Betancourt
Fundador de la Escuela de Caminos y Canales
Ingeniero cosmopolita
de
Betancourt AgustÍn
1758 - 1824
Fundador de la Escuela de Caminos y Canales
Ingeniero cosmopolita
Del 6 de marzo al 19 de mayo de 2024
BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA
MINISTERIO DE CULTURA
BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA
MINISTRO DE CULTURA
Ernest Urtasun Domènech
PRESIDENTE DEL REAL PATRONATO DE LA BNE
Daniel Fernández Gutiérrez
DIRECTOR DE LA BNE
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DIRECTOR CULTURAL DE LA BNE
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GOBIERNO DE CANARIAS
PRESIDENTE DE CANARIAS
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CONSEJERA DE UNIVERSIDADES, CIENCIA E INNOVACIÓN Y CULTURA
Migdalia María Machín Tavío
VICECONSEJERO DE CULTURA Y PATRIMONIO CULTURAL
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DIRECTOR GENERAL DE CULTURA Y PATRIMONIO CULTURAL
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AYUNTAMIENTO DEL PUERTO DE LA CRUZ
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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID
RECTOR DE LA UPM
Guillermo Cisneros Pérez
DIRECTOR DE LA ESCUELA TÉCNICA SUPERIOR DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS
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SUBDIRECTOR DE ACREDITACIÓN Y PATRIMONIO DE LA ESCUELA DE INGENIEROS DE CAMINOS DE MADRID
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COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS
PRESIDENTE
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VICEPRESIDENTE
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DECANO DE TENERIFE
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COMISIONADO DEL AÑO BETANCOURT
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VOCAL DE LA JUNTA DE GOBIERNO
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DIRECTOR GERENTE
Bernardo Revuelta Pol
EXPOSICIÓN
ORGANIZAN
Biblioteca Nacional de España
Gobierno de Canarias
Ayuntamiento de Puerto de la Cruz
Universidad Politécnica de Madrid
Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas
Fundación Juanelo Turriano
COMISARÍA
Daniel Crespo Delgado
PROYECTO MUSEOGRÁFICO
Bernardo Revuelta Pol
COORDINACIÓN GENERAL
Área de Exposiciones de la Biblioteca Nacional de España
Begoña Sánchez-Aparicio García (Fundación Juanelo Turriano)
ADJUNTO DE COMISARÍA
Adrián Fernández Almoguera
ANIMACIONES EN VIDEO
Bosco, Alberto Luque
MONTAJE
TDArte S.L.
TRANSPORTE
SIT Expedición Arte y Seguridad S.L.
RESTAURACIÓN
Alcaen Restaura S.L
Ana Beny
Departamento de Preservación y Conservación de Fondos de la Biblioteca Nacional de España
SEGUROS
XL Insurance Company SE
PRESTADORES
La producción y edición de este libro, y la exposición a la que acompaña, han sido posibles gracias a la ayuda amable y desinteresada de las instituciones que abajo se relacionan. Los organizadores expresan a todos ellos su más cordial agradecimiento:
Academia de Ingenieros del Ejército (Hoyo de Manzanares)
Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos del Centro
Geográfico del Ejército
Archivo General Militar de Madrid
Archivo Histórico de la Armada
Archivo Histórico Nacional
Archivo Histórico de la Nobleza
Biblioteca de Castilla La Mancha
Biblioteca Central Militar (Madrid)
Biblioteca Nacional de España
Biblioteca del Senado (Madrid)
CEDEX-CEHOPU
Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
École Nationale des Ponts et Chaussées
ETSI de Caminos, Canales y Puertos, Universidad
Politécnica de Madrid
Fundación Juanelo Turriano
INHA - Institut National d’Histoire de l’Art
Musée des Arts et Métiers-Cnam
Museo Arqueológico Nacional
Museo de Bellas Artes de Bilbao
Museo Nacional del Prado. Madrid
Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Patrimonio Nacional
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. ArchivoBiblioteca
Service Historique de la Défense
CATÁLOGO
EDITAN
Biblioteca Nacional de España
Gobierno de Canarias
Ayuntamiento de Puerto de la Cruz
Universidad Politécnica de Madrid
Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas
Fundación Juanelo Turriano
DIRECCIÓN
Daniel Crespo Delgado
Adrián Fernández Almoguera
DOCUMENTACIÓN
Covadonga Álvarez-Quiñones del Gallego
Begoña Sánchez-Aparicio García
TEXTOS
Fernando Sáenz Ridruejo, Irina Gouzévitch, Emilie d´Orgeix, Jean Philippe Garric, Nathalie Montel, Fabio Mangone, Adrián Fernández Almoguera, Nicola Navone, César Lanza, María Montava Gadea, Antoni Roca Rosell, Elena Serrano, Pedro Luengo, Javier León González, Alfonso Luján Díaz, Darina Martykánová, Patricia Hernández Lamas, María Luisa Ruiz Bedia, Daniel Crespo Delgado.
El planteamiento de este catálogo se ha desarrollado en el marco del proyecto I+D+i “Agua y Luces. Tratados españoles de arquitectura hidráulica de la Ilustración” (PDI2020-115477GB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación
DIGITALIZACIÓN
Laboratorio de Fotografía y Digitalización de la BNE
DISEÑO Y PRODUCCIÓN EDITORIAL
Ediciones Doce Calles S.L.
© Los autores para sus textos
© Las instituciones y fotógrafos para sus imágenes
NIPO Biblioteca Nacional de España: 191-24-004-2
NIPO CEDEX: 197-24-003-0
ISBN Biblioteca Nacional de España: 978-84-92462-94-0
ISBN Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos: 978-84-380-0572-9
ISBN Fundación Juanelo Turriano: 978-84-122150-4-5
D.L.: M-5838-2024
Los editores se ajustan a lo establecido por la legislación vigente sobre los derechos de autor de las imágenes aquí reproducidas. Si se detecta algún error y omisión, el propietario de los derechos o su representante pueden dirigirse a las instituciones organizadoras
ÍNDICE
10 Presentaciones.
20 De 1958 a 2024. Recuperación de la memoria de Agustín de Betancourt.
Fernando Sáenz Ridruejo
28 Agustín de Betancourt (1758-1824): pr ototipo de ingeniero europeo.
Irina Gouzévitch
120 Agustín de Betancourt y los ingenier os franceses (1785-1824).
Emilie d ’ Orgeix
134 París, de los años 1780 al Imperio: una capital para el arte de los ingenieros.
Jean-Philippe Garric
148 La Escuela de Ponts et Chaussées de París en la época de Betancourt.
Nathalie Montel
162 Los ingenieros napolitanos a finales de la Ilustración borbónica: r oles, competencias y evoluciones.
Fabio Mangone
172 Columnas de granito y monumentos de papel: arquitectura, ingenio y propaganda en la San Petersburgo de Betancourt y Montferrand.
Adrián Fernández Almoguera
208 Práctica de la obra versus ciencia de la construcción. Los ingenieros del Cuerpo de Vías de Comunicación a través de la mirada de los constructores tesineses.
Nicola Navone
224 Agustín de Betancourt y las máquinas.
César Lanza
244 Francesc Santponç i Roca (1756-1821): una máquina de vapor de inspiración betancourtiana.
Maria Montava Gadea y Antoni Roca Rosell
258 María de Betancourt y Molina: las mujeres y las redes científicas de la Ilustración.
Elena Serrano
272 Betancourt y los círculos caribeños en París y Londres.
Pedro Luengo
288 Libros traducidos para los estudios de la Inspección General de Caminos: Monge, Francoeur, Prony y Bossut.
Javier León González
308 Libros de ingeniería en la España de la I lustración: la ingeniería hidráulica en la biblioteca del Real G abinete de Máquinas del Buen Retiro.
Alfonso Luján
320 Los años turbulentos.
Darina Martykánová
336 Obras públicas de la Ilustración, bienes patrimoniales del siglo XXI.
P atricia Hernández Lamas y María Luisa Ruiz Bedia
350 Betancourt en 2024.
Daniel Crespo Delgado
357 B ibliografía.
En el seno de una Europa en plena transformación, atravesada por las revoluciones y las guerras que marcaron el tránsito entre los siglos XVIII y XIX, emerge la excepcional figura de Agustín de Betancourt (1758-1824), a quien la Biblioteca Nacional dedica, con motivo del segundo centenario de su fallecimiento, la exposición que ahora presentamos.
Ingeniero civil, inventor y destacado pensador, la experiencia vital y académica de Betancourt está en el núcleo de una cosmopolita trama de ideas, personas, ciudades y países, espejo de la vibrante cartografía europea del momento.
El viaje es, de hecho, el vehículo privilegiado para la transferencia de saberes que este erudito canario impulsó entre científicos, ingenieros, expertos, fabricantes, artesanos y profesores de su época. Una estructura de conocimiento comunitario que revela la modernidad de un hombre siempre curioso, atento a los avances, construcciones y descubrimientos de su tiempo.
Ese afán por tender puentes reales y puentes de pensamiento nace ya en su Tenerife natal, donde Betancourt, originario del Puerto de la Cruz, se relacionó con los círculos ilustrados y colaboró con su hermana María de Betancourt, autora de reconocidas aportaciones a la industria textil de la isla. Madrid, París y Londres serían los vértices de una actividad profesional y científica que lo llevaría, en el final de sus días, a la Rusia de los zares.
La exposición revela los proyectos, instituciones, infraestructuras y desarrollos que Betancourt hizo posibles, gracias a una incansable curiosidad y gusto por el estudio. Sus logros no fueron relegados a la vitrina de un museo, sino que atravesaron la geografía europea en varias direcciones. Es el caso de la innovadora máquina de vapor de doble efecto, que conoció en Inglaterra y ayudó a implementar en Francia; del gabinete de máquinas abierto a estudiantes y técnicos que creó en Madrid, a imagen y semejanza del existente en París; o de la Escuela de Caminos y Canales, fundada en la capital de España siguiendo el modelo francés, y que sentó las bases de una profesión primordial y de futuro.
Quiero mostrar mi gratitud y reconocimiento a la Biblioteca Nacional, por contribuir a la recuperación del legado de Agustín de Betancourt, a todas las instituciones participantes en la producción de esta muestra y a su comisario, Daniel Crespo, por divulgar, con tanta dedicación, la vida y obra de este sabio de la Europa de las Luces. Un maestro del conocimiento compartido y un pionero de esa eterna y valiosa alianza entre la ciencia, la cultura y la curiosidad por la vida.
Ernest Urtasun Domènech
Ministro de Cultura
En 2020, la Biblioteca Nacional de España acogió, en su Sala Hipóstila, la exposición Sueño e ingenio. Libros de ingeniería civil del Renacimiento a las Luces, una muestra centrada en explorar y dar a conocer un episodio decisivo del rico patrimonio bibliográfico de la ingeniería y la técnica. Esta iniciativa contribuyó a poner en valor el legado cultural de la ingeniería civil, de notable singularidad e incidencia en el territorio y la sociedad.
Con esta nueva exposición, dedicada a Agustín de Betancourt en el segundo centenario de su muerte, se aborda una de las figuras más reconocidas de la ingeniería civil de la Ilustración europea, que vivió a caballo entre distintos países del continente, ejerciendo de puente de comunicación entre ellos, y que dedicó gran parte de su trayectoria al intento de mejorar la formación de los técnicos y de los ingenieros de caminos e hidráulicos. Betancourt defendió que la instrucción de quienes debían construir puentes, acueductos, redes de alcantarillado o carreteras, dependía en parte de su estudio. De ahí que, entre otras inciativas, promoviese traducciones de tratados modernos, crease importantes bibliotecas para las escuelas de caminos y canales que impulsó en Madrid y San Petersburgo, o que recogiese multitud de memorias sobre inventos o construcciones novedosas que se habían realizado en cualquier punto de Europa. Él mismo escribió algunas de estas memorias y publicó varios impresos, en especial en francés, llegándose a traducir algunos de ellos al inglés y al alemán. Este legado revela la importancia del libro en la profunda transformación de la tecnología y la ciencia que tuvo lugar en la Europa de la Ilustración y las Revoluciones. Memorias e impresos escritos en un amplio abanico de países conforman el eje vertebrador de esta muestra, que permite al público disfrutar y conocer mejor los fondos de la Biblioteca Nacional de España y de otras instituciones españolas y extranjeras. A través de ellos, podrá asomarse a la situación de la ingeniería europea que Betancourt estudió infatigablemente en sus constantes viajes, a los horizontes que se estaban abriendo en la construcción y la industria durante este periodo y, de manera especial, a las principales aportaciones de Betancourt. El visitante podrá acercarse al amplio y heterogéneo número de creaciones de Betancourt en el campo de las comunicaciones, la industria o la construcción; así como a su permanente estudio y diálogo con ingenieros, técnicos, artesanos y científicos europeos. Desde la Biblioteca Nacional, queremos agradecer la colaboración de todas las instituciones, tanto públicas como privadas, que han participado en la planificación, diseño y organización de esta exposición, así como a los diferentes equipos y personas que lo han puesto en práctica. Gracias, también, al comisario de la exposición, Daniel Crespo, por el excelente trabajo realizado, que nos permite profundizar en la vida y la obra –caracterizadas por la curiosidad, la inventiva y la tenacidad– de este infatigable ingeniero cosmopolita.
Óscar Arroyo Ortega Director de la Biblioteca Nacional de España
Es difícil a veces imaginar las razones por las que los canarios no hemos sabido rendir homenaje suficiente a nuestras figuras más señeras, sobre todo en el campo de la cultura, pero lo importante es pensar que nunca es tarde. Esta magna exposición sobre un canario tan universal como el portuense Agustín de Betancourt viene a corregir esa necesidad de difusión y conocimiento que merece el genial y conspicuo científico. Betancourt se nos antoja como un heredero de los sabios renacentistas, porque casi ninguna de las esferas del conocimiento pasó inadvertida para su talento e interés: ingeniero, arquitecto, físico, ensayista, químico y hasta lingüista, porque era políglota y hablaba más de seis idiomas.
Agustín de Betancourt, (Puerto de la Cruz, Tenerife-1758, San Petersburgo, Rusia, 1824) celebra este 2024 el 200 aniversario de su fallecimiento, y queremos pensar que esta muestra y este catálogo servirán como renacimiento de su figura, para que su trayectoria sea conocida y reconocida por toda la sociedad.
A poco que estudiamos su vida, descubrimientos e intereses, nos resulta cautivador, un hombre sin duda adelantado a su tiempo, otro prócer de esa cultura canaria tan universal como ignorada. Antonio de Viana, Silvestre de Balboa, José de Anchieta, Cairasco de Figueroa, entre otros, podrían ser otras figuras a las que los canarios les debemos devoción y reconocimiento.
La importancia de la colaboración institucional se pone de manifiesto con esta exposición sobre la vida y la obra de Agustín de Betancourt que se celebra gracias a los esfuerzos combinados de la Biblioteca Nacional de España, el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de España, el Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, la Fundación Juanelo Turriano, el CEDEX, la UPM y el propio Gobierno de Canarias a través de su Viceconsejería de Cultura y Patrimonio Cultural.
La riqueza de una vida extraordinaria como la de nuestro insigne Agustín de Betancourt seguramente no cabe en un catálogo ni en una exposición, pero sí podemos celebrar por fin este acto de justicia y reconocer que Agustín de Betancourt fue una de esas personas que nos hacen mejores, que nos legan su talento para dejarnos un mundo mejor. Solo nos queda el agradecimiento a su talentosa generosidad.
Fernando Clavijo Batllé Presidente de Canarias
Desde el municipio que vio nacer a Agustín de Betancourt y Molina allá por 1758, celebrar este bicentenario de la muerte de uno de los máximos referentes de la ingeniería civil, nos produce un especial orgullo, porque precisamente se pone en valor la dedicación de un hombre que es uno de los grandes personajes que esta ciudad ha dado al mundo, dando a conocer su obra y, sobre todo, su visión a la hora de aplicar lo mejor de la ciencia para ofrecer soluciones novedosas en las ciudades de aquellos países en los que trabajó.
La celebración de esta efeméride nos traslada la importancia no solo de poner en valor sus obras y proyectos, sino también seguir difundiendo ese legado entre la población en general de nuestro país y la sociedad portuense en particular. Cuando hablamos de ingeniería, también estamos hablando de cultura en su concepto más expandido, donde las artes y la ciencia se unen para compartir el progreso a la hora de mejorar la vida de las personas, campo en el que Betancourt y Molina destacó sobremanera, siendo parte ya de nuestra historia y de nuestra identidad. Además, consiguió el reconocimiento en vida a su obra porque su trabajo traspasó fronteras y acercó países y distintas formas de entender, en este caso, el progreso en el desarrollo urbano de las ciudades en las que vivió y en las que dejó su huella el genio portuense.
Un bicentenario, pues, para celebrar esa mirada que compartió por toda Europa en una época en la que solo a través del arte, en este caso, de la ingeniería se podía unir fronteras, y que, sin duda, marcó el camino para otros personajes y científicos que continuaron en esa senda tan importante para establecer lazos que nos unan como pueblos y que estamos tan orgullosos de reivindicar todos los años, y este año, con mayor dedicación si cabe, la figura del ingeniero portuense.
Por último, tenemos que agradecer la presencia de todas las administraciones implicadas, que han trabajado de forma coordinada para hacer realidad esta exposición, que tiene en la Biblioteca Nacional un marco merecido para que sus visitantes puedan conocer de primera mano las aportaciones singulares y vanguardistas en el terreno de la ingeniería, que Agustín de Betancourt y Molina ofreció a lo largo de su insigne trayectoria, una muestra que ya es parte de la historia de nuestra ciudad y de nuestro país.
Marco A. González Mesa Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Puerto de la Cruz
De Betancourt se habla en Rusia como, ingeniero, arquitecto, estadista, general del ejército ruso. Sin duda con estas brevísimas palabras queda definida la tamaña amplitud de la vida de nuestro personaje del que este año conmemoramos el doscientos aniversario de su muerte en San Petersburgo. Nos maravilla la profundísima repercusión del considerado padre de la ingeniería civil rusa en aquellas tierras tan lejanas.
También aquí la profesión del ingeniero de caminos, canales y puertos hunde sus raíces en esa concisa pero densa descripción del personaje. Betancourt comprendió el modo de enseñar ingeniería y arquitectura en la l’École Nationale des Ponts et Chaussées de Paris. Desarrolló su propia idea de la enseñanza práctica a través de la mecánica y las máquinas y fundó la Escuela de Caminos y Canales en Madrid en 1802 que desplegó un peculiar modelo educativo basado en formar ingenieros versátiles y de largo recorrido, con una sólida formación básica y con conocimientos transversales a todos los ámbitos de la ingeniería civil.
Después de doscientos veintidós años desde su fundación, su modelo sigue vigente y su gran obra pervive. Hoy, la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid es uno de los mejores centros universitarios del mundo dedicados a la ingeniería civil, verdadero corazón de la industria española de la construcción de infraestructuras. Su influencia directa e indirecta ha ayudado a llevar a cabo una profunda transformación de nuestras infraestructuras, dando respuesta a las necesidades de una sociedad en continuo avance. Asímismo, sus ingenieros han sido claves para el desarrollo de un sector empresarial que ha superado con éxito el reto de la internacionalización, pudiéndose afirmar hoy en día que las grandes empresas españolas, en su mayoría fundadas y dirigidas por antiguos estudiantes de la Escuela, ocupan una posición de liderazgo internacional y sus proyectos, obras y concesiones se encuentran distribuidas por todo el mundo.
Por todo ello, esta exposición quiere ser una humilde muestra de gratitud de nuestra Universidad al genio e ingenio de uno de nuestros fundadores, don Agustín de Betancourt, y a su legado vivo y encarnado en nuestra Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid.
Guillermo Cisneros Pérez Universidad Politécnica de Madrid Rector
El valioso y diverso legado de Agustín de Betancourt recuerda a una asombrosa matriosca, en la que, tras descubrir una pieza única, aparece en su interior otra aún más admirable.
Hay en Betancourt un ingeniero civil de una extraordinaria solvencia técnica y capacidad de innovación que le permitieron construir en Rusia la feria de Nizhni Nóvgorod y otras obras singulares.
Deslumbra el Betancourt visionario, ingeniero diverso, que implantó el telégrafo óptico y ascendió el primer globo aerostático en España y logró la mejora del sistema de navegación interior a través de esclusas. Fue excepcional la faceta de inventor de ingenios, así como su empeño en exhibir estos avances a través del Real Gabinete de Máquinas. Nos admira, también, el Betancourt urbanista, pionero de la sostenibilidad ambiental, cosmopolita, líder de equipos e incluso emprendedor.
En el origen de esta versatilidad, subyace un científico generoso con una profunda vocación de servicio público que aseguraba que “cuando la ciencia no se aplica a las necesidades humanas su utilidad es muy limitada”. En esta convicción se enmarca su iniciativa de crear el Cuerpo de Ingenieros de Caminos y la Inspección General de Caminos y Canales y en fundar la Escuela de Caminos y Canales en Madrid.
La Escuela representa el alumbramiento de una profesión que ha sido decisiva para nuestro desarrollo económico y social. Encarnando los valores de la Ilustración, Betancourt logró democratizar el conocimiento científico y catalizar el progreso de una España en penumbra.
Divulgar la relevancia de este ingeniero insigne es la motivación del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos para impulsar esta exposición. Agradecemos al Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible su apoyo y a la Biblioteca Nacional de España acoger esta muestra comisariada por el historiador Daniel Crespo.
Ha sido también muy significativo el apoyo de la Fundación Juanelo Turriano, el CEDEX y la Universidad Politécnica de Madrid, especialmente a través de la Escuela. También expresamos nuestra gratitud al Gobierno de Canarias, al Ayuntamiento del Puerto de Santa Cruz y a cada una de los museos, archivos e instituciones que han cedido temporalmente mapas, libros, maquetas y grabados que componen esta apasionante muestra sobre el creador de la ingeniería civil europea moderna.
Miguel Ángel Carrillo Suárez Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos Presidente
En 1996 veía la luz la exposición “Betancourt. Los inicios de la ingeniería moderna en Europa”, impulsada por el Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo (CEHOPU) del CEDEX. Bajo la dirección de Antonio de las Casas Gómez y la comisaría científica de Ignacio González Tascón, un elenco de investigadores y entidades de distinta naturaleza y nacionalidad se sumaron a este proyecto de investigación histórica cuya exposición y cuyo catálogo han constituido, durante décadas, la referencia fundamental para acercarse al conocimiento de Agustín de Betancourt, su época y su obra desde la doble perspectiva hispano-rusa.
No en vano, aquella exposición, inaugurada en el Jardín Botánico de Madrid (1996), itineró por buena parte de la geografía española: Puerto de la Cruz en Tenerife (1996), Las Palmas de Gran Canaria (1996), la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid (1996), La Coruña (1997), Leganés (1997), Murcia (1997), Zaragoza (1998), Tarragona (1998), San Fernando en Cádiz (1998), Málaga (1999), Mahón y Ciudadela en Menorca (2000), y Barcelona (2001). Además, fue presentada también en Rusia, concretamente en San Petersburgo (1997) y Moscú (2001).
Posteriormente, con motivo del 200 aniversario del fallecimiento de Agustín de Betancourt que se celebra en el año 2024, en el seno del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos se planteó la posibilidad de enriquecer el conocimiento de su obra con una investigación complementaria que profundizase en el papel de este brillante ingeniero en la creación de la Escuela de Caminos de Madrid y el impacto de la consecuente creación del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, en el marco de una visión más amplia de la ingeniería europea de la época.
Desde el CEDEX agradecemos la invitación del Colegio a participar en esta nueva exposición y nos sumamos con entusiasmo a este proyecto en la ilusión de que nuevamente permita al lector, parafraseando a Viktor Komplectov, Embajador Extraordinario y plenipotenciario de la fundación de Rusia en España involucrado en el proyecto original de 1996, profundizar aún más en algunos aspectos de la vida y las obras de esa extraordinaria persona, importantísimo ingeniero y pedagogo que fue Agustín de Betancourt.
Como directora del CEDEX me satisface que volvamos a participar, a través de CEHOPU, en un nuevo evento para la promoción y difusión de la ciencia y la tecnología, colaborando en este nuevo trabajo sobre Agustín de Betancourt, que recoge su dimensión tanto nacional como internacional. Trabajo que, seguro, ofrecerá una vez más al lector y visitante la posibilidad de deleitarse admirando el legado que nos dejó este insigne personaje.
Áurea Perucho Martínez
Directora del CEDEX
Es un honor presentar este catálogo de la exposición por el bicentenario del fallecimiento de Agustín de Betancourt en 2024, por varios motivos. En primer lugar, como Ingeniero de Caminos, por su relevancia para el origen y fundamento, no solo de la Ingeniería Civil, sino para toda la ingeniería en general. En efecto, sus trabajos, publicaciones e innovaciones abarcan los transportes, las máquinas, la construcción, las telecomunicaciones, hoy encuadradas en especialidades de ingeniería diferentes. Todo ello desarrollado con una base matemática y geométrica rigurosa que insistió fuera el fundamento de esta nueva ingeniería, incluyendo la matemática sublime, como se denominaba el cálculo diferencial e integral. Por otra parte, es de destacar el carácter cosmopolita de estos saberes, con la transferencia de conocimientos ilustrados entre Francia, Inglaterra, España, Rusia, todo un paradigma para nuestro tiempo.
Como ejemplo significativo se puede citar el Essai sur la composition des Machines, en el que Betancourt colabora con José María de Lanz. Este trabajo parte de las ideas geométricas y cinemáticas de Gaspar Monge que estudian en París, las desarrollan magníficamente en el tratado publicado en 1808, que es adoptado como texto académico por Hachette en la École Polytechnique en París y más adelante publicado también en Inglaterra (Analytical essay on the construction of machines), Alemania etc. Es decir, los científicos españoles pensionados primero adquieren los conocimientos ilustrados en Francia y otros países, los desarrollan, y luego los transmiten y se adoptan en otros países europeos. Y por supuesto estos conocimientos forman la base para la creación del Real Gabinete de Máquinas y de la nueva Escuela de Caminos.
Todo esto queda magníficamente ilustrado a través de los elementos mostrados en esta exposición y de los capítulos incluidos en este libro, que inciden en el rigor de los estudios, en el cosmopolitismo, y en la variedad de las tecnologías abarcadas. Por parte de nuestra Fundación Juanelo Turriano es fruto de la meritoria labor del comisario Daniel Crespo, la coordinación de Begoña Sánchez-Aparicio y el proyecto de montaje de Bernardo Revuelta, apoyados por el resto del personal. Para nosotros es un placer la culminación de este trabajo en el catálogo y en la propia exposición. Quiero por último agradecer sinceramente al resto de organizadores y colaboradores, especialmente al Colegio de Ingenieros de Caminos y de la Biblioteca Nacional, sin cuya colaboración, apoyo y empuje entusiasta este proyecto no habría sido posible.
José M. Goicolea Ruigómez Fundación Juanelo Turriano Presidente del Patronato
de
Betancourt AgustÍn
1758 - 1824
Dos grúas para puertos de mar , publicadas en 1798 (Madrid, Imprenta Real). Los cuatro números de la Descripción de las Máquinas del Real Gabinete se reeditaron en 1991 (Madrid, Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología).
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DE 1958 A 2024. RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA DE AGUSTÍN DE BETANCOURT
FERNANDO SÁENZ RIDRUEJO
Ingeniero de Caminos. Patrono de la Fundación Juanelo Turriano
El recuerdo de Agustín de Betancourt, tras su marcha a Rusia en 1808 y después de su muerte en 1824, perduró, aunque deformado, en las islas Canarias. En la península su figura entró pronto en la leyenda y, tras la muerte en 1861 del último discípulo de su Escuela, José Azas, empezó a caer en el olvido. En 1869 reprodujo la Revista de Obras Públicas ( ROP ) su “Noticia del estado actual de los caminos y canales” y luego muy poco más. Su nombre no aparece en los índices de la ROP hasta 1945 en que se publicó un artículo, excelente como todos los suyos, de Pedro González Quijano. Previamente el ayuntamiento de Madrid había dado el nombre del inventor a una calle que no era entonces más que un descampado. Se olvidó la correcta escritura de su apellido –convertido unas veces en Bethencourt y otras en Bethancourt– e, incluso se confundieron las fechas más elementales de su biografía. En la Escuela de Caminos se conservó un retrato al óleo enviado desde San Petersburgo; pero allí campeó durante años una placa que le hacía director del centro ¡hasta 1828!
Se ha comentado muchas veces el carácter artificioso de las conmemoraciones oficiales que convierten centenarios, bicentenarios o sesquicentenarios en meros pretextos para el lucimiento de los políticos de turno. Estas celebraciones son, sin embargo, buena ocasión para poner en valor las figuras de personajes injustamente olvidados y eso ocurrió con Agustín de Betancourt. El año 1958, en que se cumplían 200 de su nacimiento, marcó la recuperación de su recuerdo y el comienzo del estudio de su vida y su obra.
Citaremos algunos hitos en ese proceso: Sebastián Padrón Acosta, publicó en ese mismo año 58, en el Instituto de Estudios Canarios, la que puede considerarse la primera biografía moderna, El ingeniero Agustín de Bethencourt y Molina. En Madrid Tomás García-Diego recordó la figura del ingeniero en una espléndida conferencia dada en la Escuela de Caminos, que fue
José Antonio García-Diego junto al busto de Agustín de Betancourt , Puerto de la Cruz, 1991
publicada, también con la grafía errónea, en la ROP de marzo de ese año. También en 1958, el marino e historiador Julio Guillén Tato, bajo su pseudónimo J. Rempujo, escribió en la Revista General de Marina un artículo sobre Lanz en que trataba extensamente de las relaciones entre éste y Betancourt.
En 1958 se erigió su busto en Puerto de la Cruz y el escultor, Jesús María Perdigón, se ofreció a hacer una réplica, sugiriendo que se instalase en la glorieta del jardín de la Escuela, frente al ya existente de Eduardo Saavedra. Se instaló en 1959 después de abrir una suscripción para que los ingenieros de Caminos pudieran contribuir a sufragarlo. Ese busto, dedicado a Agustín de Bethencourt, pasó luego al hall de la nueva Escuela en la Ciudad Universitaria y desde allí sigue creando confusión respecto al apellido de don Agustín. También en 1959, en Tenerife, el Cabildo instituyó un premio “Agustín de Bethencourt y Molina” para alumnos de la Escuela; fue otorgado a Santiago Uriel y publicado en la ROP en febrero de 1960. Ese año 1960 empezó Pedro García Ormaechea a seguir la pista de nuestro ingeniero en el archivo de la Real Academia de Bellas Artes y en otros lugares y dio a conocer sus resultados en nueve artículos que fueron apareciendo en la ROP hasta 1969.
Alejandro Cioranescu publicó en 1965 Agustín de Betancourt: su obra técnica y científica, obra de mérito extraordinario en que manejó documentación que era entonces de difícil acceso en Tenerife. Antonio Rumeu de Armas que ya antes había hecho algún artículo periodístico sobre Betancourt, publicó en 1967, en el Anuario de Estudios Atlánticos, “Agustín de Betancourt, fundador de la Escuela de Caminos y Canales, nuevos datos biográficos”. Este extenso estudio fue reproducido ese mismo año por el Colegio de Ingenieros de Caminos. Hay que señalar que, Rumeu de Armas, tinerfeño como Betancourt, tenía un fuerte vínculo familiar con la profesión fundada por éste. Su hermano Ernesto era ingeniero de Caminos
Izquierda. Alejandro Cioranescu, Agustín de Betancourt: su obra técnica y científica , San Cristóbal de La Laguna, Instituto de Estudios Canarios, 1965. Derecha. Aleksei Bogoliubov, Agustín Agustinovich Betancourt 1758-1824 , Moscú, Nauka, 1969.
de la promoción de 1945 y esa misma profesión elegirían sus propios hijos, Antonio, de la promoción de 1966, y José, de la de 1970.
Los 150 años de su nacimiento volvieron a ser otra ocasión para recordar a Betancourt. En 1973 el Puerto de la Cruz celebró unas jornadas conmemorativas y con ese motivo se convocó un concurso periodístico de ámbito nacional cuyo primer premio se adjudicó a Alfonso Trujillo.
Después fueron entrando en liza otros estudiosos de la vida y la obra de Betancourt. José Antonio García-Diego conoció al betancourista ucraniano Alekséi Bogoliúbov y procuró que se publicara una versión española de la obra de éste, Un héroe español del progreso: Agustín de Betancourt. Luego él mismo investigó las huellas de Betancourt en los archivos de Breguet y continuó con una serie de trabajos que recogería más tarde en el libro En busca de Betancourt y Lanz (Castalia, 1985). Felipe Fernández-Armesto, Jacques Payen, José Ignacio Uriol, Julio Muñoz, Rodríguez Mesa o Antonio Bonet son algunos de los autores que durante los años siguientes hicieron aportaciones al conocimiento de Betancourt. Nosotros mismos, en 1978, dimos noticia del informe de Betancourt y Villanueva del Prado sobre el Canal Imperial de Aragón. Unos y otros nos convertimos en miembros del fantasmagórico “Club de los Betancouristas” creado y dirigido por García-Diego.
Cubierta del catálogo de la exposición Betancourt. Los inicios de la ingeniería moder-na en Europa , Madrid, CEDEX-CEHOPU , 1996
Un hito importante en este proceso fue la implosión de la Unión Soviética. Con ese motivo vinieron a occidente algunos historiadores rusos, trayendo valiosa documentación que aquí se desconocía. También, se prodigaron las visitas, cada vez más frecuentes, a Madrid y al Puerto de la Cruz, de ingenieros de la Escuela que él fundó en San Petersburgo, lo que fue pretexto para organizar diversos actos en su recuerdo.
En el largo proceso de recuperación de la memoria de Betancourt, entre una multitud de publicaciones anecdóticas, hay que señalar cuatro obras fundamentales:
La primera es Ciencia y tecnología en la España Ilustrada: la Escuela de Caminos y Canales, de Antonio Rumeu de Armas (1978) en que se enmarcó la figura de Betancourt dentro del movimiento ilustrado español y se estableció el armazón de la historia de la Escuela de Caminos en sus cincuenta primeros años.
La siguiente es el Catálogo de la exposición Betancourt. Los inicios de la Ingeniería moderna en Europa (1996), comisariada por Ignacio González Tascón, que recogió ensayos de 16 autores, tanto españoles como rusos, los textos de los paneles de tres grandes áreas expositivas y una bibliografía exhaustiva. Esta exposición, celebrada en el Real Jardín Botánico, y este catálogo, “el libro amarillo”, marcaron un antes y un después en la difusión de la figura. Contenía una cronología que tendría como secuela doce años más tarde, la Biografía cronológica de Don Agustín de Betancourt y Molina en el 250 aniversario de su nacimiento, de Julio Muñoz Bravo. 2008, en que se conmemoraban esos 250 años, fue un nuevo año betancouriano. La Real Academia
de Bellas Artes homenajeó a uno de sus miembros más ilustres en una jornada en que se presentó el libro del depositario de los archivos de la familia Betancourt – Castro, Juan Cullen Salazar, La familia de Agustín de Betancourt y Molina. Correspondencia íntima. Fue una obra esencial para estudiar aspectos, hasta entonces desconocidos, del carácter y la mentalidad del inventor.
El 15 de febrero de ese año, el Colegio de Ingenieros de Caminos organizó una jornada conmemorativa de la que cabe destacar la conferencia de Dmitri Nicolskiy, profesor del Instituto de Vías de Comunicación. Salió al paso Nicolskiy de quienes han insistido en el supuesto maltrato recibido por Betancourt, que, al final de su vida, habría caído en desgracia. “Quienes así hablan no saben –dijo– lo que es caer en desgracia en Rusia”. Años atrás, aquí en España, Jovellanos y Floridablanca habían sido mucho peor tratados por sus reyes que Betancourt en Rusia. Nicolskiy volvería a España en septiembre de 2009 para unas jornadas betancourianas en Almadén, hospedándose, como todos los asistentes, en el recién inaugurado Hotel Betancourt.
Otro acto importante de 2008 fue el homenaje que le rindió la Real Academia de Ingeniería en pleno en el Puerto de la Cruz y en Santa Cruz de Tenerife. En varias sesiones los académicos de las distintas ramas fueron analizando la contribución Betancourt a las ingenierías civil, minera, industrial, aeronáutica, militar, agronómica y de las telecomunicaciones. Sus ponencias se recogieron en un libro que dejó marcado, por si antes no estaba claro, el carácter multidisciplinar nuestro personaje.
También ha sido relevante la publicación de textos del autor que permanecían inéditos o que, escritos en francés, nunca habían sido traducidos al español. En 1984, dentro de un conjunto de estudios sobre el Canal Imperial, se editó el informe, ya citado, de Betancourt y Villanueva del Prado. En 1990 aparecieron las tres Memorias sobre las Reales Minas de Almadén y en 1992 la Descripción de las Máquinas del Real Gabinete, con estudios, en ambos casos, de Fernández Pérez y González Tascón. Entre tanto, en 1991, se publicó la versión española del Tratado sobre la composición de las máquinas , de Lanz y Betancourt, acompañada en un grueso volumen, del original francés y de la versión inglesa. En 2010 apareció, acompañada por sus magníficas láminas, la Descripción del Establecimiento de Yndrid donde se funden y barrenan los cañones de hierro para la Marina Real de Francia. En 2003 se había publicado en La Orotava, dentro de un volumen de intención didáctica, Un nuevo sistema de navegación interior, traducción del original francés de 1807. Quien esto escribe ingresó en la Escuela de Caminos en 1958, año en que, como queda dicho, se celebraba el bicentenario del nacimiento de Betancourt. Durante los 66 años que median entre esa fecha y la de 2024, en que se cumplirán los 200 de
Agustín de Betancourt y Molina, Un nuevo sistema de navegación interior . Orotava, Tenerife, Fundoro, 2003
su fallecimiento, ha tenido ocasión de seguir muy de cerca el proceso aquí descrito de recuperación de su memoria y valoración de su figura. Durante ese largo lapso de tiempo la ingeniería española, al ritmo de toda la sociedad, ha experimentado una evolución enorme que, desde el punto de vista docente, se ha traducido en la proliferación, por toda España, de escuelas creadas a imagen de la que él creó en Madrid. Desde el punto de vista científico, se han potenciado y desarrollado los laboratorios y centros de investigación y, en el campo empresarial, nuestras constructoras y nuestras oficinas de proyectos se han transformado en potentes compañías que operan en todo el mundo.
En cualquiera de esos campos de actividad podría considerarse a Agustín de Betancourt como un adelantado; un indiscutible pionero. Pero no es ahí donde ahora, en 2024, debemos poner el acento sino en otras cuestiones inmateriales más importantes, de índole moral. Todos los estudios realizados en estos años han puesto de relieve el perfil de un individuo culto, trabajador, amable, modesto, atento siempre a ayudar a sus colaboradores y a quienes lo requiriesen, aunque eso –como en el caso de Juan van Halen– pudiera crearle problemas. Un perfil que él mismo había dibujado, ya en 1791, en su informe al conde de Floridablanca sobre las cualidades que debían adornar a un ingeniero. Tras referirse a los conocimientos técnicos necesarios, añadía:
Una educación no vulgar que no solamente hace recomendables a los hombres en el trato con los demás sino que también da ese tacto fino que, en ciertos casos, suele servir aún más que la ciencia.
Corte vertical de la máquina de vapor, en Agustín de Betancourt, Descripción del establecimiento de Yndrid , 1791 . Patrimonio Nacional. Colecciones Reales. Real Biblioteca.
AGUSTÍN DE BETANCOURT (1758-1824):
PROTOTIPO DE INGENIERO EUROPEO*
IRINA GOUZÉVITCH
Centre Maurice Halbwachs, EHESS, París
Agustín Betancourt vivió la época en que el ingeniero polifacético, artista y artífice práctico, hombre de trabajo de campo y de obra, iba dejando paso al técnico cualificado formado en un establecimiento especializado, donde se impartían las nuevas teorías científicas. En un mundo profesional cambiante, en medio de la Europa sacudida por los cataclismos políticos y militares de 1780-1810, su carrera parece a la vez clásica y singular. Clásica, porque formaba parte del movimiento de expertos enviados a los distintos centros europeos de excelencia técnica por parte de países con reconocidas carencias, en el marco de estrategias de modernización acelerada (como las que por aquel entonces se dieron en España y Rusia). Singular, porque por circunstancias políticas, económicas y familiares, pero también por su propio temperamento, este canario de estirpe noble, promovido a una excelente carrera en su país de origen, desbordó el marco estrictamente nacional para asumir el papel de mediador en el proceso de circulación de conocimientos puesto en marcha a escala europea.
Betancourt desempeñó un papel crucial en la construcción de una nueva identidad del ingeniero basada en la suma de competencias específicas aportadas en un marco altamente institucionalizado y puestas al servicio del bien público. Dirigió grupos de expertos, fundó escuelas de ingenieros y organismos técnicos, organizó la enseñanza y la investigación en distintos campos de la ingeniería, y su trayectoria se sitúa en el origen de los estudios teóricos de los fenómenos técnicos, así como de nuevas disciplinas y escuelas científicas.
Pero este mismo hombre también tenía un gusto empedernido por la invención y el emprendimiento, y su curiosidad como mecánico no conoció límites. No en vano, el estudio
* Traducción del francés a cargo de Adrián Fernández Almoguera.
* Este texto ha sido desarr ollado en el marco del proyecto I+D+i “Agua y Luces. Tratados españoles de arquitectura hidráulica de la Ilustración” (PDI2020-115477GB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
Agustín de Betancourt, Plan general del Proyecto executado y por executar de los Canales de Castilla , h. 1801 Centro Depósito del Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército (Ejército de Tierra-Ministerio de Defensa).
y la actualizaci ón tecnológica, incluyendo el espionaje industrial y técnico-militar, fueron algunas de sus dedicaciones predilectas. Participó en una amplia gama de ramas técnicas, como la textil y la metalurgia, la minería y la química de los tintes, las técnicas agrícolas y la acuñación de moneda, pasando igualmente por el dragado de ríos y el desarrollo de máquinas de vapor, la relojería y los instrumentos de medida, la telegrafía óptica y la ingeniería mecánica, la hidráulica y la hidrotecnia, las obras públicas y la arquitectura, el urbanismo y la ordenación del territorio. Precursor en numerosas esferas, Betancourt fue sin duda demasiado polifacético para dejar huella en un único campo de acción. Siendo un funcionario del Estado y un empresario adinerado, le interesaba más el reconocimiento académico y público de su trabajo que los beneficios económicos que pudiera reportarle. Con nuestra perspectiva histórica, constatamos que Betancourt pudo aprovechar la suma total de su experiencia acumulada en beneficio de otros, muchos otros, ya que sus alumnos y sucesores en toda Europa fueron numerosos. A esto se podrían unir las promociones en el seno de la Escuela de caminos y canales de Madrid o del Instituto del Cuerpo de Ingenieros de Comunica ciones de San Petersburgo que, a día de hoy, siguen reivindicando el legado de Betancourt.
Como hombre de la Ilustración, fue un reflejo de su época, pero también, sintéticamente, un reflejo de las experiencias que abrazó según sus gustos y circunstancias externas. Betancourt fue además un viajero incansable. Su movilidad estuvo condicionada por sus múltiples intereses, estimulándolos y a la vez inspirándose en ellos, lo que le llevó a pasar dos tercios de su vida en la carretera. Sin embargo, desde su juventud a su madurez, la naturaleza de sus viajes cambió, y las etapas de esta evolución marcaron los principales puntos de inflexión en la vida del ingeniero. Cuatro grandes capitales europeas le acogieron en diferentes momentos: Madrid, París, Londres y San Petersburgo. Cada una a su manera perfiló y afinó sus capacidades profesionales. Estas aportaciones tienen un sentido diferente dependiendo de si se trata del eje “Paris-Londres”, central para la formación y el éxito profesional del ingeniero, o del eje “Madrid-San Petersburgo”, esencial para comprender la diversidad de las prácticas de apropiación de la experiencia obtenida. La promoción de la profesión del ingeniero de obras públicas, con sus organismos de formación y administración propios, primero en España y luego en Rusia, da la medida de la evolución del pensamiento de Betancourt en materia de creación institucional, una idea que se ve reforzada bajo el efecto de los distintos contextos, pero también, a nivel más global, en función del estado evolutivo del ámbito de intervención.
La experiencia, en sus múltiples expresiones, desempeña un papel fundamental en la labor de mediador de Betancourt, aunque él mismo siga pensando en términos diferentes. Hace un uso sistemático de ella para su propio trabajo, privilegiando a los organismos que considera más apropiados en cada ocasión. Actúa él mismo como experto, a título oficial cuando se lo piden sus funciones, o a título oficioso cuando lo hacen sus colegas. En esa línea, Betancourt sirvió de intermediario entre particulares o empresas e instituciones de autoridad y de decisión (como academias, administraciones o gobiernos), creando él mismo organismos de referencia originales, convertidos en lugares de peritaje profesional que se imponían con autoridad.
Cabe destacar la amplitud de sus numerosos contactos en el mundo de la ciencia y la tecnología europeas. Vaya donde vaya y emprenda lo que emprenda, Betancourt actuó como un hombre perfectamente conectado y en permanente dialogo con quienes le rodean. A través de sus viajes, se convierte en un intermediario que activa y refuerza los vínculos que encuentra, ayudando a ampliar las conexiones en torno a él1. Si bien las habilidades sociales de Betancourt están en consonancia con su temperamento comunicativo, también forman parte del comportamiento típico de los hombres de ciencia y tecnología de la Ilustración, reflejo de su cultura universalista y asociativa. En ese contexto, Betancourt sabe actuar con prodigiosa eficacia mirando siempre hacia el futuro. En Rusia, su red europea se movilizó para crear un sistema de formación de los ingenieros del mañana, mejor preparados y más eficaces que el propio promotor. De la formación a la gran acción, su red de relaciones internacionales, definida
1 GRANO VETTER, 1973.
a lo largo de sus numerosos viajes europeos, ofrecía un amplio abanico de actores como ingenieros e inventores, mecánicos y empresarios, científicos y artistas, diplomáticos y altos funcionarios. Por otra parte, sus complicadas relaciones con los poderosos, con los soberanos, sus favoritos, jefes de gobierno o sus ministros, nos permiten calibrar los límites que el poder, la intriga y el cambio de escenario pueden imponer a la competencia profesional e intelectual. Así, movilidad, pericia y red profesional son palabras clave que resumen la compleja dimensión transnacional de Agustín de Betancourt.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS PARA EL ESTUDIO DEL PERSONAJE
La historiografía dedicada a la obra de este personaje cuenta con varios centenares de títulos. A este respecto, hace más de medio siglo Aleksej Bogolûbov, el biógrafo soviético de Betancourt, escribió que los archivos en relación a este ingeniero en España y en Rusia estaban suficientemente bien estudiados2. Sin embargo, a lo largo de años de indagación archivística, lecturas en diversos idiomas e investigaciones comparativas dirigidas desde distintos países europeos, han demostrado que los estudios “betancourianos” reservan aún bastantes sorpresas. Prueba de ello, es una serie de trabajos magistrales que delimitan a día de hoy este campo de estudio. Así, tras las publicaciones pioneras de los años 60, los estudios de Sebastián Padrón Acosta, Alejandro Cioranescu, Aleksej Bogolûbov y Pedro García-Ormaechea 3, cada década ha generado su propio grupo de publicaciones de las cuales solo citaremos aquí las más destacadas, como las contribuciones temáticas de Jacques Payen, o los trabajos de José
Antonio García-Diego 4. A éstos se añaden las aportaciones biográficas fundamentales de Antonio Rumeu de Armas, Fernando Sáenz Ridruejo y Julio Muñoz Bravo (1970-2000) 5 . Los años 90 añadieron a esta rica producción los importantes estudios dirigidos por Ignacio González Tascón y, en Rusia, por Vladimir Pavlov y sus colegas 6. En España durante los años 2000, y sobre todo en la zona canaria, en el contexto de un aumento exponencial de publicaciones en todas direcciones dedicadas a Betancourt, debemos distinguir la obra de
2 BOGOLÛBOV, 1969, 5 y 1973, 17.
3 P ADRÓN, 1949, 1951 y 1958; CIORANESCU, 1965; GARCÍA-ORMAECHEA, 1963, 1964-1965 y 1974.
4 PAYEN , 1965, 1967a y 1967b; GARCÍA-DIEGO, 1978, 1975 y 1985.
5 RUMEU, 1980 y 1990; SÁENZ RIDRUEJO 1978, 1991, 1996 y 2007; MUÑOZ, 1987, 1993, 1996, 2008a y 2008b.
6 GONZÁLEZ TASCÓN y FERNÁNDEZ, 1990; GONZÁLEZ TASCÓN, 1996; PAVLOV, 2007 y 2009; BOGOLÛBOV, PAVLOV, FILATOV, 2002.
Juan Cullen Salazar, que dio a conocer los documentos familiares de los Betancourt-Castro, y las investigaciones temáticas innovadoras de Amílcar Martín Medína y Maxime Gouzévitch 7 . Durante este mismo periodo, asistimos a la extensión internacional de las investigaciones “betancourianas”. En Francia, éste fenómeno se produjo gracias a los estudios de Dimitri e Irina Gouzévitch, apoyados por Konstantinos Chatzis, y en Inglaterra a Peter Jones8. Incluso en Cuba, a través de las contribuciones de Olga Egorova 9, se dieron avances respaldados por los estudios aparecidos en Rusia, donde en los primeros años del siglo XX, los trabajos dedicados a Betancourt proliferaron10. Cabe señalar, finalmente, entre las últimas aportaciones, el estudio monográfico “Planète Betancourt”, fruto de 25 años de investigaciones, acabado en 2018 en Francia por la autora del presente texto y cuyo 80% de las aproximadamente 2200 citas de todo tipo referenciadas, tratan sobre Betancourt de manera completa, parcial o episódica 11. Por otro lado, estas estimaciones han de ser forzosamente revisadas al alza, pues nuevas publicaciones nunca cesan de aparecer en torno a esta figura.
Las sucesivas conmemoraciones ampliamente celebradas en el siglo XXI (en particular los 250 y 260 aniversarios del nacimiento) han contribuido a diversificar la naturaleza de los formatos de recuerdo científico de Betancourt. A las publicaciones seriadas en revistas especializadas o de “gran público”, las actas de diversos actos académicos (simposios, conferencias, mesas redondas, actos solemnes) y los catálogos de exposición, se han añadido programas de veladas musicales y representaciones teatrales, emisiones de radio y televisión, bases de datos (entre ellas el “Proyecto Digital Agustín de Betancourt” y la página web del CEHOPU), películas, novelas y poemas12, cómics, etc.13. Las empresas turísticas canarias también se han sumado a este fenómeno vendiendo recuerdos conmemorativos con simbología de Betancourt como camisetas, tazas, bolígrafos, o bolsas. Además, se le han dedicado bustos y placas conmemorativas en España y Rusia, así como sellos y sobres con su efigie. A esto se han añadido un nuevo tipo de papel para impresoras (Betankyr, que muestra su rostro en la filigrana), una medalla “Agustín de Betancourt” destinada a honorar a los ingenieros distinguidos, calles en varias ciudades europeas14, un tren de
7 CULLEN, 2008; MAR TÍN y GOUZÉVITCH M., 2008a, 2008b; GOUZEVITCH M., 2009.
8 CHATZIS, K., GOUZÉVITCH D., GOUZÉVITCH I. 2009; JONES, 2008.
9 EGOR OVA, 2009, 2011 y 2010.
10 FIL ATOV, 1999; NIKOL’SKIJ , 2007; KUZNECOV, 2013, 2014; RUHLI, 2010; TITOVA, 2018.
11 GOUZÉVIT CH I., 2018. Esta obra contiene el análisis crítico de las fuentes bibliográficas, 14-40. Ver también GONZÁLEZ TASCÓN , 1996, 353-364; SÁENZ RIDRUEJO, 2007, 63-92.
12 BLAŽKO y GOVOROV, 2009; MARTIROSÂN , 2009.
13 PUERTO , 2011; FAJARDO, 2017.
14 E n especial en el Puerto de la Cruz de Tenerife, Madrid, San Petersburgo y Nižnij Novgorod.
alta velocidad entre San Petersburgo y Moscú que lleva su nombre, e incluso el pequeño planeta nº 11446, registrado originariamente bajo el nombre de 1978 TO8 y rebautizado Betankur en 2008 con “la inscripción de este nombre en la edición científica internacional Ephémérides des petites planètes de la comisión de la Unión Internacional Astronómica publicada por el Instituto de Astronomía aplicada de la Academia de las ciencias de Rusia”15. Como resultado de esta recuperación en tantos y tan diversos ámbitos, el personaje histórico tiene una cierta presencia hasta en la esfera pública. Dos siglos después de su muerte, por tanto, el interés por Betancourt no ha decaído. En este contexto, ¿qué imagen nos proyecta el espejo histórico?
Teniendo en cuenta la diversidad de todas estas fuentes, géneros y soportes, incluida la iconografía, ¿puede ser ésta algo más que un “retrato robot” sintético?
EL RETRATO SINTÉTICO: EL HOMBRE EN EL ESPEJO DE LAS REPRESENTACIONES
El esfuerzo colectivo de varias generaciones de historiadores ha trazado un retrato a color de un hombre creativo del siglo XVIII, con todo lo que ello implica en cuanto a su especificidad y controversia. El individuo aparece, según el contexto, apasionado y ambicioso, ganador y perdedor, omnipresente y escurridizo, arrogante y generoso, ingenuo y perspicaz, curioso pero incapaz de transigir, siempre imbuido en las preocupaciones cotidianas y los problemas más delicados de la cohabitación con los grandes patronos. Pero en medio de todo y más allá de todo, Betancourt fue fiel a su vocación. Esta faceta de su personalidad, amplificada aún más por la asociación de la profesión con la función, y de la función con el rango, ocupa un lugar de honor en las obras biográficas basadas principalmente en fuentes oficiales, en los archivos de las grandes administraciones del Estado y en el análisis histórico-técnico de la obra del ingeniero. Muy pocos documentos personales han llegado hasta nuestros días, y algunos de ellos, como la correspondencia de Betancourt con su familia en Canarias y con su amigo Breguet, se han publicado más recientemente. Capítulo aparte merecen los testimonios contemporáneos, dispersos, en múltiples idiomas y a menudo de difícil acceso que habría que recoger y analizar. La iconografía de Betancourt parece confortar, a primera vista, esta imagen algo reductora, pero el arte funciona según sus propias leyes y la mirada del artista, a pesar de las distorsiones temporales, puede revelar el carácter del individuo representado más allá de aproximaciones y de convenciones de género.
15 Oficial’noe svidetel’stvo o prisvoenii imeni maloj planete [11446 imeni Betankur] , 2003.
Retrato de Agustín de Betancourt , en Journal des voies de communication , nº 1 , 1826 . Collections de l’École Nationale des Ponts et Chaussées.
Es interesante examinar desde este punto de vista varias figuraciones-tipo que han servido de base para las representaciones posteriores16. En primer lugar, el retrato acuarelado de autor desconocido que remonta a 1811-1812, seguido del retrato a lápiz de Adeline Betancourt fechado en 1814, el retrato litografiado de Frémy en 1820 que ha inspirado las figuraciones más conocidas, el magnífico retrato de aparato a óleo realizado por Platon Turin en 1859, en ocasión del cincuenta aniversario de la Administration des voies de communication, un bello heliograbado en blanco y negro publicado en 1882, y finalmente el retrato impreso y publicado en el Journal des voies de communication en 182617.
Las diferencias entre estos retratos son considerables. El material, el tema, la técnica utilizada... todo es diferente, pero existen rasgos que hacen reconocible la figura: se trata efectivamente del mismo individuo en diferentes momentos de su vida. El hombre representado tiene la frente ancha y calva, el pelo ralo (¿rubio? ¿blanco?) y las patillas arregladas a la moda de la época. Tiene ojos grandes y claros, mirada inteligente y cansada, mejillas hundidas, nariz grande, boca firme, principio de papada y, cuando hay color, su rostro aparece ligeramente congestionado 18. Hay que señalar que, a excepción del heliograbado, que delata su edad, nunca se detectan muchos rasgos de vejez, a pesar de que Wilhelm Humboldt lo había descrito en 1799 como un hombre con el rostro “arrugado” 19. Pero tal vez sea éste también el sello distintivo de un retrato de aparato. Betancourt es siempre representado de uniforme, con condecoraciones y charreteras de General. Así pues, la función, el rango y la posición social conforman la imagen de conjunto, mientras que el individuo retratado destaca por la fuerza de su personalidad.
16 E l primer inventario de la iconografía conocida de Betancourt, lo da PAVLOV, 2007, 130-132.
17 RESIMONT, 1826, 25-26.
18 VIGEL, 1892, 5, 15.
19 HUMBOLDT, 1998, 127.
Los contemporáneos, por su parte, ofrecen colectivamente un retrato, ciertamente fragmentado y a veces un poco simple, pero igualmente reconocible en el que también prima la imagen del hombre de uniforme, del dignatario en ejercicio. Incluso sus características personales -dignidad, inteligencia, respetabilidad- se asocian esencialmente a su condición de ingeniero y a sus actividades profesionales, sobre todo en relación con las escuelas de ingeniería que creó y las grandes obras que construyó. Esto era algo de esperar pues, en Rusia, para todos, salvo para sus allegados, Betancourt era a la vez un fenómeno exótico y un ilustre experto extranjero, pero sobre todo era un alto funcionario, y el jefe de una importante administración próxima al emperador.
Teniendo en cuenta todos estos factores, la imagen que resulta es bastante simpática. Betancourt es descrito como un hombre con carisma y espíritu ágil, amable y generoso. Se subraya la nobleza de su carácter, su naturaleza aristocrática, su dignidad, su probidad personal y su integridad, y en este contexto sorprenden y destacan su destreza y su amor por el trabajo manual. Pero también hay cierta arrogancia, falta de delicadeza, una ingenua creencia en su superioridad como experto, un sentido de autosuficiencia, un rigor a veces excesivo en el desempeño de sus funciones en el que la “raison d’État ” y las necesidades de sus dedicaciones priman sobre los intereses de las personas. El gran ingeniero estaba también muy apegado a su familia, pues parece haber sido un hijo devoto, un hermano afectuoso, un marido fiel, y un padre cariñoso y protector. La amistad era para él un vínculo sagrado, lo que demuestra su devoción por Breguet, amigo inquebrantable a lo largo de toda su carrera. Unida por múltiples lazos y afinidades, este concepto de la amistad se expresaba más vivamente en la ayuda mutua y la colaboración, con un toque de nostalgia y tristeza resignada ante la inevitable separación al final de la vida.
Siempre dispuesto a ayudar y servir, Betancourt protege a sus amigos y colegas menos afortunados, así como a los desconocidos si los ve en apuros, sobre todo si son compatriotas. Por otra parte, su relación con España fue siempre complicada. Por un lado, es y sigue siendo español dondequiera que viva: ama a su país y trata de serle útil en todo lo que puede. Pero mientras echa de menos a España cuando vive lejos de ella, intenta abandonarla a la primera de cambio, dando con pretextos para conseguir ausentarse, pasando media vida fuera de sus fronteras hasta la definitiva expatriación en suelo ruso. Los lazos con su familia canaria se debilitaron bajo el impacto del tiempo y la distancia. Habiendo abandonado su patria chica a muy temprana edad, nunca volvió a pisarla y renunció a su parte de la herencia paterna en favor de sus hermanos. Sus vínculos en Madrid también se debilitaron bajo la presión de las circunstancias militares y políticas, que minaron las viejas amistades. Sin embargo, sus
afinidades con Francia e Inglaterra, construidas a lo largo del tiempo, son de una naturaleza totalmente distinta. Se trata de lazos intelectuales, cognitivos y afectivos que estimulan su creatividad. Aunque no suscitaron sentimientos nostálgicos, siguieron siendo una fuente viva, generando una corriente de aire constante que impidió que su mente se empantanara.
Sus estancias en uno u otro de estos países, donde tuvo siempre puntos de referencia institucionales, círculos de conocimiento, referencias profesionales, y donde podía encontrar energía e inspiración, no se tradujeron en una residencia permanente. Esto revela una especie de profunda insatisfacción que siente al verse encerrado en un papel, adscrito a una función, asignado a un lugar de residencia fija, aunque ese lugar sea una gran capital real o imperial, o incluso un país entero. El verdadero universo de este espíritu cosmopolita es el camino, el viaje, la dirección que inventa para sí mismo y que es libre de elegir y reconducir a su antojo. Y cuando eso no es (o no del todo) posible, Betancourt hace gala de una facilidad propia para transformar una tarea o una elección forzada en una nueva aventura de la mente.
EL ESPECIALISTA EN MOVIMIENTO Y EL UNIVERSO DE SUS VIAJES:
MODALIDADES, TEMPORALIDADES, CAUSALIDADES
Los viajes desempeñan un papel esencial en la vida de Betancourt y en la definición de su identidad como especialista, tanto en los planos intelectual como profesional, siendo estos viajes donde se produjeron algunos de los eventos fundamentales de su vida. Sus principales etapas son también evidentes: primero, la España peninsular, con Madrid y Almadén, los lugares de su iniciación profesional. Después, durante un largo periodo, Francia e Inglaterra, países cuyo poder de atracción no se debilitó con el tiempo 20. Por último, Rusia, tierra de asilo, de las oportunidades sin precedentes y del descanso definitivo. Dicho esto, la definición clásica de viaje como desplazamiento a un lugar lejano permite interpretaciones muy amplias que van mucho más allá de las estancias formativas y las periódicas excursiones al extranjero en las que solemos centrar nuestra atención. Por ello, el viaje será aquí analizado en su sentido más amplio, que incluye lo cultural, lo emocional y lo virtual. Al fin y al cabo, la vida de Betancourt ofrece una multitud de escenarios en lo que respecta a los viajes.
Mientras que la primera etapa en Madrid duró sólo cinco años, las estancias del ingeniero en Francia e Inglaterra se repartieron a lo largo de 24 años y supusieron un total de más de 13 años, lo que corresponde a más de una cuarta parte de su vida adulta, comenzando con su llegada a Madrid en 1778 , a la edad de 20 años, y finalizando en 1824 en San Petersburgo, cuando contaba 66 años. En lo que respecta al periodo español (1778-1808) , esta proporción es aún más significativa, ya que Betancourt pasó alrededor del 54 % de su tiempo de servicio en Francia e Inglaterra. Entre 1784 y 1808 , fechas extremas que marcan este periodo de intensa movilidad, el ingeniero realizó seis viajes a Francia y dos a Inglaterra. Estas estancias, cuya duración osciló entre tres semanas y seis años, tuvieron lugar a intervalos más o menos frecuentes, con una pausa de nueve años, de 1798 a 1807 , ocupados por sus diversos proyectos en España.
Estos tres grupos de viajes difieren considerablemente en cuanto a sus condiciones materiales y administrativas, sus motivaciones personales y sus objetivos finales. El que estudió en Madrid y se probó como perito en Almadén (1778-1783) era un joven principiante entusiasta, movido por un brío que le empuja hacia un camino proprio. El que viajó por Francia e Inglaterra entre 1784 y 1798 era un ingeniero en la flor de la vida (entre los 26 y los 40 años), dinámico y entusiasta,
20 GOUZÉVITCH I., 2010.
curioso y ambicioso, pero sobre todo deseoso de servir útilmente a su país y hacer una buena carrera. Francia e Inglaterra le sirvieron de fuentes de formación, ideas e inspiración, de trampolines de ascenso social y de puerta de entrada a nuevos horizontes. El hombre que se refugió en Francia en 1807 y 1808, con un viaje de exploración a Rusia entre medias, se acercaba ya a los cincuenta años, y aunque su creatividad estaba más despierta que nunca, su dinamismo juvenil le había abandonado, carcomido por las penurias y la desilusión. El entusiasmo dejó paso a la determinación de un hombre maduro cuya inquietud política, dificultades económicas y frustración al ver la
Hubert Robert, El descimbramiento del puente de Neuilly , óleo sobre lienzo, 1772 . Musée Carnavalet, París.
obra de su vida destruida por los invasores franceses le impulsaron a expatriarse21. En este nuevo contexto, Francia le sirve de última escala en su camino hacia su nuevo destino: la Rusia imperial. A pesar de las diferencias, todos los viajes implicaban numerosas actividades creativas e inventivas orientadas a la búsqueda de nuevos conocimientos. Éstas pueden agruparse en ocho
21 E n 1808, el Gabinete de máquinas del Buen Retiro de Madrid fue destruido por las tropas francesas, y la Escuela de Caminos y Canales cerró sus puertas hasta 1823.
Vista del antiguo puente de barcas sobre el río Neva en San Petersburgo, en Atlas de Russie avec de Plans et Vues de Villes , 1770-1783 . Depósito del Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército (Ejército de Tierra-Ministerio de Defensa).
categorías: estudios (visitas a lugares y sitios, cursos pedagógicos, estancias en instituciones, laboratorios, talleres), invenciones (descripciones, proyectos, maquetas estáticas u operativas, así como objetos “a tamaño natural”), trabajos científicos (disertaciones académicas, a menudo apoyadas en láminas), iniciativas industriales (propuestas para introducir diversas industrias en España y, en algunos casos, ensayos de explotación), iniciativas educativas y organización de trabajos colectivos (proyectos docentes y supervisión de alumnos o discípulos), encargos (adquisición de equipos, instrumentos científicos, maquetas, libros), mediación comercial (como
fue el caso del comercio relojero) y, por último, reconocimiento técnico (es decir, recopilación de información sobre inventos e innovaciones de interés técnico, técnico-militar, industrial y comercial, en interés de estados, administraciones y particulares). Para ver cómo se concretaron y desarrollaron estas actividades, conviene observar los viajes uno por uno, asociándolos simbólicamente según los vectores geográficos dominantes. Así, podemos analizar esta cuestión a través del eje “Canarias-Madrid-Almadén”, el eje “París-Londres”, y el eje “Madrid-San Petersburgo”, antes de detenernos en su significado general en la vida y la obra de Betancourt.
EL EJE CANARIAS-MADRID-ALMADÉN
El primer gran viaje de Betancourt marcó tanto su entrada en la vida adulta como la ruptura definitiva con el estilo de vida del joven noble canario. Para el segundo hijo de la gran familia en la que creció, el talento como mecánico y su inventiva sin límites eran preciosos activos a los que había que dar buen uso. A diferencia de su hermano mayor, José Betancourt y Castro, que heredó el apellido y los bienes de la familia, Agustín tenía que asegurarse a sí mismo una posición profesional y material digna de sus orígenes. La familia le prestó apoyo moral y emocional, pero no recursos, y fue la red de conexiones canarias con las altas esferas de la administración metropolitana la que se movilizó para conseguir un ascenso para el joven prodigio. El 19 de octubre de 1778, Agustín embarcó en Gran Canaria con destino a la península. Portaba consigo una beca del Rey para completar su formación en Madrid, tenía toda la vida por delante y, por supuesto, aún ignoraba que dejaba para siempre no sólo el mundo de su infancia y su familia, sino también su patria chica canaria.
En la época en que Betancourt se instaló en Madrid para pasar cinco años de estudios (1778-1783), la ciudad, hasta entonces bastante descuidada, iba camino de convertirse en una capital moderna que debía encarnar la magnificencia de la realeza ilustrada, en consonancia con los proyectos modernizadores de Carlos III. Toda la ciudad era una inmensa obra: se ensancharon calles, se trazaron arterias de transporte, se construyeron puentes, parques, hospitales y edificios administrativos, se instalaron alcantarillado y alumbrado público. En este contexto, se prestó especial atención a los edificios destinados al desarrollo de la ciencia, que fueron diseñados con grandilocuencia, siendo ricamente decorados casi a la manera de espléndidos templos. El imponente proyecto del Salón del Prado, iniciado en 1763, pretendía transformar una vasta zona boscosa de las afueras de la ciudad en un gran centro cultural urbano. El plan de urbanización incluía el trazado de las avenidas del Prado y Recoletos, la construcción de la Puerta de Alcalá, las fuentes de Neptuno, Cibeles y Apolo, el trazado del Jardín Botánico, la erección del Observatorio Astronómico y la magnífica sede del Gabinete de Historia Natural (actual Museo del Prado)22. Este barrio, que en poco tiempo se convertiría para Betancourt en un lugar de trabajo y residencia familiar durante todo el periodo de su vida en España, estaba erigiéndose bajo sus propios ojos. Él, entre tanto, aprovecha las oportunidades que ofrecía la capital para preparar su propio futuro.
22 DURÁN, 2002; MARIBL ANCA, 1991.
Sin llegar a detentar el monopolio de la enseñanza especializada en España, pues Barcelona, Cádiz, Segovia o Vergara tenían una tradición antigua y bien consolidada, la oferta educativa del Madrid de Carlos III poseía dos instituciones susceptibles de proporcionar a quien quisiera interesarse seriamente por las ciencias, las artes y las técnicas una formación de calidad. Estas instituciones eran los Reales Estudios de San Isidro, colegio clásico con vocación general que ofertaba distintas materias, y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, referente de la enseñanza artística en España.
Betancourt comienza a seguir las lecciones de ambos centros en 1779, alternándolos durante varios meses hasta que dejó de frecuentar la Academia en noviembre de 1781. En San Isidro, primero estudió las matemáticas elementales antes de dedicarse, el año siguiente, al análisis matemático, a la teoría de las líneas curvas, a los cálculos integral y diferencial y a la mecánica racional. En la Academia, siguió principalmente los cursos de dibujo artístico,
Rostriaga [¿Diego Rostriaga?], Goniómetro , latón, acero, vidrio, 1776-1800 . Museo Arqueológico Nacional.
consiguiendo, gracias a sus méritos, diversas recompensas 23. Gracias a las competencias adquiridas en estas disciplinas, Betancourt pudo impulsar su vida profesional, pronto inaugurada con una misión estatal de envergadura.
El viaje a Almadén, ciudad minera situada en la provincia de la Mancha, a 300 km al sur de Madrid, que Betancourt emprendió en el verano de 1783 a instancias del conde de Floridablanca, fue en realidad una prueba de sus capacidades especializadas. Su misión tenía por objetivo inspeccionar las minas de mercurio, recurso que la Corona española explotado masivamente a partir del siglo XVI con unas infraestructuras que, a ojos de la Corona, parecían técnicamente anticuadas. Hacia comienzos de la década de 1780 , las técnicas de evacuación de aguas de estas excavaciones profundas llegan al límite de sus capacidades, y no pocas voces se elevan para proponer soluciones como la introducción de máquinas de vapor24. Betancourt fue entonces solicitado en calidad de arbitro para dar una opinión alternativa, y es en ese contexto en el que redactó, hacia noviembre de 1783, tres famosas memorias sobre las minas de Almadén convertidas en la llave para su futuro25. Cada una de estas memorias trataba sobre un tema diferente. La primera estaba dedicada a los citados problemas de evacuación
23 GARCÍA-ORMAECHEA, 1964, 99; CULLEN, 2008, 68-69.
24 HEL GUERA, 1999.
25 BETANCOURT, 1990.
de aguas, la segunda trataba sobre la extracción y el transporte del mineral, y la tercera se focalizaba en el proceso de producción de mercurio.
Desde el punto de vista de la presentación, Betancourt creó una pequeña obra maestra de estilo, de claridad y de grafismo, pues las magníficas láminas que acompañaban estas memorias revelan su habilidad en el dibujo. En cuanto al contenido, sus memorias mostraban el temperamento sólido de un técnico competente preocupado por estudiar el problema con profundidad para proporcionar soluciones realistas. Si la consideramos desde este ángulo, la inspección de las minas de Almadén aparece como una prueba perfectamente superada. Por un lado, esta misión le ha permitido demostrar el potencial teórico de su formación que, a pesar de sus lagunas, le ofrecía, más allá de los fundamentos científicos y artísticos, un método para progresar. Por otra parte, esta misión demostró con claridad sus capacidades para llegar al fondo de las problemáticas y resolver un encargo preciso. Betancourt mismo reconoció el cariz “escolar” de este trabajo con una honestidad que explica perfectamente el carácter
Agustín de Betancourt, Tornos para subir el mineral, en Memorias de las Reales Minas de Almadén , 1783 . Biblioteca Nacional de España.
Agustín de Betancourt, Sistema para achicar el agua de las minas, en Memorias de las Reales Minas de Almadén , 1783 . Biblioteca Nacional de España.
poco innovador que presentan las memorias de Almadén. En este sentido, hay que aceptar una evidencia: sus proposiciones perpetuaban, con medidas paliativas, técnicas tradicionales y retardatarias. En cuanto a las máquinas de vapor, ni siquiera son evocadas, lo cual nos lleva a plantearnos si Betancourt tomó esta decisión de manera consciente. ¿Por qué ignorar que, más allá de la disciplina profesional supuesta y la racionalidad técnica espontánea, el Betancourt que viaja a Almadén estaba aún falto de una experiencia correspondiente? En todo caso, hay que creer que la manera en la que resolvió la misión de Almadén convenció
a sus superiores madrileños de la necesidad de invertir en su talento prometedor. Y esto, en la mentalidad política de los gobiernos de los Borbones de este periodo, significaba la justificación para un viaje de estudios al extranjero.
EL EJE PARÍS-LONDRES
El primer viaje del joven Betancourt a Francia, desde marzo de 1784 a julio de 1785, es sin duda tributario de su primer éxito profesional. Las memorias sobre las minas de Almadén le procuraron la fama de especialista en esta materia, lo que derivó en una beca de la Secretaría de las Indias para profundizar en París la “geometría y arquitectura subterránea”. Sin embargo, la visita al canal de Aragón que efectuó de camino a Francia26, así como los primeros contactos parisinos, confirieron a este viaje un carácter inesperado. A la luz de la enseñanza dispensada en la École des Ponts et Chaussées dirigida por el célebre Perronet, Betancourt formuló un nuevo proyecto, más acorde con sus gustos en materia de mecánica y de hidráulica. Así, en la memoria que envió al embajador de España en París, proponía organizar en su país una enseñanza similar destinada a promover un nuevo perfil de especialistas técnicos poseedores de saberes específicos, es decir, una suerte de ingenieros de obras públicas capaces de ocuparse de la construcción de carreteras y de canales en el reino. Esta propuesta recibió la aprobación de Carlos III, y en septiembre de 1785 un nuevo y triple objetivo se añadió a la estancia en París. En este contexto, por deseo de la Corona española Betancourt debía en primer lugar coordinar la formación de una serie de pensionados, puestos bajo su dirección, en la École des Ponts et Chaussées con la vista puesta en que obtuvieran el título de ingenieros hidráulicos. Además, Betancourt había de adquirir en esta escuela o en otros centros de formación parisinos una mejor especialización en mecánica. Finalmente, el ingeniero debía volver a España con una colección de maquetas de máquinas de utilidad general para las obras públicas y la industria, colección que se había pensado como un complemento al proyecto de formar una nueva escuela27.
Estas razones forzaron la realización de una segunda estancia de Betancourt a Francia, ésta vez desarrollada a lo largo de seis años (1785-1791). En el marco de esta experiencia, se definió una suerte de nueva forma de viaje en torno a este “equipo hidráulico” deseado por el gobierno español, que no tenía precedentes aparentes. A diferencia de los “grands tours” clásicos, este grupo de jóvenes
26 SÁENZ RIDR UEJO, 1978.
27 RUMEU, 1980.
formaban parte de una iniciativa colectiva cuyos miembros tenían como residencia un punto fijo en el extranjero a partir del cual se habían de trazar los distintos desplazamientos formativos. Como responsable de estas operaciones, entre 1786 y 1791 Betancourt acoge en París media docena de compatriotas seleccionados por sus competencias en matemáticas, trabajos técnicos y construcción de maquetas. Así estuvieron con el ingeniero en París Tomás de Verí, Juan de la Fuente, José de Betancourt (hermano de Agustín), Juan López de Peñalver, Joaquín de Abaitúa, Juan de Mata Molero y el maquetista Antonio Álvarez. Más allá de las clases en la École y la construcción de las citadas maquetas, el proyecto preveía viajes desde París. En la primavera-verano de 1788, Betancourt planificó viajes para sus pensionados a Borgoña y a Normandía, además de Bretaña para su hermano y para sí mismo, proyectando un viaje individual a Inglaterra. La información sobre estas misiones de los pensionados no es abundante. En Bretaña y en Normandía (abril-mayo de 1788), los hermanos Betancourt visitaron más o menos “todo lo que se había de ver, tanto público como secreto”28, privilegiando las instalaciones portuarias de Brest, Lorient o Cherburgo, e interesándose de manera particular en los sistemas de poleas para la marina militar de los que José tenía que desarrollar su fabricación en España. En cuanto a la misión en Inglaterra (noviembre-diciembre 1788), tuvo consecuencias que aún hoy en día suscitan debates. Fue en este viaje cuando Betancourt consiguió desvelar, para darlo a conocer públicamente después, el secreto de la máquina de vapor de doble efecto. Su primer viaje a Inglaterra estuvo por tanto principalmente dedicado a la comprensión de esta nueva e impresionante invención de James Watt, conocida como “motor universal”. Las condiciones materiales de esta misión, así como su naturaleza, plantean problemas a los historiadores. Parece ser que tuvo una doble financiación proveniente, por un lado, de la Corona española, y por otro lado, de los hermanos Périer, empresarios-mecanicistas parisinos próximos a Betancourt, que tenían evidentes intereses comerciales en esta cuestión. En todo caso, su desarrollo tiene todos los componentes de un verdadero acto de espionaje. Tras haber recibido una negativa, educada pero firme, para poder ver la máquina en el marco de su visita oficial de la manufactura de Boulton y Watt, Betancourt volvió a la carga negociando su entrada en Albion Mills, donde otro dispositivo de este tipo había sido instalado. Allí, lo observó a escondidas durante algunos minutos, detrás de un muro, la noche antes de partir de la capital británica. Sin embargo, el resultado que obtuvo a partir de esta información fragmentada fue sobre todo debido a su talento de mecanicista imaginativo
28 Ar chivo Herederos Betancourt-Castro (en adelante AHBC), Leg. 9320.
Notas manuscritas a lápiz de un viaje realizado por José y Agustín de Betancourt por Bretaña (Francia) en marzo de 1788 . Archivo Herederos Betancourt-Castro.
30 ¡Poco importaba el descontento de Watt! La maqueta de la
y buen dibujante. Incluso sus oponentes más feroces admiten que Betancourt no copió el dispositivo de Watt, sino que lo reinventó a partir del espacio poco habitual de la carcasa que disimulaba el motor29. Así, podemos afirmar que Betancourt creó su propio know-how gracias a sus competencias específicas. Incluso si uno piensa que habría obtenido comisiones por el servicio ofrecido a los Périer, sus ambiciones personales perseguían su reconocimiento público, en primer lugar el de los medios académicos franceses, que cumplían el papel de especialistas internacionales tanto en el campo de las ciencias como en el de la invención y la industria. Un joven comisionado de la Corona española que esperaba hacer carrera en su patria, ¿podría haber imaginado una mejor gratificación para este éxito que el que le dedicó Prony publicando la descripción de la máquina de vapor a doble efecto “versión Betancourt” en los volúmenes I y II de su Nouvelle Architecture Hydraulique , publicado en 1790 y 1796 respectivamente?
29 PAYEN , 1967.
30 École N ationale des Ponts et Chaussées (en adelante ENPC), FA. Ms. 1258; PRONY, 1790-1796, I, 571572; II, 8-36.
máquina completó modestamente la colección destinada a la formación en España donde, a decir verdad, nadie pareció interesarse 31 .
Podemos también considerar este viaje a Inglaterra como una etapa de la misión francesa oficial de Betancourt, tanto por sus objetivos (buscar un mecanismo específico de interés didáctico, industrial y académico) como por sus logros (proyecto, maqueta y memoria científica). Observados en conjunto, estos dos viajes permitieron al ingeniero desplegar diversos tipos de actividad: estudios, invenciones, investigaciones, iniciativas industriales y pedagógicas, encargos y reconocimiento, todo lo cual eran actividades que, bajo una forma u otra, desarrolló a lo largo de su carrera. Durante estos años, aparecieron además las primeras manifestaciones de sus principales intereses profesionales: instalaciones para la industria textil, dispositivos para limpiar las corrientes de agua o la extracción química de los elementos, así como investigaciones sobre las propiedades del vapor y sus posibles aplicaciones. Los dos viajes siguientes se encadenaron sin interrupción, ya que desde Inglaterra, donde Betancourt reside durante tres años, desde noviembre de 1793 a octubre de 1796, pasó directamente a Francia, donde se queda durante cuatro meses, hasta febrero de 1797. Los motivos que le llevaron a Inglaterra fueron diversos. Se movía por su curiosidad sobre el inventor inglés por excelencia en materia de artes mecánicas, tanto en beneficio del Gabinete de máquinas que dirige en Madrid, como con el interés de enriquecer sus propios trabajos. Sus simpatías políticas juagaban a favor de esta elección, ya que el Terror jacobino habían provocado una crisis en este liberal afrancesado que se dejó seducir por los valores británicos en los que confluían las libertades individuales, la estabilidad del orden social y el rigor de la administración política. La tercera razón es de ámbito personal, ya que el joven español debía reunirse con su pareja, Anne Jourdan, una católica de origen inglés que le esperaba junto a sus dos hijos.
Una vez en Inglaterra, el ingeniero recorre el país, alternando las visitas a manufacturas y talleres (en particular la zona industrial de Colabrookdale en los Midlands) con el descubrimiento de obras públicas de todo tipo, tomando siempre notas de los dispositivos que podrían enriquecer el Gabinete de máquinas. Los contactos profesionales prosperan integrándole en una red de sociabilidad que comprende, por un lado, altas personalidades de las ciencias británicas como John Sinclair, y por otro, empresarios-mecanicistas prometedores como William Reynolds. Entre los trabajos realizados por Betancourt durante este periodo de formación intenso, encontramos proyectos de dragas y mecanismos de transmisión para
31 GOUZÉVITCH I. y GOUZÉVITCH D., 2012.
Agustín de Betancourt, Descripción de una máquina para cortar las hierbas acuáticas que obstruyen canales y ríos navegables , h. 1796 Collections de l’École Nationale des Ponts et Chaussées.
los molinos de viento, la máquina para cortar la hierba de los lechos en los ríos (premiada por la Society for the Encouragment of Arts )32, o la máquina de vapor compuesta de diferentes cilindros y destinada a accionar la prensa para pulverizar la caña de azúcar, mecanismo que desarrolló a petición de terratenientes cubanos de paso por Londres 33 .
Este último trabajo, así como la compra de una gran colección de instrumentos científicos punteros, están ya unidos a una nueva aventura, finalmente fracasada: la expedición a Guantánamo (Cuba, 1796-1797), a la cual su organizador, el conde Jaruco de Mopox, asocia Betancourt34. Si el ingeniero no acudió a la cita prevista en los barcos de la expedición que zarparon de La Coruña (mientras que una de sus máquinas, construida en las forjas de Coalbrookdale por Reynolds llegaba a Cuba para mantenerse en funcionamiento brevemente), fue porque otro proyecto iniciado en Inglaterra y continuado en Francia le distrajo. Nos referimos al telégrafo óptico, una empresa que absorbió completamente la atención y los esfuerzos del ingeniero.
El enorme éxito de este sistema de transmisión de señales en Inglaterra incitó a Betancourt a desarrollar su proprio aparato con el objetivo de desafiar las capacidades del sistema de Claude Chappe, difundido en 1792 y que Betancourt descubrió gracias a Breguet. Cuando el ingeniero
32 Premiums offered … 1796, 110-113.
33 GAR CÍA-DIEGO, 1985.
34 HIGUERAS , 1991, I, 23-28; GONZÁLEZ TASCÓN, 1996.
fue expulsado de Inglaterra tras la ruptura de las relaciones diplomáticas con España en 1796, Betancourt aprovechó su paso por la capital francesa para entregar al gobierno del Directorio, en noviembre de ese año, la memoria y los planos de un nuevo telégrafo óptico inventado en colaboración con Breguet. El aparato fue probado en Meudon en presencia de Prony, que pronunció una opinión favorable destacando su precisión, su simplicidad y sus ventajas económicas. Estos eventos provocaron la indignación de Chappe hasta declarar la guerra públicamente al tándem Betancourt-Breguet, quienes hubieron de defenderse de numerosos ataques por parte del inventor frustrado a lo largo de esta estancia en Francia. La Réponse aux observations faites par le citoyen Chappe sur le télégraphe proposé au Directoire par les citoyens
Informe sobre un nuevo telégrafo de invención de los ciudadanos Breguet y Betancourt, en Mémoires de l’Institut National des Sciences et arts , t. III , 1801 . Fundación Juanelo Turriano. Biblioteca.
Bréguet et Betancourt, fechada el 7 de enero de 1797 parecía sólida35, pero el Directorio decidió bloquear el proyecto y archivar este dossier. Así, Betancourt volvió decepcionado a Madrid para preparar su viaje a Cuba y gestionar asuntos matrimoniales. Sin embargo, ya en octubre de 1797 el ingeniero obtuvo de su gobierno una nueva financiación para comprar en Francia una colección de instrumentos y de libros para compensar las pérdidas de la expedición de Guantánamo, cuyos objetos fueron secuestrados por los ingleses env Portugal durante el verano de 1797. A pesar de este contexto, Betancourt decide volver a París y dedicarse en cuerpo y alma al perfeccionamiento del telégrafo óptico. La cuarta estancia en Francia, que cierra la serie de sus viajes oficiales, se desarrolló de manera general como una réplica de la precedente. Sus objetivos estuvieron igualmente dominados por una preocupación creciente por perfeccionar y promover su sistema de telégrafo óptico a través de mecanismos ya utilizados como el recurso al juicio de esferas académicas, las
35 ENPC, FA, Ms. 1806.
Jean Nicolas Hachette, Programme du cours elémentaire des machines pour l´an 1808 ; José María de Lanz y Agustín de Betancourt, Essai sur la composition des machines, París, de l’Imprimerie Impériale , 1808. Fundación Juanelo Turriano. Biblioteca.
experimentaciones y demostraciones públicas, y las memorias y polémicas de carácter científico. Esta estancia estuvo también marcada por una escalada del conflicto público con Chappe, que se resolvió de nuevo para Betancourt con una derrota, pues su proyecto acabó de nuevo enterrado. Ilusionado por la decisión de las autoridades españolas de construir una línea de telégrafo óptico entre Madrid y Cádiz, el ingeniero volvió a España, dejando Francia durante nueve años a lo largo de los cuales, tanto en su vida como en Europa, sucedieron muchas cosas.
Los trabajos que ocuparon a Betancourt en París a su regreso en mayo-septiembre de 1807 y de nuevo en mayo-septiembre de 1808, también maduraron durante este periodo. El primero se refiere al sistema de esclusas de émbolo, un dispositivo de impecable elegancia conceptual que impedía la pérdida de agua durante la subida y bajada de las embarcaciones. El invento data de 1801, y sus dos modelos, uno registrado en el Gabinete de Máquinas (Madrid) y el otro en la École des Ponts et Chaussées (París), datan de 1802. El segundo de estos trabajos, las reflexiones sobre la teoría de las máquinas que Betancourt desarrolló con Lanz en España a mediados de la década de 1800, se inspiraba originalmente en las ideas pioneras de Monge y Carnot sobre la cinemática de los mecanismos, presentadas a lo largo de la década de 178036. En este contexto, la voluntad de concretizar estos trabajos en forma de obras académicas impresas promovidas para alcanzar una notoriedad internacional, puede interpretarse como un gesto simbólico.
La acción de resumir por escrito, sobre una base teórica original, la experiencia profesional de un cuarto de siglo, ¿no esconde el deseo de completar así una larga parte de su vida de inventor y coleccionista de máquinas? Hay que recordar que la Mémoire sur un nouveau système de navigation intérieure, presentada al Institut national en 1807, y publicada poco
36 CARNOT, 1786; MONGE, 1788.
después37, le valió a Betancourt el título de miembro correspondiente de la sección mecánica de 1ª clase el 5 de diciembre de 180938. En cuanto al Essai sur la composition des machines , fue presentado en 1808 al Consejo de l’École Polytechnique y publicado a expensas de esta institución el mismo año39, junto con el Programme du cours élémentaire des machines pour l’an 1808 de Jean-Nicolas Hachette. Esta obra fundadora de una nueva ciencia elevó a Lanz y Betancourt al rango de notables de la ciencia europea.
Cuando el Essai vio la luz en París, Betancourt ya estaba en San Petersburgo y no volvería a pisar Francia ni Inglaterra. Por tanto, formalmente, en esta etapa de la vida del ingeniero, sus viajes por la Europa culta llegaban a su fin. Pero la lista de actividades que estos viajes estimularon habla por sí sola. Estos años prefiguraron y determinaron las múltiples direcciones que el ingeniero iba a tomar para poner en marcha sus diversos proyectos. Resumen, de manera condensada, la variedad de formas de acción que iba a experimentar, desarrollar y aplicar en dos niveles diferentes, primero en España entre 1798 y 1807, y luego en Rusia a partir de 1808. En conjunto, ya se vislumbran las grandes iniciativas organizativas que acabarán caracterizando su acción a través de la creación de instituciones, el impulso de la formación, la administración de personas y bienes, la gestión de infraestructuras, el desarrollo de zonas industriales y urbanas, la organización de la investigación científica colectiva y el peritaje técnico. En este contexto, los sólidos vínculos que forjó con Francia e Inglaterra dieron sus frutos. Betancourt aprovechó lo mejor de cada país: sus instituciones, sus bibliotecas, sus colecciones y talleres, sus empresas y centros científicos, sus conocimientos y saber hacer, sus avances técnicos y científicos y, por último, pero no por ello menos importante, sus círculos sociales. En resumen, Betancourt hizo suyos todos los elementos para lo que hoy llamaríamos «un entorno propicio» para la creación.
Los recurrentes regresos a Francia e Inglaterra, por los que Betancourt no dudó en comprometer su alta posición en España, así como otras ofertas tentadoras (como la de Cuba), nos llevan a pensar que estas estancias adquirieron para él un valor autónomo con el paso del tiempo, que las necesitaba como el aire que respiraba, y que le guiaba el deseo insaciable de trabajar a su antojo. Sin embargo, la libertad para dedicarse a sus inventos, el placer de comunicarse con colegas de ideas afines y el ambiente intelectual no son más que
37 BETANCOURT, 1807 y 1808.
38 Index biografique… 1979, 69, 134, 504; Archives de l’Académie des Sciences, Pochettes, 5 de diciembre de 1809.
39 HACHETTE, LANZ, BETANCOURT, 1808.
una faceta de la movilidad de Betancourt. El deseo de sustentar su familia sin duda estimuló su afán viajero. La evolución de sus opiniones políticas, de ilustrado afrancesado a monárquico liberal40, hasta posicionarse como un ferviente defensor del absolutismo ilustrado, fue también fruto de sus experiencias viajeras.
Así, la movilidad de Betancourt y los avatares de su vida nos brindan una oportunidad única para rastrear el proceso de construcción de una original identidad de especialista, forjada entre dos culturas técnicas, la francesa y la inglesa, y comparar sus manifestaciones, que evolucionaron y se adaptaron a los contextos siguiendo sus peregrinaciones.
EL EJE MADRID – SAN PETERSBURGO O EL VIAJE COMO AVENTURA DE LA MENTE
En comparación con sus viajes por Europa, los periodos mucho más largos que Betancourt pasó al servicio de las coronas española (1801-1808) y rusa (1808-1824) parecen, a primera vista, más bien sedentarios, y si hubo movilidad, parece haber sido domesticada, por así decirlo, ya que estaba dictada y dirigida principalmente por las necesidades del cargo. En realidad, la situación era, como de costumbre, más compleja, y la lista de viajes que Betancourt realizó durante estos periodos creció.
A Betancourt le tocó, en ambos contextos, organizar y luego dirigir las grandes administraciones de obras públicas del Estado. En España, se trató de la Inspección de Caminos y Canales en España y, en Rusia, de la Dirección General de Vías de Comunicación, con sus cuerpos y escuelas de ingenieros asociados. Una de sus tareas principales era acudir allí donde le llamaban sus responsabilidades, para inspeccionar las estructuras en construcción y supervisar obras como el canal de Castilla en 1801, los puentes y caminos para el paso del cortejo real por las provincias de Aragón, Valencia y Cataluña en 1802, o los sistemas hidráulicos Mariinskaya y Tihvinskaja, en 1809. Betancourt se desplazó también para inspeccionar catástrofes como la rotura de la presa de Puentes en Lorca en 1803, o para dictar órdenes, asesorar sobre el desarrollo de los trabajos y el estado de los empleados, rectificar deficiencias, controlar gastos, etc. También realizó viajes de prospección, inspección y exploración con el objetivo más amplio de formular propuestas y elaborar planes de futuro para el desarrollo de los territorios, y con tales fines realizó su gran viaje al sur de Rusia en 1820.
40 RUMEU, 1980, 93.
Algunos de estos periplos los realizaba extraoficialmente, si se los encargaban personas de alto rango o localidades particulares, como en el caso de Soto de Roma, la propiedad andaluza de Godoy; a los parques y fuentes de la residencia imperial Sarskoe Selo, en los suburbios de San Petersburgo; o a las iglesias y casas de comerciantes de Nizhnij Novgorod. Sus intereses personales eran otro motivo de sus idas y venidas regulares, a veces en el sentido literal de la palabra. En ese sentido realizó viajes fluviales para probar piróscafos en el Volga, o partió para gestionar negocios que le entusiasmaban, en particular para dirigir la fábrica de algodón de Ávila o construir la ciudad mercantil de Nizhnj Novgorod. Pero quizá su viaje más largo y exótico, en todos los sentidos de la palabra, incluido el cultural, fue su traslado de Madrid a San Petersburgo, que le obligó a cruzar con su familia el continente europeo de punta a punta durante un penoso viaje de varios meses en medio de las tropas napoleónicas. Así, Betancourt cambió el suave clima mediterráneo por el gélido frío de los inviernos rusos, y abandonó la acogedora rutina de su hogar madrileño por una nueva aventura de la mente a una escala hasta entonces inaudita para él.
Sin embargo, la amplitud de las responsabilidades de Betancourt en Rusia hizo que sus antiguas escapadas quedaran superadas, y el aluvión de invenciones, que seguía siendo im-
portante durante el periodo español, disminuyó. Aunque no abandonó por completo esta actividad, se redujo a algunas innovaciones llamativas pero ocasionales, como, por ejemplo, la draga de vapor para el puerto de Kronstadt, los arcos del puente Kamenoostrovskij o las cubiertas del Picadero de Moscú. Tampoco escribió nunca más nada comparable al Essai. Estas dos pasiones –inventar y sintetizar– que habían llenado y jalonado su vida hasta entonces, darían paso a ocupaciones de índole completamente distinta, de carácter pedagógico, administrativo y organizativo. Su experiencia en la dirección del Cuerpo y de la Escuela de Caminos y Canales de Madrid fueron, sin duda, factores determinantes para que fuera invitado a incorporarse al servicio de la Corona rusa en un momento en que el gobierno imperial reorganizaba sus administraciones de obras públicas. En cierto modo, el alcance de sus funciones en España se reproduciría a mayor escala. Como en España, participaría en la organización de un importante cuerpo técnico, el de los ingenieros civiles. También como en España, estuvo en el origen de un establecimiento educativo, el Instituto de dicho cuerpo, destinado a formar especialistas en obras públicas. Al mismo tiempo, en el contexto específico de Rusia, Betancourt se vio impulsado a promover iniciativas que no tenían antecedentes en su práctica como ingeniero, pero cuya importancia supo prever gracias a esa misma práctica. Estas iniciativas se referían a la creación de órganos de peritaje técnico de alcance nacional, como el Comité Hidráulico (1816) y la Comisión de Proyectos (1820), que debían tomar bajo su control todas las actividades arquitectónicas en el Imperio, considerablemente incrementadas gracias al auge de la construcción que experimentó
Rusia a mediados de la década de 1810. Podemos ver aquí el particular espíritu que animaba a su creador, un espíritu en el que el racionalismo de la Ilustración basado en el principio de la unicidad de las ciencias y las artes coexistía con la creencia romántica en la omnipotencia de un colegio de expertos técnicos con competencias complementarias y pertrechados de conocimientos. En definitiva, una fina síntesis de su experiencia acumulada.
Así pues, creemos poder afirmar que el “gran viaje” de Betancourt nunca acabó realmente. Simplemente tomó otra forma, virtual por así decirlo, pero igual de viva e intensa. Al observar esta cuestión, se tiene la sensación de que el ingeniero se llevó a Francia e Inglaterra en su equipaje, en su cabeza y en su corazón, y que al verse incapaz de volver, se las llevó a España y a Rusia y las puso al servicio de todo lo que iba a hacer allí. El francés fue su lengua de comunicación en su nueva patria, e incluso su fichaje por parte de la Corona rusa dependió en gran medida también de su experiencia francesa. Al confirmar su invitación a Erfurt en octubre de 1808, en presencia de un rival, el ingeniero bávaro Karl Friedrich Wiebeking 41, que también había ofrecido sus servicios al emperador, Alejandro I confirmó la elección que había hecho en favor del sistema francés de formación de ingenieros, sistema que Betancourt encarnaba a sus ojos. Y esto era cierto, si tenemos en cuenta que la Escuela de Caminos y Canales organizada en 1802 seguía el modelo
41 GOUZÉVITCH D., 1997.
Charles Baird, Máquina de vapor para una fábrica de vidrio en San Petersburgo , 1809. Colección particular.
Doble página siguiente: Jean-Baptiste-Auguste Cadolle, Vista de la calle Tverskaya en Moscú , acuarela. Vincennes, Service Historique de la Défense.
de la École des Ponts et Chaussées de la época de Perronet. En Rusia, sin embargo, Betancourt llevó mucho más lejos su profundo conocimiento de Francia. Aunque es bien sabido que el Instituto del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación se benefició plenamente de sus contactos parisinos, también es cierto que este establecimiento apenas reprodujo nada de su homólogo español, sino que se inspiró de una referencia más tardía que fusionaba bajo un mismo y único techo la École Polytechnique y la École des Ponts et Chaussées. Para asegurar la enseñanza en este establecimiento, hizo venir a San Petersburgo ingenieros de Ponts et Chaussées franceses, que por otro lado se habían formado todos en la Polytechnique, lo que constituye de nuevo una gran diferencia con su experiencia española.
También hay que recordar que el grupo multinacional de ingenieros y mecánicos de origen francés, español, alemán, ruso y británico que gravitó en torno a Betancourt en Rusia estuvo en el origen de investigaciones fundamentales sobre la construcción, el transporte y las técnicas del vapor. El hecho de que el célebre mecánico y empresario británico Charles Baird (estrecha amistad de Betancourt en San Petersburgo) participara en estos trabajos, prestando la potencia técnica de sus instalaciones mecánicas a las pruebas realizadas por franceses y rusos, da fe del espíritu de síntesis que Betancourt forjó en la encrucijada de sus dos experiencias. Este espíritu de síntesis basado en dos pilares, la teoría francesa y el empirismo británico, era la esencia de la escuela científica de ingeniería rusa que se estaba estableciendo entonces en el país. En términos más generales, podría decirse que los trabajos de Betancourt en Rusia marcaron el advenimiento del ingeniero moderno en ese país. Durante la última parte de su carrera, el español asumió el papel de mediador internacional, integrando a Rusia en la red europea de contactos profesionales.
LA EXPERIENCIA EN TODAS SUS FORMAS: BALANCE Y REFLEXIONES
Conviene ahora sobrevolar los principales avances de Betancourt, tanto en el turbulento contexto sociopolítico del «largo siglo XVIII» 42, como en estrecha relación con el mundo de la ciencia y la tecnología europeas de su época. En este contexto, una serie de temas recurrentes en la obra del ingeniero han de ser recordados y declinados desde diferentes ángulos temáticos que, a veces, desafían la cronología pero que nos permiten, por otra parte, definir sus principales tendencias. Estos hitos han sido ordenados según su importancia genérica
42 GOUZÉVITCH I. y VÉRIN, 2005, 124-126.
ascendente, a sabiendas de que, en realidad, la mayoría de estas actividades se desarrollaron en paralelo y a menudo simultáneamente, estuvieran o no relacionadas entre sí.
EL REAL GABINETE DE MÁQUINAS
Para Betancourt, la colección del célebre Real Gabinete de Máquinas de Madrid, formada a lo largo de una serie de viajes y de la que recientemente se han identificado alrededor del 60% de los prototipos 43, era mucho más que la reunión de una serie de objetos técnicos. Por una parte, proporcionaba un conocimiento casi universal de las máquinas y técnicas de construcción de su época. Era su portafolio de ingeniero 44, una enciclopedia que contenía la información indispensable para la profesión de ingeniero de obras públicas. Por otra parte, frente a esta colección de objetos figurativos y maquetas de todo tipo destinados a la enseñanza y a un eventual uso público, hubo de encontrar una manera lógica y sencilla de ordenarlos dividiéndolos entre tres tipos de soportes: maquetas, planos y manuscritos. Inspirándose en el sistema de organización de las colecciones de maquetas y estampas de la École des Ponts et Chaussées parisina, su principal referencia, Betancourt clasificó su propia colección según un principio funcional. Así, en el Catálogo redactado en 1792 (una versión se publicaría en 1794 en la Imprenta Real), las máquinas se agrupan según su uso y, dentro de cada grupo, se desglosan según la fuente de energía utilizada: hombre, animales, agua, viento o vapor 45 .
El Gabinete de máquinas y su catálogo reflejan la cultura técnica híbrida de Betancourt, basada en una amalgama de cientificismo francés y empirismo británico, que conoció directamente durante el primer periodo exploratorio de sus andanzas europeas. En definitiva, ambos elementos constituyen el principal recurso de su inventiva, el estímulo de sus numerosos trabajos posteriores y, por último, el material para repensar y actualizar sus planteamientos sobre la clasificación de las máquinas. Esta singular habilidad, combinada con la mentalidad matemática de José Maria Lanz, discípulo de Monge y pleno conocedor de las últimas teorías científicas, dio lugar al citado Essai sur la composition des machines, escrito entre 1804 y 1808, obra que sentó las bases de la nueva ciencia de las máquinas (hoy conocida como teoría de
43 GOUZÉVITCH I. y GOUZÉVITCH D., 2010.
44 MONTEL, 2009.
45 R eal Biblioteca, Ms. II-823; RUMEU, 1990.
Juan López de Peñalver, Descripción de las máquinas de mas general utilidad que hay en el Real Gabinete de ellas, establecido en el Buen-Retiro hecha en orden de S.M… Tomo III: máquina para devanar varias madejas a la vez , Madrid, Imprenta Real, Pedro Julian Pereyra, impresor de Cámara de S.M., 1798. Biblioteca Nacional de España.
máquinas y mecanismos - TMM) basada en el enfoque cinemático.
La idea de desarrollar una disciplina de este tipo había sido formulada por Monge, pero Betancourt se encontró en el lugar y momento adecuados para dar contenido a las ideas de clasificación de máquinas propuestas por Lanz. Hachette, en su primer libro, se limitó a copiar sus trabajos sin exponerlos. Más tarde, Lanz y Betancourt por un lado, y Hachette por otro,
se encontraron en el origen de dos direcciones de desarrollo de la teoría de las máquinas que existen hasta hoy: sistémica para los dos primeros, sintética para el científico francés 46 . Si comparamos el Gabinete de máquinas con el Conservatoire des Arts et Métiers creado dos años más tarde en París (1794), observaremos algunos paralelismos interesantes. Desde el punto de vista organizativo, ambos supusieron la creación de una colección técnica que más tarde sirvió de base para la creación de una institución de enseñanza. Sin querer establecer ninguna influencia del gabinete madrileño sobre la institución parisina, no podemos dejar de constatar que estas ideas estaban en el aire y que tenían una fuente e incluso unos recursos comunes, dependiendo su puesta en práctica de las oportunidades que cada uno de los dos países pudiera ofrecer. Por otra parte, el Real Conservatorio de Artes creado en Madrid en 1824, cuando el Gabinete de máquinas como colección propia hacía tiempo que había dejado de existir, se inspiró en el modelo parisino en su versión de 1819, año en que se formalizó la enseñanza de alto nivel en el Conservatoire des Arts y, como éste, combinó la función de depósito-museo con la de institución docente. Los objetos que sobrevivieron del Gabinete de máquinas constituían, sin embargo, el núcleo del equipamiento de la nueva institución creada en 1824.
LA ÉCOLE DES PONTS ET CHAUSSÉES : LUGAR DE FORMACIÓN, MODELO DE REFERENCIA
Este antiguo establecimiento parisino, identificado como la principal fuente de prototipos para el Gabinete de máquinas, fue fundamental para la formación de Betancourt como ingeniero. Aunque no fue alumno del mismo, pues su condición de extranjero no se lo permitía, para entonces, como hemos señalado con anterioridad, ya dominaba una serie de conocimientos técnicos y científicos básicos adquiridos en España (entre otros, en los Reales Estudios de San Isidro y la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando) y cierta experiencia sobre el terreno (como la inspección de las minas de Almadén y del canal de Aragón). Betancourt pasó allí seis años como becario, con todas las facilidades que este estatus podía ofrecer en términos de enseñanza, sociabilidad, tutoría a través del contacto con el director y los profesores, acceso a recursos didácticos y trabajo de campo, llegando hasta las recomendaciones y la ayuda para viajes. Esta experiencia fue decisiva para su cultura de ingeniero, inspirando muchas de sus iniciativas, y desde este punto de vista Betancourt puede
46 GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 2015.
ser considerado con razón como el representante de la «escuela Perronet», la encarnación del ingeniero-artista de la Ilustración especializado en obras públicas a la francesa, con su percepción de la unidad de las ciencias, su particular relación con el espacio como territorio por desarrollar y su convicción de la necesidad de profesionalizar este campo.
Mientras que el Gabinete de máquinas fue un estímulo para las actividades de Betancourt relacionadas con la invención y sistematización de máquinas, la École des Ponts sirvió de referencia para la organización de dos establecimientos técnicos en dos países: la Escuela de Caminos y Canales de Madrid (1802) y el Instituto del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación de San Petersburgo (1809-1180). La influencia de la École Polytechnique fue secundaria y se manifestó bien a través de libros de texto (en el caso de la escuela madrileña), bien a través de profesores visitantes (en el caso del establecimiento petersburgués). Las diferentes condiciones locales de los dos países definieron los distintos formatos que debían darse a las instituciones. En España, el espíritu práctico de la Escuela y la imperiosa necesidad de dotar al recién creado organismo de ingenieros especialistas condicionaron la contratación de profesores. Dicho esto, Lanz y Peñalver, elegidos para llevar a cabo esta tarea, eran ambos antiguos alumnos o incluso profesores, en el caso de Lanz, en Francia. Invitar a politécnicos franceses a enseñar en el centro de San Petersburgo fue una iniciativa de Betancourt cuyo impacto quizás él mismo no supo apreciar plenamente. Así lo atestigua el hecho de que no eligiera su pertenencia a la École Polytechnique como criterio de selección: lo único que le importaba en aquel momento era su formación como ingenieros de caminos.
Lo que había cambiado entretanto era el sistema de formación de ingenieros en Francia, con la formalización de dos ciclos de enseñanza a partir de 1800 y el curso obligatorio de la Polytechnique para todos los que deseaban emprender la carrera de ingeniero del Estado. Y Betancourt acabó aplicando este modelo, adaptándolo a las condiciones rusas. En el instituto petersburgués, la teoría y la aplicación de las obras públicas se enseñaban en una sola institución. La evolución de las ideas de Betancourt en este ámbito –desde la escuela Perronet, pasando por el sistema híbrido aún muy práctico de la escuela madrileña, hasta el de la École Polytechnique- École des Ponts et Chaussées– se produjo gradualmente bajo el impacto de las circunstancias, las colaboraciones y la acción politécnica en Rusia47. En España, la evolución posterior de la Escuela, reconstituida en 1834, siguió el mismo camino y el legado de Betancourt fue desarrollado por sus antiguos alumnos.
47 GOUZÉVITCH I. y GOUZÉVITCH D., 2018.
LAS TÉCNICAS DEL VAPOR
Durante sus inicios en España, y en particular cuando Betancourt inspeccionó las minas de Almadén (1783), donde la cuestión del drenaje del agua era candente, el joven ingeniero aún no estaba familiarizado con la energía de vapor, por lo que sus propuestas de mejora en este ámbito se limitaron a algunos retoques ad hoc de mecanismos preexistentes. El interés por las técnicas de vapor y su potencial energético surgió y tomó forma durante la primera estancia de Betancourt en París (1785/6-1791) . En ese contexto, el ingeniero inventó una máquina vapor de doble efecto (destinada al canal de Aragón) basada en el mecanismo de Watt, es decir, el vapor se inyectaba en la parte inferior del cilindro, mientras que su parte superior se conectaba a la tubería de la bomba de agua. Sin embargo, esta máquina no podía funcionar sin balancín. Mientras trabajaba en este aparato, Betancourt llevó a cabo una serie de experimentos sobre la elasticidad del vapor que, desde entonces, se han convertido en clásicos. Prony, por su parte, dio a estos experimentos una forma matemática. Esta colaboración condujo al desarrollo de la llamada «ley Prony-Betancourt», que estuvo en uso científico durante el siguiente medio siglo, hasta la publicación de los trabajos de Carnot-Clapeyron y, más tarde, de Clausius. De hecho, Betancourt y Prony fueron los precursores de la segunda ley de la termodinámica. En este sentido, la importancia de los experimentos de Betancourt para el desarrollo de máquinas de vapor, puede medirse también por el hecho de que algunos extractos de su manuscrito extraídos antes de su publicación, pueden encontrarse, traducidos al inglés, entre los papeles del propio James Watt 48 .
Enriquecido por estos conocimientos y deseoso de perfeccionar la máquina de su invención, Betancourt viajó a Inglaterra (1788) donde entró de noche en Albion Mills , el molino harinero de Boulton en Londres, y observó brevemente las partes visibles de la máquina de doble efecto que accionaba las muelas del molino, donde faltaba el balancín. Este último detalle permitió sin duda al ingeniero comprender el principio de su funcionamiento: el vapor actuaba intermitentemente sobre las dos superficies del pistón, siendo el resto un simple problema técnico.
Estimulado por estos conocimientos y deseoso de perfeccionar la máquina de su invención, Betancourt viajó a Inglaterra en 1788, donde una noche consiguió introducirse en los Albion Mills, un establecimiento industrial de producción de harina diseñado por Matthew Boulton
48 MARTÍN y GOUZÉVITCH M., 2008.
en Londres. Allí, observó brevemente las partes visibles de la máquina rotativa de doble efecto que accionaba las muelas del molino, donde faltaba el balancín. Este último detalle permitió sin duda al ingeniero comprender el principio de su funcionamiento, basado en un vapor que actuaba intermitentemente sobre las dos superficies del pistón, lo que hacía del resto un simple problema técnico.
De regreso a Francia, Betancourt ultimó su propia versión de la máquina de doble efecto sin tardar en hacerla pública, para lo que construyó una maqueta operativa y presentó una memoria en la Academia de Ciencias de París. Poco después, Prony la describió en su Nouvelle architecture hydraulique , mientras que los hermanos Périer construyeron una máquina a gran escala para accionar el molino harinero situado en la Isla des de los Cisnes. En España, sin embargo, el invento de Betancourt no se concretizó materialmente, salvo una tentativa de 1804 operada por Francesc Santpontç en Barcelona 49, lo que condenó esta hazaña a una indiferencia similar a la que sufrió la difusión en Rusia del texto de Lev Sabakine, que había visitado el Soho y publicado en ruso una descripción de la máquina de doble efecto de Wat t 50 .
En 1794, durante su larga estancia en Inglaterra, tras oir hablar de los experimentos realizados por William Reynolds en las forjas de Coalbrookdale, Betancourt, a petición de sus “dos amigos de la América española”51, propuso su propia versión de la reutilización del vapor expulsado para el segundo cilindro de la máquina. Pero a diferencia de los demás ingenieros (como John Hornblower, Adam Heslop, James Sadler) que experimentaban a partir de la máquina de Newcomen o de la máquina de simple efecto de Watt, él creó un nuevo tipo de aparato, la machine-compound, basada en la máquina de doble efecto. Para Betancourt, el futuro pertenecía a las máquinas de este tipo, que funcionaban a alta presión, no a las de baja presión utilizadas por Watt. El ingeniero español no sólo inventó este principio, sino que hizo construir dos máquinas compuestas en la fábrica de Reynolds y las envió secretamente a Bristol en 1796. Una de estas máquinas cruzó el Atlántico y funcionó durante unas semanas en la refinería de azúcar (“ingenio”) de Seibabo, propiedad del conde Jaruco de Mopox, en Cuba. Cabe destacar que estos acontecimientos tuvieron lugar diez años antes de la invención oficial de la máquina compuesta de alta presión por Arthur Woolf (1804)52.
49 MONTAVA, 2022.
50 GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 2007.
51 GARCÍA-DIEGO, 1985.
52 GOUZÉVITCH I. y GOUZÉVITCH D., 2022; GOUZÉVITCH I. y GOUZÉVITCH D., 2023.
Agustín de Betancourt, Mémoire sur une machine à vapeur à double effet. Rapport à l’Institut sur cette machine par Monge et Borda , 1790 . Ilus. 5 . Collections de l’École Nationale des Ponts et Chaussées.
Así, en la década de 1790, Betancourt era el segundo ingeniero europeo detrás de Watt en materia de invención, exploración y desarrollo de las técnicas de vapor. Les separaba una clara diferencia: el español no actuaba a título privado y no era él mismo un empresario, confiaba la explotación de sus inventos a otros, y cualquier beneficio que pudiera esperar obtener de ellos, pasaba a un segundo plano frente al reconocimiento público y científico de sus logros.
LA OBSERVACIÓN TECNOLÓGICA
En 1788, Betancourt y su hermano José llevaron a cabo una misión de espionaje en Lorient, Bretaña, en busca de información sobre la fabricación de poleas para buques de guerra. También se dedicaron al estudio de los resultados de las pruebas del equipamiento naval del buque experimental de línea Léopard , amarrado en Brest, e hicieron indagaciones en las instalaciones portuarias de la costa atlántica francesa, entre ellas varios puertos como el de Cherburgo, donde se estaba construyendo la rada dotada del sistema original diseñado por el ingeniero de puentes francés Louis-Alexandre de Cessart. En cuanto a la fábrica de poleas, se trataba de un acto de espionaje de “segundo grado”, ya que los hermanos Betancourt intentaban descubrir en Francia el secreto de la producción de poleas inglesas creada por Walter Taylor, técnica que había sido secuestrada por la marina francesa poco antes. A pesar del éxito total de la operación, que movilizó una compleja red de actores franceses, españoles e ingleses (ingenieros, científicos, técnicos, empresarios, diplomáticos, marinos y aventureros), España no pudo capitalizar sus resultados debido a las hostilidades, la inestabilidad política y las disfunciones burocráticas 53 .
EL TELÉGRAFO ÓPTICO
El problema de la transmisión rápida de información ganó una importancia central en las sociedades europeas a finales del siglo XVIII. En este contexto, Betancourt y Breguet desarrollaron un sistema de telegrafía óptica más eficaz y económico que el de Claude Chappe. Dicho sistema no requería codificar y descodificar la información, lo que reducía drásticamente
53 GOUZÉVITCH I., 2017a.
Telégrafo óptico, en Abraham Louis Breguet y Agustín de Betancourt, Mémoire sur un nouveau télégraphe et quelques idées sur la langue télégraphique , 1797 . Collections de l’École Nationale des Ponts et Chaussées.
el riesgo de errores y permitía emplear a operadores menos cualificados. Curiosamente, en Francia perdieron la batalla contra Chappe, que llevaba ventaja en la construcción de su telégrafo de dos brazos, y era alguien a quien importaban poco los medios para combatir a sus competidores 54. Tras obtener finalmente el reconocimiento académico buscado, los socios se vieron obligados a abandonar este campo. De vuelta a España, Betancourt intentó construir una línea telegráfica entre Madrid y Aranjuez a expensas de la Hacienda pública, con la intención de extenderla hasta Cádiz, pero el proyecto, aunque bien encaminado, acabó fracasando por falta de la infraestructura necesaria y de financiación 55. En última instancia, el revuelo mediático que acompañó a la batalla telegráfica entre Chappe, Betancourt y Breguet tuvo consecuencias inesperadas. En primer lugar, su sistema ganó en visibilidad, lo que garantizó sus descripciones en libros de texto y obras posteriores sobre la historia de la telegrafía. Además, gracias a una serie de confusiones a varios niveles, el nombre de Betancourt se vio asociado, hasta llegar a ser situado en primera posición, a los experimentos de telegrafía electrostática llevados a cabo en esta época en Madrid por el médico catalán Francesc Salvà. En realidad, Betancourt no tenía nada que ver con este telégrafo, pero este mito acabó por consolidarse. Finalmente, el telégrafo óptico de Breguet-Betancourt inspiró una serie de invenciones innovadoras, algunas incluidas en el campo de la imprenta y la relojería 56 .
EL CUERPO DE INGENIEROS DE OBRAS PÚBLICAS
Y SUS ADMINISTRACIONES
Consciente de la necesidad de promover la ingeniería de obras públicas como profesión propia e independiente de la ingeniería militar y de la arquitectura, Betancourt abogó por la creación, primero en España y luego en Rusia, de cuerpos de ingenieros especializados, con sus correspondientes centros de formación. En España, tomó las riendas de esta cuestión en 1801, cuando la Inspección de Caminos y Canales ya existía desde 179957. En este contexto, la reorganizó, ajustando la escala de grados a los nuevos requisitos de ingreso, que incluían la formación en la Escuela de caminos y canales, creada de facto en 1802 y formalizada en 1803, y la obtención del título oficial de ingeniero para los peritos del cuerpo. En Rusia,
54 CHARBON, 1981; GOUZÉVITCH I., 2022b.
55 OLIVÉ, 1990.
56 GOUZÉVIT CH I., 2017b.
57 Ver, por ejemplo, SÁENZ RIDRUEJO, 1991.
participó activamente en la creación del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación y en la redacción de sus estatutos en 1809. Diez años más tarde, llevó también a cabo su magistral reorganización 58. La experiencia había demostrado la necesidad de separar a los ingenieros formados en el Cuerpo de ingenieros de vías de comunicación y a las personas “de fortuna” reclutadas originariamente en tiempos de escasez de estos especialistas. Betancourt creó entonces un cuerpo de técnicos, el Détachement de construction des voies de communication , y transfirió a él a todos los miembros del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación sin la formación requerida y, más tarde, a aquellos provenientes del mismo cuerpo que eran considerados poco aptos para el trabajo teórico.
Paralelamente a la creación del Détachement de construction des voies de communication , Betancourt, por aquel entonces Director general del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación (1819-1821), puso en pie dos establecimientos técnicos destinados a formar el personal auxiliar y subalterno para alimentar esta nueva estructura. Se trataba de la Escuela de construcción (con técnicos de nivel medio) y la Escuela de directores (con maestros y obreros cualificados). Así, aprovechándose del carácter militarizado del servicio al Estado en Rusia, Betancourt creó un sistema escalonado de organización de obras públicas con dos cuerpos profesionales y tres establecimientos que se sucedían de manera ascensional. En España, sin embargo, en el transcurso de la reforma de los años 30 del siglo XIX, el Cuerpo de ingenieros de caminos, reconstruido con la participación activa de algunos veteranos de la antigua Inspección, era en el fondo una emanación del mismo espíritu que había inspirado el proyecto petersburgués de Betancourt. Es más, podemos afirmar que este cuerpo sirvió para la homogeneización y la normalización de las carreras administrativas de funcionarios en España en el sentido más extenso. Otro rasgo destacable del papel de Betancourt en la creación y reforma de estos cuerpos, es que, a pesar de los diferentes contextos, el ingeniero dirigió dichas instituciones mientras las formulaba, creando estructuras que consiguieron perpetuarse, entre pausas forzadas en España, y de una manera más evolutiva en Rusia, a lo largo de las décadas que siguieron a estos procesos creadores y reformadores.
58 GOUZÉVITCH D., 2009.
Pavel Petrovich Svin’in, Description des objets les plus remarquables de St. Petersbourg et de ses environs , San Petersburgo, 1816 . Biblioteca Nacional de España.
LA ARQUITECTURA, LA CONSTRUCCIÓN Y LA TRANSFORMACIÓN URBANA: EL COMITÉ HIDRÁULICO
La experiencia acumulada por Betancourt en obras públicas, y el enfoque “territorial” del urbanismo característico de esta profesión, impulsaron una importante iniciativa que el ingeniero pudo poner en marcha gracias al crédito y la confianza de que gozaba en la corte de Alejandro I. En ese contexto nació en 1816 el Comité pour les constructions et les travaux hydrauliques à Saint Petersbourg et dans les lieux environnants, comúnmente llamado el Comité hidráulico, que no era sino una fusión eficaz de ingeniería, arquitectura y arte, y que incluía entre sus miembros a especialistas de estos diversos campos. Sin la aprobación de este comité, no se podía construir ningún edificio en San Petersburgo. No es exagerado afirmar que el aspecto clásico de la capital, tal y como tomó forma entre 1810 y 1830, se debe en gran medida a los continuos esfuerzos de este comité, que reunió, dirigió y armonizó el trabajo de cientos de arquitectos e ingenieros. El papel unificador de los ingenieros franceses de obras públicas (más tarde, Ingenieros de vías de comunicación) en las actividades del comité fue perpetuado mucho después de la muerte de Betancourt por sus sucesores y discípulos, sobre todo a través de los sucesivos presidentes de la organización, como Pierre-Dominique Bazaine (1824-1834) y Alexandre Gotman (1834-1842). Con el tiempo, la acción del Comité hidráulico se extendió a otras ciudades y regiones del Imperio Ruso 59. En general, las ideas para el embellecimiento y la transformación urbanas que nacieron en su seno, incluidas las medidas de higiene, se mantuvieron vigentes hasta mediados del siglo XIX.
59 GOUZÉVITCH, D. y GOUZÉVITCH, I. 2005.
LA FERIA DE NIŽNIJ NOVGOROD: UNA CIUDAD COMERCIAL
Una de las actividades más destacadas del Comité hidráulico fue la construcción de la feria de Nižnij Novgorod, una singular ciudad comercial levantada en la confluencia de dos grandes ríos, el Volga y el Oka, frente a la urbe que le dio nombre, a 400 km de Moscú. La posibilidad de construir libremente una ciudad comercial ideal, siguiendo sus gustos e ideales, era una oportunidad que Betancourt aprovechó a la perfección. Durante siete años, de 1817 a 1823, el ingeniero se dedicó, en colaboración con Auguste de Montferrand, a la creación de este espacio regular donde todo estaba pensado, planificado y trazado. En él, Betancourt diseñó una unión equilibrada entre los locales comerciales y los lugares de
residencia y de culto, los edificios administrativos y la sala de fiestas, las infraestructuras sanitarias y las vías de transporte, preocupándose incluso por el alumbrado público y la seguridad contra los incendios.
Su visión del espacio urbano se reveló muy diferente a la de los arquitectos de su época, tanto por su racionalidad como por la atención prestada a la infraestructura técnica y a la adaptación del proyecto al terreno concreto. Razonaba y actuaba como un ingeniero de obras públicas que concebía el espacio urbano como un territorio que había que organizar con precisión para hacerlo productivo 60. En materia urbanística, Betancourt dejó en un segundo plano el espíritu artístico-utópico y ese sueño de perfección incorpórea típico de los proyectos de ciudad ideal que poblaron el siglo XVIII. Sus fuentes de inspiración fueron los emplazamientos industriales observados en Francia (como las instalaciones de Chaillot y la Compagnie des Eaux) e Inglaterra (fundamentalmente el Soho y Coalbrookdale), siendo su primera experiencia en el campo de la arquitectura industrial la fábrica de papel moneda de Goznak en San Petersburgo. En la feria, adaptó su proyecto a un lugar “vivo”, con sus imperfecciones, sus características topográficas y su clima específicos, teniendo en cuenta los edificios preexistentes y trabajando en cuestiones de planificación, transporte e higiene. Su gusto arquitectónico estaba sin embargo suficientemente desarrollado para considerar con atención el aspecto estético y harmonioso del conjunto, puesto que una ciudad comercial había de ser atractiva y agradable, por lo que no dudó en apoyarse en los arquitectos para embellecer fachadas, harmonizar calles, y decorar y equipar los interiores de los edificios.
A este respecto, Josefina Gómez Mendosa, al detallar estas características del Betancourt urbanista, derivadas sin duda de su formación de ingeniero a la francesa, concluye que “Betancourt era un excelente lector del territorio”, aunque “en su relación con lo urbano” se encontraba todavía a medio camino entre “el viejo orden y el nuevo orden”. En cuanto a la feria de Nizhnij Novgorod, su opinión es inequívoca al afirmar que “con esta obra, Betancourt contribuyó a la historia del urbanismo”61. La creación de una ciudad-mercado regular en Nizhnij Novgorod acabó influyendo en la reurbanización de los distritos urbanos vecinos, consiguiendo transformar la ciudad en su conjunto. Así, desde los proyectos de Betancourt, y hasta la revolución de 1917, la ciudad vivió al ritmo que le marcaba la célebre feria.
60 Estos métodos pr opios de los ingenieros de Ponts et Chaussées franceses han sido analizados por PICON, 1992.
61 GÓMEZ, 2008, 487, 489.
EXPERIENCIA, SUPERVISIÓN TÉCNICA Y REGULARIZACIÓN:
LA COMMISSION DES PROJETS ET DES DEVIS
La solidez de las construcciones y la prevención de daños en el transcurso de las obras constituían un problema preocupante que Betancourt se propuso resolver al tiempo que ponía freno a las ambiciones y abusos de los contratistas y maestros de obra. Para ello, en 1820 creó una estructura innovadora, la Commission des projets et des devis (Comisión de proyectos), cuya enérgica acción, a lo largo de todo el territorio nacional, tuvo un impacto considerable en el arte de construir en Rusia.
La variedad y amplitud de los problemas tratados por la Comisión son impresionantes. En sus sesiones, se analizaron puentes, muelles, esclusas, canalizaciones, embarcaderos, puertos, viviendas y edificios industriales, molinos, iglesias, carreteras, barcos, máquinas de vapor, dragas, máquinas-herramienta, cañones, obras cartográficas, piróscafos, locomóviles, o máquinas quitanieves. Los documentos relativos a estos ámbitos eran de tres tipos: proyectos y presupuestos de construcciones por realizar, en curso o ya terminados, invenciones particulares y, por último, documentos relativos a proyectos enviados desde el extranjero. La Comisión se encargaba de regular los trabajos de construcción, desarrollar métodos racionales para la elaboración de proyectos, establecer normas para las obras y el mantenimiento de estructuras de ingeniería y promover manuales y planos normalizados. Este organismo clasificaba los proyectos, eliminando todo lo que fuera poco realista o de mala calidad, señalando los errores y fomentando la corrección o la realización de una nueva propuesta. Haciendo uso de su enorme experiencia, la comisión perfeccionó las normas y reglas de elaboración de proyectos y pliegos de condiciones. Sus miembros insistieron siempre en la matematización del arte de proyectar, factor que, a sus ojos, perfeccionaba los métodos y el desarrollo de las construcciones, desde la composición a los materiales. Así, gracias a esta iniciativa, Rusia conoció muy pocas catástrofes en las grandes obras que puedan ser atribuidas con certitud a errores de ingenieros.
ACTIVIDADES TÉCNICAS EN DIVERSOS ÁMBITOS
En Rusia, además de todos los elementos detallados previamente, Betancourt llevó a cabo una serie de proyectos de importancia local y fama desigual. El suministro de agua a la ciudad residencial de Sarskoé Selo y la instalación y reparación de las fuentes de sus parques, se unió al equipamiento de la fábrica de papel moneda de Goznak, a la que se debe el saneamiento
Jean-Baptiste-Auguste Cadolle, Vista del jardín del Kremlin y de la Sala de Ejercicios de Moscú, acuarela. Vincennes, Service Historique de la Défense.
de la circulación monetaria en Rusia. Destaca también la introducción de la energía de vapor en las principales empresas de la Corona (como la fábrica de armas de Tula, la fábrica de pólvora de Okhta, la mencionada fábrica de Goznak, la de acuñar moneda de Varsovia, la fundición de cañones de Kazán, o la fábrica textil de Aleksandrovskaâ). En este campo, Betancourt contribuyó al desarrollo de máquinas de vapor flotantes para dragas y piróscafos, impulsando también de manera fundamental la evolución técnica de las obras de la catedral de San Isaac encargadas a Auguste de Montferrand. Con la construcción del Picadero o Sala de Ejercicios de Moscú, cuyas cerchas de amplias luces hicieron gala de una concepción técnica sin precedentes, el ingeniero español dejó otra clara impronta en el arte de la construcción de su tiempo. Betancourt mejoró la organización general de la prospección y los ensayos de aglutinantes hidráulicos, lo que convirtió a Rusia en una potencia autónoma en este campo, impulsando además las investigaciones de Bazaine sobre las esclusas que economizaban agua
Agustín de Betancourt, Elevación de la cubierta de la Sala de Ejercicio de Moscú, en Description de la Salle d´Exercice de Moscou , San Petersburgo, Alexandre Pluchart, 1819
en las operaciones de llenado y vaciado, lo que acabaría transformando todo el sistema de transporte navegable para el abastecimiento de San Petersburgo62. Cabe también recordar la manera en que dinamizó la introducción de técnicas de impresión litográfica mientras iniciaba la edición del Journal des Voies de Communication, una publicación periódica bilingüe en ruso y francés que fue pionera en su género y en su época 63 .
62 STEP ANENKO, 2009; BALUNOV y VOROB’EVA , 2008; GOUZÉVITCH I., 2008; RAUCOURT DE CHARLEVILLE, 1822 (esta obra contiene la dedicatoria a Betancourt); BAZAINE, 1826.
63 GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 1997; GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 2008.
REFLEXIONES EN TORNO A LA SINGULARIDAD DE UN PERSONAJE
El vistazo general que estas páginas han ofrecido sobre la extensa obra y los logros de Betancourt en relación con las etapas clave de su carrera, nos permite volver a la pregunta sustancial que su trayectoria plantea al historiador: ¿se trata de la carrera excepcional de un hombre excepcional, de un genio de su tiempo?
La fórmula del “genio individual” concebida por el historiador alemán Johann Gustav Droysen, utilizada por la socióloga francesa Sabina Loriga para el estudio de las convenciones biográficas, es una buena herramienta para poner a prueba, a través de dos niveles, la excepcionalidad comúnmente reconocida de Betancourt, este “Leonardo da Vinci” de la Ilustración64. Por un lado, está el nivel individual, es decir, su contribución personal derivada de su libre albedrío. Por otro lado, tenemos la esfera existencial, es decir, lo que procede de las circunstancias externas de su país, de su pueblo, y de su época65. Nuestra intención es dar respuesta a este interrogante, aplicando esa fórmula del “genio individual” a los distintos contextos de su vida, desde el familiar, al profesional, social y administrativo, incluyendo este último su particular relación con el poder.
En la numerosa familia Betancourt de Tenerife, los tres hijos mayores, José, Agustín y María del Carmen, mostraron desde muy pequeños una marcada inclinación por la mecánica, una gran pasión por la invención y un sincero interés por la ciencia. Al inicio, era difícil decir cuál de los tres hermanos Betancourt era el más dotado. El viaje de José y Agustín a Bretaña en 1788 tampoco nos ayuda a resolver esta cuestión, pues el potencial inventivo y organizativo de los dos hermanos, su fibra técnica, su entusiasmo por su misión de estudio tecnológico y por el gran proyecto técnico que debía resultar de ella, eran totalmente comparables. Además, José era el “jefe de filas” en esta operación. Agustín estaba incluso un poco sorprendido y casi celoso de que su hermano hubiera tenido éxito en “una gran obra de arte” (la fábrica de motonería en La Carraca, que, por cierto, no llegó a realizarse) antes que él mismo hubiera podido cosechar un eventual éxito similar 66. b En cuanto a María del Carmen, joven inventora de instrumentos textiles, su estatus de hija de buena familia noble era un obstáculo infranqueable para que pudiera desarrollar sus talentos de mecanicista. En 1795, José de Betancourt y Castro, atrapado por sus circunstancias vitales y sociales, debió
64 DÁVILA , 2001.
65 L ORIGA, 2010, 13.
66 AHBC, Leg. 9534, car ta n°12.
José de Betancourt, Plano del edificio que se necesita para la fábrica de Motonería [en la Carraca] , 1790 . Archivo Histórico de la Armada.
abandonar una prometedora carrera de oficial de la marina y de ingeniero en la península, para ocuparse de los dominios familiares en Tenerife tras la muerte del padre. Una vez instalado en sus terrenos, se dedicó a los asuntos de familia, trabajando en el desarrollo de la agricultura y del comercio de su tierra natal. Esto le procuró una reputación de hombre respetable, ilustrado, emprendedor y generoso, que dedicaba sus horas libres a la protección de obras arquitectónicas y a la rehabilitación de infraestructuras. Aún hoy, podemos ver en La Laguna algunas hermosas residencias de estilo colonial construidas bajo sus órdenes, así como la magnífica iglesia parroquial de San Juan Bautista en la Orotava, cuyo altar mayor y decoración interior, fueron enteramente renovados gracias a él. Su memoria es muy respetada en Canarias, pero fuera del archipiélago, su nombre solo es conocido en asociación con el de su hermano Agustín. Así, las convenciones sociales dieciochescas ligadas al estatus de mujer, o jurídicas, como las que articulaban las responsabilidades del primogénito, jugaron un rol fundamental en la evolución de dos de los tres miembros de la familia Betancourt.
Izquierda. Jerónimo Antonio Gil, Retrato de José de Galvez , grabado, último tercio del siglo XVIII . Biblioteca Nacional de España. Derecha. A. B. [Agustín de Betancourt] (dib.), Simón Brieva (grab.), Verdadero Retrato de María SSma. del Pino que se apareció en el Lugar de Teror de la Ysla de la Gran Canaria año 1483 , grabado, h. 1780 . Biblioteca Nacional de España.
Esto produjo que María del Carmen se orientara hacia un destino más tradicional de ama de casa, mientras que José asumía el rol de “jefe del clan”, depositario de la herencia familiar y terrateniente destacado en su provincia.
En cuanto a Agustín, segundo de los tres hermanos, su talento vocacional era su único capital, y para hacerse un nombre no tenía más remedio que ponerlo en valor y explotarlo al máximo. Canario de estirpe noble, pudo contar con todo el apoyo del poderoso lobby isleño, entre cuyas filas figuraban dignatarios de la alta administración madrileña67. Si relativizamos las condiciones en las que había crecido, reconoceremos en su forma de vivir y actuar otro
67 CRESPO y LUJÁN, 2018.
legado canario, es decir, un cierto espíritu libertario formado al margen de las convenciones de la corte y del control de la Inquisición, unido a un grado de despreocupación y resistencia útiles para superar las progresivas dificultades sin demasiados daños colaterales. Así, podemos afirmar que las variables que frenaron la ascensión de sus dos hermanos, condicionaron y estimularon el florecimiento de su potencial innato, favoreciendo la expresión y difusión a gran escala de su “genio individual”.
¿UNA CARRERA DE EXCEPCIÓN?
Desde el punto de vista profesional, Betancourt pertenece a la última generación de ingenieros-artistas de la Ilustración y, como la mayoría de ellos, no se formó en un marco institucional especializado, sino que recibió una buena educación general muy unida al estudio del dibujo. Betancourt se inició en la profesión de ingeniero a través de una serie de misiones de inspección y reconocimiento, prácticas y estudios de campo, siendo la más importante su estancia de seis años en la École des Ponts parisina. Al mismo tiempo, cuando se introdujo en el mundo europeo de la ciencia y la tecnología, éste ya se encontraba poblado por grandes nombres. Basta con mencionar a Lazare Carnot, Gaspard Monge, Gaspard Riche de Prony, Jacques Vaucanson y los hermanos Périer en Francia, James Watt, Matthieu Boulton, John Rennie, Thomas Telford, Robert Fulton, Marc e Isambard Brunel en Gran Bretaña, Carl Frierich Wiebeking en Baviera, o Franz Baader en Prusia.
Como todos ellos, Betancourt se adentró en el mundo profesional en un momento de transición en el que los más mayores de su generación, eminentes ingenieros en activo, eran conscientes de los nuevos desafíos técnicos, por lo que trabajaban para preparar las condiciones de formación de futuros especialistas con competencias más evolucionadas. En la Francia prerrevolucionaria, con sus escuelas de ingenieros bien desarrolladas, su sistema académico sólido y su constelación de centros científicos, colecciones de objetos técnicos y depósitos de maquinaria para el gran público, este proceso estaba en una gestación avanzada. El meteórico auge de las innovadoras estructuras educativas republicanas estimuladas por el esfuerzo bélico, y conocidas posteriormente como el sistema de formación técnica “a la francesa” (es decir, la unión entre el Polytechnique y las escuelas de aplicación), fue una consecuencia directa de ello.
Por muy diferentes que fueran, estos ingenieros compartían una visión clara de las necesidades, perspectivas y exigencias de la profesión, que iba más allá de sus propias competencias. La historia del desarrollo de la Teoría de máquinas y mecanismos arroja luz sobre
esta paradoja. Si la idea inicial partió de Monge y Carnot, fue necesario el esfuerzo conjunto de Lanz y Betancourt, y más tarde de Hachette, que aportaron sus amplias competencias complementarias en máquinas, y su conocimiento sobre los criterios para su sistematización, para establecer la nueva disciplina.
El ejemplo de las matemáticas es aún más esclarecedor. Los conocimientos de Betancourt en este campo eran bastante limitados, por lo que a menudo tuvo que recurrir a la pericia de hombres de ciencia más competentes, como Lanz o Prony, para realizar cálculos, encontrar un aparato matemático adecuado y proporcionar una sólida base teórica a sus investigaciones.
Magnífico dibujante y experimentado constructor de modelos tridimensionales, Betancourt
Agustín de Betancourt y Abraham Louis Breguet, Modelo de telégrafo óptico, sistema Betancourt - Breguet , 1803 . © Musée des Arts et Métiers-Cnam, París. Foto Pascal Faligot.
alcanzó un grado de perfección en ambas esferas que pocos de sus coetáneos pudieron igualar, y esta particular pericia, a caballo entre los campos de la tecnología y la mecánica, le llevó a darse cuenta de la necesidad de realizar cálculos matemáticos tanto en estos ámbitos, como en el arte de la construcción en su sentido más amplio.
Allí donde los métodos empíricos mostraban sus límites, el dominio de las leyes mecánicas basadas en el cálculo ofrecía la posibilidad de saltarse varias etapas “materiales” en el proceso de finalización de una idea técnica. El estudio del conjunto de sus actividades, demuestra claramente que, para Betancourt, el acto de invención era ante todo una aventura de la mente, por lo que darle a esta invención una expresión perfecta, ideal y normal a través de la imaginación, la especulación y el razonamiento era, en definitiva, un reto más seductor que la rutina de la aplicación y el beneficio material típicamente adscritos a su profesión. La gran importancia que atribuía a las matemáticas superiores en la formación de los ingenieros, hecho que no dejó de subrayar en varias ocasiones, a riesgo de meterse en problemas, como le sucedió en Rusia, procedía tanto de este desafío intelectual como de la experiencia. Pero también procedía de su pragmatismo romántico, que defendía la utilidad prestigiosa de los conocimientos científicos y matemáticos para la formación de los ingenieros, sin perder de vista la intuición profesional, con la que se podían captar las tendencias en la evolución de la profesión.
Gracias a los politécnicos franceses y a los matemáticos académicos rusos, la enseñanza de las matemáticas en el Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación alcanzó rápidamente un altísimo nivel. Como contrapartida, los logros científicos de estos ingenieros conquistaron el mundo académico: a partir de entonces, estos eruditos técnicos se hicieron con el control de la Academia de Ciencias de San Petersburgo. Dicho esto, el “crisol” plurinacional formado por Betancourt en suelo ruso tuvo otro impacto importante. Al reunir a expertos europeos y locales con competencias complementarias en una serie de audaces proyectos técnicos, creó las condiciones para transformar dicho cuerpo de ingenieros en un gran centro de pensamiento tecnocientífico competitivo a escala europea. La escuela matemático-mecánica rusa, históricamente conocida como “escuela Ostrogradsky” y denominada posteriormente “escuela de las Tres B”, por las iniciales de sus tres fundadores –Betancourt, Bazaine y Baird– es la mejor prueba de ello 68 .
68 GOUZÉVIT CH D. y GOUZÉVITCH I., 2006.
Colectivamente, pues, los decanos de la profesión estaban desarrollando tanto los nuevos conocimientos, como los nuevos marcos institucionales para su transmisión, marcos que ninguno de ellos, incluido Betancourt, podía crear aisladamente. Su éxito colectivo tuvo una base sólida. Hay que recordar que los miembros más dinámicos y creativos de este grupo de expertos llegaron al poder en Francia (primero bajo la Revolución, y luego, para algunos de ellos, bajo el Imperio) disponiendo de los medios políticos, administrativos y materiales necesarios para actuar. También desde este punto de vista, la labor de Betancourt en España y Rusia, bajo la protección de soberanos que se consideraban a sí mismos patronos ilustrados, se inscribía perfectamente en esta lógica.
En general, la originalidad de su carrera podría justificarse por el hecho de que Betancourt alcanzó las cumbres del poder tanto en su patria, España, como en el Imperio Ruso. Pero incluso desde este punto de vista, su caso no fue único. En una época en la que los regímenes absolutistas europeos se modernizaban y creaban administraciones técnicas no militares, era relativamente frecuente que un ingeniero de renombre fuera elevado a rango ministerial para dirigirlas. También se recurría a menudo a expertos de otros lugares. En este contexto, varios extranjeros ocuparon puestos ministeriales en Rusia antes, durante y después de Betancourt. Basta recordar al griego Ioánnis Kapodístrias (1776-1831), miembro del gobierno de la República de las Siete Islas (1802-1807), luego diplomático al servicio del Imperio ruso (1808-1815) , ministro de Asuntos Exteriores del zar Alejandro I (1816-1822) y gobernador de la Grecia independiente (1827-1831) . Pensemos, también, en el corso Charles André, conde Pozzo di Borgo (1764-1842) , amigo de juventud de Napoleón, luego convertido en su adversario, que realizó una gran carrera diplomática en Rusia entre 1814 y 1839 . El francés de origen criollo Jean-Baptiste Prévost de Sansac, marqués de Traversay (1754-1831) , marino y emigrante del Antiguo Régimen, fue también almirante al servicio de Rusia, luego ministro de la Marina Imperial (1815-1828) y miembro del Consejo de Estado (1810) . El westfaliano Karl Robert von Nesselrode (1780-1862) , marino, militar y diplomático, ocupó el cargo de ministro ruso de Asuntos Exteriores (1814-1856) y canciller (1845-1862). Por su parte, los holandeses Peter van Suchtelen (1751-1836) y Franz Dewollant (1752/55? -1818) , ingenieros militares invitados a Rusia bajo Catalina II, constructores de ciudades y sistemas de navegación, fueron también hombres de Estado a los que se debió la fundación de escuelas de ingeniería. En cuanto a los orígenes canarios de Betancourt, que contribuyeron a su “exotismo” en Rusia, cabe considerar otros ejemplos extraídos de la historia de esa nación que sirven para demostrar que dicho “exotismo” tampoco fue una
excepción, pues basta pensar en Abraham Hannibal, vástago de una línea real sudanesa, que se convirtió en ingeniero general en Rusia en el siglo XVIII .
La cercanía al poder es un arma de doble filo, y en eso Betancourt no vivió una experiencia fuera de la norma. Tanto en España como en Rusia, su ascenso a las cumbres del poder acabó en sendos fracasos. En su patria, el conflicto con Godoy le llevó a la emigración. En Rusia,
la caída en desgracia a ojos de Alejandro I precipitó su carrera, lo que aceleró no poco su degradación física hasta llevarle a la muerte.
Es interesante reflexionar sobre cómo Betancourt fue percibido por el conjunto de soberanos y hombres todopoderosos con los que se cruzó. Para Godoy, el ingeniero fue un “ilustre matemático y arquitecto”, un hombre útil cuya carrera él mismo había contribuido
a impulsar antes de deplorar el destino de un expatriado corrompido fuera de una España en ruinas por culpa de los “bárbaros”69. Pero el contexto en el que el nombre de Betancourt era mencionado en los círculos de Godoy, muestra claramente que para el antiguo jefe del gobierno, éste no era más que un servidor entre tantos otros. Se podría incluso detectar un cierto desdén, ya que Godoy consideraba “matemático” y “arquitecto” al hombre que nunca había ejercido la primera profesión, y que había pasado veinte años de su vida arrinconando a los arquitectos en el terreno asignado a los ingenieros. Pero tal vez debamos ver en todo esto el reflejo de una tradición más antigua, heredada del Renacimiento, que calificaba de “matemático” o “mecánico del rey” a todo experto erudito y artista hábil al servicio de la realeza, a quien se pagaba por cumplir las órdenes del soberano, e incluso entretenerle.
En la corte real española, sus dotes de mecánico fueron especialmente apreciadas, ya que proveyó a la familia real de ingeniosos artilugios de todo tipo, empezando por finos mecanismos de relojería, maravillándola con curiosos inventos como el telégrafo óptico, mientras que contribuía a su prestigio internacional tanto por su propia reputación, como por la formación de una rica colección de maquetas de máquinas, que para algunos formó “el mejor Gabinete de máquinas de Europa”70. En definitiva, Betancourt se benefició de una posición de experto que gozaba de favores soberanos, condición que utilizó para obtener luz verde para su Escuela y para el Cuerpo de ingenieros de caminos.
A ojos de Alejandro I y de su entorno, además de un “fenómeno exótico”, Betancourt era ante todo “el general del servicio español”, pero también, como en su patria, una celebridad europea en lo que a mecánica se refería. En cualquier caso, así le describió su colega y antiguo rival Franz Dewollant, que se había hecho eco de la opinión pública 71. Así lo veía también el Emperador cuando trataba de mantener ocupado a su nuevo recluta. De hecho, muchas de las tareas que se le encomendaron a Betancourt al principio de su carrera en Rusia, tuvieron que ver esencialmente con las diversas ramas de la mecánica, función que nunca llegó a concluir realmente a pesar de sus numerosas responsabilidades de Estado. Por otra parte, para ser recibido en la corte imperial rusa, tener acceso al emperador, cenar regularmente con él y su séquito y bailar con las damas de la familia reinante, no bastaba con ser mecánico, aunque se fuera hábil y famoso. Así, Betancourt tuvo la astucia de adaptar su situación a
69 GODO Y, 1836, 49.
70 AHBC, Leg. 9327, car ta n°11.
71 PGUPS (Emperor Alexander I St. Petersburg State Transport University), NTB, VII.32. Sobre Betancourt: ff. 59v, 60, 60v.
las convenciones locales adoptando oportunamente en la Table des rangs rusa el equivalente militar de su grado civil español de Inspector de caminos.
En general, esta visión más bien reductiva con respecto a la amplitud de la obra de Betancourt y del conjunto de sus competencias tiene su origen en la diferencia de su posición social, por supuesto, pero también, paradójicamente, en la propia mentalidad de los gobernantes ilustrados. Un artículo de Yves Stourdzé, evocadoramente titulado “La mecánica de la gobernanza”, destaca con acierto el papel especial de la mecánica en este contexto. De manera sintomática, el autor formula esta idea con ocasión de su estudio del telégrafo óptico de Chappe, resumiéndola así “si hubiera algo aún más profundo en la sociedad francesa, como la propensión a imaginar que la mecánica constituye por sí sola un universo fiable y controlable, en definitiva, un ensueño espontáneo pero tenaz, mediante el cual un gobierno, a través de apéndices mecánicos, tendría mejor controlados sus asuntos, en ese caso sí, la mecánica podría leerse como un sistema de poder”72. Creemos, pues, que esta visión mecanicista del gobierno podría aplicarse a cualquier sistema de poder centralizado fuerte, sistema del que las monarquías absolutistas española y rusa constituyen algunos de los mejores ejemplos.
Crecido, educado y obligado a evolucionar en un mundo donde el rey era la ley, Betancourt pudo sentirse seducido por el liberalismo británico, pero el emprendimiento empresarial no era su medio natural, y todas sus iniciativas corporativas fracasaron sistemáticamente. Por otra parte, como funcionario del Estado, dependía por completo del gobierno, ya fuera en el plano financiero o social, lo que añadía una evidente tensión a su actividad en medio de un debate constante entre dos extremos: la ingenua vanidad de beneficiarse de los favores soberanos y tener responsabilidades estatales, por un lado, y la libertad creativa que le empujaba siempre a escapar de ese influjo de poder, por otro.
Tras las sucesivas “fugas” de España, resueltas siempre con retornos llenos de resignación, se formó en Betancourt una mirada distinta al horizonte ruso que le llevó a considerar como una bendición la protección personal del Emperador. Al hacerlo, cayó en su propia trampa, pues su conflicto con el poder seguía siendo inminente, y todas las demás razones aducidas para explicar su caída, no hacían más que solaparse, haciéndole más vulnerable. Fuera cual fuera la causa, el siervo del rey nunca estaba a salvo de la desgracia, pues tal es
72 STOURDZE , 1979, 48.
Sistema de planos inclinados para pequeños canales de navegación, en Robert Fulton, Recherches sur les moyens de perfectionner les canaux de navigation et sur les nombreux advantages de petites canaux , París, Dupain-Triel, 1798. Biblioteca Nacional de España.
el riesgo de la arbitrariedad. Y como tantos otros creadores anteriores, contemporáneos, y posteriores, Betancourt acabó por sufrir sus efectos.
FRACASO VERSUS TRIUNFO
Volviendo a la pregunta antes formulada sobre el grado de excepcionalidad de la carrera de Betancourt, cabe recordar que en todas las etapas de su vida, y dondequiera que se encontrara, con este planteamiento, pues nunca incurrió en operaciones de plagio directo. Cada vez que “tomaba prestado” algo, añadía enfoques y propuestas que transformaban y a menudo mejoraban el objeto de estudio. Además, Betancourt era capaz de dar a estas ideas técnicas, recolectadas a partir de infinitas procedencias, una forma acabada, tanto especulativa (con dibujos, descripciones o cálculos) como material (a través de maquetas o dispositivos y obras de gran escala). Como ya hemos señalado, cualquiera que fuera su posición social, lo que Betancourt fue siempre es un excelente mecánico. Esta combinación de arte y conocimientos científicos, fruto de su doble formación técnica franco-inglesa, hacía de él un técnico muy
Maqueta del andamiaje para la colocación de las columnas de la fachada de San Isaac (San Petersburgo) , 1995 . Colección de historia de las obras públicas CEDEX-CEHOPU . Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
eficaz, lo que molestó a no pocos especialistas, sobre todo en el campo de los mecánicos empiristas, como Claude Chappe o el mismo James Watt, que pasaban años experimentando por ensayo y error antes de perfeccionar sus inventos.
Paradójicamente, las “tablas de máquinas” que había elaborado con Lanz acabarían infiltrándose en los talleres de estos mismos mecánicos empiristas como guías prácticas, mientras que el mundo académico les dedicaría una mirada crítica, reprochándoles su imperfección.
En esta paradoja, resuena la fórmula de Judith Schlanger, retomada y desarrollada por Liliane Hilaire-Perez en su magistral obra L’invention technique au siècle des Lumières, donde afirmaba que “la invención es la manifestación visible de la pluralidad”73.
Durante sus etapas de mayor éxito y poder, Betancourt llevó al extremo estas capacidades, logrando poner en práctica sus proyectos más ambiciosos. En España y Rusia, creó escuelas de ingenieros de obras públicas, creaciones institucionales que sentaron las bases de la nueva
73 HILAIRE-PEREZ, 2000, 26.
profesión que, al globalizarse, daría lugar al fenómeno de la “Europa de los puentes y las carreteras”74. En Rusia pudo ejecutar algunas de sus ideas pioneras, ya fuera impulsando la modernización de varias industrias mediante la introducción generalizada de la tecnología del vapor, que supo aplicar también a equipos flotantes de transporte y limpieza, como piróscafos y dragas. Tampoco dejó de innovar en las técnicas y métodos de construcción de grandes obras, como el sistema de cimentación y andamiaje aplicado en la catedral de San Isaac, o las cerchas con luces sin precedentes de su célebre Picadero de Moscú75. Gracias a los procedimientos innovadores que desarrolló en obras como el puente de Kamennoostrovskij, Betancourt impulsó siempre la investigación pionera en diversas ramas de la tecnología y la ingeniería.
Fue igualmente en Rusia donde Betancourt hizo realidad uno de sus sueños más inverosímiles: construir una suerte de ciudad comercial ideal. En ese campo, su primer experimento a escala de un distrito urbano se materializó a través de la fábrica de papel moneda, que creó una especie de pequeña ciudad industrial en el corazón de la capital imperial. Más tarde, la feria de Nižnij Novgorod supuso la construcción de una ciudad mercantil autónoma de pleno derecho, diseñada ex novo según las reglas del arte, y que acabó transformando el centro urbano con la que colindaba. La definición de este ideal de ciudad moderna y ordenada, le llevó a crear dos órganos de control y examen de iniciativas urbanas por parte de especialistas, el Comité Hidráulico y la Comisión de proyectos, que transformaron la imagen de San Petersburgo en una ciudad regular de aspecto clásico y técnicamente segura. Así, el carácter único y excepcional de la acción de Betancourt en este campo consiste en el hecho de haberse encontrado en el momento y el lugar adecuados, es decir, un país donde sus ideas contaban con el apoyo del soberano, que le dio el poder y los recursos necesarios para realizar numerosas proezas.
Si fuera posible resumir el “caso Betancourt” en una frase sin florituras, ésta sería “el fracaso del hombre y el triunfo del ingeniero”. Philippe Vigel, ayudante de Betancourt en Rusia, hombre sensible y buen observador, supo entender y expresar esta particularidad. En sus memorias, en ocasión de la muerte de su antiguo jefe, Vigel escribía “existe el arte de nacer a tiempo y morir a tiempo, y entre tantas otras artes, Betancourt también dominaba éste” 76. Llegados a este punto de las reflexiones del presente ensayo, y retomando la fórmula de Droysen, podemos concluir que, en el caso de Betancourt, la componente de libre albedrío
74 CHATZIS, GOUZÉVITCH I. y GOUZÉVITCH D., 2009, 3-18.
75 BETANCOURT, 1819.
76 VIGEL, 1892.
o de talento innato pudo desarrollarse plenamente gracias a las condiciones externas, que eran muy diferentes de las de sus hermanos y de la mayoría de sus compañeros de profesión, lo que, al final, confirió a su carrera, y sobre todo a sus logros, un carácter original y global.
EL HOMBRE Y SU HERENCIA
La expresión “planeta Betancourt”, tomada del reciente libro que profundiza en la vida y obra de este ingeniero, parece resumir en pocas palabras la vocación simbólica de su legado. Esta imagen planetaria, es una metáfora que esconde muchas visiones del ingeniero. La primera y más obvia se refiere a la existencia del citado pequeño planeta que, desde 2008, lleva el nombre de “Betankur”. El destino póstumo “estelar” de Betancourt, objeto de recuperaciones identitarias marcadas por múltiples connotaciones, es un fenómeno social que hemos de considerar si lo que se pretende es evitar la trampa de crear un héroe banal. Visto a través del prisma de este texto, el concepto de “planeta Betancourt” adquiere una profundidad sociohistórica rica en asociaciones. Así, el estudio de este personaje refleja la complejidad multiforme de la profesión de ingeniero, con sus innumerables retos y desafíos, haciendo de Betancourt, sus obras, su mundo efervescente marcado por el espíritu de la Ilustración, así como la nebulosa de sus alumnos y herederos intelectuales, un caso de estudio emblemático.
A través de este concepto de planeta, podemos definir la estructura estrellada de sus redes de expertos, con esas pequeñas constelaciones en constante expansión que se atraen entre sí y se proyectan sin cesar hacia el exterior, dirigiéndose hacia espacios interrelacionados cada vez más lejanos. Betancourt simboliza la exploración, el avance cognitivo, la inteligencia técnica en acción y, en definitiva, una permanente aventura para la mente. Y aun así, si nos posicionamos en otro nivel de abstracción, el “planeta Betancourt” encarna también una memoria viva que nos permite comprender al individuo en el contexto de su época. En definitiva, si se mira desde el prisma correcto, la trayectoria vital y profesional de Agustín de Betancourt apela a nuestra propria comprensión de la historia.
Jacques-Constantin Périer y Auguste-Charles Périer, Modelo de máquina a vapor de doble efecto y balancín , 1785 , ©Musée des Arts et Métiers-Cnam, París. Foto Pascal Faligot.
AGUSTÍN DE BETANCOURT Y LOS INGENIEROS FRANCESES (1785-1824)*
ÉMILIE D’ORGEIX
École Pratique des Hautes Études, PSL Université
Los numerosos estudios dedicados a Agustín de Betancourt, que por ejemplo pueden encontrarse en la bibliografía de este catálogo, se han basado principalmente en el estudio de sus memorias, correspondencia y proyectos. En Francia, el fondo antiguo de la École des Ponts et Chausées conserva una gran cantidad de documentos del ingeniero canario recogidos, entre otros, en el marco de sus trabajos para el Gabinete de Máquinas y durante sus viajes1. El estudio de estas fuentes ha permitido esclarecer la trayectoria de Betancourt a la luz de su entorno, el desarrollo de sus redes de sociabilidad y su proyección internacional. Se ha prestado especial atención al papel que desempeñó en el establecimiento de un espacio transnacional de conocimiento y práctica entre los ingenieros2. Las estancias de Betancourt en Inglaterra, en particular, han arrojado luz tanto sobre su personalidad, curiosa e insaciable, como sobre su destacado papel en la definición y profesionalización de la figura del ingeniero-experto en el siglo XIX3. Y es que más allá de la personalidad científica de Betancourt, su papel en la creación de las escuelas de ingeniería es el aspecto que ha centrado la mayor parte de la investigación. La geografía transnacional del conocimiento a la que contribuyó a dar forma tuvo lugar entre Francia y España gracias a la promoción del modelo francés de formación de ingenieros civiles, en el que
* Traducción del francés a cargo de Daniel Crespo Delgado.
* Este texto ha sido desarr ollado en el marco del proyecto I+D+i “Agua y Luces. Tratados españoles de arquitectura hidráulica de la Ilustración” (PDI2020-115477GB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
1 GOUZÉVITCH I., 2009, 85-118.
2 CHATZIS, GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 2009, 3-18.
3 GOUZÉVITCH I., 2010, 97-117.
Nouveau plan de Paris divisé en ses vingt- quartiers, Fauxbourgs et environs, orné des vues de Versailles et autres Maison Royales avec la description particulière de chacune de ces Maisons , París, chez Desnos Ingenieur Géographe pour les Globes et Spheres, 1768 . Biblioteca Nacional de España.
se inspiró para la creación de la Inspección de Caminos y Canales en 1799 y de la Escuela de Caminos de Madrid en 1802; así como entre España y Rusia, país este último donde Betancourt participó en la creación del Cuerpo de Ingenieros de Caminos en 1809 y de su correspondiente escuela de instrucción: el Instituto del Cuerpo de Ingenieros de Caminos en San Petersburgo. Sin embargo, a pesar de la importancia de estas contribuciones, el entorno de los ingenieros franceses en el que se desenvolvió Betancourt entre los siglos XVIII y XIX sigue siendo un terreno menos explorado. Es cierto que si bien podemos establecer las relaciones que mantuvo con varios ingenieros de puentes, como François Marie Riche de Prony (1755-1839), Pierre Charles Lesage (1740-1810) y Jacques Élie Lamblardie (1747-1797), todavía hoy tenemos una idea imprecisa de la diversidad y heterogeneidad del paisaje de la ingeniería francesa en las décadas en torno a la Revolución. Cabe señalar la existencia de diversas fuentes archivísticas que nos permiten calibrar mejor la trayectoria de Betancourt en el cambiante y rico panorama de la ingeniería francesa en un momento en que se estaba reconfigurando su enseñanza, estatus y funciones4. En estas líneas me detendré en los cinco abultados volúmenes de manuscritos que se conservan en la biblioteca del Conservatoire national des Arts et Métiers, institución fundada en 1794 en París para conformar «un depósito de máquinas, modelos, herramientas, dibujos, descripciones y libros de todas las artes y oficios» que, según su fundador, el Abbé Grégoire (1750-1831), «perfeccionaría la industria nacional»5. Estos volúmenes, titulados posteriormente «Leçons faites à l’Ecole des Ponts et Chaussées» («Lecciones dadas en la Escuela de Puentes y Caminos»), comprenden 149 documentos de diverso tipo, como memorias, conferencias, avisos, extractos y notas de ingenieros, fechados entre 1785 y 18296. Estos volúmenes, que incluyen por ejemplo el diseño de Betancourt para un cabrestante durante la construcción de la Catedral de
Sello del Conservatoire national des Arts et Métiers utilizado entre 1820 et 1840 . Foto E. d’Orgeix, 2023
4 GUILLERME, 1989, 71-84; P ICON, 1988.
5 MER CIER, 2000, 11.
6 B ibliothèque centrale du Conservatoire national des Arts et Métiers, París, Ms. 7-11, [Extraits des] Leçons faites à l’École des Ponts et Chaussées, 1785-1829. Ms. 7: 41 mémoires; Ms. 8: 38 mémoires; Ms. 9: 3 mémoires; Ms. 10: 31 mémoires; Ms. 11: 36 mémoires.
San Isaac en San Petersburgo7, fueron el resultado de la política de adquisiciones del CNAM durante el mandato de Gérard Joseph Christian (1778-1832), su director entre 1816 y 1831. Organizados por grandes temas, forman parte de la documentación reunida por el Conservatoire en una época en la que el proyecto de Christian consistía en crear «un gran cuadro que presentara una clasificación metódica en series de los diferentes objetos que [constituían], o [iban a constituir posteriormente], la colección del Conservatorio»8. De este modo, esclarecen la voluntad del Conservatoire de cartografiar el estado de los sectores técnicos de la industria francesa, al tiempo que prefiguran la reorganización de sus colecciones de objetos y modelos en las primeras décadas del siglo XIX
LOS MANUSCRITOS DE LAS LECCIONES IMPARTIDAS EN LA ESCUELA DE PUENTES Y CAMINOS DE PARÍS CONSERVADOS EN EL CONSERVATOIRE
NATIONAL DES ARTS ET MÉTIERS
Los cinco volúmenes conservados en el CNAM ofrecen una perspectiva singular. A diferencia de las grandes series de archivos conservados en las escuelas de ingenieros, dichos volúmenes no arrojan luz sobre la constitución y la evolución progresiva de una disciplina en una institución educativa, sino que representan una instantánea de unos cincuenta años –entre 1785 y 1829– de conocimientos de ingeniería, es decir, un momento en que la enseñanza de la ingeniería estaba siendo objeto de una profunda reforma en Francia9. En 1794 se fundó la École Polytechnique , conocida entonces como École Centrale des Travaux Publics , que en las dos décadas siguientes formó a más de 2000 ingenieros. Pretendía sustituir a todas las escuelas de ingenieros que existían hasta entonces, aunque las escuelas de aplicación basadas en el modelo del Antiguo Régimen, como la École des Ponts et Chaussées , la École de l’artillerie et du génie y la École des mines, completaban la formación teórica de los estudiantes en París. La colección de la CNAM es, por tanto, un conjunto heterogéneo de textos de distinta extensión y formato, reflejo de esta constelación de instituciones. Nació de la práctica archivística común de «encuadernar» documentos por procedencia o tema. Aunque esta práctica ha sido desacreditada durante mucho tiempo por los historiadores, en las últimas décadas ha despertado el interés de los investigadores que analizan los espacios de encuentro entre la historia del
7 L AMÉ y CLAYPERON, 1826, 225–229.
8 Ar chives, Conservatoire national des Arts et Métiers, París, 2AA/1, CP, 13, citado por CORCY, 2005.
9 CHATZIS, 2009.
Eugène Atget, Façade de l’Ecole Polytechnique sur la montagne Sainte-Geneviève , junio de 1899 . París. Bibliothèque Nationale de France, Département des Estampes et de la photographie.
libro y la historia de los saberes. El estudio de los documentos y libros encuadernados juntos –o bound with , según el término anglosajón– ha revelado que reunir sus diferentes piezas puede tener resultados fructíferos en términos de significado. La puesta en paralelo de unos autores con otros, así como la mayor amplitud de los temas presentados, a menudo han permitido abrir el foco y captar amplios entornos intelectuales 10. Tal enfoque corresponde al objetivo de este artículo, que pretende reconstruir el medio abierto que conformaba la comunidad francesa de ingenieros durante el periodo de actividad de Betancourt. Esta perspectiva nos permite alejarnos de la historiografía autorreferencial de los ingenieros, que
10 BLOUIN, 2006, 96-99.
no ha sido propicia para escribir una historia global de su medio profesional que ilustre la diversidad de perfiles e instituciones que lo conformaban. La sobrerrepresentación de las obras escritas por ingenieros civiles en particular, así como su política activa de ocupación del campo editorial, contribuyeron a crear un verdadero «panteón de papel» 11, que más tarde se utilizó para legitimar el papel central de la École Polytechnique , borrando al mismo tiempo la diversidad de las formaciones, de los medios profesionales y de las enseñanzas 12 . Sin embargo, muchos ingenieros que se habían formado en Francia antes de la Revolución prosiguieron activamente sus carreras e investigaciones bajo la Restauración, e incluso durante la Monarquía de Julio. Esto fue especialmente patente en el caso de los ingenieros de los “ pays d´État ”, provincias con gobiernos provinciales cuya administración financiera no era responsabilidad del Rey, principalmente Languedoc, pero también Bretaña, Borgoña y Provenza, que tenían sus propias instituciones educativas 13 .
Los distintos volúmenes del CNAM reflejan esta diversidad. Se encuentran organizados a partir de grandes tipologías de la ingeniería civil y militar, abarcando los puentes y calzadas (Ms. 7), la navegación (Ms. 8), las redes viarias y fluviales (Ms. 9), la hidráulica (Ms. 10) y los inventos (Ms. 11). En su conjunto, esta colección, con una encuadernación modesta de cartulina jaspeada, dista mucho de ser espectacular: los documentos son modestos, a veces incompletos y su clasificación a menudo algo caprichosa. Solo el volumen 9 incluye las diversas lecciones sobre carreteras y puentes impartidas en la École des Ponts et Chaussées . El resto de la colección lo configura un conjunto compuesto de memorias, extractos y apuntes, a veces acompañados de notas, bocetos, planos y dibujos. Los volúmenes abarcan también una amplia zona geográfica. Además de los grandes proyectos parisinos, como el puente de Austerlitz construido por François Laurent Lamandé (1735-1819), la colección incluye numerosos proyectos provinciales en construcción en dicha época, como el puente de madera de Bonpas, construido entre 1804 y 1808 sobre el río Durance por el ingeniero Claude Raphaël Duvivier (1771-1821). Considerados individualmente ninguno de estos documentos presenta un verdadero valor específico; son duplicados que pueden encontrarse en otras colecciones, como los extractos de los cursos de Henri Navier (1785-1836) (Ms. 9), las memorias sobre las fundaciones de Jean Rodolphe Perronet (1708-1794) (Ms. 8) o los
11 MONTEL, 2015.
12 P ICON, 1988.
13 ISAAC, 2016.
Perfil de la calle Piccadilly (Londres), distribución de agua a las casas y su alcantarilla central, en Pierre Charles Lesage, Recueil de diverses mémoires extraits de la Bibliotheque imperiale des pontes et chaussées à l’usage de M.M. les ingénieur s... Deuxieme edition augmentée..., París, F. Didot, 1810 , t. I , ilus. 3 . Biblioteca Nacional de España.
Leçons données à l’Ecole des ponts et Chaussées , 1795-1829 . Bibliothèque centrale du Conservatoire national des Arts et Métiers, Ms 7-11 . Foto E. d’Orgeix, 2023
extractos de los Annales des Arts et des manufactures (Ms. 7). Sin embargo, en su conjunto, la colección del CNAM ilustra una excepcional diversidad de perfiles e intereses profesionales, ofreciendo un retrato abierto, amplio y rico de las diferentes categorías de ingenieros y protagonistas que gravitaron en la extensa órbita de Betancourt.
DE EUROPA A LA FRONTERA
La atención prestada a la ingeniería internacional está evidentemente muy presente en los citados volúmenes del Conservatoire. Siguiendo los pasos de la carrera de Agustín de Betancourt en Rusia, ilustran las actividades de numerosos ingenieros franceses, una treintena de los cuales
Gaspard de Prony, Carte des marais pontins et des pays qui les limitent au nord et à l’est , París, Firmin-Didot, 1823 , ilus. I . Collections de l´École Nationale des Ponts et Chaussées.
sirvieron a la corona rusa en la primera mitad del siglo XIX14. Incluyen los trabajos sobre los “ponts de chaînes de Russie ” de dos colaboradores de Betancourt procedentes de la Escuela de Minas, Émile Clapeyron (1799-1864) y Gabriel Lamé (1795-1870) , que trabajaron de 1820 a 1830 en el Instituto del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación de San Petersburgo
14 GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 2011.
Charles Nègre, Ravin des Fondassettes; travaux de fixation des pentes: seuils, fascinages, clayonnages, cordons de bugrane, semis de sainfoin, 1910. Archives Nationales de France.
y se emplearon en la construcción de puentes colgantes de hierro (Ms 7). Continuando la obra de Betancourt, pero esta vez en Inglaterra, las memorias del ingeniero inglés Thomas Tregold (1788-1829) sobre las máquinas de vapor (Ms. 7) atestiguan la influencia de la descripción de la máquina de vapor de doble efecto que Betancourt había observado en Inglaterra en 1789, publicada por Gaspard de Prony en la Nouvelle architecture hydraulique15 . La figura de los ingenieros de Ponts et Chaussées , incluida la de Prony, en muchos sentidos mentor de Betancourt, también amplía el foco a Italia. Los volúmenes incluyen su proyecto
15 PRONY, 1790-1796.
de saneamiento de Prony de las marismas pontinas (Ms 10), que dejó una huella perdurable en la memoria técnica de los ingenieros hidráulicos, así como su proyecto de navegación del río Tanaro en el Piamonte, que había elaborado con Louis Bruyère (1785-1831), profesor de estereotomía en la École des Ponts et Chaussées desde 1799 (Ms. 10).
Los volúmenes del Conservatoire ilustran de igual modo las actividades, menos documentadas, de los ingenieros destinados en las ciudades fronterizas, como por ejemplo las memorias del general Treussart, inspector de ingeniería y comandante de la fortaleza de Estrasburgo en 1810, que escribió un ensayo sobre la fabricación de puzolanas (Ms 7), o las de Pierre Valentin Boudhors (1754-1831), ingeniero de caminos y puentes en la región del Bajo Rin, sobre las técnicas de construcción de fajinas en los ríos (Ms 10). La presencia de estas memorias, testimonio de la renovación de la investigación sobre antiguas técnicas utilizadas en el territorio, merece ser destacada. Contribuyen a reequilibrar una historiografía que a menudo se centra en los grandes ingenieros, dejando poco espacio a las distintas categorías de ingenieros, a menudo radicados en provincias, cuyos trabajos sin embargo desempeñaron un papel en los debates técnicos.
UNA CONSTELACIÓN DE INGENIEROS CON PERFILES MUY DIVERSOS
En este aspecto es donde la colección conservada en el Conservatoire national des Arts et Métiers adquiere todo su sentido, ya que arroja luz sobre otras categorías de ingenieros y profesionales que trabajaban sobre el terreno en aquella época. Además de los ingenieros militares, testimonio de los cuales sería la labor recién citada del coronel Treussart, hubo otras personalidades que a menudo se formaron en provincias antes de la Revolución. Es el caso de François Garipuy (1711-1782), cuya memoria sobre la construcción del canal del Languedoc se encuentra en el tomo 7. Erudito, astrónomo y miembro de la Académie des sciences, belles-lettres et inscriptions de Toulouse antes de ser nombrado director de obras públicas de la sénéchaussée de Toulouse en 1752, Garipuy encarna la proyección de los ingenieros del Languedoc, formados en instituciones provinciales y muy activos en las academias eruditas locales, cuyos trabajos seguían circulando a finales del siglo XVIII. Los volúmenes del Conservatoire atestiguan también la presencia en los debates científicos de personalidades ajenas al círculo de las grandes escuelas de ingenieros. Por ejemplo la memoria de Pierre Joseph Leroux (1795-1870), farmacéutico de Vitry-le-François, cuya propuesta de modelo de bomba impelente (Ms. 10) atestigua el interés que suscitaban estos modelos
de invención, discutidos en el «Curso de máquinas» de la École Polytechnique entre 1794 y 1850 16. La atención prestada a los saberes y al imaginario técnico de actores distintos de los ingenieros se manifiesta claramente en los volúmenes, acortando la distancia entre las competencias de los ingenieros y la producción paralela de figuras raramente mencionadas en los estudios17. El último volumen de la colección, en particular, presenta un gran número de inventos anónimos –tinta para escribir, una escafandra, un barco de vapor, un remedio contra la rabia, etc.– que, al tiempo que ilustran una forma de dilución de la colección, cuyos temas se extienden mucho más allá del círculo de los ingenieros de los Estados provinciales, arrojan luz sobre los cambios de una profesión marcada por el desarrollo contemporáneo de las sociedades científicas, el auge de la prensa técnica y la apertura a la esfera pública.
La colección del Conservatoire national des Arts et Métiers, institución fundada el mismo año que la École Polytechnique , revela los profundos cambios de la comunidad y la esfera de ingenieros en la que se desenvolvió Betancourt entre los años 1780 y la Monarquía de Julio en 1830, es decir, cuatro años después de su muerte. Los volúmenes conservados dan cuenta de un mundo pasado, el de los ingenieros del Antiguo Régimen formados en distintas instituciones, de la apertura internacional de la ingeniería civil y de las densas redes que alimentó. Pero también es testimonio del mundo revitalizado por la Revolución Industrial, que permitió a categorías alternativas de actores –obreros cualificados, artesanos, capataces, delineantes, técnicos, diseñadores, inventores, etc.– aportar una contribución visible a los debates científicos que difundían las nuevas instituciones educativas que formaban a los trabajadores y la inmensa vitalidad de la prensa técnica.
16 DUPONT, 2000, 3-5.
17 NÈGRE, 2016; HILAIRE-PÉREZ, 2000.
PARÍS, DE LOS AÑOS 1780 AL IMPERIO:
UNA CAPITAL PARA EL ARTE DE LOS INGENIEROS*
JEAN-PHILIPPE GARRIC
Université Panthéon-Sorbonne
Las estancias parisinas de Agustín Betancourt fueron momentos cruciales en su carrera. La más larga, de la primavera de 1784 al verano de 1791, con una primera interrupción en el verano de 1785, cuando regresó a España, seguida de una segunda de varios meses en 1788, con motivo de un breve viaje a en Londres, se produjo entre sus primeros momentos de formación y el verdadero comienzo de su vida profesional. La segunda estancia, más breve, de octubre de 1796 a febrero de 1797, supuso en cierto modo el final de sus ambiciones francesas. La tercera, entre 1807 y 1808, fue el prolegómeno de su nueva vida, pues Betancourt se hallaba en vías de abandonar su país natal para instalarse definitivamente en San Petersburgo. En el espacio de veinticinco años, las condiciones y el contexto de estos periodos de residencia en París habían cambiado profundamente. Aunque París ofreció un rostro cambiante en cada una de las veces en que Betancourt recorrió sus calles, monumentos, e instituciones científicas, la capital francesa se mantuvo de manera estable, junto a Londres, como el principal centro europeo en materia teórica, científica, artística y política para el arte de la ingeniería de esta época.
A los veintiséis años, Betancourt consideró su primera estancia en París como una experiencia de aprendizaje al servicio del gobierno español, que financiaba esta iniciativa. Mientras los pintores o arquitectos de aquella época iban a Roma a recoger del pasado el material de trabajo para toda una vida, él emprendía un viaje hacia la modernidad. Sin embargo, durante esos siete años, en los que se encargó de supervisar a un grupo de ingenieros pensionados españoles, hizo algo más que completar su formación y recabar información para sus patronos 1. Por un lado, con los jóvenes a su cargo, se dedicó a
* Traducción del francés a cargo de Adrián Fernández Almoguera.
1 GOUZÉVITCH I., 2010, 97-117.
Vista interior del Museo de Ingeniero s, fotografía, siglo XIX , Instituto del Patrimonio Cultural de España, Ministerio de Cultura. En la parte izquierda, al fondo, puede verse la maqueta del mercado de trigo de París, procedente seguramente del Gabinete de máquinas creado por Betancourt.
Vista en perspectiva de la bomba de agua accionada con una máquina de vapor del “Gros Caillou” , 1790-1810 , dibujo acuarelado, Museo Carnavalet, París.
reunir una considerable colección de documentos y maquetas que, a su regreso a España, constituyó el núcleo del Real Gabinete de Máquinas. También participó activamente en la vida científica e industrial de París, donde desarrolló una red de contactos. Su contribución más visible a este respecto fue la introducción en Francia de un modelo de máquina de vapor de doble efecto inspirado en el de Watt, modelo que había podido observar, gracias a una astuta estrategia de espionaje industrial, en Inglaterra. En este contexto, más que un mero observador, Betancourt acabó convirtiéndose en un auténtico protagonista aclamado por sus contemporáneos 2 .
El segundo viaje a París llegó tras los años del Terror jacobino, entre 1796 y 1797. Esta estancia estuvo marcada por una controversia tecnológica a propósito del telégrafo óptico,
2 PAYEN, 1967.
aventura que se cerró en falso para Betancourt. Finalmente, durante el citado tercer y último viaje, que se prolongó de nuevo durante algunos meses, un Betancourt ya de mediana edad pudo asistir en primera persona a las grandes obras de transformación de la capital imperial.
UNA ÉPOCA TESTIGO DEL TRIUNFO DE LOS INGENIEROS
En el cuarto de siglo que separa los primeros pasos de Betancourt sobre la escena parisina, de su última aparición, la sociedad francesa y el mundo profesional en el que ésta evolucionaba se habían transformado de manera radical. El campo de los ingenieros civiles, impregnado de ideales progresistas, había conocido evoluciones considerables, así como una ascensión en la esfera social que se manifestaba en los planos institucional e intelectual, como también en la puesta en marcha de ideas nuevas.
Como ha sido señalado por Antoine Picon, la creación de l’École Polytechnique en marzo de 1794, materializaba la matematización de la ingeniería y de los campos de los que ésta se ocupaba, en detrimento del savoir faire tradicional fundado sobre la experiencia 3. Esta escuela confirmó la importancia creciente de los ingenieros en el nuevo mundo post 1789, una importancia impulsada por el jacobinismo, y que tenía como uno de sus objetivos principales transformar el estatus y el rol de l’École des Ponts et Chaussées , institución creada por etapas a finales del Antiguo Régimen. La reorganización de la formación de los ingenieros respondía a la ambición contemporánea de modernización global del territorio. Así, los antiguos alumnos de la escuela de Ponts et Chaussées fueron rápidamente convocados por el sistema napoleónico para intervenir en Francia y en el resto de territorios del Imperio. Entre los emblemas de este éxito, se puede citar el nombramiento en 1811 de Louis Bruyère como director de las obras públicas de París, decisión que situaba bajo su tutela a los principales arquitectos de la capital, muy a pesar de éstos últimos. Como señalaba el propio Betancourt ya desde su primera visita, el objetivo principal era recopilar la mayor información posible sobre la actualidad en los numerosos ámbitos de su competencia. El ingeniero español quería ver todo “lo que había que ver, tanto en el ámbito público como en el privado” 4, una ambición que lógicamente nos lleva a preguntarnos qué investigaciones, proyectos y realizaciones le interesaban en aquel momento.
3 P ICON, 1989, 155-172.
4 CULLEN, 2008.
LOS PUERTOS Y LOS PUENTES
En 1788, Betancourt y su hermano viajaron a Bretaña y Normandía para estudiar los puertos marítimos. En aquella época, varias ciudades portuarias francesas, en particular Cherburgo, eran objeto de grandes proyectos de reforma. Sin embargo, José desarrolló este campo más que su hermano. No sería así con la problemática de los puentes. En París, entre el final del Antiguo Régimen, el Consulado y el Imperio, el desarrollo del río Sena recibió un impulso decisivo.
La década de 1780 estuvo dominada por la figura de Jean-Baptiste Perronet, cuya labor como fundador de la École des Ponts et Chaussées ejerció una fuerte influencia en el joven ingeniero español. Perronet también tuvo además una relación directa con Gaspard de Prony, uno de los colegas más cercanos a Betancourt. El célebre puente de la Concordia diseñado por Perronet, que supuso la culminación de toda una carrera dedicada a la fabricación y teoría de estos objetos a caballo entre arquitectura e ingeniería, se construyó en pleno centro de París entre 1787 y 1791.
Los gobiernos del Cónsul Bonaparte, convertido en 1804 en Napoleón, emprendieron importantes obras de infraestructura en París. En estos años, se inició la construcción de muelles y paseos en torno al rio Sena, así como la reforma, más lenta de lo esperado, del abastecimiento de agua de la capital. El 15 de marzo de 1801 ( 24 Ventôse an IX ), se decretó la construcción de varios puentes nuevos. Ese año se decidió construir el puente de la Cité, el puente de las Artes y el puente del Jardín de plantas, convertido después en el puente de Austerlitz, a los que siguió el puente de Jena hacia 1807. En este contexto, Betancourt tenía mucho que observar y emular, aunque su trabajo posterior en este campo no pueda ser observado como una continuación directa de los puentes parisinos. De hecho, el puente Kamennoostrovsky de San Petersburgo, su principal logro en este campo, fue diseñado inicialmente como un puente flotante, para adoptar más tarde la forma de un puente con arcos de madera curvada, lo cual fue el marco de aplicación de técnicas bastante innovadoras.
IR MÁS ALLÁ DEL TRADICIONAL ARMAZÓN DE MADERA
El uso de la madera en esta obra de arte se inscribe en el ámbito de la carpintería, en el que Agustín Betancourt se distinguió en 1817 al construir una estructura de dimensiones inéditas para el Picadero Moscú5. La celebridad de esta estructura hizo que se publicara en 1821 en
5 ÉGOROVA, 2019.
Vista del puente de la Concordia, París, en Pierre Charles Lesage, Recueil de diverses mémoires extraits de la Bibliothèque impériale des Ponts et Chaussées à l’usage de M.M. les ingénieurs ... Deuxième édition augmentée ..., París, F. Didot, 1810 , t. I , ilus. 16. Biblioteca Nacional de España.
Vista del puente de San Isaac sobre el río Neva, en Agustín de Betancourt, Plans, profils, vues, perspectives et détails du pont de bateaux de Saint-Isaac exécuté sur la grande Neva à Saint-Petersbourg en 1820 , San Petersburgo, [s.f.]. Collections de l ’ École Nationale des Ponts et Chaussées.
París incluida en el Traité de charpente de Jean Charles Krafft, quién se basó en la monografía que el ingeniero español había impreso en San Petersburgo dos años antes 6. El tema de la modernización del arte de la carpintería y de la superación de las limitaciones técnicas de los armazones tradicionales de madera ocupó un lugar central en las preocupaciones del mundo parisino de la construcción hacia el 1800.
En 1784, cuando Betancourt llegó a París, uno de los logros arquitectónicos que más interés despertó fue una obra de construcción: la cúpula con armazón de madera de la Halle au blé, erigida por Jacques Molinos y Jacques Guillaume Legrand entre 1782 y 1783. Esta estructura se inspiró en un método desarrollado durante el Renacimiento por Philibert De l’Orme que permitía ahorrar en necesidad de maderas de gran tamaño mientras que se conseguía cubrir espacios más amplios 7. Su influencia directa en Estados Unidos es bien conocida, y llegó de la mano de Thomas Jefferson, que se trasladó a la capital francesa pocos meses después de Betancourt8. Pero hay que subrayar que, más allá del procedimiento, distinto del utilizado en el picadero moscovita, la utilización de estructuras ligeras para cubrir enormes salas estaba de moda en la época, pues los principios de ingenio, ahorro y aceleración de estas construcciones respondían a las ambiciones arquitectónicas contemporáneas.
En el caso de la Halle au blé se trataba de transformar un edificio con vocación funcional, incluso industrial. Pero en un sentido más amplio, las grandes composiciones académicas de la época, a menudo concebidas para funciones más nobles, se basaban en la esperanza de que las nuevas soluciones técnicas permitieran superar los límites tradicionales. Tal fue el caso de Etienne Louis Boullée. La sección transversal que diseñó en 1786 para su proyecto de sala de lectura de la Biblioteca Real así lo atestigua. En este proyecto, una gigantesca bóveda de falso artesonado está suspendida sobre una sala de gran anchura. Aquí, Boullée retomaba en mayores dimensiones el mismo tipo de estructura utilizada por Jean François Chalgrin para cubrir otro gran proyecto realizado en 1784: la iglesia de Saint-Philippe-du-Roule. Entre las muchas otras arquitecturas de papel de la época, el proyecto que le valió a Charles Percier el Premio de Roma en 1786 también implicaba el uso de un armazón innovador, inspirado o al menos legitimado por el de la Halle au blé .
6 KRAFFT, 1821; BETANCOURT, 1819.
7 DEMING, 1984; NEGRE, 2021, 17-33.
8 FIELD, GOURNAY Y SOMMA, 2007.
Detalle de la cúpula del Halle au Blé de París, en Jean Charles Krafft, Plans, coupes et élévations de diverses productions de l’art de la charpente exécutées tant en France que dans les pays étrangers , París, Chez l’auteur, 1805
Veinte años más tarde, a principios de septiembre de 1807, cuando Betancourt se encontraba de nuevo en París, apareció un decreto imperial que anunciaba que la cúpula del Halle au blé debía reconstruirse “con un armazón de hierro, cuyos arcos verticales serán de fundición” además de cubrirse “con planchas de cobre estañado”9. Napoleón, que ya había elegido el metal unos años antes para la construcción del Puente de las Artes, se mostraba así una vez más partidario del nuevo material. También en este caso, semejante operación no pudo dejar indiferente a Betancourt, y sin duda esta experiencia debió resonar en su mente al contemplar, y estudiar, la estructura metálica de la cúpula de la catedral de San Isaac de San Petersburgo, construida bajo la dirección de Auguste de Montferrand. Es ciertamente imposible seguir a Betancourt en todas las visitas e investigaciones que pudo realizar en sus diferentes viajes a la capital francesa. Pero lo cierto es que siempre encontró
9 Decreto imperial del 4 de septiembre de 1807.
H. Courvoisier (dib.), L. Guiguet (grab.), Vista interior de la Halle au blé con detalle de la cúpula en hierro forjado , h. 1810 , grabado acuarelado, Museo Carnavalet, París.
un entorno particularmente fértil y estimulante. Sin duda, durante sus estancias parisinas pudo frecuentar un mundo en ebullición, plagado de controversias, del que su profesión estaba saliendo reforzada en medio de los numerosos y ricos debates, en los que participaban tanto especialistas como el público general, y que se centraron mayoritariamente en torno a cuestiones de invención, innovación técnica y aplicación del arte del ingeniero.
LA ESCUELA DE PONTS ET CHAUSSÉES DE PARÍS EN LA ÉPOCA DE BETANCOURT*
NATHALIE MONTEL
LATTS, École des Ponts ParisTech
El 6 de agosto de 1786, el conde de Aranda, embajador de España en París, escribía a Jean-Rodolphe Perronet para pedirle que permita a tres oficiales españoles, “los señores Betancourt, Defontaine y el caballero de Verry”, venir a perfeccionar sus conocimientos en la École des Ponts et Chaussées 1. ¿Quién era Perronet? ¿Cuáles eran las características del establecimiento donde Agustín de Betancourt y sus compatriotas, Tomás de Veri y Juan de la Fuente, querían completar su formación? Para intentar comprender a qué se refiere exactamente el término un tanto equívoco de “escuela” en la que se formó el célebre ingeniero español, debemos remontarnos a la creación de esta institución administrativa, sin perder de vista la carrera de su primer y principal director.
LA CREACIÓN EN 1747 DEL DESPACHO DE PLANS ET ÉLÈVES DE LA
ADMINISTRACIÓN DE PUENTES Y CARRETERAS
Nacido en 1708, Perronet se formó con el arquitecto Jean-Baptiste-Augustin Beausire, interventor de edificios de la ciudad de París. En 1736, se incorporó a la administración real de carreteras y puentes, y fue nombrado subingeniero en Alençon (Normandía). Dos años más tarde, fue ascendido a ingeniero, sustituyendo a su superior, al que había criticado por su incompetencia. En 1747, Perronet fue llamado a París por Daniel Trudaine, Intendente de Finanzas, quien le
* Traducción del francés a cargo de Adrián Fernández Almoguera.
1 R egistre d’enregistrement des élèves et journal de l’École (1786-1803), Bibliothèque de l’École des Ponts ParisTech (en adelante BEP), ms. 3273/2, f° 3.
Cochin (dib.), St. Aubin (grab.), Retrato de Jean-Rodolphe Perronet, en Pierre Charles Lesage, en Recueil de diverses mémoires extraits de la Bibliothèque impériale des Ponts et Chaussées ...Deuxième édition augmentée... Par í s, F. Didot, 1810 , t. I . Biblioteca Nacional de España.
confió la dirección de su oficina de delineantes. Trudaine se encargaba de la administración de carreteras y puentes dentro del poderoso Contrôle Général des Finances, y contaba en su trabajo con el apoyo de dos oficinas: una administrativa y financiera, dirigida por un primer secretario, y un despacho de delineantes, donde se elaboraban y conservaban dibujos, planos y mapas. En esta época, la elaboración de planos y mapas adquirió mayor importancia, ya que sustentaba la aplicación de la corvée royale, un antiguo impuesto que obligaba a la construcción y el mantenimiento de los caminos reales2. Insertados en esa dinámica fiscal, los planos delimitaban la cartografía de los pueblos que, situados a lo largo de las principales carreteras, eran solicitados para realizar este trabajo no remunerado y tan despreciado por sus poblaciones.
El nombramiento del ingeniero Perronet vino acompañado de una nueva función para la oficina de delineantes: ofrecer un lugar de aprendizaje a los aspirantes a ingenieros. El alto administrador que había seleccionado a Perronet, quería asegurarse de que el personal que contrataba era competente. Estando en contacto con ellos, Perronet se encargó de informarle sobre el talento de las personas susceptibles de ser nombradas para el Corps des Ponts et Chaussées. Hasta la Revolución, este servicio aparecía en el Almanach royal con el nombre de Bureau des plans et des élèves pour les places d’ingénieurs (despacho de planos y estudiantes para los puestos de ingenieros)3. La idea detrás de esta doble función era que los aprendices de ingenieros recibieran formación para elaborar planos de carreteras o diseños de estructuras de ingeniería bajo la supervisión de un delineante jefe y, al mismo tiempo, proporcionaran a la administración mano de obra barata. Además de producir y conservar los planos de carreteras necesarios para la ejecución de la corvée , piedra angular de la política de carreteras, la oficina debía servir también de depósito de mapas, memorias y maquetas relativas a puentes y calzadas, siendo Perronet su responsable oficial.
DEL DESPACHO DEL ADMINISTRADOR AL GABINETE DEL PRIMER INGENIERO
Con el paso del tiempo, este servicio administrativo dependiente del control general de las finanzas, que era a la vez oficina para dibujantes, depósito de objetos y centro de formación, se fue convirtiendo en una suerte de despacho personal de Perronet, cuyas responsabilidades,
2 BLOND, 2014.
3 Por ejemplo, Almanach royal , 1787, 574.
por otra parte, no dejaban de ampliarse. En 1750, fue ascendido a Inspector General y, trece años más tarde, nombrado Primer Ingeniero del Rey, siendo además ennoblecido. Para hacer frente a sus numerosas responsabilidades, Perronet fue convenientemente asistido. En 1763, el ingeniero Antoine Chézy se convirtió oficialmente en subdirector de la oficina. A partir de 1782, éste asistía en todas sus funciones al primer ingeniero, que contaba entonces con 74 años.
A la cabeza de la jerarquía técnica del Corps des Ponts et Chaussées, los dos hombres recibieron pronto la ayuda del joven ingeniero Gaspard Prony, ya que Chézy, que era también inspector general del adoquinado de París, dirigía las obras de construcción de puentes supervisadas por Perronet. En el palacete que alquilaba la administración para albergar este servicio, en el que se reunían cotidianamente los aprendices de ingenieros, a partir de 1776 trabajaron y se hospedaron Perronet, Chézy y el responsable de la producción de mapas, planos y dibujos: el ingeniero Pierre-Charles Lesage. De 1771 a 1788, este palacete se encontraba en la calle de la Perla, en el céntrico barrio del Marais 4 .
El ingreso en el despacho de plans et élèves se basaba en la recomendación de una figura conocida y en una entrevista con Perronet. Éste comprobaba los conocimientos de dibujo y geometría del solicitante, asegurándose además de que era soltero y tenía una buena constitución física. La mayoría de los jóvenes que se presentaban ya habían sido formados por un ingeniero de provincia o un arquitecto parisino. En el despacho, las modalidades de aprendizaje eran múltiples. Los alumnos aprendían copiando textos, verificando presupuestos o haciendo planos, mapas, dibujos o maquetas tanto para la administración, como para el propio Perronet. Algunos siguieron los cursos ofrecidos por maestros de París, principalmente de arquitectura y dibujo, pero también en ciencias (física, química, o historia natural), equitación o natación. También se instruían leyendo libros especializados, entrando en contacto con los documentos, planos y maquetas guardados en el depósito, e intercambiando los conocimientos recién adquiridos con sus compañeros. Por último, cuando llegaba el buen tiempo, sal ían a hacer labores de campo en obras de ingeniería o de mantenimiento de carreteras para ayudar a los ingenieros más experimentados en la realización de los trabajos y la delineación de los planos. Aparte de esta suerte de enseñanza compartida, no había ni cursos ni profesores “oficiales” en este singular espacio. El papel del director, y de quienes le asist ían , era asesorar sobre los medios de instrucción y evaluar las competencias adquiridas. La emulación se mantenía a través de concursos organizados sobre diversas materias (dibujo, matemáticas, arquitectu-
4 Plans de l’École, rue de la Perle, BEP, ms. 2629 bis (2).
Retrato de Pierre Charles Lesage, en Pierre Charles Lesage, Recueil de diverses mémoires extraits de la Bibliothèque impériale des Ponts et Chaussées ...Deuxième édition augmentée... París, F. Didot, 1810 , t. II . Biblioteca Nacional de España.
Gaspard de Prony , Exposition d’une méthode pour construire les equations indéterminées qui se rapportent aux sections coniques: a l’usage de l’école des ponts et chaussées, París, Firmin Didot, 1791 . Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Biblioteca.
ra, corte de piedra, etc.), que permitían a los ganadores distinguirse entre sus colegas. Cada trimestre, los ochenta aprendices del despacho eran clasificados y recompensados por su trabajo para la administración, así como por sus proezas, teniendo en cuenta factores como premios en concursos, o lecciones impartidas5. Como las plazas en el cuerpo de ingenieros civiles eran limitadas, hacia 1784 el aprendizaje podía prolongarse entre tres y diez años6. Esto hizo que algunos aprendices abandonaran la carrera, mientras que no pocos encontraron trabajo en otras geografías e instituciones. El despacho no expedía títulos ni diplomas y, a lo sumo, el todopoderoso Perronet, del que Agustín de Betancourt expuso un retrato grabado en la escuela de ingenieros de Madrid, firmaba certificados de buena conducta y recomendaciones 7 .
LA COLECCIÓN DE OBJETOS, DIBUJOS Y DOCUMENTOS QUE PERFILÓ UN NUEVO DOMINIO DEL SABER
Residente en París desde marzo de 1784, Betancourt conocía sin duda la obra distribuida bajo la firma de Perronet a partir del verano de ese año. El primer ingeniero francés donó al embajador español dos ejemplares de su célebre Description des projets et de la construction des ponts de Neuilly, de Mantes, d’Orléans…, embellecida con suntuosas láminas grabadas a partir de dibujos realizados en el despacho. Uno de estos ejemplares, estaba destinado a Carlos III8. La difusión de esta obra forjó la reputación europea de Perronet, atrayendo, además, la llegada de un puñado de oficiales
5 « État des grades & des talens des Élèves…», BEP, ms. fol. 1911.
6 DAR TEIN, 1906, 58.
7 Carta de Perronet, 17 de octubre de 1778, BEP, ms. 2866.
8 MONTEL, 2020, 38.
provenientes de Alemania, Suecia, el reino de Nápoles y España, con el afán de descubrir las actividades del establecimiento al que Perronet gustaba referirse como “su escuela”9.
Hoy, quedan muy pocas huellas del paso de los tres oficiales españoles recomendados por el conde de Aranda. No parece que participaran en los concursos, y cabe preguntarse si asistieron a las lecciones durante las cuales algunos de los aprendices leían y comentaban obras de referencia (Mauduit para la geometría, Clairaut para el álgebra, el marqués de L’Hospital para las secciones cónicas o Bézout para el cálculo integral, entre otros)10. Aunque nos sea imposible saberlo con certitud, es probable que visitaran las obras de construcción del puente Luis XVI (actual puente de la Concordia), supervisadas por Perronet y dirigidas por Antoine Demoustier, que comenzaron en 1787
Jean-Ro dolphe Perronet, Description des projets et de la construction des ponts …, París, Imprimerie Royale, 1783 . Biblioteca Nacional de España.
Sobre todo, los tres hombres se interesaron por los diversos objetos almacenados en la oficina-depósito-gabinete dirigida por el primer ingeniero. Allí, los libros se codeaban con maquetas y modelos a escala, manuscritos, mapas, planos, dibujos, grabados, minerales, instrumentos y objetos de todo tipo. Lesage se ocupaba a diario de estos objetos relacionados con obras y proyectos pasados, o que fueron específicamente concebidos para la instrucción de futuros ingenieros. Estas diversas fuentes de conocimiento de la construcción y formas de representar estructuras construidas en diferentes lugares, entre Francia y el extranjero, estaban estrechamente relacionadas y se complementaban entre sí. La famosa colección de objetos de todo tipo contribuyó a configurar un nuevo campo de conocimiento, entre la arquitectura y la ingeniería militar. Se había enriquecido con trabajos individuales y
9 BEP, ms. 3273/2 y ms. 2866.
10 P ICON, 1992, 107.
Máquinas para la clava de pilotes del puente de Neuilly, en Jean-Rodolphe Perronet, Description des projets et de la construction des ponts… , París, Imprimerie Royale, 1783 , t. I , ilus. XVIII Biblioteca Nacional de España.
colectivos, encuentros, y viajes, como el realizado al otro lado del Canal de la Mancha en 1785 por los ingenieros Lesage, Prony, Perronet y Joseph Cachin 11. Sus piezas facilitaron una transformación en la mirada de los aprendices, transmitiéndoles conocimientos técnicos a través del uso de modelos como material didáctico, y ofreciendo un repertorio de formas y técnicas a partir de las cuales poder diseñar nuevas obras.
En el palacete del Marais, un ala estaba reservada a los objetos más selectos. En 1787, esta galería se convirtió en un lugar de visita mencionado en las guías de París publicadas por Luc-Vincent Thiery. Las maquetas expuestas y los dibujos enmarcados sobre las paredes se describían como “dignos de la atención de extranjeros, aficionados y artistas”12. Al abrir las puertas del edificio a un público selecto, Perronet no sólo mostraba obras de arte y de conocimiento, sino también su poder y su propia gloria.
LA REVOLUCIÓN DE 1789 Y LAS REFORMAS
Viéndose seriamente sacudida durante la Revolución, la escuela de Ponts et Chaussées salió sin embargo reforzada. Betancourt se encontraba aún en París cuando se publicó la ley del 19 de enero de 1791 por la que se creaba en la capital una Escuela nacional de puentes y carreteras. Durante el Antiguo Régimen, los poderes de la administración real no se extendían a todo el territorio. Los estados como Borgoña, Bretaña, Languedoc y Provenza tenían sus propias administraciones de obras públicas, se ocupaban del desarrollo de sus redes de comunicaciones y elegían a sus propios ingenieros. En este contexto, se crearon escuelas de ingenieros en Rennes (1759), Toulouse (1782) y Montpellier (1787). En estas dos últimas ciudades, las escuelas estaban adscritas a una academia erudita y artística, y contaban con profesores especializados 13. Todo eso cambió con la centralización a gran escala del nuevo estado revolucionario.
La ley del 22 de octubre de 1795, convertía la antigua institución en una escuela de aplicación de l’École Polytechnique, creada un año antes, lo que marcó una ruptura importante en los modos de reclutamiento y de formación. En adelante, todos los ingenieros civiles nombrados en los departamentos habían de formarse en la École Polytechnique y después en
11 BRADLEY, 1992, 142-143
12 THIÉR Y, 1787, 587.
13 ISAAC, 2016, 47.
la École des Ponts et Chaussées , y cada uno de estos establecimientos reclutaba a sus alumnos a través de concursos. A partir de 1796, dos profesores, uno de arquitectura civil y otro de mecánica, enseñaban en la École des Ponts et Chaussées , y los alumnos tenían garantizado el ingreso en el cuerpo al término de sus estudios. En continuidad con los depósitos constituidos en el Antiguo Régimen, en estos establecimientos las colecciones de dibujos y grabados, los vaciados en yeso de fragmentos arquitectónicos, y las maquetas de estructuras o máquinas de ingeniería, ocuparon también un lugar fundamental en la formación de los nuevos ingenieros de la joven nación.
LOS INGENIEROS NAPOLITANOS A FINALES DE LA ILUSTRACIÓN
BORBÓNICA: ROLES, COMPETENCIAS Y EVOLUCIONES*
FABIO MANGONE
Università
degli studi di Napoli Federico II
El intento de esbozar un marco general relativo a las figuras y la labor de los ingenieros en Nápoles a finales del siglo XVIII, desde el advenimiento de Carlos de Borbón en 1734, hasta la instauración de la República napolitana en 1799, obliga a lidiar con numerosas indeterminaciones. Éstas no se deben tanto a la falta de estudios, pues de hecho existe una sólida base historiográfica1, como a una cierta complejidad del marco histórico en el que se mueve esta problemática, lleno de contradicciones y nudos no siempre resueltos, sobre todo en lo que refiere a la cuestión de la continuidad entre las experiencias de los siglos XVIII y XIX, tema sin duda preferido por la historiografía tradicional. A partir de esta premisa, en primer lugar cabe señalar la dificultad de establecer una distinción clara y convincente entre las figuras denominadas respectivamente “ingeniero” y “arquitecto”. No se trata sólo de una cuestión semántica, pues en Nápoles, a menudo existe un cierto solapamiento entre las distintas figuras técnicas, así como entre sus ámbitos de especialización, como podemos observar, por ejemplo, en algunos de los protagonistas más conocidos y emblemáticos de este periodo, cuyos perfiles conocemos bien. Sus recorridos profesionales y formativos muestran a menudo gran versatilidad, por lo que no sorprende ver como se alternan experiencias puramente artísticas con otras netamente técnicas. Baste mencionar a Luigi Vanvitelli, que empezó como pintor, o a los numerosos ingenieros militares que llegaron a esta posición tras frecuentar la Academia de San Luca
* Traducción del italiano a cargo de Adrián Fernández Almoguera.
1 D ejando aparte los extensos estudios dedicados específicamente al siglo XIX, siguen siendo fundamentales: RUSSO, 1967; FOSCARI, 1995; BUCCARO y DE MATTIA, 2003; ver también STRAZZULLO, 1960; MARTULLO, 1987.
Pierre Bardet, Traité de l´architecture civile a l´usage des ingenieurs , La Haya, Jean van Duren, 1760.
en Roma, como el famoso Francesco Sabatini, figura clave de la España donde comenzó su carrera Agustín de Betancourt. De igual modo, al mundo de la ingeniería napolitana pertenecen figuras que ocupan puestos importantes en la historia del arte o de la arqueología. Entre ellos, destacaron el maestro de la escuela Rococó local, Ferdinando Sanfelice, que en 1742 ocupaba el cargo de ingeniero camerale2; Carlo Vanvitelli, refinado diseñador y continuador de la obra de su célebre padre, que desde 1763 aparece en la plantilla de ingenieros militares3; sin olvidar a Roque Joaquín de Alcubierre4, Karl Jacob Weber o Francisco La Vega5, que escribieron importantes páginas de la arqueología vesubiana del siglo XVIII. Como veremos más adelante, además del arte o la arqueología, los ingenieros napolitanos publicaron otro tipo de obras. Prueba de ello son figuras como Pierre Bardet, uno de los ingenieros militares más significativos del periodo, al servicio de Carlos de Borbón desde 1740. Formado como oficial español, completó su enseñanza en las sesiones de la Academia de San Luca de Roma6. Este artífice publicó entre 1740 y 1758 su Cours de la science militaire a l’usage de l’lnfanterie, de la Cavalerie, de l’Artillerie, du Genie, et de la Marine en quince tomos7, dedicando el cuarto a “l´architecture civile á l´usage des ingenieurs”, en el que no omitió tratar también el uso de las órdenes, sirviéndose, además, de refinadas referencias a la tratadística renacentista.
2 Nápoles, Archivio di Stato, Casa Reale, 7-19.
3 CIRILLO, 2008,15.
4 FERNANDEZ MURGA, 1962.
5 LENZA, 2003; PEZONE, 2003; MANFREDI, 2020.
6 PEZONE, 2007.
7 BARDET, 1740-1758
La polivalencia de estos actores se correspondía con una cierta movilidad y heterogeneidad de roles y del marco normativo en el que trabajaron, lo que se manifest ó en la frecuente superposición de competencias y atribuciones entre ingenieros “tavolari” e “ingegneri camerali”, lo que dio origen a verdaderos contenciosos8. La controversia giró a menudo en torno a la multiplicidad de tareas encomendadas a los ingenieros militares, que en el Reino de Nápoles abarcaban también las antigüedades, aunque fueron debatidos los continuos esfuerzos por redefinir las competencias técnicas de los arquitectos civiles. Como ocurría en otros lugares, en España sin ir más lejos, las inciertas y alternativas vías formativas o burocráticas necesarias para acceder a las funciones técnicas oficiales, fueron objeto de polémicas que se sumaron, a menudo, a las generadas por la no siempre clara distinción de los cuerpos técnicos a los que encomendar las obras públicas.
En medio de ese complejo contexto, para reorientar la naturaleza desorganizada de la ingeniería napolitana, se propuso una extensa pero discontinua serie de medidas normativas dictadas en las múltiples fases del siglo XVIII borbónico. El resultado fue un panorama ciertamente enrevesado, sobre todo si se considera desde el punto de vista de las figuras técnicas, marcado por la contigüidad de las múltiples competencias asumidas por los ingenieros, entre los que había que distinguir a cuadros militares, funcionarios estatales eventualmente asalariados (como parece haber sido el caso sólo a partir de mediados del siglo XVIII) 9 , trabajadores autónomos en principio reconocidos por el Estado dentro de listas restringidas, o peritos judiciales. A esto, había que añadir siempre una amalgama de modalidades para nada unívocas en materia de acceso a los distintos cuerpos.
Ese caos fue afrontado por el gobierno de Carlos de Borbón, sobre todo en su última etapa. Éste registró importantes iniciativas encaminadas a reformar la presencia de los ingenieros en el Estado, empezando por la creación de un verdadero cuerpo de ingenieros militares 10. Su reinado estuvo marcado por un inevitable escándalo protagonizado por Giovanni Antonio Medrano, quién había sido una suerte de preceptor del rey en materias técnicas. Lo nombró directamente para el cargo de “Ingeniero mayor”, el puesto técnico más alto del reino, y con un notable carácter eminentemente militar si se piensa que todos los oficiales y soldados del ejército debían obedecerle11. En 1741, Medrano acabó acusado de malversación y fraude
8 BUCCARO y DE MATTIA, 2003, 150-151.
9 DE MATTIA, 2003, 74.
10 BUCCARO, 2003, 18.
11 DE MATTIA, 2003, 73.
fiscal, y fue encarcelado en la fortaleza del Peñón de Vélez de la Gomera. Ese hecho marcó un punto de inflexión que hizo necesario reformar el cuerpo de ingenieros, como se hizo una primera vez en 1742 y de nuevo en 1752, perfeccionando después los cursos de formación, por lo que en 1754 se creó la Academia de Ingenieros como una auténtica escuela militar.
Cabe señalar que la cuestión de la formación y del examen de los requisitos necesarios para obtener este estatus profesional oficial, adquirió una importancia creciente durante el Reino borbónico, sobre todo tras una primera fase en la que Carlos había podido servirse de ingenieros militares formados sobre el terreno en España, como el siciliano Medrano, el zaragozano Alcubierre, o el ya citado francés Pierre Bardet de Villeneuve. Si nos fijamos simplemente en los apellidos de las figuras del cuerpo de ingenieros militares 12, podemos comprobar que hubo una gran presencia de especialistas procedentes de otros países europeos, especialmente de España y Francia, todos prevalentemente de formación no napolitana. En 1742, Francesco López Varrio estaba al frente del cuerpo, y entre los otros nombres importantes figuraban Francesco Rorrio, el ya mencionado Pierre Bardet o Luigi Guillamat, a los que se unió en 1743 el suizo Karl Jakob Weber, licenciado en matemáticas por Pavía. En 1752, Amato Poulet era el director al mando, y en su cuerpo encontramos de nuevo a Alcubierre, Ludovico de Sauget y Antonio Winspeare, nacido en Livorno de familia inglesa. Al conceder a Antonio Winspeare el cargo de “ingeniero voluntario”, Carlos de Borbón tuvo ocasión de precisar que “lo importante, es que el Cuerpo de Yngenieros se componga de sujetos inteligentes y prácticos en la fortificación”13. Por otro lado, el austriaco Hernest Fredric de Braitwitz fue nombrado presidente de la Junta de los ingenieros ( Giunta degli ingegneri ), con funciones de vigilancia sobre la dotación de ingenieros militares y sobre las nuevas incorporaciones en los distintos roles 14 . Evidentemente, Evidentemente, todo ello revela una cierta perplejidad por los métodos formativos tradicionales napolitanos, que no habían recibido una atención institucional adecuada en la época virreinal. Más allá de las dudas con respecto a esos viejos sistemas, el gobierno borbónico prestó una atención particular a los ingenieros civiles que participaban en las obras públicas. Así, un despacho del 2 de junio de 1756 reorganizaba a los ingenieros camerali, que no constituían ni un cuerpo como los militares, ni un colegio como los tavolari, pero que estaban cualificados para realizar tareas por cuenta del Estado. Al nombrar a seis
12 RUSSO, 1967, 18.
13 Nápoles, Archivio di Stato, Scrivania di razione. Reali ordini, 54, f. 102v.
14 Nápoles, Archivio di Stato, Segreteria di Stato di guerra e di marina, 9/17.
ingenieros en calidad de funcionarios asalariados, se pretendía explícitamente remediar, en palabras del soberano, la “impericia y poca legalidad de los ingenieros civiles” destinados a las “obras reales”15. Por lo que se refiere a la delicada tarea de las tasaciones y obras civiles, en los últimos años del reinado de Carlos se tendió a asegurar medios adecuados de comprobación de la competencia, mediante un examen, tanto para acceder al colegio de tavolari (1757)16, como para obtener la licencia de camerale (1759).
La cuestión de la reorganización de las clases técnicas se abordó en menor medida durante la regencia de Tanucci. En 1760 se reformó la Academia de Ingenieros, y en 1762 se amplió en dos unidades el cuerpo de ingenieros reales. Un episodio significativo, no sólo como una demostración más de la centralidad de las excavaciones en Pompeya y Herculano, fue el enrolamiento en 1763 de Francisco La Vega en el Cuerpo de Ingenieros Militares 17 , para más tarde, a la muerte de Weber, y tras la dimisión de Carlo Vanvitelli 18, otorgarle la parte técnica de la empresa arqueológica vesubiana. De familia española, se había formado en Roma, en estrecho contacto con la Antigüedad, gracias al apoyo financiero de Carlos de Borbón. El concurso académico de San Luca de 1762, le permitió confirmarse como proyectista, proyectista, desarrollándose durante los años los años posteriores como un ingeniero militar de pleno derecho, lo que le llevó a participar en empresas como la reconstrucción de la Calabria ulterior tras el terremoto de 178319.
Más denso, en muchos sentidos, fue el periodo correspondiente de Fernando IV, especialmente en lo que se refiere a la atención prestada a la cualificación profesional y, por tanto, también al establecimiento de mecanismos de formación adecuados para los ingenieros. Fernando IV impulsó la fusión de las academias de artillería y de ingenieros existentes en una única Academia Militar de alto nivel 20, inaugurada el 1 de febrero de 1770 con sede en la Nunziatella. Esta institución atrajo como docentes a prestigiosos intelectuales que habían pasado anteriormente por el ámbito universitario. Además, concretando una propuesta hecha a Tanucci diez años antes por Gaetano Genovesi, Fernando estableció con un decreto del 26
15 BUCCARO y DE MATTIA, 2003, 146.
16 STRAZZULLO, 1960. El examen se realizaba ante una comisión compuesta por dos magistrados, dos juristas y dos agrimensores.
17 MANFREDI, 2020, 58.
18 CIRILLO, 2008, 15.
19 MANFREDI, 2008.
20 Nápoles, Archivio di Stato, Ministero della Guerra, serie, 700/I bis.
de septiembre de 1777 una facultad de Matemáticas en la universidad, que incluía también una cátedra de Mecánica y otra de Arquitectura y Geometría Práctica.
En 1785, se amplió notablemente el cuerpo de ingenieros militares bajo mandato del teniente general Poulet, fundándose, además, un cuerpo específico de ingenieros hidráulicos.
A partir de esta fecha, los signos de una transición progresiva de un modelo español a otro francés, tanto en la organización del ejército (rediseñado por René de Pommereul), como en la concepción de los cuerpos técnicos 21, se hicieron más evidentes. Sintomático de este proceso, fue el viaje de instrucción realizado por el teniente Dillon y tres alférez ingenieros del cuerpo hidráulico, a la École royale des Ponts et Chaussées , donde la figura de Jean-Rodolphe Perronet atraía a jóvenes especialistas de toda Europa, entre los cuales destacó el propio Agustín de Betancourt 22 .
Sin embargo, no se descuidó la consolidación y examen de las competencias de los ingenieros civiles, que no podían aprovechar las nuevas vías de formación reservadas a los ingenieros militares. El 3 de octubre de 1781, por primera vez en el Reino de Nápoles, y con el objetivo de “evitar los numerosos desórdenes que provienen principalmente de la inexperiencia de aquellos que, bajo el nombre de arquitectos o ingenieros, se inmiscuyen en la toma y dirección de obras”, Fernando IV estableció un verdadero examen preparatorio para el ejercicio de la profesión en diversas campos23.
En estrecha relación tanto con las múltiples formas de institucionalización y renovación de la enseñanza, sobre todo académico-militar 24, como con la verificación de competencias en el ámbito civil, y gracias también al mayor espacio abierto a los técnicos no asalariados, pero que esporádicamente eran encargados de dirigir obras públicas, en Nápoles de los años setenta y ochenta se produjo un nuevo fervor por la redacción de tratados sistemáticos, de diversos intereses, que a veces permanecían en forma manuscrita y a veces, venciendo muchas dificultades financieras, llegaban a la imprenta. En este campo, en el que no siempre es posible distinguir la componente humanística de la técnica, conviene mencionar el Corso di Architettura civile25 , de Vincenzo Ferrarese, que se quedó manuscrito e incompleto, pero que
21 DE LORENZO, 2003, 53.
22 Nápoles, Archivio di Stato, Segreteria di Stato di guerra e marina, seconda serie, s.n. Ver también BUCCARO y DE MATTIA, 2003, 142-143.
23 STRAZZULLO, 1995, 46-53.
24 PEZONE, 2013, 46-48.
25 RUBINO, 1992; RUBINO, 1994; MANZO, 2001.
Esclusas de canales de navegación, en Niccolò Carletti, Istituzioni di Architecttura idraulica , Nápoles, Stamperia Raimondiana, 1780 .
estuvo seguramente ligado a su actividad de profesor de dibujo desde 1774 en la Academia militar, las Istituzioni di Architettura civile 26 y las Istituzioni di architettura idraulica27, publicadas respectivamente por Niccolò Carletti en 1772 y 178028, o los Elementi di architettura militare de Giuseppe Parisi 29, ingeniero militar y profesor académico. En este ambiente de
26 CARLETTI, 1772.
27 CARLETTI, 1780.
28 PEZONE, 2013.
29 PARISI, 1781-1787.
publicaciones, se incluyen también, con objetivos más específicos, las obras impresas de estática y de hidráulica firmadas por Vincenzo Lamberti, quién se había formado en las escuelas militares 30, de entre las que destacan la Voltimetria retta ovvero misura delle volte (1774), o el Saggio per la misura dell’acqua corrente (1778).
Este conjunto de esfuerzos generalizados por sistematizar y actualizar los conocimientos ingenieriles dentro de disciplinas con límites claros, tuvo como ambición principal el consolidar una escuela napolitana de ingeniería con carácter autónomo. Sin embargo, la evolución del sistema no fue en la dirección adecuada para que esa autonomía fuera técnica o científica.
En 1799, con el advenimiento de la República napolitana, se adoptó la palabra francesa “genio” para designar al Cuerpo de Ingenieros Militares 31. Esta denominación supuso un paso importante en la adhesión al modelo francés, modelo plenamente consolidado durante el periodo napoleónico (1806-1815), en coherencia con una configuración administrativa general dictada desde París. De esta estructura impuesta por los Bonaparte, derivó la creación del cuerpo di Ponti e Strade poco después de la llegada al trono del hermano de Napoleón, a lo que se unió el correspondiente programa de formación institucional vehiculado a través de una nueva scuola di applicazione o escuela de perfeccionamiento establecida en 1811. Así, tras sobrevivir a la caída del sistema napoleónico, esta escuela sería el punto de partida de una tradición napolitana de ingeniería verdaderamente autónoma.
30 BUCCARO, 2003, 22.
31 DE LORENZO, 2003, 53.
Vista de la erección de la columna Alejandrina, en Auguste de Montferrand, Plans et détails du monument consacré à la mémoire de l’empereur Alexandre , París, Thierry Frères, 1836 . España. Ministerio de Defensa. Biblioteca Central Militar.
COLUMNAS DE GRANITO Y MONUMENTOS DE PAPEL:
ARQUITECTURA, INGENIO Y PROPAGANDA EN LA SAN PETERSBURGO DE BETANCOURT Y MONTFERRAND*
ADRIÁN FERNÁNDEZ ALMOGUERA
Universidad Complutense de Madrid
Un’altra Roma io veggio, Risorta in Peterburgo, un’altra Atene
A Caterina II, Paolina Grismondi
En 1792, un joven arquitecto de apenas 18 años recibía en Roma el programa de un concurso internacional organizado por un conde ruso. A través de un manifiesto publicado y difundido por toda Europa, el célebre mecenas invitaba a imaginar una magnífica residencia privada a la manera de un “palacio de las artes” a orillas del río Neva. Ese joven no era otro que Raffaele Stern1, futuro protagonista del panorama arquitectónico de la Roma de Napoleón y Pio VII. Alentado por la ambición de todo aprendiz con talento, Stern no dudó en participar en esta competición, difundida también en la prensa2, que no hacía sino confirmar una realidad apuntalada a lo largo de todo el siglo XVIII: Roma ya no solo estaba en Roma, pues a miles de kilómetros de la Urbs, el poder, el empeño, y las extraordinarias capacidades materiales y financieras de las élites rusas, habían consolidado dos nuevos centros artísticos internacionales:
* Este texto ha sido desarr ollado en el marco del proyecto I+D+i “Agua y Luces. Tratados españoles de arquitectura hidráulica de la Ilustración” (PDI2020-115477GB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
1 S obre Stern, a título general, ver PASQUALI, 2007.
2 El Diario Ordinario del 9 febrero de 1793, p. 23-24, daba noticia del concurso y de la preselección de los dibujos de Stern para un proyecto que finalmente no fue construido.
Moscú y, sobre todo, la gran San Petersburgo. El palacete imaginado por el conde Nikolaj Petrovi Šeremetev3, que incluía un gran jardín, una galería de pinturas, esculturas y estampas, un gabinete de historia natural, una biblioteca, y un teatro, era un prototipo ideal, un ejemplo perfeccionado de las últimas novedades en materia de arquitectura aristocrática, y un espacio representativo de las transformaciones de la cultura de este tiempo. No es de extrañar que, gracias a la campaña de difusión masiva asegurada por su promotor, este concurso suscitara una gran emulación a través de las fronteras. En ese contexto, el promotor recibió los dibujos de, al menos, catorce arquitectos. Algunos estaban bien familiarizados con el ambiente artístico ruso, como Giacomo Quarenghi4. Otros, como Louis Jean Desprez, desde Suecia, o Francesco Camporesi y el proprio Stern, desde Roma, probaban suerte siendo ajenos al sistema promotor de esta iniciativa, y guiados solo por la fama de su genuina sed de novedad5. Cuando los planos de todos estos grandes arquitectos europeos llegaron a la “nueva Roma” rusa, ésta ciudad se había convertido ya en un laboratorio internacional de formas e ideas. Es bien sabido que la primera piedra de esta construcción político-cultural de San Petersburgo como centro de recepción, reinterpretación y difusión de la nueva arquitectura, la puso, a comienzos del siglo XVIII, Pedro el Grande. Las dinámicas establecidas por Pedro fueron consolidadas por Catalina II, quién desarrolló una estrategia similar a la de otros monarcas de estados “periféricos” al sistema académico tradicional franco-italiano, próxima en muchos puntos a lo que sucedió en el Madrid de Carlos III. En este proceso destacaron la creación de nuevas academias artísticas, como la de Madrid en 1752 y la de San Petersburgo en 1757, la captación de creadores y científicos extranjeros, el envío de pensionados a las grandes capitales artísticas de Europa, o la importación y traducción de tratados y libros de modelos arquitectónicos, sobre todo aquellos dotados de un “código universal” para construir, como Palladio, del que se lanzaban ediciones en Madrid en 1795, y una primera edición en lengua rusa en 17986. A falta de una escuela propia capaz de suplir las necesidades cada vez más grandes en materia de arquitectura pública, Catalina puso en marcha un doble mecanismo de formación interna y atracción externa. El objetivo era captar a grandes artistas, arquitectos e ingenieros, mientras que una nueva generación de rusos aprendía entre París, “donde se encuentra una
3 SMIRNO VA, 2008.
4 E ntre la abundante historiografía sobre Quarenghi, véase, atendiendo a su aparato bibliográfico, MANFREDI, 2021.
5 R OSSI, 2004.
6 R OSSI, 2010.
gran emulación que excita al trabajo en medio de alumnos tan diversos”, y Roma, “donde todo está muerto, sin concurso ni emulación, pero donde se encuentran los modelos eternos”7. A través de estos mecanismos, los monarcas rusos pretendían emular, hasta poder superar, los modelos de la arquitectura del nuevo clasicismo europeo. En este proceso, la difusión a través de libros y estampas de los “hitos” de la arquitectura moderna rusa jugó un rol capital y cargado de significados políticos y culturales, como veremos más adelante. Así, siguiendo el modelo de la célebre colección de estampas de los premios arquitectónicos de la Academia de París, publicadas a partir de 17878, la Academia imperial de San Petersburgo lanzó su propia colección de grabados con los premios de sus mejores alumnos. A través de estas imágenes reproducidas en serie junto a textos explicativos en ruso y en francés, se pretendía mostrar a la intelligentzia europea los progresos del sistema académico nacional. Antes, edificios elevados a la categoría de prototipo, como el célebre teatro a la antigua construido por Giacomo Guarenghi en el Hermitage, fueron objeto de elegantes ediciones grabadas y distribuidas por todas las bibliotecas de la Europa culta9. Con estos volúmenes de texto e imágenes, sus autores difundían el prestigio de su obra, asegurando su fama, y contribuyendo a la vez a aumentar la leyenda en torno al mecenazgo de sus altos patronos moscovitas y petersburgueses.
Hacia el 1800, tanto San Petersburgo como Moscú aceleraban a marchas forzadas un proceso de transformación arquitectónica y urbana para dotarse del tipo de palacios, teatros, bolsas y monumentos que decoraban, desde hacía siglos, las calles de París, Roma, Nápoles o Londres. Una infinita cantidad de recursos naturales, una mano de obra ingente y sostenida por una concepción del trabajo casi feudal, unidas a una voluntad férrea por parte de los monarcas rusos para posicionar, casi a la fuerza, sus capitales en el tablero artístico de Europa, crearon un contexto único en el que intentaron insertarse artífices y técnicos en Francia, Alemania, Italia o España. No por casualidad, fue a la corte de San Petersburgo donde Claude Nicolas Ledoux envió en 1789 un corpus de 273 dibujos de arquitectura, probablemente el “primer núcleo” de su gran tratado publicado en 180410. Siendo los únicos dibujos que
7 Car ta del barón Friedrich Melchior Grimm a Catalina la Grande, 4 de agosto de 1782, citada en REAU, 1932, 176. Sobre la formación de pensionados rusos en el París de finales del siglo XVIII , ver RABREAU, 2021. El viaje de arquitectos rusos a Roma es estudiado en TEDESCHI, 2004.
8 R OSENAU, 1960.
9 Leopoldo Cigognara, en el inv entario de sus libros, anotaba a propósito del teatro publicado por Quarenghi que “la invención de este sumo arquitecto proviene del antiguo y del moderno, componiendo aquí un tercer género agradable y conveniente”, citado en CATALOGO, 1821, 144.
10 RABREA U, 2000.
T. De Thomon (ed.), Prix remportés par les élèves de l’Académie impériale de Saint Petersbourg, pl. V, San Petersburgo, 1805, Roma, colección particular.
Ledoux enviaría fuera de Francia, el objetivo principal de este gesto era captar la atención del joven príncipe heredero Pablo, que había hecho un viaje de estudios a París en 1782. Sabemos también que Giovanni Antonio Antolini, célebre arquitecto del Foro Bonaparte milanés, mantuvo a lo largo de su carrera estrechas relaciones con las élites rusas, para las que proyectó y dibujó desde Italia edificios como la iglesia que debía construir en San Petersburgo “con la obligación de usar veinticuatro grandes columnas de granito rojo” que el patrón, el almirante Czerniceff, puso a su disposición 11. Movido también por la esperanza de conseguir encargos prestigiosos, Pierre Léonard Fontaine, primer arquitecto francés de Napoleón, anotaba en su diario el 17 de diciembre de 1808 que el zar Alejandro deseaba “conocer periódicamente y por correspondencia las obras con las que el emperador de los franceses embellecía la capital de su imperio”12, para lo cual partieron hacia San Petersburgo desde su estudio más de cien dibujos, con detalladas explicaciones, con los que Fontaine trató de cautivar la mirada de un posible gran cliente.
11 MARZILIANO, 2000, 27.
12 FONTAINE, 1987, 219.
No fue Fontaine, sino uno de los alumnos aventajados de su inseparable “compañero”
Charles Percier, el que consiguió el favor imperial a través de sus dotes como dibujante. Parece ser que en el transcurso de la segunda visita de Alejandro I a París en 1814, durante la cual el propio Fontaine acompañó al emperador victorioso, “el hombre más bello de su corte” 13, a visitar el palacio de las Tullerías y, sobre todo, el gran museo alojado en el Louvre, su discípulo Auguste de Montferrand pudo mostrar al zar un álbum de dibujos. La calidad de estos proyectos se transformó en un pasaporte para Rusia, donde llegó en 181614. Montferrand desembarcó en la isla Vasílievski, a los pies del famoso palacio de la bolsa petersburguesa que Thomas de Thomon había completado pocos años antes. Montferrand fue rápidamente introducido a su mayor benefactor en Rusia, el influyente ingeniero español Agustín de Betancourt, quién residía de manera permanente en esa capital desde 1808. Por aquel entonces, Betancourt gozaba ya de un estatus profesional y social privilegiado, situación
13 FONTAINE, 1987, 392, diario del 4 de abril de 1814.
14 GARRIC y CR OSNIER, 2017, 150. El conjunto de dibujos, con varias propuestas de monumentos a la gloria del Emperador, se conserva hoy en los fondos del Museo del Hermitage.
que le permitió servir de puente entre Rusia y Europa para la captación de especialistas en el campo de la ingeniería, como los seis ingenieros españoles que se pusieron a órdenes del zar gracias a su mediación entre 1816 y 182115.
A partir de su presentación oficial, a la que Montferrand llegó recomendado por el relojero suizo Abraham Louis Bréguet 16, nació una sólida amistad personal y profesional con Betancourt, apuntalada gracias a una colaboración permanente en obras de arquitectura e ingeniería tanto en las dos grandes capitales, como en el resto de territorios en los que el francés, convertido pronto en el arquitecto más ocupado de Rusia, hubo de trabajar a las órdenes del zar, y a menudo bajo las indicaciones técnicas del ingeniero español.
SIN TIEMPO Y CON INVENTIVA: LA FOLIE
DE BÂTIR PARA LOS ZARES
Lejos del contexto de empobrecimiento y parálisis de las grandes empresas arquitectónicas que las guerras napoleónicas habían dejado en Francia, la San Petersburgo de Betancourt y Montferrand era una plataforma única para la proyección profesional de arquitectos e ingenieros, convertidos en los peones de un tablero de ajedrez a escala urbana dominado por los aires triunfalistas de la Rusia post-Waterloo. La efervescencia constructiva de estos años, que ya en 1792 era definida como una manía por “fabricar con precipitación […] edificios que crecían como champiñones”17, quedó reflejada en la correspondencia entre los miembros de la dinastía Adamini, hábiles constructores emigrados a Rusia desde el Ticino, que ocuparon cargos importantes en la dirección de las obras dirigidas por Montferrand. El 4 de julio de 1823, Domenico Adamini escribía a sus familiares afirmando que “la sede de las bellas artes ha sido siempre italiana, pero ahora el norte puede reclamarse como rival, pues el siglo de Alejandro puede compararse al siglo de Augusto en lo que respecta a las artes”, siendo San Petersburgo, según él, un espacio de “emulación continua, una suerte de academia en la que si uno hace algo bien, el otro lo hace aún mejor”18. Un año antes, Domenico contaba a su hermano Bernardo que “había ocho o diez arquitectos de primer nivel que compiten por ver quién lo hace mejor, y no solo sobre el papel, sino también en la
15 V ORONINA, 1996. La función de Betancourt como “captador” de talento extranjero, dirigida a los jóvenes ingenieros formados en París, es citada en MONTEL, 2009, 51.
16 CHOUÏSKI, 2009, 232.
17 Car ta de Pietro Gonzaga a Francesco Fontanesi, 26 de diciembre de 1792, citada en NAVONE, 2004a, 678.
18 NAVONE, 2004a, 691.
realidad” afirmando que “todos los años se ven surgir nuevos palacios y nuevos templos” 19 . Este fervor edilicio, desencadenado desde el reinado de Pedro el Grande, exigía esfuerzos titánicos a arquitectos, constructores, obreros y fabricantes de materiales. Así, en diciembre de 1830, León Adamini afirmaba, desesperado, que apenas acabados los cimientos del nuevo ministerio del Interior, le exigían cubrirlo en un año “mientras que por otro lado quieren acabar también el teatro [ Aleksandrinskij ] a cualquier costo, lo que yo veo imposible, pero aquí cuando se decide cualquier cosa hay que hacerla incluso a costo de morir”20. Sin duda, no fueron pocas las muertes que se cobró la materialización del “gran sueño” del zar Pedro desde que, hacia 1703, decidiera luchar contra los elementos para construir su gran capital sobre terrenos pantanosos a orillas de un río petrificado por el hielo durante varios meses al año. En sus paseos por la ciudad de 1839, el marqués de Custine observaba la fachada del nuevo Palacio de Invierno, reconstruido en un tiempo récord tras el devastador incendio de 1837 , como el mero “resultado prodigioso de la voluntad de un hombre, aplicada a luchar a fuerza de hombres contra las leyes de la naturaleza” para conseguir que el palacio “saliera de sus cenizas en un año”21. El aristócrata francés, conocido reaccionario monárquico, quedó sin embargo negativamente sorprendido por el poder autocrático ruso, capaz de levantar palacios en pocos meses, “con esfuerzos inauditos […] haciendo trabajar durante las grandes heladas a seis mil obreros, de los que cada día moría un número considerable”, siendo rápidamente remplazados con el “único objetivo de justificar el capricho de un hombre” 22. Como Custine afirmaba, “nada colosal se obtiene sin pena”, aunque esa pena se multiplicaba a orillas del Neva por las extraordinarias y difíciles condiciones materiales y climáticas de una ciudad cuyo espacio fue arrebatado por los ingenieros a sus gélidas aguas, donde escaseaban los materiales nobles, el frío paralizaba las construcciones, y siempre se corría el riesgo de no disponer de artífices capaces de proyectar y construir al ritmo que los príncipes rusos imponían. Y es que, más allá del dinero y la mano de obra abundante, construir grandes obras en semejante contexto requería inventiva, destreza y, sobre todo, ingenio.
Es por eso que un personaje como Agustín de Betancourt, poseedor de éstas y otras tantas cualidades intelectuales y científico-técnicas, ascendió de manera meteórica en la esfera arquitectónica e ingenieril de la Rusia imperial, cuyo sistema ofrecía todos los medios
19 NAVONE, 2004a, 691.
20 NAVONE, 2004a, 678.
21 CUSTINE, 1843, car ta octava.
22 CUSTINE, 1843, car ta octava.
Plan de la ville de St. Petersbourg. Composé à L’Etat-Major de Sa Majesté L’Empereur par le Général-Major de Vitzthum, et Gravé au Depot topographique Militaire , grab. calc., 1823 . Biblioteca Nacional de España.
posibles a aquellos que fueran capaces de materializar las a menudo megalómanas ambiciones del sistema zarista. Así, cuando Montferrand llegó a San Petersburgo, no solo encontró ese ambiente constructivo enloquecido que tanta riqueza y desesperación producía a los Adamini, sino que pudo gozar del apoyo de un ingeniero “de Estado”, creador de la principal escuela de formación para estos artífices en Rusia, y que presidía, entre otros cargos, el Comité para los edificios y los trabajos hidráulicos de la ciudad 23. Desbordado por sus numerosos empeños, y consciente del incipiente talento arquitectónico del francés, poco después de su llegada a la ciudad, Betancourt puso en sus manos el destino del que iba a ser el edificio más importante de su carrera, así como uno de los proyectos más destacados de la Europa de mediados del siglo XIX ; la construcción de la catedral de Saint Isaac. En esta gran obra, a las ya habituales complicaciones técnicas de la construcción en terreno petersburgués, había que añadir la dificultad de respetar la voluntad imperial de conservar, cuanto fuera posible, la iglesia que Carlo Rinaldi había construido para Catalina la Grande a finales del siglo XVIII. Hacia 1818, tras varios concursos fallidos24, y gracias a la promoción de Betancourt, el zar otorgó la concepción de la iglesia a Montferrand, creando una comisión específica para esta obra en la que Betancourt jugó un rol capital en materia de corrección de los distintos proyectos presentados por el arquitecto25. La construcción estuvo enturbiada por encendidas polémicas y críticas, capitaneadas por el arquitecto francés Antoine-François Mauduit26. Éste expuso públi-
23 S obre las principales comisiones de gestión arquitectónica en la ciudad, ver GOUZÉVITCH I., 2005 ; GONZÁLEZ TASCÓN, 1998, 278-281.
24 L ANDRÉ, 2009, 63.
25 CHOUÏSKI, 2009, 236.
26 S obre esta polémica, ver NAVONE, 2010, 104-105; GOUZÉVITCH D., 2008.
de Montferrand, Vista general de la Catedral de Saint Isaac, en Notice historique sur la cathédrale de Saint Isaac, avec la description de sa construction à laquelle sont joints les principaux plans,... et vues... de ce monument , manuscrito con ilustraciones acuareladas, 1842 , París. Bibliothèque Nationale de France.
camente las dudas que le planteaba la propuesta de Montferrand para mantener parte de la construcción que Carlo Rinaldi dejó inacabada, y que fue modificada a marchas forzadas, bajo las presiones de Pablo I, por Vincenzo Brenna, lo que desencadenó problemas estructurales que forzaban su reconstrucción.
Montferrand se apoyó desde 1820 en una política de difusión de sus proyectos a través de la imprenta. Ese año publicaba un volumen con la primera versión de la iglesia aprobada en 1818 27, completado en 1845 por un segundo volumen donde el proyecto definitivo, aprobado en 1825 , era presentado al mundo a través de una suntuosa selección de imá -
27 MONTFERRAND, 1820.
Vista de la demolición y de las partes conservadas de la antigua iglesia de San Isaac, en Auguste de Montferrand, Église cathédrale de Saint Isaac: description architeturale, pittoresque et historique de ce monument , San Petersburgo, Chez Bellizard et Compagnie, 1845 . París. Bibliothèque de l’Institut National d’Histoire de l’Art, collections Jacques Doucet.
genes y textos descriptivos 28. Además de libros, el arquitecto se aseguró de que la prensa periódica, y sobre todo el Journal politique, littéraire et commercial de Saint Petersbourg 29 , cubriera las fases de construcción de la gran catedral, con la vista puesta continuamente en que el eco de estas operaciones llegara hasta Francia, patria a la que siempre ambicionó volver. Las obras fueron dirigidas por Antonio Adamini 30, y todo el proceso de concepción y construcción quedó minuciosamente reflejado en la monografía de 1845 , aunque ya tres años antes se redactó una Noticia histórica de la catedral, con textos firmados por G. Tomaszinsky e ilustraciones acuareladas de Montferrand, que nunca llegó a imprimirse 31 .
Como indica en su Description architecturale, pittoresque et historique de 1845 , el arquitecto intentó posicionar su monumento religioso en la línea histórica de los grandes templos con cúpula, partiendo de Santa Sofía, pasando por San Pedro de Roma y San Pablo de Londres, hasta llegar a la iglesia parisina de Santa Genoveva. Sin embargo, la reflexión histórica comparativa le sirvió sobre todo como encuadre de los modelos estilísticos y compositivos a seguir, modelos a los que Montferrand añadió novedades incontestables, aplicadas fundamentalmente a la técnica constructiva y al uso de nuevos materiales. Entre estos últimos, además del amplio abanico de colores y texturas presentes en los cientos de mármoles, granitos, jaspes y malaquitas con los que fue decorado el interior, el arquitecto se sirvió de una enorme cantidad de hierro forjado de importación con el que creó el esqueleto interno de las bóvedas y la gran cúpula, reduciendo así los costes y los tiempos de construcción gracias al uso de elementos arquitectónicos industriales.
Lo que más llamó la atención del proceso constructivo, fueron las labores para la colocación de las ciento cuatro columnas monolíticas de granito rojo finlandés distribuidas entre los cuatro pórticos principales, la cúpula, y los campanarios de la catedral. En estas operaciones, Agustín de Betancourt jugó un rol esencial, pues fue él quién concibió la espectacular estructura de los andamios de madera que se utilizaron para la erección de las inmensas columnas de los pórticos, que llegaron a San Petersburgo a bordo de barcos concebidos específicamente para su transporte. Es curioso que, a pesar de que Montferrand
28 MONTFERRAND, 1845.
29 D iversas descripciones de la catedral se publicaron el 11 y 23 de noviembre de 1837, el 5 de mayo y el 11 y 23 de noviembre de 1838.
30 SUJSKIJ, 2008.
31 P arís, BnF, RESERVE VG-171-FOL. Entre los 18 suscriptores oficiales de la monografía de 1845, estaban el director del Louvre, el director del museo de Versalles, y numerosos arquitectos franceses de prestigio, como Fontaine, Vaudoyer, Destourches, o Visconti.
Auguste de Montferrand, Sección de la catedral (detalle de la cúpula), en Notice historique sur la cathédrale de Saint Isaac, avec la description de sa construction à laquelle sont joints les principaux plans,... et vues... de ce monument , manuscrito con ilustraciones acuareladas, 1842 . París. Bibliothèque Nationale de France.
Vista del edificio rodeado de todos sus andamios, en Auguste de Montferrand, Église cathédrale de Saint Isaac: description architeturale, pittoresque et historique de ce monument , San Petersburgo, Chez Bellizard et Compagnie, 1845 . París, Bibliothèque de l’Institut National d’histoire de l’art, collections Jacques Doucet.
le dedique largas páginas y bellas imágenes a la cuestión de los andamios, el arquitecto nunca cite a Betancourt, muerto más de veinte años antes de la publicación del libro sobre la catedral. Durante la construcción, toda la plaza se transformó en una suerte de industria bulliciosa, poblada de depósitos, oficinas, máquinas para moler el cemento y pulir los granitos, e incluso un espacio para la exposición de las distintas maquetas que se concibieron para el estudio y la discusión de las fases del proyecto. Así, a lo largo de varias décadas, reinó en medio de este gran espacio urbano un andamio gigante que se convirtió, desde las primeras operaciones ideadas por Betancourt, en una obra arquitectónica con protagonismo proprio. Gracias a la resistencia de estos andamios, unida a un sofisticado sistema de cabestrantes perfeccionado por el ingeniero español, la primera gran columna de los pórticos fue erigida, en presencia de toda la familia imperial y en medio del gentío, el 20 de
Auguste de Montferrand, Vista de las maniobras para el posicionamiento de las columnas de la cúpula, en Notice historique sur la cathédrale de Saint Isaac, avec la description de sa construction à laquelle sont joints les principaux plans,... et vues... de ce monument , manuscrito con ilustraciones acuareladas, 1842 . París. Bibliothèque Nationale de France.
marzo de 1828 32. Los muros del edificio estaban aún sin cerrar, y la operación duró, para maravilla de propios y extraños, menos de una hora.
Una vez concluida la base del tambor en 1837, se procedió a las delicadas maniobras de elevación y colocación de las columnas de la cúpula a través de un sistema de rampas y andamios móviles. Montferrand consideraba estos trabajos como “un éxito completo que coronó una operación que no contaba, hasta ese día, ejemplos en la historia el arte, y que
32 LANDRÉ, 2009, 83.
no tenía referentes en las obras que tratan sobre la construcción” 33. El buen ritmo de las operaciones, permitió que el 14 de septiembre de 1839, a más de cien metros de altura, unos dos mil obreros “repartidos por las escaleras y diseminados sobre los andamios que lo rodeaban todo” 34 participaran en la ceremonia de bendición de la gran cruz que había de coronar la cúpula, cubierta de un bronce dorado que la había convertido en un “nuevo astro que guía a los numerosos barcos que se dirigen hacia la capital” 35 .
Ya desde el otoño de 1830, cuando las maniobras de construcción de los cuatro pórticos colosales se dieron por acabadas, el público petersburgués pudo contemplar la belleza del nuevo e imponente bosque columnario de granito, que desde sus primeras fases había adquirido una fama internacional 36 .
Por esas fechas, en medio de la cercana plaza del palacio de Invierno, recientemente reconfigurada por Carlo Rossi, se acaban los cimientos del segundo proyecto que marcaría la obra del arquitecto Montferrand, y en el que el influjo del savoir faire de Betancourt fue de nuevo determinante. Tras la muerte de Alejandro I en 1825, su sucesor, Nicolás I, aprobó la construcción de un gran monumento dedicado a su hermano mayor con el objetivo de conmemorar sus victorias sobre las tropas de Napoleón. La columna monumental de Alejandro supuso una nueva ocasión para Montferrand a la hora de mostrarse ante los ojos de la Europa artística de su tiempo, para lo cual procuró, de nuevo, que la prensa y la imprenta dieran buena cuenta de este proyecto. Además de favorecer la publicación en 1832 de un volumen que reunía diversos artículos en los que se daba cuidada noticia de esta iniciativa 37, el francés publicó en 1836 una elegante monografía sobre el monumento que precedió en su formato y estilo el volumen sobre la catedral publicado nueve años después 38. Convencido del potencial que este monumento político dedicado a los poderes de la Restauración podía tener para sus ambiciones de retorno a Francia, Montferrand regaló a Luis Felipe de Orleans un volumen acuarelado con una descripción de la colum -
33 MONTFERRAND, 1845, Cap. V, 40.
34 MONTFERRAND, 1845, Cap. VIII, 60.
35 Journal de Saint Petersbourg, 14 de febrero de 1842.
36 Así, por ejemplo, r etomando la información aportada por el Diario de Roma, CANCELLIERI, 1821, 3, elogiaba desde Roma “el maravilloso transporte” de las columnas “de dimensiones colosales” destinadas a los pórticos “de la gloriosa basílica de S. Isaac”.
37 MONTFERRAND, 1834.
38 MONTFERRAND, 1836.
na 39, proponiéndole, además, el lujoso obsequio de una maqueta de pórfido del monumento 40. En la carta enviada al rey con sus dibujos, Montferrand se expresaba así:
Sire,
Mientras que por vuestras ordenes, los franceses atraviesan los mares con entusiasmo, para transportar a París el obelisco de Cleopatra, otro francés rompe las rocas de Finlandia y eleva en la capital de los zares 48 columnas en granito cuyas proporciones gigantescas sobrepasan en mucho las que la antigua Roma posee aún. Pero, no siendo esto suficiente para su reconocimiento hacia el suelo extranjero que lo acogió, ahora ejecuta un monumento más extraordinario que supera en sus proporciones a aquellos del antiguo Egipto 41 .
Auguste de Montferrand, Plans et détails du monument consacré à la mémoire de l’empereur Alexandre, ouvrage dédié à sa Majesté Nicolas I , París, Chez Thierry Frères, 1836
En su misiva, el arquitecto hacía referencia a uno de los proyectos estrella del embellecimiento urbano del París de Luis Felipe; el trasporte y colocación en la célebre plaza de la Concordia del obelisco de Luxor, que conoció de primera mano durante los meses de estancia que realizó en la capital gala en 1830. Esta iniciativa tuvo numerosos puntos en común en sus aspectos materiales, mediáticos y propagandísticos con la construcción de la columna Alejandrina de San Petersburgo. No acaso, tanto Montferrand como el ingeniero francés a cargo del monumento parisino, Jean Baptiste Lebas, se posicionaron a sí mismos en una genealogía que, desde el antiguo Egipto, se prolongaba hasta el precedente mítico de los obeliscos erigidos en Roma por Domenico Fontana. Aun así, a diferencia del caso petersburgués, la proeza parisina de Lebas, también difundida por la prensa cotidiana y especializada, y de la que su autor realizó una publicación monográfica 42, fue una victoria para el campo
39 P arís, BnF, Estampes, FOL-VG-172.
40 París, Archives Nationales de Francia, 20150044/65. Informe al ministro del Interior de Francia sobre la proposición de Montferrand, que incluía “una vista del Palacio de Versalles”, 16 de junio de 1837.
41 19 de no viembre de 1830, citada en LANDRÉ, 2009, 79.
42 LEBAS, 1839.
Retrato alegórico de Jean Baptiste Lebas , noticia necrológica publicada en Le Monde illustré , 11 de enero de 1873 . Colección particular.
de los ingenieros pues, a pesar de sus ambiciones sobre este proyecto, el arquitecto estrella del periodo, Jacques Ignace Hittorff, hubo de contentarse con el rediseño de la plaza, y la decoración de la base del monumento. En 1836, Lebas triunfaba en París con la erección de su obelisco en presencia de toda la familia real, mientras que Montferrand publicaba en la misma ciudad, y sirviéndose de grabadores franceses, el texto en el que explicaba el hito de naturaleza similar conseguido en San Petersburgo cuatro años antes. Como haría con el volumen de la catedral, en la monografía sobre la columna Alejandrina, Montferrand construyó un discurso histórico-arquitectónico para ensalzar el monumento, y a él como creador del mismo, presentándose como un artífice capaz de llevar a cabo labores propias de ingenieros míticos. Sin embargo, una vez más, esta operación fue sobre todo posible gracias a otro extraordinario castillo de andamios que derivaba de las creaciones concebidas por Agustín de Betancourt para las columnas de la catedral de San Isaac 43 .
43 NAVONE, 2001, 40.
Comparación entre las columnas de Alejandro, Napoleón, Trajano, Antonino y Pompeyo, en Auguste de Montferrand, Plans et détails du monument consacré à la mémoire de l’empereur Alexandre , París, Thierry Frères. 1836. España. Ministerio de Defensa. Biblioteca Central Militar.
En el libro, el arquitecto francés reflexiona sobre la posición de su monumento en una línea histórica de columnas triunfales que, desde la columna de Pompeyo, hasta la columna Vendôme, habían servido de modelos para un proyecto que debía superar en dimensiones y esplendor a sus precedentes. Montferrand hace especial hincapié en los aspectos materiales y técnicos de este episodio, confiriéndoles un aire casi sagrado que parte del “descubrimiento” del monolito de granito en las canteras finlandesas, convertidas en un lugar de memoria nacional. Así, su elección como “cuna” de extracción del material para la columna, puso esta cantera a la vista de la curiosidad internacional, lo que favoreció que, ya desde 1819 , el príncipe Carlos de Prusia y varios embajadores extranjeros la visitaran. El 31 de julio de 1830 , el zar vino en persona a aplaudir “las grandes obras que se hacían en esta cantera”, acto que inauguró una moda de “viajeros, que se desvían adrede de su ruta para admirar la roca que ha sido cortada a lo largo de cien pies, y cuyo aspecto es el de una muralla de granito excavada en la roca”44. Montferrand consideraba este espacio como un lugar especial que marcaba el punto de partida de una gran gesta arquitectónica, convirtiendo ese muro excavado con precisión para extraer el inmenso bloque de granito
44 MONTFERRAND, 1836, Capítulo III, 5-6.
en una obra autónoma “que debía mostrar al viajero la potencia y el coraje incansable de los rusos” 45. Es por eso que, tras haber sido “profanada” para la extracción de más material ajeno a la gran columna Alejandrina, el arquitecto deploraba que este monumento hubiera dejado de existir, pues “había sido destruido, sin que sus fragmentos irregulares, amontonados por el suelo, hayan sido aprovechados por la avaricia de los que lo habían arrasado” 46, borrando para siempre la inscripción, grabada en 1831 sobre la superficie lisa del granito, que elogiaba la extracción del monolito dirigido a San Petersburgo. Los detallados textos y el rico aparato iconográfico del libro, relatan como “desde la llegada de
45 MONTFERRAND, 1836, Capítulo III, 18.
46 MONTFERRAND, 1836, Capítulo III, 18.
la columna [a la capital], una gran cantidad de gente venía cada día a visitarla”47, marcando así el inicio de un fenómeno de público siempre maravillado ante las operaciones previstas para la erección de la columna.
Este interés fue incrementándose a medida que en la plaza se construían las estructuras necesarias para la conclusión de la obra durante las semanas en las que “a penas se podía contener a la masa de gente que quería atravesar las barreras de contención”, puesto que “a pesar de los peligros que parecen ofrecer obras de este género, asegurados por la solidez de los andamios y la potencia de las máquinas, todos admiraban sin miedo” el transporte del monolito al centro de la plaza. Allí, siguiendo la técnica adoptada para los pórticos de la catedral, se excavó un lecho de pilotes de madera sobre el cual se depositaron sólidos cimientos de granito para sustentar la base del monumento, constituida por un monolito de granito sobre el que debía erigirse la columna. Siguiendo el sistema de andamios y cabrestantes perfeccionado por Betancourt para los pórticos de San Isaac 48, se construyó una estructura piramidal, de la que Montferrand hizo una maqueta que fue expuesta al público, sobre una base cuadrangular de obra a la que se accedía por un sistema de rampas. Esta estructura remitía, en su técnica y su simbolismo, al castillo lignario concebido para la erección del célebre obelisco Vaticano por Domenico Fontana 49, arquitecto originario del cantón Ticino, compatriota y evidente modelo para Antonio Adamini, encargado de la dirección de esta obra colosal 50. El 30 de agosto de 1832 , en medio de una plaza “cuyas casas estaban llenas de gente hasta los tejados […] con el edificio circular del Estado Mayor, similar aquel día a los anfiteatros de la antigua Roma, conteniendo él solo 10.000 personas” 51, el monolito granítico de casi 700 toneladas “rodeado de un bosque de cables” fue posicionado sin sobresaltos sobre su pedestal. Dos días antes, para asombro del público, se había realizado una prueba que consistió en suspender en el aire la inmensa columna durante una hora, asegurando así el éxito certero de este milagro laico de la ingeniería moderna. Previamente, y como queriendo apoderarse de las reliquias que este evento único produjo, “un gran número de personas se precipitaron sobre los fragmentos de los
47 MONTFERRAND, 1836, Capítulo III, 18.
48 P AVLOV, 2009, 178.
49 A través de su sus publicaciones, F ontana propuso un modelo de gran importancia tanto para Betancourt en San Petersburgo, como para Lebas en París, como señala CARAFFA, 2011.
50 NAVONE, 2001.
51 MONTFERRAND, 1846, 24.
Domenico Fontana, Della trasportatione dell’obelisco vaticano et delle fabriche di Nostro Signore papa Sisto V fatte dal cavallier Domenico Fontana , Roma, Domenico Basa, 1590 . Biblioteca Nacional de España.
troncos de madera [aplastados por el peso de la columna en su camino hacia el centro de la plaza] y se los llevaron consigo, como recuerdo de un resultado tan feliz” 52. Ya sobre su pedestal, la columna fue pulida y decorada en sus últimos detalles durante dos años. Los bajorrelieves de la base fueron colocados, y el monolito fue coronado con un capitel sobre el fue incrustada una escultura de bronce que, bajo los trazos del emperador Alejandro I, representaba un ángel mirando a la tierra y señalando al cielo. El 30 de agosto de 1834, todo San Petersburgo concurrió a la célebre plaza para la fastuosa inauguración del monumento53. En el marco de este evento, Montferrand coordinó la construcción de las arquitecturas efímeras que transformaron ese espacio urbano en un “inmenso anfiteatro” cuyo público fue testigo de una ceremonia que reunió a los tres principales poderes del Imperio: la monarquía, la religión, y el ejército. Bajo la atenta mirada de la familia imperial, la plaza fue el espacio “de miles de oraciones que se elevaron desde todas las partes hacia el cielo” cuando el alto clero entonó un Te Deum 54, acto que fue seguido de un espectacular desfile militar en torno al monumento que representaba fielmente la imagen del imperialismo arquitectónico ruso que el zar quería transmitir al mundo. Al caer la noche, la columna fue iluminada con cuatro grandes trípodes, y los teatros se abrieron gratuitamente para los militares presentes en la capital. No pocos presenciaron tales eventos desde los andamios que cubrían el cuerpo de la catedral de San Isaac, cuya consagración fue celebrada el 30 de mayo de 1858 , pocas semanas antes de la desaparición del proprio Montferrand, y más de treinta años después de la muerte del ingeniero que había hecho posible las operaciones constructivas más complejas y mediáticas de ambos monumentos.
AMBICIÓN, AUTOPROMOCIÓN, Y LIBROS DE ARQUITECTURA
En medio del entusiasmo colectivo de aquel día glorioso, parece ser que el zar se dirigió a su arquitecto y exclamó “Montferrand, ¡es usted inmortal!55. El monarca dictó que le fuera conferida la prestigiosa Orden de San Vladimir de tercera clase, y le atribuyó una pensión vitalicia. La carrera de Montferrand prosiguió, aunque el ambiente artístico de la Rusia de mediados del siglo XIX se volvió muy distinto a ese contexto de apertura e infinitas posibili -
52 MONTFERRAND, 1834, 62.
53 Los detalles de esta cer emonia fueron publicados en el Journal de Saint Petersbourg del 4 de septiembre de 1834.
54 MONTFERRAND, 1836, 38.
55 MONTFERRAND, 1834, 63.
Vista general de la ceremonia militar, civil y religiosa para la inauguración del monumento, en Auguste de Montferrand, Plans et détails du monument consacré à la mémoire de l’empereur Alexandre , París, Thierry Frères. 1836. España. Ministerio de Defensa. Biblioteca Central Militar.
dades para los artífices extranjeros que acogió a Betancourt, Montferrand, o los miembros de la familia Adamini. Uno de ellos, León, describía en una carta a su hermano el nuevo y poco halagüeño contexto:
Aquí y ahora ha cambiado Rusia de blanco a negro, aunque sea aún un país de recursos, te he de decir que solo me sostengo porque todos me aprecian, y se hacerme apreciar, aunque todos los nuestros no viven, sino que sobreviven. Los primeros arquitectos son Brullov, Efimov, Gialosevts, Tschernic …todos estos no emplean a ningún maestro de obras más allá de Brullof, o incluso a sus propios alumnos, de los que tienen cada uno ocho o diez: el invierno les ponen a dibujar, y el verano les ponen a trabajar en sus obras 56
56 Car ta del 20 de abril de 1853, citada en NAVONE, 2007, 414.
Hacia 1850, figuras como Betancourt o Montferrand eran ya parte de la historia artística de una nación que parecía, por fin, ser autosuficiente. Las múltiples condecoraciones y reconocimientos sociales y económicos que recibió el francés, quién fue verdaderamente inmortalizado en el bronce de las esculturas de uno de los tímpanos de la catedral portando la maqueta de su célebre templo, no le ayudaron a conseguir el que pareció ser siempre uno de sus objetivos principales: regresar a Francia con los honores necesarios para realizar una carrera de éxito. Es en el contexto de esa ambición que se enmarcan claramente sus numerosas publicaciones, apoyadas en un uso inteligente y persistente de la prensa escrita como espacio de propaganda personal. No en vano, al final del compendio de artículos sobre la columna Alejandrina que publicó en 1834, el arquitecto daba a conocer la estructura de las entregas periódicas ilustradas que darían lugar al volumen final de 1836 “confiado a los primeros artistas de París, e impreso
Plano, perfiles y detalles del sistema de hierro fundido y hierro forjado de las bóvedas y áticos sobre los grandes pórticos, con la indicación de la estructura para mantener el empuje de los arcos de descarga sobre los arquitrabes, en Auguste de Montferrand, Église cathédrale de Saint Isaac: description architeturale, pittoresque et historique de ce monument , San Petersburgo, Chez Bellizard et Compagnie, 1845 . París, Bibliothèque de l’Institut National d’Histoire de l’Art, collections Jacques Doucet.
únicamente en quinientos ejemplares”57. Montferrand se familiarizó con este tipo de estrategias comerciales en el París de sus maestros Percier y Fontaine, quienes desde la publicación en 1798 de su célebre colección de casas y palacios de Roma, basaron gran parte de su fortuna crítica y económica en la producción de publicaciones de arquitectura vendidas por fascículos58. Los dos grandes libros de Montferrand comparten características estilísticas en sus textos, y poseen convenciones gráficas muy similares en sus imágenes. Impresos y litografiados en París, ambos volúmenes se estructuran a través de una serie de capítulos en los que las reflexiones históricas se mezclan con profusas descripciones técnicas y constructivas, a lo que se añaden datos sobre la materialidad e incluso los proprios obreros encargados de la construcción de los monumentos. De la monocromía total del volumen sobre la columna Alejandrina, Montferrand añadió algunas láminas a color en el libro sobre la catedral, dedicadas fundamentalmente a ilustrar de manera más clara aspectos constructivos novedosos,
57 MONTFERRAND, 1834, 69.
58 GARRIC, 2004.
Doble página siguiente: Vista interior de la Sala de Ejercicio en Moscú, en Agustín de Betancourt, Description de la Salle d´Exercice de Moscou , San Petersburgo, Alexandre Pluchart, 1819
como la estructura de hierro forjado que recorre las entrañas del templo. El arquitecto dividió las imágenes de sus volúmenes entre planchas de gran formato, donde alternaba elaboradas vistas en perspectiva, con plantas, alzados y secciones geométricas, y pequeñas viñetas “anecdóticas”, pero dotadas también de ricos significados.
Con los textos publicados sobre sus proyectos, Montferrand quiso afirmarse en un campo de su disciplina, la edición de libros de arquitectura moderna, que desde mediados del siglo XVIII había conquistado una importancia fundamental en la carrera de numerosos creadores franceses e italianos. Los arquitectos expatriados en la Rusia de las infinitas obras, importaron el interés por estas publicaciones en las que la voluntad de generar un objeto de consumo y coleccionismo artístico que pudiera procurar beneficios directos a su autor, se aliaba con la ambición de difundir la propria obra arquitectónica ante los ojos de eventuales patronos de prestigio. Agustín de Betancourt no fue ajeno a esta manera de difundir sus obras e intereses en la esfera pública de la Rusia de su tiempo, ya fuera a través del impulso de publicaciones periódicas como el Journal des voies de communication 59, en el que se discutió de manera póstuma sobre algunos de sus mayores logros, o monografías sobre sus nuevas creaciones técnicas o constructivas, como el célebre picadero de Moscú, del que publicó
59 GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 2008.
una cuidada descripción ilustrada en 181960. Partiendo del ejemplo pionero del volumen que Marino Carburi publicó en 1777 en París para ilustrar la construcción del monumento a Pedro el Grande 61, el efervescente horizonte de nuevos proyectos arquitectónicos de la Rusia imperial fue difundido en las publicaciones de Giacomo Guarenghi, quién dedicó sendas publicaciones monográficas a sus proyectos para el teatro del Hermitage en 1787, y la banca del Estado en 1791. En 1810, el propio Quarenghi publicaba el primer volumen de una colección de estampas sobre sus proyectos arquitectónicos para San Petersburgo62, mientras que Luigi Rusca daba a conocer dos tomos profusamente ilustrados sobre los principales edificios privados y públicos construidos “en San Petersburgo, y en el interior del Imperio ruso”63. Un tema prácticamente idéntico ocupaba el interés de colección de estampas que Jean-François Thomas de Thomon, autor del extraordinario palacio de la bolsa petersburguesa, publicaba en esa ciudad en 180664. El propio Montferrand contaba en uno de sus libros como “los grandes y numerosos proyectos de arquitectura ejecutados en esta capital [San Petersburgo], hicieron nacer en mi la idea, poco después de llegar a Rusia, de publicar una obra bajo el título de San Petersburgo y sus monumentos bajo el reinado de Alejandro ” 65. Sin embargo, la rápida implicación en el proyecto de la catedral, gracias al influjo de un Betancourt al que nunca citó explícitamente como autor de los célebres andamiajes que destacaron en sus publicaciones, le impidió llevar a cabo esta iniciativa. Con esta idea, Montferrand pretendía insertarse en un mercado internacional que, por aquel entonces, ya había enriquecido el imaginario artístico europeo con numerosas imágenes de la nueva arquitectura rusa, convertidas en un objeto de interés, estudio y colección, y en la carta de presentación de una élite de patronos cosmopolitas que aspiraban a conquistar un nuevo estatus. El francés captó rápidamente el valor de los prestigiosos encargos que pronto empezaron a caer en sus manos. Esa autoconsciencia, le llevó a incluir en el frontispicio de su libro sobre la catedral de 1820 una locución latina extraída de las Odas de Horacio que resumía bien lo que esperaba de las grandes obras que aspiraba a dirigir en Rusia: Non omnis moriar , “no moriré enteramente”. Desde hacía siglos, este tipo de monografías concebidas
60 ÉGOR OVA, 2019.
61 CARBURI, 1777.
62 Q UARENGHI, 1810.
63 S obre esta obra, ver DUBBINI, 2008.
64 THOMON, 1807.
65 MONTFERRAND, 1820, I ntroducción.
por arquitectos66, fueron usadas como un espacio de clara propaganda política para una serie de grandes patronos cuyo favor era materia de ambiciones, competiciones y envidias. Sus autores pretendieron también dejar constancia de sus grandes proyectos ante el perenne temor a la obra nunca acabada, aunque en el caso de Montferrand, éste pudiera ver en vida como sus dos grandes monumentos en Rusia se materializaron tanto en granito y bronce, como en tinta y papel. Estos libros fueron sobre todo utilizados como un trampolín profesional, un canal de difusión de un alcance cada vez más grande, un billete de visita en el que cada frase y cada imagen retrataban las cualidades de su autor.
La catedral y la columna dibujadas y publicadas por Montferrand, cuentan una historia de ingenio y de proezas de la ingeniería moderna, proponen una reflexión histórica sobre el progreso de los imperios modernos, y demuestran los beneficios de la técnica al ser aplicada convenientemente a tipologías y formas de la tradición clásica. En el centro de todo ello, el único y verdadero punto de convergencia era la figura del creador capaz de asumir desafíos reservados a pocos elegidos. El propio Antonio Adamini era bien consciente de este proceso, pues estuvo siempre atento a la consolidación de su propia fama mientras que aseguraba a la vez la estabilidad profesional de su “dinastía” de constructores. Así, al comprender la grandilocuencia de las operaciones que hubo de dirigir en San Petersburgo entre los andamios de Betancourt, y bajo las órdenes de Montferrand, Adamini concibió su propia estrategia de promoción a la sombra de las columnas de granito colosales que ayudó a erigir gracias a su incuestionable pericia. Además de enviar una maqueta a escala de la estructura construida para la columna Alejandrina a Pietro Nobile, arquitecto de gran influencia en la corte de Viena, Adamini dejó inédita una serie de detallados dibujos sobre la construcción del monumento, que sin duda pensó en publicar en una suerte de monografía que sirviera como retrato impreso de sus capacidades profesionales 67. Sin embargo, fue Montferrand quién, además de otras publicaciones sobre proyectos como el célebre liceo imperial de Odesa (1817), pudo finalmente concretizar en sus dos grandes monografías la imagen de sí mismo que todo arquitecto desea transmitir a la posteridad. A través de las estampas en las que siempre destaca el carácter colosal de los edificios representados con respecto a los ciudadanos que les rodean, Montferrand se presentó como el Vitruvio de un Augusto moderno, príncipe constructor de la nueva Roma que había surgido a orillas del Neva.
66 S obre estos libros en la cultura arquitectónica francesa, ver MASSOUNIE, 2016.
67 NAVONE, 2004b, 697-699.
Vista de la columna Alejandrina sobre las ruinas de San Petersburgo, en Auguste de Montferrand, Plans et détails du monument consacré à la mémoire de l’empereur Alexandre , París, Thierry Frères, 1836. España. Ministerio de Defensa. Biblioteca Central Militar.
Aunque sus proezas solo fueron posibles gracias a la pericia de su colega ingeniero español, Montferrand consiguió innovar en sus dos construcciones, creando un monumento político único en su género, y un monumento artístico, en forma de catedral, en el que convergen de manera anticipada todos los grandes temas que articularon la arquitectura del siglo XIX europeo, desde la abundancia de la policromía, a la introducción de elementos industriales perfectamente mimetizados con una estética clásica. Incluso si jamás obtuvo el ansiado retorno en patria bajo los laureles de sus victorias arquitectónicas en la lejana Rusia, el joven arquitecto que llegaba a San Petersburgo en 1816 tuvo visión, o más bien “una visión”, de lo que la arquitectura pública era capaz de asegurar a aquellos que supieran aprovechar ese contexto. Alcanzar la gloria en su disciplina y grabar su nombre sobre el mismo granito de la historia, eran sueños realizables en una ciudad en la que se conseguían construir edificios que en cualquier otra latitud de Europa, jamás hubieran superado el papel.
Por eso, en la última viñeta del volumen sobre la columna de Alejandro, Montferrand propuso una sugerente imagen de inspiración ucrónica, en la línea del Versalles en ruinas que Louis-Sebastien Mercier soñaba en su Año 2240 Así, el arquitecto francés imaginaba la impresión de un viajero que, adentrándose en el mar del Norte, encontraría por sorpresa la estatua ecuestre del zar Pedro aislada “sobre las ruinas de una gran ciudad” sumergida bajo las aguas. En esta urbe proyectada hacia un futuro imaginario, solo quedaban fragmentos de la antigua capital poblada de columnatas de granito que, en esta imagen evocadora, se habían transformado en los restos visibles de templos desiertos, erigidos por una civilización colapsada y enmudecida. Y ahí, “de pie, en medio de las aguas agitadas, estaría la columna Alejandrina, mostrando aún la gloria imperecedera de los inmortales soberanos de Rusia”. Sin embargo, más allá del elogio a sus antiguos patronos, lo que esa columna demostraba es el valor del ingenio de un arquitecto cuyo nombre, como el de tantos artífices de imperios pasados, se había perdido en el naufragio de la historia, pero cuya memoria se hacía presente a ojos de visitantes futuros a través de un monumento de bronce y granito convertido en eterno a pesar del desgaste de los elementos, y del paso del tiempo.
Antonio Adamini, Autoretrato alegórico, en Diario de Lavori Fati alla Construzione del Monumento eretto in onore di Alesandro Imo. Disegnati ed eseguiti del Cavaliere A.D. Adamini , 1835 . San Petersburgo, Biblioteca de la Universidad de las vías de comunicación “Emperador Alejandro I”.
PRÁCTICA DE LA OBRA VERSUS CIENCIA DE LA CONSTRUCCIÓN.
LOS INGENIEROS DEL CUERPO DE VÍAS DE COMUNICACIÓN A TRAVÉS DE LA MIRADA DE LOS CONSTRUCTORES TESINESES*
NICOLA NAVONE
Archivio del Moderno, Accademia di architettura, Università della Svizzera italiana
En memoria de Nardo Adamini
El contexto de la San Petersburgo de las tres primeras décadas del siglo XIX, momento de ascensión del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación, nos permite observar la obra de Agustín de Betancourt desde una perspectiva particular: la de los arquitectos originarios del cantón del Tesino (Suiza) que, desde la época de Domenico Trezzini, y remontándose a los orígenes de la ciudad, desempeñaron un papel crucial en las obras petersburguesas. La fortuna de estos artífices en la tierra de los zares, y en particular en la nueva capital del Imperio, ha sido objeto de numerosos estudios, sobre todo en los últimos veinticinco años. Esta producción historiográfica, ha adoptado una metodología comparativa de las fuentes rusas con los fondos repatriados por estos arquitectos y maestros de obras tras el final de sus carreras en Rusia1. En ese ámbito, sus correspondencias revisten un especial interés. Además del denso intercambio epistolar con sus parientes en el país de origen, en su mayoría esposas que se encargaban de administrar sus propiedades, cultivar sus campos y educar a sus hijos, estas
* Traducción del italiano a cargo de Adrián Fernández Almoguera.
1 Los av ances y perspectivas inéditas recientes sobre esta problemática, han sido posibles gracias a los proyectos de investigación desarrollados por el Archivio del Moderno de la Università della Svizzera italiana, sintetizados en NAVONE y TEDESCHI, 2004.
cartas incluyen ricos diálogos con amigos y colegas, lo que nos permite reconstruir, al menos en parte, la red de relaciones y los métodos de trabajo que se desarrollaban en las obras en las que trabajaban estos arquitectos constructores a orillas del Neva 2 .
Conviene recordar que la fortuna de los creadores tesineses en San Petersburgo, Moscú y las provincias imperiales, nació y se desarrolló en el seno de dichas obras, generalmente en el papel de kamennych del master (lo que podríamos traducir como “maestro de obras”). Esa figura capital era a quien se encomendaba la supervisión de los trabajos de construcción (y, en particular, de albañilería) así como la coordinación de las distintas actividades3. Entre sus tareas, se encontraba solicitar y registrar el suministro de materiales de construcción, verificar su calidad y correcta instalación, elaborar, de acuerdo con el arquitecto, presupuestos e instrucciones, y redactar los planos de la obra. Esta posición polifacética no sólo requería conocimientos técnicos, capacidad de organización y flexibilidad operativa, sino también el manejo de la lengua rusa, indispensable para comunicarse con los contratistas (podrjadiki), en su mayoría rusos, y con los capataces (desjatniki), encargados generalmente de dirigir la mano de obra local.
En realidad, el kamennych del master desempeñaba un papel mucho más importante de lo que podría sugerir el término “maestro de obras”, pues actuaba como enlace directo entre el arquitecto, los contratistas y la mano de obra. La cualificación no siempre adecuada de estos últimos, y las estratagemas especulativas de los contratistas, exigían en la obra la presencia de maestros de obras especializados y honrados que actuaran como garantes del arquitecto y del cliente. No en vano, “probada habilidad y honradez” eran precisamente las cualidades que Giacomo Quarenghi exigía a sus maestros de obras, a veces con poco éxito, pues sabemos que en una ocasión se vio obligado a establecer para uno de estos “tales condiciones que puedan impedirle lo que hacen todos, es decir, robar” 4. Probablemente este sea el principal aspecto que deba señalarse en la cuestión que aquí planteamos, esto es, el carácter crucial de la relación entre el arquitecto y el maestro de obras (o mejor dicho, el kammenych master ) en medio de las peculiares condiciones en las que operaban estos actores en el contexto ruso. Ante todo, tenemos que considerar la intensidad de la actividad constructiva de la corte, a propósito de la cual Catalina II llegaría a hablar, en una famosa carta a Friedrich Melchior Grimm, de “furor de construir”, comparándola con una adicción equiparable al alcoholismo
2 A este respecto, más allá del epistolario de los arquitectos Adamini, transcrito por A. Mario Redaelli, aunque aún inédito, cabe señalar NAVONE, 2009
3 NAVONE, 2010.
4 Z ANELLA, 1988, 175.
Tomaso Adamini, Planos de las fachadas principal y posterior, planta del primer piso, y secciones sobre el pórtico, los cuerpos de servicio y la sala de las asambleas del Instituto Smol’ny de San Petersburgo, obra de Giacomo Quarenghi , h. 1808. Archivio del Moderno de Balerna, Fondo Adamini.
que multiplicaba desproporcionadamente (en número, por supuesto, pero también en tamaño) los encargos confiados a los arquitectos de la corte5. En una famosa carta autobiográfica del 1 de marzo de 1785 a Luigi Marchesi, Giacomo Quarenghi enumeraba los no menos de sesenta “proyectos y fábricas” que le habían encargado desde su llegada a San Petersburgo, muchos de los cuales ya se habían construido o estaban en curso de construcción, no sólo en la capital, sino también en Moscú y en las provincias6. Es evidente que tal cantidad de iniciativas no habría sido posible sin la contribución de los maestros de obras y, en particular, de los tesineses, sobre los cuales Quarenghi, según su experiencia y su estado de ánimo, difundía
5 Ca terina II a Friedrich Melchior Grimm, Carskoe Selo, 23 de agosto de 1779, en SIRIO, 1878, n. 85, 157-158. 6 Z ANELLA, 1988, 70-77.
elogios con parsimonia o, más a menudo, deploraba su omnipresencia, su “rapacidad”7, y su inclinación a “ faire des cabales ” 8, es decir, a conspirar para obtener beneficios materiales o comisiones de mecenas privados.
Además, en el contexto ruso, el peso de los maestros de obras se multiplicaba, por así decirlo, cuanto más alejado estaba el lugar de ejecución del lugar de elaboración del proyecto, que generalmente era San Petersburgo. Esto confería al kamennych del master un poder especial al servir de vínculo entre la preparación de los modelos en la capital y su aplicación concreta en las provincias. Dicho fenómeno, cobró una especial relevancia durante los reinados de Catalina II y Alejandro I, cuando la necesidad de unificar las distintas regiones del imperio se vehiculó también a través de la difusión de un lenguaje arquitectónico común de matriz clasicista.
La competencia técnica fue sin duda uno de los factores que aseguraron la fortuna rusa de los arquitectos y constructores del Tesino. Esta competencia estaba estrechamente vinculada a su formación, fundada en una práctica precoz en el seno de obras, y realizada mayoritariamente in itinere, circunstancia que favoreció su flexibilidad operativa y su capacidad para interactuar con diferentes prácticas constructivas. Igualmente decisiva fue su habilidad para construir amplias redes de relaciones no sólo (y en primera instancia) entre ellos, sino también con otros técnicos activos en zonas de llegada de flujos migratorios ligados a la construcción. En este contexto, y refiriéndose a Betancourt, se ha observado recientemente que “movilidad, pericia y red son las tres palabras clave que resumen su gran actividad”9. Sin embargo, estos tres conceptos pueden aplicarse con igual pertinencia a los arquitectos y constructores del Tesino, lo que nos lleva a plantearnos sobre qué tipo de “experiencia” y de “red” estamos hablando.
Ante esta pregunta, podemos tomar como punto de partida una anécdota que Leone Adamini, primo de Antonio Adamini, uno de los más estrechos colaboradores de Auguste de Montferrand, relata en una carta a su hermano Domenico, quién estuvo activo durante décadas en San Petersburgo, y que había retornado recientemente a su pueblo de origen en Suiza. El tema de la polémica presente en esta misiva era la construcción del Teatro Alexandrinsky, en el que Leone Adamini trabajaba bajo la dirección del arquitecto de corte
7 “[…] Q uerido Sig. Giuseppe, la envidia es una fea bestia, y de la rapacidad de todos estos maestros de obras de Lugano no te podría hablar con palabras”, carta de Giacomo Quarenghi a Giuseppe Beltramelli, Carskoe Selo, 20 de mayo de 1787, citado en ZANELLA, 1988, 172.
8 Car ta de Giacomo Quarenghi a Michail Michajlovi Izmajlov, San Petersburgo, 5 de agosto de 1790, ZANELLA, 1988, 217.
9 GOUZÉVIT CH, I., 2022a, 127-160.
Domenico Adamini, Vista de la estructura de andamios de madera para la construcción del obelisco al Mariscal Rumjancev-Zadunajskij en San Petersburgo , h. 1818 . Archivio del Moderno de Balerna, Fondo Adamimi.
Carlo Rossi. En su carta, Adamini afirmaba “ya conoces a Rossi, no quiso ir [a una inspección ordenada por el Emperador], enfermó de repente, y para explicar la forma de construcción, y todo lo concerniente al edificio, me envió a mí: no te puedes imaginar las habladurías que salieron de la boca de esas excelencias”10. La “excelencia” que Leone critica no era otra que el ingeniero francés Pierre-Dominique Bazaine11, director entre 1824 y 1834, del Instituto del Cuerpo de Ingenieros de Vías de Comunicación, quien, según Adamini
10 Ar chivio del Moderno, (en adelante AdM), Fondo Adamini, Cartas, Leone Adamini al hermano Domenico, San Petersburgo, 24 de octubre de 1829.
11 S obre Pierre-Dominique Bazaine (1786-1838), ver GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 2011; GOUZÉVITCH D. y GOUZÉVITCH I., 2018.
quiso probar a S.M. que una bóveda se puede derrumbar de tres maneras, es decir, desde su clave, en la zona de las impostas, y en el espacio entre estos dos elementos. S.M. se dirigió a mí y me preguntó si era de la opinión del General, a lo que yo contesté que había hecho varios centenares de bóvedas, y habiéndolas hecho todas bien, nunca se me ha caído ninguna, por lo que no podía tener la experiencia que puede haber tenido el General en la construcción de las suyas y, por lo tanto, no podía dar una respuesta definitiva. S.M. me dio varias palmadas en el hombro, y me dijo ¡bravo, sigue así!, mientras que el General se quedaba negro como un mirlo 12
Aunque las palabras de Leone deben observarse con cierta cautela y enmarcarse en el debate más amplio suscitado, en particular, por la estructura metálica proyectada para la cubierta del teatro 13, lo que hay que señalar es el peso concedido a la experiencia, algo en lo que Leone Adamini insiste, aquí y en otras misivas, afirmando haber demostrado su pericia como constructor a través de una práctica larga y en absoluto “ciega”14, puesto que él la concebía como un recorrido de continuo perfeccionamiento. Este ansia de perfección, era necesaria para mantener la preeminencia que los constructores del Tesino habían disfrutado durante mucho tiempo en Rusia, y estaba relacionada con la cuestión de la formación de los arquitectos que, para Adamini, no podía separarse de la experiencia sobre el terreno. En otra de sus cartas, el maestro de obras afirmaba
Los primeros arquitectos son Brullov, Efimov, Gialosevits, Tschernic…todos estos no emplean a ningún maestro de obras más allá de Brullof, o incluso a sus propios alumnos, de los que tienen cada uno ocho o diez: el invierno les ponen a dibujar, y el verano les ponen a trabajar en sus obras [...] Aunque vaya en contra de nuestros intereses, he de decir que es un buen método para formar artistas, y lo bueno es que los citados maestros no sirven para la práctica, por lo que hay alumnos que saben más que los maestros, y aunque a veces se caigan bóvedas, muros, pilares, e incluso casas enteras, siempre son ellos los que trabajan 15 .
12 A dM, Fondo Adamini, Cartas, Leone Adamini al hermano Domenico, San Petersburgo, 24 de octubre de 1829.
13 NAVONE, 2017, 9-63.
14 S eñalo, por ejemplo, las reflexiones de Werner Oechslin, “Cieca pratica” vs. perfezione e ingegno. Regionalismo versus internazionalismo? , conferencia pronunciada en el congreso internacional de estudios Alla ricerca di una identità. Architettura e cultura artistica ticinese dal XVI al XX secolo , organizado por el Archivio del Moderno, Ascona-Mendrisio, 4-7 noviembre de 1998. “Experiencia ciega”, “ciega práctica”, o “costumbre ciega” son también términos recurrentes, aunque en otro ámbito disciplinar, en los escritos de Cesare Beccaria, quién a la “práctica ciega” oponía la “filosofía”. Ver AUDEGEAN, 2007.
15 A dM, Fondo Adamini, Cartas, Leone Adamini al hermano Bernardo, San Petersburgo, 20 de abril de 1853.
Domenico Adamini, Planta del primer proyecto de Montferrand para la Catedral de San Isaac, con detalle del edificio preexistente y la proyección del tambor de la cúpula, copia a partir de una lámina publicada en 1820 por Auguste de Montferrand en Église de St. Isaac restaurée et augmentée d’après les ordres de l’empereur et roi , h. 1823. Archivio del Moderno de Balerna, Fondo Adamini.
Doble página siguiente: Vista de las operaciones de erección de la primera columna en un pórtico de la catedral de San Isaac en presencia de sus majestades imperiales, en Auguste de Montferrand, Église cathédrale de Saint Isaac: description architeturale, pittoresque et historique de ce monument , San Petersburgo, Chez Bellizard et Compagnie, 1845. París, Bibliothèque de l’Institut National d’Histoire de l’Art, collections Jacques Doucet.
El largo paso del que Adamini es testigo en esta misiva, evidencia un factor crucial, es decir, la tradicional estrecha relación entre los arquitectos de la corte y los maestros de obras, una relación que, a mediados del siglo XIX, parecía debilitarse para dejar espacio a otras formas de colaboración. Dicha relación había sido, hasta hacía unas décadas, decisiva, sobre todo para la fortuna crítica y material de los tesineses, como así lo atestiguan las interacciones entre Giacomo Quarenghi y Tomaso Adamini (padre de Domenico y Leone), Carlo Rossi y Leone Adamini, y también Auguste de Montferrand y Antonio Adamini.
El caso de este arquitecto francés, íntimo colaborador de Betancourt en las grandes obras de San Petersburgo, es en cierto modo paradigmático por la complejidad del debate que rodeó la construcción de la gran catedral de San Isaac, sobre todo a partir de la difusión de la célebre mémoire presentada a la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo por su compatriota arquitecto Antoine Mauduit en octubre de 182016. Dicha polémica había sido precedida, y en cierto modo inaugurada, por las peleas surgidas entre Montferrand y los primeros maestros de obras tesineses activos en el proyecto, Vincenzo Carloni y Vincenzo Antonio Bernardazzi17, despedidos uno tras otro de su función de “premier maître maçon” por sus críticas a las técnicas elegidas por Montferrand para realizar los cimientos de las nuevas partes del edificio que había proyectado. Así, en el debate público encendido por la mémoire de Mauduit también intervino, en 1823, Domenico Adamini. Este presentó una propuesta alternativa para la catedral de San Isaac que, sobre todo, basaba su potencial en cuestiones constructivas, imaginando un edificio con cúpula rebajada y apoyada exclusivamente sobre las partes de mampostería de la catedral anterior, que había sido diseñada por Carlo Rainaldi, y que el Emperador deseaba conservar cuanto fuera posible, obligando a una complicada integración de los restos del antiguo edificio en la nueva construcción.
La propuesta quedó, como tantas otras, sobre el papel, y es bien conocido el rol desempeñado por Betancourt en la resolución de los problemas constructivos del primer proyecto presentado por Montferrand, lo que contribuyó a asegurarle definitivamente la dirección de esta gran obra. Pero el proyecto de Domenico Adamini, unido a su pericia técnica y a la docilidad de su carácter (que nunca le había expuesto a desavenencias con los arquitectos con los que había colaborado y, en particular, con Carlo Rossi), no debió pasar desapercibido, ya que en el otoño de 1825 Montferrand le ofreció el puesto de arquitecto ayudante en la
16 S obre Antoine Mauduit, ver la reciente monografía de JURKOVA, 2019.
17 A pr opósito de estos arquitectos y su rol en las obras de la catedral, ver NAVONE, 2017, 19-20.
Domenico Adamini, Planta de un proyecto alternativo para la reconstrucción de la catedral de San Isaac , h. 1823 . Archivio del Moderno de Balerna, Fondo Adamini.
obra de San Isaac, seduciéndole con un jugoso salario de 6.000 rublos al año, además de un nuevo alojamiento puesto a su disposición 18 .
En un primer momento, Adamini aceptó, aunque esta colaboración acabara esfumándose poco después debido, según palabras de Montferrand, a las “numerosas objeciones [expuestas por Adadmini] contrarias a los intereses del servicio de la Iglesia, habiéndose además pronunciado sobre la imposibilidad de dar todo su tiempo a las obras del edificio”19.
18 “ Tras la búsqueda que se ha hecho para encontrar un artista que pueda ocupar de manera conveniente el puesto de Ayudante del arquitecto, el Arquitecto en jefe de la iglesia tiene el honor de presentar a los miembros de la Comisión al señor Domenico Adamini, que posee los conocimientos prácticos necesarios para este empleo”, 6 de octubre de 1825, Archivo histórico nacional de Rusia, (en adelante, RGIA), f. 1311, op. 1, d. 310, l. 1-1v.
19 R GIA, f. 1311, op. 1, d. 310, l. 5.
Antonio Adamini, Planta, sección y elevaciones de las estructuras construídas para posar el monolito en la base del pedestal de la columna de Alejandro, en Diario de Lavori Fati alla Construzione del Monumento eretto in onore di Alesandro Imo. Disegnati ed eseguiti del Cavaliere A.D. Adamini , 1835. San Petersburgo, Biblioteca de la Universidad de las vías de comunicación “Emperador Alejandro I”.
Probablemente, este descontento del francés vino por la condición, impuesta por Adamini, de preservar su puesto en el gabinete imperial, lo que suponía una garantía en el caso de que surgieran dificultades con el nuevo encargo, y lo que le permitía no arruinar sus relaciones con Carlo Rossi, que ciertamente no estaba dispuesto a perder a un colaborador de confianza en beneficio de Montferrand 20. Este último, sin embargo, optó finalmente por acordar el puesto en cuestión a Antonio Adamini21, primo de Domenico, que ya trabajaba como maestro de obras en las obras de la catedral.
Precisamente, la figura de Antonio Adamini sirve para cerrar las conclusiones de este texto. El papel desempeñado por los tesineses en la obra de la catedral de San Isaac y, quizá con mayor resonancia aún, en la traslación y elevación del fuste de la columna de Alejandro, ponen de relieve la maleabilidad de estos constructores y su capacidad, sobre todo cuando se trataba de las personalidades más talentosas, para abordar operaciones complejas con un enfoque inédito y eficaz. Prueba de ello es el énfasis dado por Antonio Adamini al procedimiento ideado para colocar un monolito de granito rojo finlandés sobre los cimientos de la célebre columna. A esta delicada operación, donde al peso del monolito se unía la gran precisión necesaria para garantizar un apoyo perfectamente horizontal, Adamini dedicó la imagen surrealista con la que deseaba abrir un espléndido álbum de dibujos titulado Diario de Lavori Fati alla Construzione del Monumento eretto in onore di Alesandro I mo. Disegnati ed eseguiti del Cavaliere A.D. Adamini, 1835 . En ella, Adamini se autorretrata como garante del equilibro del gran monolito, metáfora de las complicadas operaciones materiales de las que era responsable, sobre el que se apoya delicadamente mientras desafía la gravedad de un principio en el que el bloque nunca llega a caer gracias a su ingenio.
El portfolio de cuarenta láminas acuareladas, concebido para una publicación impresa que nunca vio la luz, despliega ante nuestros ojos todo el proceso de construcción del monumento alejandrino, haciendo hincapié en algunos de sus momentos cruciales. Éstos se desarrollaron sobre todo durante el transporte por mar desde las canteras finlandesas hasta San Petersburgo, donde el fuste de la columna, un monolito de 700 toneladas, fue erigido en el centro de la
20 “ Teniendo el dicho empleo, conservo el del Gabinete, pues siempre he atendido a servir a Rossi”. AdM, Fondo Adamini, Cartas, Domenico Adamini al hermano Bernardo, San Petersburgo, 3 de octubre de 1825.
21 E l 24 de mayo de 1826, Montferrand recomienda a la Comisión de las obras el acordar, de manera provisional, el encargo vacante a Antonio Adamini, que ejercitará conjuntamente con Michail Ovsjannikov (RGIA, f. 1311, op. 1, ed. chr. 310, l. 51). La Comisión aceptó la propuesta, que ratificó el 17 de noviembre sucesivo (RGIA, f. 1311, op. 1, y chr. 310, l. 52).
imponente plaza del Palacio de Invierno en medio del clamor popular. A través de los dibujos de Adamini, como también del libro que Montferrand dedicó a este episodio, se pretendía conectar una hazaña técnica moderna con hitos históricos de un pasado mitificado, desde la erección del obelisco Vaticano por Domenico Fontana, al transporte del bloque de granito utilizado por Étienne Maurice Falconet como base del monumento ecuestre a Pedro I22.
Realizado en el marco de las iniciativas de promoción personal desplegadas por Antonio Adamini tras haber dejado la obra de la catedral de San Isaac, este álbum de dibujos manifiesta el deseo de afirmar el valor de una forma de conocimiento empírica y procedimental, sobre la cual los arquitectos y constructores tesineses habían fundado un éxito en Rusia que seguían reclamando, movidos por sus intereses profesionales, como prueba de su importancia y labor paralela, e indisociable, a las grandes reflexiones teóricas del momento.
22 S obre el álbum de Adamini, ver NAVONE, 2018.
Agustín de Betancourt, Máquina de vapor de doble efecto, en Dessins d’architecture hydraulique et machines 1784-1790 . Collections de l’École Nationale des Ponts et Chaussées.
A gustí N de B et ANC ourt y l A s M áqui NA s
CÉ s A r l ANZ A
i ngenier o de Caminos, Canales y Puertos. Historiador del Arte
Agustín de Betancourt fue un arquetipo de personaje ilustrado en el sentido más completo que puede encontrarse en aquella eu ropa de las lu ces, a caballo entre los siglos XViii y XiX. un a expresión de la concordancia de su peripecia vital con el espíritu modernizador de la ilustración fue el cosmopolitismo que impregnó vocacionalmente su manera de ser. Betancourt fue un ingeniero cosmopolita, como anuncia el título de esta exposición. Pero no sólo por los viajes de estudio e investigación emprendidos o sus múltiples lugares de trabajo y residencia, sino especialmente por la facilidad pasmosa y fecunda con que se aventuró a indagar en campos diferentes del conocimiento científico y técnico de su época, poniendo a prueba un espíritu luminoso y creativo. Betancourt, polímata y cosmopolita. so lvente en cuantos empeños abordaba, fue en ese sentido un aristócrata del intelecto que destacó con intensidad singular en el estudio físico-matemático de las máquinas, su invención y su construcción. la altura de miras y valentía de Agustín de Betancourt en sus afanes constituyen una singularidad en la e s paña de su tiempo, en sintonía con el mérito de otros personajes ilustrados que buscaron la confluencia de nuestra inveterada nación con los signos del progreso de eu ropa en sus facetas económica, técnica y política.
l a máquina es sin duda uno de los símbolos más expresivos de la modernidad en aquel tiempo, cuando industria y comercio ejercieron de motores de la transición desde la edad Moderna a la Contemporánea1. No es extraño que Betancourt, en su condición de hombre de estudio y acción, con una inclinación notoria hacia la ciencia y técnicas mecánicas, dedicase una parte sustancial de sus afanes y talento al campo entonces incipiente de las
1 H o B s BAWN, 1962.
Agustín de Betancourt, Máquina de vapor de doble efecto, en Dessins d’architecture hydraulique et machines 1784-1790 . Collections de l’École Nationale des Ponts et Chaussées.
máquinas. es cierto que artefactos, mecanismos y herramientas son invenciones tan antiguas como la civilización humana, pero la máquina moderna, con autonomía energética frente a la fuerza animal, o la localidad del viento y del agua, capaz además de desarrollar una potencia mecánica muy superior en orden de magnitud a la de los artilugios conocidos hasta entonces, aparece y se consolida en la segunda mitad del xviii. la conocida innovación de Watt en el campo de las máquinas de vapor, patentada en 1769 y mejorada sucesivamente en varias ocasiones, singularmente en 1781 (engranaje planetario), 1784 (paralelogramo articulado) y 1788 (regulador centrífugo), fue algo similar al disparo de salida en la carrera de las naciones hacia un mundo radicalmente nuevo.
lo más sobresaliente de los empeños y logros de Agustín de Betancourt en esta materia es conocido por los estudiosos y el público interesado. empezando por la concienzuda formación de la colección de modelos a escala, planos y manuscritos que dieron lugar al real gabinete de Máquinas –establecido en el año 1792– y su primoroso y fundamental catálogo 2 . el gabinete fue la primera y única iniciativa sólida para sistematizar y difundir en nuestro país el conocimiento sobre el estado de la cuestión hasta bien avanzado el siglo xix . Betancourt declaraba su motivación en esta iniciativa pedagógica en pro del bien público, acometida a instancias del primer secretario de e s tado Conde de Floridablanca, con vehemencia:
2 ru M eu , 1980.
¡ojalá que nuestra Nación vea algún día reunidas todas las máquinas que necesita para trabajar con solidez y economía en los Caminos y Canales, y para obrar en las artes [industriales] con perfección y prontitud, haciendo con la población actual la misma obra que haría con un número viente veces mayor!
ig ualmente se sabe lo principal de los hechos y circunstancias relativas a la notable recreación por Betancourt de la máquina de vapor de doble efecto y su difusión, primero en Francia en estrecha colaboración con los hermanos Périer3, sus fabricantes, y seguidamente en la europa continental. Proeza que dio un impulso colosal a las transformaciones económicas y sociales de la época, esquivando las restricciones monopolísticas sobre el trascendental invento que imponía la legislación inglesa. Por supuesto, también se han estudiado por los especialistas la mayoría de las invenciones o mejoras a él debidas en maquinaria aplicada a la construcción de grandes obras públicas, fabricación de manufacturas u otros usos prácticos. la historiografía al uso sobre nuestro eximio sujeto no es abrumadora al comparar el número de obras y ensayos escritos sobre Agustín de Betancourt con lo que se ha publicado acerca de otros ilustrados españoles, especialmente los situados en la esfera convulsa de la política, pero cuando menos es precisa, razonablemente completa y de relevancia esclarecedora en relación con los hechos del personaje. No tendría interés para el lector reiterar aquí lo ya escrito y tan bien por diferentes autores, algunos de ellos presentes en este catálogo y otros ya desaparecidos como el historiador rumeu de Armas y los ingenieros garcía- ormaechea, ga rcía- di ego, go nzález- ta scón y del Campo.
Al elaborar estas notas sobre Betancourt en su condición de inventor o proyectista de máquinas le tienta a uno inducir al lector a salirse un poco del ámbito estricto de la historia habitual de las propias técnicas y construcciones mecánicas para entrar en el selecto territorio de las memorias y estudios científicos que él publicó, que fueron base necesaria de algunos logros importantes suyos. ta mbién recordar, cómo no, las fructíferas relaciones del sabio con sus excelentes asociados y colegas, ingenieros y emprendedores españoles, franceses e ingleses, -unos amigos y colaboradores, otros no tanto- en la venturosa génesis de la modernidad industrial que supuso el maquinismo en europa4. Finalmente, interesa no pasar por alto ciertas cuestiones colaterales a las labores de nuestro noble proto-ingeniero y científico, entre ellas la compleja, transcendente y en ocasiones espinosa formalización de los derechos de propiedad sobre los conocimientos técnicos e invenciones, en los años en
3 P Aye N, 1969.
4 VÉ ri N, 1993.
que afloraba el infatigable ímpetu creativo de Agustín de Betancourt. s obre estas cuestiones concretas versarán estas líneas: la contribución de Betancourt al adelanto de las ciencias de la cinemática y dinámica de las máquinas; el entramado de relaciones internacionales que tejió con otros ingenieros y empresarios maquinistas en el aún entonces embrionario modelo de relación ciencia-industria; y la problemática comercial y regulatoria que, de la mano de declaraciones de invención, privilegios, licencias y patentes, se desencadenó en el tiempo de la il ustración tardía o pre-industrial como consecuencia de la invención de máquinas, sentando una de las bases jurídico-económicas más importantes del capitalismo industrial.
B et ANC ourt y l A C ie NC i A de l A s M áqui NA s la ciencia de las máquinas, como se puede suponer, es un cuerpo de conocimientos muy elaborado hoy día, que tuvo su origen en la segunda mitad del siglo XViii5, en la conjunción de dos disciplinas relacionadas, pero esencialmente distintas: la mecánica analítica o racional de raíz newtoniana y la geometría descriptiva, cuyo origen puede situarse en la obra de gaspard Monge. Posteriormente se les fueron uniendo otras ramas de la ciencia, entre ellas la mecánica de fluidos y la termodinámica, consiguiendo completar los fundamentos necesarios para el estudio físico-matemático y la aplicación de criterios sólidos al diseño conceptual de esta clase de artefactos. Hasta entonces las máquinas habían sido objeto de tratados que se centraban principalmente en su representación gráfica -los conocidos theatrum machinarum- y la definición de algunas reglas heurísticas sobre el dimensionamiento de sus elementos constituyentes, junto a las instrucciones imprescindibles para su montaje y modo de operación.
las máquinas fueron durante muchos siglos un campo de experimentación para visionarios e inventores de diverso pelaje y solvencia, a los que solían acompañar en sus aventuras -no siempre afortunadas- emprendedores y constructores también de éxito y capacidad dispares6. incluso bien avanzado el siglo de las luces, maquinistas tan notables como Watt y Boulton habían sido en origen el primero un artesano fabricante de instrumentos geométricos y el segundo de ellos propietario de unos talleres para la acuñación de moneda y pasamanería, sin que a ninguno se les reconozca más formación que la propia de sus correspondientes oficios, completada bien es cierto por una aguda habilidad y sentido práctico tanto en el
5 silVA, 2005.
6 H il A ire -PÉ re Z, 2000.
arte de la invención como en los negocios. la primera edición en 1765 de la enciclopedia de diderot y d’Alembert, incluía una entrada sobre el término machine en la que, aparte de las máquinas simples, se definieron las máquinas hidráulicas, las militares y las del teatro, sin incluir referencia alguna a las máquinas de vapor o térmicas, el gran invento de la época. en ese mismo año 1765, James Watt ya había concebido y experimentado su modelo de motor térmico, perfeccionando cualitativa y cuantitativamente las experiencias anteriores de los mecánicos savery y Newcomen, especializados en labores mineras. debe decirse también que Watt se había arruinado como consecuencia de los costes incurridos y su invención no llegó a convertirse en una realidad comercial viable hasta que entró en sociedad con el capitalista Matthew Boulton, lo cual sucedió en 1775 tras diversos avatares. la máquina de vapor moderna que fabricaría la compañía Watt & Boulton presentaba tres enormes ventajas en relación con inventos anteriores, que la convirtieron cualitativamente en otra clase de artefacto: era eficiente térmica-
mente, guiaba con limpieza el movimiento rectilíneo alternativo transformándolo en circular y era además controlable mediante un automatismo de regulación. el éxito conseguido por la asociación de ambos, inventor y empresario, culminaba la etapa pre-científica de las máquinas, dando paso a una nueva y más refinada manera de hacer las cosas. Agustín de Betancourt jugó un papel notable en ese cambio, visible en nuestro país, pero particularmente y con mucha mayor rotundidad en la vecina Francia, país en que poseía vínculos valiosos en los planos científico-técnico e industrial.
Agustín de Betancourt, Mémoire sur la force expansive de la vapeur de l’eau: lu a l’Academie Royale des Sciences , París, Chez l aurent, 1790. Biblioteca Nacional de e spaña.
l a aportación más destacada de Betancourt al desarrollo pionero de la teoría de las máquinas y mecanismos se encuentra recogida en una obra, enjundiosa y bien estudiada por los expertos, que publicó en colaboración con quien fuera en cierto modo subordinado suyo, pero en realidad compañero de fatigas y amigo, José María de la nz. se trata del Essai sur la composition des machines , publicado en París, en la imprenta imperial, en 1808. Paradójicamente ese mismo año se malograría parte de la obra que Agustín de Betancourt legó a españa, consecuencia en parte por el bombardeo de las tropas francesas sobre el palacio del Buen re tiro donde se alojaban la e s cuela de Caminos y Canales y el ga binete de Máquinas, perdiéndose piezas importantes de este último 7. Previamente el sabio español había presentado a la Académie Royale des Sciences de París dos memorias que fueron examinadas, aprobadas y mandadas publicar por la docta casa respectivamente en 1789 y 1790: la Mémoire sur une machine a vapeur a double effet y la
7 ru M eu , 1980.
i lus. 6 del “ e ssai sur la composition des machines, par Mr l anz et A. de Betancourt”, en Programme du cours …, París, i mprimerie r o yale, 1808 . Fundación Juanelo turriano . Biblioteca.
subsecuente Mémoire sur la force expansive de la vapeur d’eau, un anexo explicativo de la física subyacente al contenido de la primera, puramente mecánica. sobre estas tres obras teóricas de Agustín de Betancourt, el ensayo y las memorias sobre las máquinas, pueden plantearse algunas consideraciones de interés.
de entrada, hay que decir que una de las primeras memorias científicas de autor español publicadas por la Académie (¿acaso la primera?) fue la de «M. le chevalier de Betancourt», usando el nombre con que firmó en diciembre de 1789 su informe relativo a la moderna máquina de vapor. Así entraba nuestro ilustre ingeniero, recién nombrado por Carlos iV caballero de la orden de sa ntiago, en el exquisito elenco de la comunidad científica francesa y europea de la época. Además, conviene tener presente que Betancourt fue elegido miembro correspondiente de primera clase de esa institución (sección de mecánica) en diciembre de 1809, es decir cuando ya había abandonado París para establecerse con su familia en san Petersburgo, siendo el segundo ciudadano español que obtuvo la distinción, después de Jorge Juan designado correspondiente de la Condamine
en el año 1746. en el tiempo que nuestro personaje perteneció a la muy noble y distinguida Academia de Ciencias de París, sólo otros siete sabios de nacionalidad no francesa - les savants étrangers - compartían semejante honor, entre ellos el escocés James Watt. l a s memorias francesas de Agustín de Betancourt y otros trabajos suyos de semejante índole guardan relación con un fenómeno también característico de la il ustración: la circulación internacional de saberes y conocimientos científicos y técnicos. l a aceleración de las invenciones y el alcance de su difusión a través de las publicaciones de las academias y por otros medios en las décadas finales del siglo XViii, propició la extensión imparable de la «revolución industrial» por eu ropa y América del Norte, aunque nuestro país, por acumulación de circunstancias penosas de sobra conocidas, padeciese un retraso lamentable en cuestiones tan esenciales. Betancourt fue nodo activo en una red internacional de refrentes de la incipiente industrialización en quienes se dio, en muchos casos, la condición de sabios junto con la de hombres de acción y emprendimiento en el campo de las máquinas. entre los españoles que compusieron la trama de relaciones científico-técnicas de Agustín de Betancourt no puede dejar de mencionarse a varias figuras extraordinarias y distinguidas, aunque hoy no demasiado conocidas públicamente en nuestro país, como el ya mencionado José María de l a nz, individuo fascinante se mire por donde se mire, Juan l ó pez de Peñalver, tenaz y docto conservador del ga binete de Máquinas o Bartolomé su reda, artista e ingeniero a su propio modo, compañero en in glaterra de andanzas y copartícipe de varios descubrimientos de Betancourt en aquel país. de ntro de las personalidades extranjeras con quienes estableció lazos de amistad profesional se puede citar al barón ga spard r i che de Prony, director de la École des Ponts et Chaussées de París, así como al distinguido geómetra francés ga spard Monge, a su vez director de la École Polytechnique , o a los ingenieros y fabricantes Jacques-Constantin Périer y su hermano Auguste-Charles.
Aparte de los anteriores, y por señalar tres o cuatro personajes adicionales de importancia, el inventor suizo Abraham-louis Breguet, bien conocido por su fábrica de relojes, pero también por otras realizaciones mecánicas de lo más variado –entre ellas un modelo avanzado de telégrafo óptico, a medias con Betancourt, que funcionó entre Madrid y Aranjuez– o los metalúrgicos ingleses Abraham darby y William reynolds, éste además constructor de canales con quien Betancourt desarrolló en Coalbrookdale sus ideas sobre la esclusa en plano inclinado y con émbolo sumergible. ello dio lugar a otro informe importante, la Mémoire sur un nouveau système de navigation interiéure, publicado en 1807 por el Institut National de France. No se incluyen aquí otras amistades y colegas más allá de 1808, cuando se trasladó a rusia.
Agustín de Betancourt, Mémoire sur un nouveau système de navigation intérieure , París, s.n., 1808 , portada e ilus, i V (detalles del mecanismo de los planos inclinados). Fundación Juanelo turriano . Biblioteca.
Agustín de Betancourt y José María de l a nz, o si se prefiere, l a nz y Betancourt en función de la participación de cada uno en el Essai de 1808, pueden considerarse pioneros de la formalización de la cinemática industrial, parte básica de la actual teoría de mecanismos y máquinas ( tMM). el estudio científico que llevaron a cabo sentó las bases del análisis y síntesis en esta importante rama de la ingeniería mecánica, y bien se les puede considerar precursores necesarios
Agustín de Betancourt, Dessin de la machine pour faire monter et descendre les bateaux d’un canal inférieur à un supérieur et réciproquement sur deux plans inclinés, exécutée en Angleterre dans le comté de Shrophire sur le bord de la rivière de Severn prés du pont de fer à Coalsbrookdale à 4 lieues environ à l’ouest de Shefnal , s.f., Collections de l’École Nationale des Ponts et Chaussées.
José María de l anz y Agustín de Betancourt, Analytical Essay on the Construction of machines: Translated of the French , l ondres, Ackermann, 1820 . Fundación Juanelo turriano Biblioteca.
de los trabajos posteriores de Franz re uleux (18291905), lu dwig Burmester (1840-1927) y Ferdinand Freudenstein (1926-2006), que han completado la tarea de culminar la madurez teórica de la disciplina. en el Essai de l a nz y Betancourt se plantea por primera vez el método de clasificación de los mecanismos en tipos basados en la transformación de movimientos, así como el fundamento geométrico de la síntesis de generación de trayectorias, anticipando además el concepto de par cinemático que desarroll ó posteriormente re uleux. el texto fue adoptado oficialmente por la École Polytechnique en sus enseñanzas sobre la materia y conoció varias ediciones en francés ( 1808 , 1819 y 1840 ), inglés ( 1820 y 1822 ) y alemán ( 1829 ). el lo da una idea de la importancia que tuvo en su época. l a única obra previa existente sobre esta materia era el Essai sur des machines en général de l a zare Carnot, en la cual se habían enunciado, aunque sin entrar en detalle, algunos de los principales problemas cinemáticos de las máquinas en sentido general como indica el propio título. el uso recurrente y dilatado en el tiempo del tratado de l a nz y Betancourt en el cours de Machines de la e s cuela Politécnica de París, diseñado por Monge e impartido por Hachette entre los años 1806 y 1816 , seguidamente por Petit hasta el año 1850 , carece de precedentes dentro de los textos pedagógicos de carácter técnico-científico escritos por españoles.
i NV e NC i ÓN de M áqui NA s y P ro P ied A d i N dustri A l la memoria de Agustín de Betancourt sobre la máquina de vapor de 1789, sancionada por Borda y Monge, además de su valor científico y el respaldo público que supuso por parte de la Academia de París para el reconocimiento del ingeniero español como par de la élite del saber técnico de la época, tuvo importantes consecuencias económicas al situar la recreación del invento de Watt en las coordenadas del derecho de propiedad industrial de la eu ropa continental. gr acias a la reflexión intuitiva y bien armada de Betancourt la máquina moderna de vapor, con sus diversas variantes y perfeccionamientos, se liberaba del yugo ejercido por Watt &
Boulton en gr an Bretaña como consecuencia de la patente exclusiva de que disfrutaron en aquel país hasta el año 1800. se permitió así ahorrar a los industriales europeos las gravosas y restrictivas condiciones impuestas por la firma inglesa para el uso de sus máquinas. la influencia que tuvieron sobre el desarrollo industrial los distintos modelos nacionales de protección de los derechos de propiedad de los conocimientos científicos y técnicos es aún una cuestión controvertida 8, especialmente en cuanto a la comparación del sistema inglés de patentes – Statute of Monopolies – vigente desde comienzos del siglo XVii hasta el año 1852 y el que prevalecía en Francia en aquellos tiempos, basado en la figura de la brevet y reformado tras la re volución. en e s paña esta cuestión se regulaba en 1826, mediante un re al decreto de Fernando Vi i s obre privilegios de invención e introducción, que no eran asimilables a un sistema industrial de patentes sino una especie de dádivas de la Corona. e n ausencia de un marco de validez supranacional, las diferencias entre la legislación de cada país causaron distorsiones en la construcción y el comercio de máquinas y otros bienes de equipo, asociándose con frecuencia la defensa de los derechos de propiedad industrial y de la primacía de la invención con no sólo con el legítimo afán del capitalista de proteger el retorno de su inversión sino el ejercicio de un cierto orgullo patriótico. de ahí proviene también la tan traída y llevada cuestión del “espionaje” que a veces se dice que practicaron en in glaterra personajes como Jorge Juan o Betancourt entre otros, término que –sin ánimo de entrar en polémica– debe cuestionarse en su literalidad por sensacionalista e impropio de la época 9, además de carecer de sustancia jurídica en aquel contexto. l a circulación de ideas, conocimientos y novedades de todo tipo fue uno de los fenómenos característicos del siglo de las luces y ello condujo inevitablemente al fomento de la curiosidad y la emulación; de ahí los frecuentes viajes, estancias y contactos, la movilidad de personas e ideas como base del cosmopolitismo ilustrado, con ciertos matices 10 . la imitación con afán de mejora es uno de los estímulos que con frecuencia se encuentran dentro del amplio y complejo fenómeno de la creación, como sin duda lo son la inspiración original o la idea feliz. em ulación, adaptación o perfeccionamiento no necesariamente implican un plagio doloso, bien se sabe, pero no deja de ser cierto que la propiedad capitalista y el espíritu más abierto del altruismo, o, en lenguaje actual, la creación de valor para la firma y
8 MA C leod , 2007.
9 MA rty K á N o V á , 2023.
10 B lo N d , H il A ire -PÉ re Z, V irol , 2017.
la generación de externalidades positivas para el conjunto de la sociedad –siguiendo el léxico utilizado por Pigou– no siempre se acoplan como mano y guante. el modelo de propiedad industrial es una parte importante de la organización del sistema económico, tanto a escala nacional como global. la patente de invención es un derecho de propiedad privado del creador y temporalmente exclusivo. Patentes, marcas, nombres comerciales, modelos de utilidad, licencias y royalties, constituyen un entramado de gran interés económico, jurídico, científico e industrial. en un friso situado sobre la entrada principal del departamento de Comercio de los estados unidos, en Washington d C., puede verse la inscripción de algo que dijo el presidente Abraham lincoln en el discurso inaugural, tras su reelección en 1864: «el sistema de patentes añade el combustible del interés al fuego del genio». esa afirmación contundente refleja lo que sucedía entonces en aquel país, de manera mucho más perceptible que en el viejo continente. en la actualidad la regulación de la materia es relativamente homogénea y sometida al cumplimiento de tratados y acuerdos internacionales, pero no sucedía así en tiempos de Betancourt, Watt y restantes emprendedores ilustrados, entre los años 1780 y 1830, período en que aproximadamente toma cuerpo la revolución industrial. Habría que esperar a la segunda mitad del siglo XiX para que se creasen las primeras oficinas de patentes como órganos administrativos competentes en esta clase de asuntos y aparecieran con ellas las primeras publicaciones especializadas sobre la propiedad industrial.
Por lo que respecta a Agustín de Betancourt hay algunos hechos reseñables que mencionar en relación con esta cuestión. el primero, inevitablemente, se refiere a la recreación de la máquina de vapor de doble acción, objeto de sus mencionadas memorias de 1789 y 1790 a la Académie . el primer diseño de la nueva máquina había sido patentado en gran Bretaña por Watt en el año 1769 y se mantuvo bajo la protección legal monopolista de aquel país hasta el final del siglo. el segundo asunto tiene que ver con la batalla que tuvo lugar entre 1796 y 1798 en torno a la invención del telégrafo óptico, enfrentando a Betancourt y Breguet con un curioso y recalcitrante personaje, el abate Chappe. en la pugna nuestro ilustre ingeniero y el magnífico inventor suizo no triunfaron como ellos hubiesen querido y por mérito técnico hubieran debido.
se ha mencionado en el apartado anterior que la conjunción del genio de Betancourt y la maestría de los hermanos Périer, acompañada de la solvencia financiera que supuso el respaldo de la Academia de Ciencias de París, permitió introducir en Francia la moderna máquina de vapor sin la imposición de tener que respetar el monopolio de Watt & Boulton, exigencia onerosa en las islas. esta cuestión ha dado lugar a interpretaciones y consideraciones
Albion Mills ( l ondres), en s amuel s miles, Lives of the engineers , l ondres, John Murray, 1862 , t. ii . Fundación Juanelo turriano . Biblioteca.
un tanto disonantes desde el punto de vista historiográfico, que quizá no se encuentren tan libres de sesgo como cabría desear. re sulta inverosímil suponer que en la conducta de Agustín de Betancourt durante sus dos viajes a gr an Bretaña, primero durante el otoño de 1788 y posteriormente con mayor duración entre los años 1793 y 1796, hubo algo ilegal o deshonroso, como a veces se insinúa. Por lo que se sabe, Betancourt obró como un enviado de la Corona de e s paña y se le acreditó precisamente para el conocimiento de novedades industriales. su s visitas a las fábricas de Watt & Boulton en so ho (Birmingham) y Albion Mills ( l o ndres) fueron por invitación de la compañía y supervisadas por sus responsables. su sagaz intuición y profundos conocimientos mecánicos bien pudieron permitirle deducir lo principal de las mejoras introducidas por Watt en la moderna máquina de vapor a simple vista, en concreto la separación del condensador y el tipo de mecanismo de guiado. Nada reprochable a pesar del disgusto que supusiera para Matthew Boulton, que disfrutaba del monopolio de la patente en gr an Bretaña y sin duda habría demandado al sabio español de haber encontrado base legal para ello.
Además, conviene tener presente que las visitas internacionales a las fábricas inglesas, especialmente en la región de las West Midlands, fueron costumbre hasta entrado el siglo XiX11; un año antes que Betancourt, Coulomb había hecho una visita a esas mismas fábricas sin obtener conclusiones. tampoco debe descar tarse la disposición interesada de los industriales británicos, quizá tan motivados por difundir sus novedades tecnológicas y vender máquinas en el extranjero como estaban sus visitantes en conseguir información y ponerse al día. l a historia de la compañía Watt & Boulton muestra por otra parte numerosos conflictos y litigios con otras empresas e inventores, no ya extranjeros sino británicos, consecuencia de su afán monopolista entonces protegido por la ley de aquel país y de la defensa a ultranza que hizo la empresa de ese derecho comercial. son conocidos varios episodios agrios al respecto, entre ellos el rechazo de importantes industriales de las minas de Cornualles a soportar los elevados royalties por el uso de las máquinas de la firma, los pleitos de Watt y Boulton con otros inventores de ese mismo ramo, como e dward Bull o Jonathan Hornblower, que según algunos expertos retrasaron la innovación en el desarrollo de la tecnología del vapor en gran Bretaña hasta la fecha de expiración de la patente en el año 1800, y las disputas con los Brunel padre e hijo, grandísimos ingenieros, inventores y empresarios de la in glaterra victoriana. Finalmente, algunos datos someros concernientes al conflicto entre Chappe y los asociados Betancourt y Breguet, en liza por la primacía de la invención del telégrafo óptico. la historia se desenvolvió en un contexto complejo en Francia desde el punto de vista político, en varios asaltos que tuvieron lugar entre los años 1796 a 1798, en los agitados tiempos de cambio de la Convención Nacional al directorio que finalizaron con el golpe de estado de Bonaparte. la Convención había refundido en 1793 las Academias reales en el instituto Nacional de Ciencias y Artes, y fundado la École Polytechnique un año después, alterando temporalmente el modelo de relación entre ciencia y tecnología que prevalecía en el Ancien régime. en ese contexto entre confuso y caótico tuvo lugar la génesis y atribución del invento del telégrafo óptico12. en resumen, Claude Chappe, un antiguo abate despojado de su sinecura durante la revolución, había diseñado y puesto en pruebas un prototipo entre 1790 y 1793, que para alcanzar un nivel técnico operativo en contexto real requirió la ayuda de Breguet. Cuando éste se vio impelido a abandonar Francia ese último año debido a las turbulencias sociales y la persecución de notables que se había desencadenado, Chappe parece que se «olvidó» de su
11 J o N es , 2008.
12 gou ZÉV it CH i ., 2022.
necesario colaborador y no repartió en justicia el premio conseguido. Breguet pudo regresar a París en 1795 y retomó el proyecto del telégrafo óptico sobre bases más firmes contactando con Betancourt, aún en londres, pero ya pensando en regresar a Francia, lo cual ocurrió en octubre de 1796. Betancourt y Breguet presentaron un mes más tarde su proyecto de telégrafo a examen del directorio para obtener la declaración de utilidad pública y el derecho de explotación, pero una serie de enredos propiciados por la volátil situación política, permitieron al correoso Chappe organizar una oposición que finalmente tuvo éxito por decaimiento de la parte contraria y retener así la titularidad del invento. intervinieron en todo este barullo personajes diversos, entre ellos varios conocidos de Betancourt como Monge y Prony, pero la maraña de procedimientos y actuaciones, no todas a la vista según parece, unida al cambio de opinión e intereses que compartían los dos socios en relación con la implantación del telégrafo en Francia, una vez que Napoleón partió a egipto, hizo que Betancourt y Breguet desistieran de su empeño a finales de 1798. el recorrido de la idea en españa es conocido13. termino este ar tículo dándome cuenta de que escribir sobre cualquiera de las múltiples facetas de Agustín de Betancourt implica saber cómo empezar, pero no resulta nada fácil poner punto final, acto obligado. Prueba del atractivo del personaje, ilustre e ilustrado, a los ojos de los historiadores e ingenieros que deseamos transmitir a otros nuestro apego a una figura tan admirable. su mérito y valores deberían encontrarse aún vigentes, a pesar del cambio de coordenadas que ha experimentado e s paña desde sus días, que finalizaron hace ahora doscientos años.
13 oli VÉ, 1990.
d etalle de F rancesc s antponç (dib .), Agustín s ellent (grab .), Máquina para agramar cáñamo y lino, en Francesc s alvà, Disertacion sobre la explicacion y uso de una nueva máquina para agramar cáñamos y linos , Madrid, i mpr enta r eal, 1784 , ilus. 2 . Biblioteca Nacional de e spaña.
F r ANC es C s AN t P o NÇ i ro CA (1756-1821):
u NA M áqui NA de VAP or de i N s P ir AC i ÓN BETANCOURTIANA*
MA ri A M o N tAVA g A de A
u niv ersitat Politècnica de Catalunya
AN to N i ro CA rosell
i nstitut d ’ e studis Catalans
Betancourt y Francesc sa ntponç son dos figuras destacadas de la técnica y la ingeniería de la il ustración. de sarrollaron preocupaciones y proyectos similares, incluso veremos que en algún caso estos caminos coincidentes se sustanciaron de un modo casi directo. sin embargo, su formación, carrera y contexto en el que realizaron sus trabajos presentan aspectos que difirieron, lo que revela la pluralidad de escenarios y los diferentes perfiles que conforman el abierto campo de los técnicos e ingenieros de la eu ropa y la e s paña de las lu ces.
l a trayectoria científica y técnica de Francesc sa ntponç se corresponde con una persona procedente de la clase media alta en Cataluña. e s o le permitió tener una educación universitaria como médico 1 . tr as doctorarse en la un iversidad de Cervera -la única en el Principado-, hizo en 1780 un “ gr an to ur” en “países extranjeros”, según un impreso que contiene sus méritos hasta 1793 . Viajó a Francia y probablemente a otros países, donde, según dice, “se perfeccionó en las Mathemáticas, Física e x perimental, Medicina y demás Ciencias Naturales”. d e nuevo en Barcelona, ejerció como médico, pero con intereses amplios. en enero de 1784, participó en ensayos científicos, como el lanzamiento de globos que tuvo lugar en Barcelona. e ste ensayo fue realizado junto con el médico Francesc s alvà i Campillo (1751-1828) , con quién trabajó en el diseño y construcción de una máquina de agramar cáñamo y lino, con la colaboración del artesano Pere g a mell (1749-1789) , un
* e ste texto ha sido desarrollado en el proyecto i + d +i P id 2020-113702 r B-100.
1 A gustí , 1983; M o N tAVA- g A de A, 2022.
Francesc s alvà, Disertacion sobre la explicacion y uso de una nueva máquina para agramar cáñamos y linos , Madrid, i mpr enta r eal, 1784 . Biblioteca Nacional de e spaña.
proyecto que se plasmó en una publicación a cargo de la imprenta real en 1784 . e sta fue, probablemente, la primera incursión relevante de santponç en la mecánica, en la que, por ejemplo, para perfilar el proyecto, trabajaron con una maqueta como experimentación y en diálogo con gamell. en 1786, salvà y santponç fueron nombrados miembros de la real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona; g a mell fue igualmente incorporado como socio artista 2 . sa bemos que sa ntponç tenía sólo conocimientos generales sobre la máquina de vapor. en una comunicación a dicha Academia en 1801. presenta esta tecnología como potencialmente muy interesante. A partir de este momento, hay muchos indicios de que buscó más información, como por ejemplo la máquina de Antoine gensanne, cuya descripción tradujo de M. gallon en su obra Machines et inventions approuvées par l’Académie Royale des Sciences (1777, t. 7, 227 y ss.). l a máquina de ge nsanne, propuesta en 1744, era un intento para mejorar la tecnología de la de Newcomen. Podemos datar esta traducción de sa ntponç hacia 1802 y esto nos demuestra que sa ntponç estaba profundizando en la tecnología del vapor3. en 1802, un grupo de empresarios de Barcelona del sector textil (hilado, tejido e impresión de ‘indianas’) se dirigió a la Corona para solicitar que el técnico to más Pérez de e s tala (1754-1827), bien conocido en Barcelona, instalara en alguna de sus fábricas una máquina de vapor similar a la que él había instalado en Almadén4. la solicitud fue finalmente considerada
2 ro CA- rosell , 2005.
3 M o N tAVA- g A de A, 2014.
4 sá NCH e Z, 2017, 72.
s antponç (dib .), s ellent (grab .), Máquina para agramar cáñamo y lino, en s alvà, Disertacion sobre la explicacion y uso de una nueva máquina … Madrid, i mpr enta r eal, 1784 , ilus. 1 . Biblioteca Nacional de e spaña.
inadecuada, pero nos interesa señalar que uno de los manuscritos relacionados con la petición, fechado en 1803, contiene un breve añadido en catalán que hace referencia a sa ntponç5:
según noticias del dr sanpons una Bomba regular de inglaterra tiene la fuerza como sigue: A saber, la caldera tiene 2 pies o 13 palmos y medio, el diámetro 3 palmos y ½ de fondo, da catorce impulsos por minuto dando en cada impulso 8,5 maitadellas6 de agua que son 1.190 maitadellas de agua que son 34 pies cúbicos por minuto porque cada 280 maitadellas son 8 pies cúbicos.
e ntre los fabricantes que solicitaban de la Corona disponer de una máquina de vapor se encontraba Jacint r a mon, de una familia de fabricantes de indianas (hilado, tejido y
5 B iblioteca Nacional de Catalunya, Fondo g ònima 45/10. Carpeta 45/10 – ii
6 M aitadella era una medida de volumen, equivalente a la mitad de un porrón o aproximadamente medio litro.
g aspar d de Prony, Nouvelle Architecture Hydraulique , París, Firmin d idot, 1796.
Máquina de vapor de Chaillot, en g aspar d de Prony, Nouvelle Architecture Hydraulique , París, Firmin d idot, 1796 , t. ii , ilus. 38 .
estampación) instalados en la calle sa nt Pau de Barcelona. en esta misma época, ramon contactó con santponç para encargarle la constr ucción de una máquina de vapor. el proceso de construcción (entre 1804 y 1806 ) tuvo tanta repercusión que el in tendente g e neral, Cayetano so ler, conoció de primera mano y encargó a santponç la redacción de una memoria. santponç la preparó, pero, al parecer, los trabajos de impresión en la imprenta real fueron interrumpidos en 1808 por el estallido de la guerra. la memoria de santponç desapareció, santponç creía en 1815 que la habían “robado” quizás los franceses. e n 1890 , según se dice en El Economista Español , órgano del Fomento del tr abajo Nacional de Barcelona, el ingeniero de Caminos r a fael ya güe cedió a la biblioteca de la entidad patronal el manuscrito de la memoria de santponç que había adquirido 25 años antes en un “baratillo de libros”.
el manuscrito fue publicado por Agustí Cullell en 1983 a partir de un borrador del archivo familiar sa ntponç y ha sido publicado de nuevo por Montava ga dea en 2022 teniendo en cuenta la memoria definitiva. de spués de exponer las circunstancias del encargo de Jacint r a mon, sa ntponç expone la situación en su tiempo de la tecnología de vapor. su s fuentes son variadas, pero destaca la Nouvelle Architecture Hydraulique de Prony. en esta obra, como es sabido, Prony explica con cierto detalle el sistema de doble efecto desarrollado por Betancourt. recordemos que la tecnología de las máquinas de vapor de doble efecto fue diseñada por James
Watt, asociado con Matthew Boulton, en Birmingham. e s ta tecnología la desarrollaron en gran secreto, pero Betancourt adivinó su funcionamiento7, lo que hizo que fuese incluida en 1796 en el segundo volumen de la Architecture hydraulique de Prony. er a un diseño de Betancourt que desarrolló después de un viaje a re ino un ido, realizado en 1788, donde, como es sabido, pudo ver en funcionamiento una de estas máquinas 8. Prony describió dos máquinas de esta tecnología la primera de las cuales corresponde a la construida en 1790 por los hermanos Périer en la isla de Cygnes siguiendo el diseño de Betancourt.
Cuando Betancourt imaginó el funcionamiento del cilindro de doble efecto hizo construir una maqueta a escala que fue examinada por los hermanos Périer, que se convencieron de sus ventajas en cuanto a mayor homogeneidad en el movimiento del pistón y ahorro energético. l os hermanos Périer contaron con un contexto de investigación tecnológica de vanguardia y recursos materiales y económicos para hacer realidad el diseño de máquina de doble efecto de Betancourt.
gracias a la obra de Prony, santponç pudo conocer esa tecnología de vapor de doble efecto, por la que apostó para la construcción de la máquina de vapor para el empresario Jacint ramon. el contexto de santponç en Barcelona difería del de los hermanos Périer en Paris: aunque la Corona española hacía grandes esfuerzos económicos para ponerse a la altura tecnológica del norte de europa, no había instituciones de formación para preparar un cuadro de expertos técnicos capacitados para poner en práctica y asimilar realmente la tecnología de vapor. se conocen varios intentos de instalación de máquinas de vapor a finales del siglo XViii y principios del XiX en españa, y en todos ellos se recurrió a la contratación de expertos extranjeros para su instalación9. Muchos de estos proyectos no pudieron superar los problemas que requerían soluciones inventivas y conocimientos técnicos. Hubo instalaciones puntuales de máquinas de vapor de tipo Newcomen en establecimientos militares que cumplieron con las expectativas y dieron lugar a la formación de técnicos. también es conocido el largo proyecto de instalación de una máquina Newcomen con condensador separado en las minas de Almadén. el proyecto de sa ntponç fue el primero que se llevó a cabo enteramente con técnicos locales. en realidad, el diseño y construcción unos años antes de la mencionada agramadora supuso una forma de trabajar que se repetiría para la construcción de la máquina de vapor.
7 tANN y B re CK i N, 1978.
8 gou ZÉV it CH i ., 2018.
9 H elguer A, 2005.
Aunque era un proyecto de mucha más envergadura, santponç, de nuevo, aprendió de libros y publicaciones del extranjero, trabajó junto a los cuatro técnicos que formaron el equipo10, construyó una maqueta para hacer experimentación y resolver los problemas técnicos, y, además, contó con la implicación directa y entusiasta de productores o propietarios.
Con la descripción de Prony se puede entender el funcionamiento de una máquina de vapor de doble efecto: el movimiento automático de sus válvulas, la acción del vapor sobre cada parte de la máquina, el movimiento del pistón, etc. Pero una máquina de vapor no se podía construir estudiando sólo la obra Prony ni cualquier otra publicación. s e necesitaban conocimientos, experiencia técnica y mucha inventiva. según explica santponç en la memoria, en el primer intento de diseño y construcción de la máquina se presentaron problemas difíciles de superar, como la mala coordinación de la obertura y cierre de las válvulas, cosa que daba lugar a que el movimiento de la máquina fuera brusco y que las válvulas se descompusiesen. en este punto el proyecto entró en una fase de experimentación con la construcción de un prototipo a escala para hacer experimentos, con la idea de aplicar los avances a la máquina grande. todo el equipo par ticipó activamente en la gran cantidad de experimentos que se llevaron a cabo; sa ntponç describió algunos que ayudan a entender situaciones muy interesantes, especialmente cómo tuvo lugar una innovación que consiguieron en el diseño del mecanismo que hacía automática la máquina, que él denominó registro. en el transcurso de uno de los experimentos, los técnicos utilizaron una válvula de doble salida, cosa que hizo reflexionar a sa ntponç y consiguió un diseño de válvula especial con la que creó un mecanismo innovador para su registro. en la memoria descriptiva de sa ntponç se explican las partes de la máquina y su funcionamiento, pero su principal finalidad fue la descripción de ese registro de la máquina con varios planos de diferentes perspectivas y cortes. l a expectación que generó la máquina de vapor de santponç favoreció, según afirmó él mismo, que la Junta de Comercio de Barcelona creara una escuela de Mecánica y la Corona aprobó que santponç fuera nombrado su catedrático, abriendo sus puertas en enero de 180811. Podemos afirmar que la inversión material y humana que la Corona e s pañola puso en la formación de Agustín de Betancourt fructificó, en parte, de la mano de Francesc sa ntponç, quien aprovechó la revelación de la tecnología de doble efecto de Betancourt
10 s antponç dio sus nombr es en su memoria: “ d on i gnacio M arch Arquitecto, d on F rancisco Coromina Cerragero, d on Antonio P ujades Carpintero, y d on P ablo Peradejordi Calderero”.
11 P uig -P l A y ro CA- rosell , 2007 y 2010.
d oble página doble siguiente: Máquina de vapor tipo Newcomen, en Bélidor, Architecture
para construir su máquina. Cabe destacar que sa ntponç y su equipo de técnicos no contaban con una formación técnica reglada y que pudieron avanzar en el conocimiento de la tecnología de vapor gracias al estudio y la experimentación. l a construcción del prototipo fue financiada privadamente por el empresario r amon, sin ayuda institucional, así como la construcción de la máquina definitiva. re cordemos que sa ntponç accedió a la tecnología de doble efecto propuesta por Betancourt mediante la obra de Prony; sin embargo, la maqueta de este diseño, tantas veces estudiada por los hermanos Périer, estaba desde 1792 en el gabinete de máquinas del retir o en Madrid. No consta que santponç la conociera y esto es una muestra de la incomunicación entre regiones y técnicos que había en e s paña y que tanto disgustaba a Betancourt.
l a Corona apostó por la difusión de la tecnología que desarrolló el proyecto liderado por sa ntponç encargando la impresión de la memoria descriptiva. Fue un proyecto que hubiera supuesto una circulación de conocimientos técnicos que desafortunadamente la guerra puso en espera.
MA rí A de B et ANC ourt y M oli NA: l A s M u J eres y l A s redes C ie N tí F i CA s de l A ilustr AC i ÓN
ele NA serr AN o u niv ersitat Autònoma de Barcelona septiembre de 1814, san Petersburgo. Agustín de Betancourt, al servicio del zar Alejandro i desde hace cuatro años, escribe a su familia de tenerife desde un antiguo palacio del príncipe yusúpov su casa ahora y sede del instituto para la formación de ingenieros rusos que dirige1. Betancourt es ya un famoso ingeniero: corresponsal para la Académie des sciences , fundador de la escuela española de ingenieros y de un museo de prototipos mecánicos que alberga más de doscientas piezas (el gabinete de máquinas de Madrid); autor de libros de mecánica, director de grandes proyectos ingenieriles y creador de innumerables diseños, entre ellos una versión de la máquina de vapor de Watt y un telégrafo óptic o. Hoy recuerda los veraneos en la r a mbla de Castro, en la casona de grandes ventanales del siglo XVi que se asoma a los acantilados del bravo mar del norte de te nerife, imponente en una costa escarpada de palmerales y dragos. se acuerda de su infancia y le escribe así a su hermana María: “¡Cuánto recuerdo los gusanos de seda que criábamos en la rambla, y las cintas que tejíamos, y cuánto me ha servido este entretenimiento!”2. qu izá le mueve la nostalgia; quizá es una forma demostrar el cariño que siente por su hermana, a la que no ha visto desde que abandonó la isla desde hace más de veinte años. Pero podría ser que fuera sincero al expresar la importancia que tuvieron estos juegos en su carrera. e s to parece confirmar una segunda carta, escrita años más tarde, en 1821:
1 gou ZÉV it CH i . y VÉ ri N, 2005, 151.
2 Carta de Agustín de Betancourt y Molina a José, 15 septiembre, 1814. l eg. 9370. Archivo Herederos Betancourt-Castro (AHBC). también en C ulle N, 2008, 203. l a casona de Castro sigue en pie y se pueden visitar sus alrededores.
de todo lo que he aprendido en mi vida nada ha sido más útil que las tareas de hilar, tejer, teñir y todas las cosas que hacíamos como pasatiempo: todos estos conocimientos que adquirí jugando han sido el origen de mi pasión por las artes mecánicas y de toda mi felicidad3
este artículo propone una mirada distinta a Agustín y la familia de los Betancourt a través de la figura de María (1758-1824), la hermana mayor del ingeniero. Por un lado, muestra cómo, a través de su colaboración primero con Agustín y de sus experimentos con tintes después, María de Betancourt entra a formar parte de las redes ilustradas de la isla. Por otro lado, muestra también cómo estos pasatiempos infantiles no sólo pudieron servir a Agustín en su carrera futura, o a la propia María, sino que toda la familia Betancourt se benefició de esta imagen de María como mujer ilustrada y ejemplar que con sus investigaciones contribuía a mejorar el país.
3 Car ta de Agustín de Betancourt y Molina a su familia, 10 octubre, 1821. l eg. 9406. AHBC. también en C ulle N, 255, Carta 41.
Más que considerar a María de Betancourt como un hecho aislado, como una mujer excepcional que desafía con coraje las limitaciones impuestas a su sexo, lo que me interesa señalar aquí es justamente lo contrario: cómo las mujeres de las élites y sus familias utilizan los discursos de género imperantes para legitimarse en este nuevo espacio público donde se crea y se circula lo que se llamaba conocimiento útil. Como muchas otras de su tiempo, María de Betancourt se movía en el círculo de las recién creadas “sociedades económicas”, de las que hablaremos má s adelante, pero sabemos de otras mujeres que colaboraron con las academias de medicina, los jardines botánicos, las boticas y laboratorios de química creando y circulando conocimiento. Además, encontramos a mujeres investigando en lugares insospechados, como conventos, hospicios, o cárceles. e n otras palabras, el caso de la familia Betancourt nos ayuda a entender la presencia de las mujeres en la ciencia en el siglo XV i ii no como una anomalía, sino como una situación dinámica que interesaba a muchos de los implicados.
J ug A r A ser i NV e N tores
du rante el siglo XV i ii , la educación de las niñas se convirtió en una estrategia de las familias de alto rango para ampliar sus redes de influencia y consolidar su prestigio social, poder político y beneficio económico, como atestiguan el boom de los libros de ciencia dirigidos a un público femenino. Algunos ejemplos muy conocidos son la matemática italiana Maria g aetana Agnesi (1718-1799) , cuyo padre comerciante aspiraba a la nobleza, y la filósofa natural Mariangela Ardinghelli (1728-1825) , excelentemente educada para contrarrestar su escasa dote. e n it alia, e s paña y Portugal, las familias de las niñas de la aristocracia eran presentadas a lo que se llamaba “exámenes públicos” en las que exhibía sus conocimientos delante de una audiencia. te nemos por ejemplo los casos de Pascuala Caro su reda (1768-1827) en Valencia, ro sario de Cepeda y Mayo (1756-1816) en Cádiz, María is idra gu zmán y de la Cerda (1767-1803) y las hijas de la marquesa de o s una en Madrid. e s ta educación era por supuesto no reglada, y dependía del contexto familiar y social de las jóvenes, que muchas veces recibían clases de los mismos tutores que sus hermanos (caso de Josefa Amar y Borbón) y tenían a su alcance las grandes bibliotecas y gabinetes de física y de historia natural familiares (por ejemplo, las hijas de la duquesa de o s una). sa bemos que el ambiente internacional de las ciudades portuarias con mucho tráfico, como el Puerto de la Cruz de la o rotava, Mahón, Cádiz, sevilla, Manila o Nápoles
también favorecía una educación femenina más ambiciosa, ya que se suponía que facilitaría las relaciones comerciales con el extranjero 4 . te nerife era entonces un nudo central en las redes marítimas comerciales y científicas que conectaban europa, América y el Pacífico. s ólo entre 1770 y 1830 , treinta expediciones atracaron en sus puertos, entre ellas las de William Bligh, Alessandro Malaspina y Nicolas Baudin 5 . el te ide fascinaba a aventureros deseosos de alcanzar su cima y a curiosos que deseaban estudiar la flora y fauna volcánica y subtropical. los antropólogos se interesaban por las costumbres de los antiguos habitantes de la isla, y los astrónomos se servían de su posición geográfica para realizar mediciones. M ás allá del interés científico, el famoso vino dulce de las islas atraía a comerciantes irlandeses, flamencos y alemanes. las familias privilegiadas de te nerife, como los Betancourt, eran muchas veces el primer contacto que encontraban los europeos, de las que obtenían información, recursos y entretenimiento.
e s te ambiente cosmopolita desempeñó un papel fundamental a la hora de alimentar la pasión de los jóvenes de ambos sexos por los nuevos conocimientos empíricos. Agustín y sus hermanos se educaron en primer lugar con sus padres. el padre, el coronel Agustín de Betancourt y Castro enseñaba matemáticas y física a los chicos antes de que asistieran a la escuela local y la madre, l e onor de Molina y Briones e hija de los marqueses de Villafuerte, enseñaba francés a todos ellos. e l cor onel también solía llevar a los chicos a la llamada “tertulia de Nava” durante la década de los 60 , en la que aficionados a las letras y las ciencias se reunían en el palacio del marqués de Villanueva del Prado en l a l a guna para discutir las novedades intelectuales. el grupo también organizaba excursiones para observar fenómenos astronómicos y recorrer las maravillas naturales de la isla con los visitantes ilustrados6. Agustín, por ejemplo, se apuntó a la de 1769 para observar el tránsito de Venus dispuesta por el clérigo José Viera y Clavijo (1713-1813) , que sería autor de una célebre historia natural de Canarias. No es improbable que María también los acompañara7. l o s jóvenes también aprendían del círculo de amigos de la familia. Por ejemplo, el hijo del marqués de Villanueva del Prado, de la misma edad que María y sus hermanos y que
4 serr AN o , 2022; MA er K er , serr AN o , W errett, 2023; B olu F er y serr AN o 2023; KN ott y tAyl or , 2005.
5 oli V er y rel ANC io , 2007; H errer A P iq u É , 1987.
6 ro M eu , 1977.
7 e n esa época, Viera y Clavijo tradujo el Apologie des Femmes de Charles Perrault, lo que podría ser una prueba reveladora del ambiente hacia la educación femenina que reinaba en el círculo del coronel.
más tarde crearía el Jardín Botánico de l a o r otava, recordaba cómo Viera y Clavijo y el marqués de san Andrés solían “formar su razón” con relatos didácticos. e ste podría haber sido también el caso de los niños Betancourt. de hecho, los juegos con los que se entretenían Agustín, María y el hermano mayor José en la casona de los Castro criando gusanos de seda, hilando la seda, tejiéndola y tiñéndola, eran en realidad parte de un ambicioso proyecto acariciado por los ilustrados canarios: relanzar
la antigua industria de la seda en el norte de te nerife. e s tudiar las causas de la decadencia fue una de las primeras tareas a las que dedic ó la sociedad económica de tenerife en cuanto se fundó en 1777 por algunos miembros de la mencionada tertulia de Nava.
e s tas sociedades económicas, también llamadas patrióticas o agrarias, fueron un fenómeno típicamente dieciochesco que se dio en toda eur opa y algunas partes de América. l a idea era que el conocimiento científico, las nuevas tecnologías y la educación popular podían mejorar la agricultura y la industria y cooperar así a la “pública felicidad,” al bienestar económico y moral del país 8 . e s taban organizadas por las élites intelectuales y de poder, aunque algunas admitían también a artesanos y pequeños terratenientes. su actividad variaba grandemente según la región; algunas hacían experimentos agronómicos, otras se dedicaban a mejorar artes como la pesca o las fábricas locales; muchas traducían
8 ro B erts , 2014.
tratados y manuales científicos, publicaban memorias de investigación y financiaban escuelas populares; la mayoría organizaba concursos para premiar las ideas y los ingenios más útiles. todas compar tían también otra característica: sólo se admitían hombres. Aunque algunas de estas sociedades nombraron socias honorarias a mujeres consideradas “excepcionales” y hubo propuestas para incluir a las mujeres (por ejemplo, la so ciedad e c onómica de Madrid debatió la cuestión en 1775 ), las sociedades de este tiempo, hasta 1787 cuando se creó la Junta de damas de Honor y Mérito, eran exclusivamente masculinas. sin embargo, en este ambiente en el que dedicarse al “saber útil” era casi una pasión, las mujeres de las clases dirigentes, reinterpretando sus roles sociales, intervienen extraoficialmente en los proyectos de las sociedades económicas. e n otras palabras, inventan la forma femenina de ser amiga del país.
CÓM o ser u NA “AM ig A del PA ís ”
en el verano de 1778, María de Betancourt envía a la recién creada so ciedad ec onómica de Amigos del País de te nerife el plano de una máquina que retorcía hilos de seda para formar cordoncillos. Como prueba de lo que la máquina es capaz de hacer y ahorrar, incluye los encajes y borlas formados con estos cordoncillos.
lo que me interesa discutir en este breve espacio es cómo, en la carta que acompañaba al esquema de la máquina, María de Betancourt escogió cuidadosamente sus palabras para no traspasar los límites de género. se asegura de no mostrarse ambiciosa u ostentosa, y separa claramente las esferas femenina y masculina. Por ejemplo, presenta su interés en la industria de la seda como iniciativa de su padre y se define firmemente patriota: “ser mujer no es impedimento para crear y procurar la utilidad y el beneficio de la patria”. Con sus “cintas, flecos y borlas”, María dice contribuir “modestamente” a aumentar la riqueza nacional, utilizando el conocido argumento de que, si estos adornos se fabricaran localmente en lugar de importarse, el estado ahorraría mucho dinero. e n la misma línea de distinguir los papeles de mujeres y hombres, María se distancia del diseño material de la máquina, afirmando que fue su hermano Agustín quien la construyó, aunque a instancia suyas: “en ella tengo yo la mayor parte de haber movido a mi hermano d. Agustín para que la discurriese para mi uso”.
l a pregunta entonces es ¿por qué no fue el propio Agustín quien presentó la máquina a la sociedad? Ciertamente, a los Betancourt les habría parecido más convincente mostrar también lo que la máquina era capaz de producir, así que María envió muestras de encajes,
Esquema de la máquina de retorcer seda presentado a la Sociedad Económica de Tenerife en 1778 por María Betancourt . Archivo de la r eal s ociedad e conómica de Amigos del P aís de tenerife.
anotando el tiempo que ahorraba en hacer cada uno, la cantidad de seda utilizada y los beneficios que producirían si se vendieran. ta mbién envió muestras tejidas por algunas de sus discípulas, como ella las llamaba. Así demostraba, primero, que la máquina era fácil de manejar y, segundo, que era una mujer ilustrada que influía beneficiosamente en otras. Al dar voz a María, toda la familia se presenta como una familia modelo, en la que cada uno de los miembros cumple un papel ejemplar según su sexo. en la so ciedad ec onómica de te nerife se conservan, además, las recetas de María de Betancourt para la elaboración de tintes con frutas locales y cochinilla y sus observaciones sobre cómo obtener diferentes tonos variando la exposición de los paños y la cantidad de ingredientes y hacer que el tintado sea más económico. Algunos meses después del acontecimiento de la máquina para torcer hilos, María envió a la sociedad su receta de los melocotones (duraznos) junto con algunas muestras de hilos de seda coloreados. el tintado
Muestras de tejidos realizados por María Betancourt con la retorcedora , que demostraban tanto su destreza como las ventajas de la máquina. Archivo de la r eal s ociedad e conómica de Amigos del País de tenerife.
de telas era complicado y ejemplifica bien que las divisiones que solemos hacer entre artesanía y ciencia química son muchas veces, simplistas 9. Por ejemplo, la “prodigiosa” variedad de colores que mostraban las prendas de seda, como decía un manual de tintura, exigía mucha experimentación y sólo podía conseguirse tras dominar cuatro complicados pasos. e n primer lugar, había que preparar las diferentes tonalidades, oscureciendo, aclarando o cambiando los pigmentos mediante sales, ácidos, álcalis, óxidos y otras sustancias, como orina, cal, alumbre, goma, resinas y aceites; en segundo lugar, había que preparar la tela para que fuera capaz de absorber el tinte, generalmente hirviéndola con un mordiente (hiel, alumbre); después, había que controlar cuidadosamente el proceso de teñido en sí (el tiempo que las prendas permanecían en la solución; tal vez había que añadir nuevos ingredientes); y, por último, había que fijar el color a la tela mediante métodos químicos y físicos 10 .
María de Betancourt demostró que se podía obtener una amplia gama de violetas variando algunas condiciones (por ejemplo, el tiempo de permanencia de los melocotones en la solución coloreada; añadiendo más o menos agua; o añadiendo alumbre). un año más tarde, el 4 de noviembre de 1779, presentó a la sociedad un “método económico para hacer carmesíes finos”. Betancourt comparó una receta inventada por ella con el método tradicional de colorear tejidos con cochinilla (colorante muy caro), mostrando cómo era posible ahorrar la cantidad de cochinilla necesaria para teñir una muestra si antes se añadía una solución de estaño.
Como se hacían con otros materiales que llegaban a la sociedad económica de tenerife, tanto estas recetas como las muestras de encajes, se pegaron en las páginas del Cuaderno de in dustria que mantenía la so ciedad para que los socios lo pudieran consultar cuando lo necesitaran. de hecho, los experimentos sobre tintes realizados por María de Betancourt no son los únicos que encontramos en las páginas del Cuaderno de industria. tenemos, por ejemplo, muestras de las telas que tejieron las monjas del convento de s an Bernardo de icod de los Vinos, que posiblemente también experimentaron con los tintes, así como las treinta y una muestra de hilos de seda teñidos que envió en 1784 una tal á g ueda r i ta de Arocha 11 . Publicar no era, pues, la única forma que tenían las mujeres de darse a conocer entre los círculos ilustrados: enviar ejemplos de sus logros a estas sociedades patrióticas era también un método muy eficaz para dirigirse a la comunidad que les interesaba y hacer ver su valía .
9 N ieto - g A l AN, 2001.
10 suáre Z, 1779.
11 serr AN o , 2022b.
Muestras de hilos de seda teñidos con diferentes tintes naturales por Águeda Rita de Arocha hacia 1784 . Archivo r eal s ociedad e conómica de Amigos del País de tenerife.
l a familia Betancourt también encontró otras formas de difundir las recetas de María entre los círculos ilustrados. su receta de los colores violetas aparecería por ejemplo en el informe que escribió su hermano José sobre el aprovechamiento de materiales aparentemente inútiles:
Pero las experiencias de la señorita Betancourt y Molina han demostrado que guisados estos frutos [los melocotones] con Aguardiente, después de pelados, dan una hermosa y firme tinta violeta, con muchos de sus derivados, quedando después las sedas (que deben tratarse primero con alumbre) con un hermoso color y lustre; y según se varíe la cantidad de alumbre y se mezcle la tinta con agua más o menos común, se obtendrá una variedad de estos colores12
12 B etANC ourt, s.f
Real Cedula de S. M. y Señores del Consejo, por la cual se aprueban los estatutos de la Real Junta de Damas creada para gobierno de los estudios de dibujo y de adorno destinados á la enseñanza de la juventud de su sexo , Madrid, i mpr enta Nacional, 1819. Biblioteca Nacional de e spaña.
Cabe preguntarse si la divulgación de los logros de María de Betancourt era además una forma de engrandecer a las familias de la isla, que conseguían que sus mujeres fueran útiles a la patria. en 1788, estando José de Betancourt en Madrid, logra que su hermana sea admitida a la prestigiosa Junta de damas de Honor y Mérito. la Junta se había constituido un año antes como la rama femenina de la so ciedad ec onómica de Madrid, un hecho parece sin precedentes, ya que como comentamos, ninguna otra sociedad económica parece haber tenido ramas femeninas hasta entonces. sus socias, veintinueve conocidas mujeres de las clases dirigentes, destacaban además de por su linaje, por su educación y conocimientos. María fue admitida como “primera socia en el extranjero” (es decir, fuera de Madrid) cuando José le explicó a la secretaria de la Junta, la condesa de Montijo, sus experimentos con los tintes. A través pues de María, tanto la familia Betancourt como la so ciedad ec onómica de Amigos del país de te nerife se hermanaron con la flor y nata de la corte de Madrid.
PA r A C o NC luir : tres re F le X io N es el caso de María de Betancourt ilustra, al menos, tres aspectos importantes sobre la relación entre ciencia, género y redes científicas.
l a primera es una reflexión sobre qué circunstancias permiten que las mujeres entren en los círculos científicos y a qué precio. A mediados del siglo XV i ii en el marco de la promoción de la ciencia utilitaria y los discursos patrióticos, había formas de utilizar las normas de género imperantes en favor de las mujeres. l a s mujeres colaboran así con las sociedades económicas y otras empresas con ánimo reformista, como academias de medicina, revistas educativas, e incluso instituciones caritativas. Pero esto no quiere decir que no lo hagan sin limitaciones, ya que se restringen la elección de temas de investigación y su
capacidad para ser miembros de derecho de las redes científicas y utilizarlas del mismo modo que los hombres.
Podemos citar los conocidos casos de María Jesús ruíz de luzuriaga (c. 1800), hermana del médico ignacio María, que fue nombrada socia honoraria de la real Academia de Medicina de Madrid por sus traducciones del inglés sobre la fiebre amarilla; Josefa Amar y Borbón (1749-1833), nombrada miembro honorario de la Academia de Medicina de Barcelona por sus libros sobre los cuidados de la infancia o María Antonia gutiérrez Bueno (1781–1874), hija de un famoso químico de la Corte, que escribió sobre química entre otras cosas. estas mujeres suelen pertenecer a familias ilustradas, en las que los miembros masculinos (padres, hermanos) las apoyan, o bien, encuentran vías para educarse en el entorno familiar. Pero hay muchas otras mujeres que sólo conocemos por el nombre, como la canaria ágata rita de Arocha citada anteriormente en relación con sus tintes, o las que escriben mandan sus experiencias a revistas científicas y educativas, como el Semanario de Agricultura y Artes, o incluso las que no se atreven, por modestia, a firmar con su nombre. estas mujeres encarnaban una nueva figura femenina, las “amigas del país”, en la que sus conocimientos se ponen al servicio de la sociedad y en la que sus experiencias, ya sea como inventoras, traductoras, o escritoras, sirven para resolver problemas en áreas que se consideran dentro de la esfera femenina (textiles, agricultura y técnicas alimentarias, cuidados infantiles). Pero a su vez, sus contribuciones también dan lustre a sus parientes masculinos, sus familias y las sociedades y círculos a las que pertenecen.
l a segunda reflexión es que, para entender las contribuciones de las mujeres, tenemos que considerar otros espacios además de los académicos, otros conceptos de ciencia más amplios que los de hoy en día y otros medios de “publicar” más allá de la imprenta. el caso de Betancourt nos recuerda que el conocimiento se podía circular también través de objetos o de recetas, que comprometía en menor medida la “modestia femenina”. los encajes tejidos por María de Betancourt, sus experimentos con tintes vegetales, así como los de muchas otras mujeres, circulaban por las redes ilustradas, lo que complica una vez más el controvertido tema sobre qué entendemos por autoría femenina.
Finalmente, la tercera reflexión a la que invita este artículo es cómo las convenciones de modestia de las mujeres del pasado nos siguen desafiando hoy en día. Cuando los trabajos de estas mujeres llegan a preservarse en los archivos, son menos visibles o están subsumidos bajo el legado intelectual de sus familiares varones. sin ir más lejos, la car ta con la que empezamos este artículo: sabemos de los divertimentos de los niños Betancourt en su casa de campo no a través de la voz de María, sino de la de su hermano, cuyas cartas sí se han conservado .
B et ANC ourt y los C ír C ulos CA ri B e Ñ os e N PA rís y lo N dres *
P edr o lue N go
u niv ersidad de s evilla
ta nto la figura de Agustín de Betancourt 1, como las redes intercontinentales de la élite americana interesada en aspectos tecnológico,s han sido abordados extensamente2, pero no así cómo estos dos hechos pueden explicarse de forma conjunta. en este sentido, este texto pretende mostrar como en sus inicios este ingeniero debió compartir redes de contactos con la incipiente presencia hispanoamericana en París y l o ndres. el interés de estos grupos en potenciar la producción agrícola americana, así como el conocimiento de algunas novedades inglesas y francesas a través de sus colonias caribeñas fue muy superior al de sus pares peninsulares. Aunque este intercambio tuvo especial relevanciaen los primeros momentos de la revolución francesa, es sintomático como se reforzó en los prolegómenos de las independencias americanas.
los C ír C ulos AM eri CAN os e N PA rís , lo N dres y MA drid la presencia estable de americanos en europa puede organizarse en varias etapas, que permiten entender su impacto en la vida de Betancourt. en la década de los setenta, su excepcional residencia en europa sería consecuencia del ascenso en los escalafones militares. un caso paradigmático en este sentido es el de gonzalo o’Farrill Herrera (1754-1831), natural de la Habana, quien ha sido localizado en París en dos ocasiones (1767-1782 y 1810-1831). según
* e ste texto ha sido desarrollado gracias a la concesión del proyecto “Arquitecturas del poder. e mu lación y pervivencias en América y el sudeste asiático (1746-1808)” (P id 2021-122170NB- i 00).
1 go NZ ále Z tA s CÓN, 1996.
2 H iguer A s , 1991.
Joaquín y nza (dib.) y Manuel s alv ador Carmona (grab.), Retrato de Carlos José Gutiérrez de los Rios y Rohan De Chabot, VI conde de Fernán Núñez , grab. calc., 1795 . Biblioteca Nacional de e spaña.
la biografía de Muriel (1831), fue un apasionado de la ciencia, aunque no se ofrecen pormenores en otras fuentes3. la primera de las ocasiones acompañó a su familia, lo que apunta la importante relación de los o’Farrill con la capital francesa. o’Farrill debió moverse entre la élite española en París desde su primera etapa. esto le debió poner en relación con los embajadores allí destinados, el XVi conde de Fuentes (1763-1773) o el conde de Aranda (1773-1787). Mientras que el primero no parece haber mostrado especial interés por la ingeniería o la maquinaria, con la excepción de captar a Carlos lemaur para los canales hispánicos, sí lo hicieron tanto el segundo como su sucesor Carlos José gutiérrez de los ríos, Vi conde de Fernán Núñez (1787-1791). de hecho, fue éste quien gestionó la adquisición de instrumentos científicos para la demarcación de la frontera americana en estos momentos desde lisboa4. Betancourt desarrollaría su primera estancia en París entre 1784 y 1788, siendo difícil evaluar su presencia sin tener en cuenta
3 “ q uelque puissant que fût l ’attrait de l’occupation honorable de l’enseignement sur un esprit aussi passionné pour la science que l’était celui d’ o ’Farrill, il ne put pas l’emporter sur l’amour de la gloire, dont il était vivement épris”, M uriel , 1831, 3.
4 Car tas y papeles que llevó el maquinista l uis Cobos conduciendo la ter cera y cuarta colección de instrumentos físicos y astronómicos para la demarcación de límites en América. 1781-1783. Archivo g eneral de i ndias, e stado, 3386, exp. 8.
los apoyos de los círculos cercanos a estos embajadores. de hecho, el conocimiento sobre el gabinete de máquinas de Betancourt en París se tiene hoy gracias a la visita que le realizó el conde de Fernán Núñez el 23 de abril de 17885. esta pequeña red de contactos se fue ampliando progresivamente, ya que en esas fechas ya había llegado a París el ingeniero de origen campechano José lanz quien trabajó aquí también en dos periodos (1789-1802 y 1812-1839)6 también en estos años el conde de Fernán Núñez mantenía relación con thomas Jefferson7, aunque sus cartas hacen difícil confirmar si las novedades técnicas se encontraban entre sus intereses comunes. un tercer personaje que terminará resultando clave para la Habana de finales de siglo, también desarrollaba un notable periplo por europa en la década de los setenta: luis de las Casas y Arigorri (1745-1800). Al servicio de rusia desde 1773, pasó posteriormente a Holanda, inglaterra y Francia, antes de participar en la campaña de Argel (1775)8.
Mientras que las élites americanas consolidaban su presencia en París, las mismas redes hacían lo propio en Madrid. go nzalo o ’ Farrill, con una variada formación matemática y militar, así como una prolongada trayectoria bélica, llegó a esta corte en 1792 para dedicarse a la administración. su s relaciones con la corte debieron ser claves para el ascenso de otros familiares americanos recién llegados. Así, sus esfuerzos se focalizaron en integrar a su sobrina en los ambientes cortesanos de finales de siglo. Como consecuencia, además de mantener una estrecha relación con godoy, su marido, el habanero Joaquín de santa Cruz y Cárdenas de guevara, conde de Mopox, mantenía una comunicación epistolar con Francisco Arango y Parreño, quien debía haber dejado l a Habana en momento parejo al noble. Cercano a estos círculos, aunque su vinculación resulte difícil de precisar, se encontraría el joven ingeniero habanero afincado en la península Anastasio Arango y Núñez del Castillo. resulta probable que en estos círculos se conociese desde 1790 la versión de la “bomba de fuego” o de la “bomba de vapor” de Betancourt, a través del notable impacto en la prensa hispana de la época, especialmente en el Mercurio de España o en el Correo Mercantil de España y sus Indias 9 . en cambio, la incipiente prensa americana, también interesada en este tipo de invenciones, no parece haberla recogido hasta fecha mucho más tardía.
5 C ior AN es C u , 1965, 22.
6 l ÓP e Z CAJÚN, 2010, 111-121.
7 Conde de F ernán Núñez a t homas Jefferson, 15 de octubre de 1787, Washington, l ibrary of Congress, s eries 1: g eneral Corr espondence. 1651-1827.
8 go NZ ále Z- ri P oll , 1999, 86.
9 “ d ictamen dado por MM. Bor da y Mogez, Comisionados por la Academia de las Ciencias de París, para reconocer la bomba de fuego de doble efecto, construida por d . Agustín de Betancourt”. Mercurio de
si los círculos principales de americanos parecen haberse ubicado entre París y Madrid, en la década de los ochenta se han identificado tanto a Betancourt como a algunos miembros de la élite americana en londres. Mientras que el ingeniero llegó en 1788 y debió permanecer hasta 1794, en ese año se encontraría allí con el hacendado cubano Francisco Arango y Parreño10, el conde de Casa Montalvo y el joven quiteño José María lequerica, cuya presencia en esta expedición era desconocida hasta este estudio11. tras contactar allí con James Watt (1736-1819) y pasar por Portugal, visitaron también Barbados y Jamaica, donde según algunos autores, observaron algunas máquinas aplicadas a la actividad agrícola12. resulta probable que se refieran a molinos hidráulicos y aún no a máquinas de vapor propiamente dichas.
l a consistencia de estos círculos puede observarse al analizar la nómina de miembros destinados a la Comisión de gu antánamo (1796)13. l i derada por Joaquín de sa nta Cruz y Cárdenas, conde de Mopox y de Jaruco, incluyó finalmente a Anastasio Arango, ingeniero; Cipriano torrezurri, ingeniero; y a José Martínez, ingeniero, pero tenía previsto contar también con Agustín de Betancourt y José lanz. esta iniciativa, consecuencia de las relaciones del conde de Mopox y los o ’Farrill con godoy, tenía como intención apostar por el sector suroriental de la isla de Cuba, que se venía promocionando entre otros por el entonces gobernador l uis de las Casas, ya mencionado. Como zona de gran potencial de producción, fue objeto de dos aplicaciones técnicas de las que Betancourt era especialista: el diseño de canales navegables y la aplicación de la máquina de vapor. el primero desembocaría en la configuración del Canal de güines, mientras que lo segundo se traduciría en la instalación de una máquina de vapor en un trapiche propiedad del conde de Mopox en el ingenio seibabo (1797)14. Pero la Habana no fue solo un laboratorio experimental de soluciones europeas en el Caribe, sino que sirvió de trampolín para aplicarlas en otros territorios vecinos. Así, cabría rescatar la figura del gobernador José Manuel de ez peleta (1718-1819), primero gobernador de Cuba
España, septiembre de 1790, p. 398.
10 l a bibliografía sobre este personaje y su impacto en Cuba es muy amplia. u na de las últimas contribuciones que abordan su figura de forma general es go NZ ále Z- ri P oll y álVA re Z C u A rtero , 2010. l as últimas informaciones sobre este viaje pueden encontrarse en gou ZÉV it CH i . y gou ZÉV it CH d ., 2022, 59-86.
11 “ tr ois officiers de la marine espagnole, le comte Cassa de Montara, dom Francisco de Arango et dom Joseph l equeira, viennent d’arriver ici de Madrid: ils sont, dit-on, chargés d’une mission importante”.. «Angleterre . d e l o ndres, du 15 au 18 juillet ». Mercure français: politique, historique et littéraire, 3 de mayo de 1794, p. 244.
12 go NZ ále Z- ri P oll , 2002, 85-102; ver también go NZ ále Z- ri P oll , 1999, 201.
13 H iguer A s , 1991.
14 gou ZÉV it CH i . y gou ZÉV it CH d ., 2022, 59-86.
Manuel de Anguiano, Traducción literal de las principales obras hidráulicas de Mr. Bélidor extractadas y ordenadas solo para el uso del Ingeniero D.M.D.A. , Cartagena de i ndias, 1794-1795 . Fundación Juanelo turriano . Biblioteca.
(1785-1789), donde se casó una hija del i marqués de Casa enrile y posteriormente virrey de Nueva gr anada (1789-1797), quien trasferiría estas innovaciones al ámbito cartagenero.
Mientras que estos círculos se nutrían de miembros de la élite de la Habana, otras grandes capitales americanas como México, sa nta Fe de Bogotá o lima, a las que podrían unirse también Cartagena de in dias entre otras, permanecieron más desvinculadas de las novedades francesas y británicas. Habría que esperar a la segunda década del siglo XiX para que nobles novohispanos con notables intereses industriales como José María Fagoaga y Arozqueta, ii m arqués del Apartado, permaneciera entre l o ndres y París. Por su parte, en eu ropa Madrid mantenía su carácter de antesala del ámbito americano. A finales de la década de los noventa, permanecían allí tanto Agustín de Betancourt, como gonzalo o’Farrill o algo más tarde José lanz. Cuando Alexander von Humboldt inició su expedición americana pasó por Madrid para entrevistarse con Betancourt, y significativamente, durante su itinerario entró en contacto con lu is de las Casas en l a Habana15, con los Fagoaga en México e incluso con lequerica en quito. de nuevo, en los textos de Humboldt es habitual encontrar referencias a la utilidad de los canales navegables y las posibilidades de la máquina de vapor. esto lleva a pensar que Humboldt no solo compiló el conocimiento tecnológico que se venía desarrollando en la América hispana, sino que también se sirvió de sus redes de discusión, como se viene apuntando en estudios recientes 16 .
15 P uig - s AMP er y re B o K, 2007, 32-47.
16 CAÑ i ZA res - esguerr A y t H ur N er , 2022.
Carington Bowles, Bowles’s New Plan of London, Westminster and Southwark, with their Environs to the Extent of Three Miles Round St. Paul’s , grabado, h. 1775. Biblioteca Nacional de e spaña.
l
A B o MBA de F uego e N el CA ri B e
Mientras que los círculos habaneros mantenían estrechos contactos con París, y en menor medida con londres, México parecía aún reducida a los flujos de información proveídos por la Carrera de indias. quizás por ello, la información sobre la bomba de fuego de Betancourt quedó obviada en la prensa mexicana, en favor de una mayor cobertura de la máquina de evaporación o máquina de fuego de José Antonio de Alzate17. Natural de ozumba, se dedicó a la investigación científica, siendo nombrado socio correspondiente de la Academia de Ciencias de París. Así aparece en las referencias hemerográficas mexicanas de la década de los ochenta. en mayo de 1784 se lamenta que: “¿No se podrá construir la máquina de fuego, ó que se mueve por medio del vapor de el agua, y que publiqué descrita en 1768?”18 desgraciadamente no se ha podido localizar tal descripción pero encajaría con los primeros intentos desarrollados por Watt y Boulton. en cualquier caso, la cita muestra el desinterés de la élite hacendera novohispana por la incorporación de estas nuevas técnicas, situación diferente a la desarrollada en Cuba.
A finales de siglo, se recibiría la máquina de vapor planteada por Betancourt en la isla caribeña. Había sido encargada a la fábrica de reynolds en Birminghan por el conde de Jaruco, con la intercesión de Betancourt, para que se fletara directamente desde ese puerto hasta la Habana19. se evitaba intencionadamente cualquier confiscación en puertos de trasbordo, aunque finalmente tuvo que hacer escala en Cádiz. la máquina llegaría a Cuba en 1796 pero no sería hasta el 11 de enero de 1797 cuando comenzaría su trabajo en el ingenio seybabo. el orgullo de su promotor le llevó a incluirla en su retrato20, aunque la vida del equipo apenas se prolongó unas semanas. esto llevó a que un invento de origen inglés, discutido en instituciones francesas, llegara al Caribe hispano antes que a las Antillas francesas o británicas. de hecho, la primera máquina de vapor encargada desde las Antillas británicas a Boulton & Watt es de 180321.
l A CANALMANÍA
según algunas fuentes, la conexión de Betancourt con el conde de Jaruco y su Comisión de guantánamo estaba relacionada con la realización de máquinas como la que se ha mencionado.
17 Gazeta de México , 10 de marzo de 1784.
18 J osé Antonio de Alzate, “ d efectos de economía”, en Gazeta de México , 5 de mayo de 1784, pp. 6-8.
19 egoro VA y M ois É ye V, 2008, 121-130.
20 egoro VA, 2011, 189-213.
21 tANN , 1997, 71.
Retrato del conde de Montalvo , Museo de la Ciudad de l a Habana. Palacio de Capitanes g enerales, s.f . Pie: “ e l s eñor d on i gnacio M ontalvo de Ambulody conde de casa Montalvo, gentilhombre de cámara de s u Majestad con entrada, brigadier de los reales ejércitos, coronel del regimiento de dragones de Matanzas, caballero en o r den de s antiago y primer prior nombrado por el r ey del r eal Consulado de esta isla, socio numerario de la r eal s ociedad e conómica”.
Pero otras fuentes apuntan a que su verdadero cometido fue diseñar el ambicioso Canal de güines, un viaducto navegable que uniría la región de los ingenios con el mar22. siendo esto así, la élite habanera conocería que el ingeniero llevaba trabajando en estas cuestiones hidráulicas desde antes de 1796 que se inició la Comisión, es decir, mucho antes de que en 1807 presentara ante la Academia de las Ciencias de París su propuesta de esclusa de émbolo buzo23.
l a negativa de Betancourt a trasladarse a Cuba, sumada a la de l a nz, dejó el proyecto del canal en manos de Anastasio Arango, Cipriano to rrezurri, José Martínez, así como los hermanos Francisco y Félix le maur, ya residentes en la Habana desde 179324. e s to retrasó su proyecto definitivo hasta 1798, momento en el que las tensiones bélicas obligaron a los ingenieros militares a atender otras urgencias. un aspecto que no ha sido subrayado en este cambio, es que una élite local con ciertos conocimientos confió un proyecto tan trascendental a profesionales que debían contar con unos mínimos conocimientos y seguramente alguna relación con Betancourt. Aquí la primera generación de integrantes de estos círculos, vinculados de alguna forma con la propia Comisión de guantánamo, enlaza con la segunda, ya que los l e maur mantuvieron el contacto con Humboldt acerca de la construcción del canal, citando las ventajas del uso en el mismo de barcos de vapor 25 . el interés cubano por estas nuevas vías de comunicación fue paralelo al del virreinato neogranadino. Allí, el reacondicionamiento del Canal del dique era un proyecto tan ansiado como postergado durante todo el siglo XViii26. Hubo de esperarse hasta 1794 para que se iniciaran las obras bajo la dirección del ingeniero Antonio de Arévalo 27. Cabe subrayar que este profesional se encontraba ya en sus últimos años de vida, tras haber desarrollado prácticamente toda su carrera en Cartagena de in dias28. Por tanto, resulta difícil de asignarle tal iniciativa. en cambio, el mencionado José Manuel de ezpeleta había pasado de gobernador habanero a virrey neogranadino en 1789. Por sus relaciones familiares debía conocer los
22 lue N go , 2016, 39-54.
23 B etANC ourt, 2003.
24 l A orde N, 2008, 223-226.
25 “ e n 1796, le comte de J aruco y Mopox, homme aimable et entreprenant auquel ses liaisons avec le Prince de la Paix avoient donné beaucoup d’influence, se chargea de faire revivre ce projet. l e nivellement fut exécuté, en 1798, par deux ingénieurs d’une très-grande habileté, d o n Francisco et d o n Felix l e maur […] l e canal des g uines ser oit, méme comme canal de petite navigation, d’une grande utilité pour le transport des produits agricoles par des bateaux à vapeur, parce qu’il se trouveroit rapproché des terrains les mieux cultivés”, citado en H u MB oldt, 1825, 438-439.
26 l A orde N, 2008, 179-186.
27 lue N go , 2016, 44-45.
28 g á M e Z , 2022.
intereses técnicos, pero cabe subrayar que de ser así, los puso en marcha años antes del inicio de la Comisión de guantánamo, en paralelo a los viajes de Arango a l o ndres.
las consecuencias de estas redes no se reducen a la configuración de canales en la América hispana. Mientras que el conde de Fernán Núñez y Jefferson mantenían una relación epistolar donde no se mencionan estos temas, el norteamericano escribía a William Carmichael recomendando las posibilidades de promover un canal interoceánico que atravesara territorio hispano 29 . también Jefferson se mostró contrario a las ventajas del Canal de erie que era promovido por ge orge Washington en la misma década de los ochenta, pero en cualquiera de los casos, parece evidente que el embajador norteamericano en París estuvo preocupado por este avance técnico.
Nicolás Calvo o ’Farrill, Memoria sobre los medios que convendría adoptar para que tuviese La Havana los caminos necesarios , l a Habana, i mpr enta de la Capitanía g eneral, 1795 . Biblioteca Nacional de e spaña.
de esta forma, se ha podido apuntar como la labor de Agustín de Betancourt se benefició de unas redes intelectuales y empresariales previas que sustituían a la tradicional traslación centro-periferia desde Madrid hacia los puertos ultramarinos. estas redes no fueron pasivas sino que persiguieron sus objetivos tecnológicos incluso cuando la disponibilidad de Betancourt se redujo. Conocían la trascendencia económica de sus avances, lo que quizás explique el escaso rastro hemerográfico, y al ser iniciativas privadas con apoyo estatal, su huella documental en la administración es muy escasa. A pesar de estas dificultades para la labor histórica, parece probable que un mejor conocimiento de sus contactos, movimientos e intereses, puede ofrecer nuevas visiones sobre el imperio hispano de finales del siglo XViii y sus conexiones internacionales.
29 “F rom t homas Jefferson to William Carmichael, 3 June 1788”, Founders Online, National Archives, https:// founders.archives.gov/documents/Jefferson/01-13-02-0139. [Fuente original: The Papers of Thomas Jefferson , vol. 13, March–7 October 1788 , ed. Julian P. Boyd, Princeton, Princeton u n iversity Press, 1956, 229-235.]
li B ros tr A du C idos PA r A los estudios de l A i N s P e CC i ÓN ge N er A l de CAM i N os : M o N ge , F r ANC oeur , P ro N y y B ossut *
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Fundación FH e C or
en el contexto de la paulatina institucionalización de las obras públicas en españa 1, Agustín de Betancourt y su colaborador Juan lópez de Peñalver, pensionados para estudiar en París, convencieron a sus superiores, entre 1786 y 1788, de la idoneidad de establecer en Madrid una escuela de caminos y canales semejante a la parisina. Pero no es hasta 1802, cuando Betancourt consigue implantar un sistema reglado de formación de los ingenieros responsables de las obras públicas 2. Fundada la in spección de Caminos en 1799, se convoca el examen para los candidatos a través de la prensa oficial de la época, la Gaceta de Madrid , definiendo la formación previa exigible y el perfil del primer plan de estudios.
Para la instruccion de los que en lo sucesivo hayan de obtener las plazas de Comisarios, Ayudantes y demas de que se forma la inspeccion general de caminos, ha resuelto s. M. se establezcan estudios de los varios ramos en que deben estar versados los que se destinen á dichos empleos. el objeto de este establecimiento será pues la enseñanza de la mecánica y la arquitectura hidráulica, con todas las aplicaciones necesarias á la construccion de caminos, puentes, canales, y á las demas obras y objetos particulares que tienen conexîon con ellos: agregándose á esto la delineación de planos y demas que se requiere para la perfecta instruccion. Para ser admitidos á esta enseñanza deberán los pretendientes presentar memorial al inspector general de caminos expresando los estudios que hayan seguido anteriormente. Antes de ser admitidos serán exâminados en aritmética, álgebra, geometría, trigonometría plana y esférica, secciones
* e ste texto ha sido desarrollado en el marco del proyecto i + d +i “Agua y l uces. tratados españoles de arquitectura hidráulica de la i lustración” (P di 2020-115477 g B- i 00), financiado por el Ministerio de Ciencia e i nno vación.
1 sáe NZ ridrue J o , 2007, 128; le ÓN, 2020, 167-191.
2 ru M eu , 1980; sáe NZ ridrue J o , 2012 y 2006.
cónicas, cálculo diferencial é integral, y en los principios de física experimental: todo ello según se enseña en los estudios públicos de esta corte; pero sin necesidad de que acrediten haber asistido á ellos: pues en el exámen se ha de comprobar la suficiencia de los aspirantes. los exámenes mencionados se empezarán por este año el 20 del presente mes de octubre; y concluidos que sean se dará principio á la enseñanza y á los demas exercicios en que deben ocuparse los que sean admitidos3
impor ta, a los efectos del presente escrito, una referencia a los planes de estudios de 1802 y de 1820, una vez la escuela reabrió de nuevo tras su cierre en 18084. el de 1802 preveía dos cursos con los siguientes contenidos. el primero: mecánica, hidráulica, geometría descriptiva, empujes de tierras y bóvedas, estereotomía y dibujo. el segundo conocimiento de materiales, construcción de máquinas, puentes, encauzamiento de ríos y construcción de caminos y canales. el curso comenzaba en noviembre y concluía a finales de julio. du rante el verano había prácticas de campo.
de sde el inicio de la escuela, y ligándose a una opinión enraizada fuertemente en la cultura hidráulica y constructiva española del siglo XViii5, se quiso contar con libros adecuados para la formación de sus discípulos, emprendiéndose la traducción de una serie de tratados franceses, protagonistas de estas líneas: la Geometría descriptiva de Monge (1803); el Tratado de mecánica elemental… según los métodos de R. Prony de Francoeur (1803); y una publicación que contenía las Investigaciones sobre el empuje de las tierras y sobre la forma y dimensiones que deben darse a los muros de revestimiento… por R. Prony y las Investigaciones sobre el equilibro de las bóvedas de Carlos Bossut . ru meu de Armas cree que fueron Betancourt o Peñalver los responsables de estas traducciones publicadas, cabe subrayarlo, por la im prenta re al 6 . si n embargo, á n gel del Campo discrepa y asegura que todo apunta a José María de l a nz como traductor del libro de Monge7. Aunque nos parece haber detectado un cambio de estilo entre los textos traducidos de Monge y de Francoeur o Prony y Bossut, fueran l anz, Peñalver o el propio Betancourt los traductores, es patente que estos tenían un profundo conocimiento del francés y del castellano, así como una clara intención de adaptar los contenidos a lectores hispanos, pues suelen incluir además referencias a unidades de medida de la Península y a nuestras propias referencias climáticas cuando procede.
3 Gaceta de Madrid , 19 de octubre de 1802.
4 ru M eu , 1980, 280-281, 298 y 396.
5 C res P o , 2020.
6 ru M eu , 1980, 299.
7 CAMP o , 1996, 40.
el contenido del plan de estudios de 1820 hace pensar que los mismos textos editados años antes sirvieron también a los alumnos del tr ienio l i beral. l a relación de asignaturas permite detectar la plena validez de los textos que aquí se comentan. en el primer curso se impartiría mecánica racional y geometría descriptiva. en el segundo mecánica aplicada, principios generales de arquitectura civil y nociones de física, mineralogía y geología. en el tercero topografía y geodesia, proyectos y construcción de caminos, puentes y canales, y obras de ríos y puertos. Además, en los tres cursos se impartía la asignatura de dibujo 8 .
Cabe preguntarse por qué se emprendió la traducción de unos determinados textos y no de otros, o de otros autores, procedencias o periodos históricos. la respuesta deja poco margen para la especulación, si bien la alternativa no ha sido explícitamente considerada por los autores mencionados (Campo, rumeu de Armas o sáenz ridruejo). Parece claro que el equipo de Betancourt, con lanz y Peñalver, considera que el formato de la escuela parisina es la mejor referencia y que también lo son sus libros de texto para la escuela de Madrid, pues sus autores son o han sido profesores en la capital francesa y, además, todos ellos son conocidos de los citados españoles. Francia representa la referencia principal de la ciencia y de la técnica a lo largo del siglo XViii. tratados como el de puentes (1768) del Padre Pontones o la arquitectura hidráulica (1790) de Benito Bails revelan esta ascendencia. No obstante, Betancourt y el equipo en torno a la inspección y la escuela redefinen dicha influencia. en su opinión, el modelo francés representa el ideal investigador y también formativo puesto que se considera que el desarrollo de las técnicas en Francia se funda en principios racionales y demostrados, no exclusivamente empiristas, y están avalados por un planteamiento matemático solvente, diríase que incluso “exacto”, aunque ese adjetivo no puede utilizarse en el ámbito de la ingeniería. de hecho, los libros que se analizan expresan de manera más o menos explícita que el conocimiento aún por desarrollar deberá basarse en ulteriores avances de la geometría (indisolublemente unida a las matemáticas) y de la física teórica y experimental (esta al servicio de esa).
8 M emoria de la Comisión de Caminos, 1820, 86-96.
gaspard Monge, Geometría descriptiva , Madrid, imprenta real, 1803. Biblioteca Nacional de españa.
l A geo M etrí A des C ri P ti VA de g A s PA r M o N ge ga spard Monge (1746-1818) fue un ingenio precoz 9. Profesor de física a los 16 años y de matemáticas a los 19, ingresó a los 34 en la Académie royale des sciences , publicando el Traité de statique en 1788. Ferviente revolucionario, llegó a ser ministro de Marina (1792-93). Fundó la École Polytechnique en 1794 y, en 1799, a su regreso de la campaña de Napoleón en eg ipto, publicó la Geometrie Descriptive. sólo cuatro años después de aparecer en Francia se edita en la imprenta real el texto español como compendio de las “lecciones dadas en las escuelas normales”. l a traducción es magnífica y la lectura fácil; al lector de hoy el texto le parecerá casi moderno, con ortografía poco diferente de la actual, especialmente si se compara con lo escrito en e s paña apenas dos o tres décadas antes 10 . ig noramos la tirada de la edición, pero es llamativo que el número de alumnos finalmente matriculados en aquel primer curso fuera de sólo cinco. si n duda alguna, Betancourt y su equipo (y los superiores a los que convencieron) confiaban en la progresión del número de alumnos y en la pervivencia de la obra traducida. Hay que pensar que la obra estaba dirigida también a los profesores “de los estudios de la i nspeccion general de Caminos” y, por descontado, a otros profesionales de la edificación, la construcción de máquinas y a un amplio abanico de técnicos y artesanos. de hecho, ya en el “Programa” o declaración de intenciones se expresa con nitidez que la geometría descriptiva tiene dos objetos principales:
9 Consideraciones biográficas de M onge ajustadas al contexto de su libro pueden encontrarse en ge N til y r ABA s A, 1996, 56-93. 10 le ÓN, 2020.
el primero es representar con exactitud sobre los diseños de dos dimensiones los objetos que tienen tres […]. Baxo este punto de vista es una lengua necesaria al hombre de genio que concibe un proyecto, a los que deben dirigir su execucion, y en fin a los artistas que por sí mismos deben executar sus partes diferentes. el segundo objeto de la geometría descriptiva es deducir de la descripcion exacta de los cuerpos todo quanto se sigue necesariamente de sus formas y de sus posiciones respectivas. en este sentido es un medio de investigar la verdad.
el primer objeto está directamente relacionado con la mejora de la calidad, ya notable, de los planos que elaboraban tanto los ingenieros de la época como sus predecesores11, si bien su horizonte iba mucho más allá. Monge declara así este objetivo pedagógico con el que, a buen seguro, coincidirían Betancourt, l a nz o Peñalver:
l a educacion nacional pues recibirá una direccion ventajosa familiarizando nuestros jóvenes artistas con la aplicacion de la geometría descriptiva á las construcciones gráficas que son necesarias al mayor número de artes, y haciendo uso de esta geometría para la representacion y la determinacion de los elementos de las máquinas, por medio de las quales el hombre, poniendo en contribucion las fuerzas de la naturaleza, no se reserva, por decirlo así, en sus operaciones otro trabajo que el de su inteligencia.
los ejercicios o “qüestiones” que plantea la Geometría siguen un orden pedagógico en el que los recursos necesarios para resolver cada problema se basan en la solución de problemas anteriores, siempre con una prosa sobria y precisa, que pretende claridad y huye de cualquier retórica innecesaria.
el libro define pronto el sistema diédrico de representación, sistema Monge, o método de las proyecciones (un alzado y, abajo, la planta), que se entiende en la sencilla y efectiva ilustración 1, a la que aporta la ventaja de las sombras arrojadas. Apuntemos que un aspecto relativamente controvertido es el de la originalidad del sistema diédrico, o si tuvo precedentes en el siglo XVi12 . se a como fuere, cabe destacar su exposición didáctica sobre los conceptos de punto, línea, plano, curvas y superficies (y volúmenes, se entiende). en el epígrafe II. De los planos tangentes y de las normales de las superficies curvas da razón del aparejo de las dovelas, una cuestión relevante en una construcción, de forma que “la descomposicion de una bóveda en dovelas exige indispensablemente la consideracion de los planos tangentes y
11 le ÓN y goi C ole A, 2017.
12 P A l A C ios , 1987; orteg A et al., 2004; este PA, 2016.
de las normales á la superficie curva de la bóveda”. Como otros tratadistas de la época, Monge da por hecho, lo que es cierto en parte, que el funcionamiento de las fábricas aparejadas es tal que la resultante es ortogonal a la junta y ésta lo es al intradós de la pieza. el lector de hoy se contagia de la fascinación de Monge por la geometría y detecta pronto que el autor se dirige a quienes han trabajado ya con la regla y el compás antes de asomarse a este libro. e s fácil imaginar a aquellos alumnos dedicando muchas horas sobre mesas de dibujo y gastando mucho papel y lápiz para adquirir la formación geométrica necesaria para redactar, por ejemplo, proyectos de ingeniería que, merced a esos conocimientos, tuvieron un alcance sin precedentes hasta entonces. l a trascendencia del libro de Monge es desde luego extraordinaria, pues en él se han educado generaciones de ingenieros civiles. Por descontado abordó cuestiones prácticas asociadas a la ingeniería, por ejemplo cómo situar un punto i zquier da g aspar d Monge, Geometría descriptiva , Madrid, i mpr enta r eal, 1803 , ilus. 1. Biblioteca Nacional de e spaña d er echa i ntersección de una esfera con una cónica de base cualquiera, en g aspar d Monge, Geometría descriptiva , Madrid, i mpr enta r eal, 1803 , ilus. 16 . Biblioteca Nacional de e spaña.
entre dos curvas de nivel, es decir, cómo trabajar en planos acotados (p. 81). No obstante, había una consciencia, por el autor y por quienes impulsaron su temprana traducción, que sus contenidos superaban los de una profesión concreta y abarcaban un amplio espectro de aplicaciones. en el epígrafe IV. Aplicacion del método de construir las intersecciones de las superficies curva á la solución de diversas qüestiones pasa Monge de lo abstracto a lo práctico, singularmente pensando en el arte del corte de piedras y el de la carpintería, apuntando que …la geometría descriptiva, debiendo llegar á ser un dia una de las partes principales de la educacion nacional, porque los métodos que da son tan necesarios á los artistas, como lo son la lectura, la escritura y la aritmética, creemos que es útil en hacer ver por medio de algunos exemplos cómo puede suplir á la análisis en la resolucion de un gran número de qüestiones, que á primera vista no parecen susceptibles de poder ser tratadas de este modo.
el tr A t A do de M e C á N i CA ele M e N t A l de F r ANC oeur
louis-Benjamin Francoeur (1773-1849) estudia matemáticas y física en la École Polytechnique. Monge se fija en él y le convierte en profesor particular de Jérôme Bonaparte. ga spard de Prony le nombra profesor de análisis y mecánica con sy lvestre-François l a croix, insigne matemático francés. en 1800 publica el Traité de mécanique élémentaire, à l’usage des élèves de l’École polytechnique, rédigé d’après les méthodes de R. Prony . tres años después aparece la traducción española en la im prenta re al. si bien el inspirador de los contenidos es Prony, el trabajo del joven Francoeur es excelente.
la prosa es fluida, se deja leer y se apoya en un nutrido grupo de figuras, aunque no de tanta calidad como las de la Geometría Descriptiva. en la exposición procede, como Monge, de manera inductiva, pedagógica, ayudando al alumno en el avance del conocimiento a partir del paso previo ya consolidado. el vocabulario es rico, aunque llama la atención que emplee palabras como “potencia” para fuerza, término que también emplea13. en la introducción hay lugar para un argumento recurrente en el mundo moderno como el asombro causado por la observación de la Naturaleza, recordando –otro topos – que la curiosidad es el motor del conocimiento: si pudiese existir un ser racional, que solo hubiese conocido cuerpos inmóviles, ¿quál seria su admiracion al descubrir por la primera vez el movimiento y sus admirables conseqüencias? ¿Con quánto ahinco
13 B e NV e N uto 1981, 7 y ss. da una explicación filológica más amplia.
procuraria conocer aquella inteligencia sublime, que preside á la comunicacion del movimiento, á las leyes constantes, segun las quales un cuerpo despues de haber salido del reposo se mueve, anima quanto encuentra, y pierde poco á poco esta singular virtud para volver á su estado primitivo?
sin embargo, recuerda que no le interesa adentrarse en las cuestiones metafísicas, tan vilipendiadas por los ilustrados en general, sino en la mecánica descriptiva: “no pertenece á la Mecánica el indagar las causas del movimiento; solo le importa conocer las leyes con que actuan los cuerpos que gozan de él”.
tr as definir con sencillez la mecánica como “la ciencia del equilibrio y del movimiento”, presenta el contenido del Tratado . se divide en dos partes (Mecánica e Hidráulica) que, a su vez, se organizan en dos grandes bloques: por un lado la estática (o sobre el equilibro de los sólidos) y la dinámica (movimiento de los sólidos); por el otro, la Hidrostática (equilibrio de los fluidos) y la Hidrodinámica (movimiento de los fluidos).
l ouis-Benjamin Francoeur, Tratado de Mecánica elemental… ordenado según los métodos de R. Prony , Madrid, i mpr enta r eal, 1803 . Fundación Juanelo turriano . Biblioteca.
la primera parte del libro se centra por tanto en la estática. Comienza tratando la composición y descomposición de las fuerzas, procesos bien definidos ahora pero no tanto en 1803. Al hablar del paralelogramo de fuerzas hace una exhibición de la soltura con la que maneja la trigonometría, pero hay que recordar la enorme dificultad que suponía el cálculo en aquella época de eclosión de la ingeniería apoyada en la teoría y en la cuantificación de los fenómenos14. Base fundamental de los desarrollos es la geometría, con alusiones a la obra de Monge. Hace una
14 A ddis , 2007, 167-174. l as dificultades de cálculo, unidas a la falta de conocimientos, explican la proliferación de métodos gráficos. Piénsese que hubo que esperar hasta el siglo XV i para que se universalizaran los de las operaciones elementales (desde la suma hasta la división). Cabe añadir que los signos “+” y “-” no se proponen hasta finales del XV. e l signo “=” apar ece en 1557. g racias a los logaritmos (N eper, 1614) se pueden trasladar las magnitudes a reglas graduadas en escala logarítmica, apareciendo en el primer tercio del siglo XV ii las reglas de cálculo.
e xplicación del funcionamiento de los polipastos, en l ouis-Benjamin Francoeur, Tratado de Mecánica elemental …, Madrid, i mpr enta r eal, 1803 . Fundación Juanelo turriano . Biblioteca.
demostración con la notación de lagrange que da fe de la potencia de los desarrollos en serie que tenían, revelando el mérito intelectual que conllevaba. la reflexión alcanza también a los docentes de la escuela a comienzos del siglo XiX, que tenían que trasladar esos planteamientos a alumnos a los que se exigía, como vimos, formación en geometría, aritmética y álgebra. trata luego “de las máquinas”, indicando que “quanto debe decirse de las máquinas no es, como se verá, sino una serie de aplicaciones muy simples de las equaciones del equilibrio halladas anteriormente.” Considera, entre otras, las cuerdas o “máquinas funiculares”, suscitando la idea del antifunicular como forma idónea de las bóvedas. tr ata también el plano inclinado (ejercicio hoy bien conocido y reproducible a partir de la aplicación
sistemática de las ecuaciones de equilibrio estático) y la palanca. e s de especial interés el caso de las poleas o garruchas (juegos de poleas y polipastos), dado que, conocidas desde la Antigüedad, permitían el izado de grandes pesos. Como hace frecuentemente, presenta la fórmula a la que lleva la demostración y acompaña un texto en cursiva que destaca la definición para su fácil aplicación. Así, para este caso, afirma que “la potencia es á la resistencia como la unidad es á la potencia de 2 igual al número de poleas”. ta mbién trata la cabria (o torno), las ruedas dentadas, el gato o cric y la rosca, lo que revela las también amplias posibilidades de aplicación de algunos de los contenidos de este Tratado a muchos campos profesionales y de la construcción. d e hecho, se refiere a la humilde cuña, simple dispositivo que se utiliza en muchos ámbitos de la ingeniería: en las canteras, en el montaje de las dovelas de las bóvedas 15, en el pretensado, etc. Advierte que cuanto más aguda es la cuña, más eficaz resulta para movilizar importantes fuerzas transversales. tr ata igualmente de máquinas compuestas como el tornillo sin fin, el puente levadizo y la imprescindible grúa. su voluntad pedagógica también se manifiesta al abordar, al final de este capítulo, el rozamiento. el libro o capítulo segundo aborda la dinámica. empieza por los conocidos análisis del movimiento de un punto en línea recta (movimiento uniforme, variado, etc.) para adentrarse en la balística con un notable despliegue de cálculo diferencial e integral, introduciendo la cuestión de la resistencia al movimiento que, dice, “han tratado Newton, Bernoulli, eulero, &c”, y “últimamente” legendre. trata después de las masas combinadas con las velocidades y de las fuerzas aceleratrices, del choque directo de los cuerpos duros, acudiendo frecuentemente al admirado y ponderado laplace, a quien de hecho el original está dedicado. s e rinde de igual modo a d’Alembert, “este hombre de ingenio superior”. Con esta traducción, por tanto, se ayudaba a afianzar como referencias ciertos nombres en la cultura técnica y científica española. e n el libro tercero, dedicado a la Hidrostática, describe la máquina de Pascal o prensa hidráulica, ejemplo de aplicación de las ecuaciones de equilibrio, distinguiendo los fluidos incompresibles (los líquidos como el agua, el vino, el mercurio, etc.) de aquellos que son “elásticos” (compresibles o dilatables), como los gases, que quedan fuera del análisis del libro. e n todo ello se utilizan los principios de la Mecánica establecidos en la e stática y la di námica, con el acostumbrado rigor matemático y la sencillez expositiva. e j emplo de la intención de hacer español el texto, es el uso que hace el traductor de la palabra “pesantez”.
15 or F eo , 2023.
Me parece que debería utilizarse más a menudo porque es más específica de los conceptos de pesadez, de gravedad, que “peso propio”, tan común en el lenguaje técnico.
Francoeur aporta consideraciones de gran interés relativas al equilibrio de los fluidos pesados de densidad variable, al equilibrio de los fluidos heterogéneos pesados e incompresibles pasando, con menos profundidad, a los fluidos “elásticos” (gases) y presentando como ejemplo el caso del barómetro como dispositivo útil que ejemplifica la validez de los postulados expuestos. Hay un último apartado de gran interés práctico, especialmente para la “Arquitectura hidráulica” y para el uso cotidiano, que se dedica a las bombas.
la última y cuarta parte del tratado se centra en la Hidrodinámica. Al describir la salida de los fluidos por orificios horizontales llama la atención la importancia y aun la lírica que concede al sistema de “ re lox de agua ó Clepsidra” para medir el paso del tiempo a través del agua que sale de un recipiente por una serie de orificios:
el modo con que los antiguos sacáron partido del movimiento del agua para subdividir la duración de los años y de los días es por lo comun muy ingenioso. las ideas del agua que se escapa por un orificio, y del tiempo que pasa, ofrecen por su analogía imágenes agradables y comparaciones, de las quales la filosofía y la poesía no pueden menos de aprovecharse. l a clepsidra de Ctesibius ofrece un exemplo interesante de la mas ingeniosa imaginacion. No es posible rehusarse á una secreta y dulce melancolía viendo el agua escaparse en forma de lágrimas, por los ojos de una figura que parece pagar el tributo de sentimiento á los instantes que se pierden.
so rprende esta observación en una obra tan militantemente práctica. el libro se cierra con unas “Notas sobre algunas proposiciones de la Mecánica” que al lector actual pueden sugerirle que anticipan otros desarrollos técnicos posteriores. Así, analiza el “rozamiento de una cuerda que se envuelve al rededor de un cilindro” mostrando la fórmula de Coulomb, al que no cita. e s también el caso de las “Cuerdas vibrantes”, indicando que se trata de un problema que “ha sido estudiado por eu lero, l a grange, d ’ Alembert y d . Bernoulli” y que tanta utilidad tiene en la ingeniería moderna. también aborda “el principio de las velocidades virtuales”, que se debe a galileo, aunque fue lagrange el que lo rescató16. Francoeur agradece a Fourier, profesor de la es cuela Politécnica, la demostración que presenta en este texto. se trata, claro está, del ingeniosísimo principio de los trabajos virtuales, que tantos problemas de Mecánica ha permitido resolver.
16 l o destaca rigurosa y pedagógicamente B e NV e N uto , 1981, 95 y ss.
l A s i NV estig AC io N es so B re el e MP u J e de l A s tierr A s y so B re l A F or MA y di M e N sio N es q ue de B e N d A rse A los M uros de re V esti M ie N to de r . P ro N y y l A s i NV estig AC io N es so B re el equili B rio de l A s BÓV ed A s de B ossut
ga spard-Clair-François-Marie r i che de Prony (1755-1839) fue discípulo y colaborador de Perronet y luego director de e s cuela de París durante 43 años. Aunque brilló en muchas disciplinas, su texto sobre el empuje de las tierras es menos conocido. la traducción española se edita también en la imprenta real a par tir del original Recherches sur la poussée des terres et sur la forme et les dimensions à donner aux murs de revêtement, aparecido en París en 1802. esta traducción se publicó junto a las Investigaciones sobre el equilibrio de las bóvedas de Bossut. de hecho, según un anuncio aparecido en la Gaceta de Madrid del 8 de agosto de 1806, las memorias se podían comprar por separado o conjuntamente 17 . en el preámbulo, Prony menciona el Essai sur une application des règles de Maximis et Minimis à quelques problèmes de statique relatifs à l’architecture (1773) de Coulomb, señalando que por primera vez se tuvieron en cuenta de manera fundada el rozamiento y la cohesión. se cita luego a sí mismo para recordar que en su obra Nouvelle Architecture Hydraulique (1790) da una teoría que se basa en la de Coulomb, pero mejorada18. la notación que emplea despista; por ejemplo, llama p a la “pesantez específica de las tierras” y P a la de la mampostería del cuerpo del muro. supone, sin gran error, taludes rectilíneos, cohesión uniforme y que el rozamiento es proporcional a la presión normal. A partir de la mecánica de los planos inclinados y del planteamiento de Coulomb, llega a la conclusión siguiente basada en la búsqueda del máximo empuje: el ángulo que forma el plano de deslizamiento con la vertical y que conduce al equilibrio con el máximo empuje es igual a la mitad del ángulo de rozamiento interno del material. Contento con las cualidades de su hallazgo (que la posteridad no considerará tan interesante), afirma:
soy el primero que ha hallado y publicado este resultado notable por su sencillez en mi mecánica filosófica, por medio del qual se obtienen, en todos los problemas relativos al empuje de las tierras, fórmulas, en las
17 Gaceta de Madrid , 8 de agosto de 1806: “ tr es Memorias, 1.ª sobre el empuje de las tierras: 2.ª Método práctico para determinar las dimensiones de los muros de revestimiento, por r . Prony: 3.ª s o bre el equilibrio de las bóvedas, por Cárlos Bossut: traducidas para el uso de los estudios de la i nspeccion general de Caminos. s e hallarán juntas y separadas en el despacho de la i mpr enta r eal ”.
18 g A li N do , 1996, 144-147. e xplica este autor que el adjetiv o nouvelle “evoca al ya usado por Belidor, Architecture Hydraulique …, de 1737”. e l libro de Prony se divide en cinco partes: las mismas que la del libro de Francoeur y una quinta parte, exclusiva de Prony, que versa sobre máquinas y motores.
quales, habiendo introducido los elementos de la cohesion y del rozamiento, son no obstante tan sencillas como las de que se hace uso ordinariamente, y en las quales se han omitido estas circunstancias.
Analiza las situaciones vinculadas a las hipótesis de deslizamiento de la base del muro o de vuelco del mismo y deduce las ecuaciones que permiten obtener el ancho del muro, comparándolas con las de otros ingenieros. orgulloso, afirma: “Mis fórmulas darán siempre exactamente el valor del empuje”.
g aspar d de Prony, Investigaciones sobre el empuje de las tierras y sobre la forma y dimensiones que deben darse a los muros de revestimiento; acompañadas de un método práctico… [Madrid], [ i mpr enta r eal], s.f .
Amplía el tratamiento a muros ataluzados en ambos paramentos, concluyendo que el espesor medio del muro viene a ser 0,32 veces la altura y que el ancho en la base puede ser la mitad de la altura en la hipótesis de terreno saturado de agua y fluido sin rozamiento. Conjugando siempre en primera persona, explica cómo tiene en cuenta la presencia de sobrecargas en el trasdós del muro, sobre el terraplén y la presencia favorable de parapetos en la coronación del muro, aspecto ciertamente importante en la estabilidad de los tímpanos de los puentes de piedra o ladrillo, o los muros en vuelta de sus accesos, aunque no lo mencione.
Completa la formulación analítica anunciando que puede dar lugar a algunos resultados aberrantes, exhibiendo entonces una autoindulgencia muy curiosa a propósito de que, en ciertos casos, el valor buscado del ancho en coronación da resultados imaginarios:
No entraré en mas detalles sobre estas consideraciones abstractas, que, como previne, son simplemente exercicios del entendimiento. Además, las especies de excepciones á que dan lugar desaparecen todas en el momento que se hace abstraccion de la cohesion, como conviene en la práctica (…)
¿Pero no habíamos quedado en que su gran aportación era tener en cuenta el rozamiento y la cohesión como nadie lo había hecho antes? d escribe luego el método gráfico que explica
Benvenuto 19, quien introduce una crítica explícita a Prony al afirmar que su procedimiento apenas merece el título de “gráfico”, ya que depende del uso de la ta bla 8.29 es decir la publicada en la traducción al español como “Fórmula gráfica” 20 . Prony recomienda que cada ingeniero construya su propia tabla, advirtiendo que “conviene construir la figura ó formula gráfica, que acabo de describir, sobre un cartón fuerte y terso para que sea más durable”. el método no es sencillo, aunque hay que reconocerle ingenio y voluntad para hacerlo accesible para los casos más frecuentes.
Hace luego unas afirmaciones que ponen de manifiesto el carácter ingenieril de Prony, pendiente y preocupado por la verdad de la física que está detrás de los fenómenos que el técnico pretende tener bajo control. No se puede sino estar de acuerdo con este lúcido párrafo, propio de un ingeniero que, como también Betancourt y sus colaboradores, piensa también en la educación de los futuros ingenieros.
la historia de las ciencias ofrece algunos exemplos de resultados verdaderos deducidos de este modo de teorías empíricas; pero regularmente los resultados así deducidos necesitan ser modificados por la experiencia, y dispuestos de modo que no resulte inconveniente alguno en la aplicacion. Valdria mas, quando los objetos de investigacion presentan grandes dificultades para ser tratados analíticamente, ceñirse en el principio á reglas prácticas fundadas sobre la observacion, hasta que los progresos de las ciencias físicas ó matemáticas ofreciesen nuevos recursos para hallar las leyes de estos fenómenos, y dar razón de los hechos; pues explicaciones incompletas y fórmulas establecidas sobre principios equívocos pueden, hallándose acreditadas, hacer cometer grandes errores á los que demasiado ocupados en practicar no tienen la cabeza bastante libre para entregarse á los exámenes teóricos; tambien pueden inducir en error á los jóvenes, y ser muy perjudiciales al suceso de sus estudios.
Charles Bossut (1730-1814) fue profesor en la escuela de los ingenieros militares, en la que tuvo de discípulo a ga spard Monge, lo que quizás explique por qué Betancourt y sus colaboradores eligieran las Recherches sur l’équilibre des voûtes (Paris, 1778) para que, traducidas al castellano, fueran libro de texto en la es cuela de Madrid. de los cuatro libros reseñados en estas líneas, éste es el más antiguo y cuyo autor era también el de más edad.
19 B e NV e N uto , 1981b, 318-320.
20 l a tabla 8.29 citada por Benvenuto es la que se reproduce en el texto español de Prony en la página 38. l a tabla lleva un título (un verdadero acertijo) que podría ahorrarse con una figura que no da, que es una de las críticas más claras que merece este documento.
Fórmula gráfica de Prony en Investigaciones sobre el empuje de las tierras y sobre la forma y dimensiones que deben darse a los muros de revestimiento; acompañadas de un método práctico … [Madrid], [ i mpr enta r eal], [s.f.]
No tenemos noticia cierta de quién fue el responsable de la espléndida traducción de la obra, pero con toda probabilidad fue el libro en el que Joaquín Monasterio, uno de los primeros alumnos de la primitiva escuela, aprendió el arte de las bóvedas y su mecánica 21 . l a cuestión ha constituido un asunto recurrente en los libros de Mecánica, especialmente a partir del siglo XVii con l a Hire. e s cribe Bossut:
Parece que los antiguos arquitectos no se conduxéron por principios ciertos y geométricos en la investigacion de los medios que empleaban para asegurarse de la solidez de sus edificios. la experiencia, la imitacion y una mecánica natural les servian de guias. (…) Verosímilmente los antiguos arquitectos, ocupados enteramente de todo lo que pertenece á la decoracion externa y á la distribucion interna de sus edificios, abandonaban absolutamente á los aparejadores la parte del arte, que tiene por objeto la solidez y el detalle de los medios de construccion, en lo qual tienen por desgracia demasiados imitadores entre los modernos.
Charles Bossut, Investigaciones sobre el equilibrio de las bóvedas , [Madrid], [ i mprenta r eal], s.f
recordemos que Betancourt en su famoso informe de 1803 censuró la formación parcial, centrada en el ornato, que las academias de bellas artes españolas proporcionaban a los discípulos de arquitectura. Añade Bossut:
Habiendo resuelto en 1691 el problema de la catenaria los dos ilustres hermanos santiago y Juan Bernoulli, Huguens y leibnitz, no tardáron los geómetras en advertir que la figura de esta curva, vuelta de abaxo arriba, es la que debe darse á una bóveda compuesta de dovelas infinitamente pequeñas é igualmente pesadas, para que esten en equilibrio todas sus partes. david gregori fue el primero que advirtió esta
21 H uertA y F o C e , 2003. e l ar tículo, que no cita a Bossut, formula una crítica al siempre inacabado conocimiento preciso de la mecánica de las bóvedas de piedra o ladrillo. s e mencionan las r eferencias de r umeu de Armas y s áenz r idruejo a la presencia de Joaquín Monasterio en la primera e scuela de caminos de Madrid.
identidad en las Transacciones filosóficas del año de 1707; pero su raciocinio, aunque exacto, no tenia toda la claridad que podia desearse.
ta mpoco tiene dicha claridad el texto de Bossut, que hace, sin embargo, una correcta y prolija revisión histórica del tratamiento mecánico dado a bóvedas y cúpulas. Bossut, también orgulloso de sus contribuciones, funda en su experiencia en Sainte Geneviève (luego Panteón de París), con soufflot primero y con rondelet después, la bondad del tratamiento que por fin acierta, como dice en las memorias que prepara al respecto en 1774 y 1776, pues “me empeñé en buscar la verdadera fórmula general, hasta entonces desconocida, para determinar el empuje de las medias-naranjas, así como la Hire habia determinado el de las bóvedas de cañon seguido”. Casi nadie parece haber reparado, sin embargo, en la observación de Bossut a propósito de los ensayos que iniciara soufflot: “su máquina [la de soufflot] para pulverizar las piedras ha sido perfeccionada despues extraordinariamente por el ciudadano rondelet, quien ha hecho un gran número de experiencias sobre la resistencia de las piedras de diferentes especies y de diferentes dimensiones” 22 . trata primero “del equilibrio de las bóvedas de cañon seguido”, analizando el “grueso de los pies derechos quando la bóveda procura romperse por puntos conocidos de los riñones”. examina después “las relaciones que debe de haber entre las fuerzas que obran sobre las dovelas, y la figura de la bóveda, para que esté en equilibrio el sistema de las dovelas: determinacion subseqüente del grueso de los pies derechos” y aporta unas reflexiones a propósito de la interacción con la cimbra23. el problema que presenta el análisis de Bossut, bienintencionado como el de todos sus predecesores y muchos de sus sucesores, es que pretende obtener una solución única. Hasta mucho tiempo después, como ha demostrado Heyman ya en el siglo XX, el marco teórico en el que la solución a este tipo de problemas es verdaderamente única comporta la consideración de hipótesis deformacionales que, en aquel momento (y aun ahora), requieren de un gran esfuerzo de computación. en el contexto de las hipótesis que manejaban todos los que abordaron el problema (mecánica de los sólidos rígidos) hay infinitas soluciones comprendidas en un rango que viene delimitado por los teoremas del límite inferior y del límite superior. Hay que decir que las soluciones que encontraron autores como Bossut entran dentro de ese rango aceptable, lo que avala sus resultados y sus aplicaciones
22 e n le ÓN y goi C ole A, 2017, trata el primero la cuestión del ensayo a compresión de piedras, que documenta r ondelet.
23 or F eo , 2023, 109 y ss.
d efinición de las fuer zas y su descomposición en polígonos, en Charles Bossut, Investigaciones sobre el equilibrio de las bóvedas , [Madrid], [ i mpr enta r eal], s.f
prácticas, a partir de meritorias formulaciones analíticas inductivas para aproximarse a una suerte de elegante análisis diferencial con dovelas teóricas cada vez más pequeñas, pero de ardua resolución numérica. tardarían aún unos decenios en llegar las soluciones de la estática gr áfica, que resolverían más eficazmente el problema. da cuenta también del análisis “de los pies derechos, suponiendo se puedan romper por hiladas horizontales”, pues el equilibrio de las bóvedas está indisolublemente condicionado a la estabilidad y aun la deformabilidad de las pilas o estribos en que se apoyan, aspecto de trascendental importancia. Bossut lo aborda planteando unas ecuaciones diferenciales de equilibrio que integra de manera directa.
Consideración de pies derechos y análisis de medias naranjas, en Charles Bossut, Investigaciones sobre el equilibrio de las bóvedas , [Madrid], [ i mpr enta r eal], s.f .
Finalmente trata “del equilibrio de las medias-naranjas”, señalando que no son sino una extensión metodológica de lo tratado antes para el caso de bóvedas de cañón. e so es fácil de decir, pero mucho más complejo de resolver en términos de determinación de los espesores de la propia cúpula como de los tambores de apoyo. Bossut aporta lo que, no exento de razón, considera incontestable argumento de su experiencia en Sainte Geneviève .
Bernard Forest de Bélidor, Architecture Hydraulique , Second partie… París, Chez Charles Antoine Jombert, 1770 . Fundación Juanelo Turriano. Biblioteca.
L i B ros de ingenierí A en LA es PA ñ A de LA i L us T r AC ión : LA ingenierí A H idr Á u L i CA en LA B i BL io T e CA de L re AL g AB ine T e de MÁQ uin A s de L B uen re T iro *
ALF onso L u JÁ n dí AZ
Centro de e studios Históricos de o bras Públicas y u rbanismo (C e H o P u -C ede X)
desde la Antigüedad existió la convicción de que el profesional dedicado a la construcción, ya fuera arquitecto, maestro de obras, ingeniero militar o mero constructor sin titulación oficial, debía sustentar su praxis en el buen conocimiento teórico de su ciencia y de otras disciplinas afines. e s ta necesidad ya la puso de manifiesto Vitruvio en sus Diez libros de Arquitectura , donde indicó las necesarias áreas del saber que un arquitecto debía manejar con rigor para el desempeño de su trabajo. en tre ellas se encontraban, aparte de las materias inherentes a la arquitectura –geometría, técnica constructiva, materiales, tipologías arquitectónicas, etc.–, la historia, la música, el dibujo, la filosofía, la jurisprudencia, el funcionamiento de las máquinas y la poliorcética e, incluso, conocimientos sobre astrología y cosmología. en el caso de la arquitectura militar, disciplina durante siglos ligeramente diferenciada de la anterior, los textos clásicos –Cicerón, Vegecio– también incidieron en la necesidad de que el constructor dispusiese no sólo de los conocimientos técnicos, estratégicos y militares básicos, sino también de otros teóricos en materia de construcción, en la consideración de que el militar debía erigirse como un hombre sabio con un conocimiento universal. en el re nacimiento se volvió a recordar la necesidad de una extensa formación para los profesionales de la construcción, más aún cuando durante este período la figura del arquitecto sufre un proceso de diferenciación intelectual considerable frente a otras profesiones artesanales. nu merosos tratados de arquitectura, fortificación y artillería del momento
* e ste texto ha sido desarrollado en el marco del proyecto i + d +i “Agua y Luces. Tratados españoles de arquitectura hidráulica de la i lustración” (P di 2020-115477 g B- i 00), financiado por el Ministerio de Ciencia e i nno vación.
coinciden en la importancia de disponer de unos buenos conocimientos técnicos y teóricos para la práctica de la construcción. Y no sólo eso. Francesco de Marchi, haciéndose eco de algunas reflexiones de Vitruvio, afirma al inicio de su Architettura militare (1546) que “no hay duda, que es necesario para el que quiere fortificar con razón, entender la Cosmografía, para saber conocer, y repartir el altar de la fábrica” (i, 8). Por tanto, desde tiempos muy atrás la formación del ingeniero o del arquitecto se ha entendido completa al contacto con un gran número de disciplinas del saber –la consideración humanista del conocimiento como exempla o modelo de virtudes–, imprescindibles para el correcto ejercicio de la profesión, y, por tanto, no sólo las asociadas a la tradicional práctica constructiva.
e s e espíritu compilador e integrador de los distintos saberes lo podemos encontrar entre los propios ingenieros y arquitectos vinculados a la promoción de las obras públicas, quienes fueron nutriendo sus bibliotecas particulares con un buen número de obras
relativas al ejercicio de su profesión, así como de otras complementarias que resultaban elementales para su formación. d e sde época de Felipe ii h asta bien entrado el siglo X i X tenemos conocimiento de algunas de ellas; diferentes investigaciones han indagado en los fondos reunidos por personajes de la talla de Juan Bautista de Toledo, Juan de Herrera, Juan del r i bero r a da, Juan Bautista Monegro, Juan g ó mez de Mora, Teodoro de Ardemans, Jorge Juan, Ventura rodrígue z, Francisco sabatini 1, Juan Martín Zermeño y su hijo Pedro, Benito Bails 2 , Juan de Villanueva 3 , silv estre Pérez 4 , Francisco Javier de Mariátegui 5 y José Agustín de Larramendi 6 , entre otros 7 . un repaso por los anaqueles de estas bibliotecas nos permite comprobar no sólo sus intereses profesionales –es común la presencia de tratados teóricos y obras relativas a los distintos ramos de la arquitectura, la ingeniería militar y la ingeniería civil–, sino también la exigente diversidad de contenidos que sus poseedores aspiraban alcanzar, muestra de ese conocimiento íntegro del saber universal y del compromiso profesional adquirido por ellos.
Así, en casi todas ellas encontramos con frecuencia títulos y autores clásicos, como eu clides, Arquímedes, Vegecio y Herón de Alejandría, a los que se irán sumando, ya en la ed ad Moderna, los Hooke, ga lileo, ne wton, eu ler, Bernouilli, Young, etc., los cuales irán perfilando un corpus de materias de naturaleza científico-técnica más completo y heterogéneo: matemáticas, física, química, cálculo estructural y resistencia de materiales, óptica, geografía, cosmografía, etc. Junto a éstas, otras propiamente afines a la teoría constructiva y tratadística histórica de fuerte fundamento arquitectónico e ingenieril, tanto militar como
1 Véase r espectivamente: C erV er A, 1951; s Á n CH e Z CA n T ón , 1941; es T e BA n , 1997 y 2020; CAMP os , 2002; MA rí A s , 1981; A gu LL ó C o B o , 1973; A gu LL ó C o B o , 1977; BLA s C o , 1994 y 1997; n AVA rro y n AVA rro , 1987; BLA n C o , 1995-1996; rui Z H ern A ndo , 1993.
2 s obr e la biblioteca de los Zermeño, véase A g M s (Archivo g eneral M ilitar de s ego via), 9/T, caja 3516, exp. 28023. e n ALF A ro , 2011, 330; ri A s , 2002.
3 M o L eón , 2020, 143-212.
4 Conocemos el parader o de la biblioteca de s ilv estre Pérez –buena parte de ella legada a Ceán Bermúdez– a través del testamento que dejó con fecha de 14 de enero de 1825, conservado en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (AHMP, pr. 22.536, ff. 200r.-206v.). d ebo agradecer la facilitación de esta información a la profesora Miriam Cera Brea.
5 s obr e la biblioteca de éste y otros destacados arquitectos e ingenieros del siglo X i X , como Fermín Pilar d íaz, profesor de Aritmética y g eometría en la r eal A cademia de Bellas Artes de s an F ernando, ver MA r T íne Z MA r T ín , 1991.
6 do M íngue Z y s Á en Z, 1999, 193-213.
7 F ue común la presencia de libros de arquitectura e ingeniería en las bibliotecas de otros arquitectos, ingenieros, maestros de obras, canteros e, incluso, artistas, anotados en varios trabajos. r efer encias a ellos en so L er , 1995; C res P o , 2007.
d aniel B ernouilli, Hydrodynamica , e strasburgo, Johannis r einholdi d ulseckeri, 1738 . Biblioteca n acional de e spaña.
civil, como Vitruvio, los tratadistas italianos del renacimiento, Agricola, Cristóbal de rojas, ufano, Tosca, Torija, Vauban, etc. en el caso de la ingeniería civil, resulta interesante advertir la presencia de libros sobre ingeniería hidráulica en estas bibliotecas a partir de la ilustración, ramo notablemente desarrollado en esta época, y que ayudaría a reforzar, en adelante, la diferenciación profesional de competencias entre arquitectos e ingenieros8. Como sabemos, a lo largo del siglo XViii se produjo un fuerte desarrollo de la ingeniería auspiciada por las políticas gubernamentales asociadas a la promoción de obras públicas, que las asumieron como materia competencial para alcanzar el pretendido horizonte de la felicidad de un país. este hecho conllevó la fundación de numerosos centros vinculados al fomento y ejecución de las mismas y, por tanto, a la necesidad de contar con buenas bibliotecas para la instrucción de sus alumnos, miembros, socios, etc. inglaterra destacó pronto con la creación de la Royal Society (1662) y Francia constituyó la École des Ponts et Chaussées en 1747, instituciones de referencia para el mundo de la ingeniería civil de la época. en e s paña cabe destacar los fondos con que contaban las bibliotecas de centros de formación civil y militar, como la re al Academia de Bellas Artes de sa n Fernando 9, la re al Academia Militar de Barcelona, el re al Colegio de Artillería de se govia o la e s cuela de in genieros de Caminos, creada en 1802, como sabemos, por empeño de Agustín de Betancourt.
8 e n M o L eón , 2020, 161, en nota al pie, se indica: “Villanueva coincidió en el monasterio de s an Lor enzo de e l e scorial con el padre Pontones entre 1769 y 1772, justamente después de que el fraile jerónimo diera por terminado su trabajo sobre puentes, deudor del libro del catalán Bernardo Forest de B é lidor, Architecture Hydraulique (1737-1753). Véase CA no , 2006. Por tanto, muy probablemente Villanueva tuvo que conocer el tratado de arquitectura hidráulica del Padre Pontones, el primero español sobre hidráulica, concluido en 1768.
9 BÉ d AT, 1967 y 1968; n AVA rre T e , 1989 y 1999.
según se ha referido, a partir del siglo XViii aumentó considerablemente el interés por los estudios de ingeniería hidráulica, y con ello la entrada de libros relativos a esta materia en los centros de formación específica destinada a ingenieros, militares en primera instancia, y luego civiles. sobre esta tendencia nos podemos informar a través de los catálogos e inventarios de libros existentes en la biblioteca del real Colegio Militar de Artillería de segovia10, así como por un inventario de libros perteneciente a la real Academia Militar de Barcelona conservado en simancas11. en este sentido, una ordenanza de 1751 dirigida por el marqués de la ensenada a las escuelas de Matemáticas de las Academias Militares de Barcelona y Cádiz, indicaba que para la formación de los oficiales de artillería era necesario conocer, además de los Elementos de euclides, geometría, Aritmética, Trigonometría, geología, Mineralogía, defensa de plazas, tratadística clásica de arquitectura civil, etc., fundamentos como la “hidrostática, è hidraulica: el modo de nivelar, dirigir, y repartir las aguas: el de la construccion de Puertos de Mar, Muelles, y Puentes de Barcas; y hacer r i os navegables, Canales, y desvìo de aguas” 12. Así pues, no extraña que tanto en el real Colegio de segovia como en la Academia de Barcelona existieran ejemplares del Traité des Ponts de Henri gautier, del Müller anotado por s ánchez Taramas o de la esencial Architecture hydraulique de Belidor.
en cuanto a la escuela de ingenieros de Caminos y Canales –en origen fundada como estudios de la inspección general de Caminos y Canales–, se priorizaron libros sobre esta especialidad para los fondos fundacionales de su biblioteca. Como rezaba la convocatoria de 19 de octubre de 1802 dirigida a los aspirantes que quisieran realizar los exámenes de ingreso en esta escuela, aparecida en la Gaceta de Madrid , se establecía claramente que el objetivo de los estudios iban encaminados a “la enseñanza de la mecánica y la arquitectura hidráulica, con todas las aplicaciones necesarias a la construcción de caminos, puentes, canales”, y de todas las obras relacionadas con ellos, añadiéndose además “la delineación de planos y demás que se requiera para la perfecta instrucción”13. La escuela de Caminos quedó ligada al real gabinete
10 n AVA s C u É s , 1996. A éstos ha de unirse otro encontrado en el Archivo g eneral de s imancas: Ynbentario de los Libros que existen en la Biblioteca del Rl. Colegio Militar de Cavalleros Cadetes de Artilleria establecido en la Ciudad de Segovia, á 31 de Marzo de 1789 . A g s (Archivo g e neral de s i mancas), s e cretaría de g u erra, leg. 5895.
11 Relacion y Estado General de los Libros, Instrumentos, Modelos, Muebles, y efectos que corresponden á S.M. y se han hallado existentes en la Real Academia Militar de Mathematicas de Barcelona á la muerte del Brigadier è Ingeniero en Gefe Dn. Miguel Taramas Director de ella…, á 16 de Enero de 1790 . A gs , s ecr etaría de g uerra, leg. 3030.
12 Ordenanza, e Instruccion, que se ha de observar en las Escuelas de Mathematicas, que con el título de Artillería ha mandado el Rey erigir en las Plazas de Barcelona, y Cadiz, baxo la direccion del Cuerpo General de ella, en San Lorenzo á 21 de Octubre de 1751 . A gs , s ecr etaría de g uerra, leg. 570.
13 gon ZÁL e Z TA s C ón , 2008, 399.
s tephen s witz er, An introduction to a System of hydrostaticks and hydraulicks, philosophical and practical, Londres , T. Astley, 1729 . Biblioteca n acional de e spaña.
de Máquinas, constituido años antes, en 1791, y, por tanto, a su biblioteca. Conocemos estos fondos a través de los diferentes inventarios y catálogos que de ella se redactaron. dos de ellos, fechados en 1792 y 1794, los dio a conocer rumeu de Armas14. otros dos, inéditos, han aparecido a lo largo de esta investigación, uno de 1809 conservado en el Archivo de la universidad Complutense15, y otro fechado en 1822 custodiado en el Archivo de la Matritense16.
14 Catálogo de la colección de Modelos, Planos y Manuscritos, que de orden del Primer Secretario de Estado ha recogido en Francia Dn. Agustín de Betancourt y Molina, Madrid 1º de Abril de 1792 . r eal B iblioteca ( r B) ii /823; Catálogo del Real Gabinete de Máquinas, por don Juan Lopez de Peñalver , i mpr enta de d . Benito Cano, Madrid, 1794. r eal B iblioteca ( r B) iii /217. ru M eu , 1990. d e este último catálogo existe otr o ejemplar en la Biblioteca n acional de e spaña, procedente de la r eal B iblioteca de Palacio.
15 Inventario del Real Gabinete de Máquinas (s.a.) . Archivo de la u CM, leg. d -1551. d ebo agradecer la facilitación de esta información al profesor Adrián Fernández Almoguera.
16 Ynventario de los eféctos del Gabinete de Maquinas entregados al Sr. Dn. Francisco Xavier Barra Gefe de la Escuela de Caminos, y Canales, en Madrid á 12 de Marzo de 1822 . Archivo de la r eal s ociedad e conómica Matritense de Amigos del País (A rse MAP), s ign. 301-8.
en el primero de estos catálogos, un manuscrito redactado y firmado por Agustín de Betancourt el primero de abril de 1792, afirmaba el ingeniero canario que la formación de una colección de modelos, planos y manuscritos tenía por objeto “recoger las principales cosas que tienen relacion con la hydraúlica, ó con la construccion de Canales y Caminos”, así como la ejecución de maquinaria que fuera útil a este ramo, aprovechando para ello aquellos libros sobre hidráulica y mecánica donde quedaban bien explicados y dibujados sus principios. da do su paso, en condición de pensionado, por la parisina École des Ponts et Chausées , no sería extraño que el grueso de esta colección se formase con libros y trabajos muy vinculados a la actividad científica desarrollada por los profesores de la École y de la Academia de Ciencias de París, especialmente Perronet y Prony. Así, en este primer catálogo podemos encontrar diferentes memorias y proyectos sobre construcción de puentes, canales y puertos, descripciones de máquinas hidráulicas, observaciones sobre navegación fluvial, ensayos de nuevos métodos constructivos sobre agua, etc., textos todos ellos de fuerte filiación francesa. el catálogo de 1794, ya impreso, firmado por Juan López Peñalver, ampliaba la información de buena parte de los libros y demás efectos que se encontraban en el Centro, ya indicados por Betancourt en el catálogo anterior.
e s ta biblioteca, constituida en su mayoría por manuscritos, vendría a complementar y explicar el contenido del re al g a binete, a modo de soporte teórico de lo que podía contemplarse en las salas del salón de reinos del Palacio del Buen retiro. Buen ejemplo de ello serían las obras redactadas por Agustín de Betancourt, como la Memoria sobre la fuerza expansiva del vapor del agua y la Memoria sobre una máquina de vapor de doble efecto –de la que existía un modelo en el gabi nete, identificado con el número 162 en el catálogo de Peñalver–, que se sumarían a los numerosos modelos de máquinas, puentes y planos de ingeniería hidráulica ejecutados durante su paso por Francia e in glaterra. e s tos primeros catálogos contienen varios modelos de puentes proyectados o construidos por Perronet, como los de Pont- sainte-Maxence, Pontoise o el célebre de neuilly con sus cimbras. igualmente, maquinaria inventada por el propio Betancourt, así como el famoso dibujo del puente de hierro de Coalbrookdale, identificado con el número 96 en el catálogo de Peñalver como Puente de hierro, de un solo arco semi-circular de 65 pies de diámetro, executado en Inglaterra
d oble página siguiente:
Plan, corte y elevación del puente de hierro fundido construido en Coalsbroockdale [sic], Sobre el río Severn en 1779 a 180 millas de Londres camino de Irlanda, h. 1788-1796
Biblioteca n acional de e spaña.
en el rio Saverne, en el camino de Londres á Irlanda , que hoy se conserva en la Biblioteca nacional de e spaña. e n los inventarios de 1809 y 1822 observamos ciertas incorporaciones interesantes. Más allá de los clásicos trabajos científicos de ne wton, Frezier, Brisson, d’Alembert, euler o Bernouilli, o los tratados y textos básicos de arquitectura civil, antiguos y recientes, como los de Vitruvio, Palladio, la Geometría descriptiva de gaspa rd Monge –en edición española y francesa– o los Précis des leçons d’architecture de Jean- ni colas-Louis du rand –recién publicado–, aparecen ya textos franceses verdaderamente referenciales en materia de ingeniería hidráulica. des tacan tres volúmenes de la Architecture hydraulique de Belidor –obra incompleta, pues faltaría un cuarto volumen–, un Suplement á l’edition des oeuvres de Perronet, de cuyos trabajos ya daban cuenta los inventarios anteriores, Des canaux de Navigation, et specialement du canal de Languedoc , de Jérôme de La Lande, la edición de 1796 de la Nouvelle architecture hydraulique de g a spard de Prony, o la Description des traveaux hydrauliques de Luis Alexandre de Cessart. También literatura inglesa, tal vez fruto de los viajes de Betancourt a in glaterra y del interés con que observó el intenso proceso de industrialización que se estaba desarrollando en aquel país. e n cuanto a estos textos se distinguen las Transactions of the Society for the Encouragement of Arts, Manufactures, and Commerce , contando con números desde el inicio de su publicación en Londres en 1783 , An introduction to a general system of hydrostaticks and hydraulicks , de st ephen sw itzer, o A treatise on watering meadows , de J. d e brett.
Maqueta de la construcción del puente de Neuilly , anterior a 1863 . d epósito de la Academia de i ngenier os del e jér cito ( e jér cito de Tierra-Ministerio de d efensa).
en sintonía con el espíritu ilustrado de la época, Betancourt trató de imprimir cierto aire vanguardista al re al g a binete de Máquinas del Buen re tiro, al modo de otros centros europeos análogos. una institución moderna, cosmopolita, que se erigiese en nuestro país como centro de referencia en materia de ingeniería civil –de hidráulica, en particular–, concibiendo desde su origen un espacio sólidamente dotado para la correcta formación y experimentación de los alumnos de una futura escuela de Caminos, cuya biblioteca era también buena muestra del alto compromiso que adquirió nuestro ingeniero canario con la profesión.
L os A ños T ur B u L en T os
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A rin A MA r T YKÁ no VÁ
u niv ersidad Autonóma de Madrid
La marcha de Betancourt a rusia parece haberse debido al menos parcialmente a su hartazgo con la falta de voluntad por parte de las élites gobernantes a la hora de apoyar la escuela que había fundado y de invertir en el ramo de Caminos y Canales que tanto había contribuido a desarrollar 1 . en el Antiguo r é gimen, las políticas de fomento dependían en gran parte de la voluntad personal de los hombres que en un momento dado ostentaron cargos de poder y en la es paña borbónica no había un consenso claro entre las élites gobernantes sobre la necesidad de intervenir activamente en lo que empezaba a entenderse como obras públicas. Mientras en los tiempos de Manuel godoy había un claro interés por la institucionalización tecnocientífica2, la coyuntura en los últimos años que precedieron al gobierno de José Bonaparte y la gu erra de la in dependencia parece no haber favorecido una inversión sostenida en las instituciones y obras en el ramo de Caminos y Canales. La falta de voluntad de invertir en obras del ramo además sembraba dudas sobre el futuro de los que se estaban formando en el centro de enseñanza situado en el Buen re tiro, la primera e s cuela de Caminos. Por otra parte, hay que reconocer que los dos principales valedores de la escuela, Agustín Betancourt y José María Lanz, pasaban mucho tiempo en París, lo que pudo contribuir a que el flamante cuerpo y escuela perdieran algo de su dinamismo inicial. si bien es cier to que el caos durante la gu erra de in dependencia supuso la interrupción del funcionamiento de la es cuela, no debemos olvidar ni su languidecimiento anterior a su cierre en mayo de 1808 ni tampoco los esfuerzos del gobierno josefino por reorganizar y mejorar la enseñanza de los ingenieros e implicarse activamente en el ramo de las obras públicas.
1 ru M eu , 198; gou ZÉV i TCH d ., 2006, 145-163.
2 L A PA rr A, 2002.
Planta y alzado del Puente construído sobre el río Guadarrama entre Mostoles y Navalcarnero carretera Extremadura / proyectado y construido baxo la dirección del Yngeniero Hydraulico, Comisario de la Ynspección general de Caminos y Canales Dn. Miguel de Ynza , h. 1805 . Ministerio de d efensa. i nstituto de H istoria y Cultura Militar. Archivo g eneral M ilitar de Madrid.
recién llegado al trono de españa, el hermano mayor de napoleón Bonapar te “fichó” a hombres de ciencia españoles de renombre en las que se consideraban en aquella época como “ciencias útiles”3. estos hombres, que, en algunos casos conocían bien tanto el funcionamiento de las instituciones españolas, como las políticas tecnocientíficas y de fomento que se habían ido introduciendo en Francia antes, durante y después de la revolución Francesa, se convirtieron en expertos encargados de diseñar las políticas josefinas en sus respectivos campos de saber
3 B er T o M eu , 1994, 125-155.
y de acción. el protagonismo de personajes como José María Lanz, Juan López de Peñalver o Antoni gimbernat muestra que, más que imponer el modelo francés, el gobierno josefino movilizó a hombres locales que, sin dejar de conocer y admirar las políticas tecnocientíficas desplegadas en Francia, estaban familiarizados también con instituciones en otros países y, sobre todo, se orientaron bien en el entramado institucional y en las redes personales en la Monarquía católica, fuese en la Península ibérica o en u ltramar. Lanz, que había colaborado con Agustín de Betancourt desde hacía décadas y que fue profesor de matemáticas en la e s cuela de Caminos en la época de su primer esplendor, adquirió gran protagonismo en el entramado tecnocientífico bonapartista. este matemático novohispano, que había renunciado volver a e s paña cuando todos los becados habían sido llamados a hacerlo, quedándose en la Francia revolucionaria, era un hombre de ciencia de primera categoría. el libro sobre la mecánica que había escrito unos años antes en coautoría con Betancourt se usó durante décadas como libro de texto en la École des Ponts et Chaussées de París, un establecimiento destinado a formar expertos para el es tado francés y una de las mejores escuelas de su tipo que había entonces en el mundo, y fue traducido a varios idiomas 4. Lanz fue escogido por José i para desempeñar una serie de puestos importantes en su administración y encargarse, entre otras cosas, de reorganizar las políticas de fomento y dotarlas de suficientes facultativos formados por el e s tado, lo que se plasmó en su propuesta de crear un cuerpo de ingenieros civiles. Asimismo, se decidió la fundación de un Conservatorio de artes y oficios mediante el real decreto de 13 de junio de 1810, del que Lanz iba a ser el primer director 5, siguiendo el ejemplo de la institución fundada en París durante la re volución, en 1794. e s tas iniciativas son testimonio de una voluntad de fomentar la formación técnica en dos vertientes: primero, la enseñanza tecnocientífica destinada a formar hombres “cultos” que fueran ingenieros del estado encargados de las obras de naturaleza civil, y, segundo, centro de formación aplicada que sirviera de foco para difundir saberes ú tiles y así contribuir al desarrollo de la industria, de la agricultura y del comercio. Los hombres que iban a encargarse de la dirección de estas instituciones y enseñar en ellas, en su mayoría formaban parte de la misma red de españoles ilustrados que se conocían entre sí y que habían tratado a Betancourt, y que en algún punto de sus vidas habían sido becados por la Corona para realizar viajes de estudio y aprendizaje en el extranjero. Muchos de ellos conocían los círculos franceses, focos de innovaciones
4 L u C en A, 2005.
5 r AM ón y si LVA, 2007, 235-294.
Carlos Lemaur, Memoria presentada al Supremo Congreso Nacional… proponiendo la formación del Mapa Geográfico de todo el reyno … Algeciras, Juan Bautista Contilló, 1812 Biblioteca n acional de e spaña.
técnicas, científicas e institucionales, y algunos, como López de Peñalver y Lanz, eran o iban a ser masones.
el progreso de la guerra de independencia truncó estas iniciativas. Como muestran los debates en las Cortes de Cádiz, los liberales y otros resistentes contra la ocupación francesa allí reunidos sí estaban preocupados por definir y desarrollar las políticas de fomento, pero no tuvieron la oportunidad de hacerlo. La restauración fernandina se caracterizó por una gran ambigüedad. en el periodo entre 1814 y 1820 se reanudó con rapidez el funcionamiento de las instituciones militares, incluido el cuerpo y la Academia de ingenieros del ejército, pero parece que hubo poca voluntad de hacer lo mismo con las instituciones civiles ligadas a la Corona. A diferencia de lo que veremos después de la caída del régimen constitucional del Trienio (1820-23), el hecho de que la escuela de Caminos y algunas otras instituciones no fuesen reabiertas a partir de 1814 se debía no tanto a la voluntad represora derivada del protagonismo de algunos de los personajes vinculadas a ella en el gobierno josefino, sino más bien a la falta de consenso en torno a la necesidad de invertir en ellas en un momento de gran escasez de recursos. Algunos protagonistas de las políticas tecnocientíficas del reinado de José Bonaparte fueron forzados al exilio, represaliados o relegados, y las propuestas e instituciones vinculadas a ellos fueron descartadas o cayeron en abandono, al menos durante los primeros años de la restauración absolutista, pero otros se fueron incorporando a distintas instituciones6. Los ingenieros de caminos, poco numerosos, siguieron sirviendo a la Corona en tareas diversas, muy en la lógica del Antiguo régimen de ser comisionados puntualmente para encargarse de tareas urgentes y resolver problemas concretos. Pero la involución no se limitó a que se mantuviese cerrada la escuela, que, con cierto grado de legitimidad, podía percibirse por la Corona como un centro afrancesado, 6 s Á en Z ridrue J o , 2016.
al estar asociada con personajes cercanos a José i. el abandono del ramo de Caminos y Canales se reflejó en el que volviera a perder su autonomía de la dirección de Correos y, sobre todo, en que se redujera notablemente la inversión en las carreteras mientras que subía el número de kilómetros de los que debía encargarse cada facultativo7.
Baetica Navigatio. Regius Canalis Fernandinus. Epos , s evilla, Anastasio Lópe z, 1814.
Las élites gobernantes del sexenio absolutista habían interiorizado el discurso del reformismo ilustrado de las décadas anteriores y buscaron promover las innovaciones que consideraron útiles para sus fines, entre los que destacaron el éxito militar y la obtención de recursos (de forma directa, mediante la minería, e indirecta, fomentando el rendimiento de la agricultura y la industria del reino), con soluciones que implicaran poco coste y mucho control por parte de la Corona. no es que el gobierno fernandino durante el se xenio absolutista renunciase a desarrollar sus propias políticas científicas, sino que, para llevarlas a cabo, parecía apostar claramente por su desarrollo dentro de las instituciones militares, dentro de la tendencia a medio plazo de “militarización de la ciencia española” identificada por Antonio Lafuente y José Luis Peset8. La apuesta por los ingenieros militares frente a los civiles se aprecia en que, mientras que la e s cuela de Caminos permanecía clausurada, la Academia de in genieros del ej ército en Alcalá se convirtió, como mantiene el ena Ausejo, en un centro de alto nivel de enseñanza de las matemáticas y en la producción científica, asemejándose al perfil de la École Polytechnique , la escuela francesa creada para dotar de una formación tecnocientífica común a los ingenieros del e s tado militares y civiles, admirada e imitada en muchos países en el siglo XiX9. Tampoco debemos obviar la dimensión imperial: con las revoluciones atlánticas que se
7 segundo , 1899.
8 L AF uen T e y P ese T, 1988, 29-79.
9 A use J o , 2007, 1-13.
estaban produciendo, la extensión de la monarquía hispánica fue encogiendo drásticamente, limitándose al mínimo su proyección americana y su carácter bicontinental. Varios de los profesores y alumnos formados en escuelas de ingeniería americanas, como el se minario de Minería de México, fallecerían en el transcurso de las guerras de independencia, produciéndose un debilitamiento de una elite científico-técnica en formación. Al mismo tiempo, las trayectorias transatlánticas forzadas por la situación geopolítica turbulenta produjeron efectos beneficiosos, fomentando la circulación de saberes y de modelos institucionales. La e s paña metropolitana se benefició del retorno de México de Fausto de el huyar, al que el régimen revolucionario del Trienio constitucional (1820-1823) supo integrar enseguida en cargos de importancia. Al contrario, algunos ingenieros de origen americano formados en europa, como José María Lanz y Mariano eduardo de r ivero, pondría n sus conocimientos al servicio de las nuevas repúblicas americanas. el Trienio constitucional dio un nuevo impulso a las políticas de fomento en distintos ámbitos, incluido el ramo de caminos y canales. Los revolucionarios construían su legitimidad política no solamente con referencias a la soberanía nacional, sino también subrayando su voluntad de gobernar guiados por la razón y promover las luces para volver a situar españa entre “las naciones cultas”10. Minimizando algo injustamente las políticas tecnocientíficas y de fomento del reformismo ilustrado de los Borbones durante las décadas de 1770-1800, pero diagnosticando con bastante acierto la situación en los quince años inmediatamente anteriores al pronunciamiento de riego, resaltaron el abandono de campos como la salud pública, la sanidad militar y la enseñanza y divulgación de las ciencias durante el Antiguo régimen, atribuyéndolo incluso al desdén y miedo que sentían los “tiranos” frente a “las Luces”, y tacharon de “monstruoso desorden”11 el estado del ramo de caminos y canales. Ahondando en este tipo de lenguaje “tremendista”, el diputado liberal y masón Álvaro Flórez estrada promovió el 15 de septiembre de 1820 en las Cortes constitucionales la creación de una Comisión de caminos y canales: “es tan notoria la utilidad que resulta a la nación el buen estado de sus caminos y canales, que creería ofender la sabiduría del Congreso si me detuviese en manifestarla. es igualmente notorio que en toda la Península no tenemos un solo canal concluido, un solo río en estado de navegarse, ni un solo camino bien reparado. Pero como no puede una nación tener empleado un capital más útil y lucrativo que el destinado en tales medios de comunicación,
10 MA r T YKÁ no V Á y n Ú ñe Z- g A r C í A, 2022.
11 d iario de s esiones de las Cor tes, Legislatura 1821; 28-06-1821, nº 121, 2582.
pido que las Cortes nombren una comisión que le proponga el método y medios para hacer reparar y concluir dichas obras, sin las cuales en vano podremos esperar felices resultados en ningún ramo de pública prosperidad”12.
La comisión, que contó entre sus miembros con varios expertos en el ramo que habían conocido a Betancourt, fue muy activa mientras duró el régimen parlamentario. recibió y gestionó un gran número de peticiones de inversión en las carreteras de distintas regiones de la Península, pero además se ocupó de preparar un proyecto de ley de obras públicas que, en el futuro, iba a regir la gestión de este tipo de tareas de forma sistemática, y garantizar su supervisión por el gobierno central13. Mientras tanto, se volvió a recuperar la dirección facultativa de Caminos y Canales independiente de Correos para dinamizar el ramo antes de que fuese promulgada la ley.
Memoria de la comisión de caminos y canales sobre las comunicaciones generales de la península , Madrid, s.n., 1820 . Biblioteca n acional de e spaña.
Agustín Larramendi aparece como una figura decisiva en el esfuerzo por dar un impulso al funcionamiento del ramo de caminos y canales y recuperar la escuela de Caminos durante el Trienio constitucional. Hombre formado en los estudios del Buen retiro, centro creado por Betancourt y en el que enseñaba matemáticas un hombre como José María Lanz, Larramendi tenía una amplia experiencia trabajando en el ramo de caminos y canales al servicio de la Corona. Todo indica que aprovechó la apertura política de 1820 para promover la reapertura de la escuela de Caminos, convencido de que habría que fomentar el perfil más “culto” de facultativo del ramo de caminos y canales, que estaba perdiéndose desde que dejase de funcionar el centro del Buen retiro14. Producto él mismo de una formación ecléctica en la que las matemáticas constituían uno de los pilares importantes, Larramendi muy probablemente fue consciente de que este perfil de facultativo facilitaba
12 d iario de s esiones de las Cor tes, Legislatura 1820, 15-09-1820, nº 73, 1022-1023.
13 d iario de s esiones de las Cor tes, Legislatura 1821, 28-06-1821, nº 121, 2582.
14 s Á en Z ridrue J o , 2016.
Plano Topográfico de la Ysla mayor del Guadalquivir... Levantado por el arquitecto D. José García Otero Capitan retirado de Yngenieros bajo la dirección del Yntendente honorario de Provincia D. José Agustín de Larramendi Comisario de Caminos y Canales, Sevilla 20 de noviembre de 1829 . Biblioteca n acional de e spaña.
José Agustín de Larramendi, Informe sobre la necesidad de desaguar las lagunas de la Mancha , Madrid, José C. de la Peña, 1858. e spaña. Ministerio de d efensa. Biblioteca Central Militar.
además el reconocimiento y respeto por parte de las élites gobernantes, y, por lo tanto, la capacidad de moldear las políticas del ramo, tal y como lo habían previsto Betancourt y López de Peñalver15. sobreviviendo a las purgas después de la caída del régimen constitucional en 1823, Larramendi se volvió a adaptar a las formas de hacer del absolutismo fernandino y cumplió con los encargos como el reconocimiento de los daños después de una serie de terremotos en la zona de orihuela en 182916. nunca abandonó su convencimiento sobre los beneficios de contar con un centro de formación para los facultativos del ramo, consciente además de que este era el modelo adoptado en los imperios francés y ruso, y consolidado más allá de los cambios de régimen en el país vecino17. en los primeros años de la década ominosa, la coyuntura política jugo contra él. Las escuelas especiales de formación superior, incluidas las academias militares fueron, esta vez sin duda alguna, percibidas como “nidos de revolucionarios” y clausuradas18, aunque las academias militares fueron reabiertas relativamente pronto. La escuela de Caminos, que, después de su reapertura estaba estrechamente ligada al liberalismo, personal e ideológicamente, fue clausurada y sus alumnos no pudieron servir en el ramo de Caminos y Canales, que se volvió a asociar a Correos. Más tarde, como mostró Jean-Philippe Luis, algunos hombres fuertes de la Corte, como el ministro de Hacienda López Ballesteros, se convencieron de la necesidad de adoptar políticas de fomento más vigorosas y fueron integrando a los antiguos afrancesados y a sus
15 Agustín B etancourt y Juan López de Peñalver, Memoria sobre los medios de facilitar el comercio interior , 20 de julio de 1791. r epr oducida en LL u CH, 1992, 5-32.
16 L A rr AM endi , 1829.
17 gou ZÉV i TCH i ., CA rdoso , MA r T YKÁ no VÁ, 2017.
18 Orden circular del Ministerio de la Guerra, suprimiendo todos los Colegios militares, y adoptando otras providencias para formarlos bajo diversa planta. Reales resoluciones expedidas en 1823 , septiembre 1823, 134-137.
propuestas en el gobierno de distintos ramos19. en los últimos años de la segunda restauración fernandina se aprecia una mayor actividad en caminos y canales, pero no fue hasta después de la muerte de Fernando Vii cuando Larramendi asumió la dirección de Caminos y Canales, de nuevo separada de Correos, y no fue hasta después de consolidarse el régimen parlamentario en los años 1830 cuando pudo reabrirse la escuela de Caminos, de la que Larramendi se convirtió en director.
Carlos d upin, Programa de un curso de geometría y mecánica, aplicadas á las artes... traducido del frances por D. Juan López de Peñalver , Madrid, i mpr enta r eal, 1827. Biblioteca n acional de e spaña.
Las políticas tecnocientíficas de la segunda restauración fernandina consistieron más bien en retomar algunos proyectos de José Bonaparte, como el Conservatorio, abierto en 1824 como el real Conser vatorio de Artes, y refugio de algunos de los personajes que habían moldeado el ramo de Caminos y Canales durante el Trienio constitucional. Cabe preguntar por qué optaron los hombres de e s tado fernandinos por apoyar la creación de una institución claramente copiada de la Francia revolucionaria e imperial en vez de reanudar el funcionamiento de una institución local inspirada en una academia francesa del Antiguo r é gimen, como fue la e s cuela de Caminos. Además de que la e s cuela de Caminos había quedado estrechamente ligada al nuevo régimen durante el Trienio y sus alumnos resistieron la invasión de los Cien Mil Hijos de sa n Luis y el retorno del absolutismo, comparto la opinión de er nest Lluch de que las élites gobernantes del reinado fernandino veían como políticamente menos peligroso un perfil más modesto, menos científico y más artesano y aplicado y, al considerar el fomento de las industrias como imprescindible, apostaron por iniciativas que formaran este tipo de hombres prácticos frente a un perfil más científico y de un estatus social más elevado 20
19 L uis , 2002.
20 LL u CH, 1992.
Carl Christian s chramm, Historischer Schauplatz in welchem die Merkwürdigsten Brüken... Leipzig, Bernhard Christoph Breikkopf, 1735 . Biblioteca n acional de e spaña.
Por mucha voluntad de fomentar una especie de “maquinismo ibérico” artesanal, utilitario y humilde en todos los sentidos de la palabra, que no implicara dotar de poder a hombres de ciencia con un perfil de élite que se sintieran con derecho a opinar e intervenir en la toma de decisiones políticas que consideraran relevantes en su campo de saber, las tendencias a largo plazo en las que la promoción de la innovación técnica estaba ligada a hombres de élite con su propia agenda reformista se acabó imponiendo de nuevo. Muy probablemente fueron las redes de apoyo masónicas las que ayudaron a garantizar cierta continuidad entre el reformismo ilustrado de Carlos iii y Carlos iV y la restauración fernandina. e r nest Lluch subrayó el papel clave de Juan López de Peñalver, antiguo compañero de Betancourt, un hombre viajado y bien conectado e e spaña y en eur opa, con amplios conocimientos en hidráulica, mecánica y minería, que, durante el reinado de Carlos i V, había promovido junto con Betancourt la creación de un cuerpo y escuela de ingenieros civiles especializados en obras hidr áulicas 21 . López de Peñalver se convirtió en hombre bisagra, con buenas conexiones entre los hombres de confianza de Fernando Vii y, al mismo tiempo, con una voluntad decidida para promover las políticas de fomento con ayuda de hombres expertos y
21 MA r T YKÁ no VÁ, 2023.
capaces, según su criterio, independientemente de si éstos o sus familiares se hubieran señalado como afrancesados o liberales. d e esta forma, el Conservatorio sirvió , junto con la Junta de Fomento de la riqueza del r e ino, en la que el régimen absolutista supo aprovechar al gran experto en minería Fausto de el huyar, como núcleo aglutinador de hombres que, además de fomentar ciencias y saberes útiles, encarnaron y preservaron la noción del ingeniero como un hombre distinguido y con conocimientos científicos. Las políticas de fomento y las escuelas especiales han sido interpretadas a menudo como signos de surgimiento de un e s tado liberal, caracterizado por la expansión de la intervención administrativa, teniendo en cuenta el impulso que recibieron en la Francia revolucionaria. si n embargo, en realidad formaron parte del “guion reformista” interiorizado por los revolucionarios, pero compartido también por los absolutistas ilustrados como algunos zares rusos, príncipes gobernantes de varios estados alemanes, emperadores austríacos y reyes de Prusia y e spaña y las élites ilustradas que les rodearon. d e hecho, fue en Austria y en los estados alemanes donde, además de la Francia del Antiguo r é gimen, se consolidaron las primeras escuelas superiores para formar a ingenieros (de minas, de caminos, forestales) que no fuesen militares (Praga 1707 , Freiberg 1765 ). el desarrollo atropellado y débil de este tipo de políticas e instituciones en la e s paña de la primera mitad del siglo X i X se debió no solamente a la “guerra del francés”, a las guerras de independencia en América y la falta de recursos materiales, sino a la falta de consenso alrededor de las políticas de fomento entre las élites absolutistas 22 . Queda patente que la minería, fundamental para la obtención de recursos de forma directa, fue cuidada incluso en los tiempos más difíciles, aunque también hay que subrayar que la escuela de Almadén tenía un perfil práctico – por mucho que algunos de sus profesores fuesen grandes hombres de ciencia - y estaba alejada de la Corte, lo que la diferencia claramente de la futura e s cuela de Minas y a sus alumnos del perfil de ingeniero como hombre de élite. e n los primeros años del siglo X i X sí se aprecia una apuesta por la formación tecnocientífica de los facultativos, en línea con las tendencias transimperiales, pero quizás debido a la fuerte apuesta de José i y luego de los revolucionarios liberales del Trienio constitucional por este tipo de políticas de fomento, los absolutistas en torno de Fernando V i ii p arecen haber temido promover en el seno del gobierno el perfil de hombre “culto”, de estatus civil (no militar), formado en ciencias útiles y con la autoconfianza suficiente como para querer moldear las políticas
22 L ó P e Z- o C ón , 2003.
Charles Clifford, Inauguración del Canal de Isabel II (Madrid) , fotografía, 1858 . Biblioteca n acional de e spaña.
de la Corona en su campo de saber. Por lo tanto, es cierto que, en e s paña, a diferencia de Austria, r usia y Francia, el renacer de este perfil de ingeniero como un hombre de élite sí está claramente vinculado con la consolidación en l a década de 1830 del régimen liberal, cuando se organizan definitivamente las escuelas creadas y financiadas por el e s tado para formar a facultativos que gestionen los distintos campos de acción estatal que llegan a entenderse como propios de los ingenieros, hombres que combinan conocimientos teóricos con la voluntad y capacidad de acción transformadora.
d etalle de Agustín de B etancourt, Plan general del Proyecto executado y por executar de los Canales de Castilla , s.f. d epósito del Ar chivo Cartográfico y de e studios g eográficos del Centro g eográfico del e jér cito ( e jército de Tierra-Ministerio de d efensa).
o B r A s PÚBL i CA s de LA i L us T r AC ión , B ienes PAT ri M oni AL es de L sig L o XX i *
PAT ri C i A H ern Á nde Z LAMA s
e scuela de i ngen ieros de Caminos, u niv ersidad Politécnica de Madrid. d ir ectora de la Fundación Miguel Agu iló
MA rí A L uis A rui Z B edi A
e scuela de i ngenier os de Caminos, u niv ersidad de Cantabria el legado de Betancourt y de la ingeniería civil de la il ustración se proyecta en múltiples direcciones. de sde el institucional, con la creación de la es cuela de Caminos y Canales de Madrid en 1802, al documental o bibliográfico, como las páginas de este mismo libro revelan, hasta en ocasiones como referente identitario de una profesión que logró consolidarse en el siglo XiX y jugar un papel destacado en la organización del país. Tampoco cabe olvidar el rico patrimonio material y constructivo de este periodo. Aunque presentasen claras limitaciones, las aspiraciones de transformación del territorio auspiciadas por las nuevas tesis políticas y económicas de las Luces y en las que el propio Betancourt incidió en algunos de sus escritos, conllevaron un desarrollo de los transportes terrestres y fluviales, modernizar los puertos, mejorar los aprovechamientos hidráulicos y las comunicaciones, y construir nuevos abastecimientos para las nuevas ciudades1. e s to se tradujo no solo en proyectos, informes o impresos, sino en un considerable volumen de obras que nos han llegado en un estado y con un grado de protección muy dispar2.
* e ste texto ha sido desarrollado en el marco del proyecto i + d +i “Agua y Luces. Tratados españoles de arquitectura hidráulica de la i lustración” (P di 2020-115477 g B- i 00), financiado por el Ministerio de Ciencia e i nno vación.
1 A ren A s , 2005; C res P o , 2020.
2 F und AC ión M igue L A gui L ó , 2023.
d etalle de Agustín de B etancourt, Plan general del Proyecto executado y por executar de los Canales de Castilla , s.f. d epósito del Ar chivo Cartográfico y de e studios g eográficos del Centro g eográfico del e jér cito ( e jér cito de Tierra-Ministerio de d efensa).
en cuanto a la caminería y los canales de navegación que se impulsaron desde la segunda mitad del siglo XViii, destaca el plan de Fernando V i p ara mejorar la red de comunicaciones de la meseta nor te muy aislada en aquella época. Los productos agrícolas deberían tener dos salidas, una hacia Madrid, para lo que se construyó el camino del puerto de guadarrama que se inauguró al tráfico en 1750, y otra hacia el puerto de sa ntander, por el no rte, para lo que se construyó el camino de reinosa a santander abier to en 1752. Para enlazar los extremos de estos dos caminos se propone una red de canales navegables que habría de atravesar la meseta, en consonancia con las ideas de los ilustrados sobre el interés de fomentar el tráfico fluvial mediante canales navegables que podrían ofrecer, además, la posibilidad de regar tierras hasta entonces de secano. A diferencia de eu ropa en e s paña fueron muy escasos los canales de navegación pues las condiciones orográficas no lo favorecían. A pesar de ello, el francés La Lande, en su informe de canales de navegación de 1778, nombra el de Castilla, el im perial de Aragón y el canal de Madrid que luego sería el re al Canal de Manzanares 3 .
La llegada del ferrocarril provocó que las obras realizadas de estos canales, que nunca llegaron a completarse como se proyectaron, quedasen obsoletas, produciéndose un deterioro y ruina de algunas de sus estructuras. Así, a partir de la segunda mitad del siglo XiX su principal función fue el aprovechamiento de la fuerza motriz en las esclusas
3 L A nde , 1778.
e s a partir de 1990 cuando se reconoce el potencial turístico y de ocio de estas estructuras lineales y territoriales, promoviendo por ejemplo la creación de rutas senderistas, como sucede en el territorio del canal de Castilla, objeto de un planeamiento específico que diseñó diversas actuaciones para su conservación y restauración. Las instalaciones que jalonan su recorrido son objeto de visita -Centro de interpretación del Canal de Castilla (Herrera de Pisuerga), Museo del Canal (Villaumbrales)-, lo mismo que los antiguos caminos de sirga se usan como sendas para caminantes y ciclistas. También se puede recorrer en barca o en piragua, haciendo homenaje a su historia. Antiguas edificaciones has sido rehabilitadas para nuevos usos como la casa del esclusero convertida en centro de u
con molinos harineros y batanes, y la utilización de agua para riego agrícola. A principios del siglo XX es necesaria la construcción de presas que aseguren un régimen de aportaciones adecuado al riego, introduciendo modificaciones en el paisaje y perjudicando a la navegación al disminuir la velocidad del agua por lo que pasan a ser principalmente canales de riego. durante el siglo XX, como consecuencia de la disminución de la actividad económica vinculada a los canales y de su propia extensión, sufrieron un importante deterioro.
.
información (Frómista) o las fábricas harineras reconvertidas en hotel (Abarca de Campos) y museo (Medina de r i oseco) 4 .
Las captaciones y derivaciones de caudal, mediante azudes y canales, para mover molinos de grano y fuelles y martillos de ferrerías constituyen un aprovechamiento hidráulico frecuente en el siglo XViii. Las pequeñas presas de gravedad usadas para derivar agua responden a una tipología de fábricas de sección trapezoidal, dispuestas perpendiculares a la corriente. entre estos sencillos azudes destacan las presas de arcos escarzanos con contrafuertes ideadas por Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz, quien escribió en 1736 un tratado sobre máquinas hidráulicas en el que anotó los saberes prácticos sobre dimensiones, tipos y formas más adecuados para la estabilidad y resistencia de estas obras hidráulicas. de los aprovechamientos hidráulicos construidos o motivados por este noble e ilustrado vasco en el País Vasco y Cantabria, el de Bengolea forma parte de una ruta senderista (Lea ib ilbidea) bien señalizada, conocida y reconocida, que recorre el cauce del río Lea a lo largo de 23 km, hermanando naturaleza y
4 CABA u , H ern Á nde Z, B ern ABÉ u , 2022.
formas de vida tradicionales. no obstante, sería deseable disponer de una protección jurídica que ampare, al menos, las construcciones más significativas 5 .
A similar reconocimiento aspira desde el año 2018 la presa de Zalamea de la se rena (Badajoz), haciendo valer los elementos decorativos barrocos que rematan la fábrica y su vínculo con la aledaña ermita de san Cristóbal, que cada verano convoca a los romeros para un festejo popular. Y no es menor la importancia del cuidadoso diseño y ejecución de la presa, que por su tipología, elementos compositivos y función pudo servir de inspiración a obras hidráulicas americanas 6 . no ha llegado hasta nosotros la antigua presa de Puentes, pero el patrimonio documental de la ingeniería que constituye el informe elaborado por Betancourt sobre su rotura por sifonamiento, muestra como este fracaso aceleró la creación de un cuerpo facultativo especializado y de una escuela para su formación7. ot ro gran proyecto fracasado de presa de las Luces fue la de el ga sco (Madrid). Vinculada al también fallido canal de gu adarrama, su todavía imponente ruina, el canal y ciertas obras auxiliares se declararon en 2021 Bien de in terés Cultural en la categoría de Paisaje Cultural8.
La liberalización de las estructuras comerciales puesta en marcha por el reformismo ilustrado alentó a los puertos para modernizar sus infraestructuras y prepararse para acoger embarcaciones más grandes. Así sucedió en puertos como sa ntander o Málaga, entre los privilegiados con la habilitación para el libre comercio con América. sa ntander se perfiló en el siglo XV i ii como ciudad portuaria. un engranaje de decisiones administrativas, recuperación económica, crecimiento demográfico y desarrollo de nuevos grupos sociales empujaron la expansión de las obras portuarias y con ellas, de la ciudad. s a ntander rompió la muralla para crecer hacia el este de manera ordenada, guiada por una línea que dibujó para siempre el rostro de la moderna ciudad: el Muelle y sus casas dispuestas en manzanas mirando a la bahía, las que en palabras de Jovellanos –quien visitó sa ntander en 1791 – daban un magnífico aspecto a la villa. e s te renombrado como Paseo de Pereda fue declarado Conjunto Histórico (1985) y objeto de un plan especial de reforma interior, con el que se inician las acciones tendentes a potenciar este espacio característico de la ciudad y convertirlo en un polo de atracción turística 9 .
5 g A r C í A- diego , 1991; i ZA g A, 2011.
6 dí AZ-MA r TA y g A r C í A- diego , 1990.
7 M uño Z, 1996.
8 https://www.comunidad.madrid/cultura/patrimonio-cultural/presa-gasco-canal-guadarrama#panel-300279
9 Y n Z eg A, 1998; ordeig y VALT ierr A, 2011
in genieros militares rediseñaron el estratégico puerto de Málaga, enfrentando el viejo problema de los aterramientos. el actual puer to interior es la huella de sus proyectos, que no acabaron con el problema, pero que han legado los muelles 1 y 2 colindantes con la ciudad. siguiendo la habitual lógica de las relaciones puerto-ciudad, en 1998 un plan especial planteó la transformación de esos espacios en lugares para el encuentro sosegado, combinando actividades de esparcimiento y comerciales con tráficos portuarios compatibles con ellas, como terminal de pasajeros y amarres para embarcaciones de recreo. re cién declarada BiC , la Farola que preside este espacio fue proyectada y construida a caballo entre los siglos XViii y XiX, y además de icono de la ciudad es también uno de los pocos faros de reverbero con luz giratoria conservado en españa. esta actuación para la integración de los espacios portuarios y la ciudad fue reconocida con el Premio Andalucía de urbanismo (2016), que ha destacado singularmente los valores de convivencia, cohesión social e identidad cultural 10 . Único, auténtico y de valor excepcional se considera el faro de la torre de Hércules, inscrito en la lista de Patrimonio Mundial, tanto por ser testimonio del uso de señales marítimas desde la Antigüedad como por la ejemplar restauración realizada en el siglo XViii, que dio lugar a una excepcional publicación: las Investigaciones sobre la fundación y fábrica de la Torre llamada de Hércules (1792) de José Cornide, la primera monografía moderna impresa en español consagrada a un edificio histórico11. el crecimiento de la población y el desarrollo de algunas ciudades experimentado en este periodo fue acompañado por la capacidad de la ingeniería para construir abastecimientos de agua a poblaciones. A eso aspiró la ciudad de Málaga en dos ocasiones a lo largo del XViii, la primera entre 1720 y 1742 cuando se construyó parcialmente la traída de aguas de la Fuente del re y. Y la segunda en los años ochenta del mismo siglo por iniciativa del obispo Molina Lario y bajo la dirección de obra del arquitecto José Martín de Aldehuela. un a y otra han legado interesantes estructuras hidráulicas que se encuentran catalogadas, protegidas y en desigual estado de conservación. Constituyen, además, interesantes casos de estudio para reflexionar sobre la especificidad de estos bienes del patrimonio y cómo se aborda su gestión en el marco de las diferentes categorías de protección 12 .
10 A u T orid A d P or T u A ri A, 2019; re AL ACA de M i A, 2021; o TA o LA, 2022.
11 L AT orre y CÁMA r A, 1993; C res P o , 2020, 287-292.
12 A sen J o , 2012; B es T u É y M o L ero , 2017; LA n ZAT, 2019; L ó P e Z y M o L in A, 2021.
un a marcada identidad emana el acueducto de no áin. e n 1790 llegaron a las fuentes públicas de Pamplona las aguas captadas en s ubiza mediante una conducción de 15,5 km construida bajo la dirección de Ventura rodrígue z. en uso hasta 1895 , la larga arquería que salva el valle de el orz ha llegado a la actualidad sin radicales modificaciones, convertida en un símbolo. d e clarado B i C en 1989 , a finales del siglo XX experimentó una larga y meticulosa rehabilitación que culminó en 2012 con la incorporación de una llamativa iluminación ornamental.
Monumental, tanto por su tamaño como por su grandiosidad, es uno de los adjetivos más utilizados para describir los puentes de los tiempos de Betancourt, tanto los carreteros como los urbanos. Y monumento es también la categoría más utilizada en aquellos que han sido declarados Bien de in terés Cultural, como el madrileño puente de Toledo13. el paraje cruzado por el puente nu evo de ro nda sobre el valle del río gu adalevín fue declarado Monumento na tural de Andalucía en 2019. do s puentes sucesivos fueron necesarios para salvar este tajo, expresivo de la dificultad para construir una estructura que fue la más alta del mundo hasta la mitad del siglo XiX, y conectar los barrios antiguo y moderno de ronda. no está catalogado como BiC , pero en 2021 las más de veinticinco mil reseñas acumuladas lo convirtieron en el monumento más valorado de la provincia de Málaga 14 . ot ros puentes, en cambio, han corrido peor suerte. el de Molins de re i (Barcelona) considerado entre las estructuras más interesantes del período, elogiado sin ir más lejos por el ingeniero militar Miguel s á nchez Taramas, tuvo una lenta agonía y fue definitivamente demolido en 1972. Pese a su desaparición, constituye un ejemplo temprano de cómo la ciudadanía de Molins defendió esta obra pública y buscó apoyo en la r eal Academia de san Fernando, que dejó iniciado su “expediente de monumentalidad”. Varios de sus sillares rojizos se han reutilizado en construcciones de Molins y sa n Vicenç dels Horts, último testimonio material de un triste episodio15. en tre otros ejemplos de descuido en la conservación de estructuras de este tipo, podríamos citar, en las afueras de León, el puente de Castro sobre el río Torío, que atesora una documentada lección sobre gestión de la construcción de una obra de paso en la il ustración, en la que participaron algunos de los técnicos más notables de la época. Pese a su interés y buen estado, no goza de protección. Preside una amplia y
13 MA r T ín -CA ro y H ern Á nde Z, 2022.
14 https://www.elespanol.com/malaga/vivir/turismo/20210830/puente-nuevo-ronda-convierte-monumentomalaga-valorado/607689900_0.html
15 https://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/el-puente-de-molins-del-rey/
frecuentada zona de ocio al aire libre y deportivo, desarrollada en la terraza del río, por la que también pasan los peregrinos a sa ntiago de Compostela.
Aunque hayamos trazado un rápido y necesariamente parcial recorrido por la situación de una serie de construcciones de ingeniería del periodo ilustrado en e s paña, nos revela un panorama muy heterogéneo. Como puede verse, un número significativo está protegido por alguna de las figuras previstas por la legislación cultural y con las categorías habituales, principalmente la de Monumento, aunque en elementos de carácter lineal, como los caminos y canales, o sistémicos como los abastecimientos, se protegen como Conjuntos o si tios históricos 16. Las obras públicas del siglo XViii, al igual que las de otras épocas, son valoradas sobre todo por su antigüedad y monumentalidad, pero no tienen una consideración específica porque tampoco los estudios que motivan su declaración han atendido a sus características particulares en cuanto que construcciones de ingeniería.
16 rui Z-B edi A, 2022.
Mantener los restos de los antiguos paisajes y fomentar que la ciudadanía disfrute el patrimonio son los retos a los que se enfrentan las propuestas actuales de recuperación y conservación. La mayoría de las acciones llevadas a cabo son intervenciones de rehabilitación, sobre todo en las consideradas monumentales, y también en las que mantienen la funcionalidad; no es así en las alejadas de núcleos de población o fuera de rutas de paso. so n loables las acciones amplias de puesta en valor, como la realizada para el canal de Castilla, pero deben prever una vigilancia y mantenimiento que eviten el deterioro y pérdida de construcciones. ig ualmente es deseable una continuidad de esas acciones, que habiliten buenos sistemas de difusión y comunicación que permitan conocer la respuesta de los usuarios, la conservación de las instalaciones, y basar en ello las decisiones para su futuro. este patrimonio ofrece una gran oportunidad para las acciones conjuntas entre administraciones, centros de investigación y organismos con reconocida tradición y buenos resultados en el estudio del patrimonio cultural de las obras públicas. ello contribuirá a un desarrollo territorial sostenible, permitirá el aprovechamiento de recursos locales y generará conocimiento riguroso sobre un tipo de patrimonio específico 17 .
17 B ern ABÉ u et al., 2011; rui Z-B edi A y H ern Á nde Z, 2014.
Platón Tiurin, Retrato de Agustín de Betancourt , óleo sobre lienzo, h. 1860. e scuela Técnica s uperior de i ngenier os de Caminos, Canales y Puertos. u niv ersidad Politécnica de Madrid.
B e TA n C our T en 2024
d A nie L C res P o de L g A do
u niv ersidad Complutense de Madrid. Fundación Juanelo Turriano
Dentro de este cuaderno va una estampa que envían mis hijas a Catalina, que dicen es mi retrato y que se me parece. Ojalá pudiera ir yo con la misma facilidad.
Carta de Agustín de Betancourt a su cuñado Antonio Monteverde, residente en La orotava, desde san Petersburgo el 10 de junio de 18201
Cuando en el invierno de 2023 me encargaron la comisaría de esta exposición, sabía que iba ser un proyecto complejo. e n tre otras muchas razones porque siempre plantea dificultades abordar una figura juzgada fundacional, que se ha situado en los orígenes de una institución o un colectivo y tiene la consideración de referencia ineludible. e n torno a este tipo de personajes se encuentran muchos relatos prestablecidos, discursos asentados que suelen ser poco permeables a nuevas aproximaciones o a salirse de la mera reiteración por no defraudar lo esperado. Creo que todo ello va en detrimento de esas figuras por la fosilización en la que pueden caer, deteniéndolas en una foto fija. si se pretende que continúen plenamente vivas, que no se conviertan en una mera imagen institucional y que tenga sentido revisar su legado dentro y fuera de marcos muy concretos, se debe realizar un esfuerzo por adaptar su relato a diversas miradas y a los debates contemporáneos,
* e ste texto ha sido desarrollado en el marco del proyecto i + d +i “Agua y Luces. Tratados españoles de arquitectura hidráulica de la i lustración” (P di 2020-115477 g B- i 00), financiado por el Ministerio de Ciencia e i nno vación.
1 Transcrita en C u LL en , 2008, 253-254. e l cuaderno al que se r efiere Betancourt es la publicación titulada Description de la Salle d´Exercice de Moscou (1819). Catalina es su hermana, casada con Antonio Monteverde.
estableciendo un efectivo diálogo con ellos. d e manera especial, cabe confrontarlas con las actuales líneas historiográficas, un campo en permanente renovación y más en las últimas décadas, en las que se ha producido un fértil deshielo que ha activado numerosas corrientes que han reconfigurado las narrativas.
el gr upo de investigadores que ha participado en este catálogo ha conseguido presentar lecturas novedosas sobre la figura de Betancourt y su contexto, más allá de puntuales aportaciones biográficas o documentales. es un elenco plural de investigadores, con trayectorias, formaciones y vinculados a instituciones diversas, pero todo ellos referentes en sus respectivas especialidades. Que una parte sustancial formasen parte del proyecto i+d+i ALTeAH (Pdi2020-115477gB-i00) del Ministerio de Ciencia e in novación facilitó su coordinación. La tarea de repensar o revisar aspectos de Betancourt y su contexto no resultaba fácil. Tal y como recuerda Fernando sáenz ridruejo en el texto inicial, la bibliografía sobre el personaje y sobre muchas de sus facetas es abundante.
un aspecto que cabía situar en el epicentro de nuestra aproximación, convertirlo en uno de los ejes vertebradores de este catálogo, era la geografía. La cartografía vital de Betancourt es singular. Muchos otros ingenieros coetáneos se movieron entre distintos países, siendo casi un rasgo definitorio de quienes se ocuparon de estas actividades en la e dad Moderna. Pero el canario no solo pasó prolongadas estancias en diversos países europeos, peregrinó por ellos constantemente para estudiar y observar obras públicas y talleres, e incluso emprendió un viaje a Cuba finalmente frustrado. Betancourt jugó un papel protagonista en el medio técnico y científico tanto en Madrid, París, in glaterra o ru sia. si tuarlo en el escenario europeo nos permitía igualmente incidir en la naturaleza y los límites de la transferencia de los saberes técnicos en la eu ropa de la il ustración. nu estro ingeniero es un perfil que puede permitir extender el concepto debatido recientemente de “ république des sciences ” –trasunto de la famosa “des lettres”– a una suerte de “república de la técnica” en la que se reformularon muchos conceptos e ideas sobre la ingeniería civil y los ingenieros, una disciplina y una profesión en construcción durante este periodo. resultaba relevante contar con un texto, necesariamente extenso, de una de las principales especialistas internacionales, si no la principal, de Betancourt. Lo era casi tanto como que, desde la recapitulación de otros trabajos suyos, irina gouzévitch plantease la trayectoria de Betancourt y sus aportaciones más sobresalientes desde el viaje, desde sus constantes desplazamientos por europa, desde alguien que se formó y se conformó en una geografía y un espacio de comunicación de aspiraciones cosmopolitas en torno a los saberes pero que, no cabe olvidar, tuvo sus obstáculos a la cooperación como revelan,
por ejemplo, los casos de la máquina de vapor de doble efecto o el éxito de la oposición de Chappe al telégrafo óptico de Breguet y Betancourt. un nutrido elenco de investigadores internacionales se han ocupado de desgranar ciertos aspectos significativos del complejo contexto europeo de Betancourt. subrayaría cómo desde el caso francés, emilie d´orgeix ha incidido en la pluralidad de los per files que compusieron el ecosistema en el que se desarrolló Betancourt y en el que se modeló la ingeniería y la técnica del llamado Long Eighteenth Century. Advierte del riesgo de simplificar este rico panorama y reducirlo a un solo grupo profesional, el de los ingenieros, y a su relato. de hecho, otra faceta que queríamos subrayar desde estas páginas es la diversidad de quienes animaron y fueron parte de estas redes de ámbito europeo por las que circularon y se ensayaron invenciones, así como nuevas propuestas de definición y reorganización profesional e institucional de la ingeniería civil. La trayectoria de Betancourt refleja el papel que desempeñaron un amplio abanico de instituciones de muy distinta naturaleza (la organización de las prácticas de los saberes en el siglo XViii es otro ámbito en plena discusión), así como científicos, ingenieros y académicos, pero también técnicos de otro perfil, artesanos, maestros o emprendedores. en este sentido, Jean-Philippe ga rric traza con magisterio las principales tendencias y debates que se dieron en torno a la ingeniería civil en el París cambiante y dinámico en el que vivió Betancourt. Por otro lado, na thalie Montel se centra en la École des Ponts et Chaussées de París y de su no menos célebre director Jean rodolphe Perronet para replantear ciertos relatos establecidos respecto a ella, permitiendo revisar la influencia de esta institución en nuestro ingeniero. el ejemplo napolitano, expuesto por Fabio Mangone, ofrece un contrapunto a la geografía directamente betancourtiana que revela puntos de conexión respecto a la regulación de la ingeniería civil e hidráulica de otras regiones europeas, pero también las distintas motivaciones de ciertas elecciones institucionales. e stas cuestiones aparecen de igual modo en los textos sobre rusia de Adrián Fernández Almoguera y ni cola na vone. el primero desgrana el peculiar contexto ruso –esa folie de bâtir que se adueñó de sus autoridades– y el panorama continental, perforado por la inestabilidad y las guerras napoleónicas, que estimularon el activo movimiento de ingenieros y arquitectos en la europa de principios del siglo XiX y el atractivo ejercido por rusia. de igual modo, plantea las exitosas estrategias de promoción compartidas por algunos de ellos como Auguste de Montferrand o el propio Betancourt. Con el análisis a cargo de na vone sobre los Adamini –maestros de obras del Tesino ( su iza) que desempeñaron una reconocida tarea en algunas de las edificaciones zaristas más emblemáticas–, se incide en la citada diversidad
del paisaje de la ingeniería europea de la época de Betancourt, sus relaciones entrecruzadas y el distinto lugar que, pese a su voluntad de afirmarse, han acabado ocupando en los relatos. Precisamente, Maria Montava gadea y Antoni roca rosell abordan la figura de Francesc sa ntponç, que compartió inquietudes técnicas y proyectos institucionales similares a los de Betancourt, pero cuya formación, contexto y carrera difirieron significativamente. Puede resultar paradójico que Betancourt, cuyo impulso a la codificación del cuerpo de ingenieros de caminos, a su ámbito de actuación y a su formación fue notable, tuviese una instrucción no reglada y desarrollase un interés técnico tan heterogéneo, destacando su constante estudio de las máquinas tal y como se afirma en el artículo de César Lanza. Los contextos sociales que marcaron la configuración de las redes científicas y técnicas de la i lustración son el trasfondo de las aportaciones de elena serrano y Pedro Luego. serrano aporta una lectura sugestiva sobre las ocupaciones técnicas de María de Betancourt, interpretadas desde una sólida perspectiva sobre la interacción entre ciencia y género en la eu ropa de las Luces. Luengo logra trazar la inserción de Betancourt en las redes intercontinentales de la élite americana interesada en aspectos tecnológicos, aportando conexiones claves y novedosas para abordar este revelador episodio de la creciente globalización de la ingeniería. el destacado papel que Betancourt predicó de los libros e impresos en la formación de los técnicos es analizado por Javier León gonzález y Alfonso Luján díaz. el primero centrándose en las razones de las elecciones tras las traducciones promovidas por la escuela de Caminos y Canales de Madrid; Luján deteniéndose en los inventarios de libros de los ingenieros españoles de este periodo, de sus centros de instrucción y, de manera especial, del re al ga binete de Máquinas, del que logra aportar documentos inéditos. da rina Martykánová, una de las principales estudiosas de los ingenieros de caminos, propone una renovada mirada sobre las motivaciones de la cambiante situación que este cuerpo vivió en e s paña tras la marcha de Betancourt y su definitiva consolidación en la década de 1830. si n embargo, también resultaba de interés como colofón de estas páginas abrir una ventana al legado material de la ingeniería civil española de las Luces, a pesar de que no se pueda identificar ninguna obra de este tipo debida a Betancourt en nuestro país. Ya sus coetáneos advirtieron de las restricciones presupuestarias que tuvo que afrontar en los años que dirigió la in spección de Caminos y Canales y su especial dedicación a cuestiones formativas y organizativas. e n el informe que Antonio sandalio de Arias y Antonio o steres presentaron en septiembre de 1814 en la sociedad económica de Amigos del País de Madrid sobre cómo llevar a buen puerto las infraestructuras hidráulicas y de comunicación iniciadas
años antes en e s paña y que habían quedado inacabadas, Arias y os teres incidieron en las muchas comisiones administrativas que tuvo que atender Betancourt y su dedicación a la formación de los discípulos de su famosa e s cuela de Caminos, fundada en 1802. se a como fuere, Patricia Hernández Lamas y María Luisa ru iz Bedia subrayan que el citado patrimonio monumental de la ingeniería hidráulica y de caminos, resultado de la acción de una gran pluralidad de maestros y promotores, debe comprenderse en su singular extensión y en diálogo con el territorio donde se asienta y contribuye a modelar. Tal vez sea esta una evocadora imagen de una posible comprensión del propio Betancourt. Algo de ese paisaje complejo, rico y diverso es el que aquí hemos querido trazar. solo me cabe transmitir mis agradecimientos a todos y cada uno de los autores e instituciones que han participado o colaborado en este proyecto. una mención especial al Colegio de ingenieros de Caminos por promover con eficacia esta iniciativa, y a la Biblioteca nacional de españa y a la Fundación Juanelo Turriano por hacerla posible con su apoyo y con su trabajo.
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…no he dejado lugares melancólicos en la memoria del camino andado: este kilómetro inflamado es justo…
“Costa de la luz. Junio”
Antonio Portela
CATALogACión en PuBLiCACión de L A BiBLioTeCA nACionAL de esPAñA
Agustín de Betancourt 1758-1824 : fundador de la escuela de Caminos y Canales, ingeniero cosmopolita / organizan, Biblioteca nacional de españa [y otros seis] ; comisaría, daniel Crespo delgado. – [Madrid] : Biblioteca nacional de españa : Centro de estudios y experimentación de obras Públicas : Colegio de ingenieros de Caminos, Canales y Puertos : Fundación Juanelo Turriano, [2024]
374 páginas ; ilustraciones (blanco y negro y color), 25 cm
exposición: Biblioteca nacional de españa, Madrid, del 6 de marzo al 19 de mayo de 2024
Bibliografía: páginas 357-374
niPo: 191-24-004-2 (Bne). 197-24-003-0 (CedeX). – isBn: 97884-92462-94-0 (Bne). 978-84-380-0572-9 (Colegio de ingenieros de Caminos, Canales y Puertos). 978-84-122150-4-5 (Fundación Juanelo Turriano)
1. Betancourt, Agustín de (1758-1824)-exposiciones. 2. ingeniería civil-europa-Historia-exposiciones. 3. ingeniería civil-españa-Historia-exposiciones. 4. Catálogos de exposiciones i Betancourt, Agustín de (1758-1824). ii Crespo delgado, daniel, comisario. iii Biblioteca nacional de españa, organizador, sede
62 Betancourt, Agustín de (083.824) 929 Betancourt, Agustín de (083.824) 624(4)”17/18” (083.824)
Agustín de Betancourt fue un inventor prolífico en el campo de la mecánica y la ingeniería. Escribió libros e informes que fueron una referencia para la ciencia y la técnica de su época. Fundó novedosos centros de enseñanza tecnológica y jugó un papel clave en la creación del cuerpo de ingenieros de caminos. Su cartografía vital también es singular. Nacido en las Canarias, se trasladó a Madrid de joven y estuvo en múltiples ocasiones en París e Inglaterra. El último periodo de su vida transcurrió en Rusia. Le movió una infatigable curiosidad. En todos los lugares colaboró estrechamente con científicos, mecánicos, artesanos y emprendedores. Betancourt contribuyó a modelar una extensa red europea por donde fluyeron y se ensayaron ideas, invenciones y nuevos horizontes para la ingeniería civil y para la propia sociedad.