Mal agestá mala gesta mal gestá - Ingrid Escobar Melio

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MAL AGESTÁ MALA GESTA MAL GESTÁ

INGRID ESCOBAR MELIO

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Ingrid Escobar Melio

MAL AGESTÁ MALA GESTA MAL GESTÁ

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Mal agestá mala gesta mal gestá Ingrid Escobar Melio

Montecristo Cartonero 2017 Diagramación a cargo de Juan Cifuentes Diseño por Juan Cifuentes Pintura portada: Prostituta, David Garrigues, 2012. Fotografía interior: Emiliano Valenzuela Impreso en los talleres de Montecristo Cartonero Corregidor Fernando de Alvarado 8, Hacienda Los Fundadores, Chillán Viejo, Chile Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Se permite la reproducción parcial o total de la obra sin fines de lucro y con autorización previa del autor.

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MAL AGESTÁ MALA GESTA MAL GESTÁ

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PRÓLOGO

El titulo que inaugura la obra de Ingrid Escobar nos enfrenta a la palabra re-sentida: mal agestá, mala gesta, mal gestá; calembour trágico, maravilloso, mordaz y épico que traza su primer camino poético por el que deambula con una sencillez feroz, colmada por la memoria, abotargada de sus muertos, ávida y reclamante. Poeta del suburbio y del peregrinaje en cuyo trayecto traza una realidad que rearticula con voz propia, y que acorazada por su agudeza y un imaginario feraz, nos evoca un mundo que reconocemos en la patipelá, en los hijos del hambre, del desastre, en el invertido, en la romería, en el tugurio y la taberna. Pero su escritura no es tribulación sola; puño en alto y en tono desafiante exhorta, resiste, provoca, flagela, apetece. Es la palabra encarnada o la carne empalabrada (a decir de Duch), aquella que no puede evitar el territorio de lo humano e inhumano y que a ratos se hace despiadada deambulando por comisuras des- echadas, por callejones desdeñados, en una travesía de lo cotidiano que nos remite a una intimidad inquieta, agitada por la memoria. Cuerpo, pies, tacones, oscuridad, voces, boca, ojos, palabras que miran, que pisan, arrinconan, asedian, embriagan, que marchan y también libertan. Su escritura rebosante, rebasa los anales de nuestro propio imago mundi y nos resitúa en un instante recóndito y pretérito de un país desgarbado, violento, excluyente y pre- juicioso que persiste en el cerrojo de la vecina que sangra y en las catacumbas de los bares repletos de espejos donde padece el invertido. La poesía de Ingrid Escobar urde palabra y memoria en páramos de infancia que escuchamos en “Eurythmics”, en el horror de la “venda sexy”, en la desolación y polvareda de las canchas de tierra. Transfiguración y epifanía conquistada por

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la voz de esta poeta, atrincherada en los suburbios de la memoria. Como vagabunda, recorre y recoge la calle, la cual cobra una dimensión estética y se transforma en el soporte plástico donde acontece su poesía. En esta nueva dimensión encontramos trazas de rostros, cuerpos y experiencias, vestigios de historia, una historia que es periférica pero común, en donde comparece el cuerpo social, un cuerpo colectivo que estigmatizado adolece, pero que a la vez adquiere otra significación cuando es cribado a través de la imagen del agua, numen que insistente se filtra en todo el poemario. El agua de los mares, la lluvia y la tormenta, elaguadelrío, delaslágrimas, elagua estancada, el agua servida, el agua contenida. La imagen del agua cobra una presencia funda- mental en su más vasta acepción: como fuerza primigenia o matriz, fertiliza y fecunda a través de la lluvia; como potencia destructora que por medio de la tormenta y el diluvio, arrasa; y como centinela de la historia que contiene y atesora. El agua que mata, sepulta, ahoga y azota. El agua empantanada, hiede, infesta y corrompe. Pero el agua también purifica, acrisola y exorciza. El agua que cobija y vivifica, el agua se torna sustancia primordial haciéndonos resurgir como niños inmaculados, y que como el Leteo, nos decapita al son de los latidos. Pero el agua es también la comarca de la memoria, henchida de testimonios, colmada por los ancestros, plagada de obituarios, atestada de lamentos, Océano Pacífico que como la Estigia, arrastra aun a nuestros muertos sin olvido. Cuerpo y agua recorren este poemario, protagonistas de una poesía cromática y musical, donde las imágenes atascadas en el pescuezo, saltan, vibran, bailan, brillan y estallan en un trepidar cadencioso, en un festín de descarna- da y lúcida inocencia, que aúlla, que llora, que ríe a carcajadas, que espera y que desea, que coge, que toma, que besa, que 8


mata. Forjadora de caminos, la poesĂ­a de Ingrid Escobar no puede evitar la experiencia de la contingencia, a la que acude irrefutablemente, sin artificios, casi impoluta, como si pudiese estar fuera del influjo acadĂŠmico, aquel que bajo su pluma sobe- rana, la fuerza insurgente y proletaria vomita.

Patricia Contreras

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I

Amarillo el bosque donde saltó Vincent 1,2,3 ¿momia es? gritaba la niña el boliche del centro, guarida de sordos incomunicados danzamos al son de la lluvia los pájaros no vuelan solos.

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II AL QUE IGNORA

Franja inundada y sangrante hilo de agua recorriendo el disimulo voces y tacos apañan el viaje banderas errantes tapizadas de espinos compra y venta de piedras y escombros hombres y pronombres bajo el puente el cuerpo como raíz el cuerpo como debate lluvia y zozobra contenida navegan el cosmos de sus pisadas ¡Ay! cadáveres flotantes arraigados en su espíritu las llamas abrasan su nítida memoria y el cántaro de agua no contiene más.

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III

Antes que den las seis Caen los casquillos de tus ojos pones el corazón alerta Roes la dulzura de sus sobras Antes que suene el timbre abrazo botellas de ira y pólvora Camino en círculos desvalidos Reduzco monedas en Reinas y espadas antes que el gallo cante pospongo calles por bares Rasguño tu entrepierna Mastico el cómplice larguero Antes que vuelvas la vista la belleza limita tu pensar Se encarga de tus Recuerdos limpia tu caja de arena para entregar tu sudor y carne al hombre que lo tiene todo al hombre que lo tiene todo.

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IV

Hijos del roce que arrasa hijos del toque de queda pobres pagando peajes bajo la luz intermitente de manos sudadas caricias desplazadas mortificadas de vez en cuando ciudad sesgada bajo el eclipse rostros derretidos en la fĂĄbrica ruidos acompaĂąan nuestro espĂ­ritu hijos del hambre, hijos del desastre bandera empapada de aguas servidas cuarenta y tantos esperando el sol disparos en la muralla de la inconsciencia silbido nocturno orillado en la calle maquinaria bestial recorriendo el tiempo que apremia tu garganta que sangra en el regocijo de los nombres hijos de la espera, de la historia inconclusa nada de roces, nada de manos sudadas.

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V

Cuerpo que no ves y deseas lo que no sientes Cadáver exquisito danzando en el cordón violáceo de la cordillera tierra inundada de mares en la ínfima línea ecuatoriana de los deseos vaso roto, derramado de tu cuerpo herido por tantos la tibieza ausente de tu vientre se asoma tímida en la tumba que no es tumba sino una cumbre dormida y violenta Cuerpo agonizante de hechos y deshechos huesos alargados en el tiempo recoveco de huracanes volcánicos ves lo que no sientes y deseas lo que no es.

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VI

Que te sea leve, el espacio demagogo del verbo la pluma desvanecida en el oído esa lluvia de triste caída la maniobra endeble del artista Que te sea leve, el aguijón hediondo del romance tu patria enarbolada ecuménica la inseguridad histérica de la fisura terrestre Que te sea leve, el transito fúnebre sin cuerpo silencio pactado en el ruido la oscuridad de la venda sexy -----tu muerte tiritona y blasfema---Que te sea leve.

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VII

La noche cae ciega de imĂĄgenes intermitentes buscando durmientes la tierra se plaga de colores viejos Piedras caen desde el cielo y aterrizan en lo cierto el Amor no llega descansa en el sumidero la noche cae a la mitad del sueĂąo nadando en la botella Risas llenas de espacio ContinĂşan su viaje disperso la renuncia aplasta los huesos divaga en la plaza La tristeza se ha hecho blanda en las noticias matutinas El Amor no tiene prisa espera en la bocacalle del olvido.

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VIII

Bajando en la cordillera los caminantes, cansados, van Oscuros bajo su ropa los cabizbajos, mojados, van Cargando tu gesto ambiguo sobre sus hombros, pensando, van El hilo de agua abyecto bajo el puente, cruzando, van Mil huellas tras mil pisadas los caminantes, marchando, van Rompiendo el tiempo estรกtico de la memoria, cantando, van Las manos entumecidas de verso blanco, rezando, van Al filo de la ladera quebrada el alma, llorando van.

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IX

Nosotros los caminantes del recuadro que se asoman a contraluz en la casa de tus lamentos varados a la mitad del viaje se nos caen los recuerdos en el campo donde yacen aplastados la curvatura ha enternecido la ausencia te recuerdan tu esposa e hijos nunca te olvidaremos que Dios te reciba en su santo reino Inspirado en la sombra gris del cemento flores manchadas de tiempo sucumben bajo los pies mientras una voz en ecos reproduce peras y manzana castillos bordados a media tarde botellas impรกvidas de agua estancada razones misteriosas y absurdas para soportar lo cotidiano Adiรณs chinito, ve al cielo con tu padre mejora a mi hijo, santita, te pido Gracias por favor concedido nosotros los pasajeros ambulantes quebrantamos la suave brisa de la paz 19


pรกjaros anidando bajo el rey relatan el murmullo de la calle cuerpos santos asomados de tanto en tanto cortinas de concreto fragmentadas de imรกgenes siemprevivas en la esquina cordรณn de velas derretidas en el aire.

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X

Atrapa la boya Redonda lejana – Atrápala. Antes que el agua invada tu pescuezo en el inmenso mar oscuro, flotante Como el piso sucio de tus pies descalzos Atrapa la boya Cercada – iluminada – Atrápala Rotándose, nadando Como ajíes en cerveza Amarilla – Amarga Ahogándose en el inmenso mar Atrapa la boya, Atrapa – Atrápala.

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XI

Mal Agestá te dicen desgarbada rodillas peladas sobre el piso de tierra Mal Agestá, espalda crujiente bajo el azote del nacimiento borracho de la noche turbia en el patio de las princesas pulidas azorochada por la mirada del cristo en la muralla Mal hablá predicadora dueña de las esquínas humeantes mujer danzante en las canchas de tierra Mal Agestá, pies descalzos sobre la lluvia Penitencia continua de los deseos malintencionados de tu raza maldita mal encajá de la divina comedia en tus redundantes lamentos ¡Ja! saltaora de puentes y cornisas encarnación de la mama santa dibujante de niños

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Mal AgestĂĄ los grados se empinan sobre ti y tĂş debajo del ĂĄrbol... pordiosera.

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XII

Las lĂĄgrimas de mi vecina viven en el cerrojo de su puerta puedo verlas bailando. su cabeza estalla en la ventana de su casa puedo verla sangrando. los ojos de mi vecina, buscan en sus hĂşmedas cuencas puedo verlos escapando.

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XIII

Agónica burguesa muere en sepia desdibujada en tus colores atrapada en el cadáver bélico de la deshonra la fuerza insurgente y proletaria vomita tu lengua académica futurista se nubla en el brillo esplendoroso de tus dientes tan esquivos en los huecos de sus bocas fatídicas palabras rebuscadas no contienen el agua de abajo hacia arriba Agónica burguesa entiérrame bajo las piedras o ahógate en el fondo del mar el oro de tus pisadas blasfema el cuerpo santo de las revanchas.

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XIV

Caminas en medio del tumulto protestando por un Ăştero indefinido corriendo travestida por las calles donde aguarda tu carta demasiado lĂşdico para el cura y la dama que recoge las flores en la parroquia de tus pecados deseada, demonizada fiel candidata al exorcismo en las catacumbas de los bares repletos de espejos sola bajo la urbe asediada por los ojos enajenada por los vocablos que pronuncian tu nombre perturbada por el cuerpo desnudo que reproduce tu mente.

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XV

Ella cierra los ojos con el pecho ardiendo difama tu nombre mientras salpicas su vientre deambula en la oscuridad las fauces del que atormenta ella sonríe borracha paseando en la fotografìa de tus calles pierde el tiempo bajo tus pies sangrantes continuamente sudorosa a la hora del desquite ella cuestiona errática los cantos y banderas le intimidan sus tacos oscurece al son de Eurythmics recicla los rostros del desamparo ella es todos los días que decidiste ignorar ánfora sagrada de tus cenizas píldoras mágicas para enamorar.

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XVI

Tengo la marea alta tengo la tormenta en reposo se multiplican los gritos sin gracia saltan los muertos en mi pecho tengo, te pierdo y te retengo mientras la mala me mira con anestésicos cantando con voz de ángel gotea en mis párpados el sueño Alucinante resaca moribunda se posa en los huesos de mis hombros Tengo la tormenta alta tengo mi cerebro en reposo Pedazos de alma trapican mi pescuezo universos flotantes a la deriva de la cama resbalan la mesa plagada de licor rojo demencial nuestras cabezas floridas de árboles saliendo por las orejas cielos transgénicos desvaneciéndose en las sombras de la estancia el patio atestado de huesos cortados a latigazo 29


Regurgita en mi boca el sabor amargo de las respuestas sacúdeme el vestido con plumas de pájaros épicos olvidados Acalórame otra vez...? Tengo la tormenta alta tengo la marea de noche.

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XVII

Resucitemos en tiempo muerto debajo de la mesa decapitĂŠmonos al son de los latidos cuerpo insistentemente triste en el patio trasero de las miradas resurjamos como niĂąos en el amparo del agua cortemos el camino difunto de los recuerdos riamos de cansancio al norte de la cama vivamos en tiempo cero arriba de la mesa plaguemos nuestro suelo a pedazos escapemos como niĂąos recorriendo los latidos.

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XVIII

De tanto andar mil viajes la vana muerte se ha hecho trizas los aĂąos detrĂĄs del bosque exorcizan el duelo no espero nada de este valle de memorias atochado en el cofre de las quemaduras El espectro mĂĄgico de tu espalda resplandece en los rayos amarillos del monte Ya no uso chasquilla, ni falda plisada la vecina no grita por el volumen de tanto andar mil calles voy al encuentro de la noche tranquila quito y sacudo el hambre de los personajes iracundos invisibles en el gran estruendo vuelvo desnuda frente al espejo con el latido feroz de la sangre entre mi pecho.

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XIX

Te bebo te nombro te rapto te esbozo Te llamo te cojo te arranco los ojos.

Te masco te soplo te miro te rompo te abrazo te giro te cargo en los hombros

Te escucho te olvido te rasgo te aspiro te chupo te beso te erecto muy lento Te quiero te embriago te siento te miento te arrojo te toco te mato, te pierdo.

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ร NDICE Prรณlogo I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX

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Mal Agestá mala gesta mal gestá Ingrid Escobar Melio

Se terminó de diseñar en el mes de marzo del 2017 En los talleres de Editorial Montecristo Cartonero

Tiraje según demanda

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EDITORIAL MONTECRISTO CARTONERO ESTÁ COMPROMETIDA CON EL DESARROLLO LIBRE DEL ESPÍRITU, LA CULTURA Y EL CONOCIMIENTO DEL SER HUMANO COMO VALUARTES DE NUESTRA SOCIEDAD. CADA LIBRO PUBLICADO POR NUESTRA EDITORIAL ES EN SÍ UNA OBRA DE ARTE CUYO TRABAJO ES MANTENER VIVA LA LLAMA DE LA SABIDURÍA.

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COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017 1- EL ATAÚD

Juan Pablo Cifuentes

2- EL ÚLTIMO QU MUERA QUE APAGUE LA LUZ Juan Pablo Cifuentes

3- TERESA

Rosario Orrego

4- LOS PÁJAROS HUYERON DEL NIDO Los Señores Anónimos

5- DIARIO DEL PRIMER VIAJE Y OTRAS CARTAS Cristóbal Colón

6- TITIVILUS

Héctor Navarro Cabello

7- EL MAESTRO Y LAS MAGAS Alejandro Jodorowski

8- REVOLUCIÓN EN CHILE Sillie Utternut

9- TRISTÁN E ISOLDA Richard Wagner

10- WABI-SABI

Miriam Leiva Garrido

11- KARUKINKA

Relato de los selk´nam

12- CANTAR DE LOS CANTARES Salomón

13- CANTO A MI MISMO Walt Whitman

14- BICHO RARO

José Luis Escobar

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COLECCIÓN MONTECRISTO VERANO 2017 15- EL EVANGELIO AMERICANO Francisco Bilbao

16- BESTIA DAÑINA Marta Brunet

17- CANTO DEL MACHO CABRÍO Pablo de Rokha

18- EL CARTÓGRAFO: EL BARRIO DE LA GENTE MEDIANA Christian Gutiérrez

19- CLORODIAXEPÓXIDO Jorge Etcheverry

20- RELATOS DE INSANIA Daniela Páez Rueda

21- UNA NOCHE PINTADA EN LA ROCA Lila Calderón

22- SURCOS DE VENDAVAL Catalina Potocnjak

23- LA REINA DE RAPA NUI Pedro Prado

24- EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON F. Scott Fitzgerald

25- FUERA DE TIEMPO Lilian Elphick

26- DEL CUERPO DE TODAS Amanda Varín

27- MALDIGO EL PARAÍSO DE TU ABANDONO Margarita Bustos Castillo

28- EL FLAUTISTA DE HAMELIN Robert Browning

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¿Cómo convivir en una sociedad en donde los prejuicios y los estereotipos son la evidencia palpable del razonamiento humano en distintas culturas? Una misión aún más compleja si se quiere esbozar desde la marginalidad la realidad cotidiana de la mujer en sus diversas facetas. Ingrid Escobar Melio nos sumerge de lleno en la vida desenfrenada de una hija del rigor, una hablante lírica deslenguada y sufriente que deambula sin un rumbo fijo. Mal agestá mala gesta mal gestá es un poemario crudo, honesto destinado a conmocionar al lector a obligarlo a reflexionar sobre aquellas sin voz, en una sociedad regida por los valores de la comunidad patriarcal.

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