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DOMINGO RAZÓN BELLEZA y REVOLUCIÓN

Nº 16

Dirección: Miguel Pérez Coordinación Editorial: Daciel Pérez Diseño y Diagramación: Luis Daboe Correo electrónico: mediodiadeldomingo@gmail.com @Mdíadeldomingo

LAUREANO VILLANUEVA (2014)

de Richard Oviedo Mixta sobre papel, 21 x 25 cm


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CIUDAD COJEDES / DOMINGO 9 DE FEBRERO DE 2014

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LA MUERTE DE ZAMORA: UN HECHO HISTÓRICO ENVUELTO EL MISTERIO Y LA MENTIRA (I) ARGENIS AGÜERO

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zequiel Zamora, el gran caudillo de la Revolución Federal, identificado con los cognomentos de “General del pueblo soberano” y “Valiente ciudadano”, es una figura que –en la primera década del siglo XXI– adquirió mucha popularidad debido a la admiración que le manifestó el comandante Hugo Chávez –por ser uno de los inspiradores de su proyecto político– lo cual le dio abundante promoción al personaje. Ha transcurrido más de siglo y medio del trágico evento ocurrido en la ciudad de San Carlos –capital del estado Cojedes– la mañana del 10 de enero de 1860, en momentos cuando el líder federal empezaba el asedio de dicha población en medio de su incontenible avance hacia la capital de la República, en el marco de una arrolladora campaña militar que desde el 26 de febrero de 1859 había emprendido en Coro, seis días después del famoso “grito” de guerra pronunciado por Tirso Salaverría. Como consecuencia de la coyuntura histórico-política actual, donde la imagen del General Zamora representa un importante ícono para el proyecto político de Chávez, se ha producido un exacerbado uso del nombre de Zamora, resemantizando con dicho epónimo a municipios, avenidas, aeropuertos, urbanizaciones, escuelas, ferrocarriles, centrales azucareros, etc., acción que se origina no por una genuina valoración del personaje histórico, ni por reconocimiento a los méritos político-militares del mismo, si no con la expresa finalidad de procurar una aparente comulgación con las ideas y el proyecto político del comandante Chávez, permitiéndole a muchas autoridades regionales y locales aparentarle fidelidad al líder acompañándolo en su veneración por Zamora. Pero no es el objetivo de este artículo abordar la autenticidad o no del reciente culto a Zamora, por tanto nos enfocaremos en el acontecimiento de su misteriosa muerte y el destino actual de sus restos, coincidiendo en ello con el profesor Luís García Müller, reconocido investigador barinés (UNELLEZ), quien al abordar la muerte de Zamora en su libro La guerra federal en Barinas señala lo siguiente:

El 10 de enero de 1860 muere en San Carlos de un disparo en la cabeza, hecho oscuro que ha originado una controversia aun no resuelta, así como el sitio donde fue sepultado, cuáles son sus restos y en donde reposan, pues sobre sus exequias hay también versiones encontradas, por lo que se debe abrir una investigación interdisciplinaria para resolver esta interrogante (2001; 146) Ahora bien, tal como afirma García Müller, la muerte de Zamora es un hecho que ha estado revestido de misterios e incógnitas, de “falsas verdades” con las que se ha construido un discurso incierto desde el cual se ha divulgado dicho acontecimiento histórico sin que hasta ahora haya claridad en cuanto a la verdad o a una aproximación objetiva al hecho real. En primer lugar se desconoce –hasta ahora– quien accionó el disparo que le segó la vida a dicho líder, ni de dónde provino (bando federal o bando enemigo); tampoco se ha dicho con exactitud el lugar donde mataron al General Zamora, aunque se conoce el área amplia en la cual ocurrió el hecho; no se ha clarificado el lugar donde estuvo enterrado el cuerpo los primeros años (antes de su exhumación); y por último no hay certidumbre del lugar donde reposan los restos del famoso caudillo federal. Con relación a estas incógnitas se han divulgado varias versiones, algunas de ellas cargadas de sobrada intencionalidad política, que pudieran calificarse de “aparentes verdades”, sin embargo no se ha profundizado en su conocimiento a través de la ciencia histórica (usando la rigurosidad metodológica de la investigación académica). Con el fin de acercarnos a un conocimiento más objetivo de los hechos relacionados con la muerte de Zamora y el paradero de sus restos, ofrezco a los lectores el resultado de un arduo y exhaustivo trabajo de investigación, en el que se insertan la casi totalidad de versiones y opiniones sobre el tema, lo cual está avalado por la inclusión de importantes documentos y testimonios de la época, así como por el análisis e interpretación de varios autores y estudiosos de la historia, de tal manera que el lector pueda conocer cada una de las versiones e interpretaciones que al respecto se han hecho (y publicado) a lo largo del

Plano elaborado por Argenis Agüero. tiempo. Esto se realizará en varias entregas sucesivas dado lo extenso del mismo. VERSIONES, DUDAS E INCONSISTENCIAS. La versión del General Antonio Guzmán Blanco Uno de los principales protagonistas del hecho histórico estudiado es precisamente el General Antonio Guzmán Blanco, testigo presencial de dicho acontecimiento y quien tiempo después escribiera su versión sobre el asunto, aunque luego ello desató una fuerte polémica con otros personajes de la época, quienes acusaron a Guzmán de falsear la información real. El General Guzmán Blanco publicó tres trabajos que abordan el tema de la muerte de Zamora y el destino de sus restos, ellos son: Muerte del General Ezequiel Zamora, publicado en 1894 en París; En Defensa de la Causa Liberal, publicado también en París en igual fecha; y Exhumación y apoteosis del General Ezequiel Zamora, publicado en París en 1896; de allí tomaremos algunas citas puntuales que expresan la voz de Guzmán.

Con relación a la muerte del Zamora el General Guzmán acota lo siguiente en su libro “Muerte del General Ezequiel Zamora” (Pp. 18-19): A paso largo, dirijióse el General Zamora a las posiciones ocupadas por el General Piña. Eran estos dos puntos de ataque: uno de frente y otro de flanco, forzando un ángulo entrante que por este lado defendía la plaza (…) el General Zamora siguió ocupándose en cómo se cubría inmediatamente un gran claro que flanqueaba ambas guerrillas, muy fácil y seguramente; y parado en la abertura de una puerta sin hojas, cuya pared limitaba el patio de la casa, dejando ver tanto el ataque de las guerrillas dichas, como el flanqueo mencionado, Zamora sostenía un entrecortado monologo (…) Mientras decía él estas palabras, veía alternativamente hacia las guerrillas que peleaban y hacia el flanco descubierto. Como en uno de estos movimientos, tocó con su hombro el mío, yo di un paso lateral a la derecha, para no estorbarle, y…diciendo: “Ca…” cayó sin acabar de articular la palabra, doblando las rodillas y descendiendo su cuerpo de espaldas en mis brazos. Como al sujetarle, vi que una bala le había entrado por el ojo derecho y sen-

tía el torrente de sangre ardiente que le salía por el occipucio, bañándome el brazo izquierdo, con que lo sujetaba, comprendí al instante que era ya cadáver el héroe de Tacasuruma (...) Mi sorpresa y consternación fueron tales, que perdí la vista durante muchos segundos, de modo que no lo vi, pero si le oí al general Piña, que corrió para ayudarme a cargarlo, estas palabras: “¡Nos mataron al hombre!” Por otro lado, en el libro titulado En Defensa de la Causa Liberal (pág. 96) Guzmán Blanco enfrenta la posición de Domingo Antonio Olavarría y del General Luis Level de Goda (dos de sus detractores), señalando: Si el libro del señor Olavarría carece de autoridad por su odio inveterado a la causa liberal, el del General Level de Goda tiene todavía menos autoridad, porque ese odio al Partido Liberal está agravado por una feroz emulación hacia todos sus compañeros. Luego se ocupa (al igual que Olavarría lo hace con él en su libro) de ir desglosando los textos de Level y de Olavarría para contradecir las informaciones que dichos autores exponen en


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autor afirma que la bala que atravesó el cráneo del General Zamora fue disparada desde lo alto de la torre del campanario de la iglesia San Juan, ubicada a unos ciento cincuenta metros (150 m) del lugar donde la víctima se hallaba al momento de su muerte. El Dr Brito esboza la tesis de una traición en las propias filas federales y califica la muerte de Zamora como un asesinato. En la página 421 del mencionado texto (Ediciones Centauro; 1974) señala: “a menos de cien metros de la iglesia San Juan, estando en terrenos dominados por las tropas federales, una bala le quitó la vida”; luego, después de citar a Emilio Navarro, al final de la misma página el autor afirma: “Había muerto el General Ezequiel Zamora, el Jefe del Pueblo Soberano, el General en Jefe de los Ejércitos Federales de la República de Venezuela. Más correcto, lo habían asesinado en beneficio de la oligarquía venezolana”. En páginas posteriores del mismo libro el Dr. Brito Figueroa expone su versión de la muerte de Zamora: La muerte de Zamora ocurrió en la parte de la ciudad de San Carlos que ya estaba ocupada por la tropas federales, es decir, en la Parroquia San Juan. En la torre de la iglesia de esta Parroquia estaba apostado el sargento G. Morón, espaldero de Juan Crisóstomo Falcón, y quien utilizando el rifle de este fue el autor del disparo que ultimó al conductor de la revolución democrática y anti feudal (Ob. Cit.; 435).

sus libros, también lo hace con Manuel Landaeta Rosales (otro de sus detractores). Seguidamente Guzmán pasa a narrar su versión de los acontecimientos desde el momento en que entran a San Carlos, describiendo cada paso que dio Zamora (Pp. 158 a 170). Más adelante, en las páginas 192-193 del mencionado libro relata lo siguiente: La bala le entró al General Zamora por el ojo derecho, y le salió por el occipucio y no le fracturó el pómulo ni ninguna otra parte de la cara. Esto lo vi yo, únicamente yo; y estoy seguro de que nadie en Venezuela dirá que otro también lo vio o que él sabe que acaeció de otro modo. Por eso he publicado el fragmento de mis memorias, rectificando los errores que han pululado por más de 30 años. Que la bala partió del campo enemigo está dicho en todo el escrito. La versión del Dr. Federico Brito Figueroa Esta versión es la que más se ha popularizado (se ha impuesto en el conocimiento general), ella fue divulgada por el Dr. Federico Brito Figueroa en su libro Tiempo de Ezequiel Zamora, en la cual dicho

Allí mismo, en una cita al pie de página, el Dr. Brito afirma que según Emilio Navarro ese tal G. Morón “era coriano, pero para otras personas era de Carora o de Cuicas, Provincia de Trujillo; que no faltaba en el ejército federal de Occidente quien lo consideraba como una persona sin patria ni bandera, nativo de una colonia extranjera”. También en la misma página (435) el autor señala: Los testigos oculares de este nefando crimen escribieron una versión totalmente diferente a la que presentaron Antonio Guzmán Blanco, sus cómplices y aduladores. Escuchemos por ejemplo al General Jesús María Hernández, leal oficial zamorista: El General Zamora fue muerto en una conferencia secreta para la que fue llamada por Falcón a la Casa del Dr. Acuña y Morón le dio un balazo de acuerdo con ellos. La cita o alusión a la presunta afirmación del Gral. Hernández la toma el Dr. Brito de la obra de Emilio Navarro (La Revolución Federal, 1859 a 1863; OCI; 1976). Igualmente, refiriéndose a las palabras del Gral. Hernández, Brito afirma:

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Esto fue realmente lo que ocurrió, pero no estaban presentes Juan Crisóstomo Falcón ni Antonio Guzmán Blanco, porque temían fracasar, y en caso de que esto ocurriera, sabían que serian despedazados por las tropas federales. Lo de la conferencia fue un ardid de los autores de la conjura contrarrevolucionaria, cuyos hilos venía descubriendo el Gral. Jesús María Hernández desde hacía algunos días… (Ob. Cit.; 437) Dudas e inconsistencias Mediante un análisis crítico de esta versión, al contrastar las fuentes consultadas por el autor así como el tono y sesgo de sus afirmaciones, es posible percatarse una serie de dudas e inconsistencias que erosionan la objetividad y credibilidad de la misma. Veamos: ¤De la afirmación del Dr. Brito Figueroa surge una confusión: ¿Fue desde la torre de la iglesia San Juan donde se efectuó el disparo que le quitó la vida a Zamora o dentro de la casa de los Acuña en la aludida reunión que él menciona? En la página 435 de su libro el autor dice que fue desde la iglesia San Juan, pero en la pagina 437 expone que a Zamora lo mataron en casa de los Acuña, y luego en la página 438 publica una foto de la iglesia San Juan con un pie de foto donde señala: “Templo de San Juan, en San Carlos, desde cuya torre el traidor Morón, utilizando el rifle de Juan Crisóstomo Falcón, disparó contra Zamora”. Cabe acotar que esta foto publicada por el Dr. Brito corresponde a la visita que realizara el presidente Cipriano Castro a San Carlos en junio de 1904 para

Brito cuestiona y descalifica la versión de

la muerte de Zamora dada por el Gral. Guzmán Blanco (sin argumentos válidos

desde el punto de vista histórico ni documental), a la vez que emite una serie de calificaciones peyorativas hacia dicho personaje y hacia el Gral. Juan Crisóstomo Falcón”

Juan Crisóstomo Falcón (1860) / ARCHIVO AUDIOVISUAL DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE VENEZUELA investigar sobre la muerte y los restos de Zamora, cuyo resultado fue publicado en el Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, numero 2, del año 1959, dicho Boletín aparece reflejado en la bibliografía consultada por Brito, pero en este caso omite que la procedencia de la imagen es de dicha fuente, así como tampoco cita ni toma en cuenta la valiosa información publicada en el mismo, donde hay varios documentos testimoniales tanto de la muerte de Zamora como del destino de sus restos. ¤Seguidamente Brito cuestiona y descalifica la versión de la muerte de Zamora dada por el Gral. Guzmán Blanco (sin argumentos válidos desde el punto de vista histórico ni documental), a la vez que emite una serie de calificaciones peyorativas hacia dicho personaje y hacia el Gral. Juan Crisóstomo Falcón (Ob. Cit.; 439), especialmente hacia este último, al cual (despojándose de la objetividad de historiador) veja cuando escribe (pág. 448): “Juan Crisóstomo Falcón, cegado por su vanidad, prurito de autoridad y su manifiesta incapacidad militar… Falcón siempre insistía en sus condiciones de macho y no pocas veces, en las escasas acciones militares que participó, se le oyó exclamar: vengan para que vean pelear a un macho. Esta expresiones en boca de Falcón movían a risa a los hombres de tropa, que como es suficientemente co-

nocido llamaban Doña Juana a Falcón”. Para acentuar mas la noción de culpabilidad en sus indiciados el Dr. Brito emite una serie de consideraciones y afirmaciones (pág. 451) que inducen al lector a tener la firme convicción de que, posterior a la muerte de Zamora, Falcón y Guzmán Blanco andaban asustados y desesperados por escapar del país para evitar ser ejecutados por las tropas zamoristas. El Dr. Brito Figueroa califica la muerte de Zamora como un asesinato (calificación que repite en páginas sucesivas de su libro) y afirma que había sido un crimen cometido por G. Morón, mencionando solamente el apellido del presunto autor del disparo (omitiendo el nombre completo); así lo hace las numerosas veces que se refiere a dicho personaje, al cual señala con una especie de odio, hasta el extremo de estigmatizar a la descendencia de este cuando afirma: “cuyo apellido ha pasado a la historia como sinónimo de traidor” (en el campo académico se rumoró que esto era parte de la rivalidad del Dr. Brito con el Dr. Guillermo Morón); por otro lado, encontramos que Navarro en su libro (pág. 103) no menciona a ningún G. Morón, simplemente habla de un tal Morón, sin señalar nombre ni sus iniciales: Después de un rato salí al corredor


4 1/2 DÍA DEL DOMINGO de la casa, encontré al Coronel Reique, hijo de la heroica Barinas o de La Guaira, que me decía y repetía en alta voz a las puertas de la casa, que ese infame de Morón había muerto a traición al General Ezequiel Zamora, que este era su asesino (…) bien pues, este Morón era coriano, hijo de José Aquilino Morón, que murió también en la campaña de los cinco años.

expuesto por el Dr. Lisandro Alvarado (Historia de la revolución federal en Venezuela; 1956), al extrapolar solo la parte del texto en la que se comentan las diferencias entre Falcón y Zamora, pero omitiendo el párrafo donde el Dr. Alvarado exculpa a Falcón. Veámoslo a continuación (primeramente citamos al Dr. Brito):

El Dr. Adolfo Rodríguez también se refiere al señalamiento sobre la culpabilidad de Morón:

Vario es el modo como se refiere (…) aunque sea vulgarmente admitido, y esto de fuente federal, que sus compañeros mandaron asesinarlo. Es lo cierto que al aproximarse a la línea atrincherada del poniente, con el objeto de examinar un parapeto que empezaba a construirse para el ataque, una bala de rifle le entró por un ojo y en el acto le dejo sin vida (…) Los que admiten la idea de un crimen fundan sus aseveraciones a merced de cierto número de hechos (…) Sea como fuere, una vez consumada la muerte de Zamora, que fue el 10 de enero de 1860, procuróse que no la supiesen los suyos, enterrando secretamente su cadáver; aunque en vano, pues luego cundió la para ellos fatal noticia. De inmediato el Dr. Brito acota: Esta fue la versión recogida por D. Lisandro Alvarado en su estupenda obra Historia de la Revolución Federal en Venezuela.

Ninguno de los autores que sindican a un tal Morón de matar a Zamora, suministran el nombre, excepto Brito, quien se atreve a colocarle de inicial una G, al parecer con fines fabuladores y no históricos. Entre los soldados que fueron testigos del suceso y participaron como liberales atendiendo a Zamora en el instante de ser malherido, se encontraban dos Morón: Pedro y José María. Esta especie surgió años después con propósitos nada esclarecedores por lo visto (Adolfo Rodríguez; La Llamada del Fuego; 2005: 347) ¤Por otro lado, se observa una parcialización del Dr. Brito en el análisis de las fuentes, ignorando por completo las amplias explicaciones y certificados datos expuestos por Domingo Antonio Olavarría, Manuel Landaeta Rosales y Cipriano Castro en sus respectivos trabajos de investigación, publicados a finales del siglo XIX y comienzos del XX (los cuales aparecen reflejados en la bibliografía consultada por Brito), dándole todo el peso a las versiones de Emilio Navarro, Jesús María Hernández (citada en la obra de Navarro) y de Félix Bigotte (quienes califican el hecho de asesinato y culpan a Falcón); igualmente se aprecia un maniqueísmo cuando cita (pág. 441) lo

Luego citamos la versión original expuesta por el Dr. Alvarado (paginas 247-248) para comprobar la intencional omisión del Dr. Brito: Vario es el modo como se refiere (…) aunque sea vulgarmente admitido, y esto de fuente federal, que sus compañeros mandaron asesinarlo. Es lo cierto que al aproximarse a la línea atrincherada del poniente, con el objeto de examinar un parapeto que empezaba a construirse para el ataque, una bala de rifle le entró por un ojo y en el

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acto le dejo sin vida. Los que admiten la idea de un crimen fundan sus aseveraciones a merced de cierto número de hechos que apenas permitirían una vaga presunción (…) Es evidente que estos representaban dos tendencias muy diferentes para el liberalismo, y que tarde o temprano tenia uno u otro que arrancar la autoridad de su contrario o provocar ambos un tremendo cisma. Con todo, el carácter mismo de Falcón basta para alejar la idea de un asesinato emanado de sus resentimientos o premeditado por él. Sea como fuere, una vez consumada la muerte de Zamora, que fue el 10 de enero de 1860, procuróse que no la supiesen los suyos, enterrando secretamente su cadáver; aunque en vano, pues luego cundió la para ellos fatal noticia. El texto resaltado en negritas corresponde a la parte que omi-

...se asume el suceso

desde la óptica de la actualidad, obviando y/o desconociendo las características de las armas de fuego usadas hace más de 150 años, cuyo limitado alcance y escasa precisión prácticamente imposibilitaban lograr un disparo tan certero ”

tió el Dr. Brito al citar al Dr. Lisandro Alvarado. Luego, en las páginas 441-442 de su libro, el Dr. Brito cita lo expuesto por Félix Bigotte en su texto El libro de oro: A la memoria del General Exequiel Zamora donde este acusa a Falcón de la muerte de Zamora, con lo cual obviamente se acoge a dicha versión, la cual afirma: Todos saben la operación militar que practicaba el general Zamora en San Carlos, en el momento en que murió. La casa en que se encontraba haciendo la perforación de las tapias del fondo para ir con mas prontitud al centro, está situada al sur, quedando a fondo de esta, línea recta al Norte, bis a bis del agujero que ya se había practicado; quedaba por la parte exterior, a cierta distancia, una cepa de cambur, entre la cual fue encontrado el rifle que todos conocían en el ejercito como el rifle del General Falcón y un pañuelo. Ya habíamos acotado que el Dr. Brito había señalado dos versiones acerca del lugar de procedencia del disparo que le segó la vida a Zamora: una sostiene que había sido desde la iglesia San Juan, mientras que la otra indica que había sido dentro de la casa de los Acuña, y ahora se agrega una tercera (tomada de Félix Bigotte) en la cual señala que el disparo provino desde una cepa de cambur en el mismo patio donde se hallaba la víctima. En la versión donde afirma que el disparo fue hecho desde la iglesia San Juan se evidencia una clara interpretación descontextualizada del momento histórico en que se produce el hecho: El 10 de enero de 1860. En primer lugar, se asume el suceso desde la óptica de la actualidad, obviando y/o desconociendo las características de las armas de fuego usadas hace más de 150 años, cuyo limitado alcance y escasa precisión prácticamente imposibilitaban lograr un disparo tan certero (en el ojo de la víctima) a esa considerable distancia (unos 150 m). Al respecto cabe citar lo expuesto por el Dr. Guillermo García Ponce en su libro Las Armas en la Guerra Federal (Caracas, 1972), página 45: Las armas empleadas en la guerra federal no fueron muy diferentes a las de la época de la independencia. No había llegado al país las novedades de la retrocarga, las armas de precisión que ya usaban los principales ejércitos del mundo. Ni siquiera estaba generalizado el sistema de ánima rayada. Federales y oligarcas se enfrentaron con fusiles de ánima lisa, encendido de piedra y alcance limitado.

Guzmán Blanco (al centro) con su Gabinete de Gobierno / FUENTE: HISTORIA DE VENEZUELA DE GUILLERMO MORÓN

En segundo lugar, esta ver-

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sión del Dr. Brito obvia la extrema dificultad del ángulo de tiro en que se encontraba Zamora (la víctima) con respecto a la ventana de la torre del campanario de la iglesia San Juan en la cual se supone debía estar la persona que efectuó el disparo (victimario), desde donde resultaba casi imposible ejecutar dicha acción, entre otros factores porque la víctima no estaba en línea recta frente al francotirador sino a 45 grados a su izquierda o a su derecha (según usase alguna de las dos ventanas posibles para disparar, cuyos muros tienen un espesor de 80 cms), lo cual implicaría además que el tirador tendría que haber salido al exterior de la ventana de la torre, colocarse en el borde de la cornisa y, en una peligrosa acción equilibrista (colgado y con riesgo de caer al vacío), efectuar el disparo desde allí, convirtiéndose dicho francotirador en un blanco muy visible no solo para los miembros del ejército federal que estaban al pie de la iglesia y en su derredor, sino también para las fuerzas contrarias que se hallaban a casi igual distancia que la víctima; por otro lado, cabe destacar que en el supuesto de que el francotirador hubiese logrado vencer los obstáculos mencionados, estando en esa posición (colgado externamente a la torre del campanario) enfrentaba una enorme dificultad para acertar en el blanco al no disponer de un punto firme para apoyarse y tomar puntería. En tercer lugar, no hay que obviar la altura de la torre del campanario (unos 20 m aproximadamente), sitio donde se supone debería haber estado el francotirador, en cuyo caso se habría producido una inclinación en la trayectoria del proyectil disparado desde esa altura que, en el supuesto de acertar en el ojo de Zamora, hubiese ocasionado una penetración descendente, con lo cual la bala tendría que haber salido por el cuello de la víctima y no por la parte posterior del cráneo (occipucio), según lo difundido en la misma historia. En cuarto lugar, la víctima (Zamora) no constituía un blanco fijo o inmóvil, de fácil y claro alcance, debido entre otras cosas –además de la gran distancia– a que dicho líder se encontraba junto a otras personas (con los Generales Guzmán Blanco, Piña, José Manuel Montenegro y el Capitán Herrada) y el área o espacio donde se hallaban era un área donde, además de las construcciones y muros, existía un contexto vegetal que era peculiar en los solares de las viviendas sancarleñas de esa época, factor que obstaculizaba la visual del francotirador colocado en la torre de la iglesia.


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