VIAJE A
LAS RAPACES
Juan Varela
Víctor J. Hernández
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1ª edición: Noviembre 2013 Tundra Ediciones Apartado de Correos 4047 46006 Valencia España info@tundraediciones.es www.tundraediciones.es © Tundra Ediciones © de la ilustraciones y del texto “Diez segundos”: Juan Varela Simó © del texto: Víctor José Hernández Navarro Diseño y maquetación: Juan Varela Simó ISBN: 978-84-940449-6-0 Depósito legal: Impreso por Netaigraf SLL Citación recomendada: Varela, J. M. y V. J. Hernández. 2013. Viaje a las rapaces. Tundra Ediciones, Madrid. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, digital, químico, mecánico, óptico, de grabación, fotocopia o de cualquier otro tipo sin permiso previo del editor.
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A quienes, pese a todo, siguen luchando contra la ignorancia y la mezquindad para conservar el patrimonio natural. Y especialmente a Laura, Marta, Jimena y Martina.
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“Wilderness is a resource which can shrink but not grow... creation of new wilderness in the full sense of the word is impossible.” “La Naturaleza es algo que puede encoger pero no crecer... Crear Naturaleza en el pleno sentido de la palabra es imposible.” Aldo Leopold
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VIAJE A
LAS RAPACES Juan Varela
Víctor J. Hernández
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Ă?NDICE Comienza el viaje
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Diez segundos
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GalerĂa
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Origen de las obras
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Agradecimientos
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Halcones de Eleonora volando hacia Sa Dragonera Islas Baleares, 1997 Acuarela, 16 x 21 cm.
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COMIENZA EL VIAJE Víctor J. Hernández
D
ora ya el primer sol de la mañana de la recién eclosionada primavera, velado tenuemente aún por
los fríos últimos, la parte alta de la mole inmensa del roquedo. A duras penas, la vista logra diferenciar de los desgajados bloques pétreos las pardas siluetas inmóviles de los buitres leonados. Con la ayuda del telescopio, barriendo detenidamente cada rincón, la quincena larga de ejemplares estimados a simple vista se convierte en casi un centenar. ¡Nada menos! Adultos echados sobre los pollos en los nidos encajados en cornisas, salientes y covachas. Y una mayoría de individuos de edades diversas posados en el roquedo o sobre las atormentadas ramas de los árboles y arbustos que hunden sus raíces en las grietas de la roca misma. En proporción variable, buen número de los adultos y subadultos forman parte de las parejas reproductoras de la colonia, si bien la mayoría de aves, tanto de estas dos clases de edad como sobre todo inmaduros, constituyen parte de la intangible fracción no reproductora. A medida que el sol naciente pinta de oro viejo todo el roquedo, los buitres se deshacen del frío de la noche
grito y se sacude en el aire. Y aprovechando la inercia,
con enérgicas sacudidas y estiramientos. Muchos de
-
ellos abren las alas y las mantienen en cruz, como hacen
toria ondulante, en una sucesión de subidas y bajadas, como simulando peldaños descendentes, y coronando cada punta con su áspera llamada. Tan de repente como
los cormoranes, ofreciendo sus dorsos al sol, que seca
vertical desde donde cae con un segundo picado sobre
surgió, se pierde tras la sierra, en dirección al viejo
lentamente la humedad que el rocío matinal dejó sobre
el mismo leonado, que improvisa un irremediable
alcornoque que, desde tiempos inmemoriales, acoge al
el plumaje. De vez en cuando, algún grito, semejan-
aterrizaje forzoso sobre las copas de las encinas. Tras
gigantesco nido que vuelve a ocupar este año.
te a una carcajada, delata una pequeña escaramuza
unos minutos volando en círculos amplios, el peregrino
entre dos o más buitres. Ahora, de nuevo un inmaduro
desaparece en altura.
intenta llevarse una rama de un nido activo, moviendo
Cuando media la mañana, junto al recuento de ni-
No se dio mal la jornada. Otras veces pasa uno todo un día de campo sin vislumbrar siquiera la huidiza silueta de una sola rapaz. Está bien compensar. Si al
incluso al pollo, y el regente de guardia le hace olvidar
dos ocupados por los buitres y datos sobre frecuencia y
principio de intentar iniciarte en la observación de
su empeño de un picotazo.
conducta de ceba de los pollos, hemos anotado también
rapaces cuesta más dar con ellas, poco a poco vas
en el cuaderno la fugaz aparición de uno de los búhos
aprendiendo dónde y cómo mirar, los rasgos de cada
valle, ladera abajo del cortado, los buitres más auda-
reales de la pareja que cría en este mismo cortado, la vi-
especie, las señales que atender, las características de
ces, o más hambrientos, comienzan a lanzarse al vacío.
sita de los alimoches que tienen su nido al otro lado de
su hábitat. Aunque esto no te garantiza la observación,
Son vuelos cortos entre posadero y posadero, todavía
la cuerda de la sierra y un pequeño bando de milanos
aumenta considerablemente tus opciones. Y así, a partir
aguardando a que suba la temperatura para poder
negros en migración hacia el norte.
de la curiosidad inicial, comienzan a surgir muchas
Con el banco de niebla aferrado aún al fondo del
remontarse colgados de una térmica. De repente, una
Recogiendo los bártulos, una serie de ladridos cor-
más preguntas. Se abre entonces la puerta a un campo
tos cayendo desde el cielo nos ponen sobre aviso. Allá
inmenso, emocionante, donde todavía hay mucho por
sobre uno de los buitres que planean. Llega a rozarle
arriba está el águila imperial. No la esperábamos ya. De
descubrir. ¿Nos acompañas en busca de algunas de
el dorso, para sobresalto del gran carroñero, que da un
inmediato, pliega las alas y se deja caer con una trayec-
estas respuestas? Iniciamos un viaje de exploración al
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descendencia gracias a la mayor disponibilidad de
animales muertos, limitando los riesgos de propagación
hecho, prácticamente todas las rapaces de pequeño
alimento. Y el consecuente incremento de la presión
de determinadas infecciones. Esta función de control de
y mediano tamaño entran potencialmente en la dieta
infecciones y otras enfermedades también es ejercida
de las rapaces cazadoras que les superan en talla, e,
de las presas. No obstante, en ecosistemas más comple-
por las rapaces predadoras, al eliminar, preferentemen-
incluso, de aquellas especies de tamaño similar que son
jos, con más especies y variables interaccionando, no es
te, presas mermadas en sus capacidades, como suelen
singularmente más fuertes y agresivas.
tan evidente. Si bien hay que destacar el rol de control
ser aquellas que padecen alguna enfermedad. Lo cual,
ejercido por las aves rapaces sobre las poblaciones de
unido a la predación de ejemplares que muestran
roedores, córvidos y otras especies que pueden afectar
diversas taras o debilidades, contribuye a la selección
a los intereses agrícolas, sanitarios y económicos huma-
natural de los individuos más aptos.
nos. Lo mismo que las rapaces carroñeras cumplen una importante función higiénica eliminando los restos de
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Otra derivación interesante de la predación es la caza de otras especies de rapaces y predadores. De
CORTEJO Y NIDIFICACIÓN Colgada de un cielo azul profundo, la pareja de águilas calzadas describe ascendentes círculos paralelos. El macho vuela en un plano superior al de la hembra. En un momento dado, detienen su ascenso y
comienzan a realizar, uno frente al otro, picados con
cópulas, pueden realizarse durante todo el año, aunque
durante enfrentamientos entre regentes de territorios
las alas entrecerradas, destacando el adelantado vértice
más esporádicamente, si bien ciertas especies muestran
vecinos. Por otro lado, es común la alimentación de
un repunte de esta conducta en otoño. Muchos de los
cortejo de la hembra por parte del macho, a la que
de nuevo con las alas más abiertas y tan verticalmente
rasgos de la exhibición observada son compartidos por
ofrece presas como presente. Esta conducta tiene las
que no se mueven del sitio o, incluso, ascendiendo
otras rapaces diurnas, aunque la diversidad es gran-
mismas funciones que el resto de las exhibiciones, pero
ligeramente hacia atrás de la trayectoria previa. Al
de y se dan tanto secuencias distintas como muchas
coronar la punta ascendente giran sobre sí mismas, vol-
variantes de las descritas. Quizá uno de los despliegues
hembra para favorecer la formación de huevos. Por
viendo a picar, y repiten de nuevo la secuencia durante
de cortejo más espectaculares sea el entrelazamiento
su parte, las rapaces nocturnas, salvo ciertas especies,
largos minutos. Simultáneamente emiten su melodioso
de garras en el aire, girando conjuntamente ambos
optan por paradas nupciales y marcajes eminentemente
reclamo ajilguerado, que recuerda más el trino de un
consortes como una rueda mientras se precipitan en
fringílido que la llamada de una rapaz. Nuevo cicleo
caída libre, para separarse justo antes de tocar tierra o
desenvuelven en un mundo de sombras en el que las
paralelo, durante el cual el macho pica hacia la hembra
las copas de los árboles. Esto también sucede a veces
exhibiciones visuales quedan muy limitadas.
con las patas estiradas, que vuela más abajo. Ésta gira unos segundos sobre sí misma presentando las garras, que llegan a rozar las del macho. Después el macho desaparece, probablemente en busca de una presa, mientras la hembra se descuelga rápidamente hasta el alto pino rodeno donde tienen el nido, a media altura de la boscosa ladera que tenemos enfrente. Intrigado por la exhibición nupcial que acabamos de observar, preguntas su función, si se realiza sólo en etcétera. Bien, digamos que la función de las paradas nupciales no sólo incumbe a la propia pareja. Es cierto que sirve para estrechar lazos entre ambos consortes, para aplacar la potencial respuesta agresiva que suele darse entre individuos de la mima especie, así como Pero también cumple una función de señalización visual y vocal del área de cría, una suerte de proclamación de que aquel territorio está ocupado; dirigida a otros miembros de la especie y también a otras especies potencialmente competidoras, tanto en cuanto a los Respecto a cuándo tienen lugar estas exhibiciones, pues se producen principalmente y con más intensidad entre la fase de construcción o reparación y tapizado del nido y las fechas previas a la puesta de huevos, pero también a lo largo de toda la crianza. En el caso de las rapaces sedentarias, los despliegues, al igual que las
Busardo de sabana Perú Lápiz y acuarela, 23 x 32 cm.
Alimoche Mallorca Guache, 50 x 70 cm.
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DIEZ SEGUNDOS
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icen que diez segundos es el tiempo máximo que el cerebro de una persona normal retiene
con precisión los detalles de una imagen observada en circunstancias normales. La imagen después se va mente, sólo nos queda una vaga impresión, asociada al concepto verbal que tenemos de ese objeto. Sólo la observación precisa con ánimo de retener la imagen de manera permanente o la asociación de esa imagen a una situación excepcional la trasladan a la zona del cerebro donde permanecen los recuerdos importantes. El dibujo de un objeto que vemos implica una observación cuidadosa y atenta de sus proporciones, sus líneas de contorno, su volumen, sus colores en función de la luz… Finalmente la observación se traduce en el trazo de unas primeras líneas sobre el papel, unas 1
en uno de los textos más
hermosos que conozco sobre el arte de dibujar, a partir del primer trazo la hoja en blanco deja de ser una página plana y limpia, para convertirse en un espacio vacío donde el artista puede moverse en tres dimensiones. Como el agua de una pecera tras introducir un pez en ella, “el agua pasa a ser simplemente la condición de su existencia y la zona en la que puede nadar”. Dibujar es un ejercicio de concentración, de atención extrema durante la cual se ponen en juego técnicas interiorizadas gracias a la práctica; técnicas que no deben resultar evidentes como fórmulas rígidas, sino soporte invisible en el desarrollo de la obra en curso, como el andamiaje que se retiró tras terminuestra memoria visual se aprovechan para añadir un nuevo detalle antes de que se evapore, pero este detalle no es aislado, guarda relación con los demás para darles sentido. Todas las posibilidades de la obra iniciada están ahí y van creciendo sobre el papel. Mi tarea en ese momento no es pensar, sino procurar que el circuito ojo-cerebro-mano no sea un proceso lento; no necesito medir la presión que voy a poner en el lápiz, cuando la línea escapa ligera y clara hacia la Estudio de pigargo Flatanger, Noruega Lápiz y acuarela, 30 x 42 cm.
luz o vuelve y cae, buscando la sombra y matizando el contorno. De forma instintiva sé que el centro de Sobre el dibujo. Ed. Gustavo Gili.
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gravedad del ave que avanza hacia mí debe estar en la perpendicular de ese pie que ya se retira mientras trazo la línea y, cuando vuelvo a mirar, ya hay otras líneas y otras formas a las que debo prestar atención. Es posible que entonces quiera corregir o empezar una nueva forma, porque lo que busco es entender lo siones que vengan en mi auxilio cuando en el estudio intente construir una historia visual. Cada pintura es una historia, pero en el dibujo es el propio artista el que está presente, no cubierto por capas de óleo, y casi se puede iniciar un recorrido desde el momento inicial del dibujo hasta que trazó la última línea. Mis hojas de apuntes contienen muchas formas, unas son líneas cerradas, completas, llenas y vitales, otras fallidas y abandonadas en el momento en que sentí la inseguridad, ese instante en que tienes la absoluta certeza de que, hagas lo que hagas, esa forma a medio construir no tiene arreglo posible. Las primeras, en cambio, te invitan a construir sobre de la cabeza te está pidiendo unos trazos más de sombra, y esa línea que desciende de la panza al suelo es demasiado ligera para soportar el peso de todos los trazos superiores. A lo largo de toda esa hoja he ido aprendiendo y descubriendo, incluso de Mis sesiones de dibujo pueden ser muy largas. A veces puedo rellenar 10 o 15 hojas sólo con un motivo te ante mi vista. Cuando termino encuentro siempre una progresión, desde la primera hoja con líneas frías e indecisas, hasta la última, con formas seguras, más atrevidas. El proceso ha cumplido su función, la necesaria función de llevarme a través de un camino desconocido, a cuestionar lo que observo y a crear nuevos vínculos entre mi vista y mi mano. El proceso se hace más automático y reactivo: observo, miro el papel, busco con el lápiz un punto de arranque y trazo la primera línea que casi siempre queda perdida en el laberinto que le sigue. Si el momento es adecuado, si el motivo permanece más o menos inmóvil, puedo dejarme llevar y analizarlo, estudiarlo, pues por mucho que lo conozca siempre va a sorprenderme. Si, como ocurre casi siempre, el sujeto cambia de postura con rapidez,
Estudio post-mortem de joven pigargo Flatanger, Noruega Acuarela, 30 x 42 cm.
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Estudio de aguila harpía El Pantanal, Guayaquil Lápiz, 30 x 40 cm.
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Águila harpía Ecuador Técnica mixta sobre papel, 70 x 100 cm.
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Un día de lluvia. Águila real Acuarela, 51 x 36 cm.
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En el calor del día. Águila real Acuarela, 51 x 36 cm.
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En el trono vacante Aguila moteada subadulta Ă“leo sobre lienzo, 89 x 116 cm.
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Estudio de plumajes de รกguilas moteadas Acuarela, 27 x 37 cm.
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Culebrera europea Lรกpiz, 21 x 30 cm.
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Watchful eyes / Ojos atentos Lรกpiz, 21 x 30 cm.
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Águila calzada P. N. de Doñana Acuarela, 27 x 37 cm.
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Atalaya Acuarela, 70 x 50 cm.
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Joven ratonero Acuarela, 38 x 52 cm.
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Hacia el dormidero Busardo ratonero Acuarela, 36 x 51 cm.
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Aguilucho cenizo Extremadura Acuarela, 27 x 36 cm.
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Cuidados maternos Aguilucho cenizo Ă“leo sobre lienzo, 54 x 81 cm.
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Ten siempre una vĂa de escape Azor Ă“leo sobre lino, 73 x 65 cm.
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Con las primeras luces Gavilรกn Acuarela, 45 x 65 cm.
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Apuntes de halc贸n de Eleonora Folegandros, Grecia L谩piz, 21 x 30 cm.
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Halcón de Eleonora Óleo sobre lienzo, 30 x 40 cm.
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Bella y bestia: cuatro apuntes Sevilla Acuarela, 12 x 14 cm.
Bella y bestia Ă“leo sobre lino, 60 x 54 cm.
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Esmerejón P. N. Doñana Lápiz y acuarela, 27 x 37 cm.
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Vista de la ribera Ă“leo sobre lino, 54 x 61 cm.
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Apuntes de cernícalo americano Cusco, Perú Lápiz y acuarela, 21 x 30 cm.
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CernĂcalo americano Ă“leo sobre papel Arches, 31 x 41 cm.
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Mochuelo en su olivo Acuarela, 50 x 70 cm.
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Mochuelo Trujillo, Extremadura Acuarela y Lรกpiz, 21 x 30 cm.
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