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RUGBY BAQUET DE JORGE PENEDO

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INTERNACIONALES

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MI PRIMER CLÁSICO... ¡Y AÚN LO CONSERVO!

DE JORGE PENEDO

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n el año 1969, por un dato que me dio mi primo José Luis Pallaols (hermano del conocido artesano), compré una baquet Rugby en estado de total abandono y muy oxidada; había sido dada de baja en la Municipalidad en 1940, después de la muerte de su dueño y constructor. A partir de esa fecha quedó en manos de un hermano que se la prestó a varias personas para que la corrieran. Entre ellas figuró Norberto Biyo Palagani, un joven mecánico que la acomodó y corrió en Santa Catalina; luego de su comienzo con el Rugby, se destacó en Turismo Carretera con una cupé Ford. Volviendo a la baquet, esta quedó en desuso, sin gomas, abandonada en un terreno al lado de la casa de la persona a quien se la compré después de que padeciera veinticinco años de intemperie y malos tratos. En principio le puse cuatro gomas nuevas; ya parada sobre sus zapatos parecía otra. El que la vendió casi no quería dármela, pero como ya estaba paga, no hubo marcha atrás. Enseguida comenzó la resurrección. No sabía por dónde comenzar. Primero desoxidarla, luego desarmarla y restaurar todas sus partes y volver a armar todo buscando los faltantes. Acomodar los asientos, volante, elásticos, frenos, tren delantero, motor, caja de dirección, diferencial, ruedas, mazas, cazoletas. Todo en general estaba muy mal. Esto se dice muy rápido, pero ahora a la distancia me doy cuenta de todo lo que hice, con el agravante de que sólo disponía de los ratos libres y además no tenía un mango. Fué mucho. Me llevó ocho años en terminar la obra, porque en el transcurso de este tiempo también me fui con la familia al Chaco, a trabajar durante cuatro años y medio. La tuve lista para el Salón de 1977, donde la presenté en sociedad. Poco después participé con mi esposa de acompañante en el Rally de Mar del Plata, fuimos y volvimos andando por la Ruta 2. Quedamos muy entusiasmados y a partir de ese momento nos anotamos en todas las carreras y rallies que pudimos. Punta del Este, Salto, Paraná, Córdoba, Rosario, Luján, Zarate, etc. Les contaré como era el Club en esos años. Solo eramos tres los locos que andábamos en baquet, Miguel Dellepiane (Gardner 8), Eduardo Mujica (Hudson Super Six) y yo. Los demás viajaban en Delage, Minerva, Rolls, Hispano, etc. No podían comprender que con esos aparatos espartanos que no tenían ni guardabarros, ni paragolpes, ni techo, ni capota, ni silenciador, solo intemperie, nos pudiéramos divertir. Ahora pienso que tal vez nos tenían un poquito de envidia por nuestro espíritu aventurero. El Rugby, por ejemplo, nunca tuvo rueda de auxilio. Igual disfrutábamos y viajábamos a todos lados.

Víctor Donnaloia, fotografiado al volante de su creación, poco antes de fallecer a lo 32 años. Su hermana me prestó esta foto para copiarla y al desarmar el cuadrito, encontré manuscrita en el reverso una frase que me pareció de una hermosa sensibilidad: “Realizar aspiraciones en una vida noble y fecunda”. (Apertura) La baquet en el Desafío Vintage 2019, realizado en Zárate.

En 1978 frente a mi casa en José Marmol, junto a mis hijos, María Natalia, María Cecilia y Luis.

Junto a Cecilia, mi mujer, regresando de Capitán Sarmiento en abril de 1978.

En una de las primeras ediciones de Autoclásica, recibiendo el premio a la mejor baquet original. Me acompaña Luis Rodríguez Ribeiro, quien como entusiasta, en su adolescencia venía a mi taller a colaborar en la restauración del auto a la salida de clases la escuela industrial. Al ver que me iban a entregar el premio, corrió para subirse al Rugby.

Anécdotas hay muchas pero las vamos a dejar para otra nota. En esta voy a contar la del rally a Zárate. Había que controlar todos los tiempos y como yo no tenía ningún instrumento, salvo el reloj pulsera y el manómetro de presión de aceite, me puse atrás del Hispano-Suiza, al que por supuesto no le faltaba ningún aparato de control y me mantuve así hasta la llegada. Cuando se hicieron las sumas de tiempos, por casualidad resulté el ganador. Ernesto Hilding Ohlson era el presidente del club y el dueño del Hispano-Suiza. No me quería dar el premio porque alegaba que el mío no era un auto clásico y que en Inglaterra ni me hubieran dejado competir. En ese momento, yo era muy joven y nuevo en el club y no dije nada, pero Jorge Malbrán me defendió diciendo que era muy meritorio haber viajado desde Adrogué hasta Zárate con ese autito y que en Inglaterra hubieran estado muy contentos de tener una baquet de carrera como esa. Con la palabra de “mi padrino” no se habló más y me otorgaron el premio. Varios años después, Juan Manuel Fangio me pidió prestado el auto para el Museo de Balcarce y ahí estuvo en exposición diez años. Mientras tanto mi hijo Luis había crecido y estaba como un loco por ir a buscarlo; lo quería traer andando pero descubrió que no le cabían las piernas, entonces lo subimos a un tráiler y él mis-

Luis, allegro vivace, en el velódromo de Bella Vista; año 2017.

mo modificó la pedalera y el asiento para poder usarlo. Desde entonces, después de debutar en La Ñata en 1992, es el piloto oficial. Después de todos estos avatares pude canalizar mi pasión por la resurrección de automóviles que estuvieron muertos muchos años, rescatarlos y lanzarlos nuevamente a rodar por el mundo.

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