CONFIANZA ¿Qué es la confianza? La palabra confianza tiene muchas acepciones. Por una parte es la actitud de tranquilidad ante alguien o algo de lo que se espera que se porte o funcione bien, o que ocurra tal como se pensaba También es la seguridad que uno tiene en sí mismo o en sus cualidades Modo natural, familiar o sincero de tratarse las personas La confianza es una cualidad de los seres vivos que supone creer y tener seguridad de que una situación es de determinada manera, o que una persona actuará de determinada forma. La confianza supone seguridad tanto en uno mismo como en los otros. Es una de las cualidades de los seres vivos, especialmente de los animales y seres humanos. Si bien en el caso de los animales la confianza no aparece como algo consciente sino como algo instintivo, en el ser humano la confianza puede generarse de manera consciente y voluntaria a partir de la presencia de elementos, experiencias o situaciones que varían en cada individuo. La confianza supone cierto trabajo y esfuerzo ya que al estar consciente el ser humano de ella, debe ponerse en situación de seguridad en que aquello que se sostiene sucederá. La confianza puede aparecer en cada individuo de diferente manera, en algunos de modo más evidente que en otros. La presencia de altos niveles de confianza que un individuo puede tener sobre sí mismo hace que esa persona llegue más fácilmente a sus metas que una persona que no tiene confianza en sí mismo y que duda sobre sus capacidades. El desarrollo del nivel apropiado de confianza en un individuo está claramente ligado a un importante número de fenómenos tales como las experiencias vividas, el contexto de crianza, la personalidad, el medio ambiente que lo rodea, etc.
Sin embargo, el término confianza también se aplica a nivel social porque la misma es una virtud que el ser humano establece no sólo sobre sí mismo sino también sobre otros. Así, la confianza en los compañeros y padres es uno de los elementos básicos y más importantes.
¿Cómo ganar confianza en uno mismo? Es imprescindible en la vida un mínimo de seguridad en uno mismo, de autoconfianza, de sensación interna de que se es capaz, (al menos tanto como los demás), de enfrentarse a los retos de la existencia, y de que no se va a ser rechazado por los otros. Pero si tú has sido una de esas personas, que no han sido valoradas desde pequeñas, que no han sentido el aplauso de sus mayores, que no han sentido que eran algo valioso para quienes en la infancia le rodeaban, entonces, padecerás de falta de confianza en ti, y bueno será que atiendas a los siguientes consejos para paliar este problema. ESTO ES LO QUE DEBES HACER Precisamente, la primera medida a tomar, es la de entender como ha sido tu pasado, como te han tratado las circunstancias y sobre todo las personas que te han rodeado. Esto te dará algunas pistas de cómo actuar en tu caso concreto, y te terminará de convencer de que es imprescindible cambiar de rumbo, y actuar para ganar autoconfianza y mejorar tu vida. También te ayudará a comprender que ha sido tu entorno y no tú quién ha fallado. Al mismo tiempo bueno será que realices, desde ya mismo y aunque su efecto tarde en notarse, alguna actividad que sea de tu agrado, y en la que puedas realizar una labor mantenida, hasta que puedas destacar en ella. Vale cualquier cosa que realmente conecte contigo, una actividad deportiva, altruista, cultural, manual, etc. Esto te aportará una mayor sensación de valor personal, una tarjeta de presentación en tus relaciones sociales, y el mensaje, ante ti mismo, de que puedes mejorar tu persona. Naturalmente otra medida a tomar será la de mejorar tanto tu aspecto personal, como tu nivel cultural. Para lo primero no debes mirar excesivamente el dinero, y piensa que siempre se puede mejorar gracias a una ropa limpia, más higiene personal, tener una aspecto saludable etc. Para lo segundo, ten en cuenta, que tienes que esforzarte en tus estudios y tareas diarias para que tu cultura vaya mejorando día a día. Aunque tal vez te sorprenda, lo más útil para ganar seguridad en uno mismo, es presentarse ante los demás tal y como se es, sin ocultar para nada los defectos, las manías, los miedos. Cuando a pesar de ello vemos que muchas de las personas con las que tratamos, no nos rechazan, no rehúyen nuestra
compañía, e incluso que lo que creíamos que eran defectos rarísimos no son más que problemas bastante frecuentes en la gente, lo que sentimos es una sensación de alivio, mayor conformidad con nuestra forma de ser, y en definitiva mayor autoconfianza. Pero para que esta gran forma de mejorar te sea realmente útil, debes tener presente dos cosas. 1) No dejar que aquellas personas con vocación de "resuelve- problemas", que te vayas encontrando, te digan lo que tienes que hacer, ni asuman tus responsabilidades, pues esto lejos de beneficiarte solo conseguirá aumentar tu sensación de no ser capaz de enfrentarte a la vida. 2) Tienes que estar dispuesto/a a que un reducido número de personas, menos de las que tu imaginas, te hagan daño cuando te presentes tal como eres, pues te rechazaran. Es un precio que hay que pagar, pero realmente es un precio muy bajo para la sensación magnífica de que ganas en seguridad personal. Y ESTO LO QUE NO DEBES HACER: Por el contrario, nunca caigas en la equivocación, con la intención de resolver tu problema de confianza, de aparentar lo que no eres, o de mentir sobre aspectos de tu vida para ganar prestigio, o de rodearte de personas que te adulen, etc. A la larga, esto solo vale para profundizar tu sensación de no valer lo suficiente.
CUENTO :
Animín Animón
Animín Animón era un niño muy especial. Cuando era pequeñito, mientras estaba en la tripita de su mamá, tuvieron un accidente, y resultó que nunca pudo llegar a andar. Pero para Animín, eso nunca había sido un problema porque desde siempre estuvo contentísimo de haber podido seguir creciendo y convertirse en un niño mayor. Y era tanta la alegría y el entusiasmo que tenía, que era capaz de contagiársela a cualquiera, hasta el punto de que
terminaron por llamarle Animín, porque daba ánimos a todos los que le rodeaban. Y la verdad era que se notaban mucho sus ánimos, y no había albañil, cartero o taxista que no estuviera encantado de encontrarse con Animín: ¡Ánimo, señor cartero, a este ritmo hoy entregará más cartas que ningún día!, decía, o "¡Genial, señor taxista, usted aparca mejor que nadie, debería apuntarse a un concurso!". Además, Animín siempre tenía buenas ideas y soluciones para todo, y las repartía tan generosamente, que no pasaba un día en su ciudad sin que nadie hubiera hecho un trabajo excelente o terminara inventando algún nuevo aparato. Pero un día, Animín se encontró con alguien duro de pelar. Llegó de vacaciones a la ciudad Pupitas, el niño llorón. Daba igual lo que Animín le dijera, el niño llorón siempre encontraba algún motivo para estar triste: "que si tengo pocos caramelos", "que si mis papás no me han comprado este juguete", "que si no puedo ver la televisión", "que si tengo que ir al cole y no me gusta"..., vamos, que todo le parecía mal. Pero Animín no se dejaba contagiar por alguien tan protestón, y cada vez pasaba más tiempo con él, tratando de animarle constantemente, como hacía con todo el mundo. Hasta que un día, mientras los dos iban juntos por la calle, alguien dejó caer una tarta desde una ventana, con tan mala suerte que fue a dar de lleno en la cabeza de Animín, quien se llevó tal susto que no podía ni mover la boca. Ambos se quedaron callados, y aunque Pupitas estaba a punto de echarse a llorar, durante aquel silencio empezó a echar tanto de menos alguna de las palabras alegres de Animín, que finalmente fue el propio Pupitas quien terminó diciendo: "Vaya, Animín, ¡menudo disfraz de Payaso que te has puesto en un momento!". Y al decir aquel comentario alegre, Pupitas se sintió tan bien, que comprendió por qué Animín siempre estaba alegre y animoso, y se dio cuenta de que se había acostumbrado tanto al entusiasmo de Animín, que ya no podía dejar de ver el lado bueno y divertido de todas las cosas. Empezó a confiar en sí mismo y en los demás. Vamos, que empezó a ser feliz.