Asunción: urbanidad incompleta

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La Región Metropolitana de Asunción La gestión de una urbanidad incompleta. Resumen: El presente trabajo pretende analizar los vínculos entre las condiciones socioeconómicas específicas de la Región Metropolitana de Asunción, y el tejido urbano típico de la misma. Dilucidar los vínculos entre estas dos categorías de datos y fenómenos permite entender las dinámicas que orientan la conformación del territorio metropolitano. Pero si esta comprensión ha de ser una herramienta de cambio posible, ha de ir más allá del mero diagnóstico. Interesa verificar las potencialidades del tejido urbano existente, tanto en términos físicos (tamaño del parcelario tipo, densidades, tipologías arquitectónicas, etc.); como en términos de posibles mecanismos de gestión. Con esto, se espera contribuir a la discusión de modelos alternativos de desarrollo urbano y territorial que permitan acercarnos a patrones de mayor sustentabilidad ambiental y equidad social.

Palabras Clave: Tejido Urbano, Densidad, Sustentabilidad. 1) Introducción: El área metropolitana de Asunción1, con una población de alrededor de un millón y medio de habitantes de habitantes, se caracteriza por que en los últimos cincuenta años, se ha desarrollado a partir de un proceso expansivo de baja densidad. Una ciudad incompleta, sin servicios básicos de saneamiento ambiental y de baja urbanidad, que impone la mayor parte de sus externalidades negativas a los miembros de la sociedad que cuentan con menos recursos, contribuyendo a perpetuar un círculo vicioso de pobreza.


Juan Cristaldo, Lorena Silvero – XIII Encuentro de la Asociação Nacional de Pos Graduados em Urbanismo do Brasil. Mayo 2009

En el presente ensayo pretendemos vincular las condiciones socio-económicas específicas, y el marco jurídico que se asocian a este modelo, ilustrar sus impactos y avanzar en la construcción de alternativas que permitan constituir un modelo urbanístico más equitativo en términos sociales, y más sustentable en términos ambientales. El ensayo se apoya en datos socio económicos y jurídicos que de forma muy simple y sucinta nos permiten comprender como llegamos a la situación presente, reflexiones estas más propias de un análisis de carácter histórico. Las propuestas, por otra parte, son elaboradas a partir de la evaluación de las potencialidades del patrimonio urbano que hoy disponemos. Estas propuestas son construidas a partir de herramientas conceptuales y metodológicas propias de la arquitectura y el urbanismo (análisis de densidades, porcentajes de ocupación, posibilidades de gestión financiera, etc.).

2) Las condiciones socio económicas: La pobreza en Paraguay está relacionada a condiciones socioeconómicas específicas. La primera característica que salta a la vista es que la economía paraguaya sigue apoyándose básicamente dos sectores: •

Un sector primario esencialmente agro-exportador de alta productividad y

concentración de capitales y renta (soja, carne, y otras commodities), que genera poco empleo, y •

Un sector terciario hipertrofiado, que se compone de una enorme burocracia estatal

por una parte, y por otra de un sector de comercio y servicios difuso y ambiguo, que engloba desde los funcionarios de multinacionales hasta vendedores informales. Esta estructura socio-económica carece casi por completo, de un sector económico secundario, que introduzca valor agregado a las commodities y contribuya a la generación de empleos. El dato que acabamos de citar parece obvio y muy simple, pero debe ser destacado, ya que sin él es imposible comprender las especificidades del proceso de desarrollo urbano en Paraguay. Para ilustrar el punto es necesario destacar que los grandes centros urbanos de América Latina (São Paulo, Buenos Aires, Mexico DF, etc) aumentan exponencialmente su población y su superficie urbanizada en la segunda mitad del siglo XX, a partir de procesos económicos que se relacionan con la industrialización y la sustitución de las importaciones.


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Podríamos decir, que en los ejemplos antes citados, el crecimiento de las áreas urbanas ocurre principalmente a causa de la atracción que generan los nuevos empleos industriales. En Paraguay, esa dinámica no se verifica hasta la década de 1960 y 1970, y se relaciona con factores específicos, no directamente ligados a la industrialización. En “Triangulaciones” (Cristaldo – 2004), analizábamos que: “En las décadas de 1960 y 1970 se producen dos fenómenos de suma importancia que afectan sobremanera los procesos socioeconómicos y la distribución espacial de la población: el proceso de colonización agrícola impulsado por el gobierno para poblar las vastas tierras del Este de la Región Oriental y la construcción de las represas hidroeléctricas de Itaipú y Yasyreta. El proceso de colonización agrícola fue impulsado por el recientemente creado Instituto de Bienestar Rural (IBR), para aliviar la presión demográfica sobre la región central. Si bien este proceso tuvo un efecto positivo en cuanto a la posibilidad de acceso a la tierra, no constituyó una solución al problema de la tenencia legal de la misma, el acceso a créditos, la transferencia tecnológica o la organización comunitaria. En estas condiciones, el proceso de colonización no brindó apoyo real para que el campesino pudiese producir eficientemente y generar excedentes, por lo que la gran mayoría de estas tierras fueron abandonadas o vendidas por los beneficiarios que migraron, mayoritariamente al Área Metropolitana de Asunción Por su parte, la construcción de las represas hidroeléctricas en el Paraná inyectó en el sistema económico nacional una cantidad de divisas sin precedentes en la historia del país2. Sin embargo estos grandes capitales no fueron invertidos prioritariamente en la constitución de un capital industrial que fuese capaz de generar rentas y empleos de modo sostenible. Los capitales fueron invertidos esencialmente en gastos suntuarios y especulación inmobiliaria” Vemos entonces que lo que ocurrió en Paraguay fue un flujo intenso y temporal de capitales que no fue revertido en la constitución de infraestructura para generar riqueza.3 Este hecho, combinado con la coyuntura de una reforma agraria fracasada deriva en el actual modelo de sub-empleo endémico y pobreza de gran parte de la población, donde el sector terciario acaba por absorber a gran parte de la población económicamente activa, con empleos de baja calidad (escasa remuneración, falta de garantías laborales mínimas, inestabilidad, etc.)4.


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Por tanto, más que un efecto positivo de atracción migratoria hacia las ciudades generado por el empleo industrial (como en otras ciudades Latinoamericanas), en el caso de Paraguay se puede hablar de un efecto expulsor del campo, combinado con una inserción laboral precaria en áreas urbanas, relacionado con un sector terciario difuso.

3) El modelo urbanístico vigente: legislación y praxis. El espacio urbano no es solo consecuencia de los procesos de desarrollo socio-económico. La ciudad se constituye también a partir de las herramientas normativas y de la praxis de las instituciones. En la realidad de la Región Metropolitana de Asunción podemos citar algunos elementos fundamentales que contribuyeron a constituir el actual modelo dispersivo de baja densidad: •

En primer lugar podemos destacar el papel ejercido por la praxis proyectual de las

instituciones públicas: tanto el Instituto Paraguayo de Vivienda y Urbanismo (IPVU), organismo que existió entre 1.964 y 1.989, como el Consejo Nacional de la Vivienda (CONAVI), formado en 1991 siempre dieron preferencia a soluciones habitacionales aisladas en lote propio. Respecto a las propuestas de IPVU, Boh y Morínigo (1.989) afirman que: “Las propuestas observadas de IPVU en general no plantean una reformulación imaginativa a escala urbana, limitándose a disponer las unidades de vivienda en una simple extensión de la cuadrícula existente, sustituyendo su conceptualización de la ciudad por el simple hecho de parcelar o lotear el terreno disponible. De esta forma las soluciones planteadas se limitan casi siempre a la manzana definida por cuatro calles (…) El planteo más frecuente se lleva a cabo en lotes convencionales de 10 x 25 a 12 x 30 [metros] con un esquema de considerable pobreza organizativa y espacial, a la vez que mezquina resolución de la envolvente”. Esta política, como se ha mencionado, no fue cambiada por el CONAVI, que a pesar de haber realizado conjuntos de media densidad, continuó desde su nacimiento en el año 1.991, invirtiendo la mayor parte de sus recursos en conjuntos de viviendas unifamiliares de baja densidad. Esta “matriz de 360 m2” es el tejido prototípico de la región Metropolitana de Asunción. Conformado a partir de una praxis urbana irreflexiva impulsada por las instituciones públicas.


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El segundo factor es una legislación obsoleta5 que establece un lote mínimo de 360

m2, y no brinda a las administraciones municipales ninguna herramienta de gestión de suelo que permita poner en juego tierras urbanas consolidadas y sub utilizadas que constituyen reservas especulativas.6 El modelo fiscal tampoco contribuye, una vez que grava más a quien construye que a quien detenta tierra ociosa, premiando la especulación y desestimulando la inversión en edificaciones.7

Describiendo cualitativamente estos proyectos de vivienda, podemos afirmar que se caracterizan por: •

Su inserción periférica en el tejido urbano: La lógica esgrimida es el costo de la tierra.

Se trata, como vemos, de un

círculo vicioso: el gran tamaño de los lotes obliga a la

adquisición de vastas superficies para construir pocas viviendas (28 por Hectárea considerando lotes de 360 m2, o una densidad de 112 habitantes/hectárea). Como cada conjunto que se implanta requiere llevar un mínimo de infraestructura, estos valorizan tierras periurbanas, brindando plusvalías netas a los propietarios cercanos a los conjuntos, y


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obligando a que las próximas iniciativas de interés social sean implantadas cada vez más lejos. •

Su isotropía: en general los loteamientos no reconocen jerarquías viales, y plantean

una malla viaria de 18 metros (con espacio para vehículos automotores de 12 metros, y veredas de 3 metros). Tenemos por tanto una gran capacidad viaria con baja intensidad de uso. •

Inexistencia o baja calidad de los servicios públicos, infraestructura y equipamientos:

En efecto, la fórmula para permitir que personas vinculadas a un mercado laboral precario e inestable puedan adquirir vivienda es que formulen un proceso de compra diferida de características sumamente peculiares: se compra tierra, no un lugar en la ciudad. Por lo general, los lotes no tienen redes cloacales y sufren con servicios de recogida de basuras y transporte público extremamente ineficientes.

4) Las consecuencias del modelo: Este modelo produce, como cualquier otro, externalidades positivas y negativas. En principio, el diseño y la gestión urbanística deberían llevar a un reparto más equitativo de los costos y beneficios del proceso de urbanización entre los miembros de una colectividad. En el caso de Paraguay, la fragilidad o inexistencia de los mecanismos de gestión hace que los costos y las externalidades negativas del proceso sean asumidas por los sectores más pobres de la sociedad, al tiempo que los beneficios y externalidades positivas son absorbidos por pequeños sectores que ya detentan altos niveles de renta. Un sistema excluyente en el que la pobreza genera pobreza.


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Estudiemos cuales son las consecuencias de este modelo, a nivel de colectivo, y a nivel de los individuos: • •

Como colectivo:

Se produce una forma urbana periférica que está permanentemente incompleta. Una

ciudad sin urbanidad, que no alcanza la densidad mínima para hacerse económicamente viable y permitir servicios dignos de saneamiento ambiental y transporte público. •

El contrapunto de esta ciudad que se extiende como una mancha de aceita, es el

vaciamiento de la ciudad central, de la ciudad consolidada. En el caso específico del Área Metropolitana de Asunción, esta ciudad ha estado expulsando población desde hace por lo menos dos décadas, mientras que las ciudades del primer y segundo anillo crecen a tasas muy altas.


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Los costos ambientales, por definición misma objeto de derecho colectivo o difuso,

son asumidos por la sociedad: pérdida de suelo permeable, de cubierta vegetal, de calidad del agua, etc. •

Los costos financieros de esta forma de urbanización son siempre absorbidos por la

colectividad: las inmobiliarias ponen la tierra en juego, sin asumir ninguno de los costos de infraestructura, que luego deben ser asumidos por las administraciones públicas. • •

A nivel de individuos:

Los costos (en tiempo y dinero) pagados por los miembros más pobres de la

sociedad son proporcionalmente más altos, ya que sus casas se ubican en una periferia urbana dispersa y sin servicios. En “Triangulaciones” (Cristaldo, 2004) se registró fehacientemente que en muchos casos, ante la pérdida de empleo los beneficiarios de viviendas de interés social abandonan sus casas por que no pueden absorber los costos de transporte que su localización periférica en la ciudad demanda. Generalmente, estas personas abandonan sus viviendas y vuelven a habitar en asentamientos informales, más próximos a los mercados de trabajo que pueden requerir sus servicios. Es un modelo físico que tiene características concentradoras del capital: en este modelo urbano, aquellos que son pobres, tienen dificultad extrema de generar cualquier proceso de acumulación, pues son obligados a invertir sus recursos en gastos corrientes obligatorios, como los relativos al transporte.8 •

Reafirmando la idea de que la actual estructura urbana contribuye a la concentración

de la riqueza, debemos recordar que las plusvalías netas son captadas siempre por propietarios de grandes extensiones de tierra cercanos a los conjuntos de viviendas de interés social o loteamientos. Estos propietarios ven su tierra valorizada sin haber realizado ninguna inversión o esfuerzo.

5) El Debate contemporáneo sobre la ciudad: Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza. Ni hay tampoco lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente. Y aun cuando usted se hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus


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sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa riqueza preciosa y regia, ese camarín que guarda los tesoros del recuerdo? Rainer Maria Rilke – Cartas a un Joven Poeta. El debate urbanístico del siglo XIX estuvo marcado por las preocupaciones higienistas y los movimientos que reaccionan a las externalidades negativas de la revolución industrial, y el urbanismo del siglo XX se caracterizó por el intento de brindar soluciones masivas de habitación y equipamiento urbano incorporando las nuevas tecnologías y materiales constructivos. Pero en este momento histórico, cerca del fin de la primera década del siglo XXI, la sustentabilidad asume sin duda, el papel prioritario como principio orientador contra el cual nuestra praxis y nuestro pensamiento deben ser contrastado. El ya famoso informe “Nuestro Futuro Común”, también conocido como el informe Bruntland define al desarrollo sustentable como “aquel que satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades”. Este desarrollo presenta una triple vertiente: equidad social, desarrollo económico y un uso adecuado de los recursos ambientales, respetando los límites naturales de los ecosistemas. Ahora bien, si el desarrollo sustentable define un nuevo paradigma, define también un nuevo enfoque. Este enfoque nos pide que miremos la totalidad aún desde la especificidad de nuestros campos de actuación profesional. Siendo así, la pregunta para un urbanista es en qué medida las formas urbanas pueden contribuir (o no) para que la sociedad se aproxime al ideal de un desarrollo sustentable. Y reconociendo, como hacemos, que las formas urbanas son el resultado de un devenir histórico, a su vez producto de procesos sociales ya acaecidos y condicionante de procesos futuros, la pregunta se hace más precisa: cómo podemos aprovechar el tejido urbano presente para maximizar el desarrollo y la equidad social, minimizando el impacto ambiental? Creemos que al intentar responder esta pregunta, superamos una actitud solamente crítica y de denuncia y comenzamos a aportar proactivamente en la construcción de modos más harmónicos de desarrollo y vida. Nuevamente, muchos aspectos de la realidad urbana pueden ser estudiados como facetas que contribuyan a la sustentabilidad: el saneamiento ambiental, el transporte público, etc. En


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cada caso, se trataría de ver que opciones reportan menos degradación ambiental y promueven mayor desarrollo. Pero en este caso específico, nosotros estudiaremos la densidad urbana como factor que puede contribuir para una mayor sustentabilidad. En efecto, hemos descrito brevemente como el tejido urbano del Área Metropolitana de Asunción ha sido conformado según un patrón dispersivo de baja densidad, un modelo de “ciudad incompleta” que contribuye a generar círculos viciosos que perpetúan la pobreza, imponiendo sus costos a los miembros de la sociedad que tienen menos, y los daños ambientales a la colectividad toda. Se trata entonces de ver que cualidades tiene el patrimonio urbano que nuestro devenir histórico nos ha legado. Que potencialidades pueden ser encontradas en el tejido urbano y en la práctica de la arquitectura “sin arquitectos” que constituye gran parte de la ciudad. Haremos mención a un tipo que llamó nuestra atención como posible respuesta a parte de la crisis del modelo urbano vigente: hablamos de la posibilidad de constituir pequeños condominios de dos o tres viviendas en las parcelas de 360 m2. Llamamos a esta opción “el pabellón del fondo”. Analicemos el “pabellón del fondo”: es una praxis usual en nuestra ciudad y ella permite que parejas en inicio de vida independiente formen un espacio vital compartido generalmente con los padres, sin grandes inversiones en un terreno que ya cuenta con una infraestructura relativamente consolidada. Esta práctica permite, entonces que las jóvenes familias, puedan constituir sus hogares en sitios más próximos a los mercados de trabajo (Fernando de la Mora, Luque, Lambaré, regiones de San Lorenzo), en lugar de insertarse en ciudades del tercer o cuarto anillos del área Metropolitana (Itaguá, Limpio, etc). Las cualidades espaciales del “pabellón del fondo” son muchas. En un terreno de 12x 30 metros, permite constituir un pequeño volumen de 4 metros de crujía y 48 metros cuadrados de superficie, en el fondo del lote. 48 metros cuadrados es una superficie más que razonable para un apartamento de un dormitorio (opción habitacional típica para una pareja en inicio de vida). En dos niveles, la superficie se amplía a 96 metros cuadrados, área suficiente para una casa de incluso tres dormitorios. Las ventajas del modelo son evidentes: permite que dos o tres familias se ubiquen en una misma propiedad, sin problemas de promiscuidad espacial. Las condiciones son privilegiadas en términos de luz y ventilación: todos los ambientes tienen ventilación externa desde que haya una arquitectura mínimamente cuidadosa. Patio y jardín, individuales o compartidos, e inclusive, espacio para vehículos particulares.


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La virtud de esta idea no radica claro, en su originalidad, sino en el concepto de aprovechar lo que está ahí. En detectar aquella posibilidad de lo bello y útil que ya está ante nosotros. El patrimonio urbano de los últimos 50 años se constituyó a partir de un modelo mediocre, pero con un poco de creatividad y herramientas de gestión y financiamiento que ya existen podemos re-densificar la ciudad, con soluciones habitacionales que brinden patios y jardines, y vida de comunidad. Repasemos: No es necesaria ninguna herramienta jurídica para viabilizar estos pequeños condominios, la legislación vigente ya los contempla. Y los volúmenes de capital necesarios para implantar un “pabellón” son muy pequeños, tanto que pueden ser brindados inclusive por cooperativas de ahorro y crédito, que ya existen y hoy constituyen la alternativa de servicios financieros para gran parte de la población de ingresos medios o bajos, que no pueden acceder a servicios bancarios o hipotecas de largo plazo. Pero además de ser una solución positiva para el individuo, brinda claves para el colectivo: Si optamos por re densificar la ciudad existente, completando el patrimonio de los últimos cincuenta años, detendremos el deterioro del hinterland agrícola de Asunción y la impermeabilización progresiva de sus cuencas. Y sería más viable que completásemos las impostergables redes de desagüe cloacal y pluvial, ya que por supuesto, seriamos más los que pagaríamos extensiones menores de red. Idéntico raciocinio aplica al transporte público, y los equipamientos comunitarios.


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Fuimos criados en una generación que vivía en estas casas poco densas, casi suburbanas. Una generación que jugaba en patios, y que a pesar de cierta pobreza material se desarrolló en general, bastante feliz. Queremos ahora aportar a un modelo en que chicos puedan jugar en patios, sin que eso implique que sus padres gasten cuatro horas por día en el transporte público, ni en la destrucción de nuestro patrimonio ambiental común. La gente ya hace esto, sin asistencia técnica ni crediticia la más de las veces, formulando un tipo arquitectónico que es por lo general absolutamente ignorado en los ámbitos académicos. Y aún así, lo que la respuesta espontánea propone es a nuestro entender mucho más acertado que la alternativa de la praxis técnica vigente: seguir loteando tierra periurbana o construyendo conjuntos de interés social de implantación periférica, que reafirman el ciclo de la ciudad incompleta. Las claves a estas inquietudes, son las que señala Rilke: si no vemos belleza en este pedazo del mundo, no podemos culpar a la historia o a la economía, las precariedades de gestión o la falta de capacidad política en contextos periféricos. Esos son datos que debemos comprender para operar. Pero a partir de ellos se impone crear vida y belleza. Y si no vemos belleza en nuestra modesta e incompleta matriz de 360 m2,, con sus maravillosos patios y jardines, no debemos acusar a nuestro diario vivir. Debemos acusarnos de no ser aún bastante poetas como para poder descubrir en nuestra realidad la posibilidad de algo mejor y más justo.

Asumimos en el presente trabajo la definición de Área Metropolitana de Asunción elaborada por Causarano (2006). Según esta autora, el Área Metropolitana está formada “por los once municipios que tienen solo población urbana” Estos municipios son Asunción, Fernando de la Mora, Lambaré, Mariano Roque Alonso, Ñemby, San Lorenzo, Capiatá, Limpio, Villa Elisa, San Antonio y Nanawa. “La 2 superficie total alcanza 527 km , en donde viven 1.504.430 personas, equivalentes al 29% de la población nacional y al 51% del total urbano, en una extensión que representa el 0,14% del territorio 2 paraguayo. La densidad habitacional promedio es de 2.855 hab/km ” Transformando esta densidad a habitantes por hectárea, vemos que la media del Área Metropolitana es extremadamente baja, de 28,55 habitantes por hectárea. 2 En “Tierra y sociedad” ( Equipo Arquidiocesano de la Pastoral Social – sin fecha) leemos que: “En el lapso que se extiende desde 1.973 a 1.981 ingresaron a la economía paraguaya 2.275 millones de dólares provenientes de la construcción de las represas hidroeléctricas en el Río Paraná”. Por otra parte Benegas y Colmán (sin fecha) muestran que exceptuando el periodo 1975-1980, donde el PIB per cápita creció 6,9%, la economía paraguaya siguió una tendencia fundamentalmente recesiva, con decrecimientos o crecimientos marginales que se expresa en los siguientes valores de PIB per cápita: 1981-1985: -0,7% / 1986-1990:0,6% / 1991-1995: 1,2% / 1996-2000: -2,3% / 2001-2005: 0,1%. 3 Laterza Rivarola (1995) afirma que: “Los frutos de Itaipú y de las demás fuentes (…) notoriamente acabaron materializándose en objetos de exhibición de los nuevos potentados. En el ámbito edilicio aparecieron mansiones de muy elevado costo y discutida estética, en las que pocos y selectos arquitectos tuvieron chequera en blanco para ensayar toda índole de fastuosidad” 1


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Llamosas y Gonzalez (2.005) brindan algunos datos sobre el empleo en Paraguay en el periodo 1999 – 2003, que sirven como referencia para nuestra reflexión: “En cuanto a la distribución de la población ocupada según actividad económica, en promedio, tres de cada diez personas se dedican a actividades agropecuarias. Le siguen en orden de importancia los sectores comercio, restaurantes y hoteles y los servicios comunales, sociales y personales, con un porcentaje, en promedio, superior al 20% para cada sector. En referencia a la evolución de los porcentajes entre encuestas, se observa una tendencia decreciente en los sectores de industrias manufactureras, construcción y de electricidad, agua y gas (…) A su vez, se observa una tendencia levemente creciente en el sector agrícola, ganadero, caza y pesca, como así también en el sector comercio al por mayor y menor, restaurantes y hoteles” Respecto a la calificación requerida, los autores señalan que: “En el año 2003, (…) el 20% de los ocupados eran trabajadores no calificados, y si a este porcentaje le sumamos los correspondientes a los trabajos de servicios y vendedores, como así también de los operarios y artesanos, resulta que cerca del 50% de los trabajadores paraguayos tienen un bajo nivel de capacitación, o bien, se dedican a ocupaciones que requieren un bajo nivel de calificación” Finalmente refiriéndose al grado de estabilidad laboral, afirman que “En cuanto al comportamiento entre encuestas, observamos una tendencia decreciente en las categorías consideradas como más formales, a excepción de los empleados públicos, cuyos porcentajes de absorción de la población ocupada se mantuvieron relativamente estables durante el período de análisis. Aparentemente, esta disminución en la capacidad de absorción, tanto del sector público como privado, hizo que el incremento de la oferta laboral vaya a parar a actividades menos formales, como ser, trabajadores por cuenta propia o familiar no remunerado (…)” 5 La Ley Orgánica Municipal (1294/81), establecía en su artículo 178 “que los solares urbanos no 2 deberán tener menos de 12 metros de frente ni una superficie menor de 360 m ” , y el Reglamento de loteamientos para la ciudad de Asunción, de 1.965 en su punto 4.02 establece que “los lotes para 2 viviendas y comercios no tendrán menos de 360 m de superficie y no menos de 12 metros de frente (…) y quince metros y seiscientos metros cuadrados sobre avenidas y calles principales” La única modificación que hubo en materia legislativa referente al tamaño mínimo del parcelario está establecida en la nueva ley de loteamientos (1.909/2.002) que en su artículo 9º. Continua manteniendo el tamaño mínimo del lote haciendo la salvedad que “Excepcionalmente por ordenanza podrán establecerse medidas menores para implementar proyectos tendientes a solucionar situaciones de hecho o urbanización de interés social.” Es decir, no se considera deseable loteamientos de menor superficie y solo se los permite excepcionalmente. Otro punto que merece ser destacado es que las únicas obligaciones del loteador respecto a la infraestructura están establecidas en el artículo 3º.: “a) apertura y limpieza de las avenidas y calles previstas en el proyecto; b) ajuste de las rasantes de las vías públicas; c) obras de drenaje que se hubieran exigido; d) limpieza y demarcación de las fracciones cedidas para plazas y edificios públicos, en su caso.” Agua, energía eléctrica, desagües cloacales (según un sistema de red o un sistema aislado con pozos ciegos), pavimentación quedan a cargo de las administraciones públicas o de los “frentistas”. 6 Pueden tomarse como referencia las herramientas de gestión de suelo urbano establecidas en la ley 10.257 del Brasil, conocida como “Estatuto da Cidade”: Impuesto Predial Territorial Urbano (equivalente al Impuesto Inmobiliario en Paraguay) progresivo en el tiempo para penalizar tierra ociosa en áreas urbanas consolidadas, posibilidad de instituir Zonas de Especial Interés Social (ZEIS), orientadas a promover conjuntos de vivienda de interés social o a regularizar favelas, etc. 7 Respecto al particular, consultar el anexo 11 Estudio Crítico del impuesto inmobiliario de Asunción, en “Triangulaciones”, Cristaldo (2004). 8 El modelo paraguayo se sitúa pues, en las antípodas del también criticado modelo del spread urbano típico de Estados Unidos. Nuestros suburbs no son habitados por los ricos que buscan mayor holgura y pueden permitirse pagar los costos de transporte, sino por pobres que no consiguen 4


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insertarse en la ciudad consolidada y deben realizar una “compra diferida”: una suerte de “Ciudad comprada por fascículos”. Bibliografia: Benegas y Colmán. Crecimiento Económico, Instituciones y Política comercial en el Paraguay (1975 – 2005) – sin fecha – disponible para descarga en www.redmercosur.org.uy Causarano, Mabel. Dinámicas Metropolitanas. Asunción. AGZ - 2006 Cristaldo, Juan Carlos. Triangulaciones, Diversos enfoques institucionales al problema de la vivienda popular – Trabajo Final de Grado – Facultad de Arquitectura – Universidad Nacional de Asunción. Asunción – 2004 Equipo Arquidiocesano de la Pastoral Social (EAPS). Tierra y Sociedad – Asunción – Conferencia Episcopal Paraguaya – sin fecha. Laterza Rivarola, Gustavo. Historia del Municipio de Asunción - Asunción - GG Servicios Gráficos – 1.995 Laterza Rivarola, Gustavo. Régimen Municipal Urbanístico y Ambiental del Paraguay – Asunción – Ediciones y Arte SRL – 1.989 Llamosas y González. El mercado laboral en Paraguay (1.993 – 2.005) – 2005 – Disponible para descarga en http://www.oitchile.cl/pdf/publicaciones/ele/elec009.pdf Rilke, Rainer Maria. Cartas a um joven poeta – L & PM Editores - 2006 Silvero León, Maria Lorena. Viviendas Sociales de Alta Densidad: una visión multidisciplinar Trabajo Final de Grado – Facultad de Arquitectura – Universidad Nacional de Asunción. Asunción – 2006


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