FUERA DE TIEMPO
LILIAN ELPHICK
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Lilian Elphick
FUERA DE TIEMPO
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Fuera de tiempo Lilian Elphick
Montecristo Cartonero 2017 Diagramación a cargo de Juan Cifuentes Diseño por Juan Cifuentes Pintura portada: Ola minimalista, Fernando Couto, 2010. Impreso en los talleres de Montecristo Cartonero Corregidor Fernando de Alvarado 8, Hacienda Los Fundadores, Chillán Viejo, Chile Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Se permite la reproducción parcial o total de la obra sin fines de lucro y con autorización previa del autor. 4
FUERA DE TIEMPO
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A la memoria de Christian Elphick
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DOBLE PERSONALIDAD
- Dime Sancho, ¿quién es Don Miguel de Cervantes Saavedra? - El autor de vuestras aventuras, mi señor. - ¡El autor de mis aventuras soy yo! ¡Dónde está ese hombre para acusarlo! - En la cárcel, mi buen señor. - ¿Qué? ¿Ya ha sido condenado por plagio? - No, mi señor. - Entonces, ¿por qué? ¡Vamos, habla hombre, que no tengo todo el día! - Pues, por falsificación de identidad. Dice ser Don Quijote de la Mancha. - Qué confusión me has creado, Sancho. Te prohíbo que hables más del tema. - Sí, Don Miguel.
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LA ERE
Ricura, que un rayo me raje si esto que rayo es refrán. Mi rodilla se repone después de aquel revolcón, ¿recuerdas? Tú estabas reacio y yo remolona, me relamía con rabia y tú rascabas tus rulos. Rubicunda rastrojeé el rapé; resentido rasguñaste mi rabo. La rebeldía resonó en nuestras reposeras. Razonamos. Rezamos. Recordamos. Y repetimos la rapsodia. Tu remanso rezumaba requesón; mi raja repetía el rábano. Restañó el rebencazo. Ruda realidad. Recolecté mis relojes y rajé a Ranco. Me recluí en una recova, rehice la ruca y el rehue, recogí rúcula y ruibardo. Reí. Ruperto remojó la rémora y al rato relinché. Era roto pero rebueno, remendé sus ropas y él repuso el retrete. Lo retuve con mis repiques y retribuciones. En un retén resbaló y los rufianes lo remataron por revolucionario. Robé, roía como las ratas, refundida en el ramal. Por la reputa, la retahíla regaba mis riñones y Ruperto era una ristra de ripio. Romualdito, reenvíame a mi roto. Lo recuerdo y respeto, pero la rua del resentimiento es más ruidosa y fui rebelde. Me repatrié en Rupanco, ahí la ríada revolvía reses y nunca hubo un remanso. Me resentí, no tenía ni rimel. Luego, refloté. Fui rubia con rayos, bien rulienta, ramera respetuosa. Me reduje a Rita y rebasé la ranchería y los retablos, los remansos y ruidosas recámaras. No hubo ruina y sí riqueza. Recuperé mis redondeces, regenté un reino de reinitas rasgadoras. Un rati ruin me rayó el rameril. Las renacuajas rezongaron. Ni rastro quedó del radier ranchero. Al rati lo hice retiritas. Me ‘rranqué por la ruta de las recolectoras y en Rari recocí rabadillas. Rara vez roncaba, la radio ronroneaba y racioné los racimos. Remaba río ‘rriba y repasé los run-runes. Reacia y reflaca me rastrearon, ramoneaba como res retinta. Rápido rengueé y la
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retina me rasmillaba. Ni un retamo recibí en el reboño donde reboté. Reclamé en el rectángulo: Ruperto, rescátame. Las eres recrudecieron al ras ras.
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MÁS POLVO ENAMORADO
Soñé contigo, Pelá. Soñé que te hacía polvo y que tú me lo agradecías.
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JUGARSE LA MUERTE
Cuando eligieron al presidente Salvador Allende usaba pantalón "pata de elefante" y poleras bordadas a mano. Para el fatídico día once, andaba en bicicleta por el barrio y vi pasar los Hawker Hunter rumbo a Tomás Moro. Era sólo una adolescente enamorada de un vecino de veinte. Ese día no lo encontré en su casa. Luego, con estado de sitio, no pude volver a la calle. Mi vecino no regresó nunca más. Aún tengo en mi piel memoriona sus ojos aceitunados. Una soledad sin nombre me conmueve, me hiere los pies a cada paso, recordándolo. Años más tarde usaba poncho y calcetines chilotes. Iba al Pedagógico, me enamoré de un dirigente. Cuando hacíamos punto en alguna calle del centro fingíamos ser pololos. A pesar del miedo, la pasábamos el descueve – expresión de esa época- y nos besábamos hasta que nuestras rodillas tiritaban. Hordas de pacos pasaban a nuestro lado lumeando a nuestros compañeros o empapándolos con el agua sucia del lanzaguas. Luego conocimos la fragilidad de ser amantes, nos jugamos la muerte mientras afuera llovía y alguien silbaba con fondo de extractores de aire. Es cierto que olvidamos las palabras, no era necesario hablar para tocar te amo, para acariciar te deseo, para rasguñar tú - mi egoísmo más acérrimo. Y el tiempo estuvo en contra. A las siete, dijimos, a las cuatro, a las once, había que programar hasta los más mínimos segundos, el momento de llegada y el de partida, como si fuera una carrera de relojes y no dos cuerpos entrelazados en la obscena postura del miedo. Ambos esperamos que uno de los dos llamara, recordando cómo huele la piel después del amor, cómo es un 13
beso hecho de lágrimas, reviviendo el placer de las caricias imperfectas y el horror del adiós en las calles grises. Y no nos llamamos, no nos buscamos, supimos que era mejor no perturbar la paz del desencuentro y preferir la lucha noble. Quisimos renunciar al amor bravo, al amor que duele, sobre todo en esos momentos en que yo escribía y él miraba a través del velo de la cortina si venían a buscarlo. En silencio nos extrañamos, buscamos la fotografía que nunca existió, la carta destruida, los panfletos, algo que nos recordara que los amantes eran nosotros mismos y no los otros que creímos ser. En silencio, dejamos que la tarde nos fuera adormeciendo, no supimos cuándo nos convertimos en fantasmas. Así, fuimos más bellos y más fuertes; por la inocencia, nada más que por eso. Rodeados de múltiples sueños continuamos amando, sin darnos cuenta de que lo amado ya no estaba, que otros ojos retuvieron el desencanto de la lejanía. Continuamos deseando, utilizando espejos, máscaras, toda una escenografía bien diseñada para ocultar aquella terrible manera de no estar. De él guardo un botón de ojales rotos.
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CARPE DIEM
Él dijo: "Ahora o nunca". Ella respondió: "Así sea", y se desnudó. Desde entonces la palabra "arrepentimiento" vaga de diccionario en diccionario.
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OFF BEAT
Te vi saliendo de un bar y creí que eras Kerouac. A medianoche te tuve, adentro, en la boca muda de mi corazón. Ginsberg golpeó las rejas de un manicomio, Corso quiso volver a casa, Cassady escribió sus mejores cartas, Borroughs se inyectó una vez más. Y yo te confundí con otro que buscaba cigarrillos en una gasolinera fuera de todo tiempo.
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POR EL OJO DE LA AGUJA
Está nublado en el desierto; los Tres Reyes Malos no pueden dar un paso más sin la guía del lucero. Acampan. Cuando se les termina el alimento, destripan a los camellos y beben sangre. Gaspar huye con el oro, el incienso y la mirra. Baltasar lo persigue hasta darle alcance. Melchor se ha comido los restos de los animales y duerme. Baltasar lo degüella y su cabeza rueda por las infinitas dunas. Baltasar entonces mira al cielo y grita: ¡Dios, haz que se despeje, de lo contrario seguiré matando! Pero Dios le envía la más torrencial de las lluvias y le dice: No puedes matar a nadie más. Estás solo. Las aguas han tapado casi por completo al último rey. Antes de ahogarse, farfulla: ¡Cómo que solo! ¿Y tú?.
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LA EME
Mmmmmm, mímame y mírame, Martín, moreno moruno, mulato melaza, que mi muerte es melindrosa y ya no mea en los meandros matinales. Mentira es, minino, que la mórula moderna mata nuestros meneos. Mi mano moldea tu mastín, machito, y mejora el masaje. De marfil a morado, de mínimo a mastodonte. Mis melones mariposean por tus manos, y tu martillo es mousse para el mapache melenudo que te marea. Mejoremos, Martín, no miremos el mapa de nuestra martingala; mi madre no me mima, menos mal. Tu meñique se mete, mmmmmmm, en la muchacha que aún mantengo en mi mente. ¿Mazapán o miel?, ¿margarina o mantequilla?, ¿misterio o melodrama? Mañana te manoseo, milord, cuando la menstrua mengue y el milagro se moje. Mmmmm, ¿te ‘maginas al mayordomo en su minúscula morada? Mishiadura, musitaría, qué maldad tan masculina mixturar el montacargas con mojigatas maderas. ¿Quién es el mudéjar que mató a la mina?, muéstramelo, no en el motel ni en la metrópolis mexicana, sino en Mallorca donde mancornean a los melifluos. ¡Mentira!, no me mancilles, no soy mujer de tu manada. Malqueriente, maligno, metiche, maricón. Tu miembro está mohoso y es un mangle, mientras yo soy madreperla, mijita máxima, Minerva. ¡Madura, mequetrefe, mercader masturbador, que tu manguera se irá al matadero! Modifiquemos el módulo, métele moco, no murmures, muñeco, que el musgo es musaraña y el murciélago es mico. Música moderna el mundo maúlla. La municipalidad manipula a los más míseros, y mella las mamparas. Momento. Memoriosa y mínimamente maquino. Soy musa y tú mesero, mueves muebles, miccionas tu metacarpo después de las mamujas, macho malsano. Manifiesta tu mugido, macera murtilla y marrasquino, que yo hago mutis por el muro de otro 18
mago. ¿Mala? Mucho. Soy marrana si me malaman y tú, Martín Martínez, maravillas mugrientas me mostraste. Tu membrete morirá en un museo con los mamuts y otros monstruos mayores. Nunca mendigues un mensaje ni menees un mendrugo. Es menester que no mientas, sé mentor que Mercurio te mira. ¿Mensualidad? Millones, que la moneda es menuda. Márchate con tu mameluco merino y tu menú merovingio, y no merodees mi mercadería que la metralla es manceba y el meningococo no es metonimia. Mmmmmm, el mastique es menor, mordí la manzana y me molestan a mí. Mujerzuela, mascullaron, Martín ya es un meteoro de metano maloliente. Metióse a monje en un monasterio de Menorca. Me manda mermelada a medianoche, mientras yo mechoneo al microbiólogo en marzo y mayo, y matizo su marrueco el martes. Mijita, murmura, muéstrame el microscopio y yo, mujer maravilla, menéole el macrocosmos. Más, más, medico, y su mediacaña mejora. La mirra es mística, pero moja el miriñaque. Muac.
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K EN TIERRA DE NADIE
Está oscuro. Oigo el chillido de los ratones. Hay excrementos, cadáveres, llantos de hombres solos. Afuera, el humo de los hornos. Barracón número 5, Birkenau. Mi última patria después de muerto. Sé que Ana y Margot Frank tienen tifus y ya no necesitan mantas para cobijar su horror. Mañana moveré piedras de aquí a allá, sin propósito alguno. Un kapo gritará su látigo en mi espalda. Una mañana me arrestaron. Todos fuimos a los trenes de la muerte. Josef Mengele movía el pulgar hacia arriba o hacia abajo. Me preguntó si tenía un hermano gemelo. Le respondí que sí, que su nombre era Gregorio. ¿Y dónde está, entonces?, bramó. Escondido, señor, en un cuaderno. Nunca lo podrá encontrar.
De la serie “Lugares”
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K EN EL ADIÓS A Diego Muñoz por La habitación azul
Gregorio y K en una estación de trenes. K: —Toma las llaves. G: —… K: —Recuerda llevarte la maceta de los lirios. G: —¿Los blancos o los morados? K: —Ambos. En una casa cerrada todo lo vivo muere. G: —Sube. El tren parte. K:—No vayas a escribir arriba de lo escrito. G: —¿Qué podría escribir yo? ¿Revertir mi esencia? K: —Y los manuscritos… Ya sabes lo que tienes que hacer. G: —Sí, K, aunque me costará mucho hacerlo. Voy a morir. K: —Adiós, Gregorio. Al fin de cuentas, siempre estuviste a mi lado. G:—¿Puedo preguntarte adónde vas? K: —No tengo idea. K sube al tren. La estación se llena de humo.
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K EN LA RISA A Pau «El arte es un espejo que se adelanta, como a veces los relojes». Carta de Franz Kafka a Max Brod, julio de 1912.
Había que reír, Gregorio, abrir la boca y pronunciar la carcajada. Tú sabes a lo que me refiero; tú y la manzana incrustada en el caparazón recreado, manoseado, ultrajado por mi mano escritora. Había que reír mientras te dictaba las frases de tu propia vida, pequeño inútil. Miraba y escribía, miraba y escribía, mientras la risa se desgranaba sola en esos papeles del olvido, tan inmaculados, sin la sangre que nacía de mis pulmones y pulsaba por salir al mundo y salpicarlo. Había que reír mientras mis hermanas tatuaban su juventud en el ghetto de Lódz y mi padre recordaba a sus ancestros carniceros en los mostradores de su negocio textil. Yo pensé en el fuego y sólo obtuve llamaradas.
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BLATTA ORIENTALIS
Un corrido mexicano me inmortalizó. Su música es pegajosa, como yo. Pero, hay algo que me inquieta: un hombre escribe de insectos. Él no me ve cuando paso entre sus zapatos y no sospecha que cuando duerme yo trepo a la mesa y cabalgo las hojas tatuadas. Leo y leo; no me canso. A veces, mastico las esquinas. Su sabor es muy similar a la corteza de los árboles. Al amanecer vuelvo a mi escondrijo y sueño con Gregorio y Grete, con esas vidas tan trágicas. Sueño con Ottilie, Gabriele y Valerie exterminadas en Auschwitz y Chelmno; sueño que no puedo comer y que muero en un sanatorio creyéndome un grajo.
De la serie “Nomen est Omen”
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NICROPHORUS VESPILLO
Soy como soy, señores del jurado. Mi familia es la más antigua del planeta. Ya en el año 1300 A.C., momificábamos los cadáveres de los otros, los inocentes que paseaban cerca nuestro, alardeando de sus élitros transparentes. Silphidus era el encargado de engañarlos. Hasta las ratitas caían en sus juegos de tenazas. Es cierto que maté a Gregorio. Se miraba todo el día en el espejo, esperando la transformación. Buenos días, Franz, decía frente a su imagen coleóptera, creyendo ver a un muchacho flaco y ojeroso. No alcanzó a sentir el golpe, lo juro. Escarbé la tierra, lo deposité en su lecho y comencé de inmediato a hacer la bola. Con ella se alimentaron mis larvas, que crecieron y crecieron hasta llegar a ser una multitud de jóvenes tísicos, pálidos y muy melancólicos, todos escritores.
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FUGA I
Antes de morir, Kafka sueña con el escribiente Bartebly. Lo ve sumergido en legajos y papeles timbrados y firmados por él mismo. Bartebly desespera; no sabe cómo organizar la letra K. Pronto llegará el jefe y lo encontrará rodeado de escarabajos y chacales disputándose el ingreso al hueco ficticio. —Preferiría no hacerlo —dice Kafka al despertar. Dora Diamant y el Dr. Klopstock lo tranquilizan; piensan que ésas son sus últimas palabras. Él se levanta, sonríe y se va.
De la serie “Pequeñas variaciones”
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FUGA IV
“Suponía que el personal del ferrocarril quedaría aterrado con esa tos; pero ya la conocían; la llamaban tos de lobo. Desde entonces empecé a identificar los aullidos en mi voz”. “Recuerdo del tren de Kalda”, en Diarios, de Franz Kafka Mi padre dijo que quien se acuesta con perros, amanece con pulgas, pero yo era un lobo tuberculoso que hacía temblar la estación de trenes con su tos. Los otros funcionarios me construyeron una caseta acolchada para que pudiera toser a mis anchas, sin molestar a nadie. Me dejaban niñas, abuelas y cazadores que yo devoraba con fruición. Botaba los restos para que los lobos verdaderos, que huían de los cuentos de hadas, pudiesen alimentarse.
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ร NDICE Doble personalidad La Ere Mรกs polvo enamorado Jugarse la muerte Carpe diem Off beat Por el ojo de la aguja La Eme K en tierra de nadie K en el adiรณs K en la risa Blatta Orientalis Nicrophorus Vespillo Fuga I Fuga IV
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LILIAN ELPHICK LATORRE (Santiago 1959 - ) Escritora, directora de talleres literarios desde 1990, editora del portal web Letras de Chile. Licenciada en Literatura y con estudios completos de Magíster en Literatura Chilena e Hispanoamericana por la Universidad de Chile. Ha publicado La última canción de Maggie Alcázar (cuentos, 1990); El otro afuera (cuentos, 2002); Ojo Travieso (Microrrelatos, 2007); Bellas de sangre contraria (microrrelatos, 2009); Premio Mejores Obras Literarias Editadas, categoría cuento, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Santiago, Chile, octubre 2010; Diálogo de tigres (microrrelatos, 2011), Confesiones de una chica de rojo (microrrelatos, 2013), K (microrrelatos, 2014), El crujido de la seda (microrrelatos, España, 2016). Su obra ha sido incluida en numerosas antologías de cuento y microrrelato, tanto en Chile como el extranjero. Sus textos han sido traducidos al inglés, alemán, francés, italiano y húngaro. Mantiene el blog Ojo Travieso desde 2006.
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Fuera de tiempo Lilian Elphick
Se terminó de diseñar en el mes de marzo del 2017 En los talleres de Editorial Montecristo Cartonero
Tiraje según demanda
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EDITORIAL MONTECRISTO CARTONERO ESTÁ COMPROMETIDA CON EL DESARROLLO LIBRE DEL ESPÍRITU, LA CULTURA Y EL CONOCIMIENTO DEL SER HUMANO COMO VALUARTES DE NUESTRA SOCIEDAD. CADA LIBRO PUBLICADO POR NUESTRA EDITORIAL ES EN SÍ UNA OBRA DE ARTE CUYO TRABAJO ES MANTENER VIVA LA LLAMA DE LA SABIDURÍA.
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¿Cómo motivar al lector en el mundo de la narrativa a través de los microcuentos?. Si Cortázar señalaba que la novela ganaba por puntos y el cuento por K.O. entonces, ¿qué simbología utilizamos para describir el impacto del microrrelato? Lilian Elphick es una de las narradoras chilenas que con mayor fuerza ha trabajado en el relato breve, comprometiendo al lector en una fracción de tiempo a conmoverlo, emocionarlo, sorprenderlo e incluso dejarlo en estado de reflexión y autoanálisis. Fuera de tiempo es una selección de la gran cantidad de relatos de la escritora nacional configurando una muestra de una escritura viva y perspicaz en su intencionalidad hacia quien lea estos microcuentos.
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