El llano es una palabra Nº 34

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El Llano es una Palabra Edición y Cuidado a Cargo de : Daciel Pérez y Miguel Pérez http://lapoesiaylosdias.blogspot.com

A lo mejor la he dejado fuera del cuchillo mi cuerpo

(José Barroeta)

II Estamos en 1930. Unidos por el ruido de un viento final descubro en el asombro la muerte que te pertenece. Pero eres una cosa pequeña, un nervio que apenas pesa en manos de la madre. Estamos en 1930 y la mar golpea fuerte el paisaje de estaño. Un pájaro marino pasa cerca de ti, un demonio que habrá de señalarte los esplendores que no podrás alcanzar. Luego la infancia; perseguir y no tocar jamás la cripta imaginaria que dentro del mar seduce el corazón; comprender que llegada la edad de los hechos memorables estamos irremediablemente perdidos. Inicia entonces el espíritu la gran aventura, fatalmente el mundo nos alimenta de miedo y de pura poesía comenzamos a vivir. VI Escucha, recuerda la profecía: Mira tu país, quémalo, arrásalo como sólo tú sabes hacerlo. Pon tus ojos a la disposición de la muerte; no olvides que la herida es lo único real. No olvides mis palabras que por ti se marchan del mundo de los desmesurados, del territorio de los grandes hacedores del fuego y que retornarán envanecidas y desgastadas por la molicie. Escucha siempre el ruido que dejó mi locura sobre las calles; atiende a esos silbos que brotaban de un hombre cuyo espíritu había crecido a punto de volcán. Vive de forma que los muertos de infancia te sobrecojan. Vive, pero mira tu país, quémalo, arrásalo con los ojos. Amo a quienes jugaron la vida en una soga en un disparo en un salto al vacío en la profundidad de un oleaje invencible. Amo y me contradigo frente a Esos dioses De la nada Amo. Corto mis ataduras. Junio A Luis y Betania De qué tonalidades al mirar en el amanecer están hechas mis manos y afuera, en el mundo, qué coloridos tienen las raíces y la piel del sapo recién salido apenas de la charca. Qué orígenes tiene esa sombra que cae en mi pecho como los duraznos, atraída a mi soleada habitación por la gravedad de mis nervios o por el oblicuo temor de que se quede allí, por siempre, o impida el paso a la sombra verdadera. De qué susto están hechos mis latidos en los momentos en que se escucha un gallo misterioso y el cielo es un azul de lactancia que conmueve, que impulsa sin tiempo alguno hasta el fin.

Amapola Cuando me encuentre con el sucio otoño y el paño primaveral. Cuando estés tú desnuda sobre los cráneos que amaron y los fervientes estemos muertos, y las hojas sean mías sobre esa colina. Oh, amapola. Cuando mi alma atraviese la Estigia y mi memoria teja ruidos en el vacío. Cuando tú y yo amapola conozcamos a Vivaldi y a Enrique Ibsen. Y yo duerma sobre ti y tú sobre mí. Oh, amapola, Oh dulce y bella flor mía.

Sobre José Barroeta: “En la poesía de José Barroeta se percibe la presencia de algunos versos dados, de esos infrecuentes versos que parecen imponérsele a un poeta de modo autónomo y con pleno adueñamiento de su voz. Los versos dados, cuando realmente aparecen en la página, guían al conjunto de la composición y en cierta forma la ordenan, pues son éstos los que aportan las respuestas antes de que las preguntas lleguen a formularse.” Eugenio Montejo “La poesía de Barroeta se expande en una sucesión de correspondencias que sorprende al lector verso a verso y que hace del poeta, en la mejor tradición de Rimbaud, un iluminado. Lezama Lima decía que el nacido dentro de la poesía siente el peso de lo irreal y que la poesía sustantiva lo invisible.” Víctor Bravo “El poeta Pepe Barroeta nació, como su amigo y compañero de quimeras, “de parto bravo” y perteneció a una estirpe de creadores ácratas, insurrectos por línea paterna, ingobernables e insumisos y alérgicos a toda expresión de poder. Su tierna herejía poética justifica todas las irreverencias y transgresiones cometidas contra el orden instituido desde el Almirante hasta el último mesías.” Rafael Rattia

Regiones útiles Llevo piedra, Fuego sin agua en la cabeza. Me asusto de ser bello en el aire. Es muy difícil que otros conquisten la hoja de páramo que para el amor tengo en la mano, la culpa oscura de beber y comenzar la muerte. Adiós paraíso de cólera. Tengo dos días en esta aldea sin caballos montando la guerra a pedradas con el universo. Aquí no hay dios, sólo una verdad prometida, un paisaje, un tener que aprender a ordenar las útiles regiones.

“El poeta tiene que estar por lo cotidiano; pero no se debe dejar absorver por lo cotidiano” (José Barroeta)

José Barroeta se impregnó el afán de inoclastia y ruptura de los encendidos años 60 y 70, y fue desde muy joven miembro activo de grupos literarios vanguardistas.


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