El Nuevo Miliario, nº 13 (diciembre 2011)

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El Nuevo Miliario Boletín sobre Vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica Número 13. Diciembre de 2011 — 12 €

una solución para la a-31 PATROCINA

DE CARTHAGO NOVA A SEGOBRIGA Y COMPLUTUM EL CAMINO VIEJO DEL PUERTO DE PLASENCIA DEFENSA DE LOS CAMINOS PÚBLICOS


El Nuevo Miliario Número 13, DICIEMBRE de 2011

SUMARIO — Europa en la encrucijada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 — Caminería histórica en el norte de Cáceres: el camino viejo del puerto en Plasencia (Cáceres), por Raquel Martín Muñoz y Pablo Guerra García . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 — La Calzada Segóbriga-Complutum: vestigios de una carrera Guinea, por Jesús Sánchez Sánchez. . . . . . . . . . . 10 — La calzada romana de Carthago-Nova a Complutum: síntesis de su recorrido, por José Luis Fernández Montoro, Joaquín Lostal Pros y Jesús Rodríguez Morales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 — De El Bonillo a Murcia y «de norte a sur: llamado camino de la Calzada». Una solución al Itinerario Antonino 31. Fuentes II, por Ángel Plaza Simón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 — Un miliario de Constantino recuperado en Sofuentes, Castiliscar (Zaragoza), por Joaquín Lostal Pros . . . . . . . . 87 — La A-17 y su enigma, por Ernest Loewinsohn y José Luis Estévez Perez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 — Caminos públicos: en la encrucijada - V jornadas sobre caminos públicos (Valsaín, 2011), por Manolo Trujillo y María José Esteso . . . . . . . . . . . . 103 - II Jornadas Caminos públicos: su protección y las vía históricas transfronterizas de Salamanca, por Santiago Bayón Vera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104 - El camino se vive, el camino se defiende, por Diego M. Muñoz Hidalgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 - Movilización social por la protección de nuestros caminos públicos, históricos y naturales, por Diego Muñoz Hidalgo, Juan Gil Montes, Santiago Bayón Vera, José Antonio de la Riera, José Manuel Flores Domínguez y Manuel Trujillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 — Ver, viajar y hospedarse en el mundo romano»: IX Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos. Crónica, por Jesús Sánchez Sánchez . . . . 117 — Novedades bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 — Boletín de suscripción y normas para la publicación de originales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

El Nuevo Miliario Consejo de redacción: Santiago Palomero, Guillermo Sven Reher, Giacomo Gillani, Carlos Caballero Colaboradores de este número: Santiago Bayón, María José Esteso, José Luis Estévez, José Luis Fernández Montoro, José Manuel Flores, Juan Gil Montes, Pablo Guerra, Ernesto Loewinsohn, Joaquín Lostal, Raquel Martín Muñoz, Diego M. Muñoz Hidalgo, Ángel Plaza, José A. de la Riera, Jesús Rodríguez Morales, Jesús Sánchez Sánchez y Manuel Trujillo. Fotos de portada: Cubierta: Calco de uno de los Vasos de Vicarello, en MARCHI, G. (1852): La Stipe tributata alle divinità delle Acque Apollinari scoperta al cominciare del 1852 (Google Books). Contraportada: miliario en Green Lane, Pensilvania, Estados Unidos (Foto: ©Richard Muir). Contacto: Guillermo-Sven Reher Díez; c/Jordán, 23 5º Dcha; 28010 MADRID; tel. 658159256; Carlos Caballero, c/María de Guzmán, 49 – 5C, 28003 Madrid Correo-e: elnuevomiliario@gmail.com Web: www.elnuevomiliario.eu; Blog: elnuevomiliario.blogspot.com Diseño: Dimas García Moreno, Di+Diseño, Piamonte 16-3º 2 B, Madrid. dimasdi@telefonica.net Imprime: Cyan, proyectos y producciones editoriales. c/. Fuencarral, 70. Madrid. tel. 915320504 Patrocina: Fundación Juanelo Turriano, www.juaneloturriano.com Depósito Legal: M-51.322-2005 ISSN: 1885-9534 El Nuevo Miliario no comparte necesariamente las opiniones vertidas por sus colaboradores, que son únicamente responsabilidad de los firmantes de los trabajos.


EDITORIAL Europa en la encrucijada

Y nosotros, apoyando desde aquí a las Plataformas en defensa de los caminos europeos en general y de los ibéricos en particular, tan de moda y activas, como nos cuentan en este número, como vigilantes de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que seremos. No se preocupen, queridos lectores y amigos, por el título del editorial. Sí, es cierto y estos días mas que nunca, que Europa tiene que elegir «un camino que conduzca a una estrella», como rezaba una de las esculturas mas famosas de Alberto Sánchez, aquella que presidía el Pabellón de la República en París y hoy nos invita a entrar en el Reina Sofía. Pero también es cierto que nosotros los miliarios, la Comunidad del Anillo, como en la saga de Tolkein, estamos aquí para ayudar, porque si hay alguien que sabe de «biviae», «triviae», de calzadas, senderos, trochas y veredas somos nosotros. Queremos en este difícil trance ser una luz que ilumine a Europa, acompañarlos en el complicado recorrido que ahora toca, lleno de asechanzas, de trampas, de malvadas «primas de riesgo» que cabalgan como los temibles jinetes negros Nazgûls que amenazaban a nuestros buenos héroes hobbits de la «Tierra Media», en medio de los emergentes imperios del «mal» que nos acechan. Quizás alguien pueda dudar de cómo unos humildes miliarios podemos ayudar al desarrollo de Europa, la vieja Tierra Media, a la que hemos servido; pero los que nos conocen saben que estamos aquí incluso antes que Europa misma, porque nuestra propia naturaleza pétrea, de la raíz del Pangea primigenio, es la que permite nuestra comunicación telepática entre nosotros y el mundo que nos rodea. Los miliarios, y este que les sonríe, a pesar de la que está cayendo y por caer, formamos parte de una «comunidad del anillo» mayor y mas variada de lo que muchos lectores saben.

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No somos solo señalizadores de caminos romanos, tenemos también primos hermanos medievales, modernos y cómo no contemporáneos en otros materiales y muy bien diseñados; pero también somos familia de otras piedras que forman parte de iglesias, catedrales o palacios. No crean que ha sido casualidad, que las reuniones que precedieron a las de Sarkozy y Merkel en el Eliseo, tuvieran lugar en Cannes, porque allí está uno de los templos «élficos» más queridos por todos los que formamos parte de la historia de los caminos pasados, presentes y futuros; nos referimos a la iglesia de Nôtre Dame du Bon Voyage, un edificio del XVI, al que pudimos retransmitir toda la energía positiva para que actuase como antena, utilizando el poder espiritual de las olas del mar, que lamen la arena de la playa que llega hasta su puerta. Las principales portadas de los periódicos de estos días próximos a la llegada de 2012 hacen referencia a la refundación de una nueva Europa, a salvar el euro y reforzar y armonizar la integración monetaria, fiscal y presupuestaria de la «comunidad del anillo». Y desde Nôtre Dame de París, el templo «élfico» gemelo de Nôtre Dame du Bon Voyage, concentramos nuestra fuerza espiritual para que el Nuevo Tratado Europeo elija el mejor camino posible, el de la unión y la paz entre todos los habitantes de la Tierra Media; hay otras rutas engañosas como la de la explotación no sostenible del planeta y algunas peligrosas como la del racismo y la intolerancia; solo la ruta de la integración y la cultura nos llevará a buen puerto. Para señalar el camino a Europa, la Comunidad del Anillo Miliaria ha hecho un esfuerzo especial y ha conseguido sacar a la luz, como faros que iluminen a la nueva Europa, unas viejas esculturas, tatarabuelas si ustedes quieren de las vanguardistas de hoy ya de

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Plensa, ora de Martyn Boice, que acaba de ganar el prestigioso Premio Turner este año con su «instalación» de una especial mesa de trabajo de madera y piedra. Una noticia, al respecto, ha corrido estos días como la pólvora en las redes, se trata del «descubrimiento»(no casual, insisto) de lo que quizás sea el primer testimonio escultórico del Mediterráneo occidental, en la Tierra Media, cuando Europa no era todavía Europa y estaba innominada: Los Gigantes del Monte de Prama en Sassari (Cerdeña). En el Centro de Restauración y Conservación de Li Punti, ha visto la luz la exposición «La Piedra y los Héroes» en la que se muestran por primera vez una serie de obras escultóricas, que hasta ahora habían permanecido «ocultas» pues no se había logrado recomponer hasta hoy el rompecabezas de los 5.200 fragmentos hallados en el Monte Prama. Al final esos miles de trocitos se han transustanciado en 25 esculturas (4 guerreros, 6 púgiles y 15 arqueros) además de 13 modelos de torres Nuraghi, que se pueden fechar entre los siglos X y VIII a de C y por tanto antecedentes de la escultura arcaica griega de las «Koré» y los «Kuroi»; en el fondo entre esas esculturas y las ibéricas de Porcuna o el Jinete de los Villares hay un milenio entero en el que las élites arsitocráticas de la Ilíada, de los «Pueblos del Mar» o de los príncipes etruscos o tartesios están conformando los territorios históricos de lo que luego será Europa con los Imperios romano y carolingio, en un mundo colonial dividido entonces entre las potencias griegas y fenicias. Ojalá esos gigantes de 2 o 3 metros, devueltos a la vida, sean una metáfora que indique a Europa el camino en su encrucijada actual. Mientras tanto, este número solo pretende que hagamos un alto en nuestros problemas globales, huyendo del mundanal ruido por unos instantes. Para ello nada mejor que recorrer con algunos de nuestros corresponsales habituales (Jesús Rodríguez Morales, Joaquín Lostal y José Luis Fernández), aunque sea metafóricamente, el centro de la Hispania romana profunda, y en concreto las comunicaciones entre Carthago-Nova y Complutum, pasando por Segóbriga, la vieja «caput Celtiberiae» y nada más y menos que con descubrimientos toponímicos tan interesantes y mágicos como «Calzadas Guineas», »Sendas Galianas», «Carreteras del whisky», o «Carreras Guineas» por los que J. Sánchez transita como un carretero del gremio. Si se habla de la Meseta Sur es obligado meterse en el berenjenal de intentar resolver el problema de la vía 31 del It. de Antonio y la situación de Laminio, labor a la que se aplica (Ángel Plaza) con paciencia y con tanta verosimilitud que uno llega a creer que el «Agger Laminitanus», luego «Raymiyya», cerca del «wadi Anas»y Laminio es en realidad la «Comarca» donde viven los traviesos y listos «hobbits». Algunos juegos de magia de Gandalf-Loevinshon y la via A-17, aparece como romana o medieval con un truco impecable; o de Sarumán-Lostal que se saca miliarios de la chistera en Castiliscar(Zaragoza) y los hace desaparecer y apa-

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recer a su voluntad; y para acabar un camino espiritual que nos lleva a una ermita en Plasencia (Raquel Martín y Pablo Guerra),en el mismo lugar al que los médicos aconsejaron a Fernando el Católico que «se curase en salud» disfrutando del Valle del Jerte en Plasencia. Si empezábamos este editorial agradeciendo su labor a las Plataformas en defensa de nuestros caminos históricos, espirituales, literarios y naturales, no está de más que los nombres de los «Caballeros» de Piedra, queden aquí reflejados como Héroes Homéricos que son: Gracias a los «Giles», los «Bayones», los «Muñozes», los «Flores», los «Rehr» y los «Rieras», los «Giacomos» (Casanova incluido). Y no está de más en estos tiempos de mudanza, recordar a nuestros Ancestros, Viejos Héroes que ya no están en activo, pero que se alegran de nuestras andanzas y luchas en desigual batalla contra el Progreso mal entendido. Nos referimos a los «Gonzalos» (Arias) y mas recientemente a nuestro amigo Géza Alföldy, ambos de una raza mítica entre Dioses y Héroes, que vagaba sin miedo «en las llanuras» (es lo que significa alföldi, en húngaro) como Quijotes camineros o epigráficos . Los echamos de menos, pero sabemos que sus espíritus están ahí y que nos han dejado lo mejor de si mismos para que seamos capaces de sacar, entre todos, a Europa de esta encrucijada... La Comunidad Miliaria del Anillo os desea, desde Rivendale, un Buen Año, dentro de lo que cabe, a todos los lectores del Nuevo Miliario de la Tierra Media europea. Valete!

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CAMINERÍA HISTÓRICA EN EL NORTE DE CÁCERES: EL CAMINO VIEJO DEL PUERTO EN PLASENCIA (CÁCERES)

Raquel Martín Muñoz1 Pablo Guerra García

1. Señalización de la senda junto a la ermita de la Virgen del Puerto.

Si en el año 1515, los médicos recomendaron al rey Fernando el Católico, que se trasladase a Plasencia por motivos de salud, sería por alguna poderosa razón… Muchas páginas necesitaríamos para hablar del esplendor de la ciudad «para placer de Dios y los hombres», y muchas páginas se han escrito ya sobre su

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papel en la Historia de Extremadura (Palomo Linares, 2005; Blázquez de Yañez, 2006). Sin embargo quedan muchos iconos de esta bella ciudad extremeña, abandonados unas veces por la desidia de las administraciones, otras veces por el simple desconocimiento de la población. Uno de estos símbolos, de estos iconos del

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equilibrio entre el medio natural, las tradiciones populares y los vestigios del pasado, es el Camino Viejo de la ermita del Puerto. Hemos tenido la suerte de poder recorrerla y de describirla con calma. Porque el camino de ascenso a la ermita de la Virgen del Puerto no es sólo el acceso a un centro de rito y de tradición centenaria, es mucho más que eso. La actual carretera asciende desde el actual complejo del hospital de Plasencia, en el barrio de Valcorchero, el cual forma parte de una zona en constante crecimiento urbanístico de la ciudad. De este camino se dice que forma parte de la Vía de la Plata, algo que no es del todo cierto. Efectivamente desde Plasencia se llega a este histórico pasillo de comunicación entre Norte y Sur de la hispana romana, pero sin formar parte de su trayecto. El iter ad Emerita discurre por la zona occidental del valle, y desde el Norte dejando a la izquierda el embalse de Gabriel y Galán para discurrir por la actual carretera N-630. De esta forma, y siguiendo el tradicional razonamiento de los agrimensores romanos, se evitan los fuertes cortados y pendientes del valle del Jerte y se permite la comunicación de forma perpendicular, por caminos como el del Puerto. Es obvio que ha podido confundir la magnitud de esta obra y que ha sido catalogada como romana. En nuestra opinión no existen datos firmes que avalen esta teoría, aunque no la descartamos. Siguiendo con la descripción de los elementos que la componen, junto al inicio del camino se alzan los restos de un portentoso acueducto del siglo XVI, rescatado durante las obras del complejo hospitalario, y que más adelante, ya en el centro de la ciudad, es visible con un potente alzado. El ascenso por la actual carretera asfaltada es sinuoso debido a la orografía, incluso mucho más que la vieja calzada de ascenso que discurre a su lado. Completan este complejo entorno histórico y natural el acceso a las míticas cuevas de Boquique, un conjunto de covachas y abrigos con aparentes restos arqueológicos del Neolítico, y que ha servido para incluso, datar una secuencia tipológica de cerámicas prehistóricas (López Monteagudo, 1979; Alday Ruiz, 2009). Arroyos, fuentes y algún que otro aljibe son visibles en la sombra de las arboladas que crecen junto al camino. Es muy interesante observar la interacción que ejercen elementos históricos tan dispares como una obra hidráulica del bajo medievo, un yacimiento del Neolítico y una calzada de probable cronología romana. No obstante el valor de este conjunto reside en el equilibrio perfecto entre el entorno natural y los elementos históricos. ¿Seremos capaces de respetarlo, en vista del crecimiento desmedido de Plasencia por este paraje?

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2. Detalle de la plataforma de la calzada, en el que destaca la espina central, más o menos simétrica, y la buena traba de los cantos que la configuran.

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EL ANTIGUO TRAZADO El inicio del tránsito se desarrolla desde Ciudad Jardín, una zona de urbanizaciones de reciente construcción, en la cual han enlazado el acceso de un bulevar con el camino. Tras dejar la modernidad atrás continuamos el tránsito por las dehesas, dejando a ambos lados encinas y castaños de mediano porte. Para que nos hagamos una idea de la espectacularidad de este entorno, este paraje de Valcorchero y Sierra del Gordo fue declarado en el año 2005 Paisaje Natural Protegido. Mientras ascendemos, a lo lejos, ya se puede distinguir de forma portentosa el edificio de la ermita de la Virgen. Imaginamos que para cualquier peregrino que ser terciara al ascenso debía de suponer un aliciente poderoso. Ahora es cuando tenemos que comprender la magia y el verdadero sentido de mantener intactos los ingredientes de este paraje. Una vez que comienza a ser más empinado el camino empiezan a su vez a aflorar grandes bloques de granito, remachando los bordes. De esta forma empieza a emergen la plataforma sobre el verde terreno,

pudiendo vislumbrar sus características técnicas y materiales. La calzada cuenta con una anchura aproximada de entre 4 y 7 metros. La característica principal que se observa es la presencia de un canchal más o menos heterogéneo, sobre una base de arcillas que acomoda el terreno de granito que aflora permanentemente en todo el recorrido. En algunos puntos del trazado el granito desbastado genera una plataforma natural en la que no es necesario el canchal, por lo que sólo se rellenan algunos huecos con gravas y se refuerzan los márgenes del camino. Este reforzamiento es otra de las características más interesantes. El apuntalamiento se caracteriza por un sillarejo firme, asomando en prácticamente todo el recorrido y agradeciendo el caminante que los bloques de piedra no hayan sido amortizados para otras construcciones. La traba, tanto de los refuerzos laterales como de la plataforma, está formada por la misma arcilla del terreno, probablemente decantada en una fase previa. Por el contrario no se distinguen concreciones tales como morteros y argamasas.

3. Panorámica del ancho de la calzada, con la ermita al fondo.

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4. Las vistas desde la calzada a la ermita son espectaculares, tanto por la naturaleza cercana de las dehesas como por la alta montaña de la Sierra de Gredos, que se presta al fondo.

Según vamos dejando a la izquierda la carretera actual del Puerto, y a la derecha la panorámica de las urbanizaciones, poco a poco se va vislumbrando la potente Sierra de Gredos y las diminutas poblaciones a las faldas de Coto de Navacebrera, como Cabrero, Valdastillas o Casas del Castañar, muy cerca de El Piornal. El camino mantiene la anchura inicial con alguna pérdida de plataforma sobre todo en algunas curvas y en zonas donde las construcciones modernas han asaltado los límites de la calzada. No todo son regalos para la vista. Los alcornoques tienen que bregar con una línea de media tensión que desciende desde el puerto, y en algunos tramos cruza el camino. Una de las torres que sostiene este cableado tiene sus apoyos junto al camino, eso sí, invadiendo su superficie hasta casi el eje del mismo. No es el único elemento moderno que afecta al trazado originario. Algunas parcelas anejas al trazado, a modo de aterrazado, han cortado los refuerzos laterales de la calzada. Aunque no llega a ser tan agresivo como las torres eléctricas, sí es un elemento más de la escasa praxis de civismo que en contadas ocasiones hay que soportar.

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5 y 6. Características constructivas más representativas del Camino Viejo del Puerto: los refuerzos laterales basados en grandes bloques de sillería de granito (arriba) y los cortaaguas centrados en la espina del camino, bien trabados en la plataforma (abajo).

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No obstante, y a pesar de estas intrusiones, el camino sigue su curso mostrando al paseante algunos elementos tales como aljibes y arquetas que tratan de recoger el agua que corre desde las alturas. Algunas arquetas incluso presentan inscripciones, hasta hoy desconocidas, disimuladas por algunos piornos y matorrales frondosos. Estas salidas conectan con las acequias laterales del camino, conectando directamente con las escorrentías subterráneas. Sobre la plataforma las aguas quedan vertidas a los lados gracias a un ligero «lomo de asno» que caracteriza la sección del camino. En cualquier caso, cada varios metros se encuentran los corta-aguas de los que ya hemos hablado. La singularidad de estas formas reside en su conservación a pesar del paso del tiempo y del paso de los transeúntes, la maquinaria e incluso el ganado que en la actualidad campa a sus anchas por las parcelas cercanas. Es este aspecto uno más que enriquece este camino, pues caminantes y bestias trasiegan sin comprometer la conservación de la senda. Sólo la aparición de las torres eléctricas y de algunas canalizaciones modernas para el riego rompen con el aspecto abolengo de la ruta. La llegada a la ermita, espectacular como no podía ser de otra manera, se completa con el acceso a la explanada principal del edificio, levantado entre los siglos XV y XVIII. Flanqueando la fachada el escudo de la ciudad y el blasón de la familia Mirabel se oculta un paisaje mágico y enturbiador, mientras el camino prosigue junto al complejo en dirección a la Vía de la Plata (Sendín Blázquez, 2001). No obstante ese trasiego queda para publicaciones posteriores, ya que la talla de la Virgen del Puerto nos llama a la oración o al deleite de su belleza. Frente al entusiasmo por la llegada a la ermita cunde el desánimo de los que trasteamos por esos parajes, al observar que el camino se pierde por debajo de la actual carretera. Pero es que frente a la exaltación de un paisaje natural tan bello llega el desasosiego por ver una Plasencia creciente por el paraje de Valcorchero, mientras los viales de la Nueva Plasencia van paulatinamente comiéndose parte de las dehesas que hemos recorrido con anterioridad. Y no es que sea nuestra finalidad el detener el crecimiento urbanístico de la ciudad ni detener el crecimiento económico y social de Plasencia.

7 y 8. Dos puntos diferentes del camino viejo del Puerto, en el que transeúntes de todo tipo comparten libremente el discurrir de la vía con el ganado de las dehesas de Valcorchero.

9 y 10. La llegada a la Ermita de la Virgen del Puerto es tan espectacular como impactantes los paisajes que quedan a la derecha del caminante, ya que a la izquierda sigue solapada la actual carretera de ascenso. Esta imagen contrasta con los desalentadores ataques al camino, con la instalación de torres eléctricas y otros artilugios actuales.

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CONSIDERACIONES VARIAS No es fácil demostrar el origen de este camino empedrado. Sus características técnicas llaman la atención no sólo por su buen estado de conservación, sino también por la calidad de la obra y por los diversos elementos que complementan la subida (fuentes, pozos, arquetas…). La mayor parte de estos complementos hemos comprobado que están relacionados con el drenaje de la plataforma, lo que confirma que la subida desde Valcorchero sufre importantes lluvias. La proliferación de los taludes bien apuntalados es sinónimo de que los constructores pretendían, por un lado, salvar las numerosas escorrentías que proceden de la cima; por otro lado era necesario evitar que la plataforma cogiese pendiente. De no haber conseguido esta finalidad no habrían tenido sentido los «corta-aguas» que plagan la vía. Resultan muy interesantes los llamados «repliegues» que se documentan en la calzada. No son sino rectificados de la traza en las curvas, sobre todo debido por la falta de uso. El repliegue agrava el desgaste en el centro de la calzada, mientras que los estribos laterales se conservan, eso sí, envueltos en la vegetación que poco a poco va conquistando el terreno. Por lo tanto queda una calzada aparentemente más estrecha de lo que en realidad es la plataforma originaria. Este efecto es lógico, ya que las curvas de más de 120 grados con respecto al eje de la traza estaban destinadas al giro de los carromatos de ejes semi-rígidos. A pesar de todo no existen argumentos suficientes para aseverar que esta vía es de origen romano. Para la ingeniería romana la construcción de una vía de estas características lleva tras de sí un trabajo complejo y que responde a unas necesidades usualmente económicas. Si echamos un vistazo al mapa histórico, Plasencia queda ligeramente desviada del eje de comunicaciones Caura-Emerita, un desvío de apenas unos kilómetros que queda corroborado por la poca presencia de asentamientos romanos en el municipio. La complicada orografía placentina probablemente haya marcado el devenir de Plasencia, ya que los romanos no eran amigos de los valles profundos como es el valle del Jerte. Hay un caso similar, y es el de Trujillo. También esta ciudad queda algo desplazada con respecto al tránsito por la Vía de la Plata, aunque su orografía no ha impedido que proliferen los asentamientos por el norte del municipio. En cuanto a las técnicas constructivas quedará siempre en el debate el uso de la sillería como método de construcción eminentemente romana, algo que no es del todo cierto. Son muchas las variables que influyen en una construcción típicamente romana, y no sólo relacionadas con los métodos y las técnicas constructivas. Es importante conocer la evolución del paisaje al completo, documentando los diferentes yacimientos arqueológicos que puedan estar relacionados con la vía. Es vital también hacer un profundo estudio

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11 y 12. Detalle de algunos elementos que completan el camino de ascenso, como son las atarjeas que coronan las escorrentías que cruzan la calzada (arriba) y los pozos y aljibes como la Fuente Cardena, muy cercana a la ermita del Puerto (abajo).

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arqueológico de la misma calzada, realizando limpiezas de la plataforma y secciones laterales para conocer su estructura interna. Y desde luego es imprescindible desarrollar un completo estudio de la traza por medio de los sistemas de información geográfica, en el que queden definidas la cotas y los desniveles, pudiendo además recrear el trazado óptimo por las características orográficas.

CONCLUSIONES Poco sabemos de este itinerario, sobre todo en su trayecto por la ciudad de Plasencia principalmente por las modificaciones parcelarias y los proyectos urbanísticos que ha sufrido la ciudad. En cualquier caso y observando las curvas de nivel y la topografía, lo más lógico es que llegase hasta las puertas de la muralla por la Plaza de los Alamitos, donde se bifurcaría con la Cañada Real, la cual procede desde el valle del Jerte y donde confluyen actualmente las carreteras nacionales N-110 (Ávila) y N-630 (Salamanca). La disposición urbana de Plasencia es parecida a una forma de cuña, dejando al río Jerte su lado ancho mientras que el más estrecho, coincidiendo por el Parque Gabriel y Galán, quedaría salvaguardado por la Torre Lucía y antaño, por el Alcázar, desde el que partirían con toda seguridad los caminos principales. No es el único caso conocido en el que el Alcázar es punto de llegada y partida de numerosos caminos históricos2. En cualquier caso supone un punto de partida para los placentinos seguro, directo y sencillo en la subida al Puerto. ¿Cómo debemos entender la subida a la ermita del Puerto? ¿Es una calzada de origen romano con amortización en el medievo? ¿Es un recorrido turístico que recupera un entorno histórico y natural sin precedentes? ¿O es una simple ruta de acceso a un centro de culto con arraigo en la Edad media? No nos confundamos pues es una mezcla de todas estas variables. Comprender el antiguo y el moderno camino de acceso a la ermita del Puerto es comprender que un camino histórico debe prestarse al uso moderno. Por un lado no se pueden permitir los proyectos de recuperación de entornos que no respetan los vestigios del pasado, pero por otro lado es imprescindible que vestigios y modernidad interactúen, a fin de que los primeros no queden al amparo del poco civismo de unos y de la ignorancia de otros.

FERNÁNDEZ, A. (2006): Historia y anales de la ciudad y obispado de Plasencia. Cicón Ediciones. Cáceres. FERNÁNDEZ MILLÁN, I. (1995): La ciudad de Plasencia en el siglo XVIII. Aspectos demográficos y sociales. Asamblea de Extremadura. Mérida. FLORES DE MANZANO, F. (2007): Plasencia y su comarca. Historia y sociedad (1840-1902). Editorial Muñoz Moya. Sevilla. LÓPEZ MONTEAGUDO, G. (1979): «Consideraciones sobre la cerámica de Boquique». En: Archivo Español de Arqueología, nº 139-140, volumen 52. Instituto Español de Arqueología. CSIC. Madrid. Pp. 21-26. MENÉNDEZ PIDAL, G. (1992): España en sus caminos. Caja de Madrid. Madrid. MORENO GALLO, I. (2009): «Vías romanas: identificación por la técnica constructiva». En: CIMBRA. Revista del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas, nº 389. CITOP. Madrid. Pp. 20-38. MORENO GALLO, I. (2004): Vías romanas: ingeniería y técnica constructiva. CEDEX-CEHOPU. Madrid. PALOMO LINARES, F. (2005): Plasencia y el valle del Jerte. Editorial Everest. León. RAMOS BERRECOSO, J. M. (2009): Escritos sobre procesiones y cofradías de Plasencia. Hermandad de la Sagrada Cena de Plasencia (Cáceres). Plasencia. SENDIN BLÁZQUEZ, J. (2001): Nuestra Señora del Puerto, Plasencia. Historia crítica, imagen, vida y leyenda. J. Sendín (Ed.). Plasencia. NOTAS 1.- Arqueólogos. rmartinmunoz@yahoo.es y p.guerra@alumnos.upm.es 2.- Lo conocemos también en el antiguo Alcázar de Guadalajara, desde el que arranca el Camino Viejo de Madrid y principal acceso a la ciudad; lo conocemos también del desaparecido Alcázar de Madrid, desde el que se accedía a la ciudad por la Cuesta de la Vega. Incluso desde el Alcázar de Segovia se accedía a la salida de la ciudad, sentido Ávila, por los postigos de la muralla hasta la Cuesta de Santo Domingo.

BIBLIOGRAFÍA ALDAY RUIZ, A. (2009): Reflejos del Neolítico ibérico. La cerámica boquique: caracteres, cronología y contexto. Editorial EDAR. Madrid. BLÁZQUEZ DE YAÑEZ, D. (2006): Apuntes para una historia de Plasencia. Beturia. Madrid. CORDERO ALVARADO, P. (1997): Plasencia: heráldica, histórica y monumental. Exmo. Ayuntamiento de Plasencia. Plasencia.

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LA CALZADA SEGÓBRIGA-COMPLUTUM: VESTIGIOS DE UNA CARRERA GUINEA Jesús Sánchez Sánchez

1. Introducción. 2. La calzada Cartagonova-Complutum. 3. El tramo Saltigi-Segóbriga-Complutum en el Anónimo de Ravena. 4.- Un topónimo enigmático: las Calzadas de Guinea. 5. La Calzada Guinea de Segóbriga. 6. Ilustrados en Segóbriga: El papel de Juan Antonio Fernández Pascual. 7. Otros Ilustrados en Segóbriga que rotulan Calzada Guinea: Francisco Javier de Santiago Palomares y Joaquín Traggia. 8. Eruditos locales coetáneos que no mencionan la calzada Guinea: Jacome Capistrano de Moya. 9. La Calzada Guinea de Segóbriga en textos del s. XVI: el Licenciado Diego de la Mota. 10. Descripción de la traza: José Cornide. 11. Vestigios materiales de la Calzada de Guinea de Segóbriga. Los miliarios. 12. El trazado hacia Complutum. La vía de Fidel Fita: Segóbriga-Carabaña-Pozuelo del Rey- Torres de la Alameda- Alcalá de Henares. 13. Conclusiones. 14. Bibliografía y Fuentes manuscritas.

1. INTRODUCCIÓN El siguiente trabajo trata de poner en relación una de las más importantes calzadas de la Hispania Citerior: la Cartagonova-Complutum con una todavía enigmática denominación que recibieron ciertas calzadas romanas hispanas durante nuestro periodo medieval y moderno: carrera Guinea. En concreto, trataremos de la atribución de este apelativo a un tramo —corto— de la referida calzada. Concretamente al inicio del tramo Segóbriga-Complutum. Este trabajo tiene dos objetivos. El primero hace referencia a la toponimia: trata de valorar la asignación del apelativo carrera Guinea para este tramo segobricense de la calzada que une Cartagena con Alcalá de Henares. El segundo es de orden físico: trata de identificar la traza de esa calzada que desde Segóbriga apunta a Complutum. Así, haremos una mención a sus vestigios actualmente visibles en los primeros 13 kilómetros desde su arranque desde Segóbriga. Las calzadas que ahora sabemos que son romanas, han sido aludidas en la documentación histórica con distintos nombres. Uno de ellos es el que cuando Gonzalo Menéndez Pidal lo menciona en su obra de 1951, lo califica de «nombre, hoy enigmático». Nos referimos a esta denominación de «Calzada Guinea». Más de medio siglo después no es menos enigmático que lo era entonces. Con este nombre se denomina, en alguna documentación, el tramo que arranca de Segóbriga hacia Complutum.

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Pero, tras intentar primero dar unos rasgos generales para caracterizar la vía que nos ocupa, haremos mención al origen documental de este apelativo, es decir, su aparición en los documentos generados por los personajes más determinantes en este momento de despegue de la investigación sobre Segóbriga que suponen los años finales del siglo XVIII. Reivindicaremos particularmente el papel de uno de los personajes clave, don Juan Antonio Fernández, cuya obra quedó inédita. Terminaremos haciendo una descripción de los vestigios actuales del tramo de calzada analizado, incluyendo una mención a los miliarios cercanos a este tramo de vía. Al mismo tiempo, respecto de las intervenciones arqueológicas sobre esta vía en el entorno de Segóbriga manifestaremos nuestra opinión crítica. En el modo de abordar esta investigación se han conjuntado, además de la búsqueda bibliográfica y en fuentes primarias, la ayuda de los Sistemas de Información Geográfica: SIGPAC y SIG Oleícola, accesibles desde Internet. Importante ha sido la contribución de la fotografía aérea. Particularmente del vuelo americano 1:33.000 (Cliché 7955 del vuelo 9 junio 1956). Así mismo, se efectuó un reconocimiento aéreo de la zona (Vuelo realizado a 200 m de altitud y baja velocidad el 14-10-2007). Sobre el paradigma de vías romanas, su ingeniería y sus técnicas constructivas, adoptamos el definido por Isaac Moreno en su amplia bibliografía.

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2. LA CALZADA CARTAGONOVA-COMPLUTUM Como dijimos, vamos a tratar de una de una de las más importantes calzadas de la Tarraconense: la Complutum-Segóbriga-Saltigi-Cartago Nova. Concretamente, del poco tratado tramo entre Segóbriga y Complutum. Ya adelantamos que nuestro interés se centra en el tramo sujeto a la denominación «carrera Guinea». Tramo que se desarrolla en «dos cortas leguas» (según el decir de un ilustrado del que luego trataremos) al norte de Segóbriga. Es decir, que trataremos sólo del arranque de su trazado entre Segóbriga y Complutum. Así pues, no es pertinente ahora hacer una semblanza de todo el trazado de cabecera a fin, de la historia de su investigación, de las discrepancias existentes sobre la misma y de las fuentes antiguas en que se sustentan las opiniones. Sólo daremos ahora unas breves pinceladas.

Imagen 2: «Une grande route romaine menant à Carthagène: la voie Saltigi-Carthago Nova» (Sillieres, 1982:247-257)

Imagen 1: División de Hispania en Tarraconensis, Lusitania y Bética

El Itinerario de Antonino no refleja esta vía y, por tanto, omite cualquier designación. El Anónimo de Ravena —como seguidamente veremos— acusa la vía pero —como es su norma— no la nombra. Pierre Sillieres estudió la parte meridional de su trazado: «Une grande route romaine menant à Carthagène: la voie Saltigi-Carthago Nova» (Sillieres, 1982: 247-257).

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En España, entre sus eruditos del s. XIX, sí recibió un nombre. Aureliano Fernández-Guerra lo llama «camino de Trajano»: «Esos vestigios se llaman y llamaron desde tiempo inmemorial El camino de Trajano, como hace más de setenta años que afirmó y vulgarizó la Academia, en el tomo cuarto de sus Memorias, disertación V, Pág. 38» (Fernández-Guerra, 1877: 135). Gonzalo Arias la llamaba Vía del Esparto. Pensaba que pasaba por Madrid. La vía Cartagonova-Segóbriga también ha sido «rebautizada» como Vía del Lapis Especularis (Fernández Montoro, 2006: 105). La Tabula Imperii Romani la representa en su mapa de J-30 Valencia (VVAA, 2001) como «otras vías —Trazado inseguro». Desde Segóbriga rotula dos destinos: Complutum y Segontia. Esta duplicidad de destinos (hacia el N) de la vía que sale de Segóbriga está sostenida por una abundante bibliografía crítica. Nosotros trataremos sólo de la vía a Complutum. El reciente hallazgo de dos miliarios de Tiberio en Huelves (Cuenca) permite reconocer como su caput viae a la colonia de Cartago Nova.

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Imagen 3: División de Hispania en el Bajo imperio: La provincia cartaginense.

3. EL TRAMO SALTIGI-SEGÓBRIGACOMPLUTUM EN EL ANÓNIMO DE RAVENA La vía Cartagena-Alcalá de Henares es una vía estratégica en la ordenación del territorio de la Hispania antigua. Cruza en Saltigi (Chinchilla, Albacete) con otra importante vía, la vía que une la Bética con Roma reflejada en los Vasos de Vicarello (otra vía trascendental cuyo tramo mesetario tampoco aparece en el Itinerario de Antonino). La vía objeto de este estudio estaría al servicio —sobre todo— del drenaje fiscal de los territorios que luego compondrían la cartaginense hacia su vía natural de salida: el puerto de Cartagonova, asiento también de la autoridad conventual. Sobre el tramo objeto de estudio, son pocos los rastros que ha dejado en la literatura antigua pero sí pueden aducirse algunas referencias sobre la existencia de una línea Complutun-Segóbriga. Por ejemplo, existe la referencia de que «Metelo, al acudir en ayuda de Pompeyo llevó su gente desde Segovia, por Complutum y Segóbriga al valle del Júcar» (Almagro, 1981: 155). Sin embargo, es inútil que busquemos esta vía entre Complutum y Segóbriga en los registros clásicos del Itinerario de Antonino. Obviamente, no disponemos del desaparecido sector hispano de la Tabula Peutingeriana. Por ello, nos queda centrarnos en el análisis del Anónimo de Ravena. Aquí sí que se pueden rastrear menciones a esta vía. El Anónimo de Ravena es una obra ampliamente tratada por la crítica. Sin embargo, muchos detalles de la misma siguen siendo objeto de discusión. Por ejemplo, para lo referente al área que nos ocupa, no nos resulta satisfactoria la interpretación que se sigue desde autores —ya clásicos— como Roldán Hervás, ni por autores —más cercanos— como la de Gonzalbes Cravioto. Ambos autores deducen de la lectura «caminos nuevos»: «Esta ruta aquí representada, en parte, es nueva. Y lo es porque un sector de la misma

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no aparece reflejada en el itinerario de Antonino. Esta vía unía, en un camino más directo que el itinerario, la urbe complutense con la colonia Libisosa en la zona de las fuentes del Anas (Gozalbes, 2000: 261). Roldán habla de que «es indudable que el Ravennate ha tenido aquí en cuenta…una ruta que comunica Complutum con Castulo» (Roldán, 1975: 129) Nosotros no creemos que el Anónimo esté reseñando una vía de Complutum a Castulo ni tampoco una vía que una Complutum con Libisosa. Creemos que no describe «caminos nuevos» que lleven de Complutum a Cástulo ni a Libisosa. Son «artefactos» que surgen fruto del modo de componerse la obra. La obra lo que refleja es un tramo de la Cartagonova-Complutum y tramos de otras dos calzadas bien conocidas, como veremos. Sabemos que el método con el que diseña su cosmografía — enumeración en último término— del anónimo autor es tomar una ciudad principal como centro y —desde ella— tomar distintos rumbos para enumerar- en cada uno de ellos— los nombres de las principales ciudades tal como las lee sobre un mapa. A nosotros nos interesa el Libro 4, de Europa, capítulo 342, de Spania, apartado 44, en el que se toma como centro para el interés que le ocupa (es decir, la enumeración de «ciudades») el importante nudo que es Complutum. Desde este punto central el Anónimo desarrolla su enumeración siguiendo tres líneas distintas. Veamos la parte Rav. IV 44 (313, 8-13) (Roldán, 1975:129). Dado que la traducción tiene dificultades para serlo de un modo literal, adoptamos la que ofrece Almagro Basch (1983: 32). 44. Iterum quomodo in media provincia ipsius patrie Spanie dicitur civitas. Complutum, cuius affinalis est civitas quae dicitur («Además, hacia el centro de la provincia de la misma patria Hispania, hay una ciudad que se llama Complutum, cerca de la cual se hallan las ciudades siguientes): Titultiam - item civitas - Toleton - Lebura - Augustobriga - Lomundo - Turcalion - Rodacis - Lacipea. Iterum ad aliam partem iuxta ipsam civitatem Complito dicitur civitas id est (A otro lado, cerca de la misma ciudad de Complutum, se encuentran estas ciudades): Pirascon - Albeceia - Cauca - Nibaria - Abulobrica - Intercatia - Palentia - Equosera - Cougion - Belisarium Iterum iuxta ipsam civitatem Complito est civitas quae dicitur (Igualmente, junto a la misma ciudad de Complutum, hay las ciudades llamadas así): Caraca - Sigobrica - Puteis - Saltis - Lebinosa - Consabron - Moroin- Lamin - Marimana - Solaria - Morum.

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Nuestro interés se centra exclusivamente en este último párrafo. Es obvio que para sus fines (enunciar «ciudades» que están cerca de una central que se toma de referencia) es útil seguir las líneas de un mapa, pero con total libertad de interrumpir una enumeración donde le parezca bien al autor y «saltarse» a otra línea itineraria próxima. Es decir, parece obvio que el autor está mirando un mapa. Hay varias cosas obvias en el Anónimo. Por ejemplo: no todos los nombres nombres corresponden a verdaderas ciudades. Muchas corresponden a simples estaciones (mansio o statio), como Solaria o Morun. Al tiempo que importantes ciudades luego episcopales, que debían estar reflejadas en los mapas, no son «leídas»: Mentesa. Sin embargo, lo determinante es su objetivo finalista: trasladar a un texto escrito —a una enumeración de ciudades— su «visión» del mapa (su modo de recorrer el mapa con la mirada). Es decir, su modo de mirar el documento. La aparente gratuidad en la enumeración resultante no es más que el reflejo de su modus operandi al recorrer con sus ojos el mapa. Analizaremos la enumeración de la que se deduce nuestra vía Cartagonova-Complutum. Decíamos que no estamos de acuerdo con la interpretación que hace Roldán Hervás. Para Roldán, el Anónimo «ha tenido aquí en cuenta… una ruta que comunica Complutum con Castulo, que no existe como tal en el Itinerario, pero que también puede reconstruirse reuniendo diversos tramos de vías distintas» (Roldán, 1975: 129). Según esta idea, dice Roldán que «de Complutum a Libisosa» se seguiría por la vía a Laminio alio itinere Caesarea Augusta de Antonino, en dirección contraria, casi en su totalidad» (Roldán, 1975: 129). Sin embargo, parece claro que ni Complutum, ni Caraca, ni Segóbriga están entre la lista de estaciones de la vía 31 Item a Laminio alio itinere Caesarea Augusta. Pero sigue Roldán: «de aquí [de Libisosa] continúa la ruta por Consabron, Moroin y Lamini… y sigue con las ciudades de Marimana, Solaria y Forum». La expresión «de aquí continúa la ruta por Consabron…» es equívoca: no hay una ruta que desde Libisosa (Lezuza, Albacete) «continúe» por Consuegra (Toledo) para llegar a Mariana (término de Puebla del Príncipe, Ciudad Real). De hecho, en la Vía de los Vasos de Vicarello entre Libisosa y Mariana sólo se interpone una estación: Mentesa (Villanueva de la Fuente, Ciudad Real). Por ello, tampoco parece de recibo la expresión: «y sigue [la vía que ha dejado en Laminio] con las ciudades de Marimana, Solaria y Forum. No creemos verosímil esta «ruta». Nuestra lectura es la siguiente. Parece claro que el Anónimo está leyendo en un mapa varias líneas itinerarias. Sus ojos seguirían varios trazos delineados sobre el mismo. En primer lugar, estando centrado —como en los dos párrafos anteriores— en la ciudad de Complutum, su mirada discurre por la vía Complutum-Caraca-Segóbriga-Puteis-Saltigi (tramo septentrional de la vía entre Complutum y Cartagonova). En segundo lugar,

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habiendo enunciado Saltigi (Chinchilla, Albacete), nuestro autor anónimo dirige sus ojos hacia otra vía: desde Saltigi se va al Este; a Libisosa (que es un tramo de la Vía de los Vasos de Vicarello —y también de la Vía 31 Item a Laminio alio itinere Caesarea Augusta—) (aunque omitiendo la estación intermedia de Parietinis) Y ahí lo deja. En tercer lugar, se fija en el itinerario 30 (Item a Liminio Toletum: Laminio-Murum-Consabro-Toletum) y lo lee en forma inversa, es decir: Toletum- Consabron -Moroin-Laminio. De esta relación de cuatro estaciones, no le queda más remedio que omitir Toletum ya que lo acababa de enunciar en el primero de los tres párrafos en los que estructura la relación de ciudades cercanas a Complutum. Y, en cuarto lugar, vuelve a leer la Vía de los Vasos de Vicarello: las tres estaciones de Marimana- SolariaMurum. (Llama la atención que —habiendo citado a Marimana y a Libisosa— no mencione a la importante ciudad de Mentesa (Villanueva de la Fuente, Ciudad Real). Posiblemente no tenía medios para —sólo por el nombre que leía en un mapa— determinar la diferencia tan importante entre meras statios como Ad duo Solaria y ciudades episcopales como Mentesa). En resumen, no podemos deducir de lo expuesto que las ciudades o estaciones que enumera el Anónimo formen parte de una ruta que comunique Complutum con Castulo. Esta parte del Anónimo se explicaría con sólo considerar que el Anónimo está «leyendo» tres rutas: la Complutum-Cartagonova, la Vía de los Vasos de Vicarello y la antoniniana Item a Liminio Toletum. Lo que a nosotros nos interesa es que el Anónimo está leyendo un tramo de la calzada que une Complutum con Cartagonova. Nos interesa la mención de que el tramo entre Segóbriga y Complutum pasa por Caraca. Tendremos ocasión de tratar de esta conexión Segóbriga-Caraca-Complutum en las líneas que siguen.

4. UN TOPÓNIMO ENIGMÁTICO: LAS CALZADAS DE GUINEA Decíamos que Guinea es un extraño apelativo recibido por algunas calzadas romanas en España. Gonzalo Menéndez Pidal, tratando de Los caminos en la Historia de España menciona esta denominación de pasada diciendo: «Otro nombre, hoy enigmático, de los que se dan en España a las viejas calzadas es el de ‘Quinea’…» (Menéndez, 1951: 38). En diciembre de 1998, se publica en Revista de Soria (nº 21) y en El Miliario Extravagante (García, 1998: 3-13) un artículo de Guillermo García Pérez (a la sazón catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid) titulado «La Calzada de Quinea del ‘Cantar de Mýo Çid’», donde este autor apoya —enfrentándose al criterio de Antonio Ubieto Arteta— la opinión de Ramón Menéndez Pidal que sostiene la historicidad de la

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ruta cidiana. Y, más en concreto, la relación de la «ruta del destierro», en la cual se menciona un cruce con «la calçada de Quinea». Cita Guillermo García Pérez (García,1988: 3) los comentarios de Menéndez Pidal sobre el tramo de calzada entre las localidades sorianas de Burgo de Osma e Ines: «conservanse bien visibles restos de ella [la calzada de Quinea] en una faja liega de unos 3 m de ancho, que atraviesa las aradas de las inmediaciones del Duero… y ‘jamás se rehunde’, ni se forman en ella ‘bazacadas’ con el paso de los carros; añaden que alguien, queriendo cultivar los trozos abandonados, la ha logrado arar, pero sin que haya producido nada el terreno, por ser duro y lleno de guijo», y concluye así la cita: «la denominación de Quinea, que se daba en tiempos del Cid, es común a otras vías romanas españolas». Un epígrafe del artículo de Guillermo García se titula: «Calzada de Quinea, una denominación generalizada», donde se enumera una serie de referencias documentales y toponímicas con esta denominación. Es interesante recalcar que la referida calzada Guinea está dotada de infraestructura, ya que «jamás se rehunde, ni se forman en ella ‘bazacadas’ con el paso de los carros». Ello nos remite inexorablemente a la existencia de un paquete de firmes. Pero dejemos la física y volvamos a la literatura. Debatiendo con García Pérez en las páginas del Miliario, Arturo Soria Puig (Soria, 1999: 34) enumera algunas ocasiones en que la voz Quinea/Guinea se ha empleado en relación las calzadas romanas. Así en la de Osma a Tiermes, en algunos tramos de la Ruta de la Plata, en las inmediaciones de del tramo entre Calzada del Coto y Calzadilla de los Hermanillos (De Italia in Hispanias), la que accede a Lancia, la que da nombre a Bañuelos de la Calzada, el camino de Valdeguinea al oeste de Logroño, el Alto de Carraguinea (Hoja 238), y otros más que califica de dudosos. Este listado no es exhaustivo: Roldán Hervás en su Iter ab Emerita Asturicam. El Camino de la Plata hace una mención al Puente de Guinea sobre el río Jerte. Aunque cuando trata sobre el apelativo de Calzada de Guinea dado a esta vía, dice que «es un nombre medieval que perdura únicamente en lo que toca a esta estrecha zona» (zona cacereña del Jerte) y cree que «este apelativo probablemente no fue dado a la calzada romana sino a la cañada de ganados» que marcha por este territorio» (Roldán, 1971: 19). Lo cierto es que en las divisiones de reinos de Castilla y León de Fernando I (1065) y de Alfonso VII (1157), la calzada de Quinea o Guinea figura como límite «en decenas de manuscritos de la Biblioteca nacional» (García, 1988: 8). El 8 de marzo de 1189 Alfonso VIII da el privilegio fundacional a Plasencia delimitando su alfoz: «… y de Falgoso adelante según se va a la calzada de la Guinea». Aparece también en el tratado de 1194 entre Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla: «Et terminus que concluditur Inter flumen Xerit

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et riuun Verneliam et calciatam de Quinea...» (García, 1988: 8). Pero, a todo esto, todavía en la actualidad, seguimos sin saber el origen de la expresión Guinea. De hecho, otro epígrafe del artículo de Guillermo García se titula: «Calzada de Quinea, un topónimo a descifrar», donde se pone de manifiesto las dificultades para aclarar la etimología y significado de la expresión, citando múltiples conjeturas, todas ellas insatisfactorias. Cita, entre otras, la propuesta de 1964 de Clemente Sáenz García: «equinea, de caballos» y aventura que «chi- equivale a Qui-, Gui-, como en la forma canaria Chinea» (García, 1988: 9). Se han aventurada otras hipótesis. Por ejemplo, Isaac Moreno creía que «Quinea es un topónimo de origen medieval repetido en lugares del norte de España por donde discurre una vía romana. Podría hacer alusión a vía equinea o carretera, infraestructuras aptas para el galope y mucho más exigentes que los caminos de mulos y asnos, reducidos las sendas impracticables para carros y caballos» (Moreno, 2006: 45) Jesús Rodríguez Morales vincula Quinea con guijarro. Dice: «¿Qué distingue una vía medieval de una romana? La infraestructura y la presencia de piedra en el camino. Así la vía de la plata vía delapidata o empedrada no es extraño que se llamase vía quinea de china ‘guijarro’. La etimología de esta palabra es desconocida, pero seguramente está relacionada con el francés caillou ‘guijarro’» (http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=2365) En todo caso, Guinea es todavía hoy un atractivo enigma.

5. LA CALZADA GUINEA DE SEGÓBRIGA Decía Isaac Moreno que el topónimo Quinea se repite más en lugares del norte de España. Lo cierto es que nunca se había documentado referido a una calzada en la zona castellano-manchega. Existe, pues, un vacío documental para este apelativo hasta fechas relativamente modernas. Tendremos que esperar al Siglo de las Luces para que una calzada segobricense aparezca rotulada con esta mención (si bien, como luego veremos ya se documenta en textos de finales del s. XVII). La asignación del apelativo Guinea a una calzada segobricense nos viene de la mano de un meritorio autor del s. XVIII no muy conocido. Habiendo sido uno de los primeros investigadores de Segóbriga, su manuscrito —sin embargo— quedó inédito. Actualmente está depositado en la Real Academia de la Historia. Este autor no es otro que don Juan Antonio Fernández Pascual. Y su manuscrito tiene el título de: »Noticia de la escavación hecha en el territorio que llaman Cabeza de Griego y sus descubrimientos, copiados y explicados por don Juan Antonio Fernández, etc. Año de 1790». Biblioteca de la Real Academia de la Historia con la signatura C-176 (moderna 9/5597).

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Hay un croquis —obra de don Juan Antonio— donde aparece la mención a calzada Guinea que, sin embargo, no está inédito. Aparece reproducido en la obra de Almagro Basch «Segóbriga, I, Excavaciones Arqueológicas en España, 1983». Es un «Croquis dibujado por el archivero del conventual santiaguista de Uclés, don Juan Antonio Fernández». En la leyenda explicativa («Vista del territorio llamado Cabeza del Griego, y sus inmediaciones: sitio de la Excabación y parte sus descubrimientos») figura con la letra «M» un «Camino Romano, ò Via Militar que dicen Calzada Guinea, y sigue línea recta desde cerca de Uclés, hasta el pie del cerro de Cabeza del Griego» (Almagro, 1983: 92).

Don Antonio Agustín en sus Diálogos. Para comprobar la antigüedad de Uclés hace mención Mota (2) de un << camino enpedrado que llaman calzada, ò carrera Guinea que pasa un tiro de arcabuz del castillo de esta villa, enpedrado como lo vemos, en algunas partes; y dicese que sale de Cartagena, y va hacia Segovia; y que esta calzada pasa por una Ciudad que está como una legua de este castillo, que llaman la Cabeza del Griego que fue habitada de Romanos, á la qual Ptolomeo, y Mariana llaman Segobriga, y era mui grande, como una legua de travesía… Hasta aquí Mota>>». Y a pie de página figura como Nota (2): «D. Diego de la Mota : De Confirmatione Ordinis S, Jacobi. (Valencia año 1599) lib. 4. cap. 2. pag 387.» (Fernández, 1780: 80). También nos da algún dato sobre el estado de los restos en esos años del s. XVIII «Hoy permanece esta calzada, ò via militar, que sigue recta desde inmediaciones de Uclés hasta el pie del cerro de Cabeza del Griego. Mantienese en partes bien conservada y lo estaría enteramente si los dueños de las heredades contiguas no la hubieran deshecho por aprovechar la piedra para sus cercas. Este camino se hizo ò reparó por el Emperador Trajano, según una columna milliaria que trasladaron à Sahelices» (Fernández, 1780: 82). El Plano aparece en la p. 45. y parte de la leyenda explicativa en la p. 46 del citado manuscrito.

6. ILUSTRADOS EN SEGÓBRIGA: EL PAPEL DE JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ PASCUAL

Imagen 4: Tomado de Almagro, 1983: 92

Nuestro hombre es un navarro de Tudela que trabajó en Uclés como archivero entre agosto de 1789 y mayo de 1793. Estuvo en primera línea de los hallazgos arqueológicos que por esas fechas se iban sucediendo. Tratando de Cabeza de Griego, dice Juan Antonio Fernández que »desde el pie del monte hacia la villa de Sahelices hay unas dilatadas llanuras llenas de ruinas, cimientos de edificios, multitud de piedras con molduras de bello gusto, frisos, capiteles de columnas, fragmentos de inscripciones y otras antigüedades» (Fernández, 1780; 20). Estaba entonces en todo su esplendor la polémica sobre si esas ruinas se correspondían a la ciudad de Segóbriga o si ésta se ubicaba realmente en Segorbe (Valencia). Es en relación con esta polémica cuando nuestro archivero aduce un texto del s. XVII: «Ferreras, Mayans, y algunos otros citan a Zurita en prueba de que Segobriga estubo en este sitio. Es verdad que dixo que se incluía dentro de la Celtiberia no lexos del nacimiento del Tajo; pero no determina que fuese en Cabeza del Griego, aunque niega que sea Segorbe, que es para lo que lo alega

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Pero ¿quién era y qué papel tiene en la excavación de Segóbriga ese archivero del convento de Uclés? Don Juan Antonio Fernández nació en Tudela en 1752 y muere en 1814. El que su padre fuera librero influiría sin duda en su orientación hacia la archivística. Antes de ser llamado por el Prior de Uclés para catalogar el importante archivo de la Orden de Santiago, había previamente catalogado y ordenado los archivos de la catedral de Cuenca, en Madrid las casas de los condes de Montijo, Montealegre, Duque del Infantado y del Marqués de Vadillo. Su trabajo en el archivo de Uclés le valió el título real extendido por Carlos III en 1793 de Archivero General de la Orden de Santiago. Fue nombrado también académico correspondiente de la Real Academia de Historia. De su prestigio profesional nos da una idea el hecho de que, habiendo retornado a Tudela le fue ofrecido desde Pamplona, el ordenar el archivo de la Orden de San Juan de Jerusalén en Navarra. Pero, al no poder trasladarse a la capital, el archivo fue llevado a Tudela. (http://www.enciclopedianavarra.biz/navarra/fernendez-pascual-juan-antonio/7639) Su labor en Uclés no se limitó a trabajar en el archivo; de la importancia de su intervención en Segóbriga trataremos seguidamente.

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Imagen 5: Retrato hecho por Antonio Sada en 1860, que se conserva en las Real sociedad Económica Tudelana de Amigos del País, tomado de: http://www.enciclopedianavarra.biz/navarra/fernandezpascual-juan-antonio/7639

Siendo Prior del Convento de Uclés don Antonio Tavira, había llamado a don Juan Antonio Fernández Pascual para ordenar su archivo (Almagro, 1983: 91), el cual llega, procedente de Tudela, a Uclés el 8 de agosto de 1789. Se traslada con su esposa Francisca Uxavari Uxué, con la que se había casado cuatro años antes. Su labor en Uclés concluyó en mayo del 93. Estuvo muy involucrado en los hallazgos que por aquel tiempo se producían. No dirigió las excavaciones pero en palabras de Almagro Basch (Ibidem) «era el más perito e inteligente de los espectadores de los hechos que se sucedieron, y de estos escribió una cuidadosa relación que es la más útil para justipreciar aquellos hallazgos que ilustró con buenos y diversos dibujos». Relación que hoy se conserva en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia. El asunto de la identidad de la ciudad que se estaba excavando era objeto de un intenso debate. Sobre todo la gran polémica de la identidad entre la clásica Segóbriga con la contemporánea Segorbe. Pues bien, será un hallazgo de nuestro archivero Fernández el que aporte luz suficiente. El domingo 17 de marzo de 1790 en un reconocimiento de la excavación, Fernández encuentra una inscripción (reproducida en Almagro, 1983: 95) en que «sus letras solamente pueden contraerse a Segóbriga… ella nos dice que ésta fue

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Segóbriga… Estoy más ufano con este descubrimiento que si hubiera hallado la cuadratura del círculo…» (Ibidem). Si bien inicialmente no se aceptó universalmente — ni mucho menos— esta reducción. Incluso Hübner mantendrá su oposición, pensando que del fragmento de inscripción nº 3122 (el descubierto por Fernández) «no se seguiría necesariamente que Segóbriga hubiese estado en Cabeza de Griego» (Almagro, 1983: 129). Otro especialista alemán: Adolfo Schulten se extrañaría de esta postura de Hübner (Almagro, 1983: 143). Dice Hübner, refiriéndose a los eruditos que en el XVIII participaron en los descubrimientos de Segóbriga, que los principales escritores sobre este tema son: Juan Antonio Fernández, Santiago Capistrano de Moya, José Cornide y Francisco Javier de Santiago Palomares. Concretamente dice: «Entre estos autores sobresale Fernández, tanto por el número de inscripciones como por su fidelidad y diligencia. Se le aproxima Palomares. Muy inferior a los dos es Capistrano. Y el peor de todos es Cornide, cuyo libro, no obstante, es el que consiguió mayor difusión» (E. Hübner. CIL II, Berlín, 1869, pág. 420. Citado en Almagro,1983: 101). Para Martín Almagro Basch, «este juicio lapidario es totalmente exacto» (Almagro, 1983: 101- Nota 1). También resume Almagro: nos quedan publicados los informes de Guevara, Cornide y Montejo. Y luego los estudios y descripciones de José Cornide y de Juan Francisco Martínez Falero. Quedaron inéditos las noticias de J.A. Fernández y las relaciones de Francisco Javier de Santiago Palomares» (Almagro,1983: 101). Incluso tras abandonar Uclés a mediados del 1793, el influjo de Fernández sigue siendo patente entre los siguientes investigadores. De hecho, estando ya Fernández en Zaragoza, mantendrá una relación epistolar con Cornide al respecto de la comisión que la Real Academia de la Historia encargó — sobre Segóbriga- a este autor. Cornide, pues, se aprovecharía en no poca medida de las informaciones que le prestó Juan Antonio Fernández. La relación de todos los manuscritos de Juan Antonio Fernández que se encuentran en la Real Academia de la Historia está detallada en (Abascal, J.M.; Cebrián, R., 2005a: 204- 209 ).

7. OTROS ILUSTRADOS EN SEGÓBRIGA QUE ROTULAN CALZADA GUINEA: FRANCISCO JAVIER DE SANTIAGO PALOMARES Y JOAQUÍN TRAGGIA De los hallazgos que se iban sucediendo, dio cuenta a Floridablanca el que era el promotor de los mismos: el prior de Uclés don Antonio Tavira. Desde Madrid se encarga dirigir aquellos trabajos de excavación a don Francisco Xavier de Santiago Palomares. Dice Almagro: «Nada sabemos sobre su personalidad que justifique el que se le encargara la dirección de aquellas investigaciones arqueológicas. Pero es él quien

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nos refiere cómo éstas comenzaron el 17 de octubre y duraron hasta el 14 de diciembre de 1789» (Almagro, 1983: 93). En todo caso, lo interesante es que también de él se conserva en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia otro manuscrito en el que también dibuja un croquis muy similar al de Juan Antonio Fernández donde se rotula un «Camino romano que llaman Calzada Guinea» , en RAH, sig. E 124, doc 3 y 8, Fol.. 13-15 (Almagro, 1983: 94).

Imagen 7: Croquis de Joaquín Traggia. Tomado de Almagro, 1983: 105)

8. ERUDITOS LOCALES COETÁNEOS QUE NO MENCIONAN LA CALZADA GUINEA: JACOME CAPISTRANO DE MOYA

Imagen 6: Croquis de Santiago Palomares. Tomado de Almagro, 1983: 92

Años después, en 1792 publica Joaquín Traggia (Aparato a la Historia Eclesiástica de Aragón, tom. II, Madrid, 1792, págs 258-321 otro croquis donde también se refleja el mismo «Camino romano hoy Calzada Guinea» que parece salir del «Sitio cóncavo que parece Teatro» para, como los demás croquis, dirigirse hacia Uclés, pero sobrepasarlo dejándolo al este (Almagro, 1983: 104). Joaquín Traggia Uribarri, (Zaragoza, 1748 - Madrid, 1802) es un erudito que manejó también el informe de Juan Antonio Fernández «e incluso publicó el primer plano de las ruinas de la basílica recién excavada» (Almagro, 1983: 105).

En 1792, Jacome Capistrano de Moya, cura de la cercana localidad de Pedro Naharro, publica su Noticia de las excavaciones de la Cabeza del Griego: con algunas observaciones, Alcala: Oficina de la Real Universidad, 1792. Tratando de la población romana, dice que estuvo en el cerro y no en el lugar de la excavación que por entonces se efectuaba («como a dos tiros de vala al Nordest») (Capistrano, 1792: 3), porque «la calzada antigua que corre del Norte al Mediodia, se dirige sin perder la línea recta al Cerro, y no al Cemeterio (sic)» (Capistrano, 1792: 67). También nos detalla que «por el lado del Norte estaba la principal entrada al pueblo; porque lo declive del Cerro ácia esta parte, proporciona mas fácil la subida, y porque la calzada mira en linea recta á este lado del Cerro; continúa dicha calzada girando hacia el Norte, y sus vestigios pasan por Uclés» (Capistrano, 1792: 69). Esto nos hace pensar que la denominación de calzada Guinea, asignada a la calzada que sale de Segóbriga hacia Uclés, estaba perdida en el s. XVIII y que es un archivero quien la rescata de un texto del s. XVI.

9. LA CALZADA GUINEA DE SEGÓBRIGA EN TEXTOS DEL S. XVI: EL LICENCIADO DIEGO DE LA MOTA Pero, si sabemos que la expresión calzada Guinea no ha tenido mucha continuidad en los subsiguientes autores que han tratado de las calzadas segobricenses, hemos de pensar que Fernández toma esta denominación no del acervo léxico de los habitantes de Saelices y comarca, ya que lo lógico es que se hubiera perpetuado en los subsiguientes autores, sino que pensamos que Fernández se basa sólo en la documentación histórica que constituye el verdadero cometido por el que está en Uclés.

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Sabemos que don Juan Antonio ha encontrado esa expresión, referida a la calzada segobricense, en un texto del siglo XVI, que él cita como «D. Diego de la Mota: De Confirmatione Ordinis S, Jacobi. (Valencia año 1599) lib. 4. cap. 2. pag 387». Veamos: La referencia 9-3895-10 de la RAH hace referencia al manuscrito de Juan Antonio Fernández denominada Inscripción de Segóbriga (Realmente es una copia literal de José Andrés Cornide del manuscrito RAH-9-5597-1 del anterior autor). Pues bien, en la primera página dice: «Lic(encia)do Diego de la Mota en el libro 4. Cap. 2 pág. 384 de su hist(ori)a de la Orden de S(an)tiago dice hablando de la villa de Ucles en prueba de su antigüedad que supone romana, que a un tiro de arcabuz pasa un camino empedrado que llaman calzada, ò carrera Guinea, empedrada como las demas de algunas partes, y que se dice sale de Cartagena y va acia Segobia, y que pasa por una ciudad q(u)e está como una legua de la d(ic)ha villa de Ucles, y que se llama la Cabeza del Griego que fue habitadade Romanos, à la qual Ptolomeo y Mariana llaman segobriga, y era mui grande como una legua de travesía» (Abascal, J.M.; Cebrián, R., 2005a: 208 ). Realmente, la cita está equívoca. No se trata del Libro IV, sino del Libro II. De donde, la mención más antigua que hemos encontrado de la denominación Guinea para una calzada segobricense data de la obra de este autor que publica en 1599.

Tratemos ahora de dar una breve pincelada sobre Diego de la Mota. Es uno de los autores que tratan de los documentos más importantes de los que reúnen el derecho capitular de la Orden de Santiago; versan, además de las normas dictadas por los Capítulos de distintos años, de los «establecimientos» dados a la Orden por diferentes maestres. Estos textos constituían una especie de cultura jurídica de la Orden. Las primeras obras impresas de las Órdenes fueron en todos los casos textos normativos. La «Regla»; los textos capitulares —«Establecimientos» y «Leyes Capitulares» de la Orden de Santiago, «Difiniciones» y «Actos Capitulares» de las Órdenes de Calatrava y Alcántara—; textos de visita —«Difiniciones de Montesa» y los textos sinodiales —«Constituciones priorales»— no son sólo de los primeros impresos, sino también de los más importantes. «La «regla» de Santiago se ha publicado separadamente de los «establecimientos» en varias ocasiones por grandes figuras de la propia Orden. El «maestro de caballeros» Fray Bartolomé de Isla —canónigo del Convento de Uclés y Capellán del Emperador Carlos V— la publicó en 1547, en Alcalá de Henares en la Imprenta de Juan de Brocar, con un comentario para caballeros y comendadores de la propia Orden. En 1565 Ruiz de Morales y Molina, también fraile de Santiago la publicó en 1565; Fray Diego de la Mota —del Convento de Uclés— la volvió a editar en Valencia en 1599 con una declaración de los votos que hacían los caballeros al ingresar en la Orden y una historia de la fundación del convento de Uclés» (Postigo, 2002). Este es el titulo de la portada: A.L.C.R.M. del Rey Felipe II administrador perpetuo de la Orden de la Cavalleria de S. Tiago del Espada, por autoridad apostolica. Libro del principio de la Orden de la Cavalleria de S. Tiago, del Espada, y una declaracion de la Regla, y tres votos substanciales de la Religion, que los Freyles cavalleros hazen, y la fundacion del convento de Ucles, cabeza del Orden, con un catalogo de los Maestres, y priores, y de algunos cavalleros, por el Lic. Diego de la Mota, freyle canónigo de dicho convento y lector de Teología. Impreso en Valencia, en casa de Alvaro Franco, á la Pellegería vieja. Año 1599».

Imagen 8: Diego de la Mota: (1599): Libro del principio de la Orden de la Cavalleria de S. Tiago, del Espada, y una declaracion de la Regla… Portada.

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Imagen 9: Diego de la Mota: (1599): Libro del principio de la Orden de la Cavalleria de S. Tiago, del Espada, y una declaracion de la Regla… mención a una calzada o carrera Guinea junto a Ucles (Cuenca).

Otros estudiosos de Segóbriga mencionan también esta obra de Diego de la Mota. Por ejemplo, Juan de Dios de la Rada y Delgado, en su «Excursión arqueológica a las ruinas de «Cabeza del Griego»: «inscripciones que se mencionan por D. Diego de la Mota, como traídas de Cabeza del Griego para la obra del refectorio, á fines del siglo XVI . http://www.cervantesvirtual.com/servlet/Sirve-Obras/ antig/46827274656259275754491/not00001.html

10. DESCRIPCIÓN DE LA TRAZA: JOSÉ CORNIDE Hacia abril de 1794 el «ruido creado en los círculos eruditos de Madrid por los constantes descubrimientos en Cabeza de Griego era enorme». Las polémicas habían desbordado la cortesía académica y empezaban a surgir polémicas y rivalidades. Incluso «entre quienes habían iniciado las excavaciones en 1789 tampoco había ya concordia» (Abascal, J.M.; Cebrián, R., 2009: 64). Intentando poner remedio en estas discordancias, la Real Academia de la Historia decide enviar a Segóbriga a su Académico José Cornide de Folgueira. Antes de partir de Madrid, Cornide «recurrió de nuevo al consejo de Juan Antonio Fernández, el mejor conocedor de estas ruinas, desde su destino zaragozano» (Abascal, J.M.; Cebrián, R., 2009: 65) Su «Noticia de las Antigüedades de Cabeza del Griego reconocidas de orden de la real Academia de la historia por su académico de número Don Josef Cornide» se halla en la Biblioteca Nacional (REV micro 871 <3>, año 1799 Sig. Original D-5687). José Cornide de Folgueira «nació en La Coruña en 1734 y fallecido en Madrid en 1803. Fue corresponsal del padre Flórez para la elaboración de la España Sagrada. Participó en la fundación de la Academia de Agricultura de Galicia fue vocal de la Junta Nacional de Caminos de La Coruña y consiliario del Consulado del Mar. Intervino en la creación de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de Com-

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postela. En 1792 ingresó como Académico Numerario en la Real Academia de la Historia, de la que en 1802 fue nombrado Secretario Perpetuo». (http://www.rah. es/pdf/guiaBiblioteca.pdf) Cornide, además de asesorase de Fernández Pascual, conoce su manuscrito: «Pero el mérito de estas noticias se debe enteramente al mencionado don Juan Antonio Fernández, que de aquel terreno tiene extendida una noticia manuscrita ... las quales generosamente me ha franqueado, y me han servido para este Informe» (Cornide, 1799: 213). También dice conocer los planos citados de Traggia. Pero en su memoria, Cornide ya no menciona la calzada como «Guinea»; sólo como «camino militar». Dice que «mientras el dibujante se ocupaba en los trabajos de su profesión, yo recorría los contornos del cerro, para descubrir los caminos militares que se dirigían a él…» (Cornide, 1799: 72). En los croquis que dibuja se menciona con la letra «B» un «Punto a donde se dirige la Calzada que viene de Fuente Pinilla» y con la letra «O» un «Resalto de la muralla á donde se dirige por la falda del cerro la Calzada que viene de Uclés». El capítulo XI lo titula «De otras calzadas que pasaban por la Celtiberia, y que no se hallan mencionadas en el Itinerario». Menciona la referencia de Morales sobre las calzadas que salen de Segóbriga «y duran algunas leguas» y los acueductos que traían el agua desde Saelices «y desde la fuente que llaman Pinilla» (Cornide, 1799: 151). Cornide en definitiva habla de cinco calzadas, para quien «lo más visible es la salida de dos de ellas». De estas, es «la más conocida la que se dirige a Uclés casi en línea recta, y tan bien conservada que en el espacio de dos cortas leguas, que median entre cabeza del Griego y Uclés, se puede reconocer por todas partes» (Cornide, 1799: 151). Esta calzada es verosímil continuase por los lugares de Huete…» (Cornide, 1799: 151). La segunda sale de Cabeza de Griego «por una línea divergente de la que se encamina a Uclés», dice que «su dirección es al nordeste hasta la fuente y era de Pinilla»; luego sigue por la «casa de Jaillo» a Rozalén «entre cuyos dos puntos está visible» (Cornide, 1799: 152). «Desde Rozalén debía dirigirse esta calzada al Castro de Santaver» (pero «no pude descubrir el menor vestigio hasta el monte de Cañaveruelas»). La tercera calzada la descubre «no lejos del lugar del Hito», pasa por una ermita titulada de Nuestra señora de la Expectación, desde la cual baja a cruzar el Ciguela por «el sitio llamado Puentes-viejas», «de allí continúa por el monte de Castillejo a unirse en la Carrasca de los Muertos con la otra calzada que por Fuente Pinilla pasa desde Cabeza de Griego a la casa de Jaillo, y lugar de Rozalén» (Cornide, 1799: 145). De esta calzada dice Cornide que ni ha visto las Puentes viejas «ni menos continuar esta calzada hacia el mediodía», aunque «he sabido se dirige hacia Villarejo de Fuentes…terminando en Cartagena». La cuarta calzada entra en el cerro de Cabeza del Griego «por el llamado de los Santos y dehesa de Villalba». Observa algunos

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vestigios en este cerro y un cimiento de puente en el Ciguela, pero la busca en dirección a Puebla de Almenara «a donde entendí que debía dirigirse. Pero no he descubierto la menor señal por espacio de dos leguas» (Cornide, 1799: 156) La quinta calzada «es solo continuación de la primera de la cual se separa en la era de Pinilla», desde donde atraviesa el monte de Castillejo y baja a la vega de este nombre para dirigirse «o por las puentes viejas a la calzada del Hito o volviendo un poco a la izquierda a la población cuyos vestigios se descubren en la redonda o Fosos de Bayona» (Cornide, 1799: 156). La calzada que sí ve indubitablemente es la que va hacia Uclés: «Lo más visible es la salida de dos de ellas, siendo la más conocida la que se dirige a Uclés casi en línea recta, y tan bien conservada que en el espacio de dos cortas leguas que median entre cabeza de Griego y Uclés, se puede reconocer por todas partes» (Cornide, 1799: 151). Pero más allá de Uclés Cornide no constata su continuación: «Esta calzada (que como va dicho se percibe hasta Uclés) es verosímil continuase por los lugares de Huete…» (Cornide, 1799: 152). Cornide, si bien nos da la información de que la calzada de Cartagena pasaba »a un quarto de legua al occidente de Villa-vieja» (Cornide, 1799: 93) también nos confunde cuando dice que «he observado que a Uclés parte de medio a medio la calzada que pasa por Cabeza de Griego y viene de Cartagena; pero también la que viene de Valencia atraviesa por Requena» (Cornide, 1799: 95). Esta información está en contradicción con la que se deduce de los tres gráficos de Fernández, de Santiago Palomares y de Traggia, donde la calzada deja Uclés al este.

11. VESTIGIOS MATERIALES DE LA CALZADA DE GUINEA DE SEGÓBRIGA. MILIARIOS Ya mencionamos cómo decía Juan Antonio Fernández, refiriéndose a esta carrera Guinea, que: «esta calzada, ò vía militar, que sigue recta desde inmediaciones de Uclés hasta el pie del cerro de Cabeza del griego. Mantienese en partes bien conservada y lo estaría enteramente si los dueños de las heredades contiguas no la hubieran deshecho por aprovechar la piedra para sus cercas» (Fernández, 1780: 82). Recordemos también la afirmación de Cornide respecto de que lo observable —a finales del s. XVIII— era una calzada «tan bien conservada que en el espacio de dos cortas leguas que median entre cabeza de Griego y Uclés, se puede reconocer por todas partes» (Cornide, 1799: 151). Se deduce de lo anterior que más al norte de Uclés, ya no se podría —en el s. XVIII— «reconocer». De las antes citadas «dos cortas leguas» son de las que hemos buscado los vestigios. Los restos de la calzada romana permanecieron visibles a lo largo de muchos siglos, siendo mencionada en muchas ocasiones. Todavía en el s. XVIII, Mateo

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López afirmaba sobre el mismo: «se comprueba por la cañada o camino militar de romanos que desde Uclés sigue derecho al cerro de Cabeza de Griego, que subsiste en muchas partes (López, 1787: 35). La estructura de la calzada que vemos reflejada en los autores ilustrados y decimonónicos la vemos explicitada en Cornide cuando, tratando de la que encuentra entre Saelices y el molino de Medina, aclara que «en estos dos puntos se recortada la calzada antigua, y que su ancho era de 24 pies, y su grueso de 4 á 5 pies, formado de piedra gruesa, tierra, y cascajo» (Cornide, 1799: 152). Se trata del modelo dieciochesco —y decimonónico— (curiosamente alejado de la visión imperante en el s. XX en España). Veamos el modelo de «calzada romana» que tenían nuestros académicos del s. XIX. En algunos aspectos (como en el caso de la superficie de rodadura) parecen más avanzados que algunos todavía arraigados entre profesionales de la investigación. Concretamente, esto es lo que en el s. XIX decían las «Instrucciones» de la Real Academia sobre los «Caminos romanos» y sus vestigios: «En España tuvieron por lo común seis metros de ancho. Sus cimientos eran de grandes piedras irregulares, pero mayores siempre, y a veces labradas, las que se ponían en las márgenes o maestras. Después, otra tonga de piedras menores rellenaba los huecos y no es raro ver asegurado el firme con lechadas de argamasa. Encima de esto colocabanse capas de guijo, cubriéndolo todo un lecho o corteza de arena. Hoy se conocen sus vestigios en varios trechos de las actuales carreteras, en muchos de los caminos de herradura y en medio de las heredades, ya por los hitos gruesos que el tiempo y el hombre no han podido destruir, ya por las filas de majanos que han formado los labradores para desembarazar sus campos, ya por la faja guijarreña y arenisca, indicios seguros y ciertos de extraños materiales, traídos de territorios de índole diferente de la en que se hallan. Siguiendo con atención tales vestigios, aun cuando desaparezcan en parajes donde ha sido considerable el trastorno o en las tierras flojas y colgadas, vuelven a descubrirse en las cimas de los montes , en aquellos sitios que todavía lleven el nombre de puertos. Las calzadas antiguas atravesaban por las lomas y los altozanos divisorios de aguas, a fín de economizar terraplenes y alcantarillas» (Sánchez, 2008: 35). Por contra, en publicaciones todavía fechadas en 1983 (Palomero, 1983: 254) se siguen sosteniendo afirmaciones como las siguientes: «El empedrado de superficie está cubierto de una capa vegetal y no se aprecia...», pero en un mojón cercano se localizaron «varias piedras características de estas vías con la peculiar forma puntiaguda por una cara y perfectamente lisa por la otra» (Palomero, 1983: 254). Afirmación —esta— en todo punto incompatible con el paradigma actual de una superficie de rodadura romana en una vía interurbana.

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El seguimiento del trazado de la calzada Guinea de Segóbriga lo haremos partiendo de Segóbriga; siguiendo tres Hojas del MTN Mapa Topográfico Nacional 1:25.000: las identificadas como 633-III El Hito (ed. 2.000), 633-I Saelices (ed. 2.004) y 632-II Fuente de Pedro Naharro (ed. 2.000). Haremos el seguimiento fotográfico por SIGPAG y SIG Oleícola. Las referencias derecha e izquierda se refieren al sentido de la marcha de sur a norte). Tramos: 1.- De la Salida de Segóbriga al cruce con la carretera CM-310 2.- Del cruce de la carretera CM-310 (camino Del Escalón) hasta cruce con el camino del Riscal, en 633-III El Hito (ed. 2.000) 3.- Del cruce del camino del Riscal hasta cruce con el camino del Horcajo 4.- Del cruce del camino del Horcajo al cruce con la Cañada Real de los Serranos, en 633-I Saelices (ed. 2.004) 5.- Del cruce con la Cañada Real de los Serranos hasta el cruce con la autovía A-3 en 632-II Fuente de Pedro Naharro (ed. 2.000) 6.- Del cruce con con la autovía A-3 al cruce del río Bedija 7.- Del cruce del río Bedija al cruce con la carretera CUV-7021 8.- Del cruce con la carretera CUV-7021 a la incorporación al camino del Tejado, en el pago El Maraña.

construcción del circo, la cuestión de mayor calado «fue sin duda la supresión de una de las vías de acceso a la ciudad y el desmontaje de un sector de necrópolis con casi un centenar de enterramientos» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2009: 91), ya que se trata de una «vía sacra». Por cierto, la identificación que se hace de la vía en las excavaciones de 2007 parece que no considera Complutum como su destino: «La construcción de este nuevo edificio [el circo] debió provocar un cambio en el trazado de la vía principal de entrada a la ciudad desde el norte, calzada que llega desde Segontia y Caesaraugusta por Ercávica (Cañaveruleas, Cuenca)» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2008: 24). Algunos datos discordantes encontramos en esa descripción: concretamente la mención al hecho de que la vía discurriría por una vaguada. Algo muy extraño para la ingeniería romana., Textualmente, se afirma que «se comprobó que por el interior de la vaguada discurría una de las vías de acceso a la ciudad mientras que en las mesetas superiores se organizaban los diferentes ámbitos funerarios…» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2008: 30). Ocurre que la terraza natural sobre la que se asentaba el circo fallaba en un tramo de 50 m. «donde una vaguada natural obligó a realizar robustas obras de cimentación para apoyar el graderío» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2008, 10). Esa vaguada sería rellenada con monumentos funerarios de las inmediaciones, demolidos y vertidos en esa vaguada. (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2009: 25).

Imagen 10; Tramo de calzada Guinea entre Segóbriga y las inmediaciones de Uclés

1.- De la salida de Segóbriga (Vía Sacra) al cruce con la carretera CM-310 Nuestra carrera Guinea sale de la puerta de entrada entre el anfiteatro y el teatro; emerge, pues, de Segóbriga por su acceso principal: el que se abre en la muralla que pasa tras el teatro y anfiteatro (la cual fue realizada al mismo tiempo que el foro: poco antes del año 15 a.c. (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2009: 20). Parece ser que la construcción del circo implicó una alteración de esta vía principal de acceso a la ciudad. En la campaña de excavaciones del año 2004 se localizaron los restos del circo de Segóbriga. Precisamente, en la

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Imagen 11: supuesta vía funeraria con los efectos de la escorrentía (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2009: 42)

Más sensación de inseguridad causa esta descripción sobre la anchura de la vía: «Durante la campaña de excavación de 2007, se ha podido documentar un tramo de 46 m del camino de entrada a Segóbriga, situado en la vaguada natural… Presenta una anchura media de 175 cm». Tampoco la descripción del paquete de firmes parece responder a lo esperado de una

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calzada: «Presentaba como superficie de circulación un preparado sobre el terreno natural de cantos medianos amalgamados con arcilla roja..» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2009: 25) . Se trataría de un paquete de firmes atípico para una calzada romana. Un preparado de cantos sobre terreno natural no puede ofrecer la capacidad portante de una calzada romana «ortodoxa». En 2009 se sigue haciendo referencia a la vía «que discurría por el interior de la vaguada» (Ruiz de Arbulu, J.; Cebrián, R., Hortelano, I. 2009: 61). En definitiva, estamos hablando de la colmatación de una vaguada mediante el vertido de «sucesivas tongadas de tierra» (Ruiz de Arbulu, J.; Cebrián, R., Hortelano, I. 2009: 67). En la figura 31b de la p . 67 no se ve representado ningún paquete de firmes bajo la»sección estratigráfica de los vertidos de colmatación» que, supuestamente, se han vertido sobre la estructura de una vía romana principal.

a 2.400 m del perímetro amurallado de la ciudad»; «La actuación arqueológica en el paraje de Pinilla y Los Vallejos del término municipal de Saelices se llevó a cabo durante los trabajos de acondicionamiento de la carretera CM- 310, tramo Saelices a Villamayor de Santiago» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2008: 16). En este tramo lo que se describe es que: «Presenta un empedrado irregular sobre una capa de gravas». Se afirma que «no conocemos la anchura original de esta vía, ya que sólo se conservaba en 2,10 m, en un tramo de aproximadamente 50 m» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2008: 16). A falta de más detalles, resulta sospechosa esa distribución del paquete de firmes.

Imagen 13: ejemplo de paquete de firmes, en (Moreno, 2010, 33)

Imagen 12: No se ve representado ningún paquete de firmes bajo la»sección estratigráfica de los vertidos de colmatación» que, supuestamente, se han vertido sobre la estructura de una vía romana principal (Ruiz de Arbulu, J.; Cebrián, R., Hortelano, I. 2009, 67)

Nos causa también inseguridad la siguiente descripción, que apunta a una vía principal discurriendo por el fondo de un empinado barranco: «La retirada definitiva de los terraplenes de la vaguada… ha permitido documentar en 2008 la vía funeraria que discurría por su interior en un tramo de 73,50 m del longitud. La profundidad natural del barranco, que llegaba a suponer desniveles de hasta 2,80 m. fue aprovechado para realizar el efecto escenográfico de los monumentos [funerarios] dispuestos en las mesetas superiores…» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2009: 42). Para este recorrido citado, asignan unos desniveles de 6,35 m, que suponen una «fuerte pendiente de más del 8, 5%.». Además: =la anchura media de la calzada se estima en 1,75 m, aunque al inicio de la vaguada, donde el desnivel es menor, se ampliaba hasta casi alcanzar los 3 m» (Abascal, J. M.; Almagro-Gorbea, M.; Cebrián, R., Hortelano, I., 2009: 42). No parece que nos encontremos ante una calzada de características «ortodoxas». Y es que no se ha excavado mucho por lo que respecta a vías romanas en el área de Segóbriga. En 2008 se afirma que «El único tramo de calzada excavado se sitúa en una vaguada en el paraje conocido con el nombre de Pinilla (Sahelices),

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Otras intervenciones arqueológicas más antiguas sobre posibles tramos de calzada en esta zona son las Santiago Palomero y también generan dudas. Esta es la ubicación del corte que publica en 1987: «Para acceder a la zona del corte L-1 (ver Fig. nº 32 y lám. LIX, hoja nº 632, edición 1944), que se halla en las coordenadas siguientes: 0º 49’ 30’’ long. E. y 39º 57’ 20’’ lat. N., el mejor modo es tomar un camino de Concentración, sin señalizar, entre los km 97 y 98 de la carretera nacional III Madrid-Valencia, justo en la zona conocida como ‘La Losilla’. Este camino, que corre paralelo a la vía, se sigue unos 300 m. Y justo en ese punto se halla el corte estratigráfico que realizamos, ya en el término municipal de Uclés. Desde dicho pueblo es más difícil llagar hasta este punto, ya que el acceso debe realizarse campo a través, conociendo el terreno» (Palomero, 1987: 210). Sin embargo, Palomero rotula en su obra de 2002 la vía pasando anexa al casco urbano de Uclés (y no a medio camino entre Uclés y Tribaldos).

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Imagen 14: Paso de la vía romana por Uclés, según Santiago Palomero (Palomero, 2002: 93)

Por otra parte, la metodología empleada para la intervención no se compadece mucho con los criterios actuales. Palomero publica una única foto de su corte L-1 (Palomero, 1987: 319), planteando una cuadrícula de 2,5 m en dirección N por 3,50 m en dirección E-W. La metodología del corte no de los que se consideran hoy como apropiados para valorar la infraestructura de la vía. Hoy se prefieren secciones transversales completas que documentan íntegramente la secuencia constructiva de la vía. Complementada con una extensión longitudinal escalonada de los distintos planos constructivos de la vía. No olvidemos que, sensu estrictu, todas las unidades estratigráficas son coetáneas. Dado un mismo proyecto constructivo, las partes más profundas de un paquete de firmes no son más antiguas que las partes más superficiales de ese paquete de firmes. (Véase «Tratamiento arqueológico de las vías romanas», en Palomino, Martínez, 2010, y Palomino; Arbizu y Negredo, 2006). Palomero ofrece lo que el paradigma de olos achenta es capaz de ofrecer, es muy meritorio para la época.

Imagen 15. Plano del trayecto de la vía Guinea en las inmediaciones de Uclés

Imagen 16: Corte de la presunta vía romana de La Losilla. (Palomero, 1987: 319)

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Y es que en los tiempos que excavó Santiago Palomero no estaban al uso las secciones transversales completas donde se pretende documentar Íntegramente la secuencia constructiva de la vía, incluyendo los márgenes laterales, así como las secciones completas escalonadas: hoy «la excavación arqueológica se proyecta longitudinalmente sobre la capa de rodadura, así como sobre la capa de regularización superior de la cimentación, obteniendo una documentación en diferentes planos de la secuencia constructiva de la vía» (Palomino, 2010, 49).

5) de Alto de Mompeán al cruce del río Bedija. 6) De río Bedija al pago Maraña (en 632-II Fuente de Pedro Naharro (ed. 2.000).

2.- Del cruce de la carretera CM-310 (Camino del Escalón) hasta el cruce con el camino del Riscal La calzada sigue este Camino del Escalón. Se observan algunos tramos en terraplén, donde se ve el camino sobreelevado respecto del campo de labor de su izquierda.

Imagen 17: Corte de la vía romana de Tarazona a Clunia (Palomino, 2010, 68)

Pero volvamos, tras la expresión de las antecedentes dudas, a nuestra descripción de la carrera Guinea. Aceptando hipotéticamente que nuestra carrera Guinea sale de la puerta de entrada entre el anfiteatro y el teatro, no creemos que discurriera por el fondo de vaguada de que se informan Abascal, AlmagroGorbea, Cebrián, Hortelano y Ruiz de Arbulo en las obras antes citadas. Los romanos no hacían calzadas en fondos de vaguada sujetas a un continuo deterioro por las escorrentías. Habría de discurir por las inmediaciones buscando, eso sí el actualmente se conoce como Camino del Escalón.. Y, en todo caso, cruzaría la actual carretera CM310 de Saelices a Villamayor de Santiago en las inmediaciones del Km 69 para enfilar el NO como Camino del Escalón en la Hoja 1:25.000 633-III El Hito (ed. 2.000). Desde este punto discurrirá por los siguientes tramos: 1) Segóbriga-camino del escalón hasta intersección con camino de Riscal. 2) Entre intersección con camino de Riscal y camino del Horcajo. 3) Entre camino del Horcajo y cruce con la Cañada Real de los Serranos (en MTN 633-III El Hito, ed. 2.000). 4) De cruce con la Cañada Real de los Serranos mediante cruce con la A-3 hasta Alto de Mompeán en Hoja 632-II Fuente de Pedro Naharro (ed. 2.000) alto de Mompeán.

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Imagen 18: tramo en terraplén del camino del Escalón, en 30 S 0514 622 UTM 4416 806

3.- Del cruce del camino del Riscal hasta cruce con el camino del Horcajo El Camino del Escalón finaliza bruscamente en la intersección con el Camino del Riscal. Actualmente la parcela es una finca de labor. Sin embargo, estando el campo arado, se aprecia el clareo que las piedras que componían su firme han dejado en el terreno circundante. En la imagen del SIGPAC se observa perfectamente.

4.- Del cruce del camino del Horcajo al cruce con la Cañada Real de los Serranos Entre la intersección con el Camino del Horcajo y la cañada real la calzada transcurre por el pago El Puntal. Al N de Camino del Horcajo el rastro del camino se insinúa también en la distinta coloración en la foto aérea. Desde el Alto del Puntal y durante algo más de kilómetro y medio, la calzada transcurre paralela a la Cañada Real de los Serranos separada por poco menos de cien metros al este de aquélla. En buena parte, los vestigios de la calzada se han fosilizado formando la linde de dos parcelas.

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Donde el lindero se pierde en su discurrir hacia el norte, el rastro de la calzada se identifica perfectamente en la fotografía aérea.

Imagen 19: tramo perdido de la calzada Guinea entre la intersección con los actuales caminos del riscal de del horcajo, en término de Saelices.

Imagen 22: Composición basada en el SIGPAC donde se aprecia la relación de proximidad entre los vestigios de le Calzada Guinea y la Cañada Real de los Serranos.

5.- Del cruce con Cañada Real de los Serranos hasta el cruce con la autovía A-3 Imagen 20: Lindero constituido por el terraplén de la calzada Quinea, en 30 S 0513 147 UTM 4418 746

+

Efectuado el cruce con la Cañada Real, es ahora un camino de concentración también ligeramente sobreelevado respecto del terreno inmediato. Incluso existen con modernas tageas de cemento. Nuestra vía se interrumpe por la existencia de la intersección con la autovía A3.

6.- Del cruce con con la autovía A-3 al cruce del río Bedija y de la carretera CUV-7021 Justo al otro lado de la autovía, otro clarísimo rastro de piedras en la superficie de otra finca de labor delata el trazado de la calzada.

Imagen 21: El mismo lindero constituido por el terraplén de la calzada Quinea, en 30 S 0513 147 UTM 4418 746

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Imagen 23: Rastro de piedras en la superficie de una finca de labor inmediatamente al norte del cruce con la autovía A-3

La calzada, en perfecta línea recta, enfila ahora la subida al Alto de Mompeán. Se desdibuja su traza en este alto, pero enseguida se recupera, ya como camino en uso hasta casi el río Bedija, cuyo cruce efectúa sin que queden evidencias del lugar exacto de cruce.

7.- Del cruce del río Bedija y de la carretera CUV7021 al la incorporación al camino del Tejado, en el pago El Maraña. El siguiente tramo reconocible en fotografía aérea está entre la carretera CUV-7021 y el camino de Tarancón, en el pago Valhondillo, a medio camino entre Uclés y Tribaldos. También son reconocibles rastros de piedras que resalta en el terreno circundante. Imagen 24: rastro de la calzada entre la carretera CUV-7021 y el camino de Tarancón, en el pago Valhondillo, a medio camino entre Uclés y Tribaldos.

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Imagen 25. Rastro de piedras que resalta en el terreno circundante en X 0509967 Y 4426499

Imagen 27: ondulación del las espigas que simula un agger en el pago Maraña , en 30 S 0509 833 UTM 4427 325

Este rastro se pierde al confundirse con el Camino del Tejado. Y con él los vestigios que nos podrían orientar sobre la prolongación de la calzada y, por tanto, sobre su punto de cruce del río Riansares. Lo cual es concordante con las informaciones que nos da Cornide: «tan bien conservada que en el espacio de dos cortas leguas, que median entre cabeza del Griego y Uclés, se puede reconocer por todas partes» Pero no más allá; de hecho, usará la expresión «es verosímil» para sugerir su continuación por Huete. Medido den SIPAC hay desde el inicio del camino del Escalón hasta el pago Valdehermoso 3.800 m; de aquí hasta la intersección con la A-3 2.000 m; de la A-3 al Alto de Mompeán 1.800 m. De este alto a la carretera CUV-70-21 Uclés-Tribaldos 3.500 m; de esta carretera hasta la incorporación de la calzada al actual Camino del Tejado, en el pago Maraña, hay 2.513 m. Total: 13.600 m. Miliarios

Imagen 26: rastro de la calzada al norte del camino de Tarancón y hasta su unión con el camino del Tejado. Previamente, se constituye en lindero y antes en inequívoco trazo en la fotografía aérea.

En el pago Maraña, el último tramo antes de su unión con el camino del Tejado, presenta en momentos posteriores a la siega una inequívoca ondulación del las espigas recién cortadas que insinúa la presencia de un agger que se aprecia también en la fotografía aérea.

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En Uclés y en Huelves han aparecido miliarios. Aunque son hechos que nos podría dar alguna pista sobre el exacto tránsito de la calzada, no son en absoluto determinantes. Es decir, no podemos dar por segura la idea de que los hallazgos ocurren a pie de calzada. Este sería el caso del «Miliario de Huelves (Cuenca)», nº 73 de Lostal. Se trata de un miliario de Trajano hallado en 1892 «a unos 500 metros al oeste del pueblo de Huelves, donde la trinchera del ferrocarril había cortado la calzada romana que unía Segobriga con Complutum» (Lostal, 1992: 76)». Pero no debemos dar por asegurado que el miliario fuera encontrado en su lugar original (cerca de la ermita de que ahora trataremos. Otro Miliario que nos afecta es el 109 de Lostal Pros (Lostal, 1992: 112): Miliario de Uclés. Trataremos hora de él. «En 22 de abril de 1905 y en el predio de don Eusebio garcía Molina… que dista unos 300 m de

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la dehesa denominada campo de la defensa, al occidente de la antigua fortaleza... y a pocos pasos de la antigua vía romana que rectamente se dirige a Cabeza del Griego… descubrió este propietario… el fragmento superior de un miliario… El primero en publicarlo fue el padre Fita» (Lostal, 1992: 113). Se trata de un miliario de Maximino que, por la uniformidad de los miliarios de este emperador en la Tarraconense «permite suponer que corresponde a un último momento señalado por la séptima salutación imperial entre el 1 de enero y mayo-junio del año 238» (Lostal, 1992: 113). Es muy clara la mención que hace; Lostal: «El miliario pertenece a la vía Complutum-Cartago Nova, y más concretamente al tramo Complutum-Caraca-Segóbriga, al que también pertenecen los miliarios de Trajano (Huelves) y, con toda probabilidad, el de Adriano (Saelices)». (Lostal, 1992: 113). Este miliario de Adriano recibe el nº 89 de Lostal. . Según afirma Lostal, que cita a Palomero este ,miliario se halló en un lugar denominado «Castillejo», próximo a ola ciudad de Segóbriga «y por el que discurría la vía en dirección a Complutum» (Lostal,1992: 91). «Este miliario se halló mientras esta finca perteneció al torero Luis Dominguín. Al realizar trabajos agrícolas… se encontró el miliario, pasando en ese momento Lucía Bosé, quien lo trasladó a Villa Paz, en donde hubo de recuperarlo personalmente don Gerardo Eras, guarda de las excavación de de Segóbriga» (Lostal, 1992: 91). «Según Palomero el miliario pertenece a la vía Cartagonova- Saltigi- Segóbriga- Complutum, lo mismo que el de Trajano hallado en Huelves» (Lostal,1992: 92). Los miliarios unen a su condición de datos epigráficos la otra de elementos físicos accesorios de las calzadas romanas. Sin embargo, este último aspecto está condicionado por su movilidad. El hecho es que los miliarios pueden ser hallados tanto a pie de vía como alejados de la misma. Incluso no es infrecuente que los detalles concretos del lugar del hallazgo sean confusos, incluso para hallazgos relativamente recientes. En nuestra zona tenemos varios ejemplos de ello. Por ejemplo, en 1999 escribían Abascal y Lorrio sobre «El miliario de Tiberio de Segóbriga y la vía Complutum-Cartago Nova» ( Abascal y Lorrio, 199: 562) lo siguiente: «En mayo de 1986, uno de los propietarios de tierras en el paraje conocido como Fosos de Bayona en VillasViejas (Cuenca) entregó en el Mueso de Segóbriga una columna miliaria hallada en sus tierras al realizar labores agrícolas…». Lo curioso es que en un a fecha tan próxima, quedan dudas sobre la ubicación primigenia del miliario: «Dice la nota 3: «El miliario fue recogido por Alberto Lorrio… y por Gerardo Heras... que lo trasladaron al Museo [de Segóbriga]. No son exactas las circunstancias descritas en Lostal Pros…La procedencia exacta del miliario, cerca de la villa romana de La Tejonera no ha sido confirmada por ninguno de los que intervinieron en el rescate del monumento. (Abascal y Lorrio, 199: 562).

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Abascal y Lorrio mencionaban en 1999 que «hasta el presente, la vía Complutum-Cartago Noua ha proporcionado un total de 15 miliarios, procedentes de las provincias de Murcia, Albacete y Cuenca, de los que uno pertenece al reinado de Augusto, cuatro al de Tiberio, uno al de Claudio, otros cuatro la de Trajano y el resto a los de Adriano, Caracalla (¿), Maximinio y Constantino II (Tabla I)» (Abascal y Lorrio, 199: 562). Ese cómputo de miliarios ha de incrementarse en dos tras un reciente hallazgo, el cual además evidencia esa — por lo demás muy frecuente- «movilidad» de los miliarios. Prueba de que en esta zona hubo un traslado de miliarios son otros dos miliarios (de la época de Tiberio) que fueron encontrados en el verano de 2007 en la reforma de la ermita de Nuestra Señora de Entresierras, en Huelves (Abascal, J.M.; Cebrián, R. 2007: 257) encajados como jambas en a puerta de la ermita. Por cierto, este hallazgo tiene el interés de demostrar el papel de Cartagonova como caput viae (Abascal, J.M.; Cebrián, R. 2007: 257). Las dos columnas viarias formaban las jambas en la puerta de ingreso a la ermita de Nuestra Señora de Entresierras (también conocida como ermita de la Virgen de la Cuesta y como Nuestra Señora de la Antigua. En definitiva, no podemos asegurar sólo en base al hallazgo en 1892 del primer miliario citado que la calzada cruce el Riansares «a unos 500 metros al oeste del pueblo de Huelves».

12. EL TRAZADO HACIA COMPLUTUM. LA VÍA DE FIDEL FITA: SEGÓBRIGA-CARABAÑA- POZUELO DEL REY- TORRES DE LA ALAMEDA-ALCALÁ DE HENARES Habíamos citado que la Tabula Imperii Romani representa nuestra vía en su mapa de J-30 Valencia como «otras vías —Trazado inseguro». Desde Segóbriga rotula dos destinos: Complutum y Segontia. Son muchos los autores que tratan sobre estos trazados. Tomemos como ejemplo a Pelayo Quintero Atauri («Uclés. Excavaciones efectuadas en distintas épocas y noticia de algunas antigüedades». Cádiz, Imprenta de Manuel Álvarez, 1913, págs. 68 a 76): «De las dos calzadas se ven aún patentes restos en el término de Uclés… Las dos partían desde Segóbriga dirigiéndose una a Complutum y la otra a Segontia…sale del Cerro de Cabeza de Griego por el mismo punto en línea recta a Tribaldos; desviándose luego a la derecha atraviesa la Vega del Bedija, visiblemente y por terrenos que aún llevan el nombre de la Calzada, cruza el Riansares por la izquierda de Huelves» (Ver Palomero, 1987:69). Se, entiende que «la izquierda de Huelves» hace referencia a que el cruce lo hace al oeste de Huelves. Sin embargo, en nuestro tiempo, el trayecto entre Carabaña y el río Riansares es el menos dotado de con-

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senso. Sobre el cruce de este río tenemos la opinión de Palomero Plaza: «La vía cruza el río Riánsares por el puente romano junto a la ermita [de Riánsares]» (Palomero, 1987: 110). Corchado también hacía pasar la ermita de Riánsares. Eso sí, con un trayecto distinto al que propone Palomero. Corchado la continúa por las inmediaciones de Tarancón y Belinchón para hacerla pasar por Fuentidueña» (Palomero, 1987: 71). Palomero, tras el supuesto cruce por la ermita de Riansares, la imprime un brusco giro al norte. Véase esta ilustración (que es la continuación hacia el N de nuestra foto 14)

que mencionó el Anónimo, baja recto hacia el SO por Torres y Pozuelo del Rey... En Torres brotaron de la vera del camino tres inscripciones sepulcrales (Fita, 1892: 133)... En Pozuelo del Rey la investigación, que no se ha hecho, podrá ser también fructuosa. La inscripción votiva, que vio Morales en Carabaña, felizmente existe en la casa de la Plaza Mayor, que hace esquina á la calle de la Sierra... Dista Carabaña cuatro leguas de Contrebia, ó casi tanto como de Compluto; de suerte que en las guerras celtibéricas debían considerarse estas posiciones, como puntos de acción combinados sobre las líneas del Henares, del Tajuña y del Tajo (Fita, 1892: 134). Este trayecto que apuntó Fidel Fita en el s. XIX lo comparte también, en el ya también un poco lejano 1982, Juan Manuel Abascal Palazón («Vías de comunicación romanas de la provincia de Guadalajara») al estudiar esta «Vía de Complutum a Cartagonova» basándose en el Anónimo (Abascal, 1982: 82). La reducción de Caraca al despoblado de Santiago de Vilillas (Palomero, 1983: 253) no nos parece adecuado. Parecería más acorde Carabaña. La búsqueda de la hilazón caminera entre el cruce del Riansares, Carabaña, Pozuelo del Rey y Torres de la Alameda para acceder a Complutum no es objeto de este trabajo.

13. CONCLUSIONES

Imagen 28: Paso del Riansares de la vía CartagonovaComplutum por la ermita de Riansares y la orientación al norte que le imprime Santiago Palomero (Palomero, 2002: 167). Está buscando el río Calvache, pasando al oeste de Barajas de Melo (Palomero, 1987: 110)

Nosotros no nos pronunciamos sobre el punto de cruce del Riánsares: podría estar en algún punto entre ambas ermitas de Riansares y de la ermita de Huelves (lugar del encuentro del miliario que refiere Pelayo Quintero en 1893, junto a ala vía del ferrocarril). La exploración aérea de 2007 no nos produjo los resultados apetecidos. Pero sí hemos de recalcar, retornando al Anónimo de Ravena, que la ruta entre Complutum y Segóbriga pasa por Caraca. Este camino entre Segóbriga y Complutum pasando por Caraca ha sido tratado por varios autores. No es objeto de estas páginas el revisarlos, pero sí mencionar, al menos, a dos de ellos: Fidel Fita y Abascal Palazón. Ya a fines del s. XIX, Fidel Fita señalaba que «El camino más corto y frecuentado desde Compluto… á Caraca ó Caracha (Carabaña),

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Hemos tratado de evidenciar cómo siguen siendo reconocibles sobre el terreno algunos de los vestigios de un tramo de una importante calzada romana. Esa calzada era la que unía Cartagonova (Cartagena, Murcia) con Complutum (Alcalá de Henares, Madrid). Ese tramo que los ilustrados del s. XVIII observaban sin dificultad había recibido un apelativo que, siendo enigmático para todo el ámbito hispano, aparecía con más frecuencia en la España septentrional. Ésta es una de las calzadas más meridionales que reciben el apelativo de calzada Guinea. Hemos seguido sus pasos en el tramo que sale de Segóbriga buscando Complutum. Tramo que es el único de las calzadas segobricenses que ha recibido en la documentación el apelativo de Calzada Guinea: Juan Antonio Fernández Pascual en el s. XVIII y Diego de la Mota en el s. XVI no llaman Calzada Guinea a todas las calzadas que ven salir de Segóbriga. Sólo recibe este apelativo la que se dirige hacia Uclés. Nos llama la atención que, este apelativo no recibiera atención por la mayor parte de los tratadistas coetáneos y posteriores a esta persona que en el s. XVIII lo evidenció ante las personas que entonces excavaban Segóbriga. El hecho de que en estos tratadistas del XVIII no suscite ningún comentario nos hace pensar que ya por entonces esta un apelativo «inescrutable «para ellos, que preferirían omitir de sus escritos. Llama la atención que tampoco entre los eruditos locales (Capistrano de Moya), se haga uso de esta

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denominación. Nos hace pensar que ésta ya no formaba parte del acervo léxico de los habitantes de la comarca ni de la toponimia de la zona. En toda caso, todavía sigue siendo un misterio el origen del apelativo Guinea. Hemos seguido el arranque desde Segóbriga hacia Complutum y continuidad por esas «dos cortas leguas» que mencionaba José Cornide. Es dudoso que formen parte de esta calzada la que se ha identificado como vía sacra en la documentación que se ha referido. No parece que tenga las características de una calzada romana de acceso a una ciudad. La ausencia de paquetes de firmes que posibiliten una capacidad portante asumible no da pábulo a la anterior consideración. Tampoco ayuda mucho los anchos publicados ni las pendientes. Suponemos que no tardará en identificarse en las inmediaciones de esa vía sacra, los vestigios de la vía de acceso a Segóbriga, con el detalle de su infraestructura. Hemos descrito sus vestigios hasta cerca del Riansares. Sabemos que desde el cruce del Riansares, la calzada apunta a Complutum (Alcalá de Henares) pasando por Carabaña. La vía de Fidel Fita por Carabaña, Pozuelo del Rey, Torres de la Alameda y Alcalá de Henares parece muy verosímil. En último término, contrasta los muy pocos y mezquinos vestigios que en la actualidad quedan visibles de un tramo de calzada que era perfectamente identificable para los observadores del XVIII y XIX.

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LA CALZADA ROMANA DE CARTHAGO-NOVA A COMPLUTUM: SÍNTESIS DE SU RECORRIDO1

José Luis Fernández Montoro, Joaquín Lostal Pros y Jesús Rodríguez Morales

Este artículo quiere ser la somera descripción de la gran calzada que desde la capital del convento jurídico carthaginiensis, Carthago Nova, alcanzaba el centro de la Península y la importante ciudad de Complutum, la única existente en el actual territorio de la Comunidad Autónoma de Madrid, que, en época romana, fue un gran centro de comunicaciones. La relación se dividirá en dos partes: antes y después de Segobriga, caput Carpetaniae, capital de la Carpetania según Plinio el Viejo2 y centro neurálgico de la importantísima minería del lapis specularis, descripciones separadas por la revista que hacemos de los dos miliarios recientemente aparecidos en la Ermita de la Virgen de la Cuesta, en Huelves, Cuenca.

1.- AB CARTHAGINE SEGOBRIGAM La calzada partía de Carthago-Nova en un punto al NW del Cerro del Molinete, desde donde bordeaba la orilla del desecado estero o laguna, que limitaba la zona septentrional de la península ocupada por la ciudad. Orientándose al trasiego del Campo de Cartagena, atravesaba el Barrio de San Antón, Los Barredos y Los Dolores, rozando el perdido punto geodésico de Llagostera3, tal y como también describía Lozano: «El último camino o calzada romana partía desde Cartagena atravesando su Campo, y el de Murcia, donde aún se pisan sus reliquias. He visto las grandes piedras, embutidas, apisonadas, y a veces argamasa, con el gran diámetro»4. Continuaba, siempre, bajo la antigua carretera de Murcia, condicionando los sucesivos núcleos urbanos que se desarrollaron a su vera, como eje central o acotamiento lateral de los mismos: Santa Ana, Barriada de Santiago y Miranda, para pasar después junto al Pozo Dulce y una concatenación de ventas

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que no encontrará término; en una de estas pedanías ribereñas de la ruta se excavaron en 2005, dentro de una actuación arqueológica más extensa, los restos de una calzada romana con una sección tipo dotada de bordillos, cercana y paralela a la actual carretera, bajo la cual desaparecía después de 23 metros, y que no dudó en identificarse con la que se dirigía a Complutum5. Más adelante la C16 pasa por la localidad de Albu7 jón y tras superar la Casa de Postas del km 4228, restos de la calzada fueron vistos por Cornide en la Charca de Aledo9, topónimo no localizado, que consignaban a cuatro leguas de Cartagena. Por una zona muy abundante en asentamientos romanos: Balsaledo, Casas Altas, Galtero, Los Aljibicos, Balsa Espín, Lo Jurado, Casas del Villar y la Fuente del Alacrán10, llega a la Venta de la Virgen, fundada en época medieval como salvaguarda del camino11 y a las casas de Mendigal del Repartimiento (Baños y Mendigo), en cuyas cercanías se ha excavado una necrópolis tardoantigua con numerosos enterramientos12 Ya en las estribaciones montañosas, persiste el trazo en dirección al paso de la Sierra de Carrascoy, por el Puerto de la Cadena o de la Asomada, que separa el citado Campo de Cartagena de la Vega del Segura en Murcia: «…su dirección no podía ser otra que la garganta por donde se abrió el camino nuevo, pues solo por allí en dirección a Castilla se abren los montes y dan un paso poco repechoso»13. El paso del Puerto suponía el obstáculo orográfico más difícil de todo el recorrido de la calzada entre Carthago-Nova y Segobriga, sobre todo en sentido sureste: «…después de haber subido el retorcido y empinado camino del puerto, el de las siete revueltas, al cabo del cual las recuas forzosamente necesitan un respiro, un descanso y los arrieros, un trago»14, de forma que

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algunos investigadores han estudiado la posibilidad de un camino opcional por el occidente del macizo de Carrascoy15. La trascendencia e importancia secular que el paso del Puerto de la Cadena ha tenido para las comunicaciones históricas, se materializa en la existencia de sendas fortalezas musulmanas, abiertas en los extremos de su brecha, tales son el impresionante Torreón del Puerto en la bocana Sur, y el del Portazgo, cerca de esta institución de peaje, que controlaba los accesos por el Norte. Entre ambos, un paso profundo y tortuoso, marcado por las escorrentías de la Rambla del Puerto que, en ocasiones, no deja libre sino el propio lecho de su cauce. Tal angostura y relieve muy acusado, no han dejado testimonios materiales del paso de la calzada, aunque Hübner diese razón de su existencia entre las Casas del Puerto y el Real Peazgo16. Al margen de la ausencia de infraestructuras dignas de la ingeniería romana, se han constatado en algunos lugares de la rambla, rodadas y entalles facturados por las ruedas de los carros17. La hipótesis más plausible, como en tantos otros sitios, es que los sucesivos acondicionamientos de la carretera, los más recientes para ejecución de una autovía, han amortizado y/o destruido los restos romanos, que en ningún caso transitaban por el fondo descarnado del barranco. Una vez traspasado el estrecho, descendía del Puerto separándose de la carretera de Murcia en el sitio de la Venta de la Paloma, yendo a cortar el encauzamiento actual del río Sangonera y la Huerta de Murcia, dirigiéndose al «…Ocaso de la Buznegra y de Alcantarilla, donde le tenemos a la vista» 18. A través de esta fértil planicie, donde en ocasiones desahogaba uno de los ríos más salvajes de Hispania, el Guadalentín, describió la vía el canónigo Lozano, con la seguridad de tenerlo a la vista, destacando alguna de sus sorprendentes cualidades técnicas, como eran el trazo recto, la composición del firme y el acarreo de materiales lejanos empleado en su construcción, además de una más que evidente toponimia: «Lo recto de él, la tierra, apretada con el cascajo, y arena; tierra de color distinto al de las Azas próximas; el concepto del vulgo, que aun le llama de los Romanos; todo prueba, y comprueba» 19. Alcantarilla es una población que, a pesar de haber sufrido en su emplazamiento mínimos vaivenes, de la mano de inundaciones y tercianas, se ha desarrollado espacialmente a escasa distancia del vértice y meandro, en que el río Segura cambia la orientación de su curso, de N-S a W-E, dejando una franja en la ribera, para tránsito de acequias, salubridad y prevenciones de las subidas de nivel. Pero a poniente y antes que el ferrocarril constituyese una barrera añadida a finales del s. XIX, encontraba en la calzada romana un referente casi tangencial. Con el paso del tiempo, los ensanches experimentados por el casco urbano hacia el oeste absorbieron, no solo el camino de hierro, sino también la propia calzada, que se incorporó al callejero bajo

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la poco frecuente (pero afortunada) nomenclatura de «Calle del Camino de los Romanos». Al sur inmediato de Alcantarilla aparece el caserío de la Voz Negra (Buznegra en Lozano), cuyo devenir ha sido inversamente proporcional al de la primera, conservándose apenas el topónimo en un paraje. El tránsito de la calzada por el occidente de ambos pueblos20 y el trazado de la «calle romana» de Alcantarilla, permiten eludir trayectos que parecen demasiado orientales, como la Vereda de los Soldados, que también se encaminaba desde Alcantarilla hacia el Puerto de la Cadena, restringiendo esta dirección para un uso posterior21. Por otro lado, los relatos dieciochescos22 y las investigaciones arqueológicas contemporáneas23 permiten asegurar la existencia de una zona densamente poblada en época romana, que iría desde la mencionada Voz Negra y por el solar de Alcantarilla, hasta la misma orilla del río Segura en El Soto, donde se ubican los yacimientos de Los Canales y el Cabezo del Agua Salada, existiendo la posibilidad de que el hábitat se ampliase por la ribera, hasta alcanzar La Contraparada y el desaparecido Puente de las Ovejas. Aquí contamos con un miliario de Tiberio sobre el que no poseemos mucha información24. Desde Alcantarilla la calzada continúa hacia el norte y luego noroeste, abriéndose paso por la orilla derecha del Segura hacia la Vega Alta según acuerdo general, atravesando el Jabalí Nuevo, La Media Legua (costado E) y Alguazas, eludiendo las Torres de Cotillas. Se trata del Camino o Carrera Mayor del Repartimiento25 y de la vía pecuaria denominada Vereda del Puente Almanzora, cuyo paso ha sido advertido en Alguazas26. El cruce del Thader, que ahora se enfrenta a la calzada con un recodo más acusado, pudo efectuarse por el puente y extinta población de Almanzora, vecina de Ceutí y Lorquí27, pasando la vía por esta última localidad; de cualquier modo, el panorama relativo a las obras de fábrica antiguas en la zona, es bastante confuso y contradictorio, resultando más que probables las duplicidades o unificaciones de identidades y emplazamientos28. Discurriendo entonces bajo la Ermita de Cepión, encaramada en un alto dentro del mismo vecindario de Lorquí y por su derruida Venta, un amplio solar cuajado de restos romanos29, en donde apareció un miliario de Augusto30, continúa la ruta siguiendo la margen oriental del río; al oeste quedan Archena y el Cabezo del Tío Pío31 y también los estrechamientos del valle del Segura en los Baños, desde donde se podría remontar la corriente hasta llegar a la ciudad romana del Salto de la Novia (Ulea), hecho que supondría una solución de continuidad orográfica para su trazado liviano. Pero al igual que López Moreno pensamos que la vía romana no subía hasta Archena, ya que el estudio de perfiles deja poco lugar a la duda: el vial óptimo indica su ascenso suave y progresivo siguiendo el Camino de La Anchosa32. En este sector y frente a la

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1: Trayecto de la vía romana de Carthago-Nova a Segobriga

Casa de la Torre del Junco, veía Cornide33 los primeros restos identificables del camino romano, desde que los abandonase nada más cruzar la sierra por el Puerto de la Asomada, para seguir hacia Jumilla por Murcia y Molina de Segura34 La calzada romana entroncaría con la Autovía de Murcia sobre el km 373 de la vieja carretera nacional 301, a poco más de mil metros de la Venta de la Rambla, encontrándose antes nuevos restos junto al desaparecido Cortijo de López, a los que se añadían, a un cuarto de legua de la citada venta, más señas de camino y parte de un miliario sirviendo de pila, en el aljibe frente al Cortijo de Dª Inés de Rueda35. El ascenso al Puerto de La Losilla supone elevar la cota unos 180 m a lo largo de un recorrido de 6 km, todo ello desde la Rambla del Carrizalejo, punto en

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el que se inicia la subida del puerto. El subsecuente sector de tránsito se desarrolla desde la Venta Puñales, por el pasillo del Barranco del Saltador, donde se suceden las huellas de carros en la Cañada de la Cubeta, en un tramo de 400 m muy erosionado y en el que, durante las prospecciones previas a la implantación de la autovía, se detectaron hasta cuatro vectores independientes de carriladas. A pesar de la ausencia de restos carentes de firmes y terraplenes adecuados, se fundamentó la identificación de la vía romana en la aparición de estas marcas y a la documentación historiográfica, la toponimia y el hallazgo del miliario de La Losilla36. Este tramo fue de nuevo revisado en 2008 por miembros de la Asociación La Carrahila, que identificaron además, restos de pavimentos dispuestos sobre la roca madre37 .

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Después del puerto y de pasar cerca del sitio donde existía una antigua torre medieval y oficina arancelaria, dependiente de la Encomienda de Ricote, desciende con suavidad la calzada por la Ermita de San Roque hasta San José Artesano y el vértice Maraña, mientras que la pecuaria que le acompaña, la Vereda de La Mancha a Murcia, se desvía haciendo un bucle por el Norte, por donde flanquea la Rambla de Molax, yendo a cruzar la del Moro algo más arriba que la carretera (calzada), en un punto donde nuevamente se van a unir. No apreciamos en este breve lapso de disociación, diferencias notables en sus perfiles longitudinales, aunque la ganadera prolonga el trayecto de forma innecesaria. El camino romano se acerca a Cieza por el Este, describiendo una curva parecida a la del ferrocarril pero ligeramente más al sur, cruzando la Rambla de los Cabañiles, después de lo cual alcanza la Loma del Cementerio, donde pudieron hallarse los miliarios trajaneos que aparecieron el siglo XVIII amortizados como sarcófagos38. También en un alto próximo a Cieza, y refiriéndose a las alineaciones de bordillos, vio Lozano la vía con las «piedras puestas en orden»39; a partir de ahí, se suceden los asentamientos romanos en los pagos de la Fuente de las Pulguinas y El Toledillo40, rodeando la población por el vértice de la sierra, para escapar hacia el norte en dirección a la Casa de los Prados, desde la que atraviesa la vertiente de Ascoy, zona en la que también Lozano describió multitud de restos romanos41; después de cruzar la Rambla del Judío, seguirá incrementado la pendiente mientras progresa en dirección a la Venta del Olivo, donde los naturales aseguraban la existencia de fragmentos del camino42. No parece que existan dudas acerca del recorrido posterior, que va a seguir la carretera de Albacete, ascendiendo desde la susodicha Venta hasta el Puerto de la Mala Mujer, donde existió venta y casa de postas, además de un peaje y puesto de vigilancia documentado en 126943. Después se llega a Cancarix tras cruzar el Canalizo o Cañada del Peligro, donde se recogieron cerámicas romanas y se ha propuesto un desvío 44, existiendo noticias de restos del camino en todos estos puntos mencionados45. A partir de la Mala Mujer se interrelaciona con la Cañada Real de La Mancha, con la que va enlazando y desenlazando su trazo, si atendemos la cartografía del 1:25000 del IGN. Después de superar la altura del pitón volcánico de Cancarix y dejar de lado la bocana del Barranco de la Cola de Zama46, donde se localizaron restos de una necrópolis ibérica tardía, el camino asciende un collado que salva la Sierra del Candil, desde donde se atisba ya la meseta sobre la que se ubican los restos de la ciudad del Tolmo de Minateda. Antes ha pasado cerca del asentamiento de Zama y de la Balsa de los Moros, sitios con abundantes restos arqueológicos con la posibilidad de estar ante un yacimiento suburbano.

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El Tolmo de Minateda presenta poblamiento ininterrumpido desde la Edad del Bronce hasta el siglo XI d.C.; oppidum ibérico que posee un camino labrado en la roca a lo largo de un vallejo interior, El Reguerón, por el que los carros ascendían hasta la superficie de la meseta, y en el que dejaron profundos surcos labrados en la roca. Dicho camino partía de la misma vía que traemos, importante ruta comercial prerromana, que se adentraba en el interior de La Meseta. A los pies del lugar donde este acceso se segregaba del general, se encontraba una necrópolis ibérica (Norte) en la que se excavaron estructuras funerarias tumulares. En época romana, -se la ha identificado con la ciudad de Ilunum- y una vez alcanzado el estatuto municipal, según consta por la epigrafía monumental reaprovechada más tarde en la muralla, fue fortificada y siguió desarrollándose bajo el dominio bizantino y visigodo, adquiriendo características de «lugar de frontera» emplazado en la ruta que unía sus capitales, momento del que nos ha llegado un complejo episcopal erigido en la zona alta. La conquista musulmana respetó en principio su autonomía, integrándose en el Pacto de Teodomiro para, con posterioridad, convertirse en la madina Illyh de los itinerarios árabes, antes de caer definitivamente en el olvido. Siguiendo con el camino romano, éste discurre bajo los cortados al NE de la ciudad para, después de cruzar el curso del valle de Minateda-Agramón, desviarse de la carretera nacional, compaginando ahora su trazado con el de la Cañada Real de Cartagena. Por la orilla derecha del arroyo de Tobarra, pasa a unos 800 m de Torreuchea y al cortar la Vereda de los Valencianos, encuentra la mutatio de Los Pardos, donde se encontró un miliario de Maximino I el Tracio47. Unos metros más adelante está el terreno donde fue excavada la necrópolis ibérica del Pozo de la Nieve, en la que, entre otras sepulturas pertenecientes a diversos momentos de esa cultura, al menos un pilar estela fue erigido para observación de los viajeros allá en las postrimerías del s. V a.C.48. De nuevo por la cañada, se separan las vías pecuarias, la manchega de la cartagenera (que es la de Cuenca) a la altura de la Casa de la Cueva, y una vez abandonados los que serían futuros caminos medievales y modernos, sin padecer la ilusoria atracción de la localidad de Hellín, acorta la calzada su viaje por un estrecho breve entre las Sierras del Almez y la Cueva, paso sin dificultades que va a desembocar en la Venta del Vidrio, donde poseemos nuevos testimonios de los restos allí localizados49 y existen marcas de carriladas50. El rodeo del macizo del Castellar se realizaría por Belén y Sierra en detrimento de Cordovilla, por el llamado «Camino de Murcia», aunque pensamos que las pendientes son ligeramente más suaves por el nororiental, donde también se conoce un yacimiento romano51; así que, intentando no perder altura, discurre la calzada por el oeste de la localidad de Tobarra (no

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por ella misma), colindando con su huerta, sitio en el que los paisanos refirieron a Cornide restos de la vía52, y donde su rastro se iba a perder con posterioridad53. De cualquier modo, y en virtud de las alineaciones montañosas que a partir de aquí se suceden, vuelve a ocultarse bajo la N-301, y utiliza los amplios valles entre las Sierras del Apedreado y los Navajuelos, para dirigirse al Paso del Estrecho, breve y angosto también, que procura otros corredores despejados, dotados de nuevas y suaves pendientes. De este modo, pasa muy recta por la Venta de Patagorda, donde las obras de la Autovía de Murcia, destruyeron tramos de su terraplén coronado de bordillos, de la manera más absurda54. Tras superar la altura de Los Hitos55, llega a la Venta Nueva, parada habitual de los itinerarios modernos, parajes ambos, que proporcionaron el hallazgo de dos miliarios correspondientes a las generalizadas actuaciones de mantenimiento de la vía bajo los emperadores Tiberio y Trajano56. En el entorno destacamos el núcleo romano de La Buitrera, en el camino que conduce de Venta Nueva hacia Mizquitillas y la necrópolis de El Navajón, identificada por Joaquín Sánchez Jiménez en 194857. Desde Venta Nueva la vía gira 45 grados hacia el NW y marchando por el Camino de Chinchilla a Murcia, llega a las inmediaciones de Mercadillos58, donde estaban señalados otros restos. En la planicie se suceden los sitios arqueológicos, disimulados, y destruida su estratigrafía por el intenso laboreo agrícola; más al oeste, por la Cañada de la Abejas, también se extienden terrenos abundantes de cerámicas ibéricas y romanas. En Mercadillos de Arriba un suave golpe de timón endereza la ruta, que desdeña la carretera contemporánea, evitando así el Estrecho de Pozo Cañada, descrito por Laborde como paso caminero en extremo detestable59, y poco más adelante, a la altura del gran poblado del Campillo del Negro60 consignamos el hallazgo de un miliario de Caracalla61. La calzada continúa hasta cortar el ferrocarril en el punto kilométrico 305, donde equidista poco más o menos de tres de las necrópolis ibéricas de La Cueva y Pozo Moro, avanzando hasta Aldeanueva por las proximidades de nuevos emplazamientos romanos, como son los Villares del Pozo Milla, Hoya Jimeno y la Casa Gualda. Es en este tramo, junto al anteriormente descrito de Patagorda, donde en los años ochenta, Sillières advirtió la presencia de las infraestructuras mejor conservadas de la vía entre Cartagena y Chinchilla, aunque hoy, por mano de las concentraciones parcelarias y la indolencia, no se haya conservado de aquello, -tan siquiera- ni el recuerdo de su derrota original. Desde Aldeanueva la vía alcanza los 800 m de altura, dirigiéndose certera hacia el Castillo de Chinchilla dejando, donde antes hubo señalados taludes, estelas blanquecinas netamente visibles sobre las ortofotos. En la Venta de los Dolores gira al NW, nada más superar un importante nudo pecuario, en el que también se

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disgregaban los Caminos Reales de Valencia, Alicante y Murcia, poco antes de las postas y posadas del Pozo de la Peña. Mientras, ha compartido un breve trecho con la ruta de los Vasos de Vicarello, que viene de Los Llanos y va hacia Pétrola en un peregrinaje, si cabe, todavía más arcano. Poco más de un kilómetro adelante, discurre al costado de la mansio de SALTIGI62, cuyo auténtico núcleo poblacional se establece cerca, en el heredamiento de Los Rubiales y sitio actual de Los Villares63. El panorama territorial se completa con un establecimiento de apoyo al tránsito viario propio del Camino de Aníbal, sito en el Villar de la Casa de la Laguna y un punto de control estratégico en El Castillo, que tuvo población anexa en época ibérica y romana. La calzada lleva ahora la dirección que heredarían todos los trazados viarios posteriores, que siempre eludieron el ascenso innecesario a la Ciudad de Chinchilla, ni tan siquiera a sus arrabales; así pues, la ruta da sus últimos pasos por el recién tomado Corredor de Almansa, antes de subir un repecho y abrirse a la inmensidad de la llanura manchega oriental, en un sector donde son frecuentes las hiladas de piedras ribeteando la vía, restos de terraplenes, e incluso de fosas de extracción64, encontrándose el conjunto, entre el apeadero del Pozo de la Peña y el Parador de Turismo, afectado por una de las modernas e innovadoras actuaciones carreteriles del sistema radial español, definido a finales del s. XVIII: la Carretera de Madrid a Valencia, bajo la que se realizaron diversas obras de fábrica (Puente de Cansalobos, tajea de La Losilla)65 que interrumpieron la continuidad de los restos romanos y alteraron su morfología, pero conservando algunas de sus características, tal y como correspondía a las ideas constructivas fomentadas durante La Ilustración: «… Pero no se duda ser esta Ermita antiquísima como la de los llanos por allarse ambas situadas en medio de la Caja del Camino, conocido por el de los Romanos, el qual cortaron, o abrieron en aquellos primeros tiempos a cuerda de Cartabón, y lo empredraron, y siguieron de Mar, a Mar, esto es, de Barcelona a Cadiz, Como se manifiesta de toda la Caja de su cuerpo, y Calzadura de Piedra a el modo que se esta oy construyendo el que baja desde Madrid para esta Villa, y debe seguir a la Ciudad de Valencia, y Puerto de Cartagena. …»66. En la primavera de 2006 y ante el inminente proyecto de una macro urbanización en La Losilla (Chinchilla de Montearagón), cuyo eje principal era la propia calzada, procedimos67, con el imprescindible apoyo de la Asociación Caminera Carraquinea a su denuncia, forzando ese mismo verano la Delegación de Cultura las excavaciones preventivas pertinentes, aunque la explosión de la crisis inmobiliaria y económica que iba a suceder, con efectos de paralización y estancamiento del proyecto urbanístico –hasta el día de hoy-, dio al traste con la puesta en valor de los restos. Estos vestigios, tras ser excavados y reconocidos, se abandonaron sin una mínima protección, tan siquiera un

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soterramiento controlado, o el empleo de cubiertas de geotextil, quedando a la intemperie, sometidos a diferentes agresiones que los están destruyendo de forma lenta pero inexorable, mientras aparecen varados en un descomunal océano de escombros, depositados inicialmente para estabilizar la plataforma de la quimérica construcción. Esta intervención arqueológica de urgencia generó cierta polémica entre sus directores y nosotros los denunciantes, en cuanto a la interpretación de los restos viarios y la adecuada técnica de cortes arqueológicos a aplicar para el conocimiento de los paquetes de firme y cimentaciones68.

2: La vía entrando a Albacete

Los restos de la calzada se eclipsan cuatrocientos metros después del nudo de la autovía de circunvalación, fagocitados por la masa urbana de Albacete, sin que haya rastro ni recuerdo de su paso hasta la localidad de La Gineta, unos 22 km al NW, siguiendo el rumbo más directo, y económico para la calzada de Carthago-Nova a Segobriga, y sin que podamos vislumbrar ninguna variante más lógica. De este modo, la vía entraba en Albacete por la Puerta de Valencia y después de descender por la Cuesta de la Purísima desde el barrio de Carretas, con probabilidad atravesaba la población por el suave collado entre los promontorios del Alto de la Villa y el Cerrico de San Juan, o al este inmediato del último, en cuya ladera meridional se ha identificado poblamiento ibérico y romano, siguiendo un patrón de hábitat ampliamente documentado en La Manchuela69. Desde allí saldría de la ciudad por el Fielato y la Carretera de Madrid, por donde iba a seguir hasta La Gineta 70. La importancia del área geográfica situada frente a Chinchilla como «encrucijada de caminos y sitio de paso», allí donde se encontraba la mansio de Saltigi, terminó basculando, después de un proceso histórico muy lento, en favor de Albacete, cuyo activo desarrollo desde época medieval, fue dependiendo de intereses sociopolíticos y económicos que se vieron reactivados constantemente; ello llevó a la atracción de importan-

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tes ejes excéntricos a su solar, como fue –entre otros- el propio Camino de Aníbal y sus trazados viarios heredados (itinerarios medievales y modernos, caminos reales y vías pecuarias). El emplazamiento de la Villa en Los Llanos y su pujanza desde la dominación musulmana, no fue una circunstancia aleatoria, sino que se vio determinada en su génesis, por la vía que penetraba en el interior de la Península, desde uno de los puertos más importantes del antiguo Mediterráneo y a cuyo mismo pie germinó. Taludes perdidos cruzaron una vasta llanura con frecuencia anegada que, tras rozar la vieja ermita de la Santa Cruz, volvían a hacerse patentes a lo largo del eje axial que constituía la calle principal de La Gineta, donde se remarcaba la existencia de un vetusto aljibe origen de la población, circunstancias ambas que los testimonios locales no dudaron en atribuir a los romanos: «36…en esta villa hay un edificio antiguo que es un aljibe grande y muy bueno cubierto de bóveda (cimbrada) donde se recoge el agua (de lluvia)que corre de la que llueve de las vertientes, se dice que lo hicieron los romanos y también pasa por esta villa una calzada de piedra de hasta 20 pies de anchura que se dice que la hicieron los romanos». Este sitio pasajero, que recibió el nombre del impuesto y arancel allí exigido, se estableció en un punto crítico para dar apoyo al tráfico viario, siendo el aljibe -precisamente- su rasgo más señalado, significado en el Privilegio de D. Juan Manuel y Carta Puebla de La Gineta, emitida en San Clemente en 1348: «…tengo por bien hacer puebla en el lugar del Alxuibre que dicen de la Xineta, ques entre la Rroda y Albaçete…».71 A poco más de tres mil metros del centro de La Gineta, siguiendo la calzada y en un punto que sirvió de referencia para el amojonamiento de 1414 por el que se creó el término de Albacete, en el sitio de los Llanos de la Milaria72 se separa la calzada de todas aquellas carreteras que han sostenido el tráfico hasta nuestros días; ya no existen condicionantes que disfracen las infraestructuras primitivas con reformas ilustradas o decimonónicas, en una ruta de ciudades yermas, que subsistió a lomos de ganaderías y hatillos de soldados, pero que conservó la etiqueta cartográfica de «Camino de los Romanos». Una decena de kilómetros al NE del desvío, en la orilla derecha del Júcar, se encontró a mediados del s. XX el miliario de Los Pontones73, perteneciente al emperador Tiberio y amortizado en una necrópolis visigoda. Este lapis pertenecía a la vía, aunque claramente estaba desplazado de la misma. Su ubicación ha perjudicado el conocimiento de la dirección correcta de la calzada, cuando de otro modo y debido al cómodo paraje por donde transitaba, su trazado nunca hubiese sido sometido a vaivenes interpretativos74. Como venimos diciendo, fueron los polígonos industriales y las concentraciones parcelarias, a finales de los noventa, los encargados de borrar el recorrido del camino a caballo entre los términos de La Gineta

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y Moltalvos, en ausencia de las figuras administrativas encargadas de su protección; pero cuando la vía llega a la Haza del Monte recupera su aspecto tosco y rural, iniciándose un variopinto elenco de restos, consistentes en terraplenes aminorados en latitud, breves hiladas de maestras y zahorras de cuarzo rodado. En las proximidades de la Casa de la Sartén, se veían largos sectores de bordillos todavía a mediados del siglo pasado75 y se pudo recabar información relativa, acerca de la altura considerable que presentaba la plataforma del firme, en relación a los campos circundantes76.

3: Terraplén en la Casa Taberneros

Una vez cruzado el cauce del Trasvase Tajo-Segura, sito al oeste de La Roda, aparecen más vestigios por la Casa de Taberneros y hacia Hoya Murciana, donde Blázquez77 esgrimía como antecedentes, «…la existencia de trozos grandes de la calzada que no se veían interrumpidos en varios kilómetros hacia Sisante»; después viene el paraje de la Cueva de los Romanos, donde se suceden taludes descompuestos y encintados intermitentes. Es el tramo donde las Relaciones de La Roda fueron más contundentes: «...Y ansí mismo

dixeron: que en término de esta villa, una legua de ella hacia la parte do sale el sol y al norte, traviesa un camino real que dicen El Murciano, que en su hechura es muy notable, porque va todo empedrado en forma de calzada con muchos aljibes. Viene desde Cartagena y pasa a Castilla la Vieja, y es camino muy antiquísimo, y se tiene memoria en esta tierra que lo hicieron los romanos cuando venían a conquistar España y se defendía el paso de dicho camino desde este castillo de Roda en un tiempo.....»78. También Coello, para el que los indicios de la vía eran evidentes en muchos de los pueblos por cuyos alrededores pasaba, dejó constancia en particular del presente sector, rotulando la calzada en su Mapa de la Provincia de Albacete de 1876. La llegada posterior a la Casa de la Generala, nada más cruzar la carretera de Villalgordo anuncia, con la multiplicación de las estructuras visibles, un panorama mucho más satisfactorio, de modo que, al progresar dentro de la finca de Los Prietos, donde el estado del camino dificulta su accesibilidad y atraviesa sucesivas áreas cinegéticas, constituidas por bosquecillos de carrascas, se muestran los tramos de calzada romana que en la actualidad, son los mejor conservados entre Carthago-Nova y Segobriga. El mérito de su conservación debe reconocerse a los sucesivos propietarios, quienes —curiosamente— por encima del abandono y falta de capacidad para interpretar los restos de los responsables culturales, los han preservado, haciendo gala de las que parecen mejores cualificaciones para valorar un camino antiguo, léase: prudencia, lógica y respeto. Dos zonas ligeramente elevadas de bosque bajo limitan la hoya (Llanos de Mejorada), en cuyo extremo suroccidental aparece la Casa de Los Prietos; en ambas, los terraplenes de la vía se ven insertos en las carrascas, siendo medianamente sostenidos por los bolos alineados que conforman sus margines y que sujetan, aún con eficacia y en varios puntos, los paquetes

4: Proceso de georreferenciación de bordillos en la Carrasca Norte de Los Prietos

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de firme, integrados por zahorras naturales de diferente granulometría y compactadas con áridos, en los que las cuarcitas rodadas constituyen el material granular superior de la capa de rodadura. La que denominamos Carrasca Norte, en ese límite de la finca, presenta 300 m de bordillos enfrentados, entre los que advertimos distintos grados de preservación de las capas, así como un sector dotado de cuneta de drenaje longitudinal muy deteriorada. Entre estas dos reservas viarias, aunque más cercana a la meridional, hallamos el gran establecimiento de apoyo al tránsito viario del cruce de Los Prietos79, un yacimiento polinuclear cuyos restos exceden las 20 Ha y que comprende, además de la propia mutatio, un poblado romano, otro ibérico con necrópolis y un pequeño emplazamiento medieval. En su zona más alta, recuerdos vagos de una piedra fracturada con letras escritas80 y de un aljibe, hoy en día ilocalizable, en la «Piedra del Águila»81 El llano cultivable que se extiende a sus pies, está ocupado por dos grandes pivots de regadío, afectando la calzada un sector circular del superior, donde resulta emblemática la lengua terraplenada compuesta de gravas y otros materiales de acarreo, que se hace patente desde cualquier punto de observación terreno, aéreo o espacial.

mente apartado, lugar donde viera el comisionado de Coello, cómo los labriegos levantaban el empedrado a fuerza de azadón y reja84. Luego cruza la carretera de Sisante a La Roda para, por el sitio de La Calzada, resistir durante dos mil metros la habitual tiranía del asfalto, apareciendo al otro lado de aquella, paralela y con terraplén digno, que en ocasiones, muestra breves alineaciones de bordillos muy esquivos. Más adelante termina siendo absorbida por la comarcal, a la altura de las Casas del Guijarro, donde hay un ventorro, para separarse nuevamente con mucha parsimonia, dirigiéndose por El Imperio hacia el Este de Pozoamargo, donde según Santiago Palomero, se desvía85, aunque para los que suscriben, la principal continúa hacia el vértice de la Sierra de la Ermita de la Virgen de la Cabeza. La vía va girando hacia el NW a medida que supera el casco urbano de Pozoamargo, pivotando en el extremo montuoso y orientando su recorrido por la margen izquierda del pasillo de La Cañada, marchando hacia Vara de Rey y manteniendo el apelativo de Camino (Viejo) Romano; pasa por la mutatio homónima, desde la que continúa con terraplén realizado en terreno de suave pendiente transversal, que en tramos fue desfigurado por aterrazamientos agrícolas; avanza hasta la 5: Pivot nº 2 de Los Prietos (Norte), terraplén labrado

6: Terraplén en la Casa de Doña Ana (Pozoamargo)

Por la Cruz de los Arrieros sale la calzada del latifundio, con algunos bordillos, subiendo hacia el cruce de la Vereda de los Serranos, importante vía pecuaria que quiso ser significada con la dignidad de un trayecto entre Corduba y Saguntum82, pero en cuya intersección, ha dejado la «nuestra» sus hiladas paralelas de bordillos, con latitud perfectamente mensurable83, certificando la preeminencia de sus infraestructuras por encima de cualquier otra disquisición caminera. Bajo el control de Los Villares, en un periplo ribeteado de taludes descompuestos y maestras acechantes, llega a la Casa Buedo, con su gran aljibe ligera-

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Media Legua, donde cruza el valle que se estrecha y asciende, habiéndose incorporado con anterioridad el Camino Nuevo Romano o de la Cañada de los Molinos86, que venía desde el SE y por la mediana del valle hasta la mencionada convergencia. Pegado ahora a la vertiente contraria, atraviesa la carretera en un collado y gira hacia el pueblo de Vara del Rey, siendo detectado por última vez su terraplén laboreado, frente al Calvario, ya en las inmediaciones de las casas. Este sector, que después de la Media Legua ha socavado en parte su recorrido, poseía bordillos de gran tamaño, precisamente antes de la conjunción con el Camino Nuevo, siendo arruinados por una reparación de pistas rurales carente de control arqueológico, ejecutada en la primavera de 1998, antes de la cual, pudieron documentarse gráficamente de forma mínima y casual. Hay que señalar que, a partir de este punto, la vía adolece de una carencia de restos casi absoluta, hasta llegar a las mismas inmediaciones de Segobriga, ya sobre el río Cigüela. Vara de Rey alberga un considerable yacimiento que se extiende por su casco urbano y las alturas adyacentes, llamado Los Villares; a su neta componente romana, particularmente apreciable en los alrededores

7: La Media Legua, destrucción de la calzada en 1998

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de la Iglesia Parroquial, se une un sustrato más amplio indígena, quizá un horizonte arqueológico homologable al de su vecina Iniesta; así, el hallazgo habitual de monedas de la ceca Urkesken en el propio solar y territorio circundante, numerario por otro lado bastante escaso, nos advierte sobre la posible etiología del lugar. Por otro lado, y aunque el texto no ha sido mencionado por los autores, las Relaciones de Vara del Rey precisan: «36…junto a esta villa, en Los Villares, que dicen, paresce haber sido edificios de los moros antiguos, que es lo más alto del pueblo; hay paredes recias de cal y canto donde estuvo un castillo en tiempo de los moros, que parescía ser cosa fuerte, aunque de él hay poco de presente»87 «55…que esta villa está sita y poblada en el camino murciano que dicen haber hecho los romanos»88 Entre Vara de Rey y el Villar de Cantos no se ha encontrado, hasta el momento, modo de localizar la vía sobre el terreno; algunos residuos y un paso sobre la Rambla de la Nava podrían identificar su trazado, aunque no de forma totalmente satisfactoria, quedando además pendiente la adecuación correcta de los perfiles longitudinales. Por otro lado, pensamos que discurrió por el Camino Viejo del Villar de Cantos y las inmediaciones de un yacimiento de dilatada cronología, ubicado en las laderas meridionales, al abrigo de los vientos dominantes, del alto de La Coronilla, punto aproximado en el que se desvía hacia Valeria la vía I.3 de Palomero89. Desde La Coronilla baja al valle del río Rus por un estrecho que presenta cerámicas ibéricas, hasta el sitio de Los Villares, en la vega, yacimiento denso con un pozo revestido de sillares y ubicado en la zona central del poblado, pasando el camino al costado izquierdo de las ruinas. Desde allí, tal y como preconiza Santa María90, en contra de Corchado91 sigue, no por Perona, sino por la orilla derecha del arroyo de Santa María hasta la Casa del Villar de los Caballeros, tramo donde se le conoce como «Camino Romano» (extremo comprobado sobre los mapas catastrales), hacienda donde se enorgullecían de no haberlo alterado ni roturado. Pasada la altura de la Casa del Villar, la vía intercepta una encrucijada caminera secular, por donde cruzaban los Itinerarios de Villuga nº 100 (Granada a Cuenca) y nº 16 (Valencia a Guadalupe), internándose seguidamente por un cañón suave bajo los numerosos corralones del despoblado medieval de Los Villares para, a continuación, encontrarse en la orilla opuesta con otro nuevo yacimiento, el de Pelernalejos, que era mencionado en las Relaciones92. Desde este lugar se pierden de nuevo sus restos, aunque la calzada avanzaría sin dificultad orográfica alguna, pasando junto a Santa María del Campo Rus, y siguiendo al NW a la vista del extenso yacimiento romano de La Petiña (a 1km sobre la orilla opuesta del río), hasta llegar a Pierde Amigos, donde entronca con el camino proveniente de San Clemente y La Alberca. Ahora pasa a denominarse Camino Murciano, aun-

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que Santa María, que describió algunas características de los espesores de la composición del firme, cuando era levantado por labradores a menos de un kilómetro al este de Villar de la Encina, dice que en este pueblo conserva el nombre de Camino Romano93. Santiago Palomero, que nos advierte sobre la alta concentración de asentamientos a un lado y otro de la vía en este sector94, consigna un posible miliario fragmentado en el despoblado medieval de Los Villares95 Tras dirigirse por las proximidades de Fuente Jimeno y cortar la carretera de Villalgordo del Marquesado, la Colada del Camino de los Murcianos (cuyo nombre mantiene hasta el término del Villar de Cañas) llega a La Ventilla, donde hay un nuevo yacimiento romano de entidad y una encrucijada de caminos, a partir de la cual, no ha conservado su trazado en los viales contemporáneos, hasta que llega al Portillo de la Venta, aunque sus alomamientos son patentes bajo los bancales de secano. Los complejos de lapis specularis de Osa de la Vega-Belmonte (15 km SW) y de Villalgordo del Marquesado, Montalbanejo y La Hinojosa (7 km NE), con el centro de procesamiento de Los Villares, conforman la zona meridional de la magna explotación minera romana (Cien mil pasos alrededor de Segobriga)96. Desde ahí sigue la derrota noroccidental deslizándose por un pasillo al costado del macizo de Pinar, sorteando el río Viejo por Vadomurcia97 para cruzar entre Alconchel de la Estrella y la ciudad iberorromana del Cerro de la Virgen de la Cuesta98, donde también se localiza una mina de yeso cristalino en Las Pedrejas. Cornide recoge el testimonio de la cercanía de la «calzada de los romanos», aportado por Román de la Higuera, en relación a los numerosos hallazgos efectuados en la ciudad: «El Padre Román de la Higuera tuvo noticia de esta calzada; pues hablando de sus apuntamientos en Alconchel dice que está en la Celtiberia á 4 leguas de Cabeza del Griego y cerca de la calzada de los romanos, y que allí se han hallado estatuas, ídolos, monedas, cascote y piedras sillares»99. También en 1997, aparecieron restos de la capa portante, equipada con bordillos y en longitud de una decena de metros, con ocasión del desbordamiento y el consiguiente arrastre de un ramblazo100. Por el destruido puentecillo del arroyo Cazarejo101, continúa hasta incorporarse a la carretera de Villarejo y salir del término por La Matanza, perdiendo su trazado bajo tierras de labor, cuando llega a la intersección de la CM-3118 y tiene a la vista el Castillo de Fuentes102. Cruza el Záncara junto a esta fortificación y ermita homónima103, dejando a la margen contraria el solar de la villa romana de La Rinconada y Los Blancares (espejuelo) en la propia, asumiendo la denominación de «Colada de la Calzada o Camino Romano» y retomando su orientación preferencial, después de recorrer un breve tramo hacia el ocaso. Pasa entre la mina de Los Espejares y el Villarejo de Fuentes, cortando la carretera de Montalbo, a partir de

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la que se suceden restos abundantes de empedrados. Manteniéndose al occidente de la población de El Hito, desciende con relativa suavidad hacia el Cigüela, por la vertiente de El Pozuelo, donde Santa María señaló sus restos, netamente alineados con los que se percibían al otro lado del valle104, llegando a las proximidades de La Tajonera, villa romana donde se hallaron tres miliarios en 1985 (Augusto, Tiberio y Claudio105). Una vez incorporado al devenir del valle, bajo Villa Paz, se aprecian las primeras líneas de bordillos (20 m), desde los últimos conservados allá en la Casa Buedo, al sur de Pozoamargo. No existe constancia auténtica sobre el punto donde la calzada ab Carthagine cruzaba el río Cigüela, probablemente en Puentes Viejas106, donde existen dos puentes de un solo arco, quizá por el extremo occidental de la Isla de los Potros, aunque es indudable que la vía principal asciende por el NE de Castillejo, sitio de donde procede al menos un miliario de Adriano y otro fragmentado dudoso107 y donde están constatadas hileras de encintados longitudinales y terraplenes descompuestos, que aparecen labrados pero perceptibles en las zonas altas del trayecto. Una vez la vía alcanza el Collado de las Carretas, se precipita hacia el SW junto a la carretera proveniente de Saelices, que va directa hacia la Caput Celtiberiae.

8: Grandes bordillos en el Desfiladero de La Garita

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Un acceso secundario discurre desde Castillejo, siguiendo por la orilla norte del Cigüela, penetrando por el estrecho fluvial consiguiente; camino que presenta desmontes y algunos bordillos casi ciclópeos a la altura del poblado indígena de La Garita, y que arriba al casco urbano por el Molino de Medina y el Ojuelo; que sepamos nadie ha hablado con claridad sobre esta entrada. La tercera opción descendía por el Cerro de los Santos, el Templo de Diana y las Canteras de los Rostros, ubicadas en la muela al mediodía de la ciudad, cruzando el Cigüela por un puente de un solo arco que todavía subsiste, aunque muy remozado108. Este camino se desarrolla por una vaguada desde el yacimiento de Peñalisa, con una pendiente media que estimamos inferior al 5 %, por tanto asequible al tráfico de carros, aunque su aspecto sea de herradura, y que tiene restos viarios de diversa índole109; muchos viajeros observadores han pasado por allí, aunque corresponde a Cornide su descripción primera110. Sobre él confluía la vía de altura que daba servicio a los complejos mineros de La Horadada y Los Blancares (Osa de la Vega y Belmonte), además de otra entrada para la Vía del Esparto propuesta por Palomero111, que enlazaría con la cartaginense a través de Almonacid del Marquesado y Villarejo de Fuentes.

2.- LOS MILIARIOS DE HUELVES 2. 1. Miliario de Huelves-1

9: Miliarios: Huelves-1 (arriba) y Huelves-2 (abajo)

2. 1. 1. Historia del miliario Este miliario, junto con otro (en adelante Huelves2) se encontraba flanqueando la puerta de la ermita de Ntra. Sra. de Entresierras o de la Cuesta112, a las afueras de Huelves (Cuenca). Allí servían como columnas de refuerzo a las jambas de la puerta de la citada ermita. No nos ha sido posible averiguar cuando fueron llevados allí (las personas de edad del pueblo siempre los conocieron en ese lugar), pero sí podemos conjeturar que su emplazamiento original no debía estar muy alejado, pues son dos piezas magníficas, de grandes proporciones, y muy pesadas. Y aunque seguramente fueron partidas por la mitad en el momento del traslado para poder ser transportadas con menos esfuerzo, los lugares de hallazgo no deberían de distar mucho, pues la distancia señalada en uno de ellos se viene a cumplir en el entorno. El pensar que los miliarios sean consecutivos es ya una (agradable) conjetura. Las inscripciones pasaron desapercibidas hasta que con motivo de la restauración de la ermita fueron descubiertas en el verano de 2007 y publicadas113. Posteriormente los miliarios fueron excarcelados de la fábrica de la ermita y restaurados. Esta actuación nos ha permitido completar la lectura que J.M. Abascal y R. Cebrián hicieron en su día, no descartando otras mejores, pues en la actualidad se encuentran en el

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2. 1. 3. 3. Texto Ti. Ca[esa]r. divi. Avg. [f] divi. Ivli. n. Avgvstvs pontifex. maxvmv[s] cos. V. imp. VIII 5 tribv[nicia.] potestat[e] [XXXIIII] ab. Carth[a]g. m[. p. ---]

10: Calco del primer miliario de Huelves

2. 1. 3. 4. Tipología 1A(n), 2B 2. 1. 4. Análisis paleográfico

interior de la ermita, tumbados dentro de armazones de madera, en unas condiciones que no facilitan su examen. La autopsia de los miliarios la realizamos el 5 de noviembre de 2011. 2. 1. 2. Descripción del miliario

El miliario se encuentra partido aproximadamente por la mitad (en torno a un metro de la cúspide), aunque la fractura no afecta a la inscripción. La restauración ha repuesto tres pequeños fragmentos, uno de los cuales conserva dos letras correspondientes a la información viaria. La otra parte conserva la basa de cimentación. La altura total es de 178 cm y su diámetro gira en torno a los 56 cm. Está realizado en piedra caliza de color amarillo claro, un excelente material para la grabación de la inscripción. 2. 1. 3. Inscripción

2. 1. 3. 1. Estado de conservación En términos generales la inscripción se conserva muy bien, aunque no de manera completa. La primera línea queda afectada por una incisión diagonal, y la pérdida de roca afecta a las dos últimas, amén de la desaparición completa de una línea intermedia. 2. 1. 3.2. Medidas - Campo epigráfico: 76 cm de altura x (106) cm de anchura. - Nº de líneas: (6) de 7. - Altura de líneas y espacios interlineales: L.1: 7,3; esp: 1,5; l. 2: 7,2; esp: 1,5; l.3: 6,5; esp: 2; l.4: 6,5; esp. 2; l.5: 7; esp: 27,5; l.6: 7,2 cm.

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2. 1. 4. 1. Características generales La inscripción presenta un módulo regular que decrece algo en las líneas centrales. Las letras se asientan correctamente en sus respectivas cajas de escritura, de las que no queda rastro de pautado. Están profundamente grabadas a bisel, lo que crea un gran efecto de claroscuro. Son letras de carácter pesado, pues se aprecia en algunas de ellas una variación sustancial en el grosor de los trazos. Algunas de ellas conservan restos de ápices en sus terminaciones. Las palabras carecen de nexos y están separadas por puncta triangularia. Hay pocas abreviaturas (para lo que es normal). Los numerales quedan señalados por líneas superiores. Se trata de una Capital Cuadrada Monumental Clásica elegante. 2. 1. 4. 2. Formas de las letras La A es de forma simétrica, cúspide puntiaguda y barra transversal en su zona media. La B presenta una panza inferior más abultada. La G tiene su apéndice vertical recto rematado con ápices. La M posee astiles externos inclinados. La P es de panza abierta. La R presenta el astil inclinado separado del recto. La S es de curvas simétricas y profundas. 2. 1. 4. 5. Análisis epigráfico (Ordinatio) 2. 1. 5. 1. Estructura externa De las siete líneas de las que constaba la inscripción se conservan seis, habiéndose perdido completamente la sexta. Ninguno de los dos márgenes es rectilíneo. El margen izquierdo extraploma ligeramente la línea primera, y bastante más la séptima, donde se encuentra la información viaria. Queda sangrada la quinta (y seguramente bastante más la sexta, como se puede apreciar en el miliario de El Hito o Villas Viejas114). El margen derecho, aunque no se conserva tan bien como el izquierdo, es claramente irregular en atención a mantener la claridad conceptual de la inscripción, cosa que no sucede con el miliario Huelves-2.

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2. 1. 5. 2. Disposición del formulario Como acabamos de señalar la estructura externa queda supeditada a la disposición de los términos de la inscripción. Las dos primeras líneas recogen la Nominación de Tiberio consistente en sus tria nomina imperiales y una filiación política que reconoce a Augusto como padre y a Julio César como abuelo, ambos divinizados. Las tres (cuatro en realidad) siguientes contienen la Titulación que se dispone de manera jerárquica y ordenada: el título religioso (con la forma arcaica maxvmvs), que ocupa toda la tercera línea, y a continuación los políticos en orden numeral creciente (aunque eso no signifique orden cronológico necesariamente) que se extienden por la cuarta, quinta y (sexta) línea. Tiberio rehusó el título honorífico de Padre de la Patria. Para resaltar con claridad la Información Viaria el ordinator dejó en blanco dos cajas de escritura (séptima y octava virtuales) y la dispuso en la novena caja, que en realidad es la séptima línea. Es la más larga de todas pues contiene el nombre abreviado de la ciudad -en ablativo y precedido por ab- en la que se inicia la vía (caput viae), seguido del número de millas precedido por la fórmula m.p., que se ha perdido por completo, pero que estaría en torno a las CCXXI, la distancia señalada en el otro miliario. El empleo de la preposición ab delante de la palabra Carthag(ine), en contra de lo que siempre se había considerado, no es un error del lapicida, y por tanto no se pueden sacar conclusiones (esas sí que son erróneas) sobre el nombre de la ciudad no conservado en el otro miliario. Según los gramáticos latinos a se colocaba delante de las consonantes y ab ante las vocales y h, pero ni los manuscritos ni las inscripciones verifican esa regla. En numerosas ocasiones en Salustio, César, Cicerón, Plinio el Viejo y el Joven, Tácito, etc., utilizan ab ante consonante. Por poner un ejemplo concreto, en Tito Livio, cuasicontemporáneo de nuestros miliarios, de las 30 frases en las que aparece el nombre de Carthago Nova en ablativo precedido de preposición, en 19 ocasiones Livio emplea la forma preposicional ab, y en 11 la forma a115. 2. 1. 4. 6. Cronología El miliario corresponde a la parte final del reinado de Tiberio (14-37). El elemento conservado en la inscripción que permite datarlo es su quinto consulado, el cual le fue otorgado el 1 de enero del año 31 manteniéndolo hasta su muerte (16 de marzo de 37). Sin embargo, es evidente que pertenece al mismo momento señalado por otros tres miliarios de Tiberio de la misma vía que han conservado la trigésimo cuarta tribunicia potestad en su inscripción116. En este momento cobra especial importancia el hallado en Villas Viejas117 , no muy lejos de Huelves, pues prácticamente es un calco de éste, tanto en su estructura externa, como en su disposición del formulario. Algo

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parecido podemos decir del otro miliario de Huelves, pues, además de conservar la referencia a la potestad tribunicia [X]XXIIII, presenta una misma información viaria (en realidad entre los dos la completan). Por tanto el miliario se fecha entre el 26 de junio del año 32 y el 25 de junio del 33, periodo durante el cual Tiberio ostentó la Tribunicia Potestad por trigésimo cuarta ocasión118. 2. 1. 4. 7. Comentario viario Como ya han señalado Abascal y Cebrián en el citado artículo, este miliario demuestra sin ningún género de dudas la existencia de la vía –no recogida en el Itinerario de Antonino y sólo a medias en el Ravenate, pero reconocida hace ya tiempo por diversos autores- de la que nos estamos ocupando, que partiendo del puerto de Carthago Nova (es la primera vez que aparece el nombre de esta ciudad en un miliario) se adentraba hasta el corazón mismo de la Península. De ella conocíamos ya –como reseñaremos más adelante- un miliario de Augusto, seis de Tiberio y otros diez más de diversos emperadores, llegando hasta Constantino II, a mediados del s. IV d.C. Esta vía señalada por los miliarios de Huelves tendría como destino Complutum, donde enlazaría con las vías del interior (It. Ant. Hisp., 24-25)

2. 2. Miliario de Huelves-2119 2. 2. 1. Historia del miliario Véase lo dicho en el miliario de Huelves-1. 2. 2. 2. Descripción del miliario Al igual que su compañero este miliario se encuentra partido transversalmente, aunque en este caso la fractura se encuentra bastante más abajo de la zona media, por lo que tampoco afecta a la superficie de la inscripción. En cambio, una fractura diagonal en la parte superior de la columna y uno de los tres agujeros practicados verticalmente en el fuste sí han causado la pérdida de abundantes letras. Además la superficie original sobre la que se grabó la inscripción está muy erosionada, lo que ha hecho que se perdieran las primeras letras de las cinco primeras líneas, y que las conservadas se lean mal y las inferiores con mucha dificultad. La otra parte conserva la basa de cimentación. La altura total conservada es de 202 cm y su diámetro gira en torno a los 56 cm. Está tallado en el mismo tipo de piedra caliza de color amarillo claro que su compañero Huelves-1. 2. 2. 3. Inscripción

2. 2. 3. 1. Estado de conservación. La erosión superficial y la incuria que ha sufrido este miliario le resta calidad a la inscripción y, sobre todo, dificulta la lectura de sus dos últimas líneas, que

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son informativamente las más interesantes. Se han perdido además los dos laterales del campo epigráfico, excepto en la última línea que por su centrado creemos que se conserva completa. 2. 2. 3. 2. Medidas - Campo epigráfico: 57 cm de altura x (48) cm de anchura. - Nº de líneas: 6. - Altura de líneas y espacios interlineales: L.1: 8,3; esp: 2; l. 2: 7,4; esp: 2,5; l.3: 6,8 (La T longa no se ha podido medir); esp: ¿?; l.4: 6,5; esp. ¿?; l.5: c. 6,5; esp: ¿?; l.6: c.7 cm. 2. 2. 3. 3. Texto [Ti.] Caesar[. divi. Avg. f] [di]vi. Ivli. n. Av[gvstvs] [p]ontifex. m[axvmvs. cos. V] [i]mp. VIII. [trib. potest] 5 [X]XXIIII. Ab [Carthag] m. p. CCXXI

11: Calco del segundo miliario de Huelves

2. 2. 3. 4. Tipología 1A(n), 2B 2. 2. 4. Análisis paleográfico

2. 2. 4. 1. Características generales La inscripción presenta un módulo alargado en la primera línea, disminuyendo progresivamente hasta llegar a la última en la que vuelve a aumentar ligeramente. Las letras se asientan correctamente en sus respectivas cajas de escritura, de las que no queda rastro de pautado. La fuerte erosión de la superficie ha hecho desaparecer la profundidad del grabado, sobre todo en las líneas finales, en las que quedan simplemente los fondos de los surcos de las letras, y a veces ni siquiera eso. Las palabras carecen de nexos y están separadas por puncta triangularia. Los numerales son barrados. Se

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trata de una Capital Cuadrada Monumental Clásica 2. 2. 4. 2. Formas de las letras La A es de forma simétrica, cúspide puntiaguda y barra transversal en su zona media. La C es ultrasemicircular y termina en un ápice doble. La E presenta trazos cortos. La M posee astiles externos inclinados. La P es de panza abierta. La S dibuja curvas simétricas y elegantes. La T es longa. 2. 2. 5. Análisis epigráfico (Ordinatio)

2. 2. 5.1. Estructura externa Poco se puede decir con seguridad sobre su forma pues han desaparecido ambos flancos de la inscripción. Por la disposición de lo conservado, y contando con la presencia de las puncta triangularia, podemos considerar que el margen izquierdo extraplomaba ligeramente la primera línea, mantenía la regularidad en las cuatro centrales y sangraba la última para centrarla en el cuerpo de la inscripción dada su cortedad. El margen derecho, mucho más perdido, no permite aventurar su forma, sobre todo a partir de la cuarta línea, pues la variable de las abreviaturas empleadas complica aún más la cuestión. En cualquier caso este miliario no tiene la finura ni la claridad que presenta el otro. 2. 2. 5. 2. Disposición del formulario A pesar de las carencias de la estructura externa la ordenación no ofrece dudas. Es una disposición menos clara que la de Huelves-1. Sólo mantiene la misma regularidad en las dos primeras líneas, donde se encuentra la Nominación y filiación del emperador. En la tercera se acomodan el título religioso y el consulado. En la cuarta la salutación imperial y el poder tribunicio, pero sólo el nombre de la magistratura, pues el numeral pasa a la siguiente (quinta) donde también se dispone el nombre de la ciudad en ablativo, que indudablemente es Carthago Nova. La sexta y última línea sólo contiene la indicación y el número de millas. 2. 2. 6. Cronología

Véase lo dicho en el miliario de Huelves-1. 2. 2. 7. Comentario viario

La distancia CCXXI millas corresponde aproximadamente a la que existe desde Carthago Nova a Huelves, pero si faltara una X al final, y realmente fuera de CCXXIX millas, sería exactamente la que hay.

2. 3. Los miliarios de la vía Cartagena-Complutum Hasta ahora la vía Complutum-Carthago Noua ha proporcionado un total de 17 miliarios, procedentes

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de las provincias de Murcia, Albacete y Cuenca, de los que uno pertenece al reinado de Augusto, cuatro al de Tiberio, uno al de Claudio, otros cuatro al de Trajano, uno de Adriano, otro de Caracalla, uno más de Maximino y otro de Constantino II. N.º

Procedencia

CIL /AE

Lostal 1992

Reinado

Titulatura

Fecha

1

Puerto de la Losilla (Murcia)

CIL II 4945 4946 y 4947

n.º 43

Tiberio

cos. V tr. pot. XXXIIII

26-6-32 d. C. a 25-6-33 d. C.

2

Cieza (Murcia)

n.º 75

Trajano

cos. II

98- 99 d. C.

3

Cieza (Murcia)

n.º 76

Trajano

cos. II

98- 99 d. C.

4

Hellín (Albacete)

n.º 110

Maximino

tr. pot. V imp. VII

238 d. C.

5

Pozo Cañada (Albacete)

n.º 42

Tiberio

cos. V tr. pot. XXXIIII

26-6-32 d. C. a 25-6-33 d. C.

6

Pozo Cañada (Albacete)

AE 1982, 621

n.º 74

Trajano

cos. II

98- 99 d. C.

7

Pozo Cañada (Albacete)

AE 1982, 622

n.º 99

Caracalla?

8

Albacete

AE 1990, 625

n.º 278

Tiberio

9

Villasviejas (Cuenca)

n.º 22

Augusto

10

Villasviejas (Cuenca)

n.º 41

Tiberio

11

Villasviejas (Cuenca)

n.º 50

Claudio

12

Segobriga (Cuenca)

n.º 177

Constantino II

13

Segobriga (Cuenca)

n.º 89

Adriano

14

Uclés (Cuenca)

n.º 109

Maximino

15

Huelves (Cuenca)

n.º 73

Trajano

cos. II

98- 99 d. C.

16

Huelves (Cuenca)

-----------

Tiberio

cos.V tr. pot. XXXIIII

26-6-32 d. C. a 25-6-33 d. C.

17

Huelves (Cuenca)

-----------

Tiberio

cos.V tr. pot. XXXIIII

26-6-32 d. C. a 25-6-33 d. C.

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AE 624

AE 8, 253

213-217 d. C. cos. V tr. pot. XXXIIII

26-6-32 d. C. a 25-6-33 d. C. 8-7 a. C.?

cos. V tr. pot. XXXIIII

26-6-32 d. C. a 25-6-33 d. C. 41-54 d. C. 317 d. C.

tr. pot. XV

ca. 130 d. C. 238 d. C. ?

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3.- AB SEGOBRIGA COMPLUTUM La vía romana sale de la ciudad por el NO, en un tramo que nuestro amigo Jesús Sánchez ha prospectado y publica en este mismo número. El topónimo La Calzada120 y la existencia de un llamativo agger aseguran su existencia. Al llegar a la Cañada Real de los Serranos cambia su dirección hacia el NNO y encara una recta de unos 12 Km hasta el lugar llamado La Maestra Juana- El Sillón, en donde se separan, a la izquierda una vía que va hacia el Córcoles, con el nombre de Camino del Tejado o de Montepardo, que puede ser la que se dirige hacia Titulcia, y otra, que es la nuestra, que toma el rumbo N, en dirección a Huelves.

«El 9 de enero de 1167, Alfonso VIII da al monasterio y a los monjes de San Vicente Mártir de Valencia, de Toledo «meas aldeas illas querum altera Fons Domine vocatur, altera vero Estremera nincupatur, cum villaris circumadiacentibus…» que están en el término de Alarilla. Los términos en los que se incluyen estas aldeas son: «de Valle Porci usque ad terminum de Almoguera et de vado salinero usque ad Alboer et de Alboer usque Villar de Sadoc»121.

13: Puente del Pilar. Foto cortesía del alcalde de Huelves, Francisco José Garrido Cruz

12: La vía romana, entre Segobriga y Complutum

En Huelves entraría por el O del pueblo, por el lugar en el que se encontró, al abrir el ferrocarril, un miliario de Trajano. Hace unos años había un puente de piedra en el pueblo, que aunque por el aspecto no es romano, sí pudo estar en el lugar de otro más antiguo. Por el Camino de los Arenales, la Hoya del Moro y Los Carrilejos sigue hasta cruzar la carretera de Tarancón a Barajas de Melo en el Km 49,5. Nada más atravesarla sigue el Camino de la Calzada hasta llegar al Camino de la Corredera, que ya va a seguir, por el corredor del Río Calvache, hasta el Tajo. Una serie de topónimos, como Los Mojones y sobre todo Senda de los Millares y Tresmillares < Tres milliarii (lapides), indican el paso de la vía. Por la llamada Carretera del Whisky llegamos al Tajo, en el lugar de La Barca, que se encuentra junto a la desembocadura del Arroyo Salado. Ese era ya el lugar de paso del Tajo en fecha tan temprana como 1167:

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Al otro lado del Tajo la vía seguiría aproximadamente la carretera de Estremera. Al afrontar la subida hacia el páramo la vía romana se separa de la carretera a la altura de El Hortal y asciende, mediante una espectacular tallada en la roca yesosa, de unos 5 m. de ancho, hasta volver a salir a la carretera a medio Km de Estremera. Allí se conserva la cimentación y parte del agger de la vía, al O del camino actual El camino antiguo pasa por la parte O de Estremera y en el cruce de la carretera M-221 con la M-238, que

14: La vía tallada, subiendo al páramo

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15: Cimentación de la vía, recortada por las labores agrícolas.

16: La vía romana, en el lugar de La Calzada

va a Brea de Tajo, sigue por la bisectriz, en dirección a la Senda Galiana. Antes de llegar a ella pasa de nuevo por un topónimo significativo: Las Calzadas. A favor de la identificación de la vía ComplutumSegobriga con la Senda Galiana está la temprana aparición en la documentación medieval de la vía, calificada de carrera122, puesto que ya en 1250123, en la delimitación de Brea y Fuenvellida (del término de Almoguera) y Valdaracete, se pone el comienzo de los límites en «El Horcajo, en donde confluyen dos carreras, una que va a Valdemena (actual Valdeolmeña) y otra que va a Carabaña.» La que va a Valdemena- Valdeolmeña es la Cañada Soriana y la que va a Carabaña es la Senda Galiana. La dirección ahora es E- O, siguiendo la carretera M-221, antiguo Camino Real, si hemos de creer al topónimo, por el Arroyo de los Carrizales, que ya no abandona hasta llegar al Tajuña, frente a Carabaña. El topónimo Carabaña124, recuerda al de la Caraca del Ravenate: «Iterum iuxta ipsam civitatem Complito est civitas que dicitur Caraca, Sigobriga...»125 Esta Caraca aparece dos veces más en textos antiguos: en Ptolomeo II, 6, 56: Κάρακκα es ciudad de los carpetanos, en la Tarraconense, nombrada entre Kómpluton y Libora y en Plutarco, Sertorio, 17: los Χαρακιτανούς ‘Charakitanús’ eran un demos situado ύρερ τόν ταγώνιον ποταμόν, ‘por encima del río Tagonion= Tajuña’, que vivía en cuevas situadas en el escarpe de un monte. La Tabula Imperii Romani126 la ubica en el despoblado de Santiago de Vilillas, siguiendo a Abascal127, considerando la Vereda de Alcalá a Carabaña o Senda Galiana como la heredera de la vía romana. Por su parte Pérez Vilatela128, analizando todas las fuentes, piensa en el Risco de las Cuevas, en Tielmes, como el lugar en el que estaría la ciudad rupestre de los caracitanos, en donde se desarrolla este episodio de la Vida de Sertorio. En Carabaña se conserva una inscripción romana, empotrada en una pared129. La subida se hace por el O del casco antiguo, por la calle llamada del Camino Viejo de Alcalá, y luego por el lado O de la carretera

actual, para cambiar al lado derecho al llegar al llano. Durante 6 Km la vía romana sigue un camino rural, siempre al E de la carretera M-221, hasta llegar al cruce con la M-232. Allí toma la dirección O, por el Carril de Matacaballos y el Camino de Carabaña, siguiendo la divisoria de términos municipales entre Campo Real y Pozuelo del Rey. El camino está perdido, pero la calzada es perfectamente visible en las fotos aéreas como una línea blanca en el lugar llamado precisamente La Calzada. Más al N, y antes de bajar del páramo, la vía romana se une de nuevo a la Galiana, para dirigirse a Torres de la Alameda, en donde se conserva otro epígrafe romano, en la ermita de la Soledad130. En Torres es la calle principal, que sigue la Cañada Galiana, y al salir del pueblo se separa la vía que sigue hasta la Complutum del llano, que cruza el Henares por El Vado, de la que se dirige a la Complutum de arriba, en el Cerro de San Juan del Viso, en donde, a la vista de las fotos aéreas, hay una ciudad de planta ortogonal de unas 20 Ha131.

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4.- CONCLUSIÓN Hemos tratado de describir someramente esta vía, que fue comenzada por Augusto y seguramente rematada por su sucesor, Tiberio, y que cumplía la función primordial de ser la arteria de comunicaciones del extensísimo convento jurídico carthaginiensis, tan amplio como muchas provincias del Imperio. A pesar de que algunos pensaban que la vía tenía importancia y una infraestructura potente sólo hasta Segobriga, lugar de salida del lapis specularis que había de embarcar en Cartagena, la presencia de los miliarios de Huelves y de los restos de camino por nosotros identificados, demuestra que la vía alcanzó –como se sospechabaComplutum, en donde se establecía la comunicación con el resto de la Península, por medio de las vías reseñadas en el Itinerario de Antonino. Estas calzadas -24, 25, 26 y 29 del It. Anton. Hisp.- debían de circular por el valle del Henares, buscando Caesaraugusta hacia el NE y Augusta Emerita hacia el SO, lo que explica segu-

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ramente la forma de acusativo, Complutum, con que la ciudad carpetana aparece en el Itinerario (Rodríguez Morales, J., 2011), puesto que, cuando la vía se traza, la ciudad del Henares estaba todavía en lo alto del Cerro de San Juan del Viso, no habiendo en el Juncal seguramente más que una mansio. Queda por dilucidar la relación de esta vía con el miliario de Valtierra (Rodríguez Morales, 2000), testigo de trabajos en el entorno de Complutum que se podrían relacionar con los que tuvieron lugar en nuestra vía también en época trajanea. El caput viae en Complutum que reseña este miliario, indica seguramente el cambio de convento jurídico (del carthaginiensis al caesaraugustanus), que se produciría en el entorno del Tagonius- Tajuña. BIBLIOGRAFÍA ABASCAL PALAZÓN, J. M.: (1982): Vías de comunicación romanas de la provincia de Guadalajara, Guadalajara, Diputación Provincial. (1990): Inscripciones romanas de la Provincia de Albacete, IEA, Albacete. (1999): Fidel Fita (1835-1918): su legado documental en la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia. ABASCAL PALAZÓN, J. M. y LORRIO ALVARADO, A. J. (1999): «El miliario de Tiberio de Segobriga y la vía Complutum-Carthago Nova», en Homenaje al profesor Montenegro, Valladolid, 561-568. ABASCAL PALAZÓN, J. M. y CEBRIÁN FERNÁNDEZ, R. (2007): «Carthago Nova como caput viae. Dos miliarios de Tiberio de Huelves (Hispania Citerior)», en Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik, 162, 257- 262. (2009): Los viajes de José de Cornide por España y Portugal de 1754 a 1801, Real Academia de la Historia, Alicante. ARIAS BONET, G.: (1965): «Notas sobre la calzada romana de Cartagena a Madrid», El Miliario Extravagante, 9, mayo 1965, París, 222-224. (1997): «Lluvias ambientales sobre la Vía del Esparto», El Miliario Extravagante, 61, junio 1997, Cádiz, 33-34. (1998): «Arqueología albacetense», El Miliario Extravagante, 67, diciembre, Cádiz, 19-21. (2003): «La Vía de Esparto en la provincia de Cuenca» en El Miliario Extravagante 87, diciembre, Cádiz, 26-30. (2005): «Catálogo de vías romanas y caminos milenarios de Hispania» en El Miliario Extravagante, 91, diciembre, Cádiz. BLÁZQUEZ Y DELGADO AGUILERA, A. y BLÁZQUEZ JIMÉNEZ, A. (1921): «Vías Romanas de Albacete a Zaorejas, de Quero a Aranjuez, de Meaques a Titulcia, de Aranjuez a Toledo y de Ayamonte a Mérida: Memoria de los resultados obtenidos en los viajes y excavaciones practicadas en 19201921» en Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades nº 40, Madrid 1921. BROTÓNS YAGÜE, F. (1997): «La calzada romana Carthago Nova-Saltigi-Complutum. El segmento viario entre Cartagena y Cieza» en XXIV Congreso Nacional de Arqueología (Cartagena, 1997), Instituto de Patrimonio Histórico, Murcia, Vol. 4, 267-280.

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tañosa, siguiendo el río Sangonera hacia Alcantarilla. Las variantes consistirían en un cruce anticipado del río en dirección a Librilla (Brotóns Yagüe, F., 1997) u otro más tardío por la cercanía de las Compuertas de Murcia en Almanzora (López Moreno, J. J., 2008, p. 6), dirigiéndose ambos hacia la embocadura meridional de la Calle de los Romanos. Hübner, E., 1892, Corpus Inscriptionum Latinarum, en Palomero, S., 1987, p. 68; Selva Iniesta, A. y Jordán Montes, J. F., 1988, p. 87. Rabal Saura, G., 1988, p. 50. Lozano y Santa, J., 1794, Disertación I, p. 86 y Disertación V, p. 4. Ibíd. Lozano y Santa, J., 1794, Disertación I, p. 86. Díaz Cassou, P., 1889, p. 48; Rabal Saura, G., 1988, p. 50. Lozano y Santa, J., 1794, Disertación V, p. 4. López Campuzano, M., 1992. CIL II 4945, Hispania Epigraphica Online Database, nº registro 10483. Rabal Saura, G., 1988, p. 49. López Moreno, J. J., 2008, p. 6. Lozano y Santa, J., 1794, Disertación IV, p. 96. Un ejemplo sería el paso de Almanzora, con parajes similares en Sangonera, al sur de Alcantarilla y en Lorquí, susceptibles de integrarse en una misma ruta (López Moreno, J. J., 2007, p. 7). También el puente Ascayato, que es el Alhariella de Merino (Merino Álvarez, A., 1915, p. 223) y de las fuentes medievales, que Lozano busca sobre el terreno con fruición, persiguiendo al Nubiense por el camino de Almería, e identificándolo finalmente con El Pontarrón, una obra de fábrica arruinada sobre la Rambla de las Salinas: «Debía caer éste no lejos de Alcantarilla, y muy cerca de la Buznegra… Juzgaba yo hallar sobre Sangonera los vestigios del Puente, pero en vano… más aquí, esto es, a una legua pasada la Alcantarilla, con efecto se halla un célebre Puente, denominado el Pontarrón. Sus ruinas son de todo romanas. Existe, aunque desmoronado. Pero sus argamasas, petrificación, diámetro, macho, y magnificencia, hablan muy alto…» (Lozano y Santa, J, 1794, Disertación V, pp. 2-3.). Esta estructura la hemos situado, ya extraviada, junto a un puente con arco rebajado del XIX, en el paraje y avenida de El Puntarrón, sobre la N 340 en Sangonera la Seca, posición que fue correctamente interpretada por Ceán (Ceán-Bermúdez, J. A, 1832, p. 39); no obstante, sus desmoronados arcos «romanos», confundieron a otros que lo designaron como paso de la ruta de Cartagena a Segóbriga, dándole el nombre alternativo de Puente de las Ovejas (Díaz Cassou, P., 1889, p. 48), que a su vez, fue un paso para ganados junto al Azud de la Contraparada, autorizado por Alfonso X en 1271, remozado en variadas ocasiones y que recientemente ha sido conmemorado mediante la erección de una pasarela para la Vía Verde (octubre 2010). También Lozano da noticias en Alguazas del Puente Belchid del que comenta: «…parece ser el Puente de las Ovejas sobre Tader…» y que conservaba el más puro aire original (Lozano y Santa, J., 1794, Disertación VI, p. 131). Ibíd.; Ceán-Bermúdez, J. A., 1842, p. 89. CIL II 4946, Hispania Epigraphica Online Database, nº

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registro 10484. 31 Sillières, P., 1990, p. 387. 32 López Moreno, J. J., 2008, p. 6. 33 Cornide de Folgueira, J. A., 1797 en Abascal Palazón, J. M. y Cebrián Fernández, R., 2009, p. 302. Visual de la torre 1000 m a poniente del camino., 34 Ibíd. Cornide viaja desde el Puerto de la Cadena a Murcia y de allí —por Espinardo— hasta la Venta de la Rambla, para desviarse muy cerca a Jumilla; sin embargo este punto no cuadra en sus observaciones. 35 Ibíd. Recientemente ha sido verificada la procedencia del miliario del Puerto de La Losilla (Venta de la Rambla) así como su ubicación en la mojonera de los términos de Ulea y Archena, al pie de la N-301 (López Moreno, J. J., 2008, p. 6); Lostal Pros, J., 1992, nº 43, p. 50. 36 Domínguez Bolaños, A. y Nuño González, A., 1994, p. 742. 37 López Moreno, J. J., 2008, pp. 5-6. 38 Sillières, P., 1990, p. 387; Lostal Pros, J., 1992, nº 75-76, p. 79. 39 Lozano y Santa, J., 1794, Disertación I, p. 17. 40 Domínguez Bolaños, A. y Nuño González, J., 1994. Existen bastantes materiales procedentes de estos asentamientos depositados en el Museo de Cieza. 41 Lozano y Santa, J., 1794, Disertación IV, p. 85. 42 Cornide de Folgueira, J. A., 1797 en Abascal Palazón, J. M. y Cebrián Fernández, R., 2009, p. 303. 43 Sanz Gamo, R., 1997, p. 237. 44 López Precioso, F. J., 1993, p. 116. Según este autor, pasado el Puerto de la Mala Mujer el camino se desviaría en la Rambla de la Melera, para dirigirse hacia la Casa del Saltador y bajar a la vega del río Mundo (donde se encuentra la Villa del Saltador) por el barranco homónimo. Después remontaría por la estación el Valle de Agramón-Minateda hasta El Tolmo. Creemos, que el innecesario rodeo y la existencia de una topografía ardua hasta alcanzar la vega del río Mundo, hacen inapropiada esta opción para la vía principal. 45 Cornide de Folgueira, J. A., 1797 en Abascal Palazón, J. M. y Cebrián Fernández, R., 2009, p. 303. 46 En este lugar se ha propuesto otro divertículo, a través del Barranco de la Cola de Zama, partiendo del Olivar de la Matanza, para evitar el collado o puerto de Cancarix, y que llegaría a la base del Tolmo por el Camino Viejo del Puerto (Selva Iniesta, A. y Jordán Montes, J. J., 1988, p. 88). 47 Lostal Pros, J., 1992, nº 110, p. 113-114. 48 López Precioso, F. J., 1995, p. 268. 49 Cornide de Folgueira, J. A., 1797 en Abascal Palazón, J. M. y Cebrián Fernández, R., 2009, p. 303. 50 López Precioso, F. J., 1993, p. 115. 51 Ibíd., p. 117. 52 Cornide de Folgueira, J. A., 1797 en Abascal Palazón, J. M. y Cebrián Fernández, R., 2009, p. 303. 53 Miñano y Bedoya, S., 1829, p. 343. 54 Sillières, P., 1990, p. 384. Mientras los trabajos del francés alimentaban las referencias bibliográficas de muchos autores locales y se dibujaban las vías romanas en base a sus estudios, paradójicamente estaban siendo destruidos los tramos que había señalado.

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55 Topónimo que se refiere seguramente a los miliarios allí encontrados. 56 Lostal Pros, J., 1992, nº 42 y 74, pp. 49-50 y 78. 57 Sanz Gamo, R, 1997, p. 238. 58 De nuevo otro topónimo significativo. 59 Laborde, A. 1809, p. 132. El Puerto del Infierno (del latín inferus: inferior, hundido), su dureza orográfica, es mínima, aunque la indefensión del viajero en el angosto, quedando a merced de salteadores emboscados, representaría el principal factor de incomodidad durante su tránsito. 60 Lozano y Santa, J., 1794, Disertación I, p. 24. Se refiere la existencia de una calzada visible en la finca, a la izquierda de la cual existen dos fortines, identificables con las morras del Bronce del Charco y el Chortal. 61 Lostal Pros, J., 1992, nº 99, pp. 101-102. 62 Rubí Sanz Gamo (1997, pp. 88-94) excavó la zona suroriental del bancal que está junto a la calzada, en campañas de 1985 a 1987, localizando estructuras modestas con equipamiento termal y cronología del s, I a.C. al II d.C. La proximidad a la calzada así como las postas y fondas heredadas en la zona, indican una estrecha relación del solar con la mansio de Saltigi (Ibíd., 238) 63 Ibíd., p. 23. 64 Durante una visita realizada al tramo de La Losilla, en julio del presente —algunos— observamos con asombro, cómo Isaac Moreno Gallo identificaba una cantera perimetral para extracción de áridos, todavía en el término de Albacete capital… recordando entonces, los frecuentes fenómenos endorreicos que las caracterizan, y que habíamos observado en más de una ocasión en el sitio, aunque sin relacionarlos. 65 Sobre el grupo de tajeas de Cansalobos, señalar la falta de alineación con los restos del camino romano, así como la inexistencia de firmes o cimentaciones y ausencia de continuidad de la calzada, comprobable en los estratos de las zanjas abiertas en los límites estructurales de acceso del pontón, extremo enfatizado por Isaac Moreno Gallo en la visita anteriormente comentada. 66 López, T., 1786-1789, p. 119. El texto menciona las características de los restos del cercano Camino de Aníbal (Vasos de Vicarello) en la Finca de Los Llanos, para compararlos con la carretera que se estaba realizando entre Madrid y Albacete que, después del paso del Puerto de Guadarrama (1749) y la de Reinosa a Santander (1753), era uno de los principales empeños de Carlos III; la medida preconizada para el ancho de estos caminos reales eran unas 6 toesas (6,7 m). 67 Los firmantes José Luís Fernández Montoro y Jesús Rodríguez Morales, junto a Isaac Moreno Gallo. 68 Puede seguirse en López Precioso, F. J. et alii, 2006 (excavadores) y Fernández Montoro, J. L., Rodríguez Morales, J. y Moreno Gallo, I., 2006 (denunciantes); aunque para los segundos, fue patente la inexistencia de catas transversales en la vía, sobre la que —prácticamente— se efectuó un «barrido superficial» que liquidó todas las zahorras, reservando la excavación exclusivamente a las obras de fábrica de Floridablanca, deficiencia que impidió conocer aspectos fundamentales sobre una construcción muy remozada. El tratamiento aislado de la zona intervenida, sin plantear

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patrones comparativos con los rasgos de ingeniería del resto de la vía, en lugares no amortizados ni alterados por obras viarias posteriores, demostró la inexperiencia en lides camineras del equipo excavador, que no pasó de efectuar una lectura demasiado obvia y evidente de los restos; por poner un ejemplo, se evaluó como factor cronológico de importancia, que la anchura medida entre bordillos de 6,70 m, era un rasgo constructivo de los caminos del siglo XVIII (al respecto víd. nota 82). Durante la excavación del Cerro de San Juan para la construcción de un aparcamiento subterráneo, se pudo apreciar la presencia de sigillatas y campanienses, junto a otros materiales, mezclados entre las tierras removidas. En un solar contiguo al anterior (construcción Edificio Toscana) al costado sur del mismo cerro, se pudo arrasar una necrópolis ibérica, recuperando empleados municipales, al menos una urna de incineración completa, depositada en su ustrina. Corchado Soriano, M., 1969, p. 144, lleva la calzada por la Colada del Camino Viejo de la Gineta, extremo que rechazamos habiendo supervisado este camino varias ocasiones sobre el terreno. Zarco-Bacas Cuevas, E. J., Relaciones de La Gineta, 1926, p. 145. Arias Bonet, G., 1965, p. 222. La Milaria o Miliaria, donde se encontraban junto a la N-301 «tres piedras llamadas miliarios», según carta a Gonzalo Arias de Enrique García Solana, quien a su vez, había recibido la noticia de un «comunicante» que localizamos en 2003, el veterinario y antiguo juez de paz rodense Alberto Gil, compañero de fatigas arqueológicas de Samuel de los Santos, quien nos confirmó, que aquellas piedras no eran sino las que estaban en el centro de La Roda (en una isleta en el arranque de la avenida que conduce al parque), que se trajeron al pueblo desde la Milaria a finales de los noventa, y que pertenecen a un leguario (base, fuste cuadrado y remate) donde en una de las caras se indica la distancia a Madrid (32 leguas) y en la otra a de Murcia (ilegible). Si hubo alguna otra piedra llevada con anterioridad a La Roda, como parece deducirse de las cartas del maestro de Munera (y de nuestro informante), se trata de un error o no existe constancia real del extremo (Alberto Gil Martínez-Herrera, Entrevistas, primavera 2003) Lostal Pros, J., 1992, nº 278, p. 275. Aún así, contraviniendo los testimonios de La Gineta y también incompatible con los 10 km primeros del «Camino de los Romanos», la presencia del miliario lleva la calzada en esta dirección (Abascal Palazón, J. M., 1990, p. 105), viéndose posteriormente consolidada (Sanz Gamo, R., 1997, pp. 235-239), con la única oposición de Gonzalo Arias (Arias, G., 1998, p. 20), y que iba a generar una confusión, que a veces se agravaba por el frecuente solapamiento del Puteis del Ravennate y la ad Puteas antoniniana, hacia un absurdo cruce del Júcar en ese punto (Abascal Palazón, J. M. y Lorrio Alvarado, A., 1999, p. 564). En nuestra opinión, el miliario de Los Pontones fue amortizado en la necrópolis tardoantigua, de igual manera que los de Cieza —emplazados en la misma vía— (Sillières, P., 1982, pp. 247-249 y 1990, p. 121), los hallados en la ruta de los Vasos de Vicarello en las necrópolis visigodas de Naquez (Linares) y Las Navas de

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San Juan (Ibíd., 1990, pp. 116-119), e incluso los reutilizados en Villaescusa de Haro, Cuenca (Palomero, 1987, p. 31). Alberto Gil Martínez-Herrera, Entrevistas, primavera 2003. En la década de los sesenta estuvieron inspeccionando «hileras de piedras» situadas en el camino, que no terminaban de asimilar con una calzada romana. «Sobre cincuenta centímetros», nos dijo un hombre de avanzada edad, en el zaguán de la Casa de la Sartén (1994). Blázquez Delgado, A. y Blázquez Jiménez, A., 1921, p. 73. Zarco-Bacas Cuevas, E. J., Relaciones de La Roda, 1927, p. 460. Santa María, comisionado de Coello, señaló el paso de la vía por la finca: «…siguiendo el romano –camino- por la posesión de D. Antonio Miranda, llamada de Los Prietos…» (Santa María, J, 1897, 7). Guarda viejo de la Finca. Alberto Gil Martínez-Herrera, Entrevistas, primavera 2003. El delicado estado de salud de D. Alberto le impedía acompañarnos a inspeccionar el sitio, tal y como hubiese sido de su gusto. Corchado Soriano, M., 1969, p. 148. A lo largo de estos años hemos conseguido medir el ancho de la vía entre bordillos, en dieciséis puntos distintos del recorrido; esto solo ha sido posible entre la Casa de Taberneros (La Roda, Albacete) y la Casa Buedo (Casas del Guijarro, Cuenca), es decir, fuera del ámbito de las reconstrucciones del sistema radial de finales del XVIII (carretera de Madrid a Valencia, en este caso) y, en realidad, de cualquier otra intervención moderna. Los resultados han ofrecido latitudes de 6,70 m en el 37,5% de los casos (6/16), arrojando el cómputo una media de 6,55 m, que nos permiten apreciar los datos obtenidos en La Losilla (6,70 m), es decir, la misma anchura con que se construyó la calzada romana. Santa María, J, 1897, p. 7. Santiago Palomero precisa que la ruta toma en Pozoamargo dirección a San Clemente, pasando cerca del posible emplazamiento de la mansio PUTEIS, que —creemos— identifica con Los Villares de El Simarro, donde existen materiales romanos. Las bazas principales de esta derrota son: el puente de tres ojos sobre el río Rus, un caput aquae en la Alberca de Záncara y los topónimos indicativos de La Miliaria (Vara de Rey) y del Camino Murciano entre San Clemente y el pago de Pierde Amigos, donde retomaría de nuevo el rumbo NW (Palomero, S., 1987, 112-113 y 1990, p. 356). Nuestro pensamiento se encamina al uso del puente por parte de la ruta que viene desde Saguntum-Valentia, por las ciudades de Kelin (Caudete de las Fuentes) e Ikalesken (Iniesta) que entra en la zona, por el Camino Nuevo Romano y Vara de Rey, corredor cuya importancia se mantiene hoy en día, acortando el tránsito entre Levante, la Meseta Sur y los accesos a Andalucía por los pasos de Sierra Morena y que no es otra que la C2 del Mapa Índice de vías romanas de Gonzalo Arias (Arias, G., 2005, p. 31) . Sobre este trazado, que hemos recorrido con interés en sus posibles acepciones y sin resultados, hacemos prevalecer la rectitud del descrito, sus infraestructuras y Relaciones

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en Vara de Rey, la adecuación espacial de yacimientos y la constancia del reconocimiento como «camino romano» del sector entre Villar de Cantos y El Villar de los Caballeros, por donde discurre —siempre por la orilla derecha del río—, factores todos que, como ya hemos expresado, hacen que nos decantemos preferencialmente por esta opción. 86 «Camino romano de Iniesta a Vara de Rey» de Coello, F. (1897, pp. 23-24) y el C2 de Arias del Mapa índice de El Miliario Extravagante, rev. 12-2004. 87 Zarco-Bacas Cuevas, E. J., Relaciones de Bala de Rey, 1927, pp. 154-156. 88 Ibíd., p. 156. 89 Un desvío hacia la Atalaya del Cañavate, que no iría por el valle del Rus, sino por las alturas, y que no acertamos a replantear topográficamente; iría a cruzar el Júcar por el Puente Talayuelas y se basa en los esbozos del «Segundo camino romano de la Provincia de Cuenca» de Coello (1897, pp. 20-21). 90 Santa María, J, 1897, p. 7. 91 Corchado Soriano, M., 1969, p. 143. 92 Zarco-Bacas Cuevas, E. J., Relaciones de Santa María del Campo Rus, 1927, p. 490. 93 Santa María, J, 1897, p. 7. 94 Palomero, S., 1987, p. 112. 95 Ibíd., 80; Lostal Pros, J., 1992, nº 247, p. 215. 96 El equipo multidisciplinar dirigido por los arqueólogos Juan Carlos Guisado di Monti y María José Bernárdez Gómez, con pulso inagotable, ha localizado y cartografiado, durante las últimas tres décadas, la práctica totalidad de las minas romanas de yeso especular de Castilla-La Mancha. Ello ha permitido revestir el fenómeno minero de su verdadera dimensión, intrínsecamente relacionada con la Vía de Segobriga a Carthago-Nova, puerto donde se embarcaba el mineral hacia múltiples destinos imperiales a lo largo de los siglos I y II d.C. Sus trabajos están disponibles en el sitio web: www.lapisspecularis.org/ 97 Palomero, S., 1987, p. 112. 98 Millán Martínez, J. M., 1995. Ubicada en una estribación de la Sierra de la Cuesta, con fortificaciones y hábitat destacado desde el s. IV al II a.C., donde ha sido excavada una necrópolis tumular. 99 Cornide de Folgueira, J. A., 1799, p. 154. 100 Arias Bonet, A., 1997, p. 33. 101 Palomero, S., 1987, p. 112. 102 Sánchez Sánchez, J., 2007, p. 65. 103 Palomero, S., 1987, p. 94; un puente del que sólo quedarían las cimentaciones de sus estribos bajo la corriente. 104 Santa María, J, 1897, p. 7. 105 Lostal Pros, J., 1992, nº 22, 41 y 50, pp. 30-31, 48-49 y 56-57 respectivamente. 106 Este panorama puede estar francamente alterado por el paso del Villuga nº 56 de Valencia a Madrid, documentado entre Saelices y El Hito, derrota que hasta finales del s. XVIII no se acercaría a la actual por Montalbo, con lo que las obras de fábrica pueden ser bastante modernas. 107 Ibíd., nº. 89 y 264, pp. 91 y 218-219. 108 Como romano, al menos en su parte inferior, con presencia de sillares romanos aguas arriba y anchura de paso igual

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a su longitud (5 m) lo identifica Manuel Durán: (Durán Fuentes, M. 2008: 219-220) 109 Carriladas, pavimentos de piedras concertadas, terraplenes, cunetas de desagüe, bordillos, etc. 110 Cornide de Folgueira, J. A., 1799, pp. 155-156. 111 Palomero, S., 1987, p. 127; es su IB.4. 112 Llamada en las Relaciones de Felipe II, Nuestra Señora de la Antigua: «una ermita que está entre el castillo y el pueblo a media cuesta, que parece edificio y tempo de romanos, y llámase Nuestra Señora de la Antigua». 113 Abascal, J.M., Cebrián, R. 2007: 257- 260. Fotos y calco reconstituido. 114 Ibidem, pp. 48-49, nº 41. 115 Concordancias de Livio: http://www.intratext.com/IXT/ LAT0142/FA4.html XXI, 1, 15 quinto deinde mense quam ab Carthagine profectus sit in Italiam XXI, 2, 16 legati qui redierant ab Carthagine Romam rettulerunt omnia XXI, 2, 19 reciperentur? Legati Romani ab Carthagine, sicut iis Romae imperatum XXI, 4, 38 perventum est quinto mense a Carthagine Nova, ut quidam auctores XXIII, 1, 5 dominos et ex Africa et a Carthagine iura petere et Italiam Numidarum XXIII, 4, 27 pacto mansit; nam subinde ab Carthagine allatum est ut Hasdrubal XXIII, 5, 34 Sub idem fere tempus et a Carthagine in Sardiniam classis missa XXIV, 2, 8 stipendio commeatuque ab Carthagine Hannibali transportaretur. XXV, 5, 23 ut quam prope liberi a Carthagine commeatus alerent, tamen, XXV, 6, 27b septingentis onerariis profectus a Carthagine satis prosperos ventos ad XXVIII, 4, 17b duabus quinqueremibus ab Carthagine profectus tranquillo mari XXVIII, 6, 32 animis, priusquam castra ab Carthagine moveret contione advocata XXVIII, 7, 36 in Africam nuntiatum ab Carthagine est iubere senatum ut classem XXVIII, 7, 36 sineret. ad eam rem et a Carthagine pecunia Magoni advecta est, XXIX, 1, 4 classem credere profectam a Carthagine cum qua absente Scipione XXIX, 2, 5 ferme diebus naves quae ab Carthagine ad Magonem missae erant XXIX, 5, 23 venerem - sensit, virginem a Carthagine arcessit maturatque nuptias; XXIX, 5, 25 barbari sunt priusque quam ab Carthagine subveniretur opprimi videbantur XXIX, 6, 35 advenit confestimque motis a Carthagine castris, haud procul Utica XXX, 2, 9 custodum Tyneta - abest ab Carthagine quindecim milia ferme passuum XXX, 2, 9 natura tutum et qui et ab Carthagine conspici et praebere ipse XXX, 2, 10 classis hostium est Uticam ab Carthagine petens.

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igitur omisso opere XXX, 3, 19a pervenit. ibi eum legati ab Carthagine paucis ante diebus in sinum XXX, 4, 19b ad eum quoque legati ab Carthagine revocantes in Africam, iis XXX, 4, 25 quadriremes, seu clam misso a Carthagine nuntio ut id fieret, seu XXX, 5, 29 Zama quinque dierum iter ab Carthagine abest. - inde praemissi XXX, 5, 30 hostium vidistis et nos ab Carthagine fremitum castrorum Romanorum XXX, 6, 36 posita, legatique triginta ab Carthagine ad Scipionem venerunt. XXXIV, 6, 60 hi profecti erant, cum a Carthagine legati bellum haud dubie XLI, 3, 22 Aesculapi datum esse. ab Carthagine legatos in Macedoniam missos 116 Abascal, J.M. - Cebrián, R. Op. Cit. pp. 261-262. Lostal Pros, J. Op. Cit. pp. 48-49, nº 41 y p. 50, nº 43. 117 Abascal, J.M. - Lorrio, A.J. «El miliario de Tiberio de Segóbriga y la vía Complutum-Carthago Nova», en Homenaje al profesor Montenegro. Estudios de Historia Antigua. Valladolid, 1999, pp. 561-568. En este artículo se afirma que el miliario fue descubierto en 1986 por A. J. Lorrio en Villas Viejas, a unos 6 km de El Hito. 118 Kienast, D. Römische Kaisertabelle. Gründzüge einer römischen Kaiserchronologie. Darmstadt, 1990, p. 78. 119 Abascal, J.M., Cebrián, R. 2007: pp. 260-262. Fotos y calco reconstituido. 120 El topónimo Calzada –salvo en las provincias de Ávila y Salamanca, indica prácticamente siempre vía romana. 121 Larrén Izquierdo, H., El castillo de Oreja y su Encomienda. Arqueología e historia de su asentamiento y entorno geográfico, 1984, pp. 84- 85 122 Del latín (via) carraria, ‘vía para carros’ 123 Documento de 7 de Octubre de 1250, apud Matellanes Merchán, J. V., 1999: 41 124 La etimología de Carabaña no nos da pistas concretas puesto que puede venir, lo mismo del latín *Caraccae balnea, ‘baños de Caracca’, lo cual estaría sustentado por la existencia de sus conocidas aguas medicinales; que del árabe kārawān, ‘caravana’, que da (Steiger, A., 1991: 296) el esp. antiguo caravaña. 125 Ravennatis, 313, 8-11 126 Unión Académica Internacional, Tabula Imperii Romani, Hoja K-30: Madrid, Madrid, I.G.N. 1993, pp. 81- 82. 127 Abascal Palazón, J. M., 1982: 79- 81. 128 Pérez Vilatela, L., 1990: 8-10. 129 CIL II 3068; LICS 197; HEp 4, 1994, 531; Abascal Palazón, J. M., 1999: 76-77. [- - - / - - -] / Saturni/nus / [pr]o salute / [C(ai) ?] Clodi / Quintilia/ni [v(otum) s(olvit) ?] 130 CIL II 3044 = CIL II 5854 = ILMadrid 103; Domitia / Fuscina / Fusci Me/tturicum / f(ilia) h(ic) s(ita) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) 131 Fotografías aéreas de la Complutum de San Juan del Viso, procedentes del SIGpac y fotointerpretadas fueron mostradas recientemente en las VIII Jornadas de Arqueología de la Comunidad de Madrid.

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DE EL BONILLO A MURCIA Y «DE NORTE A SUR: LLAMADO CAMINO DE LA CALZADA». UNA SOLUCIÓN AL ITINERARIO ANTONINO 31. FUENTES II

Ángel Plaza Simón1

Por motivos de espacio editorial este artículo se ha divido en tres entregas. En la anterior analizamos cuestiones básicas y comenzamos la descripción del Itinerario desde Lezuza hasta Gil de Moya. Remitimos a los lectores y lectoras a dicho artículo.

5. APUNTES SOBRE GIL DE MOYA Gil de Moya rotula, en la actualidad, un paraje, una casa, una fuente, una cañada y un lavajo (o navajo) (MTN- 789: Lezuza). El origen de tal denominación hay que buscarlo, como ha establecido Aurelio Pretel (PRETEL, 2001: 14, nota 3 y 2008: passim), en quien fuera Alcalde y auténtico «factótum del concejo» de Alcaraz, en «los años cincuenta o sesenta» del siglo XIII (id., 2000b: 258) y «uno de los más cualificados dirigentes de la oligarquía en este período» (id., 1986, 174) (fig. 1). Teniendo en cuenta que las élites alcaraceñas del XIII eran, fundamentalmente, poderosos «tratantes y dueños de ganado» (id., 2008: 166), es lógico pensar que dicho munícipe pudiera tener propiedades allí y que el «pago» de Gil de Moya —tal como se le llamará años después— estuviera ocupado desde mediados de ese siglo por algún tipo de explotación, fundamentalmente pecuaria, pues, incluso hoy en día, presenta óptimas condiciones para el desarrollo de una economía ganadera y agrícola. Esa misma idea es la que se desprende de la Cosmografía colombina, que afirma, a principios del XVI, que aquellas eran buenas tierras «de montes e de enzinares e Robledales (…) e savinares e tierras de labranzas» (COLÓN, 1517- 1523: tomo II, 131 y 143). La primera aparición documental del paraje, con tal nombre, se produce hacia 1441 en una delimitación de términos de Villanueva de Alcaraz (hoy «de la Fuente» y antigua Mentesa), El Bonillo, Munera y Lezuza

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promovida por un jovencísimo Juan Pacheco que ya empezaba a tomar posiciones en la zona (FRANCO SILVA, 2009). A la hora de amojonar el término de la última localidad, algo más amplio entonces que hoy, se expresan los siguientes hitos: «de la cueua el Lobo a la cabeça el Tocon e al poso de Gil de Moya e dende al puerto Mingote e a la cabeça del Tamaral e a la fuente del Puerco e al ojuelo del Reuellado e el vallejo arriba fasta camino viejo, e asi fasta do crusa el camino real con la senda de las torres» (ob. cit.: 761, doc. 2). Nótese lo que afirmamos acerca de las referencias en los deslindes medievales manchegos y la existencia de pozos junto a trazados históricos (PLAZA, 2009 y 2010: passim), pues, en este caso, la hitación se realiza sobre la vereda de los Serranos —desde el cerro de la Fuente junto a Las Zorizas— y el camino de Murcia —desde su cruce con la anterior en El Candalar— hasta Mingote (MTN: 789: Lezuza y SIG). La hipótesis de que este pago estuviera ligado, desde siempre, a la flor y nata ganadera alcaraceña, cobra más verosimilitud si tenemos en cuenta que Alonso de Busto Bustamante2, el 18 de diciembre de 1656, «vinculó la heredad llamada Casa de Busto, en el pago de Gil de Moya, término de Alcaraz», a través del testamento otorgado ante Gabriel de Narváez (LASSO de la VEGA, 1953: 394). En ese sentido, se sabe que a partir del siglo XV nuevos apellidos3 —como Bustos o Bustamante— desplazan, en Alcaraz, a las viejas élites concejiles medievales (PRETEL, 1978: 73). Sin ir más lejos, uno de los interlocutores del amojonamiento cuatrocentista es un tal bachiller Bustamante (SILVA, 2009: 763, doc. 2) y también encontramos unos ciertos Bartolomé y Juan del Busto en El Bonillo, hacia 1534, como testigos del acotamiento de una dehesa carnicera nueva en dicha localidad (PRETEL, 2001: 135- 164). Así pues, Gil de Moya, aún en el XVII,

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Figura 1: detalle de la carta bilingüe de compraventa de Sierra (Tobarra, AB) de 6 de marzo de 1268. Uno de los múltiples documentos del siglo XIII en que aparece el alcalde Gil de Moya. © IEA- Elaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

seguía perteneciendo a los prohombres de la ciudad manchega, posiblemente a través de vínculos familiares y herencias o, sencillamente, compraventas, por lo que parece un lugar estratégico. Sin embargo, hubo de tener un volumen demográfico irrelevante durante todos esos siglos. De hecho, su escasa población sería sólo la imprescindible para mantenerlo en explotación. Valga como ejemplo, aunque tardío, la cifra oficial de 6 habitantes, en ese lugar, que arroja el Nomenclátor en 1858 (Nomenclátor, 1858: 21).

5.1. ENCUADRE ADMINISTRATIVO EN EL SIGLO XIII Tras la definitiva colonización castellana en 1213, se observa en el alfoz de Alcaraz una temprana y particular organización en parroquias bicéfalas, con iglesias en cada núcleo, en las cuales una puebla actúa como cabecera y otra como anexo (AYLLÓN, 2008) (PRETEL, 1986, 2000a, 2001 y 2008: passim). Aunque así se reactivó la vida de un gran número de lugares dentro del común de villa y aldeas, «repoblación a golpe de parroquia» como la denomina Ayllón, eran muy menguadas las competencias que el concejo matriz les otorgaba, con muy contadas y limitadas excepciones

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(ob. cit.). Ya se han señalado las discriminaciones, abusos e incluso humillaciones4, a las que Alcaraz sometía a sus pueblas, reproduciendo un esquema cuasi-feudal en las que la villa, algo después ciudad, era el «señor» y las aldeas «siervas» (ob. cit.). Estas parroquias rurales, a su vez, articulaban un indeterminado número de caseríos poblados y quinterías dispersas, en una pequeña circunscripción que abarcaría las exiguas posesiones de sus escasos vecinos. Tales términos parroquiales bien pudieron ser expresos, como sugiere, por un lado, el propio Fuero de Alcaraz en su Libro II, ley XXX «de los conceios contendientes sobre terminos»5, y, por otro, el privilegio de diezmar que aún observamos hacia el XVIII, en parroquias medievales, hoy despobladas, de Villarrobledo, como Villarejo de San Nicolás, Fuente del Espino o Villabachos (ESPINAR, 1998: 181-185), de modo análogo a lo observado del lado santiaguista (ESCUDERO, 2001: 106-109) 6. Excluyendo el conocido y publicado caso de Munera, equiparable a los anteriores, u otros cuyos avatares serían distintos, como los de Ossa de Montiel o Peñas de San Pedro, que alguna vez pertenecieron a Alcaraz y, efectivamente, parece que tuvieron términos detallados (RODRÍGUEZ LLOPIS & PRETEL, 1981) (PRETEL, 1975b, 1986, 2000b y 2008: passim), desconocemos

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si los amojonamientos del XIII, para las pueblas mencionadas, quedaron reflejados por escrito en algún tipo de documentación. Lo que sí sabemos es que, en esta centuria, «las parroquias (...) se constituyen como verdaderos ejes en torno a los cuales se organiza la vida civil y religiosa de los habitantes» (AYLLÓN, 2008: 111), aunque la ascendencia de tales pueblas, sobre pagos aún más pequeños, siempre sería muy limitada y sometida al control férreo y omnipresente de Alcaraz. A pesar de ello, «los clérigos locales asumen (...) una función con resonancias administrativas (...) se les transfiere un cometido fundamental en la conformación y control de las diferentes áreas urbanas y rurales. Todos los pobladores habrán de pasar por las parroquias —y por añadidura al término de la misa mayor— para inscribirse en el correspondiente registro, cuyos límites entre las esferas política y eclesiástica son inexistentes. No importa que los vecinos se instalen en aldeas o caseríos lejanos: en cualquier caso habrán de quedar adscritos a la respectiva parroquia rural o urbana. A esta labor administrativa (...) su nivel educacional les convertía en figuras favorables como testigos de escrituras privadas y actos públicos (...) su condición de religiosos reforzaba la validez de los escritos y los hechos refrendados, de los símbolos y de los ceremoniales empleados» (AYLLÓN, 2008: 164- 165). Ese debió ser el caso del pago de Gil de Moya: desde su revitalización por el homónimo alcalde alcaraceño hubo de estar directamente sujeto a la jurisdicción de Susaña o Villalgordo, pueblas cercanas con parroquia (fig. 2a y 2b), hasta su despoblación definitiva. En suma, ya es bien llamativo, en esta zona, que a una anodina casa de labor le podamos seguir la pista histórica y documental desde tan temprano, lo que parece indicar que, aunque pequeño, es un lugar de

amplia tradición ocupacional. Tras las citas de 1441 y 1656, no volvemos a encontrar este paraje hasta 1785, fecha en que, en el Censo de Floridablanca, se le cita como granja de señorío secular, en la provincia de La Mancha y término de El Ballestero (Nomenclátor, 1789: 290). De idéntica manera vuelve a aparecer en Miñano y Bedoya (MIÑANO, 1826: tomo IV, 317), en Madoz (MADOZ, 1847: vol. VIII, 420) y otras obras de consulta y diccionarios de la época, pues todos estos autores parece que sacaron los datos de dicho Censo. También encontramos la mencionada Casa de Bustos (y no «de Beatos», como aparece en ciertos mapas), en Madoz (MADOZ, 1847: vol. VI, 10). Tal caserío, que, obviamente, recibe su nombre de la referida familia, se encuentra al proyectar hacia el sureste el camino de Murcia. Junto a él son del máximo interés el «camino de las Pontezuelas» y «Mingote», pues, cuando se buscan posibles itinera romanos, nunca viene mal un camino cuyo nombre, quizá, haga referencia a infraestructuras propias de vías antiguas. Y, mejor aún, si señala un lugar cercano donde hay un yacimiento: «El Ballestero (...) ha sido lugar de asentamiento y de frecuente paso de culturas prerromanas. Esta civilización se manifiesta a través de restos arqueológicos en la necrópolis ibérica del Ojuelo y en el Villar de Pontezuelas, así en lugares más apartados como Villaverde, El Campillo y Villalgordo» (CABEZUELO, 2007). Con tal afirmación, de paso, no hace falta suponer presencia humana de aquella época —como hicimos en la entrega anterior— en los despoblados medievales de Villaverde y Villalgordo (AYLLÓN, 2008: passim) (PRETEL, 2000a, 2001 y 2008: passim) que tanto estamos mencionando, pues, el malogrado investigador de El Ballestero, Miguel Ángel Cabezuelo, lo confirmó en un trabajo que desconocíamos. No obstante, para la caracterización de nuestro camino, nos interesa ahora

Figuras 2a y 2b: Parroquias bajomedievales albaceteñas: 1. Restos de la iglesia parroquial de san Miguel (s. XIII) en el despoblado de Susaña (El Bonillo, AB), conocidos como paerazo San Miguel. © Foto: Ángel Plaza Simón. 2. Ermita de la Virgen de la Encarnación (s. XIII) en el despoblado de Villalgordo (Robledo, AB). © Wikipedia, dominio público.

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el segundo topónimo, Mingote o Puerto Mingote en 1441, que ya nos ofrece un referente viario.

5.2. EL CAMINO A MURCIA, DESDE MINGOTE HASTA TIRIEZ (MTN- 789: LEZUZA, 815: ROBLEDO Y SIG). DESCRIPCIÓN La primera explicación obvia del microtopónimo, es que se trate de una aféresis despectiva del nombre propio de persona (NP) Domingo/ -a. Juan Antonio Frago apuntó a la vulgarización que se dio, en época medieval, de ese onomástico y de su apelativo Mingo (FRAGO, 2000). Este hecho, a priori, explicaría su enorme abundancia como topónimo patronímico. Tal posibilidad pasaría por ser la más lógica, si no fuera por la concentración de «mingos» en muy poco espacio, como Mingote, Mingorrodrigo, Menga, Mingorrubio, etc., su disposición junto a vías de comunicación de uso romano y la falta de personajes históricos a los que poder vincularlos claramente, lo que nos obliga a pensar en otras alternativas. Así, por ejemplo, encontramos que los compuestos de mingo- y mingason abundantes en la toponimia riojana (GONZÁLEZ BLANCO, 1987: 347-349), incluidas sendas (en significativo femenino) Mingorrubio y un Mingote, como en las inmediaciones de Lezuza, y no todos son fácilmente explicables como NP. Incluso existe un revelador Mingo Romanas, en el municipio de Galilea (ob. cit.: 348), que nos hace decantarnos por la explicación que encontró el historiador belviseño Fernando Jiménez de Gregorio, a los mingos, como señales, hitos o mojones (JIMÉNEZ DE GREGORIO, 1993: 232), y, más en concreto, miliarios o miliarias romanas. Adicionalmente, encontramos sendos «mingotes» en Cartagena y Molina de Segura (GONZÁLEZ & GARCÍA, 1999: 415), zonas de indudable población finisecular, y curiosamente —o quizá no tanto— hay restos de un taller de cantería romano en el cabezo de Mingote en Los Nietos (Cartagena) (ANTOLINOS, 2005). Si pensamos que un mingo pudo ser un indicador viario, son interesantísimas, en ese sentido, las piedras miliarias halladas en Peromingo (Salamanca) (GRANDE, 1980), pues no es difícil vincular el primer componente del topónimo (pero-) con piedra, aunque la inercia y la lógica nos invite a buscar, como prohombre de tal localidad, a un tal Pedro Mingo o Domingo, posiblemente legendario. Sin pretensión de ser exhaustivos, en Ávila encontramos más ejemplos del uso del topónimo, seguramente relacionados, en una vía antigua que atraviesa los puertos de Menga y Pico, analizada por María del Rosario Hernando (HERNANDO en MANGAS & NOVILLO –coords.-, 2008). Pero más definitivo, y pertinente para el ámbito estudiado, es referir que la ruta de los Vasos de Vicarello, antes de entrar en Libisosa, atravesaba el mencionado paraje de «les collines de Mingorrubio» (SILLIERES, 1990: 268), que, pasada la Colonia romana y ya según la información de Martínez Carnero en 1859 (SÁNCHEZ

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SÁNCHEZ, 2008: 38), marchaba por una cañada de la Menga, y que, junto a Gil de Moya, discurre por el paraje llamado Mingorrodrigo (MTN- 789: Lezuza y SIG). Abundando en este significado, encontramos que la conocida expresión «poner el mingo», recogida por María Moliner en el sentido de «sobresalir entre los demás» (FRAGO, 2000: 379), también podría estar relacionada, figuradamente, con el mingo como hito señalado y difícilmente superable. Incluso, por su evidente connotación fálica, los vulgarismos mingo o minga referidos al pene -usados en La Mancha y que evocan, en su versión femenina, cierto estribillo de una popular jota muy salaz- aludirían a esa acepción perdida de mojón o hito. Asimismo, asociado al valor de punto sobresaliente, estaría el significado apuntado por Guillermo García Pérez (GARCÍA PÉREZ, 2003: 108- 109), que vincula el término con determinados orónimos, como ciertos Minguetes, Mingazos o Mingorrubios, entre otros. En definitiva, aunque en toponimia es aconsejable estudiar cada caso particular, creemos que, en el entorno de Lezuza, El Ballestero y El Bonillo, la principal acepción de los compuestos de mingo- y minga- hace referencia a miliarios, mojones, hitos o, en definitiva, elementos de señalización caminera. Una segunda opción, derivada de la anterior, daría cuenta de ciertas elevaciones, sobre el terreno circundante, que actuarían como referente visual. Y por último, lógicamente, no es desdeñable la posible alusión al NP Domingo o Dominga aunque, para certificarla, siempre sería deseable encontrar documentación asociada al teó-

Figura 3: entramado caminero en torno a Mingote en cartografía de 1889. © IGN- Elaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

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rico personaje aludido. Nuestra conjetura, en el caso concreto del Puerto Mingote, alcanzaría mayor grado de certeza si supiéramos de restos arqueológicos en dicho lugar, cuestión que desconocemos. Desde Mingote, utilizando el MTN- 789 y los SIG (fig. 3), constatamos que el camino de Murcia lleva paralelo un significativo camino del Cristo y alcanza un lugar conocido como cabeza de Villaverde, junto a un cerro Villalba, en cuyas inmediaciones está el Villar de las Pontezuelas. No es descabellado relacionar tales nombres —Villaverde y Villalba— con posibles restos de poblaciones, o villares, que deberían ser constatados in situ. De hecho, una Villalba no es más que una Casa Blanca, topónimo asociado, casi indefectiblemente, a yacimientos romanos por todo el mapa peninsular y que, en las inmediaciones, hallamos representado, por ejemplo, en El Bonillo (SORIA, 2000: 179- 180), Golosalvo (SANZ, 1997a: 105) o Villarrobledo (entrega anterior). Algo más al sur de Villalba queda la cabeza del Tamaral, mencionada en la hitación de 1441. Por esa zona, junto a cabeza de Villaverde, el camino de Murcia muda su denominación por la de c. de los Bataneros y se cruza con otra vía que proviene de Lezuza, y ostenta sendos nombres bien sonoros y de resonancias camineras antiguas: c. de los Borriqueros de la Torca y c. de los Batanes de Villaverde. Todos ellos han de referirse a los batanes sobre los ríos Jardín y Pesebre, que han dejado testimonio de su presencia en el MTN (MTN- 815: Robledo). Desde allí enlazamos, mediante un innominado «carril», con el llamado c. de El Ballestero a Balazote y con la vereda de los Valencianos. Aunque sobre el mapa o el satélite no es fácil seguirle el rastro, también es posible que, desde Villalba, el presumible camino romano llegara tan al sur como a Arteseros, según sugieren un cerro del Pedregal7 y un Vado Blanco antes de llegar a ese paraje. Y desde tal lugar, por el llamado camino real de Arteseros, subimos hasta la Venta Segovia atravesando una cuesta de Mata Mulas y un sitio llamado El Platillo, obviamente derivado de al- balāṭ (del ar. «la calzada» o «el palacio»). Igualmente, desde allí y a través de una maraña de nombres llamativos (c. de los Centenares, de las Pontezuelas, del Platillo, etc.), también se podría relacionar el itinerario de subida con la vereda de los Valencianos, vía pecuaria por las inmediaciones de la venta. Sin duda, Arteseros puede ser un lugar interesante, desde la óptica arqueológica, aunque tampoco conozcamos la existencia de hallazgos allí. Sobre el entramado viario, muy clarificadores son los apuntes de Madoz: «a la parte del N. y O. de Alcaráz, á dist. de 3 leg., se ve el camino de los romanos, de 12 varas de anchura, que se conserva aun empedrado en muchos sitios: viene desde Cádiz para Alicante, pasando por Villamanrique, Albaladejo (ambos de la prov. de Ciudad-Real), Viveros, Ballessero [sic], y por la loma de Arteseros entre Chinchilla y Peñas de San Pedro» (MADOZ, 1846: tomo I, 427). Y sobre el propio paraje:

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«venta en la prov. de Albacete, part. jud. y term. jurisd. de Alcaraz: SIT. en la loma de su mismo nombre, camino real de Andalucía y la Mancha, para Murcia y Valencia» (id.: tomo VI, p. 10). Hasta El Ballestero es indudable que está describiendo el trazado tradicional de la vía Hercúlea, tal y como quedó reflejado en todos los estudios que referimos en la entrega anterior. Pero ese camino llega a la Colonia libisosana sin pasar por Arteseros, por lo tanto, el camino romano (o real) que describe desde allí, es el paralelo, que viene de Alcaraz, y en ese tramo es conocido como real de Arteseros (figs. 4 y 7). También, con esta reconstrucción, solventamos la continuación del camino de Murcia, hasta Venta Segovia, que Arias no veía clara, como adelantamos en la entrega anterior. En Venta Segovia encontramos otra de las paradas romanas indiscutibles del trayecto. Allí existen restos constructivos, cerámica del Bronce, de importación (ánforas greco-itálicas), ibérica (gris y con decoración geométrica) y romana, especialmente tegulae, además de otros hallazgos metálicos indeterminados (ÑACLE & VELASCO, 1993: 66) (SANZ, 1997a: 233 y 2002: 359) (SORIA, 2000: 297- 299) (SANZ & GAMO, 2006: 153). Sánchez Jiménez ya excavó en la zona, en 1952, según su cuaderno de prospecciones inédito, y halló un poblado y una necrópolis arrasada por el expolio (SORIA, 2000: 297- 299). Desde este yacimiento llegamos a Tiriez, en cuyas inmediaciones existen odónimos de interés: c. real de Arteseros, vallejo de Carretas, c. de los Carros, c. viejo de los Carros, etc. Hasta aquí esta descripción itineraria casa relativamente bien con la hitación de 1441 y, aproximadamente, con algunos límites municipales actuales. Pero si fijamos en un mapa los puntos reseñados, añadimos otros caminos antiguos, yacimientos romanos conocidos y ciertos topónimos sospechosos (fig. 4), lo más sorprendente es advertir el orden en que están dispuestos, con vértices y ejes bien definidos. Ello sugiere que podríamos haber detectado indicios de centuriaciones, en las cercanías de Lezuza, que toman la vía Hercúlea como eje principal; o, cuanto menos, una disposición de los caminos deliberada, claramente racional y estudiada, muy al gusto romano. Incluso podemos pensar si, más que miliarias, los mingos mencionados no eran otro tipo de indicadores, como termini situados en las intersecciones de las propiedades. Llegados a Tiriez y obviando la abundante presencia de yacimientos del Bronce Manchego, que no sorprende por seguir la tónica general de la provincia (GILMAN et alii, 1997) (VV. AA., 2008) y no es objeto de nuestro estudio ahora, sabemos que el entorno de dicha localidad estuvo poblado desde muy antiguo, como sugiere su interesante conjunto funerario orientalizante, fechado en el s. VIII a. C. (SORIA, 2000: 78), y contradice lo afirmado en la memoria descriptiva de la Agenda 21: «Tiriez es una pedanía de Lezuza que tiene una historia muy reciente» (AYUNTAMIENTO DE LEZUZA, 2007: 8). No es nada raro encontrar, en

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Figura 4: principales vías, yacimientos y topónimos de la zona que podrían coincidir con indicios de centuriaciones. © IGNElaboración gráfica, Ángel Plaza Simón.

los pueblos de esta zona, afirmaciones categóricas de ese cariz, que evidencian un deficiente conocimiento del propio patrimonio, pues ya García Solana refirió brevemente el hallazgo de doce grandes ánforas ibéricas en la Casa Berruga, inmediata a Tiriez, hoy depositadas en el Museo Arqueológico Provincial (GARCÍA SOLANA, 1963- 2004: 130 y 1966: 90) (fig. 5). El topónimo Berruga (con /b/) es abundante en la zona y, especialmente, dentro del TM de Villarrobledo, donde se certifica hasta siete veces en las inmediaciones del casi inédito complejo arqueológico de la Fuente del Espino (MTN- 763: Sotuélamos y SIG). Descartamos su origen en el apellido Berruga, bien conocido por sendas ramas familiares en la ciudad mencionada y en La Roda8, aunque no compartimos la idea de Pretel de que esté relacionado con los buruŷ o torres de época islámica (PRETEL, 2007: 111). Más bien pensamos en una pervivencia del lat. uerruca, cerro medianamente elevado y de característica forma redondeada, que recibe su nombre por su similitud con ciertas lesiones cutáneas causadas por el virus del papiloma humano, o verrugas. De hecho, junto a aquellas «berrugas» mencionadas en Villarrobledo, encontramos un bellísimo ejemplo de la afirmación de Corchado, acerca del antiguo bilingüismo -árabe y romance- en La Mancha (CORCHADO, 1976: 30), puesto que existe un revelador Almorchones («cerros

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de forma redondeada»), cuyo significado podemos considerar la adaptación exacta de uerruca, en lengua mozárabe o arábiga, de un término, a su vez, supuestamente prerromano (GORDON, 1993: passim). Y todos ellos, almorchones y berrugas, conformando pequeñas cordilleras de cerros altos, redondeados y achatados, denuncian ya el inicio del Campo de Montiel geográfico (que no el histórico) dentro del propio TM villarrobletano (RINCÓN et al.: 1996 y 2001) (MTN- 763: Sotuélamos y SIG). Quizá la orografía trazada no sea suficientemente abrupta como para ser digna de un estudio detallado. Pero el escalón del Campo de Montiel tópico -tierra doblada que diría Hernando de Colón- y el balcón que supone sobre la Llanura manchega -no menor paradigma hispano de la extensa planicie-, creemos que tiene bastante mayor importancia para la Arqueología del paisaje, a la hora de definir los siempre borrosos y problemáticos límites entre pueblos, etnias y culturas antiguas. Respecto al almorchón tirieceño, sabemos que procede de allí una interesante bulla romana decorada con un águila de alas desplegadas, entre otros materiales metálicos conocidos (ABASCAL & SANZ, 1993b: 24), y que, de las prospecciones y excavaciones llevadas a cabo en la Casa Berruga, ya se han publicado diversos resultados aquí y allá (léase, p. ej. ÑACLE & VELASCO, 1993: 66- 67, SANZ, 1997 y 2002: passim).

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Figura 5: tinajas ibéricas de Tiriez según imagen de la revista Saitabi en 1966. © Revista Saitabi- Foto: Enrique García Solana.

Por último, Martínez Pérez y Martínez Inclán incluyen en su notable estudio numismático, como procedentes de la zona Tiriez- Balazote, un semis de Cartago-Nova y otro de Belikio (posiblemente Azuara, Zaragoza), 4 ases de Castulo, 2 de Arse (Sagunto), 2 de Roma y uno de Ikalensken (posiblemente Iniesta, Cuenca), y dos denarios de Roma, entre las monedas previas a la reforma de Augusto, que son las que más pistas nos pueden dar sobre el origen y trasiego de personas y mercancías (MARTÍNEZ & MARTÍNEZ, 1989: passim). La presencia de una moneda de la lejana Belikio viene a reforzar la noticia, conocida a través del Itinerario A- 31, sobre la conexión viaria de la zona con el Medio Ebro (SAAVEDRA, 1862: 77) (ROLDÁN HERVÁS, 1975: 94-95). También, en ese sentido, son notables las presencias de ases de Castulo y Sagunto, que sugieren la lógica conexión con la ruta de Vicarello, las de Cartagena, que refuerzan la noticia sobre la interconexión viaria en Saltigi con la llamada vía del Esparto, y la de una moneda de la siempre discutida ceca de Iniesta, en tanto que la salida de la provincia de Albacete del A-31, sugerida por Palomero, discurre por allí precisamente (PALOMERO, 1987: 137-187). Respecto a su cronología, estos hallazgos llevan a Rubí Sanz a afirmar que la vía (en realidad se refiere al camino de Aníbal, pero también se puede vincular con la que caracterizamos ahora), ya es usada entre el 211-208 a. C. (SANZ, 1995: 341). Por tanto Tiriez, rechazando su presunta modernidad, constituye otra indudable statio romana, y no precisamente de menor importancia. Así, en primera instancia, Sillières propuso en 1977 el paso de la vía de Castulo a Saetabis por Tiriez, remontando el valle del río Lezuza (SILLIÈRES, 1977: 63-64). Sin embargo, en 1990 afirmó que «la prospection aérienne à basse altitude nous a permis de rectifier le tracé proposé en 1977 (...) et de constater que la voie ne faisait pas le détour par Tiriez, c’est-à-dire qu’elle ne suivait pas la vallée du Río de Lezuza, mais qu’elle traversait ce ruisseau et gagnait presque en ligne droite le Castillo de Lezuza» (id., 1990: 268). En realidad, ambas solu-

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ciones son posibles y no descartables mutuamente: no es ilógico que una calzada remontara el río Lezuza, desde Tiriez y la Casa Berruga, para comunicar ese yacimiento con la Colonia y como referente de la hipotética centuriación u ordenación viaria racional. De hecho, esa vía romana ya la describió García Solana en 1963, refiriendo tramos empedrados de piedra y guijarro cogidos con argamasa fortísima (GARCÍA SOLANA en ARIAS —coord.—, 1963-2004: 130), y, como tantas informaciones del periodista munereño, ha pasado casi inadvertida. Y también es posible que desde las Vandelaras (de Arriba y de Abajo) o La Yunquera, se pudiera acceder directamente al Cerro del Castillo por otra calzada que, incluso, podría subir por El Molar, El Tocón, Casa de don Camilo, Pardales, Casa de Francho Benigno, Loma Escalona (sobre este microtopónimo referido a calzadas, cf. PLAZA, 2010: 49) y El Cucharro (otro nombre interesante que analizaremos en su momento), para bajar hasta Lezuza, configurando otro cardo, otro vértice y otro decumano de la supuesta parcelación colonial que, cada vez, nos parece menos teórica (fig. 4). No obstante, para caracterizar la ruta que ahora estudiamos, nos interesa más la etimología de Tiriez.

5.3. TIRIEZ, ¿UNA FACTORÍA TEXTIL ANDALUSÍ? Para los tirieceños, la denominación de su pueblo provendría del berebere tieret, «paso de ganado», a semejanza del nombre de una localidad argelina (DIPUTACIÓN DE ALBACETE-AYUNTAMIENTO DE LEZUZA, 2007: 8). Desconocemos en qué se fundamenta esta etimología; pero es cierto que, además de la ciudad argelina identificada con la Tingurtia romana, cuyo nombre tamazigh parece ser Tihert o Tahert, existe otro Tieret (o Tiaret) en Túnez, en la Gobernación de Tatouine (Taṭāwīn) Dicho nombre es bien familiar para los amantes de la saga Star Wars, pues, en esa región, George Lucas rodó escenas memorables y su nombre influenció sensiblemente la denominación del planeta natal de Skywalker (Tatooine). Independientemente de un imposible encuentro con jawas o tusken raiders en Tiriez, si se nos permite la broma, y de que Pocklington, recientemente, ha sugerido su difícil aunque posible vinculación con un teórico possesor —Tertius— de la villa romana cercana (POCKLINGTON, 2010), pensamos que su nombre está relacionado con al-tīrāz, «el brocado, bordado, etc.» (raíz *ȚRZ, cf. CORRIENTE, 1997: 327) y, más en concreto, con la presencia de un obrador textil hispanomusulmán ubicado en tal localidad. En tal sentido, es bien conocido que se estableció una primera dār al-tirāz (lit. «casa del bordado») o real fábrica textil, en Córdoba, cuyos restos arqueológicos parece que están bajo la actual estación de ferrocarril (ARJONA & MARFIL, 2004). Asimismo, en tiempos califales se abrieron más factorías en distintas locali-

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dades y, entre ellas, consta la existencia histórica de una fábrica oficial en Chinchilla (SERJEANT, 1942: 175) (SALADRIGAS, 1998: 82). De hecho, la alusión a la celebre industria textil chinchillana, es una constante en los autores musulmanes. Por ejemplo, Muḥammad Abū’lQāsim Ibn Ḥawqal, en su Opus geographicum de 978, ya ensalza las alfombras de Chinchilla como «similares a las mejores y más caras alfombras de producción armenia» y el poeta cordobés, Abu-l-Walid al- Sāqundi, afirma que «Murcia [Tudmīr] es también celebrada por las alfombras de Chinchilla que son exportadas a todos los países del Oriente y del Occidente» (PACHECO, 1984) (PARTEARROYO, 2003). Por su parte, al-Idrīsī la celebra «como villa murada, rodeada de huertos y con un inexpugnable castillo. Nos la presenta, además, como muy industriosa, célebre en el mundo islámico por sus inimitables tapices de lana y sus hermosas e inteligentes mujeres» (VILAR, 1977: 56) (PACHECO, 1984: 17) (fig. 6). Pero la propia Silvia Saladrigas ya apunta la existencia de numerosos «talleres privados vinculados al tiraz oficial que a la vez realizaban trabajos por encargo para clientes concretos o elaboraban sus propias piezas que vendían directamente» (SALADRIGAS, 1998: 82). Con estos precedentes ya no creemos una casualidad que la conexión viaria entre Chinchilla —la factoría oficial— y su presunta subcontrata —Tiriez— se produjera, precisamente, a través de una población —Balazote— que recibió un nombre andalusí tan oportuno, para los menesteres textiles que estamos hilvanando, como calzada o palacio de la Lana o Balāt as- Ṣuf, y, para mayor abundancia, que existieran muchos batanes cercanos. Esto explicaría, satisfactoriamente, por qué la vía hasta Lezuza —que obviaba Balazote y Tiriez— y con ella la propia Colonia, aunque no quedara yerma, perdió tanta impor-

Figura 6: castillo de Chinchilla de Monte- Aragón. © Wikipedia, dominio público.

tancia caminera en época hispanomusulmana, como adelantamos en el artículo anterior. En definitiva, el topónimo albaceteño de Tiriez hay que relacionarlo con otros ejemplos hispanos similares, como el llamado vicus Atirez o Tiraciorum cordobés, donde se ubicaba la iglesia de San Zoilo que contenía el sepulcro del célebre Esperaindeo, importante referente mozárabe en la capital emiral y califal, y que estaba, para salir de dudas, en el arrabal de los bordadores (rabad al- tarrazin) (cf., p. ej. GARCÍA GÓMEZ, 1965, VALLVÉ, 1986: 231 o ARJONA, 2003). Y quizá habría que vincularlo, de igual manera, con el despoblado medieval de Atirez o Atarez, en Villacañas (Toledo) (CORCHADO, 1976: 47), donado en 1162, junto con Quero, Chitrana (ermita de la Virgen de Criptana, Campo de Criptana, CR) y Villa-Ajos (ermita del Cristo de Villajos, Campo de Criptana, CR) (GONZÁLEZ GONZÁLEZ, 1960: 560) (CORCHADO, 1965 y 1976: passim), despoblado ya en 1575 (VIÑAS & PAZ, 1971: 686), pero que ha quedado perpetuado en el nombre de una laguna de Tirez donde, por cierto, también hay yacimientos romanos (MUÑOZ VILLARREAL, 2005). Pero lo curioso del caso es que, el Tiriez de Albacete, está también conectado con Alcaraz por la vía —mencionada más arriba— a través de Villaverde y Villagordo, de uso, al menos, romano (FRANCO SÁNCHEZ, 1995: 252-255) (PRETEL, 2008: passim). El hecho de que sea muy sensiblemente paralela a la ruta de los Vasos de Vicarello, hace pensar en que fuera otro referente en la plausible centuriatio, u ordenación viaria, de Libisosa (fig. 4), por lo que merecerá, en el futuro, un mayor detenimiento en su estudio. Y en Córdoba, aún en el siglo XV, eran celebradas las alcatifas de Alcaraz, que, junto a Chinchilla, era uno de esos «cuatro o cinco centros peninsulares que, iniciados en la confección de alfombras durante la época musulmana, habrían continuado funcionando tras la reconquista cristiana» (CÓRDOBA, 1990: 134-135). Sobre la industria textil hispanomusulmana en la actual provincia de Albacete, principalmente procedente de centros como Alcaraz, Chinchilla, Liétor y Letur, existen abundantes referencias dispersas, entre las que recomendamos, para ilustrar mínimamente el tema, las ya mencionadas y otras como PRETEL, 1975a, SÁNCHEZ FERRER, 1981 o, recientemente, MNAD, 2002.

5.4. MÁS REFERENCIAS CAMINERAS El entramado viario pergeñado no dejaría de ser una construcción teórica, más o menos ingeniosa, si no existiera, como adelantamos en el trabajo anterior, una fuente del siglo XII (AL-IDRĪSĪ & MIZAL, 1989: 92), que viene a darle cierta factibilidad. Recordemos que el cartógrafo y geógrafo ceutí refiere un itinerario entre Chinchilla, Balazote y San Felices (Ossa de Montiel) —la población andalusí de Iqlīŷ—, que, entre las dos últimas, creemos que se hacía por Tiriez, Venta Segovia, Arteseros, Gil de Moya, Susaña, El Bonillo y Ossa

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de Montiel, y es de uso, como mínimo, romano (fig. 4). Para reforzar esta teoría, podemos añadir lo afirmado sobre la ruta comercial andalusí, entre Chinchilla y Córdoba, por la calzada de la Lana de Balazote a Tiriez. Por ello, no podemos compartir la afirmación de Jassim Abid Mizal acerca de que, hacia el XII, se habían abandonado las viejas calzadas romanas y se construyeron nuevos caminos (ob. cit.: 22- 23). Al menos en este caso, este itinerario andalusí parece trazado sobre una vía antiquísima, revitalizada, sin ningún género de dudas, por el comercio textil hispanomusulmán. Sin

que estamos describiendo. Es recogido, asimismo, en guías itinerarias posteriores con mínimas diferencias: así aparece, p. ej., en Meneses en 1568, bajo el epígrafe de c. de Barcelona a Sevilla (MENESES, 1605: XV verso-XVI recto), y en Turquet en 1604, como c. de Valence a Cordoue et Seuille (TURQUET, 1604: 224). Con pequeños cambios de grafía en sus etapas, es indudable que se trata del mismo tramo, pero ya es curioso observar que, frente a los autores hispanos, el único que recoge correctamente el nombre de Viveros (Viueros) es el afamado médico y químico suizo, y que todos reproduzcan penosamente el de Chinchilla (Gingila y Configlia). Venta de San Pedro-Palacio de los Llanos

Figura 7: entramado caminero en torno a Venta Segovia en cartografía de 1889. © IGN- Elaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

embargo, entendemos que existan reticencias a asumir totalmente esa bajada hasta Arteseros, por Venta Segovia, y una nueva subida hasta Gil de Moya, por mucho que trace, perfectamente, un viaje por la parcelación colonial libisosana. Para salir del atolladero, una fuente caminera del XVI viene a aportar mayor solidez a nuestra construcción teórica y, nuevamente, resulta describir una ruta antigua (ROLDÁN HERVÁS, 1975) (URIOL, 1985) (PLAZA, 2009 y 2010). 5.4.1. El camino de Barcelona a la Cartuja de las Cuevas

Existe cierto itinerario de Villuga, desde Barcelona a la Cartuja de las Cuevas (Sevilla) o Villuga 14 (VILLUGA, 1546: s. n.), que discurre por Gingila, Ventas de S. Pedro, Santanna, Balacete, Venta de Segouia, Fuentezillas, Vineros y Villa Nueua d’Alcaraz, y sugiere, genéricamente, un itinerario que usa la ruta de los Vasos de Vicarello pero obvia Lezuza, tal y como el

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El tramo de la célebre calzada romana, usado en este camino de Villuga, atraviesa Chinchilla y llega a la Venta de San Pedro, igual que el Villuga 52 (de Alicante a Ciudad Real) mencionado en el artículo previo. Chinchilla no sólo es la ubicación tradicional de Saltigi por motivos teóricos, por su acumulación de hallazgos de importancia o porque, más o menos, viene bien a todos los investigadores para sus propuestas. En ese sentido, léanse, por ejemplo, los interesantes artículos y contra-artículos, réplicas y contra-réplicas de Carlos Caballero, Gonzalo Arias, Santiago Palomero y Rubí Sanz, que sobre la identidad Chinchilla=Saltici o Saltigi, entre otras cuestiones, se publicaron en el Miliario extravagante (CABALLERO, 1996, 1997a y 1997b) (ARIAS, 1996 y 1997a, 1997b y 1997c) (PALOMERO, 1997a y 1997b) (SANZ, 1997b). Lo curioso, es que ninguno de ellos tuvo en cuenta que, a pesar de que la epigrafía chinchillana no ha proporcionado todavía un hic sita fuit Saltigi, más o menos claro, Pocklington ya demostró como ese nombre antiguo había evolucionado, desde una lengua prerromana hasta el castellano, pasando por el latín, el mozárabe y el árabe, en una investigación casi incontestable y de obligada lectura, sobre una de las etimologías más complicadas de toda la Península ibérica (POCKLINGTON, 1987). Por su parte, el trazo de la vía tampoco plantea excesivas dudas para ningún autor (cf. p. ej. SILLIÈRES, 1977: 64- 65 y 1990: 268), pues fue bien estudiado, ya a finales del XVIII, por Juan Lozano (LOZANO, 1794). Así pues, la parada Venta de San Pedro se ha de ubicar en de San Pedro de Matilla, actual Palacio de los Llanos, donde el canónigo Lozano ya refiere una porción del empedrado del camino, visible en el refectorio del convento franciscano que hubo junto a la vieja ermita (LOZANO, 1794: 21) (ÑACLE & VELASCO, 1993: 53) (PRETEL, 2007: 76- 77). Por su parte, tanto Ñacle y Velasco como Pretel, apuntan la curiosa historia de la aparición de las patronas de Albacete y Chinchilla en la misma calzada, y la polémica sobre su respectiva antigüedad que siguió a los «hallazgos», en la que se llega a afirmar: «no se duda ser esta ermita antiquisima [la de la Virgen de las Nieves], como la de los

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Llanos, por allarsen [sic] ambas situadas en medio de la caja del camino conocido por el de los romanos» (PRETEL, 2007: 76-77). Como ya concluyó Pretel en 1992, «en torno a la imagen [Virgen de las Nieves], y aprovechando su situación en la calzada romana, se crearía luego toda una leyenda dirigida a demostrar la mayor antigüedad de ésta, que habría sido enterrada ni más ni menos que por Santiago, mientras que la de San Pedro [Virgen de los Llanos] ‘tan solo’ fue escondida por los siete varones apostólicos» (id., 1992: 322). Como indicio relevante de población romana en San Pedro de Matilla, se ha de referir que de allí procede el conocido capitel de Lucio Baebio (IRPAb 3, AE 1990, 605 = HEp 4, 1994, 18). Santa Ana de Abajo o de la Argamasilla

La siguiente parada del camino es Santa Ana, pedanía de la capital albaceteña formada por los barrios de Santa Ana de Arriba, de Abajo y El Milagro (¿del lat. miraculum?), y, más concretamente, la «de Abajo», antigua Santa Ana de la Argamasilla y notable enclave romano. El apelativo medieval de Argamasilla, referido a esta población, aparece por primera vez en el deslinde alfonsí del término de Alcaraz de 1272 (PRETEL, 2008: 201), y, como ya se ha confirmado en otras ocasiones, alude a los propios restos arqueológicos de época romana (CORCHADO, 1971: 54). Tales vestigios aún eran visibles en el XVIII, pues, el propio Lozano, afirma que la población es «así nombrada, por la firme, y tenaz argamasa de un cimiento allí existente» (LOZANO, 1794:

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22). Por tanto, sin salir de La Mancha, el topónimo hay que asimilarlo a los de la inmediata pedanía de Argamasón, las dos Argamasillas más conocidas, apellidadas de Alba y de Calatrava, y la antigua puebla medieval de Argamasilla de Pilas Bonas, ubicada en el cortísimo espacio que media entre los pueblos de Membrilla y Manzanares9 (CORCHADO, 1971: 54-56 y 1976: 51). Sobre el re-hallazgo de los restos antiguos de Santa Ana, la historia es bien conocida, por reciente. En 1992, un grupo de profesores y vecinos de la pedanía albaceteña solicitó la rehabilitación de la ermita. Tales trabajos comenzaron en 1994 y sacaron a la luz importantísimos vestigios constructivos romanos y medievales que venían precedidos por el conocimiento, desde 1901, de la estela de Cayo Hostilio Marulo (EE IX 355; IRPAb 10) y de una «santa», hoy desaparecida, que se cree pudo ser una estatua romana. Todo ello justificó la erección de la importante ermita y debió motivar el cambio a Santa Ana del antiguo nombre de Argamasilla. Los restos romanos son los de una torre funeraria del siglo I, rodeada por un perímetro amurallado, con escasísimos paralelos en Hispania. Para más pormenores consúltese ABAD et alii., 2002 y SANZ, 2002: 356. Figura 8: Algunas muestras de arte ibérico en la provincia de Albacete, inmediatas a la ruta de los Vasos de Vicarello: 1. Gran Dama Oferente del Cerro de los Santos, del s. III a. C. (Montealegre del Castillo), 2. Sepulcro de Pozo Moro, del s. VI a. C. (Chinchilla), 3. Una de las Esfinges Gemelas de El Salobral, del s. V a. C., 4. Bicha de Balazote, del s. VI a. C. © Wikipedia, dominio público- Elaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

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Venta del Alcaide (Paerazos, Albacete) —Parietinis— y Balazote

Pasada Santa Ana, aunque no lo hayamos comprobado in situ, pensamos que la bifurcación entre la ruta que llega a Libisosa —consagrada en los Vasos Apolinares y los Itinerarios— y el ramal que llega a Balazote —que denominamos, por motivos obvios, calzada de la Lana— se producía a la altura del yacimiento de la Venta del Alcaide, en Los Paerazos, también conocido como Ventorro de la Vereda. Ese lugar es la Parietinis de las fuentes clásicas, ya sugerida por Coello (COELLO, 1894: 5) y confirmada por Sillières (SILLIÈRES, 1977: 75 y 1990: 273) y otros muchos (ABASCAL & SANZ, 1990: passim) (ÑACLE & VELASCO, 1993: 59) (FRANCO SÁNCHEZ, 1995: 247) (SANZ, 1997a: passim y 2002: passim) (SORIA, 2000: 43). De este yacimiento proceden las estelas de Lucius Cornelius Sorex (IRPAb 1, AE 1990, 603= HEp, 1994, 16) y de Firmana (IRPAb 2, AE 1990, 604= HEp, 1994, 17). También Lozano afirma que aún se veían los restos de la calzada romana, en su época, por la Venta del Alcaide, aunque él sitúa Parietinis en las Peñas de San Pedro (LOZANO, 1794: passim). Esta antiquísima población fue la Šant Bītru, Šanfīruh o Sanfiro medieval, importante enclave de la cora de Tudmīr, con su cuasi inexpugnable fortaleza, protagonista de una de las últimas grandes gestas hispanomusulmanas en los territorios de la actual provincia, mediante el audaz golpe de mano del caudillo Ibn Hud en 1217-1218 (cf. p. ej. PRETEL, 1986, 1992, 2005 y 2008: passim o FRANCO SÁNCHEZ, 1995: 342- 343). Abandonado ya el trazado usual de la ruta de los Vasos Apolinares, o de Saetabis a Castulo, la siguiente parada de esta calzada de la Lana es la llamada Balaçete en Villuga, Balaçote en Meneses y Balazotte en Turquet, que deja bien escaso margen a la imaginación para dilucidar a qué lugar se refiere. Sobre sus restos de toda época histórica no nos pronunciaremos, por lo bien conocidos que son, por su calidad y por la cantidad de trabajos que han generado, siguen y seguirán inspirando. De hecho, en este itinerario que traemos ni siquiera deberíamos estar hablando de «época romana» y podemos afirmar, con absoluta tranquilidad y enorme propiedad, su origen, uso y gran importancia prerromana. Prácticamente sin salir de él, y sin ser exhaustivos, encontramos a sus pies muestras emblemáticas del arte ibero como el Llano de la Consolación y el Santuario del Cerro de los Santos, ambos en Montealegre del Castillo, el Sepulcro de Pozo Moro de Chinchilla, otros monumentos funerarios turriformes de los que procederían las Esfinges gemelas de El Salobral o la Bicha de Balazote (fig. 8), y la propia torre de Santa Ana, quizá a imitación de sus compañeras iberas, hasta completar las 15 necrópolis albaceteñas, con escultura monumental, que catalogan Sanz y Blánquez en torno a la vía Hercúlea (SANZ & BLÁNQUEZ, 2010: 256). El objetivo de tales construcciones «obedece a una

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intencionalidad identitaria de grupos o clanes dirigentes que, a través de estos elementos propagandísticos contribuían al recuerdo permanente y continuo de quienes controlaban su territorio, sus riquezas (...) y el trasiego de mercancías» (ob. cit.). En muy pocas ocasiones podemos certificar en España, con tan incontestable claridad y calidad, el uso, la importancia y gran trasiego de una vía de comunicación, al menos, desde el siglo VI antes de nuestra era10. Adicionalmente, el camino concreto que traemos también quedó consagrado en documentos del XVI, donde se habla de «un mojon que esta hacia la parte que dicen de Santa Ana, a la mano derecha del camino que va de la dicha iglesia de Santa Ana a Valaçote», que, a juicio de Pretel, es el conocido como Hita de la Abadía —en referencia al convento medieval de Santa Ana— (PRETEL, 2008: 201). Asimismo, en 1427, también se habla de otro mojón muy antiguo, hacia Argamasón (ob. cit.). Lo más lógico sería pensar que esos hitos fuesen fruto de acotamientos bajo-medievales, aunque, vista la cronología y tránsito del camino, no habría que descartar la señalética propia de vías más antiguas que pudiera haber sido reaprovechada. Venta Segovia y Gil de Moya

Pasado Balazote, tampoco hay dudas sobre la siguiente estación del camino de Villuga, Venta de Segovia, de la que ya hemos hablado; por lo que podemos pensar que, en los itinerarios modernos, se habría obviado la Tiriez intermedia. Las estaciones de Viveros y Villanueva de la Fuente tampoco plantean el más mínimo problema y su ubicación en el, también llamado, camino de Aníbal es absolutamente bien conocida. Por tanto, el verdadero quid de la cuestión estriba en conocer por dónde se vuelve a acceder, desde Venta Segovia, a la calzada abandonada en Parietinis. La solución habrá de estar, claramente, en la parada siguiente a Venta Segovia: Fuentezillas. Se puede pensar que el nombre hace referencia al muy cercano yacimiento del Villar de las Pontezuelas. Sin embargo, el itinerario del XVI fija en dos leguas la distancia entre Venta Segovia y Fuentezillas, bastante mayor que la existente entre la venta y el villar. No obstante, casa perfectamente con la distancia, por nuestro trayecto, entre la Venta Segovia y el paraje de Gil de Moya (ca. de 13 km.), donde vimos como se hablaba de un pozo en el s. XV, de unos manantiales en el XIX (fig. 3), y también es conocido, aún hoy, como Fuente o Fuentes de Gil de Moya (ÑACLE & VELASCO, 1993: 72- 73 y 2001: 50- 51). De vuelta a la ruta anibalina, llegamos perfectamente desde Fuentezillas a Viveros con las tres leguas que concede Villuga y son los cerca de 19 km.,

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Figura 9: distancia entre Gil de Moya y Viveros, medida con el SIGPAC. © IGN- Elaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

de tiralíneas, existentes entre Gil de Moya y dicho pueblo (fig. 9). Con esta verosímil reconstrucción, creemos que el punto exacto de cruce de calzadas que se producía en Gil de Moya, en perfecta perpendicularidad como mandaría una ordenación racional caminera, es el denominado Fuentezillas en los itinerarios modernos de Barcelona a Sevilla.

5.5. CONCLUSIÓN Como ya avanzamos, en la Edad Media, y seguramente antes, esta encrucijada viaria (fig. 10), posible compitum de época romana, convertiría el lugar en un enclave ganadero privilegiado. En ello abunda el hecho de que uno de los topónimos perdidos de la hitación de 1441, el ojuelo del Revellado, coincida cabalmente con el nombre de una de las dehesas de propios de Alcaraz, aún mencionada en 1492 (GARCÍA DÍAZ, 1987: 60) (PRETEL, 1978: 106 y 1999: 99). De hecho, el propio Pretel ya justificó la compra del señorío de Sierra (Tobarra, AB), precisamente por el alcalde Gil de Moya, en idénticos parámetros a los que

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ahora manejamos, «quizá para tener una escala en el tránsito de ganados de herbaje al extremo murciano» (PRETEL, 2008: 166). La sola existencia de semejante entronque viario justificaría, en toda época, cierta población estable allí, como venimos sugiriendo, por pequeña que fuera. Además, esta notable encrucijada abre las puertas a la formulación de hipótesis adicionales, nada descabelladas: la ordenación viaria racional de la zona, la existencia allí de un establecimiento viario, comercial, militar o poblacional romano, etc. Esto, únicamente, son hipótesis de trabajo que deberían ser refrendadas con una exploración in situ... Pero, ¿sería posible indagar más en la documentación antigua? Por sorprendente que parezca, para una tierra en la que da la impresión, y es opinión común, que no haya pasado nada durante milenios, la respuesta es completamente afirmativa, y nos servirá para retomar la caracterización del A- 31 Antonino, que dejamos, exactamente, en Gil de Moya. Comencemos pues, a desembrollar el nudo gordiano- laminitano, sin necesidad de acudir a la expeditiva solución de Alejandro Magno.

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Figura 10: cartografía entre 1889 y 1965 en la que se muestra el camino de Murcia. En la imagen de satélite de 2011 ya ha desaparecido. © IGN- Elaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

6. GIL DE MOYA Y SU ENTORNO EN LAS FUENTES ANDALUSÍES Queda claro que el compitum de Gil de MoyaFuentezillas parece un importante referente viario desde hace siglos. Adicionalmente, en la entrega anterior esbozamos algunos retazos sobre la vinculación de esta zona con el nacimiento del río Anas, descrito por Plinio, que nacía en el Ager laminitanus, un lugar inmediato a la conocida ruta de los Vasos Apolinares y fácilmente identificable, desde la hidrología moderna, en el ojuelo de Cobatillas. Si notables eran las escasas fuentes latinas, las andalusíes apenas van a dejar lugar

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a las dudas y sirven, además, para establecer un puente entre las referencias más antiguas y las actuales. En este sentido, la obra de Vallvé (VALLVE, 1986) es de la máxima utilidad, pues recopila los principales textos de geógrafos andalusíes sobre el nacimiento del río Anas, como los del cordobés al-Rāzī (887- 955), el almeriense al-Udrī (1003- 1085) el onubense al-Bakrī (1014- 1094), los granadinos Ibn Gālib (s. XII) y al-Zuhrī (ca. 1135- ca. 1161), o la Descripción anónima de al-Ándalus, escrita hacia el siglo XIV, posiblemente, por un autor magrebí.

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De igual manera, recoge las noticias de dos historiadores de la tierra, como Ibn Hayyān (988- 1076) y alṢalā (ca. 1142- ca. 1203), que no hacen descripciones geográficas estricto sensu, pero aportan datos muy reveladores. Es decir, existe una pléyade de testimonios, entre los ss. X y XIV, hechos por conocedores directos del país, que podemos vincular con Laminio y el entorno de Gil de Moya.

6.1. SIGLO X, AL-RĀZĪ Las únicas versiones conservadas del Ajbār mulūk Al-Andalus, obra del autor más antiguo, son los fragmentos de la Crónica del moro Rasís (hacia 1300) (AL-RĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1975) y la Crónica geral de Espanha (1344) (id., 1971). Ambas versiones romances presentan graves problemas para identificar topónimos, puesto que «los nombres están tan deturpados que resulta prácticamente imposible su identificación» (VALLVÉ, 1986: 132). No obstante, en ciertos casos, como el del nacimiento del Guadiana, hay que confiar más en la crónica de 1344, a juicio del propio Vallvé o de Pretel, porque es más correcta (PRETEL, 2004: 234) (VALLVÉ, 1986: 133). Diego Catalán y Soledad de Andrés, en sus exhaustivos estudios introductorios y a través de la comparación con la Crónica pseudo- isidoriana, llegan a la conclusión de que el historiador andalusí se basa en fuentes latinas, como Orosio en su versión árabe interpolada y una recopilación mozárabe hoy perdida (AL-RĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1971 y 1975). Lo interesante es que ya podemos vincular un texto andalusí, de uno de los mejores historiógrafos hispanos, con la tradición latina y analizar qué congruencia tienen. Así, a pesar de esa dificultad para reconstruir el nombre de bastantes lugares mencionados12, se pueden extraer e identificar topónimos del área estudiada.

(ob. cit., 1971: 56- 57 y 1975: 61 y 299) y, por tanto, está alejadísima de la cabecera del río que estudiamos. Sobre la población paleocristiana, visigótica y/o mozárabe cerca de Rochafrida (Ossa de Montiel), ya se ha señalado el origen, hacia esas épocas, de la antigua ermita de San Pedro de Saelices (CORCHADO, 1971: 152) (SANTOS, 1975). Curiosamente, existe un tercer castillo de Rochafrida en esta Comunidad Autónoma, en Beteta (CU), de origen hispanomusulmán aunque muy reformado en épocas posteriores (LARA & MASA —coord.—, 1994: entrada Beteta) (HERRERA CASADO, 2002: passim) (fig. 11). La coincidencia toponímica entre Beteta, Ossa de Montiel y Zorita de los Canes13 casi obliga a conjeturar si, además de las mejor conocidas, no hubo más fundaciones visigodas ex-novo, en Hispania. Se podría argüir, en ese sentido, que el propio Leovigildo —fundador de Recópolis— tenía inmejorables excusas para establecer una población fortificada en la Orospeda, pues, recordemos, pacificó a sangre y fuego las revueltas de 577 y tenía la presencia cercana del limes bizantino. Asimismo, muy cerca de Rochafrida, son conocidos los importantes restos paleocristianos de Santa María de Guadiana (Argamasilla de Alba, CR) (BEÑO, 1973 y 1982: 13). Igualmente, conocemos la existencia de algunos restos constructivos -que hoy forman parte de la decoración de un establecimiento hostelero de las Lagunas de Ruidera- incluidos sillares, fragmentos de zócalos, cornisas y alguna inscripción medieval, entre los que destaca un interesante capitel, posiblemente tardorromano o visigodo, que procederían, posiblemente, de las inmediaciones.. Volviendo a las fuentes arábigas, el propio al-Rāzī aporta otro indicio claro sobre la zona estudiada, al indicar que Remon o Rremon (en adelante Remón), Rreimon o Reymon (en adelante Reimón) «es tierra de

6.1.1. Raqūbal o Rochafrida y el nacimiento del Wādī Yāna

Como sugieren el propio Vallvé (VALLVÉ, 1986: 140) o Pretel (PRETEL, 2004: 234 y ss. y 2008: 80) y, por otra parte, es lógico, la población de RacupelRaqūbal (también Rocapel o Rocafel) mencionada cuando se refiere el nacimiento del Guadiana, al norte de la zona de Remon (así en 1344 y con las variantes incorrectas Rrichin, Rinchin y Rachin, en el Rasís) (ALRĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1971: 83 y 1975: 115 y 310), puede ser vinculada con el topónimo Rochafrida, junto a San Pedro de Saelices (Iqlīŷ en al-Idrīsī como vimos) en TM de Ossa de Montiel. No ha de ser confundida con la Recópolis de Zorita de los Canes (que algunos textos antiguos llaman también Rochafrida), igualmente descrita por al-Rāzī, como «muy fermosa e muy buena e muy viçiosa de todas las cosas por que los omes se an de mantener», pero que «parte el termino (...) con el de Santabayre [Santaver, Ercávica]»

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Figura 11: castillo de Rochafrida en Beteta (CU). © Wikipedia, dominio público.

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Figura 12: etapas de los Vasos de Vicarello, según la ilustración de Giuseppe Marchi (1852), en la que resaltamos las estaciones albaceteñas. © Wikipedia, dominio públicoElaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

grant camino» (AL-RĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1971: 42 y 1975: 33). Sin desmerecer otras rutas hispanas, que estarán en mente de los lectores pues han sabido “venderse” mejor a los especialistas y, sobre todo, al gran público, queda claro cuál es un (y diríamos “el”) “gran camino” en la historia española. En ese sentido, es bien conocido que el camino de Aníbal ya era referencia para los íberos en el apogeo de su cultura, lo fue con la colonización cartaginesa y también bajo el domino romano. Siguió así durante siglos, pues, como ya decía el propio Rasís, en los siglos IX-X aún se podía ir de Carmona a Narbona sin salir del arrecife «que mando fazer Ercoles quando fizo fazer los conçilios en el cabo d’España» (ob. cit., 1971: 75 y 1975: 98). Y se quedaba necesariamente corto porque sólo historiaba Al- Ándalus: por las ofrendas de Vicarello, se sabe que llegaba desde la Tacita de Plata hasta la capital del mundo antiguo, y «para los bizantinos, Cádiz era el término del mundo habitado, y ser conocido en Gades era el mejor elogio que se podía dedicar a un hombre de aquellos tiempos» (VALLVÉ, 1986: 31). En realidad no hacen falta más conjeturas puesto que, según otras

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fuentes, así era como se conocía esa calzada en época hispanomusulmana: al-Maḥaŷŷat al-‘Uẓmà (el camino grande) (VALLVÉ, 1986: passim) (FRANCO SÁNCHEZ, 1995: passim). Y no menos cierto es que para llegar de Cádiz a Roma, por la ruta consagrada en los epígrafes CIL XI, 3281-3284 (fig. 12), había que atravesar, plenamente, la zona de influencia de Remón/ Reimón y, más precisamente, por la «humilde» granja de Gil de Moya, importantísima encrucijada viaria. Y, en este punto, con Laminio hemos vuelto a topar, pues, según Vallvé (VALLVÉ, 1986: passim) y Pretel (PRETEL, 2004: 234-235 y 2008: passim), como cae por su propio peso, esa población de Remón de la Cronica geral y la Reimón del Moro Rasís, se puede identificar plenamente con la Lamini[um] latina, donde quiera que estuviese ubicada. Por tanto, igualmente, hay que vincularla con la Λαμινιον grecolatina y con una improbable Lamim tardoantigua que, creemos, fácilmente podría ser un error de trascripción, en el Ravenate, por Lamini (SCHNETZ, 1942: 81) (ROLDÁN HERVÁS, 1975: 129).

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6.1.2. Entre Laminium y Remón/ Reimón

Sobre la evolución de Laminium a Remón/ Reimón, intuimos los fenómenos fonéticos que la explican, aunque no es nuestra especialidad en absoluto y los arabistas están en mejor disposición para estudiar el caso. A su juicio dejamos la solución definitiva. Pero avanzamos que, en la primera sílaba de los términos arábigos (Re- y Rei-), el cambio de /l/ a /r/ se podría explicar muy sencillamente por rotacismo, frecuente en árabe andalusí y, aún hoy, presente en los dialectos meridionales del castellano, como el manchego. Por su parte, la mutación de /a/ en /e/ o /ei/ podría ser debida a un fenómeno tan generalizado, y bien conocido, como la imāla o inflexión de la /ā/. Como vemos, aunque suene a chascarrillo musical, parece fácil poder pasar de La- a Re- (o Rei-). La terminación —on de ambas versiones, por su parte, también plantea escasos problemas14. La evolución de los nombres latinos hacia ese caso en –on, -one, -ona, en época tardorromana o plena Antigüedad tardía, está abundantemente representada a lo largo y ancho de la Península y fuera de ella. Su aplicación aquí sería perfectamente posible, pues es la misma que ha originado nombres como Barcelona, Tarragona, Badalona, Tarazona, Pamplona, Medina Sidonia, Porcuna, Carmona, Lisboa, Narbona y un enorme etcétera. Ya en 1865, Víctor Balaguer afirmaba que «cuando la decadencia del imperio, y muy particularmente cuando la dominación goda, muchos nombres de ciudades tomaron la terminación ona» (BALAGUER, 1865: 6). Un proceso tan generalizado, con los diferentes avatares históricos y lingüísticos que han sufrido las regiones mencionadas, sugiere que estaba muy bien consolidado a la entrada de araboparlantes, y que se conservó y evolucionó durante las centurias que permanecieron aquí. Así tenemos una hipotética transformación, en época tardoantigua, de Lamini[-o, -um] a *Lamon[-a]/ *Laimon[-a] (quizá con pasos intermedios como *Lamini[-ona, -one], *Lamin[ona, -one] o *Lamn[-ona, -one]) que pudo dar, por rotacismo e influjo de la imāla, esa Remón/ Reimón, en época andalusí temprana, sobre la que hay consenso y certeza, filológica y documental. Tener una fuente hispanomusulmana antigua bien vinculada con la ciudad, también sirve para desmentir el equívoco de que el nombre actual de Alhambra (o Alambra) procede de Laminium (GARCÍA Y BELLIDO, 1947: 210). Tal idea no es precisamente moderna, pues podemos encontrarla, incluso, en enciclopedias de 1833: «the letters min, in the middle of a Roman word, generally appear in the Spanish in the form of bre or bra (...) The present town Laminium, would thus naturally be altered to Lambra, which with the Arabs would almost certainly become Alambra, or Alhambra» (Penny cyclopaedia, 1833: tomo I, 334, entrada Alhambra). Aún así, la crítica actual coincide en descartarla al tener significado pleno en un término bien

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conocido (del ar. [qal’at] al- Hamrā´, «la [fortaleza] roja»), además de ser un topónimo obviamente descriptivo, por la coloración propia del terreno que circunda dicha localidad (fig. 13) (VALLVÉ, 1986: 132) (BENÍTEZ de LUGO, 2000: 21) (MOYA, 2008: 559) (PRETEL, 2008: 27). De la misma manera, al certificarse la forma Remón/ Reimón en el siglo X, son imposibles las teóricas evoluciones del nombre de Laminio al de Daimiel, sugeridas por Miguel Cortés —Laminium> *Damien> Daimiel— (CORTÉS, 1835: 118) y por Rodríguez Morales —Laminio> *Laimino> *Laimeno> *Laimen> *Laimiel> Daimiel— (RODRÍGUEZ MORALES, 2000: 20- 21). Profundizando en lo que se refiere a Daimiel y la cuestión laminitana, asimismo, gracias a este historiador andalusí podemos sacar otras conclusiones interesantes.

Figura 13: vista del Campo de Montiel desde el castillo de Alhambra (CR). © Wikipedia, dominio público.

Rasís deja bien patente que Remón/ Reimón pertenecía a una cora (kūra ) de Jaén (AL-RĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1971: 41- 42 y 1975: 31- 34) que sería, por tanto, muy extensa (cf. p. ej. VALLVÉ, 1969 y 1986: 274- 284). Sus límites permanecieron sin cambios sustanciales, en la zona que estudiamos, durante todo el período hispanomusulmán, pues, según al-Ḥimyārī, Alcaraz aún pertenecía a Jaén, en 1213, cuando es tomado definitivamente, frente a poblaciones muy cercanas, como Balazote o Peñas de San Pedro, que siempre fueron de Tudmīr o Murcia (VALLVÉ, 1969 y 1986) (PACHECO, 1981) (PRETEL, 1986, 2008). Así, se antoja bien manifiesta la dificultad de que una teórica Laminio, como Daimiel (CORTÉS, 1835: 117-120) (VALLVÉ, 1986) (RODRÍGUEZ MORALES, 2000), perteneciera a aquella provincia andalusí, al estar muy cerca (aprox. 23 km) de Calatrava la Vieja (Carrión de Calatrava, CR), cabeza entonces de una importantísima comarca o distrito (iqlīm o nāḥiya) de la cora de

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Toledo (AL-RĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1971: 60 y 1975: 67- 68), cuyos restos territoriales, muy tardíamente, tras la conquista de la capital imperial en 1085, pasaron a pertenecer al Reino de Jaén (VALLVÉ, 1969 y 1986). Por evidente y obvio que parezca, así dicho, da la impresión de que nadie se ha percatado de ello. Pero no ha de asombrar en absoluto: en la mayoría de exégetas modernos que tratan exclusivamente de ubicar Laminio (ALFÖLDY, 1987) (DOMINGO, 2000, 2001, 2002 y 2008) (RODRÍGUEZ MORALES, 2000) (MOYA en MANGAS & NOVILLO —coords.—, 2008) (MOYA, 2009), en otros anteriores que han investigado sobre ello, y en las bibliografías citadas por todos, es regla general obviar completamente las fuentes andalusíes y medievales. Esto supone el uso de una metodología tan irregular como la que implica dar un salto casi milenario, desde fuentes antiguas tardías como el Ravenate (compuesto hacia el siglo VII, pero manejando documentación anterior, cf. p. ej. ROLDÁN HERVÁS, 1975: 111-142), hasta fuentes modernas como las Relaciones de Felipe II (1575- 1578). Es difícil que esta Laminio andalusí se corresponda con Daimiel, sin embargo, es obligado referir la existencia de un importante yacimiento, en sus cercanías, de posible carácter urbano en Los Toriles- Casas Altas (Villarrubia de los Ojos, CR) (URBINA & URQUIJO, 2000) (fig. 19), donde tuvo lugar un notabilísimo hallazgo numismático (GARCÍA GARRIDO, 1992). Esta población antigua se debe corresponder con la llamada Āro (también Ārū o Āna, cf. VALLVE, 1986: 135), aldea de Calatrava en época hispanomusulmana, como veremos. Incluso podemos avanzar algo más en el conocimiento de esta realidad geográfica antigua, puesto que, a raíz del importantísimo hallazgo de abundantes monedas cartaginesas, casi sin circular y desconocidas hasta entonces (GARCÍA GARRIDO, 1992), según algunos autores cobra mucha fuerza la posibilidad de que Toriles-Casas Altas se corresponda con Akra Leuké, la primera capital bárquida en la península, o bien que esté en su área de más estrecha influencia, descartada la popular tendencia a ubicarla en Alicante (GARCÍA- BELLIDO, 2000: 130-132) (CARRASCO SERRANO, 2008: 129). En definitiva, la evolución del nombre de Laminio tanto a Alhambra como a Daimiel, puede ser filológicamente factible. Sin embargo, la solución Laminium> Remón/ Reimón, además de ser correcta, sencilla y plausible, no implica el apriorismo de querer llevarla a un lugar determinado y está constatada documentalmente, lo que invalida las anteriores. Puestas de nuestra parte la filología, la hidrología, la caminería y la historia documental, entre otras disciplinas, es interesante notar como parece que Laminio aún existía, entre 877 y 95515, puesto que Rasís realizaba una descripción geográfica viva y no especulaba sobre la ubicación de tal ciudad. De hecho, Pretel afirma que «todavía pudo ser importante en tiempos califales (...) y extender su dominio sobre los territorios antes per-

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tenecientes a la antigua colonia Libisosa y a Mentesa oretana, mucho más decadentes» (PRETEL, 2004: 234235). Esta noticia cronológica no es desmentida, y se confirma arqueológicamente, por lo observado en el yacimiento de El Villar (TM de El Bonillo), dentro del complejo LP-LC, que «prolonga su vida, al menos, hasta la etapa islámica de las primeras Taifas» (OLCADE, 2001: 30). Pero aún podemos profundizar mucho más en la evolución del nombre de Laminio, puesto que se le puede identificar con la ceca ibero-romana de leuni (*Labini). 6.1.3. El nombre prerromano de Laminium

Respecto al nombre indígena de esa población, son muy convincentes las conclusiones de Rodríguez Ramos (RODRÍGUEZ RAMOS, 2006) y Marques de Faria (MARQUES, 2006 y 2007). Ambos autores, en análisis paralelos, leen las monedas de esa ceca en ibero meridional y la vinculan con Laminio, por su comunidad de tipos con Castulo y por la zona genérica de aparición de los ejemplares conocidos. Con ello contradicen a Leandre Villaronga, que supone la leyenda escrita en celtíbero, como *Leuni (VILLARONGA, 2004: 146 y 2005), al igual que aparece en el catálogo de moneda hispánica de Álvarez de Burgos (Ref. I-1693) (ÁLVAREZ DE BURGOS, 2008: 235) o, incluso, algo antes de su «descubrimiento» oficial (VICO, 2003: 11). Sin embargo, hemos encontrado que no cabe ni a Rodríguez ni a Marques en 2006, ni a Villaronga en 2004, ni a Jesús Vico en 2003, el honor de haber dado a conocer esta ceca, puesto que Joaquín Espín Rael, que fue cronista oficial de Lorca, ya tuvo en sus manos y describió, sin saberlo, una moneda de *Labini en 1940 (fig. 14).

Figura 14: reverso de la moneda descrita por Joaquín Espín Rael reproducida por Felipe Mateu en 1940. Hemos resaltado la inscripción del exergo. © Revista Empúries.

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Aunque Espín aporta incompleta la leyenda del exergo y mezcla caracteres prerromanos y latinos (NuNM), afirma que «anterior y posterior a estos cuatro signos debieron haber otros dos que cayeron algo fuera del flan de la acuñación» (ESPÍN, 1940: 39). La certeza de que la moneda procede de la ceca de Laminio es casi absoluta, al ver la extraordinaria reproducción fotográfica que aporta Mateu i Llopis, en su recensión al artículo de Espín (fig. 15), aunque se equivoca al aventurar que puede ser un bronce de Ursone (Osuna, SE) (MATEU, 1940: 177- 178 y lam. I). Si comparamos las descripciones de Espín en los 40 del s. XX y la de Villaronga, casi idénticas, tampoco cabe la menor duda16. Esa oreja muy acusada, la gráfila de puntos, las ínfulas y, en suma, todo lo descrito por el cronista murciano y el numismático catalán, es visible tanto en las reproducciones de Mateu como en las de Jesús Vico, Villaronga y Álvarez de Burgos (fig. 15). Sobre el lugar de hallazgo de los ejemplares conocidos, el propio Jesús Vico —en testimonio personal de su puño y letra que le agradecemos y nos autorizó a reproducir- nos comunicó que existen 7 piezas, en total, manufacturadas por 4 juegos de cuños diferentes y que todas «son de colecciones privadas y sin procedencia, excepto una, en que en el tejuelo ponía encontrada en los años ‘60’ en los alrededores de Calatrava, Ciudad Real». El resto de monedas aparecieron, genéricamente, «en la provincia de Ciudad Real», como también afirma Villaronga (VILLARONGA, 2004 y 2005).

la actual provincia de Albacete. Sería recomendable, pues, una revisión en profundidad de los hallazgos monetarios albaceteños de esa época, especialmente de aquellas que son de dudosa adscripción o de cecas de tipos similares a los ejemplares conocidos (Castulo, Iliberris, Ursone, etc.), por si pudiera añadirse alguna más al corpus numerario laminitano. Sería interesante estar alerta acerca de noticias sobre nuevas piezas, desconocidas para la comunidad científica, que pudieran aparecer o que estuvieran ya en colecciones privadas, para clarificar esta cuestión. Hasta entonces sólo podemos afirmar que ésta era una ceca manchega, más en concreto y contradiciendo a los que la sitúan en Sierra Morena, de la zona del este de Ciudad Real u oeste de Albacete, y, casi seguramente, vinculada a Laminio. Aunque las monedas no ayuden a fijar plenamente la ubicación de la ciudad, queda consolidada la evolución desde el nombre prerromano *Labini, pasando por el latín Lamini[um] y el griego Λαμινιον, hasta el árabe que transcribimos como Remón/ Reimón, posiblemente, con una *Lamona/ *Laimona intermedia, en la Antigüedad tardía. Sobre el origen y significado de aquel nombre prerromano, son especialmente atractivas las ideas expuestas por Rodríguez Ramos (RODRÍGUEZ RAMOS, 2006) y a ellas remitimos. Ahora bien, por los argumentos que estamos dando, no compartimos la vinculación inmediata de esa ceca con Alhambra, que hace Marques18 apoyado en un análisis de Luis Domingo que tampoco suscribimos: «É justamente em benefício da localização de laBini/ *Laminium em Alhambra que poderá agora ser aduzida a supracitada comunhão de tipos monetários entre esta cidade e caśtilo, mais um testemunho, a juntar a outros, das estreitas relações socio-económicas estabelecidas entre ambas, potenciadas, de resto, por uma importante ligação viária» (MARQUES, 2006: IX-2). 6.1.4. La conexión viaria de Laminio y Castulo

Figura 15: izq. anverso de la moneda descrita por Joaquín Espín Rael reproducida por Felipe Mateu en 1940. © Revista Empúries. Der. anverso de la moneda del catálogo de Jesús Vico. © Foto: Jesús Vico Monteolivete.

Esta información, a priori, inclinaría la balanza hacia la ubicación de Laminio en esa provincia y, más concretamente, hacia Daimiel por su cercanía a Calatrava17. Pero, en rigor, sólo abre la puerta a un estudio de la dispersión numismática de esta ceca, que se antoja inviable, a corto plazo, por la escasa certeza sobre la práctica totalidad de hallazgos y su pequeña cantidad. En ese sentido, también sería interesante analizar cómo pudo llegar una moneda de Laminio a Lorca, en una región de Murcia tan íntimamente vinculada, desde hace milenios, con los territorios de

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El argumento que sugiere que la conexión viaria de Alhambra y Castulo, independientemente de que exista o no, apoya la localización de Laminio en la primera, hay que objetarlo rotundamente. A través de la ruta de los Vasos de Vicarello, principal nexo con todo el Imperio romano del importante enclave iberoromano jiennense, es mucho más estrecha, evidente, directa, antigua e importante la vinculación del área de influencia de Castulo (Alto Guadalquivir) con la zona que describimos (Alto Guadiana) y llamamos Ager laminitanus. Esta calzada, auténtica espina dorsal de la Cultura ibérica y de la Hispania romana, es el principal candidato a ser la vía por la que tuvo lugar tal intercambio, como, paradójicamente, parece asumir el propio Domingo en su análisis de 2001 (DOMINGO, 2001: 161-163) y otros autores reafirman después, como Moya Maleno (MOYA, 2008: 561-562). Mayor y más inmediata sería la influencia del tráfico comercial

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Figura 16: distancias, a vuelo de pájaro, desde los principales yacimientos, candidatos a albergar Laminio, hasta la fuente del río Anas. Hemos superpuesto el itinerario A- 31, que caracterizamos, con su distancia hasta la ruta de los Vasos de Vicarello y sus estaciones: 1, Sotuélamos, 2, El Bonillo, 3, Susaña, 4, Gil de Moya y 5, Lezuza. © IGN- Elaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

de dicha calzada sobre LP- LC (El Bonillo-Villarrobledo), entorno arqueológico con el que se encuentra directamente conectada por el camino de Murcia —a poco más o menos 23 km— desde la mansio periurbana de Sotuélamos, situada a su vez a unos 6 km a vuelo de pájaro de El Villar de los Castellones. Aunque, por obvio, casi debería holgar, hay que reseñar que la distancia a ese eje de otros candidatos a albergar la injustamente mitificada Laminium, como Daimiel (Los Toriles-Casas Altas) a cerca de 92 km, Argamasilla de Alba (Las Pachecas) a cerca de 58 km, o Alhambra, cuya lejanía, en el mejor de los casos, nunca baja de 45 km a vuelo de pájaro, es indudablemente mucho más ventajosa para el complejo arqueológico albaceteño que para sus hermanos ciudad-realeños (fig. 16). Y no sólo la vía Hercúlea discurre alejada del área de influencia inmediata de la ciudad sepultada bajo la actual Alhambra. En su tramo más corto, directo y contrastado, ese trayecto romano se hace, precisamente, a través de las salinas de Pinilla (el entorno inmediato del caput aquae del Anas pliniano, como ya vimos), si damos por válida la existencia de una calzada descrita por Blázquez para detectar el A-29 Antoniano: «Penosa ha sido la tarea, pero el resultado es sumamente satisfactorio, porque [la Comisión] ha examinado parte del camino llamado de las Carretas que, como veremos más adelante, corresponde al último tramo de la vía de Sisapone a Laminio. Esta calzada pasa al pie del cerro en que está situada Alhambra y continúa con el nombre de Camino de las Salinas de Pinilla (Albacete) y es ancho y firme. Además, el señor don Juan Romero, ingeniero jefe de Caminos de la provincia de Albacete en 1862, que descubrió la vía

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romana de Lezuza a Castulo en un gran trayecto, señaló ya la continuación de la calzada que procedía de Almansa por dichas salinas, estableciéndose en ellas el enlace de sus investigaciones y las de la Comisión. Según él, era en la provincia de Albacete un camino de anchura de unos cinco metros (tres pasos romanos de 1.666 metros), ya abandonado, firme y recto, condiciones que aparecen en el reconocido de la provincia de Ciudad Real» (BLÁZQUEZ, 1917: 21-23). Que duda cabe que ésta podía ser la calzada a la que se refiere el topónimo «La Jeromilla», citado en el artículo anterior, y que, muy posiblemente, a través de ella se dispersó el numerario de leuni, puesto que atraviesa el Campo de Calatrava y llega a la mismísima Emérita Augusta. Asimismo, si como quiere Blázquez fuera parte del A-29, Pinilla y su entorno sería un candidato bien contundente para ser su etapa llamada Lamini (SAAVEDRA, 1862: 76) (ROLDÁN HERVÁS, 1975: 9193) (ARIAS, 1963- 2004: 499). Recordemos que, casi excepcionalmente en dicho documento antiguo, esa parada está expresada en locativo (ARIAS, 1963-2004: 87) (DOMINGO PUERTAS, 2000: 61), por lo que, según el uso fundamental de ese caso latino arcaico, su significado designaría «un lugar en Laminio» y no exactamente el emplazamiento nuclear del municipio romano. Es decir, un punto determinado en el Ager laminitanus que no era su capital, cuestión que concuerda muy precisamente con nuestra reconstrucción, puesto que junto a las salinas está el caput aquae del río, hay una villa romana catalogada por Rubí Sanz (SANZ, 2002: 353), y, además, vimos que en El Bonillo podíamos ubicar la etapa llamada Caput fluminis Anae («[camino] hacia las fuentes del Anas») del Itinerario Antonino 31.

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Paradójicamente, frente a otras nebulosas interpretaciones sin el más mínimo respaldo arqueológico, «a través de áreas de las actuales provincias de Albacete y Cuenca, con escasa urbanización en época romana y muy abrupto relieve» (sic) 19 (ROLDÁN HERVÁS, 1975: 94) (DOMINGO, 2000: 54), y aunque sirve a Blázquez para argumentar su A-29, éste es el único candidato serio que se ha ofrecido para reconstruir el A-31, desde Alhambra, y ninguno de los autores que mantienen la tesis Laminio= Alhambra parece haberse percatado. Y es que ese testimonio viario antiguo (Itinerario A-31) ofrece serias dificultades para la villa ciudad-realeña, puesto que desde Alhambra «sólo se intuye un trazado hipotético» (MOYA, 2006: 95). De hecho, doblar el mapa es la única posibilidad existente para llegar de Alhambra al nacimiento del Guadiana en sólo siete millas romanas, como quiere el itinerario (SAAVEDRA, 1862: 77) (ROLDÁN HERVÁS, 1975: 94-95) (ARIAS, 1963-2004: 499). Si para mantener aquella equivalencia de Laminio con Alhambra se desea utilizar esta conexión romana directa con el caput aquae del Guadiana pliniano, que no negamos puesto que reafirma la importancia del propio enclave, habría que explicar muy satisfactoriamente por qué aquella Laminio está más lejos que ésta y peor comunicada con Libisosa, con lo que incumple lo sabido por las fuentes antiguas. Hasta ahora la solución encontrada parece que siempre ha sido la más sencilla y socorrida: culpar de errores al itinerario, pero sin demostrarlos.

6.1.5. Los Celeri jiennenses y albaceteños

Esbozada someramente la conexión de Castulo y Laminio, por calzadas de la zona, cuestión diferente es afirmar que tres poblaciones del entorno castulonense (fig. 17), como el municipium Flavium Baesuccitanum (Baesucci, Vilches, J), el Tugiense (Tugia, Toya, Peal del Becerro, J) o el Vivatiense (Vivatia, Baeza, Jaén), están relacionadas con el m. F. Laminitanum, independientemente de su ubicación, puesto que es algo bien atestiguado (en CIL II, 3251- CILA III, 47 y CIL II, 3252- CILA III, 48) como ya puso de manifiesto Alföldy (ALFÖLDY, 1987: 32). La traducción de ese pasaje del arqueólogo húngaro, recientemente fallecido, podría ser: «en dos inscripciones de Baesucci (Vilches, en el norte de la actual provincia de Jaén) se informa sobre los honores que un miembro de esa ciudad recibió por parte de sus conciudadanos y algunas comunidades vecinas, incluso desde el municipium Flavium Laminitanum: el Consejo de Decuriones del municipio decretó para él una laudatio y una estatua» (ob. cit.)20. La relación es innegable y será de las escasas cuestiones en las que todos los autores estén de acuerdo (DOMINGO, 2000: 56, 2001: 167-168, 2002: 617- 618 y 2008: 176-180). Sin embargo, gran casualidad, dichos epígrafes fueron encontrados en Vilches y, más adelante, veremos testimonios históricos, de 1172, que conectan el área que estudiamos con esa población jiennense, directa e inequívocamente, a través de la vía anibalina. Figura 17: puente romano de Vadollano sobre el río Guarrizas, en El Piélago, entre los términos de Linares (Castulo) y Vilches (Baesucci) (J). © Wikipedia, dominio público.

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Pero ahora, y ya que de epigrafía romana hablamos, hay que añadir que los honores de las inscripciones van destinados a un tal Cayo Sempronio Celer, también atestiguado en Vilches en CIL II, 3253- CILA III, 49. Dicha familia, precisamente, no es una desconocida en nuestro Ager laminitanus, puesto que Elia Lascivia recibió un homenaje de su hijo Lucio Aelio Celer (AE 1990, 606; AE 1993, 1051a; HEp 4, 1994, 21; HEp 5, 1995, 4), según cierta inscripción funeraria hallada cerca de Alcaraz (ABASCAL, 1990: 27- 30) (ABASCAL & SANZ, 1993: 13- 14). Para José Miguel Noguera, es interesante advertir como el dedicante hace constatar su condición de ingenuus, es decir, de hombre libre y de buena familia (NOGUERA, 1994: 185), aunque desconocemos si es el mismo Lucius Aelius Celer, cluniense, adscrito a la tribu Galeria, hijo de Lucio, muerto a los 31 años, tras 13 de servicio en la Legio VII Gemina (CIL II, 5265 = CILA-02-03, 703) y, curiosamente, parece que asociado a la construcción de la vía Augusta en Astigi (PALAO, 2006: passim). El epitafio alcaraceño procede de un paraje llamado Pizorro (o Casa) del Indiano, inmediato a la espléndida torre hispanomusulmana de Gorgojí21, casi equidistante de Villanueva de la Fuente y Alcaraz, y sobre la ruta de los Vasos de Vicarello (MTN-788). Así, la supuesta relación familiar con los Celeri de Vilches parece algo más que una conjetura y sirve para vincular una zona y otra, mediante la epigrafía, a través de dicha vía. Asimismo, aunque algo más alejado, otro epitafio de Jorquera, igualmente en la actual provincia de Albacete, certifica la presencia de los restos de un tal Serranio Celer (HEp 1, 1989, 40; AE 1990, 612 = HEp 4, 1994, 35) (ABASCAL, 1990: 40-42) (SANZ, 1984 y 1997: 161). Ahora bien, quizá sea preciso aclarar que, más bien que con Laminio, la relación sería con Mentesa oretana, cuya presunta ubicación es Villanueva de la Fuente, gracias a los múltiples estudios sobre los Vasos Apolinares y por los importantes hallazgos arqueológicos en el suelo de esa localidad (BENÍTEZ, 2003).

6.2. SIGLO XI, AL-BAKRĪ: DE REMON- LAMINIO A RAYMIYYA- LAMINITANIA Si ya es bien notable lo que se puede extraer de Rasís, la descripción del nacimiento del Guadiana de Abū ‘Ubayd ‘Abdallāh al-Bakrī, escrita hacia 1068, es igualmente interesante, puesto que, como afirma Vallvé, «incluye nuevos elementos de identificación y de confusión al mismo tiempo» (VALLVÉ, 1986: 134). Sobre el río, el onubense afirma22 que nace entre la villa de Raqūbal (Rochafrida de Ossa de Montiel, como adelantamos), situada al norte de Raymiyya (Raymiya, Rīmiyya o Rīmiya en otras fuentes), y la montaña llamada al-Buwayra (AL-BAKRĪ- LEVI- PROVENÇAL, 1953: 102). Como mera conjetura observada al paso, pues no sabemos si será filológicamente plausible, quizá ese

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orónimo coincida con el nombre de la desconocida Bedaluba, Bendaluba, Bodabula o Beldaluba –entre otras grafías- de Rasís, dentro del iqlīm o nāḥiya de Remón/ Reimón (AL-RĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1971: 42 y 1975: 33 y 293)23. Para Vallvé, en su intento de reconstrucción del texto original, dicha lugar sería Piedrabuena ( Biṭrabūna) (VALLVÉ, 1986: 133). Sin embargo, hay que tener en cuenta que él aboga, principalmente, por un nacimiento del Guadiana cerca de Daimiel (ob. cit.: 137- 140), cuestión que, en cierta manera, parece condicionar esa reducción. Para Pretel, en contra, el orónimo transmitido por al-Bakrī quizá pueda ser al- Buḥayra (lit. «el marecito» o albufera) mal transcrito, y referirse a alguna de las montañuelas que rodean las lagunas de los ojos de Villaverde o las del Arquillo (PRETEL, 2004: 235 y 2008: 235), o, añadimos nosotros, cualquiera otra montaña de la sierra de Alcaraz, si no la propia sierra entera. De hecho, vemos cierta familiaridad -que los arabistas podrían confirmar o rechazar- entre las voces al-Buwayra y al-Buwayb, término muy bien conocido, este último, que significa «puerto o pequeño paso de montaña» y que tantos topónimos del tipo «buey», «bou» o «bued» ha dado a la toponimia española. Incluso encontramos, en la vía directa de Alcaraz a Balazote, un digno acreedor a tal nombre: el Puerto de los Pocicos. Además de la identificación de ese orónimo, es realmente problemática la afirmación de que el Guadiana desaparece entre Mérida y Badajoz, circunstancia que resalta Vallvé y achaca a una interpolación o una mala trasmisión del texto (VALLVE, 1986: 134- 135). Al propio Leví Provençal también le debió llamar la atención este gazapo puesto que, tras esa frase, escribe un sic bien revelador (AL-BAKRĪ- LEVI- PROVENÇAL, 1953: 102). Aparte de ello, e inmediatamente después, el historiador andalusí retoma la cuestión de las desapariciones del escondidizo río, afirmando que, tras un recorrido subálveo, reaparece en el lugar llamado faŷŷ al-‘Arūs, en el campo de al-Faŷŷ, «puis il disparaît, près d’une bourgade du territoire de Calatrava, du nom d’Āro» (AL-BAKRĪ- LEVI- PROVENÇAL, 1953: 102) (VALLVE, 1986: 135). Sobre esos faḥṣ al-Faŷŷ (campo de al-Faŷŷ) y faŷŷ al-‘Arūs volveremos cuando se hable de al-Udrī. Ahora, como parece lógico, podemos ver como esa aldea en el territorio de Calatrava, debe corresponder al mencionado yacimiento de Toriles-Casas Altas ubicado en los ojos del Guadiana (fig. 18), donde la leyenda y la tradición escrita afirman que resurge el río, después de un supuesto recorrido subterráneo al pasar Ruidera. Incluso, olvidando la voz popular que atribuye el nombre de esa antigua pedanía de Argamasilla de Alba al ruido de las cascadas —más concretamente a la del Hundimiento—, podemos aventurar que su etimología proviene de un riuus de Āro o Āru (*riudaro> *riudero> *riudera> Ruidera), como Riópar devino del Rivus Oppae del que habla Ximénez de Rada en el s. XIII, puesto que tenemos las consonantes incólumes y vocales fáciles de trasponer. Con cierta ironía y gran-

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Figura 18: entorno del yacimiento de Casas Altas y Ojos del Guadiana (Villarrubia de los Ojos, CR), en cartografía de finales del s. XIX. © IGN.

des dosis de verdad, sobre la ruidosa etimología, de Ruidera hoy se dice que «hace ya muchos años que los únicos ruidos que se oyen (…) son los de los motores de los coches, las motos todoterreno, los escopetazos de los cazadores y los chillidos estridentes de los domingueros» (APARICIO et al., 1999: 62). 6.2.1. Caracterización de la Laminitania

La contribución más importante introducida en los textos geográficos por al-Bakrī, es el topónimo Raymiyya que, sin dudarlo, se debe enlazar con la Remón/ Reimón- Laminio de los ss. IX-X y, al ser femenino, traducimos como Laminitania, a imagen de Šantabariyya (Celtiberia) o Lušidāniya (Lusitania). Tal término hubo de aludir a una zona sobre la que esa población fue referencia, seguramente, más nominal o geográfica que efectiva o administrativa. O, tanto da, el Ager laminitanus de Plinio donde creemos que se encontraba el Lamini del A-29, o el mencionado iqlīm de Remón/ Reimón de la cora de Jaén. Tratar de delimitar ahora su extensión, que debió ser enorme, es una cuestión bastante compleja, pues son abundantes y muy dispares las noticias que tenemos sobre ella. Se sabe, entre otros hechos, que en cierto ḥiṣn Raymiyya lidió el rebelde muladí ibn al-Šāliya, señor de Šumuntān24 en la cora de Jaén, con Fatḥ ben Ḍī l-Nūn, señor de la cora de Santaver, porque el uclesino había ocupado esa población al tratar de extender sus dominios hacia el sur (TERÉS, 1976) (CASTILLO AMENTEROS, 1998: 207) (SALVATIERRA, 2001: 24). Asimismo, en esa región de Raymiyya existió una población denominada Madīnat banī Rāšid, también conocida como Umm al- Wašīm y citada por las fuentes cronísticas en 935 (IBN ḤAYYĀNVIGUERA & CORRIENTE, 1981: 270) (VALLVÉ, 1992: 44). De hecho, ya se ha sugerido que aquellas ḥiṣn Raymiyya, Madīnat banī Rāšid y Umm al- Wašīm de Raymiyya,

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son, en realidad, una misma población, que, a nuestro juicio y como ya justificaremos en su momento, puede que se trate de la vetusta Laminium. Por último, se sabe que en esa misma región también estaban las discutidas fuentes del Guadalquivir (AGUIRRE & JIMÉNEZ, 1979: passim) (VALLVÉ, 1986: 125- 132), lo que indica una gran extensión de la comarca tanto hacia el sur, bien entrada la provincia de Jaén, como hacia el norte, en la provincia de Albacete principalmente, y, algo menos, Ciudad Real25. Es interesante, en ese sentido, traer de nuevo a colación a Rasís, puesto que afirma que esa región tenía grandes montañas y sierras altas «de maravilla» (AL-RĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1971: 42-43 y 1975: 33- 34), lo que indica una mayor cercanía a las sierras de Alcaraz, Segura y Cazorla, por un lado, y Sierra Morena, por otro. Tal es el caso de la Laminio oriental (LP- LC) mientras que dificulta la identificación de ese municipio romano en lugares alejados de esa orografía más abrupta, como Alhambra, Argamasilla de Alba o Daimiel. En cualquier caso, por la gran cantidad de elementos de juicio existentes, la extensión de Laminitania la analizaremos con detalle en un trabajo que estamos preparando. Léanse, en ese sentido y además de los ya mencionados, análisis muy interesantes como los de Javier Aguirre y María del Carmen Jiménez (AGUIRRE & JIMÉNEZ, 1979: passim) o Vicente Salvatierra (SALVATIERRA, 2001), que propugnan una Raymiyya mucho más jiennense —en el sentido actual del término— que manchega. A pesar de lo dicho, esta identidad (Remón/ Reimón= Raymiyya) es asumida por los principales especialistas en el tema, como p. ej., Elías Terés (TERÉS, 1986: 179180), Vallvé (VALLVÉ, 1986: passim) o Pretel (PRETEL, 2001, 2004 y 2008: passim). Incluso ciertos autores consideran Remón/Reimón sólo como «una variante o corrupción de Rīmiyya (...) [que] designaba a la vez a la región y a una población» (SALVATIERRA, 2001:

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24). No parece necesaria esa suposición y pensamos que, mientras al-Bakrī habla de la región, al-Razī citó el nombre de la población y no el de la comarca, ya que, cuando habla de villas concretas, en realidad está haciendo referencia a extensiones bastante mayores -comarcas, distritos, e incluso coras, cuando son cabecera provincial- y, por ello, enumera ciertos castillos o poblaciones importantes que dependen de ellas (ALRĀZĪ- CATALÁN & DE ANDRÉS, 1971 y 1975). Con todo ello, si el núcleo central de Laminio se puede ubicar en el complejo arqueológico LP- LC situado entre los TTMM de Villarrobledo y El Bonillo, como quieren ciertos autores, la descripción del onubense (hacia 1068) coincide muy aproximadamente con el abandono definitivo del yacimiento de El Villar, cuya fecha, como avanzamos, podemos situar tentativamente entre 1009 (estallido de la fitna, o guerra civil) o 1031 (abolición formal del califato) y 1091 (conquista almorávide de la Taifa de Sevilla, que había anexionado el Reino de Jaén). Quizá, por ello, en esa época tenía más sentido hablar de la Laminitania, como región o comarca, y no de la propia población que le dio nombre y, es posible, ya hubiera desaparecido.

6.3. SIGLO XI: AL-UDRĪ Y EL DESFILADERO DE LA NOVIA El dalieño al-Udrī es contemporáneo de al-Bakrī y se conoce su descripción del nacimiento del Guadiana gracias a al-Qazwīnī: «El río Guadiana ( Nahr Ana ) está en al-Ándalus. Nace en un lugar conocido por la ‘Angostura de la Novia’ ( Faŷŷ al-‘Arūs). Después desaparece sin dejar rastro en la superficie de la tierra. Surge de nuevo en una alquería de Calatrava llamada Anna. Vuelve a desaparecer y corre bajo tierra; después se muestra repetidas veces en muchos lugares hasta que se pierde entre Mérida y Badajoz. Sale finalmente a la superficie para desembocar en el ‘Mar Circundante’ (al-Baḥr al-Muḥiṭ). Su recorrido es de trescientas veinte millas» (VALLVÉ, 1986: 137). Este autor, traslada una vez más la conocida y vieja historia del «guadianeo» del río, en unos términos similares a los de al-Bakrī, aunque obvia nombres clave como el de la población de Raqūbal (Rochafrida), el orónimo al-Buwayra (posiblemente la sierra de Alcaraz o, más concretamente, el Puerto de las Pocicos) o el de la región donde nace (Raymiyya o Laminitania). Sin embargo, vuelve a trasmitir un topónimo conocido, faŷŷ al-‘Arūs, aunque, por su descripción, esta vez parece que ha de situarse en la primera fuente del río y no en su resurgimiento tras su curso subálveo post-Ruidera, como ocurría con el onubense. En ese aspecto, es clarificadora la noticia de la reaparición del río en cierta aldea de Calatrava, también conocida por al-Bakrī aunque llama a la población con otro nombre, con lo cual se distingue ese lugar del primer nacimiento. Pero el problema ahora no es tanto el nombre de

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la aldea calatraveña donde «renace» el río, sino el que se plantea con esos faḥṣ al-Faŷŷ y faŷŷ al-‘Arūs. Si interpretamos al pie de la letra lo conocido por al-Bakrī, deberíamos ubicarlos en torno a los ojos del Guadiana (resurgimiento), y si seguimos lo trasmitido por alUdrī, habríamos de buscarlos en las inmediaciones de la fuente del Ojuelo (primer nacimiento). Tampoco ayudan mucho las interpretaciones de Vallvé y Pretel, pues cada uno, y con razones igual de interesantes, se decanta por una u otra explicación (VALLVÉ, 1986:) (PRETEL, 2008: 25). Lo único que podría inclinar algo la balanza hacia la teoría preteliana, sería la presencia allí de ciertos topónimos relacionados con Arūs, como Viveros (bib ‘Arūs o «puerta de ‘Arūs») y El Ballestero (balāṭ al-‘Arūs o «palacio o calzada de ‘Arūs») ya sugeridos por el medievalista alcaraceño (PRETEL, 2004: 237, 2008: passim). Incluso ese balāṭ al-‘Arūs, según sugiere Pretel de manera sugestiva, podría ser el lugar por el que accedieron las tropas de ibn A’isa al encuentro con Alvar Fáñez en las cercanías de Albacete, citado por ibn al-Kardabūs en 1103- 1104 (IBN AL-KARDABŪSMAÍLLO, 1993: 135) (PRETEL, 2004: 237). Pero, lo que es indudable es que la balāṭ de El Ballestero es el camino de Aníbal. Por ilustrar mínimamente, aún en 1581 se dice que son «Biberos y Ballestero lugares tan pasajeros que todos los dias pasan veynte o treynta arriadas» y, en 1782 dicen de El Ballestero que «ay su buen meson por ser carrera de Valencia y Murcia para las Andalucias» y que «pasa distante desta villa como medio quarto de legua el camino real empedrado que hicieron los romanos» (PRETEL, 2001: 14). A esos significativos topónimos, Viveros y El Ballestero, podemos añadir: Arteseros (¿relacionado con ard al-‘Arūs o «tierra, suelo de ‘Arūs»?), aunque hemos de tener en cuenta que también es un apellido al igual que Noria de Cameros, Las Bandelaras, paraje junto a Viveros y Valdelaras (o Vandelaras) de Arriba y de Abajo, aldeas de Lezuza (¿de balād al-‘Arūs «tierra, provincia, país de ‘Arūs»?, ¿o de balāṭ al-‘Arūs ?), y, quizá, Galocheros26 entre otros (MTN-788: El Bonillo, 789: Lezuza, 814: Villanueva de la Fuente y 815: El Robledo) (mapa 1). Incluso existe otra posibilidad, distinta a las anteriores y quizá mejor, puesto se puede interpretar que ese desfiladero, garganta, hoz, puerto o angostura (formas en que podemos traducir faŷŷ), se refiere al que delimita las propias Lagunas de Ruidera, el valle del río Pinilla o Guadiana viejo (fig. 19). Este desfiladero es equidistante entre el primer nacimiento y el primer resurgimiento, y, además, vimos como ese topónimo de Ruidera se podría relacionar con un riuus de ‘Arū. Aunque nos decantemos más por esta última opción, no podemos descartar totalmente las de Pretel, sobre todo, y, algo menos, la de Vallvé. Ahora bien, lo que sí parece que podemos rechazar de pleno es la afirmación de Félix Hernández, que identifica faŷŷ al-‘Arūs con Hojalora, en las inmediaciones de Luciana y Abenójar, alejadísimo de las fuentes o renacimientos del Guadiana (HERNÁNDEZ GIMÉNEZ, 1959).

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Figura 19: laguna de la Salvadora vista desde el dique tobáceo que la separa de la laguna Santos Morcillo ¿Faŷŷ al‘arūs? © Wikipedia, dominio público.

6.4. SIGLO XII, AL-ZUHRĪ Y LA CRÓNICA ANÓNIMA: DE LAMINITANIA A AL-GUDUR La autoridad de Muḥammad ibn Abū Bakr al-Zuhrī (ca. 1135- ca. 1160), como geógrafo, es enorme. Para resaltar lo atinado de sus descripciones, tanto Vallvé (VALLVÉ, 1986: 154-155) como Pretel (…), ponen el ejemplo común de su relato sobre las fuentes del río Mundo comparado con el que Madoz hizo bastantes siglos después, casi idéntico. Como en el caso del propio Plinio, esos notables detalles sugieren que ambos no eran autores teóricos, exclusivamente, o que hablaban

de oídas. Algunas de sus descripciones parece que sólo pudieron ser escritas tras viajar personalmente a ciertos lugares. Con gran certeza, pues, podemos intuir que, tanto Plinio como al-Zuhrī, fueron ilustres visitantes de determinados territorios que hoy conforman la actual provincia de Albacete. En el caso del geógrafo andalusí, más en concreto, y sobre el nacimiento del Guadiana, en su célebre Kitāb al- Ŷu’rāfiyya, valoraremos dos traducciones, casi idénticas, pero con una sutil diferencia: mientras que Vallvé interpreta que el río «nace» en cierto Maḥṣar al-rīḥ, para Dolors Bramón ese es uno de los lugares donde «reaparece». «Y al norte de esta ciudad [es decir, Sevilla] y a unas sesenta parasangas [!] está la ciudad de Badajoz. Se encuentra a orillas del río mayor que se llama Guadiana (Wādī Yāna). Nace en el ‘Sopladero’ o Maḥṣar al-rīḥ, en el lugar conocido por al-Gadr (‘la laguna’) o al-gudur (‘las lagunas’). Nadie sabe el origen o nacimiento de este río, sino que sale de una sima de la tierra, se oculta en un lugar y reaparece en otro sucesivamente hasta llegar a la ciudad de Calatrava. Después baja hasta Badajoz y el castillo de Mértola, cerca del Mar Mayor (al-Baḥr alA’ẓam) donde desemboca» (VALLVÉ, 1986: 136) «Al norte de esta ciudad [Sevilla], a unas sesenta parasangas se halla la ciudad de Badajoz (Baṭalyaws) situada sobre un gran río llamado Guadiana (Wādī Yāna) que reaparece en el collado del viento (Maḥṣar al-rīḥ), desde un lugar llamado la Laguna (al-Gadr) [de Riudera] [sic]. No se conoce en absoluto su inicio ni su salida, pues surge del suelo desapareciendo en otro lugar y volviendo a fluir en otro y así sucesivamente hasta la

Figura 20: Majalarao (El Ballestero, AB), posible Maḥṣar al-rīḥ y topónimos de interés junto a ese paraje. © IGNElaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

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ciudad de Calatrava ( Qal’at Rabāḥ). Luego desciende hasta la ciudad de Badajoz y sigue bajando hasta la fortaleza de Mértola (Martala) cerca del Océano y desemboca en él» (AL ZUHRĪ- BRAMÓN, 1991: 157) Nos decantamos por la opción del nacimiento de Vallvé, puesto que ese nombre, introducido por al-Zuhrī e inédito en el resto de fuentes, se puede vincular con el microtopónimo Majalarao, presente en el término de El Ballestero (MTN- 788: El Bonillo). Aunque sea más o menos factible la evolución Maḥṣar al-rīḥ> Majalarao, cuestión que dejamos a los especialistas en Filología, el nombre actual es tan sorprendentemente exclusivo que sólo lo hemos encontrado aquí, a los pies de la mismísima ruta de Vicarello y a sólo 6 km de la fuente del Ojuelo, nacimiento del Pinilla (fig. 20). Es decir, en un lugar que concuerda extraordinariamente bien con todo lo que venimos avanzando desde la hidrología, la arqueología, las fuentes antiguas y medievales, etc., y no con Ruidera (AL ZUHRĪ- BRAMÓN, 1991: 157) o con la cueva de Montesinos (VALLVÉ, 1986: 136). 6.4.1. Caracterización de al- Gudur

Identificado Majalarao, la contribución capital de este autor es que ya introduce, en las fuentes geográficas, el topónimo al-Gudur (también con otras variantes como al-Gadr o al-G.d.r), lugar de nacimiento del Guadiana donde se encontraba Maḥṣar al-rīḥ. A la vez desaparecen, para siempre, las alusiones a la vieja Laminium o Remón/ Reimón y a Raymiyya / Laminitania, con lo que, a mediados del s. XII, podemos afirmar que se pierde el conocimiento generalizado sobre su ubicación y comienza el misterio laminitano. Al- Gudur si no con toda Laminitania —pues no creemos que sea así— se identifica con una zona muy concreta dentro de esa región. Ahora bien, interpretar correctamente este topónimo es fundamental, puesto que, en casi todos los trabajos consultados, se suele identificar, sin el más mínimo empacho, con las Lagunas de Ruidera. Incluso el propio Pretel, en primera instancia, se deja llevar por esa corriente (PRETEL, 1986: 30). Sin embargo, cambia de rumbo en obras posteriores, arguyendo que se había dejado guiar por las opiniones de grandes autores, y rectifica afirmando que esa zona se corresponde con la «extensión de lagunas y navas (...) todavía existente al levante y el sur de El Bonillo, hacia El Ballestero; o en las no muy lejanas que existieron entre El Ballestero y el río del Jardín» (PRETEL, 2001: 13, 2004: 235 y 2008: passim). De hecho, el entorno preciso del compitum de Gil de Moya es el lugar más indicado para ubicar ese topónimo. Como vemos en el mapa adjunto (mapa 1), parece quedar bien reflejada en la microtoponimia, por doquier, la vinculación de las tierras que atraviesa el «grant camino» de Rasís con al- Gudur, que podemos traducir como «las Navas» (también charcas, albercas, lagunas, pozos, etc.), donde surge el Guadiana legendario, y, según veremos, confinaban las coras de Jaén

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y Murcia. Y no sólo estarían relacionados los nombres de los despoblados de Villaverde y Villagordo, como ya afirma Pretel (PRETEL, 2001: 14 y 2004: 235). En el entorno inmediato del nacimiento del río Pinilla, ese faḥṣ al-Gudur («campo o llano de las Navas») queda bien caracterizado de dos maneras directas: mediante aquellos nombres que posiblemente hayan conservado, más o menos modificado, el término arábigo, y con los que hacen referencia a humedales perdidos o con la propia presencia actual de ellos. Del primer conjunto de topónimos, si tenemos en cuenta la sugerencia de Pretel acerca de que las variantes toponímicas de «gordo» y «verde», en ciertos casos, se pueden explicar como derivados de al-Gudur (ob. cit.), en las inmediaciones del nacimiento del río Pinilla encontramos: Cerro Gordo (2 veces), Roble Gordo, Nava de Roble Gordo, Vallejo de la Gordilla, Cabeza de Villaverde, Cuarto del Gordo, etc. (MTN788: El Bonillo, 789: Lezuza, 814: Villanueva de la Fuente y 815: El Robledo). Muchos de ellos, quizá, no tengan excesivo valor probatorio y su explicación sea más común, pues cerros gordos (=grandes) hay por toda España, aunque esa interpretación parece más difícil para otros como Gordilla, que sí podrían tener más interés. Pero, configurando los propios límites de esa comarca, existe un clarificador despoblado de El Cabalgador -Poço del Caualgador en el siglo XIII (¿del lat. caput> ar. qabd + al-Gudur, «cabecera o principio de al-Gudur»?)- parroquia bajomedieval en suelo de Villarrobledo, en la sierra del Cabalgador, junto al pico del mismo nombre y anexa a Fuente del Espino (MTN763: Sotuélamos) (AYLLÓN, 2008: passim) (PRETEL, 2000a, 2001 y 2008: passim). De igual manera encontramos un El Gordo, en el mismo TM y en el escalón del Campo de Montiel sobre la Llanura manchega, que, como avanzamos, podría fácilmente servir como hito delimitador entre regiones antiguas y, más en concreto, configurar el límite norte de la región laminitana (MTN-763: Sotuélamos y 764: Munera). Del segundo tipo —humedales o referencias a ellos— podemos referir: El Muedo, La Mueda, Lagunica, Mohedillas, Cortijo Mohedón, etc., y, sobre todo, el complejo lacunar de Navalcudia (fig. 21) (Laguna de Navalcudia, Navas de las Cencebras, los Enebros, Colla, Redonda y de Mingote, Nava y Navajo del Conchel, Navajos del Espino, de la Hoya, de don Juan, Guijosa, de la Pastora, de Navazuela, de Pedro Juan, de Gil de Moya, de Ordoñez, de Guadalpedro, de Peribañez, Navajolengo, etc.) donde encontramos ese Pozo y esas fuentes o fuentecillas de Gil de Moya. Este conjunto de topónimos sí tiene un excepcional valor probatorio, porque define el espacio hidrográfico concreto al que se refiere ese faḥṣ al-Gudur, y, además, algunos de sus nombres tienen un obvio origen arábico, como Navalcudia (ar. al- qudiya, «el altozano») o Guadalpedro (compuesto del ar. wādī «río»), mozárabe como Conchel (lat. concilium), o latino como Navajolengo (lat. longus) o Nava Colla (lat. collis) (MTN-788: El Bonillo,

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789: Lezuza, 814: Villanueva de la Fuente y 815: El Robledo). De hecho, el apelativo Navalcudia es tremendamente acertado pues su «área de emplazamiento constituye (...) una meseta de entre 1.060 y 1.016 m de altura. Algunas (...) pertenecen a la cuenca hidrográfica del Guadiana, y otras a la del Júcar (...) tienen formas redondeadas y predominantemente elípticas (...) Sus dimensiones van desde 50.000 m2 hasta 1 km2» (DIPUTACIÓN DE ALBACETE- AYUNTAMIENTO DE EL BONILLO, 2007: 47) Para ampliar información sobre estos humedales, desde el punto de vista hidrológico, remitimos a trabajos como CIRUJANO, MONTES & GARCÍA, 1988, GARCÍA MARIANA, 2003 o RODRÍGUEZ ESTRELLA, 2004. 6.4.2. Y, en resumen

Puesto que el granadino ibn Gālib, en información que recuerda a parte de la trasmitida por al-Udrī, «no añade nada nuevo y se limita a decir que [el Guadiana] nace al este de al-Ándalus y desemboca en el ‘Mar Circundante’ (al-Baḥr al-Muḥiṭ), tras trescientas millas de recorrido» (VALLVE, 1986: 135), la descripción sobre el río en la Crónica anónima (s. XIV) sirve de resumen, ya que parece extraer la información de todos los autores mencionados. Así, en cierto pasaje habla de la ya conocida aldea calatraveña de Āna, del paso por Calatrava, Medellín y Badajoz y de la desembocadura en Mértola, de la cora de Huelva (ob. cit.). En otro lugar informa de que el río nace en el conocido faŷŷ al-‘Arūs dentro del faḥṣ al-Faŷŷ -posiblemente las Lagunas de Ruidera- donde desaparece para volver a reaparecer cerca de Calatrava, es decir, en los Ojos del Guadiana (id.: 136). Como vemos en esta mención, parece que en esa época ya se está empezando a producir la confusión entre las primeras fuentes del río (Pinilla o las Lagunas de Ruidera), cuestión que queda más clara

Figura 21: laguna de Navalcudia. Formación de dolina con estratos de calizas del Jurásico hundidas hacia el centro de la formación. © Wikipedia, dominio público- Información: Federico J. García Mariana.

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en su tercera y última cita: «nace en el Llano de las Charcas (faḥṣ al-Gudur), aunque nadie puede precisar el lugar exacto donde surge o brota, todo lo que se sabe es que sale de las charcas, desaparece en un sitio y reaparece en otro, hasta que sale a la luz definitivamente y corre sin interrupción hasta desembocar en el Océano, después de haber pasado por Calatrava y Badajoz» (ob. cit.). A partir de entonces, progresivamente, la Fuente del Ojuelo irá perdiendo sus galones como nacimiento del Guadiana, hasta el punto de ser completamente olvidada. Seguramente, ese proceso vino acompañado por la propia rarificación del curso del río Pinilla, la mayor duración de sus estiajes y el agotamiento de sus fuentes, quizá por motivos climáticos y/o por la propia acción antrópica. Así llegaremos hasta el principio del siglo XVI, en la Cosmografía de Colón, donde al describir el trayecto del camino real de Granada a Cuenca entre Villahermosa y Ossa de Montiel (PLAZA, 2009 y 2010), ya se afirma que «a las tres leguas primeras [desde Villahermosa] pasan a guadiana por vado [vado Blanco, junto a El Ossero] (...) a un quarto de legua del camyno queda el castillo de Rochafrida e por la mano derecha queda el nascimyento (...) a un quarto de legua (...) de unos cinco o seis ojos en los que les toman mucho pescado que se llama la fuente el puerto [sic]» (COLÓN, 1517- 1523: tomo II, 141). Hoy es fácilmente reconocible ese «nacimiento» colombino junto a la fuente del Puerco (del ar. burŷ, «torre») y los manantiales de los Zampoñones (ya citados en 1254), la Cagurria, etc., que alimentan a la Laguna Blanca, primera de las de Ruidera (...).

6.5 VALORACIÓN DE LAS FUENTES GEOGRÁFICAS HISPANOÁRABES La aparente confusión de nombres que, a priori, parece complicar la localización de la ciudad de Laminio, hasta el punto de hacerla inviable; en realidad produce el efecto contrario, si se analiza con cierto rigor. La consistencia interna es grande, entre unos y otros testimonios, y se constata la progresiva desaparición de los topónimos antiguos, su evolución hacia otros y su coincidencia con lugares de la zona descrita (mapa 1). Así, hemos podido identificar la antigua *Labini ibera de las monedas en la Laminium romana de la epigrafía y las fuentes, y ésta en la Remón/ Reimón andalusí de los textos del siglo X. Por otro lado, hemos vinculado el Ager laminitanus de los clásicos y el Lamini de los Itinerarios, con el iqlīm o nāḥiya de Remón/ Reimón= la Raymiyya o Laminitania citada entre el siglo X y el XI, y, dentro de ella, el faḥṣ al-Gudur del XII. Certificados en distintos momentos históricos, tales nombres aluden a una misma realidad, el nacimiento del Anas pliniano o Wādī Yāna andalusí, y a un mismo lugar geográfico, el entorno del nacimiento del río Pinilla, Guadiana alto o viejo —el Ojuelo de Cobatillas— donde, efectivamente, hay una villa romana, indiscutiblemente ligada

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a Laminio (SANZ, 2002: 353) y, según conocimos en la entrega anterior, existen unas importantes salinas cuya explotación y aprovechamiento se puede constatar desde hace milenios. Además, entre todos los topónimos extraídos en nuestra reconstrucción, también se identifican: Raqūbal con Rochafrida, al-Buwayra con la sierra de Alcaraz, faḥṣ al-Faŷŷ y faŷŷ al-‘Arūs con el desfiladero de las Lagunas de Ruidera y su entorno inmediato, y Maḥṣar al-rīḥ con Majalarao. Todos esos nombres antiguos, hoy tan lejanos, pensamos que habrían de barajarse en cualquier hipótesis sobre la ubicación de Laminio que desee superar esa metodología tan irregular, según denunciamos más arriba, que obvia las fuentes medievales. Hasta aquí podría parecer imposible que se estuviera describiendo un lugar diferente al entorno de las fuentes del Pinilla. Aún así, se nos podría acusar de extraer topónimos de aquí y de allá, algunos de ellos muy comunes, y querer unirlos más o menos torpemente, puesto que, al fin y al cabo, sólo son nombres dispersos sobre cierto espacio geográfico. Podría ser… Sin embargo, una prueba sustancial de la verosimilitud de esta reconstrucción viene de la mano de sendas fuentes cronísticas, que describen itinerarios por la zona y aportan esos mismos nombres manejados, en un orden concreto. Al seguir un camino, se lleva una dirección determinada y no es tan factible seleccionar rótulos de un mapa a discreción, puesto que existen una serie de puntos de paso, más o menos rígidos, que no se pueden obviar dando caprichosos paseos hasta lugares lejanos, con el fin de arrimar el ascua probatoria a determinada sardina laminitana. Y menos aún si, como es el caso, quienes andan por ese camino son dos excelentes estrategas con sendos ejércitos pesados.

aragonesa. Por su parte, Vallvé traslada con mínimas diferencias el mismo trayecto: «A Turriŷillat al- Šayj ‘Torrecilla del Jeque’ [posiblemente Turruchel, a unos seis kilómetros de Bienservida], Turriŷillat al- Taniya ‘Torrecilla Segunda’, a Wādi Muntiyāl (?) ‘río de Montiel’ (?) de Raymiyya y a maḥallat al-Gudur (Campamento de las Lagunas de Ruidera) donde termina la cora de Jaén. Desde las Lagunas de Ruidera siguió a Balazote (Balāṭ Ṣuf ) de la cora de Tudmīr, a la ciudad de Chinchilla ( Ŝantaŷila )» (VALLVÉ, 1992: 43). Vemos que existe cierta discrepancia en una de las etapas que más nos interesan, puesto que el manuscrito tiene una laguna (FRANCO, 1995: 226). Vallvé reconstruye, con muchas dudas, la incompleta grafía como Wādi Muntiyāl de Raymiyya, según vemos. Más acertada está María Jesús Rubiera al reconstruir esa etapa como Wādi Qabḏāq de Rīmiyya, suponiendo que, efectivamente, se trata de la forma arabizada de caput aquae (qabḏāq) que tantos topónimos ha dado del tipo Caudete, Alcaudete y similares por toda España, y que se refiere a las fuentes del río laminitano por excelencia: el Guadiana (FRANCO, 1995: 226). No revisaremos la mayoría de autores que reconstruyen, total o parcialmente, este itinerario, puesto que parten de una premisa tan falsa e ilógica como es el pretendido paso por las Lagunas de Ruidera. A no ser que pensemos que Abderramán III era un estratega nefasto, cuestión que no se deduce de fuente antigua alguna, o que le gustara hacer turismo cuando iba de guerra, por mucho que el espectacular prodigio natural –casi único en Europa- que son de los estanques del Figura 22: Abderramán III. © Wikipedia, dominio público.

6.6. LAS FUENTES CRONÍSTICAS No sufran, ante el título de este epígrafe, quienes hayan tenido la enorme osadía de acompañarnos hasta aquí, ni tiemblen ante la posibilidad de encontrar un relato detallado de todas las vicisitudes en las que se ha visto envuelta la zona, perpetrado por nuestra insufrible prosa y nuestras múltiples divagaciones. Para finalizar, sólo necesitamos dos referencias que ya son bien conocidas. 6.6.1. Paso de Abderramán III en 935

«A Ṭurŷīlat aš-Šayj, a Ṭurŷila Segunda, a Wādī..., a la acampada de las lagunas de Ruidera; fin de la cora de Jaén, y desde allí a Balazote en la cora de Tudmīr, a Chinchilla» (IBN ḤAYYĀN- VIGUERA & CORRIENTE, 1981: 268). Así traducen Viguera y Corriente, de la Crónica del Califa Abderramán III, la parte que más nos interesa del itinerario seguido por el Califa en 935 (fig. 22), desde la capital hasta Zaragoza, para reprimir la sedición que había estallado en la ciudad, hoy,

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Guadiana bien merezca la estancia de un Califa. Sólo autores albaceteños como Rubí Sanz (SANZ, 1997a: 242), Blanca Gamo (GAMO, 1999: 51- 52) o Aurelio Pretel (PRETEL, 2001: 14, 2004: 235 y 2008: passim), movidos más por un conocimiento cabal del entorno que por inexistentes afanes provincialistas, discrepan, con toda razón, de semejante disparate y ubican el paso del Califa por la conocida ruta de los Vasos de Vicarello, pues «ir a las Lagunas de Ruidera para después seguir por Balazote (...) tal y como indica el texto supone dar un rodeo considerable e innecesario» (SANZ, 1997a: 242). Se equivocan, pues, Viguera y Corriente, cuando traducen directamente maḥallat alGudur por campamento de las Lagunas de Ruidera, y también yerran los que pretenden reconstruir el camino pasando por allí. Ese lugar mencionado al final de la cora de Jaén, se identifica mejor con el actual Gil de Moya, Fuentezillas en el s. XVI, referencia pecuaria desde el XIII y compitum de época romana. El término al-Gudur debe hacer referencia al complejo de lagunas más «modestas», navas o charcas de Navalcudia, dentro del cual está, como se dijo (mapa 1). Y, además, según queda bien reflejado por ibn Ḥayyān en el siglo X, es absolutamente coherente con el paso previo por las inmediaciones de las fuentes del río Anas en el Ojuelo de Cobatillas junto a Pinilla (Wādi Qabḏāq de Rīmiyya), con lo que la reconstrucción de Rubiera sería acertada. Pasado ese punto, como dijimos al principio, desde Gil de Moya-maḥallat al-Gudur partía el camino, posiblemente usado en época romana, revitalizado en la andalusí y citado por al-Idrīsī en el s. XII, en dirección a Balazote —primer lugar de Tudmīr— y Chinchilla, por la calzada de la Lana. Sobre la reconstrucción del tránsito califal por la actual provincia de Albacete, Pretel analiza con mayor detenimiento las dos posibilidades más lógicas: el itinerario del Dañador (camino de Aníbal clásico) o su paralelo por el Guadalmena, ambos de uso romano (PRETEL, 2008: 24- 25). Aunque a dicho autor le extraña que no se mencione Alcaraz, posiblemente esa sea la prueba definitiva de que escogieron la ruta del Dañador, y no porque a mediados del X no existiera aquella población, cuestión que seguirá quedando en penumbra a falta de nuevas pruebas, sino porque no estaba en el trayecto, como habría ocurrido si hubieran remontado por el camino del Guadalmena (ob. cit.). Y no sólo es que las dos torrecillas mencionadas, del Jeque y segunda (Ṭurŷīlat al- Šayj y Turriŷillat al-Taniya), sean de ubicación dudosa, como también advierte Pretel (ob. cit.) para invalidar la opinión de Vallvé y otras reconstrucciones clásicas, sino que, con tan pocas pistas como da el itinerario, es imposible decantarse por ninguna de las decenas que existen o cuyos restos son conocidos, en una zona trufada de este tipo de construcciones. Sólo hay que echar un vistazo somero a toda la bibliografía que referimos para comprender el vano empeño de promocionar unas candidatas sobre otras: Torre de Juan Abad, Terrinches, Albaladejo,

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Turruchel, Cerro Vico, Villapalacios, Gorgojí, Reolid, etc. por citar las más obvias. Pero Abderramán no sería el último Califa en pasar por aquí. 6.6.2. Paso de Yusuf I en verano de 1172

«El sábado 7 de Ḏū-l-qa’da [1 de julio] salió nuestro señor el Amīr al- Mu/minīn, después que Dios le había dado el triunfo y la victoria sobre los dos castillos citados [Vilches y Alcaraz], y continuó la marcha hasta el sitio conocido por Balāt al- sūf [Balazote], contiguo al valle de la ciudad de Chinchilla en el primer límite, que separa ahora el país de los musulmanes del país de los cristianos, hasta que llegó al sitio conocido por Algodor, el mismo sábado. Este lugar es la cabeza del río Ana [Guadiana] que corre hacia Badajoz y hacia Mértola y la región de Beja. Acampo en Balāt Sūf el domingo [2 de julio], pernoctó y permaneció allí hasta el mediodía del lunes [3 de julio], y se aprovisionó la gente de agua en aquel sitio para la llanura de Albacete» (AL-ṢALĀH- HUICI, 1969: 206). Ese es el testimonio, recogido por ’Abd al-Malik ibn Muḥammad Ibn Ṣāḥib al-Ṣalāh, del paso del Califa almorávide Abū Ya’qūb Yūsuf b. ’Abd al-mu’min al-Mansur -Yusuf I- por Alcaraz (fig. 23), viniendo de Vilches ( Balŷ alQušairī) en 1172, para recuperar su castillo «de la infidelidad» tras haber sido entregado a manos castellanas, en 1169, por el Rey Lobo (PRETEL, 2008: 39- 42). Más de un milenio después de que dichas zonas quedasen epigráficamente unidas por los Celeri hispano-romanos, como vimos, el tránsito entre ambas localidades vuelve a pasar a la historia. A pesar de que el insigne arabista Ambrosio Huici, en nota a pie de página afirma que «en árabe al-Gudur [Las Lagunas], debe referirse a las de Ruidera, origen del Alto Guadiana», perdonen la reiteración y la franqueza: ¿alguien se ha parado a pensar en lo inverosímil que es pretender que Yusuf I partiese de Alcaraz el sábado, se entretuviera en ir hasta las Lagunas de Ruidera, y, aunque sólo llegase a la primera de ellas (Laguna Blanca) y saliese zumbando, aún le diera tiempo de llegar a Balazote el domingo con un pesado ejército? A vuelo de pájaro, y en rigurosas líneas rectas haciendo zig-zag, son más de 100 kilómetros. Sobre el terreno... ¿cuántos pueden ser?, ¿120 o 150?, ¿pensaba el Califa premiar la vuelta al Islam de Alcaraz reventando a sus huestes? Y, si es descabellado pensar en viajar desde Alcaraz hasta las Lagunas de Ruidera, y redundando en la cuestión laminitana, ¿qué calificativo implicaría ir hasta los ojos del Guadiana —¡a más de 105 km en línea recta!— para después volver hasta Balazote —¡otros 120 km a vuelo de pájaro!—? Es lo que ocurre al dejarse llevar por los grandes tópicos y pensar que, en La Mancha, no hay más lagunas que las mal llamadas de Ruidera o más ciudades romanas que Alhambra. Posiblemente, usando términos modernos, el Califa se planteó en Alcaraz la posibilidad de ir a Balazote, cómodamente por autovía (ruta de los Vasos de Vica-

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Figura 23: estampa clásica de la ciudad de Alcaraz, con las torres del Tardón y de la Trinidad. © Wikipedia, dominio público.

rello o del Dañador) o más directamente por carretera (camino romano paralelo o del Guadalmena). Lo más lógico que pudo ocurrir —y también tiene su miga, pero no tanta como ir hasta las Lagunas de Ruidera— es que desde la ciudad alcaraceña, obviando el camino directo hacia Balazote, buscó la ruta anibalina, menos expuesta a peligros y emboscadas, seguramente más poblada, con mejores puntos de aguada al estar trufada de navas, navajos, charcas, mohedas y fuentes, y para ahorrarse puertos de montaña (buwayb) difíciles, como el de los Pocicos (PRETEL, 2008: 27) (mapa 1). ¿El camino exacto para llegar desde la ruta del Guadalmena, donde está Alcaraz, hasta la del Dañador, donde está Gil de Moya?, realmente cualquiera: la misma disposición de caminos trasversales que encontramos entre una y otra, en las inmediaciones de Lezuza, existe en las cercanías de Alcaraz y Villanueva de la Fuente (ob. cit.), pues esa ordenación racional alcanza al municipio romano, posiblemente Mentesa, que yace en ese suelo. El Califa pudo pasar de Alcaraz a las inmediaciones de Villanueva por Gorgojí, camino de indudable uso romano como ya vimos. También pudo ser por Canalejuela, donde ya es conocido que se encontró un tesorillo con un gran número de dirhe-

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ms califales (PRETEL, 1986: 42- 45 y 2008: 27) o entre Albaladejo y Bienservida (PRETEL, 2008: 27)… Lo que está claro es que antes de Balazote, primer lugar de Tudmīr, pasó por Gil de Moya- Fuentezillas- maḥallat al-Gudur, último lugar de la cora de Jaén, desde donde tomó el camino de Murcia.

6.6. BAILANDO EN UNA BALDOSA Quienes hayan leído la anterior entrega y ésta, se habrán dado cuenta de que dejamos el A-31 en Gil de Moya, y no hemos avanzado un sólo centímetro en la caracterización de ese itinerario romano, puesto que estamos en maḥallat al-Gudur, que para el caso parece lo mismo. No se sientan defraudados: es indudable que, si no en el espacio, sí que hemos profundizado mucho en el tiempo y, sobre todo, en el conocimiento de una zona tan ignota para los propios -y quizá más para ellos- como para los extraños. Y es que, como vemos, La Mancha aún sigue siendo, en gran medida, un inmenso agujero negro, para disciplinas como la Arqueología y la Historia antigua, que no deja escapar ninguna partícula histórica que se le acerca, una vez que es atrapada por el horizonte de sucesos, pero cuyo

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interior sigue siendo, en definitiva, un gran desconocido. La próxima entrega prometemos avanzar mucho más en ese conocimiento, y también en el espacio, puesto que llegaremos a Sotuélamos… ¿a las mismísimas puertas de Laminio? (continuará)

Mapa 1: caminos romanos principales y rutas andalusíes por la zona. Lugares mencionados: 1. Villanueva de la Fuente (Mentesa), 2. Alcaraz (lat. ?, ar. al- Karas), 3. Nacimiento del Pinilla, Casa del Ojuelo (lat. Caput aquae fluminis Anas, ¿Lamini?, ar. Wādi Qabḏāq de Rīmiyya), 4. Gil de MoyaFuentezillas (lat. ?, ar. maḥallat al-Gudur), 5. Lezuza (Colonia Libisosa), 6. Balazote (lat. ?, ar. Balāt al- sūf), 7. Los Paerazos (lat. Parietinis, ar. ?,), 8. El Bonillo (lat. mansio Caput fluminis Anae del It. A- 31, ar. ¿al- Buniyul?,), 9. Sotuélamos (lat. mansio Laminio del It. A- 31, ar. ?,), 10. Munera (lat. ?, ar. Munāyira). © IGN- Elaboración gráfica: Ángel Plaza Simón.

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NOTAS 1 Contacto: villarrobledohistorico@gmail.com 2 Este Alonso de Busto fue «cauallero de la Orden de Santiago, Alguazil Mayor de la Ciudad de Alcaraz, de la Inquisición de Murcia, y Gouernador de Mérida y su prouincia», según leemos en el rarísimo Memorial a la reina doña Mariana, de la calidad y servicios de la familia de Manuel Velázquez y Minaya (DE LUGO, 1671), además de ser «del Consejo de su Magestad, Oidor de la Cõtratacion, y de la Real Audiencia de Seuilla, Regente de Canaria, Oidor de la Chancilleria de Granada, y de el Real Consejo de Hazienda: y vltimamente de el Supremo de Indias» como se le intitula en el sermón dedicado a la muerte de su mujer (Juana Aguilar) (JOSÉ DEL ESPÍRITU SANTO, 1647: portada) 3 Así «durante el resto de la centuria, encontramos un Ordóñez de Gámis, Noguerol, Montiel, Guerrero, Bonjorne, Vandelvira, Bustos, Bustamante, Arévalo, Córdoba, Bui-

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trago, Claramonte, etc., ocupando sillones del concejo o arrendando a éste sus rentas de propios. Son hombres ricos, por lo general, que a menudo prestan dinero al ayuntamiento para sus necesidades urgentes, y que tienen las bases de su solvencia económica en el comercio o la ganadería, aunque no faltan los dueños de pequeñas industrias» (PRETEL, 1978: 73). Sobre su origen allí, ya Piferrer reseña una genealogía de la casa Bustamante, desde el siglo IX, y refiere un tal García Sánchez de Bustamante, armado caballero por Alfonso XI en 1330 y casado en Alcaraz con doña María de Haro (PIFERRER, 1857: 109). Léase al respecto, las cuestiones relativas al cobro de la «denostada Cuenta de San Miguel» o «el servil regalo de las perdices para los oficiales de la antigua metrópoli» y otros ejemplos en PRETEL, 2001. «aun mando que si los conceios sobre los terminos baraiaren, que el iuez e los alcaldes uayan a ueer los terminos de la una parte e de la otra e desterminen los moiones <que> fueron ya puestos» (ROUDIL, 1968: tomo I, 114) (FUERO DE ALCARAZ, 2008) Abunda en esa idea el hecho de que aún en 1457, Villarrobledo «contaba con una redonda de poco más de una legua alrededor de la población y cuyos vecinos roturaron amplios espacios junto a los pozos existentes al sur de la villa» (GARCÍA DÍAZ, 1987: 31). Esos «pozos» quizá los debemos entender como topónimo y no como nombre común, pues es posible que se refieran a la población de Villabachos (también Villavachos, Villarachos, Villavanchos o Pozuelo y Pozuelos de V.), que, por entonces, debía estar ya despoblada. También podemos tener, junto al cerro mencionado, un curiosísimo caso de doble diminutivización en Silleta, si fuera un diminutivo de «silla», ya que ésta, a su vez, puede provenir de suhayla, diminutivo árabe de al- sahl o sahla «llano, llanura, planicie». Información inédita proporcionada por gentileza de nuestro amigo Pedro Martínez, que está estudiando la genealogía y origen del apellido en Villarrobledo, y apunta a una posible castellanización de un apellido irlandés, en las ramas rodense y villarrobletana. Esta es la explicación más clara del nombre de Balazote. Descartamos pues, la sugerencia de Pretel de una calzada del Azud (PRETEL, 2007: 82). Sin embargo, no podemos desdeñar la enorme carga simbólica que tienen ciertos topónimos andalusíes, lo que nos permitiría vincular Balazote con los sufíes, que, precisamente, eran llamados así por las prendas de lana que vestían. Otro ejemplo bien llamativo de doble acepción, lo tenemos en la propia capital provincial, Albacete, cuyo nombre haría referencia a la propia llanura albaceteña sin olvidar que al- Basit, es, precisamente, uno de los 99 nombres de Dios, como bien ha señalado Pretel (ob. cit.). Hay que apuntar que este último nada tiene que ver con la fruta pomácea, pues es un evidente topónimo de origen andalusí, derivado, bien de un improbable «molino del río» (ma’sar nahr) o bien de «venta o posada del río» (manzil an- nahr) (GALMÉS, 2000: 29), cuestión que creemos más aplicable a este caso, puesto que haría alusión al propio

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Castillo de Pilas Bonas, en Manzanares. 11 Por eso, parece mentira que haya aún cierta tendencia tópica a hablar de esta zona como lugar marginal, España profunda y oscura, frente a las costas, teóricos focos donde irradiaba con luz cegadora la cultura previa a la invasión romana. Esta fue tierra de paso, sí; pero, parafraseando una afirmación que oímos al alcalde de Caravaca en radio, también de poso y de peso, y, quizá, nuclear más que marginal, respecto a la génesis y esplendor de la Cultura ibera. 12 De los abundantes topónimos aportados por Rasís en la zona, con relativa seguridad podemos identificar la Sierra de Tías o Tras, donde estaba la ciudad de Tex, con el Saltus tugiensis clásico y la Sierra de Castro con el Saltus castulonensis, que llegaba a la ciudad de Jaén. Es decir, describe muy bien el milenario corredor flanqueado por las sierras de Alcaraz, Segura, Cazorla, Las Villas, Castril (s. tugiensis o cordillera Prebética) y Despeñaperros, el sector más oriental de Sierra Morena, y lo enlaza con la Sierra Mágina, puesto que se afirma su llegada a Jaén (S. castulonensis). Sin embargo, Bendaluba, Vedaluba, Vendaluba o Bodabula; Oxno, Tastad u Oxnon, Magarta o Margarta, y Montano o Montañón, se han trasmitido excepcionalmente mal y sería muy arriesgado, siquiera, aventurar su ubicación, aunque podemos intuir que algunos reflejaran a la antigua Mentesa, a la población sepultada en Alcaraz el Viejo y, posiblemente, Yeste. 13 Dicho sea de paso, bien notable es también la coincidencia toponímica, en esas mismas provincias y otras de España, entre San Felices (Ossa de Montiel, AB), Saelices (CU) y Riba de Saelices (GU). Este caso será estudiado con más detenimiento en otra ocasión. 14 De hecho, quizá tengamos otro ejemplo bien cercano y muy similar en Lezuza, que, supuestamente, se llamó Luzón en época andalusí. En Yunquera «de la calzada», según comunicaba ya el historiador Roa y Erostarbe, y otros autores (OLIVER, 1975: 423) (GARCÍA SOLANA, 1978: 100), se conservaba, en su ermita de Santa María, un cuadro con la siguiente inscripción: «Livisosa y Luzon fui yo/ Roma me engrandeció/ 2ª colonia romana, fui yo/ Felipe II, el prudente/ en sí y sobre sí, me dirimió/ Año de 1556» (ROA, 1894). Antonio Vegas, en la entrada Lezuza de la sexta edición en castellano del diccionario geográfico de Laurence Echard, afirma que «tuvo por nombres los de Libisosa, Luzon, Leza y Foro Augustana» (VEGAS, 1795: tomo IV, 77). Por su parte, Tomás González Carvajal, en su interesantísima (y, sorprendentemente, muy poco aprovechada por las disciplinas arqueológica e histórica) relación de tesoros hallados en el reino de Castilla, entre 1589 y 1701, según las Reales Cédulas de autorización conservadas en el Archivo de Simancas, refiere uno hallado «en la villa de Lezuza, partido de Alcaraz, en una torre muy antigua que llamaban de Luzon» (GONZÁLEZ CARVAJAL, 1832: tomo II, 217). Aunque no está contrastado el nombre en ninguna fuente antigua, sigue siendo un enigma etimológico —y no pequeño— saber cómo Libisosa ha podido devenir en una inesperada Lezuza. Quizá para desentrañarlo habrá que prestar atención a esta teórica Luzón andalusí, que parece emparentar con la conocida virgen Luciana o Luçiosana

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que aparece en ciertos testimonios posteriores. 15 Fechas estimadas para el nacimiento y muerte del autor, que podemos ampliar, incluso, hasta 977, si advertimos que la obra de Rasís fue terminada por su hijo Isa, como sugiere la inclusión del reinado de Alhaquem II, según Claudio Sánchez Albornoz en sus Adiciones al estudio de la Crónica del Moro Rasís. 16 Espín la describe así: «anverso. Cabeza desnuda diademada varonil, hacia la derecha, gráfila de puntos. Reverso. esfinge en igual dirección, con casco puntiagudo, cuerpo de galgo y cola de puntos a manera de cuentas en forma de ese que ondula entre las patas traseras en el exergo esta leyenda: N u N M, pero se nota que, anterior y posterior a estos cuatro signos debieron haber otros dos que cayeron algo fuera del flan de la acuñación; pues sólo se distinguen en ambos extremos, cortados por el segmento de la circunferencia de la moneda, confusos vestigios de caracteres que no permiten reconstruir su forma. El campo de ella no muestra signo ni emblema en ninguna de sus caras de anverso, converso y reverso cóncavo levemente, cual en todas las acuñaciones antiguas» (ESPÍN, 1940: 39). Y Villaronga así: «a/ Cap viril a la dreta amb l’orella molt acusada i les ínfules penjant. El coll presenta uns sortints per davant i per darrere que podrien ser el mantell i que fan de suport. Gràfila de punts. r/ Esfinx alada a la dreta, amb les quatre potes sobre una línia, la cua puntejada que acaba molt corbada, per dessota inscripció ibèrica, de caràcters del nord, on llegim LEUNI. Per sota del ventre, entre les potes el que sembla un creixent i punt, que podria ser un cercle» (VILLARONGA, 2005: 35). 17 Aunque tampoco sabemos con certeza si se refiere a Calatrava «la Vieja», ya mencionada, a «la Nueva», sita en El Alacranejo, Aldea del Rey, CR, o al histórico Campo de Calatrava entero. 18 Pues Rodríguez Ramos es algo menos contundente, aunque parezca decantarse también por esa opción. 19 Lo de la «escasa urbanización en época romana», aunque lo pongamos en duda y pretendemos dar argumentos para rechazarlo, lo podemos entender y disculpar por la absoluta carencia de estudios serios en la zona... Pero lo del «abrupto relieve», perdonen la franqueza, es que suena a cachondeo en La Mancha, paradigma arquetípico de la llanura infinita que se pierde en el horizonte. 20 In zwei Inschriften aus Baesucci (Vilches im Norden der heutigen Provinz Jaén) wird über die Ehrungen berichtet, die ein Bürger dieser Stadt von den Mitbürgern und von einigen benachbarten Gemeinden, u. a. vom municipium flavum laminitanum, erhielt: Der Dekurionenrat dieses Municipiums beschlo=für ihn eine laudatio und eine Statue. 21 Conservada en excepcional buen estado durante cerca de un milenio, hasta que, desgraciadamente, se hundió a finales de 2010, en parte, por la desidia de las administraciones. 22 Le Guadiana (Wadi Ana) prend sa source au Nord- Est d’alAndalus, dans la région située entre la montagne appelée al- Buwayra (?) et la ville de Racupel, laquelle se trouve au dessus de la ville de Raymiyya. Il se jette dans l’Océan Atlantique à Ocsonoba. Son cours est d’une longueur de 320

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miles. Ce fleuve Guadiana disparaît entre Merida y Badajoz (sic). Il coule souterrainement pour finir par reparaître au lieu dit Faŷŷ al-‘arūs, dans la plaine (faḥṣ) d’al-Faŷŷ. Puis il disparait, pour reparaître près d’une bourgade du territoire de Calatrava, du nom d’Āro. La pistas para encontrar esa población son bastante poco esclarecedoras, puesto que sólo sabemos que entre ella y Remón/ Reimón, crecía mucho pelitre. A pesar de que esta región andalusí se suele localizar en la provincia de Jaén, no podemos dejar de resaltar una enorme coincidencia: el origen etimológico de Šumuntān se ha establecido en el lat. sub montanis, expresión latina similar al griego Orospeda o piedemonte, que, como ya adelantamos, se puede situar a los pies de las sierras de Alcaraz, Segura y Cazorla. También somos conscientes de que LP-LC, caso de ser Laminio, ocuparía una posición excéntrica en esa comarca, si consideramos que el nacimiento del Guadiana estaba, aproximadamente, en posición central dentro de Raymiyya y que se extendía tan al sur. Pero esa es una cuestión que también afecta, en mayor o menor grado, al resto de reducciones geográficas manchegas, ya sugeridas, sobre aquel municipio romano. En cualquier caso, el eje vertebrador principal de esa región parece ser la ruta de los Vasos de Vicarello. Un galochero también es un vendedor de galochas, calzado de madera con refuerzos de hierro para andar por nieve, lodo o suelo mojado.

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UN MILIARIO DE CONSTANTINO RECUPERADO EN SOFUENTES, CASTILISCAR (ZARAGOZA)

Joaquín Lostal Pros

En este breve artículo queremos dar a conocer la recuperación de un miliario de Constantino que habíamos dado por desaparecido hace más de veinte años.

1. HISTORIA DEL MILIARIO El miliario en cuestión fue descubierto por nosotros el año 1973 en casa de D. José Arana, vecino de Sofuentes1. Al realizar su estudio llegamos a la conclusión de que se trataba de la parte superior del citado por Hübner (CIL II, 4910), el cual recogía una información contenida en un manuscrito escrito por Mateo Suman, quien en su momento lo vio, midió y leyó (bastante bien) en la casa de los Padres de las Escuelas Pías de Sofuentes, que se encuentra enfrente de la de D. José Arana. Cuando en la década de los 80 lo quisimos volver a estudiar en profundidad nos llevamos la desagradable sorpresa de que su propietario lo había empleado como parte de la cimentación de un gallinero. En aquel momento lo dimos por perdido y lo publicamos con los datos de los que disponíamos2. Recientemente, y fruto del trabajo de campo llevado a cabo para el estudio de las vías romanas de la zona, Isaac Moreno Gallo lo volvió a ver y a fotografiar. En un principio se recibió como lo que parecía: un nuevo miliario de Constantino, pero en seguida nos percatamos de que era el viejo miliario reaparecido como por ensalmo. La explicación era sencilla. El hijo de D. José Arana se tomó el interés de recuperarlo y conservarlo. En su momento, cuando preparábamos la publicación sobre las vías romanas de las Cinco Villas3, no pudimos realizar su autopsia por no encontrarse en casa sus propietarios. Finalmente la pudimos llevar a cabo durante las propias Jornadas del Symposio sobre las comunicaciones romanas en Cinco Villas (5 y 6 de junio de 2009). Este pequeño artículo la da a conocer,

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al tiempo que completa la información contenida en la citada publicación.

2. DESCRIPCIÓN FÍSICA Lo conservado del miliario corresponde a la parte superior de la columna. Tiene ésta forma cilíndrica bastante regular y está labrada en piedra arenisca. Mide el fragmento 57 cm de altura y 36 cm de diámetro. Debió permanecer mucho tiempo semienterrada pues muestra una erosión selectiva que, afortunadamente, sólo afecta a la parte final de las líneas de la inscripción. En el plano de la parte superior de la columna se practicó un hueco de base cuadrada cuya finalidad se nos escapa. En otro lugar del pueblo se conserva hincado en el suelo un fragmento de columna con un diámetro muy similar. La parte visible mide 72 cm, pero no conserva rastro de letras. Una barra de hierro en su eje prueba que fue utilizado como «molón». Eso explicaría la desaparición de las letras, si es que se trata de la continuación del fragmento considerado.

3. INSCRIPCIÓN Campo epigráfico: 35,7 x (33) cm. Nº de líneas: (3) Altura de las letras: l.1: 9,5; esp: 1,8; l.2: 8,5-7,5; esp: 4,8-2,0; l.3: 8,8-5,7 cm.

3.1. Texto Sobre autopsia personal (líneas 1, 2 y 3) y CIL II, 4910 las restantes.

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D(omino) n(ostro) Im p(eratori) Caes(ari) [F(lavio)] Val(erio) Con stantin o P(io)⌐F(elici)¬ Inv(icto) s[em]⌐p¬[er] m[ax(imo)] Au gusto <divi> C onstanti [Aug(usti) Pii filio] ------

3.2. Análisis epigráfico (Ordinatio) 3.2.1. Estructura externa

El texto se dispone sobre un campo epigráfico muy estrecho, cosa por otro lado habitual en la época, a pesar de la forma cilíndrica y de la labra regular de su superficie (en origen). Las líneas conservadas se ordenan a partir de un margen izquierdo recto. El derecho sería, en cambio, irregular.

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3.2.2. Disposición del formulario

La distribución de los conceptos e incluso de las letras es irregular, dificultando su lectura. La parte oficial de la Nominación está formada por la fórmula señorial (D.N.) y por el prenomen y nomen de un emperador (Imp Caes), siendo el único caso junto con el de Javier en el que aparecen ambas. A continuación los cognomina personales (F Val Constantino) y los honoríficos (p, f, inv). La titulación (semper máximo Augusto) hace referencia a la victoria sobre Majencio en el Puente Milvio y antecede a la filiación que queda desplazada a la parte final del formulario, igual que sucede en los miliarios de Villalazán y Hútar4.

3.3. Análisis paleográfico

NOTAS: (1) Lostal Pros, J. Arqueología del Aragón romano. Zaragoza, 1980, p.79, nota 206. (2) Lostal Pros, J. Los miliarios romanos de la provincia Tarraconense. Conventos Tarraconense, Cesaraugustano, Cluniense y Cartaginense. Zaragoza, 1992, pp. 171-172, nº 166, mapa nº 31 (= MPT) (3) Moreno Gallo, I; Lostal Pros, J y Bienés, J.J. Item a Caesarea Augusta Beneharno. La carretera romana de Zaragoza al Bearn. Ejea de los Caballeros, 2009, pp. 221-222, nº 16. (4) MPT, nº 172 y 174. (5) Lafaurie, J. «Die imperii Constantini augusti: 25 décembre 307», en Melanges André Piganiol, II. París, 1966, pp. 795806. Cagnat, R. Cours d’epigraphie latine. 1914, p. 239, señala con dudas el 31 de marzo del año 307. Calabi, I. Epigrafia latina. Milán, 1983, pp. 490-491.

3.3.1. Características generales

La inscripción presenta un módulo bastante irregular. En cualquier caso se aprecia un claro interés en resaltar la primera línea, donde va la fórmula señorial con un módulo algo mayor de las letras. Éstas se asientan mal sobre la caja de escritura y carecen de adornos o remates en sus terminaciones. La grabación sin ser profunda es neta y de lectura fácil. 3.3.2. Formas de las letras

La L es la más característica con su travesaño descolgado, la N algo tumbada hacia la derecha, la O de ductus irregular y más pequeña que las demás letras, y la P de cabeza elevada y pequeña. Se trata de una Capital Cuadrada Monumental rústica, típica del Bajo Imperio.

4. CRONOLOGÍA El miliario corresponde a Constantino y se fecha en términos generales entre el 25 de diciembre del año 307, y el 22 de mayo del 337, fecha de su muerte. Ahora bien, si la restitución de la línea sexta es acertada, todavía se puede precisar un poco más, pues Constantino recibió el título de Maximo Augusto tras la victoria del Puente Milvio, el 29 de octubre del 3125.

5. COMENTARIO VIARIO De Constantino conocemos dos miliarios, ambos en la zona alta de la vía de las Cinco Villas: éste de Sofuentes, y otro en las proximidades de Javier en dirección a Undués de Lerda. A ellos se viene a sumar el de su padre Constancio Cloro recientemente descubierto en Cerro Ladrero (Sofuentes).

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LA A-17 Y SU ENIGMA Ernest Loewinsohn José Luis Estévez Perez

Después de hacer un detenido repaso de la A-17, he descubierto que esta vía no era como la concebimos los que la habíamos estudiado con gran interés en el pasado, (Gadea, Loewinsohn y Rodríguez ColmeneroFerrer). Sabemos ahora que la A-17 seguía por otros derroteros, mas o menos en sentido paralelo pero mas sinuosa, y con los emplazamientos de las mansiones en lugares muy distintos, con la excepción de Aqua Flavia y los puntos terminales de Asturica y Bracara. Sus constructores la colocaron sobre terreno más seco (evitando el terreno fangoso en el invierno) y buscando pendientes mucho más suaves ( por debajo del 3%). Todo esto para transportar los lingotes superpesados de oro que se traían a Astorga desde las noventa y pico minas auríferas del centro y Norte de Lusitania, y de las minas auríferas de Río Manzanas, de la Sierra de la Culebra, del alto valle del Eria, y de las márgenes del Río Duerna. Todas estas minas se explotaron durante los siglos I, II, III y IV (nota 1). Por esta razón consideramos que esta calzada era realmente una vía principal, en contraposición a lo que nuestro amado Gonzalo Arias Bonet declaró en uno de sus últimos números de El Miliario Extravagante, llamándola Vía Secundaria, por su limitado recorrido, aunque era un poco mas larga que la famosa Vía Nova (A-18), que también tenía como mayor objeto el envío a Astorga del oro de las minas auríferas en el Norte de Portugal, y las provincias Españolas de Ourense (Los Milagros, Montefurado, El Río Sil ), de Lugo, y el NO de León (La Leitosa, La Veguellina y Las Médulas). Casi todas las vías rectas que aparecen en los fotogramas del vuelo Americano de 1956 y 57 se presumieron ser pertenecientes a la vía A-17, pero resultaron ser «otra cosa», y ahora constituyen un enigma. La A-17 debió salir de Astorga por la puerta situada detrás de la catedral. Restos de esta puerta se con-

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servan hoy día, fruto de una excavación hecha hace unos años por el señor Tomás Mañanes. La vía giraba hacia la derecha con poca pendiente, hasta la primera rotonda moderna de la N 120, cerca del ferrocarril, y de allí procedía por la estación del Oeste, hoy día abandonada. Después de cruzar el riachuelo Gerga, continuaba por una senda hasta la N 6. Seguía por la N 6 hasta poco antes de Celada, torcía por la izquierda antes de la cuesta y seguía por detrás de la colina del cementerio (Figura 1) y, coincidente con la vía férrea hasta dejar atrás el cerro de Santa Marina, cruzaba la vía férrea y subía por una vaguada con poca pendiente hasta llegar a la N 6. Allí cruzaba la carretera y se dirigía por la parte derecha hasta poco antes del Río Turienzo; cruzaba otra vez la N 6 y seguía el camino al puente medieval de Valimbre y cruzaba el río unos 50 metros aguas abajo de dicho puente. Luego subía lentamente paralela a la N 6 y, delante de la estación de Valderey, volvía a cruzar la carretera y se dirigía a Castrotierra (Figura 2).

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Figura 1

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El primer tramo largo (Figura 3) es la recta que atraviesa los términos de Pradorey y Riego de la Vega.: El tramo enigmático AB, está señalizado con flechas rojas, y la A-17 en amarillo, a la derecha de la A 6 (en azul), con su continuación de B a C coincidente con la calzada de Nuestra Señora. El tramo al Este de la autovía A 6 aun conserva el paquete entero de la calzada, y el tramo de enlace con la Calzada de Nuestra Señora está cubierto de piedras sueltas que pertenecieron a la calzada A-17. En el siguiente tramo, entre Villamontán y Herreros de Jamúz, la calzada no coincide con la Calzada del Obispo excepto en un corto trecho dentro de Villamontan, La bajada al Jamúz se efectúa suavemente por la izquierda. Seguidamente, la calzada va por la derecha de los restos de la recta de la Calzada del Obispo, que se observa poco antes de llegar al cruce con la carretera de Castrocontrigo, y seguidamente pasa por La Canal coincidente con la del Obispo, pero poco después se separa por la izquierda de esta y las dos se unen de nuevo en la Fuente de Lirba.(Figuras 4 y 5). Entre Lirba y el Río Eria la calzada del Obispo coincide totalmente con la A-17. La mansión Argentiolum estaba emplazada en la orilla izquierda del Ería y el puente estaba casi enfrente de San Feliz de la Valdería. La subida a la Chana tenía un largo recodo para mantener una pendiente del 2 al 3% (Figura 6).

Figura 2

Figura 3

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Figura 4

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Figura 5

La A-17 (en amarillo) y la supuesta o enigmática (en rojo), entre El Sardonal y San Juanico el Nuevo, van separadas, excepto en Santibañez de Vidriales, donde coinciden parcialmente. Antes del declive del Sardonal había un posible mutatio, al lado de las calzada. El Ala Flavia ocupaba el campamento, cuyo paramento aun se conserva, cerca del castro, donde se asentaba

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la población indígena (vicus) y cuyo nombre es desconocido. Un corto tramo de la A-17 aun se conserva en el barrio de abajo en Brime de Sog. Poco antes del descenso a San Juanico El Nuevo, había otro posible mutatio, donde se asentaba el pueblo desaparecido de San Juan el Viejo, cuya copiosa fuente abastece a San Juanico. (Figuras 7, 8 y 9).

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Figura 6

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Los trayectos de ambas calzadas, una directamente a Calzada de Tera, y la otra por Cabañas de Tera y Camarzana de Tera (Petavonio ?), se ilustran en la Figura 10. Ambas van juntas entre Calzadilla de Tera (Petavonium) y Olleros de Tera, pero una variante de la supuesta calzada llega a Olleros por el Norte, después de cruzar el Tera mas al Oeste, y por el pueblo de Ollerines, de él solo quedan restos (Figura 11). Las dos calzadas se separan al Sur de Olleros.

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Las dos calzadas van separadas hasta que se unen al pié del muelo de Otero de Bodas. (Figura 12). Se separan otra vez en El Tamboril y se vuelven a unir después de cruzar la N 631 (Figura 13). Se separan de nuevo antes de su entrada en Villanueva de Valrojo, pero siguen juntos por dicho pueblo a partir de la iglesnia (Figura 14). En dicho pueblo hubo un tejar, cuya mina estaba al Este del pueblo.

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Figura 10

Figura 11

Después de cruzar la carretera, se separan otra vez y se unen brevemente en su paso por el puente de la Ribera. Seguidamente te vuelven a separar, hasta las proximidades de Boya. La supuesta calzada va más abajo, por terreno húmedo, y la A-17 toma una cota mas alta (Figuras 15 y 16). Las dos calzadas continúan juntas hasta la entrada de San Pedro de las Herrerías. Allí se vuelven a separar, la A-17 haciendo un gran rodeo buscando mucha menor pendiente, hasta que se unen de nuevo en La Sobacana. Antes de finalizar el tramo recto de La Sobacana, se vuelven a separar hasta su entrada en Figueruela de Arriba (Figuras 17 y 18). En la entrada de Figueruela de Arriba coinciden en un breve espacio en frente del solar de la mansión Veniatia, pero se vuelven a separar hasta llegar al Sierro, donde coinciden hasta poco antes de Moldones (Figuras 19 y 20).

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Figura 12

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Figura 16

De Moldones al Río Manzanas van muy juntos y con breves separaciones, hasta llegar a Puerto Calzado, Allí cada calzada sigue una bajada distinta y cruza el río en un lugar diferente (Figuras 21 y 22). CONCLUSIONES La enigmática calzada podría pertenecer a otra época. Suponemos dos posibles alternativas: El Medievo y la Edad Moderna. En los mapas viejos del Servicio Geográfico Nacional, los tramos entre Olleros y Villardeciervos llevan la denominación «Camino de los Cervatos«, y el tramo en La Sobacana y poco antes, lleva el nombre «Cami-

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no viejo». Esto demuestra cierta antigüedad, que deja descartado su origen moderno. Como los tramos entre Villamontán y el Valle de Vidriales llevan el apelativo «Calzada del Obispo», cabe la posibilidad de que pertenecieran a la época medieval, pero la adopción y subsiguiente restauración de su fábrica lo retrocedería a la época Romana, cosa más que probable. Creemos que la calzada enigmática era Romana, posiblemente mas primitiva que la A-17, y que se construyese para mover las expediciones de la conquista del NO Hispánico y para el uso de los primeros destacamentos que se establecieron en ese territorio. Pasados unos años y después de movilizar los trabajos

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a gran escala en las minas auríferas, empezó a crecer la necesidad de transportar los lingotes de oro y otros metales a Astorga, para su eventual traslado a Tarragona y eventualmente a Roma. Entonces fue necesario construir calzadas más resistentes y con muy poca pendiente, para conducir los lingotes del metal precioso con el mínimo esfuerzo y sin agotar los animales de tiro, en los recorridos entre las mansiones. Las distancias entre las mansiones serían razonablemente cortos, para permitir el transporte del oro durante una jornada, y así poder repostar y descansar los arrieros, la escolta y los animales de tiro durante las noches. La distancia necesaria sería poco más de 20 millas, ni más ni menos. Estas calzadas, para no exceder una pendiente del 2 al 3%, tendrían inumerables curvas en terrenos abruptos; y para seguir todas las vueltas y revueltas fácilmente se requerirían carros de un eje. Los animales de tiro más adecuados y resistentes para estos recorridos serían las mulas. Por consiguiente, la A-17 sustituiría a la antigua, al igual que hacen hoy día las autovías modernas respecto a las viejas carreteras, en

vista del gran incremento del peso vs el bajo potencial de locomoción. Una vez finalizadas las explotaciones a gran escala en las minas de Gallaecia, se dejaron de utilizar los tramos más sinuosos de la A-17 y comenzó el abandono de los trabajos de su mantenimiento. Siguiendo los pasos de la reconquista y la subsiguiente repoblación del territorio, el arado empezó a deshacer estos tramos abandonados de la A-17, que en relativamente poco tiempo se fue deshaciendo hasta desparecer del todo. Irónicamente, los más conservados han sido algunos de esos tramos de la primitiva calzada, que resultaron ser mas útiles para los habitantes posteriores, y que los más curiosos pudimos divisar en nuestras correrías por aquellos campos. 1. Carla María Braz Martins. «A Exploraçao Mineira Romana é a Metalurgia do Ouro em Portugal». * Para los que se interesen en ver más pormenores, hagan el favor de contactar con el autor en: loewinso@hotmail.com

Figura 21

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CAMINOS PÚBLICOS: EN LA ENCRUCIJADA

V JORNADAS SOBRE CAMINOS PÚBLICOS (VALSAÍN, 2011) Manolo Trujillo y María José Esteso

La inauguración estuvo a cargo de José Manuel Flores, coordinador de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos, y de Claudio Sartorius y Teresa Antolín, miembros de Ecologistas en Acción de Segovia y organizadores de las Jornadas. Tras unas breves palabras de saludo y de información general, comenzó la exposición de las cuatro ponencias programadas, todas ellas de gran calidad e interés, como se reflejó en los intensos debates que suscitaron y en la sensación de que el tiempo se quedaba siempre corto, pese a que cada ponente dispuso de 45 minutos. La primera intervención fue la del biólogo David Martín Carretero, que habló sobre «Los caminos del agua», ponencia que previamente había enviado a todos los inscritos en las Jornadas, y se centró sobre todo en las caceras o acequias de la provincia de Segovia, cuya gestión-igual que la de los caminos vecinalescorresponde a los ayuntamientos. El escritor Julio Vías Alonso habló sobre los «Caminos públicos de la Sierra, su uso y conservación», y demostró conocer a fondo la Sierra de Guadarrama y sus múltiples caminos, como el de la Fuenfría, el del Balat-Humayd, el cordel de la Morcuera, etc., subrayando la evolución y cambios (incluso tipológicos, de uso y de nombre) experimentados por muchos de ellos a lo largo de los siglos; también se refirió a la importancia del patrimonio histórico de las antiguas infraestructuras asociadas a los caminos. Las dos últimas ponencias estuvieron a cargo de dos jóvenes investigadoras del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, Elisa Oteros Rozas y Violeta Hevia Martín, que expusieron algunos resultados de sus estudios sobre las vías pe-

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cuarias desde una perspectiva ecológica. Elisa habló de «Servicios de los ecosistemas asociados a caminos públicos, el caso de las vías pecuarias y la trashumancia», y Violeta se centró en «La Cañada Real Conquense, retos de conservación en una vía pecuaria con uso ganadero activo», explicando un índice de valoración del estado de los tramos de la vía pecuaria . Ambas ponentes proporcionaron también la dirección web para quien desee conocer más detalles sobre su Proyecto Trashumancia, que puede verse en la página web de su grupo de investigación: http://web.uam. es/gruposinv/socieco. El sábado comenzamos con la ponencia de José Núñez, de la Oficina del Defensor del Pueblo, que explicó los casos que llegan al Defensor por causa de asuntos de vías pecuarias y urbanísticos, e hizo hincapié en el caso de la Cañada Real Soriana en Madrid. Tras él fue el turno de Inmaculada Ortiz, de la Oficina de Vías Pecuarias de la Junta de Andalucía, que nos contó los procedimientos que utiliza la Junta de Andalucía para realizar los deslindes, y los posibles casos de prescripción de vías pecuarias antes de la promulgación de la ley actual. Finalmente, Joseph Masot, abogado especializado en caminos públicos, contó los procedimientos que se pueden acometer para conseguir la recuperación de los caminos. Por la tarde los asistentes se dividieron en tres talleres, jurídico, de cartografía y de gestión racional del patrimonio público. En el taller jurídico se discutieron las posibles herramientas que tienen las personas o asociaciones que busquen recuperar caminos. Esta tarea debe corresponder a las entidades locales, pero si éstas no hacen su labor hay dos vías: ir contra el ayuntamiento por la vía contencioso-administrativa, o bien emprender la acción ciudadana sustitutoria. En el taller cartográfico se recordó la necesidad de recurrir a cartografía antigua y que en su elaboración

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cuente con instrucciones de que los caminos que se incluyen son públicos, como los catastros antiguos. Sin embargo, la cartografía por sí misma difícilmente probará que los caminos son públicos. Finalmente, en el taller de gestión racional se habló de las responsabilidades de las administraciones ante los abusos en los caminos, aunque la ciudadanía también tiene que actuar con responsabilidad. La falta de medios materiales o de voluntad es la causa de la dejación de funciones existente. Finalmente, ante la incapacidad de las administraciones, las plataformas de defensa tienen que tomar protagonismo. En el mercadillo de experiencias una decena de organizaciones, provenientes de toda la geografía española, nos contaron el trabajo que están haciendo. Finalmente, el domingo se realizó una excursión por uno de los caminos históricos más singulares de la zona, las pesquerías Reales, una calzada fluvial que recorre las riberas del río Eresma y que fue acondicionada por Carlos III como itinerario para el paseo y la pesca de la trucha. Tras la comida se dio por concluidas las jornadas y nos despedimos hasta el año siguiente, en que tendrá lugar las VI Jornadas por los Caminos Públicos. II JORNADAS CAMINOS PÚBLICOS: SU PROTECCIÓN Y LAS VÍA HISTÓRICAS TRANSFRONTERIZAS DE SALAMANCA (*) Santiago Bayón Vera

Dentro de la programación habitual del Centro de Promoción y Estudios de la Vía de la Plata y del Viaje (CEVMO) que es un nuevo concepto de centro cultural. El Cevmo, nace ligado a la puesta en valor de la Vía de la Plata, entendida como un haz de caminos y recursos, con vistas a su promoción, divulgación, estudio e investigación: patrimonio, historia, arqueología, arte, trashumancia (es Cañada Real), peregrinaje (Camino de Santiago del Sur), medio ambiente, paisaje viajero, turismo y ecoturismo, ocio…Se han celebrado las II Jornadas de Caminos Públicos y las vías históricas transfronterizas, en colaboración con el Centro de Estudios Ibéricos y la Asociación, Trochas Viejas.. La primera ponencia a cargo de Rebeca Martín Castilla de la Fundación Tormes bajo el titulo «Recuperación de caminos tradicionales a través de voluntariado rural y urbano» verso sobre los caminos tradicionales agrupan un acervo de valores que van más allá de la mera dimensión de vías de comunicación. Su amalgama de elementos patrimoniales los hacen merecedores de los focos de interés a la hora de abordar proyectos de restauración y puesta en valor de los recursos rurales. Considerar como elemento enriquecedor y de coherencia la participación de los habitantes del entorno, genera una dimensión necesaria para que este tipo de acciones se conviertan en líneas

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de dinamización social de nuestros pueblos. Unido a este planteamiento, la corresponsabilización de los habitantes de las ciudades en estas actuaciones completa la integridad de estas iniciativas, ya que suelen ser este conjunto de personas las que mayoritariamente utilizan los caminos que se restauran en su tiempo libre. La experiencia de la Fundación Tormes-EB en los últimos 10 años en este campo, ha permitido el desarrollo de una metodología práctica y eficiente que facilita el desarrollo comunitario de la recuperación y puesta en valor de senderos. La puesta en práctica de la misma permite a las entidades sin ánimo de lucro disponer de un protocolo de actuación que facilite su trabajo en el medio rural. La segunda ponencia la defendió, Pilar Muñoz Burcio Ingeniero Agrónomo Jefa de Sección de Catálogo de Caminos y Cartografía del Gobierno de Extremadura bajo el titulo «La catalogación y el inventario de caminos como herramientas legales de conservación». Esta ponencia se expuso el trabajo desarrollado por la Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Energía de la Junta de Extremadura en la defensa de los caminos públicos, así como sus expectativas de futuro. Tras una descripción de la Normativa general en materia de defensa de los caminos, se procede a exponer los aspectos relevantes de la Ley 12/2001 de Caminos Públicos de Extremadura, cuyo Artº 9 crea el Catálogo de Caminos. Esta catalogación, desarrollada desde el año 2005, comprende las fases de recopilación de documentación, recogida de datos en campo, edición en gabinete, supervisión de las Administraciones implicadas y envío de los datos definitivos. Para que los datos recopilados de caminos se conviertan en Catálogo Oficial tiene se realizarse el procedimiento de aprobación del Ayuntamiento, que se describe brevemente, así como las consecuencias legales de la misma, dentro del apartado dedicado a los procedimientos judiciales relacionados con los caminos públicos. Para finalizar, se hizo referencia a la situación actual de los Catálogos municipales de caminos públicos en Extremadura y una amplia perspectiva del futuro de este trabajo, con especial mención a la necesidad de inscribir los caminos en el Registro de la Propiedad. La tercera ponencia fue realizada por Juan Antonio del Rey técnico de ASAM, bajo el titulo «Cooperación para la recuperación y valorización de caminos: la Red de Senderos del Sistema Central» La ponencia verso sobre con la apreciación de que, los caminos se pierden porque no se usan. Los caminos constituyen la vía de acceso a las explotaciones agrarias, si éstas se abandonan los caminos también. El senderismo supone un nuevo uso para los caminos y, por ello mismo, esta actividad está ayudando en su recuperación. La Red de Senderos del Sistema Central es un proyecto de cooperación interregional (3 comunidades autónomas y 4 provincias) y transfronterizo entre

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dos países (España y Portugal) que consta de más de 1.500 km de caminos señalizados y homologados. La adecuación de estos caminos como senderos ha supuesto en muchos casos la recuperación de caminos abandonados y la restauración de patrimonio rural vinculado a los mismos. Esta Red de Senderos del Sistema Central cuenta con una página web en internet que es un sistema cartográfico interactivo que permite obtener información sobre 48 senderos de dicha red. Pone a disposición del usuario toda la información que éste necesita para conocer, caminando, el entorno del Sistema Central. Dispone de descripción del itinerario, cartografía de apoyo a distintas escalas, material fotográfico, perfil del recorrido, datos prácticos e información para descargar al GPS. La cuarta ponencia fue expuesta por Santiago Bayón Vera Presidente de ARIC «90 Varas» y autor de esta crónica bajo el titulo «Los Caminos de Ganado y de la Lana transfronterizos en el Oeste español en la Provincia de Salamanca» Expuse que es imposible no hablar de la organización de territorio por parte de los romanos para entender el trazado de caminos de ganado o vías pecuarias en la Península Ibérica, y especialmente en Portugal. A partir de la Edad media es cuando se encuentra documentación de diversas incursiones de naturaleza trashumante entre Portugal y España en ambos sentidos antes de fijar fronteras. Si en España es muy abundante la documentación que existe sobre las vías pecuarias desde el de vista administrativo y documentos especialmente por el legado de la Mesta, en Portugal esto no sucede así, ya que los caminos de ganado carecen de expediente administrativo, y es un fenómeno poco estudiado. Es gracias a la transmisión oral de los pastores que hicieron la trashumancia en Portugal y en España que hemos podido identificar los caminos. Vías pecuarias transfronterizas en la provincia de Salamanca: • Peredo de Bemposta – Pereña – Villario de los Aires- Fermoselle • Pinhel – Barca d´Alba- La Fregeneda- Hinojosa de Duero • Pinhel – Marofa- La Fregeneda – Hinojosa de Duero. • Figueira de Castelo Rodrigo – Almendra – La Fregeneda – Hinojosa de Duero. • Escalháo – Almendra – La Fregeneda – Hinojosa de Duero • Escalháo – María Quemada – La Fregeneda – Hinojosa de Duero • Escalháo – María Santihno – La Fregeneda – Hinojosa de Duero • Hinojosa de Duero – Poiares • Saucelle - Hinojosa de Duero – Poiares • Mata de Lobos – Navarra – Sobradillo – Hinojosa de Duero.

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• Mata de Lobos – Broeira – Sobradillo – Hinojosa de Duero. • Almofala – Vale de Escarigo- La Bouza – Aldea del Obispo. • Almeida – Cinco Vilas – Villar del Ciervo – Puerto Seguro. • Almeida – Devesa de Cima – Malpartida- Villar del Ciervo – Puerto Seguro • Valverde – Rio Coâ – Aldea del Obispo. • Alvegas – Albergueria de Argañan – Salamanca • Nave de Haver – Espeja- El Bodón • Lajeosa – Casilla de Flores – Fuenteguinaldo. • Lajeosa – Navasfrias - Casilla de Flores – Fuenteguinaldo La quinta ponencia fue a cargo de los profesores de la Universidad de Salamanca. Carlos D´Abreu y Ignacio Izquierdo bajo el titulo «Vías de comunicación transfronterizas por la raya ibérica duriense en la cartografía histórica». El objetivo de esta ponencia es presentar algunos ejemplos significativos de mapas históricos que contienen abundante información sobre caminos y rutas transfronterizos y que no suelen utilizarse de forma habitual en los estudios sobre este tema, tal vez por no ser fácilmente accesibles o por exigir conocimientos especializados. Partiendo de algunos precedentes parciales en los Itinerarios (cf. Hernando Colón) y Reportorios (Juan Villuga, Alonso de Meneses) del siglo XVI, se analizan con cierto detalle algunos ejemplos seleccionados de cartografía, preferentemente manuscrita, de origen militar, procedente de Archivos como el General de Simancas, el del Servicio Geográfico del Ejército o el de la Real Academia de la Historia. Se trata de documentos generados en su mayor parte como soporte a operaciones militares durante los conflictos bélicos que enfrentaron a España y Portugal entre los siglos XVII y XIX (Guerra de «restauración» portuguesa, Guerra de «sucesión» española, invasión de 1762 y Guerra de la Independencia), aunque también se presta atención a algún documento relacionado con el control fronterizo del contrabando en el siglo XVIII. El estudio de estos mapas pone de manifiesto la utilización secular de una compleja y densa trama de rutas, senderos y caminos, que dotaron a la raya de una permeabilidad notable, superior en muchos aspectos a la de tiempos más recientes, pese a las restricciones oficiales o las exigencias militares, Para terminar las jornadas, Javier González Sánchez de la Asociación Trochas Viejas con el titulo «Principales calzadas históricas transfronterizas a su paso por Salamanca. la calzada de Madrid a Coimbra por Ciudad Rodrigo. Dos han sido las principales calzadas que históricamente (hasta mediados del siglo XIX) han unido España y Portugal a través de la provincia de Salamanca. Una de ellas sigue más o menos el trazado de la carretera nacional 620 que une Salamanca con Ciudad

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Rodrigo. De esta última población se desvía de esa carretera para proseguir con la misma dirección suroeste hasta Alberguería de Argañán, punto en el que cruza la frontera con dirección a Lisboa, a través de Sabugal. Hoy apenas podemos seguir su primitivo trazado por estar fundamentamente solapado por dicha N-620. Y desde Ciudad Rodrigo desconocemos con certeza el recorrido hasta la raya portuguesa. Lo que aún podemos contemplar son algunas infraestructuras, como son varios puentes, algunos de ellos relativamente modernos o reconstruidos. La segunda vía de comunicación ha corrido mayor suerte, pues apenas ha sido afectada por la construcción de nuevas carreteras, y además se ha conservado, en gran parte, como cordel de ganados. Estas circunstancias deberían propiciar su recuperación como camino histórico. Nos estamos refiriendo a la calzada de Madrid a Coimbra, por Peñaranda de Bracamonte, Alba de Tormes, Tamames y Ciudad Rodrigo. Luego en Aldea del Obispo entra en Portugal para proseguir por Almeida. Las jornadas continuaron con una Marcha por «El Triángulo de la Cultura de Morille»: Lavaderos, Cementerio del Arte, Ruinas del Mesón de Maltercio y la Calzada de Madrid a Coimbra.

(*) Celebradas en Morille (Salamanca) 24 y 25 de septiembre 2011

EL CAMINO SE VIVE, EL CAMINO SE DEFIENDE (*) Diego M. Muñoz Hidalgo

Todo camino es una «universidad abierta» repleta de saberes; trazados seculares que se convierten en escenarios para múltiples posibilidades: bañarse en la Naturaleza que late a cada paso, de la cual formamos parte; aprender de la Historia de nuestros ancestros, comprendiendo de dónde venimos; hermanarnos con los demás que encontramos en nuestro viaje, aprendiendo a convivir en Paz; ejercitarnos físicamente, limpiando nuestro organismo… Así, gracias a estas oportunidades, creceremos en salud de cuerpo, mente y espíritu. Andar entonces los caminos, viviendo y conociendo mejor lo humano y lo divino que nos rodea, mudando la piel sobrante de lo que fuimos… es una buena fórmula de conocernos mejor a nosotros mismos, recuperar nuestra inocencia y transformarnos en seres mejores. Pero, además, andar los caminos nos ha de servir para tomar conciencia de su obligada conservación, ya que son Templos repletos de huellas y saberes de aquellos que nos han precedido; un Patrimonio que no es nuestro, sólo lo tomamos prestado, haciendo que el goce de sus enseñanzas perdure en nuestras futuras

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generaciones. Nos ha de impulsar una filosofía de vida en donde el progreso sea respetuoso con los bienes culturales y ambientales que poseemos; una actitud basada en un modelo social y económico conocido como: «desarrollo sostenible».

Por un lado: El CAMINO SE VIVE. En Primer lugar, su trazado nos ofrece vivir: adentrándonos en el Medio ambiente que nos rodea, ante el asombro de sus amplios horizontes, siempre por alcanzar; encontrándonos con la Madre Tierra que nos ha parido, nos acurruca y nos amamanta (tan olvidada por el cemento y por el asfalto en el que solemos aprisionarnos); descubriendo la vida que rebosa en secreto en cada trecho (de la que estamos ajenos cada vez más, como expulsados del Paraíso)… En Segundo lugar, el camino nos ofrece vivir: descubriendo los recovecos de la Historia de la que somos el resultado, modelándonos con el tiempo; admirando las grandes obras y monumentos del Arte profano y religioso que nuestros ancestros nos han legado para nuestro goce, y que se encuentran en nuestra andadura; comprendiendo la diversidad de Culturas, Divinidades, etc., mestizajes que forman parte de nuestras raíces y personalidad…

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En Tercer lugar, el camino nos ofrece vivir: abrazando y aprendiendo de nuestros semejantes que se cruzan en nuestro camino; compartiendo el pobre zurrón del pastor que sabe guiar a sus rebaños; observando al humilde labrador, un mago que sabe regalarnos los frutos de la Tierra; cultivándonos de la desinteresada hospitalidad de corazones que nos dan sin esperar nada a cambio; riendo con el niño que nos sale al encuentro… En Cuarto lugar, el camino, que nos obliga a esforzar nuestro cuerpo, nos ofrece vivir: purificando y liberando de toxinas nuestras fibras y arterias; renaciendo en más limpios, sensibles y renovados sentidos (ojos abiertos que miran curiosos; olfatos que gozan de los aromas silvestres; oídos que bailan al compás de las músicas de las aves; gustos que saborean el dulzor de las frutas de la floresta; tactos que se bañan en el masaje de arroyos cristalinos…), hasta sentir estados lúcidos de emoción, en lo material y en lo trascendente… De este modo, adentrándonos en paisajes, descubriendo historias, abrazando a nuestros semejantes, purificando nuestro cuerpo… el camino nos eleva a un Quinto escenario, el ofrecernos vivir: comprendiendo mejor a ese Yo interior íntimamente en conexión con el Mundo exterior, para otros con la Divinidad; apreciando a saborear lo sublime de cada instante, la grandeza de lo humilde... Ese cuerpo que late y suda en un repecho, ese ser que conduce nuestros pasos… va renaciendo, en cada etapa, en el paisaje iluminado que le despierta al amanecer y en el universo estrellado que le arropa al final de la jornada; ligeros de lo superfluo pero plenos de vida.

Así, los caminos nos enseñan: a fundirnos con la Naturaleza, con la Humanidad, con la Divinidad (si fuese el caso), en un crisol de placenteras sensaciones; a despojarnos del peso de más que encadenan nuestros pasos; a vivir con humildad, limpiándonos de miserias humanas; a ser más libres, humanos y divinos, volviendo al origen, al Paraíso del que estábamos desterrados; a ese Adán y Eva que fuimos, libres de todo mal…

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Viajar por los caminos es realizar un recorrido interior en donde: Primero, se siente una liberación de férreos hábitos de tiempo y espacio, por medio de un drástico cambio que nos lleva a vivir sin la dictadura de las horas y en un entorno natural más armónico que nos acerca a nuestra pretérita identidad; Segundo, se ponen a prueba y se ejercitan los mecanismos de resistencia de nuestro cuerpo y mente, madurando en su desarrollo; y, Tercero, se asimilan conocimientos externos que estaban fuera de nuestro contexto habitual, nuevos puntos de vista que nos hacen comprender cierto relativismo de nuestras verdades, a la vez que nos enriquecemos en sabiduría. Todo ello hace que el viajar sea alcanzar nuevos estados de conciencia; una experiencia trasformadora física espiritual que nos hace sentirnos renovados y libres; grata sensación resumida en la frase: «El camino engancha». ¡El camino hay que vivirlo!, ¡Sí!, pues nos ayudará a aproximarnos a ese ser que en realidad somos; o mejor dicho, a conocer a ese ser que seremos en adelante, más puros y mejores, al acercarnos a la Armonía con el entorno, con los demás y con nosotros mismos. Pero, por otro lado: EL CAMINO SE DEFIENDE. Ser senderista, peregrino, ciclista, curioso viajero… es comprender también que los caminos son un gran Templo que debemos respetar y conservar, pues a la vez que son espacios públicos en donde poder llevar a buen fin todas esas posibilidades y aspiraciones, en lo espiritual y en lo material (incluso en aspectos económicos como fórmula para fijar la población rural, promoción de sus productos autóctonos, apoyo para el caminante… evitando el frío artificio del vil mercantilismo), es un Patrimonio Cultural y Natural de todos y de nuestras generaciones futuras. Si bien es verdad que «sin caminantes no hay camino», no es menos cierto que «sin camino no hay caminantes», pues sus viejas trazas son puertas abiertas aún universo de sensaciones que no podemos tapiar, a la vez que un legado de nuestros ancestros en donde reposan infinidad de huellas que nos han hecho ser lo que somos. Milenos de Historia, de cazadores, trashumantes, comerciantes, peregrinos, guerreros, emigrantes…te-

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jieron una red de calzadas romanas, cañadas ganaderas caminos y senderos, que son hoy una herencia envidiable e incalculable. En sus trazados se conservan millones de pasos, de latidos… que renacen cuando nuestros pasos le dan vida, a la vez que nosotros renacemos con ellos. Mas, vivimos en una sociedad de prisas, de relojes estresados que son grilletes que nos estrellan en intereses egoístas de unos pocos; de asfaltos y cementos que emparedan nuestros caminos con la excusa de un falso «progreso» (¡cómo nos engañan las palabras!)… Cada vez más nuestros libres y humildes pasos se enfrentan: a gigantes maquinarias que están destruyendo un bien social y recurso espiritual que nos pertenece; a monstruos sin alma que arrasan arterias de vida; a irracionales ubicaciones de polígonos industriales de oscuras corruptelas; a caciquiles y usurpadoras fincas colindantes; etc. Nos están arrebatando nuestro Patrimonio Caminero y la oportunidad de progresar en cuerpo, mente y espíritu. Vivir el camino es, por tanto, vivirlo también en las trincheras. Es por ello que, por el bien de nuestros caminos, ¡no malgastemos esfuerzos en disputas estériles entre nosotros!; el camino reclama que nos unamos, pues la lucha se antoja larga y dura ante un imperio de poderes hipócritas y corruptos que alimentan un voraz e insaciable desarrollismo incontrolado que devora nuestros históricos trazados. Las palabras «convivencia en el camino» han de recuperar su verdadero significado, ¡no nos dividamos! Nuestros caminos son, en definitiva, un Monumento, un Templo que está íntimamente entrelazado con su Entorno y Paisaje (el azul del cielo, los aromas de la primavera, el trinar de las aves…), son inseparables. Caminos y entornos que han de ser defendidos contra la usurpación y la contaminación; de nosotros depende. Asíos digo, compañeras almas andarinas y peregrinas: ¡ni un paso atrás!, ¡miles de pasos al frente!, ¡siempre adelante!, ¡pancarta en mano!, ¡todos unidos en esta lucha!... ¡El camino hay que defenderlo!, ¡Sí!, ser conscientes de ello será nuestro mejor legado para que otros, que vengan detrás de nosotros, puedan igualmente disfrutar de este Patrimonio y crecer en conocimientos, en sensaciones, en espíritu… aproximándonos a la

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Paz con la Tierra, con la Humanidad y con nosotros mismos. En resumen: el camino se vive en pureza y armonía, y se defiende con resolución y coraje. Cuando camines huele la flor junto al camino (¡no la arranques!), y mantén limpio y abierto su trazado luchando por él. Así, gozando de este modo tu andadura, otros podrán seguir oliendo la flor y seguir tus pasos. La mejor herencia para nuestros hijos y nietos es darles la misma oportunidad que hemos tenido en crecer en espíritu y en avanzar libres. Hagamos del camino un Templo de Paz. Para ello es necesario que: ¡VIVAMOS EL CAMINO SIN CADENAS!, ¡DEFENDAMOS EL CAMINO SIN ALAMBRADAS! (Escritor e Historiador; cofundador de los Amigos del Camino de Santiago-Vía de la Plata y de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos). diegobeturiense@hotmail.com / Telf.: 606-19 45 82 (*) Este texto ha sido leído en las siguientes reuniones: - II Encuentro Mundial de Peregrinos (22 al 24 de Julio de 2011, Villafranca del Bierzo, León); - Jornada Día de Santiago (24 de Julio de 2011, Belmonte, Portugal); - II Jornadas. Caminos Públicos: su Protección y las Vías Históricas Transfronterizas de Salamanca (2425 de Septiembre de 2011, Morille, Salamanca) - V Jornadas sobre Caminos Públicos (28 a 30 de Octubre de 2011, Valsaín, Segovia)

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MOVILIZACIÓN SOCIAL POR LA PROTECCIÓN DE NUESTROS CAMINOS PÚBLICOS, HISTÓRICOS Y NATURALES

Existe un Patrimonio Cultural y Natural de gran trascendencia histórica y medioambiental que cubre, como una tupida red, nuestro territorio peninsular, resultado de siglos de evolución; estamos hablando de nuestro Patrimonio Caminero. Los trazados de este importante legado, sus piedras milenarias, sus paisajes… nos adentran a mundos cargados de historias, de sabidurías, de experiencias y diálogos del ser humano con su entorno… Calzadas romanas, cañadas y caminos reales, caminos jacobeos… son un Patrimonio heredado de nuestros ancestros que debemos conservar pues representan, por un lado, lo que hemos sido y los que somos; y, por otro, un espacio público que posee una gran oportunidad para nuestro crecimiento personal y espiritual, a la vez que un recurso socioeconómico para afianzar la población rural de nuestros pueblos. Pero, ante tanta riqueza que nos ofrecen nuestros caminos y senderos, viles y voraces intereses privados están destruyendo sus trazados, aprisionando su piel bajo asfaltos y cemento, cerrando su paso con férrea vallas encadenadas… De este modo se nos está robando un Patrimonio público que en realidad no es nuestro, pues sólo lo hemos tomado prestado para el disfrute de nuestras futuras generaciones. Son varios los factores que están arruinando sus trazados, impidiendo su aprovechamiento social: el no ser tenidos en cuenta por nuestras administraciones en los Estudios de Impacto Ambiental de ciertos proyectos, públicos o privados; fincas particulares que se apropian con todo el descaro

de caminos públicos con la complicidad de nuestras propias administraciones; intereses urbanísticos que ocupan espacios supuestamente protegidos después de amañadas y vergonzosas recalificaciones… Frente a ello, en distintos puntos de nuestra geografía están surgiendo colectivos que reivindican la protección de nuestros caminos, tanto por ser un bien común, histórico y medioambiental, como por su uso público movidos por múltiples motivaciones (culturales, deportivas, ecológicas, espirituales…) y en diversas modalidades (senderismo, ciclismo y ecuestre). Así han surgido asociaciones como: Amigos de los Caminos, Plataforma a Desalambrar, Caminos Libres, Trochas Viejas, Asociación para la Recuperación Integral de las Cañadas Reales «90 varas» (ARIC), Plataforma Pro Camins Públics i Oberts, Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago (AGACS), Sociedad Caminera del Real de Manzanares, Amigos de la Vía de la PlataCamino de Santiago, y otras muchas que nos dejamos en el tintero. De este modo viene siendo común las protestas ciudadanas que denuncian la dejación de funciones de nuestra instituciones públicas, que suelen ser «juez y parte interesada» de proyectos aberrantes que socavan nuestros caminos, siendo promotoras o cómplices en múltiples atentados contra sus trazados. Vemos, por tanto, que esa creciente sensibilización ciudadana hacia la conservación de nuestros caminos, consciente de su valor histórico y medioambiental, así como de sus múltiples posibilidades socioeconómicas y espirituales, está desembocando en una crispada pero digna movilización social. Pero la impotencia e indefensión de los ciudadanos ante sus propias administraciones (municipales, regionales y nacionales), que hacen caso omiso a las múltiples denuncias (pues son compinches ellas mismas de tanta barbarie), ha dado lugar a la unión de varios de estos colectivos, eclosionando en la fundación de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos. Repasemos muy brevemente esta calidoscópica visión de una problemática que está afectando a nuestro Patrimonio Viario o Caminero peninsular.

La calzada romana «de la Plata» destruida para permitir la entrada a una moderna urbanización al norte de Mérida

Tractor arando sobre el empedrado de la calzada al norte de Mérida

Diego Muñoz Hidalgo, Juan Gil Montes, Santiago Bayón Vera, José Antonio de la Riera, José Manuel Flores Domínguez y Manuel Trujillo.*

1.- La destrucción de nuestros caminos, estado de la cuestión.1

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2.- Calzadas romanas, caminos con historia.1y2 Un testimonio arqueológico, que es el resultado de tradiciones viales seculares, son nuestras calzadas romanas. Estas antiguas infraestructuras viarias, con su pétreo firme, recios puentes de bello diseño, miliarios indicadores de la distancia en millas, mansiones o lugares de parada y aprovisionamiento, etc., han perdurado en el territorio hispano hasta nuestros días, con mayor o mayor fortuna. Estos caminos romanos, que obedecen a una antigua planificación territorial que ha sido la base de nuestra moderna red de comunicaciones, tienen hoy un grandísimo potencial social, cultural, espiritual y económico; un abanico de posibilidades para un respetuoso uso de sus trazados: vías para el esparcimiento ciudadano con actividades saludables y deportivas; itinerarios de peregrinación; el conocimiento histórico del territorio; la recreación en sus valores medioambientales; como recurso turístico promocionando los atractivos de cada zona que jalona su recorrido; etc.

Miliario III que estaba situado al norte de Mérida, sobre la calzada romana «de la Plata», hoy expoliado. Se ve también la loma de la calzada y como va siendo paulatinamente engullida por el arado.

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Pero últimamente la intensificación de la roturación agrícola con maquinaria pesada; las faraónicas y modernas infraestructuras; la ilícita apropiación de sus trazado; etc., están literalmente arrasando los vetustos testigos de su traza milenaria ante la ignorancia, la permisividad y/o la autoría de nuestras administraciones. Tramos de varias calzadas peninsulares están siendo destruidos bajo la picota del olvido; de entre ellas las famosas: Vía Augusta, desde Cádiz hasta Roma, o la popularmente conocida como «de la Plata», que vertebra todo el occidente peninsular desde la costa gaditana hasta tierras astorganas-leonesas y más allá en ramales diversos. Todas estas calzadas están desapareciendo por un «desarrollismo» incontrolado, siendo víctimas de actuales planes viarios y urbanísticos sin consideración alguna a sus restos en la mayor parte de los casos. Ante esta situación se están alzando voces, como la de las asociaciones de Amigos del Camino de Santiago-Vía de la Plata que en dos décadas han venido denunciando (muchas veces con éxito): el expolio de miliarios; la usurpación y rotura de su traza por obras diversas, como un campo de tiro al plato o naves industriales sobre sus restos, obras de la Autovía A-66 y del AVE, etc.; o, últimamente, la pretensión en Extremadura de construir justamente encima, ocupando 2 km de su trazado, una refinería de petróleo; proyecto hoy en fase de evaluación de impacto ambiental en el Ministerio de Medio Ambiente. Advertir que este histórico camino está considerado Bien de Interés Cultural (BIC) y se encuentra en la Lista Indicativa española del Ministerio de Cultura para su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; por lo que de permitir este despropósito sobre este trascendental itinerario de interés cultural, natural, deportivo, turístico, jacobeo, etc., sería un grave precedente administrativo que abriría las puertas para otros atentados similares en caminos de menor entidad en otros puntos de nuestro territorio. La amenaza de una petroquímica sobre este atractivo itinerario, ente otros múltiples delitos contra el Patrimonio Caminero en general, fue la excusa para organizar aquí un acto multitudinario de protesta, bajo la convocatoria: «Marcha Internacional y Jornada Informativa en Defensa de la Vía de la Plata, de los Caminos de Santiago y Naturales y del Turismo Sostenible» (7 de Marzo de 2009); que aglutinó a más de 1.500 ciudadanos y pertenecientes a todo tipo de asociaciones (senderistas, jacobeas, culturales, ecologistas, deportivas, etc.) venidas de todos los rincones de la península y del resto de Europa y Latinoamérica. Estos corazones unidos por una misma causa, a veces familias enteras con sus hijos y nietos… anduvieron, pancarta en mano, 16 km entre Los Santos de Maimona y Villafranca de los Barros (Badajoz); un hito en la historia de la movilización social en defensa de nuestros caminos y, en especial, de esta calzada romana.

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3.- Vías pecuarias, caminos de la naturaleza.3 Es notorio y variado el papel de las vías pecuarias en la conservación de la naturaleza: actuando como soporte para la diversidad de razas ganaderas; como elemento clave para la preservación de la biodiversidad de especies de flora y fauna; como corredores ecológicos, etc. Así mismo, la indudable importancia paisajística y el intrínseco valor que, como Patrimonio Histórico-Cultural a conservar, poseen las vías pecuarias hace que su conservación resulte una obligación para poder legarlo en perfecto estado a generaciones futuras. En otro orden de cosas, son indudables las posibilidades que tienen las vías pecuarias como soporte de actividades de ocio y recreo, como el senderismo, el cicloturismo, las rutas a caballo, los paseos cortos, el footing, etc., siempre siendo respetuosos con el entorno y en la línea de lo que proponen e impulsan los programas e iniciativas de desarrollo rural, tanto de la Unión Europea como de la Administración Central y Autonómica española. Hay que realizar una política activa que ponga fin al progresivo abandono, deterioro y usurpación de la red de vías pecuarias españolas y a las agresiones de todo tipo, entre las que, paradójicamente, destacan por su impacto, tantas veces irreversibles, las producidas por los grandes planes de la obra pública. La Ley de Vías Pecuarias, acordada básicamente con todos los gobiernos autónomos y las entidades locales y redactada con criterios conservacionistas, contempla la reconstrucción y la reutilización de la red, mediante la definición de nuevos usos, compatibles con los prioritarios de facilitar y potenciar el tránsito ganadero y las comunicaciones agrarias, pero que también responden a las actuales necesidades que reclaman los ciudadanos. Dada la naturaleza de bienes de dominio público de todas las vías pecuarias y la importancia de la operación de conservación, mejora y reivindicación de las mismas, se ha hecho necesario la realización de diferentes trabajos, que abarquen distintos tramos de estas vías pecuarias. 4.- Caminos de Santiago, caminos del espíritu.4 Tuvo que ser un ingeniero, Arturo Soria y Puig, el que en su magnífica obra «El Camino de Santiago, vías, estaciones y señales», señalara lo obvio: «Lo que convierte un montón informe de cuentas (los monumentos) en un verdadero rosario es la hebra que los hilvana. Lo que da coherencia al rico y disperso conjunto de monumentos del Camino de Santiago es ese sendero rural, humilde en apariencia.... es más, cabría sostener que el Camino mismo, esa hebra desatendida... es también un monumento» No cabe mayor acierto, no es posible mayor lucidez: El Camino de Santiago como un maravilloso rosario que se extiende a través de las

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sirgas, los bosques, las montañas y las encrucijadas de nuestro país, con su nervio y su alma (el viejo Camino de los peregrinos) engarzando unas cuentas únicas, Patrimonio de todos. Un privilegio, un sueño, la gran aventura que nos ha sido regalada (y legada) por siglos y siglos con millones de pasos sobre las trochas buscando una remota tumba en el occidente. Pero lo obvio, el respeto a ese legado y su conservación cara al futuro, está chocando cotidianamente con los presupuestos más groseros, con la depredación más descarada, con una cultureta de parque temático que sólo lleva a la domesticación y vulgarización de ese espacio sagrado, equivalente a la tregua de Dios medieval, por donde ha circulado siempre lo mejor del ser humano. Metro a metro, día a día, los intentos de destrucción del trazado están causando la indignación y el rechazo de todos aquellos que, con un mínimo de sensibilidad, están gritando NO desde todos los lugares del mundo a múltiples atentados: Recrecimiento del Embalse de Yesa, Autopista Burgos-León, Parques Eólicos, construcción de polígonos industriales de millones de metros cuadrados sobre el trazado declarado Patrimonio de la Humanidad (O Pino) y un largo etcétera que nos lleva a una profunda tristeza. Es por ello que, el pasado mes de diciembre de 2010, solicitamos a la UNESCO, en Santiago de Compostela, la inclusión del Camino Francés en la lista del Patrimonio Mundial en Peligro; una lista de la vergüenza donde figuran los monumentos en peligro del tercer mundo. A ver si, con esa inclusión, a los que tienen la responsabilidad indeclinable de velar por un Patrimonio que debemos legar al futuro se les cae de una vez por todas la cara de vergüenza y cumplen de una vez por todas con su obligación 5.- Un ejemplo de lucha a pie de camino.5 Uno de los que firmamos este artículo empezamos en esta movida en un pueblo al noreste de la provincia de Sevilla, en el Castillo de las Guardas. Esta población tiene 11 pequeñas aldeas y todas comunicadas por caminos locales, que durante siglos ha sido la red de conexión de los habitantes de estas aldeas entre si y con el pueblo. Pero estos caminos, en los últimos años, han sido uno tras otros usurpados por los terratenientes de la zona e incluso han vallado la servidumbre del Río Guadiamar, el cual nace aquí. Un grupo de personas ante esta usurpación del Patrimonio público, empezamos a recorrerlos y observamos que la gran mayoría estaban cerrados. Fue por ello que decidimos crear una asociación, la de Amigos de los Caminos, cuyo objetivo principal es la recuperación de estos y su puesta en valor para los ciudadanos. El Ayuntamiento del Castillo de las Guardas en un principio nos puso trabas, pero poco a poco lo fuimos convenciendo para que realizara el inventario de caminos. Cada 15 días realizamos uno, se empiezan a unir ciudadanos en su recorrido, pero topamos con mu-

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Manifestación contra el polígono industrial en O Pino (Galicia) sobre el Camino de Santiago Francés (29-VII-2007).

Activistas de la Plataforma A Desalambrar frente a la administración andaluza.

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«Marcha Internacional y Jornada Informativa en Defensa de la Vía de la Plata, de los Caminos de Santiago y Naturales y del Turismo Sostenible» (7 de Marzo de 2009).

chos obstáculos, los cuales vamos denunciando uno a uno ante la Administración competente, unas veces local, otras la Junta de Andalucía… Vemos que todas nuestras denuncias e informes van al cajón del olvido y que la Administración pública no se mueve. Es más, nos ponen una multa por cortar una alambrada en la Finca Jarrama, de dominio público bajo la supervisión de la Junta de Andalucía, por donde transcurren caminos públicos que han sido cortados por alambradas

que cierran la finca (donde los señoritos de la Junta suelen cazar). Por cruzar por ella 3.500 euros de multa en el 2005; multa que hemos recurrido, pero todavía anda en la OPAEF (Organismo Provincial de Asistencia Económica y Fiscal de la Diputación de Sevilla) dando vueltas para cobrarla. Ante esta situación decidimos crear unas Jornadas en el año 2007, las denominadas Primeras Jornadas en Defensa de los Caminos Públicos, donde nos reunimos

Marcha en defensa de la Vía de la Plata (7-III-2009).

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asociaciones como la nuestra, con la misma problemática. Se celebraron en Sevilla en febrero de ese año, con la colaboración de la Plataforma A Desamanbrar y Caminos Libres, entre otras, y con la ayuda del grupo político Los Verdes que estaban entonces en la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. De estas jornadas se decide unirnos para la defensa de los caminos, pues por desgracia la Administración sólo te escucha en la mayoría de los casos cuando hay presión. De este modo se crea la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos, y el medio para difundirla es la página de Caminos Libres en la red de Internet, la cual siempre ha estado a disposición de la Plataforma. Así montamos actividades reivindicativas, la primera en Lugros (Granada) porque los ganaderos de ovejas y cabras vinieron a las jornadas a pedirnos ayuda, pues su ganado no podía acceder por una vía pecuaria señalada y amojonada por la Consejería de Medio Ambiente andaluza, es la Cañada Real de los Potros, otro terrateniente que la tenía usurpada con una hermosa cancela. Fuimos un grupo de ciudadanos libres reivindicando la apertura de este camino público. Como respuesta se nos sanciona por recorrer esa vía pecuaria, actuando la Guardia Civil con todos nosotros como si fuésemos delincuentes: nos gravan con cámaras; nos piden a todos los DNI (¡a mas de 400 personas!); al final las sanciones oscilan desde ¡los 3.500 euros hasta 30.000 euros sólo por pedir la apertura de un espacio, de un Patrimonio, que es público!… Nos querían parar a base de talonario, pero aún así seguimos con nuestra actividades, la Colada de Torilejos, donde una cancela la llegaron a custodiar hasta 50 Guardias Civiles porque los vecinos pedían el libre paso; en esta movida hubo destierro de ciudadanos de Posadas (Córdoba). A pesar de todo seguimos y celebramos las Segundas Jornadas en Alozaina (Málaga), después en Córdoba, Ciudad Real y Segovia. En estos cinco años hemos recorrido muchos caminos juntos con personas entrañables de todos los rincones de la península que tienen el mismo problema, sus caminos permanecen usurpados por los amigos de lo ajeno. Creo que estamos cubriendo los objetivos marcados: En primer lugar, hacerle saber a las administraciones que tienen que recuperar este Patrimonio viario que es de todos, que no se pueden quedar cruzadas de brazos, pues en toda la península se habla de este gran legado que se esta perdiendo. En segundo lugar, hacerle saber también que hay muchos ciudadanos que no estamos dispuestos a que esto ocurra pues los caminos, a las personas que lo andamos y a la sociedad en general, nos aporta una serie de valores que nos ayudan a sentirnos mejor como seres humanos cuando recorremos los diferentes espacios de nuestra geografía: bosques, ríos, dehesas, bellos horizontes, entrañables aromas, etc.; que constantemente nos están recordando de donde procedemos y a donde iremos. Y, en tercer lugar, hacer sensible a la sociedad en general que los caminos nos hacen abrazar a nuestra

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madre naturaleza, a la cual machacamos día a día, a pesar de ello siempre esta ahí, con el sonido del viento, el ruido de un arroyo de aguas cristalinas, el canto de un pajarillo que nos saluda con su canto como el ruiseñor… Con todo ello estamos consiguiendo, a su vez, que en cualquier rincón de la península se hable de los caminos que estaban olvidados. Como es lógico no podemos estar en todas las justas reivindicaciones, pero sí darles las herramientas para que lo recuperen y luchen por ellos. 6-. Cinco años de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos6 Corría septiembre del año 2006, cuando la Plataforma A Desalambrar llevaba 5 años de existencia, cuando algunos se embarcaron en la tarea de buscar si había más organizaciones que estuvieran también luchando por defender los caminos públicos. Anteriormente había habido contactos con Ecologistas en Acción del Valle de Alcudia e Hilario Villalvilla, de Ecologistas en Acción de Madrid. También por entonces habíamos recibido peticiones de información sobre como defender los caminos por parte de gente de sitios diversos, como Salamanca y Huelva. Y buscando por Internet apareció la página del grupo Amigos de los Caminos, del pueblo sevillano de Castillo de las Guardas, que había sufrido una dura sanción por abrir una cancela, y Caminos Libres, del histórico senderista sevillano Jaime Rosado. Tras un primer contacto por correo acordamos que era muy interesante la celebración de unas jornadas sobre la defensa de los caminos, y Amigos de los Caminos se ofrecieron a organizarlas. Poco después, en octubre de 2006, se realizó una de las movilizaciones mayores que se recuerdan contra el cierre de un camino público. Esta fue la movilización contra el cierre del GR-7, en el término municipal de Ronda, con la construcción de una urbanización de lujo, llamada Los Merinos (urbanización cuya autorización recientemente le ha valido ser detenido por corrupción). En esta manifestación pudieron conocerse miembros de ambos grupos coincidiendo a la cabeza de más de 2.000 personas, y de ahí comenzó la preparación de las Primeras Jornadas en Defensa de los Caminos Públicos, que tuvieron lugar en febrero de 2007 en Sevilla. A estas Primeras Jornadas asistieron estos grupos ya conocidos de Sevilla, Valle de Alcudia, Madrid, y las mencionadas personas de Salamanca y de la sierra de Huelva, junto con otros invitados como periodistas, políticos y técnicos, o el histórico montañero y activista Luis Gilpérez. Los más emotivos fueron los testimonios del alcalde del pequeño pueblo de Lugros, que acudió desesperado por el cierre de las vías pecuarias de su pueblo a pesar de estar deslindadas, y la epopeya de Salvador Nieto, ganadero de Posadas (Córdoba) que se pasó casi un mes bajo la lluvia sin poder llevar a sus vacas a la finca arrendada por estar cerrado el camino.

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Compartir las reivindicaciones y experiencias por las que cada uno llevaba mucho tiempo luchando hizo de aquellas jornadas un momento mágico que nos llevó a todos a decidir la formación de la Plataforma por los Caminos Públicos, a la que dos años después se le añadió el título Ibérica para definir nuestro ámbito de actuación. De esas Jornadas salió también una lista de correo que desde entonces ha sido nuestra principal vía de comunicación, y dos actividades multitudinarias con las que quisimos responder a aquellas llamadas de auxilio, en Posadas y Lugros.

Cañada Real de los Potros (Lugros, Granada)

Las Segundas Jornadas se produjeron en Alozaina, pueblo de Málaga, en el año 2008, de nuevo organizadas en la distancia por Amigos de los Caminos, aunque con la colaboración de grupos de Ronda. Aquí ocurrió el episodio quizás más rocambolesco de la historia de la Plataforma: acuden tres personas de un pueblo de Cuenca llamado Las Pedroñeras, cuyo alcalde quiere vender los caminos del pueblo. De nuevo su grito de auxilio nos hizo hervir el corazón y quedamos en hacer un acto de protesta yendo todos a ese pueblo. Pero los meses pasaron y cual fue nuestra sorpresa cuando nos enteramos que una de las personas que había venido en busca de ayuda era concejala del pueblo, y se convertía en alcaldesa, siendo ella la primera partidaria de la venta de los caminos. La presencia por primera vez de un incansable batallador procedente de Doñana también marcaría desde entonces a la Plataforma. En las Terceras Jornadas, celebradas en 2009 en Córdoba y organizadas por A Desalambrar se deshizo el entuerto, acudiendo un grupo de personas de Las Pedroñeras distinto y contándonos la taimada actitud de la nueva alcaldesa, que sólo había acudido a conocernos para saber como ejecutar su plan mejor. Una de las grandes victorias de la Plataforma ha sido sin duda el haber conseguido abortar ese plan, mediante recursos que han hecho tan complicada su aprobación que cuando ha llegado un nuevo alcalde

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ha renunciado a hacerlo. En estas jornadas también se unió con entusiasmo una preparada pareja procedente de Ecologistas en Acción de Segovia, Felipe Herranz, incombustible senderista madrileño, Diego Muñoz, de Amigos de la Vía de la Plata, y un gran experto en los inventarios de caminos, Xavier Campillo. Las Cuartas Jornadas, celebradas en el año 2010 en Daimiel (Ciudad Real) y organizadas por Ecologistas en Acción del Valle de Alcudia, contaron con una asistencia masiva, y aquí se destacó por el rigor de su presentación la representante de la oficina de caminos de Extremadura, que nos contó cuales son los criterios que ellos utilizan para decidir si un camino se puede considerar público. Como asistentes muy cualificados contamos por primera vez con miembros de la Sociedad Caminera del Real de Manzanares y del Consell de Mallorca. Otro importante hito de estas jornadas es que se firmaron los estatutos de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos, quedando constituidos como asociación (antes se había funcionado informalmente). Las Quintas Jornadas se celebraron en octubre de 2011 en Valsaín (Segovia), organizadas por Ecologistas en Acción de Segovia, y habría que destacar muchas nuevas aportaciones. Quizás el protagonismo esta vez ha sido para los ponentes mallorquines, tanto representantes del Consell de Mallorca, como el experto abogado Josep Masot, que nos han hecho valiosísimas aportaciones sobre la forma de defender los caminos. El grupo de WWF de Guadalajara y Ecologistas en Acción de Cádiz son las asociaciones que se han presentado por primera vez en estas jornadas, y a ellas habría que añadir un profesional en los inventarios de caminos de Euskadi y representantes del mundo de la Universidad, del Defensor del Pueblo y de la Junta de Andalucía. En resumen, lo principal de estos cinco años es que hemos tomado conciencia de que los problemas de desaparición de caminos y veredas que nos afectan no son sólo nuestros, sino que están generalizados, y que la única forma de luchar con este fenómeno es la unión, el compartir información, y buscar aprender de los expertos. Activistas, expertos en derecho o en geografía, o simples senderistas, ciclistas o amantes de los caminos, todos han sido valiosos de una forma u otra para cimentar esta plataforma. Ya que no vamos a poder tener más dinero que los que quieren cerrar los caminos, saber más que ellos será la única forma de evitarlo, y de conseguir sobreponernos a la habitual dejadez de las administraciones. La elaboración de una guía práctica de defensa de los caminos es el gran reto al que nos hemos comprometido, y seguir añadiendo amantes de los caminos de cara a las sextas jornadas que tendrán lugar en el año 2012 en Cádiz. Invitamos a los amantes de los caminos, en su vertiente histórica y natural, a unirse a nosotros en la lucha por evitar la pérdida de este Patrimonio de incalculable valor.

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7.- Conclusión En esta aproximación sólo hemos pretendido dar una resumida imagen de lo que está ocurriendo con este importante Patrimonio Caminero, con una Administración insensible a sus valores culturales y naturales; más aún, cómplice y delincuente. De nosotros depende que esto cambie. Mientras tanto se ha inaugurado recientemente la web en Internet de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos (www. picp.es), aún en construcción, en la que podéis estar al tanto de sus actividades y diversas movilizaciones ciudadanas que están defendiendo este bien público, una bonita herencia para el disfrute de nuestras futuras generaciones. Hasta pronto, ¡nos veremos, pancarta en mano, en las trincheras de los caminos!... NOTAS (1)- Diego Miguel Muñoz Hidalgo: Escritor e historiador. Cofundador de las asociaciones de Amigos del Camino de Santiago-Vía de la Plata, y de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos. Coordinador de este artículo. (2)- Juan Gil Montes: Geólogo. Presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago-Vía de la Plata, de Cáceres. (3)- Santiago Bayón Vera: Presidente de la Asociación para la Recuperación Integral de las Cañadas Reales «90 varas» (ARIC). (4)- José Antonio de la Riera Autrán: Fundador y ex Presidente de la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago (AGACS). (5)- José Manuel Flórez Domínguez: Presidente de la asociación Amigos de los Caminos y de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos (6)- Manuel Trujillo Carmona: Presidente de la Plataforma A Desalambrar y Secretario de la Plataforma Ibérica por los Caminos Públicos.

ALGUNOS ENLACES DE INTERÉS: Plataforma Ibérica por los Camino Públicos. www.picp.es www.facebook.com/groups/193995737345023/ https://twitter.com/#!/PICPublicos http://groups.google.com/group/plataformaporloscaminospublicos/topics?pli=1 Amigos de los Caminos (Castillo de las Guardas, Sevilla). www.amigosdelcamino.com http://groups.google.com/group/amigosdeloscaminos/topics Plataforma A Desalambrar (Córdoba). www.adesalambrar.com Caminos Libres (Sevilla). www.caminoslibres.es Trochas Viejas (Salamanca). www.trochasviejas.com

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Grupo de Senderismo el Batolito (Sevilla). www.batolito.es Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia (Ciudad Real) http://www.valledealcudia.org Sociedad Caminera del Real de Manzanares http://sites.google.com/site/sociedadcamineradereal Plataforma Pro Camins Públics i Oberts http://camins.balearweb.net Plataforma en Defensa de los Caminos Públicos de la Veguilla (Cuenca). http://caminosdelaveguilla.wordpress.com Amigos del Camino de Santiago-Vía de la Plata www.viaplata.org (Sevilla). www.viadelaplata-fuenterroble.com (Fuenterroble de Salvatierra, Salamanca) http://personales.ya.com/juangilmontes/galeria.html http://jugimo.blogspot.com/2008/10/agresiones-la-va-de-laplata.html (Cáceres). Asociación Gaditana del Camino de Santiago «Vía Augusta» (Cádiz) www.asociaciongaditanajacobea.org Gran vídeo de denuncias, atentados y amenazas a los Caminos de Santiago Parte 1 http://www.youtube.com/watch?v=87g16j5-x0U Parte 2 http://www.youtube.com/watch?v=3g6krJtkutM Enlace, Manifiesto de Compostela, Patrimonio Mundial en Peligro: https://www.facebook.com/video/?id=100000250076135#!/ video/video.php?v=179004402117894 Marcha contra el Polígono Industrial de O Pino, Manifiesto del Obradoiro https://www.facebook.com/video/?id=100000250076135#!/ video/video.php?v=159151514103183 https://www.facebook.com/video/?id=100000250076135#!/ video/video.php?v=159145804103754

La urbanización de un campo de golf en Truyés (Corvera, Asturias) arrasó con una aldea, hórreos, construcciones tradicionales, fuentes y caminos públicos. En la mañana del sábado, 19 de enero de 2008, un grupo de ciudadanos se manifestaron contra esa situación.

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«VER, VIAJAR Y HOSPEDARSE EN EL MUNDO ROMANO»: IX COLOQUIO DE LA ASOCIACIÓN INTERDISCIPLINAR DE ESTUDIOS ROMANOS. CRÓNICA

Jesús Sánchez Sánchez

Durante los días 23 al 25 de noviembre de 2011 se celebró en Madrid, en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, el IX Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos (AIER). Tanto sobre este evento, como sobre las características de la AIER puede obtenerse información en la página web de esta Asociación: http://aierweb.com. El objetivo primordial de la AIER es divulgar y promocionar los estudios sobre el mundo romano en sus múltiples facetas. La AIER, creada en 2001, en Madrid, cuenta entre sus asociados con profesionales de reconocido prestigio del campo de la Historia Antigua, la Filología Clásica, la Arqueología y el Derecho. Uno de sus objetivos enunciados es «fomentar la comunicación interdisciplinar de cuantos se interesen por los temas del mundo romano en España o fuera de ella». También consta como propósito primordial de la AIER la organización de encuentros periódicos (Simposios, Coloquios, Jornadas). El caso que nos ocupa supone el noveno coloquio que organiza esta Asociación. El tema de este IX Coloquio fue: «Ver, viajar y hospedarse en el mundo romano». El enunciado es en sí mismo un éxito. De entrada es equilibrado: Mantiene una amplitud del ámbito suficiente para dar libertad a los temas de estudio, sin perder la cohesividad básica necesaria dar límites a los objetivos de los ponentes. Tras la apertura oficial del coloquio, se entró ya en materia con la muy relevante ponencia del «Profesor invitado». En estas jornadas lo fue Richard John Alexander Talbert, de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. El título de su ponencia fue: «El sistema romano de calzadas desde una perspectiva

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global». Aunque se pronunció en un inglés inmaculado, antes de su intervención se entregó en papel la traducción «oficial». Orientó su exposición sobre dos cuestiones. En primer lugar, ¿qué lugar ocupaban las vías en la mentalidad y los valores de los gobernantes romanos? Y, como segunda cuestión, se pretendió establecer una comparativa entre este concepto que tenían los romanos y el que tenían otras civilizaciones pre-modernas que dispusieron de vías de larga distancia. Fueron interesantes las valoraciones del Prof. Talbert sobre la «tabla de Peutinger». Según Talbert, el objetivo de la creación del mapa no perseguía una utilidad viaria para ningún usuario. No solo la información sobre calzadas estaría llena de desorden, errores y omisiones, sino que su verdadera misión estaría al servicio de la propaganda imperial. No se busca la «utilidad viaria», sino que sería un objeto «de exposición» que —en el fondo— pretendería transmitir la imagen de un imperio interconectado y unificado. La función del mapa sería más simbolizar y expresar la paz y la estabilidad del imperio (no aparecen marcados «sorprendentemente»- dice Talbert- ningún elemento militar) que pretender tener una utilidad viaria para cualquier persona. Sus propias dimensiones servirían de aclaración. La copia medieval en once pliegos de pergamino (que «seguramente sea de origen romano») tiene unos 7 metros de largo por 30 cm de alto (estimándose que el extremo izquierdo faltante suponga otros dos metros). Esta misma inadecuación para obtener utilidad para el usuario la relaciona con otra inutilidad: la que supone la ilegibilidad que para un presunto usuario suponen los —calculados— seis metros de altura del pilar de Patara —destinado a

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recordar el miliarium aureum (altura que éste también ostentaría «tal vez»). Pareciéndonos muy relevante esta ponencia, alguna crítica se puede hacer a esta participación. En particular cuando dice que «la superficie de las vías podía ser tanto de losa como de arena en función de las condiciones locales». Como la expresión «condiciones locales» no puede, obviamente, restringirse solo al hecho de si la vía está en ubicación urbanaperiurbana o si se trata de una interurbana, pensamos que la mención a enlosado para las vías interurbanas es totalmente prescindible. Como ha reiterado Isaac Moreno, la única relación entre «enlosado» y superficie óptima de rodadura a larga distancia para el tráfico rodado es la de inadecuación. Tras la ponencia del Prof. Talbert, participaron otros 35 dictantes. En tanto que los inscritos llegaron a 226. Se dividió el Coloquio en seis secciones: 1 («Viajar…»), 2 («… y hospedaje»), 3 («en la República romana»), 4 («En la Roma Imperial»), 5 («En la Hispania romana») y 6 («Otros viajes»). Finalizadas las intervenciones de los ponentes, se pasó al final del Coloquio a realizar una valoración conjunta del mismo. Fueron calificadas las jornadas como «maratonianas». (No sin razón: Algunos días se extendieron durante 12 horas). Se hizo, también, especial hincapié en varias cuestiones como la interdisciplinariedad de las jornadas (de la que ya hace mención el mismo nombre de la Asociación). Como hecho reseñable, se pidió expresamente que a los debates se dedicara más tiempo, aunque fuera en detrimento de las ponencias o comunicaciones. Se priorizó el interés

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por la vitalidad del debate más que por la exposición preparada. Se hizo especial mención a que la AIER da cabida no sólo a profesores y profesionales, sino a también a otras personas vinculadas, tanto sean profesionales, doctorandos, estudiantes o interesados. En definitiva, fue un acto académico, pero –sobre todo- científico. Se insistió en el concepto de que «nunca está dicho todo», en lo que al hacer de la ciencia se refiere. Como valoración final, queremos enunciar varios extremos. El nivel científico del evento fue —como no podía ser de otro modo— absolutamente académico. También —como tampoco era de esperar de otro modo— la nutrida representación de ese mundo académico que decimos «de letras» no se contrastó con la deseable representación del mundo así llamado «de ciencias». Y es que no se puede entender y estudiar los productos de la ingeniería romana solo desde los gabinetes. Sin la información que la ingeniería presta al conocimiento —en concreto— de la viaria romana, ésta es –sencillamente- ininteligible. De una Asociación que invoca la interdisciplinariedad, no puede caber duda que ésta alcanzaría su mayor nivel en cuanto a la misión si, en el elenco de participantes en sus Coloquios, junto a las titulaciones de Historia Antigua que acompañan a los dictantes, participaran también otros cuya rama del saber hiciera referencia a la ingeniería de los temas que se tratan. No tengo la menor duda de que la participación de los técnicos daría pleno cumplimiento a la vocación de interdisciplinariedad que asume la misma titulatura de la Asociación.

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NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS

GUÍA DE UN PAISAJE FASCINANTE T. Sanz Serrano, T. Bellido y J.M. Cereza: Guía general de Sierra Menera, Centro de Estudios del Jiloca, Zaragoza, 144 págs. COMENTARIO Es encomiable la labor que hacen las Asociaciones Culturales de carácter local en Aragón, muchas de ellas procedentes de los antiguos centros comarcales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En más de una ocasión nos hemos referido al siempre eficaz trabajo del Centro de Estudios del Jiloca, con sede en Calamocha, y volvemos ahora de nuevo la mirada hacia esa asociación con sede en Calamocha para fijarnos en su recién editada guía del fascinante paisaje de Sierra Menera. Fascinante no sólo por el trabajo silencioso y sistemático de la naturaleza, que se ha traducido, entre otros fenómenos, en una singular sucesión de humedales y en el paisaje de rodeno, que al sur de la Sierra se prolonga hacia los rojos roquedos donde se asienta Albarracín, sino también por la labor del hombre. Una labor que, desde la época celtibérica, pero especialmente durante buena parte del siglo XX, ha consistido en la explotación de la minería epónima de la Sierra, para extraer de ella, sobre todo, sal, hierro y carbón. El paisaje resultante de las ya abandonadas minas del entorno de Ojos Negros es un entorno fascinante siempre, pero que invita a una reflexión profunda sobre el devastador efecto del hombre en el medio natural. Esta muy recomendable guía, que repasa en apenas ciento cincuenta páginas la geología, la fauna, la vegetación, los paisajes y, en menor medida, la historia de la sierra turolense coincide en su aparición con otra, de similares características, dedicada al valle del Jiloca. C.C.

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ÁVILA DESDE OTRA PERSPECTIVA

QUÉ HACER CON LAS CARRETERAS ABANDONADAS

J. Jiménez Gadea, A. Echevarría, S. de Tapia y O. Villanueva: La Memoria de Alá. Mudéjares y moriscos en Ávila, Valladolid, 2011, 68 págs. COMENTARIO Al cumplirse 400 años de la expulsión de España de los moriscos, el Museo de Ávila ha abierto en sus salas una exposición que se fija en la hasta ahora muy olvidada comunidad islámica abulense, que se asentó fundamentalmente en arrabales al sur del recinto amurallado y que, a diferencia de otras comunidades mudéjares peninsulares, tenía un origen migratorio y no estaba formada por descendientes de poblaciones anteriores andalusíes asentadas en el lugar. El interesantísimo catálogo de la muestra (que podrá visitarse hasta el 18 de marzo de 2012) recoge sucintamente los resultados de los trabajos que, desde 2009, ha venido realizando un grupo de investigación formado por los autores del libro, y que sirven para revitalizar el recuerdo de una comunidad olvidada que, en el momento de su expulsión, en 1611, constituía nada menos que un sexto de la población de la ciudad de Ávila. C.C.

F.J. Rodríguez Lázaro, J.M. Coronado y R. Ruiz Fernández: «El camino de Valencia en Alarcón y Contreras, 1845-1998: Análisis de viabilidad para su recuperación como carretera histórica», Cuadernos de Investigación CEHOPU, 5, Madrid, 2009, 108 págs. + CD-Rom COMENTARIO En el quinto cuaderno de su serie de investigación, el Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo (CEHOPU) se detiene de nuevo ante una problemática inquietante: qué hacer con las carreteras abandonadas, y especialmente con aquellas que, por sus características, tienen un especial valor por su integración en el paisaje o por sus aspectos constructivos. El tramo elegido es el que, formando parte de la ruta de Valencia, discurre entre Alarcón y Contreras, lo que da pie a un librito interesantísimo en el que se contrasta la propuesta que se plantea para esta carretera con otras experiencias, en particular la realizada en la ruta portuguesa EN2 entre Almodôvar y Sâo Brás de Alportel. Sirva, de paso, este brevísimo comentario no sólo para recomendar el libro, sino para preguntarnos qué va a deparar la actual situación por la que atraviesa nuestro país a una institución como CEHOPU, que tan destacado papel ha desempeñado en los últimos lustros en el estudio de las obras públicas españolas. Confiamos en que lo que salga sea para bien, pero mucho nos tememos lo contrario... C.C.

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PAUTAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES EN LA REVISTA

El Nuevo Miliario El boletín bianual El Nuevo Miliario acoge trabajos, noticias y comentarios sobre vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica de cualquier época, pero para la publicación de los textos se aconseja seguir las pautas que se describen a continuación: 1) Los trabajos tendrán preferentemente una extensión máxima en torno a las 15 páginas tamaño DIN A-4, incluyendo ilustraciones y bibliografía. Cada página de texto tendrá unos 2.500 caracteres. 2) En El Nuevo Miliario pretendemos respetar el medio ambiente; por ello, como norma general, y para reducir el consumo de papel, los originales, siempre que sea posible, se enviarán exclusivamente en soporte informático, en CD – Rom en el que se incluirán el texto y, por separado, las imágenes (planos, mapas, fotografías, etc.), o por correo electrónico. Únicamente en aquellos casos en que los autores consideren que los trabajos deben de ir maquetados de una forma concreta se enviarán los originales impresos en papel. 3) Del mismo modo, se aceptarán preferentemente las fotografías (preferiblemente no más de tres o cuatro por trabajo) enviadas en soporte digital, en formatos .jpg, .pct o .tif, con una resolución mínima de 300 ppp. Para los planos y mapas, que se enviarán como imágenes, se aceptará además el formato .pdf. Circunstancialmente se aceptará el envío de fotografías, mapas o planos originales para su reproducción, que serán, en todo caso, devueltos al concluir la maquetación del trabajo. 4) Las imágenes se acompañarán, si los autores lo consideran necesario, de sus correspondientes pies, que se presentarán en una relación al final del texto. 5) Los trabajos podrán incluir notas bibliográficas y notas a pie de página (aunque, preferiblemente, se evitarán estas últimas y, en todo caso, se publicarán como notas finales), mientras que la bibliografía se citará preferentemente recurriendo al Sistema Harvard, (Autor, año, título, lugar de edición) de este modo: - FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, P.F. (1987): Sobre el neolítico y otras antigüedades de la región de Murcia, Revista de Estudios Peninsulares, 17. LA FECHA prevista DE CIERRE DEL NÚMERO 14 de El Nuevo Miliario estará en torno al 15 DE MAYO DE 2012

BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN Y PETICIÓN DE NÚMEROS ATRASADOS Deseo suscribirme a la revista El Nuevo Miliario hasta diciembre de 2012 Datos personales: Nombre y apellidos: Institución: Dirección de envío (vía pública, localidad, ciudad, provincia, Estado): Teléfono (opcional): Correo – e: Tarifas (indíquese la elegida): - Ordinaria: 24 € - Institución: 36 € - Números atrasados: los números 2, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 Y 12 pueden obtenerse a través de Pórtico Librerías (www.porticolibrerias.com). Los números 0, 1, 3 y 4 están agotados y se pueden descargar gratuitamente de www.elnuevomiliario.eu Forma de pago: - Domiciliación bancaria (indicar entidad, oficina, digito control, nº de cuenta): - Transferencia a la cuenta 2085 / 8024 / 99 / 0330341345 - Cheque nominal (a nombre de Carlos Caballero o Guillermo Reher) Firma (imprescindible en caso de domiciliación): Este boletín puede enviarse por correo ordinario a: Carlos Caballero María de Guzmán, 49. 5º C 28003 MADRID

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