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De anfiteatros y unidades de medida, por Gonzalo Arias
De anfiteatros y unidades de medida
Por Gonzalo Artas
"Lo mejor es eneuigo de lo bueno". Pongo por delante este dicho, que siempre ha inspirado en buena parte las empresas de El Miliaria
Extruvctgante, porque preveo que este artículo, bueno o malo, va a quedar inconcluso y se va a cerrar sobre interrogantes. Sería mejor, por supuesto, esperar a tener todos los datos del problema que voy a abordar (si tuviese la seguridad de llegar a tenerlos y de poder aprovecharlos). Perc si tal hiciera, es probable que lo ahora reflexionado o intuido, bueno o menos bueno, quedara inédito lr aeternum.
Por otra parte, cotlviene advertir de entrada que he ernprendido esfe trabajo desde un desconocimiento casi total de lo que otros habían investigado ya sobre el tema. A medida que rebuscaba, me he ido encontrando con algunas huellas de estudiosos ilustres que ya habían recorrido los caminos que yo creía abrir, como se irá viendo. Siendo nuestra revistilla sobre todo una publicación de aficionados (aunque aspire, y creo que consigue bastante,
a interesar a profesionales), reconocer mi falta de no me avergüenzo de preparación y mis vacilaciones. Al contrario, creo que puede ser interesante para todos el cotejo de mi proceso discursivo no contaminado por saberes heredados (pero tributario sin duda de mis propios prejuicios) con las conclusiones (o vacilaciones, también) de la qug podríamos llamar ciencia oficial'
Vayamos pues al grano.
Un texto renacentista
La cuestión nos la plantea Elio Antonio de Nebrija. Tengo ante mí st Repetición sexta sobre
las medidas, leída en Salamanca en 1510, publicada en 1527 y reeditada en facsímil por la Universidad salmantina en 1981 con traducción y notas de Jenaro Costas Rodríguez. Los párrafos que nos interesan sobre las unidades romanas de medida, con su traducción, son los siguientes :
reltarfacíédum:nihabeamusclrtáalrqr-r;qJlffi
relíqua menfurabília metiri po[limusfNímíy u, ..1,. pcd ís longítudo exploretur: quandoquídé ín generc rneu furabiliú ír{cft miním ú: quo ex Arif}otclis doctrína al ia
eiu fdem_gcne¡ís mcn l-u rarí dehat,Ccrta uero pcdis m é, fura pofli:t forfitan in alirs partibg orbís dephendi fi¡cil¡. uslex antíquoy monumétíslputa ex pyranridibg §¿ obc !fcls qu9 hodíe uifunL quo gz altitudin¿ latítudíncmq¡. Scd mihi ín hífpanía duo trniú uidifli:conrigít. Clarifli mí autores mcmoríeBdiderufl r,
It a pui e trreritá arrguftánr utbem lufitanic quondam cla ¡iffi ma m intcr cat¡ rc nragnítud ínís cíus rreft ígia ftadírrm ín círco:ubíludi círcenGs celcbrrbátur; qucd fcpc mcís r,cdíbus greflbus paflibufqdímcnfus fuml undc f¡cilc tolleeí ítham índubítatemqr pedis patfufg menfurim,
Efl prercrcr cíufclernlufi taníg uia nobílíffi ma:ar§cnrcauul go cl icirur: quan: L icín íus pofl dfex primumÍlrauit: de
¿Qué se puede hacer, Pues, Para tener alguna medida precisa, con la que podamos
medir las demás cosas mensurables ? Sin duda el investigar la longitud exqcta del pie, por
cuanto en la clase de las cosas mensurables él es la unidad mínima, con la que, según la doctrinq de Aristóteles, deben medirse las restantes de su misma clase. Mas la medida exqcta del pie podría quizá hallarse más
fácilmente en otras partes de la tierua gracias a los monumentos antiguos (como las
pirámides y obeliscos que hoy día se visitan) de cuya altura y anchura deiaron constancia
aufores muy ilustres. En España, sin embargo, sólo tuve ocasión de ver dos de estos
monumentos.
Hay en Mérida, en algún tiempo ciudad muy renombrada de Lusitania, entre otros
vestigios de su grandeza, un estadio circular donde se celebraban los iuegos circenses, el cual a menudo medí con mis propios pies,
"gressus" y pctsos. De ahí deduie la medida exacta y segura del pie Y del Paso. También pertenece a la misma Lusitania una vía famosísima, llamada vulgarmente "de la plata". El pontífice Licinio fue el primero
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índ"Tlaíanus cefrr re ["cír' & dcíncips ;1il" ;;;, t orcs reft itttctu nt: íd quód Aelíus Perdnax tx lapidibus ín' ;;ilÜt,rt otríbtrs millía prff"'r' díllinguuntttr' Ea Pel ;;;fr;ft ,Ü.*.rítr ruguft, p"' caflra crcilía falmantí .r- "át rUí prírnumín extimr pontís partc íncipit cua u.f..r.in.quc ultcríus ullum uir íllíus ue ft ígíú ccrn i f '
Inucníen.li áltem-pedis menfrrram ex mílliario: cluorum lapíd um ín terual Io huíus rrrodí fuit' ¡oc cftex CÍ quo¿ q mil líariunr rníllenos paff¡¡s habeat: qui.conficiunt.P: dis quínque: acceP-to fune quí,ncq intcndinegtcmítti
off.,r,rndi, menfus fum fpacium duobus lapidíbus ín ',. r"*ru,r, quo ad centum duCt us chorde illius pcr fpa .íorn doCtg ionficerét totum illud ínterualluml quod ín terduo mermora diftendcbatur. Quinquagcfima deín de ¡a rs ex fune monft rauít míhi cer fam pedts meníurí¡ quindoquidemmíllíarium ín quinque rníllc pcdcs porri g i dí*í r"u.. E* cmerítenfi Pr€ terea ft adio in ccntum ui &ntí.tuínqoc paffus diuífo: pattibus quoq¡ ín pcdcs qui ior ¿intibutíi prouenít mrhí eadempcdis longítudo:
q ua m notÍluí ad ufus ín f'equen tes Pofi turus deínde palá $ro bíbliothee; que nunc magrufi centilfimc ín gymna fio noft ro falni¡nticenfi €xruít u r. Vt quot ícs i n d ubiri ucncrít alíquid quod ad reríonern cuiufcúq¡ menfutg Pcr reiccrtitudo indc
que la construyó, después la rehizo César Trajano y a continuación la restauraron El¡o
Pertinax y otros emperadores, como se deduce por los mojones, a los que separan mil pasos. Fue trazada desde Mérida, pasando pctr
Cáceres, hasta Salamanca, donde comienza a desaparecer en la parte externa del puente y ya no se ve más allá rastro alguno de aquella vía.
Mas el modo de averiguar la medida del pie mediante la milla, es decir, por el intervalo de
dos mojones, fue el siguiente. Como cada milla tiene mil pasos, los cuales hacen cinco pies, cogiendo una cuerda que no se esfiraba ni se aflojaba, medí el espacio interpuesto entre dos mojones hasta que cien tiradas de aquel cordel que llevaba por ese espacio completaron todo el intervalo que se extendía entre dos piedras miliares. La cincuentava parte de la cuerda me indicaba entonces la medida exacla del pie, por cuanto hemos dicho que la milla tiene una longitud de cinco mil pies. También el estadio de Mérida, dividido en ciento veinticinco pasos y éstos a su vez distribuidos en cinco pies, me resultó la misma longitud del pie. Esta la anoté para su uso posterior, con la intención de exponerla después públicamente a lq entrada de la biblioteca que se está construyendo con gran magnificencia en nuestro Estudio
salmantino. Su surja alguna finalidad es que cuantas veces duda respecto al cálculo de
alguna medida, allí se busque la certeza...
Primeras dudas
Con todas sus pretensiones de exactitud científica, el texto de 1'.lebrija deja sin embargo en nuestro ánimo algunas dudas : ¿Cómo se las arregló para hacerse con una cuerda que resultó ser exactamente la décima parte de una milla ? Parece que el proceso tendría que ser el inverso : partir de la distancia total entre piedras miliarias para hallar después sus divisores. ¿Se refiere Nebri.ia al anfiteatro con las palabras staditm in circo (estadio circular) ? De entrada, no se me ocurre dr,rclarlo. Aunque también podría pensarse en el que hoy llamamos "circo romano", éste tiene una fornra mucho más rectangular que
circular, y sus dimerrsiones son excesivas. ¿Cuál de las dinrensiones de la elipse que es el anfiteatro midió con sr"rs propios pies ? El eje mayor
se queda muy corto para corresponder a 125 pasos o la octava parte de una milla; y el perímetro de la arena... Luego lo veremos. Pero caramba, Elio Antonio, aquí no me resisto a interpelarte directamente : con ese cientifismo renacentista de que haces gala, ya podías haber explicado un poco
más. ¿Llegó Nebrija a cumplir su propósito la longitud del pie (dejarla grabada de exponer en piedra,
supongo) a la entrada de la biblioteca salmantina ? Me temo que no.
Una vieja obsesión
En cualquier caso, la posibilidad de que alguien hace cinco siglos haya podido determinar con bastante exactitud la longitud de la milla romana usada en Hispania ha reavivado en mí una vieja
obsesión.
Siempre me han intrigado estas palabras de Gabriel Puig y Larraz, escritas hace exactamente un siglo y reproducidas en mi Repertorio de caminos de la Hispania romana, pág. 455 : "La longilud hctllada para el espacio
intermiliario en España, a la medida itineraria que
más se aproxima es a la denominada milla olímpica, por tener su base en el Estadio de Olimpia, que en la actualidad se conoce perfectamente merced a la
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medición efectuacla hace unos veinte años por Curtius ; la extensisn de por lo tanto la milla aquél es de 192,27 de ocho estadios m.' y sería
equivalente a 1.538,t6 m., el pie a 0,307632 m. y el paso itinerario o geométrico (Huella de un pie más la distancia entre dos huellas consecutivas de un
mismo pie) 1,538 m."
Confieso pues que mi íntima esperanza al encararme con Nebrija y los anfiteatros era llegar por este camino a una dimensión próxima a 792,25 metros, lo que sería la octava parte de 1.538. Cierto que esta predisposición del ánimo podría desvirtuar el rigor de la investigación ; admito la objeción. Pero la verdad ante todo. Además, si las mediciones nos llevaran a un valor de la milla próximo al
tradicionalmente admitido de 1.480 metros, tampoco estaría mal, puesto que siempre hemos sostenido que ambas millas, olímpica y romana, coexistieron
probablemente en Hispania.
Tras los pasos de Nebrija : primera decepción
Formulada pues la hipótesis de que se tratase del perímetro de la areua del anfiteatro, había que hacer unos cálculos geométricos para los que en principio no estoy especialmente dotado, pero en los que conté con el competente asesoramiento de José Antonio Cezon y E,rnesto Loewinsohn, a quienes
agradezco aquí su ayLrda.
Las publicaciones a mi alcance sobre la Mérida romana no me dabarr la medida del perímetro
buscada, pero sí las de los ejes mayor y menor de la elipse: 64,50 x 41,15 m (41,14 para el eje menor según otra fuente), Las fórmulas para hallar el perímetro a partir de estos datos son complicadas,
no únicas, y admiten al parecer un pequeño margen de error. Ahorro al lector las retahílas de números. Los resultados a que llegaban José Antonio y Ernesto eran respectivamente 165,94 y 169,95 m. Cifras decepcionarrtes, pues la longitud buscada tendría que ser 1 8-5 (estadio romano) o 192,25 (estadio olímpico).
Pero no abandonemos tan pronto. Podría ser que las medidas de los ejes estén mal hechas, o que sobre el terreno veamos algo que altere el
planteamiento. Convendría medir directamente el perímetro en Mérida.
Un intermedio alentador : Itálica
Antes que el de Mérida, se nos presentó la ocasión de medir el anfiteatro de Itálica. Allí estuvimos el2 de mayo José Antonio Cezón y yo,
armados de una cinta métrica y de mucha paciencia.
Primera constatación que dificultaría nuestra tarea todo a lo largo del muro del podio hay un ensanchamiento a modo de escalón o zócalo (Fig. l)
Fig. I : Anfiteatro de ltálica. Escalón o zócalo a lo largo del muro del podium.
que nos hace preguntarnos por dónde hemos de medir el perímetro. Evidentemente, decidimos medir ambos : el perímetro de la cara interior (cóncava) del podio, a una altura aproximada de un metro, y el de la cara visible del zócalo: 185,34 y 184,48
metros respectivamente. Es [a primera de estas medidas la que más nos interesa, y puede suponerse que el zícalo no era tal, sino que estaría enterrado bajo el nivel original de la arena. La diferencia
respecto a los 185 metros que mediría el estadio, octava parte de la milla de 1.480 metros, es sólo del 0,1.8o/o, es decir un.effor insignificante. ¿Sorprendente coincidencia casual, o resultado buscado deliberadamente por el constructor ?
Medición en Mérida : nueva decepción
Aguijoneado por la curiosidad, no tardé en aprovechar un viaje para pasar por Mérida, el 8 de junio. La cuidadosa medición del perímetro de la arena) con la ayuda esta vez del joven arqueólogo del Consejo de Cultura extremeño Javier Jiménez, vino a confltrmar con escasa diferencia el cálculo de Cezón a partir de las medidas de los ejes : 165,61 metros. lampoco parecía que pudiera arrojar el
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resultado deseado trna medida hecha sobre el límite externo de la platafbnna del podium, es decir al pie de la primera grada de la cavea, 1o que prolongaría en unos 93 cm por cada extremo los ejes de la elipse y daría, según los cálculos geométricos, una elipse de unos 173,60 m. todavía lejos de los 185 m
ideales.
La visita a Mérida, no obstante, y gracias a Javier Jiménez, me sirvió para llevarme el excelente libro que recoge las actas del Coloquio Internacional sobre El Anfileutro en la Hispania Romana,
celebrado en noviernbre de 1992 con ocasión del bimilenario del anf-iteatro de Mérida, donde cerca de treinta especialistas exponen el estado de las más recientes investigacioues sobre numerosos aspectos arqueológicos, h istóricos, arquitectónicos, artísticos, culturales, etc. no stilo del anfiteatro emeritense sino de otros hispánicos. Tan rico acervo de datos y observaciones no deja de intimidarme. La pretensión de que mis reflexiones puedan aportar algo nuevo a lo dicho por tantos sabios me parece ahora ridícula.
Por lo pronto, hay un hecho -que ya habían notado varios autores- que parece invalidar la
supuesta medición de Nebrija : es más que dudoso que en sus tiempos el anfiteatro mostrase al descLrbierto el uno y otras podio ¡' las primeras gradas, sino estarían probablemente ocultos que por escombros y detritos acumulados durante siglos. El grabado de Laborde (principios del XIX) reproducido en portada de las actas del Coloquio parece indicar que el nivel de la arena sobrepasaba
entonces el podio, citte estaría soterrado.
Por otra parte. de los datos contenidos en el volumen sobre otros anfiteatros resultan
dimensiones distintas para los ejes de la arena de cada uno de los anfiteatros estudiados (Tarragona 61,5 x 38,5 ; Cartagena 55,5 x 37 ; Ampurias 74 x 44,40 Segóbriga 41.70 x 34;Ítálica 70,60 x 47,30;' Carmona 58,80 x 39: Ecrja'73 x46; Cáparra 59 x 43 ; Conimbriga 48 r 36 ; Evora 45 x 30 ; Bobadela
49,50 x 39,50). Parece pues que hay que concluir, en contra de mi prirnera idea, que no fue norma constructiva de lt)s anfiteatros romanos la de
conseguir un perímetro estándar de la arena. Só1o en los anfiteatros de Arnpurias y de Ecija parecería aproximarse el perímetro de la arena a la longitud de un estadio, aunque no con tanta exactitud como en
el caso de Itálica. Reconsideremos refiriese al hoy' la posibilidad de que Nebrija se llamado circo o hipódromo, posibilidad que ya me había sugerido en
conversación telefónica el Director del Museo de Arte Romano José Mu Alvarez Martínez y que al principio descarté con demasiada ligereza.
De hecho, ahora veo que tanto Antonio Ponz a fines del XVIII como Ceán Bermúdez en 1832 dan por seguro -y con palabras casi idénticas que revelan que el segundo copió al primero- que fue en el circo donde Antonio de Nebrija hizo observaciones "para averiguar'.. el tamaño sus del
antiguo pie español".
El tío de la "naumaquia"
Todos los arqueólogos de nuestros días están de acuerdo en que los de siglos anteriores armaron un pequeño lío al empeñarse en llamar "naumaquia" (es decir, gran estanque para ejercicios navales) al anfiteatro, error que perdurará hasta principios del siglo XX. ¿En quién está el origen del error ? Detengámonos un poco en ello, pues el tema no es del todo ajeno a nuestro asunto, y porque sospecho que el 1ío de la naumaquia es algo mayor de lo que
se suele decir.
Sobre la base de los libros que tengo a mano, parece que el primero en hablar de naumaquia fue el portugués Gaspar Barreiros en tiempos de Carlos l. De él tomarían la palabra eruditos posteriores, con el paréntesis de una enérgica protesta de Francisco Pérez Bayer en 1782 pero una recaída en el error de Fl6rez, Ponz, Ceán Bermúdez Y otros.
Evidentemente el anfiteatro es un anfiteatro para luchas entre gladiadores y con fieras, con sus típicos fosos en el centro, y uno se pregunta cómo llegaron tantos sabios a imaginar que su arena pudiese dar cabida a juegos navales. Aquí hay algo que no
cuadra del todo.
Gaspar Barreiros tenía raz6n
Creo que es urgente lavar el honor de Gaspar Bareiros. realmente No fue él quien se equivocó. El vio una naumaquia, pero no en el lugar (anfiteatro) al que los modernos han creído que se referían sus palabras, sino en el que hoy llamamos circo. El erudito portugués había estado ya en Roma cuando visitó Mérida, y fenía muy presente en su recuerdo el Circo Máximo de Roma, que era
realmente una naumaquia y que tanta analogía tiene
T{aIrt
En esta ciudad [Mérida] hay otra antigüedad ilustre que es uno naumaquia de las meiores que tengo vistas, porclue ni en Roma, ni en otra parte alguna creo que se pueda hallar otra mejor. Y porque no todos lc¡s lectores sabrán qué cosa sea nttuntaquia, parece necesario hacer de esto alguna declaracián. Entre los espectáculos que los rr¡manos acostumbraban hacer eran batallas navales, así para eiercicio militar como para deleitación del pueblo ; para cuyo uso tenían en Roma campos cavados, al modo de estanques, como hoy se muestra un valle entre los montes Palatino y Avenfirro, que ahora sirve de huertas. Ilaumaquia e,s palabra griega que significa
pelea naval ; y farnbién se toma cerca de los autores por el campo donde se hacía este
espectáculo.
Llenábase e,\tú naumaquia de Mérida de agua que porjunto a ella pasaba por otros acueductos mcis ilustres de lo que estos que al presente hay, como parece en las reliquias de algunos que en el dicho lugar aún perseveran. Cuya agua pasa por el mismo lugar, pero por otros conductos modernos y muy desiguales a los antiguos, como tengo dicho. La figura de este campo es oval de mil cuatrocientos pasos* de larga. Estaba cercada de muy gruesos muros de piedra y argamasa hechos en arcos, según en algunos lugares se muestran vestigios de ellos, en cuyos muros había asientos como en los anfiteatros
desde donde se podían ver las dichas batallas natales. Y según es de grande el ámbito de los müros podría caber en ellos grandísimo número
de gente.
(Trad. por García Mercadal en Viaies de Extranjeros por España y Portugal,I, Madrid 1952, p. 965) .
* Error manifiesto, probablemente del traductor,
por 1.400 pies.
La descripción conviene perfectamente al que un folleto de turismo de la Junta de Andalucía llama ooCirco o Hipódronlo", para el que reivindico la correcta denominación de naumaquia. Y en modo
alguno conviene al anfiteatro, aunque sólo fuese por esa longitud de l 400 pies (cerca de 400 metros) que triplicaría ampliarnente la dimensión mayor del anfiteatro.
Puestos a desagraviar, quizá habría que hacer extensivo el desagravio a Bernabé Moreno de Vargas, quien en su Historia de la Ciudad de
Mérida (1633) se expresaba así : "Muy cerca de este anfiteafro está la l{aumaquia, según lo muestran fr agmentos y ruinas que de ella han quedado. Estttt'o .fabricada en forma oval, con sus grudas y asientos alrededor en que se asentaban los que ibsn averfiestas navales que allí se representaban, lo baio y suelo de ella, que ahora llamun La Hoya, y eru donde estaba el agua... la cual y el anfiteatro esfán hoy en una cerca que es de mi mayorazgo y se siembra de cebada cada año, que lan diferentes suce:ios producen en las cosas de este tnundo el tiem¡to.1t lafortuna".
SLrele reprocharse a Moreno de Vargas el confundir no sólo anfiteatro con naumaquia, sino teatro con anfiteatro. Pero vista la indudable pifia de los críticos respecto a Barreiros, no es despropósito preguntarse (aunqLre aquí soy dubitativo) si la pifia no se repite con Moreno. ¿Tan imposible es que
t66128 cuando dice anfiteatro anfiteatro, y cuando se refiera realmente dice naumaquia a al la
naumaquia ? No puedo estar seguro, ya que no tengo el texto completo de este autor sino sólo el párrafo citado que recojo de las actas del Coloquio susodicho (p. 2a7). Me hace también dudar el hecho de que, según Antonio Ponz, Moreno de Vargas atribuya al "circo" (¿no a la naumaquia ?) la
longitud de 2.000 pies, añadiendo : "creo que se excedió algo". Quien tenga acceso a una buena biblioteca haría bien en comprobar todo lo que dijo Moreno de Vargas.
La naumaquia'oemigra"
Lo que puede asegurarse es que en el s. XVIII el término naumaquia había "emigrado" ya hasta el anfiteatro, puesto que Pérez Bayer hace constar su rotunda disconformidad, lo que no valió para aclarar las ideas a Antonio Ponz ni a Ceán-Bermúdez, que son quienes de veras embarullaron la cosa' Ambos hablan del "circo" o "circo-máximo", y el segundo apunta una longitud (1.356 pies) próxima a la que había indicado Barreiros, pero no se les ocurre pensar que están hablando de la naumaquia del escritor portugués, y Ponz lo presenta como estadio para caÍreras a pie, a caballo o en carros, ilustrando la idea con el dibujo que aquí reproducimos. Pero
suya en que se acerea rnás a la verdad : "Aclemds de los jueg;s expresados. se celebiaban ofros en los circos, pues introduciendo el agua, se daban espectácttlas navales, como en las
Rec ons trucc ión hip otética de I circ o antíguo de l4érida, según Antonio Ponz
Volvamos a Nebriia
Demos pues por bueno, al menos hasta nueva orden, que Nebrija hizo sus mediciones en el circohipódromo-naumaqLtia. ¿Dónde pudo hallar una dimensión próxima al estadio, octava parte de la milla ?
No dispongo, lamentablemente, de mediciones ni planos precisos del circo. La longitud de la spina según un folleto de turismo (233 m) es muy
excesiva. Ceán da otras medidas, entre ellas 1.356 pies de largo por 334 de ancho, que multiplicadas por el pie castellano de 0,2786 m arrojan 377,78 x 93,05 m. Si se acepta un cierto margen de error en las rnedidas de Ceán, aproximaría a 2 estadios la longitud de (185 x 2 : 370). 37'7,78 se Pero Nebriia habló de dividir el estadio de
Mérida en 125 pasos y no en 250. ¿Tal vez la recta medida por Nebrija fue la distancia entre dos señales o mojones que en su tiempo lrabría en la spina?
En fin, hay que admitir que todo esto son
elucubraciones, y no salimos de dudas.
Ojeada sobre otros anfiteatros
Queda dicho qLre. aparte del .de ltálica, sólo los anfiteatros de An-rpurias y de Ecija se aproximan algo en su perímetro a la octava parte de una milla. Pero aun renunciandei a despejar la incógnita que sirvió de punto de partida para este trabajo, los estudios contenidos en el volumen del Coloquio de Mérida de 1992 nos enseñan cosas interesantes sobre los secretos de la construcción romana. Nos enteramos por ejemplo que el anfiteatro de
Ampurias no era exactamente elíptico, sino que "se prefirió un sistema más sencillo, desarrollado no sobre la base de la elipse, sino de una proporción 5/3 que genera una dimensión bastante cercana a ella." Quiere esto decir que el módulos, y el semieje menor semieje mayor 3 módulos. Y era 5 en el caso de Ampurias el módulo era exactamente 25 pies romanos de 29,6 cm.
También en el anfiteatro de Segóbriga se han hecho mediciones muy detalladas' Pese a lo deforme e irregular de la elipse, parece deducirse qug la unidad de medida fue igualmente el pie de 29,6 cm.
Y el de Itálica, minuciosamente medido y estudiado por Ramón Corzo aunque haga protestas de que la investigación no es definitiva, resulta estar trazado o'sobre la base principal del óvalo de la
arena, cuyas medidas de 70,6 por 47,3 m. se acercan con bastante precisión a la relación entre 240 y 160 pies romanos (70,96 x 47,31 m.), esto es, una proporción de tres a dos, que tiene fácil explicación geométrica."
¿Y el estadio olímpico ?
Como había previsto al iniciarlo, este pequeño estudio va a quedar cojo, aunque alguna cosa
interesante hayamos encontrado. Hemos visto que el perímetro de la arena de Itálica es con sorprendente precisión un octavo de milla, es decir un estadio, pero no sabemos si es pura casualidad. Hemos aclarado, o contribuido a aclarar, el enredo de la naumaquia de Mérida. Pero seguimos sin comprender las palabras de Nebrija. Y tampoco sabemos en qué consistió la medición hecha por
Curtius en Olimpia hace más de un siglo. Me molesta especialmente esta última frustración, porque esperaba poder ofrecer a los lectores, como coloflón, una explicación sobre Curtius y su estadio olímpico. Gracias a Internet, he localizado en el catálogo de la Biblioteca Nacional la obra de Ernst Curtius Die Ausgrabungen zu Olympia, 1876, signatura BA/2113116. He pedido microfilm de la misma, pero llega el verano y
parece que nuestra Biblioteca Nacional no funciona
con la celeridad que desearíamos.
Cuestión aplazada, o cuestión brindada a lectores y colaboradores de El Miliario Extravagante.
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