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Revista bimensual gratuita · Nº 11
Pasó por Barcelona para presentar El Aprendiz de brujo
NICOLAS CAGE
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VIAJES / BÉLGICA
Atardece en Brujas. Al fondo del canal, de espaldas al agua, se levanta la estatua en homenaje a Rubens. / J.Ch.
La conquista de Flandes Brujas y Gante son las dos ciudades más importantes de la región de Flandes, la región de Bélgica de habla flamenca. Sus calles y palacios recuerdan el poder comercial que desplegaron en los siglos XV y XVI, y sus habitantes recuerdan a sus ancestros que, altivos, lograron impedir las anexiones del Imperio Español primero y de los franceses más adelante. La nueva conquista de Flandes, lejos del fragor de las batallas entre la humedad y el barro, es capturar estas dos ciudades viajando a sus tiempos de esplendor. Textos y fotos: Juan Pedro Chuet-Missé
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ay una manera divertida de hacer enojar a un vecino de Brujas. Y es preguntándole si las casas y los palacios medievales fueron construidos como decorado para la película Perdido en Brujas. Es que esta ciudad del norte de Bélgica parece un +60
parque temático: sus iglesias, edificios públicos y viviendas quedaron detenidas en el tiempo. Como si desde el siglo XV se hubieran puesto de acuerdo en no derribar nada y conservarlo como en una cápsula del tiempo. Pero no fue así. Brujas, que llegó a ser una de las capitales
económicas del norte de Europa, entró en decadencia desplazada por las vecinas Amberes y Gante. Se sumió en la oscuridad, y se la llamó “la Ciudad Muerta”. Nadie construía, pocos comerciaban con ella. Y pasaron los tercios españoles, las tropas francesas y las invasiones alemanas, y
ningún capitán pensó en destruirla, porque tampoco valía la pena. Y así Brujas se salvó de las piquetas del progreso y de la guerra, y recorrerla equivale a viajar cinco siglos atrás en el tiempo. La ciudad está cruzada por canales, y por su construcción en un llano, es ideal para ser recorrida en bicicleta. El casco antiguo tiene su centro de gravedad en la plaza del Markt, donde antes se instalaba un mercado y ahora hay puestos de comida rápida, donde impera el cono de patatas fritas con ketchup. Al lado, se levanta la plaza del Burg, con su Ayuntamiento gótico que impacta a la vista por su gracia y belleza estilizada. Aquí y allá el casco antiguo está repleto de comercios,
desde casas de moda a las clásicas tiendas de souvenirs; pero si es por caer en estas últimas, se recomienda buscar los comercios de golosinas que
A Karl Marx le hubiera gustado vivir en Gante, no tanto por su belleza arquitectónica, sino porque aquí los que mandaban y hacían valer su poder eran los gremios obreros
parecen extraídos de 1920, o las jugueterías especializadas en artesanías de madera. Luego, se trata de perderse por el resto de la ciudad, cuyas casas señoriales recuerdan el poder de las familias comerciales de la ciudad. En este paseo destacan el pequeño jardín interior del convento de Beginhof, las terrazas al borde de los canales, y el circuito externo en torno a las murallas, en el que se pueden ver a los cisnes retozando y a los patos nadando sin prisa por los canales rodeados de sauces.
La ciudad de los gremios A 45 kilómetros de Brujas se encuentra Gante, la otra joya de la corona de Flandes. Aquí nació Carlos V, aquel em-
El jardín del convento de Beginhof, en Brujas, es un pequeño remanso de tranquilidad. / J.Ch.
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perador español que no sabía hablar español, y en el siglo XVI ya era la segunda ciudad más grande del norte de Europa, después de París. Supongo que a Karl Marx le hubiera gustado vivir aquí, no por su belleza arquitectónica, sino porque aquí los que mandaban y hacían valer su poder eran los gremios obreros. Claro, cuando lograron más poder se convirtieron en poderosas corporaciones que rivalizaban por el control de la ciudad y su comercio. +62
Brujas se salvó de las piquetas del progreso y de la guerra, quedó como detenida en el tiempo y recorrerla equivale a viajar cinco siglos atrás en la historia
Esto se refleja en el Korenlei, el muelle donde se descargaban los granos desde el río Lys, y que acoge los hermosos palacios góticos y renacentistas que ocupaban los gremios. Y a un tiro de piedra, se levantan las torres altivas de la iglesia de San Bavón y su campanario, también góticos y de estampa elegante. En el interior de San Bavón se expone La adoración del cordero místico de Jan van Eyck, una de las obras plásticas más importantes del
Los edificios de los gremios, en el Muelle de los Granos en Gante, forman uno de sus paisajes más reconocidos. / J.Ch.
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Un conductor de carro espera a los turistas en Brujas. / J.Ch.
Más de un centenar de marcas de cerveza se ofrecen en Bélgica. / J.Ch.
Los goffres, una de las tradiciones gastronómicas de Flandes. / J.Ch. +64
arte gótico, y de una precisión en el trazo que los visitantes se quedan largos minutos contemplándola. Las líneas estilizadas y armónicas de las construcciones góticas se interrumpen con la visita al castillo de los Condes de Flandes. Inspirado en los fuertes templarios de Tierra Santa, este castillo es ideal para filmar una película de terror: muros gruesos, de color negro o gris oscuro, presencia imponente y hasta un foso –en parte seco- para evitar las invasiones. Para no perder su tono sombrío, su interior presenta una exposición permanente de instrumentos de tortura medieval; aunque las vistas exteriores desde las torres y las almenas es cautivante. Un poco más lejos, también se pueden descubrir diversos edificios art-nouveau, un estilo que a inicios del siglo XX recaló con fuerza en diversas ciudades de Bélgica. Por el trazado de sus calles y la abundancia de puentes, casi no hay tránsito de coches y la zona peatonal es una de las más extensas de Europa. Tanto en una como en otra ciudad, no se puede dejar de caer en los tópicos turistas y probar un goffre con salsa de chocolate, o sumergirse en la indecisión ante las cientos de marcas de cerveza y sus variedades –que doble malta, que de frambuesa, que con mayor graduación de alcohol, etcétera-. A la larga, si la Historia ha conservado el legado de Brujas y Gante, pues hay que aprovecharlo. +