Proceedings of the International Conference on Fortified Heritage, Pamplona 15-17 October 2014, v.2

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Papers History, Conservation and Restoration Management Plans Recycling and Sustainability Landscaping, Maintenance and Urban Planning Communication, Marketing and Branding Fortified Heritage, Culture, Tourism and Education

Moderators John Harris and Luis Eduardo OslĂŠ For this edition, papers have been double-blind peer reviewed for acceptance by the Scientific Committee.


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Case studies: past and present of the tower-house in Navarra Casos de estudio: pasado y presente de la casa-torre en Navarra Cecilia Ardanaz HISTORIADORA DEL ARTE, UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID | MÁSTER Y DOCTORANDA EN CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DEL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO, UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID cecilia.ardanaz@gmail.com

Abstract Navarra region, in the north of Spain, owns strong geographical contrasts that create plenty of rich and diverse architectural heritage, within which we can find the towerhouse. This kind of constructions are testimony of an era of violence and factional struggles between lineages, during the fourteenth and fifteenth centuries. When the struggles finished these constructs were losing value and interest to its owners, so they were abandoned and converted into stately residences or agricultural centers similar to the “caseríos”. In this paper I want to present this kind of architecture and analyze its typological and structural characteristics by presenting some particular examples located in the region of Baztán. Resumen La Comunidad Foral de Navarra presenta unos contrastes geográficos muy marcados que generan una arquitectura muy rica y variada, dentro de la cual encontramos las casas-torre. Esta clase de construcción constituye el testimonio de una época de violencia y luchas banderizas entre los diferentes linajes existentes en el Reino Navarra. Terminadas las luchas, estas construcciones fueron perdiendo valor e interés entre sus propietarios, por lo que se abandonaron y transformaron en residencias señoriales o centros de producción agrícola similares a los caseríos. Con este trabajo quiero dar a conocer este tipo de arquitectura y analizar sus características tipológicas y constructivas mediante la presentación de algunos ejemplos concretos situados en la comarca del Baztán. Keywords: architecture; medieval; defensive; Navarra; tower-house; lineages. Palabras clave: arquitectura; medieval; defensiva; Navarra; casa-torre; linajes.

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1. Navarra: tierra de contrastes Antes de comenzar a hablar de las casas-torre es necesario describir el lugar en el que se ubican, ya que estos edificios están condicionados en su construcción al entorno que les rodea, su clima y los materiales que éste les ofrece. La Comunidad Foral de Navarra se sitúa al norte de la Península Ibérica; abarca una extensión de unas 1.000 hectáreas y sus fronteras delimitan con Aragón, La Rioja, el País Vasco y Francia. Se trata de una región con gran variedad geográfica y climática, con grandes contrastes de clima y orografía al recorrerla de norte a sur. Habitualmente se divide en tres regiones: Montaña, Zona Media y Ribera. Las torres objeto de la investigación realizada se encuentran en la zona de la Montaña, que a su vez se puede dividir en otras tres regiones: - La Navarra Húmeda, al noroeste, con un clima templado y húmedo, típicamente marítimo. Se trata de una zona heterogénea formada por diversos valles en los que predominan las frondosas atlánticas –robles, hayas y castaños–, los prados y el matorral. - Los Valles Pirenaicos, al noreste, presentan un clima más continental, con condiciones térmicas extremas y precipitaciones en forma de nieve. Abundan el pino silvestre y el boj, aparte de espinos y prados naturales de altura. - Las Cuencas Prepirenaicas, al sur, se caracterizan por un clima de transición entre mediterráneo y templado; su vegetación se compone principalmente por frondosas y mediterráneas, pino silvestre y matorral. Es por ello que la arquitectura se adapta a las necesidades que estas grandes variantes climáticas suscitan, relacionándose con el entorno y los materiales que éste le ofrece: las cubiertas se transforman adecuándose al clima de cada zona; la piedra es el material preferido, usándose tanto en sillar o sillarejo como en mampuestos, aunque nos encontraremos también la madera en un gran número de entramados y saledizos en armaduras de cubiertas y solados. Leoncio Urabayen, en su libro La casa en Navarra, habla de un denominador común en toda la región que afecta a todas las construcciones de cualquier época: la agricultura, que influirá en la manera de construir y distribuir.

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2. La Baja Edad Media Nos situamos en la Baja Edad Media, entre los siglos XIV y XV, momento en el cual, en Navarra, se desarrollan y asientan los títulos nobiliarios, familias que forman grupos sociales dominantes y poseen villas en las que la torre se convierte en el mayor exponente de poder, dentro de un sistema defensivo formado por diversas construcciones que funcionan unitariamente (torre, molino, ferrería, puente…). La situación social existente en ese momento provocó luchas entre estas familias, así como con los vecinos de tierras guipuzcoanas. Son las denominadas luchas banderizas que marcan este periodo y justifican los elementos defensivos de las casas-torre, siendo éstas el lugar donde vivían, se refugiaban y defendían de los ataques. La principal razón que generó estas luchas banderizas fue la situación económica en la que estas familias se encontraban; veían peligrar su calidad de vida y buscaban apoderarse del mayor número de terrenos posible para poder aumentar el control y la administración del territorio, y así poseer las ferrerías -objeto de importancia económica en la Montaña- y el ganado (Caro Baroja, 1971). A lo largo del reinado de Juan II, dichos linajes se dividieron en dos bandos irreconciliables: los agramonteses, partidarios de Juan II, y los beaumonteses, seguidores del Príncipe de Viana. Ambos bandos se entregaron en el siglo XV a una cruenta guerra civil en la que las uniones y pactos por interés eran lo más común. Ambos bandos fueron recibiendo villas y señoríos según su posición social, mientras Navarra se iba empobreciendo en hombres y de recursos. Fue en esta época de inseguridad y conflicto permanente cuando se multiplicaron las torres y casas fuertes en las pequeñas villas y aldeas, sobre todo en la zona de la Montaña (Martinena Ruiz, 1980), renovándose las viejas torres nobiliarias y construyéndose otras nuevas. En el año 1512 Fernando el Católico conquistó Navarra, ordenando posteriormente la demolición de casas fuertes, castillos y torres. Este acto lo llevó a cabo en un primer momento el Cardenal Cisneros ante el temor de una posible sublevación de los partidarios del Antiguo Reino, -rebelión que sucedió ese mismo año- y posteriormente lo hizo Carlos V ya que las sublevaciones se repitieron en los años 1516 y 1521. Este acto significó el fin de estas construcciones belicosas y el inicio de sus nuevos usos más pacíficos.

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3. La casa-torre La construcción de torres militares destinadas al control del territorio ya se daba en Navarra desde muy antiguo, pero fue en la Edad Media cuando se produjo una gran difusión de esta tipología a modo de símbolo e imagen del poder nobiliario. En la zona de la Montaña Navarra, y más concretamente en la del Baztán y el Alto Bidasoa, quedan en pie algunos ejemplares de casa-torre con rasgos góticos cuya construcción pertenece a los siglos XIV-XV siendo a partir del siglo XVI cuando se dejaron de construir. Algunas de ellas han llegado a nuestros días en estados de conservación muy diversos y con importantes modificaciones; aun así, gracias al importante número de torres conservadas, podemos imaginar la gran cantidad de ellas que debieron existir durante la Edad Media. Según Joaquín de Yrizar en su libro Las casas vascas, ninguna de estas torres habría sido una verdadera fortaleza ya que en ellas predomina el carácter residencial sobre el de fortaleza, las sitúa en los sitios más pintorescos en contraste con el apacible paisaje y las describe de la siguiente manera: «en general son de planta cuadrada o rectangular, de gruesos muros de mampostería y esquinas de sillería. Los huecos estrechos, escasos y altos. Puede tener una o dos puertas, y en este caso, la segunda se encuentra a la altura del piso principal, a la que se llega por una escalera exterior, de piedra, que puede estar defendida por cadahalso. Las puertas únicas se defienden con una ladronera alta… Las saeteras y el almenado en que terminan los muros, con su correspondiente paseo de adarve, son elementos que no faltan casi nunca, así como los cubos en las esquinas… En algunos ejemplares se completan con una muralla exterior que rodea la torre» (de Yrizar, 1929). Como se ha dicho al inicio del texto, estas construcciones tienen un fuerte arraigo al entorno y al lugar donde se erigen; sus habitantes, aunque de linaje, eran en su mayoría agricultores, campesinos que vivían de sus tierras y frutos, y es por ello que tanto los materiales constructivos, como la organización interna de las torres responda a los materiales presentes de la zona y las necesidades que la agricultura y ganadería suscitaba. La planta baja se destinaba al ganado; el piso primero era el utilizado por la familia, el lugar donde se situaba el fuego: el hogar; el segundo o más pisos se destinarían al almacenaje del grano. Pero como ya se ha comentado, era época de luchas, y por ello toda precaución siempre era poca: los muros eran de gran espesor, a veces más de dos metros, y las ventanas eran pocas y estrechas; el aspecto militar se veía

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aún más reforzado por otros elementos defensivos como almenas, saeteras, matacanes, barbacanas, murallas externas, fosos, etc. Pero lo que más las definía era la altura, cuanto más alta era la torre, más segura era, y más importancia mostraba la familia, se trataba de una expresión del poder emergente local. El jefe del linaje debía proteger a los miembros de su clan, controlar el territorio en el que radicaban sus intereses y defenderlo, además de cumplir con sus obligaciones ante la corona, las cuales, eran las que definían el estamento nobiliario. Es por esto que si analizamos la ubicación de dichas torres, vemos cómo se levantan en las inmediaciones de ríos o arroyos, caminos y en el centro de los valles. La torre era el centro de coordinación del linaje, pero no se encontraba sola, junto a la torre existía un molino, una ferrería, puentes, portales y pasos, y por ello era necesaria una buena infraestructura viaria, una manera de regular las comunicaciones y obtener beneficios de ello: los portazgos. Tras la conquista del Reino de Navarra por Fernando el Católico y su posterior anexión a Castilla en el año 1515, las hostilidades entre las fracciones banderizas disminuyeron, la nobleza fue perdiendo su carácter rural y militar, primando el carácter cortesano y comercial. La vida se hizo menos precaria, y a consecuencia de la orden de desmoche realizada por el Cardenal Cisneros, las torres perdieron parte de su aspecto belicoso eliminando sus cadalsos y reduciendo su altura a un máximo de nueve metros; las ventanas se empezaron a hacer más grandes y las torres se fueron transformando en construcciones más parecidas a los caseríos o centros de labranza. En otros casos, se optó por la demolición completa de la torre para la construcción de nuevos edificios reutilizando, en ocasiones, materiales de las precedentes torres como las ventanas geminadas o los escudos de linaje. Otras torres, en cambio, fueron abandonadas. 4. Casa-torre de Donamaría o Jaureguía Esta casa-torre se sitúa en la zona del Bidasoa, en la zona húmeda de la Montaña Navarra, siendo uno de los ejemplares mejor conservados que ha llegado a nuestros días. Data del siglo XV y es “Bien de Interés Cultural” por el Decreto Foral 41/1993, de 15 de febrero de 1993. Típica torre de linaje del ocaso de la Edad Media y ejemplo de palacio montañés, es una sólida construcción de planta rectangular levantada sobre la roca viva del terreno y sillares de piedra caliza de la zona, perfectamente labrados y escuadrados en sus dos primeros pisos. Los siguientes dos, se realizan mediante un impresionante

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entramado de madera volado de tradición medieval –el cadalso –. Este elemento constituye una parte importante y destacada de los libros de Caro Baroja (1982) y Alfredo Baeschlin (1930).

Figura 1. Donamaría. Imagen antigua. J.L. Solana.

Figura 2. Donamaría. Estado tras la restauración.

A este último autor, la torre de Donamaría le recuerda a las torres medievales que conoció en Baviera y Wurtenberg, y nos explica cómo estaba distribuida en su interior: «La parte construida con piedra contiene en planta baja cuadras, bodegas y locales para carros y aperos de labranza y en el piso la sala y las alcobas. En cuanto a los demás pisos…, solo sirven de graneros» (Baeschlin, 1930).

Figura 3. Interior de la torre, planta baja.

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El cuerpo de piedra, de más de un metro de espesor, es de sólida base de sillería y está perforada por pequeñas aspilleras que permitían su defensa a nivel de suelo. Suponemos que estas aspilleras tenían forma de palo inicialmente y más tarde se les abrió un círculo u orbe para facilitar el manejo de armas de fuego al generalizarse su uso. En origen disponía de una sola ventana por fachada, aunque posteriormente se le abrieron algunas más con el fin de iluminar y ventilar el interior. En la planta destinada a vivienda hay ventanas con bancadas al interior, algo más confortables. Tiene dos puertas de entrada: una en la planta baja que daba acceso directo a la cuadra, algo más grande que las del resto de edificios similares de la zona, y otra que daba acceso al piso principal mediante una escalera exterior adosada a la esquina de las fachadas NO y NE, denominada patín, posiblemente de época posterior – seguramente del siglo XVII cuando la torre se empezó a usar como casa llana – ya que está aparejada con diferente trabado de piedra (Apezteguía, 2005). Cabe pensar que, en origen, la escalera de acceso al piso principal fuera de madera o bien retráctil, para así dificultar el acceso al enemigo. Al interior, la parte baja es de piedra y los apoyos de los solados se realizan mediante vigas de madera que salvan la distancia entre muros sin necesidad de apoyos intermedios. Parece ser que la obra de carpintería interior era la que determinaba las dimensiones y la forma de la torre, ya que la longitud es la que podían alcanzar las vigas maestras sin necesidad de apoyos (Azkarate, 2004). En la parte superior, el cadalso se compone en cada uno de los dos niveles de un pórtico longitudinal central, con pilares de descarga en el centro, quedando todo envuelto en una estructura a la que se le clava la tabla de cerramiento exterior de roble. Toda la estructura de tablazón de cerramiento se solapa progresivamente en altura para facilitar la evacuación de agua de lluvia. El cadalso era la estructura que dotaba de mayor protección a los pies de la torre, uno de los puntos más vulnerables, dotándole además de un importante significado militar. La cubierta es a cuatro aguas ofreciendo así una buena protección al conjunto. Es posible que la construcción estuviera protegida por una muralla exterior que rodease la torre hoy desparecida, por lo que cabe pensar que quizás, fuera de madera. La ubicación de la torre nos delata su función militar, estratégicamente emplazada junto al camino y al curso del agua que le procuraba suministro, defensas naturales y recursos económicos (molino); gracias a su situación a modo de atalaya y a sus ventanas orientadas tanto a la población como al valle, ejercía un control del acceso,

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cobrando peajes a todos aquellos que pasaban por la zona. Era la frontera entre la costa y la capital del Reino. La casa-torre de Donamaría ha sido restaurada por la arquitecta María Apezteguía entre los años 2000 y 2001 la cual recibió en el año 2003, el premio del Colegio de Arquitectos Vasco Navarros por su rehabilitación. Desde octubre de 2007 se encuentra abierta al público contando con un servicio de visitas guiadas. 4.1. La restauración; recuperación de valores Con la restauración de este edificio se buscaba garantizar la conservación de unos elementos tipológicos formales y asegurar la pervivencia de un elemento único enraizado con la tierra y la sociedad que la generó.

Figura 4. Cadalso.

Figura 5. Estructura interior del cadalso.

Se siguieron criterios de respeto absoluto hacia los elementos constructivos y su colocación; no se añadió ninguna pieza que no hubiera existido con anterioridad, y se eliminaron elementos arquitectónicos añadidos o incorporados a lo largo de la historia, como construcciones anexas; se buscó la recuperación de las ventanas originales y el cierre de las abiertas con posterioridad.

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Las primeras intervenciones se realizaron en la fábrica de sillería mediante un recalce de hormigón armado en parte de la cimentación, se sanearon los muros, se sellaron grietas con mortero y se repusieron sillares que se habían perdido. Se recuperaron vanos originales: las saeteras, la portada de la planta baja y una ventana por cada frente del primer piso, cerrándose otros posteriores mediante muro de sillería. Para rematar, se hizo una limpieza general de los paramentos interiores y se eliminaron construcciones anexas como el servicio, que se había colocado en la terraza del patín a la altura del primer piso y que alteraba por completo la imagen originaria de la torre. Tanto el patín como la chimenea presentaban un gran deterioro debido a su material constructivo de peor calidad, realizado en mampostería, por lo que se optó por el desmontaje y reconstrucción en su ubicación, forma y disposición original. La intervención en la estructura interna de madera fue algo más compleja ya que se encontraba en un estado de gran deformación que hizo que fuera necesario su desmontaje completo. Toda la estructura fue numerada y ordenada, para poder ser montada de nuevo en su disposición original, sustituyendo las piezas deterioradas por otras similares y reintegrándose las que habían desaparecido. Se aplicó un tratamiento a la madera de la planta baja y se le colocó un refuerzo metálico a las vigas. El estado de las piezas originales del cadalso al exterior, no permitía su reutilización, por lo que se optó por la restitución completa de éste con tablas similares a las preexistentes, recuperando su forma y la disposición de las ventanas que se conservaban en la tablazón original de perfil conopial. La cubierta se remplazó íntegramente por una nueva similar a la antigua. La escalera se tuvo que sustituir por la necesidad de adaptarla a las normativas vigentes y su disposición, colgada de cables de acero directamente del techo superior a modo de columpio, evitó que se tuvieran que añadir nuevos elementos que distorsionasen la imagen interior de la torre. La construcción carecía de los niveles mínimos exigibles para la habitabilidad, por lo que se optó por dotar a la torre de unas instalaciones básicas que pudieran permitir usarla como lugar de exposiciones y reuniones culturales, dándole así un uso que asegure su mantenimiento y pervivencia. 5. Casa-torre Dorrea Esta torre se encuentra situada en Irurita, localidad de la zona del Baztán en la Montaña Navarra. Es uno de los doce palacios más antiguos del Reino de Navarra,

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cabo de armería y ejemplo, también, de palacio montañés de finales de la Edad Media, cuya construcción puede remontarse al siglo XIV o XV. También es conocida como Jaureguizarrea en euskera, que significa palacio viejo.

Figura 6. Dorrea. Primer tercio del siglo XX. Auñamendi Eusko Entziklopedia.

Figura 7. Dorrea. Estado actual.

Joaquín de Yrizar explica en su libro que fue construida pensando más en las comodidades de vivir tranquilo que en luchar con los vecinos, ya que presenta una pronunciada evolución hacia el tipo palaciano (De Yrizar, 1929), pero su localización estratégica, algo apartada del núcleo urbano y desde la que domina parte de la vega, y su aspecto fuerte, nos muestran su carácter defensivo, el cual la hizo partícipe de las guerras entre agramonteses y beamonteses. Con solo ver sus paramentos se entiende que la torre ha sufrido diversas intervenciones a lo largo de su historia; podemos distinguir tres estratos claramente diferenciados: uno original, otro de destrucción, y un último estrato de reedificación; fase en la que se buscaba recuperar los valores que se suponían intrínsecos a una torre, pero por vías diferentes (Azkarate, 2004). La torre es de cuatro alturas, siendo la superior la que sustituye a una posible estructura de madera, el ya mencionado cadalso que servía para su propia defensa ante los ataques banderizos, y que posteriormente se habría reconstruido en piedra (Martinena, 1980). Este edificio es de planta cuadrada y levantada en sillarejo. Presenta escasos vanos en los muros y un acceso en la planta baja mediante una puerta de arco ojival gótico

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descentrada con un pequeño ajedrezado inscrito que nos indica su linaje de origen baztanés. A la altura del primer piso hay otra puerta de acceso, con perfil de arco apuntado, y a la cual se llega por medio de una escalera exterior de piedra, cubierta

Figura 8. Inscripción en la escalera.

Figura 9. Ventas góticas.

con tejadillo, sujeta por pilares de piedra y postes de madera. Al inicio de dicha escalera se conserva una inscripción en la que se lee: «ESTA ESCALERA LA HIZO DOÑA MARÍA CRUZAT», lo que nos indica que es un añadido posterior y nos sitúa en un momento histórico concreto; el siglo XVII. Parece ser que esta casa se incendió en el año 1522, por lo que se entiende que, tras este hecho, se realizaron reformas que trasformaron aún más la imagen originaria de la torre. Tras estas reformas se añadiría o transformaría la escalera de acceso al primer piso antes descrita. Aún podemos observar algunos elementos de carácter gótico como las ventanas ojivales con parteluz y arquillos ojivales lobulados en la primera y segunda planta. Todo el conjunto se cierra con un tejado a cuatro aguas en bastante mal estado. Este edificio fue adquirido por el Ayuntamiento del Noble Valle y Universidad de Baztán en el 2001 para restaurarlo y destinarlo a usos culturales. Lamentablemente el edificio en la actualidad se encuentra abandonado, cerrado y en un proceso de claro deterioro. Necesita de una intervención urgente de consolidamiento ya que si sigue en este camino, no tardaremos mucho en perder otro edificio del patrimonio navarro.

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6. Ruta de los Castillos y Fortalezas Desde la sección de turismo del Gobierno de Navarra se ofrece al visitante una ruta por los castillos y fortalezas del Reino de Navarra. La ruta propone 4 recorridos por 19 puntos estratégicos que van de norte a sur de la comunidad. En la zona de los Pirineos, solo la torre de Donamaría está incluida en el recorrido, junto a otra situada en Irurita, pero que no es Dorrea. Se percibe claramente una falta de monumentos en esta lista. Tan solo en la zona del Baztán y Bidasoa nos encontramos con ocho ejemplares de casa-torre visitables en su exterior y alguna de ellas en su interior. Hemos pensado que sería favorable para el turismo de la Comunidad y de esa zona en concreto, replantear este recorrido cultural o incluso realizar uno propio que pasase por estas torres dándolas a conocer, así como la localidad en la que se sitúa. Las torres serían las siguientes: Donamaría, Torre de Bergara y Torre Ursúa en Arizcun, Torre Jaureguizarrea y torre Zubiría en Arráyoz, Torre del Marqués de Casatorre (incluida en la actual ruta y visitable con un mínimo de 4 personas) y torre Dorrea en Irurita y torre Zozaya, en Zozaya. Aunque la gran mayoría son de propiedad privada y el acceso a su interior es limitado, recorrer sus caminos por los valles es todo un placer para el visitante llegando a sentir una tremenda emoción al situarse frente a una de estas imponentes obras. 7. Conclusiones Al involucrarnos en este trabajo sobre las torres, hemos podido observar la ausencia de estudios en profundidad que abarquen este amplio patrimonio navarro, e igualmente hemos advertido un escaso interés por su promoción y conservación. En este artículo se ha podido ver el estado actual y usos de dos ejemplos representativos de esta tipología arquitectónica y, con ello, se ha comprobado cómo sus historias – hasta la fecha – tienen un final muy diferente, casi opuesto. Al contrario de lo que sucede en Donamaría, donde la propiedad de la torre es privada, Dorrea, es propiedad del Ayuntamiento desde 2001, y tal y como se ha expuesto anteriormente se encuentra en estado de abandono y sufriendo un grave proceso de deterioro irremediable si no se hace nada al respecto. Corroborando estos hechos, desde el pueblo se ha solicitado que al menos, se haga un consolidamiento para evitar un posible derrumbe. Al hablar del caso de Donamaría, debemos resaltar el interés puesto en su conservación y las buenas prácticas realizadas en su proceso de restauración,

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gracias a la arquitecta, su equipo y la Institución Príncipe de Viana. Aun así, cabe destacar que éste es un caso aislado en el que se ha buscado la revalorización y promoción de un patrimonio único en Navarra y el País Vasco. Agradecimientos Durante la realización de esta investigación hemos contado con la ayuda de diferentes personas y organismos, es por ello que queremos agradecer el apoyo e interés recibido ante el proyecto y el ánimo mostrado para seguir adelante con el mismo. Primero agradecer a Izaskun Otxandorena, persona encargada de las visitas guiadas en la torre Donamaría, y la cual, desde el primer momento nos informó y facilitó otras personas de contacto como Pello Iriarte, historiador del arte y que también trabaja en el campo de las casas-torre y arquitectura baztanesa. Agradecer también al Consorcio de Bértiz toda la información ofrecida y por último a José María Hualde, propietario del Palacio del Marqués de Casa-Torre de Irurita, cuyos conocimientos son inagotables.

Fuentes y bibliografía: Altadill, J., 2005: Castillos medioebales de Nabarra. Ejemplar reproducido del original de 1834. Valladolid, Maxtor. Apezteguía, M., 2005: “Torre Jaureguía en Navarra”. En Tectónica. Rehabilitación (I) Estructuras. Número 18, pp.32-47. Apezteguía, M., 2007: “Rehabilitación de la Torre Jaureguía en Donamaría, Navarra”. En On Diseño. Número 281, pp.178-189. Azkarate Garai-Olaun, A. y García Gómez, I., 2004: “Las casas-torre bajomedievales. Análisis de un proceso de reestructuración espacial/territorial”. En Arqueología de la Arquitectura. Número 3, pp. 7-37. Baeschlin, A., 1930: La arquitectura del caserío vasco. Barcelona, Canosa. Caro Baroja, J., 1971: Etnografía histórica de Navarra. 3 volúmenes. Pamplona, Aranzadi-Caja de Ahorros de Navarra. Caro Baroja, J., 1982: La casa en Navarra. 4 volúmenes. Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra. De Yrizar, J., 1929: Las casas vascas. Torres-Palacios-Caseríos-Chalets-Mobiliario. San Sebastián, Librería Internacional. García Gainza, MC., 1980-1997: Catálogo monumental de Navarra. 9 volúmenes. Pamplona, Institución Príncipe de Viana.

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Martinena Ruiz, JJ., 1977: Palacios Cabo de Armería. 2 folletos. Pamplona, Diputación Foral de Navarra, Dirección de turismo Bibliotecas y Cultura Popular. Martinena Ruiz, JJ., 1980: Navarra, Castillos y Palacios. Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra. Martinena Ruiz, JJ., 1992: Castillos de Navarra. León, JJ. Martinena-Ed. Lancia Martinena Ruiz, JJ., 1994: Castillos Reales de Navarra (Siglos XIII al XVI). Pamplona, Departamento de Educación y Cultura. Martinena Ruiz, JJ., 2008: Navarra, Castillos, Torres y Palacios. Pamplona, Institución Príncipe de Viana. Martinena Ruiz, JJ., 2009: “Palacios Cabo de Armería, una peculiaridad de Navarra” en García Gainza, MC. y Fernández Gracia, R. (comp.), Casas señoriales y palacios de Navarra. Pamplona, Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, Universidad de Navarra. Urabayen, L., 1929: La casa Navarra. Madrid, Espasa-Calpe S.A.

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The tower: a defensive structure in the Templar, Teutonic and Hospitaller settlements in Umbria and Lazio. An historical and architectonic study La torre: una estructura defensiva en los asentamientos Templarios, Teutónicos y Hospitaleros en Umbria y Lazio. Un estudio histórico y arquitectónico Nadia Bagnarini PHD UNIVERSITÀ DEGLI STUDI DI SIENA n.bagnarini@libero.it

Abstract The aim of this paper is to analyze, from the historical and artistic point of view, the tower, a structure which often connected the churches and the neighbouring buildings in the Templars, Hospitallers and Teutonic settlements of Umbria and Lazio. I will both reconstruct the internal sections of the towers and investigate their reuse in the modern period through the analysis of the masonries and the examination of archival and iconographic sources with a special reference to the cabrei kept in the Roman Archive of the Sovereign Military Order of Malta. The structure of these military orders' settlements will also be investigated with a comparative approach highlighting similarities and differences with contemporary European and local military architecture. Resumen El objeto del presente ensayo será el análisis, desde un punto de vista históricoartístico, del papel que jugó la torre como elemento unificador del edificio conventual y del ambiente de culto en los asentamientos de las órdenes del Temple, Hospital y Teutónico de las actuales regiones del Lazio y Umbria. A través de la lectura de los muros, de las fuentes archivísticas e iconográficas, en particular Cabrei, que se conservan en el Archivo del Soberano Militar de la Orden de Malta en Roma, serán reconstruidas las marcas internas de la torre y de su uso en época moderna, a través de la comparación con la arquitectura militar y defensiva local y europea. Keywords: Tower; domus; fortified tower; cabrei; Lazio; Umbria. Palabras clave: Torre; domus; torreón; cabrei; Lazio; Umbria.

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Introducción Cabe distinguir entre “arquitectura de los templarios” y “arquitectura templaria”. El primer término se refiere a los edificios que fueron construidos total o parcialmente por los freires del Temple, mientras que el segundo presupone una manera de construir propia y específica de la Orden. La realidad se acerca más al primer concepto, ya que hablar de arquitectura templaria en el mismo sentido en que se habla, por ejemplo, de arquitectura cisterciense o franciscana, sería atribuirle unas características particulares que no posee. Con estas palabras el historiador catalán Joan Fuguet sintetiza en su reciente libro (FUGUET Y PLAZA, 2013), un concepto, según el cual, no se puede hablar de arquitectura templaria, pero sí de la arquitectura de los Templarios, superando definitivamente la tesis de Eugene Violet-Le-Duc, realizada en el siglo XIX, con una clara influencia romántica, que se apoyaba en el uso de la planta central como característica de la arquitectura de los caballeros cruzados (CADEI, 1995). Considero que esta misma idea podría aplicarse tanto a la arquitectura vinculada a las órdenes del Hospital y Teutónica los cuales sabían, al menos en ámbito italiano, al igual que los templarios, adaptarse a la arquitectura local, aprovechando aquellas prácticas locales capaces de recibir los mismos estímulos. Se trata principalmente de encomiendas y preceptorías, realizadas ex novo, provenientes de donaciones o traspasos de propiedad, donde desde el punto de vista meramente arquitectónico, uno de los elementos más caracteristicos, junto con la domus, la iglesia, los ambientes conventuales y agrícolas, están representados por el uso de la torre. Alzada principalmente con función defensiva, y en algunos casos tal y como podremos comprobar, con funciones residenciales, representa el elemento de unión entre la domus y el ala eclesiástica, siendo parte integrante de los muros de defensa, ligado sòlo al edificio de culto o naciendo como elemento aislado. Siendo imposible analizar de manera detallada todos los asentamientos templarios, teutónicos y hospitalarios situados en las actuales regiones del Lazio y Umbria, partes integrantes del Patrimonium Sanctis Petri, se ha seleccionado un conjunto representativo de asentamientos, en donde todavía se conserva la torre o quedan elementos identificables en los Cabrei descrittivi de los siglos XVII-XIX. La elección de estas dos regiones se debe a la relación que entre ambas existía con las vías de peregrinación, empezando desde la vía Francigena y sus bifurcaciones, de la Vía Amerina, Vía Flaminia, y finalmente en la Vía Apia, y las órdenes militares. Es una opinión consolidada aquella que defiende la relación que existía entre la

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necesidad de defender a los peregrinos y viandantes, ofreciéndoles su hospitalidad o bien el hecho de ser considerados lugares representativos de los altos miembros de la orden junto con la curia pontificia (BAGNARINI, 2013 (b)). Para el análisis de los asentamientos, será por lo tanto necesario, no solamente el estudio de las vías consulares y de peregrinación, sino que tambien será necesario, vista la falta total de documentación archivística que permita la datación de la edificación arquitectónica, la comparación tipológica con edificios religiosos y civiles in situ, que hayan sido datados. 1. Teutónicos entre la Umbria y el Lazio: la torre de Monterazzano Son escasas y poco sólidas las noticias acerca de la presencia de la Orden Teutónica (Ordo Fratrum hospitalis sancte Marie Theutonicorum in Jherusalem) en la región de la Umbria. El primero que trazó un cuadro de las posesiones de la Orden en Italia central, fue el historiador alemán Kurth Forstreuter (FORSTREUTER, 1961), dedicando un amplio estudio a los procuradores generales de la orden. Forstreuter evidenciaba que Honorio III, en 1220 concedió a la orden la Iglesia de Santa María in Dominica de Roma, destinada a convertirse en la sede de los procuradores de la orden y el lugar de acogida de los freires que llegaron a la Curia papal. Junto a esta propiedad, señalaba, que tenían otras casas en el interior del Patrimonium Sanctis Petri, en Viterbo, Montefiascone y Orvieto, lugar donde la Curia papal se quedaba durante sus viajes fuera de la ciudad de Roma. De todas estas posesiones, a finales del siglo XIII, presentaba cierta relevancia aquella situada en Viterbo, dado que al inicio del siglo XIV las casas de Montefiascone y Orvieto eran dependientes del Prior de Viterbo y del procurador general que residía en Roma. Thomas Frank no cita la casa de Orvieto, en contraposición con la de Asís, donde la comunidad de Comendadores de Santa María viene definida en 1350 como “Hospitali Theutonicorum” (FRANK, 2002). El 20 de junio de 1290 dentro de una política de expansión y descentralización adoptada por los teutónicos en el Patrimonium Sanctis Petri, fue adquirida la iglesia de Santa María, en la localidad de Monterazzano, iglesia concedida en 1200 a través de la bula papal de Gregorio IX el 5 de mayo de 1236, gracias a la cual, y en el día del aniversario de su consagración los visitantes recibirían 100 días de indulgencia (BAGNARINI, 2011). Situada cerca de uno de los divertículos más meridionales de la vía consular Cassia, a unos 7,5 km al oeste de Viterbo, en el centro de una colina, a 301 metros de altitud, gracias a lo cual podían controlar un perímetro de 360º, dominando el

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territorio que se extendía desde Montefiascone hasta Viterbo, la torre ha sido descrita con sumo detalle, tanto arquitectónicamente como históricamente por Giulia Rossi Vairo en dos ensayos realizados en 2014 (ROSSI VAIRO, 2014 (a); ROSSI VAIRO, 2014 (b)). No es éste ni el lugar ni las circunstancias para reconstruir las vivencias históricas del asentamiento de Monterazzano, pero si para aportar alguna reflexión acerca de la metodología. La torre presenta planta central y tiene cuatro niveles (Fig. 1). El primero se encuentra a pie de calle y se accede a él a través de una puerta moderna, sobre la cual, en los años cincuenta del siglo pasado, se construyó un bloque de escaleras. Es posible que en la Edad Media el acceso a este piso se hiciera a través de una trampilla al nivel del suelo del actual primer piso, mientras que en el lado sur, realizada con posterioridad a la construcción de la torre, por medio de la ruptura del muro, se abre una pequeña aspillera, aspecto que hacía más vulnerable la estructura. El segundo nivel presenta una escalera moderna que permite acceder a un pequeño espacio a través de una puerta realizada con sillares sobre los que se han colocado dos arquitrabes de madera que recuerdan a un antiguo puente levadizo. El tercer nivel corresponde a un espacio coronado por ménsulas, al que se accede a través de una escalera de caracol. El padre Dominico Pio Semeria, en un manuscrito “di Memorie” que se conserva en la biblioteca de los Ardenti de Viterbo, afirmaba, a principios del siglo XIX que la torre estaba dividida en tres niveles, de los cuales “el del medio era un tabique, mientras que el primero y el tercero son el mismo”. Las consideraciones de Semeria relegan la división interna real de la torre, ya que es más que probable que los trazos medievales hayan sido alterados a causa de las manipulaciones de época moderna. En efecto, se puede pensar que las aberturas que aligeraban los muros fueran en época medieval pequeñas aspilleras y matacanes, de las cuales resultan todavía visibles aquellas situadas en el lado sur. Los muros son bastante heterogéneos por el uso de material tufaceo, de la piedra y de algunos fragmentos de ladrillo. En la parte inferior se aprecia una estructura mural con fragmentos tufaceos situados en el lado corto, sobre sutiles capas de mortero de tendencia horizontal. La presencia de material calcáreo podría explicarse bien como la búsqueda de una cierta bicromía o bien como el resultado de diversas fases de restauración. Los que sí es cierto, es que la torre de Monterazzano no es un caso aislado dentro del panorama de Viterbo, tal y como afirma Rossi Vairo. La investigadora, remitiéndose a estudios ya datados como los de Silvestrelli

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Figura 1. Torre, Monterazzano.

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(SILVESTRELLI, 1940), y Martinori (MARTINORI, 1933-1934), habla, por un lado de una total ausencia de comparaciones tipológicas con otros edificios pertenecientes a la Orden Teutónica en Italia, pero también de otras torres del Patrimonium Sanctis Petri, añadiendo “que este tipo de torre está completamente ausente en el patrimonio de este territorio”. Sin embargo, creo poder defender, tras un profundo reconocimiento del territorio de Viterbo, que torres de planta circular fueron levantadas desde la mitad del siglo XIII hasta 1400. Un ejemplo de esto sería la torre de Mugnano en Teverina, perteneciente al Ayuntamiento de Bomarzo, mucho más estilizada que la anteriormente descrita. Presenta ménsulas sobre toda la circunferencia con fines defensivos, ventanas trilobuladas para el avistamiento y aspilleras desde las cuales realizar disparos con arco. Podría datar del sexto decenio del siglo 1200, cuando Mugnano entró a formar parte de los bienes de la familia Orsini, asumiendo la función de puesto de avanzada en el comercio a lo largo del río Tiber, con fines defensivos. Otro ejemplo de torre/torreón se encuentra en la abadía de Vulci, castellanía de la Orden del Temple. Y Por último en Nepi se puede ver una torre construida entre 1455 y 1503 durante el gobierno de los Borgia. A día de hoy no creo que se pueda fechar la torre, pero veo improbable una datación entre los años 1290-1309, puesto que no existe ningún documento que haga referencia a la torre en este breve espacio de tiempo. La primera referencia que encontramos es de los años 1472-1473 “deinde redeudo ad turrim da Maonterazonensis, in quo domus sive ecclesia dominorum prefatorum olim collocata fuit et nunc quedam turris in fundo eurundem constructa, pratrum bonum cum terrena iuxta fontem per circulum montis, et inferius versus civitatem Viterbiensem aliud pratrum cum terra bona” (FORSTREUTER, 1961). Se puede pensar que la torre tuviese, no solo una función de torre vigía, sino como casa, aspecto que evidencia la ventana que se abre sobre la puerta de acceso al primer nivel. Por otro lado la presencia de las ménsulas hace pensar en una defensa contra los ataques, y a estas dos funciones habría que añadirle la de la defensa del territorio como puesto de avanzada para la ciudad de Viterbo. 2. Los Hospitaleros en el Lazio: la Torre de San Mateo in Orte y la torre/residencia de la encomienda de los Santos Juan y Víctor de Montefiascone La introducción de la orden de los Hospitaleros en el Lazio está documentada el 4 de diciembre de 1217, cuando por primera vez, en una bula papal, vienen citados tanto el prior como los fratres "hospitalis jerosolimitani sancti Basilii de Urbe". Se trata del hospital de San Basilio, identificado por Nicoletta Bernacchio, con nave única, cuyos fragmentos murales fueron descubiertos durante las excavaciones arqueológicas del Foro de Trajano (BERNACCHIO, 2003). La extensión de la

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jurisdicción del Priorato de Roma, según los topónimos del Vaticano Latino 10372, o del catastro más antiguo del Gran Priorato realizado en 1333, comprendía también San Mateo in Orte. Este asentamiento fue objeto de un estudio histórico-artístico en 1973 realizado por David Andrews y Anthony Luttrell, que analizaron su historia, a través de los documentos archivísticos (ANDREWS D Y LUTTRELL A., 1973) y el análisis del edificio. Del asentamiento medieval se conserva el topónimo “San Masseo” en la cartografía moderna, y también una torre y unos fragmentos que se debían de corresponder con el edificio destinado al culto, conocido como San Mateo. A través de la lectura de la investigatión papal de 1373, transcrita por Luttrell, sabemos que los hospitaleros poseían “unam preceptoriam sub vocabulo Beati Machtey positam prope Civitatem Ortanam cuius preceptor est dominus frater Nicolaus de Sacchettis de Florentia (…)” y que de esa dependían las preceptorías de San Simone a Narni, de Santo Stefano a Collescipoli (diócesis de Narni) y Santa María Centignano (diócesis de Orte) (LUTTRELL 1985). Gracias al Libers Prioratus Urbis, conocemos las posesiones territoriales de la preceptoría durante el mandato del preceptor Jhoannes Marescalcus, que se extendía hasta Bassano en Teveria y a lo largo del río Tiber (MOULLOT, 2004). La preceptoría de San Mateo, en efecto, estaba situada en torno al río Tíber, en su parte navegable, y delimitaba con una estructura de piedra situada a lo largo del mismo. Iglesia y torre estaban ubicadas a lo largo del trazado de la antigua vía Amerina que transitaban, como afirma Nardi, a 1.800 metros al oestenoroeste, en torno a San Mateo (NARDI, 1980). Los cabrei que se conservan en el Archivo Soberano de la Orden de Malta, muestran una iglesia en ruinas y una torre contigua a ella, que se usó como palomar. La iglesia debía ser de nave única con cubierta a techo, ábside semicircular y dos aberturas de las cuales, una es la fachada y la otra, situada en el lado izquierdo. Pienso que estos restos podrían pertenecer a la estructura de la que habla Giulia Nardi, que se identifica entre el perfil y la torre conectada a esta última, pero a un nivel inferior. Se trata de un vano abierto en el perfil en el que se puede identificar, semienterrados, los muros sureste-oeste compuestos por restos de travertino, y en la parte superior por toba. Por lo que respecta a la torre, está todavía en pie, cerca de una pendiente delimitada por una fraja de sedimentos que fueron depositados por el río Tiber. Ésta es de planta cuadrada, realizada con piezas de travertino y cal, de 5,65 x 5,26, con puerta en el lado norte (Fig. 2). La parte inferior presenta segmentos de travertino y cal, alguno de los cuales están labrados, mientras que la parte superior muestra pequeños segmentos de toba. La parte superior es un añadido de época más tardía. La técnica utilizada en San Mateo la encontramos también en la iglesia y torre de Santa María

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Figura 2. Orte, encomienda de S. Mateo.

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Figura 3. Montefiascone, encomienda de los Santos Juan y Víctor.

de Luco, situada en la calle Ortana, que data de la mitad del XII y principios del XIII. Esta comparación permite suponer que tanto la iglesia como la torre han sido realizadas en el siglo XIII, con la llegada de los caballeros que eligieron esta ubicación por su cercanía al Tiber. Completamente diversa es la suerte de la Encomienda de San Juan y San Víctor in Selva de Montefiascone (Fig. 3), de la cual se conservan íntegramente los muros externos, mientras que, por desgracia, todo el interior, debido a las intervenciones de época moderna dentro del complejo, no permite apreciar de manera exhaustiva las facies medievales (BAGNARINI, 2011). La encomienda, situada en la localidad de la Selva Pagana, se erige majestuosa sobre un divertículo de la vía consular Cassia, de la cual aún se conserva la calzada de época romana, al oeste de Viterbo, sobre la vía que conduce a Montefiascone, y sobre restos de carácter rural correspondientes a la época imperial, descubiertos en el siglo XIX. Su ubicación en una de las vías de peregrinación más importantes, justifica la elevación perpendicular al edificio de culto de un hospital. El hospital que podríamos definir "a sala”, tiene dos niveles, de los cuales, el primero, está parcialmente enterrado, cubierto con una bóveda de crucería, mientras que al segundo se accedería a través de una escalera exterior, con cubierta plana compuesta por vigas de madera y amplias ventanas que

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Figura 4. Valletta, National Library of Malta, AOM 5642.

iluminan el interior. Tal tipología se encuentra tanto en el Hospital de Rod, levantado en 1314, como en el de San Juan di Pre en Génova (construido a finales del XII). Un cabreo de 1625, que se conserva en la National Library de Malta (Fig. 4) (Valletta, National Library of Malta, AOM 5642), realizado por encargo de Fray Signorino Gattinara, a fin de mostrar los dos edificios, iglesia y hospital (K) unidos por una pequeña construcción, muestra también un “Palacio” o torreón articulado en tres niveles, cuyo acceso se encontraba a través de un "accesso volante", al que le han añadido posteriormente una escalera, siendo probablemente restos del castillo de San Víctor in Selva. Dos puertas permitían el acceso al recinto (marcadas por la letra D y H). Entre la puerta (D) y el torreón, se alzaba una muralla que solamente después, entre 1625 y 1712, (tal y como confirma el diseño de Gaspar Van Wittel conservado en Capodimonte) fue sustituida por el actual edificio. El cabreo, además deja ver el segundo recinto (G) "Telón de fondo del burgo”, aligerado por una puerta (F) culminada por una torre, seguramente defensiva, que más tarde sería utilizada como casa y granero (letras L y O). En el exterior (E) la indicación del Burgo de Case. La torre, señalada con la letra B, se puede describir, según el cabreo de 1625, solo a través de la perspectiva del patio. Está compuesta por cuatro pisos: al primero se accede a través de una puerta con arcada, bajo la cual nace un bloque de escaleras que dan acceso al segundo piso, iluminado por una ventana cuadrada, mientras que

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en el piso intermedio o segundo, había una sola ventana. El cuarto piso se encontraba coronado por una almena. Es evidente la transformación de la torre en residencia, por lo que se puede elucubrar que en época medieval existía un "acceso volante" que se correspondía con la puerta de acceso al tercer piso del que habla el cabreo. Otro cabreo redactado entre 1602 y 1603, y que se conserva en el Archivo Aldobrandini di Frascati, que muestra las posesiones de la Orden de Malta en Italia central en tiempos del cardenal Silvestro Aldobrandini (ARCHIVIO ALDOBRANDINI, BUSTA 33.). Así describe el conjunto de los edificios que componían San Juan y San Víctor: “(…) Antes de la iglesia hay un gran patio y a mano izquierda de la iglesia está la casa que sirve para el presente, con una escalera de piedra muy larga, a mitad de la cual se abre un salón con dos habitaciones, y a la cabeza de ésta se encuentran gran número de estancias con techo plano sobre los que hay un palomar (...), debajo hay una habitación, en el primer piso, que sirve como cantina y que tiene sus puertas y sus ventanas”. De la iglesia sabemos que en 1208 fue concedida por Inocencio III al monasterio de San Martín al Cimino y que en 1219 una “ecclesia Sanctorum Iohannis et Victoris” viene nombrada como delimitación, como muestra el documento de donación del 7 de agosto. Por lo que respecta a la torre es posible, por lo tanto, datarla entre 1219- 1235. El papa Gregorio IX, en 1235 en una bula papal pedía a los “fratres hospitalis SS. Johannis et Victoris” un lugar en su cementerio. A este punto se puede decir que la llegada de los frailes se dio en torno a 1208-1235. Por todo esto, creo que a su llegada los Caballeros edificaron el hospital y la torre, con función residencial y defensiva. De ésta, todavía podemos apreciar un bloque con un ligero escarpado realizado en bloques de tufo y dispuestos regularmente. No se han conservado restos de la otra torre que se menciona en el Cabreo de 1625, e indicado con la letra L. 3. Los templarios en el Lazio: torres urbanas y extramuros El Lazio está compuesto por una importante red de vías consulares creadas en época romana y conservadas en época medieval, las cuales juegan un papel fundamental en la articulación del territorio templario, vista la presencia de la curia pontificia. Fue dividido en dos zonas de gran influencia: una septentrional, desde la frontera de la Toscana hasta el Tiber, bajo la preceptoría de Santa María in Carbonara de Viterbo y otra al sur, hasta la frontera con Terra di Lavoro en el Reino de Sicilia, bajo la Preceptoría Romana de Santa María de Aventino. A la Preceptoría

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de Viterbo, colocada cerca de las murallas de la ciudad, cerca de la colina del Duomo de San Lorenzo, le ha sido dedicada una amplia monografía de naturaleza histórico-arquitectónica (BAGNARINI, 2010), en la cual se ha puesto en evidencia el papel que jugó la domus colocada perpendicularmente al edificio de culto (datado en el último cuarto del XII) que se encontraba ligado a través de una torre, cuya presencia es evidente, no solo gracias al cabreo de 1613-1618 (letra I) (Archivio del Sovrano Militare Ordine di Malta a Roma, Cabrei, 192, ff, 19v-20r), sino además apreciable en la estructura mural en bloques de peperino heterogéneo, sobre la cual se construyó el campanario. La torre construida sobre el lado sur de la iglesia, a 9 metros del borde de la fachada, y coetánea a la domus, databa de los años cincuenta del siglo XIII, era el punto de unión entre los dos edificios a través de una puerta trilobulada, cuyos fragmentos son aun visibles en el flanco derecho de la tribuna de la iglesia, sirviendo también como hueco de la escalera, lo que hizo posible la vinculación entre los dos niveles de la domus y el acceso a la cripta de la iglesia (Fig. 5). Otro edificio, pero en este caso extramuros, donde la torre debería estar colocada entre la domus y el ala conventual, es la preceptoría de San Giulio de Citavecchia

Figura 5. Viterbo, S. Maria in Carbonara AOM 5642.

Figura 6. Civitavecchia. S. Giulio.

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(VALENTINI, 2008). De la edificación medieval, situada en la calle provincial de la ciudad costera de Citavecchia que conduce a Tolfa, hoy se conserva solo una espléndida torre, que si bien se encuentra en estado de completo abandono, muestra todavía la decoración en damero, propio de la zona de Picardia, que adorna las delimitaciones entre el segundo y el tercer piso. El tipo de decoración dentada oblicua en degradé, crea un efecto de claroscuro aún más marcado gracias al uso del nenfro, que pretende un efecto de bicromía respecto al resto de las piedras usadas en la construcción (Fig. 6). La torre que se adosaba el lado norte de la iglesia es una joya medieval datada en el segundo cuarto del siglo XIII, que desarrollaba una función de observatorio, además de función defensiva, gracias a la presencia de sutiles aspilleras, todavía visibles. El interior muestra la estructura ligera y el espacio propios de una torre defensiva. Originalmente tenía tres pisos, de los cuales el primero estaba cubierto por una bóveda de crucería compuesta por arcos de medio punto, donde se abre una trampilla que conducía al piso superior, que ha perdido su cubierta de madera original. En San Giulio se hospedó el Papa Inocencio IV entre los días 26 y 29 de junio, cuando huía de Federico II que se encontraba en Acquapendente. El 29 de junio, debido a la proximidad del puerto de Citavecchia, se paró a reposar y a cambiarse de hábito, y poder así colocarse las insignias papales, en una pequeña iglesia rural: "(...) requievit tamen modicum in quadam parca ecclesia qua est in campis Civitevetule et assumpta corona et vestibus apostolicis, venit ad galeas". El 1244 forjó un interesante término ante quem. Reseñada solo en el cabreo del siglo XVI, la torre de la preceptoría de Santa María del Templo de Valentano, datada en la mitad del XIII, se encuentra en la vía Clodia (BAGNARINI, 2013). Un cabreo datado en 1611 (Valletta, National Library of Malta, AOM 5640, f. 193r) muestra en planta de manera detallada una domus y la iglesia ligadas únicamente al lateral de la fachada, mientras que en un mapa se aprecian “los confines del territorio del complejo de Santa María di Nempe in Valentano” colocando sobre la zona meridional del edificio de culto, unas ruinas situadas junto a la iglesia y al ala conventual, según el diseño. Señalada con la letra "C. Casalini antichi rovinati contigui alla suddetta Chiesa, e Casa". En mi opinión los "casalini" no son otra cosa que ruinas de una torre que estaba ligada a la domus y a la iglesia, a través de una puerta colocada sobre el lado sur del edificio de culto, ahora obstruida. Aunque en el caso de la torre de San Matteo di Corneto-Tarquinia, en uno de los lados de la vía Aurelia, el medievalista Giuliano Romalli (ROMALLI, 2012) ha

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reconstruido sus facies medievales gracias al análisis de algunos mapas topográficos de finales del XVIII, donde se aprecian las ruinas de una torre, una presa y un foso dedicados a San Matteo. Gracias a un cabreo de 1628, conservado en el Archivo del Estado de Florencia (Archivio di Stato di Firenze, Corporazioni religiose soppresse dal governo francese, 132 Religione dei Cavalieri di Malta), la torre de San Matteo era en realidad una domus de dos pisos coronados por almenas, y puesta de manera paralela respecto a la iglesia, a la que se asocia la presencia de una torre que permitía una unión vertical entre las estructuras. Colocada a la espalda del edificio de culto, y aislada de la domus, se encuentra la torre del campanario de Santa María de la Sorresca sobre el Lago de Paula, dependiente de la preceptoría romana de Santa Maria in Aventino. Situada en el lado sureste de la iglesia, se accede a la torre a través de una puerta que se encuentra en el actual presbiterio. Con once metros de altitud y planta cuadrada, la torre se levanta sobre tres pisos divididos por impostas. Fue construida antes de la llegada de los templarios, o en tiempos de los monjes basilianos de Grottaferrata con función jurisdiccional, a finales del siglo XII. A la torre se podía acceder, también desde el exterior, con a un "acceso volante", colocado en el piso intermedio, que remarcaba su carácter defensivo. La torre permitía a los caballeros controlar la costa de la húmeda península pontina durante el breve periodo que oscila entre 12111259. El 3 de mayo de 1259, efectivamente, los templarios cedieron el tenimentum de Santa María de la Sorresca y del Locum de San Felice al vicecanciller Giordano Pironti. El Locum de San Felice es un torreón con planta cuadrada que domina la península de San Felice en el Circeo, construido por los Caballeros Templarios, está integrado en un castillo con forma cuadrangular. Se desarrolló en dos niveles, de los cuales el primero estaba cubierto por una bóveda de cañón apuntada, puede que con función de alero, mientras que el segundo presentaba función defensiva (Fig. 7). Pio Francesco Pistilli, cree que tal construcción puede ser plausible solo en la arquitectura del oriente cruzado del siglo XII con la ayuda de los templarios (PISTILLI, 2003; BAGNARINI, 2013).

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Figura 7. San Felice Circeo.

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4. Los Templarios y los Hospitaleros en la Umbria: la torre campanario de la preceptoría templaria de San Bevignate en Perugia y los asentamientos rurales hospitaleros fortificados entre Terni y Perugia. Otra de las creaciones arquitectónicas realizadas ex novo por la Orden del Temple, fue la iglesia dedicada a San Bevignate en Perugia (TOMMASI, 1981), realizada presumiblemente entre 1256 y 1265. Son muchos los ensayos que se han dedicado a estudiar los célebres frescos que decoran la contrafachada (CURZI, 2002; SCARPELLINI, 2005; CERRINI, 2012), mientras que a día de hoy, el único de carácter arquitectónico que trata de las fases constructivas de los complejos conventuales anejos, es aquel realizado por Paolo Raspa y Maurizio Marchesi en 1987 (RASPA Y MARCHESI, 1987). El complejo, dedicado al Santo eremita San Bevignate, surgió en el área suburbana al este de Perugia, en los márgenes de la vía Spargente, y está formado por un edificio conventual con dos alas: una perpendicular y otra en horizontal al edificio de culto y a la torre, que se erigen entre el lateral derecho de la iglesia y el lado norte del convento. Gracias al estudio de los muros y a la documentación, Raspa y Marchesi han podido individualizar tres fases constructivas. Durante la primera (1256-1283/1285) fue realizada la iglesia y el edificio colocado paralelamente a ella, y que fue utilizado como residencia de los monjes, como almacén y como establo. Vista pues la disposición extramuros, se puede pensar que estuviera protegida por una muralla que comenzase en la fachada del templo. Durante el segundo periodo (1283/12851312) viene ampliada el ala conventual con la construcción de un edificio interior, colocado perpendicularmente con relación al anterior, y siendo alzada una torre que unía la domus a la iglesia. La contemporaneidad de este edificio viene demostrada por la presencia del mismo elemento decorativo, ladrillos en punta de diamante. En este segundo periodo en el que, según mi opinión, se construye una de las salas del primer piso con función de sala capitular, cubierta por una bóveda de crucería sustentada por pilares poligonales de ladrillos. En la tercera etapa (1312-inicios del s.XVI) la cual coincide con el principio de la suspensión Figura 8. Perugia, San Bevignate.

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de la Orden del Temple, San Bevignate pasó a manos de los hospitaleros, que en 1324 construyeron un convento femenino incluyendo, por lo tanto, algunas modificaciones en la estructura principal, como la realización de un patio situado en la parte occidental del complejo, una logia cubierta y apoyada en la pared sur de la iglesia y un nuevo edificio ortogonal, además de abrirse nuevas ventanas. La torre (27 m. de altura y con planta cuadrangular de 7 m. de lado) presenta la misma decoración en punta de diamante que se encontraba en la fachada adyacente al convento (Fig. 8). Puede que fuera construida al mismo tiempo que la iglesia, aspecto, que resulta evidente analizando el muro que se inserta perfectamente en el flanco derecho de la iglesia. Esto hace pensar que el elemento decorativo fue agregado con posterioridad, probablemente en el mismo momento en el que fue completado en conjunción con la construcción del ala del convento. El acceso a la torre viene dado por una puerta de arco ojival, mientras que los pisos, son iluminados por ventanas, alguna de ellas realizadas en época moderna y otras coetáneas, como la pequeña hendidura sobre la puerta. Se puede pensar que se trata de una casa/torre con fines defensivos y residenciales para una pequeña comunidad de monjes. Los que llevaron a cabo la ampliación tenían muy claro el modelo arquitectónico a seguir; por un lado hay reminescencias del usado para la preceptoría de Viterbo, mientras que en ámbito europeo, la preceptoría catalana de Santa María de Gardeny (finales del S. XII) ya presentaba elementos similares, como la torre del tesoro y la casa habitación (donjon). En 1312 San Bevignate pasó a manos de los Hospitaleros por la bula Ad Providam Christii Vicarii engrosando el más que bien nutrido patrimonio de la orden en la región, que incluida entre otras cosas a partir de 1316, tras un largo litigio con los Benedictinos, la preceptoría de San Giusto d´Arna, de la que dependían treinta iglesias más y vastas propiedades. En 1985 Anthony Luttrell trazaba un mapa con las propiedades de la orden entre Narni y Terni reconstruyendo una red de posesiones que dominaban en el siglo XIV un territorio atravesado por las vías Amerina y Flaminia y que estaba bajo control del Gran Priorato de Roma (LUTTRELL, 1985). Esto ha sido retomado por Filippo Orsini que dedicó un interesante ensayo a Todi y a las Encomiendas meridionales de la Umbria (ORSINI, 2007). Como ya he afirmado, una de las encomiendas más importantes de la Umbria era la de San Giustino, cuya historia está indiscutiblemente unida a las de San Bevignate en Perugia, ya que en los años 1283-1285 los templarios fueron expulsados de San

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Figura 9. Archivio del Sovrano Militare Ordine di Malta a Roma, Cabrei, 143.

Giustino por los Benedictinos (primeros propietarios) y obligados a refugiarse en Perugia (CAPPONI, 2004). La encomienda de San Giustino en la localidad de Pilonico Paterno, de la que se conserva un extraordinario edificio de culto. Su ábside está decorado en su parte externa por dobles arcadas apoyadas sobre columnas reutilizadas, la torre ha desaparecido, pero de la que quedaba todavía constancia en 1744, como atestigua un cabreo que ponía en relación otros edificios y una estructura mural, en torno a un patio central. La torre que en el cabreo de 1602 (Archivio del Sovrano Militare Ordine di Malta a Roma, Cabrei, 143) (Fig. 9), aparecía señalada con la letra I, presentaba una construcción articulada en dos pisos. Una hipótesis plausible es aquella que vería en ella la existencia de una simple habitación, y que el primer piso en el momento en el que fue peraltada, tal y como se ve en el cabreo de 1744, fuera usada como palomar, al igual que sucede en la preceptoría de San Manno, situada cerca de Perugia a lo largo de la vía Amerina, en la ladera de la colina que recibe el nombre de” Herradura de Caballo” (VELATTA, 1997). La referencia a San Manno y a su torre aparecen en el catastro de 1489 conservado en el Archivo del estado de Perugia, y que dice así:” omissis cum domibus etcetera et turrim in eo existentibus in vocabolo Sancto manno omissi". Que la torre fuera un elemento arquitectónico importante, también para la toponimia lo demuestra el cabreo de 1567 donde aparece "Sancto Mano in vocabolo la Torre Santo Mano". La torre realizada con

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bloques de caliza cuadrangulares, se erige a la espalda de un edificio de culto, ligado a ella a través del presbiterio. En el actual segundo piso se abre un acceso que se encuentra dentro de la tipología de los asentamientos templarios, hospitaleros, y teutónicos ya descritos. Una construcción que dataría de los años ochenta del siglo XIII, es decir de después de 1258, cuando la villas Sanctis Manii aparece en el Liber Bailitorum del ayuntamiento de la ciudad de Perugia. Tanto la encomienda de San Manno, así como la de San Giustino entran dentro de una tipología que coincide con algunos asentamientos españoles como el de la encomienda de Echavarri en Navarra (BALDÓ ALCOZ, 2012). Diferente es el caso de los dos últimos asentamientos objeto de nuestros análisis, el de San Aló de Terni (MARINOZZI, 2010) y San Giovanni de Buttis de Acquasparta. En ambos, los edificios se extienden longitudinalmente al edificio de culto, por lo que la torre está perfectamente alineada con la iglesia y la domus/hospital. En San Aló di Terni, miembro de la encomienda de San Mateo in Orte ubicado "in contrada noncupata Rigioni”, y conocido en época medieval como San Pietro de Rigonis, se han perdido lamentablemente las trazas de la torre en la restauración de los años veinte del siglo pasado. Pero en el cabreo de 1613 la presentan todavía in situ, compuesta por tres pisos, de las cuales en el exterior del segundo estaba decorado por bustos femeninos que fueron sustituidos por dos cabezas de león. La lectura estratigráfica del muro de la torre a través de la nave central de la iglesia, muestra la presencia de una gran arcada, obstruida en los años setenta del siglo pasado, que comunicaba la iglesia con un vano inferior de la torre, realizada entre los siglos XII y XIII. Este mismo muro muestra dos piezas de arco, realizadas en piedra, que hacen pensar que la torre fuera anterior a la iglesia, a la que se encuentra adosada. El veinte de diciembre de 1320 el fraile Apollonio, preceptor de San Pedro de Rigonis pagó por él preceptor de Acquasparta, Fray Iacopo, la décima, como se describe aquí: “Frerius Apollonius preceptor ecclesie S. Petri de Bitonis de Interamma solvit dictis collectoribus pro fratre Iacobo preceptore ecclesie S. Iohannis de Buttis, tudertine diocesis, videlicet pro decima fructum et proventuum dicte ecclesie S. Iohannis in dicto primo termino secundi anni XII lib. pro quibus dedit IIII flor. auri" (LUTTRELL, 1985). La llegada a la localidad de Acquasparta de los caballeros puede ser datada en los años noventa del siglo XIII. Se asentaron en un edificio preexistente y que databa del siglo XI, alzado sobre un puente de época romana, de él se aprovechó la fachada y los grandes bloques de piedra (Fig. 10). A su llegada, los caballeros insertaron los arcos de diafragma en la iglesia (FUGUET, 1986-1987) y levantaron ex novo la torre,

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reutilizando los cimientos del antiguo edificio de culto. El acceso al piso superior se hacía a través de una puerta que se corresponde con el actual tercer piso. Conclusiones Este estudio no pretende ser exhaustivo, sino un primer intento de sintetizar el papel arquitectónico y estratégico que Figura 10. Acquasparta, S. Giovanni de Buttis jugó la torre con relación a los (Steve Gobesso 2014). asentamientos templarios, hospitaleros y teutónicos, tomando como muestra las regiones de la Umbria y del Lazio. Esto ha permitido individualizar, sobre todo en lo que concierne a las preceptorías pertenecientes a los templarios y hospitaleros, y conforme a los documentos, torres aún in situ, o torres de la cual se tiene conocimiento gracias a documentación iconográfica o a los cabrei, que si bien fueron ejecutados en época moderna, aportan interesantes puntos de reflexión a nuestro estudio, pues conservan trazos, y en algunos casos facies medievales del asentamiento. La presencia de la torre permite afirmar, o por lo menos elucubrar, que en los asentamientos del Lazio y de la Umbria, se dio un aprovechamiento agrícola, además de su defensa. Esto se extrae de los elementos defensivos que se han encontrado, como son los muros que rodeaban las zonas de cultivo, residenciales y hospitalarias.

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The defensive compound of the Templar commandry of Aberin (Navarre): hypothetical configuration El complejo defensivo de la encomienda templaria de Aberin (Navarra): una primera hipótesis de su configuración Julia Baldó DRA. EN HISTORIA, UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Joan Fuguet DR. EN HISTORIA DEL ARTE, UNIVERSIDAD DE BARCELONA

Abstract In this paper, we have tried to study and reconstruct the defensive compound of the Navarrese Templar commandry of Aberin, and to place it in the context of the Iberian and the Mediterranean Templar and Hospitaller commandries. The defensive elements that have been preserved (e.g. platforms, walls, defensive and watch towers, walk walls, battlements, machicolations and brattices,) follow the usual patterns of the compounds of the various military orders, as well of the medieval military architecture that developed in Southern Europe and the Holy Land. Thus indicate a clear military purpose derived from their own internal conceptualisation but even so a symbolic function concerning political and economic aspects. Resumen En esta comunicación, hemos tratado de estudiar y reconstruir el recinto defensivo de la encomienda templaria de Aberin (Navarra), y situarla en el contexto de las encomiendas templarias y hospitalarias de la Península Ibérica y del área mediterránea. Los elementos defensivos que han sobrevivido (plataformas, muros, torres defensivas y de vigilancia, paseo de ronda, matacanes y buhardas, por ejemplo) se insertan en los patrones habituales empleados en los recintos de las distintas órdenes militares así como de la arquitectura militar de la época desarrollada en ese período en el Sur de Europa y Tierra Santa. Todo lo cual revela un manifiesto propósito militar derivado de la propia conceptualización interna de la orden así como una función simbólica relacionada con aspectos políticos y económicos. Keywords: Order of the Temple; Military Orders; Fortifications; Cultural Heritage; Navarre; Middle Ages. Palabras clave: Orden del Temple; Órdenes Militares; Fortificaciones; Patrimonio cultural; Navarra; Edad Media.

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1. Introducción En este trabajo se pretende ofrecer una aproximación a la reconstrucción íntegra del complejo defensivo de la encomienda de Aberin perteneciente a la Orden del Temple hasta principios del siglo XIV y, posteriormente, a la del Hospital de San Juan de Jerusalén. Aberin, junto con Ribaforada, la villa vieja de Puente la Reina y Cintruénigo, fueron las únicas encomiendas templarias asentadas en el reino de Navarra, pero la primera de ellas cuenta con la ventaja, respecto de las otras, de que hayan sobrevivido gran parte de los vestigios de todo su complejo arquitectónico. Una excepcionalidad que sobresale, igualmente, por encima del resto de las encomiendas militares navarras que todavía conservan, fragmentariamente, algunos de sus edificios, como se ha estudiado recientemente (Baldó, 2013). Con él, los autores han unificado y completado los distintos estudios parciales que ambos han dedicado, desde hace años, al análisis y descripción de la iglesia y recinto conventual de este lugar (Fuguet, 2006, Fuguet-Plaza, 2006, 2013 y Baldó, 2010, 2013). El principal objetivo es la reconstrucción de su recinto defensivo a partir de los restos arquitectónicos conservados, no habiéndose encontrado, hasta el momento, testimonios documentales —dada la amplitud cronológica y dispersión de los fondos del Temple y del Hospital— que permitan aportar información más precisa sobre su fisonomía, a diferencia de lo que sucede en otras encomiendas, como Cizur Menor (Baldó, 2013). Por estas razones, se prevé que esta publicación sea una avanzadilla de estudios futuros, ya que nuevas aportaciones documentales, completadas con excavaciones arqueológicas, puedan corroborar o refutar las apreciaciones que aquí se presentan. Igualmente, ambos investigadores deseamos realizar una llamada de atención sobre este excepcional legado patrimonial de las órdenes militares en Navarra. Los patrones constructivos de esta encomienda se encuentran en profunda conexión con el estilo artístico y arquitectónico de numerosas castillos y encomiendas rurales fortificadas, templarios y hospitalarios, de la Corona de Aragón y del área mediterránea. De ahí que esta propuesta se convierta en una invitación a las autoridades competentes para que constituya el marco preparatorio de una vertiente práctica, materializada con excavaciones arqueológicas y labores de conservación que permitan sacar a la luz todo el patrimonio superviviente y obtener un rendimiento económico de esta extraordinaria herencia a través de un turismo cultural sostenible, que sea, al mismo tiempo, generador de un beneficio económico para la comarca.

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2. Aplicación de la arquitectura militar y defensiva en las encomiendas de la Orden del Temple: ideología y simbolismo La Orden del Temple posee una conceptualización interna derivada tanto de las contingencias históricas de la época en que se desarrolló como de sus propios principios fundacionales y su misión guerrera, especialmente aplicada en Tierra Santa y en la Península Ibérica en su lucha contra el infiel musulmán (Fuguet-Plaza, 2005, pp. 50-54, 60-63). Esta conceptualización es aplicada a su forma de vida y, por extensión a la arquitectura de sus castillos y encomiendas. Pero en ellos también quedaban plasmados una serie de elementos simbólicos que manifestaban aspectos políticos y económicos relativos a la soberanía territorial y al vasallaje, como transposición del orbe celestial sobre el mundo terrenal, estratificado en jerarquías de carácter político y religioso (Guriévich, 1990, pp. 33-35, 92-96 y Fuguet-Plaza, 2005, pp. 32-33, 51). De ahí que la arquitectura militar, y por extensión, la arquitectura de la Orden del Temple, ofrezca habitualmente una serie de particularidades culturales que manifiestan una significación de unos valores sociales, plenamente aceptados por el hombre medieval y que se hallaban continuamente presentes en la concepción visual de la época: elevación en altura, verticalidad de la edificación, solidez de los muros, sensación de cerramiento. Este conjunto de símbolos y expresiones arquitectónicas, implicaban, a su vez, otros aspectos psicológicos como la seguridad, la protección o, por el contrario, la amenaza, en función de la visión y espíritu del que las contemplaba. De esta manera, la percepción de esas formas arquitectónicas se transforma en un concepto con cualidades funcionales y psicológicas, que dan origen a un profundo simbolismo del espacio manifestado en relaciones de dominio entre individuos o colectividades (Varela, 2002, pp. 40, 88, 119-124 y Pérez de Tudela, 2001, pp. 11-14.). Por estas razones comentadas, es muy habitual que, tanto castillos como encomiendas templarias (también hospitalarias o de otras órdenes militares, como Santiago, Calatrava, Montesa o Avís, por ejemplo), sean ubicados en promontorios con un amplio control del entorno circundante (Oliveira, 2013, pp. 122-126). La elección de emplazamientos en altura responde, sin duda, tanto a una necesidad de resguardo (físico y espiritual) en puntos topográficos fuertes, con el afán de facilitar la resistencia, como a una intención de organización social, política y económica del área periférica. En este caso, con un claro objetivo de reestructuración de los espacios de cultivo que generaron un nuevo tipo de hábitat concentrado, fortificado y desarrollado bajo una cultura donde el castillo comparte espacio con la iglesia; fenómeno que Varela denomina “encastillamiento” (Varela, 2002, pp. 106).

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3. Hipótesis sobre la configuración del complejo fortificado de Aberin La encomienda de Aberin se halla emplazada en lo alto de una colina con profundos desniveles y taludes. Para adecuar el asentamiento de los edificios se hizo necesaria la modificación del terreno, tanto de su cima como de sus pendientes, a través de la construcción de diversas plataformas, combinadas con rampas que garantizaran el acceso, y muros que efectuarían la doble labor de barreras de contención del terreno y de protección del recinto. Todo ello contribuyó a aumentar los propios recursos defensivos naturales del promontorio. El conjunto arquitectónico se encuentra dividido, según la fisonomía que sobrevive en la actualidad, en dos áreas muy bien definidas visualmente. La parte más alta de la loma fue transformada en una inmensa explanada escalonada en terrazas superpuestas. En su zona superior y orientados al sur, sobre el caserío, se ubican los edificios principales: la iglesia —que cuenta con una impresionante torre-atalaya defensiva— y el convento —cuyo flanco occidental fue reforzado con potentes muros y dos cubos angulares—. Ambas construcciones fueron optimizadas con una serie de elementos insertos o agregados en su propia arquitectura para obtener una mayor eficiencia defensiva, como almenas y merlones, buhardas, caminos de ronda y ventanas saeteras. Este asentamiento, situado en retraimiento con respecto al resto del promontorio, garantizaba la vigilancia del entorno y una mejor defensa ante un posible ataque desde la vía de comunicación que discurre al noroeste, como veremos. En la circunvalación de buena parte del perímetro exterior de la gran planicie, de la gran planicie, delimitada por varias plataformas de distintos tamaños, se han encontrado distintas líneas de muros. Así como un pequeño edificio poligonal, en el

Figura 1. Vista del recinto fortificado de la encomienda de Aberin desde el noroeste. Julia Baldó, 2006.

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vértice noroccidental de la gran explanada, con función desconocida, que quizás constituyó una torre integrada en la muralla exterior, como se explicará. 3.1. El complejo fortificado exterior y sus elementos Tal y como se ha comentado, subsisten restos de muros de piedra de escasa altura que delimitan varios niveles de plataformas practicadas en los taludes noroeste, oeste, norte, este y sur de la colina. El estado de ruina en el que se encuentran, cubiertos de vegetación así como las transformaciones que han sufrido con el tiempo, dificultan una visión clara de su fábrica primigenia, a base de sillares regulares de pequeño tamaño. No asemejan más allá de meros muretes de piedra, que, aparentemente, podrían haber sido levantados para contener las distintas parcelas de tierra que actualmente son dedicadas al cultivo cerealístico o al regadío doméstico, según se pensó en un primer momento. Si bien la presencia de las torres circulares, la potente torre defensiva de la iglesia, junto con los dos parapetos murales ubicados en los profundos taludes este y sur, más la edificación octogonal, hicieron pensar en una hipotética relación intrínseca entre todos estos elementos (Baldó, 2010, pp. 449, 460-461). Sin embargo, no fue hasta la reciente aparición de varios tramos de muralla de piedra muy próximos a la iglesia de Ribaforada, cuando se procedió a una nueva observación in situ de los vestigios murales de Aberin y a una nueva relectura de los muros también como murallas, más aún si se tiene en cuenta la mentalidad arquitectónica de la Orden del Temple (Baldó, 2013). El empleo en Ribaforada de un aparejo de pequeño tamaño y la conservación de un lienzo de muralla con fisonomía acodada, a modo de barbacana, conectaron fácilmente, por similitud, con los vestigios de Aberin. 3.1.1. Plataformas externas en los taludes Ya desde la lejanía sobresale, a nivel visual, el emplazamiento de la encomienda de Aberin por la modificación de la loma sobre la que se emplaza, teniendo claramente una morfología distinta respecto a las restantes colinas que la circundan. De hecho, los dos aspectos más llamativos son su coronación superior, con una extensa planicie, y la modificación de los taludes, cortados a distintos niveles mediante terrazas escalonadas. Comenzando desde la parte más alta de la loma, gracias a las fotografías aéreas consultadas en el portal del Sistema de Información Territorial del Gobierno de Navarra (SITNA), se han contabilizado un total de cinco plataformas, distribuidas de la siguiente

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Figura 2. Vista aérea del conjunto fortificado de la encomienda de Aberin. SITNA-TRACASA, Gobierno de Navarra-Julia Baldó, 2014.

manera: tres en la gran planicie, más otras dos terrazas en los desniveles de la falda norte del montículo, muy posiblemente cada una separada por un muro, con excepción de la más baja, si bien no se ha podido confirmar esta última hipótesis debido a la abundancia de vegetación que impide ver con claridad estructuras continuadas. Además, tal y como se ha adelantado, el frente este también cuenta con una plataforma que desciende suavemente a través de una rampa al nordeste, pero que se corta bruscamente en talud al este y al sudeste. De la misma manera, el frente meridional cuenta con un potente desplome al sur mientras que su área sudoccidental se precipita igualmente en una prolongada rampa, en dirección hacia la torre angular. En estos dos últimos flancos meridionales es más complicado observar los posibles amurallamientos originales, debido a que han sufrido la urbanización de sus áreas con la adición de distintos edificios en sus frentes así como la pavimentación de sus suelos. 3.1.2. Muros o murallas exteriores en las laderas Suponiendo que estos vestigios de muros comentados se correspondiesen con murallas de mayor o menor entidad y altura, nos encontraríamos con un complejo amurallado de grandes dimensiones, que respondería a una compleja planificación debido a que contaría con sistemas complementarios de defensa, como veremos.

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Figura 3. Vista del recinto fortificado de la encomienda desde el valle noroeste. Julia Baldó, 2013.

Es el frente septentrional el que presenta mayor reforzamiento defensivo, quizás porque era el más expuesto a un ataque, ya que en sus cercanías transcurre la vía de comunicación natural entre Pamplona y Logroño, también Camino de Santiago, y asimismo, con mayor proximidad, la ruta que unía Estella con la Ribera de Navarra, en uso en la actualidad. En estas laderas, se dispusieron, al menos, dos líneas de muros delimitando otras dos terrazas. La línea exterior quizás pudo ser una camisa o una antemuralla, con un recinto intermedio, mientras que la superior, la muralla propiamente dicha. Consolida esta suposición dos circunstancias: La primera, la existencia de una calzada empedrada, que atraviesa de un extremo Figura 4. Vista de la calzada del recinto a otro la gran explanada superior desde el fortificado hasta el valle. Julia Baldó, 2013. caserío (en el barranco sur) hasta el aljibe ubicado en la hondonada septentrional. Dicha calzada se precipita abruptamente por esta ladera norte flanqueada por hileras de muros paralelos que todavía son apreciables, y que continúan transversalmente, delimitando las plataformas.

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Mientras que la segunda es una estructura de planta octogonal, apoyada sobre un amurallamiento acodado que guarda gran similitud con uno de los lienzos de muralla de Ribaforada, como se ha dicho. Se emplaza en el vértice de la altiplanicie, asomando sobre el talud norte, y protegiendo el valle y el frente oeste de la calzada. Sobre esta estructura volveremos más adelante. Paralelamente, al otro lado Figura 5. Muros exteriores del recinto del camino, se advierte algún tipo de fortificado de Aberin. Julia Baldó, 2014. basamento o cimiento subterráneo, que resulta más evidente en fotografías aéreas consultadas en la web del SITNA. Se propone la existencia de una estructura paralela a la conservada, que pudo cumplir idéntica misión, como se detallará. Los frentes este y sur cuentan con un sistema defensivo muy similar, que combina rampas con taludes reforzados por muros. En el flanco oriental, ubicado bajo la entrada del recinto conventual, y prolongado paralelamente con la cabecera de la iglesia, una pared de sillar regular refuerza el potente talud y continúa sin interrupción

Figura 6. Vista del talud oriental del recinto fortificado de Aberin. Julia Baldó, 2006.

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hacia el sur, justo delante de la entrada del templo. En estos dos frentes es más complicado observar los restos de amurallamientos, debido a la construcción de distintas edificaciones y la pavimentación de las calles y pendientes con hormigón. Dos rampas delimitan los taludes oriental y meridional: una en el extremo nordeste permite el acceso al monasterio desde las tierras de labranza circundantes, mientras que otra desciende desde la explanada sur del templo hacia el oeste, paralelamente al frente meridional del recinto conventual, y en dirección hacia la torre angular sudoccidental. 3.1.3. Hipotéticas torres defensivas en el vértice Como se ha indicado, en el vértice de la plataforma más baja de la explanada superior existe un edificio en estado ruinoso, del que todavía se pueden apreciar las partes bajas de los muros, con sillares de gran tamaño en las esquinas, y que poseía, asimismo, hasta hace pocos años, algunos restos de paredes de basamentos al norte, eliminados recientemente. Sin embargo, a pesar de las transformaciones y agresiones sufridas, aún se mantiene la planta octogonal original. Su empleo como nevera a lo largo del siglo XVIII y hasta mitades del XX, sin duda debido al grosor de sus muros, ha tenido su reflejo en la toponimia de la población (Toponimia y Cartografía de Navarra XXV, 1995, p. 41), denominándose esta zona

Figura 7. Vista de la estructura octogonal del recinto fortificado. Javier Martínez de Aguirre (2007), Julia Baldó (2010).

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como La Nevera. No obstante, su ubicación no parece proclive para este uso, dada su orientación oeste. Con anterioridad ya se propuso una función como palomar o dependencia agrícola, si bien la fábrica de sus muros ya hacía pensar en una torre (Baldó, 2010, p. 461). A partir de la relectura del espacio, se teoriza firmemente con esta última posibilidad, sobre todo teniendo en cuenta su proximidad a la calzada, su orientación sobre el barranco y su interrelación con las líneas de muros comentadas. A falta de una prospección o una excavación arqueológica, se propone igualmente su conexión con otra torre de características semejantes, ubicada al este y en línea paralela, al otro lado de la calzada. La falta de vegetación en una zona concreta del vértice de la plataforma —que se pudo comprobar como una circunstancia persistente a lo largo de las décadas, gracias a la visión de fotografías aéreas desde 1956-1957 hasta la actualidad en la web del SITNA—, permitió pensar en una estructura similar. Sobre todo porque, en este caso, la proximidad con la calzada empedrada es todavía mucho mayor que la de la hipotética torre occidental. De hecho, la occidental controla el barranco y la vía principal de comunicación, mientras que esta oriental pudo estar ligada a la protección de la calzada y de un posible acceso en esta zona. En caso de que, efectivamente, pudiese confirmarse esta teoría, nos encontraríamos con dos torres defensivas que protegerían el barranco norte, la calzada empedrada y la entrada al recinto, conformando un sistema defensivo de gran efectividad y espectacularidad, sobre todo si visualizamos los elementos defensivos que lo integrarían (matacanes, almenas, buhardas…). Esta tipología de portales entre dos torres poligonales es más propia del Levante que de Navarra, hallándose en los Portales de la Boquería, de Santa Anna, el Portal Nou o el de Sant Antoni, de las murallas de Barcelona, datados desde mitades del siglo XIII hasta finales del siglo XIV (Cubeles, 2003, pp. 140-141). De hecho, como apoyo a esta hipótesis, cabe señalar que la existencia de torres poligonales en murallas es habitual en la Baja Edad Media, conociéndose algunos ejemplos, como en la muralla de Tarragona, erigida en 1368 (del Bordell, de Les Monges, octogonal y conservada, y la Torre Grossa), que seguirían una morfología similar a otras emplazadas en las murallas de Valencia, Poblet o Tortosa (Menchon-Piñol, 2003, pp. 65-66 y Menchón, pp. 143-144). 3.1.4. La explanada superior y sus elementos defensivos: amurallamientos internos e hipotético foso Para terminar con el recinto defensivo exterior, deben describirse varios elementos supervivientes en la gran explanada que corona el cerro: las tres plataformas ya descritas, dos líneas de amurallamientos, y quizá un hipotético foso.

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Figura 8. Vista aérea del conjunto monástico de la encomienda de Aberin. Plataformas y taludes e hipotético foso. SITNA-TRACASA, Gobierno de Navarra-Julia Baldó, 2013.

Una vez más, las plataformas practicadas en la superficie del terreno son delimitadas por muros, de los que no quedan más que apenas unas hiladas de sillar, cubiertas por follaje y muy reformadas. El primero de ellos, ubicado a un nivel más bajo, recorre el flanco norte y parte del oeste, describiendo como se veía en los exteriores, una forma en curva ligeramente semicircular que en estos interiores se aprecia más nítidamente. El segundo resulta más visible e interesante. Por un lado, porque sobrevive mayor superficie de pared, prolongándose un tramo bastante largo hacia occidente de forma paralela y envolvente con respecto a los muros del flanco oeste del convento. Y por otro, porque en fotografías aéreas se percibe claramente la delimitación de la plataforma superior de asentamiento del convento. Actualmente, la pared ha perdido su fisonomía originaria y se observa la reconstrucción de gran parte del muro y el intercambio de los sillares. Sin embargo, en una fotografía publicada en el libro Navarra. Castillos y palacios (Martinena, 1980, p. 41) se aprecia parte de la traza primitiva, compuesta por un sillar muy regular de pequeño tamaño y que guarda gran parecido con los tramos de muralla templaria en la encomienda de Ribaforada recientemente descubiertos. Las comparaciones entre ambas fábricas y tipologías

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son, por tanto, inevitables y podrían confirmar las teorías mantenidas por los autores, permitiendo, además, datar ambos recintos en cronologías análogas. Por último, la plataforma superior no parece contar con ningún murete, si bien sí se observa algún tipo de separación física con respecto a la precedente, no pudiéndose determinar por el momento su configuración primitiva. Los autores proponen la existencia de algún tipo de foso, que pudo haber sido rellenado y nivelado con posterioridad, un elemento muy habitual no solo en castillos de órdenes militares, sino también en encomiendas templarias aragonesas como Ambel (Gerrard, 2000, p. 1471), catalanas como Tortosa, Barbens o El Masdéu (Fuguet, 1995, pp. 75, 190, 343, 373) o italianas como la de Santa Maria della Sorresca (Bagnarini, 2013, p. 104), por ejemplo. Pero también en palacios de cabo de armería como el de Asiáin, de fisonomía similar, con cubos angulares y rodeado por un foso (Martinena, 1980, p. 146). Para acabar con las dos partes del recinto defensivo exterior (inferior y superior) debe indicarse que las soluciones aplicadas en ambos casos remiten, tanto a nivel visual como teórico, a las fórmulas defensivas empleadas en la arquitectura militar y específicamente, en los castillos de las órdenes militares o de Reconquista: escalonamiento del terreno en los taludes reforzado por distintos grupos de amurallamientos progresivos y ascendentes, y amplia planicie superior distribuida por una sucesión de plataformas y muros conformando recintos intermedios y extensas lizas que permitirían una lucha en retirada hacia la fortaleza. Por todo ello, su fisonomía general se asemeja más a un castillo que a una encomienda rural, a pesar de que el complejo monástico cumple, como veremos a continuación, con todos los requisitos empleados habitualmente en las encomiendas rurales fortificadas (Fuguet-Plaza, 2006, pp. 142-143, Fuguet-Plaza, 2013, pp. 186-188). 3.2. El complejo conventual y sus elementos de defensa Finalmente, para terminar con este estudio, es necesario pasar al análisis de los elementos que constituyen el recinto conventual, el cual seguiría una fisonomía similar a la que se observa repetidamente en encomiendas rurales fortificadas de todo el ámbito europeo occidental y que resulta común a todas las órdenes militares, remitiendo especialmente a los modelos mediterráneos desarrollados en Aragón, Cataluña, Sur de Francia, Italia y Portugal. Igualmente, algunos de ellos también son comunes a construcciones navarras que integran componentes defensivos (iglesias fortificadas, palacios y torres-vivienda (ver Martinena, 2010).

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La configuración arquitectónica de la encomienda de Aberin se encuadra dentro de los parámetros de otras encomiendas templarias y hospitalarias navarras (Baldó, 2013), de forma que, junto a la iglesia se distribuye el recinto conventual donde la comunidad monástica reside junto con sus servidores. En el monasterio se combinan edificios destinados a vivienda con otros asignados a funciones agrícolas y ganaderas. Todas las dependencias se distribuyen en torno a un patio central con pozo que actúa como claustro y al que se abren todos los edificios. Este recinto, con una morfología de planta cuadrangular, está compuesto por cuatro flancos. Los edificios supervivientes se organizan en el área oriental, y están constituidos por tres cuerpos adosados en forma de L irregular, que originariamente habrían contado con dos alturas, si bien solo se ha conservado la planta baja en los tres casos (Baldó, 2010, pp. 452-453). Pero lo más interesante a primera vista es la inserción en los ángulos del frente occidental de dos cubos (Oliveira, 2013, p. 124). Es factible que el frente meridional, actualmente ocupado por viviendas, tuviera una fisonomía diferente, sin haber podido establecerse, hasta el momento, cuál pudo ser; quizá contara con algún cuerpo de edificios de vivienda o de servicio similares a los conservados. 3.2.1. Torre defensiva de la iglesia Al igual que sucede en el resto de encomiendas militares navarras, también aquí el elemento más importante del complejo monástico es la torre de la iglesia, componiendo de esta manera una iglesia fortificada que proporciona el principal punto de vigilancia y defensa (Bango, 1987-1988) de todo el recinto monástico. Esta torre se constituye como un elemento de gran envergadura por su potencia y altura, y revela su doble funcionalidad de atalaya de vigilancia y torre defensiva. Así lo demuestran los elementos que perduran en dos de sus cuerpos: dos hileras de modillones en los frentes oriental y occidental, que soportaban un cuerpo superior colgante, quizás algún tipo de parapeto almenado que pudo ser combinado con alguna buharda, según indica un grupo de sillares centrales del flanco este que constituirían su arranque. Matacanes y ladroneras sobre torres o sobre paseos de ronda de iglesias fortificadas son habituales en toda la Edad Media, tanto en el ámbito urbano (San Nicolás de Pamplona, San Pedro de la Rúa de Estella) como en el rural. Así en San Martín de Luquin se conservan tres hileras de modillones triples, como en Aberin, que soportaban tres matacanes en sus frentes sur, oeste y norte, aunque a menor altura que en Aberin; en la torre de Olcoz, recientemente rehabilitada, se conservaban hileras de tres modillones en sus cuatro frentes; asimismo, en la torre de Yárnoz contemplamos matacanes frontales y saeteras (Martinena, 1980, p. 140).

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Igualmente, en los lienzos oeste, norte y este, se observan con claridad algunas saeteras distribuidas a distinta altura que completaban su estructura defensiva, sistema que también se observa, si bien posiblemente corresponda a una reforma de época posterior, en el frente norte del edificio septentrional del monasterio.

Figura 9. Vista de los frentes oriental y occidental de la torre de la iglesia de la encomienda de Aberin. Matacanes. Julia Baldó, 2006-2014. Javier Martínez de Aguirre, 2006.

3.2.2. Hipotético paseo de ronda en la cubierta de la iglesia Como complemento a la torre y sus elementos de defensa, resulta verosímil que también se construyese un paseo de ronda sobre las cubiertas del tejado. Este sistema de defensa —que fue empleado en toda la Edad Media no sólo en las murallas, castillos y fortalezas, sino también en las iglesias, no ha perdurado íntegro, debido a las sucesivas reformas de las cubiertas y tejados de los edificios. Además, las restauraciones efectuadas en los siglos XIX y XX tendieron a eliminar los elementos ajenos al simbolismo religioso, como los de fortificación (Bango, 1987-1988). No obstante, la presencia de un pequeño tramo de parapeto de sillar en la zona norte del tejado y adosado perpendicularmente a la torre, han abierto esta posibilidad.

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Sobre todo, teniendo en cuenta otros elementos que se encuentran en la estructura de la iglesia y resultan desconectados de su fábrica, si no se leen en conjunto. Este es el caso de una puerta ubicada en el norte de la cabecera que da acceso a un pequeño cubículo techado con una falsa cubierta y asemeja unas escaleras superiores. Al exterior, su correspondiente contrafuerte se presenta más ancho y alto que los restantes (son dos contrafuertes superpuestos), por lo que pudo alojar en su interior una escalera intramuros que conectaba tejado, iglesia y posiblemente también subsuelo, quizá excavado con alguna cripta subterránea (Baldó, 2010, pp. 452-453). La presencia de un camino de ronda en el tejado es refrendada por la existencia de este sistema en numerosas iglesias navarras medievales, destacando por su espectacularidad la iglesia de Urroz-Villa, con matacanes perimetrales y buharda sobre la entrada, la de San Pedro de Reta, igualmente con matacán perimetral, o la de San Saturnino del Cerco de Artajona, con un parapeto liso, sin almenado. Todos ellos de época gótica (Martinena, 1980). 3.2.3. Parapeto amurallado occidental y cubos angulares Junto con la torre de la iglesia, el componente más sobresaliente del recinto conventual es el flanco occidental, formado por un parapeto de gran extensión y elevación y rematado por dos torres circulares en los ángulos (Baldó, 2010, pp. 454, 459-460 y Fuguet-Plaza, 2006, pp. 142-143). Su grandiosidad es apreciable desde la lejanía, a pesar de que la altura de todo el frente ha sido reducida considerablemente. Comenzando con las torres, sobresale su altura, a pesar de la mutilación de la parte superior en ambos casos. Igualmente, su interior (de tres metros de diámetro), que fue rellenado, con lo que ha sido imposible comprobar su apariencia. El cubo del ángulo sudoeste es el más elevado y cuenta con una base escalonada de asentamiento sobre el desnivel. Es muy factible que pudieran estar rematadas por un cuerpo almenado, como sucede en palacios navarros con una estructura similar, como Guenduláin, donde aún se aprecian las almenas sobre su único cubo angular (Martinena, 1980, pp. 59-60). Dichos cubos seguramente fueron combinadas con otro elemento intermedio de refuerzo, un paramento que actuase como cortina de muro, con almenado en sus zonas superiores, y tras el que se parapetase un paseo de ronda interconectado con las dos torres. Incluso pudo complementarse con un adarve de matacanes (como en Urroz-Villa) o bien un cadalso de madera asomando al exterior, como era habitual en muchos castillos. Lamentablemente, sólo puede conjeturarse sobre el asunto, porque

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Figura 10. Vista del flanco occidental del recinto conventual. Julia Baldó, 2013.

a lo largo de los siglos todo el paramento ha sido agresivamente alterado. Originalmente, esta hipotética muralla con paseo de ronda pudo haber tenido adosado algún edificio de baja altura con funciones de servicio o caballeriza, como ocurría en algunos castillos y encomiendas templarios catalanes (Fuguet, 1995, p. 87). 3.2.4. Otros hipotéticos elementos defensivos en los frentes este y sur Finalmente, para terminar con este repaso a los sistemas defensivos empleados en el convento de Aberin, se propone la existencia de otros elementos protectores. En la actualidad, el frente oriental del monasterio se halla totalmente desprotegido, con lo que se piensa si pudo haber contenido algún otro dispositivo más allá de algún amurallamiento. Quizás, dada la altura del contrafuerte ubicado justo en la esquina nororiental, coincidente con un arco diafragma en su interior, pueda teorizarse sobre la existencia de alguna construcción con finalidad defensiva en el segundo piso, al modo de las torres de habitación de algunas encomiendas templarias de Francia, que presentan estribos prismáticos de gran elevación (Mattalia, 2013, pp. 71-73), y con una apariencia muy similar a la de la encomienda de Barbens, en la que se acomoda una torre prismática en una esquina (Fuguet, 1995, p. 191) o a la de muchos palacios rurales navarros que combinan torres circulares con cuadradas o rectangulares en sus ángulos (Guenduláin). Igualmente, se especula sobre la posible

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utilización de alguna ladronera sobre las puertas de acceso a los dos edificios, con eje este-oeste, que se disponen en este flanco. Este tipo de protección es frecuentemente empleada en torres y castillos-palacios rurales navarros, como en Javier, Arazuri o Cortes; aunque el prototipo más ajustado sería similar a la buharda que protege la entrada principal del palacio fortificado de Echarren de Guirguillano, también con dos cubos angulares (Martinena, 1980, p. 134). Por último, se puede teorizar con la idea de que la configuración defensiva empleada en el flanco occidental pudo encontrar fiel reflejo en el frente sur, del cual desconocemos su fisonomía. No se descarta que, en la concepción original, este costado tuviera adosadas edificaciones destinadas a viviendas o a servicios de la encomienda. 4. Conclusiones A modo de conclusión, se puede afirmar que la encomienda de Aberin fue planificada y ejecutada no solo con un cuidado sentido estético, aplicado tanto en su arquitectura como en su escultura, sino también con una profunda inquietud estratégica volcada en desplegar distintos sistemas y componentes interconectados no solo entre sí, sino también con el entorno geográfico y topográfico, que garantizasen un eficaz resguardo en caso de ataque, como se ha visto en las líneas precedentes. La aplicación de elementos defensivos más complejos y desarrollados que en las restantes encomiendas, y en una línea solo comparable con alguna de ellas (Cizur Menor, y quizás Ribaforada), hace pensar en un patrón defensivo aplicable especialmente a la Orden del Temple, por encima de la conceptualización de la Orden del Hospital (que solo proyecta un recinto conventual fortificado, en Cizur Menor, frente al resto de encomiendas, según indican los datos conservados). Quizás obedezca a unos condicionantes intrínsecos a la disciplina y mentalidad templaria, más volcada en la guerra, la conquista territorial y el asentamiento geográfico, frente a la Orden de San Juan, más interesada en sus facetas asistencial y agrícola. Pero también pueda ser debido a una proyección política de cada una de estas encomiendas, ya que Cizur Menor fue sede de la cámara prioral y Aberin el centro templario más importante en Navarra. Mayor complejidad ofrece la labor de datación del conjunto arquitectónico. La iglesia ha sido fechada en el entorno del 1200 (Baldó, 2008, 2010, 2013). Pero se efectúan varias reformas en una etapa posterior (hipotético paseo de ronda, componentes defensivos del área superior de la torre) sobre las que no se puede determinar una

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fecha aproximada, si bien pudieron estar vinculadas a la construcción del monasterio. Para este se ha barajado una cronología de mitades del siglo XIII, que bien pudo extenderse hasta su último tercio. Las alteraciones efectuadas con posterioridad (introducción de saeteras) pueden responder ya al siglo XV. Por otra parte, el recinto externo pudo ser erigido de forma paralela o inmediatamente posterior al complejo conventual. Sin embargo, presenta la problemática de no ofrecer testimonios arquitectónicos suficientes que ayuden a determinar una cronología fidedigna. Los únicos elementos que ayudarían a establecer alguna fecha serían, por un lado, la edificación octogonal y por otro, las murallas. En caso de que realmente dicho edificio fuera una torre, y de acuerdo con los testimonios arquitectónicos semejantes ya comentados en otras murallas peninsulares, podríamos incluirla en un arco cronológico de mitades del siglo XIII a comienzos del XIV. Por otro lado, si los vestigios de muros se confirmasen como murallas, podrían ser relacionados con las fechas establecidas para las murallas de Ribaforada. En todo caso, si partimos de la base de que todo el conjunto fue edificado por la Orden del Temple, tuvo que ser finalizado a principios del siglo XIV, momento en que la orden fue disuelta y sus bienes pasaron a manos hospitalarias (1315). Si por el contrario fuese posterior, hablaríamos de un recinto construido por los sanjuanistas, y quizás articulado con un proceso de fortificación iniciado por la orden en sus principales encomiendas navarras, como sucedió en Portugal por las mismas fechas. El contenido de este estudio forma parte del trabajo que Julia Baldó realiza en el proyecto de investigación “Las Órdenes Militares en la configuración del mundo medieval”, dirigido por Julia Pavón (Dpto. de Historia, Historia del Arte y Geografía, Universidad de Navarra) e integrado durante 2011-2013 en el Proyecto Interdisciplinar “Fronteras y Cultura”, dirigido por Caridad Velarde, del Instituto Cultura y Sociedad. Igualmente, queremos agradecer a la familia Echarri Redín, propietarios de las edificaciones que conforman el recinto conventual, su continua amabilidad y disponibilidad para visitarlas así como las informaciones que nos han ofrecido a lo largo de estos años.

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Jaisalmer and Intramuros: a comparative study of two fortified cities in Asia James Valente Banta MASTER OF SCIENCE IN HISTORIC PRESERVATION, UNIVERSITY OF PENNSYLVANIA

Abstract Located in northwest India, Jaisalmer was founded in the 12th century as a fortified town atop a natural outcropping in the desert. Intramuros, the walled city built by Spanish colonialists in Manila starting in the 16th century, is now part of the largest city in the Philippines. In each case, these fortifications remain a “living” city with associated residences, businesses, and visitors. Neither site still serves a military function, but their intrinsic and damaged historic fabric leaves them both with elements of cultural interest and complex maintenance issues. This paper reviews the conservation history of these two historic sites and discusses how various factors including location, climate, and (re)construction techniques have affected their preservation, interpretation, and sustainability. Keywords: sustainability; Jaisalmer; India; Intramuros; Philippines; preservation.

1. Introduction This paper develops out of my ongoing interest in and personal connection with two fortified heritage sites. Growing up with a mother from the Philippines, I travelled frequently to Manila and often visited its original fortified Spanish colonial city, known as Intramuros. In 1998, as an intern with the U.S. Chapter of the International Council of Monuments and Sites (ICOMOS), I was assigned to make measured drawings and prepare a conditions survey of the King’s Palace (Raj Mahal) in the fort city of Jaisalmer, India. Since then, I have returned to Jaisalmer and continue to study and monitor conservation work at the site. As my career in Historic Preservation developed, professional obligations required that I focus on the maintenance and restoration of modern residential and commercial buildings, but in doing so, I realized that I was continuing my relationship with fortified architecture through its structural descendant: the parapet. In its reincarnation as an aesthetic element in modern architecture, the parapet’s original defensive function has been forgotten. Instead, it has become, ironically, one of a building’s most vulnerable components, exposed

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to the elements on three sides and typically the highest point of a structure. To my mind, this vestigial detail of ancient fortified architecture serves as a metaphor for the comparison I wish to draw here between the fortified cities of Intramuros and Jaisalmer. What was once central to the defense of an established settlement has become a historic relic whose maintenance and relevance to contemporary society requires vigilance and preservation that take into account its specific circumstances and environments. Fortifications are among the most permanent and durable material examples of human legacy. What that legacy means varies in each context, and how to interpret, present, and preserve their history poses a unique set of challenges. Both Intramuros and Jaisalmer have been described historically as places where fire, typhoons, earthquakes, and warfare have threatened their existence (Javellana, 2010, p. 47 and Tod, 1920, p. 1246). These sites were born and developed in environments challenging and hostile from the beginning, but have persevered. 1.1 Jaisalmer: Origins and Characterization Founded in 1156 in remote northwest India, Jaisalmer was constructed as a fortified town on a natural outcropping in the Thar Desert, now in the state of Rajasthan (Fig. 1). Jaisalmer was built as a defensive settlement of the Bhatti Rajput ruler Rawal Jaisal (Tod, 1920, p. 1204). The city’s name is derived from its founder, Jaisal, and the local term “mer,” meaning rocky outcropping or hill; therefore the town’s name means the “Hill of Jaisal” (Balfour, 1885, p. 407).

Figure 1. Map of India, 2001 (Courtesy of the University of Texas Libraries, The University of Texas at Austin).

The Jaisalmer fort follows the natural triangular topography of the hill on which is was built and is a formidable defensive structure, unique within hundreds of kilometers of surrounding desert. Approaching the stone structure, one first encounters steeply pitched masonry followed by sloped rubble and 9-meterhigh vertical walls above which 99

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semicircular bastions with crenelated parapets circumnavigate the fort (Fig. 2). Adding to its defensive stature, Jaisalmer blends into the arid landscape due to being constructed almost entirely of the ubiquitous local building material, a golden yellow sandstone. There is a single entry to the fort that consists of a series of gates and a winding stone path, flanked with sheer walls, leading visitors 76 meters above the surrounding terrain. Jaisalmer’s remote location offered a necessary haven in the desert along existing trade routes, and it profited from Figure 2. Jaisalmer Fort walls in 2007. taxes and commerce of caravans and merchants traveling between India, Central Asia, Africa, and the Middle East (Ring, 2012, p. 392 and Tod, 1920, p. 1249). There is a centuries-old city surrounding the fort, but the fort itself remains home to numerous private residences, palaces, temples, hotels, and businesses. Over 2,000 residents live within the fort (Gupta, 2009, p. 1 and WMF, 2008, p. 48). Including the city outside the fort, the total population is approximately 89,000 (Census of India, 2011). Located more than 500 kilometers from Jaipur, the capital of Rajasthan, Jaisalmer remains isolated. Although there are flights to and from Jaisalmer, most people arrive by surface transportation. Today, by train, it takes more than 12 hours to cover the 800 kilometers from Delhi to Jaisalmer. 1.2 Intramuros: Background and Description By contrast, the walled city of Intramuros, built by Spanish colonialists starting in the 16th century, is located within Metro Manila, the largest city of the Philippines, where approximately 13% of the country’s population resides (National Statistics Office, 2010). Sprawling around Intramuros is one of the most densely populated urban areas in the world, consisting of seventeen municipalities with a total estimated population that may reach 15 million by 2015 (Rimmer, 2009, p. 10). Departing from New Spain (now Mexico), explorer Miguel López de Legazpi arrived in 1565, landing in the central region of the Philippine archipelago that was

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previously named by another Spanish explorer, Ruy López de Villalobos, after King Felipe II (Fig. 3). In 1570, Legazpi’s men arrived on the northern island of Luzon near the large bay on its west coast, where a conglomeration of chiefdoms was already established by people known as Tagálogs. The name Manila is said to be based on the indigenous words “mai” (meaning “to have”) and “nila” a common plant in the area; thus “Maynila” being the place where “nila” grows (Govantes, 1866, p. 54). Figure 3. Map of Southeast Asia, 2003 (Courtesy of the University of Texas Libraries, The University of Texas at Austin).

Figure 4. Map of Old Manila, 1851 from Diccionario Geografico-Estadistico-Historico De Las Islas Filipinas, Madrid 1851. (Courtesy of the University of Texas Libraries, The University of Texas at Austin).

While the Spanish came to peaceful terms with some local leaders of the Philippines, Rajah Sulayman (1558– 1575), the ruler of the area at the mouth of a river on Manila Bay actively defended his palisaded fort before being defeated by the Spanish (Javellana, 2010, p. 25). The resulting treaty allowed for a Spanish settlement in this location at the south bank of the Pasig River, where it opens on Manila Bay (Fig. 4). Intramuros became the second fortified city built by Europeans in Southeast Asia, the first being in Malacca, Malaysia, built by the Portuguese starting in 1511 (Rimmer, 2009, p. 32).

The Spanish city of Manila was founded in 1571 at an ideal, strategic location within a protected bay at the mouth of a river, which had already been the site of foreign commerce within the region for centuries. Construction of the stone walls surrounding the colony’s new capital started in 1590, and it was given the name Intramuros,

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literally “within the walls.” The outline of the fort follows the contours of Manila Bay and the Pasig River and encompasses 64 hectares (Torres, 2005, p. 1). Its walls are approximately 2.5 meters thick and 6 meters high, and were originally surrounded by an inner moat, or foso, as well as a contrafoso outside the walls. There are seven baluartes (bastions) and ravellíns (projecting or detached bastions), either triangular or shaped like an ace of spades Access to the fort was designed through eight wellguarded gates (puertas) and bridges (Fig. 5).

Figure 5. The Parian Gate of Intramuros (American Historical Collection at Ateneo de Manila University).

When the Spanish arrived, there were numerous native people living in organized communities in the area, practicing Islam or animist religions, as well as a significant Chinese population. Active trade with merchants from southern China had existed in the Philippines since the 11th century (Javellana, 1997, p. 28). This conglomeration of diverse people and backgrounds continued to grow in Manila and is an integral part of the history of Intramuros and the Philippines.

2. History and Conservation Both Jaisalmer and Intramuros are “living” forts: cities unto themselves with associated residences, palaces, schools, places of worship, businesses, and government buildings. Neither site still serves a military function, but the history of destruction, deterioration, and repair of their inherent and aging defensive construction contributes to complex issues of interpretation and maintenance. Additionally, their different settings and environmental conditions have created specific challenges for their sustained preservation. For Intramuros, its continual competition with a major encroaching metropolis and a history of enormous wartime destruction, followed by substantial reconstruction, call into question issues of historic integrity, authenticity, and relevance. In the case of Jasialmer, its challenges stem from population growth coupled with increasing tourism, major infrastructure problems, and climate issues. 2.1 Jaisalmer: Struggles Against Deterioration During the 13th and 14th centuries, Jaisalmer came under major military attack at

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least twice (Sharma, 1981, p. 139), including a multiyear siege and occupation by the Sultan Alauddin Khilji of Delhi, an invasion provoked by Jaisalmer’s raid on a caravan belonging to the Sultan (Tod, 1920, p. 1212). In the aftermath of the siege, the fort may have been abandoned for a period of years. Again, in the 16th century, Jaisalmer found itself in a defensive position during the Mughal occupation of northern India, but by 1570 the fort city was allied with Emperor Akbar, along with other Rajput city states (Tod, 1920, p. 1133). In the early 19th century, Jaisalmer was one of the last Rajput states to come under British rule (Mathur, 1979, p. 38 and p. 54). After independence and the partition of India in 1947, the region surrounding Jaisalmer became strategically important because of its proximity to the Pakistan border. To this day, the major industry or activity in Jaisalmer District, other than tourism, is the Indian Army. Fortunately, in recent history Jaisalmer has not come under attack, but instead has faced various environmental assaults. Earthquakes of 7.7 and 5.3 magnitude, occurring in 2001 and 2009, respectively, caused damage to the fort walls, buildings, and monuments in Jaisalmer (Bora, 2001, p. 1; Gupta, 2009, p. 1, and Bhatia 2009, p. 1). Perhaps the biggest environmental impact on Jaisalmer started in 1964, with the introduction of piped water supply from a groundwater source approximately 12 kilometers away, followed by the construction of the Indira Gandhi Canal in 1987, which began delivery of water to the arid state of Rajasthan from rivers in the north. The Canal pumps water through the fort to supply the city below by gravity and provides approximately 20% of the fort’s water supply (WMF, 2008, p. 47). Originally, just three wells and the lake 2 kilometers from the fort served the water needs of residents (WMF, 2000, p. 8). There is no doubt that increased water supply vastly improved the lives of residents and created dramatic change in the establishment of farms, planting of trees, and general “greening” of the desert, but it also has created lasting problems and is a main source of deterioration for the now 850-year-old structure. Uncontrolled water use in the fort streets is the direct result of this unnatural abundance of water. Houses, hotels, and restaurants located within the bastion walls discharge water in an ad hoc manner onto the mori, the open-air walled corridor throughout the perimeter of the fort, designed for defense positioning and passage of soldiers, but also as drainage, including regularly spaced toilets (Kulbhushan, 2001, p. 95). The mori is essentially a large deteriorating gutter that allows additional water seepage into the fort’s foundations. Although it has been used as a site to discard waste, in recent years efforts have been made to clean and better maintain the mori.

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Blocked or insufficient capacity of the drainage system and inadequate mapping of the sewer system further complicate water management issues in Jaisalmer. In the known history of Jaisalmer, the World Monuments Fund (WMF) noted that 87 of 469 structures have collapsed and the majority of buildings in the fort require restoration, including structural stabilization (WMF, 2001, p. 11). The large presence of naturally existing bentonite in the foundations of the fort and natural hill below Jaisalmer has responded in the typical fashion of a clayey soil, which greatly expands when in contact with water. This swelling of the fort foundations has contributed to instability of the walls and pitching, which were constructed with dry masonry, closely cut and shaped to be laid without mortar. In addition to the imposed anthropocentric environmental changes due to increased water supply in Jaisalmer, natural climate change has contributed to the deterioration of the fort. In 1999, two bastions collapsed due to unusual monsoon conditions (WMF, 2001, p. 6). Then again in August 2011, a 12 x 6 meter section of wall collapsed due to rainfall (Bhatia, 2012, p. 1). Jaisalmer may be in the desert, but increased rainfall due to climate change has seriously affected the condition and maintenance of the fort. Recent evaluations of Jaisalmer point to the need to redesign the sewage system, improve drainage, and try to counteract as much as possible the effects of global climate change and increasing rainfall (WMF, 2008, p. 46). When the Jaisalmer fort was constructed, it was subject to 15–23 centimeters of rain per year but within recent years, 56 centimeters of rain fell over the course of just 3 days (Gupta, 2009, p. 2). While increased rainfall is typically beneficial for an arid environment, it can be detrimental to traditional fort architecture that includes rooftops and floors made with thick layers of earth to provide insulation from the heat. Prolonged rain will cause earthen architectural materials to swell, retain water, and potentially collapse under loads that exceed structural capacity. 2.2 Intramuros: Cycles of Destruction and Reconstruction In some regards, Intramuros was at risk and under attack before it was even built. It has been the target of constant military threat from the moment the Europeans arrived in the Philippines. The Chinese pirate Limahong’s attack on Manila in 1574 was one of many incursions repelled by the Spanish before they had laid the foundations of the fort’s walls (Javellana, 2010, p. 44). One historian reports that there were many native Filipinos who fought along with Spanish soldiers in defense of Manila against Limahong, and that this battle against a shared enemy was a galvanizing moment for the colonialists in winning the hearts and minds of the existing population (Mateo, 2008, p. 81).

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In the wake of Limahong’s attack from the sea, the new Spanish governor Santiago de Vera ordered the first defensive stone construction in Intramuros, a circular structure, much like a medieval tower, built at the southwest corner of the city in 1586–1590. This tower, located on Manila Bay, was designed to protect against attack from the sea. The structure was named Nuestra Señora de Guia for the original Marian image brought by Ferdinand Magellan, the first known European to arrive in the Philippine archipelago in 1521 (Javellana, 2010, p. 39). The tower was designed by Antonio Sedeño, a Jesuit who had military construction experience in the new world before arriving in the Philippines in 1579 (Javellana, 2010, p. 44). Although the first stone structure of Manila was later obscured by subsequent construction of the Baluarte de San Diego, it has been excavated and is visible today. According to a 19th-century source, Sedeño, as the first master builder (Maestro de Obras) of Spanish Manila, “…taught the Indian to make lime, to mix it with sand, forming mortar; to carve stone and wood and construct buildings: the layout of the walls of Manila and their first parts…” (Govantes, 1881, p. 82). In 1583, fire caused severe destruction, including the wood palisade surrounding the new colonial capital. After this fire, in 1589, Governor-General Gomez Perez Dasmariñas arrived in the Philippines with orders from King Felipe II “to enclose the city with stone and erect a suitable fort at the junction of the sea and river” (Torres, 2005, p. 6). The Spanish military engineer Leonardo Iturriano led the project, building moats on the land side of the city and designing the stone walls that have come to embody Intramuros. The original contractor for the walls was a Chinese mestizo named Dionisio Saplan (Javellana, 2010, p. 81), and many of the craftsmen working in Intramuros were Chinese or native Filipinos. Intramuros and much of the colonial architecture in the Philippines was constructed using adobe. Not to be confused with earthen building material of dry climates, Philippine adobe is a volcanic tuffa, originating in the pyroclastic flow from eruptions (known as lahar) that has been compacted over time and then quarried in nearby Guadalupe, about 15 kilometers upriver (Javellana, 2010, p. 40). A first-hand account of the walled city in 1609 comes from Antonio Morga, who observed that it was possible to follow a circuit along the top of the walls, indicating that they were continuous by the early 17th century. Morga notes that the fort’s walls were of “sufficient height, and furnished with battlements and turrets, built in the modern style, for its defense” (Javellana, 2010, p. 323 and Morga, 1609, p.

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340). His further observations state that the cathedral of Manila in Intramuros, as well as most houses within the walls, were built of stone (Javellana, 2010, p. 323 and Morga, 1609, p. 346). Despite the rapid establishment of more resilient construction in stone, the cycles of destruction and reconstruction were to continue throughout the history of Intramuros. A fire, due to a Chinese revolt in 1603, led to the reconstruction of the Dominican monastery in Intramuros (Javellana, 2010, p. 324 and Morga, 1609, p. 348). Later, an earthquake in 1645 forced reconstruction of structures within Intramuros, and between 1600 and 1863 there were seven instances of recorded damage to buildings and people due to earthquakes (Govantes, 1866, p. 12). As a result of the Seven Years War between Britain and Spain, the Philippines briefly came under British rule from 1762 to 1764. After the Philippines returned to Spain, the first documented lay engineers were sent to repair the walls of Intramuros, continuing the cycle of reconstruction (Javellana, 1997, p. 64). During the Spanish-American War in 1898, the Philippines became a colony of the United States. An account from early travel writer, Isabel Anderson, in 1916, describes Intramuros as having “…picturesque gates breaking through the old gray battlements…and ancient sentry houses at the corners, while behind rise the white balconies of old convents and monasteries, and buildings now used for government purposes, and towers of churches” (Anderson, 1916, p. 129). By then, the moats had been filled for sanitary reasons and were converted into lawns that would eventually become a golf course. Once Intramuros no longer served as a stronghold of the Spanish and because the United States started building its own, new military bases in its only colony in Southeast Asia, the fortified city no longer played a defensive, military role. During the American colonial period, the broader question of the relevance of early fortifications in the modern era came into play in the history of Intramuros. The Americans made four openings in the walls to ease access to the surrounding city — by then a metropolitan area of 225,000 people — with plans for expansion, namely the Chicago architect and planner Daniel Burnham’s 1905 Plan for Manila (Morely, 2012, p. 7). In 1901, the new Manila Municipal Council ordered walls to be removed and reused for other construction (Torres, 2005, p.10). However, Burnham advocated for contextualizing new construction in Intramuros in relation to colonial Spanish

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architecture and opposed demolition of the walls, emerging as the first modern preservationist of Intramuros. Regarding the walls of Intramuros, Burnham stated, “they possess singular historical and archaeological interest, while their imposing appearance gives them great monumental value,” and that they are “one of the few remaining examples of a medieval fortified town” (Torres, 2005, p. 10).

During World War II, the Japanese occupation of the Philippines and specifically the American liberation of Manila in 1942 led to devastating damage of the walled city (Fig. 6). By 1945, the U.S. forces had reached Manila, but Japan’s last stand in Intramuros caused a great majority of its destruction, as the Americans heavily bombed the site to which 30,000 Japanese personnel had retreated. In addition to significant human casualties, two of the eight gates were heavily damaged and 95% of the structures in Intramuros were destroyed or damaged (Gatbonton, 2012, p. 2). Almost half of the walls were left in ruins after the shelling, and San Agustin was the only church within Intramuros not to be significantly damaged or destroyed in World War II. Figure 6. U.S. tank at Santa Lucia Gate of Intramuros, February 28, 1945 (American Historical Collection at Ateneo de Manila University).

In the wake of World War II, during the new period of independence after three and a half centuries of colonial domination, reconstruction began slowly until the majority of the walls, churches, and buildings were reconstructed (Torres, 2005, p. 15). In 1951, Intramuros was declared a National Historical Monument under Republic Act 597, and then in 1979, under Presidential Decree 1616, the Intramuros Administration was created with a mandate for the “orderly restoration and development of Intramuros as a monument to the Hispanic period in Philippine History...” (Dept. of Budget and Management, 2009, p. 494). The Intramuros Administration’s mandate goes on to state that it will “…ensure

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that the general appearance of Intramuros shall conform to Philippine-Spanish architecture of the sixteenth to the nineteenth century…” (Commission on Audit, 2012, p. i). Restoration work carried out since the establishment of the Intramuros Administration includes reconstruction of the remaining five historical gates though the walls (i.e. the Isabel II, Parian, Real, Santa Lucía, and Postigo Gates). Despite governmental stewardship, threats to Intramuros persist. In 2007, construction of a sports complex in close proximity to the walls was halted when the Intramuros Administration denied the required permit under its jurisdiction (Jaymalin, 2007, p. 1). However, on balance, conservation efforts have been successful since the creation of the Intramuros Administration, which has been responsible for rebuilding structures destroyed in World War II and enforcing regulations that protect its colonial heritage (Villalon, 2012, p. 1). 3. Questions of Historic Integrity and Authenticity In addition to issues of maintenance and restoration, most heritage sites that have been in existence for hundreds of years and have endured cycles of both natural and human destruction and deterioration face questions of historic integrity and authenticity. According to UNESCO’s World Heritage Committee, integrity and authenticity refer to the extent of original, historic fabric and how it conveys the site’s significance (Araoz, 2008, p. 37). But no living site — especially one that is surrounded by a dynamic urban landscape — can remain completely untouched by development or functional changes. For Intramuros, the site’s history of significant damage, interventions, and reconstructions challenges these criteria of historic integrity and authenticity. Its palimpsestic nature further complicates these requirements. For example, Manila Cathedral, located within the walls since the founding of the colonial capital, has been rebuilt eight times and is just one example of overlapping and obscured layers of history. However, the value of Intramuros is arguably that much greater in the context of Metro Manila, as it is one of the few places where Spanish colonial history is tangible in terms of urbanization, architecture, and engineering. As a representation of Spanish colonial architecture, Intramuros is a synthesis of style, form, and function, intertwined with the legacy of the Catholic Church, educational institutions, and commerce. In an effort to reclaim a measure of its authenticity, there have been recent efforts towards employing more traditional modes of restoring the structures and appearance

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of Intramuros. Although Philippine adobe is still quarried and used for building today, it is a relative minority in the toolkit of contemporary construction in this global city. Construction in the historic Spanish style remains uncommon, but since 2009 traditional construction methods have been revived through a vocational school known as the Escuela Taller (Workshop School). This project of the Spanish and Philippine governments was established to train out-of-school youth in traditional crafts, such as stone masonry, wood carving, carpentry, decorative finishes, and metalwork, with the aim of providing employable skills and supporting restoration work in Intramuros and in the Philippines (Villalon, 2011, p. 1). The absence of original historical fabric in Intramuros inspires other means of recreating the historical experience for its visitors. One of the most obvious living traditions that remains in Intramuros is the calesa, the horse-drawn carriages once reserved for the upper class, used today as vehicles for sight-seeing (Fig. 7). These antiquated modes of transportation may be the first line of defense in the struggle to preserve living history within Intramuros. The calesa drivers undergo a three-day training and serve as tour guides, and the Intramuros Administration assists the cocheros by providing free veterinary services for the horses and helps to manage fare increases. However, a recent decline in riders may prove to be damaging for both the

Figure 7. Calesa (kalesa) in Intramuros, 2014 (Raena Abella).

local economy as well as the historic character of Intramuros (Yee, 2014, p. 1). Other programs of the Intramuros Administration such as the Pasyal (stroll), a regular free

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event in which they close off the area to cars, feature local artisans, performers, and businesses with the goal of recreating the street life of historic Manila. By contrast, Jaisalmer appears to claim solid physical evidence of historic integrity and authenticity. Jaisalmer today remains very similar to its earliest existence in terms of scale, function, and building materials. The surrounding city, outside the historic fort, continues to expand, but its structures maintain a similar appearance thanks to the consistent supply of local building stone. In fact, Jaisalmer’s great history of stone carving remains a vital resource for restoration and maintenance efforts in the fort’s original structures (Fig. 8). While hand carving techniques have been somewhat replaced with power tools, the choice of materials and perpetuation of traditional style maintain a connection between new and old construction. The recent reconstruction and repairs to the King’s Palace (Raj Mahal) were conducted using traditional techniques; for example, a camel used to pull a mill stone grinding lime for traditional lime-based mortars (Fig. 9). For all its reliance on traditional materials and techniques in restoration, however, Jaisalmer remains an amalgam of evolving interrelationships between reconstructed royal palaces, continuously used temples, abandoned buildings, additions to domestic architecture, reuse of structures for commercial purposes, and, more recently, tourist accommodations.

Figure 8. Jaisalmer; craftsman carving stone by hand (1998).

Figure 9. Camel pulling mill stone to grind lime mortar in the traditional method (2007).

While Intramuros is no longer the focal point of Manila and is easily overlooked, Jaisalmer remains the central attraction for visitors. From the city below, one is never far from a view that reminds the visitor of the 850-year-old structure looming above. The Jaisalmer fort remains the main attraction and makes a major impact on the local economy, while Intramuros — putting aside the unquantifiable value of cultural heritage — makes a very minor economic impact on Manila. A compromised historical site within a thriving metropolis, Intramuros needs to be viewed through the lens of

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modern interpretation, whereas enough of Jaisalmer remains intact (or traditionally restored) that visitors need less assistance or interpretation in terms of its historical context. 4. Tourism and Sustainability Tourism is one of the biggest and most rapidly expanding global industries (Harris, 2002, p. 25). There are conflicting theories as to how tourism contributes to a local economy, and some maintain that tourism is a solution to sustainability of certain types of historic sites (Mak, 2004, p. 47). Jaisalmer is a heritage site that has greatly benefited from the growth of tourism, but still faces major challenges if infrastructure needs are not resolved. Because Jaisalmer is remote and its local economy relies on a limited number of industries, its problems and solutions differ from those of heritage sites in an urban setting, like Intramuros. Intramuros faces a complex series of challenges that both parallel and differ from those of Jaisalmer. Intramuros is a national monument and the premier representation of Spanish colonial heritage in the Philippines, and as such, it is a medium for both education and tourism. Typical tourist itineraries in Manila include visits to Intramuros, where there are several museums that provide interpretation and enhance the visitor experience. Casa Manila is a reconstruction of an affluent 19th-century Spanish home. The Bahay Tsinoy is a museum of the Chinese in the Philippines that is housed in a historic structure. Arguably such reconstructions have an important role in a city where the vast majority of the urban environment does not reflect the Spanish colonial period. Plans for additional attractions include a future museum of ecclesiastical history in the reconstructed church of San Ignacio; a museum of the American colonial period in the old U. S. Army barracks; and the former Ateneo being converted into a boutique hotel (Ocampo, 2013, p. 1). Preservation advocates point out that abandoned colonial buildings in Intramuros offer unique opportunities for sensitive development and reuse (Villalon, 2012, p. 1). In theory, tax incentives exist to encourage the private sector to engage in construction of approved facilities under the regulation of the Intramuros Administration (Presidential Decree 1616, 1979, Sec. 11, p. 1), but the reality is that businesses are leaving Intramuros more than opening within the walls. Recently, however, there has been some encouraging news of potential public-private partnerships that indicate steps towards redevelopment including interpretation and presentation of cultural heritage in Intramuros (de Leon, 2013, p. 1 and Dumlao, 2012, p. 1).

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Like Intramuros, Jaisalmer is listed and protected as a National Monument. Additionally, Jaisalmer was on the World Monuments Watch list for three years and is also part of a group of forts recognized on UNESCO’s World Heritage List. In addition to the Jaisalmer fort itself, there are several attractions such as the royal palaces, temples, havelis (mansions), and noteworthy vernacular architecture. Beyond the walls, camel safaris in the nearby sand dunes are offered to visitors. In response to increasing tourism, the Fort Palace Museum and Heritage Center was created in the original King’s and Queen’s Palaces, which were reconstructed starting in 1998 (Fig. 10). Original structures within Jaisalmer continue to be a focus of preservation efforts and interpretation, such as an initiative to renovate the granary, the largest structure in the fort, as recommended by the World Monuments Fund (WMF, 2000, p. 28). Figure 10. Jaisalmer’s Queen’s Palace (Rani The goal of the granary project is to ki Mahal), reconstruction in progress, 1998. develop a museum of spices and cuisine in the location that once held a twelve-year supply of food (Gupta, 2009, p. 2). Additionally, the annual Desert Festival, held near Jaisalmer, celebrates desert heritage life, featuring camel races and cultural presentations, including Rajasthani music and dance performances and visits to the sand dunes. Jaisalmer’s list of cultural offerings and appearance on travel itineraries obviously contribute to an increase in visitors, who ironically raise greater awareness of its fragile condition while simultaneously contributing to its deterioration. Reports of restaurants, shops, and hotels using 189,000 liters of water per day do not bode well for the future of the site (Gupta, 2009, p. 1). The most pressing issue for Jaisalmer — especially in light of ever-increasing tourism — is the stabilization of the fort. Since 1999, the World Monuments Fund has worked in collaboration with the Indian National Trust for Art and Cultural Heritage (INTACH), the Archaeological Survey of India (ASI), and several nonprofit entities, including Jaisalmer-in-Jeopardy, to sponsor and participate in several technical studies of the fort, provide recommendations, and implement restoration projects. Among the priorities are the establishment of an integrated water management plan; stabilization and reconstruction of structurally compromised areas; cleanup and repair of the mori; and restoration of the traditional surface drains on the slopes of the fort (WMF, 2008, p. 7).

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5. Conclusion: Questions for the Future Jaisalmer is no longer at a crossroads, but Intramuros is located in close proximity to an enormous urban infrastructure with diverse existing resources and cosmopolitan culture. The former heart of Manila is forced to compete with one of the most densely populated urban areas in the world. The crucial questions for Intramuros are how to preserve and present its historic integrity after being largely reconstructed after World War II, and how to remain a viable component of an ever-evolving, global city. Intramuros has the difficult task of presenting itself as a historic Spanish colonial city while competing with the rapidly changing city beyond its walls. Should Intramuros develop in accordance with Metro Manila? Or is it possible or appropriate to have it remain distinct and isolated from the urban fabric for which it was once the nucleus? If so, how does one prevent it from becoming an irrelevant and abandoned relic of the past? While there have been comparatively minor adjustments in the physical built environment of Jaisalmer, Intramuros has experienced immeasurable change as a cultural heritage site on the fringe of a surrounding megalopolis. Like Jaisalmer, Intramuros is a place where people work, study, and reside. Its proximity to schools, jobs, and family encourages people to live in illegal settlements within Intramuros. In 2011, the Intramuros Administration created a master plan for development in the walled city, which addressed the unofficial inhabitants as well as matters of heritage and tourism. Although plans exist to relocate the approximately 3,400 informal settlers (Alave, 2012, p. 1), it is worth considering how they may be integrated as legal residents of Intramuros, who might be able to contribute to its attraction as a tourist destination. Unless Intramuros can incorporate these residents into its future, it will be nearly impossible to sustain its role as a living heritage site, and it risks slipping into the mode of a museum that closes its doors each night. While numerous attacks and wars have devastated Intramuros over the course of its history, Jaisalmer’s worst enemy has been the cumulative effects of climate change, shifting environmental conditions, and the negative effects of tourism. Most would agree that new construction and building additions within the fort should be subject to stricter codes or regulations. But should certain businesses be removed or limited, or should residents be relocated outside the fort? How do we manage to preserve Jaisalmer as an evolving heritage site and not transform it into a static historical marker, such as a ruin or an archaeological site? Despite its ongoing water problems in the face of increasing tourism, Jaisalmer is ultimately better off being occupied than abandoned. Once off the beaten path, Jaisalmer could be forgotten and fall into

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worse condition. Today, increasing visitor numbers contribute to making Jaisalmer a successful tourist destination, but part of its future sustainability should involve limiting the number of tourists who stay inside the fort. Jaisalmer’s challenge is managing its growing visitation while maintaining and improving its infrastructure. For many years, guesthouses have been improvised and designed within the fort’s original houses. Accommodations are still available within the fort, but it is necessary to implement a system to redirect tourists to stay in the surrounding town, thereby reducing the burden on the fort’s infrastructure, sewer system, and limited space. As the only “living” fort in Rajasthan, Jaisalmer is in a unique position, and a balance must be sensitively maintained for its future sustainability. In some regards, both Jaisalmer and Intramuros are oases. One is literally a historical location of water in the desert, while the other functions as a means of transporting its visitor back in time, away from looming high rises, contemporary urban density, and the fast-paced commerce of Metro Manila. To paraphrase from UNESCO’s Nara Document on Authenticity, the protection of cultural heritage is all the more important in the context of globalization (Stovel, 2008, p. 11 and UNESCO, 1994, p. 1). Furthermore, historic preservation can be a device for strongly promoting sustainable development based on traditional and local resources. Ultimately, the responsible stewardship of these fortified heritage sites is critical for the collective memory of humanity. Thanks to my parents, who gave me the gift of constructing bridges to span the distances between countries and cultures. And thanks to my wife for being an excellent and supportive editor.

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Fortified settlements of the Order of Malta in local illustrated registers: the case of the Priory of Lombardy (XVII-XVIII centuries) Elena Bellomo PHD IN MEDIEVAL HISTORY SCHOOL OF HISTORY, ARCHAEOLOGY AND RELIGION CARDIFF UNIVERSITY

Abstract This paper outlines the contribution that the illustrated registers (cabrei) of the Hospital of Saint John, now the Sovereign Military Order of Malta, can make to the study of local fortified settlements. These sources, issued during the XVII-XVIII centuries, included an iconographical part which portrayed the complexes both in plans and elevations. The registers were periodically updated and, therefore, also offer a diachronic image of these settlements. This paper examines how these drawings, in association with information from written sources, can help in reconstructing the features and evolution of some settlements which contained fortified elements and were located in the Priory of Lombardy, a province approximately corresponding to North-west Italy. As these settlements have undergone significant reconstruction works or have disappeared entirely, the cabrei images are highly important for the study of their history. Keywords: Order of Malta; Cabrei; Fortified farms; Castles; Towers; North-west Italy.

1. The Cabrei The cabrei were registers which recorded the privileges and rights enjoyed by a land owner. This crucial juridical function was soon complemented by a very significant economic value because the registers documented a very detailed description of the land-holdings, their nature, development, and exploitation. During the XVII-XVIII centuries the cabrei were the best means to collect and preserve the evidence to be used in any aspect of lands’ administration. In the XVI century the earliest registers were cabrei descrittivi which only included documentary material of various typologies and written descriptions of the lands of a noble family, an ecclesiastical or lay body. They subsequently evolved into

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cabrei figurati which included an iconographical section portraying the properties through drawings. The earliest representations of buildings and landed property were often very imprecise: they did not use a consistent scale, mixed images depicted from different perspectives, and included symbolic elements such as flags or coats of arms. As the legal and economic value of these sources grew, techniques advanced significantly leading to the drawing of precise and realistic representations of both land and buildings. Specialists were asked to draw these pictures. Land surveyors, engineers and architects could be involved in this complex undertaking (Sereno, 2002b; CaritĂ , 1981). Their duty was to precisely depict local property and highlight the distinctive aspects of topography also providing a visual representation of the available juridical, economic and administrative data. These professionals located the property, calculated its size and pointed out the portions of cultivated plots, the presence of woods or unexploited land. Buildings were also depicted, both in plans and elevations, and their architectonical features were portrayed with increasing precision. In the XVIII century cabrei the elevation was reproduced in perspective and the plans of the different floors were accurately represented, even specifying the utilization of each room. The scale of the drawings was often indicated and in some cases sections of buildings were also included (Sereno, 2002a; CaritĂ , 1981). Producing a cabreo was a complex and costly undertaking but then this register was among the most important and useful sources kept in the archive of an institution or a family. Their accuracy, complexity and reliability make the cabrei an invaluable source of information for several kinds of historical investigations, and the illustrated nature of these registers has also attracted the attention of students of art, architecture, and landscape history. 1.1 The Cabrei and the Prioral Visits of the Order of Malta The Order of Malta or Hospital of St. John was an international military and hospitaller institution founded in Jerusalem. Born as a charitable order it progressively militarized becoming one of the protagonists of the crusading movement. It gained great international relevance and acquired a notable European presence organized by provinces (the Tongues) which were divided into priories. On a more local level the focus of the Hospitaller presence was the commandery, an urban, suburban or rural settlement often provided with extensive land-holdings (Luttrell-Pressouyre 2002). Just as any other landlord the Order of Malta also produced and used the cabrei in the administration of its lands. These registers were the perfect means to oversee the administration of local settlements. They also documented the improvements

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made in the convents which could grant advancements to local administrators. The XVI century regulations of the Order not only prescribed that cabrei be maintained but also required that these registers should be updated and rewritten periodically. Moreover, an authentic copy had to be kept in the priory archive or sent the provincial chapter (Briante, 2009; Gentile, 2000; Bellomo, 2014). A large number of these registers is preserved in Italian archives and the series of registers produced in the former Priory of Lombardy, a province approximately corresponding to North-west Italy, is of special interest. These cabrei are currently held in the Archivi di Stato in Turin and Milan (Briante, 1999; Briante, 2000; Briante, 2009; Arena, 1978-1989). Other manuscripts are in Genoa (Poleggi, 1999) and in several other local archives and libraries. In particular, the cabrei kept in Turin and Milan form a very extensive series of land registers mainly relevant to the XVII and XVIII centuries. The oldest cabreo kept in Turin concerns the house of San Martino di Buttigliera (Asti) and was produced in 1566. Later copies of a register from Santa Maria del Salice in Fossano (close to Cuneo) dating from the same year also survive. In the Archivio di Stato of Milan the earlier cabreo dates back to 1599 and concerns the house of Pavia (Briante, 2009; Arena, 1978-1979). Unfortunately, cabrei were not renewed as often as the Statutes of the Order required, above all because this was a long and expensive commission. However, in several houses they were periodically copied and updated, providing a very significant diachronic representation of both buildings and landscape with crucial evidence of the Hospitaller settlements’ physical structure and impact on the territory. Another very interesting source for the study of the Hospital is the accounts of the visits made by the prior or his representatives to the Order’s settlements in order to check the administration of the local convents (Ricaldone, 1979-1980; Arena, 19781979). These visits were periodically made and their accounts also included very detailed descriptions of the movable and immovable property of the Order. As for the buildings, these descriptions provided very careful outlines of churches, farms, castles, and living quarters. They described both the plans and elevations of the buildings as well as their use and conditions. Thus, these sources additionally provide very significant information about the evolution of the Hospitaller houses. Their descriptions are often perfectly expressed in the images of the cabrei figurati, offering a comprehensive portrayal of the Hospitaller convents. 2. A Semantic clarification It is inevitable that the investigation of the architecture of Italian Hospitaller houses

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gives rise to a semantic problem. The terms used to indicate these settlements vary greatly and their original meaning and the kind of structure they define is often hard to establish. As for terms relevant to military architecture, in some cases buildings containing military elements in their structure can be indicated in primary sources by words completely unconnected to fortifications (Settia, 2005). This makes it difficult to identify houses that were actually fortified. Moreover, particularly interesting is the case of the settlement names which contain the term motta. In medieval documents from North Italy this word originally referred to a flat natural or artificial hill. Later on it also identified the buildings erected on this high ground which often presented some military elements. This is the reason why this term progressively became a synonym of words clearly defining fortified buildings such as castrum, castello, torre, and casaforte. In Piedmont, in particular, the word mota or motta probably appeared in the XIII century and has always indicated a rural fortified structure regardless of its location (Settia, 1980). 2.1 The cassina/castello of Rovagnasco (Milan – Lombardy) In several cases settlements defined as castra in medieval documents and as castelli in modern sources have progressively lost their military features and, therefore, only

Figure 1. The Castello di Rovagnasco, Archivio di Stato di Milano, Fondo Religione, Registri, Registro 2b, fol. 264r.

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their name reminds us of their original defensive function. It is worth noting that in medieval sources from the area in question the term castrum also defines very simple fortified structures, such as an isolated tower or a casaforte, a compact fortified building often defined by the presence of a tower. This seems to be the case of the Hospitaller settlement of Rovagnasco, close to Milan. The house is first mentioned in a document from 1331 and has been mistakenly attributed to the Templars (Bellomo, 2008). In modern Hospitaller cabrei it is named both as cassina (farm) and castello. This semantic ambiguity most probably reflects the development of the house that initially included some kind of defensive elements in its structure. Images from modern cabrei actually do not highlight any real fortification in this settlement. The cassina denominata castello di Rovagnasco is represented in several cabrei relevant to the Milanese Hospitaller convent on which Rovagnasco depended. The surviving cabrei figurati from 1727, 1754, and 1780 accurately outline this settlement through drawings of both plans and elevations. In the period in question the house did not undergo significant changes and looked like an ordinary farming settlement of the Po Valley. It consisted of two buildings both 'L' shaped and positioned to form a quadrilateral. In the north side there was a higher body flanked by other buildings (Fig. 1). The cabrei also record the utilization of each part of the farm which included living quarters, an oven, a machine for pressing grapes, a wood store, a barn, stables for horses and cattle, and roosts (Ombrelli, 1999). Thus, in the XVIII century Rovagnasco was a well-organized farm but why was it called castello? No element in its contemporary structure indicated a fortified settlement. In all likelihood the higher body centrally located on the north side and possibly the building on its left were the original part of the settlement. Most likely in the middle ages this earlier construction only comprised a tower or a fortified house. Later on the other bodies of the farm were built turning Rovagnasco into a complex and efficient rural settlement. Despite this evolution the name of the farm retained the earlier presence of a fortified element (a tower or a fortified house) and it was still called castello in the XVIII century. 3. Rural Buildings including Defensive Features Most of the Hospitaller houses of the priory of Lombardy were rural complexes, like the house of Rovagnasco, or suburban convents and churches. In this area the Order did not build any major fortified complexes. However, the Italian countryside was cluttered with buildings which could also serve some military functions and included some kind of fortifications in their structure. Farming was the primary purpose of these settlements but, especially in the middle ages, the uncertain political situation

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and local conflicts led to the inclusion of defensive elements such as towers, moats, and walls in the architecture. Thus, towers and fortified houses were very common in the Italian countryside (Settia, 1981; Comba, Panero, Pinto, 2007). Moreover, it has been hypothesized that rural fortified settlements were particularly concentrated in areas of recent exploitation where they performed multiple tasks, being the center of agricultural activities, but also protecting, controlling, and uniting the landed property (Settia, 2005). Very often these buildings were isolated and initially consisted of a simple tower which was later adjoined by other edifices (Settia, 1981; Bur, 1986; Comba-Panero-Pinto, 2007). 3.1 The Casaforte of Murello (Cuneo – Piedmont) This is the case of the Templar house of Murello, transferred to the Hospital after 1312 when the Temple was suppressed (Fig. 2). The first mention of a fortified building in Murello dates only from 1389 (it refers to a castrum domus Murelli) and, in all likelihood, it was the Hospitallers who decided to build a fortified structure here, possibly to consolidate their presence in a recently acquired house. Moreover, this settlement was located close to a strategic road and its favourable position also led to the birth of a village of which the Hospitaller complex became the nucleus. An

Figure 2. The casaforte of Murello. Courtesy of R. Spinnato.

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Figure 3. The casaforte and the church of Murello – 1716-1717. Archivio di Stato di Torino, Sezioni Riunite, Finanze, Ordine di Malta, mazzo 181, c. 81.

interesting description of this house is included in a prioral visit from 1494 which mentions a church, the castle, and several farming buildings specifying that the settlement was surrounded by a moat crossed by a drawbridge. This is the complex portrayed in modern cabrei (the cabrei figurati of Murello are from 1716-1717, 1750, and 1783 – Briante, 2009) with the exception of the drawbridge and the moat, eliminated in 1588 (Ghersi, 1871) because it seems that the moat jeopardized the stability of the church (Fig. 3). Riccardo Spinnato has convincingly argued that the fortified part of the settlement was built in three different phases. The embattled tower in the south-east corner was erected before 1389 and was originally an independent edifice as the presence of loopholes on all its sides confirms. Later on another building was added on the south side of the tower. It had a lodge on top and may have been constructed in the first half of the XV century. A third addition is first described in 1588. It was placed on the north side of the tower and was attached to the two former edifices. Thus, in the course of the centuries the original tower was progressively adjoined by other bodies, a church and farming edifices, becoming an articulated complex also able to attract further population who settled in the neighbouring village (Spinnato, 2006; Bellomo 2013).

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3.2 The Torre del Tempio (Alessandria – Piedmont) A similar case but with a very different outcome could be that of the complex named as Torre del Tempio (the Tower of the Temple) which was close to the Piedmontese town of Alessandria and has now disappeared. Unfortunately, no medieval document attributes this building to the Templar Order but its name, the fact that this area is still called regione del Templario in the Hospitaller cabrei, and some local traditions, all suggest that this structure could originally have belonged to the military order. Documents from the XIV and XV centuries prove that it was a property of the Hospital in that period (Bellomo, 2008; Ricaldone, 1979-1980). The cabrei of the house of Alessandria are now kept in the Archivio di Stato in Turin. They include both cabrei descrittivi and figurati, the latter produced between 1621 and 1798 (Briante, 2009). Also referring to its denomination it can be hypothesized that the Torre del Tempio Figure 4. The Torre del Tempio – 1621. was a farming centre initially consisting of Archivio di Stato di Torino, Sezioni Riunite, a tower built in order to control the Finanze, Ordine di Malta, mazzo 20, fol. 7v-8r. neighbouring territory and protect local agricultural activities. It can be argued that the earlier tower later evolved into a more complex settlement with the erection of two wings on the sides of the original building. The earlier cabreo figurato on Alessandria includes a portrayal of the settlement which consists of a tower and other buildings organized in a row. According to a very common architectonical pattern, the tower is located in the middle of the settlement and the other elements flank it (Fig. 4). Another drawing, included in a cabreo from 1742, shows the further evolution of the settlement with the extension of its structure and the addition of other rooms. An analysis of the plan included in this drawing suggests that the rooms, labelled as P, Q, E, F, and D (stables, cellars, and roosts), were the last to be built. It is also worth noting that in the plan the width of the walls of the tower is clearly thicker than the one of the others. Unfortunately, it is not possible to ascertain whether this is the result of an inaccurate depiction of the settlement in the cabreo or actually reflected the structure of the tower. In the latter case this could support the theory that this was the original nucleus of the settlement which also had a defensive function (Fig. 5). According to the accounts of a prioral visit from 1726 the tower was used as a barn and was flanked by living quarters, stables, and roosts belonging to two families. In

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Figure 5. The Torre del Tempio – 1742. Archivio di Stato di Torino, Sezioni Riunite, Finanze, Ordine di Malta, mazzo 21, fol. 10r.

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1787 another account of a prioral visit attests to the fact that the tower was not used as a granary any longer. Unfortunately, its new use is not specified (Ricaldone, 1979-1980). The disappearance of the settlement prevents a more accurate analysis. In this case the importance of the evidence from Hospitaller cabrei is very apparent as these are the only sources which still contain images of this house. 4. From Rural Fortified Settlements to Manor Houses 4.1 San Giovanni della Motta di Cavallermaggiore (Cuneo – Piedmont) The structure of this house has undergone very extensive alterations over the centuries and, unfortunately, recent restoration works have not respected the original features of the complex. While it is hard to identify the earlier characteristics of this Hospitaller house, its name, the surviving documents and, above all, the evidence from modern cabrei help in outlining the development of the settlement. The first existing charter relevant to this convent dates from 1381. In 1435 John, master of San Giovanni della Motta, was given permission to build his own rooms in the house enlarging the existing structure. It has been argued that during these works the settlement was provided with a chapel decorated by some frescoes. In the last decades of the XV or the beginning of the XVI century the painter Giovanni Turcotto created a new beautiful decoration that still exists. The church, which was initially an isolated building, was later joined to the rest of the complex and re-orientated (Vacchetta, 1913; Carità, 1978; Ricaldone, 1979-1980; Carità, Germta, 1990; Pera, Galletta, Ricaldone, 1990; Galante Garrone, 1990; Bellomo, 2013). The name motta included in the denomination of the settlement since its first mention represents an interesting element. Several rural fortified buildings located in the neighbouring area are still called motte. The fact that these edifices and San Giovanni di Cavallermaggiore are built on a plain further confirms that in these cases the word actually referred to the presence of a fortified building rather a high ground (Bellomo, 2013). This also suggests that San Giovanni contained fortified elements in its structure from very early times. The local scholar Giuseppe Carità has identified some remains of the medieval building, namely some evidence of pointed arcades on the ground floor and lancet windows on the first floor of the western facade of the manor house (Carità, 1978). It is also worth noting that a decorative frame is still visible inside the tower of the manor house and on the south side of the chapel. Inside the tower evidence of the original embattlements can also be found. These features, possibly dating to the late XIV- early XV century, could hypothetically be associated with the original motta. Most probably it resembled the structure of the other motte located in the very same area consisting of an isolated tower or a

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casaforte (CaritĂ , 1978; Bellomo 2013). When referring to San Giovanni di Cavallermaggiore medieval and modern primary sources also use the words castrum and castello to define the settlement. The complex carried on growing over the centuries and the images retained in the cabrei provide very interesting information on its evolution. The cabrei figurati of Cavallermaggiore, now in the Archivio di Stato in Turin, were produced between 1708 and 1791 (Briante, 2009). A first depiction from 1708-1709 is rather imprecise but clearly portrays a settlement made of several farming buildings (Fig. 6). The focus of the convent is the casaforte characterized by the presence of a tower. Another tower is on the left; it may have had battlements on one side of its top and seems to be a dovecot. It is worth remembering that dovecots often combined both breeding and defensive functions in this period. Thus, it is not surprising that this edifice also included in its structure a military element such as the battlements (Lusso, 2007). Other farming buildings are scattered in the neighbouring area and, in the inaccurate depiction of the drawing, they do not seem built according to a rational plan. The imprecision of this drawing becomes even more apparent when comparing it with the representation of this house as found in a cabreo from 1734 which portrays the convent from the opposite side (Fig. 7). The drawing is far more accurate and

Figure 6. The House of Cavallermaggiore – 1708-1709. Archivio di Stato di Torino, Sezioni Riunite, Finanze, Ordine di Malta, mazzo 92, c. 5.

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Figure 7. The House of Cavallermaggiore – 1734. Archivio di Stato di Torino, Sezioni Riunite, Finanze, Ordine di Malta, mazzo 94, c. 2.

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includes both a picture of the settlement in elevation and its plan. The battlements on the dovecot’s top are precisely depicted. There is also a careful representation of the house’s façade which overlooks a courtyard closed at the front by a porch with an arch with a tympanum as entrance. The chapel forms the right side of the courtyard and has no bell-tower. The plan of the settlement completes this detailed representation highlighting that the farm had a quadrilateral outline with a wide courtyard in the middle. On its sides there were several farm buildings. The plan specifies that the closed structure near the chapel was a garden. While on this side of the settlement the 1708-1709 depiction placed some isolated buildings, in this drawing these edifices are organized in a row. A prioral visit from 1608 highlights that the castle, including the dovecot, had recently been restored because several parts were collapsing. Another account dating from 1791 describes the articulated settlement already depicted in the 1734 cabreo with the manor house, the chapel and several farming buildings (Ricaldone, 1979-1980). It is worth noting that, while the dovecot is still present in a cabreo from 1763, it disappears in the drawing included in another one from 1791 (Carità, 2000). In conclusion, the study of surviving documentary sources and cabrei and a comparison with local rural fortified settlements leads to the hypothesis that the original nucleus of San Giovanni, perhaps a casaforte with a tower built in the late XIV-XV century, was later bordered by several farming buildings and a church. These structures were eventually united in a vast complex articulated around a central courtyard. At the end of the XVIII century the tower had evolved into a farm with a beautiful manor house having lost its fortified character but still retaining the name of castello. 4.2 Candiolo (Turin – Piedmont) The cabrei of the Order of Malta are also a crucial primary source for studying the house of Candiolo. Documentary evidence first mentions the presence of the Hospital in this place in 1270. According to local scholars, the house was mentioned in a document from 1354 and two years later a charter was issued in the local castle (Perlo, 1931). Unfortunately, these references are first mentioned by Giuseppe Francesco Meyranesio, a XVIII century scholar who produced several forged documents (Bellomo, 2008). Therefore, further research is needed on these sources in order to find the original documents and evaluate their authenticity. What is certain is that the earlier house built in Candiolo by the Hospital included some defensive features and thus was called castello. It can be identified with the edifice that is called castello vecchio in the prioral visits and the cabrei from the XVII century. This

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definition is due to the fact that later another edifice was erected in front of this building. It also displayed some kind of fortification and was named as castello nuovo. The Hospitaller complex also included a church with a cemetery, stables and farming buildings. The settlement was protected by walls and a moat. The two fortified houses formed part of the western and eastern perimeter of the settlement. Walls protected the northern, southern and part of the eastern sides. According to prioral visits from 1605 and 1680, the southern walls were well-made and had two towers. In 1608 one of them was used as a prison. The moat could be crossed thanks to a drawbridge located on the south side of the castello vecchio (Ricaldone, 1979-1980). In the XVII century, at the latest, the settlement had very apparent defensive structures. These are represented in the cabrei relevant to this house (the cabrei figurati of Candiolo are from 1698, 1728, 1754, and 1786 - Briante, 2009). It is worth noting that in the cabreo from 1698 (which includes only the plans of the edifices without any pictures of their elevations) the towers are not depicted but there are some irregularities in the walls, a circular and a square one, that only appear on the south side (Fig. 8). In all likelihood these are the remains of the towers that were

Figure 8. The House of Candiolo – 1728. Archivio di Stato di Torino, Sezioni Riunite, Finanze, Ordine di Malta, mazzo 64, c. 1.

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no longer extant during subsequent prioral visits and in later cabrei. Unfortunately, it is very hard to ascertain the original features of the castello vecchio and castello nuovo which have now disappeared completely (it is worth noting that the tower of the communal palace is not part of one these castles but of a neighbouring farm called cassina del castello). By the XVII century the castello vecchio no longer provided living quarters and was only used as a barn and storage site. A slaughterhouse separated it from the entrance to the settlement. On the contrary, the castello nuovo which was the manor house of the settlement had a faรงade embellished with painted red and white squares and the coats of arms of some noble families (Perlo, 1931; Ricaldone, 1979-1980). Both buildings were restored in the XVII-XVIII centuries and their shapes progressively changed. New rooms were added to both. Moreover, the moat was filled up but the walls still encircled most of the Hospitaller quarter. In addition, a beautiful and elaborated garden was created on the north side close to the castello nuovo. Further archival investigation on the documentary sources relevant to Candiolo will possibly shed more light on the earlier development of this settlement. In this case the first fortified house erected by the Order was replaced by a new one and the whole complex, including the church, was effectively protected by walls with towers. This kind of settlement could recall a ricetto, a medieval fortified enclosure often connected to a castle or a fortified edifice, which is particularly common in North Italy and has been extensively studied in the Piedmontese area (Settia, 2001). Here the local population could seek refuge and the harvest and other goods could be protected. However, it is worth noting that so far no document in which this settlement is defined as a receptum has been found and the relationship between the Hospitaller house and the neighbouring village still waits to be fully investigated. 5. A Fifteenth Century Castle The Hospitaller castle named della Rotta, located close to Moncalieri, experienced a very different foundation and development. We know the exact date that the existing fortified structure was built, in 1452, as specified in an inscription on its faรงade. While the aforementioned houses probably consisted of an isolated tower or fortified house which later evolved into more complex settlements, the Castello della Rotta was intended to be a well-protected and autonomous house including both buildings for the Hospitaller community and farming activities but also with a clear fortified appearance. It has a quadrangular design and the military features in its architecture are apparent (Fig. 9). Walls protect three sides of the settlement and a tower is located in the middle of the faรงade. Here there is still some evidence of a drawbridge

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which crossed a moat that has now disappeared. The north-western side of the facade is higher than its opposite: it has three levels with two series of mullioned windows with two lights; the tower has only two levels and two squared windows (Bellomo, 2013). The first question which arises in investigating this settlement is why, especially in comparison with the already examined houses, it has such a pronounced military character. The castle was built during the appointment of Giorgio di Valperga (1446-1467) as prior Figure 9. The Castle della Rotta. of Lombardy. He very determinedly defended the local interests of the Order, also trying to unite and protect its lands which had often been seized and fragmented before his priorship. This crisis had also affected the Hospitaller presence in the area of Moncalieri. In particular, in 1416, the prior Filippo di Langueglia had entrusted the Hospitaller house of the neighbouring village of Villastellone to Franceschino Villa, lord of Villastellone. With this act the Order ultimately lost control over this convent and its property strategically located in a district with large water supplies. Thus, it is not a surprise that Giorgio di Valperga, shortly after being appointed as prior, chose to strengthen the Hospital’s presence in the region of Moncalieri in the proximity of the confluence of the Banna stream into the Po river (Bordone, 2000; Bellomo, 2013). The local Hospitaller settlement was rebuilt and acquired a clear military look. In this case the erecting of a fortified house had a twofold goal: the effective protection of farming activities and, above all, the assertion of the presence and authority of the Order in the area. Thus, distinct military features such as the central tower, the moat, the drawbridge, and the defensive walls not only served a defensive purpose but also had a symbolic value. The importance of Giorgio di Valperga’s initiative was further underlined by the inscription located on the entrance of the castle which recorded the date of building. Further solemnity was given it by the presence of a beautifully carved coat of arms of the Valperga family (Bellomo, 2013). The inscription also specifies that the new fortification was built in order to expand a pre-existing Hospitaller house and it could be hypothesized that the presence of two different bodies in the façade with different heights is also connected to the pre-existence of a section of this body at the time of the fortification of the

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house. Just a first look at the masonry of the façade shows the presence of several modifications, in particular in the shape and position of the windows. Images from the cabrei outline a portrayal of the settlement which is very similar to its present aspect but with some changes. Drawings kept in the existing cabrei figurati from 1698, 1754, 17271728, and 1787 (Briante, 2009) show both the farming building located in front of the castle which have now disappeared and the castle itself (Fig. 10). In these drawings the moat is still present and Figure 10. The Castle della Rotta – 1787. filled with water; the pictures also show Archivio di Stato di Torino, Sezioni Riunite, that the tower had a different roof which is Finanze, Ordine di Malta, mazzo 158, c. 19. no longer extant. The structure of the drawbridge is precisely depicted. On one side of the edifice the drawing shows several windows (now closed) in the perimeter and a second entrance with a small bridge across the former moat. A prioral visit from 1605 emphasised the military character of the settlement saying that “il sudetto castello è fatto in modo di fortezza (…) di buona e bella muraglia” (Ricaldone, 1979-1980). According to the evidence from the cabrei, the Castello della Rotta has substantially retained its major features and, despite the disappearance of the drawbridge and the moat, its fortified character is still apparent. Today the castle is a private property and needs specialist restoration works. Information from cabrei and prioral visits can provide crucial help in renovating its original features. 6. Conclusions In conclusion, a study of the images of the Hospitaller settlements as stored in the cabrei of the Order of Malta shows that several edifices included military features in their architecture. A comparison with historical evidence suggests that initially most of these houses simply consisted of a tower or a fortified house aimed at protecting centres of farming and preserving the unity of landed property. Drawings from modern cabrei make a crucial contribution in the identification of these primitive structures and in tracing their later development into more complex farming settlements. In some cases, such as the cassina or castello of Rovagnasco and the Torre del Tempio close

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to Alessandria, the military features of these settlements were progressively lost. However, their fortified character was an integral part of their identity and, thus, was retained in their names. In other cases, such as Cavallermaggiore, structures provided with defensive features, such as the tower of the manor house and the embattled dovecot, survived for a very long time. More complex fortifications were built by the Order in the XV century, such as the Castle della Rotta, being intended as a real fortification and as a symbol of the prestige and influence of the Order. It is worth noting that later structures with a pronounced military aspect usually underwent less incisive modifications and retained this specific character until modern times. The cabrei of the Order of Malta provide invaluable information for the study of these houses. They hold the only surviving evidence of settlements no longer in existence and should be carefully studied in order to outline a comprehensive history of any convent of the Order also fostering restoration works which respect and restore their original features. Acknowledgments I would like to thank the personnel of the Archivi di Stato in Turin and Milan for their kindness and help. I also thank Nadia Bagnarini, Julia Baldo Alcoz, Giuseppe Carità, Alexia Grosjean, and Riccardo Spinnato for their useful suggestions and for providing me copy of their publications on the subject. Permissions to publish the images drawn from cabrei: Archivio di Stato di Milano: protocollo 3581/28.13.11 Archivio di Stato di Torino: protocollo 3408/28.28.00

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History, Literature and Tourism: Shakespeare and Othello´s Citadel Rand Eppich ARCHITECT randeppich@gmail.com

Abstract “Bring thou the master to the citadel; he is a good one, and his worthiness does challenge much respect. Come, Desdemona, Once more, well met at Cyprus” Shakespeare Shakespeare´s The Tragedy of Othello, the Moor of Venice was inspired by actual events and set on the island of Cyprus. A stout four tower fortress located on the east coast protecting the port and city of Famagusta eventually became known as Othello´s Citadel. This paper will explore how historic events in the Eastern Mediterranean inspired the setting and provided the atmosphere for a famous work of literature that then in turn lent its fictional name, identity and even function back to an actual place. It will describe the interconnection between history and literature with its implications on use, culture, tourism and conservation. Furthermore it will also describe how an understanding of this interconnectivity and merging of reality and fiction is an essential part of the interpretation of Othello´s Citadel. Keywords: Literature and Tourism; Shakespeare; Othello; Famagusta; Cyprus.

1. Introduction The city of Famagusta on the island of Cyprus was at the centre of Eastern Mediterranean sea trade between the 13th to 15th centuries with easy access to the Levant. The city thrived under the independent Lusignan Kingdom and changed rulers many times before becoming formally annexed into the Venetian Empire in 1498. The medieval citadel with its fosse, towers and revetments was reconstructed many times to improve its defensive capabilities as military technology advanced, but after an intense 11 month siege the defenders surrendered to the Ottoman Empire in 1571. Reports of this event and the loss of the remaining easternmost outpost under Christian control were widespread throughout Europe. In London the expansion

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of the Ottoman Empire was a topic of conversation for many decades. These dramatic events and the exotic location in Cyprus provided, in part, the inspirational setting for Shakespeare. Today, the fortress that guards the port of Famagusta is known as Othello´s Citadel. 1.1 Fortifications of Famagusta Europe wanted what was being delivered via the Levant; high value easily transportable goods such as cloves, cinnamon and nutmeg. Rapidly growing cities in Europe also wanted commodities such as wheat and cotton from Egypt. Pilgrims were traveling in the opposite direction with access to the Holy Land only 120 kilometres away from Cyprus. Famagusta, facing east with its naturally protected harbour and port, provided a convenient way station. After the fall of Acre in 1291, the last crusader foothold in the Holy Land, Christian refugees streamed into Famagusta including Armenians, Venetians, Franks, Pisans, Genoese and Syrian Christians joining previous settlers further boosting commercial life (Coureas, 2005). The city boomed with this influx of merchants and this was reflected in the building of numerous churches, palaces and municipal buildings. Fortifications were also constructed as many rival trading cities wanted to control these trade routes as well as Famagusta. The city changed rulers many times, first fortified by Guy de Lusignan in 1193 followed by the Genoese in 1376, who held it for 90 years until it was recapture by a Lusignan heir, Jacques the Bastard. Finally Famagusta was annexed by the Venetians in 1489 through matrimonial intrigue (Mariti, 1769). Each added, rebuilt and enhanced the fortifications. The Venetian period witnessed the greatest additions and amplifications to the fortifications given the close proximity, impending threat and rapid expansion of the Ottoman Empire. For over 80 years the Venetians enlarged the surrounding city walls creating bastions, a ravelin and land gate, counter scarp revetments, palisades, cavaliers and deepened the fosse. The city had a ready supply of easily cut sandstone and the excavation for the fosse served as a convenient quarry. One element of these fortifications was the citadel that protected the entry to the port. Originally built in the earlier Lusignan period it consisted of high square towers and walls with a tall corner donjon. Venetian modifications were necessary due to the evolution of cannon warfare (Dreghorn, 2012). They cut the height of the Lusignan towers, widened the walls, created four squat round towers and enhanced the mole extension that controlled a chain slung across the mouth of the harbour – all encasing the original citadel (Jeffery, 1918).

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Figure 1. Elevation drawings depicting how the Lusignan fortification with large square towers may have appeared inside the lower round Venetian towers. (Jeffery, 1918).

Figure 2. Plan of both fortifications imposed upon one another. The darker interior fortifications are Lusignan while the outer round towers are Venetian. The increased width of the walls was due to the need to resist cannon fire (Jeffery, 1918).

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1.2 The Ottoman Conquest Sultan Selim II came to power in 1566 - in the shadow of his father Suleiman the Magnificent who had many military successes. The Empire had greatly expanded under Suleiman to control most of the Eastern Mediterranean including Rhodes, Belgrade and as far west as Algeria. Cyprus was the last holdout. Selim II decided to end the Venetian domination of the island and began a campaign charging the vizier Lala Mustapha Pasha with the conquest (It was also rumored that the Sultan favored Cypriot wine and wanted to secure his supply). Most of the island fell quickly but Famagusta, being well defended with its “state-of-the-art” fortifications and determined defenders, withheld a siege of 11 months; eventually surrendering on August 1, 1571 having exhausted its supplies of food and water. The conquest was considered by some historians as the Ottoman’s last great military success. This, in part, led to a coalition of Mediterranean Catholic maritime states and the subsequent naval defeat of the Ottoman fleet at the Battle of Lepanto (Konstam, 2003).

Figure 3. The siege of Famagusta. The fortress later known as Othello´s Citadel can be seen in the centre right with its flag, mole extension and chain controlling the mouth of the harbour (Lasor, 1590).

2 How History Influences Literature 2.1 London & Shakespeare These events had a profound impact throughout Europe. Within a few centuries the Ottoman Empire had expanded to control most of the Eastern Mediterranean from

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the Maghreb far to the west to inside the doorstep of Europe in the Balkans. Small raiding parties had even landed in Italy and approached Rome. The 16th century conflict between the Muslim Ottoman Empire and Christian Europe occupied the thoughts of European rulers and provided the background for Othello. Scholars have even speculated that Othello was written to attract the attention of the religious King James I, who had a special interested in the history of the Ottomans (JohnsenNeshati, 2005). There was also an influential and popular history of the Turks published by Richard Knowles in 1603, the Generall Historie of the Turkes. It was written in English because “knowledge of the ‘terror of the World’ was becoming essential not only for the sophisticated reader who could read Latin, but also for the general reading public” (Şenlen, 2006). This tome was dedicated to King James I and would have been available to Shakespeare as he was creating Othello (Johnson, 1809: Parry, 2003). 2.2 Othello –Inspiration This was the context that provided inspiration for Shakespeare – writing only a few decades after the Ottoman conquest of Famagusta. He set Othello within relatively recent dramatic events with an easy source of historic information while appealing to royal interests (and possibly sponsorship). Shakespeare also had a principle source and ready template for Othello and based his work on a story by the Italian author, Giovanni Battista Giraldi (Cinthio or Cinzio) and his novellas Hecatommithi, published in 1565 in Venice (Bullough, 1957). Giraldi also places his story in Cyprus. Shakespeare´s tragedy of love, betrayal, supposed infidelity, race relations, murder and suicide would go on to become famous and was staged to great success. The first documented performance by the King´s Majesty´s Players Men was on All Saints Day, November 1, 1604, at the banqueting house at Whitehall for the court of James I. (Carmichael, 1922: Accounts of the Master of the Revels, 1842). The play was performed again in 1612–1613 in honor of Princess Elizabeth´s wedding (JohnsenNeshati). Othello was one of Shakespeare´s most popular plays throughout the 17th century. The preface to the first quarto records the play “had beene diverse times acted at the Globe, and at the Blackfriars by his Majesties Servants” (Carmichael, 1922) 2.3 Attributions to Famagusta Shakespeare does not mention Famagusta but locates the play in a “Seaport in Cyprus” and frequently mentions a castle and citadel (Shakespeare, 1604). The citadel is merely a “scene” and method for Shakespeare to constantly remind the

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audience of the recent history and greater threat looming over his characters. So an interesting question arises as to how the fortification in Famagusta become known as Othello´s Citadel. Scholars long speculated as to the location intended by Shakespeare for Othello. Edmond Malone, a Shakespearean scholar and editor of the works of William Shakespeare, was the first to construct a tentative chronology of his plays. In 1778 he published An Attempt to Ascertain the Order in Which the Plays Attributed to Shakespeare Were Written. In explanatory notes to the play: “All the modern editors, following Mr. Rowe, have supposed the capital of Cyprus to be the place where the scene of Othello lies during four Acts; but this could not have been Shakespeare's intention; Nicosia, the capital city of Cyprus, being situated nearly in the center of the island, and thirty miles distant from the sea. The principal sea-port town of Cyprus was Famagusta where there was formerly a strong fort and commodious haven, the only one of any magnitude in the island; and there undoubtedly the scene should be placed” (Malone, 1778). However, the idea that Famagusta was the setting for Othello remained with the scholars and in the books. 3 How Literature influences History 3.1 British Transfer Trade in the Eastern Mediterranean from the 17th century became less important as routes shifted away from the Levant around Africa. Cyprus and Famagusta were largely forgotten and became a backwater of the Ottoman Empire. However in the 19th century there was renewed interest as the British wanted Cyprus and the port of Famagusta for the same reason as the Lusignan Kingdom, Genoese and Venetians. They desired a sea path from London through the Mediterranean via Gibraltar, Malta and Famagusta through the Suez Canal to India (Kondylis, 2013). Famagusta once again became important as a base for protecting trade at the same time there was renewed travel to the Holy Land. In 1878, the Sultan Abdul Hamid II (1876-1909) ceded control of Cyprus and allowed the British to exercise administration in cooperation for their support in the event of war between the Ottoman Empire and Russia. The Ottomans retained “theoretical sovereignty” until 1914 upon the onset of the 1st World War. In 1925 Cyprus officially became a Crown Colony of the British Empire. It would take this British acquisition and travellers to Cyprus itself to specifically fix the name to the citadel.

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Like the traders and travellers of the 16th century, travellers in the early 19th century were not interested in Cyprus itself as a destination but as a stopover to the Holy Land. Many wealthy British (and American) travellers wished to visit sites associated with the Bible or were traveling for their health. Several of these visitors recorded their experiences of Cyprus mentioning their stay only in passing. However some began to write more extensively about the island and there was a growing list of publications related with Cyprus (Demetriou, 2011).

Figure 4. Aerial photograph showing the outer Venetian round corner tower and the inner older square Lusignan tower. Inside the courtyard and above the square tower is a stage for performances.

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3.2 Early Travel Writers The British control and acquisition of the island generated greater interest in London for more specific information about their new possession. This historic record traces naming of the citadel in Famagusta. In one of the first dedicated books of Cyprus; Samuel White Baker describes in detail Famagusta, the city walls and citadel, but makes no mention of Othello. This is notable as his very detailed account was created the year the British took possession of the island (Baker, 1879). Writing a year later, Annie Brassey mentions Famagusta as the place of Othello but does not mention the Citadel (Brassey, 1880). At the same time the journalist Edward Vizetelly, sent specifically to cover the British acquisition, mentions Famagusta as “The original of Shakespeare’s Othello” but also does not mention the citadel (Vizetelly, 1880). Vizetelly would stay in Cyprus and eventually establish the Times of Cyprus. This firmly establishes Famagusta as the home for Othello by visitors, en situ, but does not apply a name directly to the citadel. Finally in An Enchanted Island, W. H. Mallock, two years later writes: “for in this castle is a tower still named by tradition Torre del moro, from having once been the lodging of one of the Venetian Generals, Christofero Moro, the original of the Othello of Shakespeare” (Mallock, 1892). It took a well-known writer, Sir H. Rider Haggard, of King Solomon's Mines fame, in 1900 to write: “The tower, where according to ancient tradition Desdemona was actually stifled by Othello, is an odd place for picnics…” (Haggard, 1901). Basil Stewart reaffirms these adding additional details in 1904: “One of the bastions of this Citadel is called Desdemona´s Tower; it was there that Shakespeare laid the scene of the smothering of Desdemona by Othello. Tradition says that this tower was the headquarters of the Venetian governor of Cyprus, Moro who was the Othello of Shakespeare” (Stewart, 1904). By 1900 there are several names: Torre del moro and Desdemona´s Tower but not Othello´s Citadel. However, A.O. Green in his extensive Cyprus, A Short History to 1915 (from notes chiefly taken in 1896), mentions Othello but assigns the name to a palace near the Cathedral of St. Nicholas, “a more appropriate location for a Venetian captain”. His work was published later than his notes and (in 1914?) he also mentions the “curtain wall south of the Othello´s Tower guarding the port” (Green, 1914 with notes from 1896). It is unclear when Green assigns the name Othello but between his notes in 1896 and his published edition of 1915 the name Othello is fixed to the citadel.

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But there were doubters. George Jeffery writing later in 1918: “Since the British Occupation of Cyprus the citadel of Famagusta has been associated with the famous legend of Othello. Shakespeare does not, however, mention the castle, although he refers to the fortifications of a seaport in Cyprus. At the period when Othello was written the castle would have been considered of little importance, and, as has been already remarked, the remodelled castle could never have been the residence of anyone of rank or importance. We must, therefore, dismiss any idea of the famous tragedy making place in the building as we see it at the present day, whatever the probability that might have been in the middle ages” (Jeffery, 1918). But by 1918 this was too late; the name had already been firmly established.

Figure 5. Historic postcard showing the entry to the citadel with the inscription “Othello´s Tower, Famagusta, Cyprus”. Date unknown, automobile dates from between 1915-1919 (author unknown).

3.3 Othello and Tourism Interest remains high in English speaking countries in Shakespeare and Othello as it was taught in schools and frequently performed. Over the centuries Othello had not lost its allure and remains an important part of the repertoire of many acting companies. Its timeless themes of race relations and betrayal have even survived the transition to new media with over 20 feature films including famous actors such as Laurence Olivier, James Earl Jones and Laurence Fishburne. To promote demand, tourism providers seized on anything to increase (and possibly improve) visitation. The post-World War II period saw over one million Britons travelling abroad by 1950 with Cyprus a favourite destination (Cook, 1950). Cyprus had all the important ingredients: sun, beaches and cultural offerings. Within a few short years Othello´s Citadel was the most popular cultural site on the island (Cyprus Today, 2010).

3.4 Performance place Othello´s Citadel not only attracted tourists but was also used by the local community. Sometime in the 1950s or early 1960s a stone, earth and concrete platform was

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constructed within the Great Court and performances were staged. The Annual Report of the Chief of Antiquities of Cyprus for the year 1960 records: “Othello Tower-The British Red Cross Society in association with the Mercury Theater Group stages Shakespeare’s Othello--counterscarp wails were repaired- damaged and decay masonry replaced, also at the staircase leading at top” (Chief of Antiquities, 1960). There were also numerous personal accounts of Turkish Acting Companies from Istanbul traveling to Famagusta to perform other works of Shakespeare including Macbeth and Romeo and Juliet (author). The cycle from history influencing literature and then literature giving a name, identity and use back to an historic place was complete. 4 Conclusion The protagonist of Othello is a moor, a man different from Desdemona whom he married and different from the Venetian soldiers he led. He is loved, revered and despised. By Shakespeare creating the central character as an outsider he disrupts stereotypes to teach the audience compassion for those who are not alike (JohnsenNeshati, 2005). The modern history of Cyprus remains the perfect environment for Shakespeare´s story. Independence from Britain in 1960, unfortunately, was followed by inter-communal conflicts in 1963 turning the walled city of Famagusta into a Turkish Cypriot enclave (Ker-Lindsay, 2004). This eventually cumulated in the Turkish intervention / invasion of 1974. These events put a halt to tourism and any performances at Othello´s Citadel. A portion of the citadel retained to its original function of guarding the entrance to the port. The history of Othello´s Citadel is a story of how history influences literature that then in turn lends identity to a particular place. Dramatic events of the 16th century provided the setting for Shakespeare´s famous work. Historians of literature postulated where his story could have taken place and Famagusta provided a convenient location with its citadel. Othello´s Citadel is then written about romantically by early travelers and this is seized upon by tourism providers promoting visitation (and their businesses). Cultural tourism increases this interconnection between history and literature giving places new and interesting dimensions. Unique places in their own right and with their own intrinsic values acquire greater significance when associated with a famous

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writer, story and how they acquired their names (This is especially important for tourism promoters as it increases attraction value). An understanding of this interconnection is an essential part of the interpretation and understanding of Othello´s Citadel and must be communicated to visitors. This association with Shakespeare in Famagusta has influenced the naming of surrounding spaces, and recently renewed limited visitation. There is a Desdemona´s Garden and Desdemona´s Bar with Desdemona Kebabs south of Othello´s Citadel (all seeming to sympathize with the ill accused wife of Othello). It has even spurred projects to conserve the Citadel with ideas to recreate a space for performances and cultural exhibitions. Cultural tourism is often a merging of the real and fictional (Herbet, 1996). In the case of naming the citadel Othello, there are legitimate questions of authenticity. Shakespeare never mentioned Famagusta and a citadel was only a scene not essential to his story. At what point does the place become in reality Othello´s Citadel? Now the story of the name in itself is history and as long as visitors are aware of this, does it matter? The belief by visitors that they are in a place associated with Shakespeare and when plays are performed within it becomes de facto: Othello´s Citadel. This blending of appearance with reality is what theatre is about. Shakespeare most likely would have approved.

Figure 6. Newspaper articles about the project to conserve Othello´s Citadel, 2014.

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Special thanks to the Technical Committee for Cultural Heritage of Cyprus, the United Nations Development Programme - Partnership for the Future and the European Union for their efforts to conserve, maintain and reopen Othello´s Citadel to all Cypriots and visitors who enjoy literature and history.

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Tower of Martín González or castle of La Raya (Soria): territory, history, defense and construction La torre de Martín González o castillo de La Raya (Soria): territorio, historia, defensa y construcción Ignacio Javier Gil-Crespo DR. ARQUITECTO. UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID ignaciojaviergilcrespo@gmail.com

Abstract The Tower of Martín González, also known as castle of La Raya, is placed in the actual border between the Spanish provinces of Soria and Zaragoza and in the historical limit between the Crowns of Castile and Aragon: this is the reason for its name. The castle dominates the hedge of the plain-moors that surround the Valley of Nágima River. It is a castle with courtyard and a high tower in the western flank. The paper analyzes the castle in four main levels. All references about the castle are studied to draw a historical narration and to relate with the territory and other fortifications, both Castilian and Aragonese. Despite its advanced state of ruin, it preserves many rests that allow making an analysis of its defensive elements and constructive aspects. Resumen La torre de Martín González, también conocida como el castillo de La Raya, se sitúa en el límite actual entre las provincias de Soria y Zaragoza y en el límite histórico entre las coronas de Castilla y Aragón. Domina el extremo de los páramos que circundan el río Nágima. Es un castillo de tipo torrejón con patio de armas y una torre del homenaje adosada a su flanco occidental. El análisis contempla cuatro niveles fundamentales para el entendimiento de la arquitectura fortificada. La comunicación revisa la documentación existente sobre los elementos históricos que se ponen en relación, mediante el análisis territorial, con el sistema fortificado de frontera. A pesar de su avanzado estado de ruina, conserva restos que permiten realizar una lectura interpretativa de sus elementos defensivos y de sus aspectos constructivos. Keywords: Construction History; border fortification; Two Peters War; vertical defense; late medieval construction. Palabras clave: Historia de la construcción; fortificación fronteriza; Guerra de los Dos Pedros; defensa vertical; construcción bajomedieval.

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1. Análisis territorial La torre de Martín González, también conocida como el castillo de La Raya, se sitúa entre las poblaciones de Monteagudo de las Vicarías y Monreal de Ariza, en el límite administrativo actual entre las provincias de Soria y Zaragoza y en el límite histórico entre las coronas de Castilla y Aragón: de ahí su sobrenombre. Domina el extremo en proa de los páramos que circundan la margen derecha del río Nágima, entre el Arroyo del Castillo y la Hoya del Muerto. Mantiene una comunicación visual muy clara con la cercana villa amurallada de Monteagudo y su castillo, así como con el ya aragonés castillo de Monreal de Ariza. De igual manera, se relaciona con otros elementos fortificados fuera del valle como la Atalaya de las Cabezas sobre el cerro Monóbar, situado al oeste.

Figura 1. a. Vista desde el este del castillo de La Raya. A sus pies se ubica la ermita del Castillo, cuya pila bautismal es mojón entre Castilla y Aragón (fuente: IJGC). b. El castillo de La Raya desde el sureste, según la fotografía de Ortiz Echagüe (1964, 174, fig. 211).

El valle del río Nágima fue una vía de comunicación muy frecuentada durante las luchas fronterizas bajomedievales. En Monreal se apostó el ejército aragonés de Alfonso III en 1288 con la intención de remontar el Nágima y enfrentarse con Sancho IV de Castilla que había avanzado hasta Monteagudo. Las villas cercanas de Monteagudo y Monreal aparecen citadas varias veces en las crónicas. En ellas se celebraron varias vistas, como la de 1291 entre Sancho IV de Castilla y Jaime II de Aragón por la que se concertó la boda entre el aragonés y la infanta castellana Isabel, hija de María de Molina (Masiá de Ros, 1994, pp. 40-41). La vía natural del río Nágima comunica el valle del Jalón —por tanto el del Ebro y el Bajo Aragón— con el del Duero a través de los Campos de Gómara y Almazán. El naciente se sitúa entre las poblaciones de Bliecos y Nolay. Sin embargo, es a partir de la villa de Serón de Nágima —ahí recibe las aguas del arroyo Valdevelilla— donde abre un ancho valle entre los páramos circundantes. Atraviesa Torlengua,

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Fuentelmonge (donde se sitúa el antiguo convento de Cántabos) y Monteagudo de las Vicarías antes de, a los pies del castillo de La Raya, introducirse en Aragón por Pozuel de Ariza. Tras 36 kilómetros de trayecto de norte a sur, finalmente tributa sus aguas al río Jalón en Monreal de Ariza. El lecho del valle está formado por depósitos cuaternarios y sedimentos de arrastre. Los páramos calizos ente los que se ha abierto el valle tienen una altura media de unos 900 m y presentan un borde abrupto fruto de la erosión de los sucesivos barrancos que desembocan en el río. Los bordes de los páramos tienen un perfil característico formado por la costra caliza superficial con una potencia de hasta 34 m y unas laderas inclinadas. Es sobre uno de estos bordes, el situado entre los barrancos del Castillo y de la Hoya de la Fuente Libor donde se sitúa, vigía, la torre de Martín González como un elemento del sistema fortificado del valle. Este sistema consta de diversos elementos fuertes y de vigilancia que jalonan el curso del río entendido como vía de comunicación. El castillo de La Raya es el primer elemento castellano de vigilancia y albergue de guarnición. Tiene comunicación visual directa con la fortaleza de Monreal de Ariza, desde la que se organizaban las tropas aragonesas durante los diversos enfrentamientos fronterizos entre Castilla y Aragón durante la Baja Edad Media. También se relaciona directamente con el castillo de Monteagudo de las Vicarías, en la primera de las villas amuralladas que se encuentra al entrar en Castilla por la ruta del Nágima. La torre de Martín González tiene conexión visual además con otras estructuras defensivas como la Atalaya de las Cabezas sobre el cerro Monóbar, situado a su oeste. Aguas arriba se observa la defensa natural de la Peña San Matiel, junto al embalse de Monteagudo. Aquí se situaba una fortificación de la que queda algún resto (Lorenzo Celorrio, 2003, pp. 142-143). El sistema fortificado de control fronterizo y de la vía de comunicación del Nágima se completa con la villa antiguamente amurallada de Serón de Nágima en la que hacia el siglo XV se construyó el actual castillo señorial de tapia de tierra (Gil Crespo, 2013a). 2. Elementos históricos: la torre de Martín González en el siglo XIV El castillo de La Raya apareja su historia particular a la de las guerras fronterizas desarrolladas en el escenario del sureste soriano desde que se produce la reconquista del territorio por parte de Alfonso I de Aragón entre 1119 y 1124. Los problemas sucesorios y la relación enfrentada entre las coronas de Castilla y Aragón derivaron en sucesivos episodios bélicos a lo largo de toda la Baja Edad Media con el fin de controlar y definir la frontera entre ambas coronas. En el siglo XIV tuvo lugar

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Figura 2. Análisis territorial del valle del río Nágima (fuente: IJGC).

el enfrentamiento más duradero e importante —la Guerra de los Dos Pedros (13561369)— tras el cual entra la dinastía Trastámara a reinar en Castilla. El valle del río Nágima fue un escenario principal y una de las más transitadas vías de entrada en Castilla desde Aragón. Tanto los infantes de la Cerda a finales del siglo XIII como las tropas francesas y aragonesas en el XIV y las navarras y aragonesas en el XV traspasaron la frontera siguiendo el trazado del río y tomaron en diversas ocasiones las villas y fortalezas fronterizas de Serón, Deza y Peñalcázar (Pérez Rioja, 1985; Gil Crespo, 2013b; Gil Crespo, 2014a). A pesar de la previsible existencia de una fortificación anterior a la conservada, como sostienen algunos investigadores (Lorenzo Celorrio, 2003), las noticias más tempranas sobre el castillo que hoy alza sus ruinas centinelas ante Aragón datan del siglo XIV. El investigador soriano Florentino Zamora Lucas (1960, pp. 153-165) publica algunas noticias históricas y reproduce la carta de donación a Gonzalo Fuerte por Pedro IV de Aragón. El nombre de la torre parece derivar de don Martín González a quien mató el Cid en la disputa por Calahorra cuando se desafiaron en nombre de Ramiro de Aragón y Fernando de Castilla (Zamora Lucas, 1960, pp. 156-157), si

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bien esta referencia se encuentra bastante lejana temporalmente respecto de la época de construcción que revelan las fábricas del castillo. Durante la Guerra de los Dos Pedros la torre fue testigo de las idas y venidas de los ejércitos que transitaban esta importante vía de comunicación que es el río Nágima y el corredor del Jalón. Lafuente Gómez (2009, pp. 373) señala que «entre finales de 1356 y los momentos inmediatamente anteriores a la paz de Tudela, firmada a mediados del año siguiente en la Torre de Martín González permanecieron únicamente treinta servents comandados por Pedro Garcés de la Torre». Durante las campañas de 1361 se insistió en fortificar y guarnicionar las posiciones avanzadas de frontera como Embid de Ariza, Bordalba y la Torre de Martín González (Lafuente Gómez, 2009, pp. 543). Algunos otros datos históricos que se conservan son que Gonzalo González era su propietario a finales del siglo XIV. A su hijo, Diego González, el cual había servido en el bando castellano durante la guerra de los Dos Pedros, le arrebató la torre el rey aragonés Pedro IV a favor del soldado bilbilitano Gonzalo Fuerte en Valencia el 23 de mayo de 1371, «donación pura irrevocable e perpetua, para siempre jamás, ansi para nos, como para nuestros sucesores, para que vos, el dicho Gonzalo Fuerte y nuestro sucesores, ayays y tengais en feudo perpetuo ... la Torre que llaman de Martín González ... con todos los derechos a ella pertenecientes» (Zamora Lucas, 1960, 158, pp. 161 y ss.) como dádiva a los favores y el dispendio realizados durante dicha guerra. En 1452 la torre era propiedad de Juan de Torres, «señor de Almenara y de la Torre de Martín González» (Zamora Lucas, 1960, p. 157). La familia Luna fue la dueña de este castillo durante el siglo XV y de ella pasó a ser propiedad de la Casa de Camarasa (Zamora Lucas, 1960, p. 159; Zamora Lucas, en Espinosa de los Monteros y Martín-Artajo Saracho, 1974, p. 452). Diago Hernando (1998, pp. 154-155, notas 86-88) ofrece unos datos interesantes sobre los pleitos que hubo hacia 1370-1376 en los que se señalan distintos nombres de sucesores, comendadores y vendedores. El sucesor de Gonzalo González en 1371 era el escudero de Calatayud Jimén Pérez de Vera, quien hubo de acudir ante Pedro IV. La torre se había encomendado al caballero Gonzalo Forcén. A pesar de ello, Juan Hurtado de Mendoza —a quien Enrique II había nombrado lugarteniente en las fronteras de Aragón, justicia mayor y tenente de la villa de Ágreda— había adquirido por venta o tenencia la torre y estaba, en 1376, realizando obras de fortificación o «labrando» en la torre. Por estos pleitos se iniciaron tratos con el rey castellano para que la torre pasase de nuevo a dominio de Aragón a través

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de Gonzalo Fortén. La posesión de la torre, por estar situada en la misma raya entre reinos, se disputaba entre Castilla y Aragón. Juan Hurtado protagonizó, en 1378, unos episodios con los vecinos de las aldeas de Ariza como Monreal o Bordalba cuando robaron unas cabezas de ganado hiriendo a algún vecino y las llevaron a la Torre de Martín González y a la Tierra de Almazán además de llevar sus propias cabañas a pastar en tierras arizañas. 3. Restos conservados En la fotografía que incluye el Corpus de los castillos medievales de Castilla en su página 452, así como en la que ofrece Zamora Lucas —firmada por Sáenz de 1960— se observa que se conservaba la parte superior del muro, posiblemente un arco de acceso, entre los dos cubos cilíndricos meridionales. Ortiz Echagüe (1964, p. 174, fig. 211) publica una fotografía de gran calidad en la que se aprecia esta entrada entre dos cubos cilíndricos, así como la torreta nororiental. La actual ruina se ha llevado cualquier traza de estos elementos. Lorenzo Celorrio (2003, pp. 141-142) indica que este castillo data probablemente «de los siglos XIII o XIV y se levanta sobre los restos de otra fortaleza musulmana de la que quedan todavía unos escasos vestigios». Sin embargo, el autor no indica cuáles son esos vestigios. Quizá pueda referirse al relleno de tapia de tierra que aflora desde el cubo de la cortina meridional del patio de armas. El conjunto conservado consta de un recinto abierto de planta rectangular irregular —unos 18 x 22m— y una torre del homenaje adosada al lienzo occidental, la cual se protege mediante un foso excavado en la costra caliza que corona el borde de esta proa del páramo. En el extremo nororiental se abre un posible portillo de acceso protegido por una torreta de flanqueo de planta cuadrangular. Se conserva otra puerta en el extremo noroccidental, a los pies de la torre del homenaje. En el interior del patio de armas se ha excavado un aljibe en la roca. La planta dibuja uno de los tipos clásicos de los castillos españoles: recinto amurallado de planta sensiblemente cuadrangular con torreones esquineros y con la torre adosada en el centro de una de las cortinas, a cuyos pies se produce un ingreso al conjunto. Esta planta es similar a la de los castillos torrejones de la llamada Escuela de Valladolid que desarrollará soberbios ejemplares durante el siglo XV (Cobos Guerra y Castro Fernández, 1998, pp. 147-149).

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Figura 3. a. Volumetría hipotética de la torre y las murallas del castillo de La Raya (fuente: IJGC). b. Planta del conjunto del castillo y la ermita (fuente: IJGC).

En las fotografías antiguas del castillo de La Raya (Ortiz Echagüe, 1952, p. 174, fig. 211) se observa el lienzo suroccidental hoy arruinado en donde, entre dos borjes o cubos cilíndricos, el muro tiene un hueco informe en el que se adivina un arco que ha podido perder las dovelas y que bien pudiera haber albergado el hueco de la puerta protegida por esos dos torreones. También en esa misma fotografía se observa otro hueco en la esquina nororiental, que es donde otros autores como Lorenzo Celorrio (2003, pp. 141 y 301) sitúa el acceso. El castillo tiene otro hueco de acceso: junto al muro norte de la torre se abre una poterna protegida por saeteras. El perfil del arco es rebajado y las jambas y dovelas son de cantería. En el lado occidental se alza la única torre del castillo, que tiene unas dimensiones aproximadas en planta de 10 x 8 m, y unos 17 metros de altura. Los muros, de unos dos metros de espesor, dejan un espacio interior rectangular de 4,60 x 6,10 m. La entrada a la torre se realizaba en la planta baja desde el patio a través de una

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puerta con arco rebajado. En la parte interior de los paramentos de los muros de la torre se conservan huellas de tres niveles de forjados y restos de las vigas en los mechinales. La última planta se cubría con una bóveda de medio punto. El recinto amurallado aún conserva restos de cuatro cubos adosados, tres de ellos semicilíndricos, entre los que se tienden cortinas de unos dos metros de espesor. En la parte occidental del castillo y en una posición adelantada, se aprecia un foso excavado en la piedra caliza que corta la anchura de la meseta sobre la que se asienta el castillo. La torre no tiene huecos exteriores, excepto unas pequeñas saeteras que pudieron tener más función de divisar que de defender, debido al grosor del muro y su pequeño tamaño que no deja capacidad de movimiento para un defensor apostado ante el hueco. En el lienzo oriental del recinto murado hubo un hueco del que se ha conservado parte del recercado de piedra labrada que apunta que hubo una ventana geminada de traza gótica. 4. Elementos defensivos La ubicación de los castillos tiene en cuenta y aprovecha como mecanismo de defensa las características geológicas y morfológicas del relieve del terreno sobre el que se asientan. Los valles que forman las vías de comunicación en el oriente soriano se abren entre escarpes con una pendiente considerable hasta los páramos calizos cuya costra en erosión aflora en el borde. Es precisamente ese borde, o sobre promontorios rocosos, sobre el que se sitúan los castillos que vigilan estos

Figura 4. a. Flanqueo septentrional (fuente: IJGC). b. Vista occidental del castillo, donde se aprecia la ubicación de los mechinales bajo cada almena y el hueco practicado en un merlón para acceder al cadalso que coronaba la torre. En primer plano se observa el foso excavado que corta el terreno plano de este frente (fuente: IJGC).

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caminos naturales e históricos. La base de piedra caliza garantiza una correcta y firme cimentación, además de aumentar la altura relativa de los muros cuando éstos se sitúan en el borde. El apoyo sobre la costra caliza, así mismo, evita las posibles brechas y minas que el atacante pudiera realizar. El trazado de la cortina septentrional de este castillo presenta una forma de diente de sierra o en zigzag flanqueante (en denominación de Mora-Figueroa, 1994, pp. 148-149). Como indica Villena (1965, p. 103), las cremalleras «evitan o economizan los órganos del flanqueamiento». Sin llegar a tener el desarrollo que llega a alcanzar en otras fortificaciones —donde este trazado en zigzag se combina con torreones de flanqueo— se observa en este castillo soriano que se producen unos quiebros en la línea amurallada con un resalte de perfil circular que, sin llegar a definir una torreta, facilita el flanqueo de ese frente. La presencia de fosos no es tan habitual como la imaginería popular pretende insistir. Aún así, en la Torre de Martín González hay restos de un antiguo foso que podía dificultar el acercamiento de torres de asalto y detener el avance de los potenciales atacantes en el lateral occidental, cortando la cresta calcárea sobre la que se asienta. El foso es relativamente pequeño: su anchura es de apenas unos 3-4 metros y su profundidad —hasta la cota actual a falta de una excavación que extraiga el material acumulado— no llega a superar los dos metros. No se puede asegurar la época de excavación de este foso. Algún autor opina que sobre este cerro hubo una antigua fortificación hispanomusulmana (Lorenzo Celorrio 2003), si bien lo más probable es que se corresponda con la época de construcción del actual castillo. Sólo tras un estudio arqueológico se podrá determinar este aspecto. El castillo de La Raya pertenece al tipo de castillo torrejón. Una alta y robusta torre domina el conjunto y se adosa a un lado del recinto amurallado. A sus pies se localiza una puerta de entrada. La torre está arruinada en su lado oriental —el que se ofrece al interior del castillo—, pero en sus tres muros restantes aún se leen los tres niveles de forjados con restos de las vigas en los mechinales. La última planta se cubría con una bóveda de cañón sobre la que se tendía la azotea en la que se podía organizar la defensa. Es habitual, y así se advierte en otros castillos pertenecientes a la defensa fronteriza castellana, que la última planta de la torre se cubra con una estructura de fábrica en vez de hacerlo con un forjado de madera como en el resto de pisos interiores. En Vozmediano y Arcos de Jalón el último forjado se sostiene mediante un potente arco diafragma, lo que indica que sobre la plataforma superior se pretende disponer de grandes pesos. En el caso de la

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Torre de Martín González la cubierta de la torre del homenaje se soluciona mediante una bóveda de cañón. La defensa vertical del castillo se realiza desde un cadalso de madera que se situaba en la parte superior de la torre. En el muro occidental todavía se advierten los mechinales de la viguería que definía este cadalso. Se accedía por un hueco practicado en el cuarto merlón de este frente. Los mechinales atraviesan el pretil almenado en todo su perímetro. Este cadalso pudo ser similar a los empleados en la fortificación bajomedieval aragonesa en los castillos de Chodes, Godojos, Torrijos de la Cañada o Villaroya de la Sierra, siendo aparentemente igual al de los castillo de Arándiga y Bijuesca (Cantos Carnicer, 2005). En este castillo se ubica un mechinal bajo cada almena al nivel del suelo de la azotea superior. En las esquinas se ubica una viga en diagonal para solucionar la vuelta de la esquina por parte de la estructura lígnea. Este remate almenado se repite —aparentemente en todo el perímetro a juzgar por las partes en que se conserva el muro completo— del recinto murado situado a los pies de la torre. El camino de ronda o adarve se protege mediante un parapeto crenellado. En las almenas paralelepipédicas de la coronación de las cortinas y torres se abren saeteras. 5. Análisis constructivo El castillo de La Raya se levanta con muros de fábrica de piedra en mampostería regular y sillería en las esquinas. Los muros se apoyan directamente sobre la gruesa capa de piedra caliza que corona el cerro. La sillería, de tamaño medio y sólo labrada en los lechos y las caras visibles, se reserva para las esquinas de los muros, las jambas y los arcos y bóvedas. En algunas partes de los muros se conserva el revestimiento de cal que garantizaba la planeidad de los paramentos. Respecto a la colocación de los mampuestos, éstos tienden a situarse en líneas horizontales, si bien en algunos puntos se observan algunos hilos de mampuestos colocados a tizón. No obstante, en la ruina del torreón cilíndrico situado en la cortina meridional se advierte un relleno de tapia de tierra y con las marcas de los mechinales de las agujas pasantes. Estos mechinales se forman mediante lajas de piedras que se situaron sobre las agujas para facilitar su extracción. La altura de los cajones de este relleno de tierra es de unos 120 cm, con tongadas de 6 cm de espesor. El resto de muros, incluidos los de la torre, están rellenos de cascotes, cal y canto. Los aspectos

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morfológicos y constructivos de este relleno de tapia de tierra, observados directamente y a falta de catas y otras técnicas que arrojen más información, la ponen en relación con el grupo constructivo cronotipológico de la fortificación con tapia de tierra bajomedieval cristiana (Gil Crespo, 2013c; Gil Crespo, 2014b). La distribución interna del castillo se realizaba mediante una estructura de madera que apoyaba directamente en estos muros perimetrales. Este aspecto es visible en los mechinales conservados en estos muros. Se advierten dos niveles de mechinales que albergaban las vigas de madera. Sin embargo, en la cara interna del muro oriental del patio de armas se aprecia otra alineación de mechinales situados ligeramente por debajo de los que definen el primer piso: con probabilidad se debe a una redistribución o reforma del interior del castillo en una fecha no determinada. En el interior de la torre se aprecian cuatro niveles de forjados. En el primero aún se conservan restos de las vigas de madera. El análisis mediante métodos de datación físico-química que urge realizar puede arrojar información relevante sobre la edad de estas piezas de madera.

Figura 5. Vista interior del castillo y la torre, donde se aprecia el relleno de tierra del torreón suroeste (a la izquierda de la imagen) y los mechinales de apoyo de la cimbra de la bóveda de la torre (fuente: IJGC).

El castillo conserva algunos huecos y se adivina la formación de otros que están arruinados. En el muro occidental y protegido por la torre que se alza a su parte sur, se encuentra una poterna de entrada al recinto. Las jambas y la bóveda bajo el grosor del muro se realizan con piezas de cantería. Esta bóveda tiene un perfil rebajado. Aunque han desaparecido las piezas que pudieron albergar las quicialeras, se conserva el hueco en el que se introducía el tranco en el grosor del muro. En el muro situado al oriente quedan restos de un ventanal con asientos enfrentados del que han desaparecido las piedras labradas. Desde aquí había comunicación

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visual con el castillo de Monteagudo. En la parte exterior se conservan algunas piezas de cantería labradas que perfilan un desaparecido hueco geminado de perfil gótico y así se ha reflejado en la reconstrucción gráfica que ilustra este texto.

Figura 6. Detalle de la coronación de la torre, donde se observa el remate almenado con el hueco de acceso al cadalso de madera perimetral así como la bóveda de cantería y los mechinales de apoyo de la cimbra (fuente: IJGC).

En el extremo meridional del muro oeste y en la esquina suroccidental se abren otros pequeños huecos o saeteras. También se abren saeteras en el remate almenado de la torre y, previsiblemente, también se repetía en el crenellado del adarve. La bóveda de cañón del piso superior de la torre se construye con dovelas de cantería. Debido al estado de conservación del castillo no se ha podido realizar un levantamiento detallado por imposibilidad de acceso. No obstante, con el apoyo de herramientas de restitución gráfica mediante nubes de puntos de software libre se ha podido realizar un modelo 3D de la parte de la bóveda que se conserva. Según este modelo, la bóveda sigue un perfil sensiblemente de medio punto. La única parte que se conserva es su mitad occidental. En el arranque se conservan los mechinales que pudieron servir para apoyar las cimbras.

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6. Conclusiones El castillo de La Raya o torre de Martín González protege la entrada en Castilla desde Aragón a través del valle del río Nágima. Por su posición fronteriza pasó de manos y se vio como objeto de litigio en varias ocasiones. Tiene una clara relación defensiva con respecto de la fortaleza de Monreal de Ariza, donde el Nágima tributa sus aguas al Jalón y desde donde durante las guerras fronterizas bajomedievales se preparaban frecuentemente las tropas aragonesas. Goza de relación visual directa con el castillo y la villa amurallada de Monteagudo de las Vicarías así como de Monreal y forma parte del sistema defensivo que jalona esta importante vía de comunicación. Durante los litigios fronterizos bajomedievales adquirió relativa importancia como puesto avanzado de vigilancia y albergue de guarnición, mas al pacificarse el ambiente bélico reinante durante la Baja Edad Media cae en desuso. Esto explica la uniformidad constructiva y la unidad de elementos poliorcéticos. El estudio atento de sus restos muestra una significativa colección de elementos defensivos pre-artilleros característicos de la Baja Edad Media, entre los que sobresale la huella del cadalso perimetral que coronaba la potente torre. La lectura constructiva del castillo revela aspectos representativos de la construcción fortificada bajomedieval cristiana española como el relleno de tapia de tierra, los muros de mampostería con esquinas de sillería, huecos labrados y la construcción abovedada mediante cimbras apoyadas en mechinales. AGRADECIMIENTOS: Esta comunicación nace de la investigación conducente a la redacción de la tesis doctoral del autor y desarrolla el caso de estudio de la torre de Martín González esbozado en ésta. La tesis doctoral (Gil Crespo, 2013c) fue leída en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid en noviembre de 2013 y calificada con sobresaliente cum laude. El autor agradece la co-dirección, comentarios, enmiendas y compañía de los profesores Santiago Huerta Fernández y Luis Maldonado Ramos.

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Belgrade fortress-between yesterday and tomorrow Nevenka Novakovic ARCHITECT-CONSERVATIONIST, CULTURAL HERITAGE PRESERVATION INSTITUTE OF BELGRADE, BELGRADE, KALEMEGDAN 14, BELGRADE, SERBIA nevenkan@gmail.com

Ivana Filipovic ARCHITECT-CONSERVATIONIST, CULTURAL HERITAGE PRESERVATION INSTITUTE OF BELGRADE, BELGRADE, KALEMEGDAN 14, BELGRADE, SERBIA ivana_f@email.com

Abstract The Belgrade Fortress, as a complex and stratified whole is very important in the study of the development of European fortifications in a wider sense. It clearly shows all changes which European fortified architecture went through, from a legionary camp-castrum, through medieval fortified cities, to almost modern artillery bastions. The fortress of Belgrade on the confluence of the Danube and the Sava River has proved its extremely important geostrategic position for centuries. Many problems from the past are still obstacles in its continual conservation. Extensive archaeological and research works began in 1979. Although in the previous period significant works on the reconstruction of the fortress were realised, this process has not yet been completed. Today’s team of architects working on the restoration and development of the Belgrade Fortress are deeply aware of the problems that previous practices of work brought and is attempting to alter the existing situation, and to adopt and perform the best available practice that is applied in the world. Keywords: Belgrade Fortress; development; restoration; works.

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1. Introduction Thanks to the extraordinary geostrategic position as well as to the historical circumstances, Belgrade was inhabited and developed over a long period of time, from the Roman times to the present days. Its beginnings and development are greatly related to the Belgrade Fortress, which today presents a very complicated and layered monumental complex with preserved material remains from different epochs (Popovic, 2006). Consequently, the Belgrade Fortress has a special significance for the studying of the town’s history as a whole, as well as for the studying of the fortifications development. One has to bear in mind that all the changes through which European military architecture was passing through can be observed at this location – from the Roman castrum, through medieval fortified town, to the modern artillery bastion. Besides this, the significance of the Belgrade Fortress also lies in the fact that it presents the urban historical nucleus of the present day Belgrade. The area of the Belgrade Fortress is 57.3 hectares (Radomirovic, 2010) and it is situated in the very centre of the city, at the most attractive location, where the Sava River flows into the Danube. (Fig. 1)

Figure 1. The position of the Belgrade Fortress with the surroundings.

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The views to the Belgrade Fortress can be seen from the two rivers as well as from Novi Beograd, a modern part of the city. Veliko ratno ostrvo (The Big War Island), a nature reserve protected by law, is situated opposite the fortress. The protection, presentation and revitalizing of such a complicated monumental complex, protected as a cultural asset of special importance for The Republic of Serbia, which is the highest protection level, have been continuously going on since the Cultural Heritage Preservation Institute of Belgrade was founded in 1960. As every period brings about specific problems, nowadays the Belgrade Fortress Department, operating within The Institute, is facing numerous challenges: from rapid dilapidation of parts of the fortress which were never preserved, to the problems related to the previous conservation interventions which were not carried out in accordance with modern, accepted practice. 2. The Belgrade Fortress - from the first fortifications to the cultural monument of the highest category The Belgrade Fortress, as a complex and stratified whole is very important in the study of the development of European fortifications in a wider sense. It clearly shows all changes which European fortified architecture went through, from a legionary camp-castrum, through medieval fortified towns, to almost modern artillery bastions (Neskovic, 1996). The first fortification – the Roman castrum, functioning as a legionary camp, was formed on a ridge above the confluence of the Danube and the Sava River, in the 1st century AD and it enclosed the area of today’s Upper town (Bajalovic Hadzi-Pesic, 1991). (Fig.2) The next phase is related to the medieval period. During this period, on the place where the destroyed Roman castrum was located, a smaller fortification was built on the highest part of the ridge, above the very confluence of the rivers (Bajalovic HadziPesic, 1974). At the beginning of the 15th century Belgrade became a part of the Serbian state. It developed rapidly and became one of the most developed fortified medieval towns in Europe of that time. The town was expanded by new fortifications and it was divided into The Upper Town with mostly military character and The Lower Town where the civil settlement was. The division has remained until the present time (Popovic, 2006).

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Figure 2. a) Roman castrum – assumed position; b) Medieval fortification; c) Bastion artillery fortification.

Later, in times of the Turkish rule, the town lost its military and strategic role and continued developing as an economic and trade centre. New historical courses of events characterized by constant conflicts between Austria and Turkey brought Belgrade back to the centre of wartime events. Due to the significant changes in warfare, the existing Belgrade fortifications, built in the period of cold weapons, had to be reconstructed and adjusted to the new needs caused by the use of artillery. The reconstruction went through several phases, during which the medieval fortifications underwent considerable changes, so that they could be later fitted into newly built elements of modern bastion fortifications. The medieval town was surrounded by new forward fortifications made of earth embankment and cannon platforms. The civil settlement in the Lower Town was destroyed and replaced by a series of military constructions– barracks, arsenals and gun powder-magazines. In the second half of the 19th century, with the liberation of the Turkish rule, Belgrade fortress was gradually losing its importance. The ramparts lost their defensive function and deteriorated becoming ruins and even collapsing. The wooden bridges were not renovated, but they were replaced by earth embankments. In World War I, almost all the objects within the Fortress were destroyed by bombardment and the fortress walls were considerably damaged. (Fig.3) Further dilapidation continued between the two World Wars, but at the same time, as the army was gradually leaving, some parts were renovated and changed function. Sports grounds and clubs were built in some parts of the former fortress trenches and the ZOO was laid out in the eastern part of the bastion fortifications. A transit

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Figure 3. The Belgrade Fortress seen from the air during World War I.

traffic artery with the railway constructed earlier in the zone of the river banks cut a part of the fortification and destroyed it to a great extent. At the same time it separated the fortress from the river banks. (Fig.4) World War II did not spare the Belgrade Fortress. A large number of objects were demolished in the Allies’ bombardment in 1944 (Marjanovic, 1974). After World War II, the army completely retreated from the Belgrade Fortress and gave it to the city of Belgrade. This fact and the fact that the Belgrade Fortress was pronounced to be a cultural monument made way for systematic research, protection works and presentation of this vast and significant monumental complex (Bajalovic Hadzi-Pesic, 1984). In 1946 it was put under the state protection. The work on research and protection of this monumental complex was one of the main reasons for the forming of the Cultural Heritage Preservation Institute of Belgrade in 1960. Since then, all the work related to the protection of the Belgrade Fortress has been done within the Institute. As a result, in 1979, the Belgrade Fortress was pronounced the cultural heritage i.e. the cultural property of the highest category.

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Figure 4. Traffic artery and railway cutting parts of the fortress.

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3. Preservation degree of material remains from different historical periods and their main characteristics Layers of heritage from different epochs are one of the main values of the Belgrade Fortress. However, different degrees of preservation of material remains is a problem in their evaluation and, consequently, in their protection and presentation. The material remaining from the earliest Roman period is present only in fragments, on certain locations, mostly to a smaller extent. The most important problem lies in the fact that a huge part of these remains are in the structure of the later fortifications, because of this it is very hard, almost impossible, to trace them and perhaps discover and present them in the way that they make a logical entirety. Parts of the Roman castrum fortifications stand on the places where they were found, and wherever it was possible, they were presented as they were found - as archaeological sites or in the structure of newer fortifications (north-eastern rampart of the Upper Town) (Fig.5)

Figure 5. Part of the Roman castrum presented within the north-eastern wall.

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The preservation degree of the remains from the medieval period is diverse. The division of the former town is only partly preserved, i.e. the Upper and the Lower Town. The inner fortification of the Upper Town had been destroyed almost to the foundations, except the entrance, where the walls from several epochs were discovered and subsequently conserved and presented as an archaeological site. The medieval fortifications of the Belgrade Fortress were mostly made of stone with double-formed face and filled with smaller pieces of stone inserted into the central part of the wall, without a pattern, sealed with lime mortar. Using of solid brick in combination with stone for constructing of fortress walls was characteristic of early Middle Ages although it was present even later for portals and passage-gates. Solid brick, as building material, also appeared on specific objects, like towers. It has been also used for some constructive elements, like arches and domes (Neskovic, 1996). Best preserved remains date from the end of the 19 Century when the last reconstruction of the fortress was conducted. A series of different artillery fortification elements such as ravelins, bastions, casemate batteries, cannon platforms form bastion fronts which surround the Fortress. (Fig. 6)

Figure 6. General overview of the Belgrade Fortress - present state.

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The bastion fortifications consist of massive brick walls which enclosed earth banks. Walls were filled with brick or with a combination of brick pieces and stone pieces, sealed with lime mortar. The outer sides of the walls were inclined. The inner side, where the earth banks were, was vertical, but without a regularly formed front. Top of the walls were finished with a cornice – brick-on-edge wall. Certain architectural elements such as window frames, portals and mostly facades of the gates were made of limestone. 4. Main problems and revitalizing possibilities of the Belgrade Fortress Due to the historical complexity of the Belgrade Fortress there is a great challenge relating to the works on separate parts of the fortress, like ramparts or gates, as well as making some facilities functional. Many different problems from the past restoration works of the Fortress are still an obstacle in its further development. In the period of World War I almost all the buildings inside the Fortress were destroyed and walls were damaged. Some interventions made between the two Wars are the biggest problems for its further development. Railway and vehicular traffic at the time of construction largely destroyed the fortifications near the river bank and today they are making an obstacle for forming of natural links between the Fortress and the city on one side, and with the bank and rivers on the other. From the aspect of the restoration and preservation of the Belgrade fortress problems that experts are facing nowadays could be put into several categories, from legislative to technical and economical problems. 4.1. Possibilities and restrictions seen through present legislation The service operations for the Cultural Heritage are governed by: • The Law on the Cultural Heritage, passed in 1994 - the decision of the Ministry of Culture of the Republic of Serbia; • The Law on Town Planning, passed in 2011; • Detailed Urban Plan for Kalemegdan passed in 1969. In the Detailed Urban Plan, passed in 1969, the Belgrade Fortress was treated from two aspects: as a Belgrade historical monument and as a city park (Kanacki, 1965). In the first case the Fortress was supposed primarily to have the purpose of a museum, realised through the display through the presentation and association of specific ambiences from all historical periods. Therefore, carrying out extensive works on restoration of certain Fortress parts was planed. That was meant to provide specific scenes for different events (theatre performances, music shows etc).

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The significance of this plan lies in the fact that it points out the basic historical and architectural values of the Belgrade Fortress, which is seen as an independent spatial entity. The plan is also valuable because it presumes possible purposes of the Fortress, which exclude inappropriate facilities like the ZOO, industrial zones near the river banks, traffic arteries which destroy the monumental character of the Fortress.

Figure 7. Models of planned objects in immediate vicinity of the Belgrade Fortress.

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However, the basic principles of the plan have not been put into practice yet, and contemporary circumstances require the changes in certain segments of the plan. The boundaries of the protected area of cultural property are needed to be changed within the legal framework. Due to unclear regulations, the building of modern complexes has been planned in the immediate vicinity of the Fortress. These complexes designed by world famous architects negate the values of the cultural property (Petrovic, 2011) (Hadid, Schumacher, 2012). (Fig. 7) The project for Nebojsa Tower in the Lower Town implied to incorporate different contents. The entrance with the accompanying contents was solved by placing it into the reconstructed Austrian rampart (Markovic, 2011). The multifunctional centre, planned by the project, has not been completely realised due to the lack of financial means. Therefore, the centre is only partly operational. (Fig.8) Bearing in mind all the plans, analyses and proposals relating to the Belgrade Fortress restoration as a unique spatial entity, together with the existing Fortress state, the following can be concluded: having considered the purpose and the way of using it, the Upper Town with Kalemegdan Park can be seen as a clearly defined park and museum area. Contrary to that, the biggest problem refers to the revitalizing of the

Figure 8. Nebojsa Tower and multifunctional centre.

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Figure 9. The railway line which cut parts of fortification.

Lower Town. In order to solve this problem, it is necessary to move the railway line, as well as the transit traffic artery, the industrial zone and the warehouses. This would allow the research works at the river banks, which has been impossible so far to be carried out. (Neskovic, 1996) The existing railway line passing through the Belgrade Fortress not only cuts ramparts lines which can’t be restored for that reason, but also jeopardize the Fortress parts which have been restored so far and are being restored at the moment. (Fig.9) The Lower Town is also liable to floods, due to the absence of an adequate flood defence plan, and the lack of a risk management plan for such a complicated monumental complex. 4.2. Potentials and accessibility aspect of the Belgrade Fortress Inappropriate ways of usage of some facilities within the Fortress, illegal building and above all, a long lasting delay in bringing the technical protection measurements into effect, has made matters worse and caused problems in certain parts and on some structures. On the other hand, an interest has been shown lately, to involve the Belgrade Fortress in the contemporary city life, firstly through investments in conservation and restoration works, but also in planning, equipping, preserving and using the Belgrade fortress as a unique scene for different cultural and artistic programmes.

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Numerous Belgrade fortress structures and spaces are waiting for their final purpose. Some areas require huge restoration works, while others can be put into operation with minimal interventions. However, while making the decisions, it is often the case that not all the options are properly researched. Without consulting the experts, conclusions are drawn and some ideas are easily discarded, using the lack of financial means as an excuse for their non implementation. On the other hand, this extremely interesting area attracts potential investors who often come with unreal ideas about the building of new constructions within the Fortress. Such plans are frivolous, especially as the existing capacities are not used. Different levels at which the decisions are made, the influence of politics and complicated schemes of all the factors involved make it harder for the Belgrade Fortress expert team to work. An important aspect of the complex revitalization relates to the accessibility to all the facilities and parts of the fortress. The terrain configuration, big height differences, the form and the position of some objects make some Fortress parts hardly accessible or not accessible at all. Some studies and projects have been done so far (Dankovic, 2010) (Lisavac, Pavlovic, 2009) dealing with connecting of the Upper and the Lower Town of the Belgrade fortress by using lifts, cable cars and bridge footway (Ninkovic, Andjelkovic, 2009) (Djuraskovic, 2007). Since such interventions require major financial investments, none has been realized so far. Today, the Fortress position at the confluence of the rivers opens a lot of possibilities, which would be even greater with the moving of physical barriers, with adequate passage over the traffic artery and moving of the railway line. River tourism, which is very popular on the river Danube, brings a great number of tourists to Belgrade, and one of the unavoidable stops is, naturally, the Fortress. Due to lack of proper pedestrian corridor between the touristic port and the Fortress tourists are taken by bus to Fortress for sightseeing. This makes the experience of the surroundings less attractive. The construction of a bridge footway or a lift would increase the quality of ambience. The new major project “Belgrade Waterfront� which is planned to be erected in the immediate vicinity of the Fortress does not completely deal with the problem of the railway line and the traffic artery, nor does it focus on the points of contact with the city's historical centre. It is necessary to engage experts in such projects so that removing of inadequate infrastructures would become part of future projects.

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4.3 Current problems in protection of the Belgrade Fortress Work on protection of the Belgrade Fortress, guided by the principles of modern conservation practice, imposes the need for complete analyses and re-examining of the past conservation and restoration solutions applied on the Fortress and some separate historical buildings within this monumental complex. Very complicated and diverse problems appear in all phases of protection work – from planning and forming of the realization dynamics, through project documentation to the execution of work. Beside the existing problems in the Lower Town as consequences of frequent floods and the absence of the plan for a crisis situation, there are problems tightly related to the work of expert teams, who are in charge of this area. These problems can be put into three characteristic categories: • Organizational problems related to the jurisdiction of the Institute, way of financing, contractor selection and conservation works quality control. • Problems referring to documentation, i.e. lack of sufficiently precise documentation about the work formerly carried out, which makes the survey of the buildings state, even of the historical phases, harder. • Problems in practical work, above all connected to the types and characteristics of materials used for conservation is regarded as the most important matter in respect of conservation work quality. The experience in previous practical work related to the material selection and the way of using the materials showed that after World War II (when serious research and protection works on the Fortress began) conservation implied compo mortar, which meant using of lime for making the mortar and that was a usual, one can say appropriate, procedure. However, with time, using of cement for this purpose became practice, mostly pure cement mortar. Although that practice turned out to be inappropriate, not much was done to change it. Due to the poor economic climate of the country, the investments in restoration and protection of the Belgrade Fortress were not considerable during this long period. Therefore, the number of restoration works carried out in this way was relatively small. In the last few years, the situation with the Fortress planning has drastically changed. The city of Belgrade invests considerable financial means in restoration of the Fortress. However, the problem lies in the way it is realised, ambitious work dynamics is causing serious problems in respect of the state in which the conserved parts of the Fortress will be left in for future times and for future generations. Some of the decisions made within short and dictated deadlines, referring to the way some of the works were carried out and also to the material selection, have already proved

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to be wrong. The mistakes can be seen, although the works were conducted only a few years ago. An additional problem is the facts that the future works will be much more complex than the ones that had been previously carried out, since they will include serious works on reconstruction and damp repairing. The present team of architect-conservationists operating on the Belgrade Fortress renovation is very aware of the problems caused by the previous practice. The team is endeavouring to change the current situation as well as to change the previous practices of carrying out the works and to coordinate it to the way it is done elsewhere. In this respect, since 2006, the team has been trying to make systematic changes which beside other things include the defining of certain procedures and works necessary for correct conservation. With this aim, the corresponding experts with experience in modern conservatory practice in the world have been consulted and engaged. It has been unambiguously concluded that the proper execution of the conservation work requires much greater knowledge of the material to be used than it was the case in the past. Therefore, the first steps to correct the previous conservation practice have included the defining of research methodology of materials for conservation purposes. They have also included the finding of corresponding institutions – laboratories where it could be put into practice in an appropriate way. As the materials to be used are stone, bricks and mortar, principal methodological procedures have been adopted (Doehne, Price, 2010). The need for laboratory research of stone and brick is more precisely defined. The stone used for building of the Fortress is local limestone (Folk, 1959), taken from quarries which are no longer in use. During the past years, in some cases, inadequate stone was used for restoration. Sometimes, the lack of knowledge was to such a great extent, that specific limestone, by physical appearance similar to sandstone, was substituted by sandstone, which has completely different characteristics. Such combination of incompatible materials caused serious damages to the monuments, apart from bad visual effects (McCabe, Smith, Warke, 2007). Mortar and brick analysis is a complex problem, (Papayianni, 1997) above all, because the analysis procedure must be adapted to conservation requirements. It means that the procedures themselves differ from the ones usually performed in laboratories. Due to such circumstances, it is hard to find the corresponding laboratory in Belgrade, which would adequately do these analyses. The ongoing works relate to the restoration of the Fortress parts from the last period of Fortress reconstruction, 19th century, when the walls were built with brick in lime mortar. The operating principle is the following:

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The brick to be used, when rebuilding, should be original, but due to the lack of material, brick of corresponding old size is used. This brick is found at other locations – mostly as material from old sites situated around Belgrade and in Vojvodina. The quality of this brick is not always good, i.e. one can’t really know what the quality is like, because it is brought to the construction site from different places. There are attempts to involve existing brickyards into the production of similar to original kind of brick. Certain brickyards offer hand-made bricks. However, there are problems which refer to adequate production technology, matching of colours of the original brick (different earth quality) and pricing. At one point mortar used for restoration was pure cement mortar. For front wall pointing compo mortar was used, with the small quantity of lime. In order to match the mortar colour with the original colour, white cement was used with pigments added. Contractors are still objecting to the use of lime mortar because of their lack of knowledge in this field. In these situations it is very difficult to control the making of mortar according to the adequate recipes (Feilden, 2003). It is clear that such practice could not lead to satisfactory results and need to be changed. Considerable efforts are put into the connecting of different profile experts and in making the relevant participants aware of the need to use compatible materials and to apply new technologies in the restoration process. (Fig.10)

Figure 10. a) Taking samples of brick and mortar b) Moisture measuring in the wall.

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5. Conclusion Based on all of the above, it can be concluded that the previous analyses and activities created basic conditions for defining of a modern plan for protection and revitalizing of the Belgrade Fortress. Fulfilling of short term and long term goals is of the great importance for the Fortress development. Prevention of further deterioration of parts of the fortifications and implementing of the appropriate facilities are some of the main short-term aims, while on the other hand the long-term goals include much more comprehensive challenges like connection between the fortress and the river bank, active participation of all stakeholders, as well as the strategy of liaising with other fortresses in the region for the purpose of joint action. In relation to access to international funds, the Fortress position on the rivers, primarily on the Danube, opens great opportunities. The region is recognized by numerous international regional programmes as an area with considerable opportunities. The predominant component is directly related to the economic prosperity. The development of tourism on the Danube is one of the strategic priorities of Serbia in the coming ten-year period. The exchange of experiences related to all the aspects of fortifications life in modern surroundings is of great and invaluable importance. We all face similar problems and challenges and connecting, learning from other people’s mistakes and successes open the door to new levels of knowledge, necessary for performing this job.

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The castle of San Juan de Ulúa and Fort San Carlos a scientific vision for restoration and conservation El castillo de San Juan de Ulúa y el Fuerte de San Carlos una visión científica para su restauración y conservación Dolores Pineda DOCTORA E INVESTIGADOR DEL INSTITUTO DE ANTROPOLOGÍA, UNIVERSIDAD VERACRUZANA XALAPA, VERACRUZ, MÉXICO tlasolteolt1@hotmail.com y dpineda@uv.mx

Abstract The colonial fortifications of Veracruz include a constructive period from the sixteenth to the nineteenth century. Landmarks have been studied scientifically, in order to achieve good conservation and restoration. The results try to propose solutions to the problems presented by the construction materials of the Castle of San Juan de Ulua, considered one of the most important fortifications of Mexico and the Caribbean and the Fortress of San Carlos, recognized throughout the history of the Americas. The analytical study of the materials used in its construction, is intended to identify its chemical composition to determine the state of deterioration of the fortifications in order to predict the behavior of materials for restoration. Resumen La arquitectura militar de Veracruz abarca un período constructivo que va del siglo XVI al XIX. Los monumentos históricos se han estudiado científicamente, con el fin de lograr una buena conservación y restauración. Los resultados obtenidos tratan de proponer alternativas de solución a los problemas que presentan los materiales de construcción del Castillo de San Juan de Ulúa, considerada una de las fortificaciones más importantes de México y el Caribe y la Fortaleza de San Carlos, reconocidas a lo largo de la historia de las Américas. El estudio analítico de los materiales utilizados en su construcción, tiene la intención de identificar su composición química para determinar el estado de deterioro de las fortificaciones con la finalidad de predecir el comportamiento de los materiales para su restauración. Keywords: Architecture; analysis; diagnosis; conservation; restoration; technologies and materials. Palabras clave: Arquitectura; análisis; diagnóstico; conservación; restauración; tecnologías y materiales.

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1. Introducción Las fortificaciones coloniales del estado de Veracruz abarcan un período constructivo que va del siglo XVI al XIX. Durante este tiempo fueron conformados dos sistemas defensivos: uno, de origen marítimo y el otro, de campaña. El primero, estuvo situado a la orilla de la costa de Veracruz y se realizó con el fin de proteger el territorio de los desembarcos de corsarios, piratas y contrabandistas y, al mismo tiempo, velar por el puerto comercial de San Juan de Ulúa. Esta pequeña isla de la ciudad de Veracruz era un foco de concentración de las riquezas del virreinato de Nueva España y de las mercancías sofisticadas que se transportaban desde Manila, Filipinas y el Lejano Oriente a través del puerto de Acapulco. Los estudios científicos en la actualidad ocupan un papel muy importante en el campo de la conservación y restauración del patrimonio histórico cultural. La presente investigación se realizó de los materiales de construcción del Castillo de San Juan de Ulúa y la Fortaleza de San Carlos en Veracruz, México, dos monumentos de la arquitectura militar más importantes de México y parte del Caribe. Se practicó un estudio analítico de los materiales empleados en su construcción, con la finalidad de poder determinar el grado de deterioro de los monumentos para así proponer alternativas de solución a la problemática que presentan. Se emplearon las técnicas analísticas de difracción de rayos X (DRX), microscopía electrónica de barrido (SEM), microscopía de luz polarizada. 2. Antecedentes históricos 2.1 Castillo de San Juan de Ulúa Fue construido en los SIGLOS XVI-XVIII, obra fortificada de la nación mexicana que simboliza la historia colonial hispana y responde a los principios que rigen la arquitectura militar americana, es el castillo de San Juan de Ulúa. Cuando lo analizamos a unos pocos años de haber entrado en el siglo XXI a través de sus estudios se hace más evidente su compleja historia de su edificación. Surgió en el siglo XVI sobre un islote del cual asume su nombre; el Canal del Norte lo separaba de la ciudad de Veracruz, entonces inhóspita y rodeada de un manto de arrecifes que imposibilitaba el atraco de las embarcaciones. Una gran riqueza cartográfica legó al país aquella relación dinámica Veracruz-San Juan de Ulúa, sitio de tránsito del comercio intercontinental, grandes mercancías descargaban y cargaban del virreinato de Nueva España y de otros países lejanos para transportarlas a España.

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Esta fortaleza es una monumental obra patrimonial cuya historia trasciende los límites de la frontera nacional. Su importancia histórica está fundamentada porque fue la puerta de la inmigración europea en México, el único puerto oficial para entrar al país, el lugar del cruce de la navegación interoceánica entre Europa, Asia y África, la llave del comercio de Nueva España y el primer bastión de defensa del territorio mexicano. En su evolución constructiva dejan sus huellas prestigiosos ingenieros en el arte militar como Juan Bautista Antonelli, Jaime Franck, Agustín Crame, Manuel Santiesteban y Miguel del Corral; durante el siglo XVIII adopta su forma definitiva de fortaleza abaluartada, con sus respectivas obras de avanzada. La plaza de armas está circundada por sólidas edificaciones abovedadas, donde solían colocarse las bodegas, almacenes de pertrechos y municiones, alojamientos para oficiales y la tropa, cuerpo de guardia y polvorín. La piedra múcara, caracterizada por sus propiedades coralinas, frágiles y porosas, predomina como material fundamental, la que extraían de los arrecifes de la costa veracruzana, de los islotes cercanos e incluso de Cuba. En el siglo XIX el castillo adopta un carácter represivo y cuartelario con las luchas independentistas y las invasiones extranjeras. Hoy, en el siglo XX, es un símbolo de identidad nacional: a Ulúa llegan los primeros conquistadores y en Ulúa se define el fin del dominio de España en el territorio mexicano. En la actualidad se trabaja para su rescate y restauración (véase figuras 1, 2 y 3). 2.2 Fortaleza de San Carlos La Fortaleza de San Carlos del SIGLO XVIII está ubicada en el llano del Perote, región de las grandes montañas del estado de Veracruz y por el antiguo Camino Real de Veracruz a la Ciudad de México.

Figura 1. Torre vieja de San Juan de Ulúa (2013).

La primera propuesta de edificación la hace el marqués de Cruillas, en 1763, quien indica fabricar unos almacenes para situar armas, municiones y pólvora;

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Figura 2. Planta del Caballero Alto de San Juan de Ulúa (2013).

finalmente no se realizan. La situación estratégica respecto a Veracruz y el clima frío y seco de Perote contribuyen a que tres años después surja nuevamente otro proyecto; esta vez para levantar una fortaleza con el fin de acopiar víveres, almacenar y conservar las mercancías que se transportaban para el puerto de Veracruz y dotarla de una tropa y de aditamentos militares para proteger la Figura 3. Vista de la Casa del Gobernador de zona, el Camino Real y la ciudad de San Juan de Ulúa (2013). Veracruz. En estas dos propuestas participa Manuel de Santiesteban, nombrado ingeniero director de la colonia, el cual proyecta e inicia las obras en 1770 y las concluye en 1776, como consta en el frontispicio de la entrada principal de la fortaleza. Después de San Juan de Ulúa, es la fortificación abaluartada más importante de México. A diferencia de éste, no sufre una evolución constructiva; su traza original corresponde a los cánones constructivos modernos del siglo XVIII, época de su fabricación.

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Sobre una superficie de 137 907,29 metros cuadrados se levanta sólidamente en sillares; es diseñada con una planta cuadrada y flanqueada con los baluartes de San Carlos, San Antonio, San Julián y San José. La plaza de armas es cerrada con cuatro edificios de planta alta que desempeñan diferentes usos, un aljibe y una capilla. Por la parte suroeste y sureste se encuentran distribuidas veintitrés bóvedas acasamatadas. El exterior está rodeado por el foso, el camino cubierto con traveses y el glasis (véase figuras 4, Figura 4. Entrada a la Fortaleza de San Carlos de Perote (2013). 5 y 6). 3. Metodología El conocimiento de los materiales pétreos utilizados en los monumentos históricos, es una información fundamental que debe estar presente junto con todos los demás datos relativos a los edificios, a la hora de estudiar los diagnósticos y los tratamientos. La metodología de trabajo y la secuencia de técnicas de análisis que se emplearon dependieron de varios factores, como los componentes del material, fue necesario la toma de muestras de distintas zonas de los edificios.Se estudió al microscopio óptico la morfología de las muestras y el espesor de cada una de ellas, las características ópticas estructurales, etc. el color, textura, aspecto,y se elaboró un esquema representativo.El análisis propiamente dicho se realizó por medio Figuras 5 y 6. Interior de la Fortaleza de San de técnicas instrumentales específicas de Carlos de Perote (2013).

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materiales orgánicos e inorgánicos. Se emplearon varias técnicas analíticas que nos auxiliaron para determinar su composición y estado de deterioro. Desde este punto de vista podemos discriminar en ensayos para caracterizar químicamente la muestra homogénea de material: • Composición mineralógica por difracción de rayos X (DRX) • Análisis microestructural por microscopía electrónica de barrido (SEM). • Análisis de Imagen por microscopia de luz polarizada.

3.1.Difracción de rayos X (DRX) Es una técnica ampliamente empleada en estudios mineralógicos para identificar las distintas especies cristalinas que componen los materiales, se siguió la técnica de polvo desorientado, que permitió registrar las difracciones correspondientes a los distintos planos que constituyen un cristal (véase figura 7).

Figura 7. DRX coral especie Porites Astreoides de San Juan de Ulúa.

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Se practicó en las 6 especies de coral presentes en la construcción del Castillo de San Juan de Ulúa, donde se observó la presencia de: Especie de coral Colpophyllianatans Poritesastreoides Montastreaannularis Siderastrearadians Montastrea cavernosa Diploriasp

Especie cristalina Calcita Aragonito Calcita, aragonito Calcita Calcita, aragonito Calcita

En las muestras de la Fortaleza de San Carlos encontramos la presencia de: Minerales Anortita Tridimita – Albita – Sanidina Anortita – Albita Albita - Hyperstene

Grupos de minerales Feldespatos Cuarzo – Feldespatos Feldespatos Feldespatos – Piroxeno

3.2. Fluorescencia de Rayos X Constituye un método moderno, rápido y no destructivo que permite determinar cualitativa y cuantitativa los elementos que están presentes en las muestras del material (véase figuras 8 y 9). También es llamada método de análisis espectral de fluorescencia, constituye un método moderno, rápido y no destructivo que permite determinar cualitativa y cuantitativamente los elementos que constituyen una muestra de material. 3.3. Microscopia Electrónica de Barrido, (SEM) Esta técnica nos permite además de ratificar los resultados de la caracterización mineralógica, observar la microtextura tridimensional de la roca, la micromorfología de las fases minerales constituyentes, su estructura de su sistema poroso, la composición química puntual de distintas zonas de las muestras de los monumentos y estudiar las transformaciones que dan lugar en los procesos de su alteración (véase figura10).

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Figura 8. FRX muestras de San Juan de UlĂşa.

Figura 9. FRX muestras de San Carlos.

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3.4 Microscopia de luz polarizada La técnica nos permite observar la estructura porosa interna del material, donde se pueden hacer también mediciones de los poros con una escala calibrada de 1 mm. Este estudio es de gran interés para cuantificar la medida de los poros estructurales principalmente de los corales (véase figura 10).

Figura 10. MEB Coral Corpophyllianatans, San Juan de Ulúa.

Figura 11. Coral Montastreaannularis de San Juan de Ulúa.

4. Conclusiones Los resultados de este estudio científico nos han aportado datos muy interesantes y primordiales para una buena conservación y restauración. Las muestras se tomaron de lugares donde los monumentos sufren deterioro, principalmente en la cimentación y en los muros. El estudio analítico de los materiales nos permitió conocer tanto la composición química y mineralógica como el estado de deterioro en el que se encuentran. En el Castillo de San Juan de Ulúa su composición química es mayoritariamente Carbonato de Calcio (Caco3), Calcita de forma trigonal y Aragonito de forma rómbica, con la presencia de los Cationes Mg++, Na+,K+ y pequeñas cantidades de Fe+, y los Aniones Cl-, No3- y So4-2. La presencia de sales se debe a que la fortaleza se encuentra en el mar y la contaminación ambiental producida por los desechos industriales de los barcos ya que el canal de navegación se encuentra a 12 metros de distancia del monumento. Se pudo investigar la técnica de manufactura y por los resultados obtenidos pudimos preparar un mortero para recuperar los recubrimientos perdidos por el tiempo y así evitar que la piedra de coral sufra mayor degradación en el caso del Castillo de San

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Juan de Ulúa, al igual con los resultados practicados en la Fortaleza de San Carlos, nos llevaron a dar soluciones a su problemática y poder aplicar los materiales de piedra a base de anortita de basalto para su restauración y conservación. El gran valor de estos monumentos históricos construidos por excelentes ingenieros militares que proyectaron y plasmaron importantes ideas y experiencia sobre las fortificaciones, es una razón transcendental para la conservación y difusión de sus valores culturales de estas dos magníficas obras militares.

Bibliografía Zapatero, J., 1978: Fortificaciones Abaluartadas en América, San Juan, Puerto Rico, Instituto de Cultura Puerto Riqueña. Calderón, J.,1984: Historia de las Fortificaciones de la Nueva España, Madrid, España, Consejo Superior de la Investigación Científica de Madrid. Blanes, T. y Herrera, P., 1985: “Las Fortificaciones Españolas en el Caribe y el Golfo de México en el S. XV”, Estudio tipológico en la revista biblioteca nacional José Marti, núm. 3, La Habana, Cuba,pp.123-149. Informe técnico, 1994: “Los corales escleractinos de la fortaleza de San Juan de Ulúa, Ver”, Dirección general de oceanografía naval, Instituto de Investigación de Oceanografía del Golfo de México, Departamento de Oceanografía Biológica y Química, Veracruz, México. Pineda, D., 1998: I taller internacional de Forum UNESCO “Proyecto de restauración de la fortaleza de San Juan de Ulúa”, España,Universidad Politécnica de Valencia. Pineda, D., 2005: Investigación de los materiales coralinos utilizados en la construcción y restauración de la Fortaleza de San Juan de Ulúa, Veracruz, México, para su conservación, España, Universidad Politécnica de Valencia.

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Fortifications for the custody the scriptures: some samples emblematic of archives-strengths Fortificaciones para custodia de las escrituras: algunas muestras emblemáticas de Archivos-fortalezas Antonio Sánchez PROFESOR TITULAR DE UNIVERSIDAD – DOCTOR EN HISTORIA – UNIVERSIDAD DE HUELVA antonio.sanchez@dhis2.uhu.es

Abstract During the old regime, the nobility, as group of power, custodied documents in fortified enclosures to ensure their conservation and prevent access to funds and the intrusion of outsiders. Some of these castles and medieval fortresses were adapted to palace- residences, headquarters of large archives of the nobility. Also the monarchy sometimes used these buildings as safe to store the most important documents of kingdom. This study analyzes the reasons why the nobles and kings used to choose these sites to install their archives, as well as providing some representative samples of Archives- strengths. Resumen La nobleza, como grupo de poder, durante el Antiguo Régimen custodia sus documentos en recintos fortificados para garantizar su conservación y evitar el acceso a los fondos y la intromisión de personas ajenas a las Casas señoriales. Algunos de esos castillos y fortalezas medievales fueron adaptados a casas-palacios, que igualmente fueron sedes muy esbeltas de grandes Archivos nobiliarios. También la Monarquía, en general, utilizó en ocasiones estos edificios tan seguros para guardar las escrituras del reino. Este estudio analiza las razones por las que nobles y reyes solían elegir estas sedes para instalar sus Archivos, además de aportar algunas muestras representativas de Archivos- fortalezas. Keywords: Archives-strengths; castles; palaces; nobility; monarchy. Palabras clave: Archivos-fortalezas; castillos; palacios; nobleza; monarquía.

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Introducción Damos aquí una visión muy particular de los castillos, fortalezas y otros recintos fortificados, no ya tanto como lugares aptos para la defensa de personas y enseres, cuanto como custodios de garantía de las escrituras que garantizan la posesión de bienes y privilegios. Pues la nobleza, como tradicional grupo privilegiado en la sociedad estamental del Antiguo Régimen, obviamente tenía que contar con el soporte documental que respaldara el mantenimiento de sus estados, señoríos y regalías. También los monarcas tenían que garantizar la defensa de sus reinos. De ahí que los Archivos reales y señoriales surgieran de la propia necesidad de gestión que demandaba la administración de los respectivos dominios. Este marcado carácter patrimonial y administrativo que tiene la documentación real y señorial en sus orígenes es el que constituye a los Archivos de la monarquía y la nobleza en verdaderas "armas" defensivas y ofensivas, o como los verdaderos "arsenales jurídicos" que vienen a ser. En tal sentido hay que considerar las palabras del archivero catalán B.J. Llobet, dirigidas en 1668 a su señor, el duque de Segorbe y Cardona Luis Ramón Folc, que dicen literalmente: “Excmo. Sr.: No hay duda (de) que uno de los mayores aciertos y de las cosas más necesarias para los estados y Casas de un Príncipe y Señor tan grande como V.E. consiste en la seguridad y buena disposición de un Archivo, donde estén recondidas y guardadas todas sus escrituras para hallarlas y valerse dellas en las ocasiones (precisas). Son los Archivos en semejantes estados y Casas condición ‘sine qua non’ (...) pues, por medio dellos y de sus libros y escrituras, se conservan y defienden sus patrimonios y, sin ellos, no solo se disminuyen sino que, andando el tiempo y creciendo la malicia y cavilaciones de las partes contrarias, se echan a rodar o perder y, a veces, mudan de dueño y señor natural...” (Llobet, 1668:2). 1. El tradicional emplazamiento de los archivos del poder: del castillo al palacio Por ese doble carácter ofensivo-defensivo, los nobles y reyes solían emplazar sus Archivos en los lugares más sólidos e inexpugnables de sus dominios. Son así los castillos y fortalezas medievales las sedes más comunes que sirven de depósito a la documentación señorial. Más adelante, con el paso a la Modernidad, fueron los palacios reales o las casas-palacios señoriales (muchos de ellos, en realidad, antiguos castillos adaptados) las sedes habituales de depósito de estos conjuntos documentales del poder.

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1.1 Criterios de elección de emplazamiento Preferentemente son dos los criterios de prelación que tiene en consideración la nobleza, y también la monarquía, al elegir la situación o sede espacial de sus archivos. Por un lado, la seguridad del lugar y, por otro, la proximidad de las escrituras a la curia o corte señorial y a su administración. Ambas premisas barajadas por reyes y nobles a la hora de situar espacialmente sus archivos solían conciliarse plenamente, no solo porque no estaban reñidas sino también porque es evidente que la corte dominical solía igualmente fijarse en el lugar más seguro de los dominios jurisdiccionales. 1.1.1 La seguridad del lugar Como primera premisa, se persigue ubicar estos archivos en los lugares más seguros y protegidos de cuantos conforman los dominios del reino, en el caso de la monarquía, o los estados señoriales de la nobleza. Las permanentes guerras, batallas y escaramuzas que caracterizaron la historia medieval peninsular obligaron a poblar territorios aptos para la defensa, generalmente en lugares altos y con recursos próximos. Los nobles establecieron la capitalidad de sus dominios conjugando también estos elementos de seguridad. Y sus archivos quedaron situados en los lugares que consideraron más inaccesibles. En consonancia con tal situación, eligieron los emplazamientos más idóneos para ubicar sus conjuntos documentales. Por esta razón serán los castillos y fortalezas medievales las primitivas y más generalizadas sedes que sirven de custodia y depósito a la documentación señorial. Y más tarde, con el paso a la Modernidad, serían los palacios reales y las casa-palacios de los nobles (en la mayoría de los casos, antiguos castillos reformados y adaptados a las nuevas condiciones de habitabilidad) las que dieron emplazamiento a estos archivos reales y señoriales. Ya hemos demostrado en diversas publicaciones (Sánchez González, 1987 b, 1990, 1993, 1996 b, 2003, 2007, 2008, 2014 a y b) cómo se cumple esta primera premisa a la hora de fijar la situación de sus archivos por parte de los titulares de las Casas nobiliarias que se integraron dentro del patrimonio señorial de los Medinaceli en el deambular de los siglos.

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Y entenderemos suficientemente el móvil de esta elección en razón de un perseguido carácter arcano que evitara la intromisión de personas ajenas, o el fácil acceso de elementos foráneos a la documentación real y señorial. Esta explicación quedará desglosada también más adelante cuando abordemos específicamente el aspecto de la obligada reconditez de estos Archivos del poder. 1.1.2 La proximidad a la curia y administración La propia genética de estos conjuntos documentales de la nobleza, que no es otra que satisfacer la necesidad imperiosa de una gestión bien informada, es la que explica la participación de esta segunda premisa buscada por nobles y reyes en la elección del lugar idóneo de instalación de sus archivos. Tanto la corte del soberano como la curia y administración señorial requerían obligatoriamente la proximidad de la documentación archivística como instrumento de primera mano para el mejor desempeño de sus funciones. Por tanto, es la propia necesidad de información, que la gestión administrativa y jurisdiccional requerían, la que impuso la proximidad de los Archivos Nobiliarios a la curia y administración del señor. Por esta razón su sede solía radicar comúnmente en las villas cabeceras o capitales de los estados nobiliarios, pues ellas constituían los centros neurálgicos del gobierno de los dominios, y allí era donde se gestaba la labor de gestión económica y funcional de la Casa real o nobiliaria. En la mayoría de los casos, dichas sedes coincidían, además, con el lugar de residencia habitual o morada principal de los señores, aunque este requisito no siempre se cumplía o, al menos, presenta mayores excepciones que los anteriores.

1.2 La elección de las salas de depósito documental Dentro de estos sólidos emplazamientos (castillos, fortalezas, palacios,...), y en consonancia con esa inaccesibilidad que se persigue, la ubicación específica de las salas de depósito del Archivo dentro del inmueble no era fortuita sino que se rodeaba igualmente de algunos criterios de selección. Los más genéricos solían ser los que siguen.

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1.2.1 Razones de seguridad ante intromisiones externas Se establecían al hilo de reforzar, aún más si cabía, las dificultades que permitieran un fácil acceso a la documentación por parte de personas ajenas al servicio de la Casa. Es de resaltar en este sentido cómo la ubicación de la mayor parte de los Archivos de la nobleza, dentro de los castillos y fortalezas, se establecía en las partes más inexpugnables de estos recintos; por lo común, sus torres maestras o "del homenaje". 1.2.2 Razones de conservación de los fondos Se procuraba buscar, al mismo tiempo, dependencias con una específica orientación referida al sol (con tendencia generalizada al mediodía o sentido sur) y a los vientos dominantes, con unas condiciones idóneas de microclima que preservara a la documentación del riesgo de deterioro por agentes físicos (luz, humedad, fuego...) o biológicos (mohos, insectos, roedores...). 1.2.3 Razones de funcionalidad administrativa Se pretendía generalmente la comunicación espacial entre las oficinas y dependencias de la administración señorial con los despachos y salas de depósito de la documentación de archivo. Esta pretendida proximidad entre contaduría y archivo se basaba, más que nada, en la interrelación que guardaban y prestaban ambos servicios en el organigrama funcional de una Casa nobiliaria. De esta manera, lo que en un primer momento fue una auténtica simbiosis natural de funciones y dependencias (en la etapa inicial de la vida de los documentos, en la que los contadores desarrollaban también funciones de custodia y registro de los papeles y pergaminos), después se mantienen independientes ambos servicios, sin perder del todo el cordón umbilical que los mantenía unidos. Esta comunicación espacial entre administración y archivo que se persigue al ubicar las respectivas dependencias respetaba, sin embargo, la tajante separación de cada uno de estos servicios para que no hubiera injerencias entre el personal de uno y otro establecimiento. La solución más generalizada para ello era la instalación de los despachos de archivo y administración en dependencias próximas aunque con clara separación entre ellas dejando, a cada ala de las respectivas dependencias, las salas de depósitos de los documentos de cada uno de los servicios (Sánchez, 1990, I: 244 y 246). Es decir, para acceder al Archivo, por ejemplo, antes había que atravesar las dependencias de trabajo de los archiveros y lo mismo ocurría con los fondos de la contaduría, que estaban tras las salas de trabajos del personal administrativo.

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2. Paradigmas de archivos-fortalezas Entre los múltiples ejemplos que podríamos dar de estos Archivos custodios de la documentación real y señorial, vamos a recoger aquí por las lógicas limitaciones de espacio solo algunas muestras representativas, tanto de Archivos reales como nobiliarios. 1.1 Archivos de la monarquía Los distintos reinos cristianos de la Península Ibérica durante la Edad Media, antes o después, custodiaron sus escrituras en recintos que garantizaran su seguridad. No obstante, en el caso del reino de Castilla-León la concentración de documentos se hizo esperar más por el carácter itinerante que, de forma más acusada, tuvo la corte ante el avance conquistador de tantos siglos frente a Al-Andalus. De ahí que no podamos hablar en propiedad de un Archivo del reino hasta bien entrado el siglo XVI, cuando Carlos V decide concentrar las escrituras de la monarquía castellanoleonesa en el castillo de Simancas, a instancias de su secretario universal Francisco de los Cobos (Sánchez, 1997: Sánchez & Rodríguez, 2014). Esta fortaleza había sido tomada por el almirante de Castilla Fadrique Enríquez, en tiempos de Enrique IV, para posteriormente ser derruida y reconstruida por su hijo, el almirante Alonso Enríquez. De este modo, la fecha de construcción de la actual fortaleza se puede situar entre los años 1467 y 1480, si bien el castillo propiamente dicho se debe a las reformas realizadas por Juan de Herrera y Francisco de Mora a mediados del siglo XVI cuando Felipe II lo transforma en Archivo General del Reino [más datos en http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/areas cultura/archivos/mc/ags/presentacion/edificio.html (consulta: 8/8/2014)]. Caso distinto fue el del Archivo de los reinos de la Corona de Aragón, establecido en Barcelona por el rey Jaime II desde 1318, un monarca meticuloso que sabía esgrimir la documentación como arma legal y diplomática para incorporar territorios y jurisdicciones. Junto con las escrituras referentes al Patrimonio Real mandó custodiar allí los documentos de gobierno y justicia, y entre ellos las series de registros de la cancillería real. Pronto creció la complejidad de la oficina, de modo que en 1346 el rey nombraba su primer “archivero”, dándole precisas normas prácticas sobre las funciones de su cargo en 1384. Tuvo durante siglos la consideración de Archivo Real, propiedad estricta del monarca, y hasta 1770 estuvo alojado en el Palacio Real de Barcelona, antigua residencia de los condes de Barcelona, luego de los reyes de la Corona de Aragón y, más tarde, de los virreyes o lugartenientes de Cataluña (de ahí que se le conozca como “palau del Lloctinent”). La monarquía borbónica le dio una nueva planta (1738) y un puntual reglamento interno (1754), y con ellos el

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nombre nuevo de Archivo de la Corona de Aragón [más datos en http://www.mecd.gob.es/cultura-mecd/areascultura/archivos/mc/aca/presentacion/edificio.html (consultado el 8/8/2014)]. Y no digamos del reino de Portugal, que tras el período de itinerancia de la corte, entre 1352 y 1378 estableció definitivamente su Archivo real en la torre albarrana del castillo de Lisboa. Posteriormente, porque en ella se guardaban los libros del “recabedo regni”, es decir, del catastro o “tombo” de los bienes reales, pasó a ser conocida por Torre do Tombo. El rey João I creó el cargo de “guarda-mor do reino”, equivalente al de archivero, en el primer tercio del siglo XIV. En 1526 se redacta su primer “regimento” o reglamento y su primer inventario se hizo en tiempos del rey João III [más datos en http://antt.dglab.gov.pt/ (consultado el 8/8/2014)]. También el reino de Navarra tuvo su Archivo desde fines del siglo XII, en la sede del antiguo palacio real de Pamplona. Su origen se remonta precisamente al reinado de Sancho VI el Sabio y durante casi siete siglos el palacio siempre fue sede del poder público navarro, primero de los monarcas del reino y desde 1520, además, de sus gobernadores o virreyes, salvo un tiempo en que sirvió de residencia a los obispos de Pamplona. El edificio hace solo unas décadas estaba bastante deteriorado, hasta que una reciente y moderna rehabilitación de Rafael Moneo le ha devuelto su antiguo uso, convertido ahora en sede del Archivo Real y General de Navarra [más datos en http://www.navarra.es/home_es/Temas/Turismo+ocio+y+cultura/Archivos/Archivos /Archivo+General+de+Navarra/Sede/ (consultado el 8/8/2014)]. Por otra parte, el castillo de Tiebas sirvió de sede del Archivo de la cancillería del reino navarro durante algún tiempo (Martinena, 2009: 250-252). 1.2 Archivos de la nobleza Como ya adelantamos, los castillos y fortalezas medievales fueron las sedes más comunes de los Archivos nobiliarios. Ponemos, como primer ejemplo significativo, uno de los pioneros en la Archivística española, el Archivo Condal de Ampurias, creado a mediados del siglo XI por el conde Ponç I en el castillo de Carmençó, emplazado en una elevada colina de la sierra de Rodas, por ser el más sólido y mejor defendido –con sus tres murallas– de cuantos poseía. Fue destruido en la invasión francesa de 1288, de modo que en la segunda etapa condal ampurdanesa, representada a partir de 1325 por los miembros de la Casa Real de Aragón-Barcelona, el Archivo condal tenía nuevo emplazamiento en la villa de Castelló d'Empúries, convertida en adelante en la cabecera del estado, con sede en el mismo edificio de la corte del condado “ensima (de) la estanssia de dicha corte de la Audiencia, con sus andamios

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y armarios a propósito para recondir y poner dichas escrituras...” (Sánchez, 1993: 44-45 y 57). También, en plena Edad Media, se formaron otros Archivos de la nobleza en los distintos reinos peninsulares, como los de las Casas de Medinaceli, Cardona, Pallars, Comares, Priego, Castellar, o Las Navas, entre otros muchos. El primero tenía su sede durante los primeros años del siglo XV en el castillo de la villa de Medinaceli, con el tercer Conde de ese estado, Luis de la Cerda, lo que sabemos a través de unas cartas de inventario, suya de 1417, y de 1435 de su esposa, la condesa Juana Sarmiento, respectivamente (ADM, Medinaceli, 99-9 y 102-3). Estas fuentes nos permiten conocer algunos detalles sobre las primigenias unidades de instalación y de control del Archivo. Por ejemplo, sabemos que los fondos se custodiaban dentro de unas “arcas”, agrupados los documentos en “emboltorios”. O que las llaves del archivo y de las arcas las tenía la aya del conde, María Iñiguez. La ubicación concreta del Archivo dentro de la fortaleza resulta más difícil de precisar por ese tiempo. Sin embargo, tenemos localizadas las salas de depósito de este Archivo en la segunda mitad del siglo XVI, “en la pieça baxa de la torre de Medinaçeli” (ADM, Manuscritos e Impresos, R/665). Otro ejemplo de Archivo-fortaleza fue el de la Casa de los vizcondes, condes y duques de Cardona, con sede en el castillo de la propia villa leridana de Cardona, cabecera del estado, centro neurálgico de su administración y primitiva residencia de sus señores. Este castillo fue una de las fortificaciones que Luis “el Piadoso” hizo ocupar y restaurar en el año 798 para preparar el ataque y conquista de Barcelona. Abandonado en el primer cuarto del siglo IX, no fue recuperado y repoblado hasta el año 880, por obra de Wifredo “el Velloso” al tiempo de establecer la frontera en el río Cardener (según consta en la “carta de poblament” de Cardona que el conde Borrell II concedió el 23 de abril del año 986). El testimonio más antiguo que se conserva del castillo es su torre maestra llamada “de la Minyona”, del siglo XI, así como el patio y la gran sala de arcos apuntados. No tenemos, sin embargo, detalles precisos sobre las dependencias que se utilizaron como depósito de los fondos dentro del recinto. Con respecto al Archivo de los condes y marqueses de Pallars, su sede bien pudo radicar en la fortaleza de València d'Aneu, bien en los castillos de alguna de las restantes villas cabeceras de los diversos cuarteles que conformaron el ámbito territorial del condado: Sort, Peramea, Ribera de Cardós, Salàs, Escaló o Esterri

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d'Aneu... con mayores posibilidades en las primeras poblaciones reseñadas (Sánchez, 1987 b y 2007). Por otro lado, el Archivo de los Alcaides de los Donceles y marqueses de Comares estuvo desde sus orígenes en la villa cordobesa de Lucena, con emplazamiento en su castillo-fortaleza, también morada principal de la familia y punto neurálgico de la administración de los dominios. Este castillo, como tantos otros, inicialmente fue un baluarte para la defensa de la frontera con el reino de Granada. De estructura predominantemente rectangular, quedaba realzado por cuatro torres albarranas en sus extremos: una, de forma octogonal, llamada “del moral” (donde estuvo preso el rey Boabdil de Granada en 1483), la “del homenaje”, la “del coso” y la “de las damas”. En el centro un amplio patio de armas quedaba rodeado por el foso y los gruesos muros del recinto, éstos con aperturas en las cuatro puertas situadas en cada una de las fachadas. En la segunda mitad del siglo XV el castillo fue restaurado, recobrando su originario esplendor en la etapa del Alcaide de los Donceles Diego Fernández de Córdoba (luego, primer Marqués de Comares), por los años finales del siglo XV y los iniciales del Quinientos. Para entonces, recuperada Granada y acabadas las guerras internas peninsulares, el castillo-fortaleza de Lucena va perdiendo su carácter defensivo connatural y adquiriendo mayor uso civil transformándose en residencia noble de los marqueses de Comares. Esta situación de habitabilidad y su adaptación a las sucesivas necesidades fue originando modificaciones futuras en el edificio, como la que en el siglo XVII transforma en jardín el antiguo patio de armas. En la cercana Montilla, la Casa de Aguilar y de Priego forjó otro importante archivo familiar dentro de su castillo-fortaleza, a donde desde finales del siglo XIII fueron incorporándose los documentos de los diversos señoríos. Tenemos probada la existencia de este Archivo en 1446, año en el que se hizo un inventario de documentos que fueron depositados en el castillo (ADM, Priego, 89-28). El alcázar contaba con una serie de torres, denominadas “Mayor”, “Alta”, “del Homenaje”, “de las Sentencias”, “del Miedo”, “de los Escudos”, “Marte” y “Troyana”. Y aunque no sabemos el paradero exacto del Archivo, algunas de sus estancias se conocían como salón “de Juntas”, “del Secreto”, “del Sueño” o “Salón Dorado”. La muralla defensiva exterior circundaba por la Lonja, asegurada por las torres “de la Escucha”, “Defensa”, “Centinela” –entre las que se emplazaba la portada–, “Minerva”, “Digna del Sol” y “Antonina”. Este castillo fue derribado en 1508 por sentencia del rey Fernando “el Católico” y, aun cuando los marqueses de Priego recibieron real licencia inmediata para reedificarlo, sin embargo, prefirieron construir una vivienda más acorde con los nuevos tiempos. Así, en el segundo cuarto del mismo siglo XVI, estos marqueses

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levantaron en Montilla una casa-palacio, donde quedó instalado el Archivo de la Casa de Priego, y a donde llegaron nuevas remesas de fondos desde Córdoba y Aguilar de la Frontera en 1530 (ADM, Priego, 90-9); pocos años después, en 1552, se elaboraba un inventario de los documentos de todas las villas y lugares del marquesado (ADM, Priego, 90-17). Otros ejemplos representativos de Archivos-fortalezas son los de los marqueses de las Navas, en el castillo “Magalia” de esta villa abulense, y de los condes de Castellar en el impresionante castillo-fortaleza de Castellar de la Frontera, que domina el estrecho de Gibraltar, etc. Con el paso a la Modernidad, como hemos comprobado, fueron las casas-palacios señoriales los depósitos habituales de estos conjuntos documentales nobiliarios. Estos palacios eran en muchos casos antiguos castillos reformados y adaptados, como la suntuosa fortaleza de Arbeca, residencia oficial durante el siglo XVI y primera mitad del XVII de los duques de Segorbe y Cardona en Cataluña, que allí instalaron primeramente su Archivo, luego trasladado a otro edificio de parecidas características, el castillo-palacio de Falset (Sánchez, 1990: 66-70 y 78-88). Otro ejemplo significativo es el de la fortaleza-palacio de los duques de Feria en la extremeña villa de Zafra, donde podemos asegurar la sede del Archivo del estado de Feria, con muchas posibilidades de que el depósito documental ocupara las dependencias del primer piso de su torre central (Sánchez, 1996 b). Y otra muestra es la ya reseñada del castillo de Lucena (de los marqueses de Comares, adaptado a palacio ya avanzado el siglo XVI), o el de Villalonso (de los condes de Buendía, que también se hace majestuoso), etc. Abandonaron los vetustos castillos, para pasar a casas-palacios, los Archivos de los duques de Segorbe (en el palacio que edificaron dentro del arrabal de la propia ciudad levantina), de los condes de Cocentaina (en el “palau comtal” de la villa alicantina, justo situado “en la pieza que hay encima de la portería y torno del convento” de monjas clarisas que los condes habían fundado en un ala del mismo edificio), de los condes de Santisteban del Puerto (cuyo archivo también baja de la fortaleza de la villa jiennense al palacio de la plaza Mayor de la villa cabecera de dicho estado andaluz), o de los condes de Medellín en Extremadura, entre otros muchos. Como grandes palacios contenedores de Archivos de la nobleza, entre múltiples ejemplos que podríamos poner, destacamos los del Infantado en Guadalajara, del Cenete en el castillo-palacio de La Calahorra (Sánchez, 2010), o el palacio de los

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Adelantados de Andalucía más conocido popularmente como “Casa de Pilatos” que tenían los duques de Alcalá de los Gazules en Sevilla (Sánchez, 2014 b). Y no digamos en Madrid, sobre todo a partir del siglo XVII cuando la nobleza se hace más cortesana que nunca, con paradigmáticas muestras en los palacios de los duques de Medinaceli, en la confluencia del paseo del Prado con la carrera de San Jerónimo (Sánchez, 1987 a), el de los duques de Alba, en el palacio de Liria, y tantos otros. 3. La tradicional reconditez de los sistemas y unidades de instalacion documental de estos archivos Entre los distintos sistemas y unidades de instalación documental empleados en los depósitos archivísticos (véanse Colomar; Duchein; Pescador; y Simonet), la nobleza optó siempre por aquellos cuya característica más genérica, según vimos, era perseguir una acusada reconditez que imposibilitara la intromisión de personas ajenas a la institución. Las razones son fáciles de explicar si tenemos en cuenta las férreas medidas de seguridad y control, ya vertidas por nuestra parte con anterioridad, que los nobles buscaron a la hora de situar y emplazar a sus archivos. En consonancia con ello, los pergaminos y papeles de estos depósitos, una vez clasificados y ordenados, se introducían en contenedores muy diversos: bolsas, sacos, envoltorios, legajos de pergamino, cajas, etc. En la mayoría de los casos, este primer nivel de agrupaciones uniformes de escrituras solía llevar unas cartelas bien visibles en donde se registraba la materia y el número de orden correspondiente (de ahí que se le denominen indistintamente como unidades de instalación y de localización). Una vez agrupada y así dispuesta la documentación, estas unidades se introducían en cofres, arcas, cajones, arquibancos o papeleras que bien, a su vez, podían meterse dentro de armarios, bien podían quedar sin más dentro de los salones de depósito. Sus materiales solían ser siempre muy consistentes (acero, hierro, madera de calidad etc.) para dar mayor hermetismo y reconditez a lo allí custodiado. Este segundo nivel de instalación llevaba también su número de orden correspondiente y algunas otras referencias de localización complementarias según tuvieran una disposición interna o externa. Es decir, si esas arcas, cajones o papeleras quedaban ocultas (generalmente dentro de armarios) presentaban unas carátulas muy explícitas de la documentación que guardaban; pero si, por el contrario, mantenían una disposición exterior, sus referencias de localización documental quedaban mucho más solapadas.

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En este último caso, es muy frecuente encontrar en los Archivos Nobiliarios el uso de “signaturas emblemáticas”, es decir, la utilización de escudos de armas tallados o pintados en las arcas y papeleras, en los frentes de las puertas de los armarios o sobre el andamiaje que se referían a los fondos de los estados concretos que allí se simbolizaban. Y, al blasón, lo más que se le añadía era un número de orden cuando la documentación de ese estado ocupaba más de un armario o papelera. Vemos, por tanto, que mientras que en el interior del sistema de instalación el signaturado aparece de forma elocuente, con reiteradas pistas de localización documental a través de cartelas con leyendas claras y precisas (“signatura parlante”), en el exterior la signaturización se abrevia casi hasta el infinito (“signatura muda”) utilizándose, como mucho, el nombre del estado en cuestión y el número de orden, cuando no el mero escudo de armas representativo del estado, cuya simbología más que nadie conocía el personal de la Casa nobiliaria, pues estaba familiarizado e identificado con los blasones de sus señores. Este carácter arcano de instalación documental se completaba con profusión de cerraduras y candados (tanto en los cajones y papeleras como en los mismos armarios) y se refrendaba, además, en las propias dependencias archivísticas, de gruesos muros, comúnmente protegidas por sólidas puertas con idéntica profusión de cerraduras. Sus diversas llaves se entregaban siempre a personas de alta graduación en el organigrama de gobierno y administración de la Casa (gobernadores, contadores, tesoreros, procuradores, bailes, asesores...) y a los archiveros. Pero, a cada uno de los asignados como responsables de la custodia del Archivo, se le entregaba una sola llave, de tal modo que, para acceder al depósito, tenían que confluir al unísono dos o tres personas según los casos. Las dependencias de trabajo de los archiveros y sus ayudantes u oficiales, o “piezas auxiliares”, anexas generalmente a los salones de depósito a modo de antesala, como quedó dicho, quedaban bajo el dominio exclusivo del propio archivero, a quien también frecuentemente se le asignaba el control de las llaves de los armarios y cajones o “papeleras” del Archivo. A todo este personal responsable de la custodia de los conjuntos documentales de la nobleza se le exigía un juramento previo, de cumplimiento estricto de las obligaciones encomendadas. E incluso se tenían previstos todos los casos excepcionales, cual la imposibilidad de comparecencia de algunos de ellos a la

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apertura del Archivo, señalándose previamente las personas que debían suplirle en tales cometidos. Tales medidas preventivas al intrusismo de personas ajenas a la Casa y a la rapiña de sus piezas escriturarias se completaban con otras de la misma índole archivieconómica o de carácter puramente archivístico. Así, por ejemplo, los documentos solo podían salir del Archivo al despacho de los archiveros donde las mesas tenían unos cajones, bajo llaves, para guardarlos en caso de que aquéllos tuvieran que ausentarse en algún momento. Los papeles y pergaminos originales, por tanto, únicamente salían del Archivo por orden expresa, puesta por escrito, de los reyes o nobles propietarios para casos extremos de obligada necesidad (defensa de pleitos en las audiencias, etc.) y, aun así, se intentaba por todos los medios dejar alguna copia testimoniada antes de su salida. Estas extracciones de escrituras, en todos los casos, debían quedar reseñadas en los libros-registro que existían en estos archivos a tal efecto (comúnmente llamados “libros de entrada y salida de documentos”). Incluso algunos inventarios, por su carácter de descripciones de los fondos, y otros documentos relevantes para la defensa de los intereses de la Casa nobiliaria, se hallaban encuadernados provistos de cerraduras para impedir la consulta de extraños. Ni que decir tiene, que la accesibilidad a estos conjuntos documentales por el momento quedaba restringida al uso interno de la institución y a las personas que, junto con los archiveros, llevaban la gestión administrativa y jurídica de la Casa (contadores, abogados titulares y de cámara, etc.). Y, aun así, la entrega de las escrituras a estas personas quedaba supeditada a una orden directa de los nobles a su archivero mayor. Muy excepcionalmente, y siempre previa licencia, se accedía a la entrega de copias de documentos a personas ajenas al servicio de la Casa que lo solicitaban. Su autorización quedaba supeditaba a que la petición no menoscabara, en modo alguno, la integridad del patrimonio y hacienda señorial o la grandeza del linaje. Así y todo, no quedaron exentos los Archivos Nobiliarios con el paso del tiempo al intrusismo, hurtos y rapiñas. De ellos no solo han desaparecido documentos sino sellos (sobre todo de oro), los escudos emblemáticos que adornaban algunas de sus portadas y sus broches y cierres en metales nobles y, además, se han arrancado grabados y otras ilustraciones. Ante tales adversidades, los nobles solicitan paulinas

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o cartas de excomunión para los “sustraedores y ocultadores” de libros y documentos, como aquella otorgada ya en 1591 por el Nuncio apostólico a petición del marqués de Priego (ADM, Priego, 37-27), o aquella otra dictada por otro Nuncio en 1759 a requerimiento de los duques de Medinaceli, que fueron publicados y expuestos en las iglesias (ADM, Archivo Histórico, 238-72). E incluso también en más de alguna ocasión se siguieron causas criminales contra los inculpados (ADM, Feria, 61-4). Conclusiones Hemos probado en este trabajo que los recintos fortificados, además de servir de defensa de personas y enseres, fueron también utilizados como custodios de las escrituras de las instituciones del poder, sobre todo durante el Antiguo Régimen. El caso más conocido es el del Archivo de Simancas. Pero aquí hemos desvelado otros muchos castillos y fortalezas que fueron sedes de importantes Archivos nobiliarios. Y por las nuevas condiciones de habitabilidad propias de la Edad Moderna, fueron también numerosos los palacios reales y señoriales (en muchos casos, castillos adaptados) los que dieron sede a Archivos de reyes y nobles en toda la península Ibérica. Es más, incluso algunos de esos castillos son hoy sedes de Archivos de instituciones con las que no existen vínculos históricos. Por ejemplo, el castillo de Mequinenza alberga el archivo documental y gráfico conocido como “Fondo Histórico de Endesa”. Y el de Villaviciosa de Odón alberga el Archivo Histórico del Ejército del Aire desde 1972.

Fuentes y bibliografía Fuentes: ADM - Archivo Ducal de Medinaceli, secciones orgánicas Ampurias, Medinaceli, Segorbe, Comares, Priego, Feria... y facticias de Mapas y planos, Manuscritos e Impresos y Archivo Histórico. Bibliografía: Colomar Albajar, Mª. A., 1981: “Instalaciones de Archivos”, en Archivística. Estudios Básicos. Sevilla, Diputación Provincial, pp. 99-143. Duchein, M., 1985: Les batiments d'archives: construction et equipements, Paris, Archives Nationales. Llobet, B. J., 1668: Indice, declaración y addición a la Recopilación del condado de Empurias, tomo manuscrito del ADM. Falset.

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Engineers and master builders of the fortified enclosure of Pamplona in the Sixteenth century Ingenieros y maestros de obras del recinto fortificado de Pamplona en el siglo XVI María Josefa Tarifa DOCTORA EN HISTORIA, UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA mjtarifa@unizar.es

Abstract This study provides information on the various engineers and master builders who participated in the renovations that suffered the fortified enclosure of Pamplona during the sixteenth century after the Spanish conquest of the Kingdom of Navarre in 1512. Among them we can mention the names of Pedro Malpaso, responsible for designing the new Castle ordered by King Ferdinand in 1513, Pedro de Mendizabal, in front of the factory from 1516, or the Genoese Juan Luis de Musante, master builder of the royal works at the service of Philip II, responsible for the construction of the citadel (1575 and 1587) according to the plans given by the engineer Jacobo Palear Fratín. Resumen El presente estudio aporta información de los diferentes ingenieros y maestros de obras que participaron en las remodelaciones que sufrió el recinto fortificado de Pamplona a lo largo del siglo XVI, a raíz de la conquista castellana del Reino de Navarra en 1512. Entre ellos destacan los nombres de Pedro de Malpaso, responsable del diseño del castillo mandado construir por el rey Fernando el Católico en 1513, Pedro de Mendizábal, al frente de dicha fábrica desde 1516, o el genovés Juan Luis de Musante, maestro mayor de las obras reales al servicio de Felipe II, responsable de la edificación de la ciudadela (1575 y 1587) de acuerdo a las trazas dadas por el ingeniero Jacobo Palear Fratín. Keywords: Citadel of Pamplona; fortification; master builders; Jacobo Palear Fratín; Juan Luis de Musante; renaissance; architecture. Palabras clave: Ciudadela de Pamplona; fortificación; maestros de obras; Juan Luis de Musante; renacimiento; arquitectura.

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Las primeras remodelaciones del recinto fortificado medieval La incorporación de Navarra a la corona castellana (1512-1515) supuso para Pamplona un cambio significativo en la fisonomía y funciones de la ciudad, al convertirse en el principal y más próximo enclave defensivo que debía contrarrestar el ataque del nuevo enemigo francés. No obstante, la guerra no concluyó definitivamente hasta 1521, ya que en tres ocasiones los últimos reyes privativos navarros, Juan III de Albret y Catalina de Foix, exiliados en Bearne desde 1512 (Usunáriz, 2012, pp. 299-301), intentaron recuperar Navarra por las armas (1512, 1516 y 1521), aunque sin éxito, ante la falta de recursos económicos, militares y de autoridad con respecto a la potencia militar y económica de Castilla (Fortún Pérez de Ciriza, 2012, pp. 201-298). La nueva realidad de la capital del Reino navarro en el contexto político de la Monarquía Hispánica provocó irremediablemente la mejora de sus defensas militares (Echarri Iribarren, 2005, pp. 33-43), que no reunían las condiciones adecuadas para resistir las modernas técnicas bélicas de la artillería. La ciudad únicamente contaba con el cinturón de murallas medievales reforzado por torres cúbicas, un castillo medieval en el interior del recinto urbano y en la trama urbana las torres fortificadas de las principales parroquias, como San Cernin, San Nicolás y San Lorenzo. Tampoco tenía la capacidad de respuesta artillera, con escasos cañones que apenas cubrían el perímetro amurallado. La consulta en el Archivo General de Navarra del Fondo Rena (Chocarro Huesa y Segura Urra, 2013), documentación generada por micer Juan de Rena, clérigo veneciano, que además de desempeñar su cargo de pagador de obras y de gastos extraordinarios de la Hacienda de Castilla en Navarra (1512-1539), acumuló otros cargos civiles y eclesiásticos dentro y fuera del territorio foral, llegando a ostentar la mitra pamplonesa (1538-1539), nos ha permitido aumentar la nómina de los maestros de obras hasta ahora conocidos que trabajaron en la fortaleza pamplonesa, desde poco después de la conquista castellana en 1512, hasta el año de 1538 (Archivo General de Navarra (AGN). Archivo Particular (AP). Rena, caja 62, n. 1; caja 21 y caja 22 y otras que se irán especificando a lo largo del texto). No pretendemos aquí, ni es objeto del presente estudio, recoger un listado exhaustivo de los mismos, además de los canteros, peones, carpinteros y otros oficiales que participaron en su construcción, sino por el contrario referir las actuaciones de los más destacados en las distintas fases de remodelación de las defensas de la ciudad.

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Tras la conquista castellana de Navarra, Fernando el Católico ordenó la inmediata construcción en 1513 de un castillo nuevo en la zona más vulnerable de Pamplona, la parte sur del recinto amurallado, un espacio comprendido entre el burgo de la Navarrería y la Población de San Nicolás, que estaba protegido por la fortaleza levantada en tiempos del rey Luis Hutín (1308-10) y el monasterio de Santiago perteneciente a la orden de Dominicos. Sobre dicho complejo monástico se erigió el castillo, una vez concedida la licencia de expropiación por el papa León X en 1514, iniciándose la demolición tras la orden dada por el monarca al virrey Diego Fernández de Córdoba, en los últimos meses de 1514. Previamente, el monasterio fue tasado por Pedro de Legorreta, Martín de Orendain y Miguel de Garreta (Salvador y Conde, 1977, p. 531), encargándose de medir el solar ocupado por el mismo Pedro de Malpaso, veedor de las obras (cuya figura estudian Chocarro Huesa y Segura Urra, 2013, pp. 68-70) y Pedro de Mendizábal, maestro mayor de las obras de cantería de Su Alteza (AGN. Tribunales Reales. Procesos. Sig. 130344). En compensación, los frailes dominicos recibieron unos terrenos al otro extremo de la ciudad, en los límites de la Navarrería, junto a las murallas, en el espacio denominado el barranco, situados detrás de la Casa Consistorial, donde edificar otro complejo conventual, además de la entrega de 100 ducados anuales y 100 fanegas de trigo destinados a su construcción, asignación real que Carlos I duplicó en 1519 (AGN. Comptos. Papeles Sueltos. 1ª Serie, leg. 22, n. 14; leg. 22, n. 15; leg. 22, n. 16). Inicialmente se ocupó de la construcción del convento dominico Pedro de Echaburu, cantero natural de Vergara, quien trabajó en el mismo desde septiembre de 1515, si bien el contrato notarial no se firmó hasta el 27 de junio de 1516, en presencia de Juan Remírez, visitador general de sus altezas en Navarra y provincia de Guipúzcoa, Pedro de Malpaso y Juan Rena (Tarifa Castilla, 2012, pp. 501-504). Echaburu también participó en las obras de reparación de la fortaleza de Maya, por lo que percibió pagos en octubre de 1518 (AGN. AP. Rena, caja 32, n. 13-7) Por lo que se refiere a la edificación del nuevo castillo mandado edificar por el rey Fernando, las obras comenzaron el 8 de agosto de 1513 de acuerdo al diseño de Pedro de Malpaso, veedor general de obras, una fortificación de planta cuadrada y cubos redondos en los ángulos, que contaba con las últimas novedades en materia de fortificación para hacer frente al poder de la moderna artillería (Echarri Iribarren, 2004, pp. 90-92. Echarri Iribarren, 2007, pp. 59-61. García-Barberena y Unzu Urmeneta, 2012, pp. 164-178). En el verano de 1515 la construcción estaba avanzada (Recondo, 1956, pp. 41-44), quedando al frente de la misma desde 1516 Pedro de Mendizábal (AGN. AP. Rena, caja 42, n. 1; caja 42, n. 2), quien tras la muerte

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de su suegro, Pedro de Legorreta, acaecida para septiembre de 1518, le sucedió en el cargo de maestro mayor de obras reales, título que seguía ostentando en junio de 1527 (AGN. AP. Rena, caja 17, n. 5). Además de dirigir las obras de la fortaleza, Pedro de Mendizábal contrató personalmente la ejecución de algunas de sus partes, como el trabajo de cantería en la cava por el que percibió en mayo de 1517 la suma de 36.500 maravedís (AGN. AP. Rena, caja 32, n. 9-1). También participó el 12 de septiembre de 1521 en la tasación del convento medieval de San Francisco, ubicado extramuros de la ciudad en la zona del Bosquecillo, que debía ser derruido como medida defensiva frente al posible ataque del enemigo francés, labor estimativa que acometió junto a los canteros Pedro de Orendain, Pedro de Çayça y maestre Bernat (Tarifa Castilla, 2012, pp. 505-506). Asimismo trabajaron en la fortaleza pamplonesa en estos primeros años de su construcción los canteros Miguel de Larreta, identificado como aparejador, a lo largo de los años 1514-16 (AGN. AP. Rena, caja 25, n. 11), Pedro de Legorreta, que también desempeñó el cargo de maestro mayor de las obras de los condados de Rosellón y Cerdeña (AGN. AP. Rena, caja 23, n. 4-51; caja 26, n. 17-1; caja 32, n. 27-7), Francisco de Ancillo, quien en 1516 concertó obras por valor de 18.000 ducados (AGN. AP. Rena, caja 26, n. 17-3) y Juan de Peña, vecino de Legorreta (AGN. AP. Rena, caja 47, n.1-2; caja 47, n.1-23. AGN. Comptos. Papeles Sueltos. 1ª Serie, leg. 172, n. 5), siendo igualmente destacado su papel en la fortaleza de Maya (1517) (AGN. AP. Rena, caja 24, n. 24-17; caja 32, n.13-1). Paralelamente se acometía el reforzamiento de la zona amurallada entre los portales de la Tejería y la Judería, en la que trabajó el cantero guipuzcoano Miguel de Larreta (Ostolaza Elizondo, Panizo Santos y Berzal Tejero, 2011, pp. 133-135 y 513 (doc. 863), quedando el castillo inconcluso en 1521 (Echarri Iribarren, 2004, pp. 92-97).

Las mejoras de la plaza fuerte Las intervenciones arquitectónicas de tipo militar en Pamplona continuaron bajo el gobierno de Carlos I, otorgándole a la ciudad el carácter de plaza fuerte, principalmente con la remodelación de la muralla medieval a la que se le dotó de baluartes (Cobos Guerra y de Castro Fernández, 2005, pp. 127-146), con objeto de alojar la artillería, bastiones construidos en los cuatro ángulos del recinto, junto a la puerta de Santa Engracia, la torre Redonda, la torre de la Tesorería y el bastión sobre

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el molino de Caparroso. En el fondo Rena hay numerosa documentación referente a los gastos en las obras y reparos de la ciudad y fortaleza pamplonesa durante este reinado (AGN. AP. Rena, caja 45, n. 1-1; caja 45, n. 1-6; caja 15, n. 2-2; caja 15, n. 2-7; caja 45; caja 35), a la que pudo acceder hace un tiempo Idoate, refiriendo el trabajo realizado entre el Portal de la Tejería y el bastión de la Judería por los canteros Miguel de Arre, Miguel de Larrínaga, Domingo de Berástegui, Sancho de Alzazu y Pedro de Garnica (Idoate, 1954, p. 66). De mayor peso resulta la figura del maestro Lope de Isturrizaga, quien el 10 junio de 1527 realizó un condicionado en el que dio a conocer las intervenciones arquitectónicas necesarias para mejorar las defensas de la ciudad, con la edificación de nuevos cubos y el castillo nuevo (AGN. AP. Rena, caja 18, n. 3-2), obras que volvió a supervisar en 1529 (AGN. AP. Rena, caja 47, n. 1-1). En el mismo mes de junio de 1527 percibió 2 ducados de oro de manos de Juan Rena por la tasación de la obra acometida en el nuevo monasterio de San Francisco reedificado intramuros, tras derribarse el medieval por orden real (AGN, AP. Rena, caja 32, n. 32. Tarifa Castilla, 2012, p. 507). Isturrizaga recibió nuevos pagos en junio de 1535, cuando desempeñaba el cargo de maestro mayor de obras de Fuenterrabía, por los desplazamientos realizados a Pamplona con ocasión de supervisar las obras de la fortaleza (AGN. AP. Rena, caja 47, n.1-43). También resulta muy interesante el informe realizado en 1528 por Antonio Vagneront o Vagarrote, que acompañó de una relación con las medidas tomadas de la parte exterior de la muralla para completarlo con un modelo de madera (AGN. AP. Rena, caja 18, n. 4). Por su parte, el cantero Miguel de Amasa contrató en 1529 a destajo las obras del cubo de San Lorenzo (AGN. AP, Rena, caja 36, n .1), cuya traza había facilitado el referido Lope de Isturrizaga, avecindado en San Sebastián (A.G.N. AP. Rena, caja 49, n. 1). Parte del recinto fortificado en el que también participaron por estos mismos años los canteros Miguel de Iriarte y Juan de Huarte (A.G.N. AP. Rena, caja 49, n. 1), volviendo éste último a contratar obras en 1535 (AGN. AP. Rena, caja 36, n. 1) Otros de los maestros documentados en la construcción de las defensas militares de la ciudad pamplonesa en 1529 son Juan de Peña, Pedro de Echaburu II, hijo de su homónimo padre y responsable de la finalización de la iglesia de Santiago de Pamplona –Santo Domingo- (Tarifa Castilla, 2012, p. 504), Juan de Hernani, Juan de Baracaldo, Pedro de Montoro, Alonso de Angulo, Tristán de Huarte, Gonzalo de Salazar

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y Pedro de Eceiza, que también desempeñó el cargo de maestro mayor de las obras en el mes de julio, regresando en 1530 a Pamplona desde su residencia guipuzcoana para trazar la puerta que se hizo en el lienzo del cuartel de San Lorenzo (AGN. AP. Rena, caja 49, n. 1). En 1535 trabajaron en la fortaleza Pedro de Echaburu II y Juan de Huarte (AGN. AP. Rena, caja 47, n. 1-77), encargados de realizar un cuarto, el yesero zaragozano maestre Gaspar Pex, quien percibió 150 ducados de oro viejos por las bóvedas altas del cuarto de la fortaleza que daba hacia el molino de Caparroso, el yesero pamplonés Juan de Ortiz, encargado de las bóvedas de ladrillo, o los Ibiricu, familia de fusteros, que operaron en la casa de la Munición (AGN. AP. Rena, caja 49, n 5). También se construyó activamente en este año de 1535 en la puerta de San Lorenzo, con ocasión de la construcción de un nuevo bastión, donde intervinieron los canteros Pedro de Echaburu II, Juanes de Aguinaga, Domingo de Ibarra, Martín de Arruti, Domingo de Gorriti, Domingo de Garro, Martín de Lezcano, Andrés de Aguirre, Juan de Arteaga y Martín de Urrutia, entre otros (AGN. AP. Rena, caja 46, n. 5-1, n. 5-2, n. 5-3, n. 5-4, n. 5-5 y n. 5-6). Para dicho portal los entalladores maestre Miguel (AGN. AP. Rena, caja 49, n. 5), maestre Guillén y Juan de Nevar (AGN. AP. Rena, caja 49, n. 1), vecinos de Pamplona, se encargaron de acometer entre julio y agosto de 1535 el escudo con las armas imperiales destinado al mismo, estructura arquitectónica cuyos vestigios fueron demolidos en 1808 a raíz de las obras de reconstrucción de la iglesia del mismo nombre, acorde al nuevo gusto neoclásico (Martinena Ruiz, 1981, p. 389). Juan de Huarte percibió en 1536 la suma de 456.208 maravedíes por su trabajo en el lienzo del cuartel de San Lorenzo, desde el cubo grande hasta la puerta de Santa Engracia, cuya tasación corrió a cargo de maestre Juan Peña y Juan Sánchez de Peñafiel (AGN. Comptos. Papeles Sueltos. 1ª Serie, leg. 174, n. 1-34) . El propio Huarte y Pedro de Echaburu II recibieron este mismo año 90.942 maravedíes por las obras de cantería desarrolladas en el cuarto de la Judería de la fortaleza pamplonesa el año anterior (AGN. Comptos. Papeles Sueltos. 1ª Serie, leg. 173, n. 8-10), canteros que siguieron trabajando en la fortaleza en los años siguientes (AGN. AP. Rena, caja 36, n. 1). Por su parte, Pedro del Peso, veedor de las obras reales, trabajó activamente en la obras de rehabilitación del Palacio Real de Pamplona, emplazado en un punto dominante de la muralla de la ciudad, en el tramo comprendido entre los portales llamados de la Rochapea y de Francia o del Abrevador. Un edificio de origen medieval,

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Figura 1. Escudo con las armas imperiales de Carlos V (1542), procedente del Castillo nuevo promovido por Fernando el Cat贸lico. Palacio Real de Pamplona (Archivo Real y General de Navarra).

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construido en tiempos de Sancho VI el Sabio (1150-1194) y donado por Sancho el Fuerte al obispo de Pamplona en 1198, con dos grandes naves, dispuestas en L, y una torre de esquina, que había quedado en desuso tras la partida de los monarcas privativos navarros en 1512, lo que había provocado el deterioro del mismo. La intervención arquitectónica fue promovida hacia 1539-1540 por el virrey marqués de Cañete, al volver a habitar este edificio como lugar de residencia, quedando el edificio articulado en torno a un patio central, de planta cuadrangular, formado por galerías o crujías porticadas, con un segundo piso sustentado por pilares que remataban en zapatas de madera, desde el que se accedía a las distintas habitaciones y dependencias. Además de Pedro del Peso, bajo cuya dirección se acometió la reforma, intervinieron en la obra de carpintería los maestros Juan de Ibiricu, Nicolau de Esténoz y Alonso Durazno (Martinena Ruiz, 2004, pp. 147-149). Tras la última intervención acometida en el edificio, con objeto de albergar el Archivo Real y General de Navarra de acuerdo al proyecto del arquitecto Rafael Moneo (19942004), el palacio tan solo conserva la planimetría originaria del patio renacentista, porticado en dos de sus lados y sustentado por pilares cuadrados de ángulos ochavados. El monarca Carlos V acudió a la ciudad en junio de 1542 (Iribarren, 1957, pp. 2122. Martinena Ruiz, 1988, pp. 187-188), colocándose entonces sus armas imperiales sobre la puerta de entrada del castillo promovido por Fernando el Católico, orladas con el collar de la orden del Toisón de Oro y timbradas con la corona-mitra y el águila bicéfala de los Habsburgo, emblema que quedó flanqueado por dos columnas con la leyenda del Plus Ultra. Allí permanecieron hasta que en 1592, con objeto de la visita de Felipe II a la ciudad, se trasladaron a la fachada principal del palacio real de Pamplona (Tarifa Castilla, 2013, pp. 895-896) (Fig. 1). También es significativo en este momento la construcción de nuevos portales (Echarri Iribarren, 2004, pp. 90-109), como el de Francia (Elizalde Marquina, 2012, pp. 249250) y la Rochapea, ejecutados en 1553 bajo el virreinato del duque de Alburquerque, como rezan las inscripciones que acompañan al escudo imperial (Fig. 2). El portal de la Rochapea desapareció en 1914 para ampliar el acceso por la cuesta de Santo Domingo, si bien el escudo imperial se trasladó hacia 1960 al renovado portal nuevo (Elizalde Marquina, 2012, pp. 216-218) (Fig. 3). En definitiva, las remodelaciones del recinto fortificado durante el gobierno del monarca Carlos I, una obra ingente y dilatada en el tiempo, que se prolongó hasta

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Figura 2. Escudo imperial de Carlos V (1553). Portal de Francia. Pamplona.

Figura 3. Escudo imperial de Carlos V (1553), procedente del Portal de la Rochapea. Portal Nuevo. Pamplona.

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la década de 1560, estuvo a cargo de numerosos veedores de obras, ocupados de la supervisión de la obra, previsión de la adquisición de materiales y contratación de operarios, desde Pedro de Malpaso (1513-1521), Antonio de Malpaso (1521), Francisco del Castillo (1527), Alonso de Angulo (1528), Pedro del Peso, Alonso de San Pedro (1534), Diego de Tejada (1535) y Alonso de Angulo (1536), entre otros (A.G.N. AP. Rena, caja 49, n. 1). Intervenciones arquitectónicas que a su vez fueron supervisadas por los ingenieros Benedicto de Rávena (1538-1540), Luis Pizaño (1542), Juan Bautista Calvi (1554) y Juan Bautista Antonelli (1569) (Echarri Iribarren, 2004, pp. 102-110). La edificación de la ciudadela De todas las intervenciones arquitectónicas de tipo militar acometidas en Pamplona a lo largo del siglo XVI, la más importante fue sin lugar a dudas la edificación de la ciudadela o fuerte real durante el reinado de Felipe II, en el extremo suroeste, fuera del recinto urbano, cuya construcción, a la que también se le denominó castillo nuevo, se inició en 1571, bajo el virreinato de Vespasiano Gonzaga Colonna, duque de Trayeto y marqués de Sabionetta, que tenía amplios conocimientos de poliorcética (Cámara Muñoz, 1998, pp. 95-101), como sigue recordando la inscripción de la lápida existente en la puerta principal de acceso al recinto fortificado que se abre a la actual avenida del Ejército (Fig. 4). Ciudadela que fue unida con la ciudad gracias a la construcción de nuevos lienzos de muralla, englobando el campo de la Taconera, hasta entonces extramuros, fijando el espacio que ocupó el casco urbano de Pamplona hasta fines del siglo XIX. Una obra de ingeniería militar que emulaba las formas del Renacimiento italiano (Cámara Muñoz, 2005, pp. 225-249), ya que presentaba una planta pentagonal y silueta estrellada, con baluartes en los ángulos, que serían bautizados con los nombres de San Antón, San Felipe el Real, Santa María, Santiago y La Victoria, y muros de recia sillería dispuestos en talud y terraplenados hacia el interior del recinto, como respuesta defensiva a los ataques de la artillería, con amplios fosos secos rodeando el perímetro de los muros, que hay que poner en conexión con tratados de arquitectura, ingeniería y arte militar como los de Francesco di Giorgio. Un proyecto que seguía el modelo de la desaparecida fortaleza de Amberes, la más ambiciosa de su tiempo, proyectada en 1567 por Francesco Paciotto de Urbino, autor asimismo de las trazas de la ciudadela de Turín (1563) y que guardaba gran semejanza con el palacio Farnese de Caprarola, obra trazada en 1512 por Antonio de Sangallo y transformada en un confortable palacio por Vignola (Echarri Iribarren, 2004, pp. 123131).

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Figura 4. Puerta principal de la ciudadela de Pamplona con la inscripci贸n alusiva al inicio de las obras en 1571 bajo el virreinato de Vespasiano Gonzaga.

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El proyecto de la ciudadela pamplonesa fue diseñado en 1571 por el ingeniero Jacobo Palear Fratín (Viganó, 2004. Viganó, 2005, pp. 207-224), quien inicialmente se ocupó de la supervisión de las obras. Tras su fallecimiento en 1586 le sucedieron en la dirección de la fábrica a lo largo de los años 1587 y 1608 su hermano Jorge Palear Fratín, Jerónimo Marqui, Tiburcio Spannocchi y Francisco Fratín (Idoate, 1954, pp. 76-87. Echarri Iribarren, 2004, pp. 137-177. Cámara Muñoz, 2007, pp. 33-55. Echarri Iribarren, 2007, pp. 61-64. Martinena Ruiz, 2011, pp. 15-40). En esta magna empresa participaron importantes maestros de obras mayores, entre los que sobresale el genovés Juan Luis de Musante y Rubiano, cuyo principal cometido consistió en la dirección de las obras durante las largas ausencias del Fratín, custodiando los planos y órdenes dadas por éste, desde aproximadamente 1575 hasta su fallecimiento en 1587, fundamentales para comprender la unión y engranaje del viejo recinto amurallado, y sus modificaciones en determinados bastiones con la nueva fortaleza (Tarifa Castilla, 2011b, pp. 583-602). Incluso, Musante viajó a Madrid, a la Corte, en 1576, probablemente con objeto de llevar una de las trazas de la ciudadela dibujadas por Fratín requerida por el monarca Felipe II, posiblemente el plano de la plaza y ciudadela pamplonesa que dio a conocer Florencio Idoate, en la actualidad en paradero desconocido (Fig. 5), en la que se señalaba con un color las murallas y castillo de Santiago anteriores a 1571, y lo

Figura 5. Proyecto para la plaza y ciudadela de Pamplona. Jacobo Palear Fratín, 1571.

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realizado a partir de esta fecha con otra tonalidad, con la ciudadela y nuevas fortificaciones de la ciudad. Durante el desempeño de su cargo como maestro mayor de obra reales, Musante también poseyó los informes y diferentes diseños dados por Fratín para el buen desarrollo de la construcción, como los resultantes de la visita de 1578 cuando delineó las trazas de las casamatas, en la línea de uno de los dibujos del ingeniero italiano conservadas en el Archivo General de Simancas (Planos y Dibujos, XVI-16), además de los estados de las obras en sus visitas de octubre de 1584 y noviembre de 1585 con las correspondientes instrucciones para la prosecución de la fábrica de la fortaleza, entre otros. En definitiva, Musante poseía un nivel cultural muy superior al de muchos de los maestros de obras contemporáneos presentes en el territorio navarro, perfectamente formado y capacitado para poder comprender e interpretar las órdenes y diseños del Fratín sobre la fortaleza pamplonesa y llevarlos a la práctica correctamente. Así lo revela su variada y nutrida biblioteca formada por 114 volúmenes (Tarifa Castilla, 2011a, pp. 31-46), con los libros de tratadística arquitectónica, como una de las ediciones italianas de Los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio, editados por Daniele Barbaro (fig. 6) y materias afines a la construcción, como la geometría, la aritmética, perspectiva y matemáticas, Figura 6. Daniele Barbaro, I dieci libri entre los que se encontraba La Pratica dell’architettura di M. Vitruvio. Venecia, della Perspettiva di Monsignor Daniel Francesco Marcolini, 1556. Barbaro (Venecia, 1569) (fig. 7). El mayor número de libros están dedicados a la poliorcética y castramentación, con obras de Vegecio, Nicolo Tartaglia o M. Galaso Alghisi, en cuyo tratado Delle forticationi (Venecia, 1570) explica cómo edificar una ciudadela regular, en forma de estrella con cinco puntas, dibujo que ilustra el texto (Fig. 8). También contaba con uno de los tratados escritos por Giacomo Lantieri, ingeniero militar del reino de Nápoles al

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servicio de Felipe II, titulado Del modo di fare le fortificationi di terra, publicado en italiano en Venecia en 1559, en cuya segunda parte estudia las obras de fortificación de la ciudad. Curiosamente, una de las peculiaridades que presenta la ciudadela de Pamplona, a cuyo frente en la dirección de las obras se encuentra nuestro arquitecto genovés, es que está circundada por un estrecho fosillo que se distancia de los baluartes, dejando a veces una estrecha banqueta, que le sirve de cauce al agua en uno de sus lados, rasgo habitual en el diseño véneto, una idea avanzada que difundieron los principales tratadistas venecianos desde mediados de siglo como Lantieri. Figura 7. Daniele Barbaro, La Pratica della Perspettiva, Venecia, 1569.

Figura 8. M. Galaso Alghisi, Delle forticationi, Venecia, 1570. Diseño de una fortaleza en forma de estrella con cinco puntas.

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El prestigio profesional del que gozaba Juan Luis de Musante propició que acometiera paralelamente otras empresas arquitectónicas en el territorio navarro, tanto de carácter civil como religioso. Así, se ha documentado su participación en la edificación del desaparecido convento de Nuestra Señora de la Merced de Pamplona desde 1580-1581, del nuevo monasterio de Leyre desde 1578 hasta su fallecimiento, de acuerdo a un plano más simplificado que diseñó en 1586 (Tarifa Castilla, 2008, pp. 609-612), facilitando igualmente la traza, junto con Amador de Segura, de la ampliación del crucero y cabecera de la iglesia parroquial de Lerín, ejemplo sobresaliente de arquitectura clasicista en Navarra (Tarifa Castilla, 2009, pp. 10-12 y 18-29. Tarifa Castilla, 2010, pp. 187-188 y 192-194). Musante también trabajó en las obras de remodelación del Palacio Real de Pamplona bajo el gobierno del virrey Sancho Martínez de Leiva (1575-1579), financiadas de su propio bolsillo, que permitieron mejorar la habitabilidad del mismo con la edificación de nuevos aposentos, por ejemplo, poniendo en funcionamiento un sistema de calefacción. El complejo palacial fue embellecido con la creación de un espacio próximo destinado a jardín y huerta, comprendido entre el muro de piedra del lado oeste, el camino de ronda de la muralla de la ciudad y la huerta del convento de los

Figura 9. Vista lateral del Palacio Real de Pamplona con las murallas del jardín.

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dominicos (Tarifa Castilla, 2013, pp. 893-894) (Fig. 9). Unos años más tarde, dirigió las remodelaciones emprendidas en el Palacio Real de Olite, dando la traza y supervisando las importantes reformas que el marqués de Almazán, Francisco Hurtado de Mendoza y Fajardo, virrey desde 1579, acometió en el edificio en la década de 1580 (Tarifa Castilla, 2013, pp. 897-900). Musante también desempeñó la dirección de otros proyectos urbanísticos de carácter público acometidos en la capital navarra, auspiciados por el regimiento pamplonés, como la construcción de las desaparecidas cárceles reales (1585) en el espacio de la actual Plaza de San Francisco, así como las obras de nivelación y cimentación de la calle Nueva, resultado de rellenar el foso existente entre el burgo de San Cernin y la población de Nicolás. Éstas fueron promovidas por el virrey Almazán, de quien tomaría el nombre de calle Nueva de Almazán, iniciándose en 1582 bajo la dirección y supervisión de Musante (Arazuri, 1979, pp. 308-310. Martinena Ruiz, 1974, pp. 274-282. Tarifa Castilla, 2008, p. 610), actuación que benefició sanitariamente a la ciudad al cegar un espacio habilitado como basurero y depósito de inmundicias.

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Walls and fortifications in the Ribera Alta del Júcar, walls in Alberic Murallas y fortificaciones en la Ribera Alta del Júcar, amurallamientos en Alberic Armando Torres ARQUITECTO. MÁSTER CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO, DOCTORANDO UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE VALENCIA estudiarquitectura.atc@gmail.com

Abstract In the population of Alberic of about 12,000 inhabitants, located in the Valencian Comunity, and region of Ribera Alta del Rio Júcar, while the work of Restitution Bulrush and conditioning of the facades of the Hermitage was performed Virgin Cullera locality, was discovered in the wall that faces the street, behind the altar two elements of a walling, such as loopholes, (also called archers, arrow slits, lanceras, embrasures or ballesteras). In other places of the population, have been photographically documenting other canvases of this wall, with the same loopholes, which are blinded because they are part of particular properties. We list different fortifications, towers and wall paintings in the region of Ribera del Júcar and a historical, descriptive approach and the existing situation in the town of Alberic. Resumen En la población de Alberic, de unos 12.000 habitantes, situada en la Comunidad Valenciana, provincia de Valencia, y comarca de la Ribera Alta del Rio Júcar, mientras se realizaba la obra de Restitución de la Espadaña y acondicionamiento de las fachadas de la Ermita de la Virgen de Cullera de la localidad, se descubrió en el muro que da a la calle, tras el altar, dos elementos propios de un amurallamiento, como son las aspilleras, (también llamadas arqueras, saeteras, lanceras, troneras o ballesteras). En otros lugares de la población, se han podido documentar fotográficamente otros lienzos de esta muralla, con las mismas aspilleras, las cuales están cegadas porque forman parte de propiedades particulares. Enumeramos diferentes fortificaciones, torres o lienzos de muralla, en la comarca de la Ribera del Júcar, así como una aproximación histórica, descriptiva y situación de las existentes en la población de Alberic. Keywords: Valencia; Ribera Alta; Alberic; Wall; Loopholes; arrow slits. Palabras clave: Valencia; Ribera Alta; Alberic; Muralla; Aspilleras; saeteras.

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1. Introducción La población de Alberic, se encuentra situada al sur de la provincia de Valencia, concretamente en las coordenadas 39º-6’-32” de latitud norte, y 3º-10’-21” de longitud este del Meridiano de Madrid. Pertenece a la comarca de La Ribera Alta del Xúquer, su término tiene una extensión de 27 km2, y limita al norte con el término de Alzira y Massalavés, al sur con el término de Gabarda y Villanueva de Castellón, al este con el de Benimuslem y al oeste con el de Antella. Su altitud sobre el nivel del mar está en torno a los 29 metros y la población se encuentra asentada en un extenso valle de la ribera del rio Júcar que delimita parte de su término municipal. Dentro del casco urbano de la población se encuentra una pequeña ermita, de unos 20.00 m², erigida en honor de la Virgen de Cullera durante el siglo XVIII. Según cuenta la tradición, mandada levantar por uno de los gancheros (en valenciano “ganxers”), que trabajaban en las bajadas de madera desde Cuenca por el rio Júcar. El hecho no demostrado, fue que este ganchero, al caer accidentalmente a las aguas del rio Júcar cerca del antiguo poblado (hoy desaparecido) de Alcocer, viendo peligrar su

Figura. 1. Vista Ermita previa a la intervención a la izquierda, y con recuperación espadaña barroca a la derecha.

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vida, prometió levantar una ermita en honor de la virgen de su población, en el término donde las aguas del rio le permitieran llegar a tierra firme. Tal hecho acaeció en Alberic, y ahí decidió beneficiar la construcción de la ermita, pasando a ser un lugar de culto utilizado en fiestas señaladas como el Domingo de Ramos, donde la gente de Alberic acude en masa con la tradicional procesión de Bendición de Palmas. A principios de los años ochenta, la espadaña de esta Ermita, se vino abajo y se adoptó una solución tan sencilla como poco apropiada, cubrir con bardos el emplazamiento de las campanas. Dada la imagen de dejadez que la Ermita presentaba, se realiza proyecto de recuperación de la Espadaña, con lo que pretendemos devolverle su aspecto original. Esta obra se ejecuta durante el año 2013, y se consigue recuperar la imagen de la antigua ermita barroca. En la realización de la obra se eliminan todos los elementos añadidos, como el zócalo realizado mediante alicatado, azulejos nombre ermita, todos ellos muy lejos de la imagen histórica del edificio. Se cuenta con el asesoramiento del Profesor D. Vicente Guerola Blay, el cual propone la colocación de una copia de un Lienzo Cerámico de la Virgen de Cullera, y se realiza copia de la veleta metálica, según modelo encontrado en el Cementerio de Alberic, y que se supone como original de la ermita. Tras estos trabajos, al realizar el levantamiento de los enlucidos de las fachadas, tras el altar nos encontramos un par de aspilleras, que tras arduas negociaciones con el Cura párroco, conseguimos dejar vistas, como elementos pertenecientes a la antigua muralla de Alberic, iniciando la búsqueda de los restantes tramos visibles dentro del casco urbano de la población actual. 1.1. aproximación Histórica. Según Antonio Martínez Pérez (Martínez, 1988) y mediante el estudio de los diferentes enterramientos, la migración hacia la Ribera Alta, se produce desde Almería, pasando por la Vega Baja del Segura, por el corredor del Serpis a la Safor, de la Safor por la llanura litoral a la Ribera y Horta, y de aquí a Castellón por vía costera. Todo ello a partir del año 2000 a.C., constituyendo en la Ribera del Xúquer los poblados del bronce inicial. En concreto en el término de Alberic, encontramos el lugar llamado “la coroneta del Rei”, fuera del casco urbano actual. Según varios autores, (Ripollés, 1992), existió población romana dentro de lo que consideramos hoy casco urbano de la población de Alberic, se han encontrado algunos restos de cerámica en la plaza de la Constitución, cedidos al Museo de Alzira, y algunos vestigios en viviendas privadas, dando testimonio de un

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asentamiento permanente. El mayor hallazgo de esta época se encuentra también en lo que fue la población de Benifaraig, hoy desaparecida, donde se encontraron unas balsas de época romana, que se calificaron como balsas empleadas para extraer la fibra del lino, actividad que sería factible, dada la proximidad de la ciudad de Xàtiva, famosa en esa época por confeccionar paños de lino de excelente calidad. Junto a estas balsas se encontraron un pavimento “opus spicatum” y algunas monedas, todo ello datado entre los siglos I-IV d.C. En época visigoda, no hay vestigios en la población de Alberic, aunque si es más que probable el paso de los bárbaros (visigodos), por las antiguas villas romanas de Alberic y Benifaraig, dado que el llamado “Vado de Barraga”, en valenciano “Gual de Barraga”, fue muy utilizado para cruzar el rio Júcar (llamado en época romana Sucro). Este vado era un paso natural de rio, con poca agua y se podía atravesar a caballo. Con posterioridad (S. XIII), las tropas del Rey Jaime I, son citadas en dicho vado para atravesar el río en dirección a la conquista de la ciudad de Xàtiva. Si que podría contribuir a la idea de que existiera un pequeño asentamiento o lugar de paso, estando tan cercana la ciudad de Saetabis (Xàtiva), donde había una sede episcopal. Sería un núcleo de población de cierta importancia muy cercano a Alberic, que sería punto de paso entre dicha ciudad y el norte, es decir en dirección a Valencia. De época visigoda tenemos núcleos o ciudades fortificados en los cuales se encuentran sedes episcopales, y otras fortificaciones menores de tipo castillo, normalmente situadas cerca de las vías de comunicación principales. Como ejemplo de éstas últimas las encontradas en Cullera, Riba-roja ó Elda. Ya en el periodo de Al-Ándalus, la población de Alberic quedó integrada en lo que se llamó “Sharq-Al-Ándalus”, o territorio del este y fueron asumiendo las costumbres, religión, etc.… de los nuevos ocupantes de estas tierras, de manera que a los que se convertían al islamismo se les denominaba “muladíes”. En la zona del término de Alberic, dado que se trata de una zona de tierras fértiles, bajo esta ocupación se mejoró el sistema agrícola, sobretodo el riego, con la realización de numerosas acequias y buen aprovechamiento hídrico, mejorando las casi seguro existentes técnicas romanas, legándonos palabras relacionadas con las obras hidráulicas como: “acequia”, “azud”, “noria”, “aljibe”, etc.., también se cambió el nombre del rio Sucro por el de Xúquer (devastador), como ejemplo del poder de sus aguas.

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El mundo rural en esta época, está formado por comunidades campesinas bastantes fuertes, las cuales pagan un tributo al estado y a las clases dominantes ligadas a ellos, sin ser una dependencia tan fuerte como la feudal imperante en el resto de Europa. Se distingue (Hinojosa, 2002) entre los “rahales”, que serían grandes propiedades urbanas, y las “alquerías”, que serían poblaciones o aldeas que formaban la mayor parte del mundo rural, entre ellas la de Alberic. Del periodo musulmán si encontramos en la población muchos vestigios, como fortificaciones tipo torre, así como la existencia de una alquería y un pequeño castillo. También está documentada la existencia de una mezquita, que siguió en pie como tal y prestando servicio a la población, mayoritariamente musulmana, tras la conquista del Rey Jaime I (s. XIII), hasta principios del siglo XVI, cuando fue transformada en Iglesia Cristiana. Según el “Llibre del repartiment”, el 4 de diciembre de 1238, el monarca concede a Lope Ferrench de Lurcenich la alquería de Alberic, (que dependía administrativamente del término de Alzira, aunque no formaba parte territorial del mismo, teniendo un término propio), añadiendo que se encuentra junto al vado de Barraga, y se dona junto con los hornos y molinos. En el año 1282 la alquería de Alberic estaba en manos de doña Toda García de Yáñiz, viuda del caballero Rodrigo Ortiz de Bresitme. En este año la pone en venta, adquiriéndola Pedro Zapata de Tous, cediéndola a su hijo Ximén Zapata en torno al año 1300. Ese mismo año la vende al Rey Jaime II, a título personal, y por tanto no incorporada a la corona, por un precio de 80.000 “sous valencians”. El 1 de julio de 1308, el rey la vende por el mismo precio de compra, a En Jaume de Romaní, en la escritura de esta venta, ya se alude que se vende “…la torre y alquería de Alberic…”, por tanto debemos anotar que en estas fechas ya tenemos constancia de una torre en la población. Con el rey Pedro IV “el ceremonioso”, Jaume de Romaní se convierte en uno de los nobles valencianos de mayor influencia, encabezando la guerra de la unión contra el rey, lo cual le cuesta la vida (fue decapitado en el año 1344). Con posterioridad el rey le incautó sus posesiones, con lo que Alberic pasa a manos reales. Después de varias ventas y compras de la población, así como añadidos de otros pequeños núcleos de población por diferentes propietarios como Benifaraig, Alasquer,

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Alcocer, etc., queda conformada la Baronía de Alberic, y el 5 de Julio de 1489, es adquirida por el Cardenal Pedro González de Mendoza. El Cardenal adquirió la baronía de Alberic por mediación de Don Luís de Santángel, escribano de los Reyes Católicos por esta época, el cuál recomendó la compra de Ayora, Alberic y Alcocer, y fue la persona en la que confió el cardenal para realizarla. La venta tuvo lugar el 5 de julio de 1489, en la que por el precio de 134.000 timbres moneda real de Valencia (1 timbre=10 sueldos valencianos), el Cardenal adquiría Alberic, Alcocer, Alásquer, Gabarda, la Foyeta, Benifaraig y Rafalet. Tras la compra, incrementa la población de Alberic y Alcocer, mediante ciudadanos musulmanes de Vera (Almería), siendo la misma reina Isabel la que escribe una carta de su puño y letra el 24 de octubre de 1489 (meses tras la compra), para que el batlle general de Valencia Diego de Torres, favoreciese dicha expedición (Giménez, 1987). El Cardenal tuvo tres hijos de dos mujeres distintas, Rodrigo (Díaz de Vivar y Mendoza) y Diego (Hurtado de Mendoza y Lemos), de Doña Mencía de Lemos, y Juan Mendoza de Inés de Tovar. Recibió la cédula de la reina en el año 1487 para poder instituirles mayorazgos Tras recibir el reconocimiento de sus hijos, tanto de las autoridades civiles (Reyes Católicos), como eclesiásticas (Papa Inocencio VIII). En 1491 instituyó el mayorazgo del Zenete a favor de su hijo Rodrigo, el cual tomo posesión en 1492, por lo que Rodrigo (Díaz de Vivar y) de Mendoza, pasaba a ser Marqués del Zenete, quedando como señor de la baronía de Alberic (Arnau, 1997). El siguiente propietario de la baronía de Alberic, fue Mencía de Mendoza, como legítima heredera, que casó con Enrique de Nassau camarero de Carlos I de España. Tras enviudar, Mencía casó en segundas nupcias con D. Fernando de Aragón, duque de Calabria y Virrey de Valencia. En ninguno de sus matrimonios tuvo descendencia, y el 4 de enero de 1554, fallecía siendo enterrada a los pies del sarcófago de sus padres. Todos los bienes de Mencía de Mendoza, pasaron a su hermana María de Mendoza, que contrajo matrimonio con D. Diego Hurtado de Mendoza, hijo y heredero del duque del Infantado, momento en que la baronía de Alberic, pasa a formar parte de las posesiones del Infantado. Esta situación se prolongaría hasta el siglo XIX, cuando mediante la intercesión del Diputado a Cortes en Cádiz, D. Antonio Lloret, vecino de la localidad, y tras largos pleitos se logró la incorporación de la villa de Alberic a la Corona. 2. Amurallamientos, fortificaciones en la ribera del Júcar. En la comarca de la Ribera Alta del Júcar, existen múltiples restos de fortificaciones y amurallamientos. Algunos de mayor importancia como el caso de la villa de Alzira,

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Figura 2. Página anterior, Retrato Cardenal Mendoza. Anónimo. Catedral de Guadix. Arriba, rostro de Rodrigo de Mendoza, rostro Rodrigo de Mendoza, I Marqués de Zenete. Mausoleo Convento Santo Domingo de Valencia.

donde se han recuperado algunos tramos del lienzo de muralla de época islámica, siendo restaurados como podemos ver en las ilustraciones. Alzira fue en época musulmana una pequeña capital administrativa, equidistante de las mayores ciudades del momento. Además, debemos recalcar su estratégico emplazamiento de la ciudad musulmana, rodeada por un gran meandro del rio Júcar, quedando como una isla fluvial, y por tanto una protección añadida al contar con una barrera natural. En esta época, el Júcar era navegable desde Cullera, y el acceso a la ciudad se realizaba mediante puentes o barcas. Esta situación respecto al río Júcar, propició problemas de inundaciones, que según los estudios arqueológicos empezaron a partir del siglo XI, y que han seguido registrándose hasta el siglo XX, donde la riada de 1982 inundó todo el casco urbano. Según algunos autores, (Butzer, Miralles, Mateu, 1983), dado que en época islámica no eran preocupantes las riadas, las murallas también realizaban funciones de protección frente a las avenidas del rio. La muralla islámica, está realizada en torno a los siglos XI y XII, mediante encofrados de piedra y mortero de cal, con cajones de medidas 2,30 m. de longitud por 2,30 m. de ancho y 0,85 m. de alto. En época cristiana, se aprovechó parte de la antigua muralla y se realizó otra en torno a los siglos XVI-XVII, con encofrados compactos de piedra y mortero de cal con cajones de 4,10 m. de longitud, por 1,90 m. de ancho y 0,90 m. de alto (Ferrer, A.A.V.V., 2002). Durante el siglo XVIII, se proyectaron nuevos amurallamientos de la villa de Alzira, que quedan reflejados en el plano de 1721 conservado en el Archivo Militar y en el museo Municipal de Alzira, donde podemos ver que se proyectan diferentes baluartes defensivos.

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Además de estas potentes murallas, de la ciudad de mayor población de la comarca, también podemos encontrar diferentes muestras de restos de fortificaciones, como son las torres, en su mayoría de origen árabe, que generalmente formaban parte de alguna fortificación o castillo, como la desaparecida de Alberic. Podemos encontrar algunas en diferentes poblaciones de la Ribera Alta como Alfarb, Almussafes, Antella, Benifaió, etc., denotando el tipo de defensas para una zona que no se consideraba fronteriza, pero si zona de vigilancia ante posibles incursiones enemigas. En época islámica formaban el cinturón de vigilancia de Valencia, ciudad llamada en esa época Balansiya. Posteriormente en la conquista de Jaime I, en el “Llibre dels fets”, nos relata que estas torres son los ojos de la guardia de Valencia, y en algunos casos, tras la conquista de alguna de ellas ordenaba su derribo, evitando que los musulmanes las volvieran a utilizar. La torre de la plaza de Benifaió, por ejemplo, dados los hallazgos arqueológicos encontrados, es una torre claramente musulmana, construida mediante la técnica del tapial, de planta cuadrada que va disminuyendo en su anchura a medida que aumenta su altura. La edificación consta de cuatro plantas, con una altura total de 22.80 m. hasta las almenas. Los muros tienen una anchura de 1,30 metros, y en ellos podemos ver dos aspilleras por planta y cara de la torre, existiendo en planta baja, solamente el acceso a la torre.

Figura 3. Lienzo de muralla rehabilitado, junto a la Avenida Luis Suñer en la población de Alzira.

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Figura 4. Torre islámica en la plaza de la población de Benifaió, junto a la casa consistorial.

También en la población de Benifaió tenemos la torre Mussa, situada a las afuera de la población. Tiene una altura de 15,20 m., con una base de 10,50 m. de lado cuadrado. La base está construida de piedra, recubierta con mortero, y las tres plantas superiores están realizadas mediante tapial. No dispone de aspilleras y algunos estudiosos dudan de su utilidad bélica, dada su disposición interior y los numerosos huecos recayentes al exterior. Estos huecos están realizados mediante ventanas rectangulares y con materiales cerámicos, formando una cruz.

En la población de Almussafes también tenemos una construcción de este tipo, la torre Racef, según el Catálogo de Monumentos de la Comunidad Valenciana, está datada entre los siglos IX y XI, siendo fácil la comunicación mediante señales con las torres antes comentadas, y las cercanas de Alginet, Picasent y Llombai. Está construida en tapial, básicamente de tierra y piedra con una costra de cal, y las agujas tienen una separación en altura de 85 cm. Su planta es cuadrada de 9 metros de base, que disminuye hacia la primera planta a 5 metros de altura. Tiene cinco plantas, la última con almenas, siendo ésta última planta de características diferentes y por tanto podría ser un añadido posterior. El acceso a la torre está situado a 4 metros sobre el nivel del suelo, lo que confirma su carácter defensivo, así como las ventanas saeteras abocinadas en las plantas tercera y cuarta. En la población de Alfarb, encontramos otra torre cuadrada, con posible origen musulmán, pero su curiosidad es que en la planta baja se han encontrado lápidas de origen romano (en una de ellas se lee “Hércules Invicto”). Formaría parte del antiguo castillo de Alfarb, y por la técnica constructiva empleada, argamasa y mampostería, podría tener un origen posterior y los elementos encontrados ser elementos reutilizados. Este modo de proceder era usual en diferentes momentos históricos ante la falta de materiales de construcción. Actualmente está rodeada de viviendas en el casco urbano de la población, como podemos ver en la parte izquierda de la Fig. 5. En la esquina inferior podemos ver detalle desde la azotea de la vivienda que la rodea.

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En la cercana población de Llombai, también encontramos una torre, la “torre Aledua”, fortificación probablemente del siglo XII. Esta torre está situada en la antigua población que le da nombre (Aledua), hoy abandonada, y a unos 4 kilómetros de la población de Llombai. Formaría parte del antiguo castillo de Aledua, situado sobre una prominencia rocosa. Hoy nos aparece sin uso y abandonado, lo que conlleva un progresivo deterioro. En la población de Antella, cercana a Alberic, también tenemos un elemento muy parecido al de Alfarb, pero con mayor volumen conservado. La torre de Antella, la tenemos situada dentro del casco urbano de la población y rodeada de viviendas. Situada frente a la iglesia parroquial, formaba parte de la antigua casa-palacio del señor de Antella. La torre está situada en el centro de la edificación y rodeada por todos sus lados. Hoy en día, la torre se encuentra dentro de una vivienda particular. La primera planta, tras su pasado defensivo, parece ser que ha quedado integrada en la vivienda como una dependencia más, y por tanto era utilizada como granero, según documentos del año 1539. Su origen parece ser musulmán, como todas las anteriormente mencionadas, de base prácticamente cuadrada (6 x 5.60 metros), con muros de 1.25 metros de espesor y una altura de 32 metros. En la Fig. 5, a la derecha, podemos ver los diferentes materiales empleados en la torre de Antella, así como los restos de construcciones circundantes. Las plantas bajas estarían realizadas en mampostería y ladrillo, y las superiores mediante ladrillo

Figura 5. Ejemplos torres en casco urbano: 1) A la izquierda Torre de la población de Alfarb, rodeada de viviendas, en pleno casco urbano de la población. 2) Centro, vista desde la azotea. 3) A la derecha Torre de Antella, situada dentro del casco urbano de la población que le da nombre.

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cerámico, con la realización de algunas cornisas que denotan una cierta búsqueda del ornamento exterior. También se aprecian improntas de restos de tejados inclinados, pertenecientes a viviendas antiguamente adosadas a la torre. Finalmente, como muestra de fortificaciones en la Ribera del Júcar, tenemos los restos del que fuese Castillo de Castelló y del castillo de Tous. Respecto al primero, el castillo de Castelló ó Castellet, se tomó como base del campamento del Rey Jaime I (s. XIII), para el asalto a Xàtiva. Este castillo no fue muy grande atendiendo a los pocos restos que nos han llegado. Su mayor valor fue estratégico, dado que estaba muy próximo al vado de Barraga (situado en término de Alberic), siendo como hemos comentado anteriormente, el único lugar donde en el curso medio del Júcar se podía cruzar a pie y a caballo, por tanto con gran valor militar. Este castillo, realizado en época musulmana, fue mandado derribar por el Rey Pedro IV de Aragón, (“El del punyalet”), en la primera mitad del año 1358, para evitar que cayera en manos enemigas, que en este período eran las tropas castellanas de Pedro I, (“El Cruel”). (Ribes, A.A.V.V., 2002). En cuanto al castillo de Tous, también con pocos restos conservados, está situado cerca de donde hoy se ubica el Pantano de Tous. El pantano, cubre lo que fue hasta los años ’70 el pueblo de Tous, hoy trasladado. La torre de esta fortificación, el elemento actual más singular, se encuentra situada a unos doscientos metros del castillo, con planta triangular, y levantada sobre una edificación anterior. Según diversos autores, (Pons, 1995), tras la conquista en 1244, quedó todavía en manos musulmanas, siendo recuperado finalmente por los cristianos en el año de 1277. Los restos de estos dos últimas fortificaciones-castillos, dado su abandono, nos sugieren más una bella postal, o bonita fotografía que una verdadera fortaleza defensiva, tal como fueron en otros períodos históricos. 3. Amurallamientos, fortificaciones en Alberic. En la población de Alberic, nos encontramos tal como referíamos al principio, restos de amurallamientos, y también algunos documentos gráficos que nos muestran la existencia de alguna torre defensiva que ha existido a lo largo de la historia. El encuentro realizado en la mencionada Ermita de la Virgen de Cullera, nos remite a un documento gráfico, realizado por el Teniente Coronel de Ingenieros D. Francisco Belda, en el año 1839. En el observamos (coloreado por el autor), la muralla antigua existente, en color rojo, y la que se propone realizar en 1839 en color azul.

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Figura 6. Plano Alberic 1839, donde apreciamos en color azul la muralla que propone el Tte. Coronel Francisco Belda, como fortificación de la población, y en color rojo, la muralla existente con anterioridad.

En el plano podemos apreciar el núcleo urbano de la época, así como también la ubicación de la Ermita de Santa Bárbara, ubicada en la “Montanyeta”, pequeño montículo exterior al casco urbano, auténtico jardín y pulmón verde de los ciudadanos de Alberic. En la Fig. 6, observamos la muralla más antigua de color rojo, donde se encuentran las dos aspilleras halladas en el muro de la ermita cuando se realizó la restauración. (Remarcado con círculo de puntos color verde). En mitad del círculo de puntos, el pequeño cambio de dirección que observamos en la muralla es la pared posterior de la Ermita de la Virgen de Cullera. Constatamos que se construyó la ermita, utilizando parte del lienzo de muralla ubicado en esa zona. El inicio de las fortificaciones en la población de Alberic no está realmente documentado, puesto que aunque existen vestigios arqueológicos de asentamientos anteriores al siglo XI, no tenemos noticias de fortificaciones.

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Figura 7. Imagen de la izquierda: Aspilleras halladas en la restauración de la Ermita, tras el altar. Imagen de la derecha: Vista del interior de la Ermita y las aspilleras.

Tal como hemos citado, la venta de una torre y la alquería de Alberic a Jaume de Romaní por parte del Rey Jaime II en el año 1308, sería la primera noticia de una pieza fortificada en la población. Según Vicente Giménez Chornet, (Giménez, A.A.V.V., 2002). Esta torre será el germen del castillo o palacio del noble feudal de la población. Este castillo estaría rodeado de una muralla que separaría a los habitantes cristianos alojados en su interior, de la población musulmana, que siguió siendo mayoritaria en la población hasta el siglo XVII (1609), cuando fue expulsada. Por tanto, en la población existían dos cinturones defensivos, el primero el del castillo, interior, y un segundo, que recogería la totalidad de la población exteriormente. En el castillo desarrollaban sus actividades la población cristiana, teniendo capilla propia para su servicio, puesto que fuera de las murallas del castillo, en la plaza de la población se encontraba la mezquita. De este castillo solo ha llegado hasta nuestros días la cisterna, que en épocas posteriores fue utilizada como elemento de abastecimiento de agua a los habitantes hasta principios del Siglo XX.

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En cuanto al cinturón defensivo exterior que protegía a la totalidad de la población, las primera noticas las encontramos en la época en que es señor de Alberic D. Rodrigo de Mendoza, I Marqués de Zenete, del que se nos refiere (March, 1951), “…reforzó sus defensas; Conde del Cid, puso en eficiencia la fortaleza de Jadraque, Señor de las Baronías de Alberique, de Ayora y de Alcocer, las fortificó y proveyó de armas y de hombres, sin faltar artillería. Lo mismo hizo en la Calahorra.”. A tenor de estas noticias, parece que durante la revuelta de las Germanías, se vio obligado a proteger a la población, y realizó en torno al año de 1521, fortificaciones en las poblaciones citadas. Por otra parte, tenemos el hecho de que el 16 de Junio Figura 8. Restos de muralla todavía a la de 1520, el Virrey de Valencia, D. Diego vista 1-Vivienda calle Poeta Badenes 2Hurtado de Mendoza, hermano del Ermita Virgen Cullera 3-Muro Lavadero Marqués de Zenete, dejó en Alberic como 4-Vivienda calle Pescadería. guarnición un capitán y 600 hombres, dada la situación estratégica entre Alzira y Xàtiva de la población. La guarnición fue aniquilada por los agermanados, (Martí, 1987). El 29 de Marzo de 1522, un personaje de los agermanados, llamado “El Encubierto”, hizo una incursión en Alberic, y según Martí Soro: …”Se dirigió desde Játiva a Alberique, pasando por Castelló y Alcocer al mando de 1.000 hombres de las milicias agermanadas de Alzira, trabándose un combate dentro del casco urbano de Alberique entre los agermanados y las tropas moriscas del señor de la población…”(Martí, 1987). A tenor de estas informaciones, si es cierto que Alberic tenía situación estratégica en tiempos de la Guerra de las Germanías, y se nos cita que es una ciudad con una cierta fortificación, realizada por su Señor, y donde el combate enunciado se produce dentro de esta fortificación. Del año 1839, misma fecha del plano de la Fig. 6, se ha consultado un testamento, proporcionado por el propietario de una de las viviendas que poseía el Duque del Infantado en la población. En dicha propiedad, en la parte trasera de la vivienda sita

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Figura 9. Vista tres lienzos de muralla todavía en pie, a la izquierda 1-Vivienda Poeta Badenes, en el centro 2-Lavadero, y a la derecha 3-Vivienda calle Pescadería.

en la calle Poeta Badenes nº 37, tenemos un resto de muralla, quedando cerca del encontrado en la ermita. En dicho testamento, refiriéndose a la propiedad, se dice que: “…el 21 de Diciembre de año 1839…” al describir los vecinos: “…Y sus lindantes .… por las espaldas con la muralla y foso…”, por tanto nos describe la existencia de un amurallamiento y un foso. Hoy todavía es visible el gran desnivel existente, entre el lienzo de muralla, y las construcciones existentes colindantes en esta parte trasera. Este tipo de amurallamientos, fueron bastante comunes durante el S. XVI, consistiendo en obras defensivas no destinadas a usos militares, de manera que su función consistía en proteger a los habitantes de las gentes ajenas a la población, (Arciniega, 1999), en la mayoría de ciudades de los moriscos, en el caso de Alberic de cristianos de otras localidades. Tenemos que valorar la situación dado que a principios del siglo XVI (año 1503), los piratas argelinos asaltan Cullera, quemando edificios y asesinando a personas. Este hecho se repitió en 1532, de manera que se pidió ayuda al Rey Carlos I. La nobleza propietaria de diferentes lugares, protegió sus posesiones, como hemos visto en Alberic por parte del Marqués de Zenete, y en Oliva, Murla y Mascarell por parte del Conde de Oliva, Estas murallas de Mascarell siguen en pie, rodeando la población, y están realizadas mediante piezas cerámicas y tapial, y fueron levantadas en 1553, (GómezFerrer, 2002). 4. Conclusiones. Los restos de muralla descritos, formaban parte de un amurallamiento de la población de Alberic. Por su forma y materiales de construcción no es una muralla muy efectiva militarmente ante un asalto, pero sí que tendría su función de aislamiento de la población. Las murallas que se realizan en la zona marítima de Cullera, ante el temor a los ataques de los moriscos serían mucho más efectivas. Este temor a los moriscos conlleva en el año 1547 a una gran cantidad de gente de la construcción trabajando en las fortificaciones de diferentes ciudades, todo ello por temor al pirata Barbarroja.

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En estas fechas se produce una inmigración de maestros de obra de otros lugares, (Arciniega, 1999). Excepto el caso de grandes ciudades, y temor a grandes armadas, las defensas de las ciudades eran mucho más modestas y atendían a otros fines, como defensa contra bandoleros, capacidad de cerrar la población, bien por la noche, o en tiempos de peste y otras necesidades, así como para el control de paso y cobro de peajes.

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The Morro Castle of Santiago de Cuba. History and management of a Spanish fortress in the Caribbean El Castillo del Morro de Santiago de Cuba. Historia y gestión de una fortaleza hispana en el Caribe Elsy Zaldívar HISTORIADORA E INVESTIGADORA CUBANA, MÁSTER EN MUSEOLOGÍA POR LA UNIVERSIDAD DE ORIENTE Y MÁSTER RESTAURACIÓN Y REHABILITACIÓN DEL PATRIMONIO POR LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ, DOCTORANDA EN LA FACULTAD DE ARQUITECTURA DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ. elsyamina@yahoo.com

EN

Abstract The Morro Castle San Pedro de la Roca built around 1638, is the main element of the defensive system of Santiago de Cuba throughout the colonial era, their typological features and masterful adaptation territory in which it was erected marking the appearance of one of major bastioned fortresses of the colonial period. Their values made it possible for the UNESCO inscribe on the List of World Heritage in 1997 set up a heritage of extraordinary beauty, where history and architecture as unavoidable model Renaissance fortress in the Caribbean is integrated with nature, highlighted by lush vegetation and irregularities of Santiago Bay. Resumen El castillo del Morro San Pedro de la Roca construido hacia 1638, constituye el principal elemento del sistema defensivo de Santiago de Cuba en toda la etapa colonial, sus características tipológicas y su magistral adaptación al territorio en el que fue erigido marcan la fisonomía de una de las principales fortalezas abaluartadas del periodo colonial. Sus valores hicieron posible que la UNESCO lo inscribiese en la Lista del Patrimonio Mundial en 1997, por constituir un conjunto patrimonial de extraordinaria belleza, donde se integra la historia y la arquitectura como modelo ineludible de fortaleza renacentista en el Caribe con la naturaleza, resaltada por la exuberante vegetación y las irregularidades de la bahía santiaguera. Keywords: morro castle; fortifications; antonelli; bastion. Palabras clave: castillo del morro; fortificaciones; Antonelli; abaluartado.

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La arquitectura militar en América está determinada por diferentes etapas históricas, estuvo dominada durante cuatro centurias por España, y se convirtió en la respuesta para mantener sus dominios de ultramar ante el peligro inminente de otras potencias europeas. El descubrimiento de América y las acciones posteriores emprendidas para su conquista y colonización, posibilitaron la irrupción indetenible de la cultura occidental, al tiempo que revolucionaron el panorama socioeconómico, político y cultural apoyado en la acción decisiva de la espada y la cruz. La corona española basó este proceso de expansión en la fundación y desarrollo de poblaciones que rápidamente se convirtieron en bases de operaciones y enclaves de poder para facilitar el manejo del territorio en cada radio de acción. Las rebeliones de los indios y la aparición de otras potencias europeas, con clara apetencia de dominios y riquezas, pusieron en peligro la seguridad del vasto imperio al armar, alentar, y proteger a infinidad de corsarios que invadieron los mares americanos y especialmente los del Caribe. Los conflictos de las casas reales europeas, desatados a raíz de la firma del Tratado de Tordesillas de 1494, generaron un sistema defensivo de primer orden que abarcaba las ciudades costeras donde la Gran Flota de Indias tocaba puerto, y otro secundario en las ciudades costeras donde se realizaba el comercio de cabotaje. Las teorías renacentistas aplicadas a edificios defensivos se pusieron en práctica bajo la conducción de un grupo destacado de ingenieros militares. (Torres Cuevas 2001, 278). La ruta marítima de España a la región del Caribe y al Golfo de México fue muy importante y tuvo una gran connotación histórica y cultural, condicionada por el factor geográfico que incidió en su creación. Por esta ruta transitaban los convoyes de la Flota comercial, escoltados por la armada española, desde los puertos de Cádiz y Sanlúcar a los principales puertos de escala de la región como San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Puerto Cabello, Santa Marta, Cartagena de Indias, Portobelo, Panamá, Veracruz, San Agustín de la Florida y La Habana; desde la cual partían las embarcaciones hacia España. La importancia de esta ruta estriba en su carácter comercial, por los productos que transportaban para intercambiar con las colonias españolas y por sus funciones portuarias que generaron la fundación de numerosas ciudades, en sitios con bahías de gran capacidad para la escala y trasbordo de la Flota comercial y condicionaron el surgimiento de un sistema defensivo funcional y de gran alcance.

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La ubicación geográfica y estratégica de Cuba en el Caribe, le otorgó el privilegio de ser uno de los centros comerciales hispanos más importante de la región a partir del siglo XVI, razón que propició la concentración de un fuerte dispositivo militar como el de pocas colonias en América. Durante el siglo XVII el denominado Viejo Mundo tuvo conciencia de la magnitud de las nuevas tierras descubiertas y de su riqueza siendo testigo de la aparición y consolidación de un nuevo orden internacional en Europa, donde las guerras fueron una constante del que ha sido denominado el Siglo de Hierro. España se vio obligada a proteger sus nuevos dominios y dio vida a uno de los más impresionantes sistemas de defensa que se haya visto hasta entonces, por su alcance, concepción integral unitaria, y diversidad técnica y formal. De esta manera, propició un dinámico acontecer constructivo que se inició prácticamente en el siglo XVI y cesó a finales del XIX, cuando se cerró el capítulo del imperio español en América con la guerra Hispano-Cubano-Norteamericana. Las fortificaciones cubanas tienen un gran valor histórico por la diversidad de sus tipologías y por su monumentalidad, en ellas se sintetiza la evolución de la arquitectura militar en Hispanoamérica; sus estructuras constructivas fueron cambiando en la medida en que las armas de fuego se desarrollaron, sobre todo con el uso progresivo del cañón. Desde el siglo XVI hasta mediados del XIX las fortificaciones defendieron ciudades como La Habana, centro del poder político y económico de Cuba; Santiago de Cuba, segunda ciudad en importancia en la Isla; Trinidad, exportadora de los productos de la región central y Matanzas, estimable productora de azúcar en el mundo. También se defendió Baracoa, Cienfuegos, Guantánamo, Mariel, Cabañas y Bahía Honda, agraciadas por sus magníficos puertos, se pretendió en todo momento garantizar la estabilidad del comercio colonial y proteger a las plazas portuarias del contrabando, el corso y la piratería que se ejercía a través del mar. (Blanes 1989, 32) Las fortificaciones del Caribe, el Golfo de México y la mayoría de los sistemas defensivos creados en otras regiones del mundo estuvieron conformadas por diferentes tipologías militares. De tal manera, que las estructuras abaluartadas, funcionaron en conjunto con otras tipologías que sirvieron de complemento. Estas estructuras se concibieron adecuadas a la evolución de la tecnología armamentista, en sitios estratégicos, y con una relación activa entre sí para formar un sistema funcional, constituyéndose en un proyecto global de defensa del territorio.

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Ingenieros militares de prestigio y procedencias disímiles, participaron en esta obra constructiva, destacándose Bautista Antonelli, Juan Bautista Antonelli, Cristóbal de Roda, Juan de Císcara, Antonio de Arredondo, Agustín Crame y otros de reconocida capacidad técnica, que crearon en América una obra monumental. Las más relevantes fueron las fortificaciones abaluartadas, de estas obras se construyeron varias en la Isla, la ciudad de La Habana conserva sus mejores ejemplos en el castillo de la Real Fuerza (1558), primero de este tipo en América; el castillo de los Tres Reyes del Morro (1589), principal defensa de la ciudad hasta mediados del siglo XVIII; el castillo de San Salvador de la Punta (1590), la fortaleza de San Carlos de la Cabaña (1763), excepcional por la influencia del ingeniero francés marqués de Vauban. En la ciudad de Matanzas se levantó el castillo de San Severino (1693), buen ejemplo de planta cuadrada y el castillo de San Pedro de la Roca del Morro (1638), colosal obra situada a la orilla del mar Caribe y en la entrada del puerto de Santiago de Cuba, en esta ciudad también se levantó el castillo de San Francisco (1663). Santiago de Cuba fue fundada en 1515 por Diego Velázquez (1465-1524), al fondo de una profunda y resguardada bahía en la costa suroriental de la isla de Cuba, cercana a La Española. Fue la Capital efectiva de la isla, a partir de 1522, donde radicaba el teniente gobernador y la sede del Obispado, en 1607 pasó a ser la ciudad principal del Departamento Oriental, y La Habana se convirtió en la capital de la Isla. A partir de su fundación y durante los primeros años de la colonización fue el principal centro de actividades para los conquistadores, poseía una estratégica posición geográfica en la parte suroriental de la isla, por lo que su defensa despertó un gran interés en la corona española, sobre todo ante la reiterada presencia de piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros de origen holandés, inglés y francés que constantemente asolaban el Caribe, llevándola a concebir un sistema defensivo que la protegiera. Fue la última de las siete primeras villas fundadas y a partir de ese mismo año se mostró el interés y la necesidad de realizar una fortaleza que cumpliera las funciones defensivas necesarias para la ciudad más importante del oriente de la isla. El Castillo de San Pedro de la Roca del Morro fue la primera obra que se construye correspondiente con el sistema fortificado para la defensa de la bahía. El ingeniero Juan Bautista Antonelli, de acuerdo con sus principios constructivos y siguiendo los

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diseños familiares proyectó una planta ajustada al terreno, a él corresponde el diseño de la planta originaria y quizás alguna corrección de la traza en los años subsiguientes. Las obras del castillo realizadas durante la primera mitad del siglo XVII sirvieron para que el mismo fuera documentado gráficamente en uno de los primeros planos que se conocen del entorno de la bahía, como es el caso del plano de Pedro Bravo del 22 de abril de 1651, localizado en el Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba y que no solo incluye las fortificaciones de la bahía, sino también el fuerte de Aguadores y la catedral en la ciudad. El concepto de adaptación de la construcción de la fortificación al terreno se evidencia por la construcción del castillo en el promontorio rocoso a la entrada de la bahía, con terrazas labradas en la roca que se superponen y enlazan mediante rampas y escaleras. Su adaptación a un relieve desigual, determina la existencia de un frente de tierra ubicado aproximadamente a 70 metros sobre el nivel del mar y al mismo tiempo un frente de mar a 10 metros de altura. Posee características de dos estilos arquitectónicos, que se observan en el espesor de los muros, hermeticidad de los locales, escasos vanos, techos abovedados, además de poseer una fachada hundida y achatada, con simetría en los bloques, puente levadizo y un foso seco. El resto del siglo XVII puede catalogarse de controvertido en la historia de la fortaleza, sobre todo por la poca efectividad de la construcción inicial con su torre y la plataforma baja diseñada por Antonelli, a pesar de lo cual, la presencia de la fortaleza en la entrada de la bahía consiguió ahuyentar las naves enemigas que nunca lograron penetrarla. Sin embargo, en 1662 los ingleses, al mando de Christopher Myngs, obviaron la entrada de la bahía y penetraron a tierra por la ensenada de Aguadores a poca distancia de la fortaleza, tomaron la ciudad y luego el Castillo del Morro que no fue defendido, días después las hordas enemigas se retiraron y dejaron la población destruida y demolidas las defensas. Este ataque puso en evidencia la fragilidad defensiva de la ciudad, su vulnerabilidad estuvo dada a causa de la carencia de fortificaciones y la poca atención que se le prestaba a las ya existentes. El 21 de julio de 1663 el Mariscal de Campo Juan Bravo de Acuña gobernador interino de Santiago escribió al Rey solicitando ayuda para la reedificación de la

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ciudad y el Castillo que habían sido devastados por los ingleses (AGI.Santo Domingo, 455, f18), un mes después el Rey le contestaba: “(…) He resuelto que el castillo de la ciudad de Santiago de Cuba se vuelva a reedificar regularmente de manera que quede en total defensa y que los enemigos no tengan facilidad de volver a ocuparle y así os mando ejecuten en todas las fortificaciones que hallares de convenir.(…)” (AGI.Santo Domingo, 455, f22) El ataque de los ingleses hizo que la Corona adoptara otra actitud en cuanto a la necesidad de continuar reforzando las defensas de Santiago como frontera, entre los dominios que Francia e Inglaterra poseían en el Caribe, y éste sería la premisa que sostendrían los gobernadores de la ciudad para recabar mayor atención y recursos. El hecho de que el Castillo fuese tomado tan fácilmente por los ingleses entrando por tierra demostró que para la defensa de la plaza no sólo era importante fortificar la boca del puerto, sino también el interior de la villa. En el año 1663 el gobernador Pedro de Bayona, durante su segundo mandato y con la ayuda del ingeniero militar Juan de Císcara, redefinió el trazado reticular de Santiago de Cuba y sus defensas, para lo cual solicitó apoyo inmediato a la metrópoli. La reedificación del Castillo demoró mucho tiempo, pues a pesar de los esfuerzos no resultó nada fácil reunir los fondos necesarios para las obras que fueron emprendidas por el ingeniero, quien reconstruyó las tan necesarias plataformas cercanas al nivel del mar. Proyectó también a la entrada del puerto la fortaleza de La Estrella, así como la de Santa Catalina y el Castillo de San Francisco en el interior de la Ciudad, dándole mayor estabilidad a la población. (Orozco 2005, 6) En la documentación de la época aparece la confirmación de Don Juan de Císcara en 1669 respecto a la crítica situación de la ciudad y sus defensas, encontrándose en estado ruinoso todo el Castillo del Morro y el resto de los componentes. Un año después refiere, que a pesar de la situación, eran identificables algunos espacios como la plataforma del Santísimo Sacramento, almacenes de víveres y municiones, plazas de armas y la plataforma cercana al agua, reconociendo en ellas la presencia de algunas piezas de artillería para la defensa. (AGI.MP-SD, 63, 66 BIS y 555, f.76). Durante toda la década del 70 del siglo XVII se repite una y otra vez la correspondencia de los gobernadores de Santiago de Cuba al Rey solicitando

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recursos para la terminación de las obras pues no se contaba con seguridad en la ciudad. Además de ello en 1678 un fuerte terremoto afectó a las fortificaciones y los avances que se habían conseguido resultaron en vano, haciendo aún más crítica la situación. La recuperación sólo se empezó a ver luego de una década, con el gobierno de Juan de Villalobos y con la actuación del Maestro mayor Francisco Pérez, de origen santiaguero, quien con un gran dominio técnico logró poner orden en las defensas de la Ciudad a partir de 1691. Durante el gobierno de Villalobos se fabricaron y reconstruyeron varios compartimentos y recintos de la fortaleza, sobre todo hicieron especial énfasis en la parte de los muros exteriores que conformaban los límites del recinto, aunque “en muchas partes está casi fenesida la altitud de sus murallas”, llegando a concluir 6374 varas y que faltaban por hacer 4751 varas, según mediciones y dictamen realizado en 1692 por el Maestro Mayor Francisco Pérez. Hacia 1694 el Rey ordenaba al Virrey Conde de Galve, en México, que enviara los situados necesarios para concluir la reparación de las fortificaciones de Santiago de Cuba y otras ciudades de la isla. (AGI.MP-Santo Domingo, 105 y AGI. México 61, R.1, N.14) El siglo XVIII se caracterizó por las luchas de España contra la política expansionista de Gran Bretaña, lo que justifica el fortalecimiento militar de las colonias en el Caribe, y los grandes recursos económicos empleados para esta empresa que debía asegurar el predominio Hispanoamericano, la política de Carlos III favorece económicamente a las colonias, al liberar las trabas comerciales entre América y las naciones europeas. Otros acontecimientos históricos también favorecen a las colonias, como la Revolución de Independencia Norteamericana y la Revolución Industrial en Inglaterra. Este siglo se considera, como el siglo de oro de las fortalezas militares en Cuba, pues a pesar de haberse construido en años anteriores fortificaciones majestuosas, fue en éste, en el que se modernizaron las ya existentes con los nuevos avances de la estrategia militar de la época. Nunca antes la corona española había dedicado tan cuantiosos recursos económicos a la construcción de fortificaciones. Tamara Blanes (2001, 71) asevera que el desarrollo de las armas de fuego y la poliorcética de esa época provocaron un cambio en el trazado de las disposiciones de las fortificaciones, en las que predomina la forma atrincherada y protegida con innumerables obras exteriores de carácter de avanzada.

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El siglo XVIII es una de las etapas mejor documentadas gráficamente del sistema defensivo de Santiago de Cuba, en ello desempeñaron un papel fundamental Francisco Pérez y el ingeniero Juan Martín Cermeño. En esta etapa se experimentó la modernización de cada una de sus estructuras, adaptándolas a los avances de la estrategia y técnicas militares de la época, con el claro objetivo de proteger al territorio de la amenaza de la flota británica que ya se encontraba posesionada en el Caribe. El nuevo cambio de la correlación de fuerzas en el Mar Caribe, dado por la presencia de territorios bajo el dominio francés, inglés y holandés, provocó una modificación sustancial de la estrategia de protección de las ciudades, pues en esta época disminuyeron las incursiones menores de piratas y corsarios, y aumentaron los grandes enfrentamientos de las fuerzas navales y terrestres. Estas fuerzas suficientemente entrenadas eran capaces de maniobras militares complejas y más amplias, que incluían la posibilidad de realizar ataques por tierra con desembarcos en puntos alejados del objetivo final. La dirección militar española reaccionó con relativa rapidez, construyendo un sistema de fuertes que cerraba toda la costa santiaguera. En la segunda mitad del siglo XVIII, el sistema defensivo de Santiago de Cuba sufrió grandes transformaciones, se modernizan las edificaciones construidas, acorde con los avances de la estrategia militar de la época, y se erigen nuevas obras arquitectónicas para defender las costas, convirtiendo la ciudad en un lugar invencible para rechazar ataques británicos. La fortaleza San Pedro de la Roca alcanzó en este siglo gran solidez, seguridad e inexpugnablilidad; en la edificación se realizaron transformaciones constructivas de envergadura y se le añadieron obras de avanzada, pero su fisonomía no sufrió transformaciones. Muestra de ello es que hacia 1741, iniciada ya la guerra entre España e Inglaterra, la escuadra del Almirante Vernon asedió a distancia la boca del puerto, y no se atrevió a una acción más directa por lo imponente de las obras defensivas; de igual forma procede en 1747 el almirante Charles Knowless, fuerza que también fue rechazada por las baterías del Morro. En la fortaleza hacia 1756 se continúan realizando modernizaciones y ampliaciones, y es en esta fecha cuando se proyecta su capilla. (AGI. SD-MP, 301).

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Después de 1762 se lograron verdaderos resultados en el Castillo del Morro, como el aumento de espesor de los muros, los parapetos y los merlones; se reconstruyeron las baterías, las plataformas y cuatro bóvedas por el frente de tierra con ladrillo y mampostería; se profundiza el foso; se arreglan la contraescarpa y la fachada; se coloca un puente fijo y otro levadizo; se reparan los alojamiento de la tropa y se hacen obras de carpintería. A mediados de 1766, un fuerte terremoto afectó la ciudad y sus fortificaciones, motivo suficiente para afianzar los razonamientos que ya se venían produciendo en la metrópolis acerca de la conveniencia de continuar el refuerzo de las defensas santiagueras, incluyendo en esas intenciones al Castillo. (AGI. Cuba 1051, N13A, f 169). En el caso del Castillo del Morro hubo grandes daños, solo quedaron algunos elementos en regulares condiciones, por lo que el gobernador solicitó al Capitán General de la isla que autorizara la presencia en Santiago de Cuba del ingeniero Agustín Crame, por el prestigio que había alcanzado, para que se encargara de las defensas, solicitud que fue aceptada y el ingeniero llegó a la ciudad en agosto de ese propio año de 1766. (AGI. Cuba 1051, N13A, f 171). De inmediato realizó un proyecto para aumentar los fuegos del castillo en el perfil del frente de mar hacia la bahía, además de construir edificios más resistentes a prueba de bomba, y hacia el frente de tierra propuso cubrir el frente y mejorar sus ventajas. (AGI. SD-MP, 343) Un año después, en 1767, se diseñaron nuevos recintos dentro de la fortaleza y el refuerzo de los muros en su frente de tierra. (AGI. SD-MP, 344) Hacia finales de este siglo Juan Martín Cermeño, reconstruye la fortaleza y moderniza sus instalaciones; aparecen en ese periodo, el Fuerte de la Avanzada, los semibaluartes de acceso, el foso y glacis, algunos cuarteles y otras dependencias, quedando estructurada la Plaza de Armas, la cual no responde a un esquema tradicional de plano horizontal rodeado, sino más bien a pequeños planos terraceados a desnivel, unidos por rampas y escaleras que se estructuran a partir de varios cuerpos yuxtapuestos de alto puntal, adaptados a la topografía, y que definen el sistema de plataformas: la Santísima Trinidad, Nápoles, de Adentro y el Aljibe, donde se localizan los recintos que eran utilizados como armerías, almacenes de pólvora y pertrechos, cocina, cuarteles, casa del castellano, puesto de guardia e iglesia. El Castillo del Morro fue el componente más significativo del sistema defensivo colonial costero de Santiago de Cuba, aunque esto sólo fue posible con el apoyo defensivo brindado por el resto de las fortalezas construidas en la ciudad.

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Desde finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX, el imponente peñasco fortificado fue testigo de importantes acontecimientos, y su posterior uso como cárcel fue promovido en los periodos de las guerras independentistas; en sus fosos fueron fusilados patriotas, y otras muchas personalidades murieron o sufrieron penalidades en sus celdas y bartolinas. En la decimonovena centuria sólo realizaron modificaciones de recintos para convertirlos en celdas. La entrada del siglo XIX constituyó para España una ininterrumpida secuencia de hechos que marcaron su devenir histórico y por consiguiente el de sus colonias, la ocupación francesa de parte del territorio peninsular y el inicio al proceso emancipador que provocaría la pérdida del imperio de ultramar, trajo consigo profundas transformaciones en los sistemas de fortificación, motivados además, por el desarrollo tecnológico acontecido en este siglo que repercute en el destino del imperio español. Con el perfeccionamiento del fusil se sustituyó en gran medida la defensa de las fortalezas con la artillería, sobre todo en la defensa próxima y muy especialmente en los flanqueos del foso, dando lugar a la aparición de las galerías aspilleradas y a la gestación de un nuevo sistema defensivo que sustituye las estructuras y sistemas abaluartados. En los principios del siglo se produce el invento y uso del cañón de ánima rayada o estriada que abre las puertas al progreso de la artillería, y que provocará un importante progreso en los nuevos estilos de fortificación. En la Marina aparece el buque acorazado, que supondrá la iniciación de la defensa en el mar frente al proyectil, los barcos acorazados y los nuevos medios de comunicación precisan el uso de grandes taludes de tierra y del sistema atrincherado y soterrado en las defensas costeras. Las fortificaciones tienden a eliminar el complejo geometrismo; se adoptan formas sencillas, más reducidas, menos costosas y rigurosamente funcionales. Algunas ciudades del Caribe que conservaban su hegemonía económico-mercantil, siguieron enriqueciendo sus obras defensivas, pero esta labor se interrumpía en la medida que las colonias lograban su independencia. Cuba, en la primera mitad del siglo XIX fortalece las costas cubanas, de este a oeste, previendo un ataque marítimo; durante la primera mitad del siglo proliferan una gran cantidad de baterías costeras, lo que se debe además, a factores geográficos de la realidad insular y a nuevos criterios técnicos emanados de los avances de la táctica ofensiva, hasta el inicio de la guerra por la independencia, la batería fue el tipo de

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fortificación que más se construyó en la isla, repitiéndose las tipologías a todo lo largo de las costas. Pero el verdadero cambio en las técnicas defensivas y de fortificación, se produce a partir de 1868, cuando dan inicio las guerras por la independencia, proceso que ya se había iniciado en el resto del continente casi medio siglo antes, por lo que el gobierno español, ante la necesidad de defender su dominio en la Isla, una de sus últimas posesiones coloniales, comenzó la edificación de un nuevo sistema defensivo con características constructivas totalmente diferentes a las utilizadas en centurias anteriores. En el caso de la ciudad de Santiago de Cuba, se continúa contando con el castillo San Pedro de la Roca a la entrada de la bahía, y aunque desde el punto de vista defensiva ya no poseía la misma eficacia, constituía el principal eslabón de la red de defensas del territorio, que se estructuraba con baterías de costa, en la primera década del siglo se registran gráficamente una serie de obras que se pretenden emprender en la fortaleza para impedir su total deterioro. Dada la importancia estratégica de esta ciudad, se conformó un anillo de defensa integrado por más de quince fuertes que llegaron a comunicarse entre sí mediante una trocha o sen¬dero protegido por una alambrada, fue un complejo defensivo que cercó la ciudad, formando una línea limítrofe con más de siete kilómetros de extensión. Hacia finales de siglo, ante la perspectiva del triunfo de los cubanos y la negativa de España de ceder la isla a los Estados Unidos, éste último, con vista a lograr la neutralidad europea y poder declararle la guerra a España, garantizó una amplia política internacional, acompañada de una serie de actividades que se agudizaron con la explosión del acorazado norteamericano Maine, suceso que se convirtió en el detonante para el inicio de una guerra con matices completamente diferentes. En el ámbito de la bahía se seguía contando, aunque no de forma activa defensivamente, con el Castillo del Morro, la Fortaleza de Aguadores y el Fuerte de Sardinero; al oeste con la Fortaleza de Cabañas, la Batería de Someruelos y dentro del puerto la Fortaleza La Estrella y la Batería de Santa Catalina, pero el mismo desarrollo de la guerra obligó al gobierno a volver a tenerlos en cuenta para la defensa.

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Ante la posibilidad real de ataque, que evidenciaba el bloqueo naval a Santiago de Cuba, se comenzaron obras para instalar otras baterías de costa. Considerando la posición estratégica de los emplazamientos alrededor del Castillo del Morro, fue construida muy rudimentariamente, la Batería del Vigía en la parte exterior del Castillo del Morro y cerca del faro, su parapeto se construyó por una doble fila de cajas de madera, llenas de cemento con toneles, contó con cinco cañones y dos obuses. Al comenzar la guerra Hispano-Cubano-Norteamericana el gobierno español dispuso mejorar las defensas costeras, instalando las defensas submarinas del puerto, dispuestas en dos líneas escalonadas: la primera, de siete torpedos desde La Estrella hasta la parte de La Socapa, y la segunda, desde La Socapa hasta Cayo Smith; a su vez, se reforzó con artillería, el obsoleto Castillo del Morro y la fortaleza de La Estrella. En esta etapa, el gobierno colonial también dispuso las fortificaciones necesarias en determinadas poblaciones ubicadas dentro del perímetro de Santiago de Cuba, tal es el caso de El Caney, donde construyó el Fuerte del Viso. Con las guerras de independencia, la ciudad fue cercada con una alambrada y se levantaron cuantiosos fortines; “(…). Las trazas de éstos responden a los típicos diseños de las fortificaciones de las guerras internas de campaña, y los cuarteles forman parte de las edificaciones construidas en toda la Isla para situar la infantería, la caballería o la artillería; su solidez ha permitido que una gran parte de ellos permanezcan hasta nuestros días”. (Blanes 2001, 88). El desenlace final de la guerra se produjo con la Batalla Naval de Santiago de Cuba, en un enfrentamiento catalogado por muchos como un tiro al blanco, en el cual la escuadra española comandada por el Vice Almirante Pascual Cervera salió de la bahía a enfrentar a una escuadra norteamericana superior en todos los aspectos. El castillo del Morro fue testigo del final de un largo periodo colonial en el cual desempeño el papel de vigía y defensor de los intereses hispanos en el Caribe. Al terminar la guerra y dar entrada al siglo XX, el viejo castillo fue utilizado por Estados Unidos como emplazamiento para sus fuerzas, ubicando allí una de sus bases de operaciones hasta 1902, año en que lo entregaron a la artillería cubana luego de proclamada la república, quedando abandonado hacia 1904. (Maribona 1957, 36).

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En esta misma década las instituciones santiagueras Comisión Provincial de Monumentos y Lugares Históricos y de Acción Ciudadana aunaron sus esfuerzos en los trabajos preliminares destinados a conservar el Castillo del Morro y presentaron a la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, la propuesta de declarar el sitio como Monumento Nacional, siendo éste, el primer intento de darle protección al lugar histórico. Posteriormente, el Dr. Martínez Arango, quien fuera en esos momentos Presidente de la ya citada Asociación, gestionó el proyecto de restauración total de la misma, creando una comisión técnica que estuvo dirigida por el Dr. Francisco Prat Puig, pero el golpe de estado de Marzo de 1952 frustró todo el proyecto. Durante el gobierno de Batista se autorizó la construcción de la carretera turística que enlazaba el balneario “Ciudamar Yacht Club” con el Castillo del Morro, destruyendo parcialmente la fortaleza de La Estrella y parte de sus muros, no se emprendieron acciones para recuperar el sitio. (AHPSC. GP. L76). La restauración del Castillo del Morro se logró materializar en el año 1962, estuvo dirigida por el Dr. Francisco Prat Puig, una vez concluidos los trabajos se inauguró el Museo de la Piratería, el 23 de julio de 1978. Un año después, a propuesta de la Comisión Provincial de Monumentos de Santiago de Cuba, fue declarado Monumento Nacional, por Resolución del Ministerio de Cultura, por ser este sitio histórico un conjunto patrimonial de extraordinaria belleza, donde se integra la historia y la arquitectura como modelo ineludible de fortaleza renacentista en el Caribe con la naturaleza, resaltada por la exuberante vegetación y las irregularidades de la bahía santiaguera. La UNESCO lo inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial, el 7 de diciembre de 1997. Luego de ser inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial se estructuró un Plan de Manejo confeccionado por un equipo pluridisciplinar de expertos en materias relacionadas con la conservación del patrimonio, que se encargó de regular el proceso de planeación, donde primó el manejo y utilización del sitio y fueron concebidos proyectos de actuación en el bien, relacionados con su conservación, nuevo montaje museográfico, actuación arqueológica en diferentes sitios, y plan de investigaciones histórico culturales. En la actualidad es fácil percatarse de la función de vigía de la fortaleza, ya que de forma natural continuamente se establece un diálogo entre ella y su entorno natural, en especial con el mar Caribe, principal objeto de atención en tiempos de la colonia.

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Desde la plataforma del Aljibe se obtiene una imagen diferente del Castillo, donde destaca la masa construida en técnica de mampuestos y ladrillos con escenarios, donde los ángulos producidos por los muros crean magníficos contrastes de luces y sombras; en tal visión los diferentes planos superpuestos y la textura rugosa de la piedra apoyan el carácter militar de la instalación y su filiación formal a códigos de influencia medieval, como los caracterizadores principales del frente de mar, y ajenos y distintos a los de su frente de tierra. Los diferentes desniveles entre plataformas se salvan desde el interior a través de pasadizos y escaleras que serpentean por el peñasco y que permiten llegar a los niveles más bajos, poseedores de una invaluable capacidad ofensiva, con sus áreas amplias y parapetadas dentro del corte realizado al perfil del terreno para conformarlas. La plataforma del Santísimo Sacramento posee como particularidad más significativa, pues conserva la estructura que desde su inicios le otorgaron sus constructores, la presencia de cuevas excavadas a todo lo largo del fondo de la plataforma; mantuvieron su función de guarecer la artillería, almacén de pólvora y puesto de guardia a lo largo de los siglos. Dichos compartimentos constituyen un trabajo constructivo singular, siendo visible los cortes continuos en la roca durante su realización, dejando una gran amplitud en los espacios, en los cuales las bóvedas superiores son casi planas sugiriendo un reto constructivo y estructural. El Morrillo o la Punta es la plataforma más baja y antigua de la fortaleza, cubre perfectamente la entrada misma del canal del puerto, donde es perceptible la cercanía del mar y su estrecho canal de acceso. Un muro en punta de lanza caracteriza la esquina y un recinto techado que fungió como puesto de guardia caracterizan esta pequeña plataforma ubicada a solo diez metros sobre el nivel del mar. El frente de tierra, con una imagen rasante y aplanada no permite visualizar la fortaleza en toda su magnitud desde el exterior, se accede a ella a través de un camino empedrado hasta el gran foso seco que separa el Castillo, y cuya profundidad es salvada en dos espacios por puentes levadizos que conducen del revellín al interior del recinto. Las características renacentistas otorgadas por sus diseñadores son apreciables en sus dos baluartes, pantalla, troneras y cañoneras, y en la escarpa y contraescarpa que delimitan la línea defensiva de los fusileros por tierra.

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El muro de la escarpa ofrece un elemento distintivo y único en este tipo de construcciones, una cenefa decorativa donde resaltan figuras geométricas que recorren todo el perímetro debajo de ambos baluartes, es un esgrafiado que adorna este ámbito y que juzgándolo según el pragmatismo lógico de una fortificación, resulta una rareza; por otro lado, en los basamentos pétreos de la estructura del puente principal resaltan un conjunto de dibujos o grafitis cuya temática recrea naves de diferentes portes en plena acción combativa. Esta construcción está condicionada por varios factores que responden al lugar, a sus requisitos funcionales, y a la cultura e historia que le dio origen; enriquecida por la importancia asumida en el territorio en que se inserta, que reafirma cómo la arquitectura, más que ninguna otra forma del arte, tiene una relación directa con la naturaleza. En este proceso de reconocimiento, el paisaje de su entorno ha pasado a formar parte de la identidad individual y colectiva, convirtiéndose en un bien cultural que puede clasificarse como un paisaje cultural de tipo evolutivo, ya que este sitio fue escogido en el siglo XVII para dar inicio a un vasto periodo de construcciones defensivas que marcaron el comienzo de una etapa de antropización de un territorio que ha llegado hasta nuestros días y no se ha detenido en cuanto a usos y funciones. La imagen que ahora se percibe es la evidencia física de un devenir histórico, donde los factores sociales, culturales, económicos y defensivos terminaron por dejar su impronta, plasmando las huellas de un modo de vida que siempre ha estado ligado a los beneficios y potencialidades que la bahía ha ofrecido. (García y Cambón 2003, 12).

Documentación de archivos Archivo Histórico del Museo Ciudad de La Habana. Cuba Cabildo. Actas Capitulares trasuntadas. Cabildo 1780. f 36 Archivo Histórico Provincial de Santiago De Cuba. (AHPSC) Gobierno Provincial (GP). Correspondencia. T VI Legajo 19-25 Gobierno Provincial. Informe del Ministerio de Obras Públicas. Legajo 76. Consejo de Indias. Correspondencia, 1539. (Carta del Alcalde mayor Bartolomé Ortiz a su Majestad) Protocolos Notariales. 1651. Plano de Pedro Bravo. Puertos, 34

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Archivo General de Indias. Sevilla. España (AGI) Audiencia de Santo Domingo (SD): SD. 102. R1, N1, N3 / SD. 455, f18-22 / SD. 555 f52, f76, f.95 / SD. 869, Legajo 7 f. 116, 117, f.123v-125r , f.136v-137r, f.198r / SD. 870-874, L.10,f.50r, 51r-51v, 54 Mapas y Planos. (MP) Mapas y Planos. 47, 62-66Bis, 98, 105-108, 111, 114, 124, 218, 220, 301, 315, 343-344, 349, 404, 406, 555 Cartas de Gobernadores. (CG) Santo Domingo.102, R1, N2 -3 / Santo Domingo. 156, 376, 455 Papeles de Cuba. (PC) Cuba. 1051,f.13-14, f. 169, 170, f 171, f 184 Audiencia de México. México 61, R1, N.14

Fuentes y bibliografía: Almirante, J, 1869: Diccionario Militar etimológico, histórico, tecnológico, Madrid, Ministerio de Defensa. Angulo, D, 1942: Discurso de incorporación a la Real Academia de Historia “Bauttista Antonelli, las fortificaciones americanas del siglo XVI”, Madrid, Ediciones Hamer y Menet Bacardi, E, 1908: Crónicas de Santiago de Cuba, Barcelona, Tipología Carbonell y Esteva, T 1. Blanes, T, 2001: Fortificaciones del Caribe, La Habana, Editorial Letras Cubanas, p.71, 1998: “Historia y singularidad de una fortaleza, el Morro de Santiago de Cuba”, La Habana, en Arquitectura en Cuba, No. 377, 1989: “Caracterización tipológica de las fortificaciones coloniales del Caribe español”, Argentina, Revista Dana, No.28, Imprenta Silkerman, p.32 Castillo Meléndez, F, 1986: La defensa de la isla de Cuba en el siglo XVIII, Madrid Chías, P. y Abad, T. (eds.), 2011: El patrimonio fortificado. Cádiz y el Caribe: una relación trasatlántica, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá-Fundación Jose Félix Llopis Cobos, F, 2004: La formulación de los principios de la fortificación abaluartada en el siglo XVI, Madrid, Ediciones Zaragoza García, J, y Cambón, E, 2003: El paisaje de la bahía de Santiago de Cuba, Santiago, Editorial Oriente Maribona, A, 1957: “Mayor importancia tuvieron las fortalezas de Santiago de Cuba”, en Revista Acción Ciudadana

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Restoration of the ancient fortification and landscaping of surrounding area of Palaiokastro, Nisyros Anna Apostolou ARCHITECT, EXPERT IN ANASTYLOSIS, MSC IN CONSERVATION OF HISTORIC BUILDINGS, PHDSTUDENT IN NTUA apostoloua@yahoo.gr

Abstract The (4th.c. B.C.) fortification of Nisuros is one of the best saved ancient fortifications in the Aegean region and is distinguished for its robust and impressive structure. The object and purpose of the restoration work was the conservation and restoration of the fortification wall in the area of the acropolis and the display of the monument as a whole with the site organised. The final organisation of the surrounding area was based on landscape design of the archaeological site as a whole that gives the monument new management aspects and use. Conditions were created for the monument to be part of contemporary public life. At the end of 2013 an entire functioning archaeological site was presented to the public, providing relaxation, information on the ancient history of the island as well as a walk within an area of extraordinary natural beauty. Keywords: Restoration; Conservation; Anastelosis; Landscaping; Fortification; Nisyros.

1. Description of the monument Nisyros, with an area of approximately 41 sq. km., is one of the smaller islands of the Dodecanese. According to Strabo, X 489, Nisyros was created during the Gigantomachy, when Poseidon, while pursuing the giant Polybotes, broke off a fragment of Kos and hurled it upon him; the missile became an island, Nisyros, with the giant lying beneath it. Ever since then the giant lives under the island, shaking it while trying to escape. The myth surely reflects the volcanic activity which existed on Nisyros since Antiquity (Î&#x;ikonomakis, 2001).

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Nisyros reached a significant economic and artistic acme during archaic times, as is evident from the rich archaeological finds from the cemetery of the 8th -5th centuries B.C (Filimonos, 1980). The flourishing continued during the 4th century BC. when Nisyros formed an independent city-state with its own coinage (Ashton 1999) as witnessed by the numerous inscriptions found on the island (Chaviaras, 1913). Τhe ancient city was built on a low hill above the present town of Mandraki. It occupied the flat top and the seaward slopes of the hill, ending in an abrupt precipice at the west. On the flat hilltop of the acropolis public buildings and sanctuaries were located. The continuation of worship on the acropolis is evidenced by a large Early Christian basilica of the 6th century AD (Volonakis, 1994).

Figure 1. Aerial view of the fortification wall after restoration.

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The city, naturally fortified on the seaward side, paid special attention to the fortification of the east and south sides, which were the most accessible in any attack from the plains. The fortification wall, called Palaiokastro by the natives, was built in the 4th c. BC. along the edge of the hill (Dawkins-Wace 1905, Bean-Cook, 1957) (fig. 1). One of the best surviving fortifications from the Classical period in the Aegean, it was described for the first time by the archaeologist Ludwig Ross, who visited the island in 1841 (Ross 1843). It enclosed the slopes of the hill down to the seaside cliff at the northwest and extended as far as the rocky eminence where the medieval castle and the monastery of the Virgin ‘Spiliani’ now stand (Gerola, 1926). Τhe construction of this powerful fortification might be attributed to the defence policy of the dynast Mausolus of Karia and his successors, who, for a short period of time (355-332 BC), had acquired control over Rhodes, Kos and the neighbouring islands (Pimouguet-Pédarros, 2000). The wall on the acropolis plateau, where the project of restoration and presentation of the fortification was focused, is 2 to 3,65 m thick, with faces built in courses of trapezoidal masonry of local volcanic black or red stone (basaltic andesite) with a rubble filling (fig 2). In order to reinforce its defensive capability, the wall was flanked by square towers, solid up to the level of the parodos (wall-walk). Six towers survive along the south part of the wall and two along the east. The moderate measurements of the towers as well as the fact that no interior areas were designated for the installation of ballistic machinery, supports an early date for the fortification. The only surviving gateway in the wall is located in a recess, unseen by the enemy (Fig. 3). For further protection, the gateway faced the corner tower of the wall, from which the defenders could fire unobstructed against would-be attackers. The gate, which survives intact, is 2.10 m. wide and 3.20 m. high. It shut with a double wooden door secured from the inside by a cross-bar. Preserved in excellent condition on the inner side of the wall are the staircases giving access to the wallwalk. On its east side there are two staircases, reaching the impressive height of 16 and 18 steps. More stairs on the south side facilitated access to the corresponding towers. In most cases only their base survives. 2. Pathology of the remains The fortification of an ancient city is the most significant material evidence and the most productive means of bringing to life its history. The fortification wall of Nisyros bears witness to a flourishing ancient city of the Aegean. It is, moreover, one of the

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Figure 2. Southeastern view of the entrance.

Figure 3. View of the gate after restoration.

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best preserved and impressive examples of ancient fortification architecture in the Helladic world. The high quality of construction of the fortification wall, the hard and durable building material and the size of the blocks are the factors that have determined the monument's longevity despite not only natural catastrophe, but also the usual cause of damage, the activities of mankind. Its building material, basaltic andesite, is an especially hard volcanic rock, difficult to chisel and thus does not lend itself readily for reuse. The location of the ancient city of Nisyros, moreover, which was protected by the wall, was moved in late Roman times to a place lower down near the harbour. Thus the site was abandoned and was never changed by later constructions. The ancient wall, after the neglect of centuries, had been hidden by overgrowth and by the fill that reached, at many points, its upper levels. As a result, only part of the east section was visible. The landscape had been altered by later fill, natural and manmade, that had covered the scattered blocks of the collapsed sections of the wall. The gateway of the wall was blocked with earth and stones, at least until 1969, the year when it was illustrated in a local calendar. The ruins of the Early Christian basilica of the 6th century A.D. that had been detected within the walls, likewise were smothered in weeds. Visible were only two scattered column capitals. Outside the fortification wall, the hillside, arranged in long, narrow terraces with traditional supporting walls, was systematically cultivated by the island farmers, using surface cultivation as it was impossible to bring in machinery for deep ploughing the area. Thus the ancient cemetery that spreads out over the slopes of the hill escaped destruction and the natural relief of the ground with successive terraces survived. There used to be cultivated fields inside the wall as well, but these were abandoned when the islanders began to be engaged in tourism. To facilitate cultivation of their fields, the farmers piled the field stones against the fortification wall; as a result the stairways leading to the towers on the inner side, and a number of intermediate towers preserved to a lower level, were hidden almost entirely by stone piles. The only stairways visible were KA1 and KA2, on the east side of the wall. All the stairways of the south side were buried beneath the stone piles or hidden by the extensive overgrowth. The resulting basic problems were the difficulty in recognising sections of the wall, the danger of further destruction of the monument by roots and branches, and by the constant passage of goats and cattle that destroyed dry masonry and tumbled the blocks of the fortification wall.

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The fortification wall on the open area of the acropolis had collapsed only in places. On the contrary, the sections of the wall on the steep slopes were preserved in mediocre to bad condition, because of the steep gradient and the different construction style with large irregular unworked stones, many of which had rolled down the precipice and disappeared entirely. It was urgent, feasible and desirable to make an intervention only on the approachable area of the acropolis. Financing of the project by the European Union Structural Funds ensured its implementation by the 22nd Ephorate of Prehistoric and Classical Antiquities, within the South Aegean Regional Operational Program 2000-2006.

3. Restoration work The object and purpose of the work was 1) conservation and restoration of the accessible section of the fortification wall in the area of the acropolis and 2) the display of the monument as a whole with the site organized. Preference in the interventions was given to areas with problems needing immediate attention (ready to fall) or that were possible to restore. Basic goals were conservation and protection of the building material, structural restoration, improvement of the monument's comprehensibility, to save it from further collapse and its future protection. The basic aim of the work of arranging the site was to display the monument, to organise the surrounding area into a visitable archaeological site and to show the unity of the historical, archaeological and natural features of the place. The interventions of consolidation and restoration were concentrated on the following sections: 3.1. Tower P 5. Restoration of the southwest corner (Zambas-Chatziantoniou, 2001) The fifth tower along the south section of the wall (PÎ?5) has two construction phases: the south part was built in the Early Hellenistic period, circa 300 BC, in order to reinforce the earlier tower of the fourth century BC (fig. 5). The Hellenistic tower, measuring 8.50 x 8.50 m., is wider than the classical one. It was constructed in the pseudo-isodomic system, with the insertion of headers at intervals between the stretchers. This is characteristic wall masonry that was introduced from Magna Graeca and is encountered frequently in fortifications of the Aegean and the Asia

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Minor coast (Karlsson,1992). The impressive Hellenistic tower stands for almost its entire height, approximately 10 metres. The initial study for restoration called for the dismantling and resetting of the southwest corner of the tower, which showed significant deviation from the vertical. The excavations that were carried out at the same time, however, revealed 150 more ancient blocks buried in the fill, as well as sections of the destroyed inner face of the walls. Discovered also was a later (late Roman) section continuous with the south wall and constructed of ancient blocks in a second use. On the basis of the new information, a new study was made for extending the restoration to include the architectural documentation of the scattered blocks so as to determine their original position and to research the new possibilities of anastelosis. Respect for the later phase and the decision to preserve it meant that only 43 ancient blocks were included in the restoration of the exterior and interior faces of the south and east walls, in addition to the 22 that were reset in the southwest corner correcting the deviations. With the anastelosis of the southwest corner, the addition of the filling material between the wall faces and the consolidation of the interior fill of the tower, both the stability of the tower and comprehension of its original form were greatly improved. 3.2. Tower P 2 and curtain wall TA2. Restoration up to the final level of the parodos (Apostolou, 22004, 2005, 2007, 2009) The second tower along the east section of the wall (PΑ2), 7.50 m. high, is almost square in plan, of side approximately 7 m. Built with an outer face of quarry-faced trapezoidal blocks of coursed masonry, binding into the fill, it probably belongs to a different construction phase. The northern curtain wall is 40m. long with the same height and construction as the tower. The tower and curtain wall had collapsed and the main mass of scattered material remained around. A considerable number of blocks, however, were found buried in fill that was further away or had rolled onto the steep slope. Firstly, after documenting and calculating the geometrical deformations, a study was made for dismantling and resetting the upper courses of the curtain wall, with the declinations corrected. A great danger in this operation was the temporary consolidation of the material used for priming the fortification wall after the dismantling. This was resolved by buttressing from the scaffolding. After that, it was determined that anastelosis of the ruined tower and curtain wall was possible and desirable. Possible because of the amount of ancient material that was

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Figure 4. Tower PA2 and curtain wall TA2 after restoration.

well preserved and because full knowledge of its original form was attained. Desirable both in order to save the ruinous section of the fortification wall and its scattered members and because it presented a unique opportunity for complete restoration to the original form using authentic material. The difficulties and problems that were encountered were various. The search for scattered blocks meant extensive removal of earth, while the determination of their original position and full knowledge of the original form was successful only with persistence, time-consuming drawings and especially research on the spot. A total of 186 ancient blocks were recovered, 165 of which were set in their original positions. On completion of the study and its approval by the Central Archaeological Council, the work of reconstruction began with the use of a construction crane. The sections that were ready to fall or had shifted were dismantled and reset, correcting the deformations. The deeply destroyed bedding for the foundation was replaced with a belt of reinforced concrete with non-corrosive rods, invisible beneath the fill. The walls of the tower were restored to their original form and structure using

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Figure 5. Staircase inside fortification wall.

authentic material to a proportion of 95%; and of the curtain to a 100%. The inner fill of the tower was supplemented, as also the final layering at the level of the parodos of the fortification curtain wall (fig. 4). 3.3. Curtain wall TA1 – Tower P – Stairway KN1. Works of anastelosis (Apostolou, 2006) A total of 80 ancient blocks were recovered during the removal of earth in this area. This was followed by survey, research and the elaborating of a study for the identification of their original position. In the anastelosis, 57 ancient blocks were added (fig.5). Transporting and setting of the blocks was accomplished by crane with hoisting winch or by bridge crane, but the precise setting was carried out with absolute monitoring of movement in the ancient way, using crowbars in the ancient pry-holes. The stones were set as dry masonry and stabilised by their own weight, without clamps, as dictated by the authentic building and structural system.

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3.4. Methodology of interventions The ethical framework for the interventions of anastelosis on the fortification wall were based on international conventions and mainly on the Charter of Venice, taking into consideration each time the new perceptions, on both the theoretical and technical level, and considering the materials and the available means. Among these: • The research of many years on the location and the systematic excavation as a basis for the interventions and the application of aims and actions according to the evidence that emerged during the course of the works. • The performing of extensive anastelosis only when the original position of the ancient members was known and the limiting of fillings in new material to a minimum. Filling in on the basis of hypothesis was ruled out from the beginning. Tower PΝ.5 and the sections PΝΑ, ΤΑ1, TA2, ΚΝ1 were restored using only ancient material; tower PΑ.2 with 95% and TA.2 with 100% authentic material. • Respect for the authenticity of the elements of the monument and the ancient structural system meant that disturbing the original structure was avoided and thus dismantling and resetting was restricted to parts about to fall or already fallen and only if absolutely necessary for anastelosis. • Together with conservation of the whole, the authenticity of the material was respected, for it preserves important historical and archaeological evidence (traces of working, cutting etc.) and is of special significance in ancient monuments, particularly those of the classical period. • Assurance of reversability was a basic principle for the restoration. • The principles requiring a harmonious relationship, but also a clear separation of the few additions from the authentic sections, were respected. The choice of local stone – from the same rock as the fortification wall – for the new fillings (5 blocks in tower PΑ.2) and their working in the ancient way with hammer and point contributed to a harmonious inclusion of the new material. A discretely inscribed date of the intervention distinguishes it from the authentic material. The restored sections are distinguished from the authentic with the insertion of a distinctive material (lead sheet).

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Interdisciplinary collaboration was a necessary prerequisite for carrying out the work. In addition to architectural – restoration studies and the study for organisation of the surrounding area, the I.G.M.E. conducted a geological study to determine the causes of collapse and damage to the fortification wall (Vougioukalakis, 2003). Research studies with proposals for conservation of the stone were also made by the Stone Conservation Centre of the Ministry of Culture. The studies were based on detailed description, survey and observation (traces of working, cutting, traces of damage etc) of the ancient monument itself and of 450 scattered members that were retrieved. The technology of the interventions associates the ancient techniques with today's scientific knowledge and modern technical means. The use of new material in the interventions was limited to the minimum possible and only after interdisciplinary research so as to assure that it is compatible, reversible and harmless to the monument: • In the anastelosis of tower PΑ2 and curtain wall TA2, the spaces left by 5 blocks that were not found were filled in with new blocks made from the same rock as the monument. The shaping of the new members was done with a mould and they were worked in the ancient manner with hammer and point. • Block fragments were restored to their monolithic form by joining them with white Portland cement and joining elements of titanium in invisible blind sockets. Those blocks with little loss of their original mass were filled in with new cast material after being set in place, so as to assure their secure seating. Titanium clamps and dowels were used also for structural strengthening of the upper restored courses. • Since there are a few small spaces in the body of the walls, because of damage to the stones, lead sheets were used on the bedding surfaces in order to assure contact of the stones and consistent distribution of compression tendencies. • The final coating of the top of the tower was made analogous to the original, with lime and local inert aggregate, without cement so as to seal it with a natural aesthetic result.

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• The underpinning was replaced with modern materials, that is with concrete reinforced with non-corrosive steel, as the old bedding was deeply destroyed and unsuitable for either conservation or restoration. 4. Landscaping of the surrounding area The works began with extensive clearing and removal of disorderly overgrowth that had hidden and caused damage to the monument. The removal of earth, the aim of which was to identify blocks and discover buried sections of the fortification wall, was carried out along with systematic excavation (fig. 6). Select trenches were excavated for resolving scholarly matters and all the movable archaeological finds, valuable for dating the building phases, the archaeological and historical documentation of the monument, were registered.

Figure 6. Sohtheastern view of the fortification.

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The final organisation of the surrounding area was based on an architectural planning of an archaeological park (Apostolou, 2006) (fig. 7). Pathways were constructed – walks inside and outside the fortification wall, stone built terraces for demarcation – fencing of the area and installations for the convenience of visitors (guard house – ticket office, toilets and wc for people with special needs). Information posters placed at special points of the fortification wall assist in the understanding of the monument. Basic principles for the study and work of organising the site was the respect for and preservation of the immediate environment of the monument, on its own scale. For the new constructions the basic choices were the most functional, simplicity of form and volume, distinction in relation to the ancient monument and, to the extent possible, their incorporation into the natural environment. In the simultaneous

Figure 7. Landscape planning.

interventions the principle of minimum possible intervention was respected and local traditional methods and materials were adopted. The site was prepared with a mixture of stone-built constructions and big rocks taken from of the surrounding area in order to achieve incorporation to the local dry-masonry

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Figure 8. General view of the entrance area.

Figure 9. Public installations within rock-built landscaping.

constructions and natural character (fig.8). As a result, the arrangement acquired the aesthetic of a natural place surrounding the monument and harmoniously forming an aesthetic unit with it. The public installations (guard house, wc) were designed and set into the ground in order to be less evident and to protect the views of the monument (fig. 9). Safety during the circulation of visitors and adapting the site to the requirements of handicapped people were determining factors in the planning.

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Figure 10. Nightime image of the fortification.

Lengthy research was undertaken to choose the surfacing of the pathways, durable through time and weather conditions, of natural materials without the addition of cement, compatible with the monument and its environment. Lime and local neutral materials finally yielded a durable material resembling beaten earth. Retained were: • the traditional local system (collection of rain-water in underground cisternsreservoirs) for supplying the new installations with water. • the traditional farm building that is contiguous with part of the fortification wall and to which the cistern belongs. • the old abandoned path as an alternate and shorter footpath to the archaeological site. Finally, the electric lighting system that was installed with careful and critical placing of the lights on stone-built holders, provides a nightime image of the monument (fig.10). The work was completed with a studied planting of endemic plants chosen on the basis of their aesthetic relation to the style of the monument and the place itself; basic also was their ability to withstand local conditions of time as well as the herbivorous animals that wander freely in the island.

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The work of consolidation, anastelosis and display of the ancient fortification wall of Nisyros is a contribution to the conservation and enrichment of universal cultural heritage for the following reasons: • The monument was saved from the possibility of further collapse. • The extensive work of anastelosis was carried out almost entirely with ancient blocks reset in their original position with infinitesimal additions. In particular, it was possible to restore tower PΑ2 to its original form, using the authentic material as far as the final layering at the level of the parodos, a rare accomplishment in the history of anastelosis. It was based on documented interdisciplinary studies, exhaustive archaeological research and detailed architectural documentation. • The anastelosis was likewise advantageous because it allowed 450 ancient blocks to escape from underestimation and anonymity and find again the place that belonged to them and was proper for them. The other 335 stones that were pulled out from the fill but were not used in the anastelosis received, however, relative protection by inventorying, classification, documenation and their arrangement within the archaeological site. • The new sections that were discovered in the excavation and restored have significantly improved the monument's comprehensibility and, together with the archaeological finds that came to light, they have increased its historical and educational value, contributing to the enrichment of scholarship, archaeology and history. • Conditions were created for the monument to be part of contemporary public life. At the end of 2013 an entire functioning archaeological site was presented to the public, providing relaxation, information on the ancient history of the island as well as a walk within an area of extraordinary natural beauty. In fact, in a specially planned area, a musical event was held in August 2009 that was enthusiastically received by the public. Special thanks to my constant advisor and inspirator through the whole project Dr. K.Zambas, civil engineer and to M.Filimonos, archaeologist, for her trust. Also to E.Oikoutas, a skilled craftsman for his inventive mind and enjoyable collaboration.

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The preservation of the Istanbul Theodosian Land Walls: one step forward and two steps back Alessia Bianco PHD PROFESSOR ASSISTANT. ISTANBUL KEMERBURGAZ UNIVERSITY-TURKEY alessia.bianco@kemerburgaz.edu.tr

Abstract The Theodosian Land Walls is an over 6 km long fortified structure, completed in the second decade of the 5th century AD, during the reign of the Roman Emperor Theodosius II, with the aim to cord off and defend the Western limit of Constantinople, which was, at that time, above all allocated on the Golden Horn. Throughout its long history, this structure has been the subject of numerous modifications, alterations, restorations, done in general after severe earthquakes or sieges. At the same time, the history of these Walls is filled with long periods of neglect. For these reasons, the current conservative conditions of this so extended and diversified fortified monument are highly variable, producing a lively debate about the need of extensive and urgent retrofitting works, considering the inclusion of this monument inside the Fatih UNESCO area of stanbul and the high seismic risk of this City. Keywords: Theodosian Walls; Istanbul; restorations; urban gardening.

1. Introduction The stanbul Theodosian Land Walls (in Turkish: stanbul Kara surlar覺) represent the best preserved part of an impressive defence structure, built in several phases and with many twists and turns, which surrounded the historic city of Constantinople, today identifiable with the stanbul Golden Horn, becoming, with its extension, longer than 20 km, its approximately 410 towers and more than 90 gates and entrances one of the most impressive and less-known fortified structures of the Western antiquity (Aydemir, Arabocioglu, 2009). The fortification system was composed of three sectors: the part properly called Theodosian Walls, which is the specific subject of this paper, built in the 5th century AD, about 7 km long and end point of the Via Ignatia, the Roman road which, even today, runs through South-East Europe, linking, with the Via Appia in Puglia, Rome and Constantinople; the sector, that faces on the Marmara Sea from South, commonly called Sea Walls, over 8 km long and, according

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Figure 1. A general view of the Fortifications of the Golden Horn. Pinargenti, 1573.

Figure 2. The stanbul Theodosian Land Walls. http://whc.unesco.org/en/list/356, consulted on 29/7/14.

to the opinions of many scholars, built in the 6th century AD; finally, the north sector, over 7 km long, which overlooked the the Golden Horn Canal, built in the 7th century AD, probably from 627, on the initiative of Heraclius and following the attempted conquest of the Avars (Fig. 1). The system was particularly impressive, strongly hierarchical and particularly effective, given that the city, although its long and dense history is characterized by several sieges with a particular strategic value, was protected by this system for ten centuries, until the conquest, made by Mahomet II in the night of 29th May 1453, scoring ideally

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the end of the Eastern Roman Empire, today better known as Byzantine Empire (Granville Baker, 1910). However, we must specify that the fortified system as a whole probably was never fully operational in every its part; this is due not only to the extension of the Walls, but also to the damage, caused several times by conquest attempts of the city and severe historical earthquakes, which, together with the strong anthropic pressures of a city in constant evolution, contraction and expansion, contributed to the establishment of a program, characterized of demolition and reconstruction, extensions and elevations, alterations and restorations (Fig. 2), which makes this monument really interesting, because a witness of complex and debated events, that have marked the history of the West (Tsangadas, 1980). 2. Short description of the historical palimpsest The Theodosian Land Walls were built under the regency of Elia Pulcheria of the Eastern Roman Emperor Theodosius II, in the first two decades of the 5th century AD, as a response to the need of defending the city, which, considering its Constantine configuration in the previous century, had seen a substantial inland development, due to a demographic increase, partly caused by the ceasefire in the conflict with the Persians and partly as development of a program, aimed to improve the city and to support a Latinisation process of its institutions, which culminated in 415, with the reconstruction of the Imperial Basilica of the Divine Wisdom (Hagia Sophia), and in 425, with the establishment of the University of Constantinople. The monumentality of the Land Walls therefore has its reason not only in defense needs, but also in its symbolic value; it is no coincidence that, according to some scholars (Yuretich, 1988), the representation of Theodosius II, who appoints his daughter Elia Eudocia as Imperial Augusta in 423 d. C., should give us back one of the first images of the Walls, represented as a sort of fortified city, rather than as a Walls with Towers (Fig. 3). The Walls were built in two phases and in its full configuration it consisted of a structure between 9 and 11 m high, with over 90 rarely circular and most frequently polygonal towers, 19 to 20 m high, in relation to the orographic characteristics of the site, with 9 main gates and several military and minor doors (Turnbull, 2004). The Walls, being highly massive, had some interesting details, useful in terms of military defense and mitigation of the seismic vulnerability, including some foundation buttresses, in correspondence with the moat, which was at least 15 m wide and at least 5 m deep, the tapering of the masonry, that on the bottom was 5 m wide and on the top, where there was a continuous protected walkway, was a little less than 4

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Figure 3. The Roman Emperor Theodosius II and his daughter Elia Eudocia. Duichev, 1962.

m wide, the sectors of Walls between every tower and the next one had a 0.5 m offset, in this way the Towers were a sort of a section breaker, useful in case of earthquake. From the technical and constructive point of view, however, the Walls, showed at that time, as well as today (Fig. 4), an intrinsic fragility, due to the use of a masonry, characterized by a a rubble core, confined between two shells, built of squared stones, sometimes mixed to bricks or to brick bands. This masonry in general is worse, in terms of structural and seismic performance, than stone-faced and concrete core masonry, where the compactness of the core allowed the building of thin facing walls, useful just for being as external formwork during the construction and after the construction as protection from the atmospheric agents. The choice, for the Theodosian Walls, of an incoherent nucleus could be more adapt to withstand the attacks of large stone projectiles with gravitational trajectory, made particularly effective by the topography of the site; however this made necessary not only a large thicknesses of the exterior facing and regular brick courses inside the

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Figure 4. A detail of the masonry, stanbul Land Walls. 2014.

sections, which, however, are rather rare in the Theodosian Walls, but made the behavior of the Walls somewhat inhomogeneous in terms of seismic performance, in relation to the relevant masses. A good geometrical conception and a certain equilibrium in the articulation of the masses did not respond to consistent measures in terms of technical and

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constructive quality and this contrast emerged just a few years later, when the strong earthquake of 447 severely damaged the city, but unless the Walls (Downey, 1955), which was restored, as celebrated by an inscription shown on the Walls themselves, in only sixty days, however, employing 16000 workers, in order to better respond to the conquest threat of the Huns. The hasty repair of the Walls added a new element of complexity to an apparently very massive structure, but intimately fragile, which saw the amplification of these its vulnerabilities during its long and complex history. The configuration, at least from the point of view of its volumetry, of the Walls at the mid-fifth century still characterizes the structure as a whole, however one of the most interesting and testimonial value element of this monument lies in the particular stratification of the many constructive phases, usually linked to a varied articulation in relation to the city that grew, to the siege attempts of the city and to earthquakes, as well, especially after the breakup of the Ottoman Empire, to a long disuse, partly due to the crisis of the institutions, in the transition from the Empire to the Turkish Republic and due to the lack of defense needs, historically crucial for a capital continuing in need to remind and impose its role and sometimes in need to defend itself survival (Millingen, 1899). To make it even more difficult to read the historical events of the Walls, there is the contribution to the circumstance that they seem to integrate previous structures, as in the case of the Golden Gate (Alt覺n Kap覺), which was the monumental entrance to the city (Fig. 5), as end point of via Ignatia, and that, according to some scholars (for example Janin, 1964), it included a Theodosius Triumphal Arch, dating back to the last decade of the 4th century AD. Another important factor, in the history of the Walls, is the relation among the city and the surrounding monumental buildings; as regards to the first aspect, one of the most relevant elements was constituted by the Sulukule District (Fig. 6), inhabited since the 11th century by one of the oldest and and most populous gipsy community in the Eastern Europe, which, historically confined in a perimeter, that was not compatible with the demographic evolution of the city, in the past as in recent times, was an alterative factor for the Walls, although enriching, under other points of view, because considered as an expression of the search of balance between the needs of the community and the heritage protection.

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Figure 5. The Golden Gate, stanbul Land Walls. 2014.

Mihrimah Sultan Camii

The site of Sulukule

The Land Walls Figure 6. Mihrimah Sultan Camii. 2014.

The second alteration factor for the Walls, the one relating to new buildings connected to it, can be divided into two main time ranges: 1. the phase preceding the Fall of the Eastern Roman Empire, for example with the construction of the Constantine Porphyrogenitus Palace (today: Tekfur Saray覺) in the 13th century (Fig. 2, on the left)

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or the Strongylon Fortress (in Turkish: Yedikule Hisar覺), built in the first years of the 11th century (Fig. 2 on the right); 2. the stage following the Fall of the Eastern Roman Empire, for example by building, near the Adrianople Gate (in Turkish: Edirne Kap覺), the great Sultan Mihrimah Mosque (in Turkish: Mihrimah Sultan Camii), a mid-14th century (Fig. 6), which led not only alterations to the Walls themselves, but also an demolition of a large number of vernacular houses, with a first significant reduction of Sulukule (Fig. 6). The historical vicissitudes of the Theodosian Walls however include, as often in the case of places with a particular symbolic and strategic value, a set of transformations, many of which are poorly documented or only intuitable from the stratification of the monument, in order to: 1. functional improvements, as in the case of the enlargement and fortification of the Blacherne Palace, used for new functions by Manuele Comnenus at the mid-12thcentury (Schneider, 1937); 2. adaptation to new war machines of military strategies, as happened in the case for the doubling of the Walls, operated by the Pope Leo V the Armenian in the first decade of the 11th century, under the siege threat by the Bulgarian troops, equipped with especially effective artillery (Magdalino P., 2007); 3. formal and aesthetic enrichment, implemented from time to time, in accordance with the sensitivity and the taste of the time. Among these interventions, but not limited to them, we remind the four bronze elephants and maybe a Nike, added to the Golden Gate by Nuceforo II at the end of the tenth century, for commemorating the conquest of Cilicia and a relief decorations of some Gates, such as the one of the Balat neighborhood, decorated with the Annunciation, today lost (Janin, 1950). 3. The ancient and recent restorations The understanding of the not only technical choices, related to the recent and discussed restoration of the Theodosian Walls, could not be understood, if not considered within the complex and articulated history of the restoration of the Walls, where most times the same problems were addressed using different solutions, because expression of different needs and level of knowledge, in terms of technical skill and cultural-political decision- making context. It should also be noted that one of the characteristics of this monument, in the eyes of the scholar, refers precisely to its complex stratification, which still today is a witness, sometimes really clearly, of events of which it was the protagonist.

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The relevant restorations of the Theodosian Walls were, in large part, due to extensive war attacks or severe earthquakes and, until the Walls have saved a functional and strategic role in the defense of the city (Kuban, 2010), the restorations were largely aimed at repair the damage, reconfiguring the Walls, in accordance with the configuration preceding the event, sometimes even introducing new elements, in order to reduce the vulnerability under the military point of view and in case of earthquake. It is therefore useful to report a brief list of the main sieges (Childs Kohn, 1999) and of the most severe earthquakes (Sintubin, 2010), which concerned the Walls, with a rough description of the damage and the consequent restorations: 01/04/407 Earthquake. Damage to an old military garrison on Via Egnatia, on the site where now the Strongylon Fortress stands. The building was not rebuilt. 26/01/447 Earthquake. First earthquake which seriously affects the Walls, recently realized; serious damage to the Towers from 57 to 96 and to the Walls close to the Marmara Sea. The threat of an attack by the Huns necessitated a hasty restoration, which lasted two months, involving more than 500 work teams; widening of the moat. 25/09/447 Earthquake. Severe damage and fall of the statue of Theodosius from the Golden Gate. The restoration lasted from 475 to 491 and focused on the portion next to the Marmara Sea, also hit by a seaquake. 16/08/554 Earthquake. The seismic crisis lasted six weeks, with several collapse phases; the Walls were partially involved by the collapse of some houses, placed close to the Walls. The restorations are poorly documented. 626 Siege by Sassanid Persians. The siege, which lasted two months, saw the participation of about 80000 soldiers, with damage mainly in the part of the Walls near the Golden Horn; little damage to the Golden Gate, strongly garrisoned. The interventions were a doubling of the Walls on the damaged front and a widening of the moat. 674-675 Siege by Arabs. The assault came from the Marmara Sea, both the Fortress Strongylon and the Golden Gate were severely damaged, but not conquered; a severe damage was caused by the introduction of a new flammable liquid,

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which, used for spears and stone balls, caused extensive fires and damage to the Towers. The restoration consisted of the extensive reconstruction of the top of the Walls and towers, partly increased in the most vulnerable points. 717-718 Siege by Umayyads. The siege lasted six months and happened on both the front overlooking the Marmara Sea and on the one overlooking the Golden Horn, which was severely damaged. There is no detailed information on the restoration. 26/10/740 Earthquake. Widespread damage throughout the city, the Walls were hit especially in the area between the Golden Gate and the Belgrat Gate, although a seaquake is not documented. The restoration, financed with a tax on the wood trade, which went to aggravate the cost of reconstruction in a town, which was mostly made in wood, saw a specific focus on the Walls, where the fall of the statue of Theodosius was interpreted as a bad omen. 821-822 Siege by Thomas the Slav. The attack took place on three sides: the Golden Horn, the Marmara Sea and the Golden Gate, with more damage on the front of the Golden Horn. The restorations were begun already during the long siege, initially as an emergency intervention to prevent the conquest, then to remedy the damage, mainly focused on the Towers. 28/05/862 Earthquake. More than a third of the buildings in stanbul were severely damaged; however, there are no details about the damage and the restoration to the Theodosian Walls. 09/01/869 Earthquake. Severe two-month seismic crisis; it caused many gradual damage to the Walls and especially to the Towers. Poor information about the restorations. 26/10/989 Earthquake. Severe seismic damage to the whole extension of the Walls and seaquake in the area of the Marble Tower. The restorations, coeval with that one of St. Sophia Church, were carried out between 993 and 995. 09/03/1010 Earthquake. Severe earthquake, at the conclusion of a seismic phase, lasted three months; damage and repairs of the Walls are poorly documented.

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1203-1204 Siege of the Fourth Crusade. The attack took place in two phases; the first aimed at weakening the Walls and the second to reduce the enemy army; serious damage to the fourth military door, known as San Romano Door, restored with the addition of a double curtain. 11/03/1231 Earthquake. Very severe earthquake, collapse of more than 50 churches, little information about the damage and the restoration of the Walls. 01/06/1296 Earthquake. Severe seismic crisis; damage to the Golden Gate and to the area close to the Walls. The restoration of the Walls and of the Golden Gate was completed in two years; a part of the stone decorations of the All Saints Church, which was destroyed by the earthquake, were walled up in this Gate, having been decided to not rebuild the Church. 18/10/1344 Earthquake. The seismic crisis lasted a year, with very serious damage to the Theodosian Walls on the front facing the Golden Horn. The renovation, funded by Alessio Apokaukos, lasted only one year. 1411Siege by Mehmed I; two-month siege; damage and repairs documented only for the Golden Gate. 1422 Siege by Murad II. Introduction of new short range cannons, which made it necessary to build a top masonry increases around the Walls; damage to many towers above all on the top; restorations, aimed at rebuilding the intramediane Walls, greatly injured; widening of the moat. 1453 Siege by Mehmed II. For the first time, the city was conquered and Theodosian Walls crossed; the assault, already planned in 1451, lasted several months. The Walls were severely damaged everywhere, also due to the use of a new kind of cannon, powerful and at the same time easy to be moved on the battlefield, designed by Urban, a Hungarian engineer. Although the most damaged part was the zone between the Golden Horn and the Adrianople Gate, Mehmed II entered the city, crossing the Golden Gate and the urban internal road, placed in continuation with Via Ignatia; his first political action was to enter the Imperial Santa Sofia Church, converting it into a Mosque. The damage was serious, all the Gates were damaged and a lot of breaches were opened in the Walls. The restoration lasted a decade and represented one of the earliest and most strategic initiatives of the Ottoman Empire for the city.

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10/09/1509 Earthquake. Strong earthquake and seaquake. The Golden Gate and a long adjacent pat of the Walls were almost completely destroyed by the seaquake and restored in new forms, perhaps losing, in this phase, the Crucifixion frescoes. 19/08/1642 Earthquake. Severe damage, mainly due to the fires, followed the earthquake. Poor information about the damage and restoration to the Walls. 11/07/1690 Earthquake. The severe earthquake caused serious damage or collapse of 49 towers and of large parts of the Walls; the restoration, coordinated by an imperial Abbasid dynasty member, Ali bin Abdullah, began two years later and lasted one year, involving 8500 workers. The very extensive restoration is mentioned in two inscriptions, one at Edirnekap覺 and the other one at Silivrikap覺. 22/05/1776 Earthquake. Extensive damage especially in the area close the Golden Horn; damage to other relevant landmarks of the city, such as the Ey羹p Mosque and many of the Mosques, placed in Fatih, causing a twenty years delay in the restorations of the Walls; meanwhile its ruins were often used as building materials for the city, which was extensively damaged; filling of the moat for facilitating the access to the many breaches, opened in the Walls over time, and for cultivating new areas, close to the city. 10/07/1894 Earthquake. This is the last large earthquake, before the earthquake of 1999; 1000 victims and about 2 m high seaquake. Extensive damage to the top of the Towers; serious damage to the area next to the Mosque of Sultan Mihrimah, due to the collapse of its minaret. Reading this brief list it seems to emerge not only the frequency of significant events, which sometimes have severely damaged the Walls, but also the speed with which sometimes, especially in case of threat of military attack, the restorations were carried out, often in association with works, aimed at reducing the vulnerabilities, that previous attack highlighted (Van Millingen, 1899). Therefore the realization of works, in emergency conditions, has been yet another element of vulnerability, because generally associated with poor quality works, such as the investigation of the stratification of the Walls partly highlights today, thus adding a further element of complexity in the evaluation of its performance, especially considering the very high seismic risk of stanbul.

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Figure 7. The 1543 siege of Constantinople. Murals, Vorone Monastery, Romania, 1537, anonymous. Comarnescu, P, Grigorescu, D., 1959.

About the war attacks, which basically seem to end with the conquest of 1543 and the formal fall of the Eastern Roman Empire (Fig. 7), a specific mention must be made to the topic of the additions, which today make the Theodosian Walls so interesting under the point of view regarding the architectural conformation, and which, at the same time, are the sum of interventions, aimed to better resist new techniques of military attack, carried out in different stages, and then, as very often in the case of ancient structures of this type, not pertaining to an unique project, but being the result of several constructive phases, not only it is difficult to define even temporally its stratification, but mainly to understand a status, which is dissimilar with respect to the intentions, which, from time to time, have occurred sometimes in an inconsistent or conflicting manner. About the seismic events, on the one hand it can be observed, as already said, some relevant weaknesses technical-constructive, as the poor quality of the very thick walls, on the other hand we can observe some interesting details, aimed to mitigate the seismic vulnerability, such as the presence of frequent towers, in order to break the continuity of the walls and counteract the tilting mechanism. Another interesting element is related to the choice, made after the first severe earthquake, to articulate three orders of walls, placed on three different levels: in this

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way not only it was possible to obtain walls, enough high in relation to the defensive need, but not too slim, in consideration of the local seismicity; but it was also possible to respect the natural orography of the site, which is extremely variable, also considering that the Walls are over 6 km long, even being able to arrange to build massive walls and buttress foundations, although making, once again, low quality masonry. The choice of a stone masonry with brick bands, used after several earthquakes, especially for the towers, however, has not effectively mitigated the vulnerability of the Walls, which were damaged more times in the same way and in the same zones, even recently and also as a result of significant restorations, which, however, regard above all the facing masonry, therefore having a too little impact on the constructive technical problems, which is still the larger and more difficult to solve trouble, that affects the Walls (Fig. 8). The result is a monument, which actually should always be considered under construction and also this is one of its vulnerability for the conservation of its testimonial value. But at same time this approach frames the current debate, about the transformations of the Walls, among who prefers the preservation to the restoration, within a historically larger scenario, which remind us that the transformations, even dramatic, of the Walls, should be considered as a further testimonial value, sometimes accompanied by relevant conservation problems (Ahunbay, 2000). 4. The current debate The Theodosian Walls of stanbul, in the last fifteen years, have been the subject of intense and discontinuous restorations and adaptive reuse projects, which is a really debated topic not only in the scientific community, with reference to the technical aspects, but especially in the public opinion, as regards complex aspects about the cultural aspects and the identity of the Walls, which are still a symbol and a landmark for the city. The restoration, promoted before the severe earthquake of 1999, but effectively implemented, on a large scale, after the earthquake, was welcomed as an opportunity for preserving a monument, which for many decades was almost abandoned and exposed to frequent and extensive collapses. Within this program interesting initiatives have been implemented, including the restoration of the walkways, which historically allowed to walk the whole Walls, and above all the proposition of a good urban garden project, for the area that, in ancient times, was the moat and about two centuries ago was filled and used for farming; the assignment

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Figure 8. Square Towers, close to the Belgrade Gat(in Turkish: Belgrat Kapısı). After the 1894 earthquake. Ürekli, 1999. Today. 2014.

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Figure 9. On the top-left: the organic market in front of the Walls. 2014. On the bottom-left: the Peace Park close to the Strongylon Fort. 2014. On the top-right: the Walls during the 2014 election. 2014. On the bottom-right: tourists in the “Panorama 1543�. 2014.

of these areas, which now produce vegetables and flowers, a cooperative of disadvantaged people or elders, is not only a way to preserve the monument, being as a sort of buffer zone between the city and the Walls, but it is also a tool for involving citizens, especially relating to disadvantaged groups, in the care and protection of the city, obtaining a little economic advantage (Fig. 9, on the top-left). Even the decision to create the beautiful Peace Park, near the Strongylon Fortress, a place in the history and the common feeling of the city linked to particularly brutal imprisonments and tortures, attributes to this intervention a further valence (Fig. 9, on the bottom-left). The critical issues concern some choices about restoration, which, first of all, led to the sacrifice of some part of the Walls, in favor of an improvement of the infrastructure system, considering that one of the main freeways of the city runs along the Walls and that stanbul is, with its over 13 million inhabitants, the fifth most populous city in the world and the first in the non-Asian metropolises, therefore mobility is a crucial issue. Even the strategic choices are widely discussed; assuming that the Walls are an awesome monument, in terms of size, development and articulation, where an extensive restoration, therefore, must necessarily be divided into phases and

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according to specific priorities, many people have highlighted the preponderance of choices linked to political expediency on the merely technical one, as in the case of the decision to concentrate the restoration on the Fourth Military Gate (Fig. 9, on the top-right), or on the Edirne Kapı Gate, because next to the Fatih district, traditionally a supporter of the conservative government, to the detriment of emergency actions for zones, such as the one facing the Golden Horn, which, however, are in poor conservative conditions and still subject to frequent collapses. Another very criticized intervention is the construction, next to the Top Kapı Gate, of the “Panomara 1543”, a building, improperly defined museum, which consists of a sort of dome, which offers a three-dimensional and multi-sensory experience of the night (on 29th of May 1543), during which Mehmed II conquered stanbul (Fig. 9, on the bottom-right), which ideally marks the end of the Byzantine Empire and the Islamization of the capital; subject of mainly domestic tourism, offers a monolateral vision of this historic event, with an approach by many considered nationalistic and not open to contradictory. A last aspect, really debated, regards the technical choices of the structural restoration, which, given the high seismicity of this area and the poor structural characteristics of some parts of the Walls, lives a heated debate between the demands of conservation and those of safety, which, not only in this moment has not solution, because sometimes characterized by invasive works and sometimes by only provisional interventions, but above all it is not able to promote a scientific, systematic and comprehensive discussion about the adopted solutions and the adoptable ones. 5. Conclusions The stanbul Theodosian Walls, thanks to the vastness and complexity of the issues, involving their preservation and protection, is a very interesting case of restoration, protection and valorisation, even if not well-known to the scientific community, although it is included in the World Heritage UNESCO-IV area and therefore the responsibility for its transmission depends not only by Turkey but also by the international community. The studies, researches, projects and proposals about this monument are exterminated, stratified in different centuries and they address very diversified topics; also this wealth of knowledge is one of its added values, together with its capability to be, even in its contradictions, one of the symbols of a city, which is poised between the pride of having a boundless heritage and the anxiety of modernity of an emerging nation. The debate, sometimes intense, about the choices related to the conservation and protection of its tangible and intangible heritage, is a positive sign of the willingness of the stanbul civil society to be part of the decisionmaking processes; the need of this cultural and civic defense is demonstrated by some top-down resistances, regarding the Theodosian Walls, as well as close to and

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directly linked areas, including, for example, the demolition and reconstruction of large parts of Sulukule, the gypsy district. The structural and technological fragility of the Theodosian Walls agrees to maintain, rather than to restore, suggesting to resist the temptation of in- style reconstructions. In this process a crucial role is played also by the tourist potential value of these areas; in fact the Theodosian Walls are daily visited by travelers, who, moving away from the usual tourist routes, want to relive the experience to walk the entire Walls and the taste for ruins, read in the Victor Hugo or Edmondo De Amicis’ travel tales, however, in safety conditions perhaps and paradoxically not significantly better than two centuries ago.

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The consolidation of the walls of Jerez de los Caballeros (Badajoz) La consolidación de la muralla de Jerez de los Caballeros (Badajoz) Juan Pedro Cortés INGENIERO DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS, PROFESOR DEL GRADO DE INGENIERÍA CIVIL DE LA UEX jpcortes@ingecoes.es

Jorge Manuel Viola ARQUITECTO manuelviolanevado@gmail.com

Manuel Guerrero INGENIERO TÉCNICO EN TOPOGRAFÍA. PROF. DE LA UEX manuelguerrero@ingeocar.com

Alfonso Cortés PROF. GRADO DE INGENIERÍA DE LA EDIFICACIÓN. UNIVERSIDAD EUROPEA DE MADRID alfonso.cortes@uem.es

Abstract The wall of Jerez de los Caballeros (Badajoz) is part of the Historic is a Cultural. Part of this system collapsed in March 2010 and rebuilt in 2013. There are now a section of the wall about 25m in length, is underpinned by risk of collapse. The wall has two areas, one that rests on the rocky terrain that outcrops and another in which the wall occupies the entire sum. This paper presents consolidation solutions. Resumen La muralla de Jerez de los Caballeros (Badajoz) forma parte del Conjunto Histórico que es Bien de Interés Cultural. Parte de este sistema colapsó en marzo del 2010 y se reconstruyó en el año 2013. Actualmente hay un tramo de la muralla de unos 25m de longitud, se encuentra apuntalada por riesgo de colapso. La muralla tiene dos zonas diferentes, una que apoya sobre el terreno rocoso que aflora y otra en la que la muralla ocupa todo el alzado. Esta comunicación presenta las soluciones de consolidación. Keywords: Consolidation; masonry; micropile; lime injection; shoring. Palabras clave: Consolidación; mampostería; micropilote; inyección cal; apuntalamiento.

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1. Introducción El recinto defensivo de Jerez de los Caballeros consta del castillo situado en la zona central y del perímetro defensivo externo o muralla, situándose la zona de actuación en la parte de la muralla. La zona afectada se sitúa en la parte sureste del recinto amurallado, caracterizándose por carecer en la actualidad de torres de frente semicircular, como ocurre en el resto de los frentes; esto podría deberse a que es la zona con un mayor desnivel del terreno y por tanto hiciera innecesarios estos refuerzos. En la misma zona se practicaron refuerzos de la antigua cerca medieval con la adaptación a sistemas abaluartados con ocasión de los conflictos bélicos que asolaron a Jerez desde mediados del siglo XVII hasta 1713. El 29 de diciembre de 1966 se declaró como Bien de Interés Cultural con Categoría de Conjunto Histórico a la localidad de Jerez de los Caballeros, una de las partes troncales de esta de esta declaración y del propio Conjunto Histórico la constituyen los diversos sistemas defensivos. Entre ellos hay que destacar la cerca medieval, con sus sucesivas reparaciones, modificaciones, adaptaciones y ampliaciones a lo largo de los diversos periodos históricos. Por tanto es primordial la consolidación de la muralla, como parte fundamental de este Conjunto histórico. El tramo afectado está en la zona meridional, entre la calle Nueva, calle Monte Dorado y el Parque de Santa Lucía (Fig. 1) 2. Historia de la muralla de Jerez de los Caballeros Las referencias de poblamiento en lo que es hoy Jerez de los Caballeros datan de época prehistórica, no obstante, nos centraremos en la Edad Media que es cuando se construyen tanto el castillo como el recinto amurallado. Existen varias menciones de fuentes musulmanas que atestiguan la importancia de la ciudad, denominada Sharisha, así las menciones de El-Idrisi y Al-Umari. Tanto cerca amurallada como castillo ya existirían en la etapa musulmana, siendo las fortificaciones actuales herederas de las musulmanas con mayor o menor grado de alteración. La plaza fue tomada a los musulmanes en tiempos del rey Fernando III (Garrido 1986), pasando a ser propiedad de la Orden del Temple: Jerez de los Caballeros, junto con Fregenal de la Sierra, Burguillos del Cerro y Alconchel. Esto formará un

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Figura 1. Localizacio ´n de la zona de colapso entre del sistema defensivo de Jerez de los Caballeros.

importante bailiato que se desarrollará en el último cuarto del s. XII. Tras una breve desposesión durante la guerra civil entre Alfonso X y su hijo Sancho, volverá al dominio de la orden templaria que se negará a entregarla cuando se emite la orden

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de disolución resistiendo durante varios meses la entrega al poder real. En 1370 el rey Enrique II dona la villa y su territorio a la Orden de Santiago en la que permanecerá hasta que en 1525 obtenga el título de ciudad de manos del rey Carlos I. La muralla ha formado parte de la defensa de Jerez a lo largo de la Edad Media y parte de la Moderna, junto con la fortaleza situada al Suroeste de la misma. Estos elementos ya existían al finalizar la dominación musulmana, pero muchas partes de la cerca de tapial las sustituyeron los templarios por muros de mampostería, ampliando también la fortaleza. Las continuas reformas y reparaciones efectuadas durante la etapa de dominación cristiana hacen hoy irreconocible los vestigios de arquitectura musulmana que pudieran haber existido. Los elementos que persisten corresponden a las características peculiares de las construcciones cristianas de los siglos XIII y XIV. No obstante, debido a la transferencia de Jerez a la Orden de Santiago, se observan remodelaciones en la fortaleza con soluciones constructivas que van desde el siglo XIII al XVI (Garrido 1989). Así pues, por un lado se presentan los restos de la Alcazaba o núcleo principal y por otro la cerca medieval cristiana. La Alcazaba ocupa el punto más alto de la ciudad. La cerca circunda la Alcazaba y tiene un solo recinto, al haber perdido las defensas exteriores, con forma aproximadamente cuadrangular. El extremo NE presenta lo que fue la torre del homenaje, ahora conocida como torre del reloj. La torre es de bastante altura y presenta un campanario barroco de gran desarrollo. 3. Desarrollo histórico de los daños y actuaciones en el último medio siglo de la muralla Para centrar las actuaciones que más adelante se detallen es necesario hacer una breve reseña de los daños que ha sufrido la muralla, así como de los estudios e intervenciones que se han realizado, que abarca el último medio siglo. Así, en el año 1970 se produjo el colapso de una parte de la muralla, justo al lado del tramo que se expondrán las actuaciones más adelante (Fig. 2). En esta zona actualmente se observa una grieta que marca la unión del tramo original con el tramo restaurado tras este colapso de los años 1970. No se conocen las técnicas y métodos constructivos utilizados en la restauración realizada. Entre esta actuación y el colapso del 2010, se desarrollaron diversos proyectos y trabajos principalmente centrados en el castillo. En el año 1996 el Arquitecto. Sr. D.

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Figura 2. Colapso de parte de la muralla en la zona meridional en el 1970.

Rodolfo Carrasco López redactó proyecto de Restauración de varios lienzos de la muralla que incluía el tramo afectado en el derrumbe del 2010, zona en la que se planteaban actuaciones de reparación superficial. En este proyecto se recogía la situación precaria de la muralla, así como las alteraciones que se habían ido realizando en la muralla, destacando los cambios de rasante realizados. Estos cambios de rasante se plantean con mayor claridad en el Parque de Santa Lucía, donde se rebajaron los niveles del terreno originales en la parte baja de la muralla para conseguir una superficie horizontal, lo que puso al descubierto frentes de roca (figura 3). En octubre de 2009 se presentó un escrito en el ayuntamiento en el que se ponía de manifiesto la presencia de grietas en el lienzo de muralla existente entre el Parque de Santa Lucía y la Calle Monte Dorado. La oficina del Plan Especial de Protección emite informe en el que indican que en el tramo citado se habían realizado reparaciones en los años 1970 consistentes en consolidación de la parte superior del muro y de algunos tramos muy deteriorados con pérdida de revoco. Este informe

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Figura 3. Lienzo de muralla de la zona meridional colapsada en el an ˜o 2010.

además expone que “el muro presenta dos grandes fisuras y que el pavimento de la Calle Monte Dorado se había hundido… posiblemente guardando relación con las citadas grietas” El 10 de febrero de 2010 la Junta de Gobierno Local del Excmo. Ayuntamiento de Jerez de los Caballeros emite una valoración de las reparaciones que se llevarían a cabo, que consistirían “en la reparación y reposición del pavimento de la calle, grapeado de las grietas y retacado”. 4. Colapso parcial del lienzo de muralla meridional en el 2010 El último colapso tuvo lugar el día 6 de marzo del 2010 (Fig. 3). Se produce un primer derrumbamiento de 3 metros de longitud junto al último inmueble de la calle Nueva (zona 1 de la Fig. 3), que apoya sobre la muralla. Pocas horas después se produce otro derrumbamiento de unos 23 m del tramo situado a la derecha del anterior (zona 2 de la Fig. 3). Este desplome de mayor envergadura arrastra tras de sí el pavimento de la calle y parte de las tapias de los patios lindantes con la Calle Monte Dorado. En 9 de marzo de 2010 se redactó informe sobre el tema en cuestión por técnicos

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Figura 4. Alzado del lienzo de muralla con apuntalamiento y zona colapsada en el 2010, visto desde el Parque de Santa Lucia.

de la Consejería de Cultura y Patrimonio en el que se expone que “la muralla ha sufrido desde el momento más plausible de la construcción del tramo afectado, siglo XIII, numerosas modificaciones y reparaciones. Más aún con posterioridad a estas modificaciones se realizó un relleno de tierra hasta la altura del paseo de ronda”. El informe expone que la causa del derrumbamiento puede haber sido “el abundante caudal de lluvia caída recientemente sobre el pavimento de la calle y huertos y patios traseros… al no disponer de aliviaderos ha producido la rotura y el desplazamiento de la fábrica de mampostería, que estaba actuando como muro de contención”. En 24 de marzo de 2010 se redactó un informe de emergencia de Apuntalamiento Provisional Parcial en la Muralla de Jerez de los Caballeros, que en los siguientes meses se ejecutó a ambos lados de la zona colapsada (Fig. 4). Además de los daños en la muralla, había nueve viviendas afectadas, que tras el desplome de la muralla quedaron en situación de desprotección y de precariedad. Ello hizo que el Excmo. Ayuntamiento de Jerez de los Caballeros ordenará su desalojo. Todas las viviendas tenían afección directa, aunque el grado de daños es sensiblemente variable. Pasando desde viviendas que se han visto afectadas por derrumbes a otras que presentan fisuraciones de muy poca entidad. Estos 26m de muralla colapsada se reconstruyeron en el año 2013. 5. Descripción constructiva, estructural y geotécnica del tramo de muralla La muralla está constituida por mampostería, con mampuestos de diferentes orígenes, que están recibidos con un mortero pobre. Las zonas que comprenden los trabajos de esta comunicación son a ambos lados de la reconstrucción realizada en el 2010 (Fig. 4). Las distintas zonas se han denominado lado izquierdo y lado derecho, según se mira la muralla desde el parque.

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Figura 5. Configuracion lado izquierdo Del autor.

La muralla tiene dos configuraciones, una que se da en el lado izquierdo y entre los tres primeros apuntalamientos del lado derecho (Fig. 4), donde la muralla se apoya sobre el terreno original que también aflora en el frente de la muralla (Fig.5). En esta configuración su espesor varía entre 1,90m en la zona izquierda y 1,50m en la derecha. La otra configuración es la que se presenta entre el resto del lienzo de muralla del lado derecho, donde la fábrica del paramento ocupa todo el frente desde la cota del Parque de Santa Lucía (Fig.6), siendo su espesor de 1,50m.

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Figura 6. Configuracio ´n lado derecho.

Según la caracterización realizada por la empresa (EDARTEC, 2013) la mampostería que forma la fábrica del paramento de la muralla se puede asimilar a un material con una densidad de 23kN/m3, una cohesión de 45kPa y un ángulo de rozamiento interno de 32º. Como pusieron de manifiesto los diversos informes emitidos en el momento del colapso del 2010 y se ha comprobado mediante los sondeos geotécnicos realizados para la caracterización del terreno del trasdós, que el trasdós de la muralla ha sufrido el recrecido de las tierras, llegando a tapar parte del parapeto. Así geotécnicamente se han identificado dos niveles de rellenos, el nivel 1a formado por rellenos recientes con un espesor variable entre 0 y 1,60m, y el nivel 1.b constituido por rellenos antiguos, con espesor entre 1,60 y 3,60m.

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A partir de estos estudios geotécnicos (EDARTEC 2013) elabora la siguiente tabla de parámetros de cálculo de los materiales que conforman el terreno del trasdós de la muralla. Material

Valor medio profundidad (m

Densidad

Cohesión (kPa

Angulo de rozamiento interno

Nivel 1a rellenos recientes

0,00-1,60

17,0

7

24,4

Nivel 1b rellenos antiguos

1,60-3,60

18,7

18

24,2

Nivel 2a suelo residual de esquistos

3,60-9,90

20,0

47

31,6

Nivel 2b suelo residual de gabros

3,60-9,90

20,0

47

31,6

Nivel 3a sustrato rocoso esquistos

9,30-20,00

22,0

80

35

Nivel 3b sustrato rocoso gabros

9,30-20,00

22,0

80

35

En estos estudios no se ha observado que exista un elemento constructivo definitorio de la cimentación del paramento de la muralla, por lo que es el propio paramento el que realiza dicha función de reparto de cargas al terreno sin mayor recrecido de su espesor. En la zona izquierda y parte de la derecha del lienzo de muralla en estudio, aflora el macizo rocoso que sirve de terreno de cimentación. Este macizo es de tipo grauvacquicos y granítico (gabro), pero presenta un grado de meteorización variable entre I y V, con mayor meteorización en el caso del macizo grauvacquicos. 6. Análisis de estabilidad de la muralla en el tramo apuntalado Para que cualquier intervención en el patrimonio construido sea eficaz se debe actuar sobre la causa origen de los daños. Esta intervención no puede ser diferente, por tanto el primer paso es analizar cuál puede ser la causa o causas que han originado el colapso de la muralla.

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La muralla estaba funcionando en la zona colapsada y la zona que actualmente esta apuntalada, como un elemento de contención de tierras. Todo elemento de contención de tierras tiene que ser seguro frente al deslizamiento, el vuelco y la estabilidad global. Analizando estos tres estados se comprueba, que tanto el deslizamiento (equilibrio de fuerzas horizontales) como el vuelco de la muralla (equilibrio de momentos respecto el punto de un giro) presenta unos márgenes de seguridad, que aunque bajos, son superiores a la unidad, que es el límite que marca el colapso. En la estabilidad global se ha analizado la estabilidad del conjunto muralla y tierras del trasdós. Este análisis se ha realizado mediante el método de equilibrio límite, en el que se plantea el equilibrio de tensiones deslizantes frente a las tensiones resistentes para diferentes círculos teóricos de deslizamiento. En este análisis se han considerados las cargas que actúan en la zona de estudio debidas a viviendas y muros, estudiando la situación seca y con agua no drenada,

Figura 7. Ci´rculo de deslizamiento de mi´nimo coeficiente de seguridad.

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comprobándose que la seguridad del conjunto frente a la estabilidad global sin agua es muy baja, en el entorno de 1 dependiendo de la calidad del mortero. Sin embargo, cuando se realiza el mismo análisis considerando la presencia de agua sin que se pueda drenar, el margen de seguridad baja hasta el 0,75, lo que indica el colapso (Fig. 7). Y resulta que el círculo de deslizamiento resultante, como se puede observar en la Fig. 7, pasa por el pie de la muralla. Comparando estos resultados con las figuras 2 y 3, se pone de manifiesto que la causa origen de los colapsos es la falta de seguridad frente a la estabilidad global. Por tanto las actuaciones de intervención deben ir encaminadas en este sentido. 7. Diseño de las actuaciones de rehabilitación del paramento de la muralla De lo expuesto se puede concluir que las actuaciones a realizar sobre la muralla deben tener dos líneas de acción: la estabilidad y la durabilidad, que en definitiva son la misma, la seguridad a corto plazo y que las acciones ambientales por una acción continuada en el tiempo no reduzcan la seguridad a medio y largo plazo. Por tanto las actuaciones diseñadas son el refuerzo del paramento de la muralla, la consolidación de su fábrica y la protección frente a la acción del agua de su trasdós. En lo relativo al terreno se plantean acciones de protección de la roca meteorizada que aflora bajo el paramento. 7.1 Refuerzos del paramento En el diseño del paramento existían una serie de limitaciones que condicionaban las posibles soluciones a ejecutar, que debería ser lo más uniforme posible en todas las zonas para reducir los costes. Una de las limitaciones importantes es que el desnivel existente entre la cota de tierras en el trasdós y en el intradós era muy variable, desde los 6,5m del lado izquierdo hasta los 10,50m que había en el lado derecho. Además en el lado derecho existe un muro de hormigón en el trasdós que condiciona cualquier actuación hasta una cota de de unos 2,50m. Todo el alzado del paramento se encuentra apuntalado mediante cerchas metálicas. Esta estructura realiza una función de estabilización temporal de la muralla que no permite su retirada hasta la total consolidación de la misma. Por tanto las actuaciones desde el intradós deben ser lo más reducidas posibles, ante la dificultad de trabajar con el apuntalamiento y sin causarle golpes o acciones imprevistas.

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En el lado izquierdo sobre la muralla apoya uno de los muros de carga de una vivienda, por lo que el grueso de las actuaciones debe realizarse por dentro de la vivienda, ya que por la parte frontal está el citado apuntalamiento, con las limitaciones expuestas. Finalmente, el primer tramo de lienzo del lado derecho presenta un desplome respecto de la vertical de más de 40cm hacia el lado del parque. Teniendo en cuenta lo anterior, la solución que se ha considera más adecuada que cumpla con las limitaciones anteriores, y garantice la seguridad los criterios de las normativas de aplicación (CTE DB-SE 2009) (CTE DB-SE.A 2009) y sea válida para todo el lienzo de muralla a consolidar es el refuerzo mediante la ejecución de una pantalla de micropilotes con anclajes activos, embebida dentro del espesor de la muralla (Fig. 8). Las ventajas que tiene esta solución frente a otras como la ejecución de anclajes o bulones en el alzado de la muralla es que el trabajo que requiere equipos más pesados y de mayor volumen, se acomete casi todo desde el trasdós, siendo únicamente el acceso desde el intradós puntual para la ejecución de los anclajes (Fig. 8). Otra de las ventajas, es que debido a la ligereza de los equipos de micropilotes las sobrecargas que se generaran en el trasdós son del mismo orden de las consideradas en el diseño del apuntalamiento, lo que permite mantener el mismo apuntalamiento durante los trabajos de ejecución de la pantalla, sin necesidad de refuerzos. Y por último el reducido tamaño de las micropilotadoras, que posibilita la entrar en la vivienda que se encuentra cimentada sobre la muralla, pudiendo ejecutar la pantalla desde el interior. La solución constructiva de la pantalla son micropilotes con camisa tubular de acero de 139,7mm de diámetro exterior, separados 50cm. La longitud de estos micropilotes es de 13m en el lado izquierdo y 18m en el derecho. El sistema de inyección del mortero de los micropilotes es repetitiva y selectiva IRS (M. FOMENTO 2008) que garantiza la consolidación de la mampostería. Las cabezas de los micropilotes se recogen con una viga de atado de hormigón armado de 0,60x0,90m. Para reducir el trabajo a flexión de la pantalla, y reducir los desplazamientos

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horizontales y los consiguientes asientos verticales en el trasdós de la muralla, se ha definido un sistema de anclajes activos, que se disponen a lo largo de líneas sensiblemente horizontales, una en el lado izquierdo y dos en el derecho (Fig. 8)

Figura 8. Consolidacio ´n lado derecho de la muralla. Seccion transversal.

Al tratarse de anclajes permanentes se adoptan las medidas de protección contra la corrosión establecidas en (M. FOMENTO 2008), diseñándose el acceso a las cabezas de los anclajes para su revisión. La primera medida a adoptar para reducir la excentricidad de las cargas, es la demolición y reconstrucción del peto una vez se haya estabilizado la muralla. El otro refuerzo que se ha definido es para garantizar la seguridad del tramo de paramento del lado derecho que presenta el desplome de 40cm. Consiste en un cosido de la parte del paramento desplomada respecto de la no desplomada. Esto se realiza mediante barras de fibra de vidrio, dispuestas en 7 líneas horizontales a lo largo los 5m que aproximadamente, se encuentran desplomados. 7.2 Actuaciones de consolidación y protección Como se ha indicado, el otro campo en el que es necesario intervenir es en la durabilidad de la estructura. Para ello se han llevado a cabo varias actuaciones. La durabilidad de la fábrica del paramento frente a los agentes externos, como a la acción del agua del trasdós, pasa por la mejora de la calidad del mortero que, pues sobre las piezas no se puede actuar. Para ello se realizará una consolidación mediante inyección de cal hidráulica natural.

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También en aras de una mayor durabilidad de la fábrica y reducir las acciones sobre ella, se ejecutarán drenes sub-horizontales que permitirán evacuar el agua antes de su llegada al paramento. Estos drenes consisten en tubos de PVC perforados que se introducirán a través de perforaciones del paramento hasta una profundidad suficiente para el desvío del agua antes de alcanzar la fábrica. Finalmente, para la estabilización del talud de roca que aflora bajo la muralla y con el objeto de evitar la caída de trozos sueltos sobre las personas, se colocará una malla de triple torsión con cables de alambres de acero trenzado, que se fija a la roca mediante bulones dispuestos en una cuadrícula de 3x3m. 8.- Conclusiones Se ha puesto de manifiesto la importancia que la cerca defensiva tiene en la catalogación de Jerez de los Caballeros como Bien de Interés Cultural con Categoría de Conjunto Histórico. Esta muralla ha sufrido en el último medio siglo varios colapsos muy importantes que han supuesto la pérdida de parte de su valor patrimonial, y han puesto en riesgo la seguridad de las edificaciones de su entorno. Estos colapsos, aunque repentinos, han estado avisando a lo largo del tiempo, bien como manifestaciones de daños en el paramento de la muralla, bien como daños o anomalías en el pavimento de su trasdós. Saber leer estos daños y/o anomalías es fundamental para anticiparse al colapso, garantizar la seguridad del Bien y de las edificaciones de su entorno, y la durabilidad a lo largo del tiempo. Esto nos hace reforzar la máxima de “estudiar lo máximo para intervenir lo mínimo”, así aplicándola al caso que nos ocupa, una acción preventiva fundamental en la conservación de esta muralla, y por extensión de cualquier estructura del patrimonio, es el estudio y análisis de sus daños y anomalías, para evitar o reducir, incurrir en costes muy superiores en su refuerzo o reconstrucción, que en cualquier caso, no devolverá su originalidad. Esta comunicación ha sido posible gracias al apoyo económico y financiación del Gobierno de Extremadura y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través de la subvención concedida al grupo de investigación (Ingeniería Geomática y Patrimonio Urbano) de la Universidad de Extremadura.

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Fuentes y bibliografía: CTE DB-SE. 2009. Documento Básico de Seguridad Estructural. Ministerio de la Vivienda, Madrid. CTE DB-SE. A. 2009. Documento Básico de Seguridad Estructural. Acciones en la edificación. Ministerio de la Vivienda, Madrid. Edarte, 2013. Estudio y análisis de estabilidad de la ladera. Sevilla ME_GE.10063_13_Inf.03. Garrido Santiago, M. 1986. Jerez de los Caballeros: la ciudad de las torres, Editora Regional de Extremadura, Salamanca. Garrido Santiago, M.: Arquitectura militar de la Orden de Santiago en Extremadura, Editora Regional de Extremadura, 1989. Ministerio de Fomento, 2008. Guía para el proyecto y la ejecución de micropilotes en obras de carretera. Servicio de Publicaciones Secretaría General del Ministerio de Fomento, Madrid.

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Lessinia’s Forts recovery program: architecture and landscape Fiorenzo Meneghelli ARCHITECT

Andrea Meneghelli

Abstract Between 1905 and 1911 two kinds of fortified buildings, forts and trenches were erected in the Lessinia area, north of Verona. The Lessinia mountains at the time marked the border between the Italian Reign and the Austro-Hungarian Empire. The Lessinia Mountain Community along with some close Municipalities have recently started to recover and to increase in value these fortifications. Santa Viola Fort for example will be recovered as a museum and as an exhibition centre, while the Lessinia Regional Park will be used as a tourist activity area, resting area, camping site area etc. Monte Tesoro Fort will host an information centre on Lessinia’s history and landscape and sell local wines and food; the barracks will become the center of hiking and will provide hosting spaces, rest stops and services for cultural and free-time tourism. The wooded area will be an educational centre for biodiversity conservation. Keywords: Verona; Lessinia; First World War; fortified architecture; landscape.

1 The Lessinia’s Fortifications 1.1 From the Austro-Hungarian Empire to the Italian Kingdom The city of Verona, thanks to its special geographic position which acts as a fundamental crossroad between Italy and the North of Europe, has mantained during the centuries a crucial strategic role of control on the Lombardy plain (“Padania”) and the Alpine area. During the Hapsburg Era (1814-1866), Verona became the main fortified town of the Quadrangle, by developing a defense system that overtakes the urban nature and expands on the area, known as “entrenched field”, with the fulfillment of a double belt of detached forts (1848-1866). After this very first phase, follows the development of a wide defensive plan called “fortified region” which connects the morphological nature of the area (Garda lake, Adige, Mincio and Po’

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rivers, pre-Alpine elevations) with the ways of communication (mostly rails and roads) and the fortified system. In 1866 Veneto passes to the Italian Reign. The border with Austria then moved to the current borderline between Veneto and Trentino Alto Adige. The Italian defense considered the “closure” of the numerous ways of communication, coming from the Alps, with a system made of blockage forts, in order to guarantee manouevre’s freedom to the Padania area’s troops between the two banks of river Po. The Italian military Corps of engineers changed (1880-85) the Austrian works of the Rivoli’s blockage (Rivoli and Ceraino’s Forts) which was closing the Adige plain (Valdadige), and realised new Forts such as S. Marco (1883, renovated in 1913), Masua (1880-85, restored at the beginning of 1900), or gun battery array of Rivoli Fort (1884), the “Tagliata” of Incanal (1884) and the Cimo Grande and Noale armoured arrays at the beginning of 1900. On the North-East side of Verona, at the bottom of the Lessinia’s mountains, Castelletto Fort (1885-1900s), San Briccio Fort (1885) and the Monticelli array were built, while the armoured Forts of Monte Tesoro and Santa Viola were developed between 1908 and 1910 (fig.1).

Figure 1. Defensive system of Verona at the beginning of World War I. In red, the border between the Kingdom of Italy and the Austro-Hungarian Empire. 1. Fort Santa Viola, 2. Fort Monte Tesoro.

1.2 Infrastructures and logistic support The pre-Alpine militarization led the territory to deep changes, the agriculture area was replaced with the construction of infrastructures that can be summarised in new roads, bridges, acqueducts with fountains and tanks, telephone lines, devices for light signals, etc.. and troops’ logistic support such as barracks, commands, hospitals, bakeries, warehouses, barns, gun-powder magazines, etc...); fortified

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system, such as blockage forts of the valleys and trenches’ network. Between 1915 and 1918 Lessinia counted on about 20/25.000 soldiers, plus 5.000 workers involved in the defensive buildings. 1.3 Armoured Forts The choice of the Italian defense in building barricade structures on the Alps with the aim of controlling the entry passages to the plains and halting the enemy action on the border, required a change of mind on the defense works made until that moment. At the end of 1800, the use of high-potential explosives marked the end of polygonalmap masonry forts covered in soil. Then, the attention focussed on what was happening in Europe where big fortified systems were built in an anti-German function, for e.g. in Belgium in the city of Anversa, Liegi, Namur, and in France in Paris and Verdun. The Italian military corps of Engineers developed a model of armoured fort which has been adopted between 1905 and 1908 in the Alpine barricades of the North-Eastern boundary. The new forts were designed to have concrete thick brickworks and were provided with artillery protected by cast-iron and steel casamates. The blockade fortification is no more concieved as an isolated building, but as a group of infrastructures deployed over the area able to conduct complementary function in a defensive action. The fort had, thanks to its reduced dimension, a good integration in the environmental context, but its structural limits left it as a vulnerable target. In respect to the fast technological evolution of firearms, the defensive building resulted after few years inadequate or even obsolete to fulfill its defensive role. 2. Safeguard and value of the Lessinia’s fortified heritage Thanks to what reported above, we can understand how the Lessinia mountain region, which until the beginning of 1900 was little inhabited and devoid of roads, has undergone a deep and rapid transformation whose outcomes are still today visible in the infrastructural and settlement’s layouts of the area. Nonetheless, only a little awareness of the value and heritage of this territory was recognized. Most of the forts were victims of systematic ransackings at the end of the First World War, which led to the abandonment and decline of the buildings. Some years ago, thanks to historic research regarding the fortified buildings fostered by books and displays, interest and value recognition that this historic heritage possesses have arisen in the population, so they are now aware about the necessity of safeguarding it by appraising the territory.

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On this aim, actions led by some Municipalities together with the Lessinia Mountain Community and the Lessinia Regional Park stand out. Then, the recovery of these buildings cannot be considered only from the local point of view, not only for economical reasons, but also because it is involved in a wider territorial concept. All the case studies which are briefly introduced here, have this same goal in common.

Figure 2. Fort Santa Viola, plan, section, rendering.

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2.2 Santa Viola Fort The project, which is fostered by the Municipality of Grezzana and the Lessinia Mountain Community, is placed in a vaster territorial context aimed to increase the value of the defensive system realized by the Italian corps of Engineers in Lessinia at the beginning of 1900 (fig.2). The project provides the recovery of the fort, which is owned by the Municipality itself, that could become the “entry door” to the Lessinia’s Park. The location of both the fort and the whole defensive line marks, indeed, the transition from a urbanized and humanized environment to an area which still preserves a natural value bound to High Lessinia and corresponds with the Park’s protected area. All this portion of land represents a real territorial landmark, both from a flora and fauna point of view and from a orographic perspective, and allows a 360° sight of all the area around, ideally connecting to the panoramic viewpoints already identified in the Lessinia’s Park (fig.3).

Figure 3. Fort Santa Viola, aerial view.

The fort recovery will permit the realization of a construction which will work at the same time as receptive and museum centre at the tourist’s service, especially orientated to the younger segment. The fort’s location in this area of great landscape and environmental value can constituite a winning card for the development of a significant role also from a tourist welcome point of view, by realizing low cost

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receptive services and focussiung mostly on young people, whose demands cannot find an efficient feedback in today Verona’s Mountains. Another important possibility, beside a proposal of individual usage, is to involve the Youth International Associations which are yearly organising working and formation camps, with a following offer positioning on the European market. The intervention, which is realized in cooperation with the collegue M. Valdinoci, has worked according to two main criterias: the restoration and architectural integration in respect to the decay condition of the fort’s different parts. For e.g., the restoration took place for the exposed brickwork section and the well-conserved historic segment. The architectural integration has been realized: on the semi-demolished brickworks with the addition of exposed concrete castings or throws; with the insertion of steel structures inside the destroyed portions of stairs, attics and roofing (fig.4). The inner works followed a double intervention modality: an appropriate finishing touch at the

Figure 4. Fort Santa Viola, front.

ground floor for the rooms destinated to food service and reception of small groups of visitors; the conservation of the upper story’s existent untreated brickworks realizing only small interventions of inner finishing, such as the positioning of metal doors and windows and of the glass walls on the external walls, which will be addressed to temporary exhibitions and museum centre (fig.5). The electrical system

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Figure 5. Fort Santa Viola floor of batteries.

has been made by exposed pipes of steel and a linear development of luminous body with opalin glass shaded neons. The air-conditioning system (only for the ground floor) is composed of a micropore steel circular channel. Work’s data: Area surface: sq m 10.226; total covered surface: sq m 1.284. Volume cbm 9.887. The intervention occurred in respect to loans and in consecutive moments:

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1st moment (2005-2007); 2nd moment (2007); 3rd moment (2011-2013); 4th and last moment in 2014. The amount of the realized works was more or less about 1.170.000€, with loans from the Veneto Region, the Province of Verona, the Lessinia Mountain Community, the Grezzana Municipality and contributions by local banks. 2.3 Monte Tesoro Fort Concieved as military area until 1980, then has passed to the Government Property, and now on the basis of the State Property Federalism ( D.Lgs. 85/2010 art.5 comma 5) has been made over to the Municipality of Sant’Anna d’Alfaedo thanks to an increasing value programme presented by the Municipality itself whose main points are: Asset identification: the real estate existing in the area of sq m 154.640 are the fort, the barracks, the keeper’s house and the buildings for other services. A general description: the features and morphology of the places are well identified by the fortifications and catch all the useful elements to the defense; their construction gives to the location a new role and identity in the territory. If you think about the area with these theories in mind you can see the essential relation between the man work and the natural environment, which allows you to imagine the forts as protections for the defense of the surrounding landscape from further changes. The forts’ recovery can no more appear as an isolated phenomenon and competing with the recovery of other historical structure of recognised and strengthend value, such as churches, villas and/or old town centres. Forts should be considered as integral part of an historical, architectural and environmental heritage whose value involves the entire territory (fig.6). The Program’s Summary: The increasing of the value of Monte Tesoro is inserted in a wider regional context, which sees the enactment of the first recovery activities of the defensive system composed of the Santa Viola Fort and the Malga Pidocchio trenches. Moreover, the recovery of Monte Tesoro has to be inserted in an historical, cultural and environmental itinerary that has as main points the localities of Molina (the Waterfalls and the Botanic Museum), Sant’Anna d’Alfaedo (the Prehistoric and Paleontological Museum, the Veia’s Bridge, the Corno d’Aquilio’s Mount), and links with other Lessinia’s areas: Alpine huts, hill countries, woods, etc... In this framework should take part too the food and artisan typicalities of the area. The increase in value program develops on different levels:

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Figure 6. Fort Monte Tesoro, aerial view with insertion of the project of the fort and barracks.

Territorial level: Monte Tesoro, as a location of remarkable historical and naturalist interest of the Verona surrounding mountains, links with Trentino and the area between Garda and Valpolicella. Local level: Monte Tesoro is the centre of the network for places of historical, cultural, environmental interest and of promotion of productive typicalities in the Lessinia’s Regional Park. Objective and strategies: Althought the area is equipped with meaningful places of interest for history, nature, etc..., it has not developed an adequate promotional and fruition program of this great heritage. The increase in value of Monte Tesoro is aimed to represent a new opportunity for the mountain area to develop a balanced socioeconomic advancement looking out for the territorial peculiarity. The main points of the intervention are: the synergistic increase in value of the Lessinia’s fortified heritage, which provides for the forts’ salvage and the construction of the trenches’ Eco-museum; the creation of a local network of all the places of great historical, cultural and environmental interest with common programs of

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Figure 7. Fort Monte Tesoro current status and restoration project.

Figure 8. Forte Monte Tesoro, front.

increase in value and fruition; the recovery of the fort as place of memory of the First World War in the Lessinia area and, at the same time as expositive space where to present the territory nature under an historical, archaeological, architectural, cultural, environmental and landscape point of view (fig.7-8). This place will see the introduction of valleys’ traditional local products; the barracks and the enclosed buildings will turn into the reception, rest stop and services’ setting for cultural, environmental and free time tourism, becoming the benchmark for hiking in the

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surrounding mountain area; finally the program provide for the recovery of the guardian house for residential use. “The Lessinia’s wood”, which includes the wide wooded area of the mount, will become the enviromental educational and formation centre aimed to the research and conservation of biodiversity. Modalities of the program’s fulfillment: the realization of the plan will be managed by the Municipality together with the Lessinia’s Mountain Community and the Lessinia’s Regional Park. A general project on the Monte Tesoro increase in value will be edited working as a Master Plan to which all the individual plans of architectural interventions and increase in naturalist-environmenal value should conform to. The fulfillment of the program can occur both with the direct intervention of the Municipality and by using the program agreement, and/or other agreements between public and private subjects. Economic sustainability of the plan: Regarding the economic sustainability of the increase in value program, a plan of loans has been defined: from European announcements to the regional ones, annoucements for the development of boundary Municipalities, banks foundations, etc... Period of the program’s realization: the increase in value plan will enhance on a temporal arch of 10years: Cleaning and Security from 1st to the 2nd year with maintenance and conservation for the next years; Accessibility from 1st to 3rd year; Fruition from the 1st to the 2nd year; Naturalistic and Environmental Recovery of the area from 1st to 4th year; Operational Recovery of the existing infrastructures from 2nd to 7th year; Recovery in different moment of the historic estates from 2nd to 10th year. 3. Recovering Lessinia’s trenches The Lessinia fortifications expand on more than 18 km, with 8.000 metres or so of trenches, 50.000 metres of grids, more than 30 pieces of ordnance, hundreds of machine gun’s placements, 60/70 cavern refuges for man and supplies, hundreds of wooden barracks for hosting the troops and their officials, and thousands metres of walkways, roads, etc... At the beginning of hostilities, it seemed as the First World War should be a dynamic and fast war where only the new war machines would have determined the conflict’s

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result. However, it turned into a static trench war, just bloody and terrible. Only anonymous fortifications, excavated in the ground or in the rock and delimited by a lot of barbed wire, followed the refined military architecture. For the Lessinia’s Mountain Community I have elaborated a recovery project of the Malga Pidocchio’s trenches, under the Erbezzo Municipality. The intervention has occurred only in full respect of the historical, environmental and landscape context of the place. The soldiers created in the rocky block a grid of walkways, trenches, tunnels, stationings for small artillery inside the caves, etc... To protect themselves from the snow or rain, the soldiers covered the trenches and their quarters with stone sheets supported by wooden truss stuck in the rock. That kind of “signs” which still are in the rocky block but that time and nature have in part ereased, have been recognized and rendered readible in the restoring intervention, avoiding any kind of rebuilding artificialities. The salvage interventions of the military buildings should be based on “compatibility and sustainability” criteria in full respect of the context on which we act with the aim of safeguarding all the existent historical and enviromental/landscape heritage (Fig.9 - 10). The objective of the Lessinia’s fortifications salvage come form the need that the local community can declare itself as part of the values and history of the place, which can be synthetically described as:

Figure 9. Monti Lessini (Verona), the trenches of Malga Pidocchio integrated into the landscape.

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Figure 10. Monti Lessini (Verona) the trenches of Malga Pidocchio.

Environmental - Safeguard and increase in value of the landscape and environment; History and memory - Conservation and recovery of all the concrete and intangible proofs; Touristic and Educational - Increasing the touristic interest in this place by using cultural and environmental itineraries and services, bounded to the inter-regional and European reference network. Local development – Conservation and development of the manifacturing activities, local typicalities’ promotion, boost of the receptive offer and cultural interest. For these reasons would be expedient to elaborate a guide project in which all the historical-architectural and landscape valency of the great heritage, composed of the works realized during the First World War, are defined, and where all the principles of safeguarding and intervention, in addition to the compatible possible usages, are specified. The recovery of the First World War defensive structures can become an opportunity for fostering a wider increase in value plan of the territory as a whole.

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In this context, the mountain area can look for a model of sustainable development, that constitutes a possibility for the population of a brand new socio-cultural and economic balanced advancement.

Sources and bibliography: Meneghelli F., 2004: Forte Gisella, un forte per la cittĂ , Verona, Cierre Grafica. Meneghelli F., 2006: Le mura e i forti di Verona, Verona, Cierre Grafica. Meneghelli F., Valdinoci M., 2010: Il sistema difensivo della Lessinia, Oriongraph. Meneghelli F., 2012: Verona un territorio fortificato, Terraferma edizione. Crocetta del Montello (TV).

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The urban planning of Pamplona in defense of their fortifications La planificación urbana de Pamplona en defensa de sus murallas Laura Rives DOCTOR ARQUITECTO, PROFESORA ASOCIADA DE LA ESCUELA TÉCNICA SUPERIOR DE ARQUITECTURA DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Abstract In the XXI century, Pamplona commitment to urban renovation and a new image resurgent recognition of their own historical and natural values. The citadel, the walls and the natural defense of the river are the key elements that have made the neighborhood revitalization and restructuring of the city. Not many cities in the XXI century, maintain a walled enclosure that tells his story, but is that not many benefited from an urban planning who could defend him. Pamplona, until the twentieth century development was contained by the walls, but then once overtaken by new developments, the various plans and proposals have always sought to keep the walls and leverage their value to revitalize the city. Resumen En el siglo XXI, Pamplona apuesta por la renovación urbana y por una nueva imagen, que resurge del reconocimiento de sus valores históricos y naturales. La ciudadela, las murallas y la defensa natural del río son los elementos fundamentales que han logrado la revitalización de los barrios y la reestructuración de la ciudad. No muchas ciudades mantienen en el siglo XXI un recinto amurallado que narre su historia, pero tampoco muchas contaron con una planificación urbana que supiera defenderlo. Pamplona, hasta el siglo XX, tuvo un desarrollo contenido por las murallas, pero después, una vez superadas por los nuevos desarrollos, los diferentes planes y propuestas siempre han buscado mantener las murallas y aprovechar su valor para revitalizar la ciudad. Keywords: Urban Planning; development; fortifications; Pamplona; image of the city; genius loci. Palabras clave: Planificación urbana; desarrollos; fortificaciones; Pamplona; imagen de la ciudad; genius loci.

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1. Introducción En el siglo XXI, numerosas ciudades ha apostado una apuesta por la renovación urbana, que en muchos casos ha derivado en la búsqueda de una imagen representativa o icono de las mismas, como el caso de Bilbao con el Museo Guggenheim. Pamplona también ha manifestado su apuesta por la renovación urbana pero no buscando un nuevo icono, ajeno a sus ciudadanos; Pamplona, en el siglo XXI, ha sabido buscar en su historia y reconocer que es en sus elementos históricos y naturales propios donde se encuentra su imagen de ciudad. El recinto amurallado y la Ciudadela han resultado dos elementos fundamentales para la revitalización del Casco Histórico y los Ensanches de Pamplona, y a su vez, para la reestructuración de la ciudad, más aún cuando el entorno de las murallas se enriquece con el río Arga. No muchas ciudades mantienen en el siglo XXI un recinto amurallado que narre su historia, pero tampoco muchas contaron con una planificación urbana que supiera respetarlo y defenderlo. Las ciudades deben ir evolucionando a lo largo del tiempo; no se trata de mantenerlas como museos, pero tampoco perder su identidad. El patrimonio español ha pasado por momentos decadentes a lo largo de diferentes épocas: la Desamortización, la eliminación sistemática de las murallas, las remodelaciones de centros históricos realizadas con la base teórica de las intervenciones de Haussman en París, o cuando en la década de los cincuenta comenzó el desarrollismo español, y la prioridad era dar alojamiento a la inmigración que acudía en masa a las ciudades. Pamplona, por su condición de ‘plaza fuerte’ hasta 1915, tuvo su crecimiento hipotecado, debiendo desarrollarse en el interior de sus murallas. Gracias a eso, y a sus diferentes planes urbanísticos y proyectos, que apostaron por la defensa del conjunto fortificado, hoy la ciudad se ve revalorizada por sus valores culturales derivados del mismo. 2. La muralla como límite de las “dos ciudades” En el crecimiento de la ciudad moderna, el modelo de ciudad diferenciaba dos zonas individualizadas: el centro urbano, formado por el casco viejo y los ensanches, y la periferia o “extrarradios”, constituida por desarrollos urbanos no planeados, en los que aparecían de forma dispersa residencia e industria próxima a las vías de comunicación con el centro (Cfr.López de Lucio, R, 1993).

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En el caso de Pamplona, estas dos zonas quedaban aún más diferenciadas por sus murallas y la Ciudadela. Los recién construidos ensanches fueron incapaces de albergar la expansión demográfica e industrial que experimentaba la ciudad, tanto por capacidad, como por sus elevados costes, por lo que las nuevas clases sociales que llegaban a la ciudad, se quedaron fuera de sus murallas, en los barrios de crecimiento esporádico de la periferia, en la “otra ciudad”. El recinto amurallado había logrado mantener el desarrollo urbano mucho más contenido que en otras ciudades españolas; por eso, el incipiente desarrollo caótico de los últimos años podía ser encauzado mediante un instrumento de planificación urbana conjunta de la ciudad: su primer Plan General. 3. La planificación conjunta de la ciudad defiende la Ciudadela y las murallas Pamplona, desde la década de los cuarenta, empezó a estudiar como quería que creciera la ciudad. El acuerdo era unánime en que la zona óptima para expandirse era hacia el oeste, creando el III Ensanche (más conocido como barrio de San Juan), pero también desde entonces se advertiría que ese nuevo Ensanche tendría “el problema de conexión con la ciudad producido por la Ciudadela, los glacis y los cuarteles”. Sin embargo, este problema fue visto como una virtud por los informes previos a la redacción del Plan, ya en ellos se señalaba la importancia que tenían las fortificaciones para la imagen de ciudad y en su historia, ya que incluso sus comunicaciones venían marcadas por la disposición de las puertas en la muralla. El Primer Plan general fue redactado por Pedro Bidagor y Muñoz Monasterio, y aprobado definitivamente en febrero de 1957. El Plan obedecía a la idea de organizar el desarrollo de la ciudad en el plazo inmediato de los 50 años próximos, en los que la ciudad preveía pasar de 67.000 habitantes hasta los 140.000 de finales de siglo. Pamplona, al igual que otras ciudades españolas, introdujo la técnica de la zonificación en la redacción de su Primer Plan, que seguidamente fue secundada por la Ley del Suelo de 1956. Fue precisamente esta Ley estatal la que obligó a todas las ciudades a que tuvieran su plan general, e impuso la generalización de la zonificación en la redacción del planeamiento. A cada una de estas zonas se les asignaba un uso, un volumen y unas ordenanzas obligatorias. En general, el tipo de zonificación incluye en cada ciudad con pocas variaciones las siguientes zonas: casco antiguo, intensiva baja, intensiva media, intensiva alta, bloques abiertos, ciudad jardín, zona industrial, tolerancia industrial, verde, ferroviaria

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y reserva urbana (Terán, 1978). En Pamplona, la zonificación de “parques y jardines” fue la que permitió la reserva de la Ciudadela, del Parque de la Taconera y del Conjunto del recinto amurallado, de manera que el desarrollo de ensanche semiintensivo (Fig.1.), quedaba relegado a la zona oeste de la ciudad, en lugar de fomentar el continuo urbano del Primer Ensanche, zonificando estos terrenos para su desarrollo residencial intensivo. La técnica de la zonificación se uniría a unos criterios de diseño urbano muy organicista, de ahí la adaptación del Plan General a los elementos preexistentes como la topografía, los caminos o elementos como las murallas o las instalaciones militares (cuarteles, ciudadela, glacis). Este organicismo permitió una diversidad y un trazado discontinuo, que no sólo manifestaba el respeto que los redactores pretendían respecto de las preexistencias, sino que además les permitía mostrar que sus Figura 1. Plano de zonificación del Plan convicciones urbanas apostaban por la general de 1957. singularización de cada lugar. Esta posición era contraria a los criterios segregadores de usos y de tábula rasa de la Carta de Atenas, que depreciaban el patrimonio histórico heredado y proponían sustituirlo por las nuevas tipologías del Moderno. 3. La Ciudadela como gran espacio libre del III Ensanche El desarrollo de la primera fase del III Ensanche, más conocido como barrio de San Juan, fue la primera zona de fuerte desarrollo urbano derivado del Plan General de 1957. El Plan del III Ensanche comprendía una extensión de 50 hectáreas de terreno ubicado alrededor de la llamada Vuelta del Castillo, enlazando el barrio de la Milagrosa con el Polígono Municipal de San Juan y el Casco Antiguo con los centros sanitarios y Ciudad Universitaria. Lo más singular de este nuevo barrio era la conexión que se planteaba con la ciudad tradicional mediante el mantenimiento de los espacios libres existentes y de los ejes rodados principales dados por el Plan General. Como ya se ha avanzado, se mantendrían los jardines de la Taconera, de Antoniutti, de la Ciudadela – Vuelta del

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castillo, y de esa manera se configuró el primer anillo verde de reserva natural para la ciudad. La proximidad del barrio a estas amplias zonas de parques es lo que permitió que el Plan del III Ensanche aumentara la densidad prevista por el Plan General a 7 m3/m2, y de esa forma tener capacidad para unos 60.000 habitantes. Tras el desarrollo del III Ensanche, en los años sesenta el modelo urbano de Pamplona pasó a caracterizarse por su crecimiento concéntrico en torno a su Ciudadela. La decisión del Plan General de respetar este espacio libre en el centro de la ciudad continuaba viéndose con acierto en otros planes de la ciudad, como el de Ermitagaña, en el que se decía: “en un futuro próximo, tendremos una población con centro de la misma en la fortaleza militar llamado Ciudadela rodeada de parques, fosos, baluartes y glacis y circundada por la importante vía de la Vuelta del Castillo. Esa planificación resulta sumamente acertada, porque dará a la urbe tono de gran ciudad, de tipo centroeuropeo (…)” (AAVV, 1968). 4. La cesión de las instalaciones militares como oportunidad para revitalizar el Centro Urbano Aun así, por mucho que el Plan reservara la Ciudadela y la Vuelta del Castillo como espacio libre, no tenía mucho sentido si estos no pertenecían a la ciudad y no podían ser disfrutados por los ciudadanos. Por ese motivo, la cesión del espacio de los cuarteles y la Ciudadela a la ciudad suponía para Pamplona una oportunidad para satisfacer las carencias de su centro urbano, comprimido por las murallas y carente de espacios públicos, sin necesidad de intervenir en el centro histórico. Como hemos visto, la existencia de las instalaciones militares había sido un obstáculo para el desarrollo residencial en el sector Oeste de la ciudad, que debió saltar la Ciudadela sin continuidad en los servicios de infraestructura, apoyándose en unos viales escasos y provocando la congestión de los mismos. Para resolver esta situación, a principios de los años sesenta el Ayuntamiento realizó una labor intensa para lograr el cambio de emplazamiento de cuarteles e instalaciones militares y la cesión de sus instalaciones del centro mediante tres convenios. El primero, mediante la Ley de 2 de diciembre de 1963, que autorizaba a la Junta Central de Acuartelamiento, del Ministerio del Ejército, transferir al Ayuntamiento de Pamplona las propiedades militares afectadas por el Plan de Ordenación Urbana. Se autorizó la transferencia de las parcelas de los terrenos correspondientes a los Cuarteles de Infantería y Artillería, así como los terrenos correspondientes al Estadio

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Militar del foso contiguo, el centro deportivo-social militar y una pequeña zona libre de edificación en la Vuelta del Castillo. Es decir, se obtenían unos 50.000 metros cuadrados de Ensanche interior y la posibilidad de apertura de la futura Avenida del Ejército, que permitiría mejorar la estructura viaria de la ciudad al conectar el III Ensanche con el eje diagonal del II Ensanche Por el segundo convenio, el Ministerio determinó la cesión de Ciudadela. En junio de 1966 se firmó la escritura para la entrega de la Ciudadela a la ciudad, por parte del Ramo del Ejército. Por el tercer convenio, el Ayuntamiento adquiría los glacis de la Ciudadela del Ramo del Ejército, para destinarlos a zonas verdes. En diciembre de 1968 se firmó la escritura de cesión de los glacis de la Ciudadela del Ramo del Ejército al Ayuntamiento, con destino de utilidad pública. La operación de adquisición de los terrenos de Cuarteles fue considerada por la prensa local como “el mejor servicio que se ha podido prestar a la ciudad”, ya que se habían obtenido 123.857 metros cuadrados que servirían de enlace entre el centro urbano y los nuevos desarrollos al oeste de la ciudad. Según el Plan General de 1957, este ámbito estaba afectado por dos zonificaciones: la zona de los cuarteles del Primer Ensanche se definía como de “ensancheintensiva” con base en la manzana cerrada; y la zona de la Ciudadela y Glacis se definía como “parques y jardines”. Además, el Plan General permitía la edificación intensiva en la zona del foso comprendida entre la calle Navas de Tolosa y la Avenida del Ejército, lo cual, de haberse ejecutado así, hubiese producido una importante lesión urbanística. Por último, otra de las determinaciones del Plan General era que la comunicación del Casco Antiguo con el resto de la Ciudad se lograba prolongando el Paseo de Sarasate hasta la Ciudadela. En cambio, para el Ayuntamiento, el objetivo principal de estos terrenos era dotar al centro de la ciudad de equipamientos, comercio y una buena comunicación. Dado el gran interés de la zona, en diciembre de 1962 la Comisión del Tercer Ensanche convocó un Concurso Nacional de Ideas al que se presentaron diferentes urbanistas españoles. El ámbito de estudio superaba los terrenos ocupados por la Alhóndiga, los Cuarteles, y las instalaciones de Ferrocarriles de Vía Estrecha, y también comprendía el estudio de alturas para las edificaciones del I Ensanche, de

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la situación de la Audiencia y de orientaciones para el futuro destino para la Ciudadela (Pleno, 1962). Sin embargo, esta convocatoria de un concurso nacional no fue bien aceptada por la opinión pública y para evitar demoras, se decidió encargar directamente la redacción de un Plan Parcial de Ordenación para la zona. 5. El Plan Parcial para la ordenación de la zona de los cuarteles, la Ciudadela y sus glacis. Lo más sorprenderte de la propuesta del Avance de este Plan Parcial fue su programa. Tras un estudio de viabilidad, se consideró que por su céntrica situación y buen sistema de accesos, el sector permitía el funcionamiento de usos residenciales, comerciales y oficinas. Esta variedad de usos, y la proximidad al centro de negocios del II Ensanche, permitía emplazar en este lugar un gran centro comercial, e incluso se consideraba adecuado para la construcción de dos hoteles, amén de otros usos dotacionales asistenciales y culturales. Pero lo que realmente resultó más novedoso fue que la propuesta buscara mejorar la movilidad en el centro, ya que éste no estaba preparado para los nuevos modos de transporte. Se proponían plazas de aparcamientos colectivos para 1.000 vehículos y una estación intermodal que sirviera a su vez de autobuses y de terminal de transporte ferroviario de viajeros. Para poder desarrollar este ambicioso programa era necesario modificar la zonificación de ‘ensanche-intensiva’ prevista en el Plan General, por una más flexible de ‘edificación abierta’ con régimen de altura de ‘intensiva’ y destino cívico-comercial, que permitiera desarrollar estos terrenos como un centro cívico comercial a nivel regional con las dotaciones necesarias para dar servicio a Pamplona y zona de influencia. La propuesta del Plan Parcial (Fig. 2), a pesar de su proximidad al Ensanche, empleaba el bloque lineal abierto en la que cada edificio era el protagonista formal y se abandonaba el concepto de calle propia del ensanche, produciéndose la indefinición del espacio público entre bloques. Este protagonismo edificatorio se reflejó en una flexibilidad de las Ordenanzas urbanísticas, que permitía una plástica digna en la composición, ya que el Plan consideraba de gran importancia la calidad arquitectónica de los edificios que se proyectaran, (de ahí que se exigiera la realización de un concurso de arquitectura para asignar la redacción y ejecución edificios asistenciales previstos).

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Figura 2. Plano del Plan Parcial del Centro Comercial Avenida del Ejército, 1965.

El diseño urbano de este espacio fue estudiado, además, por diferentes equipos de arquitectos, ya que fue convocado otro concurso de ideas. La prensa se hizo eco de las ambiciosas propuestas en un artículo en el que se decía “proyectos no faltan para que toda esa zona de los cuarteles llame la atención y sea urbanísticamente elogiada dentro de unos años cuando todo esté terminado. Algunos de ellos ciertamente fabulosos hasta el punto que el pamplonés, acostumbrado a una ciudad sin excesivos alardes arquitectónicos, no termina de creérselo.” (Iriberri, J M, 1968) Sin embargo, a pesar de que la propuesta de Plan Parcial ya había sido aprobada, en junio de 1973, fueron presentadas dos nuevas propuestas. En ambas se buscaba la recuperación de los glacis y la completa simetría de la ciudadela, eliminándose la edificación residencial de los terrenos anteriormente ocupados por el Cuartel de Artillería, y que en la propuesta anterior se edificaba.

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El Ayuntamiento se decantó por la opción que más respetaba la tipología edificatoria de la zona del Ensanche y que ofrecía unos solares adecuados para la ubicación de un Frontón y del Auditorio. Esta solución olvidaba la idea de la conexión del paseo Sarasate con la Ciudadela, ya que la localización del propio teatro impedía esa conexión y hacía innecesario el derribo del Edificio de la Audiencia. En cuanto al viario, la intersección de las calles Yanguas y Miranda y la Avenida del Ejército pasaba a formalizarse como glorieta, descartándose los cruces a diferente nivel propuestos en el Avance; se recuperaba así la cota del suelo para el espacio urbano. El nuevo Plan Parcial también aceptaba la teoría de que, en el futuro, se tenderá a limitar, e incluso prohibir, la circulación rodada en el Casco Antiguo, por lo que se preveía que el sector alojara los intercambiadores de transporte que debían servir a la accesibilidad de dicho centro histórico. Además, se habían planteado cuatro aparcamientos colectivos en dos niveles subterráneos. En cuanto a las terminales de transporte colectivo, en el primer nivel se albergaba la nueva estación provincial de autobuses, con fáciles accesos a través de la calle Yanguas y Miranda; el segundo nivel se disponían locales y aparcamientos de vehículos al servicio de la terminal; y en el tercer nivel correspondía a la Estación del Suburbano, que enlazaba con la posible terminal de RENFE que podía disponerse en Echavacoiz. La comunicación desde esta estación a la terminal se debería realizar en túnel, siguiendo la traza de la carretera a Estella, Pío XII y Avenida del Ejército. La superficie de esta terminal de transporte tenía el carácter de explanada, para recoger todas las actividades propias a las aglomeraciones numerosas de público, y proporcionar al mismo tiempo un lugar de prácticas informales deportivas en apoyo del parque de la Vuelta del Castillo. La propuesta de este nuevo diseño fue aprobada definitivamente por el Ministerio de Vivienda el 16 de Julio de 1974, (fig.3). Sin embargo, aunque nunca llego a realizarse, este Plan Parcial sirvió para plantear ideas y temas urbanos que treinta años después continuaban siendo tan actuales como polémicos (los la Audiencia, el gran centro comercial, el auditorio, la peatonalización del centro, la estación intermodal, el aparcamiento subterráneo y la gran explanada que recupera los glacis. A finales de la década de los setenta fue convocado otro concurso de ideas para el Plan Parcial de ordenación de los terrenos del ramo de Guerra, que rodeaban a la ciudadela e incluso la ciudadela misma. Entre las ideas propuestas presentadas, uno de los equipos proponía la conexión directa de la Ciudadela con la ciudad histórica.

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Figura 3. Plano del Plan Parcial del Centro Comercial Avenida del Ejército, 1974.

Para ello, suprimía la manzana ocupada por la Audiencia y lograba la continuidad del Paseo Sarasate hasta el interior del recinto de la ciudadela. Sin embargo, ninguna de las propuestas de este concurso llegó a tramitarse.

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Por tanto, los únicos proyectos que se llevarían a cabo en este ámbito fueron los viarios: la apertura de la Avenida del Ejército y la novedosa propuesta de la Plaza de los Fueros. Incluso en la concepción de esta plaza ovalada de acceso peatonal subterráneo, su ajardinamiento se focalizaba hacia los jardines de la ciudadela, mostrando la relación de la propuesta con la Vuelta del Castillo. 6. El planeamiento urbano y la recuperación de la historia En los años ochenta, atendiendo a las nuevas corrientes urbanísticas italianas basadas en la recuperación de la historia, Pamplona, al igual que otras muchas ciudades españolas, elaboraron para su Casco Antiguo su primer Plan de Reforma Interior. Así mismo y en la misma línea, elaboraron un nuevo Plan General, aprobado en 1984, y que ordenaba el desarrollo de todo el término municipal, e incluso proponía la reestructuración de aquellos barrios crecidos a extramuros mediante diferentes planes especiales. Cabe mencionar que dentro de este Plan General fueron incluidos el recinto amurallado y la Ciudadela. Del Plan Especial de Reforma Interior vinieron ideas como la revitalización del centro mediante la creación de nuevos edificios dotacionales, la apertura de nuevos espacios libres y la peatonalización de sus calles, que ponían al ciudadano como nuevo protagonista de la vida urbana. La iniciativa privada extrajo de estas ideas la posibilidad de negocio en los aparcamientos, y por ese motivo se recuperó el interés en las posibilidades de los terrenos de los cuarteles; en agosto de 1988 se encargó a los arquitectos navarros Fernando Redón y Juan José Díaz Yarza la realización de un estudio de las posibilidades de realización de una aparcamiento subterráneo que resolviera el problema de estacionamiento del centro histórico. La intención era que la empresa promotora se encargara del coste del proyecto, a cambio de la cesión del suelo y de la explotación de los negocios del complejo. Los arquitectos presentaron la propuesta del “Plan Ciudadela” con la que pretendían potenciar la simbología de un elemento tan singular como era la Ciudadela, (fig.4) para enlazar y revitalizar los recorridos a otros espacios singulares de la ciudad como son el paseo Sarasate y la Plaza del Castillo. El proyecto en cuestión permitía el desarrollo de un gran complejo subterráneo bajo una parte de la Ciudadela de Pamplona y alcanzando desde la Plaza de los Fueros hasta conectar con el Paseo Sarasate, englobando las pistas deportivas de Yanguas y Miranda, el aparcamiento de la Meca y el aparcamiento municipal de la Avenida del Ejército.

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Figura 4. Imagen del Plan Ciudadela, 1988.

La idea del conjunto era la imagen de la ciudadela como una arquitectura pétrea, levantada sobre el terreno natural y envuelta por el proceso de expansión de la ciudad. Se propuso la recuperación de la estrella de cinco puntas de la Ciudadela mediante la recuperación del Baluarte de San Antón y se planteaba la construcción de un auditorio y un palacio de congresos, levantados bajo el baluarte. La reconstrucción formal del baluarte se basaba en un edificio puente sobre la Avenida del Ejército, pero también planteaba la recuperación de los fosos y de los glacis, creándose así espacios libres a diferentes niveles en los que se proponían pistas deportivas, piscinas, etc. Era de especial interés la diversidad de funciones planteadas en el subsuelo. Como si de una ciudad enterrada se tratara, el proyecto planteaba la comunicación subterránea de viales rodados y aparcamientos, y la estación de autobuses, con comunicación directa con los usos comerciales, que daban acceso a los grandes almacenes del Revellín de Santa Lucía, situados en planta baja Esta recuperación del complejo de la ciudadela sobre la trama del I Ensanche suponía una adaptación de los usos a formas muy forzadas por ajustarse estrictamente a los trazados históricos de la Ciudadela, no sólo en planta, sino

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también en la volumetría de su baluarte y revellín; de manera que la forma histórica de la Ciudadela limitaba el espacio a los edificios de equipamientos. Aunque este ambicioso y singular proyecto no saliera adelante, y se seguiría hablando de las múltiples posibilidades de la zona por su posición estratégica en la ciudad. 7. Los proyectos urbanos que buscan la imagen de la ciudad en las murallas Finalmente, el Ayuntamiento de Pamplona, en lugar de seguir los proyectos unitarios del Plan Parcial del 74 o del Plan Ciudadela, consideró más apropiado seguir las determinaciones del Plan General e ir gestionando la superficie equipamental de manera fragmentada, dando protagonismo a la edificación y apostando por el valor de la arquitectura de autor. De ese modo, los proyectos dotacionales se fueron asignando mediante concursos públicos a diferentes arquitectos, que mostraban su forma de entender el equipamiento en este entorno tan singular. De esta forma se fueron colmatando los diferentes recintos que continuaban la pequeña trama del I Ensanche: el Palacio de Congresos de Baluarte, el Parlamento, el Centro Comercial del Corte Inglés, y la Estación de Autobuses. Es este último el que me gustaría destacar por su entendimiento del entorno de la Ciudadela y de la evolución urbanística de este espacio. La Estación de Autobuses es el último equipamiento que se ha incorporado a este espacio y realmente lo ha hecho con acierto. En diciembre del 1989 ya se había planteado la construcción de una nueva estación de autobuses, pero hasta principios de siglo no llegó a construirse la propuesta ganadora del Concurso. El proyecto ganador de Manuel Blasco planteaba una estación enterrada, pero con iluminación natural gracias a su gran óculo central en la zona de las dársenas y con una relación visual con los fosos. Sin embargo, la relación con el exterior quedó reducida en su ejecución al cuerpo de acceso, que mediante una fachada transparente permite la permeabilidad al parque de la Vuelta del Castillo. Como hemos visto, la resolución del antiguo espacio militar solucionaba el problema de conexión de las tramas del I, II y III Ensanche mediante la apertura de una serie de viarios y la creación de algunos equipamientos, pero fundamentalmente por la obtención de un espacio libre público de relación como es la Ciudadela y la Vuelta del Castillo.

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8. La gran aportación del recinto amurallado a la estructura de la ciudad Las fortificaciones de Pamplona no se limitan únicamente a la Ciudadela; la ciudad también cuenta con las murallas y el resto de elementos del recinto amurallado. La planificación de barrios como la Rochapea, primero en el Plan Parcial de 1989 y posteriormente en el Plan Municipal de Pamplona, ya comprendieron que la barrera de la muralla podía superarse, si la ciudad no se cerraba en si misma, sino que se abría para integrarla dentro del espacio público del Parque Fluvial del Arga. Así, la ciudad se va revitalizando y mejorando su relación entre las diferentes zonas y la muralla mediante pequeñas intervenciones como el del ascensor de Descalzos o la pasarela de Labrit, y grandes proyectos como el del Baluarte de Parma, cuya ejecución está todavía pendiente, pero que permitirá dar continuidad al Paseo de Ronda de la muralla. De este modo, alejados de las tendencias simbologistas (propuesta de Redón), en el siglo XXI se ha vuelto a recuperar esa sensibilidad especial hacia los elementos históricos que han caracterizado a la ciudad, y son su genius loci. Quizás las propuestas que han logrado llevarse a cabo hayan sido las más conservadoras: la restauración de las murallas de Ciudadela, o las de la recuperación de los fosos y de las murallas y sus baluartes. Se trata de intervenciones que no necesitan inventar nuevos usos; con ellas se logra mostrar el valor intrínseco de estor elementos y recuperarlos para la ciudadanía como espacios libres, y para los turistas, ya que permiten hacer resurgir elementos de gran interés cultural e histórico en sí mismos. Por tanto, para finalizar, sólo decir que podemos afirmar que Pamplona es una ciudad que ha sabido reconocer su identidad en su paisaje natural, en su historia, en sus tradiciones y en sus fiestas, y que no busca nuevos artificios para crear su imagen. Su imagen está reflejada en el crecimiento de la ciudad, que como hemos visto en este recorrido, siempre ha estado marcada por una continua mirada a la Ciudadela, centro neurálgico, y a todo su recinto amurallado.

Fuentes y bibliografía: AAVV, 1968: Plan de Ermitagaña, Pamplona. Blein,G., Bidagor, P. COAVN, 1945: Informes sobre la ordenación Urbanística de Pamplona, Pamplona. Bidagor, P., Monasterio, 1955, M.: Plan General de Alineaciones de 1957 de Pamplona, Pamplona. De la Cuadra Salcedo, E. 1965: Plan Parcial de Centro Comercial Avenida del Ejército, Pamplona.

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De la Cuadra Salcedo, E. 1969: Plan Parcial de Centro Comercial Avenida del Ejército, Pamplona. Dirección de Urbanismo del Ayuntamiento de Pamplona, 1974, Plan Parcial de Centro Comercial Avenida del Ejército, Pamplona. Iriberri, J.M.: “Ya son de la ciudad los cuarteles, zona privilegiada para la construcción en Pamplona”, Diario de Navarra, Pamplona, 1968. López de Lucio, R, 1993: Ciudades y urbanismo a finales del siglo XX, Valencia, Servei de Publicacions Universitat de Valencia, pp. 125-126. Ordeig, J.M., 1992; Diseño y normativa de la ordenación urbana de Pamplona (1770-1960), Pamplona, Gobierno de Navarra Departamento de Educación y Cultura, 1992. Rives, L, 2011: Pamplona, de ciudad a metrópoli. Desarrollo urbana 1950 – 1990, dirigida por JM Ordeig, Tesis doctoral inédita, Universidad de Navarra, Pamplona. Pleno, 1962, Sesión extraordinaria del Pleno del 27 de Diciembre de 1962, Diario de Navarra, Pamplona. Terán, F, 1978: Planeamiento Urbano en la España Contemporánea. Historia de un proceso imposible, Barcelona, p. 361.

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Hydrocolloids to clean porous inorganic materials Hidrocoloides para la limpieza de materiales inorgánicos porosos Alicia de Lera POSTDOCTORAL RESEARCHER AT THE UNIVERSITY OF BASQUE COUNTRY, PAINTING DEPARTMENT, FINE ARTS FACULTY, LEIOA, SPAIN alicia.delera@ehu.es

Faisl Bousta RESEARCHER AT LRMH LABORATOIRE DE RECHERCHE DES MONUMENTS HISTORIQUES faisl.bousta@culture.gouv.fr

Véronique Vergès-Belmin RESEARCHER AT LRMH LABORATOIRE DE RECHERCHE DES MONUMENTS HISTORIQUES veronique.verges-belmin@culture.gouv.fr

Abstract Agar or gellan gum rigid gels were introduced in art restoration in the early XXIth century. These hydrocolloids are above all used for cleaning when they are in their rigid form and their principal advantage is that they do not leave any residue. However, they are usually used in the rigid form but can also be applied in the liquid form, left to cool in-situ and removed by peeling-off the gel from the surface. This research is focused on agar liquid gel application over inorganic porous materials without leaving residues or as little as possible. Finally, a microbiological study was carried-out after the gel application and these results were compared with those of others hydrocolloids. Resumen Los geles rígidos de agar o de goma gelano fueron introducidos en la restauración de obras de arte a principios del siglo XXI. Estos hidrocoloides se utilizan sobre todo en estado rígido para limpiar y tienen como ventaja principal que no dejan residuos sobre las obras de arte. No obstante, últimamente se vierten sobre las obras cuando aún están calientes, en estado semilíquido, dejándolos enfriar y arrancándolos después. Esta investigación se centra en el estudio del gel agar aplicado en caliente sobre materiales porosos inorgánicos sin dejar ningún residuo o los menos posible. Por último, se realizó un estudio microbiológico después de haber aplicado el gel de agar y se compararon los resultados con los de otros hidrocoloides. Keywords: hydrocolloids; agar; cleanings; limestone; microorganisms. Palabras clave: hidrocoloides; agar; limpiezas; piedra caliza; microorganismos.

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1. Introducción Un gel es un sistema coloidal, una estructura tridimensional que contiene líquido. La fase continua del gel es sólida y la fase dispersa es líquida ya que su estructura está basada en fuerzas físicas y uniones químicas (Phillips, Williams, 2000). En restauración de obras de arte como esculturas, óleos, pinturas murales, etc., los geles se utilizan habitualmente porque poseen propiedades que los hacen útiles para las limpiezas u otros tratamientos. Los más utilizados son el carbopol, el culminal, los éteres de celulosa (Matteini, Moles, 2001) y los geles denominados “rígidos”. Las ventajas (Valentin et al. 1994) que poseen los geles son múltiples: Posibilitan prolongar el tiempo de acción de un tratamiento, mejorando el contacto con la superficie de la obra y reduciendo el aporte de agua o de disolvente a la obra. Su uso permite acotar o localizar la difusión de los disolventes en las zonas que se desea y al ser transparentes, se puede observar qué sucede a través de ellos. Suelen ser bastante económicos y fáciles de encontrar y su durabilidad es buena ya que se pueden utilizar durante días. No obstante, los geles tienen un inconveniente. Al no ser volátiles, una vez deshidratados pueden permanecer sobre la obra en forma de residuos, siendo necesario realizar un post-tratamiento como un aclarado acuoso o un lavado con disolventes adecuados. Por lo tanto, pueden ser incompatibles con algunas obras de arte sensibles al agua. Además, si se usan disolventes, la polaridad de éstos tiene que estar calibrada con exactitud para disolver los residuos sólidos sin tener un efecto disolvente sobre el material tratado. Por este motivo, siempre se deberá evaluar las ventajas e inconvenientes de su aplicación sobre una superficie. No obstante, como se ha mencionado con anterioridad, existen varios tipos de geles, con diferentes características que permiten escoger el más adecuado en función del trabajo que se debe realizar y en función del soporte. Por ejemplo, los geles “rígidos” son capaces de formar capas uniformes no adherentes y aparentemente no dejan residuos sobre elementos en escayola, frescos o piedra. Los geles denominados « rígidos » (Iannucelli, Sotgiu, 2010) poseen una consistencia suficiente para permitir su manipulación y corte, ya que son capaces de gelificar formando estructuras más o menos sólidas y retener disoluciones, evitando su difusión rápida sobre la superficie de la obra de arte. Su estructura rígida es debida a sus largas cadenas poliméricas de naturaleza hidrofílica. Los geles rígidos polisacáridos (Philips, Williams, 2000) fueron introducidos en la conservación de obras de arte (Valentin et al., 1994 y Wolbers, 2004) a principios

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del siglo XXI, sobre todo para limpiezas de papel, pero también para otro tipo de materiales orgánicos e inorgánicos como yeso, frescos y superficies polícromas en general. En conservación y restauración de obras de arte, se utilizan en general, tres tipos de geles rígidos, el agar (Campani et al., 2007), la agarosa y la goma gelano (o gellan) (Iannucelli, Sotgiu, 2010 y Botti et al., 2011). No son solubles en agua a temperatura ambiente pero sí forman geles físicos o rígidos, calentándolos al baño maría o en un microondas hasta los 85 °C-100 °C y dejándolos posteriormente enfriar. Son reversibles si se vuelven a calentar. Se preparan en general con agua, sin embargo se pueden añadir pequeñas cantidades de otros productos químicos e incluso disolventes (De Lera et al., 2009). Normalmente, se utilizan en bloques rígidos paralepípedos de espesor variable y tienen como ventaja que prácticamente no dejan residuos y si se desea evitar cualquier riesgo siempre se podrá separar el gel del soporte mediante una interfaz (Reemay, Hollytex...). No obstante, al ser rígidos no se adaptan bien a los volúmenes y formas de las obras y por este motivo, investigadores italianos aplicaron el gel de agar a una temperatura caliente (+/45ºC), cuando éste aún estaba en estado líquido, dejándolo enfriar sobre las obras de escayola y eliminándolo una vez gelificado (Anzani et al., 2008). Esta investigación estudia el protocolo más adecuado para aplicar los geles rígidos en caliente sobre probetas de piedra para no dejar residuos en un futuro sobre el patrimonio fortificado y verificar que en las zonas tratadas no hay ningún riesgo microbiológico. El gel escogido es el agar que será posteriormente comparado a otros geles usados en restauración de obras de arte como el Klucel, el HEC, el Carbogel, la goma xantano, y la goma gellan (Prajapati et al., 2013). El agar o agar-agar es un polisacárido compuesto por agarosa y agaropectina (Araki, 1956 y Warda et al. 2007), es un fitocoloide extraído de algas rojas (Swider, Smith, 2005 y Rinaudo 2007). La agarosa es un polímero lineal compuesto por una secuencia alterna llamada agarobiosa (D-galactosa y 3,6-α-anhidro-L-anhidrogalactopiranosa) (Philips, Williams, 2000) con uniones de hidrogeno entre las moléculas de los polímeros. La agaropectina por su lado está compuesta por la misma estructura que la agarosa pero con más grupos ácidos (sulfato, piruvato, glucuronato), lo que le confiere peores propiedades gelificantes.

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El proceso de gelificación del agar (Fig. 1 a) empieza con la formación de simples hélices (Foord, Atkins, 1989) (A) unidas por uniones de hidrogeno que producen dobles hélices simétricas (B1) y asimétricas (B2) (Rees, Welsh, 1977). Ambas uniones forman posteriormente una macro retícula (C y D) con cavidades y capilares por donde circula libremente los líquidos o moléculas de agua (Fig. 1 b). Los geles se forman a partir del 1% (peso/volumen) aproximadamente, así que pueden contener una gran cantidad de moléculas de agua u otras disoluciones moviéndose libremente por la macro-retícula.

a) A = Moléculas de agarosa disueltas en agua B1 = Dobles hélices anti simétricas B2 = Dobles hélices simétricas C y D estructura macroreticular

b) Microfotografía MEB de 2% de gel de agarosa (Medin A.S. 1995)

Figura 1. Gelación de la agarosa (Medin A.S. 1995).

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2. Materiales y métodos 2.1 Materiales Para esta investigación se utilizaron diferentes soportes inorgánicos porosos que podemos encontrar en el patrimonio fortificado. No obstante, en este escrito observaremos los resultados de la piedra “Migné”. La piedra caliza « pierre de Migné » fue escogida para realizar parte de las pruebas por su porosidad cerrada y sus poros de talla pequeña. Por consiguiente, constituía un buen material para testar la tendencia del gel agar para dejar residuos cuando éste había sido ya eliminado. La piedra de Migné presenta una distribución poral monomodal y una porosidad accesible al agua bastante elevada (31%). Sus características son las siguientes [Tabla 1] (Dochez, 2011) Nombre

Migné

Dimensión (L x l x h) (cm3 )

10 x 5x 10

Origen

Francia

Tipo

caliza

Porosidad (%):

31,0

B (Velocidad unidireccional de progresión de la franja húmeda) cm/h0,5 W (coeficiente de absorción capilar) (kg/m2.h0,5) Diámetro medio de los poros (µm)

6,5 10,6 0,6

Tabla 1. Características de la piedra de Migné utilizada (Dochez, 2011)

Para los test se utilizó el agar bacteriológico de Fisher Scientific (Fisherbrand) y fue preparado al baño maría en un Memmert basic modelo Bain-marie WNB 7-45 a una temperatura de 90 ºC. Este proceso se realizó dos veces para dejar menos residuos. El gel se aplicaba sobre la superficie de las probetas a 38 ºC mediante una jeringuilla. Se esperaba a que el gel se enfriara y gelificara, y se eliminaba arrancándolo con la mano. Para observar si existían residuos sobre la piedra, se utilizaron diferentes lupas binoculares, con las que podíamos fotografiar la superficie de las probetas de piedra antes y después de la aplicación del gel rígido de agar. Las lupas binoculares utilizadas fueron una Leica MZ16 con luz SCHOTT KL 1500 LCD y una lupa binocular Leica Wild M10 con luz Schott KL 2500 Led.

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Posteriormente, para los test microbiológicos, se utilizó una estufa incubadora Binder BD 115 que mantiene una temperatura constante para el crecimiento de microorganismos. A parte del gel agar, se fabricaron también geles polisacáridos a diferentes proporciones (% peso/volumen) según la densidad que se deseaba de Klucel G (3 %) comprada en Stouls, Hydroxyéthyl-cellulose (HEC al 2,5 %) de FLUKA, Carbogel (0,5 %) de CTS, goma Xanthan (1 %) proveniente de Xanthomonas Campestris comprada en SIGMA- ALDRICH y goma Gellan o también llamada Kelcogel (2,5 %) de CTS. 2.2 Métodos 2.2.1 Optimización de las condiciones de aplicación del gel sobre piedra: temperatura y porcentaje de gelificación del agar. En primer lugar, se estudió el comportamiento del gel en función de su concentración y temperatura. Porque cada gel de agar, dependiendo de la marca y procedencia, tiene una temperatura de gelificación diferente. El objetivo por lo tanto era conocer la temperatura óptima de aplicación del gel sobre una superficie de piedra porosa, típica del patrimonio fortificado, para dejar la menor cantidad de residuos de gel. Para ello, se estudió que el gel estuviera ligeramente fluido o líquido para aplicarlo con facilidad pero a la vez denso para no dejar residuos una vez se eliminara. Se realizaron diferentes pruebas para averiguar la temperatura de gelificación del gel agar de Fisher: Se prepararon diferentes concentraciones de gel agar en agua destilada de 2%, 2,5% a 5% (peso/volumen), para saber si la concentración influía en la temperatura de gelificación y se vertió una gota (50 µl) de gel con ayuda de una micro pipeta (Eppendorf), a diferentes temperaturas (de 45 a 34 °C) medidas con un termómetro electrónico (testo 925) sobre una hoja transparente (Fig. 2) y se midió el área de cada gota con ayuda del programa archimed que está asociado a una cámara de video de la lupa binocular Leica MZ16 con luz SCHOTT KL 1500 LCD.

Figura 2. Esquema del protocolo de aplicación para el estudio de la influencia de la temperatura sobre la expansión de la gota de gel.

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En segundo lugar, se prepararon las probetas de piedra caliza « Migné », cortándolas en paralepípedos de 4,5 x 10 x 1 cm cada una (Fig. 3), dejándolas secar dentro de una estufa Memmert 100-800 a 50 ºC y posteriormente sacándolas de ésta para que adquiriesen la temperatura ambiente antes de ser utilizadas. A continuación, se referenciaron (Fig. 3) y se depositaron dos geles con la misma concentración pero a diferente temperatura, aplicados con pincel o jeringuilla (Fig. 4). El gel, se dejó enfriar sobre la piedra y se retiró después de 20 minutos. La piedra caliza fue observada con lupa binocular y con luz reflejada para observar los posibles restos de gel.

Figura 3. Esquema de la separación realizada sobre la probeta para aplicar un mismo gel a diferentes temperaturas. Las anotaciones hacen referencia al porcentaje del gel y a la temperatura y modo de aplicación (45 P = 45 °C y P de pincel).

2.2.2 Test microbiológico En estos últimos años, es frecuente utilizar los geles polisacáridos rígidos en el mundo de la restauración de obras de arte (esculturas de escayola, frescos, etc.). La mayoría de los profesionales de este campo se hacen la misma pregunta de si existe o no un riesgo de desarrollo microbiológico después del uso del agar; ya que este gel polisacárido se utiliza en alimentación y en cultivos microbiológicos, pudiendo causar degradaciones en la obra restaurada. No obstante, por el momento no se ha realizado ningún test microbiológico para evaluar el riesgo de este método

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Figura 4. Conjunto de probetas sobre las cuales se ha depositado el gel agar con un 3,5 % a diferentes temperaturas (de 45 a 34 ºC).

de limpieza y por esta razón, se puso en marcha un protocolo para verificar que no existía ningún residuo de gel ni ningún riesgo de desarrollo microbiano. Este test microbiológico consistió en introducir las probetas tratadas con anterioridad con el gel de agar y sin ningún residuo aparente, en una incubadora a 24 ºC durante 3-4 semanas: cinco probetas tratadas y una sin tratar, se metieron dentro de una caja de plástico con vermiculita humectada con agua destilada, creando un 100 % de humedad relativa. No se añadieron microorganismos en las cajas. Las probetas una vez fueron sacadas de la incubadora se observaron con la lupa binocular y un microscopio óptico para ver e identificar los posibles microorganismos que pudieran crecer sobre la superficie de las probetas. 3. Resultados 3.1 Protocolo de aplicación del gel agar En primer lugar se evaluó la temperatura de gelificación así como la concentración más adecuada para no dejar ningún residuo de gel sobre la superficie de la piedra. Primero se estudió el comportamiento del gel sobre la superficie lisa e impermeable de una hoja plástica sin succión capilar (Fig. 5) y posteriormente sobre las probetas en piedra caliza. Este estudio se prolongó durante 4 días para observar la evolución del gel a través del tiempo midiendo el área de cada gota y se realizaron unos gráficos. Los resultados mostraron en primer lugar que el recalentamiento sucesivo del gel durante varios días no tiene un impacto significativo sobre su comportamiento a la hora de gelificar. Sin embargo, la temperatura ambiente influye en ésta y la forma de preparar el gel también modifica los resultados. El gel de agar fue preparado de dos

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Figura 5. A la izquierda, fotografía del conjunto de gotas de gel a diferentes temperaturas y concentraciones; a la derecha, una fotografía obtenida con la lupa binocular, de una gota de agar con su área medida con el programa archimed.

maneras diferentes: los dos geles se calentaron al baño maría pero uno en un recipiente cerrado y el otro en uno abierto. La presión y evaporación del agua, al no ser idénticas, dan geles con unas características diferentes. Se observa que el gel fabricado en un recipiente abierto obtiene mejores resultados y por lo tanto, es preferible fabricarlo de esta manera, y no en uno cerrado porque aunque se pierda agua, se observa un aumento de la concentración y viscosidad proporcional al tiempo de calentamiento. Para paliar esta pérdida, se recomienda pesar la botella con el gel antes y después del calentamiento y añadir la diferencia de peso en agua. La temperatura de aplicación del gel aumenta con la concentración del agar. Los mejores resultados, según las apreciaciones obtenidas en el momento de aplicar y eliminar el gel, son las obtenidas con la concentración 3,5 % (peso/volumen). Los resultados obtenidos están en la siguiente tabla: % del gel agar 2 2,5 3

Temperatura de aplicación (ºC). Recipiente cerrado

Temperatura de aplicación (ºC). Recipiente abierto

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-

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Tabla 2. Temperatura de aplicación para cada porcentaje del gel agar bacteriológico según su forma de preparación.

La fabricación del gel en un recipiente abierto deja menos residuos sobre la superficie de la piedra y la temperatura óptima para su aplicación es de 38 ºC. Diferentes pruebas nos demuestran que la manera más rápida, limpia y homogénea de aplicar el gel es mediante jeringuilla, permitiendo controlar mejor la temperatura que con un pincel. Además, se pueden crear capas bastante gruesas y homogéneas (3-5 mm) que se retiran fácilmente con la mano. Porque si el gel es heterogéneo, se rompe más fácilmente cuando es eliminado y se observan más residuos sobre la superficie de la piedra. Otra opción es dejar secar el gel sobre la obra (Fig. 6). En investigaciones anteriores (Anzani et al., 2008) se menciona que el gel se separa

Figura 6. Probeta de piedra de Migné, con una capa de gel seco completamente separada de la superficie, una vez se seca.

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por completo de la superficie de la escayola cuando está completamente seco y nuestras pruebas demuestran que es cierto. No obstante, siempre quedan residuos en las zonas donde estaban los bordes del gel y en las zonas donde éste era más fino. Estos residuos más delgados, son difíciles de eliminar y de ver, incluso con luz rasante y luz ultravioleta (365 nm). En pruebas sucesivas, se observó de cerca la superficie de las probetas con lupa binocular, antes y después de cada aplicación de agar para averiguar si existían restos de gel sobre la probeta. En las figuras 7 y 8 se aprecian dos zonas antes y después de eliminar el gel agar. En una no se aprecian residuos y en la otra sí.

LIMITE DEL GEL

a

B

Figura 7. Fotografía a) general con el gel y b) sin gel en la zona superior derecha de una probeta de piedra de Migné después de la aplicación del gel de agar.

RESTOS DE GEL

A

A

Figura 8. Fotografía de una probeta a) con el gel y b) sin gel en la zona inferior izquierda de una probeta de piedra de Migné después de la aplicación del gel de agar. Se observan restos de gel sobre ella que corresponden a la zona de la periferia del gel.

3.2 Test microbiológico Los resultados de las pruebas de incubación, muestran que a 24 ºC y 100 % de humedad relativa, los microorganismos invaden la superficie de las probetas después

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de dos días de incubación. A partir de una semana de incubación, se constata la aparición de microorganismos sobre algunas zonas donde no se observaban residuos (Fig. 9). Después de un mes, el crecimiento de hongos se observa sobre toda la zona donde se había aplicado el gel. Por lo tanto, esto demuestra que aunque a simple vista y con lupa binocular no hay residuos de gel, estas pruebas demuestran lo contrario.

Probeta no tratada

Probeta tratada con gel de agar

Zona tratada con agar

a Figura 9. Dos probetas de piedra caliza « Migné ». A la izquierda está la probeta sin tratar y a la derecha la probeta tratada con agar. El color más oscuro corresponde a microorganismos.

Posteriormente, se aplicaron diferentes geles sobre la superficie de diferentes probetas de piedra de Migné. En la figura 10, se observan los resultados después de tres semanas de incubación. Para el Klucel, HEC y Carbogel, se aprecian residuos sobre la superficie muy difíciles de eliminar. Tras varias semanas en la incubadora, aparece un oscurecimiento de la superficie. Los geles “manchan” la piedra creando unas aureolas en las zonas donde se había aplicado el gel. No obstante, este oscurecimiento no parece ser un ataque fúngico a simple vista. Por otra parte, la goma Xantan, el agar y la goma gellan no parecen dejar residuos una vez eliminados.

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Figura 10. Probetas de piedra caliza “Migné”, tratados con diferentes geles e incubados de la misma manera durante 3 semanas. De derecha a izquierda: Klucel, HEC, Carbogel, Goma Xantan, agar y goma gellano. Los tres primeros de la izquierda persentan manchas y a la derecha, se observa una contaminación fúngica.

Sin embargo, tras una semana de incubación, aparecen microorganismos y después de un mes, exactamente en el mismo sitio donde se habían aplicado los geles, se observa el desarrollo de microorganismos. Si se observan los microorganismos con un microscopio óptico que crecen sobre las superficie de estas probetas, apreciamos que el gel que es menos susceptible de sufrir un ataque fúngico es el HEC, por debajo del carbogel aunque aparentemente

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parezca lo contrario. Para la Goma Xantan, agar y goma gellano, predominan los Aspergillus sp., y Acremonium sp. (éste último en menor cantidad). Por lo tanto, estos tres geles tienen el mismo riesgo de provocar un ataque microbiológico si las condiciones de temperatura y humedad relativa (HR) son idóneas para su desarrollo, en este caso 24 ºC y 100 % HR. 4. Conclusión La preparación del gel agar es importante para obtener unos buenos resultados de limpieza sobre la piedra caliza. Según las observaciones de los múltiples test realizados, la concentración y la temperatura óptima de aplicación del gel agar sobre materiales porosos inorgánicos son 3,5 % (peso/volumen) y 38 ºC. Recalentar el gel varias veces no tiene un impacto significativo sobre su viscosidad y resultados. No obstante, la manera de aplicar el gel sí es importante para un buen resultado. Para zonas pequeñas, la jeringuilla es una buena opción ya que se obtiene un estrato homogéneo, limpio y rápido, permitiendo mantener una temperatura más constante que la de un pincel. Los residuos que permanecen en la superficie de los materiales porosos inorgánicos, son poco flagrantes a simple vista, con luz rasante, con luz ultravioleta e incluso con lupa binocular. Según los resultados obtenidos en los test microbiológicos, los residuos de agar, aunque son mínimos e incluso sólo perceptibles en la periferia del gel, provocan el desarrollo de microorganismos. No obstante, este ataque fúngico ocurre con las condiciones de temperatura y humedad relativa adecuadas (24 ºC y 100 % HR). Además, si comparamos estos resultados con los de los otros geles testados, la goma xantano y la goma gelano obtienen un ataque microbiológico similar y el Klucel, el HEC y el Carbogel, uno en menor medida. Por lo tanto, siempre que se utilice un hidrocoloide y las condiciones de temperatura y humedad relativa sean las idóneas, existe siempre un riesgo de que aparezcan microorganismos sobre los soportes pétreos de nuestro patrimonio fortificado. Agradecimientos Esta investigación no hubiera sido posible sin la financiación de la Beca postdoctoral DKR del Gobierno Vasco y la ayuda y material del laboratorio del LRMH de París. Quiero agradecer a todos mis compañeros, su apoyo y los buenos momentos que pasamos juntos.

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Documentation and structural analysis of the heritage fortified laser scanner. The Castle of Puebla de Alcocer Documentación y análisis estructural del patrimonio fortificado con láser escáner. El Castillo de Puebla de Alcocer Manuel Guerrero INGENIERO EN GEODESIA Y CARTOGRAFÍA, PROFESOR DEL GRADO DE INGENIERÍA CIVIL DE LA UEX

Juan Pedro Cortés INGENIERO DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS, PROFESOR DEL GRADO DE INGENIERÍA CIVIL DE LA UEX

Emilio Del Pozo INGENIERO DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS, PROFESOR DEL GRADO DE INGENIERÍA CIVIL DE LA UEX

Abstract In this paper the application of the technique of 3D laser scanner is presented at the Castillo de Puebla de Alcocer, not only as a tool for geometric and graphic documentation of built heritage, but as a method of evaluating the performance of fortified structures. The technique of 3D laser scanner can extract the necessary information for complete documentation are recorded: floor plans, elevations and sections, as well as orthophotos and virtual simulations videos. From this extensive documentation, an analysis of the structural behavior, conservation status and pathologies presenting the castle on the north facing is done. Resumen En esta comunicación se presenta la aplicación de la técnica láser escáner 3D en el Castillo de Puebla de Alcocer, fortaleza original del siglo XIII, no sólo como una herramienta para la documentación geométrica y gráfica del patrimonio construido, sino como un método de valoración del comportamiento de estructuras fortificadas. Esta técnica permite crear un modelo digital igual al objeto real, pudiendo extraer la información necesaria para su completa documentación: planos de planta, alzados y secciones, así como ortofotos y videos de simulaciones virtuales. A partir de esta exhaustiva documentación, se realiza un análisis del comportamiento estructural, el estado de conservación y las patologías que presenta el castillo en su paramento norte. Keywords: laser scanner terrestrial; Heritage graphic documentation; structural analysis; tridimensional reconstruction. Palabras clave: laser escáner terrestre 3D TLS; documentación gráfica patrimonio; análisis estructural; reconstrucción tridimensional.

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1. Introducción A lo largo de este trabajo, se muestran las diferentes fases que componen la documentación geométrica y gráfica de una fortificación mediante la utilización de la tecnología láser escáner terrestre 3D (en adelante TLS). Posteriormente, se realiza un análisis constructivo de la muralla norte de la fortificación objeto de estudio, el Castillo de Puebla de Alcocer. 1.1 Antecedentes Esta comunicación se extrae de los trabajos realizados para el Ayuntamiento de Puebla de Alcocer por la empresa Eweer Ingeniería Láser, el proyecto detítulo “DOCUMENTACIÓN GEOMÉTRICA Y ANÁLISIS CONSTRUCTIVO DEL CASTILLO DE PUEBLA DE ALCOCER APLICANDO LÁSER ESCÁNER 3D” se realiza en el año 2012. 1.2 Objetivos Obtener un modelo tridimensional exacto y preciso de los paramentos, estancias interiores y exteriores del Castillo de Puebla de Alcocer, utilizando la técnica TLS. Generar, a partir del modelo 3D, documentos vectoriales y ráster que definan completamente el castillo y que sirvan de base para su utilización en tareas posteriores de conservación, rehabilitación, gestión, divulgación, etc. Estudiar en detalle una de las murallas del castillo, la de mayor envergadura, además de la más utilizada y transitada, analizando su grado de conservación. Calcular una nueva estructura,realizada con los medios actuales y adaptada a la normativa vigente, posteriormente, comparar los resultados obtenidos con la muralla actual. 1.3 Situación y emplazamiento Puebla de Alcocer está ubicada en la comarca nororiental de Badajoz, en la llamada Siberia Extremeña. La villa se asienta sobre la falda septentrional de la Sierra del Castillo, también conocida como Sierra de Lares. Sobre esta sierra, en su parte este, la más rocosa y de mayor altitud, se asienta el Castillo de Puebla de Alcocer, en un enclave privilegiado, desde donde se domina un amplio paisaje haciendo así honor a su función defensiva y de vigilancia de la zona.

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1.4 Reseña histórica y descripción general La fortaleza inicial fue construida en el siglo XIII, aunque posteriormente, a mediados del siglo XV, Puebla de Alcocer fue declarada villa y entregada a don Gutierre de Sotomayor, Maestre de la Orden de Alcántara, quién remodeló el castillo para dejarlo con la estructura que podemos contemplar en la actualidad. Es una fortaleza complicada, con múltiples construcciones internas que no se aprecian desde el exterior. Externamente, presenta clara adaptación al terreno, no exenta de regularidad en su trazado. Sus cortinas son de gran altura, no bajando su adarve de los 11 metros, pero llegando en algunas zonas a los 22 metros. Sólo tres torres se aprecian desde el exterior, destacando la gran torre del homenaje de casi 30 metros de altura. Su estado de conservación es bueno, en cuanto a sus cortinas y torres pues se conservan hasta los adarves, que han sido restaurados en su parapeto y almenas. Por el contrario, las dependencias internas están bastante arruinadas. Parte de ellas han desaparecido, otras conservan sus muros pero no sus cubiertas, aunque algunas las mantienen. El castillo tiene forma alargada siendo su eje mayor, este-oeste, de poco más de 100 metros de longitud, mientras que su eje menor máximo se aproxima a los 46 metros. La fortaleza está formada por dos recintos consecutivos, una primera zona, al oeste, la más amplia y residencial, y un segundo sector, al este, que es más pequeño y con carácter más militar, donde se encuentra la torre del homenaje. Hay dos puertas, la principal al noroeste y otra secundaria al este. 2. Desarrollo de los trabajos Se puede dividir este proyecto en dos fases claramente diferenciadas, los trabajos de campo y los trabajos posteriores de procesado de la información, cálculo y dibujo. 2.1 Captura de datos de campo 2.1.1 Oficina Técnica previa Una correcta planificación previa es muy importante para que se puedan realizar las tareas de una manera rápida y ordenada, evitando en lo posible imprevistos que dificulten o impidan que se ejecuten adecuadamente los trabajos una vez en el

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Castillo. Los trabajos de campo se componen de tres tareas independientes: • Realización de los escaneos con el TLS. • Georreferenciación con GPS al sistema de coordenadas ETRS89. • Captura de las fotografías necesarias para la texturización del modelo 3D. Después de analizar la información previa del estado actual, características de la fortificación y detalles como su situación, dimensiones, etc.…, se decide que los equipos más apropiados para realizar los trabajos son: • TLS: Láser Escáner Photon 80, modelo de la multinacional Faro: El escáner FARO Photon LÁSER Scanner es un escáner de fase con un área de escaneo horizontal de 360° y un área de escaneo vertical de 140° (con una zona “ciega” de 40° en la base).Trabaja en el infrarrojo cercano, con una longitud de onda de 785 nm, a una velocidad de medición de 500.000 puntos por segundo, con un alcance desde 60 cm hasta 80 m y una precisión a 10 m de +/- 2 mm. El escáner gira en sentido horizontal de forma automática al mismo tiempo que el espejo que refleja el láser gira definiendo un plano vertical, se registran así todos los elementos de su entorno hasta 80 metros. • Equipo GPS LEICA 1200 de precisión centimétrica. • Cámara fotográfica CANON 550d, con objetivo de 18-55 mm. Una vez se elige el modelo de TLS a emplear, se puede estimar la posición y el número de escaneos necesarios, tanto interiores como exteriores. Esta estimación se puede ver alterada por decisiones y cambios “in situ”. La distancia aproximada entre las diferentes tomas del láser escáner condiciona la densidad de puntos a tomar, que es configurable en el TLS. En este caso, se programan44 estaciones (Fig. 1), repartidas por la parte exterior e interior del castillo, así como por el adarve y el interior de la torre del homenaje. La resolución adecuada para este trabajo es de ¼ a efectos de densidad de puntos. También se obtiene del manual del equipo, que cada escaneo de 360º a ésta resolución tiene una duración aproximada de7 minutos. El tiempo que puede llevar trasladar, estacionar, encender y apagar el equipo es de unos 15 minutos, que sumado a los 7 del escaneo son 22 minutos por toma. Es decir, si están programadas 44 tomas el tiempo total estimado para el trabajo de campo es de unas 16 horas.

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Figura 1. Estacionamientos previstos para el la ´ser esca ´ner.

La toma de fotografías y las observaciones GPS se realizan al mismo tiempo que los escaneos, por lo tanto, no supone un incremento en tiempo. Una vez que tenemos los equipos, la metodología de campo y el tiempo de realización de los trabajos, también es importante considerar tres factores: meteorología; permisos y horarios y visitas turísticas. 2.1.2 Realización de las tomas TLS, fotografías y registro de coordenadas GPS Una vez se seleccionan los medios técnicos y se programan las diferentes tareas de campo, el equipo técnico se desplaza a la fortificación para comenzar los trabajos. Ya en el castillo el TLS se estaciona por toda la fortificación y se registran las nubes de puntos individuales (Fig. 2). Simultáneamente a la toma de datos con TLS, se realizan las observaciones con el GPS Leica 1200 para la georreferenciación de los trabajos al sistema oficial de coordenadas ETRS89, también se realiza una completa toma de fotografías para la texturización del modelo tridimensional. La toma fotográfica, planificada también previamente, se realiza cumpliendo con una serie de requisitos: distancia máxima al elemento; ajuste de los parámetros de la

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Figura 2. Estacionamientos en adarve y exterior del la ´ser esca ´ner.

cámara; evitar sombras parciales en paramentos; condiciones de iluminación en estancias interiores y uso de trípode. Una vez se terminan los trabajos de campo y antes de abandonar la fortificación, es importante previsualizar los escaneos, para comprobar que las tomas se han realizado correctamente (Fig. 3). También se hace en este momento una copia de seguridad de los datos del TLS, del GPS y de las fotografías de la cámara.

Figura 3. Previsualizacio ´n de la nube de puntos de uno de los escaneos.

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2.2 Procesado de los datos de campo Cada toma individual de TLS registra aproximadamente 40 millones de puntos en tomas interiores y unos 20 millones de puntos en tomas exteriores, esta diferencia es debido a que el láser no toma puntos en el cielo y su alcance es de 80 metros, por lo que los paramentos más alejados tampoco son tomados. En nuestro caso se registran un total de 1250 millones de puntos. Actualmente no es operativo trabajar con esta cantidad de puntos, ya que supondría utilizar equipos muy potentes, de modo que se simplifican las nubes de puntos individuales, y se construye un modelo 3D sólo con los puntos necesarios para evitar lentos y complejos procesos de cálculo. En el procesado de los datos de campo, se llevan a cabo operaciones como exportar la nube de puntos, aplicar filtros de eliminación de ruido a los datos brutos, orientar las diferentes tomas y finalmente generar un modelo 3D único (Fig. 4) mediante la unión de los escaneos individuales.

Figura 4. Vistas isome ´tricas del modelo 3D completo.

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Este modelo se simplifica a 35 millones de puntos, con la premisa de que la separación mínima entre puntos sea de 4 cm, para que el modelo sea manejable con hardware de características estándar, en este caso se utiliza un PC i7 2600 con 8 gb de ram, tarjeta gráfica nvdia de 1 GB y 1 tera de disco duro. La separación mínima de 4 cm, se utiliza para trabajar con el modelo completo, en el caso de estudios de detalles, como por ejemplo el escudo que se conserva en la torre del homenaje, se trabaja con la nube de puntos original para no perder calidad y trabajar con la máxima precisión. 2.2.1 Generación de los documentos vectoriales y ráster A partir del modelo digital en 3D, se genera la información necesaria para su completa documentación: planos de planta, alzados y secciones de todo el castillo, así como ortofotos y videos de recorridos virtuales. En este trabajo, los resultados vectoriales de plantas y secciones, se obtienen directamente de la nube de puntos, sin embargo, para hacer los estudios de detalle y ortofotos, se generan superficies definidas por mallas de triángulos y se aplican las texturas a partir de las fotográficas tomadas con la cámara Canon. En total se generan 34 planos, de ellos, uno es de topografía y cubiertas a escala 1/500 (Fig. 5), dos son de vistas isométricas completas sobre la nube de puntos (Fig.4), y el resto son secciones y alzados con ortofotos a escala 1/100, donde se delinean los elementos más significativos de cada paramento, y se diferencian los materiales constructivos empleados (Fig. 6, 7 y 8). 2.3 Análisis estructural Los documentos que se generan con los equipos TLS, están siendo revolucionarios en muchas materias, una de ellas es sin duda el estudio de las fortificaciones desde el punto de vista de análisis de su comportamiento estructural, así como de sus patologías. En este proyecto se estudia la cortina norte (Fig. 8), la más utilizada, transitada y de mayor envergadura y se analiza su grado de conservación, además se calcula una nueva estructura realizada con los materiales actuales y adaptada a la normativa vigente, posteriormente, se comparan los resultados obtenidos con la muralla actual.

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Figura 5. Plano topogra ´fico a escala 1500 con curvas de nivel de 0.25 metros.

Figura 6. Plano de seccio ´n sobre la torre del homenaje con ortofotos interiores y descripcio ´n de materiales constructivos.

El paramento norte es el más largo del Castillo manteniendo la continuidad de una manera más homogénea. Tiene una altura de 20 m, y una longitud de 48 m entre las dos torres que enlaza, la torre circular de la puerta de entrada y la torre del homenaje. Tiene un espesor de 2 m y se asienta sobre grandes rocas. Su construcción de mampostería se realizó de manera similar al resto de los castillos de la época y de la zona, con materiales existentes en las cercanías.

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Figura 7. Alzado de la torre del homenaje con ortofotos y delineacio ´n de los elementos significativos.

Figura 8. Alzado interior de la cortina norte con ortofotos y delineacio ´n de los elementos significativos.

A partir de los datos obtenidos con la técnica TLS se examina visualmente cada tramo de la muralla piedra a piedra tanto en su interior como en su exterior, gracias

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a los escaneos en bruto y las ortofotos de gran calidad, por otra parte también nos proporciona un registro preciso y completo de su geometría a partir del cual se pueden estudiar deformaciones, desplomes, etc.… Los resultados después de este examen son que su grado de conservación es excelente, el paso del tiempo no ha producido desperfectos apreciables, no hay grietas significativas ni deformaciones o desplomes importantes. La única actuación moderna que se aprecia es la presencia de un mortero en la coronación, se trata de un reforma que se realiza en los años setenta con el objetivo de hacer el recorrido de la muralla más seguro e impedir el deslizamiento de piedras desde la coronación del paramento. La estructura no se ha visto afectada por esta obra. 2.3.1 Cálculo de la nueva estructura La estructura supuesta es mixta formada por pilares tipo HEB y placas alveolares, con una separación entre pilares es de 5 m. La resistencia del terreno se considera la de la roca al estar ésta en buen estado sin existir meteorización. En el diseño de la estructura se ha considerado la normativa de obligado cumplimiento, el CTE. El resultado del diseño realizado son zapatas cuadradas con unas dimensiones de entre 4,70 m y 4,80 m de lado y un espesor que oscila entre 1,10 y 1,20 metros. Los pilares que se obtienen son 14 perfiles de 20 metros de altura HEB 1000 arriostrados en su cara superior por 13 perfiles HEB 1000 de 5 m de longitud. Las zapatas obtenidas, de unas dimensiones importantes, se fundamentan en la necesidad de anclar los elementos de sustentación al terreno, para asegurar un buen comportamiento de la estructura ante un posible vuelco o desplazamiento producido sobre todo por el viento. La estructura antigua no necesita cimentación más allá de la preparación de la superficie para asegurar una buena unión entre elementos que son mucho más homogéneos entre sí. Por otra parte la resistencia de la estructura es debida a su propio peso y aumentando el coeficiente de rozamiento se asegura un mejor funcionamiento de la estructura. Se podría decir que la cimentación de la estructura antigua es más eficiente y práctica que la actual. En cuanto al espesor de paramentos y pilares, actualmente se consigue un ancho de pilares de 1 m, frente a los 2 m existentes.

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Estructuralmente no parece necesario un espesor tan importante, aunque su resistencia sea por gravedad, por lo que en cierta medida las dimensiones se deben a la necesidad de que se pueda transitar y utilizar como elemento defensivo. 4. Ventajas e inconvenientes de la utilización del TLS Hasta la aparición del láser escáner los trabajos de documentación patrimonial se han venido realizando cronológicamente con cinta métrica y nivel óptico, taquímetros, estación total y más recientemente con fotogrametría de rectificación de imágenes o estereoscopía. Las ventajas del láser escáner con respecto a estas metodologías son muy claras y ya han sido expuestas a lo largo de este trabajo: por una parte la rapidez en una de toma de datos muy densa, precisa y detallada, que además registra intensidad y color de cada uno de los puntos. Por otra parte, esta alta densidad de puntos nos permite generar un modelo 3D muy completo del que extraer diversos productos finales vectoriales y ráster que serían muy complicados y costosos de generar con otras técnicas. Toda la información generada, aplicada al patrimonio fortificado es muy útil para: • Ayudar a preservarlo pudiéndose reconstruir fielmente en caso de guerras o desastres naturales (Budas de Bamiyan). • Como herramienta de análisis y estudio. • Es una base sólida en proyectos de restauración y reforma. • Seguimiento de campañas arqueológicas. • Herramienta de gestión, divulgación y difusión. Simulaciones virtuales. No obstante, también tiene inconvenientes el uso de láser escáner. A continuación se muestran algunos de los problemas que se pueden presentar. • Permisos y horarios de trabajo limitados. • Visitas turísticas, operadores de mantenimiento, personal de limpieza, etc. • Meteorología: viento; temperatura; pluviosidad. • Iluminación deficiente o inexistente. • Elementos inaccesibles o de difícil acceso, como por ejemplo la cubierta. • Equipos de coste elevado. • Procesado de datos lento y complejo. Aunque en este proyecto se centra en utilización del TLS, no hay que olvidar que la fotogrametría está evolucionando de forma muy rápida, pasando de ser un sistema

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complicado y costoso, a ser una técnica sencilla y económica. TLS y fotogrametría no son técnicas contrarias y excluyentes sino más bien complementarias. Una combinación de ambas se puede plantear como metodología idónea para la documentación geométrica y gráfica del patrimonio construido en general y el fortificado en particular. 5. Conclusiones El objetivo de este trabajo, es mostrar nuestra experiencia en la aplicación de las técnicas de láser escáner, en la documentación geométrica y gráfica del patrimonio fortificado y hacer un análisis estructural basado en la información que se obtiene. El modelo tridimensional que se crea es exacto, completo y preciso. A partir de éste modelo se generan los documentos vectoriales y ráster que definen el castillo y que sirven de base para su utilización en tareas posteriores de conservación, rehabilitación, gestión, divulgación, etc. En cuanto al análisis estructural, la técnica TLS aporta valiosos documentos gráficos con una geometría exacta y una gran calidad en las ortofotos. El registro exhaustivo y preciso de la fortificación, permite el estudio de detalle o en conjunto en cualquier momento. El gran volumen de datos que proporciona al software de cálculo genera resultados más precisos. Las ortofotos y los escaneos originales sin muestrear facilitan el diagnóstico de patologías que además podemos clasificar, etiquetar y cuantificar. La conclusión final que se extrae de éste trabajo es que la técnica TLS es en la actualidad la metodología idónea para la documentación geométrica y gráfica del patrimonio fortificado, pudiéndose, en algunos casos, complementarse con éxito con técnicas fotogramétricas. Agradecimientos: Esta comunicación ha sido posible gracias al apoyo económico y financiación del Gobierno de Extremadura y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) a través de la subvención concedida al grupo de investigación (Ingeniería Geomática y Patrimonio Urbano) de la Universidad de Extremadura.

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Fuentes y bibliografía: Gobierno de la Rioja 2006. Castillos de la Rioja, Base documental para su Plan de protección. Logroño. Gobierno de la Rioja Martín Sánchez, J., 1986: La villa y vizcondado de La Puebla de Alcocer, Diputación de Badajoz. Monreal y Tejada, L., 1999: Castillos medievales en España. Lunwerg. Barcelona. Navareño Mateo, A., 1998: Castillos y Fortalezas en Extremadura, Badajoz, Hoy Diario de Extremadura. Ruibal Rodríguez, A., 2000: Las fortalezas del vizcondado de La Puebla y del señorío de Capilla, ejemplos de construcciones señoriales de final del Medievo en Extremadura En Revista Castillos de España. Asociación Española de Amigos de los Castillos. Lisinger, S., 2005: 3D laser versus stereophotogrammetry for documentation and diagnosis of buildings and monuments (pro and contra), CIPA 2005, XX International Symposium, Torino. Echarri, V. et al., 2012: Generating a 3D tool to represent graphically the damages of Santa Barbara castle (Alicante), Journal of Civil Engineering and Architecture. Echarri Iribarren, V.; Pérez Millán, M. I.; González Avilés, A.; Garabito, J.; Priego, A., 2012: Use of laser-scanner as an intervention tool in fortifications: Santa Barbara Castle in Alicante, WIT Transactions on the Built Environment. http://www.faro.com/ (consultada enero/2014) http://soporte.cype.es/ (consultada enero/2014)

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The weird case of the Fort of San Fernando Bocachica, Cartagena de Indias, Colombia. Study of the thrusts propagation in vaults distributed according a curved line El singular caso del Fuerte de San Fernando de Bocachica, Cartagena de Indias Colombia. Estudio estático en bóvedas distribuidas según una línea curva Michele Paradiso PROFESOR AT LA UNIVERSITÀ DEGLI STUDI DI FIRENZE, DIPARTIMENTO DI ARCHITETTURA, ITALIA

Simona Benedetti ARCHITECT

Abstract This paper describes the history, geometry and condition of Fort San Fernando de Bocachica, located in Cartagena de Indias, Colombia. The fort, built in mid-eighteenth century to defend the city, stands out for its particular curve-shaped oceanfront. This configuration leads to unique and beautiful interior space solutions in plan and elevation. Although the monument is included in the UNESCO list of World Heritage sites, its structural condition urges a prompt restoration. In order to preserve the historical integrity of the artifact we present a consolidation proposal following the principle of minimal intervention. Our suggestion is based on a structural analysis carried out after a comprehensive survey. Resumen Este artículo describe la historia, la geometría y el estado de conservación del fuerte de San Fernando de Bochica en Cartagena de Indias, Colombia. El fuerte, construido a mediados del siglo XVIII en defensa de la ciudad, destaca por su particular línea curva frente al mar, la cual determina soluciones espaciales singulares y bellas tanto en planta como en alzado. A pesar de haber sido incluido en la lista de UNESCO de los Patrimonios de la Humanidad, el estado estructural de este monumento evidencia la necesidad de una pronta restauración. Debido al análisis estructural efectuado, basado en un exhaustivo levantamiento, se presenta una propuesta de consolidación según el principio de la mínima intervención que preserve la integridad histórica del artefacto. Keywords: Spanish Fortifications; Lancet Vaults; rubble masonry; masonry's structural instability; sustainable consolidation; “Necesarias”. Palabras clave: fortificaciones españolas; bóvedas ojivales; muros relleno; inestabilidad estructural de la albañilería; consolidación sostenible; “Necesarias”.

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1. Introducción El casco histórico de Cartagena de Indias y sus fortalezas están reconocidos por UNESCO como Patrimonio Histórico y Cultural de La Humanidad. En este contexto San Fernando de Bocachica es seguramente uno de los testigos históricos más importantes de la ciudad. No obstante, al quedar fuera de los recorridos turísticos más conocidos, el fuerte se encuentra aislado y en mal estado de mantenimiento. Sus condiciones físicas evidencian la necesidad de una pronta restauración; son fácilmente visible muchas lesiones. La construcción se ubica a sola media hora de los barrios más elegantes y del centro, en una típica y bella isla caribeña; sin embargo, los alrededores están habitados por pobladores de muy bajos recursos y en general se percibe una sensación de abandono y descuido. Por estas razones estudiar y valorizar este fuerte resulta importante no sólo para proteger un monumento antiguo, sino también para dar impulso al desarrollo del área circunstante. 2. Sitio e historia El Fuerte de San Fernando de Bocachica está ubicado a la orilla del estrecho de Bocachica, en la isla Tierrabomba, cerca del pueblo de Bocachica (Fig. 1). El estrecho mencionado es actualmente el único acceso navegable a la ciudad y al puerto, pues

Figura 1. Ubicación del fuerte de San Fernando en la bahía de Cartagena y visión general de la construcción, enero 2013.

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el estrecho de Bocagrande es más ancho pero su profundidad no permite la navegación. Además, en el fondo de este brazo de mar se encuentran antiguos restos de una muralla del siglo XVII, construida por el ingeniero D. Antonio De Arévalo para bloquear el acceso a los barcos (Zapatero,1969) (Segovia, 1982). Frente a San Fernando, al otro lado del estrecho, se encuentra la batería de San José. Ambas construcciones están afectadas por el fuerte oleaje debido al pasaje de grandes barcos y a los dragados efectuados en el canal. San Fernando es construido bajo la dirección del ingeniero D. Antonio De Arévalo, entre el 1753 y el 1760, para remplazar el de San Luis, destruido por las armadas ingleses de Vernon a mediados se siglo XVIII. San Fernando nunca es atacado; con el pasar de los años queda abandonado y cae en el olvido hasta quedar en un muy mal estado de conservación. En el 1958 es incluido por UNESCO en la lista de los Patrimonios Históricos de la Humanidad. Con este reconocimiento empieza la renovación de San Fernando. A finales de los años sesenta Juan Manuel Zapatero realiza una importante investigación sobre todo el sistema defensivo de Cartagena, incluyendo a San Fernando; por primera vez se plantea la restauración y renovación de las mismas. Surge tamben la idea de un museo en el fuerte y de un recorrido histórico cultural por toda la isla. Estas propuestas fueron planteadas en sucesivas investigaciones pero nunca se cumplieron por falta de recursos (Zapatero,1969) (Zapatero, 1978). En los años ochenta Augusto Martínez Segrera trabaja en la consolidación de los cimientos bajo el agua, mientras que entre 1995 y 1998 Alberto Samudio dirige la restauración y la reconstrucción de la dos baterías del Fuerte (batería de Santiago y de San Francisco Regis) ( Samudio, 2007). Hoy en día es el proyecto de restauración continua por la oficina del arquitecto Alberto Herrera Díaz. 3. Geometría-elipse San Fernando está formado por un cuerpo central en forma de herradura con la parte curva hacia el mar. En la parte hacia la tierra firme (norte), éste termina con dos baluartes, el Baluarte del Rey y el Baluarte de la Reina. El fuerte cubre una superficie de cerca 5700 metros cuadrados; los muros perimetrales tienen un altura de entre

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Figura 2. Fuerte San Fernando de Bocachica, vista aerea, Fabian Ricardo Alvarez, 2011, gracias a la cortesía de Alberto Herrera Díaz.

8 y 10 metros. La construcción está rodeada por un foso húmedo (hoy en gran parte seco). Detrás de éste, hacia la tierra firme, encontramos un glacis, una pendiente artificial suave y despejada fácil de controlar en caso de ataque. San Fernando tiene también dos baterías de defensa, la batería de Santiago a noreste y la batería da San Juan Francisco Regis a suroeste (Zapatero, 1969). Antiguamente el fuerte tenía dos entradas, una a través de un puente desde la tierra firme, otra a través del mar, donde aún hoy en día se ve el antiguo muelle. Sin embargo, los barcos se amarran hoy a un muelle más moderno a poca distancia. El edificio está organizado alrededor de una gran plaza central (unos 40 por 40 metros) en forma de U de donde se accede a los cuartos. Todos los locales del castillo están cubiertos con bóvedas de todas clases y tamaños; son visibles arcos a medio punto, arcos ojivales, arcos góticos-otomanos y más. Desde la plaza central subiendo por una rampa de unos 6.50 metros de altura se llega a la cubierta de la construcción, una terraza plana rodeada de Merlones. En caso de enfrentamiento militar el acceso al agua es fundamental. Por eso en casi todas las construcciones fortificadas de Cartagena es presente un aljibe, un tanque de agua de origen árabe muy común también en las construcciones de viviendas (Lemaitre- Torres 1992) (Benedetti,2013) (Cartografia y Relaciones histórica de Ultramar, 1980) En San Fernando hay dos aljibes, uno en cada baluarte.

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El acceso a los aljibes es desde la cubierta del fuerte. Con respecto a la particular geometría curva del fuerte, en toda la bibliografía analizada los autores se expresa con la palabra “a forma de herradura”. Sin embargo, después de haber analizado atentamente la planta de la fortaleza, hemos descubierto que la plaza no tiene una genérica forma a “herradura” sino una forma muy precisa de elipse (Fig. 3). 4. Análisis estructural y causas de inestabilidad El estudio del Fuerte de San Fernando muestra que la situación de la construcción no es de peligro inmediato, sin embargo es necesario actuar en poco tiempo para fortalecer las partes en peor estado (cerca del mar). En este estudio hemos analizados los tres locales donde se encuentran las lesiones más marcadas. Estos locales son: las necesarias (los baños), dos de los cuarteles de oficiales y soldados (que llamaremos simplemente bóvedas) y la entrada desde el antiguo muelle. En particular hemos analizado las necesarias, que resultó ser el cuarto más afectado.

Figura 3 Plano general del Fuerte de San Fernando de Bocachica y explicación de la forma a elipse.

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En las bóvedas y en las necesarias las lesiones están en el piso y van perpendicular a la línea de clave o sea paralela a la cortina circular que se enfrenta al mar. En el área de la entrada al contrario podemos ver una lesión en la línea de clave. Esta lesión corre desde el exterior hacia cerca la mitad de la sala.

Figura 4. Lesiones en las necesarias y esquema de corte hacías al mar de las mismas.

Para poder estudiar el comportamiento estructural de las tres partes mencionadas hemos realizado un preciso levantamiento de estas mismas en loco (Benedetti, 2013). Juntandos los datos de nuestro levantamiento con los datos otorgádosnos por las oficinas de arquitectura de A. Samudio e A. Herrera hemos armado un modelo estructural con el cual poder calcular la estabilidad de la construcción. Es un modelo simplificado basado en bóvedas de ladrillo lleno “a quattro teste” con un espesor total de 64 cm. Para el cálculo asumimos un peso estándar de 1800 kgf/mc y un ladrillo tipo de 30 x 15 x 5cm. Estas medidas encuentran correspondencia con las medidas de ese

Figura 5. Comparación de antiguas medidas con los datos del levantamiento.

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tiempo (1 vara=84cm): según las medidas del tiempo cada ladrillo es de un pie por medio pie. Estudiamos las bóvedas por una profundidad de un metro. El modelo discreto fue calculado con códigos de cálculo, resultados de las investigaciones de los autores, COMO ArchiVAULT e SAV-SVM (Paradiso-TempestaGalassi, 2007). Ellos están construidos a partir de la teoría de la instabilidad de arcos y bóvedas de Jacques Heyman (Heyman,1995), actualizadas con las investigaciones de los autores, para pasar de un modelo rígido a un modelo elástico-fisurante, que permita establecer la profundidad de las grietas en el espesor del arco. En ese caso fue suficiente aplicar el modelo rígido, sea porque las bóvedas no aparecían agrietadas, sea porque el único reto era confirmar la sabiduría constructiva antigua, en la opinión de que el daño estructural al fuerte dependiera de algo ajeno a la idea constructiva original. Las bóvedas, como muestra la Figura 6 salieron todas en condición de perfecta estabilidad. Podemos observar que la líneas de presión es en todas partes contenida al interior del perfil da las estructuras.

Figura 6. Las bóvedas resultan perfectamente estable, pero las lesiones en el piso sugieren un hundimiento en las cimentaciones.

Por lo tanto los resultados matemáticos aparecen en contradictorio con la situación que se presenta, donde emergen grietas en diferentes partes. Siendo las grietas en el piso y no en las bóvedas (a excepción de la entrada) y resultando éstas estables, asumimos que las causas de las lesiones dependieran de algo ajeno a la idea constructiva original.

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Examinando la planta de la construcción observamos que las bóvedas hacia al mar son dispuesta según una línea curva. Las bóvedas, de planta rectangular, para construir una planta curva, tienen los muros de apoyo entre ellas de planta trapezoidal; por lo tanto los empujes de dos bóvedas cercanas, no perteneciendo al mismo plan vertical, se suman en la dirección hacia el mar así que a la cortina circular externa llega una fuerza que es la suma de esas componentes que no se anulan. La fuerza total que se genera provoca un empuje total que determina la instabilidad rotacional de la cortina externa (Fig. 7).

Figura 7. Debido a la forma circular del fuerte, los impulsos de las bóvedas no se eliminan mutuamente, se suman generando una presión contra la cortina circular hacia el mar.

Por estas razones hemos calculado el equilibrio a la rotación con respecto a un corte a nivel del piso teniendo en cuenta todos los impulsos que las bóvedas producen en la cortina circular. Los cálculos sugieren que la cortina circular es estable pero las lesiones en el piso indican una situación opuesta, como si la cortina circular estuviera deslizándose hacia al mar. Nos encontramos entonces en una situación donde los cálculos nos dicen que las bóvedas y la cortina circular son estable pero las lesiones muestran una situación opuesta en la cual la cortina circular se esta separando del cuerpo principal del fuerte.

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Estudiamos entonces cuáles otras causas pudieran estar afectando la estabilidad de la construcción y encontramos dos principales: el posible deslizamiento del suelo de cimentación y una sección resistente reducida en la cimentación. Con respecto al primer punto es fundamental evidenciar que por el angosto Estrecho de Bocachica pasan barcos de carga de gran tamaño que provocan olas muy fuertes contra la cortina circular (Fig. 8). Además, para permitir el paso a los barcos, el fondo del estrecho ha sido objeto de frecuentes excavaciones. Es muy probable que esto haya generado un movimiento del suelo que arrastra la cimentación del fuerte.

Figura 8. Grandes nave atraviesan el Estrecho de Bocachica, generando fuertes olas y movimiento del subsuelo donde apoyan la cimentaciones del fuerte.

Además en la zona de la necesarias, en la base del muro (bajo el nivel de agua) están ubicado uno canales que disminuyen la sección resistente en la basa de la construcción. Estos canales servían para la limpieza de las necesarias. Permiten al agua de mar de entrar hasta la base de los baños y evacuar los descombros hacia afuera. Por estas razones tendremos que buscar las causas del mal estado del fuerte no en su construcción si no en factores externos. Es probable que la estructura haya padecido lesiones por diversas causas que se fueron sumando una con la otra como por ejemplo: la vejez de los materiales, los movimientos del subsuelo de los cimientos debido a las excavaciones del canal, el continuo impacto de las olas generadas por el pasaje de grandes barcos, y una sección resistente reducida por los canales de las necesarias.

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Figura 9. Las necesarias presentan unas canalizaciones de agua que disminuye la sección resistente.

Podemos resumir así las hipótesis de la inestabilidad de San Fernando: 1. El general deterioro del fuerte debido a factores externos (olas, lluvia, humedad), a la viejez de los materiales y sobre todo al envejecimiento del mortero (que se encuentra seco, no cumpliendo con su fundamental función de pegante) determina la pérdida de la naturaleza monolítica de los muros rellenos. En consecuencia el paramento exterior del muro se destaca del interior. Por lo tanto, la sección de la mampostería que resiste a los impulsos de las bóvedas es muy reducida (cerca una tercera parte del total), mucho más estrecha de la que podemos observar desde un modelo geométrico (que considera como resistente la totalidad del muro relleno). Esto puede justificar la presencia de lesiones en el piso. 2. Debilidades geométricas de construcción, como los vacíos de los canales de agua de las necesarias, disminuyen la sección resistente. 3. Las olas marinas aceleran el fenómeno de degrado de la mampostería, halan y mueve los subsuelos y provocan el deslizamiento de la cortina circular hacia al mar. Las excavaciones del fondo del el estrecho aceleran el fenómeno de deslizamiento (Fig. 10). 1. Proyecto rompeolas La parte más dañada de la fortaleza es hacia el mar. Las olas y la excavación del canal generan movimientos de la arena del fondo del terreno y de los cimientos. La

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Figura 10. Causas de las lesiones y propuesta de intervención.

ya mencionada cortina circular tiende a deslizarse hacia el mar, separándose del resto de fuertes (de ahí las lesiones en el suelo). Para bloquear este mecanismo proponemos el diseño conceptual de una intervención para consolidar la parte del basamento de la construcción. El objetivo es crear de un rompeolas para atenuar la fuerza de éstas en el fuerte y al mismo tiempo para fortalecer la base de suelo arenoso (Fig.10). El rompeolas fragmenta las olas que así disminuyen su fuerza de impacto a la pared. De acuerdo con la teoría de la intervención mínima, no se recomienda el uso del hormigón armado. De hecho, este material sería absolutamente fuera del contexto e invasivo contra la antigua fortificación. La solución que proponemos es basada en una escollera submarina formada por una empalizada de madera y organizada según una malla triangular que sigue la forma de la fortaleza y de la costa. La malla debe tener una distancia de unos 1,5 metros por 3 metros y se distribuye en dos filas que van a crear una banda de protección de unos 5 metros alrededor de la fortaleza y de la costa. El apilamiento estaría

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conectado por elementos horizontales en madera conectados correctamente entre ellos a fin de garantizar el funcionamiento de la estructura global. La forma reticular de base triangular ofrece una gran resistencia a las olas y disminuye el poder de impacto sobre la fortaleza. Un escudo de celosías horizontal de madera, finalmente, ayuda a regular el nivel del agua del mar. Sugerimos una intervención sostenible en el ámbito de la consolidación estructural respetando la estructura original sin dañar el material ni su contexto o el período histórico en el que el edificio fue construido. 4. Conclusiones El Fuerte de San Fernando de Bocachica representa la cima del conocimiento en el campo de la construcción de fortificaciones en Cartagena de Indias. Contiene más de dos siglos de historia en el que la ciudad tuvo que hacer frente a los ataques piratas. Es un monumento fundamental para la historia y la cultura de Cartagena donde trabajaron los mejores ingenieros en fortificaciones de los siglos XVI-XVIII. Tiene una antología muy interesante de formas y soluciones de diseño únicas. El proyecto de consolidación propuesto por los autores es sólo una primera idea de una intervención sostenible que necesita ser profundizada y desarrollada en detalle cuando las suposiciones sobre las causas de la inestabilidad sean confirmada por ulteriores investigaciones (que creemos sería necesario hacer con cierta urgencia). Este tipo de refuerzo es una solución terapéutica adecuada también en la elección del material (madera), adecuado con la mampostería y respetuoso con el ecosistema marino. La validez de intervenciones de este tipo, realizada con palos de madera, han sido en el pasado afirmado muchas veces; no menos importante, considerar el caso de la ciudad de Venecia (Italia). Al momento el proyecto del Ministerio de cultura está parado. El gobierno colombiano renunció a otra entrada a la bahía así que la de bocachica quedará la más importante para el comercio marítimo de toda Cartagena. Una vez mas es importante la protección del monumento y junto a ella la esperanza de una vida digna a los pobladores de la isla. Agradecimientos Los autores desean agradecer al Arq. Alberto Samudio Trallero y toda su oficina por la plena cooperación y al Arq. Alberto Herrera Díaz por el material de estudio

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otorgado. También agradecemos al Prof. Ing. Edgar Quiñones de la Universidad Nacional de Cartagena, y al Arq. Alfonso Cabrera.

Bibliografia: Benedetti, S., 2013: Analisi della Consistenza Statica e del Degrado del Forte di San Fernando de Bocachica, Cartagenas de Indias, Colombia, Degree Thesis, University of Florence, School of Architecture, Department of Architecture, DIDA, supervisor Prof. M. Paradiso, Coexaminers Ph.D. S. Galassi and Prof. M. De Vita. Florence. 1980: Cartografia y Relaciones Historica de Ultramar, tomo V: Colombia, Panama, Venezuela, Madrid, Servicio Historico Mililtar-Servicio Geografico del Ejercito. Heyman, J., 1995: The Stone skeleton, Cambridge, Cambridge University Press. Lemaitre, E. and Covo Torres, J. 1992: Historia de Cartagena. Cartagena de Indias, Tempo Editores. Paradiso,M.,Tempesta,G., Galassi,S., Pugi, F., 2007: Sistemi voltati in muratura. Teoria e applicazioni, Roma, Edizioni Dei Tipografia del Genio Civile, . p. 1-168. Samudio, A., 2007: “La arquitectura en Cartagena de Indias”, Cartagena de Indias,un párpado de piedra bien cerrado, Bogotà. letrArte Editores. Segovia Salas, R., 1982: The Fortifications of Cartagena de Indias. Strategy and history, TercerMundoEditores, Bogotà. Zapatero, J., M.1978: Las Fortificaciones Abaluartada en America, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan de Puerto Rico, Barcelona. Zapatero, J., M.1969: Las Fortificaciones de Cartagena de Indias, Estudio asesor para su restauración, Madrid, Banco Cafetero de Colombia.

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Analysis of the structural instability of the central building of the Castillo de Los Tres Reyes del Morro in Havana Análisis de la inestabilidad estructural del edificio central del Castillo de los Tres Reyes del Morro en La Habana Michele Paradiso ARQUITECTO, PROFESOR DEL DTO. DE ARQUITECTURA DIDA, SECCIÓN CONSTRUCCIONES, UNIVERSIDAD DE FLORENCIA

Gianluca Useli LICENCIADO EN ARQUITECTURA POR LA UNIVERSIDAD DE FLORENCIA, ARQUITECTO

Abstract The document deals the question about the structural situation of the Castillo del Morro de la Habana, originally designed by the Italian engineers Antonelli in the XVI century. The castle currently presents a series of advanced cracks, causing serious concern about the issue of future instability. The research has been concentrated specifically on masonry vaults located in the central building. The study, developed through research in historical archives, geometric and morphological surveys, numerical analysis with appropriate calculation codes, proposes to demonstrate that the cause of these cracks is due to a posterior intervention executed “not to a fine art". The structural study, not particularly accomplished up to present, offers the opportunity of knowledge about the monument and to think on correct protective measures in the future. Resumen La ponencia trata el tema de la situación estructural del Castillo del Morro de La Habana, proyectado en el siglo XVI por los ingenieros italianos Antonelli. El castillo, hoy en día, presenta un conjunto de grietas bastante avanzadas, que causan seria preocupación sobre el tema de futura inestabilidad. La investigación se concentra en las bóvedas que se encuentran en el edificio central. El estudio, desarrollado a través investigaciones en archivos históricos, levantamientos geométrico y morfológico, análisis numérico con apropiados códigos de cálculo, propone demostrar que la causa es debida a una intervención posterior hecha “no a regla de arte”. El estudio estructural, no particularmente enfrentado hasta el momento, ofrece la oportunidad de conocimiento acerca del monumento y de pensar en medidas correctas de protección en el futuro. Keywords: Morro; Havana; statics; structure; vault; conservation. Palabras clave: Morro; Habana; estática; estructura; bóveda; conservación.

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1. Introducción El Castillo de los Tres Reyes del Morro representa, aun hoy en día uno de los símbolos mayormente reconocidos por la población de la ciudad de La Habana. Para los cubanos el Morro es la imponente fortaleza que con su faro, visible desde cada punto de la ciudad y en particular desde el frecuentadísimo Malecón, preside el canal de acceso a la gran bahía del puerto. Ejecutado entre finales del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII por orden de la Corona Española, forma parte del complejo sistema de fortificaciones de la entonces importante colonia. Encargado al ilustre ingeniero militar de origen italiano - Gatteo, Emilia Romagna - Battista Antonelli, uno de los seis exponentes de la familia de ingenieros que se dedicaron por casi un siglo al servicio de España y se hicieron protagonistas de un número impresionante de obras militares, que incluyen fortalezas, murallas, navegación de ríos, puentes, acueductos hasta enteros planes urbanos. Su campo de acción era increíble, si pensamos en la época en que desarrollaron su trabajo: España, África del Norte, América Central, de Veracruz a Panamá, de Cuba a Cartagena de Indias, hasta las costas venezolanas y brasileñas. No fueron ellos solamente, pero es significativo el hecho que Battista fue encargado directamente por el Rey Felipe II, a finales del siglo XVI, del proyecto general del sistema de fortificaciones de toda el área del Caribe. El castillo del Morro de La Habana, según la mayoría de los historiadores y estudiosos internacionales, constituye la obra de mayor relevancia de Battista Antonelli, representativa del modelo de arquitectura militar considerada “traza moderna” o “traza italiana”, que tiene sus orígenes durante la primera mitad del siglo XVI con los padres fundadores, el sienés Francesco di Giorgio Martini y los florentinos Giuliano y Antonio da Sangallo. 2. La fortaleza en la historia 2.1 Las fases constructivas del castillo La construcción del castillo del Morro fue iniciada bajo la dirección de Baptista Antonelli y Juan de Tejeda el 20 de septiembre de 1589 como expresa la preciosa inscripción sobre la piedra en las cercanías de la plataforma de la Estrella. La función militar de la fortaleza era la de proteger la ciudad y las numerosas flotas españolas cargadas de mercancías que transitaban dentro de la gran bahía, desde los orígenes como puerto natural, de las repetidas y amenazadoras incursiones de corsarios financiadas por los gobiernos inglés y francés. La embocadura del canal de acceso al puerto representaba el real punto estratégico de defensa, y Antonelli fue el primero en proyectar en la ciudad un sistema de fortificaciones de una considerable magnitud: el castillo del Morro sobre el promontorio de la ribera norte y el castillo

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Figura 1. Extracto del plano por Battista Antonelli (5 marzo 1593) donde muestra la planta original del Castillo del Morro. (desde “Planta de la fortificación del Morro y Punta de la Havana”, Archivo General de Indias, Mapas y Planos Santo Domingo, n.13

de San Salvador de la Punta sobre la ribera opuesta. Las dos fortalezas eran funcionales conjuntamente, enlazadas por una cadena que regulaba el tráfico portuario y, en caso de necesidad, aseguraban el fuego cruzado contra los navíos enemigos. Battista Antonelli creó para el Morro, un edificio ejecutado con la piedra caliza que se podía extraer de las vecinas canteras de la Cabaña, y por la naturaleza escarpada del terreno, el complejo se sitúa con cotas decrecientes hacia el mar con una planta constituida por un polígono irregular que se desarrollaba para defender tres líneas de ataque: el frente de tierra, el frente de mar y el frente del canal del puerto. La técnica constructiva adoptada para la ejecución de los frentes defensivos fue la de terraplén, aunque para gran parte de ellos fue pensada para contener las abovedas utilizadas como alojamiento, polvorines y casamatas. A este, el frente de tierra resulta el más regular, donde son reconocibles los detalles de la arquitectura renacentista italiana, constituidos por la cortina de conexión de los dos bastiones laterales, el foso, la contraescarpa, el camino cubierto con el rediente, y el glacis.

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Los dos bastiones están provistos de orejones con los flancos entrantes donde se ejecutaron, en el interior, las casamatas para la protección de la cortina y del foso. Los baluartes tenían el nombre de Tejeda en realidad un medio baluarte y de Austria. El foso profundo fue pensado para permanecer seco. A noroeste, el frente de mar está caracterizado por una cortina mural con perfil irregular, que forma en planta una línea quebrada con tres vértices hacia el mar. El trazado mural unía la punta del Morrillo y su torre de observación con las baterías de San Nicolás y la de Santo Tomás que se destacaba sobre el medio baluarte de Tejeda. El acceso principal a la fortaleza se abre a suroeste en el frente del canal del puerto y frente al castillo de la Punta. Esta línea defensiva está formada por la cara sur del baluarte de Austria, la cortina de la entrada principal que se concluye en el baluartillo de Santiago, y al final termina en la punta del Morrillo; bajo esta última se encuentra la Plataforma de la Estrella. El castillo debía estar dotado por lo menos de tres aljibes de agua, presencia fundamental para la supervivencia de la tropa durante los asedios. Todos los elementos de la fortaleza eran puestos en comunicación entre ellos según una distribución de enlaces, escaleras, rampas y surtidas hacia el exterior. El interior de la fortaleza era un espacio concebido para ser ocupado por una suerte de ciudadela, constituida por algunas edificaciones dotadas de estructuras provisionales y destinadas al alojamiento de la tropa y del comandante, una iglesia y algunos almacenes. La verdadera y propia plaza de armas, lugar necesario para reunir a la tropa, se encontraba entre la cortina de la entrada principal y la misma ciudadela. En todo el entorno del complejo de edificios se desarrollaban el camino de ronda y las dos rampas que conducían a la plataforma alta del castillo. La construcción del Castillo del Morro se extendió por largo tiempo, existe la certeza que fue concluido en 1640: de este año por un siglo más representó ser una de las fortalezas más importantes a otro lado del océano, asegurando el carácter inexpugnable de La Habana. A causa de la implicación de España en la Guerra de los Siete Años, La Habana fue atacada por los ingleses en junio de 1762 y conquistada poco tiempo después tras la toma del Castillo del Morro. Durante el asedio, la fortaleza, si bien el cuerpo principal se mantuvo íntegro, sufrió alguna destrucción por efecto de las minas, principalmente a norte, sobre los frentes de tierra y de mar, en la cortina, el baluarte de Tejeda y la batería de San Nicolás. Cuando la ciudad fue restituida a los españoles, el nuevo gobierno dio inicio a la renovación y la reedificación de las obras del sistema defensivo de la ciudad, encargado el ingeniero español Silvestre Abarca. Entre las varias obras propuestas, fueron de una parte la decisión de ejecutar el imponente complejo fortificado de San Carlos de la Cabaña (1763-1774) sobre la colina homónima, en la vecindad del Morro, que le dará

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la primera importancia en la defensa de la ciudad. Se decidió reorganizar también las fortalezas existentes, incluido el Morro, confirmándole la importancia estratégica, no obstante las limitaciones aparecidas con la evolución de la técnica militar. En un breve período de tiempo (1764-1771), fueron reconstruidas las partes destruidas del castillo, dotándolas de mayor solidez y mejorando la funcionalidad del edificio con la introducción de nuevos elementos, como por ejemplo el edificio central, las nuevas rampas, la batería de Santo Tomás, el túnel aspillerado con el camino cubierto que lo enlazaba con el nuevo fuerte de la Cabaña, la profundización del foso, la reconstrucción de la antigua torre, etcétera. 2.2 La historia reciente Durante los siglos sucesivos la fortaleza se mantuvo con nueva conformación del setecientos, no muy distante de la original, al menos hasta cuando se mantuvo en el campo de la defensa militar. Con la cercanía de la guerra hispano-norteamericana en Cuba (fines del siglo XIX) se construyó la Batería de Velasco para reforzar al norte el frente de mar y además una serie de obras menores de adecuación, como el emplazamiento de polvorines y nuevos cañones modernos. Siempre en el XIX se potenció su función de estación del tráfico marítimo con la reconstrucción completa (1844-45) del faro y de la puesta en función de la primera estación semafórica (1888), posteriormente reconstruida (1926). Concluido el último enfrentamiento militar, los espacios del castillo albergaron, primero, la Escuela de Cadetes del Ejército (1911-45) y después con la llegada del movimiento revolucionario, la prisión (1967). En 1977 se decidió transferir esta última de los locales del Morro, concentrándola toda en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña. Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, propuso al Morro como lugar para celebrar el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes del año siguiente, lo que permitiría así, por la primera vez la apertura del espacio al público autorizando el cese de sus funciones militares y paramilitares. El Ministerio de las Fuerzas Armadas de Cuba (MINFAR) adjudicó a una empresa turístico-gastronómica local la gestión de la actividad comercial llevaban a cabo en el interior. Con el financiamiento obtenido del Festival de la Juventud, se emprendió una serie de intervenciones para la recalificación del lugar que fueron inicialmente encargadas a una empresa estatal externa, la Empresa Nacional de Obras de Arquitectura (ENPOA); Esta se ocupó, en 1982, del levantamiento del complejo. El mismo representa un año fundamental para la ciudad y sus monumentos, incluido el Castillo del Morro,

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Figura 2. Los elementos y espacios principales del Castillo, que se conservan hoy en día.

porque fue declarada PatrimonioMundialde la Humanidad por la UNESCO. Desde ese momento las organizaciones internacionales enviaron numerosos fondos para restaurar el Centro Histórico de La Habana y las obras militares de valor. La Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC), dirigida por Eusebio Leal, sustituyó a la ENPOA, de la que heredó la documentación realizada y sobre la base de esta elaboró un programa de restauración del castillo, realizado entre los años 1987 y 1993. En 1992 se constituyó la entidad territorial de Parque del Complejo Histórico Militar Morro-Cabaña (PCHMC), nacido de la idea del proyecto de recuperar los complejos fortificados y sistematizar una amplia área a su alrededor. Después de concluidos

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los trabajos de restauración en 1993 fue reabierto al público albergando regularmente las importantes manifestaciones culturales de la Feria Internacional del Libro, en febrero y la Bienal Internacional deArte, en mayo. En tales ocasiones el MINFAR se hace cargo también de la gestión de los espacios mediante un órgano administrativo interno bajo el mando del Complejo de los Museos Histórico-Militares (CMHM), finalizando de esta manera el aporte de la OHC. En los inicios del año 2000, el CMHM decide invertir para realizar una nueva restauración de las dos fortalezas con un programa más amplio. Se constituyó dentro del Complejo una oficina técnica y dando prioridad al área de la Cabaña, los trabajos se iniciaron en 2007 y al año siguiente también en el Morro.Actualmente continúan los trabajos de restauración, aunque el complejo se mantiene abierto al público para visitarlo. El Castillo de los Tres Reyes del Morro representa aun hoy uno de los símbolos más conocidos de La Habana.Su imagen, sobre todo a la puesta del sol, es muy sugestiva: la estación semafórica con su faro, desarrolla la tarea estratégica de controlar todo el tráfico marítimo dentro y fuera del puerto. Desde lo alto de su mole, es posible individualizar todas las zonas en que está dividida la ciudad. Además pone a disposición algunos de sus numerosos espacios para montar exposiciones con temas artísticos y culturales. El acceso principal al complejo se logra por el Túnel de la bahía, sólo vehicular, que corre bajo el canal y que une las dos orillas de la bahía. Para los visitantes ese trayecto generalmente es cubierto por medio de servicios de taxi u ómnibus turísticos que confieren al Morro ser la primera etapa para enlazar los balnearios de la costa este. La célebre “lanchita”, embarcación que aun hoy atraviesa la bahía y enlaza diariamente La Habana Vieja con la orilla opuesta, permite arribar al pueblo de Casablanca, desde el cual se puede después llegar al Morro en un paseo a pie. 3. Estado de conservación El complejo se conserva globalmente íntegro, aunque el estado de degradación ambiental, material y estructural presenta algunos casos de emergencia de mucho cuidado. Las intervenciones de restauración ejecutadas a fines del siglo pasado, implicando toda el área del Parque Histórico Militar, sustancialmente han permitido hacer lo suficientemente factible para la visita del público. Desdichadamente los trabajos de restauración no fueron seguidos y unido a la falta de fondos para el mantenimiento, la situación no tuvo mejoría. Solo recientemente, desde 2008, el CMHM ha retomado los trabajos de restauración, lo mismo en la Cabaña que en el Morro, logrando intervenir con sólo operaciones puntuales dirigidas a algunos

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Figura 3. Ubicación del Castillo de los Tres Reyes del Morro en la ciudad de La Habana.

espacios, sin una planificación general de los trabajos a ejecutar. Los espacios del castillo sufren fuertemente la presencia de humedad con alta concentración salina, la que agrede la superficie y los materiales provocando diversos fenómenos de erosión de los muros de piedra, formación de pátina biológica, disgregaciones y separación de los estratos superficiales, tales como el revoque. En muchas áreas interiores, las menos ventiladas, se verifica la formación de concreciones salinas en forma de estalactitas y estalagmitas. Los fenómenos erosivos son acentuados después por la alta exposición al viento y las marejadas producto de los ciclones, que arrojan las olas con violencia sobre la cortina exterior hasta penetrar en el interior del complejo. Basta pensar en las condiciones en que se expresan las inscripciones que atestiguan la colocación de la primera piedra, entre las más antiguas de la isla: se encuentran en un estado de absoluto peligro para su conservación en el tiempo con el agua de mar que está erosionando poco a poco el relieve, sobre todo en la parte derecha, donde resulta ya comprometida en muchas de sus partes. En los últimos años las condiciones han estado empeorando velozmente y aún no se ha puesto remedio a ese problema. A esta situación se añade la falta de mantenimiento y las medidas de seguridad de los espacios, verificándose frecuentemente la

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Figura 4. Algunos actuales casos de emergencia de degradación: (desde arriba izquierda) erosión del mortero y de la piedra, humedad en los espacios interiores, la fractura en la base rocosa, las lesiones en el parapeto que enlaza la estructura de la garita y al final la erosión que está dañando la antigua inscripción.

presencia de instalaciones y cables descubiertos y la ausencia de protecciones adecuadas para los visitantes, además de una escasa valoración del monumento y de los espacios a partir de la carencia de los enlaces con la ciudad. Desde un punto de vista estático, las emergencias que merecen absoluta atención con respecto a la base rocosa de la escollera sobre la cual se apoya el castillo, que presenta una serie de fracturas a lo largo de casi todo el perímetro, como demuestra un estudio geológico realizado en 1989 al que todavía no ha seguido un proyecto de consolidación ni de intervenciones específicas. Una de estas fisuras, al lado de la

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Batería de la Estrella y bajo la punta del Morrillo, presenta una apertura de aproximadamente un metro, que remonta y se interrumpe antes del comienzo de las paredes de la fortaleza, la que por el momento no presenta riesgos visibles. Aún la profundidad de la grieta unida a la acción disgregante del mar pueden conducir a graves problemas de estabilidad del complejo edificado. Otra preocupación está

Figura 5. La fachada principal del Edificio central y la plaza de armas.

representada por las condiciones de la garita situada en el vértice del baluartillo de Santiago, la única del complejo que se conserva original desde las reconstrucciones del siglo XVIII, resistiendo hasta el momento, a daños o hundimiento, a diferencia de las otras tres del complejo. La estructura del muro del elemento presenta lesiones en correspondencia con las conexiones con el parapeto: se nota que la fisura es pasante, del interior al exterior en el lado de la entrada, pero resulta de importante consideración también en el otro lado mientras que el acceso a la base de la garita no presenta riesgos particulares. Esta situación pone en serio peligro la estructura en su parte superior, constituida por las paredes perimetrales y la cúpula, aunque sólidamente conectada a la base, está privada o por lo menos limitada de las

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necesarias conexiones horizontales que le asegurarían un vínculo adecuado al parapeto. Esta situación puede conducir a la formación de una charnela estática ideal a la base de ataque que, bajo la acción del peso propio del volumen en voladizo y también las acciones horizontales del viento y la lluvia, que generan en el propio elemento el efecto de vuelco que lo conduciría al hundimiento. La situación requiere una intervención inmediata para salvaguardar un precioso elemento de la fortaleza, único en su tipología para ser conservado en su carácter original y además para evitar lesiones graves a las personas. Finalmente, es objeto de este estudio la presencia de lesiones en las bóvedas de barril, en ladrillos de las galerías del edificio central, que despiertan preocupación por su entidad y por el hecho que hasta ahora no habían sido analizadas con la debida atención. 4. Las lesiones en las bóvedas del Edificio Central 4.1 El Edificio Central El edificio central, que surge en el interior del complejo con una estructura maciza y monolítica de la misma piedra caliza, representa una de las transformaciones mayormente perceptibles entre las operaciones de reconstrucción tras la toma de la ciudad por parte de los ingleses. El cuerpo del edificio está constituido por dos volúmenes adosados entre ellos y de dimensiones diversas. El mayor es de forma casi cuadrada de aproximadamente 47 metros de lado, mientras el menor, que albergaba las habitaciones del comandante, tiene forma de “L” inscrita en un rectángulo de 16 por 23 metros. Ambos se desarrollan en dos niveles además de una planta en semisótano y la azotea practicable. El edificio presenta una discreta regularidad en las características de distribución y construcción. El volumen mayor alberga en su interior doce galerías, seis por planta enlazadas por dos escaleras situadas en las dos extremidades opuestas del edificio, en el lado sur. Los accesos a las galerías de la planta baja se producen en el frente principal sobre la plaza de armas. Las galerías tienen forma larga y estrecha, con desarrollo de sur a norte. Los locales están enlazados por tres aperturas situadas en intervalos regulares, en los extremos y al centro de las paredes divisorias. Las cubiertas tienen forma de bóveda de barril rebajada, construidas con ladrillos. Las paredes verticales son de bloques de piedra caliza de dimensiones variables. La iluminación y la ventilación están aseguradas por grupos de tres aberturas en los extremos de cada galería. Por otra parte en la planta superior hay lucernarios que integran el sistema de ventilación y de iluminación. Los locales semisoterrados, con techo de madera, son accesibles por el lado opuesto, al norte. La parte del edificio que albergaba la residencia del comandante tiene acceso, sea por medio de una escalera que enlaza todas las plantas, situada en el ángulo suroeste, o por las galerías adyacentes del volumen mayor. La amplia azotea tiene

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Figura 6. Vizualización gráfica del resultado (tensione normales verti- cales) del análisis estático lineal ejecutado con software FEM sobre el modelo tridimensional del edificio. La flecha indica el nivel donde se evidencian las lesiones en las bóvedas.

fuertes pendientes para asegurar el drenaje del agua de lluvia y está enlazada con el interior del edificio por dos escaleras de caracol, ubicadas en correspondencia con los otros enlaces verticales, que parten de la primera planta y obtenidos dentro del amplio espesor de las paredes exteriores este y oeste, porque de una manpostería de dos paramentos enripiada en el interior de tierra. 4.2 Análisis de las lesiones Las galerías, en las que se ha hecho levantamiento de la existencia de las lesiones en el intradós de la bóveda, se encuentran en la planta baja del cuerpo principal y precisamente, de oeste a este: la primera por la mitad, la segunda, la tercera y la quinta; también la cuarta muy probablemente está recorrida por una lesión análoga pero, estando revestida con un revoque de grueso espesor y ser el espacio utilizado actualmente como sala de exposiciones, no ha sido posible verificar la presencia efectiva haciendo la inspección necesaria descubriendo la construcción en ladrillos: aún se notan marcas en relieve sobre la superficie revocada, que dejan suponer la presencia, dada su posición y la andadura similar a los presentados en las lesiones de las galerías adyacentes. La sexta y última galería de la planta baja está también revocada sin embargo, a diferencia de la cuarta, sobre la superficie no se observan ni siquiera marcas de un eventual paso suyo. Todas las fracturas que cortan

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Figura 7. Localización, en planta y sección, de las lesiones en las bóvedas y cuadro de fisuras.

transversalmente las galerías, paralelas al trazado de la bóveda, están localizadas en correspondencia con las aberturas excavadas en las paredes comunes en la zona próxima al frente norte. En las galerías en las que la restauración en curso ha sido completada, las fracturas han sido estucadas con mortero, entonces sólo se pudo valorar la andadura. Al contrario ha sido posible medir la profundidad de las lesiones de la segunda y tercera galerías, arrojando respectivamente profundidad máxima de 6 a 25 centímetros y de 14 a 25 centímetros. El ancho de las lesiones es variable, alcanzando en algunos puntos el valor máximo de 5 centímetros. El resto de la estructura del edificio se encuentra en aparente buen estado y no muestra otras señales que permitan pensar en un riesgo estático ulterior de cualquier modo relacionado con lo evidenciado en las bóvedas. En general el análisis del cuadro de fisuras del edificio depende de acciones externas - cargas, corrimientos, sismo incompatibles con las prestaciones de los materiales, que han inducido solicitaciones a la estructura de albañilería. En el caso de la albañilería, una línea de fractura es una línea isostática de compresión, en la que, ortogonalmente a ella, se encuentra la dirección de las tracciones que ha producido la fractura. El procedimiento seguido en el caso en estudio es exactamente inverso: el objetivo es el de comprender cuáles son las causas que han producido las lesiones a través de la “lectura” de las propias lesiones sobre la estructura. Las lesiones que son objeto de estudio son las

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presentes en la bóveda de la galería sobre el arco del paso de la derecha (lesión 3) que se injerta como un luneto en la bóveda de barril de la cubierta. Por su conformación se trata de un arco en ménsula o falso arco, ya que está dotado de una estructura no completamente autoportante. En general, en el arco clásico el polígono funicular que garantiza el equilibrio es el interno al perfil del propio arco. En cada sección el esfuerzo normal es elevado mientras el esfuerzo cortante, responsable del deslizamiento es mínimo; por otra parte la fuerza de fricción proporcional al esfuerzo normal, es suficientemente alta impidiendo el deslizamiento. En el falso arco, de hecho, las juntas de mortero son horizontales y no radiales como en el arco “verdadero” y esto crea un problema de estabilidad, ligado al fenómeno del corte-deslizamiento. Al contrario del arco verdadero, la fuerza cortante es más o menos análoga a la del esfuerzo normal, por tanto suficientemente alta para que se verifique el peligro de deslizamiento. En este caso no toda la estructura del arco trabaja a compresión. Las ménsulas necesitan de un notable engrosamiento de las paredes y de la imposta, para contrarrestar los efectos de la gravedad, que tiende a comprimir cada lado del arco hacia el interior, produciendo el deslizamiento horizontal de los elementos. A los fines de un cálculo numérico para el estudio de la estructura de albañilería, la modelación relativa puede ser afrontada de manera diferente: modelo de estructura continua, modelo discreto o con procedimiento de homogenización. En el caso en estudio se ha considerado más correcto realizar un modelo discreto, distinguiendo los componentes de la estructura de albañilería. Tal modelo prevé un grupo de elementos rígidos - ladrillos y piedras - unidos entre ellos mediante vínculos - juntas de mortero - elásticamente deformables cuando son comprimidos. Por hecho existe una significativa diferencia entre los módulos de elasticidad del mortero y los de los elementos. También las juntas han sido modeladas en forma discreta, mediante una serie de bielas ortogonales en la interfase para transmitir el esfuerzo normal de compresión, por otra parte, una biela tangencial para transmitir el esfuerzo cortante. La característica peculiar de ese modelo es la de considerar los materiales sólidos de albañilería como un sistema rígido de elasticidad concentrada. Por tal razón refleja en modo real el comportamiento de la lesión en una obra de albañilería que sigue el recorrido de menor resistencia; si una lesión debe abrirse en una pared, primero separará los ladrillos a lo largo de las juntas de mortero, más débiles que los bloques, después en segundo lugar, puede ocurrir la rotura de un bloque. Tal efecto secundario constituye el límite del modelo: no prevé la rotura del bloque. Considerando la propiedad de la albañilería, se asume que las bielas normales sean unilaterales, o bien capaces de transmitir sólo fuerzas de compresión;

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Figura 8. Las lesiones (lesíon 3 - bóveda 2) que son objeto de estudio y la conformación del falso arco del pasaje.

en caso de fuerzas de tracción, se rompen y una vez que esto se produce y se abre una lesión - “en una albañilería, donde se tracciona se lesiona” (J. Heyman) - la misma tracción se anulará puesto que no puede verificarse solicitación alguna. La estabilidad del arco clásico está garantizada por la existencia de una línea cualquiera de la presión interna al perfil de la estructura, con referencia a las tres hipótesis de Heyman: resistencia a compresión infinita, resistencia a cortante infinita, resistencia nula a la tracción. En términos cinemáticos, el único mecanismo de colapso posible en un arco es la flexión (4 charnelas en 4 secciones diferentes, con la alternancia intradós-trasdós), mientras resulta imposible el colapso por cortante-deslizamiento y por aplastamiento. En el caso del falso arco las hipótesis de Heyman son válidas en parte y en particular, debe ser retirada la hipótesis de ausencia de deslizamiento. La verificación de la estabilidad del falso arco ha sido efectuada con el software Brickwork, un programa de cálculo creado a propósito para el análisis de estructuras en albañilería antigua, basado en el modelo discreto. Este modelo del falso arco es realizado sobre la base geométrica del levantamiento directo hecho en el campo y la lectura, con el apoyo de las fotografías en plano, del aparejo real de la bóveda

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constituida por ladrillos, colocados en la mayor parte en hiladas horizontales. De hecho el modelo realizado debe reproducir exactamente la dimensión real de cada ladrillo según la posición efectiva, separados entre ellos por el exacto espesor de la junta de mortero. La modelación debe tener cuenta de la naturaleza del falso arco que, en este caso, al no tener las dovelas que determinan el espesor, como en el arco verdadero, es el resultado de un vaciado practicado en la estructura de la bóveda de cubierta, que se desarrolla con andadura ortogonal continua. Por tanto son consideradas las porciones de albañilería dentro del espesor de 18 centímetros, calculado en el intradós del arco en correspondencia con el de la clave y de las impostas. Antes de proceder con el cálculo, necesita asignar los vínculos del modelo - entre ellos los vínculos con biela para simular las juntas de mortero -, las características físico-mecánicas de los materiales - obtenidas de ensayos en laboratorio - y en fin las cargas que gravitan sobre el falso arco, o sea el peso propio de las dos porciones de bóveda que cubren las galerías comunicantes con el relleno y la pavimentación superiores y el prisma de piedra sobre el arco. Bickwork ejecuta el cálculo numérico iterativo de los esfuerzos de compresión, de tracciones y de cortante que se verifican en cada una de las bielas simples. La reiteración es producida por un número fijado de pasos, en los que el software calcula la estabilidad de la estructura, datos de la construcción de al menos uno entre los polígonos

Figura 9. Valoración de los resultados del calculo numérico con Brickwork para el análisis de la estabilidad del arco. La identificación de las solicitaciones que han producido la rotura de los vínculos con biela indica la localización de una posible lesión formada. La comparación con la realidad confirma la correspondencia de la lesión.

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Figura 10. El problema estático es debido a la técnica de construcción del arco de paso. La representación virtual de la bóveda presenta dos casos: en arriba el arco como fue realizado, abajo como tenía que estar construido.

funiculares de las solicitaciones dispuestas en el interior del perfil del arco. El paso entre dos iteraciones consecutivas sucede cuando la investigación del polígono funicular produce la rotura de una biela a tracción. El cálculo sucesivo recorre la misma operación, sin embargo eliminando la presencia de la biela rota anteriormente, y así hasta el último paso; este puede ser representado por el límite máximo de las iteraciones impuestas - arco estable - o por un paso intermedio cuando la investigación del polígono funicular interno al perfil no es otra vez posible, o sea el arco es inestable. Según los resultados del cálculo hecho por medio del software

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sobre el modelo discreto, el arco ha resultado estable. La valoración del cuadro de fisuras se efectúa interpretando los resultados del cálculo, con los que se individualizan las bielas simples que son juntas a rotura durante el proceso iterativo, observando las solicitaciones que la han causado. En el esquema representado en la interfase gráfica del modelo, es informada la localización de los vínculos en los que es verificada la rotura de las bielas, con la evidencia de estas últimas, en las que se registran los valores de las solicitaciones superiores a 1 kg/cm2. De la lectura de estos datos sobrepuestos, se puede valorar la localización de las juntas de mortero donde se puede formular hipótesis sobre la manifestación de microfracturas. Considerada una resistencia media a tracción de 1,2 kg/cm2 en el mortero de la albañilería del arco real, se puede afirmar, excluyendo la presencia difusa de microlesiones de pequeño alcance en la zona correspondiente a las espaldas laterales, que la microfractura de mayor alcance - solicitaciones entre 3 y 2,6 kg/cm2 - se localizan en posiciones ligeramente descentradas hacia la izquierda del intradós del arco, en las juntas de mortero interpuestas entre los primeros tres elementos colocados en tabiques de ladrillos. Si tal cuadro hipotético de fisuras se confronta con las lesiones existentes en la bóveda, se nota la correspondencia en la zona en que ésta intersecta el arco con análoga andadura. En conclusión, se puede decir que la lesión presente en la bóveda depende de la propia conformación del falso arco. La microfractura que corresponde a la junta de mortero representa la solución inicial de continuidad que, perdiendo el material sus propiedades mecánicas, ya de inicio muy limitadas, con el tiempo y el envejecimiento, produce el desarrollo de la lesión con su prosecución a lo largo de la dirección paralela al arco de la bóveda. 5. Conclusiones La fortaleza representa uno de los mayores ejemplos de arquitectura militar renacentista en América, quizás del mundo, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Al monumento, de inmenso valor histórico-cultural, le falta aún una adecuada valorización y la clara impresión para quien desde la ciudad, demasiado poco para decir la verdad, cumple su “pequeño viaje” para visitarlo, es la de un poderoso edificio en estado de semi-abandono. El destino del Morro durante los siglos ha sido similar al de otros artículos arquitectónicos de uso parecido. Las funciones militares han garantizado su originalidad, conservando en el tiempo la sustancia de la valencia del diseño arquitectónico creado por Antonelli. El momento actual marca un importante criticismo que deberá dar cuenta de una renovada interpretación de la fruición del monumento por parte de la comunidad. Deberá ser puesta una firme sensibilidad en las estrategias de reutilización y en la vocación de este complejo de arquitectura de tierra, de roca y de piedra, así en fuerte simbiosis

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con la característica natural del territorio del que surge y con el mar, que marca sus “arrugas” y amenaza su apoyo. El alma racional y pragmática de la arquitectura militar deberá tener cuenta de las tentaciones estéticas para un nuevo uso social, teniendo siempre alta la atención sobre los temas de la estabilidad, estática y seguridad de estos poderosos gigantes de piedra, que parecen indestructibles y eternos, sino que muchas veces, después de un análisis profundo de la técnicas constructivas, revelan un alma frágil de tierra.

Fuentes y bibliografía: Blanes Martín, T., 1998: Castillo de los Tres Reyes del Morro de la Habana: historia y arquitectura, La Habana, Editorial Letras Cubanas. Bruni, A., 2009: Il Castillo de los Tres Reyes del Morro de La Habana. Rilievo e documentazione di un’opera antonelliana nei caraibi, Tesis de graduación, Facultad de Arquitectura de la Universidad de Florencia, A.A. 2009-2010. Useli, G., 2013: Il Castello de Los Tres Reyes del Morro dell’Avana. Analisi del degrado e della consistenza statica del complesso, Tesis de graduación, Facultad de Arquitectura de la Universidad de Florencia, A.A. 2012-2013. Galassi, S., Paradiso, M., Pieroni, E., Tempesta, G., 2011: Analisi di strutture in muratura soggette a vincoli cedevoli: un algoritmo di calcolo non lineare, en Atti del XX Congresso Associazione Italiana di Meccanica Teorica e Applicata AIMETA 2011, 12-15 Settembre 2011, Bologna, Publi&Stampa Edizioni. Galassi, S., Paradiso, M., Pugi, F., Tempesta, G., 2007: Sistemi voltati in muratura. Teoria e applicazioni, Roma, Edizioni DEI. Gasparini, G., 2007: Los Antonelli. Arquitectos militares italianos al servicio de la Corona española en España. 1559-1649, Africa y America, Caracas, Ed. Arte. Heyman, J., 1995: The Stone Skeleton: Structural Engineering of Masonry Architecture, Cambridge, Cambridge University Press. http://www.provincia.fc.it/cultura/antonelli/index.html (consultado el 23/07/2013) http://pares.mcu.es/ (consultado el 04/11/2013)

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Intervention on the Roman Wall of Coria (Cáceres) Intervención en el amurallamiento romano de Coria (Cáceres) Jorge Manuel Viola ARQUITECTO manuelviolanevado@gmail.com

Juan Pedro Cortés INGENIERO DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS. PROFESOR DEL GRADO DE INGENIERÍA CIVIL DE LA UEX jpcortes@unex.es/ jpcortes@ingecoes.es

Abstract The restoration work described in this paper affected the western section to the De la Ciudad Gate. The wall of Coria is one of the best preserved Roman enclosures in Extremadura. The area presents Muslim medieval refurbishment dated in the Caliphate of Cordoba (9th century A.D.) and Almoravid (11th century A.D.) periods. The restoration works consisted in the repairing of the facing wall, its structural consolidation as well as archaelogical research on it. The presence of a medieval outer wall allowed the development of a contemporary dump and so derived into a complete archaelogical sequence. Its removal brought to light hidden parts of the Roman wall and produced new problems of integration, restoration and structural imbalance. This intervention has served to redefine the relationships of the monument with the surrounding urban environment. Resumen La intervención afecta a la zona occidental a la Puerta de la Ciudad. La muralla de Coria es uno de los recintos de construcción en época romana mejor conservados de Extremadura. En la zona afectada se presentaban intervenciones medievales musulmanas de la etapa califal (S.X) y almorávide (S.XI). La intervención ha consistido en la restauración de los paramentos, la consolidación estructural y la investigación arqueológica. La presencia de un antemural de etapa medieval produjo que la zona se convirtiera en basurero desde esta época lo que la hizo preservar el testigo arqueológico, así como poner a la vista partes ocultas con los consiguientes problemas de restauración, integración y consolidación estructural. La recuperación de la zona también ha supuesto una reforma de la situación urbana del monumento. Keywords: Roman wall; imbalance; outer curtain; pathology. Palabras clave: muralla romana; desequilibrios; antemural; patología.

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La muralla de Coria constituye un importante conjunto monumental, declarado Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural en 1931. Define un recinto de 3.84 Ha. Su planta es irregular de frentes sensiblemente rectilíneos, salvo en el flanco sur, donde presenta ciertas irregularidades. Tampoco es regular su orientación. Parece que el recinto presente deudas al trazado urbano que existía cuando se realizó su construcción. Sin embargo la topografía del cerro en el que se asienta, cuyo material, arcilla expansiva no es muy confiable, parece haber sido el factor predominante al menos en los frente sur principalmente y en el frente noroeste, obligando al recinto a adecuarse a los perfiles exteriores de terrenos resistentes. (Fig.1)

Figura 1. Grabado de Alexandre de Laborde, 1805.

El frente noroeste es el de mayor dimensión de unos 356m de longitud. Presenta dos puertas, una la de la Ciudad o de la Guía, que fue la original del recinto, conservando la disposición romana posteriormente reformada en su forma actual en el s.XVI; y otra más tardía, la de San Francisco abierta a finales del siglo XV y reformada en el s.XVI. Presenta una traza bastante regular, su trazado aproximado parece haber sido dibujar dos líneas rectas desde los extremos hasta la puerta original que queda un tanto saliente de la línea recta que uniría los extremos. En el extremo norte de este flanco se sitúa el castillo o fortaleza. Este elemento de la fortificación de gran importancia empezará a formarse en la etapa medieval, durante una etapa de dominio templario, siendo lo fundamental del edificio que se

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ve ahora construido a finales del siglo XV. El tramo cuenta con 11 torres que se separan unas distancias variables pero que se hallan en torno a los 30 m, lo que rápidamente podemos relacionar con 100 pies romanos (2964 cm). Su estado de conservación es, salvo patologías locales, bastante correcto. Actualmente es visitable casi en su totalidad. Es el tramo sobre el que se intervino. El frente noreste presenta 257 m de longitud. Presenta únicamente la puerta original, denominada de San Pedro que ha conservado su disposición primigenia romana en su parte baja, habiendo desaparecido en su parte alta. Este tramo se ha conservado de manera regular, presentando cortes puntuales. Sin bien está casi totalmente oculto por edificaciones. El frente este es de traza rectilínea de unos 155 m de longitud. Presenta dos torres. En su trazado se sitúa la Puerta del Sol, puerta abierta en etapa medieval cristiana y no perteneciente al trazado original. Es el tramo más corto. Es posible que contara con una puerta, hoy oculta en su parte central. El frente sur es el más irregular debiendo de adaptarse a la topografía y habiendo sufrido extensos daños. Presenta una longitud de 322 m aproximadamente. En su parte central existió una puerta cuya estructura se desconoce, pero que pudo ser parecida a las puertas existentes en los tramos occidental y septentrional. En total se presenta un recinto de 1090 m. de longitud. Se trata de un monumento de gran complejidad. Han existido sobre el mismo una gran cantidad de actuaciones a lo largo de los siglos, tanto de carácter destructivo como conservativo. Hay que destacar la acción destructiva ejercida por la naturaleza del subsuelo, muy conflictivo. Así el tramo meridional ha sido afectado por corrimientos y cedimientos de la ladera de margas expansivas acentuadas por la acción erosiva del río Alagón y por la acción de los terremotos. En otros casos han sido los acusados y continuos movimientos del terreno, de tipo expansivo, caracterizados por asientos y elevamientos cíclicos muy importantes los que han dado al traste con fragmentos de la construcción. Varios sectores han sido modificados de forma muy profunda, como es el caso de la zona del Castillo. Otros se han perdido irremediablemente como es la zona de la Puerta del Río y la Catedral. Todas estas aportaciones, modificaciones y pérdidas se suman en su valor intrínseco patrimonial al carácter del monumento.

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En general podemos asumir que se trata de la construcción de una fábrica de dimensiones monumentales concebida para soportar el envite de máquinas de asedio y las diversas labores de aproche, entre ellas el minado. La solución planteada en resumen es una mole de unos 3 m de espesor y unos 8 m de altura media, que presenta en su parte superior un paseo de ronda protegido desde el que poder hostigar al enemigo. Cada 30 m, aproximadamente se presenta un cubo que sobresale unos 3m y presenta un frente de unos 5m. Las puertas estaban flanqueadas a cada lado por dos de estas torres. Toda la construcción se planteó como maciza no presentando en origen huecos o cavidades interiores. La fórmula para edificar la construcción, consistió en rebajar los terrenos existentes de margas arcillosas hasta descubrir un nivel de gravas acumuladas por el aterrazamiento de materiales fluviales del próximo río Alagón. Estas gravas se presentan a no mucha profundidad, 1 o 1.5 m bajo el nivel del suelo y a veces en superficie. Su perfil no es horizontal, por lo que la cimentación de la muralla y a veces el alzado se ven afectados por estas ligeras variaciones de nivel. Estas gravas ofrecen un buen soporte a la construcción con una dureza y resistencia a la carga bastante considerable, si bien adolecen de sufrir los empujes y asientos procedentes de la capas directamente subyacentes (que tienen un espesor reducido de unos 2 m) formadas por margas arcillosas expansivas. (Fig.2)

Figura 2. Foto Laurent 1910.

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Otra "característica” añadida que aportará una problemática inmediata es que se elige para la construcción de la muralla la ceja o borde de la meseta en la que se asienta la ciudad. El punto donde comienza a caer la ladera de manera más o menos abrupta. Precisamente en este punto la capa de gravas está erosionada y a los pocos metros desaparece, lo que plantea un problema para las torres, que o bien están apoyadas sobre una capa de gravas de inferior espesor, o bien sólo están apoyadas parcialmente. Por lo que se refiere a la construcción original sobre una base aplanada de la capa de gravas se disponía una tongada de opvs caementicivm generalmente oculta hacia el exterior, delimitada por una hilada de sillares a tizón que formaban una zarpa o elemento sobresaliente del plano de la muralla. Sobre esta base se edificaba el muro. Este se componía de una fábrica mixta. En las dos caras externas, aunque particularmente en la exterior se usaba opvs qvadratvm, aparentemente el montaje era a hueso y la fábrica se acababa por el exterior una vez montada, la parte de la zarpa quedaba en bruto. Esta fábrica se componía de grandes sillares de granito traídos desde canteras situadas a unos 18 km lo que implica un coste y un proceso logístico y constructivo de gran importancia. Los sillares presentaban una altura de 40-43 cm y una longitud de 83-92 cm, con un espesor variable entre los 23-44 cm. La disposición era muy cuidada, puesto que de ella dependía la solidez de la edificación. Así se disponían hiladas sucesivas en las que se iban alternando sucesivamente sogas y tizones, introduciéndose estos tizones en la fábrica del emplecton o relleno. En la zona afectada por la intervención se presentan hasta 15 hiladas sucesivas con una altura de unos 6.50 m, aunque la altura original seguramente fue muy superior, y en torno a los 9 m de altura. En ellas se van sucediendo, alternando las juntas las sogas y los tizones. Las juntas de mortero de cal son muy pequeñas, buscándose una perfecta continuidad entre las diferentes piezas. En la cara interior de la muralla se ha encontrado el mismo tipo de opvs qvadratvm aunque en otras ocasiones aparecen fábricas de mampostería. Seguramente la técnica usada inicialmente fue la del muro de sillería con un aparejo similar al descrito para el exterior y las aportaciones de mampostería no correspondan a la fábrica romana del opvs incertvm sino a intervenciones medievales. Entre ambas hojas se situaba el relleno o emplecton. Este estaba compuesto por una fuerte argamasa u opvs caementicivm en la que se utilizaba el escombro de la construcción y grandes cantidades de piedras recogidas en los alrededores evitando

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generalmente el uso de gravas y estando formadas generalmente por esquistos, traídos desde la orilla sur del río Alagón. Esto seguramente se debía a la mayor adherencia, que por su mayor cantidad de aristas irregulares aportaban los esquistos frente a las gravas que fácilmente se desprendían de la matriz de mortero. También hay que destacar que la cal era importada de zonas igualmente distantes, lo cual hace suponer que el esfuerzo constructivo del conjunto fue sumamente importante. Las torres se construían de la misma forma, sólo que aquí sólo se contaba con la capa exterior de opvs qvadratvm aumentando de manera significativa el emplecton, ya que se trata de edificaciones macizas. En las torres se presentan dos problemas, por un lado su esbeltez y por otro lado el hecho de que al sobresalir del paño de la muralla seguramente se encontraban con diferentes firmes sobre los que asentar, lo que provocaba su separación de la muralla y el desarrollo de diversas patologías relacionadas con los movimientos del subsuelo. Tras la época de las menciones clásicas del siglo XVIII y XIX, como las de Ponz (Ponz, 1784) y Ceán Bermúdez (Ceán Bermúdez, 1832), la datación del monumento se ha relacionado con dos hipótesis básicas, la de que se trata de una edificación que proviene del Bajo Imperio, si seguimos las teorías de Navareño (Navareño Mateos, 1982) y Escobar Prieto (Escobar Prieto, 1912) que se basan en la reutilización de lápidas funerarias; la otra hipótesis que complementa y corrige parcialmente a esta anterior es la de Schulten (Schulten, 1931) que califica a las puertas de Figura 3. Manuel Viola. 2011. entrada como partes anteriores del edificio pertenecientes al Alto Imperio y el resto de los lienzos como una aportación bajo imperial. No obstante no faltan otras opiniones como la de ser una obra de época republicana defendida por Publio Hurtado (Hurtado, 1912), esta posibilidad es parcialmente compartida por Díaz Martos (Díaz Martos, 1956) quien duda si pueda ser republicana o bajo imperial inclinándose más por la segunda posibilidad. (Fig.3) La actuación desarrollada ha supuesto una importante excavación arqueológica cuyos fines eran tanto la liberación de la parte baja de los lienzos afectados más de la mitad de los cuales estaban enterrados; como la datación del monumento.

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En la parte baja de la cimentación se ha descubierto en un estrato sellado de época romana que acogía una incineración. Esta estaba constituida por una urna cerámica de tipo Nole F, que aún contenía restos de las cenizas, junto con los huesos de las falanges medial y proximal de un dedo (el os resectum necesario para completar la hvmatio) junto con el ajuar del difunto bajo la misma, este se componía de un acvs de bronce. El tipo de cerámica y de enterramiento parece datar de la etapa s.I d.C. y s.II d.C. sin embargo la escasez del ajuar parece acercarla a mediados del s. II.dC. (Pereira Ramos, 2011). Sin embargo el marco temporal se puede extender a lo largo del s.II d.C. y la soledad del enterramiento lo hace peculiar. Hay que tener en cuenta que la excavación se redujo a una zona y lugar concreto y no fue en un área lo suficientemente amplia, y también que este hallazgo resulta definitivo para datar, al menos, la zona restaurada (Pereira Ramos, 2011). La datación de este tramo aleja, posiblemente, la construcción de la muralla de los tiempos del Bajo Imperio, la hipótesis más extendida, definitivamente. Y la ubica en el periodo alto imperial. Si bien es posible, como algunos autores estiman, que las puertas de la muralla procedan de un momento anterior. No son bien conocidas las fases destructivas como la de los ataques suevos del siglo V (Díaz Martos, 1956), o los poco posteriores ataques visigodos (Velo y Nieto, 1968). O bien ya bien dentro de la Edad Media, los ataques de Muza a principios del siglo VIII (Velo y Nieto, 1968) y la posterior etapa de grandes variaciones políticas que se sucede a lo largo del siglo con las diversas revueltas bereberes, a quienes corresponde Coria, que incluso incluyen la presencia reyes cristianos (Alfonso I) (Navareño Mateos, 1982) (Floriano Cumbreño, 1957). La inseguridad y las destrucciones vuelven a aparecer a finales de siglo. Las excavaciones han probado que durante el s. IX ó s.X se produjo una reedificación casi completa de las murallas. Los terrenos fueron removidos casi hasta la cimentación de la muralla y los lienzos levantados desde la segunda hilada, en la zona intervenida. Las torres fueron levantadas por completo desde las cimentaciones. El empleo de enripiado de pizarra, mortero de cal entre los sillares, un ordenamiento diferente de las hiladas, así como el uso de lápidas y cupas, son prueba de ello. La reconstrucción se desarrolla en un entorno dominado por la cerámica de origen musulmán. La reconstrucción completa del recinto incluye además la disposición de un potente antemural situado a unos 5,6 m. de los lienzos, estrechándose este espacio ante las torres. (Pereira Ramos, 2011). El antemural se realiza con una fábrica de argamasa que incorpora de manera masiva cantos rodados

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recogidos de las terrazas fluviales inmediatas y posiblemente fue realizada con encofrados, con un espesor total de 1,8 m. Esta reedificación tiene lugar probablemente dentro de una época de gran desorden, en la que se recogen dos arrasamientos cristianos, el primero de ellos sucede en 854 u 860 en una algarada de Ordoño I, y el segundo 868 en una aceifa de Alfonso III. En ambos casos se cita la destrucción de las murallas y la despoblación de la ciudad. Las reconquistas musulmanas son inmediatas en ambos casos. Parece que o bien en esta etapa final del emirato o bien en los primeros años del califato cordobés es cuando se efectúa la reedificación. Esta coincidiría con la fijación de la frontera que coincide con la edificación de la alcazaba de Mérida, y la construcción de otras fortalezas importantes como Trujillo o Montánchez. La conquista de la ciudad por Al Mansur en 997 (Velo y Nieto, 1968) definiría una nueva posesión cristiana previa. Esta situación de inestabilidad y la intención de la fijación de las fronteras por parte del gobierno cordobés explicarían la costosa intervención de la restauración de las murallas y la edificación del importante antemural; cuyo objeto era doble, en primer lugar impedir el acercamiento de máquinas de asalto (torres, escaleras, arietes) y por Figura 4. Manuel Viola. 2011. otro en caso de que el enemigo superase este obstáculo que quedase atrapado en un estrecho callejón a merced de los defensores. En la reconstrucción se reaprovecha el trazado original que en su mayor parte se reedifica. Es posible que además de la cerca existiera una fortaleza en la zona de ubicación del actual Palacio de los Duques de Alba, extremo suroeste. Restos de importantes muros aparecieron en la zona del atrio oeste de la Catedral, pero sobre ello no hay datos suficientes. Igualmente los geógrafos musulmanes mencionados describen a Coria con un castillo en su centro, referencia igualmente borrosa. (Fig.4) No obstante del esfuerzo realizado por parte del gobierno cordobés y ya tras el derrumbamiento del califato la inestabilidad continúa siendo tomada la ciudad por Alfonso VI en 1077 (Velo y Nieto, 1968), volviendo a caer en manos musulmanas en 1081 y vuelta a ser tomada por los cristianos en 1085, para volver a caer en manos

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musulmanas en 1105 ó 1110 bajo los almorávides. Las cortas posesiones continúan, siendo tomada por los cristianos en 1123 bajo Alfonso VII, perdida en 1129 y conquistada otra vez en 1142. En 1190 ó 1194 de nuevo será conquistada por los musulmanes, para ser finalmente ocupada por los cristianos en 1213. Aún así dentro de esta inacabable sucesión de cambios de mano en la zona de actuación se observa el desarrollo de un proceso de urbanización del espacio que culmina con el uso como área de artesanatos. Posiblemente existieron edificios apoyados en el antemural de los cuales han aparecido los pavimentos. También se han hallado los restos de dos hornos, uno de vedrío para el acabado de la cerámica, y otro de hierro. Este hallazgo se acompaña de fragmentos de cerámica y otros objetos que atestiguan la presencia musulmana hasta el siglo XII (Pereira Ramos, 2011). A partir de este momento en la zona afectada se utiliza de manera ininterrumpida como basurero. De aquí en adelante se producirán conflictos aislados como el sitio que padece la ciudad en 1386 a manos del rey Don Juan I de Portugal, las guerras civiles de carácter nobiliario de 1465 que producen graves daños y que provocan la construcción del castillo. De importantes efectos será la guerra con Portugal, sufriendo ataques en 1648, 1652, 1655 y 1661. La guerra de Sucesión parece no haber provocado daños de importancia a pesar de la toma de la ciudad por el Marqués de las Minas en 1706. Tampoco parecen haber causado daños de importancia la presencia del ejército francés al que Coria se entrega pacíficamente en 1809. El uso como basurero aporta una continuada secuencia de vertidos, particularmente cerámica y otros objetos en desuso que llega hasta el s. XIX. La acumulación de rellenos entre antemural y muralla provoca que el Concejo ordene la demolición del antemural en el s. XVI, demolición que sólo se ejecutará parcialmente. Finalmente y tras la pérdida de utilidad militar asumida oficialmente a finales del s. XVIII se permite la apertura de puertas en la muralla lo que significará que el espacio se ocupe por edificios menores relacionados con el ganado y las huertas. Las referencias documentales gráficas son pobres y no comienzan a presentarse hasta el siglo XIX. La documentación escrita es mucho más rica pero salvo en casos concretos como la Catedral o el Castillo aporta tan sólo referencias no muy precisas o difíciles de interpretar. La documentación gráfica de carácter fotográfico es bastante parcial y está aún por investigar, salvo algunas imágenes aisladas de finales del siglo XIX no empiezan a recogerse hasta el siglo XX.

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La evolución urbana ha resultado ser relativamente respetuosa con el Centro Histórico de Coria. Así resultaron mucho más destructivos los siglos XVIII y XIX que el siglo XX. Hay que resaltar el escaso desarrollo urbano y la decadencia de la ciudad a partir del siglo XVII acentuada por su situación fronteriza y por episodios bélicos de la Guerra con Portugal de 1640-1689 y la Guerra de Sucesión 1701-1713 que vendrá a hacer inviable la recuperación económica y urbana. No será hasta mediados del siglo XX cuando se empiece a producir un relativo desarrollo urbano. No obstante este se producirá por el sistema de ensanches sin que venga a afectar al Centro Histórico. Finalmente la entrada en vigor de las diversas normativas de protección y las declaraciones monumentales vinieron a permitir la conservación de una gran parte del trazado del Casco Histórico. A pesar de haber resultado dañada en diversos tramos y de estar oculta en numerosas zonas, la muralla sigue siendo perceptible de manera clara en las diferentes visiones de la ciudad y es perceptible como conjunto. La situación sin embargo es variable de unos tramos a otros, habiendo sido el tramo oriental el que, por su buen estado de conservación ha atraído la mayor parte de las intervenciones. No obstante como decíamos la muralla como monumento tiene una historia muy compleja. Como ejemplos de esta evolución, que a veces resulta francamente destructiva destacamos los casos del Castillo o de la Catedral, en los que además las obras ejecutadas históricamente son de tal envergadura que en ocasiones borran cualquier vestigio histórico. (Fig.5) En cuanto a las actuaciones en la muralla, a partir de su aparente pérdida de efectividad defensiva que empieza a ser patente a partir del siglo XVI, estas van a ser en general conservadoras. Así durante este siglo y el siguiente se producen una serie de reparaciones de importancia una vez comprobada la validez del recinto frente a los ataques sufridos especialmente durante el siglo XVIII, desprovistos de artillería de campaña. Sin embargo el ataque de 1705, bien organizado, no encontrará obstáculo en la muralla, aunque más bien no por haber destruido este elemento defensivo sino por la evidencia de su invalidez táctica. A partir de entonces la muralla pierde completamente su valor defensivo y será objeto de agresiones diversas, de pequeña importancia que la usan como cantera o la entienden como estorbo urbano en el que se pueden abrir puertas o adosar viviendas. La escasa disponibilidad económica de estos proyectos de índole doméstica no evita la posibilidad de que se demuela el castillo y gran parte de la muralla de la zona para el proyecto del nuevo Seminario. Finalmente este proyecto no se llevará a cabo en estos años y aunque su ejecución resulte igualmente perniciosa para un tramo de

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la muralla no afectará a esa zona tan importante. Será a finales del siglo XIX y durante principios del siglo XX cuando se empiece a reconocer su valor intrínseco y obtenga la declaración como monumento en 1931. Sin embargo las actuaciones de restauración y conservación van a retrasarse. Será la realización de diversas obras de conservación de la Catedral que se harán necesarias durante los años ’60 del pasado siglo, las que atraerán la atención sobre Coria como Conjunto Histórico Artístico y en particular sobre el Castillo y la Muralla. Será a finales de la década en 1969 cuando se inicie una serie de actuaciones de gran importancia. Estas comienzan, como no podía ser de otra manera, sobre el Castillo. Así se costea una importante obra que libera del tejido urbano la Plaza de la Fortaleza, poniendo al descubierto el Castillejo y Castillo, cara interna de la Fortaleza hacia la ciudad. Esta operación tendrá un gran impacto urbano, ya que

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supondrá la destrucción de una parte importante de tejido edilicio. En parte será una declaración de que se pondera o se destaca la visualidad del monumento frente a la escena urbana. Se trata de una intervención dura, que crea un vacío importante y que además, debido a las restricciones económicas y a las formas de intervención de la época no resuelve la situación al dejar al Castillo abierto al nuevo espacio sin resolver la estructura original del monumento. Estas obras serán realizadas por el arquitecto D. José María Rodríguez Valcárcel. En 1971 será la Sección del Patrimonio Artístico del Ministerio de la Dirección General de Bellas Artes dentro del Ministerio de Educación y Ciencia quien inicio los trámites de restauración de otra parte, la esquina SE del recinto que estaba en muy malas condiciones. Para ello destina una cantidad de 1.016.038 pesetas en cumplimiento de la Orden Ministerial de 31/12/1971. La decisión corresponde al Comisario General del Patrimonio Histórico Nacional dentro de obras para el Conjunto Histórico de Coria, considerado de 2º orden. Las obras se encargan al Arquitecto D. Dionisio Hernández Gil quien escoge la zona de actuación dentro del monumento. A destacar el origen extremeño del arquitecto, quien puede haber tenido un papel importante en resaltar la importancia del monumento y la necesidad de intervenciones en el mismo. Las obras se realizarán de julio a octubre de 1972. (Fig.6) Los objetivos de esta intervención se pueden resumir en la recuperación de una zona en muy mal estado por la anastilosis material parcial no arqueológica y las reposiciones tipológicas. Así se establece la presencia de aportaciones de mampostería en la parte alta de la muralla para la regularización de su parte posterior aludiendo a que es la solución existente en las proximidades. También se inician otros importantes criterios de filiación violletiana (Viollet-Le-Duc, Arquitecto) como son el derribo de edificaciones adosadas a la muralla y la restitución a “su primitivo estado” de elementos como la torre existente junto a la puerta que en aquellos entonces se usaba como vivienda. La pobreza de documentación histórica gráfica, literal y arqueológica sobre el monumento (circunstancia que aun paliada en parte sigue presente en la actualidad) se suma al carácter sumario y monodisciplinar de la praxis proyectiva del momento. De esta manera se tiende a soluciones que se fundamentan en el criterio personal del arquitecto y que adolecen de una frágil estructura de la lógica restauratoria. Como corresponde a los criterios violletianos de la época los resultados culminan en un gran impacto estético, acentuado por la potencialidad visual de corte orográfico

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y, lo que es más importante, evocativo del monumento y genera importantes dinámicas urbanas tanto a pequeña como a gran escala. Hernández Gil que en otros proyectos contemporáneos (Propuesta de Restauración de la Torre Vieja de Santa María la Mayor) demuestra tener capacidad e interés en propuestas que establecen un criterio de diferenciación clara de las aportaciones con uso de materiales contemporáneos (hormigón) que se podría comparar al estilo de Scarpa (en particular en sus intervenciones en el Castelvechio) desarrolla en este caso una intervención que si bien de carácter conservativo presenta una importante aportación de volumen construido que con el paso del tiempo será difícilmente diferenciable de los restos originales por el uso de soluciones imitativas o replicatorias. Finalmente hay que referir que esta segunda intervención va a marcar una serie de criterios que van a quedar fijados para el resto de las intervenciones posteriores. No obstante hay que resaltar que finalmente el arquitecto siguiendo ese criterio personalista que hemos expuesto decidió colocar toda la obra de reposición del opvs quadratvm a soga para diferenciarla de lo conservado de lo original, también marcó la línea de separación entre la parte original y la aportación con la inserción de pequeñas piezas de pizarra y renunció al remate de mampostería que propone en su solución proyectiva, realizando la terminación en sillería demostrando con ello una actitud de diferenciar la aportación del original. Sin embargo de estas modificaciones la aportación volumétrica sigue siendo muy destacable especialmente en la esquina.

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La actuación posterior del mismo arquitecto, Dionisio Hernández Gil en 1974 en la zona de la Catedral va a venir a afectar a la Muralla de manera indirecta. En la zona de la Catedral se había venido produciendo un proceso de eliminación de la muralla debida al desarrollo del edificio catedralicio. Este proceso culminará a mediados del siglo XVII. La actuación de Hernández Gil en esta parte y en cuanto a la muralla va a consistir en eliminar los cerramientos del cementerio realizado a principios del siglo XIX y a vaciar el atrio del ábside. En el tratamiento de estos espacios realizará recuperaciones falsas de la traza de la muralla. (Fig.7) La actuación de 1969 en el castillo había producido una serie de daños en la Puerta de San Francisco lo que hace necesaria una intervención de emergencia en 1975 que también será realizada por el mismo arquitecto. Se trata de una intervención más respetuosa al menos en la cara externa del monumento, ya que en la parte interna se realizan importantes refacciones. Esta actuación parece volver a llamar la atención sobre la zona del castillo y sobre las actuaciones en la muralla. Ello va a provocar que a partir de 1978 se desarrolle un ambicioso plan para recuperar toda la Calle Hornos, que comprende una parte importante del lienzo oeste de la muralla. Se divide en varias fases. La primera fase de 1979 realizada por el mismo arquitecto va a afectar a los tramos 2 y 4 del lienzo. Se trata de eliminar viviendas que habían aprovechado el espacio remanente entre torres y de restaurar los lienzos de muralla

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resultantes. En este caso parece que los criterios siguen siendo bastante respetuosos en cuanto a mantener el estado del monumento, si bien se aplica un criterio de tapar las huellas de la ocupación doméstica, entendiéndola como algo ajeno al monumento y peyorativo de su importancia intrínseca. El proyecto, a pesar de su carácter respetuoso no deja de resultar abiertamente violletiano. A continuación se produce, tras la transición política un lapsus bastante considerable, que desplaza la siguiente actuación hasta 1994 en la que se aborda la fase segunda del plan elaborado para la Calle del Horno. Observamos que si bien las soluciones son las mismas, el proceso parece querer investirse de un mayor criterio arqueológico. Si bien se documenta mejor el monumento y se intentan mantener sus características no se duda en rehacer partes considerables del mismo. A partir de este momento las intervenciones que se realicen en lugar de depender del Gobierno Central van a depender del Gobierno Autonómico de Extremadura. Una de las primeras acciones de éste había sido la elaboración de un estudio de la muralla de 1987 que encarga a los arquitectos D. Fernando García Sanz y a Dª. Isabel García Jiménez. Estos arquitectos se tendrán que enfrentar con la continuación del proyecto del plan de recuperación de la Calle del Horno en 1996, precisamente en uno de sus tramos más comprometidos, ya que la construcción doméstica en el tramo consiguiente había conllevado la destrucción casi completa de la muralla. La solución que se establece es la demolición de las viviendas, la investigación arqueológica de los restos, y la refacción del lienzo. Esta propuesta, que se adopta para dar continuidad a los lienzos se resuelve, no obstante, con una solución que si bien muy respetuosa con el monumento no deja de evitar manifestar ser una aportación, a través del uso de una estereotomía constante que usa hiladas idénticas y soluciones contemporáneas en las juntas y disposición de las gárgolas. La próxima actuación será también en este tramo, y se tratará de la restauración de la Puerta de la Guía o de la Ciudad en 1998 por parte de los mismos arquitectos. Se trata de una intervención que no deja de presentar una complejidad notable. Ya en años anteriores se había demolido un edificio adosado por el exterior de la muralla que impedía la continuidad del recorrido del lienzo. La solución es muy respetuosa con el espíritu del monumento, limitándose a recuperar las superficies afectadas y a modificar ligeramente la coronación. En la parte baja es necesaria una reforma bastante importante, ya que existe un importante desnivel y además durante el desarrollo de las obras aparecieron restos de las fortificaciones externas que son puestas al descubierto.

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No será hasta el año 2006 cuando se retomen las actuaciones en la muralla en este caso por parte del Gobierno Municipal. Se desarrolla un ambicioso plan que trata de recuperar los espacios que rodean al Castillo en su parte intramuros y extramuros, los atrios de la Catedral y la Puerta de San Pedro. Se trata de actuaciones con grandes diferencias entre sí. Así en el caso de la Catedral se integra la exploración arqueológica con el ajuste del tratamiento de los espacios a la exposición científica de estos restos de la muralla de una manera real y no ficticia como quedaba realizada desde 1974. En el caso del Castillo se inicia la recuperación del importante espacio de la barbacana extramuros del castillo y su foso, junto con el tratamiento de la edificación de la zona. En la parte interna se adecúan los espacios recuperando la disposición arqueológica de los diferentes elementos. En el caso de la Puerta de San Pedro se trata de recuperar la disposición originaria, eliminando aportaciones impropias que desfiguraban totalmente la arquitectura de la Puerta, el proyecto fue redactado por la arquitecta Doña Isabel García Jiménez y la obra dirigida por el arquitecto Don Manuel Viola. Posteriormente en 2009 se llevará a cabo la restauración de un tramo en la Calle del Seminario debido a su derrumbe, actuación cuyo proyecto y dirección correspondió a Don Manuel Viola. La solución implicará grandes dificultades técnicas debido a las dificultades que planteaba el terreno. (Fig. 8) Y por último tenemos la restauración que se ha realizado en 2011, cuyo proyecto y dirección de obra correspondió al arquitecto Don Manuel Viola. Como vemos se trata de una serie de actuaciones que, aparte de casos de urgencia, se ha centrado principalmente en el tramo oeste del recinto, el más largo y el que en principio planteaba menores problemas para eliminar las edificaciones adosadas. Los efectos urbanos más importantes han sido el de generar un recorrido que tiende a ir circunvalando el Conjunto Histórico Intramuros y a recuperar los trazados originarios. Si bien a expensas de crear una cierta separación con los tejidos situados extramuros. No obstante si se complementara con actuaciones paralelas se conseguiría una mayor integración. Este proceso de restauración se ha visto acompañado de un creciente proceso de investigación arqueológica. Así a raíz de la actuación de 1998 en la Puerta de la Guía, y por los hallazgos del antemural y fortificaciones exteriores se realiza una extensa actividad de investigación arqueológica en 1999. Más adelante y durante el Plan de Dinamización Turística de 2006 estas labores de investigación arqueológica cobrarán un gran auge, investigándose en profundidad la zona del Castillo y de la Catedral. Ya a lo largo del periodo 1999-2006 se habían llevado a cabo pequeñas

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actuaciones que habían sacado a la luz elementos importantes. A partir de las actuaciones de 2006 se llegó a conocer con exactitud la disposición de los diferentes elementos que conformaban la Fortaleza y el trazado de la muralla en la zona de la Catedral. Por último la actuación de 2009 y la de 2011 se han visto acompañadas de actuaciones arqueológicas que en el caso de la última intervención han conseguido importantes resultados. Tras recoger el influjo de esta situación precedente se inició la actuación en el tramo afectado. Precisamente la razón de su elección radicó en que tras la actuación realizada en la Puerta de la Guía se abría la posibilidad de conectar la citada Puerta con el Palacio de los Duques de Alba y más allá con la zona de la Catedral. También la actuación en la Puerta de la Guía había dado acceso a los tramos 6 y 7 y torres comprendidas entre ellos. En este caso además de las actuaciones de restauración era muy importante la actuación arqueológica, ya por su importancia científica, ya porque existían importantes niveles de relleno que colmataban importantes zonas de la muralla y era necesaria y conveniente la remoción de estos terrenos. En particular en esta parte se conservaba parte del antemural que también se quería investigar.

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En cuanto a la restauración del monumento se presentaban muy diversos problemas. Por un lado se presentaba un estado diferencial de conservación de la piedra que compone el monumento, con casos muy avanzados de erosión remontante, junto con otros que presentaban diferentes grados de afecciones diversas: lascados, erosiones mecánicas exógenas, costras. En general los problemas de la piedra de granito provenían de dos orígenes la degradación entérica proveniente de la degeneración del propio material granítico, y la presencia de humedades por capilaridad debido a las diferentes presiones del agua intramuros/extramuros. No obstante se presentaban también inestabilidades locales por pérdida de piezas, grietas y fisuras y desplomes. La situación era particularmente delicada en las torres. Estas piezas más esbeltas presentaban sistemas de grietas que las hacían inestables. Habiéndose producido un desplome reciente en la torre 8. Ello hizo necesario en ciertos casos consolidaciones estáticas realizadas mediante cosidos con tirantes de acero tipo GEWI en unos casos por rozamiento y placa exterior embebida en la fábrica de sillería, en otros por doble placa una al exterior y otra al interior. También era necesario reparar ciertas aportaciones degradantes y en general integrar los diferentes aportes de distintas épocas que componían el monumento. También se ha dado gran importancia a proteger la parte superior del andén para evitar la entrada de aguas. En cuanto a la investigación arqueológica ha resultado muy interesante debido al hallazgo de un enterramiento romano por inhumación de cenizas. Para realizarlo se horadó parte de la capa de refuerzo de la cimentación de la muralla, esto establece un terminus ante quem en el siglo II d.C. También se ha conseguido datar la fecha del antemural en torno al siglo IX y finalmente se ha establecido que la zona comprendida entre antemural y muralla fue usada como zona industrial en el siglo XII disponiendo hornos. A partir del horizonte del siglo XIII-XIV la zona cae en el abandono y a pesar de ordenarse su limpieza en el siglo XVI va colmatándose de basura hasta el siglo XIX cuando empieza a usarse como extensión de la trama doméstica intramuros, ubicando estancias para ganado avícola y bestias de carga. Todo ello ha quedado recogido en el trabajo del informe arqueológico realizado por Doña Yolanda Pereira Ramos, Directora de los trabajos de arqueología que pertenece a la empresa Anta Arqueología. Por último y para referirnos al futuro de la restauración de la muralla, nos limitamos a señalar los focos que parecen atraer la atención de la intervención. Dos focos que parecen ser aparentemente sencillos de alcanzar serían la conexión del tramo de la Puerta de la Guía con el tramo de la Catedral a través de los jardines del Palacio de

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los Duques de Alba. Esto haría visitable casi la mitad del recinto de manera continua. Otro foco interesante es la recuperación de la Puerta del Río situada al este de la Catedral y la conexión con la calzada de la Cuesta del Cubo. Otras actuaciones aparentan más dificultades por implicar expropiaciones de edificios, como serían los propuestos a lo largo de los tramos oriental y septentrional del recinto.

Fuentes y bibliografía: Ceán Bermúdez, J. A., 1832: Sumarios de las antigüedades romanas que hay en España. Madrid. Conde, J. A., 1874: Sumarios de las antigüedades romanas que hay en España. (E. Marín y Compañía, Ed.), Madrid. Escobar Prieto, E., 1912: Antigüedades y límites del obispado de Coria, nuevo estudio. Boletín de la Real Academia de la Historia, LXI. Díaz Martos, A., 1956: La muralla de Coria. Revista de Estudios Extremeños. Flores, 1758: La España Sagrada, Teatro Geographico. Historia de la Iglesia de España. Madrid. Floriano Cumbreño, A., 1957: Historia de Cáceres, tomo I. Oviedo: Diputación Provincial de Cáceres. Hurtado, P., 1912: Castillos, torres y casas fuertes de la provincia de Cáceres. Cáceres: Imprenta y librería católica de Santos Floriano. Navareño Mateos, A., 1982: Arquitectura y Urbanismo de Coria, siglos XVI-XIX. Cáceres: Institución Cultural el Brocense. Martínez Matías, R.,1901: Coria. Revista de Extremadura, tomo III. Morales, A. d.,1792: Crónica General de España, tomo XII. Madrid. Pereira Ramos, Y.: 2011: Informe técnico de la excavación y seguimiento arqueológico de las obras de restauración de los tramos 6/7, torre 7/8 del lienzo occidental de la muralla de Coria, Cáceres. Anta Arqueología. Ponz, A., (1784): Viage de España, tomo VIII. Madrid: Joachim Ibarra. Schulten, A., 1931: Coria, una estampa de la vieja Extremadura. Revista del Centro de Estudios Extremeños, tomo V. Velo y Nieto, G. 1968: Castillos de Extremadura. Cáceres.

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