JARDIM IRENE.
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5. Análisis de las principales características de Jd. Irene, la favela en la que se desarrolla el proyecto. Llegamos ahora a la escala del barrio que fue objeto del proyecto. El reconocimiento del proceso de desarrollo de la Región Metropolitana, y la descripción de las características físicas y socio‐económicas de Santo André, ya nos han permitido detectar características de homogeneidad en las problemáticas que se enfrentan. Lo que haremos ahora es analizar la favela específica en la que nos tocó intervenir. Este es un paso previo imprescindible antes de explicar las opciones de proyecto elaboradas como propuesta de solución a las problemáticas de la comunidad, y juzgar su pertinencia. 5.1. Características urbanísticas: 5.1.1. Una favela, muchas realidades: Las ilustraciones 21 y 22, muestra al complejo Jardim Irene. Algunas características del tejido urbano de la favela serán brevemente analizadas en este punto. Consideramos que la primera observación importante que debe hacerse es relativa a la heterogeneidad del tejido. Los términos como “favela” a veces encubren más de lo que realmente muestran, pues se pretende englobar en una única denominación a realidades extremadamente diferentes. En el caso que nos ocupa, no se trata de una única ocupación, sino de cinco, que se realizaron sucesivamente en el tiempo, y en locales que a pesar de su proximidad y de compartir un funcionamiento sistémico, tienen características específicas. 76
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Ilustración 24: Complejo de Favelas Jd. Irene (imagen de satélite) 1
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SÃO BERNARDO DO CAMPO
Jd. Irene IV
Jd. Irene V Jd. Irene II
Arroyo Medeiros
Jd. Irene III
Arroyo Magini Jd. Irene I
SANTO ANDRÉ
Ilustración 25: Complejo de Favelas Jd. Irene, fotografía de un sobrevuelo en helicóptero.
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Caminho dos Vianas, la principal calle del complejo
Referencias: a) Edificaciones: Albañilería Madera b) Vías: Pavimentadas Sin pavimentar
Ilustración 26: Complejo de Favelas Jd. Irene: levantamiento topográfico.2
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•
Jd. Irene I: en el valle del arroyo Magini en tierra plana y sujeta a inundaciones. Al momento del inicio de los trabajos, su situación estaba consolidada, contando con servicios de relativa calidad. El tejido urbano de Jd. Irene I está desprendido del resto de la Favela, vinculado a ella solo por el Caminho dos Vianas, principal calle asfaltada que atraviesa a Jd. Irene, y la vincula al centro de Santo André en un sentido, y a la ciudad de São Bernardo do Campo, en el otro. Referencias:
a) Edificaciones:
Albañilería
Madera
b) Vías:
Pavimentadas
Sin pavimentar
Caminho dos Vianas, la principal calle del complejo
Ilustración 27: Detalle del Jd. Irene I
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•
Jd. Irene II: en áreas de pendientes relativamente suaves, con un trazado de calles más regular. Esta área contó con una comunidad de vecinos que se organizó más rápido entorno de un programa organizado de reivindicaciones. El parcelario es regular, y alberga a construcciones de buena calidad, de albañilería, normalmente. El centro del Jd. Irene II es el Caminho dos Vianas, la calle asfaltada que vincula a Jd. Irene con el centro de Santo André y São Bernardo do Campo. Caminho dos Vianas, la principal calle del complejo
Referencias:
a) Edificaciones:
Albañilería
Madera
b) Vías:
Pavimentadas
Sin pavimentar
Ilustración 28: Detalle del Jd. Irene II
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Ilustración 29: Detalle del Jd. Irene II. Se puede apreciar el tejido urbano más regular, las pendientes relativamente suaves, y el tejido consolidado con casas de albañilería, en dos o tres plantas.3
Ilustración 30: Detalle del Jd. Irene II. 4
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•
Jardim Irene III, IV e V, que constituyen el arco externo de la favela. Son las áreas de mayor declividad, y precariedad urbana y ambiental. Los límites de estas áreas con el Jd. Irene II, y el límite oeste de la Favela, que marca la frontera con el municipio de São Bernardo do Campo, están más consolidadas. Lo restante de las áreas presenta grandes precariedades en cuanto a sistema viario, infraestructura y calidad de las edificaciones.
Caminho dos Vianas, la principal calle del complejo
Referencias: a) Edificaciones: Albañilería Madera b) Vías:
Pavimentadas
Sin pavimentar
Ilustración 31: Detalle de Jd. Irene III, IV e V
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Ilustración 32: Vista de Jardim Irene IV.5
Ilustración 33: Jd Irene V, a la derecha de la imagen, vista desde el extremo norte de la favela, en Jd. Irene III. En primer plano, a la izquierda, podemos ver a Jd. Irene II. Al fondo, Jd. Irene IV.
Ilustración 34: Jd Irene III al fondo de la imagen, desde Irene V.
Conociendo que el Complejo Jd. Irene, es un mosaico heterogéneo, volvamos a mirarlo como una unidad, para ver cuáles son sus principales características urbanas: 84
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5.1.2. Transporte público, sistema viario y equipamiento urbano: En lo que refiere a transporte público, la cobertura es precaria, pues se limita a una línea que llega a la entrada de Jd. Irene II, en el Caminho dos Vianas. Gran parte de las áreas Jd. Irene III, IV y V queda desatendida, y los vecinos deben hacer largas caminatas en calles de tierra, inclinadas, y prácticamente intransitables en días de lluvia.
Caminho dos Vianas
Referencias: Calles paviment Recorrido de tra Recorrido de tra Parada final. Referencias: Calles pavimentadas
0
250
350
450 500 m
Recorrido de transporte público (Centro - Barrio) Recorrido de transporte público (Barrio - Centro) Parada final.
Ilustración 35: Transporte público
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En lo que refiere al sistema viario, detectamos una jerarquía muy simple, compuesta de: • calles con o sin pavimento, • callejones de transito solamente peatonal, y • escalinatas precarias, excavadas directamente en las laderas. Como hemos mencionado, salvo el Caminho dos Vianas, y algunos trechos de la calle que marca el límite oeste de la favela están asfaltadas. Luego, tenemos a las calles de Jd. Irene II, de trazado regular y ancho utilizable por vehículos automotores. Finalmente, el Interior de las áreas Jd. Irene III, IV, y V, solo es accesible por medio de callejones peatonales o escalinatas precarias.
Caminho dos Vianas
Referencias:
Calles pavimentadas Calles sin pavimento Callejones Escalinatas
0
250
350
450 500 m
Ilustración 36: Tipos de vías
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En lo que refiere a equipamiento urbano, se hizo un relevamiento de equipamientos urbanos en un radio de 1000 metros. Los resultados mostraron graves carencias: solo existían tres guarderías de gran precariedad y un servicio de salud brindado con el apoyo de una clínica – móvil instalada en un ómnibus. Luego, ya casi en el límite externo del radio del kilómetro encontramos una Escuela Estadual 6 En el lado de São Bernardo do Campo tampoco existen equipamientos comunitarios, y el tejido urbano es tan precario como el del Jd. Irene. Todos los demás equipamientos urbanos estaban fuera del radio citado. Combínese esto con la precariedad de las vías de acceso y del sistema de transporte público y queda configurado el cuadro de exclusión de la ciudad. La favela permite el acceso – precario y a veces peligroso ‐ a la vivienda, pero no a la ciudad ni a la urbanidad.
Referencias: Escuela Estadual Puesto de Salud Guardería del proyecto “Sementinha” Ilustración 37: Equipamiento urbano en un radio de 1000 metros.
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5.2. Breve historia de la Favela.7: Las ocupaciones en el área se remontan al año 1.990, con el “grileiro” (ocupador – empresario inmobiliario clandestino) Levi de Souza. En el año 1.992 surge en el área el Movimiento de los sin Tierra por la Vivienda de Santo André. Las ocupaciones se suceden en los diversos “Irenes”. La necesidad de un lugar en la ciudad se une con el interés inmobiliario. Diversas personas comercializan las áreas invadidas, promoviendo una completa ocupación en pocos años, a través de un comercio informal de tierras, realizado a la luz del día. Para expresarlo con más claridad, más que un movimiento social con reivindicaciones justas relativas a la necesidad de ocupar un lugar en la ciudad, estos liderazgos promovieron un proceso clandestino de venta de tierras con intereses pecuniarios. Curiosamente, después de unos años, en 2002, fueron los propios vecinos que se instalaron en el barrio, y que veían sus “propiedades” más como un bien de uso que como un bien de cambio, quienes denunciaron a estos liderazgos. Por qué? Porque cada vez más personas entraban en el área haciendo que fuese progresivamente más difícil encarar un proceso de reurbanización, y principalmente por que durante años, los vecinos habían pagado al Movimiento de los Sin Tierra por las parcelas que ocupaban. Estos pagos en teoría deberían repasarse al propietario del área, pero la situación nunca se regularizaba. Ante esto, un grupo de vecinos del Jd. Irene II, preocupados con la situación de sus casas se organizó e investigó sobre la situación de la tierra que ocupaban, pues ni los propietarios, ni los líderes que habían impulsado la ocupación en un inicio les informaban sobre el avance del proceso. Descubrieron entonces que los miembros del Movimiento de los Sin Tierra no habían pagado a los propietarios por las tierras que habían ocupado, presumiéndose que desviaron los aportes de los miembros de la comunidad en beneficio propio. Descubrieron también que los propietarios habían abierto un proceso judicial de reintegración de propiedad contra los vecinos, que eran denominados “ocupantes innominados”. Al mismo tiempo, los dueños no pagaban sus impuestos inmobiliarios (Imposto sobre a propriedade Predial e Territorial Urbana ‐ IPTU) hace 12 años y estaban a punto de ser ejecutados fiscalmente por el municipio. Existía también un proceso ambiental porque personas del antiguo Movimiento habían habilitado un vertedero ilegal de escombros en el área. A partir de estos datos, los vecinos se percataron de la necesidad de conformar una organización que realmente respondiese a sus intereses, y formaron la Asociación de los propietarios y habitantes del Jd. Irene II, en abril del año 2.002. En un principio esta asociación trabajaba solo en el área del Jd. Irene II. Negociaron directamente la compra de la tierra con los propietarios de esta parcela específica y consiguieron llegar a un acuerdo, terminando los pagos hace unos años. Obtuvieron una exoneración impositiva del Municipio referente a los impuestos no pagados entre los años 88
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1990 y 2003. Posteriormente, se organizaron con los vecinos de las otras áreas (Jd. Irene III, IV, e V), para conformar una asociación común que trabajase impulsando los intereses de toda el área. Esta breve descripción del proceso histórico de ocupación del área nos habilita a algunas reflexiones. Normalmente en la literatura sobre el desarrollo sustentable, se postula el enunciado de que la incorporación de las comunidades locales es un paso imprescindible para la construcción de modelos viables de desarrollo. Es el deseado paso de “actores a autores”, como lo define Pesci: “Desde hace aproximadamente 10 años comenzamos a entender que la definición de “actor social”, tan fuertemente introducida por la sociología hace ya varias décadas, comenzaba a perder sentido, o parte de la fuerza necesaria. En efecto, la idea de actor se corresponde con la de aquel que representa un papel en una obra, situación importante y que le confiere protagonismo, pero en la cual aún siendo el primer actor o la primera actriz actúan el papel y el personaje que otros han escrito. Volvemos a la misma situación de origen de este problema: escriben la obra los ilustrados, los que tuvieron la ocasión de formarse para tomar decisiones por los demás, y buscan histriónicos adecuados que se ponen una máscara (como en el teatro griego) para representar el personaje que otro soñó”8 Si bien estamos completamente de acuerdo con el principio enunciado, se hace necesario hilar aún más fino. Creemos que no solo el conocimiento tecnocrático es usado como mecanismo para instrumentalizar a otros seres humanos y emplearlos como “actores” en “obras” que ellos no han elegido. Consideramos válido postular que en cualquier grupo social – inclusive entre los propios excluidos ‐ existen “autores” que impulsan sus proyectos particulares, usando las formas de poder que puedan ejercer sobre los otros. Estas formas de poder ciertamente incluyen pero no se limitan al repertorio de conocimiento tecnocrático de los ilustrados (proyectistas, técnicos municipales, etc.). En el caso concreto que nos ocupa, una parte bastante pequeña de los miembros de la comunidad, controlaba el acceso al recurso estratégico (la posesión de la tierra, y las informaciones referentes a este asunto), en función de sus propios intereses, convirtiendo a todos los otros miembros de la comunidad en meros “actores”. No podemos tampoco soslayar, principalmente en comunidades que viven en la periferia de la ciudad formal el papel que formas más primarias de poder tienen: léase, amenazas, coacciones y la simple y llana violencia física. Nos atrevemos entonces, a postular a partir de nuestra experiencia que no se trata de una dualidad simple ‐ opresores ilustrados / oprimidos con saberes populares ‐ . Podríamos afirmar, siguiendo quizá los principios del marxismo clásico rescatados por Focault, que lo que 89
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debemos analizar es quien detenta el poder. En este caso, la cuestión clave es cuan socializadas están las informaciones y las decisiones que refieren a los “recursos estratégicos”, a las cuestiones esenciales. Aquellos que monopolicen o concentren la información sobre los problemas centrales de la colectividad – usando para ello la manipulación, los juegos de intereses políticos, amenazas o violencia física ‐ esos son los verdaderos “autores”, sean ellos ilustrados o no. Frente a esto, cabe trabajar por la socialización de la información referente a las cuestiones centrales, en primera instancia, y luego por instaurar medios democráticos de participación, decisión y – en algún grado – control, sobre los mismos. En efecto, la situación en Jd. Irene solo comenzó a mejorar para los miembros de la comunidad cuando: •
Un sector de la población organizada, que tenía mucho más interés en su tierra como bien de uso que como bien de cambio, comenzó a informarse y a documentarse acerca de la realidad de la situación en que se encontraban.
•
Este mismo sector democratizó en su comunidad el conocimiento que había obtenido a partir de las consultas con las autoridades municipales.
•
Con esta actuación obtuvo legitimidad y apoyo para desplazar a los liderazgos anteriores y constituirse en negociador, ante el municipio y los propietarios.
Estas reflexiones nos llevan entonces a un cuadro mucho más complejo, y creemos, ajustado a la realidad, donde grupos específicos de “ilustrados” (o sea, profesionales y técnicos comprometidos) y “movimientos sociales” , trabajan por democratizar el control de los recursos centrales, frente a otros grupos de “ilustrados” y otros “movimientos sociales” que articulan sus propios proyectos, buscando mantener a las mayorías en la condición de meros “actores” y reservándose a sí mismos posiciones hegemónicas de decisión. 5.3. Descripción socio‐económica de la población de Jd. Irene: Puede parecer baladí hacer una descripción socio‐económica de la población que vive en una favela. Las condiciones de miseria son patentes desde el principio. El “paseo y conversación”, el proceso intuitivo de interiorizarse de la realidad de una comunidad caminando en ella, ya nos indica suficiente. Además el análisis de las estadísticas de la ciudad, descritas previamente ya nos permitió percibir que la población más pobre de Santo André se agrupa en el sur de la Macro Zona Urbana. Sin embargo, consideramos valioso describir algunas características principales de la población residente, pues luego estas serán relevantes en varios asuntos, principalmente en la discusión de las propuestas de reasentamiento de casas asentadas en locales de riesgo y de interés ambiental, temas estos que se convirtieron en uno de los puntos cruciales de definición del proyecto. 90
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Sobre una población total de 5.069 personas que habitan en 1441 casas, se determinó que la distribución por sexos era bastante equilibrada (49,90% de personas son del sexo masculino y 50,10% del femenino). El 62% de la población tiene incompleto el ciclo educativo denominado “primeiro grau” de la enseñanza – los primeros ocho años de estudio. El 59,4% de la población no estudiaba al momento del relevamiento de los datos.
62% de la población no ha completado los primeros ocho años de educación
59,4% de la población no estudiaba en el momento de la encuesta
Solo 24,1% de la población tenía empleo formal, lo que indica que tres cuartas partes de los habitantes del barrio están marginados del sistema económico formal – indicador fácilmente relacionable con su baja calificación. El 58,3% de los jefes de familia ganaban hasta 2 salarios mínimos.
Solo una cuarta parte de la población tiene empleo formal.
Casi el 60% de los jefes de familia gana hasta dos salarios mínimos. 91
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Considerando los sectores de empleo, existe una amplia dispersión, pero se constató que las actividades relacionadas a los servicios domésticos (sirvientas, limpiadoras, cuidado de niños, etc) involucraban a 20,6% de la población trabajadora; la construcción civil (albañiles, pintores, etc) al 19,3%, y los llamados “servicios generales” (ayudantes y auxiliares de diversas profesiones, office boys, repartidores de correo en motocicleta, etc) al 11,4%. Resumiendo, estas tres áreas de actividad representaban el 51,3% del total de la población empleada en el área. Otro rasgo potente del barrio es su juventud. El 78,7% de la población tiene hasta 35 años. Hay mucha gente comenzando sus proyectos de vida.
Prácticamente ocho de cada diez pobladores tiene menos de 35 años. Estudiando el uso de suelo, podemos ver que el 89,7% de las parcelas contiene una sola casa, y que el 85,2% de ellas es de un solo pavimento. Poco más de la mitad (54,5% ) de estas casas está construida con albañilería, aunque con niveles muy diferentes de calidad constructiva. El 40,6% de las casas fue construido con madera. Otro dato sumamente interesante: el 90,1% de las casas son “propias”, entendiéndose con esto que dentro de la precariedad de la posesión del suelo, el habitante de esa casa se siente propietario y su acuerdo fue de adquisición, sea que haya pagado dinero al propietario de las tierras invadidas como ocurre en el caso del Jd. Irene II; o que haya pagado a los líderes de la ocupación en acuerdos al margen de la formalidad. El 96% de las parcelas es de uso residencial. Lo que nos interesa destacar, es que a pesar de la precariedad jurídica en torno a la posesión de su tierra, 9 de cada 10 habitantes afirman considerarse dueños. Combínese eso con la edad (y algunas horas de paseo y conversación en la comunidad) y el cuadro se delinea claramente: familias jóvenes, que vinieron para quedarse y que usan su casa mucho más como bien de uso que como bien de cambio (venta, alquiler, o simple especulación inmobiliaria).
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El 90,1% de las casas son “propias”
El 96% de los terrenos es de uso residencial
Recojamos, una vez más el hilo tendido por Bonduki, Meyer y otros, cuyos estudios hemos analizado previamente: La favela no es una excepción, no es algo que surge como el resultado de una tragedia. Es un mecanismo. Es así como la ciudad se hace. Las familias de bajos ingresos compran tierras en el mercado “gris” – y existen muchos tonos – se aferran a ella, y en un proceso de 15 o 20 años, concentran fuertemente su capital financiero y humano para construir su casa. Las condiciones mínimas de infraestructura van siendo obtenidas de las autoridades en la dualidad reivindicación – clientelismo en un período igualmente largo. Que características tiene entonces esta favela? Este barrio‐en‐semilla, que se construye prioritariamente a partir de la suma de los esfuerzos individuales de las familias? En Jardim Irene, el 83% de las casas no tiene cloaca y arroja sus efluentes en la calle, en redes precarias autoconstruidas, en las laderas de alta pendiente o en los cursos de agua. El 76,8% obtiene agua de las redes clandestinas (a veces sustrayendo agua al SEMASA, empresa de Santo André, a veces, a la red del municipio de São Bernardo do Campo). Solo el 20,4% de la población está conectada a la red pública formal, siendo que esta se concentraba al momento del estudio, casi totalmente en Jd. Irene II.
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El 83% de las casas no está conectada a la red cloacal, arrojando sus residuos a la calle, en las laderas o arroyos.
El 76,8% obtiene agua de redes clandestinas y no paga por ella.
Cuáles son las consecuencias de estas condiciones sobre la salud de las personas? El 37,8% de los entrevistados afirma que después de mudarse al barrio, los miembros de su familia enfermaron de diarrea; el 20,5% de parasitosis; y el 21,8% tuvo infecciones o problemas de la piel. La precariedad urbana impide, claro, la integración al mundo formal. La exclusión genera exclusión en un círculo difícil de romper: el 73,1% de las casas no recibe correo, porque no tiene dirección oficial. Aunque esto puede parecer algo baladí, se convierte en un problema serio a la hora de intentar abrir una cuenta de banco, comprar un electrodoméstico a crédito, o llenar una solicitud de empleo. El 68,2% de las casas no tiene teléfono residencial fijo. Que tan unida y activa es la comunidad? El 63,4% afirma no conocer a los líderes comunitarios. Las instituciones religiosas, que congregan a 34,4% de la comunidad son de lejos, las organizaciones que más atraen la participación de los vecinos. Solo 4,8% (69 de 1441 familias!) se declaró parte de la asociación de vecinos. Esto aún considerando que la nueva asociación ejercía un liderazgo mucho más comprometido que sus predecesores del Movimiento de los sin Tierra por la Vivienda de Santo André, aquellos que, recordemos, desviaron los recursos que cobraban para pagar a los propietarios de las tierras invadidas, presumiblemente en beneficio propio.
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6 de cada diez vecinos afirma NO conocer a los líderes comunitarios.
Complétese el cuadro con el dato que el 78,6% de la población había llegado hace diez años o menos al barrio, que se inició con las ocupaciones a inicios de la década de 1990. El 54,8 % de los jefes de hogar era oriundo del nordeste del Brasil (Bahía o Pernambuco) o el interior rural del Estado de Minas Gerais. Un barrio joven, con tejido social aún desarticulado, constituido básicamente por inmigrantes pobres. Que problemas percibe la comunidad? En la percepción de las personas entrevistadas, los problemas sociales refieren principalmente a: desempleo (16,3%), violencia (11,5%), atención precaria a la salud (13,3%), y falta de guarderías (9,6%). Ya los problemas físicos se relacionan básicamente con los déficits de infraestructura: falta de redes de agua (14,9%), cloacas (14,3%), iluminación pública (11,2), escuelas (8%), y puestos de salud (7%). 5.4. Características físico‐ambientales: Como ha sido mencionado, la Favela Jd. Irene se encuentra asentada en un área de cabecera de varios arroyos. Esto determina unas características físicas sumamente peculiares: sectores con elevadas pendientes, se combinan con valles de inundación. En la ilustración 37 podemos ver el relieve del terreno dividido en franjas homogéneas de pendiente, y superpuesto al tejido urbano de la favela.
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Ilustración 38: Sobreposición del tejido urbano de Jd. Irene con las pendientes del terreno.
El estudio comparativo de la realidad, versus lo que establece la legislación ambiental nos lleva a conclusiones terribles. Cerca del 80% del área del Complejo Jd. Irene, contiene áreas que deberían ser de ocupación restringida según lo establecido en las leyes ambientales. Estas restricciones refieren principalmente a las llamadas Áreas de Protección Permanente (APP)9, 96
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de Valles de inundación, márgenes de cursos de agua, cumbres de cerros, y de grandes pendientes.
Ilustración 39: Diversas categorías de Áreas de protección permanente, según establecido en la legislación ambiental brasilera.
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Ilustración 40: Sobreposición del tejido urbano con las áreas de protección permanente, en las cuales, en teoría, no debería existir ocupación urbana.
Todas las áreas destacadas en amarillo en la Ilustración 40, deberían estar libres de ocupación antrópica, si la legislación ambiental fuese seguida. 98
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Es posible tender un puente entre la situación actual y el escenario que establecen las normativas?. La ciudad‐de‐las‐normas nos daría calidad de vida urbana y sustentabilidad ambiental? O existe una tercera vía entre la favela (ocupar el territorio de modo destructivo) y el congelamiento jurídico de áreas a preservar? Es posible ocupar sin destruir?. Hoy enfrentamos un dilema paralizante que se puede resumir en la dicotomía “ocupar – no ocupar” o “ciudad – naturaleza”. Por nuestra parte, creemos que la pregunta no debe centrarse más en si ocupamos o no el territorio sino en cómo debemos ocuparlo. Pensamos que es posible establecer proyectos que permitan una construcción benéfica del ambiente. El proyecto Jardim Irene es una propuesta concreta. 99
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REFERENCIAS DEL CAPÍTULO 5: 1
Imagen extraída del Relatorio Parcial 2 (RP2) del Proyecto. La imagen está elaborada en base al levantamiento topográfico realizado para el proyecto. 3 Fotografía extraída del Relatorio Parcial 2 (RP2) del proyecto. 4 Imagen de Google Earth. 5 Fotografía extraída del Relatorio Parcial 2 (RP2) del proyecto. 6 Debe destacarse, sin embargo, que a pesar de las dificultades materiales, este servicio representaba un gran aporte para la comunidad. El programa, denominado Saúde da Família, incorporó a vecinos capacitados como el primer vínculo de la comunidad con el sistema de Salud pública, cuidando de tareas sencillas como vacunaciones o el seguimiento de tratamientos en pacientes crónicos o con dificultades para desplazarse. Como un efecto colateral positivo, este programa creó un grupo de líderes jóvenes reconocidos positivamente por una amplia mayoría de los miembros del barrio. Sin su ayuda, probablemente el proyecto no se hubiese podido desarrollar a cabalidad. Gracias a ellos pudimos recorrer y conocer en profundidad el barrio y muchas familias, en especial aquellas situadas en áreas que demandaban remoción. 2
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Este punto de la tesina se elaboró en base a datos extraídos del Relatorio Parcial 2 del proyecto PAT Prosanear Jd. Irene (IV Diagnóstico socio económico y organizativo – p. 133 y ss.) 8
Pesci, Ruben et al. Proyectar la sutentabilidad. Enfoque y metodología de FLACAM para proyectos de sustentabilidad – 2007, Editorial CEPA, La Plata, Argentina. 9
Las áreas de protección permanente (APP) fueron establecidas por el Código Florestal (Ley 4771 del 15 de setiembre de 1965, con actualizaciones en el 2001). Esta legislación establece que está prohibida cualquier tipo de ocupación, así como la supresión de la vegetación en los diversos casos. Citando solo aquellos que aplican al caso de Jd. Irene, observamos que no debería haber ocupación: A) Según una franja de 30 metros a cada lado de los cursos de agua, desde su nivel más alto, en el caso de cursos de agua de menos de 10 metros de ancho, lo que constituye el caso en Jd. Irene. (art 2º. Inc. a – 1) B) En las nacientes y manantiales, aunque sean intermitentes, según un radio mínimo de 50 metros. (Art 2º. Inc. b) C) Cumbres de cerros y montañas. Existe una extensa metodología para determinar lo que constituye la cumbre, pero de un modo resumido podemos afirmar que se trata del tercio superior de la altura, considerada desde la base a la cumbre. (art. 2º. Inc. d) Por supuesto, esto no se cumple, no solo en São Paulo, sino en la totalidad del territorio de Brasil. La legislación puramente reactiva no propone alternativas de ocupación sustentable. Para más detalles ver: “Plano de Ocupação para áreas com sobreposição de interesse Ambiental e Social no Município de Santo André – SP” – Comarú F., Tanaka G., Cristaldo J., publicado en el Seminario APP Urbana 2007, organizado por la Faculdade de Arquitetura e Urbanismo de la Universidade de São Paulo (USP).
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