CONOCIMIENTOS_UTILES_ParteV

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_-_~,~ ~ ___________________:_¿,_ _____________________ w_ J. ,....., Oonocimienlos úliles. Los Núm.. 1 O:_ f =_____________________ CONOCIMIENTOS DE CEOCRAFIA, Hidrografía terrestre.

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CUENCA..:> Y RIOS PRINCIPALES DE EUROPA

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Region hid?·og?·á,flca deZ Atlántico.-· Esta cuenca se halla separada de las del mar Germánico y del Mediterráneo por los Cevennas, los Vosges, los Pirineos y una de las principales cordilleras del sistema Ibérico, série no intet·rumpida de montañas que constituyen una línea divi· soria de las aguas desde el paso de Calais h~sta el Estrecho de Gibraltar. Forman lJa~:te tambien de esta region hidrográfiéa la~ cuencas de todos los rios irlandeses y las de los occidentales de Ing·laterra, E::~cocía y Noruega. Los rios más importan tes de esta gran cuenca son el Sena, el Loira, el Garona, el Miuo, el Duero, el Tajo, el Guadiana y el Guadalquivir, en el continente, y el Shannon, el Saire, el Dee y el Severo en las islas británicas. El Sena nace en el monte Taselot, á corta distancia del pueblo de Chanceaux, en el departamento francés de la COte d'Or; atraviesa otros siete departamentos, pasa, entre otras poblaciones ménos im· portantes, por Troyes, .Marcilly, Melun, París, Ruan, el Havre y Honfleur, y des· emboca en el canal de la Mancha entre las dos últimas ciudades, des pues de 631 kiló· metros de curso y de recibit· muchos y no· tablea _a fluentes. La cuenca de este rio, cuyo nacimiento dista 408 kilómetros de la desembocadura, tiene 778 mil'iámetros cuadrados de superficie. La navegacion del Sena se extiende desde el Havre hasta el Marcilly, 6 sea en una extension de 560 kilómetros, de los cuales 126 experimentan el influjo de la

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(i.) Huse el 01imero anterior. :'iOYir•mbt'O 7 de 1~8.

·mare·a y pueden ser recorridos por los bu- 1 ques mercante;; de t·egular cnlado. El Loi1·a tiene su orígen en los Ce vennas, Jentro del departamento frnncés del ArJéche; cruza 6 rodea en parte once departamen tos más, pasa por las ciudades de Roanne, Nevers, Bdare, Orleans, Blois, Tours, Saumur, Nantes y Paimbeuf, y de· semboca en el Atlántico, á corta distancia de la última de dichas poblaciones, tras un curso de 905 kilómetros. La cuenca de este rio, cnyo nacimiento dista do Pairobe uf 594 kilómetros, tiene de superficie 1.948 miriámetros cuadrados. La navegacion del Loira se extiende desde la desembocadura hasta N oiré, ó sea en una extenRion lineal de 835 kilómetros, de los cuales f>2 son de navegacion maritima, como se denomina por lo general la parte navegable de los ríos hasta donde alcanza el influjo de las mareas; 604 de navegacion fluvial ascendente y deseendente , y los 178 restantes de nnv cgac~on descendente y con intermitencias durante tres ó cuatro meses del año. La primera de estas tres secciones termina en Nantes, la segunda en Digoin y la tercera coroprende el trayecto entre esta ciudad y N oiré. El Garona nace en los Pirineos, dentro del territorio español y en el pequeño valle de Aran; cruza cuatro de los departamentos ft•anceses, desde el del Alto Garon a hasta el de la Gironcla; pasa por Tolosa, Agen, Mar mande, Burdeos, Bec, d'Ambez y Blaye, cerca de cuyo punto desemboca en el mar con el nombre de Gironda, que toma desde su paso por la · penúltima de dichas poblaciones. El curtio de este río tiene 594 kilómett·os desarroliadOS en UDa longitud mínima de 371, y TOMO

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Los Conocimientos útiles. la superficie de su cuenca se aproxima á 841 miriámetros cuadrados. La navegacion del Garona se extiende hasta Rochefort, ósea en una longitud de 460 kilómetros, de los cuales 9'7 son de navegacion maritima, 285 de navegacion fluvial ascendente y descendente y los 78 restan tes de navegacion descendeD te. La primeraseccion termina en Mondie, la segunda en Tolosa y la tercera en Rochefort. Desde el último punto hasta la ft•ontera, ósea en longiturl de 86 kilómetros, el río es flotable. El Garona tiene en España 48 kilómetros de curso y pasa por Viela, la poblacion más importante del valle de Aran. E11Jiiño tiene su origen en Fuente Miila1 á 13 kilómetros de l\fondoñedo; atraviesa las provincias de Lugo, Orense y Pontevedra; sirve de límite á España y Por tugal en una extension de 65 kilómetros; pasa pot· Lugo, Puerto-Marin 1 Orense, Salvatierra, Tuy y algunas otras poblaciones ménos importantes, y desemboca en el Océano, junto al pequeño puerto de La Guardia, tras un eurso de 353 kilómetros desarrollados en una longitud de 200 próximamente. Su cuenca tiene 407 miriámetros cuadrados de superficie. Aunque la pendiente general del Miño no pasa Je 5ó0 milimetr·os por 60 metros de curso, se utiliza poco para la navegacion á causa de los muchos bancos de arena de que se halla sembt·ado su cáuce, y que no permiten que las embarcaciones lo recorran más que en una longitud de 20 kilómetros, á partit· de su desembocadura, y aun asi se hace preciso que tengan aquellas poquísimo calado, pero en cambio se encuentran en sus arenas y en las de algunos de sus tributarios, con especialidad el Sil, piritas de oro en regular abundancia. El IJue?'O tiene su orígen en un pequeño lago de la sierra de Urbion, en la provincía de Soria, á corta distancia de la villa de Duruelo; cruza las provincias de Soria, Búrgos, Valladolid, Zamora y Salamanca; sirve de limite á España y Portugal en una extension de 95 kilómetros próxi~ mamen te 1 separa la provincia portuguesa

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de Beira de las de Tras os Montes y EntreDuero y Miiio, pasa por Soria, Aranda, Toro, Tordesillas, Zamora, Miranda y Ft·egeneda, en Espaila, y por San Juan de Pesquera y Oporto, en Portugal, y desemboca en el Atlántico, á 3 kilómetros de la última de estas poblaciones, al pié de San Juan de Foz, despues de un curso de 816 kilómetros, desarrollados en una longitud rninim}l, de 482. La cuenca de este río, uno de los más importantes de la peninsula Ibérica, tiene de superficie 1.006 miriámetros cuadrados. El Duero es naveg-able desde su desembocadura hasta Fregeneda 1 provincia de Salamanca, ó sea en una extension lineal de 250 kilómetros, de los cuales 110 pueden ser recorridos por buques de quilla y de regular calad•), y loS 140 restantes por embarcaciones chatas. La primera de estas dos secciones termina en San Juan de Pesquera. El Tajo nace en el monte de San Felipe, perteneciente á la sierra de Albarracin 1 en los limites de las provincias de Teruel, Cuenca y Guadalajara; atraviesa en mayor ó menor escala las provincias de Gua:. dalajara, Cuenca, Madrid, Toledo y Cá ceres, sirve de limite á España y Portugal en una corta extension, separa la Beira del Alentejo, cruza la Extremaclura portug-uesa, pasa por Trillo, Fuentidueña, At•anjuez, Toledo, Tala vera de la Reina, Puente del Arzobispo, Almaraz y Alcánta· ra , en España, y por Abrantes, Punheta, Santaren, Salvaterra y Lisboa, en Portugal, y desemboca en el Océano, á corta distancia de esta capital 1 formando uno de los más bellos y seguros puertos del mundo. Este rio, cuyo curso, desarrollado en una longitud minima de 668 kilómetros, mide más de 890, y cuya cuenca tiene '749 miriámetros cuadrados de superficie, cuenta á su salida de Espaiia con una anchura de 120 mett·os, anchura que aumenta hasta 300 en Punheta, que llega á 8.000 en Salvaterra, donde forma el Tajo una especie de golfo bastante considerable , y que se reduce á 2.000 á corta distancia de Lisboa, conservando esta última dimension hasta la desembocadura.

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Los Conocimienlos útiles.

La navegacion del Tajo, qne llegaba hacE' algunos siglos á. Toledo, solo se extiende hoy des1le San Juan de Foz hasta Alcántara, en la provincia de Cáceres, ó sea en una longitud desarrollada de 376 kilómetros próximamente, y se trabaja para extender hasta Alconatar esta línea. Desde el mar basta Salvaterra pueden surcar el rio embai·caciones de alto bordo; desde este punto á Punheta, donde se le reune el Zecere, el influjo de la marea permite la circulacion de buques de quilla, y entre Punheta y Alcántara solo puede ser recorrido por embarcaciones chatas. Lo que han escrito algunos poetas sobre la encantadot•a belleza de las márgenes del Tajo, sobre lo apacible de su corriente y sobre la abundancia de oro que sus arenas arrastraban, es en su mayor parte una fábula. El Tajo forma en el punto de su reunion con el Guadiela una cascada muy notable llamada la Olla de Bola1·q1te. El Guadiana se forma en la sierra de Alcaráz, á. corta distancia y al N. O. de la ciudad de eate nombre, de la reunion de varios rios, procedentes algunos de la sierra de Cuenca, y que forman al encontrarse las lagunas llamadas de Ruidera, lagunas que comunican entre sí por medio de pequeiios canales naturales. Despues de 33 kilómetros de curso por la provincia de Ciudad-Real, el Guadiana desaparece, recorre por vias subterráneas una extension de 22 kilómetros, y aparece de nuevo, en forma de pequeñas lagunas, que reciben el nombre de Ojos del G1tadiana. Restablecida su corriente en las inme· diaciones de Daimiel, abandona e.ste rio la provincia de Ciudad-Real, baña una pe· queiia parte de la de Toledo, atraviesa la de Badajoz, sü·ve de limite á España y Portugal en una extension de 39 kilómetros, cruza de N . N . O. á S. S. E. el Alen~ tejo, separa los Algarves de la provincia de Huelva, pasa, en España, por Mérida, Badajoz y otras poblaciones ménos notables, y en Portugal por Moura y Mertola, y penetra en el Atlántico, entre Ayamonte y Castro Marin, des pues de un curso d~ ~ . 779 kilómetros, desal'l'ollados en una Ion~

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gitud mínima de 445. Su cuenca tiene 666 1 miriámetros cuad1·ados de superficie. La navegacion del Guadiana solo se efectúa en buques de pequeiias dimensiones, desde Mertola hasta el mar, en una long-itud rlesarrollarla de 87 kilómetros . El Guadalq?tivi?· nace en la sierra de Cazorla, provincia de J aen, á 22 kilómetros de Obedf).; cruza mucha parte de la indicada provincia, att·aviesa la de Córdoba, dividiéndola en dos partes próximamente iguales, recorre la de Sevilla de N. E. á S. O., pasa por Audújar, Montoro , Córdoba, Lora, Cantillana, Sevilla y Sanlúcar de Barrameda, y lleva sus aguas al Océano en las cercanias de esta última poblacion, tras un curso de 482 kilómetros, desarrollados en una longitud miniroa de 334. Su region hidrográfica tiene 517 miriámetros cuadrados de supe1·ficie. La navegacion del Guadalquivü· se ex.tiende desde Sanlúcat· á Sevilla en una long·itud de 117 kilómetros, que pueden ser recorridos por buques de cien toneladas pot· lo ménos, y pudiet·a efectuarse hasta Córdoba median te sacrificios no m u y costosos, atendida la impot·tancia del objeto, como se efectuaba durante la domi· nacion sarracena. Pero si bien como vía navegable no se saca hoy de este río todo el pat·tido posible, presta como flotable importantes servicios para la conduccion de las maderas, que tanto abundan en la sierra de SeguTa. El Gudalquivit· se divide á su paso por la parte llana de la provincia de Sevilla en dos grandes brazos que dejan entre si, ántes de reunirse de nuevo y auxiliados por unaramificacion central mimos importante, dos islas de regulares dimensiones, denominadas isla Mayor é isla Menor.

Region hid?·ográ.flca del lúedite?'?'áneo. -Al ocuparnos en el presente artículo de la cuenca del Mediterráneo, nos refet·iremos tan solo á su vertiente setentrional, puesto que la meridional pertenece al Africa, y prescindiremos además del mar Negro, la principal de sus dependencias, para examinar separadamente su region hidrog ráfica.

La linea divisoria de la vertiente

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tdonal del Mediterráneo- la constituyen las cordilleras que la separan del mar Germánico y del Atlántico, y que dejamos in· dicadas en su correspondiente lugar, y de los Alpes orientales que, ·arrancando de los montes de Balcan y terminando en el canal de Constantinopla, la separan de la rcgion del mar Negro. Los ríos más notables de esta vertiente son el Júcar, el Ebro, el Ródano, el Arno, el Tiber, el Pó, el Adige, el Drin, el Var· cla1· y el Maritza. El Júca1· tiene su origen en. la pendien· te Ot'iental de la sierra de Albarracin, á corta distancia del nacimiento del Tajo, cn las inmediaciones de Tragacete, pueblo perteneciente á la provincia de Cuenca; cruza en toda su extension esta comarca, atraviesa despues las provincias de Alba· cete y Valencia, pasa por Cuenca, Alarcon, Jorquera, Cofrentes, Dos-aguas, Al· cira y Collera, y lleva sus aguas al Medi· terráneo, al pié de la última de estas poblaciones, despnes de un curso de 444 kilómetros, desarrollados en una longitud minima de 156. El Júcar se aprovecha como vía flotable para la condnccion de las maderas en qne ·las siel'l'as de Cuenca tanto abundan, y sus aguns, aplicadas al riego por roed io de g-ra.nues acequias, constituyen un ma· naptial de dqueza para los campos valen · cianos, expuestos por o.tra parte á sus inuudaciones, que causan de cuando en cuando estragos terribles. El Eb1·o nace en Fuentibre, á 4 kilómetros de Reinosa; cruza en mayor ó menor parte las provincias de Santander, Búr· gas, Ala va , Logroño, Navarra, Zaragoza y Tarragona; pasa por Reinosa, Polientes, Frias, Miranda, Logroño, Calahorra, Alfaro, Tudela, Zaragoza, Sástago, Caspe, Mequinenza ,Mora, Tortosa y Ampos· ta, y desemboca en el puerto de los Alfa· ques, despues de 7eO kilómetros de cw·so, desarrollados en una long-itud mínima de 497 , teniendo su region hidrográfica 863 miriámetros cuadrados. de superficie. A pesa1· de ser el Ebro uno de los rios más notables y caudalosos de España, la navegacion se hace en él muy difícil por

lo rápido de su pendiente y los obstáculos sembrados en su cáuce; pero se suple esta falta por medio de canales alimentados con sus aguas y construidos á costa de grandes dispendios . De algunos años á esta pa•·te se trabaja en la canalizacion de este rio desde Zaragoza al mar, en una ex· tension de 371 kilómetros, de los cuales los 11 últimos pertenecen al canal de Ampostn, hace tiempo construido. El Ebro es re· corddo~ sin embargo, en muchos puntos, aunqne con alguna dificultad, por embar· caciones chatas. ocupadas en el trasporte de granos y f¡·utos, y tanto él como varios de sus numerosos afluentes se utilizan coroo vías flotables para la conduccion de maderas procedentes de los Pirineos. El Ródano nace en el monte Furca, perteneciente á los Alpes Helénicos; at•·a· viesa parte de la Suiza y el lago de Gine· bra, cruza ó baña en mayor ó menor parte diez de los departamentos franceses, pasa en Suiza por Sion y Génova, y en Francia por Lyon, Vienne, Viviers , Pont· Saint-Esprit, A vi ñon, Beaucaire, Tarascon y Arlés, y lleva sus aguas al golfo de Lyon por varias bocas, tras un curso de 1.039 kilómetros desarrollarlos en una longitud m\niroa de 460, midiendo su region llidrog~ráfica 969 midámetros cuadrados de superficie. La naveg-acion del Ródano se extiende desde Pare hasta el mar en una loJ:!gitud desarrollada de 497 kilómetros, 45 de los cuales, á partir de Arlés, pueden ser re-corridos pur buques de crecido tonelaje. El Arno tiene su origen en los Apeni:nos, dentro del antiguo ducado de Toscana; atraviesa. esta comarca italiana, pasa por Figlina, Florencia y Pisa, y desemb~­ ca en el Mediterráneo al pié de Bocea de Arno, dcsp ues de un curso de 250 kilómetros. Su navegacion se extiende desde Florencia hasta el mar en una longitud desarrollada de 130 kilómetros. Este rio recorre la, parte más hermosa de la.penín· sula italiana. El Tíoe1· sale tambien de los Apeninós, en territorio toscano, á 8 kilómetros de Pievc-San Estefano; recorre parte de la Toscana, atraviesa los antiguos Estados ~

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Maestro, despues de un curso de 350 kilómetros, de los cuales son nnvegablciJ .274, aunque con alguna dificultad, y conduciendo las embarcaciones á la sirga cuando suben, á causa de la gl'an rapirlez de la corriente, lo que no impide pt·este importantes servicios ai comercio del Tirol con Alemania. Las avenidas del Adige SGn muy temibles, á pesar de los muchos y buenos diques construidos para contenerlas. El .lJ?'Í?¿ ó .IJrílo se fo rma en la provincia 6 sandjak turco de Scuttad, por la reunion del Drin Blanco y del Drin Negro, á unos 26 kilómetros de Prisvend. El primero de estos dos rios tiene su ol'igen en el monte Bovi, pasa por Prisvend y cuenta 95 kilómetros de curso, y el segundo nace en el sandjak de Okhicla, atraviesa el lago de este nombre, pasa por Dibre·Sipre y Dibt·e-Post, y tiene 110 kilómett·os de desar1•oll9. E l Drin, asi formado, se aproxima á Scuttari, pasa por Alessio, y desemboca en el golfo de su nombre, pet·teneciente al mar Adl'iático, al pié del puerto de Hisma, despues de un curso de 132 kilómetros, navegables en su totalidad para buques de alto bordo. El Va7·cla1· desciende del monte TcharDagh, atraviesa los sandjaks de Ushup, Ghinstendel y Salónica, y lleva sus aguas al golfo de este último nombre, en el archipiélago, despues de un curso de 260 ki· lómetros. La excesiva rapidez de su cor· riente lo incapacita para la navegacion . Y el jJfa?·itza nace en el Despoto-Dagh, atraviesa los sandjaks de Sophia y Tchir· mea y Gallipoli, pasa por Egrisan, Phili· pópoli, Tchcrmen, Dimotica, y desemboca en el golfo de E nos, tras un curso de 355 kilómetros, de los cuales 162, á partiL· del punto en que se le reune el Tandjak, y á cuyas inmediaciones se halla situada_ Andrinópoli, son navegab-les en invierno y primavera. (Se concluirti.) B. MBNBNDBZ.

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CONOCIMIENTOS DE INDUSTRIA. La hoja de lala.

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Entre las sustancias metálicas que la industria manufacturera utiliza en varias manifestaciones, figura la 'hoja ile lata, llamada. vulgarmente 'hofalata, objeto que todos conocemos, con el que estamos fa· miliarizados desde la niñez . Vamos, pues, á ocuparnos un poco de ella, dando á conocer en breves palabras la manera de fabricarla, condiciones de su conservacion y cualidades más importantes. A la composicion de la hoja de lata con· curren dos metales, el hierro y el estaño, cada uno de los cuales cede al compuesto sus caractéres más esenciales, y de esta cesion resulta un conjunto de bello aspec· to é infinitos usos. El hierro dá la consistencia, el estaño su brillo a~gentino; el hierro pt·esta la maleabilidad, el estaño la ductilidad; el hierro expuesto á las infl.uen· cías atmosféricas pierde pronto su brillo metálico y concluye por perder tambien su consistencia; el estaño le cubre con su manto y le protege de la oxidacion y la ruina: forman, en fin, ambos metales t¡na asociacion tan armónica, si así podemos decirlo, que ostentan en ella sus cualjuades todas sin menoscabo alguno. Esta asociacion ó reunion del hierro y el estaño no puede hacerse sino bajo ciertas condiciones. Es la primera que la hoja de hierro, que ha de llamarse más tarde hoja de lata, sea muy delgada, muy igual, muy limpia y de calidad superior: la segunda que el estaño que ha de cubrir la superficie de esta hoja , cambiando en blan· co de plata su color gris de acero, esté fundido y á una temperatura determinada; solo asi se verifica la reunion de ambos cuerpos metálicos, y además es preciso que esté formando este último un baño de corta ex.tension, para que pueda atrave-

sarle en toda su masa la hoja que se inten· ta cubrir. Con estas bt•eves indicaciones se habrá ya comprendido el mecanismo principal de la fabriéacion de la hoja de lata. En efecto, dadas las hojas de hierro del tamauo requerido, perfectamente libres de la oxidacion, para lo cual se las conserva, despues de bien limpias y pulimentadas, bajo una capa de grasa, se las introduce en un baño de estaño fundido, que es una pequeña caldera de hierro colado, provista de su hogar para que el es· taño no pierda la temperatura de fusion, y alli se las conserva durante una hora ú hora y media para que el metal fundido vaya depositándose sobre toda la superficie de las hojas, sin dejar punto alguno por cubrir; al cabo de este tiempo se sacan estas verticalmente á fin de que escurran todo el estaño en exceso que no está adherido, y se depositan de canto en una rejilla de hierro colocada sobre un recipiente, en el que cae el estafío que aun las acompaña libre. Por gt·andes precauciones que se tomen para que el baño sea igual, no se consigue por completo, sino que es por unos sitios más espeso que por otros, y esto no es conveniente; la hoja ha de tener un espesor uniforme para sus aplicaciones á la industria, y se consigue haciéndolas atravesar rápidamente por otro baño de estaño más caliente que el primero, en el cual todo el que no está adherido al hierro se funde inmediatamente, respetando el que constituye la aleacion. Los bordes salientes se cortan con unas tijeras; las hojas se limpian con salvado y salen al comercio con ese hermoso brillo con que todos las conocemos. Hemos empleado la palabra aleacion como sinónima de la mezcla de los dos~~

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metales en proporciones indefinidas, porque esta es la voz con que la química distingue estos compuestos metálicos de las verdaderas combinaciones en que los cuer· pos que las constituyen entran en propor· ciones fijas; pero es lo cierto que la union del estaño con el hierro, que figura entre las aleaciones , no tiene todas las propieu ade~ de las demás de ~u indo le, no constituyendo en rigor el estaño en la hoja de lata sino una lig-era cubierta , fuertemente adherida á su superficie ; y la prueba es que mientras esta capa, siquiera sea lÍg-era , protege al hierro de las influencias atmosféricas, si bien pierde el brillo progresivamente, conser-.va el aspecto blanquecino, pero apenas cae por un punto la cutícula de estaiio y el aire penetra en el interior, la oxidacion cOl· re con gran rapi· dez, el color blanco desaparece por completo, y aquella superficie argentina se convierte eu una superficie rojiza y súcia, llena de O?'Í'lt, que la hace ya inaplicable en las artes 6 en la industria. De aquí nace la necesidad de aplicar so· bre el manto protector del estaño otro segundo, que sirva de defensa á la vez contra la accion tenazmente oxidante del aire húmedo : este segundo defensor es una g·rasa, esto es , una pintura, que aunque roba por el pronto su belleza principal á á la hoja de lata, la resguar·da por mucho tiempo de la muerte y la hace así ensanchar el campo de sus usos. Por eso vemos siempre pintados exteriormente los objetos gue de ella se emplean cuando deben estar al contacto del ait·e, como canalones, baños , vasos, etc., etc.; la pintura, en que entra el aceite como disolvente de otros óxidos metálicos, presenta una capa

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impermeable á la accion del oxígeno del aire sobre el hierro, protegido ya por la cubierta del estaño. Los grandes adelantos que la industria del hierro alcanza de dia en dia permiten utilizar hojas tan delgadas como el papel en la fabricacion do la hoja de lata; pero aunque en muchos casos son muy buscadas las más delgadas, porque se prestan más á pliegues y repliegues en todos sentidos, es lo más comun que la industria las reclame con cierto espesor, cuando su aplicacion exige que teng-an consistencia. Entonces es muy interesante ver si el baño es igual y está bien adherido; basta doblar la hoja en diversos sentidos y observar si la superficie brillante so mantiene unida, 6 bien si ofrece desquebr·ajaduras 6 rayas que indiquen que el baño es de poco espesor y desigualmente extendido. Por más que la pintura venga á salvar en parte este inconveniente, no hay que olvidar que oponemos á la accion destructora de la atmósfera, que tiene una predi· leccion especial por el hier·ro, un doble ba· luarte, y conviene no escasear las precauciones para que la defensa sea tan firme y segura como demanda la conservacion de los objetos manufactm·ados. Las ligeras indicaciones expuestas son suficientes para formar una idea de lo que es esta sustancia metálica tan comunmente usa.d a, cuya composicion y preparacion pueden ig-norar alg-unas personas. Expondremos del propio modo en otros artículos la fabricacion, propiedades y de· más circunstancias de otras sustancias tambien de uso comun en objetos de las artes y la industria. J.

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DE MoNABTERlO.

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Los Conocimientos útiles.

CO~OCBllENTOS

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OE FISICA.

LA ELECTRICIDAD.

VI. La necesidad de aumentar considerablemente la superficie de los conductores 6 colecto1·cs de las máquinas eléctricas, para que la carga ea ellos depositada aumente en proporcion y sin peligro de que á lo mejor reviente y se pierda ó difunua por el aire, no es tan fácil de remediar como por Je pronto pat·ece: porque ¿,dónde se guardaria tan inmensa balumba como la máquina compondl'ia entonces, y cómo, multiplicando los puntos de contacto con la atmósfera, se impediria que la electricidad poco á poco se di:;pcrsase, como el ag-ua encerrada en un estanque, de mucha superficie é imperf~ctamente revestido, fluye y se escapa pot· mil imperceptibles grietas á. la vez~ Para evitar, pues, ó re<.lncit· los g·astos de construccion y las dificultades de instalacion y manejo de las máquinas eléctt·icas de dimensiones colosales; preservar de rápidas mermas la electricidad de ambos signos producida por el frotamiento; y no solo preservar, sino multiplicar la carga total depositada en el colector ordinario, fué menester discurrir otro expediente distinto, ó inventar la botella de Leyden. ¿Qué aparato es el designado con nombre tan extt·aiio y vulgar al propio tiempo~ Lo que este mismo nombt·e indica: una Lotella ó frasco de cristal, en la cual se condensa ó aprisiona una cantidad enorme de electt·icidad, como pudiera encerrarse comprimido un flúido elástico ordinario; y de la cual, cuando el caso lo requiere, puede extraerse , salir ó desprenderse de una vez casi, y en forma de relámpago ó C01'?·iente, de impetuosidad irresistible, la electricidad en un principio condensada, con análoga facilidad, violencia¡ estrépito que el aire comprimido se dispersaría,

con solo abrir 6 levantar 1a vál>vula 6 e~­ parar el t~tpon que herméticamente cerra.· ba poco ántes la botella. Lo que principalmente disting-ue de una ordinaria la de Leyde.n ó eléctrica es lo siguiente: un forro ó a'!'madu1·a exterior de hoja de estaño, que la cubre hasta los dos tercios de su altura; otra a1·madu1·a interna y adherida tambien al CI'istal, parecida á la exterior, ó compuesta de limaduras, hojuelas ó ras· paduras metálicas, de cualquier modo revueltas y amontonadas, hasta colmar la ca vi dad de la botella; y una varilla, metálicn asimismo, que pasa por la boca, pe· nett•a en el iatel'ior y se halla en contacto "POr varios puntos con la seg-unda at·madura, terminada superiormente por un gancho redondeado ó esferita, y perfecta. y extensamente lacrada al cuello del frasco, á guisa de tapon muy prolongado. Pat·a ca?'!Ja?' de electricidad la botella, asi prepat·ada, basta que una persona la sostenga por la armadura exterior con las manos desnudas, y conserve el gancho 6 esferita, que comunica con la in terna, muy cerca 6 en contacto con el conductot· de una máquina ordinaria, mientras otra persona m ue ve el disco 1te cristal y provoca el desprendimiento de ambos flúidos eléctricos, de la manera -ya referida. Pero ¿,cómo la electricidad penetra en la botella'? ¿,por qué penetra en cantidad mucho mayor de la que una superficie equivalente del colecto?· de la máquina puede conte· ner ~ ¿cómo permanece condensada ó aprisionada dentro del f1·asco~ La electricidad de la. ntáquina se trasmite á la armadura interna de la botella sin obstáculo alguno, como se t¡·asmitiria á. un conductor secundario ó adicional que

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Los Conocimientos útiles. desde n111, al través del cristal 6 de lapa:red del frasco, actúa por in . uccion sobre el flúido neutro de la armadura externa, le descompone, rechaza el de su mismo nombre , que, por las manos y el cuerpo del operado1· que sostiene la botella, fluye al suelo, y se di pe··sa y atrae hácia sí , y adherido á la supel'f1cie exterior retiene el de nombre contJ·at·io. La botella, p ues, se carg·a simultáneamente de ambas especies ' de electricidad: de positiva, por ejemplo, interiormente, por su co11tacto prolonga do con el conductor de la máquina eléctrica, mienti·as el disco gira; y de negativa por fuera, á ca usa de la induccion 6 in fluencia á muy pequeiia distancia que la carga positiva ejel'ce sobre el flúido neutro de la m·madnra externa, .puesta en comu· nicacion eléctrica expedita con .el suelo. Y como una de las electricidades está neu,tn~lízada, en cierto modo y hasta deter minado punto, por la influencia atractiva de la con t1·aria, la tension aparen te de cualquiera de ellas es mucho menor que la del flúido libre esparcido en el conductor inmediato de la máquina; y, por lo tanto, sin riesgo de que la botella se rompa, ni la electricidad de uno ú- otro sigJ1o se disperse, puede en este aparato conden· sarse una doble carga, muy supel'ior -á la simple 6 de una sola especie que en el conductor poco á poco se acumúla.. Sin embargo, tal ca..nticlad de flúido eléctrico puede penetrar en la botella y con tanta energía actúar sobre el flúido contrario, condensado en la armadura externa, que, por fin, la botella ceda 6 se agriete, y ambas electricidades, destruido el obstáculo que las separaba, se reunan y vuel· van á componer el flúido neutro . Aun cuando la botella resista y la recomposicion indicacla no se efectúe de este modo, 6 súbitamente, la doble carga tiene tarobien un limite, que depende del de la electricidad que la máquina auxiliar puede producir, y procede del motivo si· guiente. La electricidad acumulada en la armadura interna, si el experimento se verifica. como poco ántes hemos referido, supera siempre algo en cantidad á la contenida

en la exterior; pues esta última representa exclusivamente el eferto inductor de la primera, producido á cierta distancia y al través del cristal, y por lo tanto inferior á la causa productora. La neztt?·alizacion de ambas electricidades es incompleta, y el exceso contenido en la armadura interna, múy pequeiio al pl'incipio, aumenta sin cesar, como crece la diferencia cuando m,inuendo y sust?·aendo se duplican, triplican 6 multiplican por el mismo número entet·o, hasta que por fin se confundJ con la carga propia del conductor principal de la máquina. Y llegadas las cosas á este punto, es ya inútil pt·olongar la prueba, con esperanza de mejor 6 más intenso resultado; pues la misma razon hay para que la .electricidad del conductor continúe penetrando en la botella, como para que la contenida en esta por exceso, libre, 6 no disimu,lada por la atraccion de la externa, fluya al conductor y se trasmita al disco, y del disco á las almohadillas y á la tierra. Cargada la botella, se aparta del conductor, y cuidando mucho de no tocar con la mano la varilla metálica que pasa por la boca., sin peligro alguno se colocará sobre un cuerpo aislador como la resina. Para descargarla, cun.ndo fuere menester, pueden seguirse dos procedimientos, segun se quiera efectuarlo, poco á poco 6 súbitamente y por completo casi. Lo primero se consig-ue ap roximando r epetidas veces la mano, ú otro cuerpo conductor en comunicacion con el suelo, á la varilla 6 armadura interna, y despues á la exterior. Cuantas veces esto se efectúe en el propio 6t·den, se oirá un débil estalliclo; si la prueba se vel'ifica de noche 6 en la oscuridad, se verá saltar rle la botella una pequeña chispa de inapt·eciable <luracion; y, de di a 6 de noche, se ex· perimentará una conmocion fugaz y extr.aña, como de susto 6 sorpt·esa repentina. Y lo segundo agarrando la botella con una mano y aproximando á la boca la otra : en este caso el rui~o, el resplandor y la conmocion equivalen naturalmente á la suma de los pequeiios chasquidos, de los fulgores fugaces y de las conmociones insignificantes tlel .primero. Si la bo·t ella T ClMO

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' ú_t_il_e_s_.___________________ Q __1__5_4_________________L_o_s__c__o_n_o_c_1_·Ln__i_e_n_l_o_s__-----------------------~ v~~----------------------------------es grande y se ha cargado sin cautela, al descargada con ambas manos á la vez, el operador experimenta en la:; muñecas, en los codos y sangrías, y, en general, en totla~ las articulaciones, una sacudida vio· lenta, dolorosa y hasta perjudicial á la salud en muchos casos; y, si no está prevenido, lo natural es que suelte ó tire :1tu1·didamente entonces la botella, y la rompa: tercer procedimiento de descarga, no consignauo explícitaménté en 'los libt·os, pero muy eficaz y probado. Para evitar el susto y daño del operador y el destrozo consiguiente del •aparato, los'bra· · zos y el pecho del primero se reemplazan, cuando hay necesidad de descargar súbitamente la botella, poniendo en contactq_ ambas armaduras, eleétrizadas de distinto modo, por un arco metálico, especie de tenacilla encorvada, suscéptible i:le abrirse y alargarse más ó ménos, y provistó de dos mangos de cristal, por los cual~s pue· de cmpuñat·se y manejarse con suma facilidad y sin peligt·o de ningun género. Mas ¿,cómo se explica 6 verifica. la descarga por uno y otro procedimiento'? Ya hemos dkho que al cargar la botella, una de las armaduras, la interior generalmente, adquiere un exceso de electricido.d respecto de la exterior. Por lo tan· to, si colocada la botella sobre un pedazo ó tot·ta de resina, se aproxima la mano á la val'llla que comunica con aquel·l a armadura, el exceso de electricidad libre actúa sobre el flúido· neutro de la misma mano y del brazo adyacente, por influencia y á distancia; y el -chasquido_, la 'luz y la conmocion org·ánica son tres resultados distintos y simultáneos de la misma causa: de la recomposicion de aquel exceso de electl'icidad y de una pequeña parte tambien de la disimulada por completo, en ausencia del operador, con la de signo contrario, violentamente extraída del cuer_po humano. Verificado esto, la arma· dura interna queda parcialm~n te descargada y la externa con un exceso de elec.; tl'icidad no equilibrada 6 disimulada por la contenida dentro de la botella : lascosas, pues, se hallan dispuestas como en un principio, aunqne en órden inverso; y

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si á la segunda armadura se aproxima la mano ahora, otra vez, y por efecto de la misma causa ya indicada, brotará de la. botella una chispa, se oirá un débil estallido y se cxpel'imentará una conmocion análoga á la antigua. Esto por lo que al primer método de descargar la botella se refiere. El segundo se explica 6 razona de un modo semejante. Cogidu.la botella con una mano, nues· ' tPo cuerpo se electriza como la armadura externa; y al aproximar la otra mano al· taponó varilla metáli~a, que forma parte de la interior, facilitase el contacto y recomposicion i!úbita de ambos flúidos condensados en una y otra armadura, y que al través del cristal pugnaban antes en vano por reunirse. Acaso la descarga por el intel'iot· de nuestro cuerpo, ó al -través de los brazos y el peoho, no es in,stantánea, y se compone de una série rapidísima de descargas muy pequeñas; pero el re· sultado final siempre es el mismo: la com· binacion en tiempo inapreciable de ambos :flúidos contenidosen la botl"lla, con estt·épito, resplandor, y conmocion orgánica incompatablemcute supet•ior á los ob~eni­ dos y experimentada practicando el primer procedimiento. Pero ¿,se descarga pot· completo la bote· lla de ~n solo golpe'? Y, en caso negativo, siendo metálicas las át·maduras y exce-' lente conductor tambien el ar·co que las relaciona, ~de dónde procede la resisterieia ó repugnancia de la electricidad á salir de la botella '1 La descarga súbita no es, en efecto, completa ó total nunca por el motivo siguíen te : porque las dos electl'icidades, positiva y negativa, al principio acumu· ladas en las at·maduras, se pegan, pronto 6 adhieren al cristal de la botella, y por resultado de su mútua atraccion, le pene· tran poco á poco, y concluirían por· atravesarle, y como filtt•arse al través del mis· mo hasta encontrarse y combinarse en su interior. Y en virtud de esta adherencia, cuando entre las dos armaduras se jntercala exteriormente un buen conductor eléctrico, la t•ecomposicion de ambos flúido es solo parcial, ó exclusiva de aquella

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~------------------------------------------------------------~~ 155 Los Conocimientos útiles.

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porcion del flúido positivo, en contacto inmP.diato con una ar:nauura, con el negati~o que por multitud de puntos á la vez toca en la otra. Pasado algun tiempo despues ue la primera 1 descat·ga total al parecer, la electl'icidad que 1 por uno y otro lado, penetl,'ó en el cristal, afluye hácia las armaduras, y la botella vuelve por sí sola á electrizarse 1 y puede producir una ntteva chispa y una seg-unda conmocion, ménos intensas que las antig·uas. Puesto que una botella de Leyden no puede electrizarse sino hasta cierto límite 6 punto, dependieute de la resistencia del cristal y de la ene1·gía de la máquina , de donde la cat·ga procela, la dificultad que su descubrimiento parecía haber salvado por completo, vuelve de nuevo á surgir con vit>os de insupern ble. Cuando, en efecto, hayamos necesidad de una cantidad enorme de flúido eléctrico, con este 6 el otro objeto, ¿,de qué artificio nos valdremos para producil'le, condensarle y conservade aprisionado hasta que llegue el

momento oportuno de darle libertad y lanzarle en la conveniente direccion? Del de aumentar la supediCie de la botella, y, mejot· toolavía, del de reunir un cierto mímel'O de botellas de regulat·es dimensiones, de manet·a que todas al propio tiempo se ca1·guen y puedan tambien simultáneamente descargar·oe. Una bate1'ta eléct?·ica no es, en stunn, sino esto: la reuoion de cuatr·o, nueve 6 muchas más botellas de Leyclen dentro de una caja de pequeiia al~ura, y dispuestas de modo que sus armadut·as exter·iores coto uuican entre sí, 6 descansan sol.Jre la misma hoja ó plancha metálica, y constituyen uua armadut·a única; é igualmente 1 pot· diferentes varillas, radiantes de un mismo tr·onco 6 nudo central, las exteriores. La teoria de estos complejos y fo¡·midables condensadores eléctricos en nada dioct·epa de la de uno solo de sus elementos componen tes ; y, salva la intensidad. idénticos son tambien los efectos que su descarga, lenta 6 súbita_, -produce. (Se

contir~uará.)

MIGUEL

1\lJ,;¡m;o.

CONOCIMmNTOS DE BIOGHAFJA.

Creemos que agradará á nuestros lectores una sucinta reseua biográfica de los seis principales autores dramáticos con •que se enorgullece la historia literaria de nuestra pá.tria, Calderon, Lope de Vega, .Moreto, Tirso de Molina, Rojas y Alarcon. Nada más conforme con el carácter de esta Revista que rendir un tributo de admiracion y respeto á tan eminentes escritores. Demos principio á nuestra tarea con unos ligeros apuntes, que otra cosa no pudiera ser, sobre el padre de nuestro tea· tro, el inmortal DON PEDRO-CALDERON DE LA BARCA.

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Como Ercilla, Lope de Vega, Tirso de Molina, Montalban, Quevedo, Moreto y

otros muchos varones ilustres en las armas y en las letras, Calderon nació en Madrid. Diversos pareceres ba habido para ñjar el dia de su nacimiento; pero ya no cabe duda que este fu6 el 17 de Enero de 11:>00, siendo bautizado en la iglesia parroquial de San Martín ell4 del siguiente mes, pues así consta de la siguiente partida, que copiamos á continuacion : «En la villa de Madrid, á 14 di as del mes de Febrero de 1600, yo, Fabian de San Juan Romero, teniente ile esta de San Martín, bauticé á Pedro, hijo del Secretario Diego Caldet•on de la Barca y doña Ana María Je Nao : fueron sus padrinos el Contador Antolin de Serna y doña Ana Calderon; fueron testigos Lúcas del Moral y Juan de Montoya, y lo flrmé.-Fabian de San Juan Romero.»

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FUNDAC!Ól\ JüA~ELO

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~=--------------------------~------------~=© Los Conocimienlos úliles. v~5G

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no había podido disfrutar, en 1651 abra~ó Como en esta partida se dice, fueron sus estado eclesiástico y se ordenó, siendo 1 el paut·es D. Diego Calderon de la Barca agraciado, dos años des pues, con un.a de Barreda y doña Ana Gonzalez de Nao, las. capellanías de los Reyes Nuevos de 1 ambos naturales de dicha villa, y aquel Toledo. Pronto fué elevado al puesto de Secretario de cámara del Consej0 de Hacapellan de honor de S. M., entrando 1 cienda y señor de la casa de Calderon de fin en 1663 congregante en la del po1· Sotillo, jurisdiccion de Beinosa. San Pedro de Presbíteros naturaapóstol Don Juan de Vera Tasis y Villaroel, en la I.{Ue pocos años desMadrid, de los gt·ande amigo y cronista de nuestt·o poelas funciones .de capellan desempeii.ó pues ta, dice que nació en l. o de Enero de 1601, 1 antes, como ya vereque cargo mayor, pt>ro esto no es exacto, como ya hemos mos, fué tambien conferido á Lo pe de visto y está completamente probado. . Vega. Tuvo D. Ped1·o tres hermanos, y lo fueColmado de honoces 1 agasajado por ron D. D1eg·o, bautizadotambien en la par· nuestros magnates, querido altamente de roquia tle San Martín en 1596, que sucelos monarcas, reverenciado por cuantos dió luego en la casa de su padre; D. José, le conocían, le cogió la muerte en Madrid ·dedicado á la milicia y que murió en 1645, y doüa Doro tea, heredera de nuestr.o poe- á 25 de :Mayo de 1681, en el cuarto principal de la casa núm. 4 antiguo y 93 mota, q' e muerta al año siguiente de este, dejó el usufructo de todos sus bienes á la derno de la calle Mayor, siendo sepultado á los piés de la igL:sia, en la parroquia congregacion de Presbíteros naturales de del Salvador. villa. esta En la casa donde vivió y murió existe Poco tardó D. Pedro en hacer patente lápida de mármol blanco que perpeuna apecumplidos pues ingenio, poderoso su t·ecuerdo. este túa comedia una compuso edad de años 13 na::; pot· su única y universal herelüstituyó cielo. del carro El título por dió que In á dera á dicha congregacion de Presbíteros, Por entonces pasó á Salamanca á estunaturales de Madi' id, á condicion de que diat· en su célebre universidad, y en ella con la renta de· sus bienes asistiese á. su cursó varias asignaturas, hallándose en hermana Doña Dorotea , religiosa en el 1625 sirviendo á su rey en Italia, entregado á la profesion de la milicia. De Italia convento de Santa Clara, en Toledo, que solo sobrevivió un año á su cariñoso herpasó á los Estados de Flandes, haciéndose notar en todas partes por su valor, noble· m11n01 Agradeciua la venE-rable congregacion za, ingenio cultivado, cortesanía y nobi ~ Presbíteros á su caritativo hermano, de carácter. lisimo labróle un rico sepulcro, en el que puso En 1636 honróle Felipe IV con una de una inscripcion que , traducida dellatin. las mercedes más estimadas en aquellos la academia greco·latina, decia así:_ por Sande órden la de hábito el con tiempos, aun· que, mencion de digno siendo tiago, D. O. M. que en el año 1640, al salir á campaña las D. Pedro Calderon de la Barca., órdenes militares, el rey le dispensó de natural de Madrid, célebre en todo el mundo .. esta obligacion mandándole escribir la faCl\ballero del hábito de Santiago, mosa fiesta titulada Oertámen de am07" y capellan de la de Reyes Nuevos de 'toledo celos, representada luego en el estanque Yde hono~ del Buen Retiro, Calderoi)., que estaba :!ll~~~~~i~e~~~Ia:~d~.d~~:~o~~~as. F:ée r~!· pronto siempre á todo lo que fuera curoDespreció al morir las obras plir consu honor, en breves dias concluyó con extraordinario aplauso. escribiera que que tropas las á seguir pudo y. comedia la A la venerable congregacion de sacerdotes se dirigían á Cataluña. natutales de esta córte instituyó heredera Cansado de la agitada vida cortesana

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Los Oonocimienlos útiles.

Que sepultase sin pompa al que no apetecía otra gloria que la eterna. La congregacion, no obstante, en muestras de gt·atitud á tan liberal bienhechor le dió sepulturl.l. bajo este mármol. Vivió ochenta años. Año del Señor 1682. No eu real aplauso ni en talento fieg.

Sus vil'turles le adq uirieron el título de

venemble , y se dice que la Inq uisicion,

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?nas de la lte·rmoswra, y otras muchas que seria largo enume1·ar. LOPE DE VEGA.

F1·ey Lope Félix de Vega Cnrpio , portento del o1·be, gloria de la nacion , lustre de la pát?·ia , o1·ác?~lo de la leng~~a, cent1·o de la jama, asunto de la envidia, Horacio de los poetas, Vi?'!JiZio de los épicos, Ho me?·o de los heróicos, Pinda1·o de los líricos, 8ójocles de los t1·ágicos y Te1·encio de los cómicos, como le apellida. el D1· . J uan Perez de Montalbt~n en su Pan~a Póstu,nta,

poniendo por pretexto s us obras dramáticas, fué la que se opuso á su beat ificacion. El 25 de l\'[ ayo ue 1841, aniversario de nació en la villa de Madrid, en las casas su muerte, sus restos fueron trasladados Jerónimo de Soto, en la pum·ta de Guade desde la tumba en que descansaban en la que es hoy lo que se conoce con dalajara, igl-esia del Salvadot·, mandada derribar, de Platerías, en la calle Mayor, nombre el al cementerio de San Nicolás~ el 25 de Noviembre de 1565. Segun las épocas, las obras dramáticas En 6 del inmediato Diciembre recibió el de Caldet·on han sido juzgadas, 6 como agua del bautismo en la vecina parroquia modelos de ingenio é inspiracion, ó como llamada de San Miguel de los Octoes, decha:lo de mal gusto y extravagancia. cuyo nombre conserva todavía la plaza Hoy el nombre de Calderones un nombre -que hoy exi3te en su lug ar. sagr·ado pm·a todo amante de las lett·as. Desde sus prime1·os auos indicó lo que Como no es nuestro intento en la ocasion con el tiempo había de llegar á ser. presente emitit· un juicio sobre -sus obras, Cursó gramática y retórica en los estu· sino solo reevrdar alg·unas de las particu· dios de la Compañia, que estaban en San lariuades u e la vida de tan ilustre escl'itor, Isidro, hacióndose notable entre sus comharemos caso omiso de sus bellezas y de pañeros por sus dotes asi físicas como in· sus defectos, y de su alta importancia en telectuales. la histoda de nuestt·a literatura. Murió su padt·e, Félix de Vega, hidalUn icamen te dit·emos, pam dar fin á esgo oriundo del valle de Carriedo, en Astútos apuntes, que~\ s u inspirada y brillante rias, y ansioso nuestro jóven de correr pluma se deben , entt·e otr·as muchas, las mundo y aventuras, unióse con un amigo obras rlramáticas siguientes , que solo cillamado Hernando Mnñoz, y ambos deci· tamos por ser la.s más conocidas: La vida es s1teño; La devocion de la Cruz; Casa dieron emprender un viaje fuera de su con dos p?terta,s mala es de gua?' da?' ; bOuál pátria. Dirigiéronse á pié á Segovia y aqui es m.ayo1· pe?'feccion ':l,. La dama duende; El nuJdico de su honm; El nw.y01· encanto, compraron un jaco en precio de 15 ducaa11W?'; El escondido y la tapada; Hombre dos; pasaron á La Baueza , luego á Astor · pob1·e todo es trazas ; A secreto ag'ra'IJio, se- ga, y echando ya de ménos el regalo de c?·eta venganza,. El mágico p1·odigioso; Los su casa, decidieron regresar. Más sucedió que faltándoles el dinero en empeños de 1~n acaso; Con quien 1Jengo, 1Jengo; lUaiianas de Abril y Mayo; El Al- Segovia, fueron á. una platería á >ender calde de Zalanzea;. Antes qzte todo. es mi una cadena, y creyendo el platero si acadama; .Dicha y desdicha del nombre ;.Ama'r so seria robada, dió parte á la justicia y desp1ws de la muerte; .J)1eelos de amo1· y los prendieron , si bien , puesto en claro lealtad; G1estos y disg1~stos s011. no más todo, dióseles en breve la libertad. ·Luego que Lope llegó á Madrid, vién· q1ee imaginacion; Hado y di1Jisa de Leoniapenas sin recursos, pues su haciendose do f¡ de Ma?:flsa; La Mja del aire; Las cw·

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Los Conocimientos útiles.

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da era corta., escribió una comedia á que enviándole el título con una carta muy lisonjera de su puño y letra. El pueblo le dió pot· título La pastoral de Jaci1tto, y se la dedicó con unas églogas á D. Jerónimo apellidó Pénia; de los ingenioJ, y el inmor· Mamique, obispo de Avila, en cuya famital autor del Quijote le llamó M61¿struo lia entró de paje ó familiar, tal vez con de la natu;ralew. únimo de seguir la carrera eclesiástica. Fué nombrado capellan mayor de la lloro esta vida no se avenia á su carác- congrega.cion yo dicha, fiscal de la cámater ardiente, á su viva y poética imagina- ra eclesiástica y notario en el archivo rocion, y t1·ocando los manteos y hopalandas mano. por la espada y el traje de soldado, corrió En la calle de Francos, hoy de Cervan tes por babel' en ella tambien vivido este á uni1·se á Jos famosos tercios españoles, asombt·o y t.en·or .entonces de la Europa. , ilu~tro ingenio, vivió Lo pe, lleno de honoPoco se cuilló dur~r.nte el tiempo que.en res y riquezas. En esta casa, hoy señala· ellos sü·vió del cariño de las musas, en· ' da con el número 15, aparece un busto vuelto como estaba en los lances y azares ·del poeta colocado solemnemente en la fa· de la vida militar, en la cual, no obstante, chnda en 1862. Antig-uamente, sobre la adquü·ió la experiencia que más tarU.e ha· puerta, veíase esta in;;cripcion, mandada bia de facilitarle el medio de presentar en pone1·, segun se asegura, por Lope: las tablas del teatro :;ituaciones, caracté· P. O. M. res y aventu1·as llenas de colorido y de Parva, propia, magna, verdad. 1\fagna, allí ena, parva, Lope durante algun tiempo iué secretario del Duque de Alba, más renunciando á una carrera que no era su verdadera En dicha casa murió Lope el27 de Agos'VOcacion, dedicó.se con ardor al cultivo de to de 16:35. Su fallecimiento puede decirse las letras, del cual no se apartó ya en todo que fué un duelo general, verificándose el resto de ¡:¡u vida. su entierro con tal pompa y magnificencia Tres veces fué casado, y á la muerte de que entraba ya el acompañamiento en la su última compaiiera, hastiado de la vida parroquia de San Sebastian y aun el cacortesana, abrazó el estado eclesiástico, dáver no hubia salido de la casa, no obsentraodo, como luego hizo Calderon, en tan te que la carrera fué por la calle de la congregacion de sacerdotes naturales Francos, hoy de Cervantes, la de San de Iv!adl'id . Agustín, que hace frente al .convento de ·Este 'Ve1·daderamente es el -principio de Trinitarias, por donde pasó para que pula gloriosa época de L..ope de Vega. diera verle por última vez su hija MareeSu vida, hasta entonces agitada y -bor- la, monja en él, la de Cantarranas, hoy rascosa, adquiere el sosiego y 1a calma, de Lope de Vega, la del Leon, plaza de que tanto se necesita para producir obras Anton Martín y la de Atocha á San Seliterat'ias. bas'tian. El cadáver fué depositado en la Su reputacion, en poco tiempo, sobre- bóveda que hay debajo del altar mayor, pujó á la de todos sus contemporáneos. en el segundo nicho de la Orden Tercera. Dut•antc muchos años su nombre no se Un dia antes de su muerte otorgó tes· borraba de los anuncios de los teatros, y tamento ante el escribano D. Francisco de era tal su fama, que llegó á llamarse con Morales. En él se dice que fué casado con su apellido todo lo mejor y sobresaliente doña Juana de Guardo, la que le trajo en en trajes, fiestas y cuanto llamaba la dote 22,382 rs. de plata doble, dándole él atencion. de arras 500 ducados; que de dicho maLas gentes le seguían por las calles, los trimonio tuvo una hija, doña Fe1iciana, reyes bu'Scaban su amistad, Urbano VII le la cual se casó con D. Luis de Usátegui, al condecoró con el hábito de San Juan y le que al tiempo de,casarse ofreció 5.000 dueonfirió el grado de doctor en Teologla, cados de dote, comprendiendo .en eSta

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--------------------~ ~~~------------------------------159 ? Los Conocimientos útiles. ~ tidad lo que á su hija tocase de su abuelo materno, é instituía á su hija por heredera universal. · Por lo dicho se ve que á pesar de que Lope ganó con sus obras sumas cuantiosas, su si tuacion no era lo que alguno pudiera acaso imaginar, y esto se confirma con la siguiente cláusula de su testamento. «Declaro que el rey N. S . (Dios le guarde), usando de su benignidad y largueza, há muchos auos que en remuneracion del mucho afecto y voluntad con que le he servido, me ofreció dar un oficio para la persona que casase con la dicha mi bija, conforme á la calidad de la dicha persona; y porque con esta esperanza tuvo efecto el dicho matrimonio, y el dicho Luis de Usátegui, mi yerno, es hombre principal y noble y está muy alcanzado, suplico á S. M. con toda humildad y al excelentísimo seuor Conde·Duque, en atencion á 1o referiuo, honre al dicho rui yerno haciéndole merced , como lo fio de su grandeza.» Fué Lope de genio uulce y apacible, lleno de amabilidad y cortesanía, 2.tento y respetuoso con el bello sexo, al que miraba con verdadera adoracion , como lo prueban muchísimos pasajes de sus come· días, en las que las mujeres casi siempre aparecen como tipós de bondad, recato, discrecion , ternura, constancia y hones... ti dad. En 1618 asegura él mismo que llegaban á 800 las comedias que llevaba compues.tas, y en 16.20 á 000. Al publicar en 1629 la vigésima parte de sus obras dramáticas, decía que le quedaba aun tiempo de escribir hasta 1.'700. En el año de su muerte afirman el doctor Perez de Montalban, ci·

tado al principio de estos apuntes, y don :Nicolá;; Antonio, que el número tle sus co· medias ascendía á 1.800. Muchas de ellas solo le costaron algunas h oras de tt·abajo; tal era su facilidad, como él mismo lo dice en estos versos:

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y mas de ciento en horas veinticuatro

Pasaron de las musas al teatro.

A estas 1.800 comedias ha.y todavia que agreg-ar 400 a utos sacramentaJes, varios poemas· épicos, didácticos y burlescos, ta- ' les como la Je1·usalrm conquistada y La Ga· tomaqt~tia, epístolas , disertaciones, ég-logas, composiciones sueltas y multitud de romances y de sonetos. Se ha calculado que en los 70 años que vivió le tocan cada dia ocho páginas y casi toda,s de poesia. Sus obras completas componen el número de 133.000 páginas y 21 millones de versos, segun el testimonio del respetable literato D. Antonio Gil ,. y Zárate. Sus comedias más celebradas son: Obras

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son amo1·es '!! no óttcnas 'J'ct~ones; Las Flo'res de .D. Jttan; El Anwelo de Ji'enisa; /Si no vie1·an las mttjcns; La Esclava de stt galan; La JWoza de cánta1·o; Q·tte?'B?' S'lt p1·opia desdiclut; El Oastigo sin, venganza ; Los Milag?'OS del deSJJ?'ecio; La Bst?·ella de Sevilla; El P1'e1nio del bie?t habla?'; PM· la puente Juana; Lo cie1·to por lo dudoso ; El mejor alcalde el ?'e'!f ; El Pe?'?'O del hortelano; La JJama meZind?·osa; Ama?' sin saoe1· á qttif!J¿; El Ace?·o de jlfad?·id; La Bella mal ma?'idada; La Ilustre j1·egona; La lle1·mosa jea; El mayo1· imposible; La Boba pa1·a los ot1·os '!! disc1·eta pa1·a si, y otras y otras no inferiores á las citadas. FRANCISCO YILA.

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Los Conocimientos útl·les.

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CONOCIMIENTOS VAUIOS.

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CRÓNICA. bFLUENCI\ DEL MATRIM0:-110 EN LA I.O~GEVIDAD.­

La comision inglesa de la ley del matrimonio ha publicado últimamente estadísticas que han llamado mucho la atencion. Una de las más curiosas es un cnadt•o cuyas cifras demuestran que la mortalidad es mucho mayor· en los célibes que en los casados. En otra ocasion hemos dado á. conocer los resultados de las experiencias ó datos recogidos por el doctor Htark, cuya opinion en este punto es tan decidtda que dice: «El celibato es mñs funesto para la duracion de la vida que el trabajo más malsano, que el vivir continuamente en una casa ó en un clima infectado de emanaciones peligrosas y desprovisto de remedios para curar á sus habitantes." Las estadístiCtlS publicadas ahora demuestran que no hay t!lnta exageracion en estas palabras como pudiera creerse. Las cifras recogi .. das por la comisiou difieren necesariamente so.. gun las comarcas y los climas; las que siguen á continuacion están tomadas de observaciones hechas en Escocia : Edades.

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20 á 25 años. 25 á 30 ... so á 35 .• . 35 á 40 ... 40 á 45 .• • 45 á 50 ... 50 á 55 ... 55 á 60 ... 60 á 65 ... 65 á 70.•.. 70 á 75 ... 80 á 85 ...•

Casados ó víudos.

6,26 8;23 8,65 H ,67 14,07 t7,04 19,54 26,f4 S5,63 52,93 81,56 !73,88

Cólibcs.

i2,SI 14,94 !6,02 i 6,02 i 8,35 2!,18 26,34 2S,54 44,54 60,21 i0:2,7 1 t 95,40

Estas cifras son de una elocuencia terrible para los célibes. , \CCfDENTES EN LAS CALLES OE PARÍS Y EN LOS CAMI-

:.os os lliERRO.-Cuando en una gran ciudad

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MAOllll): 1868 =lmproula tle Los

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como París, por ejemplo, deja uno su casa para salit· á paseo ó para andar por las calles y boulovaros, cruzados continuamente por carruajes y llenos de gente, no se piensa, ni se tiene idea de los .p eligros que se corren. Y sin embargo, compar.ando los accidentes que ocurren en Pads con los de los caminos de hierro, la ventaja está en favor de estos últimos, tan teruibles para algunos y tan calumniados. Durante un solo año ha habido en París 609 víctimas : SO muertos y 579 heridos, y so lamen te por atropellos de carruajes, al paso que las estadísticas oficiales no han dado en uo período de diez años más que H muertos por accidentes de caminos de hierro. Durante estos diez ailos el número de viajeros en las cinco g randes líneas de caminos de hierro ha ~:~ido de S 1O millones, de lo que resulta nn muerto pot· cada 7 millones de viajeros. Cuando se piensa en que la circulacion anual media ha sido de 1i7 .450 trenes, habiendo recorrido 60 millones {}e kilómetros, es prúciso admirar el g rado de seguridad relativa á que se ha llegado en la circulacion realizada con un medio de trasporte tan complicado como el de lus vias férreas. Esta consideracion puede tranquilizar al q~10 se coloca en un tren del camino de h ierro, y está bien comprobado que en este medio do locomocion hay más seguridad que en el antiguo de sillas de posta y diligencias. INSTROCCIOei PRiliiARlA EN FRANCIA.-Segun las noticias dadas por los prefectos, han sido llamados 293.214 quintos para sacar la suerte de soldados. De estos 29S.2l4 jóvenes había 60.266 que no sabían leer ni escribír, 7.059 que sabían leer solamente, 219.088 que sabían leer y escribir, 6.802 cuya instruccion no se ha averiguado. De estas cifras resulta un 2 1,04 por 100 de los quintos de ~868 completamente ignorantes en lectura y escritura. En 1867 habia. 23 por -100. Aparece una ventaja de más de 2 por 100.

b cargo de Frnnci!CO Roig,

.Ir~o tle !;nma M•rfa. 39.

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ENSEÑANZA .POLlTICA..

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LOS DERECHOS DEL HOMBRE. Vivan los det·echos del hombre! Hé aq ui u na de las manifestaciones escritM en progTamas y banderas de la revolucion politica que se está realizando en Espaüa Intentamos explicar en el pre· sente articulo lo que se entiende por esta locucion : de1·eckos del komb1·e. La palabra derecko es muy dificil, si no imposible , definir por las varias acepciones en que se emplea., y porque no representa más que ideas abstractas. Dos son, sin embargo, las principales acepcio· nes, á saber : derecho considerado en senti:.lo objetivo ó como causa, que es laeoleccion de leyes establecidas por una autoridad ó voluntad á que debemos obedecer, y derecho considerado como efecto., que es la potestad ó facultad que algun-o tiene para hacer ó reclamar alguna cosa. En este segundo sentido la expresada facultad se funda y origina en el derecho considerado como causa. Cuando la autoridad ó voluntad de que proceden y emanan las leyes es el mismo Dios, el conjunto de estas leyes constituye_ el de1·ecko divino, que se Pubdivide en otras ramas, de las cuales es una el de1·ecko nat?wal, que Dios ha promulgado á todo el género humano por medio de la razon, que el hombre siente y conoce por las pro• pías inspiraciones de su conciencia. Cuando las leyes emanan de 1os h-ombres y se establecen pot· cada nacion para el arreglo de los intereses generales de la sociedad, para la seguridad, el buen órden y la tranquilidad del Estado, y para determinar las facultades y deberes que sus individuos han de tener, resulta el de-

palabra que tambien exigida una expli- 1 cacion; pero et·eemos que su significacion verdadera está en la mente de .nue$tros lectores, y por lo mismo, y á fin de lleg·ar con más brevedad y claridad al objeto de este artículo, la oruitimos. Para que el derecho humano cumpla el fin de observar fielmente las reglas de jus· ticia, debe fundarse en ciertos pl'incipios que desde muy antiguo se han considera· do como base de aquel derecho, y se l!aman los dereclws natwrales del aomb?·e, á sa ber: libM·tad individual; seg1t1·idad personal; igualdad y propiedad. La libertad i?¿di1Jidual consiste en la fa-

cultad natural que tiene el hombre de ha· cer lo que no perjudica á los demás, así bajo el punto de vista fisico como moral. A pesar de que esta defioicion parece tan sencilla y clara como breve, es susceptible de variadisimas interpretaciones. Habrá de dejarse al criterio de cada cual el juzgar de los actos que no perjudican á los demás~ No, seguramente. Las leyes que fijan las relaciones de los ciudadanos en la sociedad y de ios ciudadanos entt·e sí, son las que darán la regla pat·a ju21gar cuáles son los actos que no perjudican á los demás. Lo que esté prohibido por aquellas, independientemente de los principios de la moral, será perjudicial á la asociacion y á los asociados. Ahora bien, quién forma las leyes por que se ha ele regir la sociedad~ Los hombres constituidos bajo diversas formas en autoridad. Luego el derecho humano, que es la coleccion de aquellas leyes, se funda en la interpretacion de las bases ó principios que se llarecko a?tmano. man derechos naturales. Y aquí está la El derecho humano debe tener por cons- dificultad, aquí están las diferencias de opinion; aqui las interpretaciones divertante objeto la fiel observancia de los principios de la j1tsticia. Y hé aquí otra sas; de estas intet·pretaciones ó j uicios di·

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Nol·iembt·e 14 de 1808.

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Los Conocimientos útiles.

versos nacen las disputas entre filósofos y politicos, toman origen los partidos, resultan las varias organizaciones políticas ue la sociedad. Reconociendo todos el derecho natural de la libertad individual, piensan de distinto modo en cuanto á la práctica de aquel derecho en la sociedad. Para unos no hay perjuicio, por ejemplo, en que el hombre publique sus ideas y doctrinas por medio de libros, folletos y periódicos, sin más limitacion ni cortapisa que s u propia responsabilidad ante el cócligo criminal. Para otros es conveniente fijur reglas, más ó ménos restrictivas, imponiendo condiciones y limitaciones diversas en el uso de aquella facultB¡d. Oreen unos que no hay en la imprenta otra clase de delitos que los que pueden cometerse en cualquiera otra accion ó manifestacion de la voluntad humana. Opinan otros que hay delitos especiales de imprenta, que debe haber, por lo tanto, legislacion especial y tribunales especiales. Quién vé pelig t·os en la discusion de las leyes politicas, en el exámen de los actos del gobierno, en la exposicion de doctrinas filosóficas, en la publicacion de opiniones r eligiosas, etc.; quién, por el contrario, juzga altamente beneficioso, útil al progTeso de la humanidad y civilizador, que todas las opiniones sean publicadas, dis-· cutidas, estudiadas y sometidas al exámen de la razon. Oaila uno entiende, en fin, á su modo la Zibe1·tad de Í'mprenta. Y sin embarg·o, esta libertad, como otras muchas que pudiéramos citar, está manifiestamente incluida en el derecho natural que hemos designado, y todos los autores reco· nacen con el nombre de libertad individual; pero la gran cuestion surge , como ya hemos dicho, al determinar y establecer, para el uso de esta libertad , qué es lo q Líe no perjudica á los demás. Por este ejemplo, relativo á una sola de las manifestaciones de la libertad, puede 1 formarse idea de las varias interpretacio1 nes que para la práctica de todos los demás pueden caber en la opinion de los hombt·es. Dedúcese que no hacemos nada, hablando vulgarmente , con que exista y se reconozca un derecho natural , que

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nada significa decir viva la lioe'rtad individ?tal. Cien personas distintas prorumpen en la misma exclamacion, y cien opiniones diversas nacen al practicar la libertnd. El derecho de seg1tridad personal es el primer elemento delórden público y de la felicidad privada, y la principal garantía de los asociados. Puede considerarse coroprendido en el de libertad individual, porque este derecho no puede existir sin la seg·uridad personal. Se considera tan sagrado por los leg·isladores de todos los paises, que en caso de necesidad abandonan su defensa á las inspiraciones y al instinto de conservacion que tienen los individuos. La Í!J1ftaldad es, como hemos dicho, otro de los derechos naturales. No es susceptible, afortunadamente, de tan variadas interpretaciones como el de libertad. Consiste el principio de la igualdad en que las leyes liguen uniformemente á todos los súbditos, les impongan las mismas obligaciones, otorguen los mismos derechos y concedan las mismas distinciones por iguales servicios. Se consig·na este derecho en casi todas las constituciones diciendo que todos los ciudadanos son admisibles á los empleos y cargos públicos, segun su mérito y capacidad. Con at·reg lo á este principio las leyes no deben establecer privilegios, ni contener disposiciones en ódio ó en g-racia de personas 6 de familias. Desaparecen las desigualdades eñtre los diversos pueblos de un mismo Estado. Las condiciones personales, la moralidad, la inteligencia, el saber, las virtudes, en fin , deben ser los méritos y los timbres de distincion de los ciudadanos; no el orígen, ni la familia, ni la fortuna . La propiedad es el derecho que tiene el hombre de disponer de las cosas que le pertenecen 6 del producto de su trabajo . Este derecho está en el sentimiento universal, y á pesar de esto y de que parece incuestionable, una gran controversia ha surgido y se ha mantenido por los filósofos y economistas, á saber: si la propiedad es de derecho natural ó de derecho social; si se halla en la constitucion misma de nues-

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Los Conocimientos útiles. tro· sér y en nuestt·as diferentes relaciones con los objetos que nos rodean, 6 si es el resultado de un convenio ó de una ley po· sitiva. Mon tesq uieu dice que« la propiedad es obra de la suciedad y emanacion del de· recho civil.» MiL·abeau proclama el mismo principio en la siguiente declaracion: «Una propiedad particular es un bien adquiddo en virtud de las leyes. La ley sola constituye la pt·opiedad, porque solo la voluntad política puede obrar la renuncia de todos y dar un titulo comun, una garantía al goce de uno solo.» Proudhon, despues de sentar la atOL·radora máxima de que «la p1·opiedaiJ, es 1m ·robo,» frase inventada para producir efectb, pero que no puede tomarse en el sentido extricto que su laco· nismo encierra, ha dicho: «El principio de la propiedad es la apropiacion de la .tierra por el trabajo; así, pues, un hombre que con su trabajo ha hecho producir una tierra inculta, es propietario de los productos y no de la tierra misma, porque ha creado los productos y no la tierra.» De modo que ,en rigor el resultado de esta teoría es sustituir á la palabra p1·opiedctd la de po.sesion, y á la de propieta1·io la de 1ft.S?if?·uct·ua?·io. Por lo demás no solo admite la propiedad de los frutos por el trabajo, sino el derecho de venta y cambio de la tierra que los produce, la herencia en linea r~cta y colateral, etc. Las anteriores ideas han tenido ilustres refutaclores. Necesitaríamos un volúmen para exponer todas las consideraciones que sobre el orígen, naturaleza y modo de set· de la propiedad se han presentado y discutido. Pero sobre ser esto imposible no hay necesidad de que siquiera entremos en más latas explicaciones. La cuestion puede -v ersar únicamente sobre la propiedad de la tierra que el hombre no ha creado, de la materia formada por el Creador y entregada al uso y goce de todas las criaturas, tambien por él creadas. En cuanto á la propiedad de los objetos formados por la industria del hombre, es más antigua que la misma sociedad, puesto que el sal vaje es duei"ío legítimo del arco y de las flechas que se ha fabricado y de la caza que ha matado : el pastor nómada lo es de sus

tiendas y de sus ganados. Y aun la misma tiena que el hombre se ha apropiado y que cultiva y le·dá fruto, puede decirse en cierto modo que la ha creado : su industria ha a.iíadido mucho á la obra de la natura. leza, le ha dado la forma y manera de ser, bajo la cual produce los ft·utos. Si un escultor coge un pedazo de tierra y modela una figura, creando un objeto de at·te, podr·á disputársele la propiedad de este ob· jeto por más que la pdmet·a materia no la haya creado? Pero nos alejamos insensiblemente del objeto de este artículo. El resultado es que la p?·opiedad tan antigua, y más antigua que la sociedad, está apoyada en la razon, en la necesidad, en el consentimiento universal y en la historia de todos los siglos y de todos los pueblos, y bajo cualquier aspecto que se la considere, constituye uno de los derechos na tu· rales, que no dá, sino solamente garantiza la ley. Conque, ahora bien , cuáles son los de'l'echo.s del homln·e'f Al proclamarlos por los que han tomado parte en la revolucion, qué ha querido significarse? Si los derechos del hombl'e se considera simplemente que son los de1·ecl¿os natwrale.s que acabamos de referir, pueden pedirlos y gritar que 'Divan, lo mismo los vencidos que los vencedores de la revolucion; lo mismo los republicanos que los llamados moderados, y aun ·que los mismos absolutistas. El ejemplo que ántes hemos puesto respecto á la libertad individual lo demuestra. g¡ republicano, v. gr., creerá que no hay pe1·juicio para la sociedad en que el hombre publique libremente sus ideas, enseiíe sus docúinas, se asocie con los demás tranquilamente, practique el culto religioso que le parezca, bag·a contratos sin que el gobierno intervenga, etc., etc., y el moderado opinará que hay peligro en que censurando los actos del gobierno se desprestigie; en que se publiquen ideas sin ser ántes examinadas por una a.utoridad; en que se reunan los ciudadanos sin que otra autoridad sepa para qué, dónde y cómo; en que se practiquen cultos contrn· ríos al único que en el país se conoce; en que el hombre contrate libremente porque

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Los Conocimientos útiles.

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puede engañar ó ser engañado, etc., etc. Pero qué más'! N o acaba de publicarse por el gobierno provisional -una disposicion relativa á reuniones que se juzgará.altamente liberal y hasta peligrosa por muchos, y se ha calificado por otros de altamente reaccionaria y atentatoria á los derechos del hombre, porque se previene simplemente que se avise á la autoridad con veinticuatro horas de anticipacion? Calcúlese, pues, por este sencillo, pero elocuente caso, la dificultad de interpretar los derechos del hombre. Conque, en resúmen, preguntarán nues· tros lectores, cuáles son estos derechos'? No sabemos có!llo contestar satisfactoria-

mente su pregunta. Diremos para cum plir nuestro deber de articulista.: son las reglas que deben servir de base al de 'reclto !t?tmano para conservar más puramente los dereclios nat1wales. Y cuáles son esas reglas? Voy á resolver la cuestion por el p1•incipio de a1tto?·idad, poniendo á continuacion el siguiente documento histórico, de cuya lectura y estudio podr-án sacar nuestros lectores la enseñanza que era mi propósito dar en el escrito presente. Una última observacion v.oy á añadir ántes de insertarle. Con las mismas. bases que en tan notable y célebre documento se. consignan, pueden formarse códigos politices ó constituciones esencialmente diferentes. F.

CARVA1AL.

DECLARACION DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE .EN SOCIEDAD (1).

1

«Los representantes del pueblo francés, reunidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido ó el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupcion de los gobiernos, han resuelto exponer. en una declaracion solemne los derechos naturales , inalienables y sagrados del hombre, á fin de que esta declaracion, constantemente presente á todos los miembros del cuerpo social , les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes, á fin de que los actos del poder ejecutivo, pudiendo ser á cada instante comparados con el objeto de toda institucion política, sean·má.s respetados, á fin de que las reclama-ciones de los ciudadanos fundadas desde ahora sobre principios sencillos é incontestables, se dirijan siempre al sosten de la Constitucion y á la felicidad de todos. En su consecuencia, la Asamblea Nacional reconoce y declara, en presencia y bajo los auspicios del Sér Supremo, los derechos siguientes del hombre y del ciudadano. Artículo 1.0 »Los hombres nacen y quedan libres é iguales en derechos. Las distinciones sociales no pueden fundarse sino sobre la utilidad comun.

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(1) Votada

en

lo sesion de t.• de Octubre de 17!!9.

Art. 2. 0 »El objeto-de toda asociacion política es la conservacion de los derechos naturaEstos dereles é imprescriptibles del hombre. ( chos son la. libertad, la. propiedad, la seguridad y la resistencia á la opresion. Art. s.o- »El prrncipio de toda soberaní'á reside esencialmente en la. nacion. Ningun cuer· po, ningun individuo, puede ejercer autoridad que emane expresamente de él. Art. 4. 0 »La libertad consiste en poder ha., cer todo lo que no dañe á otro: así, el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no ti e· ne límites más q11e aquellos que aseguren á otros miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Estos límites no pueden ser determinados más que por la ley. La ~e:y ·no tie-ne derecho á pro1libir más que ras acciones que dañan á la sociedad . Todo lo que no está prohibido por la ley, no puede ser impedido, y ninguno pu.ede ser obligado á hacer lo que ella no ordena. Art. 5.0 "La ley es la expresion de-la voluntad general. Todos los ciudadanos- tienen derecho á concurrir personalmente, ó.por medio de sus representantes, á su formacion. Ella debe ser la misma para todos, ora proteja, ora castigue. 1'odos los ciudadanos , siendo iguales á sus ojos, son igualmente admisibles á todas las

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dignidades, empleos públicos, segun su capacidad, y sin otra distincion que la de sus virtudes y sus talen tos. A.rt. 6-. 0 "Ningun hombre puede ser acusado , p1·eso , ni detenido, más que en casos determinados por la ley, y segun las formas que ella ha prescrito. Aquellos que soliciten, expidan, ejecuten 6 manden ejecutar órdenes arbitrarias, deben ser castigados; pero todo ciudadano llamado en virtud de la ley, debe obedecer aL instante , .haciéndose culpable por la resistencia. Art. 7. 0 nLaley no debe establecer más que penas extricta y evidentemente necesarias , y nadie debe se1· castigado más que en virtud de una ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada. Art. s.• uTodo hombre se presume inocente basta que haya sido declarado culpable; si se juzga indispensable prenderle, todo rigor que no. sea necesario para asegurarse de su persona debe ser severamente reprimido por la ley. Art. 9.0 »Nadie debe ser inquietado por sus opiniones, aun cuando sean religiosas, con tal que en su manifestacion no turbe el órden público establecido por la ley. Art. iO. >>La libre comunicacion de los pensamientns y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos del hombre: todo crudadan o puede, pues, hablar, escribir, imprimir libremente, salvo que tenga que r.esponder del

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abuso de esta libertad en Jos casos determinados por la ley. Art. i l . »La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita una fuerza pública: esta fuerza se instituye para el provecho de todos, y no para la autoridad particular de aquellos á los cuales está confiada. Art. i 2. »Para el sosten de la fuerza pública, y para los gastos de la ndministracion, es indispensable una contribucion comun. Debe ser igualmente repartida entre todos los ciudadanos en r:azon de sus facultades. Art. i3. ,,~rodos los.ciudadanos tienen el derecho de representar por ellos mismos 6 por sus rep1·esentantes la necesidad de la contribucion pública, de consentirla libremente, de seguir su empleo y determinar su cantidad, el cobro y la duracion~ Art. i4. nLa sociedad tiene derecho á pedir cuenta á. todo agente público de su administracion. Art. 15. »Toda sociedad en la cual no está asegurada la garantía de loa derechos, ni determinada la separacion de los poderes, no tiene constitucion. Art. i6. »Las propiedades, siendo un derecho inviolable y sagrado, ninguno puede ser privado de él , sino cuando la necesidad pública, legalmente representada , lo exija evidentemente, y bajo la condicion de una justa y prévia indemnizacion.>~

CONOCIMIENTOS DE INDUSTRIA. E L LATON.

Cúmplenos hoy dar á conocer á nuestros lectores una aleacion metálica de gr ande interés para la industria y la8 artes. Esta aleacion se llama laton , y vulgarmente metal ama?·illo, confundiéndole á veces algunas personas con el bronce , de que nos ~ -~cuparemos otro dia.

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Ellaton es, en efecto, de color amarillo de oro, y como es susceptible de gran pulimento, adquiere un brillo intenso que le dá un aspecto de belleza extraordinario, razon por la que se ha hecho de un uso tan frec uente, que lo mismo se encuentra en la choza del pobre, ya constituyendo ob-

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jetos de ádorno que halagan la vanidad femenina, en pendientes, anillos, etc., ya aplicado á diferentes utensilios de uso doméstico y de bajo precio, ya constituyendo en los suntuosos salones grandes candelabros y otros artefactos de lujo y del mejor g·usto. No hay apenas un objeto dorado de los que están al alcance de las medianas fortunas, en que no entre ellaton en sustitucion del oro, cuya apariencia se busca las más veces. Es, pues, el la ton de un uso comun y de aplicaciones inmensas, y merece la pena de que nuestros habituales lectores le conozcan más á fondo. Entmn en su composicion, como en la hoja de lata, de que nos hemos ocupado .recientemente, dos metales, el cobre y el zinc, en vez del hierro y el estaiio que constituyen aquella; pero en la fabricacion de ambos compuestos se establece una diferencia esencial : en la hoja de lata solo se exige que uno de ellos esté fundido, el estaño; el otro puede estar á la temperatura ordinaria 6 ligeramente calentado; para que el laton resulte de la union del cobre y el zinc, es preciso que uno y otro estén al estado de fusion , de otro modo la union no tiene lugar, ellaton no aparece. Y est:;t. diferencia justifica la distincion que haciamos el otro día al indicar que en la hoja de lata no se verificaba en rigor una aleacion; el estaiio cubre al l).ierro, estableciendo una linea divisoria, 6 introdn., ciéndose cuando más entre sus poros, de una manera desigual; en el la ton hay la fusion de un metal en otro y una union tan intima que, á verificarse siempre en proporciones definidas y segun reglas constantes, constituida una verdadera combinacion química, en el sentido extric· to de esta palabra técnica. Sentado esto, conviene advertir que la fusibilidad 6 propiedad de fundirse que tienen los metales, varía mucho ; esto es, que unos llegan á aquel estado á una baja temperatura, y otros no experimental). cambio alguno sino elevándola muy considerablemente. Tomando, por ejemplo, los dos de que nos ocupamos, el zinc y el cobre, hallamos que el primero se funde á 410 grados, y el segundo á los ,1090; es

decir, que mientras el zinc necesita para fundirse una temperatura algo más de cuatro veces mayor que la que necesita el agua para het·vir, el cobre no se funde sino cuando esta temperatura casi es once veces mayor que la del agua hirviendo. Con esta propiedad vá unida otra que es tambien de gran interés; la de producir vapores 6 volatilizarse los metales una vez fundidos. Una masa de cobre puede conservarse mucho tiempo fundida sin pérdida sensible en su peso; y una de zinc, somctiJa á una temperatura superior á la de fusion, concluiría por desaparecer, convertida paulatina y progresivamente en vapores, que al contacto del aire se manifiestan en copos blancos, como los de la nieve, de donde toman el nombre de lana

filosófica . Qué se sigue de estas propiedades respectivas de ambos componentes della.ton, 6 qué precauciones deberán tomarse para que fundidos se unan sin detrimento de ninguno de ellos'? Una consecuencia muy sencilla. Que debe fundirse primero el que sea más reft·actario, el cobre, y que no debe mezclarse el zinc hasta que la fusion del primero sea completa; y como por fortuna la &.leacion se verifica casi instantáneamente, pues el cobre aprisiona en seg·uida al zinc, aunque no hay ya tanto peligro en la volatilizacion de este último, no ponviene tener mucho tiempo expuesta la mezcla á la temperatura que habíamos producido para fundit· el cobre. Esto es lo que se hace justamente en la práctica. La proporcion en que entran los dos metales varia segun el objeto á que se destina la alea.cion; lo más frecuente, sin embargo, es que el zinc entre por •¡;, muy rara vez por la mitad: la expedeneia hace ver que cuanto más puros son los componentes, la mezcla goza de mejores condiciones de maleabilidad y ductilidad; y como el zinc, cuyo color es gris , es el que modifica el rojo del cobre, convirtién.dole en rojo amarillento, 6 en otros términos, blanqueándole, se deduce que lama·

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~-----------------L__o_s__a__o_n_o_c_i_In__ie_n__to__s_u_·_ti_l_e_s_._______________1__6~ yor 6 menor proporcion de zinc hace cambiar el colot• del laton. El cobre, partido en pequeños trozos, se funde generalmente en crisoles, rara vez en un horno revet·bero, bastando cuatro horas para que su masa esté completamente líquida; llegando este caso, se echa en ellos el zinc , que se funde almomento, se agita la mezcla con una varilla de hierro, pat·a hacerla más íntima y ho· mogénea, y á la media hora se puede vaciar en lingote ras 6 moldes, donde se enfria con gran rapidez. Cuando se quieren hacer planchas 1 el molde es una caja pcismática de poca altm·a, puesta de canto, constituida por dos

hojas de palastt·o, unidas de tal modo, que dejan entre sí un hueco donde penetra el laton fundido; separadas despues las ho jas, la plancha de laton se desprende fá.· cilmente y pasa á los cilindt·os para que adquiera mayor densidad y grueso uniforme, haciéndose así aplicable á infinitos usos de la industria y las artes, por la grande maleabilidad de que goza esta • aleacion. Tambien posee tal ductilidad, que pueden construirse hilos de laton sumamente delgados, y alam ures de difet·en tes grue· sos, que se emplean de mil modos en la esfera industrial. J.

DE MoNASTEI\10.

CONOCIMIENTOS DE GEOGRAFIA. Hidrografía terrestre. IV. diaciones de Donaneschingen ; atraviesa el expresado terl'itorio, el pequeño princi· Re,t¡ion Md?·ográjica del ma1· Neg'l·o.- pado de Hohenzollern-Sigmaring-en, los La linea divisoria de las aguas de esta , reinos de Wurtemberg y Baviera, el imperio de Austria, separa á este de la Sercuenca, cuya vertiente meridional perteá la Valaquia del resto del imperio vía, nece al Asia, se halla formada, en Euroy á este de la provincia rusa de Besturco pa, por la cadena del Oáucaso, la cordipasa, entre otras muchas é imsarabia; llera que sirve de enlace entre esta y los poblaciones, por Willengen, portantes montes del Valdai, estos y sus ramifica, Singmaringen , Ulm , DoTuttlingen ciones meridionales, los Cárpatas, varias Hatisbona, StrovinNeuburgo, nanwert, de las cadenas del sistema alpino y los Viena, Presbur· Krens, , Linz Pasan, ge, montes de Balkan, que la separan sucesi Pest, VucoWaitzen, Vieselburgo, go, vamente de la region del mar Caspio y de Simandría, Belgrado, Peterwardein, bar, las cinco que llevamos descritas. Brailan, SjJistria, Nic6poli, Widin, Orcova, Los ríos más importantes de esta cuenca divide se ; Ismail é Galacz Czernawoda, son el Danubio, el Dniester, el Dnieper, en tres brazos, llamados Unlia, Solina y el Don y el Kuban. San Jorge, entre las dos últimas poblaEl JJamtbio tiene su origen en dos riaciones, pertenecientes la primera á Molchuelos, el Brege y el Brigach, que nacen y á Rusia la segunda, y desemboca davia en la selva Negra , dentro del gran ducaNegro, despues de un curso de mar el en do de Baclen, y ~ue se reunen en las inme2.850 kilómetros, de los cuales pertenecen 875 á la Alemania meridional , 900 á la

CUENCAS Y RIOS PRINCIPALES DE EUROPA

Yéaso ol número anterior.

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fUNDAC IÓN JUANELO TURRIANO


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Los Conocimientos útiles.

Hungría y l.Oí5 á los principados danuvianos y á la Turquia. El más setentrional de los tres brazos atra-viesa la provincia rusa de Bessarabia en una longitud de 82 kilómetros. Entre el origen de este rio y -la ciudad de Ulm, perteneciente al reino de V urtem· berg, media una distancia desarrollada de 210 kilómetros; entre Ulm y Ratisbona, cor re&pondiente á Baviera, 240; entre Rati::¡bcna y Viena, 460; entre Viena y Pest, en Ilungria , '290 ~entre Pest y Belgrado, capital de la Servía, 525 ; de J3elgrado á Galacz, 835, y desde Galacz al mar 150 . La longitud mínima del Danubio es de 1.632 kilómetros, y su cuenca, por la que corren muchos y muy importantes aftuentes, tiene 8.213 miriámetros cuadrados de superficie. La navegacion del Danubio, aunque bastante dificil en algunas de sus secciones por la rapidez de la corriente en unos puntús, podo reducido del fondo en otros, y por los muchos obstáculos naturales de que el cá.uce se baLa sembrado, se extiende tlesde Ulm basta el mar, ósea en una longituu desarrollada de 2.640 kilómetros, por los que circulan anualmente, por término medio y tomando por tipo el quinquenio de 1855 á 1860, 3.650 buques de vela y g·abanas, con 47.200 toneladas de cat·g·a, y tres grandes líneas de vapores, establecidas entre Ulm y Ratisbona, entre Ratisbona y Linz y entre Linz y Galac~, cuyos buques hacen anualmente 470 viajes con 49.600 viajeros y 8.907.000 kilógramos de carga. La seccion de Ulm á Ratisbona puede ser recorrida por buques de lOO toneladas; desde este punto hasta Viena por embarcaciones de 200 toneladas, y de Viena á. Belgrado por buques de 400 toneladas. Sin los obstáculos de que hemos hablado ya, las embarcaciones de este último porte podrían rebasar la Puerta ele Hierro y llegar hasta la desembocadura. Desde Galacz al mar la navegacion es marítima y puede efectuarse por buques cuyo calado 110 exceda de tres métt·os y 33 CE'ntímett·os, 6 sean 12 piés pl'óximamente de nuestra t : d_i-(l_a_.- - - - - - - - - - - - -

A pesar de que el Volga es bastante más largo y caudaloso que el Banubio, es este, sin disputa, el rio más importante de Europa, bajo cualquier otro aspecto que se le considere. El JJniester tiene su orígen en un pe-queño lago situado en el c01·azon de los montes Cárpatas, á nueve kilómetros de Turka., perteneciente á Galizia; atraviesa parte de los imperios de Austria y Rusia; pasa por· Haliez , Sale~ezy.ki, Choczim Tampal y Akerman, cerca de cuya última poblacion ,des~mboca en el golfo de Oclessa, tras un curso de 1.554 kilómetros, desarrollados en una longitud mínima de 666, y abrazando su cuenca uua extension superficial de '793 miriámetros cuadrados. Este rio tiene poca profundidad, y aunque el gobierno ruso se afana por mejorar cu lo posible su navegacion, apen ~ s le recorren un centenar de embar·caciooes de reducido tonelaje. El 1Jniepe1· nace en los montes de Valdai á cor ta distancia de Kolotbino, perteneciente á ln provincia ó gobierno ruso tle Smcleosk ; att·aviesa el S. O. de la Rusia, pasa por vv'íazma, Dorogo bonj, Smolensk, Mobilev, Kiev, Techarkacy, Eka· termoslav y Kerson, y desemboca por va· rios puntos en el golfo de Kerson, que forma parte del de Odessa, despues de 2 .003 kilómett·os de curso desarrollado en una longitud minima de 1.017, y teniendo su cuenca 5.840 miriámetros cuadrados de superficie. La navegacion del Dniepet· se extiende desde Dorogobonj hasta el mar, ósea en la mayor parte de su curso; y aunque no tiene en el dia la importancia comercial que adquil'ió durante la Edad media, lo r ecorren anualmente, por término medio, 2 .365 buques y 2.590 gabarras, _que conduceq_ mercancias por valor de diez millones y medio de escudos. El JJon sale del lago de Sao Juan, en la provincia rusa de Tula, cuya capital baiia; atraviesa mucha parte de la Rusia odental, pasa por Levedian, Pavlovsk, Novo-Tchet·kask y Azof, al pié de cuya última ciudad desemboca en el pequeño

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FlNDACIÓN JUANELO TURR!ANO


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Los Conocimientos útiles. curso de 1.780 kilómetros, desArrollados en una longitud mínima de 757, y teniendo su cuenca. 5,790 miriámetros cuadrados de superficie. La navegacion de este rio· se extiende, para buques de escaso calado, desde el mar hasta Rostovk, y tiene en el dia poquísima importancia. Los venecianos, que hicieron por el Don un comercio muy considt:H·able durante la Edad me1.lia, desde la fnctoria de Tana, concibieron el proyecto de enlazar este rio por medio de un canal con el Volga, á los 49° de latitud N., en cuyo paralelo se aproximan los dos ríos h asta el punto de no dista:· uno de otro más que 57 kilómetros. Si esle pensamien· to, resucitado en nuestros dias, se -reali· zase, CJ uedarian enlazados, con gTandes ventajas para el comercio europeo, el Cas· pio y el mar de Azof. El K1tban nace en la pendiente occiden· tal del monte Elbruz, perteneciente á la cadena del Cáucaso ; baila las fronteras setcntrionales de la Circasia y laPequeñ.a Abkasia , separándola en parte del país <.le los Cosacos del mar Negro; atraviesa el de los Cosacos del Don, pasando por Eka· terinodar, su capital, y se divide, á 100 kilómetros de esta ciudad, en varios brazos , de los cuales el mássetentrionallleva sus aguas al mar de Azof, mientl'as que los nstantes , reunidos de nuevo en las inmediaciones del fuerte de Staroredutsk, se pierden en el lago de Kit.esiltach, pue;¡· toen comunicacion con el mar Negro por el pequeiío estrecho de Bugaz . El Kuban tiene unos 340 kilómetros de curso.

Regio?¿ kidrogr(fflca del mar Oaspio.-

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La línea divisoria de las aguas de este gTan lago, cuya cuenca pertenece en sus dos terceras partes al Asia, está formada por los montes Urales y por el Cáucaso y las demás cordillet·as que la sepat·an de las regiones del mat· Negro, del Báltico y del Océ~no glacial, y que dejamos enumeradas en su lugar correspondiente. Los ríos principales de la vertiente occidental, única que pet·tenece á Europa, son el Ural, el V oiga, el Kuma y el Terék. El Ural tiene su orígen en los montes

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Urales dentro del g·obierno ruso Je Q¡·em· burgo, á 530 mett·os sobre el nivel del Océano; sirve de limite entr~ Asia y Europa durante la mayor parte de su curso; pasa por Magnitnaia, Kioilsk, Ül·cmbu.rgo, Uralsk, Kalmikova, Sararchik y Kuriev, y dese mboca en el Caspio por vnl'ios puntos tt·ns un curso de 2.750 kilómetros, desal'l'ollados en uúa longitud mínima de 1.490. Mr. de Bescherelle asegura en su JJicciona?·io geog'l'it.flco que la cuenca de este rio tiene 2.750 mit·iámett·os cuatlrn<.los de superficie, y quizás tenga razou tt·atandose de la parte europea; pero si se refiere á su totalidad, nos parece la cifra sumamente reducida. La navegacion del Ural tiene eu el dia poquh;ima importancia. E n cambio, la pesca que en él se hace durante la proxi~ midad del invierno constituye un gran elemento de riqueza para los pueblos situados en sus Ot'i!Jas. El Volg·a tiene su orígen en el lng·o Selenguer, pet·teneciente al gobierno de Tver; atl'aviesa mucha parte de la RuF>ia, pasa por Tver, Ribinsk, Iaroslav, Kostro· ma, Nijnii-Novgot·od; Simbirsk, Siratov y Astrakan, y ~esemboca en el Caspio, di· vidido en r.etenta brazos que dejan entt·e si muchas islas. Este río, el más largo, ancho y caudaloso de Europa , ·t iene 4.452 kilómetros de curso, desruTollado en una long-itud míuima de 1.855, y sa cuenca mide 13.760 miriámetros cuadrados de superficie. La navegacion del Volga se extiende desde Tver hasta Astrakan, ó sea en una longitud desal'rollada de 4.278 kilómetros, 1 y descienden por él anualmente, en el espacio de doscientos días á que su limita el tránsito, más de 5.000 embarcaciones cargadas, á más de dos grandes lineas periódicas de vapores, establecidas entre Ribinsk y Nijnii·Tovgorod y entre este pun- 1 to y Astra.kan, en cuyas inmediaciones tiene el rio unos 24 kilómetros de ancho. La pesca es en él abundantísima. El K1tma nace en uno de los montes de la Cit·casia, atraviesa el gobierno ruso del Cáucaso y parte del de A.strakan, pasa por Georgievsk y Sviatago-Kresta, y lleva sus

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---<©© ~· s_.____________________ ' __i_e_n_t_o_s__ú_t_i_le__ __o_s__<J_o__n_o_c_i_un · y~7__o_________________~ aguas al mar Caspio tras un curso de 420 kilómetros. El J'e'rrJk tiene su origen en el monte Kazbek, en los limites de la Circasia. y la Georgia; baña la Grande-Kabardah, separa la Circasia del gobierno ruso del Cáncaso, pasa por Mozdok y Kizliar, y desemboca en el golfo de Agrakhoskoi, dividido en tt·es brazos, despues de 452 kilómetros de curso. El Terók t:lS navegable en la mayor parte de su extension, pero su importancia como via de tmsporte es muy reducida, por los escasos recursos comerciales del pnis que atraviesa. Terminada esta breve reseña de los rios más notables de Europa, réstanos hacer notar á nuestros apreciables lectores que,

tomando por unidad la masa de todas las aguas corrientes de esta parte del mundo, y comparadas con ellas las de todos los ríos pertenecientes á cada u.na de las siete regiones hidrográficas que acabamos de describir, ofrecen el siguiente resultado : A la del Océano glacial. . A la del mar Báltico. . . . A la del mar Germánico .. A la del Atlántico. . . . A la del Mediterráneo. A la del mar Negro .. A la del mar Caspio. . ToTAL.

0,048 0,129 0,110 0,131 0,144 0,213 0,165 1,000

Así lo aseguran, al ménos, naturalistas y geógTafos de reconocido mérito. B. MENE¡>¡DEZ.

CONOCIMIENTOS DE BIOGUAFIA.

TIRSO DE MOLINA.

Fray Gabriel Tellez, más conocido bajo el nombre de El Maestro Tirso de Molína, que fué con el que dió al público sus obras, nació, segun las noticias más autorizadas, en Madrid hácia el año de 1585. Pasó á estudiar á la célebre universidad de Alcalá, logrando en pocos años hacer un copioso caudal de conocimientos en casi to(los los ramos del saber humano, siendo á la vez filósofo, teólogo, historiador, moralista y famosísimo poeta. Ya de alguna edad, entró en el claustro, tomando el hábito de Nuestra Señora de la Merced Calzada, que, por el manuscrito original de su comedia titulada La Santa Juana, primera parte, existente en la biblioteca del señor Duque de O:n~na, debió ser en 1613 ó antes, puea 'dicha comedia está así literalmente firmada: En Toledo, 30 de lJ:layo de 1613. -Fmy Gabriel Teltez. Fué en dicha órden Presentado y maestro de Teología, predicador de gran fama,

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cronista general, definidor de Castilla la Vieja, siendo, finalmente, en 29 de Setit:lmbre de 1645, elegido comendador del couvento de la misma órden, en Soria, punto en el que se ct·ee falleció en Febrero de 1648, de 62 ó 63 años. Tales son las breves noticias biográficas que dan los autores sobre tan insigne escritor, abandono que inspira al Sr. Mesonero Romanos en un juicioso artículo sobre Tirso los siguientes pát'rafos, que no queremos omitir, pues ellos vienen á echar alguna más luz sobre este asunto : <<Semejante injusticia, dice el Sr. Mesonero, de parte de sus contemporáneos y sucesores, con q uíen tan acreedor se hizo al aprecio nacional, no alcanzo á explicarla; pero no por eso es ménos cierta, como se convencerá el qr1e llegue á recor· rer aquellos autores (los que en >ano consultó el Sr. Mesonero) y vea en los más de ellos olvidado del todo, y en algunos ape nas indicado el nvmbre y obras del Maes · tro Tirso. »Lamentando como buen español aquel

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Los Conocimientos útiles. abandono, y deseoso de contribuir con mis débiles fuerzas á repararle, procuré buscar en el silencio de los at·chivos los materiales necesarios para formar este discurso, con la extensioo y novedad que el sugeto merecía. Pet·o fué en vano mi trabajo. Estropeados y mutilados desde la invasion francesa el a rchivo y biblioteca de los, conventos de Madrid y de Soria, no pude obtener las noticias que suponía en ellos, tanto re la ti vas á las informaciones que debieron preceder á la toma del hábito por el Padre Tcllez, como á sus posteriores dignidades en la órden. Unicamente pude averiguar que el ilustrísimo Padre Martinez , obispo que fué de Málaga en estos ú ltimos aiios, tenia escritos algu· nos cuadernos acet·ca del Padre Tellez, y acaso él recogería para este objeto todos los materiales que debían existir en la casa de Madrid: aquellos apuntes pasarían, sin duda , á la muerte del Padre hlartioez , á la subcolecturía de Espolios de Málaga, y auoq u e he procurado reclamarlos, no ha sido posible conseguirlos. Acaso ellos encierren las interesantes noticias que se echan de ménos, y por esta razon me ha parecido conveniente hacer aquí la indicacion oportuna de su existencia.» Falto de más antecedentes para escribir su biografía, dedicase dicho Sr .. Mesonero á examinar los escritos que de Tirso conocemos, lo que rápidamente haremos tarobien nosotros, pues en ellos se hallan algunas noticias que suplen en parte el silencio de los biógrafos. Los cíga1·rales de Toledo, primera parte, un tomo en 4. 0 , impreso en .Madrid en 1624. Esta obt·a es una coleccion de cuentos, novelas, algunas poesias, é interpoladas con esto las tres comedias El ve1-gonzoso en Palacio, Cómo ltan de ser los amigos y El celoso prudente. En el prólogo del libro ofrece ott·a segunda parte, que al fin no llegó á publicarse . .J)eleitar ap1·oveckando, un tomo en 4.0 , impreso en Madrid en 1635. Esta obra, como Los cigarrales, no e$ más que primet·a parte, pues á pesar de

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ofrecer en ella la segunda , ts m poco, como la de aquella , se llegó á publicar. Es, igualmente, mezcla de prosa y verso, y contiene tres novelas, tres autos, discursos, canciones y poesías.

Historia general de Nuest1·a 8eño?'a de la 1lferced, dos tomos manuscdtos, que se conservaban en el archivo del convento de la Merced en Madrid, situado, como se sabe, donde es ahora plaza del Progreso. Esta obra fué escrita por el Pa-dre Tellez como sétimo cronista de la Ól'den, hablando de la cual, el célebre maestro Fray Manuel Mariano Rivera en su llfilicia mM' cena?·ia, dice era su autor escrito?' insig -

ne , 1nuy fidedigno en su l¡,istO?·ia, de vasta literatu?·a y de ~~na continua e infatigable aplicacion á las let?·as, ti la indagacion de la ve1·dad y al trabajo de busca'rla. Genealogía del Uonde de Sástago, un tomo, impreso en Madrid en 1640. Un acto de cont,ricion, en verso, impreso en Madrid en 1630. Por fin, además de las tres comedias incluidas , coruo ya se ha dicho, en Los cigarrales, publicó el maesLro Tirso de Molina las sig·uientes : -P1·íme?'aparte, impresa en 1616, publicada por su autor. Contiene 12 comedias. 8eg1tnda pa1·te , impresa en 1616, publi· cada en Madrid por D. Ft·ancisco Lúcas Avila, sobrino de Tirso. Contiene tambbn 12 comedias y adémás 12 entr emeses y varios romances. Terce?·a pa1·te, publicada por el dicho Avila. En Tortosa, 1634. Otras 12 come- di as. Oua1·ta pa1·te, publicada por A vila. En Madrid, 1635. Otras 12 comedias. Quinta pa1·te, publicada por Avila. En Madrid, 1636. Contiene ll comedias. Aunque en el p refacio del autor que precede á esta quinta parte ofrece en bre· ve publicar la sexta, esto no llegó á veri· ficarse, imprimiéndose únicamente algunas comedias sueltas de l'as 300 que dice haber escrito, de cuyo número solo han llegado hasta nosotros 77. Estas, sinembargo,son suficientespara conservar á su autor en el alto puesto que ocupa en nuestro Parnaso, y para tener

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Los Conocimientos utíles.

siempre el respetó y cariño de los aman-¡ tes de las letras. Suyos son, entre otros infinitos, los siguientcs pasRjes, llenos de gracia, inge· nio y profundidad. Hablando de un mal cirujano, sangrador, barbero y sacamuelas~ todo en una pieza, dice: Más almas tiene en el cielo.. Que un Herodes y un Neron; Oonócenle en cada casa : Po1· donde quiera que pasa J~e llaman la Extrema- uncion.

Hablando de un hipócrita avaro, amigo de regala1·se, dice su criado: Hombre, en fin, que nos mandaba A pan y agua ayunar Los viernes , por ahorrar Lll pitanza que nos daba; Y él , comiéndose un ca pon, Quedándose con los dos Alones cabeceando, Dacia, al cielo ILirando : ¡Ay, ama, qué bueno es Dios 1

A un médico le dice su muj~r, cansada de vel'lc estudiar : Dad al diablo los Galenos. Si os han de hacer tanto daño: . ¿ Quó importa al cabo del año Veinte muertos más 6 ménos?.

Tarea larga seria la de citar· sus buenas ocurrencias, así jocosas como sérias, morales y satíricas, si bien este último pare· ce ser su género predilecto. Tirso de Molina es el autor, entre .otras, do las comedias siguientes : Palabras y

phvmas; El p1·etendie1tte al1:evés; La villana de Vallecas; El cast~qo del Penséq1te; jJfa?·i-Hernandez la gallega; Amor y celos !tacen disc1·etos; El condenado po1· desconfiado; El vergonzoso en Palacio; Por el sdtano y el to'l'no; No hay peo'r sor· do ... ; La p?'1tdencia en la mujer; La 1Jitlana de La 8agra; El amor y la .amistad; .Don Gil de las calzas 1Jerdes ; j}fa'rta la piadosa; .Desde Toledo á Jlfad1:id; Los

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balcones de jJfadrid; Ellnvrlador de 8evilla y co1tvidado de pied1·a; El infanzon de Jllescas; La !tuerta de Juan Fe'rnandez; .Ave'rigiielo Vargas; Los an~antes de Teruel; Ama1· por a1·te ma?J.M', y otras no -

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inferiores á· las que acabamos de citar. De val'ias de sus obrás se deduce qu; Tirso escribió sus comedias antes de entra¡· en el clausti'O. En Los cigarrales, im· p1·esos, como hemos dicho, en 1624, decía q ne estctban ya dadas á luz doce comedias

de las mttcltas que quie1·en ver mundo·ent?·e· t1•escientas que en cato1·ce años ha1~ dive?·tido melancolías y lwnestarlo ociosidades. Resulta, pueE~, que estas· trescientas comedias estaban ya escritas, proponiéndose irlas publicando, lo que verificó su sobrino A vil a , no olvidándose, sin em bargo, por completo de las letras profanas, pues que de religioso escribió y dió á luz las demás obras que hemos mencionado. M O RETO.

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Hé nqui uno de los -pocos escritores dra· rnáticos del siglo XVII, de quien hoy pueden darse numerosas y fidedignas noticias, gracias principalmente á su diligente colector en estos últimos años, nuestro amigo el laborioso y conocido literato don Luis Fernandez Guerra y Orbe. Don Agustín Moreto y Cavaña nació, como Lope y Calderon, en Madrid, pueblo feliz que ha tenido la.dicha de ver; ve· nir al mundo, en SG recinto, (J. muchos de nuestros mejores escritores. Corno consta de la partida de bautismo, hallada por nuestro dicho amigo el señor Fernandez Guerra, fué bautizado en la parroquia de San Ginés, el lunes santo, 9 de Abril de 1618, parroquia á que pertenecía entonces la casa en que nació este preclaro ingenio, que era la señalada con el núm. 10 antiguo, 15. moderno, manzana 296 de la calle de San Miguel, con vuelta á. la del Clavel, que hasta hace pocos años ha existido. Fue1·on sus padres Agustín Moreto y Violante Cavaña. · Pocos fueron sus;estudios en la universidad de Alcalá , pues se reducen á un año

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de súmulas, otro de lógica y otro de física, 1 recioiendo el grado de maestro en artes el 11 de Diciembre de 1639. Esto explica ver su nombre inscrito sencillamen te entre los panegirista s de Montalban, en Setiembre de dicho año; poco de::¡pues con el título de licenciado , y en A IJt·il de 1640 con el Don, privilegio de la literatura y la noble;,a. No falta q nien le hace valenciano é hijo de padres oscuros y pob:-e&, pero ya esto no merece refutacion. La partida de bautismo, que no copiamos en obsequio á la bt·evedad, lo mismo que las certificaciones de sus estudios en la univet·sidad de Alea· lá, y que los curiosos pueden hallar en el tomo donde últimament e el Sr. Guerra ha coleccionado sus come\.has, dán más que suficientes noticias para q ue ya no haya duda del pueblo de su nacimiento y otras pnrticularid atles de su primera ju ventud . Uespecto de la oscuddatl y pobrtlza de sus parlres, esto no debía ser así, pues en dicha compilacion constan con toda clarida<llas varlas fincas que el padre de nues· tro ilustre poeta pose1a en Madrid eu la citada calle de San Miguel. No falta alguno ttL!Dpoco que le hace soldado en nuestros te1·cios de Flandes, pero la exactitud de este aserto pl'obablemente cone parejas con el que le hace valenciano. Lo que parece más fu el'a de dudas es que tlesde muy jóven se dedicó á la ocupacion de escl'ibir comedias, y así permaneció por espacio de muchos añoa, logrando, á des. pecho de sus émulos y envidiosos, una re· putacion no mucho menor que la de sus "Bmigos Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderoo. Moreto, segun habían hecho otros célebres escritores de su tiempo, abrazó el estatlo eclesil1stico, fué admitido en la familia del cardenal arzobispo de Toledo, Don Daltasar de Moscoso, hijo de los condes de Altamira , y debió á este gran cariño y proteccion. Desde 1657 el arzobispo se ocupó muy especialmen te en reorganizar la het·mandad de San Pedro, llamada del Refugio, para lo que, aunque sin det¡zrminado cargo ni empleo, quiso que vivie-

raen aquel establecimi ento, agregado ya i al hospital de San Nicolás, el cdstiano, capellan y poeta, el insigne Moreto, entrando este de hern1ano en tan benéfica congregacio n el28 de Diciembre de 1659. No imitando en esto á Lope y Calderon, destle que se hizo eclesiástico abandonócasi del todo las letras, 6 al ménos no las siguió rintliendo el cult.o que estos, consagnl.ndose especialmen te á su sagrado ministerio y á l<>$- piadosos cuidados de su colegio del Refugio en la imperial ciudad de Toledo. P0r Octubre de 1669, cuando en sus ócios se hallaba escribiendo la comedia ti· tulada Santa .Rosa del Pe1·ú, le acometió la ú ltima enfermedad , haciendo testamento el dia 25 de dicho mes a~ te Cristóbal Ramirez, y del que entresacam os lo si¡;uiente: «Mando que , difunto mi cuerpo, sea se· pultado en el Pradillo del Cármen, y me ncompaiie la cruz, cura y clérigos de mi parroquia y la hermandad de San Pedro, tle adonde soy hermano, y me haga los oficios como lo acostumbra la dicha hermandad con los demás hermanos. -Mando que pagadas mis deudas y cobrado lo que me debiesen, como constará por un memorial que dejaré firmado de mi nombre y de los señores licenciado Francisco Carrasco Mario y D. Julian Moreto, mi he1·mano, si sobra re algo, se reparta entre pobres , á disposicion de mis-albacea s. - Y en el remanente de todos mis bienes, derechos y acciones, dejo y nombro por mis herederos á los dichos D. Julian Moreto, mi hermano, y licenciado Francisco Car· rasco Mario, para que ló distribuyan entre pobres á su voluntad, sin que ningun juez eclesiástico ni secular les pueda pedir ni pida cuenta de ello.» De la cláusula, que le enterrasen en el Pradillo del Oá?'men,, nQ en el de los Ahorcados, que , como los que conocen á Toledo, saben que no es una misma cosa, se ha sacado la peregrina invencion de que .lloreto fué el que asesinó á Baltasar Elisio de Medinilla, jóveo poeta que flore· ció tambien en aquel tiempo , fábula que en nuestro siglo ha dado ocasion á multi~

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tuJ de leyendas, poesías, novelas y composiciones de todo género. Moreto, decían (pues ya _este punto está completamente dilucidado), mandó que le enterrasen en el Pradillo de los Ahorca· dos, lo cual indica que quiso á su muer te imponerse esta expiacion por un delito que met·ecia pena de mne1·te. Baltasar de Medinilla mudó violentamente, no se sabe á manos de qui6n, luego Moreto le mató. Una sola cosa viene á echar por tierl'a tantas suposiciones. Metlinilla murió el año 1620 ; Moreto fué bautizado, como ya hemos visto, en Abril de 1618, problamente , días despues de su nacimiento. Mo1·eto contaba dos años de edad al tiempo de la muerte del malogrado Medinilla. Son inútiles mayores comentarios. El28 de Octubre de 1669, despues de re· cibidos los Sact·amentos, espiró, siendo enterrado al dia siguiente por órqen de los albaceas en la bóveda de la es;mela de Cdsto, de la parroquia de San Juan de dicha ciudad de Toledo. Varios son los retratos que se le atribuyen, pero todo hace creer que ninguno de ellos es verdaderamente de Moreto, inclu· so el que se halla en la embocadura del hoy llamado teatro Español, y que segun todas las probabilidades representa más bien á su amigo y albacea ·e¡ licenciaQ.o Cal'rasco Mario. No nos detendremos á hacer el análisis de sns obras. l\·[orcto se hallaba dotado ele un ingenio que se adaptaua á todos los géneros y á toda clase de situaciones y sentimientos, siendo gt·ande y elevado en El R;ioo-komln·e de Alcalá, conocedor profundo del corazon humano en El desdmt con el desden, lleno de gracia y ligereza en El lindo JJon .Die,t¡o, y siempre culto é ingenioso. Ya en su tiempo, la falta de originalidad era el principal defecto que algunos le ponian. D. Jerónimo de Cáncer, á este propósito, dice en su Vejám-en poético:

«Y en medio de este peligro reparé que D. Agustín .Moreto estaba sentado y revolvÍendo unos papeles que, á mi parecer, eran comedias antiquísimas de quien nadie se acordaba. Estaba diciendo entre sí: esta no val o nada; de aquí se puede sacar algo, mudándole algo; á este paso puede aprovechar. Enojéme de verle con aquella flema cuando todos estaban con las armas en las manos, y dijele que por qué no iba á pelear como los demás. A que me respondió: yo peleo aquí más que ninguno, p01:que aquí estoy minando al enemigo .Vuesamerced, repliqué, me parece que está buscando qué tomar de esas comedias viejas.- Eso mismo (me respondió), me obliga á decir que estoy minando al enemigo, y echélo de vet· en esta copla: Que estoy minando imagina, Cuando tú de mí te quejas; Que en estas comedias viejas He hallado una brava mina.»

Aunque no se sabe con exactitud el númel'O de las comedias que escribió, pasan de 50 las comedias que han llegado hasta nosotros. De ellas, las más conocidas, son: El

desden con el desden; JJe j1tera 1Jend1·á ... ; La misma conciencia ac1tsa; Trampa adelante; 8a1~ Ji'?·anco ele Sena; No puede se?· ...; Lo que puede la ctprension; Lafue?'za del natu?·aZ; P1·imero es la ko~ra; El cabatle1·o; Et pa1·ecido e11, Za có1·te; El 1JaZiente j1tsticie1·o; El lindo JJ. JJiego; La,s t?·avesu?·as de Pctntoj'a; La ocasion !tace al ladron; Todo es en1·edo amo?'; Los fueces ele Oastilla; La confusion de 11-n }ardi1t; Los e1tgaños de 11tn engaño y confusion 'de 1Vlt papel; El secreto ent1·e dos amigos; EZ mey'or a'migo el 'rey; Oaer para levanta?'; E?t el mayo'IJ· imposible nadie pierda la espe1·anza; La t?·aicion 1Jengacla; Yo pw 1JOS y 1JOS po?' ot1·o, muchas de las cuales se representan aun hoy con gran éxito en nuestros teatros. FRANCISCO VJLA.

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CONOCIMIENTOS VAfilOS. EL T ABACO. La importacion del tabaco en Europa no remonta á época anterior al año de i5'18. Parece que es debida á un misionet·o español , compañero de viaje de Cristóbal Colon, el cual tuvo la idea de enviar á Cárlos V grano de tabaco, despues de haber observado los efectos de embriaguez producidos en los sncerdot~s del dio.s Kiwasa por las llojas de esta planta acre y venenosa. Desde esta época data el cultivo del tabaco en Europa. El gobierno español no tardó en cultivarle en gt·ande escala en la isla de Cuba, y los portugueses imitaron este ejemplo en el Brasil. El cardenal Santa Cruz, nuncio del Papa en Portugal, importó el tabaco á Italia, lo cual dió motivo para que se llamara esta planta con el nombre de yerba de Santa Cruz. En fin, en i560, Juan Nicot, embajador de Francia en Lisboa, que había experimentado en sí mismo los efectos del polvo de tabaco contra la jaque ca, lo ofreció á la reina Catalina de Médicis, y lo hizo conocer en Francia bajo la forma de tabaco en polvo para aspil·arle por las narices. Esto fué motivo de que se dijera que el tabaco, despues de haber viajado por tierra y por mar, había entrado en Francia por la vi a de las narices. La reina Catalina y su hijo Francisco II padecían ambos de una jaqueca tenaz, de modo que el nuevo remedio obtuvo una gran acogida. Pero la historia no dice si fué eficaz. De todos modos, si en aquella época h&. curado las jaquecas, hay que convenir en que ha perdido despues mucho de su virtud. El tabaco, para tomarle por aspiracion, cundió en todas las clases de la sociedad, como todas las modas absurdas y excéntricas. Léjos de disminuir con el tiempo, su uso se extendió como una verdadera epidemia. En los reinados

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Luis Xlll y Luis XV"' :"i de etiqueto

presentarse en la córte con la tabaquera en la mano, la chorrera salpicada de tabaco, la nariz ~tascada de este polvo negro y los vestidos perfumados con su olor. Muchos médicos se pronunciaron contt·a el abuso de esta planta exótica. Fugon, que luego fué primer médico de Luis XIV, debutó con una tésis brillante contra el tabaco. Desgraciadamente esta oposicion no detuvo los progresos del mal. La religion tambien tomó parte en la cruzada, pero inútilmente. Una bula del Papa Urbano VIII excomulg aba á. todos los que tomaban tabaco en las ig lesias. Este castigo aumentaba el deseo. El sultan Mahomet IV prohibió el tabaco con pena de muerte. Un gran duque de Moscovia hacia allorcar á los que le tomaban. Un rey de Persia les cortaba la nariz. El tabaco salió victot·ioso de todas estas persecuciones, y cuando bnjo los reinados de Jacobo I de Inglatel'l'a y de Cristian IV de Dinamarca el castigo no consistla más que en multas pecuniarias, el uso del tabaco quedó como un privilegio de los ricos. Ne paró en esto. La pipa, ya en uso en toda Alemania y en los Estados del No1·te, hizo su entrada triunfal en la córte de Francia. Fué introducida por el célebre Juan Bart. El ejemplo cundió pronto, y la curiosidad venció á la primera repulsion. Luis XIV sorprendió an dia á sus hijas fumando á escondidas. El ejército de tierra recibió la pipa de manos del ejército de mar. Su uso se generalizó durante el sitio de Maestrich, y desde entonces había que ocuparse casi tanto de la provision de tabaco como de la de víveres. Se observaba que el tabaco quitaba el apetito, retardaba la digestion y se disminuían así los peligros de la escasez de víveres. Pero sobre todo servía de

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distra,.cion á los soldados y les fortalecía para ' como se duerme. Pa1·ece que el tabaco forma parte de nuestra existencia. Cuántas veces los soportar los malos ratos del vivac. pobres , teniendo que optar entre comprar pan lloy sería difícil decir por qué sefuma. Gran.h tabaco, se deciden por el tabaco l des y chicos fuman como se bebe, como se come.

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CRÓNICA. "'VIAJ(; ALnEDEl!Oll DEL MONOO.-En

el Mitlhei/un-

gen, periódico do Petermann, l\1.. E. Buen explica como sigue el itinerario más corto de un vinje alrededor del mundo y las escalas á que dá lugar. De Marsella á Alejandría, 6 días. Se puede aun econ.omizar un poco de tiempo tomando los ferro- carriles italianos hasta Brindisi, :Y dirigiéndose desde allí á Alejandría por los paquebotes italianos en 82 horas. De Alejandría á Suez, lO horas ; á. Aden, lO di as; de Punta de Gules á. Ceylan, 11 dias : en junto hasta aquí :H di as. De Ceylnn á Cale uta. , 7 dias. De Ce.Ylan parten las lineas siguientes : Ceylan-Singapore-Hongkong, en i5 dias. Ilongkong-Sangai, en 5. Jeddo, igualmente en 5 días. De Punta de Gales se vá á Melbourne, en 21 di as; á Sidney, en S; á Welliogton, en '1 . Se encuentra uno así trasportado á nuestros antípodas, ú la Nueva-Zelandia, habiéndose empleado en todo el viaje 55 dias. Desde el mes de Junio de 1866, la Panamá-Australian-Company tiene organizado un servicio bi-mensual de Nueva-Zelandia á Panamá, cuyo trayecto se efectúa en 28 días. De Colon (Panamá) á SanThomas , se invierten 5 días; de San-Thomas á Southampton, i5 , y de este último punto á Marsella, punto de partida., 48 horas. Sumando todos los dias expresados, se encuentra que el tiempo invertido en dar la vuelta al mundo, sin detenerse, es de i04 días, 6 sean 3 meses y medio: Si en lugar de seguir hasta su término el itinerario que se acaba de indicar se toma la ruta de Ceylan-Sanghai-Yokohama, y despues los paquetes de la Pacific-

Company para llegar á San Francisco de Galifornia (.20 días), y de San Francisco á Panamá (15 dins), se economizarán dos dias de via-je soJameute. l\1.. l.!ehn evalúa en f .850 thale\s (25.840 rs.) los gastos qne ocasiona este viaje hecho á gran velocidad. A>'iTEOJO sooMAIIJNo.-Se han hecho experimen· tos en el Havre con el anteojo submarino de Mr. Boissier. Con este instrumento, aplicado u! casco del Tampico, ha sido fácil ver, como al aire libre, las conchas y plantas marinas flj11s en el metal del buque. El anteojo submarino consiste sencillamente en un tubo hueco, term·inado po1· un espPjo y latera1mente por uua veatana cubierta con un cristal. Los objetos llegan, por el vidrio, á pintarse en el espejo, y el-observador, mi1·ando por el extremo que se ~1alla fJ.lera <.!el agua, los ve como si se encontrasen eu la superficie del suelo. Su~ntSTIIOS MAIIÍTI~IOS.-Segun las estadísticas publicadas por la Administracion en París, re¡,ultn que el número de buques perdidos totalmente durante los meses de Julio y Agosto último es de 236, á saber : 130 ingleses, 27 america nos, i 8 franceses , i 2 alemanes, 7 holandeses, 6 rusos, 4 noruegos y 32 de diferentes países. El número de va¡..ores perdidos ba sido de 8. El de navíos que se suponen perdidos con sus equipajes por ausencia completa de noticias es de JI. En iguales meses de Julio y Agosto de 1867 l'l número de navíos perdidos fué de 333, y en los correspondientes al año 68, 316: resulta una disminucion notable en los del corriente año.

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·coNOCIMIENTOS DE

AGRICULTURA .

·Constitucion de la propiedad.. Al tratar ele agricultura, muy contados son los autores de obras agricolas que se han ocupado de la constit1tcion de la propiedad rústica. Casi todos empiezan por enseñar el modo de conocer los terrenos, de analizar1os, enmendarlos, mejorarlos, etc., entrando despues á explicar el cultivo de las plantas cereales, leguminosas, forrajeras, árboles y demás. Esto es muy semejante á lo que he visto practicar á ciertas diputaciones p¡·ovinciales que, ganosas del fomento y desarrollo de la agricultur-a de su país, han creído que para ello era condicion indispensable, y acaso única , el establecimiento de una g1·anja modelo en la capital que, puesta bajo la dil·eccion de un profesor más especulativo que práctico, y más conocedor de los centros de recreo é instruccion de la capital que de los pueblos de la provincia, fuera como el espejo de una verdadera explotacion agricola, en el que pudieran mirarse los labradores propios y extraños. Lo primero que han hecho las cOI·poraciones mencionadas, 6 sea el Director, para establecer su granja, ha sido la eleccion de un buen trozo de terreno en 'lma pieza, no habiéndose ocurrido á ninguno hacer que el establecimiento modelo cons· tara ele sesenta ú ochenta piezas 6 ped.azos de tierra pequeños y separados por distan· cias más 6 ménos grandes y de diversas calidades. Es decir, que lo primero que se ocurre á cualquiera para establecer una g-ranja es la constitucion de la propiedad para por medio de esta llegar á la constitucion del cultivo. Así es que de algunas de estas granjas sé que llevan más de diez años funcionando, y los labradores, léjos de aprender, se

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Noviembre 21 do 1868. ~----------

rien est6lidamente de ellas, causando un mal, en vez de un bien, á la agricultura, despre&tigiando la ciencia y alejándola de las inteligencias á ella refracta l'ias. Por lo que las diputaciones han intentado ven der sus establecimientos agrícolas, no sé si por haber comprendido que no es este el verdadero camino del progreso de o uestra agricultura, 6 porque han visto que gastaban más que la gt·anja producía, sien· do los resultados diametralmente opuestos á Jos que se esperaban. Procúrese lo pr1mero de todo establecer asociaciones de labradores y propietarios que celebren una 6 dos reuniones 6 asambleas anuales, en las que se discuta la ne· cesidad de la reforma de la propiedad rústica y se haga comprender por todos esta necesidad; póngase el terrazgo de la mayoría de los labradores 6 de los de un pue· blo en cada partido judicial en las condi. ciones del de una granja modelo, y despues de hecho esto, 6 al mismo tiempo, establézcase una 6 más granjas modelos en cada provincia, dirigidas como corresponde, que de este modo dichos establecímíen tos no podrán ménos de responder á la gran mision que están llamados á realizar. Creyendo, pues, muy útil el conocimiento de la constitttcion de la propiedad en Europa, describiré lo más breve y mf'jot• que pueda esta constitucion en las naciones que por su agricultura, y nada más que por su agricultura, marchan á la cabeza de las demás, viniendo despues á ha· cer lo mismo con la de España. Conocimiento, vuelvo á repetir, muy útil en mi opinion, digno de ser tr·atado y expuesto por mejores plumas que la mia, y sin el que no es posible entrar de lleno en el de la verdadera agricultura 6 sea constitucion del cultivo. TOMO

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Los Conocimientos útiles.

Comencemos por la Inglaterra, con cuya agricultura solo puede competir la alemana. Se atribuye generalmente la superioridad ele la agricultura inglesa á la grande propiedad, y á que los señores de la nobleza, grandes propietarios, todos cuidan de sus tierras con mucho interés, siendo la mayoria conocedores de todas las ciencias de aplicacion y verdaderos sábios en la ciencia agt·ícola. No es fundada sino hasta cierto punto la opinion de q ue la prosperidad de la agricultut·a inglesa sea debida á la gran· de propiedad , pues si bien es cierto que bay grandes propietarios, tambien lo es que al lado de estos se hallan otros más modestos y en número mayor. Estos pr·opietarios de segundo órden po· seen las dos terceras partes del suelo inglés , y tienen, por lo tanto, doble importancia que los de primer órden ó de la aristocracia , que no es dueña más que de la tercera parte. Las tt·aslaciones de dominio no dejan de ser frecuentes en Inglaterra, y 00 hay más que ver sus periódicos atestados de anuncios de ventas de propiedades de 20 á 200 hectáreas, y concebidos en los si a-uientes términos: "' «Está de venta una propiedad de tantos acres de extension, arrendada á un colono, bien acomodado y de responsabilidad, con una casa cómoda Y elegante, un buen ar· royo con truchas, bosque bien provisto de caza , prados' tierras , jardín y huerta; próxima á un camino de hierro Y á una villa , en un país pintoresco, etc., etc.» En la notaría se pone de manifiesto el plano de la finca y varias vistas de la casa y sus contornos. La casa es comunmente un bonito edificio, casi siempre nuevo por lo bien conservado y perfectamente distri· buido para el objeto á que está destinado. Pasan de doscientas mil las fincas de esta clase que se hallan exparcidas por los caropos de la Inglaterra. Si bien la tierra produce mucho á costa 1 de la inteligencia y el capital, siendo las ~1 rentas crecidas, el valor de una finca se (A:,,=-._ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ - -

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calcula por lo general capitalizando la renta al 3 por lOO. El sueuo dorado de todo inglés es llegar á poseer una de estas fincas, para lo que tr.abaja y ahorra sin descanso. Si bien hay grandes propiedades perfectamente explotadas, lo general es h~llar la perfeccion y él rendimiento mayor en la mediana. y pequeua propiedad. Pero en tiéndase que esta pequeña propiedad no está ft·accionada como entre nosotros sucede , como tampoco la mediana y la grande. Y si alguna vez esta última lo está, es formando diez ó más caseríos contiguos, independientes, de terrazgo continuo, arrendados á di versos colonos, pero todos de un pt•opietario. E sta buena disposicion de la propiedad inglesa para el perfecto culLivo no se con· siguió por medios suaves, ó sean conside raciones y paliativos. Además de declarar obligatoria la permuta, nombró el gobierno, autorizado por s upue:.to, una comision para llevar á cabo el arreglo de la propiedad, y siempre que esta comision informa· baque taló cual finca de particular debía expropiarse ó venderse para el objeto, se procedía á ello. Esto parecerá atentatorio al derecho de propiedad; pero el Estado decía que entre pt·oducir y no producir no era: dudosa la eleccion . Pasemos á Francia. En esta nacion no hay tantos grandes propietal'ios como en Inglaterra, por habet· desaparecido la m ayoria con la revolncion de últimos del siglo pasado. Los que quedaron nunca fueron tan apasionados por la agricultura como siempre lo fueron los lores ingleses. S in embargo, de algunos años á esta parte, los g randes propietarios franceses van entrando por el buen camino. En Francia, pues, dominan los medianos y pequeños propietarios , y alli donde hay más de estos últimos, como sucede en el Norte y en el Bajo·Rhin, es donde más adelantada está la agl'Ícultura. En el res· to de la Francia, si bien la agricultura _prospera y ha p1·osperado bastante más que entre uosotros , no está ni con mucho á la altura de las provincias del Norte Y ele la Ing l ~.~erra, debido á que se halla ~

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bastante fraccionada y dispersa la propie- ' dad, y á que en lugar de haber procurado la unificacion con medidas radicales como las dictadas en esta última nacion, no se ha hecho más que declarar exe.ptas de tribu tos por cierto número de años las parcelas que se unan á. otras. La Alemania, y con especialidad la Prusi a, comenzó la unificacion á principios de este siglo. El gobierno, despues de ilustrar debidamente á los propietarios y la bradores, la llevó á cabo unido á estos, á lo que agregó en seg·uida, como magnífico coronamiento de edificio tan grandioso, la sábia institncion del crédito 'territorial, ó sean Bancos ng·rícolas, siendo el resultado de touo hacer que el suelo aleman, inferior con mucho al de España, sea hoy muy superior en pt·oduccion al nuestro, su agricultut·a la primua del mundo, haciendo un labrador de allí más que diez .de aqui, y sin trabajar la centésima parte re: lativamente á los productos obtenidos; y la Prusia que hace apenas dos siglos no era tan gt·ande como Portugal, ser hoy do· ble que España y acaso la nacion más sábia, más rica y más poderosa de la E uropa. En Suiza, con especialidad en el Can ton de Berna, se declaró por unaley,paraponer remedio al ft·accionamiento y dispersion de la.propiedad, que las parcelas que se unieran á otl·as no devengarían derecho alguno y estarían exentas de tributos por cierto número de años. Más esta ley no bastó ó no se adelantó lo que era necesario,, y se dictó otra ley haciendo obligatorias las permutas, con lo que la agricultura, ganadería y demás industrias han progresadQ admirablemente. Es de advertü·, sin embargo, que estas medidas se han dictado gozando estos pueblos de una gran suma de libertades políticas, económicas y religiosas, por lo que han sido fructuosas con la rapidez que se deseaba; pues es sabido que sin libertad, ni la agricultura, ni la industria, ni el comercio se desarrollan lo bastante para levantar á un Estado de su postracion. Por último, el código de Austria no consiente que el propietario tenga abandona-

das sus tierras; le obliga á cultivar 6 á 1 vender. En Bélgica el que no cultiva sus tierras es expropiado. En mucha. parte de Italia se ha llevado ya á feliz término la. unificacion de la propiedad. Para que la agricultura prospere es, pues, condicion indispensable el que la tierra esté repat·tida entre el mayor número posible de familias, y que cada una tenga el terrazgo en un pedazo ó coto 'redando cercado, y dentt·o del cercado la vivienda. E'n los paises en que el feu<lalismo ha dominado, las grandes propiedades han hecho más mal que bien á la agricultura. Los grandes propietarios de hoy, restos de aquel sistema feudal, son los que peor cuidadas tienen sus propiedades, los que ménos producen y los que en peor condicion tienen á sus colonos. Esto se comprende sabiendo que estos señores propietarios viven alejados de sus dominios, no conociéndolos más que por la reata, que ántes de llegar á sus manos pasa por las de una porcion de administradores locales, provinciales y generales, completamente ig· norantes y agenos de las cosas del campo, que se ocupan más de hacer su negocio que el del propietario y el colono, siendo este por lo g·eneral él más ignorante, y por cqnsecuencia el más esquilmado . En los países que, como la España de hoy, es este el modo de ser de la grande propiedad, salvo honrosas excepciones, se comete verdaderamente un abuso que hace que esta propiedad esté constituida de un modo anormal, que debe desaparecer como todo lo que anormalidad im· plica. Los grandes propietarios ingleses tianen, por el contrario, á. grandísima honra dirigir y administrar por si mismos sus haciendas rurales, en las que emplean mucha parte de las rentas para mejorarlas más cada dia, asi como el estado de sus colonos, contribuyendo poderosamente de este modo al progreso y crecimiento de la riqueza nacional. Los que tienen la propiedad en buenos ~

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Los Conocimien Los útiles.

terrenos cultivables la han d-ividido en pe· queiias case'r ías que arriendan, conservando para ellos una mayor, en la que practican las labores y ensayan los nuevos inventos y sistemas de cultivo que, despues de reconocidos buenos por todos y dados á conocer especialmente ~n sus frecuentes y solemnes exposiciones agrícolas, son aplicados por todos. Es altamente sensible que en nuestra Efipaiia no se haya hecho mucho de esto; pera no es tarde, y coufio se hará ahora, con tanto más motivo cuanto una córte fastuosa ha dejado de ser el pretexto para que en ella se retengan nuestros grandes propietarios. Más de un pueblo conozco de 400 6 más vecinos, cuyo término pertenece casi por entero á un solo propietario. Todo el término se cultiva, y ningun cultivador ha visto una sola vez la persona del propietario. En cambio vé con frecuencia las de dos 6 más administradores, muy entendi dos en la cobranza, eso sí~ pero que dicen no entienden nada al hablarles los colonos de apertura 6 limpieza de zanjas de desagüe, arreg·lo de caminos rurales, plantaciones de árboles, aprovechamiento de fuentes 6 arroyos, etc., etc. Y como las necesidadefl de los consumidores improductivos aumentan más en cada año, no encuentran mejor medio para satisfacerlas que cercenar las de los consumidores productivos. Resultado que el colono nun· ca es dueño de una peseta para hacer adelantos á la tierra, y que más esquilmado cada vez, concluye por arminars~ y mendigar, no faltando otro y otros que le sus· tituyan , que sufren igual suerte. Si bien la ley de desvinculacion podrá un día concluir con este abuso, su influencia se siente con tal lentitud, que apenas son notados los beneficios que de ella se esperaban, y si bien en la época que se dictó pudo creerse suficiente , hoy que en todo se marcha con más rapidez debe buscarse un medio conforme con las necesidades del dia, y que concilie en lo posible el interés del propietario con el general de la nacion. Por otra parte es bien sabi_do que tanto

la grande como la mediana y pequeña propiedad tiene sobre sí una deuda hipotecaria que la abruma, y que no puede ménos de redundar en perjuicio de la agricultura; por lo que convendría dictar una ley que facilitara todo lo posible las traslaciones de dominio, pues cuando nn propietal'io se halla empeñado y empobrecido, seria bueno para la sociedad que le fuera fácil despojarse de su propiedad, porque en sus manos ya no puede prosperar ni mejorarse. Por esto la mejor organizacion de la propiedad rural es aquella que hace aporta r á la tiet•ra el mayor número de capitales, sea porque los propietarios son más ricos relativamente á la extension de la tierra que poseen, sea porque la buena constitucion y condiciones de la propiedad les permite invertir en ella una mayor suma de su renta 6 producto limpio. Por esto el principal mal de nuestra agricultura no está en la carencia de conocimientos agrícolas por parte -de nues tros propietarios y labradores, sino en que carecen por lo general de capital de explotacion, y en que la constit ucion de la propiedad es tal, que aun aquellos que pueden aplicar á hacer mejoras una bue· na parte de sus beneficios, no pueden hacerlo & causa de aquella viciosa cons.titucion. Mal tan g·rande necesita un gran remedio, que consiste en hacer una verdadera revolucion en el modo de ser de nuestra propiedad rústica. Porque del modo que en casi toda España está constituida, no es posible marchar en agricultura por la via del progreso. La rutina, y nada más q.ue la rutina, será lo que imperará. Veámoslo, aunque no sea más que muy ligeramente. Por un lado tenemos la Extremadura en donde, por efecto de la constitucion de su propiedad y su poblacion aglomerada en grandes centros, se considera la agricultura de un modo diametralmente opuesto á como es considerada en los países que marchan en esta industria á la cabeza de los demás. En estos paises el sueño dorado de todos, desde el aristócrata hasta el último artista y j ornalero~ es el de poder lle·

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FlNDACJÓN JUANELO TURRIANO


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gar á poseer una casita en el campo con :>U terreno correspondien te para dedicar toda su vida, toda su inteligencia y todos sus ahort'o~ al trabajo de la tierra. En Extremadura, por el contrario, se consideran los trabajos del campo como una dut·a pre· cision, poco ménos que como trabajo de gen te forzatla 6 de pt·esidiarios. Las propiedades son extensas, y lamayor parte del cultivo e:¡tá dos y tres leguas distante de poblado. El labt·ador, sea ó no propietario, apenas si va una vez á presenciar las labores en las dos épocas de la siembra y recoleccion; y visto por los criados el poco apego del amo á los trabajos del campú, claro está que no lo han de tener mayor. No deja, para que el contraste y el desórden sea completo, de haber fraccionamiento y dispersion en la ~proximidad de los pueblos, lo que, unido á las extensas dehesas de las encomiendas, y las no menot·es dP. los propios de estos pueblos, hace que la constitucion de la propiedad rústica en Extremadura esté muy lejos de ser la qne Llebe para el progreso de la agricultura. El remedio lo encuentro en la unificacion de las hazas dispersas próximas á po· blado y formacion de pequeñas pPopiedades ó cotos redondos, fomentando de este modó la poblacion rural en la proximidad de los pueblos y en uu rádio de media á una legua. Este podrá ser el centro de accion de la pequeña propiedad. A continuacio.n de esta, y más lejana de esta por lo tanto, se establecería la media· na propiedad, cediéndose por el Estado, del modo más conveniente á todos, trozos continuos y de regular extension de las dehesas de encomiendas y propios á cultivadores que ofrecieran plantear el cultivo con el correspondiente capital de explota· cion. Por último, y en lo más apartado de po· blado, podria establecerse alguna que otra finca que representara el gran cultivo, pero las ménos posibles, pues no hay que olvidar que en el mediano cultivo, ósea en el1abrador que obtiene de su finca un producto neto {].e veinte ó, treinta mil rea-

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les, es donde por muehos aiios, é ínterin la poblacion de España no se duplique, hay que buscat· el progreso de la agricul·· tura. Las quince provincias comprendida& en los antiguos reinos de las Castillas y Leon, tienen un modo de sér análogo en su pro· piedad y agricultura. No hay tantas gran· des pt·opiedades como en Extremadma, y la poblacion está más repartida. El principal mal de la agl'icultura de estas provincias está en el fmccionamien· to y dispersion de la propiedad; mal que hace mayor la pobreza casi general de los peq ueiios propietarios y labradores, y el alejamiento de la tierra que predomina en los medianos y grandes propietarios. El gusto de la gran familia la tina, más apegado á la vida de ciudatlano que á la de campesino, se ha deEarrollado en esta region más que en otra alguna; y se hubiera modificado tanto aqui como en el resto de la peninsula si otro hubiera sido el sistema de enseñanza dado á los espaiioles. Si en lugar de ser todo Teología, J urispmdencia y 1\ledicina se hubiesen en· sellado las ciencias físico-matemáticas ó de aplicacion con la extension debida, hoy tendríamos industria agrícola, ó al ménos el mal del fraccionamiento y dispersion de la propiedad, siendo hoy conocido y sentido por la mayoría de la gente ilustrada, sel'ia remediado á poco que el Estado 6 la iniciativa de particulares hubiera pesado en la balanza. Afortunadame nte aquel sistema de enseñanza ha variado radicalmente, y empe· zamos á entrar en el buen camino: y lo que importa ahora es no detenerse en la propaganda tan felizmente iniciada por el Excmo. Sr. D. Ferruin Caballero, del que no soy más que uno de los últimos discipulos y correligionario s. Las Castillas y Leon deben, pues, trabajar en la unificacion de su dispersa pro· pierlad ; hacer que el propietario que tiene cuarenta ó cincuenta hectáreas divididas en ochenta ó cien pedazos separados por distancias más 6 ménos grandes, los pueda reunir, lo que se podria conseguir poP me-

dio de una ley mejor que la de 3 de J ul: : J

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~s-~_o______________~L__o_s__c__o_n_o_c__inn__i_e_n_t_o_s__ú__ti_le__s_.____________________ y formando los planos de los términos ru·

raJes como he tenido ocasion de proponer en mi obrita: «Presente y porvenir de la agricultura española.» Si tan pronto como esta operacion estuviera un poco adelantada se establecía el crédito territorial como se encuentra en los paises adelantados, bien pronto la agricultura castellana se elevaría á la aLtura que la corresponde. Las ocho provincias de Andalucía, con lig·crns diferencias entre si , adolecen del mismo mal que la Extremadura. Los g-randes cortijos, ó sea la g·rande propiednd, domiua en todo este antiguo reino. A excepcion de algunas grandes haciendas de ricos é ilustrados propietarios, en las demás adolece el cultivo de los males que dentro de sí misma lleva la grande propiedad. Antes de la reconquista de la principal parte de este reino, en el siglo XIII, por D. Fernando III, el Santo, estaba la agricultura floreciente, porque dominaba la pequeua propiedad, y toJos los campos es-

taban habitados, formando el conjunto una activa, inteligente y laboriosa pobla· cion rural. Mas con la reconquista, propietarios y propiedades desaparecieron, los caminos y canales de riego se abando· naron, y el conquistador repartió el terre· no en g·randes porciones á sus ricos-homes y á los monasterios, iglesias y catedrales que por entonces se fundaron. Para volver la agricultura de este reino antiguo al estado floreciente en que debió estar en tiempos de los árabes, y poder·apli· car los pode1·osos medios de la ciencia moderna, hay que seg-uir, aunque sea lentameo te, una marcha diametralmente opues· ta á la que se siguió cuando la reconquis· ta. Desamortizar todo lo amortizado en lotes convenientes al mediano cultivo y como he indicadÓ para la Extremadura; fomentar los riegos todo lo posible y atraer hácia este país la laboriosa poblacion del Norte de España, que emigra hoy á las Américas, asi como la de otros reinos extranjeros que con capital de explotacion quieran naturalizarse en España. (Se continuará.) AGUSTJN CAÑAS.

CONOCIMIENTOS DE HERÁLDICA. EL BLASON. La voz He~·áldica viene de He1·aldo, y esta de dos pªlabras alemanasHee?' (armado) y Ald (oficial). El heraldo es el oficial de un príncipe ó Estado sobe1·ano encarga· do de hacer cie1·tas publicaciones solemnes , ciertos mensajes importan tes. En la antigüedad e¡;a un oficial público encargado de declarar la guerra, y su persona era sagrada por el derecho de gentes. Todos los pueblos civilizados han tenido pos· teriormente sus heraldos bajo distintas de· nominaciones. En la Edad media los 'heraldos de a?''mas eran los oficiales de armas y de ceremonias. Se les clasificaba en 'l'e'!fes de a1·mas, ~·aldcs y

p111'sevantes. Los reyes de ar-

mas eran los heraldos más antiguos y los persevantes eran los aspirantes ú oficiales inferiores de aquellos. La principal obligacion de los heraldos consistía en velar por la conservacion de todo cuanto tenia relacion con el arte heráldica, arreglando los árboles genealógicos y oponiéndose á las usurpaciones de raza y líneas de los tí· tulos y blasones. Publicaban la celebracien de las fiestas, torneos y combates de las órdenes de caballería ; firmaban los carteles de desafio ; señalaban la liza ; llJl. maban á los mantenedores del combate; dividían el sol y la sombra á los mismos, y asistían á todas las ceremonias de la

córte de los príncipes. Actualmente, p.:J

FUNDACIÓ'l\' JüA~ELO

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Los Conocimientos útiles.

la val'iacion de costumbres y manera de ser de los Estados, no hay heraldos, propíamente dichos, ni M lugar á desempeñar aquellas funciones. Refiriéndonos á España, consérvanse únicamente desde muy antiguo, en la servidumbre de los reyes, funcionarios de aquella especie que se denominan reyes de ar11tas y cronistas de 8 . M. Están á su cuidado los nobiliarios y registros donde se anotan las familías nobles españolas, y son los únicos que pueden expedir certificaciones que acrediten el escudo de armas de cada una y la autorizacion para usarlo. La palabra blason se hace derivar del aleman blasen (tocar la trompa de caza), porque con el sonido de la trompa el paje ó escudero de un caballero anunciaba su llegada al torneo. Al oir esta señal, los he1·aldos salían á r econocer las armas del recien llegado, y le introducían en el palenque, proclamando en alta voz la forma y calidad de su escudo de armas, á lo cual se llamaba blasona?'. De esta funcion de los heraldos derivan algunos el nombre de a1·te lte?·áldica con que se designa comunmente el blason. El blasonó arte heráldica no parece que se remonta más allá de las Cruzadas, porque si bien antes de esta época hubo signos particulares, emblemas, divisas y adornos escogidos por los pueblos g·uerre. ros ó por los ~éroes para servirles de señal de reunion ú otro objeto en los combates, no de-ben confundirse estos signos aislados y var-iables con los signos convenidos, invariables, sujetos á reglas fijas, y sobre todo hereditarios, que constituyen el blason propiamente dicho. «El blason, dice el P. Menestrier en su obt·a tituladá El 'De?·dadero·a?·te del blason, es una especie de enciclopedia: tiene su teolog·ía, su filoso ti.a, su geografía, su jurisprudencia, su geometria, su aritmética, su historia y su gramática. La prime1·a explica-sus misterios: la segunda las propiedades de sus figuras: la tercera señala los países de donde son originarias las familias, los que habitan y los en que se han extendido sus diversas ramas: la

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las brisadas, los títulos y la colocacion de las armas en los sitios públicos con motivo de los patronatos: la quinta considera las figuras y su colocacion: la sexta examina su número: la sétima dá las razones, y la última explica todos los términos y descu· bre todos los orígenes.» Los autores que pretenden J1allar el orígen del blasonen la más remota antigüedad, auucen ejemplos de simbolos y emblemas que es curioso conocer. Colocan unos el orlgen nada ménos que en las eruces rojas en escudos blancos, que se p¡·etende llevaron San Miguel y los Arcángeles al arrojar del cielo á Lucifer y los ángeles rebelados contra Dios. Buscando un suceso terrenal, dieen otros que Adan debió llevar en memoria de su ruina un árbol con una serpiente enlazada en él. Opinan algunos escritores que los hijos de Seth, para distinguirse de los de Cain, tomaron por armas plantas y f1·utos ; y sus con tral'ios figuras de instrumentos de las artes mec.ánicas cuya profesion ejercian. Asegura un autor que un nieto de Noé, llamauo Osiris, llevó por insignia un cetro con un ojo abierto en la punta, otras veces un sol y otras una águila. En siglos posteriores se atribuye el origen del blason á los egipcios por sus gero· glíficos, y des pues á los hebreos, pues ase· guran que Josué llevaba un sol en memo· ria de haber hecho parar este astro. Se asigna tambien un escudo ó figura diforente en las banderas de cada tl'ibu de los hebreos cuando salieron de la cautividad de Faraon. Fundan otros el origen en los escudos que se dice llevaron los argonautas cuan· do marcharon á la conquista del vellocino de oro, asegurando que Jason llevaba un escudo rojo sembrado de dientes; Castor una estrella de plata en azul; Polux otra estrella en rojo; Hércules la Hidra de las siete cabezas, y asilos demás. Tambien en el distintivo de los imperios, reinos y provincias que han usado todos los conocidos, por ejemplo, los atenienses una lechuza; los babilonios una paloma en representacion de su reina Semíramis;

t::•rt~::• los~:=:=~~== una águila; los_:ipcio~:l

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L os Conocimien Los útiles. buey en memol'ia de Osiris, á. quien adoraban; los lteb1·eos una T, figura profética de la muerte de Cristo en la cruz, y así ott·os muchos. Los romanos tomaron por divisa de la república el águila que han usado todos los emperadores hasta la divjsion del imperio en Oriente y Occiden te, y des1le cuya época trae su orígen en los es· cuuos de armas el águila de dos cabezas. Finalmente., en los mismos ejércitos y legione::! romanas dicen otros que se inven La ron los blasones, pues llevando á la g;uena un escudo esculpían en él la haza· iia en que más se habían distinguido; colocando una torre el que asaltaba una for· taleza; una banda el que la ganába á su cont1·ario; un monte, un rio, etc., en memoria del sitio en que babia vencido á su enemigo. Resulta de toilo ésto que en los primeros tiempos no hubo más ley para el uso de estas insignias que la propia voluntad, y no eran hereditarias, sino que caducaban con la persona que las babia usado. No así los blasones ó a1·meriás que más tarde se adoptaron en los países civilizados; compuestos con sujecion á .reglas fijas, no solo simbolizan las virtudes, hechos exclarecidos y servicios eminentes prestados á la pátria por los individuos de una fami· lia, sino que pasan á la posteridad en sus descendientes y reflejan sobre estos la g·lo· ria de sus antepasados. Además 110 pueden alterarse las figuras y simbolos de los blasones sin autorizacion real. Muchos escritores aseguran que el primero que dictó reglas para ordenar los blasones y uió por lo mismo principio al arte heráldica, fué Enrique I, duque de Sajonia y emperador de Alemania, por los aiios de 919, con motivo de los torneos y justas que estableció para divertir á sus cortesanos y ejercitarlos en el manejo de las armas. No podían tomar parte en estas fiestas sino Jos nobles, y para ser distinguidos llevaban ciertos signos pintados en el escudo y rlesignados por el emperador. Los heraldos eran los oficiales encargarlos de examinar los títulos de nobleza de los justadores, su genealogia y divisa. Postedormente, en la época de las Cru·

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zadas en a o uellos ejé1·citos compuestos de 1 1 veinte pueblos dife1·entes, la necesidad de hacerse reconocer por sus soldados obligó á cada jefe á llevar sus insignias, y el uso de los escudos con los distintivos que á ca la cual correspondían por sus hechos, se generalizó: entonces probablemente se completaron y perfeccionaron las reglas y pt,eceptos heráldicos á que babia dado principio Enrique l . Créese que en tiempo de San Luis se estableció la trasmision hereditaria. Los ft·anceses fueron , despues de los alemanes, de los pt·ilneros que adoptaron el blason 6 inveutal'on varios de sus signos. En España estaba en uso en los primeros aiios del siglo XII. Antes de esta época los reyes de España llevaban divisas de guena; los suevos un d1·agon; los ala· nos un .fJalo; los godos una osa; los reyes de Astúrias la C?'UZ de Pelayo; los de Leon un teon; los condes de ca~ tilla' primero una c1·uz y luego un castillo, etc., etc. Expuesta con lo que precede una ligera historia del arte heráldica ó ciencia lteróica, como tambien se denomina, nos proponemos consig·nar algunas de sus reglas, explicar las significaciones de sus más principales signos, dar_ á conocer nombres técnicos que con fl·ec uencia se usan, vnlgal'izar, en fin, los conocimientos más necesarios de la heráldica pa1·a la intelig·encia de las armas, escudos y divisas que por do quiera se encuentran en edificios y obras de arte, y que en muchos otros casos conviene conocer. Y como jus· tificacion de esta conveniencia, nos viene á la idea y ocurre citar los casos recientes ocurridos en las manifestaciones del entu· siasmo popular por la caida de 1a dinastía de los reyes de España,no de la11wna1·q~tia. En el escudo de armas de España solamente hay un símbolo de la dominacion de la casa ó familia de Borbon en este país, que es el escudete central con tres flores de lis. La h·a popular debió ensañarse des truyendo este simbolo; pero como desconocía esta circunstancia, rompió la c-oro· na, signo de la monarquja , pisoteó los cuarteles de Castilla y de Leon , arrancó las bat-ras de Arag·oo , etc. Pero no es este ~

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Lo"S Cc:mocimientos útiles. el caso más curioso, sino que no disting?6iendo ele ·arma-s,- asi como se dice no disting?tiendo de colo1·es,-empezó á destruir el escudo colocado en la casa del embajador de una nacion extranjera, hecho tl'ascendental que no tuvo consecuencias porque fué reconocida la ignorancia de sus perpetradores. Aun aparte de estos casos especiales y extl'aordinarios, todo el munrlo sabe con qué frecuencia ocut'l'.e pasar por una (;asa sobre cuya entrada se alza un escudo de armas y preguntar: ¿,qúé embajadot· vive aquí? O ver en una tarjeta, sobre el nom·

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bre de una peraona unn corona dibujada, y dudar á qué clase de ti tul o ~ dignidad pertenece. O leer una divisa 6 un grito de guerra y necesitar el conocimiento de la nacion. á que pertenece ó de su historia bajo cualquier otl'o punto de vista. Habremos de limitarnos, sin embnrg·o, en este trabajo á los puntos más culminantes é indispensables; de otro mouo, se· ria necesario un volúmcn, .cuando nuestro ohjeto es exponer los conocimientos de heráldica en muy corto número de artícu· los, de los que terminarnos aq ui el primero.

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CONOCIMIENTOS DE BIOGfiAFIA. ROJAS.

D. Francisco de Rojas y Zorrilla, nació, segun la fé de bautismo últimamente encontrada, en Toledo, el 4 de Octubre de 160'7. Fueron sus padres el alférez Francisco Perez de Rojas y Doña Maria de Bosga · Ceba1los, ambos natu1·ales de la misma ciudad . Con esto han hallado sólida refutacion las opinioned que hacían á Rojas natural, seg·un unos de Maddd , segun otros de San Estéban de Gormaz . Nada se sabe de los primeros años y estudios de este autor. Es de presumir cursara carrera literaria en Toledo ó Salamanca, segun se puede infel·ir de algunas comedias suyas, pl'incipalmente de las tituladas Obligados y ofendidos, y Lo que qu,isie1·a 'l)er el m,a'rqués de Vílle1ta, en las que describe la vida estudiantil de los de Salamanca, con tales detalles y particularidades, que parecen demostrar que su autor la conoció práctica y verdaderamente. En otras de sus obras h.á.llanse motivos para sospechar que, segun la costumbre de la época y lo 1} ue había sucedido á Lo pe , Calderon, Cerva o tes y otros céle1 ~es escritores , Rojas •:~uió tambien la

carrera militar duran te algunos aiíos. Muy jóven todavía, en 1632, aiío en que .Montalban publicó su Para todos, Rojas aparece, aunque equivocadamente, colocado entre los hijos de Madrid, comopoe-

ta flo'rido, acertado y galante, como lo dicen los aplausos de las ingeniosas comedias q~te tiene esc1·itas, cuando solo contaba 25 años de edad, y Lo pe, Tit·so y Calderon brillaban en el apogeo de su fama. Un detalle queremos recordar que no deja de tener alguna significacion. A la muerte de Lope, ocurrida en 1635, hállase un soneto de Rojas, inserto en la Fama Póstuma que puhlicó Montalban, á pesar de no haber merecido á aquella más liget·a mencion en el La1trel de Apolo, donde se hallan inscritos casi todos los nombres de los poetas de la época, aun los más insignificantes. El Lawrel de Apoln se publicó en 1630, y ya entonces el nombre de Rojas debía ser bastante conocido para que Lope involuntariamente dejara de in· cluirle. En la falta de datos para conocer los sucesos de la vida de n uest!'o insigne poeta, debe apreciarse bastante la curiosa noticia que un ilustrado crítico extranjero halló en ciertos Avisos ó &laciones de aquel tiempo que, segun D. Cayetano Alberto de la Barrera, en su obra Catálogo TOMO

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~1__B_6________________L__o_s__a_o_n_o__c_ir.n__i_e_n_t_o_s__ú_t_il_e_s_.____________________ Oiblio¡práflco ?J bio,rp·á.fico del teatro antiguo espa11oZ, desde stes o?·igenes /t(J;sta nMdiados del siglo XVIII, no son los de Pellicer, sino los de Barrion uevo, y que exis....ten inéditos en nuestra biblioteca nacional. Con fecha 24 de Abril de 1638, dicen asi los citados Avisos : «Viernes sucedió la desgraciada muerte del poeta celebrado D. Francisco de Rojas, alevosamente, sin que se haya podido pe netrar la causa del homicidio, si bien el sentimiento ha sido g:eneral por su mocedad.» Despues, con la de 22 de Mayo, añade: «Ha corrido voz por la córte que la muerte sucedida en dias pasados del poeta Francisco de Rojas tuvo su origen del vejámen que se hizo en el palacio del Retiro las Carnestolendas pasadas , de donue quedaron algunos caballeros enfadados con el dicho.» Con efecto, en 20 de Febrero de 1637, no 38, en las fiestas que celebró Felipe IV en el B,uen Retiro para solemnizar la elevacion al imperio de su cuñado Fernando III, rey de Hungria y de Bohemia, aparece, segun la relacion que de dichas fiestas han dejado Leon Pinedo y otros escritores de aquel tiempo, que en la Academia btwlesca, celebrada con aquel motivo en Palacio, fuet·on jueces el Príncipe de Esquilache, D. Luis de Raro, el conde de la Mon· clova, D. Francisco de Rioja, D. Francisco de Calatayud, D. Gaspar Bonifaz, D. Luis Velez de Guevara, D. Antonio de Mendoza, presidente, Alfonso de Batres1 secretario, y .D. Francisco de .Rojas, fiscal. El Sr. La Barrera, en su citado Oatálo· go, dice que evidentemente, la noticia de la muerte, en 1638, del poeta Rojas, se re· fiere á ot?·o del mismo nombre y apeztido. Efectivamente, existieron hasta cuat?·o, pero ninguno reune las circunstancias ex·· presadas en el Aviso, y que convienen per· fectamente con nuestro autor, quien fué el autor del vejámen, el secretario de la Academia, y segun todas las probabilidades, el herido alevosamente. En lo que no se puede convenir es en su muerte á consecuencia de la acometida dicha, en 1638, pues no solo existen poe ·

sías suyas de fecha posterior, sino que las dos partes, primO?·a y seg~enr¡_a de sus comedias, publicadas por el mismo Rojas en Madrid, llevan la fecha de 1640 y de 1645, prometiendo una tercera parte que no llegó á p_u blicarse. Por lo tanto, y segun el parecer de un ilustrado biógrafo de Rojas, si no cabe duda en que nuestro poeta fué efectivamente el acometido y herido en 1638, tam· poco debe haberla en que sobrevivió á aquel lance, que acaso no tuviera la importancia que le atribuye el Aviso. En las pruebas que hizo para cruzarse de caballero de Santiago en 15 de Octubre de 1644, Rojas se hallaba á la sazonen el apogeo de su gloria. Son curiosas las siguientes noticias que, tomadas del Catálogo de dicho Sr. La Barrera, creemos oportuno copiar á continuacion. «Las pruebas se retrasaron por haberse mudado los nombrados para hacerlas y porque tuvieron contradiccion, diciéndose que el pretendiente descendía de morisco, y haberse tambien presentado un memorial por un tal Gabriel Lo pez, en quema· nifestaba que «los abuelos paternos de aquel habian sido Juan Perez de Rojas y Leonor de Ortiz, naturales de Toledo, y que el dicho abuelo fué tejedor, y vivió en la plazuela del marqués de Villena, y fué hijo de Fulano de Hojas, carpintel'O, que tuvo su tienda más de cuarenta años fron· tero de las caballerizas del conde de Fuen· salida, el cual era mulato, y comunmente le llamaban el moro, y ansimismo se lo llamaban á un biznieto suyo, llamado Bartolomé de Rojas, primo hermano del pretendiente, hijo de hermano de paJre, que habrá seis meses que murió, siendo alquilador de mulas en Toledo, y vivía en la plazue1a del conde de Fuensalida. Y la dicha Leonor Ortiz, abuela paterna del pretendiente, fué hermana de Juan de Soria Ortiz, suegro de D. Pedro Baca; y la dicha Leonor Ortiz es nieta de Rodrigo Ortiz Miscal, quemado por judaisante año 1490, y el sambenito está en Santo Tomás de Toledo.»-En semejantes términos habla de los abuelos, y algunos 1

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--@~ Los Conocimientos útiles. otros tambien depusieron en contra. »Resultó de las pruebas, que concurrían en Rojas todas las calidades que disponían los establecimientos de la Orden, ménos el que su padre, el alférez Francisco de Rojas, natural de Toledo, ejerció en la ciudad de Murcia algun tiempo el oficio de escribano del número, defecto que necesitaba dispensacion de S. M. para obtener la dicha merced. Pero el Consejo de las Ordenes dijo que el dicho alférez Francisco Perez de Rojas había servido á su Majestad en guerra viva muchos afios , así en las armadas de esta corona como en las jornadas de Inglaterra, Irlanda, islas Terceras y otras partes, como constaba de los papeles de sus servicios que se habían presentado y obran originales en los autos de las pruebas, los cuales habían parecido bastantes al Consejo para que su Majestad le hiciese merced de escribir al embajador de Roma pidiendo á Su Santidad la dispensacion que el pretendiente necesitaba. A lo cual asintió el rey en 19 de Octubre de 1645.» Lo que todavía no ha podido averiguarse es el año en que ocurriera su fallecimiento, sospechándose únicamente que vivía Rojas en 1680, fecha de la reimpresion de las dos partes de sus comedias, hecha en Madrid, y que se inserta la advertencia del autor, aunque pudo muy bien copiarse de la anterior edicion. Algunos han confundido con nuestro insigne autor á un D. F t·ancisco de Rojas y los Rios, ayuda de cámara de Felipe IV y caballero tambien del hábito de Santia· go, que parece nació en Madrid á 25 de Noviembre de 1590, y fué hijo de Hernando de Rojas, guarda-joyas de la reina Margarita, natural de San Estéban de Gormaz, y de Doña Juana de los Ríos, lo que sin duda ha dado motivo á algunos á_hacer á nuestro Rojas hijo de las citadas poblaciones. Pero este Rojas, contemporáneo y homónimo del nuestro, no aparece fuese poeta, si bien, como ya hemos indicado, no era este el solo poeta Rojas que había en aquel tiempo, de los que nada decimos porque no es ese nuestro intento. ·

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Aunque algunos han atribuido á nuestro autor hasta ocltenta obras dramáticas, entre ellas quince ó 'Veinte autos sacramentales, sin contar con las que escribió en colaboracion con Velez, Coello, Calüeron, Montalban y otros, esto no es exacto, quedando reducidas á treinta las piezas que componen su verdadero repertorio. Rojas, por su fecundidad y talento, era uno de los ingenios más populares en su ~poca , brillando en las fiestas de la galante córte de Felipe IV, al lado de Oalderon, Mendoza, Moreto, Velez, Coello, Villaizan y cuantos compartían el favor y tareas literarias del monarca. Hasta el siglo presente no volvió, desde su época, á hacerse justicia á su indudable mérito. Su estilo es siempre fácil y fluido, sus pensamientos elevados y nobles, su inspiracion casi siempre robusta y varonil. Como dice uno de nuestros más respetables literatos modernos, acaso 'ítin·

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gun d-ramático de los nuestros Ita dado pinceladas más firmes y vigo?·osas, ni Ita sabido Jn·esta1· tanta energía á los ca'l'actéres, opinion con la cual estamos enteramente conformes. Su ingenio se plegaba á toda clase de si· tuaciones y sen ti míen tos, sobresaliendo así en lo cómico como en lo trág·ico, en lo sati· rico y vulgar como en lo sério y elevado. S us comedias y dramas más celebrados y conocidos son :

.Del 'l'ey abajo ningwno y laorador más lton?·ado, (}a-reía del Castañar; Ent?·e bobos anda el j?&e,r¡o ó .Don L1¿cas del Oi!Jarral; Obligados y oje?~tdidos ,· No ltay amigo para a-migo; Oasa1·se por vengarse; Abre el ojo; .Donde ltay ag1·avios no ltay celos y anw y criado; Lo g1te son nmjeres; .Don .Diego de noclte; La t?·aiciO?~t busca el castigo; 8in ltowra 1w Itay an~tistad; Lo que quería ve?' el mOIJ•gJtés de Villena; Pe· Zigrar en los 'l'Mnedios; Los bandos de Ve· rana; No ltay pad!re siendo 'l'ey; Los áspi· des de Oleopatra; P1·imero es la honra gue el gusto; La lte!J'71UJS'lllra y la desdiclta; Nuestra 8eñO!J'a de Atoclta; La más !tiélalga lte?·mos?vra; Los t1·es 'blasones de Esp(t· ríA; El Cain de Cataluña; Tambien la afrenta es veneno.

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~~------~~----------------Los Conocimientos úLiles. ~ 188 ALARCON.

Hay autores que, llenos de mérito, no hallan, sin embargo, en este mundo el premio me¡·ecido, la fama que por sus obras debieran alcanzar. Durante su vida fué amargamente cen· surado y puesto en ridículo por escritores á quienes sus altas dotes de corazon é inteligencia parece como que les libertarían de semejantes debilidades. Hasta el gran Lo pe de Vega, que ignoraba lo que era envidia y solía prodigar elogios á escritores bastante medianos, tuvo sátiras y pullas para el pobre Alarcon. Muchas de sus obras, mientras vivió, se las atribuyeron á otros. Pocos, despues de muerto, le han apreciado en lo q_u e valia. A nuestra época se debe haber aclama· do su ménto y puesto su nombre al lado de nuestros mejores dramáticos antiguos. Pocas, desgraciadamente, son las no ticías que, merecedoras de crédito, tenemos de este autor; carencia que hemos hallado tambien con Rojas y con Tirso. Don Juan Ruiz d~ Alarcon nació en Tasco, reino de Nueva España. Se ignora quiénes fueron sus padres, aunque por el apellido debia pertenecer á ilustre familia, procedente acaso de Alarcon, pueblo de la provinC-ia de Cuenca. Tampoco se sabe la fecha de su nacimiento, aunque se cree fuera hácia el año 1590. En 1622 se le vé ya en Europa, si bien ignorándose igualmente la causa que pudo traerle á España, así como si vivió solo ó con alguno de su familia. Poco tiempo despues recibió el grado de Licenciado en leyes., dedicándose á los ne· gocios del Foro, en los que debió alcanzar alguna nombradía. En 1628 se le ve ya desempeñando una plaza de Relator en el Consejo de Indias, verificándose su muerte en 1639. Probablemente el Duque de Medina de las Torres, D. Ramiro Felipe de Guzman, individuo del Consejo, protegeria algo á nuestro poeta, pues este le dedicó sus &obras, coleccionen el dia difícil de encon· k~ .

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Estas son las noticias que ten.emos de él. Explanémoslas recordando algunos incidentes de s u vida. Si Alarcon debió á. la naturaleza una inteligencia elevada y un noble y sensible corazon, no fué dotado por ella de igual modo en dotes y prendas personales. Su cuerpo era contrahecho, y esta eh·· cunstancia acaso influyó poderosamente en el poco aprecio que se le concedió y en las burlas de que fué objeto para sus contemporáneos. Era joro bailo, y por esto, el versificador , que no poeta, D. Juan Fernandez, hizo á Alarcon la siguiente quintilla, que pronto se hizo popular entre los enemigos de nuestro autor~ Tant~F de corcova atrás Y adelante, Alarcon, tienes, Que saber es por demás, De dónde te corcovienes, O á dónde te corcovás.

Su mérito, máxime en aquel siglo en que tanto se apreciaban la poesía y los poetas, debió llamar la atencion de la córte del Buen Retiro, y el CQnde-Duque le encomendó la direccion de unas fiestas, de las que Alar con. hizo una reseña verdaderamente no muy hábil y modesta. No necesitaban más sus émulos y envidiosos. La mayor parte de los poetas de la época, sin exceptuar, por desgracia, á los principales y de más valía, se desataron contra el pobre Alarcon en epigramas é insultos. De una coleccion de décimas que circuló en aquella ocasion , copiaremos algunas que, como se verá, pertenecen á varios de nuestros principales escritores.

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De las ya fiestas Reales Sastre, y no poeta seas, Si á octavas como libreas Introduces oflciales. De agenas plumas te vales, Corneja, desmentirás La que adelante y atrás Gémina concha tuviste? Galápago siempre ftuistey galápago serás. (De D. Luis de Góngora.)

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l>edirme en tal ocasion Parecer, cosa escusada, Porque á mí todo me agrada Si no es D. Juan de Alarcon. Versos de tirela- son ; Y allí no hay que hacer espanto l:>i son centones 6 cantos; Que es tambien cosa cruel Ponelle la culpa á él De lo que la tienen tantos.

(.De Lope de Veg,a.) La relacion he leido De D. Juan H.uiz de Alarcon, Un howbre que de embrion Purece que no ha salido. Varios padres ha tenido Este poema sudado; Mas nació tan mal formado En postura, tt·aza y modo, Que en mi opinion, casi todo Parece del corcovado. (De D. Juan Perez de MontaZ/lan.) Don Cohombro de Alarcon, Un poeta entre dos platos, Cuyos versos los silbatos Temieron 1 y con razon. Escribió una relacion De las fiestas 1 que sospecho Que 1 por no ser de provecho, Le han de poner entredicho ; Porque es todo tan mal dicho Como el poeta mal hecho. (De Tirso de Afolina.) Yo vi la segunda parte De D. Miguel de Vanegas, Escrita po1· D. Talegas Por una y por otra parte. No tiene cosa con arte; Y así, no quedó obligado El señor Adelantado, Por carta tan singular. ::>ino á volverle á quitar El dinero que le ha dado. (De D. Francisco de Quevedo.)

Una de las acusaciones que le hacían era, como ha podido verse, la de plagiario, acusacion altamente injusta, pues en

sus obras es muy poco lo que debe á otros, á no ser habet• mejorado argumentos ya t1·atados y que en sus manos queuaron casi perfectos. El era mAs bien el que de robo podía quejarse, pues muchas de sus comedias, sin duda porque haciéndolas los editores de otros autores, esperaban sacar más ganaucias, fueron publicadas como de otros ingenios ue más nombradia. Bastante seria lo que {t. este propósito pudiéramos aiindir, pero dejando á parte todo lo referente á la histol'ia literaria de aquel tiempo, pondt·emos fin á estos apun· tes citando sus mas célebres comedias, que son:

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La indtMt-ria y la stu?'te; Los favores del ?nundo; Laspa1·edes oyen; El semejan· te á sí rnisnw; JJ1t{lda1·se po1· mejo-rane; :Codo es venttwa; Qu,ién engafia más á quiétt; El desdicltado en .fingí?·; No kay mal que po1· bien no venga; La c1dpa bu,sca la pe'na y el ag-ravio la venganza; Siempre a.yuda la ve1·dad; Qu,ien ntal anda, mal acaba; Los empeños de un. engaño; La amistad castigada; La ve1·dad sospeckosa; Gana1· an~igos; El Antic-risto; El te}edo1· de 8egovia (l.n y 2.n parte) ; Los peckos privilegiados; La c-rtteldad por et honor; El exámen de ma1·idos ; y La p1·ueba de Zas p'romesas.

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Mucho hubiéramos podido añadir á ser otra la índole de esta Revista y á no oponerse á ello las indicaciones de nuestro querido amigo, su ilustrado y mod~sto Director. Como ya hemos dicho al principio de estos ligeros estudios, nuestro objeto no ha sido otro que rendir un humilde tributo á tan eminentes escritores, recordan· do algunos sucesos de su vida, no tan conocida como sus admiradores deseáramos. FRANCISCO VJLA.

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VIAJES. 1 1

Una noche en las catacumbas del Nilo. Uno de los rasgos de carácter más salientes de los egipcios es su pasion por hacer excavaciones y construir bajo tierra. Estas sectas pasaban la mitad de su vida en habitaciones subt erráneas, conskuidas nominalmente para mox·uda de los difuntos, pero en realidad para uso de los vivos, que amaban el sombrío silencio y la soledad que la compañía de la momias y la perpótu-u presencia. de la muerte aseg-uraban á los 'visitantes de laB tumbas. .Así es que openas huy una montaiia, una roca 6 un precipicio en todo el valle del Nilo ó del desierto por donde corre, que no contenga hileras de gale~ rías sepulcrales más 6 ménos espaciosas, pintadas con brillantes colores y multitud de figuras simbólicas, y donde no se hallen largos corredores , escaleras sin fin, que descienden, vuelven y serpentean en las entrañas de la tierra, nichos para los ataudes, divanes escul~ pidos y decorados para los vivos, y buenas mesas colocadas á lo largo de las paredes, sobre las que se ponían los vinos, los frutos y viandas destinadas á confortar á los adoradores de Isis y de Osiris. Un día-cuenta un sábio viajero - que vagábamos por las soledades de la N ubía, nos dijeron quo había no muy léjos en el desierto una especie de ruinas, segun las llamaban en el país, sin que pudieran asegurarnos si de construccion subterránea 6 exterior. Tampoco se sabia con e;>;:actitud la di-stancia; unos pretendían que se hallaban á una hora de camino, ot1·os que á tres 6 más. Llegamos poco despues de entrada la noche al pueblo que debía ser nuestro punto de partida, y encontramos toda la poblacion dormida, 6 al ménos que parecia estarlo, á excepcion de cuatro hombres jóvenes que, cuando caminábamos trabajosamente por las calles , oímos reir y hablar en una casa medio arruinada y oscura. Kuestros criados árabes, que tenianmucha prevencion contra todos los h abitantes de las «Comarcas de negros», afirmaban que aquellos hombres debían ser asesinos, 6 por lo ménos brigantes, porque si no, no estarían levantados y reunidos cuando todas las gentes honradas se encontraban en sus camas. Pero brigantes ó no, creímos nosot1·os que mediando dinero aceptarían probablem~nte el servirnos de guias; llamamos, les hicimos conocer nuestro deseo, y el resultado

~:tiftcó lo qua Uabiamo• P"'isto. Habla la di-

flcultad de que los guias no sabían una ¡Jalabra de árabe, y de nosotros, á excepcion de un piloto ignorante, ninguno conocía la lengua de los guias; de modo que nos comunicábamos poco y mal ; pero habiendo ellos asegurado que eran capaces de conducirnos á las ruinas que buscábamos, les dimos órdcn de marchar, y les seguimos. Bien pronto dejamos detrás el pueblo y entramos en el desierto, desierto vasto, monótono, alumbrado por los rayos plateados de la luna' con montañas de arena en el medio, amasadas y moldeadas por los vientos, _rocas desnudas, ya elevadas en picos, ya cortadas por anchas hendiduras, á través de las cuales se abría paso un camino, envueltas en una oscura sombra y con inmensas bocas á derecha é izquierda de profundas cavernas. Nuestros criados, poco acostumbrados á caminar sobre arenas tan profundas 6 por rocas tan escarpadas, se cansaron bien pronto, y su fatiga tal vez les indujo á preguntarnos si teníamos preparadas nuestras armas de fuego, porque, segun ellos decían, tenian el temor de que los guias intentasen atentar á nuestras vidas, visto que reían con frecuencia y se hablaban. Nuestros fusiles, pistolas y hasta las dagas habino quedado en el pueblo, de modo que si hubiera sido la intencion de aquellos habitantes de la Nubia el atacarnos, la ocasion era excelente; pero no pensaron en semejante cosa. Pot· fin, despues de una marcha penosa de más de tres horas, nuestros guias se detuvieron al pié de una pequeña montaña diciéndonos que habíamos llegado. Como no veíamos ni columna, ni obelisco, ni muralla, ni puerta, empezamos á creer que realmente se burlaban, y les preguntamos con ira, qué significa,ba aquello. Entonces con sus picas nos enseñaron una cornisa egipcia tallada en la roca: arrodillándose en tierra separaron entre todos la arena que la cubría, y dejaron al descubierto una pequeña puerta por la cual yo me apresuré á entrar-como la divinidad egipcia-colándome en un agujero. Una vez dentro vi á la luz de mi hacha de cera una de las cosas más extrañas que jamás he observado. Puesto de pié sobre los montícu los de arena formados por el viento, tocaba casi con la cabeza al techo, que estaba formado de sé1·es animados: millares de pequeños animales, con alas delicadas, la boca abierta y bri-

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Los Conoc imient os útiles. llantos como madejas de fuego, estaban suspendidos de la roca, de la cual se destacaba n gradualment e al aproxima rse la luz y se precipitaban aturdidos en todas direcciones. Dejando á mis compañeros la tarea de abrirse á su gusto una entrada á través de las arenas, yo avancé con más curiosida d que precaucion en la caverna. Y sin embargo, la prudencia era bien necesaria , porque apenas había dado veinte pasos cuando vi abierta delante de mí una ancha fosa cuádrada , que habría sido destinada en otro tiempo para recibir las momias. Arrojé una piedra dentro, y por el ruido que hizo botando y rebotando de un lado á otro hasta llegar al fondo, calculé que esta sima no tenia ménos de setenta á ochenta piés de profundidad. Despues de haber advertido á mis amigos de este peligro, di la vuelta al pozo, y me detuve con admiracion ante la grandeza , extension y magnificencia del palacio su!,terráneo en que me hallaba, construid o por la inteligencia de los egipcios en una montaña. Despues de haber mirado alrededor mio durante algunos minutos, distinguí una abertura en la roca que conducía á una série de habitaciones situadas á un nivel más bajo, y despues de haber calculado la profundid ad, que me pareció ser de unos diez piés, apoyé las manos sobre los bordes de la abertura y salté, seguido por un torrente de murciélagos que se precipitaban sobre mi antorcha , y parecía que no tenían sino un deseo, el de apagarla , como por do lo coosiguiei•on. Trataron entonces de dar cuente de mi persona, y al bajarme para buscar la antorcha , mis dédos se encontrab an con las bocas abiertas de los que corrían por el suelo, mientras qne otros resbalaba n desde la cabeza hasta el pecho, me corrían por el cuello y por la espalda, haciéndome extremec er al contacto de su cuerpo fl'io y viscoso. En estas salas y corredores jamás había penetTado desde la creacion otra luz que la de antorchas ó bujías; reinaba. una verdadera oscuridad egipcia, oscuridad que yo sentía porque pesaba sobre mi alma y me obligaba á hacer esfuerzos extremos para coger algo visible y tangible . Cogí piedras y las lancé en diferentes direcciones, y como por más violencia con que las enviaba no chocaban contra paredes y caían siempre en un fondo arenoso;d eduje que me hallaba en medio de una vasta sala cuyo suelo podía estar horadado por pozos ú otras cavidades peligrosas. Comencé á alarmarm e de mi situacion porque no podía avanzar ni retroceder, y me puse á llamar con todas mis fuerzas á mis compañe ros, los cuales, ignorando la direccion que yo había tomado, se ¡)

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habrían internado probablemente en otras galerías. Volví otra vez á tirar piedras, que por fin dieron contra un muro, al cual me aproximé, y despues de tantear lleguó á tocarle, pero resultó ser ia cara de un gran pilar cuadrado , destinado á. sostener el peso de la montaña. Me senté en un resalto de este pilar, y me puse á reflexionar. Aunque permanec iera allí hasta el dia siguiente , mi situacion no podía mejorar; las piedras que había en el suelo e1·an demasiado blandas para poder sacar una chispa chocándolas; todos los medios de procurars e luz hablan quedado en poder de los criados árabes, los que yo me temía que, considerándome perdido, se retirarían de las catacumb as. A esta idea se apoderó de mí un espantoso terror, y levantándome dí una especie de rugido á través de la caverna. Los ecos se apoderaron de la voz, la redejaron á derecha é izquierda , despues se debilitó gradualm ente, y por fin se extinguió y murió á lo léjos. Empezaron á pasar por delante de mis ojos toda especie de visiones y fantasmas, y caí en un estupor soñoliento. No sá que tiempo trascurri ría, cuando al despertar , sobresaltado por una visioo horrorosa , me encontré delante de mí á los criados árabes con sus antorchas , admirándose de que hubie¡·a andado tao grao distancia en la oscuridad. Nos hallábamos en una inmensa ex.cavacion, cuyas paredes, pilares y nichos estaban cubiertos de imágenes ex.traüas que represent aban, por lo que pudimos conjetura r, el paso del alma de la tierra á las sombras. Bajando de entre árboles y flores por un camino difícil, el espíritu, sombrío, casi sin color, seguía á dos guías con cabezas do lobo y comparecía ante el rey de los subterrán eos, el cual pronunci aba su sentencia y le designaba una morada feliz ó dosgraciada, triste ó alegre segun la vida que habla tenido en la tierra. Si el espíritu en cuestion babia tenido una vida honrosa, era prontame n te juzgado y recibido por dos damas que le llevaban de la mano á un lugar delicioso donde abundaba todo lo que los antiguos egipcios estimaban más en el mundo: vino, frutos, dores, exquisita s viandas, bellas jóvenes bailando en círculo, cantando otras y acompañándose con harpas de oro. Alllegat• á esta recepcion el artista inventor de la alegoría se había detenido, ó porque la muerte hubiese interrump ido su obra, ó porque hubiese querido dejar á la im aginacion el cuidado de acabar la escena. En un nicho esculpido, cerca de nosotros, descubrimos un ataud pintado con colores muy vivos, con un retrato de rara belleza dibujado sobre lu tapa: tenia grand~s ojos negros, nariz

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f:9_2_________L_o_s_conocimien Los úLiles. recta, frente levantada y unos labios gruesos, propios do una ma••erlonia más bien quEide una ogipria: la barba era tambien griega , deliciasamente redondeada y colocado. sobre un cuello que seguramente no había pertenecido á un ha bit .nte del vnlle del Nilo. Nuestra primera idea fué averiguar si encontrariamos la momia dentro, y si en caso afirmativo correspondía á las .lisonjeras in<licacionos del exterior. La fulta de martillo y de escoplo para abrit· el utaud hubiera heclto difícil nuestra investí¡;Mion si los guias uo hubiesen sacado de debnjo de sus vestidos unas gruesas dag·a·s corvas, dándonos la idea de emplearlas para el objeto. Compré en el neto una de estas dag·as, que conservo, y conseguí lel'ttntar la tapa. La momia no era visible, propiamente hablando; estaba oculta por vendajes que la envolvían oblícuamente, y la cara estaba rept·esentada por una máscara de notable belleza. Alrededor del cuello tenia un collar, y sobre el pecho una cadena de oro de un trabajo exquisito, que nos atrevimos á apropiarnos. ~o éram os nosotros, sin embargo, ladrones de poca conciencia, porque despues de habernos apoderado del collar, ele la cadena y tambien de una sortija de porcelana azul, que probablemente habria llevado la dama en vida, volvimos á co~ locar la tapa y á poner el ataud en su nicho para que permaneciera allí en el silencio y la soledad , á no ser gue fuera otra vez presa de nuevos viajeros, hasta la gran resurreccion pt·ome~ida pot• Osit·is. Los egipcios, aun en los sepulcros, en donde los misterios de la vida y de la muerte están ex.trafíamente mezclados, dan á sus espidtus los atribntos mas extraordinarios. Aquí la imag·inucion de eleva al nivel de lo sublime, allá es, por decirlo así, arrastrada por el suelo de la manera más tl'ivial. Cuerpos mutilados por la guerra están apilado:; ante monarcas bárbaros; troncos decapitados yacen por el suelo, mientras que las cabezas lívidas y gesticulaotes estnn amontonadas en un rincou. Se encuentra algunas ve!!es una distribucion etnológica de las razas cuyos hechos están rept·csentados sobre los muros de las tumbas. Despues de haber examinado suficientemente todas las pinturas, el cansancio y el apetito nos h11.0 pensar en la salida. Esta resolucion era más fli.cil de tomar que de erectuar, porque eran tan numerosas las galerías, corredores y Illa::~ de habitnciones que habíamos atravesado, que es tu vimos lat·go tiempo sin hallar la ;,al ida.

Por ftn llegamos ú. la gran sala cuyo techo se elevnba en la montniiu. á mayor altura de la que alcanznba la luz de nuestras antorchas y las piedras que lanzábamos con toda la fuerza posible. Debe creerse que los egipcios hubieron de utilizar una inmensa caverna natural para formar esta cúpula que por sus dimensiones e-xcede á las mayores catedrales del mundo. Dejando de examinar muchas curiosidades e('(trañas que clebian llamar nuestra atencion, apresm•amos la marcha y bien pronto respiramos .el aiJ'C fresco del desierto. Gozamos aquí de un especttí.culo que nos asombró más que los trab11jos do 'os egipcios, In salida de la auro1·a,• que comenzaba á blanquea¡• el Oriente. Ql vidamos los peligros que habíamos corrido, olvidlunos el hambJ•e, olvidamos todo, y subimos sobre una roca próxima para asistir al espectá: culo más bello y grandioso de la naturaleza. A todo lo largo del horizonte, en la líñea de contacto aparente del límite del desierto con el ciclo, una faja brillante, que por instantes se hacia más luminosa, avanzaba en el firmamento, pasando rápidamente del blanco al amarillo, del amarillo al azafranado, de este color al rojo, del rojo al púrpura, y al poco tiempo todo el OJ'i~ote se convirtió en una gran masa de colores fantásticos 11ue se cruzaban y entrelazaban, como si todas las aut•ot·as del polo se hubieran reunido allí. No salió de nuestros lábios una palabra.. En nn ar;ombt·o silencioso que llegaba casi á la ado· rMion, árabes, nubjanos y europeos, todos contemplábamos estas seilales, p1·ecursoras del sol, cuya sublimidad es supe1·ior á toda descripcion, cuando de repente el disco del astro, más resplandeciente que el oro en fusion, y cuya claridad nos deslumbró, apareció sobre el límite del desierto, é inundó la tiet•t•a con su luz. Seria difícil imaginar un contraste más gran· de que el que experimentamos entre la estancia en las catacumbas, el olor de los murciélagos, las momias y Jos ataudes, deshaciéndose en polvo con el peso de las edades, y la brisa perfumada que sopla bo dulcemente en el valle del Nilo. Es, sin embargo, un hecho digno de notnrse, y debemos consignar. que no hay miasmas dcletéreos en las tumbas egipcias. Jaii\áS persona alguna ha sufrido ningun mal por hallet· respirado la atmósfera en que están. Yo he dormido semanas enteras en medio de ataudes que todos contenian cadáveres, y jamás he experimentado la menor indisposicion, aunque el uire parece grueso, y por causa de esto y no por otra alguua, desagradable.

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E~SEÑAi\ZA POLÍTICA.

REPÚBLICA FEDERAL.

La cuestion magna que la futura asamblea constituyente de Espnña «::sta llamada á resolver, des pues de haberse hundido por la revolucion la dinastía reinante, y haber quedado en suspenso, al ménos, la antigua monarquía, es la determinacion de lajorma de goóie?·no que ha de r egir en lo suce sivo los destinos del país. Los iniciadores de la revolucion, deliberada 6 tal vez involuntariamente, no la han presentado resuelta; los programas han consignado derechos y libertades, pero no la han prejuzgado; las juntas revolucionarias la han dejado intA.Cta. La forma de gobierno es, sin embargo, una de las primeras bases sobre que se ha de fundar el código político; la forma de gobierno ha de imprimir el verdadero carácter á la revolucion; ha de consolidar sus conquistas; ha de ser la garantía de los derechos proclamados y hoy en su mayor parte practicados; ha de cerrar, en fin, el periodo transitorio, anormal é instable porque está pasando el país y sosteniéndose milagrosamente la vida social. Mientras que en el primer periodo de la revolucion, des pues de destmir lo que existia, no se ha tratado sino de consig·nar de· rechos, de pedir libertades, de proponer reformas, todos, los que la han promovido y realizado, como los que la han aceptado, han aparecido unidos y conformes en proclamar á porfia aquellos derechos y aqueBas libertades; pero al llegar á la cuestion de la forma de gobierno que, cer rando el período revolucionario, ha de legalizar y consolidat' la situacion política provisionalmente creada, han surgido muy distintas opiniones, y se han separado en bl}.ndos contrarios los que antes marchaban confundidos en una misma igea. Si la forma de gobierno que ha de establecerse se hubiera de elegir á prio?·i entre

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Noviembre 28 de 1868.

las diversas conocidas y practicadas en otras nacioncs,ya actualmente, ya en otras épocas; si todas las opiniones que son posibles en esta dificil cuestion, y la ciencia política ensei'ia, hubie1•an de presentarse y -t ener cabida en el exámen y discusion de la prensa y de los meetings ahora, y de la asamblea constituyente despues, la tarea seria larga y difícil , la confusion grande, los partidos difet·entes, numerosos. Pero no sucede así en las circunstancias actuales; la cuestion queda reducida á estrechos límites; dadas las condiciones y carácter de la revolucion; par· tiendo de los derechos proclamados y libertades concedidas, y aceptadas las bases en que al pat·ecer están de acuerd'o todos los que en una ú otrafor· ma toman parte en el movimiento político, y en la actualidad imprimen y dirigen su marcha, las formas de gobierno no pueden ser más que dos, á saber : monarqt~tla democ?·ática 6 'rep'Úólica fede?·al. En cuanto á la pl'imera, esto e!), la monarquía, no puetle cabet· duda que ha de ser de la naturaleza que la denomiuacion que acabamos de aplicarla expresa, es de cir, democrática, porque los derechos y li· bertades de que bemos hablado, las l:>ases convenidas y aceptadas, son precisamente la expresion completa del dogma de la de'lnocracia, y por lo tanto 6 aquellas líber tades se limitan y falsean, 6 aquellas bases no han sido tan espontáneamente aceptadas como aparece y se reforman, 6 la monarq uia ha de se1·, repetimos, democrática. Y como suponemos, 6 debemos suponer en esta ocasion, que no hay sino sinceridad en los programas publicados y verdad en la un ion que los partidos han realizado para verificar la revolucion, y completo acuet·do en los autorizados manifiestos que han darlo al país, no puede caber duda, volvemos á decir, sobre este punto. TOMO

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~0---------------~---~ Q Los Conocimientos útiles. ~ 1 94 No sucede lo mismo en cuanto á la segunda forma de gobierno que hemos llamado república federal. Por qué no república simplemente, que 1uego puede establecerse segun convenga 6 la mayoria republicana opine, bajo la for•ma de república 1mita1·ia 6 república jede'J·aZ'? DiL·emos nuestra opinion: monarquía democrática y república unitaria es esencialmente un.a misma cosa; un cambio de nombre en la pl'imera autoridad de la nacion convierte una en otra forma. Verdad es qp.e la monarquía ha de ser hereditaria ó vitalicia, y que en ambos casos, pero más especialmente en el primero, se diferencia notablemente de la condicion de amovilidad que por lo co.mun.caracteriza al jefe de la república; pero aparte de esta circunstancia, cuya influencia en la paz y en la conservacion de las liberta-des, dicho sea de paso, aplican en su favor respectivamente los partidarios de una ú otra for-ma de gobierno, aparte de esta diferencia, la or·ganizacion política es la misma. Creen alg·uno~ que monarquía y democr·acia no pueden coexistir; que es absurdo por lo tanto pensar en que se constituya, y más aun que se consolide, una monarq].lia democrática ; que tal forma es ficticia, y se ha inventado simplemente para satisfacer las aspiraciones distintas de ·los p,artitlos coaligados; que ha sido necesal'ia esta f6r·.mnla para ensanchar la base y que cupiesen todos; que es, . en fin,.. una transaccion, y cada cual espera en las modificaciones que en lo sucesivo hade tener por la misma fuerza de las cosas, suponiéndolas favorables á sus opiniones y aspiraciones respectivas. Tal vez haya exactitud en este juicio, y no son poco fundados los temores que á la democracia inspira esta union híbrida, permítasenos la frase, con la monarq uia. Siguiendo el hilo de nuestra idea, in ter· rumpido por la reflexion del párrafo anterior, decimos qne la forma de gobierno en oposicion á la llamada monarquía demoCl'ática tiene que ser la república federal. No habia para qué dividirse ni luchar en bando opuesto, perturbando acaso con esta lucha la tranq uilidad y el 6rden, y aun po·

niendo en peligr·o las couquistas de la revolucion por la fuerza que con ladesunion se pierde y sus enemigos adquieren, si la cuestion babia de versar entre monarquía democrática, admitida la posibilidad de esta forma y la sinceridad de sus adeptos, y república unitaria. Sentadas las consideraciones que Ereceden, vengamos, y ya es tiempo, al objeto pdncipal del presente artículo. Sien-· do hoy la r·epública federal el desideratum de la mayoría de los .dernócratas; constituyenuo sus adeptos el partido que podemos llama~ de oposicion, puesto que el g0bierno y los oaudillos de la revolucion ·Se han declarado monárquicos ; aproximándose el gran acto. de la eleccion de diputados por el suft·agio universal, en cuyas manos va á entregar el país la trascendental cuestion de que nos ocupamos, es. importante conocer las bases que rigen la forma de gobierno llamada república fe deral 6 federativa., adquirir una idea de sus condiciones y organizacion, aunque no sea más que pm·a entender el lenguaje político que hoy á todos preocupa, para saber qué piden los republicanos, y para juzgar de la posibilidad.. de su sistema.

llede'J·acion, es decir, pacto tratado, convencion, alianza , etc., es un convenio por el cual uno 6 muchos jefes de familia, uno 6 muchos municipios, uno 6 mu.ehos grupos de pueblos 6 Estados, se obligan reciproca é igualmente los unos para con los otros , con el fin de llenar uno 6 muchos objetos particulares que desde enton.;ef: pesan sobre los delegados de la federacion de una manera especial y exclusiva (1). Jlede?·alismo es un sistema político en el cual varios Estados , cercanos los unos á los otros, ponen en comunid-ad el gobierno de ciertos intereses, particular~ mente los de la paz y la guerra, los del comercio y otros, rigiéndose cada uno por leyes propias y constituciones locales. Oonjederacion es la liga, únion, alianza ofensiva y defensiva entre dos 6 más Es(1) Prouullo ru

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tados-independientes con un objeto de interés comun. Dícese generalmente de la 1 que se efectúa entre principes soberanos. La palabra federalismo se aplica con más exactitud á la union de muchas pequeñas repúblicas que constituyen un go· bierno central á fin de obtener un poder que no conseguirían aisladamente. La reunion de todas ellas forma una república federal, de modo que, república federal 6 fede1·ativa puede definirs..: : la agrupacion d~ varios pueblos, provincias ó Estados que , teniendo cada u no su vi:.ta propia, autonómica (frase .politica que todos conocen) y sus leyes democráticas, se unen por medio de un pacto para el des~ arrollo y vigilancia de sus intereses comunes, conservando la unidad nacional para todos los efe~tos políticos y sociales. Finalmente, para acabar con las definí· oiones, con-signaremos la que con tanta concision como exactitud ha dado Mon tesq uieu, diciendo que federalismo es <<Una sociedad de sociedades.» Si se reflexiona un momento sobre el sistema político de que hablamos, se deducirá de la simple definicion de república federal que no es otra cosa sino el sistema de descentralizacion administrativa lleva· do al límite, y completado con la descentralizacion politica hasta donde lo permiten los in ter eses generales, la conserva~ cion de la unidad y la de la fuerza na• cional. Cada provincia, canton ó Estado forma un gobierno con sus leyes particulares, con su constitucion, su asamblea, sus empleados y sus jefes. La federacion 6 conjunto de Estados se rige por un código ó constitucion federal, formada por los delegados de cada Estado, en la cual se consignan las condiciones del pacto, estableciendo clara y distintamente cuáles son los intereses generales y servicios nacionales, cuáles las atribuciones que en los diferentes ramos, así políticos como de administracion y d~ justicia, quedan en poder de los Estados, y cuáles las que, por hacer relacion á los intereses de todos, corresponden á la representa· cion de la comunidad, á su agencia, pu-

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diéramos decir, 6 sea al poder central 6 federal. Este poder central, que tiene la iniciativa é intervencion en todo lo que se re· fiere á dichos in ter eses genera les y está consignado en el pacto fedet·al, puede componerse de un presidente co.n mini~te· rio, agente del poder ejecutivo, y una 6 dos cámaras que son el legisla ti ,·o, ó bien estar formado de un consejo federal can la asamblea legiillativa compuesta de los rep1·eseotantes d.e los diverso~:~ Estados. Este podet· central es, en una palabra, el mismo que existe organizado en un go· bierno constitucional 6 democrático sin otra difet·encia que In limitacion de sus facultades y atribuciones concretadas á un cierto número de asuntos de interés comun á la confederacion. El presidente con su ministerio 6 con su consejo federal equivale al monarca constitucional ó al presidente de la república unitaria; las asambleas federales á las cámat·as constitucionales. Pero al paso que en las monarquias 6 en las repúblicas unitarias el poder central ejecutivo y legislativo es único y comun para todas las provincias; absorbe la direccion de todos los intereses; unifica · y centraliza, asi la accion politica como la administrativa y judicial; tiene sus de· legados, que le representan al frente de cada circunscripcion ; iu ter viene en los actos de los municipios; vigila los intereses locales; hace, en fin, de la nacion una sola y gran familia, regida uüiformemente por leyes iguales, en la república fede· ral la necion se distribuye en varias familias, cuyos intere.::>es se clasifican en particulares y generales 6 comunes; para los particulares cada familia se organiza independientemente, establece su legislacion, su administracion, su justicia, y nombra sus agentes; para los comunes, las familias reunidas establecen una legislacion especial, constituyen un poder central, le señalan sus atribuciones y confieren facultades para dirigirlos, y los agentes de este poler limitan su accion á dichos intereses, aunque extendida á todos los Estados.

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FIDIDACJÓN JUANELO TURRIANO


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Tal es, en términos generales presentnda, la organizacion de una república federal. Para completar las nociones que de este sistema de gobierno nos proponemos adquieran aquellos lectores que lo desconozcan, concretaremos la explicacion señalando los principales intereses que se juzgan comunes á la federacion, y cuya direccion corresponde al poder central. Compete principalmente á la fedet'acion declarar la guerra y celebrar la paz con otras naciones 6 Estaclos, asi como ajustar tratados en lo tocante al comercio y á las aduanas. La organizacion del ejército feieral dcbe estar á su cargo en interés de todos; y prescindiendo en este ligero trabajo, q uc no puede contener sino indicaciones generales, de lo relativo al mantenimien· to 6 no de ejército permanente, de la obligacion da los Estados á presentar contingentes y en qué forma. y casos, la federacion se encarga de la. instruccion facultativa y milita¡· de todas las armas. La federacion mantiene representantes diplomáticos y cónsules en las naciones extranjeras, y entiende de todo lo concer· niente á las relaciones internacionales. Está á cargo del. poder central el servício de correos, la fabricacion y acuñacion de la moneda, la determinacion de los pe· sos y medidas que han de regir en toda la fi~de r acion .

Es libre el comercio interior entre cada Estado; el exterior queda sujeto á las leyes de aranceles; la administracion de las aduanas y percepcion de los derechos cor· responde al poder federal. La confederacion puede disponer á sus expensas 6 estimular por medio de subsidios las obras públicas que sean considcradas de utilidad general á todos los Estados 6 á una parte considerable del pa1::~. Corresponde asimismo al poder fe deralla conservacion de los caminos , puentcs , puertos y faros incluidos en la clasificacion de obras de interés general. El poder central ejerce por medio de tribunales de justicia la que corresponda

la constitucion federal, á las leyes federales, á las contt·ovorsias que se originen entre dos 6 más Estados, entre un Estado y ciudadanos de otro 6 entre ciudadanos de diferentes Estados. Nomb1·a todos los empleados que exigen los set·vicios puestos á su cuidado. La federacion eje1·ce tambien vigilancia sobre el cobro de las contribuciones peculiat·es á cacla Estado ; pnede tambien creerse conveniente y determinar en el pacto federal su intervencion en las leyes de imprenta y en otras que se legislen en cada Estado , pero que pueden afectar á los intereses comunes á los demás. Claro es que siendo de cargo de la federacion tantos y tnn importantes servicios, necesita un presupuesto de gastos é jn. gresos. Los ingresos se obtienen especialmente con las rentas de aduanas y de correos y con contribuciones que pagan los Estndos y fija la asamblea federal. Tales son, generalmente en las constituciones federales, las principales atribuciones que se confieren y servicios que se encat·gan al gobierno comun. Los Estados, por su parte, son seberanos en todo aquello que no ha sido limita· do por la constitncion, y ejercen los dere· chos que no han delegado al poder fedet•al. Forman en pequeño, digámoslo así, su gobierno completo. Presidente 6 gobernauor con ministerio 6 con~ejo, 6 sea poder ejecutivo; asamblea legislativa y tribuna les, 6 podeL' judicial. Todos Jos ramos de la administracion y de justicia que no están expresamente confiados al poder central por la constitucion, quedan á cargo de los Estados particulares. Por consiguiente la instruccion pública, la estadística, el fomento de las artes y de la agricultura, la organizacion de sus milicias, la construccion de obras públicas, el re, parto y cobro de contribuciones, la policía, los asuntos criminales y pleitos civiles, etc., etc., en lo que corresponde particularmente á cada. Estado, son los asun· tos que están· á cargo de su gobierno Y forman el objeto de sus leyes.

A,::__todos los casos legales que se re::~- Pue·len celebrar convenios con los otr:J

FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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Los Conocimientos úliles.

idea de la forma de gobierno defendida por uno de los partidos de la r evolucion. Acaso correspondería exponer ahora los argumentos que en pro y en contra del sistema, así en el teneno científico como en el de la práctica y en el de la historia aducen sus defensores y sus contrarios, y más particularmente aun 11plicar estas mismas consideraciones al caso especial de España. No nos consideramos con fuerza para emprender este trabajo; tal vez lo verifiquemos en otra ocasion: de todos modos, el presente articulo, ya demasiado extenso para su escaso médto, le terminaIDOS aquí.

Estados con tal que versen sobre objetos de legislacion, administracion ó justicia. Cada Estado sostiene el culto de la religion que tiene ó establece la libertad con absoluta independencia en este punto de los demás. Si se turba el órden interior de un Estado, el gobiet·no acude al poder central, el cual dispone lo conveniente requiriendo el auxilio de los demás Estados para restablecerle. Si surgen diferencias entre dos Estados, se someten al conocimiento y resolucion · de la asamblea. Con lo expuesto hemos cumplido el objeto del presente articulo, que era dar una

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CONOCll\liENTOS DE -

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CARVAJAL.

AGRICULTURA.

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Cons ti tucion ·de 1a propiedad. (Continuacion .)

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El territorio de la antigua corona de Aragon, ó sean las provincias de Aragon, Cataluña, Valencia y Murcia, es sin disputa de lo más productivo de España , y donde mejor se comprende lo mucho que vale el tiempo y el traba;jo razonado en agricultura; y Valencia y Murcia, las provin· cinsen que con más intelig-encia y provecho se benefician los campos. El trabajo y variedad de productos de los valencianos no desmerece en nada del que se observa en los paises más adelan· tados de Europa, consistiendo la diferen cia tan solo en que estos, como más entendidos en mecánica, saben y pueden aplicar mejor y con más provecho sus fuerzas y las de sus animales de labor. Así es que los españoles que quieran aprender sin necesidad de ir al extranjero mucho bueno en agricultura, y con especialidad el modo de apreciar el valor del riego, los abonos y el tiempo, no tienen más que recorrer y permanecer por algun tiempo en los campos de Valencia y Murcia.

Sin embargo, el fatal sistema del fraccionamiento y dispersion de la propiedad tambien ejerce aqui su perniciosa influen· cia; siendo esta , á nuestro entender, la principal causa de que los labradores valencianos y murcianos, á pesar· de su reconocija actividad, su incesante trabAjo y su inteligencia, no sean tan felices como debieran serlo. Parece mentira que borobres y mujeres tan activos, tan laboriosos y tan inteligentes, no salgan de una pobre medianía al cabo de cierto tiempo de afanes y desvelos. Bien merecían que sus principalespropietariosyhombresdeciencia y de dinero se ocuparan sin levantar mano de mejorar la situacion de hombres tan industriosos, predicando y verificando la unificacion de la propiedad, fomentando más los riegos, especialmente en las provincias de Alicante , Murcia y Al mería, ya fuere por medio de la construccion de nuevos pantanos, ya por la iluminacion de las aguas suuterráneas, valiéndose de los poderosos medios de que hoy

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Los Donoclmien los útiles.

dispone la ciencia y la mecánica. En las provincias de Aragon y Cataluña se halla por lo general la propiedad mejor dispuesta para el fomento de lapoblacion rural, viéndose por el campo más habitaciones en estas provincias que en las que llevo reseñadas. A este modo de ser de la propiedad arag-onesa y catalana han debido contribuir mucho sus especiales y antiguas leyes, particularmente el jite?·o de Monzon de 1585, que limita la legitima d~:: los h ijos, y el catast?·o territo· rial que existe desde 1715 y que no tienen las demás provincias de España. En la rnayoria de los términos ,ru,rales de estas provincias se encuentran _por los campos, como he dicho, habitaciones' con el nombre de masías, g1·anjas, at.gue'l'ias y to?·?·es; per~ á excepcion de estas últi· mas, por lo general próximas á las pobla· ciones, las primeras dejan mucho que de· sear como casas de labor. Pa ra que estas provincias que ya marchan, con especialidad las catalanas, por el buen camino del progreso agrícola, puedan recorrerle cun más facilidad y rapidez, hay que quitar todas las trabas que á ello se opong·an, y no cercenar las líber· tades de que pueda usar el individuo sin perjuicio de tercero. El fraccionamiento y disparsion ~e la propiedad tam bien existe, si .bien no tanto como en las Castillas, y hay por lo tanto necesidad de ilustrar y prepar ar la o_pinion pública para· recibir las ~e_yes que puedan uictarse en favor de la poblacion rural. En Navarra, y las provincias Vascongadas con especialidad, es donde en contramos el verdadero tipo de la poblacion ru¡-al en España. En estas provincias la familia labradora vive en la casa de campo con su terrazg o anejo, que por lo general le constituye un solo trozo de terreno. Con esta buena disposicion de la propiedad, todos los instantes y todos los brazos de la familia labradora se ocupan constante· mente en el trabajo de la tierra y faenas agrícolas. El labrador á todo atiende con una actividad é inteligencia especiales. Es labrador y g·anadero á la vez; es hortelano y leñnuor; es panadero, carpintero,

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carretero, calero, etc., etc. Toda la propiedad está con::;tantemente bajo su inmediata vigilancia, criados y animales de provecho y de labor; formando todo un conjunto natural y propio á la buena ex· plotacion agricola. En Astúrias y Galicia, por fin, hay abundante poblacion por los campos, pero formando pequeños grupos de casas por lo general, y no tan bien dispuestas.como en lus Vascongadas, :mnquc mucho más que en el resto ele España. E-l-terrazgo del la,bradot• está por ott·o lado excesivamente fraccionado y discontinuo, siendo la sub· clivision muyor que en ninguna -parte, á consecuencia de los foros y subforos que agobian y empobrec.e n á los labradores de estas provincias. Si en las Castillas es indispensable y urgente hacer una verdadera revolucion en la constitucion de la pt·opiedad rústica, no lo es ménos en Astúdas y Galicia es pe· cialmente. Porque el contrato del foro es una verdadera calamidad que embrolla de tal modo los dominios directo y útil, que los pleitos son infinitos é interminables, por cuya causa no hay otra provincia en España en que más trabajen los tribunales y en que más fama de pleitistas gocen ,sqs habitantes. Por otra parte , son mu·chos los consumidores irnprod uctivos que viven y vejetan en estas provincias á costa de los pt·oductores; por todo lo que , á pesar de lo mucho que se produce y se trabaja, el pais es-tá arruinado y el labrador por lo general en la miseria. Tenemos, pues, reasumic .do, que la constitucion de la propiedad rústica, base de todo progreso agl'icola, es en España, áexcepcion de las provincias Vascas, muy léjos de ser la que debe. En Astúrias y Galicia, muy fraccionada y dispersa con una legislacion embrolladísiroa que mata al labrador . En las Castillas muy fraccionada tam· bien y excesivamente dispersa y alejada de poblado, lo que hace el cultivo carísimo y escasa la produccion. En Extremadura y Andalucía el extremo contrario por lo general, 6 sea muy • aglQmerada y alejada de poblacion ,

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~-----------------------------------------------------------~ ~ Los Conocimien los útiles. 1 9~ y que imposibilita el trabajo y la produccion por lo tanto. Y en Aragon, Cataluña, Murcia y Valencia un término medio, pero sin sel"' el debido. Imitando á los países extranjeros, de que ya he hecho mÉ::rito, se ha querido en el nuestro hacer algo en el presente año respecto de la i-mportantísima cuestion de la constitucion de la propiedad rústica, á cuyo fin se dictó la ley de poblaeion rural, fecha 3 de Junio, cuyo articulo 21, el más importante pa1·a nuestro objeto, dice asi: «Los propietarios de fincas rurales en »posesion de los beneficios ele la presente »ley, que las dieren ensanche, adq uirien»do tierras colindantes por compra, per»mutacion con ott·as de su propiedad, sitas »en parajes distintos, estarán exentos del »pago del derecho ue t¡·asmision de domi>>nio é inscripcion en ambos casos durante »los plazos expresados en el art. 1-. 0» Este art. 21 es ineficaz, come igualmente el espiritu genet·al de la ley y la mayoría del resto del articulado;. y se comprende habiendo sido dicta~a por la situacion en buen hora derrocada é imperando el sistema ceo tt·alizador, dentro del ~u e no es posible hacer las cosas sino á medias. Si á esto se añade que el reglamento para el cumplimiento <le la citada ley no llegó á publicarse, se compt·enderá como en }a in tere:;an tisima cuestion de la constitucion de la propiedad rústica estamos como si ' nada se hubiera hecho hasta hoy, y por lo tanto más atrasados que el resto de EtLropa. La citada ley de 3 de Junio debe, pues, ~er anulada, y promulgarse otra á laposible brevedad y con verdadero conocímiento de las necesidades de todas y cada una de las grandes zonas agrícolas que ya dejo reseñadas. Las próximas Córtes constituyentes están llamadas á dotar al país de leyes nuevas y radicales; y no seria seguramente la ménos importante la que fijara con acierto pat•a lo futuro el modo de ser de nuestra propiedad rústica. Al dictarse leyes para constituir el país, 1 no se olvide nuestra agricultura, despre-

ciada hasta hoy por hombres y go' iernos obcecados que no parece sino haberse complacido en que en todo reinara la rutina. Las naciones todas del mundo y de todas edades nos dicen por su historia que, ínterin la agt·icultura no fué despreciada por los hombres más sábios y ricos, fueron poderosas, ilustradas, temidas y respetadas. Si quereis que nuestra pátriasea todo esto muy pronto, apresut·áos hombres de gobierno, de ciencia y de dinero á tomar en vuestras manos la azada y el arado cuando os retireis definitiva 6 tell}poralmente de los negocios; y para empezar, apresurá.os á quitar trabas á nuestra agricultura. Ved por un momento y muy por encima cómo nos la han dejado. Hoy, tanto el propietal'io como el labrador, nos f>ncontramos atados de brazos cuando deseamos aplicar á la tierra las mejot·as olvidadas, por lo sabidas, en otros países, ó las que nuestra práctica ó g énio innovador nos aconsejan. Así es que, de buen gl'ado algunos, 6 más bien todos, plantaríamos de árboles una buena parte de nuestra peor tierra, que de este modo y sin gastos daría buenos productos con el tiempo, saneando el país, haciéndole más saludable á la vez, y obligando á las lluvias á ser más modera<las y regulares y ménos fuertes los ardores del estío ; pues sabido es que á la consecucion de todo esto contribuyen los árboles muy poderosamente. Destinaríamos tambien otra parte á prados de secano 6 de riego, y las tierras arables reducidas asi á ménos producirían más con ménos gastos. Ha riamos , en fin, otras muchas cosas que los libros, los perióclicos, los experimentos de otros y nuestra sola razon ó experiencia propia nos aconsejan todos los dias. Pues bien ; hoy, y tales como están las cosas, cómo haremos todo esto? El que tiene lOO hectáreas, que en Castilla es muy general, podrá destinar 50 á bosque, por ejemplo? No, .Qle dirán á una voz todos los castellanos. Porque como estas lOO hectáreas se componen por lo ménos de doble número de tierras diseminadas por el término y mezcladas con las de los de- _

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más propietarios, de aquí el qne tendría1 mos que hacer en lugar de uu bosque ó plantío bien conservado y guardado y de una regular extension , doscientos bosqucs pequeños abiertos á todo el mundo, sin seguridad y sin resultado por lo tanto; y nadie expone así su dinero, su tiempo y su paciencia, cuyas tres cosas tendl'ia que perde1· in·emisiblemente sin haber conseguic.lo nada. E.:! cosa sabida que para producir mucho, la fertiliuad natural de la tierra es un elen10nto, pero no el principal. Se necesita, además, el trabajo del hombre, el c~nsu mo ó mercado, la inteligencia y el dme•·o : el dinero sobre todo. El alma de la ngl"icuJtu¡·a no es la tierra, como g_ene· r a.meute se cree, es el dinero. Siempre se tiene bastante tierra; nunca se tiene demasiauo dinero. Siendo este un axioma agrario, veamos lo que entre nosotros pa,a. El propietario no labrador, de.spu_es de cubiertas las atenciones de su casa con de inverpa1·te de la renta, en ltJO"ar una o . tn· la otra en mejorar un poco cada año su propiedad y las condiciones de su colo· no de modo que pueda este aumentar pro· gresivamente la produccion, ó por lo ménos no verse nunca privado de una parte como tampoco el propietario, la invierte este en compra de más tierras ó en otras cosas improductivas, como viajes al extranjero por puro lujo y gastos snpérfluos en las capitales y pueblos importantes. El labrado•· acomodado ó propietario labrador que por efecto de una buena ó regular cosec.ha y unos precios buenos en el mercado mete en su casa dos ó tres m il duros de producto limpio en un año, en lugar de destinar por lo ménos la mitad de este dinero á mejorar su propiedad y ponerla en disposicion de que produzca más cada día, y sobre todo de poner lasco· sechas de los años venideros á cubierto de las sequías ó de las pertinaces y prolong-adas lluvias, lo invierte todo en compra de más tierras, aunque estas le cuesten diez veces más de lo que valen. Ilé ahi como todos marchamos, sin noá nuestro empobrecimiento y á

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nuestra ruina segura, pues que precisa- ' mente comprendemos al revés las verdades que la economía rural enseña. Siemp1·e se tiene bastante tierra en agricultura, y '1W;nca se tiene demasiado dine'1"0. Y nosotros decimos: siem¡yre se tiene bastante dinM·o (aunque no poseamos un céntimo); n1mca se tiene demasiada tier'ra. Y estos errores económicos y cuantos cometemos, que son muchos, no desaparecerll.o intel"in no desapa1·ezca el actual modo de ser de nuestra propiedad. Otra prueba. A un propietario no labrador, por ejem4! plo, se le ocul"l'e gastat· uua parte de sus rentas en iluminar aguas par·a regar su heredad. Pero no puede hacerlo; tiene que desistü· de tan buen propósito; porque , ¿dónde va á iluminar'? ¿en cuál de los cien pedazos'? ¿cómo reg·ará los demás? ¿Pasando por encima de 500 tierras para reg-ar una de media hectárea que se halle á2.000 metros al Oriente de la ilumi· nacion, y otra al Mediodía á igualó m~· yor distancia, pasando con la reguera por encima de otras 500 tierras de otros, y lueg-o otra al Norte y otra al Poniente, y otras y otras en todas las direcciones y á. todas las distancias'? Quiet·e el propietario labrador hacer lo mismo, porque comprende lo mucho que vale el ag·ua, y que sin ella ni él-ni nadie puede asegurar el todo ó parte de las cosechas. ¿Puede hacerlo? tampoco. ¿Puede tener ganadosHampoco. ¿Y aqonos'? tam· poco. Luego sus ahorrps, sus economías, ó resultados de una buena cosecha, así como los del pt•opietario no labrador, tienen que tomar otro rumbo por necesidad y opuesto al que debe ser. Y así es como vienen unos tras otros los años de media· nas y malas cosechas, porque la tierra se cansa de dar, y como es un exceso de ella lo que cada labrador cultiva y la tiene di· semi nada , no tiene tiempo más que para araña,·la con el arado, y viene un día en que se encuentra el propietario con muchas tierras, eso si, pero sin renta, y el labrador con muchas tierras tambien, pero sin cosecha , 6 cuando más no alcanzándo· le los productos para cubrir los gastos.

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Todos los dias estamos oyendo decir á la prensa, revistas y hombres entendidos, que todo el mal de nuestra agricultura está en el deplo1·able sistema de cultivo

seguido po1· n?test?·os lab1·adores. Tendrian razon estos señores si tuviéramos y conserváramos la _propiedad dis· puesta pa1·a el buen si::tema. Pero no siendo así, faltand.J la constitucion de la propiedad, ~cómo quereis establP,cer la constitucion del cultivo~ ¿Faltando la verdadera propiedad, que es la finca rural acotada y cer·rada, ó sea coto redondo, qué q uereis que haga ni el propietario ni el labrador~¿ No es cosa sabida y corriente y sancionada por una mala práctica á que tal estado de cosas ha conducido, que el labrador de las Castillas , por ejemplo, no es dueño de su tierra más que durante el tiempo que la tiene sembrada, que se reduce cuando más á diez meses en el espacio de dos años~ y aun en estos diez me:>es ¡á cuántas intrusiones y rapiñas de merodeadores holgazanes está sujeta! Clámese contra el perjudicialísimo fraccionamiento y dispersion de la propiedad como tan sábiamente ha clamado hace años el Excmo. Sr. D. ~'ermin Caballero; que mientras esto no se haga por todos y los clamores no sean escuchados y atendidos por los propietarios y labradores, el predicar la variacion de sistema de cultivo,

saneamientos, arbolado, abonos, prados, ganados y otras mejoras, será predicar en un desierto, y perderán los predicadores lastimosamente el tiempo y la esperanza de ver realizados sus sinceros y tuenos deseos. En España está ya dicho todo respecto á agricultura , ó sea la constitucion del culti<vo , por la prensa, revistas y obras mits ó ménos extensas, tanto naciot al es como extranjeras, traducidas y por traducit·. Lo que importa hoy es tornar la cuestion por donde debe tornarse, por la unifi · cacion 6 constitucion de la propieciad rús· tica. Llevar la predicacion, la demostracion y la conviccion de esta necesidad hasta la más pequeña altlea, hasta el más escondido rincon de España; obligar á esta predicacion á todas las a u tol"idades y enseñarla en todas las escuelas, y mandar 6 recomendar que se trate en todos los puntos y centros de instruccion. Unido á esto la promulgacion de una ley sábia, seguida de un reglamento bien claro, bien estudiado y que abrace los diferentes casos, segun la diferencia de costumbres y modo de ser de la propiedad-en cada una de las tres ó cuatro grandes zonas agricolas de nuestra patria, nos pondremos en el verdadero camino en que se han colo· cado las naciones que hoy marchan al frente de la agricultura europea. AGUSTIN CAÑAS.

CONOCIMIENTOS DE HERALDICA. EL BLASON. (Continuacion.)

Los elementos que sirven para -constituir la ciencia del blason , ó dicho de otro modo, las partes distintas q ti e componen las armerias , son cuatro, á saber : 1.0 El esC'lulo. 2.0 Los esmaltes. 3. 0 Las piezas y los m1tebles. 4. 0 Los adornos. Vamos á describir ligeramente cada una de estas partes.

El escuáo, que se llama tambienfon-do 6 ca·mpo, es el espacio donde se colocan las piezas y figuras heráldicas y en el que se hacen las .p articiones y reparticiones. ' En un principio la forma del escudo fué caprichosa, y se denominaba, segun era esta, pa'l)és, adarga, broquel, tarja, rodela, etc. Despues cada nacion empleó una TOMO

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forma determinada. La más usada, y que los heraldos han adoptado por ser más conveniente para la colocacion de las figu· ras y ~us particiones, es la de un rectángulo, teniendo seis partes de longitud 6 altura y cinco de ancho. Deben <listinguirse tres partes ó porciones iguales, separadas por tres líneas ho· rizon tales, á saber : la superior ó el fefe, la del medio ó el cent?·o y la inferior ó la ¡ntnta. El lado superior se llama lado del .fefe; el inferior se forma redondeando los {tngulos con dos arcos de círculo y prolong·ando el centro en una punta que le dá más belleza y se llama ba1·ba 6 pztnta; los otros rlos lados se llamanjlcmcos diest?'O y siniest1·o, correspondiendo inversameo te á los lados de la persona que mira al escudo. Los ángulos superiores se llaman cantan diest1·o y cantan süúest1·o del f efe, y los inferiores cantan diest1·o y siniest?·o de la p1tnta. La superficie del escu· do, ósea el espacio que cierran las líneas, es lo que se llama campo. El escudo puede se1· lleno 6 pa'rtido. Se dice lleno cuando su campo no está dividido en partes distintas y es de un solo y mismo esmalte, y partido cuando está dividido por lineas en partes diferentes. Las pa1·ticiones ó secciones separadas con líneas que aparecen en él como independientes unas de otras, tienen su origen en los golpes que se daban con la espada, y que nl pararse con el escudo quedaban en él señalados y se miraban como signos ele honor y valentía. Las particiones pueden ser de tres especies : 1.n Por partes iguales. 2. a Por partes iniguales. Y 3. a Por. cuarte· les. Cada una de estas especies dá lugar á un cierto número de maneras de hacer la di viswn, y cada una de estas últimas tiene su nombre especial; citaremos solamente las más principales. Cuando está di"·idi<lo en partes iguales, puede ser par· tido por medio ele una línea vertical que pasa por el centro; cortado, cuando la linea divisoria es horizontal; troncltado , cuando la línea es diagonal desde el ~n­ g·ulo diestro del jefe al siniestro ele la pun· ta; tajado, cuando la diag·onal es. en sen ti· do in vet·so; terciado, cu.and0J pcr medio de

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Los Conocimientos útiles.

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dos líneas paralelas queda el campo dividí· do en tres po1·ciones iguales. En este último ~.:aso, si las líneas son verticaleil, queda terciado en )Jalo; si horizontales, te1·ciado enfaja; si diagonales desde ellaJ}o diestro del jefe, te1·ciaclo en, banda, y si al contrario, te1·ciado en ba'l'Nt. El escudo puede ser tam bien c1ta1·telado, que es cuando resulta <liviclido en cuatro partes: si la di vision re· sulta <lel partido y cO?·tado, se dice cua?·teZado en c1·uz; si del t?·oncltado y tajado,. cuartelado en aspa. En fin , si el escudo es á la vez partido, col!tado, tronchado y tajado, resulta dividido en ocho triángulos y se llama gi'l·oneado. Los escudos por czvarteZes son aquellos en cuyas particiones se ostentan otras tan· tas armas distintas que expresan los diferentes dominios de un soberano 6 de una persona, los enlat:es exclarecidos de una familia, los derechos de patronato, etc. Se cuentan de muchas clases, entre ellas 1 ele sobe,rania, de alianzas, de d01ninio, ele-pa· tronato, de sucesion, de dignidad, etc. Los nombres mismos, indicando la significadon que tienen, nos evita el describir particularmente cada clase. Los esmaltes son los metales 1 colores y pieles ó forros que sit~en para caracteriza¡· el campo del escudo. Los metales en armería son dos; el oro y la pl!üa. Los colores cinco, que son : el azul ; el encarnado, que en términos ele heráldica se llama gtvles; el verde, sinople; el viole· . ta, pt~?']JU?'a; el negro, sable. A cada uno de estos colores han aplicado los antiguos heraldos distinciones particulares, ha Han· do en las virtudes, en los planetas, en los signos del zodiaco, en los días de ll:!o serna· na., etc., una acepcion adecuada á sus cuali<lades. Para dar una idea de estas caprichosas invenciones, citaremos un solo ejemplo. El oro simboliza, de los planetas, el sol,· de los signos del zodiaco, elleon; de los elementos, el jttego; de los clias de la semana, el .Domingo; de los· meses del año, J1tlio; de las piedras preciosas, el carbunclo; de las virtudes, la teologal caridad, y de las calidades m undana·s , la rig1te· ~)

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za, la nobleza, el pode'r y la elocuencia.

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motas negras en forma de colitas sobre En cuanto al origen del uso de los me- fondo blanco, y aunqne pocas veces, suele tales y colo¡·es en el blason, no se sabe invertii·se este dibujo y hace•· las colas nada de cierto. blancas sobre fondo negro, resultando enPor qué se llama gules al encarnado, too ces el forro que se llama cont?·a·a?·mi· sinople al verde, sable al negro? Creemos ño. El primer dibujo no re¡)l'esen ta o~•·a curioso decir dos palabras acérca de la cosa quE! las pieles del armiuo, animal etimología de estos nomb•·es. que, como todos saben, es extremadaGules puede derivarse de la palabra he· mente blanco con la cola negt·a. Unidas bren Gtti?td por el color rojo; de la árabe muchas pieles de este pequeiío animal G~tl, con que nombran la rosa; de una pm·a fo•·mar un manto ó pabellon, resulta planta llamada G~tles, que los persas y la fig•ura que el citado dibujo representa. árabe¡i usan para dar color á sus comidas. Significan los armiños p111J'eza Y.fidelidad. Creen algunos hallar su origen en el nomLos 'l)e?·os, cuyo origen es de la oosbre de unas pieles rojt>.s, y otros lo deritumbre antigua de forrar el ropnje de los van de que cuando las fieras destrozan la grandes seilores con las pieles de los anipresa tienen teilidas de sangt•e sus golas. males de este nombre, que se encuentran Sinople, nombre dado al vertle; dicen en Africa, y son blancos por el vientre y que p1·oviene de una greda ó sustancia azulados 6 cenicientos por el lomo, apare· mineral que sirve para tinte verde en Placenen los escudos como una especie de fagonia, en nua ciudad llamada Sinópocampanas azules y blancas, opuesta la lis, palaLra esta última que con poca base de la figura del metal á la base de la corrupcion se convierte en sinople. figura del colo'r. Cuando en estas figuras Sable viene de las pieles de Martas ze- las bases de las del 1netal están contra las belinas, llamadas en aleman zables. bases del metal y las del colo?' contra las Los metales y colores de los escudos no del colo1·; se llaman cont?'a'l)e?·os. Aun hay aparecerían cuando estos se presentan otras combinaciones de estas campanas, grabados ó litografiados en · negro, sino que omitimos por ménos usadas. solamente cuando se dibujaran en láminas Pasemos á la tercera parte de las me.nde color. Para salvar esta dificultad, se ha cionadas al comenzar este artículo, que conveniuo en representarlos del modo sicomprende las llamadas piezas y 'muebles. guiente, que es importante conocer. El Up gran número de piezas llamadas hooro, que en los dibujos de colores se exnorables ú honorificas, y tambien.figw·as presa con el amarillo, se representa en lip1·opias, pueden distinguir el campo del tografía llenando el espacio 6 fondo blanescudo : cita1·emos solamente algunas de co del papel ó tabla con puntitos negros; las principales: el jefe ój1·ente, que es la la plata, que se representa con color blan- parte ó zona superior del escuuo de que ya co, dejando en blanco dicho fondo; el hemos hablarlo; el palo, banda colocada gules, rayando el fondo con líneas vertíverticalmente por el centro del escudo que 'cales; el azul, con líneas horizontales; el simboliza la lanza del caballero; la faja, sinople, con diagonales de derecha á iz- banda horizontal que simboliza el ceiiidor quierda; el púrpura, de izquierda á dere6 faja que los caballeros llevaban sujeta á cha, y el sable con líneas verticales y ho- la cintura sobre la coraza; la C'i'UZ formarizontales. da con el palo y la faja, que es emblema d~! Para concluir con lo relativo á. los esla espada; la banda que se coloca en diagomaltes, nos queda decir dos palabras de nal desde el ángulo derecho superior al iz· las pieles ó forros. Usanse comunmente quierdo inferior, y figura la que los cabados pieles para los mantos, manteletes y lleros usaban por divisa ó llevaban por otros adornos que aumentan la grandeza _ . prenda de amor y colores de su prometida; y ostentacion del escudo, que son el ar1nila bM?·a colocada en la direccion de la otra ño y el veros. El a.rmiiío se representa con 1 diagonal sirve de scilal para los hijos

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bastardos reconocidos; el aspa compuesta de la banda y la barra ; el escttdete , pequeño escudo que se coloca en el centro de otro escudo, y otras muchas , que figuran orlas, triángulos, rombos, anillos, tablero de damas, etc., etc. , cuya des cripcion seria muy extensa. Da.jo el nombr() de m1tebles se comprenden todas las fig'ltras natwrales, artificiales ó q1timrh·icas que apat·ecen dibujadas en los escudos, simbolizandfl con ellas virtudes , hechos guerreros, dominios, alianzas de familia, etc. Las figuras natu?·ales usadas ea el blason son figuras humanas, de animales, de plantas, de astros, de meteoros y de los llamados elementos. Las figuras artificiales reciben este nombre porque son sacadas de los instrumentos de que se valen las artes ó de las obras y artefactos que con ellas se ejecu-

tan. Sean, por ejemplo, martillos, llaves, anclas, puentes, castillos, etc. Las figuras quiméricas se llaman así porque representan objetos que no han existitlo jamás, como el centauro, la sirena, etc. No es posiblé que en reducido espacio describamos todas las figuras que corresponden á las clases anteriores y se usan en el blnson, po1·q ue la ciencia heróica se vale pa1·a fot·ma•· los misteriosos atributos que se dibujan en los escudos de cuantos objetos hay en la naturaleza, en el cielo, en la tierra, en las artes y en la fantasía de los hombr es , y resulta un número tal que alargaría inmensamente este trabajo; pero es importante, ó pot· lo ménos muy curioso, conocet· la desci'Ípcion de algunas de las más notables figuras heráldicas con su significacion y att·ibutos, y esto es lo que vamos á hacer en otro articulo. D.

ESTUDIOS FINANCIEROS.

LA NUEVA CONTRIBUCION.

Juzgamos de utilidad para nuestros -lectores, y de sumo interés en las actuales cir· cunstancias, el conocimiento de las cuestiones económicas prácticas que nacen del nuevo estado politico del país. Entre ellas, la que hoy llama particularmente la atencion, es la contribucion nueva que en reemplazo de la de consumos se vá á establecer. El siguiente documento que insertamos condensa de un modo claro y razonado el exámen de la cuestion, y nos parece muy á propósito para su estudio y conocimiento. Dictámen de la l1bmision de la Sociedad econón1ica matritense encargada de informar acerca de la proposicion presentada para estudiar la nueva contribucion que ha sustituido á. la de consumos.

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Los que suscriben , honrados por eL Sr. Di-

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mat· acerca do la propdsicion del Sr. Galofi'e¡ sobre las ventajas 6 inconvenientes de la contribucion personal directa que ha sustituido a la de consumos, han examinado la cuestion con la rn&durez que consentía la perentoriedad del tiempo en que han debido emitir su dictámen, y van á decir lo que opinan, segun su leal saber y entender. El dictárnen habrá de dividirse en cuatro partes, division que resulta de la naturaleza misma del asunto : 1." Examinar los vicios económicos de la contribucion de consumos y de sus funestas consecuencias prácticas, siquiera no sea más que rápidamente, y como medio de comparar lo que se va con lo que aparece; 2." Carácter y tendencias del nuevo impuesto personal directo ;

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---------@© Los Conocimientos útiles. S." Dada una buena solucion económica en cuanto al principio en que descansa esta contribucion, examinar los inconvenientes de su aplicacion tal como ha sido decretada; y 4 • Qué medios existen de hacer fecunda, práctica y aceptable lo. nueva imposícion. Este último té•· mino de nuestro informe , si bien no se halla textualmente comp~endido en la proposicion que se nos encarga examinar , es sin embargo un corolario en nuest•·a opínion indispensable 1 puesto que de él se ha de deducít· sí lo que en un concepto ofrece inconvenientes y faltas de eq uídad en la aplicacion , mejorada esta, se atl rmn la excelencia del principio él tiene que relegarse al terreno. de las utopías.

CuesnoN 1.1).-La contribucion de consumos. No necesitamos recordar á la Sociedad que el vicio orgánico fundamental de la contribucion de consumos, vicio que se extiende, tanto á la esfera económica como á la demogra1ic11 y á la moral, consiste en que se pago. , no con a1·reglc á lo que se tiene, sino de lo qu.e se necesita; es pues mucho más gravosa, no ya relativamente, sino en absoluto, pam el que tiene pocos medios y mucbas necesidades, que para quien tiene lí... mitauas atenciones y sobrados recursos. En el ót·den económico, ataca á la produccion y á la libLtndancia; encareciendo el salario del obrero, primet·o y fundamental elemento de la agricuitura y de la industria, eleva por consecuencia los mismos at·tículos de primera necesidad, sobre que recae como una doble maza, aplastando pt·iwero la raíz y luego el frut() del árbol del trabajo. En el mismo órden económico, la percepeion de los consumos se opone á la libre circulacion y al cambio, segunda y fecunda esfera de accion de la riqueza una vez producida; limita la produccíon y obliga á mantener un considerable número de guardas é interventores, económicamente improductivos, verdaderos parásitos de la socieuad. Considerada bajo su aspecto moral, crea un delito artificial llamado contrabando, que , no

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por ser creacion peculiar del sistema, prot1 uce méuos inmoralidad, impcp¡iendo otra cootribucion, que no se ve 1 á los consumidores , sosteniendo la guerra civil pet·maneute y llenando las cárceles y presidios de desgraciados á quienes el Estado tiene que mantonet·, cuando sin la existencia de los consumos, los lluwudos vulgarmente matuteros, set·iao probablemente ciuaadaoos honrados y trabajadores útiles. No por méoos conocidos son menores, sino mucho más graves todavía, los estragos d,e la contribucion de consumos en el ót·deo demográfico. Franklin ha dicho, con mucha vet·dad, que los límites de la poblacion se fijan po•· la cantidad de hombres que la j¡,ierra puede mantener; y esta proposicion habia sido presentida por el buen sentido popular, que dice: «allí donde existe un pan, aparece un hombre," hecho que la ciencia demográfica formula así: "La poblacion media so proporciona á las subsistencias.>> Luego todo ataque á estas subsistencias, toda elevacíon de su precio, limita s u abundancia y ataca á la sociedad en su primera base , en la vida de los individuos quo la componen, por tres caminos : t.() Restringiendo la fecundidad, primer efecto de la escasez de las subsistencias; 2: Acortando el término medio de 111. vida y agotando lo mejor de las fuerzas del hombre en roan· tener la numerosa prole que exije la reprodnccion humana cuando es bt·eve el período de la 'lída media; s: Produciendo una poblacion poco vigorosa para el trabajo, abrumada por la miseria y por las enfermedades. Es un hecho constantemente observado que la subida del tt·igo aumenta la mortalidad; en 1846 y 1841, época dosastrosa escrita con caractéres fúnebres en la historia contemporánea, sólo la enfermedad de un tubérculo alimenti cio arrebató dos millones de habitantes á la Irlanda, á pesar de prestarle sus cuantiosos auxilios la opulento. Inglaterra. Y es de notar que las defunciones producidas directamente por el hambre material son- rarísimas; pero esas enfermedades las produce una alimentacion mal sana ó insuficiente, y que se

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FUNDACIÓN JUANELO TU RRIANO


~~--2_o_e_________________L__o_s__c__o_n_o__c_inn__i_e_n__to_s__u_·_ti_l_e_s_.___________________ ~__~~-cebnn con despiadada predileccion en los niiios . Pues bien ; la contribucion de consumos, cercenando el alimento á las madres, les impide criar hijos robustos: á. est os pobres sé res, cuando abandonan el seno maternal, les quita Ct fisco un pedazo del escaso pan que les alarga el obrc1·o de un pueblo empobrecido po1· tan horrible impuesto; y los que sobreviven arrastmn una existencia miserable, sin llegar á ser jamás tmbajudores fuertes. Si do! he oh o general hacemos aplicacion á Espt\ña, l1a!laremos que aquí los consumos eran mucho más onerosos que el octr·oi de los franceses y que la ea:cise que en Inglaterra se cobra, en la forma de derechos de aduanas, sobre cier · tos artículos, y en la de licencias para expendicion de b ebidas espirituosas. Sabida es la insistencia con fiUe el célebre IIaussman, Prefecto del Sena, ha presentado al Emperador de los francesfs proposiciones para aumentar en París los derechos de consum o, proposiciones que siempre eran contestadas tachando el soberano las partidas, y que po1· último, en vez de rendirse á esta insistencia, escribió de su propio puño, baissez les impots. Pero miéntrus en Francia se han bajado, en .Espaiia se }Jan subido los consumos, en veinte niios, desde 1816, en que se pagaron 187.407.6<!0 reales, se h,a n elevado en 1865 á 3~6 . 970 .846, !74 por !00 d.e aument.o ; y desde el año del últime censo general al próximo pasado, el rrecimiento ha sido de 43'29 por tOO. El efecto ha sido consiguiente , y en poblaciones como .Madrid se ha producido un verdadero desastre. Al vet•iflcarse el citado último censo, la capital de España contaba 298.4.26 habitant es ; segun el acrecentamiento medio de lapo- · blucion española, de 0'081 anual, aun sin contar con lo que podría llamarse el interc\s compuesto, Madrid ha debido tener, cuando ménos, un aumento de !9.328 habitantes; es decir, que de bería hoy contar 317.754, y solo se registran 293.738; es deoit·, 24.016 m.é nos. Poco importa que en el r eciente decreto electoral se asignen :í.1t1adrid 314.061 babitantes;

así ba encontrado la cifra el gobierno provisional establecida; mas lo cierto es que, al ensancharse el censo electoral, y por razones que no son de este momento, la última administracion creyó deber ateners~ á lo que debía ser y no á lo que era efectivamente. La verdad es.que , en los siete años posteriores al censo, la coronada villa l1a tenido por término medio 664 muertos más que nacidos cada año; 4.688 en todo el pe·· riodo, á pesar de los grandes elementos de riqueza que encierra esta poblacion, comparada con las demás de España. Tan espantoso resultado se debe á varias causas; poro no es aventurado atribuir á los consumos una g ran_parte de esta triste responsabilidad. Madrid pagaba 48 millones por consumos, y á sus habitantes les tocaba una cuota media de 161 rs ., sin distincion de sexo, edad ni condicion, incluyendo hasta los expósitos, los acog idos , los enfermos de los hospitales, los presos, etc. A sus 68.994 familias, compue!>tas por término medio de 4'3 personas , tocaba una cuota de 692 rs. y 30 cénts.; y como la cuota media no bajaba para el pobre , el último de los proletarios, el simple bracero, que gana '1 rs., ó sean 6 diarios , no descontando más vacaciones que los domingos-, pagaba 2 reales, la terccr·a parte de su ínfimo haber, y tenia que pagarlos aun careciendo de trabajo. Si á esto se agrega la parte alícuota de la territorial , comprendida en el alquiler de su morada; el subsidio industrial, embebido en la adquisicion de su traje y su calzado; el tributo por los artículos estanca- · dos; el gravámen de las altas tarifas parroquiales, y otras infinitas cargas, el pobre peon de Madrid entregaba al fisco la mitad del producto de su trabajo. La Comision cree haber dicho lo bastante acerca de los consumos, cuya abolícion por ot1•a parte es un hecho consumado, y por lo tanto indiscutible nq.ui. Si ha presentado el cundro de sus eftlctos en toda su repugnante desnudez, ha sido para consignar que no cabe modo mús desastroso de contribuir á las cargas del Estado; que cualquiera que sea la contribucion que los reemplace, será ménos ruinosa¡

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©~--------------------------------------------@@ 207 ~ Los Conocimientos útiles.

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podrá afectar á los intereses, pero no á la vida de los habitantes. CuESTION

2. 3 -El nuevo impuesCo.

La cqntribucion pcrsonai decretada para sustituir á la de consumos, pertenece en principio, sin la menor duda, al sistema más perfecto en materia de impuestos. No faltan, sin embargo, personas que, cometiendo, po1· ignorancia ó por cálculo, una lnsti'mosa confusion de ideas, la culltlq uen de capitacion, no obstan te pertenecer esta ú ltima á un sistema diametralmente opuesto. La cnpitacion es un tributo que persigue á la persona; la contribucion directa personal se dirige solo á la renta; de una á otra existe, pues, una enormísima diferencia, y la ilustracío o de la Sociedad dispensa á los que tenemos el honor de informar sobre este asunto, de entrar en demostraciones elementales acerca de la ciencia de la contribucion. Nos limitaremos, pues, á consignar que el nuevo impuesto ofrece, por su naturaleza y en principio, las ventajas siguientes: t. a Establece la base del ideal rentístico, de la contribucion única y directa; 2 ." Recae únicamente sobre los que pueden pagar; a.a Reduce los gastos do administracion y recaudacion , que en las indirectas de España pasan en algunos casos del 50 por i 00 ; 4.a Permite al contl·ibuyente ·conocer y discutir lo que paga, pues no se pierde su cuantía en las nebulosidades de las complicaciones administrativas; 5.a Desarrolla el espíritu público, convirtiendo á cadn contribuyente en un interven~

tor celoso é interesado por la buena gcstion del gobierno; sabe lo que le dan y lo que le cuesta; G.3 Supuestas unas bases de imposicion y recaudacion dignas del sistema, es decir, equitativas y nada vejatorias, es la ménos onerosa, la más justn y la más natural de las maneras de contribuir á las cargas del Estado. El Estado, ya bajo la forma de poder central, de diputacion provincial 6 de municipio no es otra cosa que la sociedad en su accion política. El objeto del Estado y su utilidad consisten en proporcionar á los miembros de la sociedad política la seguridad de sus personas y de sus bienes, ya ga1·antizando el derecho de cada uno contra las invasiones de los demás, por medio de la justicia, ya el derecho de la colecti· vidad, frente á frente de los demás Estados. Cada miembro social tiene, pues, tres obligaciones fundamentales é imprescindibles para gozar de estas ventajas : i .• Inscribirse en la lista de los sócios , por medio del registro, declarando su estado civil y sus recursos: 2.• Abdicar en el Estado una parte de sus derechos, prestándole obediencia para que pueda ejercerse la justicia; y 3.8 Contribuir en proporcion á sus haberes á los gastos sociales. La perfeccion suprema de una sociedad política consiste, pues, en un buen regist1·o civil en que consten los recursos de cada uno, y en contribuir directamente con arreglo á estos recursos. A esto tiende el impuesto personal directo, excelente, inmejorable, en principio. ¿Se llegará al objeto en la forma en que hoy se establece? Esto es lo que la Comision va á examinar entrando en la cuestion s.•

(Se concluirá.)

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fUNDACIÓ1\ JCA~ELO

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~~0-8---------------~------_-_-_-_-_ -_-_-_-_-_-_~---~------~---_-~r y .:. : : Los Con~:cimientos-_ útiles. CONOCIMIENTOS VARIOS.

El árbol de la quina.

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DESCU}lRIMIENTO DE SUS PROPIEDADES FEBRÍFUGAS.

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Reflérese por tt·o.dicion en el Perú que en 163G nn indio malacotn de la provincia de Loja descubrió la mamvillosa virtud curativa de la co¡·teza de este vt>g-etal nl corregidor de dicha comarca, D. Juan Lopez de Cañizares, que padecía calenturas iote1·mitentes. El corregidor, desean· do curarse, pidió al indio aquellas cortezas, preguntándole cómo debían usarse, que era por infusion en agua. En efecto, se atuvo á las instmcciones del indio, y á pocos días se le quitó la fiebre; siguió tomando el medicamento, y recobró por último la salud. En el afio de iG38 supo el mismo corregidor que la esposa de 1 vi rey de aquellos países, Don Luis Je¡·ónimo Fernandez de Cabrera Bobadilla y Mendoza, cuarto conde de Chinchon, se hallaba enferma de tercianas: escribió, pues, á dicha suprema autoridad, y envióle de las consabidas cortezas, ponderándole su eficacia, á lo cual no tituLeaba en aiiadir que la vireina quedaría pronto libre de los accesos de la fiebre si tomaba aquella medicina. Persuadido e1 virey de que nadie mejor que el mismo que aconsejaba el remedio podria administrarlo, hízole aClldir á Lima, y quiso, ántes de proceder á la curacion de la vil·eina, que se practicase el exptlrimeoto en algunos tercianarios del hospital. El corregidor, en presencia de los médicos, así lo verificó, y el más feliz resultado coronó el éxito. Ante prueba tan evidente de la virtud terapéutica de dicha corteza, la señora Doña Ana de Chinchon, que contaba entonces sesenta años, empleó el medicamento, y desapareciendo eu breve los accesos, se repuso del todo, despues de seis meses de enfermedad. Vuelto á Espaüa el conde, en 1640, y trayéndose la condesa algunas de aquellas cortezas, fué quien primero introdujo en Europa el importante medicamento, que por esta causa se le llamaba corte.:;a ó polvos de la condesa. Su médico vendialo en Sevilla á iOO rs. libra. En

memoria del gran servicio prestndo así por la vi reina, condesa de Chinchan, dió Linneo el nombre de chinchona al género en el que compl·endió aquel vegetal, y de ahí provino más tarde el cte chinchonaccas, aplicado á la familia. Despues de la cura de la condesa, fueron los jesuitas quienes más promovieron la introdu-ccion en Europa de la citada corteza. En 1639 el conde de Chinchan, antes de dejar su puesto de virey, decidió el envio de una expedicion, á las órdenes del portugues Tejeira, quien desde.. Quito debía dirigirse á la embocadura del Amazonas : de esta expedicion tomó parte el jesuita Acuña, y de ella escribió una resei'ía notabili~ima.

Desde esa .época, los misioneros religiosos de Loyola continu¡1ron penetrando en los bosques que crrcundan el cur.so supel'lor del Amazonas, y estableciéndose en ellos. Humboldt refiere tambien cierta tradicion, segun la cual fueron los jesuitas quienes descubrie1·on casualmente el gusto amargo de dicha corteza, y los que la ensayaron en infusion como remedio contra las tercianas. En f670 los misioneros enviaron trozos de ella á Roma, al cardenal Lugo ; estas porciones se distribuyeron por el mismo cardenal entre los miembros de la sociedad , exparcidos en toda Europa, y el éxito fué grande en la curacion de las calenturas: de este origináronse igualmente los nombres de corteza de los jesuitas, corteza del cardenal. Luis XV, por su parte, en t679, compró á un médico inglés, sir Roberto Talbot, por 2.000 luises de oro, una buena pension y además un título, el secreto de preparar la tal corteza; desde entonces se la reconoce como el medio más eficaz de combatir las calenturas intermitentes. Sin embargo, no cabe duda en que desde luego excitó gran prevencion el uso de ese medicamento, y que, para triunfar de ella , hubieron de trascurrir muchos años; las controversias que con este motivo surgieron entre los médicos más ilustres, fue ron prolijas y llenas de acritud, segun refiere Markham..

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MAOIHD: 1868.=lmprenta de Los CoNoc••niiTOI

~nu.s, a cargo de 17rancisco Roig,

Arco de Santa Maria, 39,

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FID!ÓACIÓN JUANELO TURRIA"lO _l


~úm. ·1 4.

Los Conocimientos útiles.

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CO~OCIMIE~TOS

DE FISICA.

LA ELECTRICIDAD. VII. En los artlculos precedentes <ólo ncs hemos ocupado de Jos efectos que la electl'icidad puede producir, al obrar sobre los cuerpos de una manera ú ot¡·a sometidos á su influencia, en cuanto nos era necesa· rio para defioit· claramente aquéUafuerza, distinguirla de las demás que de contínuo actúan tambíen sobre la materia ponderable, y exponer los procedimientos fundamentales, pl'Ímitivos y más sencillos que, para excitarla 6 desenvolverla, y acumularla 6 condensarla en estrecho re·· cinto, suelen emplearse. De lo que por incidencia, en cierto modo, hemos tratado en los anteriores nos ocuparemos con especialidad en el artículo presente, en u merando y explicando, con la posible claridad, los principales fenómenos éléctricos que artificialmente es dable producir. De varias especies, aunque nunca inde· pendientes unos de otros, 6 perfectamente separables y distintos , son los efectos de la electricidad: mecCÍ/f/;icos ó resolubles en el movimiento, vibracion y r uptura violenta de los cuerpos; calor~ficos; Z1111ninosos ; magneticos; q't~imicos y .fisiológicos. (a) Primer ejemplo de los efectos mecánicos son las atracciones y repulsiones que el cristal, la resina 6 el ámbar, electrizados por frotamiento, ejercen sobre los cuerpeemos livianos. colocados en tor· no suyo: movimientos de simpatía y antipatia, desde muy antiguo observados, y que por su originalidad y extrañeza excitaron la curiosidad y la inteligencia humanas, y provocaron el descubrimiento de un vastisimo, y como ningun otro, fecundo género de verdades. Para que el ámbar ó el lacre frotados atraigan y levan ten algunos pedacitos de papel, que el aliento del experimentador haría revolo-

tear muy fácilmente, menester es que la distancia entre amhas clnses de cuerpos, inducto1·es é ind?&cidos, sea muy pequeiia, de una, dos ó pocAs más pulgadAs, por ejemplo : jú.zguese lo que habrá sido forzoso discur1·ir y trabaja¡· para construir una máquina eléctdca, como la del célebre Van Marum, físico de llaarlem, cuya influencia atractiva se extendía muy sensiblemente á la distancia ó dentro de una esfera de accion de 40 piés de rádio. Cuando la especie de aspi7·acion que un cuerpo electrizado ejerce sobre otro en es· tado natural, buen conductor y en CO· municacion con el suelo, colocado á corta distancia suya, no puede verificarse, por impedirlo un obstáculo cualquiera, opuesto al movimiento del segundo cuer· po, entre éste y aquél salta entonces una cltispa 6 ráfaga luminosa, acompañada de un estallido ó crugido peculiar, más 6 ménos estl'epitoso, segu.n los casos y circunstancias del expedmen to. Ahora bien : el resplando1· y el sonido, climanados del 1iujo eléctr·ico y recomposicion súbita en una sola de las dos e1ectricidades, positiva y negativa, efectos son puramente mecánicos, el primero, de vibracion del éte1·, ó materia sutilísima de que el universo se halla ó supone colmado; y, el segundo, de la materia ordinaria, del aire, por regla general, interpuesto entre el cuerpo electrizado y el in· ducido, y al través del cual so verifica la descarga. Si, por excepcion, entre ambos cuerpos se coloca una hoja de papel ó de cartulina, 6 un cristal de ventana, y la descarga se verifica tamhien con explosion lumino. sa, en el papel 6 el cristal se observa lue· go un peqneilo agujero ó talad1·o, como si

~ 27 TOMO 2. o Díciombre 5 de 1868. ~ ©~------------------------------------------------~

fUNDAC!Ól\ JUA~ELO

TURRIANO


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~-----------------------------------------------------------------~,~ ~ Los Conocimientos útiles. ~ 210 la ráfaga elóctrica hubiese actuado sobre los obstáculos interpuestos en su camino, á modo <;le bal'l·eno 6 punzon de acerada y penetrante punta. El experimento suele efectuarse con auxilio de una botella de Leyden, 6, mejor, de una batería eléctt·i· ca, poniendo la a1·mad111ra exterior en comunicacion con una varilla conductora que casi toca , por u na de las caras, en el papel 6 el cristal que se desea taladrar ; y la interior con otl·a varilla 6 conductor análogo, que puede aproximarse poco á poco y ::;in el menor peligro á la primera, hasta casi tocar tambien 8n la hoja de cat·· tulina 6 vidrio por la superficie ó cara opuesta; y ofrece estas dos particularidade·s muy curiosas: una, que el taladro resulta erizado por ambos lados 6 extremos de raspaduras 6 especie de borra, como si la fuel'za de penetracion y ruptura hu· biese funcionado simultáneamente y en sentidos opuestos, del interior del objeto taladt·a::lo al exterior, y no, á semejanza de una aguja 6 punzon ordinario, de un lado á otro y necesariamente en un solo sentido; y además: que el taladro &e halla siempt·e algo más cerca del remate de la varilla conductora que comunica con la armadura de la botella cargada de electricidad negativa, que de la punta cort'espondiente al otro conductor, cuando la Jí. nea ideal que media entre ambas puntas 6 polos de la descarga, no es perpendicular á la hoja, de una materia ú otra de las ci· tadas, entre ambas interpuesta . La última circunstancia, incomprensible e inexplicable de todo punto hasta el presente, es una de las pocas que, como signo diferencial 6 distintivo de la electri· ciclad positiva y de la negativa, pueden alega¡·se : la antel'ior se ha procurado explicar 6 razonar en los términos siguientes. En vez de suponer que la electricidad positiva y la negativa, de cuya súbita combinacion procede la chispa, saltan 6 se mueven en masa y como proyectiles la.n· zados en la misma direccion y contrarios sentidos, trasportándose asi de un lugar á otro muy lejano, hasta tropezarse y fundirse en una sola, admítese que actúan ~ por ind?.tccion inte~molec1.tlar, sucesiva-

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mente, y comenzando por ambos extremos de la trayectoria que la ráfaga luminosn. parece r ecorrer 6 describir. Cuando en presencia y cerca uno de otro se sitúan dos cuerpos de distinto modo electrizados, las moléculas de aire, 6 de vapor acuoso, 6 de cualguiera otra especie entre ambos colocadas, se polarizan por capas, 6 cargan de electl'icidades diversas, positiva en la region 6 cara más próxima al cuerpo inductor negativo, y vice-versa en la region 6 superficie opuesta ; y en estado tal de tension eléctrica disimulada perma· neceo hasta que la adlte1·encia entre la materia ponderable é imponderable ce<.le, y la recomposicion gmdz~;at, aunque rapidísima , de ambos flúidos se verifica. H.ealmen te, pues, el taladro que la chispa eléctrica oca~iona en el carton 6 el cristal no proviene del paso de la electricidad de un lado á otro, á semejanza del de una fiecha disparada con impetu irresistible; sino de la descomposicion preliminar, por induccion 6 influencia del flúido neutro contenido en el cuerpo taladrado, y recomposicion posterior de los flúidos elementales con los de signo contrario, por un lado y otro encaminados en busca suya. Imágen, aunque no muy fiel y com· pleta, de este modo hipotético de propagacion de la electl'icidad es el del moví· miento de una bola ó esfera de marfil, cuando ésta rueda sobre una mesa de billar, pega contra. otras veinte, puestas en fila y conta_cto, y queda en reposo, juntamente con las diez y nueve más inmediatas, m~entras, instantáneamente casi, la vigésima se despt·ende de sus compañeras y corrt! presurosa como si directa é inmediatamente hubiese recibido el impulso del taco. La adherencia de la materia ordinaria con la eléctl'ica explica asimismo la ruptura, desmoronamiento 6 pulverizacion de los cuerpos en el experimento muy irnportaute y curioso que ahora vamos á describir. Del conductor de la máquina eléctrica de Van l\Iarum, antes citada, podían sacarse. haciendo girar incesantemente su doble disco de cristal, de cinco piés de dii-

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FIDIDACIÓN JUANELO TURRI\"10


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Los Conocimientos útiles.

metro, 300 chispas por minuto, de dos piés de longitud cada una, acompañadas de chasquidos imponentes y de fulguraciones asombrosas y verdaderamente formidables. Suponiendo de laton el conducter, y de plata el cuerpo inducido ó excitador de la descarga, despues de un rato de experimentacioo. con una máquina de igualó análoga energía, hállanse ex.par· ciclas y como incrustadas en ellaton mo· léculas ó vestigios de plata, y en ésta del otro metal ó cuerpo inductor. Y no es la más sorprenden te que, al desprenderse de los cuerpos donde por algun tiempo permaneció encerraua y compl'imida, la elec· tricidad los desmenuce y pulverice poco á poco, y arrastre consigo algunas partecillas de materia ponderable, sino que, cuan· do la descarga se verifica Pntre dos cuerpos de la misma naturaleza, entre dos conos ó pedazos de carbon, convertido en conducto?" por el procedimiento incidental y muy sucintamente explicado en el artículo JI, como en la produccion de la luz eléctrica sucede, el trasporte de materia de un polo ó lugar á otro cercano, aunque recíproco siempre, no es equivalente ó igual; pues el fragmento de carbon por donde fluye la electricidad positiva se desmorona, corroe y consume algo más pron· to, ó en mayor cantidad y de distinta roane'ra que el opuesto : segunda propiedad diferencial, tan incomprensible ó inexpli· cable como la primera, poco antes meocionada, de ambos flúidos positivo y negativo, y que induce á creer en la r ealidad de su existencia individual, y no meramente hipotética. Insignificantes 6 poco dignos de cautivar su atencion podrían parecer á nuestros lectores los fenómenos eléctricos que acabamos de reseiiar, otros muchos pare· cidos y dependientes ó variantes de los anteriores, que por brevedad omitimos, y cuantos á renglon seguido han de ocuparaos, sí no nos apresurásemos á manifestar que la intensidad y magnificencia de los efectos que la electricidad puede producir dependen del grado ó de la cantidad disponible ó agente de esta fuerza; ~ y que semejante grado es indeterminado

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y creciente sin limite conocido, ni fácil de asignar. Pasando la mano por cima dellustroso lomo de un gato, óyese apenas el cltispor1·oteo que la. electricidad asi excitada produce; el caasguido consiguiente al desprendimiento de una chispa del cond'ltC· tor de una máquina eléctrica ordinaria es ya muy claramente perceptible; más elevado, seco y estridente el que proviene de la recomposicion súbita de los dos flúidos contenidos en unabotellade Leyden; comparable al de un látigo sacudido con violencia por robusto y ejercitado brazo, el derivado de la descarga de una batería, compuesta de doce ó veinte botellas del mismo nombre; y á la detonacion de una peq ueua arma de fuego, cuando la batería consta de 100 y de 200 botellas de Leyden, de dos piés de extension superficial cada una, como la que Van lllarum poseía, y conseguía cargar á satu;racion, con auxilio de la jigantesca máquina de doble disco de cristal, poco a u tes mencionada. Artificialmente apenas puede en este camino avanzarse un paso más; pero la naturaleza dispone de materiales y procedimientos más abundantes y de órden superior, que en vano procura el hombre robarla é imitar; y cuando una nube tempestuosa, especie de bateria eléctrica flotante, de colosal superficie, estalla y despide contra otra nube ó hácia el suelo la enorme cantidad de flúido eléctt•ico, de uno ú otro sig· no, que en su seno encel'l'aba y poco antes con djpcultad retenía aprisionado, el estrépito resultante, de brevísima duracion unas veces, ó prolongado y reforzado por el eco, supera á cuantos ruidos y detonaciones, de distinta procedencia, es dable producir. Y lo propio que con la conmocion del aire, causa inmediata del sonido, sucede con los demás fenómenos eléctdcos, en las precedentes líneas reseñados. Con auxilio de una simple botella de Leyden, taládrase fácilmente una hoja de papel; un cristal, por medio de una bate· ría de regulares dimensiones; y, clesde la primera hasta la última, un libro de 400 páginas, si contra él se descarga otra ba-

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teria compuesta de un centenar de botellas; pero de este punto es muy dificil pasar. La descarga eléctrica de una nube, el 'rayo, en una palabra, no se detiene ante obstáculos tan peq_\1-eños y miserables; y, cuando á taladrar se pone, con asom brosa facilidad agujerea los gruesos y casi titánicos muros de la cat~dral cristia na; al'l'anca, sin que el resto de la fábrica se r·esienta, el eno1·me peiiasco que á su propagacion del exterior al interior del edificio se oponía; y, como pelota de goma con la cual juguetea un- ni-ño, le lanza contra el muro opuesto. Rntre unos y ott·os fenómenos, entre los artificialmente producidos y los que de la reaccion, como expontánea y fortuita, de los materiales y fuerzas de la naturaleza proceden, la diferencia es muy considerable, aunque solo de cantidad. Y como la esencia no varía, corno la misma causa y dt- la misma manera, ó en el propio órden, obra siempre , ning-uno de aquellos fenómenos debe considerarse como despreciable é indigno de med.itacion y estudio. Los grandes, más sorprendentes y !Dagníficos, ofrecen , sí, mayor interés, no sólo como objetos de curiosidad universal , sino de temor y espanto, de peligro que debe con· jurarse, ó de utilizacion y provecho, segun las circunstancias; pero, sin el conocimiento prévio y minucioso análisis de los pequeños, la clave de los mayores seria desconocida, y en vez de atribuirlos á las verdaderas causas de donde proceden, y de interpretarlos en términos plaqsibles, pet·manecerian envueltos siempre en impenetrable misterio, en to.r no del cual acumulada de contínuo nuevas sombras la arrogante fantasía humana, en su empeño de invadir y usurpar los dominios de la razon, con mucha frecuencia burlada y escarnecida. (b) No ménos variados. y sorprendentes que los puramente 'mecánicos son los t'fectos calorijicos de la electricidad, aun prescindiendo de aquellos, inseparables de una reaccion químw;a, de que poco más adelante trataremos. Para fundir un Mio 6 alambre muy del· ~ gado de platina, necesitase emplear un

foco de calor intensísimo, ó someterle durante alg·un tiempo á la espantosa tempe· ratura. de 1700° centígrados, producida por la combustion del hidrógeno en el oxí· geno, ó por la rennion en un mismo punto, eon auxilio de grandes espejos cóncavos reflectores, ó de lentes refringentes, de multitud de rayos caloríficos emanados del sol . Por medio de la electricidad obtibnese el mismo resultado, y aun otro más sor¡wendente torta vía, el de la volatilizacion del citndo metal, con mucha senci-lle:il y maravillosa pronti.tud. Basta para elJ·o que la electricidad po..sitiva, acumulada en la armadUt·a interna d.e una hatería, se combine con la. negativa, cond·ensada en la exterior, ó que la descarga de la bate· ría se efectúe, al través de un alambre de platina tendirlo entre ambas armaduras. Si la batería es clébil, ó consta d.e un corto número de botellas de Leyden, el alambre expel'imentará un simple· calrle,..miento, perceptible con auxilio del tacto ó de cualquier otro instrumento, de sensibilidad mas exqui~ita; se enrojece?'Ú/Ó pondl'á. candente y propenderá á tercerse, contr-aerse y dislocat·se, si un poeo más fuerte ó nume· rosa; se romperá por varios puntos á la vez, y convertirá en glóbuios de mebal fundido, si la energía del condensador eléctrico aumenta más y más; y, por últi· mo, desApat·ecerá reducido á vapor, ó mejor dicho, á· polvo impalpable y}enuísimo, cuando la batería sea semejante á las em• pleadas por V. Mm·urn, de 400 y 500 piés de·extension superficial. Y lo propio que de la platina , metal ref1·actario p{)r ex ce'"' lencia, puede decirse del oro, del hierro, del estaño y de los demás metales, redu· cidos á filamentos ú hojuelas muy delgadas y sutiles, de algunos centímetros, de· címetros y aun metros de longitud. Todos, unos más y otros ménos, se caldean por efecto de la descarga eléctrica que por su in terivr se- verifi~a; todos pueden fundirse y volatilizarse, y los facilmente oxidables, como el hierro, quemars~ ó inflamarse, aumentando la intensidad de aquella descarga, flujo 6 co?·rienté de supuesta materia imponderable. Pero en el caldeamiento, fusion y pul-

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verizacion de los metales, la electricidad que como tal fuerza experimente, y la no actúa extl'ictamente como foco ordinaconsiguiente elevacion de temperatura del rio de calor ó excitador vulgar de la temcuerpo conductor •. 6 pasajeramente elecperatura. Dentt·o de un horno ó crisol trizado. Las moléculas constitutivas de fúndese el hierro, por ej emplo, á la tempeeste cuerpo son, con respecto á la electriratura de 1500 á 1600° centígrados, y el cidad, lo que con respecto al a~un sedan cobre á los 1000 ó ll00°; y sin embargo, multitttd de guijarros diseminados á lo si á la influencia calorífica de la misma largo del cáuce por donde el líquido debe descarga eléctrica se someten dos alamfluir: en su perezoso descenso, el agua bres iguales, uno de hierro y otro de cot t·opieza de continuo contra tales obstácubre, éste resil:!te mucho más ar caldealos,, y momentáneamente se detiene y armiento y la fusion que el primero. ¿De remolina contra ellos; los burla y sortea qué procede tan extrano resultado r En de mil modos, y los empuja, impele y arparte, aunque muy pequefia, de ra des:.. rastra basta disponerlos 6 distribuirlos en rgual capacidad calor~flca de ambos cuer:... el 6rden más favorable á su expedita cirpos y diferencia de sus densidade~; esto es, culacion y fluencia. Mas lo que el ag-ua de la desigualdad de efectos mensurables poco á poco y á fuerza de tiempo y de tra· por medio del termómetro, quera misma bajo efectúa, verifícalo la electricidad en cantidad de calor produce en ambos meta- el acto y con apat·ente sencillez; y á su les, y de la distinta ca!Jttidad de masa ó de impulso, y como por efecto de su choque 6 mateda que dentt·o del propio volúmen embestida,. la!:! moléculas de los cuet·pos uno y otro comprenden; y en parte mucho conductores ceden y pierden el equilibrio mayor 6 exclusivamente casi, de ra diver: en que ántes se hallaban, adquie1·en otro sidad 6 discrepancia de sus propiedades, ínestaole y violento, se conmueven y viconsiderados como conducto1·es, buenos ó bran, desunen y dispersan, como si humalos, de la electricidad. El cobre figura bieran sido sornetiuas á la influencia dial frente casi de los primeros, y el hierro recta é inmediata del calor. La fusion en puesto muy inferior; la plata por cima súbita de los mismos cuerpos, y su volati· del cobre, y despues del bien o el oro; y lizacion ó pulverizacion casi instantánea,. po1· eso cuancto se prepara un a-Jambre, por efecto de la descarga eléctrica, pomitad de hierro y otra mitac.t de cobre, ó driim tambien asimilarse á la ruptura de de ot·o y plata, y por su interior se lanza ros diques ó paredes laterales de un canal una COI'l'iente eléctrica intensa,_corno la ó de una tuberia de hiel'l'o, cuando el agua que de una batería de 10, 20 ó 50 botenas que por un extremo del cáuce penetra á de Leyden puede desprenderse, el hierro raudales y le inunda, y corre hácia el otro se funtie y rompe, pulveriza y oxida, y el· extremo ú orificio de salida con suma vecobre queda intacto y apenas se caldea; el locidad, tropieza de pronto con un obstáoro, tal vez, se volatiliza, mientras resiste • culo insuperable, se detiene, represa y sin licuarse la plata, dentr_o de un crisor comprime, y reacciona en todos sen ti dos, con mucha mayor facilidad fusible, sin como resorte potentisimo y destructor, ó embargo. corno mónstruo aprisionado y próximo á De 1~ resistencia ú obstáculos que su rá· perecer dentro de angosta cárcel, que hace pida propagacion por el interior de los un último y supremo esfuerzo, y se recuerpos dificu !tan, proc~den los efectos vuelve y esponja para destruir las ligad u· calorífieos de la electricidad, 6 la conve?'ras que le comprimen, levantar el peso sion de esta fue1·za en otra de distinto que le ahoga, y aspirar el aire, para la nombre. Cuanto menor sea la resistencia conservacion de su existencia necesario. ó mayor la conductibilidad de un metal, Esta comparacion, defectuosa sin duda, menor será el desprendimiento de caror como cualquiera otra lo seria tambien, que la electricidad en movimiento eBgenpues nada cierto se sabe concerniente al dre, ó la merma de intensidad ó energía modo de propagarse, moverse ó trasmi-

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~~ ~-1_4_________________I_Ao_s___a_o_n__o_c_i_nn__ie_n__to__s_u_·_t_il_e_s_._____________________ tirse de un lugar á otro la electricidad, y lo que ayer, tocante á este punto, parecía sent;ato y probable, hoy se relega al olvido, para detienterrarlo tal vez mañana, y presentarlo como cosa buena y expre:nou genuina y admirable de la verdad, todavia puede prolongarse un poco, sin embargo. Porque así como el destrozo 6 ruptura de la caiiería por donde una dcte'rrninada cantidad de agua corre, se evitaría 6 <.lificult.aría en el caso supuesto ú otro análogo, como el de la congelacwn y consiguiente expansion del liquido, aumentundo el diámetro interno de los tubos, asila conmocion y desequilibrio molecular, ó el caldeamíen to de los cuerpos, mermaría, aumentando el diámeti'O 6 espesor de los alambres conductores por donde la electricidad debe circular ó fluir. Y es de notar que la merma procede, no sólo del incremento de masa ponderable que la misma descarga eléctrica teudda ahora que caldear, sino de la menor energía con que la fuerza perturbadora del equilibrio molecular actúa, ó de la mayor facilidad con que por el nuevo y anchuroso camino, que á su paso se ofrece, podría la electricidad precipitarse y difundirse. Bu el caso que examinamos, como en cualquiera otro parecido, la magnitud de los efectos depende de la intensidad ó E)nergia de la causa productora; y si los alambres telegráficos, de 3 y 4; milímetros de espesor, no se caldean sensiblemente, aun cuando durante todo el dia circule por su interior una corriente .eléctrica, en lo que dura un relámpago, y dura ménos que un abrir y cerrar de ojos, caldéanse y se rompen y funden por varios puntos, cuando sobre ellos, con furia descomunal, descarga una nube tempestuosa. Y es tan rápida y violenta la aecion calorífica de la electricidad, que ni tiempo tiene para propagarse de los cuerpos con-

ductores, donde principalmente se "\"erifi.ca, á los aisladores, inmediatos ó adjuntos. Cuanao la descarga de una bateria se efectúa al través de una hebra de seda soO?'edó?'aáa, el oro se volati~iza y convierte en polvo purpurino é impalpable, y la seda pet·manece intacta y resistente, como si nunca hubiese estado cerca del fuego, y de un fuego inten::¡o y abrasador cual ningun ot1·o; y cuando el rayo penetra dentro de una casa , suntuosamente alhajada, ó de magnifico templo, arrebata y se lleva el oro de los muebles, espejos, col· gaduras y altares, y apenas destroza-la maJera, el terciopelo, poco ántes cubierto de refulgentes bordados, ni la fastuosa luna de c1·istal, en deslucido marco comprenditla ahora, y más deslucida todavía por la desapadciou parcial é ir1·egular del estañado ó amalgamado reflectante de su cara potiterior. A su paso al través, no ya de los cuerpos buenos conductores, sino de los me· dianos ó malos, como el agua y el aire, la electricidad origina tambien considera· ble desprendimiento de calor, ó se trasforma parcialmente en la fuerza de este nombre. Si la cltispa de una bateria estalla dentro del agua, evapórase ó pulveriza una pequeña parte de este líquido, y el vapor desprendido impele, levanta y pro~ecta léJos del vaso la de)gada sábana de agqa superior; y st dentro de UQ tubo de cristal , :Perméticamente cerrado y lleno de aire, éste adquiere mayor elasticidad, y propende á dilatarse y romper las paredes del receptáculo. El estampido del trueno no es sólo efecto mecánico de la descarga eléctrica de las nubes, sino calorífico tambien, de dilatacion de una inmensa co· lumna ó masa de aire, contraccion inmediata , y choque y vibracion de las moléculas dislocadas, que pugnan por recobrar su primer estado de equilibrio. (Se continuará.) MIGUEL MERINO .

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CONOCIMIENTOS DE HEfiALDICA. EL BLASON. (Continuacion,)

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Pusamos ahora, conforme digimos en el al'tículo antel'ior, á dar una ligera ex:plicacion de las principales figuras heráldicas, comenzando po1· tas natwrales. Ast?·os.-En esta voz genérica van incluiclos todos los cuerpos celestes y atmos· féricos, como son: el sol, la luna, las estrellas, los cometas, las nubes, el arco· iris, etc. El sol se representa con diez y seis rayos, ocho rectos y ocho ondeados; simbotiza la unidad, la vet·dad, la claridad , la abundancia y la majestad. Se ha discutido por los autores de Armerías sobre si el sol debería ser de metal ó de color ; pero se encuentra de uno y ott·o modo. Lo más usual e::~ hallarlo de oro, y cuando aparece con representacion de cara humana, sellama ji.gu?·ado; á veces se le rodea de una línea negra, y se dice sombreado. La luna aparece en los escudos, más fre· cuentemente que de otro modo, en su fase de C?'eciente. l!:s signo de buen agüero y presagio de elevacion. Su colocacion varía en las diversas partes del escudo, tomando nombres especiales en cada caso. Tambien puede haber vadas lunas, ya colocadas indiferentemente, ya pareadas; por ejem· plo, si hay dos crecientes tocándose por el medio del círculo mayor, y vueltas las puntas á diverso lado, se dice que están de espaldas; si se tocan las puntas y las par· tes llenas quedan á los lados, se dice que están apuntadas. Esta figura ha sido siem· pre de mucho valor, ya en los escudos, ya. fuera de ellos, y su origen en todos los geroglificos es ue los más antiguos. Todos sab<!n que sirve de señal del imperio turco en sus banderas desde los primitivos tiempos. ~ns estrellas suelen representarse con

cinco rayos derechos; son imágen de fecundidad , luz, verdad, maj<::stad y pru· dencia. Cuando la estrella pr·esenta los ra· yos ondeados, suele aplicarse la repr·esen· tacion de cometa, per·o generalmente esta última figura se demuestra aiiadiendo á la estrella una cola. Por lo regular, esta figura es de plata, pero algunas veces se marca con color. En los escuuos, ya se pone una sola estl·ella, ya uu cierto nú mero, que en su descripcion debe fijar·se, á no ser que se diga sembrado de est1·etias

sin cztento.

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Las nubes indican liberalidad. Animales.-Puede decirse que se emplean en Ar·mería todos los animales terrestres cuadr·úp~dos y la mayor parte de las aves. Citaremos los más frecuentemen . te usados, y cuya significacion es conocida . . Entre los cuadrúpedos figuran m&.s prin· cipalmente los siguientes : Elleon, que simboliza vig·ilancia, domi· ni o, majestad, generosidad y terror . Se le represeotacomunmente en una posicion que se llama rampa1¿te, á saber : con las manos levantados en alto, ia dere~ha un poco más que la izq nierda, la cabeza perfilada, la boca abierta, la lengua fuera. El leopardo, que 'significa valor. Se diferencia delleon en que la cabeza siempre la presenta de frente , mostrando los dos ojos. Su postura, llamada pasante, es estenuidas las cuat1·o patas y la cola al revés de la del leon. Este la muei!tm vuelta hácia afuera, y el leopardo recogida hácia adentro la borla de ella. Este animal es uno de los principales blasones de lng.aterra. E l lobo, que siendo un animal cruel y sangriento, vigilante y capaz de estarse

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.. . ~~~-~--------------------------------------·~--------------~~ Los Con_o__c_i_m_ie_n_t_o_s_ú_l_i_le_s_.- - - - - - - - - - ~ ~ 2 1O sin comet· mucho tiempo, le conceden les Ilet·aldos al jefe militar de una plaza sitiada que, desespet·ado del cerco, empt·ende la saltda y logra salvarse atravesando las huestes sitiadoras, 6 vuelve á la forta leza despues de la salida cargado de despojos. Cuando esta figura se halla en la postura del leon, se llama 'l'a1Jisa'itte ; y tam bien se halla pasante, 6 sea en actitud de andar y co?'?·iendo. oso simboliza al hombre magnánimo y generoso. Sii·ve de emblema en el escudo de armas de la villa y córte de Madt·id, corno en otra ocasion explicaremos. La zorra, símbolo de sagacidad y en ten· diruicnto. Siendo necesario entendimiento, circunspeccion y aun astucia para llevll.r á cabo un negocio dÍ]Jlomáticamente, sin valerse de la fuerza ni de la violencia, este animal viene adecuado en el blason ue los que sirven á su pátriaen embajadas. El caballo, animal brioso, celoso y ligero, es emblema de la guerra. Sirve tarobien para demostrar osadía, impel'io y mando. El buey, emblema del trabajo, de la fertilidad y de la abstinencia. Los egipcios le adoraron en representacion de su dios Apis, llamándole Osiris. Su colocacion en los ese udos es por lo regular pasante; _pocas veces 1·arnpante y a,lgunas ephado. El perro, emblema de la vigilaocia, de la fidelidad y de la obediencia, su postura más usada es la de pasan~/ El g·ato, simbolo de la libertad. Se representa e?·izado, que es levantado el lomo más que la cabeza, y enftwecido, que es cuando está 1·ampante. El elefante representa dulzura, opulencia, fuerza y majestád sup1·ema. Esta última cualidad porque no dobla la rodilla como los demás animales. Usanse tambien la pantera, que representa travesura, fiereza y ligereza; el unicornio, castidad, fuerza y velocidad. Finalmente, para terminar con lo relativo á los animales cuadrúpedos, diremos que su posicionen el escudo debe ser mirando al lado diestro. Los pocos que se en· cuen tran en posicion inversa, se dicen conto?'?laclos; cuando se miran ~no á otro,

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afrontados; cunndo están encogidos, ac?·upidos; cuaudo están parados, a'rrestados; cuando en actitud de andar, segun ya hemos dicho, pasantes. Descdbamos ahora ligeramente las aves. Los Heraldos las dividen en dos especies, dec}arando á unas símbolo de la vida ac .. ti va y á otras de la contemplativa, porque lo. diversidad de inclinaciones que mues· tran todas ellas puede reasumirse eu las dos clases rcf:e.ridas. Las aves de l'apiiia son ,rep,utadas en Annerías pGr más nobles que las domésticas, pues siendo aquellas atrevidas y valerosas, convienen mejot· sus empresas con las de los caballeros ern· prendedores de hazañas. El águila es una de las más usadas insignias. Simboliza >alor, generosidad y bravura. Represéntase unas veces con una cabeza y otras con dos, en cuyo caso se dice esployada. El origen del águila con dos cabezas está en la division del imperio de Homa, declarándose independiente el de Or:entc, cnya silla se pone en Cons · tnntinopla, y continuando el de Occidente. Como el águila era el signo del imperio, y esta llegó á tener dos cabezas, representaron tambien el ave con dos cabezas, continuando en esta práctica los emperadot·es de Alemania. Suele llevar una corona. Su posicion es con las alas extendidas y levantadas y la cola esparcida. En algunos escudos, como en el de los emperadores de Alemania., lleva cargado el pecho con un escudete. Pintase de todos colores y esmaltes, aun- · que generalmente se hace de neg-ro. Cuando en un escudo se encuentran muchas águilas, ¡¡e llaman aguiletas, y se dice sembrado de aguiletas. El gallo es símbolo de orgullo, combate y victoria. Fué llamado en otro tiempo el A'IJe de Ma1·te. Como es sabido, este animal no se retit·a del combate hasta quedar ven· cedor ó vencido. El cuervo es símbolo de larga vida y constancia, y algunos le consideran como signo de mal agüero. Tiene orígen esta preocupacion en la siguiente anécdota. Refiérese que Tiberio Graco, yendo un día al Capitolio, observó que tres cuervos vo· . ~

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I...os Conocimientos útiles. !aban cerca de él y le acompañaron hasta las mismas puertas del Senado. Fué asesi· nado aquel dia, y el pueblo de Roma, que se enteró del acompañamiento de los cuer· vos, señaló á este animal como presagio fune.sto y sangricn to. La paloma, que es emblema de pureza, de la fi<.lelidad y del amor, considérase, por el contrado, como feliz augurio . Cuéntanse varios heehos que han dado ol"Í· gen á esta ct·eencia, y entre ellos, uno ele hace al g~anos años que se refiere en las biografías del actqal Papa Pio IX. Dícese que cuando acudió á Roma pa1·a la eleccion de Pontífice, que recayó en su .favor, en uno de los pueblos del t.n'msito se posó sobre su coche con insistencia una paloma. La grulla es simbolo de la prudencia. La cigüeua de la piedad, de la caridad y del agradecimiento. El pavo real es emblema de la vanidad, del orgullo y de la fantasía. Es curiosa la siguiente descripcion que de este animal hace un autor: dice que tiene la 1JOZ del

diablo, la cabeza de serpiente, los pasos del lad'ron y la cola del ágtt-ila. El gavilnn es símbolo de la destruccion. Atila, rey de los Hunos, llevaba por di vi· sa un gavilan de oro. La g·olondt·ina es emblema de la adulacion, y segun algunos, tambien de la ingratitud. Se fundan en que se mantiene en nuestras casas y nos hace compañía durante la época del verano y nos abandona apenas viene el frío y le es más difícil buscar alimento, asi como el amigo nos acompaña cuando le conviene y nos abandona cuando no puede sacar provecho. En fin, empléanse en los escudos otras muchas aves, como la garza, símbolo de astúcia; el alcaravan de la soledad; el

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murciélago, embletnn de la "dgilancia; la lechuza, de la sabiJuría y de la prudencia, etc. Las figuras naturales, como reptiles y peces, no son 1an usadas y seria largo referir las que se suelen encontt·ar en los escudos con sus atributos y sigoificacion. Una de las más nobles y comunes es el delfin. P.ara terminar con }() relativo á las fig'UI'as. naturales, nos queua decil· algunas palabras respecto de los á.t·boles, cuet·pos de la naturaleza muy usados en eliJlason , -y á los cua.les se asigna tambien atributos diferentes. Los árboles son, en general, de sinople. Si se ven las raíces del árbol, se dice a1'1'ancado. El pino significa perseverancia; el roble, antigüedad; la palma, victoria.; el manzano, fecundidad y amor, etc., etc. En cuanto á las figut·as humanas, son poco usadas en los blasones: se encuentran, sin embargo, particularmente en los de España, cabezas de moros y de negros, cuyo uso proviene de hechos heróicos en la cruda guena que duz·ante tantos años han sostenido sus naturales contra los africanos: hállanse tam bien, no solo cabezas ó bustos, sino brazos, piernas y cuerpos enteros, ya en representacion de santos, de hombres armados, de niños, etc. Cuando se representan con sus colores naturales , se dicen de ca?·nacio?~. Una de las partes del cuerpo humano más usada es la mano, tomando diversos nombres se· gun su posicion, y siendo la más comun ernpuiiíando, que es cuando tiene asido algun objeto, comq una espada, ramos de fl.ores, etc. Pasemos ahora á describir algunas de las ftguras artificiales.

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(Se continuará.)

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LA ARQUITECTURA J LA lMPRENTA. Si la calificacion de osados en demasía, de audaces en sumo g rado, asomase á 1 vuestros labios al recordar que, sobre el fA\

1 importante asunto de que pensamos tratar en el presente artículo, emitieron su opil nion reputados escritores , y entre ellos:J TOMO

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Los Conocimientos útiles.

célebre Víctor Dugo (l); 110 la dejeis escapar, retenedla, aguardad á que hayais terminado nuestro trabajo, y entonces, con conocimiento de causa, si así lo considet·áseis justo, lanzadla al viento con estentórea voz, sin temor de que vaya á turbar la calma que reina en el modesto santuario do germinan nuestros humildes pensamientos. Hemos tenido, sí, á la vista algunas de las ideas más culminantes del citado escritor, como precioso dato, y con el fin de que nos ilustrasen en nuestra dificil tarea; pero separándonos por completo en nuestras apreciadones. Si fuimos al jardín ageno para recoger semilla, si sembramos flores y solo produ· cimos abrojos, dispensadnos, aunque no sea más que en gracia del loable objeto que nos proponemos, cual es el de popularizar con su historia, la intima, la estrecha relacion de la arquitectura y la imprenta, así como la importancia de una y otra. :t\ o dejamos de conocer lo penoso del estudio que emprendemos, y sin abrigar la nécia pt·etension de creer que acertaremos á llenar cumplidamente los deseos ele nuestros más exigentes lectores; ayudados de perseverante fé y una buena voluntad, haremos cuanto podamos para complacerles, aun dentro del reducido espacio de que podemos disponer.

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La memoria de los hombres de los primitivos tiempos, se sentia abrumada bajo el inmenso peso de sus tradicionales recuerdos. Llegados á ellos de 1Ji1Ja 1Joz, se iban per<liendo, y amenazaban extinguirse por completo. Viéndose en tal situacion, pensaron el escribirlos sobre la faz de la tierra del modo más visible, más palpable y más duradero. Grandes hacinamientos de rocas, fueron los primeros libros en donde vaciaron en figurati·vos geroglíficos y en fantástico mitologismo todas sus tradiciones, su filosofía, su religion, sus leyes y sus costumbres. Los altares druídicos, los círculos con· céntricos de la Pensil1Jania y de las playas del Oltio formaron sus primeras obras. Una piedra más levantada que las otras, significaba una letra, cada letra, un g·eroglifico, cada geroglífico un grupo de pensamientos.

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(1) V6ose Nuestra Seflora de Parls.-Copitulo XXl!L-Esto matut•b A uquollo.

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Más tarde, no bastando á contener lo que deseaban expresar, fueron multipli- 1 cando aquellos simbolos, y creciendo, complicándose más y m<~s , salió el edificio ; salieron los desparramados palacios de la encantadora isla de Oeilan; salieron las célebres construcciones del Oañar en el Pe'r~Ít . Y por último, del edificio en sus diferentes formas, nació la arquitectura, con todo el desarrollo de que era capaz la imaginacion de los séres de los primitivos tiempos. De ese modo fijaron, bajo una forma gue pucliera llamarse eterna, todos sus dihciles, complicados y casi incomprensibles escritos trópicos 6 simbólicos. El pilar reemplazó entonces á la letra, el arco á la silaba, la pirámide á la palabra, el edificio al libro, quizá al poema ..maravilloso, como los Pagodas (l) de la roca del J.Jialtabalip?w, como los monumentos del Hi1nalaya y del Oaclwraira, en las fronte~as de Pe1·sia, como las pirámides de .1!-'g~pto, como el grandioso templo clé Salomo?~.

En cada uno de sus concéntricos recintos, podían traducirse pel'fectamente sus ideas, ya respecto á sus doctrinas, ya con relacion á sus opiniones; y siguiéndoles con la vista, se llegaba basta el tabernáculo,- 6 dicho con más propiedad ,-su arca santa. Su vet•bo, se encontraba en el interior de sus monumentos; sus bellas imágenes, en el exterior de sus vortadas. Hasta en los sit1os que eleginn para edificar, revelaban la iJea predominante, segun era alegre ó sombrío lo que querían representar . Todo el pensamiento, toda la filosofía humana, tenia sus páginas en aquellos libros formados de inmensas mo'les graníticas, de aquellos gigao tescos alfabetos de columnatas, pirámides y obeliscos, labra· dos, ya sobt·e la cúspide de sus más altas montañas, ya cincelados en el profundo seno de str.> titánicas rocas, como las catacumbas de Egipto, como las siete Pagodas del Indos tan, que son otros tan tos templos monólitos internados en la roca del ~Mahabalipur, que ya hemos mencionado ántes. Y valiéndonos de los datoa de un antiguo historiador (2), diremos que los hermanos E111ralio (espacioso) éHiperbion (que vive en lo alto) inventaron los ladrillos y el arte de construir paredes; .Doquio (argamasa), hijo de Oelo (caver(1) Nomhrn dorivodo dtl Bagavali, que quiere decir casa sogrudu • segun los mdios. (2) !'linio

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~· ~·~----------------------~--·----------------------~-----~~ fu:®ACJÓN JUANELO TURRIANO


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Los Conocimientos u tiles.

na), halló el modo de hacer la cal; Oinara (agitacion del fuego), hijo de Ag1·iopa, (selvático), enseñó la manera de fabricar las tejas y fuodil· los metales; Truson (recinto) fué el primero que levantó murallas; y los Oiclopes (cu·culo) los que hicieron 1as primet·as tones. Al célebre IJédalo, de quien tanto se ocupa la fábuln mitológica, se le considera el origen, la personificacion , el tipo, el ente, de donde se hacen partir los descubrimientos tan heterogéneos como las velas, la sierra, el hacha , el taladro, la plomada , y hasta la cola de pescado. La luna. indicaba el mes; la calla, la escritura; la abeja, el pueblo obediente y laborioso; el escarabajo, el mundo; el macho cabrio, la patemidad ; una culebra horizontal, el rey; una tortuosa, el curso de los astros; el ga vil a u , el alma; si bien en otros países, como en 1~1 Grecia •, la representaban por una manposa: as1 como más posteriormente, y aun nosotros mismos tenemos nuestros símbolos para significar cualidades ó atributos. El bnho, por ejemplo, rept·esenta la meditacion; la mano alada, la actividad; el gallo, el valor y la vigilancia; la espada, la justicia; el peso, la igualdad; la corona de olivo, el valor cl.vico, y otros muchos que pudiéramos citar. Sus adornos más favoritos los formaban las cabezas de dioses, de leones, de elefantes, de caballos, de águilas: infinitos mónstruos repugnantes, esfinges y colosos de r1aturaleza mixta. Aun más difícil que esta escritura geroglifico-simbólica , eran los caractéres foné· ticos de qutl á la vez la mezclaban. Y se entenclian tan perfectamente por este medio, que para comprenderlo basta· rá recordar que en geroglifico, y sobt·e piedra tambien, les fueron presentados sus preceptos por 111oisés, en las misteriosas tablas de la ley. ' Al pasar cada g-eneracion , dejaba en el gran libt·o arquitectónico una línea , un ft·ontis, un capitel, que era la traduccion fiel y exacta de su saber y su filosofía. Toda la fuerza material é intelectual de la sociedad de entonces tendía á un mismo fin, la arquitectura. El génio, el poeta, no encontraba más salida , no tenia más vasto campo que la arquitectura, en la que ver tia el torrente de su inspiracion entre las formas múltiples, intt·incadas y caprichosas de s us enormes edificios, de donde tomaron origen sus diferentes órdenes. Ol'iente, cuna de las primeras ciencias, fué tambien la de tan bella arte. En él floreció la arquitectura fenicia, ¡~

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árabe, la egipcia , la etrusca , la cíclope, la griega, la bizantina, de donde salió la S:ótica, y más tarde la ojival, traída á ~uropa en tlempo de las Cruzadas; debienúo añadir para complemento del arte, los estilos dórico, jónico, compuesto y corintio, que salieron de los diversos Estados de Grecia. No nos detendremos en clasificar cada uno de estos órdenes ó estilos, ni en sacar consecuencias más ó rr.énos importantes, porque no entra en la idea de este artículo meramente comparativo. La arquitectura, no hay que neo-arlo, como obra de arte, de gémo, ha ~1echo siempre uno de los papeles más brillantes, más Importantes del mundo. Díganlo las impt·esiones que experimen· tamos al admirar la poética y maravillosa construccion de los monumentos antiguos y muchos de los modernos. Que ha sido siempre la representacion de la historia de los pueblos, lo prueban los magníficos templos mitoló!ficos de Diana en Efeso, de Apolo de ~!¡Jeto, de Céres de Eleusis, y el de Olimpio de Atenas; en los tiempos primitivos. El Obelisco de San Juan de Letran, el San Pedro de Roma, el Panteon sobre el Partenon, y el gran número de suntuosas catedrales y basílicas de la Europa cristiana; en los tiempos modernos. Y si quereis pruebas más evidentes, recordad nuestra poética y arabesca Albambra de Granada, sueño continuo, ambician constan te de los fieros m usul roa nes, y nuestro célebre y grandioso monasterio del Escorial. Aquella demuestra todo el carácter ardiente y meridional de una raza; este el espil'itu gt·ave y severo de la córte de entonces. S::.Icamos en consecuencia de todo, separándonos de otras muchas y muy podero sas razones que pudiéramos ad ncit· en favor de nuestra opinion, por considerarlo demasiado prolijo el enumerarlas, que la arquitectura ha sido el registro de la humanidad hasta la .Edad media, sin que se haya dejado de consignar en las graníticas páginas de sus soberbios monumentos, el suceso más pequeño, más insignificante, por lo que ha llegado hnsta nosotros la huella de las generaciones pasadas con toda su g-rande é interesante historia. Mas vmo el siglo XV y todo cambió de aspecto. Se efectuó la gran revolucion. La imprenta fué descubierta por Guttemberg, y su invencion, el mayor suceso que se registra en los anales históricos. El pensamiento se despojó de su forma

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fUNDAC IÓN JUANELO TURRIANO


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Los Oonocimienlos útiles

ave que, esparciéndose por los vientos, atraviesa indistintamente los inconmensurabies espacios~ De sólido que era, se ha tornado en vivi· do: ha pasado del estado de d'll!racion al de la i?tmo'rtalidad: es decir, del estado de materia al de espíritu, de donde emana: est{t, pues, en su verdadero punto, en su verdadera morada. Una mole se puede destruirr- un ed-ificie se p,uetlc derribar basta dejar llano completamente el terreno que ocupara; pero la sublime idea, el levantado pensamiento del hombre privile~iado por el don supre· mo é inapreciable ae la inspiracion, serán indelebles é indestructibles, aunque aparezcan más volátiles é impalpables. «Venga un diluvio,-dice Victo1· Hugo, -y si la montaña despat·ece debajo de 1as aguas, los pájaros volarán por los aires, y si un solo fl·agmento flota en la superfi· cie del cataclismo, se posarán en él, en él nada1·A.n, en él asistirán á la baja de las aguns, y el nuevo mund6 que salga de este cáos verá al renacer mecerse en su cima, alado y vivo, el pensamiento del mundo sumergido.»La imprenta marchitó á la arq.uitectura, despojándola completamente de sus antiguos privilegios, reduciéndola á un estado pob1·e y mezquino, teniendo que recurrir a jornaleros 1 en lugar de lOS artistas que la prestaban eficaz auxilio, haciéndola aparecel' casi un punto imperceptible en el vastísímo b.ül·izonte en que ántes se extendia. y no es de extrañar que así. sucediera, si se tiene en cuenta qa'e, para trasladar al edificio el pensamiento humano, se necesitaba poner en agitado movimiento infinidad de artes, montones de oro, toda una montaña de piedra, todo un bosque de maderas, todo un pueblo de trabajadores ( 1): mientras que á la idea que se trasforma en libro, mientras que á la inteligencia del hombre , que levanta su atr~vido vuelo á las ignotas r-egiones que su esforzado espíritu pretende explorar, le basta solo un pt>dazo de papel, un poco de tinta, una pequeña pluma, para que con estos pobres é insig-nificantes útiles pueua movilizar las nacwnes, animar las almas y conmover profundamente al universo. Mas no demos al desprecio per eso á la arquitectura; ántes por el contrario, admirémosla, y confesemos franca éingénua mente que, para leer los hechos históricos

1 de montaña, y tomó la de

(1) Vlclor Hugo.-Obrn ci lada.

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de las edades antiguas, es necesario de 1 todo punto el bojear de continuo sus ji- l gantescas páginas granítico-marmóreas. No pensemos tampoco que no bad~ volver á tener magníficas construcciOnes; siempre, y en todas las épocas las _tendrá; porque en todas las épocas, y siempre, será. bella, impm;tante é indispensa~le; pero nunca volverá. á ser como lo ha s1do, la soberana, la emperatriz de las artes Jiberales. Se bao tornado los papeles; ántes impo..nin sus leyes á la literatura, ahora las tiene que 1·ecibir ele ella. Es un hecho. Las célebres construccio-. nes arquitectónicas disminuyen ,. decaen de una manera notable; las de la Imprenta crecen, se desarrollan de una manera tal, que sin exagerar puede decirse que amenazan llegar al infinito. La imprenta es la jigantesca máquina que, movida al impetuoso golpe intelectnal de la sociedad, no hay nada que ~e att·eva á detenerla en su veloz moVJmiento. A ella acuden todas las inteligencias superiores ansiosas de destilar su delicada esencia; al par que en ella se encnent\a el nutritivo alimentG de todas las imaglnaciones. Tan importante, tan grande, tan trascendental es sn mision, gue se puede ase· gurar 1 Sin temor de eq UlVOCarse 1 que no tiene rival en el mundo. El poder de que dispone-, lo toma d~l agitado movimiento universal; los donnm os en que se extiende, aun casi son desconocidos del hombre·. El libro arquitectónico tiene que _ser buscado por el hombre allá en el remoto país en que se halla : el libro producido por la imprenta va á buscarle hasta en su propio hogar; el camino que conduce á aqui , es largo, dificil, árido, penoso, sobre costflr muchísimo: el que este sigue para llegar hasta nosotros , es corto, fácil, floddo, y casi nunca g-ravoso, Están en relacion m versa el coste , las penalidades y el poco resultado del una., con la economía , sencillez y grandísimas ventajas del otro. Cuando hoy, la profunda é ignorada ciencia at'l'anca á la naturaleza, á fuerza de lar&"os trabajos y grandes desvelos, alguno ~.te los importan tes secretos que entre sus pliegues encierra, sea en el país que quie1·a, esté ó no en el confit1 del mundo, rápidamente la imprenta los propaga á todos; y un Galileo, un Newton, un Oopé'J"nieo, un J)esca,rtes, son conocidos en breve del uno al otro hemisfedo . Ellibl'O, desparramándose por el orbe,

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fU'NDACIÓK JL:A~ELO

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Los Conocimientos l'ltiies.

como el impetuoso 8 inwun esparce las candentes arenas del desierto por el inmenso espacio, hace desarrollar las cien· cías, fecundándolas unas cou otras dentro de sus propias leyes, multiplicando sus lazos, demostrando de ese modo á la pobre humanidad las verdades generales en que apoyan su poder. Apareció el siglo XVIII y con él la enciclopedia, y con la enciclopedia la reeopilaciou más impot·tante de los datos más curiosos y necesario::;; de esta recopilacien, la ciencia de lo 1Uit, y de esta ciencia, el gran 1Jide1·ot. Sig·u1ó la imprenta su rápido y no interrumpido curso, y salió el periódico; y con el periodismo, la diíusion de los conocimientos científicos que, Cl·eciendo y propngándose, alejan la ignorancia de lamnltitucl que eSl~ucha, al par que anuncian á los sábios, que piensan y raciocinan, cada paso que dá la civilizac10n. El periódico ha hecho que la marcha de los g-obiernos no sea hoy un arcano para nad1e. ·La discusion de las cámaras, baj,o el dominio de la prensa, hace comprender á cada .::indadano la acertada 6. imprurlente marcha de la política, las combinaciones de los asuntos ya del país propio,_ ya ~el extraño ; en una palabra, la comphcac10n de los resortes de la gt·un máquina social. Estr~cha á los li-teratos y estadistas, dando á cada uno el papel que deb.e representar en el drama de la vida,.aunque no sea mas que para aplaudit· 6 para vituperar (1). De ahí el que cada cual pueda comparar lo pasa(lo con lo presente. De ahi el que la práctica. demuestr·e á cada paso lo absurdo de ciertas teorias, adoradas por alg·unos hasta la más fanática obcecacion. · De ahí el que podamos estar bastante ilustrados par·a que presida en nosotr:os el espíritu de justicia que nos hace apreciar con exactítud lo bueno, útil y oportuno, y tratar con indulgencia lo que no es- prudente ni j nsto. El hombre, durante su corta vida, no puede llegar á tener el conocimiento univer·sal de las lenguas; mas la imprenta le allana tan insuperable dificultad. Leales traducciones le o-dentan, leponen al alcance de todo lo que ocurre en los paises extraños. No conoce esos paises, y la relacion de los viajeros, bajo el dominio de la imprenta, le ahorra las peregrinaciones molestas y costosas. · (1) Cuntil.-Discurso sobre la historia del mundo.

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En una palabra, la arquitectura era la obra de una g-eneracion supeditada constantemente á la más refinada teoCI·acia : la imprenta, por el contrario, es el trabajo libre de la inteligencia, en toda:: sus multicoloras forma :>, en todas sus variadas y poderosas. manifestaciones . Hoy que por nuestra fortnna hemos dado un jigantesco paso en el seculat· camino de la il ustracion y del prog·rcso ; hoy que hemos l:egado á recobrar, des¡mes de largos sacrific10s, la integr·idau de todos nuestros derechos, y con ellos nuestra perdida dig-nidad, al hacer uso de In libre emision del pensamiento, por medio de la impronta, podt·eis ver más clara, más palpablemente, cuál es su verdadern itnpot·taucia, su trascendental mision, segnn indicamos al dar principio á estas mal pergeñadas líuens. Y si, efectiva roen te, al hacer, no uso de ese derecho, sino ab?/¡SO, alg·unas imnginaciones, ya enfermas, ya demasiado pobres, llegan á: pt·oducir, las unas, monstruosos engendros, y las otras aberraciones fanáticas; por el pronto podrán tal vez producir efecto tw·bando la calma de débiles y apocados espíri tns; más , no lo dudeis, su vida será tan breve, como bre'e sea su lectura; porque la verdad, como siempre, se abriní paso á través de las espesas nieblas de la mentit·a. Los errores, los sofismas , solo sirven para hacer resaltar más la verdad , así como lo feo es lo que aumenta el valor de lo bello. Si no hubieY& nada malo en el mundo, no tendria razon de ser lo bueno : si no existiera la perfidia, no se amara tanto la homadez. Hubo un tiempo en que sábios y escritores vivian con la imaginacion embotada~ con el espiritu ador·rnecido por las severas restricciones de las leyes de imprenta ; hoy los campeones del pensa miento pueden despertar de su letargo, acudil" presurosos al solemne llamamiento que por todas partes se lanza por el·ocuentes labios, y agrupándose en nutridos núcleos bajo el glorioso estandarte de la idea moderna, derramar sobre la ignorante multitud los luminosos ¡·ayos de la ciencia: de esa divinidad del dia que tiene entre sus potentes manos las complicadas riendas del progt·eso, los misteriosos arcanos del porvenir. Hombres de ciencia, escritore::r, publicistas, literatos, poetas, sábios todos, ya bao desaparecido los obstáculos que os impedían ir flotando en la rizada superficie del bullente mar de los adelantos modernos ;- ya no debeis retardar por más tiempo el dar á la pública luz vuestras

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flJ:'IT?AC IÓN JUANELO TURRIANO -_


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Los Conocimientos útiles.

producciones; porque además de no existir el motivo que justifique el retraso, la JHl tria reclama iostruccion, y te neis el dol.> le debet· de hacer lo así, puesto que el so· beraoo Hacedor, al dotaros de más talento, lo hizo con el fin de que lo empleáseis en bien de vuestros semejantes, en bien de la ignorante humanidad; debiendo te-

ner muy presente, sin olv:idarlo un in::~· tante, que así como el pensa-miento es el trabajo de la inteligencia , así tambien la pe'I'C.ta es la parálisis del al'lna (1) . BeNITO DE MAnTIN-.ALBO.

(1) llugo.-Mi8trable8,

ESTUDIOS FINANCIEROS. LA NUEVA CONTRIBUCION (1.). CuESTlON

3. 0 -Aplioacion ¡del sistema.

Las dos bases acordadas, siquiera sean provisionales, para la imposicion de la contribucion personal directa, el alquiler real ó computado de la habitacion y el numero de in di vid uos que la oc u pan, son evidentemente falsas , y hasta tal punto complicadas, que es materialmente impracticable aplica¡·las de una manera equitativa. lgual precio de alquiler representa distinto grado de bienestar dentro de una misma poblacion, sobre todo en las ciudades populosas, por una infinidad de circunstancias imposibles de apreciar con exactitud y de ser sometidas á una clasitlcacion clara y justa. Quién hay que, por ln índole de su p¡·ofesion, necesita hacer un sacrltlcio, pagando mayor renta po1· su casa, miéntras personas de fortuna superior y más sólida pueden vivir en habitaciones m ás baratas. No hay medio tampoco de deslindar qué parte de la habitacion que se ocupa corresponde á los g·oces y nl desahogo doméstico, y cm).! á la ind nstl•itt ó profesion que se eje1•ce , y por la que se con tribuye tám bien á los gastos públicos. ~cmejunte clasiJ:l.cacion será siempre difJcil y arbitraria. Aun dado caso que el habitante de una casa no eje¡·zn en ella ninguna profes10n, y esta pueda ser independiente del precio del alquiler, habrá familias muy acomodadas, pero reducidas, que puedan vivir en una casa más barata que ot1·as más numerosas y con ménos medios, que, por su mismo número, necesitan mayor habitacion; y otro tanto sucede respecto al número de criados, que en unos rep1•esentan lujo y para ott·os son de absoluta necesidad. t· n otro caso muy frecuente, muchas hijas solteras ó hijos educándose, mayores de 14 aiios, constituyeu una carga para un pad1·e de familia, miéntras un gran número de huéspedes supone un lucro en la persona que les aloja. Sin repetir los ejemplos, que podrían multiplicarse hasta lo infinito, aparece patente que este doble criterio de la renta de la casa y del ~

( 1) Vónso el número onlerior.

número de habitantes es incompatible con hr claridad y la justicia. En seguida aparecen la indispensable :fiscalizaciou del hogar doméstico, la lucha entre_ el fisco y el con~ríbuyente, en que por lo comun resultan, ó el primero eqgañado, ó el segundo víctima de un vejámen odioso. Aun sin salir de los medios legítimos de defensa contra la Administracion , el inquilino puede exigir rebaja real 6 aparente del alquiler, mudarse á casa más barata, reducir el número de criados, tomarlos de menor edad ocontratarlos á jornal enviándolos á que vivan en boardillas. Esto introduce el desórden en las familias, perjudica á los propietarios, encarece el servicio doméstico, con otros mil inconvenientes. Cada mudanza de domicilio molesta al contribuyente, le expone á perjuicios, miéntras deshace la laboriosa obra de distribucion del impuesto ejecutada por los empleados encargados de ella. Si las trabas impuestas á la trasmision de la propietl!ld por las fo¡·malidades é impuesto hipotecario so~ un mal; si lD,s aduanas, dificultando la trasmision de las mercancías y los bienes muebles, constituyf)n \lO gran perjuicio económico, los obstáculos puestos al movimiento de las personas son una calamidad cuya ext¡,nsion es difícil encarecer lo bastante. ¿Es el do.q1icílio de hecho, ó es el legal, el que ha de regir pura el impuesto? La ley quiere determinarlo, pero no lo conseguirá, porque ni hombres ni leyes consiguen lo imposible. El fisco tiene que elegir, pues, en muchos casos, entre dejar escapar libre al contribuyente ó cobrarle dos veces el impuesto. Esto perjudica al indhiduo; aquello al Erario y á la justicia distributiva. No acaban aquí los inconvenientes de la manera dispuesta para cobrar la contribucion. Hay otra base, más provisional aún que el aquiler y el número de personas, pero no ménos injusta y vejatoria: esta es la de los tipos de reparto en cada ~rovincia de la Nacion, y aun en cada pueblo. Siendo, ·como son los tipos, los de la e;tinguida co:Jtribucion de consumos, resulta que á Madrid le tocan los ántes mencionados 161 rs. por persona, sin distincion de edad,

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FUNOACIÓ~ JCA;-!ELO

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Los Conocimientos útiles.

sexo ni clase; á la provincia, comprendida la capital, i 11 '57; á la de Cádiz, que le sigue inmediatamente, ya sólo 40'68; el promedio resulta á la décima provincia, á la de ::lantander, con 21 '76, en lugar de resultar á la vigésima tercera ; y acaba la lista , en órden de mayor á menot·, por las islas Canarias , donde sólo correspondeu 5 rs. á cada habitante. Esta desigualdad hace impracticable el impuesto. Presentaremos á la consideracion de la Sociedad lo que sería la nueva contribucion repartida con igualdad. Eliminadas las tres provincias Vascongadas y Naval'!'a, que no pagan la cuota para el Tesoro, ni dan cuenta de la que les imponen sus Diputaciones y Municipios, quedan 14.944.631 ltabitantes sometidos á los supl'irnidos consumos, segun el último censo oficial de 1860; y tomando la cifra del impuesto de 1861, á que rige el censo, resulta que los S18.1 i 4.560 rs. á disti·ibuir en aquel año, producen una cuota. Ifledia de 21'31 rs. por habitante. La primera excluswn de la ley, la de los menores de 14 años, en las 45 provincias afectadas, reduce á sólo 10 ;¿81.352 el núme1·o de personas imponi bles, y la cuota media se eleva en consecuencia á 30'91¡ I'S. Hay que excluir, además, S'76.Q;)7 individuos entre poures de solemnidad, ciegos, sot·do-mudosé imposibilitados, y 210.06 1 militares y marinos de g uerra, que son cifnts lijas, seglm los documentos oficiales; y además ott·as, en parte hipotéticas, pero fuudMdas en datos de igual orígen,qneson:2.354.180bracei 'OS, que pueden computarse todos como pobres para los efect.os del impuesto; otros 332.821, mitad de los joi'Daleros con oficio ó sean los artesanos ; y por último, 77 .·100, mitad tnmbien de los operarios de fábricas. 'l'ouas estas exclusiones forman u u coujuato de 3 350.819; quedando reducida la poblacion imponible á 7.175 316; y suprimiendo la fraccion por otras exenciones irnp•·evistas, quedan siete millones en números redondos, que tocan ya á una cuot a media de 45'4'1 rs. Hasta aquí los imponibles; veamos los contribuyentes: Segun las cédulas de inscripclon de las 45 provincias comprendid,¡ts en el impuesto, el número de vecinos ó jefes de familia se eleva á 3.443 943; pero excluyendo i.116 .939 de estos vecinos, por considerarlos eximidos, los conti·ibuycntes se reducen á 2.327.004, á quienes tocaría una cuota media de 13G'74 rs. Establecidas por ejemplo diez categorías de contribuyentes, cuatro supe1·iores á la cuota media , una de la cuota y ciuco inferiores, es decir, desde un quíntuplo hasta un vigésimo, resultarían: CATEGORIAS.

CUOTAS.

1." .

683'70 546'96 4i0'22 163'48 t 36'74 109'40 82'05

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s.a .

4.· • . . . .

5.' .. . .. 6.a • •

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8.' . .. . . 9.' . . . . . . . .

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54'70 :¿7'35 13'67

Siendo estas cuotas por contribuyrnte, y no por pei·soua, resultan tan moderadas que podrían sin diflcultad aplicarse á casi todas las excluidas; en cuyo caso se reducirían en un tercio, haciéndose más moderadas todavía. Es por lo tanto de la mayor evidencia que la contribuciou directa, por sí misma, uuda tiene de gra vos u; que todo el mal consiste en el modo tle aplicarla. Toda la cuestion estriba, pues, en el modo de distribuirla y de formar las clases; y esto es ya de la CunsTION 4.a-Medios de im110Sicion. La libertad política aislada no es libertad; necesita el concu1·so de la libertad económica que la sostenga y haga práctica; en otros términos, que descienda á la administracion , y este descensv es pura y simplemente ht descentralizacion . Descentralizar del Gobierno la accion administ¡·ativa de la provincia, es algo; eruancipat· el Municipio de la Diputacion provincial, es ya una etapa más importante; pero la verdadera doscentralizacion no se realiza basta que se descentraliza dentro del mismo distt·ito municipal , con arreg·lo á las necesid~des particuhu·es ue cada pueblo. En esta ultima y verdadera desc~utl'aliu.t<:ion está el secreto de llllíbertnd y el bienestar de que gozan Inglate .. ra, Suiza y los Estados-Unidos de .América. Y la libertad política sería inútil quedando la tirama municipal, la más sensible por ser la más inmediata. l!:s aderuás tan frecuente, que no hay idioma que no tenga una voz especial para designar los actos arbitrariOS c.le los municipios: en nuestra expresiva lengua se llaman

"

alcaldadas.

Nada dista más del ánimo de la Comision que desprestigiar la autoridad municipal, y mucho ménos acoMejar la insubordinacion á Jos delegados populares; pero bay necesidnd de exponer Jo que existe, para evitar sus inconvenientes y podet· plantear las reformas, sobre todo en materia de impuestos. En las naciones modelos que dejamos citadas, la Sociednd sabe perfectamente que existe, además del Municipio, la ínstitucion que se llama en Inglaterra la vestry, nombre tomado de la sacristía, que era, y es aún en algunos pueblos, el lugar donde Jos vecinos se reunen á deliberar sobre todos los asuntos de la administracion iute•·io1·, l1abieodo tantas vestrys ó juntas de esta clase cuantas son las panoquias. En ellas, reunidos los vecinos, por s u propia autoridad, el primer domingo de NoviemLre, se nombran los delegados para el año siguiente, los cuales , un mes despues, en el primer c.! omingo de Diciembre, aunque sean de nueva eleccion y no hayan tornado posesion desucargo, presentan el plan de necesidades y mejoras en su circunscripcion; se discuten, y los usisteotes, que sonó pueden ser todos los ciudadanos, modifican ó proponen de nuevo lo que tienen por conveniente. La suma imponiule, conooiuo Jo posinion do los nont'~

f UNDACIÓ:\ JL'A"fELO TURRIAl\0


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L os Conocimientos ú.llles .

la decluracion jurada de la renta que posee cada uno, cualquiera que sea su procMencia, de bienes. de industria, profesion ó empleo, se distribuye á pro ruta de los beneficios liq u idos que reportll. l;obre esta base se t·eparte despues el income tam ó contribucion sobre la renta, que en el fondo es á lo que aspira la directa personal que sustituye aquí á la de consumos. Contra lns ocultaciones existe el remedio más sencillo del mundo. Fácil es y de casi nula responsabilidad que un ciudadano oculte su renta all•:studo, y aun al Municipio, en las poblaciones ele cierta importancia ; pero es casi imposible ocultat·la á sus convecinos lilas inmediatos, sob1·e todo cuando Jos vecinos se conocen por las J'O~L nion es que p1·oduce la institucion de Ja ves· tn¡ , y eada uno tiene interés en averig.uar los ro'cursos de los otros. Mentir ante sus conciudaclaoos, que le ven todos los dias, se considera , y lo es en efed o, u n acto bochornoso, y un aten ttldO contn~ los demás. al querer arrojat· sobre ellos una parte de la cat·ga que debe corresponderal autor de semejante accion. ~demás, lus listas del habet· de cada uno se publican, y en esta publicJC!ad, garantía de la certeza de las declaraciones, hay importancia y consicleracion qae adquirir entre sus convecinos, por la buena po.sicion que se conserva ó por lo que se acrecienta la fo¡·tuna de cada uno. Estas list as son crédito para el comerciante y el industria!, fuma para el médico y el abogado, pateo~ te de buena conducta y labol'iosidad para el artesano y el obrero. As í sucede que, con g ran frecuencia, se e~ag eran las rentas : bien vale un pequeño sacriflcio, que lo com peusa á veces hasta un aumento real en la renta misma, la consideracioo que se adquiere. En muchos casos la exageracion se con vierte en un verdadero impuesto sobre la va· nidad, impuesto que, siendo voluntario, es útil en más de un concepto. Rn España la vestry tiene un precedente hist ór ico más antiguo que en los pueblos modernos donde exis Le: la reunion de vecinos en Goncejo á .~on de campana tañida, h a existido; y sólo lttrgos s ig los de la centt·nlizacion, que tanto necesltan los gobier nos absol utos, bao logrado borrar aquella costumbre, que, más ó ménos debili tada, existe aun en alg unas localidades de In Península. En la resu rreccion de tal costumbre, perfeceionnda y extendida con arreglo á la experiencia y las necesidades modernas, está la clave de la aplicacion justa y equitativa de los impuestos directos. Confiese á los ciudadanos la for macion de lus relaci(Jnes de su riqueza, reunídos por circunscripcionés muy reducidas, y se averig uará Jo cierto, sin vejámenes ni sobornos. Hoy que el sufra¿ io universal y el derecho de reunion se han decla rado, es de inflexible 16g ica que se reunan los vecinos y discutan y arre-

glen entre sí la manera de repartirse las carg-as públicas. Hoy existe, además, una práctica de este sistema de señalarse las cuotas en las agremiacio· nes profesiouules, que se reparten de comun acuerdo el total de la suma que les impone el Gobierno. Todo se reduce á que, en vez de agremiarse por grupos profesionales, se agremien los ciudadanos de cada pueblo ó barrio, comprendiendose todas las clases que deban contribuir . No se oculta 6. la Comision que la perfeccio n absoluta del sistema no se alcanzar ía el prime1· aiio; pero no es ot1·o el camino de llegar á h~ equidad que se desea . El sistema, además, hace efectiva la responsabilidnd de los mandatnt·ios, useg ura la buena in version de Jos fondos y la perfeccion de los servicios, eeonumizundo las inmensas sumas que cnesta, concentra1• primero el producto de las cont ribuciones, por efecto de la centr alizacion , y distribuirlos despues de nuevo á todo el terri· . torio. Por una chocante anomalía, eri el sistema actual, los mandatarios de los pueblos río ri nden cuentas de los fondos, ni de sus actos, a sus comitentes, que es de quienes proceden la autoridad y el dinero, á los poderes superiores. ¡Verdad es que sin esta relajacion de1ajusticia y de la lóg ica, los gobiernos despóticos pe1·derian la principal palanca de su poder! Resumiendo este informe, ya bastante largo, aunque mucllo ménos de lo que requiere la importancia de las cuestiones que sólo ligerameute se apuntan, la comis ion opina: t. 0 Que la Sociedad Económica debe sancionar, con la autoridad de su importante voto; que la supresion del impuesto de consumos, exig idfl por la revolucion y declarada por el Gobie¡·no P r·ovisional, es un bien para el país. 2.0 Que la nueva contri bucion directa, q ue va á sustit11ir á los consumos, esta, científica y pt·ácticamente considerada , dentro de los buenos pt·inoipios económicos; si bien es indispensable cam l>iar las bases des u aplicacion, repartiéndola sobre todo eq uitativamente entre las divet·sas localidades del país. Y ::!. 0 Que, correspondiendo á sus antecedentes y usando de su prestigio. la Sociedad se pronuncie sobre la conveniencia de·hacer las suficientes refot·mas en la. legislacion municipal, á fin de que los jefe&de familia, divididos en pequeñas circunscripciones en las grandes ciudades, concurran todos á resolver las enestiones de su interés mas inmediato, y muy p articularmente la de reparto de los impuestos.Madrid i4 de Noviembre de 18ti8.- F rancisco Javier de Bona, Presidente.-Pascual Savall y D¡·onda.-Fraucisco Cantillo.- J osé Galofre .Pedro Pascual Herrero, Secretario.

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MAOHIO: i 868.=1rnprenta de Los

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il oorgo de 1-'ranoiaco Roig, Arco de Santa Maria , 39.

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FU>IDACJÓN JUANELO TURRIANO


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ENSEÑANZA POLITICA.

La cuestion de la esclavitud. Ahora que la cuestion de la esclavitud está llamada á resolverse con toda urgen· cía, nos parece oportuno dar á o uestros lectores una idea de la manera cómo en otras naciones se ha ido acabando con uno de los mayores crímenes que han afligido á la humanidad. Dos grandes conquistas se han alcarrzado ya en este punto : la supresion de la trata : la abolicion ele la esclavitud en las colonias inglesas, francesas, dinamarq uesas, suecas y en los Estados-Unidos. Examinemos separadamente cada una de estas • importAntísimas reformas. .El Estado anglo-americano de Virginia fué el primer país que abolió la trata en 1776. Desde 1776 á. 1782 se fueron adhiriendo á. esta abolicion otras comarcas de los Estados· Unidos. Inglaterra la declaró abolida en 1807, gracias á. los esfuerzos filantrópicos d~ Wilberforce, Clarkson y Fox. Bajo la influencia de Inglaterra, cuando la paz de Viena en 1815, ocho naciones de Europa se comprometieron á abolir la trata. Desde 1815 y durante treinta aiios, la misma Inglaterra celebró veinte y tres tratados particulares con idéntico objeto, ya con las mismas potencias signatarias de la paz de Viena, ya con otras varias, consiguiendo que el principio ae la abolicion fuese reconocido por todos los pueblos civilizados. El Papa Gregario XVI, en una bula de 3 de Diciembre de 1839, condenó la trata de negros en nombre de la religion católica. Por fin, desde 1841 á 1847, Inglaterra celebró convenios especiales con los caciques negros, vendedores de esclavos en el

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Diciembre

1: de 1868.

interior y en la costa de Africa, comprometiéndoles á no sostener la ti·ata. De manera que la iniciativa en la abolicion de la trata corresponde á los Estados-Unidos: el mérito de haberla iniciado en Europa y el de hnbel'la hecho aceptar por todas las naciones civilizadas corresponde á Inglaterra: desde 1807 á 1847 la abolicion ha sido admitida por lodos los Estados europeos ó africanos ántes interesados en la trata: la Iglesia católica la ha condenado por boca del Pontífice romano, aunque por desgracia un poco tarde . A la abolicion de la trata ha seguido la abolicion de la esclavitud. Pero desgraciadamente, al paso que la abolicion de la trata ha sido un principio reconocido generalrnente por todas las naciones, no ha sucedido lo mismo con la abolicion de la esclavitud, la cual ha sido un hecho limi· taclo á los establecimientos coloniales de algunas potencias, y últimamente á los Estados-U nidos. La abolicion de la esclavitud en las co-lonias inglesas fué decretada en 1833. Empleáronse diez años en preparar esta gran medida, iniciada por Mr. Buxton en 1823. La emancipacion no se decretó repentina y violentamente, sino de una manerag9·aaual y bajo las condiciones siguientes: indemnizacion de 20 millones de libras esterlinas á. los propietarios de esclavos: aprendizaje forzoso para los emancipados durante cierto periodo, cuyo máximum no pasase de seis años: facultad dada á. los negros para rescatar este trabajo forzoso. Aprovechando esta última condicion los negros de Antigoa se emanciparon inmediatamente. El número de esclavos manumitidos en las colonias inglesas ascendió á 780.933. La abolicion de la esclavitud en l aes:J ToMo

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Los Conocimientos útiles.

lonias francesas fué decretada en 18-18 bajo la segunda república. Hízose la emancipacion inmediatamente, resultando manumitidos unos 160.000 negros. En aquel mismo año se llevó á cabo la abolicion de la esclavitud en 1as colonias dinamat·quesas, si bien se estuvo pt·eparando desde 1845. Quedaron libres 27.144 esclavos. Ya en 1826 se habia decretado la abolicion de la esclavitud en la "colonia sueca de San Bartolomé, resultando 531 negr os emancipados. Los Estados-Uniuos han sostenido una larga y sangrienta guerra para abolir la esclavitud. Lo han cons':lguiuo por fin en 1865, entrando cuatro millones de infelices negros en la condicion de libres. De mauera que la abolicion de la esclavitud ha iuo avanzando desde 1833 á 1865: en unos puntos ha sido gradual, en otros inmediata: y han entrado en la condicion de libres cerca de cinco millones de séres humanos. Las consecuencias de esta abolicion pa?'· cial de la esclavitud no han sido desfavorables, bajo el punto de vista económico, · como lo anunciaban y aun lo aseguran totlavía los esclavistas. Vamos á demostrarlo con algunos datos tomados de las colonias inglesas y francesas; y no hablamos de los Estados· U nidos porque-la fecha de la emancipaciou de los negros es alli demasiado reciente todavía para que se puedan apreciar sus verdaderos resultados. En las colonias inglesas los resultados económicos de la emancipacion fueron los siguientes·: tt-anquilidad completa sin la más ligera sombra de guerra civil: un considerable número de matrimonios entre negros: gran concurrencia de ellos en los templos y en las escuelas : una tendencia notable en los antiguos esclavos á hacerse pt·opietarios por medio del trabajo libre. En prueba de lo último, baste decir que en la Guyana inglesa se formaron sociedades de 150 y hasta de 200 neg-ros para comprar y explotar en comun haciendas de 30.000 y de 80.000 libras esterlinas. Otro dato : las exportaciones de

Inglaterra que en los seis últimos años de esclavitud no habían llegado á tres millones de libras esterlinas, alcanzaron ya á cerca de cuatro millones en el primer año de la libertad. En las colonias francesas los resultados económicos de la abolicion de la esclavitud fueron los siguientes : en las cuatro colonias francesas que tenían esclavos, el movimiento general de los neg·ocios (importaciones y exportaciones reunidas) subió muy po1· _encima de las ci f¡·as anteriores á 1848: la suma de las exportaciones fué bastante considerable en la isla de Guadal upe, muy importante en la Martinica y extraorq,jnaria en la isla de la Reunion: la cantidad de azúcar, producto principal de aquellas colonias, excede actualmente al promedio anual anterior á 1848 : el movimiento de la navegacion en las colonias francesas fué en 1848 de 2.022 toneladas, Y. diez años más tarde era ya de 2.488: el movimiento mercantil era en 1848 de 113.694.970 ft·ancos, y diez ai:íos más tarde fué de 166.057.692. En una palabra; aumento en el movimiento general ue los negocios: aumento en las exportaciones: aumento en la produccion colonial: aumento en el movimiento de la navegacion: aumento en el movimiento mercantil: tales fueron los resultados definitivos de la emancipacion de los esclavos en las colonias francesas. Pero abolida la trata y tm1ancipados los escla.vos en los principales paises que los poseían, t no queda ya nada que hacer en la cuestion de la esclavitud? Sí queda, y mucho y muchísimo. Porque la trata abolida de de'reclw subsiste todavía de lteclw en algunos puntos. Porque la esclavitud no ha sido abolida eu todos los países q ne tienen esclavos. Entre Cuba y Puerto-Rico hay más de medio millon; en el Brasil dos millones, sin contat· algunos centenares esparc.idos en Mozamblque, Angola y otras posesio nes portuguesas de Africa. Total: cerca de CUATUO MILLONES de séres humanos que gimen todavia en la esclavitud , á pesar de la abolicion de la trata y de las reformas radicales que han llevado á cabo las

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FlNDACJÓN JUANELO TURRIANO


Los Conocimientos útiles. principales potencias europeas y la más civilizada de las americanas. ¿A qué debe atl'ibuirse la persistencia en tan horrendo crimen por parte de un imperio que se titula culto, y por parte de una nacion europea que aspira á pasar por eminentemente religiosa y eminente mente católica? Es que, además de la cuestion de interes que incita á muchos dueiios de esclavos á sostener á todo trance el falso principio en que descansa su triste propiedad, hay otros hombres puramente teó1·icos que pretenden apoyar el mantenimiento de la esclavitud en razones que, por desgracia, encuentran todavia eco en las regiones oficiales. Hé aqui en sustancia estas r azones en que se apoyan los partidat·ios de la esclavitud para pretender que tan fatal institucion debe conservarse. Sostienen: 1. 0 Que la filosofía ha demostrado, por boca de Aristóteles, que los negros son de naturaleza distinta que los demás séres humanos: la fisiología los presenta como de distinta familia: la historia los ofrece á nuestros ojos como una raza siempre conquistada : la ciencia del derecho supone un contrato por el cual la raza negra, en razon á su inferioridad, habría resignado su a utonomia bajo la tutela de las demás razas : la economia política demuest1·a que, sin el trabajo esclavo, la América no habría prosperado: la politica obliga á tener supeditada la raza negra porque sus instin tos brutales la llevarían á alterar cons· tantemeute el órden: la religion, inclusa la cristiana , admite la esclavitud y hasta la reconoca como institucion necesaria. 2. 0 Que la esclavitud de la raza negra es la redencion de la raza negra, porque los negros se hacen la guerra entre sí en el interior del A frica; y si los blancos no comprasen los prisioneros, estos serian asesinados por los vencedores de su propia r aza, ó acaso reducidos á una servidumbre cien veces peor que la que sufren en Amé· rica. 3. 0 Que la abolicion de la esclavitud en las colonias francesas produjo subleva~iones y toda clase de males políticos y

económicos; en las inglesas la decadencia de la industria azucarera, y en todas par· tes donde se decrete producirá una profunda perturbacion política, el levantamiento en masa de los esclavos, el abandono de los ingenios y talleres, la ruina completa de toda clase de propiedad. Contestamos desde luego: A lo primero: que la doctrina de Aristó· teJes sobre la esclavitud no tiene ningun fundamento racional, sino que es una teo· ría á posterio?'Í para justificar la manera de ser de las sociedades antiguas fundadas en el monopolio y en la conquista: que la unidad de la familia humana está pel'fec- • tamente demostrada hoy por toclas las ciencias naturales de acuerdo con lastradiciones biulicas: que no hay conquista ni pretendido contrato que pueda justificar la explotacion de una raza por ott·a raza, ni la de un hombro por otro hombre: que si la América ha prosperado, no ha sido po1· la esclavitud, sino á pesa1· de la escla· vitud, que bajo la accion del trabajo libre se hubiera desarrollado infinitamente me· jor la riqueza del Nuevo Mundo, como lo está demostrando el ejemplo de los trabajadores libres en los paises americanos donde no hay esclavos: que, aun en el su· puesto y negado caso de que la América debiese toda su prosperidad al trabajo de los esclavos , siempre resultaría que habríamos ganado la América pe1·diendo en cambio el Afl'ica, hoy abandonada en gran parte por la funesta influencia de la escla· vitud : que si la raza negt·a tiene instintos brutales, nosotros , en vez de alimentarlos con Jaopresion y la servidumbre, debemos moderarlos y destt·uirlos por medio de la edttcacion, que tiene por primer elemento la libertad : que si hay religiones bárbaras que admiten y aprueban la esclavitud, de· cirlo del cristianismo es una blasfemia, porque la religion cristiana ni en sus principios, ni en sus libros, ni en sus tt·adiciones, la ha sostenido; ántes al contrario, directa é indirectamente la ha condenado y la condena, por más que la Iglesia católica baya mostrado poco celo en dictar leyes para reprobar aquella nefanda institucion . En una palabra, <lue la esclavi- ~

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FUNDACIÓ?>. JCA~ELO

TURRJAJ\0


__i_e~n--to_s__u_·_ti_l_e_s-. ~~--~--~----~~r __o~n-o.~c-jnrr __o_s__O ~~2--S________________L tud, léjos de ser apoyada, es anatematizada simultáneamente por la filosofía, la fisiología, la historia , la ciencia del derecho, la económica, la política y la religion cristiana. A lo segundo ~ que llamar 'rescate á la esclavitud es añadir el sarcasmo á la cruel· dad, porq ne las guerras entre los negros del interior del Africa están sostenidas por la codicia de los caciques, y esta es fomentada á su vez por la de los t.Pafican· t.es mwopeos que encuentran por aquel medi0 abundancia de me?·cancía humana, y porque el verdadero r,escate no puede consistir en redimirse de una esclavitud pat·a caer en otra, sino eu libertar al neg-ro de las cadenas de otro negro para darle vida y libertad entre los blancos. A lo tercero: que si bien en las colonias inglesas las exportaciones de azúcar disminuyeron., despues de la emancipacion, en una cuarta parte, y en una tercera las de ron y café, en cambio los colonos ven· diet·on sus productos á más alto precio y obtuvieron una renta superior á la_ que antes obtenían: que la revolucion que so· brevino en las colonias francesas en 1848 no fué efecto de la abolicion de la esclavitud, sino del estado de perturbacion general en que por entonces se encontraba la mett·ópoli: que ya hemos visto, n:ierced á varios datos citados más arriba, q,ue si con la abolicion se tocaron algunos inconvenientes en las colonias inglesas y. ft~an­ cesns, prescindiendo de que esta clase de inconvenientes son inherentes á toda reforma de alguna trascendencia, la experiencia vino á demostrar que se neutralizaron, y con exceso, por grandes mejoras obtenidas en el órden moral y en el material. No valen, pues, los inte'l'eses de los pro,. pietarios de esclavos ni los sofismas de los esclavistas para defender aquella institucion odiosa. Podrán diferir durante algnn tiempo su abolicion radical, pero no podrán impedir que esta abolicion llegue en un plazo más ó ménos lejano. Exige, sin embargo, la conveniencia política que esto se haga sin sacudimientos ni trastornos. ¿.De qpé manera podrán evitarse~ ¿,Cuáles son los medios más pru-

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dentes y eficaces de abolir la esclavitud en los países donde toda vía existe~ Difieren los publicistas sobre estos medios. Vamos á analizar los principales. 1.° Concluir de una vez y para siempre con la inmunda trata., vigente todavía en el ten·eno de los kec!tos. Para ello, entre otras cosas, consitlerar siempre como piratas á los neg1·eros. 2-0 It• sustituyendo al trabajo negro y esclavo el trabajo libre, amarillo 0 blanco : es decir, fomentar, en los países donde·· hay esclavos,.. la inmigracion de tr abaja· dores libres, chinos ó europeos. 3. 0 Ad.9ptar pura y simplemente el sis-· tema inglés, ósea anunciar la libereadl del negro con la anticipacion conveniente,. dando una indemnizacion á los propietarios de esclavos, y sujetando, durante algun tiempo, los negt·osá unaprentlizajeforzoso. 4. 0 Decretar inmediatamente la emancipacion, sin intlemnizacion ni. aprendizaje, pero quitando en cambio todos los obstáculos que se opongan á la libertad económica en las provincias ultramarinas~ Prime'r medio: s11presion radical de la tt·ata. La trata debe considerarse abolida definitivamente; pero negamos la eficacia. de esta abolicion como medio supremo de· llega¡· á la de la esclavitud'. No basta prohibir un género de comerciD : es menester acaba.r con el consumo que alimen· ta este comet·cio. ¿,Qué importa que se. prohiba el comercio de negros si continúa . la injustificable necesidad del consumo de este a?·tículo ~ El comercio prohibido, cuando la necesidacl subsiste, se convierte en cont?·abando, tanto más activo cuanto más grandes son los rigores, porque mayo. res son tambien las primas obtenidas. Así, se ha visto que, desde la abolicio_n legal de la trata, ha aumentado el comercio ilegal de negros, subiendo la exportacion africana desde un promedio de 85.000 negros en el período de 1805 á 1810, hasta 135.800 en el periodo de 1835 á 1840; se han agravado los sufrimientos de los esclavos, por-que, siendo articulo de contrabando, se lt>s estruja en un rincon de buque, ó son echados despiadadamente al agua al me· nGr asomo de un crucero , resultando un

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FilliDACIÓN JUANELO TURRIANO


~-------------------L-o __ s_C __o_n_o_c_l_rn __i_e_n_t_o_s__ú_t_il_e_s_________________2__2_0~~~ aumento de 11 por lOO en la pérdida qua sufrüw los cargamentos de negros antes de la abolicion; y han aumentado las ganancias de los negreros, que desde un 20 ó un 30 por 100 de beneficio antes de la abolicion de la trata se elevaron despues á un 200 ó un 300 por 100. Conviene, pues , abandonar, como ineficaz, todo medio que no conduzca directamente á la abolicion de la esclavitud. Segundo medio: inmigracion amariUa ó blanca. Este medio es un absurdo, si por él se quiere dar á: eutender que el Gobierno debe llevar á l'os paises de esclavos masas enteras de chinos 6 europeos. Solo los p&dria llevar reglamentados y disciplinados, es decir, sujetos á. una esclavitud disfrazada. La libertad podr·á atraerlos: la autO?·idad nunca podrá llevar medio millon de trabajadores á nuestras An-ti\las· sm tenerlos sujetos con medidas violentas. Por· otra parte, si es la raza amarilla la que sustituye á la negra, el espíritu !le antagonismo de raza reemplazará la esclavitud en otra forma. La raza blanca afluirá. por sí sola, pero con una condicion: que se modifique el régimen político y administrativo de nuestras provincias ultramarinas. Estamos ahora en vías de esto; y téngase en cuenta que el bhmco no irá gustoso á una colonia sino cuando encuentre en ella el tesoro de las libertades, exceptuando los aventureros y l0s empleados que vayan á explotar el país por cuenta propia ó por la del gobierno de la metrópoli. Por esto sostendremos siempre que la cuestion de la esclavitud está íntimamente enlazada con toda la cuestiou colonial. Te1·cer 'llMdio: sistema inglés. Este sistema tiene la ventaja de una suma prudeneia; pero tarubien el inconveniente de hacer recaer sobre los contribuyentes de la metrópoli el peso de la indemnizacion concedida á los propietarios de esclavos. ¿,Con qué derecho se hace esto'? ¿,Se decreta la emancipacion únicamente en ventaja de la metrópoli que paga , ó más bien en ventaja de la misma colonia y de la humanidad entera'?

que estas líneas escribe es partidario de esta solucion, sin prejuzgar por· esto lus opiniones particulares que puedan predominat· en la redaccion de esta Revista. Tenemos los siguientes motivos para abogar por la abolicion inmediata: 1. 0 , porque el contemporizar con un mal ed la manera dl3 arraigarlo, reconociendo en él cierta justicia: 2. 0 , porque la llamada propiedad soqre el esclavo dista mucho de ser tan atendible y respetable como otras propiedades q11e tienen un fundamento racional ó histórico: 3. 0 , porque los propietarios de esclavos están ya suficientemente preparados desde que se abolió legalmente la trata , y más aun desde que cayó la esclavitud en las colonias inglesas y francesas, y todavía más desde que ha desaparecido en los Estados-Unidos: 4. 0 , porque el temor á una sublevacioo de negros es más fundad'o si ellos se decretan la abolicion pa?· si mi-smds, es decir, cuan tlo haya pasado la oportunidad de decretada la metrópoli, que si esta lo hace á su debido tiempo, por ejemplo ahora, cuando , concedidas las libertades políticas á los blancos, no pueden ya difel'irse las líbertades civiles á los- negros : f>. 0 , porque la presion de los Estados-Unidos, hoy interesados en la abolicion sin retardo, nos obligará á decl'etarla en el acto humillan· do nuestro orgullo nacional, cuando podemos l)l'evenir esta humillacion haciendo espontáneamente lo que despues tendríamos que hacer cediendo á la fuerza: 6. 0 y últi-mo, porque si la abolicion inmediata no ba producitlo un movimiento separatista ni en las colonias francesas de Guadalupe, la .Martinica y la Reunion, ni en la inglesa de Antigoa, no se concibe por qué lo ha de producir en nuestras provincías de Cuba y Puerto-Rico, cuyas condiciones sociales é industriales no difieren en nada de las anteriores. De todas maneras es urgente tomar una resolucion definitiva en la cuestion de la esclavitud. Entretanto, conviene ilustrar la opinion sobre tan importante asunto, y este es el objeto que ha inspirado las líneas que preceden.

LOua•·to medio ' abolicion inmediat_a_._E_l_-~

J. M.

SANRO~IÁ.

fUNDACIÓJ'\ Jt;A;-1ELO TURRIA'I\0


Los Conocimientos útiles.

CO~OCBBENTOS

DE FJSICA.

LA ELECTRICIDAD. VII. -(Conlinuocion.) (e)- Tan importantes y dignos de estudio como los mecánicos y calo?·íficos, son los efectos Z1tmínicos de la electricidad, ántes de ahora mencionados ó descritos con frecuencia, aunque incidental y muy someramente siempre. Por si misma, 6 mientras permanece en estado de quietud 6 equilibrio, la electricidad no es ciertamente luminosa; pero basta que, de un modo continuo, como arroyuelo bullidor, 6 súbitamente, como turbion de agua, desbaratada la presa que le contenía, fluya en abundancia de un lugar á otro, 6 que uno de sus elementos constitutivos, temporalmente aislado, se precipite en busca 6 al encuentro del opuesto, para que, á lo largo del camino recorrido, b1·ote la luz, rasg-ue las tinieblas de la noche fugaz é intenso resplandor, y se mezcle á la claridad del día la claridad vivisima y deslumbradora del relámpag·o. Segun el modo como la combinacion de ambos flúidos, 6 la propag~cion y difusion ' de la electricidad de ambos signos se efectúa, la luz ele este movimiento resultante adquiere tres distintas formas: de .fulgM' silencioso y como.fosfórico, perceptible en la oscuridad alrededor de los c01¡,ductores por donde la electricidad fluye 6 se escapa; de S1tlrtidor más brillante y mejor de· finido, acompañado de ligero susurro, como de e.ftYJ''lJescencia, 6 de crujido, comparable al de la seda suavemente arrastrada po1· el suelo; y de ?"áfaga 6 cMspa estrepitosa, perfectamente delineada y visiblc en medio del dia. Durante la noche, 6 dentro de una estancia cuidadosamente cerrada, obsérvase lo que hemos calificado de simplefulgor ~ eu torno del conductor y del disco de una

poderosa máquina eléctrica, mientras el disco g-ira y cuando la carga del conductor adquiere una ttYJtsio1¿ considerable y de un momento á otro puede ya estallar y precipitarse sobre los objetos ó conductores inmediatos ; y, mejor todavía, en torno y como si emanara de un alambre, atado por una punta 6 extremo al conduc· tor y en comunicacion 6 contacto perjecto por el otro con la tierra, y por el cual, como por una cañei'Ía, fluye sin interrup· cion la electricidad positiva de la máquina, al paso que, por el rozamiento del disco contra las almohadillas, se deseovuelve y desprende. Al conductor de la famosa máquina de V. Marum podía adherirse un alambre de hierro, de 20 metros de longitud, perceptible en la oscuridad, mientras el disco giraba, á semejanza de una cinta 6 línea de fuego, que el experimentador encendía 6 apagaba cuantas ve· ces estimaba oportuno, sin abrasa?' ú oxidar el alambre, y, en cierto sentido , des-truirle , ni aun reducirle á menudo polvo. Porque la luz 1 en este caso, no proviene, como inadvertidamente pudiera suponerse 1 del caldeamiento excesi vo q candencia del metal, sino de otra causa diferente, no bien conocida y difícil de precisar: tal vez, de un movimiento vibratorio peculiar de las moléculas metálicas, dislocadas 6 agitadas por el flujo 6 C0?'7'Íente eléctrica; y de la recomposicion parcial de la electricidatl positiva, que corre y desciende por el alambre, con la negativa de las meléculas del aire, del vapor de agua 6 de los corpúsculos, de mil extrañas procedencias, que flotan y revolotean en la atmósfera, y rodeap 1 tocan y están como adheridos al mencionado conductor. Despréndese 6 brota el swrtidor eléctri-

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filliDACIÓN JUANELO TURRIANO


-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_~<:©@ -_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_ -_-_-_-_Conocimientos ~©» 231 - Q utiles. y_=_-_~---_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_Los co, no de los objetos ó cuerpos redondeados, sino de las puntas metálicas, adherídas al conductor ó colector de una máqui· na en actividad. Con la necesaria amplitud y claridad posible, hemos procurado explica¡· en otro artículo en qué consiste el poder de las puntas, y cómo por ellas fluye y se dispersa la electricidad cuando en contacto con un cuerpo electrizado secolocan. Implantando en el co.nductor de una máquina una varilla bien afilada, vanament0 intentaríamos electrizarle, por muchas vueltas que el disco describiera: la electt·icidad que al conductor afluye por un lauo, al través del peine ó de las púas aspirado¡·as, en contacto casi con el disco, po¡· el otro extremo, y al tl'avés de la punta adicional, se escapa y difunde por el aire; y si la máquina es de g-randes dimcnsiones y de excelente constr uccion, y la prueba se verifica en la oscuridad, lógrase ver cómo el flujo eléctrico emana de aquella punta, á guisa de pequeño chort·o ó surtidor, acompañado de un susur ro 6 chispol'roteo muy débil y peculiar. En torno de la punta, el aire, electrizado po1· contacto, experimenta una repulsion continua; y mientras en direccion de la varilla aguzarla retrocede y se aleja en parte, por la base y los costados afluye, pnra colmar el vacio así producido, otra cantidad eq uivalcnte. Colocada en posicion hol'izontal la varilla adhel'ida al colector de la máquina, compruébAse la realidad. de esta especie de resoplido ó au1·a eléctri· ca, aproximando á la punta una vela encendida: la llama entonces oscila y se dobla, y alejn. de la punta, como si alguien suavemente la soplase. Los surtidores ó penaclws de luz eléctrica se forman algunas veces, en dias de tempestad, sobre las puntas de los pararayos, de las veletas de las torres y de los mástiles de un navío, impregnados ya de humedad 6 provistos de algun conductor metálico; y desde muy antiguo han sido designados con diversos nombres, como los de Cástor y Pólux, ó fuegos de SanTelmo, Santa Elena y otros san tos, segun las creencias y tradiciones piadosas, aunque científicamente Á erróneas, de los varios pueblos y épocas.

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A las pequeiias, pero muy curiosas y notables diferencias, señaladas en los artículos anteriores, entre la electricidad positiva y la negativa, puede agregarse ahora la siguiente. En paridad de las demás condiciones, el surtidor luminoso derivado de la fluencia por unn punta rlel elemento positivo es más extenso, brillan· te y sonoro ó bullicioso que el proceuente de la emanaciou continua del negativo: aquél merece propiamente el nombre de surtidor ó penacho eléctrico; mientl'as éste se reduce á un simple filete violado, á una estrellita y fulgo¡· fosforescente y mortecino, ó ménos ampuloso y expléndido que el primero. La razon de tamaiía diferencia es completamente desconocida; pues con decir que la electricidad negatiraes más difícil de aisla1· 6 contener dent1·o de los cuerpos, ó adherida á la materia ponderable, que la positiva, y que, por este motivo, surge y se dispe1·sa con mayor facilidad ó en estado de tension inferior que el flúido contrario, parece que se adela nta algo, cuando en r ealidad ni se enseña ni se apr·ende nada. En vez de fluir por una punta puede la electricidad, de uno ú otro signo, brotRr de una esferita ó de una varilla redondeada, a u herida al mismo conductor de la máq uiua eléctdca, conforme poco an· tes se expresó. El su t•tidor en ton ces cambia de aspecto, y se convierte en chorro de luz inte1·mitente 6 discontinuo, y más brillante y algo más ruidoso que en el otro caso. Para aumentar su tamaño, alterar su figura y convertir la, de cónica ó semejante á la de un embudo ó sombrilla invertida, medio abierta 6 cerrada, en esférica, elipsoidal ó bombeada, y facilitar ó acelerar su repr·oduccioo pel'iódica, bas· ta aproximar al colector de la máquina, incesantemE-nte electrizado por el movímiento giratorio del disco, otra esferita metálica en comunicacion con el suelo: con esto el surtidor se prolonga y extiende de una esferita á otra, como doble manga de fuego, por resultado de un juego de acciones y reacciones eléctricas ya latamente explicado, en el artículo IV sobre todo; y oscila y se trasforma, se difunde J.

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Los Conocim.ientos útiles.

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y apaga, ó se recoge y enciende de nuevo, segun la distancia, dimensiones y po· sicion relativas de ambos cuerpos excitadores. Del su¡·tidor, ahora descrito, ó emana· cion luminosa, intermitente y brillante ya, pero difusa y mal terminada toda via, á la verdadera 'J'cífaga ó cltispa eléctrica, no hay sino un paso; y con Eolo aumen· tat· el diamet1·o de las dos esferas, ind1tCto?·a, ó adherida al colector de la máq ui· na, 6 indttcida, en comunicacion con el suelo, la transicion de un fenómeno á otro se verifica. La chispa procede , ó es efecto consiguiente, inevitable y hasta .coetáneo, coufor we ya varias veces hemos dicho, de la recomposicion súbita del flúido neutro por la reunion violenta de los dos fJ.úidos elementales. Cómo se engendr-a .6 b.rota en semejante caso la l111Z, si porque laelect?·icidad, considerada como simple movimiento de la materia ó del éter, adquiere entonces nuevas propiedades ó accidentes, y, dejando de ser lo que antes era ó parecía, se trasforma en otro movimie.nto distinto del primero ; por efecto de la dislocacion y candencia de la materia ponderable; 6 por la ruptura violenta y exclusiva é inmediata del equilibrio etéreo, ni se sn be, ni acaso se sab1·á n.unca, ni, tal vez, importa mucho saberlo: monto,nes de palabras poclriamos aglomerar .en este sitio en disculpa y como disfraz de D·uestra ignorancia; pero la luz, que c.on tanta facilidad surg·e ~el choque ~e aJnbas .electricidades, no alu:t:nbraria la mente de nuestros lectores por muchos períodos que zurciésemos y por más que en aclarar el asunto nos afanásemos. Del conductor simple 6 complejo de una buena máquina eléctrica en actividad pueden extraerse,po1·el medio indicado, multitutl de chispas de diferentes tamaños ó long-itudes. Cuando la chispa emanada de un conductor de gran superficie y bien cargado es corta , de uno á cinco. centímetros, por ejemplo, resulta de color blanco, hdllante y uniforme, como filete rectilíneo de luz; si de cinco á diez centímetros de amplitud, su resplandor se amortig-ua un poco por el medio, y la trayectoria

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aparente se encorva ó comienza á vacilar; y si de 10 á 20 6 30 centímetros, la diferencia de brillo, de los extremos al centr.o., es cada vez mayor, y la figura ondulada, serpenteante y angulosa. Además: cuan· do la distancia entre el cuerpo electrizado y el excitador es pequeña, la línea de fue· go, producida por la descarga x·ecíproca de un cuerpo contra otro, nad.a de partí· culat· o1i·ece; pero cuando aquella distancia aumenta, y asimismo la.superficie del e~citaQ.ot·, la ):Mag-a 1u ruinosa se .bifurca~ ó se divide en d.os ó más ráfagas de menor intez;¡sidad que el tronco 6 surtidor comun, adherido al cuerpo electrizado. Y aun cuando la chispa no se divida, de los varios ángulos .6 puntos salientes de la trayectoria, á manera de las ramitas laterales de un arbusto, bx·otan otros rayos ó ráfagas secundarias , ramificables á su yez, y que adheridos al principal, constituyen un verdadero haz ó manga de fuego, de aspecto ta.n curioso y admirable en el reducido gabinete del físico, como impo· pente y aterrador en el inmenso laborato· rio de la naturaleza. Ahora, si se nos pregunta de dónde proceden estos variadps accidentes, á capricho del experimen· to reproducibles en peque.ño, y en pr.odigiof3.a escala observables en el se.no de )as nubes y de la alborotad.a :atmósfera ,e n dia de tempestad, de nuevo tendremos que confesar cuán difícil es, si no imposible , responder categórica y satisfactoriamente á tan sencilla y natural pregunta: autox· hay que, tocante á este punto, calla por no saber qué decir, y se atiene á la extricta y descarnada exposicion de los hechos; y tambien quien magistralmente atribuye la curvatura y sinuosidades de las chispas y ráfagas eléctricas, su fraccionamiento longitudinal, y su complicada ramificacion lateral, á la hete'J·ogeneidad del aire, en densidad, humedad y temperatura; á la compresion que en él ejerce la descarga y enrarecimiento posterior; y. á la facilidad y asombrosa rapidez con que los fenómenos de electrizacion por influencia se desenvuel· ven y propagan en ·todos sentidos. A no ser en casos excepcionales y con

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L..os Conocimientos ú.tiles. auxilio de poderosas -máquinas, difícilmente se consig·ue producir chisp-as eléctricas de más de-40, 5tl ó 60 centímetros, ó de uno ·á dos piés de longitud. Y la razon de esto es muy sencilla. A la chispa ó des · carga 1ominosa entre el cuerpo electrizado y el excitador, que en presencia y á corta distancia suya se coloca, precede un tr·abajo de ~-rglomeracion de los ffúidos eléctricos, posi.tivo y negativo, en las regiones 6 caras más prG!ximas una á otra de aqllellos cuerpos; y la lucha, impote-Rte hasta el último momento , necesaria para vencer la débil adherencia de la electrkidad con la m a ter la pondera-ble, y la resistencia mucho mayor, que, como aisladO?' y por su_tension ó fuerza elástica, ag·ente en sentido contrario, opone el aire al desbordamiento y combinacion instantánea de aro bos ti úidos elementales. Con el incremento de la distancia, la atraccion eléctrica, ó causa de la descarga., disminuye, no simplemente en la misma proporcio.n en que la distancia aumenta, sino en pro· porcion de los cuad?·ados, ó de los números 4, 9, 16, etc., cuando la distancia se multiplica y convierte en otra dos, tres, cu.atro, etc., veces mayor que la primitiva. Y en virtud de esta ley, -aplicable á las 'repulsiones eléctricas lo mismo _que á las atracciones, á la g1·avedad universal , y á la diminucion de la intensidad del ca· lor y de la luz con la distancia, si difícil es extraer de un cuerpo electrizado una chispa de un centímetro de longitud, veinte y cinco veces más dificil se1·á extraer la á cinco cen timetros de distancia, cien veces más á diez, y cerca de mil á los t?·einta centímetros. · Pero lo que directamente, ó sin artificio alguno auxiliar, es tan dificil de conseguir, obtiénese con mucha sencillez, apelando á la siguiente estratagema. En una hebra de seda, de uno, dos ó más metros de longitud, ensártense multitud de cuentas de metal, separadas ó aisladas unas de otras por nudos poco abultados hechos en la misma seda; y, amarrando por un extremo la cadena así farmada al conductt>r de la máquina eléctrica, de manera que por el opuesto toque en el suelo, ó

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atándole á la ·armadura externa de una botella de Leyden , cuando el disco g·ire) en un caso, 6 el extremo libre se aproxime á la armadura interior ó boca de la botella, en el otro, entre cada dos cuentas sal· tará una chispa y la sa1·ta se iluminará de punta á punta, como reguero ue pólvora, que súbitamente se inflamase. Y como la cadena _puede colocat·se sobl'e un cuerpo aislador, ·fOI'mando caprichosas ondulaciones, enrevesados adornos y fan tásticas :fig-uras, cuando el experimento se veri:fiq ue de noche ó en la oscuridad, veránse surgir, á cada descarga de la botella ó de la máquina, mil extraños, fugaces y hasta siniestros resplandores, muy á propósito para intimidar y desconcertar al pobre ignorante que por primera vez los contemplase, y por completo desconociese la procedencia. El fenómeno, sin embargo, es un simple efecto, primero, de la asomb1·osa rapidez con que la electdcidad se traslada ó comunica de un lugar á otro, por el interior de los buenos conductores; y, segundo, de su conversion en luz cuando, de trecho en trecho, el camino que debe recorrer se halla cortado, y, como brioso corcel, enfurecido por el aguijan, salta furiosa y salva las zanjas y pr·ecipios que en su desatinada carrera, uno tras otro, va encontrando. Las dimensiones, color y aspecto de la chispa eléctrica, y hasta la in ten¡;idad del sonido que á su desprendimiento ó manifestacion acompaiia, varían con la naturaleza de la atmós.fe'l'a, en cuyo seno se verifica la descarg·a y la recornposicion del flúido neutro se efectúa. En la atmósfera ordinaria, 6 ai?·e por excelencia, mez· cla principalmente de oxigeno, ázoe y ácido carbónico, la chispa es blanca con algun destello ó fulgor azulado; blanca y ménos resplandeciente que en el aire en el oxígeno puro; más azulada, por el contrario, brillante y sonora en el ázoe; y más larg·a é irregular, y algo verdosa, en el gas áci· do carbónico. Con la naturaleza de los elect1·odos ó cuerpos conductores, induclio?' y excit.. dor, ó de distin-ta manera electrizados, entre los cuales brota la chispa, su coloracion varia tambien, aun cuando el

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Los Conocimienlos útiles.

aireó los gases intm·puestos entre ambos electrodos no varíe. Prescindiendo de otras diferencias más profundas y difíciles de descubrir á la simple vista, ó sin el auxilio de ingeniosos y complicados aparatos de óptica, la chispa que en el aire ambien· te salta entre dos conductores dorados, presenta un tinte verdoso; en tanto que resulta verde si son de plata, y blanca si de zinc ó estaiio. Sea, pues, una cosa ú otra, entidad distinta de la materia ponderable, ó simple movimiento de la materia ó del éter, la electricKlad debe conside· rarse como algo inseparable de los cuerpos, y que, si no en la esencia, en los accidentes por lo ménos, varia y se trasfot·ma cuando la índole de los cuerpos, su naturaleza química, ó el estado de su aglomeracion molecula~, varían tambien de cualquier modo. Supremo esfuerzo de la mente es necesario para prescindir de la materia ponderable y elevarse sobre el mundo de los sentidos; y, sin embargo, mayor dificultad encontramos todavía, desvanecido el universo corpóreo, en concebir qué seria entonces y dónde y cómo podría existir la electricidad. Ni es menester, para que la coloracion y el aspecto de la luz eléctrica varíen, modificar el ambiente donde momentáneamente brilla, 6 cambiar por otros los elect-rodos 6 varillas, de cuyos extremos redondeados brota: con solo comprimir ó enrarecer la atmósfera limitada donde se ve· rifica la descarga, obtiénense análogos resultados á los poco ántes descritos. Si, en

efecto, la chispa estalla dentro de un tubo, ó de una gran bomba de cristal, llena de aire comprimido, su color es blanco, intenso el brillo y pequeña la longitud. Si el aire se enrarece ó, poco á poco, se extrae del tubo 6 de la bomba., la ráfaga lumino· sa se prolonga y ensancha, y se amortigua y colorea de ligero tinte violado. Y por último, si en la cavidad de cristal se !tace el vacio, ó se extrae de ella la mayor cantidad posible de aire , pierde la chispa sus ca.ractércs distintivos, y adquiere los de vago y extenso resplandor, trémulo y surcado de vez en cuando por ondas y rayos de fuego más intensos; á semejanza , y como remedo bastante fiel, aunque en escala reducidisima, del resplandor ro· jizo y de las ráfagas ó fulguraciones luminosas que por el Norte y Noroeste se manifiestan y difunden, cuando la au?'o?·a oo'reaZ despunta y se eleva á grande al· tura sobre el horizonte, y en ausencia del sol amanece entonces un nuevo é inesperado día. La coloracion purpuri· na 6 violada de la atvrO'l'a eléctrica, artificialmente producida por la descarga casi continua ue una máquina en actividad, dentro de un tubo de vidrio, que solo conteng·a vestigios de aire, se asemeja tambien á la de ciertos relámpagos difusos y muy extensos, silenciosos 6 seguidos á lo sumo de prolongado y ronco zumbido, que, por lo mismo , se supone provienen de las altas reg·iones de la atmósfera. (Se continuará.) MIGUEL MERINO.

CONOCIMIENTOS DE HERALDICA.

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EL BLASON. (Conlinuocíon.)

Entre las figuras artificiales, citaremos en primer lugar las calderas, porque las más ilustres familias de España usan este ~ distintivo en sus cuarteles. Los monarcas

españoles dieron en lo antiguo á los vasa· llos nobles, ricos y valerosos, el título de 'ricos-!tomes de pendan y caldera. Estas dos últimas palabras significaban el grande ~

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Los Conocimientos útiles.

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honor de poder levantar gente de guerra, y la suficiente riqueza para poderla man· tener. Los castiltos son emblema de grandeza, de elevacion y tambien de asilo y salvaguardia; las to?'?"es de constancia, magnanimidad y generosidad. Los reyes y be· raldos concedían estas figm·as á los que asaltaban una fortaleza, 6 tomaban una ciudad amurallada, 6 la defendían con es· fuerzo. El castillo es una de las principa· les figuras del gran escudo de España, simbolizando uno de sus antiguos reinos. Las cadenas, aunque denotan servidum· bre y esclavitud, simbolizan tambien el amor porque sujeta y ata los corazones. Muchas familias españolas tienen las ca· denas en sus blasones por recue1·do de sus antepasados que se hallaron en la batalla de las Navas de Tolosa, en la cual el jefe moro Miramamolín, que fué vencido, ha· bia rodeado el recinto del campamento donde estaba la tienda real con gruesas cadenas. La lanza es una pieza muy usada en ar· roerías, y simboliza el honor caballeresco. Suele hallarse a?'mada, que es cuando el hierro ó saeta tiene un esmalte particular; fustada, si el asta es de color distinto al hierro; co?·tada, cuando no tiene la dimension regular, y empuñada cuando hay al· guna figura, mano ó animal que la tiene en la ma-no. Usanse asimismo la espada, que es em· blema de la gue1-ra, la crueldad y la muer· te ; la t?·ort~peta, símbolo de la fama; el peso ó balanza, que significa justicia y equidad; el compás, equidad, prudencia y sabiduría; el ancla, esperanza y seguridad; el puente, símbolo de alianza, etc., etc. Las figuras quimé!ficas forman la últi· ma especie de las hm-á-ldicas. Citaremos como ejemplos: la sirena, que denota elo· cuencia y persuasion; la harpía, avaricia, pleitos y cizañas; el centaw·o, el silencio; el dragan, fuerza, pronti1lud y vigilancia. ·con lo que precede en este artículo y los anteriores, dejamos explicadGJ lo más esencial, que se refiere á las tres primeras partes que constituyen las armerias, á saber: el esc1tdo, los esn~altes y las piezas y raue·

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bles. Pasemos ahora á la cuarta, denomi· nada adQrnos ú ornamentos. Los adornos exteriores que se sobrepo· nen y colocan de diferentes maneras en derredor del cuadro de las at·mas, son de varias especies. Algunos heraldos hacen basta nueve divisiones de estos adornos, á saber: l.a El timbre. 2. 8 Lambreq1tines. 3.8 Collares de las 6rdenes. 4. 8 Insig?~ias

de dignidades. 5.a Banderas. 6.8 Tenantes y sopo?·tes. 7.8 .Divisa. 8.8 Pabellon. 9.a Voz ó g?·ito de gue?'?'a. J'i'l'nb?·e es la denoroinacion con que se comprenrlen todas las piezas que se ponen en la parte superior del escudo, como son: coronas, cascos, cimeras, etc. Pueden di· vidirse estas piezas en tres clases, corres· pondientes á dignidades eclesiásticas, ci· viles y militares. Empecemos por dar una ligera explica· cion acerca de las que corresponden á las dig niJades eclesiásticas. La tiara del Sumo Pontífice es una es· pecie de mitra redonda, cerrada y elevada lo suficiente para estar ceüida., de tres co· ro nas ducales; termiua en un globo de oro sobt•e el que hay una cruz de lo mismo: tiene además dos cintas pendientes sembradas de cruces. Con este distintivo cu· bre el Pontífice el escudo en que pone los blasones de su familia. Las tres coronas significan las tres potestades: ?'eal, in~pe· 1·ial y sacenlotal. El capelo, divisá y timbre de los carue· nales de la Iglesia romana, es un sombre· ro forrado de gules, del que penden cor· dones de seda del mismo color, entrelazados los unos con los otros, pendientes á los lados y Hados en cada uno de ellos con lazos de qu·ince borlas que empezando en una llevan la coloeacion en aumento has· ta rematar en cinco. Los cardenales que son patriarcas, arzobispos primados ó legados, ponen debajo del sombrero de gules ó capelo una C?'UZ doble de oro. Los pa· triarcas que no son cardenales, ponen la misma cruz, pero el cfl'pelo es de sinople y solo tiene diez borlas á cada lado. Mitras, bác?tlos y bo1·dones.-Los obispos ponen tambíen el sombrero de sinople, pero solo con seis borlas de cada lado y

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debajo de él la mitra y el báculo de oro. Cuando además de la dignidad eclesiástica poseen alguna otra civil, añaden en el timbre, por debajo del sombrero episcopal, los atributos de aquella. Omitimos otros timbres para dignidades eclesiásticas de ménos importancia, y de las que..en España algunas no existen ya, como la de abades mitrados, abades religiosos, protonotarios, etc., y pasamos á los que corresponden á las dignidad..es civiles. Ooronas.-Del mismo modo que los Papas tienen la tiara, los cardenales el capelo, y otras dignidades eclesiásticas el sombrero, las mitras y los báculos, así tambie1l entre las pecsonas reales y otras de elevados titulos y categorías se hallan marcados diferentes adornos de timbre, y entre ellos el más importante es la corona. La que timbra los escudos de los emperadores, dicha por lo mismo imperial, es un aro de oro con ocho florones y un bonete de escarlata en forma de mitra, aunque no tan larga ni apuntada, abierta por el centro, y en cada lado una diadema de oro cargada de perlas, y en el espacio que dejan ambas otra diadema cimada de un globo y una cruz. Del bonete penden dos bandas blancas con flecos de oro. La corona 'real consiste en un círculo de oro adornado con piedras, realzado, de diez y seis puntas, ocho con florones, que ioütan á las hojas de ápio, y las otras ocho alternando con las primeras, con una perla gruesa. De cada punta floronada sale una diadema 6 aro.carg.ado de perlas, y estos aros se reunen sobre el círculo en un globo cimado de una cruz. Los príncipes de Astúrias, en España, han usado una corona de esta misma forma, sin más diferencia que en vez de ocho diademas son cuatro las que se elevan del círculo de oro; siendo en todo lo demás -i gual á la de los reyes. Los infantes no tienen en s.u corona diadema alguna, y está formada solamente del círculo de oru relevado de diez y seis puntas, ocho con ,florones y ocho con perlas. L~ corona real antes descrita es la de España ; la de otros r-eyes tiene ligeras

variaciones. Los de Inglaterra, por ejemplo, ponen, en vez de los ocho florones. de hojas de ápio, cuatro cruces y cuatro flores de lis ; los de Francia ponían ocho flores de lis y otra en lo alto. El príncipe de Gales y demás primogénitos de los reyes tienen sus co1·onas como la del príncipe de Astúrias ; la del de-lfio heredero de ·Francía, tenia, en vez de cua·t ro diademas, otros tantos delfines. La. corona d·ltcaZ se compone tambien de un cit·oulo de oro engastado de piezas pre· ciosas y realzado de ocho florones, formados cada uno con tres hojas de viña 6. de perejil y una perla en medio . La. mMq1~esina 6 de marqués solo tiene cua t1·o florones, alternando con rua tro puntas, sobre cada una de las cuales hay tres perlas. La condal, en vez de los florones t.tiene diez y ocho perlas g ruesas. La de 1Jizco1¿de tiene solo cuatro perlas. La de ba1·on es un circulo de oro esmal tado y rodeado de un collar doble, 6 sean dos hilos dtl perlas pequeñas; Las coronas solo se ponen de frente-en los escudos, no preRentando más lque la mitad de su adorno, y así en la corona real, aunque tiene ocho diademas, solo se ven tres enteras y dos medias, asi como en la de los condes solo se déscubr·en nue· ve pe das, constando de diez y ocho, y análogamente sucede en el dibujo 6 repre-sentacion de las demás. Otro de los timbres correspondientes .á dignidades civiles es el llamado morte'l·o, que es una especie de gorro 6 bonete, insignia 6 distintivo de la justicia soberana, con el que timbraban sus escudos los chancilleres, los presidentes de los tribunales supremos y aun los ordinarios, para ser conocidos en su dignidad. El gran chanciller usaba un. bonete redondo de tela de oro, bordado de lo mismo ; la vuelta levantada y forrada de armiños~ Los primeros presidentes usaban el bonete ó mortero de terciopelo negro, guarnecido de dos. grandes galones de oro en los dos bordes superior é infel'ior de aquel. Los demás· presidentes timbraban su escudo con el mismo bonete ;. solamente con un

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Los Conocimientos útiles.

solo galon de oro en el borde inferior. Oasoos.-Llámause tambien yelmos, celadas 6 mor1·iones. El casco es una de las principales piezas que se ha usado siempre en armerías, con la cual se adornaban todos los escu<.los. Las tres cualidades determinantes ¡>ara el uso de los cascos en el escudo son las siguientes : materia,for· ma y sit?tacion. La materia puede ser oro, plata, perfilado de oro y acero bruñido. La fot·ma eonsiste en tener toda la visera abierta y leva·ntada; enteramente caída con una pequeña abertura, y cubierta con rejillas 6 grilletas. La situacion puede ser, de frente; terciado (cuando no está enteramente de frente ni de lado), y perfi· lado, mirando siempre al lado diestro, pues si está vuelto al siniestro denotabas· tardía.. Indiquemos ahora las cualidades del casco para cada una de las diversas dignidades. Los emperadores y reyes ponen el casco d-e oro, cincelado, forrado de terciopelo carmesí; puesto enteramente de frente; la viset·a abierta en toda su extension por la parte superior y por la inferior, sin rejilla (denotando así que los reyes extienden su vista y poder sin obstácule ni em• barazo). Los principes y duques soberanos tienen tambien el casco de oro, forrado de gules; puesto de frente~ la visera no tan abierta como la anterior . Los duques ponen el casco de plata; la visera, la gorguera y el filete de la gola claveteados de oro ; forrado de gules y co· locado de frente con nueve barretas 6 rejillas. El casco de los marqueses es todo de plata; puesto de frente; la visera con siete rejillas i. cada rejilla claveteada ele oro y

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lo mismo el filete; el centro que deja ver el c&sco por las rejillas, forrado de g·ules. El de los condes es tambien de plata, con siete rejillas, pero colocado en la posicion de terciado. El de los vizcondes es igual. El de los barones, de plata, terciado y solamente cinco rejillas. El de los señores 6 nobles que poseen estados debe ser de acero y puesto de perfil. Oime1·as.-La cimera es una pieza de armeria que toma su nombre por hallarse colocada en la cima 6 sobre lo alto del casco 6 yelmo, á donde sirve de ornamento, de emblema 6 de empresa. El origen de esta figura es difícil de en· contrar. Remonta hasta á los dioses de la antigüedad, pues se representa en la mitologia á Júpiter llevando por cimera de su casco una cabeza de carne1·o ¡ á Mat·te la <le un leon; á Minerva la de una lecltu· za, etc. En los personajes de la antigua Grecia se encuentra tambien la cimera, como podríamos citar muchos ejemplos. La figut·a de las cimeras ha sido entera· mente fantástica y variada hasta el infinito, pero lo más usado es sacarlas de las figuras principales del escudo cuando son adecuadas al intento. Así, la del grande escudo de España es un leon coronado sa· liente de un castillo : la ele los reyes de Francia, una flor de lis ; la de los empera· dores de Alemania, una águila esploya· da; la de Inglaterra, un leopardo; la de Cerdeña, la cruz de San Mauricio, etc. Queda explicado, con lo que precede, lo más esencial de la primera clase de OIJ''namentos llamacia timbre. Continuaremos describiendo en otro artículo las otras c1ases.

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Los Conocimientos útiles.

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CONOCIMIENTOS DE BIOGRAFIA. '

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Parmentier, introductor del cultivo de la patata. El nombre de Parmentier debe ocupat• un 1ugar distinguido en la historia de los hombres útiles á la humanidad, y en j usto homenaje pot• esta cualidad que le ha disting·uido toda su vida, presentamos aqui una ligera noticia biográfica. Nació en Montdídier en 1737, de familia pobre; quedó sin padre en sus primeros años. Fué educado con grandes trabajos por su madre ; un cura le enseñó los elementos de la lengua latina. En 1755, impaciente por ayuda.r á su familia, entró en casa de un farmacéutico de Montdidier; al año siguiente fué á París y se colocó en casa de un pal'iente que ejercía la misma profesion . En 1757 fué nombrado farmacéutico de los hospitales del ejército de Hannover. En 1766 obtuvo por oposicion el cargo de boticario adjunto del hotel de Inválidos ¡ seis años más tarde fué director en jefe de este servicio. Despues de 1793, sus vastos conocimientos y su celo por los intereses generales le hicieron necesario: fu6 encargado de vig·ilar las salazones destinadas á la marina. Despues fué presidente del consejo de sanidad del departamento del Sena, bajo el gobierno consular, y desempeüó tambien las funciones de inspector general del servicio de sanidad y administrador de los ho~picios. Tal es el cuadro rápido de las funciones confiadas á. Parmentier. Sí nos limitásemos á estos detalles estériles, haríamos historia inútil; lo que importa principalmente es presentar á este sábio desinteresado, infatigable, dedicado á sus investigaciones en favor de la humanidad. Cuando desempeñó el cargo de farmacéutico militar en la guerra de los siete años 1 por cinco veces fué heGho prisionero y trasportado á diversos y le,ianos países.

~:prendió así por experiencia propia hasta

qué punto pueden llegar los horrores del hambre. Instruido en la escuela de la adversidad, sintióse desde muy temprano animado de ese sagrado amor del prójimo, qu~ es un fecundo manantial de g randes y nobles acciones. En 1763 obtuvo Parmentier el premio propuesto por la Academia, con motivo del hambre que aquejaba al pais, al autor de la memoria en que mejor se señalasen las plantas capaces de suplir á los cereales. Sobreponiéndose á preocupaciones á que en aquella época cedian hasta los hombres de más saber, no vaciló Parmentier en recomendar enérgica y reiteradamente la patata. Este tubérculo importado de América, donde servía de alimento á los indios en aquellos parajes en que la naturaleza del clima impide que crezcan el maíz y el trigo, fué durante muchos años considerado simplemente como una curiosidad vegetal. Cuéntasc que el rey Felipe II hizo homenaje al Papa, á causa tal vez de la anal o· gia del nombre, de algunos de los tubérculos que de las Indias occidentales trajeron á Europa los españoles, y que, merced á ciertas propiedades tónicas que se les atribuían, debían restablecer las fuerzas del Santo Padre. Este envió parte de su regalo á un cardenal legado que residia en los Paises-Bajos, el cual remitió á su vez á un gobernador- de Mons. De este modo se propagó en gran parte de Europa. Un célebre botánico francés, Lecluse, fué el primero que se ocupó de esta planta como alimenticia. En Hi63, con motivo de una gran escasez 1 llamó la atencion de los agrónomos sobre estos tubérculos de Amél'ica la Sociedad Real de Lóndres, y no faltó quien asegurase que en ellos encontrarian los pobres un g ran r ecur so. Pero de todas estas indicaciones se hizo

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fUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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Los Conocimientos útiles.

poco caso, y fué preciso que un hombre como Parmentier se dedicara con infatig able empeño á destruir las preocupaciones y convencer á todos de la utilidad de esta planta. Para demostrar la posibilidad de su cultivo, hasta en las tierras más ingratas, solicitó de Luis XVI, y obtuvo unas cuantas hectáreas de tierra en la estéril planicie de Sablons. Plantados en ella los tubérculos , aguarda Purmentier el momento en que venga la germinacion á justificar sus espemnzas y sus promesas, que muchos tenían por ilusodas. Brota por fin la planta, sube, se desarrolla y florece. Encantado de ello, apresúrase Parmentie1· á formar con sus flores un ramito, y corre á ofrecérsele en solemne homenaje al rey que protegía su empresa. Este quiso que en Ver::;alles se repitiese la experiencia; y es fama que cuando Parmentier ofreció á Luis XVI las primer-as flores de patatas cog idas en aquel real sitio, el rey, quitá ndose el sombrero, saludó la planta bienhechora que debía proveer al pueblo de una de las sustancias más sanas y nutritivas de la naturaleza, y que quitando á. Parmentier de las manos y prendiéndose en el ojal de la casaca las flores que entusiasmado mostraba aquel, conquistó con su sufragio el de todos los palaciegos. Dispensándole su poderoso y constante apoyo, supo Luis XVI facilitar y auxiliar las tentativas de Parmentier , el cual por entonces se ocupaba de importar de los Estados.Unidos y de aclimatar en Francia aquel precioso tubérculo. Con el mismo buen éxito que alcanzara en la llamada de Sablons, y en los jardines de Versal!es, tentó de nuevo la suerte en los campos de Grenelle, y en presencia de Frank.lin hizo el ensayo de un procedimiento para obte·ner sabroso pan de la pulpa y del almidon de la patata, sin mezcla alguna de otra harina. El ramo de flores prendido al ojal de

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Luis XVI y los buenos resultados de los reiterados expedmentos de Parmentier, propagaron rápidamente el cultivo de la patata en todos los países de Europa. España, que en razon á la abundancia de sus cereales, comparada con la cifra de su poblacioo, es uno de los paises de Europa donde ménos se hace sentir la necesidad de esta importacion, es tambien uno de los que más han tat·dado en admitir aquella planta en las combinaciones de su cultivo. Su utilidad, sin embargo, es evidente y reconocida hoy por la mayoria de los cultivadores; está dando má1·gen con g-ran provecho de la ogricultut·a á un desarrollo cada dia mayor en la produccion de este precioso tubérculo. ¡Cuántos desgraciados destinados á morí~ de hambre y de miseria habrán sido sal. vados por la abnegacion y la constancia de este hombre ilustre que dedicó su vida á .hacer bien ! Porque no es so lamen te e 1 cultivo y propagacion de esta sustancia alimenticia lo que consiguió. Además de muchos trabajvs útiles sobre el maíz , las castañas, él aguardiente, etc ., introdujo métodos nuevos en la molienda del trigo, con los cuales se consiguió aumentar en una proporcion notabl e la cantidad de harina obtenida por ott·os procedimientos. Basta citar las obras que ha dejado publicadas para apreciar el título de hombre útil á la humanidad que ya le confide1·on sus contemporáneos. Las principales son:

Exámen q11-ímico rle la patata; 1'?·atarlo completo rle la fabricacion y come1·cio rlel pan; Métorlo fácil rle conse?·vM los g1·anos y Zas ka1·inas; El maíz d trigo rle Turqu,ía, ap?·eciarlo bajo torios s?ts aspectos; Eco?Lornía 1·u·raZ y doméstica; Código ja?·?nacéutico pa1·a 1ftSO de los kospitales civiles, socorros á domicilio y p?·isiones; Arte de jabrica'r aguardientes y vinagres; Fo?'· rmtlario jarmacé1etico pa1·a uso de los kospitales militares. Parmentier murió en 1813.

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CONOCDIIENTOS VARIOS.

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Singularidad es de algunos personajes. La reina Isabel de Inglaterra dejó á su muerte tres mil vestidos diferentes; y durante mucho tiempo, en los últimos años de su vida, no podía sufrit· la vista de un espejo temiendo ver los estragos fatales que el tiempo había hecho en su rost1·o. El gran filósofo Descartes daba una importancia particular á sus pelucas; siempre tenia un gran número en reserva. Mozart, cuyos cabellos rubios eran muy bellos, Jos llevaba largos, flotando sobre las espaldas y cogidos en la nuca con una cin-ta de color. Kapoleon I tenia vanidad en la pequeñez de su pié. Boyardo, el poeta italiano, daba tanta importancia á sus poemas, que cuando encontraba un nombre apropiado á alguno de sus héroes hacia tocar las campanas de su pueblo . La. vida de lord By ron ha sido un continuo ejemplo de amor propio. Tenia vanidad de su ingenio, de su rango, de su misantropía y hasta de sus vicios, y particularmente de su destreza en el manejo de un caballo y de la belleza de sus manos. Spinosa se divertía en ver reñir álas arañas, y reía desatinadamente c~mtemp¡ando lll guerra de estos insectos. El cardenal Richelieu descansaba ordinariamento do sus trabajos políticos haciendo ejercicios violentos. El conde de Grammont le encont¡·ó un dia dando saltos con su criado, disputando quién los daba á más altura. Salvator Rosa representaba muchas veces comedias improvisadas, en las que hacia el papel de saltimbanqui, y con el traje correspondiente recorría las calles de Roma. Antonio 1\lag liabecchi, famoso bibliotecario del grao duque de Toscana, se interesaba mucho por las arañas, de que estaba llena su habitacion ; sentado en medio de un monton de li-

bros, recomendaba á los que le visitaban que no hiciesen mul á estos animales. Moisé.s Mendelsobn, llamado el Sócrates Is· raeli ta, buscaba un descanso á sus meditacio • nes muy prolong11das, poniéndose á la ventana á contar las tejas del tejado de la casa contigua. Cowper criaba liebres y fabricaba cajas de pájaros. Goethe t enia en su casa una culebra domesticada, y en cambio tenia aversion por los perros. Chompson tenia un jardio en Richmond ; se cuenta de él que gozaba comiendo albaricoques en el árbol con las manos metidas :~n el bolsillo. Cromwell, dejando su gravedad puritana, juga ba á la gallina ciega con sus hijas y sus criados. La inocente distraccion de Cárlos li de Inglaten·a consistía en criar en el parque de San James pollos y numerosos perro¡: falderos de la espeeie que aun llevan su nomb1·e, llamándose IJ:ing Charles. Beethoven tenia placer en andar á todas horas del dla con los piés metidos en agua fria hasta que su cuarto se trasformaba en un lago y filtraba el agua á los pisos inferiores: muchas veces se le veia recorrer los campos, ltúmedos del rocío, sin zapatos ni medias. Shelley se divertía muclw echando á flotar pequeños uarq uitos de papel sobre cualquier estanque que encontraba. Cuéntase que un día., hallándose junto á un riachuelo y no teniendo, para satisfacer su pasion favorita de constructor de navíos, otro papel que un billete de cincuenta libras esterlinas, le trasformó en un instante en embarcacion, le botó al agua, contemplando su marcha con una ansiedad paternal, y corrió á encontrarle á la otra orilla.

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IIJAOIHO: 1868.=.1mprenta de Los CoNocrJIIBIITOS úTrLIS, b cargo de Francisco Roig, Arco de Santa Maria, i9.

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fUNDACIÓI\ JVA>JELO

TURRJAI\0


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