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“La cuenva, el cuadro azulado de Armando Reverón”por Peregrina Varela

“La Cueva”, el cuadro azulado de Armando Reverón. Un mundo celeste, de extramuro

Armando Julio Reverón Travieso, el mejor pintor venezolano de la primera mitad del siglo XX, se interesó mucho por la acción de la luz revalorizando las formas, al punto que sumaba realismo a sus creaciones.

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Admirador del Impresionismo francés, su pintura derivó en la abstracción y en el simbolismo. Los temas preferidos fueron los paisajísticos y el desnudo de la mujer.

En 1908 ingresa tres años en la Academia de Bellas Artes de Caracas, compartiendo con compañeros destacables como Manuel Cabré y Antonio Edmundo Monsanto. Trataban temas religiosos y naturalezas muertas.

Con una beca, en 1911 viaja a España, siendo admitido en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, lugar donde su aprendizaje se llenó de nuevos matices, aportando también los suyos en el Centro de enseñanza. En 1914 se va a París, vive allí unos meses y tras una corta nueva estancia en Barcelona, vuelve a Venezuela un año más tarde, ya para quedarse. Allí se integra en el Círculo de Bellas Artes y abandona la disciplina académica, ante el entusiasmo que le hace despertar de su sueño, al enamorarse del Impresionismo.

En 1917, conoce a su modelo definitiva y mujer, Juanita Ríos, ella le motiva a desarrollar sus tres períodos: el azul, el blanco y el sepia.

En 1919 inicia el bautizado como “período azul”, en el que su obra, bañada en una atmósfera de misterio, está dominada por un azul excitante y conmovedor.

Este pintor, vivió diferentes etapas que ha teñido de colores distintos, para mostrar una obra de influencia europea y de su propia alma. El blanco y sepia aquí no lo trataremos.

“La cueva” tiene un predominante azul y una clara influencia de Goya. Se dice esto porque representa dos mujeres recostadas, al estilo de “La Maja Desnuda o Vestida”. Pero a diferencia de estar estas mujeres de Reverón, en una cama o sobre un fondo ajardinado, se encuentran en una cueva, dándole un aire paranormal a todo. Hay una especie de velo cubriendo lo que vemos en el cuadro. Quizá da la impresión de que están flotando.

Estas dos mujeres están semivestidas, tienen el pelo rizado y negro y su postura es un poco sugerente, se encuentran mirando al espectador, al fuera de cuadro, no se miran entre ellas. El plano es frontal y general que diríamos en cine o televisión.

Estas mujeres están un poquito gordas, incluso se parecen entre ellas. Se intuye también algo de transparencia en su ropa y desnudez de cintura hacia arriba, aunque si le pones imaginacion, las ves hasta vestidas.

El suelo de la cueva es marrón oscuro y eso si lo podemos apreciar bien y después, el resto es como una atmósfera de un sitio encerrado en el que ellas están muy a gusto.

Las mujeres se encuentran ahí, no son prehistóricas, incluso podríamos decir que son actuales, y están en esa cueva como si fuese costumbre poder estar ahí, completamente encantadas por lo más profundo de la naturaleza, y recostadas sobre el suelo descalzas, suelo que no es rocoso, es natural.

Esta obra fue publicada por primera vez en Venezuela y ahora es de dominio público, en virtud de la Ley de 1993, al cumplir este requisito: “han transcurrido 60 años desde la muerte del autor”.

Peregrina VARELA RODRIGUEZ

(Periodista)

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