Expresi贸n escrita febrero 2015
Col.legi Sant Bertomeu Godella
Índice (orden alfabético)
Josep Blasco (El juego conflictivo)
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Júlia Costa (L’alegria de la música)
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Claudia Jaime (La Luna y yo)
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Lorena Monterde (Daniel y la poesía)
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Alejandra Niadbalskaya (La vaca Amaca)
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Dani Rodríguez (San Bartolomé F.C.)
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Diego Romero (Un viaje intergaláctico)
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A mi perro Charlie
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El Juego Conflictivo Había una vez un niño llamado Josep, que tenía 11 años, era de una altura mediana, (1 m 44 cm), tenía el pelo castaño, ojos azules, nariz chata y le encantaba estar con sus amigos: Lucía, Diego, Guille, Christian, Jorge, Jesús, Dani y Álvaro.Los nueve iban al mismo colegio, el San Bartolomé, (Godella). Un día quedaron en casa de Diego para jugar y pasar allí la tarde pero lo que no se imaginaban era que ese mismo día iban a tener un problema muy peliagudo… Al fin llegó el día, salieron del colegio el viernes, a las cinco menos cuarto, después de haber recibido los exámenes de castellano. Por el camino iban hablando sobre las notas y cuando llegaron, Diego les preguntó si querían jugar a un videojuego nuevo : el Minecraft.Todos dijeron que sí y muy emocionados encendieron la PS3 (“play station” 3). Pusieron el disco con el juego y cuando iban a empezar a jugar pasó algo inesperado ¡habían entrado dentro del juego! De repente se encontraban en un mundo parecido al suyo pero todo en forma de cuadrado, incluso ellos en aquel mundo estaban formados por cuadrados. En ese mismo instante tuvieron miedo, estaban solos en un mundo desconocido donde no sabían lo que podría pasar.Josep, Christian y Álvaro ya habían jugado al Minecraft así que sabían jugar un poco. Lo primero que hicieron fue construir una casa en un árbol, más tarde se fueron a buscar comida, agua,materiales... Después de estar una hora buscando y buscando, encontraron un poblado que no quedaba muy lejos de donde habían construido la casa. Una vez allí fueron al mercado donde compraron comida, materiales y animales para criar. Jesús estaba preocupado ya que les faltaba el agua. Se encontraron con un hombre con un aspecto sospechoso que les dijo que había un manantial con agua potable al norte. Se pusieron en marcha, aunque no se fíaban de aquel hombre. Allí había un templo y decidieron entrar a investigar y una vez dentro Jorge, Diego, Jesús y Josep se quedaron en el templo y Álvaro, Dani, Guille, Christian y Lucía se fueron a buscar el agua con unos barriles que había allí. Y de repente salieron cinco kripers (monstruos de color verde, muy agresivos que siempre quieren comer) salieron del templo y fueron a por los que se habían quedado dentro. Estaban rodeados no tenían nada que hacer y … de la nada salió una extraña luz de color añil y celeste,no se veía muy bien pero los kripers caían uno a uno derrotados hasta que no quedó ni uno. Apareció un hombre con la barba blanca, parecía un sabio, pero el caso es que los había salvado. Entonces se abrieron las puertas, ¡eran los demás!, que preguntaron quién era aquel sabio, así que les explicaron lo que había pasado. Se hicieron amigos del sabio, que se llamaba Jose y los chicos le contaron a Jose lo que había pasado. Una vez que todos estaban preparados se pusieron otra vez en marcha junto a Jose que accedió a ayudarles. Pasaron días y los chicos fueron por desiertos, bosques, montañas, ríos, mares… Esa misma tarde pasaron al lado de un castillo en ruinas. Del interior salía un extraño ruido que parecían ronquidos, Jose les dijo que entraran ya que en él se hallaba el
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libro del mago más poderoso de todos los tiempos el mago Peter que les ayudaría a regresar a su mundo. Pero… de repente, aquellos ronquidos que habían oído, ahora se convirtieron en pisadas y las pisadas en rugidos, hasta que allí apareció la sombra de aquel gigantesco dragón. Cogieron el libro y corrieron hasta salir de aquel castillo, pero el dragón les seguía, y cada vez más cerca. Jose el sabio abrió el libro y formuló unas palabras mágicas que hicieron que aquel gigantesco, hambriento y voraz dragón pasara a ser un minúsculo y temeroso ratoncito. Ya tenían el libro pero aún les faltaban dos cosas para volver a casa: un portal de plasma y la legaña de ojo de una gárgola. El sabio sabía de un lugar en el que habían gárgolas, ahora necesitaban que al menos una estuviera durmiendo. Al llegar al valle de los animales mitológicos se quedaron boquiabiertos, allí convivían seres extraordinarios: minotauros, faunos, centauros, hadas, pegasos, unicornios… Y allí colgada de un robusto roble había una gárgola durmiendo, consiguieron la legaña y de paso consiguieron los elementos para construir el portal y se despidieron de aquellos seres. Al día siguiente, por la mañana, se pusieron manos a la obra para construir el portal y … allí estaban, solo les faltaba entrar en el portal, le dieron las gracias a Jose y se despidieron de él. Entraron por el portal y de repente se encontraban en casa de Diego y su madre les preguntó si querían merendar, los amigos se extrañaron ya que habían estado muchos meses fuera. Más tarde se dieron cuenta de que el tiempo había transcurrido en el juego pero no en la vida real. Y todo volvió a ser como era antes. Josep Blasco
FIN
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A mi perra Vita.
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L’ALEGRIA DE LA MÚSICA Ara ja tenia onze anys, però li agradava cantar des de que era molt xicoteta. Conten els seus pares que a les poques hores de nàixer pegava uns crits que arribaven fins al cel. De major, eixos sons es transformarien en paraules i cançons. Adriana era morena, i amb moltes ones al seu monyo agraït. Tenia els ulls marrons i un nas elegant. La boca amb el somriure dolç, que parlava, parlava i cantava cançons. Els últims anys havia crescut molt, tant com la música que l’envoltava per tot. Per allà on anava, cantava cançons: en casa, en l’escola, en la dutxa, en el cotxe … Als dos anys, a la Guarderia, en un concurs de cant, li donaren el primer premi. Als tres anys, començà a anar a una escola de música a Catarroja, on practicava el violí i també cantava. Als quatre anys, anava a iniciació a l’escoleta de música. Allí va tindre un Professor, que es deia Vicent. Les classes eren molt divertides amb ell, i aprenien molt. Cantaven cançons, jugaven a jocs musicals i ballaven al so del seu piano, bateria, etc… Per a Nadal o per a fi de curs, feien actuacions en el teatre del Poble. A Adriana li agradava molt eixe professor perquè els feia disfrutar amb la música. Començà a fer-se major, tocava el violí amb una Mestra i també feia solfeig. En tercer curs s’avorria molt i es va desapuntar de solfeig, però continuà amb el violí. No obstant, un any després, també se’l va deixar. Es va adonar de que allò que més li agradava era cantar. Els pares començaren a buscar una mestra de cant, i varen trobar-la. Adriana tenia deu anys quan anà a cantar amb Cris, una professional del jazz. Adriana anava molt contenta a estes lliçons perquè la mestra feia les classes molt divertides. Cristina li ensenyava tècniques de respiració, també a destensar la cara, a afinar, a cantar apretant el diafragma, a arribar als aguts, a aguantar mes la respiració, jocs per a respirar, de ritmes, etc. El debut d’Adriana va ser en un espai de València, on es donen concerts de música en directe, fa ara dos mesos. La seua pròxima actuació serà en Maig, i ja està preparant-se les seues noves cançons. Júlia Costa
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A mi madre, por hacerme recordar esos momentos tan bonitos cuando era peque.
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CLAUDIA JAIME
LA LUNA Y YO.
GARCĂ?A
Una historia basada en hechos reales. 11
De pequeña era una niña muy soñadora, imaginativa, que me encantaba ver y que me leyeran cuentos, incluso la gente decía: “¿Cómo una niña de dos años o tres sabe leer?”. Y eso era porque me los sabía de memoria, hasta al parque me llevaba un libro debajo del brazo y a todos les pedía que me lo leyeran. ¡Y DE AHÍ COMENZÓ MI PASION POR LA LECTURA! Me gustaba una serie de televisión, concretamente unos dibujos de marionetas que se llaman los “Lunnis”, de los que también había libros (que eran mis preferidos). Y ahí empezó todo, a que me gustase y me fijase más en la luna. Os voy a contar cosas sobre ella y alguna curiosidad. Desde siempre me ha intrigado mirar al cielo y ver ese enorme balón que, pese a ser de noche, nos iluminaba. En mi imaginación había varias versiones: una era que un astronauta daba a un interruptor y se encendía. Me iba dormir y al despertar esa misma luna se transformaba en un enorme sol que iluminaba la tierra y daba calor; y me volvía a preguntar… cómo podía ser ese fenómeno. Lo más curioso era que podías dormirte con una luna perfectamente redonda y al siguiente día, a la misma luna, que le faltase un trozo. Parecía que fuese un queso y un ratón había comido de ella. Mi madre me explicó que podía ser de estas formas: -LUNA LLENA -LUNA NUEVA -CUARTO MENGUANTE - CUARTO CRECIENTE Es una mentirosa. Sí, la luna, porque cuando tiene forma de C es Cuarto Menguante; al contrario es Creciente, cuando está entera es Luna llena y cuando no se ve es Luna Nueva. Esa luna que me imaginaba en las pelis con un ángel sentado o unos enamorados besándose bajo ella. Conforme crecía he ido comprendiendo lo maravilloso que es nuestro mundo: la tierra, el sol, lo mares, ¡la luna!...Maravillosa, sin la cual no podríamos vivir; no puedo imaginar un planeta de noche a oscuras; al igual que el sol, por la mañana. Quiero imaginar que allí arriba, desde ella, nos vigilan y nos protegen los seres más queridos que ya no están con nosotros (o eso dicen mis padres). Me encanta ver la luna y las estrellas, sobre todo, cuando fui el año pasado a ”El Teide” en una excursión en la que pasé mucho miedo porque no había luz aunque fue inolvidable porque nos enseñaron las constelaciones y me encantó. Ahora os voy a contar una curiosidad sobre mi chupete:
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Cuando mi madre me quiso quitar el chupete, me dijo que lo tenía que dejar bajo la almohada para que se lo llevaran los “Lunnis” durante la noche; para sus bebés, en el país de “La Luna Lunera” y… misteriosamente desapareció de mi vida para siempre, mi querido chupete... Jajaja
ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO ESTA HISTORIA. Claudia Jaime García
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A los Gemeliers y a mi madre.
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DANIEL Y LA POESÍA Jesús y Daniel, los gemelos, cumplieron doce años. Llegaron a su clase y sus amigos les habían preparado una fiesta sorpresa por su cumpleaños. Todo iba bien hasta que el profesor les dijo que tenían que inventarse una poesía. Daniel tiene poca imaginación y Jesús mucha. Aunque son gemelos tienen cosas muy distintas. Pasaron 20 minutos y Daniel no había escrito nada y Jesús ya iba por la mitad. Al rato el profesor dijo que faltaban cinco minutos y Jesús ya había acabado, le entregó la poesía y el profesor la leyó. Le encantó y le dio la enhorabuena. Jesús se puso muy contento. Daniel no había empezado y cuando quedaba poco tiempo para la entrega le vino la idea de pensar en cuentos aunque, no se le ocurría ninguno. Empezó a ponerse muy nervioso y sentía la tripa de los nervios, estaba hasta a punto de llorar y …¡ se le ocurrió el primer párrafo ! Ya solo quedaba un minuto y añadió tres versos más que se le ocurrieron repentinamente. No quedaba tiempo y el profesor empezó a recoger las poesías. Cuando llegó al sitio de Daniel, él le explicó que no había acabado. Entonces le dejó cinco minutos más. Fue escribiendo poco a poco, la poesía creció hasta siete versos. Casi llegaba a los diez que se exigían como mínimo. De nuevo el reloj le recordó que: ¡Solo le faltaban tres minutos! No paraba de mirarlo para comprobar el tiempo que le quedaba y cada vez se ponía más nervioso. Le volvieron a venir ideas y completó dos versos más. Le faltaban dos minutos y al fin acabó la poesía. Se puso muy contento. Ahora sí, se la entregó al profesor y empezó a hacer las tareas que debían completarse en clase. Llegó la hora de irse a casa, salieron por la puerta trasera del colegio porque por la delantera están haciendo obras. Su madre les preparó su comida favorita que es papas con choco, se la comieron enseguida y de postre había tarta de caramelo con nata. Esta estaba cubierta de caramelo y estaba decorada con palitos de chocolate blanco y las letras de las iniciales de sus nombres. Uhm!…, riquísima, extraordinaria. Ellos por la tarde no tenían colegio y celebraron su cumpleaños con los amigos en el restaurante de su tío Pepe. 15
Todo fue muy bien y les regalaron muchas cosas pero la fiesta acabó y se fueron a su casa. Se pusieron el pijama, cenaron, se lavaron los dientes y se sentaron en el sofá a ver la televisión. Pasadas las diez de la noche se fueron a su cama a dormir. Al día siguiente se levantaron a las ocho, como de costumbre y desayunaron, se vistieron, repasaron la mochila y se montaron en el coche para ir al colegio. Llegaron a clase se quitaron la chaqueta y enseguida el profesor fue a hablar con Daniel. Le dijo que su poesía era la mejor de la clase, que era muy bonita, que si él quería la podría presentar a un concurso de poesías y él aceptó. La poesía decía así: ¿Cuentos quieres, niña guapa? Tengo muchos que contar. De la bonita sirenita, de la roja Caperucita. Del valiente caballero guapo, del príncipe sapo. De la princesa rana llamada Anna. De un patinador valiente, de muñecas tomando el té. De una patinadora torpe de un niño llamado Pé. De un periquito y una estrella de una cándida doncella. De una princesa encerrada escondida en la torre encantada. Y si algo más quieres que te cuente llámame rápidamente. Bueno aquí acaba esta historia. ¿Os ha gustado la poesía? espero que sí porque a Daniel le ha costado mucho inventarla.
FIN Lorena Monterde
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A mis abuelos por regalarme esa vaca peluche en su Ăşltimo viaje.
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La vaca Amaca Hace 100 años ocurrió en este planeta algo catastrófico: la comida y los animales desaparecieron. Todos, sí, todos menos la vaca Amaca, una de las únicas supervivientes del mundo animal. La comida en la Tierra se había acabado, pero Amaca no se iba a rendir, ella tenía en mente salvar a la humanidad. Y así Amaca comenzó a buscar comida y encontró una baya. Nada más. Siguió buscando y encontró zanahorias y patatas. Después siguió y siguió, pero no encontró nada, así que pensó: “Según decían los humanos, la Luna está hecha de queso” ¡Tengo que viajar a la Luna y coger queso para salvar a la humanidad! Unos días después, con la comida que había recogido, fue a la estación de la NASA para coger un cohete y viajar a la Luna. Tardó unos cuantos días en llegar a la estación espacial y allí subió en el primer cohete que vio. Se puso el traje espacial y salió pitando al espacio. Cuando llegó se sintió muy ligera, porque no hay gravedad. Arrancó un pedazo de Luna y... efectivamente estaba hecha de queso. Comenzó a arrancar y arrancar pedazos de queso hasta llenar todas las bolsas que había traído. Cuando se disponía a volver a casa con toda la comida tuvo algunos problemas para ajustarla en la bodega del cohete. En aquel momento se acordó del bolso mágico que había heredado de su abuelo en el que cabía todo lo que quisieras meter. Así que sin pensarlo metió todo el avituallamiento lácteo.
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Cuando llegó a la Tierra lo primero que hizo fue descargar la bodega y repartir las bolsas entre los pocos animales que había y también a los humanos. Estuvo dando comida a todos, hasta que se acabó y todos, sin excepción, humanos y animales, se volvieron a quedar sin alimento. Entonces tuvo que enfrentarse al problema incial aunque en esta ocasión, Amaca, no tenía que ir tan lejos porque encontró una pradera llena de bayas y hortalizas. Unos años después, la vaca murió. Los humanos y los animales entristecieron, pero no volvieron a pasar hambre. Y ahí empezaron a cultivar hortalizas, verduras, frutas, todo tipo de vegetales… La vida humana y animal era perfecta, hasta que un día apareció un dinosaurio y empezó a destruir todo lo que había a su paso. En aquel momento, en el que atacó, la vaca Amaca (que estaba muerta) sintió la ansiedad de salir de su tumba y así hizo, se levantó y ayudó a salvar a los hombres y a los animales que estaban siendo atacados por el dinosaurio. Al final ganaron y le dieron las gracias por resucitar y haberles salvado la vida. Después de tantos agradecimientos, Amaca volvió a su tumba y cada vez que algún peligro acechaba, la vaca salía y protegía a su pueblo. Para ellos la vaca era una diosa, una salvadora, una protectora… Una vez se tuvo que enfrentar contra un monstruo verde y viscoso, otra contra una tortuga gigante y hasta con un mamut. La vaca nunca moría pues ya lo estaba. Con el paso de los años, llegó una época más moderna y todos los habitantes se olvidaron de la vaca que les salvó y sustituyeron esos relatos por las cosas que enseñan ahora en las escuelas.
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Pero atención, nunca hay que perder la magia y la fantasía, pues es lo mejor que hay. -Aquí acaba mi presentación- dijo el niño. -Interesante ¿Cómo se te ocurrió?- preguntó la profesora. -Fue un sueño y pensé que sería una buena idea para una historia. -Bien pensado. -Gracias profesora ¿Qué nota tengo? -De momento creo que te mereces un 9,5, tienes que mejorar en algunas cosas. - Gracias profesora, lo haré. Alejandra Niadbalskaya
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Para mis compaĂąeros de fĂştbol.
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A mi hรกmster Neco y a mis abuelos.
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Peter y Carlos: Papá, ¿nos cuentas un cuento para dormir? Diego: Os voy a contar una historia que me ocurrió cuando era pequeño, ¿vale hijos míos? Peter y Carlos: ¡Vale papá! Diego: Vale, entonces empiezo: Era un día frío de invierno, estaba yo jugando con la pelota en el parque, y de repente… ¡cayó un meteorito! Por suerte avisté la estela que dejó por el cielo y conseguí esconderme para no hacerme daño, aunque no creo que el meteorito provocase muchas ondas expansivas, puesto que no note nada. Después de ese momento se me ocurrió mirar dentro del meteorito y… ¡encontré una máquina intergaláctica! Pensé un poco, miré los comandos de la máquina (que parecían muy fáciles) y no se me ocurrió nada “mejor” que meterme dentro para probarla. Sin querer activé la palanca de arrancar y salí volando por el espacio. Durante ese instante pasaron por mi cabeza unas cuantas visiones: la Tierra destruyéndose por culpa de un batallón alien, otros planetas hechos cenizas, y una especie de “Planeta-O.V.N.I.” que avanzaba por el espacio, parece que destruyendo esos planetas. En ese momento pensé que sería bueno averiguar que pretendían esos aliens y así conseguir salvar a la humanidad. Justo en ese momento aterricé en Mercurio, hacía mucho calor, era todo muy seco, casi ni se podía respirar…(En ese momento perdí el sentido). En la visión que tuve, mientras estaba inconsciente, me encontraba en Venus recogiendo fragmentos de meteoritos y de una especie de bombas nucleares… ¿Serían las bombas de los aliens? Un rato después me desperté y una especie de robot me estaba mirando preocupado… ¿Quien sería? Como si me leyera la mente me mostró un papel con su nombre escrito en unas runas extrañas. Como si me volviese a leer la mente me dio una especie de diccionario pequeño en el que traducía todas las runas a mi lengua, entonces entendí como se llamaba: Kil-r. Que en español significa asesino. Me dijo que era un ex-luchador del batallón alien y me dijo que los robots se habían aliado con ellos. En ese momento la especie de búnker en la que estábamos empezó a vibrar y Kil (que así es como le llamé) me dijo que había guardado
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la máquina en la que había llegado y que había conseguido mejorarla: le había hecho un maletero sin fondo y había hecho muchísimas réplicas, las cuales metimos en mi maletero, Kil se metió en otra réplica, y nos fuimos para Venus. Allí ya seguimos investigando (eso sí, con traje de astronauta especializado para mí) y cómo no mi visión acertó: ¡Había un montón de meteoritos en la superficie del planeta! Kil y yo nos pusimos a investigarlos y tenían una gran actividad radioactiva por lo que era difícil examinarlos. Kil me puso una especie de ropa antiexplosiones y no se le ocurrió otra cosa que coger una bomba y explotarlo. Del meteorito salió una especie de fragmento extraño que almacenamos puesto que mi pequeño amigo me dijo que era parte de una nave espacial que podríamos utilizar para destruir a los aliens y yo le hice caso. En Venus encontramos unos tres fragmentos más y nos quedamos allí a pasar la noche. A la mañana siguiente decidimos partir hacia Marte (cosa que a mi me apasionaba puesto que era un planeta que quería explorar), cogimos nuestras cosas y nos fuimos. Durante el camino tuve más visiones, y vi como si ayudáramos a un alien herido ¿se haría nuestro aliado? En Marte, lo primero que hicimos fue buscar un refugio que hubiese construido la NASA, y no tardamos mucho en encontrarlo. Enseguida nos asentamos, mientras Kil lo ordenaba todo yo fui a buscar meteoritos. Mi recolección no fue especialmente buena puesto que no encontré nada y me volví con Kil a la base. Pasaron los días y en Marte no encontramos nada más así que nos fuimos directos hacia Júpiter. Antes de partir Kil se volvió a meter en la base, me dijo que se había olvidado una cosa, y yo le esperé. Luego nos fuimos, y pensé ¿podría confiar en él? De camino a Júpiter volví a tener más visiones: Un montón de meteoritos cayendo cerca de un refugio y una especie de castillo aparentemente abandonado que no aportaba mucha confianza. Peter: ¿Te queda mucho papi? Empiezo a tener sueño… Neco (nuestro hámster) también se aburre… Se ha quedado dormido… Carlos: ¡Cállate Peter! A mí la historia me gusta, sigue papá. Diego: Vale, sigo.
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Como iba diciendo, aterrizamos en Júpiter y nos pusimos a investigar para encontrar fragmentos de meteorito radioactivo, allí por el mediodía habíamos encontrado dos meteoritos más y la nave ya empezaba a construirse poquito a poquito. El refugio que vi en la visión seguía sin aparecer y Kil ya empezaba a registrar fallos de sistema, me dijo que era por el calor y yo le ayudé. Después de muchos percances a lo largo y ancho de nuestra galaxia, encontramos a un alien indefenso y sin fuerzas para seguir aguantando más tiempo, se llamaba Peter, le curamos las heridas y le sanamos para que cogiera fuerzas y pudiese aguantar más, después de eso se hizo nuestro aliado. En el resto de planetas que nos quedaban por visitar conseguimos coger el resto de Petralipsis (así es como llamamos a las piedras radioactivas) y conseguimos acabar la nave para destruir al batallón de robots y aliens. Emprendimos camino para encontrar al batallón y después de buscarlos mucho tiempo no conseguimos nada. Kil, Peter y yo pensamos y dedujimos que se dirigirían hacia el planeta siguiente en su lista de destrucción: la Tierra. Enseguida partimos hacia mi hogar, para conseguir llegar antes que los aliens, y lo conseguimos. Estuvimos esperando a que llegasen y poco a poco se unieron más aliados: Creepers, esqueletos arqueros, zombies gladiadores, Endermans, Gólems, un Wither, la Hidra, Naga y hasta el mítico “Dragón del Fin”, también llegaron personajes de otros videojuegos diferentes como Pac-man etc. Me di cuenta de que la mayoría de los personajes pertenecían a uno de los videojuegos que más me gustaba: el Minecraft, después de eso decidí que nos llamaríamos “La compañía de los videojuegos sin fin”. Justo en ese momento llegó el batallón “Alien-Robot” y empezó una batalla encarnizada. El batallón enemigo en cuanto vió aquel ejército se acobardó, pero se recuperaron y emprendieron el ataque. Después de horas y horas de guerra sin fin, ya los dos ejércitos bastante tocados, La compañía de los videojuegos sin fin, sacamos nuestra arma secreta: La Nave de Petralipsis. Los aliens y robots comenzaron a recomponerse y enseguida Kil sacó la nave con algunas modificaciones: ¡La nave tenía tres asientos! Kil me dijo que era lo que estaba preparando siempre que me iba a buscar Petralipsis y las cosas que se le olvidaban eran fragmentos de
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mejora para la nave. Peter, Kil y yo nos metimos dentro y activamos el rayo destructor, en ese momento la luz que emitía ese rayo era tal que me desmayé y de repente vi más visiones: ¡El batallón alienrobot había caído! De repente me desperté en mi casa durmiendo y vi una nota: “Querido Diego: Muchas gracias por ayudarnos a derrotar a nuestros enemigos, los personajes de los videojuegos han sido salvados y todo gracias a ti. Te entregamos tu traje espacial nuevo (porque el otro se quemó por culpa del rayo) y esperemos que lo disfrutes, ¡Lo hemos diseñado nosotros! Esperamos tu nueva visita. Abrazos: Kil y Peter.” Desde ese momento tan entrañable no paro de visitarles, y como no, de ayudarles. Y gracias a mis amigos intergalácticos os puse esos nombres: Peter se llama igual que el alien y Carlos lo saqué de Kil. Peter: (Medio durmiendo) Una historia muy bonita papá, ojalá nos pasara a nosotros también ¿eh, Carlos? Carlos: La verdad es que molaría mucho. Diego: Me alegra que os guste hijos míos, ahora a dormir, que ya se ha hecho muy tarde. Fin. Diego Romero
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Col.legi Sant Bertomeu Godella Febrero 2015
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