Memoria sobre las filtraciones del Lozoya

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FILTRACIONES DEL LOZOYA.


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MEMORIA SOBRE

LAS FILTRACIONES DEL LOZOYA, CERCA DE LA PRESA DEL PONTON DI!: LA OLlV A. Y Mi:DlOS IUIPLE.\00S l' .\RA CORT-ARLAS,

POR

D. LUCIO DEL VALLE, lng enieru /Jireclur del Ca-nal ele Isabel JI.

MADRID: lmprrnh1 tic. D. José Cosme de la Prna, calle dr Alocha , núm . Ut

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AL hacerme cargo de la direccion de la

obros en diciemb1·e último, tuve el honor de manifestar al Consejo , que sin perJuicio de atender con solícito afan á los trabajos todos de la línea del Canal, hacia propósito de dedicarme muy especialmente al importante asunto de la filtracion próxima á la Presa , por haberlo considerado siempre de suma gravedad, no tanto por lo que era en si, cuanto por el temor y desaliento que su existencia pudiera infundir en el ánimo del público y hasta en el crédito de la Empresa que tan felizmente va llevando por otra parte á cabo estos difíciles y gigantescos trabajos. De nada servia, en efecto, que la Presa del Pon ton de la Oliva tuviese el carácter de indestructibilidad y de perpetuidad que se ha conseguido en ella hasta donde alcanza el poder humano, merced á los estraordinarios esfuerzos hechos para cimentarla en roca, á sus espesores, á la clase de fabrica empleada y al esmero en su construccion, de nada servia tampoco la completa impermeabilidad obtenida en aquel gran macizo de sillería y gruesa


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-6mampostería, si las aguaí: Jel rio embalsadas por esle dique se escapaban por otro punlo en mas ó menos abundancia, pero siempre en cantidad sensible para ocasionar dudas y sospechas á las personas no inteligentes y poco conoceüoras de la localidad. De aquí la gravedad de este contratiempo, único que hasta ahora cuentan los trabajos del Canal á pesar de _su grande escala, · contratiempo del todo independiente de las obras , y debido tan solo á circunstancias especiales en la formacion interior del terreno en aquella parte del cauce del Lozoya, en la que durante dos. años estuvo trabajando la enorme presion del ngua en descubrir y descarnar hasta abrirse paso al esterior, como lo verificó, los estratos, grietas y cavidades de las masas irregulares y descompuestas de las peñas cálizas. Ya en noviembre de 1854, poco tiempo despues de haber aparecido la filtracion y antes de salir del Canal para la visita de Faros, manifesté estas mismas ideas al Consejo, es poniendo ademas los diferentes medios con que se podía atajar de raíz el mal, enumerando las ventajas y los inconvenientes de todos ell'os, comparándolos entre si y asegurando finalmente 'lue este percance. aunque sensible, no influiría para nada absolutamente en el éxito <le la Empresa. La esperiencia ha venido á confirmar cuanto entonces espose, y hoy dia, despues de nuevos y concienzudos estudios verificados en lo que vá de año, y con las observaeiones hechas en los trabajos ejecutados estos últimos meses y en sus beneficiosos resultados, me he convencido plenamente ele la bondad del pla de otaque para cortar del Lodo la filtrncion, y lo que es mejor aun, para impedi1· que absolutamente vuelva á aparecer en lo sucesivo, ni por los puntos donde antes lo verificaba, ni por otro alguno, Este plan es el mismo en su esencia que el ya presentado por la Direccionen 1 t de enero de 1855, pero con algunas variaciones importantes. introducidas con el objeto de facilitar en gran ma•

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-77 nera su ejecucion material y de asegurar al mismo tiempo mucho mas sus principales y ventajosos resultados. Antes Je entrar en la descripcion detallada del proyecto, bueno será esponer, como preliminares, todas las consideraciones qae puedan surgir de la~ observaciones hechas desde el momento mismo en que apareció la filtracion. Acaeció esto el dia 18 de octubre de 1854 y en la márgen derecha del rio á corta distancia de la Presa, presentándose en la forma de un espantoso hervidero y tan abundante, que no solamente absorvia toda el agua que el Lozoya traía al embalse, sino que el nivel de este empezó a bajar de una manera notable. Aun• que no fué fáci l hacer· en aquellos momentos un aforo exacto, puede sin embargo graduarse aproximadamente en 90 000 reales fontaneros el agua que se marchaba, atendiendo á la circunstancia antes espresada y á que las mediciones del caudal Je! rio antes del embalse, verificadas en lo:; días 15 y 20 del mismo mes, die, ron respectivamente 61 524 y 69 120 reales fontaneros. Inmediatamente que se ob::;erró trm inesperado suceso se Ll·ató de averiguar el punto del depósito por donde se verificaba la entrada del agua en el conducto de la filtracion, y hallado que fué se arrojaron por de pronto faginas y piedras pnra que disminuye·en la seccion del orificio tic entrada y irviesen de hase á las tierras, cuya inn;ersion se empezó á disponer conduciéndoln ele los parage mas cercanos. Bien pronto las hojas y aun algunas de las ramas mas delgadas Je las foginas salieron por abujo, y al poco roto de emprendida la operacion se notó claramente como disminuía, el borboton y su• bian las aguas en el embalse, consiguiéndose á los pocos diais de seguir echando tierras en toda aquella parte del depósito que volviese el ogua á derram:u por encima de la Preso, aliénclo'c por la filll'ílcion Lan solo 19 564 reales fontaneros, segun re:rnlla del aforo que . e practicó el día 15 de noviemhre ,le 1854 y


-8que aparece en el estado general que acompaña á este escrito. Las crecidas del Lozoya impidieron ver la marcha de la filtracion durante el invierno, pero en julio de 1855, cuando In disminucion de las aguas del rio permitió observar las que se iban por la parte inferior, se halló en ellas un aumento tan considerable, que hizo fundadamente sospechar que habría otra nueva boca de entrada á mas de la del año anterior. Un prolijo sondeo del embalse la halló en efecto á 65 metros agua arriba de la presa y á 20 de la estremidad del terraplen formado sobre la ladera izquierda del rio, siendo tal la violencia con que entraban las aguas, que arrebataban las sondas empleadas en el reconocimiento rompiendo las fuertes cuerdas de cáñamo que las sostenían. En tal estado y habiendo empezado de nuevo á bajar rápidamente el ni,·el del embalse, hasta el estremo de no quedar mas que 4,50 metros de altura de agua sobre el referido punto de entrada, se di ·puso con suma oportunidad por la Direccion el empleo de sacos de arcilla de poco volúmen , que en número de diez mil se arrojaron desde el ti de agosto en el sitio indicado, logrando así reducir en menos de cuarenta y ocho horas á solo 1O 022 reales fontaneros los 62 546 que habían aparecido. Concluida esta operacion continuó sobre los sacos el recargo de tierras, y se formó ademas un dique transversal para enlazar á 65 metros de la Presa los terraplenes de las dos márgenes, empleando en su solera sobt'e veinte mil sacos de arcilla y siguiéndolo despues hasta 11 metros de altura con tierras trasportadas por barcas y carretas. La filtracion no sufrió despues alteracion alguna segun los aforos de agosto y se~iembre, aforos que fueron interrumpidos á fi. nes de este último mes por la primera avenid4 del Lozoya, y que no fué dable continuar haciéndolos en lodo el invierno de 1855 por el inmenso caudal de aguas que constantemente caía por toda la cresta de la Presa. En julio del presente año, adoptadas las disposiciones conve-

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. - -9uienles para que esta 110 1·evertiera agua, haciéndola pasar toda por la mina tle limpia, púdose observa1· de nuevo la filtracion, y el dia 4 se vió que continuaban saliendo las aguas por el mismo punto por donde lo habían verificado constantemente desrle su apar1e1on. MiJiéronse y resultó la cantidad de 22 786 reales fontaneros, si bien no era esta exactamente la ele la filtracion, por cuanto cain al cauce antes-de la canal de aforo una parte del agna qne salia de la mina y otra proeeclente del aliviadero y desagües del Canal de Cabarn'.ts. El verdadero valor Je la filtracion, segun se espresa en los aforos del día ,15 y siguientes tlel mismo mes de julio, era de 15 512 reales fontaneros, ósea una mitad mas que el caudal á que quedó reducida el verano anterior. El cubo del tel'ruple1~ formado en el embalse ese 111ismo ,lún ascenclió á 26 000 metros, que con los 22 000 de lo que vn del año actual forman un total de 48 000 metros cúbico , que han hecho variar del todo aquella parte del depósito, segun se manifiesta en los corrrespondientes planos hiclrográficos que se han formado para dar una idea exacta de la altura Je tierras que hay sobl'a cada punto de la antigua cuenca en una cierta estension anterio¡, á la Presa, altura que llega á se1· á veces ele 16 y 18 met1•0s. Espuesta ya, aunque brevemente, la historia de la filti·acioRhasta el principio de la campaña actual, entremos de lleno en t1I analísis de los hechos que se desprenden del anterior relato~· U110 de ellos, acuso el mas n9tahle por las engañosas Jeducciones á que puetle llar lugar si no se reflexiona con nlgun detenimiento, es el relativo al pronto y buen éxito que se observó en octubre de 1854 y en ngosto del afio siguiente, al ver dismin~iclo en pocas horas y en tan grande esenia el inmenso caudal de agu.is que en ambas épocas constituía la filtracion. Nada, sin embargo, mas natural que t.a11 heneficiosos · resultados debidos cu ambns ocasione¡; -á una misma causa, por ser uno mismo el ~j lema cm, 2


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picado para conseguirlo. Pre~entada por primera \'CZ la filtraciou, fijamente marcado por el remolino que se notó en la superficie del embalse el punto de entrada de las aguas, <letr.rminado con igual exactitud por medio de ln sonda el de f 855, claro y evidente es que cualquiera que fuesen la forma y dimensiones de los conductos, y las figuras y magnitudes de los boquetes por donde entraban tan estraordinarias masí\s de aguas, tan luego como unos ú otros quedaron ínterceptados parcialmente por los cuerpos que al erecto se arrojaron, la seccion lle paso de las aguas disminuyó notablemente y por lo tanto el g·aslo hubo de sufrir así mismo una reduccion considerable. Las faginns y las piedras en un caso, y los sacos de arcilla como medio mucho mas perfecto empleado en el otro, prnclujeron esta disminucion de seccion, y en bien pocas horas los números 90 000 y 62 546, que representaban el c,rnt.lal de las filtraciones en reales fontaneros, viéronse 1·edueidos á f 9 564 y 1O 022. Esta rnpidisima progresion en que .descendieron desde los primeros momentos aquellos números, no continuó despues de 1rn:i manera sensible. Los afo1·os hechos hasta las épocas de fas avenidas asi lo atestigunn, de manera que opesar de la gran cantidad de tierras y la actividad con que se echaron en el anterior verono, :i fin de suplir los huecos é intersticios de los sacos, no fué posible conseguir en dos meses enteros la disminucion de los 1O 02_2 reales que parecían .er el limito inferior de la filtraciou, máxime cuando continuado el terraplen Jel embnlse en el modo y forma que marcan los planos, hemos visto que en julio úitimo apareció aquella cifra con un aumento hasta la canli<lad de 15 512 rs. aforada el dia f 5, y que equivale á 27 pies cúbicos por segundo. Prescindiendo ohora ele toda hipótesis que no tenga al menos razones plausibles en que apoyarse, nada diré acerca de las causas que hayan podido influir en estos aumentos observados al trrminar los inviernos. A su debido Liempo los tendré, sin embargo, en cuen•


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H la, para apoyar mas y mas mi proyecto, siendo completamente indiferente entrar en la oscurisima cuéstion _de si su origen será debido á nuevas entradas de agua por otros puntos de la cuenca, r• bien á haberse abierto mas paso por las antiguas, atravesando el terraplen en la· direccion y por las zonas que le haya sido mas fácil y espedito, ó si de2enderá finalmente de la reunion de ambas circunstancias. Lo que sí es Je ~umo interés en el asunto es el hecho consignado en el penúltimo párrafo, .que procuraré esclarecer debidamente. Para ello bueno será recordar primero la enorme carga de diez y seis metros de agua que gravita sobre los boquetes 1'1 orificios de entrada, asi como es necesario esplicar despues "1 modo con que fué preciso construir los terraplenes, y averiguar por fin la naturaleza del suelo en que estos descnnsan y la forma del depósito que contiene el agua. Cuando este es un vaso ce1TaJo poi· lodos sus costados y er~ el cual entra el agua por su parte superior, fácilmente se com prenJe la seguridad con que se impedirá absolutamente la huida del líquido por un boquete que se haya manifestado en el fondo. DisminuiJa ante todo la ser.cion del orifieio con sacos, faginas ú otro medio análogo, el tenaplen que despues se estableciera por tongadas en el vaso, si bien es cierto que perdería parte de sus tierras an·astradas por el movimiento de las aguas, no lo es m~nos que la pérdida iría disminuyendo á mediJa que aumentase el terraplen del depósito, hasta lograr á una cie1·ta alturn su completa impermeabilidad. Ahora bien ¿es comparoble el embolse l1el Ponlon de lo Olirn con un depósito cerrado lateralmente y en el que tan solo entra el agua por la parte superior? No seguramente, porque solo cuenta con las dos laderns y la Presa, faltando el otro costado rio arriba y sin que sea posible esta comparacion, aun cuando se construyese este cuarto costado estableciendo un lerraplen que enlazase


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y uniese ent1 e si aml>as laderas; porque este terraplen presentaría en una gran parte de su altura, y-sobre todo hacia su base, capa·s· de guijo y piedra suelta que darían lugar á la formncion de cor:::. rientes de fondoj dirigidas hácia la boca de los orificios de salida. Nada mns natural que estas capas permeables si se reflexiona un poco sobrn líl manera con que necesariamente ha rlebido forma1·se el terraplen. La mayor ó menor bondad Je este depende esencialmente Je la calidad de las tierras y del modo de emplearlns. Las arcillas puras, que son á no dudarlo las m'as adec:undas al objeto, se hallan de 800 á 1 000 metros de distancia de la presa en las laderas á ella inferiores, Era pues preciso; no solo recorrer aquella longitud, sino lo que es peor aun, ganar la grande altura que á la sazon tenia la Presa, aprovechando pai'a ello el alivia• dero, como único punto accesible á los car1'os y carretas. Asi se hizo ciertamente, peto sobre ser de bastante coste este método y limitados sus efectos, por mucho aumento que se diese ú los· medios de trasporte, Lenin ademas el gravísimo inconveniente <le que no podía hacerse el terraplen sino por la márgen izquierda y por el ludo -ae la P1·esa, elevándose constantemente sobre el nivel del embalse y ganando terreno poco á poco y sucesivamente hácia la parte central del mismo. No se ciñó, pues, la Direccion esclusivamente á este medio, y dió por el contrario un grande impulso al terraplen, acometiéndolo por varios puntos á la vez; arrojando en unos directamente las tierras que se podían arrastrar de las laderas y trasportándolas á otros por medio de grandes barcas: en generaL estas tierras, aunque algo arcillosas tenían tambien bastante m•ena y piedra, que era d11 todo punto imposible separar al hacer las escavaciones, y fué preciso limitarse úuicamenle á retirar las de mayor volúmen antes de emplear aquellas. Ahorn bien, hasta observur las distintas ,,c}ocidudes con que 1

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coen los cuerpos a meJida que varia su <lensi<lntl, p:m1 com·encerse Je que en la base de toLlo terraplen de alguna elevacion hecho con esta clase _de tierras, ha de encontrarse el guijo, la piedra, y en general todos los elementos de mayor peso que aquellas contengan. Y si esta circunstancia tiene lugar y se obse1·va constantemente en las obras ejecutadas ,1I uire libre, júzg~ese con cuanta mayor causa se verificará ctWOllo los tierras tienen que atravesar en su caicla una _profunda capr1 de agua, que por su natut·nleza misma presenta al movimiento resistencias mucho mayores que las <lel aire libre, y que en último resultado vienen á aumentar la diferencia de velocidades con que llegan al fondo las <liversas clases de arcillas., 1.1renas y pietfras. No es, pues, de estrnñar que el terraplen asi formado, en vez de ser homogéneo y compucto en toda su altura, presente hácia su pié esas capas permeables de piedra y guijo, que han ptoducido las corrientes <le fondo que hace poco-he mencionado. Aun cuando .estos razones son de suyo completamente concluyentes, como el asunto es de suma gravedad, me permitiré insistir obre puuto tan capital, haciendo ver que t:uantas observaciones se han hecho posteriormente han venido ú confü~mar en un todo las anteriores deducciones. Abierta en e:-le venmo una zanja en el Lerraplen inmediato á la ladera derecha Jel río, y al llegar nadu mas que :i la profundidad de cinco melros, ya se observó bastante humedad en la tierra y poco despues una corriente de agua á través del rnrraplen, con la notable c"ir·cunslrrncia de que habiendo crecido en aquellos días el embalse y lográdose introducir las nguas por los puntos mas Lojos de la parle superior . ó boca de la zanja, todas las que en ella caían, desaparecían inmediatamente en la misma direccion y por la misma veta de la corriente, para salir despues por el conducto de la fillracion, único punto posible á donde podia el agua dirigirse. Advirticronse Lnmbien no lejos de aq~1el paraje algu11as de-


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presione. parcinles debidas, no tanto al asiento general que pu• diera haber hecho el terraplen, como á haber cedido este en algu• nos puntos á causa de la falta de tierra arrastrada sin duda por la corriente interior. Esto esplicncion es tanto mas plausible, cuanto que tan luego como la-1 aguas del embalse podian entrar en la depresion, eran bien pronto absorvi<las y se aumentaba ademas la anchura y profundidad de la misma depresion. Finalmente, citaré otro hecho inc!>ntestable relativo tambien al mismo asunto. Ya queda dicho que desde el mes de julio se vieron en este año las nguas ue la filtracion; pues bien, examinadas con frecuencia respecto á su diafonitfod, lns hemos hallado constantemente turbias mientras eran claras y trasparentes las del lago del Lozoya, en especial los dias en que no se seguia el trabajo del terraplen que pudiera ensuciarlas. ¿De dónde pueden, pues, provenir esa~ materias ténues que tan marcadamente coloraban el agua á su salida mas abíljo de la Presa~ ¿Cómo se esplica este fenómeno, sino por In permenbilidad del terraplen y la consiguiente formacion de corrientes de agua establecidas á través de sus capas? No es tlahle, en efecto, hallar otra c:iu. a ni constante enturbiado de la filtrncio11, h cual prueba por otra parle tambien que la boca ó bocns <le entrada del agua e ·!aban comprendida en la porcion del cnuce ya cubierta por el terrnplen. y no río arriba. Hasta ahora solo me he ocupado de la masa de tierras arrojada al emhalse, y nada absolutamente he dicho acerca de la naturaleza del suelo sohre el cual caían. Cunntos hayan recorrido l.1 cuenca del Lozoya antes de que se con lruyera ln Presa, habrán naturalmente observado en toda la estension del cauce la inmensa cnntidad de guijo y cantos rodados de todas t.limensiones que ha i<lo conduciendo el rio en sus avenidas, así como recordarán igualmente que en la parte comprendida desde el Ponlon , en que empieza la caliza • ha la donde esta terminn, adema· del terreno de


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acal'l'eo rormaclo por los arrastres del río , había tamhien en abundancia suma grnndrs y pesados bloques desprendidos de nqnellas elevaclas y casi verticales laderns. El espesor de esta cnpa ,le ncnrreo, depositado sobre lo roco que une las mai;as calizas de lus m:írgenes por debajo del río, ero de bastante consideracion. En el emplazamiento de la Presa, que parecia ser el punto en que mris pronto se babia de hallar el firme, sabido es que hubo de esCil\'a1·se cercn de cinco metros hasln encontrar los bancos de la roca. Esta y no otra es la natun:ileza del terreno que constituye hasta una cierta pl'Ofundidad el talweg <lel Lozoya, terreno que tla perfectamente paso al. agua <lel rio, como sucede á todos los de su clase, y como ya tuvimos ocasion de observar bien claramente al cimentar la Presa. Entonces, á fin de trabnjar en seco, hizose entt·ar Lodo el río por el cana 1 <le Cabarrús, enlucién<lolo con mortero hidráulico, mejor:m<lo notablemente su azutl de madera y piedra en seco, y abriendo finalmente una mina en la parle de la ladera que se había de inlerrn;npír por la obra. Corláronse, en efecto, por este medio casi todas las a~uns; mris así que íué nhondándose la cscavacion para los cimientos , empezaron á sJlir por las capas de acarreo fuentes y man:1nl.iales qne pronto se ,•ieron crecer, convirtiéndose en verdaderas corrientes de agua y de un caudal tal, que eran insuficientes para agotarlas las muchas hom· has que funcionaban, ouligando á establecer ataguias y adoptar o.tros medios para conseguir lo que tanto se anhelaba ; hacer las fundaciones en seco y sobre cnjas horizontale~ abiertas en la roca. Estas aguas que tanto nos incomodaron en aquella época. eran debidas en su mayor purte al pequeño embalse del azud de Ca• harrús, desde donde venían corriendo interiormente por el terreno de acarreo, hasta llegar á los puntos que la escavacion para la Presa les habrn <lejado libres y espeditos para la salida. Y si así lie verificó sin uqa nolnble carga de agua y habiendo un lnn lar-go


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trayeclo, ¿que no sucederá, pues, cuando es oorln esln distancia é inmensa la presion, como acontece en el escape de aguas del emba!se? La existencia de esta capa de acarreo á lo largo del cauce del Lozoya es, en efeclo, una circunslancia que no puede menos de influir consid~rablemenle e:1 los malos resu!Lados del sistema de ataque de la fil trae ion por medio del terraplen, y eso aun en el caso tle 3uponer que este fnese completamente impermeable, de lo cual dista mucho, como bien claramente lo dejo demostrado. Sin aquella clase de terreno no hubiera sido difícil convertir desde un principio el depósito en uno ó mas vasos cerrados, estableciendo con sacos de arcilla dique3 transversales de suficiente espesor y altura, ni seria tampoco de resultado dudoso el revestimiento del talud de agua arriba del terraplen con el suficiente número · de longallas de sacos que impidiesen ó dificultasen ol menos en gran manern la entrada de las aguas en el interior de aquel macizo. La naturaleza del terreno en que este Jescansa impedia la eficacia de semejantes medios, siendo ademas la causa principal para potler afirmar, prescindiendo de las <lemas circunstancias Je que he hecho mérito, lo que antes indiqué; á saber, que no era posible cortar completamente la filtracion con el sistema de los te1Taplenes. lntimamente convencido por el raciocinio y la obserrncion de los hechos de la verdad de e~te aserto; persuadido así mismo de que la gran masa de tierras arroJadas al embalse ponía fuera de discusion todos los proyectos que para atacar la filtracion por sus bocas· de entrada pudieran imaginarse con mas ó menos probabilidad de buen éxito, porque el terraplen hacía ya de lodo punlo imposible su material ejecucion ; hube de dedicarme sériamenta á corlar la huida de las aguas. La eleccion del sistema de ataque no era dudo~a. En la imposibilidnd de verificarlo por las ho~as de enlrnrln, -~o quednba ot.ro


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recurso que el lle cenal' la salida de las aguas por la parte esterior, medio que siempre mereció mi preferencia desde que apareció la filtracion, porque sobre atajarse así el mal desde luego, tenia ademas la inapreciable ventaja de contribuir á que el terraplen que se echase despues en el embalse, produjese mucho mejor re ultado que el que ~e podia esperar de formarlo mientras continuase saliendo la gran masa de aguas de la filtracion. Al tlar la preferencia esclusiva al ataque por el esterior, no dejé nunca de reconocer el principio que en tesis general puede establecerse respecto al escape de agua de un depósito, á saber, que el medio mas conveniente para corlar la huida de las aguas es cerrar la entrada al conducto mas bien que tapar el orificio de salida. Este principio es verdadero, incuestionable y debe ponerse en práctica, en efecto, siempre que circunstancias especiales no obliguen á desecharlo por irrealizable, como sucedió en el Ponton de la Oliva. Pocas reflexiones bastarán para probar la imposibilidad de nplicar allí semejante sistema. ¿ Qué medios reconocía el. arte para cerrar herméticamente los orificios de entrada, formados en la cuenca por las cavidaues y rotura de las peñt1s enlizas en el punto <lel embalse? El rellenar y macizar con fábrica todas las entradas, ó bien el de establecer sobre ellas un terraplen. La ineficacia del segundo método ya se ha demostrn<lo. Respecto al primero, ó habia de hacerse la obra existiendo las aguas del embalse, lo cual no es conceoible siquiera, no solo por la mucha profundidau, sino principalmente por el gran t11·0 de la filtrncion, que impediría absolutamente el empleo de las escafandras y campanas <le buzos; ó para evitar este gravísimo inconveniente y facilitar la operacion Je ia tapadura trabiljando en seco, era indispensable de todo punto desaguar el depósito. Nada mns fücil que proyectar una mina de desagüe por debajo 5


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de la roca en que estaba funJada la Presa, pero nada mas tlificil tmnpoco para cualquier ingeniero que poder responder de su buen éxito. ¿Quién es capaz de asegurar que en los últimos barrenos, aun cuando se hiciesen volar todos á la vez con aparatos eléctricos, no podria resultar tan solo uno ó varios boquetes, de seccion inferior á la que exigiera el volúmen del embalse y el caudal del rio, pe·ro suficiente para impedir la aproximacion de los operarios á continua1· los trabnjos? Nadie absolutamente, porque semejante seguridad está completamente fuera de toda prevision y del dominio de la ciencia. Lo único que podría afirmarse es que el nivel del embalse bajaría mas ó menos, hasta establecerse el régimen entre las aguas que trajera el río y las que se marchasen por todas las salidas, pero de manera alguna que pudiesen verificarse en seco los trabnjos. Mas aun suponiendo que asi fuese, solo quedarían perfectamente macizadas con mampostería y hormigon hidráulico las grietas ú orificios pur donde se babia introtlucido el ugua en considerable r,antidad, lo cual á la verdad no podía inspirar confianza completa para lo sucesivo, por si trn~curriendo el tiempo, y atendida In naturaleza de aqud descompuesto terreno, apareeian nue\"as bocas. Este temor no dejaba Je ser fundado tlespues de haber visto la roncha distancia y bien diferente situacion de las dos grandes ent1·adas que se manifestaron en ·1854 y 1855, una junto á la ladera Je la Jerecha y otra hncia la izquierda, y mucho mas rio arriba. Y ciertamente que no han &i<lo estas las únicas que se han observado, pues entre los trabajos tle esploracion hechos al prin· cipio tle esta campaña, figuran los de un grande y difícil minado emprendido por debajo del embalse en la roca tle la márgen derecha, á 86 metros agua arriba de la Presa, y siguiendo una série de cavidades, grietas y roturns que formaban un conducto que llevnba directamente á la filtracion mas de 2 000 rs. fontaneros. Este conduelo, al que afluian las aguns por diferenles paragcs 11 1

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atravesando el lel'raplen, ha puesto de manifiesto hasta la Hidencia, que en la hipótesis de haber sido dable el macizado de los orificios de entrada, era de absoluta necesidad no limitará ellos solos el trabajo, sino que por el contrario, debía .estenderse ade. mas por precaucion á una gran parle de la cuenca, levanlanuo préviamente el acarreo que existe sobre la roca para macizar dei• pues perfectamente con obra todas sus juntas, grietas y aguJeros. Volviendo ahora al sistema de cerrar esteriormente la salida de las aguas, de cuyo análisis me he separado algun tanto para dnr cal,itla á las importantes consideracwnes que acabo de es poner, juzgo conveniente presentar la cuestion ~on tal copia de datos y observaciones, que no dejen duela alguna sobre la posibilidad de llevar ú cabo el proyecto, y la eficacia de sus resultados. De muy distintas maneras podía conseguirse que la filtracio11 no siguiera corriendo por el cauce del Lozoya; pero como quiera que todos los medios que para ello se empleasen habi:m de ser precisamente de dificil ejecucion, por causa de la gran canticlaJ de agua que salia y de la enorme carga del embalse, era preciso buscar y elegir entre toLlos ellos el que menos obstáculos prese11. tase para su realizacion, sin olvidar por eso en lo mas mínimo la esencial é indispensable circunstancia de que pudiese satisfacer cumpli<lamente al objeto que se ueseaba. En las obras hidráulicas, cuando hay disposicion de ejecutnr los trabajos en seco, las dificultades disminuyen considerablemente y las const.rucc:ones resultan á no dudarlo con mayor perfeccion. Este principio es general, y solo se separan de él los ingenieros cuando no es posible su obscrv:mcia ó no conviene su adopcion por razones económicas. En el caso actual no militaba ninguna Je estas dos circuostancins, y por lo tnnto no dudé en establecer como base del prn)'eclo el hacer en seco los trabajos, á fin de descubl'ir ante lodo los orificios de saliJa, examinar en seguida la forniacion


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y el estallo de la roca caliza en que estos se encontrasen, para entonces, conseguido ya el dejar colgadas las aguas; como se dice vulgarmente, em_prender por fin las obras de ataque directamente y con la debida solidez. La incertidumbre de cual seria la profundidad á que .por debajo del tahveg del río se hallaba la salidaJ la duda de si podría haber otras varias antes de llegar á la roca que une las dos márgenes, y el deseo de descubrir hasta esta misma roca del fondo del cauoe, Qara tapar y macizar tambien todas sus grietas y cavidades con .ouen hormigon hidráulico, me obligaron á estudiar un desagüe na• tural que permitiese bajar el nivel de las aguas Je! río á una pt•ofundidad mayor aun que la de los cimientos de la Presa. De aquí la idea de la mina cuyo proyeclo se acompaña y con la cual podían descub1·irse perfectamente, no solo las dos márgenes, sino tambien el fondo del estrecho c,rnce que hay h;ista el Ponlon, puesto que la solera de dicha mina estaría mas baja aun que las cajas que se abrieron para establecer las fundaciones del dique que represa el Lozoya. Una vez constr.uida esta mina, ya era fácil y sencilla la ejecucion de las obras necesarias para cerrar las salidas de la filtracion, é impedir la opal'icion de otras nuevas en toda la parle á que se estendiesen los trabajos de fábrica, para revestir el cauce y hacel'le completamente impermeable. Tapados los orificios de salida, no cabe dudá alguna de que por ellos es nbsolutamenle imposible que aparezca de nuevo el agua, porque cualquiera que sea la preEion que esta ejerza, hay medios para dar á la obra que se ejecute una resistencia incomparablemente mayor. Igual seguridad presenta por la misma razon el resto del cauce en que se t.ipen las grietas, se rellenen las cavidades y se macizen y fortifiquen todas las aberturas con la clase · de fábrica que sea mas adecuada segun las circunstancias; mas no debiendo estos trabajos estenderse mucho, podría acaso temerse la salida de las _aguos por otros puntos del cauce fuera de la


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parle comprendida por las obras. Un detenido e~tuJio de aquel terreno, y las observaciones hechas desde que apareció la filtracion hasta el din, da,n; sin embat•go, las suficientes garantías para aseguradirmemenle lo infundado de semejante temor. Entraré, pues, en el exámen de tan interesante punto, alegando las poderosas razones· que hay para probar lo espuesto, y de cuya exactitud se adquiere, en la localidad sobre todo, un convencimiento íntimo que no deja lugar á la duda, cuando se observa con algun detenimien• to el notable camhio que existe en la formacion caliza desde muy poco mas abajo del emplazamiento de la Presa. Como queda dicho, han sido val'ios los puntos de entra·da de la filtracion, asi como ha sido constantemente la misma la salida desde que a_quella apareció. Cualquiera que haya sido el caudal de aguas observado, los b0rbotones no cambiaban nunca de situacion; lo que únicamente variaba en ellos era la impetuosidad con quesub.ian al talweg del rio segun que la filtracion aumentaba ó disminuia. La salida era, pues, única, y así lo han comprobado tambien los tl'abajos ejecutados. Esta observacion hacia creer lógicamente, que si bien por l.1 parte del embalse habia grietas y cavidades en el suelo de roca con diferentes ramificaciones ó conductos, todos estos venían despues á parar en el general por donde salia la filtracion, siempre á la derecha del cauce y en la pequeña esteasion que se manifiesta en los planos. Y no debe ciertamente chocar que se halle reducida la salida á tan corto espacio, si se examinan las citcunstancias'de la caliza en aquellas inmediaciones. Fácil es recordar que el primer trabajo que se hizo en la Presa, fué la apertura de grandes y profundas cajas escalonadas para las fundaciones <le la larga linea situada en la márgen izquierda del río, y nadie que haya visitado una sola vez aquellas esmeradas escavaciones, podrá olvidar que quitada la descompuesta capa esterio1· de la roca caliza, se presentaba esta despues en toda su profundidad ha~La el t¡¡lweg complclomente cerra-


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da en masa, sin bancos, grietas, ni cavidades de nmgun género que permitiesen el paso al agua. De igual clase poco mas ó menos es la roca caliza de la parle alta de la márgen derecha, hácia el emplazamiento de la Presa y rio abajo de ella, como lo acredita no solo su aspecto y estructura esterior, sino lo que se observa por el interior de la masa en lns minas de toma, desagüe, y en la que se abrió en un principio para facilitar las operaciones de la fundacion. No sucede l? propio en la corta porcion de la márgen por donde se marchaban las aguas, cuya formacion poJia llamnrse enteramente cavernosa por las muchos y grandes hoquedades que con• tenia, unidas entre si y formando verdaderos conductos ramificados hácia el esterior y que se unían todos interio1·mente á un tron• co comun, como ha habido lugar de observar en esta campaña al llevará cabo los trabnjos de que luego se hablnrá. Difícil por <lemas es la representacion geométrica <le. aquel terreno; sin embnrgo, los diferentes perfiles que se han sacado dan una idea de él, y marcan tambien el cambio brusco que esperimentn al presentarse ,le pronto la formacion de lns m:írgenes bajas de ambas lnJeras, por b:rncos calizos bien pronunciados y en Jj. reccion próximnmcnle paralela á la Presa, con buzamiento de 22 á 25º, y descansnndo, por fin, interiormente sobre roca en masa y compacta. Esta formacion no se limita á las cercnnÍils del Ponton, por el contrario, continúa por toJa la estensa ladera de Putones, siempre con igual di1·eccion y buzamiento en los bancos, como clnramente se advierte en las roturas que constituyen los barrancos de Valdchontales ,' las Cuevas, PatC1nes y demas. La circunstancia que se acaba de manifestar es de la mas alta importancia para el objeto en cuestion, porque la constante inclinncion ele los bancos hacia el interior de la tierra y la especial direccion que tienen, casi normal á la linea del embalse, hacen


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25 funJaJamenle creer que no sea posible P,l escape del ngua por ellos, deduccion confirmada plenamente hnstil el diu, pues e-orno ya he dicho variils veces y no me eansaré de repetir, la salida de lil filtracion ha sido única y solo e11 una corta estension ilntcrior ill pun• lo en que empiezan los bancos Je la roca. Ademas, en este sitio la formacion caliza era tan eminentemente cavernosa, que las aguas del río en tiempos anteriores lograron abrir y formnr un conducto por donde debieron estar co1TienJo, hasta que los acarreos del río lo cubrieron levantando el tnlweg ~obre la roca, y justament.e aquel conduelo es el que ha ocasionado el accidente de la filtra• c1on. Indicadas ya lils bases generales Jel prnyecto de ataque por el esterior, y demostradas las ventajas que de sÚ realizacion deben esperarse, pasaré á esplicar los trubajos hechos en este verano. La proyectada mina de desagüe haLia de partir un poco mas nbajo del ponton de la Oliva , y debin desembocar en el río entre el nrroyo de Valdehontales y la Cusilla frente á la union del Lozoya y el Jaramn. Su longitud, incluso el trozo en zanja á cielo abierto, asciende á i492 metros, y el terreno que se atraviesa es de roca en mas tle las dos terceras partes. Para la terminacion de estos t1·abajos y en especial del minado, nun multiplicantlo bnitante los puntos de ataque, eran necesarios de cinco á seis meses, tiempo de que no era posible disponer en esta Cilmpaña, sin tlejnr para la inmediata de t 857 la tapadura Je lu fillracion y el anhelado momento de hacer retroceder al embalse las ilgLws que la producían. Hubo, pues, de aplazarse por el momento la ejecucion de tan importante obra, y limitarse á un desagüe no tan perfecto ni se• guro, pero hacedero en mas breve término. La nivelacion del· río <lió ú conocer que con In aperturn de una zanja hasta frente al :Molino de puzolana, se podían ganar 2,mso de desnivel en el sitio de la filtracion, lo cual sino era en efecto lo suficiente para descu• brir completamente hasta la roca del fondo del cauce. permitía


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-24al menos ve1· su estructura en la pl'Ofundidad de los 2, mso y'ata• car las salidas de agua que en · ella quedasen colgadas. · ProceJióse, pues, con actividad suma á la escavacion de la zan• jn, emplean<lo en ella todas las brigadas del Presidio que en breves días la dejaron terminada, á pesar de haber exigido un movimiento de tierras Je f 2 950 metros cúbicos, cuyos trabajos en una gran parte hubieron naturalmente de hacerse dentro Jel agua , con las dificultades é inconvenientes que en tales casos se originan. Al mismo tiempo que esta escavacion en arcilla dura y en terreno de acarreo, se emprendió el dragado del cauce desde la Presa al Ponton, trabajo penosísimo por la gran cantidad de escollera que en él se había arrojado y que era preciso hacer desaparecer en una cierta estension al menos. Para conseguirlo en el mas corto tiempo posible dispusiéronse varios tornos que elevaban los grafl<les bloques, mientras que á fuerza de barrenos y golpes de alma<lena se reJucian otros á dimensiones manej.ables para los confinádos, que los habían de subir á la esplanada en la márgen izquierda en que se iba depositando toda la piedra y clasificápdola por tamaños, pnra volverla luego á emplear en los rellenos y macizos de mampostel'Ía. Adelantadas las obras de la zanja y Jel dragado, y cuando el nivel de las aguas habia descendido i, m 50, pudo ya obse1·varse bien claramente su salida casi horizontal por una cavidad que presentaba la roca y por borbotones verticales ademas procedentes, segun reconocimiento que practicaron los buzos, de la existencia Je una gran junta que corria al rededor de toda aquella roca á 1 metro próximamente bajo el nivel que á la sazon tenia el agua. Pocos dias despues ya se había logrado bajar e3le nivel los 2, mso que permitia la zanja de desagüe, y quedó entonces descubierta una junta de o,mi8 de anchura media por el esterior con hoquedades y pequeñas cuevas en el interior y se presentaron

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lambien las boeas de dos conductos, por las que dificilmenle podría penetrar un hombre arrastrando. El reconocimiento de aquel cavernoso terreno no podía menos rle ser del mayor interés, y al efecto emprendieron sus traba jos las cuadrillas de barreneros para convertir en cómodas galerías los pequeños conductos antes citados, dando por resultado el descubrimiento de varios agujeros é infinidad de grietas por donde aparecían en todos sentidos grandes cantidades de agua, que corrían despues por entre dos gruesos bancos hasta cae1· al cauce por la junta esterior. MedicJo el caudal par los medios y con el grado de exactitud que permitía la localidad, vióse que era con corta diferencia la que resultaba J.e los aforos de la filtt·acion, por lo cual se procedió á tomar y revestir en primer lugar todas las pequeñas grietas y juntas con buen mortero hidráulico, pasando en seguida á tapar los agujeros de mayor magnitud. Al par de estos trabajos, se continuaba abriendo montaña adentro una pequeña galería de investigacion con rumbo al punto en que se manifestó el año último un surtidor, y en el que en el verano actual se abrió un ancho y profundo pozo, que dió en efecto á conocer que estaba sobre el conducto de la filtracion. La tapadura de los grandes boquetes no produjo to<lo el resultado que era de desear, pues si bien se logró disminuir el caudal del agua que se marchaba, no era ni con mucho esta <lisminucion la cantidad misma que producían aquellos boquetes antes Je macizarlos, presentándose por el contrario en el esterior nuevas salidas y peor dispuestas, porque estaban inferiores al nivel del agua del rio que ya me era imposible rebajar mas sin el auxilio de la mina anteriormente citada. Esta circunstancia, aunque prevista desde el momento en que fijé como base del proyecto la necesidad de poder descubrir hasta la roca del fondo del cauce, para evita1· así el caso de que una 4


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vez tnpndos los orificios se marchnse el ngua por otros inferioreq, me obligó á Ja1· mayor impulso nun á la gnl@da de investigacion, á ver si conseguía atajar el agua por puntos mas altos y que no estuviesen en comunicncion con lo¡; conductos inferiores, por donde se empezó á marchnr de de el momento mismo en que se cerraron los boquetes. Pusiéronse al efecto cundrillas de barreneros por la noche, lt1S cuales como las de por el dia, trabnjaron con sumo ardor, en especial destle el momento en que se auvirtió al través do la roca el ruido producido por una corriente del agua, ruido que crecía y ie nclaraba mas y mas á metlida que se adelantabn en el minado, hasta poder juzgar que era debido á un inmen~o caudal que ze precipitaba por algun conduelo de la roca. A los 18 dias de continuo y penoso trabajo por lo estrecho é incómodo del sitio, se tlió por fin con una pequeña cueva, del fondo de la cual salia un torrente de agua que con velocidad espantosa seguía despues su curso por entre las grietas, juntas y conductos de la trastornada y descompuesta masb caliza , que se notaba justamente hasta la cspresada cueva. Fácil fué juzgar aun á simple vista que el caudal que por allí corría ora próximamente el de !a filtracion; por eso, y atendido á lo antes dicho sobre la naturaleza del terreno y á que el nivel del agua estaba 1, 50 metros mas alto que el que esta tenia despues de salir al cnuce, babia grandes prohabilidailes de que interceptado aquel paso, quedaría e5tinguida.la filtracion ó al menos reducida á una cantidad no tan considerable. Cualesquiera que fuesen los medios con que se procura8e verificar el cierre, la operacion tenia que ser precisamente arriesgada y por demas dificil, con solo considerar que se trataba de conlencr nada menos que el impetuoso torrente producido por el paso de 27 pies cúbico! de ngua por segundo, ó sean { 5 512 reales fontaneros.


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~tJi si á esla circunstancia muy grave en sí, ¡¡e ag1·egan las no meno:J graves de lo estrecho de la localidad y la presion eslraordinaria que inmediatamente se habia de originar despues de la lapa• Jura, se podrá formar una idea, aunque solo sea apro:ximada, de · los peligros é inconvenientes con que se tenia que luchar, y del sin número de precauciones que era indispensable adoptar para que no hubiese que lamentar desgracias en las operaciones del ataque. Para Yerificarlo se empezó por macizar sólidamente la cueva, Jeja11Llo tan solo á conlinuacion del boquete _de salida del agua una canal ó conducto de figura rectangular de un melro de nnchura por O, 60 de altura, con ranuras vcrticale:s en los cajeros para empotrar en ellas el marco de una compuerta de maJe1·a ele O, m t 6 de grueso. Así se verificó, no sin gran trabajo, por la dificultad con que fraguaba el cemento de lraeta en aquella corrien(e de agua á. pesar ele su eslraordinaria hidraulicidad, y de emplearlo solo sin mezcla alguna de arena ni piedra. Púsose en seguida la compuerta, y cuando fundadamente se habia concebido terminar lo mas importante del plan de operaciones, sobrevino un accidente inesperado que no solo lo relrasó por algunos Jias. sino lo que es peor aun, aumentó los riesgos y dificultades de una manei-a e&Lraordinal'la. El tablero de la compuerta, á pesar del gran espesor Je O, -15. hubo sin d_uda de ceder algo ú la llexion, por cuanto al llegar ni batiente inferior Llel marco • no pudo encajar en él , Jejamlo p0r consiguiente una pequeña junta. La hoja ele agua que por ella empezó á salir fué tan consiLlerable y tan fuerte, que chocando y rehotando en las paredes de las gnlerias que conJucían ú la cuevn, hacia de todo punto imposible penetrar hasta allí, y menos penmi• necer el tiempo necesario parn hace1· bnjar la compuerta cuanto convenía, bien fuese á fuerza de golpes ó bien po1· meJio Je fuertes crics,y empezar acto continuo á mucizarla con lrncna fábrica Je mortero hiurúulico.


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En tan apurado trance no quedaba otro recurso que el de restablecer las cosas al ~stado que tenían antes de meter la compuorla, sopena de ver perdidos todos los lrab.ajos de la campaña, é inutilizado por completo el plan de cerramiento por el esterior, plan cuya bondad estaba ya fuera de duda , porque se notó disminuido ,el caudal de la filtracion desde el momento mismo en que se caló, aunque no del lodo, la compuerta. Inaccesible el punto de la cueva en que esta se hallaba, no había modo hábil de abrirla ni .tampoco de hacerla pedazos por los medios ordinarios; en su consecuencia, dispuse destruirla con un ariete formado de una gruesa barra de hierro de maa de cinco metros Lle longitud, cuyo estremo, en forma de hncha, se aceró convenientemente para que prouujera todo el efecto que se deseaba. Con unos cuantos barrenos en la tortuosa galería de la izquierda, se logró rectificarla lo necesario para establecer la barra, y dejarla en situacion de poder funcionar suspendida por su mitad de una cuerdo sujeta ni intrados de la bóveda de la misma galería. Entonces se empezó de firme el golpeo relevondo á menudo lai cuadrillas de confinados, y renovando asimismo el ariete cuantas veces se mellaba su filo , lwsta consegllir, despues de diez horas de constante é ímprobo trabajo, hacer astillas la compuerta, y que el agua, libre ya de este obstáculo, volviese á salir sin i11comodar en tan alto grodo como antes. El accidente que acabo de manifestar fué otra de tantas lecciones como frecuentemente suele recibir el ingeniero ~n la ejecu~ion de los obras, y que sirven á no dudorlo de saluJable aviso para hacerle comprender la suma importancia que tienen en la práctica hasta los detalles mas insignificantes de la construccion, de los cuales, por despreciables que parezcan, depende muchas veces el éxito del mas bien concebido proyecto. Lo ocurrido en el cierre me advirtió, pues, la necesidad de cambiar la compuerta con otra qu@ asegurase por completo el resul·


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lado de la operacion , como así se v_erificó satisfactoriamente con el 1rnevo sistema que adoplé rle tres compuertas de O, m 08, O, m 06 y O, m 04 de grueso, puestas en un marco de madera de O, m 5G de escuadria, espaciadas entre si lo que permilia este espesor, cuyo efecto se aumentó reemplaz~ndo la ranura ,del último tablero con una llanta de hierro que corria esteriormen.le por todo el marco, al que iba fuertemente unida por medio de tornillos. Los tableros presentaban por el canto iufcr.ior un pequeño cha flan para que, aun en el caso de pandearse como la primera vez, no por eso dejasen de entrar fácilmente en el batiente horizontal del marco. Las ranuras verticales de este lenian con igual objeto bastante huelgo en todos sénticlos, sin que por eso quedase_ despues separacion alguna por la parte superior, por haber fijado ~ los estremos de los tableros cuñas delgadas que tapaban las juntas ni tiempo de encajarse. Con tales precauciones no era ya tnn fácil la huida del agua, pero para asegurar mas y mas el resultado, dispuse entrará la vez las tres compuertas, hnciéndolas bajar con igualdad por medio· de dos fuertes crics que obrasen sobre un tahlon colocado encima de aquellas. Este tablon estaba ndemas almohadillado de pelÓte y baqueta para que, y á falta de planchas de goma , impidiese absolutamente con la presion de los crics la mas mínima salida de agua por la parle superior ó sea por la entrada de las compuertas. Asi las cosas, á las ocho Je la mañana del' 22 de setiemhre se emprendió el cierre, y pocos minutos despues se terminó la operacion de tal manera, que ni una sola gola de agua aparecía por el boquete en que acababa de Yerse salir el espantoso torrente de 27 pies cúbicos por segundo. No fue, sin emLargo, este resultado lo que mas llamó oueslra atencion en aquellos criticos momentos. Lo grande, lo not~ble del caso, lo que verdaderamente produjo una alegría y entusiasmo inesplicablcs entre cuantas personas se-


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encontraban en aquel sitio, fué el ver la baja1la instantánea del nivel de las aguas del rio, la disminucion de su velocidad apenas perceptible en el trecho que media entre la Presa y el Ponton, el observar que las aguas retrocedían al embalse, y el deducir en fin tle lodo ello que era llegado el feliz momento de poder asegurar con hechos incontestables, que habia un medio seguro y eficacísimo de corlar completamente la fillracion de la ladera del Lozoya. Como era consiguiente, tan luego como se cerraron . las compuertas, se emprendió el macizado de la cueva y de las galerías con buena mampostería hidráulica, ocupándome al mismo tiempo que se llevaba á cabo este interesante trabajo, <le hacer nuevos estuJios y observaciones soLre el terreno, á fin de proponer lo mas conveniente para terminar el ?lan de cerramiento eslerior, hasla el límite que he espresado al indicarle ante1·io1·mente en el cuerpo de este escrito. Lo prime1·0 de que me ocupé como Lase esencial en que se ha• bian de apoyar las operaciones sucesivas, una vez libre ya de casi todo el caudal de la filtracion, fué de averiguar la cantidad de agua que aun seguía saliendo, hallando despues de repetiJos aforos que era solo un Lota! de 1 650 rs. fontaneros, entre lo que quedaba de la filtracion p1·opiamente dicha y lo que producían las fuentes que hahia antes de fundarse la Presa. Manejable. digámoslo asi, aquella cantidad de agua, por cuanto pnetle achicarse con bombas, para dejar col~ada su saliJa y hacer en seco lo· Lrab11j1 del maciza1lo, uo creo ya necesaria la mina 1le desagüe qu hubie ra sido indispensable, si no se hubie~e disminuido tan consitlcrablemenle el inmenso cnudal que proJucia In fil. trncion. La ape;·tura del subterráneo, por su longiLu_d y por ser Je 1·oca la mayor parte del terreno que atrnviesa, ocasionaría un gasto de bastante consideracion, no tanto por la mano 1le oLra que se ejecutaría con confinados, á razon de 30 rs. mctl'O lineal á que han costado otras minus Je igual clase, sino por In pólYOl'i.l que hubia


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3t precisamente de invertir.se, al respecto de 6 kilógramos por lo menos en cada metro lineal. Una máquina de vapor es, pues, en el caso actual el medio mas espedito y económico para hacer el clesa'.güe de los 62 litros por segun· do á que equivalen los 1 ~50 rs. fontaneros, y siendo de 5 á 5m, 50 la altura á que debe elevarse el agua, basta que sea de 5 á 6 caballos Je efecto útil. La adquisicion de nna múquina de esta fuerza, locomóvil y con las correspondientes bombas, pocli-á costar unos 45 000 rs. puesta en esta córte, sin que sea perdido todo su valor, porque terminada la operacion á que se la destina, pocld enagcnnrse despues fácilmente con alguna rebaja en el precio. De haber contado con tan eficaz auxilio, habria sido sumamente fácil cerrar la corta salida de ag_ua que aun existe, y que no ha siJo dable atacar por hallarse inferior al talweg de la zanja de desagüe, y no hastar para el achicamiento las bombas de madera de que po1lia disponer. E:- por lo tanto del mayor interés tener la máquina en la loca1idad para el mes de mayo próximo, en que se han de emprender las obras que faltan para conseguir con toda seguridad que no vuelva á aparecer ninguna filtrncion. Estas obras, como ya he manifestado, consisten en lo siguiente: L ",ensacar del cauce del río hasta el Pon ton b escollera y el acarreo que exista sobre la roca que une ambas larlerns; 2.º, en descubrir y limpiar todas las juntas, grietas, agujeros y cavidades de la masa caliza, den ó no agua, rellenándolas y retundiéndolas perfectamente, bien sea con mortero de cemento hidráulico de lraeta, ó bien con hormigon del mismo cemento, segun la menor ó mayor mag. nitud que presenten los orificios; 5.º, en desmontar la parte voladiza de los bancos de las márgenes, las cuales quedarán asi recli• ficadas, resultando una seccion trasversal mas apropiada que la que ahora existe, y obleniendose ademas por este medio parle de la piedrn que se necesita para la obra; 4 :, hecho ta retund_icion

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-5252 de juntas del canee, se establece1·á sobre la roca del fondo un macizo de 1,m 50 de espesor, formado de mampostería de grandes bloques, ~on piedras menores que rellenen sus huecos, y emplean. do para la trabazon de unas y otras mortero hidráulico fabricado con puzolnna artificial. Nada mas que esto se necesita por lo que respecta á evitar el escape de aguas del embalse que ha de surtir: ú Madrid, pero co: mo quiern que, aunque sea pocas veces al año, habrá ocasiones en que por ·espacio de algunas h'>ras tenga que reverter por la cresta de la Presa el agua que no pueda pasar por el grande aliviadero y por la mina de limpia (1 ), preciso~ -indispensable es tener presente esta circunstancia, estuJiarla con la detencion que corresponde, y adoptar en su consecuencia las disposiciones necesarias para evi. ta-r los males que podría ocasionar su caida desde tan considerable altura. Bueno es que quede sentado ante todo que semejantes males no afectan ni pueden afectar á la Presa, cuya estabilidad no es dable que se resienta de manera alguna. Sabido es que las principales' causas de destruccion de las presas, independientemente d~ sµ espesor, consisten á no dudarlo: Lº, en los perniciosos efectos que suele ocasionar en la fábrica del paramento el constante paso de las aguas y de los cuerpos que á veces arrastrn ; 2. º, en los aun mucho mas terribles y perjuJiciales resultados que produce la cuida del agua en el terreno al pié de las fundaciones. De aquí la necesidad ~~ adoptarse, segun las circunstancias, las debidas precauciones, y muy especialmente cuando la nltura á que hoya de eleyarse la obra sea de alguna consideracion.

( i) El nliviadero puede dar paso á -l 000 000 rs. fon laneros y la mina á 800 000 eales ó sea entre ambos 4 800 000 rs. fontaneros, caudal que comprende casi todas las crecidas eslraordinarias del Lozoya. (V~ase la r~lacion de aforos de la Mcmoiia anual).


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· La Presa del Lozoya, por su perfil esterior y por la naturaleza del terreno en que está fundad.i, hállase en condiciones especiales y sumamente favorables para no temer escavaciones por su pié, ni desagregacion alguna en la fábrica del paramento. En efecto, basta solo examinar en esta el poco talud que constituyen los cuerpos verticales, separados entre sí por escalones de corta huella, para convencerse de que todo el paramento queda por dentro de la parábola que en su caida forman !as aguas, sin que estas puedan por lo tanto ejercer su destructor efecto en ninguno de los sillares. · Cimentada la Presa sobre roca, y siguiendo de igual naturaleza el terreno hasta bastante mas abajo del antiguo Pon ton, no es posible que pueda haber socavaciones que lleguen á perjudicar la obra, y mucho menos si se considera que la caída del agua no durará generalmente mas que algunas horas. En el invierno último no funcionaba todavía el aliviadero, lns lluvias fueron constantes desde octubre hasta ahril, las avenidns del Lozoya estraordinarias cual nunca se han conocido, y la eres_ ta de la Presa estuvo revertiendo por espacio de nueve meses consecutivos una gruesa lámina de agua, que llegó á veces á tener hasta cerca de tres metros de espesor. Apesar de todas estas circunstancias desfavorables, y de tener ya la obra 24 metros de :i ltura máxima, púdose ver en el mes t.le julio confirmada por los hechos la opinion qne antes he emitido respecto á este particular. La escollera anojada en el cauce allí continuaba, la roca del pié de la Presa nada absolutamente padeció, únicamente hácia l.i parte de la márgen izquierda se vieron levantados á tres metros del paramento algunos grandes pedazos; pero solo de la primera capa de los bancos calizos, de la que se hallaba cuarteada en todos sentidos é inclinad~ de manera que las aguas podian entrar por debajo y levantarlí\ con la m.iyor facilidad, rle nqnella capa. en fin, so· 5


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bt·e la que no se quiso fundar la Presn, y que se cles1'nonló para hacer cajas y verificar el asieuto encima d'c fü que existe i férior á ella' en masa compacta y de 1-a ·mejor calidad. Los efectos del golpe Je! agua fueron, pues~ superfi'cia'les; es'tuvieron reúuciJos á una corta estewion, cesaron tnr\ luego como e levantaron los pedazos <le! banco soleado y cuarteado, y no se ejereieron, como era natural, sino á cierta distancia del pié de' la Presa, eri el cual no se proJujo ni potlin producirse socavacion de' ningun género. Hecha esta esplicacion, de la que se desprenJe la innecesidad de ejecutar ohm alguna qu e <lefiend:i la Presa del golpe de las a(l'nas que d'errame por su coronacion, defensa' establecida alli por la naturaleza, y ante la cual todo lo que pudiera agregar la mano lle! hombre seria débil, imperfecto y de ningun val'o r; cesáré en esta digresion y volveré al punto que me hallaba discutiendo; esto es, al modo con que deben ampararse las obras que he juzgado necesarias para tapar la filtracion. Dos meJios hallo para preservar del choque del agua el revestimiento del cauce y el metro y medio de gruesa )narnposterja que sobre él debe establecerse. Consiste el uno en cubrir este macizo con un rnstrillo de sillería, y el otro con escolfera; construyendo tambien en ambos casos poco antes del Ponton una contraptesa que, separada del pié de la parábola que forman la aftáas, sirva ¡rara r,ontener aquellas fábrica··. Como los trabaJOS han Je hacerse en seco, los bloques de la escollera no queJarian tales como caen cuando se arrojan dentro del agua , sino que podrían sentarse de la manera mas conveniente y apropiada á la figura y magnitud de cada uno para su ·mejor tralrnzon, pudiéndose introducir ademas piedras de diferentes dimensiones que rellenen los huecos, y que acuñadas á golpes de p·e·adas mazas aumenten la soliuez del enorme encachado. Respeclo al primer medio, ó sea al t·astrillo de silleriri, seria


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imJ.' ·peu ai,.\le gue constase. Je dos ,hílauas Je sil.lares fuertemente engrapados todos e~Lre sí pqr el inleriOI', ó mejor aun que se c<;msllj~tycse,\\O yE;rl)adero sardinel con sillarc:- 9-e 1,m25 de Lizon, algun tanto desbastados para formar bóveda ligeramenle inH!·rlitlu. y aseguradas así mismo estas dovelas unas con olras poi· fuertes grapas de hierro. No de otro modo se po<lria estar seguro en mi opinion de que la fábrica dejase de resentirse con el impetuoso choc1ue de la gran casca tla, y que arrnncando de su posicion uno ele los sillares no continuasen saliendo los Llemas hasta dejar descarnaJa la mamposleria que se trala de defender. Este proyecto seria de mucho mns coste que el primero en alencion á la inmensa cantiJad Je silleria que requiere. La escollera, por olra p::n'le, salisface cumplidamente al objeto. como se ha esperimentado allí mismo el último invierno, á pesar Je haberse arrojado las piedras sin el órden y d esmero con que se verifica la operacion, cuando por no haber agua pueden colocarse todas en seco. No dudo por lo tanto en Jar la preferencia ú la escollera de grandes bloques, que deberán sacarse <le aquella misma localidad, levantando el banco superior de la caliza en la espbnada que .forma la márgen izquierda enlre la Presa y el Ponlon, la cual quedará así mas regularizada y en disposicion <le que no vuelrn á levantarse ninguna hoja cuando caiga11 sobrn ella las aguas del Lozoya. En cuanto :í la contra-presa, con la i11dicuciou que aule:s hi ce basta para conocer la utiliJaJ de su e~Laulecimiento, Jirigidn á contener la fábrica que cierra en el cam;e del rio lus gricla · y hoqueLla<les de los bancos cu lizos. Su forma y dimensiones son las apropiadas :i ).is funciones que tiene que desempeñar, y respecto al sistema de construccion, solo diré que se observarán e11 ella lo buenos principios que se han segui<lo en la Presa del emual c. Tales son las obras que propongo como iudi:; pcn~a hles para


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terminá1· por completo el plan que emprendí esta campaña , plan cuyos nuenos resultados ie están ya tocando desde el 22 de setiembre, y que llevado 'á cabo en todas sus partes hará imposible la salida de nuevas filtraciones. Madrid 14 de noviembre de 1856.

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• 1


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CANAL DE ISABEL 11. AFOROS DE LA. FILTBA.CION DEL LOZOY A..

CA0DAL

FECHAS.

f 5 de octubre. 20 Año 25 de 50 4854 5 de noviembre. 10 15 25 de julio. 50 Año 10 de agosto. de 16 i855. 20 25 50

5 de julio. 10 15 20 25 Año 50 de 1856. 5 de agosto. 10 15 20 25 30 t

DEL RIO

EN ~

met. cs .

rs. fonls.

2,507 2,592 5,106 3,672 5,208 2,978 2,755

524 69 120 82 842 97 925 85 567 79 425 72 890 59 443 45 984 58 620 51 795 28 302 25 989 87 249 i88 456 149 550 111 924 94 769 72 922 59 678 44 508 59 552 58 128 59 087 31 5-12 22 450

2,229 1,649 1,448 i ,192 1,062 0,974 5,274 7,066 5,607 4,197 3,554 2,734 2,258 t,671 1,476 1,430 1,466 1,182 0,842

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CAUDAL DE LA JJLTIACIO!I EN

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19 525 19 364 2,558 62 346 id. id. 0,576 10 022 id. id. id. id. id. id. id. id. 0,581 15 512 id. id. id. id. id. id. id. id. . id. id. i<l. id. id. id. id . id . id. id. (( ((

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CAUDAL DE LA FILTIIA• Cl011 F.11

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DEL VALLE.

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CANAL DE ISABEL H. Presu,puesto aproximado del coste que tendrán las ob1 as necesarias para tei·minar el plan del cerramiento estéf•ior de las filtracion~s del Lozoya. Desayues.

Adquisicion de bomb~s moviJas por !)na má,¡nina de vaporJ locomóvil, de fuerza de seis caballos de efecto útii. . .Andamiage par·a establecerla ·sobre el cauce del rio y gastos de armarla. . Por 400 quintales de leña que consumirá en 50 dias de trabajo á razon, de 8 rs. quintal. . Jornales del maquinista, á 40 rs. diarios.

45 000 6 000

3 200

i 200

55 400 Rectificacion y niaci:ado del cauce.

Por 911 metros cúbicos de desmonte en roca . caliza, á razon de 8 rs. . . . . Por 1 598 metros cúbicos de €~cavácion en terreno de acarreo para limpiar el cauce y descubrir Jos bancos calizos, á 2,50 rs. uhd. . Por f 60 metros cúbicos de hormigon y mortero hecho con cemento hidráulico, para rellenar y retundir todas las juntas. grietas, -y cavida<les c1ue se presentan en el fondo y márgenes del cauce, á 126 rs. . . . . Por 764 metros cúbicos de mampostería con puzolana, al respecto de 44 rs. . . • . Por 5 120 metros cúbicos de escollera concertada, á 15 rs. .

7 288

3 995

·20 160 55 616 46 800 111 859


40

-40-

Por 1. 88 metros cúbicos de escavacion en terreno de acarreo, á 2,50 rs . . Por 54 melros cúbicos de desmonte en roca caliza, para abrir Jas cajas de asiento en el fondo y costados, á razon de 18 rs. . Por 230 metros cúbicos de fábrica <le sillería, á 232 rs. . Por 84 metros cúbicos de fábrica de sillarejo, á 184 rs. .

470

972 55 560 15 456 70 258

Resúmen.

Desagües. . . . Rectificacion y macizado del cauce .. Contrapresa.. . Total, rs. vn. .

55 400 111 859 70 258 257 517

Asciende este presupuesto á la cantidad de doscientos treinta y siete mil quinientos diez y siete reales vellon. Madrid 14 <le noviembre de 1856. Lucw

rr

DEL VALLE.


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