Semblanza del Beato Marcelo Spínola en la Clausura del Cincuenta Aniversario del Colegio en Huelva Iniciamos la Clausura del Cincuenta Aniversario del Colegio Cardenal Spínola, agradeciendo a las autoridades civiles, religiosas y académicas su presencia en el Acto, y de una manera especial a Don Pedro Rodríguez, Alcalde de la ciudad, que ha hecho posible la colocación del Busto del Beato Marcelo Spínola, Fundador de las Esclavas del Divino Corazón, Congregación Titular del Colegio, en la Plaza de la Piterilla, con el fin de que sea reconocido, admirado y venerado por todos los onubenses. EL Beato Marcelo Spínola nace en San Fernando ( Cádiz), el 14 de enero de 1835, y muere en Sevilla, el 19 de enero de 1906, siendo Cardenal- Arzobispo de esta diócesis. Desde su juventud tuvo una importante vinculación con la ciudad de Huelva. En 1856 se traslada con su familia a vivir a esta ciudad donde comienza a sus 21 años, a ejercer como abogado, atendiendo desinteresadamente a obreros y trabajadores de toda la provincia, cuyos principales problemas estaban en el puerto y en la mina. Cuentan sus biógrafos que se dedicó con tanto interés y de forma gratuita a resolver los conflictos de los más desfavorecidos , que le mereció el título de “Abogado de los pobres”. Junto al hombre social y comprometido con los más necesitados, el Beato Marcelo Spínola es un hombre de fe. Cada día acompaña a su madre a la celebración de la eucaristía en la parroquia de la Purísima Concepción, con especiales visitas al sagrario donde se encontraba al culto la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Es en Huelva donde empieza a perfilarse lo que será su vocación definitiva. En 1864 es ordenado sacerdote en Sevilla. En 1881 es consagrado Obispo. Al ser nombrado Arzobispo de Sevilla en 1896, Huelva volverá a tener una relación especial con el Beato Marcelo Spínola, ya que en aquellos años la circunscripción de este arzobispado incluía la provincia onubense, cuyas parroquias y pueblos visitó repetidas veces. Fue el Beato Marcelo el que envió a Huelva, como arcipreste, a Don Manuel González, que realizó igualmente una labor pastoral con los más pobres. Ambos son hoy beatos, y reconocidos con un monumento en esta ciudad. El Beato Marcelo Spínola fue un hombre de Dios, un enamorado de Jesucristo; un santo sensible y comprometido con las necesidades de su tiempo. Siente como propia el hambre y la pobreza de la sociedad de su tiempo, el abandono de la clase obrera y de una manera especial el analfabetismo y la ignorancia, de modo que le llevó a decir: