bizkaia, 1883) y económico (Torre BBVA) se codean en ella, mientras en las calles cercanas bloques de viviendas de lujo construidas en estilo clasicista, ecléctico o racionalista dan cobijo a la burguesía local y al mejor comercio del norte de España. La caminata por el ensanche ofrece sorpresas en forma de pequeñas plazas ajardinadas, como la de Albia, y parques románticos como el de los patos, oficialmente de Doña Casilda Iturrízar, donado a sus conciudadanos por esta dama benefactora. En la enorme Plaza Moyúa están dos de los edificios más representativos del ensanche: el palacete del industrial Víctor Chávarri, que se ‘regaló’ la única casa de estilo neoflamenco que existe en toda España, actual sede de la subdelegación del Gobierno Central; y el Hotel Carlton, un lujo estilo belle époque con capacidad para alojar a un rey o una estrella del rock en su suite imperial de 250 m2.
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escenario de transformaciones
El Palacio de Congresos y de la Musica Euskalduna, construido por Federico Soriano y Dolores Palacios en 1999 donde estaban los antiguos astilleros homónimos, una cita ineludible del calendario internacional de opera y teatro.
crucero fluvial de las orillas de la Lde lasaríarecuperación ha ido unida a una limpieza aguas. Navegar por ellas es
más agradable y fácil, tanto que una empresa (www.bilboats.com) ofrece varias rutas turísticas por el Nervión, una de las cuales llega hasta la misma desembocadura. Es una cómoda excursión que nos recuerda la historia naval e industrial de Vizcaya. Tras pasar por los lugares más conocidos del centro, el barco pasa por ‘Noruega’, como se llama familiarmente a Olabeaga, el barrio donde los pesqueros noruegos
descargaban el bacalao; en Sestao casi roza las gigantescas grúas de La Naval o el Alto Horno Nº 1, el único que se ha conservado; el momento estrella es la llegada al Puente Colgante, entre las localidades balnearias de Portugalete y Getxo. Para terminar, el bote se aproxima a la Barra de Churruca, una obra de ingeniería con la que se logró la navegabilidad permanente del puerto, hasta entonces sometido a los caprichos de la naturaleza. Bilbao y su comarca ganaron un puerto más seguro, pero Portugalete perdió para siempre su playa.
tendencia bajo tierra
El modernísimo metro de Bilbao, diseñado por la factoría Foster a mitad de los años 90, revolucionó el transporte público de la ciudad.
imperio de líneas
las bocas de metro diseñadas por norman foster reciben el nombre de ‘fosteritos’ Lo nuevo y lo viejo se mezclan, con más o menos acierto, en Abando. Los fosteritos, cariñoso nombre que reciben las bocas de metro diseñadas por Norman Foster, están entre los aciertos, como también lo está la recién estrenada Biblioteca de la Diputación, del equipo de arquitectos vasco IMB, la restauración minuciosa de la joya del modernismo vasco, el Teatro Campos Elíseos, y el nuevo proyecto estrella de la ciudad, la recuperación de la Alhóndiga, el antiguo almacén de los vinateros, transformado por el francés Philippe Stark en un centro de ocio, cultura y deporte, abierto a todo el mundo. La intervención de Stark respeta la fachada original y crea la única plaza interior de la ciudad que, a su vez, contiene tres edificios de ladrillo en voladizo sostenidos por 43 originales columnas, diferentes en forma y material. El conjunto representa todas las culturas y periodos históricos por los que ha pasado el ser humano. Pero lo mejor está en la azotea: tres piscinas cubiertas y un enorme solarium que brinda una visión inédita de los tejados y de las cupulillas que rematan las esquinas de la vieja Alhóndiga. Post scriptum
Cualquiera en Bilbao sabe lo que la ciudad debe al museo de titanio, acero y caliza que el arquitecto norteamericano Frank O. Gehry dejó varado en esta orilla de la ría en 1997. Cada año un millón de personas, el 70% extranjeros, visitan el Museo Guggenheim Bilbao. El ‘casco’ y el Yorkshire que lo custodian logran el efecto llamada, pero los ‘camarotes’ también dejan boquiabierto hasta al más escéptico, especialmente la sala ArcelorMittal. En sus 130 metros de longitud el artista Richard Serra ha acomodado algunas de sus esculturas de gran formato: Serpiente y La materia del tiempo. Hay que pasear entre ellas, tocarlas, incluso hablar con ellas, para sentir el arte contemporáneo con los cinco sentidos, y después subir a la segunda planta para quedar noqueados con una vista general de una sala única en el mundo. A estas alturas, hablar del ‘efecto Guggenheim’ es agua pasada. Los planes de recuperar los 348.500 metros cuadrados de terrenos industriales junto a la ría están muy cerca de su final. Donde antes había contenedores oxidados hoy vemos una alfombra de césped y margaritas
Hay 12 itinerarios para andar en bici y hasta 11 puntos de préstamo de material a lo largo de la ciudad
ARRIBA: nueva sede de Osakidetza y pasarela de Calatrava con las torres Isozaki al fondo. ABAJO: escaparate iluminado en Gran Vía con Iparraguirre y Museo de Bellas Artes, la tercera pinacoteca más importante de España.
Reapertura de un clĂĄsico
El Teatro Arteria, Campos Eliseos, trabaja con el objetivo de promover las artes escĂŠnicas, musicales y audiovisuales iberoamericanas.
presencia velazqueña
Las meninas del artista valenciano Manolo Valdés, que han pasado por multitud de ciudades de todo el mundo, son el nuevo icono de la calle Ercilla.
por la que se desliza silencioso un tranvía. Viajando en él podemos disfrutar cómodamente de una colección de esculturas al aire libre y de nuevos edificios firmados por los arquitectos más prestigiosos del mundo: el puente Zubizuri, de Santiago Calatrava; las torres Atea, de Arata Isozaki; el ya mencionado Museo Guggenheim, de Gehry; la Biblioteca de la Universidad de Deusto, de Rafael Moneo; el Paraninfo de la UPV, de
Álvaro Siza y la Torre Iberdrola, que será la más alta del Cantábrico, de César Pelli (ambos aún en construcción); el Centro Comercial Zubiarte, de Robert Stern; el Hotel Sol Meliá, de Ricardo Legorreta y el Palacio Euskalduna, de Federico Soriano y Dolores Palacios, sede de la temporada de Ópera de Bilbao y de la Orquesta Sinfónica de Bilbao y que ocupa el espacio en el que estaban los antiguos Astilleros Euskalduna. Hay muchos planes para el Bilbao del mañana, pero, de momento, el más ambicioso es la conversión de la península de Zorrozaurre en una isla urbanizada por la arquitecta Zaha Hadid, donde se crearán viviendas y oficinas inteligentes. Sin duda, una nueva excusa para seguir soñando (alguien ya se ha atrevido a llamarlo el “Manhattan vasco”) y mantenerse en forma para seguir vivo pase lo que pase, como el eterno Ave Fénix del Arenal o su vecino de Deusto, el surrealista tigre de 9 metros y hormigón encaramado desde 1941 a un edificio en la Ribera Botica Vieja. La restauración de este edificio ha acabado definitivamente con la discusión que dividía a amigos y familias: ¿tigre o leona? Los enormes atributos masculinos del animal, por fin fotografiados, lo dejan claro, es tigre y sigue tan bravo como el día en el que lo subieron al cielo de Bilbao.
DIRECCIONES UN HOTEL Hotel Meliá Bilbao (Lehendakari Leizaola, 29; tel. 944 280 000). En este cinco estrellas todo es colosal, desde el hall hasta sus amplias habitaciones, distribuidas en sus diez pisos con vistas a la ribera de Deusto y la universidad. Colores ocres y rojizos que evocan el acero de los astilleros Euskalduna y dan una agradable sensación de calidez. una copa Kafe Antzokia (Plaza San Vicente, 3; tel. 944 244 625; www.kafeantzokia.
com). Un mito de la noche musical en toda la Cornisa Cantábrica. Abierto en 1995 en el salón de actos de la Parroquia de San Vicente, el Antzokia es un proyecto cultural que lleva trayendo a la ciudad los mejores directos. Cuando no hay concierto es el lugar idóneo para tomar una copa. un espacio escénico Teatro Campos Elíseos (Bertendona, 5; tel. 944 310 310; www.arteria.com/bilbao). Obra cumbre del modernismo vasco, la Bombonera de Bertendona, como se conoce
popularmente, vuelve tras 8 años de obras a dar servicio a la ciudad. Restaurada al detalle y equipada con la tecnología escénica más puntera y un restaurante con mucho éxito, su programa incluye conciertos de pop, música clásica o teatro clásico. UNA TIENDA Garabat (2 de Mayo, 19; tel. 944 167 358; http://garabat.wordpress.com). Esta galería-tienda se encuentra en Bilbao La Vieja. En Garabat puedes encontrar objetos de diseño y de coleccionismo ultramoderno.
juego de luces
Hall y bar del Hotel Meliá de Bilbao. ABAJO: terraza del Gran Hotel Domine, frente al Guggenheim.
un millón de personas, el 70% extranjeras, visitan el museo guggenheim cada año