Los ejercicios de la ofensa
The Latino Press First Edition, 2010 Copyright © 2014 by Alberto Hernández All rights reserved No part of this book may be reproduced by any means, including information storage and retrieval or photocopying except for short excerpts quoted in critical articles, without the written permission of the publisher. Published by The Latino Press Director: Isaac Goldemberg Latin American Writers Institute (LAWI) Eugenio María de Hostos Community College/CUNY 500 Grand Concourse Bronx, NY 10451, USA Tel: (718) 518-6680 E-Mail: igoldemberghostos.cuny.edu Alberto Hernández Los ejercicios de la ofensa 1st ed. / p.cm ISBN 1-884912-43-5 ALL ORDERS SHOULD BE ADDRESSED TO PEDIDOS A Ediciones Estival: estivalteatro@gmail.com Tel: (++58)4143463134 1.Title. 2. Latin American Poetry. 3. Latin American Poetry 21st century. 4. Venezuelan Poetry. This publication is made possible with the support of the Office of the President, the Office of Academic Affairs and the Humanities Department of Hostos Community College of the City University of New York. The mission of the Latin American Writers Institute is to promote the work of Latino writers living in the United States. LAWI seeks to recognize and encourage cultural diversity in its membership and in all of its programs.
Alberto HernĂĄndez
Los ejercicios de la ofensa
Latin American Writers Institute Eugenio MarĂa de Hostos Community College of CUNY
A mi hijo Alberto H. Cobo, territorio de sue単os
No amo mi patria. Su fulgor abstracto es inasible. Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas -y tres o cuatro ríos. José Emilio Pacheco «Alta traición»
Ahora estoy vacío, y lo reconozco. En sentimiento, precisamente estoy vacío. D.H. Lawrence
Los ejercicios de la ofensa
Fantasma con pájaro a Hanni Ossott
gestos en las manos para sacudir el mundo las calles retozan en un niño adherido al dolor y mientras ocurre el universo el óxido del cuerpo hace visible los fantasmas de una ciudad cuyos deberes son derechos en la inelegancia de un sujeto que se lleva un pájaro a [la boca cara completa la que dista de todos, para eso me hicieron en este boceto de angustias me animo a la venganza, a deshacerme de todos y a mirar con orgullo el único amanecer con pájaro como si me importaran el pájaro, su plumaje hemisférico, su fastidio en la rama sin esforzarme las taquicardias vuelven y un solo gesto basta, así de fácil: de un manotazo espanto la alegría y a la sombra de un edificio pienso en la muerte
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y en otras cosas menos relevantes, en un gesto con pĂĄjaro, por ejemplo.
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Manual de angustias me deshago de todo, de mis viejas costumbres regreso al agobio de un país donde sólo son el cielo y sus tormentas las imposibles lluvias matar es tan fácil: las calles nos lavan de las culpas a cambio del perdón un disparo nos depara un cónclave de espantos restos de mí a la orilla del mundo mi cuerpo es un cadáver opulento —animal imposible— la peste que naufraga y se destroza con todos los huesos y sus enfermedades quedan horas pendientes hilachas de carne sangre transeúnte mientras la belleza nos insulta
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Todavía no Cómo seré debajo de este trozo de tierra desmenuzada Esdras Parra
La sombra oculta la puerta entornada Bajo la luna rota por el agua el frío recorre la muerte que llevo al parque esta madrugada Aún no entiendo el paso del tiempo y las huellas que ha dejado en mis ojos no recobro el sentido bajo esta parcela de silencio: habrá otro lugar para escapar
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Elogio del miedo Elegante se alza la bestia y toma por asalto las aceras. Recorre los portales. El animal pronuncia su vagancia: invade, es invadido. El desastre augura la victoria: Retorna ileso feliz a la calle donde muere.
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Designio mientras haces el amor el municipio hurga en la basura para sudar te deshaces con los gritos, los disparos y una catedral abierta al miedo
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Certeza Lejos de mĂ recibo la herida mĂĄs adentro donde se borra el canto la muerte me silba al oĂdo
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Deseos vivo en las llagas del perro del vecino de hocico caigo por carnal y alevoso entrego mis gusanos mientras el suicidio recorre en una mosca lo que queda de perro en mis deseos.
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Old trick La vieja maña comienza a invadirnos: la muerte asoma su máscara el mundo se arroja al vacío Por más que lo intentas siempre regresas al mismo desierto.
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Desgano estoy por pensar que nada de esto importa que el país está a punto de morir entre tantas heridas mal curadas que por miedo venden patria solar y madre juntos que la república ambula ciegamente que paso de padre a sinvergüenza que esto no es un poema ni siquiera un chillido del alma
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Escritura con odio y café escribo con insectos en la boca la resaca social esto de no hacer poesía sólo amagos palabras y moscas en la lengua y el silencio de estampa en la pared: sin querer te odio mientras el café se enfría sobre la mesa
Comprendiendo que él sabe que le quiero, que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente. César Vallejo
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Me someto a la mosca en el ojo, al chillido del alma, al rencor nacional, al verso apaleado, a la vĂspera de la fiesta, al hijo feliz y en poesĂa, a las hijas hermosas, a la cortejada por la ternura, al silencio, a la angustia que es de todos y sigue su curso matemĂĄtico.
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Con eso basta A Adalber Salas Hernández
he de indagar si la muerte o el amor vendrán esta tarde o simplemente si seré arrollado por una invasión de ruiseñores las nubes se tropiezan sobre la ciudad y el mundo es tan mundo que importa poco eso y si llueve o alguien muere en la calle la sangre destiñe la lástima y la historia continúa sobre nuestras miserias en todo caso —digo— para leer un poema o degollar a un hombre no hace falta saber si seremos eternos con imaginarlo basta
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Carta he recibido noticias confusas de tu muerte sin embargo deseo que algún vecino tuyo allá en nueva [york le imprima valor a esta verdad y de lograrlo bien por aquí, si es que estamos, seguimos en lo mismo: nos matamos y respiramos un aliento común [enrarecido la misma pesadumbre me cuesta despedirme, pero así son las cosas del odio
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Saldo A Fedosy Santaella
cuántas veces te has ahogado en el mar o en un vaso de agua pero de pasar que flotes cadáver a lo lejos dejarás el vaso a un lado y será el mar —más adelante— el que salde tus cuentas
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Arquitectura del miedo para Alejandro Padrón
Veo la mano que toma la piedra, la mano que la lanza. La ventana es el lugar donde confluyen el temblor y las lágrimas: Creo sentir la caída del imperio doméstico. El padre configura la defensa y le añade a los nervios una dosis de retratos donde respiran los fantasmas de héroes, cobardes y simples matarifes. La madre —con los ojos puestos en el reloj de péndulo— intenta deshacerse del delantal para salir en defensa del hombre que ahora yace trémulo bajo una lámpara eléctrica. El miedo se construye en un escenario de balbuceos. El miedo interroga al silencio. Responde a sus propias dudas. Varias heridas configuran la nueva cara del hombre. Se le siente el corazón retozar en la boca. Ya no puede sostenerse y cae sobre la alfombra. La mujer, un poco más serena, abre la puerta de la casa y sale a hacerle frente a los agresores. El día se acomoda sobre sus hombros. Los asesinos retroceden para disparar: la lapidan frente a la mirada fría de los vecinos. Luego se retiran envueltos por los cotidianos comentarios de la ciudad y la algarabía de unos niños que practican tiro al blanco con el temblor de otro hombre arrodillado
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Sentimiento mutuo Un hombre de infinita edad se une a una muchacha. Vale decir que la detesta —como ella a él— entonces quien acude a este poema lee los papeles de una herencia y se tropieza con el peso de la traición en los ojos.
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Pesadilla A Jacqueline Goldberg Vivimos sin sentir el paĂs bajo nuestros pies, nuestras voces a diez pasos no se oyen. Ossip Mandelstam
Ya de noche, cuando tambiĂŠn es nocturno el desaliento el odio saca sus bestias a paseo: Un mordisco letal. De regreso al reposo desnudo, la pesadilla se anuda sobre el lecho.
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Ceguera a Di贸medes Cordero
La esquina no sabe de pasos que se acercan. Somos 谩rboles urbanos para huir de la ira.
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Odio Oh país mío, mi único destino Marguerite Duras
Cuando la patria es un escupitajo sólo es posible sentirse bofetada.
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Abismo 1.Limo de lo hondo. Por estos parajes es difícil existir. Son tantos los extraviados, los amansados por el clima. Miro con ojos muertos todo lo que nos circunda. La profundidad siente la caída de la carne. Entonces, los que quedamos en el borde anudamos los [músculos rezamos en silencio. Una bestia circular marea el aire. Cae con todo su [plumaje a nuestros pies cubiertos de barro. 2.La ciudad —desde el mirador— muestra el pasado de una guerra. Las almas descompuestas perforan el cielo con el pico de atroces gavilanes. Son tantos los muertos, nos sabemos en ellos. 3.Los que vamos a morir tendemos los brazos: el abismo ordena el bullicio lo corrompe.
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Paisaje borroso era una cosa mansa y silvestre, los ojos oscuros que en silencio me amaban Luis Moreno Villamediana
En la copa de los edificios flota la niebla Incapaz del silencio la bestia se derrumba injuriada Como en toda historia de ciegos se deja conducir por la intuici贸n A lo lejos suena el disparo: pieza de cacer铆a le da tiempo a caer sobre los espinos de la calle
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Trozos 1.Piedra angular del fuego: Un crimen es la imagen de otro. 2.La carne de un seno revela mĂĄs esperanza que las sĂlabas del poder. El vientre de una mujer limita con la eternidad. Ser eternos nos convierte en devotos del miedo. 3.Miro con ojos de simio el lugar donde no reposo. Un ĂĄngel cae a diario en el patio. No queda sitio en este poema para afirmar lo contrario: no somos: sobramos, hemos quedado al margen.
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Breve nota cardíaca a Guillermo Hernández Pasquier
Registro en mi corazón de animal sacrificado: varios infartos sacudieron su historia/ su agitada [miseria sólo la metáfora del marcapasos pudo descifrar sus buenas intenciones
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Tanto miedo a Gabriel Avilés, en México
tanto océano/ tanto cielo/ tanta tierra si el mar nos tuviese entre sus hijos si las nubes rozaran nuestra frente si la tierra negara nuestros huesos el miedo sería sólo un rasguño un susurro del agua pero el miedo es tanto océano/ tanto cielo/ tanta tierra
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Revolución a Israel Centeno
Si soy primera persona, desmerezco la mano que me [tiende la patria la bienaventurada en la boca del crimen. Alguien grita desde un balcón y el mar se levanta en mareas. De mí no queda nada [que no sean aquellos ojos tristes en La Habana: niña de quince a punto de entregarme el centro de [sus penas. Hoy la patria es sólo una marca en la pared una mujer desnuda en plena calle una profecía sorda mordida por la muerte.
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Patria ¡Cuántas injurias, cuántos forajidos, cuántos golpes para saberte en el veneno de una lengua pública¡
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Decencia Con los ojos cerrados con la conmiseraci贸n de quien abre una puerta y se tropieza con ella misma la decencia desnuda una intenci贸n. Arribista se humedece los labios rubrica sus elegantes trampas se deshace en halagos alaba la temperatura del d铆a y saluda el encuentro con un disimulado devaneo. Nada la perturba sobre todo si se trata de suscitar un naufragio y sacarse el sombrero del saludo.
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Amor para ella, siempre oculta.
Dormir con la cabeza en tu vientre sentir que el universo ordena tus galaxias sin que muevas un dedo Salir del sue帽o con el peso de la lluvia en la ventana y deshacernos del cuerpo mientras el planeta se estira bajo el lecho Buena f贸rmula para evadir el fastidio
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«La loca de la casa» Habría que ver en qué lugar Teresa de Cepeda y [Ahumada se topó con la intrusa de siempre enemiga de tronos y casas de gobierno tenientes y coroneles [generales. Pudo haber sido en el solar donde aún caben los sueños en un pequeño cuadro de coles y azucenas. O, a la larga, en el habitáculo en el que Dios aún es posible. Sin embargo todos los espacios le son propios porque la imaginación a la libertad está felizmente condenada.
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Extraño El lugar de donde vengo es un momento que quedó en la memoria y se esfuma de tanto nombrarlo. Siento mi extranjero en la niñez odiado por los más cercanos: por eso huyo a diario discurro por las calles de esta ciudad extraña para mí. Despierto con el día pero es el silencio el que conoce mi nueva lengua.
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No basta un poema a mi tío Olimpo, el único inocente
Un poema solitario no basta para hablar con los huesos de mi hermano pero se puede hacer el esfuerzo y lograr que la tierra de este país me entregue sus palabras y la presencia de un perro cuya lealtad será diaria en su tumba.
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País que no Sé que soy nada. La vida se ha ido más debajo de mi límite de baja marea.
Lawrence Que no se deshaga en halagos, en abrazos a los [traicionados. Que no salte la liebre del sombrero y una hilera de [gansos se apropie de la única puerta. Que no abuse el ocaso y se haga madrugada en los [ojos de una niña desnuda. Que no regresen los ángeles fanáticos a darnos de [comer en la boca. Que no nos digan de donde venimos y hacia donde [vamos. Que no vengan, que no hablen, que no digan, que el [final justifica los medios y ya nadie es capaz de mirarse tranquilo en el espejo. Que no, porque el único sí es imposible.
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Destino ajeno a Alfredo Armas Alfonso a Edda Armas
Si de morir se trata tendrĂŠ por lugar el mismo de la infancia donde nadie sea portador de malas nuevas. Si de morir se trata que mi paĂs me facilite el viaje. Y si de la muerte paso al sobresalto que nadie me pregunte por destino ajeno.
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Compatriota ¿Quiénes son ustedes, sin ese anonimato, esa patria reciente, moderna, la de otros muertos, la de esa infancia muerta en combate con su cuerpo? Marguerite Duras
Un lugar habrá para el más caro de los odios. Si de asesina califican la ironía, detrás de cada vocablo habrá una manera de sentir la puñalada. Pero no se equivoquen alguien os vigila y no dejará que la masa encefálica de los ángeles ensucie la calle.
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Ojos Viven muertos detrรกs de los pรกrpados. Abiertos, describen la muerte del otro.
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Ofensa Descarnada, recorre el cuerpo. La ofensa lame con lengua sucia el insecto que llevamos en nuestros rencores. Se imagina tendida con la boca abierta viva sobre el miedo y el odio.
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Organización a José Tomás Angola
Con rapidez la muerte se organiza: alguien en cautiverio pronuncia una maldición: una palabra elíptica cae sobre la ciudad mientras el sol se ahoga en su propia sangre
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Sa単a Lastimas con los ojos revelas el mensaje: un hombre entra por la herida del Minotauro perdido en su propio laberinto. Detr叩s de una cortina el mundo resuelve desterrarse: con u単as de animal abres la carne con el aprendizaje de la muerte rompes los huesos de este peque単o universo de traiciones.
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Copa de sangre Es la vanidad lo que nos mata y nos hace cobardes en vez de dioses. Lawrence
No me quedan emociones. Los que pensaron que podía salvarme -que sería el héroe de la esquinahan perdido el tiempo y las esperanzas. Me queda en el archivo -en la liturgia de la envidiauna lista de amores extraviados. Una vez fue mi patria escondida entre baúles, postales fotos retocadas, latrocinios y billetes falsos. No me quedan emociones sólo albergo la muerte, una herida abierta la burla, el cinismo calculado una copa de sangre derramada.
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Erial Seco por dentro, no me creo.
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Pesadillas Reclamo un terreno para sembrar los cadáveres de mi infierno. Ausente del amor soy lo peorcito de este país. Mi familia –dice quien me sigue— es un atentado una burla genética.
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Cuenta bancaria Para vivir el odio, la sombra de un ĂĄrbol seco en el brillo de una tarjeta sin lĂmites la venganza un beso con los ojos abiertos.
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Paga Me deshago de mĂ en medio del oropel y ebrio canto hasta reventar.
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Sordo de poesĂa Amigos y enemigos dicen que soy sordo del alma. Es que la muerte es lenta y pesa tanto.
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Muertos Me acojo a este mal pensamiento: los muertos enarbolan banderas se pudren detrรกs de los ojos.
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Esperanza Si en verdad la muerte es tan atenta ÂżPor quĂŠ no nos largamos de una buena vez?
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Vanidad ¿Por cuánto tiempo seré aquel que digo: el que derriba los floreros y quema los jardines? De algo me ufano: He traicionado todos mis principios. Recurro al recuerdo de la muerte para recibir el fusilazo, el disparo de gracia. Sé que nadie se acordará de mí, que seré ceniza en la memoria de mis hijos, en la resaca de las mujeres que dijeron amarme. No obstante me voy sin remordimiento alguno.
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Burla Sin freno gira el mundo la gente vomita y se recoge feliz en medio de la tragedia.
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Caricia a una hora de la ma単ana
Brindo con la eterna sobriedad de mi padre con la dulce bofetada que a diario recojo de su mano.
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AstrologĂa ÂżCuĂĄntos muertos me faltan para completar la feliz coincidencia de los astros?
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Máscara Sin espejo albergo los rencores. Defino el crimen que me sobra. Sin máscara. (Esta palabra es la única que tienes. Vives para que nadie sea tu asesino: Los pasos que te siguen son los míos. La sombra te es ajena).
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Amada Te he amado sin recuerdos. De tu vejez la mirada ciega, desvelada.
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Cinismo Me rĂo del mal ajeno. Recojo el paĂąuelo de la alegrĂa de saberme invisible vivo, a pesar de todo.
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Vac铆o El mundo ya no ocupa espacio en mi coraz贸n. Un astro insensible me habita.
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Amor mío ¡Cuánto espanto hemos cosechado¡ ¡Cuánto odio para consumir¡
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Otra vez el amor Estos brazos esta agonĂa adherida a la almohada.
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Arrival No hemos llegado a la muerte el rey Lear se revuelca en sus llagas. A tono con las horas los huesos tocan a rebato Una serpiente seca se arrastra por la humedad de la ma単ana
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Un tigre un tigre gris me mira se sacude el espasmo eriza las estrellas apagadas un tigre, el arrebato las garras de su muerte y todo yo, vacĂo frente a sus ojos lĂquidos. un tigre corre hacia mi carne magra corre y se desliza muerde y descansa se sacia.
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Rumor PoĂŠtico el zumbido el rumor de la frase: una palabra tibia adormece el instante. Entonces el tiempo el rato de la aurora la voz del que calla y se sienta a calmar su silencio.
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¿Cuántas veces soy el cadáver de otro? ¿Cuántas veces el silencio y la bruma? (Una mañana cualquiera en Port Bou, 1972).
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Mudez a Cucho, mi hermano
Dios es el verbo que no hablo La eternidad, un rasgu単o del instante. Quedo por ser. He sido una sola vez lo que soy.
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Eternidad Polvo soy: Âżhasta cuĂĄndo? El desierto espera por el viento.
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El tiempo es la medida Eres la noche que me falta. El dolor al que jamĂĄs acudirĂŠ. El tiempo es la medida de estos pasos.
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Rasgaduras Entre los alambres la piel estira el significado de la guerra. La muerte, ese instante ese paisaje seco entre los ojos.
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Solitude Tanto polvo para tan pobres palabras. Tanta soledad para un solo aliento. Tanto polvo ÂżQuĂŠ mĂĄs?
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Ejercicios para la ironĂa
Si uno estรก lo suficientemente alejado, la injuria no alcanza el blanco a que se dirige: todo escupitajo describe una curva cerrada. Paul Valery
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Ars poĂŠtica 1 a Pepe Barroeta
Las palabras niegan la mortalidad pero suelen ahogarse en la garganta El silencio respira por la herida
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Ars poética 2
a Rafael Cadenas
Sigilosa la poesía irrumpe los que la aborrecen no dejan de tener razón: son los únicos en salir airosos
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Ars endémica No escapamos de la enfermedad Alguien nos aguarda en una puerta y no hay cerradura posible ¿para qué la llave?
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Ars patética ¿Quién nos respira en el oído? El aire no usa nombre para el desastre en el dolor habita una parte del destino
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Ars adĂĄnica De la manzana el mordisco Eva traga y se esconde el gusano huye del paraĂso Un hombre llora desnudo rodeado de silencio
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Ars edénica a Efraín Bartolomé
Por esta puerta abandonamos la eternidad (yo, adán, tú, eva ambos verbo de otra carne)
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Ars felina Ya no quedan sue帽os todos los devor贸 el tigre de Borges
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Ars, sencillamente Un vaso es inocente en la medida en que ignore la ilusi贸n del primer trago
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Ars fantรกsmica a Caupolicรกn a Luis Camilo
Sobre la mesa el universo invoca sus fantasmas Los vasos se someten a los giros locos del planeta. Un poema solitario y descalzo se acerca y trae las nuevas de ciertos olvidados terremotos.
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HematopoyĂŠtica La sangre nos visita en los ojos inyectados de la angustia Quien quiera olvidar este asunto debe lamer la herida y cerrar los ojos del Ăşltimo cadĂĄver. La sangre llega y se va en la cicatriz del asesino.
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De la ceguera Durante los ojos la mirada es el reflejo de la sombra. Mientras la mirada los ojos se alientan en la voz enceguecen.
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De la inocencia a Martha Molina
Inocente camino con la muerte a un lado me alcanza el sue単o, se desliza lento un disparo sale del bosque.
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Del silencio Quien me trajo al mundo pronunci贸 un nombre al borde del abismo.
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GĂŠnesis PerdĂ a Dios en la hojarasca fugaz lo vi salir rodeado de voraces insectos.
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Poema a Isaac López
De llegar temprano lo escribo La muerte acecha en la esquina. Engañarla no es fácil pero el intento es válido.
-95-
Diario a Gonzalo Fragui
Veo un gato agachado por el mediodĂa el arco de su cuerpo apura el diseĂąo de la tarde: estira la hora del maullido regresa al punto y coma y allĂ se acuesta.
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Humanidad a Gregory Zambrano
Un hombre le declara su amor a un semáforo. Baja la acera y establece contacto con la luz roja. Un vehículo entiende el asunto, se hace el loco y sigue su camino El hombre continúa el diálogo. Los que pasan por su lado se emocionan por la calidad humana del sujeto.
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Batalla a Ednodio Quintero
Alguien libra una batalla con su sombra. La golpea con una piedra. Nadie se explica c贸mo alguien tan l煤cido se haya aplastado la cabeza sin raz贸n alguna.
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AntipoĂŠtica a Miguel Marcotrigiano
Usted sube una escalera y se topa con el silencio: al bajar sabe que nadie le creerĂĄ, que el silencio es usted.
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Lección a Ángel Eduardo Acevedo
Una hoja de árbol dice más que un libro si sus nervaduras respetan la sintaxis. Una hoja de árbol también es una tesis filosófica sobre todo si la ley de gravedad toma parte en el asunto.
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Estilo Quien sabe regresar tiene en el punto de partida la f贸rmula m谩gica para quedarse en el mismo sitio.
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Mortaja S贸lo la cara del difunto tiene conciencia del abismo
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Política a Jesús Sanoja Hernández
Una marcha es a una contramarcha lo que ésta a un disparo a Marte. Todos —los que marchan— saben que los marcianos son capaces de cualquier cosa.
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Hígado Por ser el órgano de la solidaridad poética, nadie [descarta que se trata de una metáfora sólo que la cirrosis también forma parte de ella.
-104-
Amor 2 Una mujer enamorada es lo más parecido a la raíz [cúbica aunque no lo sepamos.
-105-
Arte de olvido Liviano, el olvido nos acusa, nos apunta con el dedo [de fusilar y caemos pesadamente. La recuperaci贸n es lenta, pero si logramos sobrevivir [alternamos con la memoria.
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Infarto Un poema puede sufrir un infarto si quien lo acosa [es el mismo poeta. Pero si es el poeta quien sufre el infarto seguro puede estar de que el poema lo visitarรก en su lecho de [enfermo. (si el poeta muere el poema estarรก en boca de otros)
-107-
Coraz贸n Tras las costillas, su enemigo es 茅l mismo. Se concibe entonces que es un suicida en [permanente espera.
-108-
Los pies Sin ellos el piso es imposible.
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Tragedia Si una palabra cae en un hueco y se mata la poesía entra en una terrible depresión si queda el eco de su grito guardará luto hasta que aparezca otra palabra que le dé contentamiento.
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Por favor Testarudo es el silencio con raz贸n le ordenan callar.
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Dictadura Existe un lugar donde nadie debe hablar porque las palabras ahogan. Quien osa pronunciar la más corta de ellas, cae presa de alucinaciones y temblores. Como el silencio tiene dominio en ese territorio los mudos han activado todo un aparato represivo que consiste en cortarle la lengua al que tenga la capacidad de no caer abatido al decir algo. Un hombre de altura exagerada vigila constantemente las acciones de los que vivimos en ese lugar. Con una tijera corta sin compasión frases, oraciones, susurros, ronquidos y hasta los suspiros más inocentes. Los adjetivos son los más perseguidos dependiendo del grado de calificación. Aquí la poesía reina sobre todas las cosas. Pero el vigilante no se ha enterado aún.
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Pared贸n No hay palabra traidora quien enjuicia alguna de sus rebeld铆as es la sombra del que hala el gatillo.
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Patria Reposa en una pรกgina donde el mundo arde en llamas.
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Proceso —¿Dónde estás, padre Kafka? Sólo de ti depende que vivamos.
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Traici贸n Sobre la espalda pesa la mirada.
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Frontera Piso la lĂnea divisoria, me disparan. Confundido con la espesura, un idioma distinto [al mĂo me impreca. Acudo al miedo que me queda y regreso al segundo que me sobra en los ojos.
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De soslayo Una palabra se desplaza en silencio y se estaciona en un kiosco de peri贸dicos. Mira de reojo los titulares y sigue su camino. Se burla de su presencia fallida como nota de primera p谩gina. El error ortogr谩fico la impuls贸 a salirse del diccionario.
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Secreto ¿Cuántos secretos contiene una palabra? De saberse, la probabilidad desgastaría el entusiasmo de quien se empeña en buscarle las cuatro patas a una voz a punto de arrastrarse.
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Remedo Aristóteles —peripatético y estagírico— mandó [al carajo sus derechos de autor. Preconizó que quien viva de la retórica debe ser enjuiciado y convertido en reo de cualquier justicia.
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Pregunta ÂżPara quĂŠ el humo, si no hay quien lo torne [chimenea del auxilio?
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Burla Memorístico, charlatán, aprendiz de hechicero de escritor llegó a la conclusión de que morir era [asunto de las estrellas su eternidad fue puesta en duda por toda la Vía Láctea.
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Onírica a Harry Almela
Si un sueño devela el secreto de una pesadilla, el soñador será víctima en el acto de las quejas de la realidad, pero si el soñador sabe que el sueño es un asunto pasajero, el secreto seguirá intacto bajo la almohada. Queda por enterarse si la pesadilla formará parte de toda esta historia o si será capaz de entender que es necesario participar: entonces nadie saldrá ileso de este texto que ha pretendido encajar en las utopías de los lectores. Consciente de esta arbitrariedad, dejo a cuenta de ustedes la respuesta que habrán de darle a este petulante escribidor. De todas maneras, el secreto sigue allí, en su pesadilla. Del sueño, que se encarguen los psiquiatras.
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Índice Los ejercicios de la ofensa Fantasma con pájaro 11; Manual de angustias 13; Todavía no 14; Elogio del miedo 15; Designio 16; Certeza 17; Deseos 18; Old trick 19; Desgano 20; Escritura con odio y café 21; Me someto 22; Con eso basta 23; Carta 24; Saldo 25; Arquitectura del miedo 26; Sentimiento mutuo 27; Pesadilla 28; Ceguera 29; Odio 30; Abismo 31; Paisaje borroso 32; Trozos 33; Breve nota cardíaca 34; Tanto miedo 35; Revolución 36; Patria 37; Decencia 38; Amor 39; «La loca de la casa» 40; Extraño 41; No basta un poema 42; País que no 43; Destino ajeno 44; Compatriota 45; Ojos 46; Ofensa 47; Organización 48; Saña 49; Copa de sangre 50; Erial 51; Pesadillas 52; Cuenta bancaria 53; Paga 54; Sordo de poesía 55; Muertos 56; Esperanza 57; Vanidad 58; Burla 59; Caricia 60; Astrología 61; Máscara 62; Amada 63; Cinismo 64; Vacío 65; Amor mío 66; Otra vez el amor 67; Arrival 68; Un tigre 69; Rumor 70; ¿Cuántas veces soy el cadáver de otro? 71; Mudez 72; Eternidad 73; El tiempo es la medida 74; Rasgaduras 75; Solitude 76. Ejercicios para la ironía Ars poética 1 81; Ars poética 2 82; Ars endémica 83; Ars patética 84; Ars adánica 85; Ars edénica 86; Ars felina 87; Ars; sencillamente 88; Ars fantásmica 89; Hematopoyética 90; De la ceguera 91; De la inocencia 92; Del silencio 93; Génesis 94; Poema 95; Diario 96; Humanidad 97; Batalla 98; Antipoética 99; Lección 100; Estilo 101; Mortaja 102; Política 103; Hígado 104; Amor 2 105; Arte de olvido 106; Infarto 107; Corazón 108; Los
pies 109; Tragedia 110; Por favor 111; Dictadura 112; Pared贸n 113; Patria 114; Proceso 115; Traici贸n 116; Frontera 117; De soslayo 118; Secreto 119; Remedo 120; Pregunta 121; Burla 120; On铆rica 122.