De anfiteatros y unidades de medida Por Gonzalo Artas
"Lo mejor es eneuigo de lo bueno". Pongo por delante este dicho, que siempre ha inspirado en buena parte las empresas de El Miliaria Extruvctgante, porque preveo que este artículo, bueno o malo, va a quedar inconcluso y se va a cerrar sobre interrogantes. Sería mejor, por supuesto, esperar a tener todos los datos del problema que voy a abordar (si tuviese la seguridad de llegar a tenerlos y de poder aprovecharlos). Perc si tal hiciera, es probable que lo ahora reflexionado
o intuido, bueno o menos bueno, quedara inédito
a interesar a profesionales), no me avergüenzo de reconocer mi falta de preparación y mis vacilaciones. Al contrario, creo que puede ser interesante para todos el cotejo de mi proceso discursivo no contaminado por saberes heredados (pero tributario sin duda de mis propios prejuicios) con las conclusiones (o vacilaciones, también) de la qug podríamos llamar ciencia oficial' Vayamos pues al grano.
lr Un texto renacentista
aeternum.
Por otra parte, cotlviene advertir de entrada que
he ernprendido esfe trabajo desde un
desconociinvestigado habían que lo otros de casi total miento ya sobre el tema. A medida que rebuscaba, me he ido encontrando con algunas huellas de estudiosos ilustres que ya habían recorrido los caminos que yo
creía abrir, como se irá viendo. Siendo nuestra revistilla sobre todo una publicación de aficionados (aunque aspire, y creo que consigue bastante,
La cuestión nos la plantea Elio Antonio de Nebrija. Tengo ante mí st Repetición sexta sobre las medidas, leída en Salamanca en 1510, publicada en 1527 y reeditada en facsímil por la Universidad salmantina en 1981 con traducción y notas de Jenaro Costas Rodríguez. Los párrafos que nos interesan
sobre las unidades romanas de medida, con traducción, son los siguientes
:
¿Qué se puede hacer, Pues, Para tener alguna medida precisa, con la que podamos
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medir las demás cosas mensurables ? Sin duda
el investigar la longitud exqcta del pie, por cuanto en la clase de las cosas mensurables él
es
la unidad mínima, con la que, según
la
doctrinq de Aristóteles, deben medirse las restantes de su misma clase. Mas la medida exqcta del pie podría quizá hallarse más fácilmente en otras partes de la tierua gracias a los monumentos antiguos (como las pirámides y obeliscos que hoy día se visitan) de cuya altura y anchura deiaron constancia aufores muy ilustres. En España, sin embargo,
sólo tuve ocasión de ver dos de
estos
monumentos.
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go cl icirur: quan: L icín íus pofl dfex primumÍlrauit: de 166124
Hay en Mérida, en algún tiempo ciudad muy renombrada de Lusitania, entre otros vestigios de su grandeza, un estadio circular donde se celebraban los iuegos circenses, el cual a menudo medí con mis propios pies, "gressus" y pctsos. De ahí deduie la medida exacta y segura del pie Y del Paso.
También pertenece a la misma Lusitania una vía famosísima, llamada vulgarmente "de
la plata". El pontífice Licinio fue el primero
su