1
l._
-1
'
1
i
1
¡
l
rJ / i' L..
~ 2 '. _/" ,;r~ ,.¿:{ L f
L/
-
-
==- --i¡. (~
,¡
J
1
:j ,1
'
FüNi'JA "JOH Jf.:./1 ·'l~'IO "fiJJPJANO BIBLIOTECA
'¡
·,
1,
1
:
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
t
'
ยก,;
Es propiedad del Editor.
EPIGRAFES.
Al comenzar la olímpica carrera Se produce de polvo nube opaca Que oculta los corceles y los carros Del público anhelante á las miradas. Asi, las negras nubes de la envidia Al génio envuelven en tupida gasa; Pero al fin, con su brillo las disipa; Vencedor, hasta el cielo se levanta Y ostenta en él la luminosa frente De inmarcesible láuro coronada. Traduccion de
L.UIARTI NE .
Cual soldados de plomo ó de madera Que alínea el niño con pueril cuidado Somos los hombres todos. El que quiera En las álas del génio arrebatado De la inflexible fila salir fuera, Por loco pasará/será inmolado, Por mas que el juicio recto de la historia Levante luego estátuas á su gloria. Traduccion de
BERANGER.
Fullon se presenta ante ellos .. ..
CAPIT LO PRIMERO. QVE PLEDE SERVIR DE l~TROD[CCJOX.
HÉROES DEL TRABAJO Y MÁRTIRES DEL PROGRESO. No con idcro como grand~s hombres sino iaqucllos que. han prestado grandes s~rvicios al género humano . \'oLTAJRE
Las ciencias y las arles, han ilustrado las nacion es tanto como las virtudes de sus héroe . LAKA ~ AL.
De. de niüo apr ndemo la hi toTia de los conquistadores que han ometido la. nacionc al azote de la gu rra: ca i nadie nos lrn.bla ele lo artesan o , frecuentement o curo , qu a. eguran á la sociedad el bi nr tar de la Yida material y Jo ~ goce. ele la imaginacion. Sabemo que X rxé incendió Atena ; que Cé. ar y Pompeyo derramaron la angre á torrente n los campo de Farsalia; pero ca i no conocemo la Yicla de Euclides ó de Arquímides, cuyos de. cubrimiento. tien en hoy todavía tanta y tan útiles aplicaciones.
LO lIARTIRES DE L.\ CIEXCIA.
2
/
Y sin embargo la civilizacion moderna e debe á e tos graneles obr ro de todo lo pai s y de todo . lo tiempo . Heredero del campo que han cultiYado en el tra curso de lo siglo , recogemos el fruto de lo gérmene que ellos embraron . ce Entre los nombre en 1.lzado por la aclmiracion pública, ha dicho Geoffroy de aint-Hilaire, no hay ni puede haber ninguno ma ju tamcnte gloriosos que lo de 3:quellos que han hecho graneles ele cubrimientos científicos.>) Porque en efecto, ¡cuánto derecho tienen á nue tro reconocimiento esos héroes· del trabajo, ábio , exploradores, e critorcs, filó ofo , de quiene hemo h redado lo ocn ficios ele la ciencia! ¡Cuántas fecunda n eñanza , cuánto jemplo di 0 ·nos ele imitacion no hallamo en la hi toria de u Yida, ele sus luchas y ele us esfuerzo ! Para saber cómo e r a.lizan la grand s cmpr sa hay que ver cómo trabajaron; hay qu considerar la energía, la constancia de que han claclo prueba . Escuchcmos ·á Tcwton y nos dirá que hizo su· descubrimiento «pen ando en ello icmpr .» Buffon xclamará: ccEl génio es la paciencia.>) Todo hablaron 1 mi mo lenguaj : Trabajo y por evcrancia, es la cli,·i a 1u todo. han adoptado. ce Con tiempo y con paciencia la hqja de la m rera e tra forma en , eda>) (1). ewton e cribió u Cronología quince veces, antes el darse por . ati. fecho ele ella. Mio·uel An°·el trabajab3. á toda hora , comía apresura lament y algunas ve·ces se levantab'.1 ele noche para ·r nlver á. u tarea. Buffon trabajó en su d spacho, durante cuarenta aíio cinco hora. por la mañana y cinco por la tarde. Monte qui u clecia á un ami 0 ·o, hablando de su obras: «Leerá u tetl e te libro en algunas horas; pero le a. e 0 ·uro que me ha co taclo tanto trabajo, que me ha he ho encan cer.>) ( 1)
ProvPrbio indio.
PLI. lJ EL Y[EJ .
3
«Lo. qu uponen que . e puede con. guir un re ultaclo in trabajo y ·in fatiga, élecia Franklin, on enyenenaclore. ·. >> ca cualquiera el obj to que el hombre se propon°·a conse0·uir, no le ba ta u 0 ·etar e á tralnjar: e preci o ademá. que e aco tumbr á vencer clificultacle por l ue u marcha 'e ycrá entorpecida por todo 0 • '•nero d ob táculo . Para ase0·urar el éxito de cualqui r co a que e emprenda, y par:1 triunfar en la batalla ele la Yida, erá prcci o gue luche: Ahora bi n, quien clic lucha, die peligro. Si el explorador quiere lanzar e á conqui tar nueYo. territorios, atraye ar lo mare , Yi itar lo· contin nte , e tender lo dominio de la 0 ·eo 0 Tafüt, e. tucliar la fánna ó la flora de lejanos pai e , hallará por do tiuicra numero o peli 0 To . En 1 Océano la tempe tacle 1 tendrán u marcha: en tierr,1., l acometerán lo hombr y lo animale , el can. ancio y el hambre rán u cnemi 0 ·o . Tendrá que combatir contra Yiento · y marca . ¡Cuántos ob ervaclore. ele la naturaleza de el Plinio el Yi('jo ha ta Yíctor Jac<1u mont, han hallado a í la muerte que ri nclo co bar al o·u na v rdac1 de 'cono ida! La muerte d Plinio e n ci rto modo, la terna hi?toria el 1 hombre anonadatlo por lo. clem nto .. qucl 0 ran ob c1Taclor e hallaba en }Ii ena d de donde Ycia aparecer n la cima ckl Y . ubio como un n ºTO l enacho, el humo arrojado por el yo] an; des1 ue de haber rcl nado que prepara en u bajele. , crnbar a y hac que le Jlcy n hácia la ca ita ituada al pi~ del mi mo cráter para tucliar ma ele cerca el imponent fenómeno. Calaron la na,e una lluvia ele ceniza ar lient ", cuyo calor cada Y z ma le,ado á medida qu . e aproximan: acá y allá n m dio de la ola llueven piccha. calcinada por la rupcion. El piloto a u tado quier volver e hu ndo le aqu llo peli 0 To o itio ; pero Plinio 1 r . pond on una fra e que ha looTado hacer e célebre. «La fortuna ayuda á lo autla " . >> Llega á la co ta, y con-.
•
4
LO
)lARTJRES DE L.\ CIE;\;CI.\.
templa de le lejo lo fuego amenazaclore clel cráter. Desean a en una ca a ele la cual le arrojan al ra ·ar C'l c1ia lo temblores ele tierra y la lltrvia clc piedra enroj cicla : Tant él como u compaíiero e yen obli 0 ·aclo para librar e cle ' tas á poner obre la cabeza, almohacloue qu uo-etan con tira ele lienzo. Pero por to rla partes e precipitan torr ntes ele la,a que co1T n ha tJ. el ma.r, lanzando al aire abra adoras llamas y ga s en,enenac1os. Entone s pronuncia una di per ion°· neral. Plinio de pie obr la orilla, rodeado por una nube c1 ,apore sulfuro os, compr nde que se a fixi:t y hace que l o tengan do e cla,o . Al fin cae inanimado. «Do dias d pu , halló u uerpo ínteo-ro, sin herida alguna y con las mi rna ve tiduras que llevaba. Hubieran cr ido que e taba elurmi nc1o y no que e taba muerto (1).» A partir d e. te inolvidable suc o, el ~mor ele la naturaleza y el acrificio por la ciencia han h cho mucha ,íctim1 . Citaremos algunos ejemplos, y recorclaremo en primer lugar b patética hi toria del naturalista Ll co Ha clquit (2). Su mae tro Linn o l babia manifi stado :u sentimi nto de que n u época fuera toclayia t::Ln poco onocicla la hi toria natural ele la Pale tina. Ha ·elqui. t, aunr1u clébil, enfi rrnizo r poco apropó ito para soportar las fati 0 ·a ele un Yiaj difícil, e re olvió á llenar a 1uella laguna de la i ncia. Para prep1rare se puso á e. tudiar, clmantc dos afio las m jores obras que e habian e. Tito obre el Oriente, y á aprenc1 r al mi 1110 tiempo lo · idioma ele lo paises que se proponia ,isitar. 8u entu ia mo le granj ó la ·impatía el todo . . Lo habitante. ele Stokolmo y ele Gotbemburgo bici ron donatirns para atencler á sus nece iclacle . Se emb1rcó on rumbo [t mirna y llegó el 26 ele ~o,iembre de 1749. Allí yi ·r ió cljóvcn naturalist:1 cerca ele un aíio, haciendo frecuentes e cur. iones á Manika, y al Sipilo; recorrió el E 0 ·ipto, Yisitó Ro ta y l~janelría, y (1)
(2)
Carlas ele Plinio el jóvcn.-Carla 16. ~ació en T:iernYnlla cerca de Linkcepin° (Suecia) el 3 tic Enero de 1722.
H.\
¡¡
ELQUl ·T.
-envió mucha m moria. obre u· ele cubrimiento y u observacion á la cad mia le Ciencia de p ah y tokolmo que 1 aclmiti ron en 1 número ele u individuo·. Tambien fué nombrado a ·uclant el la facultad el :\I dicina el p ala, que ya anteriormente 1 habia conferido el grado el el et r. En )Iarz ele 1751, Ha elqui t alió del Cáiro y viajó ocloma y mucho por Palc tina, don l e tudió la patat el 0 ·ió mucha ob ervacione intelar ·pina de Cristo (1) y r re. ante obre lo ·altamonte . na to pertináz acompañada el frecuente hemorragias le hacian padecer in intermi ion, horribl dolore . . La r rnd011ria 1 acon ejal a qu ,olviera á su paí , pero no cr ia que había hecho aún ln t::Lnt en favor de la ciencia. Aunr1ue había ya reunid, una rica c leccion de planta r mucho cj mplure ele hi toria naturcll, 1ui o 'li it r la i la ele hi pr y qui ' O Yoh·er 1ueo-o á mirna para recoger nuevo dat . La enfürmcc.lacl pudo ma 1u u cle'eo , y murió lcjo de su pHria y u familia á la tempran 1. edad de tr inta año (2). La hi toria el l naturali ta francé Filibcrto Commernn. c 111110, el ra. tocla,i'L qu la el Ha elqui t. s n (3) De pue el' haber hecho una brillante carrera en l\Iontpellier, ·e Taduó de doctor n 1755. H :.tl ü 111 nifi tado tanta aficion á la iencia natural , qu u p:i.dr l c1 jó con agrarse á ella , aunqu en un prin ipio pcn ó d dicarl á la ma 0 -i tratura. En cuant terminó u· x.ám ne , recorrió las Ce,ena , uiza y visitó todo el litoral del ~focliterrálo Pil'inco , l n o. H rboriz'.:l.b:t. con un cntu ia 1110 t 1, qu i achertia que ---~---------------- -- --
( 1) La pala la de oclom1 segu~ la re ocia m1s gen ral es el írulo tlel ola11 iun mclou,qcna de Linneo; es un tubérculo insípido cuando eslá crudo, pero que liene
b:1:;lanlos su:ilancias alimonli ·ia.;. La espina de Cristo es el arbu Lo onocido con el nombre rul 0 u tic Ogiacanto
(,1lespiltus oxyacantha.)
(N. del T.)
(2) Tratados ele la Academi1 ele Ciencias d lo!rnlmo. 1708. Pan ~"írico d lh.;s?lqutsl. (3) Nació en Chálillon-lez-Dombc:; el l de ~oriembre de 1 27.
6
LO .\IARnRi;;S DEL\ Cll!:XCI.\.
faltaba alguna planta en su herbario, habia c1 procurársela por todos los medios aun con ric go ele su vida. Un dia se encontró, como Absa]on, colgado por lo· cabello. y no pudo soltar e de la rama en que e habia cnreclaclo mas que dejánclo e caer en un rio, donde le faltó poco para ahogarse. Otra vez, no puclo eyitar un torrente mas que clcjánclose caer en un precipicio. Sin emlnrgo, aquel viajero infatigable, tenia ·us afecciones ele familia; en 1760 ·e casó con una jóvcn clel Charolais, y con este motivo e ·cribia á uno clc u amigos: ce Buscando por primera vez planta en este paí:,, he ncontl'ac1o una sensitiva que pronto haré figurar, no en mi herbario, .-ino en mi alcoba.» Dos años des pues tuvo un hijo, cuyo nacimiento co -tó la Yida á su madre. Commcr ·on se hizo pronto célebre. El gran Linneo le propuso que hiciese para la reina ele Su cia una clcscripcion de las especies mas curiosas ele pe ·cados que vi vian en el Mediterráneo . Commer on contestó escribiendo uno de los tralnjos· ictiológico.· mas importantes del iglo XVIII. Fundó un jarclin botánico en Montpellier; entró en relaciones con Lalancle, ele quien pronto fué amigo, y poco ele pues aceptó la plaza ele naturalista ele la cxpcdicion alrededor del mun lo, dirigida por Boug:ainYille. En el momcnt) en que Commcr ·on iba á,"embarcarse, un criaclito que tenia, hacia dos aíios, llamado Baret, y por apodo Bonnefoi, que ·e había familiarizado poco á poco con el estudio ele las plantas, le suplicó que le llevara. consigo. Commerson des pues ele muchas vacilaciones, accedió á sus deseos. n año ma · tarde, en Taiti, Barct-Bonncfoi, á quien todos á bordo querían mucho, á pesar de u natural re crva, bajó á tierra y se encontró con algunos insularc r1ue exclamaron: «¡Es una mujer!>> Baret-Bonnefoi huyó; pero habiendo llegado el hecho á noticia de Bougainville, el criado ó mejor dicho, la criacl3, de Commerson, se vió obligada á confesar la verdad.
FILIBERT
CO.\ nlEll U~.
7
- Ya abia yo dijo, lo p ligro á que me exponia, pero era ·ola en el mundo y yo tambien tenia amor á la ciencia. Bar t-Bonncfoi habia conducido iempre bien, y fué p rclonacla: continuó pre tando el senicio de ayudante de naturali ta al lado ele Commer on, que en recompen a á u Yirtucl le d clicó una planta nue"Va, con el nombre ele Brtretia, <<lmágen de Diana, dice, con u carcax y de la sagáz y au tera Miner'Ya. >) En Rio-Janciro y en Bu no -Aire , recogió Comm rson verdadera riqueza . A lo Y intiun me e de navega.cion y de pue de recorr r diez mil leo-ua de de que alió de Rochefort, lleo·ó á la i la d Francia, donde le hizo detener e el célebre Poiyre, intendente el la colonia. Poco ma tarde le ncargó el gobierno fran ' que continua e u trabajo en Maclaga car. «¡Qu; paí tan admirable! e cribi:t á u ami 0 ·o Lalandc, ¡dcb ria ten r para él solo, no un ob ervador ambulante, ino Acad mia ntera !>) De pues de haber recogido una con iderablc cantidad ele riqueza ycgctale en Mada 0 ·a car volvió Commer on á la i la de Fran ia en 1771. Pr parába e á ordenar u materiale ci ntí:fico y á volver á Francia para reco 0 ·er el fruto ele u fati 0 ·a : la Academia el ciencia le había dado un pue to n u eno: pero tanta fati 0 ·a y tan exce ivo trabajo, habían el truiclo u alud. O ho dia ante de hacer e u leccion, había mu rto en la j la el Francia (21 el Marzo ele 1773.) Hacia alguno me e pr n6a que e acercaba u muert : la siguient línea , acada ele la última carta que emitió á u hermano político, on l eco de un grito de garraclor de u alma: «Si mu ro, le recomiendo á u ted á mi hijo y le ruego que r e por mí. .. Mil mil yeces le uplico me dé noticia~ ele mi pobre huérfano. Me paree qu voy á perderle, y quiero gozar sabiendo de 61 por la última vez.» Commcrson d jó á u muerte para llorarle do testigos de
8
LOS .\lAllTIRES DE L.\ CIENCIA.
su agonía, do amigos, dos colab radores constantes: el dibujan.te Jos i 0 ·ny y la foal Barc-t--BOl:i-ncfoi.., .que fué qi.iien trajo al )'fu eo las colecciones del desventurado naturalist::i. «Commer.:;on, dice Cu-rier, era un hombre tlotaclo de un t actividad infati 0 ·able y de profundos conocimientos científico ·. Si hubiera publicado él mismo su observaciones, ocuparia uu lugar muy preferente entre lo naturalista ... Es incli culpable el abandono en que quedaron sus coleccione , porque si e hubiera.n utilizado inmediatamente, hubieran cladp á la Francia un pu e ·to imporb,ntísimo entre las naciones que han co1itribuiclo al adelanto de las ciencias m ,turales. Los trabajos de Commcrson. on extra.ordinarios . Asombra ver que un hombre haya podido hacer Ltnto en tan poco tiempo en un paí tan cálido como el que habita1n. Nada hay mas trabajoso qu~ disecar los pece en los pai es cálidos; y in embargo, Oornmerson lo hacia con un entusiasmo sin ejemplo (1).» No seria posible hablar de las grandes acciones que han inspirado las ciencias naturales, sin citar á Víctor Jacquemont, aquel hombre inimital)le, en quien la gracia y la sen·ibiliclacl se unian al -ralor, á la perseveran ·ia y al amor ele la ciencia; á aqucljóven, muerto ,'t lo trcint:1. y un aüos lejos de u hogar, que tanto queria, lejos ele su familia, que le iLlolatraba. Jacr1ucmont de::;embarcó en Calcuta el 5 de :i.\fayo d 1829; llegaba á un país problemático á la sazon p::>r la ciencia. Durante tres aiios y medio reconclas llanuras bajas de la India y la rcgionc montaüosas; d tiénc. e en Cachemira y forma su itinerario dirigiéndose á los barrancos y á las altas mesetas del Himalaya. ¿Quién no conoce hoy por la correspondencia de Jacr1ucmont aquella asombrosa epopeya ele un natut,1.lista del Musco de París, con seis mil francos ele sueldo al afio, viviendo en medio ele extranjeros fastuosos, (1) L:ilaodc. Elogio histórico de Commerson en las Observaciones sobre la física
y la Historia natural, por el abale Rocier, año 1771.i.-Magasin pitloresque, '1873. -Nueva biografía general de Fermin Didot.
VlCTOR J,\CQUEMONT
Dcleniéndose aquí y allí en el camino, escribía algunas nolas.
ยก, 11
I!
11
1:
VICTOR JACQ ·1mO'.'iT.
11
frecuentando las Córtcs ele los Soberanos ele la India clecaicla, ingcniándosé en medio de aquel lujo asiático para no hacer mal papel y para sostener dignamente el nombre francé ? ¿Quien no ha leido aquellas narraciones, cuyo recuerdo han inmortalizado sus cartas, aquellas e cenas que cuent'.1 en tan agradable estilo, hacienclo brillar sucesivamente las raras cualiclacles de su festivo talento y de u recto juicio? , íctor Jacquemont, en aquellos viajes tan yariado , jamás perdió de vista el interés ele la ciencia; en medio de sus fatigas y sinsabores, no se entregó al desaliento. Junca abandonó el trabajo y el interés ele su mision. Gran parte de su viaje, lo hizo á caballo, , cguido de dos pahi que prececlian al resto ele su e colta; deteniéndose aquí y allá en el camino, escribia algunas notas en su cartera y reunia los elementos de ·u diario. Algunas ·mees e ha motejado á Jacquemont porque no hizo bastante por la ciencia, pero bien pronto su memoria se ha visto libro ele tan injusta acusacion. Habia amontonado materiales, y cgun escribía á u padre, iba ((á llevar:so con qué tra.bajar. » El destino ño permitió que aquel desventurado recogiese el fruto de us graneles esfuerzo ; durante mas ele dos años, padeció una teri'iblo enfermedad, que le llevó al sepulcro (1). Jacquemont espiró en Bombay, ele. pues ele sufrir torturas inauditas, _que deben excitar hasta el grado mas alto nuestra admiracion, á causa del estoicismo con que upo dominarlas. Llegado su último momento, so mantuvo con la mi. ma tranquila firmeza de siempre y tuvo fuerza para escribir todavía á su muy querido hermano Pórfido: ((Mi muerte, i es la muerto la que se aproxima, dice en su última carta, e tranquila y sosegada . Si estuvieras aquí, sentado en el borde ele n1i cama, con nuestro padre y Federico, e me partiría el ( l) El Dr. Jourdanet ha reunido relali vamenlc á esle asunto Llocumentos completos y de gran interés en su excelente obra: c<La presion del aire .»- DOJ lomos en oclavo.-G. l\iasson, ·1375.
12
LO :IL\RTIRE DE L.\ cm~CL..\..
alma y no veria llegar la muerte con tanta rcsignacion y con tanta serenidad. Consuélate y consuela á nue ·tro padre: consolaos mútuamente, ami 0 ·o mios. Pero me acaba e. te esfuerzo que he hecho para e. cribir . Es preci o deeiro : ¡Aclios! ¡Adios! ¡Oh cuánto o' quiere vuestro pobre Yíctor! ¡Aclio -· por última Yez! >> La muerte concluyó con las con°·ojas ele Jacquemont: lo ojos de aquel ,iajcro, á qnien puede llamarse mártir del cumplimiento de su deber, no tardaron mucho en cerrarse para srnmpre . Para bu. car tambien en otras ciencias, ejemplos ele c. ta clase de sacrificios, recordaremos la Yida acfü·a, fructífora. y fatalmente terminada del astrónomo 911appe de Auterochc. El abate Juan Chappe ele Auteroche, (1) uno ele los inelidduot; mas jóvene ' d la Academia ele Ciencias, fué com ision!t<lo .por e. ta corporacion pira ir á To bol ·k:, en Siberia, á 0b ervar el paso íle Vénus que debía verificarse el 6 de Junio ele 1761. Salió ele París á fines de 1760 y llegó fácilm nte á San Peter burgo : pero el ,iaje de la capibl ele Ilu. ·ia á Tobolsk le ofreció en cambio gra.Yes clificulbdes; elur,rnte doce clias, turn que recorrer en trinco m::ts el Lre. mil kilómetro. , rodeado ele todo género ele contrctriedn.eles. El trasporte c1 sus instrnmentos lo causaba entorpecimientos y temores constantes . Gracias á .· u en rgía y ú u acti Yiclael, llegó á ticmN1ció en ~lauriac (Allvcrnia) en 1722. Tambien Esparia ofrcc~ en los tiempos 111otlcrnos sus 111ártirrs rle la ciencia. •i'ío há muchos años, en ·186:J, pcrccia cu California, vír·ti111a dr un1 ellfcrmcdad conlraida durante sus viajes, el naturalista madrileño D. Fernando Amor y ~Iayor. El 10 rl e Agosto de 1862 habia salido de C,hliz á bordo ele la frngata rlc guerra uestra Sefora del Triunfo con la cxpcdicion que debia recorrer el Pacífico; en aula Cruz dr Tenerife, las iJlas de Cabo \'crde, el Brasil y Bu nos-A ires, recogió numerosas y excelentes colecciones que sus compañeros trajeron á Madrid, y que estuvieron expuestas al público en el jardiu Boláa ico. Hallándose ya enfermo de gravedad, visitti y estudió los alrededores de Tacna; Arica y Cobija, recogiendo en este punto un magnínco cjcmplnr de cobre nativo, t_le seis arrobas de peso; uno de los mayores que se hao encontrado cu el mundo. El clima de la capital del Perú, donde fué rlespucs, le empeoró mucho y trasladado á California, pereció cu la ciudad ele San l<rancisco, el 2 1 de Octubre de 18G3, á los cuarenta y un ai10s. (.V. clel T.) ( 1)
RICHMA 'N
[n globo de fuego azubdo derriba al desgraciaJo prof'l!sDr.
11
CHAPPE DE At:TEROCHE.
po toclavia al sitio ele su futura observacion . El 5 ele Junio una espesa cortina ele nube , ocultó constantemente el cielo, y lo mismo suceclio durante la noche. El abat Cbappe era víctima de una inquietud mortal. c<E te fenóm no, dice, e perado desde hace ma de un siglo, era el decideratum de to~ clo lo a trónomo ... "\ olv r á Francia in haber lleYaclo á cabo el objeto de mi viaje; yerme prfrado el 1 fruto de tanto peligros corno habia corrido, ele tanta fatiga como habia soportado, solo con el de eo y la e peranza del éxito; verme priyado ele él por una nube en el momento en que todo me hacía esperarlo, como co a e 0 ·ura, son ituacione que no e comprencl n sino pa anclo por ella .>> di iparon. Chappe no Al amanecer el clia 6, la nube perdió ma que el primer contacto, pudo ob en·ar toda la clemá fa es del fenómeno . El astrónomo, durante u yiaje, no habfa estudiado solamente los a tros. Sei afio de pues de haber vuelto á Francia, publicó el relato ele u ayentura qu - completó con curiosísima reí laciones sobre la Ru ia A iática. Publicó lo qu la gran Catalina ocultaba al mundo; d scubrió l· odio iclacl de un gobierno bárbaro y abo 0 ·ó con lo u ncia por b cau ::i. de aquello pu blo oprimido . La emperatriz de Ru ia que había prot gido al autor, se intió herida n lo ma YiYo, e yengó co1wirtiéndo e ella mi ma en e critora . La Semírami d 1 ortc hizo imprimir en Am terdam, una obra e critJ, en francés qu e titulaba: c<Antídolo ó exámen del libro 11i:-1lo, aunque perfectamente impre o, titulado Viage á Siberirt, en 1761 por Chappe de Auteroche. Ba ta indi ar e t título para qu e comprenda el píritu que dominaba en aqu 1 libro, e rit por una muj r, sin duda alguna el un gran talento, pero á quien la aclula.cion cegab:1 por punto general. Era una Yerdadera diatriba, el e tilo mordáz, de la cual ba ta itar un trozo . ce Su observat río, clic, la soberana hablando de Cbappe,
LOS ~L\RTIRE. OE L.\ CIE~CL\ .
e taba á men os de i.m cuar to de legua de T obolsk . H abía in-
Yi tado para que a istiera á él toda la eiudad y sus arrabales : y n efecto, tan ta gen te acudió, que eri a 'milagroso que las ob en acione hecha an te tan nu mer o o púb lico fu ran exactas . Duran te todo el tiempo que e turn ha iéndolas, ob ·en aba, gritaba al c1ue to maba la notas, di scu tia con los concurrentes, r espondia á las pre 0 ·un ta que se le dirig ian, r eia con los de más, hacia la cór te á la señora y disr u taba con l\fr. P au lowtski sobr e el Apocalipsi y sobr e el fin del mundo . >) L a 0 T ai1 Catalina era injusta; p odrá n o concederse al abate Chappe la co mpleta exacti tud ele us oh ·er Yaci~:mes, per o no se le pueden negar ni s u celo, ni ns acrific ios en ara del pr ogreso de la ciencia :i que con a 0 Tó su yida . E n 1769 el fenómeno que Chappe babia ido :i estudi ar á Siberia debia renoYar ··e, y California era el lugar oportun o para est'.1 nueva olJser rnc ion. Chapp de Au ter oche, cuyo ar dor científico n o habia di sminuido .'acrifi ándose otra Y z, nu rchó para ufrir las mayor e. miseri a· el ·l mundo, ú un país ca ·i eles onociclo y considerado :i la sazon como en terarnen te ·al vaj e . California per te necía en tonces á Es p:uí a . Chappe ele Au ter oche snlió de C:icliz el 18 ele Setiembre ele 176 acompaüado ele dos oficia le · ele Cárlos III. La traYesía d uró seten ta y siete dia . Despues ele h aber esperimentado un a,s duras fatiga. y pa ado p r Yerdader os ufrimiento , el astr ónomo pudo poner su. in. trumentos en e.'tacion y h acer en buenas condi ciones s us estudios . E l G ele .Junio de 1769 el cielo estuyo n otablemente cl esp j ado y se pu d ieron obser n n· todas las fases del pa. ·o del planeta . Chappe de Auteroche habia obtenido un nuevo éxito; pero en aqu ella época r einaba en California un n. epide mia de fiebre a marilla qu le atacó. Triunfó de aquella terrible enfermeclacl y estabá ya cas i bueno, cuando quiso ob er var el eclipse del 18 de Juni o. A pesar ele su debilidad pasó la n oche observando el c'iclo. Al clia s ig uiente recayó, s acos tó en una lrn-
TUCIL\I .\N'.'i .
17
maca y mm·w alculando la fü ·''del eclipse qu acababa de ob ·crvar. El papel n gu' cribia lu. núm 'I'O,' .•p le c1yó d las manos: << Ya sé que m' qu dan pocas hora el, vicla, acababa d decir· pero mu 'ro cont nto porqu h c1c. 'mpeil:vlo mi mi ion (1).)) El innovador que qui re ilu trar á la humanidad, de truir la pre cupaci ne infundada fi cundar el ten no el la intelip·encia, embrando en q i<l a nueva , ncontrará ob táculos d otro género, p ro no menos temibl <1ue los pr ~ced nte . Lo· celo , la nvidia el ódio, encarnizarán contra 0 él; Lt i ·norancia, explotada húbilmcnt , lG amenazad.de continuo. Galileo fué pcrse 0 ·uido; Pali . y, encarcelado; Ramu mu rtoale·r n amcnt n la ini fr,1.nochcel la 'aint-B~1.rthel my: E. té1 an Dolct p r ·ió entre la · lhuna ele la ho 0 ·ue1\L ene mlida por la In 1ui i ·ion. E. ta e de 0 ·rnci:tclamcnt' la historia de la mayor p1rt ele , que de d el clia en qu ' ó rat.c b bió la cicuta, h 1.11 con ao-raclo á. empr '. ·a pr 'rnaturas, y 111.n eom ticlo ·e 0 ·un la feliz xprc ion de '.1, imiro D ,Javio·n : (< El error de acertar , ohrado pronto. n
El fí ico, el químico, que interro 0 ·an la naturnlcz1. por m dio de u exp rim nt s, aben afrontar otro l)eli 0 T O . L a cln.s de trabajo qu empr nd n les e pon á, v 'CC á la accion de lo clem nto que e tuclian ó d la· fucrz:ts que ponen en accion. El Gd Ag,1 t el 1753, 1. ábio ccr ta.ri el' la. Academia d icncia 1c San p,ti;rsl lll'go, Ri hmann , queri ncl o ob - rvar la lecteicidacl el las nube , ' aproximó á una b:1.na metálica que babia col cado n u cuarto ele tuclio, y c uya punh el ,,aba obr la tcchumhr . Halláb:.1. tí n hdo un arti ta llamado lokow, que a. i tia al csp rim nto on oh( 1) Memorias ele tri Academia ele Pcffis, l7G9 .-Pa!I C(J Íl'ico de C/i ·1pp." de A 11lcrochc por Grarnljean dr Fouchy . 3
18
LOS MARTIRES DE LA CJE~CIA.
jeto de facilitar u de cripcion por medio ele un dibujo. El tiempo e taba tempe tuo o. Nube o curas y cargadas de rayo circulaban por el eno de la atmó fera. Ricbmann aproxima una e pecie de electró copo á la varilla : inm diatamentc un globo ele fue 0 ·o azulado, del tamafio ele un puño, se desprende de ello y derriba al ele graciado profe or . Solokow cae al mismo tiempo; pero poco á poco recobra los sentidos . Richmann babia quedado muerto en el acto . La cbi pa eléctrica que entró por la cabeza babia atravesado el cuerpo en toda ·u longitud saliendo por el pié izquierdo. Algunas o-ota {le angre . alpicaban la frente ele Richmann alrededor de la herida abierta. en ella: en el pié izquierdo e pre entaba una mancha azul, y n aquel mi 1110 itio el zapato e taba agujereado . La ca aca ele olokow e taba surcada por larga quemaduras que parecían hecha con alambres enrojecido (1). El 30 ele Diciembre ele 1840, Hervy, preparador de química en la E cuela ele farmacia, liquidaba el ácido carbónico por medio ele un aparato ele Thilorier. Todo iba bien al parecer, cuando de re¡ ente se oye una cletonacion horrorosa; la presion interior ha yencido la re istencia de la parcele metálica ; el aparato alta n pedazo y esto eparan la piernas ele Hervy de u tronco: Tres dias de. pue , babia muerto . El que tra á Ja ociedad una invcncion mecánica capáz de sustituir 1 tr::i.bajo del hombre, vé enfrente de í 1 ejército de lo que e enamoran de Ja rutina, esclavo ciego que e rebelan contra la emancipacion. Dionisio Papin, contempla su barco ele vapor he ho p clazo por los barqueros del Rhin; Jacguart e Yé amenazado por lo. obr ro ele Lyon. Y lo peor e" que no solamente cJ vu lgo per igue el génio sino que alguna veces aun Jo talentos ma di tinguido , e dejan arra trar por e te movimi nto ele reac ion, y rechazan l nuevo inYento . ( 1)
flisloria ele la Academia de cie;1cias, 1753.
F LTO, .
i9
Fulton propone el uso de torpedos al Directorio y é te los rechaza. El primer eón ul lije in embaro-o á, olney,. Lae reunan y examinen el a unto: place y Monge para qu Fulton se pre enta ante ello y le explica su si tema, e practican en Bre t alguno e perim ntos; pero despues d e"ca a é insuficiente t ntativa , Bonaparte le retira decidiclam nte su proteccion. Ma tarde Arago, comete la mi ma falta que Tapoleon: ol ilu tre a trónomo ha negado lo camino de hierro; y ma recientemente todayia, Babin t e ha atr vido á asegurar que l -.. . . . proy cto de un cable clédrieo colocado á trayé del Océano, era una mpre a loca. La obligacione qu impone el deber profe ional no han el üado tamp Jco de producir Yíctima : el médico en la epidcmi ; l min ro en el no d la tierra, han tenido tambien qu arro trar la muerte en Yaria ocasione . El e pectáculo de todo esto mártire del progre o, olda.do que ufren ó que ucumben peleando en pró de noble causas, no puede m no de conmoverno y d xcitar nuc tra compa ion· p ro no dcb 1110 Y r en él un motiyo ele c1 aliento. ¿Quién d no otro yacilaria, i viera. la pátria en peli 0 To, para tomar la arma á prcte to ele que teme la muerte que han hallado u pro 0 · nitore en el campo de batalla? El heroi mo d nue tr abu lo , lcjo ele en n·arno. , no debe entusia mar con l j mplo. Lo mi mo elebe uced r en lo dominio ele la ciencia: el qu no qui iera abrir la mano, p r temor le que e le e. ca¡ aran la y r lades 1ue tenia en lla , . ria un criminal; 1 que del ] ber porqu r "troc cli ra ante la car 0 ·n, del trabajo otro , anteriormente han ufrido el gracia n u mi 1110 trabajo, . cria un cobarde. La Yicla de los grande obrero" le la i ncia debe animarno á, guir u ej mplo haciénclono v r qu en la con ~tancia el 1 trabajo, y en la p r Y ran ia el la nergfa e tá
20 .
LO
i\L\RTLRES DE LA Cl!<:t CIA.
muchas yccc ' el secreto del éxito y á yeccs la gloria del génio; y que en todos caso,· el trabJ,jo es una fuente inagotable de fuerza y ele con uelo. «Estuclianclo, clecia Agustin Tbierry, se pasan los clias trabajosos sin apercibirse de ello; cumple cacla cual con su mi ion; se consume noblemente la vida. Ciego y doliente sin e peranza y casi sin desean o, pueclo decir esto que en mi boca no será sospechoso; hay en el mundo algo que vale mas que los goces materiales, mas que la fortuna, mas que la misma salud; el con agrarse á la ciencia (1). Otra consicleracion clebe tambicn darnos ánimo. Algunas ele las causa que han hecho ele ciertos hombres, mártires ele la ciencia, desaparecen ele las sociedades modernas: e t son la que nacen, no el lo elementos ino él.el hombre mismo: ele sus preocupaciones, de su ignorancia. La persecucion al innovador, que tantas víctimas ha origin'.1clo en otros tiempos ya no existe; nadie la ve en 1 clia. Habrá siempre Livingstone anic1uilaclo por las fiebres en el teatro ele sus hazaña ; pero no habrá nuevos Cri tóbal Colon encadenados por el ódio y la iniquidad. Debemo alabar á Bernarc1ino el Saint-Pierre que no. ha dirigido esta consoladoras palabras: « ue tros a.bu lo.' han pasado p r la echcl ele hierro: nosotros tenemos ante los ojos la ec1acl ele oro . >> I-hce clo,• siglo , Riquet, (2) el auto r clcl canal del fodioclía que une al través ele la Francia el Atlántico al Mediterráneo, murió completan'l.ente arruinado. Esta empresa colosal e1,cita _hoy todavia la aclmi ra,cion del mundo. «S in otl'c> .in8trumento que un m.i,l compás de hierro, di ·e Daguesseau, Riciuet .·e entregó en uerpo y nJma á 8u obra á la que onsagró un:1 Yicla ent ra de gé11io, c1 pcrseYcrancia, de f(\ (H). ( 1) Die::, a,ios de esttulios hi tóricos, 18:.i6. (2) Naci6 rn Béú crr,; en 1604 y mmió en TuloJa (Frauc:i:1) en 1680.
(3) Riqu r. l encontró p'.lra co1Blru ir el cana l del i\Lediotlia conlrnriedndeGde LodJs clase.;. Lo m,i_; aol,tblc r~ qu , la opocicion provcnia prin cipalmeDLc de las auloricl atle el• las pobl:tcioncs del Mcdiodi1, qu r eran l:t:; que m1 ,; proyecho cl cbian sacar de
HI ll"ET.
21
l\llll'ió de cansanrio en el momcnt en que l'l canal iba á r1uedar umpleto. Aquel trnlxijo 0 ·i0 ·antc TO habi,t costad o cli 'Z y .· iett> millone el libras tornesas . Riquc.·t había, empleado en él . u fortuna totla y dejal)a 1énd.v p r nns de clos millunc ... <c)li empr. a C.' ·rilJia :.i. Cucb·r n 1GU7, l',' d ma.' aro clL· mi::; hijo. ; p r o yo n o mirn · l provecho ·ino la 0 ·loria y Ylll'Sdejar honrn ::'t mi:-; hijo y n me prcutra at i fa cion . De c upn. clL:jarle. una g ran fortuna.>) "\ r á,' un hombre el' e8te temple m orir en la 111i ·eria, c ua ndo enriciuece ú. u p1.ís e· bmentable: pero a no t' · <le nu .·tro · tiempo. (1). Lo F rnanc1 el Le sep. ú qnicne · ~e trabajo. el 1 in°·cni ro civil; lo Dai'win 1eb n lo granel qu ofr cen á la inn°·intcion nue,a idea n on ya n 1 11 realizacinn <le este gran trabajo; rn que rl intrrés privado t,c sobrcponi'.l al iatrrés general. Cuando sr trató de sanear lo;; pantanos tle Aigues-~lortc.;, muchos individuo., 1le los Est1tlos de Langurdor s·~ opu..;irron á c3te trah:ijo. Tcmi1n qur los prntanos SL' convirticJcn en tierras ele labor y qu e.;to hiciera bajar el precio de us lri"o;:;. Colbrrt sabia r\e5p r.•ci:1r estas coasid raciones e"oi, la1 mczc¡uin:is. ( 1) D 3graciad1mente la afirmacion d l autor es menos exacta ele lo que seria <le desear. La prcocupacion de los obreros, que véu casi siempre cu la ill3talacion tic m1\quinas, un medio de lncerles prrclrr ;;u · sub.;i trncias sin comprender que el cslabl cimirnlo ele aquellas ne csit:i el lrab:ijo del h mbre nns intcli<>eate prro mrnos fatigoso, lr..; lnce mucha5 vece comnlrr crínl'nc,-; contra aquellos mismos que llenclos de su amor á la industria, quierrn fomentarla ' de.1arrollarla por lodos lo:; medios que hoy pue1len ap lic,írse le. En 1872 y 1í consecurncia tic conlralo hecho ante el gobierno español y la casa Rotschi ld sobre las minas rle Almadén, 1ilustrado y cono ·ido in<>enicro eé,paiíol D. José de Monasterio habia ido á Bél<>ica dond pcrnnnPció cerca de <lo a110 para comprar ' rns:iyar las m1quinas importantísimas que habla proyectado establecer en aquellas célcbrr, min:1:,. De vuelta ,í Almadén y cuando la irBtalacion se h1llaba casi tcrminad::i, una turba de desalmados, al 0 tmos de los cu::ilcs han paga,lo su crímen con su vicb, lemienrlo que una vez en marcha fas máqnin:is, cli minuycran Pl número ó la cuantía <le los jornales, se amotinan con prelc..;lo tic una subasta, hirrcn morta!mrntc en el vi nlre ,í mi querido amigo ' discípulo D. lsitlro ebaslian Bnceta que la prcsidi:i, ~• corren lur.go, con las manos bar1arlas aun en su sangre al cerco de Buitron~s, d ndr s h:illaba !\lon1slcrio; le disparan un tiro ti rrwolver y arrastran luc"o su cacliivcr entrc <>:índo_,c con él á los mas horrible.; excesos. La poblacion se ll na de espanto ante estos asesinatos: hay ne esidacl de crear una comi;:;iou militar que entienda en aquel molla infame • en 1·irlucl ele la ti ·laracion rl Bucclas. que en una hora de Yitla lirne la san°rc fria y la entcrez:i de descubrir y reconocer al que le ha herido, cuatro de aqurllos malhechores perecen al poco tiemp en el c:iclal:;o, conYiclos y confesos de su horrendo ·rímcn. Y mientras tanto las máquin:i:; conclu ·en ele in ;;talar.;e y lejo..; ele pcrjudi ar á narlic facilitan el trabajo · lo aumentan. La vida del minero se hac con su medio mas fácil y mas lucratil'O; las escavaciones aumentan y todo LlemueJlra la ceguedad de aqu llo hombres, que tan fallos de honr:idcz como tle intcli<>cncia ~uscan ca lo mismo que les favorecen, un prclesto para llar rioucb suelta á sus s1lvaJCS y sangl'icutos instintos. (N. clcl T.)
22
LO
}1 _\HTIRE
OE L.\ CIEXCl.\ .
iglo XIX ni ele ·graciado , ni perseguidos; los hombres distinguido que contribny n ele e te modo á la gloria de ·u paí y que trabajan por el progre o el la humanidad, viven rodeado . del re peto y ele la admiracion de , ns conciudadanos. En la 'poca pasada casi xclu ivamente erá donde veremo á e to 0 ·lorio o mártir . del pro 0 Te. o, cuya. lucha parecen el tinada á e ·citar la aclmiracion y á e timular la energía, combatir entre ob táculos, peligro y persecuciones. Como ha dicho el filó ofo: « i hay alo·o má hermo o que la naturaleza, ia1á hermoso que el arte, má, hermo o que la ciencia, e el hombr cuando abe . obrepon rse á la adversidad.>> Jo ohiclemos por último que, , egun la magnífica e pre, ion de Bias, uno de los iete ábio de Grecia, «el ma de graciado ele los hombres, es el que no sabe soportar la desgracia.»
:! ,:. /t
~ , ·.:.
- ·---~ • ··-~ :,· - .-...-~ ~:-:..;¿._-
Francis Garnier.
e arropo sobre el cuorpo de su enomigo ....
PITULO II. LA CONQUISTA DEL GLOBO . El hombre mira la licrrn, rn loda la e tension que puede de cub1 ir, como su íntima propiedad; como un campo abierto :i su actividad fis :ca é inlelcctual. Gu1LLtn o DE ll011uoLoT.
Cristóbal Colon, en 1 oca o ya de u vida, e cribia al rey de Ca tilla: «De muy p queüa edad entré en la mar na·r ngando e lo he continuado ha ta hoy. La mi ma arte inclina á quien lo prosigue á desear ele aber los ecr tos de e te mundo (1).» El ilustre genovés elecia la verdad. Lo ecreto del mundo, la grande verdad ele la ciencia nacen del conocimiento de la naturaleza y ele u e tudio. Y por e ta razon entre lo hombres mas digno el nuestro recuerdo , debemos colocar ( 1) Carta del almirante al Rey y á la Reina. Publicada on la Coloccion de viaje y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines do! siglo XV, por don Martín Fernandez de "avarrcle.-Madrid, 1859.-Tomo 2.°, página 291. (.Y. del T.)
21
LU
)l.\RTIRES DE L .\ CIEi'íC l.\ .
en primera línea á aciucllo que han sacrificado su vida por co nquistar nuc¡;tr o globo. ¡Qué cj ' rnplo mas conmovedor podemos elegir que el ele aquel hombre pr odigioso, que á co. ta ele una lucha pcr tináz contra la fatali lad del destino y con tra la· preocupacionc hum:1nas, de cubrió al mundo un hemi fe ri o entero ele nuc tro pl'.1neta! Cri stóbal Colon nació en Génova hácia el a üo 1436. Era hij o ele un cardador ele lana y tenia dos hermanos, Bartolomé y Santiago . De.-pu es de haber recibido una in struccion es merada en Génova y cuando tenia catare aüo empezó su apr ncl izaje ele marino. Hizo una expcclicion á Túnez y llevó á cabo un Yiajc á I lanclia en 1-177. Dura nt mu chos aüos vivió en Lisboa, donde se habia C'.1. ·ado con Felip:1 Muiliz de P er strcll o, hij a de un entendi do navegante . Ning un punto ele b. tierra poclia ofrecer cntJnces m1.s a t racti vos á u inteligencia, porque hacia un ·iglo qu e P or tugal aso mbraba al mundo con los de cubrimientos geográficos ele s us csploraclorcs . Su cerebro madurab:1 ya grandes proyectos : e ·tudialn con ahinco los camino que lo. marinos acababan ele abrir, y pronto concibió la idea de la empresa que debia inmor talizar u n ombre. Su obj eto no era, como se ha supue. to er1ui vocadamente, descubrir un nuevo mundo sino hallar á travé del Océano Atlántico el camino de las Indias; buscar segun u propia expresion << l Oriente por el Occidente .>> Este proyecto, qu e no era completa111ente nuevo, preocupaba alguna imaginaciones; al .·ábio rr oscanelli y á otros . e les habia oc urrido ya; pero Colon se consagró á él en absoluto y le adoptó co mo el obj eto irrevocable de su vida . Cristóbal Colon era pobre, y s u proyecto inmenso. '\ iósele dirigir e.primer o á. u país natal y pedir en vano á la ciudad ele Génova los medi os de realizar su empresa; envió clespues su prpyec to al r ey de P ortugal, J u~n II que le hizo examinar por un consejo compu es to de dos cos mógrafo célebres . Estos
CRISTOBA L COLO.N
Sus dos hermanos y ĂŠl, cargados ele cadenas como malhechores.
CRI TOR\L COL0N.
27
calificaron de quimérica y de extravagante la idea del marino. El rey no quiso adoptar este juicio y cedió por un momento á la influencia ele un hombre ele progre o y ele inteligencia, Pedro de oronha, que babia comprenclirlo que era preciso para aumentar la riqueza ele Portuo-al atrave arma- · res inmenso , y lanzar e al de ·cubrimiento del camino ele conocido que permitiera conctui ·tar tanto pueblo di tintos (1). Pero Juan II, alma voluble y sin energía, aceptando pronto la opinion de los enemigo del ilustre geógrafo, no ·olo rechazó sus ofrecimientos, sino que empleó contra él la traicion mas infame. Aquel monarca sin fé, entabló relaciones con Colon, le pidió sus mapas, su planos, le hizo exponer sus teorías en pre encia ele su ·con ejo, y cuando se hizo dueño ele todos su ecretos, se atrevió á enviar una caravela á través clel Atlántico siguiendo el derrotero indicado por Colon para arrebatarle i podia el fruto ele su génio. Pero apenas aquella carabela habia navegado cuatro clias hácia el Oeste, cuando se levantó una tempestad y los pilotos aterrorizados volvieron, crgonzosamente al puerto. Cristóbal Colon re olvió salir ele un paí en donde no elejaba mas que amargos recuerdo : Volvió á Génova, y renovó allí us proposicione ·; pero tambi n sin éxito. Sin embargo nada era capaz ele ele animarle y despuc ele tanto~ insabores, empezó á llamará todas las puertas, con la mano estenclicla pero con la frente levantada como un hombre que mendiga por la humanidad el descubrimiento de un nuevo mundo. Hallábase reducido á la mayor miseria: aquel gran proyectista no tenia mas que harapos para cubrir u cuerpo: para colmo ele desgracias, u mujer acababa ele morir y tenia que alimentará su hijo ele edad ele once año . Un clia va~aba miserablemente por las cercanías de la ciudad de Palos de Moguer, en Andalucía. Llegó por casualidad á la puerta ele un (1) La Cléde.-Historiadc Portugal.
28
LOS ~L\H.TIRE
m:
LA CIE:'iCl.\ .
convento de franciscanos y llamó para peclir un poco de pan y agua. El prior Juan Pcrez de Marchena, ho p da al extranjero, le interroga, aprecia pronb la dignidad ele u porte y e llena ele a ornbro cuando Colon le cuenta su hi toria, le expone su. proyecto y le revela su esperanza . La ho pitaliclacl del prior e cambió pronto en una ami ·tJ.d sincera; gracias á e te protector poc1ero. o, Colon iba á obtener su presentacion en la córte ele Castilla al rey Fernando y á la reina Isabel. Marcha á Córcl0b1, donde el rey de E paiía , e hallaba ocupado en hostilizar vigoro amente á lo moro ; y despue · de haber perdido muchos me es en inútile súplicas, obtiene al fin una audiencia de Fernando y de Isabel. Se pre enta con aspecto modo t , pero sin turbacion ni miedo; sintiend que e un instrumento e cogido pJr el cicl p1ra la realizacion de grandes proyectos (1). Fernando entrevé .en el vasto proyecto de Colon el medio ele rivalizar con la gloria marítinn de Portugal; pero antes de tom1r una resolucion 1uiere consultar con jueces competente . El monarca español hace examinar la posibilidad del pensamiento, por un consejo que se reune en Salamanca; pero compuesto e te con ejo ele frailes eruditos y ele levados clign1tarios de la Iglesia, hombres pre,·enidos contra el que se atrcvia á quer r enseñarles algo, clescle1h oir la yoz ele un aventurero. Cristóbal Colon tiene que conte.far , n á argumentos científicos, sino á citas ele la Biblia ó á objeciones del género de aquellas que declaraban que la teoría ele los antípoda. era incompatible con la fé . Le clccian que si habia tierras habitadas mas allá del Ocó::tno, seria preciso admitir que todos los hombres no desccnclian de Adan, puc.)to que les hubiera siclo entonces imposible atravesar los mare ; le clccian que segun (1)
Carla de Colon á Fernando é I,abel, HSOI.
CRI TOB.\L COL N.
29
el u yo Te b.mcnto, la tierra era pbna á emejanza de un i la tierra. fu se e férica, no di. co inmen. o: le elecian qu habitada bajo los trópicos tar pudiera que era admisible por la lcntcla temperatura que babia en e ta re 0 ·ion' . Cri tóbal Colon, pue e vcia no olo reducido á l mi cría ino tratado ele loco y amenazado de cxeomunion. Sin perder ánimo por t , el futuro conqui taclor ele un nu YO mundo, e cribió al rey ele In°·latcrra y lueo·o n l\fayo ele 14 9 vi itó de nu vo á don Fernando y doií:1 Isab l, que. terminada la campaíia contra Mála 0 ·a, acababa.u ele vol yer á Córdoba. Trató e entone ele reanudar la c nfor ncia. rel:1.ti va á u proyecto; pero n:1cla se resolvió en el tra curso de aiío · entero . Por último, durante l irrri rno ele 1491 el con cjo ele :1lamanca, nombr.1.clo por el re , clió un di támen que decia que ((e1 proyecto ele Cri tób1l Colon era van é imque no era decente que tan grande príncipe e po 'ibl' movie en á protegerla. con tan débil informes (1).» No hemo ele referir la nueva tent tiva que hizo el incan abl peticionario; no cliremo nada de h re olucion momcntán a que tuyo c1 cliri 0 ·ir. e á Cá.rlo YIII r ey le Francia y 11 gar mo al moment n que u per evcr.incia y. u tenacidad iban á cr r comp n. acla . En Febrero ele 1492 Cristóbn,l Colon, bajo la proteccion de don Lui ele ant:1n°·el, crchrio racional de la corou ele Aragon, un de lo ma fcni ntc · particb.rio de u te rí1. , obtuvo una nu 'va audiencia d, In. reina. I abe!. L ami 0 ·o 1u le acompafnban abo 0 ·aron p r u cau. 1 on tanto calor y convencimi nto, que b , rrina acabó por pc1"trn.dir e ofrc ió nca.rgar ·e lla mi. ma de la empr a. Dc~pnc.· ele y intc ·1flo. ele e fuerzo:, iba por fin 'olon á, I
(1) Wasliiaglon [rviurr. - ,\ llislory of lha lifr :rnd Y0_':1"!'5 of ulumlrns. Lóncll'cs 182, , traducida al francés por 1lefaucompr l, Parb 1 28, 1 vol. ca 8.° El tcxlo dr e,,'. e clictámen e ;L:í Lomado :í la lelra de In vid!l y hechos del :ilmirnnle doL1 Crhlóbnl Colon, escrit.:1 por su hijo O. Fero!lndo. (N. del T.)
30
LO
~L\RTIRE
DE LA CIENCIA.
lanzar á travé tle lo nn.re con el título d Almirante, y la prome a de er nombrado Yircy y gobernador ele toda la~ tierra y continente 1ue pudi ra ele cubrir. Le dió órden á la autoridad el 1 puerto el Palo de ~foo·uer p ra qu arma en tre carab la , montándola con marino enérgico que debieran una ab oluta obecli ncia á u j fi . E to buque egun lo repr entan lo grabado del ti mpo, eran alto por la proa y la popa " no t nian pu nt á e c pcion de la capit:1na. A u ta la idea ele aquella exploracion lejana, emprendida con tan clébile r cur o á través de mares desconocidos; y conmueyc el pen :1r que á lo cincu •nta y ei año , á la celad en que tanto hombre han terminado u carrera fué cuando Colon empezó la uya, abriendo, .con el de cubrimiento el 1 hemi ferio d nu tro. antípoda , una nu va era en la hi toria ele la humanidad. Colon el jó el puerto ele Palo de foo-uer el 3 de Ago to ele 1492. Despue ele haber luchado t nto contra la i 0 ·noran ia ele lo hombre , ib:1. á hallar frente á fr nte on la. u¡ er ticion de su marino ; con lo. tcmorc qu le cau ab:1.n la inmen ielad ele) Atlántico ó lo b jío el 1 mar el Santo Tomá. ; y aclemá tenia qu arro trar la tormenta triunfar el l 1. innumerable difi ultad el un camino el conocido. El 12 de Octubre c1 1492, ele pu el et nta dia ele nayegacion, clió Yi t por primera yez á lo que creía el litoral cl las India . La ti rra n qu Colon el embarcó era una i la á. la cual pu o el nombre ele an alvador (1). El Almirante y u tripulacion fu ron al gr mente r cibiclo por lo· naturalc~ que estaban completam nte de nudo ; bajó á tierra ricament Y ticlo y tomó po ion tlel territorio en nombr ] ,1 rey y ele lar ina ele E ' paíia. Colon de ubrió otra tr i'la:: el 2 de O tubr ele embarcó en 'uba y a.l m' iguiente en E paíiola (hoy Taití.) 'onstruyó n c. ta i la l fu 'rtc ele La ( t)
Fo,m:i p:irle drl grupo d bs itilns ele B:iham~ .
CRI TOBAL COLON.
31
iVatividml y d jando en él un coman,:1ante con alo·una fuerza, hizo rumbo para E paña. E te Yiaj ~ eternam ntc c~lebrc, repre enta uno de lo ma~ ·ore e fuerzo de la humanidad para apoderar e del dominio d l o-Jobo: lleYado á cabo por la voluntad de un olo hombre, babia durado muy poco ma. de ietc me e . El fecto qu produjo n el mundo fué inmen o; nadie creía n la vuelb. de la carabela ; e habia Yi to con e panto la partida de aqu llo marino qu se habían atreYido á formar parte de tan arríe. o-ada e:xpedicion; el Océano que lo úrab de i 0 ·naban con el nombre de mar Tenebro o, e babia con id rado iempre como un abi m in límite . Cuando e diyulgó la noticia de que Colon e taba de vuelta y que había de cubierto realment tierra de conocida el entu ia mo fué d aqu llo qu e impo ibl de eribir. Cuando el Almirante lle 0 ·ó c rea ele Barcelona dond el rey y la reina 1 e taban e p rando, vió. venir en su bu ca un séquito num ro o de graneñore que le acompaüaron ha ta la ciudad. Llegados á d ella, abrían la m1rcha ei ~ indio que Colon babia traído pintado de diYer o color y adornado con alhaja d oro al u o de u paí . D trú c1 llo llevaban mucha cla e de papa 0 ·ayo vivo , otra e p cie el pájaro y anímale di ecado , y plant rara á la que e atribuían virtude e pecia1 · pr0 entando tambi n á la mirada del público corona de or , qu daban idea el la riqueza ele aquella nu va r gion . lon formaba part c1 la comitiva: cabalgaba en un hermo o ore 1 y 11 vaba una colta de e paü.ole que le guian tambi n á caballo. La pl b lleoaba la call : por bal one ha ta lo t jado d 1n. üora a omaban la y Yentana hallaban cubi !'to de e pectadore . onduj ron al lmirant á un gran salon lond le peraban rod ado d lo levanl'l.ron. , 1 rey y la l''Ína, qu al y rle ntrar lu o hizo el Col n de- rodilla , l be ó la mano d u Yiaje· y á tal punto citó con él la admiracion
32
LO
ll .\RTIBE
DE L.\ t.lENCIA.
de Jo ircun bnte~, qu apena podía ont nerla el re peto. No bien terminó, el r ey y ]a reina y t do Jo. pre ntc. cay ron el' rodilla,~, · unid toc.l , cantaron un Tedeum (1) . Lo hombre ma prudente. no pudieron ·u tra 'r e á ]a, i]u ion qu' eno- nch-aba a1uel uc o: t do el mundo bablab:t del el cubrimiento d la tierra lel oro, tierra el rü1uez'l. y d e pl ndorc yerclaelero parai ·o tcrr nal. Colon reía omo el Yul 0 ·o, qnc lo te. or de aqu II pai :., eran inao-otab] • . Rabia lk 0 ·a.elo a l apoo· o c1 , u o·l oria, pero la fo]ieic1ac1 que pud 0 ·ozar n aqu 1lo p co dia., fué 1a única que l • cup '11 suerte durante u Yida ntcra. etiembre de 14ü3 empr nclió Cri tóbal 'olon El 25 c1 u egundo Yiaj ; ·ta , z lleYaba á u · órd ne cator ·e arabela y tr buc1ue · 0 -rande . Mucho noble.· formaron part de 1 ex.pedi ion 1ue no contabt c n m no de mil do ciento' hombre . Á<Juella nue,;-a t ntati,·~1, e.lió p r r ult'l.clo el ele ·c ubrimiento le la ~uadalupe y el la J·11náic y la exploracion de anto Domin°·o y de uba. En 14ü6 ,ol,·ió á E paüa trayendo con i 0 ·o do ciento~ pare,;-einticinco pa a 0 • ·r } treinta indio . u ,u Ita no ció en nada á la el l primer ,iaje. Lo · e. paií c le.· que le ac mpaüab:tn, ele al ntac1o y abatido., e ·taban irritaclos ontr.1. ', ]. Habían alimentado al m rclrnr loca. , p ranza , y Yolvían enformo y mi . erabl , por lo cual e qu jaban amargament' del que Je habin. h cho e.·pcrar :quel1a · inm n a ritJueza .. ¿Dónde e b.ba aqu 1 encanbdor p1rai. o, aquelJa. ti 1Ta • el' promi ion, aquella fortuna y t ·oro·? En yez el la pro p rielad, lo c.'p]oraelorc .·olo habían n ·ontrado dificultades: no tenían que contar otra cosa ·ino ·u.· combate contra los u · trabajo , u pri rncion • . En ya,no trató 'oi nclí 0 • na h a1Jia celi a lo e'lon ele r u ib r el antib· uo entusia ·mo: ( 1) \Ya;,hin"lon ln·in" A hislol'y o( the li(c <tll(/ 1'01/age:; n( Co/umbu~.
CRI. TUll.\L CULUN.
niza en un hogar d ma iado ncendido, y el ele. clén u tituia :'t la admiracion. Lo oberano ele E paña, acoo-i ron ·in embargo al lmirn.nte con interé aunqu on aJ 0 ·una frialdad: cnanc.1o pr pu o su tercera exp dicion, pudo comprender qu la n mi.'tad sorda y la eIITidia Yil y baja empezaban á a diarl com aqu 11a · divinidacle maléfica. ele lo tiempo heróicos. El 30 de i\fayo de 149 , aqu 1 hombr ele voluntad de hierro, alnn impa ible que por nada clejab::i. ab'.ltir, y qm' veremo luego como ngrandeció la de gracia, partió otra -vez con ei. buque .. En ac1uel tercer viaje de cubrió la Trinidad • n.bordó al contin nte ele América, y reconoció el Golfo le Paria, y la i. la de la Concepcion y ele la A. uncion. Prro turn qu' combatir la. in UIT ccione y lo. motinc. d lo qu lnbia el jado en Santo Domin°·o, y de pues ele muchí imo · ·in·:tbores y ele ho tilidadc contínua por p rt c1 u e mp1triota , envió á. E pafia cin o buques con carta en Ja.· qu hacia pr entes al rey su . queja y. us_a 0 -raYio . A consecu ncia. de intri,0 ·, de la córt , don F rnando en'-·ió ~t anto Domingo, no un magi trado - un juez que ralo que p clia Colon, . ino un verdugo, don Franci co c1 Bobac1iJla, provi ·to de carta: patente qu 1 nombralnn o·obcrnaclor de la. nueva. tierr,1,s y k' chlnn una autoridad ab oluta. Apena llegó á Santo Domin°·o, Bobaclilla, co1Pid rándo. e como el dueüo c.1 la i la, . e in taló en la ca a mi ma del A 1mirante, y le pasó copia de Ja., carta qu l conferian la autoridad el gobernador. De pu in interro 0 ·arl , inaYi arle, Hin oirle, le hizo ene 1Tar en una fortaleza con us clo herma.no. qu habian permanecido n el paí . Bobaclilla encar 0 ·ú á un ofi ial llamaclo Alon o el Yalh',jo qu le trajera ú K paila; Colon se re io·nó . in prof rÜ' una 1u ja: ·u do. he1·rn'lnos y él cargaclo ele ad na como malh chore , fueron cmbat·c:ulo n una aral ela qu e hizo bien pronto :i 1a mar. \ Ta.11 •jo eompafociclo ele la suerte- de Colon, qui o quitarl 5
LO
:\IARTIRES DE L.\ CIEXClA.
los grillos: el almirante s negó á ello. ce Jo, dijo: pue · quiero guardarlo para reliquias y memoria del premio de mis muchos en-icio (1). )) 'Y o lo ví iempre, afiade F mando Colon, en u gabinete y qui o que fu en enterrado con él (2). Cuando el gran navegante volvió á E paiia, el rey y la reina avergonzados in duda de la conducta de Bobadilla, mandaron que e pu iera en libertad á lo pre o . Colon estaba lacerado por tanto in abore . ((El mundo rne ha dado mil combates, escribia, y á todo resistí fa ta agora, que no me apro,echó ni arma ni a--riso . Con crueldad me tiene echado al fondo (3). Sostenido in embargo por aquel espíritu religio o que caracteriza su siglo, animado por la idea de reconqui tarde pue el auto epulcro, aquel nave0·ante sin ej mplo quiso aún emprender . u cuarto viaje, que debia, segun su afirmacion, enriquecer á Espaüa definitivamente.)> Salió de Cáéliz el 9 de Marzo el 1502 (4), a ompañado de su hermano Bartolomé. A la edad ele sesenta y sei aüos, descubrió la i la d Guanaja, co teó Hondura y i\fo quito , llegó á Porto-Y elo en el i tmo de Panamá, de, embarcó en Veragua y reconoció la. mina ele oro d aquella regiones, tratando por último de fundar una colonia en la co ta ele Belen. Pero la mayoría ele los que dejó n e te país fu ron sorprendidos y ase inado por los alvajes. Cuando quiso Colon --roh er para alvar :i los que viYieran toda--ria, se --rió acometido de tal modo por las tormentas, que sus buques, carcomidos y apolillados estuvieron á punto de hacerse pedazo . (1)
Barlh. Las Casas. Hist. lnd., manuscrilo l. 180. Fern:rndo Colon.-Hist. Cap. 86.-Ferd. Hrofer. Nueva bio 0 rafía general de Fermin Didot.-Eduardo Charton . Los v-iajeros antiguos y moclenios. (3) Carla á la nodriza del príncipe D. Juan, 1i:i00. Vi:ije:i y descubrimienlos de los españolcs.-Tomo [, p:í11. 413. (4) Ea esta f'echa h:i error. Segun la coleccion de viajes y descubrimienl.os ya citados, escrito por Fernando de Navarrete, Colon salió de Cádiz para su cuarlo viaje el miércoles 11 ele Mayo de 1502.-Tomo 1, pá 0 • 430. (2)
(N. del T.)
:n
CH ISTIJB.\L COLO:\.
Tan c.1uras prueba. acabaron de alterar u natural~za, arruinada ya por la dad - lo ·ufrimicntos . Con ·i ·uió, .-in •mbaro·o, alzar á u compañero , y ele pue · . e hizo á la vela para E paüola con objeto de r parar u buqu : pero allí le peraban ele gracia mayore todaYia que la. ufrida. ha ta entonces . Yíctima de hura ane. tan Yiolento. que e 0 ·un u propia xpresion hubiera podido creer que llc 0 ·aba el fin el 1 mundo, arrebatado por orriente. e ntraria Yió u buque próximo á naufra 0 ·ar; la tripulacion e amotinó contra él y para colm o de male , se hallaba baldado y enfermo . , in la energía de ::;u hermano hubiera sido a ·esinado por lo marin ros. P ro aún I udo re 0 -re ·ar á Santo Domin°·o y Yolver á mbarcar e para E paüa r l 7 de . . To-vimbre el 1505. ¡Tenia e enta y nue,e años! u 11 gada up qu lar ina I abel « u hu na e~tr lla» acababa c1 morir. u re m· o á la ju ticia del r y no fueron escuchados. 'Una enfermedad cruel le ha ia ufrir verdad ros tormentos; l 20 d ~fayo de 1506 e piró exclamando como J e ú n la cruz: «En tus mano Seüor, en 01niendo mi alma .» A í murió aquel mártir c.1 ~ la exploracion. i alguno de u contemporáneo han 1u rido rebajar u fama, la a lamacion cl su. de ncliente. aho 0 ·a aqu lla ,oce ele ódio y ele enYidia. Lapo t rilad aluda á aquel conqui tador que corrió el ,clo b:1:jo · 1 cual e taba oculta la mitad el nue tra tierra, hacia millare d aüo . Por boca de Humboldt la po. tcridacl ha cli ho: «Colon pr tó un o-ran . er,i io al 0 ·én ro humano ofreciericlo á u r flcxion un número ca. i infinit de objeto. nuevo ; por él e ha realizado un l rogre o n 1 pen. amiento d 1 hombro ... Al prin ipio do una nu ,a r a, en que . e co nfunden lo ti mpo mod rn o , aquell a 0 -ran fi 0 ·ura domina el iglo cuyo 1110-vimicnto r cibió y al que ú u ,ez ha claclo yfrla. )) Cri.-tóbal Colon puecl con icl 01·:u·~ romo la ·uprc ·ion 0
30
LO
;\IARTIRE
DE L.\ CIE~Cl.\.
y iYa d l i 0 lo XY épo a. .·in j mplo 11 la hi. to ria período aclmirabl n que todo lo ·e fuerzo: co n Y r 0 • n hácia un obj ,t el terminado : en que eba tian Cabot, Ya. co ele ~ama y otro muy num r o. naY 0 ·antc , . lanz~tn todo. : omo an imado. el un a.mbicion comun á la e nqui ta del o·l b t 'rrá 1u o. Dado el impul o, 1 moYimi nto pro 0 r i, habia de continuar, y _en ci rto modo de accl rar. p 'l'O con io-uiénelo tambicn á co ta c1c de 0 -ra ia y el infortunio . ¿Cuál fué, por jcmplo 1 pr mio d lo inm n o crdcio el llcrnan- urté ? (1) El qu tuyo Cri tóbal Colon. El nqni ~t:ul.or dr )léjico fué por 0 ·uiclo y nd nado ú ufrir lo torm nto · ele un proce o inicuo. Al final el u 0 ·lorio a arr ra tuyo qu Y 0 ·ctar clurant i af10 n la córt de E pafia. Cu nh Yoltaire que no pu 1ienc1o obtener una auelien ia d' Cúrl . Y , cparú un dia la multitud que roel aba la carroza im¡ erial e a¡ roximó á ella . 'á.rl o' Y pr guntó qnién crJ. aqu I hombre y Hcrnan-Corté. l r pondió: «Soy el hombre r1ue ha dado á Y. A. ma reino , c1u ciucla l Ir han dtjac1 ore . » D . cubierta la Améric1, el portug;ués Ji'erna11clo clc )fao·allane. , clió p r prím ra yez la Yuelta al ,·Jobo . Aqu I oran hombr contaba ap nas ycintc ai10 cuando 'r i.. tóbal Colon ele embarcó p r primt'ra nz n 1 Tu Y )fondo. 1' ha tlieh o con razon que nfa 0 ·alL nes, por su m morablc víaj • el, ircunnaye 0 ·acion «hiz entrar en el mundo cxtrrior y Yísibl ', aquella mi.' ma Y 'rclacl yuc habiá t 1mado 'o] n t•n otro órden de co .. a. y d i c1 :1.s. >) )1a 0 ·allane_. ]U p crt necia á la alta 11ob]cza. c1 Porttwal, empr ndió u primera •xp ,dic ion marítima á la clad de y int aüo , diri 0 ·iéndo h(teia la India y el Africa. D YU Ita á Portuo-al, fué ul~j ·to <1e inju. ta,· aeu. ac iun y el re , don }fa1
T
1
( !) JJ'.llta en
El fund atlol' tlr l:t donünacion e·,pnñoln ro J i85 .
mrrit·a, unció rn ~\lrdr llin ro E:;-
FEH:"iA:'{IJO )t.\l:.\LL.\:'iES .
37
nu ,] le aeo 0 ·ió on pr ,. ncion. }fao-allancs rc.·oh·ió abandonar su pátria y pon r.·c al scnicio de Ca tilla para realizar u. o-rande proyectos. Cárlo. Y l C ')I1C dió ,' u prote cion; pero no u clió lo mi ·111 con los oficiale. · ele la contrat1.cion colonial que e manifc. ·taron muy ho tile hácia él. El 22 de Octubre de 151 , en el mom nto en 1ue )Ia 0 ·al1anc · actirn,ln. el arm tmento de una e cuadra, amotinaron al pueblo contra él á pretc to de 1ue su. tituiria á b rclo la arma ele Portugal á la. ele Ca ·tilla cuando no lrnbia hecho otra co a que colocar la· suya.' . Estuvo :í punto de cr a inaclo y fué pr ciso ns tl' clr la. arnn para domina1· el motin. 'árlo · '\ , reprendió á lo mple. dos y dió las órcleue n reni 'ntc · para r1u Ja expedicion se hiciera á la vcb. 1fa0·allanc tenia aran irnpaci ncia por partir, :i pe ar el que la cxp clicion no pr .· ntitba bajo lo auspicio nn fn-orable' . Ccdi 'nclo á la voluntad del rey habi tenido que admitir en Lt tripulacion un h mbr, que s con icl raba con una autorichd a,¡ io-ual :i h uya. E t per.sonaj llam!tclo Juan le Ca.rt tgena llevaba 1 títu l clé In. pcct r o·encr.tl y elebia man el 1r ·1 tcrc r buque ele b e ' cu tclr.'1. Era h churc1 c1 un prelado poclcro o y aborrecia ú )fao-allane . lemá ele e t tenia c1uc ufrir ·, ' t la presencia á fondo d ·u en mi 0 ·o ma ncJ.ruizado: uno el u. compatri b . llam'.tclo E téban .-om ~z. Ante.' que 1 nuevo A.lmirant Jlc 0 ·a e á. E paüa e t G 111 z, lnbia e ·taclo á punto de obten r el mando ab oluto de un::.i. exp clicion ca ·i le ln. mism1. in1porhncia ..'\.l cmpr ndcr pne., su 0 ·ran viaje ele ir unnaye o·a,cion, )fa 0 ·allan en lu 0 ·ar de ver ·e rodeado, de amigos ele interc aclo y ele olabora.dores . eguro lo e. taba de rivalc ' que alime-ntn.b:rn un óclio ordo ontra él. En cuanto la e cuadrn se hizo á la v la en an Lúcar de Barra.meda, 1 20 1 cti mbr ele 1520, Juan el Cart ? ena e apr suró á desautorizar al jefe. Cuando e ac rcaba á 1\Iagallanes le hablaba con familia.rielad y hacia 0 ·ala ele tratad de
38
LOS .)I.\HTII-U:
DE L.\ CIE:'\CI.\ .
ig ual á ig ual Magallanes reivindicó con energía s u título de capitan general. Car tagena, .'in hacer caso de aquellas amo11e tacione , . e hacia cada Yez ma atr Yido . n dia, en una di cusion q ue se verificaba delante de alg uno mari neros, elevó la voz de un modo amenazador. Magallanes comprendió que era nece, ario tomar una resolucion . Se arroj ó sobre Cartagena, l cogió por la 0 ·arganta con gra n violencia y exclamó :. «Oapi tan , queda· preso . >> Aquel acto de vigor osa autori.d ad produj o un efecto aludable: en vano Car tagena impetró la ayuda de otro· oficiales . Magallanes le hizo pon er g rill os y esposa· co mo á un simple mariner o. Cuando esto sucedió . e hallaban en la COlSta de Guinea. }Iagallanes atrayesó el Atlántico, e dirigió hácia el Brasil y fondeó en Diciembr e ele 1520 en la bahía de Rio-Janeiro. Costeó luego la América con la esperanza de hallar el paso del Sur, cuya existencia habia ·ospechado, y que mas tard e debia inmortalizar u nombre (1). Se aproximaba el invierno, y Magallanes pensó pasarle en el puer to ele San Julian; per o bien pron to se manife tó el descontento de su tripulacion. E n medio de aquellas r egione desier ta¡3, tri. tes y fri as, el desaliento se apoderaba de los cor azones: excitados los marinero por la insinuacione · ele los j efes, peclian vol ver á E spaña. l\'Iagallanes fué inflexible: ni ,·úpliea ni amenazas ej er oieron influencia alg una sobre su voluntad : declaró que prefería morir á volver á E pafia con tal meng ua é ig nominia . Su energía y su g randeza de alma se imp usieron á lo.· descontentos . Cesó con esto la mm·mm·acion , pero sig uier on la conspiracione · en la o enrielad y pron to estallar on por in tigacion de dos oficiales, don Luis ele Mencloza y don Gas par de Quesada. E ntonces se desarrolló un drama lamen table y sangriento . Magallanes abandonado á . í mismo, se hallaba con/ 1) El cstrcclto ele Magnllane:i .
FER:"i.\XD
)1.\G .\LL.\:,¡E .
3!l
elenado á ·er Yíctima ele aquellos man jo ó á ca ti 0 ·arlo . Lo ca tigó. E1wió á don Lui ele Meneloza un hombre fiel y seguro, Gonzalo Gomez ele E pino a, que entre 0 ·ó al oficial ublevado una carta, por la cual el Almirante le intimaba la órden ele T"olver á bordo de la capitana. ";\lendoza e ne 0 ·ó y e onrió con aire de burla. E 'pino a e arrojó ntonce obre el y le clavó la daga en la garganta. ~1encl za cayó muerto (1). Magallanes continuó lle, ando una conducta tan enero-ica, tan hábil y tan di creta, qu hizo ,olver á la obediencia la tripulaciones ele lo. do::; huque sublevado , Lri Victoria y LaTrinidad. (2) Ga ·par el Que acla fue decapitad . Los cu i·po de la víctimas fueron ele ·embarcado , y en la co ta, á presencia ele la tripulacion ent ra, e leyó una enten ia olemne que infamaba la m moria. el los traidor Realizado e to acto\ fo unaju ticia rio-oro a, , ciertamente indispen able, p ro que in embargo eria el desear que no exis~icran en la vida del célebre navegante, Magallanc abandonó el puerto ele San J ulian . Apaciguada apena la rebelion ele lo hombre , tu ,·o que luchar contra lo 1 mento : la e cuadra ufrió una horrible tempe tacl, durante la cual e tuvo á punto ele ir e á piqu . De pue el mil p ligro y ob táculo , Magallane llegó á la tierra ele Fueo·o y ele cubrió al fin en la extremidad m riclional de la Am 'rica del ur, el pa o cuya existencia habia previ to . La expeclicion ·alió del e tr cho ele fagallane el 27 el Joviembr de 1520 y e di(1) Segun el relato in erto en la Coleccion de viajes !J descubrimiento de avarrete, además de la puñalada que el al 0 uacil Espinosa dió á Qunsada en la garganta uno de los seis hombres que iban con aquel le dió una cuchillada en la cabeza, que le remató. Tomo 4.° pág. 36. (N. del T.)
(2) Los buques sublevados eran San Antonio, Concepcion y Vitoria, que mandaban respectivamente Quesada, Carlngona y )lendoza. Muerto ésto, los otros dos trataron de capitular el 3 de Abril; pero Magnllanes no los o ·ó, los hizo prisioneros, y mandó decapitar á Quesada descuartizando despues en tierra su cuerpo · el de :\lendoza con pregon <le traidores. · Juan do Cartagenn y el clérigo Pedro Sanchez de In Reina que habia procurado tambien amotinar la gente, quedaron desterrados en aquellas pla ·as. (N. del T.)
40
LOS )UHTIHE' UE L.\ CIE:\CI.\ .
rigió a l ·oroe-te p r 111 dio el aqnel ex.ten· Océano, que entonces se hallaba b.n tranquilo y tan plácido que · ' l llamó Océano Pacífico. En su largo cam ino ele cubrió l\fagallanes la.· i la. ::\Iaria1ns, y nn tarde la i ·la el' Zebú á la que arri..., bó para hacer proyi ·ione ·. El rey ele e ta i la le aco 0-jó con muestras de la mayo!' afabilidad . ~ Iagallane. · llcYÓ el cri tia ni ·1110 á aquellos paiscs y con ·truyó en ellos una i 0 ·lcsia; pero luego com tió el error de declarar al rey c1e Zebú, soberano el los otr o¡_; reyes del paí '. Esto , en su mayor p rte , rechaza.!'on con inclignacion hs preten iones del exfranj ro, y uno ele llo. el rey ele ::\fastán, levantó un cj 'rcito de .'Cis mil hombres, para resistir á los eurnpco ·. ::\lagallanc.s <1ui.'O ,L ·tio-.1,r lo ciuc considerab una culpable dr obediencia . Con un puüado de hombres llegó á la aldea en que r esidía el rey ele ;)fa tá.n, y hallánclola desierta h in cendió. Per inmecliata m nte acud ió un b1tallor:i ele indio.', que t1"ctbó un combate con los esp1üol '.:;, acom t iéndolo.· á 1wdradas y á flc haz s . Esbs r e ·ü;tieron, p 1·0 Yei 11 que-el número de sus enemigos aumentab:.t sin cesar en Yirtml ele lJs refuerzos que recibían. )fagallane.-, a l fr nte de unos cinc uerita hombre.', c mprendió que h::i.bia ·eclido dcma ·iado prontJ al impubo ele ·u temer.lr io Yalor; sin embargo, sin p rder su san°Te fria , mandó la r etirach y empezó á r plc0·arse hácia la costa.. Ya iba á llegar á .-us buques, cuanrl o r cibió en una pierna una pedrada c1ue le derribó. Un indio que le perseguia le remató ele un a lanzada (2í ele Abril de 1521.) }Iagallane.- había muerto; pero su obra estaba ya realiz~tda. El gran probl ma le un viaje alrededor del mundo, se babia re ·uelto (1). A medida que no ' aproximamo. á la época moderna, la ( l) ,lfagaltancs, por FernnnLlo Déoi;. (Biografía general. )
D.HJD LJVINGSTONE
En el mismo inslanle el leon se lanzó sobre él. (1
1
<:LILLEBJlO BAREXT •.
43
traclicion ele e. ta· primera · empre. as marítimas, impul a á nuevo exploraclore . El dominio ele la aetiYiclacl humana e e tiende por la do~ Américas y luego el in~11enso continente ele la Au tralia, y la i la de la Oceanía e ofrecen á la · mirada · atónita de lo viajero . El .A.frica mi ·terio a, objeto ele la curio iclad ele tantos iglo , abrirá al fin tambien u puerta á la inva ion el la nacione ciYilizada , y llegará un día en que el polo orte y el polo Sur, oculto por la naturaleza bajo inaccesible murallas de hielo , ean lo único. que re i tan á e te gran movimiento el conqui ·ta. La re 0 ·ione polar qu ~ rodean lo ex tremo.· del eje de nue tro globo, aquella inm n a exten ione ele mar y tierra donde aún no ha pcn traclo el hombre, con tituycn el campo ma exten o, abi<>rto actualm nte á la exploracion. El polo Torte obre todo, e el que e ha ofrecido ha ta ahora al valor tle los navegante . Allí como en toda parte , y allí sobre todo, podríamos decir que lo fuerzo han ido nérgico , y i lo r ultaclo obt nielo han ido ma pequeños que en otro punto ele la tierra, la urna ele . acrificio y d celo no ha . ido por e o menor. El camino hebclo que ll Ya á los polo , podría 0 ·uarnec re á un lado y otro con la. tumbas ele lo héroe que en 'l han per ciclo. El nombre del célebre navegante Guillermo Barents e el primero qu clebemo in cribir en la li ta ele e to mártire . Bar nt era \m ob ervaclor minucioso, un marino aucláz, y puede on iclerársel como jefe ele la primera cxp clicion polar digna ele e te nombre. e. v rificó el 4 d Junio de 1594. Bar nt , lle 0 ·ó á la ru ,·a Zembla por lo 73º 25 ele latitud rorte. En vano procuró hallar un pa o á travé d lama a de hielo polare . En otra oca ion, el navegante holandé realizó uno de los viaj el exploracion ma importante que se han hecho nunca á la frontera de la r gione de conoci-
.¡4
LO. )I.\RTlHES llE L.\ Cll~.'íCI \ .
da · d 1 polo (1596). Bar nt · y , u fripulaci0n st aron la extremidad Toroc ·t el ruent Zcmbb y fn ron lo primero$ en xperimentar lo horrible· nfrimi t•1Jt : qu un invierno ártico impone á lo: europeo· <JU ha n tenicl l valor de arro trarl . Tno de lo indfrícluo d la ex¡Pcl i ion ~ rrit ele Y eer, s hizo ,'U roni t , y no pu el le ' l', · sin mocion, aun hoy dia, la. nan\tc ion, en un . tilo .·cncillo y á, Y ces ha ta cándido, le la primera · ~n-e1ltnrcl. que pre:encial'< n aqn lla helada rc 0 fone ·. L o. nnrin o l10lanclc. l'8 s encontraron preso. n una bahía c1ue Barcnt llamó El llai-re de hirlo; y allí ,e ,·ier on ol li o-ado. á pcnnan er todo el i1nicm o en merlio el •l frio xc ·irn d la pobreza, d la mi .· ri.1 , del de. con uelo. La fortuna fué que pudieron r ecoo- r alo·uno.· mach•r : c1ue arra trab1n h hi elo ; á pe. ar d l frio · del as priv,tc:i ne. , pu ·ieron á trab _jar con tru 'C ron nna as , á la qu tra. p rtar n to tla u provi ' ion . G-crrit ele Y er n u: rl'fiere que s us co111paií I'O no perdi 'r n jami1, el bu n hum 1.. ·icmpr : ' m . trar n r' i0 ·nado val 'ro.-o , obediente : u om¡ntriott. deben e ·tu· oro·ull o.' cfo la c ndu cta ele ac1ucllo ya]icnte. m rin ·. En med io c1 1 tcch de la ca ·a e pu o una chimen 1, · c )loe' un r el j hola nclé q u · mal'caba la h ra y la' c. nn e ali ne ro:1 á. l lar 0 ·o d la: ¡urcde . Durante torlo 1 inYierno , ol e oyó ,1 ru g ido sor<;l y sinic tro d la t mp ücle · de nicv ; l lt'.io-ubr 0 ·cmic1 el lds hurac1ne : la· priracion fu r on x.tr macla . . Al prin ipio, B.1rent sost ni n. 1 ntu ia mo de u.- e 1111 aiíero ; per o cayó graYcmente nform . Cua.nd l 2 :1: de Enero alió 1 sol l Yaliente capitnn e t b1 qu brantado p r la el biliclacl: 11-1 el Junio el 1597 e hicieron á la Yola y no pucli nclo Barent. mantener. e en pi -, hubo que tra 'porb,rl el , el la ca a el madera y p roció el 19 hallando la muert n medio de sus él cubrimiento . 11
1
La ca a 1 mad 'ra d Barent pcrman ió abn,ndonada en
J '.\:~ FIUNKLIN.
]a orilJa le la Bahin rle hielo, durant do icnto t nta y o ho ano . . El 7 de S ticmbn c1' 1 71, 1 capitan noru o·o Ellino· 'ar! 'Cn, tuyo Ja fortuna c1 d cubrirla. Aún permanc ia n pié . La cama. ,1 r l~j alabarla·, mo qu te en·ici ele m . a, e hallaban en 1interior arr o-lado xa tam nt e m lo babia de crito -.errit el Yecr. e compr ndc la m cion qu debió . entir l capitan norue 0 ·o al ntrar n aquella ca a adacfa, en la que 11 habia I enetrad ér human a]o·uno c1 .·d hacia tr i 0 ·1 . La r liquia ele la a ad mal ra fueron piac1o. am nte r co 0 ·ida. por Mr. ele Jono·e: publicando la le. rip ion d t do aqu llo ol~jet de l::t x1 dicion el Bar nt ' (La Ha a, 1 '72) el ábio holand ; ha l yacl un Y nla.dero monum nt arqu ló 0 ·ico. prin ipio el 1 io-Jo XYII, el marino ingl ', Enrique Hud on e embarc' n un buqu :1 poco p rt r corrió ·on él n t da u lon°·ituc1 la co b. Ori u tal el la ro nlandia, 0 ·un él 1ivi. anclo una parte :lcl pitzber 0 · ó Tierra la llamó . 1Iuc1 on c1 ubrió n la m '>rica rio y la bahía qu llcYan u nombr . u muerte fué tr' 0 ·ica pan to. a . A ababa t1 rntrar 11 un bahía de onocida c1 la r 0 ·ion del ,.ortc c1 ~méri a· p ro ha ia ya mucho tiemp qu habi , n mpr nc1ic1 aqu lla cxp 1i ion tan lar 0 ·a com p JioTo ·a y l]po·n.ron á faltar lo YÍY r ; la tripulacion 'C :--ubl ·,·ó y 1 d ', o-ra in.do ca.pitan con u hijo , al 0 ·uno. ma.ri ncro ·, fo '> abandonaclo ú m ,. c.1 el, la oht en un bote. ~ ~o ·e lm n1elto á, oir hahhr el ·el, ntonc c1 l de 'Y nturado na,· o·::rnt , que, y ncli<lo el n,qu llaman ra tan cobarc1 halló la mu ,rt omo Barcni:, l'l1 el mi ' 1110 teatr c1 . u o·loria (1). P •ro no hay, cnfr, lo: cll'ama d•l pol ~o!'{, nin ·uno ma notable JU l ]e la m ul'rt, d l ·apitan Juan Franklin , cuy nomhr' n se borl'al'á nunca c1 la hi ·toria ] la 0 ·eoT
'-
( 1)
Yéiur 1:ip ndicr nol:i A.
40
LO )IARTIRES DE L.\ CIE.:~CIA.
grafía. E difícil encontrar una carrera marítima ma · llena de hecho brillantes que la suya. Ingre ó en la marina in0·le. a en 1800 y a i tió al combate naval ele Nelson frente á Oopenhague: tomó parte en un ,iaje ele exploracion á Au tralia y e tu,o próximo á perecer en un naufra 0-io en 1 03. En la batalla de Trafal 0·ar combatió I, e hizo notar por su dio·na conducta. En 1 04 recibió una herida en el itio de Tuna-Orlean , que Jackson defendió heróicamentc. De de 1 18 fué cuando se dedicó á los viajes polare ; en 1819, acompaiuulo <le Richard on, Hood, Back y Hepburn, recorrió á pié, á co ta de sufrimiento inaudito , el litoral Korte-am ricano, reconociendo aquella rco-ione en una exten ion de novecientos kilómetro . Los ,iajero a-ranzaban con gran lentitud. en medio de los inmensos desiertos d.e niev , cortado aquí y allá por profundos barrancos. Tal era su debilidad, que algunos llegaban á quedarse priYados. Back, tuvo que adelantarse con tres hombres, para ir á pedir ocorro al fuerte Entr -pri e, próximo al lago del Esclavo. Durante este tiempo, Franklin, que babia recobrado al 0·una fuerzas, trató ele avanzar con el re to de la expeclicion. Ko poclia andar ma que cinco ó sei milla al dia. Do canadienses de los que le acompañaban perecieron entre la nieve y los clemá se repartieron como un gran presente la uela de sus zapato . Richard on, el marinero inglé y uno de los iroque es que formaban parte ele la e pedicion, tu,ieron necesidad de detenerse bajo una tienda . Franklin continuó u marcha dese perada y en ella perdió aún otro tres canadiense . Por último divi aron el fuerte Entrepri e. ¡Ay! e taba abandonado y no hallaron en él provision alguna, toda esperanza se había perdido en el momento en que todo.· creían que había llegado el momento de la . alvacion. De pues de hecho aquel fatal de. cubrimiento se miraron unos á otro. y
JUA~ FRA1 KLI~.
47
in clccir una palabra, rompieron á llorar. Franklin e quedó en 1 fuerte con tre hombre é hizo opa con hue o abandonado en un monton el ba ura. Do dia d pue llegaron Richard on y el marinero inglé Hepburn que l dijeron qu el iroqué )'Ii 0 uel babia a"e inado á }Ir. Hoocl. Para ca ti 0 ·ar al a ·e ino, Richard on 1 babia dado muerte de un pistoletazo. El crimen pue , ao-r 0 ·aba u horrore á lo de la muert , el hambre y el abandono. El 1. 0 de oviembre muri ron aún n el fuert otro do canadien e . Por último 1 7, ruando Frankli11 trataba ya el aco. tumbrar. e á la idea el - una muerte tan horro ro a, 11 °·aron al 0 uno indio enviad por )ir. Bark car 0 ado el abundant provi ion . olo 1 yendo n la de cripcion del viaj d Franklin 1 relato enible y onmoYeclor el aquella e p dicion puede admirar e aquel valor, aquella 0 -rand za el alma, aqu lla ompa ion qu oh·ielaba el u pro¡ ia nec idade para no p n ar ma qu en la de los otro (1). Para comprend r la prueba qu tu·deron que ufrir Fr nklin y u ompañ ro e prcci o repr entar e lo que en aquella época a r mota, ran la o ta el la América eptcntrional. na compañía in°·lc a, queriendo hac r con lo e quimal el comercio ele cambi , babia con truido mezquina hoza d mad ra, obre cuya ubi rta flotaba el pabellon británi o. Aquella barraca , por u ituacion u di po icion, r cordaban lo blokau el Africa. Lo pue to de la compañía e taban di tribuido obre aquella inmen a cadena de Jao·o , que forma l ra o·o caractcrí tico de aquella part d 1 gran territorio americano. La nieve 1 rigor d un lima maldecido, e unirán á la. oledad ele aquello 0 rande d ierto helado . Franklin y u compañero no tenían á yece ma alimento que pemmican, (2) al cual agre 0 ·aban un mu go ( 1) Estudios científicos por Au 0 uslo Lnu,,rl. París, 1 59. (2) Prrparncioo dr suslnnrias nulrilivas r dncidn~ ,í muy poco \'Olúmen.
LOS mRTIRES DE L.\ r. rn~Cf.\ .
desig nado con el nombre de tnjJet de roca . ¡Cóm se pu ecl e concebir qu e personas c1ue han esperimenta lo tale tormeutos, se atre-rnn de nueyo voltm tarimn entc á correr los mis mos rie. gos! Aterra ca. ·i, Yer tal de. pTecio de la muerte, y tal inil ifc rencia para la.. pr iYac iones y lo· peljg ros ; Ju an Fra nk.Jin era, nn o de eso:-; h ombres que no r etroceden a nte nada . E n 1825 cmpr nde un '.L nue, a cx pedicion . E n 18-!5 n ielve á lanzarse á r e 0 ·ioncs desconocida. y s in duela q ueda a prisionado en medio de rn ontafí as de hielo q ue le cierra n el camino: dcsapare del mu nclo p1ra. 8icmpre . Sabido es el celo, la solicituc1, la impfo.cable t na i(hd con q ue lac1y Franklin , b n bi en sccunrhda por su país organizó sucesivamente un n. séri e de ex pe<li eiones con obj et de ir á buscar ú su marid o. Sus esfuerz s fue r on her óico , per o inú tiles. Ifas ta 1857 y 1859 no e ha llarn n los cacláYcr e.· y otro rc.·tos de laexpeclicion en alg un os .· itios de la Ti erra (k •l r ey Guillermo. F ranklin tenia un gr an Yalor; p •ro era al mi mo tiempo muy bonc1ac1oso. E r a u n carúctl'r n la mqjor acepcion el e la , palabra . S u a migo Parny, decia r efiriéndose {t él: (( E m un h ombre q ue n un c rnh'ia la e palcla al pelig r o y c1uc s in cmbar ·o estaba dobdo ele tal dclicac1eza c1 . sentimiento. qu e 1111 se hubjera at reyido á matar una mos a.>> Durante un a el e las expediciones in glesas en busca dt' F r anklin , la cl cl <.:api tan Kcnnccl y, en 1851, fué cuando se hi c ier on célebre· dos ofi ciales ele mnrin a, E mili o de Bray y R enato Bcllot. E ·te últim o, dcs pm·s el e hn.ber dcn'.ostrado su valor y su celo, Yolvió ~L Jn ofaterra entr los nplausos ele todos s us co mpatri otas . No tard ó en form ar parte de un a nu eva cxpeclic:ion mand ada por el cnpi tan In~leficlcl (1852). Un clia, a tra ,-e. ando ú, pi é u n bi·azo ele mar helnclo, al ma1iclo de alg un o. hombr efl, fu é arrasfra clo por un té mpano, y per ec ió e11 el fond o ele una grieta enorm e .que se habin abier to baj o s nR pi és. S u mu er te e. citó una compasion uni -ve rsal po1·gm· · hnbi a sabid o eo nqni s tar el aprecio y Ja
RE~.\TO BELLOT.
49
u.mi. tad le todos. Tanto en Inglaterra como en Francia, toclos lloraron á aqu 1 hombr y valiente jó,¡ren, víctima noble de la o-en ro ·a acti ridad que d vora lo 0 Tande corazone ·. Lo mismo es 1uimale , qu e habian encariüaclo en aquel carácter franco y leal rompieron en ollozo , cuando u¡ i ron u mu rte, exclamando de un modo la tim ro: «¡Pobre B llot! ¡Pobre Bcllot!» . Al 0 ·uno año de pue de la muerte de aquel de ventura.do marino, e han publicado u · nota de Tiaj , que conticn n la hi toria el u vida. El amor ele la pátria y de la familia, la 0 ·enero idad d l corazon, el Yalor mod to decidido, el entimiento del d •b r, el ma noble ele interé , e manifie tan p r todas part 3 en ra gos notabl y encantadora . Esta. rara. cu'.Llichdc que no pu den meno c1 r lacionar e on el heroi 1110 d ·u muerte no ofrecen el modelo rna acabado del verdader acrificio en ara. de la ciencia. B,llot nació en Parí en 1 2G, y ra hijo d un h rrador. E tudió en Rochefort, donde e había e tablecido su padre, y salió on uno de lo primero número d la E. cu la rayal. Ha • iclo en una xpedicion á )fada 0 ·a car, aband rado de un buque á lo ,eint afio , caballer de la Legion el honor, era apr ciado por , u jefe, qu des aban si mpre ten rlo á su órcl ne . La expcdicione in°·1e a en bu ca de Franklin •nardccicron u yalor. Le pareció qu la Francia l bia e tar repr entada al m no por alguno de u hijo en aquella empre a tn.n g lorio a y olicitó y obtuvo ele la.c1y Franklin el p rmi ·o de partir grafoitam -nte, corno oficial, n el buque q ne aq u lla seüora armaba á u e p nsa . B llot como Jac 1u mont encuentra r tratado n la . nota qu e cribió dia por dia y que á yecc hac n n,ltar Ja hí.grima. por la granel za y la c1 vacion c1 lo ntimi"ntos CJU expresan . En medio de lo. c1 1 rto polarc , en medio c1 lo hielos y del frio, hé n,quí 1 qu l marino e cribia n u diario: 1
7
•
50
LOS MARTíRES DE L.\ CCENCIA.
«¿No debo pensar en que necesito so tener una familia numero a y adorada, cuya única esperanza soy yo? Sin duda alguna me ~reeráu ambicio o y es verdad; pero ¿hay objeto mas noble que é te para la ambicion de un jóven? .. . Olvido con demasiada frecuencia lo que he sido: no pienso en que mi padre es un pobre arte ano cu a familia es dilatada, que ha hecho por mí grandes sacrificios .Y que todo el dinero que yo gasté · ei'ia un gran recurso para mi casa. .» Mas adelante recuerda Bellot el ahumado taller en que trascurrieron sus primeros años : algunas veces se le vé echar de menos, «el ruido al gre de la fragua,» recordar ios dias y cumpleaños de la familia, pensar en el modo de preparar un dote para sus hermanos y de hacer la felicidad de su madre. «¡Pobre madre! exclama; ¡cuántas inquietudes la he ocasionado con mi entrada en la marina por los temores que le cau aba mitra-· vesura! Y despues ¡cuántas angustia~ por mi suerte! ¡cuánta ansiedad pensando en mi porvenir! ¡Oh!¡ i pudiéramos volver al tiempo pasado! ¡Qué obediente, qué respetuoso, qué trabajador seria yo! Pobre, buena, excelente madre, á quien debo todo lo que é y todo lo que veo, ¡ojalá pueda yo un dia por mis cuidados y mi de velos hacerte ma dulces, mas fáciles y mas agradables, los últimos dias de tu vida casi iempre pa ada hasta ahora entre las lágrimas y las inquietudes del porvenir!>) Bellot fué hasta el fin consecuente con igo nusmo y las últimas palabras que dirigió á sus compañeros pocos minutos antes de su trágico fin, encierran tambien una admirable ensefíanza. << Tos afirmaba, dice uno de ellos, que debíamos con iderarnos .mas dichosos que los que habian quedado á bordo, puesto que teníamos la ventaja de pasar penalidades en el cumplimiento de nue tro deber.>) No hemo de dejar las regiones polares sin recordar que un navegante francés, Julio de Bloseville (1) encontró en ( 1) Nació en Rouen el 2!) ele Julio de 1802 .
RENATO CAILLE.
ellas una-muerte parecida á la de Johri Franklin. Apenas salido del colegio, Julio ele Bloseville recorrió como voluntario el Senegal y la Martinica. Cuando contaba veinte años escasos, en. 1822, formó parte ele la expeclicion científica ele la Coquille á las órdenes del capitan Duperrey: en 1827 visitó los mares de la India y ele China, y en 1833 se embarcó para Gro nlanclia á bordo ele la Lilloise, cuyo mando llevaba, y levantó la c~rta de la parte Oriental ele aquel pai , en el cual hizo numerosas observaciones magnéticas. Se tuvieron noticias suyas por última vez en el momento en que se prep::i.raba para volver, y entonces decía que e había visto aprisionado entre los hielos y que había invernado en Vapna-Fiord. Desde aquella fecha no se ha vuelto á saber ni de Julio ele Blosseville ni de su tripulacion . Las expediciones de La Recherche y ele L' Aventzire no pudieron encontrarle. Si de las heladas regiones del Jorte pasamos á los continentes tropicales, no hallaremos menos ejemplos ele muertes gloriosas y de sacrificios sublimes. El Africa, e pecialm ntc, nos los proporcionará á centenares y entre ellos escogeremos los que nos ofrezcan víctimas mas célebres ele la exploracion ele aquella parte del globo. Renato Caillé es uno de los primeros europeos, que, al principio ele nuestro siglo, penetró en las regiones del centro del Africa. Rabia nacido en Maugé (Deux-Sevre ) el 19 de Setiembre ele 1799. Su padre, que era un humilde panadero, murió jóven dejando á Renato Caillé huérfano ele de su niñez. Recogido por un tio, asistió á la escuela gratuita donde aprendió á leer y escribir . A los quince años cayó entre sus manos un ejem¡ lar del Robin on Crusoé. Este l_ibro ele Daniel Foé tan ju tamente célebre, inflamó la ardiente imaginacion del futuro explorador y le inspiró la pasion ele los viajes . Su yocacion estaba decidida: su ele tino trazado. Rabia oiclo el cir que los mapas de Africa presentaban lagunas enormes y que babia en el centro del gran continente muchos paises des-
52
LOS lL\RTffiE. DE L.\ CIE::'{CI.\.
conocido que Yi itar y e fué á Yi itarlo . Tenia entonce diez y , eis año y ses nta franco por todo caudal. ¿Cómo llegó á u OQjet con tan poco r cur o ? , u Yida s una verdadera noYela. Renato Caillé fué primero á Rochefort donde up que dos buque , La Loire y LaJJedu a, iban á dar e á la, la para en°·anchó á bordo de la el negal. Por feliz ca ualiclad primera fragata: . i lo hubiera hecho en la guncla hubiera .tenido la uerte ele toclo los de graciados qu per cicron en el mas terrible de lo drama marítimo . El naufragio t1e La Medusct es ele aquello cuya historia no e olvidará.jamás . Embarcado en Lrt Loire, Renato Caillé lleo·ó al Senegal, e dirio·ió á San Lui , Yisitó la Guadalup y tomó luego parte, como yo]untario n la expedicion de Partarrieu, ,;·erificacla á tl'aYés ele los p:lises de Gjolof, de Foutah y c1 Bonclou. E . e ,iaje no 1 dió bueno r sultado , porque turn que ,;-oh· r á Francia pn,ra curar e la :fiebres que adquirió en él. A í que, e curó, Yolvió al Senegal y ofreció . us enicio al baron Roger, gran protector ele de cubrimientos o·eooTáfico . . No in tener q ne --rencer gran ele di:ficultade , con. ·i o·uió que le diera al 0 ·unas mercancía. , qu lle--ró á --rend r á los moro de la tribu de Berákerah . Yagando durante ocho me. e , de adual' n aduar, e internó ha b. ma de do. ciento kilómetros al N .E. de Polos, y en cuanto Yol-rió á San Lui · re. oh·ió intentar un Yiaje hasta Tombuetú. Renato Caillé , taba muy pobre é in. piraba poca confianza: en vano procuró que le dieran ma mercancía ; hasta ·e le ne 0 ·ó un pa aport para los e. tablecimiento. france. es del Gambía; pero el des · liento era de. conocido á aquel hombre r .·uelto y tenáz. e ma1'chó á pié: lleo·ó á Gorea, de pues á Sierra Leona y e dirigió al gobernador de Fr de-Towu. Despues de haber pa ado p r Ja humillacion de una nueva negativa-, se dedicó á comerciar en aüil; reunióasi una escasa cantida~1 con la que compró mercadel'ía , se YÜ:;tió de árabe, y
RE:\'..\T
CAILLE.
;iJ
haciéndose pa ·ar por un jóven egipcio, e.le Alejandría, emprendió solo, sin ap yo, sin proteccion, sin ma · recurso que lo ele su voluntad, una xpedicion que otros viajero , sostenido por gobierno poclero ·o no han con eguiclo realizar. El rn de Abril ele 1827 alió ele Kakondi ~, nadie volv-ió á oir hablar ele él . A mediar1os el "l afio sigui nL, un:1 noticia a ombrosa llegó á oiclos ele los sábios. Un francés que acalnln de desemb'.1rcar en Tolon habia penetrado por primera Ycz en la misterio as regiones del centro ele Africa; YOlYia de Tombuctú . Aquel jóyen desconocido, era Renato Cailló. u 11 gada fué un Ycrdadero acontecimiento . Todo el mundo interrogaba á aquel Yiajero que por í olo habia resuelto tan dificil problema ele cxploracion; y la ocieclad geo 0 -ráfica ele Parí le clió el premio ofre ido al que hubiera vi itado Tombuctú. Cuando se supi ron los medios que babia empleado, todo el mundo, á una voz, admiraba su valor y super evcrancia. Despne de atravc ar las comarcas ele Juanke, Fu a-Gjalo, BnJeya y Amanahea, pa ó por primera Y z el Niger y e internó en p::tises completamente c1 sconociclos. Una herida con iclcrable en un pió le dcturn en Zin', entre negro. , con lo· cuale viYió cinco me es soportando lo ma cruelc tormentos. A con ccuencia de los alimento qu eran esca o ó in alubres e vió atacado de escorbuto y ele calenturas; perdió un pedazo ele los huesos del paladar, y olo la robu téz c1 su naturaleza y el vigor ele su ánimo pudieron sacarle adelante . El 9 ele Enero de 1 28, clcspues de hab r recobrado la salud, mprendió un largo camino, completamente nuevo para la geo 0 Tafia. Llegó al Nigcr en Djenny y ele pues de un me ele una navegacion llena ele peligros, se halló junto á las muralla de Tombuctú. Para volver era necesario atravesar el desierto, y Caillé reducido á la miseria, y á la mendicidad tuvo necesidad de agregarse á una caravana, viéndose durante do meses, desdeñado, menospreciado y ha ta tratado á golpes.
LOS .\L\RTlRE DE LA CIE:'iCIA.
De vuelta á Frai;icia halló en u paí la rccompcn a de u esfuerzos, y fué condecorado con la cruz de la L gion de Honor: el gobierno publicó pronto la relacion ele u maravilloso Yia.je (1) y le dió un neldo como a 0 -rc 0 ·aclo á la admini tra,.. cion del Senegal. Pero no pudo gozar mucho tiempo del de can o ni de la gloria. La cruel enfermedad que habia contraido en Africa, debia convertirle en otro mártir. Murió á los treinta y nueve año , el 17 ele )'layo ele 1838. Veinte años ele puc le la muerte ele Renato Caillé, la ocieclacl ele Geografía, conceclia otra vez su medalla ele honor á. do viajero franceses que acababan ele recorrer las regione8 situadas entre el enegal y el Nio·er. Estos viajero eran Mage y el Dr .. Quintin. ::\'.Iage murió, como u antece or Caillé en lo mejor ele u ,ida en un e pantoso naufragio: u nombre viene á aumentar el catálogo de lo mártircR ele la Exploracion. A lo trece ailos e embarcó en el Borda y recorrió como guardia marina el Océano Pacífico, 1 mar ele las Antillas y el Báltico . ombraclo abanderado en 1 57, salió ele Brest con rumbo al Gabon, hallánclo e siempre en los pu . tos mas pelig-rosos y sacrificánclo e con pasion en ára del interé el la Francia. Cae enfermo, pero no por e o pierde n energía; le trasportan á San Luis, devorado por la fiebre y apenas convaleciente, solicita el peli 0 TO o honor ele intentar un viaje á la Senegambia alta . En 1860 se interna por el lado de Casamanci con la columnas del ejército francés, y e hace notable por u ,erdaclera hazañas. Despue , en la expedicion ele Guesnon, una ele las mas mortíferas en la historia del Senegal, l\1age e di tingue tambien por u brillante conducta. A los veinticuatro aüos, asciende á teniente ele navío. «De vuelta á Francia, dice uno el su biógrafo , vuelve á tentarle 1 demonio ele las grande exploracione , y pide el ( 1) Diario de un viaje ÍL Tombuel.ú y Djenuy en el Africa central, 3 Lomos en 8.º
DA ID Ll J~G TONE.
55
h nor de dirio-ir una expedi ion ideada por el g n ral Fáidh rbe. e trataba de pa ar d 1 negal al "ig r, á trav · de t rritorio mal explorado y á ,ece de conocido por compl to. Era á la vez una xpedicion científica diplomática ele la ma peligro a . )fao· la mprendió con el Dr. Quintin y mucha yece e tuvieron á punto de perecer ya por el clima ya á mano de lo indíg na ; pero al fin la terminaron con foliz éxito.>) A fine el 1 69, volvia }fag á Francia mandando la Gorgone. Aun no había cumplido treinta y tre año : había con·cluiclo una nueva navegacion ele do año y volvía á u I átria y á u ho 0 ·ar, al lado de u po a que le aguardaba: En la noche del 19 al 20 el Diciembre, e hallaba á la vi ta de la o ta el Br tafia y e preparaba á entrar n el puerto ele Bre t, cuando e levanta una terrible tormenta. La Gorgone e tr lla contra una roca á poca l gua el 1 pu rto, y )fao-e y lo. i nto veint hombr que tripulaban u buqu , quedan cpultaclo para iempr en 1 seno del mar. David Livino- tone ciertamente uno ele lo actore que con mayor ju ticia han fi ·ur,1clo en el teatro el la exploracion 0 · o0 -ráfi a y e no pre. enta al propio ti mpo como una 0 -ran fi 0·ura ele la civiliza ion mocl rna, y como un acabado moc.lelo d abnegacion por la ciencia y por lo hombre . ació en Blant)T (E cocía) 1 19 el :\farzo ele 1 13. Él mi mo ha e crito u hi toria y no habla con orgullo de u antcpa aclo q u nunca faltaron á ]a l y del honor. « é honrado,» tal era u divi a y la el u abu lo . P ro fué ma 1ue honrado· fué g n ro ·o por efecto d la bondad el u corazon °-rancl por la ner 0 ·fa. ele u voluntad. D ele lo diez año , t nia qu o t,n r á u fü.milia con l fruto ele u trabajo. Era t jedor en una fábrica ele al 0·oclon . 1 Blant T . Por la noch e entre0·aba al e tudio, y clurant el dia tenia iempr obr u telar libro , que 1 ia con avicl ;z_ El ruido el la maquinaria no le , mole taba. « e taco tumbr , dice, debo la facilidad ele pre -
56
LOS ~l.\RTU'l.ES DI~ LA CLEXCL\.
cindir por completo del ruido qt~e hacen á mi alrededor, y de poder leer y escribir con toda comodidad en medio de nitlos que juegan ó de salvajes que bailan y dan gritos .» A los diez y nue·rn años era oficial de tejedor. Su jornal, algo mas crecido ya, le permitía asistir por las noches á clases ele medicina y de teología. Se hizo profundamente religioso; pero us cr encias fueron siempre Yaronile y rectas: tenia un decidido amor á u pátria y nada encontraba mas e1widiable que consagrarse al alivio de las miserias humanas. Llegó un dia en que á fuerza de constante trabajo, el artesano pudo licenciárse en medicina y cirujía. Livingstone habia estudiado medicina con obj to de ejercerla en farnr de los chinos, á cuyo país queria ir como misionero y médico . Ofreció sus servicios á la sociedad de las Misiones de Lóndres, en ocasion en que lVIoffat volvía á Inglaterra despue de haber pasado muchos aüos en medio de los indígenas del Africa . Livingstone se aconsejó de aquel ilustre misionero y á los Yeiptisiete aüos, aceptando el encargo de la sociedad de las Misiones de Lóndre ·, se embarcó para Africa en 1840. Despues ele una larga travesía llegó al Cabo, donde residió muchos años y donde se casó con la hija del venerable 1VIoffat. Imposible hubiera sido para un hombre como él encontrar una compañera mas digna, rna · cariiíosa, mas llena de abnegacion, de intrepidéz y de valor . Livingstone se internó en el país ele los Bechuanas, tríbu salvaje, que ningun europeo habia visitado hasta entonces. Dm;de un principio se propuso abandonar las costumbres ele la vida europea para habituarse á las fatigas, y emprendió una série ele via]es ele mas de ciento treinta kilómetros cada uno, ya_á pié, ya en una carreta tirada por bueyes. Al principio, los indígenas e burlaban ele la apariencia enfermiza de Livingstone. ce Es débil, clecia, y bien pronto estará estenuado . >> El mi ioncro oyó estas palabras y durante muchos dias obligó á los que le
LA EXPLORACION DEL AFHICA. 10
o
"
ÁFRICA NECROLÓGICA DES DE 1800 Á 1874, por H. DU V E. Y RI E.R , --r,,,,-0 Lngnr ño hl muerto del ,•injcro TLugn.r tlol o.scsinc!.o
MyriamCtre11.
==-""'~-~====----.. ••• •• ,oo
000
.
"
Mapa de los 1rnírtires de la exploracion_en Africa.
8
1
-,
DA VlD Ll I.NGSTONE.
acompañaban ele que tuvieran que apresurar el paso para seguirle. Poco á poco, la energía y la habilidad del doctor, llegaron á ejercer una gran influencia sobre lo indígena , que n tardaron mucho en con iclerarle como un sér uperior. Un clia, un ra go notable de valentía, acabó ele cautivar en favor uyo la aclmiracion ele lo~ Bechuana . na manada de leone , tenia aterrorizada la alc1ea ele Ku~ ruman en la que re idia. Los habitantes los vcian por la noche penetrar en 1 pueblo, y devorar u r baños, in atreverse á luchar con tan terrible huésped , qu por un e~ cto de un terror super ticio o, admiraban invencible . Living tone re ol vió arrojar ele allí aqu llo animales matando uno. Se pu 'O á la e pera con '.Iebualé, mae tro .ele e cuela indígena, y con a1°·uno otro hombre decidido , y ttcercánclose á lo leonc , · los atacó á tiro . orprendiclos · é to de tanta audacia, huyeron; pero uno ele ello , oculto tras ele un matorral, permaneció inmóvil; el doctor le apunta y le hiere con dos balazos. «Vamos á rematarle,>> exclaman los que le acompañaban. El doctor, al ver que el animal e agitaba furioso, les grita: que e por n á que vuelva á cargar; pero en el mi mo in tante, el leon e lanzó obre él. «Me dió un zarpazo en el hombro, dice Livingstone, me el rribó y ambo r clamo por el uclo. Todavía me parece oir su horroro o ru 0 ·ido.>> .El lcon tenia una ele u patas detrás de la cabeza del doctor, pero no tardó en ver á Mcbualé iue le apuntaba á uno diez pa o . La e cop ta del mae tro l e cuela, que era ele chispa, faltó en los do cañone : 1 leon se arroja obre el nuevo agresor y 1 clava en 1 mu lo u a 0 ·udo dientes; pero bien pronto otra bala , le dejan inanimado en 1 u lo. Living· tone tenia roto 1 hueso del brazo, donde el leop. le habia dado once dentelladas. Tan li iado quedó, que durante su larga vida de aventura , tuvo siempre gran dific\.lltacl para
60
L
.\l.\RTIRE
DE LA CIE.\CI.\.
apunb.r con la carabüu . E ta ci atrice , irvicr n á u muerte para id ntificar u per ona. Ha ta 1 49 no e el eidió LiYino- ton á iuternar en l Torte del Africa. Durant u prim r Yiaj' qu hizo en 111paüía ele do homl r intrépido , ~DI. )'Iurray y O í\. 11 igió el Zou 0 ·a y 11 °·ó al lao-o de To-ami clp pu ~ el r orrer tre cien ta milla (cuatro mil o hoci nto · kilómetro .) En 1 51 e int rnó en la re 0 -ion in xplorada del )I kaloclo, atrave ó bitoane, capital el aqu l xten ·o paí:, y pen tró poco á po o en el tenit rio, admiránclo e al Ycr la. belleza naturale qu-- pre ntan ar1u lla nueya, rc 0 ·ionc . Campifia ferací ima., re 0 ·acla por aIToyo y ri s; un uelo corta lo por multitud el :filon m tálieo ; valle rio y fecundo ; num ro o lao-o ; hal itante, pacífico , indu trio o , aparecen por Yez primera á lo ojo del xplorador . De ele entonce , LiYing ton marcha ele un en otro el ·cubrimiento . En 1 52, tra de o-rand peli -ros trabajo · inaudito y e ·fuerzo· constante·, lle 0 ·a á la co ta Oc iclental de Africa y á I an Pablo ele Loanda, ta ion p rtu 0 ·ue a. A p ar ele u entu ia mo, ti n preci ·ion d el tener ; tenuaclo por la· fati 0 ·a , cae gray ment nformo y durante me e entero , lucha in e p ranz1. entre la Yida y la mu rt . La Yida, triunfa al fin; poco ·í, po o r cobra la. alud; pero l jo de pen ar en 1 ele can ·o, ele ·pue el tan dura pru has, vuelve á u grandes proy tos. D . anclo atra-v ar el ontinente en u anchura total, mprend ele nu vo u mar ha y acaba por con· guir u objeto, lleo·an lo en Mayo ele 1 56 á Quilimana, ciudad ituacla en h co ta Ori ntal. De pu d e ta mao-nífica per o-rina ion, LiYino- ·ton vuelYe á Lóndre , cargado ele de cubrimiento · r ele documento nuevo . Por toda parte aclamado y recibe la medalla ele oro d la . oci dacles el gco 0 ·rnfía ele Parí y le Lónclres . Aquel primer período el ·u vi la ele explorador, e
O.\. YIO Ll\'1:-iG T XE.
61
<le crib po o tiempo de pue , en un libro JUe publica y que obtiene un ;xito uniYer al (1). na v z terminado e t monumento g ográfi o empr nde Living. tone nu va xploraciones, una le la cuale , la ma · n table d toda e la del Zambez . En m dio el lo nut gran rio, qu baña una d lá comarca ma rica y ma curio a del 0 ·lobo 1 yiaj ro camina el orpre a en . orpr "ª (2). quella ti rra tan fértil fue t alro de una 0 -ran ele 0 Tacia para. Liíing ton ; allí p rdió la de ven urada po a qu había tenido el valor d unir u u rte á la del cél bre Yiajero. Yolyió nu vam nt LiYin°· ton á Ino-Jat rra y n 1 64 int,ntó ele ubrir 1 mi t río JU rodea la fuente ele Zair . Entone el LlÓ 1 u lo pátri para no volí r á él jamá . quel xplorador infati 0 ·able e hace e 'lebr ha ta el último momento, en Yirtud el nueva onqui ta . Durant u último viaje encu ntra n Oudjidji cerca el l la.o·o ele Tan o·anyika á tanle , el atr ,,ido corre pon al del "1'.'ew-l'ork lleralcl, qu vien ú. bu, car] para traerle auxilio . llí fue donde la nferm dad l privó de u fu rza fi ica . P ro Livüw ton ele oy la aclv rt ncia d un cu rpo d bi1itlc1o por la fatio·a . un no ha t rminaclo u obra y qui r t rminarla. En 1 72 d apar' : pa a un afio entero in ten r noticia u •a ) d r p nt e ab su mu rLe JU hace Y Lir de luto á fa Europa ntera. A fine de bril Je 1 73 acababa ele atra ar lo pan tan ituaclo entr 1 Louar oula y la me eta d Lobi a uando u píritu no habia perdido n rofa, p l'O u cu rr o . taba tenuado por la calentura · I or la di. nt ría por y intiocbo año 1 trabajo , de YID:) : el priYacion, ·. El 4 d :Ma.yo de 1 73, r c1 aclo de 1
ML,ionnr travcls :wd r :;c:irch in south A frie~ . Lonclou 1 :n. (2) Narrativc of an cxpctlition lo thc Znmbc:ii andits tributnry . London l 6;;.
( 1)
62
LOS ~IARTffiES DE LA CIENCIA.
algunos fieles criados, exhaló el último suspiro en la meseta de Lobisa á los cincuenta y siete años . La cuarta expedicion que se habia_enviado en busca su- • ya, llegó á Zanzíbar poco mas de un mes antes de su muerte .. Los tenientes Cameron y Murphy, y el doctor Dillon que la mandaban, recogieron su cadáver. El 16 de Abri l de 187-:l: el cuerpo de Livingstone fue desembarcado en Inglaterra despues de una ausencia de ocho años. Conducido á Lóndres, el doctor William Fergusson, hizo la autopsia . El hueso del brazo izquierdo, que los dientes del leon habian estropeado treinta aüos antes, permitió demostrar la identidad de aquellos precioso~ restos. El sábado 18 de Abril de 1874, este cadáver, religio amente conducido enmedio· de una inmensa y respetuosa multitud, fue depositado en su última morada; la abadía de Westminster. Llenan ele asombro y de admiracion los progresos que la geografía debe á Livingstone. Antes de sus viajes era completamente desconocida en Africa una superficie que tenia por lo menos tres millones ele kilómetros cuadrados. Estab:1 reservado al humilde tejedor ele Glascow, poner los jalones para los caminos del porvenir y trabajar para la emancipacion de los indígenas, á quienes sirvió ele profeta y de bienhechor. Su muerte ha siclo una pér1ici.a inmensa para la sociedad; porque no es fácil encontrar á cada paso estos hombres superiores, que dob,clos de todo género de virtudes, t ienen al mismo tiempo valor para todas las empresas: rara vez se encuentran esos caractéres, animados ele esa sublime abnegacion que les lleva á soportar las privaciones, las fatigas, las luchas, los peligros y la muerte, con el exclusivo objeto de ser útiles á la ciencia y á la humanidad. La exploracion del Africa es acaso el ejemplo mas palpable de los sacrificios que exij e la con 1uista del globo. Desde
MUNGO-PARK.-DURA1 TON.
03
principios del siglo, se cuentan por centenares las víctimas de viajes por aquella tierra misteriosa. Mungo-Park, asesinado ó ahogado en Haoussa, sobre el Niger en 1805, es uno de los primeros que figuran en la larga lista de este martirologio, donde se encuentran los nombres de Nichtingaie, muerto de una fiebre intermitente en 1841; de Duranton, aquel valiente francés, que despues de haber subido el Senegal y haberse casado con la hija del rey Sambala, murió de enfermedad en 1843; de Eduardo Vogel, el sábio aleman, alevosamente asesinado por el Sultan de Ouadai y de tantos otros, cuyos huesos se hallan disper ado en todos los ámbitos del inmenso continente. Uno de nuestros geógrafos mas distinguidos, Mr. Duveyrier, ha reunido la historia de estos mártires (1) agrupando sus nombres en un mapa especial que reproducimos (pág. 57) y que resuiue de un modo gráfico una gran série de esfuerzos emprendidos con el único objeto ele arrancar algunos secretos á la naturaleza. Las tumbas de los exploradores no se encuentran tan solo en medio de los campos ele hielo del polo Norte ó ele los desiertos africanos; en todas partes se lucha por lo q_ue queda aún in conocer, y en todas partes hay víctimas. Entre las muertes gloriosas acaecidas en el continente asiático, citaremos la de uno ele los mas valerosos exploradores de nuestro país. Francis Garnier, oficial ele la marina de guerra, es uno ele los viajeros mas atrevidos ele que puede gloriarse el orgullo francés: murió víctima ele sus deberes militar~s y ele su patriotismo. El 5 de Junio de 1866, salió ele Saigon para empezar su gran viaje de exploracion por la Indo-China, uno de los mas notables y mas importantes que se han hecho en nuestra época . Este viaje, realizado por órden del gobierno francés bajo ( 1)
Africa necrológica. Bolotin do la SocieJad de geografía 1874. Tomo VIII.
61-
LO :\lARTIRES DE L\ CIE. Cl.\.
la direccion clcl capitan de fragata Douclart ele Lagrée, ha iclo premiado por la sociedade de 0 ·rografia de Parí y de Lóndre . Formaban parte ele la expedicion, Francis Garnicr, )ir. Thorcl, cirujano de marina, el Dr. Joubert y )Ir . el Carné, jóven agregado al mini terio ele E tado. Mr. Doudart el Lao-réc, de pues de do año de p lioTo y de ufrimiento murió de una afcccion crónica del hígado, y Fi·anci Garnier, quedó de jefe de la expeclicion. El ma jóven de u compaiieros, Luí el Carné, ucumbió tambien algo ma tarde á consecuencia de las fatigas sufridas durante los tres años (1 66 á 1 6 ) qu duró a<J_uel viaj á que babia a i ticlo. «Ardiente de temperamento, pero impre ionable y delicado, u cuerpo no pudo re i tir la terribles fati 0 ·a que no habían hecho mella n u nergía moral, y ele de qu volvió á Francia, e cribia Garnicr en 1871, ufria con tantemente enfermedades, cuyo 0 ·érmen procedía ele la Indo-China. Otra YÍCtima, qu hay que agregar al largo martirologio de las ciencias g ográ:fica . » Francis Garnier y sus demás compaií ros, llc-varon á feliz término aquella exploracion, llena ele dificultade y ele polio-ros: á u vuelta, publicaron por cuenta el 1 mini terio el Marina, una obra con. iclerable, consao-rada e pecialmente á los resultado científico ele u viaje á travé de paise ca. i completamente clescono idos, donde abundan riquezas arqueológicas; donde e o. tentan en todo . u esplendor, ruina. prodigio as el los monumentos ele una civilizacion que ha de. aparecido }e la faz ele la tierra (ruina de An°·cor); dond se encuentran profusamente riqueza metalúrgicas; donde las ciencias naturalc , toda pueden co echar abundantemente; donde la geografía, n fin, tiene muchí imo qu"e aprcnd r. Apenas habia concluido aquella obra, Francis Garni r, que en cuatro afios no babia conocido mas que la fatiga , las privaciones y el trabajo sin el can o, e consagra á la defen a de París, el . empeñando las funciones de j fe ele es-
FRANCIS GARNIER.
Q¡j
taclo mayor del almimnte que mandaba el octavo sector (Montmartre), uno de lo ma. expue t al bombardeo, clanelo notables ejemplos de Yalor en el cuerpo ele ln. armada, clotn.clo toclo él ele un valor que ha llegado á ser lc 0 ·enc1ario. Hecho el armi ticio, vuelve á la China con obj to ele intcnta.r la exploracion ele una. el la comarca ma curio a, y menos ia; pero lo uce o político ele conocidas elel centro lcl Tong-King le obligan á retrasar aquel proyecto, que la muerte impo ibilib. algun tiempo ele pue . A consecuencia ele dificultades ocurridas entre el gobierno ann:unita y la Francia, comi iona é ta á Francis Garnicr, para. que vaya á Tong-King á franquear para 1 comercio el rio Bo-De, ele ele 1 mar ha ta la frontera c1 ·l Yun- an. olo tenia á u di po icion una cañonera con cincuenta y ei homl res ele tripulacion y treinta oldado de infantería de m1rina. El 11 ele Octubre le 1 73, sale ele ai 0 ·on y bien pronto e encuentra en la agua de Cua-Cam. Allí no encuentra ma que intencione ho tilc por parte de la autoriel lo manclarine , que emplean toclo lo cla.cl . annamita m dio , aun lo ma odio o , para librar e ele él. Mucha Yec intentaron nven nar el agua que u aban lo solela.do y volar lo polvorín , y viendo la aparente clebilidael c1 la expeclicion france a, e atrevieron bmbien á amenazarla. Francis Garnier, seguro ~el 1 valor de su gente, toma la heróica r olucion c1 poner i tio á la ciuelaclela de Ifa-Noi, que tenia mas le iete mi( clefcn ore , con lo o'cl1enta y ei franco e que tenia á u órdene . Con un solo caiíon c1e á cuatro, ataca ele improvi o la fortaleza; diri 0 ·e un nutrido fue 0 ·o á la puerta el 1 S. E . que al . rayar el cHa, queda por fin abierta, y de pu el procli 0 ·io clr n.lor y de auchcia, coQ. igue que e rinda la. plaza. El n mi0·o había tenido ochenh muerto y clo mil pri ionero , entre los cua.l babia mucho ºTan les manclarine . Gra ia á ste r.l go, cuyo atreYimi nt . inaudito no ln ia falta ya ma 9
66
LOS i\IARTIRE
DE LA CJ!i.:~CIA.
que un pequeño e fuerzo para que la p nín ula del Tong-King quedara ometicla á Francia. Francis Garnier, in desean ar obtien nuevo re ultaclos, apoderándo e de la ciudad ele ram-Dink; pero ele pue ele la toma de Ha- oi la tropa encmi 0 ·a vuelYen á provisionarse, 0 -racia á lo e fuerzo de u jefe on-Tay y reclutan una partida considerable de chino rebelde , que a olaban el orte de Tong-King, y á los cuales llamaban Banderas-negras por el color de la que u aban. Avi an á Franci Garnier, qu' aquel ejército, cada vez rna amenazador, vá á arrojar e á tomar de nuevo Ha- oi, y el marino s apresura á volverá la ciudadela, y poco el spue se vé itiado á u vez. Reune á lo oficiale y manda á uno ele ello , Baln el' Avricourt qu haga una salida, miéntras que él, á u ycz, dirige por otro lado un formidable ataque al enemigo. Queriendo proceder siempre por medio de orpre as para hacer su ataque ma terribles, e pone á la cabeza de diez y ocho hombres y se dirige á la carrera sobre lo Banderas-negras, á quienes encuentra próximos al fuerte, oculto entr lo matorrale . Lo obli 0 ·a á huir ante un fueo·o nutrido y él olo se lanza en perseeucion ele lo. fu 0 ·itivo. ; pero de repente tropieza en un hueco del terreno y cae. Lo Bandera negra e detienen lanzando grito ele triunfo, se arrojan obre el cuerpo ele u enemigo, que aun no ha podido levantar e, y le atraviesan á lanzadas. ¡Pocos momento clespue Balny el' Avricourt, rodeado de chinos, sufría la mi ma suerte! A pe ar ele lo prodigio de valor que hicieron los oldaclo , no pudieron arrancar el cadáver ele Francis Garnier d . manos de los chino. , que le el capitaron y e llevaron su cabeza como trofeo. Tambien en la exploracion de la Oceanía, como en la Je lo otros continentes, hallaremos 1am ntables historias. El honor de haber descubierto la Au tralia, se ha atribuido durante mucho tiempo al holandé. Dirk Hartog, que tomó
S.-\r TfAGO COOK.
67
tierra, el 26 de Octubr de 1616 en la punta occidental del continente. Hace poco se ha demostrado que la prioridad pertenece al navegante Oroncio Finé de Be ancon, que llegó á ese país desconocido, en 1531 (1). En 1642, Aóel Jans en Tasman, dió la vuelta á la gran tierm del Sur, como se llamaba aún entonces, pero sin abordarla, creyendo como era general de pues de los Yiajes de Colon, que debía exi tir en el globo un extenso continente austral que formara en cierto modo el contrapeso de las dos América . Tasman, descubrió al Sur una dilatada isla que llamó tierra ele Van-Diemen, dedicánd9la al gobernador general de las Indias neerlandesas. Parece que lo marino desdeñaron despues la Au tralia, hasta el momento en que Cook, (1770) ilu tre navegante inglés, llegó á su costa Oriental. Esta costa, que e tá absolutamente desconocida en una extension de treinta y dos grados, stá guarnecida de escollos que hacen su exploracion dificil y peligrosa: en la noche el 110 al 11 ele Junio, el Endeavour, que mandaba el capitan Cook, encalló en una roca submarina y se necesitaron veinticuatro ho1:a, ele esfuerzos casi sobrehumanos para ponerle á flote. El nombre ele Santiago Cook, debe in cribirse entre los de los mas famo os héroes de la cxploracion del globo. Segun ha dicho uno de nuestros ilustres almirantes, «es uno de los hombres mas eminentes en e a raza ele descubridore , que con tanta fecundidad produce la Inglaterra.>) Su vida ofrec uno de lo. ejemplos ma altos que pueden citar e, de lo reultados que se obtienen con fuerza de Yoluntacl y con energía: debemos, pues, detenernos en ella alguno momentos. :ració en 1728 en Morton (Inglaterra), eleyánclose al rango de los grandes descubridores, por su merito únicament~. Era el hijo no-reno del criado ele un cortijo, } ele pues ele haber ( 1) FurLher facLs in lhe early discovory of Auslralia, por Major.
68
LO MARTffiES DE LA CIENCfA.
e tado como aprendiz en una tienda de cda , se enganchó como o·rumet . prendió in mae tro el dibujo, la matemática y la a tronomía que ncce itaba para la navegacion, y lueo·o dió tr vece la vuelta al mundo, por órden del 0·obicrno ino-lé , ad 1uiricndo n cada ,faje una rica co echa de fenómeno ha ta entonce de conocido . En u primer ,iajc 1 acompañaron lo ábio Bank y Solander, con objeto de ober,ar en Taiti, el pa o de Yénu por el di co del ol, y entonce reconoció 1a co ta de la u va Z landa. Volvió á Europa por la India orientn.le , y al co tcar el urde Au tralia fué cuando el Endeavour e tuvo á punto le tr llar e contra un e collo. De pue de que le pu. o á ::i.h·o, tomó po e ion el o-ran capitan inglé , en nombre del r y Joro· III, de toda la co ta que acababa de vi i tar y á la cual pu o el nombre de Jueva Gales. En u eguo fa expedicion, que duró tres años, Cook ll , aba el obj to d domo trar la exi t ocia de la tierra au trale ; se pu ieron á u órdcne do buc1ue , la Re olution y la Adventure, y fué con ello ha ta el grado 71 de latitud meridional. De puc d haber de cubi rto la Tueya Caledonia y recorrido la ~ueva Hébrida , trajo á u pátria numero. o documento científicos obre la descripcion de las tierras n que babia de embarcado, la hi toria de u habitante y la d. u fáuna y u flora . En 1776, emprendió aquel intrépido navegante su ter er viaje, para averiguar i había una comunicacion entre Europa y Asia por el orto de América. Dió la. vuelta completa al ~uevo-Mundo, Il gó á la co ta . O. de América y trató de ir de de allí á la bahía de Hud on por el tre~ho de B hrin0·; pero e vió detenido de repente por un campo de hi ]o. dirigió á las i las Volvió, puc , á la co ta de América, andwick para pa ar allí el invierno, lle 0·ó á Owhyh ancló en una d u bahía cuya ori11a iban á ervirle de e¡ ulcro.
ANTI.\GO COOK.
69
D sc1e luego ntablaron, Cook y su tripulacion, rciacion s con los indígena·. « unca había encontrado, clic él mi mo, pueblos al vajes tan desconfiado , ni tan ele n vuelto corno aquellos. Enviaban á lo buque lo articulo que querian vender, y luego venian ello, á bordo para terminar lo contrato ; pero debo decir, en honor ele la verclad, que jamá trataron de engañarnos en aquello cambios.» Aquella relacione ami to a , no c1ebian er muy duraderas, por desgracia. La mútua tranguiliclad se perdió á consecu ncia de algunos roLos, y con moLi o ele la di pula 1u oca.-ionaron la actitud ele lo naturales, tom · un cará t r amenazador. Un clia, armado ele piedra , qui ieron impedir que algunos ele su compatriotas ayudaran á los in°-leses á llevar á bordo una pipa el agua. Cuando lo upo Cook, ordenó que ·e le hiciera fu o-o con bala; pero lo inc1í 0 ·ena , lanzando una verdadera lluvia ele piedras á lo ingle e , le obligaron á huir nadan lo, y e apoderaron ele la chalupa que quedó abandonada. Con motivo ele e tos uce o , clecia Cook: «Sentiró que los insular s me obliguen á tomar una re olucion violenta, porque no pu do dejarle creer que tienen ventaja obre nosotro . » D . ele el clia iguiente, r ol vió bajará tierra para llevar pre o á bordo al rey y á lo principale jefes, con ervánclolo c 1110 r h n , ha ta que le devolvieran u bote. De 0111bar ó en la i la. on un teniente nueve marinero y al instante se vió rodeado ele una multitud amenazadora. Uno ele los indígena e atrevió á amenazar á Cook y é te l disparó un tiro con perdigone . Momento clespues, se yerificaba una cena ele horror y ele confusion. Lo inclíg na precir itaron obr lo in°·le e in darle tiempo para volv r á cargar u carabina ; Cook, lleno ele valor y ele sangre fria, hizo que sus hombres se rcplega en. Mientra se mantuvo frente á fr nte ele lo indíg nas, ninguno ele ellos se permitió acto alguno de violencia dirigido contra él, porque lo consideraban como un sér so-
70
U
11.\.RTIRE
DE LA CIE:'.CI.\.
1 r natural; p ro n l momento n qu c r a ya de la orilla -volvió p1ra dar al o-una órdene á u marinero , r cibi ' una puñalada por la e palda ca ró d cabeza al mar. Lo ah-aje , al , rl caer prorumpi ron n -rito de júbilo, acaron del a 0 ·ua u cuerpo mutilado l arra traron por la co ta y ha ta le hirieron mucha vece~, cuando ya no ra ma 1ue un ca láY r inerte. A í murió el capitan ook aquel 0 -ran marino, 1ue d ·pu · ele Colon, e aca o 1 que ha abiclo onqui ·tar ma or popularidad. E ·ta legítima cel briclad pu ele rvir de m elida para apreciar u mérito. Kunca ha ,i to una exi tencia tan rica en empr a proYecho a para la humanidad y para la ciencia. antiao-o ook, parecía pr de ·tinado para u mi·i n: la naturaleza le haqia dotado el una fu rza hercúl a: u carácter era ele un t mple vjgoro o y u angr fria tan grande como u tranquila y decidida ncr 0 ·ía. u tatura ra. pcico comun: tenia un metro y set nta y nueve centímetros : ·u :fi onomía e pr ba la au teri lacl: era ta iturn , duro · terco; p ro tenia un fondo de extri ta ju ticia. Dum nt l'Onill ha dicho de 'l: ccE · el m rino m · ilu. tre el lo: iglo pa ado futuro: (1). >) El francé · La P 'rou (2) e otro mártir el, la xplora ion oceánica. D pu el hab r h cho una brillant arr ra militar, durante la ual tuvo una glorio ·a participacion n 1 combate naval c1 Belle-I le (20 de .,.ovi mbr de 1759), n 1 cual fué h rielo y 1uedó pri ·ionero de lo ino-1 ·e el pue. el haber ,i itado toda la · part d l mundo, combatió brillantemente en Am ;rica, contra 1 almiranfc in°·lé · Byron, haiendo que nue tra arma· ·alieran -Yictorio:a d lo e tabl cimi nto d la. comp ñía in ·l a el la b hía le Hud on. El gobi rno francés le ncargó una mi ·ion de lama alta importancia. Queri ndo compl tar lo viaje de Cook y ele Ciar( 1) Boletia de b ociedad de "eografia, J 70. Tomo X\'11. L:t Pérou¡;e nació cerc:i de Albi, el 22 de A"o;;lo el 17 i f.
(2)
L.\ PERUU E.
71
ke, re. olvió enviar una expedicion iguiendo la huella ele lo exploradores inglesc , para bu¡scar el pa o del orte, que aquellos no habian podido ncontrar. La Pérou e, que debía dirigirla, en union con De Langle, debía reconocer la tierra que ha ta entonce no habian podido explorar e recoger dato cierto obre la pe ca ele la ballena en el Océano meridional al ur ele la América y d 1 cabo de Buena-E peranza; obre el comercio de pieles en el . O. ele América; explorar la co tas poco conocida todavía de la Tartaria y de la América occidental, lo mares de China y del Japon, las islas Salomon, la zona S. O. de la u t.ralia, recoger en todo e to punto la planta y lo minerale útile , e tudiar lo divero pueblo de aquella comarca y abrir, en fin, 1rnevo venero al comercio (1). Do fra 0 ·ata , la Brtíjula y el A trolabio e equiparon en Bre t para dar cima á e te o-ran proyecto. La Pérou e e encargó del mando de la primera y el capitan De Langle, del de la cgunda. Lo do buque hicieron un gran número de exploracione y de ele cubrimiento , en medio de lo mayore peligro . La Perou e, dobló el cabo de Horno , ubió la costas ele la América ha ta l monte Saint-H lie, y descubrió en e to itio la bahía Monti y el puerto de los France es. En e t último, tre · de lo buque que llevaba, arra trado por la corriente. , se hicieron pedazo contra lo e collo . Seis oficiale y los quince marin ros que les acompafiaban, perdí ron la Y ida en aqu 1 de a tre. La expedicion llegó á la isla de andwick, tomó 1 rumbo de la Filipina , e dirigió al E. d l Japon, exploró la co ta Oriental del A ia, casi desconocida á la sazon, de cubrió una i la nueva en la co ta de la Cor a, una bahía en la i. la d e0 ·halien y ancló el de Diciembre de 17 7, á la, i 'ta de la i la le fauna, cuyos elevados picos dominan el Archipiélago de los avegantes. De ( 1) De Lacaze. Biografía universal.
72
LO
.\L-\llTIRE
DE LA CIENCIA.
Langle, le. ·embarcó n una en enada rodeada de árboles: acompaiíaclo ele alguno marinos, se preparaba á hacer proviion c1 a 0 ·ua fr ca, uando fu é acometido por una multitud de indígena . En 1 momento en que volvió á embarcar en u bote, para alir á alta mar, e vió cercado ele piragua , tripulada por alvaj · colérico , que le a e inaron á golpe . Un distinguido naturalista, inclivícluo ele la exp clicion, Roberto ele Paul Lamanon y once marinero france e , perecieron á u lado. La Pérou e, abandonó aquellos itios de ele olaciou, y el 2G ele Enero de 17 , ele embarcó en Botany-Bay. Es ribió al mini tro ele Marina una laro·a carta, participánclol el re ultado ele u c1 cubrimiento y la historia de las el gra_cias ele u compaficro , y anunciándole que iba á hacer e á la Yela para la i ·la ele Francia. E ta carta era la última que clebia escribir el ilu tre marino. No se le volvió á ver, ni en la i la ele Francia, ni en parte al ·tma: un velo mi terioso cubre el destino de la expeclicion. Parece que la fatalidad se ha encarnizado con todos lo que han tenido al 0 ·una r lacion con aquellos tri tes ·uce o . D'Entrecasteaux, á quien se envió para buscará La Pérouse, murió en el mar (1793). Ruan ele Kermaclec, que manclaJ.n. su re erva, sufrió la mi ma uerte. To lo p rmaneció n la o curiclacl hasta 1826, en cuya época, el capitan inglés, P clro Dillon, encontró bajo 1 agua, en medio ele los e collo, situados al orte de la,· isla Hébridas, re to ele buques, cañones y áncoras. Era lo único 1u quedaba ele la Brújula y el Astrolabio; eran lo muelo te tigos del sinie tro drama que habia terminado la gloriosa c rr rra de La Pérou e y sus compañeros. El mismo Dumont d'Urville, que fué á recoger aquellos precio os restos, pereció lastimosamente en un choque del camino de hierro ele V cr allcs (8 de Mayo de 1842.) La conquista ele la Australia, á cuya historia vamos á
SAN rtAGO B.Hi\L\T
Nada fué capáz de detener su entusiasmo.
10
D'.E~THECASTEAUX ..
concretarnos mas especialmente, no ha podido 11 varse á cabo in-nuevos sacrificios. Despues ele los viajes de Philips á principios ele este siglo, ele Sturt, en 1829, ele Eyre, que penetró en el continente en 1840, un jóven naturalista aleman, Leicharclt, resolvió descubrir el misterio ele aquel continente tan desconocido entonces, como lo son hoy las regiones del Polo. Incitado por la curiosidad que siente todo explorador, quiso ver lo que contenía aquel país inmenso. Procurando al principio atraYesarle oblícuamente hasta el N.O., recorrió en quinc..:c mesos, por paiiscis completamente nuevos, un camino ele mas ele tres mil kilómetro . Animado por aquel primer triunfo, quiso hacer mas aún y trató ele atravesar la Australia de extremo á extremo, segun su mayor longitud; es decir, ele Este á Oeste . Salió ele Brisbane á principios ele 1848 y llegó_á orillas del rio Cagoon, situado á cuatrocientos ochenta kilómetros tierra adentro. Pero tampoco ha vuelto á saberse nada ele aquel intrépido viajero. Diez años clespues, en 1858, los hermanos Gregory, encontraron cerca del río Victoria, ·los vestigios ele su funesta expedicion. Al mismo tiempo que Leichardt, un colono australiano, Kenn~dy hacia esfuerzos para reconocer las costas Orientales J.e Carpenfaria, pero desde el comienzo de la expedicion, su marcha se vió entorpecida por llanuras cubiertas ele matorrales; esto no le arredró, sin embargo, y siguió hasta que se le agotaron por completo las provisiones. Todos los que le acompañaban le abandonaron, á excepcion de un indígena que permaneció á su lado. Kennedy, sin mas recursos que sn valor, siguió todavía adelante y penetró en un país donde encontró caníbales feroces, que le asesinaron á la vista ele su compañero. Este, que tuvo la fortuna ele poder escapar, volvió solo y refirió cómo- había muerto el desventurado Ifonnedy. Pero la muerte ele los héroes, no ha , detenido ,nunca los ·vuelos del heroísmo. El trágico fin ele Kennedy y de Lei-
,6
LO
ll .\RTIRE
DE L.\ ClE~Cl \.
cbardt, no ha d t nido á lo herm no Gr o-ory á Ro , á A u tin, á Babi ao· , á Mor ton. E to ·ploraron Jo de icrto au trale. de O. á E.; p ro la gloria de haber atr:wesado por primer.:i vez el ontin nte au traliano le d Melbourne al golfo de arp ntaria, e d cir, de de la o ta. ur á la co ta orte del continente, e taba re ervada al irlandé Thoma Ü'Hara Burke, á quien aqu lla expedicion co tó la vida. Burk , partió de Melbourne el 20 ele Ao-o to de 1 60, á la cabeza de una expeclicion completa y el un gran mat rial. Le acompañaban, un a trónomo topógrafo, ·wm , y otra di z y ei p r ona , y llevaba, aclemá , v inticinco caballo y otro tanto cam Uo . A fine de tiembr , lleg · entre lo paralelos 25 y 26 ur, al gran-Cle ierto de piedra , donde quin e año ante babia pa ado ei m e en la po icion ma dificil, el viajero turt, doncl u teniente Poole babia muerto ele ed . Burke y su exp dicion, ma fi lice , atravesaron in dificultad el gran d ierto, en el que lluvia torrencial muy reci ntes babia hecho crecer algunos oá is, alrede for de numerosos charcos . Lo viajeros entraron n el vall del Yappar, y cobraron nuevo ánimo , cuando e apercibieron de que e acercaban al Océano. En efi cto, la proximidad l l mar se manifestaba por señales indudables : el 11 el F brero, vieron que la pleamar hacia ubir el nivel ele lo pantano que guarnecen el Yappar. Aun tenian que atrave ar una extensa llanura arcillosa, que hacian inacce iblc matorrales e pesí irnos. Lo viajeros taban dóbile , la mayor p rte de lo caballos y lo. camello habian muerto, y lo que aún vivian, no qu rian andar. o babia ma. provisiones y fué prcci o abandonar la e peranza de llegar á aqu 1 Ocóano, cuya proximidad. era induclabl . Hubo n ce iclad. de volver pié atrás y Burke y Wills murieron.de fatiga y de extcnuacion en el valle ele Cooper. Sin embargo, habian trazado el camino: un squatter, Juan Mac Dou~ll_Stuart, le recorrió ]la ta el fin y consiguió mas
TIIOlli.
BURKE.
7i
tarde 11 gar á aquel Océano, cuyo murmullo, y no mas, babia entido Burk . Gracia á lo e fuerzo de esto. mártire de la exploracion au tra]iana, gracia á lo viaj e ma reciente y meno fune to de Land borough, Mac-Kinlay, Hardwicke Cowl , Erne to Gilles y el coronel Warburton, la uperficie de la Au tralia, lo mi moque la del Africa, empiezan :i conocer e. Pero aún hace falta que e exploren por completo. En la parte . O., la tierra de Ta man; al orte la de Arnheim; al oroeste la d Carpentaria y ]a penín u]a de York, ofrec n un ancho campo á la acth·i fad de lo exploradore d 1 por,enir. puede a egurar que d lo ei millone , tre ci nto treinta y tre mil kilómetro cuadrado que mide la uperficie de la u tra1ia ma de una tercera parte e tán toda,ía in explorar. E ta cifra no d mue tran lo poco que valen la tentativas de un hombre olo en e te gran trabajo d la explorafuerzo ele todo , cion d 1 mundo. Pero la urna de lo multiplica ele gencracion n o·eneracion: la conqni ta icl o-Joobra d 1 ti mp y ,á realizando po o á poco. bo,
.
Crocé-SJJinelli y Sivel .-El Z énith estaba inmóvil en las altas regiones.
CAPITULO III. EXPLORACION DE LAS ELEVADAS REGIONES DE LA ATMÓ~FERA,
Fué una época h ermosísima para la inteligencia humana, aquella en que los periódicos pudieron decirnos: o Por fin puede el hombre ostenersc y ele varse en el aire. » JAVIER DE M.IISTn E,
Las regiones del aire donde se forman los meteoros, donde tienen su origen la lluvia, el granizo y el rayo, han escitado siempre la curiosidad del hombre; pero durante muchos años no podían penetrar en ellas ino subiendo á las montañas . Ahora bien, los picos, los hel ros y las altas cúspides, eran entonces objetos terroríficos. Los viajeros que tenian el atrevimiento de subir hasta ellos, habian sentido tales molestias bajo la influencia del enrarecimiento del aire y del frio, que las montafias se presentaban bajo un aspecto terrible. Cuando en 1534 Pedro de Alvarado emprendió la conquista del Perú,
80
LO
~L\RTfRE
DE L.\ CrE:'\CI.\.
tuvo qu atrayc ar lo Ande á un:i. altura d cuatro mil ochoci nto m tro obr(cl mar: part de u 0jército ucumbió en aqu lla levada rc 0 ·ionc , y lo que ali ron con vida habian padecido tanto con la d pr ion del aire y con el d cen o de la t mpcratura que á mucho e 1 cay ron lo el~do , y todo ello tenia.u un a pecto c. c1a,érico. Ha ta fine del i 0 ·lo pa ,1Clo, todo el mundo cr ia 1u la a cen ion al :Monte Blanco era una mpr a impo iblc el ll var á cabo. Cuando en 1741 un caballero inglés, llamado Windham, resolvió vi itar los helero ele los Alpe r subir ú )'Iontan,er lo habitante ele Chamounix creyeron que u cmpr a ra imp iblc. u compañero y él tomaron pr c:i.ucione inaudita que hoy clia harían r ir á lo ,mJ ro contemporáneo · hubiéra e c1icho que e trataba el una xploracion en r gion lejana y p li o-ro a (1) . A1°·uno me e ele pue el la xcur ion, de ·windham, la trágica muerte ele Plantado clió la razon, al parecer á lo 1uc temian el p ligro d la a c n ionc . Plantad , a trónomo ele Montpellicr, conocido 1_:)or su ntu ia mo en favor d' la ci ncia, habia comenzado uno experimento barométrico n la montañas ma alta ele lo Pirin o . El 25 el Ago to ele 1741 cayó in enticlo en la Horquilla de los cinco o os, en 1 pico del Mediodía, murió al lado ele u ·extantc, á la altura d 2,400 metro . T nia sobre etenta años; per la. celad no habia cli minuiclo en nada u ntusiasmo por las observacione. Uno el lo prim ros 1ue ha 11 vado la bandera ele la iencia á la altas r 0 ·ione d la atmó fcra á mas de 4. 00 111 tro obre el IUQ,r, ha ido un imple 0 ·uía d lo. Alpc , antiago Ba]mat (2), que iba á abrir l camino ú la. m moral 1 •s opera ionc d 1 ilu tre au ur , y á traz r ·1 camino d la. (1) (2)
Ch. Durier . El Monte Bina 18T7. Nació el l!J de Enero de 1762.
A~TIAG
8.\UIA T.
81
cur ione por la monta.ria. Si la condicion ocial de Bal,nnt ra humilde, u corazon, u -v-alor, u fo rza d volunb.d, u inalterable tenacidad para. lar lizacion el u obj to, eran °Ta.ncl . aus ure habia hecho inútile tantativa p ra ubir á la cú pide del )'.Iont Blan o: Balmat propu o vencer al gigante de lo Alpe . Rcp ntinamente abandonó . u familia de apareció: r corrió lo hel ro durante mucho dia atrave ó u o-rieta , d afió lo alude : nada fué capáz de el tener u entu. ia mo. En una de us tentativa. , e citado por 1 ardor c1 u empeño, I crm neció cuatro noche ontínua in atre-v-er "e á dar un pa o, I ara no en medio de la niev e pon r e á ca r n un abi m ; in ten r a i JU comer ni ufri ndo lo ma. t rrible dolore , á cau a el l 1ue beber sce. iv frio. De cuando en cuando volvia á u ca a, r ndido aco taba en la paj d u el fati o-a p r no de al ntado · regre aba á intentar la hórr o, recobraba a í u fuerza ron 1ui ta d u uevo Mundo. Aquello en 'rgico e fu rzo encontraron al fin u recomp n a: 19 de Ao·o to ele 17 6, Balmat lavó la punta h rracla .. el u ca ad n la cú pid d la montaüa m alta de Europa. Bourrit (1) habia ntitlo ante qu Balmat un o-ran nlevada d la tu ia mo por la exploracion ele la re 0 ·ion u pr abandonad atmó fi ra.. Pintor ele porc lana. habia fe ion para ntr o·ar ent ramente á la exploracion alpina , don 1 bu e-a.ha la in. I iraclon de u cuadro . au ur l ha h hoju ti ia, di indo de ' l: <<:Y.Ir. Bourrit t maba aúnconma ' inter~. que rolaconqui hcl"l~font,Blan o.>) En 1 12, á lo och nta a1io Bourrit hiz 1 último Yiaje á Chamounix: volYió baldado d la · do pi rn::t , ~ a no ' T
uró. La . u rt d Balmn.t fu', p or toclaYía: l -rdió la vida en m dio el lo h 1 r que tan bien babia a1 r nclido á recorr · r. ( 1)
. nció en 173:.i. 11
82
LOS MARTIRES DE LA
cm
CIA.
A veces pasaba una ó clo semanas fuera ele u ca a. Un dia, , en Setiembre ele 1834, se fuó al Monte y no ha vuelto. Aquel hombre enérgico, á quien Alejandro Duma ha llamado ce el Cristóbal Colon del Monte Blanco,» habia caiclo en una cima inacce ible. Despue de la primera a cen ione ele Balmat y de Sau ure, mucho exploradore. han penetrado en la capas ele-rndas ele la atmó fcra, trep:mdo á la alta cú pieles el la mont:1ñas; pero han alcanzado el éxito de u empresa á costa de las ma ruda fatiga . La mayor altitud á que lo hombres han llegado hasta el dia, subiendo por las mon tafias, es la que alcanzaron lo tres hermanos bávaro chlagint"eit, en las montañas del Thivet. El 19 de Agosto de 185G, estos yalientes ,fajeros han llegado en el Ibi Gamin á la altura de 6,810 m tros sobre el nivel del mar (1) . n aiio despue , Adolfo Schlagnitweit fuó asesinado en Kha ghar, por los turcos, que estaban á la sazon en guerra con lo chinos. Anteriormente, en 1812, Moorcroft habia atra vesaclo el Himalaya para llegar al lago de Mana arowar, y habia lleo·ado á grandes altitudes: su respiracion acelerada, los latidos de su corazon le obligaban á deten r ele minuto en minuto. En vano procuró vencer aquella debilidad corporal; acometido de un vórtigo, cayó al uelo; pero tuvo, in embargo, fuerza para levantarse ele nueyo y bajar á nivele inferiores (2) . En 1819, y acompañado de Trebeck, emprendió fo rcroft otra expedicion, q ne terminó sei aüo de pues con b muerte de los dos viajeros (3). Los globos aerostáticos ponen en manos del hombre el medio de explorar con ma se 0 ·uriclacl la alta re 0 -ione de la atmósfera; pero en el seno del Océano aér o, omo n to(1) MitLheilungen, 1860. (2) Asialic Research :;. Calcutln, ·I816. (3) Pnul Bert, Ln p1'esion baromélricet, 1878.
PTLATRE DE ROZIER.
83
das partes, hallamos tambien víctimas de su amor á la ciencia. abiclo e que Pilatr ele Rozier, el primei·o que tuvo el honor ele eleyar en el aire por medio ele una mongolfira (1), fué tambien el primer mártir ele la aero tJ.cion. R ferir'emo la hi toria ele e te fune to acontecimiento, . co·un una de la. mejor s ele cripcione del mi mo, que e han publicado; la el 1 Dr. J. B. Bertranel (2). Hacia poco afio que lo h rmano Montgolfier habian inYcmtaclo la máquina a ro tática: muchos exp rimento heho uc ivamente en Annonay, en el Campo ele Marte y la Tullería , en Ver lle , en Lyon, en Dijon y en Milan, 1 s habia produciclo una 0 Tan r putacion. Pilatre de Rozier e propu o atrav, ar n un globo el e trecho de Oalai ; el deseo de adquirir 0 ·loria, el amor de la ciencia, la nece iclad ele agregar otros nuevos á lo resultados obtenido por 1Liceo que habia fundado en 17 1 y le adquirir aún mayor reputacion, fuer,m los moth·os que le inclinaron á emprender aquel viaje p ligro o. Para efectuarlo manife tó al contador general ele Haci ncla, Mr. alonne, que lle-varia á cabo la expeclicion, i la costeaba él; u peticion fué concedida, y e le dieron 42,000 franco . Ron1ain, célebre con tru tor ele globos en aquella época, e unió á Rozier y e comprom tió á construir uno ele treinta pié ele eliám tro, poco mas ó meno , por la suma ele 6,000 francos. Pilatre, que debia facilitarle local para con truirlo, obtuvo d 1 gobernador ele la Tullerías que le concediera la ala ele Guardia y otra habitacion con dicho obj to. empezó á fine ele Ago to y quedó concluido El trabajo . i semana ele pu . e emplearon etecientas áuna de ta( f)
Acompañado del marqu ~s ele Ar landes, el 21 de oviembre de 17 3. (2) Jllaniial de la historia ele Bologne sur ilfer, por el Dr. P. J. n:Bcrlrancl. Tomo 1, cnp. 111, 1828.
4
LO
l\ARTIRES DE LA
fi tan blanco cortada
cm
CIA.
n hu o e férico , cuya. fio-ura dibujó
io·aud ele Lafoncl. Romain babia r en·aclo el r to el ha r 1 tafetan impermeable: e r to que con i tia n darle una apa ele aceite ele linaza qu babia hecho ecant por medio el 1 litargirio. Cada hu o fi rró d pu ele pero-amino p o-aclo con cola ordinaria, mezclada con miel ac ite de linaza, lo cual daba flexibilidad á la p o-adura y vitaba la rotura el la cubierta. Roma.in daba mucha importancia á u ecreto· preparaba la cola 'l olo y no e lo clió á conocer ino á un compañero el e tuclio que le ayudaba gratuitam nte á hacer el globo. e 1 pu i ron tr capa de pergamino. na vez con luido, tenia tr inta y tre pié y medio el diim tro r e taba ·adornado ele o-allard te en vario punto ; con 1 apéndice cHíudrico que nece itaba para llenar e · p aba tr cienta ,cinte libra . Ha ta tal punto había quedado impermeable, qu tuvo do me e hincha lo con aire atmo férico, in pre entar una ola arru 0 ·a. Al cabo el e te tiempo, el empaquetó cuidado ament y e llevó á Bou]ogne, punto de partida ] giclo por Pilatre. demá d 1 globo, debían 11 ,ar una mono-olfiera de v inticinc pié de altura cuya part uperior era el• gamuza: ante d partir hizo con ella un en ayo, cu o '•xito corre p ndió i lo cuidado on 1u habia con truido. Lleo·ó Pilatr :i B u logn el 20 d Di iembr ele 17 4. Do dia de pue de u ll o·acla tuvo noti ia d Jo pr parati,o qu hacia Blan hard en Inglatcrr , para ejecutar un ,iaj em jant al qu él habia proye tado: con e to e alarmó, t miend , obr todo, qu e 1 ad lan ta , Jo cual le 1uitaria toda la ·loria d biela á la pri rifo.el. Fu', á Doune , ,ió á Blanchard, durante un mom nto concibió la p ranza de qu no pod!'ia v rificar u iaj , en at n ion al mal ·taclo el 1 a¡ a.rato qu tra 1 oraba l o-a. p r tocla part :;
PIL.\TRE DE HOZLEH.
Sií
pero pronto sintió nueva inquietudes: volvió á Boulogne, dejó allí á Romain y á su hermano que le habían acompañado, y volvió á París, lleno ele ansiedad y de disgusto. Durante aquel tiempo Blanchard y el doctor inglés Jefferies, se elevaron en el castillo ele Dou vre , el 7 ele Enero de 1785, y bajaron sano y ·al vos á la tres y meaia ele la tarde, en el bosque ele Guines, aunque ele pue de haber corrido algunos peligro . Vinieron luego á Hauclinghen, y de allí á Parí , donde Pilatre los acogió con afabilidad y buenas manera , aunque le atormentaba la idea ele no poder ya ser el primero que ·habia atravesado el mar en globo. Pidió que le dispen aran el viaje, pero el contador de Hacienda no con intió en ello sino á condicion de qu0 le devolviera el dinero que no se había empleado en los gastos del globo. El desgraciado Pilatt-e, seguro del éxito, habia dispuesto ya de aquel dinero. Se volvió á Boulogne y decidió efectuar á cualquier costa su peligfoso in ten to. Para escoger el dia de la partida, e hicieron en ayos por medio ele globo perdidos, que los vientos ele O. y ele N. O. empujaron iempre hácia el interior del continente. E to experimentos se repitieron mucha vece , lo que exigía largas clilacione , durante las cuales expuesto el globo á la inclemencias del tiempo, en un cercado próximo á las fortificaciones, sufrió mucho, y ha t1 fué roiclo por los ratone , y todo esto fué deteriorándole ele dh en clia, y haciéndole perder sus buenas conclicione8 á pesar del cuidado que se había pue to en su construccion. Por último, con un tiempo muy hermoso y un viento favorable que oplaba ·c1e1 S. E., se :fijó para la salida el 15 de Junio. Como hacia mucho cJ.lor, los preparativo e empez:1.ron desde que amaneció, y á las iete y media todo estaba arreglado . Pilatre de Rozier ubió á la barquilla con Romain·, y no quiso admitir al marqués de la Maisonfort, que de-
86
LOS MARTLRES DE LA CIENCIA.
seaba subir con él. (( No tenemos seguridad, le dijo, ni del tiempo ni del aparato.» Una salva de artillería anunció el momento de la salida: el globo se elevó verticalmente á su mayor altura, evaluada en seiscientas toe as; de pues se dirigió al N. por cima del acantilado de la Criche, y desde allí una corriente de las regiones superiores del aire, que habían pronosticado los marineros prácticos del Estrecho, le trajo con suavidad hácia el continente. Apenas había pasado un cuarto de hora desde que se habían soltado las cuerdas que detenían todo el aparato; aún no habían cesado las aclamaciones, todas las miradas y todos los deseos ele buen éxito se dirigían aún á los viajeros, cuando de repente los gritos de horror del público indicaron bien pronto la terrible desgracia que presenciaban. El globo se deshinchó, y la espantosa caída que foé consecuencia de esto, hizo cundir por todas partes el espanto y la consternaciori. No seria posible pintar la rapidez con que cayeron la barquilla y los desgraciados que en ella estaban: la vista no podia seguir su velociclacl, cada vez mayor. Un pánico general se había apoderado de todos los espectacloi.·es: nadie pensaba en nada;· la imaginacion no poclia hacel'SC cargo de todo el horror ele aquella desgarradora escena. · Pasada la primera impresion ele terror, muchas persona , creyendo que podrían prestar algun auxilio á los clesgraciaclos aeronautas, corrieron sin detenerse al soto clé Wimereux, que dista cerca de una legua clcl punto de partida. Pero ¡ay! ¿qué encontraron? ¡Pilatre, destrozado por la caicla, con los huesos rotos; qüe asomab:m por muchas partes entre sus carnes, había muerto! ¡Romain, cubierto de heridas, vivió aún algunos segundos! Así muriei;on Pilatre de Rozier y Romain. Pilatre de Roziei·, apenas tenia veintiocho años. Nacido en Metz, el 30 -de Márzo ele 1756, hábia véniclo muy jóven á París, donde pron-:
PlLATRE DE ROZIER.
7
to se clió á conocer por u amor á la ciencias. u primera ascension le habia valido una gran popularidad. Po teriormente á Pilatre ele Rozier, uno de lo ma desgraciados mártir~s ele la aero tacion, ha sido el conde italiano Zambcccari. Zambeccari babia tenido la malhadada idea ele unir, como Pilatre ele Rozier, la mongolfiera, al globo ele ga , de poner el fuego junto á la pólvora, como e ha dicho ma tarde. Trató muchas veces de elevarse en Bolonia; pero no pudo conseguirlo . El público e burló ele él y le calificó de loco y ele cobarde. El 7 de eti mbre, el de 0 -raciado Zambeccari qui o probar fortuna otra vez. ~o oh tante, los accicl ntes que le habían ocurrí lo mi ntras el o-lobo e llenaba de ga , e Yió obligado á partirá toda co ta, opena ele ,er e apedreado por una multi tucl fanática. «La ignorancia y el fanati mo, dice el mismo aeronauta italiano, quejándo e amar 0 ·amente, me obligaron á ,criticar mi a cen ion.>> D pue de mucha dilacione y an°·u tia , el viajero aéreo, el jó el su lo á media noche. «Extenuado de fatiga, dice, sin haber comido nada en todo el dia, con la boca llena ele hi 1 y el alma llena de de e p racion, me eleYé, in mas esperanza que la pcr ua ion de que mi globo, que eh abia clet riorado mucho en lo div r o tra porte que había tenido que hacer, no me podría llevar muy lejo .>> Acompafi.aban á Zambeccari, dos amigos fieles, Andreoli y ra setti. Sumidos en la o curidad, acurrucado en la barquilla, sufrieron lo mayore tormento por cau a del frío. A la do ele la madrugada, creyeron oir el rugido del mar: la noch era tan oscura que ni siquiera pudieron ob ervar el barómetro. Una hora pa aron en e ta ituacion y al :fin e vieron uspendido á poco metros de altura sobre la ola del Adriático. Arrojaron lastre el la barquilla se elevaron nuevamente á regione mas alta , donde vol vieron á ufrir un
,
88
LO
MARTlllES DE LA CIE, CIA.
o-ran frío. <<Me ele ·mayé, dice Zambeccari, y tuve terrible vómitos; Gra etti empezó á echar sangre por las narice y ambos teníámo la re piracion entrecortada y el pecho oprimido.)> Al amanecer, el 0 ·lobo babia ele ccndido nu vamente á un nivel müy bajo. Zambeccari p rcibió de lcjo ·, en el horizonte, una co ta: pero el repente, los -ricntos cambiaron, empujándole hacia alta mar, e decir, hácia la agonía, hácia la tumba. Aparecea alo-uno ·buque·, pero a u ta.dos su tripulantes por el globo, que le pre enta un a pecto completamente ele conocido, e· alejan á toda prisa. El capitan ele uno ele ellos, sin embargo, tiene piedad de los náufragos, y á las ocho ele la maliana, los toma á bordo. Gra ·etti no clá apena· eñalé. de vida: Zambeccari y Anclreoli están ca i de mayado . ·cuando Zambeccari volvió en í, tenia tales heridas en la mano, que fué preci o cortarle tre dedo . · Algunos ailos despuc , este hombre enérgico o.e quien ha dicho un célebre viajero ru o: << ns mirada son pen ·amiento·,))· (1) perecía Yíctima ele u valor. El 21 ele ctiembre ele l 12, el globo el 1 ilu tr aeronauta, obligado en ciertQ modo á anticipar su viaje, se incendió en medio del afr , á poca di tancia ele Bolonia por el contacto del aparato ele ,füahcioil, con el fuego que llevaba encendido. P oco ele pue e halló en· 1 suelo un apa.rato com·erti lo en ceniza y un cuerp humano, ele. trozado y carbonizado casi; ¡era todo lo que (1uedaba de Zambeccari y ele su fortuna! El' conde Franci co Zarnbeccari, e 'Cribió él mismo la histo1:ia ele us el sgracias: en su r elato . e achiert si mpre un íoirtcerv cntu ia ·mo por la ci nch. y un ardiente amor á la verdad. Su vida entera par ce precle tinada á In. desgracia. ' En un principio sirvió en la marina: fué pri ionero ele los turcos en 17 7 y permaneció en el pre iclio cfo Tolon ha (1) Kolzabuc, llecuerdus de un ·iaje á Li vonia, Roma !J Napoles. Tomo IV, 1806.
GALILEO
Con su baslon en la mano se apoyaba en su hiJa.
12
'
,
\
!) i
ZAMBECCARI.
ta 1790. <cEn aquel asilo ele de gracia y de ociosiclacl» segun él mismo le llama, fu ' donde decidió con agrarse al arte aerostático. n amigo verdadero ele la navegacion aérea, Dupui Delcourt, ha colcccionaclo hace tiempo, con el título ele Gloria y Desgracia los principale dramas ele la atmó fcra, (1) y en él hallamos al lado ele la ele Zambeccari, la bi toria de otros mártirc , cuyo fin no fué menos trágico. El 25 ele Noviembre de 1 02, e había elevado Olivari, en Orleans, por medio ele una mongolficra. A una altura coniclerable, su barquilla ele junco, fué pre a ele la llama y el aeronauta privado de u único o tén, cayó al uelo, donde e hizo pedazo . El 7 de Abril ele 1 06, Mosment, que había aliclo de Lillc en un globo ele ga , cayó ele la me ta que babia pue to en vez de barquilla, y e encontró u cuerpo medio enterrado en la arena de los fosos que rodean la ciudad. El 17 de Julio de 1 12, Bittorff vió tambicn incendiarse su mongolfiera, sobre Manh im, n Alemania, cayendo muerto obre los tejados de la ca a . El fuego que llevaba en su globo, fué cau a tambien de 1ue Macl. Blancharcl muric e el 6 de Julio de 1 19. La historia ele esta valoro a eüora, tan conmov-edora dramática como la de su célebr marido. Blancharcl, nació en Andelys (Euro) el 7 de Marzo ele 1753. De de su juventud se con agró á la arte , y á lo diez y ei año con truyó un carruaje mecánico, con 1 cual recorrió un pacio de veintiocho kilómetros. Alguno año elespue , ideó con truir un barco volante, y cuando lo hermano Montgolfi r lanzaron al e pacio su primer globo, se entregó con pa ion á la aseen ione aeronáutica . Atravc ó en globo el canal de la Mancha, acompañado del Dr. Jeffrie (17 5) llevó á cabo u~ (1) Nuevo manual completo de aerostacion, por Dupuis Dolcourl, 1
oO.
92
LOS ~!AH.TIRES DE LA CIENCIA.
gran número de viaje áéreos en Francia, Al mania y América y murió en el cainpo del honor, á consecuencia.de su septuagésima ascension, verificadaen elHayaenFebrerode1808. En la misma barquilla del globo, le acometió una apoplegía que le hizo vivir paralítico catorce meses; su e po a, siempre animosa y fiel, le prodigó los mayore cuidados. Los últimos recursos del aeronauta se consumieron durante aquella larga agonía; cuando murió, su viuda, que había quedado en la miseria, emprendió, para po'Cler vivir, la carrera aerostática. Aquella señora, llena ele valor, ejecutó en toda Europa, siempre sola, una série ele viajes aéreos que dieron entonces mucho que hablar. Hoy ya se han ol viclaclo; pero aún debemos ocuparnos ·de la última ascension qne la costó la vida. Era el 6 de Julio ele 1819-por la tarde: en el jardín del Tivoli colocado en el sitio en que hoy se encuentra la estacion del Oeste, babia una gran fm1cion. El público, animado y escogido, rodeaba la valla dentro ele la cual iba á elevarse Sofía Blancharcl. La mú ica comienza, la jóven salta á la barquilla y bien pronto se cierne sobre todas las cabeza , y se la vé brillar en medio ele la lluvia ele chispas ele unos fuegos artificiales que ha encendido ella misma bajo el globo . E te despide una lluvia ele oro. Lleva tambien otros fue 0 ·o , unidos á un para-caídas, y una mecha para prenderlos. Todo el mundo tiene la vista fija en la intrépida aeronauta. De repente una llama pequciia se eleva hácia el globo y aumenta rápidamente clevolúmen. A pesar dela elevacionáque el aparato seencuentra, se vé que la viajera se agita. Desaparece la luz durante un momento y despues aparece de nuevo en la parte superior del globo. Todos creen que q,quello es una nueva sorpresa y aplauden y gritan: «¡Bravo! viva l\'Iacl. Blancharcl.» El gas que llenab::t el globo, acababa ele inflamarse y la claridad que derramaba sobre todo el barrio ele l\'Iontmartre procedía tan solo ele las siniestras luminarias ele la muerte.
SOFI.\ BLA:\'CHARD.
93
in embargo el globo no caía: bajaba poco á poco. Todo el mundo miraba entonces con espanto aquella bajada: llega al tejado de una de la ca a de la calle de Pro,;ence, por el ual resbala ... Sofía Blanchard iba á alvar e. -¡, ocorro! exclamó: En el mi mo instante, la barquilla de mimbre se engancha en una grapa de hierro del alero, dá la n:ielta la d graciada Sofía cae á la calle, de cabez~, estrellándose en el empedrado (1). La'clesgraciada tenia cuarenta y un año . «Era, dice Dupui Delcourt, una mujer bajita, pero cuya figura bien contorneada y de buenas proporcione , tenia ba tante atractivo. Era morena, u ojo n gro y ·d vo , lanzaban chi pa u con ver acion era . umam nte animada.» E tamo aún muy 1 jo de haber agotado la li ta de la de graciada víctima de u entu iasmo por el arte aero tático. En Mayo de 1824, Harri , oficial de la armada ingle a, había alido de Lóndres n globo, acompañado de unajóven. En 1 momento de bajar, rompió la válvula el ga alió tan deprisa, que la barquilla chocó con grandí ima fuerza ontra el uelo. Harri quedó muerto en el acto. Su compaiíera no tuvo mas que alguna herida leve . adler célebre aeronauta inglé pereció en un yerdadero naufragio aéreo, el 29 de Setiembre de 1 24: al bajar el globo e vió arra traclo por un hura.can. Empujado contra la chimenea de una ca a muy alt'.1, situada cerca de Bolton, chocó contra ella, e volcó la baquilla el a ronauta cayó al ·u lo, donde quedó muerto. Otros aeronauta han ido yíctima d lo arca mo ó d la ciega crueldad d' la mu bedumbre . El a ronauta fran é Arban en uentra en t ca o. Rabia anunciado una ascension en Tri te el 8 de S tiembre ele 1 -16. A la ( 1)
Dupui t: Dl'lcourl, ilfa11twl ele aerosta ~ion
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
cuatro ele la tarde, no estaba aún lleno el globo y lo que es mas, una rotura de los tubos del gas, hacia la opcracion lenta y trabajosa. El público impaciente, prorumpió en amenazas: á las seis, los gritos y los aullidos semejaban á una tempestad amenazadora: la gente rompió las vallas é insultó al aeronauta. Arban, indignado, se resolvió á partirá cualquier precio . Colgó la ktrquilla; pero el globo poco hinchado, no tenia fuerza ascensional bastante, para elevarse con ella. Los gritos a.umentaron; la tempestad arreció; el aeronauta, desesperado, descolgó la barquilla, se agarró al borde de la boquilla del globo y se elevó, sin áncora, sin freno de cuerda, (1) m ntado en un cable sujeto á la red que envolvia el aparato. Con tan pocos recursos Arban, tuvo la desgracia de encontrar una corriente ele viento superior que le llevó hácia el Adriático. Durante mucho tiempo se le observó con anteojos y se enviaron botes y canoas para recibirle. Trabajo inú:til, el globo se perdió muy pronto en . las brumas del horizonte. Sin embargo, Arban, sujeto siempre á la cuerda, se mantuvo dos horas sobre las olas del Océano, y por último cayó al agua . A las ocho ele la noche estab:1 casi completamente hundido, pues aún el gas que le quedaba le sostenia á intervalos de ol~ en ola. A las once ya le faltaban las fuerzas: iba á perecer, cuando de repente apareció una barca, montada por dos animosos pescadores, Francisco Salvagne y su hijo. (-1) El freno de cuerda, (en inglés, _quide- rnpe), es una maroma que cuelga de la barquilla y arrastra por el sucio. La mayor ó menor longitud que hay en contacto con el terreno disminuye ó aumenta In f'acilidad de la marcha y su inclimcion indica la distancia :í que se encuentra el globo, supliendo de este modo, y aun superando, las indicacione3 del barómetroc¡ue solo indican la altitud sobre el nivel del mar, y no la mayor ó menor proximidad de suelo á la barquilla. El célebre Mr . Green que hizo en un solo globo mas de 256 ascensiones, usaba siempre este medio de moderar la fuerza ascensional y de subir ó bajar en el aire. Dcspues se ha usado por otros muchos aeronautas, y se considera por muchos como un aparato absolutamente necesario . (N. del T.J
• ARBAl .
!J¡j
Los dos marineros forzaron el remo y recogieron á bordo á Arban, má muerto que iYo. Pocos aiios ele pues ele e te naufrágio, Arban hizo una a cension en Barcelona. e dirigió hácia el Mediterráneo y nadie ha vuelto á saber ele él. La Mountain, muy conocido en los Estados-Unidos por us mucha a cen iones, y obre todo por una expeclicion aérea de las ma dramática , en la que estuvo á punto ele ahogar. e en el lago Erié, pereció tambien en medio ele los aires del modo mas espantoso . Este aeronauta se babia ele·vaelo en una mon°·olfiera, en lona (Michigan), el 4 ele Julio de 1873, fecha célebre del aniversario de la independencia ele lo E tado -Unido . Milla.re de espectaelore a i tian á u ascension. El de venturado babia tenido la malhadada idea de u pender la barquilla, no ele una red que rodeara el globo, ino ele una érie ele cuerdas, independiente unas ele otras, sujetas todas á un círculo colocado en la parte superior de la molgolfiera. La Mountain se elevó así por cima de unas nubes que se hallaban á poca di tancia del uelo, y á tra,é de cuyo int r ticio podia ob ervar e á é te. Las cuerda debieron irse aproximando una á otra , y in duda se r unieron de tal manera, que dejaron escapar la mayor parte del globo . De cualquier modo que fuese, el círculo superior se de prendió: el globo iguió subiendo, La l\Iountain cayó ele de la altura á que se hallaba, con la barquilla y las cuerda ele que estaba uspendida. -ió ele d de 1 jo agarrar e convul ivamente á á la aérea barquilla, que vino al uelo con una v locidad inde criptible. A cien metros de altura sobre el pi o, tuyo que abandonar las cuerda y u cuerpo se e tr lló en una tierra labrada, ante millares ele e pectaclor . Aqu 1 horroro o naufrágio arrancó lágrima á cuantos lo presenciaron: ¡ca i todas las seüoras se desmayaron! El cuerpo el 1 aeronauta e clavó en el uelo, donde hizo
96
LOS ~IARTTRES DE LA CIEXClA.
un hu co de n.1°·nnos centímetro de prJfu • clidacl. Los bue o e rompieron con la viol ncia el 1 choque, ele b l modo, qu :,J 0 ·uno quedaron reduci lo i polvo . La cab za. e aplastó, y la quijada infi rior c 1111 letam nte eparacfa, quedó cubierta de una 0 -r~1e a capa de sangre . Una imprudencia · parecida fué lo que clió la muerte en Lónrlre , el 9 el Julio de 187-:1-, á Yicente de Groof llamado el Hombre Volante. Había hecho la locura de el var e por medio de un i tema form1.do por do ala , bajo la cuale e taba colgado en una tablita. El hombre y su aparato se hallaban atado á la barquilla le un °-lobo que :Mr. Simmons hacia elevarse á la,. alta regione . De pues de una a cension ele mil <lo ·ciento mek , el globo ,ueh·e á de cencler: á cien metros d altura, Gr of e deja caer para en ayar u aparato; pero ns aht en vez de funcionar e le,antau y el Homl re Volante ca en medio de la calle de Robert (Chel ei), cerca ele una tien la ele ultramarino . La multitud e pr cipita cínicamente obre el cuerpo del aeronauta, y se rcpart los re to del me anismo que ha sido cau a de u mu rt . El ele o-raciado re piraba aún cuando le l vantaron; per0 le fué imposible hacer el menor moví miento, y exhaló el ú Itimo u piro ante c1 ' llegar al hospital. Coking, en 1 36, y Leturr en f 54, hallaron la muerte del mismo modo, practicando peligrosos en ayo de malos i tema de para.-caicfa . Pero por dramática y conmovedora que pueda ser la, muerte ele esto de graciado hombres volantes, animados ci rtamente del valor del inventor y de h audacia d -1 explorador, hay que confe ar que fu ron víctima. de una ignorancia pre untuo a.. En cuanto á lo aeronauta qu_e h1.n dado espectáculos á la urio idad pública, han trabajado incluclabl mente en pró e.le] progreso, cultivando un arte importante; p ro por punto general, su muerte·ha ido la con ecu n ·ia fun st.'.L de lo qu, habia siclo para ellos mu pr fcsion lucrativa. No pueden,
•
CROCE-SPTt ELLI.
97
pue , colocar e al lado el aqu llo cuyo móYil e clu i,o ha , ido el amor á la ciencia. Hé aquí la razon por la cual 0rocépin lli y ivel, ,íctima ele la catá trofe el l globo 1 Zénitlt, el ben ocupar el primer itio en nue tro corazone con Pila tr ele Rozier y Romain. Jo é Crocé- pinelli nació el 10 ele Julio de 1 45, en }fontbazillae (Dorclogne). De I ues ele haber hecho grande estudio clá ico , entró en la E cuela central de rte y·Oficio. , en la que fué uno ele lo alumno ma brillante ele u promocion. El jóven ingeniero era verdaderamente un hombre upcrior. Extraordinariament carii'ío o para u familia, dab1 R.bida siempre en su cora.zon á lM mas noble arranques ele la ju,entucl. La ecl ele una 0 ·loria legítimam nt conqui tada; los impul o de un arclient patrioti mo; l amor ele lo hu no y ele lo ju to· la fé en el pro 0 Te o; la pa ion por la uce ivamente ocupab:m ciencia, eran lo entimiento qu u imaginacion. u entusia mo taba contrabalanceado por algo ele el jaelez del mi 111 moclo que u en ibilidacl ca i fem nil, contrarre taba u ,alor. Todo e to le daba un atractivo iemparticular. Genero o, afable, delicado, alegr , jo,ial e leían en u OJO azuprc ao-raelable u bella ualidacl y le hacían simpático para todo el mundo. l 'rocé- pinelli habia h cho alguno trabajo el m cánica e había di tin°·uido por medio ele ex.e lente artí ulo ele crítica científica, publicado en l periódico La República Francesa, cuando p netró en el mocle to cenáculo formado por alguno hombre ntr gaclo á la ciencia, y que habían con ti tuiclo el prim r núcleo le la Sociedad france a ele nav gaci n aérea. En ella encontró á ivel. T ocloro _i-v l, na ió el 10 el Novi mbr c1 . . 1 3-1, en el pu blo el ame (Garcl), y irvió durante much afio en la marina m rcante. Habia viajado en cali lacl c1 oficial á muhos paí e~ remoto . o t nicnclo ya s creto que arrancar había cleclicaclo al Océano aér o. L·1 a ronáutica le al mar, T
•
13
98
LOS MARTIBES DE LA CIENCIA.
gustaba con pa ion. frel era moreno, su ojo negro tenían un brillo particular: u cabello abundante y rizado adornaban un ro tro curtido y lleno de energía. Era sanguíneo, tenia una fuerza fí ica poco comun, y una energía indomable. La rectitud de su carácter; la solidez de u instruccion; la bondad de u sentimiento y la di tincion ele su manera , hacian d él un hornbr notable. Teocl ro iYel se habia dedicado á la carrera aeronáutica. En mas de doscientas ascensiones verificadas en el extranjero, y e pecialmente en Dinamarca, se habia manifc b.clo tan buen aeronauta, como buen marino habia siclo ante . Tan luego como se vieron Sivel y Crocé-Spinelli se comprendieron, y re olvieron hacer esfuerzo de comun acuerdo para trabajar en la conqui ta. científica ele la leye de la atmó fera, siguiendo las huellas glorio. a de Robertson, de Biot, de Gay-Lussac, ele Barral y de Glaishcr. En Marzo de 1874 y bajo los auspicios de la Sociedad francesa ele navegncion aére, á cuyo de arrollo habían contribuido poderosamente, hicieron su primera a ccu ion á grande altura, que llamó la atencion de la Academia de Ciencias y que cau ó al público un grande y legítimo asombro. Los viajeros se el~varon á siete mil trescientos metro , es decir, mas arriba que lo habia hecho Gay-Lu sac . . El autor de e te libro que en aquella época babia realizado ya una veintena de ascensiones científica , tuvo pronto el honor de hacer e amigo y colaborador ele aquellos hombre celoso del adelanto de la ciencia. Despue de haber hecho en u compaiíía, en la barquilla del Zénitli, 1 viaje aéreo de má duracion que e ha hecho jamás, durante el cual se realizaron sin intcrrupcion, numerosísimas observaciones, (1) cm( J) Via¡e del 23 al 2 i de i\Iarzo de 187a, de 23 horas de duracion, e;eculado desde París á Arcnchon con los Sre3. A. Ti:;snudirr y JoberL.
TiWDORO Srv..EL.
99
prendió en su compaíiía, la exploracion aérea á grande altura que clebia co tn.rle la vida. La r lacion ele e te drama, inaudito por su horrore , e ha hecho con todos su detalles en otra I arte (1). Lo que aquí importa princip:tlmente, e recordar la circun tancia que acompaüaron la muert de aquello do héroe . El 15 ele Abril ele 1 75, á la una media de la hrcle, e mía la barquilla el 1 Zénith en altísima regione ele la atmó fi ra. Rabia llegado á aquellas capas heladas é inho pitalarias ele las graneles altitucle , ele ierto ilencio os del aire en que e tán su pendido lo cirris. i algun ob ervaclor hubiera podido mirar á los tre viajero , "orprencliclo por la clepresion atmo fi\rica h lado por la ac ion ele un frio ele iberia, hubiera quedado muelo ele spanto al verlos sucumbirá aquel sueño terrible ele la alta regione , opor tremendo, ini tro precnr or ele la muerte. Poco tiempo ele pues, pa n.cla ya la altura de ocho mil seiscicnto metro , una de la mayores á 1ue jamá ha 11 °·ado el hombr , el Zénith clebia ,oh·er á la capa infcriore ; pero de lo tre viaj~ro , solo uno pudo ele pertar tra r á la tierra lo nnegrecido cuerp ele lo otro do mártir . La muerte de Crocé-Spinelli y de Sive1, conmo, ió la Europa ntera. na multitud num ro a lo condujo á u última morada. Cuando e pu ieron en la sepultura lo cac1i, r ele aquello dos hombre , jóY n aún, co taba una pauto a violencia aco tumbrar á la. idea de que aquella do xi tenia tan nobles, acrificacla con tanto heroi 1110 por conquistar algunas verclacle nueva , iban á ele aparecer para iempre. ¡Pero no! tale hombre no mueren nunca por completo: (1)
Tii torixclcmi· a ccnsioncsporG. Ti·· rndicr, 1 vol. ca .°, 1878.
1-00
LO MARTIRES DE LA CIENCIA.
dejan ·algo que e parece á un recuerdo material de su paso entre nosotro . Del mismo modo que ciertos meteoros, abandonan en su camino algunas chispas, que cuando han desaparecido aquellos, pueden inflamar aún el yalor y la energía de los que ,iencn detrás.
Kép!er.-lntroducia una varilla de hierro en cada tonel.
CAPITULO IV. DESCUBRIMIENTO DEL SISTEMA DEL MUNDO. No es el decreto de Roma, sobre el movimiento de la Tierra, el que ha do probar que permanece quieta; y si ob · sen·aciones con lante demostraron que es ell a la que gira, la humanidad entera no impediría que girase , ni dejaría de girar con ella. P.1 SCAL.
La astronomía es la mas antigua de todas las ciencias: ha nacido con la civilizacion. Pero las idea que en un principio han podido formarse los hombres acerca del istema del mundo, e parecen á la que podrian surgir en el cerebro de cualquier ignorante, al considerar la bóveda celeste . Anteriormente al iglo X"\ I nada e sabia del infinito; no se tenia nocion alguna exacta acerca de la constitucion del universo. Se creia que la tierra estaba fija en el centro del mundo; que el sol, la luna y las estrellas giraban alrededor
LOS :\I.\RTIRE
DE LA CIENCIA.
de nue tro globo, como antorchas sujetas en círculos matcriale y 1ue la bóveda celeste era sólida. Para empezará ele. cubrir lo secreto del mundo cósmico, ra preciso comprender ese fenómeno inmenso, completamente c011tr1;tclictorio con lo que no pr enta la ilu ion ele nue tro ojo : la rotacion diurna ele la tierra y su tra laci?n anual, alrededor del ol. Este gran descubrimiento es la gloria ele Gopérnico. La hi toria no en eña que los hombres no aceptan fácilmente las verdades nuevas, sino que por el contrario, las rechazan con tanta má fuerza, cuanto más e eparan de lo que perciben lo entitlo . E fácil comprender 1ue aquella no pudo imponer e ino á co ta ele graneles esfuerzo , y no reemplazó in re i tencia su error tan antiguo como el mundo. La teoría del moyimicnt ele la tierra, ba e e encinl el la a tronomía moderna, no tiene ya quien la contradiga: la rotacion del 0 -Iobo e una Ycrclacl que se impone á nuestra inteligencia; pero no ha triunfado ino á costa ele lágrimas. Copérnico, sin embargo, evitó su c1es 0 Tacia: era huÍnil le, YiYia ai lado, o-u taba ele la soledad, y u xi tencia corrió plácida entre la a tronomía y el ejercicio gratuito ele la m clicina. La contemplacion ele la verdad, la práctica del bien, ba taban para colmar u ambi iones. Era tímido, un poco ele confiado y tenia las con ecuencias ele una ini iacion clema iaclo pronta. ~o callaba la verdad, pero la clccia muy b3:jo in atreverse á hacerlo en público. Opinaba que la,.. fé científica no ncce ita para nada el martirio. Las di puta y las clisensionc ele la i 0 ·lesia, le causaban miedo; temia las tempestad y . e mautenla re ervaclo. Su prud ncia le alvó ele las per ecuoion . - Gali~co . atrcYió á luchar; y combatió; pero ¡ ·ufrió mu~hí, ·imo! El gran italiano, fué uno c1 lo primeros que ele -_ 2u_e _de_ 99pérnico derribó el edificio ele errores, on truiclo l~acia:1p_uc~os ~igl?s· Si los cx2l~raclo!'CS ele la ticrr~ nos han
GALILEO.
103
dado á conocer la forma del globo, la superficie de lo continentes que le con tituycn y la extension de los mares que le cubren, el gran a trónomo ra gó el velo que ocultaba el verdadero itio que ocu1 a en el espacio. Abrió á los ojos de la humanidad el explendor de lo mundo cele te . E el Cri - tóbal Colon del infinito. Sus descubrimientos uce ivos clebian conducirle á la par á la inmortalidad y á la de gracia. Galileo e uno dG lo mayores mártirc de la verdad. ació en Pisa (To cana) el 15 ele Febrero de 1564 y desde su mas tierna edad, dió muestra de una gran precocidad ele inteligencia. A la edad en que otro niños olo e ocupan de fútile juego , él inventaba máquina que construia por sí mi mo. A ombraba á u mae tro por la libertad ele us juicio , por la ,ivcza de u imao-inacion, siempre en juego; por el cuidado que ponia en aprender por í mismo. Su aptitu l para todo aquello que el va la inteligencia, era p1·oclio-io a, era aficionado á la mú ica y al dibujo: cultivaba la literatma y la poe ía. Los gérmenes del génio e desarrollaban en él d un modo notable. u padrn que tenia una numero a familia y una fortuna modo ta, qui o d dicarle á una profe ion lucrativa y le envió á Pi a para estudiar medi ina y filo ofía (1). Pero las en efianza de la e colá tica, no po lian ati facer aquella imaginacion arcli nte y ávida ele no,eclade . Galil o in miedo dé poner objeciones á las doctrinas que le enseñaban, se distinguia ya por u e píritu de independencia y de contradiccion. u vocacion olo p raba una coyuntura para manifo tar e. La coyuntura se pres ntó. Tenia apena cli z y nueve año , cuando un dia hallándo e en la. catedral de Pisa, le llamó la atencion una araña ele
•
( 1) Parecerá exlraiío que habiendo nacido en Pisa Galileo se di 0 a que le envió al11 su padre á estudiar; pero debo tonorso on cuenta que dospuos de haber vivido algun tiempo en Pi a, la familia do! gran matemático se trasladó á Florencia donde residia cuando ésto comenzó sus osluclios profesionales. ( . del T.)
JOi
LOS 11.\RTlllES
m: LA CIENC IA.
las que colgaban ele las bóvedas que es taban o cilando. Obsen ó g__u~ aqt~ella araña, al balancearse, hacia sus oscilacio_n e ..en el-mi mo tiempo, cualquiera que fue e la longitud clel arco ele cri to; en una palabra, que lle, aba el compás . El j óven, :fijándo .e en el exámen ele e te fenómeno que tantos otros habian vi ·to a nte que él ·in darle impor tancia alg una, e aso mbró de aquella constan te uniformidad, cuyas hermosas y ú tiles consecuencias sospechó ele ele luego . Imaginó la posibilidad de medir la altura ele un edificio por el tiempo ele oscilacion ele una cuerda fij a en su parte superior , y paso á. pasp llegó al descubrimiento ele las leye del péndulo, que proporcionan á la ciencia tan precio ·os elementos para la medida ele tiempo. -Desde aquel momento se entregó á su a.ficion por las cieni ias y leyó con avidez los escri tos el los g ómetras a ntiguos y el estudio del Trata lo ele Arquímecle. sobre los cuerpos sum er,qidos en un ffoiclo, le permi tió pronto co nstruir una balanza hiclrostática nueva. Aq uellos trabaj o preliminares ta n importantes ya, y tan orig inales, no tardaron en darle á conocer . E n 1589, el gran duque F ernando, le nombró profesor ele matemática · en la univer ·iclacl ele Pi ·a . E ntonces emprendió Galileo desde la cúspide ele la torre inclin:1.cla de Pisa, una nueva série de exverimento sobre el 1110,imiento ele los cuerpos . Gui ac10 por la sana lógica ele los hecho , reconoció el vacío ele las pretendidas leye. del movimiento que se ensefiaban en la uni ver sidad. Su im aginacion &e desarrollaba de e te modo con el saludable ej ercicio del libre exámen ele lo hecho . El estudio clel mo,imien to ele los.cuerpos le 11 vó á considerar la marcha ele l~s astro y á dirigir sus mfracla al cielo. ·T rabaj ó en es to con una tenacidad inquebrantable. Era su primeT pa ·o hácia la gloria y hácia la desgracia . Galileo examinó con atencion escrupulo ·a los dos sisternas rivales ele astronomía: el ele Tolomeo con su complicacion ele cielos y ele círculos escéntricos y el de Co,pérnico que
.
CUTENBERG
Se esconclia en el fondo del clรกuslro.
14
(
- 1
t:ALILEO.
107
por su sencillez y su grandeza hacia muchos prosé~itos entre los obseryadores mas formales . La universidad de Pisa babia considerado desde un princ1pio á GalHeo como un espíritu turbulento, ... culpable ele re~ belion contra la Biblia, y esto le hacia estar disgustado en ella; así fué, aceptó inmediatamente el ofrecimiento del Senado de Venecia, que le proponía fuese á desempeñar por seis años una cátedra ele matemáticas en la universidad ele Páclua. En aquel puesto·trabajó con una energía indomable y sin descansar casi nunca. Despue~ ele haber inventado el termómetro, (1) observaba en 160-! una e trella nueva; en 1609 dotaba álahumanidael del telescopio, e e instrumento prodigioso, con tantarazon, llamado por Michelet, el microscopio del infinito. Llegó á su noticia, que un holanclé , por medio ele una combinacion de lentes habia llegado á descubrir los objetos colocados á una gran di tancia, y decidió inmediatamente comprobar el hecho. Para Galileo, buscar, era lo mismo que hallar. Poco despues, colocaba en el campanario ele San Márcos, en medio de las aclamaciones de la plebe, el primer anteojo astronómico. Pero su ambicion no se satisfacía con ver desde muy lejos los barcos que vogaban bácia las laguna ; el ciclo era el único campo digno de sus exploraciones (2). Garnco se apresuró á dirigir aquel precioso in trumento hácia los e pacios celestes, y mostróá la humanidad la inmensidad de los mundos. El a trónomo, miró con su telescopio :i la luna, y reconoció inmediatamente la falsedad de las ideas admitidas (;lntonces, obre fa, perfecta esfericidad de los cuerpos celestes, y sobre la propiedad que se les atribu1a, de ser luminosos por sí mi mos. Vió que la superficie de nuestro sa( 1) La invencion del termómetro se atribu e generalmente al hol andés Cornelio Vau Drebbel que nació en Alkmaer en 1572. e$uu la Biografía universal publicada por l\lichaud, fué Galileo quien tuvo la gloria de nacer este invento en 1!i97; pero habiendo tenido durante mucho tiempo inédito~ sus estudios sobre este punto, dió lugar á que Vau Drebbel hablara do él por primera vez. (N. clcl T.) ' (2) Galileo Galilc.i por Philarete Ohasles, 1 lomo en 18, París, 1862.
108
LOS MARTIRES DE LA CIE~CIA.
télite era irregular y · accidentada; erizada de montañas que dejaban entre sí profundos valles. Dirigió sus miradas á las nebulosas y á la vía láctea, y comprendió que e ·taban formada por millones de soles; que eran un polvo de e trollas, egun la feliz expre ion de su con temporáneo el poeta Mílton. Examinó el planeta Júpiter y descubrió las cuatro estrella que forman aquel sistema. Su profunda instruccion le hizo pensar desde luego que aquellas estrella eran para Júpiter, lo que la luna es para nosotros, es decir, satélites. Obsenó el sol, y fué el primero que vió sus manchas, argumento terrible contra la supue ta incompatibilidad de los cuerpos celestes. Cada uno ele estos descubrimientos, le hacia aproximarse más al si tema de Copérnico: cada uno destruia el edificio de errores, en medio del cual, abroquelaba la ciencia ele su tiempo; pero cada uno excitaba tambien con ma fuerza á u alrededor, el ódio y la envidia. El explorador del ciclo, alucinado por sus propios descubrimientos, absorbido por sus trabajos, no e cuchaba ni las objeciones de los que le contradecian, ni las advertencias ele los que oponian á sus revelaciones, pa ajes ele Aristóteles, ele la Biblia y ele lo Santo Padres. Cristiano sincero, e peraba poder conciliar su obediencia á lo, preceptos del catolicismo, con los in tintos ele u génio. En vano le decian que se callase; en vano le en eñaban el ~jército ele us enemigo , que aumentaba ele clia en clia en torno suyo. Nada oia. En la época en que vivía Galileo, la mas sencilla eluda relativa á asuntos ele fé, era bastante para perder á un hombre; bastaba para llevarle al cadalso una sola palabra: la palabra hereje. Y los envidioso la pronunciaron. Mientras Galileo permaneció en el territorio ele Venecia, el óclio de sus enemigos, fué impotente, pero en 1610 dejó á Pádua para volverá Toscana. En 1611, fué por primera vez á Roma, para evitar sospechas, porque la Inquisicion comenzaba á formular algunas quejas contra él. Un fraile dominico,
GALILEO.
t09
Domingo Baccini, atacó desde el púlpito á los copernianos, y particularmente á Galileo (1). El 5 de Marzo de 1616, la Santa Congrcgacion del Indice, prohibió los libros de Copérnico y los de Fo carini que sostenian ((la falsa doctrina del movimiento de la tierra y de la inmovilidad del sol, completamente contraria á la Sagrada Escritura.» El decreto no se referia á. Galileo, pero éste recibió una amonestacion secreta, umamente severa, que le obligó durante mucho tiempo á permanecer silencioso. En 1618, la aparicion de tres cometas en el cielo, le hizo ocuparse nuevamente de la astronomía y en su consecuencia del si tema de Copérnico y del movimiento de la tierra. En 1630, fué cuando escribió su cél Lre Diálogo, en que, irYiéndo ·e ele un artificio tra parente, trata ele la cue tion prohibida. Pone en e cena tres persona : Salviati y Sagredo, (2) parti farios ele Copémico y Simplicio, defensor de la antiguas doctrinas ele Tolomeo. Simplicio, representa el pa aclo; la inmoralidad voluntaria. Galileo, se complace en presentarle ridículo y desgraciado. -<<Estudiemos la naturaleza, le die Salviati. - Y ¿para qué? re ponde Simplicio. Es un trabajo completamente inútil... ¿Qué me importa á mí lR. naturaleza? Me atengo á lo que han dicho nuestros padre : estudio lo Sábios· digo lo que ellos dicen, y duermo tranquilo.» Mas adelante, Galileo, hace decir á Simplicio: -((B::tst:,, con ser buen cristiano. Una santa ignorancia, sirve p:,,r-1. todo. No es cosJ. ele rasgar todos los relos. » ( t) En C':,LC sermou aplic:tba Baccini á Galileo di reclamen le el Lexlo de la Sagra- • da E:;crilura exclamando: «Vi.ri Galilei ¿quid slalis accipicnles in crelum?JJ (N. del T.)
(2) Salviali Sagredo eran dos per~onajes reales y efectivos que hnbi:10 protegido mucho á Galileo durante su juventud. alvialile proporcionó merlioJ de hacer su s eBLudios y le recomendó eficazmente á agredo, quien Lambicu le hizo gra~~les ~avorcs. Por osla razon en el Diálogo presenta estas dos figuras como persomhcac1ones de la iluslracion y el progreso, dejando Y()r en Si~pli_cio 1~ rutina y el oscuranli!lmo que no quiere hacC'r nada por el adelanto de las ciencias 01 de las arles. ( . del T.)
LO MARTIRES DE LA CIENCIA.
El Diálogo de Galileo, brilla por sus rasgos delicados y su alu ione atíricas, tanto como por u profunda ciencia. Este libro, tan hermoso como ol vidac1o, no sólo es un admirable tratado de astronomía, donde se afirma el moyimiento de la tierra, ino que es una admirable defensa en fayor del libre exámen de lo hechos, una obra digna de Sócrate ; un faetinn que admirará . iempre á los partidarios de la independencia, del juicio y del progreso de las ideas. Es una victoria conseguida por la razon, sobre lo enemigos ele la conciencia humana (1). Urbano YIII, creyó que el personaje de Simplicio se babia creado para ridiculizarle; se vió representado en aquel tipo que Galileo habia imaginado para per onificar á. u adversarios, bobo ridículo ele todas las épocas, dedicado contínuarnente á dar culto á lo que ya existe, p1ra maldecir y combatir lo que ha de existir despues. Irritado el Papa contra Galileo, lo entregó :í la Inqui. icion. - A pesar de su edad avanzada y de sus dolencias, Galileo se vió obligado á trasladarse á Roma, donde se le formó una cau a famosa. Desde luego, quedó pre o, por órden de la CongTegacion del Santo Oficio, en casa del embajador ele Toscana. «El padre comisario Lancio, dice Galileo, en una carta dirigida á Renieri, vino á buscarme al dia iguientc y me llevó consigo, en su carroza. En el camino, me hizo varias pi'cguntas, y me manifestó grandes deseos de que disculpa e el escándalo que habia dado en toda Italia, ostenienclo la opinion del movimiento de la tierra. A las razones ele peso y á la pruebas matemáticas que le presentaba yo, solo me respondía.: Terra autem in mternum stabit, qui't !erra autem in mterniim stat, como dice la Sagrada Escritura (2). Hablando de ( l) Galileo Ga!ilei por Philarctc Chaslc:;. (2) La tierra estaba quieta cu la eternidad, porque la tierra siempre h'.t estado quieta.
GALILEO . .
111
este modo, llegamos al palacio del Santo Oficio. El comisario me presentó al asesor monseñor Vitrici, con quien había otros dos frailes dominicos. Me intimaron con cortesía, que diera mis razones ante la congregacion en pleno, y me dijeron que en el caso ele declararme culpable, me admitirían á dar mis descargos .... >> Despues ele un prolijo exámen, Galileo quedó preso durante unos veinte dias. El lunes, 20 de Junio de 1632, fué llamado otra vez por el Santo Oficio, y el miércoles siguiente, se le condujo á la iglesia ele la Minerva, delante ele los cardenales y los prelados de la congregacion para leerle su sentencia. Esta sentencia, contiene la prohibicion ele su libro y le condena á él mismo á permanecer preso en la cárcel del Santo Oficio, por un tiempo limitado, por órclen de Su Santidad. Además, se le obligó á pronunciar de rodillas la retractacion siguiente, que le habían dictado (1): «Yo Galileo Galilei, de edad ele setenta años, arrodillado delante de vuestras Eminencias, teniendo ante mis ojos los Santos Evangelios que estoy tocando con mis propias manos, declaro que he siclo juzgado por sospechoso ele herejía á causa de haber sostenido y creído que el sol era el centro del mundo y se hallaba inmóvil, y que la tierra no era el referido centro y se movía. Abjuro, maldigo y detesto los menciona- ' dos e1-rores. » Supónese que cuando Galileo se levantó, dió una patada en el suelo ·y exclamó: « E pur si rnuove. » (Y sin embargo se mueve). Es poco verosímil que se atreviera á arrostrar de este modo el enojo ele sus jueces; pero si esta. frase célebre no salió de sus lábios, indudablemente estaba grabada en su corazon. Muchos de sus biógrafos han asegurado que el rigoroso interrogatorio del Sant Oficio, se había hecho por medio clel tormento; · pero los únicos tormentos que tuvo que , sufrir Galileo, fueron torturas morales. ( 1) Bertrand. Los (uwlaclo1·es ele la astronJmíct, 1 vol. en 18.
112
LO )IARTIRES DE LA
cm
'CL\.
Galileo no el bi volver nunca á er libr : el Papa conintió en que fo e á • iena, á ca a elel arzobi po Pie olomini, y elespue á u casa de Arcctri, cerca de F lorencia, donel · p rmaneció pr o h3. ta u muerte . El ilu tr anciano pa ó por la prueba ma terribl : en Al ril de 1634, p rdió una de sus hija , y do año clcspue e qu dó ciego. Alguna ,ece procuraba encontrar u camino n m dio el l jardin de re tri, entre lo árbole que había plantado n otro tiempos; con suba ton en la mano, e apoyab1 en la única hija qu le habia quedado, la cual había profesado como monja; d pues ntraba en u ca a, donde iempre abia algun nue,To enredo que le habian urdido u r er e 0 ·uiclore . Le ponian mil traba á la. pn hlicacion ele u libro , . dificultaban us r lacione y 1 inqui iclor tenia órden ele ir de ti mpo n ti mpo á ,,er si Gal ileo e taba humilde y melancólico. Todas sta cau a. hicieron qu u ca:·ácter e tornara ta iturno; perdió toda e peranza, y in confiar en na.di , exhaló el último u piro el 8 ele Enero de 1642, á la celad el ·etenta y ocho año (1) . Képler puede colocar e por u génio al lado ele ·u contemporáneo Galileo. Nació en ·weil (Wurtembcrg), el 27 de de puc que Galileo y , cinDici mbr ele 1571, ei aíi , tiocbo afio ele puc. ele la muerte de Oopérnico. El que pudo llamarse un dia legislador del cielo, ra á lo doce año mozo ele . una tab rna . Su madre Catalina Gulclenmann, criada ele una pos1,cla, n . abia leer ni e cribir. u paclr , Enriqu Kl '•per, er via á la órd 'ne del duque de Alba, en la guerra contra lo Pai ·e. -Baj s. D vuelta á u hogar, completament' arruinado, ] oldado abrió una tab rna, n Elmercling n, y acó á su hijo de la e cuela para qu pudiera a udarle en su comer io . El muchacho ra endeble y ele compl xion d lic::t.da, y I volvieron á la e cuela, el ··tinándol al e tudio el e ( 1) Yéc13e el Apéndice not3 B.
KEPLER.
113
la teología. A b edad de trece años le recibieron gratuitamente en el Seminario de Maulbronn. Este favor se obtenia con facilidad en la Alemania protestante, donde la instruccion e habia extendido por todas partes con la ma laudable liber.1.lidad. Képler hizo estudios brillantes; pero habiendo tomado aficion á las ciencias, abandonó p~r completo la teologia. A los veintidos años obtu"."o la cátedra ele matemáticas ele Grazt, en Estiria, gobernada entonces por el archiduque Cárlos de Austria, que profesaba la religion católica. La enseñanza de la astronomía era una de las que debia desempeñar Képler. Encargado poco despues ele redactar un almanaque, tuvo que adoptar la correccion gregoriana, que sus correligionario los protesta.utes rechazaban con obstinacion; pero no tuv0 que transigir con sus sentimiento religiosos, porque solo veía en esto una cuestion puramente científica. Para aumentar la venta de us almanaques, no temió insertar en ellos algu_nas profecías astrológicas, que se realizaron en parte, lo cual le dió un gran crédito. El ilustre astrónomo no pudo sustraerse por completo á las preocupaciones de su tiempo, y creia :firmemente que los astro ejercían influencia en los destinos de los hombres. Decia que la astrologia, hija de la a tronomía, debia alimentar á su madre; pei'o no tratab:1 tampoco de engañar á sus clientes, y cuando le con.::.ultaban, decia algunas veces, como antiguamente Tiresi as á Ulíses: «Lo que yo diga, sucederá ó no s11 cederú. >) En su primera obra (Mi teriiim, cosnwgmphicwn), dió ya muestras de la inclependcncia ae su juicio; publicó argumento poderosos en pró clel si tema de Copérnico, y prote tó noblemente contra el tribunal que h1.bia incluido en el Indice el libro del gran Polaco. «Cuando e ha prob:ido el :filo ele un hacha para cortar hierro, dice, no puede ya servir ni para cortar madera.>) En 1597 Képler se casó con una viuda hermosa y noble, árbara de Muller: su casamiento no fué feliz. Sin emb::i.rgo, 15
114
LOS MARTIRES DE LA CIBNCIA.
dió motivo á un trabajo importante, en que el astrónomo demuestra cómo su génio sabia aprovechar ·las mas insignificantes circunstancias para coadyuvar con algunos 1-i1ateriales al progreso ele las ciencias. «Cuando me casé, dice en el prefácio, la vendimia habia siclo muy abundante y el vino estaba barato; me pareció, pues, que mi deber de padre de familia era aprovechar la ocasion y llenar mi bodega. Compré algunos toneles y pocos dias des. pues vino el vendedor para medir su capacidad y fij ar el precio que debia abonarle. Sin hacer cálculo alguno, metia una varilla ele hierro en cada tonel, diciendo inmediatamente lo que contenia.» Ké_pler recordó entonces que en las orillas del Rhin donde el vino está mucho mas caro, se practica la operacion ele otro modo, vaciando el tonel y contando uno por uno el número de jarros que contiene. ¿Seria suficientemente exacto, el método austriaco, á pesar de ser mucho mas espedito y ma,s sencillo? Képler trató de saber esto, y se puso á estudiar los problemas él.e geometría, que pueden considerarse corno mas difíciles entre los que se habian planteado hasta entonces. Su conclusion fué la siguiente: · « Por inspiracion de un ángel bueno, que sin duda alguna era geómetra, ·1os constructores de toneles les han dado precisamente la forma que para una misma longitud de la línea, medida en las pruebas, les dá la mayor capacidad posible; y como aproximándose al máximo las variaciones son insensibles, las pequeñas cliferenéias accid~ntales no ejercen in~uencia alguna apreciable en la capacidad, cuya medida espedita es, por consiguiente, completamente exacta.)> Esta idea tan clara sobre los máximos, clebia servir ele base, mas tarde, á Fermat para uno de sus mayores trabajos matemáticos. Képler termina su libro Sobre el arte de medi1' los toneles, diciendo «que no puede negar, que la naturaleza sola, puede
KEPLER.
H5
enseñar la geometría, sin ningun razona1mento, cuando e ve que los toneleros, guiados por sus ojos y por el instinto de lo bello, han adivinado la forma que mejor se presta á una me· dida exacta.>> Las persecuciones religiosa de fines del siglo.XVI, asolaron la Estiria; Képler fué una ele sus víctimas; desterrado de su pátria, sé vió arruinado por completo. Algunas per ona trataron ele hacerle abánclonar sus creencias, pero nadie pudo doblegar su rectitud. Képler, segun su propia expresion, ignoraba «el arte ae fingir.>> Partió, pues, y aceptó con júbilo el ofrecimiento que le hizo Tycho-Brahé, astrónomo del emperador Roclolfo, en Praga, para que fuera á ayudarle en sus trabajos. Pero allí le e peraban nuevas decepciones: le habian prometido un buen sueldo, y no pudo conseguir que le paga en el dinero que le adeudaban, ino teniéndolo que pedir florin por florin. Cuando murió Tycho-Brahé, se nombró á Képler a trónomo del emperador Rodolfo, con _µ1il quinientos florines ele sueldo. «El sueldo es bueno, escribia á uno de sus amigo , pero las arcas están vacías, y pierdo el tiempo en pedir limosna á la puerta del tesorero ele la Corona.>> Reducido, pue , á la miseria, se vió obligado para vivirá componer almanaque de poco precio y á decir horóscopos. Como tenia á su clisposicion los papele de Tycho, pudo con elios emprender grande trabajos, y de de entonces data su gloria científica. Se dedicó á e tudiar el planeta Marte, y al cabo de nueve años de una· aplicacion sin descanso, y c1 una tirantéz de espíritu, «que á vece le llevaba, dice él mismo, hasta la clemencia,>> llegó á determinar exactamente su· movimiento, por medio ele dos leyes notables. Estas leyes que se aplicaron á los otros planetas, abrieron á. ewton el camino del descubrimiento ele la atraccion univer al, é inmortalizaron para siempre á Képler. A.ún hoy
U6
LOS :MART!RES DE LA cmNCIA.
dia constituyen el fundamento mas sólido de la astronomía moderna. Muerto el emperador Rodolfo, Matías, que le sucedió, y que tenia mucha menos aficion á las ciencias, abandonó por completo el Observatorio de Praga, en que trabajaba Képler; y éste, renunciando á un empleo que ni siquiera daba lo necesario para sostener á su familia, aceptó las funciones de profesor en el Ateneo de Linz. Allí tuvo que lamentar nuevas desgracias. Su esposa tuvo un ataque de epilepsia; se volvió loca, y al fin murió. Képler perdió además sus tres hijos, y poco despues supo que su madre, ele setenta años de edad, acababa de ser encarcelada á consecuencia de una acusacion de brujería. Se achacaban á la pobre mujer todas las calamidades públicas; se decia que la babia enseñado el arte de la mágia una tia suya, que babia sido quemada como bruja; se la acusaba de tener relaciones con el diablo; se afirmaba que no miraba nunca á las gentes cara á cara, y que nadie la babia visto llorar. Képler tuvo que acudir en su auxilio, y durante cinco años consecutivos luchó sin interrupcion para salvarla. A pesar ele todo, los jueces no dejaron de enseñar á Catalina los útiles del tormento y de amenazarla con ellos, para obligarla á que confesase; pero nada pudo doblegar su valor y su firmeza: su actitud resignada la salvó del suplicio; pero no pudo borrar la vergüenza que recayó en ,su hijo. Vióse, pues, Képler sumido nuevamente en la miseria; pero sabia sobreponerse al infortunio y olvidar sus males refugiándose en las regiones del cielo, dejando vagar su imaginacion en.el inmenso seno del espacio, escuchando la armoniosa melodía producida por el eterno movimiento ele los cuerpos planetarios, que su mística imaginacion le hacia oir. Aquella música de la naturaleza trató de escribirla Képler en SiU extrafia obra sobre la Armonía del rniindo; escrito raro, en r que su elevada imaginacion se pierde en medio ele ideas qui-
KEPLER.
H7
mer1cas; pero donde se eleva, á veces, en alas del verdadero génio. Se percibe en él á veces al soñador inspirado, alzar el vuelo y derramar súbita claridad en medio ele oscuridades profundas. Al final vuelve al lenguaje claro y conci o de la ciencia, y revela la ley que, uniendo entre sí todos los elemento de nuestro si tema planetario, relaciona los ejes mayores de las órbitas planetarias con la duracion de la revoluciones de los astros. En medio de estos puros goces que le procuraba el estudio de la naturaleza, Képler no dcbia conocer nunca mas que los sinsabores de la vida material. Fernando de Au tria, sucesor de Matías, que acababa de morir, quiso aniquilar el culto protestante en Es tiria. Képler obligado otra vez á abandonar su hogar, se alejó de Au tria y pre tó us servicios durante algun tiempo al duque de \Vallen tein, uno de los generales de la guerra de los treinta afíos. Habia casado en segundas nupcias con Suzarine Rittinger, de la que tuvo iete hijos: las necesidades de la vida le obligaron á hacer frecuentes viajes . Obligado const?,ntcmente para vivirá reclamar el pago ele las sumas que se le clebian por atraso de su ueldo, sns fuerzas se agotaron, u alud se alteró y murió á la edad ele cincuenta y nueve aüos. Su cenizas ele can an en la , iglesia de San Pedro de Ratisbona.. El viajero puede leer sobre su sepulcro e te epitafio, compuesto por él mismo: ~ «He medido los ciclos, y ahora mielo las sombr~s ele la tierra. La inteligencia es divina; aquí solo reposa la sombra de mi cuerpo.» Así murió Képler, aquel hombre atrevido que ele ele su primeros pasos en el estudio del mundo, babia alimentado la esperanza de descifrar el enigma de la naturaleza. Durante su vida entera, se levé arrastrado hácia la verdad por el impulso ele su alma. El deseo de saber le animó siemprn, y el orgullo no le cegó jamás. (< Soberbio y audáz cuando estudiaba, dice Mr. Bertrand, Képler volvía á mostrarse modesto
HS
..
LOS J\1ARTIRES DE LA CIENCIA.
y sencillo cuando habia resuelto sus problemas; y con la gloria ele sus triunfo , no glorificaba nunca mas que á Dios. Su alma grande y elevada no tuvo ni ambicion ni vanidad: no deseó nunca ni lo honores ni el aplauso de los hombres ..... Su gloria está e crita en el cielo; los progre os ele la ciencia no pueden ni di minuirla ni oscurecerla, y los planeta , por la sucesion siempre constante ele sus movimiento regulare , la contarán por lo siglo ele los siglos (1). Tycho-Brahé, nació en Korudstorp, (Dinamarca,) el 15 ele Octubre de 1546, dos años clespues ele la muerte de Oopérnico. Su padre, Otton Brahé, que clescendia de una familia antigua y noble, tenia nada menos que siete hijos. A pesar de su antipatía á la carrera militar, Tycho-Brahé tu,o que emprenderla, por ser la única que sus padre consideraban propia ele un caballero. Sin embargo, gracias á la influencia de un tio suyo, Tycho hizo us e tudios universitarios. En Abril de 1559, fué enviado á Oopenhague, y en aquella ciudad fué donde al año siguiente se desarrolló en su ánimo, lapa ion ele la astronomía. · El dia 21 de Agosto ele 1560 debía verificarse un eclipse ele sol. Tycho quedó tan asombrado de la preci ion con que e habían realizado las diferentes circunstancia elel fenómeno, predichas por lo almanaques astrológicos de a 1uel tiempo, que resolvió aprender los secreto de una ciencia tan maravillosa. En 1562, le enviaron á Leipsig para que estudiara leye ; pero el cielo atraia sus miradas y cautivaba u e píritu mucho mas que la ciencia del legislador. El estudiante, consagraba todos sus ratos de ócio y todos sus ahorros á lo medios de conocer y practicar la astronomía y sabia trabajar y aprender sin el auxilio de maestro alguno: su habiliá.ad de observador, era tal, que aún sirviéndose ele instrumentos de ( i) . Los ftindadores de la astronomía. _ .
.:
H9
TYCHO-BRAHE.
poca precision pudo clcmostrar, con motivo ele la conjuncion ele Júpiter y Saturno en 1563, algunos errores importantes que contenían las tablas Alfonsinas y las de Oopérnico. Muerto su tio, en Mayo ele 1565, volvió Tycho-Brahé á Dinamarca para tomar posesion de su herencia. Su pasion por la astronomía, había desesperado á sus parientes y á sus amigos: en aquella época se consideraba que tales estudios eran indignos de la nobléza. El jóven astrónomo, resentido por la acogida que habia encontrado entre su familia, abandonó su país, fijó accidentalmente su residencia en "\Vittemburgo, y en los años 1566 á 1568 se trasladó á Rostock, donde continuó con asiduidad el estudio de los fenómenos celestes. En , esta ciudad, tuvo un duelo y perdió la nariz, que le cortó su adversario de un sablazo: sin embargo, la reemplazó por una artificial de oro y plata, tan perfectamente hecha, segun se dice, que apenas se advertía su deformidad. Desde Rostock, se trasladó Tycho-Brahé á Ausburgo, donde, ayudado ele Hainzel, construyó un magnífico cuadrante de catorce codos de rádio (1). En 1571, volvió á su país natal, y encontró un amigo sincero en su tio Steno Bille, que habia estado siempre de su parte para combatir las. críticas y los sarcasmos del resto de sus amigos, y que le cedió una parte de su casa para que la convirtiese en Observatorio. Durante su permanencia en casa de Steno Bille, ocurrió uno de los sucesos mas notable en la vida de este sábio astrónomo: el descubrimiento ele una estrella nueva enlaconstelacion ele la Casiopea, verificado el 1:1! de Noviembre de 1573. Este astro maravilloso apareció por primera vez en el cielo probablemente, hácia el 5 de oviembre: permaneció visible du( l) El cuadrante era un instrumento provisto de su corrospondien~e ::mteojo y do un limbo de 90º que se usaba mucho on el siglo XV[ para las obsorvacwnes astronómicas. El codo alemán era una medida equivalente á unos !'í7 centímetros: ol instru.: monto construido por Tycho-Brahé tenia por lo tanto un rádio de muy cerca de ocho metros. · (N. del T.)
.
120
LOS MARTIRES DE LA ClliNCIA.
rante diez y eis mese , aumentando rápidamente la inten idad de u brillo, ha ta el punto ele que, á partir del segundo mes, erecia ma que Júpiter y se percibía aún ele clia claro. Despues fué clebilitánclo e poco á poco y concluyó por apagarse en el mes ele Marzo de 1574. Tycho, dió :e.uern motivo de escándalo para u familia caánclo e, (1573) con una jórnn campe ina; pero á pe ar de todo esto, upo captar e el aprecio del rey de Dinamarc3., Federico II, monarca genero o y amigo ele las ciencia , que concedió á rrycho-Brah", para toda su vida, la Jibre clisposicion de la :isla de Huen, itaacla en las inmediacione de Copenhague. La i la ele Huen en el e trecho del Sund, es próximamente circular, tiene nueye kilómetro ele circunferencia y yá elevánclo e g1·adualmente de de la; costa hácia el centro, en el que form~ 1:1na cue ta ancha y li a. El rey mandó construir en ella un gran Observatorio, provisto de cuanto poclfa hacer falta para los trabajos astronómicos y con todas las habitaciones necesarias para la familia y los criados de TychoBrahé. Un ancho e pacio alrededor clel Ob ervatorio, e cerró por medio de alto y grne o muro que formaban un cuadrilátero, cuyo ángulo correspondian respectivamente á lo puntos cardinales: cada muro tenia en el centro un aliente en forma ele emicírculo y en los ángulo . y S. se levantaron clos torrecillas destinadas, la una á imprenta y la otra á habitacion ele los criados. Aquel magnífico e tablccimiento recibió el nombre de ranibourg: era un verdadero palacio en cloncle el lujo clel gran señor, se unia á las necesidad~s de la ciencia. Además ele un mu eo y una biblioteca, encerraba. un laboratorio subterráneo con diez y eis hornos encendido : Tycho-Brahé con agraba una gran parte de u tiempo á lo estudios de la alquimia, creyendo que podria encontrar en el fondo el.e los crisoles una fortuna para dedicarla á sus estudios astronómicos.
RAMOS
Los sicarios le atravesaron รก estocadas.
i6
!
TYCHO-BRAHE.
123
Un pozo de veinte piés de profundidad, distribuia el agua por medio de sifones á todo el establecimiento; fuera del recinto amurallado, háeia el Norte, babia un taller para los instrumentos, y hácia el Sur, una explotacion rural. No obstante el gran espacio de que allí se disponía, no pudieron reunirse en el establecimiento todos los instrumentos astronómicos; y Tycho-Brahé hizo construir en una colina situada al Sur del edificio principal, otro que recibió el nombre de Sternbel'g, (monte de las estrellas) unido al otro por medio de una galería subterránea. Ambos estaban construidos con una elegante regularidad, segun atestiguan los grabados de la época. El rey gastó en ellos, un millon de rixdalers, (quinientas mil pesetas) y segun se dice, Tycho- Brahé aportó una cantidad igual. La verdad es que los ga tos hechos por Tycho-Brahé, mermaron tanto su fortuna privada, que el rey, para indemnizarle, le concedió una pension anual ele dos mil rixclalers, una propiedad en Noruega y una canongía en la iglesia de Rotschild, que le producia mil rixdalers al año. Si se compara el valor del dinero en aquella época con el que tiene hoy, se verá que el rey de Dinamarca clió pruebas ele una laudable munificencia para Tycho-Brabé (1). La magnífica coleccion de instrumentos que éste hizo construir á su presencia, y con la cual surtió ambos Observatorios, tenia el mérito especial de comprender una porcion ele aparatos inventado y construidos por él mismo. Aquella coleccion no tenia rival, pór entonces, tanto por el número, cuanto por la perfeccion de lo instrumentos. El explendor del palacio de Uranibourg, y la fama del sábio que le habitaba, atraian alrededor de Tycho-Brahé una porcion de tliseípulo deseo os de recibir las lecciones de tan ( 1) El magnífico observatorio y palacio de Uranibour" se conservó hasta el ai10 í 7 J6 en cuya época fué destruido por los rusos. Hoy son sus ruinas una de las cosas mas notables que existen en la isla do Huen. (N." clcl T.) .
i.24
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
entendido maestro. Algunos de ellos, e taban pensionados por el rey de Dinamarca; los otros los enviaban diferentes ·ciudades y academias: otros, por fin, los sostenia el mismo Tycho-Brahé. A cada momento llegaban viajeros para saludar al gran a trónomo. Tycho-Brahé hubiera terminado tranquilamente sus clias en su hermoso palacio ele la isla ele Huen, si no hubiera muerto Federico II, su generoso protector. Mientras éste vivió, los cortesanos fingieron una gran aficion á la astronon1ía; pero la generosidad del rey para con Tycho-Brahé le había suscitado muchas envidias. Durante los primeros años que siguieron á la muerte del rey, se toleró al astrónomo; pero su sucesor, Christian IV, clió oidos á las palabras ele óclio contra él, que constantemente le dirigian. De repente, el desgraciado astrónomo vió que se le quitaba la pension, y que se le arrojaba ele su propiedad. Con mujer, cinco hijos y cuatro hijas, casi no podía continuar trabajando; pero tuvo paciencia hasta la primavera de 1597, en cuya época se trasladó á Copenhague. La persecucion de que era víctima llegó hasta un ataque personal, provocado por su principal enemigo el presidente ael Consejo, Walchendorp, ataque del que salió herido uno de sus criados. Brahé, traspasado de pena, resolvió salir de un país que ya estaba cansado de la gloria del ma~grande de sus ciudadanos, y que no guardaba para él mas que ultrajes y persecuciones. Felizmente tenia muchos amigos enke lo graneles y príncipes de Europa, entre ellos el conde de Rantzau. Este, que vivía en su castillo de Wandesbourg, cerca de Hamburgo, le invitó á que se fuera á vivir con él. El astrónomo lo hizo así, trasladándose con toda su familia á fines de 1597, y allí escribió su Astronomim instaiiratm mechanica (Mecánica de la astronomía restaurada), en la que describió, por medio de graba·dos, sus diversos instrumentos y el modo de usarlos, al mismo tiempo que sus trabajos ele química.
TYCHO-BRAHE.
-125
Envió un ejemplar de esta obra, acompañado de un catálogo, de mil estrellas, al emperador Rodolfo II, que era muy aficionado á Ja química y la astronomía. Rodolfo II contestó invitando á Tycho-Brahé para que fuese á Praga, donde tendria la acogida mas cordial, y Tycbo-Brahé marchó á Praga con su familia en 1559, recibiendo allí poco despues la mayor parte de sus instrumentos. Se le concedió una pen ion de tres mil coronas anuales, y se le señaló como residencia el castillo de Renach; vivió en la casa de su difunto amigo Curtius, que el emperador babia comprado y que le regaló. Por entonces fué cuando Képler, que tenia unos veintinueve afio , vivió y trabajó con Tycho-Brahé, que le hizo nombrar, como ya sabemos, astrónomo del emperador. No obstante fa generosidad de Roclolfo II, Tycho-Brahé demasiado sensible á la ingratitud y al mal comportamiento de Dinamarca, fué perdiendo rápidamente la salud. El 13 de Octubre tuvo un ataque de retencion ele orina, cuyas consecuencias fueron muy graves: se apoderó ele él una fiebre muy intensa, y murió el 24 del mismo mes, á la edad ele cincuenta y cuatro años y diez meses. (<Como astrónomo práctico, dice M. David Brewster (1), ningun observador ele los tiempos antiguos ni de los modernos, ha sobrepujado á Tycho-Brabé. La hermo ura y el número ele sus instrumentos, la perspicacia de que dió pruebas, ya inventando algunos nuevos, ya perfeccionando los conocidos antes ele su tiempo, su habilidad y su precision como observador, han dado á us obras y á sus observaciones un mérito, que apreciará la posteridad basta los tiempos mas remotos. A pesar de su indudable mérito, Tycho-Brabé se coloca casi al nivel ele los fundadores ele la astronomía, que han e tableciclo la verdadera teoría ele los movimientos celestes; pero sin embargo, algo mas bajo que ellos .. ( 1)
Noticin s sobre Tycho-Brah6, Nalure de Lóndrc_s.
126
LOS ~IARTffiES DE LA CIENCIA.
. Newton, por el contrario; debe ponerse á la cabeza de to, dos. Este hombre incomparable, segun dice el ilustre Lagrange, «es la produccion mas pei·fecta de la humanidad.>> , Su gloria está mas alta que todas las alabanzas: como dice Voltaire, «nadie debe creerse con derecho á tenerle envidia.>> Dotado de un génio inmenso, cuando se trataba de trabajos y de descubrimientos, en las circunstancias ordinarias ele la vida, -tenia Isaac Newton todas las debilidades ele la humanidad. Tenia· un carácter inquieto y muy irascible. Si alguna vez ha tenido que pasar malos ratos, es preciso confesar que la culpa rué suya. Isaac Newton vino al mundo el 25 ele Diciembre de 1642, en Woolstrop, en una humilde g-ranja del condado ele Líncoln, en Inglaterra. Tan enfermizo nació, que todos creyeron que no viviría; y sin embargo, no solo vivió, sino que se hizo un muchacho robusto. Aprendió á leer y escribir en la escuela de su aldea, y á los doce años entró en casa ele un boticario para seguir la carrera de farmacia en el colegio de Grantham. Despues ele dos años ele estudios, su madre quiso que volviera á su casa; pero él no se manifestó dispuesto á hacerse labrador. Sin cesar estaba meditando ó leycnao' libros viejos. Sus padres decían: «¡Será un sábio!)) y resoh·ieron prepararle á los estudios superiores ele Cambridge, volviendo á enviarle á Grantham. El jóven Isaac Newton tenia verdaderamente disposiciones asombrosas para su edad y todos los que le hablaban se sorprendían de su extraordinaria aptitud para la mecánica. Se le veia siempre, ya construyendo un molino, ya fabricando un reloj ele agua, ya confeccionando en las épocas ele vacaciones, cometas de dimensiones poco comunes, ya trazando relojes de sol en las paredes de la casa materna. A los diez y nueve años, fué admitido en Cambridge, donde se dedicó con pasion al estudio de las matemáticas, y apenas había comenzado su carrera cuando se dió á conocer en el mundo por sus trés -grandes descubrimientos sobre las
ISAAC NEWTO .
i27
fluxiones, la de composicion de la luz y la atraccion universal. Aquel sábio tan jóven se distinguia por un carácter particular: su excesiva mode tia le hacia aborrecer la publicidad, y este sentimiento fué durante toda su vida el rasgo mas pronunciado de su carácter. Solo contaba veinticinco años cuando emprendió uno de los mas notables experimentos de la física: el de la descomposicion de la luz. Hizo pasar un rayo de la luz del sol á través de un prisma, y reconoció que este rayo está compuesto de otros siete diferentes, desigualmente refrangibles. Completando el análisis con la síntesis, reunió por medio de una nueva refraccion lo siete rayos, y reconstituyó la luz blanca. Este descubrimiento, completamente nuevo, cambió la fáz de la dióptrica, y fué la base del análisis espectra.1, inventada muchos años despues, y que permite conocer por el exámen de uno de sus rayos luminosos, la verdadera composicion de los astros. Despues de vivir algunos años en Cambridge, volvió Newton á sus tierras de Woolstrop. Estando allí un dia sentado en su jardin, vió una manzana que, desprendiéndose de su pedúnculo, caia á sus piés. Este incidente insignificante, llevó su pensamiento hácia aquello que le era tan familia,i·, y le hizo preguntarse la causa, oculta para siempre sin duda alguna, de la fuerza misteriosa que precipita todos los cuerpos hácia el centro de nuestra tierra. Pero esa fuerza, cualquiera que sea su naturaleza, ¿no tiene límites? Puesto que se ejerce en las mas elevadas cumbres, ¿se ejercerá tambien á una altura, diez, ciento, mil veces mayor? ¿Llegará hasta la luna'? Si un pensador meno perspicáz se hubiera propuesto esta cuestion, la hubiera resuelto fácilmente, diciendo con certeza, al menos en la apariencia, que puesto que la luna no staba so tenida, si pesara sobre la tierra, nada le impediria caer, y por lo tanto, nuestra esfera de accion no se extiende hasta ella. ewton pensó lo contrario. ¿No es sabido, por una experiencia de todos los dias, que un proyectil lanzado horizon-
128
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
talmente, ,á á ca r tanto ma lejo , cuanto ma alto e ncuentra su punto de partida, y cuanto mayor s la velocidad? upongárnono colocados en la cú pid el una torre de no' nta mil leguas de altura, es decir, :i la di tancia de la luna. Si desde allí se lanzara un proyectil con una v lociclad ele un cuarto de legua por e 0 ·undo que e tambien aproximadamente la v loci fad de aquel a tro, es vident que iría á caer á una di tancia mayor que el rádio ele la tierra, que e de quince mil legua . Como en e te movimiento no pierde nada ele su velocidad, permanecerá siempre lo mismo que si se lanzara horizontalmente, y por lo tanto, la mi . ma gravedad que hace caer una piedra á la uperfi ie de la tierra, erá la 1ue o. tenga á la luna p r el eoutrario 0 ·irando á una di taucía con tant ele nue tr globo, sin qu pueda caer nunca obre él, por 1ue la dimen iones de é te on demasiado pequ fía . E ta con idera.cione no on ma que el principio el la clemostracion; la v rdad est'.l.ba averiguada; pero como no se podía asegurar todavía. con una exactitud infalible, Newton con ideró indi 0 ·no ele él darla publicidad. onfianclo, in embaro-o en sí mismo, vió únicamente en , n c1 cubrimiento 1 . · ]ido cimiento ele un clificio que tardó Ju 0 ·o veinte año en con. truir (1) . En 1669 fu; nombrado rewton profi or de Cambridge; y en 1672 indiYíduo el la Sociedad Real de Lóndres. Envió al presidente de esta sociedad el telesc r io que habia invent:1clo y con truido, e. te in trumento au. ó n todo el mundo una admiracion inaudita. El fenómeno el la clescompo ieion el la luz, que clió taml ien á conocer, r roclujo del mismo modo una gran ensacion; pero encontró impugnadore , tale como Rob:.,rto Ho ke, cuya obj ciones exa peraron de tal modo al eminente fi ico, qu e tuvieron á punto el bac rle abandonar la ciencia. ( t) José Bcrlnnd. Los [1,:i /adore· ele la astronomía.
IS .\.AC NEWTON.
12Q
Durante los aüos 1684 y 1GS5, terminó Newton su libro de los Principios, en que se encuentran esplicadas las leyes de la gravitacion universal, y en donde el que se ha llamado con tanta propiedad confidente de la naturaleza, supo espli, car por esta fuerza, que une qon misterioso lazo los elementos del universo, todos los grandes fenómenos del si tema del mundo. Fiel á su resolucion, no quería publicar nada acerca de estos estudios; pero algunos amigos, y e pecialmente Halley, le instaron tanto, que al fin cedió. La obra se publicó en 1687, y excitó la aclmiracion general; pero suscitó al mismo tiempo objeciones que dese peraron á Newton. Leibnitz y y Huygens rechazaron con de dén la teo~·ía de la gravitacion, y el primero de estos ábios se manifestó muy duro contra las nuevas teorías . Newton se refugió en · el trabajo y en los descubrimientos; pero las polémicas que se le babian suscitado le irritaron de tal manera, que algunos años clespues manifestó en sus cartas una tristeza y una inquietud enfermiza, que llegaron ·á constituir ca i una enagenacion mental. Durante muchos año , alrededor de 1692, e tuvo á punto ele volver e loco. Muchas carta auténtica demuestran que padecía mu verdadera clemencia, que afortunadamente fué solo pasajera; pero si poco á poco aquel infatigable investigador recobró su inteligencia, no volvió á hacer descubrimiento alguno, limi-tánclose á publicar trabajos que había llevado á cabo muchos años ante . La vejez de Newton fué feliz, porque la aclmiracion de sus contemporáneos corrió pareja con la que le ha con agrado despues la posteridad. Isaac Jewton murió á la edad ele ochenta y cuatro años, y aunque los tormento ele u vida no hayan siclo tales que deban hacerle considerar como una víctima ele la ciencia, hemos querido citarle como ejemplo ele los di gu tos que van siempre unidos de una manera fat::iJ á toda las granel 'S pro17
130
LOS MARTrRES DE LA CIENCIA.
tluccione. d ln. int 1i 0 · ncia. Por ]o d má , ya no e tamos afortunadam nte en lo tiempo de Galileo, y de aquí en adel:.mt@ la ci nciJ. d 1 ci lo, fund · da por lo 0 Tn.nc1e. de cubi·idorc d •l . i. tema clel mundo, no ternlrá ·a nu vo márti1· s.
Alelo Manitrio . -Lo nlnron lo mLa110 qnc hubieran hrl'ho con
1rn
binditln.
CAPITULO V. LA
IMPRENTA .
El el<'seubrimienlo ele la imprenta separa el mundo antiguo ele] mundo moderno, y abre nuevos horizonlcs a! génio del hombre.
«La imprenta, ha dicho Lamartinc, aproxima y pone en comunicacion inmcdiah, continua, perpétua, el pensamiento de cada hombre aislado con todo los pen amientos del hombre invisiblé en el presente, en el pasado y en el porvenir. Se ha dicho que los camino de hierro y el vapor up~·imian la distancias; puede decirse que la iI?prenta ha uprimido el tiempo.· Gracias á ella, todos omos contemporáneos. Hablo con Homero y con Oiceron: lo Romeros y lo Cicerones ele' los siglos futuros, hablarán con nosotros: de suerte que puede a:finnar e sin vacilacion, que la prensa es al mismo tiempo
i32
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
un verdadero sentido intelectual revelado al hombre por Gutenberg y una 1náquina material; salen de ella indudablemente; papel, tinta, tipos, números, letras, que impresionan nuestros sentidos; pero salen tambien ideas, sentimientos, moral, religion, es decir, una porcion del alma del género humano.>) A principios del siglo XV, se babia llegado al mas alto grado ele perfeccion en la miniatura y la caligrafía. Habia entonces, biblias llenas ele adornos, en las cuales, los colores se combinaban con armonía; las pinturas, elegantes siempre, inspiradas con frecuencia, formaban el marco del texto, hábilmente dibujado en la superficie del pergamino. Pero babia tambien, y no con menos abundancia, juegos de náipes, fruto ele la exportacion de Venecia y ele Florencia, á cuyas ciudades las habían llevado de Constantinopla, los griegos, mucho antes ele la locura del rey Cárlos VI (1). Estos náipes estaban pintados con mucho talento sobre un fondo de oro. No se escatimaban, ni los bordados, ni la riqueza ele los trajes en las figuras del rey, del caballo, de la sota, y del as que sirve de pinta. Estas figuras, tenian en la mano, segun su rango, cetros ó armas que, pintadas ele plata se destacaban sobre el dorado fondo. Las figuras, de una sencillez encantadora, estaban vestidas con trajes ele escarlata y azul; pero, tanto los náipes, como los libros ele devocion, era privilegio exclusivo de los ricos, únicos que podian pagar su elevado precio . ¿Quiénes fueron los primeros artistas que se esforzaron en populariz~r estos objetos, simplificando su ejecucion y despojándolos de sus deslumbradoras riquezas? o se sabe: Pero es lo cierto, que se extendieron entonces entre la clase media y el pueblo, estampas de clevocion y náipes, perfilados solo con una línea negra, por un nuevo procedimiento. Estas es(i) Segun Duchesne, (Anuario de la Sociedad de la histoi-ia de Fra.ncia, 1837,) los míipeg se introdujeron en Francia á fine::; del siglo XIV'.
G TENBEHG.
133
tampas tenían una apal'iencia ruda y grotesca; á vece. bárbara; per0 no por eso, son menos dignas de llamar nuestra atencion. Repre entaban la baratura ofrecida por primera vez, bajo una. forma primitiva, para lo objeto que hablan á la inrnginacion. Era el grabado en madera, que nacía y empezaba á vulgarizar el arte, mientras podía engendrar la tipografía que había de vulgarizar la ciencia. Al grabado en madera, deben, en efecto, la· Sociedades modernas, la invencion de la imprenta. Aquellas viñetas, hechas de relieve en madera, no tardaron en ir acompañadas de un rótulo que las e plicaba, y cuyas letras estaban grabada del mi mo modo que el dibujo. De esto á los caractéres movib_le , no había ningun abismo que salvar. Podía nacer Gutenberg. Gutenberg, vió la luz en Maguncia, ciudad libre de las orillas del Rhin, en el primer año del siglo XV. A la edad de diez y nueve años, cuando el emperador Federico III hizo su entrada solemne en aquella ciudad, una fútil querella ele colocacion en la ceremonias públicas, excitó la rivalidad ele la cla es, y el jóven Gutenberg, que era gentil-hombre, fué desterrado. Púso e entonces á viajar ele ciuchvl en ciudad para e tudiar sus monumentos y conocer á lo hombres á quienes su talento había hecho célebres. Las orillas del Rhin, Suiza, Alemania, y por último, Holanda, recibí ron ucesivamente su vi ita. En este último país, en Harlem, fué don- , de tuvo la primera i lea de la imprenta. De vuelta á Stra. burgo, des pues de muchos meses ele investigaciones constantes y de un trabajo sin descanso, con iguió formar las letras de madera, reunirlas y crear de e te modo, los principios del arte nuevo. Considerando el inmenso alcance moral é inclu trial de su obra, comprendió Gutenberg la necesidad el~ buscar otras personas que le ayudaran á hacer los gastos á que debían obligarle sus numerosos y repetidos ensayos; pero creyó que
f34
LOS MARTIHES DE LA CIENCI.\.
debia ocultar el objeto verdadero de sus trabajos, á fin ele evitar que le robasen su gloria. Entre los nobles ele Strasburgo, no halló ninguno que qui iera ayudarle: los nobles, tenian la ridícula preocupacion ele que el trabajo mecánico degrada. El inventor, resolvió por lo tanto, obligado á descender él de su cla e, á convertirse en artesano, á mezclar e al pueblo, á quien iba á abrir las puertas del dominio ele la inteligencia. Se asoció con dos habitantes bien acomodado · ele Strasburgo, Andrés Ditzehen y Juan Riffo, alcalde ele Lichteneau, y de pues con Faust, platero y banquero ele Maguncia. . Queriendo ocultar á sus asociados el objeto ele su ernprea, Gutenberg e ocupó con ellos de trabajos artísticos. Se dedicaba á tallar piedras preciosas, pulia la luna de V enecia para hacer e pejos; pero continuaba secretamente su investigaciones mecánicas para la imprelita. Para verse mas fácilmente libre ele la curiosidad, y huir de las investigaciones del público, que em,Pezaba :i acusarle de brujería, instaló sus talleres en la ruina de un monasterio antiguo, abandonado, el convento ele San Arbogasto. Se escondía en el fondo del cláu tro, en una celda que cerraba con llave, y en ella trabajaba sin de can o, grabando sus letra móviles y construyendo su primera prensa, górmen primitivo de nuestra:-, máquina, modernas, que reproducen en una hora, veinte mil ejemplai•es ele un periódico impreso. Pronto empezó á hacer ensayos en la imprcsion ele los libros agrados: pero habiendo agotado todos sus recursos, se vió obligado á entregará sus compañero· su secreto, para pedirles nueva ayuda., que no quisieron darl sino á condicion ele participar completamente de todos sus beneficio, , inclusa u gloria ele inventor. Gutenberg ·con ·intió en todo, para conseguir ·u objeto: desapareció su nombre ele la asociacion y quedó, por decirlo así, como uno de lo · operarios ele su taller.
GUTENBERG_
No bastaba esto. Los herederos de uno de sus consócios, le pusieron pleito para disputarle la anterioridad ele su inven~ to y la propiedad de su obra. Su confusion ante el tribunal, fué muy grande porque temia divulgar su secreto; y los juece , deseando conocer el nuevo invento, le asediaban con multitud ele preguntas. Gutenberg, prefirió que le condenaran á abandonar su arte. Arruinado y conclenaclo, se retiró solo á Maguncia para reconstituir allí su gloria. Se a oció 2ronto á . Faust y á su yerno Schmffer y organizó nuevos talleres, imprimiendo en ellos, iempre bajo el nombre ele sus consocios, biblias y salterios con una pureza de tipos sumamente notable. Faust y Schmffer, cayeron tambien en la tentacion ele apropiarse insensibl mente la gloria ele. Gutenberg. En una pí tola, dedicatoria de unas obras ele Tito-Livio, traducida al alemán y dedicada al emperador Maximiliano, reconocen. y dicen ellos mismos, «que el arte le la imprenta, se inventó en Maguncia por el ingenioso mecánico Juan ele Gutenberg; pero algunos años d pues, olvidaron aquella declaracion y quisieron apropiarse todo el honor del descubrimiento.>) El desgraciado inventor, se vió privado por segunda vez del fruto de su génio. Tuvo que abandonar su pátria, y toda las ele gracias le acometieron á la par: perdió su mujer y u hijos: anciano y sin dinero, veíase próximo á caer en la mas e pantosa miseria, cuando el elector ele Nassau, el generoso príncipe Adolfo, acudió en su auxilio, recogiéndole. Gutenberg, continuó en Na au, imprimiendo por sí mi mo. ccPosteriormente murió, á los sesenta y m1 ve año , sin el jar á su hermana herencia alguna y legando al mundo el imperio del espíritu humano de cubierto y conquistado por 'l. «Lego á mi hermana, dice en su testamento, todos los libros que he impreso en el convento ele San Arbogasto. >) ¡Pobre inventor, que no poclia dejará la que le sobrevivía, ma que la riqueza de todos los que como él habían realizado gran-
J36
LOS ;\lAHTIHES
m:
LA Clli:NCIA .
eles· inventos: su'juventúel consumida, su vida sembrada ele perseci1ciones, su nombre dcséonoeido, sus clesvclos, y'el 01-· vido 'de sús contemporáneos! (1) Despues de muerto Guteríberg, la imprenta se propagó por todas partes; hubo prensas en·ca i todas las graneles ciudades de Europa: Francia, en el reinado ele Luis XI, Inglaterra, Holanda, Alemania é Italia, se apoderaron del nuevo invento y empezaron á n1ultiplicar los libros. A par del libro im1:fre o, se desarrollaba el grabado: el arte se unía á la ciencia, para elevar el nivel de la inteligencia humana. Casi en el niomento en que Gutei:lberg espiraba, venia al mundo Alberto Durero. Nació éste en Nuremberg, eri 1471, precisamente en la época en que empezaba á aparecer el grabado en madera. Desde muy jóven, recorrió los Paises-Bajos, pátria ele los primeros grabadores, fué á V enecia, cloncle brillaban los precursores del Ticiano, estuvo en Viena y supo congraciárs·c el favor clel gran rival ele Luis XI y ele Cárlos VIII, clel eniperaclor ele.Alemania, Maximiliano I. Albei;to Durero ha animac10 ·1a madera al influjo ele un génio poderoso. El amor matérnal se exhala ele los· graves ros'tros de sus vírgene ; el entusiasmo brota en brillantes centellas ele sus escenas ele triunfo; su Apocalipsi in pira temor: sus cbmposiéiones, todas inspiran respectivamente el' espanto, la aclmiracion ó la melancolía. Alberto Durcro, murió á la celad de cincuenta y ocho aiíos, legáriclonos obras maestras, no solo ele grabáelo, sino ele platería, escultura y arqui'teétura. El ilustre grabador no era olo Llll gran arti ta, sino un gran ciuclaclano; ún hombre enérgico, u'n arma bien templada. Sin embargo, murió pobre y cnfei·mo; segun demuestra una carta admirable que escribió al fin · ele su vida, á las autoridades ele Nuremberg, su ciudad natal, y ele la cual tomamo las conmovedoras líneas siguientes: ( l) ·Gutenbérg en el Civi/i;;;aclor de Lamarline.
BÉRNARDO PALISSl'
Señor, vos habeis dicho que teneis lástima de mí. .... Yo sí que tengo lástima de vos.
18
r
.
ALBERTO D RERO.
13!)
«Hace diez y nueve aiío, ·, el gobierno de Venecia me escribió que fuera á vivir á aquella ciudad, ofrecí' nclome dosciento ducados anuale ele asignacion. La municipalidad de Amberes, durante el poco ti mpo que permanecí en los Pai-Bajos, me ofreció tarnbien tresciento florinc de Felipe al aiío, .añadiendo el regalo de una buena ca a. En ambas partes, me hubieran pagado aparte todos tnis trabajos; pero todo lo he renunciado por la inclinacion y el amor que tengo á vuestras señorías, y á nuestra ciudad, mi pátria. He preferido vivir aquí pobremente, á ser grande y rico en otra parte.>> En e ta carta llena ele dignidad, e revela por completo 1 carácter de Alberto Durero. En ella, pide á la auLuriclade ele Turemberg, que acepten 1 clepó ito ele mil florine , fruto ele u trabajo y ele u economía, y que le lén cincuenta florines de interés al año, para· él y u e posa, que ambos, aüacle, están cada día ma , viejo , débiles é inútile (1). ¡Sentimiento magníficos ele encilla mode tia y ele noble orgullo! ¡Union sublime de un gran carácter, con un gran génio! Al presentar e por primera vez en el mundo, d bia el libro mbrar el e panto entre lo enemigo de ~a luce : por e ta razon, la hi toria de lo primeros impr or s, e tarnbien frecuentemente una bi toria de per ecucione . Parece que por una desgracia ineludible, cada progr so d la humanidad, el be comprar e á costa ele ufrimiento y ele lágrima . En 1490, Alelo Manucio fundó en Venecia u célebre imprenta qu debía funcionar tanto tiempo de padre á hijos, dotando al mundo de tanto libro de 0 Tan valor. La familia el lo Manucio, ha ido para Italia lo que ha ido para Francia la familia de los E tienne. Lo Manucio y los E tienne, ( l) Ensayo sobre la historia del grabado en madera, J)Or Ambrosio Fernüu Didot.-París, 1863 .
.
HO
LO MAHTIRES DE LA C!Et CIA .
que han trabajado en pró de la ciencia, tienen derecho al reconocimiento ele todos . Aldo Manucio, imprimia libros útile y e e ·forzaba con admirable per everancia en ayudar lo e tudio de la juventud, no obstante la guerra que diezmaba la Italia, y las dificultades y lo reve e de la fortuna. «He hecho voto, dice en el prefacio de uno ele u libro , de emplear mi vida en el servicio público, y Dios es testigo de que tal e mi ardiente deseo. A una vida pacífica, he preferido una vida laboriosa y agitada. El hombre no ha nacido p:1ra gozar placeres indignos de un alma generosa, ino para trabajar honradamente. Dejemo á las grosera muchedumbres tales goces. Caton no lo ha dicho: la vida del hombre, puede comp:1rarc al hierro: empleándole icmpre, brilla; i no e usa, se enmohece.>> Tales son los elevados sentimientos que animaban á aquel hombre generoso. En 1495, imprimió las obras de Aristóteles y publicó las de Teócrito y Hesiodo, y al atlo iguiente, clió á luz el Thesauru corniicopice, recopilacion ele gramático griego , todos inéditos ha ta entonces . III, acaba de invadir la Italia. Alelo escribia en Cárlo uno de su prefacio : «E un rudo trabajo imprimir correctamente libros latinos, y m:1s rudo aún, imprimir libros gri go ; y n hay nada mas triste que emplear lo cuidados qu e to exige en tiempo tan desgraciados, en que e manejan mucho mas la armas que los libros. En lo iete año que h'tce me impuse este deber, puedo jurar que no he gozado, ni de una hora tan solo de tranquilo de can o.>> En 1497, habia terminado Alelo la impr ion completa de las obra de Aristóteles, y resolvió public.ar en eguida las de Platon, Hipócrates y Galeno. «Si Dios me dá vida, decia en aquella época, me e forzaré para que no falten á mis contemporáneos bueno libros de literatura y de ciencias.» Alelo Manucio, cumplió su promesa, y durante ocho atlos consecuti-
ALDO l\1ANUC[O.
Hi
vos, se consagró con p:1sion á publicar las mejores obras de la antigüedad. En 1506, los trabajos de su imprenta, se vieron completamente interrumpidos por los horrores ele la guerra que asolaba la Europa, y sobre todo, la Italia. Heredero ele los presuntos derechos de la casa de Francia al reino de Nápoles, Luis XII, aliado con Fernando el Católico para destronar á Federico III, iba á tomar Génova y á hu millar á Venecia. Alelo, tuvo la desgracia ele ser una ele las infortunadas víctimas ele las turbulencias que ocasionó la guerra. Secuestrados sus bienes, tuvo que perder su tiempo en viajes y en cli1igencias para recobrarlos y cuando volvió ele Milan, sus enemigos se apoderaron ele él. El pobre impresor, sin &usa alguna, se vió bruscamente detenido por los soldados del du,N ev que ele Manto,ae., y encarcelado como un malhechor, en un horrible calabozo, donde fué atado con la mayor crueldad, como hubiera podido serlo un bandido. Aquel odioso atentado á la libertad ele un honrado trabajador, que era la gloria ele su tiempo, excitó la indigna~ion. Reclamado por sus amigos, volvió Alelo á su hogar; pero pobre y sin recursos. Gracias á su perseverancia y á su energí:t, su imprenta pudo sin embargo, renacer ele sus cenizas: desde 1507 á 1513, publicó las tragedias de Eurípicles, una edicion ele Plinio, los Opúsculos ele Plutarco, los Comentarios de César, las Cartas ele Ciceron y las obras ele Pínclaro, con un prefacio en que manifiesta las duras pruebas que babia tenido que sufrir. Hace cuatro años' que tuve necesidad ele suspender mi trabajos, viendo la Italia entera víctima del cruel azote ele una guerra encarnizada. Me ví obligado á salir de Venecia p3,ra procurar la restitucion de mis tierras y de mis jardines, perdido , no por culpa mia, sino por la de aquellos tiempos clesastro os.>> Alelo el vi~jo, que así se le llama para distinguirle ele sus
H2
LO
i\IARTffiES DE LA CIENCIA.
murió l G ele F brero ele 1516 á ]a ,dad ele dcscendi nt ·e:enta y ei. año . De pue de veinti inco ailo de 0 ranc1e · trabajo , ele puc de haber con a 0 Taclo toda u ener0 -ía y toda u inteligencia al bi ' 11 ele sus contemporán os, desapareció ele] mundo ca i in fortu1n, y i h mos de réer n. Era mo olo d~jó á u hijo e] aprecio qu e concedia á . u nombr . Pablo Manucio, so tuvo dignamente el honor de lá céle~ bre imprenta fundada por u padre: p· ro tn.mbien tuyo qu Juchar contra el infortunio y las contrJ.riecfades. Mientra qu lo Manu io estenclian lo. libro por Italia, los E tienne inmortalizaban su nombr en Francia. Enrique Estioone~ el primer impresor ele este nombre, murió en 1520; u hijo , Franci co, Cárlos y Roberto, continuaron su obra pero é te último, e el que debe fijar e pecia]mente nue tra atencion, porque u vida, á pesar del podcro o apoyo de Francisco I y Enrique II, se víó sembrada de todo género de persecuciones y eles 0 Tacias . Roberto E tienne imprimió en sus prensas, e _tablecielas en París, una cantidad numero a de hermosos libro , de una coi'reccion in tachal le, de un gu to ério, y que cau an aún hoy mismo, ]a admiracion d los bibliófilos . Hácia el año 1550, ocurrieron sucesos graves que obli 0 ·aron á Roberto E tiennc á alir ele Fran ia. U nielo por Jo lazo de una simpatía comun con lo jefe de ]a Reforma, habia hecho que su hijo Enrique Estienne tradujese al griego el catecismo ele Juan Cal vino, que se publicó en Ginebra en 1551, y esto hizo que su tranquilidad se viera sériamente amenazada . La anim siclad de la Sorbona y la proteccion cada vez mas débil del rey, obligaron á Roberto E" tienne á ponerse en salvo in tardanza. Se estableció en Ginebra, donde instaló una gran imprenta y consagró sus prensas á multiplicar la exposicion ele las doctrinas ele la Reforma. Publicó con el título ele Las Cehsuras de los teólogos de Paris, un· libro notable,
ROBERTO ESTIENNE.
H3
donde se revélan bajo una forma viva y satírica, los detanes ele las luchas religiosas ele aquena época. «Quiero, dice el impresor, justificarme ele la acusacion le haber abandonado mi paí con pe1:juicio del bien público y desconóciendo la gran liberalidad que había tenido el rey para . conmigo ... En cuanto á lo primero, tengo que decir toclo Jo que siento en mi coraz01ól : cuantas veces hago memoria ele la guerra que me ha hecho la Sorbona en el espacio de veinte aiíos, me maravillo extraordinariamente de que una persona tan pequeiía y tan caduca como yo soy, haya tenido la fuerza necesaria para so tenerla ... ¿Qué babia hecho yo? ¿Cuál era mi delito? ¿En qué les babia ofendido para perseguirme hasta con la hoguera, que encenuieron con ·e e objeto, sin kaber hecho otra cosa que imprimir la Biblia en gran tamaiío? Cuando el nuevo Testamento e imprimió en edicion pequefia, ¡qué de tragedias no inventaron contra mí! Gritaban á voz en cuello, que era preciso enviarme á la hoguera, porque imprimía libros tan corrompidos. Y era que llamaban corrupcion :i todo lo que se había purificado de aquel cieno impuro á que estaban acostumbrados.>> Roberto Estienne, murió en Ginebra. El historiador de Thou, que ha narrado su vida, refiere los servicios hechos por el gran impresor á las letras y á las ciencias y habla ele la gloria que sus trabajos han derramado sobre la Francia y sobre el mundo entero. ((El trabajo, que doblega á los hombres, dice su hijo En- , rique, fué doblegado por Estienne. >> Roberto Estienne, pudo escapar de la hoguera y solo fué condenado al destierro; pero su co¿tcmporáneo Dolet, no se libró ele las llamas. Estéban Dolet, nació en Orlcans, el 3 de Agosto de 1509. Despucs ele haber estudiado en París, marchó á Pádua, donde completó su instruccion, y tres años clespues, aceptaba las funciones de secretario del embajador de Venecia, Juan de
H4
LOS MARTIRES DE LA Cmt CIA.
Langeac. Dolet, asistia con asiduidad á las lecciones ele Bautista Egnazio, que presentaba á sus discípulos las bellezas ele lo autores latinos: de Ciceron y de Lucr cio; e dedicaba al estuclio y á la poesía. El amor que sintió por una jóve_n veneciana, hizo brotar ele su pluma asuntos llenos ele inspiracion. Pero habiéndole arrebatado la muerte aquella á quien amaba, resolvió volve~· á París y consagrarse esclusivamente á la ciencia. Estudió con empeño las obras de Ciceron, y reunió un inmenso número ele materiales, para escribir sus Comentarios sobre let lengua latina. En 1532, hallábase Estéban Dolet en Tolosa, donde habia ido para estudiar leye . Él mismo nos explica la razon ele su an1or á los viaje : ApreDLler, es Lan solo mi deseo; Y si en alnuna poblacion me Yeo,
En la que conseguirlo no me es dado, A otra parte me marcho do contado.
El talento ele Estéban Dolet, el encanto ele su conversacion, la gracia ele su figura, cautivaron á los estudiantes que le eligieron para que llevase su voz. Dolet pronunció un discur o, en el cual no tuvo reparo en criticar la órden del Parlamento ele Tolosa, que prohibía las asociaciones de estudiantes. La contestacion á este rasgo de atrevimiento fué meterle en un calabozo, de donde solo pudo salir en virtud de la proteccion ele Juan Dupin, obispo ele Rieux. Aquel acto ele severidad incalificable ejercido contra Dolet, le valió una asombrosa popularidad; pero mientrás que unos le aclamaban, lo otros levantaban contra él una espantosa tempestad de recriminaciones. La calumnb se cebó en él: se le injurió; se le quitó su reputacion. Sus enemigos llegaron al extremo de pasear un clia por las calles ele Toulouse un carro, dentro clel cual iba un puerco, que llevaba esc,·ito en el lomo el nombre ele Estéban Dolet.
ESTEBAt DOLET.
H5
El jóven y ardiente o critor se defendia con tanto Yigor como talento; no ocultaba u opiniones, y sus ataques iban el r cho á herirá u en migo . na nueva órden del Parlam nto le expulsó ele Toulouse. Retiró e á Lyon, donde hizo imprimir u Comentario dP la lengua latina, «trabajo inmcn o, dice Fermin Didot, al que babia con agrado de d los diez y oi año u tranquilidad, u juventud, us placere y ha ta u alud.>) El jóvcn autor dedicó su obra á Fran i co I, al que fué pre. entado en Moulin . El rey de Francia 1 protegió y le conc dió 1 privilegio «d poder imprimir ó hac r imprimir todo lo libro ompu tos ó traducido por q_ » na nueva av ntnra., irritó otra vez contra Dolet á u por o·uiclore . Y a cuando vi via en Toulou e habían pao·aclo á alo·unos para que lo a e inaran: aquella cobarn dia e vió atacado por e renovaron. tentativa d sobre él espada en mano. arrojó e que Campanini, tal un E téb'.1.n D lct e clefi ndió y dió muerte al a 0 -r or; pero aunque manifi tó haberlo h cho en legítima dcfi n a, fué pr o, y e ncce itó la. intervencion d l rey para que pudi ra . alvar c. Qu riendo mo trarse digno 1 la proteccion d l rey Franci co I, r olvió imprimir por í mi mo algunos libro . «Aumentaré, die , p r todo lo medio po ible la riqueza M rarias, conquistaré lo mane agrados ele los antiguo por medio de la cuidado. a impre ion de u obra , y cooperaré con mi trabajo y mi inclu tria á los e crito contcmporán os. P ro a í como ac ptar; o·u to o las obra buena , de el iiaré la malas produceione de alguno e critorzuelo mi erable , que son la vergüenza ele u iglo.» El nu vo tipógrafo- ditor, cumplió u ofi rta, publicando algunos libro h rmo o y de mérito. La Cirugía do Pablo Egine; lo Opú culos do Galeno; la Obras fo Clemente Marot; los Diálogos de Platon, qu hizo prec~der ele· 19
!46
LOS MARTlRES DE LA CIENCIA.
un prefácio, elegantemente ri.mado, que empieza con este verso: ¡ Da tan te hemos viYido en las tinieblas!
Estos libros llevan todos por marca un hacha ó dola, sostenida por una mano que sale de entre nubes, amenazando el nudoso tronco de un árbol. E te dibujo emblemático se completa en los libros franceses con esta leyenda: <e Preservadrne, Señor, de la calitmnia de los hombres.» Dolet se entregaba por completo á los cuidados ele su imprenta; pero su enemigos no dejaban ele atacarle; en 1542, se le privó de la libertad bajo el pretesto de que publicaba libros tachados de herejía, y solo al cabo de quince meses de prision en la Oonsergería, fué excarcelado otra vez en virtud ele la proteccion del rey. El 14 de Febrero de 1543, un nuevo decreto del Parlamento de París, condenó á las llamas los trece libros compuestos ó impresos por Dolet, <epor contener doctrinas malditas, perniciosas y herética . » La prudencia aconsejaba á Dolet que huyera, que abandonara la Francia, como lo había hecho Roberto Estienne; pero e.I amor pátrío y la tranquilidad de su conciencia le detuvieron. Víctima de persecucion s constantes, se defendia de ellas con el arma de la burla; manejaba perfectamente la ironía; aquel contemporáneo de Rabelais, vengaba como escritor al editor que publicaba libros de otros. A_cada paso escribía al rey y á la reina de Navarra cartas, en las cuales ponia en ridículo á sus perseguidores. El ódio que excitaba con estas cosas·, se hizo terrible. En una traduccion que acaba de hacer de Axioco de Platon, se hallan estas palabras, puestas en boca de Sócrates: <e Despues de muerto, ya no serás nada.)) La facultad de teología de París, reunida el 4 de N oviembre de 1544, consideró estas palabras heréticas y conformes
ESTEBAN DOLET.
H7
con el espíritu de los Sad.uceos y de los Epicúreos, y las pasó á la cens~ra que las declaró mal traducidas y contrarias á lo dicho por Platon. E téban Dolet, declarado convicto y confeso como ateo relapso, fué sometido al tormento ordinario y extraordinario, para escarmiento de sus consortes, segun dice la sentencia que le condenó; y de pues fué ahorcado y quemado en la plaza Maubert, el 3 de Agosto de 1546 (1). Murió como un valiente, á la edad de treinta y seis años, dejando tras de sí la mi ería para su mujer y un hijo, á quienes adoraba. Gutenberg babia p::t ado grande di gu tos: Dolet babia muerto en el cadal~o; pero aquella luz inmensa que se llama la imprenta, brillaba, sin emb.1rgo, en todo su esplendor. ( i) Las piezas de la causa de Esléban Dolet se han encontrado en los archivos de lo criminal ael Parlamento de París. Hé aquí el Lexlo do la parto dispositiva do sus ntencia: «El citado tribunal condena al referido Dolot, preso, ,í ser conducido por el ejecutor de la alta justicia en un carro desdo la cárcel de la Conserjería de París hasta la plaza Maubert donde s2 levantaní en el sitio mas cómodo y conveniente una horca, alrorledor de la cual se hará una gran hoguera; y despnes de ahorcarlo se arrojará á lla su cuerpo con sus libros. Declara tambien confiscados sus bienes por el re', y manch que antes de la ejecucion del referido Dolot, so le someta al torm"nto ordinario extraordinario, para escarmiento do sus correligionarios. Y adonús, queda cli ¡me to ili mente curim que si el referido Dolot diera algun escándalo ó dije;;e alguna blasfemia, se le corte la lengua y sea quemado vivo.» Firmado: L1zET, DE IoxntrnEL.
Dolet fué siempre admirado en su tiempo por su 0 ran firmeza· uno de sus con- lemporfooos le compuso O:,te verso latino, en que hay un ingenioso juego do palabras: Dolet quisque Dolet, non Dolet ipse Dolel. (Todos comp::idecen á Dolet: solo él no so compadece do sí mismo.)
Giordano Bruno fué arrcslado por los guardias del gobernador.
r: ~
CAPITULO VI. EL MÉTODO CIENTIFICO. ¡Oh Seiíor misericordioso! Si algun homb re puede parecerse á aquel sér malévolo que se nos prrsenla sien1p•e como queriendo destruir tus obras, ¿no es el perseguidor? YoLT.\IRE.
La ciencia no ha ocupado siempre el lugar que la corresponde en el dominio de In. inteligencia; su autoridad ha sido despreciada; sus enseñanza combatida ; sus principios desconocidos; durante muchos siglos sus progresos han sido lentos y trabajosos. Y es que el espíritu humano no ha conoci lo siempre el arte dé observar la naturaleza y de interrogarla por medio de los experimentos . Hasta el Renacimiento, la ciencia sufrió la pedante autoridad de la escuela y sucumbe cuando trata de emanciparse, bajo los golpes de la persecucion . Copérnico, abandonando las ideas que le habian enseñado, y proclamando contra la Iglesia y contra los maestros
f50
LOS l\1ARTIRES DE LA CIENCIA.
de su tiempo que la tierra giraba alrededor del sol; Galileo abriendo á la humanidad ~l pasmoso espectáculo del verdadero movim_iento de lq_s ~stros, habiaii preparado una revolu<;>.ion inménsa' en la hi~·tof'~á de la filos~fía. Por primera vez se habia • visto que e} hombre iba _por mal camino, preguntando la verdad á otros hombres, que la ignoraban lo mis~o que él, en vez de buscarla en la naturaleza, que se la revela al que la busca con paciencia. Galileo, dirigiendo un anteojo há.cia el cielo, es un acontecimiento grandísimo en la historia del progreso. Es el sábio que deja de descifrar los embolismos de los maestros antiguos; es la nueva filosofía que abre la era de la observacion; es el espíritu que se emancipa. Durante toda la Edad Media, la ciencia esclavizada obedeae á la escolástica, á aquella :filosofía limitada, que consiste en creer únicamente verdadero lo que admite la Iglesia ó lo que enseñan los maestros sometidos á su fé. Hoy la ciencia proclama sus verdades con absoluta libertad; un innovador destruirá fácilmente el edificio de una teoría admitida, si se presenta armado con un hecho que es incompatible con aquella teoría. Pero no ha sucedido siempre lo mismo: la historia de 'los mártires de la astronomía nos ha dado ya un ejemplo. Bacon y Descartes son los fundadores del método científico, los creadores de la sana lógica que nos enseña, segun la espresion del gran filósofo francés, á «conducir bien la razon para·buscar la verdad en las ciencias.>> Descartes proclama la independencia del juicio cuando exclamó «que es menester no admitir como verdadero, nada que no se conciba clara y distintamente como tal.>) Esta idea, que hoy nos parece sencilla, ~e consideraba en otros tiémpos como una monstruosidad. Apelar al testimonio de los sentidos ó ele la razon contr_a la palabra ele Aristóteles ó contra los preceptos de ia °Iglesia, era un enorme crimen, y
ROGERIO BACON.
de este modo el error y las preocupaciones se trasmitían de generacíon en generacion. Cuando un astrónomo se atrevia á decir: << he visto manchas en el sol, como se ven las manchas de tinta en una hoja de papel (1),>> se le respondia: «Eso no puede ser; nuestros maestros nos enseñan que el astro del dia es incorrupti~ ble, y esas manchas serian señales de ~orrupcion. » El gran movimiento filosófico del Renacimiento, tuvo en el siglo XIII un precursor tan notable por su génio como por sus desgracias. Nos referimos á Rogerio Bacon. Este célebre fraile inglés es, efectivamente, el primer filósofo que protestó contra los desvaríos de la escolástica. «Si pudiera, decia, haria quemar todos los libros de Aristóteles, porque se pierde el tiempo estudiando en ellos, y no sirven mas que para propagar el error y difundir la ignorancia (2).» Al hablar de este modo no se refería Bacon al Aristóteles de la antigüedad, sino á lo que podria llamarse el aristotelismo de la Edad Media. Rogerio Bacon nació en Ilchest~r, en el condado de Somr!1erset, en 1214; hizo sus primeros estudios en la universidad de Oxford, y poco despues fué á la ele París, que gozaba entonces de una gran celebridad. Graduad.o de doctor en teología, entró en la órden de los franciscanos, en el momento en que San Luis mediaba entre Enrique III y fos barones del Ouest. Se ignoran las circunstancias precisas de su vida en aquella época, y solamente se sabe que su afi.cion marcada á las ciencias físicas y al estudio de la naturaleza, le valieron ya muchos disgustos, ocasionados por sus fanáticos colegas. Rogerio Bacon empezó por aprender el latín, el griego, el hebreo y el árabe para poder leer los t xtos antiguos en los mismos originales. El estudio de las lenguas, sin embargo, no le impedía cultivar las matemáticas, la astronomía, la ( i) Espresion de que se sirvió Galileo. (2) Opus majus.
152
LOS MAHTIRES DE LA CIENCIA .
física, la química y estar al corriente de los adelantos de todas las ciencias. Para todo acudia á la autoridad ele la, experiencia, y propagaba sus sanas doctrinas entre un sin número de jóvenes que le ayudaban en sus investigaciones. Su actividad y su inteligencia no -tardaron en hacerle célebre: en París se le conocia con el nombre ele Doctor aclmirable., calificacion que le cuadraba muy bien, por el número y la importancia de sus descubrimiento·s en todos los ramos ele la ciencia. Bacon fué el primero que advirtió el error del calendario Juliano, relativamente al año solar, y propuso al Papa Clemente IV su reforma, que no debia llevarse á cabo hasta tres siglos -clcspues ele su muerte (1). Estudió por primera vez las propiedades de los viclrios ·cónicos y convexos, construyó los primeros anteojos para uno ele los pres bitas, y fué el primero· ( 1) Sabido es que desde la reforma Juliana llevada á cabo por Julio César, 41:í años antes do Jesucristo, para concluir con las intercalaciones arbitrarias do los pontífices y para que la medida del tiempo fuera exacta, el año se consideraba compuesto de 365 clias y cuarto. Cada cuatro años se contaba uno ele 3~6 dias, y el dia de ex.ceso He colocaba antes del sexto de las-calendas de Marzo, llamandosc por esta razon bisexttts, ele donde viene el nombre de los años bisiestos. Pero como la rcvolucion trópica del sol , ósea el tiempo que tra•·currc cutre do:.; pasos consecutivoJ ele este astro por el equinoccio ele primavera, no es rle 365 días y cuarto, si110 un poco menor, resultó tambien un nuevo error en el modo de contar lo.; años, y aunque era realmente pequeño, acumu lados unos á otros estos errores en la sucesion del tiempo, hicieron que en ·1500, la fecha en que el sol pasaba por el equinoccio ele primavera se diferenciaba en 10 días ele aquella en que debia pasar. Luis Lillo, sábio méd ico calabrés (natur11l de Ciro) hizo notar esta diferencia al Papa Gregario XII[, y lo csplicó que ella era la causa rle que segun habiUll advertirlo los PP. ele! Concilio de Trento, b celebracion de la P,íscua no rcsulta!;c siempre rlespucs del plenilunio que seguía inmediatamente al 21 ele Marzo, como habia mandado el Concilio de Nicea. En s u virtnrl, el año 1582 r;c Liizo una nueva reforma del calemlario, que por proceder del pontífi ce Grcgorio XIII se llamó Correccion _qregoriana y que cousislc en suprimir tres años bisiestos cada cuatro siglos, lo cual se consigue haciendo que no lo sean los años seculares, si el número del siglo que termina no es divi~iblc por cuatro: así por ejemplo el año 1800 no ha sido bisiesto ni solo •wá tampoco el aho final rle este siglo, porque ni 18 ni 19, son divisibles por cuatro; pero lo será el ai10 '2000 porque 20 si es divisible por i te número. · La Corrcccion gregoriana no hace a(111 completamente exacto el año civil; pero la diferencia entre éste y el sidéreo es tan iusignilicante, que !,olo puedoproducir el error de uu clia en 3,600 años, lo cual puede corregirse sin dificultad, suprimiendo un año bisiesto cada 40 siglos. H.ogerio Bacon advirtió anter; qu e Lillo y qt,c los PP. del Concilio ele Tronto el error del calendario Juliano y se le hizo notará Clemente IV en 1264; p·cro el Papa no le escuchó y no se llevó á cabo la corrcccion hasta la época citada. (N. del T.)
MIGUEL SERVET
Cuando las llamas se elevaron en torno suyo, prorumpiรณ en
un grito desgarrador. 20
1)
ROGERIO BACO .
que expuso la teoría del telescopio. Si aquel grande hombre, como se ha dicho equivocadamente, no inventó la pólvora, descrita circunstanciadamente cincuenta años antes por Marco Greco (1), contribuyó por lo menos á perfeccionar la fabricacion de esta sustancia, ideando el medio de purificar el salitre, que segun se sabe, es uno de sus elementos constitutivos. Trabajos tan importantes le acarrearon, en aquella época. de intolerancia y ele fanatismo, la acusacion de mágico. La imaginacion del pueblo le suponía héroe de historias maravillosas: deciari que era hechicero y que había fabricado una cabeza de bronce, qúe hablaba y descubria el porvenir. Sus escritos no conservan ningun detalle de esto; pero nos dicen, sin embargo, que la envidia y el fanatismo de los frailes, sus hermanos, le hicieron pasar mil tormentos. Los superiores de la órden, le prohibieron que diera conocimiento de sus escritos á nadie, so pena de ponerle á pan y agua (2). Sin embargo, le protegia Clemente IV, que tenia gran curiosidad de conocer las maravillosas invenciones del célebre franciscano, Rogerio Bacon le envió, por medio de uno ele sus discípulos mas fieles, Juan de París, el manuscrito de su obra Opus ma( i) l\far~o Greco, químico poco conocido que vivió probablemente hácia el siglo XIII, dejó escrito un libro con el título de Liber ignium ad comburados hortes, en el cual dá detalles curiosos sobre el fuego griego y hace la descripcion siguiente de la pólvora: «Tómese una libra de azufre puro, dos libras de carbon de sarmiento ó de sáuce, y seis libras de salitre. Tritúrense estas tres sustancias en un mortero de mármol de modo que se produzca un polvo muy fino. Despues se pone la cantidad que se quiera de esta sustancia en una cubierta destinada á volar por el aire ó á producir una detonacion. »Obsérvese que la cubierla destinada á volar debe ser delgada y larga y estar llena por completo del referido polvo bien aprelado, mientras que la cubierta para producir la detonacion debe ser corta y gruesa, estar solamente mediada de polvo y atada fuertemente con un alambre por sus dos extremos. En una y otra cubierta debe hacerse un agujero para introducir la mecha.» Claramente se ven indicadas en las lineas que anteceden el cohete y el 11etardo tales como hoy se hacen, once siglos despues de su invencion. Alberto el Grande, en su tratadito de Mirabilibus mundi repite esta receta casi en los mismos término¡¡, (N. del T.) {2)
Opus majus.
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
{56
jus, y de pue u epístola sobre las obras secretas del Arte y ele la Natúrale~a (1). E to libro contenian inaudita riqueza científica , que demuestran que Rogerio Bacon era una ele las intelig ncias ma sublime d la humanidad. El Opus majus trata el ca i toda la ciencias, inclu a la lingüí tica. e encuentran en esta obra lo principio ele la óptica; la teoría ele lo espejos u torio ; ob ervaciones muy exacta sobre el fenómeno ele la refraccion; la e plicacion d 1 arco=-íris, y la inclicacion ele la precesion de los equinoccios. Léense en ella venlacleras rev lacione , que denotan en el autor un e píritu de pcr picacia tan extraordinario, que á veces podría créer ele dotado ele una preví ion el 1 porvenir. Cuando habla ele la póh·ora, de pues ele haber indicado u prepara ion, dice textualment : « Basta inflamar una corta cantidad de e ta ustancia, para producir mucha luz y un ruido e pan to ·o: te medio permit destruir una ciudad ó un ejército .» Cuando habla el la física ó ele la mecánica, parece que ele cribe fas mác1uinas de vapor y los camino de hi 1To, y que hast indica la po ibiliclacl de elevarse en ht atmósfera. «Poclrian con trufrs , dice, máquina á propó ito para hacer marchar lo buque ele ma porte, con ma rapidez que le podria comunicar todo un ejército le remeros: no habria n cesiclacl ma que ele un piloto para dirigirlo : e podría tambien hacer anclar á lo carruaje , sin el auxilio ele animal alguno, y por último no seria impo. ible con truir máquinas que, por medio ele un aparato con álas, permitieran volar en el aire, como lo hacen la aves.» El Opus rnaju brilla todavía en otro concepto distinto. Hay en él un capítulo admirable, relativo á la manera ele hacer los experimentos. La experiencia está colocada en el punto ma alto ele la escala ele recur o qu puede emplear la inteligencia para ele cubrir la verdad . Por medio del arte ele ( 1)
Epístola fralris Rog. Bacon is de secrelis operibus Ar lis el alune el nullilale
magim. Homburgo.
ROGERIO BACON.
!57
la experimentacion, han llegado los físicos y los químicos á los mayores descubrimientos. A decir verdad, el autor, despues de haberse elevado á las altas e feras de la filosofía, se pierde en medio de las preocupaciones de su época; cree que puede existir el medio de multiplicar los metales preciosos y de prolongar la vida; ¡pero hay que recordar que vivía en el siglo XIII! (1) Las infracciones qu~ Rogerio Bacon cometia contra la regla del convento de los franciscanos, el ódio fanático y envidioso que su celebridad habia engendrado á su alrededor, debian serle fatales. Todos sabian la proteccion que le dispensaba el Papa, y los ataques que se le dirigian; al principio se contuvieron, pero á la muerte ele Clemente IV se desencadenaron furiosamente. En 1278, siendo Papa Nicolás III, los franciscanos denunciaron á su hermano como mágico y astrólogo, acusándole ele tener pacto con el diablo. En vano trató Bacon ele justificarse; á la acusacion de mágico respondió con la carta De null-itate magice. «Porque las cosas están fuera del alcance de vuestra inteligencia, exclama, la llarnais obras del demonio. Los teólogos y los canonistas en su ( i) Durante muchos siglos todas las investigaciones de los alquimistas lcnian por objeto la rcsolucion de dos grandes problemas: la tra.smutacion de los metales 6 la JJiedra filosofal, es decir, el arle de convertir las demás sustancias en oro y el elixir de larga vida ó la panacea universal. Vivir eternamente en el seno de la riqueza era el ideal imposible de aquellos padres de la química; pero buscando esas quimeras, la química hizo grandes descubrimientos reale y efectivos. i aún los genios mas ilustres pudieron emanciparse por completo de las preocupaciones de aquella época. El mismo Alberto el Grande, una de las figuras mas notables de las ciencias químicas, dejó entre sus obras llenas do erudicion ¡ de magníficos resultados de sus esper imrnlos , un Tratado de la piedra filosofal (de philosophorum lapide;) y aunql1e hay quien dude, por su estilo enigmático y oscuro y por su falta de originalidad, que sea rr:1lmenle debido á la pluma del célebre obispo de Ratisbona, es indudable que en su libro De alchimia dice terminantemente que les ha perseverado en sus invosligacionrs hasta convencerse de que es posible la trasmutacion de los metales en plata y oro. No es cxtraíio por tanto que Rogerio Bacon se dejara tambicn llevar del espíritu dr su siglo y que escribiera un tratado De prolongatione vitas (Oc la prolongacion de In vida.) Pero sin embargo, sus ideas respecto de la piedra filosofal eran bastante cla¡•a¡;; en el Spcculum scc1·ctomm (Espe.10 de los secretos) dice: c,Querer trasformar una especie en otra, hacer plata con ¡ilomo ú oro con cobre, es Lan absurdo como prcLrndcr sacar atso de la narla. Nunca los verdaderos alquimistas han podido tener Lal pretcnsion. De 10 que se Lr:lla rs de sacar, por medio de arle, de un mineral g rosero y Lcrro ,o un cuerpo mrLálico y brillante, como el plomo, el estaño, el cobre, ele. (N. del .T.)
LOS MARTIRES DE ,LA CIENCIA.
ignorancia, las detestan como productos de la mágia, y las miran como indignas de un cristiano.» Pero nada pudo su defensa contra el fanatismo ciego. Sus obras fueron condenadas porque contenian «novedades sensibles y sospechosas,>> y el autor tuvo que pagár el tributo del génio, permaneciendo .encarcelado mas de quince años. Cuando le vieron gastado por los dolores, consumido por el calabozo y agobiado por las enfermedades, le volvieron la libertad. El desgraciado anciano tuvo fuerzá parra arrastrarse hasta el suelo pátrio, donde llegó para morir en él. S.egun dice uno de sus biógrafos, fué preciso que la desgracia hiciera en , él mucha impresion, para que dejara escapar ·en su lócho de muerte esta amarga queja: «Me arrepiento de haber trabajado tanto en interés de la ciencia» (1). Rogerio Bacon se adelantó á su -siglo. Su gran celebridad hizo que sus doctrinas produjeran cierta sensacion; pero no tuvo verdaderos sucesores hasta doscientos afros despues. Mientras no existió la imprenta, las protestas de los que se rebelaban contra el servilismo-no encontraban eco: cuando Gutenberg dió á los hombres el medio de propagar las ideas, la verdad pudo imponerse en todas partes por medio del libro. Los :filósofos del siglo XVI, con el arma poderosa de la prensa, preparaban el terreno del libre eximen, en el cual podian nacer las ciencias experimentales. La lucha, como veremos dentro de poco, fué terrible, y el triunfo de la verdad, como siempre, no pudo conseguirse sino á costa de muchos mártires. Ramus (Pedro La Ramée) es una de las figuras mas nobles que se han disting1üdo en primera línea en esta gran batalla. Su vida, sus trabajos, su carácter honran al mismo tiempo la ciencia y la humanidad. Vino al mundo en la aurora del Renacimiento, á principios del siglo XVI, en 1515, (i) Hoefer. Biografía universal.-V. Leclerc, Historia literaria de la Francia, t. XX.
RAM:US.
159
en Cuth, humilde aldea del Vermandois. Su padre era un labrador tan pobre y tan desgraciado, · que apenas podía alimentará su hijo. Pero Pedro tenia una grandísima energía; á los ocho años abandonó la casa paterna y emprendió solo y á pié el camino ele París. La miseria le arrojó de allí bien pronto; pero volvió y se puso al servicio de un estudiante rico del colegio de Navarra. Por el dia servia con solicitud á su amo, y consagraba á sus estudios una parte de la noche. El humilde Ramus que se habia proporcionado libros formales, como las obras de Xenophonte y de Platon, las leia con avidez; y en sus horas de descanso asistia á las lecciones de filo~ofía de Juan Hennuyer, obispo de Poitiers; su imaginacion se abria á las ciencias y á las ideas nuevas, que, designadas ya por el nombre característico de Socratismo, consistian en juzgar de las cosas sin acudir á juicios ajenos, y buscar la verdad por el solo trabajo del razonamiento. Ramus tuvo especial cuidado al aprender, de separarse de las ideas recibidas y de huir de las preocupaciones de su época. A los veintiun años hacia tan brillantes ejercicios de maestro en artes, que el tribunal no pudo menos de aplaudirle. El objeto que habia elegido, sin embargo, era bastante espinoso, porque en él atacaba vigorosamente la escuela de Aristóteles. Al año siguiente, Ramus abrió un curso público en el colegio ele Mans, en el que comentaba ante un numeroso auditorio los autores griegos y latinos. Su programa, que abarcaba el estudio de la elocuencia y el de la filosofía, le condujo á la lógica, al arte de dirigir sus razonamientos en la investigacion de la verdad: así fué que pronto quiso emprender la tarea de mejorar los principios de este arte. No se necesitaba mas para hacerle sospechoso. Cuando Ramus trató de completar sus lecciones con la publicacion de libros, y difun~ir sus doctrinas por medio de la imprenta, la facultad de teología de París, censuró inmediatamente sus obras. Vió sus primeros libros (Dialecticre par-
.
rno
LOS ~IARTIRES DE L
cmNCIA.
titiorJe. Ari totelicce. animaclver iones,) ondcnados á ser uprimido por un dccrctQ d 1 rey, (1. 0 d Marzo de 1544.) Ha ta e pidió qu 1 autor fue e enviado á galera ; y si con iguió e capar al pr idio, no pudo imp dir que e prohibie en u leccione . «:vie ví burlado y engañado por toda la Universidad d París, dice 1 jó, n profe or, y de puc cond nado por io"nora.nte imprud nt , malicio o, perturbalor y alumniador. La len°·ua y la mano e m ataron por la mi ma ntencia, d' modo que no me ra permitido ni leer ni ·cribir co a alguna, ni en públic ni en privado.» Bajo 1 reinado d Enrique II, pa~ó Ramu mejor s día. : pero po o de pu , vol vieron á emp zar la per ecu ion .. «Hubiera podi Jo n ntrar fuera de Fran ia, honro o a ilo ; la invita. ion nu. li. on°·era le llamaban á Italia y á Al mania, I er pr :firió ufrir en su pátria y por u 1 átria. (1). » D pue, d r nombrado profe. or en el col gio real, e yió ucc iYam nt privado d su cátedra, r pue to en ella I arn.do d nu vo y obligado á abandonar á Parí , al cual volvía iempr . Por u de gracia, e ncontró en la cél brc. jornada de la aint-Barthélem . Ramu era ospecho o como prot tanto: uno de u. en migo , Charp nti r, católico, fanáti o, r alista, inqui idor, hizo que 1 bu caran corn hugonote. ccCh_a rpenti r, dice el historiador de Thou, provocó un motín y nvió icarios que le sacaron d 1 sitio en qu' e taba, e condi Jo, ] robaron el dinero, le atravesaron á e ·tocada y le arrojaron por la v nta.na á la all , donde alguno e tudiant furio o , irritados por mae tro á quienes animaba la mi ma ira, 1 arrancaron las entrafia , arra traron u cadáver, ntr gándole á los mayor ultraj s, y le hicieron pedazos.>> A í murió aquel grande hombr d l Rcnaci mi nt , aqu l _ ( 1)
Víctor CousiQ. Historia general ele lct filosofía.
i6i
GíORDANO BRU O.
atrevido innovador que fué uno de los primeros que trabajaron para la emancipaciou de la inteligencia, que emprendió en el terreno de la ciencia, una reforma comparada á la que Lutero y Calvino llevaron á cabo en la religion, que se atrevió á sacudir el yugo de la escolástica y que proclamó antes que Descartes la razon, como el criterio de la verdad. Talento universal, trabajador infatigable, Ramus, quiso reformar todos los conocimientos humanos. Empezó por la lógica y se dedicó luego á las matemáticas. Se le puede consi~ derar como uno de los primeros matemáticos de su tiempo. Tradujo los Elementos de Euclides, publicó una geometría, una aritmética y un álgebra, que se usaban todavia un siglo ele. pues de su muerte. Se ocupó de astronomía, defendiendo la doctrina de Copérnico. Sus ideas y su método, ejercieron una influencia poderosa en el désarrollo ele la medicina y de todas las ciencias de su época. Es seguramente uno de los precursores del espíritu moderno. Giordano J3runo, puede citarse á su lado como uno de los filósofos del siglo XVI que ha luchado con mas valor en pró de la libertad de pensar: tenia un gran fondo de erudicion y un conocimiento completo de los autores antiguos; su estudios matemáticos y fí icos habían preparado su espíritu por la verdadera ciencia: su imaginacion era viva, su palabra y su ardor, incansables. Bruno, nació cerca de Nápoles (1) á mQdiados del siglo XVI. Despues de haber pasado algunos años en un convento de la Orden de Santo Domingo, fué á Ginebra. Las dudas que ,. habia manifestado públicamente con tivo de algunos prec ptos teológicos; los sarcasmos que se babia permitido relativamente á los frailes, no le perrilitian vivir in peligro en su país en que dominaba la Santa Inquisicion. Abrazó el calvinismo y despu s vino á Parb, donde cns üó la filosofía y ·combatió con ardor la escuela de Arintótcles. Re-
mo-
( 1) Ea
ola en la Campauia en el año Hí1:i0. 21
l62
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
coi·rió la Inglaterra y la Alemania y derramó en su camino una multitud ele escrito , ingeniosos unos, quiméricos otros, pero muchos de ellos, llenos de erudicion. El deseo de volver á ver su país natal, le llevó de nuevo á Italia, se estableció en la república de , enecia y allí viTió dos año en un profundo 'retiro. En 159 , los venecianos le entregaron ó le abandonaron á la Inqui icion. Giordano Bruno, se vió un dia preso por lo · guardias del gobernador. Conducido á Roma, víctima de un proceso odioso, se vió encerrado en un calabozo, donde permaneció do años, in consentir nunca en retract~rse de su doctrinas. Se le obligó á comparecer por última vez, ante el tribunal de la Inquisicion y tuvo que oir de rodillas la lectura de la sentencia dictada contra él. El ele venturado filó ofo , condenado á ser quemado vivo, permaneció impasible. «La sentencia que pronunciais contra mí, exclamó dirigiéndose á sus jueces, os confunde tal vez en este momento, más que á mí.» El 17 ele Febrero de 1600, pereéió en medio de las llamas. Giorclano Bruno, autor de muchas obras notables, consideraba el univer o como infinito é inconmensurable; y creía en la pluralidad de mundos; lo mismo que Ramus, era defensor del si tema de Copérnico. Estos fueron us crímenes. Expresa á veces sus ideas en un estilo magnífico, que llama la atencion por s-q atrevimiento y por su grandeza. «Dios, dice , íctor Cou in, es para él, la grande unidad que se desarrolla en el mundo y en la .humanidad. No es posible negarle cierto génio: si no ha logrado establecer un sistema duradero, al ménos, ha dejado en la historia ele la :filosofía, una estela luminosa y sangrienta (1).» Otra víctima de la intolerancia, Vanini, nació como Giorclano Bruno, cerca de Nápoles, (en 15 4.) Hizo estudios muy detenidos: estudió la :filosofía, la teología y la medicina, y des( 1) Historia general de la filosofía, per V. Cousin.
TOMAS CAMPANELLA.
1,63
pues empezó á correr el mundo: visitó la Alemania y los Países-Bajos: fué luego á Ginebra, á Lyon y á Inglaterra, y .su mala estrella le condujo tambien á Toulouse, único país .ele Francia que habia admitido la Inquisicion. Rabia publicado algunas obras, algun tanto licenciosas, y esto hace que no sea bn apreciada su memoria: creia el mundo eterno y enseñaba que el movimiento en el universo, no puede provenir de una voluntad inteligente, sino que procede ele la ciencia misma ele la materia. Fué condenado como ateo, el 19 ele Febrero de 1619: le cortaron la lengua y clespues fué ahorcado y quemado. Si Vanini no tiene casi derecho al aprecio de la posteridad y no merece compasion más que por la atrocidad ele su suplicio, no sucede lo mismo con el calabrés Campanella. Nació en 1568, y á la edad ele catorce años, tomó el hábito de Santo Domingo. Tenia la pasion del trabajo, d'el amor á fa ciencia y profesaba un verdadero entusiasmo por el bien. Comprendía que su inteligencia estaba llena de atrevin:iiento y ele independencia y resolvió reformar todas las p3.rtes ele la filosofía. En sus trabajos y en sus escritos, obedece siempre á la tendencia, todavía nueva~ la sazon, ele buscar la verdad, no tanto en la lectura ele los libros escolásticos, como en la observacion de la naturaleza; puede consiclerársele tambien como otro precursor de Bacon y de Descartes. Tomás Campanella, enseñó en un principio la filosofía _Qn Nápoles; despues de haberse distinguido muy jóven por la novedad de sus doctrinas, se vió obligado á akmclonar aqu_e~ lla ciudad y á huir ante los amenazadores ataques ele la en~ viclia y ele la calumnia. Durante diez años, recorrió la Italia, batiendo en brecha la autoridad de Aristóteles, hacien51o siempre un caluroso llamamiento á la razon y á la experi~ncia, ((reformando, como él dice, todas las ciencias, segun Ja naturaleza y los libros de Dios (1). » Su entusiasmo era indo(J) Carta de Campanclla al gran duque Femando m, L. Colet, p. 279.
1
1
LOS 1ARTIRES DE LA
cm
CIA.
mable; visitó en Florencia á Galileo, en cuyo favor debía escribir mas tarde una brillante apología (1) defendió con aucla:cia el sistema de 0opérnico, mánifestó en todas partes un ódio profundo á la tiranía y pensó en librar su país del despotismo español. Acusado de fomentar una conspiracion, se vió muy pronto sumido en una série tal de desgracias, que la pluma del historiador, vacila al describirlas. A su crímen político, se mezclaron acusaciones teológicas y filosóficas: y por unas y otras estuvo preso veintisiete años, sufriendo los mas crueles tormentos. Durante treinta y cinco horas seguidas, se le sometió á un tormento tan cruel «que todas las venas y arterias que se hallan al lado de las asentaderas, se rompieron, y no se pudo contener la sangre qu corría de las heridas, á pesar de lo cual .soportó aquel suplicio con tanta firmeza, que ni una vez siquiera dejó escapar una palabra indigna de un filósofo (2):» El mismo 0ampanella, hace de este modo la relacion de sus sufrimientos: «He estado encerrado en cincuenta calabozos y sometido siete veces á los mas horribles tormentos. La última vez, duró la prueba cuarenta horas. Amarrado con cuerdas muy apretadas que me rompian los huesos; colgado con las manos detrás de la espalda, encima de una punta aguzada de madera, que me ha arrancado la décima-sexta parte de mi carne, y me ha hecho verter diez libras de sangre, curado por milagro; despues de seis meses de enfermedad, me arrojaron en un subterráneo. Me han juzgado quince veces. «¿Cómo sabeis ' lo que no habeis aprendido nunca? ¿Teneis á vuestras órdenes algun demonio? He respondido: «Para aprender lo que sé, he empleado mas aceite, que vino babeis bebido vosotros.» Otra vez me han acusado ele ser autor del libro de los Tres impos( l) Apología por Galileo, en 4.° Francforl. l622. (2) Pinacolheca imaginum illustrium. J. N. Erythrams, 16i3-1648, Erylhrrous es un contemporáneo de Campanella muy digno de él.
TOMA CAMP ANELLA.
165
tares, que e imprimió, treinta año ant s que yo naciera. Me han acusado tambien de tener las opiniones ele Demócrito, á mí que he crito libro contra D mócrito. Me han acu aclo de alimentar malo entimientos contra la Igle ia·, á mí que he e crito un libro obre la monarquía cri tiana, en 1 que he demo traclo que ningun filó ofo pudo nunca soñ.ar una república igual á la e tablecicla en Roma, bajo lo Apó tole . Me ha acu aclo ele her je á mí qu he compue to un diálogo contra lo herejes de nue tro tiempo ... En fin, me han acusado de rebelion y ele herejía, por hab r dicho que hay mancha n el ol, la luna y la e tre1la , contra Ari tótele que supone el mundo eterno é incorruptible ... Por esto, me han arrojado como á Jeremía , al lago inferior donde no hay ni aire ni luz (1). E te dilatado y atroz cautiverio ele Campanella, excitó el horror. El mismo Papa, Paulo V, se conmovió y olicitó de la órte de E paña qu 1 perdonara. Felipe III, fu' inflexible (2). Solamente, cuando murió e te rey, fué cuando sonó la hora· ele la libertad. Campanclla alió del calabozo. El Papa rbano III que había ucecliclo á Paulo"'\ , le acogió con interé y le protegió. El filó ofo á quien nada había logrado abatir, volvió á preentar e en la arena; empezó de nuevo u campaña n favor d u doctrina y refutó á u ad ver ario . E to e pre entaron tanto mas encarnizados contra él, cuantas mas pruebas daba el per everancia en su .fé. Sublevaron contra él la pa( 1) Campanella, Prefacio del Alcismo vencido ( theismus triunfatus. Roma. 1630.) Consulten tambien Baldachini, ila e filo~ofía di Tommaso Campanella, 2 vol. en ." 1 ápoles, J i0-1842. íctor Cousin. (2) L'l tradi ion de los horrores de la Inquisicion continuaba en España. En este país íué donde un siglo antes de Cnmpanella, en 1i,92 la Inqui icion habia expul ado ele la península bajo pena de muerte mas de 200.000 judíos, donde Torqu mada mandaba en absoluto. «Torquema la, pues, hizo en E-paña durante los 1 años de su ministerio inquisitorial i0.220 víctimas que murieron en las llamas; 6. 6i> quemar su efigie por muerte ó ausencia de la persona; y 97.321 que castigó con infamia, co_nfiscacion de bienes, cárcel perpétua é inhabilidad para empleos con lílulo de pomtencia. » Llorenle. Historia crítica de la lnquisicion en España. Madrid, 18.22. Tomo 2.º página 139.
f66
LOS J\1.í-\RTIRES DE LA
cm
CIA.
slones de una plebe exaltada, y Campanella tuvo que hnir disfrázado para e$capar· á las amenazas de una cuadrilla·cle fúriosos. · El conde de Noailles, embajador ele Luis 'XIII, cerca ele la córte ele Roma, favoreció su traslacion á Francia. Campanella, llegó á París. Richelieu le acogió con benevolencia: aquel gran cardenal y ministro, le presentó al rey, que le consoló ele sus desgracias y le señaló una pension de tres mil libras. La Sorbona 'aprobó sus· obras, y desde entonces Canípanella vivió tranquilo; pero·ya se ha ·visto á costa de qué suplicios conquistó su reposo.· Tuvo ocasion mas tarde ele Jíablar con Descartes á quien vió en Hólanda, y clespues á la edad de setenta y un años, espiró tranquilam·ente en París, en -el convento que los dominicos habian construido en la calle ele Saint-Honoi•é. Las obras de Campanella, son considerables; su imaginacion ha abarcado el ·dol'ninio entero de los conocimientos huinanos: hizo una clasificacion de las ciencias y trazó el método para su estudio. Si tiene algunos defectos de su •siglo, no por eso deja de ser como Ramus y Giordano Bruno, uno de los primeros génios ardientes del Renacimiento, que lucha-ron contrá la escolástica y la rutiná, en favor ele la emancipacion del espíritu y de la libertad de la razon humana. Tres años despues de la muerte de Campanella, publicaba ·Desear.tes su Discurso sobre el método. Mientras estos filósofos combatían con tanto valor, un gran trabajador ponia po1· obra el método esperimental y daba visibles testimonios de la fecundidad de este nuevo género d~ investigacion por el resulta_do de sus trabajos. Ya se comprende qRe nos referimos á Bernardo Palissy, el glorioso precursor de Francisco Bacon. Palissy, floreció á principios del siglo XVI: nació cerca de la pequeña ciudad de Biron, entre el Lot y el Dordoña, en una modesta aldea. Se ignoran los ·detalles ele su nifiez, pero
BERNARDO PALISSY.
Hi7
se sabe que desde que llegó á la juventud, empezó á recorrex los Pirineo~, Flandes, los Países-Bajos, las AréÍ.ennes y las orillas del Rhin ... «Trabajador nómada, nos dice él mismo, se ocupaba á la vez, de pintar, cortar y reunir los vidrios de colores que se usan en l~s ventanas de las catedrales (1) y de ejercer la agrimensura; y observaba sobre todo los paises por donde pasaba y las curiosidades naturales, recorriendo las montañas, los bosque , visitando las canteras y las minas, las grutas y las cavernas . De vuelta á su país natal, Palissy se estableció en Sain-:tes, donde se casó . Algunos años mas tarde, cargado de fa-:rnilia, agoviado con el peso de la miseria, se entregó con una rara curiosidad al arte de la tierra, á la confeccion de las por-:celanas y los esmaltes que habian de inmortalizar su nombre. Cuenta él mismo, que viendo un dia una copa de porcelana esmaltada de una gran hermosura, formó la resolucion de descubrir los secretos de aquella fabricacion, cuyos procedimientos eran desconocidos á la sazon en Francia. Tenia el sentimiento del arte y el gusto de la pintura, y resolvió probar. Sin pensar que no conocia absolutamente las tierras arcillosas, se puso á «buscarlos esmaltes como un hombre que camina á tientas en la oscuridad.» La historia de los trabajos de Palissy en el arte de la tierra, es una verdadera epopeya, cuya historia ha escrito él mismo en un estilo digno de Montaigne. Las páginas que nos ha dejado con este motivo, cuadro siempre verdadero de los esfuerzos del inventor que lucha con lo desconocido, ofrecen uno de los mas hermosos ejemplos que pueden citarse de los recursos que el génio halla en la experiencia, puesto en accion por el trabajo manual. Bernardo Palissy, hizo sus ensayos con un gran número (1) El arte de pintar, cortar y reunir los vidrios de colores tenia una gran imporlanc1a en el siglo XVI, y se conocia en Francia con el nombre de 11ourtraftu?·e. Comprendía el estudio del dibujo, de la perspectiva lineal, de la pintura en vtdno y porcelana, cte.; y por lo tanto se colocaba entre l:ts arles liberales. (N. del T.)
168
LOS :MARTillES DE LA CIENCIA.
de sustancias distintas, pero sin éxito favorable. «Habiéndome.equivocado muchas veces con graneles gastos y trabajos, dice, todos los dias estaba machacando y mezclando nuevas sustancias y construyendo nuevos hornos, con grandes gastos ele dinero y consumo de leña y . de tie1:npo. )) Queriendo proceder metódicamente, resolvió Palissy aprender á fabricar al principio, sólo el esmalte blanco, reservando para despues, el buscar los de colores. Durante mas de dos años consecutivos, no hizo mas que ir y venir á las fábricas de vidrio de las cercanías, y muy pronto, para evitar la pérdida de tiempo indispensable en es- · tos viajes contínuos, tomó la resolucion de construir un horno semejante á'los de vidrio. El infatigable obrero, no ~onsiguió hacerle sino :á fuerza de muchí&i,mo trabajo: no tenia medio111 ele pagar ni un solo jornalero, y por lo tanto, se veia obligado á hacer él mismo las mamposterías, á fabricar la argamasa, á sacar el agua del pozo y hasta á cargar los lach:illós sobre sus espaldas. Construido el horno, fué preciso preparar los esmaltes y fundirlos. En una ocasion, Palissy, permaneció seis clias y sei~ n_oches _sin apartarse del horno y sin dejar de quemar lefía en él. En el momento en que al parecer, la operacion se term_ina, falta la leña. El desgraciado esperimentador, despues de h~ber quemado los ap~yos que sostenian los tallares ele su jarclin, llegó á arrojar en el fuego las mesas y los entarimados ele su casa. Los que hubieran debido ayudarle, se • mofaban de él, y propalaban por la ciudad, que se b.abia vuelto loco y que estaba quemando su casa. De este modo hasta ~e le hacia perder su reputacion. Otro_s llegaron á decir, que el fabricante ele porcelana era monedero falso. El pobre inventor arruinado, lleno de déudas, con dos niños en ama, iba por las calles, ((cabizbajo, como un hombre que no sabe lo que le sucede. Sin embargo, la esperanza que tenia, añade aquel trabajador infatigable, me hacia proceder en mi
LAVOl~lll,;B,
FuĂŠ conducido _al cadalso en una carreta.
22
I
BERNARDO PALISSY.
171
negocio con tanta virilidad, que muchas :7éces, al hablú con las personas que venian á verme, hacia esfuerzos para reirme, aunque en mi interior estuviera muy triste.>> Pronto debia sin embargo, ver sus ensayos coronados por el éxito; pero segun veremos en los siguientes párrafos que tomamos de su libro sobre el Arte de la Tierra, á costa ele mil fatigas. «Me ocurrió tambien otro contratiempo y fué que el calor, el frio, los vientos; las lluvias y humedades, me estropeaban la mayor parte de mis obras, antes que estuvieran cocidas: tuvo que pedir prestadas, tablas, largueros, tejas y clavos para remediar este mal. .. Deshacia lo que antes habia hecho y lo hacia un poco mejor; lo cual daba lugar á que algunos artesanos, tejedores, zapateros, sargentos y notarios·, un puñado de viejas, sin tener e'n cuenta que mi oficio no podia practicarse 'sin una casa muy grande; decian que no hacia otra cosa sino hacer y deshacer y me censuraban por lo que debia haberles imitado á piedad, puesto que me veia precisado á emplear las cosas precisas para mi sustento, en preparar lo útil·para mi arte ... Durante muchos años, no teniendo medios de cubrir mis hornos, pasaba todas las rioches expuesto á la lluvia y al viento, sin tener otro auxilio, ayuda y consuelo que las lechuzas que cantaban por un lado y los perros que aullaban por ·otro; á veces se levantaban vientos y tempestades, que soplaban de tal modo en los hornos por arriba y por abajo, que tenia necesidad ele abandonarlo todo, perdiendo mi trabajo: y sucedió muchas veces que habiendo prescindido ele todo, y no teniendo nada seco sobre mi cuerpo á causa de la lluvia que habia caido, me iba· á acostar á media noche ó al rayar el dia, tan mal perjiñado como un hombre que se hubiera arrastrado por todos los lodazales de la ciudad: y al irá retirarme de este modo, iba caracoleando, sin luz y tambaleándome á uno y otro lado, como si estuviera · borracho.»
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
A pesar ele todo esto, Palissy se aproximaba al fin que se había propuesto. Llegó un clia en que las magníficas porcelanas, sus «figuritas rústicas>) sus preciosas estátuas, fueron apreciadas y buscadas. El condestable de Montm0rency protegió al fabricante de porcelana y le encomendó trabajos importantes: Catalina ele Méclicis le hizo venir á París, donde vivió en las. Tullerías, encargándose ele embellecer los palacios reales. La escuela francesa brillaba entonces, bajo el reinado ele Francisco I, en todo su explenclor.-Juan Goujon, Pedro Lescot, German Pilon y Ducerceau, rivalizaban con Leonardo ele Vinci, Primaticcio, Andrés del Sarto y Benvenüto Cellini. Al llegar Palissy ele su provincia, al medio ele los maestros de esta escuela, se inspiró como ellos en las obras maestras del arte italiano. Fabricó una cantidad de vasos esmaltados que servían para decorar jardines, fuentes ó habitaciones lujosas, y pronto se ocupó ele la decoracion de las Tullerías que acababa de construir Catalina de Méclicis. Al mismo tiempo, se entregó á otros trabajos que le han hecho considerar con justicia, como el primer profesor de historia natural y como uno de los fundadores de la geología moderna. En sus numerosos viajes había observado sobre todo la constitucion de las rocas, y se había dedicado á recoger conchas fósiles, miradas aún en su tiempo, como impresiones extrañas de objetos sin nombre, debidos á casualidades for__,_ tuitas, á juegos de la naturaleza. Aquel' modesto fabricante de porcelana, que no sabia ni griego ni latín, llamó á los filósofos y á los sábios, y á presencia de todos los doctores, se atrevió á decir en París, que las conchas fósiles, eran verdaderas conchas, clepositaclas en otros tiempos por el mar, en los sitios en que se hallaban entonces, y que animales, y sobre todo peces, habian dado á las piedras figuradas, todas las diferentes formas (1). (1) Fontenelle. Historia de la Academia.
/
BERNARDO PALISSY.
i73
Pa1issy, reune los objetos necesarios para sus demostraciones, clasifica metódicamente los cristales y los fósiles que ha recogido en sus viajes, y funda así en 1575 el primer gabinete de historia natural, al mismo tiempo que dá principio á sus lecciones. Estas, fueron muy frecuentes y duraron basta 1584: su coleccion de curiosidades, atraia numerosas visitas: todos los objetos estaban cuidadosamente clasificados, <epor órden y por tramos, con etiquetas debajo á fin de que cada uno pudiera instruirse por sí mismo.>) Con las pruebas que tiene entre las manos, Palissy se considera fuerte é inexpugnable en sus opiniones: está dispuesto á resistir á las amargas críticas, á la envidia de sus émulos, al ciego furor de lo ignoran tes y exclama con orgullo: <e Vé ahora á bu car tus :filósofos latinos, para hallar. argumentos contrarios á los mios.>) Palissy, creyó que debia emplear en sus obras la forma del diálogo (1). Pone en escena dos personajes imaginarios, uno que se llama Teórico y representa la escolástica, es un pedagogo, ignorante é indócil, que con mucha frecuencia, causa lástima, por la necedad de sus réplicas: el otro, que se llama Práctico, echa siempre por tierra los falsos razonamientos de su interlocutor. ¡Con qué facundia, con qué imaginacion, con qué habilidad se complace en combatir opiniiones rna,l perjiíwda,s de antemano! Este libro inimitable, es uno de los grandes monumentos literarios del siglo XVI. El autor, ( 1) Creemos interesante reproducir cu su enc:mtudora sencillez el título textual tle las obras de Palissy. DI SCURSOS ADmRADLES DE LA ATURALEZA DE LA S AGUAS Y DE LAS FUENTES NATURALES Y ARTIFICIALES DE LOS METALES, DE LAS SALES Y SALINAS, DE LAS PIEDllAS, DE LA S TIERRAS DEL F EGO Y DE LOS ESMALTES CO OTROS MUCHOS SECRETOS EXCELENTES DE LAS COSAS NATURALES CO UN TRATADO DE LAS MARGAS MUY ÚTIL Y NECES ARIO PARA LOS Q E SE OC PAN DE AGRICUI.TUllA TODO EXPUESTO l'OR MEDIO DE DIÁLOGOS ENTRE EL TEÓI\ICO Y EL PRÁCTICO POR M. llEIINARDO PAI.ISSY INVE TOR DE LAS FIGURITA S IIÚSTICAS DEL l\EY Y DE LA REINA SU IADllE.
•
LOS ~IARTffiES DE LA
•
cm
C[A.
po eitlo de la pa ion, lleno de fervor y elocuencia, obresale en la exposicion de la sana lógica y funda iempre sus creencias en la ob ervacion ele la naturaleza. Puede juzgarse ele esto, por ejemplo, en virtud del siguiente trozo, escrito elespues de haber demostrado prolijamente, que las piedras no crecen, como se creia equivocadamente en su época: ce TEóruco.-Y ¿dónde has encontrado eso e crito, ó en qué escuela has estado en que puedas haber oido lo que dice ? »PRÁCTICO.- Jo he tenido mas libro que el cielo y la tierra, el cual es conocido de todos, porque todos pueden examinarle; y habiendo leido en él, he considerado las materias terrestres, porque no habia estudiado astrología para contemplar los a tros. >) Al leer los Discursos admirables, asombra la novedad y la variaeion ele las observaciones de Palissy sobre la constitucion ele las montañas y de los diferentes terrenos, el orígen ele las especies mineralógicas, la formacion y el modo ele crecimiento de las piedras, que examina bajo los diferentes aspectos de forma, color, cohesion, peso y densidad. Las cristalizaciones, las e talactitas, las maderas petrificadas, los fósiles, las margas, los faluns, todo cae bajo la accion ele sus estudios, y fiel á su método habitual de investigacion, refiere todos los hechos observados á alguna consideracion general, que casi siempre es la mas directa y la mas fecunda. Aquel libro abunda en consideraciones extensas y atrevidas sobre las cuestiones mas importantes de la ciencia, y se encuentran en él rasgos de génio, revelaciones casi, que la ciencia futura debia confirmar casi siempre. En su Discurso sobre la naturaleza de las aguas y de las fuentes, Pali sy indica los medios de conducir las aguas ele un punto á otr(). por medio ele bombas, tuberías y acueductos; estudia las aguas minerales; atribuye su calor á un fuego subterráneo que arde sin cesar; insiste sobre la importancia ele la fuerza del vap r de agua, que aún no era conocido de
BERNARDO PALISSY,
;¡75
los hombres, y de cuyo poder se ha dado cuenta, no «en el -libro de los :filósofos,>) sino haciendo hervir agua en una caldera. Para él las aguas de los manantiales proceden de la in:filtra.cion de las lluvias; dá la teoría completa de su formacion; afirma que las aguas de la tierra «se amamantan en los pechos del Océano;>) (1) indica cómo pueden hacerse fuentes artificiales, á imitacion de las naturales, « siguiendo la fórmula del fontanero soberano .. ; y esto en cuanto sea posible imitar la naturaleza en cualquier cosa, contemplando primero sus efectos para tomarla luego como patron y modelo.>) En el trozo siguiente de su Tratado de las rnargas, aparece Palissy como el verdadero inventor de los pozos artesianos. «Parece, dice, que una barrena podría taladrar fácilmente ciertas piedras blandas, y que por este medio podría encon- _ trarse terreno de rriarga y áun aguas para hacer un pozo, las cuales á veces poclrian subir mas altas del sitio en que la barrena las habia encontrado. Y esto podrá suceder siempre que vengan de mas arriba que el agujero que se haya abierto.>) Físico, químico, agrónomo, Palissy considera todos los grandes problemas de la ciencia ele su tiempo y los ilustra con sus razonables y juiciosos preceptos. ·Considerado como químico este hábil experjmentador, se eleva muy por cima de todos los inútiles buscadores de la ( 1) El aulor incurre en esle p,írrafo en un error. La idea de que los mamntiales se alimentaban por la infillracion de las aguas del mar, expresada en la forma de que se amamantaban l}n los pechos del Océano, era muy frecuente en su ópoca; pero Pa1issy, lejos de compartirla, la combate y alribuye con mucha más razon la existencia rle los manantiales á la inliltracion de las aguas de lluvia por las capas permeables del terreno. En su tratado Del Agua y de las fuentes, indica el medio de producir óstas artificialmente por un procedimiento puesto en práctica algunos siglos despues con excelenle óxito. Mr. Babinet, explanando sus ideas, dice, que para conseguir una fuente :irlificial se escoge un Lerreno de suelo arenoso y un poco inclinado; se hace bajo de él un suelo impermeable á una profundidad de melro y medio ó dos metros, abriendo zanjas conseculivas, que se rellenan una vez arreglado su suelo, con la misma tierra que se ha extraído de ellas; en la parle baja se hace un muro con una salida en el centro, y luego se planta todo el Lerreno de árboles bajos y de mucha sombra_ De e:;te modo se han hecho en Sevrcs y en algunos otros puntos manantiales artificiales de excelentes condiciones. (N. clel T.)
"{76
LOS MARTffiES DE LA CIE CIA.
piedra filosofal en su época, y clemue tra especialmente que las sales, muy lejos de ser como se habia creido una trasmutacion del agua, cristaliza despues ele haberse disuelto en e te líquido. Adver ario implacable de \os alquimistas, descubre, xponiendo el procedimiento d la copelacion, el engaño, por medio clel cual casi todo ello hacen creer que trasforman el plomo en oro ó plata. Recomienda á lo médicos que se ocupen ele química, y que procuren conoc r mejor las producciones de la naturaleza: á los agricultores les aconseja que e tercolen la tierra, y les indica la utilidad de las margas, encargándoles sobre todo que no corten los árboles y que economicen lo_ · bosques. c<Cuando se hayan cortado todo lo bo· qüe , dice, será preciso que toda la arte ce en y 1ue los jornaleros ,ayan á pacer la yerba como lo hizo Nabucodonosor. >> Expone para todos las nociones de la ma ana :filosofía natural: y no solo se manifiesta como un ábio, sino que se eleva hasta las regiones en que e cierne el e píritu de los mas profundos pensadores, cuando, por ejemplo, escribe: e< La ciencia se revela á quien la busca;» y ma adelante: e< Es preciso no abusar de los done ele Dios, y ocultar us talento en el seno ele la tierra; porque está escrito que el loco que oculta su locura, vale mas que el ábio qu cli imula su ciencia.» Mientras Bernardo Palissy cnriquecia u iglo con . u trabajos, las guerras civiles arruinaban la Francia con us cli cardias. El fabricante ele porcelana , n lo mas fuerte de sus tribulaciones habia adoptado la Reforma, y en tiempo ele las guerras religiosa , que ele olaron la aintonge, habia "ido preso y llevado ele cárcel en cárc 1, primero á Sainte y ele pues á Burdeos. Gracias á la proteccion el Catalina de Médicis, pudo e capar á la matanza d Saint-Barthélemy; pero los ódios religiosos no le clebian perdonar por mucho tíempo. Cuando en 15 8 la Liga e apocl ró ele París, el noble ancianp fué preso y llevado á la Bastilla. Mathieu ele
:MíG EL SERVET.
177
Launay, que era entonces tmo de los Diez y Seis, peclia constantemente que el calvinista Palissy fuera llevado al espectúculo pítblico, es decir, á la muerte; el duque ele Mayenne, no pudiendo librarle por completo, tuvo por lo menos la influ encia ba tante para retrasar la vista de su causa. Pa.lissy permaneció siempre fiel á sus convicciones: Enrique III fué á verle un clia :i la Bastilla, en compañía ele un noble, el conde de Maulevrier. -«Buen hombre, le elijo el rey; hace cuarenta y cinco afios que esta.is al servicio de mi madre y al mio; hemos tolerado que haya.is vivido en vuestra relig·ion, en medio del fuego y ele la matanza; pero ahora me asedian ele tal modo los Guisa. y el pueblo, que me veo obligado á dejaros en mano de yuestros nemigos, que os quemarán mañana si no os conyert.ís . » - « Seüor, respondió el anciano; estoy dispuesto á dar la vida por la gloria de Dios. Me habeis dicho muchas vece , • que teneis lástima ele mí, y ahora soy yo quien tengo lástima ele vos, que ha.beis pronunciado las palabras ((Me veo obligado.» Eso no es habla1· como un rey; ni vos mismo, ni lo que os obligan, los Gui as y el pueblo, poclreis jamá obligarme :i mí á nada, porque yo sé morir.» (1) Poco tiempo despue , en 15 9, el venerable Palis y, exhalaba el último suspiro en uno ele los calabozos de la B~1stilla. >) (2) Rabia tomado por lema: << La pobreza impide que los ' graneles hombres cumplan su mision.)) Este es el mismo pensamiento que Benjamín Franklin clebia desarrollar mas tarde bajo otra forma, cuando ha dicho: ((La pobreza priva frecuen- , ( 1) Ilistoria universal de D'Aubigné.-Obras completas de Bern:mlo de Pali::;sy, por P. A. Cap. París, 18-H . (2) Debe consignarse en honoi: de la verdad que°:º obJLa1:1L_e lo dicho Pº: ~arique 11[ á Palissy, y de la dura leccLOn que é:;_Le .~e habrn. ~erm1L1do c! ni:le, res~sl1ó. l~s insl:rncias d lo~ nobles y del pueblo y comrnlw en que tuera a¡u5l\cmdo. Aun VLVLÓ en la 8:J.stilla hasla el aíio siguirmtc, y por 11n murió en su cal abozo sin que D'L:rnaay coa~iguiera llevarle al espectácul o público. (N . del T.) 23
178
LO
IARTIRE
DE LA
cm
CTA.
tement á lo hombr de todo los medio y de toda la virtud ; e muy difícil que un n.co vacío se m:mt nga cler ho . » ¡Cuántos ábio ilustr poclríamo itar al lado ele Pali. y! Anc1ré , ~ al , el padre el la. anatomía; Ambrosio Paré, 1 eminente cirujano; Paracelso 1 cél bre químico, son aún glorias del Renacimi nt.o. Jos cletendremo solamente aquí con .otro contemporáneo de Pali y; es una noble víctima ele las p rsecucione ; el desventurado Miguel Servet. ació en 1509, en illanueva (Aragon); estudió leye en Toulouse, y e entregó á lás cuestiones religiosas suscitada poi· la Reforma que nacia. entonces. En Ba ilea y Strasburgo, e citó Ser,et el a ombro de los unos y ·la indignacion de los otro , por la libertad de u doctrinas: sus adversarios le llamaban «el inícuo y malvado e papo!.» En Alemania, produjeron tal escándalo us Diálogos, 1ue se referían á la discusion ele los do 0 ·mas religio os, que tuvo que ocultarse bajo un nombre supuesto, el de Miguel ele Villanueva, y escapar á Francia. Tomó en París la borla de doctor en medicina, esplicó con gran éxito en el colegio ele lo Lombardos, y e hizo notable, tanto por us trabajos, cuanto por su incontestable celo por la ciencia. Por u de gracia encontró á Calvino, y le provocó á una e pecie ele desafío teológico, sembrando así el prim r gérmcn ele una ho tilidad que había ele convertir e despuc. en ódio furioso. De carácter siempre movedizo, Scrvct dejó París y se estableció suce ivamente en Lyon, Charlieu, Aviñon, en donde ej rcia á la vez la profi ion de médico y 1 cargo d corrector ele una imprenta. Preocupado siempre con u doctrina rcli 0 -io a , quí o convertirá Calvino á u fé y publicó para ello una grande obra, La Re ·titucion del Cristianismo, con la cual tuvo la mala suerte de irritar en sumo grado á su implacabl antagonista;_Miguel Scrvet ra protestante como Cal vino; poro ora lo que llamaríamos hoy un protestante
•
PEDRO IlELON.
no
liberal, mientra Cal vino era un protestante ortodo.xo. Cal vino e propu o p rcler á Scrvct; le denunció á la. Inqui i ion le hizo prender n Lyon. Scrv t logró escapar e; pero con oJ~jeto ele tra lacla.r e á Italia, tuvo 1u pa ar por Gin bra, clond fué pre a nuevamente ele su vengativo antagoni ta. Calvino le hizo pr ncler otra vez, y él mi mo le formó una cau a in-ícua, que terminó con una entcncia ele muerte. El 27 ele Octubre ele 1553, Miguel Servet fué quemado vivo como hereje, á la celad de cuarenta y cuatro afio . Cuando marchaba á la hoguera, Farel, que le auxiliaba en su último momentos, le exhortaba á abandanar u creencia ; pero el filósofo permaneció inflexibl en su t\. up:> marchará la muerte con pa o firme, y cuando la llama e elevaron en torno su o, se le oyó prorumpir en un grito d garraclor (1). Diez años despues d muerto Servet, otro sábio ilu tre ele aquella época, Pedro Bclon (2), perecía con la circun tancia ma dramática , a e inado una· tarde en el bo que el -Boulogne, por una mano que permaneció ignora la (156-1) . P edro Belon e uno de lo ma emin ntc naturali ta fr,1.nccses. Desde muy jóvcn se el clicó al e tudio ele la naturaleza, bajo la proteccion del célebre obi po ele )Ian (3), iendo uno de los ardientes dcfcnsorc el la nueva iel a . La pcr cucione comenzaron para él á su vuelta ele un viaje á Al mania. D tenido bajo las muralla ele Thionville, n el ducado ele Luxemburgo, e le ncarccló por o pecha el que ·profi saba las doctrinas fllo ó:fica qu habían hecho a tanta YÍCtima . Por casualidad pudo alvarle uno ele u admirador que pa 0 ·ó por él un re cat con idcrable. ( 1) Saisset, Revue des Deux mondcs.-Bio_qrafía general.-Aquilrs Chércau.-:JJiiguel ervet y la circulacio,¡ pulmonai·, 1 folleto en .º P,1rí · G. Masson. El s,í bao autor de esta obra, ha demostrado qne no fu6 S&vet quien descubrió la circul:i ·ion pulmonar, sino Rcaldo Colombo de Crcmone. ació hácia J 17 cerca de la alcleJ. de Oizé ( :1rthe.) (2) (3) Renato Oubelay. (N. del T.) V
180
LO
IARTIRES DE LA
cm
CI.\ .
De pues ele haber recobrado la libertad, Pedro Belon fo~ :i París, clonele e p rfeccionó en la-· ci ncia natural . , bajo la. pr teccion el muchos carelenale eminente_ , amigos ele aquelln. ci n ia , y de pues empr nrlió u 0 Tan vmJ á, Oriente, á fin de e tudiar la plant:1 m clicinalcs, cuya hi toria conocía únicamente por lo libro . Belon recorrió la Grecia, la Macedonia y el A ia Menor; se embarcó para Alejandría, Ti itó 1 Cáiro y el Bajo E ·ipto, e internó en Pale tina y trajo lo innumerables docum nto ele una verdadera expedicion científica. A . u vu Ita Enrique II le cfialó una pen ion de do ci nto e cuelo ; l célebr naturaH ta gozaba mas tarde del fayor ele Cárlo IX, cuando la muerte que acabamo de indicar, cortó de un modo tau brusco u carr ra (1). Descarte y Franci co Bacon coronaron con u trabajo. el edificio ele la :filosofía natural, lifonclida con tanto denueclo en el siglo X I. Debemos recordar lo principal s uce os de su vida. El filó ofo francé (2), despues ele haber servido como voluntario á la órc1ene de Mauricio de a.jonia y de Mauri io éle Ia au, vi itó la Alemania y la Holanda; vivió en Parí n la intimidad de los sábio. qu brillaban á la sazon n aquella ciudad, y por último se retiró á Holanda, donde vivió en el retiro . En u primera obra, el Tratado del lllwulo, aélmit ia, como Galileo, el movimiento de la tiena; pero tnvo la prudencia el hacer de aparecer e te libro, cuando upo la entcncia de su contemporáneo italiano. El Discurso sob1'e el método, las 11/editariones sobre la (,lo o(írt primera y los Principios de la filo o(ía, tuvieron un éxito inmen o. Encontró mucho. admiradores, pero encontró tambirn enemigo que trab.ron de perderle acusándole de ateísmo . Invitado por la reina Cris( 1) Cuvier, ffigtoria de la:; ciencias naLuraleJ, tomo 111 . (2) De;;carle:i nació en Lalmye (Turem) en 1596. Era de un:1 familia nobl y recibió su educacion en La Fl<'che, en un olC'gio de jermiL:is.
FRANCI CO BACON.
181
tina e.le Succi[I. p[l,ra, que fuera. á l[I, córte ele tokolmo, mpr ne.lió su viaje ~L fines el 1649, pero no pudo r sistir el rigor del clima, y murió á la ecl[l,cl ele cincu nta y cuati-o ailo . El filósofo inglés Fra.n ·isco B::tcon (1), hijo el ir icolá Ba on, guar la- ello ele la. reina I ·abel, fué incliYícluo ele la 'ámara el' lo Comun ; pero ele empeñó su mi ion on tan p,>ca honradez, que, oltaire pudo decir ele él con razon: ((E::; , uu hombr b,n granel , qu, he olvidado u vicio .>> En tiempo ele Jacobo I, Bacon fué ueesivamente sollicitor, c1 spue · attor1u'y gcner,Ll, guarcla-'ellos y 0 Tan canciller (161 ). cu ad p r la Cámara de lo Comun ele haber e dejado corromper y ele haber vendido por dinero concc ione y privile 0 ·ios, fué eum1enac.1u J_Jor la (LUmra e.le lo, Pare ' á pagar una. multa 1c un millon ele fran o~ y á quedar pr so en la torr ele Lón lt-c . Dc 0 Ta.dado ele u ' empleo , e le prohibió ejercer ma fun ion · pública . El rey Jacobo volvió pronto lrL lib rtacl á u antiguo fa.vorito; pero ele ele entone Ba on vivió separado d lo n °·0cio ·. e ha tratado el di · ulparl de la acu acione qu indudable que u val r moral ha le habían cliri 0 ·ido, p r ido un tri ·te problema. pat·~ lo que qui i ran i mpr' r e petar aquello qu aclmira.n. o tro no poclemo , t· en él ma. que al autor d l ~{oown urga11u111, el ar1uel libr in ompara.ble, uno el lo ' rayo ele luz mas brillante que han alido el la inteli 0 ·cncia humana . El autor i nt::i. n •,1 la.s b. e de una proclaló 0 ·ica nu va, y au 0 ·ura la ron va ion ele la ma.nclo la. autoridad ab oluta. de la ob ern1. ion, qu el cul re lo h ho ·, y ele la experiencia que lo e tuclia. Fra.n i ' o Bacon n lo. últim afio de u Yi fa, 1,clicab3, buses ba ca. i todo u ti mpo ~1, exp rimento ci ntífi O ' , pri ne ipaJm nt aplica, ion e ú tilc. en l tulio de lo fenó1uc e pr tal an á u ob rvacion. 111 no· natural ( 1) Nació en Lónúrc;; n 1:.i6 l.
182
~
LO
MARTIRES DE LA CIE ·c1A .
El 2 de bril de 1626, el antiguo canciller epa eaba en coche con un célebre médico e cocé , llamado With rbonne, en oca ion en que caia una gran nevada, y mpezó á pen al' en la probabilidad de emplear la nieve para la conservacion ele la su tancias alimenticias. Habiendo re uelto inmediatamente practicar el primer en ayo, hizo detener el coche, entró en la casa ele una pobre mujer del campo, y la compró una gallina, que envolvió en nieve clespues ele muerta, para ejecutar en el acto el experimento que habia concebido . En e tas operaciones tomó frio, le atacó una calentura y tuvo que buscar un a ilo en la ca a próximo,, que era del conde ele Arunclel, á la sazon ausente. En una carta muy corté que escribió inmediatamente clespues á este señor, se escu aba ele haberse instalado en su casa.. «He e taclo á punto, añaclia el gran filósofo, de ufrir la uerte ele Plinio el Viejo, que murió por haber e aproximado ma ele lo conveniente al V e ubio para ob ervar una erupcion. » Y terminaba diciendo que el experimento ele la nieve habia dado buen resultado. Bacon, muy débil para que pudiera traslaclár ele, permaneció en Cl). a del conde de Arunclel. De pue ele una semana ele enfermedad, aquel que habia hecho tanto en favor el 1 método experimental, murió á consecuencia de su último experimento, á los sesenta y seis años (1). (!)
De laillct, Bacon's Works, 4vol. en 4.º London, 17i0.-De Worksof F. Ba-
con, 10 vol. en 8.°, Lóndrcs, i 3-l...
Blás Pascal.- o me comp:idezcais, dccia.
CAPITULO VII. CREADORES DE CIENCIAS . Cuando no enlrcgamos por vez primera al estudio de una ciencia, es lamos con relacion :í ella, en una iluacion muy an:í 1oga á la de los niüos. L ,\VOISIER.
Entre los hombre que han contribuido mas poderosamente á los progresos cfo la ciencia, no puede citarse ninguno con mayor justicia, que Blás Pascal. Si Inglaterra está orgullosa por haber producido un ewton, Francia puede enorgullceerse con igual motivo, por contar, entre sus hijo • aquel génio inmenso, que Bayle ha llamado con tanta razon, « nno de los talentos mas sublimes del mundo.» Pascal, no tuvo que luchar, ni con los peligros de la exploracion, ni con las persecuciones, pero nos ofrece el ejemplo ele un hombre, que fué en cierto modo, el mártir ele su propio pensamiento. Su inteligencia, demasiado grande, debia destruir su cubierta
. 181
LO
MARTIHES DE LA CIENCIA.
material, del mi mo modo que un fuego dema iaclo vivo, funde y ele troza el hoo-ar que 1 contien . ~lá Pa cal, nació en 01 rmont-Ferrand, ( uvcrnia) el 19 de Junio ele 1623. Jamás tuvo otro mae tro que su padre, que era un hombre muy ábio, muy buen matemático, pre iclente del tribunal ele imprenta ele la provincia. u madre, era hija del ene cal ele Au,;-ernia. Pa cal, clió ele ele su niñez, prueba ele una vi veza ele imaginaeion y de una inteligencia extraordinaria . 'roclos cuantos se le acercaban, quedaban admirados ele la utilcza ele us respuestas y ele la exactitud ele u raciocinio . ~o tenia ma' que once ailo , cuando una de la pcr onas que e taban á u me a, e.lió un golpe con un cuchillo sobre un pltLto de porcelana. Pascal, observó que el oniclo que se proclncia, ce aba n el momento en que se ponia la mano sobre el plato: e pu o :i reflexionar sobre la causa ele aquel hecho, y mpezó a í una série ele experimentos que condensó en un tratac.lito muy ingenioso y lleno ele observaciones ele gran peso. El modo que tuvo ele aprender la matemáticas, parece ycrdacleramente prodigio o. Habiendo conocido su padre, que t nia extraordinaria di posiciones para las ciencias de racio inio, y temiendo que el estudio e.le la matemáticas pudiera impedirle que aprendie e idion}a , le pütó en cuanto le fué po ible tocfa id a de geometría, ocultó todo lo libros que trat::i ban ele esta ciencia y ha ta evitó hablar ele ella en presencia de su hijo. Sin embargo, asediado por la importuna curio iclacl ele é. te, no pudo menos ele contestarle ele una manera general: «La geometría, e una ciencia que en ·ella lo mec~io ele_trazar figura· con exactitud y de ncontrar la relaciones que tienen unas con otras.» Al mismo tiempo, le prohibió que volviera á hablar ele semejante cosa, ni siquiera :i pensar en ella. Con tan encillo fundamento, el niüo empezó á ºpensar en
FEI.LPE LEBOl'{
S(cncontrรณ su cuerpo incrlc y sin vida .
2l:
I'
BLA
PA CAL.
1 7
su · horas de recreo, en aquella ci ncia, y á trazar figura con carbonen las baldosas de su cuarto, procurando bu car las proporciones rcJativa , y llegó á inventar él mi mo definicionc , axiomas y demostraciones. Llamaba á lo círculo re<londos y á la línea recta , barras. Tanto avanzó en estos estudios, que llegó hastá la treinta y dos proposicion del primer libro de Euclide . Habiéndole sorprendido su padre un dia, en medio de su figuras y habiéndole preguntado lo que hacia, el niño le respondió, que buscaba una cosa que era justamente aquella proposicion. Entonces, le preguntó el padre, qué era lo que le había hecho pen ar en semejante co a: el niño le contestó, que el haber demostrado otra verdad anterior y así rctroccdjendo y llamando siempre á las línea por u nombres de barra y redondo , llegó á exponerle las definiciones y los axiomas que habia encontrado. Un amigo de la familia, llamado Mr. Le Pailleur, aconsejó al padre de Pascal que no pusiera trabas por ma tiempo á las disposiciones de su hijo, y M. Pascal dió los elementos de Euclides al niño, que los comprendió desde luego, sin necesidad de mas explicacione : pronto e consideró apto para seguir con regularidad las conferencias que se celebraban toch las emanas en Parí , y en las cuales resumían los sábios de aquella ciudad, para presentar u obras ó para examinar la de los otros. Eljóvcn Pa cal, ocupó desde luego un puesto distinguido en e tas conferencias: llevaba tan frecuentemente como cualquiera otro, proposicione nuevas y alguna vez sucedió que era él quien advertia los errores de las que examinaba; errores que lo demás no habian notado. o empleaba, in embargo, en el e tudio de la geometría, ma que las horas de recr o, y en la destinadas al trabajo, aprendia las lenguas que le en eñaba u padre. Como en las ciencias exacta hallaba la v rdad, que amaba con la ma vehemente pa ion, hizo en llas tan grandes progresos, que á los diez y seis años escribió un Tratado de las sesiones cónicas, que puede
188
LO' 11AllTIRES DE LA CIE:';CI
pasar, aún hoy, por uno c1e los mayores sfücrzos de inrngi' nacion qu pucd n hace!' c. Habiéndol leido D cartc y habiendo sabido de puc que le había e crito un niño de diez y eis años, prefirió ercer que el Ycrcfadero autor, era su padre (1). A los diez y nueve afios, inventó Pa cal una máquina aritmética, que e ha con ·id rado con ju. ticia, como una d la co as mas xtraordinaria que se h :111 hecho. La combinacion y la ejecucion de e ta primera mác1uina de calcula.r, J-. hicieron pasar·clurante dos año muchos trabajo y acabaron po.r quebrantar su salud . El ilu tre Leil nitz, rprencliclo ha ta el rna alto 0 raclo, por aqu l aparato que ejecutaba mecánicamente los cálculo , sin mas auxilio que el de lo ojo y la mano , e propu o p rfcccionarla. Casi todos lo de cubrimiento c1 Pascal, lo mismo qu el de la máquina citada, tenían un objeto ele interé. gen ral: así por cj mplo, á él e debe la carretilla para trasportar p ·os por medio del hombre, y .la, carreta ele vara larg 1s, que e mn combinaciun feliz ele ]a palanca y del plano inclina lo. A lo · veintitrc aiio , explicó Pa cal la teoría d 1 ban' metro. Toricclli,'compl tanc1o la· prim ra no ionc r lativfü, a] peso del a.ir enunciadas por Gal ileo, acababa 1 verificar en 1643, u cxpcrim nto capital c1 la u p n ion de una columna el azo 0 ·ue por efe to de la pr ·ion atmo. fér ica. Pa. al , e enteró fol hecho por 1 Padre lVI rs nne á quien rrori lli e lo había rcf rido; aqu l esp rimcnto car ital le hizo con ebir dcsd luego la id ele que «el vacío n era, una cosa impo ible y que la natul'akza no le t nia tanto horror om algunos imaginan.» En 1G-!7, e le ocurrió hacer lo que llamó «el gran c. peri mento dd cr1uilibrio de lo. líquido . )) Con ibió la idea ele hac r muchas veces el espcrimento ordinario del vacío en el mi ·mo dia, con el mismo tub y el mismo azo 0 ·uc,
a
{1) Diccionario histórico y crítico de Baylc, 1730, torno lll y Vida de Pascal por llaLI. Pcricr. Prnfucio del Er¡iiilibrio de tos líquidos.
BLAS P.\ C.\L.
189
ya en la. bn.sc, ya en l::t cumbr de una mont::u1a c1 quinienta.· ó sci · i nta toe a por lo menos, para ver i la altura ele tacione . 1a olumna era ó no la mi ma n la do Para el e perim nto, cogió el Pr y-d -Dóme, y rogó á su cuiíado Perier, consejero en el tribunal de impuc. to ele AuY rnia, que la bicicm por í mi mo. <<• i sucede, clecia Pa ca], que la altura el 1 azoo·ue ca menor en la parte alta que en la baja de la montaíia, crá preci o deducir, que el pe o ó presion del aire e la can a exclu iva y no el horror al vacío, pu to que e ·evidente qu hay ma aire al pié de la montafia que en la cú pide: y e claro, que no puede ostcn rsc qu la naturaleza ha de abor~ rccer el vacío con ma fuerza al pié, qu en lo alto ele la mont:111:1.. )) E te razonamiento, o vió plenamente domó traclo I or la. e ·poricncia, cuyos resultados con i 0 ·uió Peri r en una carb célebre escrita :i Pa cal 1 22 ele Setiembre el 16-1 . Poco tiempo ele puo , r pitió Pa cal la domo tra ion del peso del airo en el pié y en 1a parte alta do las torres ele Tu tra Señora y do antiago do 1a Boucheri . Todo lo fí ico hicieron otro tanto muy pronto, y ele el ntoncc e ele e.lo cuando elata la fi ica mocl rna. o hemos de seguir á Pascal, cuando dejó la c1 ncia para cntr garso con frene í á la práctica do una religion xaltacla. Sainto-Bouvo, supone que ((la primera alteracion » ele Pa cal proc dió de la 1 ctura del di curso ele La Reforma del hombre interior por Jau enio. El e tudio del hombro, las reflexiones relati ,·a al mundo moral, d bian reemplazar en la imaginacion del gran pensador á la geometría y á la fí, ica. De pu ele u ele cubrimientos cicntífi os, iban á brotar el la irnao·inacion do Pa cal, dos obras inmensa , las Cartas provinciales y lo Pcn a,nicnto . Al mi mo tiempo, la vida fí i a omp zaba á sor para él una larga sério ele sufrimientos. Desde muy jóv n, babia ido siempre do constitucion delicada. ((La po-
190
LOS MARTfRES DE LA CIENCIA.
• breza constante de u alud, dice su h rmana Macl. Perier, le originó incomodidades, ele las cuales, no se vió ya nunca libre: de tal uerte, que algunas vece no. decía que d el la edad de diez y ocho aüos, no habia pa a.do un olo dia in dolores. Pronto renunció Pascal á todos los estudio y á todos los trabajos científicos, para «aplicarse exclu i,amente, dice, á la única co a que Jesucri to llama nece aria.>> Simple átomo consciente, en el seno «de aquellos espacios infinitos, cuyo eterno silencio horroriza,» dícese, que el gran :filósofo creia siempre ver un abi mo abierto á sus piés . Era la negacion de la ciencia lo que adivinaba. «Nos abrasamos en el deseo ele averiguarlo todo y de construir una torre que se lleve ha ta el infinito. ¡Peí'o todo nuestro edificio cruge, y la tierra e · abre hasta el abi mol (1)» Las enfermedades de Pascal y sobre todo sus dolores ele cabeza, aumentaban á medida q_ue avanzaba su edad: pronto le obligaron á no trabajar mas y á no ver ca, i á nadie. La oracion y la lectura de la Biblia, ocupaban .todo su tiempo. , Quiso tambien mortificar su cuerpo y llevaba á raíz ele la carne un cilicio lleno de punta de hierro que le taladraban la piel. Cuando se le ocurria algun pensamiento ele vanidad ó en con traba algun placer en el sitio en que se hallaba, e daba golpes en la cintura con el codo, para hacer mas sensibles las picaduras y él mismo mortificab:1 su cuerpo de esta manera (2). La caridad y el cuidado de lo pobres, habian llegado á ser su único pensamiento: renunciaba á todo lujo y á tocla clistraccion y hasta hacia quitar los muebles inútile del cu:1rto en que habitaba. «Amo la pobreza, dice, _puesto que Je ucristo la ha amado . Amo los biene, de la tierra, por 1ue dán los medios de ayudará los indigentes.» (1)
Pensamientos ele Pascal, nrt. IV.
(2)
Vida de Pascal, cJcrita por Mad. Pcricr su h rman:t.
IlLA
PASCAL.
i9I
La última enfermedad de Pascal, comenzó por una inapetencia extraüa, que le acom tió dos meses antes d morir. Sus dolores eran c.•pantosos: los calmaba, ocupándose de hae r que a istieran á los pobres. A e ta fervoro a caridad agregaba una paciencia tan admirable, que daba ejemplo y sorprendia á cuantos e taban á su lado. Si manifestaban pena • por verle sufrir cuando se hallaba inmóvil en su lecho: « o me compadezcais, decía; la enfermedad, es el estado natural de los cri tianos. >> Sus dolores de cabeza aumentaban; pero Pascal los sufría con heroísmo, como todas su demás molestias. Comulgó con • fervor y pidió que le trasladaran á los Incurables, porque queria morir entre los pobres. Su hermana, Mad. Perier que le asi tia, le respondió que lo médicos no le hallaban en estado de soportar la tra lacion. Despues de recibir la extrema- , uncion y de haber exclamado: «Que Dios no me abandone nunca.>) Le acometieron violentos cólicos, entre los que pasó una lenta agonía de veinticuatro hora : murió el 19 ele Agosto de 1662 á la una ele la madrugada, á la edad de treinta y nueve año . Veinticlos años clespue ele la muerte de Pascal, Luis XIV cediendo á las influencias de Mad. ele Maintenon, del padre Lachaise y ele Louvoi , llevó á cabo aquel acto odioso, mancha ele su reinado y de la bi toria: la revocacion del edicto ele antes, (17 de Octubre ele 16 5.) Se prohibió á los protestante , todo acto ele culto público: sus sacerdotes fueron desterrados: ·no tenían e taclo civil; podian quitár eles u hijos para que recibieran la educacion ele maestros católico y lo que trataban ele emigrar, eran condenados á presidio. Se calcula en trescientos mil el número de prote fante que abandonaron la Francia, llevándo e al extranjero nuestras ai'tes y nue tra industria. Sábios ilustres sufrieron los rigores de esta persecucion. Entre otro , podemos citar los nombres de Dioni io Papin,
Hl.2
LOS :\IARTfRE
DE LA CIE~CIA.
del cual YOh'emo á ocupar.nos ma :ide1n.ntc, ele Huygen y <le icolá L mery cuyos tra1Jajo importantísimo , vamos á rescfíar. El matemático holanclé Huy 0 ·ens, (1) célebre por sus o-rancle, ae cutrimientos a."tronómico. · y fí i os, nació en el Haya, el 14 el Abril ele 1G29. De pue c1 haber recibido ele su padre una esmerada eclucacion, estudió leyes en la niYcr idacl ele Leyclc , cledicándo e taTÍ1bien á cultiYar la, ciencias matemáticas y físicas, que ofrecian á su irnaginacion rn1 atractivo irresistible. Pronto so li tin°·uió, siendo muy jóven toclavia, por memoria importante. , sobre las curva geométricas. A la clacl ele vinticuatro afios, vino á Francia, donde e 0 -raduó ele doctor en ley s en la niYersiclad protestan te de Angcrs. De vuelta á Holanda, emprendió, do acuerdo con u hermano Con. tantino, el estudio ele la óptica y ele la astronomía; y llegó á con truir él mismo un hermo o anteojo astronómico, con ayuda del cual, descubrió el primer sat '•lite ele Saturno. «El afio 1655, el 25 de Marzo, dice Huygen en su preciosa obra De Saturni luna, mirando á Saturno con mi tubo dióptrico (anteojo de clocc piés) percibí fuera de las asa ó brazos clel planeta, al Occidente, y á una distancia ele tre escrúpulos (minuto ) u·na estrellita ituada próximamente en el plano ele las asas (anillo ele Saturno). Suponiendo que poclria ser un cuerpo ele la misma espcci que las cuatro lunas de Júpiter, anoté lapo icion relativa do Saturno y ele la estrellita. No me babia cngaíiaclo: al clia siguiente babia variado dopoicion y pude por consiguiente medir en los clias ucc ivo su movimiento en un tiempo dado.>) Sabido es, que de pues do esta época so han descubierto ( 1) La ortografía de este nombre ha clado márgcn á cuestiones. Jluygcus firmaba sus escritos cu lal.io Tlugf'nius. En muchos libros de su época su nombre se escriln iodi~liulamcqtc_Hurnhcns ó Hugheus; pero en las carlas escritas por él se lec la firma lluy"' U:3 . ·
.
l93
H YGENS.
otros sei satélites de Saturno; pero no por e o d ja de tener Huygen la gloria de haber abierto el camino á sus uce ore . Tambien tuvo el m 'rito ele el 1110 trar que la armella delgada y plana de Saturno, e decir, el anillo, no e tá unido al plan ta como se creia entonces, sino que hay un intérvalo anular que lo separa. Pre enta algun interés el modo con que Huyg n anunció e ta observacion . Por tracli ion antigua; lo a tróloo·o hablaban ca i iempre con lenguaje enigmático y e complacian en ocultar el enticlo de us escritos, bajo una especie de geroglí:fico indescifrable . Huyg ns, hizo lo mi. mo con el anillo de Saturno. Propu o á lo sábios de utiernpo, el anagrama iguiente: aaaaaaa
cecee
el 0000
eeeee
pp
g
h
q rr
umn S
tttt
llll
nmwnmznn
mm
UUllU
adie adivinó este nigna. Huy 0 ·ens, no lo descifró basta tres año de pu s en su Systema ltturninum; e traclucia así: Anmtlo eingitur tenui, plano nu quám coluerente, ad ecliptieam inelinato. (Eslá rolleado de un anillo li 0 ero, que no se une al astro en punto alguno, é inclinado hácia la eclíptica;)
Se Yé, pue , que lo sibios de aquella época, publicab::1.11 aún su ele cubrimientos de un modo in°·ubr. Pero una im::tginacion como la el Huygens, clebia el . p j::tr la ci ncia de u fárrago habitual. De pu de haber de cubi rto 1.1 gran nebulo a de Orion, publicó un libro admirable ·l Co motheoros, doncl dió rienda uelta á u génio. De cribe su e· ivamente toclo los planetas y procura dem trar qu e tán habitado : • la. iclea general entonce de que el univer o entero e babia cr aclo para la tierra, r pugnaba á su inteligencia, y ·upo acumular ing nioso raz namientos en pró c1 su doctrina. 25
.
i94
LO
i\IARTCRE
DE LA CIE CIA.
«¿E aca o razonable, xclama, pen ar que lo cuerpo ce1 tes, entre lo cual , nue tra tierra ocupa tan ínfimo luo·ar hayan ido creado únicamente para que nosotro , hombre mi erable , poclamo gozar de su luz y contemplar u ituacion y su movimiento?>> Aquel gran fi ico qu popularizó la ciencia astronómica confinada ha ta entonce en lo ob ervatorios, y que se distinguía· especialmente, porque siempre procuraba hacer e comprender por m dio de comparaciones, publicó cálculo ingeniosos sobr el tiempo que emplearía una bala de caüon, con una velocidad de cien toesas por segundo, para pa ar d lo planeta , al ol. Los trabajo matemático y fi icos del ábio hola.nclé , no son menos importante que u invc tigacione a tronómica . A él se deben excelentes memorias obre el Cálculo de lu vrobabilidades, sobre la Refiexion y la refraccion de la lu;; y. obr la célebre Teoríci de la evolutas. Huygens, inventó tambien el micrómetro, para medir el diámetro aparente el lo planetas; perfeccionó la máquina neumática y el barómetro; e pu a la -rerdadera teoría de lo anteojos, y por último, con truyó un Planetario, que le 11 YÓ á encontrar una propi dad n table de la fraccione contínuas. Pero lo que principalmente popularizó el nombre d Huygens, fué el descubrimiento ele los relojes de péndola. Ha. ta él, las clepsidras y los relojes c1 arena, eran los único in trumcntos conocidos para medir el tiempo. Aplicando 1 p '•ndulo de Galiléo á engranajes bien combinado : pre tó á la a tronomía y á 1a humanidad ntera ervicio , acerca el uya importancia no hay nece iclad de in i tir. De de 1655 á 16G3, Hu gen hizo muchos viaj s á Francia y á Inglaterra; fué llamado á París por Col bert que a baba ele fundar la Academia de ci ocias y no tardó en formar parte de aquella do ta asamblea. Ademá. , Lujs XIV, en re-
HUYGE;'\S.
i95
com1 en a de sus graneles trabajos le concedió una peo ion l clió alojamiento en la biblioteca real. Su comunion protestante, le hizo, desgraciadamente alejar. de Francia, cuando se revocó el edicto de Tante . En vano el rey, Ja córtc y la Academia, quisieron el tenerle. Huyo-en , indignado de la pcrsecucione que ·ufrian su orrcligionarios, cortó completamente sus relacione con Parí . De de ntonces diri 0 ·ió u memoria á la Sociedad Real ele Lóndrcs y se fué á e tableccr en Inglaterra, donde conoció á Newton, al que trató ele refutar algunas de su doctrina . Iluygens, murió á la celad de setenta y ei afio . Lo mismo que su contemporáneo De carte Leibnitz y :rewton, p rmaneció soltero toda n Yicla. us último in tanto , focron muy triste ; ele de l afio 1695 perdió completamente el uso de us facultacle . Era un c. pectáculo lastimo o ver aquel gran fí ico clebi1itaclo, hasta el extremo de que ya no tuyo ma qu algunos momento lúcido , hasta que llegó la hora n fallecimiento. Habia gozado iemprc de una fortuna el con id rable; llamado por u nacimiento á Yivir en la córte, en la que supo lucir la brillantez ele u imaginacion, pr firió la tranquilidad del retiro, al encanto del campo, donde pa ó la mayor parte ele u vida en la meditacione y el trabnj (1).
icolá Lcmery (2) simple aprendiz ele farmacéutico, habia venido á París para apr ndcr química. Se dirigió :i Gh:.... z r, clcmo traclor en el J arcli n fol Rey, y e fué á vivir :i u casa, ele la cual salió pronto para aprender él mi 1110 ln. ciencia in el auxilio ele mae tro alguno; e tuyo t_rcs afio· en Montpcller, en casa ele un boticario, y allí <lió lcccion de química qu tuvieron un éxito prodigio o: todo lo profe o( 1) Hemos publicado anteriormente en el Magasin pitoresque el er;Ludio que acaba de leerse sobre Ilu~' ens. (2) Nació en Rourn en 1645. 0
i96
LOS ;\lARTIRES DE LA CmNCU.
re ~e la facultad y de todos los curiosos de la poblacfon, qui ieron a i tir á ella . Lemery yolvió á París, en 1672; se distinguió en primera línea en la corporaciones cien tíficas y co:u iguió llamar b aten~ion del príncipe ele Condé, que le protegió. El jóyen químico, queri ndo tener un laboratorio u o propio, e recibió de boticario, y abrió inmediatamente un curso en la calle Galande, en la que ·e estableció. Sus lecciones adquirieron una fama inaudita. Hasta la señoras arrastradas por su fama, asistian á sus. lecciones: su casa se llenaba de discípulos: la calle toda e taba habitada por sus oyentes; todo París compraba en su botica, y por la noche, abria una especie ele me a redonda para dar de comer á los estudiantes que consideraban como un grande honor, ser admitidos á su mesa. El éxito que obtenia Nicolá Lemery, se explica fácilmente. Antes ele él, la química se perclia en el caos de un lenguaje enigmático y bárbaro. Se respetaban en ella los mayores absurdos á fayor ele la misteriosa oscuridad que los em olvia. ((Lemery fué el primero, dice Fontenelle, que disipó las tinieblas naturales ó :ficticias de la química; que la redujo á ideas mas clara y mas encillas, que· ele terró la barbarie inútil ele su lenguaje y que no prometió que se obtendría ele ella mas que. lo que ella era capáz de dar y él sabia que claria. De aquí procede su gran éxito {1).» Para hacer mas popular su éxito, Lemery publicó en 1675 sú Curso de química, cuyas ediciones , e repetian todos los aüos y adquirieron una inmen a celebridad. «E te libro ha con tituido una autoridad en química, durante un p ríodo de mas de cien aüos. Reimpreso veinte yeces en Francia, traducido á la mayor parte de lo idioma moderno , ha siclo la guja, el código, el manual obligado de los químico del siglo XVIII, y aún despues ele la renovacion ele la ciencia, despu s ele la ( 1)
Fontcoellc. P1rnejírico de M. Nicolás Lcmcry, 17 U:i .
NICOL
LIDIER Y.
•
(!)7
admirable reforma que mar ó el :(in ele aqu l p riodo, se buscaron durante mucho ti mpo n l libro de Lem ry, procedimientos y detalles prácticos, que no e ncontraban en otra part y que on tan apr ia.b1 , · por u claridad, como por u preci ion y su exactitud (1).» La. pro periclacl el a 1u 1 á quien se había di tino-nielo al fin con el nombre c1 el gran Lemery, e taba en ·u apogeo. La gloria no onocia ri yal y al mi mo tiempo u farmacia le producía el bienestar y la~ rtuna. Aquella propi dad, no duró ma de diez año . ccYolvecl diez año d pue., dice M. Duma (2) y encontrarei la calle Galancle desierta: Lemery ha desaparecido : us aparato se _han vendido y di per ado. Toda aquella vida e ha con mniclo; todo aqu 1 brillo e ha o cur~ci fo; t da aquella gloria no ha bastado para que e perdonara un crimen irredimible: Lemery, ¡era protestante! En 16 1, oblio-ado á dejar u farmacia y u cátedra, huyó á Inglaterra. Deseo o de vivir en u pátria, volvió á Francia en 1683, pero, excluido por su cr encías religio a de la en ñanza y del jercicio ele la farmacia, e hizo médico, último recur o, qu no 1 duró tampoco mucho tiempo. 1 n 16 5, e revocó l edicto ele ante : e prohibió á lo protc tante el ejercí io de la ruecli ina, y á lo· ua.renta año e vió in r cur ·o , con la mi eria llamando á u puerta y rodeado ele una familia el olada, que poco ti mpo antes, parecía ele tinada á gozar la uerte mas digna el nvidia.» Yiénclose en el último extremo, se convirtió al catolici mo con toda u familia y ele el ntonce , su vida volvió á correr pacífica y tranquila. Fué nombra lo ócio quími o, ele la Acai mia el cien ias, ( !) P. . Cap. Panejírico de Lemery en 103 Estuclios bio.qrá/foos que pueden servir como de datos para la histoi·ia de Francia. (2) Lecciones sobre filosofía qiiímica, por L Dumas, 2. • edicion, París GaulhierVillars, 1878.
i98
LOS i\IARTIRES DE LA CIENCIA.
publicó un tratado sobre el antimonio y se disponia á emprender nuevos trabajos, cuando empezó á padecer fuertes ataques de apoplcgía. Uno de ellos le mató en 1715. «Casi toda Europa ha aprendido química de él, ha dicho Fontenelle: era un hombre que trabajaba sin descanso; no conocia mas distracciones que la alcoba de sus enfermo , su despacho, su laboratorio y la Academia, y ha demostrado palmariamente que aquel que no pierde su tiempo, puede disponer ele mucho.>> Oliverio de Serres, (1) á quien puede llamarse el creador de la agronomía, fué tarnbien una de las víctima póstumas de la revocacion del edicto de Nantes. En su Tecttro de la Agricultwrn, obra inmensa por su gran alcance, sienta las bases de la verdadera ciencia rural, y se declara partidario ele la agricultura racional y metódica; mas tarde, aclimata en Francia la industria de la seda; hecho que basta por sí solo para deber asegurarle el reconocimiento eterno de sus descendientes. Desd~ 1675, no se volvieron á imprimir las obras de Oliverio de Serres, su comunion de calvinista causaba un gran perjuicio al éxito del agrónomo. Los privilegios ele los libros debidos á la pluma de un protestante, acababan de anularse y durante cien~o veinte años, el Teatro de la Agricultura no se reimprimió en Francia, donde la prensa pertenecía exclusivamente á las obras católicas. Oliverio de Serres, al acabar sus dias, vió al extranjero vengarle del injusto olvido en que le habia dejado s·u pátria. La mayor parte de los fundadores ele la a tronomía, segun hemos visto en uno de los capítulos precedentes, han pagado con sus infortunios el funesto tributo del génio. Si nos detenemos ahora en)os creadores de la química moderna, veremos tambien que su existencia se ha visto perturbada por desgracias mas ó menos Cr"!]-eles. (1) Nació hácia 1539, cerca de Villeneuve de Bcrg (Ardóche.)
SCHEELE.
199
((Hácia el año 1773, dice M. J. B, Dumas, aparecieron en el teatro clcl mundo tres homb1;es que dcbian cambiar la faz_ ele la ciencia. Diversos por su país, por su celad y por suposicion, lo mismo que por su carácter y su génio, los tres. trabn.jaron por idéntico objeto con igual valor y durante el mimo tiempo, pero con distinta suerte.» Lo tres hombres á que se refiere, son Schéelc, Pricstley y La voisier. Schéele nació en Stralsuncl (Pomerania sueca), el 9 ele Diciembre ele 1742. A la celad ele doce ó trece años, era practicante en casa ele un boticario, en la cual c. tuvo apren<licnclo dos años. La vida ele Schécle fué tan pródiga en decepcioues y en contratiempos, que parece que le perseguia algun mal génio. Era tímido y modcsto11a ·ta la exageracion. Al principio ele la carrera solia ser el hazme reir de sus camaradas. Schéele era tan trabajador, que quitaba al sueño el tiempo que necesitaba para sus estudio . Un clia, uno de sus compañeros, en un momento ele malicia de estudiante, mezcló una su tancia detonante con los producto que estaba preparando. Cuando á una hora muy adelantada de la noche quiso Sch "ele continuar sus experimento , determinó una explo ion tan violenta, que asu tó á todos lo inquilino ele la ca a, á cuyo ojo pa ó desde entonces el pobre estudiante por un torpe y por un vecino peligroso. Poco clespues Sché le alió ele Stokolmo y fué á Up ala, donde tan brillantemente e plicaba Bergman la química. Bcrgman (1), el 1 cual tenemos que decir algunas palabras, es uno ele eso hombres privilegiados que e di tinguen por lo progresos qu, realizan en todos los ramo del aber humano, y es tambien una víctima del trabajo. Su salud, que iempre habia siclo delicada, acabó ele arruinarse con los estudios. A · ( 1) Nació
Cll
Cnthcriucberg (Suecia) el 9 ele i\inrzo ele 173:l.
200
LO
UARTIRES DE LA CIENCIA.
la edad de cuarenta y nueve años se cayó al agua, queriendo te: no pudo soportar las consecuencias de pasearse en . un aquel enfriamiento, y murió despues de .haber sufrido los tormentos de una terrible calentura. Cuando Schéele fué á UpsaJa, vió á Bergman, éste apreció en su d_ebido valor el mérito del estudiante ele farmácia, le protegió, y dió á conocer en la Europa entera los importantes trabajos con que ucesivamente fué enriqueciendo la ciencia. Sin embargo, el desventurado Schéele, t:.tn feliz cuamlo e trataba ele algun ele,·cubrimiento, tenia desgracia en todas las demás circunstancias de su vida. Mientras su nombre brillaba en Francia, en Inglaterra y en Alemania, nadie le conocia en su propio país . El rey ele Suecia, en un viaje que había hecho fuera ele su reino, habia oído hablar frecuentemente cle _Schéele como de un químico eminente: á su vuelta á Suecia, resolvió dar una muestra de aprecio al sábio qu e tanto había sabido ilustrar su nacion, y le hizo inscribir en la li ta ele los caballero. ele su Orden . El ministro se asombró de h:¡i,llar el nombre de Schéele en un acta firmada por el rey. -¡Schéele! ¡Schéele! se clecia á sí mismo. ¿Quién es este hombre? Sin embargo, la órden era formal. Schéele fué condecorado. Pero ¿quién lo creería? El Schéele que obtuvo la cruz, no era el ilustre químico: era otro Schéele, que se vió sorprendido siendo objeto de aquella recompensa tan inesperada como inmerecida. Poco tiempo antes de aquella aventura, Schéele había ido á·Kmpsing para pedir la mano de una viuda que era duefia de una botica y ele algunas tierras. «Despues ele bien exaíninado todo, resultó que la herencia e taba completamente empeñada y que la pobre viuda no tenia fortuna . Por consiguiente, en vez de una suerte plácida y ele una existencia agradable y tranquila, se presentaba una vida de fatigas y de trabajos. Schéele no retrocedió, sin embargo, y la aceptó
JACQUARD
ยกAl agua, al agua! gritaban aquellos furiosos.
26
.
..-. â&#x20AC;¢
CHEELE.
203
·in vacilar, creyendo qu d bia estar pronto á clar, aquel que con idera digno ele recibir. e pu o, pues, á trabajar, y compartiendo su tiempo entre su investigacion s y el cuidado de u botica, empleó todo lo beneficio ele é ta en el pago ele la deudas. De las s iscientas libras que ganaba cada ailo, re ervaba ciento para su nece iclacle per onale , y el r to le consagraba á la química. E ta cantidad tan pequeña, ha ba taclo para toda la inve tigacione que tan alto han hecho rayar su fama (1).>> La ha1Jilidad de Schécle lo allanaba todo: con alguna retortas, una cuanta redoma y un corto número de vejiga para recoger los gases, hizo un número con iderable ele descubrimientos: uno solo de los cuales, basta.ria para ilustrar la vida de un ábio. o tomaba entre us mano un cuerpo, in hacer algun precioso descubrimiento. En una ola de sus I moria , obre el óxido de mangane o, pre enta tre cuerpos desconocidos: el manganeso, el cloro y la barita, é indica la ex.i tencia del oxíg no. chéele ha de cubierto multitud de ácidos nuevos, entre los cual e mcn ionaremos como ma útilc el ácido tártrico, el hidro-fluo ilí ico, el cítrico, el agállico, etc. « Para eguirlc n todas su inve tigacione , dice 1. Dumas, eria preci o recorrer con él toda la parte de la química. Solo de e te modo podria apreciar e toda la flexibilidad ele u génio, la fecundidad de su método, la seguridad de u mano y la ingular penetracion de u talento, que le ha.ce iempre llegar á la verdad y detenerse en ella.» Pero aclemá , ¡qué entu ia mo por el trabajo! El pre id nte de Virly y Elhuyart fueron á verle hácia el fin de su orta carr ra. Y ¿qué hallaron? Aquel hombr cuya reputaion le atraia de de tan lejo , y al cual venian á r ndir tan r pctuo o homenaje, e taba en u botica, con u delantal pue to; y apenas upo el objeto de su i ita, continuó su trabajo con una admirable naturalidad. ( l)
Lecciones de filosofía química, por M. Dumas.
20-i
LOS MARTIRES DE LA CIE! CIA.
Cuando por fin hubiera podido Schéele gozar del fruto de su trabajo, cuando acabó de pagar las últimas deudas de su pi·edece or, establecerse definitivamente y casarse con la viuda que babia querido compartir con él u xistencia, le hirió la muerte repentinamente. El mi "mo día de su matrimonio, le atacó una fiebre aguda, y cu1.tro día clcspucs, el humilde é ilu tr Sché le no existia. ya (22 de Mayo ele 1786). Tenia éntonce cuarenta y cuatro años. Mientras que Schéelc realizaba en Suecia sus grnndcs trab:1jos, un sábio inglés de una asombrosa sagacidad, contribuía tambicn con sus ·clcscubrimicntos á sentar las bases de la q uimica moderna. Era Prie tlcy, que nació en Fieldhcad, cerea Lle Leeds, n el condado ele York, el 30 ele Marzo de 1733. Su padre, que era fabricante ele paños, qucria que eljóven continuara con su oficio; pero este se manifestaba muy inclinado á las cuestiones teológicas, y demostr.a ba desde u niñez una exaltacion religiosa muy pronunciada. Perdió muy niño á su madre y halló en· casa de una de sus tias el meclio de satisfacer plenamente sus aficiones . La buena eñora habia trasformado su salon en una especie de academia, en que todas las comunione· y todas· las sectas tenían us representantes. Priestley crecía así en un medio favorable á las controvcr ia religiosa . Se entregó á ellas con p::tsion, e ocupó en interpretar el sentido de la Sagrada Escritura, y para con.s eguirlo aprendió el caldeo, el sirio y el árabe. Demostraba una disposicion extraordinaria para los idioma. , y al estudio de éstos agregabi el de las matemáticas. Por fin se decidió á abrazar la carrera eclesiástica, y en cuanto se ordenó, se hizo nombrar predicador de su congregacion en el uffolk. Pero fuera p~:>r su frial:l.ad ó por su falta ele elocuencia, su feligreses no tardaron en desentenderse de él. Priestley, sin perder ánimo, pidió que le trasladaran á otra congregacion en el condado de Che ter, en Nantwich; allí regentó una escuela, y ·á fuerza de economía y ele priva-
PRIESTLEY.
20¡;
ciones, consiguió proporcionarse algunos instrumentos de fi ica especialmente una máquina eléctrica y una máquina neumática, que hacia funcionar delante ele sus discípulos. Era el primer rayo ele luz científica que penetraba en el cerebro del gran químico. Los problema teológicos no cesaron, sin mbargo, de ocupar sus meditaciones, porque en aquella época publicó un libro en el cual hace los mayores esfuerzos para probar que la muerte ele Cristo no bastó para redimir por compl to á los p cadores. La reputacion ele Priestley comenzó á extenderse entre lo. que le rodeaban. En 1761, fué llamado á un colegio de Warington p::tra enseI1ar las lenguas antiguas: allí se casó con la hija ele un fabricante de hierros, la señorita ele Wilkinson, y entonces fué cuando se dedicó verdaderamente á la carrera científica. Un viaje que hizo á Lónclres decidió su vocacion. La casualicl::tel le puso en relaciones con Benjamín Franklin, y la conversacion que tuvo con este gran filósofo le hizo pensar en el estudio ele la hi toria ele los descubrimientos eléctricos. Franklin facilitó su progre o. No babia trascurrido un aI1o cuando Priestley habia escrito un libro importante, la Historia de la electricidad, en el cual e exponen con gran método y claridad el orígen y los progresos de esta rama de la fí ica. Lo experimentos que él mismo hizo, le valieron tambien cierta reputacion entre los ábio . Se graduó ele doctor y se le abrieron las puqrtas ele la Sociedad Real ele Lónclres. En 1767, Prie tley dejó á Warington y fué .á L eel á to-: mar 1n. clircccion de una congregacion ele disidente , continuando allí al mi m tiempo sus di cusiones teológica y sus in vestigac.iones ci ntífica . La proximidad ele una fábrica de ceryeza le sirvió para divertirse ( s la palabra qu él mismo emplea) en hacer a]o·unos experimentos sobre el áciclo_carbónico desprendido en In, fermentacion ele la cerveza, y con aquel motivo hizo notables estudio que comunicó á la So-
206
LOS MARTffiES DE LA CIENCIA.
cieclad Real en 1772, b::.tjo el título de Observaciones sobre las cliférenies· especies de ctire. Hasta entonces no se conocian mas que dos gases: el ácido carbónico, que se llamaba aire fijo, y el hidrógeno, que se llamaba ai,;e inflamable. Priestley clió á conocer mucho mejor ambos cuerpos, y pronto descubrió otros gases: el nitrógeno, uno de los elementos del aire atmosférico: el óxido nítrico, cuyas propiedades antisépticas puso de manifiesto; el ácido clorohídrico, y el amoniaco. -P osterior y sucesivamente debia estudiar el óxido nitroso, el ácido sulfuroso y por fin el oxígeno. Obtuvo este último gas del óxido mercúrico, el 1. º de Agosto de 1774; pero hasta el año siguiente no descubrió la propiedad que tiene de mante11.er la respiracion. Si á estos ele cubrimientos se añaden lo del ácido hidro-fluosilícico, el óxido de carbono, el hidrógeno sulfurado, el hidrógeno bicarbonado, se verá que el gran génio, cuya historia referimos, ha descubierto los principales gases de la química, todos aquello~ cuyas propiedades utilizan á cada paso la ciencia y la . industria. Sorprende el ver que hiciera con tanta facilidad tan importantes desubrimientos, un hombre que en todas sus Memorias se complace en decir que no es químico y que todo cuanto ha hecho se debe á la casualidad; pero lo que él no dice lo dicen por el sus biógrafos. «Priestley, dice Thomson, estaba dotado ele una sagacidad superior á todos los obstáculos, y ele un talento de observacion que le permitia sacar partido de cualquier fenómeno que se ofrecia, á la vista. Tenia unas costumbres tan ordenadas, que nunca dejaba de anotar con la mayor exactitud el menor detalle que observaba. Tan .sincero como desinteresado, babia hecho, al parecer, de la investigacion de la verdad el único objeto de sus constantes esfuerzos.>> Cuando el capitan Cook emprendió su segundo viaje, estuvo á punto de embarc1r á Priestley como capellan de su fragata, pero felizmente para la ciencia, el Almirantazgo creyó que el predicador no era b1stante ortodox? · El gran
PRTESTLEY.
207
químico, que tenia una numerosa familia, se hallaba en una posicion súmamente precaria, cuando obtuvo el cargo de bibliotecario de lord Shelburne, marqués de Lansdown, con un sueldo de mas de seis mil francos al afio. Priest]ey encontró en este generoso marqués un protector de gran valía, que alentó sus trabajos, y no solo le proporcionó todos los medios. necesarios para continuarlos, sino que, decidido á seguirle en sus viajes, le acompañó á Francia, Alemania y á los PaísesBajos. Priestley vino á París donde los sábios y los filósofos ele fama le obsequiaron mucho; y fné un espectáculo estrafio, dice él mismo, ver entre aquellos ateos de profesion, un hombre al que concedian alguna inteligencia y que no se ruborizaba de ser buen cristiano. Priestley conser¡ ó su cargo en casa del conde de Shelburne ha ta 1780. D~rante aquel tiempo fué cuando publicó su primer tomo ele Experimentos y observaciones sobre las ch(eren• tes especies Lle aires. Estaba para dar á luz el quinto y úrtimo tomo de esta obra, cuando se separó de su protector. ¿Cómo se determinó á abandonar una vida tan fácil y tan tranquila? Nadie lo supo jamás; pero el hecho es que quiso quedarse libre. Fué á instalarse á Birmingham y allí dirigió la principal iglesia disidente. Despues ele haber pasado ele Calvino á Armenio, se le vió abandonar á Arrío por Socino, abrazando y abandonando sucesivamente los dogmas mas acreditados. En re1igion lo mismo que en física, Priestley llegó á formarse u na creencia particular, á la que se aferraba con la ma.yor terquedad. Sin embargo, aquel teólogo singufar, dotado de un espíritu muy espansivo y muy liberal, combatió á los ortodoxos, á los filósofos y á los sectarios, hizo calurosas rec1amaciones en favor ele las comuniones disidentes, y escribió para todo ello lo menos veinte tomos. Por lo demás nunca pidió para los protestantes nada que no pidiera tambien para los católicos. Queria la libertad ele conciencia para todas las religiones. El alto clero le acusó como de un crímen de aque-
208
LOS MARTIRES DE LA
cm
CIA.
lla geriero a imparcialidad, y algunos sacerdotes fanáticos le tomaron una ·aversion eticarnizacla. Su amor ú la libertad le hizo saludar ·en la. Revolucion France a la obra de una regcneracion social; ns esfuerzos en favor del progreso, de la tolerancia, y sobre todo u RespuesÚt á 1a. famosas Reflexiones ele Burke sobí'c la con ecuencias probables de la Revolucion, le valieron la honra ele ser candidat para la 0onvencion Nacional. Se le concedió el título de ciudadano francés, y el departamento del Orne le eligió diputado. Priestley rehusó el honor con que se le distinguía; pero tuvo siempre ·como un título de gloria aquel cariüoso testimonio de aprecio por parte de la primera República. El 14 de Julio ele 1791, alguno amigos políticos de Pi iestley quisieron celebrar en Birminhgan el aniversario ele h toma ele la Bastilla. El gran químico creyó que no debia asistir·á aquella fiesta; pero á pe ar ele ·su prudente circuspeccio'n, se le acu·só ele habei' siclo él quien la había dispuesto. Por'instigacion ele algunos ministros anglicanos y partíclarios del gobierno, el pueblo se amotinó contra él. :Pronto pudo presenciarse una escena espantosa. El sitio dónde se reunian los convicfado's fué asaltado y saqueado. No hallando allí á ' Priestley, los amotinados se clfrigieron ' u casa, foco de tantos descubrimientos útiles y ele tantas verdades nuevas: la mayor parte eran obreros ele Birminghan, ciegos por un loco furor político, se arrojan sobre sú biblioteca, rasgan los libros, rompen los instrumont s, tiran los manuscritos, todo lo hacen peclazós y el edificio entei·o os poco clespues presa de las· lhmás. Oculto n una casa inmediata, Priestley tuvo el dolor ele asistir á aquella horrible escena, que· contempló con la calma de una alta filosofía. Sin proferir una quejit, soportó la advei<siclacl con án:imo seueno . Desde entonces su pátria fué parn. él un _pais donde no I odia vivir. El Tele Abril de 1794, se eó1barcó, para América y se estableció en Northumberlancl, en las fuentes del Sus0
209
PRIESTLEY.
qucannah, donde compró una. tierra de doscientos mil acres (1). Pero ni áuu allí debia hallar el repo o que babia ido á bu car del otro lado de los mares : la prevencion de los in°·le e le per iguió iempre y turbó su tranquilidad con la so p chas mas estrañas. Ll gó á decir e hasta que era un agente ecreto asalariado por la República Francesa. El fin de u vida fué dramático . Despues de haber visto morirá su e posa y á u hijo menor, fué em·enenado en una comida. No murió ningun otro de los que le acompañaban en la me a; pero él, debilitado por la edad y por los sufrimientos, no tardó en exhalar el último u piro. En us último momento , dice Cuvicr (2), tuvo una completa e pansion aquella piedad que babia animado u vida entera, y que por no estar bien dirigida babia causado todos sus errores. ccHacia que le leyeran lo Evangelios y daba gracias á Dios por haberle concedido una vida útil.>) «"\ oy á dormirme como ,osotro , dijo á u hijo , á quienes se llevab:m; y algun día nos despertaremo todo juntos, creo que para gozar de una felicidad eterna.>> E ta fueron sus última palabras. (3). Lo primero trabajo de Prie tley datan de 1770. En aquella misma época daba Schéele á conocer los re ultados de 8n primero experimento . El año 1770, por una coincidencia verdaderamente singular, publicó tambien La,oi ier su primera Memoria. Puede con iderar e, pues, como la fecha del nacimiento de la química moderna fundada por aquellos tres hombr<-S tan diferente d carácter y de nacionalidad . E to inmortales fundadore de la nueva ciencia no tienen puntos e.le contactos entre sí, mas que cuando se trata de grande de cubrimiento , y de graciadament tambi n de grandes infortunio . ( t)
Cerca de 81.000 hectáreas.
(2)
Panejíi-ico de Prietley, leido el 24 de Junio <le i80:1 en el (n3Litulo. John Corry Lifo of Prio;;Lley Birmin °ham t 05. 27
(3)
(N. del T.)
210
LOS MARTIBES DE LA CIE CIA.
Lavoisier, que es sin cl_ucla alguna el principal fundador ele la química moderna, nació en Parí el 26 de A go to de 1743. Su padre era un rico comerciante que no retrocedió ante sacrificio alguno para dar á su hijo la mejor eclucacion y la instruccion má sólida que fuera posible. El jóven Lavoi ier fué uno de los di cípulos mas brillantes del colegio de Mazarino; clespue ele haber terminado u estudios clásicos, asistió á las lecciones de La Caille en el Observatorio, y mientras tanto practicaba en el laboratorio de Ruelle, en el Jarclin de Plantas, y herborizaba con Bernardo de Jussieu. Todos sus gu tos se cifraban en trabajar con aquellos ilustres profesores; a í fué que desde la edad ele veintiun años estu--rn en e tado ele optar al premio extraordinario de la Academia ele Ciencias, que habia propue to el tema siguiente: .Medios mas adecuados para alumbrar las calles de ima gran ciudad . Lavoisier comenzó á estudiar aquella cuestion con un entusiasmo sin igual. Hizo colgar su habitacion de negro para apreciar mejor las diferentes intensidades ele los focos lumino os; permaneció en la o curidacl sei semana para a e 0 ·urar el éxito de us experimento , y presentó una notable Memoria, que le valió una medalla de oro concedida por la Academia de Ciencias. Una série de trabajos sobre as capas de los terrenos, sobre el Análisis de los yesos de las cercanías de Paris, sobre el trueno y sobre la Aurora boreal, le abrieron las puertas de aquella docta corporacion. En 1768 fué elegid míembro de la Academia, cuando apenas tenia veinticinco años. Dé ·ele muy jóvcn intentó Lavoisier reformar la c'iencia á · qu'e había resuelto consagrarse. Para Qjecutar su primer trabajo químico obre la supue ta conv ,r ion del agua en tierra, se sirvió de la balanza, con objeto de hacer las análi is; la introduccion ele este in trumento en la ciencia, 'ibá á permitirle reconocer -los errores de -sus antecesor.es - y clemo trar que todos los fenómenos de la química se deben á trasforma.-
L.\.VOISIER.
2Jf
ciones de unas su tancias en otras; á cambios ele las m1terias entre í. ada se crea, nada se pierde; bé aquí el afori mo que , escribió ~n caractéres indelebles sobre el edificio de la química moderna. Una vez elegido indivícluo ele la Academia le Ciencias, La,oi ier redobló u entu ia mo por su ciencia predilecta. Empleaba todo u tiempo y toda u fortuna en experimentos frecuentemente muy co to o ; y para uh, nir á e tos ga tos re ol,ió olicitar una plaza ele arrendador general. En 1769, la obtuvo, y en aquella época se casó c-:> n Mllc. Paulzc, que tambien era hija de otro arrenclaclo1• general. Desde entonce dedicó una parte con. iclerable el . u ren• ta al o tenimiento de u laboratorio : e ocupaba por la maiiana y por la noche n su trabajo químico y la tarde la dedicaba á lo debcre de u cargo. Gracia a~ órden perfecto de sus trabajos y á lo admirable rccur o ele u espíritu metódico, para todo e taba dispuc to, y el empeñaba u trabajo de ele cubrimiento como con exactitud tant las obligacione. ele su cargo financiero . Recibia con gean bcne-vol ncia á lo jó,enc que e dedicaban á la química, atraia á su ca a lo ábio france es y extranjero , y reunia hmbicn en ella á lo artífic cuyo concurso le era nece ario para jccutar sus aparatos ele prccision. De e te modo babia en su ca a una e pccie de aca lemia, en la cual e daban conferencias, tomando la palabra el dueño para derruir el carcomi lo edificio ele la química antigua, ilu trando á us oyenhaciendo brotar en ello la luz de las nue,·a idea . te Bajo el mini terio de Turgot, e le nombró dir ctor general ele las pólvora y lo s litre , y se entr gó en E onne á notable experimento , que pronto le permitieron aumentar mucho la fuerza e plo iva de aquella terrible u tancia. A él se clébe la abolicion ele la co tumbre en virtud d la cual los empleado d la renta del alitre podian, con lctrimento ele la tranquilidad pública, penetrar sin permiso ele sus dueños
212
LOS MARTTRES DE LA CIE CIA.
en t-oda la cueva , para a.car de lla la tierra n.litro a . . Lavoisier aprovechó con este objeto el barro ele lo escombro , y cuadruplicó la produccion el l alitre . En 17 7 fué elegido miembro de la A amblen. proyincial de Orlean ; al año siguiente agregado á la Caja de de cuento , y en 1790 nombrado indfr·í luo de la célebre Comi ion de pe os y medida , á cuyo trabajo contribuyó muchísimo. En 1791 publicó u Tratado de la rique;:;a territorial de la Francia, cuya impresion e hizo á costa del E tado . e ve, pues, que Lavoisier, corno hombre público y de administracion, ha sabido ocupar dignamente u pue to. Como sábio y como innovador, e leva á la primera línea ele lo que ha producido ]a Francia; trae al mundo. la teoría de la combustion y d la re piracion, cu o detaJles de arrolla minuciosamente, en una série de M moria que establecia para , iernpre su cloctrina y le a eguran la inmortalidad. · Al mi. mo tiempo que se entrega á estos grandes tral.:>ajo teóricos, el eminente sábio se dedica á in ve tigacione que hoy no querría emprender químico alguno. E ta investigacion tenían por objeto e tudiar y analizar los ga es que e d prenden de la letrina , á. fin de ele cubrir alguno medio. de socorrer á los desgraciado operarios que algunas veces perecen respirando aquellos gase del téreos. «Lavoi ier, arrendador general y millonario; Lavoi ier, qu debia con iderar corno un robo hecho á su gloria empleado fuera de lo. trabajos que exigía su teoría, se entrega para e te objeto con . u calma y su perseverancia acostumbrada , á una la1·ga . érie de experimentos nauseabundos, qu duran mucho me e. , en los cuales Lavoisier e sacrifica á aquel trabajo repugnante, por motivo exclusivamente ele humanidad por 1uc solo· podia obtener de aquellos estudios ]a esperanza de salvar la vida á algun desgraciado (1).»
•
(1)
Dum:tii. Lecciones ele filosofía qui mica.
L.\ Ol IER.
213
acla jguala la acti viclacl del gran químico: durante catorc aüo , ·u · ::\Iemoria se suceden una á otra , y el incansable trabajador el v:i piedra sobr piedra el monumento el h química m clerna. De cubre 1 compo icion del air atmosférico, con ideracl ha b , entonces erróneamente como un lemento: reconoce que e tá formado ele un ga. que m:inti n la combu tion ele lo cu rp s que arden, y la vifla de lo animale que re piran, el oxígeno; unido á otro 0 ·as inerte, el nitróg no. ompleta el análi j por la ínte i ; de ~pue ele haber eparado lo elementos, los mezcla ele nu vo 'r con tituye lo que lnbia de truiclo. E plica el hecho del aumento ele pe o el lo metale por la calcinacion, y i nta la ba e ele la no ione que pr iden á todo lo fenómeno ele la combu tion; xpone la verdad rc1 compo. icion c1 1 agua; el mue tra la in ufi.ci ncia ele la teoría lel flogisto, tablecicla por tahl y aclmiti la en u época: dá la compoicion c1 1 ácido carbónico; idea las ecuaciones atómica ; reforma la nomenclatura el la i ncia y hace brillar en todo la ver lacl, que impone por la exactitud ele su experimentos y la 1· 0 ·ica ele u raciocinio . «En todas parte , dice Lalandc, e encontraba á La voiier: todo lo re ol via con u facilidad y u celo, que eran io-nalm nte admirable . n hombre tan raro, tan extraordinario, clcbfr1., al parce r, r r spetado por lo hombre meno in. truido y ma mal vado . » ro 1 foé, sin emb rgo; su vida t:1n pura y tan hermo a, concluyó á mano de lo furio o que e apoderaron del gobi rno el" de 1793. como tal fué comLavoi i r era arr mh.clor g neral prendido en la indigna pro cripcion que e dictó contra todo ello . El gran químico terminaba la recopilacion de u Memorias cuando upo que Fouquier-Tinville acababa de pres ntar una acusacion contra él, ante el tribunal revolucionario.
•
2:14
LOS MARTIRES DE LA
cm
CIA.
Desde el primer momento comprendió que se hallaba en peligro de muerte; abandonó su casa y tropezó con un hombre de corazon, Lúcn.s, que le ·ocultó en el Louvre en la habitacion ma esconclicla de la Academia de Ciencias. El des' graciado químico permaneció dos dias en aquel retiro; pero vinieron á decirle que sus colegas estaban presos y su suegro con ello . No dudó ya mas. Considerando como un sagrado deber compartir la suerte de sus amigos, salió de su asilo y .fué á entregarse en la prision. El 6 ele Mayo de 1794, el gran Lavoisier fué condenado á muerte, ce como convicto, dice la odiosa y ridícula sentencia, de ser autor ó cómplice ele un complot que ha existido contra el pueblo francés, procurando favorecer el éxito ele los enemigos de la Francia, especialmente ejerciendo todo género ele exacciones y de concusiones sobre el pueblo francés, y mezclando al tabaco agua y otros ingredientes nocivos á la salud de los ciudadanos que lo usaban. >> Dos dias clespues Lavoisier fué llevado al cadalso en la carreta que habia conducido ya tantas nobles víctimas. La cabeza ele aquel que tanto habia contribuido al bien y al progreso, rodó bajo la cuchilla de la guillotina, y su sangre cubrió para siempre de vergüenza y ele oprobio á los infames verdugos que manchaban con sus crímenes una ele las mas hermosas páginas de nuestra historia. Lavoisier ha muerto, pero su obra vivirá eternamente; ccel universo nos repite sin cesar su nombre. El aire, el agua, la tierra, los metales, los c·onocemos por él, dice M. J. B. Dumas. La combustion ele los cuerpos, la respiracion de los animales, la formentacion ele las materias orgánicas, tambien son cosas cuyos misterios nos ha revelado. Los hombres no le han elevado hasta ahora monumento alguno de bronce ni ele mármol, pero él se ha erigido uno mas eterno todavía que estos: la química entera.» Hay ocasiones en que los humildes descubridores lleg;an
LAVOISIER.
211.i
á ser por la eles gracia iguales á los génios mas elevados. Entre aquellos mencionaremos á Eduardo Adam, que se babia hecho not ble por su aficion al e tuc.lio de la química. Inventor de un procedimiento de de tilacion ele alcohole , se arruinó por dar á conocer u de cubrimiento, y murió de fatiga á. lo treinta y nueve años, en 1 07, dejando á u familia en la miseria. Bernardo Courtoi , á quien se debe el de cubrimiento del iodo, cuyas aplicacionc á la arte y cuyo u o terapéuticos son verdaderamente innumerables, murió tambien en la la miseria el 27 de Setiembre de 1 38. Podríamos encontrar toda vía mucho nombres que agregar á la lista del martirológio ele la química; pero es necesario que dejemos ya e ta rama de la ciencia, para saludar á alguno de los glorio o inventare que han contribuido á levantar el edificio de la industria moderna .
•
â&#x20AC;¢
JOSUE HEILMANN
Si yo pudiera imitar esta manera de alisar los cabellos ...
28
Nicolás Leblanc.-ÉI vió vender sus muebles.
CAPITULO VIII. LA INDUSTRIA Y LAS MÁQUINAS.
Si el cincel y la lanzadera pudieran moverse solos, ya no haría falta la esclavitud. ARISTÓTELES.
La sustitucion del trabajo mecánico al trabajo animal ó al trabajo manual, ha producido en las ciudades modernas una r volucion económica tan importante, que el advenimiento del reinado de la industria y de las máquinas puede considerar e como la aparicion de una nueva era en la historia de la humanidad. A fines del siglo pasado nacieron la mayor parte de las grandes industrias modernas, y se desarrollaron las arte químicas entre las manos de inventores poco conocidos. Vamos á disputar al olvido sacrificios oscuros, á los cuales fué traidora la fortuna, hablando del nacimiento de un gran número de industrias nuevas; de la fabricacion de la sosa ar-
220
LOS MARTlRES DE LA CIEi'iCIA.
tificial; del .descubrimiento del gas del alumbrado; de la instalacion ele fábricas ele hilados, y ele la ejecucion ele otros muchos grandes trabajos. Chaptal para dar una icle:1 exacta de la importancia ele laN artes químicas, ha dicho ele la proclucci::m del ácido sulfúrico: «Es un verdadero termómetro, donde pnecle leerse el grado ele prosperidad comercial ele un pueblo.» El carbonato ele sosa puede colocarse en la misma línea que el ácido sulfúrico; tanto mas produce y consume un país, cuanto mas próspera y poderosa es su industria. Esta sal, unida á la sílice y á li1 cal, se trasforma en vidrio; combinada á los ácidos grasos se convierte en jabon; disuelta en el agua, proporciona á los tintoreros un líquido inapreciable para lavar la.s hihLzas y los tejidos. Los fabric.111tes de vidrio y de jab n del mundo entero, emplean enormes cantidades : mas de cuatrocientos millones de kilógramos cada año. Solo Francia fabrica cien millones ele kilógramos, é Inglaterra _ciento cincuenta millones. Durante la Revolucion Francesa, descubrió Nicolás Leblanc el arte ele fabricar artificialmente el carbonato ele sosa, que al principio se extr_a,ia ele las cenizas ele las plantas marítimas. Este descubrimiento se considera, con justicia, como uno ele los m:1s brillantes que se han hecho jamás en las artes químicas, y tom:1 ele las circunstancias que le dieron orígen, un grandísimo interés. Nacido en nuestro suelo, en m dio de la crísis mas asombrosa ele la historia, salvó nuestro comercio ele una ruina segura, ejerciendo sobre di versas ramas de nuestra industria una honda y saludable influencia. Antes de la Revolucion, las costas espaiíolas, próximas á Alicante y Málaga, y las costas francesas situadas cerca de Narbona, estaban cubiertas ele plantas marinas (varech, salcola, sosa, salicornia europea, etc.), que se cultivaban con el mayor cuidado. Cuando estos vegetales tenían un desarrollo suficiente, s.e cortaban en trozos pequeños, que se ponian al
!COLAS LEBLANC.
221
aire para que se secasen. Un.a vez secos, se a,rnontonaban en hoyos ele forma cónica, y se les daba fuego. Las cenizas, muy abunchntes, que dejaban como resícluo, se sometian á la_accion del calor; se funclian, y se trasformaban así en una sustancia vítrea, muy dura y muy quebradiza, la barrilla. Machacada ésta y tratada con agua, daba una legía ele cuya cvaporacion resultaba la sal sosa. A fines del siglo pasado Esp::i.ña era la vereladera pátria ele la barrilla; las barrillas de Alicante y de Málaga, que contenian de veinticinco á treinta por ciento ele cJ.rbonato ele sosa, rivalizaban con las de Narhona, y la Francia tenia que acudirá la produccion extranjera para alimentar las fábricas de vidrio y de jabon. !lasta la Revolucion, las cosas pasaron de este modo; pero la guerra vino á interrumpir nuestras · relaciones comerciales exteriores: fué prcci o vivir con los recursos propios y suministrar á nuestras fábricas de vidrio y de jabon la sal de sosa que necesitaban. L::i. J unt::i. de s ~1.lvacion pública, hizo un llamamiento á los químicos franceses: les pedia, especialmente, que halla en por un esfuerzo supremo ele su inteligencia, el medio de fabricar la barrilla con su t::t.ncias extraídas del suelo nacional. Porque ntonces no era solamente una ciudad la que csbtba sitiada por el enemigo, era la nacion entera. El llamamiento hizo su efecto: una comision, compuesta de Leliévre, Pclletier, Giroud y Darcet, tuvo bien pronto que examinar veinticinco ó treinta procedimientos. El de Nicolá Leblanc, pobre y oscuro cirujano francés, fué admitido por un::i.nirni lad; notable ejemplo del discernimiento científico ele los sábios de aquella época, que reconocieron sin vacilacion entre aquellos procedimientos tan distintos, el que debía con agrar como mas eficaz una práctica de ochenta años (1). ( 1) Puedo consultarse con eslo molivo un ~urioso íollelo Lil~1bdo D~scripcion ele cliversos pi-oc~dimicntos para extraer lct barrilla ele la sal marina escr1Lo en v1rlllll de órdcn de In Junla rle S~lvacioú pública del 8 clr pluvioso del nf10 11 de la República :
,, 222
LOS MARTIBES DE LA CIENC[A.
-icolás Lehlanc habia comprendido que la sal marina, verdadero mineral de sódio, era la sustancia que hacia falta emplear para obtener la barrilla. Esta al, trabda por el ácido sulfúrico, se -conYierte en ulfato de sosa, y de é te proponia en su curso Delamétherie, profesor en el Colegio de Francia, que se e trajera la so a, tratándole por el carbon. Leblanc ensayó este procedimiento, pero observó que no se obtenia ma que sulfato sódico y ácido carbónico, en vez de carbonato de sosa y ácido sulfuro o, com podía esperarse. Una verdadera inspiracion le sugirió la idea de introducir en la mezcla un poco de creta; por esta sencilla adicion, la preparacion de la barrilla artificial fué un hecho en la ciencia. Es un fenómeno verdacleranwnte . ingular, sobre el cual no se podrá. in i tir nunca lo ba tante, que ni Leblanc ni otro alguno de sus contemporáneos, comprendía bien la teoría de esta reaccion; pero el maravilloso in tint del inventor le condujo por medio de numerosos ensayos de pacientes tanteos, y de una série de experimentos hábilme1ite hechos, á determinar las cantidades exacta que exigia el buen éxito de la operacion: noventa años de fabricacion no han cambiado las proporciones indicadas por Jicolá Leblanc. El primero de los que explotaron en grande el procedimiento de Leblanc, fué J. B. Payen, que se e tableció en 1794 en la llanura de Grenelle, de ierta entonces. El nuev_o clescubrimient fué explotado sucesivamente por Alban, Gautier-Berrera, etc. En pocos años adquirió tal importancia la fabricacion de la sosa artificial, que no solo no se pidió cantidad alguna á la importacion, sino que mas tarde se prohibió formalmente á las barrillas extranjeras la entrada en nuestros mercados. El 20 de Julio de 1810, el Diario de los Debates, que se llamaba entonces Diario del Imperio, publicó el decreto siguiente: « La introduccion de la barrilla y ele lo jabones extranjeros, queda prohibida en todas las fronteras de tierra y de mar del InJperio francés.>>
, NIGOLAS LEBLANC.
223
Hasta 1823 no se estableció fábrica alguna de sosa en Inglaterra. En este año Santiago Muspratt estableció una en Liverpool, en la cual adoptó completamente el sistema de Leblanc, y que es áun hoy dia una de las mas importantes de Inglaterra y del mundo entero. Nicolás Leblanc comprendió desde el primer momento la importancia de su descubrimiento. ce Resulta, dice, del descubrimiento de la fabricacion de la barrilla artificial, que la Francia, que con~ume una cantidad enorme ele barrilla todos los años ... y que exporta muchísimo numerario para comprarla en el extranjero, guardará su dinero: las artes y las manufacturas no estarán mas tiempo expuestas á carecer de este objeto de primera necesidad, por las vicisitudes de una guerra ó por las malas cosechas de una planta ... aumentará el precio de la sal marina, que es una de nuestras riquezas territoriales ... Y se puede agregar que, en atencion á la abundancia de las primeTas materias y á su precio reducido en Francia, las naciones vecinas se harán en poco tiempo tributarias ele la nuestra por estas diversas sustancias.» El porvenir realizó tales esperanzas. La vida de Nicolás Leblanc, sin embargo, fué siempre de graciada. Segun las calificaciones que figuran en algunas de sus obras, era « antiguo oficial de salud, químico, antiguo administrador del departamento del Sena, individuo· de muchas sociedades ele sábios y de artistas (1). >> Se habia dado á conocer por trabajos de cristalografía, y habia indicado un método para obtener cristales aislados y completos, de bastante volúmen. La cristalografía fué el estudio de casi toda su vida, y probablemente de sus investigaciones sobre los cristales, era de las que esperaba su fama científica. En esta clase ele trabajos habia hecho una observacion de las mas importantes: la de que muchos sulfatos afectan una misma forma ( l.) Bolelin de la Sociedad de Fomento.-J. Payen. Revi,,ta de los dos Mundos, Junio l.866:
224-
LOS :I\L\RTIRES DE LA CIENCIA.
cristalina, y pueden uperp ner e unos á otros en los mi mos cl'i tales. Esta observacion se puede considerar como la base de la importante· teoría del icomorfismo. · L1.s in-ve tign,ciones de. Leblanc, pre entadas á la Academia de Ciencias desde 1786 á 17 8, 1 valieron ser citado muchas veces en la Recopilacion de los sábio extranje1 os; en 1792, un informe, firmado en el Louvre por Daubenton, Sage, Haüy y B rtholet, peclia al gobierno encargase á Leblane de que formara una coleccion completa. de todas las sales cristaliza-das. El 27 pradial, del año II ele la República, la Comision ele Instruccion pública ele la Convencion racional, confiaba á Leblanc el cuidado ele r !=factar una obra sobre cristaloctenia; pero las eircun tancias se opusieron á la publicacion de aquella obra, que no debía ver la luz. El 30 de termiclor del año X, Haüy y Vauqu lin en otro informe á la Academia ele Ciencias, excitaban al ministro del Interior «á . uministrar al ciudadano Leblanc, los medios nece arios para continuar sus investigaciones obre la crislizacion ele las sales, y para imprimir su obra, con objeto ele difundir · 1a teoría ele la cristalizacion, ele formar colecciones completas ele cri t::tles bien puros, y ele volver ú sus ocupaciones favorita á un sábio ú quien las des_qmrias de la revolucion habian puesto en la imposibiliclacl de so tener su /amilia. icolás Leblanc, como tantos otros inventores que han contribuido á la riqueza industrial ele su país, vivió en la miserüi; pero jamás aquel trabajador infatigable e vió abatido por las contrariedades. A una imaginacion poderosa reuni;1 una voluntad ele hierro, y los crueles d sengaño de su carrera inc1nstriaJ no le éausaron demasiado efecto. Mas bien sábio que industrial prá tico, se entregó iempre á ·investigaciones ci ntíficas; y áun uanclo comprendió la importancia de su dcscl!brirniento industrial, se mostró siempre bastante fuáte para considerar las desgracias pCl'- , 1
.
r ICOLAS LEBLA~C.
223
onalc , que fueron u con cu ncia, como un incidente ecunc1ario de u Yi<la. «En 1 02, dice Pay n, la proteccion y los auxilios d 1 ci u<lacl-rno )folar l, director del Con ervatorio ele Arte y Oficio , le permitieron continuar en uno de. lo laboratorios cntreo-ó á <lel e tablecimiento u per everante estudio . complecoleccion llo por ent ro, y in 11 gar á formar una ta, como deseaba, pudo al menos pre entar á los ojos del púumam nte notables. Aquella coleccion de blico producto cri tal era su con tan te y predilecta preocupacion. « Hubiera I odido adelantarla hace má de veinte año , e cribe con amargura, pero al 0 ·un d.ia volverán á ocup rse de ella ... ocupen de él una t trabajo puede r t urar ·e, ¡ojalá 1 mano ma feliz y un ob ervaclor ma ilu tra.do que yo! E to me con olará de no haber encontrado recur o para llevar mi tar ama ad lante.>> D la barrilla no habla ni una palabra: aqu lla fortuna vislumbrada no le oca ionaba pena al verla perdida. En u e crito , n que cuenta veinte años de traencuentra alguna sucinta nota en bajo pacientes, apena 1uc m ncione lo do año que con agró al e tablecimiento de la fábrica de barrilla. » Ci rtamente Leblanc d bió ntrever la fortuna, porque nunca ha podido hallar un de cubrimiento que naciera con tal concur o de ircun tan ia favorable . En el momento en que e oncedió 1 privil gio (27 de Enero el 1791), e formó una sociedad entre Leblanc, Dizé éhe y el duque do Orlean . La fábrica se in taló u aint-Deni , lo favore ele la fortuna o taban a egura lo al parecer por lo ócio , uando la ~J ucion del duqu ele Orlean vino á ele truir u ma legíp ranza . Lebbnc in dejar e abatir por e t· primetima tabl cer una fábrica en Mal'ra ontraricdacle , trató el ella, nt ram ntc al lado de la fábrica clejabon: aquelh idea ~'liz clebian xplotarla otro ma tard ; p ro l creador de una de nu tra granel inclu tria e vió obli 0 ·aclo á liqui29
226
LOS llARTIBES DE LA CIE CIA.
dar el activo ele la Socicc1ac1. -uevo Pali sy, i no tuvo que quemar sus mueble , los vió vender en suba ta pública, con todo lo aparato y producto del e tablecimiento que había fundado. La d truccion de la fábrica llevaba con i 0 ·o la ruina d 1 inventor. Jo explotánclo e el privil gio, fué bien pronto del dominio público, perdiendo Leblanc todo u derecho . Pa aron lo año , tri tes y fune to para él, hasta el año YIII, en que un decreto mini ·terial le reintegró en 13: pose ion el l local de la fábrica de Saint-D nis . Esta fué toda la idemnizacion que recibió. Despue de inútiles tentativa , la antigua fabricacion no pudo re tablecerse, J?Orque no e encontraron capitale · para reconstruir los edificio , hundido en parte (1). El autor de uno de los mayores descubrimientos de la química aplicada, murió ele miseria en 1 06 (2). ( f) Segun uno de su:; bió"rafos la falta de éxilo de Lrblanc no se debió exclusivamente á la carencia de capitales ni á la desgracia que le persiguió, sino ,¡ que no pudo completar ·del todo su descubrimiento. Las investigaciones en pequeño, hechas en crisoles, (en los cuales la temperatura podia elevar:; bien por i,..ual) dieron un resultado satisfactorio: Leblanc h:tbia encontrado uo solo las sustancias que debían mezclar; el su lfato de sosa procedente de la sal marina, el carbon y la creta, sino las proporciones en que debia ponerse cada una; pero al Herrar á la f:J.bricacion industrial el horno de reverbero que empleó tenia una plaza rectangular á cu •a5 e:;qui.nas no llegaban bien las llamas y en las cuales por lo tan lo la Lemperalura era mucho mas b1ja que en el resto de la plaza. A consecuencia de eslo, en aquella parte del horno en vez de convertirse el sulfato de sosa en carbonato, se convertía (micamente en sulfuro de sosa, y este cuerpo, que al di solrnrse en agua produce el olor nauseabundo de una lelrina, hizo que las barrillas fabricadas por Leblanc fueran desechadas en todas partes. «ün defecto de conslruccion del horno fué, pues, la causa del mal exito ele la empresa ... » D'Arcet, algunos años despues, corrigió este defecto dando á la plaza la forma elíptica, y la uniformidad de temperatura que necesitaba. En cuanto á Leblanc, continúa el artículo á que me refiero, la falta de éxito de sus ensayos determinó su ruina en el momento en que debia esperar verse indemnizado de tanto trabajo y de tanto sacrificio pecuniario como habia tenido que hace r en el trascurso de sus esperi.mento ·. Aquel á quien la Francia debe la creacion de una rama de su i.nduslri:t tau importante que ha libr~clo ii nueslra;; fábricas de un Lributo anual de mas de 20 millones de francos, murió ele pena y casi de miseria en un hospital. Esla es la recompensa que con demasiada frecuencia obtienen en nuestro p:tÍ:I, los que se sacrifican por el interés general. (A ~Iallet.-Diccionario de Arles y M:tnufacturas.-Artículo Sosa.) (N. del T.) (2) Se ha supueJLO por algunos que r icolás Leblanc se lnbia suicidado ele desesperacion; pero no hemos en(!ontrado documento alguno que justifique esta sospecha, que creernos equivocada.
FELlPE LEBO:\'.
22í
Sin embargo, la fabricacion de la barrilla artificial, se extcndia con iderablement por toda parte ; y mientras los herederos de Jicolá Leblanc no acaban utilidad alguna de u de cubrimiento, una I orcion de indu triale que le explotaban se enriquecían á u co ta. Po teriormente se trató de arrebatará Leblanc la prioridad de su de cubrimiento (1) y olo en 1 56, la eccion de química de la Academia de Ciencia , llamada á dar u clictámen obre una peticion <lirio-ida á Kapoleon III por la familia de Leblanc, concedió al inventor el solemne homenaje que le clebia el país entero. Hé aquí las conclu ione pre entada por M. Duma , en nombre de la comision: «El descubrimi nto importante del procedimiento pol' medio del cual se extrae la sosa de la al marina, se debe por completo á Leblanc... i s 0 ·un d ea u familia, e trata ele tributar un ju to homenaje al autor de la barrilla artificial, á la memoria ele Leblanc corresponde; á su familia debe dirigirse ... Leblanc e 1 autor de una indu tria que ha dado el impulso á todas las aplicaciones ele la química á la arte . » La hi toria del ga del alumbrado, debido á Felipe Lebon, no es menos intere ante que la ele la barrilla artificial. Cuando e e tuclian lo clocum nto r ferente á la e:x:i tencia de F lipe Lebon; cuando e igucn pa o á pa o los ele tello el génio que brillan en u cerebro; cuando e consicl ran los ob táculos que ha tenido que vencer; cuando s__, profundiza u gran carácter y lo hermo~o entimiento que le adornan, quéda admirado ante el humilde trab:ijador que dotó al mundo ele tau grc n ben ficio. · Felipe Lebon nació n Brachay (Haute Marne), el 29 de 'layo ele 1767; veinte año ele pue ingre ó en la ~ cuela ele ( 1) Follelo n 8. º Lilulado Reclamaciones relativas al a1·tículo de la Relacion del jurado sobre admision á, los premios decenales, que se rnfieren al descubrimiento de la fab,·iracion ele la so a artificial por J. J. D ·c. Imp. de Oelauce y Belio, calle de los lalhurim;, 1 10.
228
LOS IART!RES DE LA CIENCIA.
Puentes y Calzadas (1), donde se di. tinguió muy pronto por. u espíritu ingenioso é inve ·tigaclor. us I rim ros· trabajos son ntonces comenzaba :i relativos á la máquina ele vapor qu ingeniero obtuyo jóven el 1792, de Abril usarse. El 18 de una recompensa nacional ele dos mil libra , «para continuar los experimento que habia empezado bre la mejora de las máquinas de fuego.» Próximamente en la misma época, empezó Felipe Lebon á ocuparse del alumbrado ele ga , durante un poco de tiempo que permaneció en Brachay. Un dia echó un puñado de serrín en una redoma de vidrio que pu o al fuego: empezó :i desprenderse del vaso un humo abundante que de -repente se inflamó, produciendo una hermosa y brillante llama. Desde aquel dia la industria hizo una de sus mas grandes y mas útiles conquistas . Felipe Lebon había encendido el primer 111echero de gas. Algunos envidioso , siempre dispuestos á denigrar toda idea nueva, á combatir á todo aquel de cuyo cerebr~ ha brotado el fuego de la invencion, han querido negar á Felipe Lebon el honor que le corre ponde, diciendo que su invento se debía al azar; pero por nue. ·tra parte no creemos en esas causas fortuitas, y estamo J ersuadido de que la casualidad no concede su favores mas que al génio per everante. ¿,No fuó tambien la caspaliclad la 1ue hizo caer una manzana ante los ojos de Newton, y la que por este motivo le hizo pensar n las causas ele la. gravitacion universal? Y sin e111bargo, ¿fuó el azar el que reveló á aquel gran génio los secretos de la gravitacion ele lo. mundos? Con mucha frecuencia los vientos del Norte desprenden manzanas de sus pedi'mculos, .pero ¡con qué poéa frecuencia . e encuentra otro Jewton que las recoja! ¡Cuántos químicos antes que Felipe Lebon habrían visto ( l) Correspondiente .í b do Cn.minos y Canrrlcs.d nuo~l.ro pnk (N. del T.)
•
FELIPE LEBO~.
22!1
arel r leíia ó, hulla! Pero ninguno antes que él habia comprendido lo que lel ia de lucir e de aquel hecho tan sencillo en ar aricncia. ¡ uánto hombre han vi to la tapad ra d una marmita levantar 11 la fuerza del agua hirviendo! Pero att ha ideado la má1uina ele Yapor, fundado en aquella ol; enacion tan en illa. olo el génio e el que compr ncl •l p rvenir, y di tingu c n una intuicion m ravillo a, lo 1u pu ele ngrand e r el ·cartando lo que no e ·dable. En poco clias compren lió F 'lipe Lebon la importancia del cles·ubrimiento que acababa de hacer, y con el golpe de ,i ta de t do e píritu superior, pu o mano á la obra. Acababa el demo trar que la leña y lo combu tible podian el sprencler por •feeto d ·l calor, un °·a á propó ito para la calefaccion el alumbra.do; hal ia Yi to que el ga que e de. pr nde de la leií.a calcinada vá acompañado de vapores n °Tuzco , de un olor ácre y ernpireum:iti o. Para que pu 1iera ervir para el alumbrado, era 11 ce ario purificarle de estos productos extraño . Lebon hizo pa n.r los vapore por un tub de desprendimiento á un fra. co lleno de agua, que conden aba las materias alquitranada y ácida , dejando escapar el 0 ·as en taclo de pureza. E te mocle to aparato, que e la primera irnágen ele una fábrica el ga , comprende tre parte e encial : aparato ele proelu ion, i tema de purificacion y recipi nt para recoger 1 °·a . Felip L bon continuó us primero experimento en el campo; •,1 mi mo trabaj ' n la fabricacion de un aparato l ladrillo , n 1ue e el tilaba la 1 ña: con trn ó 0 To eramcnt un depurador d a 0 ·ua, en que e conden aban 1 alquitran el ácido ác 'ti o, y el l este depurador dió ali da al ga por un tul o, n uya xtr miela.el e quemaba: u vecino , maravillado v nian á ver aquella hermo a luz, que e I roducia tan fácilm nte á u vi ta. n año despues, el inventor habia visto á Fourcroy, á Prony y á los grande sábio de su 'poC".1: el 6 le , enclimia-
. lo,,
230
LOS ~IARTffiES DE LA
cm
CIA.
rio del año YIII (28 ele Setiembre de 1799), obtuvo un privilegio ele invencion, en cuya Memoria describe minuciosamente su tennolámpara, por medio de la cual produce un gas luminoso, propio para el alumbrarlo, al mismo tiempo que fabrica alquitran de madera y ácido piroleñoso ó acético. En su prfrilegio menciona la hulla como :i propó ito para reemplazar la leña, y expon su sistema con una emocion visible, y un entusia mo particular: leyendo u memoria, mara-dlla aquella persuasion que no deja duda de que presagiaba el porvenir reservado :i su invento . Desgraciadamente, Felipe L ebon no podia consagrar todo su tiempo á aquellas investigaciones: ingeniero de caminos, sin dinero y sin fortuna, tenia necesidad ele atender á su cargo. Destinado á Angulema como ingeniero subalterno, no podia olvidar su gas del alumbrado, y echaba ele meno París, al que con ideraba como un «incomparable foco ele e tuclio . >) Se ocupa de matemática y ele ciencia, y su imaginacion vaga siempre muy apartada ele sus ocupaciones ordinarias. El ingeniero-jefe no tarda en clar una queja ele Felipe Lebon, á quien tiene envidia porque le considera como un hombre ele un e píritu superior, yaca o como un colega molesto: bajo un aprecio aparente, oculta una refinada perfidia, y procura que le destituyan ele su empleo. Ocupado siempre ele su gas del alumbrado, Felipe Lebon salia con frecuencia ele Angulema para ir á Brachay, donde poco á poco iba perfeccionando su querido descubrimiento: su jefe se queja de u falta de exactitud en el servicio, y en virtud ele esta denuncia se le forma expediente. Una comí. ion, nombrada para examinar las quejas que se habian presentado acerca de u conducta, declaró que estaba al abrigo de toda acusacion; y la siguiente carta, que Felipe Lebon escribia al ministro, retrata perfectamente el carácter noble y grande del inventor : « Mi madre, escribía Le bon al ministro, acababa de espirar; á. consecuencia d.e este triste suceso me ví obligado á ir
FELIPE LEBO~.
231
precipitadamente á París ... Tal es el carácter de mi falta. El amor á las ciencias y el deseo de ser útil le han agravado mas aún. Me· atormentaba el deseo de perfeccionar algunos descu brimicn to ... Por :fin habia tenido la dicha de conseguirlo, y de un kilógramo de leña l}abia conseguido desprender, solo por el caloT, el gas inflamable mas puro, con una economía grandísima y una abundancia tal, que bastaba para alumbrar durante dos horas, con tanta intensidad de luz como cuatro ó cinco bujías. El experimento se hizo en presencia del ciudadano Prony, director de la Escuela de Puentes y Calzadas; del ciudadano Lecamu , jefe de la tercera divi ion; del ciudadano Besnard, inspector general de Puentes y Calzada ; del ciudadano Perar, uno de los jefes de la E cuela Politécnica ... E taba muy contento, porque me pro me tia dedicar al ministro el fruto de mis trabajos; dcbia tambien presentar una Memoria sobre la direccion de los globo , que habia obtenido ya la- aprobacion del ciuda fano Prony y de muchos sábios, cuando los asuntos antes indicado me han llamado á París. Preciso era que fuesen muy imperiosos para que me arranca en á una ocupaciones que hacian mis .delicias. Pero ¡cuán horróro as no serian para mí, cuando me obligaban á abandonar un cuerpo cuyos jefes habian tenido á bien coronar mi primero e fuerzas con diferente premios, confiándon1e la tarea de csplicar sucesivamente todos lo ramos de las ciencias, que forman el programa de la Escuela de Puente y Calzada ! Jo puedo ercer que las circun tancias en que me encuentro, el ardiente deseo ele cultivar las ciencias, de ser útil á la pátria y ele merecer la aprobacion de un mini tro que la rinde tambien culto, excitando- y alentando á los que las estudian,-lo cual me ha hecho hasta ci rto punto culpable,-puedan merecer un castigo tan terrible. Voy á marchará Parí ; me lleva á él la mas espantosa inquietud; pero me acompaña la e peranza. >) Felipe Lebon fué repuesto en su destino; pero la guerra
232
LOS J\l.\RTIRES DE LA CIENCIA.
diezmaba los recursos de la Francia, y la República, mientras Bonaparte estaba en Italia, no tenia para pagar á , us ingenieros . Lcbon e cribió al ministro cartas apremiantes para que ·e le paga e lo que se le debia por t1s sueldos; pero todas aquellas peticiones quedaban siu respuesta . Su esposa fué á París, pero sus tentativas re ultaron tambien infructuos~s: ella mi ma e cribió al mini tro la carta siguiente, que existe en los archivos de la Escuela de Puentes y Calzadas:
Libertad, Igualdad.-París 22 de llfessidor año Vll de la República francesa, una é indivisible.-La 11mjer del ciitdadano Lebon, al ministro clel Interior.
«No es mp limo:;na ni un favor lo que os pido: es que me hagais justicia. füu;c do3 meses que languidezco, ú ciento veinte legnus de mi hogar. o obligueis por un retraso mayor todavía, á un padre de familia á que abandone, por falla de med io3, una profesion á la que todo lo ha sacrificado ... Observad, ciudadano, que nuestra po3icion es insosten ible, y mi peticion justa. Por esta razon creo que no será infructuosa, cl1rigiéndosela ,í .un ministro que tiene como ley de su conduela y como norma de su deber el ser justo. >JSal°ttd y aprecio. Vue3tra atenta conciudadana, >JLa mujer de Lebon, hija ele BnAlllllLLE. >i
En 1801 F elipe Lebon fué llamado á Parí·, como agre- · gado á las órdenes de Blin, ingeniero-j fe del empedrado. Entonces obtuvo otro privilegio, que es una verdadera Memoria científica, llena ele hechos y ele ide~is. Habla de las numerosas aplicaciones del gas del alumbraclo y de la manera ele fabricarle; indica los ftínclamentos de toda la fabricacion; horno de destilacion; aparatos condensadores y purificadores; mecheros de pico estrecho; nada deja de mencionarse; vi siquiera la máquina ele vapor y lo globos. Lebon propuso al gobierno un medio de calefaccion y alumbrado ele los edificios públicos; pero aquel medio se rechazó. Entonces el desventurado inventor, cansado de tantas tentativas, harto de sufrir tantos sinsabores, pensó en recurrir al pl'.~blico para
PJONI IO P,\Pl'
Los barqueros, en presencia tlel consternado anciano, hacian pedazos la mรกquina.
30
.
FELIPE LEBO .
235
hacerle comprender la maravillosa utilidad ele su invento. Alquiló el hotel Seignelay, en la calle Saint-DominiqueSaint-Germain, y anunció al público sus experimentos. Hizo colocar un aparato que distribuía la luz y el calor en todas las habitaciones y en el patio; alumbró los jardines con millares de mecheros en forma ele rosetones y de flores; lluminó con el nuevo gas una fuente, cuya agua parecía ele este moclo luminosa. De todas partes acudió una multitud que venia á saludar el nuevo invento. Alentado por el éxito Felipe Lebon, publicó un prospecto, especie de profesion de fé, modelo de grandeza y ele sinceridacl, monumento verdadero ele una asom]Jrosa prevision. En él pr~senta la historia del gas en el porvenir; le ve circular en los anchos tubos, desde los cuales esparcirá la luz por las calles de las capitales venideras. Por fin todo el mundo hace justicia al ilustre inventor, y una comision nombrada por el ministro, declara que «los ventajosos resultados que han producido los experimentos, del ciudadano Lebon, han colmado y áun excedido las esperanzas de los amigos de las oiencias y de las artes.» Napoleon I otorga poco despues á Felipe Lebon una comisionen el bosque de Rouvray, para organizar la industria de la destilacion de la leña y de la fabricacion del gas del alumbrado. Desgra- _ ciadamente Lebon se vió obligado á emprender muchas cosas á la vez; preparó el gas, y produjo ácido acético y alquitran, que debia enviar al Havre para el servicio de la marin~. A -pesar de todos los trabajo y fatigas que había pasado, tuvo entonces un rayo de esperanza; creyó que habia llegado al fin el dia de la fortuna: su fábrica fué visitada por numerosos sábios, y entre otros por los príncipes rusos Galitzni y Dolgorowski, que propusieron al inventor, en nombre de su gobierno, que trasladase sus aparatos á Rusia, dejándole en libertad de fijar las condiciones. Felipe Lebon rechazó aquellas brillan.tes ofertas: en un soberbio rasgo de patriotismo,
23G
LOS :MARTIRES DE LA CIE\CIA.
dijo que su descubrimiento pertenecia á su pátria, y que ninguna otra nacion debia explotar sus trabajos. Las esperanzas de Lebon, sin embargo, no debian durar mucho tiempo. Algunos enemigos y competidores le causaron mil disgustos, y hasta los mismos elementos se volvieron al parecer contra él. Un huracan arruinó la modesta casa que habitaba; poco tiempo clespues se quemó parte ele la fábrica. La fatalidad, como el génio antiguo, parecia enea.minarse contra el desgraciado inventor; pero ni desgracias ni contratíempos podian nada contra aquel carácter invencible, secundado en todo por una esposa tan enérgica como llena de mérito. Felipe Lebon, siempre trabajando, iba acaso á trrunfar de todos los obstáculos y á realizar sus grandes proyectos ele alumbrado, cuando una muerte tan trágica como misteriosa, vino á arrancarle ele sus faenas. El mismo dia de la coronacion del emperador, el 2 ele Diciembre de 1804, fué cobJ.rdemente asesinado. Se encontró su cuerpo inerte y sin vida, en los Campos Elíseos. Rabia . recibido treinta puüaladas ele una mano que ha permanecido siempre desconocida. Algunos meses antes, el desventurado Lcbon, lleno ele fé y ele entusiasmo, decía á sus conciudadanos ele Brachay: ((Queridos amigos mios: dentro ele poco os alumbraré y os calentaré desde París á Brachay.>) Esto era posible, en efecto~ pero aquellas buenas gentes se encogían ele hombros y decian: ((Está loco.>) En efecto; loco estaba; si es verdad que la locura y el génio están tan próximos: pero era uno ele aquellos locos de que habla el poeta:
Por largo tiempo, vírgcn una idea, Esposo cutre los hombres quiere hallar. No hay nécio que insensata no la eren,
Ni cuerdo que la quiera publrcar.
FELrPE LEBON.
237
Dél::t su mano, despreciando el mundo, Un lo~o, que presienta el porvenir, Y de su seno, en gérmenes fecundo, Biene:; sin cuento se verfo surgir.
Felipe Lebon era uno de esos locos á que se refiere Beranger; él tambien se habia casado con una gran idea; vivió desgraciado, y murió víctima ele un crímen odioso. Hoy ~u obra ha crecido, y ha dado frutq el gérmen que sembró en el c::tmpo de los descubrimientos. Su grande y simpática figura es de aquellas que no pueden olvidarse. Aún quedan retratos suyos, que nos pintan el brillo de sus ojos vivos y meditabundos, rostro pálido y expresivo, cabellos largo , peinado sobre la frente, cuerpo fino, elegante y ligeramente encorvado por el trabajo; alma entusiasta y leal; corazon confiado y generoso; fácil ele engaüar, porque no pensaba nunca en el mal; carifi.oso, porque siempre se acordaba del bien. Tal es el retrato de Felipe Lebon. Puede decirse de él lo que de- • cia Voltaire de su héroe Zadig: (( Todos le admiraban, y sin embargo le querian. » Permítasenos resumir su vida en esta , frase de uno ele sus admiradores: (( Sup? adquirir mas aprecio que fortuna.>> La viuda obtuvo á su 1111.,JCrte una pension de mil doscientos francos, y quiso continuar la obra de su marido; pero á pe ar ele sus esfuerzos y ele su perseverancia, consumió en vano toda su energía, que se estrelló contra otros obstáculos y otras desgracias. ¿Se quiere juzgar el 1 desarrollo de la fabricacion del gas del alumbrado, que e debe :i Felipe Lebon? Ba te saber que la Compaiíía ele París da diariamente para el cousumo ele la capital un millon ele, metro cúbicos ele gas. Emplea para la manipulacion de los productos y para la fabricacion seis mil jornaleros, aparte ele los dos mil agentes destinados á la conservacion y al alumbrado .
238
LOS MARTIRES DE LA CIE ClA.
La inclu tria no solo lleva á las ocieclacles los admirables recursos que les proporcionan sus productos útiles, sino que contribuye á o tener el ejército de trabajadores que á ella se dedican. La extension que han tomado las máquinas en las nacione civilizada , ha producido en este sentido resultados admirables . Segun lo documentos estadí ticos oficiales, la fuerza ele las máquinas de vapor que actualmente funcionan en Francia, se leva á un millon quinientos mil -caballos ele vapor, que r presentan cuatro millones quinientos mil caballos ele tiro. Esta fuerza equivale al trabajo de treinta y un millones quinientos noventa mil hombres, n11mero diez veces mayor que nuestra poblacion industrial útil, puesto que la poblacion inclu trial de Francia se eleva hoy á ocho millones cuatrocientos mil habitantes, comprendidas las mujeres, los niños y los viejos; de modo que no hay mas que unos tres millones clo cientos mil trabajadores útiles . . Si hubiera que hilar á 111ano todo el a]godon que Inglaterra confecciona en un año por medio de sus hileras auto-motoras (sel/ acting), que fabrican hasta mil hilos á la vez, se necc itarian por lo ~eno noventa y un millones de hombres; es decir, la mitad ele la poblacion ele Europa. Una mujer que baga méclia con facilidad, no pa a de ochenta puntos por minuto; con el telar circular puede hacer hasta cuatrocientos ochenta mil. Consideranclo estas cifras prodigio as, se comprende el agradecimiento y la aclmiracion que debemos á los graneles obreros, demasiado olvidados por la historia, que han inau. guraclo por su energía y por su génio el reinado de las máquinas. Ca i todos ellos, sin embargo, han ido de conocidos, desgraciados y per eguidos en mayor ó menor escala. La historia del célebre barbero de Preston, inventor ele las primeras már1uinas de hilar, nos servirá de primer ejemplo.
RICARDO ARKWRIGHT.
o
239
Ricardo Arkwright, nació en Prestan, en el condado de Lancaster, en Inglaterra, el 23 de Diciembre de 1732. Tan pobre y tan desgraciado fué en sus primeros años, que tuvo que ponerse á servirá un barbero. Habiendo conseguido hacer algunas economías, pu_so por su cuenta en Manchester una tiendecita, en cuya muestra decía: «Al barbero subterráneo; se afeita por dos cuartos.>> Los otros barberos, al ver que se les hacia aquella competencia, rebajaron sus precios; Arkwright no se dejó vencer por ellos y se puso á cubierto ele toda competencia modificando su muestra en esta forma: << Se hace la barba por un cuarto.» Debe .creerse que el barbero no hizo gran fortuna afeitando á tal precio, porque poco despues empezó á recorrer el país comerciando en pelo que compraba á las campesinas, y vendiendo al mismo tiempo un tinte que había compuesto. Tenia una aficion decidida á la mecánica, y todos sus ratos de ócio los pasaba construyendo moclelitos de máquinas. Un dia encontró en su camino á un relojero llamado Kay, y esto le proporcionó ocasion de adquirir las nociones elementales que le hacían falta, permitiéndole consagrarse por completo á la construccion. Arkwright tenia una actividad infatigable: trabajaba todos los días desde las cuatro de la maiiana hasta las nueve de la noche, y á pesar ele su miseria -sus vestidos estaban hechos girones-logró hacer, en union ele Kay, la primera máquina para el hilado del algodon. Esta máquina fué expuesta en la sala de la escuela gratuita de Prestan. Al parecer, la fortuna comenzaba á sonreír al perseverante trabajador. En 1769, algunos industriales ricos le prestaron su ayuda; tomó privilegio p~r su máquina, estableció una fábrica de hilados de algodon en Nottingham, despues otras en Cromford, en el condado de Derby, y por último en las cercanías de Chorley. Muy pronto los industriales del condado de Lancaster formaron una verdadera coalicion contra él. Los jornaleros, cuyo ódio fomentaban algunos, le consideraron como un enemigo que iba á destruir la mano de
•
240
LOS MARTIBES DE LA
cm
CIA.
obra y determinaron perclerle. Una cua lrilla ele furiosos el truyó u fábrica, pero Arkwright sin desconcertarse continuó hilando sus algodones. Sus proclucto eran muy superior s á los de todos us competidores, y e peraba con paciencia el clia ele la ju ticia. Lo negociantes del conclado de Lancaster re.cha~aron us productos, abandonaron sus máquina , y s reunieron para perderle ante lo tribunales . Pero no por e o consiguieron clom'.1r la en~rgía del fabricante de hilados . Al fin triunfó. En el t ~rmino ele su•vicla, sus esfuerzos se vieron coronados por un éxito completo y en un gran número de distritos ele Escocia se construyeron fábricas ele hilados bajo u clireccion. Lo que le hacían competencia se vieron obligado á bajar la cabeza y a.do_ptaron su máquina que se usa to 1avia. Arkwright tenia tal fuerza de voluntad, que á los cincuenta año aprendió él solo la gramática y la ortografía. La mecánica y la construccion de la· fábricas habian absorbido hasb tal punto el tiempo de aquel ilustre artesano, que babia llegado á aquella ec1ac1 en la mas completa ignorancia ele lo primeros elementos de la literatura . El fundador ele las fábricas modernas de hilados-que segun acaba ele ver efué por algun tiempo perseguido y ele graciado, murió n medio ele los honores y ele las riquezas. A su muerte (el 3 de Agosto de 1792) dejaba una fortuna ele doce millones. Tan grande fué el impulso que su invento dió á la fabricacion de hilados de algoclon, que la importacion ele este artículo 1uc desde 1771 á 1780 había siclo en Inglaterra ele cinco millones setecientas treinta y cinco mil libras, se elevó desde 1817 á 1821 á ciento cuarent:1 y cuatro millones; ciento treinta ele ellos se con umicron en la Gran-Br taña. La disminucion de la mano ele obra que ha resultado del empleo de la máquina de Arkwright es incalcuble, y ha permitido producir los tejidos ele algodon con una abundancia desconocida en las demás fabricnciones (1). (1)
F. Raticr. E,wicloJJellia de las gentes de sociedad.
•
RICII RD-LE..\'OIR.
241
Richarcl-Lenoir re olvió introducir en Francia la industi-ia algodonera qu Arkwright babia fundado en Inglaterra. La vida de e te gran industrial es una verdad ra epopeya, lo mi 1110 que la del inventor inglés. Franci co Richard, conocido generalmente con el nombre U" Richard-Lenoir, nació·el 16 ele Abril de 1765, en Trelet, ayunbmiento de Epinay, en el departamento ele Cah-ado . Era hijo ele un pobre colono. Comi ioni ta de géneros ele novedad, camarero de una b tillería en Rouen y luego ele un café en Parí , supo á fuerza de economía reunir un capita__: lito, que dedicó á la aclqui icion de algunas piezas de bomba í inglés, que revendía luego al pormenor. A los ei me es .de •umcrcio babia realizado un beneficio ele . ei mil franco ; p ro víctima de fraude y de manejo poco honrado , por parte de un negociante con quien tenia relacione de comer~io, e tuvo muchos años pres en la Force, que era entonces la cárc 1 para lo cleuclore . Habiendo r cobrado en 1790 su libertad y u crédito, volvió á vender tela , reunió de nuevo algun dinero y e a oció con un negociante llamado LenoirDnfre ne. no de los ramo mas lucrativo de u comercio, con i tia en la venta el tejidos de algodon, que compraba en foo·la.terra. Entonce concibió Richard el atrevido proyecto de confeccionar lo tejido por í mi mo: hizo que le ayudaran alo·uno jornaleros ingle es, se dedicó con entusiasmo á sus nsayo. y obtuvo un éxito upcrior á lo qu se podía esperar. Dnjo la razon ocial, Richarcl-Lenoir e tabl ció una fábrica el hilado , y pro peró ha ta tal punto, que cada a ociado llco·ó :ir alizar cuar nta mil francos fo ganancia al mes, epric1ueciénclo e y librando al mismo tiempo á la Francia de un impu to onero í imo. L noir murió n 1 06. Richard con ervó el nombre de u sócio y continuó olo la obra que habian omenzado junto . La f rtuna de Ri harcl-L noir babia ll gado á u apojeo; resohió a.o-r o·ar á u. inclu tria el cultiYO del algodon, com3t
242
LOS MARTIRES DE LA CIE CIA.
pró semillas americanas, las plantó en Italia y en 1808 consiguió_ importar en Francia mas ele cincuenta mil balas de algodon. En aquella época el gran inclu trial ocupaba por lo m nos veinte mil operarios, y gastaba un m.illon ele franco al mes. Napoleon, que queria fomentar el cultivo del algoclon en lo departamento meridionales, impuso un derecho de entrada á aquel producto. Entonces comenzaron los apuros para Richard-Lenoir; para hacer marchar seis fábricas, tuvo necesidad de tomará pré tamo muchos millones; los desa tres de 1 13 contribuyeron tambien á arruinarle. En los sucesos de 1814 desple 0 ·ó, como jefe de la legion octava, una notable energía, que hizo crecer aún su popularidad. El Reglamento de 23 de Abril de 1814, impue to en cierto modo por los extranjeros, suprimia enteramente y sin inclemnizacion alguna pata los peijudicado , el derecho sobre los algodones. Aquel era el golpe de muerte para el gran industrial: el 22 de Abril tenia todavía ocho millones le u propiedad; el 23 no tenia ni un céntimo. A pesar de su filosofía, de . u energía, de su perseverancia, no logró nunca reponerse. , ivió retirado, mi era.ble, obligado á aceptar una pen ion de u yerno, y de esperado al ver que tenia que contener los impul os de una actividad ya completamente inútil. El 19 de Octubre de 1839, pasó á mejor vida: un gran número de obreros acompañó hasta la última morada á aquel desgraciado in lustrial, cuyo recuerdo quedará como una de las grandes glorias de la industria francesa (1). Jacquard (2), el modesto y noble Jacquard, es tambien una de esas fi 0 ·uras cuyo nombre no e puede pronunciar sin re peto y sin emocion. Siendo aún muy jóven, e pre enta ya como un modelo de trabajo, de ingénio y de perseverancia: empleado sucesivamente en casa de un encuadernador y en (f)
(2)"
Memorias. de Richard-Lcnoir.-Almacen pintoresco, !845. ació en Lyon el 7 de Julio de 1752.
JACQUARD.
243
la ele un fundidor ele tipos ele imprenta, observa, combina: y perfecciona constantemente la herra1nientas que se presentan á sus ojos. Un clia e encuentra por casualidad en cá ·a ·ele un cuchillero: y ve que cada cuchillo pa a entre la manos de tres ó cuatro operarios ante de fijarle en el cabo-: ai clia iguiente ha dibujado ya el plano completo d una ~áquina, que puede hacer en cinco minutos el trabajo ele cua...:. tro obreros durante todo el clia. El cuchillero, demasiado pobre para hacer con truir aquella máquina, se contenta cori conservar el modelo que sus operarios clestrozan·muy p~·onto; temiendo que la invencion, simplificando el trabajo, no haga bajar el precio de lo jornale . Jacquard habia nacido im·entor, y la idea de perfeccfon s desarrollaban e pontáneamente en su ima 0 ·inacion. De de muy jóven se preocupó del arte de lo tejido , pen ando ~n lo medios de implificarl . Su padre era tejedor de tela brochadas ele oro, plata y cela; cuando murió u madre, cmp~zó á ayudar en u trabajo al autor ele u dia . o tardó n~u:.. cho en moriré te, víctima de una laborio a carrera. Eljóven, que se encontraba dueño de sí mi mo y en po ooion de una pequeña herencia, se casó con la hija de un armero, llamado Boichon. Jacquard amaba á e ta jóven, y creyó á u padre cuando le prom tió un dote que no le dió jamás. Afortunadamente el humild arte ano encontró en u mujer algo que valia mas que la fortuna; un amor de interesado, la abncgacion y la energía en la de gracia. Tuv_o la felicidad ele hallar una compañera que tuvo fé en él y up so tener iempre su valor en el momcnt d la contraricdaele . . Jacquarel qui o montar un taller ele ropa hecha · pero no tenia espíritu práctico el negociante; 1 éxito de aquella tentativa fué malo; e llenó de deuda , e vió en la mi eria y tuvo que ponerse á servir en casa ele un fabricante ele cal de la Briche. Le era preci o vi ir. Para ganar el pan ele cada elia, Jacquar l se veia reducido
•
244
LOS i\IARTIB.ES DE LA
cm
CIA.
á la condicion d un simple obrero; chanclo combu tible en los hornos ele cal, mientras que u mujer hacia sombrero de paja en Lyon. Pero aún le e peraban dias mas dramiticos y mas funestos. Acaba de empezar el año 1793: la gran Rc-rnlucion, que se desnaturaliza, engendra el Terror: los girondino uben al cadalso; Lyon, lo mismo que Caen y tantas otra ciudades, murmura y s rebela. Jacquarcl hace lo que Lyon. Partidario de la Revoh1cion p ro enemigo del Terror, abandona la montaña, se une á us hermanos y toma parte como sim pl soldado en aquella lucha heróica el~ se enta clias, que lo habitante de L on osti n n contra la Convencion. Lyon e vencido. La guillotina e in tala en la plaza de 'rerreaux; todo cuantos han combatido son per eguiclo y condenado . Jacquard, denunciado, tiene necesidad ele ocultarse con u hijo ele diez y siete años, y puede al fin huir con él, para alistarse ambo n el ejército del Rhin. Jacquard combate con valor por la Francia: tiene el dolor de verá su hijo, á su hijo único, caer mortalmente herido por unn. bala enemiga y expirar en sus brazo . El de gra iado padre, sin e peranza al 0 ·una cae enfermo, se consume en lo ho pitales y vuelve á Lyon, donde 1 dan . la noticia ele que u ca a, como tantas otra , ha ido pre a el las llama . A fu rza de trabajo encuentra por fin á su e pos:i., y llega por último 1 instante de una union duradera. La. calma renace por todas partes; con la tranqu ilidad cobra nuevo aliento la indu tria ele la seda, y pronto Jacquard va á darle un nuevo impulso. La idea que había concebido el gran im entor, y que olo pudo realizar de pue de numerosas tentativa , tenia por objeto sustituir un órgano mecánico á la obr ra ó al muchacho, que en lo telare Je eda quitaba lo lago , e pecie de lazadas atJ.das á cuerda , llamadas samples. La ingenio as combinaciones qu pu. o en juego para con. truir u nue o t-elar,
JACQ ARO.
24;i
on ciertamente el fruto d un gran g '•nio m camco: un ist ma el a 0 ·uja · y de gancho , r emplazaban al trabajo fatigoso y mol to ele la quitadora ele la 0 ·o ; suprimia tambien . la lectora de dibujo , evitando a í lo ga to ele una mano el, obra carí ima, realizaba para el fabricante una economía el cincuenta por ci nto. La nueva máquina obtuvo un éxito grandí imo en la Expo icion ele producto ele la indu tria naional de 1 01; Expo icion notable, qu eñaló para nue tro paí una ra ele regeneracion para el capital y para 1 trabajo; un noble inglé , Fox, la vi itó con una admiracion, que elaba la medida de lo progre o realizado . La máquina de Jacquard, que el in-ventor llamaba la quitadom de lagos, recibió una medalla ele bronc : otra máquina, el biela al mi mo ingénio y ele tinada á fabri ar r le de pe ca para el mar, fué pr miada c n la gran medalla de oro. i Jacquarcl hubiera 1uerido, tenia la fortuna entre las mano ; pero era de aquello qu dejan á otro explotar u inv nciones, y que prefi r n trabajar en lo d cubrimientos á r alizarlos. Ademá , tenia una prefcr ncia marcada por u telar, el 1 que montó muy pronto un mocl lo en L on. En 1 02, la consulta reunida n la capital d 1 Ródano, fué á vi it'.l.r 1 telar, acompafíada del mini tro el 1 Interior, del arnot. Poco tiempo ante no habia qu rido é te dar ilu tr r · clito á los maravillo o re ultado mecánico obtenido on la nueva invencion, y habia dicho á Jacquard coi~ cierta ironía: « ¿Ere tú el qu pret nd hac r un nudo con un hilo tirado?>> Carnot se orprendió, y e convenció al ver la máquina. El pr focto del Ródano, que habia comprendido todo el alean del nuevo invento, alentó á Jacquard y le envió á Parí .para continuar sus trabajo y su investigacione . El iiw ntor lyon · e instaló n el Con ervatorio de Arte y Oficios, donde vivió mas ele dos año re tauranclo la máquinas y los modelos. Ningun cargo podia ser ma favorabl á
246
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
sus trabajos. Jacquard, no solo desmontaba y componía las máquinas, sino que las perfeccionaba, las trasformaba y á ·mees reemplazaba algunos órganos por otros mejor ideados. J?e este modo se le vió inventar las máquinas para tejer las cintas de terciopelo ele dos caras y las máquina ele triple lanzadera para la fabricacion ele tejidos ele algoclon. Una de sus ocupaciones, fué componer y montar ele nuevo el famoso telar ele Vaucanson, aquel célebre mecánico que asombró á todos sus contemporáneos, con sus inimitables autómatas. En 1804, volvió Jacquarcl á Lyon, donde encontró un ca_pitalista honrado y confiado, Camilo Pernon, que abrió al :fin á su telar el dominio ele la práctica industrial. Jacquarcl se puso en comunicacion con la Junta de Comercio y el Consejo municipal: una comision formada ele los fabricantes mas hábiles, examina el nuevo mecanismo, y su clictámen le es favorable por unanimidad. Poco clespues, un decreto imperial, autoriza á la aclministracion municipal ele Lyon á comprar á Jacquarcl el privilegio de su procedimiento, por una renta vitalicia de tres mil francos. De este modo, su privilegio se hacia del domino público. El desventurado inventor, cambiaba un descubrimiento que le había costado quince años ele fatigas, de privaciones y de miseria, por un pedazo ele pan. Pidió al gobierno que le concediera además, una prima de cincuenta francos por cada telar de su in vencion. «Hé aquí uno, que se contenta con poco,>> elijo Napoleon al firmar el decreto. Hénos ahora llegados al momento de las graneles pruebas para el desgraciado Jacquard. La aparicion de su máquina, produjo un verdadero pánico en la clase obrera. Por todas partes decían que el nuevo sistema condenaba á la inaccion y reducía á la miseria á todos aquellos que ganaban su vida tegienclo telas ele dibujo: por todas partes se prorrumpía en gritos ele amenaza contra el inventor. Era un traidor, que vendía el pobre obrero al rico fabricante y que él mismo se
•
JACQUARD.
247
vendia al extranjero . ¡Pobre Jacquard! ¡ven~erse al extranjero él, que sacrificaba á su hermanos y él mi mo se entregaba en brazos de la desgracia! ¡E te era el premio de su génio, de sus desvelo , de sus lágrimas, de su desinterés, de su patriotismo! El ódio crecia á u alrededor, como un torrente impetuoso, y estuvo á punto de arrastrarle en su corriente. o podia salir por las calles de Lyon; le silbaban; le insultaban públicamente . n dia cerca de la puerta de Saint-Clair, un grupo ele desalmados, se arrojó sobre él y le arra tró hasta la orilla del Róclano . -¡Al agua, al agua! gritaban aquello furio o . Sin la intervencion enérgica de algunos hombres de corazon, le hubieran arrojado al rio. Jacquard poclia abandonar su ingrata pátria, poclia salir :le Lyon, teatro peligroso para él de injuria y ele amenazas, y llevarse su invento como un tesoro, cuyas riquezas hubiera prodigado en otra parte. o lo hizo sin embargo. Supo de afiar el ódio con calma y prudencia. o dudaba de que un clia llegaría la hora de la ju ticia: se decia que su máquina creaba la abundancia y la baratura, que produciría mas trabajo, y por lo tanto, mas-;jornale ; que duplicaría el trabajo, corporal impue to á los obreros y que al cabo e le haría ju ticia. Jo se equivocaba. El telar ele Jacquard, ha tra formado la inclu tria del tejido y restaurado la fabricacion de la seda en la ciudad de Lyon, cuya riqueza indu trial con tituye hoy. Jo solo en la capital del Ródano, sino tambien en Rohan, en aint-Quentin, en Elbeuf, en Sedán, en Manchester, en Berlin, en Mo cou, en San Peter burgo, en América, en la India, y hasta en China, debe acciones ele gracia la indu tria reconocida á Jacquard. El modesto inventor, de pues de haber recobrado el aprecio de todos, se retiró á Oullins, en las cercanías ele Lyon,
2-i8
LOS MARTU'\.ES DE LA C!ENCL\.
donde acabó su vida, cuidando ele su jardín. Cuando los extranjeros iban á verle, les enseñaba como trofeos suyos, sus meda1las y s"u cruz de la Legion de honor. Vivió así honrado y aclmirado, hasta el momento en que se entregó al ueño eterno, el 7 de Agosto de 1834 á la celad ele och nta y dos _ años (1). La ciudad ele Lyon, elevó á Jacquarcl una estátua; pero poco despues, sus parientes sin recursos, fueron completamente abandonados. A los veinte aüos ele su muerte, sus dos sobrinas, reducidas á la miseria, tuvieron que vender por unos pocos billetes ele cien francos, la medalla de oro que Luis XVIII babia concedido á su tio . La suerte del inventor de las hileras para. lino, fué mas triste acaso que la del creador de la industria ele· la ·eda. Felipe de.Girard, nació. cn ·Lourmarin (Yaucluse,) el 1.º de Febrero de 1775 . Era una de esas naturalezas privilegiadas, cuya vasta inteligencia, abierta á todos los cstucl!os, tenia para todo un asombroso espíritu de. invcncion. Desde su niñez, el futuro ingeniero, del mismo modo que Newton, construia máquinas y especialmente rucclccitas que hacia moverse en un arroyo: á los catorce aüos, ideó un aparato curiosísimo, destinado á utilizar el movimiento de las olas. Tenia una sorprcnq.entc aptitud para las ciencias y las artes y con igual éxito cultivaba la mecánica, la botánica, la pintura, la escultura y la poesía. Los acontecimientos de la Revolucion francesa, sacaron á Felipe de Girard de la tranquila existencia de su casa paterna. Despues de haber tomado las arma contra los revolucionarios del Mediodía, tuvo que abandonar la Francia en union de su familia. Obligado á sostener á ésta con los exclusivos recursos de su trabajo, tan pronto pintaba en Mahon, en la isla de Menorca, como establecia una iábrica de jabon en (1) 1emorias ele la Academia; 1801, 1806.-Vida de Jacr¡iiarcl, por H. Bauclrillart.-'-lfachette, 1866 .
JUAN FITC[l
Se suicidรณ arrojรกndose al agua.
32
''-.
--
FELIPE DE GIRARD.
25{
Liorna. Y al mismo tiempo, y aunque no tenia mas que diez y ocho años, se hacia ya notable por sus descubrimientos. Ya habia inventado una máquina para grabar en piedras duras, un aparato para reduccion de estátuas y un condensador eléctrico. · De vuelta á su hogar, despues del 9 de Termidor, instaló una fábrica de productos químicos en Marsella, y creía ya asegurada su tranquilidad, cuando el 13 ele Vendimiario tuvo que abandonar su pátria por segunda vez. Refugiado en Niza, obtuvo, en virtud ele dos concursos sucesivos, la cátedra de química y la de historia natural que allí se crearon: y despues del 18 de Brumario, volvió á Marsella, esplicó allí un curso de química, y no tardó mucho en ir nuevamente á París. La exposicion de 1806, puso de manifiesto sus ingeniosísimos inventos. Expuso en ella, un nuevo anteojo acromático, chapas de palastro, pintadas y barnizadas por un nuevo procedimiento, y las famosas lámparas hidrostáticas de nivel constante, que hicieron en aquella época una verdadera revolucionen el arte del alumbrado. Por primera vez se usó en ellas la bomba de cristal raspado, cuyo empleo, se ha hecho posteriormente universal. Poco despues, Felipe de Girard, obtuvo de la Sociedad del Fomento de la Industria, una gran medalla de oro, por una máquina de vapor que había construido con arreglo á un p1'0grama determinado. Queriendo Napoleon, en 1810, dar el último golpe á la industria algodonera ele.los ingleses, á los cuales habia conseguido cerrar todas las puertas ele la Europa por el bloqueo · continental, publicó el decreto siguiente, inserto en el Moniteitr del 12 de Mayo: «Consagrando un interés especial al progreso de las manufacturas de nuestro Im• perio, que emplean el lino como primera materia, y considerando que el único obstáculo qtte se opone á que reunan la baratura á la perfcccion de los productos 1 pro-
'
252
LOS !AH.TIRES DE L.\. cmNCI,\.
c_edo de qu~ no so han aplicuclo aún al hilado tlel lino, 1m\quinas como las usadas para ltilar ol al~odün, hornos docrelatlo y decretamos lo siguionle: Artículo primero_. ·Se dará un premio ele un millon do francos, al inventor de la me]or máquina para liilar el lino, cualquiera que sea su mcionalidau. Art. 2.º Di cha canliclaJ. ele un millon de francos, queda á dispoJiCion ele nucslro ministro del Interior, para los efectos de esla ley. Art. 3.° El presenle decrelo, se traducir,\ á lodos los idiomas, y se rc!mitirlÍ á nuoslros embajadores, ministros y cónsules, para que se haga público en los paises extranjeros. · Art. 4.° Los ministros del Interior, del Tesoro y de Negocios Extranj eros, quedan encargados de la ejecucion del presente decreto .>>
Pocos dia despues de la publicacion del pr sente decreto, Felipe ele Girarcl, que tenia entonces treinta y cinco años, estaba en Lourmarin, en casa ele su padre. Mientras su familia almorzaba, llegó el periódico que contenia aquel magnífico rito_al espíritu ele invencion, sin cxclusion de pueblo alguno. Mr. ele Girard, entregó el periódico á su hijo, diciéndole: «Felipe: ahí tienes algo que te atafi.c.» Despues ele almorzar, se paseaba éste solo, decidido á resolver el problema. Jamás se habia ocupado ele nada que tuviera relacion con la. industria de que se trataba: pensó al principio en leer cuanto se hubiera escrito acerca del asunto; pero pronto comprendió que la oferta de un millon, demostraba que no se habia llegado á nada satisfactorio; y prefirió ignorarlo todo para conservar la independencia ele su imaginacion. , olvió á la casa, hizo que le llevaran á su habitacion, lino, hilo, agua y una lente fuerte, y mirando sucesivamente el lino y el hilo, se dijo: ce Es necesario que con esto, haga esto otro.)) Despues ele haber examinado el lino con la lente, le mojó, volvió á mirarle, y al dia siguiente, cuando estaban almorzando, dijo á su padre: «El millon es para mí.» Despues tomó algunas hebras ele lino, las descompuso por la accion del agua, de modo que se separasen las fibras elementales, las hizo retorcerse una con otra, formando un hilo extrem~damente delgado_, y_añadió : «Tengo que hacer con una máquina_, lo que he •
FELIPE DE GIRARD.
253
hecho a.hora con los dedos, y ya he ideado la máquina.>> Así era; el gérrnen ele la máquina, ya babia nacido en su cerebro (1). Dos meses despues, pedia un privilegio. Lo mejor quepodremos hacer, para dar una idea de su invencion, es dar la de cdpcion ele su principio, segun la dió el mismo inventor: (<Todo el sistema actual ele hilado del lino, dice, se funda en dos principios esenciales: el primero que sirve de base á todas las operacion·es preparatorias porque el lino pasa, desde el cardado hasta el último torcido, ó el hilado, ·en fin, exclusivamente es el e tirado en seco, por medio de cardas móYilc sin fin; único procedimiento que se ha enco1 trado hasta el dia para distribuir uniformemente en una longitud indefinida, las hebras de lino cardado, sin alterar su paralelismo; el segundo, único que ha hecho posible el hilado mecánico el 1 lino, hasta un grado de finura ilimitado, es la descompo. icion que producimo en el lino grueso, por la inmersion, ya en una legía alc::i,lina, ya simplemente en agua fria ó caliente; inmersion que trasformando el lino, por decirlo así, en una su tancia di tinta, permite desp_ues estirarle conio el algodon, entre cilindros pr 'ximos, fMmando ele este modo, hilo incomparablemente mas finos que los que pueden obtener hilandó las hebras ele lino en su longitud primitiva, como se hacia en cI ·antiguo procedi111iento inglé . Estos dos principios fundamentales, absolutamente desconocidos en la fábricas ele hilados que se habían tratado de establecer antes del gran ptemio propuesto por Napoleon, se encuentran anunciados por primera vez, en mi privilegio d inv ncion de 18 de Julio de 1810:)) La máguinas ele Felipe de Girard, instaladas muy pronto fábricas de ·hilados de París, fueron la realización de clo pn ·tos dos p11.ncipios fundamentales: De entonces ácá, · han ( 1) l'fot-icia ncrrqlq_qir_a sobre Felipe de Girard, por Ampére. Diario de los Deba· es {le 30 de Noviembre tlc l8t5.
254
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
trascurrido setenta años: las primitivas invenciones de Felipe de Girard, viven todavia sin variacion, y hoy, como entonces, constituyen las condicioJles indispensales para la existencia del hilado mecánico del lino. Pronto tuvo lugar un hecho ignominioso. El gobierno, sorprendido al ver que un sólo hombre habia resuelto con tanta rapidez un problema, por cuya resolucion, habia ofrecido tanto, publicó un programa que subdividia la recompensa imperial de un millon, y exigía entre otras condiciones extraordinarias, que el hilo -tuviera cuatrocientos mil metros en kilógramo; y que este prodigio se produjese con .u na economía de o<!ho décimos relativamente al p,recio del hilo hecho á mano. Felipe de Girard, protestó; pero llegó la caida del Imperio, y cuando debia entregarse el premio, «ya no se encontró, dice con mucho ingenio Mr. Thiers, hablando de nuestro desventurado héroe, el millon que se babia ofrecido.>> A pesar de una injusticia tan irritante, Felipe de Girard, continuó consagrando su genio al bien de la Francia. Cuando en 1813, se prepararon los extranjeros á invadir nuestro territorio, inventó la~ armas de vapor, cuyos ensayos tuvieron un éxito admirable ante el general Gourgand y muchos oficiales de artillería. Hay una notable analogía entre aquellos aparatos mortíferos y las ametralladoras modernas, que les deben su orígen. La máquina modelo ele Felipe de Girarcl, hacia ciento ochenta disparos por minuto, traspasaba á diez pasos el palastro de que se hacen las cotazas, y á cien pasos una tabla ele cuatro centímetros de grueso. Habiendo emitido la comision. un dictámen favorable, se mandó que se construyesen algunas de estas máquinas, consignándose los fondos neeesados para ello; «pero por mucha que fuera la rapidez de la invencion y de la ejecucion, dice Ampére, la ce-, leridad de los acontecimientos, fué mayor todavía.>> Para sostener la invencion del hilado mecánico del lino y para hacer un gran número de ensayos, habia gastado Gi-
FELIPE DE GIRARD.
2ti5
rard su fortuna entera y la de sus hermanos, que habian con~ siderado como un motivo de orgullo, prestarle su cooperacion. ¿Podría creerse? Aquel hombre útil como pocos, aquella gloria científica de Francia, fué preso en medio ele sus talleres, por causa de las deudas que habia tenido necesidad de contraer, para llevar adelante su invencion, y se le encarceló en Santa Pelagia. Cansado de tantas iniquidades, aceptó el ofrecimiento que le hizo Austria, ele organizar en Viena la industria 'de los hilados de lino. Partió, pues, con el corazon lacerado, llevándose la mitad de sus máquinas y crejando á sus hermanos la otra mitad para que las esplotaran en su ingrata pátria. Estos no pudieron conseguir que el gobierno les hiciera un préstamo, y tuvieron que consentir en la ruina completa de la industria. Por su parte, Felipe de Girard, no vió tampoco realizarse en Austria las esperanzas que habia concebido, en virtud de las promesas que se le hicieron: «pero no por eso dejó de proseguir con una actividad maravillosa, el curso de sus invenciones. Completó sus trabajos sobre hilado del lino, con una máquina de cardar, que pasado algun tiempo, perfeccionó mas aún. Anticipándose á la navegacion de vapor, establecida hoy en el Danubio, hizo subir por este río desde Pesth á Viena, un buque movido por una máquina en la cual empleó por primera vez, los generadores ele vapor, compuestos ele tubos estrechos que habia inventado y que hacian inofensivas las explosiones (1).>> El emperador de Rusia, le llamó á Varsovia poco tiempo despues, con objeto de establecer en aquella ciudad una gran fábrica de hilados. El inventor acababa de saber que los acreedores iban á vender en Francia todas las fincas de su familia que ésta había hipotecado, en la confianza de que se realizaría el decreto de 1810; y aceptó-para salvar ele la ruina la. antigua casa de sus padres. En Polonia, se hizo suma1nente (i)
Amp6rc. Nolicia biográfica.
-2;i6
LOS MARTIBES DE LA CIE 'CIA.
' popular: ac ptó el cargo ele ing niero-j fo de minas n aqu 1 paí ; pero al pr tar juramento, re crvó expresament la cualidad de francés. Como ingeniero mecánico, instaló una gran fábrica 1e hilados, alrededor ele la. cual, se con truyó una ciudad que lleva u nombre: Girardow . Continuó haciéndo e notable, por una porcion de im·ento útiles, ta1e como un aparato para extraer el jugo ele la r molacha : una nue-..a rueda hidráulica, le tinada á apro-..ccbar la caicla de agua; perfi ccionó la metalúrgia del zinc; construyó en la fachada del palacio lcl Banco, en Varsovia, un termómetro gráfico y un meteorógrafo en el Ob ervatorio ele e ta ciudad; inyentó un apara.to para construir las cajas do fu il, una máquina para tornear lo cuerpos esférico , con una preci iou m~temática; un i tema para calentar el vi nto en lo horno alto ; grande máquinas ele vapor sin balancín, turbinas ele remolino, (1) una máquina de calcular, máquinas para de enredar, estiraré hilar las estopas, un dinamómetro gráfico, máquinas para hacer ladrillos, graneros para tdgo, hil ras para alambre, etc. En 1844, volvió á Francia, pobre siempre. Cuatro aüo. antes, había publicado un folleto en que r ivindic~ba en ··rgicamente todos s~s derechos, y que tenia por título: Afemoria al rey, á lo ministros y á las córtes, obre la prioridad que corresponde á Francia en la invencion de la máquinas para hilar linn.
«Reclamo, dccia, para mi país y para mí, esta invencion qu todos- lo pai es de Europa, excepto Francia, han reconocic1 .como franco a y como mia.>> En 1 42, la Sociedad para el fomento de la inclu tria . e · (l) Eslas lurbinas que han lenido luego poca aplic:icion y que perlenecen :í la clase de las Lurbiaas culerianas, pero que rc_cibian el agua por la parle baja y la arroj:tlnn por la superior, no deben confundirse con las turbinas de Calbou • Giraril, ni 011 las de L. D. Giran! mucho mas imporlanles, y que corresponden á las llam1das hidroneumfüc:is. Felipe de Gi.rnrd esLableció nlrrunas rlc las su •a· movida por ub:ijo eu Polonia auLes de 1843. (IV. del 1'.)
FELIPE DE GIRARD.
2;j7
clec:iclió por fin á proclamar _la v rclad: en 1 44, on oca.·ion de la Exposicion inclu trial d Parí se admiró la máquina para cardar 1 J? lipe de Girarcl. Pero el ele graciado itwentor, era ya ntonce un anciano ele e enta y nueye afio , ""J vivia del producto de una pensfon de retiro que le pagaba Ru ia, á ma ele al 0 ·uno mile d franco , que la ci d::tcl d Inv ntor s le babia dado, como una limo na. Murió al afio tonta, in que su amigo hubieiguient á la edn.cl el ran podido nunca obtener para él, la cruz de la Legion de honor. En 1 49, (cuatro año de pue de muerto Felipe de Girarcl,) se proclamaron olemnemente su der cho . En 1853, es decir, cuatro aü ma tarde, l Cuerpo legi lativo votó una recompen a nacional á lo heredero del gran inventor: ¡Amarga burla! Jo é Je Girad, el hermano mayor de Fclip , tenia entonce noY nta y do año y murió al afio siguiente: su hermano Federico, había muerto ~ntes (1). En la li ta c1e lo inventor s que han contribuido :i perfeccionar la máquina de hilar, cardar tej r el al 0 ·oc1on, no deb mo omitir á Josué Heilmann (2). Contra lo que generc1,lment sucede :i lo inventore , tenia una fortuna que e el Yaba, tanto por u patrimonio como por la dot de u muj r, á unos quinient s mil francos: pero se habia dejado aluinar por el demonio de la inYencione . Heilmann que vivia en el centro de las fabrica alsaciana , supo que lo principak im1u trial de la localidad, ofrecian un premio de cinco mil franco , al con tructor de una máquina nueva para caruar l al 0 ·oc1on. La carda que e u aba entonce , no podía serYir para r reparar 1 algotlon en rama y ademá oca ionaba un ele pcrdicio con iderable. H ilmann se propu o optar al ( 1) Esl1 renl1 se ¡ngó ¡\ las sohrin:i:-1 del gran inveolor .-Cll'lplal. Ili toria de la ilulustria (raiicesa, t. 11.-L. Louvrl.. !1iogra(ía tmiver al.
(2)
ació en Mulhousc n 1796. 33
258
LO :.UARTIBES DE LA CIENCLA.
premio. o eran aqu llo in embargo, u primero trab:1jo : ele pue· de hab r dirigido un tall r para la con truccion ele máquina , babia inyentado ucc irn.m nte una muy curiosa ele bordar, en la que funcionaban á la vez veinte a 0 ·uja ; un t lar perfeccionado; una máquina para medir y plegar la. tela y otra para arrollar la. frama. u tela1· para fabricar á la yez do" pieza de t r iopelo, habia llamado mucho la atencion; pero el nueyo problema 1ue . e proponía Heilmann, era rnuchó mas dificil de lo que 61 suponía. Tuvo que con agr.1.r mucho años á u re olucion, en la cual se empeüaba con tanto mas ahin o cuanto ma di. tantc e hallaba ele con eguir u objeto. Era nece ario hacer experimentos co to os; con truir aparatos d ensayo y repetir. á cada momento la tentativa . Heilrnann e comprometió á ·a to de tal cuantía, que toda u fortuna, inclu a la dote ele su mujer, tuvo que invertir en u experimento . R c1 u ·i lo bien pronto á la mi. ería, se ,ió obligado á pedir prestado para vivir, á varios amigos; y por ntoncc , tuvo tambicn la d' 0 Tacia de perder á u e po a, por lo ual, se decidió á abancl nar su pátria y á marchará Inglaterra, donde cr ia ncontrar una profe. ion que le diera lo nece ario para mantener á sus do hija . e fué, pues, á Manche ter: la id a de u máquina para cardar, le pr ocupaba i mpre y ab orbia todo ' U pen amiento . Construyó un modelo para un fabricante ingl ;s, pero recibió un nuevo clcsen°·afio. Vokió á Francia para. verá u familia; pero do quiera. que se hallaba, no pen aba ma que en la r solucion ele aqu l problema qu le perseguía como una id •a fija . Sentado una noche al lado de. u ho 0 ·ar, meditando obr · la tri te uertc de los ün-entor s, advirtió qu in clars cuent 1. de ello, e taba ob eryanuo con la ma Tor at ncion á u bijJs, que se e tabn.n peinando y 1ue con una mano muy lig ra y in la mas pequ íla dificultad corrían l p ine entr u largos cabellos. «Si pudiera, pen ·ó, imitar con buen éxito n u11a máquina, esta man ra d ali. ar lo a1 llos laro·o y 1 re-
259
chazar los cortos, por el movimiento inverso del peine·, verdacleramen te que habría s1liclo ele mi ar uro (1). » Entonces volvió á . u trabajo: ele pue ele siete aíio ele e fu rzos, in,,entó al fin el mecanismo, sencillo en apariencia, pero en realidad muy complicado de la.máquina para cardar: sin embargó, aún tuvo que tardar niucbos años para llegará u modelo definitivo. E· verdad que e to alcanzó tal perfcémejore ya. E nececion, que apena puede e perar e que s~trio confeccionar esta máquina maravillosa para apreciarla y para descubrir la analogía que exi te entre u mecanismo y la accíon que le in piró. eguo la ex.pre ion ele un eminente ino·eniero .inglés, la máquina ele Heilmann trabaja, «con una delicadeza ele tact , ca i igual á la de lo dedo ele una pcr. ona:>) Carda el l.!erco de algodon ele extremo á xtremo, coloca us :filam nto en una po icion ele paralili mo perfecto, efectúa la cparacion d la fibra larga y la cortas, y retine unas y otras en manojos distintos. Lo hila,ncleros ele Manche ter comprendieron de de luego la Yentaja y el mérito le la nueva máquina. Habiéndola adoptado uno c1 lo principale , e reunieron otro seis y mpraron el privilegio n ctcciento cincuenta mil franco . Lo hilandero ele lana dieron una cantidad igual por apliarla á la lana, y lo' fabricante de Leed pagaron quinicnto mil francos por el derecho ele aproyecharla para cardar el lino. Josuó Heilmann vió á la riqueza entrar e por us puerb , pero n pudo aprov"charla, p~rque murió en el momento n que el éxito v nia, á coronar de un modo tan brillante su a 'Ícluo tralnjo . u hijo, que habia participado el u mi eria d su fó, mmió muy poco tiem1 o ele pue (2). Entre lo d "' cubrimiento indu trial s, hay alguno que no han alcanzado tanto r alce; pero que bajo una apariencia ma mocle ta, ofrecen, in embargo, un interés inmen o, por ( l) (2)
amnel Smiles Self-Tlelp. ~fa 0 asin Pilloresquc, J 60.
•
260
LO
~I.\fiTffiE
DE L.\ CIE~CIA.
la importancia ele lo r . ultados que ·han producido. ·La máquina el co er pert n ce al núm ro le e to . La bi toria a ·u oi-ío· n no 11 yará como por la mano á hablar ele un hum"ilcle ·y val ro o arte ano, que es 1 v rdaclero inventot· le este precioso aparato. Bartolomé Thimonnier, hijo ele un tintor ro el Lyon, nació en el Arbr 1 (Ródano) en 1793. Eu su ni1iez hizo alguno lig ros e. tuc1io en el eminario ele :1n Juan, y de puc. e hizo a tre en Amplepui (Ródano), n cloncle vi via su familia de de 1795 . • La familia de Tarare, hacian b rclar con ·g.:rncho en bs montaiía del Lyonnai , una por ion ele tela . Thimonnier concibió entonce la idea del co iclo m cánico, y trazó una máy_uina muy s ncilla, que reemplazaba la máquina ele la bor·a a lora, y que podía aplicar tambien á co cr los vestido . En 1825, Thimonnier vivia en Saint-Eticnne (Loire). El sa tre no conocia ni lo primeros rudim ntos ele la mecánica; durante cuatro afio consecutivos no trab:tjó casi en su ta11 r en la profe ion que mantenía á su familia; y pasaba ca i toclo su tiempo en un pabellon ai laclo, ocupado en una cosa ele la que á nadie había dado conocimiento. De cuidó sus negocio , sn arruinó, perdió u créclit y ha t:1 e Yió cadu íio ele u lificado de loco. ¡Qué importa! En 1829 yn. saca un 1830 En .. 1 hcrramientnueva una aclo cr ha idea: pri vilcgio el inyencion, para un aparat p:trci coser rnecánim nte á punto ele cadeneta. En aqu l mom nto Mr. Beaunier, in pector ele mina del L ire, que e hallaba en Saint-Eti nne, tuvo oca ion el ver funcionar aquel aparato. El hábil ing ni r so ·p chó el ele lu go la importancia el aquel des ubrimiento, y e ll vó á Thimonnicr con io·o á París. En 1 31 la ca a German P tit _ y Compañía, dirigida por Thimonnier, e tabl cia ci1 la call ele Sevres un taller ele ochent3, m.íquina cle co er, para confeccionar lo vestidos ele la tropa.
THIMO,
1
IER.
261
Por ntonces, las co. turera , lejo ele aceptar las máquinas el co er, c mo aux ili ar · d 0 ·ran utilidad, , eian n ellas por el c ntrario comp tidora p •ligro a. , y e amotinaban much:1, veces, rompiendo cuant s pxlian. La má1uina de Thimo • nier corrió la mi ma ·uert qu otro. mucho.· aparabreex ita. lo penetraron to de su cla ·e : al 0 ·uno obrero n l t-l]lcr, lo hicicr n todo pedazo y obli 0 ·aron al inrnntor á qu hnye c . qu l 111 tin tuvo qu reprimir ·e, y dió lugar á ent ncias; p cu tiempo dc,•puc murió Ir. B aunier, y e to oca innó la clisolucion el la ·ocicchd. Thimonnicr voh·ió á Amplcpuis, n 1 32. En 1 34, hiz un mi ,. Yiajc á Parí , doncl e pu o á trabajar om sa te on :,;u máL1uina ae co ·er, p rfcccionánai10 · le ·pue , falt ya le t cla cla dola ele clia. en dia. D d r curso , tomó el nuevo · l amino el u paí , á pi', y llevando al hombro su máquina, que hacia o r n l úblico para vivi1· por 1 camino, e mo i I re entn.rn. una marmota. De vuelta á Amplc1 uis, Thimonnier con truyó a l 0 ·una máquina , que ,. ndió cu la inmediaeion ; l u o el olo nombr ele ca tura mec1í11ica, qu pr v nia de tal 111 do n contrcL el 1 üstemJ., qu na11ic qui o adoptarlo. En 1 4-5 ( cgun <1-.clara la cédula de priNil gio) la. má<1uina el Tbimonnie1· hal i 1, c n.·c 0 ·uic1o dar lo ci nta puna ·ocw con 111011 ieur taclaR al minuto. Entonc sel iiw ntor stabl ció A. fa 0 ·nin, ele Yj)lcfranch (Rólano). La ca ·a rn esta ci uda.cl y onstruia nuí l uina al precio c1 incuenta go:: . to de 1 -IB el inn~nt r, n uuion · ft\lllCO, . El 5 ele el Ir .•T. l. l\fa 0 ·nin sn.có una nucya cédula c1 priYil gio el p l'f ccion. El ap, ra.to llama lo mríq11i11a de co. er y bordar, er toda la e d tela , de el po lia ha. er jar-.ta ' , b r lar y b mu ,Iina ha h l p· üo y ha. tJ. el cuero, con· la velo üla 1 d trcsci nta puntadas al minuto. Una aguja g iratoria perfi tone iJ1 volv r la tela. mitia, por último, ha cr cír ulo El 9 de Febr ro de 1< 4 , la a a habia t mado a un
262
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
privilegio en Inglaterra para la máquina, que desde entonces se hizo ya de metal, y con la necesaria exactitud. Pero en aquella ocasion, la revolucion ele 1848 el tuvo los proyectos ele explotacion. Thimonnier tuvo que ir e ele Inglaterra, donde ycnclió su priíile 0 ·io á una compañia el Manchester; estuvo ""allí algunos meses y volvió á Francia. Abierta la Expo ieion Universal de Lónclrcs de 1 51, Thimonnier envió á ella su máquina; pero una increíble fatalidad hizo que se quedara en manos del corresponsal, y no llegó á la Exposicion hasta clespues ele hecho el exámen del jurado. En el itio que debia ocupar, e inscribieron lo. primeros ensayos de mejoras hechas en su aparato por los americanos, y las máquinas de dos hilos y lanzadera de Elías Howe . Desde 1832 habia tratado Thimonnier de construir una máquina de esta clase: se ocupaba de ello todavía en 1856; pero ya era todo inútil. Treinta años de lucha, ele trabajo y de miseria, habian acabado con él. Thimonnier murió en la miseria, en Amplipuis (Ródano), el 5 de Agosto ele 1857, á los sesenta y cuatro años. Todos los ensayos de costura mecánica hechos con anterioridad á él, se fundaban en el trabajo de muchas aguja ·, cada una de las cuales llevaba su hebra de hilo. Estas tentativas se han tenido que abandonar como impracticables. La primitiva máquina de Thimonnier dejaba algo que desear: heclia de madem recibia su movimiento ele una rueda, por trasmision directa; cada oscilacion no producia mas que una puntada, lo que estaba muy lejos de las ochocientas ó mil por minuto que se obtienen con las máquinas actuales. Pero ¿será necesario repetir los servicios que hace ya este maravilloso instrumento, que aplican la modista, el sastre, el zapatero, el sombrero, el guarnicionero y el fabricante, de artículos de viaje? Hay muchas fábrica en '" Francia y en América que construyen máquinas de coser por millares, y
..
THIMO
1
'IER.
263
las distribuyen por toda la superficie clel globo .. Se .prevé. la época en que stos ap1.rat::>s construidos en. las condiciones ele baratura que alcanzan hoy los relojes de bol illo y ele sobremesa, ·e encontrarán en todas las cas:1s. Ya puede calcularse al momento en que el tardo, peno o y can ado trabajo de cos r á mano, quechrá r e ervado esclu ivamente para la compo turas ó p:1ra preparar la piezas. La máquina habrá evitado á la costurera las largas _horas en que consume su vista, su salud, sn xist ncia ... Y e te gran re. ultado, e menester acordarse ele ello, se debe al -desgraciado Thirnonnier (1). Si la invencion el las máquinas se ha comprado á costa de mucho infortunio y ele muchas vida dedicada esclu ivamente al trab1jo, b constmccion ele la graneles obras pública no va en zaga, lnjo este aspecto, al ele cubrimiento de lo órganos ele la inclu tria. Encontraremos un ejemplo en la historia del túnel ele San Gotarclo. El contrati ta ele aquel trabajo gigantesco, Luis Favre, que murió ele r pente por la rotura ele un aneurisma, á consecuencia ele fatigas y in ab re sin cuento, era un hombre de génio para su profesion, y se debia á sí propio la posicion importante que ocupaba. Hijo ele un carpintero de Chéne, aldea del cantori ele Ginebra, Favre habia salido ele su país á la eclacl de diez y siete años, con su equipaje á cuesta y algunos escudos en el bolsillo, para dar una v.uelta por Francia, como imple jornalero. Cuando lle 0 ·ó á Lyon, supo re olver ele la manera ma sencilla un problema prá tico, cuya :solucion no encontraban lo ingeniero sino á co ta ele ga to enormes. El éxito que obtuvo encargándose ele aquel trnbajo, fué el punto ele ( 1) La máquina Thimonnier ha servido videntemente de tipo ·' todas las máquina · modernas de coser. (Uiclámeu del jurado de la Expo.;iciou niversal de P,1r-ís, 183:5, p,\g. 392.) Los documeulos que public::imo5 sobro Thimonnier se los debimo3 á la amabilidad de M. J. i\Icys3in, secretario clq la Sociedad ele ciencias iudLFtriales lé Lyon.
.,
•
264
•
LOS i\I RTIRES DE LA CIE 'ClA.
partida ele su brillante c1rrera. De ele entonces fué encargad sucesivamente de trabajos mas y mas importantes, en los feno-canules. Como no había hecho e ·tudios e pecialcs, porque no había cursado mas que la primen, en eüanza, le faltab:in los conocimientos científico· propiamente dichos; poro los snplia con un golpe de ·d sta práctico admirable, un maravillo o talento de organizacion, y una energía indomable para sobreponer o á todo y_ con eguir su objeto. Habiendo ganado en algunos aiíos una fortuna considerable, corüpi·ó una hermosa hacienda n la cercanías ele Ginebra, para establecerse en el1a. ·Per tenia Ycrdadcro entusiasmo por su profesion, y no pudo 1·esistir al deseo do encargarse do la apertura del túnel do San Gotardo, para su gloria, pero para u ele gracia. · En cuanto empezó los trab1.jos, tuyo que sufrir á cada momenb cuidado é inquietudes, -que procedían no do la magnitud do h empresa y de la dificultad ele organizar los trabajos; no <l' la naturalez1, que tenia ncccsiclacl de vencer y ele domar, sino do la mala voluntad y de la enyiclia ele los administradores do una compañía que caminaba á una quiebra desastrosa, y que no pocliR. ver con serenidad que Favre realizara su propósito. Este, sin embargo, gracia á una fuerza de voluntad muy poco frecuente, supo vencer todas las dificultades, y ostaJn seg_uro do ver su túnel terminado p::i.r_a la fecha justa q uo habia indicado do ·de 1872. Durante siete afios do luchas y do incerticlu111bres, los c~Lbellos del animQSO trabajador habian .encanecido; su espalda se babia arq uc1c1o; su paso se habia hecho nns lento; pero nunca se había dejado abatir ni desanimar. Ante , por el contra1·io, á on ecuencia de nuevos arreglos con 1n. compaüía, habia recobrado todo su vigor, y se preocupaba ya de encargarse de la apertura del Simplon, tan luego como terminase el San Gotardo: de este moc1o esperaba recuperar el dinero que probablemente perdería en la empre;,a que tenia entonces entre manos. Rabia hablado de
,"
.
HORACIO WELS
Tenia en la mano un frasco de éter.
34
1
1
L IS FAVRE.
267
e, tos proye~tos á sus amigo : e separaba ele ellos lleno de confianz1. en su buena estrella, y volvia á Greschenen, cuando murió ele cansancio en el mismo teatro ele su gloria. Habia entrado en el túnel acompaiíando á un ingeniero francé : el.e rep nte cayó á sus pié como herido del rayo, á dos mil ochocientos metros ele la embocadura (1 ). E bba muerto (Junio ele 1879.) A costa ele la vid.a ele e tos hombres se han realizado las grandes empresas que constituyen la gloria ele los tiempos modernos. ( t)
Revista científica, 2. • série, tomo XVll.
•
✓
Federico Sauvage.-Su fi sonomía se animaba con el sonido de las cuerdas.
CAPITULO IX. BUQUES DE VAPOR Y FERRO-CARRILES. La máquina de vapor no la ha inventado un hombre solo, sino que es obra de una raza entera de ingenieros mecánicos. ROBERTO SrrPHEXSON.
La historia de la máquina de vapor, cuyo uso ha trasformado en realidad las sociedades modernas, es la de los esfuerzos innumerables de una porcion de grandes inventores. Desde la eolípila de Heron de Alejandría, hasta los motores poderosísimos, que hacen marchar los buques y las locomotoras, ¡cuántas manos han forjado el hierro, cuántos cerebros han meditádo para realizar las m~joras sucesivas que enlazan aquel remotCJ oríg·en, con los adelantos actuales! ¡Cuántos obreros eminentes han precedido á los Watt y á los Stephenson! ¡cuántos trabajadores han abierto el camino á los grandes constructores de nuestros tiempos!
•
270
LOS :llARTIRES DE LA CIENCfA.
Elegiremos, entre todos ellos, los hombres que han luchado y sufrido mas: el primero entre todo , por las ele venturas de u vida, lleva un nombre ilustre que está escrito entre nuestra glorias nacionales. Dioni io Papin, (1) nació en Bloi el 22 de Agosto de 16-!7. Siguió en Parí la carrera ele médico· pero su marcada aficion á la ciencias experimentalc y á la mecánica aplicada, le hizo abandonar su profesion primitiva. Un protector poderoso y un gr-an ábio, del que hemos hablado anteriormente, Huygens, le proporcionó los medias de consagrarse por complet? á us es_tu?ios _predil_ectos. P_apin, ayudó en sus trabajos al físico y a trónomo y pronto se hizo notable por la per picuidad de u talento, perfeccionando n alguno detalle la nueva máquina neumática que el burgomaestre de Magd burgo, Otto de Guéricke, acababa de inventar. Dió á conocer aquellos primeros en~ayos en un folleto ( uevos experi?nentos sobre el vacío) que e presentó á la Academia fundada recientemente por Colbert. El porvenir e abria, al parecer, al jóven físico, bajo los mas fav.orable aúspicio ; 1os ábios de París, le apreciaban mucho; todo el mundo le recibía con agrado, y in embargo, de repente e marchó de París á Lóndres, sin que nada s epa que pue la justificar aquel ine p rado viaje. Llegó á Lónclre , en los primeros dia ·del año 1676 é hizo que le·presentaran á Roberto Boyle, fundador ele la Sociedad Rertl de Lónclres. Este ilustre sábio, hacia sus estudios- lejo del tumulto de la ciudad, en un-a de u haciendas=, donde procuraba que le acompaña en todo lo hombre ilustres que dedicaban á cultivar las ciencia . Admitió en su laboratorio al jóven físico francés, y durant tre años, Papin y Boyl trabajaron junto , llevando á cabo muchí ima inve tigaciones sobre· el vapor del agua hirviendo. De este· modo con(-1) llijo de un médico: pert~necia ú la familia de icolás l\1p1u, conoüido por sus muchas obras cieutífica ;.-Véase Apéndice, uol1. C.
•
DíONISfO PAPIN.
,
271
cibió Papin la idea de su cligector ó mahnita de Papin, poco tiempo despues ele su ingreso en la Soc-ieclad Real de L6nd1·es (1681). En esta marmita, es donde aparece por primera vez la válvula de seguridad, que ha llegado á ser uno de los órganos esenciales de la máquina ele vapor. Dionisia Papin, tenia, sin duda alguna, un carácter caprichoso y vagabundo. En el momento ele que se le ofrecian toda clase de honores en Inglaterra, que era ya su pátria adoptiva, aceptó con sobrada ligereza el ofrecimiento de una nueva posición en el seno de la Academia que se acababa de fundar en Venécia. , ivió dos aiíos en Italia; pero á pesar de que su reputacion crecía cada vez mas, sus recursos pecuniario eran muy e ca os, empezó á echar de meno la Inglaterra y no tardó mucho en volYcr á ella. Durante su segunda permanencia en aquel paí. , fué cuanla primera máquina que le debia conducir á su gran ideó do de cubrimiento del vapor, como fuerza motl'iz. Trató de emplear primero, con este objeto, la presion del aire, y en 1687, pr sentó á 1::t Sociedad Real ele L6nclres el modelo de un mecani mo destinado á ·trasportar á distancia, la fuer:;a de los rios. Aquella máquina, muy ingenio a, estaba formada por dos grandes cuerpos de bomba, cuyos émbolos, movía una caída de agua .. Por su movimiento, estos émbolos hacian el vacío en un tubo de metal. Una cuerda, fija en el extremo clel vástago clel émbolo, trasmitía una fuerza considerable, cuan~1o la presion ·c1e1 aire empujaba violentamente á éste hácia el interior del tubo. El principio de este sistema, era el mismo del camino ele hierro atmosférico; que funcionaba hace algun ti mpo en Saint-Germain. La nueva máquina; que probablemente no estaba bien construida, clió 1irnl 1:e ultado y Papin ufrió una gran contrariedad con aquel descalabro. Se ?allaba en una situacion lifícil y volvió los ojos hácia Francia: pero una barrera insuperable le separaba ele su pátria. Papin era protestante. Cierto que hubiera podido, para volverá París y
•
272
LOS :MARTffiES DE LA CIENCI.\.
ser admitido en la Academia de Cien ia , renuncin.r á la rcligion reformada; pero la abjuracion le pal'ecia vergonzosa y se conc1eri.ó á un destierro eterno. - . El lanc1graye Cárlos, elector de Hes e, le ofreció una cátedra ele matemáticas en JVIarburgo. Papin aceptó y marchó :i -Alemania. Volviendo allí á us experimentos, sobre el empleo clel vácío, como fuerza motl'iz, creyó que resol veria mejor el gran probl ma que le preocupaba, haciendo el yacío en su bomba, no ·por medio del movimiento del émbolo, sino por fa detonacion de· una cantidad de pólvora, inflamada debajo de éste. Hizo construir en 1688, su m:iquina de pólvora, pero no tardó en reconocer lo. inconveniente ele que adolecia. Entonces concibió la nueva y atrevida idea ele aprovechar el vapor de agua pal'a hacer el vacío bajo el émbolo de la máquina. Era el principio de la máquina de vapor que acababa de nacer en el cerebro ele aquel genio. Las máquinas que construyó sucesivamente, estaban mal hechas y tenian muchos defectos de varias clases: por consiguiente, no dieron el resultado que el autor se proponía. Acerbas críticas y numerosas objeciones, detuviei-on al inventor en·sus trabajos, obligándole á abandonarlos durante muchos aíios-. Fué preciso que asistiese en Inglaterra á los experimentos de Savery y que Leibnitz le alentase para que se decic1ie. . . ra a emprender de nuevo sus tentativas. En ¡ 707, pu_blicó en Francfort, un libro títulac1o Nueva mane1:a de elevar el agua por la f uer:=a del f'iwgo, én el que clescribia un nuevo istema de máquina de vapor. Le hizo construir -:y le aplicó á un barco que navegó con buen éxito en el Fulda. Habiendo tenido ciertas cuestiones con algunos per onajes de .Marburgo, se resolvió á dar i conocer en Lónclres su primer barco de vapor. La siguiente carta qu dirigió á Leibnitz. indica muy exactamente la situacion e11 que entonces se hallab_a:·
DIONl 10 PAPI .
273
«Cassel 7 de Julio de f 707: »'1i querido amigo: ya sabe V. que hace mucho tiempo me lamento de tener aquí enemig_os muy podero os. Hasta ahora me he armado de paciencia; pero desde hace poco, he sentido su animosidad en tales términos, que hubiera sido temer1rio en mí decidirme á permanecer por mas tiempo expuesto á tamru1os peligros. Tengo la persuasion de que hubiera obtenido justicia, si hubiera intentado un pleito; pues he hecho ya perder demasiado tiempo á u Alteza por causa de mis asuntos particulares y creo que es mejor ceder y dejar el puesto, que estar á cad1 paso, teniendo que importunar á tan gran príncipe. Le ho presentado, pues, una solicitud pidiéndole con la mayor humildad, que me conceda permiso para retirarme ¡í Inglaterra; y Su Alteza h1 consentido en ello, con circunstancias que me demuestran que es todavía, como ha sido siempre para mí, mas bondadoso de lo que yo merezco. » na de las razones que ho expuesto en mi solicitud, es la importancia de que mi nuevo sistema de harco se ensa 'e en un puerto de mar, como Lóndres, donde podrá d1írscle el calado necesario para aplicar el nuevo invento, que por medio del fuego, hará que uno ó dos hombres puedan producir mas efecto que muchos centenares de remeros. lli pro 'ecto, es realmente hacer el viaje en el mismo barco de que ya he len ido ocasion ele hablar á V. otras voces, y así s_ verá que por este modelo será fácil construir otros en que la máquina de fuego se coloque muy cómodamente. Pero so Jlresenla una dificultad · es que los barcos de Cassel no van á Bremen: Cuando las mercaderías de Cassel llegan .í l\Iünden, os necesario descargarlas y trasbordarlas á los b1rco5 que descienden ha la Bremen. Un barquero de l\Iünden, me ha asegurado que hace falla un permiso especial para que un barco pase desde el Fulda al We er. En vista de esto, me he Lomado la libertad de dirigirme á V. con objeto de que me facilite un permiso para pa~ar con mi barco á )lünden. Como esto es un asunto particular y que no puede ejercer inílurncia en el tr.ífi o, espero que tendrá V. la b ndacl lle complacrrmc mucho mas uando ya me ha indicado . las esperanzas que trnia cu In m¡íquina ele fuego a¡ilicada ,í la locomocion por agua ... l)Ü. PAPL'i.))
En cuanto recibió ta. arta., Leibtnitz trató de obtener la autoriza.cion del lector de Hannov r; p ro no ob tante u influ ncia., no pudo con °·uirlo. Mientra que e to ucedia., Pa.pin en ayalxt n bar c1 fuc 0 ·o 1ue le daba a ombro o r , ulta.do · «la fu rza. de la corriente, era. tan I oca co a, compara.da. con la fu rza d mi máquina, e cribe en otra carta que i iba más dirigió á Leibnitz, qu a.p nas podía di tinguir depri a rio aba.jo ó rio arriba. Ya e preparaba. el in ventor á 35
274
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
embarcarse con su familia, cuando supo que el presidente del ayuntamiento de Münclen, se negaba abiertamente á franquearle el paso. «Me veo muy expuesto, dice Papin, á tener que abandonar este barco, clespues ele tantos trabajos y tantos gastos como me ha costado, prfrando al público ele las yen tajas, que Dios mediante, le hubiera podido proporcionár con este sistema. Pero me cabrá el consuelo de que no ha sido por culpa mia, porque nunca pude imaginar que un proyecto ele esta especie, pudiera malograrse por falta ele permiso.>> Despues de algunos dias que se pasaron en nuevas é inútiles tentativas, Papin, exasperado, quiso probar si podria prescindir del pe·r miso. El 24 de Setiembre ele 1707, embarcó en su barco de vapor su humilde fortuna, que consistía en unos pocos muebles y utensilios ele casa, su mujer y sus hijos y él mismo se puso al lado de su aparato. Dueño ele la corriente y del viento, zarpa, navega sobre el rio y pronto llega á las cercanías ele Loch, en la confluencia con el Weser. Pero en aquel moµi.ento empieza la fatal jurisdiccion del gremio de barqueros. Avisan con toda prisa al presidente de la corporacion Zeune, que llega precipitadamente y excitado por la curiosidad, visita el barco de Dionisio Papin. Hace que le esplique _la extraña maquinita por meclio de la cual, se puede hacer maniobrará los buques, sin palos ni velas; pero despues, á fuer de tímido y · de prudente, se retira sin atreverse á proteger al inventor. Al dia siguiente, Papin vé llegar una porcion de barqueros del gremio, que le manifiestan que habiendo navegado su _barco sin permiso, le decomisan en virtud ele sus privilegios y que va á sacarse á la orilla para vender en pública subasta sus restos. Papin, de esperado, protesta y reclama; pero está solo contra todos: en vano solicita el auxilio ele los habitantes de los arrabales de Loch; no queriendo los barqueros perder su presa, se precipitan sobre el barco y sin dar tiempo á nada le hacen pedazos, ensañándose especial-
DIONISIO PAPIN.
275
mente con la máquina y las ruedas, á la vista del anciano consternado . De este modo se realizó aquel acto vandálico de clestruccion, que, retrasando un año la navegacion ele vapor, hamodificado acaso el ele tino ele los pueblos. Algun tiempo ele pues, hallaremos en Lóndres á Dionisio Papin, débil y enfermo. Roberto Boyle, su antiguo amigo, ha muerto; los nuevos individuos de la Sociedad Real, casi no le conocen . El pobre viejo piensa siempre en su pátria ausente; pero entonces á fines del reinado ele Luis XIV, es cuando la intolerancia religiosa, mas extremada que nunca, le cierra sus puertas. Durante mucho tiempo, el inventor vivió ca i en la miseria de una exígua pen ion de la ociedad Real. Falto ele recursos,_110 pudo nunca emprender ele nuevo los en ayos de su b:1rco ele vapor. <cAhora me veo obligado, dice en una de sus cartas, á poner seis máquinas en el rincon de mi pobre chimenea.>> Dionisio Papin, vivió muchos aüos hnto mas miserable, cuanto que tenia una dilatada familia. "o se sabe de fijo la época de su muerte; pero sí es seguro que· pasó mucho tiempo en el abaJ?-dono y la pobreza (1) . Hay que llegar á 1784, un año de pues del acta de independencia de los E ta.dos-Unidos, para hallar nuevas tenbtiva hechas en favor de la navegacion por vapor. Pero no dejaremos ele mencionar la notable tentativa hecha algun tiempo antes por un francés, el marqués ele Jouffroy que, el 15 de Julio de 1783, hizo funcionar en Lyon, sobre el Saona, un buque ele vapor inventado por él. o obstante el buen éxito de este ensayo, Jouffroy, rechazado en todas partes, tuvo que renunciar á su proyecto. Los inmensos rios que presenta la América, que constitu('i) Arago. Noticias científicas. Tomo U.-Luis Figuier. Las maravillas de la ciencia. Tomo I.-El barou Ernouf. Dionisio Papin, su vida y sus obras. 1 tomo en 18 .°, París, Hachetle y C."
276
LOS MARTIRE
DE LA CIENCIA.
yen las rna favorable vía de tra port hacian de este paí mejor que de Francia, el indicado por la naturaleza para la aparicion de lo buqu de fuego. Allí fué en efecto, donde nacieron, ele pues ele lo en ayos a ol vidaclos hacia muchos año ele Dioni io Papin. antiago " ratt, acababa le dará conocer n Inglaterra u máquina ele doble efecto; había Ile 0·ac1o el in tante de aplicarl á la nav 0·acion. En 17 -!, un con tructor americano, Juan Fitch, pre entaba al general Washin0-ton el mocl lo de un barco con remo como lo ordinario. , pero que se movían por medio c1 1 vapor. El mecanismo e con truyó lue 0·o en grande, el im·entor det rminó hacer el primer ensayo á la vi ta del público; en la cercanías ele Filadelfia sobre 1 Dclaware. Era durant el v rano <le 17 7; \Va hington y Benjamín Franklin, habían comprendido que e iba á abrir ·una nueva era en la hi toria el 1 pro 0 Teso, y habían creido que clebian a istir á la prueba con algunos individuos del Congrc o, para lo cual e habían tra ladado á bordo del barco de Juan Fitch . Cuando se puso en movimiento por la accion del vapor, todo el mundo estaba mudo de asombro . Aquellos remos que se movían in la mano lel remero; aquel humo que se escapab:1 ele un largo tubo, par cian co a prodigio as. La sorpre a fué mayor todavía, cuando e vió al barco ubir 1 cur o del rio, contra la. corriente ele la marca, andando con una velocidad cle cinco miJlas y media por hora. El éxito fué magnífico: una compaiiía á cuya cabeza se pusieron Franklin y un ábio a trónomo llamado Rittenhouse, se e tableció en Filad.elfia para poner en práctica el nu yo invento y aplicarle todas la mejora ima 0 ·itmb1es. Juan Fitch obtuvo el.el gobierno americano en 17 8 un privilegio exclusivo para la navegacion de vapor en lo Cinco E tados, al mismo tiempo que una su cricion nacional le suministraba los fondos necesarios para emprender constr~ ciones en grande. Fitch resolvió ervir e de una galeota, de vapor, organi-
JUA
FITCH.
277
zanr1o un serv1c10 ele trasporte regular, entre Filadelfia y Trenton, es decir, en un trayecto ele seis á siete kilómetros; pero cuando quiso con tnür una máquina de vapor de grande dimen iones, encontró dificultades ca i in uperables. o tenia. para ayudarle mas que herrero y cerrajeros inexperto : y en atencion á e to, 1 aparato, á pesar de los grandes esfuerzos y gastos que se hicieron para construirle, e hizo en condiciones tan deplorables, que los resultados no pudieron ser satisfactorios. La galeota de vapor marchó mucho peor que el barco pequeño que se había ensayado antes. Esto bastó para desalentar, no á Fit~h, pero í á los capitalistas que le ayudaban, que vieron con e ·pantoque el Hnero e gastaba y que la invencion, lejo · ele ad ·lantar, retrocedia. Sin embargo, gracias á la cooperacion de alguno hombres inteligente , Juan Fitch pudo emprender le nuevo su trab3:jos. Se comprometió á trasformar la máquina y á hacer marchar el barco con una velocidad de ocho millas por hora: un año elespues ele hecha esta promesa, el inventor estaba dispuesto á . cumplirla. La galeota de vapor se ensayó solemnemente en el rio, en Filadelfia: ú partir de un punto dado, e babia mec1iclo la longitud de una milla; lo relojes de pru ba perfectamente arreglados, determinaron el tiempo. La galeota llevó exacta.mente la v locidacl anunciada. Poco despucs, e verificó otra prueba en público, bajo la pre idencia del 0 ·obernador d Pensil vania, que pu ·o por í mismo en la galeota de Juan Fitch el pabcllon de los Estados-Unielo . D pu .s de un éxito tan lisongero, apena puede creerse que el mecánico se vi ra olvicb.do y in apoyo; por una singular obscrvacion del enten limiento, nadie creia en el porvenir del nuevo invento. Fitch pa aba á lo ~jos de su contemporáneo por un hombre sin sentido práctico: u entu iasmo causaba desconfianza, cuando decía que su barco permitía en lo sucesivo ((atravesar el Atlántico.>> Sin embargo, Fitch, ayudado por· uno de sus amigos ma
278
LOS l\iARTffiES DE LA
cm
CIA.
sinceros, el dqctor Thornton, continuó perfeccionando su sistema: el 11 de Mayo de 1790, el barco ele vapor hizo con viento contrario el viaje de Filadelfia á Burlington, con una velocidad de siete millas por hora. Todavía este resultado tan magnífico, no fué ba tante para despertar la confianza en la navegacion por Yapor. Bajo el aspecto financiero no se habían hecho mas que gastos y no se habia realizado beneficio alguno. Los accionistas de la sociedad, creyeron que no debían ayudar por mas tiempo al infortunado Juan Fitch y le abandonaron. Fué inútil que el inventor exclamara desesperado, que no quedaba por hacer :o;,i.as que el último esfuerzo; que la obra estaba madura y que iba á germinar. Poseído ele su idea fija, decia por todas partes que estaba próximo el clia en que los barcos ele vapor navegarian por el Atlántico: e burlaban ele él y le trataban de vi ionario. Desconocido y abandonado ele esta suerte Juan Fitch, se decidió á abandonar su país natal y dirigió sus miradas á Francia. En 1792 desembarcaba en Lorient. Aunque llevaba recomendaciones del cónsul ele Francia en Filadelfia, Saint-Jeancle-Crévecceur, que habia indicado ya á su gobierno el nuevo descubrimiento, Fitch se presentaba en un teatro poco apropósito para los descubrimientos científicos, porque estaba asolado por los desastres de la guerra. Sin embargo, tuvo un rayo ele esperanza: habia conocido en Filadelfia á Bri sot, que era entonces individuo ele la Convencion, y en quien encontró un protector y un amigo; pero aquel protector fué guillotinado el 31 ele Octubre de 1793. El inventor aislado, sin recurso alguno, volvió á Lorient; pero en un estado tal de miseria, que tuvo que pedir al cónsul ele los Estados-Uniclps, como una limosna, el precio de su pasaje. Juan Fitch, habia vivido exclusivamente por una idea: cuando se vió obligado á renunciar á ella, su vida no tenia ya razon de ser. Entregado á la mas profunda tristeza, buscó en la embriaguez el olvido de su miseria y de sus males. Una
JUAN FITCH.
279
tarde, harto ya ele sufrir, se paseaba solo por la orilla clel Dclaware: dirigió una mirada clcscle lo alto ele un escarpa al teatro de su gloria, ya pasada, y maldiciendo la vida y los hombres, se suicidó arrojándose al agua (1). En el momento en que Juan Fitch se suicidaba, un compatriota suyo, Rumsey, que durante algun tiempo habia siclo su consóc10, veía malograrse en Inglaterra las tentativas que habia hecho para llevar allí la navegacion de vapor . Otro compatriota ele aquello desgraciados iba á aparecer por último en la escena: era Roberto Fulton . ¡Cuántos sinsabores, cuántas cli:ficultaclcs halló en el curso ele su trabajosa y corta carrera! Fulton, nacido en el condado ele Lancaster en 1765, se habia criado en la escuela ele la adversidad. Sus padres eran pobres emigrados irlandeses, y á la edad de tres años huérfano de padre; aprendió entonces á leer y escribir y pasó muy jóven á Filadelfia para entrar de aprcn.diz en casa ele un joyero. Tenia sorprendente clisposicion para la pintura y pasaba todos sus ratos ele ócio pintando cuadros, en cuyo arte, adelantó tanto, que á los diez y siete años, sacaba ele él lo necesario para viYir . El que mas adelante habia de crear la na- , vegacion á vapor, se hizo pintor ambulante: corriendo ele posada en posada con la caja de colores y los pinceles al hombro, pintaba para el que e los peclia, paisajes ó retratos. En Filadelfia, abrió un estudio ele miniatura, y habiendo adquirido alguna reputacion, reunió en poco tiempo una cantidad ele dinero suficiente para comprar en el Condado ele ·washington, una granja clcmde su madre tuvo un asilo para su ancianidad. Basta á veces un encuentro casual para cambiar el destino de un hombre, y eso le sucedió á Fulton . Un americano rico, Samuel Scorbitt, tomó gran cariño al jóven pintor y le (i)
Pedro fargry. La navegacion del Misisipí en el Monitor Universal de 1839.
280
LOS J\1ARTIRES DE LA CIENCIA.
ofreció los medios ele irá Lóndres á buscará uno ele su amigos, Benjamín ,vest, muy célebre á la sazon, que tendría gusto en proteger aquel talento naciente . est le acogió Fulton marchó á Inglaterra. Benjamín como un amigo; pero por una r.1rcza inexplicable, el pintor abandonó repentinamente la pintura para dedicarse en ab oluto á los estudios mecánicos. Durante clos aüos, esehvo dibujando máquinas en una fábrica ele Birminghan y clcspues volvió á Lóndres, donde encontró á su paisano Rumsey muy · preocupado con los experimentos de la navcgacion poi· va--: por. El genio de Roberto Fulton al ocuparse ele la mecánica, había eneonfraclo u camino. Sucesivamente se ocupó de trabajos .complejos, como lo eran los proyectos ele un nuevo sistema ele canalizacion, construccion ele una especie de arado para abrir los canales, máquinas para serrar y pulimentar el mármol, etc.; pero nada de esto tuvo éxito en Inglaterra. Esperando sin duela, hallar mas proteccion en Francia, fué á París en 1796, y desde allí dirigió una mirada á su pátria; el comercio ele los Estados-Unidos se resentía mucho con las guerras que hacia mucho tiempo asolaban la Europa. Inglaterra, por la importancia ele su marina, ejercía entonces una especie de tiranía en el mu_ndo entero, impidiendo la entrada en Francia ele los productos importados por las naciones extranjeras. Fulton resolvió librar á su país de aquella servidumbre: se habia educado en América con los principios de los cuáqueros, y aquel gran contemporáneo ele Franklin, se había hecho un filósofo humanitario. Quería asegurar para el mundo todo, la libertad ele los mares, y trabajar de este modo en pró ele la dicha ele los pueblos. Para llegar á este resultado, era necesario herir el poder marítimo ele Inglaterra. Fulton, se decidió á emprender la lucha insensata de un hombre solo, contra una nacion entera. Ideó clecti vamente, dos aparatos terrible3 que podían hacer ele él, el dueño del mundo; el buque submarino y el torpedo: y se decidió á poner aque-
,v-
ARQUll\iEDES
I
Un soldado romano levantó su espada sobre él.
36
/
Iâ&#x20AC;¢
.
ROBERTO FlJLTO~.
283
lla armas en manos ele Francia para hundir á Inglaterra. Como veremos mas adelante, Fulton habia contado sin Bonaparte. En Diciembre ele 1797, empezó en el Sena en París, sus primero experimentos, que consi tian en dirigir entre dos agua y hacer altar en un itio determinado, caja llenas ele pólvora, ó torpedos ele tinados á volar los buques. Esto ensayo eran muy costo os. Falto ele recurso Fulton, al cabo de poco tiempo pidió al directorio la ayuda clel gobierno francé . Su peticion se remitió al ministerio de la guerra, y una comision de exámen, nombrada al efecto, declaró impracticable el proyecto del mecánico americano. Fulton no poclia creer en tal negativa que nada habia motivado. Con tru ó un bonito modelo de u barco submarino y e peró que aquel argumento palpabl;, hablaria á los enticlos, pero e pasaron tres año en tentativa inútile y en peticiones perdida . Fulton e dirigió á Holanda: no fué e~cuchado tampoco. Con la fuerza ele aquella idea fija, tuvo la energía bastante para proseguir su obra por sí solo. Se acordó que sus pinceles le habian dado medios de vivir; volvió á cogerlo : hizo un panorama que excitó la curio idad de todo París, atrajo la gente, y llenó su caja. En cuanto tuvo dinero lo con agró á u en aos, y luego, seguro de su obra y ele í mismo, e elirigi6 á Bonaparte que acababa de ser nombrado eón ul vitaliciQ. El gobierno le concedió algunos fondo á con ecuencia de un elictámen favorable de Volney, Monge y Laplace; en 1 00 habia construido ya un gran buque ubmarino que funcionó en el Havre y en Rouen. «Durante el verano de 1 01, Fulton llevó el mismo buque á Bre t, ejecutando en este puerto muchos esperimentos notables. Un elia de cendió ha ta ochenta metros de profundidad, e tuvo veinte minuto , volvió á la uper:fieie, de pue ele haber recorrido una di tancia de consideracion, desapareció ele nuevo y volvió ~ salir por el mismo sitio de que habia partido. El 17 de Ago to el 1801 estu-
284
LOS M.\HTIRES DE LA CIENCIA.
vo mas de cuatro horas bajo el agua y salió á cinco leguas del punto de jnmersion (1). >) Repitió tambien en Brcst con muy buen éxito, los experimentos ele sus torpedos ó máquinas infernale submarinas . Su sistema consistia en una caja de cobre que contenía cien libras de pólvora :i la cual poclia prender fuego en un momento dado, una batería ele fusil. Todo se hallaba al extremo ele una cuerda de treinta metros y el mecanismo se hacia. funcionar desde un bote. Existía en aquel aparato el principio completo del torpedo moderno. El inventor consiguió volar una chalupa que estaba en la rada, en medio ele los aplausos de una multitud de gentes atraídas por la novedad ele aquel grandioso cxpcrimeuto. Fulton l,ral,ó Lle aproximarse á algunos de los buques ingleses que habia en el crucero de aquellas costas, pero no pudo conseguirlo con gran sentimiento del primer cónsul. Bonaparte, á quien cegaba el espíritu de rutina, no daba gran importancia á los nuevos inventos del ingeniero americano: y ni siquiera se tomó el trabajo ele contestar á las peticiones que le dirigió repetidas veces. Cansado al fin ele esta lucha, emprendida seis años antes en favor de u~ gobierno ciego, iba Fulton á marchará América, cuando el antiguo canciller del Estado de Nueva-York, Livingston, le disuadió de la idea y le ofreció que volverían á emprender juntos la resolucion del gran problema de la navegacion por vapor. Fulton la estudió con la energía que le era peculiar. Rabia comprendido que sus antecesores habian malogrado sus ensayos por falta de un mecanismo de bastante fuerza; trasformó la máquina de los buques de fuego que se habian ensayado ante~·iormente, hizo un modelito de barco, en que las paletas se ponian en movimiento por medio de una cadena sin fin, le ensayó en el Eaugronne, cerca ele Plom('!)
Luis Figuier. Las Maravillas de la Ciencia .
ROBERTO FULTON.
285
biéres, volvió á París y con el auxilio de Livingston, construyó un buque del mismo sistema, pero ele mucho mayores dimensiones. El 9 ele Agosto de 1803, el buque cle vapor funcionó en el Sena á presencia de muchos espectadores, entre los cuales se hallaban Bougainville, Bossut, Carnot y Perier, comisionados por la Academia ele Ciencias. El buque marchó contra corriente con una velocidad ele 1 m 6 por segundo. Aquel gran experimento, pasó casi desapercibido; los parisienses, embriagados con las noticias sucesivas de las victorias ele Bonaparte, miraban indiferentes el buque de Fulton que perm:tneció mucho tiempo amarrado á la orilla del Sena, en el mismo centro ele París. El inventor volvió á dirigirse al primer cónsul, rogándole que hiciera se sometiese su sistema á un exámen formal; Bonaparte, calificó á Fulton ele • a-Yenturero y ele charlatan, cuyo único objeto era «sacarle dinero.» Cuesta trabajo creer en tamaíia ceguedad. Sin embargo, el hecho es absolutamente exacto. El general Marmont presenta en sus Memorias publicadas en 1857, documentos muy interesantes sobre la verdadera naturaleza ele las relaciones ele Fulton con Bonaparte. «El americano Fulton, dice el mariscal Marmont, había concebido el pen amiento y , ino á proponer que la máquina ele vapor se aplicase á la navegacion como fuer~a motriz. Bonaparte, á quien sus preocupaciones predisponian contra las novedades, desoyó la proposicion de Fulton . Aquella repugnancia á las cosas nuevas, se la debía á su eclucacion en el colegio ele artillería ... Pero una prudente reserva no es el :lcsclén para lo adelantos y las mqjoras . Yo he vi to á Fulton solicitar que se hicieran experimentos y que se probasen los efectos ele lo que llamaba su invento. El primer eón ul le trató de charlatan y no guiso escuchar nada. Dos veces intervine sin poder llevar la duela siquiera al ánimo de -Bonaparte ... ¡Quién puede calcular lo que hubiera suced~do si se
286
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
hubiese dejado convencer! ... El ángel bueno de la Francia era quien nos enviaba á Fulton . El primer cónsul, sordo á sus peticiones, cerró la puerta á la fortuna (1).» Fulton, abandonó la Francia y solo cuatro afios despues en 1807, fué cuando su buque de vapor El Clermont emprendió su viaje á Nueva-York, inaugurando para siempre el advenimiento de la navegacion p~r vapor . El Clerrnont medía ciento cincuenta toneladas: su máquina de vapor de diez y ocho caballos, movía las rL1edas que eran de paletas planas. El .buque moderno de vapor, estaba ya inventado. Cuando Fulton se embarcó en su buque en la costa del Este, se vió acogido por los sarcasmos estúpidos de una multitud tan hostíl como ignorante. Oía que lanzaban rugidos amenazadores; pero cuando de repente el barco se puso en movimiento, la admiracion se manifestó por medio de aclamaciones que hicieron olvidar al gran mecánico los ultrajes que había recibido hasta entonces. No es posible pintar el entusiasmo de la multitud. « Algunos, que no tenían la mas ligera instruccion ni la menor idea de las conveniencias sociales, trataron aún de dirigirle algunas bromas groseras, pero al fin cayeron en un abatimiento estúpido, y aquel ,, triunfo del génio arrancó al público entusiastas aplausos (2). Pocos días despues anunció Fulton en los periódicos que iba á organizar un servicio regular de trasporte por el Hudson entre Nueva-York y Albany. El Clerrnont hizo esta travesía de doscientos cuarenta kilómetros, en treinta y dos horas. No se había presentado ningun viajero para la ida; para la vuelta se pr~sentó uno. ccEra, dice Mr. Luis Figuier, en su excelente historia de los buques de vapor (3), un francés (f)
Memorias del mariscal Marmont . Tomo H.
(2) The life of Robert Ful ton, por su amigo C. N. Colden. Nueva-York, 1817. (3) Las Maravillas de la ciencia.
ROBERTO FULTON.
287
llamado Andrieux, que vivia entonces en Nueva-York. Se , determinó á probar fortuna, y tuvo el valor ele volver á su casa á bordo ele El Clermont. Cuando entró en el buque para ajustar el precio ele su pasaje, encontró un hombre escribiendo en el camarote. Era Fulton. -<< ¿No vá usted á bajar otra vez á Nueva-York con su buque? le elijo. -Sí, respondió Fulton; voy á tratar de conseguirlo. -¿Me puede usted dar pasaje á bordo? -Ciertamente que sí, si está usted dispuesto á correr los mismos peligros que yo. Entonces Anclrieux preguntó el precio, y se estipuló éste en seis dollars. Fulton e taba inmóvil y silencioso, contemplando como absorto en sus pensamientos el dinero que tenia en la mano. El pasajero creyó si poclria haber cometido alguna equivocacion. -¿No es eso lo que me ha pecliclo usted? A estas palabras salió Fulton ele su estupor, miró al extranjero y clejó ver una gruesa lágrima que se escapaba de sus párpados. -Dispénseme usted, dijo con voz alterada; estaba pen- ' sanclo que estos seis dollars son el primer dinero que me han valido mis grandes trabajos sobre la navegacion por vapor. Bien quisiera, añadió, cogiendo la mano del pasajero, consagrar el recuerdo de este momento suplicándole á usted que bebiera conmigo una botella ele vino, pero soy demasiado po-· bre para ofrecérsela á usted.>> La creacio~ ele la navegaciGm por vapor en los EstaclosUnidos es uno ele los mayores acontecimientos de la historia ele la humanidad. Es obra de Roberto Fulton, que hasta el fin ele su vida combatió por la causa cl~l progreso. En 1814 construyó para el gobierno americano una fragata, inm.ensa para, aquella época. Medía ciento cuarenta y cinco pies de
288
LO ;\L.\RTIRE
DE LA CIENCIA.
largo, y tenia movimiento de vapor. El inventor no la vió marchar. , olviendo ele Trenton, capital ele Nueva-Jer ey, donde e habia -vi to un pleito que había tenido su con ócio Livingston, tuyo que o¡ ortar en l Hucl on fríos tan terribles, que le oca ionaron unas fi bres violentí imas, de las cuale murió el 24 d Febrero ele 1815. To tenia ma que cincuenta años . El Congreso del E tado de Nueva-York 1l YÓ luto durante tr inta dia por la muerte de aquel gran ciudadano. Cuando Fulton, clesdeüado por todo el mundo abandonaba la Francia, un francés, Cárlos Dallery (1), acababa de Invertir toda u fortuna en la con truccion de un -vaporcito de hélice, ele su invencion: se diri 0 ·ió al gobierno y á us mini tros con mucha olicitudes para que se aprecia e su trabajo. Pero de aµimaclo al ver que no podia con eguir nada, se embarcó una mañana en el buque, que flotaba en el Sena, cerca ele Bercy, y clió órclen á sus operarios ele que le hicieran pedazo . Él mismo, armado de un martillo, trabajó en aquella obra ele de truccion. Cárlo Dallery, hombre verdad ram nte notable, . e hal ia distinguido ya anteriormente por un gran número el inYentos. Desde muy jóven habia con truiclo reloj . c1e macl ra, ele mucha precision; fabricante ele ór 0 ·anos para iglesia y cr ador ele una inclu tria nueva en el trabajo d oro y la joy ría, habia reunido una fortuna que empleó toda en u sistema de barco de hélice. Despucs de haber destruido por sí mismo 1 fruto de u trabajo , volvió á u moclc ta profe ion clejoy ro, y murió en Jouy, á la edad ele ochenta y un año (2). En 1843, un con tructor de Boulogne, F clerico Sauva 0 · , emprendió grand y notable tral ajos obre el empleo el la hélice 1ue Dall ry habia querido adoptar como propul or ( J)
Nació en Amiena el 4 ele Setiembre de J75 i.
(2) . Ori,qen ele la hélice petra 11er1nitsion y clireccion, prececlidci ele una biografia
de Ccírlos Dattery, por ChOjlin Dalley, 1 folleto. Fermin Didot, JS:.;5.
CARLOS DALLERY.
280
submarino. Sauvage con. agró los veinte años ma floridos de u vida á demo trar la ventaja _de un aparato que las pr ocupaciones condenaban, y que hoy recorre triunfante todo lo mare . Arruinado por usen ayo , Sauvage no solo cnv jeció, y enfermó, sino qu ocho año des pues e volvió loco. Podía vér ele en la ca a de loco de la calle Picpu , en Parí : el infeliz pasaba el tiempo tocando el violin delante ele una jáula con pájaros, cuyo go1jeo le alegraba. Su fi onomía se animaba con el sonido de la cuerdas heridas por 1arco : su fr ntc estaba cubierta de cabellos blanco ; u mirada brillaba melancólica, y á vece le daba todavía el a pecto in pirado del inventor. ~ i la historia ele la navegacion por vapor e tá 11 na de dr,Lm'ts, cuyo asunto procede del martiroló 0 -io ele los graneles inventore , la de lo camino de hierro no pre ent::tria igualmente el e pectáculo ele una opo icion muy sensible. Lo camino d hierro, que tuvieron u origen n Inglaterra con la primera locomotora de Stephen on, no pudieron e bbl cor e en Francia ino en medio de innumerabl obstáculo . Cuando Pércire quiso construir el primer ferro-car- · . ril entre Parí y aint-G rmain; cuando Pcr lonnct pidió que s hiciera un camino d hierro de París á Rouen, do hombr ele un génio inmen o, alucinados momentineamente por la rutina, Thiers, ministro á la sazon de Obras Públicas, y A,.rag , indivíduo de la Cámara de los Diputados, re i tieron con una terquedad in igual i l::t. ejecuci n ele aquello proy cto (1). ( 1) Thicrs contes~ó ,í Pm:donnet que ~i pedía á la Cámara 1~ conce;;ion del ferrocarril 1le Rouen, «sena arroJado de la tribuna.» Arago upoma que el paso por lo;; túnele.; fríos )' húmedos perjudicari~ á la nlud de los via_ieros. Esto ucedia en _t ?6Hacia ya seis años que el fcrro-carrJl de i\Ianchester á Ltverpool trasportaba dwriamente-cr11Lenare:;-cle person~s. La práctica, por consi 0 uienLo babia dad~ la pr~eba iñconlroverlible de bs venla_¡ns de la locomotora. Por una ce"ued 1d eslrnun, habta en Francia u11a porcion de hombres de superior inteligencia que creían lirmcmcnle que los caminos de hierro no prescnlarian ventaja alguna eu nuestro paí;; .
::n
. •
290
LOS MART!RES DE LA cmNCIA.
Sesenta años antes, el primer carruaje de vapor de Cugnot (1770), se consideraba entre nosotros como una obra inútil y de imple curio idac1. Aquel carruaje, muy imperfecto ciertamente, no dejaba, sin embar 0 ·o , de ser digno de llamar la atencion. Le daba movimiento una máquina de alta presion, que puede -verse aún hoy en el Con er,atorio de Artes y Oficios. Jo é Cugnot, que nació en Voicl, en L rena, el 25 de Setiembre de 1725, habia pasado u juventud en Alemania, en donde se habia distinguido como iog<füiero. De pues de haber servido al príncipe Cárlos en los Pai e -Bajo , fué á Parí en 1763. Ya era eonociu.o por un moclelo de fusil de su in,encion y por un libro sobre ]a Fortificaciones de campaiía; entonces fué cuando se ocupó ele con truir su carruaje de vapor. Designaba u sistema con el nombre ele cure,ía ele vapor, y le destinaba especialmente al trasporte ele los cañones y del material ele artillería. Los ensayos se hicieron en el patio del Arsenal en París. El carruaje marchó á pe ar de sus movimientos demasiado bruscos, y echó abajo un trozo de tapia, ?ontra el cual chocó. Pero no se pasó de e tos en ayo in comprend~r la importancia que tenian. A propósito del general Gribeauval, el gobierno francés concedió á Cugnot una pension de seiscientas Jibras, que disfrutó hasta el tiempo de la Revolucion: ésta le privó ele aquel insignificante auxilio. El de graciado inv ntor se vió reducido á la miseria, y solo pudo vivir, gracias á la caridad de una señora de Bru elas. Cugnot murió á los setenta y nueve aíios, en el momento en que se. abrian en Inglaterra la primeras líneas de ferrocarriles. A pesar de todas las dificultades y de todo los obstáculos, y gracias á los esfuerzos de algunos hombres y amigos
.
•
J SE CUGNOT.
291
del progreso, nuestro suelo se viรณ surcado por las locomotoras. Hoy surcan el mundo entero, disipando las preocupaciones infundada , y embrando รก su paso los beneficios de la ciencia y de la civilizacion.
Vésale clisputaba á lo:; perros una prc.;a ya corrompicb.
CAPITULO X. LOS
MÉDICOS. El amor de la medicina, es inseparable del amor de la humanidad. lll"' CRATE •
uando e en tl'J. n l patio del Ho pit· 1 ele iño , de Pae detiene la vi ta n un s ncillo monumento, obre el rí cual pueden leer ·e los nombre ele uni hermana ele la Caridad y ele cuatro méclicó jóvenes (1), uno ele los cuales no ( I} Hé aquí la li,;la de cslo, 1rnírlire:; drl deber profesional: Enrique Giboulou n:1Lural dr París, inlcruo accideulal de mrdicim muer 1o á la edad de 20 ái,o; rl 10 d . .\b ril de 1, 1:;. (Diíteria.) (La dirteria puede cousiderar;;c eomo el garrotillo ó la angin1 lornular .) Leopoltlo Poiricr, mturnl tic Bc;;,ufay ( arllrn) interno accidental de farmacia, muerto . ,í la edad de 2;; aiios el 30 tic Enero de 1, 76 (Difteria.) Emilia Périer, natural de Grcnoble, de la ónleu de Smto Tom,ís de Villauueva, muerla tí la edad de 48 aiios el 3 de Mayo de 1 7 (Difteria.) Erno:,LO Prévol natltral de París, alumno de farmacia, muerto á la edad de 26 año5 el 9 de Enero ele 1 79 (viruela.) Sanlia 0 o Abb1ddic-Tourné, natural de Pau, interno de tercer año de medicina, muerto á la edad de 28 años el 24 de l\:layo de i879 {Difteria.)
294
LOS MARTIRES DE LA CIENCIA.
tenia mas que veinte arios. Un poco mas abajo se lee lo siguiente: l\lURIEil0:--1 YÍCTnIAS DE SU AB~EGACIO, ASISTIE:"IDO
.l
LOS ' l~OS E 'FEilMOS.
No puede leerse sin cmocion esta lacónica frase: perpetúa el recuerdo de corazones generosos que, siguiendo el precepto de Hipócrates, no han olvidado que el amor de ~u ciencia debia ser inseparable del amor de la hpmanidad. El garrotillo (angina difteria), que tantas víctimas produce entre los niños, ha dado rny frecuentemente ocasion á rasgos heróicos. Esta enfermedad está caracterizada por la tendencia á la formacion de una falsa membrana en las vías respiratorias. El niño siente vivos dolores en la laringe, y hace esfuerzos, al parec~r, para arrancar con sus manitas el obstáculo que le impide respirar (1). La traqueotomía es la última esperanza de salvacion. Esta operacion quirúrgica, consiste en establecer una comun1cacion entre la tráquea y el aire exterior por debajo de la laringe. Algunas veces se ve á los médicos arriesgándose á perecer bajo la accion de aquel veneno mortal, vencer su repugnancia, arrostrar la muerte, y aspirar con la boca aquellas falsas membranas que flotan en la tráquea recien ·abierta. Enrique Blache, interno de los hospitales de París, hijo mayor del célebre m1dico del mismo nombre, murió el 1.º_de Agosto ele 1853, á la edad de veintisiete años, ele una angina por querer . salvar á un gangrenosa, adquirida de este modo, . niüo que la padecia. Gillette (2), m~dico de la Inclusa, perdió la vida el 13 de Octubre de 1866, en circunstancias análogas. Tomaremos la narracion de este hecho al patético discurso que pronunció sobre la tumba del mártir, su digno colega el Dr. H. Roger. ( i)
Littré y Robin. Diccionario de cienci_as médicas.
(2)
Eugenio-Mateo Gilletle, nació en París, en 1800.
GILLETTE.
295
para lo demás, y sin compasion p3,ra consígo mismo, dice Mr. Roger, sin trégua ni reposo, ni ele noche ni de dia, Gillette corría iempre al itio á donde le llamaba un sufrimiento: su abnegacion le ha matado. Le habían llamado ele un pueblo para a i tir á un niño atacado ele difteria. Olvidándose ele í mi mo trae al enfermo á París, exponiéndose al contágio, cuyos funestos efectos conoce: durante muchas hora re pira. una atmó fera cargada del mórbido veneno; ele de entonces se i nte atacado: us fuerzas e debilitan y su robu ta constitucion e empobrece.» Poco tiempo de pu , Gillette, lleno de e toici mo ante la muerte, exhalaba el último u piro entre los brazos del amigo que le a i tia. ce despidió de su mujer y de su hijo, hizo que se alejaran, ocultando sus ufrimiento , y ahora, e cribia (porque ya se había apagado su voz), estoy tranquilo y puedo morir. Su vida babia siclo pura y hermosa; su muerte fué grandiosa, heróica. >> Juan Bautista Girarel, jóven médico, estaba enfermo hacia muchos dia , cuando, el 2 de Marzo de 1 75, practicó la traqueotomía á un niño atacado ele difteria. Durante la operacion, le alpicaron alguna gota ele an°-re á un ojo, y e pinchó en la mano izquier la. Al volver á u ca a dijo á su mujer que e taba perdido y que le iba á dar el garrotillo. Poco dia ma tarde, ya no exi tia. l\'Iurió á lo veinti iete año , con la re igna ion ele un filó ofo. Pocas horas antes de abandonar e te mundo, e 1 vió eguir con su dedos amoratado los progre o ele la a fixia, y e cribir tranquilamente su última voluntad. Girarel habia nacido en olvic (AU""rnrnia), en la pátria del gran Pa cal (1). Aquel mismo año, , allerian, de veintitres año de edad, interno de segundo año, murió á con ecuencia de una viruela confluente, adquirida en el servicio d 1 ho pital. ce Caritativo
( i) Doclor Caffe. Diario de las ciencias médicas, i 75.
2()6
LOS MARTLRES DE LA CtENCIA.
La abncgacion, desconocida muchas veces, de estos mártires de su deber, es frecuent.ísima: internos que consagran su juventud y su fuerza á aliviar las enfermedaéles de sus semejantes; cirujanos que arro tran b muerte en los campos de b.afalla; médico que sucumben a ·istienclo á enfermedades contagiosas, todos rivalizan en su celo por hacer bien. Citaremos algunos ejemplos entre estos últimos . Jenin ele Montcgre (1), despues ele haber recibido en París la borla de doctor, se distinguió como un práctico ilustrado y como un excelente :fisiólogo. En 1818 fué á Santo Domingo para estudiar allí los verdaderos caractéres de la fiebre amarilla, que llevaba al sepulcro por entonces en aquel país millares de víctimas. Recibid9 con grandes honores por el presidente de la república de Taiti, se estableció en PuertoPríncipe; al atravesar un rio, vió de repente una mujer que se ahogaba, y se an:ojó al agua para salvarla. Aquella irnpresion le hizo contraer la enfermedad mortífera que se proponia combatir, y murió cuatro dias despues, á la edad de treinta años escasos (2) . Andrés Mazet (3), fué uno de los cinco médicos destinados á peticion suya por el gobierno francés para ir á estudiar la fiebre amarilla que asolaba á Catalufía. Llegado á. Barcelona, fué atacado de aquel azote, que le llevó al sepulcro en pocos dias. Juan Bautista Lava], nacido en Tolosa, el 25 de Diciembre de 1824, era hijo de un pobre zapatero remendon; sentó plaza de soldado, y supo hallar el tiempo suficiente entre dos servicios ó entre dos centinelas, para estudiar letras y ciencias. Por el solo esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad, consiguió examinarse del bachillerato, ser admitido en el ( i) Nació en Belley el 6 de Mayo de f 779. Colombel.-Panegirico de Montegre. Puerto-Príncipe, '1818, f tomo en 8.°
(2) (3)
Nació en Grenoble, en Diciembre de 1793.
CLAUDIO CHAPPE
Algunas turbas de bribones pusieron fuego รก los aparatos lelegrรกticos.
38
โ ข
J.-B. LAVAL.
299
Val-cle-Grace, y llegar por último á médico mayor. Despues de haber hecho la carp.pa.ña ele Crimea, supo que se acababa de declarar la peste en Oriente. Marcha inmediatamente á estudiar aquel azote, y durante cliez años se consagra. á asistir á los apestado y á correr por los puntos donde hay epidemia. Volvió, sin embargo, á Francia. Cuando mas adelante se declaró la peste en Tripolitania, en 1 74, lo abandonó toclo para ir á combatir su terrible enemigo. La peste pudo mas que él. Habiendo sabido que aquella plaga asolaba Merdj, en las cercanías de Benghazy, marchó á aquella localidad, y asistió con el mayor esmero á la poblacion aterrorizada. Bien pronto el valeroso cirujano fué víctima de su abnegacion: atacado de la peste, murió con la resignacion mas ejemplar (1). Si queremos pasar revista á las acciones brillantes de que han sabido dar ejemplo los cirujanos en el campo de batalla, mencionaremos en primer término al célebre Desgenettes. Desgenettes (2), en efecto, no puede dejar de figurar ante los hombres heróicos que on la gloria de la medicina. Cirujano ordinario del ejército ele Italia en 1793, fué destinado posteriormente como médico mayor al ejército de Oriente. Apenas llegó á Egipto el ejército, experimentó los efectos del clima abrasador. Empezaron á declararse síntomas ele peste. Era indispensable á toda costa detener el pánic que iba á nacer de aquel hecho. Desgenettes dió entonces pruebas de una abnegacion que tiene muy escasos ejemplos en la historia: en presencia ele lo olclados que le rodeaban, se hizo una doble incision en la ingle y en la proximidad del axila, y se inoculó el pus de un abceso pestilencia!. Aquel acto ele generosa temeridad clió confianza á los enfermos y muchos de ellos se salvaron. «Un dia, decía el Dr. Pariset, acababa de exponer Berthollet á Desgenettes sus estudios sobre los caminos ( 1) Diario de las ciencias mídicas. (2) Nació en Alcncon (Orne) el 23 de l\iayo de f762.
300
LO
~lARTIRE
DE LA CIE1 CIA. - - - - - - = - - - - - --
que t man los miasm::i.s pestilencia.le p::i.ra penetrar en la conomfa. Segun Ikrtbollet, h. saliva es el prim ro de su_ vehículo . Aqu l mi ' mo dia un ap .·t::i.do, á quien a i tia De genette y que ibn. á 111 l'ir, le ro 0 ·ó qu compa.rtie e con él un re t de la pocion qu .·e Je hn.bi 1. r 'cctado . De gcncttc , in yacilar ton1c1. el Ya· del enformo, le llena y bebe el contenido: accion qu dió una Yislumbr de e pcranza al apcst::i.do, pero que hizo p::i.licl ccr y rcfroceclcr horrorizado á todos lo circun.·k1.11te . Segunda ino ulacion, mas temible toclu.vfo. que la primcr.1., de la cual D sgenette habia hech tan poco ·ca o (1) . » En 1 05, el gran m ,cJ.ico fué enviado á Espaüa, para obervar la epidemia que babia a lado Cádiz, l\'filaga y Alicante. iguió á lo j \rcito franco e en Prusia, en Polonh, en E paña y tomó parte en la de 0 Taciacla campaña de 1 12. Prisionero del en mi 0 ·o al hacerse lar tirada ele Ru ia, pidió su libertad al emperacl r Alejandro, r cordánclole que siempre lclaclos ru o ; un uka e le devolvió la babia a isticlo á lo libertad y le dió una e colta de honor que le condujo ha ta las avanzadas franco De pue de l:.t r rnlucion ele 1 30, el baron De gen tte fué nombrado méclic mayor de_lo Inválidos; murió á la edad ele setenb. y cinco años. Durante la última 0 ·ucrra civil n España, en 1 75, un cirujan militar, de veinticinco año , L on Roce , p rdió lu. vida en condiciones verdaderamente admirables, en el angriento combate ele Campones; en medio ele lo mas mpeüado de la accion, pr taba us cuidado á lo herido , in ach·ertir que e taba rocl acl de una verdadera línea el fuego. La muerte llegaba á lo· heridos: el capellan y u ayudante se retiran y le llaman; p ro en vano. Roces, ·olo y ele pié, se adelanta hácia el enemigo, agitando sobre su cabeza un pa-
a.
{l)
Parisel. Panegírico de los indivíduos ele la. Academia de Medicina.
BICITAT.
301
iiuelo blanco .-(< Re p tacl los herido , xclama; os pido u vida en nombre de la civilizacion, y por el honor mismo de E pafia.>> En aquel momento, h rielo por mucha balas, cae repentinamente muerto. Bichat, una ele la glorias ele la medicina france a, murió á la edad ele treinta afi.os, víctima de otro género de sacrificio por la ciencia. El ele Julio de 1 02, trabajaba en u an:fiteatr d l ho pital y estudiab:1 lo progre o ele. la el compo icion ele la piel. El va o en que hacia que ésta se macera e, exhalaba un olor tan r pugnante, que todo lo alumnos se habian retirado; pero Bichat habia ob ervaclo algo que le parecía cli 0 ·no de ser examinado detenidamente, y per i tió en sus ob. ervaciones en medio ele aquella atmó fera envenenada. Al bajar la escalera le clió un íncope, y cayó de repente: poco dia ele pues habi:1 el jaclo de exi tir. (( Bichat acaba de morir, escribió entonces Corvisart, sobre un campo de batalla., que cuenta ya ma de una víctima; nadie en tan poco tiempo habia hecho tanto y tan bien, como él. » Lo p ligros profi ionale , que saben arro trar lo facult tivo verdaderamente lleno de abn gacion á favor ele u arte, e agregan, en la hi toria. de la medicina, á las difi ultades comune y al progr o de toda la ciencias; no e ven libres de ta dificulta.de , egun vamo á demo trar con varios jemplos tomados de la vida de algunos de aqu llos de la á que 1 be la humanidad lo principios fundamental fi iología ó de la terapéutica. , é ale (1), á quien pu de llamar e el creador de la anatomía, no e tuclió el cu rpo humano ino á co ta d ob táculo qu r chazarían hoy la mayor parte ele lo studiante . En aquella época, las l ye , c c1iendo á la influ n ia d la pr oupaciones religio a , prohibían la di ec ion . , é ale, á la . ( 1)
ació en Brusela<; el 31 de Diciembre de -1541.
•
302
LOS i'IIARTIRES DE LA CIENCIA.
edad de diez y ocho años, lleno Lle entusiasmo por la ciencia, no retrocedía ante nada, para procurarse los cadáveres que le hacian falta para sus estudios. Se iba solo, á la entrada ele la noche, al cementerio de los Inocentes ó á la colina de Montfaucon, y disputaba á los perros una presa ya corrompida. Y ésale se elevó á la primera línea de los médicos de su época, y fué mucho tiempo el primer cirujano de los ejércitos de Cárlos V. Despues de la abclicacion del emperador (1555), siguió á Felipe II. á España, y segun cuentan algunos escritores, fué condenado á muerte por el Tribunal de la Inquisicion. El rey conmutó esta pena con la de un viaje expiatorio á la Tierra Santa. Faltan documentos referentes á aquellos sucesos, muy poco claros; pero se sabe que Vésale fué á Chipre y á Jerusalem. Cuando el gran cirujano volvió á Europa, naufragó en las costas de la isla de Zanto, y murió allí de miser.i a y de enfermedad. Harvey (1), el gran Harvey, al cual debe la ciencia el descubrimiento de la circulacion de la sangre, no pudo, á pesar de su génio, verse libre de los sarcasmos y de las hostilidades de sus contemporáneos. Cuando publicó los principios de la gran cirwlacion de la scmgre, las ideas nuevas que dió á. conocer, aunque basadas en pruebas numerosas y en el resultado de escrupulosísimas observaciones de la naturaleza y de los hechos, encontraron una resistencia universal. Combatían abiertamente todas las nociones que se tenian entonces; y el célebre. Guy-Patin, sucesor de Rianat en el decanato de la facultad de medicina de París, abrumaba con el peso de una ironía, á veces mordaz, al descubridor de la circulacion de la sangre . Nuestro gran Moliére, vengó al célebre fisiólogo inglés: á Guy-Patin y á su escuela se refiere en su Enfermo de aprension: «Lo que mas me agrada en él, dice Dia(-!) Guillermo Harvey, nació en Folkstone, en Inglaterra, el Lº de Abril de 1578.
WIRSUNG.
303
foirus hablando de su hijo Tomás, y en lo que sigue mi ejemplo, es que se ciñe ciegamente á las opiniones de nuestros antepasados, y nunca ha querido escuchar ni comprender las razones y los experimentos de esas supues as invenciones de nuestro siglo, referentes á la circulacion de la sangre y á otras opiniones de la misma ralea.>> Y Tomás Diafoirus exclama á su vez: ce Yo he sóstenido contra los circuladores una tésis, que, con permiso de es.te caballero, me atreveré á presentará la señorita, como un homenaje que la debo, de las primicias de mi talento (1). Las rivalidades nacidas de las doctrinas médicas opuestas, han dado orígen á crímenes odiosos. El anatómico aleman, Jorge ""\Virsung, descubrió en Pádua, en 1642, el canal exterior del Pancreas, y expuso así ideas nuevas sobre nuestra constitucion anatómica. Habiendo adquirido por este descubrimiento una gran celebridad, hacia sombra á un médico dálmata, llamado 0ambier, que ejercia su profesion en la misma ciudad. 0ambier disputó el descubrimiento del fisiólogo aleman, y negó enérgicamente la existencia del canal p:mcreático. vVirsung discutió públicamente con su adversario, y le hizo callar ante la elocuencia abrumadora de los hechos. El mt' dico dálmata se_sintió humillado hasta tal punto, que resolvió vengarse de una manera ruidosa. n dia, armado ele una e copeta, acechó el momen_to en que Wirsung salia ele su casa y disparó sobre él, casi á boca de jarro, asesinándole en presencia ele sus discípulos, que venian á buscarle. El cirujano Delpech, murió poco mas ó menos del mismo modo que el anatómico ·wfrsung. El 29 de Octubre de 1832, fué asesinado por uño de sus clientes, Demptos, que le disparó otro escopetazo. José Dombey no murió del mismo modo, pero su trágico fin y su accidentada vida, nos obligan á consagrar aquí algu( 1) El enfermo de aprension. Acto II, escena VI.
•
304
,
LO
MARTrRES DE LA CIENCIA.
na línea á su 111 moria. Este célebre méc1ico y botánico, nació en Macon, 1 20 c1e Febrero c1e 17-!2. Su pac1res, que eran pobres, no le pudi ron dar mas que una mala educacion, y en cambio le hici~·on pa ar por toda cla e de malos tratamientos. Dombey e e capó, y fué á l\fontpelli r donde le recogió uno de u parientes, que no era otro que el célebr Commer on (1). Adquirió gran aficion á la botánica, estudió tambien medicin y recibió la borla ele doctor en 176 . Poco tiempo despue , a istió Dombey, en París, á las lceciones de J us ieu y de Lemonnier, di tinguiCndo e por algunos trabajo originales, que le valieron la proteccion de Turgot. El gran mini trole nombró médico y botánico a 0 -r gado al jarclin el 1 rey, comi ion:i.nclole pn.ra explorar la América e p::iüola, á fin de e tudiar lo vegetale útiles que pudieran aclimab.rs n Francia. Dombey se embarcó en Cádiz, el 20 de Octubre de 1777, acompañado de Ruiz y de Pavon, do botánicos· e pañole . Llegado al Callao, el médico del rey emp zó sus herborizaciones en el Perú, y dió á conocer mucha ob ervacione in. tere. ante y nuevas sobre la quina. Envió á Francia el re ultado de u primero trabajos, pero el buque que lleYaba aquellas riquezas científicas, fu é pr a de lo ingle es (17 O), y su cargamento ech do á pique . Por aquel mismo tiemp , el de graciado sábio se veía privado en el Callao de todo Ll dibujos, que el gobierno español le arrebataba á protesto ele que estaban hecho por artistas e pañoles . Dombey recorrió Chile y llegó á la Concepcion en el momento en que una enfermedad contagio a a olaba la ciudad: en vez de abandonar aquellos funestos sltio , se detuvo en ello. proc1igando u cuidados y u fortuna á lo enfermo , y despues continuó us exploraciones y .·us trabajos. Cuando algun tiempo ele ·pue Dombey vohió á. 'ádiz, . u maletas (1) Véase la vida de Commcrson, püg. 5.
. JOSu; DmIBEY.
305
fu eron confiscadas por el rey ele Espn.iia. El célebre m6cÜco fué muy bien recibido en Pa,rís por Buff;n; pero las clesgr¡1,:__ cias y las persecuciones que habia sufrido le hicieron r enunciará toda clase de honores. No quiso presentarse como candidato para reemplazar á Guettard en la Academia ele Cien....: ias, y se retiró primero al Delfinado y clespues á Lyon. En Octubre ele 1793, habiéndole confiado una comi. ·ion para ]os Estados-Unidos, se embarcó con objeto de evacuarla. Apre. sado en el mar por unos corsarios, se vió <:ncerrado en los calabozos ele Monserrat, en los cuales murió de dolor y ele miseria (1). Sus trabajos se publicaron elespues ~e su muerte, por el Heritier ele Bruttelles. Entre los hombres á quienes debe la humanidad el descubrimiento ele los agentes anesté icos que favorecen el sueño artificial y hacen insen ibles los dolores, tenemos que recordar tambien una exi tencia tan des 0 -raciada como desconocida: nos referimos á la de Horacio Wels, que hizo ]os primeros experimentos sobre la eterizacion, despues ele los notables resultados obtenidos por Davy con el óxido nitroso. En una época en que nadie so pechaba el efecto singular que causaban estos agentes sobre la economía, los experimentos del gran químico Davy causaron una aclmiracioñ. grnnclísima. El óxido nitroso tuvo un éxito univer al: nadie habbba mas que ele aquel gas tan notable. Era ch 1799: el .. médico Beddccs habia funcfado en <;Jlifton, cerca, de B1:istol, en Inglaterra, el Instituto Neumático, eón objeto ele estueliJ.r los ga ·es que acababan de aislar Cavcndish y Priestl 'Y, y acerca c1c los cuales habia ele hacer tan magníficos trabajos Lavoisicr. Davy estaba encargado de estudiar las propiedades químicas de los gases conocidos hasta entonces, y de cx:1lninar la accion que podian ejerécr sobre la economía ( 1)
Delcuze. -An~L·s ele! JII usco de historia natural, lomo IV. 30
306
LO
M.\.RTIBE
DE LA CIENCIA.
animal. Por una ca ualiclad rara, 1 primer ga que re piró el célebre químico, ful'.l el óxido nitroso. La fama del In tituto :reumático, tardó muy poco en extender e por Europa entera. Todo el mundo en Inglaterra y en Francia queria re pirar el óxido nitro o. Todo el mundo se quedaba orprendido al yer la e traña propiedad que tenia el nuevo gas, de e citar la risa; pero po os observaron que era á propó ito para suspender ó hacer ce ar lo dolore fí icos . Este hecho importante, no podia, in embargo, pa ar desapercibido para el perspicáz Davy. « El óxido nitro o, dice el gran químico, tiene al parecer la propiedad de quitar lo dolores, y probablemente podrá emplear e con éxito en las operaciones quirúrgicas que no exijan una gran efusion de sangre.>> En 1844, Horacio Wels, que ejercia la profesion de denti ta en Hartford en Connecticut (E tados- nidos), qui o comprobar las aserciones de Davy. Respiró el óxido nitroso é hizo que le sacaran un diente sin sentir dolor alguno: despues renovó el experimento en algunos ele sus cliente , que se maravillaron de los re ultados que obtenia. Horacio v els ensayó tambien el éter sulfúrico como ane tésico; p ro creyó preferible limitarse al óxido nitroso, cuya accion sobre la econ9rnía le pareció mas eficaz. Wels volvió á Boston para dar cuenta de aquellos hechos nue·rns á la facultad de medicina. Allí encontró á uno ele us antiguos consócios, Morton, y al Dr. Jackson, á lo. cuale participó la hi toria completa de su en ayos. Wel fué invitado á hacer un experimento público delante de los alumno del h0spital 1e Boston: clispu o u aparatos en la sala de operaciones é hizo respirar el gas á un enfermo, á 1uicn había necesidad ele extraer una muela; la extrajo, pero en el mi 1110 instante el enfermo, que no estaba bien dormido, e quejó con gr?1.ndes gritos . Sin duela Wel había hecho uso c1 • un gas mal preparado; pero ele cualquier modo que fuera, la
·
IIORACIO WEL ,
307
hilaridad de lo alumnos avergonzó al de graciaclo-oper.aclor,y ele tal manera lamentó aquella ridícula desgracia, que aba,ndonó su profe ion de dentista. Morton y Jackson eguian, in embargo sus experimento ane té ico con el óxido nitro o y el éter. Poco de pue el éxito de u operaciones llamaba la atencion en todas partes, y Europa entera iba á aludar con sus · aclamacione el proce· dimiento de la eterizacion. El nombre de Horacio ,vels se habia olvidado por completo: marchó á Inglaterra para defender su derechos, pero nadie le hizo ca o en Lónclre . En 1857 fué á Parí , in que allí tuviera i;nejor suerte, y lleno de mi eria e vol ió á los E tado - nidos , pre a del ma profundo abatimi nto. Allí re olvió darse la muerte, y se abrió la venas en un baño. Cuando e reconoció el cadáver, e vió que t nia en la mano un frasco de éter. El pobre inventor, para suicidarse, había querido apro,echar aquel de cubrimi nto, con cuya gloria habia soñado. u mu rte pa ó le apercibida: no hubo ni un recuerdo, ni una lágrima para u tumba. Mientra tanto Jack on recibia •l premio l\Iontyon, d 1 In tituto de Francia, y l\forton guardaba las utilidades que le habia producido la venta de sus clerechos. La po tericlad erá meno ingrata; cons nará un recuerdo de gratitu 1 y el piedad, para ay_uel o ·curo y ele graiado jóven qu de pue de haber contribuido á enriquecer á la humanidad con un b n ficio eterno, e uicicló de e pera.do en un rincon del ru vo-:\1:unclo (1). A e tos bienchore de conocidos ele la humanidad, e á (1)
Luis Fin-uier.- Las laravillas tlo la ieucia.
308
LOS MARTIRES DE LA
cm
CIA.
los que pueden aplicarse con mas justicia aquellos hermosos versos del poeta: «Cuando de vuestra e5trella en el ocaso Se apague el luminar, Morirá vuestro nombre; y nadie acaso Le vuelva á recordar. ¡Pasad! ¡Pasad! que ni una eslátua sola Os dará la opiniou; Son para el que más víctimas inmola Al fuego del cañon (1).»
( 1)
Angnsto Barbier .-lambes et Poemas.
•
,, ls
<IV_
Gustavo Lamberl.-De repente cayó herido de muchos balazos.
CAPITULO XI. CIENCIA Y
PATRIA.
De las dificullades, nacen los milagros. LA Bnun'.ns.
Entre los recursos que el génio científico ha sabido crear para la defensa de una nacion, ninguno hay mas hermoso que los empleados en la heróica resistencia ele Siracusa, sitiada por los Romanos hace mas de dos mil años. Al doble ataque del ejército ele Marcelo, Siracusa quedó muela ele asombro. Crcia que era ir;pposible oponer resistencia alguna á fuerzas tan considerables y consideraba ya su rcndicion, como una espantosa necesidad. Pero olvidaba que dentro ele sus muros tenia un gran ciudadano, un geómetra ele un génio inmenso y ele un entusiasta patriotismo.
3!0
o
LO
MARTIBES DE L..\ Clfü ClA.
«Arquímecle , dice Plutarco., pu o en movimi nto us máquina . El cjér itó Romano recibió una lhrVia ele flecha y una Yerdadcra 0 Tanimc1a de piédra pro~ ectada con una fuerza t rribl : nada p clia re i tir á u golpe . Derribaban ll vaban á la· fiL1.s á todo aquellos á quiene alcanzaban sitiadora el ma e p. nto o de órden . En cuanto á la e cuadra, tan pronto aparecían obre la muralla Yiga , que cayen,clb sobre lo bajele , con una fuerte impul ion recibida del interior, los echaban á pique, tan pronto salían ele a 1uellas manos .de hierro ó tenazas que los cogían y quemanteniéndolos en po_icion vertical, con la popa hácia ::_i,rriba y la proa hácia abajo, los sumergían en las ola ó los hacían girar sobre sí mismos de tal modo, que se e trellaban contra los escollos y lo pico de la rocas que había al pié ele lo muros, estrellando al mismo tiempo á la mayor parte ele su tripulantes (1). Dio.doro ele Sicilia, ·Hieron, Papus, refieren, que Arquímedes llegó ha ta el punto de prendar-fuego á la escuadra roma•na, concentrando sobre ella el calor solaz por medio de espejo!;,. ustorips. Experimentos completamente exactos demuestran que i _el gran mecánico e sirvió ele e pejos plano , el problema pudo ver e como lo refieren lo antiguos historiadores (2). La póblacion entera ele ·siracusa, se habia convertido en el cuerpo de un organi mo, euya alma era Arqufrnecle , que hacia mover todo us aparatos. <{ral era el miedo de los Ro.'.. manos, dice Plutarco, que si eian salir ele los· murós el extremo de una cu rcla ó ele una viga, volvian la e· pald.'as y huian aterrorizados, exclamando: «esta e alguna otra: máquina que A1~químecles emplea contra nosotros .>) ( 1) _l~lutarco. Vidas cfo los hombres ilttstre . l\Iarcclo. · (2) Buffon llevó á cabo en 1717 este magnílico cxpcriincnto y demostró lo;; efe ·tos dr, los espejos de Arquímedes. Por medio de una s\ric tic 168 espejos planos movibles, que se podían manejar á la vez, Bnffon encendió leila y fundió plqmo ..í 1:;o pié!l ele distancia.
.
ARQ IMEDES.
3H
-Puede darse crédito á todo lo que cuenta la historia ele aquel gran clefcn ·or ele su pátria, cuando se consideran· los importantísimos descubrimientos que se le deben y que atestiguan su indiscutible mérito. Efectivamente, Arquímedes se ha colocado por sus traba.jo· á la cabeza ele los ma eminentes matemáticos. «Los que están en e tado de comprenderlo, dice Leibnitz, admiran menos los ele cubrimientos de los grandes hombres le los tiempos modernos.>> Lagrange ha dicho c1e él, que habia creado la mecánica ele la antigüedad. A Arquímedes se debo la cuadratura ele la parábola y el descubrimiento de la relacion que existe entre la esfera y el cilindro . Este último teorema, es uno ele lo mas notables ele la geometría. Tanibien se lé debe la invencion ele la hélice ó tornillo de Arquímedes; el descubrimiento del principio hic1ro tático que lleva su nombre la teoría ele la palanca y la ele los cuerpos flotante . El rey Rieron le encargó la construccion ele un buque inmenso, cuya clescripcion hace Ateneo, y que egun parece, fué una obra asombrosa. El génio do Arquímedes, fué sin embargo, impotente para salvará su pátria. Los Romanos se apoderaron de Sira.cusa por sorpresa y contra las órclene ele Marcelo. Arquímedes fué asesinado por un soldado romano. Segun Tito-Livio, el geómetra se hallaba ntado en la plaza pública. Absorto en us meditaciones, miraba las figuras que babia trazado en la arena, cuando un soldado romano levantó u espada sobre él, y le mató. Si dejamos la antigüedad, para acercarnos á nuestra época, encontraremos tambien, durante las guerras de la primera República, grandes ejemplos del auxilio prestado por la ciencia á la alvacion do la pátria. Halla.remo en medio ele sucesos sin ejemplo en la historia, caractéres verdaderamente sublimes, que honran la humanidad entera. Tal fué Lázaro Oarnot (1). Discípulo ele la escuela de Me-
•
( 1) Nació en olay, pequeña ciudad de Borgoña el i3 de Mayo de f753 .
•
.
LO
312
.
MARTIRES DE L.\ CIENCIA.
ziére y oficial de ing niero , e di tinguió por su trabajo matemático , y e pecia.lmente por u t orema sobre la pérdida l fuerza qn . e con idera como uno el lo ma hermo. o descubrimi 'nto el la mecáni a. «E t magnífico, e. te 'pr cio o teor ma, dice Ara ·o, e cono ido por todos los in0·eniero ; lo 0 uia en la práctica y lo pre · na de la ºTO era falta com tida JJOr u antece ore (1).)) En 1792, en m dio de lo peligros que am nazaba.n á la Francia, re olvió consagrará la defen a de su país, toda su ciencia, todas sus fuerzas, toda su voluntad. A principio de 1793, la derrota e sucedian sin intermision y parecia que la Francia estaba en vísperas ele su ruina, cuando Carnot fué nombrado individuo del Comité de Sal ,acion pública, y encargado de la admini tracion ele la guerra y ele la direecion superior de las operaciones militares . Las circunstancias apremiaban. El desórden, la agitacion, la falta de víveres y la escasez de dinero, reinaban en todas partes. Por el orte, por el Este, por lo Pirineos, por los Alpes, penetraba el enemigo en el territorio francés. Las riberas del Loire, estaban en manos de cien mil vencleanos insurrecto : Lyon se habia sublevado: Tolon acababa de entregarse á los ingleses. Nuestros ejército , sin armas y sin municiones, eran pre a del mas profundo abatimiento. Carnot, por medio de prodigios, de inteligencia, de trabajo y de ciencia, lo organizó, lo facilitó, lo alvó todo . Sus contemporáneos pudieron decir de él qu habia orgcmi;;ado la victorict, y la posteridad ha confirmado este juicio. Carnot tomaba un simple sargento y en algunos me e , hacia de él un general de clivision y _clespues un g neral en jefe: a1uel sargento se llamaba Roche. Cuando lo asuntos iban mal en cualquier parte, acuclia Carnot y todo cambiaba de a pecto. ( 1) Biografía tlc Lázaro Caruol.
o
•
L.\Z.\RO C,\R ' OT
Toma uu fusil y se poue รก la cabeza de una ele las columnas.
40
â&#x20AC;¢
,
,
LAZARO CARNOT.
3'15
Maub ugc acababa c1 ver e atacada por e cnta mil hombre , mandado pÓr 1 prín ipe de Coburo·o. El o·eneral Jourdan, á. la cabeza d l ej 'rcito francé. , r cib la órclcn de hacer que Jcyante el iti d la pltza,, pero u tropa ·on muy inferiore n númcr á la, c1 l enemi o·o y duela en tomar la ofen i,a. Carnot iudi 0 ·nado, e clirije al J'rcito y oblio·a á Jourclan á emprend r el a.taque; pero nue tro prim ros batallone e ven rechazado . Carnot de tituye en 1 momento al general que lo manda, toma un fu il, y e pone á la cabeza de una ele las columnas que arrastra en po de sí. Pocos momento clcspuc , el príncipe ele Coburgo se bat en retirada y levanta 1 sitio de Maubeu 0 ·c. En do mese , se toma de nuevo Tolon, e aniquila á lo vendeano y se dejan libres toda nue tras fronteras. Pro crito en tiempo del Directorio, Carnot, vuelve á er llamado á Francia po tcriormente al 1 el Brumario y se retira á la vida privada, le pues de haber ido nombrado tribuno n 1 02. Acababa ele ser admitido en el Instituto y de publicar un libro notable titulado: Refiexiones sobre lct metafísica del cálculo infinitesimal. in preocupar e nunca ni de í propio, ni ele u fortuna, jamá alia ele u retiro ma que para ser útil. Los desa tres de 1 13, le hicieron por lo tanto alir de su tranquilo y sál io retiro. apoleon, le nombró gobernador de Ambére . Carnot defendió aquella ciudad con tanto valor y pericia, que permaneció franco a ha ta de puc del tratado que terminó la guerra. Cuando "apoleon ab licó, arnot fué nombrado inclidduo d 1 Gobierno provi ional: 1 gobierno ele lo Borbone le de terró, como lo habia hecho ya ante , el d 11 de Fructidor. • El emperador Alejandro, le ofreció un pa aporte para Polonia: vi ió algun tiempo en ar ovia y el pue se e tableció en Magdeburgq (Pru ia) donde re idió ha ta su muerte. «La vi la íntima el un padre, dice Hipólito Carnot, era '11 Magcleburgo lo 1uc habia siclo con tantcmcnte. Su humil-
316
LOS i'IL\RTIRES DE Li\ CIENCIA.
de fortuna, estuvo si -mpre al nirnl de sus gustos. Nadie era menos exigente para sí, ni mas complaciente para los demás.» Era muy aficionado á dar lar 0 ·o pa eos, de los que siempre traia algun estudio científico, aJgun trozo ele moral ó al. guna compo icion poética. La música y las fl or es le encantaban, y se con ielerab:1 dichoso en la soledad, rodeado ele su libro . ((Cuando quiero hablar, decia, e cribo; cuando quiero oir, l eo.>>
•
Ningun viajero pasaba por lVfagdeburgo, sin procurar hacer una visita al ilustre desterrado. El amor de su país, dominó en el alma de Carnot, hasta su última hora. «El pueblo francés, e. cribia pocos dias antes de morir, es el mejor de todos los pueblos.» Su salud iba lebilitándose. ((, ejeto tranquilamente, decia, como una añosa encina que se aproxima ú su fin (1):» Espiró suavemente y sin dolores, el 2 de Agosto ele 1823 . Mientras Carnot estuvo á la cabeza ele nuestras operaciones militares, se inventó un aparato extraordinario que contribuyó poderosamente al éxito obtenido. El telégrafo óptico, ·debido al clesveñturado Cláuclio Chappe. Cláudio Chappe, sobrino del astrónomo Chappe d'Auterocbe, habia nacido en Brúlon, departamento del Sarthe. Segundan de una familia numerosa, se hizo sacerdote. Rabia obtenido en Bagnolet, cerca de Provins, una canongía de una renta considerable, que le permitía entregarse á su aficion por los estudios físicos. Cláudio Chappe se babia educado en un seminario cerca ele Angers: sus hermanos, á los cuales queria mucho y ele los que sentía extraordinariamente verse separado, estaban en un colegio á media legua del ser1:1inario. Con objeto de mitigar el disgusto ele aquella separacion, imaginó un procedimiento ingenioso para ponerse en relacion con ellos. U na re( i)
llfemorias publicadas por Hipó lito CarnoL.
CLAUDIO CHAPPE.
317
gla de madera giraba en un piYote y llevaba en sus dos extremos otras dos reglas movibles, por medio de las cuales, hacia signos que correspondian á las letras y á las palabras. Aquel descubrimiento de un niño, fué el orí 0 ·en del telégrafo óptico que inventó mas adelante, durante las guerras de la República y que consagró á las necesidades de nuestros ejércitos. Cláudio Chappe, fué á París en 1792; despues de muchos pasos y muchas dificultades, consiguió el permiso ele erigir uno ele sus telégrafos, en el pabelloncito ele la izquierda ele la Barrera de l 'Etoile. Dos de sus hermanos le ayudaron en aquellos experimentos que dieron el resultado mas satisfactorio. El inventor, que babia encontrado al principio muchí i-· mas d.ificultaaes, creyó que había llegado al fin de sus esfuerzos y que los servicios que prestaba su invencion, iban á coronar su obra. ¡Vana ilusion! En una noche, algunos malhechores envidiosos, algunos de esos _hombres qüe están siempre di'spuestos á combatir cualquiera idea nueva, se introdujeron en el pabellon y robaron el aparato telegráfico. Aquella misterio a de apal'icion del telégrafo, desalentó á Chappe y sus hermano . Probablemente hubieran renunciado para iempre á su ernpr sa, sin un suceso que les hizo concebir de nuevo alguna e peranzas. El mayor de lo. hermanos Chappe, fué nombrado por el departamento del Sarthe, indivíduo de la Asamblea legislativa. Contando con el valimiento del nuevo diputado, Cláudio Chappe ·r nlvió otra yez á Parí , donde solo habia encontrado sinsabores, y cstab!eció otro telégraf en el bermo o parque que Lepelletier de SaintFargeau, po eia en M nilmontant. Los hermanos Chappe trabajaban con ar lor n perfeccionar el jacgo de aquel aparato, cuando tuvieron que lamentar todavia nuevas desgracia . Una mañana vieron á uno de sus ayudantes ·que llegaba á
•
3.f8.
•
LOS MARTffiES DE LA CIENCIA.
ellos muy a ustado, corriendo y gritándoles que huyesen. El pueblo se babia indignado con el · movimiento constante ele las nuevas seüales: en aquellos brazo13 negros que se elevaban al cielo pai:a replegarse enseguida hácia la tierra, se habia visto alguna maquinacion sospechosa. En 1792 como en 1870 sien,1pre se so pechaba que habia traiciones y espías: se d.ijo que habia una correspondencia secreta con el rey y los demás presos en el Temple : ¡algunas turbas de bribones, pedian la cabeza de Chappe y pusieron fuego á los aparato teleg1~áficos! Poco tiempo despues, Chappe sobreescitaclo por aquellos obstáculos, pidió por tercera vez, autorizacion para establecer á su costa nuevas máquinas y pudo obtenerla, gracias á la influencia de su hermano el diputado. Organizó tres estaciones, una colocada en Menilmontant, otra en Ecouen y la tercera en Saint-Martin-du-Tertre. Aquellas tres estaciones, distaban entre sí, tres leguas. Entonces, en 1793, fué cuando se adoptaron definitivamente por los hermanos Chappe las disposiciones del telégrafo óptico que ha funcionado en Europa entera, hasta la aparicion del telégrafo eléctrico. Cuando los torreros se ejercitaron convenientemente en la maniobra de los aparatos, el inventor pidió al gobierno el cxámen público de su sistema. Pasó un año sin que obtuviera respuesta. Probablemente se perdería la peticionen el dédalo de los negocios administrativos . Un diputado llamado Romme, que tenia algunas nociones ele ciencia, descubrió la exposicion de Chappe en las oficinas ele instruccion pública . Llamó su atencion la lucidez de aquel trabajo, y habiendo comprendido su importancia, le pasó al Comité con los mayores elogios . Nombrado ponente del proyecto el 4 ele Abril de 1793, Romme subió á la tribuna con la Memoria de Chappe en la mano y obtuvo de la Convencion que se destinara una cantidad ele seis mil francos al ensayo ele aquel sistema telegráfico . Los experimentos, se verificaron el 12 de Julio sigu'iente .
CLA UDlO CHAPPE.
319
Daunou y Lakanal, comisionados por la Convcncion, estaban en Saint-Martín, una de las estacione extremas, con Abrn-;ham Chappe. Arbogast y algunos otros diputados, se hallaban con Cláudio Chappe en Menilmontant. Los experimentos, duraron tres días. A la distancia de siete leguas, todos los despachos se trasmitieron con una exactitud y una rapidez asombrosa. De vuelta á París los comisionados, presentaron á la Convencion un dictámen que determinó á la Asamblea á ordenar, sin mas dilaciones, el establecimiento ele una línea telegráfica de París á Lill_e. Cláudio Chappe recibió el encargo de organizar aquella primera línea. La Convencion, creyó además que debía distinguirle con aquel motivo, con el título singular de ingeniero telegráfico. Los trabajos para la in~talacion de aquella línea, duraron mas de un aiio. No necesitamos decir, cuántos obstáculos hubo que allanar, qué de recursos y de actividad fu~ preciso desplegar para la organizacion de un sistema tan nuevo. Aquellas dificultades, solo podía vencerlas la energía, la perseverancia y la armonía de una familia intere acla en el éxito ele aquella creacion, cuya gloria le correspondía por completo. rrodo está concluido á fines de 1794. La línea telegráfica • entre París y Lille queda abierta y el 30 ele Noviembre trasmite á la Convencion la noticia ele una victoria: la toma de Condé á los austriacos. El telégrama llegado de Lille en algunos minutos, se lleva á la Asamblea: el presidente lo lee y en todos los bancos estalla una salva de aplausos. Inmediatamente el telégrafo óptico, trasmite la siguiente respuesta: «El ejército clel Norte ha merecido bien de la pátria. » Al mismo tiempo se trasmite tambicn un decreto, por el cual, el nombre de Conclé, se cambia con el de Norte-libre. El despacho, la respuesta, el decreto, se succclen con tal
320
LOS )IARTIRES DE LA CIENCIA.
rapicléz y prontitud, que el enemigo e tup f.tcto, e pregunt:t i la República no di pone de artes mágicas ó si la Convencion no tiene· su a ·iento en medio del eJércifo.' El telégrafo ópticof que ha prestado ante clci telégrafo elécti·ico, tanto erdcio á Francia y a Europa, e taba fundado. Nació como la fabricac1on de la barrilla ai-,tificial y fa del alitre, como l apro...-echamiento tlel ázufr ele la pirita , y como nue tra indu fria ca i toda, ele la nece idade ele una guerra hoúorosa, que por todas partes debia terminar con una érie dé victoria . El abate Cláudio Chappe murió ma tard , bajo la dominacion del Imperio. Despues de una comida, de sábios, en que lo docto convfrlaclos lmbian hecho numero a. libacione , e cayó en un pozo. El inventor del telégrafo óptico tuvo el mismo fin que el a trólogo ele la fábula . Silva110 Bailly (nacido en 1736) fué tambi n uno de Jo ábio ilus_tres c1ué han puesto siempre la iencia al. ervicio ele la humani lad y de la p:í.tria. Despi10s ele haberse hecho not:lble por u observacione sob1·e Já luna y las e trella z cliaca]es y por u Ilistoria de la astronornía antigua y moderna, fué elegido inclivíduo ele ia Academia de ciencias, lle 0 ·anclo por su trabajo á la có pide ele la gerarquía." ci ntífica. Debia llegar tambien á la. tle la gcrarquía p lítica y er víctima de . • pasiones ele que u carácter le alejaba. La elccciori e pontánea de sus conciuclaclanos, l ~ elevó {L ]a posicione ma envidiadas : s ]e nombró primer le tor de su distrito, pdmer diputado ele París á los E tados G ncrales, primer pr iclcnte el la A amblca con ·tituyente y primer alcalde ele la capital. El era qu~en pre iclia á lo cliputatlo. c.1 l pueblo, ·el dia del Jurnmento del Juego ele Pelota. Bailly, á qui n iempre se habia visto firme, mocl raclo, lleno de humanidad, fué condenado por el tribunal r v lucionario que má tarde debía asesinar tambien á Lavoi icr, ·cuya historia hcmo. trazado anteriormente.
SLLVA1 O BA[LLY.
321
El pueblo sediento ele sangre, levantó él mismo el cadalso de Bailly: el gran sábio fué conducido á 61 en medio ele las maldiciones y ele los ultrajes de aquella poblacion que poco antes habia hecho ele él su ídolo. Su firmeza no se desmintió ni un solo momento. Una lluvia helada le hacia tiritar: uno ele sus verdugos le dijo: «Estás temblando, Bailly.>>-«Sí, , amigo mió, pero es ele frio.>>-Tal fué su respuesta. Silvano Bailly, fué guillotinado el 21 ele oviembre ele 1793 á la celad ele cincuenta y siete años. Oondorcet (1) que merece tambien un puesto entre e tos nobles caractéres, es seguramente uno ele los mas grandes matemáticos y filósofos ele la nacion francesa. Proceclia ele nna antigua y noble familia del Condado de Venai sin. Su • madre, que era sumamente devota, ofreció su hijo á la Vírgen y durante sus ocho primeros años, fué vestido de niña. Oondorcet se hizo abrir por sus trabajos matemáticos las puertas de la Academia de ciencias (2 ele Febrero de 1769,) siendo luego su secretario perpétuo: sus obras filo óficas y literarias, que ejercieron una gran influencia en , u siglo, le valieron despues un puesto en la Academia francesa (1782.) Pero lo que coloca al filósofo en primera línea entre los hombres mas dignos del aprecio de la po teridacl, e haberse hecho, como Voltaire, defensor de los oprimidos: haber e levantado con inclignacion contra los suplicios; haberse con agrado á los intereses de su pátria; haber estudiado con tanta fé los grincipios ele las constituciones nuevas que prepararon · la Revolucion francesa. Elegido diputado por París en 1791, nombrado al año siguiente, indivíauo de la Oonvencion nacional, Jlegó á sor por su mocloracion, su carácter y su talento, el hombre mas influyente de aquella Asamblea: siempre se buscaba su clictámen en las cuestiones de mas importancia. Aquella gran figura, (1) Nicohls de Caritnt, marqués de Condorcet, nació en Ribemont en Picardic _ (Aisnc,) el '17 de Setiembre de 1743. 41
322
LOS MARTIRES DE LA CrE CIA.
cuyo recuerdo no será nunca bastante venerado, fué tambien víctima de los verdugos de 1793. El tribunal de sangre, que se· llamó revolucionario, quiso juzgar á Condorcet por crímenes que, como tantos otros, no había cometido. Le pusieron sellos á sus domicilios de Antenil y ele París y ele este modo se privó de todos los medios de subsistencia á su mujer y á su hija. El filósofo halló un asilo en la calle de Servandoni en casa de Mad. Vernet, señora tan valiente como distinguida. Allí, para distraerse de sus desgracias y para servir á su partido, Condorcet, sin libros y sin notas y con el exclusivo auxilio de su memoria, se puso á escribir su Ensayo sobre los progresos del espíritu humano, libro asombroso que revela la impasibilidad ele un alma estóica y la generosidad de uri gran .. corazon. Bajo su apariencia glacial, Condorcet ocultaba sentimientos fogosos; como ha dicho d'Alembert ((era un volcán cubierto de nieve.>) En Marzo ele 1794, Condorcet comprendió que iba á llegar la hora del sacrificio. ((Moriré, escribía, como Sócrates y Sidney, poi: haber servido á la libertad ele mi país.>) Habiendo sabido que acababa de condenarse á muerte á todos aquellos que dieran asilo á los proscritos, se proveyó ele un disfraz y salió de casa de Mad. Vernet. Vagó algun tiempo por los alrededores de París, pero fué conocido muy pronto y preso en casa de un tabernero de Clamart. Le condujeron á Bourg-laReine y allí le metieron en un calabozo. Al día siguiente le encontraron muerto. Condorcet se había envenenado con una sustancia deletérea que Iievaba siempre en una sortija. Así murió á la edad ele cincuenta aüos uno de los hombres mas grandes de la Francia; un entusiasta defensor ele la libertad, uno de los fundadores de los principios ele 1789, un literato insigne, un geómetra de talento, víctima como otros muchos de la demagogia revolucionaria (1). ({) Arago. Noticia sobre Condorcet, leida en la sesion pública de la Academia do Ciencias, el 28 de Diciembre de f84f .-Isambert. Condorcel, Biografía general.
CONDORCET.
323
Dura.nte la funesta 0 ·ucrra franco-pru. iana el 1 70, . e vió igualmente la ciencia, acudir ele un lado y el 1 otro á los meilio de ataque y el defensa. Si el sitio de Parí no ha t nielo un Arquímede , ha tenido sus globo mensajeros, u palomas viajeras, y us ele pachos foto-micrográfico , que quedarán como una glorio a hi toria ele la aplica iones el la física, al arte de la guerra. En el sitio ele Parí , ha habido tambien defen ore , que no por haber ido meno fi lice que nue tros paclr s ele 1792, e han mostrado menos valiente y meno llenos ele abnegacion. Gustavo Lambert, debe citar e entr los héroe ele e ta época. El jefe de nue tra expeilicion al polo ort , e había ali taclo como imple olclaclo en el reo·imiento 119 de línea. La ele gracia ele la pátria le habían h rielo en l corazon. Cuando los parisiense intentaron el último e fuerzo en la alida ele Buzenval 119 ele Enero ele 1 71, Gu tavo Lamb 'rt se adelantó, aliente y orgulloso, ofreciendo su pecho al enemigo. De repente, cayó herido de much balaz , y poco dia de pues, exhalaba el último u piro en la ambulancia del Gran Hotel. Como los Romano de la época hcróica qui o morir para no ver e vencido.
La cxplo3ion de las m:iJ,eri1s fulminanlc3.
CAPITULO XII. SOLDADOS
RASOS lle vi lo gentes incapaces de aprcnder una ciencia; pero no he visto á. nadie incap:íz de virtud. CONFUCIO.
A.rao-o exclamaba en otro tiempo, hablando ele Felipe de Girard: «Es un general ele la indu tria, muerto en la brecha.» E verdad; pero lo gencrale no poclrian ganar la batalJas sin los soldado . Los simples oldaclos ele la ciencia se encuentran en las fila d 1 numero o ejército ele obr ro que manejan la máquinas, que calientan lo~ hornos, que mezclan y combinan lo productos en la fábrica ; que arrancan 1 mineral en el seno el los filones y la hnlJa en las entrañas de la tierra. O curo operario , contribuyen al progreso y á lo beneficios de la civilizacion. Si no hacen los de cubrimiento , preparan con frecuencia su realizacion; ellos tambien saben morir por
,
326 .
LOS MARTlRES DE LA CIE CIA.
la ciencia, realzarse por el sacrificio, di tinguirsc por el martirio. La hi toria de lo mineros, por sí sola, uministraria inagotable documento obre el valor y la abnegacion; las catá trofes ma recientes nos presentan numero í imos ejemplo de incalculables íctima . Elegiremos al azar entre estos terrible drama de las mina de carbon. El 11 ele Abril de 1 77, en el pozo Tynewidd, en el condado de Glamorgan, uno de los distritos mas ricos en hierro y en hulla del país de Galles, ocurrió una el esas horribles catástrofes tan frecuentes en las minas. Los trabajadores se cli ponían á ubir á la superfi<?.ie, cuando se oyó una detonacion e pantosa. A con ecuencia de las filtraciones, las aguas del Ronde, riachuelo de la inmediacione , acababan de penetrar en la galerías de la mina, que u oleadas llenaban con una rapidez aterradora. Los mineros habían alcanzado apresuradamente la escalas; pero cuando se contaron al salir del pozo, vieron que faltaban catorce á la li ta. Un viento furioso salia de la mina y lo ecos subterráneos repetían mil ruido sinies~ros: parecía que no debía abrigarse esperanza alguna relativamente á los catorce desgraciados que debían haber perecido ahogado en el fondo del abismo. Sin embargo, algunos trabajadores animosos, quisieron á toda costa recobrar por lo menos los cadáveres. unca faltan los mineros á este deber piadoso, aunque tengan para ello que exponer su vida. Mientras meditaban acerca de los medios que debían emplear para pen trar en la mina, oyeron golpear repetidamente bajo el suelo. Pronto e averiguó que alguno mineros estaban encerrados bajo una capa de carbon de unos diez metros de espe or. El aire, comprimiéndose por la accion del agua, en una galería sin salida, había impedido la entrada de é ta hasta el final, y aquellos infelices se hallaban encerrados en una especie de campana de buzo.
LOS MINEROS.
327
Para calmar la impaciencia de los desgraciados prisioneros, los trabajadores empezaron por responder á. su llamamiento, dando fuertes golpes en el suelo. Despues comenzaron la apertura de una galería inclinada, para volverlos al aire y á la luz . A las veinticuatro hora de un trabajo contínuo y vertigino o, no queda ya por escavar mas que una capa de hulla de poco espe or: entre los que atacan mas enérgicamente el negro mineral, se di tingue un minero llamado Guillermo Morgan: su pico trabaja con tanto mas ahinco cuanto mas cerca se encuentra del objeto buscado. Un golpe final taladra el tabique de hulla que le separa de us compañero ; pero en aquel instante el aire comprimido ale con la fuerza de una explosion, y el minero, derribado por el choque, cae mortalmente herido, en el momento en que acaba ele dar la . vida á us compañeros. Apenas concluye aquel salvamento, se oyen nuevos golpes: en otra parte mas lejana de la mina, se encuentran encerrados otros infelices miner_os. Para salvarlos hay que recurrir de nuevo al pico. La muerte de Guillermo Morgan no detiene á los trabajadores, que se. ponen de nuevo á su ruda faena sin querer de can ar ni un momento. Los días pasan y el avance de la labor es muy lento. Dos héroes, Isaac Pride y Happy Dodd, continúan trabajando, sin que nada les de aliente: á lo nueve días de fatiga, han abierto en la roca una e cavacion, á través de la cual consiguen salvar, en medio de una espantosa tromba de agua, cinco cautivo que vivian aún. Aquello cinco hombres, arrancados de este modo á la muerte por la sublime abnegacion de sus camaradas, habian vivido nueve dias metidos en el agua ha ta medio cuerpo, respirando un aire comprimido y sin tonar alimento alguno. Entre ellos se hallaba un niño; á pesar de su debilidad, no habían dejado un momento siquiera de tenerle en brazo para que no le ahogara el agua, cuyo nivel subía cada vez mas .
328
LO MARTIRE
DE LA CIENCIA.
La reina de Inglaterra, queriendo recompen ·ar el valor de I aac Pride y de Happy Dodcl, concedió á e tos trabajadore la medalla del príncipe Alberto. A la · inundacione , á los huncliriü nto hay que agregar la explo ione del hidrógeno carbonado, para completar la enum racion ele la terrible cau a que tanta víctima inmolan. Puede juzgar e de e te azote por la narracion iguiente, tomada de la Memoria r lativa á una de las última catá trofe : « El j ueye 17 el Abril de 1879, hácia la siete y m dia ele la mañana, e produjo una explo ion ele hidrógeno carbonado, en el pozo núm. 2 del A 0 -rappe, cerca ele la e tacion ele Framerie , en la inmediacione de Mon , en Bélgica. xplotaban una car a que producian »En e te pozo mucho ga , y por con iguiente e ob ervaban toda las precaucione debida con e crupnlo a minucio iclacl. Por lamafiana habian hecho su entrada mas ele do ciento operario . Hácia las iete y media se ob ervó que d l pozo de extraccion salia una corriente de aire fétido, y e mandó un pi·opio al ingeniero para noticiarle aquel hecho anormal, pue to qu decir, servir para entrada, y no para l pozo debia a pirar, salida ele aire. -o hubo tiempo ele av riguar la cau a: la ala de las oficinas y la del maq uini ta, se habían 11 nado d hicl rógeno carbonado, cuya mezcla con el aire habia llegado á. la proporcione de la mezcla detonante: s ene ndió en la e tufa del maquini ta y el terminó una explo ·ion violentí ·ima. El maquini ta quedó muerto del choqu · lo ocho hombre ele las oficinas y las dos mujere de la lampi tcría, que t nia la I uerta abierta y habia dado pa o al ga. , sufrieron qu madura , ma ó m no grave . Al propio tiempo un inmenso surtidor de llama , se elevó de de el pozo ha ta la armadura, que se prendió inmediatamente; y aquel inmenso mechero de gas, de 3 m, 60 de diámetro, continuó ardiendo durante dos horas, sin propagar el fuego á los trabajos sub-
,
LOS l\JINEROS
Ni un momento siquiera habĂan dejado de tenerle en brazos.
42
â&#x20AC;¢
LOS Mí EROS.
331
terráneos, y sin qué se produjera ninguna explosion. Hácia las nueve y media habia bajado el fuego, y se oyó una explosion subterránea: despues se sucedieron éstas de cuarto en cuarto de hora, hasta las once y media, á cuya hora se verificó la última, mucho mas fuerte que todas la demás. ¿Qué habia pasado en la escavaciones? Estaban inaccesibles~ las armaduras inflamadas habian caido sobre el pozo de entrada y sobre el de desagüe; el ventilador se habia parado; la mina estaba -inaccesible por todas partes . Todos los esfuerzos hechos para salvará los obreros se habian concentrado en el pozo de ventilacion, que al mismo tiempo era el que tenia las escalas . Hasta las tres y media no se pudo entrar en él. A í se salvó á ochenta y siete operarios, y se supo con e panto que la mayoría, creyendo que la corriente ele aire se habia invertido y temiendo que se volviera á poner en movimiento el ventilador, lo cual hubiera hecho volver los gases mefíticos á aquellos sitios, habian bajado á las cortaduras inferiores. Por consiguiente, todos ellos debian haber perecido á consecuencia de las explosiones que se habian verificado. El 4 de Mayo e celebró en Frameries una ceremonia oficial para condecorar á once capataces y operarios con la cruz de Leopoldo, en recompensa de su abnegacion durante el salvamento (1).» Por todas partes se encuetran mártires de su deber, parecidos á éstos. La fabricacion de producto químicos, frecuentemente peligrosa, la explo ion de las materias fulminantes, ocasionan tambien bajas en las filas de estos soldados ras~s ele la ciencia; no podríamos terminar este libro de ningun modo mejor, que honrando la memoria de aquellos que, por humildes que sean, saben morir dignamente en el campo del honor. Si no se elevan al rango de los grandes hombre por falta ( 1)
Burat. Bo!etin de la sociedad «El Fomento de las Artes.,,
•
332
LOS MAR11RES DE LA CIB CIA.
de génio, les igualan con mucha frecuencia por el ardoT en el trabajo y por el desinterés que demuestran. Esto es lo que todos, oscuros y modestos trabajadores, debemos siempre esfJrzarno en imita1·. Si las páginas que preceden, han causado algunas veces cierta emocion, si han inspirado al lector algun sentimiento generoso, si le han convencido de que el cumplimiento del deber y la práctica de un trabajo asíduo pueden conducir á los mas satisfactorios resultados, á pesar de toda clase de obstáculos, tendremos la sati faccion de haber hecho, escribiéndolas, una obra meritoria. ce Trabajo y pers verancia, >> decíamos al principiar este libro, es la divi a ele todos lo graneles obreros de la ciencia y del pensamiento. Carnot, añadiremo para concluir, ha hallado el complemento de este hermoso lema, cuando ha dicho: << El que voluntariamente p~rmanece ocioso, es un sér degradado.>>
FIN .
EPILOGO.
LUIS BARINAGA-
A Ma. GAsro:,; T1ssAND1ER. Perdon:icl si tengo el atrevimiento de escribir un epílogo para la obra en que habeis trnzado con helios y vigorosos rasgos, la vida llena de sufrimientos, de todo aquel que lucha por la ver,fod y por la ciencia, sufriendo oscuro pero glorioso martirológio. Próxima ,i ver la luz pública la version española de este libro, cuando la imprenta con vertiginosa rapidez se preparaba á difundir vuestro valioso trabajo por España, la muerte arrebató la pluma de la mano de su ilustrado traductor, que en plena expedicion científica corregia las última páginas con verdadero cariño, convirtit•ndole en un m¡\rtir rlel deber, y colocándole en preferente lugar entre esos heróicos mineros, cuyas penosas fatigas referís al finalizar vuestro conmovedor relato. t;n escritor, al mencionar este detalle, decia: « De esa obra, solo quedan dos pá<>inas, que deben ser su biografia.11 La ca~ualidad, ya que no los propios merecimientos, ha hecho que el último, entre los numerosos y entrai1ables ami<>os de Luis Barinaga, un humilde obrero científico, oscuro soldado de la medicina, pronto á morir tambien, si necesario fuera, en el ejercicio de su profesion, haya siclo el de~ignado para exponer sencillameut.e y con lijeros trazos, la vida del ilustre ingeniero cuya pérdida ha causado vivísimo y hondo pesar en todas partes. Agobiado por tan grave cometido, y mas aún por el peso del dolor, solo cuento con vuestra vénia y la indulgencia del lector, para cumplir un deber sagrado para con e~te nuevo mártir de la ciencia.
ació D. Luis Barinaga y Corradi, en Madrid, el i9 de Junio do 1835, siendo bautizado en la iglesia parroquial de San Sebastian. Su padre, D. Pedro, persona de
334
EPILOGO.
gran ilust.racion y autor de varios trabajos literarios, fué uno de los ilustres patriotas que en las Córles de Cádiz y en el Trocadero mostraron de una manera brillan le y decidida, su amor á la pátria y á la libertad. Casado con una de las bellezas de la época, la hermosa hija de D. Juan Corradi, escritor italiano, de abolengo liberal, que prestó verdaderos servicios á España durante el memorable período en que nuestra desventurada pálria llevaba á cabo la titánica empresa de recomlituirse por sí misma, sufrió las penas de la emigracion, pasando á Lisboa, donde tuvo su primer hijo, D. Augusto, que, con doña Amalia, D. Luis y otro niño, muerto anteriormente al nacimiento de éste último, constituyeron su familia. Desde sus primeros años demostró Luis Barinaga una gran inteligencia. Educóse en el colegio de D. José Masi, que por entonces era el único notable de i\fadl'id, y donde se reunían, entre otros jóvenes, despues personajes insignes, el egregio vale D. Adelardo Lopez de Ayala, D. Luis Mariano de Larra y los hijos de D. Saturnino Calderon Collantes. Como uno de los rasgos mas característicos de su vida escolar, merece citarse el que, sin conocer las reglas del dibujo, y guiado tan solo por su extraordinaria inventiva, fabricaba mullitud ele soldados, muñecos para teatro, y olro.~ muchos juguetes de carton, que vendia á 'sus compañeros por algunos cuartos, los cuales, cuidadosamente ahorrados, le servian para ir algnn que otro domingo al Príncipe ó á la Zarzuela, sus diversiones predilectas. El que des pues habia de ser laureado autor del Tanto por Ciento, fué uno de los que mas afan mostraban para organizar sus batallones de papel pintado, y de esta suerte el infantil artífice podia admirar en la escena el Don Alvaro, cuyos parlamentos declamaba mas tarde, en su casa, con todo el entusiasmo de un actor. Sus aficiones artísticas, su especial habilidad de manos, su incansable laboriosidad, le hacian apto para ejercer cualquier profesion que de cualquiera de estas prendas necesitará, siendo, como era ya, bachiller, en f5 de Julio de 1850. Sin embargo, eligió la difícil carrera de ingeniero de minas, donde debia clemQslrar hasta qué punto era clara su inteligencia y rara su actividad. En 1852, y huérfano ya de padre, entraba en la Escuela, obteniendo, el 13 de Setiembre ~e ·1856, el pril!Jer lugar entre los de su promocion, é ingresando en el cuerpo con los señores. Egozcue, Reguera, Arrue, Salterain y i\fadrid-Dávila, siempre con el preciado número uno, el 13 de Julio de 1858, siendo destinado al distl'ito. minero de Almadén, pasando en el siguiente año á Linares, á prácticas, y de allí á la Junta Superior Facultativa de Minería. Ya por aquel entonces era ingeniero primero, y desde 1857, pert.enecia al cuerpo de Taquígrafos del Congreso, donde su padre dejara tan buenos recuerdos, y contando con los sueldos que sus dos cargos le proporcionaban, liando en el trabajo su porvenir y en el amor su felicidad, contrajo matrimonio en 8 de Octubre ele H159, con doña Julia de la Loma, hija de D. Lúcas, probo y dignísimo letrado, uno de cuyos hiJOS (D. Eduardo) ha figurado brillantemente en la administracion pública y en la prensa ocupando puestos distinguidos. Su hermoso corazon halló en el hogar plácido descanso ¡Í sus penosas tareas, consagrándose por entero al amor de la familia y al amor de la ciencia, pero rindiendo ferviente cullo á la amistad. Sintió los punzantes dolores que origina la pérdida de un hijo adorado, esperimentó esas horas de horrible insómnio que produce el sufrimiento de un pequeñuelo, cuyo sueño suspiroso arranca sollozos del alma; pero entero y vigorosísimo, colocábase con sus libros y sus papeles á la cabecera de la cama de la esposa enferma ó del amigo doliente, que á todos los que . cerca de él estaban llegaba
EPILOGO.
335
su solícito cariño, y con el febril ardimiento de un estudiante aplicado, leia, redactaba, traducía, trabajaba, en fin, siempre, sin sentir abatimiento, sin esperimentar cansancio, como queriendo espantar la muerte con la exuberancia de su vida y pidiendo tan solo como premio á sus afanes, salud al cielo para seguir laborando, afecto á los suyos para continuar queriendo. Progresó brillantemente en su carrera, recibiendo el nombramiento de ayudante de la Escuela {30 de Marzo de i863), actuando como perito en varios asuntos profesionales, reconociendo y tasando diferentes minas, hasta tanto que ingresó en 1866 en el profesorado con los Sres. Egozcue y Tornos, designándole para el desempeño de la cátedra de Metalúrgia general y especial, y quedando mas tarde (Octubre de i870) con solo la metalúrgia e¡;pecial y además la clase de Dibujo. En i 870 acompañó á Florencia á la comision de las Córtes españolas que iba á poner en conocimiento del príncipe Amadeo de Saboya su eleccion de rey de España, sirviendo de intérprete en muchas ocasiones, pues poseia perfectamente el italiano, y cautivando á cuanto" tenian ocasion de tratarle. Como recuerdo de este viaje y al propio tiempo como premio á sus merecimientos, conservaba el nombramiento de Oficial de la Orden de la Corona de Italia, y el de Caballero de la Real y distinguida Orden de Cárlos I I T, libre de gastos. El rey Víctor Manuel le envió las insignias particularmente, pudiéndose decir que dejó grato recuerdo de su paso por Italia entre sus compañeros de profesion, á juzgar por el gran número de obras que constantemente le remitian, acompañadas de respetuosas pero cari.Jiosísimas dedicatorias. Lo propio sucedia con los principales profesores de Franci_a y Bélgica, países que recorrió Barinaga varias veces. Nombrado indivíduo de la comision mixta para reforma de los nuevos Reglamentos de Caminos Montes y Minas, iba al propio tiempo ascendiendo en la C,ímara y en la Escuela, hasta alcanzar en ésta la categoría de ascenso por diez años de servicios ( L • de Agosto de i879), y el nombramiento de taquígrafo de la clase de primeros en aquella ( L • de folio de i 880). En Agosto del presente año, eligiéronle unánimemente para inaugurar las prácticas de minería, que debian hacer ocho alumnos de cuarto año. Nadie tan á propósito como Barinaga para dirigir la expedicion, toda vez que había sido uno de los profesores que mas trabajaron para que la enseñanza se completara con estos provechosos ejercicios. Acompañado del ilustrado ayudante de la Escuela de Minas y actualmente digno profesor de la misma, D. Roman Oriol, visitaron (i) la mina Asdrúbal, en PuertoLlano; la fábrica en conslruccion del Sr. Villanova; las minas y talleres del Horcajo; la mina de La Veredilla, en el valle de la Alcudia; el importantísimo establecimiento nacional de Almaden, donde dedicaron un recuerdo á los inolvidables ingenieros Monasterio y Buceta, mártires tambien del progreso, como Barinaga hace constar en este libro; la mina de plomo de Mirallores; las de carbon de Peiiarroya y Belmez; varias fábricas de Córdoba y Linares, así como los talleres de preparacion mecánica de la Tortilla, situados á muy corta distancia de esta industriosa ciudad. El dia 13 de Setiembre, es decir, veinticinco años despues que ingresara en el cuerpo, entraba Barinaga en la mina T1·inidad, de Linares. 1Linaresl el mismo distrito minero donde hizo sus prácticas. ¡Crueldades del destino! Pocas horas faltaban para que los viajeros regresaran á sus hogares, y la expedicion con tal motivo revestia todos los caractéres de una brillantísima cabalgata. ( 1) Tomamos estos datos del sentido artículo publicado en la Jlustracion Espaiíola y Americana y debido á la correcta pluma del Sr. Oriol.
336
EPILOGO.
Penetraron en el abismo, no Jescendiendo mas nllti de la primera planta; oíansc las juveniles voces de los nlumnos repercutir por las naJcrías; á lo lrjos brujulcab:rn las lucecillas rojizas de los candiles, arrancando sombras d las 1is1>eras pnrcdes de la mina; de vez en cuando se percibía el ruido del pico, con que se descubría uu detalle gcolónico, ó el crujido de las cubas del malacate, que subían á la superficie cargadas del preciado mineral; de repente, al trasponer un sitio difícil, resbala el pié de Barinaga, · de aparece i11sla11Láneamenle cu las profundidades del abbmo, sin que la muerte le permitiera lanzar un ¡ay! cxli11"uiéndosc su vida, mientras hacia luz en el interior de la inteligencias, como esas lámparas de salvamento que adYierlcn el peligro al apa"arse. «Es imposible describir, dice el Sr. Oriol, la desesperaciou que se apoderó tic cumtos presenciamos la catástrofe ... hallado el cuerpo en un ativadcro por cima de la galería de segunda planta, traslatlóse el cadáYer por ocho ó diez obreros á la casa administracion de la mina, acompañándole sombrero en mano, y con el llanto rn los ojos, los que media hora antes éramos sus discípulos ¡>redilcctos, sus comp:tñcros cariño3os.» Despucs, cumpliLlas las formalidades lrgales, regresaron á Linares á las altas horas <le la noche, tristes y silenciosos á la luz de la luna, permaneciendo cu vela ha l'.l el am10ccer junto al cadáver, cuantos iugroieros y alumnos sr. hallaban en la ciudad. Al siguiente dia, todas las clases sociales desearon manife lar su simpatía hácia tim desgraci1do in"cnicro, rivalizanrlo en c1riñoso respeto, disputándose todos las rinLas que, en número de catorce, pendían 1lcl fúnebre ataud, acudiendo las autori1lades todas al sepelio y apiñándose el pueblo en las cnll s del tránsito. Nada mas conmovedor que las cabezas desnudas de los concurrente;; y los armoniosos acentos de la m(isica, entrecortado~ por el severo canto de los <;accnloLcs; al llegar al cementerio dcclinab1 la tarrle, y alht cu el horizonte, escribo el Sr. Oriol, veíanse las chim neas de las minas lanzar á lo:; es1>acios dcns1s nubes de humo que se desvaneci'.ln rápidamente ... «Allá, pen°ó, la ciencia trabajando por el bien de l:t lmmani1iad; aquí l:l cicnci1 víctima ele espautos1 catrástrofe, y enseñándonos á Lodos que el sacrificio de uno, es á veces indispensablr para el bicoc,Lar de muchos. ¡Feliz Ba.rin:t"n, si su muerte, Lan sentid:t y llorada, afüdr, conlribu era á cvilar la de mucho:; ohreros que con frecuencia hallan su Lumb1 en las minas! El poder le- . gislalivo, el gobierno de la nacion, cada uno en su esfera, pueden preocuparse de e ;le interesantísimo problema, cuya buena solucion con:;tiluirin la apoteósis del inolvidable in"eniero qu e hoy ha sido víctima de su deber.>, Además de esto, la muerte rompió el hilo de tan preciosa existencia, cuando Barinaga ma1 necesitaba y deseaba la vida para criar ocho tiernos hiJOS que le quedaron de once que tuvo durante su matrimonio con su virtuosbima y buena esposa~ á quien adorab:t, y por des<>racia enferma hace algun tiempo. Hé aquí, á grandes rasgos, las fechas y los sucesos mas memorables, bajo el punto de vista olicial, en la carrera de nuestro biografiado. Bajo el punto de vista privado, tenia ras"os tan característicos y salientes, que constituyen por sí solos su fisonomía moral. Considerado como escritor, era propagandista infatigable, y redactaba correcta y ele<>antcmente, ya una obra de la importancia de su curso de metalúrgia especia!, la cual, segun los críticos, bastaría á formar la reputacion de un ingeniero, ya la crítica de una arlbta; ora ilfcmuatcs como el de Taqu'(grafía ó el de Afetatúrgia, y con igual facilidad hacia esto velando uu enfermo, sentarlo en derredor de su familia ó en la soledad de su gabinete.
LUIS BARINAGA
EPILOGO.
339
Las notas culminantes de su carácter, eran la ternura y la sencillez; y lo mismo al oirlc referir un epJsódio cualquiera, como al escucharle una conferencia popular (1) ó una leccion doctrinal, veíase destilar la verdad de sus lábios, notábase que hablaba con todo el corazon, como lo demostraban su frase limpia y espresiva, sus modales enérgicos, pero adecuados, su aspecto, en fin, gallardo y elocuente. Quien le veia una vez, senlia deseos de tratarle; y en cuanto le hablaba, no le podia olvidar. ¡Y cómo olvidar aquel simpático individuo, de afable y correcta fisonomía, de frente espaciosa y franco mirar, que con rostro placentero y sonriente, se ocupaba de las cuestiones mas abstru,as con ingeníosa donosura, y subyugaba no tan solo por la rotunda seguridad de sus asertos, sino por la inflexible lógica ~e sus juicios! Asombraba su erudicion, su portentosa memoria y mas que lodo la flexibilidad de su talento, la brillantez de su ingénio y su habilidad de ambidextro. Un solo clia de su existencia representaba, como hemos dicho en otro lugar, la vida entera de muchos de esos parásitos que no leen, ni piensan, ni saben hacer mas que una sola cosa, con la insistente y rutinaria monotonía de una rueda de trasmision. Al verle ele mañana dirigirse á una fábrica, tomar disposiciones y ejecutar las mas difíciles labores mecánicas como el mas inteligente obrero; regentar mas tarde una cátedra, revelando dotes nada comunes de profesor; asistir á otra como alumno, demostrando gran atencion; dirigirse al Parlamento y condensar en breve espacio una sesion tumultuosa; redactar un artículo á vuela pluma con rara facilidad; hacer • un ensayo químico con la pulcritud de un perito; improvisar una poesía, un cántico, ó linear un boceto como un artista; escribir acto seguido un trabajo literario crítico 6 traducir una obra extranjera; llevar en la misma mano el aparato c!e precision que componia con la paciencia de un llemálico y mil fruslerías, que repartia despues entre sus hijos con la bonrladosa escrupulosidad de un abuelo; era, en una palabra, tener tiempo para cumplir con los deberes de esposo, padre y leal amigo; muchos, sin duda alguna, no sabrian si aquel hombre tan activo era industrial, poeta, traductor, catedrático, art\sta, escritor, crítico, periodista, estudiante 6 todo esto j unlo. Era un enciclopedista, sí, pero tal como debe concebirse esla palabra en el siglo presente. Bastaba entrar en su despacho para convencerse ele ello. En sitio preferente veíanse los retratos de las notables artistas Paulina Lucca y Herminia Borghi-\Camo, con dedicatorias autógrafas; al lado la medalla conmemorativa del primer centenario de la E cuela de Minas, cu ·o dibujo fué ideado por él; sobre las mesas, junto á trozos de mineral, termómetro á medio fabricar, ruedas diminutas correspondientes á aparatos á medio componer; cuartillas borrajeadas con apuntes ó dibujos; aquí un álbum, cuyas hojas pedían una poesía; en el recibimiento un aprendiz en demanda de original, y en la ~ala un amigo que ansiaba un buen consejo; en la librería, la literatura abrazando la ciencia; y en algun rincon, los útiles ele cualquier oficio mecánico; presidiendo esle cuadro, el honroso título de ingeniero; y el alma de todo aquello, venciendo dificultades y poseyendo el secreto de aquel ordenado desórden, sin que se le viera vacilar ni quejarse ante el cúmulo abrumador de los heterogéneos . asuntos que le rodeaban. Sin conocimieulos musicales prévios, repentizaba al piano los trozos mas salientes de sus óperas favoritas, pues era tan aficionado como inteligente, habiendo com( !) Barinaga dió una notabilísima, en las Conferencias agrícolas del Ministerio de 'Fomento.
3-íO
EPJLOGO. ·
puesto en sus primeros aií !l alrrunas lindas piezas de lnilc, que llaim.ba sus bostc;;;os artísticos, así ~orno un1 rom111za titulada ¡Espera! dedicada á la que h;ibia de srr compañera de su vida, cuya letra, •en francés, it1li:rno y e paiíol, trascripcion y copia están hechos por él. Con igual desemh1razo rnsti:i. la blu a del mi11ero como el frac del elegante; parecía una de esas firruras que pueden revestir cualquier tragr, honrfodole ~• ostcnt1ndo siempre innata distincion. Ni 0guró en política, ni jamás se 111 zcló en bs ardientes luchas de los p:i.rtido · mi\ita11te . Tenia dem:isiado corazon para combatir com o es el rigor en el c1mpo de las opiniones, y sobrad:1. probidad para no serle posible dominar con las arma3 al u~o, en las esferas del pod er. Además su honradez igualaba su mérito; grare defecto en la época presente, en que no es oportu110 decir á las cl1r:1s cómo se piensa y qué se siente.
He expuesto en brerns frases, y huyendo de aparatosas declamaciones, lo que era el desgraciado B:lriuaga: á imitacion suya, dije noblemente lo que pensaba, rny á añadir en dos palabra~ lo que siento en los presentes instantes. Hace tres meses que perdió Espaiía uno de sus mas preclaros hijos; la prc11sa toda lúzose eco del sentimiento público; unánimemente pidióse proteccion para los pobres huérfanos; algtmas corporaciones y no pocos particulares, los mas modestos y pobres por cierto, ~e apresuraron á depositar su óbolo e11 la suscricion iniciada por la Revista Minera, suscricion que no puede ll am:i.rse n:i.cional, pues en tal caso pobrísima idaa formaríam s de nuestra pátria. El ministro de Fomento, en nombre del Gobierno, ha ofrecido solemnemente ocuparse de la suerte de la familia Barinaga. Tal proteccion es indispensable; debe establecerse un precedente que haga ley, para que de esta suerte los hombres de cienc¡a viran tranquilos, cumpliendo con Hl deber, sin la zozobra de que, cuando perezcan en la mina, á la cabecera del enfermo, en l:J. e·peclii;ion por lejanas tierras ó en la inquisicion de algtm secreto de la naturaleza, sus J1ijos no se vean sin pan, su nombre no alcance el debido homenaje, y en pleno siglo XIX los mártires de la ciencia y del trabajo, no reciban otro premio á sus nobles afanes que la indiferencia é i11gratilud de sus contemp3rán~os, y acaso, y ya muy tarde, la justa apoteósis de la posteridad. lllAxvEL DE ToI.Os.\
Diciembre, 1881.
LATOVII.
Tycho-Brahé.-Era un verdadero palacio.
APÉNDICE.
Nota A.-Berhin rr, del mismo modo que B:irenb h:tlló 11 muerte en medio el' los c:tmpos de hielo que ln.bia abierto á b 0 eorrr:ifía. :.'i n.ció en f6 O en Hor3ens rn l:t Jud b ndia, y habiéndose distinguido mucho, fué nombrado por Ped ro el Grande . com:iml:rnte de una expedicion científica á K:imtchatka. Despues de llaber hech un marrnífü:o y fecundo viaje, Berhing sa lió por segunda rez, el 4 de Junio de l í-í l, y de;e mbnrcó en b co:;ta l'i. O. de América. Las tempestades , el escorbuto le obligaron á limitar allí su expcdicion. Los Yientos le arrojaron á um isla desierta (que sr llam.í t.lespues isla de Berhing) . Estenuaclo por la fatiga y por las privaciones, se ,iú en t:tl estado, que sus marinero3, queriendo darle algun calor, 1 temlieron en un hoyo, cubierto con la lona ele una vela¡ no volvió á leYantar3e y aquella fué su tumh1. El nombre ele Berhing viYirá eternamente, porque le 11cm el estrecho que separa la América del Asia. Sclnlauroff e3 tambien un mártir ele la exploracion ártica. Desde 1760 ri"itó la p:ir,e del litoral ele Siberia, que rodea el cabo Schélag.;koi. Schalauroff era un rico negociante, á quien al parecer dominaba el deseo de estudi:ir las co<.;tas ele Siberia al E. del Lena. En 1760 no pasó de la desembocadura del Jana. A line5 de etiem brc de 1761, llegó á <(Holy C:tp~.>> Deleuitlo por los hielos, se refugió en la embocadura
342
APENDICE.
del Kolyma, é invernó en una choza en las orillas de este rio. En 1762, los vientos y otro::. bstáculos le impidieron doblar el cabo de Schélagskoi. Despues de haber pasa- do otro invierno en ~u choza del Kolyma, se vió abandonado por su tripulacion, estenuada por tres años de una navegacion tan trabajosa. Fué á ~Ioscou á reclutar otros marineros y á renovar sus provisiones, y en 1764 volvió á los mares del polo. Entonces pereció como el infortunado Franklin, y nada se supo de él hasta el año !823, en que uno de los compañeros de Wrangel descubrió lo que quedaba de aquel intrépido viajero, de su choza y de su buque. Hicieron falta ai"ios enteros á los exploradores citados, para travesías que, gracias al empleo del vapor, ha podido hacer rordenskiold en 1878, en el espacio de cuatro ó cinco dios (1). Nota B.--Se ha hablado mucho de escritos modernos que pretenden probar que algunos de los documentos en que se apoya la historia de la persecucion de Galileo y su condena, son obra de un falsario. La historh de la vida de Galileo no debe modificarse, en cuanto á los sucesos principales. Un gran número de contemporáneos del gran astrónomo afirman que fué perseguido. Desearles renunció á imprimir su Tratado del Mundo, cuando supo la condena ue Galileo, que refiere en una carta perfccL1menle auténtica. Dice Descartes que los ejemplares del Sistema del Mundo, fueron quemados y su autor condenado ... «~o podia yo imaginar, añade el filósofo, que un hombre pudiera ser criminali;;ado por haber querido hacer constar el movimiento de la tierra.» Y no faltan otras pruebas de la misma especie. Nota C.-Algunos lectores se sorprenderán al no hallar en este libro el nombre de Salomon de Caus. Les recordaremos que la hi~toria del martirio de este hombre eminente, es absolutamente falsa. Salomon de Caus no estuvo nunca preso cm Bicelre, ni fué nunca perseguido. Una novela célebre, pero imaginaria, ha estraviado durante mucho tiempo la opinion sobre este punto. (1) Véase «La Naturaleza,» núm. 5:28, del 15 de Setiembre de 18i9. Carta de 111. Nordenskiold, pág. 258.
INDICE ALFABÉTICO.
215 Adam (Ed.). 93 Arban 239 Arkwright (R.). 310 Arquímedes. 181 Bacon (F.). 151 Bacon (R.). 320 Bailly. .80 · Balmat (S.). 66 Balny d' Avricourt. 43 Barents (Guill.). 179 Belon. 48 Bellot (Renato). 333 Berbiag. 199 Bergman. 301 Bicha t. 294 Blache (Enr.). 91 Blanchard. 81 Bourrit. 161 Bruno (Giord.). 76 Burke (Toro.). 51 Caillé (Ren.). 163 Campanella. 64 Carné (L. de). 311 Carnot. Caus (Salomon de). 334 Chappe Auteroche (J.) 12 316 Chappe (Cláudio). 96 Cocking. 23 Colon (Cristóbal). 5 Commerson (Fihb.). 321 Condorcet 67 Cook (Sant.). 215 Courtois. 97 Crocé-Spinelli. 290 Cugnot. 288 Dallery. 303 Dclpech. 180 Descartes. 299 Desgenettes. 327 Dodd (Happy). 143 Dolet (Estéoan). 303 Dombey.
Doudart de Lagrée. Dumont d'Urville. Duran ton. Durero (Alberto). Entrecasteaux (d'). Estienne (Roberto). Fabre (Luis). Fitch (Juan). Franklin (Juan). Ful ton. Galileo. Garnier (Francis). Gillette. Girard. Girard (Felipe de). Groof (De). Gutenbcrg. Harris. Harvey. Hasselquist. Heilmann (Josué). Hernan-Cortés. Hervy. Huygcns. Jacquard. Jacquemont (Víc.). Jouffroy (marq. de). Kennedy. Képler. Kermadec (de). Lamanon (Pablo). Lambert (Gustavo). Langlc (de). Lapérouse. Lavoisier. Leblanc (Nicolás). Lebon (Felipe). Leichardt. Lémery (Nicolás). Leturr. Livingstonc (David). l\fagallanes.
64 72 63
i36 72
142 263 276 45 279
102 63 294 295
248 96
133 93 302 4 257
36 18
192 242 8 275 75
H2 72 72
323 72 70
210 220
227 75
195 96
55 36
l\fage. Mazet. l\Ianucio (Aldo). l\foorcroft. Montegre (Jenin de). l\forgan (Guillermo). l\fosment. l\fountain (la). l\Iungo-Park. Newton (Isaac). Nicht.ingale. . Olivari. Palissy (Bernardo). })apin (Dionisio). Pascal. Pilatrc de Rozier. Plantade. Plinio el Viejo. Pride (Isaac). Priestley. Ramus. Richard-Lenoir. Richmann. Riquet. Roces (Leon). Romain. Sadler. Sauvage (Federico). Schéele. Schlagintweit (Ed). Serres (Oliverio de). Servet (Miguel). Sivel. Thimonnier. Trebeck. Tycho-Brahé. Vanini. Vésale. Vogel (Eduardo). Wels (Horacio). Wills. Wirsung.
54 296 139
82 296 327 91 ·95 63 126 63 9{
166 270 183 83 80
3 327
204 158
241 17
20 300 83 93
288 200
82 198 178 97
260 82
H8 162 301 63 306 76 303
INDICE POR MATERIAS.
EPÍGRAFE::.
•
Capítulo J. Capitulo H. C:ipítulo III. Capítulo IV . Capítulo Y. Capítulo Yl. Capítulo VIL Capítulo Ylll. Capítulo IX. Capítulo X. Capitulo XI. Capítulo XII. Epílogo .. .\péndice. Indice alfab \lico.
\' 11.
(Que puede serri.r de iotroduccion).-Héroe:; del trabajo . y m.'.rLircs del progre~o. L:i conqui~t:i del globo. Exploracion de la elevada:; regiones ele la atmó:;fera. Descubrimiento del sistema del mundo. La imprenta. El método científico . Creadores de cienciac. La industria y las máquina,;. Buques lle vapor y ferro- c:irrile.,. Los médicos. Ciencia y pi tri'.t. Soldados rr.w".
23 79 101
1:31 1t!) J 3 219 2ü
203 309 32:j 333 3il 3-í-3
1