«Fernando Pessoa quiere desconocerse, dudar de sí mismo. Pretende ser un plural más en
el universo. Busca incansablemente, en uno u otro heterónimo, los aspectos
que determinen su diversidad. Con Ricardo Reis pudo equilibrar la emoción.
Con otro, el concepto —intuyo que pudiera ser con Alberto Caeiro—,
bajo el precepto de establecer sus propias diferencias estéticas: junto a
la creación de un heterónimo, y más, pudo elaborar una categoría estética
con la que el propio Pessoa, su ortónimo, no comulgaría porque la persona
que se vierte en él deviene del lenguaje, del signo y de lo que se limita en lo
escritural. De allí que toda «persona» hecha en esa medida es una función
verbal de la heteronimia: no escribió obras para sus biografías, sino biografías
para sus obras. Cada heterónimo, una obra hacia la extensión de su poética. [...]»./ Juan Martins