A TRAVES DE
AMÉRICA DEL SUR Desde Comodoro Rivadavia (Atlántico) hasta el golfo de Penas (Pacífico)
A. RODRÍGUEZ DEL BUSTO
MEMORIA presentada al Congreso Internacional de Ingeniería de Río de Janeiro, con motivo del primer Centenario de la Independencia, en 1922, y aprobada por unanimidad.
P r im e ra S ección d el tom o seg u n d o d e Altitddes y Canalización .
MADRID IM PR EN TA D E LOS SUCESORES D E H ERNANDO Galle d e Q u in ta n a , núm . 83.
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AMÉRICA DEL SUR
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AMÉRICA DEL SUR Oesde Comodoro RIvadavia (Atlántico) hasta el golfo de Penas (Pacífico)
A. RODRÍGUEZ DEL BUSTO
MEMORIA presentada al Congreso Internacional de Ingeniería de Rio de Janeiro, con motivo del primer Centenario de la Independencia, en 1922, y aprobada por unanimidad.
Prim era Sección del tomo segundo de Altitudes
y
Canalización.
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La navegación de las costas patagónicas, en ambos océanos, es un peligro constante. En aquellas regiones se han radicado las tempestades, que son una amenaza para los hombres que han adoptado tan inseguro me dio de vida. Este estudio tiende a suprimir, en lo po sible, la navegación de estas regiones incle mentes, por medio de un canal interoceánico que ponga a salvo esas tripulaciones y fo mente el intercambio de productos sin la ex posición de la vida de los hombres de mar, al mismo tiempo que acerque más estrecha mente las naciones sudamericanas del At lántico y del Pacífico, a la vez que se vigo rizan también los lazos fraternales de Ar gentina, Brasil, Chile, Colombia, Quito, Perú, Uruguay, etc. La necesidad de abrir una vía a través de los territorios del extremo Sur, uniendo el
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Atlántico y el Pacífico del Sur, se hacía sen tir desde épocas lejanas. El canal de Panamá no es utilizable para los buques que proceden de puertos del Sur, ya por las distancias que tienen que recorrer, ya sean ellos los del Atlántico, como Buenos Aires, Río de Janeiro, Uruguay; ya sean ellos los procedentes de Valparaíso, Callao, etc. Por otra parte, a la enorme distancia a que se encuentran estos puertos del canal de Panamá, hay que agregar también que el mar Caribe y el mar de las Antillas, etc., son parajes de recios huracanes que hay que atravesar para llegar a aquel canal, y que esos fenómenos suceden allí frecuentemente. Los pueblos sudamericanos tienen, lógica mente, el propósito de procurar, en la gran cordillera de los Andes, que cruza el Conti nente, puntos de acceso que faciliten su unión y el desarrollo de su intercambio comercial, como una de sus más dignas aspiraciones. Vamos a estudiar una zona patagónica en la cual ha de desenvolverse nuestro progra ma, en los territorios comprendidos entre el golfo de San jorge (Atlántico) y el golfo de Penas (Pacífico), principiando por evocar a los geógrafos y a los exploradores antiguos y modernos.
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Exploradores y geógrafos en Chile.
Sansón d’Abberville, año 1656, llama río de los Barbudos al actual río Baker, y qui zás haya querido comprender aquel geógra fo el río y el lago que hoy llamamos Buenos Aires, aunque el título inmediato en su mapa, «Agua Cálida», pudiera destinarse por este geógrafo al lago. Guillaume d’Isle (en su mapa del Paraguay, que comprendía, como los de los jesuítas, territorios de Argentina y otros) dibujaba las descripciones autorizadas del P. Alfonso d’Ovalle, y las también eruditas del P. Ni colás Techo, y agregaba las relaciones y me morias de Brower Narbouroug y Mr. Bauchesnne, año 1763. Éste coloca en la costa del Pacífico 47° 45' el río de los Mártires, que empieza en la posición que correspondería al Baker, o río de Las Heras, o río de los Barbudos, según d’Abberville. Cano y Olmedilla (año 1775) llama a este río Caucaos Bravos, y al lago que le da ori gen, lago Cholenco. Este río, hoy Baker, nace en el extremo Sur del lago Bertrand, que es una prolonga ción al Sur del lago Buenos Aires, y en su nacimiento se precipita en forma de torrente,
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que tiene 140 ó 150 metros de ancho, y está considerado por los geógrafos chilenos como el más caudaloso de Chile. (Los explorado res chilenos pusieron a este río el nombre Baker, según lo dice el Dr. Juan Steffen, cuyos nombres sucesivos ya he citado.) Durante su curso superior y medio tiene algunos rápidos y un gran salto. (Expedición Michel.) Su curso inferior: durante la excursión del árbitro Holdich se probó que navegaban va pores de cinco pies de calado, recorriéndolo hasta 75 kilómetros, y que tenía de 400 a 500 metros de ancho y en algunas partes más, y, según Michel, fondearon en 32 brazas de agua. Las exploraciones de este río fueron ini ciadas por los misioneros de Chile. (Siglos xvii y xviii.) La desembocadura fué objeto de reconoci miento por el P. José García y por el piloto Francisco Machado. (Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile.) Debo hacer una observación que encuen tro en las relaciones de antiguas exploracio nes y está en la vitrina 120, número 149 del Archivo de Indias, que dice así : «El archipiélago délas Guaytecas.» Aquí varía la aguja de 2t° 45' en inmediaciones de la isla Guayaneco, archipiélago de las
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Guaytecas : está situado al Norte del para lelo 44°. En 1826 y 1836 fueron visitadas estas costas por King y Fitz Roy. Los chilenos Hudson (1857), E. Simpson (1861 y 1871), R. Serrano (1885), A. Ro dríguez (1888). El citado Michel (Ricardo II), que se encargó del estudio del río Baker (cuestión de límites argentinochilena), pudo recorrer más de 32 kilómetros de curso de este río, sin obstáculos de importancia, y tra zó desde el lago hasta su desembocadura 195 kilómetros de poligonal. Debo agregar a esta nómina la de otros descubridores, conquistadores y misioneros que, desde Chile, traspusieron la cordillera de los Andes para fundar poblaciones y re ducciones de indios de Neuquen y NahuelHuapí, cuyos datos se pueden encontrar de tallados en Félix de San Martín, Tiburcio Medina, Barros Arana y Dr. Fonck. Exploradores en Patagonia, que desembarcaron por los costas del Atlántico, y geógrafos que obtu= vieron noticias de ellos.
Ya he citado entre los geógrafos antiguos los que tratan del Pacífico, aunque traen noti cias que son comunes a ambas costas; repi tamos los que tienen alguna variedad: San-
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son d ’Abberville (año 1656); Guillaume d’Isle (año 1703), creo que sufre algún error al poner el puerto Deseado a 46° 30' (debe estar a 47° 56' próximamente); Cano y 01medilla (año 1775), pone en la costa del Atlántico: «Costa desierta con sepulturas de los patagones, llamada por ellos mismos País de los difuntos», abarcando la leyenda, en el mapa, desde el puerto Deseado hasta la Bahía sin fondo o puerto de San Matías. Se supone que la Real Cédula al goberna dor de Buenos Aires, D. Domingo Ortiz de Rosas, en la cual le manda S. M. que asista a los misioneros de la Compañía, es referente a los que deben pasar a predicar el Evange lio en el territorio que hay desde el cabo de San Antonio al estrecho de Magallanes. (Archivo de Indias, 124, 1, 10). El P. Quiroga en la costa patagónica. Océano Atlántico, año 1745; expedición cien tífica que llegó al puerto San Gregorio, se gún parece, paralelo 44°. Expedición de D. Juan de la Piedra y de D. Francisco Viedma, años 1778 y 1779. Juan de la Piedra fundó en esa expedición la colonia en el puerto de San José, en el año 1778. De aquel paraje quizá regresó Viedma hasta el Carmen de Patagones, cuya colonia fundó en el año 1779. Sigue a D. Francisco D. Antonio Viedma,
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años 1779 y 1780, que es el explorador que, a mi juicio, dejó más señales de su acción en aquella costa; veamos: San Gregorio, 1779 y 1780; puerto de Santa Elena, 1779 y 1780; bahía de San Jorge, 1779y 1780; puerto de San Julián, 1779 y 1780; hizo su expedición al interior hasta el lago Viedma, 1779 y 1780. Expedición de Villarino al río Colorado, 1780, 1781 y 1783. En el Archive de la Société des Savants, que está en el mismo edificio (altos) de la Biblioteca de París, encontré, expediente 177, fond. espagnol: «Diario que va a hacer don Basilio Villarino de la descubierta y recono cimiento del río Negro, en la costa oriental patagónica» (28 de septiembre de 1782 a 16 de agosto de 1793). «Copia de Francisco Viedma.» En el mismo Archivo se atribuye, en el expediente 178, a D. Francisco Viedma, gobernador intendente de Moxos y Chiqui tos una actuación desde el año 1787 hasta el año 1793. En el Archivo de Indias. índice, tomo XI, 123, 1, 3, 4, pág. 125, leg. 18 y 18, sobre familias, pobladores e incidencias de la costa patagónica. Y en la vitrina 121, número 465, descubrimiento del río Colora do, en Patagonia. Hubo una misión, gobernada por el jesuíta alemán Vander, en el lago Nahuel-Huapí.
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En algunos mapas del Archivo de Indias, que están en el libro que ha editado el señor director, D. Pedro Torres Lanzas, se encuen tran estos diseños: Mapa de la boca del río Gallegos, situado en la latitud Sur, 51° 38'; longitud al Oeste Cádiz 60° 51', reconocido yendo por tierra desde el río Santa Cruz. Enero 1790. Hecho por Miguel Pons, Láza ro Sorito y Antonio Sabatá, con una rela ción del descubrimiento por orden de D. José de la Peña, segundo piloto de la Real Arma da, indícase el cabo Bon Tiempo, Placer de los Nodales, isla Deseada y Punta de Gra cias a Dios. Mapa de 1788, lámina Lili. — Mapa geo gráfico, pág. 117.—Mapa de los modernos descubrimientos de la costa patagónica, des de el Río de la Plata hasta el puerto Río Ga llegos, junto al cabo de las Vírgenes; la por ción descubierta del río Negro y caminos por la campaña de Buenos Aires, el cual mandó formar por las Memorias y planos adquiridos el Excmo. Sr. Marqués de Loreto, virrey, gobernador y capitán general de estas provincias del Río de la Plata, remiti do por el virrey, acompañado de relaciones descriptivas de aquellas regiones, el 1.° de marzo de 1788. Este mapa no trae el golfo de San Jorge, y, en una leyenda que debe ocupar el lugar
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de dicho golfo, dice que no acabó de descri bir, y que, según dicen los indios, el golfo llegaba desde el Océano hasta la cordillera. Ahora bien: cuando mandó hacer este mapa el marqués de Loreto, ya contaba esa región con otros mapas, como el de Sansón d’Abberville (año 1656) y el de Guillaume d’lsle (1703) y Cano Olmedilla (1775), todos los cuales tenían datos del Continente, en esa región, tomados de marinos y de los jesuí tas, mapas anteriores, uno de más de un si glo, otro de ochenta años y otro de más de trece años, en presencia de los cuales no podía dudar el marqués de Loreto, ni sus empleados, que el golfo de San Jorge no pasaba al Occidente del grado 312, puesto que el meridiano era, por entonces, el que usaban la mayoría de los geógrafos: el de las Canarias (Fortunatae Insulae); y ese mapa es un retroceso en la geografía del siglo xviii, a pesar de contar el señor mar qués de Loreto con más recursos que los otros geógrafos que se ocuparon de la Patagonia. Número 139, mapa del puerto Deseado, en la costa patagónica, situado en la lati tud 47° 48' y en la longitud de 310° 45', me ridiano de 'Tenerife, levantado y enmenda do por los pilotos de la expedición del man do del superintendente interino D. Antonio
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Viedma, año de 1780. Este trabajo es rea lizado ochos años antes que el del señor marqués de Loreto, y bien ha podido él exa minarlo y tener la seguridad de que el golfo de San Jorge no bañaba la cordillera. (Es tante 124, caj. 2, leg. 14, 7). Plano de la parte septentrional del golfo de San jorge, nuevamente reconocido y le vantado por los pilotos de la expedición del mando del superintendente interino D. Anto nio Viedma, año 1780. (Est. 124, caj. 3-14.) Plano del fondeadero en donde estuvo el puerto Deseado (costa patagónica); el con voy al mando del capitán de fragata de la Real Armada D. Ramón Clairac, levantado por orden de dicho señor por el segundo pi loto de la Armada, D. Diego Villegas. Re mitido al virrey de Buenos Aires, con carta de 20 de abril de 1789. (Est. 122, caj. 7, leg. 9.) Martín de Moussy, que imprimió el año 1865 la lámina, o plancha, XI de su atlas, dice: que al Sur del golfo de San jorge hay gran cantidad de cetáceos, como vacas ma rinas, elefantes, leones, etc., como lo ha bían hecho constar otros navegantes de esas regiones. Sucediéronse un grupo de jóvenes argen tinos que reunían a su amor por la ciencia, su intrepidez, su resistencia y el tesón ne
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cesario para perseverar en estas empresas: Francisco P. Moreno, Carlos P. Moyano, coronel Fontana, Ramón Lista y Juan A. Martín. Antecedentes.
He insinuado la dirección del trazado de esta vía, en Chile, solicitado por el redactor de El Diario Ilustrado, de Santiago, para una entrevista el día 11 de marzo de 1913. Permítaseme transcribir uno de los párra fos del número citado de dicha publicación: «La del lago Buenos Aires, comunicándo lo con el Atlántico por un canal artificial en Argentina, de doble inclinación, que consis te en bajar hasta el lago desde uno de sus afluentes, y en bajar desde los afluentes hasta el Atlántico, por medio de esclusas, y con el Pacífico, en comunicarlo con su salida natural, que es la del lago Bertrand, o sea el río Baker, auxiliado por canales donde sean factibles, y no sea posible cons truir esclusas en el mismo cauce del río; pero la solución de todo este problema, que es ne cesario estudiar sobre el mismo terreno, de pende de las altitudes...» Ahora, la doble inclinación citada, ya no tiene razón de ser, dado que los ríos Fénix, Deseado y Senguer no tienen agua suficien
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te para alimentar el canal en el trayecto ar gentino, y el proyecto actual se reduce a elevar la superficie del lago a la altura del territorio argentino en un punto próximo al meandro del Fénix. En aquella época estudiaba yo la posibili dad de que en la parte argentina que el ca nal debía atravesar, se encontrasen ríos que diesen bastante alimentación al canal, lo cual resultó inútil; y aún agregándoles el caudal del río Ibáñez, río chileno, no dió resultado, porque el agua de este río no pudo ser con ducida a través de altitudes como las del cerro Pirámides, que se interponía entre las cascadas del Ibáñez y el curso inferior del Fénix, y bajando un canal desde las dos cas cadas hasta la orilla del lago Buenos Aires, se perdía la altitud de las cascadas, y no podía alimentar el Fénix. El río Deseado carece de agua en su curso medio, y en el curso superior tiene muy poca. El Senguer, que podría dar alguna ali mentación de su gran meandro, al despun tar la sierra de San Bernardo, quedaría muy reducida por la distancia a que queda el ca nal al Sur de dicho meandro y la dificultad de dirigir un canal hacia el Sur en este pun to, y después de avanzar con la traza hacia el Sur, distante del lago Colhué, encontra mos otra elevación o sierra que evita que la
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poca agua que sale de este lago corra en dirección Sur, y además un levantamiento de terreno interpuesto entre esa agua y Co modoro Rivadavia, levantamiento que corre hacia el Nordeste, el cual obliga al agua, que es sumamente escasa, a ir hacia el Nor deste, con el nombre de río Chico, a incor porarse al Chubut. El canal Interoceánico=Atlántico=Pacíf¡co= Sudamérica.
Es posible que el lago Buenos Aires y su apéndice el lago Bertrand, hayan constituido, en épocas no alcanzadas por la Humanidad, un mar interior que tuviese mayor profundi dad que la que hoy deducimos de las altitu des de sus orillas, y quizá extendiese más su superficie cubriendo las faldas de las mon tañas que le rodean. Hoy se calcula que tiene 2.000 kilómetros cuadrados el Buenos Aires y 100 kilómetros cuadrados el Bertrand, su apéndice. Se puede deducir con algún fundamento que si restableciésemos la altitud de su su perficie, aumentaría un 20 por 100 en su ex tensión. Estamos enfrente de un depósito extraor dinario de agua capaz de sustentar una gran vía de navegación a través del continente
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sudamericano, entre el Océano Atlántico y el Océano Pacífico; un gran manantial que es el que da origen al río más caudaloso que tiene Chile y que infructuosamente se pier de en el Océano. La zona del lago Buenos Aires es, a mi juicio, una de las que reúne las condiciones indispensables, en Sudamérica, para un canal navegable que atraviese el Continente, con la alimentación de agua necesaria, con su reducida extensión de mar a mar, y que una los dos Océanos desde las inmediaciones de Comodoro Rivadavia, en el golfo de San Jorge, en el Atlántico, al estuario o desembodadura del río Baker, en el golfo de Pe nas, en el Pacífico; es decir, la coincidencia de los dos golfos en los dos Océanos que concurren a disminuir la extensión del Con tinente en esa zona. Demos principio a las dos secciones de este canal (prescindiendo del trayecto del lago, que no necesita otra obra que la de la Naturaleza para ser navegado) por los dos extremos del lago, de donde ambos canales deben partir y recibir el agua que los ali mente, principalmente, y, al considerar la posición del lago, advertiremos que los dos extremos (Este argentino y Oeste chileno) tienen una diferencia de cota que tengo el propósito de hacer coincidir.
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El costado Este alcanza una cota de 500 metros, mientras que al Sur de su costado Oeste tenemos una altitud de 222 metros. Nótese que esta altitud está reducida, o sea limitada, a la boca por donde escapa el agua del lago, que es el nacimiento del río Baker. Los otros lados, Norte, Oeste y Sur, están cerrados por altas montañas, y sólo queda, después de la boca citada, la pequeña sierra del Este, lateral al curso inferior del Fénix, que tiene la cota que ya he mencionado, y después de la cual se halla la ancha llanura argentina, que tiene algunas protuberancias sin importancia, desde el lago hasta el Océa no Atlántico, trayecto que debe recorrer el trazado del canal en territorio argentino. Es posible que en épocas primitivas ese punto de tan baja cota, por donde se va el agua del lago, estuviese más próximo a las cifras de altitudes que rodean el lago por el Norte, por el Oeste y por el Sur, que son los puntos ocupados por los miembros orográficos de la gran familia de los Andes, ofreciendo, al mismo tiempo, en el Sudoeste, la cota de nivel que abre la magna portada por donde se precipita el Baker con su gran caudal. Esta abertura tiene en la margen derecha el cerro Andes (2.100 metros de altura) y en la margen izquierda de menos altitud.
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Tenemos, pues, que todos los costados del lago están rodeados de grandes alturas a poca distancia de las orillas, excepto el punto aludido, meandro del Fénix, al Este, y en el Sudoeste la cota de nivel que ofrece la portada al torrente del Baker, que trata mos de evitar. Los cerros que rodean al lago son: cerro Castillo, 2.675; Rojo, 1.920; Iwan, 2.220; Cresta, 1.570; Pirámide, 1.785; Cabeza Blanca, 1.200; Hudson, 2.600; Redondo, 2.150; Largo, 1.960; Nudo, 2.170, por el Norte.—San Clemente, 3.870; Las Parvas, 2.080; Cordón y Contreras, 2.310; Hyades, 3.080; Largo, 2.825; Andes, 2.100; Soler, 2.190; Cacho, 1.550; Cachet, 2.610; Arena les, 3.440, por el O este.—Pico Sur, 2.190; Jeinemeni, 2.600; Punta de Sur, 2.195; Zeballos, 2.680; Sello, 1.820; lag. Vía Lacte, 1.465; lago Toldería, 1.476, por el Sur, y hay otros que carecen de nombre y tienen la altitud concordante, siendo todos ellos verdaderos manantiales que envían al lago su caudal por los ríos y arroyos, conductos que desembocan en él. Los ríos y arroyos que desembocan en el lago son 42, sin contar los afluentes de éstos, algunos de ellos caudalosos; ríos Bertrand, Soler, Delta, Murta, Engaño, Resbalón, Avellana, Ibáñez (este río, según el señor
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Platen, subió en veinticuatro horas 4 me tros, tiene 31 afluentes); Hormigas, Fénix, Antiguos, Jeinemeni, Nieve, Parado, Bos que, Muías, Chorrillo, Peñascoso, Lechoso, Hemul, Salta, etc., etc. El lago y su apéndice, desde el punto en que nace el río Baker hasta el punto próximo al meandro del Fénix, donde debe nacer el ca nal que va al Atlántico, tiene 180 kilómetros de largo. Desde este punto hasta Comodoro Rivadavia o a Bahía sin fondo, 275 kilóme tros. Desde el nacimiento del Baker hasta su desembocadura (Pacífico), 195 kilómetros. Sección Oeste del canal.
A través de la puerta que mantienen abier ta las eminencias citadas, sale del lago Bertrand el río Baker en forma de torrente, con ancho de 140 a 150 metros, próximamente, en su cauce. En esta portada debemos construir un di que de grandes proporciones empotrado en los cerros y en la base de granito, con pro fundidad debajo de su cauce, hasta que se encuentren bloques graníticos sin fallas, com pactos, en concepto de dar seguridad indis pensable a obra de tal magnitud, que debe tener la elevación suficiente para que su alta
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cota guarde nivel con las del meandro det Fénix, de donde debe fluir el agua para ali mentar el canal del Este, es decir, que su ele vación sobre la base firme del nacimiento del Baker debe ser de 273 a 278 metros. Los progresos que hoy han alcanzado las mamposterías no admiten dudas para el éxito. Se ha modificado la teoría de las resistencias. Se ha aumentado sal al cemento durante los grandes fríos. Se ha calentado la arena con vapor, lo mismo que el agua cuando la tem peratura baja de 0°. Los trabajos que quedan pendientes se abrigan con cobertores, y a la mañana siguiente se lavan las superficies de las mamposterías con chorros de vapor. Las obras hidráulicas han superado en volumen a las de los arenales de Egipto. (Estas no ticias ya las consignaba yo en mi libro El dique de San Roque, págs. 74 y 75.) El lago da una cota de 222 metros en la salida del agua para el Baker. En la orilla del agua, lado Este, tiene a veces 217 de altitud y a veces 227. Construido el dique en el nacimiento del Baker, deben adosarse a él la primera o las primeras esclusas, según las dimensiones que se les determine. El canal que se construya por el cauce del Baker necesita alimentación del lago Buenos Aires para las primeras esclusas que reciban
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directamente el agua del lago por el corona miento del dique, hasta que pueda proveer a su alimentación el canal lateral, alimentado por los afluentes del río Baker, que son: el río Nef, el río de la Colonia y el de los Ven tisqueros, por la margen derecha. El río Chacabuco, el río y el lago Cochrane, río del Salto y Tranquilo, el de los Nadís y el Vargas Bravos, por la margen izquierda. En el curso medio del río Baker tenemos una segunda serie de esclusas en escalinata o gradación, de menor importancia que la primera. Este río Baker, según los peritos que lo han recorrido en su curso inferior, acompa ñando a Mr. Holdich, tiene en parte 12 bra zas de profundidad y en sus últimos 75 kiló metros puede navegarse con embarcaciones de 5 pies de calado. Será pertinente en este capítulo traer a la memoria la recomendación que el Congreso Internacional de Navegación Interior, de Milán, sancionó, entre otras, la conclusión siguiente: «l.° Las esclusas son los ingenios más simples y más robustos para franquear las cascadas de los canales.» Esta recomendación no impide el uso de planos inclinados, ascensores, etc., etc.
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El lago Buenos Aires y el Bertrand.
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Coloquémonos por un momento encima del dique que tiene adosada la alta esclusa a nivel de la superficie de los lagos Buenos Aires y Bertrand, y supongamos, también por un momento, que podemos recorrer su super ficie, cubriendo sus márgenes de ayer y la miendo las pendientes de aquellas altas mon tanas, que rodean el espejo donde se reflejen las altas cumbres de los Andes con cabelle ras niveas, como el San Clemente, con 3.870 metros, y el Arenales, con 3.440 metros de altitud, y otros que forman el cerco, con 3.090 metros, 3.100 metros, etc., etc., y a poco que meditemos ocurrírsenos ha que los 2.000 kilómetros cuadrados de la superficie del lago Buenos Aires y los 100 kilómetros del lago Bertrand se habrán extendido en un 20 por 100 por las pendientes de las márgenes que habrá ocupado el agua y fácilmente ensancharáse la superficie del lago a 2.400 kiló metros cuadrados por la elevación de 280 metros en la reflectora superficie. . Consideremos después este volumen de agua puesto al servicio de los canales: uno desde el lago a Comodoro Rivadavia (Océa no Atlántico), arrancando de la esclusa pró xima al meandro del Fénix, donde debe fluir
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el lago sobre la tierra argentina, que cruza rá desde próximo a los cañadones que siguen al citado meandro hasta Bahía sin fondo o Comodoro Rivadavia, en una extensión de 275 kilómetros lineales, y el otro desde el extremo Sur del lago Bertrand hasta la des embocadura del río Baker en el golfo de Penas. El lago tiene, desde el nacimiento del río Baker hasta el meandro del Fénix, 180 kiló metros de extensión. El canal que se construya en el cauce del río Baker, 195 kilómetros, que es la poligonal del río, medida por los peritos chilenos, des de su nacimiento hasta su desembocadura. La sección del canal del Este o del Atlántico.
La traza del canal, que arranca de la pri mera esclusa del Este, del lago Buenos Aires y que debe fluir en este punto por el territo rio argentino una vez que se hayan realizado las obras del dique en el lado opuesto (Oeste), serán iniciadas por el primer tramo del ca nal, canal navegable hacia el Este, y, al mismo tiempo, por un canal lateral de ali mentación. A este canal, que tendrá gran caudal, sa cado del lago Buenos Aires, por la cota ya
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citada, próximo al meandro del Fénix, aflui rán : el curso superior del Deseado, el curso inferior del Fénix y el Senguer, cada uno con su escaso caudal. A distancias convenientes, el canal de ali mentación debe tener depósitos de reserva que puedan proveer oportuna y eficazmente el canal de navegación. Las esclusas deben ser calculadas deteni damente, durante el trazado, consultando las protuberancias que tiene la región. La traza debe seguir paralelamente al cañadón del río Deseado, y cruzar el río Aurqueguegüel. Después de este cruce, la traza debe diri girse al Este, en línea paralela con el arroyo, sin nombre, acercándose al río Deseado has ta el extremo Este de dicho arroyo, en cuyo punto se bifurca y pierde su dirección al Este. El terreno de esta parte de la Patagonia Argentina tiene en todo el trayecto algunas protuberancias, que necesariamente, el tra zado debe evitar. Antes de acercarse a la costa, en la línea que vamos siguiendo, hay una elevación o cordón que se dirige de Sudoeste a Nordes te, desde su intersección con la sierra que va hacia el Sur, desde el Sudoeste de Colhué se dirige este cordón hacia el Nordeste,
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pasa al Poniente de Comodoro Rivadavia e intermediario entre dicho puerto y el de rrame del lago Colhué que forma el río Chico. Después, próximo a la costa del mar, en contramos algunas elevaciones y algunos cerros sin conexión, que se salvan con faci lidad. Desde el punto en que nos separamos del arroyo, sin nombre, el rumbo se varía diri giendo la traza hacia el Este, cuarta al Nor deste, con el objeto de pasar por la abertura de la sierra que toma al Nordeste y se dirige paralelamente al cordón y levantamiento de terreno que, como dije antes, está al Oeste del pueblo Comodoro Rivadavia. Una vez pasada la traza al Naciente de la sierra debe dirigirse hacia Comodoro Riva davia o a Bahía sin fondo, porque en ambos casos se deja al Poniente el levantamiento ya citado, y en cualquiera de los dos casos des cenderá la traza, más moderadamente diri giéndose a Rivadavia, ya colocados entre el levantamiento de que hice mérito, y el terre no tiene allí su desnivel hacia el Oriente y al Nordeste, o sea la costa del mar.
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Conclusión.
Los lagos y ríos que se destinan a la ali mentación de canales de navegación, en Sudamérica, deben ser aforados en todos los casos.
O B R A S D E L M IS M O A U T O R Algunos artículos. (Finanzas.) Horas de ocio. El Alma. Conceptos que tenían respecto al Alma algunas re
ligiones antiguas, y el que tienen los católicos. Cuestiones argentinas. Origen y desenvolvimiento de la especie humana. Color y Lenguaje. Peligros americanos. (Crítica de «Ciencia Política».) Apuntes para la Historia de la Legislación. Sistema Dual de Gobierno de Argentina y su origen. (Segunda
edición, aumentada con cinco Apéndices.) Altitudes (Sud-América). Memoria presentada al Congreso Científico Americano de 1910,
en cuyo capítulo Vil está la Pena de muerte. Autonomías municipales. Fray Fernando de Trejo no fué fundador del Colegia ni de la Universidad de Córdoba (Argentina). Tomo primero. Fray Fernando de Trejo no fué fundador del Colegio de la Compañía de Jesús ni de la Universidad de Córdoba (Argen tina). (Segunda parte: Tercera contestación a los dos
arúspices y a sus acólitos.) Tomo segundo. Dique de San Roque. (Segunda edición, aumentada con la
síntesis de la Segunda parte.) Origen y desenvolvimiento de la especie humana. Discurso.
(Segunda .edición.) Altitudes y canalización. (Primera sección del tomo segun
do.) Proyecto de canal a través de América del Sur, desde el golfo de San Jorge (Atlántico) hasta el golfo de Penas (Pacífico). El rey Don Pelayo y el Fuero de Sobrarbe.
ESTAS OBRAS SE HALLAN DE VENTA En Buenos A ir e s : Librería de Jesús Menéndez, Bernardo Irigoyen, núm. 186. En Madrid: Gabriel Molina, Travesía del Are nal, núm. 1.