19/11/2013
Un 4% de las adolescentes reconocen haber sufrido agresiones físicas de su pareja
Una de cada tres chicas de entre 13 y 19 años dice estar sometida a un control abusivo por parte de sus compañeros sentimentales. Un 10,5% de las jóvenes admiten haber sido víctimas de maltrato a través de mensajes o de Internet. Whatsapp, Tuenti y las llamadas al móvil son los medios más frecuentes para enviar y recibir insultos y amenazas. Los celos o la reprobación de las adolescentes que tienen muchas relaciones sentimentales siguen siendo ideas fosilizadas en el imaginario social de los jóvenes.
Distribuir imágenes de contenido sexual, crear perfiles falsos, alimentar rumores en redes sociales o acceder al ordenador de la víctima para controlar comunicaciones son algunas de las conductas que revelan ciberacoso, según un estudio elaborado por Cristóbal Torres, catedrático de
Manifestación del 25N organizada por la Plataforma contra la Violencia a las Mujeres en 2012. Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, cuyas conclusiones ha presentado este martes la ministra Ana Mato. Los patrones de violencia machista siguen reproduciéndose, y lo hacen a través de nuevos códigos ligados al uso de las tecnologías entre nativos digitales. El 10,5% de las chicas entre 13 y 19 años reconocen haber recibido mensajes de maltrato de su pareja o expareja a través del móvil o Internet. Aunque un 28,8% de las adolescentes dicen que están sometidas a un control abusivo por parte de sus compañeros, los jóvenes son poco conscientes de los mecanismos de dominación ejercidos a través de las redes sociales y tienen una escasa percepción del riesgo que conllevan. Por ejemplo, un 4,9% de las chicas no consideran muy peligroso colgar una foto suya de carácter sexual y un 1,1% reconocen haberlo hecho en dos o más ocasiones. Además, un 4% de las adolescentes admiten haber sufrido agresiones físicas mientras un 3,4% de los jóvenes dicen haber pegado a su pareja. Estas conductas no solo se dan en el trascurso de las relaciones, sino también después
de las rupturas. Los insultos o el chantaje emocional son formas de violencia contra la mujer que, tras la eliminación del contacto físico, siguen ejerciéndose a través del móvil o de Internet. Las posibilidades ilimitadas de distribución de información que poseen las redes sociales se transforman en una gran amenaza para las adolescentes, que tienen dificultades para cerrar definitivamente o disminuir la intensidad de una relación en pareja. La reiteración se convierte así en la estrategia de invasión de la intimidad más utilizada por los acosadores. Del 10,5% de las adolescentes que admiten haber recibido mensajes de maltrato por parte de sus parejas o exparejas: El 61,7% reconocen que los mensajes contenían insultos El 36,5% han sentido miedo después de leerlos El 14,7% admiten haber sido presionadas a través de mensajes para participar en actividades de tipo sexual al menos en una ocasión Al 16,6% de las chicas se les han difundido imágenes de ellas comprometidas o de carácter sexual sin su permiso Microviolencias aceptadas Microviolencias aceptadas socialmente como los celos siguen siendo para muchos jóvenes "una expresión de amor". Más de un 70% de las chicas y de los chicos han escuchado esta afirmación a menudo, y en la mayoría de los casos de boca de una persona adulta. Una cifra que ha aumentado un 10% en solo tres años, según María Jóse Díaz Aguado, la investigadora responsable de la continuidad de un estudio sobre violencia de
género en adolescentes cuyas primeras conclusiones se conocieron en 2010. Una aprobación similar se produce con el reproche de que las chicas tengan muchas relaciones sentimentales o incluso con la justificación del uso de la violencia física como medio para recuperar "algo que es tuyo". Un 23,5% de los chicos lo aceptan, aunque solo el 6,7% de las chicas. Iniciar relaciones de pareja de forma precoz alimenta, de acuerdo con los estudios, el riesgo de que los adolescentes maltraten a sus compañeras sentimentales. En el 2010, la edad de comienzo era de 13,5 años, una cifra que se ha reducido a 13,1 en solo tres años. En el caso de las chicas, el número se mantiene sin variaciones notables: pasa de los 13,8 a los 13,7 años.